Revista Estudios Canarios, 56 (2012)
Revista Estudios Canarios, 56 (2012)
Revista Estudios Canarios, 56 (2012)
LVI
2012
E S T U D I O S
C A N A R I O S
(EsCan)
a n u a r i o d e l i n s t i t u t o d e e s t u d i o s c a n a r i o s
CONSEJO EDITORIAL
Andrs Snchez Robayna (Universidad de La Laguna, Espaa). Alejandro Nieto Garca (Universidad
Complutense de Madrid y ex Presidente del CSIC, Espaa). Eduardo Aznar Vallejo (Universidad
de La Laguna, Espaa). Pilar Garca Mouton (CSIC, Espaa). Jess Daz Armas (Universidad de
La Laguna, Espaa). Mara Josefina Rivero Villar (Benemrita Universidad de Puebla, Mxico).
Constanza Negrn Delgado (Universidad de La Laguna, Espaa). Matilde Arnay de La Rosa
(Universidad de La Laguna, Espaa). Alberto Blecua (Universidad Autnoma de Barcelona, Espaa).
Esperanza Beltrn Tejera (Universidad de La Laguna, Espaa). Jos Antonio Gmez Rodrguez
(Universidad de Oviedo, Espaa). Emilio Gonzlez Reimers (Universidad de La Laguna, Espaa).
Emma Prez Chacn (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Espaa). Mauro S. Hernndez
Prez (Universidad de Alicante, Espaa). Sebastin Nicols Delgado Daz (Universidad de La
Laguna, Espaa). Alberto Galvn Tudela (Universidad de La Laguna, Espaa). Emma Borges Chinea
(Universidad de La Laguna, Espaa). Rafael Padrn Fernndez (Universidad de La Laguna, Espaa).
CONSEJO ASESOR
Francisco Marcos Marn (University of Texas at San Antonio, EEUU). Mara Josefina Tejera
(Universidad Central de Venezuela, Venezuela). C. B. Morris (Universidad de California, EEUU).
Iris M. Zavala (Universiteit Utrecht, Holanda). Istvn Szilgvi (Universidad de Pannonia, Veszprm,
Hungra). Pilar Cereceda (Universidad Catlica Pontificia de Chile, Chile). Reinhard Schnetter
(Universitat Giessen-Justus Liebig, Alemania). Roco del Carmen Moreno Sanabria (Universidad de
las Amricas Puebla, Mxico). Julia Fraga Verdugo (Centro de Investigacin y de Estudios Avanzados,
Mxico). Andrea Brito Alayn (Universidad de La Laguna, Espaa). Carmen Blzquez Domnguez
(Instituto de Investigaciones Histrico-Sociales, Universidad Veracruzana, Mxico). Emelina Martn
Acosta (Universidad de Burgos, Espaa). Marcos Martnez Hernndez (Universidad Complutense
de Madrid, Espaa). ngela Franco Mata (Museo Arqueolgico Nacional, Espaa). Luis Felipe Bate
Petersen (Escuela Nacional de Antropologa e Historia, Mxico). Francisco Javier Prez (Universidad
Catlica Andrs Bello, Venezuela). Mara Filomena Gonalves (Universidade de Evora, Portugal).
Victor R. Preedy (Kings College, Londres, Gran Bretaa). Michel Contini (Centre de Dialectologie,
Universit Stendhal Grenoble IlI, Francia). Uwe Grupa (Hochschule Fulda, University of Applied
Sciences, Alemania). Wolfredo Wildpret de la Torre (Universidad de La Laguna, Espaa).
Louis Jambou (Universit de la Sorbonne Paris-IV, Francia).
Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por medio de ninguna clase, ya sea
elctrico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo y
expreso del editor.
N D I C E
Antonio Garca Gallo y Francesco Salomone Surez, Aproximacin histrica al paisaje vegetal del Camino de Las Peras (La Laguna, Tenerife)........................................................................................................
Carlos Surez Rodrguez, Chrozophora tinctoria(L.) A. Juss. (Euphorbiaceae) en las Islas Canarias....................................................................
31
41
m e d i c i n a y fa r m a c i a
57
artes plsticas
67
93
Juan Jos Barrio Moya, Una vera efigie escultrica madrilea en Tenerife. La Virgen de la Soledad del convento agustino de La Laguna, obra
de Juan Cantn Salazar (1660).............................................................
113
123
143
l i t e r at u r a
159
[8]
bibliografa
Antonio Henrquez Jimnez, La Esdruxlea de Cairasco de Figueroa (Biblioteca del Palacio Real, Madrid, ms.II/1390)....................................
189
Seccin de Bibliografa del Intituto de Estudios Canarios (con la colaboracin del autor), Bibliografa de Eugenio Padorno.............................
235
261
265
269
273
recensiones
Benigno Len Felipe (Andrs Snchez Robayna, Cuaderno de las islas, Barcelona, 2011).Mara del Carmen Garca Martn (Beln Castro Morales y Marta
Ouvia Navarro, Memoria de Antonio Dorta, un intelectual de la II Repblica. El legado de Mariana y Antonio Dorta, La Laguna, 2010).Ivn Cabrera
Cartaya (Francisco Len, Aspectos de una revelacin, Santa Cruz de Tenerife, 2011).Vctor J. Hernndez Correa (Antonio Abdo Prez y Pilar Rey
Brito [eds.], Bajada de Nuestra Seora la Virgen de las Nieves en el ao de
1850, Santa Cruz de La Palmas, 2010).Lilica Voicu-Brey (Correspondenta
Alexandru Cioranescu-George Cioranescu 1946-1964 (Scrisori din archiva
George Cioranescu), Targovista [Rumania], 2011).Sergio Barreto (Ivn
Cabrera Cartaya, Dilogo en el desierto. (Dptico de las islas orientales),
Santa Cruz de Tenerife, 2011).Fernando Estvez (Nilo Palenzuela, Pasajes
y partidas: ensayo, Santa Cruz de Tenerife, 2011).......................................
277
Resumen. En el presente trabajo se lleva a cabo una aproximacin histrica a la evolucin del paisaje vegetal del Camino de Las Peras, uno de los espacios ajardinados,
residencial y de ocio ms relevantes de la ciudad de La Laguna. Se realiza un estudio
botnico actual de este espacio y se avanza una propuesta bsica de intervencin.
Palabras clave: Flora ornamental, Camino de Las Peras, La Laguna, Islas Canarias.
Abstract. This paper presents a historical review of the vegetal landscape of Camino de las Peras, as one of the most relevants gardens in the historical city of La
Laguna. It includes a botanical inventory and a basic intervention proposal.
Key words: Ornamental flora, Camino de Las Peras, La Laguna, Canary Islands.
Sabido camino
entre los perales
por el tronco aoso
del pino trepaba
a las ramas altas
donde ola el aire
creciendo del fondo
sin fondo del tiempo
Miguel Martinn (2000)
10
[2]
Introduccin
San Cristbal de La Laguna, como ciudad que se encuentra enclavada
en una frtil vega expuesta a los hmedos vientos alisios, cuenta con una
serie de espacios verdes tradicionales para disfrute de sus ciudadanos y
visitantes, en constante proceso de mejora y recuperacin. Uno de estos
lugares ajardinados, muy utilizado por la poblacin, es el Camino de Las
Peras. Situado al nordeste de la ciudad, discurre por los terrenos del antiguo Camino de Las Mercedes, va de salida y de entrada a la ciudad hacia
o desde el monte y pago del mismo nombre, el cual atravesaba magnficos
campos de cultivo y estaba limitado por una cancela. Era realmente la prolongacin, desde el casco histrico, de la antigua calle de Los lamos (hoy
Tabares de Cala) a travs de la explanada o terrapln delante del convento
de San Francisco (en la actualidad Plaza del Cristo), que culminaba en
un pequeo puente sobre un barranquillo, al inicio del camino, y donde
se ubicaban asimismo un gran depsito de recogida de agua, el Tanque
Grande, y unos lavaderos pblicos, hoy en da conservados y restaurados.
En la actualidad, este camino se ha convertido en uno de los espacios
de ocio y residenciales ms importantes de La Laguna, nexo de unin a su
vez con varios lugares de inters, como son el Parque de la Vega, el Parque
deportivo, Los Lavaderos y la Plaza del Cristo (fig. 1). Con el paso del
tiempo, la vegetacin de este espacio ha ido variando, sin que actualmente
se tenga definido el criterio al que debe ceirse la gestin jardinera, ms
all de las labores cotidianas de mantenimiento, por lo que es necesario
realizar una propuesta de diseo, estableciendo dicho criterio, y elaborar,
en consecuencia, un proyecto de intervencin.
Material y mtodo
Se ha procedido a una revisin documental histrica, tanto escrita como
grfica y cartogrfica, que ha permitido acercarse al estado de este camino
en diferentes pocas. Se ha llevado a cabo una labor de campo mediante observacin presencial en el mismo paseo, fotografiado y recogida de
muestras, lo cual ha posibilitado realizar posteriormente, en el laboratorio,
la identificacin de las especies vegetales que conforman actualmente este
espacio ajardinado.
Simultneamente, se ha procedido a la consulta bibliogrfica correspondiente para obtener la informacin botnica de las diferentes especies
(Bramwell & Bramwell, 2001; Lpez, 2006; Lpez & Snchez, 2001; Snchez, 2001; Snchez [coord.], 2000-2010; Wildpret et al., 2005). El catlogo florstico ha sido ordenado segn el esquema taxonmico de Acebes
et al. (2010).
[3]
11
Antecedentes histricos
Las referencias histricas al Camino de Las Mercedes y su entorno vienen recogidas en la diversa cartografa generada tras la conformacin de la
ciudad de La Laguna y su vega agrcola, as como en algunos textos que
describen el desarrollo de la ciudad en las diferentes pocas y en fotografas
antiguas, que comienzan a reproducirse en las primeras dcadas del siglo XX.
En el plano de la ciudad de La Laguna del ingeniero italiano Leonardo
Torriani de 1588 (fig. 2) an no aparece este camino. En ese plano se puede
apreciar el convento de San Francisco (E), su huerta y explanada exterior,
as como el desage de la laguna por el barranco de la Carnicera y una canalizacin de agua proveniente de Las Mercedes, la cual pasa por el costado SE del convento y termina en el inicio de la antigua calle del Agua (hoy
Nava y Grimn). Alrededor del convento y su huerto, slo se representa la
campia que se extiende en torno a la laguna.
Ya a partir de la cartografa del siglo XVIII (Tous, 1996) comienza a
figurar perfectamente delimitado el Camino de Las Mercedes. As, en el
plano del marino francs M. le Chevalier, de 1779 (fig. 3), se recoge muy
claro dicho camino, que es atravesado por los cauces de los barranquillos
que provienen de las cumbres cercanas; figura en su leyenda, y dibujado,
el puente de San Francisco (32) al comienzo del camino, tras el convento
del mismo nombre con su huerta (28) y, muy prximos, los lavaderos y el
llamado Tanque Grande, el cual serva de depsito a los canales (31) que
distribuan el agua de los montes vecinos. No se representa a lo largo del
camino ningn tipo de vegetacin o arbolado, como s se hace en otras
parcelas (fincas prximas a la ermita de San Benito y el camino hacia Santa
Cruz por la Cruz de Piedra).
Segn Calero (1993, 2001), en este lugar se llegaron a proyectar y hasta
ejecutar, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, tres proyectos
de alamedas con el fin de dotar a La Laguna de un espacio de paseo, siguiendo la expresin urbana de la poca en otras ciudades, para el disfrute
fundamentalmente de su burguesa. Sin embargo, estas iniciativas no tuvieron aceptacin por la ciudadana de la poca, quizs por lo intempestivo
del lugar y porque continuaba siendo un camino rural de entrada y salida
de animales y carruajes agrcolas tirados por bestias, que deterioraban las
plantaciones hechas. Constituyeron la primera propuesta de alameda pblica de las Islas Canarias y la primera iniciativa de creacin de un lugar de
asueto fuera del casco histrico de la ciudad.
El primero de estos proyectos se remonta a 1780, del cual son promotores el capitn de artillera D. Fernando Rodrguez y el Guarda Mayor de
Montes en el Ayuntamiento de La Laguna, D. Fernando Molina y Quesada,
12
[4]
tal y como lo recoge en su Diario el aristcrata D. Lope Antonio de la Guerra, Regidor de Tenerife (Guerra, 1959).
Para llevar a cabo esta obra, que iba a recibir el nombre de Alameda
del Prado de La Laguna o Alameda del Tanque Grande (en alusin al gran
depsito de recogida de aguas, que se situaba en este lugar), se explana
el lugar, se trazan las calles (dos laterales y una central ms grande y elevada), se abren las zanjas para plantar los rboles y se construye un gran
asiento al final del paseo, en la cancela, conocido como el canap grande
(posteriormente se procede a la construccin de otros asientos o canaps
laterales). Al parecer, y ante la imposibilidad de conseguir en la isla olmos
o lamos negros (Ulmus minor Mill.), especie elegida inicialmente por ser
la ms utilizada e idnea para estos paseos, se opta por plantar laureles
y otros rboles. Sin embargo, las obras quedaron inconclusas al cabo de
unos meses por falta de fondos, y en los aos siguientes se secan muchos
ejemplares de los rboles plantados, el paseo cae en un estado de ruina y se
deterioran los canaps construidos.
El plano, muy simple y esquemtico, del prebendado Antonio Pereira
Pacheco y Ruiz de 1809 (fig. 4), recoge, tras la Plaza de San Francisco
(21), el convento del mismo nombre (H) y su huerta (15), los antiguos
lavaderos y el Tanque Grande (V), as como los canales de distribucin del
agua a la ciudad (14), pero no el Camino de Las Mercedes y el proyecto de
alameda antes mencionado.
Ante el fracaso del primer proyecto, en 1812 se realiza uno nuevo, que
en realidad no pretende sino retomar el anterior abandonado. Pero el Ayuntamiento no tiene personal ni presupuesto para el mantenimiento de la obra
y, segn menciona Calero (op. cit.), las plantaciones se deterioran por los
animales y carros que transitaban por all, y el lugar no fue bien acogido
por la poblacin. De este proyecto se conserva un plano annimo (fig. 5),
en el que se puede ver un diseo de tres calles, una central ms ancha de
12 varas de ancho (unos 10 m.) y dos laterales de 6 varas. Segn figura escrito en este plano, la longitud total de la alameda sera de 434 varas o 200
brazas y se podran plantar 580 rboles a 3 varas de distancia o 432 rboles
a 4 varas. Asimismo, se puede leer un texto en el cual se expresa que la
fanegada que ocupa esta alameda es poco para los dos hombres que han
de cuidarla, principalmente si se destina un terreno como planto pblico
de rboles tiles. En el extremo final del plano, se encuentra perfectamente
dibujado el canap grande, y en lateral izquierdo se representa otro canap
ms pequeo, as como la canalizacin de agua proveniente de Las Mercedes hasta el Tanque Grande, al comienzo de este paseo.
En un plano annimo de 1814 (fig. 6) aparecen representados, y as se
recoge en su leyenda, tras el Convento de San Francisco (13), el puente
[5]
13
del mismo nombre y los lavaderos; el Camino de Las Mercedes, desprovisto de vegetacin y flanqueado por los terrenos de cultivo; los canales
de agua y el gran canap de final del camino, a la altura del barranquillo y
fuente de Madre del Agua. Se puede apreciar, tambin, un pequeo canap
lateral situado en el centro del camino, pero en el lado contrario a como
se representaba en el plano del segundo proyecto de la alameda de 1812,
mencionado anteriormente.
De nuevo el prebendado Antonio Pereira Pacheco y Ruiz realiza un
plano de la ciudad en 1831 (fig. 7), en el que esta vez s recoge, adems del
puente de San Francisco y los lavaderos (14), el Camino de Las Mercedes
(15), el Canap que lo cierra (16), el canap lateral y las conducciones de
agua. Si bien representa con claridad los cultivos aledaos y alineaciones
de rboles en alguna de estas parcelas, el camino aparece sin ningn tipo
de vegetacin.
Segn resea Calero (op. cit.), en 1836 surge otra iniciativa con el fin
de adecentar la alameda, para lo cual se trajeron lamos negros desde Gran
Canaria, especie que ya se citaba slo para esta isla por Viera y Clavijo a
finales del siglo XVIII y principios del XIX en su Diccionario de historia natural de las Islas Canarias (Viera, 1982). Segn parece, este tercer proyecto
de alameda tampoco prosper y muchos de los rboles se marchitaron.
Al respecto, en el Boletn Oficial de Canarias de 16 de enero de 1836,
se recoge una carta dirigida al Redactor de dicha publicacin por un labrador de La Laguna, en la que expresa su queja por el extenso vallado colocado por el Ayuntamiento desde la salida del tanque grande hasta el canap
con el fin de proteger el planto realizado el ao anterior correspondiente a
la alameda proyectada en el camino hacia Las Mercedes. Segn este labrador, tal vallado se levant en la parte ms alta del camino, la cual haba sido
empedrada por el propio Ayuntamiento para que fuera transitable durante
el invierno. Por tal motivo, y ante la amenaza de multa a los que rompieran o estropearan dicho vallado, los labradores y vecinos de las montaas
cercanas se ven imposibilitados para desplazarse por el empedrado, que
ha quedado sin uso, tenindolo que hacer por el lateral de tierra, que con
las lluvias se convierte en una senda totalmente enfangada e intransitable,
vindose entonces obligados a cruzar por encima de las paredes de separacin de las fincas de cultivo. Se lamenta, por ltimo, del dinero gastado en
el empedrado y en la mencionada alameda.
Un plano annimo y sin fecha (aunque se estima realizado entre 1831 y
1841) refleja el puente de San Francisco y los lavaderos (14) con arbolado
en su entorno, as como las fincas de cultivo de la vega; pero el Camino
de Las Mercedes (15) con su canap principal (16), el canap lateral y la
canalizacin de agua, desprovisto de elemento vegetal alguno (fig. 8).
14
[6]
[7]
15
16
[8]
[9]
17
Resultados
El Camino de Las Peras conserva el trazado original de las alamedas
proyectadas, es decir, una calle central ancha y elevada (hoy carretera asfaltada) y dos laterales ms estrechas de tierra, a nivel ms bajo. A lo largo
de ellas se distribuyen diversas alineaciones mixtas arbreas y arbustivas.
En el aspecto botnico, destacan los olmos o lamos negros (Ulmus
minor Mill.) con ms de un centenar de ejemplares, y los pinos martimos (Casuarina equisetifolia L.). Cabe mencionar igualmente los perales
(Pyrus communis L.), que dan nombre al camino, as como diversos elementos de la flora autctona, como dragos (Dracaena draco L.), palmeras
canarias (Phoenix canariensis Chabaud) y cedros canarios (Juniperus cedrus Webb et Berthel.), entre otros. En el entorno de los antiguos lavaderos, al principio del camino desde la ciudad, persisten dos viejos ejemplares (Hodgson op. cit.), uno de lamo blanco o chopo (Populus alba L.), y
otro de fresno (Fraxinus angustifolia Vahl).
El catlogo florstico actual est constituido por un total de 31 especies,
pertenecientes a 29 gneros y a 24 familias. Dos especies son gimnos-
18
[10]
Familia Euphorbiaceae
Acalypha wilkesiana Mll. Arg.
Nombre comn: Acalifa.
Origen: Islas del Pacfico.
Euphorbia pulcherrima Willd. ex
Klotzsch
Nombre comn: Flor de pascua.
Origen: Mxico.
Familia Fabaceae
Tipuana tipu (Benth.) Kuntze
Nombre comn: Palo rosa.
Origen: Amrica del Sur.
Familia Lauraceae
Laurus novocanariensis Rivas-Mart.,
Lousa, Fern. Prieto, E. Das, J.C. Costa
& C.Aguiar
Nombre comn: Loro.
Origen: Canarias y Madeira.
Persea americana Mill.
Nombre comn: Aguacatero.
Origen: Amrica tropical.
Familia Malvaceae
Hibiscus rosa-sinensis L.
Nombre comn: Hibisco.
Origen: Asia.
Familia Moraceae
Ficus elastica Roxb. ex Hornem.
Nombre comn: rbol del caucho.
Origen: Asia.
Ficus microcarpa L. f.
Nombre comn: Laurel de Indias.
Origen: Asia.
Familia Oleaceae.
Fraxinus angustifolia Vahl.
Nombre comn: Fresno.
Origen: Europa y N de Africa..
Ligustrum lucidum Aiton.
[11]
19
Conclusiones
A la vista de lo expuesto en este trabajo y en especial de las fuentes
grficas, la vegetacin actual de la alameda del Camino de las Peras podra
corresponderse a plantaciones realizadas alrededor de la mitad del siglo
XX, si bien su disposicin y estructura se corresponden con las propuestas
que desde 1780 se han formulado para este espacio.
En tal sentido, debera tener consideracin de Jardn Histrico, segn se
establece en la Carta de Florencia (ICOMOS-IFLA, 1982), aunque solo fuese
debido a la antigedad de la idea o proyecto y que an hoy, habiendo transcurrido 231 aos desde su primera formulacin, mantiene su estructura y
disposicin bsica, tal y como fue concebida originalmente. Es conclusin
que se encuentra en perfecta consonancia con la declaracin de Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO, del casco histrico de la ciudad de San
Cristbal de La Laguna, de donde nace el propio Camino, a modo de extensin de su trama urbana.
20
[12]
Los parques de reciente creacin, anexos a dicho camino, como elementos dinamizadores, y el gran desarrollo urbano residencial de la zona,
junto con el intenso uso actual de este espacio por la poblacin, han consolidado la alameda, pasando de ser un mero lugar de trnsito a una importante expansin del casco urbano.
De la exposicin de los antecedentes histricos y de los resultados obtenidos en el inventario vegetal podra deducirse la necesidad de una ligera correccin para evitar desviaciones sobre el concepto original, que se
podra concretar en el mantenimiento y ampliacin de las alineaciones de
rboles, mediante el uso de caducifolios, y en especial los olmos. Son especies que se adaptan bien a las condiciones bioclimticas de esta zona de
la isla, en especial a la buscada alternancia, sombra/verano sol/invierno,
aparte del inters ambiental debido a la ausencia de grafiosis.
Es deseo de los autores del presente trabajo dedicarlo a la memoria de
los promotores iniciales de esta intervencin, el capitn de artillera D.
Fernando Rodrguez y el Guarda Mayor de Montes del Ayuntamiento de
La Laguna, D. Fernando Molina y Quesada, quienes con una visin que iba
ms all de su propio horizonte vital, dieron impulso inicial a esta alameda,
que a pesar de las diversas vicisitudes y del tiempo transcurrido se mantiene viva y funcional. A su memoria, que sepan que seguimos plantando.
referencias bibliogrficas
[13]
21
Garca Gallo, A., I. Prez Vargas, & F. Salomone Surez, 2009. Los olmos de
La Laguna en Beltrn Tejera, E., J. Afonso-Carrillo, A. Garca Gallo, &
O. Rodrguez Delgado (eds.): Homenaje al Profesor Dr. Wolfredo Wildpret de
la Torre. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna (Monografas, LXXVIII),
pp. 383-394.
Guerra y Pea, L. A. de la, 1959. Memorias (Tenerife en la segunda mitad del
siglo xvii). Cuaderno IV. Aos 1780-1791. El Museo Canario. Las Palmas de
Gran Canaria.
Hodgson Torres, F. M., 2009. rboles y arboledas singulares de La Laguna.
Ayuntamiento de La Laguna.
Icomos-Ifla (International Council on Monuments and Sites International Federation of Landscape Architects), 1982. Carta de Florencia. www.icomos.org
Lpez Gonzlez, G., 2006. Los rboles y arbustos de la Pennsula Ibrica e Islas
Baleares. Tomos I y II. 2. ed. corregida. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid.
Lindinger, L., 1926. Beitrge zur Kenntnis von Vegetation und Flora der kanarischen Inseln. Abh. Gebiet. Auslandkunde 21: 1-350.
Lpez Lillo, A., & J. M. Snchez de Lorenzo-Cceres, 2001. rboles en Espaa.
Ediciones Mundi-Prensa. Madrid. 2 ed.
Madoz, P., 1986. Diccionario geogrfico-estadstico-histrico de Espaa y sus
posesiones de ultramar 1845-1850. Canarias. Ed. facsmil. mbito Ediciones.
Editorial Interinsular Canaria. Valladolid.
Martinn, M., 2000. Espejo de aire. Voces y visiones literarias. Editorial Verbum.
Madrid.
Snchez de Lorenzo-Cceres, J. M., 2001. Gua de las plantas ornamentales.
Ediciones Mundi-Prensa. Madrid.
Snchez de Lorenzo-Cceres, J. M. (coord.), 2000-2010. Flora ornamental espaola. Tomos I (2000), II (2002), III (2003), IV (2005), V (2007) y VI (2010).
Junta de Andaluca. Ed. Mundi-Prensa. Asociacin Espaola de Parques y Jardines Pblicos. Sevilla.
Tous Meli, J., 1996. Tenerife a travs de la cartografa (1588-1899). Museo
Militar Regional de Canarias. Ayuntamiento de La Laguna.
Viera y Clavijo, J. de, 1982. Diccionario de historia natural de las Islas Canarias. ndice alfabtico descriptivo de sus tres reinos: animal, vegetal y mineral.
Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas.
Wildpret de La Torre, W., A. Garca Gallo, I. Prez Vargas, & J. S. Socorro
Hernndez, 2005. Flora ornamental del casco histrico de La Laguna. Patrimonio de la humanidad. Ayuntamiento de La Laguna.
otras publicaciones peridicas
22
[14]
[15]
23
Fig. 4. Detalle del plano de la ciudad de La Laguna del prebendado Antonio Pereira Pacheco (1809).
24
[18]
[19]
25
Fig. 7. Detalle del plano de la ciudad de La Laguna del prebendado Antonio Pereira Pacheco (1831).
Fig. 8. Detalle del plano annimo de la ciudad de La Laguna con fecha estimada entre 1831 y 1841.
26
[20]
Fig. 10. Detalle del plano de la vega de La Laguna de Manuel Ora (1854).
[21]
Fig. 14. Comienzo del Camino de Las Mercedes desde la Plaza del Cristo.
(FEDAC. Foto Baena, 1910-1920.)
27
28
[22]
[23]
Fig. 18. Aspecto parcial del Camino de Las Peras en 1961. (Foto: E. lvarez.)
Fig. 19. Los lavaderos del Camino de Las Peras restaurados en la actualidad.
(Foto: Antonio Garca Gallo, 2009.)
29
30
[24]
Introduccin
El gnero Chrozophora Neck. ex A. Juss. (Euphorbiaceae) incluye 11
especies (Prain, 1918) cuyo rango de distribucin va desde el Sur de Europa, Norte de frica, Suroeste y centro de Asia al subcontinente indio (India
y Oeste de Pakistn).
De todas ellas, Chrozophora tinctoria (L.) A. Juss. es una planta de
distribucin circunmediterrnea bastante termfila que se extiende desde
el Sur de Europa al norte de frica y por el suroeste y centro de Asia, figurando como naturalizada en el continente australiano y en Norteamrica.
En el norte de frica se expande por los pases mediterrneos desde Israel,
Egipto, Libia, Argelia, Tnez, Marruecos (Marruecos septentrional, Benabid, 2000; Tsoul, Molero et al., 2006; Bouhalla, Mateos & Valds, 2010; en
el sur en Agadir, donde tiene usos medicinales, Haba, 2008) a Mauritania.
32
ESTUDIOS CANARIOS
[2]
En la Pennsula Ibrica se encuentra en casi toda ella en mbitos bioclimticos de los pisos termo y meso-mediterrneos, con excepcin del cuadrante noroeste (Bened, 1997) siendo tambin citada para Islas Baleares
(Fraga i Arguimbau, 2008).
En frica oriental y tropical e islas adyacentes podemos encontrar otras
tres especies:
Chrozophora brocchiana (Vis.) Schweinf., Pl. Quaed. Nilot., con caractersticas flores con ptalos rojos, se extiende desde Cabo Verde (Figueiredo, 1996) y Mauritania a travs del Sahel hasta Sudn estando tambin presente en Argelia y Egipto (Schmelzer, 2007a).
C. plicata (Vahl) A.Juss. ex Spreng. tiene una amplia distribucin
desde el este de Senegal hasta Somalia observndose tambin en el norte
de Sudfrica aunque tambin est presente en Egipto y Arabia Saud (Schmelzer, 2007b).
Ambas especies participan de la transicin fitogeogrfica entre el Sahel
y el Shara, reconocindose como participes de la Alianza Acacio-Panicion Quezel 1954 (Barry et al., 1986).
Por ltimo, C. senegalensis (Lam.) A.Juss. ex Spreng. se extiende desde
el este de Mauritania hasta Nigeria en el frica Occidental.
Conocida como tornasol, heliotropo menor o crotn de los tintureros
al disponer de un pigmento que tiene la propiedad de cambiar de color
segn la acidez o alcalinidad del medio en que se sumerge, esta planta
tuvo un relevante papel manufacturero en la poca medieval porque de
sus semillas tratadas se obtena el pigmento denominado folium o morella,
usado para iluminar de azul manuscritos, as como para teir pergaminos,
lanas y sedas de color prpura (Crdoba de La Llave, 2005; Cabral, 2006).
Tambin fue usada como colorante por los holandeses para dar el caracterstico tono rojo a algunos de sus quesos ms famosos (Dumas, 1844).
En el transcurso de una excursin a travs de los llanos de Palomino,
en Gldar, Gran Canaria, recolectamos pliegos de una planta de aspecto
ceniciento que, despus de su estudio en flor y fruto, determinamos como
Chrozophora tinctoria (L.) A. Juss. Euphorbiaceae, constituyndose como
una nueva cita para la flora de las Islas Canarias.
A pesar de la infructuosa bsqueda de ms poblaciones en este ambiente
agroganadero, no es de descartar la existencia de ms localidades con la planta.
Descripcin
Chrozophora tinctoria (L.) A. Juss., Euphorb. Gen.: 110 (1824).
Syn.: Croton tinctorium L., Sp. Pl. :1004 (1753)
Tournesol tinctoria (L.) Baill., Trait Bot. Md. Phan. 2: 932 (1884).
[3]
33
Fig. 2. Mapa de localizacin de Chrozophora tinctoria(L.) A. Juss. en Gran Canaria, Islas Canarias.
(Cuadrculas UTM de 1 km2).
34
ESTUDIOS CANARIOS
[4]
[5]
35
36
ESTUDIOS CANARIOS
[6]
Fig. 3. Aspecto general del nuevo locus de Chrozophora tinctoria(L.) A. Juss.: A) Ladera con cultivos estacionales de millo; B) Llanos de Palomino, con el Macizo de Tamadaba al fondo. En primer
trmino, poblaciones infestantes del tornasol.
Comentarios fitosociolgicos
En sus localidades mediterrneas da carcter a algunas asociaciones
como terfito partcipe de las siguientes comunidades nitrfilas arvenses estivales: Kickxio lanigerae-Chrozophoretum tinctoriae Izco 1975;
Chrozophoro tinctoriae-Teucrietum spinosi Galn 1996 y Chrozophoro
tinctoriae-Kickxietum integrifoliae Brullo & Marcen 1980, incluidas en
la Alianza Diplotaxion erucoidis, Clase Ruderali-Secalietea Br.-Bl. 1936
(Carretero, 1995; Sainz Elorza, 2001, 2009; Brullo et al., 2007).
La Alianza Diplotaxion erucoidis Br.-Bl. in Br.-Bl. et al. 1936, de acuerdo con lo descrito por Carretero (1995), recoge comunidades con especies
principalmente terfitas aunque a veces con participacin de geofitos y
hemicriptofitos de fenologa estival y otoal.
En su nueva localidad se integra en estas comunidades terofticas estivales que colonizan los barbechos que quedan despus de la colecta de
maz y papas en el verano, y donde como especies acompaantes tenemos taxones caractersticos de la Clase Ruderali-Secalietea como Chenopodium album L., Sonchus oleraceus L., Lactuca serriola L., Calendula
arvensis L., Papaver rhoeas L., Galactites tomentosa Moench, Solanum
luteum Mill. e Hirschfeldia incana (L.) Lagr.-Foss. y que acercan este conjunto florstico a las asociaciones descritas en la Pennsula.
Se encuentra este sector en el dominio climcico de la laurisilva, siendo
su vegetacin potencial la de monteverde hmedo, Lauro novocanariensis-Perseetum indicae Oberdorfer ex Rivas-Martnez, Arnaiz, Barreno &
[7]
37
Crespo 1977 (Grafcan, 2010) si bien no pueden desdearse su compartimentacin con comunidades del dominio del Pinetum canariensis Ceballos & Ortuo ex Sunding 1972 subass. ericetosum arboreae P. Prez,
Acebes, Del Arco & Salas 1993.
Estas medianas del noroeste de Gran Canaria, desde los altos de Gldar
y Gua, a los pagos montanos de los municipios de Moya y Artenara, desde
la zona de Pico Viento y Saucillo hasta la zona de Juncalillo y Fagajesto, se
caracterizan por conformar una comarca agroganadera muy arraigada desde la poca de la conquista y donde se concentran los mayores ncleos ganaderos de la isla. Esta topografa relativamente llana y poco accidentada
ha favorecido el desarrollo de estas prcticas agrarias, donde se distingue
toda una serie de cortijos por los cuales se mueven rebaos de ovejas y, en
menor medida, cabras.
La vegetacin actual, como consecuencia de estas actividades, la domina un paisaje de terrenos agrcolas de subsistencia, de pastizales, prados
y herbazales nitrfilos (vinculados a las clases Polygono-Poetea annuae
Rivas-Martinez, y Onopordetea), y laderas con matorrales de degradacin,
bsicamente retamares (Micromerio benthami-Telinetum microphyllae
Sunding 1972) escobonales (Chamaecytiso canariae-Adenocarpetum villosii (Sunding, 1972; Rivas-Martnez et al., 2002) y matorrales de degradacin (Artemisio thusculae-Rumicetum lunariae Rivas-Martnez et al.,
1993), donde dominan los inciensos y los tomillares.
Conclusiones
Nos asalta la duda con este taxn acerca de si su presencia en esta localidad es reciente o histrica. Sus potenciales usos tintreos nos hacen
pensar que quizs fue conocida por los pastores y agricultores de antao,
y hoy es una actividad etnogrfica extinguida. Es precisamente la zona de
Caideros, Fagajesto, Juncalillo y Barranco Hondo donde pervivieron los
ltimos telares que se conocieron en Gran Canaria (Caridad Rodrguez,
FEDAC, com. pers.) que usaban tcnicas de tintes tradicionales, y no hay
que desdear el conocimiento del uso de las plantas que se tiene en esta
comarca y la celosa guardia de sus tcnicas que se haca de las mismas
(lamo, op. cit.).
A favor de su presencia e instalacin reciente encontramos tambin argumentos, el primero la alta disponibilidad de estos ambientes antropizados
para la expansin de un gran nmero de terfitos que se integran en peculiares comunidades nitrfilas con un desarrollo marcadamente estacional. El
segundo, el incremento de nuevos residentes extranjeros tanto europeos
como norteafricanos que han buscado en estos parajes asentamiento y
38
ESTUDIOS CANARIOS
[8]
Agradecimientos
Agradecemos la colaboracin prestada por Manuel Daz y Antonio Bentez Daz en los trabajos de campo y gabinete, respectivamente, y al Dr.
Pedro Luis Prez de Paz, Catedrtico de Botnica del Dpto. de Biologa
Vegetal de la ULL, y a la Dra. Caridad Rodrguez Prez-Galds, de la FEDAC, sus orientaciones y pesquisas bibliogrficas.
referencias bibliogrficas
lamo Surez, A., 1984. El queso de flor en Gldar y Gua. XOBA: Revista de
Agricultura v.4, 2: 3-11.
Aznar Vallejo, 1983. La integracin de las Islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1520). Universidad de Sevilla-Universidad de La Laguna, Madrid.
Barry, J.P., J.-C. Celles, J. Musso, 1986. Le problme des divisions bioclimatiques et f1oristiques au Sahara. Note V; du Sahara au Sahel. Un essai de dfinition de cette marche africaine aux alentours de lAdrar des Iforas. Ecologia
Mediterranea XII: 187-236.
Benabid, A., 2000. Flore et cosystmes du Maroc. Evaluation et prservation de
la biodiversit.Editeur: Ibis Press & Editions Kalila Wa Dimna. Paris.
Bened, C. 1997. Chrozophora. En Castroviejo, S., C. Aedo, C. Bened, M. Lanz,
F. Muoz Garmendia, G. Nieto Feliner, E. Rico, S. Talavera & J. Paiva (eds.).
Flora Ibrica. Vol. VIII: Haloragaceae-Euphorbiaceae. Real Jardn Botnico,
C.S.I.C., Madrid.
Bartolom Esteban, C., M. De La Cruz Rot, & J. lvarez Jimnez, 1988. La
vegetacin nitrfila de la campia de Guadalajara. Acta Bot. Barcinonensia
37: 17-23.
Bonnet Surez, S. F., 1982. Notas sobre el cultivo y comercio de la hierba pastel
en Canarias durante los siglos XVI y XVII. En Instituto de Estudios Canarios.
50 Aniversario (1932-1982), Instituto de Estudios Canarios I: 71-82.
Brullo, S., G. Giusso Del Galdo, R. Guarino, P. Minissale, 2007. A survey of the
weedy communities of Sicily. Annali di Botanica, vol 7: 127-161.
Busto y Blanco, F. del, 1864. Topografa mdica de las Islas Canarias. 528 p.
Sevilla.
Cabral, J. M. P., 2006. Histria Breve dos Pigmentos. 4. Das Artes da Idade Mdia (1. parte). Qumica 103: 33-44. [04-11- 2011]
http://www.spq.pt/boletim/docs/boletimSPQ_103_033_09.pdf.
Carretero, J. L., 1995. La vegetacin arvense de verano en los cultivos de secano
de Espaa. Candollea 50: 195-216.
[9]
39
Crdoba De La Llave, R., 2005. Un recetario tcnico castellano del siglo XV:
el manuscrito H490 de la Facultad de Medicina de Montpellier. En la Espaa
Medieval, Vol. 28: 7-48.[04-11-2011]
http://revistas.ucm.es/index.php/ELEM/article/view/ELEM0505110007A.
Del Arco Aguilar, M., & R. Gonzlez Gonzlez, 2003. El bioclima de Gran
Canaria, en Rodrguez Delgado, O. (ed.): Apuntes sobre flora y vegetacin
de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 33-39.
Dumas, J-B., 1844. Traite de Chimie appliquee aux arts, 1844, Tome 8: 40-45
Paris.
Figueiredo. E., 1996. Flora de Cabo Verde - Plantas Vasculares. 54 [Euphorbiaceae]: 19. (ed.): Instituto de Investigao Cientfica Tropical (IICT), Lisboa.
[18-11- 2011] http://memoria-africa.ua.pt/.
Fraga i Arguimbau, P., 2008. Vascular flora associated to Mediterranean temporary ponds on the island of Minorca. Anales Jard. Bot. Madrid 65 (2): 393-414.
Garca Gallo, A., W. Wildpret de la Torre, & V. Martn Rodrguez, 2008. Especies vegetales consideradas invasoras de hbitats, en la Historia Natural de
Canarias. Lazaroa 29: 49-67.
Gonzlez Prez, M. A., & F. Hidalgo Santana, 1992. Los tintes naturales en Canarias. Agricultura: Revista agropecuaria, n. 714: 70-73.
Haba, Hamada, 2008. Etude phytochimique de deux Euphorbiaceae sahariennes:
Euphorbia guyoniana Boiss. et Reut. et Euphorbia retusa Forsk 287 p. Thesis Doctorat Universit El Hadj Lakhdar : Facult des Sciences.
Mateo, M.A., & B. Valds, 2010. Catlogo de la flora vascular del Rif occidental
calizo (N de Marruecos). II. Caesalpiniaceae-Compositae. Lagascalia 30: 47303.
Molero, J., & J. M. Montserrat, 2006. Aportaciones a la flora vascular de las
comarcas orientales del Norte de Marruecos. Lagascalia 26: 155-177.
Nuez de La Pea, J. 1678. Conquista y antigedades de las islas de la Gran
Canaria y su descripcin,con muchas advertencias de los privilegios,conquistadores,pobladores y otras particularidades,en la muy poderosa isla de
Tenerife...,compuesto porel licenciado D. Juan Nuez de la Pea.Madrid,
1676; reimpr. en Santa Cruz de Tenerife, 1847(Biblioteca islea).
Peinado, M., C. Bartolom & J. M. Martnez-Parras, 1985. Notas sobre vegetacin nitrfila, I. Studia Botanica. 4:27-33.
Prez Vidal, J., 1963.La ganaderacanaria. Notas histricas-etnogrficas. Anuarios de Estudios Atlnticos 9: 237-286.
Prain, C., 1918. The genus Chrozophora. Kew Bull. 103: 49-120.
Sanz Elorza, M., 2001. Las comunidades arvenses de los barbechos y rastrojos
alzados de los sectores Somontano-Aragons y Brdenas-Monegros: Kickxio
lanigerae-Chrozophoretum tinctoriae. Lazaroa 22: 143-145.
Sanz-Elorza, M., Dana, E.D. & Sobrino, E., 2005. Aproximacin al listado de
plantas vasculares alctonas invasoras reales y potenciales en las islas Canarias. Lazaroa 26: 55-66 (2005).
Sanz Elorza, M., 2009.Flora y vegetacin arvense y ruderal de la provincia de
Huesca.Monografas de Botnica Ibrica, n.0,680 pp. [04-11-2011]
40
ESTUDIOS CANARIOS
[10]
http://www.jolube.es.
Snchez, J., C. Ros, E. Prez-Chacn, & C. Surez, 1995. Cartografa del potencial del medio natural de Gran Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria,
Universidad de Valencia, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las
Palmas de Gran Canaria. 165 pp. y 7 mapas.
Schmelzer, G.H., 2007a.Chrozophora brocchiana(Vis.) Schweinf. [Internet] Record from Protabase. Schmelzer, G.H. & Gurib-Fakim, A. (Editors). PROTA
(Plant Resources of Tropical Africa / Ressources vgtales de lAfrique tropicale), Wageningen, Netherlands. [14-10- 2011]
http://database.prota.org/search.htm.
Schmelzer, G.H., 2007b.Chrozophora plicata(Vahl) A.Juss. ex Spreng. [Internet]
Record from Protabase. Schmelzer, G.H. & Gurib-Fakim, A. (Editors). PROTA
(Plant Resources of Tropical Africa / Ressources vgtales de lAfrique tropicale), Wageningen, Netherlands. [14-10-2011]
http://database.prota.org/search.htm.
Steffen, M., 1947. El falso guato del Torriani. Revista de Historia. T. 13. n.
78: 177-197.
Taleb, A., M. Bouhache, & S.B. Rzozi, 1997. Flore adventice des crales
dautomne au Maroc. Actes Inst. Agron. Vt. Vol. 18 (2): 121-130.
Viera y Clavijo, J., 1849. Apuntes del diario e itinerario de mi viage [sic] a Francia y Flandes, en compaa de mi alumno D. Francisco de Silva Bazn de la
Cueva (...), en los aos de 1777 y 1778. Monografa. RSEAP de Tenerife. Santa
Cruz de Tenerife.
Viera y Clavijo, J. 1862. Extracto de las Actas de la Real Sociedad Econmica de
Amigos del Pais de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, desde Su primera ereccin hasta fines del ao de 1790. Boletin de la Sociedad Econmica
de Amigos del Pas de Las Palmas de Gran Canaria, ao 1, n. 9, setiembre
30 de 1862. [18-11-2011]
http://jable.ulpgc.es.
Viera y Clavijo, J., 1982. Diccionario de historia natural de las Islas Canarias
o ndice alfabtico descriptivo de sus tres reinos: animal, vegetal y mineral,
1799. Ed. Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas de Las Palmas de
Gran Canaria, 1866. [Edicin facsmil de la Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas. 1982] 476 pp.
Direccin General de Ordenacin del Territorio
Consejera de Obras Pblicas, Transportes y Poltica Territorial
Gobierno de Canarias
[email protected]
Introduccin
Con motivo de la presentacin del libro Batatas de Anaga, publicado en
2001 por Gil Gonzlez & Pea Hernndez (2001), tuve la oportunidad de
indagar un poco sobre los aspectos etnobotnicos de la batata. La lectura del
citado libro me permiti retrotraerme a mi adolescencia y juventud en El Es-
42
[2]
[3]
43
que luego se frean y deban estar muy ricas, aunque yo no tengo en mi memoria haberlas saboreado. Lo que s recuerdo es comer algn trozo de batata
cruda de los que iban destinados a las cabras, aunque mi madre me deca que
no abusara de ellos porque me podan producir lombrices, lo que ocurri en
ms de una ocasin.
Aspectos botnicos
La batata es una especie de la familia Convolvulaceae cuyo nombre
cientfico es Ipomoea batatas (L.) Lam. En Canarias, a diferencia de otros
lugares, distinguimos entre batata y batatera. Con el trmino batatera
nos referimos a toda la planta, sobre todo a la parte area, que tambin se
denomina en las islas rama o rama de batatera, mientras que batata se
limita al rgano subterrneo (raz tuberosa), de inters alimenticio. As lo
recogen Lorenzo, Morera & Ortega (1995: 57), al definir batatera como:
Planta rastrera y ramosa de la familia de las convolvulceas. Los tubrculos que echan sus races son las batatas.
Segn el Diccionario de la Real Academia Espaola (1994, I: 275),
batata es una Planta vivaz de la familia de las convolvulceas, de tallo
rastrero y ramoso, hojas alternas, acorazonadas y profundamente lobuladas, flores grandes, acampanadas, rojas por dentro, blancas por fuera, y
races como las de la patata. Luego aclara: Cada uno de los tubrculos
de las races de esta planta, que son de color pardo por fuera y amarillento
o blanco por dentro, del tamao de unos doce centmetros de largo, cinco
de dimetro y figura fusiforme, es comestible. Ms adelante discutiremos
sobre el trmino tubrculo utilizado en esta definicin.
En los albores del siglo XIX, Jos de Viera y Clavijo (1982: 71) hizo
una bella descripcin de esta planta, clasificada por Linneo con el nombre
cientfico de Convolvulus batatas L.:
Planta hortense de sumo aprecio, por su raz tuberosa, pulposa, farincea, dulce, blanda y nutritiva. Es originaria de las Indias, y se ha connaturalizado en
nuestras islas aventajadamente. Sus tallos son rastreros guarnecidos de una
espesura de hojas con figura de hierro de alabarda, enteras, ms verdes por
dentro que por fuera, y por este mismo lado nervosas de color rojizo, sobre
un pezn de seis a siete pulgadas. Sus flores son pequeitas, de una sola pieza
embudada, por dentro blanquecinas, y por fuera verdosas, cuyo fruto es una
frutica con las semillas. []
44
[4]
[5]
45
admite tubrculo radical para El que no procede del tallo, ni tiene, por
tanto, estructura caulinar, sino de la raz, como la chufa. Por lo tanto, si
al referirse a la batata se quiere utilizar el trmino tubrculo habra que
matizar que es un tubrculo radical. Pero para evitar dudas, en la planta
que nos ocupa lo ms correcto es utilizar los trminos raz tuberosa o raz
reservante, tal como aparecen en la mayora de la bibliografa cientfica.
Mucho ms complicada que su denominacin es la descripcin de esta
parte subterrnea de la planta, objetivo que entraa una enorme dificultad,
sobre todo despus de cultivarlas y comprobar que no existen dos batatas
iguales; la curiosa morfologa que adoptan algunas de ellas, con evidentes
parecidos a animales u objetos de todo tipo, provoca el que con frecuencia
veamos expuestas en fruteras o bares a las de formas ms originales, as
como las de mayor tamao, para llamar la atencin de los clientes.
46
[6]
de estos materiales, pues se pueden obtener cosechas aceptables con precipitaciones escasas. Adems de las evidentes ventajas en estas zonas de
secano y marginales frente a su principal competidor, la papa, se destaca a
su favor que, gracias a la carencia de virosis, su cultivo no necesita de trasvases o importacin de material de siembra, sus rendimientos son similares
a los de la papa en secano y su masa area, verde o desecada, se emplea
como forraje, tal como ya hemos indicado, al tener una calidad nutritiva
semejante a la de otras plantas forrajeras.
Hernndez Hernndez & Cabrera Armas (1995: 565-566) analizan en
la Gran enciclopedia canaria la evolucin histrica de este cultivo en las
islas a lo largo del siglo XX:
Durante la dcada de 1940 se produce una nueva expansin del cultivo como
consecuencia de la poltica agraria autrquica. El incremento de la superficie
cultivada regional es casi de un 1.000 por cien en 15 aos alcanzando el
mximo de 3.700 ha en los primeros cincuenta, con una produccin de unas
34.000 tm; la mayor parte de esta superficie se encontraba en la zona de
jable de Lanzarote. Tras este perodo de auge, el cultivo se retrae, con una disminucin paulatina en Tenerife y La Palma y ms drstica en Lanzarote. Este
comportamiento obedeci a la contraccin de la demanda regional; de la competencia en la captacin de capital y trabajo de sectores en crecimiento como
la construccin, el turismo y, en el caso de Lanzarote, del auge de la pesca y la
competencia de otros cultivos en jable (sandas y melones), o del auge de los
enarenados que, construidos sobre el jable, permitan productos como la cebolla, el millo o el tabaco, de mayor rentabilidad. Este descenso ha continuado
hasta la actualidad, salvo una cierta revitalizacin producida a comienzos de
la dcada de 1970, fruto de una significativa demanda de inmigrantes procedentes de las antiguas colonias britnicas, que conservan durante cierto tiempo
sus hbitos alimenticios en la metrpoli (las exportaciones isleas llegaron a
representar el 60 por 100 del total nacional de batatas). En los ltimos aos el
cultivo, centrado en Lanzarote, alcanza apenas unas 500 ha, con una produccin de unas 3.500 tm.
[7]
47
48
[8]
[9]
49
mismo, Lorenzo, Morera & Ortega (1995: 57) afirman que batata se aplica tambin a la Mentira con pocos visos de verdad. Igualmente, Corrales
& Corbella (2009, I: 258) la asimilan a mentira o embuste.
En clara relacin con lo anterior, se entiende que batatero/ra se dice
de la persona que dice muchas mentiras (Morera, 1993: 129); o del mentiroso, fullento o fullero, como ocurre en La Guancha: Si una persona,
por lo general un hombre, tena el vicio de contar cuelgos con su fantasa
calenturienta, dndoles a sus relatos un toque novelesco y muchas veces
legendario []; la gente con gracia se rea a sus espaldas: [] Es un batatero (Barrios Rodrguez & Barrios Domnguez, 1988: 232-233). Por su
parte, batatoso es el mentiroso en Gran Canaria, tal como recoge Guerra
Navarro (1965: 80) en su lxico: el que miente por toda la barba o con
toda la boca, como suele decirse, aadiendo: En la Isla hubo batatosos
legendarios, casi geniales, con un extrao, pero rico sentido del humor,
pues humor era soltar batatas sin vistas a la marea, por el puro placer de
soltarlas, como un chico lanza pompas de jabn. El mismo trmino, con
idntico significado, es recogido por Corrales & Corbella (2009: 260).
Con carcter festivo, tambin se aplica el trmino de batatero a todo
lo relacionado con el municipio de San Bartolom en Lanzarote, incluidos
sus habitantes, dedicados tradicionalmente al cultivo de esta raz alimenticia (Corrales & Corbella, 2009, I: 259). Adems, por su forma, batata
puede ser una nariz grande, segn una acepcin de origen portugus que
recoge Prez Vidal (1991: 95). En el mismo sentido, por su morfologa,
tamao y dureza, en Fuerteventura se aplica al rgano sexual masculino
(Morera, 1993: 129, 146).
Asimismo, se utiliza la expresin moler la batata, en el sentido de
fastidiar o molestar a alguien (Montes de Oca de las Casas, 2005: 82).
Por su parte, Corrales & Corbella (2009, I: 259) la aplican de forma afn
(incluyendo la forma remoler la batata) a insistir, de manera fastidiosa
y molesta, segn recogieron en La Gomera, El Hierro y Tenerife, aunque
tambin se emplea en Andaluca. Esta expresin es recogida igualmente
por el citado Antonio Marti (1986, I: 78):
Moler la batata es lo mismo que fastidiar. O jeringar, que tambin se dice en
palabras de la tierra. Cuando hay un to pejiguera que no hace ms que dar
vueltas alrededor de uno diciendo cosas, casi siempre lo mismo, y preguntando
cosas de boberas, una y otra vez, sin dejar de darle a la taramela, se dice uno
pa s y a lo mejor se lo suelta al individuo: Que ya est moliendo la batata.
Las adivinanzas o adivinas constituyen una parte importante de la cultura tradicional islea. Aunque la batata no se ha destacado especialmente
50
[10]
por llamar la atencin de los autores de este popular gnero literario, s hemos encontrado algunas (Tarajano, 1989: 119) que pueden servir tanto para
esta raz tuberosa cuanto para la papa, como la siguiente, cuya respuesta
bien podra ser la batata:
Una cosa que se planta,
que se riega, que se coge,
que se pela, que se come
y a muchos el hambre mata?
[11]
51
52
[12]
extensin en el Valle, pues las extensas tierras arenosas de la costa de Gmar fueron en el pasado, y an lo son hoy en da, ideales para el cultivo de
las distintas variedades de batata, de las que adicionalmente se obtena una
fuente importante de forraje para el ganado. Asimismo, la fecha de recoleccin de esta raz tuberosa, que justo comienza en dicho mes, la hizo ideal
para centrar a su alrededor dichas jornadas. Dentro del programa de stas
se organizaron diversas actividades, como una charla tcnica sobre el cultivo de la batata, a cargo de la Oficina de Extensin Agraria de Gmar; visitas a fincas experimentales, en las que se realizan ensayos con variedades
de batata; una Feria de la Batata, con exposicin de distintas variedades
cultivadas en la isla, gracias a la colaboracin del Centro de Conservacin
de la Biodiversidad Agrcola (CCBAT) del Servicio de Agricultura del Cabildo de Tenerife y de la Asociacin Mercado del Agricultor de Gmar;
un show cooking del cocinero ngel Machn, del restaurante El Archete de
Candelaria; y un curso prctico de cocina titulado La batata en la cocina
creativa y tradicional canaria, impartido por el restaurador Jess Argello, del restaurante La Buena Vida, quien elabor cremas, platos salados y
dulces como Sopa de batata, chocolate blanco y parchita, Chupetas de
batata y camarones con salsa de eneldo y Batata asada y caramelizada
con chocolate picante, a la vez que hizo una demostracin de cmo crear
platos sorprendentes con partes inslitas de la batata, como las virutas de
piel de batata fritas o las ramas rebozadas en harina de tempura.
Pero sin duda,el plato fuerte de dichas jornadas fue el VI Concurso de
Tapas de Gmar, en el que participaron treinta establecimientos de todo el
municipio que propusieron distintas tapas a base de batata, tanto del repertorio de cocina tradicional como del ms innovador, dando a las mismas
en algunos casos nombres bastante curiosos: Batata a la Remangadilla,
Batatas con delicias de mar, Batata de Chinguaro, Zurrn crujiente
de conejo al salmorejo y batata amarilla con su propio jugo, Lomitos
de merluza con batatas y crema aguacate, Bombn sorpresa, Batata
del chef, Albndiga de batata, bacalao y azafrn con millo crujiente y
do de mojos, Batata con bacalao, Incgnita de batata, La batata
del mercadillo, El batatazo, Bocaditos de batata, Atn con batata,
Mar y tierra, Pamela de batata con melena de burgados, Brocheta
de batata con crema de queso al aroma de eneldo, Batata con bacalao y
gambas, Pastel de batata, Mentiras con sabor, Batavieja, Sueo
otoal, Batata yo qu s, La batata escondida, etc. Entre esos treinta
participantes, que deban ofrecer sus productos entre los das 28 de octubre
y 11 de noviembre, un jurado que los visit de manera annima eligi a
dos premiados.
Gracias a su consistencia y dulzura, es en la repostera donde esta raz
[13]
53
tuberosa tiene un mayor protagonismo. Las golosinas isleas ms tradicionales en las que interviene son las Truchas de Navidad, que en dichas
fiestas adquieren un enorme protagonismo en los hogares isleos. Este tpico dulce del pas se elabora doblando la fina masa de harina sobre s
misma para cubrir el relleno, que generalmente es de batata o cabello de
ngel, y luego se fre. Pancho Guerra Navarro (1965: 427) dice que es una
Apetitosa golosina de Pascuas hecha con un hojaldre de harina relleno
de batata dulce y otros ingredientes, que constituyen delicias de chicos y
grandes y Presentan la forma de las empanadillas castellanas. Existen
algunas variantes locales, como las Truchas Guanarteme, cuya receta
aprendi Alma Hernndez (1991: 141) en el barrio de Las Palmas de Gran
Canaria que le da nombre. Tambin son conocidas las Tortas de batatas y
almendras, que, como las anteriores, despus de fritas se espolvorean con
azcar (Martn Mndez & Osorio Acevedo, 1982: 102).
Adems, existe una amplia gama de productos obtenidos a partir de la
batata. As, a modo de ejemplos, en el Recetario prctico de dulces y licores canarios de Alma Hernndez (1991: 22, 24, 71, 102 y 128) encontramos las Batatas isleas doa Rosa, que se sirven con canela en polvo por
encima; las Batatitas queseras, mezcladas con queso fundido; y la Tarta
de batatas, hecha al horno con naranjas, nueces, leche y harina, que se espolvorea al final con azcar glass; en los tres casos las batatas guisadas se
trituran o baten muy bien con almbar y yemas, entre otros componentes, y
el producto obtenido se sirve sobre lo fro. Adems, en dicho libro encontramos las Batatas anaranjadas de Jinmar, para las que estos tubrculos
se cortan en rodajas y se cubren con una crema resultante de la coccin de
harina, azcar, huevos y zumo de naranja, luego se rocan con manteca y
se ponen al horno, espolvorendolas con azcar glass cuando se vayan a
servir; y los Rosquetes de batata el barbero, en cuya elaboracin slo
intervienen huevos, matalahga, azcar, sal y mantequilla, y es preferible
comerlos sobre lo caliente.
Por el laboratorio de Bromatologa de la Universidad de Sucre (Per),
tambin se ha demostrado el valor potencial de la batata para ser utilizada
como materia prima en la elaboracin de aguardiente de buena calidad,
gracias a su contenido en almidones hidrolizables que se transforman en
azcares fermentables. La obtencin del aguardiente de batata se propuso
con el fin de generar alternativas para la utilizacin y transformacin de este
producto agrcola, para lo cual se tuvo que adaptar el proceso de elaboracin
de bebidas alcohlicas. Se observ que la adicin de cebada germinada, con
una concentracin de 15-20 %, mejora la aceptacin del aguardiente, pues
le confiere a ste unas buenas caractersticas organolpticas (sabor y aroma),
propias de este producto. Asimismo, las vinazas obtenidas en la produccin
54
[14]
Conclusiones
Resulta evidente que la llegada de la batata a Europa y, concretamente, a
Canarias pas bastante inadvertida, pero a pesar de ello su cultivo se ha extendido y ha permitido aliviar el hambre de las clases ms humildes hasta
pocas muy recientes, al incorporarse a las comidas bsicas de los isleos y
ocupar un lugar destacado en la repostera, sin olvidar su demostrado valor
medicinal. Su repercusin social en las Islas se pone de manifiesto tambin
en el lxico popular canario, pues aparte de toda la terminologa relacionada con esta planta y sus variedades, son muchas las voces que, girando en
torno al fitnimo batata, se utilizan en distintas acepciones relacionadas
con el carcter de las personas, as como determinados aspectos fsicos de
ellas. En resumen, esta planta ya ocupa por mritos propios un lugar destacado en la cultura popular de los canarios.
Gran parte de la informacin sobre los aspectos etnobotnicos de la batata
slo se conservan gracias a la informacin oral, por lo que a estas fuentes
limitadas en el tiempo quiero dedicar el presente trabajo. Despus de estar
ms de treinta aos entrevistando a personas mayores, s lo mucho que nos
tienen que decir, la cantidad de informacin que encierran esos cerebros,
no cultivados desde el punto de vista acadmico pero s en el conocimiento
de un legado de siglos, que han aprendido de sus mayores y que ellos quieren y saben transmitir a las futuras generaciones, si stas quieren orlos con
el respeto y la admiracin que sin duda se merecen. Cada vez que muere
uno de nuestros campesinos desaparece un valioso archivo y todos perdemos algo de nuestra identidad como pueblo.
[15]
55
referencias bibliogrficas
Afonso Prez, L., 1997. Gngaro. Origen y rasgos de la toponimia canaria. Cartogrfica Canaria. Oviedo.
Andrade, R.D., R. Torres, E.J. Montes, O.A. Prez, C.A. Acua, & G.J. Narvez, 1999. Obtencin de aguardiente a partir de batata (Ipomoea batatas).
Temas Agrarios 14(1): 39-45. Enero-junio de 2009.
Barrios Rodrguez, C., & R. Barrios Domnguez, 1988. Crnica de La Guancha
a travs de su refranero. Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife.
Corrales, C., & D. Corbella, 2009. Diccionario ejemplificado de canarismos.
Instituto de Estudios Canarios, La Laguna. 2 vols.
Font Quer, P., 1975. Diccionario de botnica. 5. reimpr. Editorial Labor, Barcelona.
Gil Gonzlez, J., & M. Pea Hernndez, 2001. Los cultivos tradicionales y su diversidad. Batatas de Anaga: Inventario e identificacin (I). Seminario Permanente de Agricultura Ecolgica (Centro Superior de Ciencias Agrarias, ULL),
rea de Medio Ambiente (Cabildo de Tenerife) y Asociacin GRANATE. La
Laguna.
Guerra Navarro, F., 1965. Contribucin al lxico popular de Gran Canaria. Ediciones Pea Pancho Guerra, Madrid.
Gutirrez-Pags, L., 2006. Plantas tiles para el hombre. Historia natural y cultural de las plantas comestibles. Argania Editio, Barcelona.
Hernndez, A., 1991. Recetario prctico de dulces y licores canarios. Editorial
Interinsular Canaria, Santa Cruz de Tenerife. 2. ed.
Hernndez Hernndez, J., & L. G. Cabrera Armas, 1995. Batata, en Macas,
A. (dir.): Gran enciclopedia canaria. Ediciones Canarias, La Laguna. Tomo III
(Bar-Can), pgs. 565-566.
Hernndez Machn, A., & A. C. Perdomo Molina, 2011. Las batatas de Anaga (Tenerife): la riqueza de su biodiversidad. El Pajar. Cuaderno de Etnografa Canaria (II poca) 29: 178-185.
Jan Otero, J., 1992. Manual de medicina popular canaria. Secretos de nuestros viejos yerberos. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife. 2. ed.
Lorenzo, A., M. Morera & G. Ortega, 1995. Diccionario de canarismos. Francisco Lemus Editor, La Laguna. 1. reimpr. corregida.
Marti, A., 1986. Ansina jabla la isla. Tomo I (de la A a la CH). Algol, Santa Cruz
de Tenerife. 3. ed. corregida y aumentada.
Martn Mndez, P., & F. A. Osorio Acevedo, 1982. Postres canarios. Coleccin
Temas Canarios-3. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife. 5. ed.
Millares Cubas, L., & A. Millares Cubas 1924. Lxico de Gran Canaria. Tipografa del Diario, Las Palmas de Gran Canaria.
Moliner, M., 1991. Diccionario de uso del espaol. Biblioteca Romnica Hispnica. V. Diccionarios, 5. Editorial Gredos, Madrid. 2 tomos. Reimpr.
56
[16]
M E D I C I N A
F A R M A C I A
Osteoporosis en Canarias
Osteoporosis in the Canary Islands
Resumen: Este artculo aborda el problema de la osteoporosis y las fracturas osteoporticas, proporcionando una visin global y, cuando es posible, regional. Se
centra en su prevalencia y en el elevado nmero de pacientes sin diagnosticar y por
tanto sin tratar, exponiendo a la vez la experiencia en el tema del equipo del que
forma parte la autora, con miembros en los servicios de Medicina Interna, Traumatologa y Ortopedia, y Oncologa Mdica del Hospital Universitario de Canarias.
Palabras clave: osteoporosis, fractura de cadera, cncer de mama, quimioterapia, hormonoterapia, bisfosfonatos.
Abstract. This article approaches to the problem of osteoporosis and osteoporotic
fractures, giving a global and, when possible, regional vision. It focuses on its
prevalence and in the high number of patients without diagnosis and thus without
treatment, showing at the same time the experience of the team formed by the
author and members of Internal Medicine, Traumatology/Orthopedic and Medical
Oncology services from the Canary University Hospital.
Key words: osteoporosis, hip fracture, breast cancer, chemotherapy, hormone
therapy, bisphosphonates.
Se calcula que cerca de tres millones de espaoles padecen osteoporosis, entre ellos el 35% de las mujeres mayores de 50 aos. Es la enfermedad
sea ms frecuente y puede ser responsable de hasta un 75% del total de
las fracturas. Suele aparecer tras la menopausia por la prdida del efecto
protector de los estrgenos, y consiste en la disminucin de la masa sea
con alteracin de la arquitectura del hueso, lo que lleva a un aumento del
58
[2]
[3]
OSTEOPOROSIS EN CANARIAS
59
en gran parte porque es una enfermedad asintomtica hasta que se producen las fracturas. Adems, en estas cifras no se contabilizan las personas
con osteopenia, situacin en la que tambin pueden acontecer fracturas por
fragilidad (Sornay-Rendu, 2005).
Debido a estas implicaciones sanitarias, el principal objetivo es la prevencin: habra que diagnosticar la osteoporosis, buscndola sobre todo en
poblaciones expuestas, y tratarla antes de que aparezca la fractura (prevencin primaria), o bien tras producirse sta (prevencin secundaria) (NIH,
2000; North, 2006). En nuestro pas es baja la prevencin primaria y, lo
que es ms grave, la secundaria: un estudio encontr que un tercio de los
pacientes ingresados por fractura de cadera haban sufrido ya una fractura
previa y, sin embargo, menos de la cuarta parte reciban algn tratamiento (GEIOS, 2003). Nuestro equipo estudi a 100 mujeres ingresadas por
fractura de cadera en nuestro hospital: el 50% haba tenido ya una fractura
previa por fragilidad, pero solo el 13% haba sido diagnosticada de osteoporosis, y slo el 10% tomaba calcio y vitamina D (Herrera, 2011).
Hoy en da hay mtodos sencillos para predecir el riesgo de osteoporosis, como la escala OST, que combina edad y peso para detectar pacientes
con alto riesgo de padecer osteoporosis. Tambin hay mtodos para identificar a pacientes con riesgo de fractura, como la herramienta FRAX, disponible en internet, que permite calcular la probabilidad de fractura global y
de cadera a diez aos combinando diversos factores de riesgo reconocidos,
pudiendo incluir o no la densidad mineral sea (Kanis, 2008).
Estos mtodos pueden ser tiles en la poblacin general para detectar
grupos de riesgo. Por ejemplo, en nuestro centro calculamos el FRAX de
101 trabajadores (59% mujeres, media de 51 aos), encontrando unos valores generales de bajo riesgo, que aumentaban si los padres de los trabajadores haban sufrido fractura de cadera o si ellos mismos haban tenido
una fractura de adultos (Martn, 2008).
Tambin pueden usarse en pacientes que acuden a consulta por otras
causas para ver su riesgo de fractura. Nuestro equipo calcul el FRAX de
un grupo de 100 pacientes (58% mujeres, media de 70 aos) de una consulta general de medicina interna, encontrando valores con bajo riesgo en
general, aunque eran mayores en las mujeres, en los pacientes cuyos padres
haban sufrido fractura de cadera y en aquellos que ya haban sufrido una
fractura de adultos (Medina, 2008).
En nuestro hospital, todas las mujeres ingresadas por fractura de cadera
tenan un ndice de OST elevado (71%) o moderado (29%), y el 90% tenan
un FRAX con elevado riesgo de fractura a los 10 aos. Si a estas pacientes
se les hubieran calculado estos ndices y se hubiera instaurado tratamiento,
muchas de estas fracturas podran haberse evitado (Herrera, 2011).
60
[4]
[5]
OSTEOPOROSIS EN CANARIAS
61
son los bisfosfonatos, de los que los ms usados son el alendronato, el risedronato, el ibandronato y el zoledronato.
Un problema frecuente en el tratamiento de la osteoporosis es el abandono del tratamiento por parte de los pacientes. Por ello es fundamental la
concienciacin del personal sanitario, tanto intra como extrahospitalario,
para lograr aumentar el cumplimiento de la medicacin. En nuestro centro
se consigui aumentar el porcentaje de prescripcin de tratamiento tras
la fractura desde un 1-7% en los aos 2006-2007 hasta un 96% en los
aos 2007-2010, pero el verdadero reto est en conseguir un cumplimiento
adecuado del tratamiento: seis meses despus de ser dadas de alta, estas
pacientes cumplan adecuadamente con el tratamiento en un 56% (calcio/
vitamina D) y un 60% (bisfosfonato) (Herrera, 2011).
No hay que olvidar que estos tratamientos pueden usarse en la prevencin primaria: un ejemplo clsico es el tratamiento con calcio, vitamina D
y bisfosfonatos en pacientes que llevan tratamiento crnico con esteroides
aunque tengan masa sea normal. Ms recientemente se estn usando en
los pacientes que reciben tratamientos antiandrognicos y antiestrognicos
para el cncer de prstata y de mama.
62
[6]
[7]
OSTEOPOROSIS EN CANARIAS
63
Agradecimientos
Al Dr. Gonzlez Reimers, por introducirme en el mundo de la investigacin clnica; al Dr. Batista Lpez, por abrirme la puerta a la oncologa
mdica; al Dr. Santolaria Fernndez, por ser un ejemplo digno de seguirse.
64
[8]
referencias bibliogrficas
Bernad Pineda M., Gonzlez Fernndez C.M., Fernndez Prada M. et al. 2011.
Reumatologa y osteoporosis (RETOSS): una visin de la osteoporosis postmenopusica en los servicios de reumatologa espaoles. Reumatol Clin 7:13-9.
Boue S., Lafuma A., Fagnani F. et al. 2006. Estimation of direct unit costs associated with non-vertebral osteoporotic fractures in five European countries.
Rheumatol Int 26: 1063-72.
Chlebowski R.T., Col N.2011. Bisphosphonates and Breast Cancer Prevention.
Anticancer Agents Med Chem. Aug 17. [Epub ahead of print].
Clemons M., Goss P. 2001. Estrogen and the risk of breast cancer. N Eng J Med
344:276-85.
Coombes R.C., Hall E., Gibson L.J. et al. y el Intergroup Exemestane Study. A
randomized trial of exemestane after two to three years of tamoxifen therapy in postmenopausal women with primary breast cancer. N Engl J Med
2004;350:1081-92.
De la Torre Garca M. 2010. Estudio del impacto econmico, social y familiar de
las fracturas de cadera en nuestro medio. Tesis doctoral. Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria, 200-201.
Eastell R., Hannon R.A.k Cuzick J.et al. y el ATAC Trialistsgroup. 2006. Effect
of an aromatase inhibitor on bmd and bone turnover markers: 2-year results of
the Anastrozole, Tamoxifen, Alone or in Combination (ATAC) trial (18233230).
J Bone Miner Res 21:1215-23.
GEIOS. Grupo de Estudio e investigacin en osteoporosis SECOT. 2003. Acta de
fracturas osteoporticas en Espaa (AFOE). Medical & Marketing Communications. Madrid, 2003.
Gonzlez Macas J. 2004. Osteoporosis: Definicin y etiologa. Captulo 19. En:
Manual prctico de osteoporosis y enfermedades del tejido conectivo. Riancho
Morl JA y Gonzlez Macas J eds. Madrid. 99-103.
Gonzlez-Padilla E., Soria Lpez A., Gonzlez-Rodrguez E. et al. 2011. Elevada
prevalencia de hipovitaminosisD en los estudiantes de medicina de Gran Canaria, Islas
Canarias (Espaa). Endocrinol Nutr 58:267-73.
Greep N.C., Giuliano A.E., Hansen N.M. et al. 2003. The effects of adjuvant chemotherapy on Bone Density in Postmenopausal Women with Early Breast
Cancer. Am J Med 114:653-9.
Hermoso M.T. 2003. Clasificacin de la osteoporosis. Factores de riesgo. Clnica y
diagnstico diferencial. An Sist Sanit Navar Vol. 26, Supl 3: 29-52.
Hernndez R., Rodrguez E., Rodrguez L. et al. 2008. Prevalencia de osteopenia/
osteoporosis en mujeres con cncer de mama que van a recibir inhibidores de
la aromatasa. Comunicacin al XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Espaola de Medicina Interna, La Corua.
Herrera A., Martnez A.A., Fernndez L. et al. 2006. Epidemiology of osteoporotic hip fractures in Spain. Int Orthop 30:11-4.
[9]
OSTEOPOROSIS EN CANARIAS
65
Herrera Prez, M.U. 2011. Fiabilidad de las escalas de prediccin del riesgo de
osteoporosis y fractura osteoportica e implementacin de medidas de profilaxis secundaria en mujeres posmenopasicas hospitalizadas por fractura de
cadera. Tesis doctoral, Universidad de la Laguna.
Kanis J.A., Burlet N., Cooper C. et al. 2008. European guidance for the diagnosis
and management of osteoporosis in postmenopausal women. Osteoporosis Int
19:399-428.
Kanis J.A., McCloskey E.V., Powles T. et al. 1999. A high incidence of vertebral
fracture in women with breast cancer. Br J Cancer 79:1179-81.
Kristensen B., Ejlertsen B., Mouridsen H.T. et al. 1996. Femoral fractures in
postmenopausal breast cancer patients treated with adjuvant tamoxifen. Breast
Cancer Res Treat 39:321-6.
Martn Ponce E., Prez Ramrez A., Rodrguez Rodrguez E. et al. FRAX (riesgo
de fractura a 10 aos) en un grupo de trabajadores sanitarios. Comunicacin
al XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Espaola de Medicina Interna, La
Corua 2008.
Martin M., Mahillo E., Llombart-Cussac A. et al. 2006. The El Alamo project
(1990-1997): two consecutive hospital-based studies of breast cancer outcomes in Spain. Clin Transl Oncol 8:508-18.
Medina J., Martnez A., Rodrguez E. et al. FRAX (riesgo de fractura a 10 aos) de
un grupo de pacientes atendidos en una consulta general de medicina interna.
Comunicacin al XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Espaola de Medicina Interna, La Corua 2008.
Mincey B.A., Duh M.S., Thomas S.K. et al. 2006. Risk of cancer treatment-associated bone loss and fractures among women with breast cancer receiving
aromatase inhibitors. Clin Breast Cancer 7:127-32.
NIH Consens Statement. 2000. Osteoporosis prevention, diagnosis, and therapy.
NIH Consens Statement 17:1-45.
NIH Consensus Development Panel on Osteoporosis Prevention, Diagnosis,
and Therapy. 2001. Osteoporosis prevention, diagnosis, and therapy. JAMA
285:785-95.
NORTH AMERICAN MENOPAUSE SOCIETY. 2006. Management of osteoporosis in
postmenopausal women: 2006 position statement of The North American Menopause Society. Menopause 13:340-67.
Perez E.A., Josse R.G., Pritchard K.I. et al. 2006. Effect of letrozole versus placebo on bone mineral density in women with primary breast cancer completing
5 or more years of adjuvant tamoxifen: a companion study to NCIC CTG MA.17.
J Clin Oncol 24:3629-35.
Powles T.J., Hickish T., Kanis J.A. et al. 1996. Effect of tamoxifen on bone mineral density measured by dual-energy x-ray absorptiometry in healthy premenopausal and postmenopausal women. J Clin Oncol 14:78-84.
Reeder J.G., Brufsky A.M. 2010. The role of bisphosphonates in the adjuvant setting for breast cancer. Oncology (Williston Park) 24(6):462-7, 475.
Resch A., Biber E., Seifert M. et al. 1998. Evidence that tamoxifen preserves bone
density in late postmenopausal women with breast cancer. Acta Oncol 37:661-4.
66
[10]
68
[2]
Keywords: Royal portrait, engraving, royal party, Carlos IV, Flix Padrn,
Tenerife.
Uno de los temas que quedan por estudiar a fondo sobre el arte producido
en Canarias tiene que ver con la relacin existente entre Estado y discurso
plstico o lo que es lo mismo entre monarqua absoluta y cualquier
obra de arte donde los maestros locales acomodaron cualidades que eran
propias a figuraciones de tal naturaleza durante la poca moderna. Se trata
de un asunto en el que pocos autores han reparado con anterioridad1 y requiere de una investigacin sistemtica debido al alto volumen de ensayos
que se vienen publicando sobre estas cuestiones en la Pennsula y en territorios del antiguo dominio colonial, por lo que slo en contadas ocasiones
encontramos una cita sobre trabajos isleos que participaron del mismo
discurso representativo a uno y otro lado del Atlntico2. Obviamente, las
condiciones para que ello fuese posible no eran las mismas en el Archipilago y en la corte atendiendo a la lgica distincin que existi entre centro
y periferia, pero no es menos cierto que al menos en creaciones puntuales
se atisba una relacin tan estrecha que confiere a la produccin local altas dosis de representatividad en lo poltico y lo religioso. Basta reparar
en algunos testimonios para comprender mejor esa circunstancia pues, por
ejemplo, las figuraciones que Juan de Miranda (1723-1805) recre en lienzos de temtica inmaculista despiertan muchas posibilidades de anlisis o
una interpretacin que ni siquiera abordaron artistas de peso en el mbito
cortesano antes de 1808. Es ms, en estas obras y concretamente en la
Pursima de Carlos III o en su ambiciosa Alegora de la Virgen y Espaa
revela un ideario que no fue ajeno a las propuestas ms avanzadas de su
tiempo (Rodrguez Gonzlez, 1986 y 1994).
El caso descrito es sintomtico de una realidad que tampoco puede extenderse al resto de artistas canarios, ya que slo participaran de ella los
maestros con mayor notoriedad y otros que tuvieron un conocimiento ms
o menos directo sobre repertorios cultos. Esta disyuntiva obliga a sealar
la significacin que adquira entonces un viaje fuera de las Islas para conocer obras producidas en el entorno cortesano o en su rea de influencia
inmediata, pero se trata de un caso atpico que avala slo la trayectoria de
Hasta el momento las nicas aproximaciones al tema son una exposicin de Hernndez Perera (1967) sobre retratos reales que patrocin el Instituto de Estudios Canarios y un
breve ensayo de Castro Brunetto (1998), cuyo fin no era otro que presentar una muestra del
mismo tipo en el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.
2
Sirva de ejemplo una ltima propuesta de anlisis sobre la iconografa inmaculista
y sus repercusiones polticas que plante con abundantes ejemplos pictricos Cuadriello
(2010: IV, 1.168-1.263).
1
[3]
69
70
[4]
concejil, por lo que, como veremos a continuacin con cada ejemplo concreto, todo lo relativo a su ejecucin era responsabilidad del artista contratado
para ello y de los regidores que supervisaban su labor con el fin de obtener
una figuracin notable. Es evidente que lo relacionado con ellas granjeaba
un prestigio mayor a sus autores, aunque en honor a la verdad tal dinmica
no estuvo reida con la destreza o solvencia de que hicieron gala a la hora de
procurarles acabado.
Dichos retratos o efigies reales eran el motivo central de las solemnes
fiestas de proclamacin que tuvieron lugar en las capitales insulares, convertidas entonces en centros hegemnicos de sus respectivas islas y en espacios privilegiados para la reivindicacin de colectivos gremiales, entidades de signo
poltico y los miembros ms notables del estamento religioso como legitimadores de un discurso donde se una por igual lo alegrico y lo mitolgico4. Ello
remite al significado histrico de la fiesta regia en un territorio al margen de la
vanguardia peninsular, de forma que la singularidad expuesta por este tipo de
eventos no se ha resaltado lo suficiente si atendemos a las lecturas reivindicativas o identitarias que tuvieron lugar en su seno (Bthencourt Massieu, 1997:
263-293). As, por ejemplo, con motivo de las fiestas oficiadas en 1789 para
celebrar el ascenso al trono de Carlos IV desfilaron por las calles de La Laguna
alegoras de cada una de las islas y de sus muchos recursos naturales, todo ello
en medio de un programa cuidadsimo que no obvi las representaciones de
carcter mitolgico ni a personajes significativos de la historia local (Bentez
de Ponte y Lugo, 1789); y no slo eso, puesto que para dicha efemride trabajaron artistas de prestigio en el escenario insular. Ya era sabido que Cristbal Afonso (1742-1797) colabor activamente en ellas (Rodrguez Gonzlez,
1986: 112), pero una lectura detenida de las retribuciones y de los consiguientes comprobantes de pago demuestra que su labor no se limit a la de un mero
colaborador o intrprete que reprodujo temas estipulados con anterioridad. No
en vano, de un recibo firmado por el propio Afonso en septiembre de 1789 se
deduce que pint e ide la perspectiva de las casas capitulares, al igual que
buena parte de los castillos y arcos triunfales que ornamentaron las principales
calles de la ciudad5.
4
Aunque luego referir el tema con detalle a travs de las crnicas o fuentes manuscritas de la poca, en este punto introductorio no puede obviarse la interpretacin de Gallardo
Pea (1995: 271-285) y (1996: 271-293) sobre las fiestas tinerfeas de Carlos III y Carlos
IV. Sin embargo, dicha investigadora limita su discurso a una exposicin detallada de los
acontecimientos y prescinde de analizar la intrahistoria de ambas celebraciones o su alta
significacin en el plano creativo. De ah que ltimamente dedicara un estudio a los festejos
que tuvieron lugar en La Laguna durante 1789 con motivo de la proclamacin de Carlos IV,
aunque an resta mucho por estudiar al respecto. Cfr. Lorenzo Lima (2012).
5
Archivo Municipal de La Laguna (AMLL): Seccin I. P-X/3, partidas nms. 124-128.
[5]
71
72
[6]
[7]
73
74
[8]
[9]
75
12
13
108r.
76
[10]
reinante. Se trata de un fenmeno que involucrara incluso a representaciones religiosas y tuvo una repercusin mayor durante el prolfico reinado
de Carlos III, ya que la figura de ese monarca fue extremadamente popular
por cuestiones de ndole devocional (Mart Gilabert, 2004) y centr todo
tipo de escenas en espacios de culto que frecuentaban los isleos. De ah
que, por ejemplo, este rey y no otro figure asociado a varias representaciones inmaculistas15 o presidiendo la descendencia regia en los cuadros que
describen la aparatosa genealoga de Santo Domingo16. A ello cabe sumar
obras del mbito civil que sorprenden ahora por su reducido tamao17 y por
el marcado simbolismo con que fueron concebidas antes de su conclusin,
ya que en s mismas respondan a una necesidad igual de institucional que
pblica o domstica. En este sentido, no debe obviarse la lmina real que
presidi los festejos de proclamacin convocadas por el Cabildo lagunero
en junio de 1760, cuya importancia es mayor porque constituye el testimonio ms antiguo que se conoce de dicha modalidad representativa en el
Archipilago (Padrn Acosta, 1946). No en vano, sirvi de antecedente a
lo acontecido con las efigies que tratar luego de Carlos IV y otros soberanos del siglo XIX, tanto a nivel representativo como iconogrfico [fig. 1].
Varias razones inciden en la notoriedad de esta obra municipal, aunque
no debe menospreciarse su vala en el plano creativo porque pronto fue
elogiada como uno de los trabajos ms complejos que haba afrontado su
autor: el polifactico Jos Rodrguez de la Oliva (1695-1777)18. Sin embargo, la dinmica de trabajo seguida por dicho artista no contradijo en
nada la pauta vigente entre creaciones peninsulares de su misma naturaleza y, como pudo suceder antes en las propias Islas, De la Oliva recurri
a grabados para reproducir el semblante de un personaje tan distinguido
en la sociedad de su tiempo. El problema radica en que no existe acuerdo a la hora de identificar dichos antecedentes, ya que ltimamente se ha
propuesto la posibilidad de localizarlos en lienzos de Louis Michelle van
Loo (1717-1771) (Fraga Gonzlez, 2001, II, 190-191) o en estampas contemporneas de Manuel Monfort y Asensi (1736-1806) (Castro Brunetto,
Ya sea en trabajos independientes de Juan de Miranda o en las decoraciones murales
que decoran la iglesia franciscana de Santa Cruz de Tenerife. Cfr. Rodrguez Gonzlez
(1988), Castro Brunetto (1998) y Lorenzo Lima (2011).
16
En las versiones conservadas an en La Orotava y La Laguna, la ltima pintada por
Gerardo Nez de Villavicencio en 1766 (Rodrguez Gonzlez, 1986: 378).
17
Sirva de ejemplo al respecto una pintura que exhibe la Casa de Coln en Gran Canaria, publicada por Hernndez Socorro (2007: 33).
18
Tal y como se desprende de los juicios ofrecidos previamente por Castro Brunetto
(1998), Fraga Gonzlez (1983: 66-68, y 2001: II, 190-191), Padrn Acosta (1943: 14-29, y
1949: 50-53), Rodrguez Gonzlez (1986: 446) y Viera y Clavijo (1789: 20).
15
[11]
77
78
[12]
19
[13]
79
80
[14]
su trabajo all difiere de lo relatado ahora por los altos niveles politizacin
a que se vio sometida la figura de Fernando VII, despus, claro est, de los
temibles sucesos de 1808, la correspondiente abdicacin de Carlos IV y su
retorno triunfal a Espaa como el rey deseado (Rumeu de Armas, 1997:
96-107).
Este distanciamiento entre centro y periferia repercuti sobremanera en
la difusin que ciertas imgenes de Carlos IV y Mara Luisa de Parma tuvieron en las Islas, aunque obras ya sealadas como el retrato que subsiste
en La Palma despiertan nuevas posibilidades de anlisis al respecto. Lo que
s consta, al menos, es que la efigie de este soberano tuvo una mayor repercusin meditica debido a la efectividad que alcanzaron grabados de todo
tipo en ediciones de naturaleza muy diversa, algunas incluso con inusitada
rapidez. No pretendo extenderme demasiado en el tema, pero cabe apuntar
que en las bibliotecas y domicilios insulares sobre todo en colecciones
privadas de La Orotava, en los fondos bibliogrficos de la casa de Ossuna
y en la biblioteca universitaria de La Laguna pude estudiar impresos que
dan cabida a grabados donde Manuel Salvador Carmona (1734-1820) y
burilistas instruidos en la Academia reprodujeron pinturas previas del ya
citado Francisco de Goya, Agustn Esteve (1753-1830), Jean Bauzil (17661820) o Antonio Carnicero (1748-1814), entre otros. El influjo de estas
estampas fue determinante para la plstica contempornea, hasta el punto
de que en Canarias conservamos un ejemplar distintivo de ello superando
la habitual representacin de los soberanos en papel. La coleccin de Jos
de Ossuna Batista contaba en sus fondos con un retrato doble de Carlos IV
y Mara Luisa de Parma que ya fue expuesto en 1967 como posible trabajo
de escuela madrilea20, aunque no ha tenido mayor repercusin hasta el
momento [fig. 2]. Su inters es mayor al saber ahora que el autor que le
dio acabado reprodujo fielmente una estampa firmada por Fernando Selma
(1752-1808) sobre diseo previo del miniaturista francs Bauzil. Se trata
una lmina impresa en 1798 que incluy la edicin relativa al Calendario
manual y gua de forasteros en Madrid del ao siguiente, por lo que obtuvo
entonces una difusin amplsima [fig. 3]. Cabe deducir, pues, que fue pintada entre 1799 ao en que se public su modelo y 1808 fecha en
que ambos soberanos dejaran de gobernar. Al margen de ello, lo atractivo es que su existencia pone de relieve la cotidianeidad de este tipo de
efigies en las colecciones canarias, algo que ya se conoca por la documen Conozco su existencia por la misma foto en blanco y negro que se reproduce ahora,
conservada en los ficheros fotogrficos del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna (Laboratorio de Arte, nm. 621). Su primera catalogacin se debe a
Hernndez Perera (1967: nm. 12).
20
[15]
81
82
[16]
[17]
83
cuadros hasta el instante de la proclamacin pblica o de su descubrimiento22. Se trata, por tanto, de las mismas representaciones que el segundo da
de las fiestas pudieron decorar momentneamente los arcos triunfales del
Amor, la Lealtad y el Honor erigidos en la plaza del Adelantado, aunque
luego seran llevadas a la parroquia de los Remedios para ser dispuestas
bajo un dosel con sillas y sitial en que estuvieron las insignias reales de
coro y centro y celebrar all los correspondientes oficios litrgicos (Bentez de Ponte y Lugo, 1789: VI-VII).
Flix Padrn recibira por su trabajo un total de 1.429 reales en varias
pagas que cobr peridicamente entre los meses de julio y septiembre,
destinadas en su mayora a sufragar los costos de los retratos que est
haciendo, el dorado de las guarniciones y los materiales necesarios para
todo ello, en especial libros con lminas de pan de oro23. Las cualidades
de los cuadros que deba realizar debieron acordarse inicialmente entre el
artista y los regidores, ya que antes de que se produjera un primer pago a
Padrn el carpintero Manuel Francisco Amador cobrara al menos 15 pesos
en cuenta de la lmina que va a hacer tallada para el retrato de la reina
(...), igual a la que est [ya] en [el] cabildo. A esta primera data del 1 de
julio le sigui otra firmada el 11 de agosto en que se entregaron 20 pesos
ms por el resto adeudado semanas antes, habilitar un bastidor inexistente
para el retrato de Mara Luisa y componer la guarnicin disponible en la
sede concejil24. De ah que pueda plantearse una reutilizacin o puesta al
da del marco que resguardaba al retrato de Carlos III desde 1760, por lo
que inexcusablemente el encargo de Padrn estuvo condicionado por dicho
precedente. Coincide con l en su infrecuente formato ovalado, as como
en el tratamiento conferido a la imagen del monarca bajo presupuestos de
innegable riqueza formal. Sin embargo, su modelo compositivo no debe
cifrarse en la creacin previa de Rodrguez de la Oliva y s en una efigie del
hasta entonces prncipe Carlos que era propiedad de Juan de Quevedo, descrito en la documentacin administrativa como vecino de La Orotava.
De hecho, las cuentas de los festejos describen el pago de 8 reales al mismo
Francisco Prez que pudo tratar antes con Miranda por haber ido a la Villa
De todo ello hay gasto circunstanciado en AMLL: Seccin I. P-X/1, doc. 63.
Consta al menos que firm dichas retribuciones el 24 de julio, 5 de agosto, 11 de
agosto, 21 de agosto y 31 de agosto de 1789. AMLL: Seccin I. P-X/3, doc. 116-121.
24
AMLL: Seccin I. P-X/1, doc. 43-44. Dicho maestro debe identificarse con el mismo
Manuel Amador que antes de realizar otros trabajos para los festejos reales de 1789 contrataba un nuevo retablo mayor para la parroquia de La Guancha y trabajara en diversas ocasiones para la an inconclusa parroquia de la Concepcin en La Orotava, localidad donde
residi una larga temporada antes de 1785. Cfr. Espinosa de los Monteros y Moas/Gonzlez
Gonzlez (2005: 160-161) y Lorenzo Lima (2010b: I, 430-432).
22
23
84
[18]
[19]
85
86
[20]
[21]
87
con cierta torpeza en una extraa vista frontal y dar cabida al bastn o
cetro de mando como nico distintivo regio. Otra variacin se centra en
los rasgos fisonmicos del monarca, con un semblante ms envejecido que
el contemplado en las versiones cortesanas de Mariano Salvador Maella y
sus contemporneos. An as, el correcto estudio de las formas y la buena
ambientacin de luz y color que genera el fondo neutro testimonian los
logros alcanzados por su autor antes de concluir el siglo XVIII, cuando a
travs de obras oficiales como la que nos ocupa era valorado ya como un
hbil intrprete de repertorios forneos (Tarquis Rodrguez, 1954).
Estas cualidades podran aplicarse a otro lienzo del mismo tipo, atribuido
ya a Flix Padrn por su vnculo con la obra previa (Rodrguez Gonzlez,
1986: 397) [fig. 6]. Se trata de una pintura de mejor acabado donde la efigie
del monarca responde a los principios descritos y enriquece su discurso con
un repertorio de smbolos que no aluden tanto a las aficiones e inquietudes
del soberano. Por esa cualidad considero que su punto de partida debe localizarse en una estampa que Juan Antonio Salvador Carmona (1740-1805) grab en 1778 de los entonces prncipes de Asturias Carlos y Luisa de Borbn,
muy difundida en la poca (Vinatea, 2009: 198-199) [fig. 7]. Sin embargo,
las diferencias existentes entre la pintura y el grabado son notables, demostrando la destreza adquirida por el artfice a la hora de variar y combinar
recursos figurativos cuando finalizaba el Setecientos. As lo indica la forma
de disponer la efigie propiamente dicha en un marco oval y rematar la composicin cuadrangular con una guirnalda de laurel encintado, recursos ambos que tanto los Carmona como otros grabadores espaoles de la Ilustracin
recurrieron a la hora de estampar retratos de personajes contemporneos o
alegoras que ilustraron todo tipo de empresas editoriales (Carrete Parrondo,
1996).
Muchas de estas cualidades se deben al origen y finalidad de la propia
obra, ya que no se trata de una pintura con sentido poltico claro. Obedece
a un encargo efectuado por el nuevo Consulado Martimo y Terrestre, cuyos dirigentes pagaron por ella un total de 30 pesos en septiembre de 1789
(Rodrguez Gonzlez, 1986: 397). Desde entonces decor el saln noble
que dicho organismo posey provisionalmente en la ciudad de La Laguna,
el mismo donde pudieron colgarse luego otros trabajos de Padrn como un
escudo de armas y cuatro cuadros ms de los que se desconoce a ciencia
cierta su temtica27. Nada sabemos de ellos ahora, pero cabe pensar que
pudieron ser los jeroglficos y el escudo de armas que fueron contratados
para su ubicacin en las cuatro ventanas de las casas consulares durante
AHPT: Documentacin relativa al Real Consulado. V-1, f. 159r, citado previamente
por Rodrguez Gonzlez (1986: 397).
27
88
[22]
las noches de la iluminacin en 178928. Asimismo, por apuntes posteriores sabemos que en el saln principal del Consulado existieron alegoras
de los asuntos que ocupan al Real Consulado, quiz las mismas que el
pintor recrea simblicamente en la base del retrato regio. Por ese motivo
se cambiaran en l los atributos que contiene la estampa de Juan Antonio
Salvador Carmona para dar cabida a un globo terrqueo, un libro, tiles de
escritura, una bandera de signo militar, elementos de nutica y atributos
de las Artes como una paleta junto a los pinceles, distintivos claros de la
preocupacin que el nuevo cuerpo administrativo senta por el comercio y
la instruccin en todos los niveles o manifestaciones posibles.
Lo atractivo del caso no es quedarse ah e interpretar esta pintura como
una plasmacin idnea de los valores que eran inherentes al colectivo consular, por lo que en el fondo no deja de ser un testimonio ms de la intachable actitud monrquica de sus dirigentes y del apoyo prestado a la
organizacin de los festejos reales de 1789. De ah que posea inscripcin
recordatoria al respecto: CARLOS IV PROCLAMADO EN TENERIFE A 2 DE
SEPTIEMBRE DE 1789, aunque la leyenda manifiesta claros signos de que
fue retocada porque dicho acontecimiento no se produjo en agosto como
fue previsto en principio. Al margen de ello, este moderno retrato de Carlos IV personaliza tambin el xito del artista que supo darle acabado valindose de recursos idneos para su tiempo. La combinacin de motivos
entresacados de varias estampas era algo comn a finales del siglo XVIII y
demostraba la capacidad creativa de los artfices, por lo que no es de extraar que este cuadro alegrico y no la imagen oficial del Cabildo fuera un
reclamo para los autores de poca posterior. As, cuando Luis de la Cruz
afrontaba la difcil tarea de definir una efigie apropiada para Fernando VII
con motivo de su proclamacin pblica en 1808, no dud en recurrir a esta
pintura de Padrn con el fin de articular una moderna lectura simblica
[fig. 8]. Ya es sabido que los rasgos del monarca derivan de una conocidsima estampa de Rafael Esteve (Rumeu de Armas, 1997: 97-99), pero
en el resto de la composicin y sobre todo en lo relativo a los atributos
consulares se advierte una influencia clara del lienzo que nos ocupa.
Abunda en esa posibilidad el hecho de que esta efigie del hijo de Carlos IV
perteneciera al Consulado, el mismo organismo que requiri la nueva obra
de De la Cruz y al que el pintor portuense ya estaba vinculado por cuestiones de diversa ndole. De hecho, cabe interpretar la creacin fernandina
bajo un fin continuista y como prueba del anhelo que pudo existir entre los
regentes de dicho organismo a la hora de constituir una galera de retratos
reales, paralela, eso s, a la iniciada antes en la sede del cabildo concejil o
Archivo General de Indias (AGI): Fondo Indiferente General. Legajo 3.115-B, s/f.
28
[23]
89
en la Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas que conocemos todava vagamente.
referencias bibliogrficas
2009. Carlos IV. Mecenas y coleccionista [Catlogo de la exposicin homnima]. Patrimonio Nacional, Madrid.
lvarez Rixo, J. A., 1955. Cuadro Histrico de estas Islas Canarias o noticias
generales de su estado y acaecimientos ms memorables durante los cuatro
aos de 1808 a 1812. Gabinete Literario, Las Palmas de Gran Canaria.
Bentez de Ponte y Lugo, B., 1789. Plan General y noticias previas de las Reales
Fiestas con que la M. N. y L. Ciudad de S. Cristbal de La Laguna, Capital
de la Isla de Tenerife va a solemnizar en el presente mes de Agosto la Augusta
Proclamacin de su muy amado Monarca el Seor D. Carlos IV. Que Dios
Guarde. M. A. Bazzanti, La Laguna.
Bthencourt Massieu, A., 1988. Santa Cruz de La Palma (1780-1795): Una ciudad insular canaria en la crisis del Antiguo Rgimen, en AA.VV.: Serta gratulatoria in honorem Juan Regulo, t. III. Universidad de La Laguna, pp. 267-301.
Bthencourt Massieu, A., 1997. Fiestas reales en el Setecientos en Canarias.
Identidades, evolucin y peculiaridades. Espacio, tiempo y forma [serie IV
Historia Moderna]. 10: 263-293.
Calero Ruiz, C. et al., 2009: Luces y sombras en el siglo ilustrado. La cultura
canaria del Setecientos [Historia cultural del Arte en Canarias, t. IV]. Gobierno
de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria.
Carrete Parrondo, J. (coord.), 1996. El grabado acadmico en la poca de Goya
[Catlogo de la exposicin homnima]. Diputacin Provincial de Zaragoza,
Zaragoza.
Castro Brunetto, C. J., 1998. Canarias: imagen de la monarqua en el arte [Catlogo de la exposicin homnima]. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife,
Santa Cruz de Tenerife.
Castro Brunetto, C. J., 2009. Pintura, en Calero Ruiz, C. et al.: Luces y sombras en el siglo ilustrado. La cultura canaria del Setecientos [Historia cultural
del Arte en Canarias, t. IV]. Gobierno de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 153-240.
Cuadriello, J., 2008. Virgo potens. La Inmaculada Concepcin o los imaginarios
del mundo hispnico, en AA. VV.: Pintura de los reinos. Identidades compartidas [Catlogo de la exposicin homnima], t. IV. Banamex, Madrid/Mxico,
pp. 1.168-1.263.
Espinosa de los Monteros y Moas, E., y E. Gonzlez Gonzlez, 2005. Historia
de la Fuente de la Guancha. Ayuntamiento de La Guancha, Santa Cruz de
Tenerife.
AA. VV.,
90
[24]
[25]
91
Mart Gilabert, F., 2004. Carlos III y la poltica religiosa. Editorial Rialp, Madrid.
Muiz muoz, A. (coord.), 2008. El grabado y el museo. La influencia de la estampa en los fondos del Museo de Bellas Artes [Catlogo de la exposicin
homnima]. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife.
Ossuna y Van den-Heede, M., 1914. Cultura social de Canarias en los reinados
de Carlos III y Carlos IV. Imprenta A. J. Bentez, Santa Cruz de Tenerife.
Padrn Acosta, S., 1943. La personalidad de D. Jos Rodrguez de la Oliva
(1695-1777). Revista de Historia. 61: 14-29.
Padrn Acosta, S., 1946. El retrato del rey D. Carlos III, pintado por Rodrguez
de la Oliva. La Tarde. 28/I/1946.
Padrn Acosta, S., 1949. El pintor Jos Rodrguez de la Oliva (1695-1777). El
Museo Canario. 29-30: 37-53.
Peraza de Ayala, J., 1980. El Real Consulado de Canarias. ACT, Santa Cruz de
Tenerife.
Poggio Capote, M., e I. Concepcin Rodrguez, 2011. Retrato de Alfonso XIII
de Santa Cruz de La Palma, obra de Toms Martn Rebollo (1858-1919). El
Museo Canario. LXV: 235-248.
Portus, J., 2008. Pintura y estampas en el Barroco andaluz, en AA.VV.: La imagen reflejada. Andaluca, reflejo de Europa [Catlogo de la exposicin homnima]. Junta de Andaluca, Sevilla, pp. 25-41.
Rodrguez Gonzlez, M., 1986. La pintura en Canarias durante el siglo XVIII.
Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria.
Rodrguez Gonzlez, M., 1994. Juan de Miranda [Catlogo de la exposicin homnima]. Servicio de Publicaciones de CajaCanarias, Santa Cruz de Tenerife.
Rodrguez Rebollo, A., 2009. Calendario manual y Gua de forasteros en Madrid para el ao de 1800, en AA. VV., Carlos IV. Mecenas y coleccionista [Catlogo de la exposicin homnima]. Patrimonio Nacional, Madrid, pp. 294297/nms. 117-119.
Romeu Palezuelos, E., 1988. Fiestas que la ciudad de San Cristbal de La Laguna celebr en 1760 por la proclamacin de Carlos III. Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas, La Laguna.
Romero y Ceballos, I., 2002. Diario cronolgico histrico de los sucesos elementales, polticos e histricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814). Cabildo
de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria.
Rumeu de Armas, A., 1997. Luis de la Cruz y Ros [Coleccin Biblioteca de Artistas Canarios, t. 33]. Gobierno de Canarias, Islas Canarias [sic].
Snchez-Blanco, F., 2007. La Ilustracin goyesca. La cultura en Espaa durante
el reinado de Carlos IV (1788-1808). CSIC, Madrid.
Sancho, J. L., 2008. Slo Goya? Pintura y coleccionismo en la corte espaola,
en AA. VV.: Ilustracin y liberalismo. 1788-1814 [Catlogo de la exposicin
homnima]. Patrimonio Nacional, Madrid, pp. 295-305.
Soto Caba, V., 1988. Los catafalcos de Carlos III: entre la influencia neoclsica y
la herencia del Barroco. Fragmentos. 12-14: 129-143.
Tarquis Rodrguez, P., 1954. Localizando una obra del pintor Flix Padrn. La
Tarde. 7/III/1954.
92
[26]
Resumen. En la produccin fotogrfica de Eduardo Westerdahl se localiza un conjunto de imgenes que trascienden el marco de lo cotidiano y bucean en la experimentacin de las vanguardias. Sus primeras experiencias surgen en el grupo
Pajaritas de Papel (1928-1930), hasta su descubrimiento de los recursos tcnicos
y planteamientos estticos de la Nueva visin durante su viaje por Europa (1931).
En 1935 con la visita de los surrealistas franceses a Tenerife realiza fotocollages y
fotomontajes, en los que mezcla distintos momentos de sus recorridos por la geografa insular y la instalacin de las obras de la exposicin surrealista en el Ateneo
de Santa Cruz. Sus experiencias fotogrficas no se detienen, y en 1936 realiza
con tarjetas postales del Museo Romntico de Madrid una propuesta que altera la
realidad contemplada. Despus de la posguerra espaola y hasta la dcada de los
sesenta, contina elaborando imgenes en las que entremezcla pasado y presente,
no sin cierta dosis de irona.
Palabras clave: Westerdahl, vanguardia, fotomontaje, fotocollage.
Abstract. In the photographic production of Eduardo Westerdahl are localized a set
of images that transcend the framework of daily life and dives into the avant-garde
experimentation. His first experiences arise in the group Pajaritas de Papel (19281930), until his discovery of the technical resources and aesthetic approaches of
the New vision during his trip to Europe (1931). In 1935 with the visit of the French
Surrealists to Tenerife, he makes photomontages and photocollages, in which he
mixes different moments in their tours over the island and the installation of the
works of the Surrealist exhibition at the Ateneo of Santa Cruz. His photographic
experiences doesnt stop and, in 1936, performs with postcards of the Romantic
Museum in Madrid a proposal that modifies the contemplated reality. After the
Spanish postwar and until the sixties, continues producing images that mixes past
and present, not without a certain amount of irony.
Keywords: Westerdahl, avant-garde, photomontage, photocollage.
94
[2]
[3]
95
96
[4]
y contrapicado, magnificaciones, puntos de vista inslitos..., que se haban presentado al pblico alemn en la exposicin internacional Film und
Foto, organizada por la Deutscher Werkbund en Stuttgart. En esa colectiva
participaron ms de 150 fotgrafos, adems de fotos annimas procedentes de la prensa, la publicidad y los aficionados, hasta alcanzar un total de
1.200 fotografas las que se exhibieron.
La exposicin, que permaneci abierta en Stuttgart, entre el 17 de mayo
y el 7 de julio de 1929, para luego itinerar a diversas ciudades europeas y
japonesas, tuvo inmediatamente una acogida directa en el libro Foto-Auge.
il und Photo. Photo Eye, editado, en 1929, por Jan Tschichold y Franz
Roh, en el que se reproducan 76 fotografas, un volumen que Westerdahl
no conoci hasta 1932, cuando le fue remitido por la editorial Akademischer Verlag Dr. Fritz Wedekind & Co. (Stuttgart), por indicacin de Franz
Roh3. Westerdahl lo rese, con una breve nota, presidida por el retrato de
Roh que extrajo, como se indica junto a la imagen, del libro de Biermann
60 Fotos mit Einleitung von Franz Roh (Biermann, 1930)4.
En las fotos tomadas durante el viaje europeo le prest una especial
atencin a la arquitectura funcionalista, unas imgenes que constatan y
registran su paso por esos lugares, pero que adems proyectan la idea de
modernidad, edificios como De Bikenkorf (La Colmena) en Rotterdam [fig.
4], centra su visin en solo una parte de su fachada y recuerda las tomas
que de estos mismos grandes almacenes realiz Franz Roh, aunque este
haba recurrido a las copias en negativo, o cuando capta en diagonal la
Funkturm Berlin (Torre de radio de Berln) [fig. 5], en un plano en picado,
con lo que obtiene una visin que se expande ms all de los lmites del
marco y logra unos efectos dinmicos, porque, como el propio Westerdahl
escribiera con posterioridad a su regreso, El espritu del hombre nuevo
es como una placa sensible paseada alrededor del mundo (Westerdahl,
1933a, 12:1).
El espritu de ese nuevo hombre se presiente ya en la foto [fig. 6], en
la que Westerdahl se autorretrata, pero sin su presencia fsica, al colocar sobre una silla blanca sus enseres personales la chaqueta con una
extica flor, el sombrero, la corbata, las gafas, la pipa sobre un cenicero
y los guantes, mientras en el suelo sobre una alfombra a rayas dispone,
desplegados en forma de abanico, un libro abierto y otros dos cerrados
las monografas sobre Pablo Picasso y Henri Matisse, as como los
Este libro tena pegado el ex-libris de Westerdahl y rotulado con el nmero 112 (Westerdahl, 1932b, 11:4). Asimismo, se incluy un fragmento traducido de la introduccin en
el siguiente nmero de Gaceta de Arte (Roh, 1933; vid. adems AA.VV., 1997b; Fernndez,
Horacio, 1997, 31-37, y 2005, 28-39).
4
Este libro perteneci a la Biblioteca de Westerdahl, actualmente en coleccin particular.
3
[5]
97
Gaceta de Arte
De nuevo en la isla, con la experiencia visual acumulada en esos meses,
cargado de informacin y materiales diversos libros, revistas, catlogos, tarjetas postales, fotografas... , y lo que es ms importante, con
los contactos para lanzar su proyectada revista, un producto cultural en el
que cobran un especial protagonismo las imgenes fotogrficas. Gaceta
de Arte nace como una propuesta totalmente novedosa en el contexto insular, pero que contaba con referentes en publicaciones espaolas, como
AC (Documentos de Actividad Contempornea) y Dac i dall (AA.VV.,
1997a), revistas que dedican especial atencin a las fotos. As, tanto la idea
de proyectarse directamente a Europa, las firmas y la seleccin de contenidos, como la forma de componer sus pginas, conocido como tipo-foto
cuando las fotografas no solo ilustran, sino que pueden formar parte del
texto, e incluso convertirse en texto por s mismas, motivaron el inters
de esta publicacin en el exterior.
Westerdahl incluy algunas fotos y tarjetas postales de arquitectura moderna, tradas de su periplo europeo, pero tambin recurri a los artistas,
crticos de arte, galeras de arte, entre otros, que le facilitan imgenes para
Gaceta de Arte, cuyo primer nmero vio la luz en febrero de 1932, y que
ces por el estallido de la Guerra Civil. En el primer ao de vida de la
revista, Westerdahl public un artculo titulado Conducta funcional del
cinema, en el que estableca las diferencias entre el cine y la fotografa,
as como haca referencia a los fotomontajes y fotogramas:
El cine era lo mvil, en contra de la foto o la pintura que inmovilizaban el
paisaje y la figura. Las primeras bandas eran inmviles, aunque muchas trataran la figura vertiginosa. Vertiginoso era ya Charlot en su debut, pero chocaba
siempre con la naturaleza muerta, con los planos fijos, con las esquinas que
solo se desdoblaran en las actuales dobles exposiciones, en el fotograma experimental de Man Ray, en los estudios de fotomontaje aplicado al film[e] de Dsiga Wertof, en las pruebas surrealistas de Dal y Buuel, en las aportaciones de
98
[6]
[7]
99
gulo gris y otro amarillo, adems introduce unas nubecillas amarillas y una
figura de una suave tonalidad verde remata el conjunto.
Posteriormente, lo fotografi [fig. 9] en las escaleras del patio de su
casa, apoyado en un cactus, mientra en el peldao superior, una maceta con
una planta, se incorporan como fragmentos de su realidad diaria a la nota
evocadora que envuelve esta obra. De la misma manera fotografi otra
versin [fig. 10], esta vez de espaldas, que recuerda bastante la foto que, de
una escultura de Cristino Mallo, se reprodujo en Gaceta de Arte9. En todas
estas obras, el recuerdo a su amiga est ms que presente, pero tambin las
experiencias del pintor alemn Willi Baumeister10, sobre el que Westerdahl
acababa de sacar una monografa (Westerdahl, 1934) y con el que mantena
una estrecha y fluida relacin epistolar.
Se conserva de esta poca un fotomontaje [fig. 11] realizado con la tcnica de la superposicin de imgenes, en el que se pueden ver unas rosas
sobre la monografa de Paul Klee, que Will Grohmann le enviara cuando
se public (Grohmann, 1934). Este libro que perteneci a la Biblioteca
Westerdahl hasta finales de la dcada de los 90 reaviv sin duda el recuerdo de aquel lienzo de Paul Klee, Das Vokaltuch der Kammersngerin
Rosa Silber (1922), por el que se haba sentido cautivado, como l mismo
confes, cuando lo contempl en la Antigua Galera Nacional de Berln, y
su recuerdo no le abandonar.
100
[8]
material fotogrfico generado durante la estancia de los surrealistas, realiz varios fotomontajes, que sirvieron para ilustrar tanto el II Boletn Internacional de Surrealismo como para imprimir una hoja volandera, adems
de incluir, en los tres ltimos nmeros de la revista Gaceta de Arte, varios
de estos fotomontajes, para los que el crtico de arte selecciona grupos de
5 y 4 fotos, que monta, una a una, en vertical y horizontal, sobre un cartn,
como si se tratase de una secuencia flmica de gran plasticidad esttica.
En el nmero 35 de Gaceta de Arte se publica el primero de los fotomontajes [fig. 12] que recoge las excursiones de los surrealistas por distintos puntos de la isla, en Tacoronte, Las Caadas, el Jardn de aclimatacin
de La Orotava, donde captur el erotismo de la copa de un drago y el
tronco de una palmera, una instantnea que elige para coronar la pieza. En
ese mismo ejemplar, se incorpora una hoja volandera en color naranja, en
la que se muestran imgenes de la exposicin surrealista en el Ateneo de
Santa Cruz, con aspectos de la instalacin de las obras y Andr Breton que
mira por la ventana a la plaza de la Constitucin, de espaldas al espectador.
En otro fotomontaje, recoge detalles de la exposicin, con la presencia
de Westerdahl y Prez Minik, rematado por dos medias fotos unidas con
Jacqueline y Breton en el Ateneo, que se insert tanto en el Segundo Boletn Internacional del Surrealismo como en el nmero 37 de la revista. Por
ltimo, compuso con distintas tomas de la primera reunin entre los miembros de Gaceta de arte y los surrealistas franceses, en la terraza del hotel
en el que se alojaron, el mismo da de su arribada a la isla, un fotomontaje
[fig. 13] que no se lleg a editar.
En 1936, para promocionar Gaceta de Arte y sus ediciones, idea varios
fotomontajes (AA.VV., 1999: 27, ils. 9 y 10); en uno dispone ordenadamente las monografas de arte Ferrant, de Sebasti Gash, y Baumeister, de
Westerdahl, la novela Crimen, de Espinosa y el poemario Transparencias
fugadas, de Garca Cabrera, mientras en otro, adems de las citadas publicaciones, incorpora el Segundo Boletn Internacional del Surrealismo, el catlogo de la Exposicin surrealista y los nmeros 34 y 37 de la revista, montados sobre el dorso una tarjeta impresa con el logotipo de Gaceta de Arte.
En el Museo Romntico
En octubre de 1935, el crtico de arte Eduardo Westerdahl se traslad
a Madrid, ciudad en la que permaneci por espacio de un mes. En ese
tiempo estrech sus contactos, hasta entonces epistolares, con el escultor
ngel Ferrant y el escritor Guillermo de Torre (Carreo Corbella, 2002b).
En su compaa acudi a las tertulias madrileas y le presentaron a un gran
nmero de intelectuales y artistas.
[9]
101
102
[10]
del Museo, realizado en 1924 (Annimo, 1924), con las obras ya instaladas
en su sede, el palacio diseado por el arquitecto Manuel Rodrguez en el
siglo XVIII, ubicado en la calle de San Mateo, nm. 13, de Madrid. Westerdahl procedi a desprender por la lnea de puntos las dos primeras tarjetas
postales, que contenan los cuadernos 4 y 513, adquiridos como souvenir de
su visita al Museo Romntico: en la primera se puede ver un ngulo de la
instalacin de las salas V y VI el Saln de Isabel II y el Cuarto de Goya y
su tiempo14; en la otra, se muestran parcialmente las salas VI y VII el
Gabinete Remisa y la Biblioteca15.
Se conserva un fotomontaje [fig. 13], en el que utiliz como base la
tarjeta postal del Gabinete Remisa (se reprodujo en AA.VV., 2005b:162),
pero en la que ha sustituido dos de los lienzos que figuran en el montaje
original de la sala; esto es, Escena de Inquisicin, de Eugenio Lucas, por
un retrato fotogrfico del propio Westerdahl con su pipa, similar al que ha Los cuadernillos miden 8,7 x 15 cm.; el primero corresponde al nmero 4, Saln de
Isabel II (b) con el montaje parcial de la sala y las obras principales; contiene un total de 10
tarjetas postales, mientras el otro, con el nmero 5, Gabinete Remisa, con el montaje parcial
y los cuadros principales hasta 8 tarjetas en total.
14
SALA V. SALN DE ISABEL II (de dcha. a izqda.).: Agustn Argelles, tutor de Isabel II (1841-1843), de Leonardo Alenza. Inv. CE0038. Isabel II nia (c. 1833), taller de
Vicente Lpez. Inv. CE0039. La salida de la iglesia (1840-1845), de Leonardo Alenza.
Inv. CE0040. Dolores Armijo ? (c. 1840), de Jos Gutirrez de la Vega. Inv. CE0041. Vaqueros con ganado (1843), de Jos Elbo. Inv. CE0042. Mariano Tllez Girn, XII Duque de
Osuna (1843), de Valentn Carderera Inv. CE0037. La coronacin de la Virgen (c. 1810). de
Leonardo Alenza. Inv. CE0114. Seora de Vargas Machuca (c. 1840), de Vicente Lpez.
Inv. CE0025. Venta de pescado en Normanda (c. 1868-1874), de Antonio Prez Rubio.
Inv. CE0026. La sillera y la alfombra: dos sillones. Inv. CE34476 y CE3477. Cuatro sillas.
Inv. CE3478, CE3479, CE3480 y CE3481. Alfombra Inv. CE0248. Jarrones sobre la chimenea.
Inv. CE0241/1 y CE0241/2. Aguamanil sobre encimera. Inv. CE0240. Mesa de fiadores. Inv.
CE0245. Jarrn no identificado. Al fondo, SALA IV-CUARTO DE GOYA Y SU TIEMPO: Mara
Luisa de Parma (c. 1793), de Mariano Salvador Maella. Inv. CE0016. Velador. Inv. CE0277
(Datos facilitados por Carolina Miguel Arroyo y Carmen Lins, conservadoras del Museo
Nacional del Romanticismo, Madrid).
15
GABINETE REMISA. SALA IV (de dcha. a izqda.): Familia de Cayetano Fuente (1837),
de Jos Elbo (det.) Inv. CE0049. Escena de la Inquisicin (c. 1850), de Eugenio Lucas. Inv.
CE0050. El marqus de Remisa (1844), de Vicente Lpez. Inv. CE0051. Autorretrato (1851),
de Manuel Cabral y Aguado Bejarano. Inv. CE0053. Un da de carnaval...(1841), de Joaqun
D. Bcquer. Inv. CE0055. Retrato de Jenaro Prez Villaamil (1849), de Eugenio Lucas. Inv.
CE0056. Encima de la puerta: Un camarista (c. 1831), de autor desconocido. Inv. CE0056.
Detrs de la puerta, BIBLIOTECA, SALA VII: Julin Romea en Sullivan (1853), de Manuel
Cabral y Agudo Bejarano. Inv. CE0067. Teodora Lamadrid en Adriana Lecoivreur (1853),
de Manuel Cabral y Agudo Bejarano. Inv. CE0068. El mobiliario: los sillones Inv. CE0311,
CE60001 y CE60002. El silln de la izquierda no se encuentra en el Museo. La alfombra
(1889). Inv. CE0251 (Datos facilitados por Carolina Miguel Arroyo y Carmen Lins, conservadoras del Museo Nacional del Romanticismo, Madrid).
13
[11]
103
104
[12]
critor madrileo, sino que recort una foto tomada en el exterior, mientras
Westerdahl se sienta de espaldas a la sala, en uno de los sillones de caoba,
mirando de reojo a su galgo, al que ha situado sobre la alfombra de lana
justo detrs del lomo de un bloc, como si fuera una escultura elevada sobre
un podio. Al clausurarse el 20 de junio de 1936 la muestra Arte contemporneo. Adlan-Gaceta de Arte, Westerdahl tena proyectado dedicar el
nmero 39 de la revista al arte abstracto, como se haba anunciado en una
de sus hojas volanderas23, y la realizacin de estas composiciones no se
descarta que estuvieran destinadas a ilustrar ese ejemplar, o que pensara
envirselas a su amigo Guillermo de Torre, pero el estallido de la Guerra
Civil trunc su destino final.
Con estas dos imgenes, Westerdahl rememora, no sin cierta nostalgia,
su recorrido por las salas del Museo Romntico en compaa de su amigo
Guillermo de Torre en octubre de 1935. Establece un guio cmplice con
el espectador, al incluirse como uno ms de los personajes de la coleccin
del Museo, pero el hecho de utilizar en este contexto dos retratos fotogrficos que, por otra parte, es una tcnica del siglo XIX, en lugar de pintura
al leo, es una clara seal que alude a la modernidad. Por otra parte, al
introducir cambios tan radicales en la fisonoma de la sala, ya que es un
museo dedicado exclusivamente al siglo XIX, y la presencia de cuatro obras
abstractas colgadas en sus paredes, busca la confrontacin con el pasado.
Estas imgenes certifican la voluntad de renovacin y cambio, as como la
alianza de Westerdahl y Guillermo de Torre, que ocupan la sala principal
del Museo, al igual que su perro, convertido en escultura contempornea.
La decidida vocacin vanguardista de ambos intelectuales, as como el
proyecto conjunto de extender las actividades del grupo cataln Adlan a
Madrid y Tenerife, quedaron truncados en sus inicios; solamente podemos
soar en sus posibilidades.
Nuevos escenarios
Traspasados los difciles aos de la postguerra, Westerdahl retoma su
actividad en el mundo artstico y participa activamente en los dos encuentros de la Escuela de Altamira (1949-1950), celebrados en Santillana del
Hoja volandera, Gaceta de Arte, 38 (junio 1936): El prximo nmero estar dedicado al arte abstracto: Trabajos de Jakovski, Hlion, Prez Minik, Brzekowski, Westerdahl,
Gulln, etc. Cuestionario sobre arte abstracto, aportacin a su estudio con respuestas de
los ms destacados guas internacionales del movimiento. Intervencin de g.a./Exposicin
de arte contemporneo Adlan-g.a. Conferencia colectiva Westerdahl, Prez Minik, Lpez
Torres, Domnguez, Garca Cabrera. Notas, polmica, manifiestos, reproducciones.
23
[13]
105
24
106
[14]
5. E. W.: Funkturm Berlin (Torre de radio de Berln), 1931. Foto con tiraje de poca (FPM-GC).
[15]
107
108
[16]
[17]
109
16. E. Westerdahl: Sin ttulo, c. 1950. Fotomontaje (Fondo Ordez Falcn, depositado TEA).
17. E. Westerdahl:
Sin ttulo, c. 1968.
Fotocollage (CW).
110
[18]
referencias bibliogrficas
AA.VV., 1992. Catlogo exposicin Eduardo Westerdahl: Escribir con luz. Gobierno de Canarias-Fundacin la Caixa, Madrid, 2 vols.
AA.VV., 1997a. Catlogo exposicin Arte moderno y Revistas espaolas 18981936. MNCARS-Museo de Bellas Artes de Bilbao, Madrid-Bilbao.
AA.VV., 1997b. Catlogo exposicin Franz Roh, terico y fotgrafo. IVAM Centre Julio Gonzlez, Valencia.
AA.VV., 1999. Catlogo exposicin Eduardo Westerdahl-scar Domnguez. Coleccin documental. Galera Guillermo de Osma-IODACC, Madrid-Tenerife,
p. 27, ils. 9 y 10.
AA. VV., 2005a. Catlogo exposicin Eduardo y Maud Westerdahl. 2 miradas del
siglo 20. CAAM, Las Palmas de Gran Canaria.
AA.VV., 2005b. Catlogo exposicin Eduardo Westerdahl. La aventura de mirar,
Museo Patio Herreriano-Gobierno de Canarias, Madrid.
Ades, D., 2002. Fotomontaje. Gustavo Gili, Barcelona.
Annimo, 1924. Noticia del Museo Romntico y su Archivo Militar. Antecedentes
e Inventario provisional de las Colecciones. Publicaciones de la Comisara
Regia del Turismo, Madrid.
Annimo, 1936. Hoja volandera, Gaceta de Arte, 38.
Biermann, A., 1930. 60 Fotos mit Einleitung von Franz Roh. Klinkhsardt & Biermann Verlag-Publishers, Berln.
Blanco Soler, L.; N. Borges de Torre; . Ferrant; J. Moreno Villa; G. Pittaluga, y G. de Torre, 1936. Manifiesto de Adlan (Amigos de las Artes Nuevas.
Barcelona-Madrid-Tenerife). Gaceta de Arte, 37: 75.
Bonneaud, M., 1992. Eduardo Westerdahl: Escribir con luz, en AA.VV., catlogo exposicin homnima, t. 1. Gobierno de Canarias-Fundacin la Caixa,
Madrid, pp. 13-14.
Carreo Corbella, P., 1998. Pajaritas de Papel. La frgil seduccin. Gobierno
de Canarias, Madrid.
Carreo Corbella, P., 2002a. Eduardo Westerdahl. Suma de la existencia. IODACC-Cabildo de Tenerife, Madrid.
Carreo Corbella, P., 2002b. Guillermo de Torre y Eduardo Westerdahl: una
amistad simtrica. Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios. XLVI: 37-60.
Castro, F., 1997. Eduardo Westerdahl y el arte abstracto, en AA. VV., Gaceta
de arte y su Apoca 1932-1936. CAAM, Las Palmas de Gran Canaria, p. 142.
Fernndez, H., 1997.Tipo-foto y Gaceta de arte, en AA. VV., catlogo exposicin Gaceta de Arte y su poca 1932-1936. CAAM, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 31-37.
Fernndez, H., 2005. Por qu esta preocupacin? La forma de Gaceta de arte,
en AA.VV., catlogo exposicin Eduardo Westerdahl. La aventura de mirar.
Museo Patio Herreriano-Gobierno de Canarias, Madrid, pp. 28-39.
[19]
111
Frizot, M., 1987. Photomontages. Photographie experimentale de lentre-deuxguerres. Centre National de la Photographie, Pars.
Grohmann, W., 1934. Paul Klee. Handzeichnungen 1921-1930. Mller &
Kiepenheur Verlag, Berln.
Lahuerta, J. J., 2005. Autorretrato en ausencia, en AA.VV., Eduardo Westerdahl. La aventura de mirar, Museo Patio Herreriano-Gobierno de Canarias,
Madrid, pp. 16-27.
Moll Romn, ., 2005. sthetica Westerdahliana. Breve glosario, en AA.
VV., catlogo exposicin Eduardo y Maud Westerdahl. 2 miradas del siglo 20.
CAAM, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 297-298.
Mulet Gutirrez, M. J., y M. Segu Aznar, 1992. Fotografa y vanguardias
histricas, Laboratorio de arte, 5 (2): 279-305 <http://dialnet.unirioja.es/
servlet/articulo?codigo=1343277>.
Naranjo Nio, J., 1997. Catlogo exposicin Les avantguardes fotogrfiques a
Espanya. Fundacin la Caixa, Barcelona.
Nivaria y Dandn (seudnimos de Carmen Rosa Guimer y Eduardo Werterdahl),
1928. Interview. Chez-nous, Santa Cruz de Tenerife. Coleccin particular.
Prez Minik, D., 1934. Un sentido de la crisis en el teatro contemporneo. Gaceta de arte, 26: 1.
Roh, F., 1933. Mecanismo y expresin. Los caracteres esenciales y el valor de la
fotografa, Gaceta de Arte, 12: 2-3.
Snchez-Ortiz, E., 1992. Eduardo Westerdahl. Gobierno de Canarias, Madrid, pp.
121-122.
Tittelbach, G., 1931. Beitrge zur Landschaftskunde von Teneriffa. C. H. Wsers
Druckeren, Hamburgo.
Torre, G. de, 1934a. Nueva visin del mundo. La fotografa animista. Gaceta
de arte, 24: 4.
Torre, G. de, 1934b. El nuevo arte de la cmara o la fotografa animista. Luz
(Madrid), 2 enero, p. 8 <http://hemerotecadigital.bne.es/datos1/numeros/internet/Madrid/Luz%20(Madrid>.
Tschichold, J., 1930. L. Moholy-Nagy 60 Fotos. Edited by Franz Roh. Verlag
Klinkhardt & Biermann, Berln.
Vegue y Goldoni, A., y J. J. Snchez Cantn, 1921. Tres Salas del Museo Romntico. Imprenta Rico, Madrid.
Grff, W., 1929. Es Kommt der neue Fotograf, Hermann Reckendorf, Berln.
Westerdahl, E., 1929. Pajaritas de Papel. La Tarde (Santa Cruz de Tenerife),
31 diciembre, p. 18.
Westerdahl, E., 1932a. Conducta funcional del cinema. Gaceta de Arte, 8: 1.
E. W. [E. Westerdahl], 1932b. G..A. y sus relaciones europeas. Gaceta de Arte,
11: 4.
Westerdahl, E., 1933a. Neoanimacin de la esttica. Gaceta de Arte, 12: 1.
[Westerdahl, E.], 1933b. 8 Manifiesto de G. A.. Gaceta de Arte, 17: 4.
Westerdahl, E., 1934. Willi Baumeister. Ediciones Gaceta de Arte, Tenerife.
[Westerdahl, E.], 1936a. Visita y manifiesto de Gaceta de Arte a Madrid y Barcelona. Gaceta de Arte, 37: 70-74.
112
[20]
Westerdahl, E., 1936b. Texto presentacin en catlogo exposicin Arte contemporneo. Adlan / Gaceta de arte. Crculo de Bellas Artes de Tenerife, Santa
Cruz de Tenerife.
Westerdahl, E., 1996. Viaje a Europa. Edicin, introduccin y notas Pilar Carreo Corbella. Gobierno de Canarias, Madrid.
Web
<http://www.bnc.cat/digital/arca/> [20.11.2011].
<http://museoromanticismo.mcu.es/> [20.11.2011].
114
[2]
[3]
115
Parece ser que Gaspar Becerra dio terminada la obra hacia 1565 y fue la
condesa de Urea, camarera de Isabel de Valois, quien dio las primeras ropas y tocas para vestir a la Virgen. Una vez que la imagen de la Virgen fue
instalada en el convento de los mnimos de Nuestra Seora de la Victoria,
fue objeto de una creciente devocin por parte del pueblo de Madrid, que
acuda cada vez en mayor nmero a venerarla en su capilla. La afluencia
de fieles fue de tal envergadura que los religiosos mnimos decidieron levantar una nueva capilla, ms grande y desahogada, con espacios quitados
a la portera y al refectorio del convento. No conocemos el nombre del
arquitecto que traz los planos de la nueva capilla dedicada a la Virgen de
la Soledad, pero s que estaba finalizada en 1616.
La Virgen de la Soledad fue, con las de la Almudena y Atocha, una de
las ms populares de Madrid durante los siglos XVII y XVIII, devociones que
comenzaron a decaer a lo largo del XIX, tanto por la invasin napolenica
como por la guerra de la Independencia y las sucesivas desamortizaciones.
116
[4]
El convento de Nuestra Seora de la Victoria fue un edificio de muy corto valor arquitectnico, donde nicamente destacaba la capilla de Nuestra
Seora de la Soledad, cuya imagen es de mucha devocin en la Corte y
de gran mrito por ser obra de Gaspar Becerra (Madoz, 1847: 721-722).
Ya hemos destacado la gran devocin que la Virgen de la Soledad tena
en Madrid y ello queda demostrado por la gran cantidad de copias que
de ella se hicieron durante siglos, tanto en pinturas como en esculturas y
grabados, y que aparecen registradas en los inventarios de los siglos XVII
y XVIII. Asimismo lo confirma las que todava se conservan en iglesias y
conventos, siendo la de una mayor calidad la del monasterio madrileo de
las Comendadoras de Santiago.
En el siglo XVIII, fray Martn de Irala, monje mnimo, pintor y grabador
de fama, realiz una estampa de la Virgen de la Soledad, fechada en 1724,
tal y como se conservaban en su capilla, que populariz extraordinariamente la imagen en toda Espaa. Cuando el convento de la Victoria fue
derribado a mediados del siglo XIX, la imagen de Gaspar Becerra pas a
la madrilea iglesia de san Isidro, donde ocup la hasta entonces capilla
de san Ignacio de Loyola, que cambi su advocacin por la de la Virgen
de la Soledad. All permaneci la obra de Becerra hasta que fue pasto de
las llamas durante el incendio del templo en 1936, aunque unos aos antes
pudo estudiarla y fotografiarla Elas Tormo (1912: 65-92; 1913: 117-157,
245-265).
Una muestra ms de la popularidad de la Virgen madrilea, incluso fuera de la Corte, la tenemos en el hecho de que don Toms de Castro Ayala,
regidor de la ciudad de La Laguna, encargara una copia de la misma para
llevrsela a la mencionada ciudad canaria. El 20 de junio de 1660 Castro
Ayala, durante su estancia en Madrid, se concert con Juan Cantn Salazar, maestro escultor, para que este realizase una ymagen de Nuestras
Seora de la Soledad, de la misma estatura y echura que al presente tiene la
que tiene la que esta en el combento de Nuestra Seora de la Vitoria desta
dicha villa de Madrid3. En el contrato se especificaba que Juan Cantn Salazar tena que hacer una ymagen de todo bulto, puesta de rodillas sobre
una almohada como lo esta la del combento de la Vittoria, subrayando,
y esto es de gran inters, que el rostro y las manos lo a de encarnar Luis
Fernndez, pintor y vecino desta Corte. Se estableca asimismo que los
ngeles de la peana tenan que tener una altura de media vara y llevar en
sus manos los instrumentos de la Pasin de Cristo y que la peana deba ser
dorada, as como los rayos y la diadema de la Virgen.
Archivo Histrico de Protocolos de Madrid: Protocolo 9.965, fols. 23r-24v. Escribano
Alonso de Morales. Vid. Apndice documental.
3
[5]
117
118
[6]
[7]
119
APNDICE DOCUMENTAL
[Archivo Histrico de Protocolos de Madrid: Protocolo 9.965, fols. 23r24v, escribano Alonso de Morales.]
En 20 de junio de 1660, Thoms de Castro Ayala, rejidor de la ciudad de La Laguna, y Juan Canton Salazar escultor.
En la villa de Madrid, a veinte das del mes de junio de mill seiscientos y sesenta aos, ante m, el escribano, y testigos parecieron presentes, de la una parte, don
Thoms de Castro Ayala, rejidor de la ciudad de La Laguna de la ysla de Tenerife,
en las yslas Canarias, residente en esta Corte, y de la otra Juan Cantn Salazar,
maestro escultor, vecino de ella, y dijeron que por quanto el dicho Juan Cantn
Salazar esta combenido y concertado con el dicho don Thoms de Castro Ayala en
que le a de hacer una ymagen de Nuestra Seora de la Soledad de la misma estatura y echura que al presente tiene la que est en el combento de Nuestra Seora de
la Vitoria desta dicha villa, y para ello a de hacer otra peana segn y como la tiene
de plata, y diadema y rayos, todo en la manera siguiente.
Que la dicha ymagen a de ser de todo bulto, puesta de rodillas sobre una almoada como lo est la del combento de la Vitoria, y el rostro y manos las a de
encarnar Luis Fernandez, pintor y vecino desta villa.
Que los ngeles y serafines que a de tener la dicha peana an de ser encarnados
a pincel y no de pulimento, y los a de encarnar pintor a toda satisfacin.
Y ansimismo los ngeles de la peana an de ser de media bara de alto y an de
tener en las manos los ynstrumentos de la Pasin de Nuestro Seor Jesuchristo.
Ansimismo que los ngeles que a de llevar la peana an de ser los mismos que
tiene la dicha peana, y lo dems della a de ser dorado, y lo mismo an de ser los ra-
120
[8]
yos y la diadema que tiene la Birgen en la cabeza, todo a satisfacin del dicho don
Thoms de Castro Ayala o de la persona nombrada por el suso dicho que entienda
de la facultad de escultor.
Y el dicho Juan Cantn Salazar, que est presente, se obliga de dar la dicha
echura de Nuestra Seora de la Soledad acabada, dorada y encarnada y puesta en
casa del dicho don Thoms de Castro Ayala, acabada en todo punto para fin de
agosto deste ao.
Y por la dicha echura de Nuestra Seora de la Soledad, estando a satisfacin
del dicho don Thoms de Castro Ayala o de la persona que nombrare para que la
bea y reconozca, le dar y pagar por ella al dicho Juan Cantn Salazar, o a quien
su poder y derecho tuviere, dos mill y quinientos reales de belln en esta Corte,
los quinientos luego de contado, de que otorgo carta de pago en forma; y por que
la entrega y recibo de presente no pareze, el dicho Juan Cantn Salazar renuncio
la scriptura de la non numerata pecunia, prueba de la paga y las dems como en
ellas se contiene y otras; y otros quinientos reales para fines deste presente mes;
y otros quinientos reales para mediados de jullio y quinientos para fin dl: y los
quinientos restantes a cumplimiento de los dichos mill y quinientos reales para fin
de agosto deste presente ao, despus de aver entregado el dicho Juan Cantn la
echura de la dicha ymagen, en la conformidad y con las condiciones que refiere
esta escriptura y si para el dicho dia no ubiere entregado el dicho Juan Canton la
dicha echura e ymagen de Nuestra Seora de la Soledad en la conformidad dicha,
a de poder dicho don Toms de Castro Ayala mandarla hacer a otra maestro de
arquitectura a toda satisfacion y pos la cantidad que costare mas de los dichos dos
mill y quinientos reales y por mas dinero que ubiere recibido para hacer la dicha
obra y echuran de la dicha ymagen a de ser executado en birtud desta escriptura y
del juramento simple del dicho don Toms de Castro Ayala en que luego diferi y
ambas las dichas partes que presenten estan aceptan esta escriptura y cada una por
lo que le toca obligaron sus personas y bienes, muebles y raices, derechos y acciones avidas y por aver y dieron poder cumplido a todos y a quales quier jueces y
justicias de Su Magestad de quales quier parte para que les copelan y apremien a el
cumplimiento y pago de esta escriptura como si fuese sentencia definitiva en juez
competente pasada en cosa juzgada por las dichas partes, consentida y no apelada
y para cumplimiento se someten a el juicio y jurisdizion de los seores alcaldes
desta cassa y Corte de Su Magestad y a cada uno y a qual quiera dellos ynsolidum
sobre que renuncian al suyo propio y la ley sid convenerid de jurisdicione omnium
judicum y lo otorgaron assi ante mi el escribano y testigos Juan Bautista Hernandez y Alonso de Aloyra y Pedro Lopez residentes en esta Corte y los otorgantes a
quien yo doy fee conozco lo firmaron.
Juan Cantn Salazar.
Don Thoms de Castro Ayala.
Ante m, Alonso de Morales.
[9]
121
referencias bibliogrficas
Resumen. Se analizan las pautas que rodean los encargos de esculturas religiosas
en las Islas Canarias durante el Quinientos, y los propsitos y aspectos ideolgicos.
Palabras clave: Canarias, esculturas, Cristbal Ramrez.
Abstract. Analyzes patterns surrounding the orders of religious sculptures in the
Canary Islands during the sixteenth, and the purposes and ideological aspects.
Keywords: Canary Islands, sculptures, Cristbal Ramrez.
Introduccin
La labor de la historia del arte, cuando aborda el estudio de las esculturas destinadas al culto religioso, no se agota con el anlisis de sus cualidades estilsticas, ni con la identificacin de los comitentes y artistas, sino
que debe tender como meta ltima, y como horizonte ideal, a la comprensin del marco ideolgico en la que stas se gestan, si quiere evitar el
escollo de un rido positivismo, que slo ha de ser una primera fase en la
actividad investigadora. En el presente artculo quisiera incidir en algunos
aspectos concernientes a las razones ltimas que llevaron a la eleccin de
diversos estilos y lugares de procedencia para imgenes destinadas a las
iglesias de Tenerife, y por extensin, de Canarias, durante el Quinientos e
inicios del Seiscientos.
124
[2]
[3]
125
126
[4]
modelo arcaico, que haba sido ya ampliamente rebasado por las nuevas
tendencias, como se constata en el hecho de que los tres siguen las formas
del lagunero, pero en ningn modo su estilo, por lo que pongo en duda
que su calidad esttica sea la causa que haya promovido esta imitacin. En
cuanto a su devocin, es necesario replantear la cuestin, pues no existan
devociones nicas; se tratara ms bien de la adhesin a un modelo devocional, representado por esta imagen, y no a otros coetneos. Estos modelos devocionales funcionaban de similar modo que las actuales marcas
comerciales, es decir a nivel consciente e inconsciente, siendo el primero
el propio de los impulsores de los cultos mimticos, y el segundo de quienes lo asuman aceptando como buenos y deseables los valores a l anexos.
En este sentido, he intentado explicar en mis estudios sobre el tema
que esta imagen se convirti en la punta de lanza de un nuevo modo de
hacer las cosas, de una nueva forma de piedad, que entre otros aspectos
se materializ en la aparicin de nuevas procesiones de Semana Santa,
comenzando este largo proceso con la del Viernes Santo, que ya no tenan
el carcter de sangre o de penitencia, sino el de la representacin teatral
de la Pasin de Cristo, de lo que se deducira que el escoger el modelo del
Cristo lagunero significaba una opcin por esta nueva forma de piedad.
As debemos entender la decisin de la cofrada de la Misericordia de La
Orotava, nacida con una marcada vocacin hacia las procesiones de sangre
(Alloza Moreno y Rodrguez Mesa, 1984), de cambiar el espritu de stas y
de su vida espiritual, optando por las formas que triunfaran en el Barroco,
para lo cual resultaba ideal el disponer de una efigie que representara los
valores encarnados por el Cristo de La Laguna, gracias al ingente esfuerzo
realizado por los impulsores de su culto para introducir estos cambios. El
cambio de la devocin de sangre a la teatral fue un proceso lento, y las
nuevas imgenes de crucificados habran de desempear su innegable papel propagandstico.
Aqu ya tenemos sealados dos de los factores sobre los que pretendo
reflexionar: la preferencia en los estilos y modelos, y el lugar de procedencia de las imgenes. Sobre el segundo debe tenerse en cuenta que, en el caso
de que se pretendiera imitar un modelo concreto radicado en el archipilago, resultaba mucho ms seguro para garantizar la correcta relacin entre el
desembolso econmico y la consecucin del objeto pretendido que la talla
la realizara un escultor local, lo que permitira a ste acceder a la imagen
que deba copiarse, como fue el caso del Cristo de la Misericordia de La
Orotava, pues Ruy Daz de Argumedo se traslad a la ciudad de La Laguna
para hacer un molde del rostro del Cristo de La Laguna (Rodrguez Mesa,
1982: 815; Alloza Moreno y Rodrguez Mesa, 1984: 272-273) y, como he
documentado, deba inspirarse en otro crucifijo ms pequeo que se encon-
[5]
127
128
[6]
De que me doy por contento y entregado a mi voluntad, sobre que renuncio las leyes del entrego, prueba y paga cmo en ellas, y cada una de ellas, se
contiene.
Y prometo y me obligo de dar y pagar esos dichos ciento y seis reales en
tanto trigo que los valga, a precio de trece reales, puesto en las casas de su morada en esta ciudad, o en dineros de contado, cual yo ms quisiere, de la fecha
de esta escritura en veinte das primeros siguientes1.
[7]
129
No se conserva en el archivo de esta parroquia de San Bartolom Apstol de Tejina el libro de fbrica correspondiente a esta fecha, pero De La
Rosa Olivera (1943: 01) document en una visita realizada a esta iglesia en
1678 una posible referencia a este crucificado:
Tiene la dicha iglesia a el otro lado otro altar del Santo Cristo que nuevamente
se ha hecho, y en l est un nicho de cantera azul embebido en la pared, y un
4
Medio palmo..
La vara tena unos 84 centmetros.
AHPT, Pn 1349 [escribana de Francisco Snchez de Zambrana], f. 165r.
6
AHPT, Pn 472 [escribana de Juan de Anchieta], fol. 2r.
3
130
[8]
[9]
131
canaria no goza de derechos como individuo, sino como miembro de tal o cual
grupo social, tnico o gremial. Sirva como ejemplo el altar que en el convento
de San Agustn de La Laguna fund el cataln Luis Alarcn el 13 de agosto de
1536 bajo la advocacin de la Magdalena y de las nimas del purgatorio, con
retablo que trajo de su tierra (Chinea Brito y Santana Rodrguez, 2004: 58):
decimos que por cuantos vos, Luis Alarcn, cataln, vecino de esta dicha isla
de Tenerife, ha muchos das que tenis platicado y concertado con nos, los
susodichos, que os hayamos de dar un arco de los del dicho monasterio del
Espritu Santo de esta ciudad para que en l hicieseis un oratorio y altar en
que pusieseis un retablo, hecho el dicho arco y oratorio a vuestro contento,
porque en cumplimiento de lo entre nosotros platicado y concertado ahora vos,
el dicho Luis Alarcn, habis trado de vuestra tierra, de donde sois venido, un
retablo para p[o]ner en el dicho oratorio, y queris hacer y edificar el dicho [ar]
co. Y para ello nos peds consentimiento y que os hagamos escritura en forma
cerca de ello. Por ende, por esta presente carta otorgamos y conocemos que
damos, situamos y sealamos a vos, el dicho Luis Alarcn, un arco que est en
el dicho monasterio, que es el que est junto con la capilla de San Jorge, y de la
otra banda est el oratorio de San N[i]cols de Tolentino, que es el mismo arco
que os tenamos sealado. En el cual arco podis hacer el edificio que quisiereis y por bien tuviereis, hagis en el dicho arco el oratorio que bien visto os
fuere. Y en l podis poner y pongis el retablo que as trajisteis, que es de la
advocacin de Santa Mara Magdalena y de las nimas del purgatorio10
10
132
[10]
Nos encontramos ante una obligacin de tornaviaje, aunque no se exprese tcitamente. Las nueve doblas, valor de la bota de vino, no alcanzaran
sino para pagar una parte de la imagen que Diego Lpez se compromete
a traer de Sevilla al regreso de su viaje, cuyo valor podra rondar las cincuenta doblas, por lo que entrevemos que la bota de vino, tras venderse en
Indias, se habra de reinvertir en mercancas, que a su vez se venderan en
Sevilla, lo que, de acuerdo a los mrgenes comerciales en la poca, podra
llegar a una cifra cercana a esas cincuenta doblas. Por tanto, creo que se
trata de comprar una imagen de la mejor factura en la metrpoli hispalense
invirtiendo en esta operacin una quinta parte del valor final, confiando en
AHPT, Pn 1010 [escribana de Rodrigo Snchez del Campo], fols. [462]v-46[3]r.
11
[11]
133
134
[12]
estudio original de la pieza. Hay muchos ejemplos de estas prcticas como las
conocidas por los hermanos Perdign (La Orotava) quienes, seguidores de la corriente esteviana, dejaron impresas en las imgenes restauradas por ellos mismos
la impronta del clebre imaginero, de modo que a veces, si no disponemos de
otros argumentos que nos sean los meramente formales, nos lleva a confusin.
[13]
135
17
18
136
[14]
costos, y riesgo y ganancia le d treinta y cinco por ciento sobre todos costos,
puesto en este lugar a su costa y riesgo19.
Una nota marginal que reza as: En 27 d[e] marzo de 1612 aos est
cancelada esta escritura, nos deja en la duda de si se cancel por haberse cumplido el contrato o por haberse anulado, dada la ambivalencia del
verbo cancelar en esa poca. Podra tratarse de la imagen que presida el
altar que junto a su esposa Mara de Quesada fund en la iglesia de las clarisas de La Orotava (Rodrguez Morales, 2001b), de la que desconocemos
su ulterior paradero.
Y, tambin en La Orotava, el primero de junio de 1613, Luis Garca,
yerno de Marcos Rodrguez, vecino de La Granadilla, otorgaba esta otra
obligacin:
digo que yo ten[g]o tratado con Hernando lvarez de Ribera, mercade[r, ve]
cino de este dich[o] lugar, de que por [s]u orden haga t[ra]er a este lugar de
Orotava la fi[g]ura y bulto de Santa Luca, [q]ue sirva sin [v]estido, [s]ino
perfec[ta]mente [acab]ada, [do]rada y [c]on [m]atices. [y de cu]atro [pa]lmos
de alto [......] con [s]u [p]la[to], y la peana tan solamente [co]n t[re]s [de]dos,
antes ms que me[no]s, de [a]ltor. Y qu[e] p[o]r el tr[abajo, cost]o, [y] riesgo
y ga[n]ancia le d trienta y cinco por ciento sobre todos costos, todo a costa y
riesgo del dicho Hernando Al[va]rez20.
[15]
137
138
[16]
Padua del dicho lugar, sobre lo cual tenamos algunas diferencias. Y porque yo
siempre he tenido devocin a el dicho santo, sin embargo de que no siento en
mi conciencia deber cosa alguna a la dicha cofrada, me obligo de dar a la dicha
iglesia por el da del dicho santo, que ser a trece de junio del ao venidero de
seiscientos y diez y nueve aos, una capa de seda que valga veinte ducados, con
lo cual he de quedar libre de cualquiera pretensin que el dicho cura y vecinos
tuviesen contra m por razn de las dichas cuentas, porque as me lo ha mandado Su Seora del Seor obispo de estas Islas (). Y se declara que la dicha
capa ha de ser capa de iglesia, conque los curas y clrigos del dicho lugar puedan salir a sus procesiones y a los oficios divinos, y que sea del dicho precio23.
23
24
[17]
139
referencias bibliogrficas
25
140
[18]
Galante Gmez, F. J., 1982. Arte gtico, Historia del arte en Canarias. Edirca,
Las Palmas de Gran Canaria, pp. 49-75.
Galante Gmez, F. J., 2003. Canarias, El Cristo de La Laguna y sus relaciones
con la escultura gtica tarda de los antiguos Pases Bajos, Lumen canariense.
El Cristo de La Laguna y su tiempo. I: 215-261.
Hernndez Gnzalez, M., 2004. Los conventos de La Orotava. Ediciones Idea.
Negrn Delgado, C., 1994. El Cristo de La Laguna y su probable origen brabanzn, Archivo Espaol de Arte. 267: 292-298.
Prez Barrios, U., 1985. Buenavista. Estudio histrico-artstico. La Laguna.
Prez Morera, J., 1992. Apuntes para un estudio de las fuentes iconogrficas en
la plstica canaria, Revista de Historia Canaria (Departamento de Historia e
Historia del Arte), Universidad de La Laguna. 176: 207-229.
Prez Morera, J., y C. Rodrguez Morales, 2008. Arte en Canarias del gtico al
manierismo. Gobierno de Canarias, Islas Canarias [sic].
Rodrguez Gonzlez, M., y P. Amador Marrero, 2009. La tcnica de una obra
maestra. La imagen flamenca del Cristo de La Laguna, Tenerife, Encrucijada,
Revista Digital del Seminario de Escultura del Instituto de Investigaciones de
Estticas. Universidad Nacional Autnoma de Mxico. 1: 130-148.
Rodrguez Mesa. M., 1982. Imgenes del siglo XVI, en la antigua iglesia de La
Concepcin de La Orotava, Homenaje a Alfonso Trujillo. Aula de Cultura de
Tenerife. I: 803-829.
Rodrguez Morales, C., 2000a. Un escultor olvidado: Cristbal Ramrez y la
cofrada de San Andrs de La Laguna. El Museo Canario. LV: 257-270.
Rodrguez Morales, C., 2000b. Cristo de los Remedios, Imgenes de fe. Cabildo Catedral de San Cristbal de La Laguna, pp. 34-36.
Rodrguez Morales, C., 2001a. Escultura en Canarias. Del gtico a la Ilustracin, Arte en Canarias [siglos XV-XIX]. Una mirada retrospectiva. Gobierno
de Canarias, Islas Canarias [sic], pp.125-159.
Rodrguez Morales, C., 2001b, San Nicols de Tolentino, Sacra Memoria. Arte
religioso en el Puerto de la Cruz. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, p. 159.
Rodrguez Morales, C., 2002. Arte y comercio sevillano en La Laguna (15751635), XIV Coloquio de historia canario-americana (2000). Ediciones del
Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 1471-1481.
Rodrguez Morales, C., 2005. So Paulo: Metrpoli de cultura, Actas del Simposio Internacional So Paulo: 450 Aos de cultura. Concejala de Cultura del
Ayuntamiento de San Cristbal de La Laguna, La Laguna, pp. 9-31.
Rosa Olivera, L. de la, 1943. Noticias histricas de la parroquia de San Bartolom de Tejina, Revista de Historia (Facultad de Filosofa y Letras de la
Universidad de La Laguna). 62: 85-104.
Santana Rodrguez, L., 1999. El origen de la devocin al Santsimo Cristo de La
Laguna, en Aislados, suplemento del diario El Mundo de 9 de julio.
Santana Rodrguez, L., 2000. El origen del Santsimo Cristo de La Laguna y de
su devocin, Fiestas del Santsimo Cristo de La Laguna (programa de fiestas). San Cristbal de La Laguna.
Santana Rodrguez, L., 2001. El origen del Santsimo Cristo de La Laguna y de
[19]
141
Introduccin
La posesin de una capellana y/o patronato de unos bienes vinculados
a una ermita, capilla, etc., de carcter eclesistico era un bien muy preciado
durante el Antiguo Rgimen. Su pertenencia implicaba una serie de dividendos que ayudaran al beneficiario a escalar econmica y socialmente,
mientras que la creacin llevaba implcita la idea de favorecer a los descendientes, especialmente a aquellos que se sintiesen atrados por la vida
religiosa. Los citados dividendos haran posible la subsistencia del clrigo,
lo que permitira al mismo el continuar con sus estudios, ascendiendo as
144
[2]
en la carrera eclesistica. Por su parte el patrn no slo se beneficiaba econmicamente, sino que tambin contaba con un aadido prestigio social e
incluso un diferenciado lugar para sus ritos religiosos, aquellos que marcaban la vida cotidiana en la sociedad hispana. Es por ello por lo que los
descendientes de los fundadores suelen remarcar la ascendencia de estos
en su familia, no slo como un rasgo de prestigio, sino como posibles electos para ocupar dichas capellanas y patronazgos. Todo lo expuesto deriv
en una multitud de pleitos entre los diferentes descendientes cuya finalidad
era la posesin de lo fundado por sus antepasados, y que nos ha dejado una
numerosa documentacin que nos permite conocer la importancia social,
econmica, religiosa, etc., de las fundaciones.
Archivo Histrico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (AHPSCTF). Pn. 1196. sf.
[3]
145
La fecundidad de las tierras del lugar, y especialmente los condicionantes de las mismas para la produccin de la vid, hicieron de ellas un
bien muy preciado. Fue la hacienda de los Vallejo, junto a las tierras de
los agustinos, la ms importante plantacin vitivincola de la Comarca de
Acentejo durante el siglo XVI, obtenindose de ella magnficos resultados2.
La capellana se compona en el momento de su creacin, como ya se ha
comentado, de 50 fanegas, dedicadas a tierras de sequero, via y rboles
frutales, entre los que destacaban los almendros3.
Las familias descendientes conocieron y comprendieron la importancia
de los bienes vinculados a la ermita de San Antonio, por lo que fueron frecuentes los litigios por su posesin. Son estos pleitos, llevados a cabo en
la Audiencia Provincial, y hallados ahora en el Archivo Provincial de Las
Palmas de Gran Canaria, los que sirven de base para este estudio.
Los documentos encontrados son el proceso llevado a cabo entre Nicols Toms Calzadilla y Garca de la Cruz, futuro den de la Catedral
de Santa Ana, su to, el capitn Juan Antonio Calzadilla Grimaldi, y el
clrigo Domingo Franqui Gallegos por la posesin de la capellana y patronato tras la muerte de su anterior capelln en el ao 1819, Antonio
Domingo Calzadilla Grimaldi, beneficiado de la parroquia de El Sauzal,
to del primero y hermano del segundo. Este se complementa con la causa
entre Juan de Franchy, vecino de La Orotava, y el Hospital de Nuestra
Seora de Los Dolores de La Laguna sobre restitucin de una hacienda
en La Matanza4.
Hasta estos momentos muy poco se conoca de la ermita de San
Antonio Abad de La Matanza de Acentejo tras la muerte de sus fundadores y hasta el siglo XIX, centuria esta de la que se conserva parte de
su libro de fbrica5. Adems, el templo fue transformado, modificado su
entorno con el paso de los aos e incluso derribado y rehecho a finales
del siglo XIX6.
2
Martnez Galindo (1998: 351-356). Fueron los familiares del clrigo Juan Prez, primer capelln, quienes ejerciendo como patronos hicieron de la hacienda una de las ms
importantes de la isla por su produccin vitivincola.
3
Archivo Histrico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria (AHPLPGC). Real Audiencia. Procesos. Pn. 8130. f.8r.: [] este patronazgo, es saber cincuenta fanegas de
trras de sequero en las tierras que nos los dos Anton Vallejo e Franca Velasques Abalos su
lixitima mujer tenemos en el dho heredamto de Asentejo e ansi mismo adotamos e damos
para lo subsodicho y en la manera que dicha es una Via pequea con sus arboles de almendros otros frutos [].
4
AHPLPGC. Real Audiencia. Procesos. Exptes. 8130 y 9123.
5
Len lvarez (2004).
6
La derrib en 1882 Teresa Salazar y Bentez, patrona del templo, quien se decidi por
elevar uno nuevo ms amplio (Armas Nez, 2009: 89).
146
[4]
Luis Velsquez
La muerte de Antn Vallejo y Francisca Velsquez de balos, sin descendencia, llev a que su heredero fuese el sobrino de ella, Luis Velsquez.
Este contrajo matrimonio con Isabel Gutirrez, siendo ambos vecinos de
La Orotava. La riqueza de los bienes heredados de sus tos es motivo suficiente para que Luis Velsquez ocupase un lugar importante en la sociedad
orotavense. As, sus descendientes enraizaron pronto con lo ms granado
de las familias de la Villa. Los enlaces matrimoniales lograron la unin de
los Velsquez con familias avecindadas en Tenerife desde la conquista de
Gnova, Flandes o la Pennsula, entre las que destacaron especialmente los
Franqui o Franchy, los Grimaldi, los Valcrcel, los Home, los Molina o los
Llarena.
La preeminencia de los citados linajes deriv en pleitos por la posesin de la capellana y patronato en estudio, cuyos abogados dilataron en
el tiempo, llegando algunos de ellos a la Real Audiencia de Las Palmas
o incluso a la de Sevilla. Los litigios nos dan la idea de la importancia
que en la poca tena la posesin de una capellana y patronato para las
eminentes familias, como ya se ha comentado, pero tambin la importante
presencia de las grandes familias hacendadas de La Orotava en la Comarca de Acentejo.
La documentacin consultada narra acontecimientos desde el ltimo
tercio del siglo XVII hasta el primero del siglo XIX. Esta primera centuria
estara por un lado marcada por la crisis en Tenerife, pero por otro supone
el despegue y singularizacin agrcola y comercial de la citada comarca a
travs de sus viedos. Desde la primera mitad del siglo la poblacin se ve
incrementada, en busca de trabajo y riqueza, conformndose en la misma
la totalidad de las parroquias de Acentejo7. Por tanto no debe extraar que
los grandes propietarios poseyeran tierras all, caso de los agustinos. Las
compras de propiedades y los matrimonios llevados a cabo con la burguesa agraria de la comarca fueron algunos de los medios utilizados por
las familias de La Orotava. Ello ayuda a comprender el porqu de unos
constantes y largos pleitos entre las familias de La Orotava y de Acentejo por ser dueos y seores de un patronazgo de 50 fanegadas en el hoy
barrio de San Antonio de La Matanza de Acentejo. La abundancia de los
mismos y su regularidad nos permiten realizar, casi completa, la sucesin
de patrones-capellanes desde el ltimo tercio del siglo XVI hasta mediados
del siglo XIX.
7
Las ltimas parroquias en crearse lo hicieron durante los primeros aos del Seiscientos, siendo estas Nuestra Seora de La Victoria, en 1602, y San Salvador, en 1615, en La
Victoria y La Matanza de Acentejo respectivamente.
[5]
147
Los pleitos
El primer proceso judicial del que tenemos referencias es el iniciado en
1664, tras la muerte del hasta entonces patrono-capelln Antonio Franquis
Velsquez. Al quedar vacante, el capitn de caballos Miguel de Franquis Alfaro y Velsquez8 tom posesin de la misma sin proceso electivo, por lo que
se pleitearon contra l el capitn Sebastin de Franquis y Antonio Velsquez
Home9.
Miguel de Franquis intent mostrar la posibilidad de poder ser patrn, sin
ser capelln, tal y como lo haba hecho anteriormente el capitn Juan Antonio
de Franquis mientras el capelln lo era Antonio de Franquis Velsquez. A pesar
de ello los tres candidatos son despreciados, dos por militares y el tercero por
no ser siquiera clrigo, ya que por sentencia dictaminada por el vicario Gaspar
lvarez de Castro a 26 de septiembre de 1664 debe pertenecer a un eclesistico; obligando al capitn Miguel de Franquis al pago de las costas del juicio.
Esta sentencia ser ratificada, uniendo as definitivamente la capellana y el patronato en una misma persona, debiendo ser esta un sacerdote. La capellana,
y por tanto el patronazgo, recaern en manos de otro familiar, cuyo nombre
concuerda con el difunto capelln anterior, Antonio Franquis Velsquez10.
En 1678 qued de nuevo vacante, presentndose como electos al patronato el Sargento Mayor Sebastin Franquis Alfaro y el capitn Salvador
Home. Finalmente fue nombrado tan solo el capelln en 21 de febrero de
1679, siendo este Juan Antonio de la Torre, quien ostentara a finalmente
el cargo de patrono11.
La primera referencia del siglo XVIII la encontramos en el ao 1724,
cuando se presentan tres candidatos a capelln tras la muerte del ltimo,
Antonio Home de Franquis y Lugo. Los candidatos son Ambrosio Fernndez Bello, presbtero Comisario del Santo Oficio y vecino de El Sauzal;
Pablo Toms Agustn de Escan Home de Franquis, clrigo tonsurado, y
Marcos de Castro, quien posea rdenes menores.
El 26 de junio de 1730 es colado Pablo Toms, lo que llev a Fernndez
Bello a apelar a Sevilla. Venciendo nuevamente, vuelve a tomar colacin el
Miquel de Franquis Alfaro posea tierras en La Matanza de Acentejo, donde construy casa y oratorio privado, como muestra la visita del Vicario Gaspar lvarez de Castro
a la Parroquia de San Salvador en 1676, poco despus de la muerte del capitn. Archivo
Parroquial de La Matanza (APLM) Libro I de Fbrica. s.f. Miguel de Franquis Alfaro muri
en el ao 1676, siendo enterrado el 6 de agosto en la capilla que su familia posea en la
iglesia parroquial de la Concepcin de La Orotava bajo la advocacin de Los Reyes. Archivo Histrico Diocesano de San Cristbal de La Laguna (AHDSCLL) Fondo 2. Sig. 60. s.f.
9
AHPLPGC. Real Audiencia. Procesos. Expte. 8130. sf.
10
Ibid., f. 88.
11
Ibid., f. 88r 89a.
8
148
[6]
[7]
149
La posesin hecha por Nicols Toms Calzadilla es contradicha en enero de 1822 por Domingo Franchy Gallegos, vecino de La Laguna14. Este
argumentaba no ser legal el nombramiento hecho por el capelln anterior,
as como su ms alto grado de familiaridad con los fundadores. Por el contrario, Nicols Toms Calzadilla replicaba ser el nico clrigo de la familia
en el momento de la defuncin del anterior capelln, habindose ordenado
Franchy Gallegos a posteriori.
El litigio se complic al pleitearse el capitn Juan Antonio Calzadilla
Grimaldi, hermano mayor del difunto capelln, contra su sobrino. Peda el
oficial el ttulo de patrn, pudiendo permanecer su sobrino con el de capelln. Tras la muerte de ste en 1827, su yerno, Jos Cullen, vecino de La
Orotava, contina sus pretensiones frente a Franchy Gallegos y Calzadilla
Garca de la Cruz.
Mientras los Calzadilla tomaron por bueno, y legal, el nombramiento hecho por Antonio Calzadilla y Grimaldi, disputndose el patronato, el
abogado de Domingo Franchy Gallegos intent demostrar por un lado que
su defendido era el pariente ms cercano, y por otro que el patronato y la
capellana son indivisibles.
El pleito se llev de la Audiencia de Las Palmas a la de Sevilla, interviniendo incluso la corona. El 31 de diciembre de 1828 Diego de Lora y Cceres,
Abogado de los Reales Consejos y Alcalde Mayor de Tenerife, declar nulo
el nombramiento hecho por Antonio Calzadilla, nombrando por capelln y patrn a Domingo Franchy Gallegos15. Las reclamaciones llegaron hasta la corte,
quien anul el mandato de Lora y Cceres a 26 de enero de 182916. Finalmente,
el tribunal de Sevilla dictamin a favor de Domingo Franchy en abril del mismo ao, retirndose del proceso los otros demandantes en agosto, tomando as
posesin el mismo de la capellana y patronato de San Antonio Abad17.
El rito de posesin
La posesin de una capellana y su patronato llevaba implcita la realizacin de unos ritos que, realizados ante testigos, demostrasen la posesin
de los mismos. Pocos son los documentos conservados que muestran estos
con claridad. Por lo ilustrativo de los textos y por su riqueza histrica y
documental, he querido mostrar el rito de posesin que se llev a cabo en
la capellana y patronato en estudio a finales del siglo XVIII.
AHDLPGC. Real Audiencia. Procesos. Expte. 8130. f. 30.
Ibid., f. 289.
16
Ibid., f. 296.
17
Ibid. f. ltimo.
14
15
150
[8]
Tan solo la entrada de Jos Soler Castilla y Velsquez muestra una relacin y descripcin en cuanto a los ritos llevados a cabo para la posesin
de la capellana18. Junto a Francisco Rodrguez Mirabal Padilla, notario
pblico, se present el nuevo capelln en la ermita en septiembre de 1779.
Ante testigos y el notario recibi las llaves de la misma de manos de Diego
Rodrguez, vecino de La Matanza, el da 2, y realiz un inventario. Se hizo
posesin ante Agustn Gutirrez Oliva, presbtero, quien hizo entrega de
las alhajas y ornamentos. Se tom de la mano a Jos Guillermo Soler y se
le entr en la ermita
despues de haber tomado agua bendita hecho oracion al santo y ohido misa
mesio el misal de un lado otro del altar, corri el velo del nicho del santo,
toc su campana y tomado las llaves mand a los presentes saliesen de la
hermita y ejecutado serr y abri las puertas en seal de posecion, llamndose
dueo y seor de dicha hermita como su patrono y capellan y de haverle as
tomado quieta y pasificamente sin contradicion de persona alguna19.
Posteriormente pas a las casas de la hacienda, dentro de las tierras cercadas de paredes antiguas y que lindan con la ermita. El citado clrigo le
dio posesin de las casas y hacienda segn despacho del Seor Provisor al
da siguiente. Para ello tom de la mano al nuevo patrono, y en seal de
dha posesin se paseo hiso monjones corto panpanos y arranco yerbas dueo y seor y de como la tomaba quieta y pasificamente sin contradicion de
persona alguna20. Este mismo rito es el llevado a cabo al tomar posesin
de las diferentes tierras, ya sean de via, o de secano. Los textos relatan
cmo siempre es introducido el nuevo seor de la mano, realiza trabajos en
la tierra y en los frutos y toma posesin de las mismas llamndose dueo
y seor.
El ritual, de una gran sencillez, fue llevado a cabo en dos das. No se
trata tan solo de un rito de posesin, sino que est cargado de funcionalidad. Serva este para que los vecinos identificasen al nuevo patrono, para
revisar el patrimonio del patronato y bienes de la capellana inscritos en sus
inventarios, as como para el conocimiento de las posesiones por parte del
nuevo capelln y patrono.
[9]
151
Los Franchy
Los Franchy o Franqui, familia de procedencia italiana, arribaron a
nuestras costas desde el primer momento de la colonizacin. Su estatus y
prestancia hizo que se asentasen en La Orotava, donde ocuparon un lugar
preeminente dentro de su sociedad. Su importancia social y econmica
qued patente durante el Antiguo Rgimen en la creacin de la Capilla
de los Reyes, espacio devocional y de enterramiento familiar dentro de la
anterior iglesia parroquial de la Concepcin de La Orotava, que los singulariz dentro de la poblacin de la Villa.
El capitn Juan Betancourt Velsquez, nieto de Luis Velsquez, cas
con Ins Luzardo de Franchy. De este matrimonio naci Juana de Betancourt Velsquez, quien fue esposa del capitn Juan Antonio de Franchy y
Alfaro.
Al quedar vacante el patronato de San Antonio, Juan Antonio de Franchy lo ocup en calidad de patrn, siendo su hijo, Antonio de Franchy y
Velsquez, el capelln. Por escritura de 2 de marzo de 1650 estos dieron
a Miguel de Franchy Alfaro y Marmolejo, hijo y hermano de los mismos,
aquellas tierras que formaban parte de la hacienda y no estaban vinculadas
a la capellana a censo y tributo perpetuo:
por precio de trescientos setenta y cinco reales de tributo las tierras de la
Hoya del Mocan y dos cercados que estaban en la parte de arriba del Camino
del Sauzal para fabricar bodegas, casas y lagar, bajo los linderos que se mencionan, perteneciente todo a la espresada capellana y bajo la condicin de
que el Don Miguel de Franchy y sus herederos y sucesores haban de plantar
las dichas tierras de via de malvasa y hacer casa, bodega y lagar dentro del
trmino de los diez primeros aos: que ni el Don Miguel de Franchy ni sus
herederos pudieran donar, vender, cambiar, empear ni en manera alguna
enagenar las dichas tierras ni sus mejoramientos y edificios a persona alguna
[]21.
21
152
[10]
El capitn Miguel Franchy Alfaro fue enterrado en la capilla de los Reyes, capilla
familiar, de la antigua iglesia de la Concepcin de La Orotava el 6 de agosto de 1677.
AHDSCLL. Fondo 2. 1. 60.
23
AHPLGC. Real Audiencia. Procesos. Expte. 9123. f. 12.
24
Ibid., f. 23.
25
Ibid., f. 10. Segn muestra el citado documento, la economa de Miguel de Franchy
no era muy boyante, teniendo gran parte de sus tierras hipotecadas. Deba este a Diego
Gallegos, den de la Catedral de Las Palmas, por tributos en San Pedro de la Rambla la
cantidad de 50025 y 500 maravedes (ff. 23 y 24).
26
Ibid., f. 12.
27
Ibid., f. 13. Nicols Segundo de Franchy hered de su padre, Francisco Toms de
Franchy, los derechos sobre la Hacienda de San Antonio con motivo de su matrimonio
con Candelaria Gallegos. Era Francisco Toms hijo de Francisco de Franchy y nieto del
sargento mayor Sebastin de Franchy. El pleito contra el Hospital es continuado por sus
descendientes hasta Juana de Franchy, quien comienza el 8 de enero de 1848 y lo finaliza,
con el dictamen a favor del Hospital, a 15 de octubre de 1874.
22
[11]
153
Los Calzadilla
La familia Calzadilla tom el apellido de su lugar de origen, Calzadilla
de los Barros, Badajoz, desde donde lleg el primero de ellos en la segunda
mitad del siglo XVI, Alonso Garca Calzadilla de Albjar. Si bien los primeros se asentaran en La Orotava, sera en La Victoria de Acentejo donde,
gracias a la creacin de diversos mayorazgos y su comercio con el vino,
alcanzaran un alto grado econmico y social que hizo de esta una de las
principales familias de la Comarca de Acentejo28. El importante lugar dentro de la burguesa agraria alcanzado por los Calzadilla permiti su unin
con algunas de las ms refutadas familias del Valle de la Orotava, quienes a
su vez parecen buscar en estos el sustento econmico que empieza a fallar.
Por tanto, unos aportaran el prestigio y otros la economa.
Uno de estos enlaces matrimoniales es el llevado a cabo por el capitn
Antonio Gonzlez Calzadilla, natural de La Victoria de Acentejo, heredero
de los mayorazgos de su to el beneficiado Matas Prez Calzadilla y de su
hermano el cannigo Baltasar Prez Calzadilla, con Catalina Antonia Grimaldi Valcrcel Lugo Home de Franchy, natural de La Orotava. Catalina
Antonia era hija de Francisco Grimaldi Rixo y Valcrcel, descendiente de
Domnico Grimaldi Rixo, genovs conquistador de Tenerife, y de Isabel
Home de Franchy. Esta ltima era nieta del capitn Juan Antonio de Franchy y de Juana Betancourt Velsquez, descendiente del citado sobrino de
Francisca Velsquez de balos.
A pesar de la importancia social de la familia, la pronta muerte de los
padres, y la situacin econmica derivada de ella, parecen ser las principales causas de un matrimonio ventajoso fuera de la Villa. As lo expresan los
contrayentes en carta al obispo:
[] decimos q.e nos tenemos dada fe y palabra de esposos y p.a ponerla en execucion y contraer matrimonio, no tenemos impedimento alguno como en toda
forma lo juramos: pero p.r ser yo la subsodicha hurfana de Padre y Madre, y
hallame al presente en el Monasterio de Sta. Clara de dha. Villa donde he sido
educada desde la infancia me seria muy molesto y de gran pudor q.e se publiquen amonestaciones, no pudiendo tambien p.r mis pocos medios solemnizar
estas funciones segun es estilo entre personas de calidad en dha Villa []29.
La posesin de tierras de los mayorazgos de los Calzadilla, cuyas propiedades se encontraban principalmente en los hoy municipios de La Ma Para ms informacin sobre la familia Calzadilla vase AA. VV. (en prensa).
AHPLPGC. Real Audiencia. Procesos. Expte. 8130. f. 231.
28
29
154
[12]
Conclusin
La especial relacin de los hombres y mujeres del Antiguo Rgimen
con lo sagrado les llev a la creacin de capellanas y ermitas. Estas deban
mantenerse econmicamente, por lo que solan vincularse a las mismas
unas determinadas posesiones, especialmente tierras de cultivo. La funcin era variada, desde el agradecimiento por el capital o dones obtenidos
hasta la singularizacin espacial en la poblacin, pasando por el prestigio
social, la seguridad de las misas anuales por el alma de los fundadores y su
familia, as como el mantenimiento de aquellos descendientes atrados por
la vocacin religiosa.
30
Los Grimaldi llevaron una importante labor de patrocinadora en La Orotava, entre
los que destac Luis Grimaldi Rizo de Ponte y Lugo, quien no slo fue uno de los impulsores de la iglesia de San Juan Bautista del Barrio del Farrobo sino que erigi la hacienda y
ermita de San Felipe Neri. Para ms informacin vase Fraga Gonzlez, 2009. Los Calzadilla, por su parte, desarrollaron una importante labor patrocinadora en los templos en los
que ejercieron, especialmente en Nuestra Seora de La Victoria, en la poblacin del mismo
nombre, donde erigieron la capilla de San Matas, la ermita de San Juan Bautista dentro de
su hacienda en La Victoria de Acentejo, la Iglesia de San Pedro en El Sauzal o la catedral
de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria. Para ms informacin, vase Armas Nez
(2010) y AA.VV. (en prensa).
31
AHPLPGC. Real Audiencia. Procesos. Expte. 8130. f. 29. Antonio Calzadilla fue
enterrado en la Iglesia de San Pedro de El Sauzal, de donde era beneficiado, el da 7 de
febrero.
[13]
155
156
[14]
referencias bibliogrficas
Armas Nez, J, 2009: Tempus edax est rerum. Patrimonio religioso de La Matanza de Acentejo. Ayuntamiento de La Matanza de Acentejo.
Armas Nez, J, 2010: Religin y milicia: los militares como patrocinadores
artsticos en los templos de La Matanza y La Victoria de Acentejo, en XIX
Coloquio de Historia Canarioamericana. Casa de Coln. Las Palmas de Gran
Canaria, en prensa.
Ascanio y Len Huerta, R, s.a.: Devoto de San Antonio Abad. Santa. s.n. s.l.
Concepcin Rodrguez, J., 1995: Patronato artstico en Canarias en el siglo XVIII.
Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.
Fraga Gonzlez, C, 2009: Patrocinio y donaciones artsticas en el clero de La
Orotava, en El Seor a la Columna y su Esclavitud. Ayto. de la Villa de La
Orotava, Hermandad de la Esclavitud del Cristo atado a la Columna y CICOP.
La Orotava, pp. 155-178.
[15]
157
160
[2]
[3]
161
162
[4]
algunos de cuyos cargos le facilitaron el acceso a determinados documentos; de hecho, tras su muerte, ocurrida en Las Palmas de Gran Canaria, la
cabecera Diario de Avisos de La Palma reconoca: Fu el Sr. Pestana,
persona de relevantes mritos en nuestra sociedad contempornea, persona
entusiasta de los estudios histricos, supo organizar un archivo particular
de interesantsimo valor, hombre patriota y culto, su fallecimiento constituye la prdida de un gran valor palmero4. Actualmente, de este legado es
depositaria la sociedad grancanaria El Museo Canario5.
La Biblioteca Cervantes, de la que es propietaria la Real Sociedad Cosmolgica de Santa Cruz de La Palma, conserva no pocos manuscritos e
impresos de autores palmeros de muy diversa procedencia6. El origen de
las versiones de las obras de Juan B. Poggio albergadas all no se conoce todava, si bien es posible que stas formaran parte de las donaciones
realizadas a finales del siglo xix por Luis Jos Vandewalle de Cervelln y
Quintana (1851-1924), vi marqus de Guisla Ghiseln, junto a otras piezas
4
Don Antonino Pestana. Diario de Avisos de La Palma (Santa Cruz de La Palma,
23 de mayo de 1938), p. [2]. Consltense para su biografa: Prez Garca (2009: 324) e
Izquierdo (2005, iii: 93-94).
5
Adems de la caza de obras de J. B. Poggio, de la que se ha encargado Fernndez
Hernndez (1992; 1993; Poggio Monteverde [1985]), el Fondo Antonino Pestana ha permitido el hallazgo de documentos de inters, como la Instruccin hecha por D. Domingo
Hernndez y Carmona, como Regidor de Fiestas nombrado por este Ilustre Cabildo para
la Bajada de Nuestra Seora de las Nieves, por lo que respecta desde su bajada hasta
colocarla en su santuario (1805), publicada por Prez Garca (2001: 119-120). O de textos
clave como la crnica de la Bajada de 1845, debida a Jos de Santa Ana de Guisla-Pinto
(?-1865), que incluye las obras representadas, as como las octavas murales creadas para la
ocasin (Rey Brito y Abdo Prez, 2005; Hernndez Correa, 2006), o como los libretos teatrales y emblemas de la Bajada de 1810 (Hernndez Correa, 2008) o el carro de 1850 (Abdo
Prez y Rey Brito, 2010). Del fondo conocemos un primer inventario en El Museo Canario,
del que existe copia en la Biblioteca Insular Jos Prez Vidal. Adems de los trabajos ya
citados, Hernndez Prez (2001: 234) incluye en nota una relacin de obras dramticas y
coreogrficas representadas en distintas ediciones de la Bajada.
6
Una primera aproximacin al corpus espectacular que conserva, clasificado en teatro,
carros, dilogos, loas, danzas y zarzuelas, es la que publicaron Rey Brito y Abdo Prez
(1984: 30-32). Para una visin general de todos sus fondos, vase Lpez Mederos (2005).
Siguiendo la estela iniciada por trabajos de tipografa canaria de Vizcaya Crpenter y
Hernndez Surez, ahora Poggio Capote y Regueira Bentez (2003: 286-293 y 304-322)
estudian su coleccin bibliogrfica regional y catalogan nuevos ejemplares de impresos
canarios no descritos con anterioridad. Por su parte, Aguilar Janeiro (1991-1992) y Lpez Mederos (2004) se introducen en la historia de la Sociedad y en la formacin de sus
colecciones. ltimamente, ha aparecido tambin un catlogo del llamado Fondo Antiguo
Impreso, que, por supuesto, pone al da las ediciones vinculadas con el tema que nos ocupa: programas, carros, loas, dilogos entre el castillo y la nave y danzas coreadas (Aguilar
Janeiro y Morales Garca, 2008).
[5]
163
164
[6]
[7]
165
el primero del que se conoce obra; y, por ser el nico, el escritor ms antiguo. Ahondando en ello, digamos que no ser hasta el siglo xviii cuando se
abran tres excepciones al elenco de autores dramticos palmeros de nombre acreditado: Isidoro Arteaga de la Guerra (1670-1741), beneficiado de
la iglesia parroquial de El Salvador, poeta y dramaturgo, autor de una Loa
para las fiestas que hace al Seor Sacramentado el capitn Juan Acua
y Guisla, de la que slo conocemos el ttulo (Prez Garca, 2009: 54), el
tambin clrigo Francisco de Leira (1692-1764), de cuya autora es una
Loa a Jess Nazareno fechada en 1712 (Prez Garca, 2009: 149), y el
teniente coronel Nicols Massieu Salgado (1720-1791), quizs el ms prolijo de los tres, creador de poesas emblemticas, divisas y empresas con
ocasiones festivas, crnicas, textos piadosos y varias obras de teatro an
inditas (Prez Garca, 2009: 265-266). Junto a ellos, sobresale una extensa produccin dramtica manuscrita cuyos autores han permanecido en un
estricto anonimato; tal ocurre con una buena cantidad de danzas y loas para
el Corpus o con los pocos ejemplares localizados destinados a la Bajada de
la Virgen: las loas y carros de 1765, transcritos en la ya citada crnica de
aquel lustro (tambin de autor ignorado) y los dos carros para la edicin de
1790, cuyos libretos conserva El Museo Canario. Como decimos, Poggio,
por ser el nico conocido de los que se acercan con textos a los orgenes
fundacionales de la fiesta palmera dedicada a la Candelaria, es tambin el
primero. Por ello, el conjunto de su obra es tambin toda la obra dramtica
de la Bajada de la Virgen desde 1680 hasta 1707, en septiembre de cuyo
ao nuestro clrigo muere en Santa Cruz de La Palma.
La produccin poggiana queda reducida a la breve relacin lostica que
ha publicitado modernamente el profesor Fernndez Hernndez, su principal estudioso y editor: Hrcules, Marte de Tebas, escrita para ser representada en el convento dominico de San Miguel de las Victorias en 1685
(Poggio Monteverde, 1985: 113-139; Fernndez Hernndez, 1992: 216217 y 349-352), en cuya orden profes su hermano fray Victoriano Poggio (1650-?); El Pregn, estrenada en 1690 (Poggio Monteverde, 1985:
221-233; Fernndez Hernndez, 1992: 217-219 y 353-360; Fernndez Hernndez, 1993: 181-190), El Ciudadano y el Pastor, puesta en escena en
1695 (Poggio Monteverde, 1985: 261-275; Fernndez Hernndez, 1992:
219-221 y 361-369); La Emperatriz, tal vez estrenada en 1700, pero, seguro, repuesta en 1720 (Poggio Monteverde, 1985: 235-247; Fernndez Hernndez, 1992: 221-224 y 370-378; Fernndez Hernndez, 1993: 191-201);
y La Nave, escenificada en 1705 (Poggio Monteverde, 1985: 277-293; Fernndez Hernndez, 1992: 224-228 y 379-389). A esta nmina ha de aadirse, asimismo, una loa repuesta en 1780 con msica de Juan Antonio Ripa
Blanque (1721-1795), maestro de capilla de la catedral de Sevilla, editada
166
[8]
por primera vez en 1873 a cargo del dramaturgo Antonio Rodrguez Lpez
(1836-1901), quien la fech entonces en 1765; la crnica de la Bajada de
este lustro, sin embargo, no la incluye entre las que se pusieron en escena
en aquel ao (Henrquez Prez, 1965; Fernndez Hernndez, 1993: 205215; Hernndez Correa, 2010: 140-141). La titularemos desde ahora Amor
y Cuidado, en memoria de los dos primeros personajes que abren la escena.
[9]
167
(vv. 161 y ss.) a travs del tpico del amor potens: Llevad, Seora, con vos
/ estas ansias siempre cortas / y permitidle al amor / los afectos que pregona, /
que en leyes de bien querer / a soberanas personas, / aunque sean las divinas,
/ son licencias generosas / repetir lo que se ama / y olvidar lo que se obra.
Desde el punto de vista estructural, el poeta sigue aqu el esquema de la
lucha entre opuestos, enfrentando el estado de nimo del Amor Divino antes de la llegada de la imagen de la Virgen a la ciudad, caracterizado por un
autntico caos del cosmos y de los elementos, con el que se revela con su
presencia y, en especial, con su mirada, tema (el poder ocular de la Virgen)
ampliamente utilizado ya por Poggio (v. gr., en Hrcules, Marte de Tebas,
vv. 99-112 y 141-144) y que vuelve a retomar en esta loa de 1700 (vv. 45 y
ss.). Y entre los distintos recursos tcnicos que repite en otras obras y que
reitera ahora, merecen destacarse los que remiten a la asimilacin por parte
de nuestro autor de ciertas tcnicas calderonianas, como el empleo del esquema enumeracin-correlacin-recapitulacin, el uso del tropo lxico del
dilema y, en el plano mtrico, su preferencia por el romance.
Poggio sigue aqu reinventando su concepcin prctica de la loa, que no
emplea como introito a una comedia o auto de mayor extensin segn
vemos en algunas de sus loas sacramentales13, sino como una obra, aunque breve como era habitual entre los creadores del gnero, exenta y
autnoma, pero integrada en el espectculo de la fiesta; en este caso, en la
recepcin triunfal de la Virgen en el llano de la Cruz del Adelantado. Lo que
sabamos hasta ahora y lo que confirmamos por esta nueva pieza es que Poggio inaugura y luego habrn de continuarlo las generaciones siguientes
el proyecto de la loa mariana como un escaparate formal y lleno de contenidos (alegricos, de ponderacin, bblicos, literarios e histricos) con el que
potenciar la teatralidad que ya en s mismo llevaba consigo el protocolo de
recepcin realizado en distintas paradas a lo largo del recorrido procesional:
en el llano de la Cruz de la Dehesa, en el llano del Adelantado que marcaba la entrada gloriosa en la ciudad, en las bocacalles que limitaban con
la arteria principal, en la iglesia parroquial de El Salvador, en los claustros e
iglesias conventuales, o en las despedidas del llano de la Cruz, en el antiguo
Velachero, y de la cueva de la Virgen (en el barranco de Santa Catalina)14.
Daz Armas (1990-1992: 170-171) identific las obras mayores que preludiaban
las loas sacramentales de Poggio para el Corpus de Santa Cruz de La Palma de 1680, 1685,
1688 y 1689.
14
Hoy en da, esta riqueza teatral ha sido reducida a unos pocos nmeros concentrados
en la denominada Semana Grande, en la que conviven con varias danzas coreadas: el carro,
que se representa el viernes, el dilogo entre el castillo y la nave, que contina adscrito a la
procesin de entrada triunfal de la Virgen en la ciudad (el domingo) y la loa de recibimiento
en la plaza de Espaa (que sustituye, tambin en el domingo grande, la que se escenificaba
13
168
[10]
No se presentan uniformes las fuentes de que Poggio se sirvi para escribir esta loa. Tal variedad demuestra en unos casos una slida formacin
en cultura greco-latina, en otros su conocimiento directo de la Biblia y, en
ltimo y no menos importante lugar, su tendencia a insertar algunos de los
principales acontecimientos sobrenaturales de naturaleza histrica. La mayor
parte de tpicos y temas presentes en el texto tienen su origen en distintas
tipologas discursivas que pueden agruparse, as, en tres grandes bloques: las
fuentes literarias clsicas (referencias a Apolo, Orfeo o Argos), las bblicas
(en la que sobresale el motivo de la virgo potens o mujer fuerte del libro de los
Proverbios) y, finalmente, las histricas, tomando en este sentido como objetivo nocional el pasado de la isla de La Palma y su relacin con la Virgen de
las Nieves; en este apartado entran las citas que tratan de ilustrar al auditorio
acerca de las bondades recibidas de la imagen en el transcurso del tiempo: los
episodios de sequa, de plaga de langosta y de erupciones volcnicas.
La representacin
No creo necesario insistir en el deber que tiene la crtica de aunar esfuerzos para ir definiendo un panorama ms completo del teatro en las Islas atendiendo a su doble naturaleza literaria y espectacular. El extraordinario caso
de la Bajada de la Virgen, sin parangn en el resto del Archipilago, ha logrado en sus tres siglos de historia plantear en este sentido un reto importante a
los historiadores de la fiesta gracias a un singular programa en el que prima,
ante todo, la simbiosis y convivencia de distintas artes, discursos y planteamientos de actuacin y escenogrficos. La literatura y sus variados modelos
lrica, narrativa, oratoria, dramtica, historiogrfica o emblemtica encuentran en la Bajada de la Virgen de las Nieves un cuadro de expresin en
el que parece primar siempre lo espectacular y una asociacin artstica que
persigue entrelazar hasta el lmite el universo de los sentidos. Nada escapa a
ese significado profundo de la representacin, comprendida aqu en su faceta
comunicativa y de mera exhibicin. La Bajada, surgida en Santa Cruz de La
Palma en 1676, nace a partir de un desarrollo previo de la fiesta del Corpus
en la capital insular, que le sirve de arquetipo y a la que parafrasea en todos
los mbitos. La amplitud de la exaltacin eucarstica que se alcanza con el
Barroco, con su caracterstica multiplicidad formal y conceptual, es traslaen el interior de la parroquia matriz). En la ltima edicin (2010) se recuper para la procesin del retorno la loa de despedida que se celebraba en el siglo xviii frente a la cueva
donde, segn la tradicin, fue hallada la imagen, en el margen meridional del barranco de
Las Nieves. Desde 1925 se representa durante la ascensin la Alegora de la Conquista de
esta isla de La Palma de Jos Felipe Hidalgo (1884-1971) en otra cueva, situada algunos
metros ms arriba, a los pies del barrio de El Roque.
[11]
169
170
[12]
[13]
171
Para cumplir con la etiqueta teatral que completaba el ciclo protocolario, Juan B. Poggio previene para la cuarta edicin de la Bajada de la
Virgen una loa representada probablemente sobre un tablado levantado al
efecto. Siguiendo la estela calderoniana, a la que tantas veces se ha adscrito la produccin del dramaturgo palmero, la loa cuenta con su habitual
infraestructura musical, no sabemos si, en este caso, debida a su propia
autora, bien a la de alguna de sus hermanas, las madres sor Juana de San
Joaqun (1637-?) y sor Mara de Santa Florentina (1638-?), monjas profe Archivo Municipal de Santa Cruz de La Palma, Fondo del Concejo: Libro de cuentas
de propios (1666-1702), 641-1, s. f. El precio de las exequias del ltimo monarca de los
Habsburgo fue recogido en una memoria que comprenda los gastos En sera, ofisiales,
que hizieron el tumulo Uaietas, para aforrarlo, y para los ropones de los porteros, y Vestido
del pregonero, y otros Costos. Precisamente para esta ocasin, Poggio compuso varias
poesas murales en castellano y en latn que se colgaron en la iglesia parroquial, algunas
de las cuales colect Lorenzo Rodrguez (1901: 101-103; 1975-2011, ii: 171-172). Vanse
tambin las versiones de las piezas reunidas por Fernndez Hernndez (1992: 239). De los
preparativos de estas fiestas mortuorias se han ocupado Lorenzo Tena, Poggio Capote y
Hernndez Correa (2007: 244-246).
19
172
[14]
[15]
173
No habra de ser excesiva la dificultad que entraaba la ejecucin musical. En este sentido, tngase en cuenta que casi siempre los protagonistas
eran nios. Aunque en las acotaciones no se hace indicacin expresa de la
cuestin, sabemos por varios testimonios que esta loa y otras interpretadas
en la iglesia parroquial y en los claustros y capillas conventuales eran protagonizadas por actores jovencsimos. La seleccin previa de los actorescantantes en funcin de sus dotes para la declamacin, su nivel de afinacin, su potencia de voz y, en especial, su donaire, as como la direccin
artstica y las dilatadas jornadas de ensayo suplieron la falta de experiencia
y la corta edad de estos infantes. As, por ejemplo, en 1765 interpret la loa
de recibimiento del llano de la Cruz del Adelantado un mocito que, aunque no contaba con ms de doce aos, dej a los oyentes tan admirados
de su gracia y donosura, que fue llanto el para bien por el gusto de averse
oydo cantar tan graciosamente, siendo la primera loa que el nio ejecutaba (Abdo Prez, Rey Brito y Prez Morera, 1989: 23).
Lamentablemente, nada podemos concluir acerca de los artificios escenogrficos, tramoyas e ingenieras teatrales empleados en la aparicin del
personaje principal a escena22. De lo que s informa una de las acotacio Lo mismo ocurre con otras loas, en las que Poggio apenas da pistas al respecto. Tngase en cuenta, de cualquier manera, que casi siempre nos hallamos ante manuscritos copia22
174
[16]
nes es del modelo del vestuario y atrezzo del Amor Divino: tnica blanca,
corazn asaetado sobrepuesto en el pecho y carcaj vaco al hombro. El
modelo iconogrfico fue empleado en otras ediciones lustrales, como en
la Loa del Recivimiento en Seor San Salvador de 1765, en la que este
mismo personaje porta tnica de encarnado y plata y sobre el pecho un
corazn con flechas de oro y coronado de Rosas blancas, y el carcz vaco
y en la mano un ramillete de Azucenas, y con manto igual a la tnica
(Abdo Prez, Rey Brito y Prez Morera, 1989: 29). La alegora no era
nueva para Poggio, quien la incluy como personaje clave en una de sus
loas sacramentales (1685) para arbitrar la disputa que enfrentaba a las potencias del alma la Voluntad y el Entendimiento, y que sirvi a su editor
para darle ttulo23. Tambin al principio y al final de su loa mariana Amor
y Cuidado, con una funcin clamorosa y anunciante muy semejante a la
que se presenta aqu (Fernndez Hernndez 1993: 205-215). Nuestro autor,
que haba abandonado su carrera como abogado para ordenarse in sacris en
1678, conoca bien el motivo del corazn asaetado como smbolo del amor
divino y de la Charitas, inaugurado por san Agustn en el libro ix (cap. ii,
3) de las Confesiones:
Las saetas de vuestro amor y caridad haban traspasado ya mi corazn, y tena
atravesadas vuestras palabras en lo ntimo de mi alma; adems de eso, los
ejemplos de vuestros fervorosos siervos, que vuestra gracia haba hecho pasar
de las tinieblas a la luz y de la muerte a la vida, reunidos todos en el seno de
mi memoria e imaginacin, eran como unas brasas encendidas que quemaban
y consuman todo el material pasado de los afectos terrenos, para que su gravedad no me arrastrase a las cosas de este mundo: arda ya en mi corazn tan
activo fuego, que cualquier aire de contradiccin que saliese de semejantes bocas y lenguas engaosas ms pudiera servir para avivarlo que para extinguirlo
(San Agustn, 2002: 177).
[17]
175
176
[18]
Eplogo
En la casa familiar, situada en la calle real de Santiago de Santa Cruz
de La Palma (hoy, ODaly, 13), dio su ltimo suspiro el poeta el 20 de septiembre de 1707. Minutos antes haba recibido los santos sacramentos y el
19 haba cerrado testamento ante el escribano pblico de la isla Andrs de
Huerta. En su ltimo dictado haba nombrado como albacea a su hermano
Felipe Bautista Poggio (1647-1723), predestinado por orden de nacimiento
(era el penltimo de 13 hermanos) a tomar inevitablemente la carrera de las
armas o los hbitos eclesisticos a fin de conservar su posicin. Varios golpes de suerte cambiaran su destino para siempre, pues, primero, su hermana
Petronila le haba legado sus bienes por manda testamentaria y, luego, el primognito de la casa, que haba dejado el estado civil por el religioso en 1677,
le nombraba asimismo universal heredero. De este modo, los hermanos Poggio Maldonado cumplan con los deberes encomendados por su padre, el
genovs, quien en sus ltimas voluntades les haba aconsejado: por cuanto
son muchos y la hacienda es poca para poder ser dividida se conserven en
paz y conformidad todos juntos sin dividirla en pedazos porque desta suerte
se conservara dicha hacienda y mi casa en el lustre que yo la he sustentado
hasta aqu portandose en todo con las obligaciones de quien son (Prez
Garca, 1995: 118). La coronacin eclesial de Poggio vena avalada por una
conducta intachable y por una tendencia hacia lo religioso, segn declar
el 2 de junio de 1677 Blas Lorenzo Mndez, compadre del Pretendiente,
en los autos abiertos para iniciar el expediente de ordenacin; Juan Bautista
Poggio era presentado como hombre Virtuoso, onesto y recoxido de buena
Vida fama Y costumbres e ynclinado a las cossas Eclesiasticas mas q a
las seglares Y profanas24. Aquel 20 de septiembre, durante la maana, se
celebr la misa cantada por el nima del difunto, reservndose la tarde para
el entierro, verificado en la capilla de San Pedro de la iglesia de El Salvador;
Poggio, yacente, recorra por ltima vez la arteria principal en la que tantas
loas de su puo y letra vio representar:
a la ora competente fueron Los Venes Benefdos y capellanes de esta parrochial
a las casas de La habitacion de dho difunto y hicieron La encomendacion de
alma por raon de La hermandad y confraternidad de La cofradia del sor san
Pedro de que era hermano dho difunto = y despus se boluio a dhas casas y se
canto el responso y se hizo el entierro a esta yglesia parrochial acompanandoLe Los venes Benefdos con tres capas y todos los capellanes de dha parrochial, y
en La calle V[b]o tres posas, Las dos a pedimto del heredero y albasea, y La otra
Archivo Histrico Diocesano de Tenerife, Fondo Diocesano (San Cristbal de La
Laguna): Expedientes de clrigos, 27-23 [27-15B], leg. 2, f. 4v.
24
[19]
177
Atendiendo a la demanda que desde hace unos aos vienen haciendo los
historiadores de la lengua, la presente edicin sigue el modelo propuesto
por la ALFAL para la transcripcin textual, por lo cual se respetan las caractersticas ortogrficas y gramaticales del manuscrito (uso de maysculas,
signos de puntuacin, tildes, abreviaturas, etc.). En cursiva van las acotaciones, la entrada del personaje principal, la foliacin (entre parntesis) y
otras marcas (como la invocacin inicial en forma de cruz, que, adems,
incluye parntesis). Para facilitar la lectura y la localizacin de fragmentos
concretos, se ha aadido en el margen derecho la numeracin de los versos,
que se seala tambin en cursiva. En el ttulo y en las acotaciones se ha
indicado el cambio de lnea mediante la barra vertical.
Descripcin y bibliografa
[Poggio Monteverde, Juan Bautista]. Loa en celebracin de la venida
de Nuestra Seora de las Nieves, que se represent a la entrada de esta
Ciudad. Ms. ca. 1780. 3 ff.
Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas de Tenerife; Fondo Rodrguez
Moure, 140 (22/41) [Legajo i de poesas]. La Laguna (Tenerife); Rodrguez Mesa
y Macas Martn (2000: 565).
edicin
(f. 18r)
(Cruz.)
Loa | En celebracion de la venida de nr. s. de Ni- | -eves, que se represent a la entrada de esta | Ciudad. Ao de 1700 = 1720 = 1780 = | representala el Amor ||
25
178
[20]
Musica
Salid ver ciudadanos
la peregrina mas bella
que di auroras a los montes
y los prados Primaveras.
El mar la conoce,
el prado, y la celva,
las aves, y peces,
los hombres, y fieras.
10
15
20
25
[21]
179
Amor
Mil aos ha, gran Seora
(si es bien qe. a mil aos cia
de los sinco de tu ausencia
la inmensidad padecida)
mil aoz buelvo decir:
(que en ausencia de tal dicha
ni aun repetidos mil aoz
miden el dolor de un dia)
mil aoz pues, seora
que ausente tu, no tenian
ni el Abril sus asucenas,
ni el Agosto sus espigas,
ni el Oriente sus maanas,
ni las auroras sus risas,
ni Apolo sus consonancias,
ni Orpheo sus armonias;
que estando, mi dueo, ausentes
tus ojos, que vivifican,
quanto sus luces encienden,
la flor, no es flor, sino espina,
esterilidad los frutos,
obscuridades el dia,
la Musica triste llanto,
y el dulce metro fatiga:
como susede en la ausencia
de la Luz, que confundidas
las formas de los Objetos;
son asaltoz las caricias
las harmonias estruendos
funesto espanto la risa,
horrores las hermosuras,
y miedos las alegrias.
Ausentes, mi bien, tus Ojos
nada para mi fue dh:
confundieronce los bienes,
turbaronce las delicias,
y fue todo mi vivir
una muerte repetida:
Pues aquella, que del alma
en esperanzas prolijas
me dexaste, al ausentarte,
no mitad, sino reliquia,
30
35
40
45
50
55
60
65
70
180
[22]
mi corazon, en donde
vivo Cadaver yazia,
de sepultados alientos
reform una muerte viva
(f. 19r)
siendo cruz de mis dolores
lo mismo con que vivia.
Mas para que me detengo
en hidalgas groserias
de amantes, qe. nunca cesan
de decir sus ancias finas,
sin ver, que dh. mi nombre,
quedaron sus penas dichas?
Amante soy, y tan fino,
que soi la fineza misma:
porque soy aquel Amor,
que con la ausencia crecia:
aquel amor, todo Argos,
para velar sus caricias:
aquel amor qe. se ha armado
de Saetas padecidas:
aquel amor cuias alas
sin mudarle lo subliman.
quien, para celebrar
tu dulce amable venida,
robace los Serafines
sus melifluas armonias!
tus mismas obras te alaben,
y eloquentes te vendigan,
de tu Ciudad en las puertas,
tus luces, que al Sol admiran.
A ti mir iluminado
el Sabio, quando decia:
alaben la muger fuerte
en las puertas sus continuas
obras, que la merecieron
los triunfos qe. la subliman.
Tu eres la fuerte, invencible,
gloriosa muger, repitan
de tu Ciudad en las puertas,
tus glorias, tus marabillas.
Quien fecund nrs. Campos
quando de barbara Orilla
75
80
85
90
95
100
105
110
[23]
181
115
(f. 19v)
y destrui las espigas?
Quien sino tu, cuia fuerte
Misericordia extermina
aun de lo y padecido
la inevitable desdicha?
Quien enjug nr. llanto,
quando fatal nr. Ysla,
horriblemente turbada
de aquella injuria influida,
que labraron en su pecho
ardientes sulfureas iras,
desahogando el furor
rasg sus entraas mismas,
y en respirados alientos
las arrojava divisas
al mar, que tantos horrores
cedi el lugar de su Orilla?
Quien sino tu, qe. invencible
en tus piedades, hacias
fuertes priciones de nieve
para las llamas altivas?
Quien restaur tantas veces
las cosechas ya perdidas?
De qe. otro Cielo bajaron
las asistencias benignas?
La Nieve ya no esperada?
La llubia ya no creida?
Quando el divino rigor,
por merecida justicia,
paro en el signo de Piscis
la febricitante, activa
calidad del seco, adusto,
canero, con cuia maligna
influencia sec los campos,
haciendo por maravilla
120
125
130
135
140
145
150
182
[24]
el Estio en el Ynvierno,
que mudaste tu en delicias,
sin costar mas el milagro,
que haver tu, siempre propicia,
divertido nr. Paiz
los influxos de tu vista,
que hicieron fecundo el campo
en asucenas, y espigas.
qe. bien muestras, Seora,
las ancias, con qe. nos miras!
Que bien pruebas qe. nos miras!
Que bien pruebas qe. eras nr.
solo p. nr. dicha!
155
160
165
(f. 20r)
Y que ser nosotros tuios,
es favor qe. nos sublima
Tuios somos, y eres nr.
es bien qe. se repita:
somos tuios, como hijos
de tu adopcion compaciva:
y eres nr. como herencia
de bendiciones divinas.
dulce amada nivaria!
portentosa Maria!
pues desatada tu Nieve
en mil raudales de vida,
componen tus abundancias
el que cantaba el Psalmista,
de la gran Ciudad de Dios
Rio, que la letifica:
baen la Palma tus aguas,
has puros, y santifica
tus amantes Palmenses,
que alegres con tu venida,
dicen ya con tiernas voces,
que forman sus ancias finas:
170
175
180
185
190
[25]
183
195
Fin
referencias bibliogrficas
Abdo Prez, A., y P. Rey Brito (edits.), 2010. Bajada de Nuestra Seora la Virgen
de las Nieves en el ao de 1850. [Estudios de J. Prez Morera, J. Tous Meli y
J. M. Lorenzo Arrocha]. Cabildo Insular de La Palma, Santa Cruz de La Palma,
d. l. 2010. Ed. fac.
Abdo Prez, A., P. Rey Brito y J. Prez Morera, 1989. Descripcin Verdadera de
los solemnes Cultos y clebres funciones que la mui noble y leal Ciudad de Sta
Cruz de la ysla del Seor San Miguel de la Palma consagr a Mara Santsima
de las Nieves en su vaxada a dicha Ciudad en el quinquennio de este ao de
1765. Ed. de A. Abdo y P. Rey. Notas de J. Prez Morera. Escuela Municipal de
Teatro de Santa Cruz de La Palma-Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma,
Santa Cruz de La Palma.
Aguilar Janeiro, M. del C., 1991-1992. La Sociedad La Cosmolgica de Santa Cruz de La Palma: pasado, presente y futuro. Parabiblos: Cuadernos de
Biblioteconoma y Documentacin. 5-6: 69-71.
Aguilar Janeiro, M. del C., y M. de los . Morales Garca, 2008. Catlogo del fondo antiguo impreso de La Palma (1764-1950): archivo y biblioteca
pblicos concertados Cervantes. Sociedad Cosmolgica, Santa Cruz de La
Palma.
Bernat Vistarini, A., y J. T. Cull, 1999. Enciclopedia de emblemas espaoles
ilustrados. Fuentes clsicas y traduccin de los motes de Rev. E. J. Vodoklys,
s. j. Presentacin de P. M. Daly y S. Lpez Poza. Akal, Madrid.
Bethencourt Massieu, A., 1988. Santa Cruz de La Palma (1780-1795): una ciudad insular canaria en la crisis del Antiguo Rgimen, en Serta gratulatoria
in honorem Juan Rgulo, t. iii. Universidad de La Laguna, La Laguna, pp.
267-301.
Biblioteca Pblica Municipal, Santa Cruz de Tenerife, 1989. Inventario general de manuscritos: 1888-1988: edicin conmemorativa del i centenario de la
184
[26]
[27]
185
<http://bib.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=29822&portal=268>.
Lpez Mederos, J. M., 2004. Sociedad La Cosmolgica [: i]. Revista de Estudios Generales de la isla de La Palma. 0: 433-445.
Lpez Mederos, J. M., 2005. Sociedad La Cosmolgica: ii: somera aproximacin
a los fondos bibliogrficos de la Biblioteca Cervantes de la Sociedad La Cosmolgica. Revista de Estudios Generales de la isla de La Palma. 1: 549-568.
Lorenzo Rodrguez, J. B., 1901. Notas biogrficas de palmeros distinguidos, v. i.
Imp. Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma.
Lorenzo Rodrguez, J. B., 1975-2011. Noticias para la historia de La Palma. Eds.
resp. de J. Rgulo Prez (1. y 2. ed. del t. I), F. Leopold Prats (1. ed. de los
ts. ii y iii) y J. E. Prez Hernndez (3. ed. del t. I y 1. ed. del t IV). Instituto de
Estudios Canarios-Cabildo Insular de La Palma, La Laguna-Santa Cruz de La
Palma, 4 vols.
Lorenzo Tena, A., M. Poggio Capote y V. Hernndez Correa, 2007. Mortis
causa: las cosas de la muerte en La Palma, en Poggio Capote, M., y V. Hernndez Correa (edits.): Consummatum est: l aniversario de la fundacin de
la Cofrada del Santo Sepulcro. Cartas Diferentes Ediciones, Isla de La Palma
[sic], pp. 225-261.
Millares Carlo, A., 1932. Ensayo para una bio-bibliografa de escritores naturales de las islas Canarias (siglos xvi, xvii y xviii). Tipografa de Archivos,
Madrid.
Millares Carlo, A., y M. Hernndez Surez, 1975-1993. Biobibliografa de
escritores canarios (siglos xvi, xvii y xviii). Cabildo Insular de Gran Canaria
[etc.], Las Palmas de Gran Canaria, 6 vols.
Peraza de Ayala, J., 1959. Monteverde, en F. Fernndez de Bthencourt,
1952-1967. Nobiliario de Canarias, t. iii. J. Rgulo Ed., La Laguna, pp. 486579.
Prez Garca, J., 1990. Resea de A. Abdo Prez, P. Rey Brito y J. Prez Morera, 1989, en La graja: Revista Cultural Palmera. 5: 14-19.
Prez Garca, J., 1995. Casas y familias de un ciudad histrica: la calle Real de
Santa Cruz de La Palma. Cabildo Insular de La Palma-Colegio de Arquitectos
de Canarias (Demarcacin de La Palma), Santa Cruz de La Palma.
Prez Garca, J., 1997. Descripcin de todo lo que pas en la Bajada de Nieves
en La Palma: ao de 1815. Ed. de A. Abdo y P. Rey. Notas de A. Abdo Prez,
A. Bethencourt Massieu, J. Feliciano Reyes, M. Lobo Cabrera, J. M. Lorenzo
Arrocha, J. Prez Garca y P. Rey Brito. Julio Castro Edit., La Laguna. Ed.
facsimilar.
Prez Garca, J., 2001. Los Carmona de La Palma, artistas y artesanos. Cabildo
de La Palma-CajaCanarias (Obra Social y Cultural), Santa Cruz de La Palma.
Prez Garca, J., 2004. La Bajada de la Virgen de 1860, de Jos Mara Fernndez
Daz. Revista de Estudios Generales de la isla de La Palma, 0: 397-419.
Prez Garca, J., 2009. Fastos biogrficos de La Palma. Sociedad CosmolgicaCajaCanarias, Santa Cruz de La Palma. 2. ed.
Poggio Capote, M., 2001. Coleccin documental del Archivo de Poggio (14961598). Memoria de licenciatura [indita]. Universidad de Granada, Granada.
186
[28]
Poggio Capote, M., y S. Petisco Martnez, 2005. Pedro lvarez de Lugo y Usodemar (1628-1706) y una dcima poco conocida. Cartas Diferentes: Revista
Canaria de Patrimonio Documental. 1: 159-176.
Poggio Capote, M., y L. Regueira Bentez, 2003. Contribucin de La Palma a la
tipobibliografa canaria (1751-1900). Estudios canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios. xlviii: 280-324.
Poggio Monteverde, J. B., 1985. Tercer centenario de dos loas del siglo xvii en
La Palma. Ed., notas y bibliografa de R. Fernndez Hernndez. Estudios de
R. Fernndez Hernndez, L. Prez Martn, A. Abdo y P. Rey. Gobierno de
Canarias-Consejera de Cultura, Islas Canarias [sic].
Querol, M., 1981. La msica en el teatro de Caldern. Barcelona, Diputaci de
Barcelona-Institut del Teatre.
Rey Brito, P., y A. Abdo Prez, 1984. Una aproximacin al teatro en La Palma
hasta 1936, en El teatro en Santa Cruz de La Palma: plaza de Espaa: del
15 al 31 de octubre de 1984. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma-Caja
General de Ahorros de Canarias [Santa Cruz de La Palma], pp. 17-32.
Rey Brito, P., y A. Abdo Prez (eds.), 2005. Festejos pblicos que tuvieron lugar
en la ciudad de La Palma, con motivo de la Bajada de Nuestra Seora de las
Nieves verificada el 1. de febrero de 1845. Prlogo de P. Rey y A. Abdo. Textos de M. Lobo Cabrera, M. Trapero, R. Fernndez Hernndez, J. Prez Morera
y J. M. Lorenzo Arrocha. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma-Patronato
Municipal de la Bajada de la Virgen-Escuela Municipal de Teatro, Santa Cruz
de La Palma. Ed. fac.
Rodrguez Mesa, M., y F. J. Macas Martn, 2000. Rodrguez Moure y La Laguna
de su tiempo: su legado documental y bibliogrfico a la Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas. Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas de
Tenerife-Ayuntamiento de San Cristbal de La Laguna.
San Agustn, 2002. Confesiones, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante. Ed. dig. basada en la 10. ed. de Madrid, Espasa Calpe, 1983.
<http://www.cervantesvirtual.com/obra/confesiones--0/>.
Santiago Prez, M., 2005a. Descripcin del fondo Lorenzo Mendoza, perteneciente al Archivo Municipal de Los Llanos de Aridane, segn la norma isad-g.
Cartas Diferentes: Revista Canaria de Patrimonio Documental. 1: 221-226.
Santiago Prez, M., 2005b. El Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane adquiere
el Archivo Lorenzo Mendoza con destino a enriquecer los fondos documentales del Archivo Histrico Municipal. Cartas Diferentes: Revista Canaria de
Patrimonio Documental. 1: 306-307.
Tabares de Nava, T., 1959. Poggio, en F. Fernndez de Bthencourt, 19521967. Nobiliario de Canarias, t. iii. J. Rgulo Ed., La Laguna, pp. 815-858.
Tous Meli, J., 2007. El can Escorpin: de la Torre de Londres al Castillo de
Santa Catalina en la isla de La Palma (1557c-1860): el can que defendi la
isla ms de 300 aos. [s. n.], San Cristbal de La Laguna.
[Recibido: octubre de 2011; aceptado: marzo de 2012]
[29]
187
188
[30]
Introduccin
De la Esdrujlea (o Esdrujulea) del cannigo Bartolom Cairasco de
Figueroa tenemos muy antigua y variada noticia. Jos de Viera y Clavijo,
en su Extracto de las Actas Capitulares ms notables desde los aos de
190
[2]
[3]
191
en que hizo ver la excelencia de esta clase de metro, pero que por una de tantas
desgracias ha sido perdida para nosotros; pues, habindola dedicado su autor
al Marqus de Montes-claros, virrey del Per, el albacea del poeta la envi original a aquel personaje, aconteciendo otro tanto con la Vida de Jesucristo, otra
de las ms estimables producciones de Cairasco; la cual, si bien fue enviada a
Espaa para su impresin, segn consta del capitular del cabildo eclesistico,
se ignora de resto cul sea su paradero [].
192
[4]
Las canciones son ocho, de las cuales, la primera est dedicada a D. Diego
Sarmiento de Acua, sobrino del autor, y embajador de Espaa en Inglaterra;
la segunda al conocido fraile benedictino Pedro Basilio de Pealosa, su amigo;
la tercera, al Templo y Cabildo Eclesistico de Las Palmas; la cuarta a Venecia;
la quinta, al Sr. Obispo don Fernando Surez de Figueroa, su deudo; la sexta
al prncipe Victorio de Saboya; la sptima, al Den don Francisco Messa; y la
octava a Canaria, por su victoria sobre la escuadra de Drake.
Sigue luego un poema a la Virgen de Candelaria, distribuido en diez y siete
pequeos cantos, y concluye el tomo con el Vita Christi, preciosa joya digna
de su elegante pluma. []
[5]
193
194
[6]
El que esto escribe no ha sabido encontrar en el Ensayo de una bio-bibliografa de Millares Carlo ninguna alusin a la Esdrujulea dedicada
al marqus de Montesclaros, virrey del Per9. Posiblemente, el profesor
rumano querra decir Agustn Millares Torres, en Hijos ilustres de las
Islas Canarias. Biografas de canarios clebres (1878), como hemos comprobado ms arriba. Tambin hemos comentado que la noticia debe provenir del Extracto de las actas capitulares de Viera y Clavijo (2007), que
manejaron Millares Torres y muchos otros para poder historiar aspectos del
pasado de Canarias10.
El hecho es que Cioranescu seala la existencia en la Biblioteca de
Palacio de la Esdrujlea dedicada a Montesclaros; y se ve que ha com Se refiere Cioranescu al referido libro de Domnguez Bordona, sin citar su nombre.
A no ser que se refiera a la pista que ofrece el desinit de la primera pieza preliminar
de la Esdrujlea que copi Millares Torres, citado en la nota anterior: para el Per te embarque o a Venecia. No se explica la elusin de Cioranescu de la referencia al ttulo y al
autor del catlogo de que habla; y menos se explica pensar que el lector pueda deducir por
el desinit de un poema que se trata de tal obra.
10
En algunos despistes ms cae Zamir Bechara en su artculo La moda de los sdruccioli en Espaa y en el Nuevo Reino de Granada (1995), pues asegura que Millares Carlo
afirma que el albacea de Cairasco, Juan Bautista Pino (sic), envi al Per la Esdrujlea al
marqus de Montesclaros. Cita los versos que transcribe Mir Quesada en su obra (1962),
y de la misma forma en que lo hace este. La noticia, dice, la sabe por Millares Carlo (cfr.
Zerolo, 1897, 9-10), cuando debe decir Millares Torres, que es de quien habla Zerolo en las
pginas citadas. Ya habr notado el lector que copia mal el nombre del albacea, cambiando
Espino por Pino.
8
9
[7]
195
Si a este anuncio de Millares aadimos el hecho de que, en la misma subasta, la biblioteca de la Universidad de Cambridge adquiri otro manus11
El hecho de aparecer en esta Esdrujlea el poema Al templo y cabildo de la Santa
Iglesia de Canaria, y la alusin, al final del poema, a los dos obispos de Canaria (mis
pastores benemritos) que cubren la vida de eclesistica de Cairasco (Cano y Carriazo,
ambos nombrados, pero que no vinieron a las islas), echa por tierra que esta Esdrujlea
fuera enviada en 1606 a Madrid. Por los Extractos de Viera y Clavijo (2007), sabemos que
el cabildo recibi noticia de su nombramiento como obispo por carta personal del seor
D. Nicols Carriazo de Valds el 7 de julio de 1610. Segn Cazorla Len y Snchez Rodrguez (1997), tomando la noticia de Conradus Eubel, fue nombrado obispo el 26 de abril
de 1610. Otra noticia de los Extractos de Viera y Clavijo invalida tambin la suposicin de
Cioranescu. Vase la transcripcin de la anotacin [942], de 3 de diciembre de 1610, casi
dos meses despus de la muerte de Cairasco, en la Introduccin de este trabajo.
196
[8]
[9]
197
13
Entrada n. 37: El hallazgo del manuscrito autgrafo de esta primera Esdrujlea
invita a volver brevemente sobre el tema.
14
Vase cmo contina Cioranescu en el apartado de este trabajo Nota sobre algunos
de los dedicatarios de la Esdrujlea.
198
[10]
Saco a continuacin de la nota a pie de pgina la retractacin de Cioranescu, y la explicacin de las disonancias que se notan, sobre todo, en
su artculo del Anuario de Estudios Atlnticos (1957a). Dice Cioranescu:
En mi estudio sobre la vida de Cairasco haba propuesto una solucin, que
Millares Carlo encuentra confusa. No es slo confusa, sino tambin equivocada, ya que apareci plagada de erratas y de errores que no cabe corregir aqu.
Slo lo sealo, para no dar la impresin [de] que me estoy contradiciendo al
proponer aqu otra solucin, al parecer (pero slo al parecer) diferente.
Cioranescu sigue analizando la Vita Christi, poema editado por Millares Torres. Como se ve, no considera este conjunto de poemas como parte
de la Esdrujlea15, al igual que haca en su momento Mara Rosa Alonso,
15
Habla luego, en el apartado XI, de los versos sueltos, cuya resea consta en la Biobibliografa de Millares Carlo. Comenta la existencia en la Biblioteca de Palacio de un
cancionero manuscrito del siglo XVI, que atribuy a Cairasco, con pruebas no suficientes.
Nos dice que bien puede ser de Serafn Cairasco. Sobre los cuentos salaces, da cuenta de su
publicacin como obra de Tamariz, segn opinaba Rodrguez Moino, que haba publicado
[11]
199
y seguirn haciendo los firmantes de la entrada Cairasco del Diccionario filolgico de literatura espaola. Siglo XVI (2009), en atencin a que,
aunque el poema Vita Christi forme parte material del volumen de la copia
de Millares Torres, no debe ser considerado parte conceptual de l, por no
ajustarse al ttulo ni al carcter miscelneo del conjunto.
200
[12]
[13]
201
202
[14]
son ms amistosas que lo que dejan entrever las notas de Viera y Clavijo
en Extractos (2007).
descripcin
[15]
203
marqus el etctera (&), cuyo espacio en blanco puede verse en la referida pgina. En uno de los ttulos viene mal transcrito el topnimo Castil de
Jaynela, que parece leerse Castil de Jayuela en el manuscrito. Posiblemente la inicial del vocablo, que parece una J mayscula, sea la correccin
de la posible b minscula que continuaba unida al trazo del apndice de la
e anterior, por una V mayscula (Vayuela). El trmino exacto es Bayuela, que es como lo transcribo.
Adems de la cancin dedicatoria, presentan 41 entradas. Exactamente,
son 40 las entradas que se encuentran descritas, pues el nmero 38 no aparece entre ellas. La obra consta, como se ver, de 50 poemas, a los que hay
que aadir la Emblema (los cuatro dsticos elegacos en revesado latn), y
el poema que sirve de dedicatoria, Al marqus de Montesclaros, virrey del
Per. Cancin. Se puede decir, entonces, que el libro contiene 52 poemas20.
Siguen los autores de la Biobibliografa, en la pgina siguiente, con
el tamao (4.) y las hojas que contiene (19 hs.). Son exactamente 68
hojas, ms el recto de la siguiente (como ya he dicho), numeradas correlativamente solo en su recto, o sea las pginas impares, de la 227 hasta la 363:
138 pginas. Hay algunos saltos, ya sealados, en la paginacin del cdice
facticio, que aparecen corregidos.
Luego se encuentra la observacin de que el cdice est Encuad. en
pasta valenciana con hierros dorados. Esta observacin proviene del libro
de Jess Domnguez Bordona Manuscritos de Amrica (1935), n. 439, p.
170 (Catlogo de la Biblioteca de Palacio. Tomo IX), citado a continuacin
por los autores de la Biobibliografa, con letra pequea, para explicar
que all est Descrito parcialmente. Y tan parcialmente, porque Domnguez Bordona se limita a extraer del manuscrito el ttulo de las composiciones en que se habla de Amrica, cinco solamente. Ya ver el lector que
hay otros poemas que tienen que ver con el asunto, y que no cita este autor.
El error de presentar el nmero de hojas como 19 proviene de la nota
de Domnguez Bordona, al final de la lista de cinco poemas del manuscrito
que tratan de Amrica: 19 fs. 217 x 150 mm. En un tomo de poesas
autgrafas del autor. Pasta valenciana con hierros dorados. 1390. Los
19 folios son los que contienen los cinco poemas citados. Por la paginacin
que ofrece el bibligrafo, en 1935, an no se haban corregido los errores
de paginacin del manuscrito. Al cmputo de Domnguez Bordona habr
Carlos Brito Daz (2000), p. 363, siguiendo a Millares y Hernndez, habla de un
florilegio de 41 composiciones. Los autores de la entrada Cairasco de Figueroa del
Diccionario filolgico de literatura espaola. Siglo XVI (DiFranco et alii, 2009) mencionan
46 poemas. 48 entradas se pueden ver en el Catlogo en lnea del manuscrito II/1390 de la
Biblioteca de Palacio, contando la del ttulo (consulta, 1 de diciembre de 2011).
20
204
[16]
que aadir tres dgitos ms. Los poemas citados por este investigador son la
cancin dedicatoria al marqus de Montesclaros, y los que en este trabajo
llevan los nmeros 13, 38, 49 y 50. Habr que aadir los nmeros 34 y 36.
[17]
205
AL LECTOR24 [229]
Este25 gnero de versos que en Italia llaman sdruciolos26 y en Espaa
esdrjulos27 usan los italianos en sus boscharecias o buclicas y los latinos
en los himnos que canta la iglesia. Unos son28 medios, como prudencia y
vigilancia; y otros, enteros, como propsito y pltica. Unas canciones se hacen de solos los medios y otras de solos los enteros, y muchas29 de
unos y otros. Todas ellas tienen su gravedad y nfasis, cuyo cuidado merece mucha estimacin. No he visto esta composicin de versos en la lengua
castellana con consonancias, hasta que salieron a luz algunas canciones
mas, que el deseo de honrar mi lengua me puso atrevimiento de admitir en
ella el nombre de autor de ellos. Y fue justo que, igualndose ya la lengua
castellana con las mejores30 del mundo, no le faltase lo que a otras sobra.
Verdad es que por no ser tan abundante de estos vocablos como la toscana
y la latina31, se compone esta rima dificultosamente. De ella he visto agradarse muchos entendimientos graves32 por la gravedad y majestad de sus
doso el bado el balconete Virrey lugarteniente || del Rey ntro seor su gouernador y capp.an
gl. || de las prouinias del piru tierra firme y chille &.
23
Se transcribe en la p. 134 de la Biobibliografa...
24
Se transcribe en la Biobibliografa, p. 134. MC.: lo mismo, con algunas
variantes.
26
27
MC.: De este.
MC.: exdrucelosos.
Ms.: sdrugulos.
29
MC.: en Espaa esdrjulos, unos son.
MC.: muchos.
30
31
32
MC.: y latina.
MC.: curiosos.
. MC.: la mejor.
25
28
206
[18]
[19]
207
208
[20]
I. Cornate de lauro
D. servirle de cartilla estas historias.
6. AL CRISTIANSIMO REY DE FRANCIA ENRIQUE DE BORBN
[244-246]
I.
Ms.: Phelipe.
42
42
[21]
209
210
[22]
[23]
211
de la Biblioteca del Palacio Real]: Canto las armas y el christiano incendio. ELOGIO AL CONSEJO DE GUERRA POR DON BARTOLOM
CAIRASCO DE FIGUEROA, PRIOR Y CANNIGO DE LA SANTA
IGLESIA DE CANARIAS, f. 197r.
15 [13]. A LA SINGULAR Y FAMOSSIMA CIUDAD DE VENECIA
[263-266]
I. Favorece, Polimnia.
D. pagalda en un retrato de Venecia.
El poema fue publicado por el profesor Andrs Snchez Robayna (1992,
pp. 168-171) en Algo ms sobre los esdrjulos (con una cancin indita
de Cairasco), tomndola de la copia realizada por Millares Torres en
1873 que se encuentra en El Museo Canario, con el mismo ttulo.
16 [14]. A DON ALONSO DE LA CUEVA Y BENAVIDES DEL CONSEJO
DE SU MAJESTAD Y SU EMBAJADOR DE LA CIUDAD DE VENECIA, CABALLERO DEL HBITO DE ALCNTARA, COMENDADOR DE ELCHE Y
CASTILLEJO Y SEOR DE LA VILLA DE BEDMAR [267-269]
Ms.: mesmo.
212
[24]
y Hernndez (1977), p. 135, en la descripcin de esta Esdrujlea de la Biblioteca de Palacio, en el lugar del i[ncipit] del poema, colocan los cuatro
primeros versos del mismo, para indicar que se trata del Goffredo famoso;
se deja de poner el d[esinit].
Esta Cancin fue publicada por Elas Zerolo (1897), pp. 12-15, seguida por el prlogo de la traduccin. All indica Zerolo que Luis Maffiotte
copi el original de Goffredo famoso. A l le debe copias de la dedicatoria, prlogo y fragmentos que van a continuacin51.
Tambin aparece, como es lgico, en la Jerusaln libertada. Traduccin de Bartolom Cairasco de Figueroa (Cioranescu, 1967), pp. 43-44.
19 [17]. EN LA MUERTE DE DON CRISTBAL VELA, ARZOBISPO DE
BURGOS, QUE FUE OBISPO DE CANARIA [277-278]
[25]
213
MC: etR.
Ms.: menendez. Dentro del poema aparece Martnez. Por la poca de Cairasco
no existe ningn obispo de apellido Menndez. Debe referirse a Francisco Martnez de
Cenicero, obispo de Canaria (1597-1607). Era natural de Cenicero (Logroo), lo que se
confirma por las alusiones a La Rioja en el poema. Su estancia en Canarias coincidi con el
ataque de Wan der Does. Vase Santiago Cazorla Len y Julio Snchez Rodrguez (1997).
Segn Pedro Daz Cassou, Serie de los Obispos de Cartagena (Madrid, 1895), cap. XXXI,
fue colegial, maestro de Prima y Rector del Mayor de la Universidad de Alcal, en el que
logr fama de gran telogo.
53
54
214
[26]
26 [22]. A DON PEDRO HURTADO DE GAVIRIA, INQUISIDOR APOSTLICO DEL REINO DE CANARIA [294-296]
I. Adrnate, Polimnia,
D. que es honra de Canaria su memoria.
27. AL DOCTOR JERNIMO CHAVES DE MORA, REGENTE DE LA
AUDIENCIA REAL DE CANARIAS [296-298]
I.
Ms.: Draque.
En la descripcin de la copia de la Esdrujlea de El Museo Canario. En la Biobibliografa no se tuvo la precaucin de poner la misma nota, aludiendo A la victoria, y
no al comienzo del ttulo de la Esdrujlea copiada por Millares Torres: Canto heroico.
55
56
[27]
215
57
58
216
[28]
63
64
59
62
60
61
Ms: Joan.
Ms: Joan.
Escrito a veces como Berro.
El ttulo aparece al final de la p. 323; el primer verso se encuentra en la. 324.
Segn la paginacin antigua, que aparece corregida actualmente.
Ms.: Estopinan.
[29]
217
I. A la regin martima
D. vuestra msica santa al rey beatfico.
42 [35]. AL MAESTRO CABA, COMISARIO DE LA PROVINCIA DE SAN
DIEGO DE CANARIA [333-335]
218
[30]
[31]
219
220
[32]
telsol (MP II-973) con poemas de Fray Luis de Len, Fray Melchor de la
Serna, Hurtado de Mendoza, Lin, Gngora, Lope y Otros, en Analecta
Malacitana (1997). Segn estos investigadores, tambin se encuentran los
dos poemas en el Cancionero de Pedro de Rojas (Biblioteca Nacional, ms.
3924, 174v); en el Cancionero de Penagos (Biblioteca de Palacio, II/1581,
f. 27r-28v; 28v-30r); en el Cancionero de Gabriel de Peralta (Biblioteca
Nacional, ms. 4072, fs. 45 y 46), y en manuscrito de Rodrguez Marn (E41-6880, 53)72.
Tambin se encuentran los dos poemas en el Cancionero sevillano B
2495 de la Hispanic Society of America. Vase Labrador Herraiz et alii
(2006), nmeros 228, 229, pp. 395-401: Esdrjulos del Licenciado Cairasco a un fraile73, Respuesta del fraile. [Cairasco de Figueroa]. Los autores hacen historia de las apariciones de ambos poemas y las atribuciones
de autora en las pp. 47 y ss. Es curioso que no comenten los incuestionables datos que ofrecen Millares Carlo y Hernndez Surez (1977).
Los autores de la entrada Cairasco de Figueroa del Diccionario
filolgico de literatura espaola. Siglo XVI (DiFranco et alii, 2009) mencionan, en la pgina 153, la existencia de los dos poemas en la Biblioteca
Nacional de Espaa, ms. 861, s. XVI, finales. f. 600, Carta en esdrjulos a
un fraile, En tanto que los rabes; f. 601, Respuesta del fraile, Ha sido
vuestra fsica.
Los citados autores tambin recensionan, en la misma Biblioteca Nacional, el ms. 3902, de hacia 1560, donde se encuentra el primer poema
(En tanto que los rabes): Cancin en esdrjulos del licenciado Cairasco. Vase DiFranco et alii (2009), p. 154. El segundo poema (Ha
sido vuestra fsica) lo recensionan, en la misma pgina, en el f. 180 del
ms. 17.951 de la misma Biblioteca Nacional: [Libro de D. Gernimo,
1662].
Tambin citan los mismos autores (p. 154) el ms. 3909 (Mazamorra de
varias composturas, del siglo XVIII), de la misma Biblioteca Nacional de
Espaa, donde se encuentran los dos poemas: En tanto que los rabes (f.
243), y Ha sido vuestra fsica (f. 248). De igual modo, citan la presencia de los dos poemas en el ms. 6215 de la Real Academia Espaola, f.
72
Los autores de la entrada Cairasco de Figueroa del Diccionario filolgico de
literatura espaola. Siglo XVI (DiFranco et alii, 2009), en la p. 156, citan este manuscrito
como RAE, RM 6880: f. 127, Carta, En tanto que los rabes; f. 132, Respuesta, Ha
sido vuestra fsica.
73
El poema En tanto que los rabes acaba con la estancia Vuestro patrono artfice
[] hallen eterno y lcido habitculo, que Millares (1977), p. 139, seala como no presente en la Esdrujlea que describe, sin que pueda precisarse cundo fue aadida a alguna de
las varias copias del original, desde la cual pas a las restantes.
[33]
221
222
[34]
Daz Prez menciona los dos poemas en El Averiguador Universal (Madrid, 1879), pp. 27377 y 37478, atribuyendo los dos al poeta isleo. En la p.
32579, un tal A. (Asensio?), menciona tambin los dos poemas, copiando
la primera estancia de Ha sido vuestra msica, cancin que atribuye a
Cairasco; y los tres primeros versos de En tanto que los rabes, atribuyendo la cancin a Pacheco.
Elas Zerolo (1897), pp. 1-104, publica los dos poemas en Noticias de
Cairasco de Figueroa y del empleo del verso esdrjulo en el siglo XVI80.
Luis Maffiotte los presenta en el artculo Esdrjulos de Cairasco. Nuevos apuntes sobre un tema viejo (1900), en la revista El Museo Canario,
en las pginas citadas de 1900.
En la Biobibliografa (1977), ofrece Millares Carlo un nuevo dato
en apoyo de la autora de Cairasco de En tanto que los rabes: una
dos poemas: Ciertamente que Cairasco de Figueroa no debe su fama a obras tan malas
como los esdrjulos anteriores, comienzos quizs de sus primeros pasos en las letras.
77
Preguntas. 233. Cairasco de Figueroa.Conocemos las dos composiciones inditas
de este poeta que existen en la Biblioteca Nacional de Madrid (sala de MSS., M. 190, pgs.
45 a 49 inclusive). Conocer algn curioso, y querr decirnos dnde existen algunas otras
poesas inditas del mismo autor? Son esdrjulos?
78
Cairasco de Figueroa.En la Sala de Mss. de la B. N. existe uno muy curioso (letra
M. nm. 190) donde se recogen muchas noticias raras y poesas inditas del siglo XV y XVI.
A las pginas 45 a 49 inclusive se dan dos composiciones esdrjulas, atribuidas a Cairasco
de Figueroa y admitidas como tal por el incansable biblifilo Gallardo. / La primera comienza: / En tanto que los rabes / Dilatan el estrpito. / / La segunda, que se pone como
contestacin, comienza: / Ha sido vuestra phsica, / Poeta celebrrimo. / / En El Museo
Canario, nmeros 8 y 23 [se refiere a Revista de Canarias, Tenerife, nmeros del 8 y 23]
del pasado Septiembre, se publicaron ambas composiciones, con las noticias bibliogrficas
y cronolgicas de este manuscrito (el de la B. N.) / Convendra desentraar si ambas composiciones son de Cairasco de Figueroa, como yo supongo, o cul es la de este poeta y cul
sea la del vate sevillano Francisco Pacheco; pero es poca autoridad la que puede prestar
para el caso la cita del Sr. A., en su respuesta del nm. 21. / N. Daz y Prez.
79
Respuestas. Cairasco de Figueroa.Nm. 233, pg. 273. En el Museo Britnico
Additional-20742-in 4. hay una composicin en esdrjulos, de Cairasco, contestacin
a otra de Francisco Pacheco. / La de Cairasco empieza as: / Ha sido vtra. msica, / Poeta
celebrrimo, / Entre las Musas deste mar Atlntico / Tan alta, que la fsica / Del amador misrrimo / Ha vuelto su lamento en dulce cntico: / Y de aquel nigromntico / De tantos necios
dolo, / Que con el celo clido / Vuelve su rostro plido / Y condena su rostro por tan frvolo. / Que quanto es ms mortfero / Vro. remedio ha sido salutfero. /. / La composicin
de Pacheco, tambin en esdrjulos, tiene este encabezamiento: / CANCION / de Francisco
Pacheco, poeta btico, a Bartolom Cairasco, que fue cannigo en las Islas Canarias. / En
tanto que los rabes / Dilatan el estrpito / De su venida con furor armgero. / / Ambas se
publicarn muy pronto en este peridico, para solaz de los aficionados. / A.
80
En la p. 33, apunta: Daz Rengifo cita estas dos canciones en su Arte potica (1592),
de la que luego hablar, pero no dice de quin sean.
[35]
223
224
[36]
[37]
225
I. No a Polimnia ni Urania,
D. Federico segundo imperatorio.
Se cita en Domnguez Bordona (1935), p. 170, Poesas de Bartolom
Cairasco de Figueroa: Al glorioso S. Antonio de Padua, de quien era
muy devota mi seora Doa Ana Mexa, marquesa de Montesclaros: No
Apolinia [sic] ni Urania. fs. 303-31085.
Aurelio Mir Quesada S. (1962), pp. 70-71, se vale de la alusin a la
virreina en la Cancin dedicatoria de la Esdrujlea para confirmar que
Montesclaros no lleg ya viudo a Lima. Sigue Mir Quesada: La mencin de Cairasco de Figueroa no slo tiene el valor de un testimonio coetneo, sino que est corroborada por otra cancin, tambin enviada a Lima,
en la que seala cul era la devocin especial de la Marquesa. Al glorioso
Sant Ant. de Padua de quien es muy devota mi seora Doa Anna Mexa,
Marquesa de Montes Claros, se titula la hagiogrfica composicin86; que
tiene su equivalente en otro verso del mismo carcter, e igualmente lleno
de palabras esdrjulas, que revela que la de San Jos era la devocin predilecta del Virrey: Al esposo de la Virgen, de quien es muy devoto el Marques
de Montesclaros. Virrey del Piru. Transcribe los dos primeros versos del
poema Al esposo de la Virgen, y el envo.
50. AL ESPOSO DE LA VIRGEN, DE QUIEN ES MUY DEVOTO EL
MARQUS DE MONTESCLAROS, VIRREY DEL PER87 [361-363]
226
[38]
APNDICES
APNDICE 1: EXTRACTOS DE LA CORRESPONDENCIA
DE DON AGUSTN MILLARES CARLO DONDE
SE ALUDE A CAIRASCO
Por la correspondencia que he podido consultar de Agustn Millares Carlo, se
ve que, advertido por las noticias de los hallazgos de Cioranescu, pudo consultar el
manuscrito de la Biblioteca de Palacio en el mes de febrero de 1958. Pidi copias
y se las enviaron a Mxico. Entre Mxico y Maracaibo (a donde lleg en 1959)
elabor, con los nuevos datos, la entrada de Cairasco de la posterior Biobibliografa..., aparecida en 197789. Los soportes de Millares en Las Palmas para elaborar la
Biobibliografa fueron Manuel Hernndez Surez (que seguira trabajando con
l hasta el final) y su sobrino, Agustn Millares Sall. Pronto este dej de prestar
su ayuda y qued solo Hernndez Surez. Ninguno de los dos tena formacin
bibliogrfica profunda, y trabajaban gratis et amore. Desde Tenerife les ayudaba
Antonio Vizcaya Crpenter. Don Agustn, atareado con sus clases y sus mltiples
empresas bibliogrficas, se puso en manos de la buena voluntad de Hernndez
Surez en la confeccin de la obra. Qu pudo haber pasado con la descripcin de
la Esdrujlea? Solamente veo dos respuestas: o que Millares no la vio en profundidad, o que sus notas no fueron transcritas fielmente.
En la primera carta que se conserva de Millares a Hernndez Surez y Millares Sall
(Madrid, 13 febrero 1958), les comunica que ha pasado dos horas en la Biblioteca de
Palacio viendo el manuscrito de Cairasco, aunque creo que no todo l es de nuestro
poeta. Debe de referirse Millares al manuscrito 2803, donde estn las obras dramticas y algunas octavas de Cairasco, en dos entradas. Tambin es posible que se refiera
al manuscrito 1390, donde est la Esdrujlea, que tampoco todo l es de Cairasco.
Ya se ha sealado que la paginacin corregida es 361-363.
El periodista Luis Garca Jimnez, en una entrevista hecha a Millares Carlo (Diario
de Las Palmas, 22-01-1959), dice: Dentro de seis meses estar preparada para ir a la
imprenta la nueva Biobibliografa de autores canarios, que realiza don Agustn Millares
Carlo. En Salamanca ha efectuado investigaciones para un trabajo relacionado con el homenaje que se tributar a su discpulo Dmaso Alonso. Tambin se habla de las ltimas
investigaciones hechas en Madrid (Cairasco e Iriarte). En 1955, despus de su primer viaje
a su tierra desde su marcha a Mxico, le dice en carta a su sobrino Agustn: Cuando en
julio de 1952 hice viaje a Espaa, llev conmigo y dej en Madrid, en poder de Segundo
Egido, funcionario del Ateneo (Prado, 21), unos cuantos sobres con los materiales para una
nueva edicin de mi Bibliografa de escritores canarios, con considerables aumentos. En
esos papeles no se ha incorporado por falta de tiempo y de elementos lo ms recientemente trabajado (en particular en las Islas) durante los ltimos aos.
88
89
[39]
227
228
[40]
[41]
229
94
En el Seminario Millares Carlo de la UNED de Las Palmas se encuentra la edicin de
Cioranescu, con introduccin y notas suyas, de las Obras inditas. I. Teatro, de Cairasco de
Figueroa (1957b), con la siguiente dedicatoria: Al mejor conocedor / del pasado cultural
canario, / D. Agustn Millares Carlo, / esperando le resulte grata / esta nueva amistad con el
viejo vate, / modesto homenaje de su admirador, / AlCioranescu.
230
[42]
[43]
231
De confusas pginas consideran los autores de la Biobliografa las dedicadas por Cioranescu a las dos composiciones de que se habla en la mentada
entrada n. 37.
Al hablar del libro que trataba de imprimir Cairasco bajo el ttulo Estrella de
la mar, anota Cioranescu (p. 382) que esta obra sobre la Candelaria podra ser la
segunda parte de la Esdrujulea, que se compone de 17 canciones en esdrjulos,
dedicadas a nuestra Seora de Candelaria. Evidentemente, habla de la copia de
Millares Torres de El Museo Canario, y no de la Esdrujlea del Palacio Real.
Al aludir a la pretensin de Cairasco de conseguir el nombramiento de cronista
del rey, afirma Cioranescu (p. 383) que es de suponer que, adems de los tomos
publicados del Templo, haba enviado tambin sus obras inditas, y en primer lugar sus esdrjulos, sus producciones dramticas y sus poesas, que an se conservan en la Biblioteca de Palacio. En la p. 386, Cioranescu comenta que, de sus
dos Esdrujuleas, ninguna lleg a publicarse, y la que iba destinada al marqus de
Montesclaros parece que nunca lleg a su destinatario.
referencias bibliogrficas
Alonso, M. R., octubre-diciembre de 1952. La obra literaria de Bartolom Cairasco de Figueroa. Revista de Historia. XVIII: 334-389.
A. (Asensio?), 1879. Respuestas. Cairasco de Figueroa.Nm. 233. El Averiguador Universal: 325.
Asensio, J. M., 1886. Francisco Pacheco. Sus obras artsticas y literarias. Imp.
de E. Rasco, Sevilla.
Bechara, Z., 1995. La moda de los sdruccioli en Espaa y en el Nuevo Reino de
Granada. Thesaurus. L. 1, 2 y 3: 406-441.
Benito Ruano, E., 1955. Manuscritos canarios del Museo Britnico. Anuario de
estudios Atlnticos. I: 574.
Blecua, J. M., 1945. Cancionero de 1628. Edicin y estudio del Cancionero 250-2
de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza. Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid: 119-120.
Brito Daz, C., 2000. Bartolom Cairasco de Figueroa, en Historia Crtica.
Literatura Canaria, vol. 1, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria: 355-373.
Castillo, P. A. del, 1848. Descripcin histrica y geogrfica de las islas de Canaria. Imprenta Islea, Santa Cruz de Tenerife: 248.
Castro, A. de, 1857. Poetas lricos de los siglos XVI y XVII. t. XLII de la Biblioteca de Autores Espaoles. M. Rivadeneyra, Madrid: 498-499.
Cazorla Len, S., y J. Snchez Rodrguez, 1977. Obispos de Canarias y Rubicn.
Eypasa, Madrid.
Cioranescu, A., 1954. El teatro de Cairasco, en Estudios de literatura espaola
y comparada: 69-90.
232
[44]
[45]
233
Fuentelsol (MP II-973) con poemas de Fray Luis de Len, Fray Melchor de la
Serna, Hurtado de Mendoza, Lin, Gngora, Lope y otros. Analecta Malacitana. XX. 1: 189-265.
Labrador Herraiz, J. J., R. A. DiFranco, y J. M. Rico Garca, 2006. Cancionero
sevillano B 2495 de la Hispanic Society of America. Universidad de Sevilla,
Sevilla: 47 y ss., y 395-401.
Lpez de Sedano, J., 1770. Parnaso Espaol. T. III. Ibarra, Madrid.
Maffiotte, L., 1900. Esdrjulos de Cairasco. Nuevos apuntes sobre un tema viejo. El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria. IX: 69-76, 101-109, 133141, 165-171, 197-206, 229-238, 266-272, 300-304 y 325-331.
Menndez Pidal, R., 1914. Cartapacios literarios salmantinos del siglo XVI. Boletn de la Real Academia Espaola. I: 314 y 319-320.
Millares Carlo, A., 1932. Ensayo de una bio-bibliografa de escritores naturales
de las Islas Canarias (Siglos XVI, XVII y XVIII). Tipografa de Archivos, Madrid.
, 1975. Descripcin y estudio de los impresos de los siglos XV y XVI existentes
en la biblioteca de El Museo Canario. Ediciones del Excmo. Cabildo Insular
de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: 96-98.
Millares Carlo, A., y M. Hernndez Surez, 1977. Biobibliografa de escritores
canarios (Siglos XVI, XVII y XVIII), t. II, Cairasco de Figueroa, Bartolom. El
Museo Canario, Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas. Plan Cultural, Las Palmas de Gran Canaria: 123-184.
Millares Torres, A., 1872. Biografas de canarios clebres. Tomo I, 1. ed. Imprenta de Vctor Doreste, Las Palmas de Gran Canaria: 58-89; 366-374.
, 1878. Hijos ilustres de las Islas Canarias. Biografas de canarios clebres.
Tomo I, 2. ed. Imprenta de Francisco Martn Gonzlez, Las Palmas de Gran
Canaria: 157-228.
, 1897. Hijos ilustres de las Islas Canarias. Biografas de canarios clebres.
Tomo II, 2. ed. Imprenta de Francisco Martn Gonzlez, Las Palmas de Gran
Canaria: 329-349.
, 1982. Biografas de canarios clebres, completada con elaboraciones actuales de diversos especialistas. Edirca, Las Palmas de Gran Canaria: 125-158.
Mir Quesada S., A., 1962. El primer virrey-poeta en Amrica (Don Juan de
Mendoza y Luna, Marqus de Montesclaros). Gredos, Madrid.
Navarro Durn, R., 1982. Esdrjulos inditos de Bartolom Cairasco de Figueroa. Revista de Filologa. 1. La Laguna, Tenerife: 13-34.
Nougus Secall, M., 1858. Biografa del poeta canario Cairasco y relacin de
sus principales obras, Cartas histrico-filosfico-administrativas sobre las
islas Canarias. Imprenta y Librera Madrilea de Salvador Vidal, Santa Cruz
de Tenerife: 268-273.
Snchez Robayna, A., 1992. Algo ms sobre los esdrjulos (con una cancin indita
de Cairasco), en Estudios sobre Cairasco de Figueroa. Real Sociedad Econmica de Amigos del Pas de Tenerife, La Laguna: 168-171.
, 2006. Variaciones sobre poesa e historia, en A. de Bthencourt Massieu
(ed.), Lecturas de historia de Canarias. Academia Canaria de la Historia, Las
Palmas de Gran Canaria: 233-255.
234
[46]
Seccin de Bibliografa
Estudios Canarios
(con la colaboracin del autor)
del Instituto de
a d v e rt e n c i a
236
[2]
no as ciertos textos que, superficialmente confundibles con obras en prosa, participan de la substancialidad de la creacin lrica, como el autor ha
querido corroborar explcitamente en algunas antologas personales; de ah
que en el apartado inicial se haga constar que se trata de libros de poesa
(en verso y prosa), y a su efecto corresponde la seccin siguiente; por otra
parte, en sta se han referenciado ciertas entradas que, aunque atinentes a
publicaciones excluidas de la seccin primera, contienen una ineludible
informacin general sobre esta escritura. No se da noticia de los poemas
que, en distintos estados textuales, se alojan en los minutarios El pedregal
y el viento, Lo desiscado, La perdiz mareada, El palabral y El tejedor y
la pensada (Las Palmas de Gran Canaria, Anroart Ediciones, 2006-2010).
La presente bibliografa no es exhaustiva, pero s indicativa de lo esencial; da cuenta de lo histrico pero no de lo historial (las variantes o cambios llevados a los textos).
BIBLIOGRAFA ACTIVA
I. LIBROS DE POESA (EN VERSO Y PROSA)
[3]
237
12. Memoria potica, prlogo de Jorge Rodrguez Padrn, Islas Canarias [sic],
Viceconsejera de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1998.
13. Para una fogata, Las Palmas de Gran Canaria, 2000. Coleccin Para las
Veladas de Monsieur Teste.
14. Entre el lugar y ms all. Seguido de un Excurso, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart Ediciones, 2005. Coleccin Puerto Escondido.
15. Cuaderno de apuntes y esbozos poticos del destemplado Palinuro atlntico, Madrid, Fundacin Csar Manrique, 2005. Coleccin Pola Blanca.
16. La echazn, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart Ediciones, 2010. Coleccin La Llama sin Brasa.
II. RECOPILACIONES Y ANTOLOGAS INDIVIDUALES
[Por orden cronolgico.]
17.
Contiene, adems del libro Cambiado por silencio hasta entonces parcialmente indito, una seleccin de los nms. 1-5 y 7.
18.
19.
238
21.
[4]
22.
23.
Contiene (slo lo esencial y en espaol): Cronologa, Una Potica, Seleccin de textos (a partir de los nms. 1, 3, 4, 5, 11 y 15), Nota y Bibliografa.
24.
25.
Poetas de las Islas, introduccin y reunin de Jess Mara Godoy, La Laguna, Publicaciones del Colegio Mayor San Agustn, 1964, pp. 79-83.
26.
27.
[5]
239
rio, 1966, pp. 79-85. Coleccin San Borondn. (Hay reimpresin facsimilar: Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones El Museo Canario, 1997, con
nueva nota preliminar de Oswaldo Guerra Snchez [1-2].)
28.
29.
LZARO SANTANA, Poesa canaria. Antologa, Las Palmas de Gran Canaria, 1969, pp. 201 y 220. Coleccin Tagoro.
30.
31.
JOS QUINTANA,
32.
33. RAFAEL FRANQUELO y VCTOR RAMIREZ, La guitarra del Atlntico, Las Palmas de Gran Canaria, 1973, p. 13.
Contiene: Ritmos.
34.
36.
Poesa canaria. 1940-1984, Santa Cruz de Tenerife, Editorial Interinsular Canaria, 1986, pp. 221-226. Biblioteca Canaria de
Bolsillo.
SEBASTIN DE LA NUEZ,
37.
240
38.
[6]
Muestra de poesa canaria, presentacin y reunin de Jorge Rodrguez Padrn, Santander, Institucin Cultural de Cantabria, Pea Labra, nm. 60,
Invierno de 1986, pp. 33-34.
39. , Cultura canaria hoy. Una sumaria antologa, en El Urogallo, diciembre de 1988-enero de 1989, Madrid, p. 78.
Contiene: Pobre de oscuridad y Halsz Bstya.
40.
41.
Contiene: Reconocimiento para el mar (o en el lugar de un prlogo), Trapera para el fin de un verano, Cuando trasver es casi imaginar y En el lugar
de un tropo.
JOS BATLL, El Bardo (1964-1974). Memoria y antologa, Barcelona,
1995, p. 451. Los Libros de la Frontera.
42.
43.
FLIX CASANOVA DE AYALA, Los mejores poemas de ayer y de hoy, Santa Cruz
44.
BENIGNO LEN FELIPE, Panorama del poema en prosa en Canarias. (Estudio y antologa), La Laguna (Tenerife), Estudios Canarios. Anuario del
Instituto de Estudios Canarios, XLIV [1999], 2000, pp. 374-375.
45.
Contiene: Ritmos, Pisapapeles en la arena, De quodam Cristophoro Colombo mentis y Palabras que se hacen de una hora nocturna, bajo otra cpula de
silencio ardentsimo.
46.
[7]
241
Contiene: Los dones del insomnio, Cambiado por silencio, Halsz Bstya, Arenales bajo la luna y Heliotropo.
47.
Antologa de la poesa canaria contempornea (19402000), Eugenio Padorno, La Laguna (Tenerife), Instituto de Estudios
Canarios, 2003, pp. 361-374.
MIGUEL MARTINN,
48.
49.
MIGUEL MARTINN, Poesa canaria contempornea (1940-1990). Antologa, Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea, 2009, pp. 233-248.
50.
51.
52.
FELIPE BOSO und RICARDO BADA, Ein Schiff aus Wasser. Spanische Literatur
242
54.
[8]
55.
Littrature et art contemporains des les Canaries, num. special de Missives, Pars, 1997, pp. 71-72.
56.
57.
58.
59.
60.
A don Juan Millares Carlo [en pgina especial titulada Desde esta orilla], Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 22 de abril de
1965.
61.
62.
63.
Pese al aliento de estas vigas, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de
Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 10 de marzo de 1966.
64.
Algunos casos que recordar no quiero, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 29 de
septiembre de 1966.
65.
66.
La otra mitad, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las
Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 17 de abril de 1968.
[9]
243
67.
Sin irona (casi), en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de
Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 19 de junio de 1968.
68.
69.
En la hora suprema del hasto, en Cartel de las Letras y las Artes, supl.
de Diario de Las Palmas, 22 de enero de 1969.
70.
71.
Ceremonial, en Algunos poetas canarios y la muerte [pgina coordinada por Alfonso OShanahan], La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 2 de noviembre de 1972.
72.
73.
74.
Ritmos, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 20 de septiembre de 1973.
75.
76.
77.
78.
79.
80.
81.
82.
83.
84.
Tres poemas inditos [Quin hay ah, Viernes de pasin y La caja negra
244
[10]
del vuelo del ensueo del pequeo arquitecto], en La Fbrica, Santa Cruz de
La Palma, nm. 26, invierno de 2001-2002, pp. 3-4.
85.
Te encargo, Pepe Dmaso, que cambies las palabras de este sueo en formas, y que las cosas vuelvan a ser cosas, en el catlogo Pepe Dmaso. La
biblioteca pintada, Las Palmas de Gran Canaria, Gobierno de Canarias,
2006, p. 284.
86.
IV. TRADUCCIONES
En volumen
87.
Tal vez maana, de Claudio Rizzo, Las Palmas de Gran Canaria, Inventarios Provisionales, 1970.
88.
Viaje a Nueva Cork, de Henry Robert, Las Palmas de Gran Canaria, Para
las Veladas de Monsieur Teste, 1996. Cuadernos de Poesa Narracin Ensayo.
En publicaciones peridicas
89.
Bastante lejos de aqu (Bien loin dici. Baudelaire, cien aos despus),
en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las
Palmas de Gran Canaria, 6 de noviembre de 1967.
90.
Para ti, de Claudio Rizzo, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de
Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 25 de octubre de 1972.
91.
The End of the Party y El secreto coloquio, de Claudio Rizzo, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las Palmas de
Gran Canaria, 15 de noviembre de 1972.
92.
93.
94.
Nubes y nieblas, de Emmanuel Hocquard, en Syntaxis, La Laguna (Tenerife), nm. 12-13, otoo de 1986-invierno de 1987, pp. 46-49.
95.
[11]
245
V. MISCELNEA
96.
LZARO SANTANA, Poesa canaria viva (LP), Las Palmas de Gran Canaria,
1969. Coleccin Gambito. (Se reedita [Las Palmas, Ultramarino Ediciones
y Gobierno de Canarias, 2006] en formato de CD, y con una nueva nota de
L. Santana.)
BIBLIOGRAFA PASIVA
VI. BIBLIOGRAFIAS, HOMENAJES, DICCIONARIOS
97.
98.
99.
100.
JORGE RODRGUEZ PADRN, Primer ensayo para un diccionario de la literatura en Canarias, Islas Canarias [sic], Viceconsejera de Cultura y Deportes,
Gobierno de Canarias, 1992, pp. 229-230 y passim. Coleccin Viera y Clavijo.
102.
CARLOS LVAREZ,
103.
ANNIMO,
246
[12]
105.
DOMINGO BEZ,
106.
DANIEL BARRETO,
Eugenio Padorno. Del lugar de existir, en Serta. Revista Iberorromnica de Poesa y Pensamiento, Madrid, Facultad de Filologa, UNED, nm. 8, 2004-2005, pp. 60-64.
108.
109.
BELARMINO,
Tertulia canaria. La isla y sus poetas, en El Eco de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 18 de octubre de 1972.
Sobre nm.2.
110.
111.
JOS CABALLERO MILLARES, Acerca de Poesa canaria ltima, en Canarias7, Las Palmas de Gran Canaria, 1 de abril de 1997.
112.
DOLORES CAMPOS-HERRERO,
Sobre nm. 4.
113.
114.
115.
[13]
247
116. , Destino el mar, Letras Libres, Madrid, nm. 62, noviembre de 2006,
pp. 67-68.
Sobre, entre otros, nms. 13 y 14.
117.
118.
119.
120.
SCAR FALCN CEBALLOS, Eugenio Padorno, en la nueva poesa espaola, en Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 13 de enero de
1969. [Entrevista.]
A propsito de nm. 2.
121.
RAFAEL FERNNDEZ,
122.
123. , Dilogo del poeta y su mar de Eugenio Padorno: una mariposa de rayas amarillas, en Cultura, supl. de La Provincia, Las Palmas de Gran
Canaria, 17 de febrero de 1997.
124.
125.
126.
127.
128.
248
[14]
133.
Sobre nm. 1.
134.
FERNANDO HERRERA, El enigma ontolgico, en Cultura, supl. de La Provincia / Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 17 de enero de
2008.
135.
JUSTO JORGE PADRN, Entrevista con Eugenio Padorno, accsit del Adonais 1968, en El Sptimo Da, supl. de El Eco de Canarias, Las Palmas de
Gran Canaria, 24 de diciembre de 1968.
136.
PEDRO LEZCANO, Respuestas a Una encuesta de Cartel sobre Poesa canaria ltima, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las
Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 4 de febrero de 1968.
[15]
249
141. , Prlogo a un recital potico, en Cartel de las Letras y las Artes, supl.
de Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 24 de enero de 1968.
142.
143.
144.
JOAQUN MARCO,
nm. 238.)
Sobre nm. 3.
145.
146. , Ysbal, Giraldo, Padorno y ngel Snchez, en Quarteto, en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 14 de marzo de 1991.
Respuestas a Una encuesta de Cartel sobre Poesa canaria ltima, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las
Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 28 de enero de 1967.
147.
ISIDRO MIRANDA,
148.
149.
EDUARDO MOGA,
150.
151.
RAFAEL MORALES,
152.
153.
Sobre nm. 2.
250
[16]
155.
156.
Las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran
Canaria, 27 de septiembre de 1967.
157. , Eugenio Padorno en Poetas canarios. Desarrollar una visin personal de su propia potica, en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria,
29 de octubre de 1980.
158. , Interrogacin a travs del poema, en La Provincia, Las Palmas de
Gran Canaria, 30 de diciembre de 1980.
159. , Eugenio Padorno rene en Memoria potica varias reflexiones sobre
la lrica, en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 5 de abril de 1996.
Sobre nm. 10.
161. P., Lecturas poticas en El Museo Canario, en Diario de Las Palmas, Las
Palmas de Gran Canaria, 13 de agosto de 1966.
162.
BRUNO PREZ, Septenario de San Juan, en Cultura, supl. de La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 1 de marzo de 2001.
163. , Tambin aqu se presentan los dioses, en Cultura, supl. de La Provincia / Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 3 de mayo de
2007.
Respuestas a Una encuesta de Cartel sobre Poesa canaria ltima, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de
Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 28 de enero de 1967.
164.
165.
Sobre nm. 1.
166.
[17]
167.
251
ANTONIO PUENTE,
168. , Trascanteras, en Cultura, supl. de La Provincia / Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 23 de febrero de 2006.
Sobre nm. 14.
171.
JOS QUINTANA,
Ensayos de literatura canaria (VI). Eugenio Padorno, entre Para decir en abril y Metamorfosis, en El Eco de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 15 de febrero de 1976.
172.
JUAN PEDRO QUIONERO, Poesa: Los poscontemporneos, en Informaciones de las Artes y las Letras, supl. de Informaciones, Madrid, 5 de septiembre de 1974.
173.
ELISA R[ODRGUEZ] COURT, Eugenio Padorno, en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 9 de marzo de 2011.
174.
175.
Sobre nm. 3.
176.
El poeta Eugenio Padorno reclam ayer la pujanza cultural de las periferias, en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 25 de febrero de 1997.
Sobre nm. 27 (reimpresin).
252
[18]
Sobre nm. 1.
181.
183.
ANA SHARIFE, 30 aos de Poesa canaria ltima, en Canarias7, Las Palmas de Gran Canaria, 24 de febrero de 1997.
185. , Una cosecha de poetas repleta de gallarda, en Canarias7, Las Palmas de Gran Canaria, 26 de febrero de 1997.
Sobre nm. 27.
186.
ANTONIO TOVAR,
187.
ALEJANDRO AMUSCO, El valor de la palabra, en VV.AA., Novsimos, postnovsimos, clsicos. La poesa de los 80 en Espaa, ed. de Birut Ciplijauskait, p. 69.
188.
189.
VV.AA,
Canarias, p. 138.
190. , Treinta aos de Poesa canaria ltima, ibid., pp. 23-40. (Idem.)
191.
[19]
253
192.
193.
JOS DOMINGO, Mapa literario de los litorales del Atlntico sur de Espaa, en La Estafeta Literaria, Madrid, nm. 282-83, enero de 1964, p. 101.
VENTURA DORESTE,
nm. 27.)
197. , Del sujeto supuesto saber y su metamorfosis. (Aproximacin a una semitica-potica de Eugenio Padorno, en Babel-in-sularia. Ensayos lacanianos, Madrid, Publicaciones del Seminario Millares Carlo, UNED, Centro
regional de Las Palmas, 1981, pp. 27-34. (Posteriormente recogido en Boletn Agustn Millares Carlo, Madrid, vol. II, nm. 4, 1981, pp. 347-355.)
198.
199.
JORDI GRACIA y DOMINGO RDENAS, Historia de la literatura espaola [dirigida por Jos-Carlos Mainer]. 7. Derrota y restitucin de la modernidad.
1939-2010, Madrid, Crtica, 2011, pp. 631-632.
200.
BELN GONZLEZ
254
[20]
205.
206.
210.
MIGUEL MARTINN, Destino de la luz. (Dos notas al margen de Poesa canaria ltima), en VV. AA., En torno a Poesa canaria ltima. Algunas pgi-
nas de un seminario, ed. de Eugenio Padorno, pp. 51-64. (Vase nm. 243.)
215.
BERNARD NOL,
216.
SEBASTIN DE LA NUEZ,
217.
218.
[21]
219.
255
JOS MIGUEL PERERA y JOS YERAY RODRGUEZ, Tras la tormenta, las huellas, en La luz no interrumpida. Homenaje a Eugenio Padorno, pp. 33-34.
(Ver nm. 98.)
221.
222.
ANTONIO PUENTE,
223.
JORGE RODRGUEZ PADRN, Nueva poesa (5). Eugenio Padorno, en Cartel de las Letras y las Artes, supl. de Diario de Las Palmas, Las Palmas de
Gran Canaria, 6 y 13 de abril de 1967.
sa canaria ltima. Algunas pginas de un seminario, ed. de Eugenio Padorno, pp. 88-92.
Sobre nm.1.
FANNY RUBIO, Aproximacin a la poesa canaria actual, en De las revistas poticas espaolas (1939-1975), Madrid, Ediciones Turner, 1976, pp.
483, 485-486.
232.
canaria ltima. Algunas pginas de un seminario, ed. de Eugenio Padorno, pp. 123- 127. (Vase nm. 243.)
256
[22]
233.
234.
RICARDO SENABRE,
235.
236.
JAIME SILES, Ultimsima poesa espaola escrita en castellano: rasgos distintivos de un discurso en proceso y ensayo de una posible sistematizacin, en VV.AA., Novsimos, postnovsimos, clsicos. La poesa de los 80
en Espaa, ed. de Birut Ciplijauskait, p. 152. (Vase nm. 241.)
237.
238.
y OCTAVIO PINEDA DOMNGUEZ, Eugenio Padorno, el nufrago en el laberinto isleo, en La luz no interrumpida. Homenaje a Eugenio Padorno, pp. 57-66. (Ver nm. 98.)
239. , Canarias siglo XX, bajo la direccin de Lzaro Santana, Islas Canarias
[sic], Edirca, 1983.
240. , Canarias, Madrid, Publicaciones de la Fundacin Juan March, Editorial Noguer, 1984.
241. , Novsimos, postnovsimos, clsicos. La poesa de los 80 en Espaa, edicin de Birut Ciplijauskait, Madrid, Editorial Orgenes, 1991.
242. , Historia y crtica de la literatura espaola. poca contempornea:
1939-1975. Primer suplemento, por Santos Sanz Villanueva, con la colaboracin de scar Barrero Prez, Javier Cercas, Juan Jos Lanz et alii,
Barcelona, Crtica, Grijalbo, Mondadori, 1999.
243. , En torno a Poesa canaria ltima. Algunas pginas de un seminario,
ed. de Eugenio Padorno, Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2002.
244. , En la movilidad de un tiempo esquivo. Estudios sobre la poesa espaola del ltimo medio siglo, Juan de la Cruz Martn, Pedro Hilario Silva y
Lur Soruela (coords.), Madrid, Editorial Envida, 2009.
HOMENAJE A
MANUEL GONZLEZ SOSA
(1921-2011)
260
[4]
Segunda luz (2006). Fue asimismo colaborador de nuestro Anuario Estudios Canarios. Otros libros suyos son Gran Canaria. Lanzarote. Fuerteventura (1969, reeditado en varias ocasiones, la ltima en 1983), Sonetos
andariegos (1967), Dos poemas venezolanos (1975), la breve antologa
potica A pesar de los vientos (1977), Contraluz italiana (1988), El amigo manso: Ojeada al revs del tapiz (1992, reeditado en 1993 y 2003),
El mirador (1995, en colaboracin con Mara Dolores de la Fe), Dptico
de los pjaros (1997) y Domingo Rivero. Enfoques laterales (2000). A comienzos del decenio de 1990, y bajo el ttulo general de A pesar de los
vientos, el autor inici la publicacin ordenada de su obra potica en cinco ttulos, siempre en ediciones de tiraje confidencial: Sonetos andariegos
(1992), Cuaderno americano (1997), Parntesis (2000), Trnsito a tientas
(2002) y Contraluz italiana (2004). En 1994 vio la luz una nueva antologa
de sus versos, bajo el ttulo de Laberinto de espejos. El ltimo libro de
Manuel Gonzlez Sosa fue la coleccin de prosas Entonces, all, aparecida
en 2009. La mayor parte de estos ttulos que acabamos de citar como la
serie A pesar de los vientos tuvieron slo, por deseo del autor, una muy
reducida tirada.
Entre los trabajos que el Instituto de Estudios Canarios ha publicado
acerca de la obra de Manuel Gonzlez Sosa figuran Bibliografa de la
obra potica de Manuel Gonzlez Sosa (Estudios Canarios, XXXII-XXXIII
[1990], pp. 95-102) y Manuel Gonzlez Sosa: el laberinto de la escritura (Estudios Canarios, XXXIX [1995]), ambos de Miguel Martinn; La
revista San Borondn (1958-1960). Estudio e ndices (Estudios Canarios, XLV [2001], pp. 275-306), de Mara del Carmen Garca Martn, y la
recensin de Segunda luz por Alejandro Rodrguez-Refojo (Estudios Canarios, L-LI [2008], pp. 843-845), y Mara del Carmen Garca Martn, en
el mismo nmero.
Agradecemos a los participantes en este homenaje su valiosa colaboracin, as como la adaptacin y resumen que han tenido a bien realizar para
este Anuario de los textos de sus respectivas contribuciones.
Algunos recuerdos
de Manuel Gonzlez Sosa
Antonio Henrquez Jimnez
262
[66]
[7]
263
266
[10]
[11]
267
Recordatorio
Carlos E. Pinto Trujillo
Vine a tratar a Manuel Gonzlez Sosa tardamente, aunque amigos y circunstancias literarias nos relacionaban desde bastante antes. Mi recuerdo opera sobre todo a partir de Luis Feria. Gonzlez Sosa era uno de los
pocos, si no el nico, al que su humor vitrilico nunca rozaba, y cuando
decidi un buen da volver a publicar un libro de poemas despus de ms
de tres lustros de silencio, lo hara compartindolo salomnicamente entre
ambos, entrando yo as en la nmina de sus editores. Gonzlez Sosa ya lo
haba sido con El funeral, que vio la luz en 1965 en su coleccin La Fuente
que Mana y Corre. De Clepsidra Luis independiz Calendas, que en 1981
fue la quinta entrega de Poticas, la coleccin de cuadernos de poesa que
yo editaba por entonces. El resto, con el ttulo primigenio de Clepsidra, lo
sacara posteriormente Gonzlez Sosa en la coleccin Pilago.
Durante la vida de Luis supe de Manolo ms bien a travs suyo, por eso
tras su muerte la orfandad nos aproxim y creci nuestro contacto. Nos vimos algunas veces y hablamos por telfono otras tantas. Fue fundamental
para m su confianza cuando afront la edicin de la obra de Feria en PreTextos, as como su beneplcito entusiasta al texto de Jos-Carlos Mainer
que iba a prologarla, que conoci nada ms llegar a mis manos.
Adems, empec a conocer su poesa, que fue el descubrimiento de un
poeta exquisito que incitaba al placer de la diccin, reflexivo, esencial. Me
envi primero Cuaderno italiano en la edicin de 1988, y luego los cuadernos de A pesar de los vientos (ttulo genrico bajo el que reuna su obra
potica), a medida que, al cuidado de Andrs Snchez Robayna, fueron
apareciendo en edicin no venal en la coleccin Las Garzas.
Esta condicin extrema de edicin de autor converta su poesa en un
vnculo casi secreto con sus amigos y gente de su aprecio. Sin ir ms lejos,
el regocijo de cada entrega de A pesar de los vientos iba a prolongar en m
aquella reaccin emocional que hasta entonces estimulara sobre todo la
270
[14]
[15]
271
Rigurosa, exigente experiencia potica la de Manuel Gonzlez Sosa, marcada por duras pruebas de lenguaje. Para l, el hecho potico era una suerte
de destilado de una experiencia largamente sometida a una reflexin en la
que el lenguaje luchaba por la expresin exacta (esto es, la ms ajustada a la
experiencia vital), pero en la que el propio lenguaje se converta en nueva e
ineludible experiencia. El lenguaje se resiste en esta obra potica a desempear un papel estrictamente utilitario, como en la comunicacin social, y
se inscribe en un campo de conocimiento del mundo con un papel no limitado a la estricta mediacin. De ah que el lector de esta poesa tenga a menudo la sensacin de que el lenguaje est en ella fuertemente problematizado.
Todo poeta tiene siempre un problema de lenguaje que resolver, deca
Ungaretti. Manuel Gonzlez Sosa se enfrent lcidamente a ese problema.
Creo que uno de sus poemas en los que ms plenamente se cumple este
intercambio entre la agona del lenguaje (agona en el sentido etimolgico,
retomado por Unamuno y Eliot) y el slido anclaje en el mundo real es el
titulado Fuerteventura. La sustancia autobiogrfica se da en estos versos
la mano con una precisin verbal de notable eficacia lrica:
Aqu, sobre la mar, sangra esta herida
madura soledad, salitre, viento.
Aqu se pisa carne viva, vida
a punto de blasfemia o de lamento.
Aqu una llama insomne muerde aprisa
cualquier anunciacin de flor o trigo
para que cada sueo tenga abrigo
precozmente en un silo de ceniza.
274
[18]
La primera vez que le este poema, hace muchos aos, no pude calibrar
su significado sino de manera muy limitada, como si los datos mismos
que ofreca me resultaran insuficientes. En su primera edicin, Manto de
Paracas vena acompaado de esta sucinta nota: Denominacin de los
mantos mortuorios, bella y fastuosamente bordados, que suelen aparecer
en excelente estado de conservacin en las necrpolis de la pennsula de
Paracas, al sur de Lima. Manuel haba conocido esos mantos en uno de
sus viajes a Per, pero ni la informacin indirecta o metafrica que proporcionan los versos ni la nota explicativa dejan ver las caractersticas de los
mantos aludidos. El azar hizo entonces su papel. En la primavera de 2008,
durante unos das de estancia en Pars, pude contemplar una muestra de
[19]
275
276
[20]
Andrs Snchez Robayna, Cuaderno de las islas, Editorial Lumen, Barcelona, 2011. (142 pp.; dos grabados.)
La influencia de la insularidad en Andrs Snchez Robayna es fcilmente rastreable tanto en su obra potica como en sus diarios y ensayos. La simbiosis entre
el hombre (el poeta) y el espacio que habita (la isla) es un componente esencial que
ha determinado en gran medida su experiencia vital y creativa. Por eso no debe
extraarnos la publicacin de este curioso y singular libro que rene un conjunto
de textos de muy diversa factura, escritos y algunos reescritos para su publicacin a partir de 1974. Son, originariamente, notas y apuntes que recogan
reflexiones diversas sobre las islas y sobre la condicin islea, algunos provocados
por el impacto emotivo directo de espacios insulares y otros muchos surgidos a
partir de la lectura de poemas y textos diversos de igual temtica. Este ltimo
hecho ha condicionado la configuracin final del libro, pues el autor, con atinado
criterio, ha incluido en un segundo apartado la transcripcin de la mayora de los
poemas aludidos en sus reflexiones, muchos de ellos de difcil localizacin. De esa
forma el lector puede, de manera inmediata, conocer la fuente potica que provoc
la experiencia crtica y creadora. Se completa el libro con la reproduccin de dos
grabados del siglo XVI, tambin de motivo insular (la isla de Utopa, segn Toms
Moro, y San Borondn, la isla fantasma, junto a la isla-ballena), as como con una
til relacin bibliogrfica de la procedencia de los poemas recopilados.
No resulta fcil adscribir estos textos a un gnero determinado: se mueven entre
el aforismo, las reflexiones filosficas, los comentarios metaliterarios, e incluso, en
alguna ocasin, el poema en prosa, pero sin salirse de ese territorio como apunta
el propio autor situado en la interseccin de poesa y pensamiento. El hecho de
que el libro aparezca en una coleccin de poesa despeja cualquier posible duda sobre su naturaleza y sobre la intencionalidad ltima del autor. Es preciso sealar que,
a pesar de la dificultad que supona reunir textos escritos en tiempos y situaciones
tan diversas, Snchez Robayna ha logrado darle al libro ese tono de uniformidad y
equilibrio que pretenda, al tiempo que destila frescor y espontaneidad.
El carcter reflexivo que impregna a todos los textos hace que el yo autorial
se nos presente a veces despersonalizado detrs de una tercera persona (slo en
muy escasos momentos asoma la primera), y que en algunas ocasiones se desdoble en un t. Vase, para la tercera persona, este ejemplo: Visitaba l por vez
primera la isla de Madeira. Hondos barrancos, montaas, escarpaduras. Ninguna
emocin ms intensa que la que sinti, de pronto, al ver justo enfrente deshabitadas, inaccesibles las Ilhas Desertas. Esta despersonalizacin y desdobla-
278
[2]
[3]
RECENSIONES
279
na Dorta, emplazado en sus dependencias desde 1992 y, sobre todo, se renda homenaje a la olvidada figura intelectual del abogado, escritor y traductor canario, figura
clave en la vanguardia insular y nacional no slo por sus reflexiones y consideraciones crticas, sino por la extensa red de relaciones de amistad fraternal e intelectual
que estableci all por donde encamin sus pasos. En aquella ocasin se presentaron
algunos de los documentos ms interesantes de un conjunto que cuenta con 4.940
ttulos que abarcan, cronolgicamente, los aos 1930 y 1980, y que tratan, de manera especial, la historia de la Espaa contempornea y la literatura espaola, europea
e iberoamericana. En este libro-catlogo, coordinado por Beln Castro Morales y
Marta Ouvia Navarro, colaboran profesores y especialistas que abordan, a travs de
sus reveladores trabajos, las diversas facetas intelectuales en las que destac Antonio
Dorta, y debe considerarse la brillante continuacin del proceso de recuperacin de
una figura imprescindible en el panorama cultural insular del siglo XX iniciado por
la profesora Isabel Castells, a quien se debe la primera recopilacin de escritos de
Dorta y el primer anlisis monogrfico de su obra. El volumen se estructura en tres
amplios y documentados captulos Aproximaciones a Antonio Dorta, Seleccin de textos de Antonio Dorta y Seleccin bibliogrfica del Legado Mariana y
Antonio Dorta y es nuestro propsito, en las lneas siguientes, examinar cada
uno de ellos con el objeto de situar esta obra en el lugar que le corresponde dentro
de la bibliografa acerca de la realidad cultural de las Islas en el perodo sealado.
El primer captulo se divide a su vez en tres apartados: Estudios, Valoraciones y Testimonios. Estudios incluye cuatro artculos. En el primero, la profesora Beln Castro Morales proporciona una puntual reconstruccin biogrfica
de Antonio y Mariana Dorta, trabajo que complementa la naturaleza de su Legado
y que da cuenta de las circunstancias de su formacin, que tuvo lugar en Tenerife,
Madrid (1930-1951), Roma (1951-1980) y entre Madrid y Roma a partir de los aos
ochenta. Salvador Martn Montenegro, en su texto Antonio Dorta, en su mirador,
analiza su labor periodstica, organizada en tres etapas, en la que destacaron, sobre
todo, sus comentarios personales e ntimos de la realidad cotidiana, de la actualidad
viva, que no slo comenta sino que unas veces recrea y otras descubre. El peridico
insular La Tarde, en el que public dos secciones fijas, Mirador y Notas de Madrid, entre 1932 y 1935, o los madrileos ABC y Blanco y Negro, en los que trabaj
como redactor durante la Guerra Civil, fueron algunas de las destacadas publicaciones que acogieron sus artculos. Bernd Dietz se ocupa del Dorta traductor, si bien
insiste en que es un escritor que no escribe; pero un escritor en potencia. Dietz se
refiere a cmo el joven canario, desencantado e invisible en la Espaa de posguerra,
se vio en la obligacin de vivir modestamente gracias a sus trabajos como traductor,
que se inician en el perodo madrileo y continan en sus primeros aos en Roma.
Finalmente, Dietz llama la atencin sobre el hecho de que Dorta publique, junto con
Manuel Granell, una Antologa de diarios ntimos, en la editorial Labor (1963), que
componga una Breve biografa del diario ntimo y que anteponga a sus traducciones de textos memorialsticos significativos (Walter Scott, Thomas Carlyle, Jorge
Ticknor, Diderot, Sainte-Veuve o John Ruskin, entre otros) reveladores prlogos
que lo sitan en una posicin nica desde la perspectiva canaria, pero tambin espaola, en este tipo de literatura. Miguel Martinn cierra este captulo con un texto
280
[4]
dedicado a analizar la copia del cuaderno preparatorio del libro de Rafael Alberti
y Jos Bergamn X a X, editado en enero de 1982 por la revista malaguea Litoral
(nms. 109-110-111), que se encuentra en el Legado gracias a la amistad que mantuvieron Mara Teresa Len y Rafael Alberti, quienes residieron en Roma entre 1963
y 1977, con el matrimonio Dorta. Martinn seala las variantes ms significativas
que surgen del cotejo del cuaderno del Fondo Dorta y el libro editado, pues algunos
textos impresos no figuran en el original, y otros que aparecen en la copia conservada en el Legado no fueron incluidos en la edicin de 1982. En este caso, es posible
pensar que estos textos puedan no haber aparecido publicados en ningn otro lugar.
Valoraciones, el segundo apartado, antolgico, acoge un fragmento de la Introduccin a Cartas a Dcil y otros ensayos (1993), obra en la que Isabel Castells
descubre a Antonio Dorta como protagonista de la vanguardia y no slo como observador, afirmacin que justifica de la siguiente manera: el progreso era su sueo; Unamuno y Ortega, sus maestros; los miembros de La Rosa de los Vientos, sus
amigos; la reconstruccin de Canarias y, en un sentido amplio, de Espaa, su
objetivo. El interesante estudio de la profesora Castells muestra notables coincidencias entre el pensamiento de Dorta y el de los mejores poetas insulares de preguerra
a travs del examen de artculos como Universalidad, nacionalismo y sectarismo y
Venganza de Canarias, en los que expresa su sed de universalismo, y las Cartas
a Dcil, consideradas la principal aportacin de Dorta al marco de reflexin terica de nuestra vanguardia en un mbito poltico y social antes que en el literario,
pese a las evocaciones mticas de su ttulo y razn por la cual su nombre aparece
vinculado al de ensayistas como Espinosa, Trujillo, Pestana o Feria. Andrs Snchez
Robayna (2005) atenda al Antonio Dorta traductor de la generacin de vanguardia,
labor de la que subray su afn por traer al espaol continuamente obras que amaba
por una u otra razn, tanto en lengua inglesa como francesa. Tal y como apuntara
Dietz, Snchez Robayna incide en la predileccin de Dorta por la traduccin de literatura diarstica.
El tercer apartado, Testimonios, incluye las reflexiones de algunos de los
amigos que compartieron con el matrimonio Dorta momentos decisivos: Mara
Rosa Alonso evoca la dignidad y el decoro que guiaron su vida; Elfidio Alonso Rodrguez rememora su infancia comn en Tacoronte, junto a scar Domnguez, y
los trances vividos en el Madrid blico; Carlos Pinto Grote se centra en su amistad
con la pareja, de la que aprendi la serenidad ante las adversidades; por ltimo,
se incluye una entrevista realizada por Luis lvarez Cruz en la que Antonio Dorta,
reticente a referirse a su vida privada, pasa revista a su vida externa y reconoce
su vnculo sincero a tres patrias: Tenerife, Espaa e Italia, pas en el que residi
desde 1951, cuando gan una oposicin a funcionario y traductor de la FAO.
El segundo captulo es, bajo nuestro punto de vista, el que ms inters ofrece
porque permite al lector el conocimiento directo de la palabra del intelectual, del
periodista, del crtico, del vido observador de la realidad de uno de los perodos
ms importantes y significativos de la historia de Espaa. La seleccin de Artculos y reseas incluye un total de cuarenta y tres textos publicados en La Tarde,
ABC y Blanco y Negro, fundamentalmente, desde 1929 hasta 1963. Los temas de
los artculos escogidos van desde la literatura (Gmez de la Serna, Azorn, Larra,
[5]
RECENSIONES
281
Unamuno, Agustn Espinosa, Juan Manuel Trujillo, Alfonso Reyes, Antonio Machado, Gutirrez Albelo, Ortega y Gasset, Baroja, la presencia de Julin Maras
en los entretiens de Pontigny, el grupo potico de Las Palmas, Vicente Alei
xandre, su comentario del libro Los Espaoles, de Julin Maras, el Prlogo a la
traduccin de Ssamo y lirios, de John Ruskin, una breve biografa de la literatura
diarstica) y el arte (la inauguracin de la exposicin de Juan Ismael en el Ateneo
de Madrid, el 27 de mayo de 1933, el pintor Francisco Mateos) hasta la poltica (el
Congreso Socialista de 1932, la defensa de una crtica libre e independiente de los
partidos polticos, el valor de Manuel Azaa o el Congreso de la C.E.DA. de 1933),
pasando por las reflexiones sobre la realidad madrilea (el fro, la primavera o la
inauguracin de la nueva Facultad de Filosofa y Letras), Italia o Canarias (la falta
de unidad y solidaridad entre las Islas, su ignorancia e indiferencia, etc.). Durante
la Guerra Civil, sus colaboraciones en el ABC republicano se centran en la sublevacin militar, la situacin en las trincheras, la paradjica forma de ser del pas,
la exposicin de distintas visiones y puntos de vista sobre el combate, etc. Este
segundo captulo se completa con una acertada seleccin bibliogrfica que incluye
una relacin de artculos de Antonio Dorta publicados en diversos diarios los ya
mencionados y otros como la revista ndice de Artes y Letras o la parisina Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, una seccin dedicada a su obra
de traduccin y dos recopilaciones de textos: los artculos que Dorta public en
La Tarde y las cartas que Juan Ismael remiti a Dorta y su hermana. Este apartado
comprende, finalmente, una Bibliografa selecta sobre Antonio Dorta.
El tercer y ltimo captulo del catlogo dispone de una seccin bibliogrfica
centrada en el propio Legado y se compone de una seleccin de libros con dedicatorias de sus autores, obras de gran valor literario, una recopilacin de libros de
carcter histrico y una pequea antologa de libros de arte. El catlogo se cierra,
de manera brillante, con la reproduccin fotogrfica de documentos originales,
como los poemas que Dorta le dedic a Mara Rosa Alonso, Gutirrez Albelo a
Mariana o el Pregn de Rafael Alberti a los gaditanos, dedicado a Mariana Dorta;
as como misivas (de Gutirrez Albelo, Julin Maras, Rafael Alberti, Max Aub,
Antonio Espina, Mara Zambrano, Mara Rosa Alonso, etc., y de Dorta a autores
insulares como Pedro Garca Cabrera o Eduardo Westerdahl). Esta manifestacin
de los vnculos establecidos por el matrimonio insular con prestigiosas personalidades de la cultura nacional muestra, de manera efectiva, su destacada situacin
en un momento crucial de la historia cultural del siglo XX.
Mara del Carmen Garca Martn
Francisco Len, Aspectos de una revelacin, Santa Cruz de Tenerife, Edicin Ka, Premio de Poesa Pedro Garca Cabrera (2009), 2011. [52 pp.]
Antes que cualquier otra cosa, en un libro de poemas lo que aparece o lo que
acontece, si recordamos a Pessoa es el puro tener lugar del lenguaje, aquello
282
[6]
[7]
RECENSIONES
283
sentido nuevo sea posible: Donde acaba la sombra, / en la tarde de polvo negro, el
sol dispersa su sentido. El amante que surge de su lecho, en el poema Amante
y conocimiento, es capaz de atar todos los hilos invisibles, hilos que unen a los
rboles, porque tiene el conocimiento del amor y comprende la luz, y no otra
cosa que la luz le permite leer los signos, atar los hilos, tejer y abrir de nuevo su
pregunta : Lo amado y el amante, no surgen de la luz?
Todo acto de palabra ha escrito Hans-Georg Gadamer en el instante de
su aparicin, presentifica al mismo tiempo lo no dicho a lo cual l mismo se refiere
como respuesta y como llamada. Efectivamente, no otra cosa ms que invocar lo
no dicho, lo desconocido, y traerlo hasta la comprensin del sentido y del alma humana es lo que late en uno de los poemas ms bellos y significativos de este libro,
el que lleva por ttulo tambin Aspectos de una revelacin. En l, la voz invoca
al espritu, al hlito, al pneuma de la brisa, de la ventisca destructora del verano
para que se diga y nos diga, para que nos entregue nuevas leyes o un sentido distinto, una creencia y una verdad para el hablante. Dice el poema: Pronuncia lo que
somos, gemidora, / todo lo posedo en esta noche, / y todo cuanto nos posee dilo
tambin, / las furias, la corola de muerte, el falso ser. El poeta pide, casi exige la
revelacin de su ser, aunque no haya piedad en ello. El poeta anhela esto porque
busca una palabra original, lo que constitua el contenido esencial de la revelacin:
lgos n arch, la palabra que est en el comienzo absoluto o, como escribi en
su momento Mallarm: El verbo es un principio que se desarrolla a travs de la
negacin de todo principio. Sin este habitar de la palabra, de la voz, en el origen,
la poesa pierde toda condicin de verdadera epifana, de verdadera encarnacin.
Jos ngel Valente, intuyo que recordando el prlogo del evangelio de Juan (que
el poeta gallego tambin tradujo), lo expres as: Slo se es poeta cuando se empieza a tener una relacin carnal con las palabras.
En Libro vuelto hacia un dios, el lector suea que es real aquello que contempla, lo que tal vez signifique que pone su fe en las verdades reveladas por la imaginacin: no se funda acaso todo conocimiento en esta cualidad cognitiva inherente
a la psique humana? Y qu es acaso un sueo ms que una realidad imaginada?
La imaginacin es un proceso superior que, basado en la memoria de experiencias
previas, permite al lector, al amante y al durmiente de estos poemas crear realidades nuevas: soar lo que realmente est sucediendo, como ha escrito el poeta en
otro de sus libros ms bellos, Terraria (2006). Este soar lo real, ha escrito tambin
el autor, es para l el acto fundamental de la existencia. Sabemos que despus
de Kant, el idealismo alemn (Fichte, Schelling y Hegel principalmente) dio por
acabada la metafsica e inaugur lo que se llamara pensamiento postmetafsico;
pero, como admiti el maestro de Knisgberg: aunque nunca podamos alcanzar
un conocimiento, una certeza sobre las preguntas fundamentales de la metafsica,
es inevitable (forma parte de su condicin) que el hombre se siga preguntando por
Dios, la belleza, la muerte, el tiempo, lo sagrado, la justicia, la verdad... Todas estas
preguntas, este infinito e insaciable deseo de conocimiento es lo que plantea este
libro de Francisco Len. En l, la nica certeza es la muerte, la condicin mortal
del hombre que no puede ver lo abierto igual que el animal (como escriba Rilke)
porque sabe que debe morir y, recordando a Unamuno, no quiere morir.
284
[8]
Antonio Abdo Prez y Pilar Rey Brito (edits.), Bajada de Nuestra Seora la
Virgen de las Nieves en el ao de 1850. [Estudios de J. Prez Morera, J.
Tous Meli y J. M. Lorenzo Arrocha.], Santa Cruz de La Palma, Cabildo
Insular de La Palma, 2010. [Ed. fac., 68 pp., (1) h. pleg. de plan.: il.]
Una vez ms, al calor del proyecto de trabajo propuesto para el Departamento
de Investigacin y Archivo de la Escuela Municipal de Teatro de Santa Cruz de
La Palma aunque ahora al margen de l, los veteranos Antonio Abdo Prez
y Pilar Rey Brito, fundadores y, durante cerca de tres dcadas, codirectores de
este centro, vuelven a brindar al lector el fruto de sus pesquisas documentales a la
caza del riqusimo patrimonio literario de la Bajada de la Virgen las Nieves, que
desde 1680 se celebra en Santa Cruz de La Palma con periodicidad quinquenal. La
obra que nos ocupa fue presentada al pblico en el marco de las citadas fiestas, el
viernes 9 de julio de 2010, en el saln de la casa principal de Salazar de la capital
palmera1, en la llamada Semana chica, que antecede a la eclosin celebradora
1
Vid. Bajada de la Virgen: Santa Cruz de La Palma: LXVII edicin de las Fiestas Lustrales: julio-agosto de 2010. [Programa.] Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen,
Santa Cruz de La Palma, 2010, p. 98.
[9]
RECENSIONES
285
del septenario siguiente y que desde el siglo xix fue concebida por los organizadores de la cita para contener toda clase de actos culturales y servir de antesala
al programa teatral y dancstico de la Semana grande, en la que se suceden los
principales actos tradicionales: desfile de Pandorgas, danza de Mascarones, danza
de Acrbatas, minu o danza del siglo XVIII, danza de Enanos, carro alegrico y
triunfal, dilogo entre el Castillo y la Nave, y loa de recibimiento.
La necesidad de ir completando el panorama historiogrfico y crtico girado
en torno a la Bajada de la Virgen de las Nieves ha llevado a Antonio Abdo y Pilar
Rey, consagrados actores y directores de escena, a plantear varias investigaciones
sobre documentos de primera mano que han dado como resultado la exhumacin
(en colaboracin con Rafael Fernndez Hernndez) de no pocos textos desconocidos hasta entonces de Juan B. Poggio Monteverde (1632-1707), primer autor
conocido de las loas marianas destinadas a esta fiesta, as como de distintas crnicas: la annima de 1765, quiz el instrumento ms interesante y revelador de
cuantos se han editado hasta ahora (en cuya edicin colabor Jess Prez Morera),
la tambin annima de 1815 (que cont con el auxilio de Jaime Prez Garca, Antonio Bethencourt Massieu, Jos Feliciano Reyes, Manuel Lobo Cabrera y Jess
Manuel Lorenzo Arrocha, coautores del aparato de notas histricas y literarias,
y este ltimo, adems, de un estudio sobre el circulante monetario de la poca),
y la que Jos de Jos de Santa Ana de Guisla-Pinto (?-1865) escribi para las
fiestas de 1845 (con la asistencia de Manuel Lobo Cabrera, Maximiano Trapero,
Rafael Fernndez Hernndez, Jess Prez Morera y Jess M. Lorenzo Arrocha),
cuya descripcin colecta los dilogos y emblemas del escritor Jos Mara Lorenzo
Ferrer (1819-?), el carro, dilogos y emblemas del dramaturgo Jos Fernndez
Herrera (1783-1857) y los emblemas del presbtero y poeta Francisco Torres Lujn (1793-1852) compuestos para la ocasin. A Abdo y Rey debemos tambin una
pionera relacin de espectculos para distintas fiestas y ocasiones, representados
en Santa Cruz de La Palma desde el siglo XVIII hasta el XX, realizada a partir de
manuscritos e impresos conservados en la Biblioteca Cervantes de la Real Sociedad Cosmolgica y en la que se incluyen, por supuesto, danzas, loas, dilogos y
carros para la Bajada.
Su compromiso con la investigacin teatral incita ahora a Antonio Abdo y a
Pilar Rey a dar a la luz el carro alegrico y triunfal de la Bajada de la Virgen
de 1850. El libro consta de una Presentacin a cargo de Guadalupe Gonzlez
Tao, presidenta del Cabildo Insular de La Palma, administracin responsable de
financiar la edicin. En ella, Gonzlez recorre la trayectoria de los editores en
sus mltiples facetas: la interpretativa, la que desempearon al frente de la citada
Escuela Municipal de Teatro, y, en especial, la que tuvo que ver con los objetivos
planteados por el Departamento de Investigacin y Archivo.
Contina luego el Prlogo de los editores. Abdo Prez y Rey Brito narran
con detalle el devenir de su ocupacin investigadora en el marco teatral palmero,
y, sobre todo, su apuesta apasionada por las fiestas lustrales: juntos organizaron la
exposicin sobre el teatro en Santa Cruz de La Palma a raz de la restauracin del
Teatro Chico de la ciudad, cuyo catlogo inclua su trabajo Una aproximacin al
teatro en La Palma hasta 1936, que a su vez recoga el jugoso apndice Litera-
286
[10]
P. Rey Brito y A. Abdo Prez, Una aproximacin al teatro en La Palma hasta 1936,
en El teatro en Santa Cruz de La Palma: plaza de Espaa: del 15 al 31 de octubre de 1984,
Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma-Caja General de Ahorros de Canarias [Santa
Cruz de La Palma], 1984, pp. 17-32.
3
J. B. Poggio Monteverde, Tercer centenario de dos loas del siglo xvii en La Palma;
ed., notas y bibliografa de R. Fernndez Hernndez; estudios de R. Fernndez Hernndez,
L. Prez Martn, A. Abdo y P. Rey; Gobierno de Canarias-Consejera de Cultura, Islas Canarias [sic], 1985.
4
A. Abdo Prez, P. Rey Brito y J. Prez Morera, Descripcin Verdadera de los solemnes Cultos y clebres funciones que la mui noble y leal Ciudad de Sta Cruz de la ysla del
Seor San Miguel de la Palma consagr a Mara Santsima de las Nieves en su vaxada a
dicha Ciudad en el quinquennio de este ao de 1765; ed. de A. Abdo y P. Rey; notas de J.
Prez Morera; Escuela Municipal de Teatro de Santa Cruz de La Palma-Ayuntamiento de
Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de La Palma, 1989.
5
J. Prez Garca, Descripcin de todo lo que pas en la Bajada de Nieves en La Palma: ao de 1815; ed. de A. Abdo y P. Rey; notas de A. Abdo Prez, A. Bthencourt Massieu, J. Feliciano Reyes, M. Lobo Cabrera, J. M. Lorenzo Arrocha, J. Prez Garca y P. Rey
Brito; Julio Castro Editorial, La Laguna, 1997. (Ed. facsmil.)
6
P. Rey Brito y A. Abdo Prez (eds.), Festejos pblicos que tuvieron lugar en la ciudad
de La Palma, con motivo de la Bajada de Nuestra Seora de las Nieves verificada el 1.
de febrero de 1845; prlogo de P. Rey y A. Abdo; textos de M. Lobo Cabrera, M. Trapero,
R. Fernndez Hernndez, J. Prez Morera y J. M. Lorenzo Arrocha; Ayto. de Santa Cruz
de La Palma-Patronato Municipal de la Bajada de la Virgen-Escuela Municipal de Teatro,
Santa Cruz de La Palma, 2005. (Ed. facsmil.) Por un evidente lapsus, los autores nombran
el legado Antonino Pestana Hernndez. Sobre Pestana Rodrguez, vase la semblanza
que traza J. Prez Garca, Fastos biogrficos de La Palma, Sociedad Cosmolgica de Santa
Cruz de La Palma-CajaCanarias, Santa Cruz de La Palma, 2009, p. 324.
7
Abdo y Rey han sido responsables tambin de algunos trabajos sobre los orgenes del
carro alegrico y triunfal y sobre el dilogo entre el Castillo y la Nave; vase, por ejemplo,
A. Abdo y P. Rey, Puntualizaciones histricas: los carros y el dilogo, La graja: revista cultural palmera, 1 (1988), 25-27.
2
[11]
RECENSIONES
287
siquiera mencionado la versin del mismo carro contenida en el tomo i del ms.
83 de la Biblioteca Universitaria de La Laguna, una coleccin de Poesas varias
de autores canarios adquirida en 1866 por la Biblioteca Provincial y el Instituto
de Canarias; de haberlo hecho, la edicin habra quedado, adems, completada
con el dilogo entre el Castillo y la Nave representado en la procesin de entrada
triunfal de la imagen al centro urbano y con el otro dilogo que se escenific durante el camino de retorno al santuario, ambos insertos en la copia de la Biblioteca
Universitaria8. En cualquier caso, la labor de exhumacin de este carro, indito
hasta ahora, supone un importante adelanto para el conocimiento de la produccin teatral lustral en el siglo XIX. Por ello estamos doblemente de enhorabuena.
Primero, porque esta edicin facilitar el estudio literario de la obra y el examen
de su conexin con otros textos de esta centuria, clave en la configuracin actual
del itinerario de los espectculos de la Bajada; y, en segundo trmino, porque,
aunque no se indique en ningn lugar del manuscrito ni de la edicin, el carro
puede adscribirse a priori al quehacer dramtico de dos de los autores ms prolijos
del Ochocientos: en la primera mitad, Jos Fernndez Herrera, fallecido en 1857,
hombre de dilatada carrera en el mundo del teatro (como director y escritor) y
asiduo en la Bajada, y Antonio Rodrguez Lpez (1836-1901), de cuya produccin
mariana lustral tenamos catalogado como primer texto su carro para la edicin de
18559. La mtrica, en la que el endecaslabo impera en la parte dialogada a base
de largos parlamentos, y los tpicos de la letana lauretana son de uso comn en
ambos, por lo que en el futuro habr que recurrir a otros parmetros y fuentes a la
hora de definir con mayor precisin la autora.
La edicin se completa con tres estudios y una hoja desplegable de la acuarela
Civitas Palmaria, primera estampa tridimensional de Santa Cruz de La Palma
(fechada en el siglo XVIII y conservada en la Sociedad Cosmolgica), con una lmina adjunta superpuesta de los recorridos procesionales de la Bajada de 1765. El
primer trabajo, El joyero de la Virgen: la lagartija, la sirena y el papagayo (pp.
39-47), lo debemos al Dr. J. Prez Morera, profesor del Departamento de Historia
del Arte de la Universidad de La Laguna; en l se historian tres piezas sobresalientes del ajuar de la Virgen de las Nieves, de probable origen indiano, concebidos
como pinjantes de cadenas o brincos, destinados a servir como complemento a los
collares, con tres representaciones fantsticas o animales: la Lagartija, tal vez
la que donara en 1778 Francisca Vlez de Ontanilla, la Sirena, entregada por
disposicin testamentaria de Mara de las Nieves Pinto y Vlez de Ontanilla, y el
8
Vid. P. Fernndez Palomeque y M. L. Morales Ayala (cat. y red.), Catlogo de manuscritos de la Biblioteca Universitaria de La Laguna, Servicio de Publicaciones-Universidad de La Laguna, La Laguna, 2002, p. 140.
9
Nos referimos a la Escena lrico-dramtica escrita en Santa Cruz de La Palma por
D. Antonio Rodriguez Lopez para ejecutarse con motivo de la bajada de la imgen de N. S.
de las Nieves dicha ciudad el 19 de abril de 1855, impresa en Santa Cruz de Tenerife por
Islea en ese mismo ao. Vase una primera aproximacin en V. J. Hernndez Correa, De
una Isla sentada: en torno al Carro para la Bajada de 1855, de Antonio Rodrguez Lpez,
Diario de Avisos, Especial Fiestas Lustrales, 3 de julio de 2005, p. 8.
288
[12]
[13]
RECENSIONES
289
290
[14]
tengo pero necesito confrontar textos, cosa imposible aqu, o su tristeza al recibir
invitaciones a congresos a los que no puede acudir: Cmo dejar constancia de
que existes?. Sin embargo, sigue investigando, tiene nuevos proyectos, sus cartas estn repletas de ttulos de obras en distintas fases de elaboracin, aunque no
todas llegaran a figurar en su extenssima bibliografa. Adems, imparte docencia
quince horas por semana y trabaja nueve horas al da en la imprenta, incluidos los
domingos: Ya no tengo tiempo ni para vivir.
Todo ello con la angustia por la ausencia de sus hijos y los complicados trmites de los reiterados intentos por recuperarlos. Pero si ello sucediera, debera
volver a Pars? Es la duda que le atormenta en el preciso momento en que recibe
una beca del Centre National de la Recherche Scientifique y en Tenerife le dan
un premio: la noticia de mi beca ha creado cierto revuelo. Ahora se dan cuenta
de lo mal que me han pagado y el mismo gobernador de la provincia ha pedido al
Cabildo la creacin de una institucin cultural de la que yo sera el director.... La
firma del contrato para la Historia de Santa Cruz fue tal vez decisiva: est resuelto
a hacer lo posible para lograr la estabilizacin de mi situacin en La Laguna. Si
consigo un nombramiento aqu, dejo el CNRS.
Con un espritu solidario ejemplar, los hermanos se interesan por sus compatriotas. Siempre que viaja a Pars, Alejandro visita a Busuioceanu en Madrid. Tambin
lo hace George: he visto a Busuioceanu ms amargado que nunca. Me ha impresionado verle en aquel estado de descomposicin... dice que es un proletario, que vive
de la venta de los libros de su biblioteca. En 1958, Busuioceanu est gravemente
enfermo, ingresado con leucemia y hemorragia interna, escribe George. En 1962, al
ao de la muerte del poeta, los hermanos publican poemas suyos en versin rumana.
El lector se sorprender al descubrir el fino sentido del humor con el que los hermanos encajan los golpes de tan adverso destino. Cuando George alude a sus modestos recursos que le permiten comer una vez al da en una cantina de estudiantes,
Alejandro escribe: me imagino que ests flaco como un palo y elegante como un
bastn. O tambin la manera en que George da una mala noticia: ... parece que han
confiscado tu biblioteca ya puedes prepararte un busto de bronce para completar la
donacin.
Coincidimos con la editora en que las cartas constituyen, ms all de una crnica de familia, unos fascinantes diarios de exilio y un fidedigno panorama de una
poca atormentada. Un testimonio en primera persona que merece ser presentado
ante el tribunal del tiempo.
Lilica Voicu-Brey
Ivn Cabrera Cartaya, Dilogo en el desierto. (Dptico de las islas orientales), Santa Cruz de Tenerife, CajaCanarias, Coleccin La Caja Literaria, 2011. [76 pp.]
Dilogo en el desierto: aparente contraposicin de trminos desde la cual se
despliega, tras una lectura atenta, un abanico de connotaciones que logra descontex-
[15]
RECENSIONES
291
292
[16]
Nilo Palenzuela, Pasajes y partidas: ensayo, Santa Cruz de Tenerife, CajaCanarias, La Caja Literaria, 2011.
Nos conocimos de jvenes, cuando creamos, al menos yo, que estbamos
cambiando el mundo, inconsciente de que, de hecho, lo que estaba pasando era
que el mundo nos estaba cambiando a nosotros. Yo por lo menos crec en plena
posmodernidad pensando que me haba apuntado a lo ms moderno. Sin embargo,
creo que Nilo Palenzuela creci siendo consciente del torbellino, viendo tempranamente el ojo del huracn y pensando durante todo este tiempo en el vrtice de la
espiral de pulsiones, pasiones, ilusiones y desencantos de la cultura moderna. De
no haber sido as, difcilmente podra haber escrito este libro, Pasajes y partidas,
un texto con una enorme tensin intelectual que viene a ratificar su muy asentada
capacidad crtica, pero que ahora nos revela una sorprendente habilidad para dar
cuenta del vrtigo que nos sobreviene cuando pensamos en serio las categoras, los
lugares comunes y los autoengaos del pensamiento contemporneo.
[17]
RECENSIONES
293
294
[18]
[19]
RECENSIONES
295
296
[20]
De acuerdo, unos pasitos; pero, creo que podrn apreciarlo al leerlo, este libro te
levanta los pies del suelo.
Este es un texto de aforismos, de pequeos fragmentos de escritura, del que sin
embargo me gustara seguir hablando largo y tendido. Porque hay algo en l que
me parece sobremanera importante: en el fondo creo que viene a decir que todos
nuestros fantasmas, lejos de ser imaginarios, meras ilusiones, son, por el contrario,
reales vivimos con ellos, queremos y odiamos con ellos, matamos por ellos, morimos por ellos, reales, entonces; curiosamente, somos nosotros los que vivimos
en una realidad que es abiertamente fantasmal. Vivimos en un mundo cargado y
dominado por imgenes, pero stas no son meras ilusiones, son nada ms y nada
menos que las encargadas de representar una realidad enteramente ficcional y de
inducirnos, por tanto, a ver la vida como un espectculo. En este orden de cosas,
en Pasajes y partidas Nilo Palenzuela no est luchando contra fantasmas intangibles que nos impidieran ver la realidad, sino que contribuye de forma decidida a
mostrarnos que es la sociedad contempornea la que es en s misma fantasmagrica. Mirando hacia adelante, quizs algunos fantasmas edulcorarn nuestra vida;
otros, seguramente, perturbarn nuestros sueos. Unos y otros trasiegan por estos
pasajes y partidas.
Fernando Estvez