Viveros de Que Consta El Amor
Viveros de Que Consta El Amor
Viveros de Que Consta El Amor
Narra una historia de amor que trasciende el plano individual para volverse smbolo
del mestizaje como camino y representacin colectiva de una regin. Por ello ha sido
considerada por la crtica como una novela fundacional. Cuenta historias a la manera
clsica, siguiendo un orden lineal con narrador omnisciente y una preocupacin: no
dejar que el inters del lector decaiga. El mismo ttulo de la novela es una expresin
que condensa la actitud de resistencia de los raizales: "No give up!, No te
rindas!" (Banco de la Repblica, en red. El subrayado es mo).
colectivo, sino que narra las complejidades y violencias que ello implica,
pero sobre todo sus contradicciones, imposibilidades y objetivos ltimos,
porque el mestizaje aqu tambin es un discurso que encumbre la difcil
relacin entre democracia racial y racismo, entre amor y violacin, entre
blanqueamiento y oscurecimiento, entre un camino posible y la
repeticin de la historia bajo otras condiciones, donde la apuesta no es por
la mezcla, sino por un blanqueamiento en otros trminos.
En efecto, con No give up, maan! No te rindas! no puedo mostrar al
mestizaje como un proceso desestructurador de la blanquitud, como su
resistencia, en una tierra que no es baja ni alta, sino que la expongo
como una estrategia intrincada para mantener el privilegio de lo blanco,
siguiendo la lgica de las novelas anteriores, pero tambin alejndose de
ella.
Mi clave de lectura aqu es que la historia de amor, que se supone instaura
el mestizaje como un nuevo comienzo, para una isla destruida por un
huracn y que se enfrenta a profundos cambios sociales dados por la
abolicin de la esclavitud y la prdida de la cosecha de algodn que da
sostn a su economa, expone la actualizacin de un discurso
decimonnico colombiano, donde el mestizaje es til como un tropo de la
nacin, pero nunca como un ideal para los cuerpos, aunque termine
implicndolos. Aqu no est en juego la gentica, sino los valores
racializados de cada pueblo y la necesidad de contar una historia diferente,
en otros trminos, sobre la colonizacin y sus secuelas, en la cual las
cualidades negativas de lo negro, en este caso en particular, se limpian,
aunque ello cueste un lvido oscurecimiento de la blanquitud. As pues,
aqu se juega una blanquitud color crema, en tanto la pureza racial y la
aspiracin a no reflejar colores es imposible, pues de todas formas, y a
diferencia de las novelas anteriores, la nacin imaginada en esta novela
concede el hecho de no somos en absoluto Europa, por lo tanto una
identidad perfecta con el tronco hispano tampoco es funcional para un
proyecto que busca unidad y el establecimiento de diferencias controlables
y jerarquizadas a la vez.
detrs de mis apellidos, y con los norteamericanos mis genes indios no son
aceptados (Robinson, 2004, p.176). En El prncipe de St. Katherine
(2009), Hazel Robinson Abrahams retomar el relato que haba presentado
en su libro anterior Sailahoy! sobre la vida de un misterioso hombre
alemn que se hace llamar Henry W. Timgen, quien llega a Providencia en
1903, se instala en la isla y se desempea como mdico por casi treinta
aos. El misterioso alemn se enamora de Mary Cristina, joven partera de
San Andrs, pero su amor est prohibido no slo por la diferencia racial y
de clase, tambin porque ella est casada. sta es la nica historia de amor
que queda inconclusa en la obra de Hazel Robinson.
Por qu elegir este molde narrativo romntico hoy en da para contar una
historia? Es fcil entrever una posible justificacin latente para elegir este
cdigo inscrito en un contexto tan especfico: lo que est en juego es la
polmica sobre el colonialismo colombiano hacia el archipilago, el cual
involucra y reactiva las mismas dificultades y discusiones que suscitaba la
independencia de los pases latinoamericanos respecto a Espaa durante el
siglo XIX. Ya Doris Sommer ha demostrado cmo se fundaron las
naciones literarias, en Latinoamrica, en el siglo XIX, a travs del
romanticismo (2004). Pues bien, este intento de Hazel Robinson Abrahams
recoge esa herencia y la hace funcionar desde abajo: ya no se trata de las
elites imaginando a la comunidad imaginada, sino de las mrgenes
preguntando por su configuracin ms ntima y sus relaciones de poder
excluyentes en un contexto donde lo "negro" era todo aquello circunscrito
a la poblacin de Cartagena de Indias, pero no al territorio de ultramar.
Myles, muy conocida en la isla como narradora oral, quien gan una beca
de creacin por el trabajo conjunto que hizo con Marcia Dittmann:
Nacimiento, vida y muerte de un sanandresano. Public tambin: Vendaval
de ilusiones. Lenito Robinson Bent, de Providencia, quien haba publicado
en 1984 el libro de cuentos: De nupcias y ausencias y otros relatos. A esto
se suma el libro de cuentos: Baha sonora (1976) de Fanny Buitrago y las
novelas: Los paamantes (1979) de Fanny Buitrago y Entre rfagas de
viento (2006) de Claudine Bancelin. Y, finalmente, Hazel Robinson
Abrahams, quien en el lapso de siete aos, entre el 2002 y el 2009, ha
publicado tres novelas.
5.3 MESTIZAJE: LA VIOLACIN ORIGINARIA
En Colombia, el mestizaje emergi durante el siglo XIX como una figura
central de la nacin. Como lo explica Arias Vanegas (2005, p.45), en
principio se podra argumentar que desde mediados del siglo XVIII la
poblacin mestiza se hizo tan numerosa que fue imposible ignorarla o
mantener un orden socio-racial rgido. Sin embargo, las cosas son mucho
ms complicadas, pues se tiende a ignorar los datos reales, como lo he
venido mostrando, y se hace una apuesta ideolgica y simblica, al punto
que lo mestizo fue ubicado en la ltima escala de la pirmide racial, en
tanto cuerpo, pero empieza a posicionarse como tropo de la nacin que, en
un movimiento doble, debe crear a su elite, pero tambin a su pueblo, para
controlarlo y entenderlo bajo una lgica de jerarquas.
As pues, como se vio en el captulo tres y cuatro, para el desarrollo
capitalista y la modernizacin del pas, se debi resemantizar las tierras
bajas y, en cierto sentido, a sus pobladores, con miras a poderlas volver
productivas y establecer comunicaciones en todo el pas. Entonces, se
celebra que:
Jafet, Sem y Chan se han dado el abrazo fraternal en el Nuevo Mundo, tendiendo a
reconstruir la unidad de la especie humana; mas no la unidad estancadora de la
uniformidad, sino esa unidad progresiva y cristiana que se traduce en este fenmeno
Gmez (presidente desde 1950 hasta 1951), por ejemplo, tena una visin
pesimista del progreso de la nacin colombiana, a causa de sus orgenes
mestizos, y propona como nica alternativa apelar al espritu espaol
para guiar la nacin. Por su parte, Luis Lpez de Mesa (cientfico)
escriba, en su ensayo De cmo se ha formado la nacin colombiana
(1934), que los obstculos que derivaban del mestizaje podan ser
superados y que la mezcla no causaba grave perturbacin
espiritual (Wade, 1997). Sin embargo, mostraba una cara diferente en un
texto destinado a circular entre un comit especial de expertos, en el que
habl de los errores fatales que representaban algunos tipos de mezcla
racial (Wade, 2002). Despus de todo:
Lo que los pueblos originarios de Amrica y el esclavo africano estaban en
capacidad de aportar a la fusin no era, de acuerdo a esta ideologa, del mismo valor
que lo que estaba en capacidad de aportar la herencia europea. En el imaginario de las
clases dominantes e intelectuales, Amrica y frica nunca fueron algo ms que
paisaje exuberante a ser explotado por la razn. Tierra balda, desierto, territorio
amplio, abierto y disponible para la mano civilizadora, fue el icono que construy en
Argentina la ideologa independentista dominante. El dilema al que se enfrent la
razn nacionalista fue al de civilizacin o barbarie, donde siempre fue claro qu lugar
ocupaba cada herencia, y con ello, cada grupo que la compona. Si para la ideologa
del mestizaje Latinoamrica fue vista como lugar de nacimiento de una nueva raza
fusin de otras, nunca dej al mismo tiempo de proclamar la necesaria
preponderancia de los aportes europeos, considerados como superiores en muchos
aspectos. Para esta ideologa el mestizaje no fue ms que el medio para lograr la
superacin de la barbarie heredada de los pueblos originarios y africanos, y nunca fue
puesto en duda que el proyecto occidental europeo era la nica va posible para hacer
de los nuevos estados- nacin proyectos viables (Espinosa, en red).
Cun lejos estaban ya los ltimos gritos que, segn tante, se escucharon por das
durante la travesa [...] Cuando el massa Richard Bennet y l abordaron la goleta para
el viaje a Henrietta [San Andrs], el capitn ofreci a massa su camarote. Cuando l
fue a dejar el bal, la vio por primera vez. Acurrucada en una esquina de la cabina
dando gritos como en serie y ni siquiera se volte para mirarlo. Cualquier da dej de
gritar. Y en ms de treinta aos no ha vuelto a gritar. Ni siquiera grit durante el parto
de anduboy [George]; resisti sin una lgrima un parto de tres das con sus noches;
como haban resistido todos ellos este otro parto de la isla, en que casi todos se
quedan igual que ella: mudos del miedo (Robinson, 2010, p. 81-82. El subrayado es
mo).
antes en sus treinta y cinco aos en el caribe haba visto desatar la furia de
la naturaleza. Es el huracn que representa el fin de una poca y el
principio de otra:
El viento les silbaba alrededor, y para ellos era el intento del monstruo en su afn de
sacarlos de su nica guarida. Eran como las seis y treinta de la tarde pero estaban en
medio de una oscuridad completa, que agravaba la situacin. Ben, el esclavo jefe, con
el miedo que senta por lo que estaba ocurriendo, decidi hacer un conteo para saber
si todos haban logrado escapar. Elevando la voz por encima del ruido de los rboles
al caer, de los silbidos del viento, de la cada del torrencial aguacero, grit el nmero
1 y los dems siguieron respondiendo hasta completar el nmero 47. Todos estaban
ah, completos y aparentemente seguros por el momento (Robinson, 2010, p. 40).
No obstante, pese a ello, como Gala Urbina, en Bogot de las nubes, estas
mujeres prefieren la muerte al abandono de sus maridos y lo que ellos
representan, porque una cosa es cierta: en esta novela ser blanco es bueno.
Indisputablemente, en una isla donde se persigue desesperadamente el
desarrollo econmico como nico garante de la vida all, lo blanco,
representando por sus habitantes ingleses, implica progreso. Un progreso
de hombres, porque son los nicos dueos de la tierra, ya que ellos
asumieron la aventura de colonizar y se quedaron all, varados, atrapados,
encerrados, atados a la vana ilusin de poder prosperar a punta de algodn,
cuando son los piratas los nicos que asoman sus narices por all. Sus
mujeres llegaron despus, slo tres de ellas se quedaron. Tal vez, y pese a
tener sus bales listos para zarpar en cualquier momento, el hbito es ms
fuerte, tal vez reciben algn tipo de privilegio o ganancia, tal vez la vida en
la isla no es tan mala, tal vez siguen afincadas en la idea de que el
matrimonio heterosexual es el nico destino. Ninguna de ellas es madre.
Elizabeth llega a esta isla como un personaje completamente extrao, pese
a venir de la misma regin de los colonos blancos. Ninguna curiosidad
despierta en las esposas de los plantadores ni en ellos mismos, hasta el
momento en que circula el rumor sobre su belleza:
George, quien se encontraba leyendo en la bodega, cerr los ojos cuando recibi el
mensaje. Se levant dispuesto a explicar a tante por milsima vez que no le gustaba
su forma de gritar su nombre cuando lo necesitaba. Camin hasta la casa, entr en el
comedor y la sala y luego el balcn en busca de la anciana; la encontr al lado de la
criatura ms bella de cuantas le haban descrito los libros ledos. Y pensar que l
aceptaba como exageracin y fantasa de los autores la descripcin de tanta belleza!
Elizabeth era una mujer de una juventud que l no haba conocido en una blanca. Y
tante tena razn, pareca un ngel (Robinson, 2010, p. 91)
econmica depende de las pocas riquezas que les brinda esa baha
engaosa donde suelen encallar los barcos. Elizabeth, a diferencia de todas
las dems mujeres de mi historia, s tiene la capacidad de perpetuar la
blanquitud. Una blanquitud que olvida cuales fueron las circunstancias del
engendramiento de George (violacin de la esclava por el hombre blanco)
y cules son las consecuencias para Hatee de su abandono. No cabe duda
que aqu, la liberacin de Elizabeth, representada en asumir una vida
independiente, implica la esclavitud de Hatse, quien no tiene otra
posibilidad de vida que la que ha tenido siempre, slo que ahora lo debe
asumir sola.
Desafortunadamente, mi bisabuelita Pato, aunque escap del gobierno
del negro inmundo, no tuvo la misma suerte de Elizabeth. Ella regres a
las tierras altas y empez otra vida con un nuevo marido. Si fue feliz, si
cuando al salir de aquella choza de madera donde fue encerrada se sinti
libre, si la reconfort ver la grandeza de la mar, son preguntas que hasta
ahora me hago y que, como muchas de las cuestiones sugeridas a lo largo
de este recorrido, tal vez no tengan respuesta. Ahora que s que mi abuelita
Ceci est por partir, me reconforta el hecho que por efectos de la prdida
de memoria propia de su edad, o tal vez como una de las muchas formas
de resistencia que ha hecho funcionar en su vida, ha dejado de hablar del
negro inmundo y empieza hablar de mi negrito lindo, para referirse a
ese nio que lleva el sol en su cuerpo y vino a curar lo que el Prozac no
pudo, ese mismo que no lleva nombre de cristiano al haber sido nombrado
desde el quechua, ese mismo del que no entiende por qu siendo su madre
y su padre tan blancos l sali negrito. Ese nio que tal vez, slo tal vez,
lleg a reconciliarnos a muchas con la vida y que tambin es mi negrito
lindo, mi rey sol, Inti.