Las Mas Hermosas Cartas de Amor Entre Manuela y Simon Bolivar PDF

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Las ms Hermosas cartas

de Amor
entre
Manuela y Simn
acompaadas de los
Diarios de Quito y Paita,
as como de otros documentos

1
Hugo Rafael Chvez Fras
Presidente de la Repblica Bolivariana de Venezuela

Isis Ochoa Caizales


Ministra del Poder Popular del Despacho de la Presidencia

Ivan Maiza Gerendas


Director General de Gestin Comunicacional

Ariadna Alzuru Mogolln


Directora de Archivos y Publicaciones

Gladys Ortega Dvila


Jefa de la Divisin de Publicaciones

La presente edicin ha sido tomada de:


Biblioteca Popular para los Consejos Comunales.
Serie las Artes y los Oficios.
Fundacin Editorial el perro y la rana, 2007

Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia


Las ms hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simn
Ediciones de la Presidencia de la Repblica
Caracas - Venezuela, 2010
Depsito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

Montaje: Ral Tamars, Julio An


Correccin de Textos: Lic. Gladys Ortega y Lic. Xiomara Rojas

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NOTA EDITORIAL

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Presentacin
Bolvar y Manuela, es la historia del amor y las mil batallas, por la
independencia, la libertad, la justicia y la igualdad, es la historia que
trasciende la profundidad de nuestros corazones, su influencia nos hace
un llamado a la reflexin, un llamado que es una luz que nos irradia,
nos arropa, nos toca y ya slo nos queda el privilegio de reconocer que
como bolivarianos somos parte de esta historia.

Bolvar el osado, el poeta, el Libertador, el del alma enamorada, el


que se dej llenar del nico sentimiento que nos libera y nos salva: el
Amor. Y Manuela, la valiente, la dama, la reina, la Caballeresa del Sol,
la soldado Hzar, la Coronela del Ejrcito Libertador, la de las palabras
agudas que cortan el viento, la de las palabras sublimes que acarician
las tormentas, la musa misma, la libertadora del Libertador, la nica de
suficiente puntera para atravesar el corazn de Su Excelencia.

La invitacin, ms que a leer es a vivir a revivir, la guerra de in


dependencia, las vicisitudes de dos que se amaron tanto en la clan
destinidad de lo posible, las conspiraciones, las traiciones, la gloria y el
amor venciendo siempre, incluso despus de la vida, incluso despus
de la muerte.

El mundo reconoce hoy en la corriente Bolivariana, la fuerza de la


razn, la conciencia y la inspiracin, para la construccin de una mejor
sociedad, Bolvar palpita en la conciencia de los latinoamericanos y
nuestra corriente Bolivariana hoy se ve fortalecida con el reconocimiento
latinoamericano de Manuela Senz al grado de Generala, haciendo
justicia al estandarte de su arrojo en batalla y a su invaluable ejemplo
soberbio para la independencia de Amrica y para la construccin de
la Patria. Dicho reconocimiento le reivindica el lugar que merece en
nuestra historia.

Finalmente y citando a la Generala Manuela Senz: El mun


do cambia, la Europa se transforma, Amrica tambin, nosotros
estamos en Amrica!. Y Amrica est cambiando, nosotros estamos
cambiando.

Blagdimir Labrador Mendoza

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Presidente del Banco del Tesoro
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Testimonio de Simn Bolvar
A modo de Prlogo

sobre el incidente del zarcillo recogido por Per de


Lacroix (fragmento)

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Su Excelencia se levant hoy con un poco de nimo de salir de
paseo a caballo. Regres ms alegre y conversador; as que aprovech
para que me hiciera algunas confidencias sobre sus sentimientos de l
acerca de mi seora Manuela:

Me pregunta usted por Manuela o por m? Sepa usted que nunca


conoc a Manuela. En verdad, nunca termin de conocerla! Ella es tan,
tan sorprendente! Carajo, yo! Carajo! Yo siempre tan pendejo! Vio
usted? Ella estuvo muy cerca, y yo la alejaba; pero cuando la necesitaba
siempre estaba all. Cobij todos mis temores

Su excelencia hizo aqu una pausa y luego pronunci:

Siempre los he tenido, carajo! (S.E. se interrumpi y me mir


suplicante, fijamente, como tratando de averiguar algo. Baj la cabeza
y pens que se haba dormido; pero empez nuevamente a hablar).
Usted De Lacroix la conoce: Todos, todos la conocen! No, no hay
mejor mujer. Ni las catiras de Venezuela, ni las momposinas, ni las
Encuentre usted alguna! Esta me dom. S, ella supo cmo! La amo. S,
todos lo saben tambin. Mi amable loca! Sus avezadas ideas de gloria;
siempre protegindome, intrigando a mi favor y de la causa, algunas
veces con ardor, otras con energa. Carajo! Ni las catiras de Venezuela,
que tienen fama de jodidas!

Mis generales holgaron en perfidia para ayudarme a deshacerme


de mi Manuela, apartndola en algunas ocasiones, mientras que yo me
complaca con otras. Por eso tengo esta cicatriz en la oreja. Mire usted
(ensendome su grande oreja de S.E. la izquierda, que tiene la huella
de una fila de dientes muy finos, y, como si yo no supiera tal asunto),
este es un trofeo ganado en mala lid: en la cama! Ella encontr un
arete de filigrana debajo de las sbanas, y fue un verdadero infierno. Me
atac como un ocelote, por todos los flancos; me ara el rostro y el
pecho, me mordi fieramente las orejas y el pecho, y casi me mutila. Yo
no atinaba cul era la causa o argumentos de su odio en esos momentos
y, porfiadamente, me laceraba con esos dientes que yo tambin odiaba
en esa ocasin.

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Pero tena ella razn: yo haba faltado a la fidelidad jurada, y me
reca el castigo. Me calm y relaj mis nimos y cuando se dio cuenta
de que yo no opona resistencia, se levant plida, sudorosa, con la
boca ensangrentada y mirndome me dijo: Ninguna, oiga bien esto
seor, que para eso tiene odos: ninguna perra va a volver a dormir con
usted en mi cama! (ensendome el arete) No porque usted lo admita,
tampoco porque se lo ofrezcan. Se visti y se fue.

Yo qued aturdido y sumamente adolorido, que en llamando a


gritos a Jos, y entrando este, pens que yo haba sido vctima de otro
atentado (aqu S.E. sonre). En la tarde regres debido a mis ruegos. Le
escrib diez cartas. Cuando me vio vendado claudic, al igual que yo,
en la furia de sus instintos. Todo en dos semanas fue un delirio de amor
maravilloso bajo los cuidados de la fierecilla. Usted qu cree? Esto es
una clara muestra de haber perdido la razn por el amor! El gran poder
est en la fuerza del amor. Sucre lo dijo.

Manuela siempre se qued. No como las otras. Se import a s


misma y se impuso con su determinacin incontenible, y el pudor qued
atrs y los prejuicios as mismo. Pero cuanto ms trataba de dominarme,
ms era mi ansiedad por liberarme de ella.

Fue, es y sigue siendo amor de fugas. No ve? Ya me voy nueva


mente. Vaya usted a saber! Nunca hubo en Manuela nada contrario a
mi bienestar. Solo ella. S, mujer excepcional, pudo proporcionarme
todo lo que mis anhelos esperaban en su turno. Mire usted. Arraig
en mi corazn y para siempre, la pasin que despert en m desde el
primer encuentro.

Mis infidelidades fueron, por el contrario de las experiencias, el


acicate para nuestros amores, despus de lo violenta que fuera la escena
de celos de esta mujer. Nuestras almas siempre fueron indmitas como
para permitirnos la tranquilidad de dos esposos. Nuestras relaciones
fueron cada vez ms profundas. No ve usted? Carajos! de mujer
casada

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a Hzar, secretaria y guardin celoso de los archivos y correspondencia
confidencial personal ma. De batalla en batalla, a teniente, capitn y
por ltimo, se lo gana con el arrojo de su valenta, que mis generales
atnitos vean; coronel! Y qu tiene que ver el amor en todo esto?
Nada.

Lo consigui ella como mujer (era de armas tomar!) Y lo otro?


Bueno, es mujer y as ha sido siempre, candorosa, febril, amante. Qu
ms quiere usted que yo le diga? Coo de madre, carajo! (Presiento
que esta ser la ltima vez que S.E. me hable as, tan descarnadamente:
s, de sus sentimientos de l hacia mi seora Manuela). Hubo un silencio
largo y S.E. exaltados los nimos, se fue sin despedirse. Iba acongojado,
triste; balbuciendo: Manuela, mi amable loca

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14
Cartas de amor de Manuela y Simn

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Cuartel General en Guaranda a 3 de julio de 1822

A la distinguida dama, Sra. Manuela Senz


Apreciada Manuelita:
Quiero contestarte, bellsima Manuela, a tus requerimientos de amor
que son muy justos. Pero he de ser sincero para quien, como t, todo
me lo ha dado. Antes no hubo ilusin, no porque no te amara Manuela
y es tiempo de que sepas que antes am a otra con singular pasin de
juventud, que por respeto nunca nombro.

No esquivo tus llamados, que me son caros a mis deseos y a mi


pasin. Slo reflexiono y te doy un tiempo a ti, pues tus palabras me
obligan a regresar a ti; porque s que esta es mi poca de amarte y de
amarnos mutuamente.

Slo quiero tiempo para acostumbrarme, pues la vida militar no es


fcil ni fcil retirarse. Me he burlado de la muerte muchas veces, y esta
me acecha delirante a cada paso.

Qu debo brindarte: un encuentro vivo acaso? Permteme estar


seguro de m, de ti y vers querida amiga quin es Bolvar al que t
admiras. No podra mentirte.

Nunca miento! Que es loca mi pasin por ti, lo sabes.

Dame tiempo.

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El Garzal, a 27 de julio de 1822

A Su Excelencia General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Aqu hay de vivaz todo un hechizo de la hermosa naturaleza. Todo
invita a cantar, a retozar; en fin, a vivir aqu. Este ambiente, con su
aire clido y delicioso, trae la emocin vibrante del olor del guarapo
que llega fresco del trapiche, y me hace experimentar mil sensaciones
almibaradas. Yo me digo: este suelo merece recibir las pisadas de S.E.
El bosque y la alameda de entrada al Garzal, mojados por el roco
nocturno, acompaaran su llegada de usted, evocando la nostalgia de
su amada Caracas. Los prados, la huerta y el jardn que est por todas
partes, servirnle de inspiracin fulgurante a su amor de usted, por estar
S.E. dedicado casi exclusivamente a la guerra.

Las laderas y campos brotando flores y gramneas silvestres, que son


un regalo a la vista y encantamiento del alma. La casa grande invita
al reposo, la meditacin y la lectura, por lo esttico de su estancia. El
comedor, que se inunda de luz a travs de los ventanales, acoge a todos
con alegra; y los dormitorios reverentes al descanso, como que ruegan
por saturarse de amor

Los bajos a las riberas del Garzal hacen un coloquio para desnu
dar los cuerpos y mojarlos sumergidos en un bao venusiano; acom
paado del susurro de los guaduales prximos y del canto de pericos
y loros espantados por su propio nerviosismo. Le digo yo, que anso
de la presencia de usted aqu. Toda esta pintura es de mi invencin;
as queruegoaustedqueperdonemisdesvarospormiansiedaddeusted yde
verlopresente, disfrutandode todoesto queestanhermoso.

Suya de corazn y de alma,

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El Garzal, a 28 de julio de 1822

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Aqu estoy yo, esperndole! No me niegue su presencia de
usted. Sabe que me dej en delirio y no va a irse sin verme y sin ha
blar con su amiga, que lo es loca y desesperadamente.

aqu hay todo lo que usted so y me dijo sobre el encuentro de


Romeo y Julieta y exuberancias de mi misma.

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Quito, 30 de diciembre de 1822

Al Libertador Simn Bolvar


Incomparable amigo:
En la apreciable de usted, fecha 22 del presente, me hace ver el
inters que ha tomado en las cargas de mi pertenencia. Yo le doy a usted
las gracias por esto, aunque ms las merece usted porque considera
mi situacin presente. Si esto suceda antes que estaba ms inmediata,
qu ser ahora que est a ms de sesenta leguas de aqu? Bien caro me
ha costado el triunfo de Yacuanquer. Ahora me dir usted que no soy
patriota por todo lo que voy a decir. Mejor hubiera querido yo triunfar
de l y que haya diez triunfos en Pasto.

Demasiado considero a usted lo aburrido que debe estar usted en


ese pueblo; pero, por desesperado que usted se halle, no ha de estar
tanto como lo est la mejor de sus amigas, que es:

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Quito, a diciembre 30 de 1822

A.S.E. El Libertador Simn Bolvar Seor mo:


Yo agradezco a usted por el inters que toma sobre mi persona,
porque usted bien sabe de mi presencia en cuerpo y alma a su lado.

Sobre lo que me dice usted en su carta del 25 del presente, me hace


sentir la soledad que acompaa lo que es ahora la distancia.

Considreme, usted su amor loco y desesperado por unirme hasta la


gloria de su ser; supongo que se halla usted en igual condicin como lo
est la ms fiel de sus amigas, que es:

21
Cuartel General Pasto, a 30 de enero de 1823

Mi adorada Manuelita:
Recib tu apreciable que regocij mi alma, al mismo tiempo que me
hizo saltar de la cama; de lo contrario, esta hubiera sido vctima de la
provocada ansiedad en m.

Manuela bella, Manuela ma, hoy mismo dejo todo y voy, cual
centella que traspasa el universo, a encontrarme con la ms dulce y
tierna mujercita que colma mis pasiones con el ansia infinita de gozarte
aqu y ahora, sin que importen las distancias. Cmo lo sientes, ah?
Verdad que tambin estoy loco por ti?

T me nombras y me tienes al instante. Pues sepa usted mi amiga,


que estoy en este momento cantando la msica y tarareando el sonido
que t escuchas. Pienso en tus ojos, tu cabello, en el aroma de tu cuerpo
y la tersura de tu piel y empaco inmediatamente, como Marco Antonio
fue hacia Cleopatra. Veo tu etrea figura ante mis ojos, y escucho el
murmullo que quiere escaparse de tu boca, desesperadamente, para
salir a mi encuentro.

Esprame, y hazlo, ataviada con ese velo azul y transparente, igual


que la ninfa que cautiva al argonauta.

Tuyo,

22
Catahuango, a febrero 12 de 1823

A Su Excelencia
General Simn Bolvar
A ms de encontrarme condenada por mis parientes en Quito, la
suerte al revs en mi matrimonio (siempre supe desde el principio que
sera as), usted me incomoda con el comportamiento de usted, de sus
sentimientos que son desprendidos de toda realidad.

Dice usted que me piensa, me ama, me idolatra?

Cree usted que este destino cruel puede ser justo? No! Mil ve
ces no! Quiere usted la separacin por su propia determinacin, o
por los auspicios de lo que usted llama honor? La eternidad que nos
separa slo es la ceguera de su determinacin de usted, que no lo ve
ms. Arrnquese usted si quiere, su corazn de usted, pero el mo No!
Lo tengo vivo para usted, que s lo es para m toda mi adoracin, por
encima de todos los prejuicios.

Suya,

23
Cuartel General de Lima, a 13 de septiembre de 1823

A la seora Manuela Senz


Mi buena y bella Manuelita:
Profunda preocupacin tiene mi corazn, a ms de mi admiracin
por tu valenta al enfrentarte sola al anatema de la luz pblica, en
detrimento de tu honor y de tu posicin.

S que lo haces por la causa de la Libertad, a ms que por m mismo,


al disolver, con la intrepidez que te caracteriza, ese motn que atosigaba
el orden legal establecido por la Repblica, y encomendado al general
Solom en Quito.

T has escandalizado a media humanidad, pero slo por tu tem


peramento admirable. Tu alma es entonces la que derrota los prejui
cios y las costumbres de lo absurdo; pero Manuela ma, he de rogarte:
prudencia, a fin de que no se lastime tu destino excelso en la causa de
la libertad de los pueblos y de la Repblica.

Prefiero que vengas a Lima, a fin de hacerte cargo de la secretara y


de mi archivo personal, as como los dems documentos de la Campaa
del Sur.

Con todo mi amor,

24
Quito, septiembre 23 de 1823

S.E. Simn Bolvar Seor:


Bien sabe usted que ninguna otra mujer que usted haya conocido,
podr deleitarlo con el fervor y la pasin que me unen a su persona, y
estimula mis sentidos. Conozca usted a una verdadera mujer, leal y sin
reservas.

Suya,

25
Lima, a octubre 18 de 1823

Muy seor mo:


Tiene usted mi amor verdadero, con el prendimiento de mi corazn
por usted. No me calmo hasta que usted me d su explicacin de su
ausencia de usted, sin que yo sepa qu se ha hecho usted. Es que no ve
el peligro? O yo no le intereso ms que ayer? Decida usted, porque yo
me regreso aun sin la gloria de usted, que no vacila en hacerme sufrir.

Suya,

26
Las siguientes cinco cartas, escritas desde La

Per de Lacroix
Magdalena, se refieren al incidente del zarcillo,
narrado segn testimonio de

27
28
I. Cuartel General en La Magdalena Lima
Octubre 29 de 1823

Seora Doa Manuela Senz


Seora:
Mi deseo es que usted no deje a este su hombre por tan pequea
einsignificantecosa.Lbremeustedmismademipecado,conviniendo
conmigo en que hay que superarlo. Veng ya usted su furia en mi
humanidad. Vendr pronto? Me muero sin usted.

Su hombre idolatrado,

29
II. La Magdalena, 6:30 p.m.

Seora:
Nunca despus de una batalla encontr un hombre tan mal
tratado y maltrecho como yo mismo me hallo ahora, y sin el auxilio
de usted. Quisiera usted ceder en su enojo y darme una oportuni
dad para explicrselo?

Su hombre que muere sin su presencia,

30
III. La Magdalena, 7:
III: 7:30
30p.m.
p.m.

Seora: Seora:
En mi situacin, ya no encuentro otro recurso que el de
levantarme como Lzaro e implorar su benevolencia conmigo.
En mi situacin, ya no encuentro otro recurso que el de levantarme
Sepacomo
ustedlzaro e implorar
que parezco sude
perro benevolencia conmigo.por jaura.
hortelano castigado

Sepa usted que parezco perro de hortelano castigado por jaura.


No se conmueve usted? Venga, venga pronto, que me muero
sin usted.
No se conmueve usted Venga, venga pronto, que me muero sin
usted.
Bolvar

31
IV. La Magdalena, 8 p.m.

Seora:
Medite usted la situacin. Acaso no dej de asistirme en unos
das? Yo imploro de su misericordia de usted, que proviene de su
alma pura; no me deje morir de amor sin su presencia. Puedo
volver a llamarla mi bella Manuela? Explqueme qu conducta debo
seguir respecto a usted.

Suyo,

32
V. La Magdalena, 9:30 p.m.

Mi adorada Manuelita, el hincarme la porcelana iridiscente de


tu boca fue el flagelo ms sutil demandado por mortal alguno en la
expiacin de su pecado; tus dedos se adhirieron a mi carne, como en
las breas de la ascensin al Pisha, para darle a este hombre (tu hombre)
un hlito mortal, en la contemplacin de tu divinidad hecha mujer.

Perdname, tuyo,

33
Lima, a 27 de febrero de 1824

Al seor Libertador
General Simn Bolvar
Muy seor mo:
Por correo he sabido de su desgracia de usted. No ve usted, se
or, por usted mismo? Corro a su lado hasta Pativilca. Escribo muy de
prisa por el ansia que tengo. Maana salgo con algunos patriotas y
tropa de Lima, pues son noticias frescas el que los peninsulares junto
con los traidores de Torre Tagle, dan ultimtum a esta ciudad; y hallo
justificacin en hacerlo porque para usted su salud no cuenta. Yo bien s
que con mi compaa usted se sentir mejor, dando al traste con todas
sus desgracias; que yo pueda ser remedio de sus males. Me espera
usted? Su amiga, desesperada por verlo, que es,

Manuela

34
Huamachuco, a 26 de mayo de 1824

General Simn Bolvar


Seor mo:
He de decirle a usted que mi paciencia en no ver su nimo disponible
hacia su amiga, que lo es sincera, tiene un lmite. Usted, que tanto
hablaba de corresponder gentilmente a los amigos, duda en escribirme
una lnea; esto me provoca una agona fatal, pues no encuentro que
satisfaga mis interrogantes acerca de usted o de su comportamiento
austero, aunque diplomtico.

He de preguntarle a usted mismo? No, porque ni siquiera piensa en


m, ni su respuesta es espontnea. Tngame un poco de amor, aunque
slo sea por lo de patriota.

Manuela

35
Huamachuco, a 30 de mayo de 1824

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Me pregunto a m misma, si vale la pena tanto esfuerzo en recuperarlo
a usted de las garras de esa pervertida que lo tiene enloquecido
ltimamente. Dir usted que son ideas absurdas. He de contarle que s
los pormenores de muy buena fuente, y usted sabe que slo me fo de la
verdad. Le incomoda mi actitud? Pues bien; tengo resuelto desaparecer
de este mundo, sin el permiso de su Seora, ya que no me llegar a
tiempo, debido a sus mltiples ocupaciones

Manuela

36
Cuartel General en Huaraz, a 9 de junio de 1824

Manuelita
Mi adorada:
T me hablas del orgullo que sientes de tu participacin en esta
campaa. Pues bien, mi amiga, Reciba usted mi felicitacin y al mismo
tiempo mi encargo! Quiere usted probar las desgracias de esta lucha?
Vamos! El padecimiento, la angustia, la impotencia numrica y la
ausencia de pertrechos hacen del hombre ms valeroso un ttere de la
guerra.

Un suceso que alienta es el hallarse en cualquier recodo con una


columna rezagada de godos y quitarles los fusiles. T quieres probarlo!
Hay que estar dispuesto al mal tiempo, a caminos tortuosos a caballo sin
darse tregua; tu refinamiento me dice que mereces alojamiento digno y
en el campo no hay ninguno. No disuado tu decisin y tu audacia, pero
en las marchas no hay lugar a regresarse. Por lo pronto, no tengo ms
que una idea que tildars de escabrosa: pasar al ejrcito por la va de
Huaraz, Olleros, Choven y Aguamina al Sur de Huascarn.

Crees que estoy loco? Esos nevados sirven para templar el nimo
de los patriotas que engrosan nuestras filas. A qu no te apuntas? Nos
espera una llanura que la Providencia nos dispone para el triunfo.
Junn! Qu tal?

A la amante idolatrada

Tuyo,
Bolvar

37
Huamachuco, 16 de junio 1824

A S.E. El Libertador Simn Bolvar


Mi querido Simn,
Mi amado:
Las condiciones adversas que se presenten en el camino de la
campaa que usted piensa realizar, no intimidan mi condicin de mujer.
Por el contrario, yo las reto. Qu piensa usted de m! Usted siempre me
ha dicho que tengo ms pantalones que cualquiera de sus oficiales, o
no? De corazn le digo: no tendr usted ms fiel compaera que yo
y no saldr de mis labios queja alguna que lo haga arrepentirse de la
decisin de aceptarme.

Me lleva usted? Pues all voy. Que no es condicin temeraria esta,


sino de valor y de amor a la independencia (no se sienta usted celoso)

Suya siempre,
Manuela

38
Huaraz, a junio 17 de 1824

A S.E. El Libertador Simn Bolvar

Muy seor mo:

Quisiera usted referirme: Qu clase de hombre es este Santander,


que siendo su enemigo usted lo tolera; sin que haga nada usted por
esquivar esas infamias por las que, en su correspondencia, me doy
cuenta, cmo injusta y deliberadamente, l no acoge las peticiones de
usted?

Tenga cuidado.

Suya,
Manuela

39
Cuartel General de Junn a 6 de agosto de 1824

Al seor teniente de Hzares de S.E.


El Libertador y presidente de Colombia
Seora Manuela Senz
Mi muy querida Manuela:
En consideracin a la resolucin de la Junta de Generales de Di
visin, y habiendo obtenido de ellos su consentimiento, y alegada
su ambicin personal de usted de participar en la contienda; visto su
coraje y valenta de usted; de su valiosa humanidad en ayudar a pla
nificar desde su columna las acciones que culminaron en el glorioso
xito de este memorable da; me apresuro, siendo las 16:00 horas en
punto, en otorgarle el grado de Capitn de Hzares; encomendndole a
usted las actividades econmicas y estratgicas de su regimiento, siendo
su mxima autoridad en cuanto tenga que ver con la atencin a los
hospitales, y siendo este, el ltimo escao de contacto de mis oficiales
con la tropa.

Cumplo as con la justicia, de dar a usted su merecimiento de la


gloria de usted, congratulndome de tenerla a mi lado como mi ms
querido oficial del ejrcito colombiano.

Su afectsimo,

S.E. El Libertador,
Bolvar

40
Cuartel General en Andahuaylas, a 26 de septiembre de 1824
(Confidencial)

Manuela ma:
El 3 del prximo, deseo que te reportes con Hctor, a fin de
coordinar el asunto que nos preocupa. El coronel Salguero lleva los
partes de la estrategia, para que Hctor vea la conveniencia de hacerlo
en Huamanga frente al Condorcunga. El motivo: que todos los batallones
sepan que el Libertador y Presidente est all, con ellos, en su tienda de
campaa, aunque con tabardillo. El general Solom llegar en mi mula
parda a fin de que se crea que soy yo.

T sers muy til al lado de Hctor, pero es una recomendacin para


ti, y una orden de tu general en Jefe, de que te quedes pasiva ante el
encuentro con el enemigo. Tu misin ser la de atenderme, entrando
y saliendo de la tienda del Estado Mayor, y llevando viandas de agua
para refrescarme, al tiempo de que en cada salida llevas una orden
ma (de los partes que estoy envindote) a cada general. No desoigas
mis consideraciones y mi preocupacin por tu humanidad.

Te quiero viva! Muerta, yo muero.

Tuyo,
Bolvar

41
Cuartel General de Chalhuancada, a octubre 4 de 1824

A la seora Capitana de Hzares de la Guardia


Manuela Senz
(Personal)
Mi muy querida Manuelita:
Te pido con el consejo de mis pensamientos, que batallan con el
ardor de mi corazn, que te quedes ah. Lo hago, no por separarme de
ti, pues t eres el ser que ms quiero y porque siempre estoy pensando
en ti. Tu presencia servir para que te encargues de hacerme llegar
informes minuciosos de todo pormenor, que ninguno de mis generales
me hara saber, ms por sus preocupaciones personales, que por intrigas
o desavenencias. Al mantenerme al tanto de todo lo que acontece all,
puedo mirar dos frentes, seguro de encontrar el respaldo que t logrars
en ese cuartel.

Soy tuyo de corazn,


Bolvar

42
Cuartel General de Huancayo, a 24 de octubre de 1824

Mi adorada Manuelita:
Mi bella y buena Manuela, hoy he recibido la Ley del Congreso
de Colombia, del 28 de julio, quitndome todas las facultades
extraordinarias de las cuales me hallaba investido por el ejecutivo;
traspasndolas todas, sin excepcin, a Santander.

Mi corazn ve con tristeza el horrible futuro de una patria que


sucumbe ante la mezquindad de los intereses personales y de partidos.

A todos cabe, sin embargo, una disculpa. T, en cambio, te con


servas siempre fiel a m. Sin embargo, por el amor que me profesas, no
hagas nada que nos hundira a los dos. Desconoce el hecho como un
desliz de mis detractores, sin ms que guardar la compostura que obliga
en estos casos, mientras yo recurro a mi intuicin a fin de organizar mi
relevo de estas responsabilidades en Sucre.

Tuyo,
Bolvar

43
Chancayo, a 9 de noviembre de 1824

Mi adorada Manuelita:
Estoy muy agradecido por tu oportuna correspondencia, que al
detalle me informa de los odios de esas gentes perniciosas, la mayora
campesinos que sin ms motivo que el de su rebelda, hostigan a las
tropas. Tambin los del comportamiento de los generales Uno y Heres.

Sucre ya tiene las rdenes pertinentes a la marcha; t por vas de


paciencia queda a la espera de mi retorno, que ser muy pronto, pues
anso tus amables caricias y contemplarte con mi pasin, que lo es loca
por ti. Tu nico hombre,

Bolvar

44
Cuartel General de Huancavilca Diciembre 20 de 1824

Seora doa Manuela Senz


Apreciada Manuelita:
Al recibir la carta del 10, de letra de Sucre, no tuve ms que
sorprenderme por tu audacia, en que mi orden, de que te conser
varas al margen de cualquier encuentro peligroso con el enemigo,
no fuera cumplida; a ms de que tu desoda conducta, halaga y en
noblece la gloria del ejrcito colombiano, para el bien de la patria
y como ejemplo soberbio de la belleza, imponindose majestuosa
sobre los Andes. Mi estrategia me dio la consabida razn de que t
seras til all; mientras que yo recojo orgulloso para mi corazn, el
estandarte de tu arrojo, para nombrarte como se me pide: Coronel
del ejrcito colombiano.

Tuyo,

Adicin: Viva la patria, Viva Sucre, Viva Manuela, Viva Ayacucho! Qu


es la apotesis de la Repblica!

45
Lima a 14 de abril de 1825

A S.E. General Simn Bolvar


Muy seor mo:
S que ha partido con usted mi nica esperanza de felicidad. Por
qu, entonces, le he permitido escurrirse de mis brazos como agua que se
esfuma entre los dedos? En mis pensamientos estoy ms que convencida
de que usted es el amante ideal, y su recuerdo me atormenta durante
todo el tiempo.

Encuentro que satisfaciendo mis caprichos se inundan mis sentidos,


pero no logro saciarme, en cuanto a que es usted a quien necesito; no
hay nada que se compare con el mpetu de mi amor. Comprar perfumes,
vestidos costosos, joyas, no halaga mi vanidad. Tan slo sus palabras
logran hacerlo. Si usted me escribiera con letras diminutas y cartas
grandotas, yo estara ms que feliz.

Mis labores no terminan nunca, pues empieza una y no termina y


ya tengo otra empezada. Confieso que estoy como embotada y no logro
hacer nada. Dgame qu debo hacer, pues no atino ni una, y todo por
el vaco de usted aqu.

Si usted me dijera venga, yo ira volando asfuera al fin del mundo!

Su pobre y desesperada amiga,


Manuela

46
Ica, 20 de abril de 1825

Mi bella y buena Manuela:


Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha to
cado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de
la inocencia y del honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situacin
por ti; porque te debes reconciliar con quien no amabas; y yo, porque
debo separarme de quien idolatro!!! S, te idolatro hoy ms, que nunca
jams. Al arrancarme de tu amor y de tu posesin se me ha multiplicado
el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazn divino,
de ese corazn sin modelo.

Cuando t eras ma, yo te amaba ms por tu genio encantador


que por tus atractivos deliciosos. Pero ahora, ya me parece que una
eternidad nos separa, porque mi propia determinacin, me ha puesto
en el tormento de arrancarme de tu amor, y tu corazn justo nos separa
de nosotros mismos, puesto que nos arrancamos el alma que nos daba
existencia, dndonos el placer de vivir. En lo futuro, t estars sola
aunque al lado de tu marido; yo estar solo en medio del mundo. Slo
la gloria de habernos vencido ser nuestro consuelo. El deber nos dice
que ya no somos ms culpables! No, no lo seremos ms.

Bolvar.

47
Cuartel General Ica, a 21 de abril de 1825

Mi adorada Manuelita:
Voy acompaado, quiero decir, con la compaa de tus gratsimos
recuerdos. Pienso, dentro de mis relaciones, que mucho ha de ser el
trabajo que debo realizar y s que me esperan la Grandeza y la Gloria.
Sin embargo, todo se empaa en la remembranza de tu imagen vestal
y hermosa, casi causante de esta lucha interna de mi corazn que se
halla entre mis deberes; la disciplina, mi trabajo intelectual y el amor.
No sabes, Manuela ma, cmo te ansa este corazn viejo y cansado, en
el deseo ferviente de que tu presencia lo rejuvenezca y lo haga palpitar
de nuevo al ritmo de como sano!

Sobre la base de mi temor, s que no est bien insistir en tu viaje ac,


pues faltaras a las obligaciones para con tu marido. Sin embargo, ni
yo mismo puedo engaarme. Tu suerte que te ha tocado, me entristece
mucho por lo de tus sacrificios que quieres slo para conmigo. Yo te
lo agradezco. Mis sentimientos se agigantan junto con mis deseos, al
pensar en ti, y en todo lo arrobador de tu espritu sin igual, adems de
tu encantamiento femenino.

Muy pronto sabr qu determinacin habremos de tomar ante


esta situacin que nos destroza el alma. Por lo pronto, debemos tener
paciencia de franciscano.

Tuyo en el alma,
Bolvar

48
Cuartel General en Ica, a 26 de abril de 1825

Mi adorada Manuelita:
Mi amor, marcho hoy con destino al Alto Per, a Chuquisaca, lleno
de proyectos que son mi ilusin de crear una nueva Repblica. Y por lo
tanto, la demanda ha de ser mucho trabajo que realizar con la direccin
de la Providencia y donde alcanzar lo ms grande de mi gloria, que me
tiene pensando en ti, a cada momento en que tu imagen me acompaa
a todo lado, haciendo de ideas vivas el palaciego almbar de mi vida y
mis labores.

Sin embargo, soy preso de una batalla interior entre el deber y el


amor; entre tu honor y la deshonra, por ser culpable de amor. Sepa
rarnos es lo que indica la cordura y la templanza, en justicia Odio
obedecer estas virtudes!

Soy tuyo de alma y corazn,


Bolvar

49
Lima, a mayo 1 de 1825

A S.E. General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Recib su apreciable, que disgusta mi nimo, por lo poco que me
escribe; adems de que su inters por cortar esta relacin de amistad
que nos une, al menos en el inters de saberlo triunfante de todo lo que
se propone. Sin embargo yo le digo: no hay que huir de la felicidad
cuando esta se encuentra tan cerca. Y tan slo debemos arrepentirnos
de las cosas que no hemos hecho en esta vida.

Su Excelencia sabe bien cmo lo amo. S, con locura!

Usted me habla de la moral, de la sociedad. Pues, bien sabe usted que


todo eso es hipcrita, sin otra ambicin que dar cabida a la satisfaccin
de miserables seres egostas que hay en el mundo.

Dgame usted: Quin puede juzgarnos por amor? Todos confabulan


y se unen para impedir que dos seres se unan; pero atados a
convencionalismos y llenos de hipocresa. Por qu
S.E. y mi humilde persona no podemos amarnos? Si hemos encontrado
la felicidad hay que atesorarla. Segn los auspicios de lo que usted llama
moral, Debo entonces seguir sacrificndome porque comet el error de
creer que amar siempre a la persona con quien me cas?

Usted, mi seor, lo pregona a cuatro vientos: El mundo cambia,


la Europa se transforma, Amrica tambin Nosotros estamos en
Amrica! Todas estas circunstancias cambian tambin. Yo leo fascinada
sus memorias por la gloria de usted.

Acaso no compartimos la misma? No tolero las habladuras, que


no importunan mi sueo. Sin embargo, soy una mujer decente ante el
honor de saberme patriota y amante de usted.
Su querida, a fuerza de distancia,

50
Lima, a mayo 3 de 1825

A S.E. General Simn Bolvar


Mi amor idolatrado:
En la anterior, coment a usted de mi decisin de seguir amndole,
an a costa de cualquier impedimento o convencionalismos que en m
no dan preocupacin alguna por seguirlos. S qu es lo que debo hacer
y punto! No hay que burlarse del destino (este segn usted es cruel,
despiadado). No, yo creo que, por el contrario, nos ha hecho encontrar,
nos dio la oportunidad de vernos e intercambiar opiniones de aquello
que nos interesaba, de la causa patriota y, desde luego, si no sabemos
aprovechar esto, despus se vengar de nosotros y entonces no tendr
misericordia ni piedad.

Usted que me tena un poquito de amor ha permitido que la ilu


sin de usted se pierda, y yo veo todo con desesperanza. En todo lo
que usted me escribe, deseo conocer algo de su pensamiento, como
queriendo convencerme a mi manera y a m misma, que usted tam-poco
est dispuesto a cortar nuestra relacin. Valo por usted mismo: nada
hay en el mundo que nos separe, que no sea nuestra propia voluntad. La
ma es seguir, a costa de mi reposo y mi felicidad. Qu dice usted?

Suya,
Manuela

51
Lima, a 5 de mayo de 1825

A S.E. General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Por qu se ha ido usted sin m? No ve que me ha hecho sufrir
mucho? Dgame dnde est. Estoy muy triste, pero no puedo juzgarlo.
S que al alejarse ha querido evitarme un gran dolor.

Usted tiene un corazn de oro, eso lo s. Sin embargo, no quiero


que se desobligue de m. Yo, que estoy enferma de ansiedad y loca por
la ausencia de usted nicamente puedo soportarlo todo a su lado; me
sobra mucho, Demasiado amor para drselo! Lo nico que me importa
es su amor, sentirme segura en sus brazos.

Ahora dir usted que soy libidinosa por todo lo que voy a decirle:
que me bese toda, como me dej enseada, No lo ve? Cmo me las
arreglar sin la presencia de usted? Pregunto, Por qu me ha dejado
enamorada? Con el alma en pedazos! Usted dice que el amor nos libera.
Si, pero juntos. Eso fue comprobado por lo de Junn; de lo contrario me
siento encarcelada en mi desasosiego.

No le pido que piense en m, dgame que me ha amado a m ms


que a ninguna otra. Perdneme el fastidio de mi delirio, pero es que lo
adoro. Soy una mujer enamorada; tenga usted un poquito de compasin
y consideracin por m.

S que lo que voy a decir no le gustar, pero s: me muero de celos


al pensar que podra usted estar con otra; pero yo s que ninguna mujer
sobre la faz de la tierra podra hacerlo tan feliz como yo. Orgullo?
Piense usted que s, Pero es la verdad ms dichosa! Por su amor ser su
esclava si el trmino amerita, su querida, su amante; lo amo, lo adoro,
pues es usted el ser que me hizo despertar mis virtudes como mujer. Se
lo debo todo, amn de que soy patriota.

Suya,

52
Lima, a 9 de mayo de 1825

A su Excelencia, General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Mucho me alegra conocer su sana ambicin de crear esa nueva
repblica, que tanta falta le hace como equilibrio a la organizacin
poltica del Sur, dando lugar a establecer un orden y principio, regu
lando al Per y a la Argentina el espacio de sus territorios.

Espero con profunda ansiedad ver colmadas sus aspiraciones, que


s son muy justas, en cambio en las lides de su interior no lo son. Por
qu privarse del goce infinito del amor? Qu tan alta es la honra para
que sobrepase a la del gran Bolvar y cul es la cordura y la templanza
que obligan al Libertador a enjuiciarse a s mismo? Si una de las virtudes
primordiales es la obediencia al amor, que la misma providencia
auspicia en todo ser humano.

Dispnseme usted mi terquedad, pero en esto tengo razn; de lo


contrario, mi desvergenza arder en mi contra como la culpable de su
desasosiego. Quien lo ama hoy como nunca,

Suya,

53
Lima, a 18 de mayo de 1825

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Yo slo s que usted se hace ms difcil en cuanto se entretiene en
homenajes, muy justamente rendidos en honor a la gloria de usted; cosa
que, en cierto modo, me resarce de su ausencia y me alimenta, en lo
que en m, refleja su sombra de gloria.

S, porque slo la sombra de usted, mi glorioso Libertador, es la


que me cubre, en el absurdo de mi convivencia, en este hogar que
aborrezco con todo mi corazn. Mi mortificacin va en el sentido de
la ausencia de usted, aunque no me entristece todava, pues guardo su
imagen constante como aliciente de este desatinado matrimonio; que
lejos de enriquecerme me envilece, por el desagrado con el que atiendo
las cosas de la casa como matrona.

Contsteme usted aunque sea slo una lnea, s? Dle vida a esta
pobre mujer que amargada por las circunstancias desea slo estar a su
lado y no apartada de usted.

Suya,
Manuela

54
Lima, a 28 de mayo de 1825

Su Excelencia seor General Simn Bolvar


Muy seor mo:
El teniente Salguero vino en dejarme su apreciable del 17, en que me
hace gracia de sus escapadas a las funciones de gala en los recibimientos
y homenajes en honor a la gloria de usted.

Bien sabe que comparto esas estrategias por su seguridad de us


ted; pues a mi modo de ver, es muy vlido el que su Estado Mayor se
preocupe por su vida, siendo que los malvados lo buscan como si fuera
usted el nico responsable de todo lo que pasa aqu.

Me dio mucha alegra leer su entusiasmo en lo referente al Decreto


y Leyes para la creacin de la Repblica Bolvar o Bolivia, como S.E.
se empea en llamarla. Bien sabe que en usted veo que s hay razn
y juicio para tales fines, y no en los de creacin de Santander. Estimo
muy conveniente que usted resuelva en correspondencia a este seor,
su posicin y educacin de usted, as como todo lo que S.E. conoce
y sabe, tanto en instruccin de libros sabios que usted ha estudiado,
como en instruccin de milicia desde nio, para que le calme las dudas
e intrigas, a satisfaccin de la propia ignorancia de l.

La inteligencia de S.E. sobrepasa a los pensamientos de este siglo,


y bien s que las nuevas generaciones de esa provincia y de Amrica,
seguirn el resultado de las buenas ideas de usted, en procura de una
libertad estable y hacienda saludables.

Le envo unos cariitos y dulces que le encantan a S.E. Use el pa


uelo que le bord para usted, con mi amor y devocin, as como la
camisa, que es inglesa. La compr a un vendedor que trajo mercadera
de una goleta que naufrag cerca del Callao, y por su mercanca sin
aduana, no piense usted otra cosa. Lo amo desde lo ms profundo de mi
alma. Cuidado con las ofrecidas. Qu de m se olvida para siempre!

Suya,

55
Cuartel General Arequipa, junio 8 de 1825

Mi adorada Manuelita:
Mi amor: tu hermosa carta del 1 de mayo y la perentoria del 3,
me han hecho reflexionar en todas las circunstancias que nos afectan
mutuamente. Aoro que en estas tierras no ests a mi lado, disfrutando
de encuentros gloriosos con quienes premiaron al genio de mi Proyecto
de Constitucin Poltica del 16 de mayo, sobre la creacin de la nacin
Bolvar.

Aqu todo es alegra, pues con recibirme con arcos triunfales y


conducirme bajo palio, engalanan mi vanidad que no es otra que la
satisfaccin de ver cumplidos mis anhelos de crear una quinta Rep
blica; quedando constituida por las cuatro provincias de Chuquisaca,
Charcas, La Paz, Potos y Cochabamba. Esto es mi vivo inters, para que
no conste en parte de la nacin Argentina, por lo del pronunciamiento
del ao 10, ni del Per, que es otra a la cual perteneci.

S, mi amor, que en esto no hay otra cosa que los ensueos de tu


maravillosa imaginacin. No te mortifiques ms. Tu corazn venturoso
debe empearse con inquietudes que slo son los hechizos fatuos de
la incomprensin de tu marido. Relegara con gusto todo lo que aqu
acontece, con el torbellino que mi pasin ansa invadir tu intimidad y
la ma.

Mi agradecimiento es a todas tus atenciones y desvelos que llegan


en procesin de sucesivos carios, delicias y cuidados, que hacen
sentir pobre mi descomedida actitud, que es slo por la fuerza de mis
obligaciones aqu. S, perdname. A partir de hoy, dedicar un poco de
tiempo a esta agradable tarea de escribirte.

Tu amante,
Bolvar

56
Cuartel General en Tunja, junio 16 de 1825

A la dulce, muy dulce y adorada Manuelita


Mi amor:
S que tienes mucha disposicin hacia m y que has aprendido
todas las artes de la estrategia en el amor. Esto ha creado una deliciosa
intimidad de pensamiento y afectos mutuos, que son ahora para m un
grato motivo de felicidad. Sigues siendo la joya sagrada y sensual llena
de encantos y atributos de belleza? Pues bien, querida amiga, yo sigo
pensando y gozando de mi imaginacin, aunque s que no ignoras la
magnitud de tu sacrificio si resuelves venir ac. S, yo invito, Viva el
amor en el raso y la seda, las camas mullidas con blandos colchones,
los terciopelos rojos, las alfombras, la gloria de ver a una mujer ms
linda que Cleopatra, ejerciendo todo el poder de sus encantos sobre
mis sentidos; el ludibrio de rasgar tus vestidos sin importar su costo,
deshaciendo al mismo tiempo tu laborioso peinado de tocador.

Me atraen profundamente tus ojos negros y vivaces, que tienen el


encantamiento espiritual de las ninfas; me embriaga s, contemplar tu
hermoso cuerpo desnudo y perfumado con las ms exticas esencias,
y hacerte el amor sobre las rudimentarias pieles y alfombras de
campaa.
Todo esto es una obsesin, la ms intensa de mis emociones Qu he
de hacer? Tu ensoacin me envuelve en el deseo febril de mis noches de
delirio. La moral, como t dices, en este mundo es relativa; la sociedad
que se gest y ha surgido en esa desastrosa poca de colonialismo es
perniciosa y farsante; por eso no debimos actuar, como t bien dices,
sino al llamado de nuestros corazones.

Soy tuyo de alma,

57
/sin fecha

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Mi genio, mi Simn, amor mo, amor intenso y despiadado. Slo por
la gracia de encontrarnos dara hasta mi ltimo aliento, para entregarme
toda a usted con mi amor entero; para saciarnos y amarnos en un beso
suyo y mo, sin horarios, sin que importen el da y la noche y sin pasado,
porque usted mi Seor es el presente mo, cada da, y porque estoy
enamorada, sintiendo en mis carnes el alivio de sus caricias.

Le guardo la primavera de mis senos y el envolvente terciopelo de mi


cuerpo (que son suyos).
Su Manuela

58
Cuartel General en Pucar, a 17 de junio 1825

Mi adorada Manuelita:
Mi amor, me gust mucho lo que dices, que has ido a rezar, porque
en verdad debemos tener fe en que estaremos juntos muy pronto; pero
para ello trataremos de ser cada da mejores, ms buenos que el anterior;
aunque sobra decrtelo, porque t naciste buena y humanitaria. Por
esto me siento plenamente orgulloso de ti, porque s de tus caridades y
benevolencias. Me encanta que seas piadosa (aunque no lo eres tanto),
amn de que te desvives por los desposedos. De paso s que haces
respetar la imagen de la Repblica con fervor y ahnco; solo que esto te
trae mil contrariedades.

Cada vez que recuerdo tu hermosa figura viene a m el goce de las


noches de amor interminables, donde t eres la amante deliciosa, y
somos dos seres absorbidos por el amor que nos es esquivo, en tanto
tus obligaciones y las mas distan mucho de acercarse, por la poca o
ninguna, similitud de las mismas.

Si tuvieras obligaciones ac, entonces seramos ms dichosos, pues


tu trabajo tendra que ver conmigo. Esto acaso en una suposicin;
entonces no nos separaramos ms.

Tuyo de corazn y de alma,

59
Cuartel General en el Cuzco, 10 de julio de 1825

Benevolente y hermosa Manuelita:


Ahora todo tiene significado en la grandiosidad de ser libres,
transformndose en gloria con sabor a triunfo. He tomado muy en
cuenta tu estimacin sobre las apreciaciones que tiene Santander sobre
m, y le he escrito con mi acervo de propiedad y cultura, ampliando
su concepto que de m se lleva: mi cultura adquirida por el contacto
con mis ilustres amistades, por el permanente saber en las inagotables
fuentes de valiosos libros, y la inteligencia con que la Divina Providencia
me ha distinguido. Te remito copia de la misma, por considerarla ilustre
dentro de mi modestia; pues no tengo blanduras con nadie y menos con
Santander. En lo que respecta a mi condicin e integridad de ciudadano
y hombre libre, l lo sabe.

Tuyo,

60
Lima a 14 de julio de 1825

A S.E. General Simn Bolvar


Mi amor idolatrado:
Hoy he recibido su apreciable del 16 de junio prximo pasado, que
luego de leer con viva emocin me ha puesto a rer, cantar, llorar y
bailar de emocin y alegra. Hasta la llegada de esta, he fumado tantos
cigarros, que estoy ronca y con voz grave; por lo que Nathn se ha puesto
a ridiculizarme, y casi la mato de un abrazo, como si fuera usted.

Djeme usted estar feliz con mis caprichos y mis voluptuosidades,


que desde luego contar con detalles a usted; que s, usted gozar en
inmensidad de sus placeres mentales peregrinos. Bastante bien se ha
llevado usted mi imagen, pues no la pierda nunca! Sigo siendo bella,
provocativa, sensual y deliciosa. Ah! Mis encantos son suyos y cualquier
sacrificio no sera nada, con tal de estar en la proximidad de usted.

Tiene su recuerdo tal cmulo de retratos, que me hacen ruborizar,


pero de deseo, sin romper mi intimidad o mi modestia.

Presto he terminado la lectura de su carta y me dedico a contestarle,


con la invariable seguridad de que usted me seguir escribiendo cartas
de amor, que son el pretexto de seguir con vida. Lo amo tanto, que me
sent morir cuando S.E. parti. Yo no podra vivir sin siquiera recibir
alguna noticia suya. Ve usted la vehemencia con que lo pienso?

Suya,

61
La Paz, 29 de septiembre de 1825

A Manuela la bella
Mi adorada Manuelita:
Vale ms un grano de cebada que un hombre ansioso en espera
del amor! Porque este es un derecho de nostalgia. Yo, que me jacto de
tranquilo, Estoy en penumbras de mi desasosiego! Slo pienso en ti,
nada ms que en ti y en todo lo que tienen de deliciosas tus formas. Lo
que siempre est en mi mente atormentada por tus bellos recuerdos, es
la imagen de lo que imagino en perenne fervor de tu amor y el mo.

T solamente existes en el mundo para m! Tu prstina pureza y roco


tutelar es como un ngel que da nimo, necesario para mis sentidos y
mis deseos ms vivos. Por ti s que voy a tener la dicha inmensa de
gozar los placeres de este y del otro mundo (el del amor), porque desde
el principio supe que en ti existe todo lo que yo anso en mis ms caros
anhelos.

No tildes mi actitud de indiferente y poco detallista, al igual que falta


de ternura. Mira que esta distancia, de un sitio a otro, de que t y yo
estamos, slo sirve para alimentar en mayor escala el fuego creciente de
nuestras pasiones. Al menos a m, me aviva la delicia de tus recuerdos.

Olvida esa catarata de invlidas sospechas sobre mi fidelidad hacia


ti, que slo van a envejecer tu nimo y descarriar tus buenos deseos.
Recapacita en todo lo que t no puedes negarme, aun a travs de la
distancia, y hazlo por mi veneracin hacia ti.

Contstame, al menos esta, que lleva la fiebre de mis palabras. Ya me


cans de hacerlo yo sin tus respuestas.

62
Oh! ingratitud indolente. Hazlo en favor de una orden expresa,
de tu ms fino adversario en los campos del amor! Si no, atiende al
prximo Consejillo de guerrilla, por indisciplina e insubordinacin,
al faltar acatamiento a una orden superior.

Para la ms bella y adorada de mis oficiales, Manuela la quis


quillosa.

Soy tuyo de corazn,

63
Cuartel General en Potos, a 9 de octubre de 1825

A la seora Manuela Senz


Mi hermossima Manuela:
Me encuentro verdaderamente eufrico hoy, por haber recibido
noticias tuyas, tradas por Heres. An no encuentro el tiempo adecuado
para sentarme a escribirte largo. Mi condicin exige, por ahora, otras
pruebas y todo es pasado, sin que se tenga ms que comentar de los
asuntos de la nueva Administracin Pblica aqu. Pasar a Chuquisaca,
donde me alcanzar Sandes para cuando l regrese.

Mi pasin hacia ti se aviva con la brisa que me trae tu aroma y tu


recuerdo. Existes y existo para el amor, o no? Ven para deleitarme con
tus secretos. Vienes?

Tu amor idolatrado de siempre,

64
Potos, 13 de octubre de 1825

Mi querida amiga:
Estoy en la cama y leo tu carta del 2 de setiembre. No s lo que ms
me sorprende: si el maltrato que t recibes por m o la fuerza de tus
sentimientos, que a la vez admiro y compadezco.

En camino a esta villa, te escrib dicindote, que, si quisirais huir de


los males que temes, te vinieses a Arequipa, donde tengo amigos que te
protegern. Ahora te lo vuelvo a decir.

Dispnsame que no te escriba de mi letra: t conoces esta.

Soy tuyo de corazn.

65
Plata, 26 de noviembre de 1825

Mi amor:
Sabes que me ha dado mucho gusto tu hermosa carta! Es muy
bonita, la que me ha entregado Salazar. El estilo de ella tiene un mrito
capaz de hacerte adorar por tu espritu admirable. Lo que me dices de tu
marido es doloroso y gracioso a la vez. Deseo verte libre, pero inocente
juntamente; porque no puedo soportar la idea de ser el robador de un
corazn que fue virtuoso, y no lo es por mi culpa. No s cmo hacer
para conciliar, mi dicha y la tuya, con tu deber y el mo: no s cortar
este nudo que Alejandro con su espada no hara ms que intrincar ms
y ms; pues no se trata de espada ni de fuerza, sino de amor puro y de
amor culpable; de deber y de falta; de mi amor, en fin, con Manuela,
la bella.

Bolvar

66
Lima, 27 de noviembre de 1825

Seor:
Estoy muy brava y muy enferma. Cun cierto es que las grandes
ausencias matan el amor, y aumentan las grandes pasiones. Usted, que
me tendra un poco de amor, la gran separacin lo acab. Yo, que por
usted tuve pasin y esta la he conservado por conservar mi reposo y mi
dicha, que ella exista y existir, mientras viva Manuela.

El general Sandes lleg y nada me trajo de usted. Tanto le cuesta el


escribirme? Si tiene usted que hacerse violencia, no lo haga nunca

Yo salgo el primero de diciembre (y voy porque usted me llama),


pero despus no me dir que vuelva a Quito, pues ms bien quiero
morir que pasar por sinvergenza.

Estoy con un gran dolor de cabeza, y en cama me vio el general


Sandes.

Manuela

67
Chuquisaca, a 23 de enero de 1826

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Mi amor, qu tal el viaje? En la faltriquera le hice poner unos
bocadillos, los comi usted? Eran de sorpresa, de lo mucho que lo
amo, para que usted piense en m como yo lo hago con usted. Pselo
bien y recurdeme siempre.

De su amor desesperado, para mi hombre nico,

Manuela

68
Chuquisaca, a 8 de febrero de 1826

General Simn Bolvar


Mi amor: yo me siento muy afligida por la circunstancia de us
ted. No puedo ms con mi pasin que lo venera a Ud. Ya conoce mis
sentimientos y todo lo que es para m.

Me reanima el saberlo dentro de mi corazn. Lejos mi Libertador


no tengo ni descanso ni sosiego; slo espanto de verme tan sola sin mi
amor de mi vida. Usted merece todo; yo se lo doy con mi corazn que
palpita al pronunciar su nombre.

Que lo ama locamente.

69
Chuquisaca, a 15 de febrero de 1826

General Simn Bolvar


Escribo muy de prisa, porque parte ahora mismo el general Sandes
para la Magdalena. Me dicen que usted ya se instal.

Cmo lo pasa sin m? Yo ac estoy murindomede ganas deverlo.

Tanto que lo adoro y usted no me contesta ninguna. Se encuentra


muy ocupado? Yo igual, pero siempre pienso en Ud. Piensa usted en
m?

Su Manuela

70
Chuquisaca, a 26 de febrero de 1826

General Simn Bolvar


Mi amor:
He tenido la gran satisfaccin de recibir noticias frescas, que me han
causado la alegra ms viva, por el recibimiento en triunfo a V.E., en
Lima; cosa que me honra en lo que a m me toca. Yo tambin lo admiro
(y no estoy celosa), y me empeo en que las cosas ac salgan bien en
su nombre.

S que usted en todas partes es admirado y yo me halago por ello,


con la confianza de que usted estar pensando en m, como lo hago yo
con usted.

Su Manuela

71
Chuquisaca, a 17 de marzo de 1826

General Simn Bolvar


Mi amor:
Le escribo a usted dicindole que me conteste al menos sta. Su
Manuela quiere darle el fervor de mi corazn, lo recibe Ud.? Yo lo
amo de verdad y usted a m no! y punto. Se fue sin que la distancia le
causare el ms leve remordimiento; as est de acostumbrado.

Por compasin escrbame, para renovar al menos esa amistad, que


s la creo sincera. Si antes he querido sus halagos como una ddiva de
su amor por m, hoy lo sufro por la ausencia de usted. Si ya no me ne-
cesita Dgame! Y no insistir ms.

Manuela

72
Lima, 6 de abril de 1826

Mi querida amiga:
Mucho me complacen tus amables cartas y la expresin de tus
carios; son mi placer en medio de la ausencia. Ya digo a Sucre, que
te recomiendo nuevamente, y no ms. A tu mam, que no se vaya por
nada, nada, nada: mira que yo me voy a fines de ste para all sin falta.
Esprame a todo trance. Has odo? Has entendido??? Si no, eres una
ingrata, prfida y ms aun que todo esto, eres una enemiga.

Tu amante.
Bolvar

73
La Magdalena, a 16 de abril de 1826

Adorada Manuelita:
Hoy empiezo un rgimen disciplinario que me ser muy til en el
desempeo de mis posteriores acciones. Dormir pocas horas, rendir
culto a la templanza y a la castidad, virtudes merecedoras del respeto
del hombre.

Mis ejercicios empezarn al despuntar el alba y mi dedicacin ser


la correspondencia, en la que t no sers excluida bajo pretexto de mi
condicin. No! Por el contrario, tu imagen absorbe mis pensamientos
en la clida hermosura de tus recuerdos, que me hacen sufrir tanto. Vital
es que no me olvide de ti, pues atesoro mil esfuerzos por conseguir tales
disciplinas en el intento de encontrarme ms activo para cuando t y yo
estemos juntos.

Siempre tuyo,

74
Lima, abril 20 de 1826

Mi adorada Manuelita:
T me acechas entre el lecho de las acacias y los cedros, aprisio
nando mi pobre humanidad entre tus brazos. Yo me entrego a tal
prisin como raptado por el encanto de tu sutil sonrisa y tu audacia,
en mritos estratgicos para aparecerte como Diana en los jardines
de Odiseo.

Contigo estoy dispuesto a llenarme exasperado de las satisfac


ciones propias del amor. Este altar de Venus vale bien trocarlo por
el trajn del servicio a Marte; en el que pondr tambin mi ms caro
empeo, en la magnitud de mis esfuerzos. Esprame en el huerto de
Chuquiguada, con tu vivaz encantamiento de sorpresas.

Te amo,

P.D.: El viaje me demor dieciocho das hasta Chuquisaca.

75
Chuquisaca, a 17 de mayo de 1826

General Simn Bolvar


Estimado seor:
Qu falta de amabilidad tiene usted, pues ya se olvid (conmigo) de
las finezas. Bien es cierto que las grandes ausencias a Ud. no le afectan
el nimo, y las tiene como pretexto para olvidarse de m. Yo le pregunto:
He cometido algn pecado que no sea el darle todo mi amor, aun
privndome del de mi fortuito marido? Yo digo No y basta!

No me he olvidado de las obligaciones que tengo para con usted, o


mejor para con el Ejrcito. Pero si tengo que entregar el archivo, ser
el ltimo da en vsperas de mi viaje a Londres con James, ya que as lo
he determinado.
Le confieso que es para m una decisin terrible; pasarme de los
mos y de mi pas; porque no s con qu me voy a encontrar all. Usted
siempre ha dicho que las cosas finas son delicadas y mi amor por usted
se encuentra resentido, por lo acrisolado del sufrimiento de saberlo mo
y no tenerlo junto a m:

No quiero que usted se forme algn concepto de que yo le hago


fuerza para que me ame, si no lo siente de verdad, Qu puedo yo es
perar? Usted dir que me quejo demasiado, pero es injusto su olvido y
su silencio, y tan slo le pido de favor me permita siquiera verle con los
ojos antes de marcharme.

Al nico hombre de mi vida,

Suya,

76
La Magdalena, julio de 1826

Mi adorada:
Con que t no me contestas claramente sobre tu terrible viaje a
Londres??? !!! Es posible, mi amiga? Vamos! no te vengas con enigmas
misteriosos. Diga Ud. la verdad, y no se vaya Ud. a ninguna parte: yo lo
quiero resueltamente.

Responde a lo que te escrib el otro da de un modo que yo pueda


saber con certeza tu determinacin.

T quieres verme, siquiera con los ojos. Tambin yo quiero verte


y reverte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a m por todos los
contactos. A que t no quieres tanto como yo? Pues bien, sta es la
ms pura y la ms cordial verdad. Aprende a amar, y no te vayas ni aun
con Dios mismo.

A la mujer nica, como t me llamas a m.

Tuyo

77
Lima, a octubre 4 de 1826

A S.E. El Libertador Simn Bolvar:


Ahora que usted se ha marchado por mi insistencia, encuentro ms
descaro en los que Ud. confiaba ciegamente, y quienes se atreven al
vituperio de su persona sin recato ninguno. Siga usted as, y yo ser
testigo de su desgracia, que no quiero.

Qu es usted un caballero? Acepto, pero no deje usted a los infames


denigrar de su persona sin que reciban castigo merecido. Usted tiene el
poder, Por qu no lo emplea? Tiene recelo? Yo le digo que yo misma
me he enfrentado, brazos en jarra, para disputar su honor. Me ve usted
a m? Yo s pienso en usted y no me importa qu me pase, pues sabr de
qu se trata. Cudese usted, que anda sin prevencin de sus enemigos,
que usted no cree.

De la mujer que lo idolatra,


Manuela

78
Ibarra, 6 de octubre (1826)

Mi encantadora Manuela:
Tu carta del 12 de septiembre me ha encantado: todo es amor en ti.
Yo tambin me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a
dos nios. Yo, viejo, sufro el mal que ya deba haber olvidado. T sola,
me tienes en este estado. T me pides que te diga, que no quiero a
nadie.

Oh! No, a nadie amo: a nadie amar. El altar que t habitas no


ser profanado por otro dolo ni otra imagen, aunque fuera la de Dios
mismo.

T me has hecho idlatra de la humanidad hermosa o de Manuela.


Creme: te amo y te amar sola y no ms. No te mates. Vive para m, y
para ti: vive para que consueles a los infelices y a tu amante que suspira
por verte.

Estoy tan cansado del viaje y de todas las quejas de tu tierra, que no
tengo tiempo para escribirte con letras chiquiticas y cartas grandotas
como t quieres. Pero en recompensa, si no rezo, estoy todo el da y la
noche entera haciendo meditaciones eternas sobre tus gracias y sobre
lo que te amo; sobre mi vuelta y lo que hars y lo que har cuando nos
veamos otra vez. No puedo ms con la mano. No s escribir.

Bolvar

79
Pasto, a 13 de octubre de 1826

Mi adorada Manuela:
Recib tu carta del 29 de septiembre, justamente en el momento
ms ocupado; ocupacin que he dejado de lado por satisfacerme y
atender tus dulces palabras, que convierten mi corazn en un reloj
desacompasado por la nostalgia.

T sola me has robado el alma y yo me ocupo slo de pensar en ti.


Nada distrae ms mi atencin y mis ocupaciones que el interrogante de
tu mirada sobre mi amor a ti.

Qu dir yo si no te tengo junto a m? Hagamos juntos un pro


psito! Qu sea a la hora del t, cuando t te conviertas a mis pensa
mientos y los mos se vayan con los tuyos! Te gusta? De todas maneras,
esta conexin slo tiene su triunfo en la esperanza que tengo de regresar
y de confundirme con tu aliento.

Tu amante idolatrado,
Bolvar

80
Ibarra, 18 de octubre de 1826

Adorada y consentida Manuelita:


Tu carta del 29 de septiembre me ha arrobado el corazn. Slo puedo
responderte con la virtud de mi vejez con la cual me siento obligado
a idolatrarte. Tu prueba de amor siempre me fue dada. T insistes en
la declaracin eterna de mi amor a ti. Manuela ma, acaso crees que
olvido tu inquisitiva mirada, cuyos ojos arrebatadores sobre el valo, de
tu rostro avivando, lo suculento de tus labios? No!

Si hablar pudiera y revivir as, tu generosidad que ha alegrado mi


vida con tus gracias! Slo te amo a ti! Me pides que te haga un halago:
te envo un delicado arte en filigrana de oro y plata y esmalte de ese azur
que te encanta, y en plata aquello que evoca el baile cuando robaste mi
atencin y mi devocin por ti. Quiero tocarte y verte y saborear todos
tus encantos.

Tuyo de corazn,
Bolvar

81
Bogot, a 22 de noviembre de 1826

Presidencia de la Repblica
A la seora Manuela Senz
Mi adorada Manuelita:
Slo en ti encuentro esa amistad y finura que me son tan queridas;
ya que no hay nadie que guarde el respeto a su Libertador y Presidente,
y quien no sienta repulsin por el manejo del Gobierno; tanto yo
mismo, he tenido que enfrentarme a la desvergenza de algunos de mis
oficiales, como del coronel Ortega; por su irresponsable administracin
en la Intendencia de Fontabn.

Te comentar, que llegu con nimos exaltados a Bogot, y supe que


Santander se aprestaba a desconocerme, no sin antes haber preparado
ciudadanos en mi contra, con el fin de rechazar la reprimenda que le
llevaba por sorpresa.

Hube de recatar mi valenta y coraje, por salvaguardar el orden y


la disciplinapor los que tanto he bregado. Solicitar del Congreso las
facultades extraordinarias, a fin de resolver bajo esta investidura las
emergencias, incluida la de Pez en Venezuela.

Sin otro particular, te reitero mi adoracin y amor que tanto te


debo.

Tuyo,

82
Guayaquil, a 7 de febrero de 1827

General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Pens no escribir a usted este correo por lo de Colombia, crame
que me apena mucho. Por mi intuicin, s que Santander est detrs
de todo esto y alentando a Pez. Se fija usted? Cuide sus espaldas. Voy
rumbo a Quito por haber sido expulsada junto con el cnsul Azuero y
el general Heres desde Lima.

En el viaje a Guayaquil, Crdoba se mostr displicente para con


migo, aunque no necesito demostraciones de afabilidad, pero s con
usted y con todo lo que tenga que ver en su autoridad como Presidente
de la Repblica.

En Lima, apresaron al general Heres el 26 de enero pasado, junto


con los otros jefes militares y en contra de la constitucin Boliviana.

Bustamante encabez esta sublevacin, negndome ver a Heres.


Acud a un amigo suyo, cosa que resulta infamatoria por el temor de
este,a que lodescubrieran. Al da siguiente (el 27), me aparec vestida
con traje militar al cuartel de los insurrectos, y armada de pistolas con
el fin de amedrentar a stos y librar a Heres.

Mi intento fracas por falta de apoyo y tctica (qu bien si usted hu


biera estado all); fui apresada y mantenida por varios das incomunica
da, totalmente, en el monasterio de las Carmelitas. Sin embargo, varias
veces pude lograr escaparme hasta la sacrista y entrevistarme con
las personas que le son fieles a su autoridad de usted. Pude repartir
algunos pesos entre la tropa y lisonjearme con sus debilidades; pero
puesta sobreaviso de que en veinticuatro horas deba embarcarme para
Guayaquil o quedar definitivamente presa,opt por salir.

83
S que usted se encuentra muy enfadado, y no es para menos. Cunto
quisiera estar a su lado y reconfortarlo dndole nimo. No se preocupe
por m; dse usted cuenta que sirvo hasta para armar escndalos a su
favor. Usted, cudese. Si usted me invita voy presurosa en cuanto llegue
esta.

Su amor que le ama con locura.

Suya,

84
Cuartel General de Caracas, a 5 de abril de 1827

Mi adorada Manuelita:
Mucho me he preocupado por tus aventuras, y ms el que te
torturen en mi nombre cuando se entiende el riesgo de tu vida en esas
circunstancias. Yo, el glorioso Bolvar, tengo que decirte que no esperaba
una satisfaccin tan grande para mi corazn, que el sentirme pletrico
de confianza por esa amable locura tuya. Gracias a la Providencia
te encuentras bien y a salvo. Te ruego disculpar mi indolencia al no
escribirte, pero ms de un asunto me trae de cabeza.

Tu hazaa ha dejado la huella del respeto que te mereces, pero


tambin ha sembrado la semilla del rencor y odio gratuitos, que nos son
comunes y semejantes, cuanto ms, al estar juntos.

He dado las rdenes pertinentes respecto al Per, que no debe


preocuparte. Ac no son lisonjeras las noticias ni agradables los
consejos; pero mi alma vela por una patria desprovista de toda ambicin
infame. Todo est arreglado con Pez, pero con Santander va de largo;
espero arregles tus asuntos en Quito, y deseo con todo mi corazn verte
nuevamente; ven a Bogot. Lo espero con un ansia infinita, que colma
mis pensamientos. Yo la amo a usted, querida ma, de gratitud. Venga
usted, resueltamente.

Soy con toda consideracin y sentimiento de amor para mi


Manuela,

Bolvar

85
(fines de febrero de 1828) (a Bolvar)

En correo pasado, nada dije a usted sobre Cartagena por no hablar a


usted cosas desagradables; ahora lo hago felicitndole, porque la cosa
no fue como lo deseaban. Esto ms ha hecho Santander, no creyendo lo
dems bastante; es para que lo fusilemos.

Dios quiera que mueran todos estos malvados que se llaman Paula,
Padilla, Pez, pues de este ltimo siempre espero algo. Sera el gran da
de Colombia el da que estos viles muriesen; stos, y otros son los que
le estn sacrificando con sus maldades, para hacerlo vctima un da u
otro. Este el pensamiento ms humano: que mueran diez para salvar
millones.

Incluyo a usted esas dos cartas de Quito, y creo de mi deber decir


a usted que ese seor Torres es hombre muy honrado y buen amigo.
Si lo hace yo quedo contenta, y si no, tambin, pues yo cumplo con
Aguirre con esta insinuacin y usted sabe bien que jams he hablado
a usted ms que por desertores o condenados a muerte; si usted los ha
perdonado, lo he agradecido en mi corazn sin hacer ostentacin; si no
los ha perdonado, lo he disculpado y sentido sin sentirme; yo s bien
cunto puedo hacer por un amigo, y ciertamente, no es comprometer al
hombre que ms idolatro.

Adis, seor. Hace cinco das que estoy en cama con fiebre, que
cre ser tabardillo, pero ha cedido y slo tengo ya poca calentura, pero
mucho dolor de garganta, y apenas puede escribir su

Manuela

86
Bogot, marzo 26 de 1828

Adorada Manuelita:
Gracias doy a la Providencia por tenerte a ti, compaera fiel, tus
consejos son consentidos por mis obligaciones, tuyos son todos mis
afectos. Lo que estimas sobre los generales del Grupo P (Paula, Padilla,
Pez) no debe incomodarte; deja para las preocupaciones de este viejo,
todas tus dudas. Espero seguir recibiendo tus consideraciones, como el
amante ansioso de tu presencia.

Te ama,

87
Bucaramanga, 3 de abril de 1828

Albricias
Recib, mi buena Manuela, tus tres cartas que me han llenado de
mil afectos: cada una tiene su mrito y su gracia particular. No falt a
la oferta de la carta, pero no vi a Torres, y la mand con Ur., que te la
dio. Una de tus cartas est muy tierna y me penetra de ternura; la otra
me divirti mucho por tu buen humor; y la tercera, me satisface de las
injurias pasadas y no merecidas. A todo voy a contestar con una palabra
ms elocuente que tu Elosa, tu modelo. Me voy para Bogot, ya no voy
a Venezuela. Tampoco pienso en pasar a Cartagena, y probablemente
nos veremos muy pronto. Qu tal? no te gusta? Pues, amiga, as soy
yo, el que te ama con toda su alma,

Bolvar

88
Bucaramanga, a mayo 18 de 1828

Mi adorada Manuela:
Me encuentro aqu, solo, en esta ciudad que me turba con las
noticias que a diario recibo de las deliberaciones de la Convencin de
Ocaa; s que me falta tu consejo y tu presencia, aqu donde todo me
es ingrato.

La Gran Colombia se sumerge en la discordia de los partidos y no


queda otro camino que sucumbir, o la dictadura. Qu me aconsejas?

Mi fiel acompaante Lacroix toma nota minuciosa de mis descargas


de nimo, y me dice durante largas jornadas de conversacin, que la
patria y la historia me deben todo. En eso concuerda contigo, y me hace
recordarte. Pero no solamente esta nostalgia te trae a mi mente; pues se
trata del ansia con la cual mis sueos se iluminan con tu mgica sonrisa.
S, an aoro esos besos tuyos y tus fragancias.

Tuyo,

89
Bogot, julio 29 de 1828

Simn, mi hombre amado:


Estoy metida en la cama por culpa de un resfro; pero esto no
disminuye mi nimo en salvaguardar su persona de toda esa confa
bulacin que est armando Santander.

Dgame usted! que por esto pesqu el resfro, por asistir a una
cita. Supe esta tarde, a las diez, los planes malvados contra su Ilustre
persona, que ya perfeccionan Santander, Crdoba, Crespo, Serena y
otros, incluidos seis ladinos. Incluso acordaron el santo y sea.

Estoy muy preocupada, y si me baja la fiebre voy por usted, que es


un desdichado de su seguridad.

Manuela

90
Bogot, agosto 1 de 1828

General Simn Bolvar


Seor mo:
Le ruego, por lo que ms quiera en este mundo (que no soy yo), no
asista a ese baile de disfraces; no porque usted se encuentre obligado
a obedecerme, sino por su seguridad personal, que en mucho estimo;
cosa que no hacen sus generales, ni la guardia.

Desista usted por Dios! de esa invitacin, de la cual no se me ha


hecho llegar participacin, y por esto har lo que tenga que hacer, en
procura de su desistimiento. Sabe que lo amo y estoy temerosa de algo
malo.

Manuela

91
Bogot, agosto 7 de 1828

Seor General Simn Bolvar


Muy seor mo:
Tengo a la mano todas las pistas que me han guiado a serias
conclusiones de la bajeza en que ha incurrido Santander, y los otros,
en prepararle a usted un atentado. Horror de los horrores, usted no me
escucha; piensa que slo soy mujer. Pues sepa usted que s, adems de
mis celos, mi patriotismo y mi grande amor por usted, est la vigilia que
guardo sobre su persona que me es tan grata para m.

Le ruego, le imploro, no d usted la oportunidad, pues han con


jurado al golpe de las doce, asesinarlo! De no escucharme, usted me
ver hacer hasta lo indebido por salvarlo.

Manuela

92
Cuartel General en Ibarra, noviembre 2 de 1829

Mi adorada Manuelita,
Mi amor:
Tengo el gusto de participarte con albricias la conclusin del tratado
de paz con el Per, que fuera firmado y ratificado el 22 de Sept. pasado;
para dar as, la anhelada paz a la Gran Colombia.

Prximamente, salgo en camino hacia Popayn. Muy pronto


nos veremos. Estoy terminando un oficio que enviar al Ministerio
de Relaciones Exteriores, para prevenir al Consejo de Ministros que
suspenda toda negociacin sobre monarqua, y deje al prximo Congreso
decidir sobre los intereses de esta nacin. Creo firmemente, con estas
disposiciones, acabar con esa odiosa propuesta que empaa la gloria
de la Libertad. Gurdame en tu corazn y cuntame pormenores de
la poltica. Te dir, que pienso firmemente en apoyar a Sucre como mi
sucesor. Ojal sea respaldado por todos.

Te ruego prepares algo de esto, que me interesa mucho por el futuro


de la Gran Colombia. Mi amor, esprame con esa ansia con que te
dignas amarme.

Soy siempre tu ms fiel amante, de alma y corazn.

93
(11 de mayo de 1830)

Mi amor:
Tengo el gusto de decirte que voy muy bien y lleno de pena, por tu
afliccin y la ma, por nuestra separacin. Amor mo, mucho te amo,
pero ms te amar si tienes ahora ms que nunca mucho juicio. Cuidado
con lo que haces, pues si no, nos pierdes a ambos perdindote t.

Soy siempre tu ms fiel amante.

94
Soledad, 10 de septiembre de 1830

Adorada Manuelita:
Tu conducta y la ma, que estrechan nuestra relacin con el cmulo
de la sensualidad que corre por tus venas y las mas, le dan a esta pasin
enfermiza, el desenfreno de mis sentidos irritados por el mal que ha
invadido ya mi pobre humanidad. Y todo esfuerzo que consigo por el
trajn continuo del trabajo intelectual y fsico, casi desborda en el vivo
inters que me hace recordarte.

No te hagas esperar, ven por favor, te ruego, pues muero ahora y s


que t me piensas vivo.

Soy tuyo.

95
Cartagena, a 20 de septiembre de 1830

Mi adorada Manuelita:
T me reprochas el haberte dejado. Acaso no fue siempre lo mismo?
Temprano el da, sin el calor de tu cuerpo, era el mismo vaco en esa
estancia. Las circunstancias adversas al sentimiento de estos dos pobres
seres, mendigos del amor, lo impidieron todo.

Ahora viejo y sin fuerzas, slo t eres la inspiracin de lo que en m


agoniza. Un hombre como yo, metido en esta rutina que martiriza mi
alma, siente la necesidad de tu compaa.

A los dems no les tolero; es ms, provocan en m lo impredecible


de mi conducta, y con denuestos inmerecidos les respondo a quienes
siempre me han servido.

Ven, te ruego, calma mi angustia y lo senil de mis antojos.

Tuyo siempre,

96
Turbaco, a 2 de octubre de 1830

Mi adorada Manuelita:
T, Manuela ma, con tu frrea voluntad te resistes a verme. Tu
influencia sobre mi espritu ya no est ms conmigo, y turbado por la
circunstancia de la amistad y el dolor de separarme para siempre de la
patria, que me dio la vida, no encuentro consuelo.

Donde te halles, all mi alma hallar el alivio de tu presencia aun


que lejana. Si no tengo a mi Manuela, No tengo nada! En m solo hay
los despojos de un hombre que slo se reanimar si t vienes. Ven para
estar juntos.

Vente, ruego.

Tuyo,

97
98
Cartas sin fecha

99
100
Simn
Mi hombre idolatrado:
Seor: no siga ms enfadado conmigo; usted sabe que yo no
tengo la culpa, s? No pens encontrar esas gentes en su casa, se
or, Cree usted que puedo verle? Cuando usted estime conveniente
atender a su llamado. Me perdona usted?

P.D. Comi el almuerzo? Lo prepar para usted.

Suya,

101
Simn
Mi amor:
Mi Simn triste y amargado. Mis das tambin se ven rodeados por
una huraa soledad, llena de la nostalgia hermosa de su nombre.

Tambin miro y retoco el color de los retratos que son testimonio de


un momento aparentemente fugaz. Las horas pasan impvidas ante la
inquietud ausente de sus ojos, que ya no estn conmigo; pero que de
algn modo siguen abiertos, escrutando mi figura.

Conozco al viento, conozco los caminos para llegar a mi Simn;


pero yo s que an as no puedo responder a ese interrogante de tristeza
que ponen las luces en su rostro, y su voz que ya no es ma, ya no me
dice nada.

102
General Simn Bolvar
Seor mo, mi amor:
No me basta decir te quiero; por eso lo escribo, por la necesidad y
el apremio de mi pecho.

Quiero grabarlo en las nubes, en el cielo de mi Quito quiero; en el


Pichincha es mi anhelo, y en su Colombia como una antorcha, inundada
de luz por nuestro amor y por la Gloria.

Llveme con usted al mismo abismo, donde grito y ruego que lo


quiero. Deje Ud. all crecer mis besos y esos besos suyos bajo el sol de
la esperanza y en silencio, como crecen las flores, en esa tierra suya
donde vieron nacer su hombra y sus desvelos.

Su Manuela

103
Simn
Mi amor:
Hay algo en usted que nunca he conquistado; es algo que no me
pertenece, me conturba y estremece; algo en ese amor suyo que an
no he encontrado: atormentado e indefinible. Yo tengo ansiedad en las
noches y no amanece, como un suplicio voraz que come y crece entre
est mi carne viva all escondida.

Mi llanto y mi voz son mis espantos. Grito, en el abismo, sin eco y


sin resuello. Amor, Simn, mi daga interna, por qu, si hasta su nombre
me levanto, hay algo en usted que nunca se me entrega?

Dgamelo usted,

104
Mi Simn:
En mi soledad y desesperacin, gimo por la ausencia de usted. No
ve que es agona! Dle un poquito de su amor, a su amor que lo vene-
ra. No se haga usted a ruegos, que usted no es de esa calaa. Yo oigo
dentro de m misma la voz de usted; Por qu se niega usted a verme?
No es suficiente lo que le digo, o me cree usted loca? S, lo estoy, y
perdida! Por su culpa de usted, Cmo no estarlo? Tngame compa-
sin; s, no se olvide de m. Sabe que yo soy slo suya.

Quiere que vaya? Viene usted?

Manuela

105
General Simn Bolvar
Muy seor mo:
Escribo esta, para hablarte de otro tema, ya que me siento en cal-
ma, pues recib su apreciable del 5. Ve que s puede ser amable con-
migo? Tres leguas no son camino para usted. Por qu no viene a visitar
a su ms fiel amiga y conversar sobre lo que me dice de la libertad de
palabra?

Juzga usted mis actos? Pues le dir: esto distingue al hombre de las
bestias, y marca el lmite entre el rugido y la maledicencia. Convierte
a cada hombre en actor de su misma tragedia o en legislador de su
patria.

Si una palabra sola puede cambiar el curso de la historia, otra pala-


bra, en la oscuridad, derrota la tormenta.

Amor,

106
General Simn Bolvar
Muy seor mo:
Sobre esos sueos suyos que tanto le preocupan, pienso que nada
hay ms normal que, un hombre ligado a la guerra, vea en sueos esos
rostros que se desfiguran y esos hombres que desaparecen bajo la ga-
rra cruel, de la muerte oculta detrs de las montaas.

Mi Simn, no piense usted en eso, dle un vistazo a su trayectoria,


su benevolencia y el favor que usted hizo libertando estos pueblos, y
olvide la villana con que se manifiestan. Usted siempre ha querido la
paz y esta ha tenido que escribirse con sangre y, desafortunadamente,
esculpida con la piel de los que han muerto.

Olvide usted esos fantasmas que tanto dao le hacen y piense en


alguien hermoso, como su

Manuela

107
Mi adorado Simn:
Este ltimo mes ha sido de conversar con usted. Me siento muy fe-
liz de leer sus apreciables que ahora recibo con mayor frecuencia. Me
hacen recordar la fruicin con que nos escribamos en Per.

He de preguntarle A qu tanta ley santanderista? Slo sirve para


desplazar su autoridad cada da ms del Gobierno. No se da usted
cuenta? Pare ya eso. Despus, no dir que no se lo advert. Yo tengo
mis reservas con el tal Carujo; no voltee ante ellos nunca sus espaldas.

Si quiere, le mando el almuerzo con patacones como a Su Excelen-


cia le gusta,

Manuela

108
General Simn Bolvar
Muy seor mo:
Dice usted que sabe y conoce cmo es mi amor hacia usted. Sin
embargo, le escribo a usted, sta y le nombro siempre. As soy yo, que
s me entusiasmo por usted slo con nombrarlo. No tengo otro alicien-
te, No! Porque ni siquiera usted me contesta. Tanto le cuesta hacerlo?
Ser porque ya no soy la duea de sus sueos? Dgamelo usted sin
ambages, que yo de frgil no tengo nada. Slo con mis delirios de gran-
deza junto a usted me consuelo.

Desvaros, desvaros! Ojal usted en los suyos me tuviera.

Manuela

109
(Desde Lima)

Seor:
Yo s que usted estar enfadado conmigo, pero yo no tengo la cul-
pa; entr por el comedor y vi que haba gente; mand a llevar candela
para sahumar unas sbanas al cuarto inmediato, y al ir para all, me
encontr con todos. Con esta pena ni he dormido, y lo mejor es, seor,
que yo no vaya a su casa sino cuando usted pueda o quiera verme. D-
game si come algo, antes de todos.

P.S. Va un poco de almuerzo que le gustar. Coma, por Dios! No?

Manuela

110
Manuela ma:
Mi ms profunda pasin y mi total fidelidad sern la muestra de la
entrega a la mujer nica que adoro con todo mi corazn.

Yo no deseo ms que estar en tus brazos. Mis pensamientos se ilu-


minan con tu hermosura, que traspasa los horizontes para venir a mi
encuentro, y tal suceso hace que mi corazn se incline a tomar una
decisin muy firme: no me separar ms de mi Manuela.

El amor de tu vida,
Bolvar

111
(A Manuela Senz)
El hielo de mis aos se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor
da una vida que est espirando. Yo no puedo estar sin ti, no puedo pri-
varme voluntariamente de mi Manuela. No tengo tanta fuerza como t
para no verte: apenas basta una inmensa distancia; te veo aunque lejos
de ti. Ven, ven, ven luego.

Tuyo de alma.
Bolvar

112
Diario de Quito
de Manuela S enz

113
114
19 de mayo de 1822
Hemos llegado a Quito sin novedad. El ejrcito se desvi en Tambi-
llo y nosotras seguimos hacia el Norte, hasta la plaza de San Francisco,
donde nos apeamos para llegar en andas hasta la casa.

20 de mayo de 1822
Los chapetones miran con mucho recelo a todo recin llegado, piden
salvoconducto y dems cdulas de trnsito, a fin de realizar algn ha-
llazgo de sedicin que es su trmino favorito.

22 de mayo
Hay noticias de que es probable se entable batalla con el enemigo, ya
sea en las afueras o dentro de Quito; los realistas estn en vigilia por toda la
poblacin y no dejan de meter sus narices en todo y reuniones; poniendo fin
al encanto de hacerles estallar la plvora en las patas.

Yo estoy enviando ahora mismo una racin completa a la compaa


de la guardia del batalln Paya y cinco mulas para su abastecimiento y
reponer las prdidas. No espero que me paguen; pero si este es el precio
de la libertad, bien poco ha sido.

23 de mayo de 1822
Hoy, a las tres, ha llegado un soldado del Yaguachi vestido de pai-
sano con particulares para los simpatizantes de la causa, de que se pre-
paren ayudas de ser necesario de parte de los civiles para reforzar a los
valientes, pues se aprestan a tomar Quito con el seor general Sucre al
mando (este general es venezolano).

Los godos se han puesto nerviosos y andan por todas partes atisbando
el descuido de algunos para tomarles presos. Ya le he impartido rdenes
a Jonaths, yndose con Nathn a recoger informacin que sirva como
espionaje, de dnde se encuentran las fortificaciones y los puestos de de-
fensa de los espaoles, para mandarles dicha informacin a los patriotas.

115
24 de mayo de 1822
Hoy ha amanecido, con una gran agitacin que ha despertado a to-
dos en general. Los godos proclaman bandos a los cuatro vientos, or-
denando que no salgamos de las casas; pues hacer la contraorden es
justificacin de rebelda y se castiga con el cepo.

Todos miramos a travs de las rendijas y los visillos de las ventanas.


Los godos corren a las faldas del Pichincha para detener el avance del
general Sucre con su tropa, quien ya se encuentra arriba y les ha madru-
gado en posiciones (me detengo aqu para observar y no perderme
detalle).

Los seores generales del ejrcito patriota no nos permitieron unirnos


a ellos: mi Jonaths y Nathn sienten como yo el mismo vivo inters de
hacer la lucha; porque somos criollas y mulatas a las que nos pertenece
la libertad de este suelo.

Sin embargo, seguimos a pie junto a este ejrcito de valientes, a los


cuales les sobran agallas para enfrentarse con los godos, que s estn bien
apertrechados y armados y alimentados; tanto, como organizados en la
disciplina militar. Ahora vamos rodeando la cordillera hasta llegar a las
proximidades de Quito, recibiendo postas con noticias de graves aconteci-
mientos, porque los realistas estn por todas partes.

Ya son las cinco y media de la tarde.

Jonaths y Nathn y yo estamos rendidas. Llegamos de auxiliar a los he-


ridos y ayudar a calmar sus dolencias con blsamo del Per e infusiones de
amapola.

Le he enviado al general Sucre, a quien he conocido en persona y es


muy agradable y fino en su trato, una recua de cinco mulas, yendo Juan
a entregarlas, con raciones de comida. Retomo aqu el acontecimiento
de la batalla: como a las nueve y media empez la batalla, que gozamos
con mucho nerviosismo, comindonos las uas. Jonaths gritaba como
una loca y Nathn se dio tremendo golpe en el brazo izquierdo por su-
birse en un escaparate vencido.

116
La maana tuvo un sol esplendoroso, radiante, como de gloria; para
sealar el triunfo de los patriotas.

Desde los balcones se divisaba el fuego de la artillera y las cargas


de infantera arremetiendo contra toda voluntad. Pareca una fiesta de
castillos ms que una batalla, aunque el olor a plvora traa los alaridos
de los cobardes que se despeaban por huir de las bayonetas que les
perseguan. La caballera se mova lenta pero precisa en el bosque aba-
jo, aguardando la orden de ataque.

El batalln Paya al mando del comandante Jos Leal, que enarbolaba


orgulloso su bandera y estandarte, fue el primero en tener contacto cuerpo a
cuerpo con el enemigo. Un poco de duda estuvo a punto de perder las po-
siciones logradas por el ejrcito patriota; pero el coronel Crdoba, al mando
del batalln Magdalena, areng muy bonito a los soldados, y estos febrilmen-
te se lanzaron prestos a derrotar y destruir a los espaoles, obligndoles a salir
despavoridos a refugiarse al fuerte del Panecillo.

Nemencio, el lacayo de pap, se encuentra muy irritado, pues es


chapetn y no hace sino maldecir con el tabaco entre los dientes. Yo
le he manifestado que no va a sucederle nada, pero es tan terco por ser
gallego.

A toques de corneta, que se escuchaban como alejndose por el


viento, los patriotas despeaban a los realistas, que suban escalando
difcilmente esa ladera.

Disparaban a todo lado, sin cuartel, hasta que los godos tocaron a
retirada.

Fue entonces cuando se lanz la caballera a la caza de los que huan.


La artillera cubri de descargas todo el campo de batalla. All se destac
un joven de apellido Caldern, quien no quiso abandonar el campo de
Marte y muri valerosamente.

Los peruanos del batalln Piura se dieron en derrota, lo mismo que


el Trujillo, al no ser auxiliado por el anterior. Pero los colombianos

117
del Paya y del Yaguachi respondieron valerosamente por la Victoria;
aunque los del Cazadores y Granaderos se batieron tambin en reti-
rada, que no se justific, por hallarse estos en las mejores posiciones, sin
que hicieran algo por luchar contra el enemigo. El general Sucre le pro-
puso a Aymerich (comandante de los espaoles) una rendicin honrosa,
muy digna de su gallarda, y que el realista acept. Ocasin que dio lu-
gar a la capitulacin y libertad de Quito del poder espaol.

25 de mayo
Las mingas, a las que precede la matraca, dan la vuelta a la ciudad.
La gente se ha salido a las calles a festejar, se celebr un Tedeum en la
Catedral y colaboramos todos en el arreglo y decoracin del altar. Esto
fue el da 25 de mayo.

La ciudad se encuentra muy bonita, y adornada con arcos triunfa-


les de flores, por donde entraron los libertadores. Pero todo tambin ha
tenido su mesura, pues las fiestas ya tienen la invitacin al Libertador
Simn Bolvar.

Tengo la fortuna de lisonjearme la amistad del apuesto general Sucre.


Es un hombre muy valiente, caballero, y se ve en sus ojos la sinceridad.
Yo, por mi parte, le he brindado mi casa y mi amistad. Su excelencia,
general A. de Sucre me ha hablado mucho de S.E. El Libertador Bolvar,
y me tiene encantada con sus plticas sobre el arrojo de nuestro Liber-
tador.

Todos esperan que S.E. llegue a Quito, a fin de completar los festejos.
Hay gran ansiedad por verlo y conocerlo; adems que su presencia aqu
legitimara el establecimiento de la repblica

He conocido a casi todos los oficiales del ejrcito libertador, yndo-


me a su cuartel general, a fin de hacerme reconocida de esos cuerpos
militares, pues me gusta mucho la causa. Creo que nac con vena para
la gloria! Aunque mi padre se opone, y mi marido a que ande en roce
con el ejrcito. No me queda ms que hacer mi voluntad, que es ms
fuerte que yo. Adems, espero le den buenas referencias mas a S.E. Si-
mn Bolvar. Cmo anhelo conocerlo y tratarlo!, pues dicen que es muy
culto.

118
Manuela

P.D. Se dice que S.E. El Libertador Simn Bolvar llega en el mes de junio,
tal vez a finales.
Junio 4 de 1822
Parece que el Libertador prepara la adhesin de Guayaquil a la Gran
Colombia, pues sin este puerto no habra condicin estratgica de la re-
pblica.

Junio 6 de 1822
Hoy he platicado con el coronel Crdoba, pero me parece un hom-
bre rgido y poco de fiar, pues sus pretensiones son las de obtener la
misma gloria de S.E. El Libertador.

El general Sucre me ha confesado que hay que tolerar cierta insolencia


de sus oficiales, pues de todas maneras es con ellos que se ha logrado la
victoria. Concepto que no comparto y que le he manifestado a S.E. quien
me manifest jocosamente que yo era una mujer muy especial por ser
franca.

Junio 10 de 1822
Hoy se supo que S.E. El Libertador Simn Bolvar entr triunfante en
Pasto, luego de haber ganado palmo a palmo las laderas de esas cordi-
lleras, y que fue recibido, bajo palio y arco triunfal, por los simpatizantes
de la repblica, el da seis del presente.

Junio 13 de 1822
Estoy muy ocupada en estos das, pues hago parte del comit de re-
cepcin a S.E. Simn Bolvar. Me encuentro muy nerviosa y por este mo-
tivo escribo como tarada. He ordenado que traigan flores y jazmines de
Catahuango, y que dispongan todo lo mejor en procura de brindar a S.E.
Bolvar, una mejor recepcin, para lo cual he prestado la vajilla que me
regal James, enviada a la casa de don Juan Larrea, junto con dos mante-
les y cubiertos de plata. Como inventario se me ha dado un recibo.

119
Junio 15 de 1822
Todo es una locura, pues se ha anunciado que S.E. Simn Bolvar
llega maana, y los preparativos eran para fines de mes! Pero hay gran
contento y todo el mundo colabora en rehacer los arcos triunfales, ador-
nndolos con flores de las ms lindas y limpiando la ciudad y pintando
las fachadas de sus casas, decorando los balcones por donde pasar el
cortejo militar con S.E. a la cabeza.
Manuela

Junio 16 de 1822
La ciudad est vestida de fiesta, la gente corre por todos lados, los
indios que transportan encargos andan muy apresurados, y hay que ver
cmo la gente adorna las calles con arcos de caa guada y con ramas
de laurel y flores, colocndolas en las esquinas y los balcones con oca-
sin de festejar ya en serio, no slo la batalla de Pichincha sino tambin
el arribo de S.E. El Libertador Simn Bolvar y Presidente de Colombia,
por primera vez a Quito.

Qu emocionante conocer a este seor, a quien llaman el Mesas


Americano, y del que tanto he odo hablar. Todos los vecinos estn muy
entusiasmados, la seora Rosala y su hija Eulalia del Carmelo, el doctor
Lozano y la seora Mara Francisca tambin, como la viuda del coronel
Patricio Pareja y las seoritas Pilar y Mara del Carmen Gmez Donoso;
la familia Moreano Villagmez, que ha recibido la visita de su hijo Gon-
zalo, quien ya es teniente y se le ve muy apuesto y con gallarda; don Luis
Ponce de Valencia y su familia, que estn emparentados con mis amigos
muy patriotas, los esposos don Jos Asuncin Casares y la seora Camila
Ponce; la seora Abigail Rivas de Tamayo, duea del bazar Borla de Oro,
quien don todos los encajes, bordados y botonaduras para los uniformes
del batalln Paya, y sus hijos Antonio y Jos Miguel; en fin, son tantos los
nombres, que de nombrarlos a todos no terminara ni con diez diarios. Dejo
aqu, para disponerme a las rdenes de don Juan Larrea, quien anunci va
a venir por m.

Manuela

120
Junio 19 de 1822
La caravana de los hroes entr a las ocho y media de la maana
por la calle principal, que da con la calle de Las Cruces, viniendo desde
Guayllabamba y pasando por los ejidos del norte. Enseguida voy a des-
cribir los hechos del 16 que los considero muy especiales por la fortuna
con que me han tocado.

Estoy muy feliz!!!

Pareciera como si el mundo entero se hubiera venido para ac. Qu


apoteosis de recepcin. No caben palabras como describir tanta emo-
cin de la gente; desde la ms alta alcurnia, pasando por todas las clases
de colores, gustos y sabores y condiciones sociales (ahora s en serio),
y autoridades y clrigos (que me ensearon a redactar as); hasta el ms
humilde de los indios que poco o nada entienden de estas cosas, se die-
ron cita para tributar su agradecimiento al Libertador y Presidente.

Yo encontrbame en compaa de mam, en quien era raro ver algn


signo de alegra o de tristeza. Sin embargo, su manifestacin de ella de
jbilo era tal, que hzome sentir la ms feliz de las hijas, porque supe
que mi madrecita tambin comparta de corazn toda esta alegra pa-
tritica; mis tas y Jonaths y Nathn, aleccionadas por m, gritaban en
coro: Ran, catapln, catapln, plan plan!!! Qu viva El Libertador y
presidente de Colombia!!! Estbamos acompaadas, adems, por Eulalia
Snchez y Piedad y Marianita Gmez, Vicenta y Mara Manuela Casa-
res, Isabel y Rosita Moreano; todas sentimos que la entrada de S.E. El Li-
bertador y Presidente Simn Bolvar era muy importante para gratificar a
la ciudad de Quito por su dedicacin a la Libertad desde el nueve. Emo-
cionante fue el momento en que se avistaron los cuerpos de la banda de
guerra, tocando su comps redoblado de tambores, casi que iguales a
los gritos de Jonaths y Nathn (me ro).

En las iglesias resuenan las campanadas alegres, la plvora alborota ms


la algaraba y la ansiedad de las gentes, por mirar y tocar a los hroes, iba
en aumento, en un frenes de locos. Todo hasta verlos aparecer al frente
suyo. Su Excelencia El Libertador Bolvar y presidente de Colombia vena
acompaado por el general Sucre, grandioso hroe de Pichincha. S.E. Si-

121
mn Bolvar a la derecha, S.E. el general Sucre a la izquierda, posicin muy
bien ganada por su valenta a toda prueba. El corazn me palpitaba hasta el
delirio, creo que esto de ser patriota me viene ms por dentro de m misma
que por simpata.

S.E. El Libertador, gallardo jinete, engalanado con uniforme de para-


da, en el que los hilos de oro se vean como evaporndose en el brillo
del sol que ese da era como una parrilla. Venan en paso de formacin y
con los ms escogidos oficiales de S.E. Bolvar El Libertador y presidente
montado en un precioso caballo blanco, al que enjaezaron con lo ms
precioso de monturas y arreos que se puedan encontrar por estas tierras.
La jaca se deleitaba en marchar con mucho garbo, a tal punto que pare-
cieran como enredarse las patas con el paso (dicen que en Colombia los
adiestran as). Los cascos de los caballos parecan que acompaaran al
redoble con su alegra similar a la de las castauelas.

Desde todos los balcones, al pasar, llovan los ptalos deshojados de


las rosas, flores y ramos caan para ir formando una alfombra fragante y
colorida, que hizo ms encantadora la algaraba y el recibimiento; los
aplausos se escuchaban por doquier y los vivas a la repblica y a sus
ejecutores se entonaban en coros ms altos, de uno y otro lado de las
calles. El delirio era ver y tocar de cerca a todos, pero con mayor placer
a S.E. El Libertador Bolvar, saludarlo, tocarlo; ser correspondido.

Cuando se acercaba al paso de nuestro balcn, tom la corona de ro-


sas y ramitas de laureles y la arroj para que cayera al frente del caballo
de S.E.; pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la cada,
a la casaca, justo en el pecho de S.E. Me ruboric de la vergenza, pues
El Libertador alz su mirada y me descubri an con los brazos estirados
de tal acto; pero S.E. se sonri y me hizo un saludo con el sombrero pa-
vonado que traa a la mano, y justo esto fue la envidia de todos, familia-
res y amigos, y para m, el delirio y la alegra de que S.E. me distinguiera
de entre todas, que casi me desmayo.

Todo en seguida fue fiesta y comidillas, de miradas cruzadas y velo-


ces, de ofrecimientos de unas y aceptaciones gustosas y gallardas de los
oficiales del cuerpo de guardia de S.E. Las envidias estuvieron, pues, a la

122
orden del da, as como los comentarios. Se dispuso por parte del comit
de recepcin un gran festejo para el pueblo, y la tarima que sirvi para el
recibimiento en la plaza estaba abarrotada por las autoridades civiles y
eclesisticas, junto con las doce ninfas en banda de seis a lado y lado del
centro, donde estaba dispuesto el silln de S.E. El Libertador y Presidente
Simn Bolvar, lugar donde fue coronado una a una, doce veces, as: al
Valor, al Orden; a la Disciplina; al Honor; a la Libertad; al Patriotismo; a la
Hidalgua; al Carcter; a la Sabidura; a la Prstina Pureza; a la Justicia, y a
la Divina Misericordia, a medida que los discursos se pronunciaban.

Posteriormente, en la Catedral, S.E. Bolvar es recibido bajo palio y


conducido hasta el altar mayor, a escuchar el oficio de un largusimo
Tedeum que dur casi las dos horas. Luego hubo fiesta para el pueblo y
fuegos artificiales hasta bien entrada la noche.

Manuela

Vino a visitarme en la tarde del 16 don Juan Larrea, para prevenirme


de una invitacin al baile en honor de S.E. El Libertador Bolvar, que se
celebrar en la mismsima casa de don Juan; a lo que me dispuse in-
mediatamente, mandando la vajilla y arreglos de flores, tal como se me
pidi en colaboracin, de parte del comit de recepcin.

Mi madre y yo llegamos, junto con Jos Mara, al baile, casi al filo de


las ocho; enseguida fuimos atendidos por un paje que nos condujo hasta
el saln, y donde don Juan Larrea nos recibi de manera muy entusiasta.
Tomndome del brazo, luego de haber saludado muy cortsmente a mi
mamacita, me llev hasta el sitio donde se hallaba Su Excelencia, sentado
al fondo del saln y al centro, bajo un dosel preparado para l y lujosa-
mente adornado con el tricolor de seda que fuera obsequio de la familia
Orellana.

A S.E. Bolvar se le vea conversando muy amenamente con sus ve-


cinos, acompaado de sus generales y edecanes. Al ver que nos acer-
cbamos se levant, disculpndose muy cortsmente y atento a nuestro
arribo se inclin haciendo una reverencia muy acentuada. Mi corazn

123
palpitaba al estallarme cuando de don Juan Larrea escuch: S.E. es para
m halagador presentarle a la seora Manuela Senz de Thorne. S.E.
Bolvar me mir fijamente con sus ojos negros, que queran descubrirlo
todo, y sonri.

Le present mis disculpas por lo de la maana, y l me replic dicin-


dome: Mi estimada seora, Si es usted la bella dama que ha incendia-
do mi corazn al tocar mi pecho con su corona! Si todos mis soldados
tuvieran esa puntera, yo habra ganado todas las batallas. Me avergon-
c un poco, cosa que S.E. not al instante y, disculpndose, me tom
de la mano invitndome a bailar una contradanza, luego un minu que,
aunque aborrezco, acept encantada; para luego seguir con otra contra-
danza que nos dio la oportunidad de hablar. Luego un valse muy suave
que nos hizo muy romnticos.

Todas las parejas pararon para ver bailar a S.E. Bolvar, pues tiene
fama de excelente bailarn, aplaudindonos; cosa por la que me puse
muy contenta. S.E. me apart luego para decirme: Seora me dijo,
insisto en que usted ha tocado hoy justo en mi corazn. Su belleza es el
mejor regalo que un hroe puede recibir, pues su encantamiento se halla
en su agradable vivacidad. Es forzoso entonces que yo manifieste a usted
el motivo real de mi alegra. Me encuentro fascinado de usted por no
decir enamorado. De usted y de la Caballeresa del Sol. Quin hubiera
sabido que en esta ciudad se encontraba precisamente la poseedora del
crisol donde debo fraguar mis sentimientos. Su arrobadora belleza hace
que cualquier hombre transgreda los ms caros principios de la fidelidad
y del respeto. Permtame usted el que yo, su humilde admirador, haga
uso de esa maravillosa transgresin.

Aunque muchos hombres me han lisonjeado, nunca hubo uno con


tal osada; pero en sus palabras no salan sino fragancias de una caja de
msica. Yo acept encantada! y descubr desde aquel mismo momento
que el hombre vena solo, pero traa consigo mi felicidad, esa que yo no
conoca hasta ahora.

S.E. Bolvar no paraba de hablarme y lisonjearme presentndome a


sus generales, advirtindoles de antemano que yo estaba comprometida
con l y con la causa; les deca que yo era la realizacin de sus sueos,

124
la compensacin a sus desvelos por la libertad, etctera, etctera, etc-
tera. Todos ellos respondan, a una que S.E. bien mereca tal halago, por
ser de lo ms exquisito para los hroes, cosa que me dejaba perpleja.

Me tom la libertad de hacerle bromas a S.E. las que le encantaron,


dicindome que yo tena la habilidad y el genio de hacerle rer, lo que
otros no lograban fcilmente. Entre estas bromas le ped que el ridculo
minu (ya pas de moda en Europa), en especial, deba grabarse como
recuerdo perdurable de nuestro primer encuentro. Se ri a carcajadas
muy sonoras y, caracterizndose, me dijo que para mi satisfaccin (siem-
pre hablndome de mi belleza), mis palabras eran rdenes que iban a
ser cumplidas inmediatamente.

En el intermesso se sirvi un esplndido ambig, que todos los pre-


sentes disfrutamos a plenitud, con fervoroso apetito, y que dio lugar a que
S.E. agradeciera tal distincin de honores, sintindose, como lo expres,
quiteo de corazn, y comprometindose a dejar un sucesor suyo en
estas tierras. Al concluir esto, por supuesto, arranc los ms vivos aplau-
sos, que me ruborizaron al mximo, pues todos conocen mi condicin
civil (aunque no conviva con James).

A partir de este momento, todos sus generales se dirigan a m con


profunda admiracin y respeto, que no dejaba de incomodarme, puesto
que quera tener tambin de ellos su confianza.
Manuela

Junio 22 de 1822
Yo no s que me pas, pero me sent liberada de James, y en cambio
retribuida en la gloria de este seor, S.E. Simn Bolvar, que se ha fijado
en m y que me hace sentir la vida intensamente.

(Prosigo el relato del 16)

Para el segundo entreacto se dispuso una compaa de teatro que


haba venido desde Ambato, representando una comedia cuya stira al
poder espaol en retirada, se confundi con la magnanimidad de S.E.
El Libertador y presidente Bolvar y del Ejrcito Colombiano, y termin
con un colofn de la Repblica. Esto encant a S.E. por ser de criollos

125
la compaa, y orden que les pagaran muy bien y les atendieran a los
integrantes, en todo cuanto se requiriera para el desarrollo de estos actos
dramticos.

He comprobado que S.E. es un bailarn consumado e incansable,


pues ciertamente baila con verdadera destreza; habilidad que, segn l,
es la mejor manera de preparar una estrategia de guerra (esto lo dijo son-
rindome). No quise quedarme corta y para descollar por lo menos en
algo, a la altura del conocimiento de este seor, empec hablndole de
poltica, luego de estrategias militares (mi parecer lo tena embelesado).

Entonces me cort y empez a recitarme en perfecto latn a Virgilio


y Horacio. Hablaba de los clsicos como si los hubiera conocido. Yo lo
miraba y escuchaba entusiasmada, y cuando tuve por fin la oportunidad,
le respond dndole citas de Tcito y Plutarco, cosa que le llam mucho
la atencin, quedndose casi como mudo y asintiendo de mis pobres co-
nocimientos, con la cabeza, y diciendo S, s, s eso es; s, s, s, repeta.
Entonces se puso muy erguido y yo pens que se haba enfadado; pero
sonriendo me pidi el que era urgente le proporcionara todos los medios
a fin de tener una entrevista conmigo (y muy al odo dijo: encuentro
apasionado), que sera yo en adelante el smbolo para sus conquistas y
que no slo admiraba mi belleza sino tambin mi inteligencia.

Manuela

Me di perfecta cuenta que en este seor hay una gran necesidad


de cario; es fuerte, pero dbil en su interior de l, de su alma, donde
anida un deseo incontenible de amor. S.E. trata de demostrar su nimo
siempre vivo, pero en su mirada y su rostro se adivina una tragedia. Me
coment que se senta en el cenit de su gloria de l; pero que, en ver-
dad (y esto lo dijo muy en serio), necesitaba a alguien confidente y que
le diera seguridad.

S.E. me pidi que lo acompaara al Cuartel General, donde su ayuda


de cmara, el seor Jos Mara Espinosa, a quien ca en gracia (este se-
or es pintor adems de soldado), realizaba un retrato en arpillera, con
marco ovalado del busto de S.E. con una inscripcin a la bveda: S.E.

126
El Libertador y Presidente de Colombia, en la plenitud de su gloria.
Cuando S.E. me lo ense, sus facciones cambiaron y tuvo como un
resplandor en el rostro, que se le combin con sus palabras: He aqu
(me dijo, sealando su retrato) al hombre en la plenitud de su gloria
guerrera; el orgullo de Amrica es el haber procreado al ms grande Li-
bertador de todos los tiempos. Mi gloria ha conquistado los lmites del
hemisferio y desde el Caribe hasta la mar ocano de Balboa, mi sombra
les cubre.

Me di cuenta de que este seor senta mucha seguridad ante su pro-


pia efigie; tal como ocurre con todos los grandes hombres, que su nimo
se ve respaldado en su ego, hasta que encuentran el apoyo que les pro-
porciona el valor para emprender nuevas y ms audaces empresas.

Pienso que una mujer no slo debe trastornar a un hombre con su


belleza, sino dedicarle toda su atencin, en vista de tal vez una intuicin
ms fina, que procura ver todo con la realidad de los aconteceres, y el
tino de poder seducir con mejores armas al enemigo, con slo un guio.
Siendo caprichosa como en efecto lo soy, no me limito a tal conducta;
por el contrario, advierto la necesidad de sacrificio y hago mritos por
imponerme una actitud de atencin a toda prueba.

S que este seor, me necesita, lo s, y yo tambin a l; ambos for-


mamos un crculo de sentimientos donde la seguridad va en busca del
refugio del otro. Lo que s hasta ahora me dice que tengo razn y que
mi madurez da la suficiente garanta para que un hombre de la vala de
S.E. se fije en m.

Soy por temperamento informal, pero en tanto se me requiera de m


formalidad, asisto sin ambages, agrupando mis cualidades a una poten-
cia de servicio y obra. Soy ambiciosa y me compromete la libertad. A
qu un pajarillo enjaulado? Un zorrillo encadenado? El venado corre
cual saeta veloz por los prados y desconfiado vaga por los montes atento
al ataque del tigre.

As es mi desconfianza, que; en unos, no es ms que la forma de


negarse a servir; y en otros (mi caso), la necesidad para sobrevivir. S
que con este seor llegar a la cima. Dar mis conocimientos (escasos),

127
mi vigor y mi carcter, as como mis sentimientos, mi existencia si fuera
necesaria. Mi vida ser arrastrada por su gloria y suyos sern en sus das
aciagos mis consuelos. Y bien, nos hicimos cita clandestina, que no lo
fue para nadie. Esto a los dos no nos preocupa, pues slo se trata de la
carcoma que impide a los dbiles el enlace de dos almas correspondi-
das.

Un poco pasar desapercibidos la maledicencia y las comidillas y las


preocupaciones sociales, son la determinante para acabar con ese gusa-
no de envidia malsana.

S, mi determinacin de atender a este seor motiva tales, no son ms


que el egosmo por no verse involucrados en persona en tal destino.

Las reuniones y fiestas por doquier. Qu derroche de alegra y j-


bilo! Soy mujer y joven; apasionada, con mucho abandono del mira-
miento social que a m no me incumbe; mi ingenio es mi intuicin y me
siento muy, pero muy enamorada. De verdad, mi querido diario!!!

Estoy invitada a pasar el verano en Babahoyo. Concretamente en la


hacienda El Garzal; debe su nombre por las miradas de garzas que
aqu anidan y sobrevuelan por estos lugares. Esta invitacin la recib por
intermedio de unos amigos ntimos de S.E. Bolvar. Hace cuatro das que
estoy instalada.

El Garzal, a 23 de de 1822
Estoy escribindole a S.E. una docena de esquelas, haciendo ms de-
liciosa la espera y ms acuciante para l la venida. El xito de una mujer
est en su gracia y en su ingenio, a ms de su belleza que atrae como el
almbar de las flores a los pajarillos que se deleitan con su nctar.

La hacienda est repleta de mangos, naranjales, plataneros que pare-


cen manos gigantescas; palmetas, cocoteros y caimitos dulces y palacie-
gos. Todo aqu es llamativo, los colores de las flores y de las mariposas,
el canto de madrugada de las aves, el estrpito de los caballos cuando

128
entran en la cuadra y el roncar de Ruperto, un inmenso caimn criado
desde pequeo y dcil. Todo entonces invita al regocijo del amor y de
la aventura.

S.E. ha enviado a sus edecanes y algunos oficiales para aprovisionar


todo y resolver asuntos concernientes a la instalacin de su despacho.
Un cuartel se estaciona aqu como Cuartel General, a fin de coordinar
todo el archivo, correspondencia y afines de la guerra y Estado. Presien-
to que S.E. va a tener mucho trabajo y, como pueda, yo he de sacarlo de
all para que su alma y su cuerpo tengan un descanso en armona con mi
esperanza de disfrutarlo todo, como siempre he soado. Tal vez sea una
pasin desbordada, tejida en la locura sensual de mis

Qu felices fuimos. Yo me regres a Quito y S.E. parti a Cuenca.

129
130
Cartas a Bolvar y de Bolvar
sobre Manuela

131
132
Cuartel General Pasto, a enero 9 de 1823

Mi querida Antonia:
(Confidencial)
Recib con infinita satisfaccin tu apreciable del 6 de noviembre del 22,
que motiva mi conciencia. Adems, me halaga el que tanto te preocupes
por m; creme que me siento muy contento de saberme an inquirido por
tal preocupacin, adems de calmar tu curiosidad.

La pregunta que me haces la contesto as: esta seora no dar ms


un motivo para habladuras, pues no se lo merece. Su mayor pecado
ha sido el fervor que, como patriota, se ha desbordado en atenciones
para conmigo. Bien s que me obligo a m mismo al intentar separar
mis sentimientos de mis actos; pero qu hago con esta loca emocin
que me incita a verla de nuevo?

Aceptarla en mi destino parece ser la respuesta ineludible; pues


ella en su afn de servicio, se muestra como una noble amiga de alma
muy superior: culta, desprovista de toda intencin de ambicin, de un
temperamento viril, adems de femenina.

Ella abandon su hogar para brindarnos a la causa, y a ti, querida


hermana, todo lo que su genio tiene en aras del bien comn. Enrgica
cuando se lo requiere, se desdobla en infantil ternura cuando su noble
corazn se lo pide; orgullosa, porque le viene de sangre, yo la he acep-
tado por la comprensin nuestra y su hbil descaro de imponerme su
amor. T dirs que me he excedido en este retrato; pero, en honor a la
verdad, no cabe ms que apreciar.

Para calmar tu preocupacin te dir que esta seora no empaa


mis virtudes; pues lejos de toda pretensin mis Generales la respetan
como si fuera mi esposa, y en los crculos sociales su presencia hace
son su seoro el respeto que merecemos.

133
Las miserables habladuras que te han llegado como noticia, me
han lastimado profundamente por la delicadeza y finura de tu espritu,
y porque s de tu celo con que quieres a tu hermano y deseas mi bien.

Yo dira que nunca antes me he sentido tan seguro de m mismo


como ahora, que confidencialmente hago esta declaracin. Simn se
encuentra enamorado! Qu te parece? No es un jolgorio; Es Manue-
la, La Bella!

Dispensa mi efusividad. Pronto tendrs ms noticias mas, s que


deseas mi felicidad. La tengo ahora.

Tu afectsimo hermano,
Bolvar

134
Cuartel General de Lima, septiembre 28 de 1823

Al seor Edecn de S.E. El Libertador


Coronel Daniel Florencio OLeary
En vista de la necesidad que acontece a estos tiempos, pido a us-
ted se sirva ejecutar los arreglos necesarios; dndosele a la distinguida
dama doa Manuela Senz los pormenores de la Secretara, Archivo
General, ms documentos de la Campaa del Sur; para que traslada-
dos a la quinta La Magdalena, se organice su incorporacin al Estado
Mayor General de la Campaa Libertadora, y con el rango de Hzar.

S.E. El Libertador,
Bolvar

135
Chancayo, 9 de noviembre de 1824

Al seor General en Jefe del Ejrcito de Colombia


Antonio Jos de Sucre
(Personal)
Mi querido general:

Sabindome que en sus decisiones de usted, est autorizado en


impartir las rdenes de la movilizacin pertinentes; ruego como supe-
rior de usted, de cuidar absolutamente a Manuelita de cualquier peli-
gro. Sin que esto desmedre en las actividades militares que surjan en el
trayecto, o desoriente los cuidados de la guerra.

Estudie usted todo sin descuidar los detalles del terreno, los avan-
ces del enemigo, y enve vigas de camino, a fin de tener toda la infor-
macin para, en caso de dividir los ejrcitos, juntarles nuevamente a
la hora y lugares oportunos. Esto imagino por los accesos difciles a su
paso.

Prevenga usted que al presentar batalla, haya en la presencia de


mis generales y oficiales, lo mejor de sus ropas y condecoraciones,
como signo de la victoria, a la que presentarse con gallarda.

S.E. El Libertador,
Bolvar

136
Ayacucho, Frente de Batalla, diciembre 10 de 1824

A S.E. El Libertador de Colombia


Simn Bolvar
Mi General:
Tengo la satisfaccin de participar a S.E. de los combates librados
en Ayacucho, que han servido para engrandecer las glorias de las ar-
mas colombianas, dando a S.E. los detalles de los sucesos que han
precedido al triunfo de las divisiones a mi mando.

Se ha destacado particularmente doa Manuela Senz por su va-


lenta; incorporndose desde el primer momento a la divisin de H-
zares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando el
avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, ba-
tindose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heri-
dos.

La Providencia nos ha favorecido demasiadamente en estos com-


bates. Doa Manuela merece un homenaje en particular por su con-
ducta; por lo que ruego a S.E. le otorgue el grado de Coronel del Ejrci-
to Colombiano.

Dios guarde a su Excelencia,


A.J. de Sucre

137
Bogot, enero 23 de 1825

Repblica de Colombia
Vicepresidencia
Al Excelentsimo seor
presidente de la repblica de Colombia
S.E. Simn Bolvar
(Privado)

En oficio del 9, nmero 3, que recib del Jefe del Ejrcito de Occi-
dente, fui notificado de como marchan las cosas por esas provincias
del Sur, donde el honor del ejrcito, enaltecido por la gloria de Ayacu-
cho, se ve mancillado por el infortunio de las habladuras.

S.E. que se precia de ser auspiciador del altsimo honor de pertene-


cer al ejrcito colombiano, permite tamao desatino que, si no fuera
por oficio de mi conocimiento, yo omitira tal, pensando en que V.E.
est controlando.

Pero mi asombro vive una verdadera y cruda realidad. El ejrcito,


que no necesita auspicios de huelga, recibe el aliento de su Jefe Su-
premo, que premia en conceder un alto rango que slo se obtiene con
el valor demostrado en el rigor del combate. Ser coronel del ejrcito
colombiano merece slo la consideracin que V.E. le est dando? Soli-
cito a V.E., con el respeto que le merezco, el que S.E. degrade a su ami-
ga, pues que actos de ascensin como ese, slo perjudican en poltica
a V.E., y ms grave an, en lo castrense, en recibir el desfavor de este
cuerpo, cuyos hombres ven con repudio tan fcil concesin de hace
ms de un mes.

138
Si V.E. considera el discutirlo personalmente, yo lo espero en Jucha,
con el fin de contribuir al buen entendimiento de los oficiales de este
cuerpo con el gobierno y con V.E. Si S.E. no considera esta, me veo en
la dignsima obligacin de enviarle, en tiempo prudente, otras, tal vez
con un carcter ms enrgico, a fin de conseguir de V.E. su opinin y
hecho favorable en estos requerimientos, por salvaguardar el honor de
nuestro querido Ejrcito.

Por lo dems, cuente S.E. con mi trabajo.

Dios guarde a V.E., muchos aos,


F.P. Santander

139
Cuartel General de Lima, a febrero 17 de 1825

Al seor General
Francisco de Paula Santander
Vicepresidente de la repblica de Colombia
Mi querido general:
Ciertamente conozco de usted el apego a las leyes de disciplina
militar, que usted mismo me ayud a perfeccionar. Yo le dir a usted
que estas son rigurosamente ejecutadas y establecidas por todos los
oficiales; esto y ms, la tropa no duda un momento en cumplirlas! De
donde quiera que usted haya sacado que mi influencia es el motivo de
que Manuela sea ahora Coronel del Ejrcito Colombiano, no es ms
que una difamacin vil y despreciable como ausente de toda realidad.

Usted la conoce (a Manuela) muy bien, incluso sabe de su compor-


tamiento cuando algo no le encaja. Usted conoce, tan bien como yo,
de su valor, como de su arrojo ante el peligro. Qu quiere usted que
yo haga? Sucre me lo pide por oficio, el batalln de Hzares la pro-
clama; la oficialidad se reuni para proponerla, y yo, empalagado por
el triunfo y su audacia le doy ascenso, slo con el propsito de hacer
justicia.

Yo le pregunto a usted, Se cree usted ms justo que yo? Venga en-


tonces y salgamos juntos al campo de batalla, y dmosle a los incon-
formes con el guante del triunfo en la causa del Sur.

Sepa usted que esta seora no se ha metido nunca en leyes ni en


actos que no sean su fervor por la completa Libertad de los pueblos
de la opresin y la canalla. Que la degrade? Me cree usted tonto?
Un ejrcito se hace con hroes (en este caso heronas), y estos son el
smbolo del mpetu, con que los guerreros arrasan a su paso en las
contiendas, llevando el estandarte de su valor.

140
Usted tiene razn de que yo sea tolerante de las mujeres a la reta-
guardia; pero yo le digo a usted S.E. que esto es una tranquilidad para
la tropa, un precio justo al conquistador el que su botn marche con
l. O acaso usted olvid su tiempo? Yo no soy, sin embargo, dbil ni
temo a alguno que no diga la verdad.

S.E. El Libertador,
Bolvar

141
Cuartel General de Ibarra, septiembre 17 de 1826

Seor General
Juan Jos Flores
En vista de los desrdenes de los ltimos das, confiero a usted res-
ponsabilidad en la persona de doa Manuela, para que permanecien-
do ella en Quito, su asistencia sea completa en todo orden, conforme
en que su bienestar personal est por encima de toda otra obligacin.

Bolvar

142
Tushaco, 1 de agosto de 1827

Seor Jernimo Torres


Mi respetable amigo:
Desde que se instal el Congreso he visto, continuamente y con
placer, las opiniones que usted ha emitido en l, y las defensas que
usted ha hecho de mi reputacin y la de Manuelita, que se han querido
manchar con los colores ms negros. A la verdad, mucho tengo que
agradecer a usted, digno hermano de don Camilo.

Los negocios del Sur y el estado general de la repblica me llevan


a toda prisa a la capital, donde espero llegar muy pronto; pues que no
me ha sido posible abandonar la patria y a mis amigos cuando se hallan
amenazados de muerte. De este modo, tendr el gusto de abrazarlo a
usted dentro de muy pocos das.

Hemos visto con satisfaccin que el Congreso ha decretado la


Gran Convencin. Honor para aquellos que como usted han preferido
los intereses del pueblo a las facciones ajenas.

Entretanto, crame usted siempre su afectsimo amigo.

Bolvar

143
Cuartel General de Bucaramanga, junio 5 de 1828

Al seor Mayordomo Jos Palacios


D usted a esta seora Manuela las consideraciones que usted en-
cuentre pertinentes, en lo que ella demande en cuanto al arreglo de la
casa y los auxilios a los desdichados que por all pasen.

Prevenga usted todo en cuanto a mi llegada, preparando mi ropero


con tal de atender las visitas de protocolo.

S.E. El Libertador
Bolvar

144
Bucaramanga, junio 7 de 1828

Al seor General Jos Ma. Crdoba


Mi querido general:
Declino mi actitud de reserva ante la injusticia que se hace al em-
plear, por parte de algunas gentes sin escrpulos, el nombre de Ma-
nuela, mezclndola en asuntos que esta seora no tuvo que ver jams.

Usted conoce bien mi personalidad y no existe ni existir nada que


cambie a un ser que naci amando la libertad. Ella es tambin Liberta-
dora, no por mi ttulo, sino por su ya demostrada osada y valor, sin que
usted y otros puedan objetar tal.

De este raciocinio le viene el respeto que se merece como mujer y


como patriota. Venza usted su prevencin, que yo sabr corregir toda
suerte de desmanes que, de conocerlos, no tolerar jams. En esto co-
nocer usted mi fuerza de carcter, ante lo que sea evidente. Soy de
usted su amigo,

Bolvar

145
Bogot (fines) de junio de 1828

Seor General Jos Mara Crdoba


Mi querido general:
Sabe Ud. que yo lo conozco a Ud. por lo que no puedo sentirme
con lo que Ud. me dice. Ciertamente, conozco tambin y ms que
nadie, las locuras que hacen mis amigos. Por esta carta ver Ud. que
no los mimo.

Yo pienso suspender al comandante de Granaderos y mandarlo


fuera del cuerpo a servir a otra parte. l solo es culpable, pues lo de-
ms tiene excusa legal; quiero decir, que no es un crimen pblico, pero
s eminentemente torpe y miserable.

En cuanto a la amable loca. Qu quiere Ud. que yo le diga a Ud.?


Ud. la conoce de tiempo atrs. Yo he procurado separarme de ella,
pero no se puede nada contra una resistencia como la suya; sin embar-
go, luego que pase este suceso, pienso hacer el ms determinado es-
fuerzo por hacerla marchar a su pas o donde quiera. Mas dir que no
se ha metido nunca sino en rogar, mas no ha sido oda sino en el asunto
del C. Alvarado, cuya historia no me daba confianza en su fidelidad.
Yo le contar a Ud. y ver Ud. que tena razn. Ud. mi querido Cr-
doba, no tiene que decirme nada que yo no sepa, tanto con respecto
al suceso desgraciado de estos locos, como con respecto a la prueba
de amistad que Ud. me da. Yo no soy dbil ni temo que me digan la
verdad. Ud. tiene ms que razn, tiene una y mil veces razn; y, por lo
tanto, debo agradecer el aviso que mucho debe haber costado a Ud.
drmelo, ms por delicadeza que por temor de molestarme, pues yo
tengo demasiada fuerza para rehusar ver el horror de mi pena.

146
Rompa Ud. esta carta, que no quiero que se quede existente, este
miserable documento de miseria y tontera.

Soy de Ud. afmo., amigo y de corazn,


Bolvar

P.D.: Recapacite usted, a sabiendas de que no existe razn para este


disgusto.

Bolvar.

147
Bogot, agosto 29 de 1828

Presidencia de la Repblica
Al seor Prspero Pereira Gamba
Estimado seor y amigo:
Recib su apreciable del 16, en la que plasma con calidad sus impre-
siones, y que me ha llenado del afecto de mis ms caros amigos.

Usted tiene la delicadeza de ir profetizando como Pisca la largura


con que mis caros amigos ven el porvenir de mi unin con Manuela,
La Bella. S, mi querido Prspero, usted encontr en ella la dulzura
de su trato, y yo tengo el privilegio del halago de sus encantos, en los
que Afrodita envidia su clida hermosura derramada sobre mi exis-
tencia, en un derroche de vibrante juventud, que hace de esa quinta
la alegra con la cual usted encontr, junto a su dignsima esposa doa
Petrona, la hospitalidad de Manuela.

Ella representa la virtud sobrecogedora de la amistad de esos pue-


blos del sur de Colombia para con sus compatriotas. Usted la define
como graciosa y hermosa, adems de galante y amigable en su
conversacin. Escudria usted bien la personalidad de ella; slo que
en Manuela hay algo diferente: sobresale su cultura, pues esta nace
de la avidez con que cada nueva lectura llega a sus manos, amn de
aquellas que conoci antes.

Sepa usted, mi estimado amigo, que me siento muy feliz de su


apreciable, al saberme tan dignamente representado con toda lucidez
y detalles por mi Manuela, en quien deposit la responsabilidad insu-
perable de ser la anfitriona de Colombia.

Salude usted de mi parte a su dignsima y gurdeme usted en su


corazn con la amistad que usted se digna distinguirme.

Dios guarde a ustedes. Su afectsimo amigo, S.E. El Libertador y


Presidente.
148
Bogot, septiembre 21 de 1828

Seor Francisco de Paula Santander


Seor:
A propsito del suceso nefasto para la causa insurgente de quie-
nes buscan mi vida, no escapa el que ciertos estados de nimo mos
me afecten cuando yo debo entenderme, aun en estas circunstan-
cias, con personas como usted, a quienes debo expresar mi actitud,
dndoles una satisfaccin ms, y expresando as mi espritu plagado
de desengaos.

Mi vida, es cierto, son mis actos; pero juzgo que no existe el alma
que me alcance en la virtud de tomarla, a la par de la suya. Mucho
de la alabanza me ha hecho dao. S, pero concibo que los pueblos
harn de m su propia historia, con criterio y juicio, sin colmarla de
lisonjas, ni heroicas leyendas; todo s, asistido con la ms pura y ce-
ida realidad.

Vea usted por usted mismo. El que yo haya redactado esa Ley del
20 prximo pasado, censurndole y destituyendo su persona de su
anterior cargo de la Vicepresidencia, entre otros asuntos, y quedan-
do este suprimido, no alienta a la reconciliacin. Puede usted discre-
par con respecto a mi actitud, como ya lo ha hecho, mal interpretan-
do esta ley, que slo es salud de la repblica. Dir en substancia, que
queda como lo dice el Decreto: un nuevo sistema de gobierno regido
por un Consejo de Estado, bajo mi presidencia, con poderes especia-
les conferidos por el Acta del Congreso del 13 de junio.

En mi ausencia presidir el Consejo, el Ministro Secretario de Es-


tado ms antiguo. Tomo esta decisin, no por dar ms que el alivio a
la patria de lo horrendo de la conjura de la cual se me haca vctima,
y de la que usted es tan ajeno como Crdoba. No vacile usted en en-
frentarme si es esa su estima. Probar que es til en la consecuencia
dar paz y tranquilidad, porque no deseo transigir de aqu en adelante
por este siguiente motivo: Manuela es para m una mujer muy va-

149
liosa, inteligente, llena del arrojo, que usted y otros se privan en su
audacia. No saldr (ahora menos) de mi vida por cumplir caprichos
mezquinos y regionalistas. La que usted llama descocada, tiene en
orden riguroso todo el archivo que nadie supo guardar ms que su
intencin y juicio femeninos.

Pruebas de la lealtad de Manuela se han aparecido en dos oca-


siones: el 10 de agosto, en la celebracin del aniversario, compro-
metiendo su dignidad slo para hacerme retirar del sitio de mis ene-
migos y salvar mi vida. Que no hubo tal para semejante excusa?
Pregunte usted a don Marcelo Tenorio. Yo no me fo de las habladu-
ras; ella misma me explic este suceso, aun con el temor de que la
corriera de Santa F.

Puedo yo ante la verdad elocuente desorla? Dgamelo usted o


disudame de lo contrario, que en usted veo an dignidad por su po-
sicin; pretendiendo que yo he obrado a la ligera y que ella se sobra
en mis decisiones. Jams! Si bien confo en Manuela ciegamente,
no ha habido la ms leve actitud en la persona de ella que demuestre
desafecto o deslealtad; en fin, no ha defraudado mi confianza.

Como supuesto, todos saben que en mi recia personalidad no


tolerara jams una afrenta a mi dignidad, y por esto, Manuela no
recoger el fardo asqueroso de la desvergenza slo por ser mujer.
Quienes as la denigran, se cargan con la miseria de su maledicencia,
y la corrupcin de sus palabras atraganta sus pescuezos vidos de la
horca.

Si por esta til y justiciera defensa me tildan con el oprobio in-


sufrible de tirano, no me queda ms que recurrir al espacio de la
historia, donde se contemplan los actos de los hombres a quienes la
justicia divina da, en reciprocidad, el justo premio a sus virtudes, o el
castigo a sus infamias.

Dios guarde a usted.

150
Cartas a Manuela y de Manuela
sobre Bolvar

151
152
Huamachuco, 28 de mayo de 1824.

Al capitn Santana
Mi amigo: Las desgracias estn conmigo, todas las cosas tienen su
trmino, el general no piensa ya en m, apenas me ha escrito dos cartas
en diecinueve das. Qu ser esto? Usted que siempre me ha dicho
que es mi amigo, me podr decir la causa? Yo creo que no, porque
usted peca de callado. Y que yo, se lo pregunte a usted! pero, A quin
le preguntar? A nadie; a mi mismo corazn, que ser el mejor y nico
amigo que tenga. Estoy dispuesta a cometer un absurdo; despus le
dir cul, y usted me dar la razn si no es injusto. No ser usted te-
merario; se acordar usted en mi ausencia de la que es muy amiga de
usted.

Manuela

P.D. Tenga la bondad de decirme si all se halla el seor comisario Romero,


que me precisa saberlo. Adis, hasta que la casualidad nos junte, que yo
estoy muy mala y pueda que muera de esta, porque yo no quiero vivir
tampoco ms. Ya basta. No le parece?

153
Al doctor James Thorne
No, no, no ms, hombre, por Dios! Por qu hacerme usted escri-
bir faltando a mi resolucin? Vamos, qu adelanta usted, sino hacerme
pasar por el dolor de decir a usted mil veces no? Seor: usted es exce-
lente, es inimitable; jams dir otra cosa sino lo que es usted. Pero, mi
amigo, dejar a usted por el general Bolvar es algo; dejar a otro marido
sin las cualidades de usted sera nada.

Y cree usted que yo, despus de ser la predilecta de este general


por siete aos y con la seguridad de poseer su corazn, prefiera ser la
mujer del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, o de la Santsima Trini-
dad? Si algo siento es que no haya sido usted mejor para haberlo deja-
do. Yo s muy bien que nada puede unirme a l bajo los auspicios de
lo que usted llama honor. Me cree usted ms o menos honrada por ser
l mi amante y no mi esposo? Ah! Yo no vivo de las preocupaciones
sociales inventadas para atormentarme mutuamente.

Djeme usted, mi querido ingls. Hagamos otra cosa: en el cielo


nos volveremos a casar, pero en la tierra no. Cree usted malo este
convenio? Entonces dira yo a usted que era muy descontento. En la
patria celestial pasaremos una vida anglica y toda espiritual (pues
como hombre; usted es pesado); all todo ser a la inglesa porque la
vida montona est reservada a su nacin (en amores, digo, pues en
lo dems, quines ms hbiles para el comercio y la marina?). El amor
les acomoda sin placeres, la conversacin sin gracia y el caminar des-
pacio, el saludar con reverencia, el levantarse y sentarse con cuidado,
la chanza sin risa; estas son formalidades divinas, pero yo, miserable
mortal que me ro de m misma, de usted y de otras seriedades ingle-
sas, etc., qu mal me ira en el cielo! Tan malo como si fuera a vivir en
Inglaterra o Constantinopla, pues los ingleses me deben el concepto
de tiranos con las mujeres, aunque no lo fuese usted conmigo, pero
s ms celoso que un portugus. Eso no lo quiero yo. No tengo buen
gusto?

Basta de chanzas. Formalmente y sin rerme, con toda la seriedad,


verdad y pureza de una inglesa, digo que no me juntar ms con us-

154
ted. Usted anglicano y yo atea, es el ms fuerte impedimento religio-
so; el que estoy amando a otro, es mayor y ms fuerte. No ve usted
con qu formalidad pienso?

Su invariable amiga,
Manuela

Nota de la Edicin: Segn Rumazo, en una copia de esta carta


que Manuela le enva a Bolvar, incluye una posdata: Hay que
advertir que mi marido es catlico y yo jams atea; slo el deseo
de estar separada de l me haca hablar as. De igual manera,
Vicente Lecuna fecha la carta en Lima, octubre de 1823

155
Un manifiesto de Manuela Senz
que circul en Bogot en una hoja impresa

AL PBLICO

El respeto debido a la opinin de los hombres me obliga a dar este


paso; y cuando debo satisfacer, mi silencio sera criminal. Poderosos mo-
tivos tengo para creer que la parte sensata del pueblo de Bogot no me
acusa, y bajo este principio contesto, no para calmar pasiones ajenas, ni
para desahogar yo las mas, pero s para someterme a las leyes, nicos
jueces competentes de quien no ha cometido ms que imprudencias, por
haber sido un milln de veces a ellas provocada.

Ninguna mano elevada me ha ofendido; esta no es infame. Quien


me ofende ni an tiene la firmeza bastante para dejarse conocer y menos
para perseguirme legalmente; esto me vindica, pues todos saben que he
sido insultada, calumniada y atacada.

Confieso que no soy tolerante; pero aado al mismo tiempo que he


sido demasiado sufrida. Pueden calificar de crimen mi exaltacin; pueden
vituperarme; sacien, pues, su sed; mas no han conseguido desesperarme;
mi quietud descansa en la tranquilidad de mi conciencia y no en la malig-
nidad de mis enemigos, en la de los enemigos de S.E. El Libertador. Si an
habindose alejado este seor de los negocios pblicos no ha bastado
para saciar la clera de stos, y me han colocado por blanco, yo les digo:
que todo pueden hacer, pueden disponer alevosamente de mi existencia,
menos hacerme retrogradar ni una lnea en el respeto, amistad y gratitud
al general Bolvar; y los que suponen ser esto un delito, no hacen sino
demostrar la pobreza de su alma, y yo la firmeza de mi genio, protestan-
do que jams me harn ni vacilar, ni temer. El odio y la venganza no son
las armas con que yo combato; antes si desafo al pblico de todos los
lugares en donde he existido a que digan si he cometido algunas bajezas;
por el contrario, he hecho todo el bien que ha estado a mi alcance.

Lo que s me sorprende, es que se ataque al vicepresidente de la


Repblica, el virtuoso general Domingo Caycedo. S.E. no ha hecho otra
cosa, que deponiendo su carcter como magistrado, evitar como hombre

156
humano y prudente cualquier clase de desrdenes, bien sea por la parte
que me provocaron o bien por la ma: este paso hace ms relevante su
dignidad, sus virtudes y carcter pblico.

El autor de La aurora debe saber que la imprenta libre no es para


personalidades, y que el abuso con que se escribe cede ms bien en
desdoro del pas que en injuria de las personas a quienes ataca. Con
estas palabras le contesto. l me ha vituperado, del modo ms bajo, yo
le perdono; pero s le hago una pequea observacin: Por qu llama
hermanos a los del sur y a m forastera? Ser todo lo que quiera: lo que
s es que mi pas es el continente de la Amrica y he nacido bajo la lnea
del Ecuador.

Bogot, 30 de junio de 1830

157
Del general Luis Per de Lacroix a
Manuela Senz
A mi seora doa Manuela Senz
Cartagena, diciembre 18 de 1830

Mi respetada y desgraciada seora:

He prometido escribir a usted y de hablarle con verdad; para cum-


plir con este encargo y empezar por darle la ms fatal noticia.

Llegu a Santa Marta el da 12, y al mismo momento me fui para


la hacienda de San Pedro donde se halla El Libertador. Su Excelencia
estaba ya en un estado cruel y peligroso de enfermedad, pues desde el
da 10, haba hecho el testamento y dado una proclama a los pueblos,
en la que se est despidiendo para el sepulcro.

Permanec en San Pedro hasta el da 16, que me march para esta


ciudad, dejando a Su Excelencia en un estado de agona que haca llo-
rar a todos los amigos que le rodeaban.

A su lado estaban los generales Montilla, Silva, Portocarrero, Carre-


o, Infante y yo, y los coroneles Cruz, Paredes, Wilson, capitn Ibarra,
teniente Fernando Bolvar, y algunos otros amigos.

S, mi desgraciada seora: el grande hombre estaba para dejar


esta tierra de la ingratitud y pasar a la mansin de los muertos, a tomar
asiento en el templo de la posteridad y de la inmortalidad al lado de los
hroes que ms han figurado en esta tierra de miseria.

Lo repito a usted, con el sentimiento del ms vivo dolor, con el cora-


zn lleno de amargura y de heridas: dej al Libertador el da diecisis ya en
los brazos de la muerte: en una agona tranquila, pero que no poda durar
mucho. Por momentos estoy aguardando la fatal noticia, y mientras tanto,
lleno de agitacin, de tristeza, lloro ya la muerte del Padre de la patria, del

158
infeliz y grande Bolvar, matado por la perversidad y por la ingratitud de los
que todo le deban, que todo haban recibido de su generosidad.

Tal es la triste y fatal noticia que me veo en la dura necesidad de dar


a usted.

Ojal el cielo, ms justo que los hombres, echase una ojeada sobre
la pobre Colombia; viese la necesidad que hay de devolverle a Bolvar,
e hiciese el milagro de sacarle del sepulcro en que casi lo he dejado.

Permtame usted, mi respetada Seora, de llorar con usted la prdi-


da inmensa que ya habremos hecho, y habr sufrido toda la Repblica,
y preprese usted a recibir la ltima y fatal noticia.

Soy de usted admirador y apasionado amigo, y tambin su atento


servidor que sus manos besa.

Luis Per de Lacroix

159
Kingston, Jamaica, 6 de mayo, 1834

Seor presidente del Estado ecuatoriano


General Juan Jos Flores
Seor:
Espero que esta llegue a manos de usted por ser de esta isla, pues de
Bogot escrib a usted muchas, sin tener la ms pequea contestacin:
ya se ve, mi mala letra es conocida, y dirigida a usted sera peor: creeran
que deca algo de poltica. Se habrn desengaado. Qu tengo yo que
hacer con la poltica? Yo am al Libertador; muerto, lo venero, y por
esto estoy desterrada por Santander.

Crea usted, mi amigo, que le protesto con mi carcter franco, que


soy inocente, menos en quitar del castillo de la plaza el retrato del Li-
bertador. Visto que nadie lo haca, cre que era mi deber y de esto no me
arrepiento. Y suponiendo esto delito, no hubo una Ley de Olvido, dada
por la Convencin? O me puso a m fuera de esta ley? Dicen tambin
que mi casa era el punto de reunin de todos los descontentos. General:
crea usted que yo no viva en la sabana para que hubiesen estos cabido;
a m me visitaban algunos amigos, mas yo omita por innecesario el pre-
guntarles si estaban contentos o descontentos. A ms de esto, habran
dicho que era una malcriada.

Sobre que tuve parte en El Santuario, seor, es una tamaa calum-


nia: yo estuve en Guaduas, tres das de Bogot (y la accin fue en Funza
cerca de la capital) y a ms, picada por una culebra malsana dos veces.
Si hubiese estado bien, quin sabe si monto en mi caballo y me voy de
cuenta de genio y nada ms, pues usted no ignora que nada puede hacer
una pobre mujer como yo; pero Santander no piensa as; me da un valor
imaginario, dice que soy capaz de todo y se engaa miserablemente. Lo
que soy es un formidable carcter, amiga de mis amigos y enemiga de
mis enemigos, y de nadie con la fuerza que de este ingrato hombre. Pero
ahora, que se tenga duro: existe en mi poder su correspondencia parti-
cular al Libertador, y yo estoy haciendo buen uso de ella. Mucho trabajo
me cost salvar los papeles del ao de 30, y esto es una propiedad ma,

160
muy ma. Para no dejar duda en los acontecimientos de atrs, yo invoco
a usted mismo en mi favor; usted sabe mi modo de conducirme, y esta
marcha llevar hasta el sepulcro, por ms que me haya zaherido la ca-
lumnia. El tiempo me justificar.

Ya he molestado a usted con mis quejas; ahora vamos a otra cosa


ms molestosa: lo poco que poseo de mi madre, seor, se lo debo al an-
helo e inters que usted tom en el cobro y no es regular que yo carezca
de este socorro; pues sal de Quito el ao 27, dejando arrendada mi ha-
cienda en seiscientos pesos, pues los cincuenta los perdon a Gmez.
Seor: en todo este tiempo no he visto medio; slo he librado mil pesos
a favor de la seora Juana Torres, ms no s si recibi o no. Por ms que
escribo a don Pedro, no me contesta.

De desesperada rogu al seor Modesto Larrea que la venda, y di-


cho seor me dijo que era malvenderla y resolv no hacerlo. A m nadie
me escribe y, en parte, hacen bien. Seor, ya que usted me ve sola en
esta isla y abandonada de mi familia, creo que la compasin, nuestra an-
tigua amistad, harn que usted me disculpe, por llamar su atencin con
mis simplezas; pero, seor, puede comisionar usted a cualquier persona
y ser servido, mientras a m nadie me contesta siquiera.

Escrbame largo, mi General y amigo, robe usted un rato a sus ocu-


paciones, por su amable esposa le suplico, por sus tiernos hijos le ruego,
y pngame usted a la disposicin de la seora, puede que necesite algo
de esta isla.

Siempre recuerdo con placer nuestra antigua amistad y en nombre


de ella le pido me ocupe, y de aqu deducir que se acuerda de su amiga
y reconocida.
Manuela Saenz

161
Guaranda, 19 de octubre de 1835

Excelentsimo seor Juan Jos Flores


Mi querido amigo:
En mal papel, de mala letra, apenas puedo a usted ofrecer un buen
corazn.

Ayer sal de aqu para el Sinchig y hoy he tenido que regresar por
obedecer a las rdenes del Gobierno. Usted se impondr por la copia
que le acompao; en ella ver que es dictada por un ebrio y escrita por
un imbcil. Hay razn para que esta canalla ponga por argumento mi
antigua conducta? Seor: mis hermanos mucho me han hecho sufrir:
basta! Algn da sentirs haberme mortificado, pues mi carcter y mi
conducta me justificarn. Yo present el pasaporte que usted tuvo la
bondad de darme; y apoyada en l, y lo que es ms, en mi inocencia,
no contramarchar sino por la fuerza y nadie me convencer, pues
mi resolucin est tomada. Slo que usted me diga: Manuela, usted
cometi el gran delito de querer al L, salga usted de su patria, pierda
usted gustosa lo poco que tiene, olvide patria, amigos, parientes, me
ver usted obedecer (con dolor); a lo menos ser dcil a usted, pero a
usted slo, y le dir adis su agradecida pero cuasi desesperada ami-
ga,
Manuela

Adicin: Las mujeres siempre dejamos lo ms preciso para el fin. Usted me


dijo: Deseo inmensamente revestirme de la autoridad que el Gobierno
me concede slo por perdonar a Alegra; yo deseo que usted se revista
para no hacerme parecer criminal y sostener a todo trance su pasaporte;
salude usted al seor coronel Ponte y a mi amigo Ibez.

162
Paita, 10 de agosto de 1850

Seor General OLeary,


Encargado de Negocios de su Majestad
Britnica.
Me pide usted le diga lo que presenci el 25 de setiembre del ao
28 en la casa del gobierno bogotano. A ms quiero decirle lo que ocu-
rri das antes.

Una noche estando yo en la casa de gobierno de Bogot, me llam


una criada ma dicindome que una seora con suma precisin me lla-
maba en la puerta de la calle; sal, dejando al Libertador en cama algo
resfriado. Esta seora que an existe (1850), y me llamaba, me dijo que
tena que hacerme ciertas revelaciones nacidas del afecto al Libertador,
pero que en recompensa exiga que no sonara su nombre. Yo la hice
entrar, la dej en el comedor y lo indiqu al general. l me dijo que
estando enfermo no poda salir a recibirla, ni poda hacerle entrar en su
cuarto, y que adems no era lo que ella pretenda. Le di a la seora estas
disculpas; la seora me dijo entonces que haba una conspiracin nada
menos que contra la vida del Libertador, que haba muchas tentativas y
que slo la dilataban hasta encontrar un tiro certero; que los conjurados
se reunan en varias partes, una de ellas en la casa de la moneda; que
el jefe de esta maquinacin era el general Santander, aunque no asista
a las reuniones y slo saba el estado de las cosas por sus agentes, pero
que era el jefe de obra; que el general Crdoba saba algo, pero no el
todo, pues sus amigos lo iban reduciendo poco a poco. En fin, la seora
me dijo tanto, que ni recuerdo.

El Libertador, apenas oy nombrar al general Crdoba se exalt,


llam al edecn de servicio y le dijo Ferguson, vaya usted a or a esa
seora. Este volvi dicindole lo que yo le haba dicho y con ms
precisin que yo. El general dijo: Dgale usted a esa mujer que se vaya
y que es una infamia tomar el nombre de un general valiente como el
general Crdoba.

163
El seor Ferguson no fue tan brusco en su respuesta; pero la cosa
qued en ese estado. Vino entonces don Pepe Pars y le dijo el general
todo. Este seor contest: Esas buenas gentes tienen por usted una
decisin que todo les parece una conspiracin. Pero usted hable
con ella maana, le dijo el general. No supe ms de esto, pero en muy
pocos das ms, fue el acontecimiento que voy a contar.

El 25 a las seis me mand a llamar El Libertador; contest que es-


taba con dolor a la cara. Repiti otro recado, diciendo que mi enfer-
medad era menos grave que la suya, y que fuese a verlo. Como las
calles estaban mojadas, me puse sobre mis zapatos, zapatos dobles.
(Estos le sirvieron en la huida, porque las botas las haban sacado para
limpiar) Cuando entr, estaba en bao tibio. Me dijo que iba a ha-
ber una revolucin. Le dije: puede haber, en hora buena, hasta diez,
pues usted da muy buena acogida a los avisos! Me hizo que le leyera
durante el bao. Desde que se acost se durmi profundamente, sin
ms precaucin que su espada y pistolas, sin ms guardia que la de
costumbre, sin prevenir ni al oficial de guardia ni a nadie, contento con
lo que el Jefe de Estado Mayor o no s lo que era, le haba dicho: que
no tuviese cuidado, que l responda. (Este era el coronel Guerra, el
mismo que dicen que dio para esa noche; santo y sea y contrasea y,
a ms, al otro da andaba prendiendo a todos hasta que no s quin lo
denunci).

Seran las doce de la noche, cuando latieron mucho dos perros del
Libertador, y a ms se oy un ruido extrao que debe haber sido al cho-
car con los centinelas pero sin armas de fuego por evitar ruido.

Despert al Libertador, y lo primero que hizo fue tomar su espada y


una pistola y tratar de abrir la puerta. Le contuve y le hice vestir, lo que
verific con mucha serenidad y prontitud. Me dijo: Bravo, vaya, pues,
ya estoy vestido; y ahora qu hacemos? Hacernos fuertes? Volvi a
querer abrir la puerta y lo detuve. Entonces se me ocurri lo que le ha-
ba odo al mismo general un da: Usted no dijo a Pepe Pars que esta
ventana era muy buena para un lance de stos? Dices bien, me
dijo, y fue a la ventana. Yo imped el que se botase, porque pasaban
gentes; pero lo verific cuando no hubo gente, y porque ya estaban

164
forzando la puerta.
Yo fui a encontrarme con ellos para darle tiempo a que se fuese;
pero no tuve tiempo para verle saltar, ni cerrar la ventana. Desde que
me vieron me agarraron y me preguntaron: Dnde est Bolvar?.
Les dije que en el Consejo, que fue lo primero que se me ocurri; regis-
traron la primera pieza con tenacidad, pasaron a la segunda y viendo
la ventana abierta exclamaron: huy; se ha salvado! Yo les deca:
no, seores, no ha huido; est en el Consejo. Y por qu est abierta
esa ventana? Yo la acabo de abrir, porque deseaba saber qu ruido
haba. Unos me crean y otros no. Pasaron al otro cuarto, tocaron la
cama caliente, y ms se desconsolaron, por ms que yo les deca que
yo estuve acostada en ella esperando que saliesen del Consejo para
darle un bao; me llevaban a que les ensease el Consejo (pues usted
sabe que siendo esa casa nueve, no conocan cmo estaba repartida,
y el que qued a entrar a ensearles se acobard, segn se supo despus).
Yo les dije que saba que haba esa reunin, que la llamaban Consejo, a la
que iba en las noches El Libertador; pero yo no conoca el lugar, con esto se
enfadaron mucho y me llevaron con ellos, hasta que encontr a Ibarra heri-
do; y l desde que me vio me dijo: Conque han muerto al Libertador?

No, Ibarra; El Libertador vive.

Conozco que ambos estuvimos imprudentes; me puse a vendarlo


con un pauelo de mi cara. Entonces Zulivar, por la mano, a hacerme
nuevas preguntas, no adelantando nada; me condujeron a las piezas
de donde me haban sacado y yo me llev al herido y lo puse en la
cama del general. Dejaron centinela en las puertas y ventanas y se fue-
ron al or pasos de botas herradas; me asom a la ventana y vi pasar al
coronel Fergusson, que vena a la carrera de la casa donde estaba cu-
rndose de la garganta; me vio con la luna, que era mucha; me pregun-
t por el Libertador y yo le dije que no saba de l ni poda decirle ms
por los centinelas; pero le previne que no entrara, porque lo mataran;
me contest que morira llenando su deber. A poco o un tiro: este fue el
pistoletazo que le tir Carujo, y adems un sablazo en la frente y el cr-
neo. A poco se oyeron unas voces en la calle y los centinelas se fueron,
y yo tras ellos a ver al doctor Moore para Andresito. El doctor sala de su

165
cuarto y le iban a tirar, pero su asistente les dijo: No maten al doctor;
y ellos dijeron: No hay que matar sacerdotes. Fui a llamar al cuarto de
don Fernando Bolvar que estaba enfermo, lo saqu y lo llev a meter
el cuerpo de Fergusson, pues yo lo crea vivo; lo puse en el cuarto de
Jos que estaba de gravedad enfermo; si no, muere; porque l se habra
puesto al peligro.

Sub a ver a los dems, cuando llegaron los generales Urdaneta,


Herrn y otros a preguntar por el general; entonces les dije lo que ha-
ba ocurrido; y lo ms gracioso de todo era que me decan: y a dnde
se fue? cosa que ni el mismo Libertador saba a dnde iba.

Por no ver curar a Ibarra me fui hasta la plaza, y all encontr al


Libertador a caballo, con Santander y Padilla, entre mucha tropa que
avivaba al Libertador. Cuando regres a la casa me dijo: T eres la
Libertadora del Libertador!

Se present don Toms Barriga y le iba a arengar; pero el general


con esa fogosidad que usted tanto conoca le dijo: S seor; por usted
y otros como usted que cran mal criados a sus hijos, hay estas cosas;
porque de imbciles confunden la libertad con el libertinaje.

Fueron muchos extranjeros, entre ellos el seor Illingworth, y to-


dos fueron muy bien recibidos. El Libertador se cambi de ropa y qui-
so dormir algo, pero no pudo, porque a cada rato me preguntaba algo
sobre lo ocurrido y me deca: no me diga ms. Yo callaba y l volva
a preguntar, y en esta alternativa amaneci. Yo tena una gran fiebre,
y no s ms que por lo que me han contado, que se molest mucho
con el coronel Cropston porque le apret el pescuezo a uno de los
que condujo al palacio, a quien el general mand dar ropa para que se
quitase la suya, y los trat a todos con mucha benignidad, por lo que
don Pepe Pars les dijo: y a este hombre venan ustedes a matar? Y
contest Hormet: era al poder y no al hombre. Entonces fue cuando
tuvo lugar la apretada, a tiempo que entraba El Libertador y se puso fu-
rioso contra este jefe Cropston, afendole su accin de un modo muy
fuerte.

166
Dicen que les aconsej a los conjurados que no dijesen a sus jue-
ces que traan el plan de matarlo, pero que ellos decan que habiendo
ido a eso no podan negarlo. Hay otras tantsimas pruebas, que dio el
general, de humanidad que sera nunca acabar.

Su primera opinin fue el que se perdonase a todos; pero usted


sabe que para esto tena que habrselas con el general Urdaneta y Cr-
doba que eran unos de los que entendan en estas causas. Lo que s no
podr dejar en silencio fue que el Consejo haba sentenciado a muerte
a todo el que entr en palacio, y as que, excepto Zulivar, Hormet y
Azuerito, que confesaron con valor como hroes de esta conspiracin,
los dems todos negaron, y por eso dispusieron presentrmelos a m a
que yo dijese si los haba visto. Por esto El Libertador se puso furioso.
Esta seora, dijo, jams ser el instrumento de muerte ni la delatora
de desgraciados. No obstante esto, me presentaron, ya en mi casa,
a un seor Rojas y consent en verlo porque tuve muchos empeos
de seoras para que dijese que no lo haba visto. As lo hice, ms una
criada ma y un soldado que entraron a tiempo lo conocieron; pero
yo compuse la cosa con decir que si ms caso hacan de lo que ellos
decan que a m y que los que lo acusaban estaban equivocados, y se
salv. Dije tambin que don Florentino Gonzlez me haba salvado a
m la vida diciendo: no hay que matar mujeres; pero no fue l sino
Hormet, al tiempo de entrar que hicieron un tiro.

Entraron con pual en mano y con un cuero guarnecido de pisto-


las al pecho. Pual traan todos, pistolas tambin; pero ms creo que
tenan Zulivar y Hormet. Entraron con farol grande, con algunos arti-
lleros de los reemplazos del Per Estos seores no entraron tan sere-
nos, pues no repararon ni en una pistola que yo puse sobre una cmo-
da ni en la espada que estaba arrimada, y adems en el sof del cuarto
haba una fuerza de pliegos cerrados y no los vieron. Cuando se fueron
los escond debajo de la estera.

El Libertador se fue con una pistola y con el sable que no s quin


le haba regalado de Europa. Al tiempo de caer en la calle pasaba su
repostero y lo acompa. El general se qued en el ro y mand a este

167
a saber cmo anclaban los cuarteles; con el aviso que le llev, sali y
fue para el Vargas. Lo dems usted lo sabe mejor que yo, sin estar pre-
sente; que si est, yo s que usted habra muerto.

No se puede decir ms, sino que la Providencia salv al Libertador,


pues nunca estuvo ms solo. No haba ms edecanes que Fergusson
e Ibarra, ambos enfermos en cama: el uno en la calle y el otro en casa,
y el coronel Bolvar donde el general Padilla. Nuestro Jos, muy malo;
don Fernando, enfermo; la casa era un hospital.

Cuando el general march de Bogot, no s para dnde, fue que


me dijo: est al llegar preso el general Padilla; te encargo que lo visites
en su prisin, que lo consueles y lo sirvas en cuanto se ofrezca. As lo
hice yo. El seor general Obando, a quien Dios guarde por muchos
aos, ha dicho en Lima, antes de ahora, que yo, en medio de mis malas
cualidades, tena la de haberme portado con mucha generosidad, a lo
que yo contest que esa virtud no era ma sino del Libertador, que me
haba dado tantas y tan repetidas lecciones de clemencia con el mis-
mo panegirista.

Esto es muy cierto; a usted le consta. De modo, que tantos esca-


pados de la muerte fue por el Libertador. Baste decir a usted que yo
tuve en mi casa a personas que buscaban y que el Libertador lo saba.
Al general Gaitn le avisaba que se quitase de tal parte porque ya se
saba. Al doctor Merizalde lo vi en una casa al tiempo de entrar yo a
caballo, y le dije a la duea de casa: si as como vengo con un criado,
viniese otra persona conmigo, haban visto al doctor Merizalde; dgale
usted que sea ms cauto. Tal vez sera por eso que despus de muerto
el Libertador me hizo comadre Merizalde.

Infinitas cosas referira a usted de este gnero, y las omito por no ser
ms larga, asegurndole a usted que en lo principal no fui yo ms que
el instrumento de la magnanimidad del gran Bolvar.

Manuela Senz

168
Diario de Paita
de Manuela S enz

169
170
Venzo de ser vengativa en grado sumo. Cmo perdonar? Si Simn
hubiera escuchado a esta su amiga, que s lo fue. Ah! otra cosa habra
sido (no habra quedado mico con cola). Creo en esa obligacin de dar
su merecido a quienes faltaron a la lealtad del Libertador y a la Rep-
blica, y a algunos que burlaron la gratitud para con l.

El escribir estas cosas me ayuda en soltar mi mala sangre y, al mismo


tiempo, de lo que me hallo muy complacida, porque logr retener (me
sal con la ma) los archivos y los documentos ms importantes del gene-
ral Bolvar; esos no lograron destruir lo que es ms sagrado para m.

Leo y me digo a m misma que soy adicta al sufrir.

Hoy a julio 25 de 1840 vino a visitarme el seor Jos Garibaldi, muy


puesto el seor este, aunque un poco enfermo. Lo atend en mi modestia;
cosa que no repar. Estuvimos conversando sobre su vida y sus oficios, y
recordando sus aventuras del mundo conocidas. Y se rea el muy seor,
cuando le pregunt por la escritora Elphis Melena, la alemana; sobre su
fama de Condotierro, y de sus dos esposas.

Me dijo que yo era persona favorecida de l en su amistad, y que


lo era tambin la memoria del genio Libertador de Amrica, general
Simn Bolvar.

De nariz recta este seor, patillas salvajes y colgndole con el pelo


hasta el cuello, y bigote grueso (como de cosaco), de bonete de pao ne-
gro bordado en flores y cejas espesas al cubrir casi los ojos.

Jonaths y yo no tuvimos reparo en desvestir a este seor y aplicarle


ungentos en la espalda, para sacarle un dolor muy fuerte que lo queja-
ba por el hombro. Muy agradecido se despidi de m, y muy conmovido
como de no vernos ms.

Siento tristeza de la ausencia de este seor. Jonaths est de mal


humor porque no levant mi nimo. Me ha dejado de su puo y letra, un
verso de la Divina Comedia del Dante, y muy apropiado, y bonito, que
pego aqu para no perderlo.

171
Ma carissima Manuela:

Donna pietosa e di novella etate,


adorna assai di gentilezze umane,
chera l vio chiamava spesso Morte
veggendo li occhi miel pien dipietate,
e ascoltando le parole vane,
si mosse con paura a pianger forte.
E altre donne, che si fuoro accorte
di me per quella che meco piangia,
fecer lei partir via,
cual dicca: Non dormire.

Divine comedie. Dante


Giussepe Garibaldi
Paita porto, julio 25 1840.

Son las 8 y se acaba la lumbre. He vuelto a leer con favorito empeo


Los pastores de Beln, prosas y versos divinos de Lope de Vega y Carpio,
y cmo me anima esa lectura y de qu manera me acuerdo cuando era
nia, en casa, frente al nacimiento.

En el libro encontr las violetitas que me trajo y regal Simn, de una


finca donde estuvo en Patilivilca, dizque porque eran muy delicadas,
bellas y perfumadas (comparndome).

S, su amor sigue aqu en mi corazn, y mis pensamientos y mi amor


por l estn con l en la eternidad.
Qu seor mo este Simn, para robar todos mis pensamientos, mis
deseos, mis pasiones

Lo am en vida con locura; ahora que est muerto lo respeto y lo


venero.

Jonaths ha estado en cama con gripe, de esas que llaman quiebra


huesos, y no ha podido levantarse. Pez, Crdoba y La Mar no me han

172
dejado en paz. Los tiene muy enseados; estos perros graciosos, acostum-
brados al cario, se deshacen por Jonaths, y yo no los controlo ms. San-
tander est ya viejo y cojo. Pienso que hay que fusilarlo para que no sufra,
pues le pas un coche por encima; se me va el corazn con mi perro.

En estas navidades el puerto ha estado ms movido que de costumbre;


as que le he pedido y mandado a Jonaths que atisbe quien llega, y venga
pronto a contrmelo todo; no sea que me cojan de sorpresa.

(Navidad del 30, qu fatal!). Este es un recuerdo que lastima, pero l


me dej forzada a seguir vivindolo; para m t vives, Simn. As como
l vivi. Soy una tonta, pero lo percibo cada vez mejor. Rousseau, Vol-
taire, El contrato social; De qu le sirvieron? Nunca supo qu ni qu
hizo con su gloria. Qu tontos fuimos!

Escribo y pienso Cmo se destruy a s mismo, Simn. Yo estoy


haciendo unas colchitas que me estn quedando preciosas. Y l saba
que se estaba destruyendo, aniquilando, dejando a un lado su frrea vo-
luntad, sus decisiones nunca dictadas por sus convicciones, pero s un
sentido de justicia. Justicia? Quin le fue justo? A l, que todo lo dio
por la libertad. Libertad, slo palabra. Por ahora! Cmo era esa cita de
Marco Aurelio? Tanto insist en que la aprendiera: Tu amor lo medirs por
el que tengas a tu hermano. Usar de clemencia es vencer siempre, deca
Aulio Galio. Ya:

Es propio del hombre amar aun a aquellos que nos ofenden. Los amars,
si piensas que son hermanos tuyos; que, si son culpables, es por ignoran-
cia y a pesar de ellos; que, dentro de poco, no te hicieron mal alguno,
ya que no te hicieron peor tu alma de lo que antes era, citaba a Marco
Aurelio.

Y a Demstenes: Una mujer desbarata en un da lo que un hombre


construye en un ao, refirindose mi Simn a lo del acontecimiento del
castillo, que con tanta gana hice en Bogot.

l no omita ninguna frase de estos pensamientos, y sus consejos


muy a pesar de mi entereza de carcter. Siempre me cit a Salomn: El
perfume y la variedad de los aromas son la alegra del corazn, y los bue-

173
nos consejos de un amigo (amiga), las delicias del alma. Y a Cervantes:
La mujer ha de ser buena, y parecerlo, que es ms, recriminndome mi
conducta con Santander.

Hoy he vuelto a leer El Quijote, y de sus pginas salen las evocacio-


nes. Cirrolas para escribir. Como ese agudo hombre de novedades en
desbaratar un molino, as hizo Simn cayendo con el peso de su propia
armadura.

Una y una ms se lo adverta de no permitir la subida de Santander.


Pero qu? Se enfadaba conmigo, me castigaba con sus desplantes, igno-
rndome, cosa que era peor. Ms me encaprichaba y despus llegaba ms
tierno que un cachorro meloso. Acercndose y mendingando mi amor.
Y yo, tonta por l, no resista sus insinuaciones. No lo rehua. Siempre lo
recib tiernamente como tal lo am. Nunca fui inconsecuente. No! Tuvo
de mi amistad y de mi amor el afn de servirlo y de amarlo como se lo
mereca.

Cumplir con mi desahogo ahora que estoy con buen nimo. Me


consuela el saberlo mo a pesar de todas.

Es tarde ya y casi no se ve. Recoger todo para ver un nuevo da.

Manuela

Han pasado ya ocho aos y slo he visto miserias, pobreza, epide-


mias, susto de los peruanos (cobardes) que se alegran de la desgracia
ajena. Un puerto que slo da lstima, donde el entorpecimiento es a
la orden del da. Cmo puede una mujer estar al da en cosas de la
cultura? El mundo no se percata dnde queda Paita. Y cmo recolectar
datos? Idea ma: barco que llegue, asalto de informacin. Ciudadano que
caiga a este: sacarle las noticias.

Escribo a mis familiares en Quito y nadie contesta. No tengo a nadie. Estoy


sola y en el olvido. Desterrada en cuerpo y alma, envilecida por la desgracia
de tener que depender de mis deudores que no pagan nunca.

174
Jonaths se ha ido por mi recomendacin a la casa de mi comadre
Chanita. Quin cuida de ella? Pobre, agarr esa fiebre amarilla y qued
exhausta. Aqu todo se ha ido convirtiendo en sanatorio.

Qu contraste Simn: de reina de la Magdalena, a esta vida de priva-


ciones. De caballeresa del sol a matrona y confitera; de soldado hzar a
suplicante; de coronel del ejrcito a encomendera.

Basta! Me voy a Lima

Paita a febrero 3 de 1843


Antes de ayer vino en visitarme un viejo amigo del Libertador, el creador
de sus desgracias, por l haber metido en la cabeza de Simn tanta idea,
para manejar las cosas con tanta cualidad de favorecimientos para todos:
amigos y enemigos. Simn Rodrguez o Samuel Robinson o el diablo en
andas. Tantos nombres para enmascarar una sola cosa, ser Quijote o ton-
to. De todas maneras hablamos y discutimos, pues defiende a Santander
(a su gestin).

Muy entrado en aos, como por los 83, alto pero encorbado, su pelo
blanco como de nieve y con bastn. No demor mucho porque dizque pen-
diente de un negocio. Me pregunt cosas que slo l saba, me enfad mu-
cho. Pero luego estuve tranquila y serena, comprend que este seor quera
revivir esas pocas. Slo pudimos contener el ansia de amistad que nos uni
con el nico hombre que verdaderamente vali.

Dijo que fabrica velas y que sigue dictando lecciones, pobre. Si se le


ve franciscano. Tom chocolate y se march. Volver, lo s.

Paita, febrero 19 de 1843


Aqu en Paita todo es cosa de risa. Un suceso y otro distinto. Estos pe-
ruanos sin idea de la poltica seria y pura, no hay quien observe conducta
digna, porque unos por miedo y otros por inters, cambian de parecer de
la noche a la maana. Mi sobrino Francisco Antonio me escribi desde
Quito, contndome pormenores, para m el ms querido de todos (como

175
ya es padre no hay como hacerle bromas). Estoy haciendo un chal que de
divino parece europeo, se lo envo a mi paisana doa Mercedes Jijn de
Flores.

Parece que ya a nadie importo. Estamos a 9 de julio del 43 y todo sin


respiro. Las gacetas que me llegan son nmeros atrasados y yo quiero
vivir el presente con noticias frescas.

No vale un cuartillo leer, no hay con quien comentar. Sentada en mi


hamaca medito nuevas que tengan que ver para el provecho de mi patria,
Ecuador.

Escribo cartas y cartas, y nadie apura mis asuntos en Quito. Slo por
la Providencia vivo. He desistido lo de Lima por no mortificarme con
James. Y a tal, slo resignacin y adelante. Al menos tengo todava ami-
gos, y a mi Nathn y Jonaths.

Jonaths vino con recados del muelle. Que vio al general Santa Cruz
con recados para m, de que al seor general Flores lo reeligieron por
ocho aos ms. Esto hace Dios con almas buenas y honestas. El seor
Pareja viene muy a menudo y su pltica es muy constructiva y adicta a
las rdenes del seor Presidente Flores.

Ya no tengo paciencia con ese canalla del Pedro Sanz. Todo me falta
y no hay como recaudar. Necesito hacer venir ac muchas cosas de mi
aprecio y consideracin, que tengo en Bogot y no tengo medio. Ya no
s qu hacer con la plata de deudas de mi hacienda ni quin vea por
ella.

Las noticias que recibo de Quito ya son esperanzadoras. El seor


presidente general don Juan Jos Flores, quien es mi amigo, me halaga
con sus apreciadas de cuando en vez, y me pone al tanto de mi tierra
Quito.

Por fin ha destinado una persona indicada para manejar las cuentas
de mis deudores y para que mi desgracia sea menor. Don Pedro Sanz
no tuvo recato en el manejo de cuentas de todos los que me adeudan.

176
Soy por esto de gran gratitud para con este seor General.

Aqu todo est revuelto, y con gran vigilancia para todo; sin reserva
en violar valijas de correo.

Qu tanto desafuero?

Hoy, agosto 23 de 1843


Recomendada al seor Cnsul Montalve, con salvoconducto para
Lima pienso: estas no recaban mis ms caros afectos, ni mi familia (ten-
go?), ni mis amigos, ni mi Patria. Rocafuerte me hizo, me tiene al punto
de su distancia. Yo resuelta, es que mi fallo est como la suerte de aqu.
Ya no regreso para lo menos ver lo mo.

Como de todo me entero hago las delicias de mi inters por saber y


dar a conocer lo que concierne a mi Patria.

Al fin en algo ocupo mi triste destino, que si no me doy un balazo y


punto!

Este mes de septiembre peor. Me ha puesto en jaque. A todos los ecua-


torianos que se hallan en Piura y los de aqu, he arengado, junto con el cn-
sul Monsalve, para prevenir la indolencia y sus diversiones malsanas. Como
ecuatoriana estoy indignada por los pasquines y cosas soeces salidas de la
imprenta del caucano, en contra del general Flores.

Maa con susto me he dado con los atrevidos que de noticias traen el
que haban asesinado al presidente Flores en convite de sus amigos. Que
la guerra es inminente y barbaridades, fin. Que yo estuviera al mando, al
menos al lado de este seor para asesorar estrategias. Y que este seor,
que yo amo como la patria tampoco me ocupa para nada en el gobierno
y es terco como mula.

Ay, que si parece que de angustias vivo. Si no debo llamarme Ma-


nuela sino Angustias. Mi amigo el general Santa Cruz me ha puesto en
pena. He recibido cartas de Lima del 24 de noviembre, y slo tristezas.

177
La prisin de este hombre envilece a quienes lo tomaron. Y no pongo
duda que lo fusilen. Mi corazn de luto se pone. Ya no hay con quin
contar. Voy a intrigar con destino a que sirva de algo para su libertad.
Ojal alguien se compadezca y me ayude.

Hoy vi Jonaths limpiar los recodos, y le permit ver unas cuantas


cartas del arcn, reminiscencias. Cost mucho trabajo el traerlas aqu,
tenerlas todas y desde tanto tiempo atrs.

Caminatas, campaas, travesas, intrigas, desafueros Simn tan cer-


ca, a veces, y otras yo tan lejos, impidiendo las deserciones. Bolvar. S
l, todo amor para ellos, y para m qu?

A cuntos tuve que chirlear para que no perdieran la vida; para que
despertaran Las mulas, el horror de la cada por los abismos! S, todo
esto me persigue. Saco valor. Cierro el arcn para no desmayarme.

Este librito que contiene las lecturas ms caras de los grandes guerre-
ros griegos, fue saliendo del fondo del arcn; fue el regalo de este hom-
bre magnfico, sin querer l drmelo. Su apasionamiento por Temstocles,
Arstides, Cimn (era l Cimn o Simn). Siempre dijo l que as era el
carcter de este seor. Hanbal, Alcibades (sollozo).

Mi negra Jonaths se present y estuvo calmndome con infusiones


severas. Debo mantener el propsito de no volver a mirar esas cosas;
ella dice que me hacen mucho dao, y hasta le creo.

Simn quiso que yo las tuviera, y son mas, muy mas y se irn con-
migo a la tumba. As lo he dicho muchas veces a tales seores que vie-
nen de visita, aqu a husmear lo que s. La historia no se la cuenta Se la
hace!

Que se vayan al diablo cuando vuelvan.

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Hoy es domingo 27
Han pasado tres semanas desde la ltima vez que escrib y ha habido
extraordinarias.

Escribo estas lneas para saberme viva, viva por dentro. Despus de
todo, a mi edad Pienso en algunos amigos mos que daran todo por
tenerme en su casa, y por disfrutar de mis recuerdos o de los chistes de
Jonaths (que cuenta con gracia).

No existe nada interesante en este miserable puerto; lo nico que


vino, una compaa de teatro que no encontr lugar, cosa que improvi-
saron en la playa.

La gente aqu anda disparatada con el asunto limtrofe; ojal se pueda


sacar a estos imbciles de mi Ecuador.

Si yo hubiese estado en Quito unos aos atrs pobrecitos, quin


sabe!

Nunca permit que Simn pensara en nuestro amor como una aven-
tura; lo colm de mis favores y mis apetencias y casi olvid su acostum-
brado flirteo donjuanesco. Adems, haba en los dos emocin y dicha
que no se destruira jams, que seran perdurables hasta el fin. Amar y
ser amada intensamente!

l por su parte hall en m TODO! Y yo, lo digo con orgullo, fui su


mejor amiga y confidente. Para unificar pensamientos, reunir esfuerzos,
establecer estrategias. Dos para el mundo. Unidos para la gloria, aunque
la historia no lo reconozca nunca.

Y de que yo s rerme de m misma, basta! En qu quedaron los


carsimos vestidos? Las numerosas joyas? Estoy harta.

Qu fue de esas visitas de cortesa en mi casa? Nada haba en las


mujeres que no fuera hablar, coser cadenetas y bordados de encajes.
Yo, mientras tanto, lea. Me entusiasmaba mucho leer. Los hombres con
qu galantera. Ah! qu tiempos, mi mantilla de Manila. Y los celos es-

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tpidos de James. Slo desprecio senta por este pobre hombre. Lima:
visitas, fiestas, paseos, invitaciones, bailes, ostentacin de riqueza. Y del
amor qu?

Galanteos, derroche de riquezas y de alegras, de refinamientos, de


placeres, de holgura: Ah! vivir la vida. Eso fue? Yo aqu estoy desorien-
tada. O loca? No jams! jams!

En mi mente, el pensamiento de haber participado en logros de la


Repblica a fin y bienestar de los ciudadanos.

A veces la fuerza fue necesaria; debido al rigor de mi carcter impul-


sivo, me impuse en cuanto era menester, para bienestar de la Repblica
y de S.E.

Yo tuve razones muy poderosas para unirme con l: conviccin de


patriota, juntos, a costa de todo. Mi firmeza y mi carcter, debido a que
estaba convencida de que Simn sera el nico en la historia del mundo,
como libertador de una nacin grande y soberana.

Cuando surgi el asunto de Guayaquil, ya conoca bien al general


San Martn, y us mi amistad con algunos de sus devotos; especialmente
con Rosita, para averiguar cosas necesarias a la causa de la anexin de
Guayaquil a Colombia.

Convencida, como lo estaba tambin El Libertador y presidente, de que


Guayaquil era completamente del territorio de Colombia, le aconsej que no
permitiera que esa provincia se separara de su patria madre, y de no permitir
que los peruanos intentaran mutilar este pedazo de suelo colombiano.

Le manifest a S.E. que yo conoca muy bien las debilidades del se-
or general San Martn, que me haba condecorado como Caballeresa
del Sol. Simn no permiti que yo le hablara de esas debilidades. Por
el momento. Pero luego, muy preocupado, me pregunt: Sabe usted
seora, con qu elementos puedo, de su intuicin de usted, convencer a
este seor general, para que salga del pas sin alboroto, desistiendo de su
aventura temeraria de anexar Guayaquil al Per? Entonces yo le contes-

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t: Vaya usted en persona e impresione a esos indecisos, acjalos bajo
proteccin de la repblica de Colombia y encrguese usted mismo del
mando militar y poltico de ese puerto y su provincia.

A San Martn le interesa Guayaquil, claro; pero no lo merece. Es ce-


udo, est siempre preocupado por la responsabilidad de l. Ms par-
simonia no se halla en otro cuando habla. Es flemtico (metdico), lo
mismo que cuando escribe. Adems, es masn (yo hasta aqu no saba
que Simn tambin). Adems de todo, el general San Martn es eglatra
y le encanta la monarqua, y es mojigato.

Disponga entonces usted de cualesquiera de estos atributos, adems


de que l presentar la dimisin por su propia cuenta.

As que mi seor General y Libertador fue a Guayaquil. Se encontr


con el Protector, que se quej de que los oficiales de S.E. le recibieron
con un saludo de bienvenida a Colombia. Adems de que no soport
ni la conferencia ni la fiesta (se prepar gran alboroto con ese fin). Pues
este seor es seco y sombro. Y se retir con su ambicioso plan.

Simn prometi que al volver a m, sera todo l mi propiedad.

Luego El Garzal: amor y placer que no conoca; paz y dicha que no


tuve antes.

Ya he dicho una y mil veces. Mi inters es mi pas, es ser quitea.


Muy quitea fui desterrada para la infelicidad de mi pas. Estoy aqu sola
y desamparada. Aunque mi orgullo lo niegue. No queda ya ms. Nada
ms, y punto.

Hoy, mayo 19 de 1846, ha quedado en llegar un recadero de James,


que se ha puesto al habla con Jonaths. Mi marido est de a buenas con-
migo; me escribe como todo un amigo mo. Qu flema la de este ingls,
paciencia y holgura de sentimientos. A tanto que ya no me olvida.

Bueno, l sabe que la esencia viene en gotas, es fino conmigo y me


halaga con regalos y dineros desde Lima. Su empecinamiento no ve mi

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consagracin personal al Libertador Bolvar. No comprende que fuimos
amantes de espritus superiores. Que vivimos una misma posicin de
gloria ante el mundo, que vivimos un mismo sacrificio y una misma ma-
nera de ver las cosas y una misma desconfianza de todos.

Aunque en Simn existiera la condescendencia y el perdn, y en m


la audacia y la intolerancia, fui la escogida por este seor muy digno
para aparecer en sus crculos. S, tambin como su compaera de felici-
dades y de profundas tristezas.

Los dos escogimos el ms duro de los caminos. Porque a ms del


amor, nuestra compaa se vio invadida por toda suerte de noticias;
guerra, traicin, partidos polticos, y la distancia, que no perdon jams
nuestra intimidad. Juntos soportamos el allanamiento a nuestras vidas.
Hicimos un pacto de respeto a las ideas ajenas, muy por encima del
respeto que debi drseles a las nuestras. Qu fue de nuestra dignidad?
A qu mujer cabe todo esto? Dejo aqu porque tengo visita (horror de
letra).

Me tratan de orgullosa, lo soy? S, lo confieso y ms. Saberme po-


seda por el hombre ms maravilloso, culto, locuaz, apasionado, noble.
El hombre ms grande, el que libert al Nuevo Mundo Americano. Mi
amor fue siempre suyo y yo su refugio y donde haba el reposo de sus
angustias. Y los desvelos por la patria de l. Simn; mis pensamientos y
mis consejos siempre fueron tuyos, aun en el desorden de mis ideas.

Altercbamos, l conmigo por el empeo de mis pasiones. Pero com-


prenda, las mas de ser mujer y esto me pagaba mi entrega a l. El con-
cebir planes era nuestro juego. Planes con aventuras temerarias (me ro).
No saban cmo, pero estbamos en todas partes.

La gente hablaba. Pero qu importaba. Total logramos vencer y bas-


ta. Fue necesario separarnos. As el gusano de la desdicha cav en nues-
tros males. Lograron deshacerse de l? Pues yo digo que no. Nunca
supo la maledicencia, la mentira, la venganza, la traicin, el arte mefisto-
flico, que quedando yo viva, perduraran sus memorias. La memoria de
estos dos seres que logramos unir nuestras vidas en lo ms apotesico

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de nuestros desvelos. El Amor! Y juntos nos burlamos de los concilios
de nuestros enemigos. Estos, desunidos, demoraron en reunir su vengan-
za y su jaura para ver el fin de sus vctimas. Y cmo nos alejamos del
alcance de sus intenciones. Para l Santander. Para m Rocafuerte. Son
unos

Hoy se me hace preciso escribir por la ansiedad. Estoy sentada frente


de la hamaca que est quieta como si esperara a su dueo. El aire tam-
bin est quieto; esta tarde es sorda. Los rboles del huerto estn como
pintados.

En este silencio mo, medito. No puedo olvidar. Simn no compren-


di nunca que todava no haba llegado el momento para emprender la
lucha, y lograr conquistas de libertad. Slo consigui deshacer su vida
de l. La llen de dificultades. Sus hazaas extraordinarias quedaron vil-
mente desposedas de la gloria. Se apag su orgullo viril y su amor muy
adicto por la libertad. Siempre bajo su destino despiadado.

He tenido trabajos en la casa y me he demorado en volver a escri-


bir. Pero aqu estoy de nuevo frente a este diario que es mi refugio.

Un amigo muy querido me pregunt qu haba sido yo para El Liber-


tador: una amiga? Lo fui como la que ms, con veneracin, con mi vida
misma. Una amante? l lo mereca y yo lo deseaba y con ms ardor,
ansiedad y descaro que cualquier mujer que adore un hombre como l.
Una compaera? Yo estaba ms cerca de l, apoyando sus ideas y deci-
siones y desvelos, ms, mucho ms que oficiales y sus raudos lanceros.

Yo le increpaba su desatino en considerar el valor de algunos que


se encontraban muy lejos de su amistad. Eran compaeros? S, obligados
por el miedo a las cortes marciales, al fusilamiento; aunque Simn nunca
se empe en que esto se diera. Prodigaba indultos a diestra y siniestra.
Nunca le fueron reconocidos, ni agradecimientos hubo. Slo haba trai-
ciones, desengaos, atentados.

Qu fueron sus ltimos das? l era un hombre solitario, lleno de


pasiones, de ardor, de orgullo, de sensibilidad. Le falt tranquilidad. La
buscaba en m siempre, porque saba de la fuerza de mis deseos y de mi

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amor para l.
Simn saba que yo le amaba con mi vida misma. Al principio Oh!
amor deseado tuve que hacer de mujer, de secretaria, de escribiente,
soldado hzar, de espa, de inquisidora como intransigente. Yo medita-
ba planes. S, los consultaba con l, casi se los impona; pero l se deja-
ba arrebatar por mi locura de amante, y all quedaba todo.

Como soldado hzar fui encargada de manejar y cuidar el archivo y


dems documentos de la campaa del Sur. De sus cartas personales y
de nuestras cartas apasionadas y bellas.

Mi sin par amigo dej en m una responsabilidad inmensa que yo,


agradecida, cumpl a cabalidad y con mi vida misma. Como oficial del
ejrcito colombiano tambin me distingu. Era preciso. Y si no, enton-
ces, Qu tendra ese ejrcito? Un guiapo de hombres, malolientes,
vencidos por la fatiga, el sudor del tabardillo con su fiebre infernal, los
pies destrozados. Ya sin ganas de victoria.

Yo le di a ese ejrcito lo que necesit: valor a toda prueba! y Simn


igual. El haca ms por superarme. Yo no pareca una mujer. Era una
loca por la Libertad, que era su doctrina. Iba armada hasta los dientes,
entre choques de bayonetas, salpicaduras de sangre, gritos feroces de
arremetidos, gritos con denuestos de los heridos y moribundos; silbi-
dos de balas. Estruendo de caones. Me maldecan pero me cuidaban,
slo el verme entre el fragor de una batalla les enervaba la sangre. Y
triunfbamos. Mi Capitana me dijo un indio, por usted se salv la
patria. Lo mir y vi un hombre con la camisa desecha, ensangrentada.
Lo que debieron ser sus pantalones le llegaban hasta las rodillas sucias.
Sus pies tenan el grueso callo de esos hombres que ni siquiera pudie-
ron usar alpargatas. Pero era un hombre feliz, porque era libre. Ya no
sera un esclavo.

Difcil me sera significar el porqu me jugu la vida unas diez ve-


ces. Por la patria libre? Por Simn? Por la gloria? Por m misma? Por
todo y por darle al Libertador ms valor del que yo misma tena. l viva
en otro siglo fuera del suyo. S, l no era del diez y nueve. S, l no hizo
otra cosa que dar; viva en otro mundo muy fuera del suyo. No hizo

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nada, nada para l.
Ayer domingo vi a don Manuel Surez y a su hijo, de transentes por
la plaza; ya est por los quince el nio. Pedro Simn, y que buen uso
hace de su nombre (caminando) a ms lo comentamos con mi comadre
Josefa y dice ella, que el nio sabe bien de dnde procede el nombre, y
que me reconoce como madrina. Nunca ha venido por ac, dizque por
respeto. Lo espero para unos dulces.

Me di cuenta cmo Santander no quiso nunca ayudar a Per. Espera-


ba que los peruanos hicieran solos la revolucin y la guerra a los godos;
l quera ocuparse slo de la Patria (Nueva Granada). Sin ms complica-
ciones, sin ms obligacin por Amrica. Quera que se le eligiera Presi-
dente, para ejercer sus propias leyes; pues deseaba regular todo y enviar
al loco del Libertador al diablo.

Por eso lo pens todo; incluso cost mucho trabajo la indiscrecin


de un partidario suyo. Haba dicho: Dejemos que El Libertador se pase
al extranjero, al Per, sin autorizacin; a fin de cuentas hace lo que le da
la gana. As ser como el Congreso podr librarse de l y de esa astuta
mujer que es su compaera fiel. No le enviemos tropas, ni pertrechos, se
joder la cosa y no sabr qu hacer ya, sin gobierno ni mando.

Inmediatamente le di un informe a S.E. y le rogu que no escribiera


cartas desde el Per; al menos que no las datara en lugar parecido de
esos sitios, sino que cambiara esos lugares por otros de fuera de Per,
para que as no le diera ocasin al miserable de Santander de que le qui-
taran el mando. Por eso fusil a esa sabandija!

Simn vio la desmoralizacin en que se encontraba el Ejrcito, y se


desalent muchsimo, cosa que inmediatamente remedi con un conse-
jo de lo necesario que era para ese momento; y con todos los poderes
de los cuales Simn fue investido, comenzar a solucionar todos los pro-
blemas de organizacin, de avituallamiento, de pagos a los soldados, de
permisos, de reclutamiento, etc., etc.

Comuniqu a S.E. todo y cuanto se hablaba en los crculos, salones


de los aristcratas, reuniones, etc. Y de todo cuanto el pueblo hablaba.

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Jonaths y Naths sirvieron mucho para esto. Todos los seores genera-
les y oficiales de S.E. El Libertador guardaban benevolente discrecin y
simpata hacia m. Con deferencia caracterstica hacia La dama duea
del corazn y de la vida de su Libertador (me trataban como si fuera yo
la esposa legtima de este seor).

Recib el grado de Hzar, y me dediqu por entero a ese trabajo la-


borioso de archivar, cuidar y glosar lo ms grande escrito por S.E.; in-
cluso salvaguardar nuestras cartas personales.Haba all en Lima tanto
desafuero! Pero combatimos lo indeseable. Bajo mi consejo, intuicin
y celo; se aumentaron las fiestas, la vida social ma. Se acrecentaron las
reuniones, para saber descubrir a los enemigos del gobierno. Como espa,
de tanto en tanto caa una buena informacin, la que inmediatamente le
daba conocimiento de ella a S.E.

Se me nombr compaera del Libertador. S, compaera de luchas;


metida en asuntos militares y presidenciales. Era necesaria, muy a pesar
de los que lo asistan para su trabajo de l: una buena cantidad de ayu-
dantes, generales, secretarios y auxiliares, de los que no necesit nunca,
pues era tercamente un solitario hombre introvertido, cuando su soledad
lo aprisionaba.

Pareca que Simn lo supiera todo. Pero no era as, sus conocimien-
tos necesitaron siempre de mi apoyo; el que era conocer el ambage de
ideas de los naturales de estos lados del Sur. Insistentemente le ped que
fuera implacable, ms cuando se tratara del bien de la repblica.

Que no diera pie atrs en cada una de sus decisiones. Cosa por la
que me admiraba y respetaba.

Juntos movilizamos pueblos enteros a favor de la revolucin, de la


Patria. Mujeres cosiendo uniformes, otras tiendo lienzos o paos para
confeccionarlos, y lonas para morrales. A los nios los arengaba y les
pedamos trajeran hierros viejos, hojalatas, para fundir y hacer escopetas
o caones; clavos, herraduras, etc. Bueno, yo era toda una comisaria de
guerra que no descans nunca hasta ver el final de todo.

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Le coment que al indio lo que ms le gusta es la charca y su troje,
as que Simn reparta tierras, y stos ayudaban con aprovisionamientos
de comida o con hombres.

A principios del mes de octubre de 1823 ya me encontraba en Lima,


al cuidado del archivo personal y de campaa de S.E. El Libertador y
Presidente.

Le recomend no involucrar al general Sucre en ninguna batalla por


esos das. Intuicin femenina? Estrategia? Las dos cosas! Pudo ser la
derrota, visto lo actuado hasta all por el godo Canterac. Adems, haba
que contar con el desorden del ejrcito colombiano, que se encontraba
desmoralizado, y los patriotas ciudadanos, a la expectativa de los acon-
tecimientos.

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Bibliografa

lvarez, Carlos. (1995). Manuela, sus diarios perdidos y otros papeles.

Quito,

Bolvar, Simn. (s/f). Obras completas. Compilacin y notas de Vicente

Lecuna. 3 Volmenes. Caracas.

Boulton, Alfredo. (1956). Los retratos de Bolvar. Caracas,

Chiriboga, ngel Isaac. (1954). [Compilador] Glosario sentimental,

Simn Bolvar y Manuela Senz, Buenos Aires, Argentina.

Rumazo Gonzlez, Alfonso. (s/f). Trptico bolivariano.(s/l).

Villalba, Jorge. (1986). [Seleccin y Prlogo de] Manuela Senz 1829-

1853. Coleccin Epistolarios. Ediciones del Banco Central del Ecua-

dor.

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ndice

Testimonio de Simn Bolvar sobre el incidente


del zarcillo recogido por Per de Lacroix (Fragmento) 9

Cartas entre Manuela y Simn


Las siguientes cinco cartas, escritas desde La Magdalena,
se refieren al incidente del zarcillo,
narrado en el Diario de Bucaramanga 27

Cartas sin fecha 99

Diario de Quito de Manuela Senz 113

Cartas a Bolvar y de Bolvar sobre Manuela 131

Cartas a Manuela y de Manuela sobre Bolvar 151

Diario de Paita de Manuela Senz 169

Bibliografa 189

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