Cerletti y Kohan. Los Orígenes de La Filosofía
Cerletti y Kohan. Los Orígenes de La Filosofía
Cerletti y Kohan. Los Orígenes de La Filosofía
Aristteles afirma que la filosofa surge cuando algunas personas tenan sus
necesidades satisfechas y el tiempo libre suficiente para dedicarlo a la
contemplacin. En estos hombres (varones, casi seniles) el asombro se suma a
la ausencia de necesidades materiales. Por asombro y por ocio comenzaron a
filosofar los hombres, dice Aristteles -tambin Platn y los griegos en
general-. Desde el asombro surgi la pregunta problematizadora y de sta la
investigacin que lleva al conocimiento. Ese camino era recorrido por los
filsofos, sabios u hombres de ciencia, indistinguibles por el momento.
Por otra parte, los griegos no crean que las ideas o las verdades tuvieran
historia. Conceban la verdad como algo absoluto, como algo que no depende
de factores como el tiempo, el espacio o la historia. De ah que trasladaron
rpidamente esta hiptesis sobre el origen de la filosofa en Jonia a toda otra
filosofa. Creyeron no slo que el origen (histrico) de la filosofa jonia haba
sido el asombro, sino que el asombro es el verdadero y nico motor de la
filosofa, en todo tiempo y lugar. Y ese es el origen legado de la filosofa griega.
Los filsofos griegos han encantado a toda la filosofa posterior. Supieron
aprovechar los beneficios de toda fundacin: nombraron la actividad,
bautizaron sus conceptos, delimitaron un campo de problemas, fijaron un
origen. Concebidos como fuente o reservorio privilegiado del saber filosfico,
se reiteran sus verdades en todo tiempo y lugar, como si esas verdades no
tuvieran relacin con el momento histrico que las vio nacer. Es el caso del
asombro. Como si slo importara cmo los griegos pensaron el impulso de un
Tales a filosofar, la filosofa posterior anquilos ese origen noble, pattico,
idealizado, aristocrtico de la filosofa. Bajo ese paraguas del asombro
quedaron ocultos todos los otros intereses y motivos que pudiera abrigar el
nacimiento de la prctica filosfica en Grecia.
An hoy, muchos manuales e introducciones a la filosofa repiten esta misma
idea sobre el origen de la filosofa, sin someter a discusin la autoridad de los
griegos. A pesar de que unas cuantas cosas han cambiado desde el tiempo de
la filosofa griega, es comn que se siga sosteniendo que la filosofa nace del
asombro. Pero el mundo econmico, social y poltico ha cambiado. Hemos
pasado de una Atenas imperialista y esclavista, en la que esclavos y
colonizados sostenan materialmente el surgimiento de una democracia que se
conceba a s misma como la totalidad del mundo, hasta este presente de
mercado global, donde las democracias se sostienen negociando con el capital
multinacional. Tambin el carcter excluyentemente sexista de la filosofa ha
empezado a cambiar. Las mujeres han conseguido formar parte,
progresivamente, del universo filosfico. Y no slo las mujeres sino tambin los
chicos estn empezando a entrar a l. Se ha comenzado a diversificar el sexo,
la edad y la posicin social de quienes participan de la filosofa, si bien todava
quedan importantes sectores socialmente excluidos de la cultura, y por lo
tanto, del quehacer filosfico. Del mismo modo, filsofos y filsofas -menos
an profesores de filosofa- ya no somos, en general, aristcratas varones con
necesidades cubiertas y tiempo libre. La filosofa es nuestro modus vivendi. El
mundo nos ha cambiado y nuestras condiciones de vida han cambiado.
preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y por el origen
del universo.
El admirarse impele a conocer. En la admiracin cobro conciencia de no saber.
Busco el saber, pero el saber mismo, no para satisfacer ninguna necesidad
comn.
El filosofar es como un despertar de la vinculacin a las necesidades de la vida.
Este despertar tiene lugar mirando desinteresadamente a las cosas, al cielo y
al mundo, preguntando qu sea todo ello y de dnde todo ello venga,
preguntas cuya respuesta no servira para nada til, sino que resulta
satisfactoria por s sola.
Segundo. Una vez que he satisfecho mi asombro y admiracin con el
conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la duda. A buen seguro que
se acumulan los conocimientos, pero ante el examen crtico no hay nada
cierto. Las percepciones sensibles estn condicionadas por nuestros rganos
sensoriales y son engaosas o en todo caso no concordantes con lo que existe
fuera de m independientemente de que sea percibido o en s. Nuestras formas
mentales son las de nuestro humano intelecto. Se enredan en contradicciones
insolubles. Por todas partes se alzan unas afirmaciones frente a otras.
Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, mas, o bien
gozndome en la negacin mediante ella, que ya no respeta nada, pero que
por su parte tampoco logra dar un paso ms, o bien preguntndome dnde
estar la certeza que escape a toda duda y resista ante toda crtica honrada.
La famosa frase de Descartes pienso, luego existo era para l,
indudablemente cierta cuando dudaba de todo lo dems, pues ni siquiera el
perfecto engao en materia de conocimiento, aquel que quiz ni percibo,
puede engaarme acerca de mi existencia mientras me engao al pensar.
La duda se vuelve como duda metdica la fuente del examen crtico de todo
conocimiento. De aqu que sin una duda radical, ningn verdadero filosofar.
Pero lo decisivo es cmo y dnde se conquista a travs de la duda misma el
terreno de la certeza.
Y tercero. Entregado el conocimiento de los objetos del mundo, practicando la
duda como la va de la certeza, vivo entre y para las cosas, sin pensar en m,
en mis fines, mi dicha, mi salvacin. Ms bien estoy olvidado de m y
satisfecho de alcanzar semejantes conocimientos.
La cosa se vuelve otra cuando me doy cuenta de m mismo en mi situacin. El
estoico Epicteto deca: El origen de la filosofa es el percatarse de la propia
debilidad e impotencia. Cmo salir de la impotencia? La respuesta de Epicuro
deca: considerando todo lo que no est en mi poder como indiferente para m
en su necesidad, y, por el contrario, poniendo en claro y en libertad por medio
del pensamiento lo que reside en mi, a saber, la forma y el contenido de mis
representaciones.
esta experiencia, podra asombrarme de que el cielo sea azul y que, por el
contrario, no est nublado. Pero no es a esto a lo que ahora me refiero. Me
asombro del cielo sea cual sea su apariencia. Podramos sentirnos inclinados a
decir que me estoy asombrando de una tautologa, es decir de que el cielo sea
o no sea azul. Pero precisamente no tiene sentido afirmar que alguien se est
asombrando de una tautologa. []
Permtaseme reconsiderar, en primer lugar, nuestra primera experiencia de
asombro ante la existencia del mundo describindola de una forma ligeramente
diferente; todos sabemos lo que en la vida cotidiana podra denominarse un
milagro. Evidentemente, es un acontecimiento de tal naturaleza que nunca
hemos visto nada parecido a l. Supongan que este acontecimiento ha tenido
lugar. Piensen en el caso de que a uno de ustedes le crezca una cabeza de len
y empiece a rugir. Ciertamente esto sera una de las cosas ms extraordinarias
que soy capaz de imaginar. Tan pronto como nos hubiramos repuesto de la
sorpresa, lo que yo sugerira sera buscar un mdico e investigar
cientficamente el caso y, si no fuera porque ello le producira sufrimiento, le
hara practicar una viviseccin. Dnde estara entonces el milagro? Est claro
que, en el momento que mirramos las cosas as, todo lo milagroso habra
desaparecido; a menos que entendamos por este trmino simplemente un
hecho que todava no ha sido explicado por la ciencia, cosa que a su vez
significa que no hemos conseguido agrupar este hecho con otros en un sistema
cientfico. Esto muestra que es absurdo decir que la ciencia ha probado que no
hay milagros. La verdad es que el modo cientfico de ver un hecho no es de
verlo como un milagro. Pueden ustedes imaginar el hecho que quieran y ste
no ser en s milagroso en el sentido absoluto del trmino. Ahora nos damos
cuenta de que hemos estado utilizando la palabra milagro tanto en el sentido
absoluto como en el relativo. Voy a describir la experiencia de asombro ante la
existencia del mundo diciendo: es la experiencia de ver el mundo como un
milagro. Me siento inclinado a decir que la expresin lingstica correcta del
milagro de la existencia del mundo -a pesar de no ser una proposicin en el
lenguaje- es la existencia del lenguaje mismo. Pero entonces, qu significa
tener conciencia de este milagro en ciertos momentos y en otros no? Todo lo
que he dicho al trasladar la expresin de lo milagroso de una expresin por
medio del lenguaje a la expresin por la existencia del lenguaje, todo lo que he
dicho con ello es, una vez ms, que no podemos expresar lo que queremos
expresar y que todo lo que decimos sobre lo absolutamente milagroso sigue
careciendo de sentido.
b. Un panorama actual
Toda filosofa reconoce, en su punto de partida, una experiencia y un campo de
situaciones, un estado de cosas, un ser en el mundo. La filosofa se escenifica
en el teatro del mundo. Los tiempos han diversificado la naturaleza de ese
teatro, por lo tanto, han modificado la fuente y las condiciones que dan origen
a la filosofa.
Este teatro ofrece actualmente un espectculo al que asistimos entre atnitos
y desengaados, entre fascinados e incrdulos. Pero esta realidad a la que
asistimos como espectadores no termina de clausurar nuestras inquietudes
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ms profundas, sino que suele instalar, por lo menos, una sospecha. Entre la
sorpresa y el escepticismo se desliza un descontento o una molestia que abre
interrogantes. Se origina una perturbacin que genera curiosidad (por qu
esto?). La filosofa, en tanto pensar crtico radical, aparece en estos das como
fruto del reconocimiento de esta insatisfaccin inquieta.
Este malestar frente al orden de las cosas (o al estado de cosas), el
interrogante molesto sobre aquello que conforma y enmarca a la experiencia
cotidiana, se muestran hoy en el origen del filosofar de manera acentuada. La
percepcin de que el orden y las interpretaciones predominantes del mundo
tienen fisuras profundas que sistemticamente se elude significar es la
sensacin primera de nuestra filosofa. La filosofa como crtica radical es la
superacin de la inmovilidad a que conduce la aceptacin acrtica de esas
percepciones e interpretaciones, la contemplacin pasiva del estado de las
cosas. Es la puesta en cuestin de los supuestos y fundamentos de estos
ordenamientos, removindolos, movilizndolos, mostrando su contingencia y
arbitrariedad.
Esta incomodidad seguramente ha estado en otros tiempos y en otras
filosofas. La percibimos claramente, por ejemplo, en el Scrates de los
dilogos primeros o en el Foucault de las entrevistas; en el Platn de
La Repblica o en los aforismos de Nietzsche; en los fragmentos de Herclito o
en los que tuvieron que hacer escuela exiliados de Francfort. La diferencia de
diagnsticos y respuestas no debe ocultar la similitud del origen: algo anda
mal en la polis. En aqullas y en sta, en toda plis. Algo propio del vivir en
una plis, no importa cul. Algo propio de nuestra condicin de seres sociales y
de la imposibilidad de satisfaccin o completitud que conlleva el
establecimiento de un cierto orden. Hay algo que no puede ser (nunca)
completado y satisfecho, algo que habita todo orden social, algo que despierta
una molestia reconocida y puede originar el cuestionamiento filosfico.
El caso de los griegos es significativo por el origen apropiado. La reaccin de
un Herclito, un Scrates o un Platn frente a las polis de su tiempo muestran
a las claras que, a pesar del origen legado, no slo por asombro han filosofado
algunos griegos. Asommonos fugazmente al caso de Scrates. Leamos
la Apologa. Qu otra cosa sino molestia e insatisfaccin dan origen a esa
tarea divina de interrogar sin cesar a polticos, poetas y artesanos para
mostrar la fragilidad de su saber (21b ss.)? Qu otra cosa da origen al
carcter irrenunciable de su filosofar entendido como la tarea de mostrar a sus
ciudadanos el orden degradante de su escala de valores (29d-30c; 31b-c), aun
bajo el riesgo de morir varias veces (30c)? Qu otra cosa origina
su dictum una vida sin examen no merece ser vivida, como respuesta a la
posibilidad de aceptar con calma y silencio el orden de lo dado (38a)? La
filosofa de Scrates, resulta notorio, surge y se nutre fundamentalmente de la
molesta insatisfaccin que le provoca el estado de las cosas imperante en la
Atenas de su tiempo. Hay, entonces, algn trazo comn en nuestro origen. Y
tambin algo diferente.
Este carcter comn en el origen de la filosofa puede comprenderse mejor
atendiendo al carcter fundamentalmente poltico, en su sentido etimolgico,
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