Análisis Literario - LSM

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UNIVERSIDAD NACIONAL

MAYOR DE SAN MARCOS


FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS
ESTUDIOS GENERALES

ANÁLISIS LITERARIO DEL CUENTO


«LA SIESTA DEL MARTES»,
DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Docente: Rosa Natalia Carbonel Apolo

Estudiante: Farid Vásquez Farromeque

Código de estudiante: 22030019

Carrera profesional: Literatura

2022-II
Introducción

Gabriel García Márquez fue reconocido, principalmente, por su novela cumbre


Cien años de soledad, eso es de conocimiento general, sin embargo, hay producciones
suyas más cortas e igual de impactantes, en lo que cabe. El realismo mágico se
constituye una fuente inagotable de innovación y renovación del contexto tanto
intratextual como extratextual, aplicable no solo a novelas, sino, diría yo, más
apreciable en cuentos.

Tal es el caso de La siesta del martes, un cuento escrito por el reconocido


escritor colombiano. Muchos consideran a esta obra una de las más grandes
producciones del escritor, al menos en lo que respecta a las cuentísticas. Ello no solo
por la forma del relato, el cual refleja algunas características del realismo mágico, como
las descripciones impactantes; sino por el fondo, expresado en la vitalidad de los temas,
detrás de cualquier otra capa contextual.

En el presente análisis literario, no solo desglosaré las partes del cuento en las
siguientes tres secciones: personajes, estructura narrativa y narración, sino que, además
y más importante, realizaré juicios valorativos a partir de aquel desglose, intentando
rescatar los aspectos más logrados del relato, tanto a nivel objetivo (el buen uso o buen
mal uso de los conceptos literarios) como subjetivo (las emociones que ciertas imágenes
y acciones causan en el lector). Y aunque no es tarea sencilla, vale la pena realizarla,
pues el cuento merece no solo ser leído y disfrutado, sino también analizado y criticado,
pues la segunda parte de su riqueza radica allí, en lo inteligible de sus ideas.
Desarrollo
Narración
El cuento La siesta del martes se desarrolla en tercera persona, a través de un
narrador omnisciente. Esto se puede apreciar mediante el uso de la figura retórica
prosopografía al momento de describir a los pocos personajes de la novela. Por
ejemplo, en los párrafos pertenecientes al inicio del cuento:
“La mujer parecía demasiado vieja para ser su madre, a causa de las venas azules en los
párpados y del cuerpo pequeño, blando, sin formas, en un traje cortado como una
sotana” (García, 2015, p. 10)
Además, es la presencia reiterada, casi exclusiva, de otra figura literaria,
topografía lo que me permite hacer dicha afirmación:
“La angosta sala de espera era pobre, ordenada y limpia. Al otro lado de una baranda de
madera que dividía la habitación, había una mesa de trabajo sencilla, con un tapete de
hule, y encima de la mesa una máquina de escribir primitiva junto a un vaso de flores.
Detrás estaban los archivos parroquiales.” (García, 2015, p. 14)
Asimismo, aquellos argumentados citados bien podrían referirse a un narrador
observador o testigo, es cierto, sin embargo, son algunos momentos de la historia los
que me permiten definirlo como uno omnisciente; algunos detalles pequeños, como
inferencias supuestas por un narrador observador, pero certeras en un omnisciente. Por
ejemplo, cuando se describen las acciones diarias del pueblo al que las protagonistas
arriban, para lo cual, efímeramente, debe retroceder y avanzar en tiempo y espacio.
Además, esto puede confirmarse en la página 16, poco antes de terminar el desarrollo e
iniciar el cierro del cuento, cuando, a través de una analepsis, el narrador muestra cómo
murió un personaje secundario en la historia.
Por otro lado, para concluir con el análisis de la narración, observo que los
diálogos son tradicionales, además de escasos. Esto es lógico, pues además de haber
pocos personajes, el ambiente es melancólico, somnífero, silencio y, al final del
desarrollo, ligeramente tenso y retrospectivo, esto porque la acción gira en torno a la
pobreza, la justicia o injusticia, y la muerte y el luto. En escenas como las siguientes,
donde prima lo duro, lo fugaz, una muestra de lo sincero que nos lleva a pensar en lo
real de la muerte, puedo apreciarlo con clareza:
“El tren empezó a pitar mientras la niña se peinaba. La mujer se secó el sudor del cuello
y se limpió la grasa de la cara con los dedos. Cuando la niña acabó de peinarse, el tren
pasó frente a las primeras casas de un pueblo más grande pero más triste que los
anteriores.
—Si tienes ganas de hacer algo, hazlo ahora —dijo la mujer—. Después, aunque te
estés muriendo de sed no tomes agua en ninguna parte. Sobre todo, no vayas a llorar.”
(García, 2015, p. 12).

Estructura Narrativa
La estructura narrativa es la ya conocida, es decir, inicio, nudo y desenlace. En
primer lugar, puedo situar el inicio desde la presentación de la protagonista y la
coprotagonista, la mujer y su hija, pasajeras de un tren silencioso y casi vacío, hasta el
momento en el que este tren llega al destino de ambas y ellas deben salir. Prácticamente,
la acción más importante de esta escena es aquella en la que ambas féminas comen,
pues se muestra la pobreza en esos alimentos. Aunque son las descripciones sobre ellas,
el aire que connotan, lo que ayuda a presentarlas.
En segundo lugar, el nudo, el cual comienza desde que bajan del tren hasta que
la mujer y su hija hallan a quien estaban buscando y, además, se cuenta por qué estaba
ahí, por qué había siquiera tomado aquel tren; qué buscaba. Esto ocurre mientras se
revela que la mujer es madre de un hombre al que aquel pueblo asesinó hace unos días.
Lo que más resalta aquí es la figura literaria topografía, expresada tanto en la
descripción del pueblo como de la sala en la que acontece y culmina el desarrollo.
Finalmente, el desenlace comienza luego de, tras un vistazo al pasado, ver cómo
el hijo de aquella mujer fue asesinado, y termina con ambas féminas yendo al
cementerio a visitar a dicho hombre. Lo que más destaco de esta parte, y lo considero
más importante respecto al fondo del relato, es el llamado a la reflexión y duda que
causa la conversación entre el párroco, quien guardaba las llaves del cementerio, y la
mujer, pues aquí no se sabe si el hombre al que el pueblo asesinó es o no culpable, si fue
o no una injusticia. Ello constituye al desenlace como uno abierto, libre al juicio y retro
e introspección del lector.
Cabe destacar que la historia respeta el orden lógico, el cronológico. Sin
embargo, retrocede en el tiempo y el espacio al narra la muerte del hijo de la mujer,
pero predomina una secuencia lineal.

Personajes
“La mujer”, doña Ayala
Nunca se menciona su nombre, pero se colige su apellido. Esta mujer, quien,
menciona el narrador tácita y explícitamente, es pobre económicamente, dirige la
acción: Conduce a la niña y a sí hacia los lugares correspondientes; volviéndose la
protagonista del relato. Cuando habla de lo que le costaba ver a su hijo tener que
trabajar y sufrir para poder mantenerla a ella y a su hija, puedo inferir que es una mujer
sensible y muy preocupada. Asimismo, esto puede notarse en su perseverancia por ver
la tumba de su hijo. Todo ello, claro, bajo el sereno dolor y el velo del luto.
“La niña Ayala”
Coprotagonista. Aunque no dirige la acción, siempre acompaña a la mujer, pues
es su hija. La niña se comporta, en todo momento, obediente a su madre; lo cual podría
llevarnos a pensar que se halla dolida en su inocencia por la muerte de su hermano
mayor. Esto último también puede desprenderse cuando ella recuerda una escena
familiar triste, la cual atestiguó. También es de una clase económica pobre.
El texto, en algún momento, deja entrever que ella es hija del difunto Carlos
Centeno, pero esto se presta a ser una teoría.
Carlos Centeno Ayala
Personaje secundario. Es la razón del viaje de la mujer y la niña, pues este es
hijo de la primera y hermano de la segunda, según la historia del mismo relato. Según su
madre, siempre fue un hombre trabajador, esforzado en nunca permitir carencias a su
madre y hermana, a pesar de su dolor propio. Ergo, era pobre en lo económico. Lo que
lo llevó a la muerte fue un supuesto intento de robo, motivo por el que recibió un
disparo en el rostro.
“El párroco”
Personaje secundario. Sirve para que la protagonista consiga su objetivo, las
llaves del cementerio y acercar más al lector a la razón de la llegada de ambas mujeres.
Es comprensivo ante las necesidades, por ello decide atender a las mujeres. Asimismo,
en algún momento, se atisba en él cierta bruma y acostumbramiento por lo cotidiano de
sus funciones parroquiales.
“La hermana del párroco” y el pueblo
Personajes terciarios. Aparecen en la historia sin ninguna función específica más
que acercar a las protagonistas a los personajes secundarios. La hermana del párroco, al
párroco; y el pueblo, hacia Carlos Centeno. Asimismo, el pueblo tiene más peso en la
historia, pues es la causa de la causa de la llegada de las protagonistas, y el hecho de que
al final los pobladores se asomen por las ventanas, cautelosos, observadores, fomenta
aún más la reflexión sobre la inocencia o culpabilidad de Carlos Centeno, y, por ende,
entender mejor el dolor de su madre.
Conclusiones
Mensaje
Me parece que pueden extraerse mensajes diferentes a partir del análisis del
fondo y de la forma; no contradictorios, pero sí diferentes.
Desde la forma, puedo encontrar una representación con lo oriundo, con lo
originario de los andes colombianos. Bien puede ser una apreciación del lector, es
cierto, pero es innegable que la forma en la que describe Márquez (no valorativa, sino
descriptiva) permite rescatar la belleza en lo pequeño, en lo rural y largo. No son
descripciones que ambientan, muertas, sino llenas de vida y movimiento y, sobre todo,
de color; a pesar del oscuro ambiente de luto.
Finalmente, respecto al fondo, hallo un claro llamado a la empatía, la
comprensión y la justicia. La empatía y comprensión se expresan por el duro e invisible
dolor de una madre, o siquiera de alguien que pierde a un familiar amado. El hecho de
buscar esconder aquella destrucción no hace más que sensibilizar la empatía que el
autor busca. Asimismo, quizá no es ese su objetivo, pero más allá de ello, se encuentra
la comprensión y la justicia. Al final del cuento se revela que la pérdida de la mujer tal
vez fue mediante un error, una injusticia. Y esto reforzaría aún más la empatización que
podemos hacer con su dolor, además de mostrarnos cuán frágil es la vida en todos los
lugares, incluso en pueblo tan callado y aparentemente tranquilo como aquel.
Opinión Crítica
El cuento me parece, sencillamente, una clara muestra de la correcta cohesión
entre la forma y el fondo, en cómo la complementación de ambas resuelve una obra
digna de ser estudiada. Respecto a la forma, la valoración del mundo andino como un
lar que aún existe, vive, hermoso. Respecto al fondo, la humanización de la forma: A
pesar de ser los andes un lugar hermoso, no dejar de ser uno más. Y allí también hay
humanos que temen y cometen injusticias. Allá también se mata, se teme y se llora.
Asimismo, la narración es precisa para lo que se quiere contar. Uno podría
recomendar más emotivismo, más lágrimas, pero el autor no solo busca que el lector
empatice con la situación, sino demostrar que es una situación real, y el dolor de la
mujer no es aislado del mundo que la rodea. Por ese realismo, el cuento, a pesar de no
llevar emociones explícitas, se vuelve perdurable.
Quisiese destacar, además y finalmente, los pequeños detalles, como el uso de
figuras literarias para describir ad hoc a lugares y personajes, así como la primacía de la
interpretación de las acciones, que, una vez más, es un llamado a la reflexión.
Bibliografía

BibGuru. (s.f.). Cómo citar el capítulo de un libro en APA.


https://www.bibguru.com/es/g/cita-apa-capitulo-de-libro/#:~:text=Para
%20citar%20el%20cap%C3%ADtulo%20de%20un%20libro%20en,nombres
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García, G. (2015). La siesta del martes. En Random House Mondadori (Ed.), Los
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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión
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Tabuenca, E. (2020). Partes de un cuento: inicio, nudo y desenlace. unPROFESOR.
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Vico, Á. (s.f.). Narrador observador. Núcleo Visual. https://nucleovisual.com/narrador-
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