Merlin y Familia - Alvaro Cunqueiro

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Merln

vive en la selva de Esmelle, donde la frontera entre lo visible y lo invisible no existe.


Hasta all van, para que les reparta sus saberes mgicos, el flautista John Flute, la sirena
doa Teodora, un diablo perfumista y otros pobladores de un universo mtico, cuya
caracterstica es la cotidianidad.
Merln y familia ofrece las memorias de Felipe de Amancia, un viejo barquero (como Caronte)
que consuela su vejez rememorando los das felices de su infancia, cuando fuera paje del
famoso mago Merln, que a la muerte del rey Arturo se mud una temporada a un pazo de
Galicia donde solucionaba (o no, segn) los problemas de sus fantsticos visitantes:
princesas encantadas y barbudas, sirenas doloridas y enlutadas, demonios enmascarados,
finos enamorados provenzales

lvaro Cunqueiro

Merln y familia
ePub r1.0
lea ndro 12.11.13

Ttulo original: Merln e familia


lvaro Cunqueiro, 1955
Traduccin: lvaro Cunqueiro
Retoque de portada: leandro
Editor digital: leandro
ePub base r1.0

A Alberto Casal

Nota preliminar

hora que viejo y fatigado voy, perdido con los aos el amable calor de la moza fantasa, por
veces se me pone en el magn que aquellos das por m pasados, en la flor de la juventud, en la
antigua y ancha selva de Esmelle, son solamente una mentira; que por haber sido tan contada, y tan
imaginada en la memoria ma, creo yo, el embustero, que en verdad aquellos das pasaron por m, y
aun me labraron sueos e inquietudes, tal como una afilada trincha en las manos de un vago y
fantstico carpintero. Verdad o mentira, aquellos aos de la vida o de la imaginacin fueron llenando
con sus hilos el huso de mi espritu, y ahora puedo tejer el pao de estas historias, ovillo a ovillo.
Cuando de obra de nueve aos cumplidos por Pascua Florida, con la birreta en la mano, me acerqu a
la puerta de mi amo Merln, quin dira que me la iban a llenar, la gorrilla nueva, de las ms
misteriosas magias, encantos, inventos, prodigios, trasiegos y hechizos? Nunca regalo como ste,
digo yo, le fue hecho a un nio, y como de un cuerno maravilloso saco cinta tras cinta, cuento tras
cuento, y con mis propios ojos contemplo toda aquella tropa profana que a Merln acuda y a sus siete
saberes: en Merln se juntaban, tal los hilos de un sastre invisible, todos los caminos del trasmundo.
l, el maestro, haca el nudo que le pedan. Ya lo veris.

Libro primero

MIRANDA

1. La selva de Esmelle

uiz mejor que decirla fuera pintarla, la selva de Esmelle, que cae a mano derecha viniendo a
este reino por la banda de Len. El camino que yo llev hasta el campo de las Colmenas se
adentra subiendo vuelta a vuelta por la fraga de Eirs, que es tan espesa: el camino va por la orilla del
ro, y cuando gana el llano, donde llaman Paradas, se mete por entre charcos lodaneros hasta donde
dicen Fontigo, que es una puente baja de madera, en la que es muy sabroso or el trote corto de los
caballos de los viajeros que van y vienen, camino de Belvs[]. Los molinos del Fontigo son ahora
dos morenas de piedra negra, en las que la hiedra prende y crece, pero yo recuerdo todava los das
en que molan el trigo vallino y el centeno montas, y haba manzanos a lo largo de las presas: el
viento tiraba manzanas al agua, y siempre haba una docena, verdes o coloradas, bailando en la
espuma, gorda y amarillenta, junto a la reja del canal. Siempre ventea en la robleda de Mours, tan
tenebrosa, y el camino tiene prisa en pasarla y en llegar a la abierta campia de Miranda, a la
descubierta de las anchas sementeras, a los barbechos que huelgan las colinas antiguas, a los pastos
del Rey Desde Miranda se ve Esmelle todo alrededor, el castillo de Belvs, la fraga de la Sierpe, la
laguna de los Cabos, y de da, casi al pie de la puerta, el humo de las herreras del Villar. Por la
noche, desde Miranda, yo me pona a ver como se encendan las luces de Belvs en las altas y
aparejadas torres, y en comparacin con ellas, como posadas en el suelo, las luces del Villar: cuando
corra viento de Meira[], yo me tena porque oa las batinadas del mazo de los herreros. Desde
Miranda se ve todo el llano de Quintas hasta el Castro, y las eras de centeno darse en ondas, como el
mar, al amor de la brisa, y el ir y venir de las mujeres a la fuente del Couso. Siempre me recordar de
la cerca de la era, de laurel romano, tan pajarero, en la que tantos nidos vel, y de la higuera ramona,
tan viciosa, al pie de la casa, junto al pajar grande. Miranda era la fonda de don Merln.
Yo dorma en el desvn, en una camareta estrecha, que tena un ventanuco que caa mismo encima
del catre. Tom gusto, por la anochecida, de subirme a ste, y estarme ms de una hora asomado.
Claro que era por las luces. En Esmelle, en la noche, todo se haca con luces. Ya no digo de las luces
de Belvs, que bien las vea subir y bajar, como pjaros encendidos, por las ventanas de ambas torres;
por veces, todo Belvs quedaba a oscuras, pero al poco rato se encenda una luz pequeita, como el
ojo de un mochuelo, en el balcn de la fachada de respeto, y esa luz corra por el castillo, y yo vea
cmo pasaba de una cmara a otra, siguindola cuando se derramaba y guiaba por ventanas y
saeteras, y sbitamente haca unas seas en lo alto de las almenas. Yo saba que era el farol del
enano [] del castillo, que haca la ltima ronda. Ya no digo tampoco de las luces del Villar, con las

que jugaban las ramas de los abedules. Hablo de las luces que andaban por los caminos, por el
camino real viniendo de Meira, y por el camino de Quintas, y por el camino viejo, que se ahoga en la
laguna de los Cabos, y tambin por la laguna. Y corran y se cruzaban, y de cuando en cuando se
juntaban tres o cuatro, que hacan como una pequea hoguera en el corazn de k oscura noche.
Caballos galopando deban de llevarlas, tal corran. Y si alguna tomaba el camino de Miranda y vena
hada m, y hasta pareca, tan viva vena, que silbaba, prenda el miedo en m como alfiler en el
acerico, y sin desnudarme me meta en el catre, y me tapaba hasta la cabeza con la manta: una manta a
fajas verdes, que por ambos lados tena escrito en letras coloradas: DAVID. Yo tena, en verdad, a aquel
David nombrado por mi defensor, y hasta le rezaba. Pero ahora se me ocurre pensar que tales miedos
me gustaban Al alba venan a verme, formando todava parte de mis sueos, las campanas de
Quintas y el arrullo de las palomas en el tejado. Una maana por el tiempo de la siega fue cuando vi
en la laguna el barco velero, y otra de otoo, en lo alto del Castro, la viga de oro. El invierno es
largo, largo, en Esmelle, y como no caiga una luna de heladas, todo l de lluvia y de nieve es. Pero el
verano es dulce, y tambin la otoada.
A veces, por hacer fiesta, el seor Merln sala a la era, y en una copa de cristal llena de agua
verta dos o tres gotas del licor que l llamaba de los pases, y sonriendo, con aquella abierta
sonrisa que le llenaba el franco rostro como llena el sol la maana, nos preguntaba d qu color
queramos ver el mundo, y siempre que a m me tocaba responder, yo deca que de azul, y entonces
don Merln echaba aquella agua al aire, y por un segundo el mundo todo, Esmelle todo alrededor, las
blancas torres de Belvs, las palomas y el perro Ney[], el rubio pelo de Manuelia, la blanca barba
de mi amo, el caballo tordo, los abedules de Quintas y el tojo de la corona del Castro, todo era una
larga nube azul que lentamente se desvaneca. El seor Merln sonrea mientras secaba la copa con un
pauelo negro. Esmelle, selva ancha y antigua, en la memoria la llevo yo de azul pintada, como si
una enorme y tibia luna posara, en un repente, en la tierra.

2. La casa de Merln

l seor Merln, segn se sabe por las historias, era hijo de soltera y de ajena nacin, y vino
heredado para Miranda por una ta segunda por parte de madre; pero haca de esto tanto tiempo
que nadie recordaba bien el suceso. Solamente una vieja de Quintas haca algo de memoria de que
siendo nia la llevaron al entierro de una seora de Miranda, y detrs del cura de Reigosa, que
cantaba muy bien, iba don Merln vestido de negro, con una gran bufanda colorada, y ya entonces
tena mi amo la barba blanca. Tambin haca memoria la vieja de que iba en el entierro el conde de
Belvs[] con una gorra de plumas y su enano de portacolas, y que vinieran plaideras de Lugo a
hacer el llanto, y las ms mozas iban descalzas de pie y pierna. Por don Merln no pasaban aos, y de
esto se quejaba como de un maleficio, pero pocas veces, que el ser de l era aparentar muy franco y
abierto, contento del mundo y hablador, y sonrea muy fcil; le ayudaban a ser franco los ojos claros,
y aquella su frente levantada y seora, y hasta aquel gesto que tena de acariciarla con la mano
derecha cuando te hablaba. Era de pocas carnes, pero muy puesto en sus anchos y gentil, y muy
andador. Pero ahora no iba a retratar al seor Merln, sino a hacer la nmina de su casa, cuando yo
viva en Miranda, puesto de mozo de media mesa y estribo, por once pesos al ao y mantenido, las
zuecas que gastase y los remontados de chaqueta y calzn, amn de cuatro pares de medias por ao
nuevo, dos blancos y dos negros.
La primera en la casa, despus de don Merln, era mi seora ama doa Ginebra[]. Era una
seora muy sentada, verano e invierno con su pelerina negra bordada de abalorios. Tampoco era del
pas, y prenda algo en el habla. Tena un pelo rubio muy hermoso y largo, que recoga en un grande
moo, y nunca vi piel tan blanca como la suya. Alta, y ms bien gorda, tena un gran andar, y era de
suyo muy graciosa en el mando, algo sbita, eso s, y por veces seca, pero buena mantenedora de la
gente y del ganado. Apenas sala de casa, y por las tardes se sentaba en el saln, junto al balcn
grande, a bordar en un gran pao que iba envolviendo poco a poco en una caa de plata. En invierno
gastaba mitones de lana y en verano de hilo blanco, muy calados y con florecillas bordadas. De
cuando en veces paraba de bordar para rascarse las espaldas con una manecilla de boj que tena,
montada en una varita de avellano. Algo de tristeza creo yo que llevaba aquella doa Ginebra en los
negros ojos, y si te sonrea, que no lo tena por costumbre, era como si pidiese la limosna de que t
sonrieses tambin. Decan que era viuda de un gran rey que muri en la guerra, y que tuvo la noticia
por un cuervo cuando ella estaba de visita en Miranda, probando un peine de oro. De seoro era, y
don Merln la titulaba al hablarle, y en la cocina no pona mano, como no fuera para adornar la

colineta los das de fiesta. Me tom cario, digo yo, y los domingos me planchaba un pauelo blanco
para que me sonase en la misa. Cuando vena a Miranda gente de alto copete, suban los huspedes al
saln a besarle la mano, y doa Ginebra les mostraba el bordado, desenrollndolo de la caa de
plata; yo recuerdo al seor Den de Santiago [], cuando vino a Miranda a comprar un quiebranueces
para el Cabildo, con las antiparras puestas leyendo en el bordado, y dicindole a mi ama que
encontraba al seor Tristn muy parecido y doliente y que doa Isolda casi hablaba. Yo estaba en la
puerta del saln esperando la venia para ofrecerle a Su Seora un vasito de vino Getafe con
bizcochos rizados.
La mano de los trabajos quien la llevaba era Marcelina[], una camarera de unos cuarenta aos,
regorda y pequea, muy colorada, gran habladora, y se la tena por cocinera de mrito. Tena mano
de todo: de los trabajos de la casa, del ganado de cuadra y de redil, de las criadas y de la labranza, de
la feria y de los pagos. La encantaban las novedades, y cuando vena un seorito de visita, aunque
fuera un infiel, quedaba enamorada de l por ms de un mes. Pasaba por parienta del amo y sobrina
del escribano de Azumara, y lo que ms le gustaba, despus de que le llamaran doa Marcelina, era
que la creyeran en el secreto de los que venan a la consulta de don Merln.
Ese caballero que vino ayer a la noche, era un correo del rey de Francia, que tiene miedo que le
malpara una bija. Lo conoc por la espuela negra y una llave de plata que traa al cinto.
Todo saba Marcelina, todas las seas de los que iban y venan, y los siete pareceres que hay en
cada historia. Para m fue buena madrina, salvo que divulgaba, burlndome, que yo andaba
pellizcando las mozas. Para el caballo Turpn[] y para los perros Ney y Nores[], y para ir a Meira
a mandados, injertar cerezos y llevar cuenta de los obreros que venan a los trabajos, estaba Jos del
Cairo [], que era un mozo muy alto y algo metido de hombros, con el pelo rizo, los ojos pequeos y
chispos, y muy burlador; en hombre de tanta guinda pasmaban las manos pequeas y amadamadas
que tena, y era maoso para cualquier arreglo, y tambin loco por la caza. Por lo burlador no
amistaba mucho con la gente. Pero era valiente, e igual sala con noche cerrada para Lugo, atajando
por la fraga de Eirs, donde todos los das el lobo saluda a la gente. El perro Ney dorma a los pies de
su cama, y a m comenz a mirarme amistoso cuando Nores, un perro luntrero, negro como la
noche, pero con la gracia de tener las bragas blancas, arisco para los ajenos, pero muy dcil para los
de casa, dio en venir a mi camarote a hacer noche. Yo me dorma al acuno de su roncar continuo.
Jos del Cairo, fuera de la trapisonda de sus burlas, era un hombre callado. Comia a la mesa con los
seores en los das de fiesta, y le quitaba de mala gana la gorra a los clrigos.
Despus venan Manuelia de Carlos, con su pelo rubio y su boca pequea, calientes los labios
como la leche cuando acaban de ordear, que ayudaba en la cocina y en el trato de casa, y Casilda[],
que fuera moza del ciego de Outes, y cuidaba el ganado y la huerta. Y finalmente contaba yo, que
estaba bajo al mando del seor Merln.
La casa estaba en lo alto de Miranda, y era grande y bien tejada a cuatro aguas, con un balcn
sobre el camino de Meira y la solana orientada al medioda, y pegado a la casa el horno de mi amo,
que tena adems dos cmaras, y por detrs una cuadra para las monturas de los visitantes, que sta
era de mi cuidado, tanto para pisar como para arrendar las yeguas y caballos. En la cmara grande
del horno, sentado en el silln de velludo verde, leyendo en el atril los libros de las historias, reciba
mi amo a los huspedes. En la jaula de vidrio silbaba el cornudo, y de la redoma del blsamo de

Fierabrs goteaba, por la billa de boj dorado Monterroso, en el vaso de plata, el rojo y perfumado
licor.
Yo, cabe el atril, con la palmatoria en la mano en la que arda la vela de cera de las colmenas de
Belvs, segua atento el dedo de don Merln[], que iba por las hojas de los libros secretos, rengln a
rengln, deletreando los milagros del mundo.
El gato Cers[], un gato albino y ciego, vena a acostarse a mis pies.

3. Los quitasoles y el quitatinieblas

staba yo a la sombra de la higuera ramona, labrando con mi navajita para puo de bastn un
pajarillo en la cabeza de una rama de aliso, y me salan muy bien los pjaros, con las alas
plegadas y la cabecita inclinada, cuando o aquel tropel, y eran cuatro que venan a caballo, y el
ltimo traa a la cola una mula con equipaje, y eran del mismo vestido los cuatro, con grandes
sombreros colorados y dalmticas amarillas, como las de los curas en la misa, meda polaina
escotada, y al cuello y al viento unas capas cortas, coloradas como los sombreros. Daba gloria ver
subir aquel golpe por la cuesta que vena a la portalada. Corr a buscar la birreta nueva, que la
colgaba siempre en la viga del horno, porque tena ordenado que cuando haba visita saliese con ella
a la puerta, para poder quitarla haciendo cortesa. En esto estaba muy bien educado, y era la leccin
que tena que abrir el portn con la mano izquierda, mientras con la derecha quitaba la gorra y
estiraba el brazo un poco hacia atrs, bajando una chispa la cabeza. Me ense tal agasajo mi ama,
doa Ginebra. Abr, pues, a aquellos montados y salud, y el que vena delante, un gordo y colorado
que llevaba el sombrero levantado para dejar ver una perrera de flequillo muy rizada, me pregunt
por don Merln, y yo le dije que estaba tomando las once, y l me avis que venan de Pars[] y
traan un gran mandado. Los dej desmontando y corr a gritarle a mi amo, que estaba, como de
costumbre, tomando unas once de huevos revueltos y vino clarete. Ya se asomara la seora
Marcelina, ya viera que era mozo guapo el qu ramaleaba la mula del equipaje, y ya me sali al
pasillo para soplarme:
Son gente de Iglesia, que no gastan espada.
Mi amo era muy reposado en el comer y muy limpio, y de continuo lavaba las manos, y al
sentarse a la mesa y al levantarse. Hizo sin prisas toda la costumbre que tena, ahuch la boca con el
ltimo trago de clarete, dobl la servilleta, y le hizo aquel nudo de orejas de conejo que usaba, calz
los mitones y el bonete de borla, y, apoyando en mi hombro la mano derecha, all fuimos, como en
una procesin, a saludar a los forasteros.
Le hicieron los cuatro al seor Merln una gran reverencia, quitndose los sombreros, y el gordo
de la perrera habl muy rpido en su lengua, y don Merln estaba muy atento, y dos o tres veces,
mientras hablaba el forastero, mi seor amo llev la mano al bonete, como cuando se dice Dios
Nuestro Seor o Santa Mara Virgen. Don Merln le contest tambin en su lengua pocas palabras,
y mand pasar a la cmara del homo a los viajeros, excepto al mozo de la mula, que me ayud a
meter los caballos en la cuadra y a darles un algo de comida. Entrambos bajamos de la mula el

equipaje, que era liviano y de ms bulto que peso. Le hice seas de que pasase l tambin a la cmara,
que yo quedara por guarda del equipaje, pero l, sonriendo, y a fe que era muy mozo y tena un no
s qu de alegre hermosura y era muy pulido de maneras, en nuestra habla me dijo:
No puedo, mi amigo, dejarte por guarda de este atavo, que es mi oficio sealado no apartarme
de l ni un alfiler de monja. Venimos de Pars en cuatro jornadas, y somos gente del obispo de
aquella villa, y lo que yo quera ahora de ti es un vaso de agua fresca.
Se lo fui a buscar al pozo viejo, que es como una nieve, y l bebi sabroso y despacio.
Yo ya saba que ustedes eran gente de Iglesia-le dije cuando remat de beber, aadiendo que
una criada mayor que tenamos en la casa se lo conoci porque no traan espada.
Esa vuestra criada mayor, acertando en algo, no acert en todo.
Y levantando el parisiense la dalmtica, me ense dos pistolas de revista en el cinto, con las
cachas de plata labrada.
Cuando se va por los caminos dijo, y lleva uno un mandado de tanto mrito como el que
nosotros traemos, no se puede ir a la caridad y menos en estos tiempos.
En estas polticas estbamos cuando don Merln sali a la puerta del horno y mand que le
llevaran el equipaje, y all fuimos el mozo y yo a portarlo, y lo pusimos donde dijo, que fue en la
mesa grande. Me sorprendi que tuviese encendidos todos los candelabros, y que se hubiese echado
por los hombros la esclavina de raso. Los tres forasteros el de la perrera en medio estaban
sentados en el banco, junto a la ventana, y pareca aquello una misa cantada. Abiertos los bultos, que
venan muy hechos y con siete cuerdas, aparecieron tres grandes paraguas, el uno blanco, el otro
amarillo y el otro carmes, y a cada uno lo fue besando don Merln en el puo, que era de bano el
del blanco, de plata el del amarillo, y el carmes de oro.
Son muy hermosos quitasoles dijo mi amo, y quiz no los tiene tan aparentes el Papa de
Roma. Lo que vuestro obispo me pide es fcil, y lo voy a hacer en un tris. El quitasol blanco, como
sabis, se llama de Sal-el-Sol[], y en abrindolo el da de Nuestra Seora de Agosto, aunque
llueva, queda una maana soleada para la procesin. El amarillo, que se llama Mirabilia[], es un
quitasol muy secreto, y slo se usa en Pentecosts, y cuando est a su sombra vuestro obispo, habla y
entiende todas las lenguas, y puede confesarse bajo l un mudo, que vuestro obispo lo escucha. Y el
carmes, ste sirve para viajar en la noche, y el que va debajo de l, abrindolo en la noche cerrada,
ve como si fuese de da. Mejor que quitasol se deba de decir quitatinieblas, y tiene por nombre
Lucero[]. Ya otra vez a ste, cuando era propiedad de don Lanzarote del Lago, le arregl dos
varillas que se le soltaron, y al primer arreglo no sali con sus virtudes, y en vez de verse como de
da, no se vea nada, ni las luces encendidas en la noche. Toda la ciencia de estos quitasoles y del
quitatinieblas est en las varillas.
Y mientras yo serva a los visitantes algo de vino y jamn, como si fuera paragero de Orense
trabaj mi amo en los paraguas, y en un amn los dio por arreglados, que segn l, slo tenan una
varilla floja y otra salteada. Los abri y cerr, diciendo no s qu letanas, y sonri y le dijo al de la
perrera con mucha autoridad:
Mosi Castel[], dile a tu obispo que no le cobro nada por el arreglo, pero que el da de
Pentecosts prximo, abriendo el quitasol amarillo, no deje de poner por apunte la lengua maga,
especialmente en lo que toca al nombre de los metales y las esencias preciosas, que quiero terminar

de leer un libro de ocultis que aqu guardo, y en el que est toda la tertulia de los caldeos[]. Y dile
tambin que no gaste la virtud del Lucero en cachear tesoros en las cuevas y ruinas, que el
quitatinieblas no fue hecho para eso, sino para seguir en la noche, por el camino de Emas, las
huellas de Jess, Nuestro Seor.
Se levant mosi Castel e hizo gran reverencia, hicieron de nuevo el equipaje, y ayudados por m
guisaron de andar, y con el sombrero en la mano hasta que salieron de la portalada se fueron, y
estaba mi amo en la puerta del horno y no les levant el bonete, y el mozo que ramaleaba la mula,
cuando vio que yo salt en la higuera para ver el tropel por la cuesta abajo, me dijo dos veces adis
con la mano.
Se llamaba Jazmn[], me notici a la noche la seora Marcelina. Si yo quisiese, de seguro que
volva, que no me quit ojo mientras le dabas el vaso de agua.

4. El camino de Quita-Y-Pon

se que ah est durmiendo, canso de tan largo viaje por la va de Levante, que es casi
toda una polvareda, y cae el sol a pico sobre ella, tiene con el Imperante de
Constantinopla el mismo oficio que t en esta casa. As, pues, puedes tutearlo cuando despierte, y l
puede ensearte algo de la cortesa que all se estila. Cuando vayas ms maduro, tambin t puedes
dejarte crecer la barba, que si la tienes tan negra y riza como l, a fe que te ha de sentar bien.
Mi amo me deca esto por burlarme, que entonces yo estaba en los doce aos, y aunque era
espigadillo, la cara redonda la tena muy de nio, y el bozo ni me sombreaba. Me puse colorado, que
por aquella edad ma me pona por un nada. El seor Merln encendi el mechero de cobre y puso a
hervir el agua de mandrgoras, y es sabido que para que esta planta tenga todo su poder es cogida en
el campo bajo las horcas en que hace su justicia el Rey. Las ltimas mandrgoras las trajera Jos del
Cairo de Mondoedo [], cuando ahorcaron a Lugilde, el que mat al cura de Santa Cruz, metindole
por la boca trapos con un palo.
La peor cosa que le puede pasar a un emperador cuando va viejo es enamorarse de una nia
sigui diciendo mi amo mientras esperaba a que hirviera aquel caldo. Este emperador que hay
ahora vino a reinar porque lo prohij otro Basileo que hubo, y que no tenia hijos varones. Tena, eso
s, una hija muy graciosa, y la cas con el ahijado. Este imperante de nuestros das est muy
acostumbrado a las guerras, siendo hombre que pas los ms de sus das en la hueste o en la frontera,
lo que lo hizo duro de corazn. Aconteci que en una marca de su seoro se levantaron unos
prncipes antiguos, que se llaman los de Gazna[], gente infiel y de gran crueldad, dueos de grandes
espadas y caballos corredores, y que tienen una torre donde hacen en inmensas alfombras, con hilos
de colores, el rbol de las estrellas, y auguran por ellas, y vieron que pasando Venus a dos manos de
los Perros Cazadores era el tiempo de poner a crecer su provincia. Hubo guerra, y el emperador
Michaelos[] lleg al pie de Gazna y quem el palmeral, ceg los pozos, excepto uno para los
peregrinos que van a Jerusaln, y mand un heraldo a los gaznes dndoles horas para derribar las
puertas de su ciudad. Los gaznes escucharon el parlamento del heraldo sin decir oste ni moste, y me
contaron que daba miedo verlos en las almenas de la puerta de Asia, los siete prncipes con espadas
que les llevaban de alto una cuarta, las barbas negras y mestas, los blancos mantos de sangre
manchados, y en el mantel de la mano izquierda, cada uno su guila encapirotada. Se juntaron
alrededor de una hoguera los seores de Gazna, aconsejndose, y uno de ellos, que amn de hombre
de hierro era hombre de pluma, dijo que poda ponerse por ardid una historia que haba ledo y que

pasara en gente de nacin griega, y era mandarle al seor Michaelos la ms hermosa de las doncellas
para que lo enamorara, lo que pareca fcil, siendo el emperador un anciano que en largos aos slo
amor y amistad tuviera con las armas, no saba lo que era cama de pluma, y que siempre le fuera fiel
a la emperatriz Teodora[], que ya iba vieja y de un parals estaba en una solana en un silln oyendo
msica de iglesia. Escogieron los gaznes una doncella de casta real, talmente una rosa. Yo s lo
hermosa que es porque trato al pintor que la retrat cuando estudiaba msica en Alejandra, y no s
qu es lo que de ella ms enamora, si los grandes y verdes ojos entornados, la canela de la piel, el
decir sosegado de aquella pequea boca, la gracia de sus manos en la viola
Los pechicos como dos claudias reinas, la cintura que se puede ceir con el tallo de una rosa,
los finos brazos que levanta cuando canta, y las piernas con las que cuando danza vuela. Toda ella es
un misterioso vaso de perfume, y aun ahora que el gran ejrcito est perdido en las arenas, y el
emperador como embriagado en su tienda de lienzo rojo, no hay soldado que no diga que tan gentil,
suave y dulcsima seora vale la muerte.
Esto dijo el paje del emperador, que despert mientras mi amo hablaba, y se levantaba de la siesta
apretndose el cinto, del que colgaba un pual con vaina de plata labrada. El seor Merln apart del
fuego el agua de mandrgoras, apag el mechero de cobre, y, sentndose en su silln de velludo,
djole al paje:
Ahora, seor Leons[], convendra que vuesa merced siguiese con la historia.
El paje Leons acaricise la barba y vino a sentarse a mi lado, en el banco junto a la ventana.
Entraba un dorado rayo de sol que espejeaba en las hebillas de plata de los zapatos del seor Merln.
Lleg dama Caliela[], que tal es su nombre y se declara por la miel que se derrama; lleg
dama Caliela, digo, al real bizantino, anuncindose por una trompeta como correo de los seores
prncipes gemelos de Gazna, que son los siete de un vientre, segn atestiguan con escribanos y con el
parecer de un mdico antiguo que le llaman don Avicena. Vena vestida solamente con una seda y el
pelo suelto, y no traa ms joya que un cascabel de oro en el muslo izquierdo. Pasm todo el ejrcito,
que siendo de cristianos griegos nunca viera una mujer desnuda al sol de la maana. Dama Caliela se
arrodill tres veces antes de llegar al Imperante Michaelos, que estaba defendido con la armadura que
llaman de la Esfinge, porque tiene una de bulto en la coraza, y descalzado el guante de la mano
derecha, sostena en alto, brilladora como el viril con el Seor Sacramentado, la espada que los
basileos de Constantinopla heredaron de San Pablo. Dama Caliela arrodillada a los pies del
emperador le bes la espuela y la mano que tena la espada, y comenz a hablarle en griego,
dicindole cmo traa partes secretos de Gazna, y que no quera que la grande ciudad fuese quemada,
que tena en ella un palomar y una rosaleda, y por salvar esto y un hermanito que tena que estaba con
fiebres repentinas, poda decirle al emperador cmo Gazna era fcil conquista, sin verter ms sangre.
Adems que ella mora cada noche de miedo acordndose de los siete prncipes gemelos, que todos
la queran por mujer, y para que no hubiera discordia entre ellos decidieran repartirla, cada uno su
luna, ms una cada siete de descanso en una piscina. Esto dijo en un griego dulce y parrafeado, y el
emperador no le quitaba ojo, y cuando termino don Michaelos entreg la santa espada al estratega
mayor, y puso su poderosa mano ungida sobre aquella pequea y dolorida cabecita, y dijo que dama
Caliela, y grit para que todos oyesen, estaba defendida por su egregio brazo. Hubo msica y salvas,
y entr el emperador a su tienda con dama Caliela. Nunca entrara!

El seor Leons enjug una lgrima con la gorra, y como hablando para s, ms quedo y
reposado, prosigui:
Y quin no entrara, triste destino que le cupiese en aquel hermoso y dulce vaso! Dos das con
dos noches estuvo dama Caliela con el emperador en la tienda, contndole los partes secretos de
Gazna y la puerta falsa de la ciudad, que decan era por el barrio de los judos, y la mejor hora del
asalto al toque de cubrefuegos. stos eran rumores que corran. Y pas el plazo dado a la rebelde
Gazna, y aun pasaron otros das, y el emperador sala a caballo con dama Caliela y galopaban
alrededor de la ciudad, contemplando las altas torres, y ya se comenzaba a decir que dama Caliela le
deshaca la cama a don Michaelos, y que a nuestro real seor, con las caricias y calores de aquella
flor, se le olvidaban Gazna, los siete prncipes gemelos, la guerra y la espada. Y una maana, cuando
sala rojo el sol sobre las colinas en que crecen los pejigos y los naranjos, tocaron las trompetas y
los tambores y levantamos el campo, y dimos comienzo a una larga marcha, y en dos das dejamos
atrs los labrados y los estanques, y entramos al desierto y bebimos agua de los pozos, y decan que
bamos a conquistar el Farfistn, que es donde tienen los de Gazna sus tesoros escondidos, y que
dama Caliela le haba enseado al emperador el Ciprianillo de aquellas montaas de oro, y bien se
vean en la noche, cuando acampbamos en las arenas, a lo lejos las luces de los oasis del Farfistn.
Cuntas noches no las veramos! Cuntas maanas no contemplaramos, en la cinta de luz del alba,
las torres lejanas de las ricas villas! Pero todo era como un engao que se hiciese con un espejo, y
ahora anda el gran ejrcito perdido, sediento y hambriento por aquel arenal, y slo el imperante est
contento porque tiene al cuello los brazos de dama Caliela, y para la sed aquellos rojos labios tan
fciles Y fue que dama Caliela quiso mandar a los prncipes gaznes, a quienes tan en secreto
servia, un recado para que en llegando el verano saliesen a los prados del ro, y all dieran mano, por
la espada y por la flecha, de todo lo que quedase de la flor militar de los bizantinos, y me agasaj con
oro y con la promesa de un abrazo a mi sabor cuando volviese, si haca bien el recado, y me dio las
seas del camino en una cajita de plata con una aguja, y en llegando a donde son tres pozos de agua
caliente, tomar los vientos de la mar, y en cuatro das me pona en Gazna muy descansado. Y fue que
dije que s a todo, y me entend con el polemarcos Cristforos[], quien me dijo que en vez de tomar
los vientos de la mar tomase los de Levante, y me pusiese en Trpoli de Antioqua y desde all en una
nao real en Marsella, y por el camino francs en Compostela, y de all a Miranda en un da, y que el
seor Merln, que era muy su amigo, me prestara aquel camino que l trajo enrollado de Bretaa[]
en un canuto de hierro, y que se llama el camino de Quita-Y-Pon, tal que posando yo el camino en
Alepo de Siria, ste fuese, como una bandada de golondrinas que vuela al sur en otoo, hasta donde
los valerosos palatinos, la pesada caballera, los lanceros de capa bermeja y los arqueros que llevan
en el pecho la roja cruz moran, para que por l retomasen a Constantinopla a rehacer el Imperio y a
quitarle del cuerpo a don Michaelos los engaos de aquel oscuro amor. ste, mi seor don Merln,
que Dios guarde y San Jorge, es mi mandado, y se me quiebra el corazn pensando en aquellas
calientes arenas, en aquellas largas sedes, en aquel vagar sin fin, y hasta en aquella dama Caliela, que
me tena prometido un abrazo.
Yo, mi seor Leons, os prestara el camino, pero por estar en el canuto de hierro en el desvn,
se orin, y ahora no se suelta ms de cuatro o cinco leguas, y qued tan estrecho, a causa de que se
moj pasando por l de Galicia a Avalon[], cuando fui a las bodas del nieto de don Amads, y

encogi tanto como pao de buro, que slo de uno en uno se camina por l. Esta medicina, pues, no
sirve, pero voy a daros un hilo que habis de atarlo al limonero [1] que hay en Alepo junto a la iglesia
de la Santsima Trinidad, y tiris el ovillo al suelo, gritndole: Adelante, adelante!, y lo segus, y
llegis junto a los vuestros en dos das, y volvis con ellos sanos y salvos, a travs de los puertos del
desierto. Y en lo que toca a dama Caliela, buscad en la guarda real un arquero que tenga el ojo
colorado, y que apuntando slo con ste, le ponga una flecha en el corazn.
Este arquero lo hay, que es el prncipe de Tebas, nieto de un rey muy sonado que le llamaban
don Edipo.
El seor Leons bes la mano de mi amo, cogi el ovillo que iba en una caja de mantecadas de
Astorga muy envuelto en un pauelo de seda verde, y al instante sali a galope en su bayo corredor
por el camino de Belvs. Nunca pude saber si llegara a tiempo, pero de quien conservo ms memoria
es de dama Caliela, que por veces me viene a los sueos mos, y se pone en ellos tan fcil como
anillo en el dedo.

5. La princesita que se quera casar

ra por las vsperas de San Juan. Del castillo vino el enano en su mula, que era mucha fantasa
venir el hombrecito aquel en una mula cisterciense de gran porte, y de andar tan solaz y
balanceado como una preada primeriza. Vino el enano, digo, y traa una carta con bula colgada de
una cinta verde para mi amo Merln, y siempre que vena el enano de los condes a Miranda, suba a
hacerle el parip a doa Ginebra, a hablarle de las condesitas y del perrillo pitis que tena madama
la condesa, y a quien el seor Merln, por hacer una gracia, enseara a silbar una alborada. Tambin
hablaban, que era el enano muy mariquita, de las modas de Pars, y de las cintas que les vinieran a las
seoritas de Venecia, de un perfume nuevo que le llamaban agua franchipana, y del baile agarrado
y de las bodas que se hacan en la grandeza. Doa Ginebra convidaba al enano con merengada, y ste,
si no traa mucha prisa, cantaba una habanera que saba y que mucho le gustaba a la seora. Lo que a
m ms me molestaba del enano era aquel aire de seoro que se traa con la gente de escaleras abajo,
como si l no fuese paje a soldada, y aun haba yo de tenerle la mula cuando montaba, y una vez que
traa puesto sombrero de paja, que era por el tiempo del verano: un sombrero de paja muy bonito,
eso s, con una gran lazada de tul rosa, tuve yo que ponrselo, como se pone la mitra a un obispo, y
adems partirle bien la lazada, cuyas puntas le caan hasta la cintura Trajo la carta el enano, visit a
doa Ginebra y se volvi al castillo en el gurug de su mula, fantasiosa como l. Qued mi amo
caviloso con las noticias de la carta, y mand llamar a Marcelina y le dijo de aparejar en la sala del
mirador una cama con la mejor ropa.
Me parece por tanto atavo me dijo Marcelina, que tenemos visita de alguna marquesa, o
quiz sea la infanta de Irlanda, que dicen los papeles pierde cada da el bien de la vista. Tambin
podra ser una sobrina del den de Truro [], a la que se le estaba volviendo una mano de plata, y que
siendo muy amorosa me trajese de gratis el regocijo de un beso.
Aconteci que lleg la visita cuando yo estaba vestido con mi chaquetn de ribetes, cubierto con
la montera nueva con pluma de faisn en el cuerno, y los zapatones limpios, que vena de la iglesia de
Quintas de llevarle al seor cura un agasajo de truchas que pescara Jos del Cairo en los molinos
viejos del Pontigo. Llamaron fuerte en l portaln, sal corriendo del horno, que estaba dndole una
merienda de moscas al cornudo, y fui a abrir la puerta; me encontr con un caballero, todo de negro
vestido, de levita y chistera y una cadena de oro al cuello, que tena de las riendas un caballo ruano en
el que venia montada una seora que traa la cara cubierta por espeso velo blanco, tambin de negro
vestida, menos los guantes, que eran blancos como el velo, y en cada uno luca un clavel rojo

bordado. Atardeca, y en la sombra del portaln no se le vea la cara a aquel seor, el de ms alta
guinda que yo vi nunca.
Nos espera tu amo! me dijo, con voz seca y de mucho mando.
Me quit la montera, hice mi cortesa, y cuando entraban al patio ya estaban en la puerta de la casa
el seor Merln y doa Ginebra, y aunque no poda decir que fuese anochecida, que son muy largos
los atardeceres del verano en Miranda, Jos del Cairo estaba a su lado con el farol de plata
encendido, levantado a la altura de su cabeza. El caballero y don Merln se saludaron, y se abrazaron
la seora del velo y doa Ginebra, y m amo le bes el guante a la desconocida, y el caballero el
mitn a mi ama. Y los cuatro, guiados por Jos del Cairo con el farol, subieron al saln, y yo,
mientras meta el caballo en la cuadra, y vena bien sudado y hambriento y trabajado de la boca, no
haca ms que inventar un retrato que se pareciese, y todava ella ms hermosa, a la enlutada seora
que se nos viniera por puertas. Pero aquel da no me toc verla, que me llam don Merln y me
mand que estuviese en la portalada, que vena un criado con una maleta y una jaula de mimbre, y la
maleta tena que subirla a la sala del mirador, la jaula meterla en la cmara del horno, y al criado
despedirlo, que iba a aposentarse en el castillo de Belvs.
Estuve en el portaln hasta ms de las diez de la noche, y al fin lleg el criado con la maleta y la
jaula, y result que me era conocido, desde una vez que fui a Meira, por los bigotes rubios que tena.
Se lo dije, y l, muy secreto, me aconsej que callara, que aquella era parte de una vieja historia, y
convena que nadie supiera que l haba visitado antes el pas. Call, pero si vena a cuento, ya se lo
advertira a mi amo. Sub la maleta a la sala del mirador, y me par un instante en el pasillo a
escuchar lo que se hablaba en el saln, y slo o la voz de mi ama doa Ginebra que contaba una
historia de don Parsifal[], que ya le haba escuchado muchas veces. La jaula la puse en la cmara de
respeto, como me mand mi amo, y era una jaula muy bien hecha, de mimbres pintados de azul y
blanco, y casi cabra yo en ella, y en una parte tena un cojn de terciopelo. Cen en la cocina con la
seora Marcelina y las criadas, que tambin estaban curiosas, y apostaban entre ellas si la dama
velada era joven o vieja.
La voz dijo la seora Marcelina, la tiene de nia, y los andares, muy pulidos.
Mascando una castaa me fui para mi camareta, y no tena sueo, con lo que me puse a contar
palomas hasta que adormec. Poco llevara dormido cuando vino a llamarme mi amo don Merln, y
me dijo que muy calladamente bajara al horno, que me precisaba. Baj con las zuecas chinelas en la
mano, por no ser sentido, y don Merln se sentaba cabe la jaula, que ya no estaba vaca, que haba en
ella como una corza o cervatilla acostada, con la cabeza posada en el cojn, y lo que pasmaba eran los
grandes ojos azules que tena y como tristemente te miraba. Me orden mi amo que trajese un sorbo
de leche en una taza, y si la haba cuajada en la fresquera, mejor. Port la leche, y se la dio don Merln
a cucharaditas al animalito aquel, y yo, mientras, met la mano por entre los mimbres y lo acarici y
haca un rencor agradecido, como los perros viejos cuando los amansan. Ech mi amo una manta
por encima de la jaula, y se sent en el silln de velludo a leer en un libro que nunca le viera, en cada
pgina un animal pintado, y con colores tan vivos que enamoraba mirarlos. Sostuve lapalmatoria ms
de una hora, y cuando cerr el libro me dijo:
Felipe, maana vas a tener que echarme una mano. No tengas miedo, y a nadie digas que viste
la cervatilla en la jaula, y si maana no la encuentras en ella cuando bajes a limpiar, no preguntes.

Cre que deba decirle a mi amo lo del criado de los bigotes rubios, y el seor Merln me
pregunt muy serio si estaba seguro, y le dije que s, que tem ms el bigotes comiera el pulpo a
nuestro lado, y pagara con un peso, y la pulpera, que era la seora Benita de Sarria, riera con l, que
el peso era sevillano.
Parece, muchacho, que siempre hay en el pas un demonio que se parece a otro. Ahora vete a la
cama.
San Juan es muy hermoso en Miranda. Hay cerezos en todos los desmontes, y las blancas que
haba en nuestra huerta tenan un azcar acanelado que daba gloria. Baj muy temprano a hacer
limpieza, que no sosegaba con tanto misterio, aun estando acostumbrado en aquella casa a tantas
visitas profanas, y lo primero que hice fue mirar en la jaula, que estaba vaca. Sacud el cojn, que
tena la seal, todava tibia, de la cabeza de la cervatilla, barr las cmaras, ech pienso al caballo
ruans del caballero de la chistera, pill en la cuadra unas moscas para el cornudo, le quit el polvo al
espejo y al silln de velludo, le puse una vela nueva a la palmatoria, y llen de rap la cajita de
concha donde mi amo, de cada y cuando, con dos dedos coga una chispa y la sorba por la nariz. Era
mi trfico de cada da, antes del desayuno, que en tiempo de cerezas era siempre de cerezas y pan
trigo. Escupa yo muy bien los huesos, casi como un tirabalas las habas de estopa, y andaba
ensendole a escupirlos a Manuelia de Carlos. Poda tocarle as la carita colorada y los labios, y
ella bien saba que tanto como ensearle a escupir huesos, me gustaba acariciarla. Pero aquella
maana no hubo escuela, que me llam mi amo desde el balcn, y me mand que atara los perros en
la cabaa con cadenas, y que encendiera el horno con tojo y no me moviera de all ni para mojar las
escobas. Estaba yo sentado junto al horno poniendo con mi navajilla una F en cada zueca ma, cuando
entr el seor Merln con el caballero, que pronto supe que se llamaba don Silvestre, y era mosi
alcalde constitucional de una ciudad de Francia que se llama Burdeos, y tutor escriturado de la dama
desconocida. Me dijo esto mi seor Merln, y me present a don Silvestre[] como Felipe que lo soy,
su paje de pasamanos muy apreciado. Don Silvestre me salud levantando las cejas, y era hombre
muy serio, afeitado como un clrigo, y con anteojos de alambre de oro, los cristales muy gruesos,
tras los que se vean brillar unas luces alargadas, tal que se pensaba que en vez de nias tuviera
cuchillos en el pozo de los ojos. Y de alta talla, ya dije que no viera otro.
Esta seora, Felipe, que vino con don Silvestre, es de una gran casa de la provincia que llaman
de Aquitania[], que segn se entra por las puertas de Francia est extendida a mano derecha. Y se
quera casar esta princesita con un mozo del pas, tambin de sangre probada, pero cuando iban a
celebrarse las bodas, le vinieron a la nia unas manchas negras por la cara, primero, y muchos
trasudores, y le crecan las orejas y le sali pelo por todo el cuerpo, y finalmente se convirti en la
cervatilla que viste en la jaula de mimbre, y en este estado estuvo nueve semanas, y ahora por el da
es mujer, excepto el pelo que la cubre, y por las noches se convierte todava en cierva, como la viste
anoche descansando. Y yo voy a poner ahora por obra un desencanto de mucho mrito, y cuento
contigo, y ya te dije que no pases miedo. Don Silvestre te ha de regalar con dos tomeses de oro.
Yo dije que s, muy ufano de tanta confianza, mientras calzaba mis zuecas, y ya me pona a pensar
que con dos tomeses de Aquitania podra comprar en Lugo una pamela con lazada como la del enano
de Belvs, y un reloj de plata con cebolla de oro para darle cuerda, como el que tena Jos del Cairo.
Don Silvestre dijo que iba a vigilar a doa Simona[], que as se llamaba la damisela encantada, y yo

qued con mi amo, bien cerradas las puertas, haciendo los capiteles del desencanto. Fue el primero
que amas mi amo harina de trigo e hizo una rosca, que en el medio llevaba en dos tieras de la masa
una cruz, y la cocimos, y el segundo capitel fue hacer en un cepo lobero el refuerzo de un hilo, que
tena ms de diez varas de largo, y en la otra punta le at don Merln una campanilla de plata, en la
que pint con tinta roja cuatro cruces.
Cuando me veas hacer tantas cruces en un arte me dijo el seor amo, cata que anda un
demonio por el medio.
Creo que no com aquel da, de tan vagante y temeroso como andaba, y la seora Marcelina me
quera sonsacar, y yo callaba, o sacaba otra conversa.
En limpiar el horno, soltar una hora los perros en el soto por culpa de un zorro que nos vena a
las gallinas, y echarle un remiendo de latn a una zueca pas la tarde, y hubo de merienda migas de
manteca con huevos, y en anocheciendo, como tena ordenado, me fui a presentar a don Merln, que
estaba vestido de cazador.
El encanto que tiene doa Simona me explic mi amo, es de los que se hacen la noche de
San Juan, y solamente duran un ao; son embrujos pequeos, casi siempre puestos por demonios
fornicadores. El demonio que la embruj ha de volver esta noche, que es tan sonada en el mundo, y
ya tengo todo preparado para cazarlo en su intento y azuzarlo por la fraga abajo.
Y no lo podramos matar? pregunt yo, echndomelas de valiente.
Tanto da, que hasta el fin del mundo, el nmero de demonios ha de ser siempre el mismo.
Eran las once dadas de la noche de San Juan cuando salimos de casa m amo y yo, llevando
servidor de una cuerda a doa Simona convertida en cierva. Tom el seor Merln el camino de la
fuente del Couso sin decir palabra, y en llegando a la fuente le puso una suelta d cuero trenzado a
doa Simona, y me mand ponerla en el campillo, y ella se dio muy mansita a besar las hierbas,
talmente como si paciese. Haba una luna grande, y tan encendida que apenas dejaba ver la granazn
de las estrellas, y la fuente del Couso cantaba su agua fresca, que caa de aquel alto cao, tan puesto
en la boca del ngel que entre las manos tiene un letrero que dice: Soi de Velbis. Siempre hay
murcilagos en la fuente, pero aquella noche no volaban.
As estuvimos, casi una hora, nosotros ambos sentados al lado de la fuente y doa Simona
paciendo en su campillo, pero, de pronto, algo debi de or mi amo, que me mand que fuese a coger
la cierva y la pastorease de la cuerda por junto a los manzanos del iglesario, que estn all al lado, y
as lo hice, y cuando llegu a los manzanos vi en el suelo, entre la hierba, la rosca de pan trigo con la
cruz, pero no le toqu, que tena prohibido tocar o decir nada de los capiteles del desencanto. Doa
Simona no sosegaba, quiz por falta de costumbre de la suelta en las patas, y todo era arrimarse a m,
y lata contra mi pierna su corazn sobresaltado. Y entonces vi llegar por entre los manzanos al
alcalde don Silvestre, y sin mirarnos se fue a donde estaba la rosca con la cruz, y todava pareca ms
alto a la luz de la luna, y meta miedo aquella contrafigura que haca, y comenz como loco a
quebrar ramas de los manzanos y a echarlas encima de la rosca de la cruz, hasta que la tap, y
entonces se volvi hacia nosotros, y ya no tena los anteojos puestos, y luca en su cara el mirar del
lobo en la noche. Doa Simona ya no era una cierva, que era una nia que lloraba con las manos
atadas por la suelta de cuero trenzado, y se apretaba contra m. Pero don Silvestre no pudo dar un
paso, que meti el pie izquierdo en el cepo, y cant en seguida la campanita de plata, mi amo grit no

s qu latn, yo corr con doa Simona a su amparo, pero resbalamos al llegar a la fuente, camos en
el lodo, y yo me desmay Despert en mi catre, y don Merln estaba sentado en la hucha a mi lado y
me sonrea.
Aqul, amigo mo, era el demonio, y estoy contento de ti. Doa Simona va libre del embrujo en
Belvs, y maana seguir viaje para Francia acompaada de un conde que llaman don Gaiferos de
Mormaltn, y en su pas casar a su gusto. Siento que no vieras al don Silvestre, que no era tal don
Silvestre, sino un demonio que llaman Croizs[], convertido en un haz de paja ardiendo huir por el
camino de Quintas. Todos los perros de Esmelle ladraron ms de una hora. Y sabrs que aquel
bigotes que conociste en Meira era el espolique del demonio Croizs, fue quien prendi en un desvn
al don Silvestre verdadero para que el demonio pudiese embrujar de segunda y ltimas a doa
Simona, de quien Croizs andaba apasionado. Croizs va a cambiar de piel en el infierno, y el
bigotes, que le llaman Tadeo [] y fue sastre en Toledo, a ese tambin lo lleva a Francia don Gaiferos,
y ya lo est aguardando el verdugo del rey en la villa de Pons, que es una villa muy bonita, y donde
hay buenos vinos.
Y como yo callara, y como don Merln leyese la memoria que me andaba por dentro, me dijo con
mucha amistad en la voz:
En lo que toca a doa Simona, te dej muchos saludos y este pauelo bordado y media onza de
oro, y quera limpiarte el chaquetn de ribetes, pero yo le dije que haba que dejar secar el barro.
Pas la mano por tu pelo y dijo rindose: Le llega el lodo aqu!. Y ahora duerme otro poco, hasta
que te llamen para misa, y has de saber que esta noche fuiste bautizado de segundas, que a las doce de
San Juan, cada siete aos bisiestos como ste, todas las fuentes del mundo echan por un instante agua
del ro Jordn, con la que San Juan Bautista bautiz a Nuestro Seor.
Me sonri, y antes de salir de mi camarote contempl mi chaquetn de ribetes todo lleno de
barro, colgado junto a la ventana para que ms pronto secase, y con aquel aire amigo que pona, y
que yo s que le vena de su saber del corazn de las gentes y de los sueos y soledades que cada uno
lleva en la cartera de su espritu, recuerdo que me dijo:
Muy galn te pusiste para ir al desencanto! Y la montera nueva te la encontr en el barrizal,
pero tendrs que ponerle este otoo otra pluma.

6. Las historias del algaribo

ndaba yo por aquel verano hacindome el melanclico, como enamorado de doa Simona, que
aunque no la viera me contentaba con resonar sus ojos azules, y bien la ola, suspirando,
cuando el pauelo bordado que me dej por regalo llevaba a la nariz, y no me apetecan las fiestas, ni
el San Bernab de Quintas, que es tan sonado, ni Nuestra Seora de Meira, ni el San Bartolo de
Belvs Andaba, pues, solo y algo vagabundo, descuidado de trabajos, cuantims que doa Ginebra
iba en los baos calientes en Lugo, con Manuelia de doncella, y mi amo se pusiera a leer nuevos
libros que le mandaran de Roma, y fue el mandadero un extranjero llamado Elimas[], que parece
que es entre los de su casta seal de gente maga llamarse as, desde un tal Elimas que ri con San
Pablo. No era cristiano ni tampoco probaba tocino ni vino, pero en cambio le gustaba el caf, y
fumaba continuo en una pipa larga muy trabajada. Mientras mi amo escoga los libros que iba a
comprar, y que el Elimas trajera a lomos de una burra leonesa en una cesta forrada, pasaron dos das
y yo amist algo con el algaribo, que le portaba a la cama el chocolate con bizcocho, le llev la burra
a herrar al Villar, y clavete de nuevas sus zuecos. Lo que ms gracia me haca del seor Elimas eran
los calzones bombachos de pao verde, y la cortesa que tena de descalzarse al entrar en casa.
Llevo me dijo ms de veinte aos viajando libros secretos y de arte alqumica, talismanes,
amuletos, vasos de mbar y anteojos buenos y baratos, y puedo decir que corr las nueve partes del
mundo y aun quiz ms, y sta de Miranda me cae a trasmano, pero le tengo mucho amor a tu amo
don Merln; si non fuera por tu amo, estaba ahora paseando por Roma, o llegando a la China, o a La
Habana, donde tengo un medio cortejo.
No deshaca el seor Elimas el azcar en el caf, y despus de beber el lquido, lama a
cucharaditas aquel almbar que quedaba en el fondo del pocillo.
Tambin prosigui me gano algo de vida contando historias por las posadas, y ahora
mismo llevo un catlogo de siete muy preparadas, y todas tienen una punta de verdaderas. Te digo
que por mucho que saques de ti una historia, siempre pones cuatro o cinco hilos de verdad, que quiz
sin darte cuenta llevas en la memoria.
Esto es cierto dijo mi amo, que nos oa la conversacin. Y esta tarde podas adelantarnos
siquiera el asunto de alguna historia.
Plceme, mi seor respondi el algaribo, que trataba a mi amo con mucho respeto, y
puedo comenzar ahora mismo si el paje me trae, con licencia, otra tacita de caf.
Fui en un vuelo a buscarla, y sentados al abrigo de la higuera ramona, el seor Merln en su

mecedora, el algaribo en el suelo a su costumbre de morera, y yo a caballo de la rama grande,


comenz Elimas con sus historias. Pero antes bebi el caf, y lami el almbar demoradamente.

La baera y el demonio

sto pas, ahora va a hacer un ao, en el reame de Npoles, en una quinta que llaman
Prato Nuovo, y que es de una nipota del Gran Inquisidor [], y en esta historia se ve que
ni las grandezas humanas se libran del maligno. Pari esta seora nipota, que se llama doa
Eleonora[], un nio, y lo fueron a baar en aquella baera de cristal, que la estrenaban tal da. Y no
bien echaron al nio al agua, se disolvi en ella como si fuera de sal o de azcar. Todo fue un gran
grito de pasmo en la quinta, y nadie daba crdito a lo acontecido, pero lo que pas pas, y el niito
desapareciera. Hubo que echar aquella agua en el camposanto, y al botelln en que iba le hicieron un
entierro a ocho, con msica, responsos floreados y el Gran Inquisidor de capa magna. Hace quince
das pari de segundas la nipota, y como al que nace hay que baarlo, volvieron a poner la baera de
cristal, que es una obra antigua de mucho precio, en la cmara de la parida, y estaba el Gran
Inquisidor presente, y tambin el exorcista de Palermo, que es quien les quita el demonio del cuerpo a
los Borbones de Npoles cuando hace falta, que es casi siempre por aos bisiestos, y tambin estaba
todo el protomedicato de las Dos Sicilias, y ya iban a baar al recin, cuando se le pas a la madre
por la imaginacin que tena su seor to que bendecir la baera, y an el Gran Inquisidor no dijera:
In nomine Patris, ya se quebrara la baera en mil pedazos, y saliera de ella un mal olor a azufre, y
el exorcista de Palermo con el puo curvo de su paraguas tuvo tiempo de coger por el pescuezo al
demonio que hua, pero ste se le pudo escurrir, y se perdi por la chimenea. Se supo que la baera
fuera comprada en una abada muy conocida y de monjas, que llaman Fossano, y que era la baera
que tenan las abadesas para baarse por Pascua y por San Martn, y las monjas por San Pedro, y que
no era tal baera, sino un demonio que se troc en ella, para ver a su tiempo a las seoras monjas en
cueros vivos.

El heredero de la China

l heredero de la China, que es un mozalbete algo corto, se quera casar, y su padre,


contra costumbre, le dej escoger mujer. Amn de algo corto tena poca salud entonces,
pintaba flores y pjaros, y todas las noches, en su cmara del palacio de las Cien Veletas, soaba que
acariciaba limones redondos. Mand el heredero que de todo el Imperio le enviasen los retratos,
pintados en largas bandas de seda, de las ms hermosas doncellas, y se pasaba las maanas y las
tardes contemplndolos, y ninguno encontraba a su sabor, y por las noches segua soando que sus
manos se posaban en un cestillo de pluma, en el que alguien, en secreto, haba puesto dos limones
redondos Lleg un correo de la ms lejana de todas las provincias, y traa al seor prncipe
heredero setenta retratos, y todas las retratadas eran mocitas que sonrean, inclinando tmidamente las
gentiles cabecitas. Y desenrollando el volumen en que venan las muchachas retratadas, con su
nombre y su condicin estofada al margen, se encontr el prncipe delante de la gracia de una nia
que levant para l el rostro, abri los verdes ojos, y sus pestaas eran tan largas y negras como los
pelos del pincel con que se pinta la primera letra del nombre del Dragn. Ambos se miraron
largamente, y la mocita, volviendo a la quietud de la pintada seda, se ruboriz. Mand el prncipe
heredero, hace ahora once semanas, que se la trajeran, y cas con ella, y las bodas se hacen all con
una linterna de papel y estn los novios esperando a que se consuma la velita, y cuando la linterna se
apaga, la boda est hecha. Regal a la nia el heredero con dos sombrillas, un collar de perlas, un
caracol de plata y diez uas de oro, y cuando terminadas las reverencias se quedaron solos en la
cmara del palacio de las Cien Veletas, el prncipe le pregunt a la esposa por qu se pusiera
colorada en la tela pintada. Pues, dijo la recin casada, es que yo soy esos limones redondos que tus
manos acariciaban en la noche. Y el prncipe, que en tan poco tiempo ya engord cuatro libras
cantonesas, le cambi el nombre a su mujer, con consejo de los mandarines, y todos pusieron por
escritos en aquellas sus letras tan alineadas, que la seora princesa se llama El limn que sonre en
la noche.

El lobo que se ahorc

sta es una novedad que hubo en el Reino de Len el invierno pasado, a nueve leguas de
Astorga, en una robleda que llaman de Dueas, y ya andan coplas por Len y Palencia,
pero por esta banda todava no se propal. Y fue que se ahorc un lobo. La historia dice que un lobo

viejo, de los que por all llaman garlines, porque no dejan nunca la ronda de los lugares y aldeas y
destemen al hombre, haca muchos daos en los perros, y mat a un soldado y a una nia que llevaba
a pacer un burro, y a quien ms se tiraba era a las mozas, mxime si andaban de tiempo, con perdn,
y vena a aullarlas mismo al pie de las casas. El cura del lugar y un cazador muy famoso que le
llaman don Belians[], y es primo hermano del Arcipreste de los Vados, que me compra a m libros
que traten de plvora y todava el pasado ao le vend la Pirotecnia del seor Biringucho, armaron
una batida con los cuadrilleros de la Santa Hermandad y las escopetas maragatas del seor marqus
de Astorga, y dieron en el monte, puestos en l por un perro del seor Rey que le llaman
Segovia[], con el rastro del lobo, y lo siguieron da y noche por sierras bravas, y al amanecer lo
fueron a cercar en la robleda de Dueas. El mrito fue del Segovia, pero tambin de los hombres
que le dieron seguido el paso de la busca. Y don Belians se meti en la robleda con la espingarda
levantada, y fue quien vio, y aun no sali de tan grande pasmo, cmo un hombre desnudo se ahorcaba
en un roble, asegurando una cuerda en su cuello y en una rama, y dejndose despus caer, y al caer se
mudaba en lobo, en el lobo viejo de las desgracias. Y as se vino a saber que era un hombre-lobo
aquella temida bestia. Y el cura, que es hombre de bien y compasivo, lo mand enterrar y le rez un
paternster por si llegaba a tiempo, que nunca se sabe, y mientras iba rezando, el lobo iba tornndose
en hombre, y todos conocieron que era el seor Romualdo Nistal[], que tuviera tienda en Manzanal,
y era apreciado, que no robaba en el peso.
stas dijo el seor Elimas son las tres primeras historias, y acostumbro contarlas la
primera noche en la posada. Claro que las decoro un poco, saco las seas de la gente, pongo que
estaba presente un tal que era cojo, o que casara de segundas con una mujer sorda que tena capital, o
que tena un pleito por unas aguas, o cualquier otra nota. Y cuento de las villas, si son grandes, y
cuntas piaras y calles, y si hay buenas ferias, y cules las modas. Las historias, como las mujeres y
los guisados, precisan de adobo. De este Romualdo Nistal, pongo por caso, cuento la vida desde que
fue a servir al Rey, y de cmo lo enamoraba la mujer de un sargento de tambores, y cmo encontr
en la calle dos onzas de oro, que fue con lo que puso en Manzanal la tienda
A mi amo le gustaron mucho las historias de Elimas, comprle siete libros, lo propin, mand
darle un queso para el camino, y a m me dej seguirlo con el can Nores hasta Belvs, donde iba a
venderles a las condesitas una historia nueva, que leerla era la moda de Pars, y se intitulaba Pablo y
Virginia[].

7. El reloj de arena

staba yo jugando a los bolos con el hijo del Arnegueiro, y el padre, el seor Antn de la
Arnega, vena todos los aos por Santos a solar y zoquear a Miranda, y haca en una semana
cuantas zuecas y zuecos se precisaban en un ao en nuestra casa, y al pequeo, que era algo jorobeta
y se llamaba Florentino, lo traa para hacer la tinta y teir las zuecas, y la mayor parte del tiempo
andaba tras de m, y quera que le ensease los jilgueros que tena, jugase con l a los bolos, y le
contase historias; estaba, digo, jugando a los bolos con Florentino cuando se nos entr por puertas
don Felices[], cantor que fuera en la iglesia de Santiago, hombre de muchos misterios, y en lo
tocante a sus virtudes, caballero muy corts y afecto al aguardiente de Fortomarin. Vena en su mula
meiresa, con aquel su abierto y reposado montar, reclamando de mi amo la compostura de un reloj
de arena que en una bolsa de terciopelo negro, atada con rojo cordn, en su mano traa. Me acuerdo
como si lo estuviese viendo, de sus ojos chispos, vivos y habladores, de la acaballada nariz colorada,
de la boca de finos labios muy franca de corte, cuantims que era risuea, y de los largos brazos y las
grandes manos, que chocaban en hombre de tan pocas medras como aqul, que por ah se andara por
la talla de quintas.
ste que aqu ves me dijo el seor Merln mientras don Felices meta la mula en la cuadra,
que no me dejaba a m esa labor, que la bestia era dada a morder y espantadiza; este que aqu ves es
hombre muy sabio, y en echar las cartas la Salamanca de Galicia. Somos amigos hace muchos aos,
y pasmo haciendo memoria de las cosas que le vi adivinar, tanto por las cartas como por la harina,
que se llama esta adivinacin alfitomancia y es muy secreta, y sobre todo en lo que toca a tesoros
amonedados, gentes que van en Amrica, amores de viudas y muertes violentas. stas puedo decirte
que mismo las ve retratadas.
Lleg, pues, don Felices con su reloj de arena, que era una pieza muy requintada de arte toledano,
con dos culebras por asas, el cristal del vaso rosado, los pies cuatro cabecitas de angelitos, las
columnas semejando vias muy abundantes en racimos, y el todo lo coronaba un espejo como la ua
del meique, montado en una onza de oro del Rey don Carlos III. El arreglo que peda don Felices era
que al espejuelo se le volara el azogue cuando le estaba adivinando en la feria de Viana del Bollo la
querencia de una moza al seorito de Humoso.
La compostura no era agua de mayo, qu haca falta azogue italiano serenado, y ya metidos en
obras y gastos, convena cambiarle tambin la arena al reloj. No era cosa de dos ni de tres das, y en
los que pas don Felices con nosotros, almorzando siempre papas de avena y chanfaina asada, me

hice su amigo. Todo su fasto era de hebillas de plata: traa una en la cinta verde del sombrero, cuatro
por botones en la camisa, otras cuatro en el tabardo, dos en cada liga, y qu pantorrillas gordas
tena!, y en cada zapato la suya, y yo se las limpiaba cada maana con sal prestigiado, y por eso me
estaba muy agradecido. Lo ms del da lo daba por gastado don Felices en hablar con mi amo de De
mntica variationibus, del demonio que en alemn se titula Hornspiegel, que se traduce por
espejo del cuerno, y andaba en Sevilla haciendo piata entre las casadas; del gallo que en Soria[]
puso un huevo delante de notario, de cules eran las seales del Dies irae, de quin mat a Prim y
de cmo era la mquina del tren, y tambin de una consulta que traa y que tena revueltas las capillas
de las catedrales, de si los que tocan flauta, clarinete, oboe o fiscorno, no pueden, por el Derecho
cannico, y sta era sentencia del Cabildo de Tuy, comer guisantes y habas, comidas que engordan el
aliento y espesan el sonido de los instrumentos. Por la tarde suba don Felices a echar las cartas
delante de doa Ginebra, por saber qu fuera de toda la caballera de Bretaa, de si casara en su casa
doa Galiana, si apareciera el camino de Cavamn, cuntos hijos tendra el nieto de don Amads, si
estara o no lloviendo en La Habana, y si quedara o no preada del zar de Rusia la Bella Otero. Don
Felices gozaba sonsacndole nuevas a las cartas, y cuando cazaba una que sorprenda a doa Ginebra
o a mi amo, sonrea humildoso, diciendo como para s:
En un ao, esta noticia no viene en los papeles.
Tambin me ech a m las cartas una noche, tras la cena, primero de como dicen a capa suelta,
despus al torneo, y ms an, como llaman con el pao delante, que es el tal pao una estola de
cura, y he de decir que todo me adivin, hasta que yo andaba con las faldas de Manuelia de Carlos, y
que si segua trabajando all, para la Candelaria de tres aos a contar de sta, tendramos bautizo. Dijo
que como pintaba la cuerda de bastos comenzando por arriba, surga sola la sota de oros, y vena de
cabeza por entre caminos de espadas el cuatro de copas, cuatro copas al heredero, y la espada al
cintulero, primero y delantero, que era seguro que sera nio. Pasm contemplando las cuatro copas
coloradas, y aquel letrero que les pone don Heraclio en Vitoria y que dice Clase opaca. A su
tiempo, y porque quien terbeja terbeja, y yo le segua enseando a Manuelia a escupir huesos de
cerezas, dispensando, y en anocheciendo salamos por mayo a tornar de los nidos la comadreja,
naci Ramoncito. Muchas veces lo contempl cuando lo andaba acunando, y nunca pude dar en m
qu hilos iban y venan de aquel cuatro de copas, clase opaca, a aquella bulliciosa bollita de manteca.
Mucho saba don Felices!
Le arregl mi amo el reloj, y all se fue don Felices con su mula meiresa, y llevaba prisa por
llegar a ferias a Cacabelos, que quera cambiar la mula por otra ms mansa y mejor comedora.
Ramoncito va en el cielo, que a los cinco aos cumplidos por Candelaria, un martes de antruejo se lo
llev una calentura que le qued del sarampin. Ya estaba entonces casado con Manuelia, y vivamos
en Pacios, y yo era el barquero que llevaba la gente en barca desde la ribera de Trigas a la de
Mourenza.
Mucho sabe don Felices! le deca yo a mi amo, viniendo de despedir aquella Salamanca.
Todo lo que no se ve! me responda don Merln, mientras llevaba a la nariz, muy fino, con
las puntas de los dedos, una chispa de rap.

8. La soldadura de la princesita de plata

a verdad sea dicha, cre que traan a alguien a enterrar a Miranda. Y de entrada vena un flautista
todo vestido de negro, y en pos de l un monaguillo con incensario, y uno de a caballo que traa
cruz alzada, y vena todo l cubierto con una capa morada con capirote. Y cuando llegaron al
portaln se arrimaron a la pared del henar grande, y el flautista comenz un torneo muy triste con su
flauta y el monaguillo a incensar el aire, tras echar incienso en l vaso del incensario, y el montado
baj el capirote de la capa, y era tonsurado de menores, segn supe despus aclito mayor del seor
duque de Lancaster. Me dijo mi amo de abrir ambas puertas, y tambin l vistiera de morado, con la
media mitra que tena por ser profesado de las dos medicinas en Montpellier, y al cuello el babero
amarillo de la Facultad, y doa Ginebra estaba en el balcn principal, cubrindose con la sombrilla,
que el sol pega mucho all en las tardes de septiembre. Me doli el no estar avisado, y que me cogiera
la procesin con las zuecas viejas, con la blusa remendada y con el calzn de pao remontado. La
seora Marcelina y Manuelia vinieron y alfombraron de rosas, romero y espadaa el patio, y ellas
s que estaban de ropa nueva. Abiertas las puertas, entraron por ellas dos de espada al cinto muy
jinetes en bayos gemelos, y despus otro que no montaba en silla, que lo haca en albarda zamorana,
y eso que era caballero de mucho atavo, y sin duda el ms titulado de toda aquella romera, y este mi
seor delante de s llevaba sujeta a la albarda una caja de madera fina y lucida, con oros aplicados e
ilustre herradura. Y todos vestan de morado. Se apearon los de espada y tuvieron mano de la caja, y
tambin se ape el seor, que era un viejo patricio de hermosa barba y corpulento, y se dio en
abrazar con mi amo, quitndose el sombrero de doble ala, y volvindose para el balcn y hacindole
a doa Ginebra una grande y alabada cortesa. Y don Merln sac de su manga izquierda un
pergamino y se lo pas al caballero, y ste mand poner la caja a los pies de mi seor y maestro.
Subieron de nuevo todos a sus palafrenes, y el tonsurado iz a la grupa al monaguillo, y saludando a
doa Ginebra que segua en el balcn, y a mi don Merln, se fueron por el camino de Quintas al
galope. El flautista le vino a besar la mano a mi amo, y yo comprend que quedaba con nosotros, y
era un rapacete regordo y cachazudo, de rojo pelo, bigote espeso y rojo muy engomado, y lo que
ms llamaba de su retrato y apariencia, era la gran espada que llevaba colgada del cinto por dos
estribos, a la altura de las nalgas, tal que visto de cara le sala por un lado media vara de hierro con la
cazuela labrada de la empuadura, y por el otro dos varas de vaina colorada.
T, Felipe, aydale a meter a mestre Flute[] la caja en mi cmara de respeto, y vos, mestre
Flute, podis poner vuestra espada en el astillero, al lado de la lanza ma, que se ver muy honrada, si

es que queris entrar y salir por puertas en esta.


Yo me inclinaba a echar una risa, pero mi amo hablaba muy en serio. Era en verdad un cachazudo
aquel mestre Flute. Primero guard la flauta, desmontada y soplada, caos y palleta, en una bolsa de
bayeta azul, y luego desestrib la grande y temerosa espada, y me sigui a colgarla en el astillero, al
lado de la lanza de don Merln, de la escopeta Npoles[], de las pistolas francesas de camino y de
la espingarda, y sac del bolsillo del calzn un pauelo de hierbas y se enjug el sudor, le apur las
puntas al bigote, y le sacudi el polvo a la birreta, enderezndole la pluma de gallo blanco que luca,
y slo despus se encamin a hacer el mandado de portar la caja, y yo tras l, tomndolo por tan
mudo como boberas. Bien vea servidor que mi amo no se complaca con aquella calma, y segua
junto a la caja, solfeando el suelo con los pies y abanicndose con la media mitra de mdico. La caja
no pesaba ms all de veintids libras gallegas, o sanse veintitrs y media por la libra de Medina del
Campo, que es la que ponen ahora por medida en el pas los maragatos. Pusimos la caja encima de la
mesa, y el seor Merln encendi el quinqu, que a m mucho me gustaba, que en cada cara tena
sobre el cristal, labradas de latn pintado, escenas de las hazaas de don Quijote: los molinos de
viento, los forzados de la galera, los pellejos de vino y el len que iba para el Rey de Espaa. No me
cansaba de mirar para ellas cuando el quinqu estaba encendido.
Ahora me dijo mi amo muy serio, cierra con tres vueltas de llave el portaln y pasa el
hierro, dile a Jos que suelte los perros, y lleva a mestre Flute a la cocina y cenad, que ya son las
nueve, y que lo acuesten en el catre del desvn nuevo, y maana ser otro da.
Mestre Flute me sigui y no deca palabra, y en la cocina salud a las mujeres inclinando la
cabeza cuando stas le dieron las noches, y la seora Marcelina le puso delante, en la mesa del
escao, una enharinada con torreznos y una jarra de vino de San Fiz, y mestre Flute hablar no
hablara, pero traa la gambrina atrasada, que repiti de la farinada y aun cort en la carne, y media
oreja de cerdo gallego que estaba en la fuente la meti en el papo, y roa de prisa aquel ingls. Le dio
el ltimo tiento a la jarra, embuch igualito que haca mi amo, solt el cinto, se ech para atrs en el
escao, y dndome una grande palmetada en la espalda, que me hizo escupir media manzana que
estaba comiendo, dijo con una voz de maricuela que nos meti a los presentes en una gran risada:
Gracias sean dadas, que lleg la cena y apareci la posada! Quiquiriqu! les grit a los tres
capones que estaban engordando en las caponeras, y tambin l lloraba con la risa.
No os habl antes dijo, y ahora su voz sonaba a natural de tan embigotado como era,
porque tena la boca seca, o tambin porque se me olvidara vuestra lengua, o porque no me tratabais
de usted, o por daros que hablar, o por burlar un poco. Que vengo de muchos das de triste viaje,
dando el psame por los caminos, que ya no s si mi flauta se recordar de lo que es un baile, y todo
por causa de esta desgracia que pas en Marduffe, a treinta leguas de la Corte de Inglaterra. Hoy no
estoy todava para contar nada, pero maana, si Dios quiere, y mi Dios es igualmente el vuestro, os
he de poner en autos.
Dijo esto muy natural y sosegado y con respeto, y mientras se levantaba, y yo sala con l para
llevarlo al catre del desvn nuevo y decirle dnde estaba el retrete.
Siempre fui un apetecido de farinada con torreznos! dijo mestre Flute desde la puerta,
volvindose a sonrerle a la seora Marcelina.
Por la maana baj a hacer mis obligaciones, y todava roncaba mestre Flute muy acompasado.

Adivin pronto que mi amo no se acostara, que pasara la noche leyendo en el don Raimundo Lulio y
en el Comelius, y tena abierta en el atril la doctrina de don Gabir Arbigo [], donde habla del peso
de las partes del cuerpo en comparacin con los cuerpos simples, segn la tabla de micer
Dioscrides. Nombres y libros todos stos que a m mucho me gustaba sacar encima del celemn de
las conversaciones, y que me hacan pasar por literato. El seor Merln, amn de leer, tuviera el
horno encendido, que an quedaba el barrido de un brasero en la boca.
No barras y sintate me dijo el seor amo, y atiende, que estoy en un caso de muchas
albndigas, y quiero cumplir como debo con aquel noble anciano que me trajo en procesin esta
caja. En ella est, en cuarenta pedazos y el mayor como un dedal, una seora princesa de Inglaterra,
del ttulo del pazo de Marduffe, llamada doa Tear [], que quiere decir lgrima en nuestro hablar.
Y te digo yo que no es fcil la soldadura de estas princesas, y no s por dnde voy a principiar a
aadir las partes, si por la cabeza o por los pies, perdonando. La hicieron de plata, esta hermosa nia,
y por huesos iba envasada de cristal, y fue que la encontr el seor de Marduffe en un desmonte, y lo
enamor la gracia de aquella mueca, y pensaron todos que era de arte de cuerda, y llamaron al
relojero mayor de Suiza para revisarle la mquina, y don Omega[], que as se llama, fue a
Marduffe, y dijo que no tena ni cuerda, ni pelo ni segundero aquella mueca, y que no era cosa de
arte, sino nacida humana criatura. Pasm lord Sweet[], que era muy enamoradizo, y ya pas, en el
tiempo de un relmpago, a imaginar que era una princesa encantada, y que le haba de enamorar y
llevarla a casorio. Por consejo de don Omega llamaron a un mdico de San Andrs de
Edimburgo [], por nombre maese Hairy[], y es aquella escuela de medicina muy famosa, y
aprenden all los mdicos a recetar en latn por el Donatus, la anatoma por el seor Vesalius, los
purgantes por Paracelso, las dolencias venreas por don Fracastoro, y en lo que toca a las sangras y
a las sanguijuelas, siguen el parecer de Salerno, que postula ad majores y tambin secundum
libidine. Maese Hairy puso con mucho tiento la mueca en agua caliente, le verti en la boquita tres
gotas de ruda, y por un serpentn la aliment con un lectuario de diacitrn, y mand que la secaran
bien y la acostaran en una cama con dos canecos, y aguardaran una noche, y al amanecer que una
camarera la vistiese con ropa de seda blanca, y ya veran cmo tenan en el palacio, por lo
imaginativo y enamorado que andaba mylord Sweet, nueva princesa. Y que el verse as de plata
aquella mocilla era, y no encontraba otro texto maese Hairy para salir de dudas, que estando la madre
a parirla, vino un airado con espada o cuchillo de plata y le dio muerte en el instante en que librara, y
pas la ira del metal a la sangre, y se le mudaron las carnes a la recin. Quiz fuese el airado un
marido que despert cornudo, o un amante despechado, que ya sabemos por las historias, en lo que
toca a este ltimo caso, que el amor no se para en preadas. Dgalo si no Csar Augusto [], que cas
con la seora Livia cuando de cinco meses estaba preada de otro. Qu cosa es amor, que no sabe ni
cundo nace ni cundo muere?
Cerr mi amo el libro de don Gabir Arbigo, y era un gran tomo con hierros de llave, que
parecan sierpes entrelazadas. Tom rap, se son por dos veces, e iba a seguir con la historia cuando
pidi permiso para entrar mestre Flute, que llegaba con la flauta en la mano muy descansado.
Le estaba contando a mi paje dijo don Merln, cmo volvi a la vida en el palacio de
Marduffe mylady Sweet, que ahora est en esa caja esmigajada.
Fue todo dijo mestre Flute como tena avisado maese Hairy, y al amanecer estaba la

camarera ms vieja con la ropa blanca de seda, y visti la mueca, y sta pas del color de la plata al
color de la carne, y abri los ojos y comenz a hablar muy graciosa, y como tena hambre pidi
requesn y huevos hilados. Y sabido el suceso vinieron de la Corte, que est a treinta leguas
Windsor [] de Marduffe, los prncipes y ms de la mitad de los pares y seoras, y por la tarde, en el
saln de los espejos, yendo yo delante con mi flauta floreando una marcha de honra, entr lady Tear
del brazo de mylord Sweet, y nadie vio nunca cosa ms hermosa que aquella dulce nia. La Corte no
saba qu decir, y el seor duque de Lancaster preguntle a mylady si saba su estirpe y ella, con
aquel hablar sosegado y tan alegre que tena, que pareca mismo que te rozaba con plumas las orejas,
dijo que excepto de que vena de los reyes godos y era algo sobrina de Galvn Sin Tierra, y que
naciera en Pars por San Lucas, otra cosa no saba, aunque algo haca de memoria de haber pasado,
siendo nia, un verano en Roma, en un jardn que tena una fuente y dos limoneros. Y esta memoria,
mi seor Merln, fue la causa de esta desgracia, y el velo que descubri el pecado.
Mestre Flute llorique un poco, y el seor Merln le mand que bebiese un chiquito de tostado y
se consolase.
Consolar me consuelo, y aun vengo confesado en Santiago con el cannigo de lengua nglica.
Iba diciendo como pasm la Corte de aquel encanto, y los pares queran bailar todos con ella, y las
mujeres le tocaban el pelo y le preguntaban qu perfumes usaba, que tan suavemente olan frescas
rosas. Y lord Sweet de Marduffe se visti de capa bermeja, y anunci que iba a casar con lady Tear de
Gotia, de Sin Tierra, de Pars, del Jardn de Roma. Hubo enhorabuenas, y el duque de Gales quera
que la boda fuese en el palacio de Windsor, y que haba que presentarle la novia al Rey, y lord Sweet
no quiso, que la Graciosa Majestad est ciega, y haba de querer conocer a tiento si lady Tear era tan
hecha como decan y tena tantas dulzuras de presente. Ay si las tena!
Se consol por dos veces mestre Flute con el tostado que le serv, y que era un foro que le
pagaban a mi amo los sanjuanistas de Ribadavia. Afin la flauta, y silb una pieza muy gentil.
Esta danza hice por papel para el baile de las bodas de mis seores, y se llama swans pavane,
que quiere decir pavana de los cisnes, y ahora la baila toda Inglaterra, y la viuda del seor obispo
de Liverpool[], que cada ao pone en coplas el calendario, le hizo una letra muy sentida. Casaron
mis seores y estaban muy dichosos en Marduffe, y eran tan visitados de la grandeza que la casa
pareca un teatro, cuando una noche lleg un procurador de Calais de Francia, mosi Vermeil[]
llamado.
Viejo debe de ir-cort mi amo, que va para sesenta aos que lo conoc en Ran de
Normanda, y ya por entonces peinaba canas. Estaba all por mor de un pleito mayor con una sirena,
y l estaba de la parte de la anabolena, y vesta un gabn de pardomonte deslustrado por los
temporales. Es perito in utroque iurs, eso s, pero tambin en maas atravesadas.
Pues el mismo gabn de pardomonte gasta ahora, aunque lo luci con solapas de terciopelo de
astracn, y en tocante a los aos, tantos como vuesa merced le echa, no los da. Vena a Marduffe por
albacea de un testante que se deca padrino de mylady Tear, y que le dejaba en Roma el jardn donde
nuestra seora se criara, con aguas corrientes doce das cada mes, un escao en San Lorenzo
fueramuros y un lorito que deca Je suis le beau perroquet, y que estaba depositado en casa de un
familiar del Santo Oficio por sospechoso de hereja, y este familiar ya haba adelantado de alimentos
cuatro libras inglesas. Lord Sweet ley el codicilo, pas por los gastos, y all se fueron mylord y

mylady con el procurador a Roma, que se le antoj a la seora cortar por aquel mayo, que fue este
pasado, una rosa en el jardn de los juegos de su niez. Lord Sweet era de la Protesta Reformada,
pero lady Tear estaba bautizada, segn ella record y el testamento del padrino confirmaba, en la
Santa Iglesia Romana. En llegando al jardn vieron que estaba muy abandonado, los caos de las
fuentes tupidos, los fresales comidos de los caracoles, la parra sin esparaveles, derribada en el suelo,
y slo un rosal tena rosas, dos solamente, una blanca y otra colorada, y para eso en el tejado del
cenador. Quiso mylady subir a cortarlas, y el procurador Vermeil tena cuenta de la escalera de
mano; las cort mi seora y ya descenda, y para tenerse bien con ambas manos en la escalera puso
las rosas en la boca, cuando sali del cenador un hombre alto, vestido a la florentina, y la cara tapada,
que en el cenador deba de llevar dos horas escondido, y con triste voz le dijo a mi ama, que suspensa
quedara en lo alto de la escalera:
Yo bien saba, amiga ma querida, que habas de volver! Acurdate de que casados estamos y
cunto nos hemos amado!
Lord Sweet al or aquello requiri la espada, pero ms sbito fue el desconocido, que por
encima de mosi Vermeil, con su larga espada milanesa, a lord Sweet le rompi el corazn. Lady
Tear dio un gran grito, y cay privada en el suelo, donde fracas, migas de plata y vidrio que ahora
estn ah, en esa caja de mrito. El desconocido homicida huy, y al correr tocaba la campanilla que
llevan al cuello en Florencia los malatos, para que oyndola los transentes se separen. Nada pudo
averiguar la polica del Papa, a no ser que de hecho mi seora estaba casada, velada y consumada con
don Giovanni de Treviso [] dAragona, duque que fuera de las armadas del Papa, y de quien no se
volviera a saber desde un mes de otoo, en que sali de su casa, ofrecido a Nuestra Seora la que est
en Loreto. A lord Sweet lo metieron en un barril de almbar especiado, a lady Tear en esa caja, y
mosi Vermeil embarc en Genova con ambos cuerpos muertos, y tard siete das en llegar a Dover,
que lo dej delante de Lisboa un viento flaco. Y ahora, corriendo con los gastos el seor duque de
Lancaster, pone la Corte de Inglaterra en las manos del seor don Merln estos restos del que fue, y
no hablo por m, corazn enamorado al fin de quien tan gentil cantaba y bailaba al son de mi flauta
dichosa, sino por todos cuantos vieron amanecer aquella rosa; del que fue, digo, el espejo de toda la
hermosura de este mundo.
Sollozaba mestre Flute, y tambin a m me haca sollozar, dolorido tanto que me acerqu al ingls
y le puse la mano en el hombro, como amigo querido. Y llevando a los labios la flauta, toc mestre
Flute una triste serenata. Lgrimas como cerezas bajaban por sus gordas mejillas, y se detenan en los
rubios bigotes. Si la ocasin se hubiese presentado, no hubiese dejado mestre Flute de hacer cornudo
a lord Sweet, su amo. Creo yo.
El seor Merln se encerraba en el horno, y nada deca de cmo iba la soldadura, y ya iba pasada
una semana cuando me mand que llamase a mestre Flute, y con aquella gravedad y franqueza que mi
seor amo tena, le explic cmo no era fcil soldar aquella princesa.
Todo lo que pude soldar fueron los cinco dedos de la mano izquierda y la oreja derecha, pero
pasaran cien aos y no llegara recomponerla de todo, y en aquel jardn de Roma se debi perder
por lo menos la punta de la nariz y alguna luz de sus ojos. Vuelve a decirle estas novedades al seor
duque de Lancaster y a maese Hairy. Y hay, adems, en lo que a m toca, un caso de conciencia, y es
que yo tuve cartas ayer de don Giovanni de Treviso, que es verdad que est leproso y a la muerte, y

quiere que mande darle sagrado a la que fue su mujer legtima. Y en esto me pongo. Por quien ms lo
siento es por ti, amigo mo, que ya no volvers a tocar, para tan infeliz criatura, la pavana de los
cisnes.
Mestre Flute pas dos das llorando a escondidas, y al fin se march por el camino de Belvs, y
yo fui con l hasta la Colpilleira. Y hubo funcin de entierro en Quintas, y predic muy sensato el
exclaustrado [] de las Gos, poniendo muy aparentes las vanidades de este mundo, que la mujer
casada la pierna quebrada y en casa, y que los pastos de Moucn eran de la abada de Meira, y que ya
veran los que andaban a comprarlos desamortizados, que a algunos ya les ola la cabeza a plvora.
Era muy predicador aquel riojano!

9. El espejo del moro

l moro de quien hablo era moro si Dios los siembra y hace florecer en las huertas de este
mundo. Gastaba fez colorado, y traa en la nariz y en las orejas aros de plata, y era de semblante
serio, pequeo de cuerpo; las piernas, que algo se las disimulaban los zaragelles, muy torcidas, y si
bien era porfiador y avaro en el trato mercantil, era de conversacin larga y confiada, aunque las ms
de las cosas gustaba de contrtelas a excuso, como quien te prende pasndote el peso de un secreto.
Ya lo traa por nombre, que el de este mustaf lo era Alsir [], que en nuestra lengua se declara el
secreto. Era vendedor de caramitas o agujas de marear, prospectos de la figura cata, toda clase de
esencias y libros de historia, llevando siempre de stos, entre los ms conocidos, Bertoldo,
Bertoldino y Cacaseno, Genoveva de Brabante, Los amores de Galiana la Bella, y la Novela
del Pedo del Diablo, que escribi mosi Gui Tabarie. Pero por esta vez no vena como tal mercader
a Miranda, con salvoconducto de la Puerta cual sola, que vena por descifrar las visiones que
amanecan los sbados en un espejo que traa, y tambin inquirir el caso de un prncipe del Desierto
que intent envenenar a otro hacindole oler un pejigo. Envenenar no lo envenen, pero desde
entonces qued algo dbil el jeque Rufas[], y todas las noches soaba que le sacaban los ojos con la
punta de una espada, y despertaba a gritos, y ya tena entrado el miedo al cuerpo, y mora de pavor, y
con el miedo se hiciera cruel tirano y mandaba que le cortasen la cabeza a todo quisque que lo mirase
a hurto. Hasta el mdico ingls del jedive de Egipto fue a palparlo bien palpado, le oy el eco de la
frente con martillos de plata, lo sangr, le recet parches de sebo en las sienes, friegas con aceite de
nuez moscada, purgas de comino alterado, y baos fros en las partes pudendas, a poder ser con t de
Farkins, que es con lo que se sosiegan las solteronas en Inglaterra para poder asistir con algo de
sentimiento a los oficios de la Protesta. Pero este doctor Gallows[] nombrado no hizo huir el sueo
temeroso, y el seor Rufas va para loco de Conjo, y la conveniencia que hay en curarlo es grande,
que es el nico que entre todos los arbigos reyes sabe volar en la alfombra mgica y cundo se
capan los camellos de guerra, y es costumbre que pase estos secretos de la ciencia a la hora de la
muerte a su hijo ms joven, y si le viene la locura completa, seguro es que se le ir el saber de tal
viajar y tambin el de la castracin.
Todo esto lo fui sabiendo poco a poco, que como digo sidi Alsir gustaba de verter misterio
alrededor de sus historias, lo que le costaba trabajo, que l de suyo es muy parroquiano, salvo en los
cuartos. El espejo que traa era una piecita italiana, a las redondas de una cuarta, enmarcada en plata,
y un gancho que figuraba un perro, y era que el tal espejo fuera el cabo de un pndulo, como si el

relojero que lo hizo quisiera un espejo minutero para ver pasar la vagante procesin de las horas.
Digo yo Y el espejo lo compr Alsir en la feria de Tilsit[] a un judo jzaro, que tena all tienda
de menta piperita, aguas de soar y espuelas de fortuna, y yo por sidi Alsir y por el mago Elimas
Algaribo, supe de tal feria, que tiene por dos de Lyon[] y por cuatro de Monterroso, y es un gran
campo lleno de tiendas y hay familia de nueve naciones con derecho a poner en ella peso y
truchimn, findose el resto de los feriantes del peso y del escribano del margrave de Brandenburgo,
que tambin va ah como tendero, que solamente l en la feria aquella puede vender herraduras para
el mular y el caballar, teniendo licencias para el asnal los sacristanes de la Hueste Teutnica. Feria
sonada, digo, donde todo se compra y vende, aun lo que no se ve. Compr el espejo Alsir, y lo
vendi en Elsinor [] de Dania una condesita que vive en aquel castillo, y que se llama doa Ofelia.
Como llova, acordaron darle al moro posada en el castillo, que es una gran cerca de piedra sobre el
mar ruidoso, y el jardn est dentro por los vientos marinos, en un abovedado como una iglesia.
Dorma yo cont Alsir a mi seor Merln, bien descuidado y como dicen a pierna suelta,
que vena cansado de feriar en Tilsit, y hasta me durmiera alegre, medio ensoando brincos con doa
Ofelia, que es cuanto hay que ver en condesitas de quince, con aquella blanca garganta Dorma
cuando me despertaron grandes gritos, y me vino a llamar para delante de la seora condesa la su
ama mayor, que aunque vena media vestida, y con los hierros de rizar montados en los cuatro pelos
que le quedan, traa el pajecillo portacolas recogindole el entreds del camisn. Siempre hubo
mucha etiqueta en Elsinor. Me pasaron a la cmara de la condesita, que estaba en un repente de lloros
y suspiros, y el mdico del rey don Hamlet[] procuraba volverla en s hacindole beber una tila
anisada. Todos fueron contra m, ponindome de presente que le vendiera a la seorita un espejo
encantado, en el que se mostraron, cuando al acostarse se miraba alisndose el cabello, fantasmas de
las cuatro suertes, un demonio colgado de un peral, un caballo que saltaba desde las almenas al mar, y
ella misma, ahogada, ro abajo, y un martn pescador posado entre las dulces manzanas de su pecho.
Yo no saba del hechizo del espejo, y tanto repliqu que me creyeron, y devolv los cuartos y la
ganancia, y me ordenaron que a la maana pasara a audiencia con el coronado de Dania, este don
Hamlet de quien habl. No cerr ojo y lo ms de la noche lo pas mirndome en el espejo, y lo que vi
en l, pasando como una nube sobre mi rostro, fue un rebumbio de gente de colorado vestida, el
caballo blanco que se tiraba al mar, y a doa Ofelia ahogada, y una zarza que posaba en el agua se
prenda el vestido azul y haca virar el graciossimo cuerpo, y era ahora la cabecita la que rompa el
camino de las ondas, y la condesita llevaba abiertos los grandes y amigos ojos verdes. Viendo estaba
cuando dieron las doce en la torre de la ronda y todo se borr en el espejo, y qued solo, y muy
luciente, mi negro rostro a la luz de la vela Supe despus que las visiones del espejo eran por el
sbado, desde anochecida a las doce, y fueron muchas las cosas que pude ver, y alguna ya va
cumplida.
Call sidi Alsir como si se le posara en la imaginacin una sombra dolorosa, y mi amo, muy
serio, limpiando los anteojos con el forro de seda de su tabardo, dijo:
Este espejo que traes, amigo Alsir, me viene a ser tan conocido como mi sombrero, pues tuve
yo arte y parte en su fbrica, y fue encargo de la Seora de Venecia, que es el ms secreto gobierno
que tenga nacin alguna en el mundo, y descansa en la adivinacin del porvenir. Aconteci que en la
mixtura del soleo me pas un punto, y este condenado espejo, segn supe despus, comenz a

enhebrar con el verdadero futuro cosas que l mismo inventaba. Incluso gente invent el rebelde, y
los seores de Venecia andaban como locos buscando un asesino que solamente viva en la
imaginacin de este espejo, e inquiriendo muertes, embarques de especiera y naves turcas que l
inventaba, y tesoros ocultos y copas llenas de aguas resolutivas. Y yo, amigo Alsir, te lo voy a
comprar ahora por lo que por l pagaste en Tilsit, ms otro tanto de intereses, y lo he de romper en
mil trozos sin esperar a maana, que es sbado, para ver en su campo esa doa Ofelia ahogada que el
ro de Dinamarca se lleva al mar. Y quizs este retrato sea una de las pocas verdades que de algn
tiempo a esta parte cont mi espejo.
Levantse mi amo, fue al cajn de la mesa grande, cogi el saquito del oro, cont onza y media,
y fue dejndolos caer, los pesos contantes y sonantes, en el cuenco de las manos de sidi Alsir, quien
todava los volvi a contar antes de guardarlos en su faltriquera.
Pues vuestra seora manda, yo me conformo. Y algo de lo que trapaceaba este espejo ya lo
entendi don Hamlet cuando pas a su audiencia. Estaba el seor prncipe sentado, cual acostumbra,
en el silln de piedra que decora una sierpe labrada, acariciando una calavera, y me mand aposentar
a sus pies, y con la voz tan mirada y seora que tiene, me habl corts y me dijo que aquel espejo no
podra ser un avizor verdadero, ni era cosa de pasar por escribano todo lo que espejeaba.
Yo no lo quiero en mi Dinamarca me dijo, que bastante tengo con tentar el da presente,
sin meterme a sufrir por el futuro. De este vago sueo que llamamos vida, nadie tiene el hilo, Alsir. Y
en lo que respecta a doa Ofelia, no querra este espejo compararla con el rosal de la ribera, del
cual alguna rosa, un verano dichoso, ha de caer forzosamente a las ondas, que la llevarn
mansamente? Pon fuera de mi reino tu espejo, moro Alsir, y si alguna vez supieras que fue verdad lo
que viste en su azogue, mejor para ti ser que lo rompas contra una piedra del camino.
Esto me dijo, y dej el silln, recogiendo alrededor del brazo izquierdo la cola de su manto
negro, y posando la calavera en la ventana. El Rey me despidi, amistoso y triste.
Quebr el seor Merln en el mortero grande el espejo, mezcl los mil pedazos con sal y un ajo
castellano, y yo coc en el horno las arenas, segn su mandado. Y para curar al jeque Rufas hizo mi
amo un agua solemne y unas pldoras purgativas, y mucho le rog a sidi Alsir que le mandara
noticias de la salud del prncipe capador. El moro me agasaj con la Novela del Pedo del Diablo,
por lo bien que le mantuve la burra en que viajaba, y porque le cur a sta una verruga que tena en el
hocico.
No le quise contar a sidi Alsir me dijo mi amo as que se march el moro, que ya se haba
cumplido la muerte de doa Ofelia, quien jugando por la orilla a coger margaritas, cay al ro y se
ahog. Te digo, mi Felipe, que no queda rey en el mundo que tenga de qu estar ms triste que este
seor don Hamlet de Dinamarca.

10. La viga de oro

e acerc una maana el enano del castillo a hablar con mi amo muy en secreto, y yo bien vi que
vena caviloso y con novelas de mucho bulto, que no repar en aquellas sus monadas de
costumbre, de tenerme hacindole la reverencia en la portada, refirmarle el estribo y sacudirle el
polvo de los hombros con mi montera. Me ech el paraguas en las manos, salt de la yegua, y sin
llamar a la puerta del horno pas a conferencia con el seor patrn aquel confianzudo. Se tena por
muy seor el barrigolo, con aquello de que saba francs y adornaba su peinado con cintas de
colores. Me puse yo, despus de arrendar la yegua a la sombra, a montarle una badana nueva a la
muela pequea, donde afilbamos las navajas, y estaba probando cmo saliera el arreglo en mi
navajilla de Taramundi, cuando grit por m don Merln y all me fui a sus rdenes. Paseaba mi amo
muy severo por la cmara, y el enano estaba sentado en el arca, y era tan carriquillo, que siendo un
arca banquera, no llegaba con las puntas de los zuecos al suelo.
Amigo Felipe me dijo mi don Merln, en anocheciendo el da de hoy tienes que salir de
viaje, sin decir a nadie adonde vas ni a qu. Pondrs tu ropa mejor, y al cuello esta campanita de plata,
y en la mula de nuestra ama llevars el cesto grande de las manzanas, bien limpio, y le pones una
manta nueva por cama de fondo. Y te vas por el camino de Facios hasta la laguna, y en los peascos
de los Cabos posas el cesto en la hierba, la tapa levantada, y t te pones de espaldas al cesto, y ests
quieto y callado hasta que sientas un largo silbido, y entonces te vuelves y sin mirar para el cesto
dejas caer la tapa, pasando por la argolla de mimbre la clavija, y quiz te cueste subir el cesto a la
mula, pero ya te mandar fuerzas con una memoria ma. Y sin ms te vienes a medio trote para
Miranda.
Y si le sale al camino la otra familia? pregunt el enano, que yo bien vea que andaba
sobresaltado y con miedo.
Llevars me tranquiliz mi amo unas cajas de cerillas portuguesas, y si sientes que brincan
por los caminos unos perritos como ratones, avivas el trote y no pares de encender cerillas. Tambin
puedes gritar que bien les ves el rabo rizado.
!Mucho me gustaban a m estas encomiendas! Casi no almorc con el apuro, y todava no eran las
cinco cuando ya tena la mula en la era, el cesto con la manta de cama, y ya estaba vestido con mi
chaquetn y calzado con los zuecos solados de estreno, y para gastar el tiempo le hice al cesto una
clavija nueva, de boj, retorneada de ambas puntas. El enano del castillo, que andaba con su pamela y
su espadn muy fantasioso paseando por el patio, del portaln a la casa, quitaba del bolsillo del

chaleco el reloj, lo pona a la oreja, y me daba la hora. Estudia la clavija, y me mand hiciese la
maniobra de cerrar el cesto a ojos cerrados, y qued contento, tanto que me palme en la espalda y
me dijo que me encontraba un hombre hecho. Y tan pronto como se puso el sol por la banda de
Meira, sali mi amo al balcn y me mand que montase y partiese, y que estuviese a la letra a lo
ordenado, que bien segua l mi aventura con su pensamiento. Aun me re un algo al salir de casa, que
el enano tuvo que arrimar un canto para empinarse en el hierro del postigo y abrirme el portaln.
Tentado estuve de mandarle que me quitase la pamela, como yo le quitaba a l gorra o montera. Torc
por el camino viejo, y me fui entrenando en encender cerillas sin soltar el ramal ni perder paso, y le
hice trotar a la mula y con el trote brincaba la campanilla que llevaba al cuello, tal como si un
monaguillo loco corriese una funcin por las huertas en la noche que cerraba. Y cuando me di
cuenta, ya estaba en los Cabos, y levantando niebla de la laguna, toda la noche era una tiniebla. Hice
como se me mand, y slo me apart de lo dicho en que la mula estaba avisada y no sosegaba, y la
ama al peasco pequeo y le di una manzana, y poco a poco se fue quedando. Pocas cosas habr en
el mundo ms calladas que la laguna grande de Esmelle cuando no es tiempo de ranas. Ladraron los
perros del castillo, y yo segua con el odo el coro, que les respondieron los de Pacios, despus los
de Seixido, ms lejos los de Pineiro y los nuestros, y al final la perra del cazador de Belvs, y me
pareca, oyendo aquellos conocidos acentos, que tena presente compaa, cuando mismamente en la
punta de mis orejas surgi el silbido, tan cerca que sent la verga del aire en la nuca. Aguard un
avemara, me volv para donde estaba el cesto, y sin intentar siquiera mirar para l baj la tapa, pas
la clavija, y levant para la albarda el cesto tan fcilmente como si fuera una pluma. Sera la memoria
de ayuda que mand don Merln, por lo que se vio. Mont, y me alargu en un trote por la vega, y
como la mula de mi ama est acostumbrada a aquel paseo, iba graciosa y suelta por el camino de
Miranda. Los que el enano dijera, la otra familia, no salan a la jugada, pero yo, por s o por no,
encend dos cerillas, le hice deletrear vsperas a la campanilla, grit que vea rabos rizados, y llegu a
las puertas de Miranda con algo de miedo, que senta bullir y soplar en el cesto, y una conversacin
como cacareo de gallinas.
Estaba la portalada abierta, y Jos del Cairo, tambin de ropa nueva, tena encendido el farol de
vara con que don Merln y doa Ginebra van a la procesin de San Bartolo al Seixo, y la puerta del
horno estaba abierta de par en par y todas las luces encendidas, y el enano con la pamela en la mano,
y mi seor con el doble manto y el solideo de borla. Baj el cesto y acudi mi amo a levantarle la
tapa, y no bien lo hizo, brincaron fuera del mimbre seis hombrecillos de menos de cuarta leonesa,
muy vestidos de verde y colorado, con grandes sombreros, y todos, excepto uno, se arrodillaron
delante de don Merln, quitndose el chapeu, y el que permaneci de pie, se hizo una cortesa de
medio paso atrs, y dio las buenas noches, y su hablar era el cacareo que escuch viniendo de camino.
Hace muchos aos, seor prncipe dijo mi amo a aquel juguete con mucho respeto, que
nos vimos en Truro, cuando os educabais en aquella escolana, y vivais en la manga de mi primo el
seor sochantre, que santa gloria haya.
El titulado de prncipe hizo otra cortesa de medio paso, y sigui a don Merln a la cmara, y tras
l entraron los otros cinco dedales y el enano del castillo. Y en verdad yo estaba pasmado de la
tropilla que transportara. Y ni recordaba meter en la cuadra la mula, ni de soplar el farol de vara que
Jos del Cairo, porque saba que me gustaba la broma, me pona delante de las narices.

No saba salir del patio ni irme para el lecho, por ver en qu paraba aquella audiencia, y me sent
al pie de la higuera a encender las cerillas portuguesas que me quedaran; en esto estaba cuando sali
el enano del castillo a mandarme que trajera unas roscas y un sorbo de vino tostado, y con el pretexto
de servir me col en la cmara, y estaba la hueste menuda sentada en el arca, el seor prncipe en el
silln de mi amo, don Merln en la banqueta de renchido leyendo latines en un libro, y el enano tena
la palmatoria cabe el atril, y pasaba las hojas, subindose para dar la talla de quintas a una medida de
trigo. Lea mi amo muy entonado, como clrigo de epstola, y el prncipe estaba atento, como
sabedor de aquella ciencia, mientras los otros pequeajos de su familia roan sonoramente en las
roscas, tras remojarlas en el tostado.
Todo esto asienta don Cornelius Agripa dijo mi amo dejando la lectura y quitndose las
antiparras de concha. Y aunque yo sea de otra escuela, en lo que toca a este secreto voy a la letra
con l. La viga de oro, sobre la que se asienta el segundo arco de la tierra, se corresponde en el
hombre con los cuatro ltimos huesos de la rabadilla, y en las estrellas con lo que llaman el Tahal
los arbigos; y los cristianos decimos las Tres Maras. El segundo arco de la tierra tiene un apoyo en
Armagh de Irlanda, donde se abre el pozo de San Patricio, y el otro lo tiene en Roma, debajo de la
baslica de San Juan Laterano, y la dovela magistral, mismo a pique de la imperial ciudad de
Aquisgrn. As, pues, ese espesor de oro que encontrasteis ancheando un campo para mejor jugar a
los bolos, parte es de la viga de oro, y si os ponis a amonedarlo en vuestras cecas, seguro que en
dos o tres aos se viene abajo media Francia, y de las Flandes no quedar ni un surco. Y tengo para
mi que las onzas que troquelis no valdrn para ese retracto que pensis de la hija de doa
Carolina[].
Esa hija de doa Carolina cacare el prncipe, es nuestra reina y seora, y el pueblo
pigmeo est hurfano desde que parti a aprender el bordado y el dulce de almendra con la Delfina
de Tule[], y yo, su don Pars[], marido prometido, envejezco soltero. Y por correos que paran en
Londres en el patio de Escocia supimos que vive en una jaula de plata, disfrazada de paloma colipava,
a lo que graciosamente se presta, tan pequeita y donairosa que es. Y la Delfina de Tule, que es una
vieja tornadiza, dice que no la deja volver, rindose de sus soledades, si no hay previo pago de once
cosechas de los almendros de Palermo y de mil brazas de seda murciana, que tanto despilfarr la
prenda nuestra, puesta de aprendiza. Y nosotros pensbamos amonedar ese espesor de oro secreto, y
sta fue la causa de venir a consulta a Miranda, que no sabamos cul era la cifra real de Tule, y qu
armas ponen all en la cruz de las monedas.
Lgrimas le brotaban de los ojos a aquel don Pars prncipe, y los suyos al verlo llorar tambin
las vertan caudalosas, pero no por eso dejaban de mordisquear las roscas, que eran de Santa Clara,
baadas en almbar por mi ama doa Ginebra.
La cifra real de Tul explic don Merln, es un cuervo en una barquichuela, y las armas
son las lises de Francia, que llegaron a aquella familia a travs de una ta segunda que tuvo un hijo de
extranjs de un francs que naufrag en las costas de Tule, y era medio msico y planchador de
almidn en la corte de Versalles, y aquella ta segunda, lady Fog [], lo tom por punto fijo, y lo
titularon los de Tule por infante don Scarefly[], y es abuelo de la Delfina que ahora rige, miss
Spindle[] llamada. Y la moneda que corre en Tule no es de oro, que lo es de mbar electrn, y all el
oro es como por aqu el hierro y no ms, en lo tocante a estima. Que se lo diga a Vuestra Alteza el

enano de Belvs aqu presente, que fue de pincerna a Tule cuando all llevaron a la hija de doa
Carolina.
Enrojeci el enano y perdi toda arrogancia, y aun medio se escondi tras mi amo, y los que
estaban sentados en el arca al or aquel dato se pusieron de pie y echaron mano de las espaditas que
traan al cinto, pero el prncipe don Pars con mucha autoridad los soseg diciendo:
No tiene el enano culpa alguna en este caso, que por dineros hizo ese viaje, lo mismo que por
dineros nos sirvi de posta ahora, y como criado de la hija de doa Carolina fue presto y corts, que
s yo que a dos leguas de Londres, haciendo camino por el calor del da en que cay aquel ao el
verano en la Inglaterra, le compr de su bolsa a nuestra seora un tutti frutti.
Y en su habla, y muy orador, termin de apaciguar a su hueste. Llorando iba don Pars y llorando
iban los suyos cuando, amaneciendo, los volvimos al cesto de las manzanas con la misma ceremonia
con que los recibimos. Jos con el farol de vara, mi amo con el doble manto y el enano con la pamela
en la mano. Y fui a llevarlos a los Cabos, y ya sala a reposar el da sobre el mundo cuando los solt
en los peascos, y por una rajadura que tiene la roca grande, pasaron de este pas a los campos de
abajo. Me dio pena aquel don Pars enamorado, con su bigotillo y los ojos francos que tena, y si la
doa cautiva era del tamao de paloma colipava que decan, ciertamente que haran una feliz pareja.
Cuando volv a Miranda estaba esperndome mi amo en la portalada.
Si les da por ponerse a amonedar la viga de oro a estos inquilinos de la sotierra me dijo
ayudndome a meter la mula, tengo para m que la quebradura del mundo llegaba de Cambray a
Mondoedo.
Y qu era ese cuento de la otra familia? pregunt.
El reino de abajo, Felipe mo, est tan en parcelas como el reino de arriba, y estos que hoy
vinieron a nosotros son de nacin cristiana, parientes de los caldeos, y no tienen otra labor, desde que
fueron puestos en lo ms profundo, que buscar la serpiente Smars[], cuyos huevos, grandes como
tu cabeza, con perdn, guardan una esencia que filtrada con cresta de gallo, a los que de ella beban,
har crecer, y este pueblo de granos de mijo en el abierto mundo se pondr como pueblo de gigantes.
Y tanto hocicaron la tierra y tantas vueltas les dieron a sus covachuelas, que fueron a encontrar,
celebrando una feria secreta al pueblo de los corantines[], guardadores de tesoro, que se disfrazan
de canecillos poniendo un rabo rizado, como de perro de pintura flamenca, en la birreta. Y los
caldeos los burlaron, y as naci discordia entre ambas partidas, y ahora, cuando los corantines
adivinan que un caldeo sale a la flor del mundo, asoman tambin ellos, y con engaos que hacen les
equivocan el camino y los desmemorian de los mandados que llevan, y solamente campanillas, luces
y mentarles el rabo rizado, hace que esos tercos se contengan. Y ahora que vas tan ilustrado que
podras examinarte de geografa secreta en Sagres, mejor es que te acuestes y duermas, que maana
ser otro da, y habr visita de mrito.

11. La sirena griega

uando despert ya le sobraba algo a las doce, y ya tena en la mesa servida la parva, y era muy
de mi gusto aquel caldo de calabazo dulce que hacia la seora Marcelina por tiempo de otoo;
tanto me gustaba, que acostumbraba repetir. Pas una hora en la cocina contndoles la historia de don
Pars y la cautiva de Tule a la gente de casa, y an seguira otra en tal comento si no gritara por m el
seor amo; cuanto ms que estaba a mi lado pelando castaas la mi Manuela[], y pareca que me
despertaba los prrafos con el dulce y sorprendido mirar que en m posaba; estampa de mirlo deba
de componer yo, tal cuando el avecilla canora enamora a la hembra con el atavo de su canto Acud
al mando, y estaba don Merln con Jos del Cairo poniendo en medio y medio de la cmara la tina
grande de la colada, que era la mitad de un bocoy valdorrano de doce cntaras, y viniera a echar una
mano la costurera de Fados, que se puso a colgarle a la tina una falda de pliegues, de una tela muy
lucida y floreada en verde y en rosa. Baj mi ama doa Ginebra a mirar aquella funcin, y cuando
Jos del Cairo y servidor dimos mediada de agua la tina, la seora verti a ella un pomito de perfume
que yo tuve por canela. Don Merln estaba alegre y risueo, ech nmeros en el encerado, y le dijo a
doa Ginebra, que tambin sonrea:
Si no engord ms de dos libras, tiene la tina el agua justa para que no vierta ni una cucharada.
Supe en seguida, y no hubo otra conversacin en Miranda aquella tarde, que esperbamos una
sirena griega, de nombre doa Teodora, a quien le muriera un vizconde portugus que tena por
amigo, y con el dolor quera pasarse a un monasterio que estas fminas tienen sumergido en la
laguna de Lucerna, y vena para que mi amo le echase las proclamas en el Tribunal de la Fuente
Matilde de la ciudad de Ran, que es el que rige en los pleitos de estas anabolenas, y le tiese las
escamas de la cola de luto doble.
No le eche su merced luto perpetuo dijo doa Ginebra a mi amo, que cualquier da se da
por arrepentida y cata en Lucerna mismo nuevo enamorado.
En esto estoy respondi don Merln, que no es fcil que stas pierdan el puteo, aunque
figuren de conversas. Una conoc que se quera envenenar porque tambin se le muriera el amigo,
tiple segundo que fuera en la Capilla Romana, y la doa sirena deca que no podra vivir sin aquel
do que hacan, y los tallarines que su hombre le cocinaba los domingos. Me mand recado escrito
pidindome un jarabe resolutivo, y cuando le mand decir que no, ya estaba amancebada con el
ayudante de marina de Honfleur, quien le puso una cetrea, y de entonces a estas vsperas ya mud
ms de cuatro capataces, y todos con cama deshecha, perdonando. Aun me quiso trasegar a m en un

verano en que fui al arenal de Calais a tomar un pediluvio!


Se rieron mi amo y doa Ginebra, y todos hicimos coro, y la seora ama mand a Marcelina que
tuviese la merluza a enfriar en la calera del pozo. Toda la familia de Miranda, creo yo, estaba con el
inquieto alborozo de tanta novedad.
La comitiva lleg de anochecida, y venan todos en grandes mulas, la sirena de triste viuda con
largos velos, y dos jinetes ms, que supe eran herederos y parientes del portugus, y un paje que por
ah tendra catorce aos, y se vena cabalgando a la grupa en la mula de la sirena, con gran paraguas
abierto, tomndole a la dolorida seora la lluvia. Tom Jos del Cairo a la doa Teodora en sus
brazos, y la pas a la cmara, y sentla en el silln de mi amo, mientras el seor Almeida[]
portugus, que era un hombre muy alto y de grandes y espesos bigotes negros, saludaba a doa
Ginebra y a don Merln, y peda perdn por el retraso, motivado porque viniendo desde Braga[] en
tres jornadas tuvieron que poner en el Mio a remojo, por ms de dos horas, a la gentil Teodora.
sta, muy sentada en el silln, quit los velos de psame, ayudada por la costurera de Pacios, y os
digo que amaneci, si el Seor manda rosas, la ms hermosa del mundo, y los ojos en ella, dos gotas
de verde roco. Y al repantigarse en el silln, qued a la vista, bajo la larga falda, la punta de su cola:
una media luna rosa. Si digo que pasm, an no digo todo del asombro en que me hallaba.
Seora doa Teodora le dijo mi amo muy corts, ya estis en vuestra casa de Miranda,
donde todos sentimos que os hubiese muerto amor tan fiel como tenais en las arenas de don
Portugal. sta que aqu veis es nuestra ama doa Ginebra, princesa de Bretaa, stos son mis
familiares, y ste es mi paje Felipe, que os lo pongo de pasamano para cualquier recado. Y esta tina
perfumada es vuestro lecho, y ahora me pongo a despacharos las proclamas que queris, y la tinta
est hecha para poner vuestra cola de luto doble.
Oyerais la voz con que aquella hermossima seora hablando ya cantaba! Hay pjaros que tienen
el canto misterioso, pero no hay comparacin que valga. Quin la oyere por las maanas en vez de
la alondra!
Ya os veo a todos doloridos por el bien que perd, y en verdad que no hay amor como el de un
portugus! Mi doa Ginebra, seora ma, vuestras manos beso, y vuestra seora, don Merln, saludo,
y a toda esta familia, y al paje de pasamano que me ponis. Y es mucha, en verdad, la prisa que traigo,
que el da de San Lucas quiero estar a la puerta del monasterio de Lucerna con el cabello cortado.
Y al decir esto pas ambas manos por el dorado y largo pelo, y fue como pasar el arco del violn
por las cuatro cuerdas bien afinadas.
Pues traa tanta prisa, pasaron los dos caballeros portugueses a cenar a la mesa de doa Ginebra,
y su paje y yo quedamos de antecmara, mientras mi amo daba los ltimos toques a los preparativos
del teido. Dijo doa Teodora que de cena no quera ms que un poco de merluza cruda por lo
abierto, y de postre una cucharada de sal y un vasito de licor caf, y yo y su paje, que se llamaba
Tefilos, y tambin era griego, la servimos en bandeja de plata, y ella, de cada y cuando, me sonrea
de tan dulce modo que me apretaba el corazn. Y cuando acab de cenar sugiri que quizs estuviera
ms sosegada en la tina, y yo no saba para dnde mirar cuando se quit la larga falda y la ceida
blusa, y apareci doa sirena tal y como vienen estos hermosos engaos en las historias. Adems,
que fue la primera mujer que yo vi desnuda, y aunque no quera, mis ojos se iban a aquellos pechos
blancos y tan felices, a su alegre botoncito rosa y a las venillas azules que los surcaban. Tefilos ya

deba de estar acostumbrado, pero para m aquello era una fiesta entre alegre y temerosa. Y an tuve
que acercarme, e imitando a Tefilos, prestarme a que nos pasase sus brazos por los hombros, e hizo
una gracia con la larga cola brillante para entrar en la tina a descansar. Siempre que de este paso me
recuerdo, me parece que me acaricia el cuerpo aquel suave calor que ella prestaba. Y fue bueno y
decente, digo yo, que una vez en la tina, se pusiese una pelerina de astracn que tapase tanta galanura.
Lleg mi amo con los escritos preparados, que eran un bando al Tribunal de la Puente Matilde,
una restitucin a los sobrinos de un boticario de Gnova, y una profesin de fe cristiana, y slo
faltaba la firma de doa Teodora, que la ech muy rasgueada, y aadi en latn lo que el seor Merln
le recit.
Todas las sirenas dijo sonriendo a mi amo tenemos la misma letra, porque todas
aprendemos en la escuela de las planas de Iturzaeta.
Y como llegase la hora del teido, le pasamos a doa Teodora para dentro de la tina una banqueta,
de modo que, sentndose en ella el agua le cubriese solamente la cola colorada, y andando en estos
adobos me fij, tanto por pecador como por curioso, y vi que doa Teodora no tena ombligo. Don
Merln responso y amonest al agua, en lengua de la que no entend verbo, y seguidamente verti
polvo de oro sulfatado, cuatro mezclas de corteza de nogal, extracto campeche y crmor trtaro, y
con la varita de plata bati durante una hora, y pasada sta, echando una puada de sal, dio el teido
por rematado.
Quedar le advirti a doa Teodora un negro brillante que llaman en Italia cuervo de
Npoles, y en el bordillo de cada escama, un hilo de oro lucido. Desde que muri don Amads, y se
puso de luto perpetuo doa Oriana, no se vio psame de tanto respeto en el mundo. Ahora conviene
que pasis toda la noche en el tinte, y a la maanita podis partir, camino de la noble ciudad de
Lucerna.
Mand doa Teodora a Tefilos que le diese a mi amo una bolsa que con sonante dinero traa.
Ya s que no pago tantos favores como se me hicieron en esta casa, pero en la bolsa va, en
florines torneados, cuanto dinero me queda de la fortuna antigua, no ganada por la gracia de este
cuerpo fcil, sino herencia de una prima ma, nipota que fue de un cardenal de Roma, y de la que
habris odo hablar, porque su to le concedi el monopolio de las aguas tiberinas.
Agradeci mi amo el regalo, Tefilos se tumb en el arca a echar una sonata, y don Merln y yo
nos fuimos a nuestros lechos, tras hacer una gran reverencia a la famosa sirena. Y mentira si dijese
que pude dormir aquella noche con aquella fiebre continua e inquieta que se me puso en el cuerpo: un
sentir loco que me mordi muchos das, y aun ahora que viejo voy, por veces me distrae, y me
vuelvo porque me parece que escucho en el agua que pasa aquel manso decir cantor que ella tena, y
medio en verso, y a m mismo, loco, burlndome, en la ocasin me pregunto: qu me quieres,
Amor?
Todava no amaneciera cuando ya estaba yo dispuesto, y con la montera nueva, y la doa Teodora
vestida, pero se pusiera una falda abierta de pao merino que dejaba ver desde la cintura a la meda
luna final la graciosa cola de luto doble teida, y cual mi amo dijera, bordeaba las escamas un hilo de
oro lucido que muy bien le sentaba. Y el seor Almeida y la excelencia Novas[] ya montaran, y Jos
del Cairo y mi amo ayudaron a asentar a doa Teodora en su mula, y le pasaron una manta
envolvindole la cola, y subi a la grupa Tefilos con el paraguas, que segua lloviendo. Los

portugueses gastaron las slitas lusitanas cortesas, doa Teodora volvi a cantar las gracias y la
triste despedida, y al balcn sali la seora doa Ginebra a decir adioses con un pauelo bordado. Mi
amo se dio cuenta, cuando se fueron, que yo quedaba con algo de pesadumbre, y que algn hilo del
engao de la sirena me cea el cuello.
Sosiega, sosiega, mi Felipe me dijo palmendome en la espalda. No se cogen truchas a
bragas enjutas, y estas brevas de mrito, qu le van a pedir a un galn como t ms que la vida? No
quera yo verte comido de los peces en una playa de la Arosa.
Adems aadi Jos del Cairo, que siempre hablaba sabidor y sentencioso; adems que
por la cola repolluda que tiene, de ser mujer como las otras, seguro que tendra las piernas gordas.
Dijo, y escupi, como asqueando. Y yo romp a llorar.

12. El viaje a Pacios

ispuso mi amo de ir a Pacios, que se quedara en aquella posada encamado un amigo suyo que
venia hacerle visita, y era un don suizo tratante en bolas de nieve, que muy hermosas las traa
en la maleta, como se ver. Y fue la cosa que lo tom un trasudor viniendo de camino, y pens que un
ponche doble de ron lo pondra nuevo como de troquel, pero le continuaba la fiebre alterada y ya
llevaba una semana en el lecho. Me pregunt don Merln si viera alguna vez bolas de nieve o pases
de cuadro en que nevase, y yo le dije que no, que solamente viera la nieve en el campo, a no ser en el
Teatro Ideal del Valenciano, en el San Froilan[] de Lugo, en el que imitaban la nieve con harina
cuando aullaban los lobos a la puerta del hidalgo don Cruces, que mora con espasmos en el medio y
medio de la funcin, y hasta el final no se saba que lo envenenara una sobrina carnal.
Pues entonces me dijo don Merln, te voy a hacer el regalo de este viaje a Pacios, y ya le
dir a mosi Simplom[] que te ensee todo su escaparate.
Por el camino, mi seor muy jinete y yo tres pasos delante como est mandado, me fue contando
mi amo que aquel mosi Simplom fuera relojero de cmara de los seores duques de Saboya, y que
se hicieran amigos cuando don Merln estuvo en Turn para desencantar al duque Filiberto el Viejo,
que se le metiera a Su Serensima en el cuerpo un diablo tejedor, que de da y de noche estaba al telar,
y el duque no haca ms que escupir y cagar retales de colores que el daino teja en los aposentos de
su vientre. El demonio lo echaron, pero el seor de Saboya qued muy blando de la operacin, y al
poco tiempo le vino un parals y muri, y al duque nuevo no le gustaba el arte de relojera, que todo
el tiempo suyo le pareca poco para jugar a cartas, y licenci a mosi Simplom despus de ganarle
las ltimas pagas y un legado del duque Filiberto, que era una via y un molino de viento en
Alessandria della Palla, a un juego que le llaman juleppe a carr, y todos en la corte supieron que
el suizo Simplom jug a la fuerza aquel envite, que no era nada amigo del naipe. Viejo y sin dineros,
mosi Simplom se dedic a hacer bolas de nieve con aparatos de resorte, e iba ahora camino de
Portugal a venderle una docena al mitrado de Lamego, que enloqueca por ellas, tanto que una que
tena, comprada en Roma, y que representaba el nacimiento de Beln, la mostraba en el plpito a los
feligreses, que lloraban viendo nevar espeso y al Nio desnudo en el pesebre.
En estas conversaciones bamos cuando llegamos al ro, y yo lo pas a brincos por los pasos de
piedra, que son diecisiete, y mi amo trotando por el vado, y levantaba nuestro Lucero [] espumas mil
con el suelto braceo que gastaba. Toda la ribera aqulla es una pomarada, y la vallina un pradero.
An no eran las once y ya estbamos en Pacios, entrando por puertas de la posada del Liao [], que

tiene un parral que coge todo el balcn de la solana. Sali el husped a saludar a m amo con mucha
amistad, y preguntando don Merln por el enfermo, respondi el Liao que no lo vea bien, que la
fiebre, segn el curandero de Arnois, se corriera a los pulsos, que ya no concordaban, y la tercera
sangra lo dejara en un desmayo del que estaba volviendo poco a poco con ayuda de un caldo con
jerez. El Liao era un hombre feo, gordo si los hay, con bigote a lo kaiser, que en verdad lo llevaba
para echarse de serio, siendo como era el hombre ms burlador y risueo del mundo. Cuando tena
dos copas de ms, se pona a imitar al maragato del mesn y la gente se revolcaba de risa. Nos hizo
subir al cuarto de mosi Simplom, que estaba el suizo poco menos que dando las boqueadas, sudando
bajo nueve mantas, y fuera de las sbanas slo asomaba la afilada nariz, y medio tapaba la calva con
una media blanca rayada de azul, que muy gracioso gorro resultaba. Mi amo se acerc a la cama,
busc bajo la ropa una mano del suizo, y le ech un bonjour! muy pronunciado y un qu nuevas
tenemos?, y el enfermo tard un minuto en abrir un ojo, se fij en mi seor, y con voz que ya iba a
buscar el aire a las alamedas del otro mundo, respondi:
Ay Merln, Merln, de sta la cagamos!
Se puso mi amo, como mdico titulado, a palparlo, y le tom la fiebre con la piedra serpentina, le
hizo echar la lengua, le verti una gota de agua de vsperas en el odo derecho, y le sigui ambos
pulsos por un rato, y despus de pensarlo por ms de un cuarto de hora, parecime, por el semblante
que puso, que daba por hallada la almendra de aquel mal.
Toda esta dolencia declar, viene de que se le pasaron a los humores los puntos de
hervidura, que fue fiebre memorial la que tuvo, y ahora no es fcil ponerle estables y a nivel los
lquidos interiores. Los humores estn en el cuerpo por capas, a semejanza de las magras en el
tocino, o el aceite y el agua en el vaso de la lamparilla. Y sucede que si se alternan o mezclan,
amolecen las interioridades. Y an es ms a contrapelo este caso, porque este mosi Simplom fue
hombre muy sbito en pecar contra el sexto, y es escaso el vino que guarda en el pellejo.
Traa mi amo la bolsa de las medicinas, y prepar un papel de espritu de sen y un vino purgante
segn Le Roy, y encarg a la botica de Meira por el sobrino del Liao [] una triaca prepsita y
pldoras de miel sedativa, y confi que con aquellos especficos y el licor de quina que ya vena
ingiriendo se le echaba al enfermo la mano que requera.
Con todos estos gastos corro dijo don Merln al Liao, que este seor suizo es mi amigo
querido.
Con el espritu de sen, y quiz tambin con la caricia de las palabras amigas de mi amo, se
recobr un poco el suizo, mostr la perilla cana por el embozo y habl algo en francs con don
Merln, y va mi amo y abri el bal herrado que estaba a los pies de la cama, y tena la llave puesta, y
empez a sacar de l, envueltas en paos de colores, las bolas de nieve. Qu fiesta, mis amigos! El
Liao mand llamar a la mujer y a la hija y al sobrino pequeo, y con stos vinieron los hijos del
herrero, y el herrero luego y la mujer [], que era, por detrs de la iglesia, hija del seorito antiguo
de Humoso. Y yo, cada bola que iba destapando mi amo, saliendo al pasillo la mostraba a toda
aquella familia, que se sentara en las escaleras del desvn para asistir a la funcin. Y la primera bola
era un suizo del Papa que estaba de centinela con su alabarda alzada, y daba dos pasitos de ronda y
media vuelta, y de pronto comenzaba a nevar, y el guarda coloreado se meta en su garita. La segunda
era una pastora que estaba con sus ovejitas en un campo, y era bola de msica, pareciendo que

cantaba y bailaba la pastora, y al echarse la nieve, la pastora abra el paraguas y las ovejas se
acurrucaban junto a ella. Otra haba, que mucho me gust, que era un caballero de sombrero
enamorando al pie de una ventana a una dama de alto copete, y nevaba, y la nieve cubra al caballero,
y entonces sala a la puerta del palacio una criada con una escoba, y le barra la nieve al galn.
Tambin tena msica, y dijo mi amo que se llamaba La viuda alegre. El seor Merln me deca el
asunto, y yo se lo fabulaba al pblico. Otra haba que era uno de a caballo, y nevaba, y el caballo, un
bayoncillo muy hermoso, braceaba en la nieve. Todo el arte de caer y volar la nieve estaba en un
volante, y se le daba cuerda a las bolas como a relojes. Otra mostr que era un guitarrista dando
serenata, y otra un ermitao que apartaba con su cayado la nieve y brotaban del suelo flores
coloradas, y dijo mi amo que mismamente el retrato de San Goar Alpino. Y vimos la bola del
cazador de jabales, y la del peregrino a quien sigue un lobo, la nevada de Pars del ao 1861, y una
italiana con sombrilla que sala de paseo y comenzaba a nevar y se meta en casa y entonces
escampaba, y tambin la nevada en el entierro del emperador de Austria, que se le llenaba de nieve la
mitra del arzobispo, y finalmente otra, con una msica valseada, que encerraba una francesa que
cuando ms nevaba, sala a la puerta de su casa y levantaba la falda enseando una pierna muy bonita,
con media negra y liga colorada. Y estbamos esperando a que rematase la cuerda de esta bola,
cuando mosi Simpln, como saliendo de un sueo, dijo, medio ronqueando:
Si muero fuera de mi casa, sois testigos de que quiero que me entierren con ese juguete en las
manos, y apretndole la cebolla de abajo tiene cuerda para siete das.
Mi amo le reconvino que pensase en otras cosas, que an se iba a rer una hora mostrndosela al
seor obispo de Lamego []. Y que si tocaban a morir, mejor que guiarle un ojo a un pernil francs
era ponerse a echar las cuentas del alma. Lleg de Meira el sobrino del Liao con la triaca prepsita
y las pldoras de miel sedativa, y medico el seor Merln al suizo, y lo dejamos en una siestecita
mientras comamos. Y cuando terminamos el yantar, y hubo tanta familia para ver enjaguar la boca a
mi amo y lavarle yo las manos como para ver las bolas de nieve, subimos a junto del suizo, y ya
estaba despierto, los ojos vivaces, y se entretena en peinarse la perilla.
Parceme, mi seor mago, que voy curado le dijo a mi amo.
Tambin yo estoy en ello, y no es milagro, que la triaca prepsita est en tal virtud, que o lo
lleva a uno de una vez de las apariencias de este mundo, o sana el enfermo de contado. Y demos
gracias al Seor por haber llegado a tiempo.
Todo esto y otras razones en francesa habla le puso mi amo al suizo, y le adelant, segn supe,
una onza para seguir camino, y el mosi Simplom agasaj al seor Merln con una bola de nieve; mi
don amo me mand escoger, y yo puse de preferida la de caballero pasando el monte, por lo mucho
que me gustara el bayo, y la msica de cascabeles que tena la bola en la caja de pie. Y como
anochece fcilmente en otoo, determin el seor Merln regresar a Miranda, pasando el Pontigo de
da, que entre San Lucas y Santos ya alla el lobo en aquellas cavadas, y me mand montar tras l, a
mujeriegas. Trotamos tan vivo que pareca que se alargaba la tarde.
Parecemos dijo mi amo el abad viejo de Meira[] cuando iba a escriturar foros a Lugo,
que siempre llevaba un lego joven detrs, como t a mujeriegas, para que no mostrase las canillas.
An no era noche cuando pasamos junto a la rectoral de Seixo, pero ya estaban encendidas y
amigas, a lo lejos, las luces de nuestra casa de Miranda.

Poner en formado el censo de la familia que pas por Miranda procurando la ciencia del seor
Merln, digo yo que tal sera contar, en una maanita, las arenas del mar. No me puse yo a tal guisado,
sino al placer de memorar mis eras alegres, cuando este cuerpo flaco era vaso de la confiada
mocedad. Miranda para m, y todo lo que por aquella portalada iba y vena, ms que una memoria
pasada, es un huevo de Pascua o una bola de nieve con resorte, como las que mosi Simplom llevaba
de oferta al seor obispo de Lamego. Los das pasados, las nubes que los cubren, los varios
pensamientos que me traen y llevan, y la vida que encuentro posada en m, bien pudiera compararla
con la nieve que mansamente cae, y ponindose por alfombra de este mundo cubre labrados y
caminos, prados y eras, y del rostro de la tierra nuestra hace una enorme llanura igual. Pero, por
veces, brinca el solcillo radiante de un recuerdo de juventud, y en algn lugar derrite la nieve, y es
como si en la soledad del mundo un pasajero desconocido encendiese una pequea hoguera, y vas t
y por una hora te calientas al amor de ella. Memorias, memorias, memorias!

Libro segundo

A QUEL CAMINO ERA UN VIEJO MENDIGO

Nota preliminar

os caminos son semejantes a surcos, y as como las eras dan el pan, los caminos dan las gentes,
las posadas, las lenguas y los pases. Se sienta uno a cosechar a orillas del camino, o viaja por
l. Este camino del que hoy cuento se me aparece como un viejo mendigo, aunque cada pasajero que
lo pise lo renueva, y suscite en la rota y polvorienta va la mocedad primera. Desde Miranda yo veo
un trozo del camino francs buscar el vado del ancho ro. Desciende de una colina coronada de
castaos, y se apresura por una vega de centeno florido y maizales nacientes hacia la ribera, una
larga procesin de familias amigas de las aguas: sauces, lamos, chopos, en los que cuando cesa de
cantar el mirlo comienza la alondra a decir su trova. Lejano el puente que dicen romano, se pasa el
ro por veinte padrones gemelos, en los que no es raro que el viajero ahuyente la paloma torcaz que
all bebe. La otra orilla es un spero desconchado de pizarra, y el camino ha de labrar sus pasos
trabajosamente hasta coronar aquel oscuro muralln, para poder luego tenderse feliz por la llanura
de Beiral, donde son las abiertas veranias, el coro solemne de las robledas bernardos, y la gentileza
de los abedules mirndose estremecidos en las quietas charcas. Desde las almenas de Belvs, yo vea
humear una chimenea lejana: era la posada de Termar [], adonde fui, antes de parar en barquero de
Pecios y stas sern otras madejas que devanar, otras memorias que calentar, otros espejos en los
que mirarse, a conocer a las gentes que van y vienen por estas historias; digo, por este camino.
Termar fue hospital de peregrinos primero, al cuidado de los seores bernardos de la abada
vecina, cuyas armas tiene todava, rodeadas de vieiras, sobre el portaln. Abandonado qued cuando
se fueron los monjes, y ya era una ruina cuando el seor Moran lo tej y abri all tienda y ofreci
posada, aprovechando que la diligencia de Lugo tena que cambiar tiro. Le llamaron entonces Mesn
del Castellano, nombre que conserva, y con el tiempo y porque el catorce de cada mes all se haca
entrega de ganado, naci la Feria del Catorce, que es muy nombrada y se celebra en un soto muy
alegre, y lo ms del campo, como es por esta tierra costumbre, est cercado de laurel, y hay all dos
fuentes abundantes. El seor Moran fue a buscar mujer a su tierra, y los tres hijos que tuvo el
matrimonio siguieron el ejemplo paterno. Al lado del viejo mesn un portugus les hizo casas
nuevas, y toda la maragatera aposent en Termar, que ahora se tiene por villa. Pero yo an recuerdo
cuando en aquel alto, amigo de los vendavales, no exista ms casa que el viejo hospital peregrino.
Siempre haba en la robleda de Termar cuco temprano y lechuza augurando. Termar! Las dos
fuentes del campo hacen un regatillo, que apenas mocete ya lo ponen de molinero, y toda la pajarera
de la tierra de Beiral, la ms de ella malvises afinados, se dio cita en la cerca de laurel. Cuando fui a

Termar por alguacil del don mitrado del Cister, an se hablaba de los monjes de antao, de los
misericordiosos peregrinos, de los seores condes locos que por aqu iban y venan a la jineta de su
ira, de los milagros del vecino San Cosme de Galgane y los fantasmas del mesn viejo Parceme
que an me dan da, junto al portaln con las armas de Meira, en este alto de Termar, sombras que al
acercarse por un instante cobran envoltura carnal, y se arraciman al amor del viejo hogar de piedra
de Lis, en el que chisporrotean, llamas azules, rojas, amarillas, las historias de un tiempo que pas.

i. El enano griego

enano muerto, enano puesto dijo don Munio, abad, sacando de la capucha un enanillo, un
hombrecito de dos cuartas, vestido con el hbito bernardo, la cara redonda y rosada, el pelo en
flequillo sobre la frente, los negros y menudos ojos vivarachos y tan gracioso todo l de cuerpo
como mueco florentino. Lo puso sobre la mesa, y el enano hizo una gentil reverencia a los monjes y
a los peregrinos que aquella noche de mayo all hacan posada, y con vocecilla que ms pareca
campanita de plata que cancin humana, se puso a contar su nacin e historia y su entrada en el Cister.
Para lo que usa mi familia, yo doy algo ms de lo que en enanos sera la talla de quintas, y yo y
los mos servimos para pajes de los pavos reales del patriarca de Constantnopla, y las mujeres para
el bordado que en la Levanta llaman punto de Adana, y que es sabido est hecho con aire, un hilo
que otro y espejo de oriente de perla. Un hermanito mo era tan poquita cosa que el arcipreste de las
Blanquernas lo pona disfrazado de mirlo picando en un racimo de uvas catalanas el da de la
Natividad de Nuestra Seora, que es cuando los griegos celebran la vendimia. Es una muy sera
opinin, que muchas veces fue defendida con gran copia de argumentos, que descendemos de los
prncipes samantes, y as nos vemos por culpa de un poeta enamorado, llamado Firadusi el de las
Rosas. Este dulce poeta que poda, en pleno desierto, cantando la hermosura y frescor de una fuente,
hacer que los nmadas vieran de pronto en el aire copas de Bagdad llenas de lquido cristalino y fro,
contemplando dos nios que jugaban en Damasco con una naranja, como los enamorados juegan con
la luna, dijo que ojal nunca saliesen de aquel da feliz y edad alegre. Y as fue: quedronse en el
infantil tamao y en la gozosa alegra de aquel tiempo, y casndose dieron nacin a nuestra familia.
Con los disturbios de los tiempos aventado el reino samane, vinieron mis abuelos a parar a
Antioqua, donde se convirtieron al cristianismo, y de all pasaron a Constantinopla porque el Basileo
quera conocer aquella tropilla que toda junta no caba en un sern de higos de Esmirna. Al principio
nos ocupamos en Bizancio en el rizado de la barba del emperador, que es sabido se hace por escala
de msica, y de decorar las uas de los dedos meiques de las emperatrices y princesas, que era una
de las delicadezas que gastaban aquellos seores isaurios. Una emperatriz hubo, llamada doa
Caliodora de Arquipas[], que en una de las uas tena pintado, y haba que verlo con cristal de
aumento, al emperador y su comitiva yendo del palacio al hipdromo, con las calles y las gentes y
los verdes y los azules que aclamaban, y toda la plantilla palatina con sus mitras, sus bastones y
sus portacolas, y en la otra ua una cacera de faisanes en la Clquida, con los halcones imperiales
volando sobre el bosque coloreado del otoo. Pero, cambiando las modas, vinimos a los nuevos

oficios.
El enano tena un decir muy gracioso y retorneado, como discpulo de la elocuencia antigua. Sac
de debajo del escapulario un vasito de plata del tamao de un dedal, y lo sumergi en la gran copa del
abad, que era de grueso cristal tallado y estaba llena de tinto de Valdeorras, valle este en el que los
seores bernardos de Meira cobraban tantos y tantos mollos, tanto de blanco como de tintorro.
Refresc el enanito la pausa y prosigui la historia.
Tena la princesa Macrea[], en la cuya cmara yo estaba puesto por asistente de flauta y
columpio, un ratoncito blanco muy gracioso, que la punta del rabo adornaba con tres manchas
negras. El ratn brincaba por todo el palacio, y lo dejaban ir y venir, que cuando lo daban por
perdido me llamaban, y entonces yo le silbaba de cierta sabrosa manera, y el ratoncillo, oyndome,
vena de nuevo a su duea, que estaba enjugndose, no ms que con orme silbar, las lgrimas de sus
asombrados ojos azules. Esto pas una y mil veces, y tanto el ratn como la princesa lo tenan por
divertido juego. Pero en una de estas fiestas el ratoncillo no acudi a mi silbo, corr todo el palacio
sorprendido, y estaba mismo silbndole en el saln del trono, cuando me lleg aviso de que lo vieran
en el jardn. Sal a silbarle al medio de los tulipanes, y lo vi salir por puertas, y silbndole cruc los
estrechos y la Grecia, y como venan correos que lo vieran en Mostar y en Salzburgo, segu camino
y entr a Roma, que lo haban visto pasar el Tber por la puente donde est el castillo del Papa, Yo
mismo lo vi en Florencia, en la plaza, y an me hizo una gracia por debajo del rbico, y siguindole
atraves Francia y Espaa, y por noticias de unos peregrinos que lo vieran en un queso en Villaln de
Campos supe que vena a Compostela, y ayer fue mi grande gozo volverlo a ver comiendo una
castaa al arrimo de un rbol en la orilla de vuestro ro, y estaba el pobre flaco y sin el lustre aquel
que daba a su pelo la pomada de leche de Armenia de mi princesita, y le silb otra vez la tonada de
nuestro juego, que ya, acordndome del dolor de mi lejana seora de la que, por qu no decirlo?,
hasta andaba yo algo enamorado, en vez de alegre fiesta me sonaba a responso funeral; y el
ratoncillo me oy y se me acercaba como en otros tiempos, jugando, y en el juego peg un brinco,
resbal y cay al ro, y el remolino que hay junto a aquellos sauces se lo trag. Ahora hago promesa
de quedarme aqu, en vuestra santa casa, por criado de vuestro abad, y voy a escribirle una carta al
Basileo dicindole la desgracia, y cmo no me atrevo a volver a ver ms los ojos llorando de mi
seora doa Macrea. Y cmo decs que se llama, para ponerlo en la carta, el ro donde ahog el
ratn?
El ro dijo el padre abad, que aqu mismo al lado nace, le llamamos Mio, y esta parte del
mundo cristiano es Galicia, a dos manos sobre el camino de Santiago.
El enanillo se sec una lgrima, y se volvi a su escondite, que era la capucha del mitrado, a
sosegar su pena.

ii. El paje de Avin

ste seor enano dijo un mozalbete que all estaba muy atento a la historia del ratn y
el enano, tanto que dej enfriar en el plato una torreznada con huevos peregrin a
Santiago Apstol sin saberlo, y tengo para m que las ms de las leguas las anduvo por el amor que
confes a esa infanta lejana de los ojos azules, Macrea llamada. Pero yo peregrino a sabiendas desde
Avin[] de los Papas, y por pedir al Patrn que me deje, siquiera una vez en esta ribera de la vida,
volver a contemplar el plido rostro de otra princesa, tan lejana y tan hermosa. Esta mi seora se
llama Anglor [] y vive en un ro.
El mocete, que andara por los dieciocho aos, era muy gentil de talle y espigado, moreno con el
soleo del largo viaje peregrino, y el cabello cortado sobre la frente a la manera de los donados de
San Pablo, como llaman perrera de expsito. Vesta a la provenzal, de vivos colores y ropn
colorado muy holgado. La nariz le surta del rostro aquilina y un algo en demasa grande, pero tena
mucha gracia en los ojos grises y en la boca franca y risuea. Dijo llamarse Franois, Pichegru[]
por mal nombre.
El amor las ms de las veces est en un abrir y cerrar de ojos. El mo naci as, y en una noche
de San Juan, precisamente en la del pasado ao. Sal de los donados por paje de un seor cannigo de
Avin[], muy amigo de pasear por el puente tal noche como aquella viendo el animado y
abigarrado concurso, y ms que nada por or tambores, que es msica en la que los cannigos de
Avin, como los de Tarascn, siempre fueron peritos. Yo iba dos pasos tras l, con la sombrilla
plegada bajo el brazo, una ombrella italiana de seda verde, por si el ro dejaba aquella noche
florecer en las ondas los deshilados lirios de la niebla, que al seor cannigo conceda la niebla
rodanesa la llamada fluxin concomitante, que es lo peor que en materia de mocos puede acontecerle
a una nariz. Y no le extrae a vuestra paternidad, ni sorprenda a vuestras mercedes, el floreo de mi
lenguaje, que baste con decir que soy de nacin provenzal y estoy dolorosamente enamorado Se
par mi amo a ver las habilidades de un dlmata que jugaba con cajitas de fuego, cuando sinti el
primer flujo de la niebla en el aire de la noche sanjuanina, y me orden que abriese la sombrilla, y al
abrirla, de dentro de la seda cay, como una rosa puede caer de un bcaro, una gentil doncella
solamente vestida de su rubor, la larga cabellera dorada y una cinta de oro en el tobillo izquierdo.
Pasm todo el puente, dej el dlmata apagarse las cajitas de fuego, y las gentes comenzaron a rer de
mi amo el cannigo, viendo a la nia tan ataviada a su lado, y ya mi seor se encenda en iras y
sentndose en las brasas de la clera comenzaba a hilvanar cnones boloeses, todos con anatema

contra los burladores de su corona, cuando la nia, a todo esto ya envuelta en la capa de un alguacil
del mostacero mayor del Papa, que por casualidad pasaba por all, pidi silencio y dijo:
No burlis! Hace un ao que vine por jugar en la niebla, y me ocult en la sombrilla del seor
cannigo por ver qu tal me sentaba la seda verde napolitana, justamente cuando su paje la cerraba, y
en ella qued prisionera, y tuve que esperar a este ao para volver a mi libertad y a mi natural forma,
que slo tengo la noche de San Juan, que todos los otros das soy agua que pasa bajo el puente de
Avin. Ved todos a Anglor, la princesa del ro!
Esto dijo, y dejando caer la capa del alguacil, por el aire con la niebla se volvi a las sombras y a
las aguas, y al irse me dej enamorado Ay de m! A escondidas anduve oliendo la ombrella que
qued perfumada de jazmn y agua rosa de Genova, y en papeles de colores escribiendo canciones
que echaba al ro por si podan leerlas las ondas que pasan, y que son parte feliz y espumosa de su
cuerpo, y aun alguna vez me pareci or, en los rboles de la ribera, en el murmullo del Rdano
sereno, palabras de mis trovas.
Call el paje para sonarse con un gran pauelo amarillo, de los que dicen de dos hierbas, y tengo
para m que ms que sonarse lo que hizo fue enjugar dos lgrimas. Y con voz velada por la emocin,
prosigui:
Me pasaba los das en el puente y en las orillas del ro, descuidando el chocolate de mi amo, y
me olvidaba de sacarle brillo a las hebillas de plata, poner a refrescar el vino, engrasar la escopeta, y
todas mis obligaciones quedaban para maana. Y Anglor no volvi el San Juan de hogao! Quizs
Anglor no vuelva nunca! Y por temor de que tan triste cosa suceda, no volver a verla!, peregrino a
Compostela, y de camino me distraigo ensendole a este mirlo una tonada dolorida que compuse en
Sahagn, en la posada aquella, y cuando el mirlo la tenga bien sabida lo soltar, para que sea maestro
de otros mirlos y todos ellos la canten, parleruelos. Y as sabr todo el mundo cmo ama y amar
siempre a Anglor, la princesa del ro, el paje Franois, ms conocido por Pichegru en la antigua
ciudad de Avin en Provenza, la del hermoso puente.
Se levant de su banqueta el paje y salise del hospital a dar un paseo por el camino, y el mirlo
amaestrado al verle marchar puso por solfa en el aire aquel cantar enamorado que Pichegru le estaba
enseando y que era, en verdad, una tonada dolorida.
Bien se ve dijo un sastre de Zamora que tambin peregrinaba, que anda el hombrecillo en
amores, que de otro modo no dejase en el plato la torreznada con huevos.
An me parece estar en aquella anochecida en Termar, y ver cmo bajo la llovizna pasea el paje
Pichegru, con la cabeza inclinada y el viento revolndole el holgado ropn colorado.

iii. El hugonote de Riol []

e la mesa donde los peregrinos coman en Termar se contaba que tenia una mancha de sangre
que nadie pudo nunca lavar ni borrar, y que aun cepillando la madera no se iba, que haba
colado la mancha de sangre fresca todo el grueso del tabln de cerezo, y esto se lo o yo al
carpintero que vino a Miranda a hacer la escalera nueva del desvn y pisar el desvn trasero, seor
Felpeto [] llamado, muy considerado de mi amo don Merln, que el tal seor Felpeto fue carpintero
muy famoso y el que le hizo un triciclo de madera de roble a aquel obispo de Mondoedo que se
firmaba don Lpez Borricn, y que cuando la primera carlista dej la mitra por irse a las Provincias
a or los caones del rey legtimo, y el tal obispo corra las carreras de la huerta episcopal en el
artificio, y llevaba de pie en el eje de las ruedas traseras a un monaguillo tocando un pito, para avisar
a sobrinos, fmulos y familiares que se apartasen, que vena Su Ilustrsima poco menos que volando.
Siempre hubo opiniones discordes en lo que toca a aquella mancha de sangre. Muchos sostenan que
deba de ser la seal que dej un inocente de Beln peregrinando a Santiago, y que seal semejante
haba dejado otro inocente en la Gran Cartuja, y aun otro en Falermo, en una casa de San Francisco, y
este inocente, amn de la mesa a la que lo sentaron, manch de sangre el pan que comi y el vaso en
que bebi. Otros apuntaban que quizs hubiesen asesinado all, en una noche oscura, a un peregrino
desconocido, y que convena avisar a Lugo para que se hiciesen pesquisas. No falt quien sacase a
cuento las seales que dejaba el Judo Errante, ni quien se diese por avisado y atestiguase ser cierto
que desde que hacan vino en el pas catalanes y maragatos aquellas manchas eran corrientes en las
mesas de las tabernas y posadas. Pero la verdad es que era sangre, sangre humana, y sta es la historia
de ella, y me la cont el ex claustrado de Gos, don Ernestino Tejada, una vez que pas por Pacios
camino de Lugo, siendo yo all barquero, a llevarle a un magistrado de su misma nacin riojana un
obsequio de pollas en vinagre. Siempre andaba aquel predicador de arriba para abajo con la fiesta de
sus guindillas!
Hubo un ao en Francia, que fue el de mil y quinientos y setenta y dos, y aseguro que fue ste del
Seor porque lo tengo en una entrega de la Defensa del crimen del Ravellaco, y fue el crimen que
el tal Ravellaco cosi a pualadas a un rey cristiansimo, dicen unos que por enmendarlo del putero,
y los ms concuerdan en que lo encontraba hereje y desasista la Santa Iglesia; digo que en este ao
de mil y quinientos y setenta y dos, en la marina de las Asturias de Oviedo, por donde cae el Navia,
finndose el mes de agosto, unos marineros de Luarca encontraron una barca al garete, en la que
agonizaba un hombre malherido; era un joven caballero de la nobleza del pas de Mdoc, hugonote

fantico, huido de la matanza que una doa Catalina de los Mdicos, que reinaba en Francia, mand
hacer la noche de San Bartolo contra los filiales de la Protesta. Lo llevaron a la casona de Riol, cuyo
jardn baja hasta las peas de la mar, y en ella muri a las dos horas, fiel a su secta, clamando
venganza y maldiciendo a doa Catalina. Y tan empecinado estaba el hugonote, tal era la hiel de su ira
y tanto su faccioso nimo, que no pareci hallar en la muerte reposo, pues cada ao la vspera de San
Bartolom aparece en el gran saln de la casona, se acerca al balcn y apoyando la diestra en uno de
los cristales, deja en l sangrienta huella; junto al balcn el caballero desaparece, pero la sangre
fresca y caliente moja el vidrio Y as cada ao hasta aquel en que se hosped en Riol un clrigo
francs que vena a Compostela y traa cartas de los Gastn de Isaba de Francia para sus parientes de
seos, los seores Ibez de la loza de Sargadelos. Le entr al glico tonsurado compasin por su
aquel casi vecino de castillo y via, el hugonote, y la pena que cumpla por su hertica soberbia, y a
mientes le vino ofrecer el protestante al seor Santiago por peregrino, y se pas los das que faltaban
hasta el San Bartolo imaginando cmo hacer el ofrecimiento y no vea cmo poder llevarse el
fantasma, que al fin era vagante sombra, a Compostela, y pensando, pensando, se le ocurri recoger
en una ampolla de cristal de Murano, que llevaba con espritu de menta piperita, que es tan sutil y tan
gracioso para la cargazn de cabeza, la sangre que el hugonote dejaba en el cristal, y que segn
testigos, a veces era bastante para llenar una copita de las de anisete; comparecera el clrigo con la
sangre en Santiago, y pedira al Apstol perdn para el contumaz. Tal pens y tal hizo el seor abad,
que se llamaba Laffite[], y era gordo y campesino, parco en latines, muy cerrado de barba y en nada
parecido a los abates franceses de las novelas que lean el enano y las condesitas de Belvs. Este pre
Laffite era de una calidad ms antigua y rural, clrigo cazador y vinatero, y sobresala en cebar
pavipollos para Pascuas, y era muy buscado en la Guyena para predicar el sermn del Desenclavo;
hay que aadir que era hombre piadoso y risueo, muy limosnero, y de nio, viniendo de VicFesenzac de ver correr los toros embolados, invitado por una ta carnal, haba tenido una visin de
San Miguel Arcngel.
La vspera de San Bartolo, el seor reverendo Laffite se arrodill cerca del balcn esperando la
aparicin del hugonote, que fue tan puntual como las doce en el reloj ingles, y tal como lo hallaron
los marineros en la barca de la huida vesta, y l rostro se lo envolva una como niebla fosforescente.
Se acerc al balcn, y como sola apoy la mano diestra en el cristal, y pareci que oteaba en la
noche y escuchaba el balbor del mar, y en un repente aquella encendida niebla lo envolvi todo, antes
de que se perdiese en la sombra. Levantse raudo el cura y con hilas recogi la sangre y le ayudaba
el seor de Riol con una cucharilla, y mediaron la ampolla de Murano, y vieron que la sangre no
cuajaba y se mantena viva y fresca. Al siguiente da pre Laffite emprendi viaje, y tras echar un par
de siestas en Lorenzana, donde fue muy obsequiado por los frailes benitos, vino en su mula poitevina
que son las de esta casta pacficas bestias y sensatas, siendo el garan del Poitou linftico de
temperamento y algo remiso en cubrir yeguas, por lo que, llegado el caso, hay que alegrarlo con
cancioncillas a hacer posada en Termar.
Estaba entonces, y por razones de poltica, acogido al cobijo de Meira un tal salmantino llamado
don Jovito Bejarano [], que haba sido guerrillero con don Julin el Charro, y tena un hermano
bernardo profeso, y acostumbraba ir de tertulia a Termar, por si pasaba algn peregrino o simple
viajero, que entonces, a la verdad, no eran muchos, por el desasosiego del tiempo. De paso, con aquel

su montar charriano, reventaba las yeguas de la abada, con gran enojo del lego de cuadras, el que
despus fue mayoral de la diligencia de Curts, betanceiro l, por mal nombre seor Tmporas.
Estaba don Jovito en Termar cuando lleg el reverendo francs, y se convidaron ambos, y el clrigo
explic al guerrillero la revolucin de Francia y las aventuras de don Napolen, y se encontraron de
la misma catlica poltica, y refrescaron este acuerdo con una jarrilla de vino chantadino, y el cura
cont cmo llevaba la sangre del hugonote en la ampolla y su intencin de pedir el favor de Santiago
para aquella alma en pena. Pidi ver la ampolla don Jovito y con gusto se la mostr pre Laffite,
hacindole notar cmo iba fresca la sangre y suelta, y teniendo la ampolla en la mano, el guerrillero
salmantino dijo:
Este no debe ser milagro de hugonotera, sino virtud de la fiel espada catlica que cat en su
tiempo el pellejo protestante, entrando en l como venencia en bota de vino. Me gustara haber estado
en ese Mdoc que decs con mi fusil, a ver si se me escapaba ese mayorazgo galicoso.
Y decir tal cosa don Jovito, y encenderse fuego en la ampolla y estallarle en la mano el vidrio de
Murano, todo fue uno. El salmantino se puso plido, y se qued mirando la sangre cada en la mesa,
que todava pareca llama y quemaba la madera.
|Vaya mala leche! exclam don Jovito recobrndose un algo.
Pre Laffite se haba arrodillado y rezaba, entornando los ojos, por el alma del hereje inveterado.

iv. El gallo de Portugal

iempre le o hablar a mi seor amo Merln con mucho respeto de la antigua ciudad de Braga, de
donde era nativo, y en ella tena rico aposento en un palacio de la ra que llaman dos
Confidentes un gentil caballero portugus, de fina nobleza y muchos posibles, don Esmeraldino [] da
Cmara Mello de Limia, vizconde de Ribeirinha. Fue este don Esmeraldino vizconde, por lo que de l
o contar a un su criado de librea y escopetero, el hombre ms hermoso de Portugal en su tiempo,
muy lucido de lunares y con una mirada tan triste en los grandes y negros ojos, que pareca, dicen,
que cuando demoradamente os miraba era como si una niebla de oscuras caricias saliese, para
envolveros, por entre la aleteante seda de las largas pestaas. Con slo esta mirada despertaba
grandes amores, pero todava le ayudaba el que era pequeo y muy gracioso de maneras, convidador
y en regalos de mrito la voluntad muy fcil; traa a Braga las modas de Pars, tanto de vestir y
chalecos como de baile, tanto de peinar como de juegos, y aun pona palabras de moda cuando de
Francia vena, como sentimental, bombn, nenfar, y la merde latine y le dor aux cochons,
frases estas ltimas para aludir a los clrigos y al arzobispo, respectivamente, y que muy vivas se me
quedaron, quiz porque me animaban a ello los revuelos liberales de aquellos das insurrectos
Pero todas las delicadezas y atractivos que envasaba aquel cuerpo fidalgo slo le servan a don
Esmeraldino para contrarrestar el sexto mandamiento, en lo que estaba siempre activo y puntual, y
para no perder la cuenta de las hazaas mand clavar en la puerta de su palacio un hierro rizado, y
colg en l una tablilla de caoba en la que iba marcando los triunfos de Venus, haciendo l mismo
con una navajita la seal de un aspa. Esto gustaba a los bracarenses, que en seguida se ponan a
seguirle los pasos al vizconde, a discutir acerca de quin sera la dama cada, qu regalo le puso la
zancadilla o si fue amor, y todos aseguraban or serenatas secretas, y todo Braga se llen de falsos
testimonios fcilmente levantados, de doncellas deshonradas y de maridos cornudos cabalmente
asentados en ellos, tal que mejor no lo hiciera escribano de nmero en papel sellado.
Estaba el vizconde de Ribeirinha muy feliz en su trato y boato, encumbrado por amoroso en todo
Portugal, cuando vino a Braga una compaa italiana de pera, y el mayor adorno que traa era una
tal primadonna signorina Carla, rubia, desvestida y trinadora. Ya en la primera funcin se hizo
presentar don Esmeraldino, quien tenia platea con repostero en el teatro, y aconteci que la cantante
Carla era muy aficionada a las joyas. Don Esmeraldino puso a trabajar para l a todos los joyeros de
Portugal tal que signorina Carla pudo estrenar cada da un escaparate. La llevaba y traa el vizconde
en su carroza, de la Fonda Suiza al teatro y del teatro a la fonda, y aun mand forrar de verde el

coche, que verdes eran los ojos de la Carla y verde su color favorito; hubo guitarradas bajo los
balcones de la tiple, meriendas en los jardines del vizconde y otras muchas finezas y obsequios. Y
Braga entera no dorma, yendo y viniendo a consultar la tabla de caoba, por si estaba en ella el aspa
venrea ya labrada, y an hoy se asegura, cuando este paso se cuenta, que iba a excuso el pincerna de
la Catedral a averiguar si tuviera buen fin la amorosa batalla, por pasarle aviso al cannigo
penitenciario, quien estaba preparando un sermn de tabla contra el nuevo Tenorio. Y cant por
ltima vez la compaa italiana en el teatro de Braga la funcin que llaman El solicitante de amor y
se factur para Oporto, y acudi don Esmeraldino a despedir a la signorina Carla con besamanos y el
regalo de un abanico envarillado de oro con amorcillos labrados, y estuvo el caballero en medio de
la ra dicindole adis con un pauelo hasta que la diligencia dobl por el Atrio de la Canela.
Seguido de sus amigos regres lentamente y con alegre conversa don Esmeraldino a su palacio, se
despidi de su squito en la acera, y estaba media ciudad de Braga curiosa en la ra dos Confidentes,
y antes de subir a sus cmaras, el seor vizconde de Ribeirinha dndole el bastn a un criado, del
bolsillo del chaleco verde, verde como los ojos de Carla cantora, sac la navajita y grab en la tabla
de caoba un aspa ms retorneada y grande que de costumbre. Y la concurrencia aplaudi como en el
teatro.
Se corri por todo Portugal la novedad, y era en toda parte alabada la cortesa lusitana de don
Esmeraldino, quien esper a que la Carla se fuese para propalar que haba habido lo que el seor juez
de Abadn llamaba retracto de colindantes. Y reunido en sesin el Estamento Noble se acord hacer
homenaje a tanta corts caballera, digna de tiempo ms antiguo, y fue una diputacin de Lisboa a
Braga, presidida por un marqus que en vora, entre andaluzas y portuguesas, tallaba casi lo que don
Esmeraldino en Braga, y aunque la vieja seora de Braga no quiso, por no alarmar, asistir al
homenaje, estaban los populares de fiesta por ras y plazas. Y aconteci que don Esmeraldino
obsequi a los pares con un refresco, y aplauda el pueblo en la calle, y acordaron los titulados salir
al balcn a agradecer los vivas, y don Esmeraldino estaba plido con la emocin, y el marqus de
vora, parecindole que era justo ceder el paso ante el vizconde, quitndose la chistera de tres
hebillas grit:
Por Braga dos veces primada! Aqu est el gallo de Portugal!
Y en aquel mismo instante don Esmeraldino se puso rojo, azul, amarillo, rompi como cohete, y
se convirti en gallo: en un gallo muy hermoso y logrado de cresta y rabilargo, que vol de un
balcn a otro y termin posndose en el hierro donde, como anuncio de mesn ingls, colgaba la
tabla en que estaban las aspas mil, de las amorosas lides ndice completo. Pasm el Estamento Noble,
gritaron y corrieron los populares, se desmayaron las mujeres, un franciscano clam que era justo
castigo a tanta fantasa y tanto pecado, y un sobrino de don Esmeraldino tuyo arte para sujetar el
gallo y enjaularlo. El penitenciario adelant un mes el sermn para poner muy aparente el pago que
aguarda a los fanticos del libre fornicio, y puede decirse, me aseguraba el criado de librea y
escopetero de don Esmeraldino, que Portugal qued triste, escasearon las serenatas, y amustironse
las mujeres. Baste decir que slo en Braga tuvieron que cerrar dos perfumeras.
Puesto don Esmeraldino en una jaula muy pintada, vinieron mdicos a verlo, el exorcista de Viseu
tambin vino, y no hubo consulta que no se hiciese, y el nico que pareci acertar en algo fue el
sastre de Quintadinha, que es gran componedor de huesos, y que dispuso que para mantener al gallo

vivo y alegre mientras se celebraban las opiniones, se pusiese a don Esmeraldino en una jaula ms
grande y se colgase en ella, como balancn, la tabla de caoba con las aspas. Tena don Esmeraldino un
primo Jernimo, en el severo convento que estos penitentes disfrutan en Lisboa, y era hombre de
muchas lecturas, y foliando un tomo antiguo ley en l que dos casos se tenan ya dados de verse ave
quien fuera hombre, y qu quedaba el remedio de la peregrinacin a Santiago, donde era notorio que
aqullos emplumados de antao volvieron a la natural forma. Acord la familia ofrecer don
Esmeraldino al Apstol, y as fue como un da aparecieron en Termar el seor Jernimo en su mula,
el criado de librea y escopetero en un alazn muy nervioso, y en una litera la jaula, y an venan,
amn de los pajes de litera, dos criados de repuesto, y para dar testimonio de lo acontecido en la
peregrinacin vena el don Fiscal Eclesistico de Braga por escribano puesto: nunca vi hombre tan
alto en mula tan pequea, tal que mientras la cabalgaba poda jugar a la pelota con las piedras del
camino.
Se reuni en Termar media compaa de bernardos de Meira y toda la de los caseros y criados
por ver el gallo don Esmeraldino, que era una hermosura de cantaclaro, brillante y variopinto de
pluma, las ms de ellas de un dorado viejo soleado, rico en espolones, la cresta sangunea de las
cinco puntas levantada, y el canto lo tena fcil y continuo.
Y del techo de la jaula colgaba, como columpio, la tabla de caoba con las aspas, y los ms jvenes
de los monjes se pusieron a contarlas y el gallo las numeraba con ellos a quiquiriqu lanzado. Uno de
los pajes se puso a mudarle el agua y a servirle un huevo rallado, y levant la trampilla ms de la
cuenta, lo que el gallo aprovech, y no se vieron flechas ms sbitas ni en la batalla de Solferino,
para salirse de los mimbres pintados, volar a la viga del comedor, saltar de ella al lomo de la mula de
don Fiscal, y de la mula a buscar campo. Todos los presentes corramos a la caza del gallo,
levantando los monjes las sayas, un lego haciendo los cacareos de la gallina, el Jernimo rezando,
don Fiscal dndose aire con el sombrero hongo, y los caseros, criados y yo, riendo la aventura y
sorpresas de tanta novedad. El gallo tom la va de la abada de Meira, vol las bardas del corral
viejo, y cuando se dio con l, estaba entre las gallinas por galn, ms soldanero que el turco de
Constantinopla en su harem, y si fuera posible que un gallo tuviese navajilla en chaleco y supiese
hacer aspas de Borgoa en tabla de caoba, estara don Esmeraldino al trabajo, no se le escurriese de
la memoria el nmero
Cazado el gallo, volvi a su jaula, y sigui la procesin del encanto a Compostela, y las noticias
que se tuvieron en Meira y en Termar, fue que en Mellid le entr un catarro a don Esmeraldino y le
salieron dos lobanillos como cebollas de Vern en el papo, dispensando, y se le puso fiebre sabatina,
que lo consumi en una fonda en Santiago, donde dio el alma. Dicen los ms que lo enterraron all
mismo, con la tabla de caoba por asiento. Y hay ahora en Meira y en la Azumara una casta de gallinas
doradas, muy ponedoras y tambin buenas para pepitoria, que dieron en llamar portuguesas, y son, a
lo que parece, el fruto de la breve hora de don Esmeraldino en el corral viejo de la Siempre Ilustre
Abada de Santa Mara la Real de Meira. Mucho le hubiese gustado a mi don Merln encontrarse por
maestro en este caso!

A PNDICES

1. La novela de Mosi Tabarie


Je luy donne ma librame, et le
Romman du Pet au Diable,
lequel maistre Gui Tabarie
grossoya, quest hom vertable.
Par cayers est soubz une table.
Combien qul soit rudement fact,
la matire es s tres notable,
quelle amende tout le meffaict.
FRANOIS VILLON
Grand Testament

ues este verano encontr iba el ro seco, y la gente y el ganado pasaban enjutos por los pasos
de la Valifia, yo tuve la barca amarrada en el padrn, y me sobr tiempo para holgar en la casa
; encontr, digo, dos entregas de la Novela del Pedo del Diablo que me regal el moro Alsir, y
leyndolas, puestos los anteojos que ahora cotidianamente preciso, me ech a rer, y me vienen ahora
ganas de contar lo principal de esta novela, que del demonio que en ella se habla, Cobilln[]
titulado, nos llegaron noticias a Miranda cuando tuvo mi amo que viajar a Gaula[] a quitarle el
aroma de azufre a un condado de aquel reino, y fue que primero creyeron que dieran con una mina, e
inquiriendo, inquiriendo, sali que no era ms que una bandera de demonios que Lucifer Mayoral
mandara vaciar sobre Inglaterra, y que dejara all, en una cueva, la ropa vieja. Con el azufre que
tenan aquellos harapos se poda azufrar medio Ribeiro. Este Cobilln era un demonio muy fino, que
estudiara para perfumista en Florencia de Italia, donde tom la costumbre de baarse en agua
franchipana. Contaba la novela que haba en Soria una viuda moza muy devota de San Ciraco, y
siendo rica por su casa, y bien heredada del difunto, quera levantar al santo una ermita justamente en
una montia donde acostumbraban pasar los calores del tiempo de la siega las brujas de tierra de
Osma. Requirieron estas toledanas para volver a la viuda del acuerdo a un demonio bostezador y
aragons, pero pronto supo la viuda que quien la tentaba era el demonio, porque tena un olfato sutil
y venteador, y cazaba los olores malignos que pasaban volando. Se busc entonces en toda la Satana
un demonio que no diese seales de azufre y tuviese humano perfume, y no haba otro preparado sino
Cobilln, que estaba por aquella estacin en Pars perfumando francesas. Ya haba buscado albailes

la viuda, y corra prisa torcerle la intencin. Lleg a Soria, pues, Cobilln, vestido de cuatro
puntillas, hacindose pasar por pariente de los linajes sorianos, dando propinas y limosnas, y
anunciando que por un casual traa en el bolsillo un pomo con agua destilada de la barba de San
Ciraco. Saberlo la viuda y convidarlo a chocolate todo fue uno, y Cobilln iba de levita verde y
bastoncillo de plata, cadena de oro en el chaleco, y colgado de ella, el pomito con el agua de San
Ciraco. La viuda, este es el caso, se enamor en un repente de aquel dionisio, que le dio a oler el
agua de San Ciraco y le prometi teirle con camomila de Malta un lunar con pelo que tena en la
barbilla, y la invitaba, sin ms demoras, a partir para Tarragona[], donde tena su palacio, y los
podra casar su capelln, que era primo del seor primado. Doa Florinda, que as se llamaba aquella
viuda, pidi un da para contestar, que Cobilln le concedi de grado. Y en aquel da de plazo, un ama
seca que fuera del difunto y que andaba en las labores de la casa, le sopl a la viuda si no sera otro
demonio el pretendiente. Doa Florinda[] se confesaba que slo venteaba rosas, agua franchipana y
licor del Polo en aquel galn, cuyas miras de casamiento le derretan las mantecas, que en verdad
eran lucidas, blancas y apetitosas, pero no dejaba de imaginar cmo descubrir el engao, si de verdad
lo haba en aquel trato. Cobilln, por la chimenea, oyera la conversacin de la viuda con el ama seca,
y dispuso de todos sus perfumes para no delatarse: se ba en agua franchipana como sola, lav los
pies con secante de lirio, engom los rizos con miel de rosas, y para disfrazar los alientos, bebi un
frasco de vino de nardo. La viuda le cont a Cobilln el caso del demonio bostezador, y cmo
andaban las brujas trastornando sus planes de hacer la ermita de San Ciraco, y el miedo que ella tena
de ser tentada del demonio mayor y su seleccin de cornudos. Y con lgrimas en los ojos, y
pidindole perdn por estar tan enamorada, requiri la viuda a Cobilln a que soltase un viento, a ver
a qu ola, Cobilln se hizo rogar, pero viendo que la viuda segua llorando, y suponiendo l, con su
saber de demonio, que el vino aromado que bebiera ya estara en las tripas bajas, junt fuerzas y
solt un grande y sonoro meteoro, que tal tamborile en sus bragas ceidas como redoble de parada.
Y toda aquella cmara se llen de un dulcsimo aroma de nardo florido, con lo cual la viuda se ech
en los brazos del demonio Cobilln. Cobilln la llev en carroza a Tarragona, y en la espuerta de la
carroza iba en dos arcas el oro de la viuda, y ya se vean a lo lejos las torres primadas, cuando
Cobilln, entre beso y beso le pidi a doa Florinda que atendiese a un nuevo perfume, y mismo en la
nariz aquella tan sutil le solt una vaharada de azufre, gritndole entre risas que se acostaba con un
maligno adoctrinado. La viuda se muri de dolor, sin apearse de la carroza, y Cobilln, con el oro se
volvi a Pars de perfumista.
Cuento esta novela porque fue la primera que le, y mucho le gustaba a mi amo que la contase,
mximo cuando habamos comido al almuerzo castaas, y en llegando al viento de la carroza yo
deca: con perdn de los presentes!, y haca mi gracia. Tambin la cuento para que se vea en qu
fiestas pasbanlos los inviernos en Miranda, cuando vena el tiempo de las nevadas, se cegaba de
agua el camino de la vega, y los perros ladraban al lobo que pasaba de da al pie de las casas. Ojal
volvieran tiempos idos!

2. Pablo y Virginia

ue moda en Pars leer una novela titulada Pablo y Virginia, que la escribi uno que me suena
que fuese clrigo tonsurado, llamado don Bernardino de Saint-Pierre. El algaribo Elimas, en
uno de sus viajes, se la vendi a las nias de Belvs. Cuando ya don Merln no moraba en Miranda,
donde quedara de casero Jos del Cairo, acabado de casar, justamente con una de las condesitas, con
aquella ms rubia de pelo que empreara del seorito de Belmonte y tuviera un infante que muri al
nacer, fui yo una tarde de visita y a pedir permiso para cortar dos sauces[] que eran de la propiedad
de don Merln, y que no dejaban virar a los carros que iban a pasar en la balsa de Pacios. Estaba
apuntado en una libreta por don Merln, donde formaban todas las propiedades de Miranda con sus
lindes, las servidumbres que haba, cunto de monte del iglesario de Doncide, los das de agua en los
Cabos y en el Pontigo, para el riego y para el molino, que aquellos dos sauces se llamaban Pablo el
uno y Virginia el otro. Esto era sabor de mi amo, parte de su cortesa y sentimiento de su memoria,
ponerles nombres de las historias a las cosas, como llamarle a la escopeta Npoles, al tlburi Faetn,
al remolino del Mio donde volc la lancha del demonio persa Pinto decirle Salamina, y con
gracioso amor, cuando iba a Lugo o a Gula y traa algn regalo de mrito para mi ama doa
Ginebra, me mandaba vestirme para que se lo llevase yo en bandeja, y me deca, palmendome en la
espalda:
Llvale este galano a doa Dulcinea del Toboso.
Y sobre la franca sonrisa se le pona, al decrmelo, como un fugitivo velo de tristeza. Algo
enamorado de ella debi de haber andado siempre. Pero bamos a que ped permiso para cortar a
Pablo y a Virginia, y ya me lo daba Jos del Cairo, siendo los sauces de los que llaman llorones, y
estando ms bien desmedrados, cuando intervino la mujer y dijo que por el triste recuerdo que ella
conservaba de aquellos dos enamorados Pablo y la Virginia, cuya novela leyera tantas veces en
Belvs y la hiciera llorar, y ms an cuando ella estaba preada del mayorazgo de Belmonte, que en
aquellas desventuras de los amantes hallaba consuelo a la suya, no quera que los sauces fuesen
cortados. Jos del Cairo respondi que como ella quisiese, y tengo para m que le dio por el gusto
porque no saba olvidar que ella, aunque su mujer, era seora de las muy puestas del castillo de
Belvs, que si estuviese como yo casado con una camarera, se riera del lloriqueo, y me dejara cortar
los rboles titulados de amantes. Con lo fcil que le sala a Jos llamarles puteras a las delicadezas y
melindres de las mujeres!
Y en bebiendo otro vaso, le pregunt a la condesita de qu trataba la novela de Pablo y Virginia, y

ella se ech a llorar, y me dijo que no me la contaba de miedo que con la memoria de aquellos
dolores se le retirase la leche, que andaba amamantando al Leonardn, que en verdad estaba muy
criado, y lo tuvieran a los dos meses de casorio. Y ahora recuerdo que no dije que la seora condesa
se llamaba doa Martina. Se despidi para sus labores, no sin dejarnos escanciada otra jarra de vino.
Esta novela me la ley a m doa Martina cuando la iba a enamorar a Belvs, a escondidas de la
guarda del enano, y si tan curioso sigues de su asunto dijo Jos del Cairo, vaciemos esta jarra,
mientras hago yo memoria de las filiaciones y los pasos, y ver si medio puedo apuntrtela, que a
nosotros no hay miedo de que se nos retire la leche, y aunque as fuese, no era mayormente en
perjuicio de tercero.
Bebimos en silencio aquella jarra, y aun nos consolamos con otra, y Jos del Cairo me abrevi la
historia de Pablo y Virginia, pidindome perdn por las faltas, que era la primera vez qu contaba
una historia literata.
Este Pablo que viene titulando la novela, fue desde muy nio grande amigo de mirar la soledad
del mar, y se pona en la ribera a imaginarle caminos con grande melancola, y los segua de
memoria largo trecho, ponindoles a su sabor aqu la posada de una isla, ms all el encuentro con
un bergantn y una nia dicindole adis con el pauelo, acull la grande y continua hoguera de un
faro en la noche, a la derecha temerosos vientos y esquivos, que ponan las olas por compaeras de
las nubes, a la izquierda una flota de gigantes ballenas azules, y finando el viaje siempre encontraba
un pas inocente, en el que hablaban los animales, no haba tuyo ni mo, la ms hermosa de las
muchachas se enamoraba a primera vista del extranjero recin llegado, y a la puerta de cada casa
haba un rbol que daba pan y otro que daba vino. Con el Buffon de las Plantas y de los Animales
poblaba las islas y los pases. Todo este imaginar y memorar, que vienen a ser la misma cosa, se le
volvieron desasosiego y aceda: aceda era para Pablo su nacin, aceda su familia, acedos el oficio,
los amigos, los das y las noches. Tal se inquiet que determin embarcar en un tres palos que sala
por Pascua Florida del puerto que llaman Honfleur, y de donde era aquel que recordars, almirante
titulado, que vino a nuestro amo Merln a desencantar el tenedor de plata que al comer con l volva
la carne pescado. Deca que era muy hermoso Honfleur con las casas pintadas, y en la planta baja las
tabernas, con pequeas ventanas y los cristales de colores, y la gente fina, tanto que en tan pequea
villa haba dos tiendas de guantes, y las tabernas, unas eran para fumadores y otras no. Embarc
Pablo en el tres palos, que se llamaba La Bella Corentina, y viajaba a las Amricas a buscar el paso
del Noroeste, que digo yo que por lo que aqu sopla cayendo desde la Corda este capelln de los
vientos, debe de ser paso muy venteado y propicio a naufragios. Se despidi Pablo de Francia una
maana soleada, y tuvo por buen augurio la brisa solaz que se puso a empujar el velero a la mar
libre. No te cuento el viaje, ni las tempestades, ni recuerdo si Pablo se mareaba. Aconteci que a los
cuarenta y dos das de navegacin, estando Pablo poniendo a secar sus medias en lo ms alto de un
palo, le vino a las narices el perfume lejano de una tierra, que era ni ms ni menos que el aroma que
l, en sus imaginaciones, le regalaba al pas inocente que soaba. El capitn le asegur que por
aquella banda no haba tierra en un mes, y los marineros que eran, los ms, normandos, se le rieron
del olfato; slo un portugus crea haber odo que por aquella banda estaba pronta Malaca, si se diera
con el paso de la Guinea. Pero Pablo segua recibiendo el perfume, que era una caricia; se pona en la
noche a recibirlo, digo yo que como un can se tiende confiando en que la mano del amo va a venirle

sabrosa a repasarle el lomo. Y volvindole aquella pasada inquietud, determin robar la gamela de a
bordo y remar hasta el pas inocente, lo que hizo. En su inquietud no se cuid de bastimentos, y a los
dos das de remar ya no le quedaba ni una miga que no hubiese cacheado en los bolsillos, y slo se
alimentaba del perfume del pas, que cada vez estaba ms espeso y clido a su alrededor. Pero ya ni
sus ansias le bastaban para vivir, y al alba del quinto da desmayse. Parece que una corriente tom la
gamela y le dio camino hacia tierra, que estaba muy prxima, y fue tan feliz la corriente, que puso a
Pablo en un arenal, al tiempo mismo que una nia que llamaban Virginia buscaba en las arenas un
pendiente que se le perdiera. Grit la nia viendo al mocito desmayado, y acudi una comadrona que
se llamaba doa Terencia, y le palp en el pecho la vida, y con un sorbo de ron y agua con azcar le
volvieron a Pablo los sentidos, y lo primero que vio al abrir los ojos fue el rostro de Virginia, que
era, aunque muy tirado a moreno, dulcemente hermoso. Fue doa Terencia a llamar al chambeln de
la aldea y se qued Virginia con Pablo, dndole sorbitos de agua con azcar y palitos de canela para
que los chupase, acaricindole la frente y cantndole palabras de aliento. Pablo ya estaba, la verdad
sea dicha, enamorado antes de llegar, porque traa los amores en los sueos. Y se me olvidaba
decirte, que pues era aquel un pas inocente, la Virginia estaba desnuda del todo, y todo lo lindo a la
vista. Y deca el seor conde, mi difunto suegro, que gloria haya, que el ms del mal que hizo la
novela de Pablo y Virginia en Pars, era que si los hombres en el soar despiertos y en despeinarse de
inquietud imitaban a Pablo, las mujeres andaban imitando a Virginia y se hicieron as fciles en
desnudarse; con lo que no fue extrao que a poco viniera a ser cornudo don Napolen.
Haba que beber otra jarra, que sta era mucha oracin seguida para Jos del Cairo. Li cigarro
con pausa, sac chispero y chispe, y tras saborear dos chupadas, se anim a seguir el relato.
Contaba contento de lo bien que le salan la historia y el comento. Nunca cre que estuviera tan al
tanto del mundo.
Tard un algo doa Terencia en venir con el chambeln, y lo pas Pablo en examinar a la nia
Virginia y en terminar de enamorarse, y como llevaba en la bolsa un traje nuevo, que era chambra de
encaje y pantaln ceido de azul terciopelo, y a la cintura faja de seda roja, ayudado por Virginia se
levant, y no vio inconveniente en desnudarse delante de ella y en baarse antes de vestir la ropa
nueva, y aun no se ocult para hacer aguas menores, por no poner sombra de pecado donde l, por lo
que tena imaginado y por lo que vea, no encontraba ms que graciosa y natural inocencia. En esto
ltimo me parece que se pas un poco de confianzudo. Cuando llegaron el chambeln y la Terencia
encontraron a los jvenes cogidos de la mano, mirndose a los ojos. El chambeln inquiri en varias
lenguas diversas a Pablo, y era hombre gordo y barbilampio y llevaba al cuello un collar de cuentas
de cacao, y Pablo no hall modo de responder, y el chambeln lo llev a una cabaaa al lado de una
fuente, y lo dej all aposentado, al cuidado de Terencia y con abundancia de comida variada.
Virginia tambin quiso quedarse, para calentarle los pies y sacudirle las moscas. All fueron, en
aquella cabaa, felices das, y Pablo se iba acostumbrando a tener inocencia para andar desnudo, y
Terencia ayudaba en los amores de los muchachos, que andaban ensendose palabras por el bosque
y por la playa. Al noveno da volvi el chambeln y traa un mandato del rey del pas que le llevasen
a Pablo, para darle un vistazo, y estaba el rey a dos das de viaje y Virginia qued llorando por
llevarle el mozo. El rey y ahora tengo que ir cortando por ponerle fin a la novela, tena una hija
que le saliera negra, y siendo tan blanco y rubio Pablo, pens de juntarlos, por si aumentaba la fama

de la familia teniendo entre ambos un nio a listas blancas y negras, y en las historias estaba que
tuviera el rey un abuelo colorado. Pablo se dejaba hacer, y fcilmente, porque nada entenda. En la
cama se vio con la negra, que era muy fina y gentil y reidora. Pas que vino Virginia y lo encontr
de amores nuevos: llor la nia y escap a la selva, donde la prendieron unos indios que andaban de
caza y la vendieron a un holands que tena tienda de pacotilla en una ensenada, donde hacan aguada
los del bacalao. Pablo, viendo huir a Virginia, y estando sin guardar, sali en su busca. Tambin lo
cazaron los indios, y lo vendieron al rey negro de la Florida, que lo usaba de esclavo para que lo
llevase a hombros a las fiestas. El holands vendi la inocente Virginia, ablandado por sus lgrimas,
a un indio principal que tena el negocio de cebar mujeres para los reyes de Mxico. No terminara
nunca de contarte cmo siete veces cambi Pablo de dueo, siempre siguiendo las huellas de
Virginia, y como sta cas cuatro veces contra su voluntad, fue robada dos, y la ltima vez que la
vendieron volvi a manos del holands, y all en la tienda de pacotilla se puso a morir, y en esto
estaba llorando cuando lleg Pablo, que se escapara de un nuevo dueo que tena, que era grande
fumador y se emborrachaba con los habanos. Reconocironse los amadores, y ya saba ahora Pablo
la lengua de ella, y se dijeron las ternezas del mundo y se perdonaron la peripecia, y Pablo le puso de
presente a Virginia lo forzado que fuera a la cama de la negra real, que lo probaba que el nio que
tuvieron sali negro como holln, no habiendo puesto l voluntad ninguna de amor, y nada ms que
el trabajo de hacerlo. Pero ya era tarde para Virginia, que perdonando muri, dejndole de regalo a
Pablo un nio que tuviera del rey de Mjico, y que all estaba, a los pies del catre, chupando palitos de
canela. Esto, recordando a Pablo los que l chup cuando Virginia lo hall en la playa, lo enterneci,
y no lo quiso vender al holands, que lo pagaba bien, porque le pedan de Espaa un prncipe indio
para una funcin. Me dijo el cura de Xemil, una vez que parrafeamos de esto, que si fue cierta esta
historia, el encargo del nio sera para ensearlo en la Exposicin de Barcelona, que trajeron los
papeles que va a abrir sus puertas la Reina Cristina.
Y en qu acab Pablo? inquir.
Se vino para Francia, y traa un bolsilln de oro con el que puso en Honfleur tienda de mapas y
anteojos de larga vista, y mand al principillo al colegio. Y se consol viendo entrar y salir los
navos y chupando palitos de canela. Y quiz casase de segundas, que un hombre solo mal se apaa.
Me volv a Facios, pues, sin permiso para cortar los sauces llorones. En el invierno del
novecientos dos, con la crecida, se fue Virginia ro abajo. Se qued Pablo solo cabe el vado. Pero
cuando represaron el ro en Laor, las aguas lo cubrieron.

3. Noticias varias de la vida de Don Merln, Mago de Bretaa

ltimos de mayo pas el ro en la barca de Felipe de Amanda un caballero ingls, pelirrojo l,


pequeito, s, pero muy garboso y resuelto, abrigado de los temporales con un macfarln a
cuadros verdes y negros, y cubrindose la cabeza con un bombn de hule color crema. Traa bajo el
brazo una gran cartera de cuero negro, y le anunci a Felipe que vena a Miranda desde Kermes de
Bretaa por establecer si don Merln, en sus vacaciones gallegas, haba tenido descendencia.
Ese fue mi amo dijo Felipe, del que va para siete aos por San Marcos que no tengo
noticia. Muri, acaso?
Todava no hace un ao que lo vieron en Npoles unos clrigos irlandeses, en Santa Mara
della Grotta. Djoles que se iba palmero.
Ese tema tena, de no morirse sin ir a Jerusaln.
Se santigu Felipe sin soltar la prtiga, con lo que hizo sobre su rostro la cruz con el cabo de ella.
Ad multos annos! Y en cuanto a descendencia en Miranda, no, no la tuvo. Sola decir mi amo
que l era continente por tres razones mayores, y estaba la primera fundamentada en ser mi seor
Merln filosof, y demandar dama Filosofa castidad. Aqu pona don Merln de ejemplo a un
pariente suyo antiguo, Abelardo de Pars, a quien castraron de fuerza los criados de un cannigo, to
de la tal Elosa que l enamoraba. Eso fue grande abuso. La segunda razn la daba mi amo con decir
su edad, aadiendo que de dejarse entreverar de la lujuria, las ira a buscar quincenas, y dentro de
cannico matrimonio, lo que hara rechiflar al publico, estando ste muy al tanto de los viejos que se
casan con mozas, que an no sale la pareja de la iglesia y ya estn inventando cuernos las
imaginaciones sospechantes. Aqu me lea una carta del obispo de esta dicesis, don Guevara, a
mosn Rubn valenciano, anciano que cas con nia, o contaba la historia del barbero Valls, cirujano
sangrador de Vinaroz, que a los setenta cas con una de diecisiete, por l gusto que tena de que ella
lo peinase, que se dejara el pelo largo, crecido hasta los hombros, slo por disfrutar de esta caricia.
Y la mocita un da le hizo un nudo con su propio cabello alrededor del cuello al viejo, y apret.
Tambin contaba de su amigo Fouch de Francia, el hombre ms secreto de su siglo, a quien haba
vendido una cifra con la que se poda escribir en la oscuridad, y que ya viejo y fatigado cas con una
tal Ernestina, que lo coron. Y la tercera razn la callaba, golpendose el pecho como para decir mea
culpa, mea culpa, y slo una vez le o exclamar con trmula voz:
Ay, Felipe, un corazn fiel vale el sol y la luna!
Los de su casa de Miranda creemos que los aos que all pas, los vivi enamorado de doa

Ginebra, la excelente seora que santa gloria haya, acallando el fuego del alma con los respetos que a
la reina viuda tena y demostraba.
No pareci muy convencido el ingls, y dijo que l trabajaba con el mtodo de las escuelas
superiores, y que haba que echar un vistazo a los libros de bautismo de la provincia, y, si poda ser,
otro a los papeles de don Merln.
Y eso de la continencia por filsofo sera ahora de viejo, que de mozo y en las cortes, tu amo
desenvainaba fcil.
Ri el ingls, que era hombre que aun teniendo un punto de altanera, quiz motivado de la escasa
talla, era corts y palaciano en el trato, y condescendiente conversador. Sentndose en la popa se
destoc y puso el bombn sobre las rodillas, y sacando de un bolsillo un batidor se pein la
pelambrera, y parta dos rayas, a derecha e izquierda, dejando en el centro un mechn ondulado, a la
moda que entonces se llamaba la moisson. Los pequeos ojos claros del ingls tenan la viveza de
la cola de la lagartija.
En la posada te contar alguna noticia antigua de tu seor, y espero que correspondas a mi
confianza dndomelas t del tiempo que el mago Merln pas en este retiro.
Como Felipe de Amanda siempre fuera curioso de la nacin, escuelas, vida y artes de su seor
amo, acept gustoso el trato con el ingls, el cual se anunci como mister James Graven, escribano
procurador de la ciudad y deanato de Truro en Cornualles, con cursiva patentada, y cumplidor del
caballero de Galloden, primo de don Merln.
De se dijo Felipe, le tengo odo hablar al seor, que era grande cazador, y de un libro que
escribi latino, con demostracin de que la tierra no es redonda, y se excluyen los antpodas.
se mismo es el de la testamentaria. Traa las elegancias a Gales, como se ve por estas prendas
invernizas que porto, y que me las dej por codicilo olgrafo. El macfarln es de transformista.
Ponindose de pie en el centro de la barca, mister Graven tir de un cordoncillo que asomaba
bajo el cuello, y se resumi la esclavina en el cuerpo de la prenda. Tir ahora por un botn, y cambi
la tela de color, ponindose a rayas grises y coloradas.
Y el bombn no es de menos mrito. Mira, aprieto la cinta, y ya lo ves: negro. Yo puedo entrar
en la audiencia de Su Seora de Truro. Aprieto ms, y sorprndete: blanco. Me voy a pasear por el
bosquecillo del castillo, en verano. Aflojo, y vuelvo al crema, que es el propio para viajes, por el
polvo del camino. Y dentro, aqu tintero, aqu pluma, y aqu un reloj de mano de Evans, firmado y
sellado. El reloj es de mucha ayuda, porque en los tribunales de Gales se fija el tiempo de los
argumentos por reloj de arena, y los mas de los letrados se distraen mirando el hilillo que va de vaso
a vaso, perdiendo el de su discurso. Yo, con invocar al rey o a la Carta Magna, saludo reverente y de
paso me doy la hora. Ms de un pleito me ayud a ganar este ingenio.
Felipe se alegr con tanta novedad, que le pareca volver a los buenos tiempos mirandeses,
cuando estaba de paje con Merln y haba variedad de visitas raras y curiosos. Amarrada la barca,
saltaron a tierra viajero y barquero. Las tardes de mayo se cargan en Pacas con nieblas bajas, y el ro
va callado por aquellos vados. Slo se oye pajarera y alguna voz lejana. Subieron hasta la posada,
anuncindole Felipe al ingls que haba un vino de Len, muy coleado y de un ao cumplido, que era
el tal para el humor del cuerpo humano en primavera. Mister Graven, que beba muy lento, llenando
bien la boca y luego embuchando a pocos, a estilo girondino, con lo que se evita, segn explic,

exceso de aire, que si se adentra con el vino lo emulsiona en demasa y le quita, sobremanera a los
tintos, tempero y amplitud, lo encontr amigable y nada acorambrado.
Desde que hay tren dijo el mesonero, que atenda a la prueba del caldo vienen los vinos
apipados.
Abri el ingls la cartera de cuero negro, sac de ella unos papeles, arrastr la silla hacia la
ventana, y le dijo a Felipe:
Te voy a leer noticias sueltas, tomadas de este libro y del otro, algunas odas al caballero de
Gattoden y otras en mis viajes, y todas de la vida y obras de tu antiguo amo, don Merln, mago de
Bretaa. Las ms de ellas las recog mientras andaba media Europa a la busca y captura de los
herederos del caballero de Gattoden, porque para despertar la herencia de ste, que est dormida en el
lecho de justicia de Su Graciosa Majestad en la ciudad de Cardiff, hace falta que yo, el cumplidor,
tenga la nmina de los herederos completa y domiciliada, y slo me faltan ahora los que pudieran
haber florecido en el arbolillo de don Merln, y los que hayan quedado de una nieta del salmista
mayor de la Iglesia Presbiteriana, que hace aos se march de Escocia con un tomavistas italiano, y
anduvo luego, viuda, por el reino de Aragn comerciando en trapos, cambiando orinales y vajilla de
Talonera por ropa vieja.
Sac del bolsillo del chaleco mister Craven una lupa con montura de plata, y tras aclarar la voz
con dos medias toses, ley, nasal y declamante, lo que sigue:

4. Lugar de nacimiento de Merln

arece que el lugar del nacimiento de don Merln fue un claro que hay en el antiguo bosque de
Dartmoor, en la Grande Bretaa, ms all de las herreras reales, y cerca de la encrucijada de
los Tres Asientos, de los que se saben los usaban las hadas de otrora para descansar hilando, porque
se tienen encontrado en ellos hebras de fina lana. La primera cuna de Merln fue la festuca de la
pradera, que en el claro nunca hubo casa ni cabaa, y vena la que iba a ser madre huida, que siendo
soltera, haba concebido de un botonero que la enamor estando ella asomada a una ventana, en la
ciudad de Irlanda, donde su padre tena el oficio de cuarto herrero del rey. El relato de estos amores
viene en las historias artricas, por incidente, y donde se habla de los forjadores de espadas y sus
genealogas, y algunos aun lo ponen aparte con el ttulo de:

5. Auto de la mujer barbuda

sta mujer barbuda era la nica hija del cuarto herrero del rey Donteach de Irlanda, y se llamaba
Scianabhan, que se traduce por la joya de las mujeres. Y no bien fue bautizada, barbe.
Barbe espeso y seguido, de la parte izquierda del rostro sedoso pelo verde, y de la parte de la
derecha, crespo pelo rojo. Y era muy admirada, y la casa del herrero visitada por los reyes cuando
iban a Tara a juntas, y por multitud de gentes de toda condicin, que no se cansaban de alabar a la
barbuda, la cual creca muy gentil y donairosa, y era corts y sonrea a todos, y aprendi a tocar el
arpa y era maestra en el arte del bordado. Pero la barba le vedaba el amor. No haba en toda Irlanda
prncipe, guerrero, mendigo, labriego ni remador que osase enamorarla ni pedirla en matrimonio
aun reconociendo sus altas prendas, la gentileza de su cuerpo, la dulzura de su mirar y de su voz, y la
hermosura de sus manos, y las riquezas que llevara de dote, y todo por la barba. Y ya se pona
Scianabhan en los veintinueve aos cumplidos para San David, y comenzaba a entristecer. Y de
librarse de la barba ni haba que hablar, que cuanto ms la afeitaba ms fcilmente le medraba, y en
unas horas le poblaba otra vez el rostro que acababa de rasurar con piedra pmez. Ya no cantaba
Scianabhan acompandose con el arpa, que lloraban ella y el arpa a la vez.
Pero lleg amor. Aconteci que pas por delante de la casa del cuarto herrero un mozo que se
llamaba Achy es decir, Nuca Roja, y vio a la barbuda en la ventana, bordando un chaleco de lana
para un ruiseor amigo que tenia, y que ya iba viejo, el vespertino cantor del bosque, y lo
enfermaban los inviernos. Contest la barbuda muy dulce al alegre saludo del mozo, quien, sin
pensarlo ms, entr en la fragua, y pregunt a un criado que all estaba tirando del fuelle, si aqulla
era la famosa hija del cuarto herrero, y si segua soltera. De s dijo Achy que tena una yegua
paridera en un prado vecino a Dubln que llaman Bregia, y dos calendas en un molino en el
Connaught, y que su oficio era botonero, y all mismo, delante del cuarto herrero y de su hija, hizo
de un cuerno de buey una botonadura completa de gabn, imitando los botones trboles de cuatro
hojas. El cuarto herrero y su hija encontraron al mozo muy de su gusto, y lo aposentaron en la
herrera, que dijo que quera imponerse del carcter de aquella prenda antes de pasar a matrimonio.
Toda Irlanda coment los amores que le salan a la barbuda, y el botonero cada da estaba ms
contento de haber encontrado aquella joya, y ya hablaba de casarse para San Martn en Cork. Pas
camino de Tara, adonde iba a or un concierto de arpa, el rey Chluas Haistig, o sea, Oreja Chata, que
era uno de los ms notorios entre los doscientos cuarenta y siete reyes que haba por entonces en
Irlanda, y quiso saludar a los novios, y saliendo al campo tras el almuerzo, a solas con el mozo

botonero, le pregunt cmo se haba enamorado de la barbuda y si aquellos coloreados pelos no eran
impedimento de amor. Y el mozo botonero contest:
Me enamor, seor rey, al verla en la ventana bordando, y me pareci que tena el hermoso
rostro, apoyando la mejilla izquierda en l, descansando en un trozo de verde prado que volase en la
maana por el aire, y al volverse hacia m, para responder a mi saludo, vi que del lado derecho se
haba ruborizado.
Entonces insisti el rey, no viste que aquello era barba de dos colores?
No me dio tiempo amor para ver tanto, cuantims que todo se me era mirar cmo vena su
dulce voz a buscarme por el aire.
El rey Chluas Haistig, que era hijo de una bruja del mismo nombre, fue aquella misma noche a
ver a su madre, y le cont su conversacin con el botonero enamorado, y le pregunt si no habra
remedio para la gran barba de la hija del cuarto herrero. Lo haba, y era plantar un guisante de olor
envuelto en una onza de tierra de bosque en la espesura de la barba, y conforme fuese creciendo el
guisante ira alimentndose de pelo, tal que en llegando a florecer, la barba estara borrada del rostro
de la lozana barbuda. Oreja Chata le mand la noticia con un guisante de olor al botonero,
desendole eterno amor, felices bodas y abundante prole.
Pero aconteci que la medicina slo surta efecto si estaba la moza que la usaba en su virginidad,
que de andar alzndose en el sexto, sera remedio tan contrario que todo el cuerpo se le cubrira de
vello. No bien comenz a arraigar el guisante, comenz a vestirse de pelo todo el cuerpo de la moza,
y era pelo tocudo, semejante al que embraga en el vacuno del monte, y sudoroso. Y el botonero se
asust de tanta fealdad, y huy a Francia, buscando emplearse en Aquisgrn, en el guardarropa de los
Doce Pares. Scianabhan quedaba preada de cinco meses y das, y por no delatarse ante toda Irlanda,
que estaba pendiente de sus amores, pas de oculto a Gran Bretaa con una nodriza, y en la selva de
Dartmoor pari un nio, al que le fue puesto de nombre Merln cuando recibi bautismo. Reinaba en
ambas Bretaas Galan el Perezoso, abuelo del rey perpetuo Arturo.

6. La escuela de Longwood

los tres aos de su edad pas Merln a la escuela de Longwood, que era de letras y de armas,
donde ley latn por el Donato y griego por smulas alejandrinas, simples por Dioscrides,
farmacia galnica, medicina hipocrtica, pirotecnia por el Biringucho, humores y vapores por
Paracelso, alquimia por don Gabir Arbigo, y a los cinco aos ya resolvi el problema de la
chimenea autoventilante, que es la cuadratura del crculo en caminologa. Y pasmaba a todos ver a
aquel arrapiezo, espigadillo, el pelo a lo mendicante, los ojos vivaces, discutir con los maestros, y en
vez de ir soltar la cometa o jugar a la rana, pasaba las horas libres en imponerse en hebreo,
trasmutacin, arte de la guerra y Homero. Y queriendo, cumplidos los ocho aos, seguir a
Montpellier a estudiar medicina, escribi la nodriza a Irlanda, a las seoras de Gwirmoan, que eran
hadas benficas perecieron cuando la helada del ao 1627, la llamada gregoriana, por haber cado
el da San Gregorio, que las encontr el hielo pasando por flores en la huerta de una condesa viuda,
por curarla de melanclicas soledades, y las tres hermanas enviaron el agua del cuarto creciente en
una jarra sellada, y con slo dos buches se puso Merln como de obra de veinte aos, el bozo dorado,
alto y muy airoso. Pero antes de marchar a Montpellier acudi a la fragua real de Gales, y ayud en
la espada Plntala del rey Arturo, que tal la ba Merln en agua secreta, que nunca se podr
oxidar. Tambin es de su mano el foso de Persse Castle, que est formado por un canal de agua en el
que flota una capa de tierra de un dedo de gorda, que basta para alimentar copia de varia flora, y
nadie sospecha que est debajo el agua, y vienen los caballeros enemigos osados cabalgando, y se
hunden en lo que creyeron csped y jardn del perpetuo verano. Cuando estaba Merln en estas obras
sola andar vestido con el doble ropn colorado de los maestros reales, por un nada sacaba de la
funda los cristales de aumento, muy dictaminante, y no daba paso sin sentencia griega o latina, por
pavonearse de textos y saberes. En el castillo de Persse estaban de damiselas con la condesa vieja las
infantas bretonas, y los jueves suba Merln a la cmara de estudios a ensearles las genealogas
irlandesas y la herldica Carolina, y tambin arte de altanera, piedras preciosas y hierbas
medicinales. Entre las infantillas floreca aquella que aos despus sera la discreta reina doa
Ginebra.
Salto dijo l ingls posando los papeles y limpiando la lupa con el pauelo la estancia y
estudios del joven mago en Montpellier, y el viaje a Irlanda, ya titulado en medicina, y en todo l no
se ape del bonete y la esclavina amarilla, y en Cork sali el pblico a la calle por verle, y aun hubo
confusin por tan mitrado como iba, que por los caminos de Irlanda los mendigos y los nios le

pedan limosna arrodillados en el lodo de la va y sobremanera en los puentes, confundindolo con el


emperador bizantino romano, que tena anunciado con testimonio de la sabia Viviana ir peregrino al
pozo de San Patricio. Reclamada la herencia del cuarto herrero la madre barbuda haba muerto en
un convento de Cantorbery, a cuyo coro se retirara de arpista, de una fluxin cordial con alternativas,
la cual exigi un novenario de sangras que por habrselas dado bajo Piscis, dieron fin a la doliente
, por consejo de un monseor de Borgoa que lo quera poner en su squito de sumiller mayor y
oidor secreto, pas a Salamanca a que le leyeran dos semestres de Escrituras, y a Toledo a or ciencia
caldea, cabala y astrolabio; y de sus sucesos toledanos, voy a leerte uno que es grande novedad
poltica.

7. Merln en Toledo

etermin el joven Merln pasar de Madrid a Toledo, e iba muy seguro yendo a ciudad tan
atareada de demonios, judos, brujera y ciencias ocultas, porque en una posada, en Medina del
Campo, haba comprado a Isaac Zifar el nombre secreto de Toledo, que an hace poco tiempo se hizo
pblico, y es el tal nombre latino, Fax, que quiere decir la tea, Y dicen que el tal Zifar se hizo rico
vendiendo esta noticia a muchos, que por creerse los nicos dueos de ella, no propalaban el
hallazgo. En Madrid tomara trato Merln con un caballero napolitano, llamado don Panfilo Atrisco
dei Bottei, que vena a Espaa a intrigar contra el seor virrey de Npoles cerca del valido del Rey
Catlico, que lo era a la sazn el seor duque de Lerma. Se hicieron amigos en casa de una francesa
que tena negocio de tiecaas y de unas que pasaban por sobrinas de un marido que tuviera, y eran
alegres pupilas, y el napolitano se pasmaba a cada hora del saber de Merln y sobre todo del arte que
tena de cifrar mensajes secretos. Don Panfilo temi por su vida, que parece que lo seguan agentes a
sueldo del elenco contrario, y le pidi a don Merln si quera llevarle de su mano las cartas que traa
del reame al duque de Lerma, que estaba otoando en Toledo, y que le prestara un equipo
completo que tena de buhonero, con comercio de jabones de olor, polvos rosados y horquillas. Dijo
que s Merln, que vea ocasin de acercarse al valido y a la poltica de Espaa, y le gust aquello de
entrar secreto en la secreta Toledo.
A la vista de Illescas salile al camino a don Merln una mujer morena y de buen ver, descalza de
pie y pierna, a comprarle unos pendientes de atalaque y una pastilla de jabn de Alhama. Y pag la
mujer moza la compra con una moneda de plata, y as que Merln la meti en la bolsa se sinti
inclinado a seguir a la morena adonde lo llevase, olvidado de la urgente y poltica mensajera que
llevaba, de su condicin y altos estudios, y hasta del puesto de oidor en Borgoa. La mujer lo llev a
una choza, hacia donde dicen el Viso de San Juan, y por el camino le iba diciendo a Merln que no
tena ms remedio que seguirla, pues llevaba en la bolsa una moneda del Diablo. Y le llamaba don
Panfilo y le parrafeaba algo en italiano. Lo confundan, pues, con el seor de Atrisco, y el encanto
aquel deba de ser de poca monta. Estaba dentro de la choza el Diablo, sentado junto a la puerta,
escribiendo en un pliego mayor, de barba barcelona. Tena un gran cuerno delantero, y con el rabo se
espantaba las moscas, que estaban como suelen de pesadas en el otoo de las Castillas.
El Diablo, que no dijo su nombre, salud muy corts a Merln llamndole don Panfilo de Atrisco,
cuyas altas prendas no ignoraba, y le dijo que no ms lo entretena por saber como se llaman en
Npoles los emparedados de queso blanco, que se fren en sartn tras rebozarlos en huevo.

Se llaman respondi Merln, a quien debi de venirle en aquel minuto la memoria de don
Panfilo en ayuda mozzarella in carrozza, que mozzarella es el queso, blando y delicado, casi
natilla.
Apunt el nombre el Diablo en una esquina del folio y recuperando de la bolsa de Merln su
moneda de plata, mand a la moza que le sealase al buhonero fingido el camino de Toledo.
Lleg a Toledo Merln, y asegurado por el duque de Lerma, se visti de gala y fue a llevarle al
valido las cartas reservadas que traa, y preguntndole el duque por el viaje, no dej don Merln de
contarle lo sucedido en Illescas. Dijo el duque de Lerma que sera burla de vagabundos picaros, y se
ri, y le dijo que a la tarde siguiente poda venir a refrescar a un cigarral, en el que un su sobrino
haca fiesta. Y no bien lleg Merln a la merienda, lo llam a un aparte el valido, y le dijo que
convena rezar un padrenuestro por el alma de don Giulo, conde de Gini, un florentino al servicio
suyo secreto, que haba muerto en el mesn del Francs de Madrid envenenado, y que el veneno se lo
haban dado en mozzarella in carrozza, de la que era muy goloso.
Tuvo ocasin don Merln de pasar a Italia, viajando de Valencia a Ostia muy descansado, por la
serenidad de un junio. Y no bien lleg hizo una compra de la que pongo noticia, con otras nuevas, en
donde titulo:

8. El viaje a Roma

sperando en la posada de los Galeros a que le trajesen herrada la mula piamontesa que haba
alquilado para el viaje a Roma, se sent don Merln bajo la parra a contemplar la maana de
Italia y el azul marino, y estaba ensoando, los ojos entornados por la grande claridad del da,
cuando se le acerc un mendigo a pedirle limosna, y dndosela muy generosa el mago, el pobre, que
era un cojo gordo y muy barbado, de la cintura para arriba desnudo, y los calzones que traa, ahora
viejos, fueran de suizo del Papa, de una oreja, metiendo el dedo ndice y hacindolo girar, sac una
hermosa sortija de oro, en la que montaba un lucido rub, y se la ofreci en venta al mago de Bretaa
por dos ngeles de plata de las ciudades marinas que haba visto en la bolsa de Merln, al abrirla ste
para darle limosna. Hall la oferta muy decente el mago, y cerr el trato. Fuese el mendigo haciendo
reverencias y saludando con una birreta espaola deshilada y mendada con la que cubra su intonsa
cabellera, y don Merln se qued contemplando la piedra, que la luz matinal y latina espejeaba por
todas sus caras. Como oyera las herraduras de su mula en el patio, envolvi el mago la sortija en un
pauelo de seda verde, y escondi la joya en un bolsillo reservado que tena en el cuello de la capilla
corta, que por ser verano, usaba, y en el bolsillo llevaba la clave para corresponder con el secretario
de cartas celtas del rey Arturo, y un alfiler envenenado con agua caribe, que comprara en Toledo a
uno que vena de Indias. La clave de la cancillera artrica fue la misma que en la antigua Grecia
usaban los lacnicos, y se llama en su lengua skitale, y en ella correspondan los aforos con los
embajadores y los estrategos, y consista en que en una varita de olivo, de cuarta y media de largo, se
envolva oblicuamente un trozo de piel, y se escriba sobre ella, as envuelta, de arriba a abajo, de
modo que desenrollando la piel aparecan los caracteres sueltos, y para leer el mensaje era preciso
que el destinatario enrollase de nuevo la piel a una varita de las mismas dimensiones.
Lleg a Roma don Merln sin mayores novedades, y contento del paso reposado y mecedor de la
mula, que tena por nombre Tirana, y entr en la urbe por Porta San Paolo, parndose un poco
antes de pasar sta a mirar la pirmide de Caio Cestio. Por va della Marmorata fue a cruzar el Tber
por Ponte Sublicio, buscando el hospicio de San Michele, donde iba a hospedarse con uno que fuera
su compaero en Montpellier, y que ejerca ahora la medicina en aquella casa, en la que tena buen
aposento. Y este mdico romano se llam Micer Orlandini, y cuando viva en Montpellier por veces
se pona melanclico, acodado en la ventana de su posada, y si se le preguntaba qu le entristeca,
sola responder:
Estaba soando con carciofi alla giudia y con spaghetti alla carretiera, y que remojaba la

comida con una botella de Marino, que de los vinos dei Castelli Romani, es el de mi gusto.
La primera noche que pas en Roma el seor Merln cen cile coi piselli, bebi Marino, y
despus de mirar un rato la luna llena sobre las colinas fatales, se meti en cama, y habiendo apagado
la vela, y cuando comenzaban a cerrrsele los ojos, vio que del cuello de la capilla corta, donde tena
el bolsillo reservado, surga una figura femenina, vestida de vagos paos verdes, y el tal fantasma,
que lo era, se asomaba a la ventana por una inedia hora, volviendo paso pasito a su escondite. Tres
noches ms se repiti el extrao suceso, y como Merln cambiaba cada noche de lugar la sortija
envuelta en el pauelo verde, y de donde sta estaba era de donde brotaba el femenino fantasma, lleg
el mago a la conclusin de que posea una sortija encantada. Debajo de la almohada la escondi, y de
junto a la cabeza de Merln brot la hermosa y gentil forma, y perfumada, tanto que nuestro hombre
se turb y aun se encandil algo. Pero a la quinta noche, y por quitarse de deshonestidades, puso la
sortija en el bolsillo secreto, cabe el alfiler envenenado, y sucedi que no apareci fantasma alguno.
A la maana siguiente fue Merln al bolsillo para tomar la varita de la clave y escribir a don Arturo, y
se encontr con el bolsillo lleno de ceniza, y el oro de la sortija vuelto cobre, y el rub muerto,
trocado en vidrio ciego, que ponindolo al sol que naca dorando el monte Palatino en la otra orilla,
ni una chispa espejeaba. Entre Micer Orlandini y don Merln estudiaron el caso por Cornelius Agripa,
Aristteles y Dioscrides, y hallaron la causa: al tomar cuerpo en el bolsillo secreto el fantasma, se
pinch en el alfiler envenenado con agua caribe, siendo sta veneno tan resolutivo, que el fantasma
hall all mismo muerte.
Mujer era, y muy hermosa dijo don Merln. Cenizas enamoradas son stas, quiz.
Y discurri bajar al ro, y desde la ponte Sublicio las verti, las cenizas, en las aguas tiberinas,
que las llevasen al mar, y se qued tan melanclico en el petril del puente don Merln, como en
Montpellier en su ventana se quedaba Micer Orlandini aorando las alcachofas a la juda, y de sus
labios salieron versos latinos, de los que el nico que recuerdo es aquel que dice:
Sic te diva potens Cypri
que es horaciano; en italiano se lo repiti a Micer Orlandini: Que la diosa duea de Chipre, y
que los hermanos de Helena, dos luceros brillantes, y el padre de los dioses te guen
No leo el regreso de don Merln a Bretaa y los das que pas en la corte de Arturo, rey
perpetuo y futuro, que sos estn en los libros de historia que se leen en las escuelas. Bsteme decir
que no tuvo toda la Tabla Redonda mejor amigo ni ms atento consejero, mdico y poltico, y uno de
los ms compinches suyos fue aquel caballero don Lanzarote del Lago, quien tan recomendada le
dej a doa Ginebra cuando se fin, que el tal Lanzarote trata amores con doa Ginebra a excuso de
su marido el rey, pero eran de aquellos amores antiguos y corteses que no ponen deshonra, segn
dicen. Y ya te he ledo algunas noticias que ignorabas, y la garganta se me fatiga. Te dir solamente,
para terminar, que fue estando en Pars don Merln estudiando el pararrayos con don Franklin cuando
le llegaron nuevas de que heredaba a una ta suya, por parte de madre segn los ms, en el reino de
Galicia, donde estamos. Y porque iba el que pas a ser amo tuyo algo fatigado del mundanal ruido, y
porque con la Revolucin de Francia se quedara doa Ginebra sin las rentas que tena sobre el aceite
de ballena de la mitra primada de Rennes de Bretaa y le peda socorro, acordaron ambos retirarse a

esperar mejores tiempos a Miranda. Y en Miranda vivieron das que suman unos sesenta aos, hasta
que doa Ginebra, viendo llegada su hora, quiso ir a morir a su pas natal de Gales, en un pequeo
huerto vecino a las ruinas de Persse Castle, oyendo las alondras y acariciando la cabeza de un viejo
can, negro pero que ya pardeaba de viejo, y cegato
se era mi Nores! exclam Felipe de Amanda. Y tena las bragas blancas?
Aqu lo dice: zaino limpio y bragado en blanco ley el ingls en un apunte.
Mi Nores era! Ay, amigo!
Y los ojos se le llenaron de lgrimas al viejo barquero. Anocheca. Las palomas torcaces volaban
buscando cama en los alisos y en los sauces de la orilla. La luna sala tempranera sobre el Ameiro. El
mesonero encendi un candil de gas y grit por la hija, que bajase a poner la mesa, que el ingls traa
hambre atrasada.

ndice onomstico

ALSIR, Sidi Mohamed ibn: Moro tunecino que viajaba con salvoconducto de la Sublime Puerta,
vendiendo caramitas, esencias y libros de historia. Adquiri en la feria de Tilsit el espejo poltico de
la Repblica de Venecia, y se lo vendi en Elsinor a doa Ofelia. Regal a Felipe de Amanda con la
Novela del Pedo del Diablo, que escribi monsieur Gui Tabarie, segn advierte el poeta Franois
Villon en su Grand Testament. <<

ALMEIDA, El seor: Portugus que acompaaba a Lucerna a la sirena griega conocida por doa
Teodora. Era relojero en Chaves. <<

ANGLOR: Princesa del Rdano, que pas un ao escondida en la sombrilla de un cannigo de


Avin, vestida no ms que de su rubor, el cabello que por la espalda le caa y una cinta verde en el
tobillo izquierdo. De ella se enamor el paje Franois, por mal nombre Pichegru. <<

AQUITANIA: Provincia de Francia que cae a la mano derecha del camino francs, segn se va desde
Lugo. Tierra muy afamada en vinos y fcil en mujeres, segn el refrn: Tierra arenisca, tendencia a
putas. <<

AVALON: Isla donde mora don Amads de Gaula desde que cas con la sin par Oriana. Es una de las
partes ms antiguas e ilustres de Bretaa y su nombre quiere decir la misteriosa. <<

AVIN: Ciudad de los Papas en Francia. Es famosa por su puente. All se bebe el vino que llaman
Chteauneuf du Pape; beberlo en otoo es como ponerse un gabancillo forrado de plumn de trtola.
<<

AVIN, El seor cannigo de: Amo del paje Pichegru, en cuya sombrilla italiana de seda verde se
escondi Anglor una noche de San Juan. Era muy aficionado a la msica del tambor. <<

AUGUSTO: Csar romano que cas con doa Livia, estando sta de cinco meses preada de otro. <<

BEJARANO, Don Jovito: Un tal salmantino, que fuera guerrillero con el charro don Julin. Era
hombre fcil a la ira. Con su montar campero reventaba las yeguas de la abada de la Meira, con gran
enojo del lego de cuadras. <<

BELIANS, Don: Cazador muy afamado en las tierras de Len, primo del arcipreste viejo de los
Vados. Anduvo en la partida del cura Merino, escuadrn del Brgante, folio de batidores. Le
compraba al algaribo Elimas libros que tratasen de plvora. <<

BELVS: Palacio a dos leguas de Miranda, del que era administrador el enano de las pamelas. Vivan
en l las condesitas de Folgar, criadas a requesn y muy amigas de cintas de Pars. Tenan un perrillo
pequins a quien don Merln enseara a silbar una alborada. <<

BELVS, El seor conde de: El conde mozo de Belvs, que fue con una gorra de plumas y su enano
de portacola al entierro de la ta segunda, por parte de padre, del seor Merln. Era dado al naipe y a
la guitarra, y muri de una luna que lo tom en Granada dando una serenata a la viuda de un
boticario, a la que andaba levantando las faldas. <<

BRAGA: Ciudad en la que vive el Primado de Portugal, y en la que doa Teodora, sirena griega,
enterr al caballero portugus que tena por su enamorado. En ella pas el suceso de don
Esmeraldino. En tiempos se haca en Braga un electuario de naranja de mucha fama, aguamiel de
Braga, propio para enfriar el hgado de los saturninos. <<

BRETAA: Nacin de doa Ginebra, mi ama y seora, quien all tena un palacio, dos rosales y un
ruiseor. Es un gran reino entre mar y mar, y ahora est en particin, que el ltimo rey suyo, don
Arts, se convirti en cuervo, derrotado en batalla. <<

CALDEOS: Pueblo subterrneo que buscando la sierpe Smars, encontr la viga de oro sobre la que
descansa el llano del mundo. <<

CALIELA, Dama: Princesa de Gazna, cuyo nombre se declara por la miel que se derrama. Le
deshace la cama al imperante don Michaelos Comneno de Constantinopla, con la intencin de
embeberlo y perderlo, con su ejrcito, en las arenas del desierto. Se viste solamente de un cascabel de
oro en el tobillo. <<

CALIODORA DE ARQUIPAS, Emperatriz doa: Muy notoria en la historia de las modas


bizantinas, porque impuso la pintura de las uas de los dedos meiques de las manos, y en las suyas,
mirando con cristal de aumento, se vea en la una al emperador y su squito yendo de palacio al
hipdromo, y los azules y los verdes aclamando, y en la otra una cacera de faisanes en la Clquida,
con los halcones imperiales volando sobre el coloreado bosque del otoo. <<

CASILDA: Criada de la casa de don Merln, que fuera moza del ciego de Outes. Tuvo un hijo del
paragero de Sebes. <<

CASTEL, Monsieur: Criado del seor obispo de Pars, que trajo a Miranda los quitasoles y el
quitatinieblas. Era gordo y colorado, y tena una perrera de flequillo, que se la rizaba una su amiga,
mandadera de las Capuchinas de la rue des Lapins. Tena prometida una misericordia con racin el
coro de Sens, pero muri antes de recibir las rdenes menores de una indigestin de mirlos
encebollados. <<

CERS: Gato albino y ciego, que trajo a Miranda doa Ginebra, de la familia de los gatos reales de
Bretaa. Los pelos del bigote de estos gatos son muy apreciados para sacar de los ojos de las gentes
arenas que en ellos se meten. <<

COBILLON: Demonio perfumista y perfumado, gran burlador, que enga a una viuda en Soria con
palabra de matrimonio y un meteorito que ola a nardo de Valencia. <<

CORANTINES: Pueblo secreto y enano, que vive soterrado, y tiene por oficio, segn don Cornelius
Agripa, guardar tesoros. Se disfrazan los corantines de perros de pintura de Flandes para celebrar sus
fiestas. Se dice que inventaron el alambique, y hacen el aguardiente de trufas, famoso desde
Paracelso. <<

CRISTFOROS: Polemarcos de los bizantinos; mand al correo Leons a Miranda a pedir a Merln
el camino que llaman de Quita-Y-Pon. <<

CROIZS: Demonio natural de Pamplona, a quien don Merln convirti en haz de paja ardiendo. Era
de la tenencia de los fornicadores. Se hizo pasar en Miranda por don Silvestre, alcalde constitucional
de Burdeos en Gironda. <<

DEN DE SANTIAGO DE COMPOSTELA, El seor: Vino a Miranda a comprar un quiebranueces


de plata para el Cabildo del Santo Apstol. <<

EDIMBURGO, San Andrs de: Escuela de medicina que usaba las sanguijuelas ad maiores. Una de
las ms famosas de la cristiandad. <<

ELEONORA, Doa: Sobrina del Gran Inquisidor de Npoles, de los seores duques de Presenzano y
de Francavilla. Compr el demonio-baera en Fossano <<

ELIMAS: Mago algaribo que ganaba su pan vendiendo libros secretos y del arte, y contando
historias por las posadas. Era de casta caldea. <<

ELSINOR: Castillo de Dinamarca donde el moro Alsir tuvo audiencia con el incierto seor don
Hamlet, y donde viva doa Ofelia. Est a caballo del mar, y el jardn lo tiene dentro, a causa de los
vientos marinos. <<

ENANO: El enano de Belvs o de las pamelas. Nadie supo su nombre. Se tena por hidalgo y gastaba
espada, hacindose llamar Seor maestre. Andaba siempre con cuentos, correveidile de los palacios.
Era muy enamoradizo, pero muri soltero. Toda su mana era traer el telgrafo de Lugo a Belvs. <<

ESMERALDINO, Don: El gallo de Portugal. <<

EXCLAUSTRADO DE GOS, El: Se llamaba don Ernestino, y fuera bernardo en Meira. Tena en la
teja un bolsillo secreto, en el que llevaba una pistola de guarda. De nacin riojana, sembr de
guindillas que llaman fuego al culo, todo el iglesario de Gos. <<

FELICES, Don: Cantor que fue de la iglesia de Santiago. Echaba las cartas y adivinaba por el reloj
de arena y por Ifitomancia. <<

FELPETO, El seor: Carpintero que hizo el triciclo de madera de roble al obispo Lpez Borricn,
de Mondoedo. <<

FLORINDA, Doa: Viuda soriana muy acaudalada, que se enamor del demonio Cobilln,
perfumista de Pars. <<

FLUTE, Mestre John: Flautista de cmara de lord Sweet. Acompa a Miranda los pedacitos de
lady Tear, que santa glora haya. Autor de la Swans pavone, con letra de la viuda del obispo
reformado de Liverpool. Era muy goloso de farinatos <<

FOG, Lady: Ta segunda de los reyes de Tule, amancebada con un francs planchador de almidn en
Versalles, por quien vinieron a Tule las lises de Francia. <<

FROILN, El San: Feria de Lugo famosa, en la que Felipe de Amanda vio en el Teatro Ideal del
Valenciano la tragedia de don Cruces, envenenado por una sobrina carnal a quien pretenda un
carabinero. <<

GABIR ARBIGO, Don: Maestro de ciencia alqumica, con quien estudi en Damasco elixires y
transmutacin metlica mi amo don Merln. <<

GALLOWS, Mster: Mdico ingls del jedive de Egipto. Introdujo el nenfar en la farmacopea
britnica. <<

GAULA: Reino e nsula en el mar abierto, de donde fue la corona de don Amads, y es ahora parte
oculta del partido Imperio de Bretaa. <<

GAZNA: Reino y ciudad en la parte de Levante del Imperio bizantino. Reinan all siete prncipes
gigantes, hijos de un jorobado y todos de un vientre, y los siete no tienen otra mujer que dama
Caliela, con la que se acuestan por lunas, dndole cada siete una de descanso en una piscina. <<

GINEBRA, Muy alta, noble y poderosa seora doa: Mi ama, reina que fue de Bretaa. <<

GIOVANNI DE TREVISO, Don: De los duques de Aragn, gonfaloniero de la Santa Iglesia


Romana. Fue casado con lady Tear y muri leproso en Florencia. <<

HAIRY, mese: Mdico de San Andrs de Edimburgo. Volvi a la vida a lady Tear. <<

HAMLET, Don: Seor Rey de Dinamarca, prncipe triste y dubitante, cuyas sospechas y muerte cruel
andan por los teatros. <<

HIJA DE DOA CAROLINA, La: Se discute acerca de su verdadero nombre, sospechndose que fue
bautizada con el de las santas del da de su nacimiento, y as se llamara Versima Pomposa Capitolina
Romana Roundes. Fue a aprender a Tule el entreds y el dulce de almendra. Era princesa de los
caldeos, prometida esposa de don Pars. Est cautiva de miss Spindle, quien la disfraza de paloma
colipava. <<

HUGONOTE DE RIOL, EL: Fantasma francs de la casona de Riol, en las Asturias de Oviedo, a
quien el abate Laffite quiso llevar peregrino a Santiago de Compostela en una ampolla de vidrio de
Murano. Conservaba toda la bilis protestante, segn se vio en su respuesta a don Jovito Bejarano. <<

JAZMN: Paje y mozo de cuadra del seor obispo de Pars, de quien dijo la seora Marcelina que si
ella hubiese querido, de seguro que volva en un tris, pues de ella se haba enamorado. <<

JOS DEL CAIRO: Criado de casa, hombre muy burlador, aunque callado y valiente. Cuando se fue
don Merln, qued de casero en Miranda, y se acab de casar con una de las condesitas de Belvs, con
aquella ms rubia de pelo que empreara del seorito de Belmonte. <<

LAFFITE, El abate: Clrigo francs que peregrin a Compostela. No se pareca en nada a los abates
franceses de las novelas. Sobresala en cebar pavipollos para Pascuas, y era muy solicitado en la
Guyena y el Mdoc para predicar el sermn del Desenclavo. Viniendo de Vic-Fesenzac de ver los
toros embolados, siendo un nio risueo, tuvo la visin de San Miguel Arcngel. <<

LEONS: Paje del imperante Michaelos Comneno. Vino desde el desierto a Miranda a buscar el
camino que llaman de Quita-Y-Pon. Era de los enamorados de Dama Caliela de Gazna. <<

LIAO, El: Tabernero de Pacios. Tena el mesn cabe el padrn de amarrar la barca. <<

LIAO, El sobrino del: Fue a la botica de Meira a comprar la triaca prepsita y las pldoras de miel
sedativa para mosi Simplom. Truchero de fama, fue el primero en pescar con moscas en el pas.
Tuvo barca en Sernandes, para pasar el Mio. Muri de consumero en Lugo, casado con una
portuguesa que fuera pupila de la Generosa. <<

LUCERO: El caballo de casa. Era cruzado de pas y americano, y mova larga cola blanca. <<

LUCERO: El quitanieblas del obispo de Pars, que abrindole en la oscura noche, el que iba debajo
vea como de da. <<

LYON: Ciudad y feria de Francia, famosa por las sedas y la ratafia. Algunos la comparan con Medina
del Campo. <<

MACREA, Doa: Princesa bizantina, gentil duea del ratn blanco muy gracioso, que la punta del
rabo adornaba con tres manchas negras. <<

MANUELA DE CARLOS: Criada de la casa, a quien yo ense a escupir huesos de cerezas. Con ella
cas cuando me puse de barquero. <<

MARCELINA, La seora: Sobrina del escribano de la Azumara y cocinera mayor en Miranda. Se


enamoraba de los pasajeros, lo que no era poco trabajo. Cuando don Merln se fue, puso fonda en
Lugo. <<

MEIRA: Convento de bernardos que fue, Santa Mara la Real de Meira, junto a la fuente donde el
Mio nace. Mulas de mucha fama, por la sobriedad y meceo del paso, y botica de fama, con escuela
de simples por Dioscrides y de flemas por Teofrasto Paracelso. Ahora es una ruina. <<

MERLN: M seor amo y maestro, del que no digo que santa gloria haya, porque no lleg noticia
de que muriese. <<

MICHAELOS, El imperante don: Basileo de Constantinopla, Comneno Angelis Lscaris,


Hipogeneta apelado, que naci yendo su madre cabalgando, y la ilustre seora ni se ape para
parirlo. Est perdido en las arenas del Desierto. <<

MIRABILIA: Uno de los quitasoles del obispo de Pars. Lo usa Su Ilustrsima el da de Pentecosts, y
estando el prelado debajo, adquiere el don de lenguas. <<

MONDOEDO: Ciudad de Galicia, nombrada en el prlogo del Quijote por poner Cervantes cita
de famosas cortesanas, que la vida de stas escribiera el obispo Guevara. Tiene ferias de fama el da
de San Lucas, y lo son de caballar bravo, hierro, boj y miel. En ella naci el seor Cunqueiro, donde
se oye cantar el agua de la Fuentevieja, que fue quien puso en romance estas historias. Es rica en pan,
en aguas, en recoletos huertos con camellos, naranjos y mirlos, y en latn. <<

MUJER DEL HERRERO, La: Hija del seorito mayor de Humoso. La madre vino muy moza a
Pacios, casada con el solador de Noste, y el mayorazgo de Humoso, que se haca all los zuecos,
desde que la vio se enamor, y el marido por ms que celaba no pudo ahuyentar el gaviln de la
paloma, y siendo hombre pacfico y ganador de su pan, cuando naci la Argimira, que as se bautiz
a la recin, contestaba a las burlas de los que le atestiguaban la grande cornamenta que le pusiera el
hidalgo de Humoso, diciendo: Como haba que matarlo o dejarlo!. <<

NPOLES: Escopeta de dos caones del seor Merln, regalo del joven sotanfante de Palermo a mi
amo, cuando ste le compuso los vientos al perro Perrs, braco tiznado que tena bula del Papa para
parar las perdices en Castelgandolfo. <<

NEY: Perro de la casa. <<

NISTAL, Romualdo: Maragato que tena tienda en manzanal. Se supo que era hombre lobo cuando
se ahorc en la robleda de Dueas. <<

NORES Otro perro de la casa. Estaba educado para la nutria, y era negro como la noche. Se
acostumbr a dormir en mi camareta. <<

NOSSOLINI, Don Piero Monseor Grande Inquisidor de Npoles y las Dos Sicilias y la Isla de
Capri. Exorciz el demonio que se hizo baera en Fossano para mejor ver a las monjas desnudas. <<

NOVAS, Su Excelencia Acompaante portugus de la sirena griega doa Teodora. Trajeron las
gacetas que cuando lleg a Lucerna con la anabolena, sta lo mimara tanto por el camino, que all se
fue Navas con la sirena a lo profundo de la laguna. Tena mercera en Mirandela, y lo hered una
sobrina que estaba casada con un tejedor que haca, con ttulo de cmara, las medias blancas para los
infantes de la Casa de Braganza, que son muy chatos de pantorrilla, como se ve por las pinturas. <<

OBISPO DE LAMEGO, El seor El mitrado Cojo de Lamego de Portugal; tena un aristn de


Bruselas y cri un cuervo que hablaba en latn. Le compraba a mosi Simplom bolas de nieve y cajas
de msica. Puso las sinodales en Verso portugus, tomando Os Lusiadas por modelo de octavas, y
enseaba a sus clrigos a hacer por propia mano la mayonesa cuando iba de visita pastoral. <<

OMEGA, Don Relojero mayor de Suiza, vecino que fue de la ciudad de Ginebra. <<

PABLO Y VIRGINIA: Novela de Bernardino de Saint-Pierre que lea llorando la condesita rubia
de Belvs cuando estaba preada del seorito de Balmonte. <<

PABLO Y VIRGINIA: Dos sauces de la orilla del Mio, en el inventario de las propiedades de don
Merln en Miranda de Lugo. <<

PARS: Pars de Francia, ciudad del obispo de los quitasoles y del quitatinieblas, en las orillas del ro
Sena. All tiene tienda el demonio Cobilln de perfumes y jabn de olor. Sus mujeres tienen fama de
ser de pluma. All castraron a maestro Abelardo por culpa de los amores que tuvo con la sobrina de
un cannigo, llamada Elosa; del hijo de entrambos, Astrolabio, vienen los Villers de lIsle-Adam,
parientes de mi seor Merln. Es una ciudad famosa por sus riquezas y por sus engaos. <<

PARS, Don: Prncipe del pueblo enano de los caldeos, buscadores de la sierpe Smars. Quera
amonedar la viga de oro. <<

PARSIFAL, Don: Caballero de Bretaa de quien contaba en verso la historia doa Ginebra, de cmo
fuera a la demanda del Grial. <<

PETRUS MUNIUS, Dominus: Abad de Meira, en cuya capucha hizo noviciado el paje enano
bizantino que vena en procura del ratn de doa Macrea. <<

PICHEGRU: Mote del paje Francote, enamorado de dama Anglor, la princesa del ro, con slo verla
desnuda por un instante en el famoso puente de Avin, la noche de San Juan. <<

RUFAS, Al Hach Ismael Ibn Sna: Jeque del Desierto, envenenado por haber olido un melocotn.
Castrador de camellos, es dueo de la alfombra voladora. <<

SAL-EL-SOL: Paraguas del obispo de Pars, que abrindolo en la maana de la Asuncin de Nuestra
Seora, aunque llueva, solea sbito. <<

SCAREFLY, Infante Don: Msico francs, planchador de almidn en Versalles, punto fijo de lady
Fog, reina de Tule, y por quien los tulesinos traen por armas las ilustres lises de Francia. <<

SEGOVIA: Perro alano de Su Majestad don Carlos VII, que sigui el rastro del hombre lobo en los
montes de Len. <<

SILVESTRE, Don: Figura de respeto que tom el demonio Croizs cuando vino a Miranda con doa
Simona la encantada. <<

SIMONA: Princesa de Aquitania, encantada por el demonio Croizs, y que en Miranda recobr la
natural y hermossima figura, de la que nunca me olvido. <<

SIMPLOM, Mosi: Relojero que fue de los seores duques d Saboya; se puso a la muerte en
Pacios, viajando a Lamego, a llevarle al mitrado las bolas de nieve. <<

SMARS: Sierpe de casta cltica, bilinge, cuyos huevos harn de los enanos caldeos un pueblo de
gigantes. Se dice que Garganta fue destetado con una cucharada de la clara de uno de estos huevos.
<<

SORIA: Ciudad de los linajes, pura cabeza de Extremadura. En ella viva la viuda doa Florinda, a
quien enamor el demonio Cobilln. <<

SPINDLE, Miss: Regente de Tule. Mujer veleidosa, que tiene cautiva a la diminuta hija de doa
Carolina. <<

SWEET, Lord: Seor del castillo y pas de Marduffe, en Gran Bretaa, Cas con lady Tear. Muri
en un jardn de Roma. <<

TADEO: Trasno bigotudo que vino a Miranda de espolique del demonio Croizs. Muri en las
horcas del rey de Francia, en la villa de Pons, acusado de hablar con las gallinas y de hacer aguas
mayores por las chimeneas. Fuera aprendiz de sastre en Toledo. Siempre pagaba con duros
sevillanos. <<

TARRAGONA: Ciudad de Catalua, donde est el Primado de las Espaas. Tiene vinos muy felices,
y deca el demonio Cobilln que all tena un palacio. <<

TEAR, Lady: Hermosura de plata, que a la vida la volvi maese Hairy, cas luego con lord Sweet, y
se rompi en un jardn romano. <<

TEODORA: Sirena griega, que pas a Miranda a teir de luto doble la cola, por amor de un
portugus que se le muri en los brazos. Iba a meterse monja en un convento sumergido en la laguna
de Lucerna. <<

TERMAR: Posada del camino de Santiago, en tierras de la Real Abada de Mera. Ahora le llaman
Feria del Catorce, y lo ms de la villa es de magaratos y sanabreses. <<

TILSIT: Feria muy famosa en la Borusia, como dos de Lyon o cuatro de Monterroso en Galicia.
Nueve naciones diferentes ponen en ella peso y truchimn. <<

TRURO: Ciudad de los infantes de Cornubia. A la sobrina del den de Truro se le volvi una mano
de plata. Don Pars, el prncipe de los caldeos, estudi en aquella escuela, y paraba en la fonda de la
manga del sochante mayor. Tiene dos bosques muy viciosos de ruiseores, y es rica en fuentes. <<

TULE: Reino hiperbreo, ltima tierra despus de la Calzada de los Gigantes. Es frtil en mdicos.
Tiene, como Venecia, gobierno secreto, basado en la adivinacin del porvenir. <<

TURPN: Caballo de la casa, bayo solano, grande corredor. <<

VERMEIL, Monsieur: Procurador de Calais, apoderado de sirenas, a las que representaba en Ran,
en el Tribunal de la Puente Matilde. Era muy fantasioso en chalecos. <<

VIUDA DEL OBISPO DE LIVERPOOL, La seora: Le puso letra a la Pavana de los Cisnes de
mestre Flute, y cada ao pona en coplas el calendario para uso de ingleses reformados. Cas de
segundas con el barbero de Saint-James Court, que era italiano, de Fisole y tenia el secreto del rizo
au coup de vent, que lo haba estudiado en Roma, peinando a monsieur de Chateaubriand en su
embajada. El italiano, la misma noche de bodas, se separ de la viuda literata, porque tena las nalgas
postizas. <<

WINDSOR: Castillo de los reyes de Inglaterra, adonde queran llevar a casar a lady Tear, y a que la
palpase el rey, que estaba ciego y quera convencerse por s mismo de tanta hermosura como le
pintaban. Es lugar muy venteado. <<

LVARO CUNQUEIRO. Naci en 1911 en Mondoedo (Lugo). Fue uno de los escritores ms
grandes de nuestro siglo tanto en castellano como en gallego, durante muchos aos dirigi el Faro de
Vigo y colabor toda su vida, con artculos de toda ndole, en varias revistas espaolas.
Al fallecer, en 1981, dej tras de s novelas como Las crnicas del Sochantre (Premio nacional de
la Crtica en 1959), Merln y familia, Cuando el viejo Simbad volviera a las islas, Las mocedades de
Ulises, Un hombre que se pareca a Orestes (Premio Nadal en 1968) y La vida y las fugas de Fanto
Fantini, as como ensayos gastronmicos y una infinidad de crnicas sobre todo aquello con lo que
alimentaba cada da su insaciable curiosidad.

Notas

[1] Limosnero en el texto original; sin embargo, al ser la traduccin del gallego limoeiro, lo

correcto es limonero. (N. del Ed. Dig.) <<

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