Las Falacias en La Perspectiva de La Teoría de La Argumentación
Las Falacias en La Perspectiva de La Teoría de La Argumentación
Las Falacias en La Perspectiva de La Teoría de La Argumentación
Resumen.
El estudio de las falacias ha respondido tradicionalmente a propsitos naturalistas -de
registro y clasificacin-, o a intereses didcticos o crticos. Pero hoy la argumentacin
falaz puede adquirir no solo ms relieve analtico sino cierta proyeccin terica a la luz
de las perspectivas clsicas en este terreno (lgica, dialctica, retrica) y de las
nuevas luces sobre las esferas pblicas del discurso. Como colofn de esta revisin
de la significacin de la argumentacin falaz se mencionan algunos problemas
capitales y desafos pendientes en esta rea especfica de anlisis y de investigacin
metadiscursiva.
Palabras
clave:
sofisma,
paralogismo,
argumentacin
falaz,
teora
de
la
argumentacin.
1. Preliminares.
Puesto que buscamos este saber
ARISTTELES, Metaphys. 9824
1.1 Nuestro trmino falacia proviene etimolgicamente del latino fallor, que presenta
dos acepciones principales: 1/ engaar o inducir a error; 2/ fallar, incumplir, defraudar.
Siguiendo ambas lneas de significado, entender por falaz el discurso que pasa, o se
quiere hacer pasar, por una buena argumentacin al menos por mejor de lo que es,
y en esa medida se presta o induce a error pues en realidad se trata de un seudo
argumento o de una argumentacin fallida o fraudulenta. El fraude no solo consiste en
frustrar las expectativas generadas en el marco argumentativo, sino que adems
puede responder a una intencin o una estrategia deliberadamente engaosa. En todo
caso, representa una quiebra o un abuso de la confianza discursiva, comunicativa y
cognitiva sobre la que descansan nuestras prcticas argumentativas. A estos rasgos
bsicos o primordiales, las falacias conocidas suelen aadir otros caractersticos: en
un sofisma es
un
ardid
una
argucia
dolosa,
mientras
que
nadie
en
sus
cabales
logra
engaarse
ingenua
2. Perspectivas actuales.
Las dos ltimas dcadas del s. XX nos han legado la reanimacin de tres perspectivas
clsicas sobre la argumentacin: la lgica, la dialctica y la retrica
[3]
. Pueden
servirnos de referencia no solo por su raigambre histrica, sino por el arraigo popular
de ciertas metforas. As: el punto de vista lgico estara representado por la metfora
de la construccin de argumentos y nociones asociadas (solidez, fundamentacin,
etc.); el dialctico, por la visin de la argumentacin como un combate, con sus
armas, vicisitudes y leyes de la guerra; el retrico, por la imagen de la presentacin o
representacin de un caso en un escenario ante un auditorio. Aqu voy a tomarlos
como enfoques no excluyentes o incompatibles entre s y, desde luego, no
autosuficientes ni exhaustivos, ni siquiera en su conjunto. Pues a ellos se ha venido a
sumar la nueva perspectiva abierta, tambin en los 80, por la consideracin de la
argumentacin en laesfera pblica y en calidad de discurso pblico. Por lo dems,
no entrar a discutir la cuestin de su proyeccin ulterior como dimensiones
constitutivas, ontolgicas, del argumentar mismo: quede esto como una posible
cuestin abierta.
2.1 La perspectiva lgica.
En realidad se trata de un enfoque lgico-epistemolgico que considera los
argumentos como productos textuales, como tramas semnticas de premisas (P) y
conclusin (c) con una urdimbre ilativa o, si se quiere, como variaciones en torno a un
eje esquemtico [c, dado que P] del tenor de: P, luego c; P, as que
probablemente c; en los supuestosP, lo obligado [debido, conveniente, oportuno]
es c, etc. Adopta como paradigma la demostracin o, cuando menos la prueba en el
sentido de argumento en el que unas proposiciones aserciones o presunciones de
conocimiento P sientan, avalan o justifican una proposicin asercin o pretensin de
conocimiento c. Es natural, en fin, que a la hora de evaluar los argumentos, apele a
unos criterios lgicos o metodolgicos de correccin, de solidez o de acreditacin
epistmica.
En este contexto, una falacia viene a ser sustancialmente un intento de prueba
o de justificacin epistmica fallido por seguir un procedimiento viciado, de modo que
se trata de un error o un fallo relativamente sistemtico y, por lo regular, encubierto o
entre
unos
agentes
que
desempean
papeles
opuestos
[5]
,y
embargo, resultarn cabales y efectivas para otra gente en esos u otros contextos
cabe suponer, por ejemplo, que los autores de manuales sobre falacias, pongamos los
recientes Damer (2006) o Tindale (2007), no asumen ni sostienen los argumentos que
aducen como ejemplos, aunque los hayan seleccionado precisamente por su eco
popular o por su presunto xito. De donde se desprende que, desde un punto de
vista retrico, puede que no haya patrones o tipos genricos de falacias, salvo en los
manuales o en los catlogos escolares, porque distintos usos argumentativos de,
digamos, un mismo patrn o un mismo tipo, en diversos contextos, conforman y
determinan en realidad distintos argumentos. Tambin se desprende la paradoja que
voy a denominar paradoja del buen manual de falacias: toda falacia all aducida es
una falacia fallida [6].
Hay otra contribucin del punto de vista retrico no menos relevante tanto con
respecto a las falacias usuales y comunes, como en relacin con la argumentacin
ms en general. Se trata de una llamada de atencin no ya sobre unos determinados
usos sino sobre las estrategias argumentativas. Atenindonos al presente caso de las
falacias, importa reparar en la existencia de estrategias y estratagemas falaces. Son
falaces, en esta lnea, la estrategia escnica y la estratagema discursiva
deliberadamente capciosas del inductor que logran engaar o enredar al receptor y
consiguen en definitiva hacer efectivo su propsito suasorio o disuasorio. A juzgar por
nuestros Diccionarios, el significado comn en espaol de los trminos falacia y falaz
suele moverse en este sentido, tendente al que he sugerido para el empleo
discriminatorio de sofisma [7]. Las estrategias y estratagemas falaces pueden envolver
viejos lugares comunes o estereotipos de nuevo cuo positivamente motivadores,
como los que suelen adoptar o crear las campaas publicitarias. Pero pueden as
mismo obrar como estrategias preventivas e inhabilitadoras de la capacidad de
respuesta lcida y autnoma del receptor. Por lo regular, en las estrategias eficaces,
suelen no solo buscarse sino concurrir ambos efectos: el impulsor, a efectos suasorios
en favor de los propsitos del estratega inductor, y el inhibitorio a efectos disuasorios
en prevencin o anulacin de la resistencia del otro. Una estrategia falaz viene a ser
entonces un recurso planeado y deliberado de introducir sesgos, condiciones,
obstculos o impedimentos en el proceso de interrelacin discursiva, entre el inductor
y el receptor, a expensas de la simetra que cabra suponer en una interaccin franca
entre los agentes involucrados; pero conlleva adems, cuando tiene xito, una
participacin, y buscan neutralizar unos factores de distorsin como los que habamos
visto anteriormente en la perspectiva retrica de las falacias. Son, por ejemplo,
exigencias de: (a*) publicidad no simple transparencia vs. opacidad de la fuente de
informacin, sino tambin accesibilidad e inteligibilidad de las razones en juego;
(b*) igualdad de las oportunidades de todos los participantes para intervenir en el
proceso; (c*)autonoma del proceso no solo negativa, como exclusin de coacciones
o de injerencias externas, sino positiva, en el sentido de mantener abierta la
posibilidad de que cualquier participante se vea reflejado en el curso o en el resultado
. De ah cabe obtener precisamente algn indicador del xito, consistente en la medida
en que los participantes reconocen que han contribuido a, o influido en, el nudo y el
desenlace del proceso, o en la medida en que se sienten reflejados en l de algn
modo, aunque discrepen del curso seguido o de la resolucin final.
En consonancia con estos supuestos, sern falaces las maniobras discursivas
torpes o deliberadas que vengan a bloquear la comunicacin entre los agentes
deliberativos, a reprimir su participacin libre e igualitaria o a sesgar de cualquier otro
modo el curso o el desenlace de la deliberacin en contra del inters comn y en favor
de intereses siniestros al decir de Bentham (1824), i.e. intereses de partes o de
grupos que miran por sus ventajas y privilegios en perjuicio de los derechos
individuales y de los objetivos comunitarios [8]. No es extrao que los debates y
deliberaciones en marcos parlamentarios y polticos hayan sido y sigan siendo un
terreno abonado. Pero hoy cabe aadir a las falacias polticas denunciadas por
Bentham otras varias y diversas estrategias falaces nacidas del trato social, falacias
que han crecido y madurado -a la par que nuestra conciencia crtica- con el desarrollo
del discurso civil, con el planteamiento y la discusin de asuntos comunes de carcter
prctico en espacios pblicos.
Todo esto sugiere algunas preguntas capitales como las dos siguientes:
1/ Hay condiciones determinantes o factores generadores de usos falaces en la
interaccin argumentativa dentro de espacios pblicos: opacidad / asimetra /
heteronoma?
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3. Problemas y desafos.
Entre los problemas abiertos, bastar mencionar algunas muestras relevantes
que tienen que ver con la cuestin sustancial de la integracin y articulacin tericas
de:
-
Entre los desafos, cabe recordar tanto algunos que parecen ms sustanciales,
de orden filosfico, como otros que parecen ms circunstanciales y de orden prctico.
-
11
vale desde algn punto de vista y cualquier persona queda justificada para
sostener su punto de vista propio con tal de que se trate de su verdad. Dicho de
otro modo: no hay referentes de justificacin objetivos y comunes, sino puntos de
vista de la gente que, al ser todo el mundo igualmente respetable, tiene perfecto
derecho a sostener cualquier opinin o conviccin frente a cualquier otra as que,
por ejemplo, tan legtimo sera aceptar la demostracin del teorema de Fermat
como la virginidad de la madre de Dios. Pero hay otros retos ms interesantes, al
menos desde un punto de vista terico y analtico, como los de orden filosfico ya
mencionados: el maquiavelismo preventivo de Schopenhauer (1864), que
aconsejaba engaar al interlocutor para no verse uno mismo engaado, o la
defensa irnica de la mentira poltica en el folleto de Swith y Arbuthnot (1733). En
otro orden de cosas, tambin es un reto relevante el tema de concurso propuesto
por la Real Academia de Ciencias de Berln en 1778: Es til y conveniente
engaar al pueblo, sea induciendo a error, sea manteniendo los errores
existentes? (vid. la edicin de Lucas 1991).
1.
12
4.
5.
que
hoy
concurren
en
la
teora
de
la
argumentacin
7.
Pero todo esto, aunque significativo en orden a una integracin terica de los
estudios sobre la argumentacin, distara de constituir una teora general de las
falacias. Dos problemas: 1/ la articulacin entre las diversas conceptualizaciones,
planos y perspectivas de la argumentacin falaz; 2/ las relaciones entre la
bondad y la eficacia de nuestras prcticas argumentativas.
8.
13
14
----------------------------------------------------------------
Bibliografa
P.
(2004),
On
the
theoretical
unification
and
nature
of
15
[1]
Aunque uno pueda transitar ms o menos clara o confusamente entre los extremos del arco.
As como no se excluye la existencia de mltiples casos intermedios entre ambos extremos, el
sofstico y el paralogstico, tampoco cabe excluir la de otros casos no infrecuentes en los que
uno puede -e incluso a veces quiere- engaarse a s mismo. Todo esto supone cierta analoga de
la idea de sofisma con una concepcin clsica de la mentira, de raz agustiniana, y remite a la
discusin abierta en torno al autoengao, puntos en los que ahora no puedo detenerme pese a
su inters discursivo y cognitivo. Sobre el autoengao, hay una revisin del estado actual de la
cuestin en un reciente nmero monogrfico de Teorema, XXVI/3 (2007).
[3]
Nacidas del padre comn, Aristteles, pero separadas y dispersas en la poca moderna, han
cobrado nueva vida en nuestros das a principios de los aos 1980. Recordemos, por ejemplo, el
planteamiento de Wenzel (1980). Puede verse un tratamiento comprensivo y detallado de
diversos aspectos de la teora de la argumentacin vistos desde estas tres perspectivas en VegaRen (2003).
[4]
Tambin se trata de una condena: un buen libro de falacias est condenado a desactivarlas.
16
Por ejemplo, falacia, segn el Diccionario de la Real Academia Espaola (2001 22 edic.),
significa: 1, el engao, fraude o mentira con que se intenta daar a alguien; o 2, el hbito de
emplear falsedades en dao ajeno. El Diccionario del espaol actual (Seco, Andrs, Ramos,
1999) la identifica con engao o mentira. Falaz, califica a su vez, lo embustero o falso, segn
el DRAE, y lo engaoso, falso o mentiroso, segn el Diccionario de uso del espaol (M
Moliner, 1998 2 edic.).
[7]
[8]
Segn Bentham, es siniestro el inters que hace valer no un derecho o un inters privados,
sino un inters parcial o de grupo frente al principio fundamental de todo buen gobierno, a
saber: la mayor felicidad del mayo nmero. As pues, lo opuesto al inters pblico no son los
intereses de los individuos que componen una sociedad, sino los intereses parciales o
particulares de los grupos que siguen vas tortuosas para obtener ventajas ilegtimas o mantener
privilegios injustificados. Los intereses siniestros deliberados son la primera causa de las
falacias en este marco. Vid. edic. citada 1990, pp. 202 ss.
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