Sartre, Jean-Paul - Conciencia de Sí y Conocimiento de Sí (1947)
Sartre, Jean-Paul - Conciencia de Sí y Conocimiento de Sí (1947)
Sartre, Jean-Paul - Conciencia de Sí y Conocimiento de Sí (1947)
(1947)
Jean-Paul Sartre
(1905-1908)
Presentacin de la traduccin
En 1933 Sartre conoce la fenomenologa husserliana por boca de su amigo
Raymond Aron y por la lectura del libro de Emmanuel Lvinas intitulado La teora de
la intuicin en la fenomenologa de Husserl, as como del libro de Georges Gurvitch
Las tendencias actuales de la filosofa alemana, ambos publicados en 1930. Entre 1933
y 1934 Sartre es becado para estudiar en el Instituto francs de Berln. All comienzan
sus lecturas fenomenolgicas: las obras publicadas de Edmund Husserl y la primera
parte de Ser y Tiempo de Martin Heidegger. Al finalizar dicha investigacin escribe La
trascendencia del Ego (publicada en 1937). Dicho ensayo, a pesar de ser una discusin
intra-fenomenolgica con Husserl, fue calificado retrospectivamente como la primera
seal de la llamada muerte del sujeto, tpico dominante del pensamiento francs de
los aos '60 y '70. En el mismo ao, Sartre escribe el artculo Una idea fundamental de
la fenomenologa de Husserl: la intencionalidad (1939) donde destaca la relevancia del
descubrimiento husserliano, pero a partir de una interpretacin de la nocin de
intencionalidad que adelanta las tesis fundamentales de El ser y la nada en tanto menta
directamente las nociones de trascendencia y nihilizacin para explicar su naturaleza. Si
bien Sartre adscribe a la metodologa fenomenolgica para el desarrollo de su filosofa
temprana, ya en La trascendencia del Ego se distancia de la fenomenologa husserliana
rechazando las operaciones de la epoch, la reduccin trascendental y la intuicin de
esencias as como la existencia misma del ego trascendental. Este camino lo llevar al
planteo sistemtico de sus tesis ontolgicas en El ser y la nada (1943). La ontologa
fenomenolgica sartreana de El ser y la nada se apoya en la idea de que la existencia y
no la esencia es dada inmediatamente a la conciencia. En tanto la existencia es
ontolgicamente previa a la esencia, Sartre basa metodolgicamente su ontologa en la
intuicin inmediata de la existencia y no en la intuicin de esencias husserliana.
La conferencia que aqu se traduce fue dictada en la Sociedad Francesa de
Filosofa en junio de 1947 y editada en el Bulletin de la institucin al ao siguiente1. En
ella estuvieron presentes figuras notables del ambiente filosfico francs como Julien
Benda, Jean Hyppolite, Dominique Parodi (quien lo presenta), Jean Nabert, y Pierre
Salzi. El autor de El ser y la nada ofrece un esfuerzo argumentativo en pos de la defensa
del cogito como piedra de toque del desarrollo de una ontologa fenomenolgica.
Asimismo, la presentacin es quiz el trabajo donde ms clara y sistemticamente se
expone la teora de la conciencia (de) s. El filsofo resume, por un lado, el camino
trazado desde sus primeros escritos monogrficos hasta El ser y la nada refirindose
directamente a las bases de su filosofa y su descubrimiento ms importante: el cogito
prerreflexivo. Al igual que Husserl, Sartre tomar la va cartesiana del Cogito en tanto lo
considera garanta del carcter apodctico de la investigacin fenomenolgica. Pero, por
otra parte, se aleja tanto de Descartes como de Husserl al presentar una nocin de
Cogito prerreflexivo y no sustancialista, la cual, aun garantizndole la apodicticidad
buscada, evitar el escollo del solipsismo en el cual se abisma toda filosofa que tenga al
Cogito cartesiano como punto de partida del anlisis, en favor de una ontologa no
idealista y anclada en la existencia mundana del ser humano.
Aunque esta conferencia aparece como una culminacin de las postulaciones
ontolgicas y gnoseolgicas que preocuparon al pensador desde sus primeras
publicaciones y su conversin filosfica a la fenomenologa, la misma ha sido soslayada
en los estudios sartreanos de todo el mundo. De hecho, fue editada solamente dos veces
1
CONCIENCIA DE S Y CONOCIMIENTO DE S
(Conferencia dictada en la Sociedad Francesa de Filosofa)
Era habitual que las publicaciones de las comunicaciones realizadas ante la Sociedad Francesa de
Filosofa adjuntaran un resumen de la comunicacin, redactada por el mismo autor.
Acta de sesin
La sesin abri a las 16.30 hs., bajo la presidencia del Sr. Parodi.
Sr. Parodi Agradezco al Sr. Sartre por haber tenido la buena voluntad de responder a
nuestro pedido. Estamos muy felices de recibir a nuestro colega, que jams dej de ser
filsofo6. Le cedo inmediatamente la palabra.
Sr. Sartre Quisiera presentarles algunas consideraciones sobre la conciencia de s y el
conocimiento de s.
El cogito es un punto de partida filosfico. La mayor parte de los reproches que
se le hicieron pueden resumirse en algunos grupos de objeciones.
Ante todo, se dice que es abstracto, si est aislado del cogitatum. En efecto, se
puede concebir el cogitatum, es decir, aquello que se piensa, como una serie
sintticamente ligada de representaciones, o si se quiere, como una serie de apariciones.
En este caso, nos podremos preguntar si el pensamiento mismo no est
comprendido en la serie. Por ejemplo, hay un cogitatum que es la duda, si se lo lee bien
a Descartes. Descartes dice: Pienso, luego existo, es decir: dudo, entonces existo.
La objecin que podemos hacer a ese momento es: Es posible asir en una
intuicin que rechaza la memoria y las protensiones como susceptibles de volverse
engaosas gracias al genio maligno; es posible declarar que dudamos? En lo inmediato,
podemos declarar: yo suspendo mi juicio. Empero, podemos suspender nuestro juicio de
muchas maneras: puede ser o bien por vacilacin, o bien por duda real. Por otra parte, si
dudamos, dudamos de algo. Entonces, posicionamos y a la vez rechazamos posicionar.
Ahora bien, posicionar es, precisamente, una operacin sinttica que supone el regreso
al infinito. Si dudo del universo, o si dudo simplemente de esta mesa, de todas maneras
la mesa implica una serie ligada de apariciones que me reenvan al infinito.
Por ende, la duda, incluso a ttulo de suspensin de juicio, implica una
constatacin previa.
De este modo, slo puedo estar seguro de dudar si all se encuentra el punto de
vista de una empresa, la cual implica que sostendr mi duda frente a cualquier condicin
(sollicitation) futura, y que implica, por otra parte, que ya dud en el pasado y que mi
duda no aparece sin motivo ni razn; en fin, dudo a propsito de un mundo que ya
constitu.
As, yo no puedo hacer intervenir la idea misma de duda en su naturaleza, en su
esencia, sino en un universo subjetivo y objetivo que implica el pasado y el futuro.
Entonces, el yo pienso no es en ese momento un principio formal de
unificacin? Si es cierto que no puedo pensar nada sin recurrir al pasado y al futuro, no
voy a encontrar simplemente el yo pienso formal de Kant?
En otros trminos, la objecin puede presentarse sobre el plano de la
temporalidad, diciendo: toda verdad, segn la frmula de Hegel, es devenida. Si la
conciencia se descubre a s misma en un cierto momento de su desarrollo, es que ella
podra descubrirse en ese momento, y no antes.
Esto implica, entonces, toda una serie de relaciones, de implicaciones, que
conducen a un momento dado al pensamiento para comprenderse a s mismo. Y el
pensamiento que se comprende a s mismo ser necesariamente falso si no se tiene en
cuenta el conjunto lgico o temporal en el cual l se encuentra. Entonces, el cogito aqu
6
Parodi estara refirindose a la intensa actividad poltica que Sartre emprendi luego del fin de la II da
Guerra Mundial, la cual lo habra alejado de la reflexin ms especficamente filosfica.
que sus sucesores hallaron, es que aplic una nocin de ser, vlida tanto para las cosas
como para los espritus, a este cogito que l encontr.
Yo soy una sustancia, qu debe comprenderse por ello? Parece que hubiera
querido decir que el ser que encontramos en el ser conocido existiese. Cuando, por
ejemplo, veo este libro, este libro tiene un ser-visto, o un ser-conocido, que supone
cierto tipo de pasividad, de regreso al infinito, de reposo en s mismo; y este ser del ser
conocido habra sido transferido al cogito realizado porque conoce, suprimiendo, si
ustedes quieren, la cara conocida del ser conocido.
Por ende, quedar un ser pasivo que, desde un cierto punto de vista, tendra
algunos puntos en comn con la pasividad de lo objetivo, del objeto.
De esta manera, habra una transferencia, una transposicin del ser objetivo a la
subjetividad propiamente dicha.
Intentaremos ver cmo se pueden evitar estos errores, que por cierto, en mi
opinin, fueron evitados por Descartes.
De este modo hay, entonces, un salto. Si Husserl, que es muy consciente del
salto cartesiano y se lo reprocha, evita este salto rechazando la nocin de ser. l rechaza
considerar que el ser existe por fuera del conocimiento que de l tenemos. l define en
sus propios trminos al ser como una serie de explicaciones a operar indicadas por la
palabra ser en s misma.
Dicho de otro modo, a pesar de evitar el salto en el sustancialismo, Husserl no
evita el salto en un tipo de idealismo. Y, en efecto, tenemos en Husserl, quien parte
igualmente del cogito, una elucidacin sucesiva y una descripcin notable de las
estructuras esenciales de la conciencia, pero jams la formulacin del problema
metafsico propiamente dicho, o ms bien del problema ontolgico de saber cul es el
ser de la conciencia. Husserl no formula verdaderamente el problema en ningn
momento de su fenomenologa.
Adems, el problema del ser del mundo, es decir del ser del perceptum, se dice, es
dejado de la misma manera completamente en suspenso.
Si, en efecto, tomamos la posicin segn la cual mi verdad de la existencia del ser
me aparece por el yo pienso, es con respecto a los objetos a propsito de los cuales yo
practico la duda.
Cmo saldr de la duda? Descartes lo hace recurriendo a una dialctica
infundada, es decir, a travs de Dios, la argumentacin ontolgica y, finalmente, la
garanta divina.
Husserl, para refutar el conjunto de estos principios y de esta dialctica, no recurre
nunca a ello: partimos de un modo del conocimiento, salimos de l por la
fenomenolgica, y no volvemos jams a dicho mundo a partir de la
fenomenolgica. Somos un poco como esos filsofos sacados de la caverna de Platn,
que se rehusaban a volver luego a la caverna, mientras que, de hecho, es en la caverna
donde es necesario pensar y actuar.
En fin, volviendo sobre lo mismo, el cogito cartesiano le descubre a la
conciencia su propio pensamiento, no le descubre de ningn modo la existencia del otro.
Yo digo: le descubre al otro bajo el aspecto de Dios, y en un sentido en el que se puede
decir que Dios es el otro empujado a lo absoluto. Sin embargo, es evidente que la
relacin directa e inmediata de m mismo con el otro no indica necesariamente el pasaje
a lo absoluto, no porque tal vez la filosofa no pueda apoyarse sobre Dios para probar al
otro, sino esencialmente porque mi creencia, o ms bien mi certeza de la existencia del
otro, es inmediata, es un dato inmediato de mi vida que no implica en ningn caso un
recurso a Dios.
De suerte que, cuando Descartes recurre al cogito, encuentra una verdad que
podemos encontrar a cada instante sin ningn esfuerzo, y que es el tema mismo de
nuestras relaciones interiores, mientras que, encima de todo, prueba la existencia del
otro. Pasando por Dios y con la garanta divina, l no est ms para nosotros tan
inmediatamente en el mundo, porque nuestra certeza de la existencia del otro es tan
absoluta como la certeza de nuestra propia existencia.
Husserl, por su parte, considera al otro como un conjunto de significaciones, y
podramos decir de categoras, que constituyen el mundo con nuestras categoras
subjetivas.
Para decirlo de otro modo, este libro que yo veo, me remite tanto al otro que lo ve,
a ustedes que lo ven, como a m el vidente, y el otro es una estructura de mi aprehensin
del mundo.
Esta concepcin lleva a Husserl a declarar que el otro ya no es ms probable, pero
tampoco lo es menos que mi ego emprico, est constituido l mismo por una
conciencia trascendental.
A mi parecer, el problema est mal planteado, porque nadie niega que la
personalidad del otro no sea ms segura que mi propia personalidad. Yo no s muy bien
quin soy, lo que valgo, lo que hago, ni lo que son ustedes, lo que valen, lo que hacen.
Pero cuando yo pienso que existen, cuando tengo un contacto directo con ustedes, es
irrefutable que no se trata de ningn modo de su personalidad emprica, sino de su
sujeto a ttulo de sujeto trascendental.
No se trata aqu de un misterio que podra explicarse diciendo: hay un otro fuera
de mi conocimiento, pero hay tambin un yo fuera de mi conocimiento. Se trata, en
realidad, de un otro tal que l se afecta a s mismo, tal que l se dona a s mismo por el
cogito que practica, y del que carezco, digamos, si parto del cogito.
Tales son las dificultades que comnmente se relevan respecto del cogito. De lo
que se trata es de saber si ellas implican que se rechace el uso del cogito y se
reemplace la filosofa basada sobre una intuicin apodctica por una filosofa idealista
progresiva, o si nos aferramos, a pesar de todo, a la utilizacin del cogito.
Si renunciamos al cogito, entonces es necesario concebir que la totalidad del
conocimiento es la garanta de cada conocimiento particular; porque si es verdadero que
el pensamiento aparece l mismo al sistema del pensamiento, si es verdadero que la
forma y la materia se implican la una a la otra, de tal manera que la forma modifica la
materia y viceversa, es en trminos del devenir que nosotros podemos saber si un
conocimiento es falso.
No obstante, como el devenir est en curso y no podemos jams saber dnde se
detiene, como no podemos determinar si hay un fin de la historia, remitimos siempre la
suma de los conocimientos y los conocimientos particulares hasta las calendas griegas 7,
que no podrn ser jams alcanzadas.
En consecuencia, es imposible concebir el conocimiento por la remisin a esta
totalidad, ya que por eso ella deviene pura probabilidad, deviene escepticismo; pero
deviene el escepticismo que acaba consigo mismo, ni en el escepticismo ni en lo
absoluto8, sino en una fluctuacin que nada justifica, que no da cuenta de los resultados
efectivos que obtenemos, quizs porque la totalidad instantnea de la que hablbamos
hace un momento pues el cogito es una totalidad instantnea es revocable en la
duda.
7
Como muestra el contexto de la oracin, la expresin des calendes invoca la expresin latina ad
kalendas grcas (hasta las calendas griegas), utilizada para indicar un hecho o accin que nunca tendr
lugar.
8
Seguramente, este segundo escepticismo se refiere a la duda como operacin metodolgica y filosfica,
en lugar de pensarla como doctrina, como parece ser el primer caso.
Cf. Hegel, G. W. F. Fenomenologa del espritu, traduccin de Wenceslao Roces, Mxico D. F. Fondo de
Cultura Econmica, 2003 (1966), p. 82ss.
Cf. Lachize-Rey, P. Lidalisme kantien [El idealismo kantiano], Paris: Vrin, 1950 (1931), cap. 1;
Berger, G. Le Cogito dans la philosophie de Husserl [El Cogito en la filosofa de Husserl], Paris:
Montaigne, 1941.
Pero entonces, en este caso, es evidente y es tal vez lo que hace que hayamos
encontrado tantas dificultades cuando se trat de inferir una ontologa del cogito:
quedamos sobre el plano del conocimiento que el cogito es de entrada conocimiento.
En otras palabras, no confundimos, en el punto de partida, conciencia y conocimiento?
Tal es el problema del cual quisiera hablarles.
Si consideramos las exigencias necesarias para que haya un ser del percipiens,
constatamos que, por un lado, es necesario que no sea sustancial, no en el sentido en que
Descartes mismo lo entenda, sino en el sentido en el que sus comentadores lo
entendan, es decir, que no se d pasivamente, que no se sostenga en sus existencia por
el ejercicio o por una creacin continua, porque no tenemos el derecho de pasar del
conocimiento tal como lo entendemos a este ser que sera bruscamente dado; y por otro
lado, es necesario que tampoco sea medido por el conocimiento.
Dicho de otro modo, no tenemos la posibilidad de entrada (veremos que
ulteriormente la tenemos) de tomar conocimiento de nuestro ser, porque si tomamos
conocimiento de nuestro ser de conocimiento, nuevamente hay un crculo, y todo se
desvanece en la nada.
En realidad, es necesario preguntarse si no hay, descartando todas las soluciones
msticas, y quedndonos sobre el plano de la pasividad, otro aspecto del conocimiento
propiamente dicho del ser.
Es necesario advertir aqu que el problema se plantea en trminos paralelos para el
ser y el conocer. En efecto, si conozco, diremos, es necesario que yo sea lo que conozco.
Pero, por otro lado, si yo conozco, para que conozca, es necesario que tenga conciencia
de conocer. Dado que el conocimiento no sera consciente de s mismo como
conocimiento, sera un conocimiento que no se conocera a l mismo y, como sostiene
Alain siguiendo a Platn, sera un error o un no-conocimiento.
De este modo, el conocimiento implica necesariamente la conciencia de conocer.
El cogito de Descartes implica l mismo una conciencia del cogito, pues cuando
Descartes conoce que duda, es necesario que haya conciencia de conocer que l duda,
porque si su conciencia se limitase a la conciencia de su duda, deberamos plantear el
problema sobre quin es consciente de dudar. Cmo se es consciente de dudar sin
conocer que se duda? Y si este conocimiento es en s mismo inconsciente, es evidente
que todo cae en lo inconsciente.
Ante esto, hace tiempo tomamos la precaucin al decir de la manera en la cual
creo que Alain lo ha expresado mejor: saber es saber que se sabe, pero saber que se
sabe implica precisamente una reconduccin al infinito, pues, si yo s que s, ocurren
una de dos cosas: o se trata de un fenmeno esttico y articulado en cuyo caso el saber
reconduce al saber; pero como el saber implica distincin del objeto y del sujeto,
constatamos que no podemos mantenernos en la unidad sinttica: no es cierto que puedo
saber y saber que yo s. O bien, saber es una operacin diferente de saber que se sabe,
siendo una el eje de la otra; pero es necesario saber de saber que se sabe. Y nos vemos
reconducidos al infinito! Es la idea ide de Spinoza. Empero, no podemos concebir un
regreso al infinito de la conciencia, salvo que bromeemos.
Entonces, es conveniente concebir que la conciencia que tomo de saber, que es en
efecto es necesario reconocerlo como todo el mundo lo ha reconocido siempre
indispensable al saber, no es el del mismo tipo que lo que se llama el saber. Lo que
significa que conciencia y conocimiento son dos fenmenos radicalmente distintos.
Luego, hay dos problemas que confluyen de alguna manera. Uno que consiste en
decir: el ser del conocimiento es distinto del conocimiento. Otro que consiste en decir:
Traducimos el vocablo rflchie como refleja con el fin de mantener la coherencia con la traduccin
castellana de El ser y la nada realizada por Juan Valmar, donde se traduce conscience rflchie como
conciencia refleja (Barcelona: Altaya, 1996).
12
Cf. Husserl, E. Ideas relativas a una fenomenologa pura y una filosofa fenomenolgica. Libro
Primero: Introduccin general a la fenomenologa pura, refundicin integral de la trad. de Jos Gaos por
Antonio Zirin Quijano, Mxico: FCE-UNAM-IIF, 2013, esp. 45, 77-78; Lecciones de fenomenologa
de la conciencia interna del tiempo, trad. intr. y notas de Agustn Serrano de Haro, Madrid: Trotta, 2002,
esp. Apndices IX y XII.
tematizacin de la posicin reflexiva y del conocimiento hacia una cosa que exista
anteriormente, como dice Husserl.
De esta manera, se trata de saber cul es este modo que nosotros llamamos la
conciencia, el cual vemos que es indispensable, por un lado, y que no es, por otro lado,
conocimiento.
De entrada, constatamos que no hay distincin sujeto-objeto en esta conciencia. El
hecho de decir que ella no est habitada por un ego tiene esencialmente la siguiente
significacin: es que un ego, como habitante de la conciencia, es una opacidad de la
conciencia; en realidad, si la conciencia no tiene un ego al nivel de lo inmediato y de la
no-reflexividad, ella no es menos personal. Ella es personal porque es renviada, a pesar
de todo, a s.
Cul es, entonces, este tipo de ser que, por un lado, no es presencia de un objeto
para un sujeto, y que, por otro lado, es la reconduccin de una cosa a otra?
Ante todo es necesario concebir que no hay nada en la conciencia que no sea
conciencia. No hay contenido de conciencia; no hay lo que, a mi entender, es el error
de Husserl un sujeto detrs de la conciencia, o como una trascendencia en la
inmanencia, cuando se trata de la conciencia de s entre parntesis: hay nicamente, de
cabo a rabo, conciencia. Lo que ustedes agregaran a la conciencia slo servira para
alterarla y opacarla.
Sin embargo, si decimos que todo es conciencia eso tambin significa que todo en
la conciencia es en acto. Me disculpo por emplear la expresin acto. No se trata de un
acto de orden activo, activista, sino solamente de un tipo de existencia opuesto a la
existencia en potencia. No hay virtualidad de conciencia; hay conciencia de virtualidad.
Cuando el Sr. Spaier hablaba de auroras de imgenes en la conciencia, l quera
decir, en tanto que psiclogo, es decir a pesar de todo realismo, que existan imgenes
poco conscientes que, en un temblor cada vez ms rpido, terminaban por devenir muy
conscientes13. En realidad, no haba entonces imgenes en la conciencia, es decir
virtualidades de elementos conscientes que se desarrollan, sino que haba una
conciencia plena de imgenes en aurora, lo que es completamente diferente. Haba una
conciencia que se encontraba siendo conciencia de auroras de imgenes y no auroras de
imgenes que se desplegaban para terminar deviniendo una imagen total en la
conciencia. Haba, entonces, pasaje de un pleno, que era la conciencia de aurora, a otro
pleno que no lo era ni ms ni menos, que era la conciencia de imagen.
Cules son las caractersticas de esta conciencia? Que basta que haya conciencia
para que haya ser, a diferencia del conocimiento. Pues no alcanza que haya
conocimiento para que haya ser. Si ustedes conocen una cosa o una verdad, son
reenviados, como hemos visto, al infinito, al cabo del cual solamente sabrn si el objeto
era ser, pues poda ser enteramente un error. El hecho de estar en actitud de
conocimiento, como Newton con respecto a la concepcin de la emisin en la teora de
la luz, no implica de ninguna manera que haya revelacin de un ser. Es un ser solamente
probable y cuyo tipo de existencia es probabilidad.
Pero, si tengo un placer, si tengo conciencia de tener un placer, constatamos
enseguida que alcanza que tenga conciencia de tener este placer para que yo en serio lo
tenga; poco importa que sea en sueos; igual que el cogito de Descartes puede
practicarse en sueos, asimismo el placer que puedo tener en sueos de pasear por un
campo perfectamente imaginario no es menos un verdadero placer. Recprocamente, el
13
Cf. Spaier, A. Limage mentale aprs les expriences dintrospection [La imagen mental detrs de los
experimentos de introspeccin], Revue philosophique de la France et de ltranger, t. 77, 1914, pp. 283304.
encuentra evidentemente que la conciencia decide a cada instante sobre s misma por su
simple estructura de ser lo que ella es.
Frmula que podemos introducir en un lenguaje heideggeriano, sealando
igualmente que Heidegger lo dice del hombre y no de la conciencia, bajo la forma: el
hombre, dice l (y nosotros diremos la conciencia no ttica), es un ser cuya
caracterstica de ser es que l es, en su ser, cuestin de su ser. Frmula un poco
complicada, pero que puede comprenderse muy bien.
En realidad, l es cuestin del ser de la conciencia. En su ser, el ser de la
conciencia no recibe de afuera lo que ella es: lo que es precisamente es ser siempre
cuestin sobre su ser. Veremos, en efecto, que al mismo tiempo que la conciencia de
placer, la conciencia es casi una suerte de interrogacin ontolgica sobre el placer. Es
siempre un placer quien realiza un cuestionamiento sobre s, un placer puesto en
cuestin. La conciencia es, entonces, placer en cuestin, alegra en cuestin,
profundidad, claridad, seguridad, buena fe, mala fe en cuestin, con esta total
responsabilidad que le incumbe que ella sola decide sobre el grado de claridad, o de
mala fe, o de buena fe, donde ella se encuentre.
De este modo, puede decirse que no es necesario buscar una esencia de la
conciencia, pues en toda esencia hay pasividad de ser. La esencia es conocida; la esencia
est hecha para ser conocida. Ella aparece en un desplazamiento de los objetos por el
conocimiento. Pero hay aqu, por el contrario, una existencia absoluta digo absoluta en
relacin al conocimiento que tomaremos de ella, ulteriormente, una existencia absoluta
que no tiene esencia sino en la medida en que ella decide, por su contextura interna,
tener una.
Es decir, que la existencia precede a la esencia es una caracterstica de la
conciencia no ttica.
Ahora bien, puesto que precisamente hay una cuestin que forma parte
verdaderamente del ser de la conciencia, puesto que el ser de la conciencia es estar
perpetuamente en cuestin, cuestin ontolgica, si puedo decirlo, cuestin que hace que
la dependencia de aquello que ella es, es en ella, vemos que la conciencia no es aquello
que se dice frecuentemente, no es simplemente s. No se puede decir que la conciencia
de s tenga como caracterstica ser simplemente s.
Hay necesariamente en la conciencia un desfasaje. Desde el momento que la
conciencia es cuestionamiento realizado sobre s, ella es, en realidad, presencia a s.
Aqu, debemos agudizar la atencin, porque la presencia a s es igualmente aquello que
puede decirse ser el caso de la reflexin.
Con todo, en la reflexin, si bien es cierto que una conciencia es presencia a otra
conciencia, existe la tendencia a pensar que se trata de dos conciencias centradas una
sobre la otra. Veremos luego que hay all una teora idealista imposible de concebir.
Cuando decimos presencia a s, queremos decir a la vez que hay esbozo de
dualidad, puesto que, en efecto, hay una suerte de juego de reflexin reflejante, a la vez
que, sin embargo, todo esto ocurre en una unidad donde lo reflejo es en s mismo lo
reflejante y lo reflejante lo reflejo.
Tomemos un ejemplo. Dijimos que el placer era conciencia de placer. Podramos
decir asimismo que la creencia es conciencia de creer. Tomo este ejemplo que es ms
cmodo: se podra hablar exactamente de lo mismo para el placer. La creencia es
conciencia de creencia. Ello significa que creer es tener conciencia no ttica de creer. Es
entonces que la creencia, por ejemplo que yo creo en una amistad, es al mismo tiempo
conciencia de ser por entero creencia y no de ser otra cosa que creencia, es decir que
ella tiene conciencia de no ser una certeza.
Ella consiste entonces en esta caracterstica doble que ustedes ven, que ella es
creencia y que, en consecuencia, ella es fe provista de amistad; esto por su naturaleza
propia que hace que la creencia no sea otra cosa conciencia de creencia.
Entonces, si partimos de un fenmeno psicolgico como la creencia,
constataremos que somos reconducidos a algo que es la conciencia de creencia. La
creencia se transforma desde que nosotros la miramos en conciencia de creencia.
Aunque si tomamos conciencia de creencia y pensamos que es el fenmeno total, vemos
muy bien que la conciencia de creencia es ella misma creencia. No hay una conciencia
que devendra luego creencia, sino que es evidente que la conciencia de creencia es todo
lo que se puede pedir a alguien que cree.
Para decirlo de otro modo, lo que se present frecuentemente como una dialctica
de la creencia, que es creencia y nada ms que creencia, y que deviene completamente
creencia, no es sino el desarrollo de la estructura interna de un fenmeno psicolgico.
Yo creo en la amistad de Pedro: la amistad de Pedro es el objeto de mi conciencia ttica.
Es decir, tengo una cierta manera de comprender la amistad de Pedro que es la de creer
en ella. Si yo no creyera en ella, no la vera. La creencia es aqu un instrumento de
aprehensin de la amistad de Pedro. Pero estoy obligado a tener conciencia de esta
creencia, o ms bien, ella tiene como dimensin la conciencia que yo tengo de ella.
Entonces, ella ya es en s misma su cuestionamiento.
En otros trminos, la dimensin de ser de todo hecho de conciencia es
cuestionamiento. Es decir, presencia a s es en mismo tiempo separacin, en una cierta
medida, de s. Pero, al mismo tiempo que esta separacin de s, como la unidad de la
conciencia, es absolutamente obligada, puesto que no estamos sobre el plano del sujeto
y el objeto ni aprehendimos la cosa en lo inmediato, ella es al mismo tiempo unidad.
Dicho de otro modo, el sujeto no puede ser s mismo. Es para s mismo. Tampoco
no puede no ser s mismo.
Aqu hay un fenmeno de ser que no podemos ms describir con nuestras
categoras ordinarias, que son las categoras aplicadas al ser en s. Diremos por el
contrario que se trata, cuando llegamos a lo que somos, de utilizar un vocabulario ms
flexible, puesto que constatamos que la conciencia es a la vez lo que ella no es, puesto
que ella es creencia, siendo simplemente conciencia de creencia, es decir que ella ya es
otra cosa que una creencia, y que al mismo tiempo, ella no es lo que ella es.
Como una no-creencia tal que podamos describir es, de hecho, una creencia,
puesto que ella es conciencia de creencia, es como un gusano en una fruta, puesto que,
en realidad, ella es no-creencia del hecho de que ella es creencia, pero una no-creencia
que no surge de la decisin de no creer, sino simplemente de lo que jams ninguna
creencia no ha sido en absoluto enteramente creencia.
Este ejemplo es por entero privilegiado. Sin embargo, es lo mismo para el placer.
Podra mostrarse que el placer no es en absoluto la conciencia de placer. Quiero decir,
jams se encontrar la conciencia no ttica como modo de ser que no sea, al mismo
tiempo, de alguna manera, ausencia de ella misma, precisamente porque ella es
presencia a ella misma.
Ahora bien, la presencia a s supone una ligera distancia de s, una ligera ausencia
de s. Es precisamente este juego perpetuo de ausencia y presencia que puede parecer
difcil de existir, pero que nosotros hacemos continuamente, y que representa el modo
de ser de la conciencia. As, este modo de ser implica que la conciencia es falta en su ser
propio. Ella es falta de ser. El para-s es falta de ser s.
A decir verdad, la nocin de s es una nocin que es, en ella misma, evanescente.
Nada puede ser s, por la buena razn que el s es lo reflexivo (rflchi)14. Entonces, l
reconduce a s. l se inclina indica que el se que encontramos aqu no es
exactamente el l; sin lo cual no sera necesario emplear dos palabras. Hay un ligero
desfasaje.
Existen seres que estn, en relacin a ellos mismos, en una proximidad total, es
decir, como lo expresa el principio sinttico de identidad, que son lo que ellos son. Ello
significa que no hay presencia a s de un ser. Una mesa es una mesa, y eso es todo. Ello
significa que ella lo es totalmente sin que haya presencia de la mesa a ella misma, en
una total indistincin, en una unidad indestructible, que precisamente supone que no hay
para-s o conciencia. No se trata de algo fortuito, sino de otro modo de ser.
Ahora bien, este modo de ser que es el ser, el ser en s, es precisamente lo que
falta a la conciencia. La conciencia es una suerte de descompresin del ser. Es un ser en
el cual hay como una fisura, y que remplaza el ser en general por el ser para s, que hace
nacer un s.
Pero aqu tenemos una nocin ambigua y casi contradictoria, que es la nocin de
un s que sera l mismo en tanto que s, y que es precisamente lo que hace, a la vez, la
unidad ideal y la distorsin real de la conciencia. El ser para s est necesariamente
asediado por un ser s, que sera, si se quiere en trminos ms simples, un cierto modo
de existir absolutamente y en la indistincin del ser, como existimos, como la
conciencia existe ella misma para s.
Dicho de otro modo, hay como una ruptura de ser, como una disociacin. Lo que
constituye la disociacin, es que ella ser realiza sobre una falta de cohesin de ser; es
que, en consecuencia, ella no puede existir como para-s sino bosquejando al mismo
tiempo una suerte de en-s que l quisiera ser, es decir, un en-s que dona, de alguna
manera, su sentido a ste para-s al que le falta. Pero, precisamente, puesto que ella est
sobre el plano del para-s, ello significa que carece de ser un en s en tanto que sera un
para-s.
En otras palabras, si tomamos trminos animistas para explicar aquello, es como
si se dijese que la conciencia quiere ser un ser absoluto, como la existencia absoluta y
sustancia de la cosa, siendo al mismo tiempo conciencia. En el fondo, esto es
exactamente lo que se le reprocha haber hecho a Descartes: haber concebido que el
pensamiento como cogito, al aprehenderse a s mismo, es al mismo tiempo sustancia,
es decir, ser-en-s dotado de la opacidad y de la total adecuacin a s.
Si se vio esto en Descartes, no es tanto porque Descartes mismo lo haga y lo diga,
sino ms bien porque, precisamente, toda tendencia de la moral, toda tendencia de la
realidad humana consiste en buscar ser s-mismo a la vez sobre el plano de la conciencia
y del ser, de manera que ella realiza esta sntesis de un para-s que se hace ser en la
medida donde l toma conciencia de s, pero que, justamente, no es el en-s, y por
consecuencia, no tiene nada de absoluto, y de un en-s que es ser-en-s sobre el modo
del para-s.
Y cada conciencia, en la medida en la que ella es precisamente una suerte de
fisura, que es al mismo tiempo un cierto modo de ser para aquello que llamamos una
realidad, como el hambre o la sed, que se contesta a s misma, es al mismo tiempo
aquello con motivo de algo que falta.
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Como en el caso anterior, respetamos la traduccin de Valmar. Sin embargo, rflchi es traducido como
reflexivo en este pasaje porque refiere no a una modalidad de la conciencia, sino a la nocin de s: El
s no puede ser una propiedad del ser-en-s. Por naturaleza, es un reflexivo (rflchi), como lo indica
claramente la sintaxis y, en particular, el rigor lgico de la sintaxis latina y las distinciones estrictas que la
gramtica establece entre el uso del eius y el del sui (Sartre, J.-P. El ser y la nada, trad. Juan Valmar,
Barcelona: Altaya, 1996, p. 110).
Dicho de otro modo, todo hecho psquico, si se lo toma como conciencia no ttica
de s, es al mismo tiempo hecho y valor; hecho, en el sentido en el que se dice que es,
precisamente, presencia a s: es un hecho que tengo hambre; pero este hecho tiene en
particular que nunca es verdaderamente lo que l es. No podra decir jams: tengo
hambre, en la misma manera en que dira: este libro es azul o verde, y a causa de su
valor, porque el hambre, como la sed o la creencia, implica siempre la proyeccin de
una totalidad en s para s donde el hambre sera hambre verdadera, hambre colmada,
hambre que es totalmente ser y totalmente para s, porque toda conciencia supone
siempre este valor. Se trata, bien entendido, de valores que no estn puestos tticamente.
Son estructuras de una conciencia no ttica. Ellos no aparecen como valores sino
cuando estamos sobre el plano reflexivo, y ese plano reflexivo deja la libertad de
considerar tanto el hecho como el valor.
Lo que hace que toda conciencia humana sea susceptible de ambas
interpretaciones igualmente verdaderas, segn se desee considerar la conciencia como
pura conciencia que se contesta, y podemos dar una interpretacin psicolgica de ello, o
segn se hable en trminos de valor, es decir, que veremos el hecho psquico en tanto
que pone los valores, y entonces, la conciencia se modifica en funcin de este valor
mismo que ella pone.
Al mismo tiempo que estamos, por ende, en el plano del valor, es decir, que el
valor es, en el fondo, el ser en-s-para-s de cada conciencia, en tanto que est solo sobre
su fundamento el que cada conciencia se tome como conciencia de s misma, en tanto
que estamos en este nivel, podemos concebir que existe, en cada momento, un enlace
particular de la conciencia que tenemos de nosotros mismo con lo que llamaremos un
posible. Podemos tomar prestado esta expresin del lenguaje cotidiano. Constatamos, en
efecto, que empleamos perpetuamente el trmino sobre para designar eventos que an
no sucedieron, pero que suponemos que van a ocurrir. Actualmente, existe una teora
regular, rigurosa y clsica, segn la cual decidimos la posibilidad de los eventos de
acuerdo a un cierto nmero de clculos que dan cuenta de nuestros conocimientos en lo
que respecta al hecho que va a producirse; en ese momento, hay una equivalencia
rigurosa de los objetos de nuestro clculo; solamente uno de ellos encuentra ser ms
posible que el otro, porque tiene un coeficiente que le es dado por la conciencia de los
hechos que tenemos y que torna ms probable su realizacin. De este modo, no
advertimos la realidad misma de una posibilidad.
All tenemos la misma paradoja para el posible que para el valor.
Es sabido que lo posible tiene igualmente un ser, pues damos por sentado que es
posible: es posible que maana llueva; y por otra parte, es imposible: es imposible que
maana el crculo devenga tringulo. Entonces, hay un ser del posible. Pero este ser del
posible tiene una caracterstica particular, pues si verdaderamente el posible fuese
simplemente su ser, si tuviera el mismo ser que lo real, sucedera una de dos cosas: o
bien devendra real, o bien devendra real pero slo a ttulo de representacin.
Si verdaderamente quiero dar una suerte de realidad formal al hecho de que llueva
maana, tengo dos posibilidades: o bien consulto el boletn meteorolgico; puedo soar
con previsiones absolutamente completas donde esta posibilidad se volver un hecho: la
situacin actual, si la conozco perfectamente, implica necesariamente que llover
maana; o bien si todava quiero darle ser al posible, dir que, despus de todo, no s
nada de eso; se trata de una pura representacin; el clculo de probabilidad no es tan
cierto, y se har de l una pura representacin en mi espritu. Lo posible ser todava un
ser total, ser una representacin ma, y ya no un posible.
Aqu hay una ambigedad que se remarca sobretodo en Leibniz, donde o bien se
dira que el posible tiene un ser que se tornara ser puro, o bien que el posible es una
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As como lo hace la edicin de Coorebyter, por cuestiones de extensin se omite la discusin posterior
a la conferencia. La misma puede encontrarse en el Bulletin de la Socit Franaise de Philosophie, 42, 3,
op. cit.; pp. 77-91.