Juan XXIII - 200 Anecdotas - Constantino Benito Plaza
Juan XXIII - 200 Anecdotas - Constantino Benito Plaza
Juan XXIII - 200 Anecdotas - Constantino Benito Plaza
JUAN XXIII
Como no me gustan los prlogos, he estado pensando un buen rato cmo presentar
estas gavillas de ancdotas tuyas, que he estado preparando durante algunos aos y que han
acabado por hacerme un forofo tuyo y un defensor a ultranza de tu manera de hacer
evangelio cada da, cada instante. Al final, mira por dnde, nada de prlogos fros, sino que
se me ha ocurrido escribirte esta carta clida, como t queras que fuese todo: clido, cordial,
con el alma dentro
Y, bien, cmo empezar? Se me atropellan las ideas y las ancdotas de tu vida, que
he derramado a raudales en estas pginas. Si una es hermosa, la otra lo es ms. Todas te
retratan tal cual eras y al natural porque eras la naturalidad en persona, la espontaneidad
viva, la originalidad despierta, la alegra contagiosa. Y a travs de tu alegra hecha ancdota
te fuiste metiendo en el bolsillo a ortodoxos y protestantes, a blancos y negros, amarillos y
cobrizos. Has sido el hombre ms amado de la historia despus de Jess, claro. Pero Jess ha
sido el ms odiado tambin, por desgracia, quizs por su mensaje de amor y desinters. Y a
ti, por el contrario, no creo que nadie te odie. Por qu te iban a odiar si fuiste bueno con
todo el mundo? Lo dijiste t mismo y bellamente a un periodista: Se ha hablado de m
como papa poltico, como papa docto, como papa diplomtico y no s cuntas cosas ms. El
papa es slo el buen pastor bonus pastor y su misin es slo difundir la bondad. En
esto empleaste tu vida, en tapar agujeros, como t decas con gracia, y en difundir la
bondad
Y empezaste por saber rerte de ti mismo, afianzado como estabas en una hondsima
humildad, y rerte de tus grandes orejas y de tu nariz ganchuda y de tu exuberante gordura
generosa, que te haca ms bondadoso si cabe todava, y llegaste incluso a decirle a Dios
como confesabas a aquel famoso y apuesto obispo Fulton Sheen de la televisin americana
lo siguiente: Por qu, si sabas de antemano que iba a ser papa, no me hiciste un poco ms
fotognico para la televisin?
Pero por qu eras tan alegre, querido papa Juan?, por qu llevabas la vida como si
no sufrieras nada y ocultabas las cruces con las sonrisas? Lo decas t muy claramente:
No me duele el hgado ni padezco de los nervios. Y en otra ocasin, a unos peregrinos:
Rezad por m, porque espero vivir muchos aos todava. Amo la vida!. O aquellas
palabras tuyas que quiero traer textualmente porque resumen tu quehacer evangelizador:
Algunos dicen que el papa es demasiado optimista. Pero Qu voy a hacer si veo todas las
cosas con el corazn?. Ah resida tu secreto, en eso consistan tus conquistas: en verlo
todo con amorosa amistad, con el corazn a flor de la palabra
Querido papa Juan, no quiero cansarte. Slo decirte, por si no lo sabas, que todos,
hasta los seres ms raros y un tanto estrafalarios de la tierra, te entendieron; por ejemplo,
Pier Paolo Passolini, que supongo sabrs ya, a estas alturas, de quin se trata. Me
enterneci la dedicatoria que puso a una de sus mejores pelculas, que te dedic, l, tan
estrambtico y polmico y genial. Escribi esto slo: A la alegre, familiar y querida
memoria de Juan XXIII. Tres adjetivos como tres soles, tres dianas certeras en el centro del
corazn. Por cierto, no escribi Al papa Juan XXIII sino sencillamente Juan XXIII,
como un amigo, como un buen pastor de tirios y troyanos
Esto ltimo viene a cuento para decirte que te van a beatificar en septiembre. Y
sabes qu pienso? Que nadie te va a llamar Beato Juan XXIII. Qu mal suena! Y ni
siquiera: papa Juan XXIII, sino Juan XXIII a secas o papa Juan. Que con un simple acento
en la segunda a te hace amigo de todos, que es lo que t queras
Y ahora y aqu s que le doy la razn a Manolo, mi cura amigo y mi prroco a la vez,
en tu lnea bienhumorada, a quien, al comunicarle yo tu prxima beatificacin, le sali del
alma la protesta: Que no lo hagan santo, que lo van a estropear!
Le doy la razn a Manolo, el cura. T eres santo desde siempre, como la madre
Teresa de Calcuta, por ejemplo, y nadie te lo va a poner delante de tu nombre de pila que
tanto te gustaba: Juan. Porque t sufras, papa Juan, con tantos honores como te
correspondan, te caan gordas las vestiduras papales me han vestido como un strapa
persa, las largas y aburridas ceremonias, la silla gestatoria, que te mareaba de verdad,
los aplausos en la baslica, que prohibiste Todo esto est en tus ancdotas
Y te gustaba hablar con los campesinos, con los nios, con los empleados de tu
palacio al que llamabas, por cierto, jaula dorada, con los presos y con los ancianos de los
asilos
Querido Juan XXIII, soy un pesado, pero es porque te quiero, as, como eras, como
reas, como sonreas, como hablabas con los ms sencillos, porque escribiste: No importa lo
que digan o piensen de m. Quiero ser fiel con mi propsito a toda costa: quiero ser bueno
siempre con todos. Para qu ms? Ser bueno y lo dems vena por aadidura
Gracias por ser lo que has sido: el amigo de todos, querido y alegre papa Juan
Un abrazo? S, quiero terminar con un gran abrazo para ti, de corazn, como t se
lo diste sin protocolos y de corazn a aquella primera dama americana que te vino a visitar
un da, Jacqueline Kennedy
Constantino Benito-Plaza
1. El robo de una calabaza
La madre llev a casa una cestita de higos pasos para la merienda de los
hijos. Los escondi bajo la cama grande. Aprovechando que su madre haba
madrugado para ir a misa, Angelo se levant con sigilo y busc por todas partes
hasta dar con los higos. Y empez a comer: uno, dos, tres hasta darse un atracn
de ellos.
Igual, pesan lo mismo. Lo que pasa es que hay que echar ms paja.
En el colegio de Celana lo pas muy mal por su atraso en los estudios y las
correspondientes malas notas. Para colmo de males le sucedi un percance que le
cost la expulsin.
La disciplina era quizs excesiva. Entre otras cosas, estaba prohibido meter
en el colegio comida y toda clase de bebidas. Un da le llama el director a su
despacho junto con otros cinco compaeros. En el centro de la mesa, una cesta
repleta de fruta.
Le cost la expulsin y fue enviado a su casa con una carta cerrada. Por el
camino, lleno de rabia como estaba abri la carta y ley: Es desobediente y mal
estudiante:
Creyendo que todo era una injusticia, porque se consideraba inocente, lleno
de coraje rompi la carta.
Fue un trabajo penoso sobre todo para ellos. Conmigo slo haba un
mtodo: Una palabra mal, un bofetn! Una palabra mal, un bofetn!.
Empez bien el sermn, pero poco a poco los nervios le iban traicionando
por las atentas miradas de los fieles. El sacristn, viendo el peligro que corra su
amigo, le tir con disimulo del roquete. Don Angelo, con disimulo tambin, mir a
su sacristn como preguntndole con los ojos qu quera. El sacristn se limit a
susurrarle con voz muy baja:
Con slo esas palabras el predicador se anim y poco despus baj del
plpito rebosante de felicidad.
Baj del plpito como un zombi y como pudo. Como un nufrago que no
haba podido agarrarse a ninguna tabla.
Dios te bendiga. Yo, con toda mi teologa, no acabo de verlo tan claro.
Eran famosas sus enormes botas, que no se quitaba nunca, cuando iba a dar
clase al seminario. Un alumno de aquellos tiempos lo recuerda as: Nunca se quit
sus botas de campesino. Aunque se hubiese propuesto llegar a clase
silenciosamente y sin ser advertido por sus alumnos, no lo hubiera conseguido
nunca por el ruido que producan aquellas enormes botas.
Una carta que llega de la familia surte a veces ms efecto que dos semanas
de tratamiento mdico.
Iba todo orgulloso, con sus botas brillantes, con sus medallas y
condecoraciones, apuesto y llamativo, en medio de los prohombres del Estado
Mayor de Italia.
Pero Roncalli era diferente y no le afectaban las vanidades terrenas. Por eso
dicen que se excus con tacto diplomtico nunca dice no, por serlo con esta
inteligente escapatoria:
A l le entr una gran pena de verla sin nadie. Y corri a la iglesia de Santa
Mara a decirle a Cristo que aceptara su ofrecimiento: su entrega a los jvenes de
Brgamo en cuerpo y alma.
Vestidos de aquella guisa, entre bromas y veras, surgi el problema entre los
hombres: no saban hacerse el nudo de la corbata.
Y se rea de buen grado al mismo tiempo que los animaba a todos con
alguna palmadita en el flamante traje.
17. Y qu le digo yo al papa?
Qu le sucede ahora?
Qu le ha sucedido, monseor?
Nunca se asust por los problemas. Los resolva con rapidez y, a veces,
nicamente empleando su simpata y espontaneidad.
Pero cmo se las ha arreglado, monseor, para conseguir algo tan difcil?
As, con esa enorme sencillez, un poco de picarda y una viva cordialidad, se
meti al jefe de la polica de Constantinopla en el bolsillo.
22. Un val difcil de pelar
Pero sepa, monseor, que con nosotros tendr que luchar mucho, pues
somos musulmanes de corazn.
Y volvi a sonrerle.
Se ve raro con una sotana que han encontrado y que no es suya, pues haca
aos que no la vesta. Dice a un amigo, casi con tristeza:
Basta echarme un vistazo para comprobar que soy el menos indicado para
ejercer el apostolado en las comidas de sociedad que me esperan.
As, con esa impresin de cura rural y poco afinado, entr en Pars el que,
con el tiempo, ser el brillante nuncio del papa en la exquisita Francia.
27. Una pequea alusin a la Providencia
Dios mo, est perfecto! No tengo nada que aadirle, seor embajador.
Bueno, s, quiz una pequea alusin a la Providencia, que me lo ha preparado.
Seis meses de duro trabajo a conciencia por parte del nuncio. Al cabo de los
mismos pide audiencia a Bidault y, poco a poco, con finsima habilidad, va
descartando ante el presidente nombres y nombres de obispos condenados. Al
final, slo expedientan a tres de ellos.
Los dems deca con gracia, los coloco debajo del solideo y respondo
de ellos.
En una recepcin solemne, con altos personajes del todo Pars, un orador
critic duramente la postura del Vaticano en cierto asunto.
Amigo Herriot, no lo tome usted muy en serio porque a ltima hora los
dos pertenecemos al mismo partido: el de los gordos.
Pero el nuncio no se quedaba callado ante este elogio tan halageo, sino
que le contestaba con gracia:
Otros tenan que haber venido a Pars y no yo, pero cuando los caballos se
niegan a caminar es la hora de que troten los burros.
34. Damas y escotes
De nuncio en Pars tena que asistir, casi por obligacin, a un sin fin de
acontecimientos sociales, aunque a veces no le agradasen demasiado. A estos
encuentros de sociedad solan acudir personajes de todos los colores e ideologas y
damas remilgadas que aprovechaban la ocasin para exhibir sus encantos y
vanidades. El nuncio no se escandalizaba por ello, estaba curado de espanto.
Le dir que me traen un poco sin cuidado porque ni siquiera las miro, y es
ms, he comprobado que los seores que asisten tampoco las miran, porque me
miran a m, al seor nuncio, a ver qu cara pongo cuando van llegando tales
seoras.
Siguiendo este sentir, cada vez que un obrero caa por su casa por
cualquier motivo de avera casera, le invitaba con naturalidad a tomar un vino con
l.
Otra vez era un soldado italiano, de nombre Jos, a quien invitaba a comer
con l todos los primeros sbados de mes (lo hara en honor de la Virgen, de
quien era tan devoto, pues ya se sabe que los sbados estn a ella consagrados?),
pero no slo se trataba del viejo soldado sino que iba acompaado de su mujer y
de sus siete! hijos.
Asista, como nuncio en Pars, a uno de esos banquetes con todo lujo de
ceremonias y protocolos. Le toc a su lado en la comida una encopetada seora
escandalosamente escotada. El vecino del lado opuesto le pregunt con disimulo y
esbozando una sonrisa picaruela:
S sigui el nuncio con una pizca de malicia, espero el final para ver si
nos sirven de postre alguna manzana y esta buena seora, como le sucedi a Eva al
comerla en el paraso, se da cuenta de que est desnuda.
Un da discutan los dos amigos sobre quines eran mejores, si los jvenes o
los viejos.
Mire, presidente, a las personas les sucede lo que al vino: algunos, segn
van envejeciendo, se convierten en vinagre; pero otros, los mejores, con el paso del
tiempo mejoran ms y se transforman en vino de solera. Decididamente, me quedo
con los viejos que se transforman en buen vino, excelencia.
38. Bajar del cielo, subir al cielo
(Hay que explicar igualmente que el mendigo estaba acompaado por una
mujer).
De acuerdo, de acuerdo, puede ser lo que dice usted, pero an as, l y ella
tienen que vivir. Y le digo ms: prefiero que me engaen nueve antes que no
socorrer a uno solo que de verdad lo necesite.
Le sucedi en Pars, en una recepcin de las muchas a las que tena que
asistir por su cargo, repleta de altos personajes y diplomticos encopetados.
Haba estado conversando largo tiempo con el jefe de los rabinos de Pars
mientras llegaba la hora de la comida. Cuando sta lleg, fueron avanzando hacia
el comedor charlando y aqu vino la dificultad y salt la chispa ingeniosa. Ambos
se pararon ante la puerta de entrada, como mandaba la exquisita cortesa entre
ellos, cedindose mutuamente el paso.
Era aquello tan antiguo y sabido, y tan cierto por otra parte, de que ms
moscas se cazan con una gota de miel que con un barril de vinagre. Siempre en l
triunf la dulzura y el buen trato. As cosech cientos, miles de amigos en el
mundo hasta llegar a decir con rotundidad Jos Luis Martn Descalzo:
Le sucedi un da, siendo nuncio, que se encontr con una encopetada dama
parisina, conocida de l, que le solt de sopetn apenas lo vio:
Se haca todo para sus amigos y los tena de todos los colores: socialistas,
como su gran amigo Herriot, comunistas, como Thorez, el jefe del partido
comunista francs, radicales, anticlericales Sola decir:
De este modo inteligente, se hizo amigo del alma de dos grandes personajes
de la poltica francesa: Auriol, anticlerical, socialista, que luego le impondr el
birrete cardenalicio como presidente de Francia, y Herriot, igualmente discrepante
de l con su ideologa crata pero ntimo amigo suyo hasta la muerte.
Un da bromeaban as Herriot y l:
Y rean los dos de buena gana con esas bromas referidas a la lengua que
hablaban.
45. Se toca la paz
Al ser elegido papa el antiguo nuncio, Roger fue entrevistado por haber sido
su experto cocinero. Y l respondi de este modo:
Me han colocado en este lugar y a su lado para que les lleve a todos hacia
la derecha, o sea, al camino recto.
En otra de las muchas recepciones a las que tena que asistir en Pars, se
present la seora del embajador americano con un elegante traje de noche pero de
riguroso escote.
Viendo al nuncio Roncalli entre los asistentes no se le ocurri otra cosa que
decir:
Ante tamaa majadera del seor De Gaulle, monseor Roncalli, que andaba
entonces mirando la exposicin de libros que haba en la sala, tom uno de ellos y
se lo entreg al seor De Gaulle con estas palabras:
Con este gesto finsimo le dio al engredo personaje una saludable y sabrosa
leccin de educacin y cortesa.
50. El noviciado de unos prisioneros
Hay que remediar esto como sea. A Europa le hacen falta ms que nunca
estos futuros sacerdotes.
Maurice Thorez era el fundador y jefe del partido comunista francs. Era
exageradamente gordo. Cay en un banquete oficial justamente al lado del nuncio
Roncalli. Como no se achicaba ante nadie, empez la conversacin dicindole:
A partir de ese encuentro surgi una amistad bastante intensa entre ambos.
Es ms, Thorez contaba a sus amistades la ancdota del partido hasta presumiendo
de su relacin con el nuncio. Tanta era su fama!
Tanto repeta la ancdota y con tanta delectacin que uno de sus ntimos se
atrevi a decirle un da:
Les invita a una cena con su grupo de amigos italianos. Algo les tiene que
pasar pues no acaban de bajar y estn esperndolos. Al fin sube l a la habitacin y
los encuentra ante el espejo tratando de ponerse las corbatas. Se desahogan con l:
Nada, ya veris.
Est visto que sin vuestras mujeres no servs para mucho. Pero no os
preocupis que yo mismo en Turqua tuve que hacer el nudo a ms de un
monseor, porque tampoco saban. Y tenan estudios! Yo lo aprend en la mili. Ea,
bajemos, no os preocupis, que os estn esperando.
Se excus ante los comensales con simpata. Y as, entre sonrisa y un poco de
vergenza en sus hermanos, termin la aventura de las corbatas.
54. Los libreros del Sena
Pidi precio a los libreros. Pedan una cantidad muy elevada. Por tratarse de
su amigo el nuncio se lo rebajaban a 85 000 francos. Se march sin prometer nada.
Battistel era torpe para los estudios, pero en cambio gozaba de una fuerza
enorme y de unos puos siempre dispuestos a usarlos. Hoy ya herrero competente,
cuando iba el patriarca de vacaciones a Sotto il Monte, en los veranos, una de las
primeras visitas era para su buen amigo de la infancia. Mandaba parar el coche
ante la herrera, abra la portezuela, y todo un seor cardenal y patriarca le gritaba
con cario:
Hijo mo, tambin el Seor tendr que tener paciencia con nosotros, los
gordos.
Mantuvo durante toda su vida un gran sentido del humor, a veces con gotas
de irona y otras con alguna dosis de reproche, como en esta ocasin.
Por los aos cincuenta, Venecia se vio invadida por el boom turstico,
arropado por el festival de cine, la bienal de arte, las diversiones en el Lido, el
casino Todo ello hizo que la ciudad de las gndolas fuera invadida por la
frivolidad y por novedosas libertades.
Corren por Venecia, siendo patriarca, las ancdotas y dichos agudos que
poco a poco conocen los venecianos, y as los va conquistando. Pero l disfruta con
esto, que es lo suyo que es lo de Dios entre broma y broma.
Tambin l era hijo de gente pobre, como yo! A nosotros nos basta con
poco.
Conmovido Auriol, le cogi del brazo con enorme afecto, sin decir nada.
64. La marsellesa para un cardenal
Su salud era de hierro a pesar de sus setenta y tantos aos, cuando era
patriarca de Venecia. Su mdico era el profesor Paolo Vecchierrutti, quien vena a
visitarlo a su palacio o bien iba l a su consulta. El mdico le repeta a menudo que
le funcionaba a las mil maravillas el corazn, el sistema nervioso y el circulatorio.
Esto animaba al dinmico patriarca a no conceder reposo a su persona.
Eso ya lo veremos en otro momento. Todo marcha bien, por ahora. Hasta
luego, seor profesor.
Y se fue tan campante con una sonrisa pcara en los labios. El mdico movi
la cabeza benvolamente como pensando: no hay quien pueda con l.
68. Una centenaria muy caprichosa
El patriarca acept el reto y se present tal como ella haba pedido: vestido
con sus mejores galas. Y no se conform con este capricho de la viejsima seora
sino que le celebr tambin una misa en su propia habitacin.
Ni que decir tiene que la anciana era feliz como un nio y bata palmas de
jbilo. La cosa no era para menos. Todo un cardenal accediendo a los caprichos de
una de sus humildes ovejuelas.
69. Los leones llevan pelo y los cocodrilos, piel
Los turistas seguan manando en Venecia de entre las aguas de los canales.
Cada vez haba ms y, por consiguiente, ms libertades sobre todo en el vestir y
ms problemas para el patriarca.
A tanto haba llegado el desmadre, sobre todo en los das del festival de cine,
que el patriarca todo bondad, por otra parte tuvo que escribir una pastoral con
cierta dureza, en 1958, casi en vsperas del cnclave en que sera elegido papa. En
dicha pastoral atacaba estos desmanes de frivolidad vestuaria, pero lo haca con
infinita gracia y suavidad y exquisito ingenio. He aqu un prrafo de la misma:
As, con este garbo y esta claridad, iba tocando los puntos dbiles de la
moralidad pblica.
70. Un par de semanas, demasiado largo
La mejor suerte que podra tener sera volver a Venecia, con vosotros,
dentro de un par de semanas.
Yo no s si este papa ser un gran papa, pero por de pronto empieza con
un golpe espectacular: le ha quitado la palabra al mismsimo presidente Fanfani.
73. Con la ropa de siempre
Apenas fue elegido papa, el sastre pontificio se dio prisa a tomarle medidas
de ropas apropiadas a su alto y nuevo cargo.
l le contest que esperara. Con las mismas, llam a su secretario, don Loris,
y le mand a la Domus Mariae, casa de la Accin Catlica en donde se haban
hospedado antes del cnclave, para reclamar sus viejas prendas personales pues no
quera novedades en el vestir.
El papa Roncalli no lo pens dos veces. Vea en este gesto de siglos como un
rasgo de humillacin para los otros y no quera consentirlo.
Y acert con creces el benemrito profesor: Juan XXIII ha marcado una de las
ms altas cumbres en la historia de la Iglesia en slo cinco aos de pontificado.
76. No se hundir esto?
Y as sucedi el primer da que tuvo que subirse a la silla gestatoria que, por
cierto, no le gustaba nada porque hera su humilde campechana.
Y, mira por donde, la buena mujer tuvo que tragarse al bueno del
gordo, que justamente sali elegido papa.
78. No llores, que me han elegido a m
El bueno de don Loris se sec las lgrimas como pudo, un poco avergonzado
de la entereza del nuevo pastor de la Iglesia.
79. El primer da del papa
Por ahora, don Loris, lo primero, cojamos los dos el breviario y recemos
vsperas y completas, despus ya veremos.
Una de las primeras cosas que hizo apenas ascendi al pontificado fue
escoger un buen equipo de colaboradores. Mantuvo cerca de l a algunos del
gobierno anterior, como al cardenal Canali, que, por cierto, haba sido quien le
haba proclamado papa ante el mundo.
A otros, sin embargo, les escogi entre los ayudantes y colaboradores que
haba tenido siendo delegado apostlico en Estambul y que ya conoca muy bien.
Entre estos ltimos se encontraban DellAcqua y Ryan.
l contest rpidamente:
La tarde de la eleccin sali por primera vez en televisin como papa. Quiz
por las prisas y urgencia del momento no sali del todo favorecido en ella. Pero las
buenas mujeres del pueblo captaron rpidamente su carcter bondadoso y cordial
porque decan algunas de ellas:
Se rea el papa Juan, porque aqu era al revs: no era guapo, pero pareca
bueno.
82. El papa del gisqui
Sali elegido, al fin, el papa Juan. Pronto alborot y sorprendi a Roma con
sus frecuentes salidas del Vaticano, rompiendo moldes y tradiciones
multiseculares. Le caan bien a la gente estas salidas apostlicas a la crcel, a los
hospitales, a visitar amigos
Desde el mismo momento de ser elegido papa, comenz a interesarse por las
cosas de su nuevo territorio, empezando por las ms humildes y menos aparatosas.
Unos das antes de la coronacin, y pocos como papa todava, hizo una
visita a la carpintera del Vaticano.
Mire, por favor, pregnteme eso cualquier otro da, porque yo todava no
he aprendido el oficio.
Sabido es que, cuando una persona se dirige al papa, tiene que emplear
antes de hablarle la frmula: beatsimo padre.
Los primeros das de papa estaba tan ajeno a su nuevo cargo que, al or esta
expresin, antes de preguntarle algo, miraba a todas partes para distinguir a quin
se estaba dirigiendo el que la empleaba, sin caer en la cuenta que era l mismo.
86. Slo dos veces de rodillas
Est establecido que al llegar una persona ante el papa o al despedirse, doble
la rodilla ante l.
A Juan XXIII le costaba mucho seguir esta norma, pero poda pasar si
suceda una vez en la vida o alguna que otra vez. Pero el problema comenz desde
el primer da de su pontificado entre sus ayudantes y servidores a quienes vea
varias veces al da.
En seguida cort por lo sano dando una orden a toda la plantilla del
Vaticano, que fue sta: slo se arrodillaran ante l dos veces al da; al saludarle o
verle por primera vez por la maana y al despedirse por la noche.
Hasta aqu las palabras de su secretario, don Loris Capovilla, que es quien
cuenta la ancdota.
90. Un dedo en la boca
Primeramente les saluda con la mano y luego les habla durante veinte
minutos en un excelente francs, improvisando el discurso.
Tambin, con la nueva dignidad, tuvo que acomodar a ella sus costumbres y
su horario habitual. Antes, se sola acostar temprano porque tena la costumbre,
que le gustara continuar, de levantarse luego a las dos de la noche para trabajar a
gusto y sin nadie al lado.
Desde los primeros das de pontificado quiere ser amable con todos sus
servidores y subordinados. El Estado vaticano es reducido, pues comprende
solamente unos mil habitantes sin contar los nios. Le gusta hablar con quien se
encuentra y enseguida quedan prendados de su bondad y campechana.
Cada dos por tres le aplauden con entusiasmo, tanto que llega un momento
en el que les dice:
De este modo desterr algo, sin duda hermoso, cambindolo por un credo
solemne cantado con entusiasmo por un pueblo enardecido que se senta as ms
catlico.
96. Aprendiendo a hacer de papa
Notemos, en primer lugar, el verbo usado por l, que no dijo aprender a ser
papa sino a hacer de papa, como si fuera un juego o un papel de teatro, algo,
pues, transitorio para l.
Nunca, que se sepa, tuvo complejo de su gordura, que llevaba como si tal
cosa. Pero, recin hecho papa, comprendi desde el primer momento que resultaba
demasiado grueso si se comparaba con la estilizada y esbelta figura de su antecesor
Po XII.
Y as lo hizo a los pocos das, les dobl el sueldo con la consiguiente alegra
de los buenos portadores.
100. Eres el papa, pero no te veo
A aquel nio, Carmelo Lemma, nunca se le olvid aquella tierna caricia del
papa.
101. Solideo por solideo
Exista una costumbre que haba puesto de moda, sobre todo Po XII, en las
audiencias generales. Era la siguiente. Al terminarse la audiencia, algunos fieles,
sobre todo mujeres, le entregaban al papa un solideo blanco para que l se lo
cambiara por el suyo y llevarse un recuerdo a casa. A veces se intercambiaban
hasta decenas de solideos.
Las palabras que usted ha pronunciado, sirven tambin para m, que soy
un gran pecador?
El papa le cogi las manos, se las apret y le susurr unas palabras al odo.
Quin no ha tenido que ver algo, alguna vez, con la justicia? Por ejemplo,
un primo mo estuvo un mes en la crcel por haber ido a cazar sin licencia. Un
furtivo, ya veis!
Y eso qu importa? Tambin ellos son hijos de Dios. branles las puertas
tambin, hijos mos!
Al enterarse al da siguiente por los peridicos del disgusto del preso, envi
expresamente a su secretario a la crcel a pedirle excusas y a recoger el dibujo
realizado con tanta ilusin por el recluso, agradecindoselo efusivamente en
nombre del papa.
105. Eh, que soy yo!
Haca poco que haba sido elegido papa. Un da regresaba de san Juan de
Letrn en donde haba inaugurado el curso del seminario. De repente, pidi a su
chfer, el buen Gusso, que le llevara a casa del director de la Academia, monseor
Passolini, que se encontraba enfermo en cama.
Y tendi los brazos al viejo amigo con toda la naturalidad del mundo. Luego
se pusieron a hablar de sus recuerdos.
106. Escriba solamente: el papa ha dicho
Ni que decir tiene que a partir de aquel instante quedaron desterradas las
excesivas palabras cuando se refera al papa.
107. Espero no darle mucho trabajo
Una de las cosas que menos poda soportar, recin elegido papa, era el tener
que estar solo en las comidas. As lo determinaba y exiga el protocolo pontificio.
Su razonamiento era perfecto. Por eso nunca coma solo: o se haca leer algo
durante la comida o invitaba a las personas ms insospechadas, a veces muy
humildes. Todo, menos comer solo o en silencio como un seminarista castigado.
109. Es mejor que se muera
En una de las primeras audiencias que concedi como papa, unos fieles le
presentaron algunos rosarios con el fin de que se los bendijese.
Bueno, quiero decir, todas las que puedo conceder, que an no s cules
son. Todava no me ha dado tiempo de aprenderme la lista de todas. No olvidis
que me encuentro desentrenado en esto de ser papa.
A los pocos das de haber sido elegido papa, se le ocurri a un alto miembro
de la curia romana sugerirle a Juan XXIII:
Sargento y capitn.
114. Obispo de Roma
El papa Juan estaba convencido de una cosa: que no poda estar prisionero
en el Vaticano, como sus antecesores.
El papa sola pasear por los jardines vaticanos como era costumbre y
tradicin. Cuando lo haca, tambin segn una antigua norma, despejaban de
visitantes y turistas el balcn central de la cpula de san Pedro, el ms alto y desde
donde se divisaban los hermosos jardines del Estado pontificio.
Aadi:
Pero, bueno, es que estoy haciendo algo malo cuando paseo? Desde hoy
prometo no escandalizar a nadie, pero no cierren el balcn, por favor.
No poda ni quera quedarse quieto entre las murallas del Vaticano como un
pajarillo en jaula de oro. Necesitaba la libertad. Era activo y sociable por
naturaleza. Sus escapadas comenzaron a hacerse famosas: solo, sin escolta, sin
avisar ni consultar a nadie, tan slo al conductor de su coche, el bueno de Gusso.
Dios mo, este hombre que soy yo, con estas orejas tan grandes y esta
nariz tan ganchuda, va a salir hecho un adefesio cuando salga por televisin!
118. Como un papa
Era humano, sencillo, sincero, sin doblez ni doble intencin en sus palabras a
no ser que fuera como evasin mental o salida ocurrente. Era la naturalidad en
persona, y se vea en los detalles ms nimios: llevaba vino a los carpinteros si se
acercaba a la carpintera, preguntaba cmo funcionaba aquello si visitaba la
emisora vaticana o sacaba el pauelo y se sonaba tranquilamente la nariz dicen
quienes lo presenciaron como cualquier hijo de vecino que tuviese necesidad de
ello.
Al ser elegido papa, tras las luchas primeras por su aislamiento y soledad,
pronto empez a sentirse como siempre, o sea, padre de todos y como l anhelaba
ser: prroco rural del mundo entero. Con todos hablaba, por todo se interesaba,
y con quienes ms gozaba era con la gente sencilla, especialmente si era campesina.
Rezad por el papa, porque, dejdmelo decir, espero vivir mucho tiempo.
Amo la vida!
Los detalles del papa Juan llegaban a las cosas ms nimias y elementales. Un
da le escribe una nia de Segovia contndole que va a hacer la primera comunin
y no tiene vestido blanco, porque son muchos hermanos y su padre no tiene dinero
para comprrselo.
La carta llega al Vaticano. A los pocos das la nia segoviana recibi una
carta en nombre del papa en la que se le comunicaba que se comprara el vestido
que desease, que lo pagaba con mucho gusto el papa y, adems, aada, el papa
costeara el viaje a Roma del padre y de la nia a fin de que conocieran en persona
al vicario de Cristo.
Pequea ancdota con cierto tinte melanclico. Dijrase que sus ansias
vitales de libertad, de vivir y de alegrarse, estaban como aprisionadas por la
dureza de su cargo, como si envidiase la libertad de los trotamundos, los payasos.
Oh, que bello nombre! Mira, yo slo me llamo Angelo, de modo que me
has ganado.
Seguan en la curia romana sin entender algunos de sus gestos, tanto con
la gente sencilla como con los altos personajes.
Una de las visitas ms polmicas por la audacia que supona en l, fue la del
director de Izvestia, Adjubei, yerno del presidente de la URSS, Kruschev, y de su
esposa Rada.
Mire, yo s que muchos se han sorprendido por esta visita del yerno de
Kruschev y algunos quedaron afligidos. Yo me pregunto: por qu? Tengo que
recibir a todos los que llaman a mi puerta. Los recib y hablamos de los nios, de
sus hijos. Conviene siempre hablar de los nios, sabe? Yo vea que la seora
Adjubei lloraba. Le regal un rosario.
En su obsesin por la unidad de todos los cristianos, hay que enmarcar esa
ancdota del yerno de Kruschev, Adjubei, cuando le concedi la audiencia que
solicitaba.
Usted como periodista conoce la Biblia y sabe que Dios cre el mundo en
seis das. El primero de ellos dijo: Hgase la luz. Y la luz se hizo. Estamos
todava en el primer da, seor Adjubei, dejemos que Dios haga el resto.
126. Desentumeciendo las piernas
Y sin ms baj del coche y se puso a pasear por el arcn con toda
naturalidad. Tras un rato de paseo, se sent tranquilamente en el ribazo de la
cuneta correspondiendo con la mano y una sonrisa a los automovilistas que lo
reconocan y lo saludaban.
La respuesta fue:
Para ser un buen diplomtico no hay sino dos soluciones: ser mudo como
un topo o locuaz hasta el punto de que las conversaciones no tengan ya
importancia. Y yo, como buen italiano que soy, prefiero el segundo sistema.
129. Un rosario por los ciegos
Conoca muy bien sus limitaciones como papa. Nada de ser el todopoderoso
y excelso personaje en cuyas manos resida todo y todo lo poda conceder.
Dndole a entender que su poder era limitado y que haba cosas tambin
imposibles para el papa.
131. La caricia del papa
Senta debilidad por los nios. En una ocasin se despeda as de los fieles
que le escuchaban en la plaza de san Pedro:
Cansado quizs del necesario trato con altas personalidades y de tanto lujo y
protocolo, buscaba a veces el calor natural y espontneo de la buena gente del
pueblo y de los ms humildes.
Era famosa la rapidez y lucidez mental con que resolva con pocas palabras
a veces preguntas de difcil respuesta. Tena una solucin optimista y vitalista para
todo, sin agobiarse ni lamentarse por cuestiones y problemas a veces graves. Una
gran serenidad de espritu.
Doy gracias a Dios por lo que me ayuda a no complicar las cosas simples y
a no simplificar las complicadas.
134. El ltimo de la clase
Con este saludo entraable y breve quera eliminar las posibles barreras
ideolgicas que le distanciaban del movimiento visitante.
136. Enrique, no des este vino a nadie
En sus paseos por los jardines del Vaticano, se encontr un da con uno de
los empleados de la bodega, que tena por misin ordenar las botellas por su
antigedad. Al ver al papa no tuvo otra ocurrencia que invitarle con medio vasito
de un vino escogido con cuidado.
El papa Juan, que proceda de familia viadora y conoca bien el percal, hizo
un ceremonial previo muy lentamente, antes de catarlo: lo mir al trasluz para
admirar su transparencia, oli el aroma, apret la copa para percibir su tibieza y,
finalmente, prob un sorbo del vasito que le ofreci el empleado. Nada ms
probarlo hizo este encendido elogio del vino ofrecido:
Mira, Enrique, no des este vino a ningn sacerdote que se acerque por
aqu. Sabes por qu? Porque los monseores se lo llevaran para sus misas y
alguno estara dispuesto a celebrar cuatro o cinco misas cada da.
137. Cuntos hijos tiene usted?
Bravo, bravo catorce veces! Ha batido usted el rcord, pues les ha ganado
a los mismsimos apstoles de Jess que slo fueron doce.
Esta vez saldr en defensa de los nios y de la gente joven. Visitaba Subiaco,
la cueva en donde vivi un tiempo san Benito, patriarca de occidente, antes de
asentarse en Montecassino.
El papa Urbano III, en 1623, haba dispuesto que el papa comiese solo.
Disposicin que se cumpli hasta los tiempos de Po XII.
En esto, apareci en la ventana la figura del papa y temieron lo peor, que les
riese por el ruido. Pero, ante su sorpresa, sucedi todo lo contrario.
No, santidad.
Avis inmediatamente para que pusiesen dos cubiertos ms, porque tena
invitados. Y para evitar dificultades con los guardias les invit a que entrasen por
la ventana abierta.
Su secretario, don Loris Capovilla, que dio varias conferencias sobre Juan
XXIII despus de su muerte, cont el 17 de enero de 1959 en Venecia que el papa
Roncalli repeta muy a menudo y sobre todo en ocasiones difciles estas palabras:
Uno de sus mayores encantos era la naturalidad con que hablaba y el hacer
las cosas ms elementales sin aspavientos y como cualquier humano: limpiarse la
nariz ante el cuerpo diplomtico o titubear, anciano como era, al subir una
empinada escalera.
No creis que el papa pasa las noches insomne y sin dormir. No, no, el
papa duerme muy bien!
La tormenta, segn contaban los peridicos de ese da, haba sido fuera de
serie: rboles derribados, cornisas desprendidas, sirenas de los bomberos durante
toda la noche
Y prosegua:
Y se separ del muchacho con cierta melancola, al igual que Jess del joven
rico del evangelio.
144. Haga usted lo mismo, y ya ver
Mire, hermano, s muy bien lo que usted padece porque yo, muchas
veces, he sentido lo mismo que usted: un gran cansancio. Cuando esto me sucede,
busco refugio en la oracin y quedo consolado. Mire, una vez, mientras rezaba,
descorazonado, me pareci or una voz que me animaba dicindome: Angelo, no
te tomes la vida tan en serio. Hice caso a la voz y, a partir de entonces, me llen de
tranquilidad y sosiego. Haga usted lo mismo, y ya ver.
145. Demasiadas cuartillas
Fueron pasando ante l los msicos con sus vistosos uniformes y con sus
brillantes instrumentos. A l le llam la atencin el timbalero, o sea, el que tocaba
el timbal, quiz porque era notablemente gordo.
Tras los honores rituales, se puso a hablar con ellos, preguntndoles sobre
las ms variadas cuestiones: hijos, familia, sueldo, oficio Por todo. Al acercarse al
timbalero, le dijo con una sonrisa cmplice:
Lejos de apurarse por aquella frase sobre los gordos, el timbalero se anim a
responderle:
Y les cont sus escarceos con la cocina, no muy brillantes por cierto.
Mi madre me encarg una vez que vigilase las gachas, que estaban
cocindose. Tena que retirarlas cuando cocieran lo suficiente. Pero qu hice?
Apenas vi aparecer la primera burbuja las retir inmediatamente. Total, que aquel
da la comida fue un desastre. Desde entonces mi madre me encargaba lo
imprescindible.
149. Usted figrese que no soy el papa, vamos
Apenas lo vea, se echaba de rodillas a sus pies para decirle lo que fuese.
Adems, como era ya mayor, le costaba levantarse.
Levntate, hombre.
Pero el viejo ayuda de cmara se olvidaba y volva a las andadas, sin hacerle
caso. No poda contenerse y le deca al papa:
Aqu todo lo que tengo que hacer es decidir y casi tampoco porque en la
mayora de los casos ya viene decidido.
A los pocos minutos, sin avisar, como tantas veces haca, estaban llamando a
la puerta del redactor para llevarle la bendicin en persona.
156. Hermano leoncito
Los dueos del circo, en vista del inters despertado por l, quisieron
regalrselo. Pero los ayudantes del papa agradecieron su intencin.
Afortunadamente.
157. El francs, as, as
El santo padre es la nica persona de Italia que admite que habla mal el
francs. Y no es cierto que lo hable mal. Su francs es perfecto.
158. La superiora del Espritu santo
Con una sonrisa ante tan original presentacin y para templar sus visibles
nervios, le respondi entre zumbn y afectuoso:
Una de las cosas que ms le gustaban era convivir y hablar con quienes
trabajaban en el Vaticano, acortando distancias ancestrales.
Le dijo:
Todos los das nos vemos, pero nunca tenemos ocasin de hablarnos,
vosotros por disciplina a vuestros jefes, yo por el protocolo que me exigen. Ya es
hora, pues, de que empecemos a conocernos mejor.
163. Santidad, yo soy baptista
Ya estaba sealado todo lo que tena que hacer: pasear solo, comer solo
como un seminarista castigado, sin poder salir de los jardines vaticanos y, si lo
haca, todo el mundo lo tomaba como una revolucin. Ahora ya he conseguido que
lo vean con naturalidad.
Por eso cuando el rector del Colegio Espaol de Roma le fue a comunicar
que las obras del nuevo colegio estaban a punto de terminarse y que esperaba que
fuera a inaugurarlo personalmente, contest:
Hay tanto que hacer en la tierra, hijitos! hay tanto que hacer!
168. En esta gran finca de la Iglesia
Y esto mismo es lo que le pasa a este amigo que te escribe. Mi vida hubiera
podido ser como la tuya: la de un sacerdote. Y he aqu, en cambio, lo que me toca
hacer. Tengo una dignidad que no merezco y una potestad de orden que no puedo
ejercer ni siquiera como el ms simple sacerdote. Rarsimas veces tengo la
oportunidad de pronunciar una pltica espiritual, nunca puedo confesar, y me
paso el da ocupado ante la mquina de escribir y manteniendo fastidiosas
conversaciones diplomticas.
Pero con todo vivo en paz: porque el xito final es de quien hace
verdaderamente y con gran corazn la voluntad del Seor y toma todo por las
buenas y obedece de buen humor.
169. Lo abriremos en el sesenta y dos
Santidad, con todo ese bagaje de asuntos a tratar, yo creo que el concilio
no se podr inaugurar en 1963, como pensbamos.
Se call el cardenal Tardini ante aquella falta de lgica del papa, porque
pensaba que de aquel hombre se poda esperar cualquier genialidad.
Esta es mi respuesta respecto del concilio: Aria fresca! (aire fresco para
la Iglesia).
El papa casi ni se esperaba que hubiera llegado tan pronto. Sin duda haba
sido una inspiracin celestial. Para explicar un poco cules eran sus metas respecto
a l, el papa se lo comentaba as a un obispo espaol:
Tiene usted razn, s, pero si espero a los noventa, quin me dice que
estar bien entonces?
173. Nando, los dos hemos hecho carrera
Con enorme audacia, otra vez, unos das antes del concilio hace un viaje a
Loreto y a Ass. Al llegar el tren a la estacin de Loreto, un viejecillo endomingado
se acerca algo tembloroso a la portezuela del vagn donde vena el papa.
Baja el papa el ltimo peldao y pone su mano con cario en la cabeza del
amigo, que se queda con ganas de decirle: S, pero su santidad un poco ms.
174. Cara de nio cansado
Pero qu gran invento haba realizado en la Iglesia aquel viejecito con cara
de chiquillo cansado!
175. Rezar para que veas cosas hermosas
Y t, qu oficio tienes?
Rezar para que siempre veas cosas hermosas. Pero vosotros limitaos a ser
lo que sois: historiadores. Lo malo es cuando os metis a profetas.
176. Con diez minutos que rece
Una mujer del pueblo romano, que oy la queja, le contest con rapidez:
Bah, esto lo arregla Juan XXIII con diez minutos que rece!
Al terminar, baj del trono y se puso a charlar afablemente con los de las
primeras filas.
Entre los personajes del concilio ms mimados por todos se encontraban los
observadores no catlicos, venidos de varias Iglesias separadas: ortodoxos,
protestantes Se miraban con lupa todos sus gestos.
Sali con l feliz el buen obispo mientras iba diciendo a quien se encontraba
con l:
Con un papa as, no sera difcil lograr la unidad de todos los cristianos.
181. Las maletas del concilio
I. Slo por hoy tratar de vivir exclusivamente este da, sin querer resolver
de una sola vez el problema de mi vida.
II. Slo por hoy pondr el mximo cuidado de mi aspecto: corts en mis
modales, no criticar a nadie y no pretender mejorar o disciplinar a nadie, salvo a
m mismo.
III. Slo por hoy me adaptar a las circunstancias, sin pretender que las
circunstancias se adapten todas a mis deseos.
IV. Slo por hoy dedicar diez minutos de mi tiempo a una buena lectura;
recordando que como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, as la buena
lectura es necesaria para la vida del alma.
V. Slo por hoy har una buena accin sin decrselo a nadie.
183. Declogo de Juan XXIII (2)
VI. Slo por hoy har por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me
sintiera ofendido procurar que nadie lo sepa.
VII. Slo por hoy ser feliz, en la certeza de que he sido creado para la
felicidad, no slo en este mundo, sino tambin en el otro.
IX. Slo por hoy creer firmemente aunque las circunstancias demuestren
lo contrario que la buena providencia de Dios se ocupa de m como si nadie
existiera en el mundo.
Puedo hacer el bien durante un da. Lo que me desalentara sera pensar en tener que
hacerlo durante toda mi vida.
184. En la tilma de Juan Diego
Tambin les cont que, paseando por los jardines, vio una estatua de esta
Virgen medio arrumbada y estropeada. La mand limpiar y arreglar. Terminados
los trabajos haba quedado preciosa. Y termino dicindoles:
Los pocos prrafos que haba usado en ingls cuando recibi al presidente
Eisenhower, tras unas lecciones intensivas con monseor Ryan y el cardenal
Cicognani, no le haban dejado muy satisfecho de su ingls. Se decidi ahora, pues,
por el francs, que dominaba a la perfeccin.
Pero quedaba el problema del tratamiento que haba que dar a la primera
dama de Estados Unidos. Seora Kennedy, querida seora Kennedy, querida
seora?
Cuando lleg el da de la audiencia y estuvo ante ella, cort por lo sano con
su caracterstica espontaneidad. Dej a un lado todas las frmulas, se levant, le
tendi los brazos y la salud sencillamente: Jacqueline!
No quiso presidir las sesiones del concilio para dejar ms libres a los
obispos. Les deca a los obispos de Canad:
Los mdicos le haban ordenado que slo rezara el Angelus y dijese cuatro
palabras. Pero l, felicsimo, habla y habla Luego se puso a rezar una oracin a la
Virgen en latn. Fue entonces cuando se oy dentro la voz clara y tajante de un
mdico: Basta, santo padre.
Mayo de 1963. El papa Juan lleva en cama varios das con horribles dolores y
hemorragias internas. A pesar de todo, se levanta con un esfuerzo sobrehumano
para recibir al cardenal Wyszynski.
Las semanas que pas enfermo de muerte, las gentes de toda la humanidad,
sin distincin de colores ni de religiones, pedan por la salud del papa Juan,
ofrecan sus vidas por l y enviaban telegramas al Vaticano espontneos y
conmovedores.
Una persona, que se confesaba atea, en este trance doloroso del papa, envi
al Vaticano este telegrama:
Con razn asegura Martn Descalzo que Juan XXIII ha sido el hombre ms
amado de la tierra.
191. Morir pobre como nac
A su hermano Saverio le haba escrito una larga carta, como jefe de la familia
Roncalli, el 3 de diciembre de 1961. Terminaba as, refirindose a la pobreza:
ste es y ser uno de los ms hermosos ttulos de gloria del papa Juan y de
la familia Roncalli. A mi muerte podr hacerse de m el mismo elogio que tanto
honr a san Po X: Nacido pobre, muri pobre.
Siguiendo esta lnea de amor a la pobreza, al morir slo contaba con 200 000
liras (unas 20 000 pesetas). Le parecieron muchas y dijo a su fiel secretario, don
Loris Capovilla:
Dijo esto ltimo con cierta melancola o tristeza. Pero enseguida reaccion,
sonri a los presentes y aadi:
Dice Martn Descalzo que hay dos constantes en casi todos los discursos de
Juan XXIII: la idea del cielo y los santos. En la mayor parte de ellos habla de sus
amigos los santos. l lo era en lo ms profundo. Muchos slo se quedan con el
papa bonachn y gracioso. Es una falsa y superficial imagen, que quizs la creara
en su humildad, para disimular su santidad.
Tambin contaban que alguien puso algn reparo por la sacralidad del
lugar. Pero el papa insisti con este humansimo argumento:
Se abandon la idea para evitar todo posible matiz polmico, que pudiese
empaar la gran figura del papa Juan.
Pero en una reunin entre obispos y periodistas surgi el tema. Casi todos
los obispos all reunidos estaban a favor de la beatificacin por aclamacin
conciliar. De pronto, un obispo dijo: Pues si lo hacen a votos, yo dir que no.
Ante los ojos estupefactos, explic el obispo a los intrigados, recalcando las
palabras:
Pero se puede saber de una vez, seor obispo, qu es eso de los carismas?
Que sean como otras tantas florecillas sobre su tumba. No he pretendido otra cosa al
recogerlas.
A ti te toca, lector, coger esas florecillas, como hiciera aquel anciano obispo.
Iluminarn tu corazn, te harn ms feliz y ms bueno.
C. B.-P.