BLUNTSCHLI, J.G. (1880) - Derecho Público Universal. Tomo Segundo. F. Góngora Editores. Madrid, España.

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DERECHO

PUBLICO UNIVERSAL
POR

J. G. BLUNTSCHLI

PROFESOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE HEIDELBERG

PARTE PRIMERA

TEORIA GENERAL DEL ESTADO


VERSION CASTELLANA

POR

A. GARCA MORENO.

J. ORTEGA GARCA.

TOMO PRIMERO.
I'

MADRID.
P. GONGORA Y COMPAIA, EDITORES,
Puerta del Sol, ruina. D.
1880.
ES PROPIEDAD DE LOS EDITORES.

Imprenta de los Editores, Ancha de San Bernardo, nm. 85.


LOS EDITORES

El creciente favor qiie el pblico viene dispensando


nuestra BIBLIOTECA JURDICA, muestra la necesidad y opor-
tunidad de nuestro pensamiento de publicar, vertidas al
castellano, las obras ms notables con que las eminencias
de todos los pases, especialmente de Alemania, Italia In-
glaterra, estn enriqueciendo constantemente la ciencia del
Derecho en los diversos ramos que comprende.
Para secundar nosotros, en la esfera que nos correspon-
de y en la medida de nuestras fuerzas, esta especie de 're-
nacimiento jurdico que se nota desde hace algun tiempo en
nuestro pueblo, hemos elegido una srie de obras de los
ms ilustres escritores extranjeros, tales como Bluntschli,
Gabba, Trendelemburg, Savigny, Lorimer, Mittermayer y
otros de no mnos nombrada, fin de publicar con toda
reg ularidad un tomo mensual, hasta conseguir poner al
alcance de todos aquellos que no puedan consultar los ori-
g inales,no tanto quiz por falta de conocimientos lings-
ticos cuanto por la dificultad de su adquisicion,lo ms se-
lecto que sobre esta ciencia haya visto la luz pblica, y su-
ministrar excelentes materiales que puedan servir para
construir el edificio de una superior cultuf.h.
vi
' El Derecho pblico universal, con que damos principio
esta especie de nueva poca de la Biblioteca, y la Teora so-
bre la retroactividad de las leyes que ha de seguir a aqul,
podrn dar los jurisconsultos espafloles una idea de lo
que son las obras ya publicadas (que pueden ver al fin de
este tomo), y de lo que sern las que en lo sucesivo se pu-
bliquen, si, como esperamos, obtienen stas la acogida que,
en nuestro concepto, merecen.
APXES BEN le S D3I ALTOR ") nn,

JUAN GASPAR BLUNTSCHLI naci en Zurich el dia 7 de Mar-


zo de 1807. Comenzando sus estudios en su ciudad natal,
pas luego completarlos Berna y Bonn, doctorndose en
Derecho en esta ltima ciudad, en 19 de Agosto de 1829, esto
es, los veintidos anos de edad (2), y con tal motivo pu-

(1) Teniendo en cuenta la casi imposibilidad de obtener, en el corto


tiempo de que disponemos para dar luz esta obra, una buena introduc-
cion la misma, escrita por cualquiera de nuestros mejores publicis-
tas, y como, de no ser as, el libro no nec sita prlogos laudatarios, por-
que es de esos que se recomiendan por s mismos, he creido conveniente
sustituirlo con estas brevsimas notas, que de seguro servirn al lector
para explicarse perfectamente el espritu general que en la obra pre-
domina.
(2) El qunquag&imo aniversario del doctorado de Bluntschli se ha
celebrado con una especie de festividad literaria, en la que los ms
ilustres sabios de Alemania le han tributado una prueba de carioso res-
peto. Entre otros trabajos dignos de mencion, citaremos el de Holtzen-
dorf sobre la <Influencia de la Opinion pblica en las diversas pocas
histricas, de la que se ha ocupado con aplauso la prensa profesional
de Europa.
"
blic su primera obra sobre el Derecho de sucesion en Roma
(Das rmische Noterbenrecht), que fu premiada por la Fa-
cultad de Derecho de Berlin.
Este sealado triunfo en edad tan temprana acab de
decidir su vocacion hcia el cultivo de las ciencias -jurdi-
cas. No era Bluntschli uno de esos caractres ligeros, que
se desvanecen con el buen xito de sus primeros ensayos, y
se lanzan los azares de la vida pblica en busca de fron-
dosos laureles, que por cojerlos demasiado tiernos, suelen
marchitarse muy pronto; pero tampoco perteneca esa
especie de soadores, que, remontndose la region de un
exagerado idealismo, y prescindiendo por completo de la
realidad, no se cuidan para nada, engolfados en sus elu-
cubraciones cientficas, de lo que es la humanidad en la vida
presente, ni del momento histrico por qu atraviesan los
pueblos. Era, por el contrario, uno de esos espritus que
tienen el raro privilegio de llegar pronto su madurez,
y procuran dar cada cosa lo - que le corresponde. Propo-
nindose por norma de su vida la clebre mxima: cirtus
in medio consistit, no la ha abandonado jamas, y ella
debe sus mayores triunfos, as en la esfera poltica como
en la cientfica, habiendo sobresalido . bajo ambos con-
ceptos, si bien mucho ms en el ltimo, que es como, dada
la ndole y el motivo de esta noticia, debemos considerarle
principalmente.
Tanto bajo uno corno bajo otro aspecto puede divi-
dirse su vida en dos perodos distintos, que suelen llamar
sus bigrafos, perodo suizo, y perodo aleman. El primero,
comprende de 1830 1848, y el segundo, desde esta poca
en adelante.
Aunque emprendi Bluntschli con ardor los estudios ju-
Micos, jams se apasion por ninguna de las dos escuelas,
que con tanto calor se disputaban la victoria definitiva en
Alemania, si bien por educacion y por temperamento se in-
clin siempre la escuela histrica, siendo uno de los ad-
miradores del ilustre Savigny. Esto explica el espritu con-
ciliador con que trata todas las cuestiones , siguiendo un
mtodo verdaderamente filosfico, pero no ideolgico, la
vez que histrico positivo, aunque sin pecar de emprico,
como el hombre que conoce perfectamente lo ideal y lo real,
lo per manente y lo mudable, la ley y el hecho, y trata de
armonizarlos, tanto en la, ciencia como en la vida; y si bien
no siempre lo consigue por su exagerado espritu prctico,
que hace que sacrifique al hecho, en nuestro sentir, ms
de lo que debiera, dejando vacos importantes en sus obras
ms fundamentales,es quiz uno de los hombres que ms
y con mejor xito han trabajado por conciliar las opuestas
y exageradas tendencias de las escuelas jurdicas y polti-
cas que sostienen las soluciones extremas.
Dicho esto en general y como introduccion, pasemos
exponer las principales noticias que de su vida cientfica y
poltica pueden interesar ms al lector.
A poco de fundarse la Universidad de Zurich (1835), obtu-
vo en ella una ctedra., en la que explic primero Derecho
romano, y despues Derecho civil aleinan, por el que mani-
fest siempre una predileccion especial.
En esta poca public numerosos trabajos, siendo los ms
importantes: Historia poltica J jurdica de Zurich, dos to-
mos, 1838-1839; Historia del Derecho federal sui,w, dos to-
mos, 1846-1849. En el intermedio de estas dos, public, entre
otras, su clebre obra titulada: Sobre las nuevas Escuelas de
Derecho de los jurisconsultos alemanes, (Ueber die Rechts-
XII
schulen der. deutschem Juristen), Zurich, 1841, con la que qui-
so poner trmino la cuestion entre las escuelas histrica
y filosfica, proclam ando el nuevo principio Lque ya se des-
prenda de algunas afirmaciones de Savingy de que m-
bos mtodos se completan y corrigen, principiando as
determinar el carcter de la ciencia moderna.
En 1848, comienza lo que hemos llamado el segundo pe-
rodo .(el perodo aleman) de la vida de Bluntschli. En este
ao obtuvo una ctedra en la Universidad de Munich, en la
que explic hasta 1861, primero Derecho civil aleman, y
despues Derecho pablco universal, en cuyo intervalo (1852)
public su tan clebre obra, que di este ttulo, y que ha
valido al autor una reputacion envidiable y una fama uni-
versal. En 1854 public un libro muy apreciable de Dere-
cho civil aleman, y tanto antes como despues, ha dado luz
infinidad de trabajos en Revistas, folletos, Diccionarios, et-
ctera, etc., consiguiendo que se le admire, tanto por su ac-
tividad cuanto por su inmensa erudicion y prodigioso ta-
lento.
Por ltimo, en 1861, entr formar parte del clustro de
la Universidad de Heidelberg, en donde todava contna
enseando.
Respecto los honores con que las corporaciones cien-
tficas suelen distinguir los' hombres eminentes, quiz ha
sido Bluntschli uno de los ms favorecidos. Tal vez no ha
habido, de medio siglo esta parte, un Congreso jurdico de
importancia en el que no haya figurado en primera linea;
habiendo sido uno de los que ms han contribuido la fun-
dacion del Instituto de Derecho internacional de Gante, del
que fu elegido Vicepresidente; y ltimamente, ha asisti-
do como delegado del Imperio aleman, la conferencia de
BrtiXelas sobre el Derecho de 'Guerra. Las Academias y
las Universidades consideran como una honra contarlo en-
tre sus miembros y doctores honorarios, como la Academia
de Ciencias morales y polticas de Paris, las Universidades
de Viena y Moscow, .y otras muchas.
Digamos ahora dos palabras sobre su vida poltica.
Por ms que no -sea fcil explicarse este fenmeno, y
hasta nos parezca casi imposible que un hombre que
tanto ha trabajado -en la esfera cientfica, le haya quedado
an tiempo para dedicarse la poltica, es lo cierto que
M. Bluntschli ha figurado tambien en primera lnea, tanto
en su patria natal, en Zurich, que le debe su excelente C-
digo civil ; cuanto en su patria adoptiva, en Alemania,
(principalmente en Baden), donde ha sido varias veces ele-
gido miembro del Reichsag.
En cuanto sus principios polticos, teniendo presente
lo que dejamos dicho acerca de sus ideas cientficas, es f-
cil adivinarlos. Siguiendo en poltica su lema favorito, en
todas parte ha figurado en las filas de los conservadores li-
berales.
Antes de estallar en Suiza la guerra, promovida, en parte,
por los manejos-de los Jesuitas, la que se ha denominado
generalmente guerra del Sonderbnd, de la alianza de
los cantones catlicos, trabaj Bluntschli con tanto afan
como poca fortuna, por evitar la ruptura, intentando en
vano que llegasen una avenencia y tuviese el conflicto una
solucion pacfica. EI triunfo de los cantones adictos sobre
el Sonderbund, elev al poder al partido radical, que es el
que mas haba contribuido decidir la victoria en favor de
los defensores de la unidad nacional, y Bluntschli se retir
por algun trompo de la poltica activa, aunque sin dejar
;vas,
nunca de trabajar por el triunfo de sus ideas, lo mismo en
Suiza que despues en Alemania.
Tales son los datos biogrficos, que creemos mas inte-
resantes, del ilustrado autor del Derecho ~tico universal,
libro que, si bien como obra humana que es, no est exento
de defectos, merece figurar entre los que ms han contri-.
buido y continuarh contribuyendo al asombroso desarro-
llo de la cultura y los progresos de la civilizacion mo-
derna.

Madrid 1. de Febrero de 1880.

A. GARCA MORENO.
PRLOGO DEL AUTOR.

Esta obra apareci por vez primera en 1852 con el


ttulo de Derecho pblico general basado en la histo-
ria (Aligerneines Statsrecht geschichtlich begrndet).
y formaba toda ella un solo volme.n. Despues se han
hecho varias ediciones aumentadas y corregidas.
Siendo necesario publicar la quinta, me he decidido
completar mi trabajo con un estudio sobre poltica, y
dividirlo, segun los ltimos datos de la ciencia, en
tres partes , cada una de las cuales puede ser conside-
rada cmo una obra distinta.
Estas tres partes son:
I. Teora general del Estado;
II. Derecho pblico general;
III. Poltica.
Para ello era necesario rehacer completamente la
obra: los dos primeros tomos comprenden en su mayor
parte los dos de las ltimas ediciones de mi Derecho
pblico general; pero he reunido en el presente ma-
nera de introduccion, los principios generales del derecho
pblico y de la poltica bajo el ttulo de Teora general
del Estado (A 11 emeine Statslehre). En este volmen
se ha incluido la nocion de la soberana y las reglas ge-
nerales sobre las funciones pblicas, que eran tratadas
111.1.1NTSCIILI.-TOMO J.
en el segundo tomo de las anteriores, y contiene ade-
mas nuevas pginas sobre el fin del Estado. Por el con-
trario, la teora de la legislacion, que figuraba hasta
ahora en el primer volmen, la he dejado para el se-
gundo.
Los dos primeros tomos de esta edicion contienen
muchas pginas revisadas 6 completadas; el tercero es
enteramente nuevo.
He reunido en esta obra los resultados de maduros
y prolongados estudios, y la considero como el ltimo
fruto de una vida ya larga, consagrada la ciencia y
la prctica. La dedico los que comienzan sus estudios,
asi como los que ya los han terminado, y me concep-
tuar muy dichoso si obtiene tan benvola acogida como
las precedentes ediciones.

Heidelberg, 1. 0 de Mayo de 1875.

W1414 t llt..
INTRODUCCIQN.

La ciencia del Estado.

Damos este nombre, en el sentido propio de la palabra,


la ciencia que tiene por objeto el Estado, la que aspira
conocer y comprender el Estado en su esencia, en sus
manifestaciones y en su desarrollo.
No estan comprendidas erresta- expresion algunas cien-
cias clasificadas veces entre las del Estado, por ms
que esta se refieran, y sean sin duda ciencias auxiliares.
Tales son:
1. La historia de un pueblo de una nacion en los he-
chos que no se refieren exclusivamente , la historia del
Estado, como la srie de los acontecimientos, las acciones
de los hombres en sus determinaciones individuales, las
artes y las ciencias, la cultura y las costumbres, las luchas
diplomticas polticas y las guerras;
2. La estadstica, cuando no se limita los asuntos del
Estado, sino que se refiere ms directamente las relacio-
nes sociales privadas;
3. La economa poltica, cuando indaga las reglas apli-
cables no slo al Estado, sino todos los individuos de la
sociedad;
4. El estudio de la sociedad considerada en su vida in-
dependiente y no confundida con la del Estado.
Los Griegos daban el nombre de poltica oxruta la cien-
7C

cia toda del Estado; empero los modernos distinguen la


poltica del derecho pblico, separando ademas de sta la
estadstica, el derecho administrativo, el derecho de gentes,
la polica, etc.
La poltica y el derecho pblico se refieren ambos al Es-
tado en general; pero sin considerarlo en la misma relacion
4V
ni bajo el mismo punto de vista. Para comprender mejor ei
Estado, la ciencia distingue en l el ser y la vida: distingue
las partes para conocer mejor el todo; y esta distincion ha
dado al derecho pblico mas fuerza, extension y claridad,
puesto que la riqueza de los elementos polticos se desarro-
l
pla
llems libremente en un examen separado.
El derecho pblico estudia al Estado en su regular exis-
tencia, en su rden normal, y manifiesta su organismo, las
condiciones permanentes y fundamentales de su vida, las
reglas de su existencia y la necesidad de sus relaciones. El
astado tal como es, en sus relaciones ordenadas, hc aqu el
derecho pblico.
La poltica estudia al Estado en su vida y desarrollo;
muestra las aspiraciones pblicas, los caminos que condu-
cen al fin propuesto, y los medios de realizarlo; observa la
accion del derecho sobre los hechos, y procura separar las
darosas influencias y llenar el vaco de las instituciones.
La poltica es, pues, la vida del Estado, el acto prctico del
gobierno.
El derecho pblico es la poltica lo que el rden la
libertad, la tranquila determinacion de las relaciones en su
variado movimiento; lo que es el cuerpo en presencia de
sus propios actos y de las mltiples manifestaciones del es-
pritu. El primero se pregunta, si lo que es se halla ajusta-
do derecho; la segunda, si la accion propuesta se confor-
ma con el fin.
Ambas ciencias tienen un aspecto moral, porque el Es-
tado es un ser moral, que tiene deberes morales; pero no
los determina nica y absolutamente la ley moral, puesto
que no son simples divisiones de esta ciencia. Su base es el
Estado, su fin es el Estado, luego son ciencias del Estado.
No lo es la moral, cuyos principios no tienen su fundamen-
to en el Estado, sino que tienen una base ms ancha en la
naturaleza humana, una causa ms alta en el rden divino
del mundo y los fines sobrenaturales del hombre.
Tampoco deben hallarse absolutamente separados el
derecho natural y la poltica. El Estado real vive uniendo,
por lo tanto, el derecho y la poltica. El derecho no es inm-
vil en absoluto y la poltica aspira la estabilidad; el dere-
cho no slo tiene su sistema, sino su historia, y hay una
poltica de la legislacion. Como en todos los sres lar gni
tios de-cos,lainfuetrmboscpa,lu
5
borrar la diferencia, la pone ms de relieve. La historia del
derecho pblico presenta el desarrollo y los progresos del
Estado:que al fin ha llegado ser normal y estable, y el ori-
gen y cambio de las instituciones y de las leyes que se han
hecho permanentes. La historia de la poltica refiere sobre
todos los mudables destinos de la nacion, la conducta de
los hombres de Estado, los motivos que la han determina-
do, los actos y los sufrimientos del pueblo, y, en una pala-
bra, los movimientos tan variados de la vida. La expresion
suprema y ms pura del derecho pblico es la ley (la cons-
titucion); la viva y evidente manifestacion de la poltica, es
la conducta prctica del Estado (el gobierno). As, pues, la
poltica, ms bien que una ciencia, puede ser considerada
un arte, y supone el derecho que es la condicion fundamen-
tal, si no nica, de su libertad: desenvulvese segun las
reglas que aquel le traza, y preside las mudables ne-
cesidades de la vida social. Recprocamente el derecho ne-
cesita de la politica para no ser esteril y para correr pare-
jas con los progresos de la vida. Sin el soplo vivificador de
la poltica, el cuerpo del Estado quedara convertido muy
pronto en un cadver; sin el fundamento y las limitaciones
del derecho, se perdera la poltica en q egoism o sin freno
y en un furor fatal de destruccion.
Unicamente para mayor claridad y sencillez hacemos
preceder de la teora general del Estado el estudio de estas
dos ciencias. En esta parte preliminar consideramos el Es-
tado en su conjunto sin distinguir sus dos fases, el derecho
y la poltica. La nocion del Estado, sus bases, sus dos ele-
mentos esenciales (la nacion y el pas), su origen, su fin,
sus principales formas, la definicion y las divisiones de su
poder, constituyen el objeto de esta pai te general, base co-
mun del derecho pblico y de la poltica.

Mtodos cientficos.
El estudio cientfico del Estado puede emprenderse to-
mando diferentes puntos de vista y por diversos mtodos.
Entre stos distinguense principalmente dos racionales
otros dos que ellos corresponden, pero irracionales. Los
primeros son el mtodo filosfico y el histrico, de cuya
exageracion nacen los dos segundos: as, el mtodo filo-
fl

s!ica ha producido la abstracta ideologa, y el histrtem,


el exclusivo empirismo, de la misma manera que la imagen
engendra la caricatura.
Los dos mtodos racionales se refieren as la natura-
leza del sujeto como la disposicion de animo de los
utores.
El derecho y la poltica tienen siempre un lado ideal, un
elemento moral intelectual; pero al propio tiempo se fun-
dan en realidades, tienen una forma y un valor concretos, lo
cual olvida la abstracta ideologa, que forma del Estado un
tipo abstracto, y saca de aqu una srie de consecuencias
lgicas, sin atender al Estado real y , los hechos. En este
defecto incurre el mismo Platon en su Repblica, llegando
as establecer reglas contrarias la naturaleza y las
verdaderas necesidades del hombre, pesar de la superior
inteligencia y del profundo sentido de la belleza de la forma,
que han librado este grande hombre de caer en las mez-
quinas frmulas rebatidas, tan frecuentes entre los moder-
nos. El. Estado, ser moral y orgnico, no es solamente el
fruto de la fria lgica; y por eso el derecho pblico no puede
ser considerado como una simple coleccion de reglas es-
peculativas.
Como medio de investigacion cientfica, este mtodo no
da ms que resultados estriles, y aplicado, tiende que
prevalezcan muy peligrosamente ideas fijas y destruir el
derecho existente. Sus abstractos principios adquieren una
fuerza irresistible en tiempo de revolucion, cuando las pa-
siones desencadenadas buscan un arma con que cortar el
freno de las leyes: impotentes para fundar un nuevo orga-
nismo tienen entnces un poder infernal de destruccion, de
lo cual nos ofrece irrecusables pruebas la revolucion fran-
cesa. Con razon exclamaba Napoleon: Los metafsicos,
los idelogos han perdido Francia. La ideologa de la
igualdad y de la libertad ha cubierto de ruinas Francia
y la ha regado con sangre; . la explotacion doctrinaria del
principio monrquico ha impedido la libertad poltica en
Alemania, y contenido el desarrollo de su poder, y en fin, la
aplicacion puramente lgica del principio de las nacionali-
dades ha perturbado la paz 'de Europa. Las ms verdaderas
y fecundasideas llegan a ser peligrosas cuando son_conce-
bidas la " manera de los idelogos y realizadas por tili
ciego fanatismo.
7
El mtodo emprico cae en el extremo opuesto, y ajustn-
dose nicamente la forma externa, la letra de la ley y
las circunstancias del hecho, no tiene valor para la cien-
cia sino por sus compilaciones y datos, aunque s numero-
sos partidarios en la vida pblica, sobre todo en el mundo
burocrtico. Es raro que el empirismo sea, como la ideolo-
ga, un peligro inmediato para el Estado; pero se adhiere
como el orin la resplandeciente espada de la justicia, difi-
culta de mil maneras el bien pblico, causa una multitud
de males parciales, enerva las fuerzas morales y la salud
del Estado, y en el momento crtico, hace difcil, si no im-
posible, su salvacion. La ideologa trae consigo resolucio-
nes y crisis violentas; el empirismo es el mal crnico.
El verdadero mtodo histrico no se somete servilmente
y sin refiexion la ley actual los hechos presentes,
sino que estudia y aclara con inteligencia las relaciones
ntimas del presente y del pasado, el desarrollo orgnico
de la vida de, la nacion, y la idea moral manifestada en su
historia. Parte tambien del hecho externo, pero se apodera
de l como de un cuerpo lleno de vida, no como de un ca-
d,ver.
El verdadero mtodo filosfico, el que no especula me-
ramente sobre abstracciones, sino que sabe unir la idea y
el hecho, sigue de cerca al histrico; slo que en vez de to-
mar como punto de partida los acontecimientos de la histo-
ria, se apoya directamente en el convencimiento del alma
humana, y desde este punto de vista considera las mani-
festaciones del espritu reveladas en los hechos.
La mayor parte de los autores han seguido exclusiva-
mente uno otro mtodo, y slo algunos hombres de gnio
han sabido reunirlos y combinarlos. Entre estos ltimos po-
demos colocar en primer trmino Aristteles, quien,
aunque vivi en un perodo de infancia, en que no se tena
un concepto muy acabado del Estado, su Poltica es todava
hoy, despues de muchos siglos, una de las fuentes ms pu-
ras de la ciencia. Ciceron imita en la forma del raciocinio y
en el mtodo la manera filosfica de los Griegos, ms filso-
fos que l; pero al mismo tiempo saca con razon la mejor
parte de su obra de la poltica prctica de los Romanos. En-
tra los modernos, Bobin, Vico y Bacon de Verulam son en
el tiempo los primeros representantes del mtodo filosfico
histrico. Burke, cuya arrebatadora elocuencia recuerda
8
Ciceron, saca igualmente los principios del derecho pblico
ingls de la historia y de la vida de su pueblo, y los expone
en una forma filosfica notable. Maquiavelo vaca en sus
obras la rica y triste experiencia de un profundo conocedor
del corazon humano; Montesquieu abunda en delicadas no-
tas, en exactas observaciones, y considera al mundo con
libre y tranquila mirada: ambos siguen alternativamente
uno otro mtodo, inclinndose el primero ms al filos-
fico y el segundo al histrico. Por el contrario, Roussau,
Benth am y la mayor parte de los Alemanes siguen prefe-
rentemente el mtodo filosfico; pero caen con ms frecuen-
cia an que Platon, su gran modelo, en los errores de la
ideologa.
Los dos mtodos no son opuestos, ntes. bien, se com-
pletan y corrigen el uno al otro. Un historiador de espritu
extrecho puede imaginarse que l, cierra el campo de la
historia; un filsofo ridculamente vanidoso, puede creer
que l es el principio y el fin de toda verdad. El historiador
verdadero da la filosofa su justo valor; el verdadero fil-
sofo pide consejo la historia.
Cada cual de los dos mtodos tiene sus ventajas y sus
inconvenientes: el uno tiene en su favor la riqueza y e] ca-
rcter positivo de los resultados. La historia ofrece, en
efecto, tal variedad de hechos vivos y reales, que, despues
de ellos, las obras de la imaginacion mas fecunda seran
siempre dbiles, inciertas y mal definidas. Pero, por otra
parte, es de temer que el infinito nmero de hechos absorba
al espritu, y le haga olvidar y perder el sentimiento de la
unidad. La abundancia de la materia, la multitud de acon-
tecimientos, el estudio detenido del pasado, atraen, encade-
nan, abruman impiden con frecuencia que veamos con
claridad la vida presente y los futuros destinos. Es verdad
que estos inconvenientes no son inherentes al mtodo: pero
j cuantos pensadores hemos visto que habindose entre-
gado con pasion al estudio de la historia se han lanzado
por esos estraviados senderos!
El mtodo filosfico tiene su favor la pureza, la armo-
na, la unidad del sistema, y una mayor satisfaccion de los
exfuerzos de la humanidad hcia la perfeccion, la idealidad.
Sus resultados tienen ante todo un carcter humano, un
sello ideal; pero con frecuencia hace el filsofo de la unidad
su fin nico y todo lo sacrifica ella, sin ver por encima de
9
la variedad interna de la naturaleza los ricos materiales de
la vida real. Abandnase, libre de trabas, al rpido vuelo
de sus pensamientos, pero no halla un lugar de verdaderas
leyes, sino formulas vacas, cuya combinacion constituye
toda su ciencia. Desconociendo el desarrollo natural de las
cosas, recoge fuera de tiempo frutos mal sazonados, planta
rboles sin raz, y cae en los estravos de la ideologa. Pocos
espritus filosficos se han preservado completamente de
ellos.
OrssEuvAcioN.Estas ideas, en sus relaciones con la ciencia ale-
mana, son desarrolladas en mis Nuevas escuelas de los juristas
alemanes (die neueren Rechtsschulen der deutschen Iuristen, 1841;
2.' edicion, Zurich, 1862). Bacon haba sealado ya los errores de
la doctrina de derecho natural y de la doctrina positiva de su
tiempo, y haba pedido la union de la historia y de la filosofa
la necesaria reforma de la ciencia del derecho.

Ciencia general y ciencia particular del Estado.

La ciencia particular del Estado limita sus investigacio-


nes y su exposicion , una nacion y un Estado determina-
do, por ejemplo, la antigua Repblica de Roma, la mo-
derna constitucion inglesa, al nuevo Imperio aleman.
La ciencia general se funda, por el contrario, en la con-
cepcion universal del Estado. El Estado particular descansa
en la nacion: el Estado en general, fundado en la naturale-
za humana, toma su origen en la humanidad (1).
Represntase con frecuencia esta ciencia general, y ms
especialmente el derecho pblico general, como el producto
de una pura r epresentacion, y se pretende hacerlo derivar
por simples c onsecuencias lgicas de una concepcion abs-
tracta del mundo: de aqu esos diversos sistemas de un
pretendido derecho pblico filosfico natural, que han
opuesto al derecho pblico positivo histrico.

(1) En el fondo, la misma idea hallamos entre los Romanos. L. 9. D.


De Jus, et jure (Gajus): Ornnespopuli qui legibus et moribus reguntur
partan). suo proprio, p artim communi omniunz hominun juree .utun-
tur.Nam quod quisque populus ipse sibi j jus constituit, id ipsius pro-
prium e i vitatis est voeaturquejus civiles quod y ero naturalis ratio inter
omnes homines eonstituit, id apud omnes ' peraeque eusteditur, voea-
turque jus ientium , quasi quo jure omnes gentes utuntur.
1.0
Otra es mi ver la distincion. El Estado debe ser conce-
bido filosficame nte y reconocido la vez por la historia: el
derecho general como el particular, deben ser considera-
dos bajo este doble punto de vista.
La teora particular del Estado supone la teora general,
as como las particularidades de un pueblo suponen una
naturaleza humana comun. La una da los principios fun-
damentales, la otra las formas diversas que revisten en un
Estado determinado: la una se apoya en la historia del
mundo, la otras en la historia particular de una nacion. La
historia universal registra las nociones filosficas por la
plenitud de sus positivas realidades, que con tanta frecuen-
cia faltan en las concepciones puramente especulativas, y
nos muestra las fases del desenvolvimiento humano, sus
principios y sus variadas formas, as como la parte que
cada pueblo y cada poca han tenido en la obra comun de
la civilizacion.
No todas las naciones y las pocas tienen igual impor-
tancia para nuestra ciencia, que se propone, sobre todo, el
reconocimiento del Estado moderno. Las formas antiguas
feudales no son ms que grados preliminares, que hacen
resaltar ste mejor por el contraste. La parte que cada
nacion ha tomado en la creacion del Estado moderno se
mide por su influencia en los progresos de la civilizacion
poltica, es decir, en los progresos de un ser total humana-
mente ordenado y libre. La influencia de los pueblos aryos
ha sido universalmente preponderante para el Estado, as
como la de los pueblos semticos para la religion, alcan-
zando los primeros tan slo en Europa una forma poltica
noble y racional. Los Griegos y los Romanos en la antige-
dad y los Germanos en la edad media han marchado aqu
la cabeza de los pueblos. El Estado moderno descansa esen-
cialmente en la amalgama de los elementos greco-romanos
y germnicos, y su desarrollo es debido en primer trmino
los Ingleses, en los cuales la amalgama se verific de una
manera ms completa, aun en la raza; despues, los Fran-
ceses, en donde los antiguos elementos clticos y romanos
se confundieron con los germnicos, y por ltimo, los
Prusianos, que unen el enrgico sentimiento del derecho y la
viril tenacidad de los Germanos al respeto la autoridad y
, la flexibilidad de los Eslavos. La. vida poltica del Nuevo-
Mundo se deriva de las formas europeas; pero en el Nor-
11
te sobre todo ha realizado progresos que le son propios.
14), ciencia general del Estado debe ensear cul es el
concepto general de ste en el mundo civilizado moderno,
y cules las nociones fundamentales y las instituciones
esencialmente semejantes que bajo diversas formas, se
hallan en todos los pueblos. El mismo derecho pblico ge-
neral no es simplemente una teora, y tiene una influencia
positiva, aunque indirecta, porque no hay un Estado que
comprenda todos los otros; de modo que aquella se ejerce
por medio de cada Estado particular. Tiene una existencia
real y no puramente ideal, tan verdadera, como que la hu-
manidad y la historia del mundo no son puras abstraccio-
nes, sino verdades llenas de realidad.

OBSERVACION. La oposicion que hallamos en Aristteles entre


el vop.os t8toT (derecho particular) y el volloI mcvo T (derecho comun)
es concebida de otra manera. Por la primera expresion, entiende
el derecho, ya sea escrito no escrito, que un Estado determinado
se ha dado; por la segunda, lo que es justo por naturaleza (out
xotvov butov), hecha abstraccion de todo Estado particular.
LIBRO PRIMERO
NOCION DEL ESTADO.

CAPITULO PRIMERO.

NOCION IDEA DEL ESTADO (STATSBERIFF UND STATSIDEE)


NOCION GENERAL DEL ESTADO.

La nocion general del Estado determina la naturaleza y


los caracteres esenciales de los Estados reales, y la idea del
Estado muestra con el brillo de una perfeccion ideal el mo-
delo del Estado no realizado todava, pero que se pretende
realizar. Por el estudio de la historia descubrimos el prime-
ro; por la especulacion filosfica el segundo. Para dar una
nocion general, se comparan los numerosos Estados de la
Historia Universal y se sealan sus caracteres comunes.
Para hallar la idea ms elevada del Estado, se estudia la
sociabilidad de la naturaleza humana, y se considera como
el fin de la humanidad el mayor desarrollo concebible y po-
sible de la sociedad misma.
Todos los Estados tienen ciertos caracteres comunes, de
los cuales los unos se revelan inmediatamente, y los otros
por un exmen ms atento.
1. Todo Estado comprende cierto nmero de hombres
unidos entre s. Este nmero puede ser muy vario, de
de millones; pero es necesario al mnos que se
traspase el estrecho crculo de la familia, y que haya ve-
union de hombres, es decir, de familias. Una familia por si
sola, una tribu, la de Jacob, por ejemplo, puede muy bien
14
llegar ser el centro alrededor del cual se agrupen otras;
p ero no existir el Estado sino cuando dividida en muchas,
) aumentad a la parentela, se constituya en pueblo. La hor-
da no es todava un pueblo: sin pueblo, en el grado ms
elevado de la civilizacionsin nacion, no hay Estado.
-Se puede fijar una cifra normal absoluta de la poblacion
del Estado considerado abstractamente? No; pero es nece-
sario rechazar la corta cifra de 10.000 hombres propuesta
por Rousseau. Tan insignificantes Estados podan subsis-
tir en la Edad Media con dignidad y seguridad; ms los
tiempos modernos tienden aglomeraciones mucho mayo-
res, ora sea porque los deberes polticos piden fuerzas na-
cionales ms extensas, ora porque el engrandecimiento de
ciertos Estados ha llegado ser una amenaza y un peli-
gro para la independencia y para la libertad de los otros.
2. El segundo elemento comun es la relacion permanen-
te entre una nacion y un territorio dados. El Estado debe
tener su territorio; la nacion exige el pas.
Aunque mandados por un jefe gobernados segun cier-
tos principios de derecho, los pueblos nmadas no reunen
todava ms que una de las condiciones preliminares del Es-
tado, el cual se constituir con la eleccion de morada fija.
Moiss educa su pueblo para el Estado; pero ste no exis-
ti hasta que Jos logr fundarlo en Palestina. Las nacio-
nes que en tiempo de las grandes emigraciones, abandona-
ban su territorio para ir conquistar otros nuevos, se colo-
caban momentneamente en un perodo peligroso de tran-
sicion, puesto que el Estado anterior ya no exista y el nue-
vo no se haba an constituido. El lazo personal subsisti por
algun tiempo; pero la relacion con el suelo estaba rota. El
Estado slo se fund all donde el pueblo logr establecerse
en un nuevo territorio; en otro caso los pueblos perecieron.
Los barcos de Temstocles salvaron Atenas, porque' la
ciudad fu reconquistada despus de la victoria:' los Cim-
brios y Teutones perecieron, porque habiendo abandonado
su suelo natal, no pudieron: conquistar uno nuevo. El mis-
mo Estado romano hubiera perecido, si despues del incen-
dio de la ciudad, se hubieran retirado Veyes sus mora-
dores.
3. Otro carcter del Estado es la unidad, el lazo comun:
sus miembros sus rganos pueden ser mltiples y un
completamente independientes en el interior, y as se distin-
15
gula en Roma el populus de los patricios y la :plebs, y en los
primeros tiempos de la Edad Media germnica, la constitu-
cion del pueblo y la constitucion feudal. El Estado puede
ser hasta una reunion de Estados, un Estado colectivo que
comprenda muchos particulares: as vemos los Estados ter-
ritoriales formarse poco poco en el seno del antiguo im-
perio de Alemania ; tales son tambien Suiza , la Union
Americana y el nuevo Imperio aleman. Pero en este caso es
necesario, al mnos, que haya un conjunto reunido en su
orgailismo interno por un lazo comun, presentndose como
un todo la consideracion de los extranjeros.
4. El cuarto carcter comun es la oposicion de gobernan-
tes y gobernados, de la autoridad y de los sbditos, segun
la expresion antigua de que tanto se ha abusado, pero que
no es en s ni odiosa ni tirnica. Las formas pueden variar;
la distincion es necesaria, y existe aun all donde parece que
ha desaparecido como en las democracias avanzadas. La
Asamblea popular de los ciudadanos de Atenas constitua
la autoridad, y cada ciudadano, considerado aisladamente,
era sbdito cori relacion ella.
El Estado desaparece all donde ninguna persona con-
serva la autoridad, en donde los gobernados niegan la obe-
diencia poltica, en donde cada uno hace lo que quiere, en
donde reina la anarqua. Pero sta, corno toda negacion, no
puede ser duradera: de ella surge muy pronto un nuevo go-
bierno grosero, desptico quiz, que obliga la obediencia y
restablece la indispensable distincion. Al rechazarla, los
comunistas niegan la necesidad del Estado, no habiendo
podido establecer en ninguna parte su simple lazo de aso-
ciacion que, segun ellos, debe reemplazar al Estado, y si al-
guna vez lograsen arrastrar las masas sus quimeras,
seria para que cayeran muy pronto, por la lgica de los he-
chos, en poder de un dspota. De ello es prueba el ejemplo de
los comunistas religiosos del siglo XVI, de los anabaptistas_
Segun una idea antigua de los pueblos eslavos, slo la
unanimidad es la expresion de la voluntad comun, y por lo
tanto, la suprema decision no corresponde ni la mayora
ni ninguna otra autoridad particular. Este principio es casi
inaplicable un en un pueblo pequeo en donde todos los
ciudadanos se reunen fcilmente, y no es un principio de
Estado, porque ste ha de poder vencer la resistencia de al-
gunos.
u;
5. El Estado no es un instrumento sin vida, una maqui-
na muerta, sino un sr vivo, y por consiguiente orgnico;
idea que no ha sido siempre comprendida. Los pueblos po-
lticos tenan de ella una nocion que se expresaba conscien-
temente en su lengua; pero que la ciencia ha ignorado du-
t'ante mucho tiempo y todava ignoran gran ntImero de pu-
blicistas. A la escuela histrica alemana pertenece princi-
palmente la gloria de haber reconocido la naturaleza or-
gnica de la nacion y del Estado, rechazando esos sistemas
que olvidan el todo por el individuo, tales como la coficep-
cion del Estado matemtico y mecnico y el mtodo atomis-
tico. Un cuadro, una estatua no son meras acumulaciones
de gotas de aceite coloreadas' una reunion de trozos de
mrmol; el hombre no es la simple suma de clulas y de
gotas de sangre; y de la misma manera, la nacion no es so-
lamente la suma de ciudadanos, ni el Estado la simple acu-
mulacion de instituciones externas.
Indudablemente que el Estado no es una produccion de
la naturaleza, ni por lo tanto, un organismo natural; es la
obra indirecta del hombre. Halla en la naturaleza humana
condiciones de desarrollo y formacion, y bajo este punto de
vista se puede decir que tiene un fundamento natural; pero
la naturaleza ha dejado al hombre el cuidado de poner por
obra y de realizar estas disposiciones, y bajo este otro pun-
to de vista, el Estado es un resultado de la actividad huma-
na, y en sus manifestaciones no hace ms que imitar los
organismos .naturales.
As, cuando decimos que el Estado es un organismo, no
pensamos ni en la actividad, por la cual buscan su alimento
las plantas los animales, apoderndose de l y asimiln-
doselo, ni en su manera de reproducirse, sino que preten-
demos solamente determinar las siguientes analogas:
L a Todo organismo es la union de elementos corpreo-
-materiales, y de fuerzas vitales animadas, en una palabra,
de un cuerpo y un alma.
2.a El sr orgnico forma un todo provisto de miembros
que tienen sus funciones y sus facultades, y satisfacen las
varias necesidades de la vida del todo.
3. a Un organismo se desarrolla de dentro fuera y tiene
un crecimiento externo.
La naturaleza orgnica. del Estado se demuestra bajo tres
puntos de vista.:
-- 17
1. En todo Estado existe un cuerpo y un espritu, una
voluntad y rganos activos, enlazados necesariamente en
una misma vida. Este espritu y esta voluntad del Estado
no son otra cosa que el espritu uno y la voluntad una de la
nacion, diferentes de la simple suma de voluntades y de in-
teligencias de los individuos. El cuerpo del Estado es la for-
ma externa de la vida del conjunto, la constitucion, con sus
rganos que representan el todo y expresan por medio de la
ley la voluntad del Estado; con su jefe que gobierna, sus
funcionarios que administran, sus tribunales que juzgan,
sus instituciones tutelares para los intereses generales de
l civilizacion y de la economa, y su ejrcito que representa
su fuerza. Espritu, carcter y forma varan como en los in-
dividuos, y los progresos de la humanidad se fundan en la
generosa emulacion de los pueblos y de los Estados.
2. La constitucion del Estado representa igualmente un.
agregado de miembros. Toda funcion, toda asamblea pbli-
ca es un miembro que tiene atribuciones propias. La funcion
no es simplemente la parte de una mquina ni la accion es
puramente mecnica, sino que tiene un carcter inteligente
y se acomoda las necesidades de la vida pblica. Sirvien-
do sta, el rgano es Cambien vivo, y si la vida le aban-
don, si su accion no es ya ms que un formalismo mate-
rial, mecnico inmutable, es que ha degenerado y se ha
corrompido, y que el Estado, convertido en mquina, mar-
cha su ruina.
La misma funcion encierra un principio moral, un alma.
Cada funcion tiene su espritu, y este espritu egerce su in-
fluencia sobre el funcionario que se vale de ella como el in-
dividuo del cuerpo. Un hombre, por insignificante que fue-
ra, se elevaba y engrandeca por la alta magestad, por la
plena soberana del Consulado romano. Las funciones del
Juez son tan santas, tan admirablemente consagradas la
justicia, que dan con frecuencia al hombre dbil valor in-
dependencia. Evidentemente que el espritu no trasforma al
funcionario; ste no se penetra de aquel hasta tal punto que
todos sus actos respondan l; pero siempre sentir una
influencia psicolgica. Una inteligencia clara ve el alma
la funcion, y siente que esta alma ha entrado momentnea-.
mente en una relacion extrecha, en una union ntima con
su propia i ndividualidad, permaneciendo distinta y debien-
do sobrevivir su, persona.
III.UNTSCIILL-TOMO I. 3
18
los Estados tienen un desarrollo, un
' Las Na.ciones y
cre cimiento propio. Cuntanse por siglos las pocas de su
vida, que exceden con mucho las de la vida humana: cada
una de ellas tiene tambien su carcter particular; . el de la
infancia de la nacion es diferente del de su edad madura, y
el hombre de Estado debe de tener en cuenta esto para hacer
dar cada cosa eri su tiempo. Mas no por esto deja de pre-
senta se la historia de una nacion como un todo bien en-
lazado.
Una importante diferencia separa, sin embargo, en este
punto al Estado y sus instituciones de los sres orgnicos
naturales. La vida de los animales y de las plantas tiene
sus etapas y perodos regulares: la del Estado es ms agi-
tada; pues circunstancias externas, una mano poderosa
violenta, y el oleaje de las pasiones, turban con frecuencia
su marcha normal, interrumpen precipitan la vida, y
veces la destruyen por completo. Pero estas excepciones no
alteran la regla, 'y son ms raras y mnos importantes
de lo que las consideran los que se hallan bajo la influencia
de los acontecimientos contemporneos, si bien demuestran
que no deben olvidarse los efectos de la accion individual y
libre para no ver en el Estado ms que un crecimiento na-
tural.
6. Al propio tiempo que nos aclara la naturaleza org-
nica del Estado, mustranos la historia la gran superioridad
de este especial organismo, moral inteligente, inmenso
cuerpo que recibe los sentimientos y las ideas de una na-
clon, las expresa en forma de leyes y las realiza en hechos.
Al mismo tiempo nos da conocer las cualidades morales
y el carcter de cada Estado, y concede , cada cual una
personalidad dotada de un cuerpo y un alma, que tiene su
voluntad propia y la manifiesta.
La gloria y el honor del Estado reaniman y ensanchan
el corazon de sus hijos, y los espritus ms elevados han
expuesto su fortuna y su vida por defender los derechos, la
libertad y la independencia de aquel organismo. El hombre
honrado mira como el primero de sus deberes aumentar el
prestigio, el poder y la felicidad -del Estado, cuyos sufri-
mientos y alegras le apuran regocijan. Si no tuviera el
Estado esta alta personalidad moral, no se comprendera la
idea tan grande y tan querida de la patria.
El reconocimiento de esta personalidad es tan importan-
19
te en el derecho pblico corno en el derecho de gentes y en el
privado.
En el lenguaje jurdico, una persona es un ser dotado de
voluntad, el cual puede adquirir derechos, crearlos y tener-
los. El Estado es, pues, la persona pblico-jurdica por exce-
lencia, y toda su constitucion tiende permitirle desarrollar
y realizar su voluntad, diferente de la individual y distinta
Cambien de la suma de voluntades individuales.
La personalidad del Estado no es, sin embargo, recono-
cida ms que en los pueblos libres, y no alcanza sus plenos
efectos sino en el Estado civilizado comprende una na-
cion. En la infancia de las sociedades, unicamente el prnci-
pe desemperia un papel importante; slo l es una persona,
y el Estado no es ms que la esfera en que su poder se des-
arrolla.
Lo mismo sucede con el carcter masculino que se reco-
noce en el Estado moderno, en oposicion al carcter femeni-
no de la Iglesia. Una comunidad religiosa puede tener todos
los caractres del Estado; sin embargo, nunca ser, un Esta-
do, ni pretender serlo, porque no se gobierna por s' cons-
eja y virilmente, ni se apodera con libertad de las cosas de
la vida externa, sino que slo desea servir Dios y cumplir
sus deberes religiosos.
Resumiendo estos caracteres histricos, podemos for-
mular la nocion general del Estado de la siguiente manera:
El Estado es una reunion de hombres, que forman una per-,
socia orgnica y moral en un determinado territorio, dividi-
dos en gobernantes y gobernados, ms brevemente: El
Estado es la persona polticamente organizada. de la nacion
en. un pas determinado.

OssEnvAcroNEs.---Los Griegos llamaban 7-co?,cs" lo mismo la ciu-


dad que al Estado, indicando as que, para ellos, la primera es la
base del segundo, lo limita y lo determina. Su expresion civitas,
refiere lo mismo los habitantes de una ciudad que al germen del
Estado; pero personifica mejor este ltimo y comprende ms h3-
cil mente grandes masas de hombres. La civilizacion, voz deriva-
da del nombre dado al Estado, corresponde p; . cticamente L
realizacion y desenvolvimiento de ste y prueba su alta significa
clon moral.
La e xpresion res pblica es aun ms elevada bajo cierto punto
de vista, al menos cuando no se aplica simplemente al vecindario
' le una ciudad , sino una nacion (res populi) y se refiere al bien
20
pblico. Para los antiguos, esa expresion no excluy la monar-
qua; pero no era aplicable las formas despticas.
La palabra Estado ha prevalecido en las lenguas modernas, no
slo entre los pueblos latinos sino tambien entre los germanos, y
aunque insignificante en s, ha, llegado ser la expresion ms ge--
neral, la ms libre de con sideraciones accesorias, la menos suje-
ta equvocos: indica ante todo el hecho, lo que es; pero aun este
mismo sentido desaparece, siendo el Estado, ms bien que la or--
ganizacion pblica la constitucion existente (rr.o),craz), el ser mo-
ral que sobrevive una transformacin completa del gobierno.
Las dems expresiones modernas slo tienen un sentido limi-
tado. La magnfica palabra Reich, no conviene ms que . grandes
Estados organizados monrquicamente, comprendiendo muchos,
pases constituidos su vez de una manera independiente, y tiene,
analoga con la expresion romana imperium que se refiere al.
mismo tiempo al poder imperial. La palabra Land es menos ex-
tensa; designa el territorio; pero se aplica tambien al Estado que
reina sobre l, siendo la opuesta natural de la palabra griega ()lis
puesto que aquella funda el Estado en la campia, mientras que
sta lo hace derivar de la ciudad.
El hermoso nombre de patria es ms estrecho todava, por su
relacion con el individuo; pero se ha elevado y espiritualizado por.
la idea de los lazos personales y hereditarios que unen al hombre
al pas. Bajo este nombre se expresa ,con tanto sentimiento como,
claridad el amor y la piedad del ciudadano la grande y viva uni-
dad del Estado, al cual est pronto sacrificar su vida (1).
En mis Estudios psicolgicos he demostrado de una manera ms
inmediata el carcter masculino del Estado. La expresion france-
sa: El Estado es el hombre, no significa solamente que aqul sea el
hombre en general, sino tambien que representa la naturaleza
masculina, y la Iglesia la femenina.

(1) Euripides en los Fenicios; POLINICE. Madre, quin ser el hombre que pueda
dejar de amar su patria? El que la niega, se burla abusa de las palabras, y su
alma se halla donde l no est.Schiller, en Guillermo Tell, ATTINGHAUSEN.
;Ah! nio, no abandones jams tu patriaen ella encontrars tu fuerza, tu ale-
gra y b i enestar;de su seno bendito, en su tierra fertiles de donde las tiernas ra-
mas de tu fragil t roncosacarn su salud, vigor y lozaniaAll en pas extranjero
lejo s de su dulce asilo,---te encontrars aislado,slo y triste en el fondo de tu alma._
21

CAPITULO II.

LA IDEA HUMANA DEL ESTADO.EL ESTADO UNIVERSAL.

Satisfara plenamente al espritu humano la nocion del


.Estado tal como resulta de la historia? Cuando la escuela
histrica ha dicho que el Estado es el cuerpo de la comuni-
dad nacional, se ha dado por satisfecha, porque para ellos
aquel se deriva de la naturaleza y de las necesidades del
pueblo, y se halla limitado al pueblo.
La escuela filosfica no podra contentarse tan fcil-
mente. Buscando la razon esencial de las cosas, halla en la
naturaleza humana el fUndamento y la necesidad del Es-
tado. Aristteles expresaba ya esta fecunda verdad, di-
ciendo: El hombre es por naturaleza un ser poltico (cpucrel
oxIntzov /w0v). El estudio de los diversos Estados nos ha-
ce descubrir ademas los mismos rganos esenciales en
los pueblos ms diferentes. En todas partes encontramos
.un carcter comun humano, en presencia del cual parecen
variaciones de un solo tema permanente las particulares
formas nacionales. La nacion no es una concepcion subsis-
tente por s independiente, sino que se refiere por una ne-
cesidad intrnseca la idea ms alta de la humanidad, de
la que son miembros las naciones. Cmo fundar el Estado
sobrela nacion sin tener en cuenta la ms extensa comuni-
dad que sta se halla subordinada? Y si la humanidad es
verdaderamente un todo nico, si se halla animada del
mismo espritu general, cmo haba de prescindir de rea-
lizar corporalmente su ser propio, de dar un cuerpo su
espritu, es decir, de constituirse en Estado?
As pues, los Estados limitados una nacion no tienen
mas que una verdad y un valor relativos, y el pensador
no v en ellos la realizacion de la idea ms elevada del
Estado. Para aqul, el Estado es un organismo humano,
una persona humana; el espritu que le anima es el de la
`humanidad , y la humanidad toda debe ser su cuerpo,
22
porque el espritu necesita un cuerpo proporcionado. Un
alma humana no podra vivir sino en un cuerpo humano,
1 del
y el - Estado debe imitar al del hombre. El Estado per fec-
to y la humanidad corporal y visible son, pues, ideas sin-
nimas. El Estado imperio universal es por lo tanto el ideal
de la humanidad.
El hombre como individuo y la humanidad como con-
junto son los dos polos originales y perptuos de la crea-
cion, descansando en ellos en ltimo anlisis la distincion
entre el derecho pblico y el privado. La conciencia de
la humanidad hllase todava oscurecida en parte por la.
ignorancia; extraviase de mil maneras, y no se ha manifes-
tado en toda su claridad, ni convertido en unnime as-
piracion de la voluntad, por lo que la humanidad no ha po-
dido todava desarrollar su existencia orgnica: slo los
siglos futuros vern la realizacion del Estado universal.
Y sin embargo, la historia del pasado nos ofrece ya de vez
en cuando algunas de esas grandes tentativas de organiza-
cion general de la vida de los pueblos; pero la Europa ci-
vilizada de los tiempos modernos atiende ms directamente
la realizacion de este elevado fin.
Aunque han fracasado las tentativas hechas hasta hoy,
no por esto hemos de considerar el fin irrealizable. La Igle-
sia cristiana abriga tambien la esperanza de abrazar un
dia la humanidad toda, y si aun no ha logrado realizar
esta aspiracion,. quin se atrever sin embargo decir que
no lo lograr jams? La Iglesia cristiana no puede olvi-
dar esta esperanza, as como la poltica humana, no pue-
de abandonar su tendencia organizar la humanidad. A la
idea de la Iglesia universal corresponde en la poltica la
idea del Estado universal.
La historia misma, estudiada imparcialmente, indica
los medios que pueden conducir al fin, y nos previene con-
tra los errores de un celo temerario y de realizaciones pre-
maturas.
Cada grande poca nos ofrece una tentativa, desde el dia
en que, en Europa, tuvo el hombre verdadera conciencia.
del Estado.
Comenz esta srie de tentativas 'Alejandro Magno (1),

(1) llex terrarum omnium, Justin,XII,16.Laurent, Historia aet


derecho de gentes, A; S. 262.
---- 23 --
quien di al mundo un smbolo de su pensamiento en el ma-
trimonio de las cien parejas Susa, queriendo unir el es-
pritu varnil de los Helenos al afeminado sensualismo de
los asiticos. El Occidente y el Oriente iban unirse y en-
lazarse, y de la fusion de las dos razas en amoroso con-
cierto, deba surgir la nueva 'humanidad ya satisfecha, y
esparcirse por este inmenso imperio, nico, divino y hu-
mano la vez. El mismo Alejandro anunciaba la cultura de
los siglos posteriores: Los grmenes de la civilizacion
griega van desarrollarse esplendidamente en el abierto
suelo del Asia. Esta primera tentativa del gnio no tuvo
xito muy duradero: despees de la muerte de Alejandro, el.
edificio fundado por l vino tierra sin esperanzas de re-
constitucion, lo cual no puede atribuirse nicamente la
muerte prematura del primero y atrevido fundador del im-
perio del mundo. La fusion de los dos elementos contrarios
estaba muy poco conforme con la naturaleza de las cosas:
la misma idea de la union no era aun conocida.
La fusion estravi las ideas polticas. La concepcion hu-
mana que los Helens tenan del Estado, no poda avenirse
con las opiniones religiosas de los Persas sobre la divinidad
del imperio: la monarqua de los Griegos no poda ser al
mismo tiempo una teocracia asitica. Los orientales creia,n
sin dificultad que Alejandro era hijo del ms poderoso de
los dioses: los europeos por el contrario sentan gran re-
pugnancia al verse obligados tributar honores divinos
un dspota humana.
Los mismos pueblos se apartaron de este camino. La.
ciencia griega libr, sin duda, al mundo oriental de los ex-
trechos y severos lazs de sus ideas poltico-religiosas;
pero disolvi el antiguo mundo ntes de crear uno nuevo. La
divinizacion del hombre disminuy el respeto hcia los an-
tiguos dioses, y los Griegos, entregndose al desenfreno de
las costumbres, concluyeron de enervar al Oriente.
Ms afortunada fu la tentativa de los Romanos, quienes
realizaron el imperio universal. Roma se senta llamada
extender a todo el mundo su concepcion del Estado y su
do minacion: con su carcter varonil indomable fuerza
sometio todos los pueblos, y su derecho instituciones,
t an firmes como la roca, descansaban ya sobre bases sli-
das en las tres partes del globo, habiendo legado como he-
enHa . la posteridad la idea del imperio el ms grande (-1(-
--- --
j
Romanos, julio Csar, quien di a esta idea tal autoridad
qu' e traspas los lmites de la nacion y abraz al mundo.
La obra de los Romanos es juzgada por s misma: no se
h aba fu ndado como la de Alejandro, porla mezcla de pueblos,
sino en la naturaleza superior de uno de ellos que quera im-
primir a los otros su carcter nacional, es decir, romanizar-
los, lo cual fu su grande error, porque ningun pueblo es
bastante poderoso para subyugar la humanidad entera y
someter los dems su dominio. Roma vino estrellarse
contra la naciente nacionalidad germnica que, despues de
muchos siglos de lucha , hizo sucumbir la seora del
inundo.
Desde entnces no brill con tanta claridad en el horizon-
te poltico la idea del Estado universal; jams: fu
abandonada. La Edad Media intent tambien realizarla su
manera en la monarqua francesa y despues en el imperio
romano-germnico, en proporciones ms modestas es cier-
to, pero no sin notable progreso en los principios. No retra-
taba ya de constituir un imperio nico, omnipotente y abso-
1 uto, que dominase en todas partes las manifestaciones de la
vida con-iun, puesto que en este tiempo haba sido ya revela-
da por el cristianismo la gran distincion entre la Iglesia y el
Estado, tan fecunda en resultados provechosos. Este renun-
ciaba reinar por sus leyes sobre las conciencias; encon-
traba fuera de la esfera, de su accion una comunidad reli-
giosa que tena en s un principio de vida, un cuerpo visible,
una existencia distinta independiente, la cual comunidad
limitaba su poder, vindose obligado abandonar la
Iglesia la direccion de la vida religiosa. Es verdad que no
fueron entnces claramente determinadas las relaciones
entre la iglesia y el Estado; pero al mnos la libertad de la
f religiosa y los homenajes que se tributaban , la divini-
dad quedaron salvo de la arbitrariedad del prncipe, de
quien ya no dependa la autoridad del cristianismo.
El grande imperio cristiano no deba ya destruir los pue-
blos, sino ofrecerles todos paz y justicia, y el emperador
romano de la Edad. Media no era el seor absoluto de las na-
eiones i sino el justo protector de su derecho y de su liber-
tad. La idea del emperador se haba purificado y entusias-
maba un hombre de Estado como Federico II (1), y .

(1) Friderici Constt. Regni Siculi, I, 30: Opportet Cesarem foro


25
un pensador como Dante (1). El imperio de la Edad Media
abrazaba un nmero considerable de Estados unidos en un
rden comun, sometidos en la forma al emperador, pero in-
dependientes en todas las relaciones esenciales, con una
vida y una voluntad propia. Tambien hall favor y protec-
cion el principio de la diversidad de los pueblos y de las ra-
zas, lo cual era en s un progreso; pero, seguido con dema-
siado exclusivismo, ' condujo la disolucion, destruyendo la
unidad. La diferencia de nacionalidades y la oposicion de
lenguas dividi bien pronto en dos partes la monarqua de
lOs Francos: Francia y Alemania; y luego, constituido d-
- bilmente el imperio romano de Alemania, no pudo opo-
nerse la elevacion de los prncipes y de los seores feu-
dales. La autoridad central careca de una base slida; la
de los seores lleg ser ms fuerte que ella, y el imperio
s e disloc, fracasando de nuevo la tentativa, pero no sin de-
jar importantes enseanzas.
Lleg su vez suscitar el pensamiento de monarqua uni-
versal, momentneamente abandonado, Napoleon I, quien
evit las faltas cometidas en la Edad Media, haciendo que el
poder central fuera enrgico hiciera sentir su accion en
todas 'partes; pero no tuvo en cuenta los verdaderos pro-
gresos de esta poca, y despreciando .las nacionalidades ex-
tranjeras, emprendi el camino recorrido por los Romanos.
Su plan era formar un vasto Estado internacional, cuyos
miembros fueran los diversos pueblos y cuyo imperio per-
teneciera Francia con la heguemona entre todas las fa-
milias 'de Europa. Mas en vano trat de realizar en la vida
de un hombre lo que haba costado siglos los Romanos.
Es cierto, que sus proyectos no se estrellaron contra la tia-
cion alemana que, desconfiando de su antiguo poder y des-
contenta de su situacion interior, se someti las armas
napolenicas, sufriendo su pesar la supremacia de Fran-
cia: los dos principales Estados alemanes, la creciente
Prusia y el Austria formada de diversos pueblos, temiendo
la tina por su existencia y revestida la otra de la majestad

justicies patrem et filium, dominum et ministrum: patrem et dominurn


in edendo justitiarn, et editam conservando; sic et in venerando justi-
ciam sit filius. et in ipsius copiara ministrando, minister.
(1) Su obra de Monarehia glorifica al imperio, y con su Divina Co-
media honra al Emperador como la cima del rden divino del inundo.
CCM) p. Wegele: Vie et de Dante. Jena, 1852.
26
imperial, luchaban solas en aquellos peligrosos combates y
sucumbieron al gran general y hbil poltico. Pero Inglate-
rra , en quien el sentimiento nacional histrico se una
las' ideas germnicas de libertad, fu invencible en su resis-
tencia, y los Rusos, la sazon semibrbaros, se retiraron
vencidos, pero no subyugados, sus estepas, viniendo ense-
guida, los desastres para Napoleon, que fu derrotado por la
Europa coaligada de nuevo. La idea napolenica fracas por
las mismas causas que el pensamiento romano: las nacio-
nes no estaban tranquilas ni satisfechas con el nuevo rden
de cosas, y Francia no era bastante fuerte para someterlas
de una manera durable.
Pero el tiempo contina invenciblemente su obra de apro-
ximacion de las nacionalidades, despertando cada vez ms
la conciencia universal hacia la conmunidad humana y
preparando as de una manera natural la organizacion ge-
neral del mundo. No es efecto de la casualidad el que los
descubrimientos modernos y las numerosas vas de comu-
nicacion hayan venido servir directamente al fin, y el que
la ciencia contempornea siga el mismo impulso; sino que
la separacion de los obstculos; la supresion de las barre-
ras internacionales son ms bien la obra de la humanidad
entera que la de las naciones aisladas. Las perturbaciones
acaecidas en un solo Estado europeo son consideradas ya
por los otros tom un mal propio; lo que sucede en un ex-
1 remo de Europa excita el inters general hasta en el otro,
extremo, y, en fin, el espritu europeo dirige sus miradas
hacia el mundo entero, y la raza arya se considera predesti-
nada a ordenarlo.
Aun no se ha puesto por obra este gran pensamiento, y
sin embargo, antes se echa de mnos hoy la madurez de
espritu que el poder y la voluntad. La familia europea co-
noce su superioridad; pero aun no est bastante segura de
s misma y de las relaciones de sus miembros. Cuando es-
tas relaciones y los caracteres esenciales de la humanidad
sean mejor comprendidos y cuando los pueblos se hallen
preparados entender la luminosa palabra que los explica,
entnces se alcanzar el definitivo resultado.
Hasta esa poca el imperio universal ser un ideal per-
seguido por muchos, irrealizable para todos; pero la cien-
cia poltica no debe olvidar este ideal cuya realizacion per-
tenece al porvenir. Slo en el imperio universal hallaremos
27 ---
el tipo perfecto del Estado y asegurado el respeto al derecno
de gentes en su ms elevada forma. Los Estados particula-
res son al imperio universal lo que los pueblos la huma-
nidad de que forman parte: miembros del grande imperio,
hallarn en l su complemento y satisfaccion como los
miembros en el cuerpo. El imperio universal no aspira
oprimir, sino proteger la paz de los Estados y la libertad
de los pueblos.
As, pues, el Estado en su ms elevada frmula, aunque
no realizado todava, es la humanidad organizada, la hu-
manidad en los elementos varoniles, no en sus formas fe-
meninas: el Estado es el hombre (reir).
OBSERVACIONES.-I. Un hombre de gran sentido, uno de los que
ms han amado la humanidad, el vaudense (Suiza) Vinet, teme
que el Estado humano absorba todas las manifestaciones de la vi-
da humana, suprima la libertad individual, y ejerza sobre las con-
ciencias y sobre la ciencia una insoportable tirana (Vinet, El in-
dividualismay el socialismo).
Pero precisemos nuestro pensamiento:
El Estado no es la sola comunidad humana, ni la nica forma
corporal de la hirmanida;d. Tambien la Iglesia, en sus formas ter-
restres y visibles, es una comunidad universal, uno de los cuerpos
de la humanidad misma; y por lo tanto, reconocemos que el poder
poltico del Estado no determina la vida religiosa del hombre, y
que la libertad de la conciencia y de la f no debe ser puesta en
peligro por dicho Estado.
La naturaleza humana de ste no lleva consigo un poder abso-
luto sobre el individuo. En cada hombre debemos distinguir dos
naturalezas, una particular y otra comun, y por lo tanto, el indi-
viduo como tal, no pertenece enteramente ni la comunidad de
los hombres, ni la tierra, ni por consiguiente al Estado, comu-
nidad de vida terrestre. Este no tiene por base la naturaleza hu-
mana en las diversas manifestaciones de los muchos millones de
individuos, sino lo que hay de comun en todos ellos: as pues, la
autoridad del Estado no traspasa las exigencias de los intereses
comunes, de la existencia relacionada, de la vida social, en fin, y
cuando invade la libre esfera del individuo, carece de fuerza para
hacer prevalecer su voluntad, porque no puede encadenar el esp-
ritu ni matar el alma.
.2. M. Laurent (Historia del Derecho de gentes, 1, pg. :39 y si-
guientes), se pronuncia contra el Estado universal, haciendo estas
objeciones:
a) Estl mormrquia universal sera incompatible con la sobe-
irania de bis Estados.
28
b) Los individuos, personas naturales, difieren mucho de los
Estados, personas artificiales: los unos son agitados por sus vi-
cios, por sus malas pasiones; los otros son seres morales perfec-
tos. As, para que los primeros puedan vivir unidos es necesaria
la accion incesante del poder del Estado, cosa que no sucede sino
rara vez con los segundos.
c) El individuo es dbil y es necesario que se someta al Esta_
do; stos son fuertes y no reconocen un poder superior ellos.
d) Si el Estado universal es bastante poderoso para imponer
su voluntad los Estados particulares, ahogar con su omnipo-
tencia el derecho y la libertad, porque ste no puede subsistir all
donde la resistencia es imposible.
e) El Estado particular es necesario para el desarrollo de los
individuos, cuyo fin cumple; luego es intil el Estado universal,
forma que es ademas peligrosa para el progreso de las naciones.
Estas razones expuestas por mi respetable amigo, no me han
convencido: ellas se puede contestar diciendo:
a) Que el Estado universal puede concebirse lo mismo bajo la
forma monrquica que bajo la republicana, ora cmo Directorio (me e
refiero la Pentarquia de Europa), ora como Confederacion Union,
y no es necesario atribuirle un poder absoluto. La coexistencia de
los otros Estados necesita asimismo una division de competen-
cias, una de las cuales se limitar los intereses generales del
inundo (conservacion de la paz universal, proteccion del comercio
de los pueblos), y, en general, la actual esfera del derecho de gen-
tes, de lo que nos ofrece un modelo el Estado confederado impe-
rio confederado, en donde hay, por una parte, una legislacion, un
gobierno y una jurisprudencia comun para los intereses genera-
les, sin que por otra deje de ser reconocida en la esfera de los in-
tereses particulares la soberana de cada Estado.
b) Las naciones como los individuos tienen sus defectos y sus
pasiones, y si no existiese el derecho de gentes, las dbiles seran
atropelladas por las fuertes. Esta es la razon de ser del derecho de
gentes y al mismo tiempo del Estado universal.
e) La fuerza de los Estados particulares es la mejor garanta
contra la opresion de aquel; pero al propio tiempo ninguno de
ellos sera bastante fuerte para atreverse luchar contra todos
los pueblos coaligados, no siendo por lo tanto posibles las guerras
sino por el l evantamiento de varios Estados partidos: en los de-
mas casos la guerra no ser ms que la ejecucion de la jurispru-
dencia general y del derecho universal. El- mejor sistema de go-
bierno no nos pone por completo al abrigo de las guerras civiles;
Ino deberamos en su virtud desear una organizacion internacio-
nal ms fuerte que las haga menos frecuentes? Adems, , el
- dere-
cho no llegar jams al ideal del bien, no haciendo otra cosa que
aproximarse l ms menos.
29
d) El Estado universal ser siempre mucho menos poderoso,
enfrente de los Estados particulares, que estos lo son respecto al
individuo, y sin embargo, el Estado actual, lejos de ponerla en peli_
gro, protege la libertad de los ciudadanos.
e) No todas las ;necesidades del hombre hallan plena satisfac-
clon en el Estado actual. Hay intereses cosmopolitas, intectuales
y materiales (ciencia del mundo, literatura del mando, comercio
'del mundo), que no pueden ser completamente satisfechos sino en
el Estado universal: la historia de Europa y de Amrica nos de-
muestra bien las claras cun poco asegurados estn aun los de-
rechos de pueblos enteros.
M. Laurent funda con razon el derecho de gentes en la unidad
humana, que para l es slo interna. Pero no exigen la lgica y
la psicologa que la fuerza interna tenga una accion exterior? Si
la humanidad es en si un solo ser, se presentara en su completo
desarrollo corno una persona nica; luego la organizacion del
mundo forma precisamente el Estado universal.
La mayor parte de mis contemporneos dicen que esto es una
quimera, ms no por ello dejar de expresar y motivar mi convic
don. Las generaciones futuras, quiz despues de muchos siglos,
decidirn la controversia.
30

CAPITULO III.

HISTORIA DEL DESARROLLO DE LA IDEA DEL ESTADO.

I.E1 mundo Antiguo.


1

A. La idea del Estado entre los Helenos.La ciencia del


Estado no comienza verdaderamente sino en Grecia, en
donde el espritu humano, teniendo conciencia de s mismo,
se manifiesta por primera vez en las artes, en la filosofa y
1
en la poltica.
Pequeo era el territorio, limitado el poder; pero la idea
griega del Estado era ms extensa y comprensiva y ms
nobles y elevadas las frmulas de sus pensadores, quienes
fundaban el Estado en la naturaleza humana, considerando
que slo en ste puede alcanzar el hombre su perfeccion y
encontrar satisfaccion plena. Para ellos el Estado es el r-
den moral del mundo, en el cual cumple el hombre sus
destinos.
Segun la bella , expresion de Platon. (Rep., V): El Es-
tado es tanto mejor cuanto ms se aproxima al hombre en
su orgaiiizacion. Si sufre una parte cualquiera del cuerpo
del Estado, el todo se resiente y sufre goza con la parte
afectada. El .filsofo griego no ha seguido en todas sus
consecuencias esta fecunda idea; pero ya es un gran mrito
el haberla formulado.
Para l, el Estado es la ms alta revelacion de la virtud
del hombre, la armnica representacion de las fuerzas del
alma humana, la humanidad perfecta. Nuestra alma se
compone de una fuerza intelectual conseja de s (la razon),
de valor varonil y de sensuales deseos, debiendo los dos
primeros dominar a los ltimos: de la misma manera, en
el ideal platnico del Estado, corresponde los sabios go-
bernar, los guerreros proteger, y las clases comercian-
tes y las que ejercen profesiones mecnicas . obedecer;
31 --
pero la justicia debe regular todas las relaciones, cada una
segun su naturaleza.
Aristteles, quien admiramos tanto ms cada dia
cuanto ms estudiamos sus sucesores, se deja llevar
mnos por los vuelos de la fantasa, examina ms profun-
damente la realidad y reconoce con mayor exactitud las
necesidades del hombre. Platon rompe por completo los
lazos de familia en las clases superiores de sabios y guer-
reros, los cuales deben vivir slo para el Estado, y recla-
ma para ellos la comunidad de mujeres y de fortunas:
Aristteles, por el contrario, conserva intactas las grandes
instituciones del matrimonio, de la familia y de la propie-
dad privada. Para ste, el Estado es la comunidad de fami-
lias y de pueblos (nacion y pas), con el fin de llegar una
.vida perfecta que satisfaga todas las necesidades senti-
das (1), y el hombre, un ser poltico por su propia natura-
leza: el Estado es, por lo tanto, un producto de la natura-
leza humana, y, fundado primero, dice, para la seguri-
dad de la vida comun, ha tenido luego por objeto el bienes-
tar de sus miembros (2).
Todas las tendencias, todos los esfuerzos comunes de
los Helenos en la religion y en el derecho, las costumbres y
la sociabilidad, el arte y la- ciencia, la propiedad y la agri-
cultura, el comercio y la industria, se encuentran y con-
funden en esta idea del Estado: slo en ste es el hombre
un ser jurdico; fuera de l no halla ni seguridad ni li-
bertad. El extranjero es un enemigo natural, y el enemigo
vencido es reducido , la esclavitud, porque hallndose ex-
cluido de la comunidad del Estado, se coloca en una situa-
clon de rebajamiento incompatible con la dignidad del
hombre.
El Estado griego, como en general el antiguo, tiene gran
fuerza, porque es considerado omnipotente: l lo es todo en
las diversas relaciones de la vida, y si el ciudadano es al-
go, dbelo ser miembro del Estado, del que depende sil
existencia y al cual se halla sometido. Si los Atenienses go-
zaban de la libertad de pensar, era porque Atenas amaba Ja

(1) Aristteles, Poi., III, 5, 14. lIcAts e Ti yz:v(10, y.9c1 5.1.0Eveovt a.


Tz ,Etptc,- xx't ccUT2C-,XOU. Comp. III, 1, 8.
(2) A ristteles, Pot., I; 1, 8, 9. II noXt-yevo:J.IvT p.sv ouv Tos Di v 59-1"v,
Gtica T r) s.
32
libertad, no porque reconociese derechos al individuo. Esta
ciudad libre hizo perecer Scrates, creyendo que ejercita-
ha un derecho. La independencia de la familia, la educacion
paterna y hasta la misma fidelidad conyugal, no se hallaban
cubierto de las usurpaciones del Estado griego, y mucho
mnos lo estaba la fortuna de los particulares. El Estado in-
tervena en todo, sin que la moral ni el derecho limitasen su
poder. Dispone del cuerpo y de las disposiciones intelectua-
les del ciudadano, le obliga aceptar los empleos y al servi-
cio militar; el individuo muere primero y luego resucita en
el Estado, por quien es como engendrado de nuevo para una
libre y noble vida. Si se hace abstraccion de la fuerza del h-
bito, el poder absoluto del Estado griego slo , es atempera-
do por la participacion de los ciudadanos en su ejercicio y
por el temor de estos de sufrir su vez el despotismo del
demos, cuyo temor es lo nico que evita las consecuencias
extremas de un comunismo pblico, tambien por las ex-
trechas relaciones de un pequeo pas que slo pone al ser-
-vicio de las pasiones dbiles medios y necesita contar siem-
pre con la fuerza de sus vecinos. Cada Estado griego no es
ms que una fraccion del pueblo heleno, una de sus ramas,
veces una parte de stas, y jams excede las proporcio-
nes de un municipio. Los Griegos daban un cuerpo raqu-
tico , su alta concepcion del Estado; la idea abraza la hu-
manidad y slo se realiza en las formas de la infancia, en
el estrecho circulo de un valle de una playa.
Los dos principales defectos de la nocion del Estado en-
tre los Griegos, tan humana y elevada por otra parte, son
una tendencia extrema la omnipotencia del Estado y la
impotencia en su realizacion formal.
B. La idea romana del Estado.Los Romanos, ms que
ningun otro pueblo de la antigedad clsica, han tenido la
concepcion del Estado y del derecho, y esto ms bien por su
carcter que por su gnio; as .se explica que su influencia
haya sido, en este punto, mucho mayor que la de los Griegos.
La idea romana se acerca mucho sin embargo la idea
griega. Ciceron, en sus obras polticas, ha tenido siempre
la vista los filsofos de Atenas, y las definiciones generales
del derecho y del Estado de los jurisconsultos romanos han
sido tomadas de los Griegos, sobre todo por los Esticos.
Ciceron considera tambien en el Estado la ms alta crea-
clon de la virtud (cirtus) del hombre. Jams se acerca el
33
hombre tanto la virtud de los dioses corno n la fundacion
y conservacion de los Estados (1),.
Compara al Estad' con hortibre, y su jefe con la in-
teligencia que gobierna al cuerpo' (2).
Sin embargo, la nocion rorna,n .a difiere de la nocion grie-
ga en doS puntos principales:
1. Distinguiendo el derecho de la . moral y precisando la
forma del primero, los RoManos hacen resaltar con ms
fuerza la natturalezajuridica (Rechtsnatur) del Estado, y li-
mitan su poder fortificndolo al mismo tiempo. Para ellos no
es ya el Estado el conjunto del rden moral del mundo, sino
ante todo el rden jurdico cornun (gerneinsarne Rechtsord-
nung), y dejan un ancho campo la libertad de las costum-
bres y la naturaleza religiosa del hombre. La familia ro-
mana es ms libre enfrente del Estado, la fortuna y el dere-
cho privados hllanse ms protegidos un contra los pode-
res pblicos. Es cierto que en Roma tambien la salud del
Estado es la suprema ley, los honores de los dioses son de-
terminados en nombre del Estado cuya voluntad nadie
resiste; pero el Estado romano ha puesto lmites su poder
y su accion.
2. Los Romanos tienen la idea de la nacion, y con ella
ponen en relacion orgnica la constitucion del Estado, que
para ellos es la nacion organizada, y la voluntad de sta, la
fuente de todo derecho (3). El Estado romano no es una
simple comunidad, sino que se eleva por encima de sta y
comprende una nacion (res-publica.Volksstat).
3. El Estado romano, en fin, hallase destinado abra-
zar el mundo, y toda la historia de este pueblo se halla ins-
pirada en esta gran idea. Al lado del derecho civil nace un
derecho de gentes ms humano; la ciudad eterna (urbs)

Ciceron, de Rep., I, 7: Neque est ulla res, in qua propius ad deo-


rum numen virtus accedat humana, quam civitates aut condesse novas,
aut conservare jam conditas.
(2) Ciceron, de Rep., III, 25: Sic regum, sic imperatorum, sic ma-
gistratura, sic patrum, sic populorum imperio civibus sociisque prat-
sunt, ut corporibus animus.
(:3) Ciceron, de Rep., I, 25: Est igitur, nquit (Seipio) Africanus, res-
publica, res populi: populus autem non omnis hominurn ccetus quoqua
molo congregatus, sed ccetus multitudinisiUriS consenso et utilitatis
communione sociatus I, 26: Civitas est con.stitutio Gajus,
fust., I, par. 1: Non quod quisque populus ipse sibi jus constituit, id
ipsirls propritun civitatis est, vocaturqueius eivile.
111.1,m , sultu.T0mo 1. 4
34 --
llega ser la capital del mundo (orbi8), el imperiu,m del Ma-
gistrado romano, el imperium, mundi, y el Senado romano
el de todos los pueblos y el de todos los reyes. La majestad
del pueblo romano se encarna, en fin, en la majestad del
imperio, y segun la arrogante expresion de Florus, la his-
toria de Roma llega ser la historia de la humanidad. Por
esta atrevida concepcion aventaja con mucho el Estado ro-
mano los Estados griegos, los cuales debieron inclinarse
ante su grandeza. Un imperio corporal y vivo dominaba al
antiguo mundo y slo los Germanos y los Persas le com-
batan todava.
35

CAPITULO IV.

II. La Edad Media.

Dos nuevos poderes vinieron trasformar destruir


el imperio universal de Roma: el cristianismo y los Ger-
manos.
A. El Cristianismo.La religion cristiana extendi su
imperio sobre las almas: su fundador no era un rey de este
mundo, y el Estado persigui y conden muerte al maes-
tro y sus discpulos. Si los primeros cristianos no eran
directamente hostiles al Estado, no les inspiraban sin em-
bargo, el rden ni los intereses de ste; y cuando se hizo la
paz entre el mundo cristiano y el greco-romano, la comuni-
dad religiosa, penetrada ya de su carcter espiritual, com-
prenda que no era una simple institucion del Estado. La
vida religiosa fu declarada independiente de ste, sin sus-
traerse en absoluto su influencia y sus cuidados. Mani-
festse el dualismo de una manera harto clara, y lleg ser
una limitacion del Estado, el cual continu siendo la comu-
nidad del derecho y de la poltica, pero de ningun modo la
de la religion ni la del culto.
Reprodjose en la esfera del dominio espiritual la anti-
gua idea romana del imperio universal, cuando la Iglesia
tuvo en el Papa un jefe visible independiente y en Roma
su centro y su capital. Aun en medio de su poder, no lleg
tampoco la Iglesia convertir al Estado en una de sus ins-
tituciones, ni fundar un nuevo imperio romano, nico,
universal y espiritual; pero los rayos de su brillante apari-
cion eclipsaron durante mucho tiempo la gloria de aqul.
Ella era el sol, y el Estado se asemejaba al astro que ilu-
mina la noche con prestada luz; el imperio de los cuerpos
deba ceder humildemente el primer puesto al imperio de
las almas (1); pero el dualismo qued reconocido, y por
consecuencia, salvada virtualmente la independencia del

(1) V. para ms detalles nuestra segunda parte.


36
Estado: El poder del Emperador, como el del Papa, proce-
den del mismo Dios, nico y verdadero seor del mun-
do (1).
Sin embargo, la doctrina triunfante de la Iglesia hizo
con frecuencia olvidar el valor moral del Estado, aplicando
la idea religiosa del antiguo Oriente, segun la cual, aqul
recibe su poder de Dios. Toda vida del espritu proceda de
la Iglesia, y el Estado, simplemente corporal, quedaba rele-
gado , una posicion inferior. La elevacion de la idea del
Estado por encima de la estrecha nacionalidad, no era bas-
tante compensacion, puesto que tampoco tena la mision de
ordenar y conducir la humanidad en el mundo externo.
El imperio romano se renov en las formas feudales;
pero su expresion mas respetada era la Iglesia que eclips-
al Santo Imperio romano del pueblo aleman.
B. Los Germanos.Las tribus guerreras de los Germa-
nos arrancaron sucesivamente al imperio sus provincias y
Roma sucumbi a su empuje. Durante la Edad Media los
Germanos gobernaron todo el occidente, recibieron de la
Iglesia la educacion cristiana, y sufrieron la influencia de
los restos de la cultura romana, establecindose en los tro-
nos de los prncipes, y en las fortalezas: en sus manos es-
taba el poder.
Los Germanos no tenan para el Estado la feliz disposi-
cion de los Romanos, y si se sometan a l era contra su
voluntad. La conciencia individual, altiva independiente
del Germano detena la marcha y el poder de la conciencia
general, sindole neces gria la educacion romana: y sin em-
bargo el Estado les debe grandes progresos, puesto que
fueron los primeros en destruir el absolutismo del Estado
romano y despertaron en la conciencia el espritu de la li-
bertad personal, 'de la asociacion y de 'los rdenes. Montes-
quieu v, con razon, en los bosques de Germania los gr-
menes de las instituciones parlamentarias, y nosotros en-
contramos los orgenes del Estado representativo en las
formas primitivas del poder de los reyes germanos, quien

(1) Hincmari., de Ordine Palatii, 5: Duo sunt, quibus prineipali-


termundus hic regitur, auctoritas sacra Pontificum, et Regalis potes
-tas.Schenp,I1:Diosad pte ralGobin
de la cristiandad: al Papa la potestad espiritual, al emperador la tem-
poral.
37 --
Tcito describe rodeados de, prncipes regionales, de jefes
militares y de la gran comunidad de hombres libres.
El Germano no hace derivar el derecho, inmediatamen-
te al mnos, de la voluntad de la.nacion: reivindica para s
un derecho innato que el Estado proteje, pero que no
crea, y que el individuo defiende contra todos, y an contra
el Estado mismo: rechaza enrgicamente la antigua idea de
que este lo sea todo; cambia las relaciones, la libertad indi-
vidual es su ms arraigada pasion, y si hace un sacrificio
parcial al Estado, es para conservar mejor el resto de sus
derechos.
El Estado germano deba, pues, respetar ms franca y
,ampliamente la independencia del derecho privado y la li-
bertad de la persona, de la familia y de la asociacion, de-
biendo, por lo 'tanto, el derecho pblico contenerse en los l-
mites que le marcara el privado.
Los Germanos no reconocan ni soportaban ningun po-
der pblico absoluto: el imperium romano les era descono-
cido; ntes de obedecer, queran deliberar y votar. Sus cla-
ses eran un poder poltico al cual deba unirse el rey para
hacer las leyes: la idea de la personalidad una del Estado
les era desconocida y casi ininteligible. Para ellos el Estado
se resuma en los individuos en los grupos de personas,
y lo vean directamente en el rey, en los magistrados que
dirigan los tribunales de justicia la asamblea del pueblo,
en los jefes de los cantones y en la comunidad. La idea de
la libertad animaba todo su organismo; la unidad era rela-
tivamente dbil entre ellos, pero muy fuerte la independen-
cia individual.
Esta modificacion de la idea y los progresos que encier-
ra, se mostraban mas en la prctica que en la teora, no ha-
biendo la sazon ninguna doctrina sobre el derecho pbli-
co germnico. La ciencia de la Edad Meda fu dominada
primero por la Iglesia y despues por las tradiciones de la
j urisprudencia romana y de la filosofa griega, hallndose
ya reminiscencias de estas fuentes en las antiguas leyes
populares. La ley de los Visigodos, por ejemplo, compara,
corno la literatura clsica, el cuerpo del Estado con el hom-
bre, al rey con la cabeza, y al pueblo con los miembros (1);

(1) Lex Visigoth., II, pg. 4. <Bone Deus conditor rerum disponens
38
pero esto no es ms que una simple figura de lenguaje sin
re fiexiva significacion y que no define de ningun modo el
Estado de la Edad Media.
Bajo otros aspectos se haba oscurecido la idea del Es-
tado, y esto independientemente de la Iglesia, que haba pro-
curado destruirla.
El .Estado de la Edad Media no era ya como en Roma la
simple organizacion del derecho pblico, y todas las insti-
tuciones se haban apropiado elementos del derecho priva-
do. La soberana haba llegado ser un bien de familia,.
una propiedad hereditaria y los deberes pblicos, una espe-
cie de servidumbres reales, carcter que revestan todo el
derecho feudal y todas las manifestaciones del Estado pa-
trimonial. Entre los Romanos el derecho pblico era el fun-
damento del bien pblico que se aspiraba; en la Edad Me-
dia el derecho feudal lleg ser el fin esencial del Estado y
se desatenda el bien pblico.
La idea de la nacion habla desaparecido igualmente por'
el fraccionamiento del poder y del territorio, por el derecho
de los feudos y por la oposicion de ls rdenes y de las di-
nastas. Del antiguo imperio romano no quedaba ms que-
una especie de union ideal de los pases cristianos del Occi-
dente, lazo de derecho internacional ms bien que de dere-
cho pblico, mantenido por la autoridad de los Papas y del
clero romano ms bien que por la del imperio.
En resmen, la nacion romana haba perdido mucho de
su claridad y energa; pero los tiempos haban aportado,
nuevos elementos de libertad y de progreso.
C. Influencia del Renacimiento. El recuerdo del antiguo
imperio nunca se extingui por completo, y Roma continu
siendo la capital intelectual de la Europa de Occidente. Los
Germanos y los reinos que fundaron en las provincias con-
quistadas recibieron de Roma su educacion y su religion,.
y se convirtieron y obedecieron la iglesia, que lleg .
ser el poder universal de la Edad Media. La Iglesia tom
mucho del antiguo Estado romano: instituciones, mtodos,.

humani corporis formara in sublime caput erexit, atque ex illo cunetas-


membrorum fibras exoriri decrevit. Hine est et peritorum medicorum
prweipua cura, ut ante capiti guara membris incipiant adhibere mede-
lam. Siegue in Statu et negotiis plebium ordinatio dirigenda, ut dum
sales competens prospicitur Regum, flda valentibns teneatur sal vatio
populorum.
39
costumbres, lengua y derecho: el antiguo imperio convir-
tise en imperio de los Papas, el Estado universal, en Igle-
sia universal. El emperador habla ejercido su poder por
medio de sus lugar-tenientes y funcionarios con el apoyo
del derecho romano y en nombre del pueblo romano, em-
pleando, cuando era necesaria la fuerza de las legiones; el
Papa, venerado en Roma, ejerci el suyo 'en nombre de Dios
y de la Iglesia por medio de los Obispos, con el auxilio del
derecho cannico, de la disciplina 'eclesistica y de sus nu-
merosas rdenes monsticas.
Sabemos hoy cunto diferan del antiguo imperio de
Roma y de Constantinopla el imperio romano de los reyes
francos y de los alemanes desde Othon el Grande. En la
Edad Media no se vea en estos sino la continuacion del an-
tiguo imperio, y el emperador de los Francos corno el de
los Alemanes eran considerados como los sucesores de los
Claudios, de los Antoninos y de los Constantinos: bien es
cierto que la nueva dignidad imperial se acercaba mucho
en la idea al mundo antiguo.
El descubrimiento del Corpus juris romani vino todava
dar mayor fuerza los recuerdos. Se le admir como una
revelacion del derecho humano universal, y se enseriaba en
Italia desde el siglo XII, habindose extendido bien pronto
1 su autoridad sobre toda la Europa de Occidente, en Francia
desde el siglo XIII, y en Alemania, con ms fuerza an, des-
de el XV. Era una fuente de derecho privado y quiz de de-
recho penal ms bien que de derecho pblico; pero en l se
hallaban tambien ciertas frmulas romanas, ciertas opi-
niones fundamentales sobre el Estado, la legislacion y la
soberana.
Los grandes recuerdos de Roma movieron igualmente
los entusiastas burgueses de las ciudades fundar muni-
cipalidades republicanas, y los nombres de los consejeros
y magistrados de los municipios italianos y alemanes re-
cuerdan los de la antigua repblica. Los habitantes de
Roma ensayaron por dos veces en el curso de la Edad Me-
dia, resucitar el cadver de aquella; primero en el siglo XII,
al mando de Arnoldo de Brescia, y despues en el XIV, bajo
el tribuno Nicols Rienzi. Estas dos tentativas de un entu-
siasmo romntico, no obstante haber fracasado por la in-
capacidad poltica de los Romanos demuestran la fuerza
de las tradiciones.
La Edad Media romana conocia, tambien, en parte al bl

mnos, las teoras polticas de los Griegos. Gran nmero de 2

escuelas monsticas estudiaban La Pcgtiect de Aristteles,


y el ms estimado de los telogos, Toms de Aquino, co-
ment la clebre obra del filsofo griego.
Sin embargo, la formacion del derecho, y sobre todo, la
organizacion del Estado, fueron esencialmente diferentes de
las formas antiguas, dominando en las iustitucion el ca-
rcter germnico, y los principios de la Iglesia y de la teo-
loga en las ideas.
Los recuerdos clsicos no se despiertan con mayor vive-
za hasta la segunda mitad del siglo XV, en cuyo tiempo se
verifica el renacimiento del espritu de los Griegos y de los
Romanos. Los grandes modelos de la antigedad inspira-
ron entnces los artistas italianos, arquitectos, esculto-
res, pintores y poetas; las ideas de la ciencia antigua estu-
vieron en yoga y rompieron las barreras de la teologa es-
colstica de los conventos; la educacion fundada en el es-
tudio de las lenguas antiguas, el humanismo, triunf del
desprecio de la Iglesia hcia el mundo, y las ciudades y al-
deas miraron la vida bajo un aspecto ms sonriente. Los
sofistas haban sido dos mil aos ntes los maestros de los
jvenes de Grecia; los humanistas llegaron serlo de la
juventud inteligente de Francia, de Italia y de Alemania.
Los espritus ilustrados no se asustaron ya por el temor de
convertirse en paganos, y los mismos Papas marcharon
la cabeza del movimiento intelectual: Nicols V (1447-1450),
Po II (Eneas Silcius, 1458-1464), Julio II (1503-4521), pro-
tegen y alientan las ms libres tendencias del Renacimien-
to, y los Mdicis, principalmente Csme (1428-1464) y Lo-
renzo (1427-1492), hacen de Florencia la Atenas de Italia.
La nocion y teora antiguas del Estado renuvense
igualmente influyen en las relaciones pblicas.
Advirtese esto, sobre todo:
1. En la tentativa hecha por atrevidos pensadores de
fundar y explicar humanamente el origen de los Estados y
la esencia (11 ,, la autoridad y de combatir las opiniones teo-
crticas.
2. En una poltica friamente calculadora de los medios
y del fin que tiende , regular el gobierno y el dominio de
los hombres, y que consigue al fin . triunfar en la prctica y
la teora, siendo su expresion ms clara y exacta Maquia-
41
velo (1469-1527), cuyos discursos sobre Tito Livio, que cele-
bran la Repblica romana y su Prncipe, que muestra la,
ambicion los medios de dominar, estn saturados del esp-
ritu poltico del Renacimiento.
3. En el restablecimiento..del imperium y de la sobera-
na del Estado, nico poder ante el cual todos deben incli-
narse. Esta soberana convirtese, en manos de los prnci-
pes, en un absolutismo que recuerda el de los emperadores
romanos y que contrasta vivamente con el sistema feudal
y con las ordenadas barreras de la Edad Media.
4. En la contradiccion que levanta este poder exorbitan-
te marchando hcia una tirana ilimitada. El recuerdo de
Csar despierta el de Bruto, y la muerte del tirano es lla-
mada virtud republicana. Catilina vuelve prohijar los
conspiradores (1).
Pero esta vuelta de las ideas y de las tendencias antiguas
no traspasa los lmites de un crculo relativamente extrecl lo
de espritus cultos, y las masas, ni las comprenden ni las
sienten. La influencia del Renacimiento sobre el Estado, slo
fu parcial, y bien pronto desapareci; pero ayud, sin em-
bargo, la disolucion del mundo feudal y la preparacion
del Estado moderno, sin fundar por s ninguna nueva forma.

(1) Burkhardt, Die Renaissance , p. 44 y siguientes.


42

CAPITULO y.

III. -- La idea moderna del Estado.

1.- 1 Cuando comienza la poca moderna?

La conciencia de los pueblos de Europa y de Amrica re-


conoce unnimemente que la humanidad ha terminado el
perodo de su vida llamado Edad Media, y que nos halla-
rnos hoy en una nueva poca general; pero las opiniones
difieren sobre el punto de partida de sta. No ignoramos
ciertamente que el porvenir se enlaza siempre con el pasa-
do: los presentimientos y las primeras tendencias de las
nuevas edades se dejan sentir mucho tiempo ntes, y los
perodos antiguos ejercen de mil modos su influencia sobr
los que siguen. Muchos de los grandes talentos de la
Edad Media han formulado pensamientos que no han sido
comprendidos hasta nosotros, y no es solamente en los
conventos en las fortalezas de los nobles donde se han
conservado hasta nuestros das innumerables restos de la
cultura feudal. Estos lazos hllanse en las condiciones mis-
mas de la vida, y sera una insensatez querer separar com-
pletamente el pasado del presente: las cosas se unen aqu
como en la vida natural; pero nos importa determinar los
perodos de transicion que se confunden todava, y distin-
guir las grandes pocas de la historia.
I . Muchos hacen remontar la edad moderna la segun-
da mitad del siglo XV, siendo para ellos el Renacimiento la
(Toca de transicion. Gran nmero de hechos vienen en
apoyo (le esta opinion: el despertar del espritu filosfico,
despees de varios siglos de absoluto reposo, la vuelta de
las ideas y de los recuerdos antiguos tan diferentes de la f
y de las instituciones de la Edad Media, el renacimiento de
las artes ms libres y menos sombras sobre los mode-
los de las grandes obras clsicas, sobre todo en Italia, la
elevacion de las ciudades que no teman ya sustraerse la
tutela de los Papas, la difusion del derecho romano prefe-
43
rido al cannico, el descubrimiento de la imprenta, que
llen de libros el mundo, la invencion de la plvora y la
trasfo rmacion de las armas , las atrevidas expediciones
martimas y el descubrimiento d las costas de Africa, de
las Indias y de Amrica, todo presagia una poca nueva;
pero no debemos sealar aqu todava el fin de la Edad Me-
dia, sino su ltimo desarrollo: la edad se extingue prepa-
rando y precediendo las crecientes tendencias de la nueva
poca. El espritu del Renacimiento tiene un carcter de
madurez ms bien que de infancia de juventud; atiende
mnos crear que renovar lo antiguo, y persigue los
ideales y los modelos de la antigedad. Es cierto que refor-
ma y quebranta el mundo feudal, pero no lo destruye ni lo
reemplaza por una creacion nueva , y el movimiento se
acaba y muere en el poder absoluto de los grandes y pe-
queos prncipes.
2. Ms generalmente se indica la poca de la Reforma,
refirindose mnos, sin duda, , las tentativas abortadas
del Congreso de Worms (1495) para reformar el imperio ale-
la man, que la revolucion religiosa del siglo XVI, y se hace
comenzar sta en la fijacion de las tsis de Martin Lutero
sobre las puertas de la Iglesia de Wittemberg (31 de Octu-
bre de 1517).
Esta gran ruptura con la antigua autoridad de la Igle-
sia fu completa: la fundadon de las iglesias protestantes
Iu fu una creacion nueva en la esfera religiosa, y la emanci-
pacion de la conciencia religiosa di un poderoso impulso
la independencia posterior de la ciencia de toda autoridad
eclesistica en general. La idea del Estado, purificada y ele-
vada moralmente, prepar la formacion moderna.
Sin embargo, el pensamiento fundamental de la reforma
alemana no fu crear nada nuevo, sino librar la Iglesia de
abusos seculares y restablecer el cristianismo en su primi-
tiva pureza. Se rompi con la antigua histrica autoridad
de la Iglesia y su tradicion para adherirse con ms fuerza
la autoridad igualmente histrica de las Sagradas Escri-
turas. La Reforma no poda tampoco restablecer el 'cris-
tianismo primitivo, como no fu posible el renacimiento
de los maestros de Italia del arte clsico de Atenas
Roma: los hombres haban cambiado; las renovadas ideas
de los antiguos deban tomar una forma nueva ; Europa
continuaba sus progresos. As, pues, la Iglesia y el Estado
44
protstante s son apariciones relativamente nuevas, la idea
del Estado continu siendo la misma que en la Edad Me-
dia; el Estado era siempre el imperio corporal-terrestre,
y la Iglesia continu siendo la nica comunidad espiritual
de los santos, abrazando igualmente los cielos.
El carcter de los dos siglos siguientes (1540-1740), acab
de demostrar que la reforma perteneca ms bien los l-
timos tiempos de la Edad Media que los comienzos de la
moderna. Este largo periodo lleva el sello caracterstico de
la vejez. Una ortodoxia inflexible y sin vida se apoder
al punto un de la misma Iglesia protestante, ahogando to-
das las tendencias nuevas y encadenando reprimiendo
los impulsos de la ciencia. En la Iglesia catlica el rden de
los jesuitas, el ms combatido de los defensores de la ge-
rarqua artificialmente conservada de la Edad Media, au-
ment considerablemente su poder; los prncipes sujetaron
la nobleza y rompieron el sistema feudal, pero era ya una
sangre harto dbil la que circulaba .por las arterias de su
despotismo. La monarqua absoluta se extiende sobre la
Europa continental, apoyndose principalmente en las ideas
antiguas, dinsticas y romanas, patrimoniales y teocrti-
cas. El estilo anticuado que reemplaza al del renacimiento
tiene tambien un sello de decrepitud, y por todas partes se
observan los caracteres de la disolucion de una edad que
desaparece ms bien que los de la infancia de una nueva.
Leibnitz, jven todava, se hallaba tan vivamente impresio-
nado, que escriba en 1669: ((Tenemos motivos para creer
que el mundo ha entrado en su edad decrpita (1).
3. Estas mismas consideraciones nos impiden elegir
como punto de partida las revoluciones inglesas, ya de 1640,
.ya de 1688; porque si bien trajeron innovaciones y asegura-
ron la monarqua constitucional, mientras ms se las com-
para con la revolucion de 1789, ms parecen pertenecer . la
edad antigua, diferencia de sta, que tiene todos los carac-
teres de la Edad Moderna. Los revolucionarios ingleses
combatan contra el absolutismo real por la antigua liber-
tad ppular anglo-sajona y los derechos tradicionales del
parlamento; los Franceses trataron de realizar sobre bases
racionales un Estado nuevo y una libertad social nueva
tambien.

(1) Pichler, Theologie von Leibnitz, I, p. 23.


45-
4. Por esto pretenden muchos que la revolucion de 1789
es el primer movimiento decisivo de la Edad Moderna, opi-
nion que halaga la vanidad francesa. A nuestro juicio, la
revolucion se halla saturada del espritu moderno; pero
este espritu se haba despertado anteriormente: Un pero-
do ms antiguo lleva el sello irrecusable de la nueva edad y
la esclarece; tal es el de 1740 como lo han hecho notar To-
ms Buckle, el sbio historiador de las civilizaciones nue
vas, y otros muchos.
Generalmente una idea nueva encarna primero en los
grandes hombres de una poca y despues desciende suce-
sivamente las masas, la manera que el sol . ilumina pri-
mero las cumbres de las montaas. En la segunda mitad
del siglo XVIII el nuevo espritu se apodera, no slo de los
primeros elegidos de la inteligencia, de los profetas de los
futuros tiempos, sino que llega , ser una aspiracion co-
mun, que ilumina todos los puntos del horizonte; es general
la necesidad del cambio, y los , corazones se abren la esph-
ranza de una nueva vida. El arte y la literatura, el Estado
y la sociedad se trasforman; el , espritu del mundo abando-
na los ideales de la Edad Media y camina hcia, nuevas
creaciones.
Comprense las personas. y las instituciones correspon-
dientes desde 1740 y de los precedentes siglos, y se aprecia-
r toda la diferencia. Los individuos, las condiciones de su
existencia, el suelo, la atmsfera en que vivan, todo ha
cambiado. Comprese sino Federico II, el .gran represen-
tante del Estado moderno, no solamente con Luis XIV, la
mas alta representacion de la monarqua absoluta de dere-
cho divino, que cierra la Edad Media, sino con el elector Fe-
derico Guillermo, su abuelo, y vase tambien la diferencia
que existe entre las guerras de los Pases Bajos contra Es-
paa, y las de Amrica contra Inglaterra, entre la revolu-
cion inglesa y la revolucion francesa, entre Rousseau y
Hutten, entre Lessing y Lutero. La nueva edad se manifies-
ta igualmente en las vacilaciones y experimentos de la teo-
ra y de la prctica del Estado, en la desesperacion pasajera
que sigue los fracasos, y en las fluctuaciones entre la re-
volucion y la reaccion.
Ms que ninguna otra, la Edad Moderna tiene un carc-
ter consciente de virilidad, pero estos rasgos muestran que
estarnos todava en el primer perodo de su desarrollo, y
46
acusan su juventud y veces hasta su infancia. La 1(-y or-
gnica psicolgica del progreso de la edad, se aplica, no so-
lamente la vida entera de la hunidad, sino cada una de
las pocas de esta misma vida.
As, para nosotros, la Edad Moderna comienza en 1740.
Se pueden citar como tentativas, como primeras formas co-
mo efectos del conjunto de la vida moderna, el desarrollo de
la monarqua prusiana, el movimiento josefista en Austria,
la undacion de la Union Americana, las agitaciones de la
revolucion francesa y las reacciones del Estado napoleni-
co, la trasplantacion de la monarqua constitucional de In-
glaterra al continente, las tentativas en favor de la demo-
cracia representativa, la creacion de Estados nacionales, la
emancipacion del derecho pblico de las trabas confesiona-
les, la distincion separacion de la Iglesia y del Estado, la az
supresion de todo lo que es feudal y de los privilegios seo- 11

riales, la concepcion ms alta de la unidad de la nacion y el pro

reconocimiento de la sociedad libre. 11

cic

OBSERVACIONES. Estudiamos habitualmente la historia de la la

humanidad en sus relaciones internas y en un rden determinado;


por consecuencia, distinguimos en ella diferentes edades como en
el individuo; hablamos de la infancia de la humanidad, despues de
su adolescencia que referirnos al periodo clsico de las civilizacio-
nes de Grecia y de Roma, y separamos igualmente la Edad Media
de ste; por una parte, y por otra de los tiempos modernos, ms
viriles y maduros.
La vida del individuo se cuenta por aos por lustros; la de la rs

humanidad por miles de aos. Cada edad del mundo presenta su.
vez fases anlogas de desarrollo que tienen igualmente su carc-
ter y su espritu; as vemos que la primera y segunda mitad del
siglo XVIII, tienen un tipo completamente diferente, y lo mismo
sucede con el siglo XVI.
Para que este punto de vista general sea verdadero, es necesa-
rio que la humanidad no se considere como una mera suma de in-
dividuos ni su vida como la suma de vidas individuales, sino for-
mando un todo que tiene su desarrollo propio y sus edades secula-
res. Estas grandiosas relaciones del conjunto, esta marcha regu-
larmente progresiva, nos admiran sobre todo cuando nuestra vista
abraza muchos siglos la vez, y deducimos de ello la unidad y el
fin de esta humanidad, cuya extensa vida comprende las estre-
chas vidas individuales que la sirven consciente inconsciente-
mente.
Siendo esto as, quiz podamos preguntarnos cul es actualmen-
47
te la edad de la humanidad. No es probable que se extienda mucho
el perodo poco conocido de su infancia, cuando el de su adolescen-
cia y el comenzado desarrollo de su virilidad, apenas ocupan al-
gunos siglos, y entre ellos debe de haber proporcion. La ciencia
natural moderna, parece, sin embargo, contradecir esta opinion.
La historia semtica de la creacion reduce la edad de la tierra
algunos miles de aos. Un exmen ms profundo nos hubiera en-
seado calcularla por millones y quiz por cientos de millones
de aos. Estas mismas investigaciones habran hecho remontar la
edad de la humanidad una antigedad tan difcil de precisar
como la del globo y desproporcionada con la edades conocidas de
la historia antigua. Es probable, si no seguro, que existan sres
de forma humana, por lo mpos desde hace cien mil aos. La histo-
ria natural ha descubierto crneos y osamentas antiguas de
hombres que vivan en una edad prehistrica desconocida, con
los osos de las cavernas, y un pretende determinar las relacio-
nes corporales y las transformaciones que unen al cuerpo humano
las formas antiguas de los animales; mustranos, en fin, que
prbablemente el hombre prehistrico se acercara ms al mono -6
cualquiera otra bestia que al hombre moderno. Esta observa-
cion va muy ljos; pero reflexionando sobre ella, se resuelve quiz
la contradiccion sealada.
De cualquier manera que sea, no tenemos aqu ninguna razon
para extender indefinidamente la historia de la civil izacion la
historia del mundo. Aquella no ha podido comenzar hasta la poca
en que una raza humana ms perfecta se ha mostrado capaz de
trabajar en el perfeccionamiento de la humanidad; no comienza,
pues, sino con la raza blanca, con los hijos de la luz, con los sei1O-
res y obreros de la historia, y el hombre blanco no es de ninguna
manera tan antiguo como el pretendido hombre-mono.
As, pues, no debemos confundir el desarrollo orgnico psicol
gico de la historia universal, con las leyes naturales de la forma-
cion del cuerpo humano. El sentimiento, el espritu coman de la
humanidad, la historia y sus pocas, las fuerzas progresivas y va -
riables del espritu y del alma que se manifiestan en las obras hu-
manas pertenecen esencialmente la alta naturaleza del hombre
y no la de los animales.
Las primeras apariciones de las razas humanas inferiores, pue-
den tener importancia como grados preliminares de una forma
ms alta, pero no tienen mayor parte en la historia propiamentn
dicha de la humanidad que los colores y los pinceles en el cuadre
de un artista.
48

CAPITULO VI

2.Diferencias esenciales entre las nociones antigua feudal del Estado y la


nocion moderna.

EL ESTADO ANTIGUO. EL ESTADO MODERNO.

1 No reconoca aun los dere- 1 Reconoce todos los dere-


ellos personales del hombre, ni chos del hombre; ha suprimido
por consiguiente los derechos en todas partes la. esclavitud
individuales de libertad. En el como una injusticia y hasta la
Estado antiguo la mitad por lo forma ms llevadera de la ser-
menos de la poblacion era es- vidumbre y de la sujecion he-
clava y la menor parte libre. reditaria. El hombre no es ya
La agricultura, el cuidado de la propiedad del hombre; no es
los rebaos, los oficios, los tra- ya una cosa, sino un ser de de
bajos domsticos y el comercio recho, y el trabajo es libre y es.-
mismo , son principalmente timado. Todas las clases tienen
abandonados los esclavos, y participacion poltica n el Es-
como consecuencia, el trabajo tado, y el derecho pblico de
y el obrero eran poco estimados. votar se ha extendido los obre-
El esclavo no se relaciona con ros y las gentes consagradas
el Estado sino por su seor; por al servicio. Ha desaparecido el
s mismo no tena en l ninguna peligro de las revoluciones de
participacion ; tampoco tena esclavos ; el Estado descansa
patria y se le negaban los dere- sobre una ms ancha base, y sus
chos del hombre. Es cierto que races se extienden al puebla
con frecuencia las costumbres entero.
eran mejores que las leyes; pero
la situacion ms ventajosa del
esclavo era siempre precaria y
poda de repente cambiar. En
diferentes puntos se sublevaron
los esclavos y fueron cruelmente
reprimidas las insurrecciones.
2 La idea antigua del Esta- 2 El Estado moderno tiene
do abraza la vida entera del conciencia de los lmites de su
hombre, en la religion y en el poder y de su derecho. Se con-
derecho, las costumbres y las sidera esencialmente como la
artes, la cultura y la ciencia. El comunidad del derecho y de la
sacerdocio era una funcion del poltica, y renuncia dominar
Estado, y la libertad de pensar la religion y el culto, cuyo cui-
era por lo menos incompleta. dado deja las Iglesias y los
individuos, siendo el sacerdocio
una funcion de la Iglesia.
No pretende tampoco ejercer
su autoridad sobre las artes y
las ciencias, y estima y proteje
la libertad de examen y de opi-
nion.
49 --
3 El hombre, en principio, no 3 El hombre tiene derechos
tena plenos derechos sino como como individuo. El derecho pri-
miembro del Estado. Entre los vado se distingue claramente
Helenos, el derecho privado y el del derecho pblico; el primero
pblico estaban todava confun- es ms bien reconocido que
didos; los Romanos lo distin- creado por el Estado, ms bien
guan en el fondo; pero el priva- protegido que dominado. La per-
do dependa en absoluto de la sona libre no es absorbida por
voluntad del Estado. Enfrente el Estado, sino que se desarro-
de ste no exista la libertad lla independientemente de l, y
individual. ejerce su derecho, no seguwla
voluntad de aqul, sino segun
la suya propia.
4 El poder del Estado tiene 4 El poder del Estado est
un carcter absoluto. limitado por la constitucion.
5 Los poderes pblicos son 5 El Estado moderno es, so-
ejercidos directamente por los bre todo, representativo. En vez
que tienen derecho para ello. de las- Asambleas del pueblo,
En la repblica antigua la ciu- tenernos un cuerpo elegido por
dad se manifiesta en las gran- los ciudadanos, el cual repre-
des asambleas (eeelesia, comi- senta la nacion, y es mucho
tia) que deciden por s de los ms apto para estudiar las le-
asuntos pblicos. yes, para decidir y para dis-
cutir. .
6 .Los Estados helnicos eran 6 Los Estados modernos son
esencialmente urbanos, ciuda- esencialmente nacionales (Vol-
des (polities). Roma, de Estado ksstaten), y la ciudad no es ms
urbano, se convirti en Imperio que un municipio del Estado, en
del mundo. vez de ser su ncleo.
7 Se distinguen bien las ac- 7 , Las diferentes actividades
tividades pblicas por su gne- son atribuidas rganos tatm-
ro y su naturaleza; pero en ge- bien diferentes, y as la antigua
neral, una misma asamblea distincion cine slo era objetiva,
un mismo magistrado tienen se desenvuelve y llega con-
funciones diversas, legislativas vertirse en division de funcio-
y gubernamentales, imperium y nes en las personas mismas.
jurisdictio.
8 El Estado antiguo se ha- 8 El Estado moderno reco-
llaba muy limitado exterior- noce el derecho de gentes corno
mente por la resistencia de los una barrera que proteje la exis-
otros Estados; pero slo era de tencia y la libertad de todos los
hecho y no por virtud del dere- pueblos y rechaza la domina-
cho internacional. Roma cami- cion universal de un Estado so-
n sin escrpulo al imperio del bre los otros.
mundo que consideraba un pri-
vilegio suyo.

ESTADO FEUDAL. ESTADO MODERNO

1 La Edad Media hace deri- 1 El Estado moderno se fun-


var del mismo Dios el Estado y da en la naturaleza humana, y
g el poder, considerando al prime- es una comunidad de vida crea-
ro corno una organizacion queri- da y administrada por el hom-
da y creada por la Providencia. bre con un fin humano.
2 Los principios teolgicos 2 Las ciencias humanas de
forman la base de la nocion del la filosofa y de la bkloria de-
1lLt NTSCIILL-TOMO 1.
50
Estado. El islamismo cuyo ca- terminan los principios funda-
rcter en este punto se confor- mentales del Estado, y para ex-
ma perfectamente con la poca, plicarlo parten del estudio del
no reconoce ms que un reino hombre. Para unos el Estado es
divino nico concedido por Dios una sociedad de individuos con
al suitan. La Edad Media cris- objeto de protejerse y de asegu-
tiana reconoce tambien el dua- rar la libertad individual, para
lismo de la Iglesia y del Estado, otros, la encarnacion de la na-
pero cree que las dos potesta- cion en su unidad. La concep-
des han sido concedidas por cion moderna, aunque no es re-
Dios, la una al Papa y al Empe- ligiosa, no es irreligiosa tam-
rador la otra. La teologa pro- poco, puesto que sin hacer al
testante rechaz la idea del po- Estado dependiente de la reli-
der espiritual y no reconoci gion, reconoce que Dios ha crea-
ri.s que el del Estado, pero do la naturaleza humana y le ha
aceptaba tambien la idea reli- reservado la parte de su provi
giosa de que ste poder procede dencia en el gobierno del mun-
de Dios. do. La ciencia moderna confie-
sa que no puede penetrar el pen-
samiento cle Dios, pero se ex-
fuerza en comprender humana-
mente al Estado.
3 El ideal de la Edad Media 3 La conciencia moderna re-
no es una teocracia directa la chaza toda teocracia. El. Estado
manera de las antiguas del moderno es una organizacion
oriente, si no una teocracia in- constitucional humana , cuyo
directa en la que el prncipe es poder es regulado por el dere-
el representante de Dios. cho pblico y su poltica busca
el bien pblico segun las con-
cepciones de la razon humana
por medios tambien humanos.
4 El Estado feudal descansa 4. El Estado moderno no con-
sobre la comunidad. de las creen- sidera la religion como una con-
cias y exige la unidad de la f. dicion de derechos, y tanto el
Los incrdulos y los herejes no pblico como el privado son para
tienen ningun derecho pblico: l independientes de la f. Pro-
se les persigue, se les extermina, teje la libertad de las creencias
, todo lo ms, se les tolera. y reune pacficamente las diver-
sas Iglesias y comunidades reli-
giosas, sin perseguir ni los
disidentes ni los incrdulos.
5. Para la Edad Media cris- 5 El Estado moderno se con-
tiana, la Iglesia es el Imperio de sidera como una persona com-
los espritus, y por consiguien- puesta de un espritu (el espri-
te superior, y el Estado el Im- tu nacional), y de un cuerpo (la
perio de los cuerpos, de donde constitucion), y se siente inde-
procede el dominio, , por lo me- pendiente y libre an enfrente
nos, la tutela del sacerdocio so- de la Iglesia, persona colectiva
bre el prncipe. El clero se ele- que tambien tiene su espritu y
va muy por encima de los se- su cuerpo, afirmando an sobre
glares, y tiene grandes inmuni- ella su elevado derecho. Recha-
dades. za la supremaca del clero, las
inmunidades y privilegios, y ex-
tienden igualmente el dominio,
de sus leyes sobre todas las cla-
ses.
6 La Iglesia dirige la educa: 6 La Iglesia no tiene ms que
cion de la juventud y extiende la educacion religiosa. La es.
51
su autoridad sobre la ciencia cuela es del Estado y la ciencia
misma. se ve libre de la autoridad reli-
giosa , protegiendo ste su li-
bertad.
7 El derecho pblico y el de- 7 El derecho pblico se dis-
recho privado se confunc1en por tingue del derecho privado, y al
todas partes. La soberana ter- primero se une el deber pblico.
ritorial es asimilada una pro-
piedad privada y el poder del
Prncipe un bien de familia.
8. Los pueblos tienden or- 8. El Estado moderno es la
ganizarse feudalmente. El po- organizacion de la nacion (Volk-
der pblico queda flestruido y sordnung), y en l se conserva
sus restos unen por grados el la unidad central del poder. Las
rey Dios, el prncipe al rey y formaciones son nacionales y
=despues los caballeros y las ciu- tienden las grandes
grandesaglome-
dades. La formacion del dere- raciones, y el es tam-
cho es particularista. bien nacional y humano, regu-
lando igualmente la vida de
todos.
9. La representacion se ha- 9. La representacion nacio-
lla fundada en las clases, do- nal, es una, y triunfan en ella
minando las aristocrticas, cle- las clases populares; el funda-
ro y nobleza, y siendo el dere- mento, por lo tanto, es demo-
cho diferente en cada una de crtico, y la cualidad de ciuda-
.ellas. dano (Statsbrgerthum) perte-
nece todos igualmente.
El derecho es coman del pas,
de la nacion (Landesrecht, Vol-
ksrecht).
10. La libertad dinstica y 10. La misma libertad civil
de clase de los grandes y peque- comun pertenece todos, y cada
os seores hallbase protegi- cual debe obediencia igual al
da hasta el punto de romper la Estado.
autoridad del Estado: por el
contrario los labradores (Baurn)
son mantenidos en la servi-
dumbre.
11. El Estado de la Edad Me- 11. Corno constitucional el
dia es simplemente un Estado Estado moderno, lo es igual-
de derecho (Rechtsstat), pero la mente de derecho, pero es ade-
proteccion de los Tribunales se ms de cultura y de economa.
halla mal asegurada, y con fre- y ante todo, Estado poltico.
cuencia el ciudadano se hace Su gobierno es poderoso y su
justicia por su propia mano. admi ni straci on sabiamente des-
El gobierno y la administra- arrollada teniendo en cuenta el
cion son dbiles y poco desar- bien pblico.
rollados.
12. El Estado feudal tena 12. El Estado moderno tiene
poca conciencia de s mismo, y conciencia de s mismo; se rige
se diriga principalmente por en virtud de principios, razona
tendencias y por instintos; cre- en vez de obrar por instinto,
ce corno un organismo natural, la, fuente ms importante de su
siendo el hbito la fuente prin- derecho es la ley.
cipal de su derecho.
52

CAPITULO VII.

PROGRESOS Y DIFERENCIAS DE LAS TEORAS DEL ESTADO.

la ciencia del Estado ha cabido una gran parte en la


tansformacion de la idea del Estado (1), y la teora moder-
na especialmente, ha llegado adelantar la prctica. Por
lo general la teora ha acompaado los cambios aclarando
los procedimientos, y rara vez se ha limitado seguirlos.
En este punto se pueden distinguir muchas fases:
'1. RENACIMIENTO. La concepcion del renacimiento, re-
presentada principalmente por Maquiavelo, Bodin y en par-
te por Hugo de Groot se relaciona an con la nocion anti-
gua del Estado comenzando transformarla.
Maquiavelo considera el Estado como la ms soberbia
creacion del espritu humano y como la ms elevada de la
existencia contingente: lo ama con pasion y no vacila en sa-
crificrselo todo, religion y hasta la virtud. Su Estado no es
ya el Estado de derecho, el Estado constitucional de los an-
tiguos Romanos, y para l el derecho pblico no es ms que
un medio de aumentar la prosperidad y el poder del Estado.
Su ideal es exclusivamente una concepcion poltica, y su Es-
tado no es ni un sr moral, ni un sr jurdico, sino nica-
mente un sr poltico. As, pues, la nica regla de las accio-
nes del Estado es la conformidad con el fin, y por lo tanto el
hombre pblico no necesita preguntarse si el acto viola la
ley moral cualquier clase de derechos: lo realiza si lo cree
til al Estado, y lo evita si lo considera perjudicial. Maquia-
velo tiene el mrito de haber hecho la ciencia del Estado
completamente independiente de la teologa, y de haber
mostrado la diferencia que existe entre el derecho pblico
y la poltica; pero ensalza una poltica poco escrupulosa
inmoral, pone sus prudentes consejos al servicio de los ds-
potas, y contribuye as corromper las prcticas guberna-
mentales de los ltimos siglos.

(1) Para ms detalles, vase Bluntschli, Gesehicte des allgemeidert


Statsrech icn,d der Politik. Munich, 1864, 2.' edicion, 1867,
J3
Bodin (1) funda sobre todo el Estado en la familia, en los
bienes comunes y en la soberana y censura la idea anti-
gua por haberse apoyado demasiado en el bienestar y la
salud pblica. Su teora de la soberana del Prncipe ha dado
una base cientfica al absolutismo de la monarqua fran-
cesa.
Hugo de Groot se refiere todava las definiciones de Ci-
ceron; pero se descubren en l indudables tendencias mo-
dernas. Como los antiguos, funda el Estado en la naturaleza
humana; pero piensa mnos en la humanidad en la nacion
que en el individuo. Su expresiQD, hominis propri.utp, sociale,
' , -es una traduccion poco acertada de la de Aristteles, B'
/P cn-' I t ') oXtr izov ; pero es caracterstica, en cuanto consi-
dera primero al individuo y despues al Estado;invirtiendo de
esta manera la teora de los antiguos. El autor holands se
distingue aun por otros dos caracteres modernos: la exacta
distincion entre la comunidad religiosa y la temporal y pol-
tica, y la afirmacion decidida de la libertad personal. Para l
el Estado es, una sociedad perfecta de hombres libres uni-
dos para los goces del derecho y de la utilidad comun (2).
No ignora que el Estado es una persona, pero este principio
no domina su sistema, y al indicar el consentimiento de los
individuos como la fuente principal del derecho pblico,
echa los cimientos de la teora posterior del contrato.
2. TEORAS DE DERECHO NATURAL.CONTRATO Y ASOCIA-
uoN.Partiendo de esta idea, la teora especulativa y de de-
recho natural rompe claramente con los sistemas antiguos.
Rara vez se hallan de acuerdo sus defensores; pero un pen-
samiento fundamental les inspira todos, cual es el de que
el Estado es una sociedad de individuos, y, por consiguien-
te, una obra libre de la voluntad individual. libbes, (3) ese
espritu absoluto que hace del poder del prncipe una espe-
cie de Leviatham que todo lo absorbe, est, conforme en este
punto con el radical Rousseau (4), que, con su soberana del

(1) Bodin, Rep.; I.


(2) De J-B., I, I, 14: Est civitas cPetus perfeetus liberorum homi-
num, juris fruendi et communis utilitats causa sociatus.I, III, p. 7,
Prol. , p. 16.Comp. Leo, Weltgeschichte, IV, p. 149.
(3) Hobbes, de Cive, p. 88: Civitas ergo est persona una (?) cujus vo-
"untas ex pactis plurium horninum pro voluntate habenda ut ipsorurn
horninum, ut s -ingoloruna virihus et facultatibus ut. posst al pacem et
defensionem communem.
(4) Rousseau, Contrato Social, Cap. VI: Encontrar una forma da
54
pueblo, pone cada instante en tela de juicio el rden esta-
blecido. Puffendorf (1) reconoce que el Estado es una persona.
moral; pero para l la voluntad de ste no es tampoco ms
que la suma de voluntades individuales y lo explica por la
asociacion. John Locke defiende la misma teora contra los
ataques de los falsos devotos, y ve en ella una garanta pa-
ra la libertad poltica inglesa. El mismo Kant no se libra de
estatendencia; pero ya tiende romper sus estrechos lmi-
tes (2), y los primeros escritos de Fichte se desarrollan en,
la misma direccion.
Los filsofos antiguos haban olvidado demasiado los,
derechos del individuo; los modernos caen en el extremo.
opuesto y desconocen su vez el verdadero sentido del.
Estado.
3. SISTEMA DE LA AUTORIDAD.La teora del derecho,
natural no se generaliz ni lleg vas de realizarse hasta
la Edad Media. Una teora que parte de lo alto y funda al
Estado sobre la autoridad, slo poda convenir al carcter
absolutista de los dos siglos que precedieron al 1740. Por lo
dems, no se busc ya ms cerca la razon de este sistema:-
ora se contentaba con la creencia tradicional de la Iglesia,.
de que la autoridad procede de Dios; ora se conformaban
con la tra.dicion patrimonial de que el Prncipe tiene el do-,
minio eminente del pas; 'y sin embargo, habindose acen-
tuado claramente el carcter pblico y jurdico de la sobe-
rana, imponiAse ya la consideracion del bien pblico,.
deban sufrir una trasformacion estas antiguas doctrinas..
El Estado lleg a ser el Imperio del poder de lo alto, y se
identific con l autoridad: La autoridad es el Estada.
(El Estado soy yo de Luis XIV). Esta doctrina absolutista,.

asociacion que defienda y proteja contra toda la fuerza comun la perso-


na y los bienes de cada asociado, y por la cual, unindose cada uno to-
dos los dems, no obedezca, sin embargo, ms que as mismo y quede
tan libre como antes, tal es el problema fundamental cuya solucion se
ofrece en el Contrato Social.
(1) De jure naturali et gent., VII., 2, 13: Unde civitatis lnec Com-
modissima videtur definitio, quod sit persona moralis composita, cujas:
voluntas ex plurium pactis implcita et unita pro voluntate omnium ha--
betur, ut singulorum viribus et facultatibus ad pacem et securitatem
communem uti possit.
(2) Obras, VII, p. 197: Todos los contratos de sociedad nos ofrecen
la union de muchas personas en un todo comun; pero la union, que es
en s misma-un fin, slo existe en una sociedad que forma un ser colecti---
(ein gemeinsames Wescn.)
55
preparada por Bodin y Hobbes, fu desenvuelta teolgica-
mente por el ingls Filmer y por Bossuet, y enseada por
esta escuela de mil modos diversos. No considerando la
autoridad ms que bajo un aspecto, necesariamente deba
ser fatal al derecho y la libertad de los gobernados. La
Iglesia catlica considera su clero, y sobre todo al Papa,
como la esencia de su sr, y Mira los seglares como ove-
jas conducidas por los pastores. De la misma manera esta
doctrina slo presta consideracion al Principe al Magis-
trado, y los sbditos slo son una masa pasiva sin derecho
alguno de comprobacion ni de concurso al gobierno.
4. EL ESTADO DE DERECHO (Rechtsstat).Kant y Gui-
llermo Humboldt vinieron evidentemente restringir las
dos anteriores teoras (2 y 3), llamando al Estado Rechtsstt
(Estado de derecho), y dndole por mision nica la de ase-
gurar los derechos de cada uno.
Fichte rompi estos estrechos lmites, y nos muestra el
Estado como favoreciendo taffibien la economa poltica
(Wirthsehaftstat), y hasta exagera en este punto sus pode-
res. En sus ltimos dias, llevado por el entusiasmo del le-
vantamiento nacional por la libertad alemana, lleg asig-
nar al Estado una ms alta mision moral; pero la mayor par-
de los filsofos y de los jurisconsultos alemanes de la ge-
neracion siguiente se atuvieron las doctrinas de Kant.
Comprndese la fortuna que stos alcanzaron entre los
que buscaban un apoyo contra la mana del. absolutismo y
contra la arbitrariedad militar y poltica; y sin embargo,
era no conocer la. rica naturaleza del Estado el oponer el
Estado de derecho (Rechtsstat) 'al Estado de poltica (Poli-
zeistat) y prescribir los modernos que se atuvieran exclu-
sivamente al primero. El Estado no es solamente ni lo uno
ni lo otro: en el primer caso, no tendra ms que una mi-
sion, la aplicacion del derecho: el poder legislativo formula
las reglas, el poder judicial las aplica los casos particu-
lares, y el gobierno no es ms que el servidor de los Tribu-
nales. Esto es olvidar los grandes intereses de la cultura,
del poder y de la economa pblica y hacer imposible toda
poltica elevada. En el segundo, se sacrifica la seguridad y
la libertad del individuo la exclusiva consideracion de lo
que puede ser ventajoso la colectividad y se coloca los
hombres libres bajo una insoportable tutela.
Si, piles, por Estado de derecho (Reehtsstat) se entiende:
56
1) Que el Estado slo se halla destinado proteger los
derechos de los individuos, y entnces el derecho pblico se
convierte en mero instrumento del , derecho privado, en un
servidor de los particulares;
2) que el Estado debe ordenar los derechos de la co-
m Unidad al mismo tiempo que hacer reconocer los derechos
privados, y en tal caso se expresa una idea verdadera, pero
insuficiente, porque se olvida la ms fecunda actividad del
hombre de Estado, el bienestar material y la elevacion in-
telectual del pueblo;
3) que es mision del Estado favorecer el bien pblico,
pero que la fuerza no puede jams justificarse sino cuando
se funda en un derecho, en cuyo caso difcilmente se podr
hacer una objecion; ms con ello slo se habr indicado un
aspecto de la actividad del Estado, pues no se comprenden
los intereses generales de la civilizacion, del comercio yode
la economa, que el Estado atiende y protege libremente en
los lmites del derecho, sin emplear la fuerza.
4) En fin, si por esta expresion se quiere negar el funda-
mento religioso del Estado y afirmar su fundamento y l-
mites humanos,
5) Combatir el poder absoluto y el Estado patrimonial,
frecuentemente unidos la arbitrariedad poltica, y afirmar
el derecho de los ciudadanos tornar participa.cion en los
negocios pblicos, y en este caso se habrn indicado sin
duda los caracteres esenciales del Estado moderno; pero
entnces.vaidra ms sustituir la expresion con esta otra:
Estado constitucional (Verfassungsstat).'
El Estado se presenta bajo dos fases, el reposo y la
accion, la calma y el progreso, el cuerpo y el espritu:
esta oposicion interna orgnicamente unida corresponden
dos ramas de la ciencia del Estado, el derecho pblico y la
poltica,. de la misma suerte hay ademas dos grandes prin-
cipios, dos centros luminosos que esclarecen y fecundan
su vida y determinan su forma y su objetor la justicia (jus-
ticia) y el bien pblico (salas publica). El hombre de Estado
atiende principalmente la segunda, el jurisconsulto 'la
primera la idea de justicia determina sobre todo el derecho
pblico, la poltica la de la utilidad.
El gobierno vela por el bien pblico en los lmites del
derecho. Los Romanos, por ejemplo, tan notables en la
idea del Estado, ,no haban confiado como un sagrado de-
57
psito el cuidado de la salud pblica los ms altos Ma-
gistrados? (1). La actividad de los Tribunales se reduce al
mantenimiento del rden jurdico. El Estado atiende la
vez al bien pblico y al derecho, y hoy que se ocupa mucho
ms que en la Edad Media de las exigencias del primero,
todava le conviene mnos el nombre de Estado de derecho.
5 ESCUELA HISTRICA. TEORA DEL ESTADO ORGNICO.
La escuela histrica tiene el raro mrito de haber puesto
en y oga el carcter orgnico del Estado, cuya idea haban
conservado algunos grandes hombres y Federico el Grande
de Prusia la expres formalmente en . su Anti-Maquiavelo
(c. 9): De . la misma manera, dice, que los hombres nacen,
viven durante un cierto tiempo, y despues mueren de enfer-
medad de vejez, as los Estados se forman, florecen du-
rante algunos siglos y perecen. Pero la ciencia haba olvi-
dado hasta tal punto esta idea, que la escuela histrica
crey haber hecho un descubrimiento al recordarlo, y me-
diante ella la ciencia entr bien pronto por una diferente y
ms fecunda va.
. Sin embargo, la escuela histrica, .muy inclinada no
ver ms que el Estado nacional, olvid y aun lleg negar
el cara ter humano y ms elevado del Estado: as es que
Savigny lo defini diciendo que era la forma corporal de la
comunidad intelectual de la nacion la manifestacion
orgnica de la nacion (2). Pero el gran Burk, combatiendo
la escuela revolucionaria, volvi colocar al Estado his-
t ico en el crculo luminoso del rden divino del mundo,
por este clebre pasaje de sus Reflexiones sobre la Revo-
lueion francesa: Al Estado debe mirrsele con otro senti-
miento de respeto: este gnero de asociacion no tiene por-
objeto las cosas que slo sirven para la existencia animal
y grosera de una naturaleza perecedera y fugitiva, sino
que es una asociacion para toda ciencia, para todo arte,
para toda virtud y para toda.perfeccion, y corlo no puede
alcanzar su fin en el espacio de algunas generaciones, con-.
virtese en una sociedad que une no slo los vivos, sino
las generaciones pasadas y futuras.
Todo contrato particular del Estado no es ms que .una

(1) Ciceron, de Leg . III, c. 3, hablando de los cnsules: Salus Po-


puli Suprema Lex. Esto.
I.
S3vigny, .5'ist. de Derecho rom., P. 2?.
58
clusula en el gran contrato original del rden eterno del
mundo que relaciona los sres inferiores con los ms ele-
vados, y une el mundo visible con el invisible por medio de
relaciones fijas de derecho, santificadas por un juramento
inviolable que mantiene en su puesto todos los sres fsi-
cos morales. Tan sublime ley no puede estar sometida
la voluntad de los que por una obligacion que est por en-
cima de ellos, tienen necesidad de cumplirla (1).
Cunto dista esta concepcion elevada de la de la Edad
Media que slo ve en el Estado con relacion la Iglesia, el
cuerpo en frente del espritu!
Pero la escuela histrica no pens ms que en el Estado
antiguo. Absorta en la historia se adhiri tan fuertemente
los tiempos pasados, que muchos de sus discpulos perdie-
ron el sentido de los presentes y el deseo del progreso. Si
para una gran parte de la escuela de derecho natural el Es-
tado era un juego de la arbitrariedad individual, la escuela
histrica le consideraba extrechamente ligado . las autori-
dades tradicionales y los prejuicios hereditarios (2).
6. Nueva escuela filosfica de Alemania. Hegel. Stahl.
Aunque no estaban basados ms que en el derecho y en la
poltica de algunos Estados, fueron tiles la escuela espe-
culativa los trabajos de la escuela histrica.
El mismo Hegel prest ms atencion las formaciones
histricas que los antiguos tericos del derecho natural.
No sabe ver en la historia el progreso lgico de la actividad
de la razon; todo lo qu existe (das Bestehende) le parece ra-
zonable; celebra sobre todo al Estado prusiano, todava ab-

(1) Edrn., Burke, Reflect. on the revol. in France, Comp. Leo.


Wettgesehiseht, VI, pg. 759, que desarrolla la idea de Burke,
Sa kespeare tiene pensamientos no menos elevados en Trylus et
Cressida, Escena 9. ft, Ulises. Hay en el alma de un Estado una fuerza
misteriosa de que la historia no se ha ocupado jams, y cuya obra so-
brehumana no puede expresarse de palabra ni por escrito.
Comprese al mismo tiempo, en Enrique V, escena 2. ft. Ster:
Mientras que el armado brazo combate en el exterior, se defiende en el
interior la prudente cabeza, porque todos los miembros de un Estado,
pequeos y grandes, cada cual en la parte que le corresponde, deben
obrar de acuerdo y concurrir la armona general como en un concier
to.Canterbury: Por esto dividi el cielo la constitucon del hombre
en diversas funciones por un movimiento continuo hcia un resultado y
un fin nico, la subordinacion.
( ?) La escuela histrica tiene en de Maistre y de Haller una tenden-
cia reaccionaria que desea la vuelta la Edad Media.
59
soluto, aunque gobernado con el sentimiento del deber pbli-
co; defiende la omnipotencia del Prncipe, y no es muy afecto
la libertad constitucional, pero comprende el alto valor
moral del Estado, y enfrente de las miserables concepciones
que le consideran un mal necesario, Hegel admira en l la
realizacion ms alta y magnfica de la idea del derecho. Sin
embargo, el Estado de Hegel no es ni un organismo vivo ni
una persona, sino una abstraccion lgica, una pura con-
cepcion (1). Funda el Estado lo mismo que el derecho ni-
camente en la voluntad, olvidando que no es ella sola, sino
todas las fuerzas humanas del cuerpo y del espritu las que
obran en l.
Fr. J. Stahl, la sazon el ms notable representante de
la escuela filosfica de Berln, despues de Hegel, combatid
con valor y habilidad la teora del derecho natural y la del
mismo Hegel, intent despues unir el mtodo histrico
las especulaciones de la alta imaginacion de Schelling.
La hbil dialctica de Stahl, su crtica, sus nuevas tenta-
tivas y la luz que arroja sobre muchos puntos oscuros, han
hecho progresar considerablemente la ciencia; pero le falta
una educacion histrica suficiente, y su oficiosa sofstica ha
proporcionado modernas frmulas las fantasas romnti-
cas de los grandes y de los pequeos dspotas. Para Stahl
el Estado es un Imperio moral-intelectual, la union de la
muchedumbre en una existe ncia comun ordenada, el esta-
blecimiento de una autoridad y un poder moral, grande y
magestuoso que renuncia la adhesion de los sbditos. La
idea de Stahl es ms viva que la de Hegel: reconoce que el
poder del Estado se detiene en la esfera de los intereses
comunes, evitando as las exageraciones del Estado anti -
guo; pero la teocracia del Antiguo Testamento se ofrece
como un hilo blanco en el tejido de su doctrina y la hace in-
til para el mundo moderno. La magestad divina sobre-
humana del poder del Estado no puede avenirse, en efecto,
con la libertad humana y civil.
7. UNION DEL MTODO FILOSFICO Y DEL HISTRICO. -LA

(1) Hegel, Fil. del Der., p. 257: El Estado es la realidad de la idea


moral (W ir klichkeit), el espritu moral como voluntad visible (o ffenba-
re) conseja de s y sustancial, que se piensa y se conoce, que cumple lo
que sabe y en la medida de su saber.
er. Comp. Obr.. IX, pr. 44.

TEORU DEL ESTADO NACIONAL. La lucha entre las dos Es-
cuelas ya ha terminado desde el 1840. Todos reconocen hoy
que una exposicion histrica debe iluminarse por las ideas
v que la especulador' divaga cuando se olvidan las condi-
ciones reales de la vida de los pueblos; pero esto no impide
que un autor, segun su inclinacion de espritu, l unir los
dos mtodos, conceda ms importancia al uno que al otro.
Otro rasgo caracterisco de la ciencia actual es la severi-
dad de su crtica, ya en el exmen de los hechos, ya en las
conclusiones y definiciones abstractas que de ella se deri-
van, considerando al Estado bajo diferentes puntos de vista.
Citemos algunos de los nombres ms autorizados. El ca-
rcter bibliogrfico domina en Roberto von Mohl, unindo-
se, sin embargo, un exmen sereno y reflexivo de los
medios prcticos; Alexis de Tocqueville tiene siempre ante
la vista el movimiento de una gran pltica, ora pinte la de-
mocracia en Amrica, el antiguo rgimen y la revolucion
francesa, ora la alta situacion de la nobleza inglesa; el ba-
ron Etvos desconfa de las ideas modernas; John Stuart
111111 critica las instituciones actuales, partiendo de una abs-
traccion lgica radical, atemperada, sin embargo, por su
natural ingls, y Thomas Bucke aplica la teora del Es-
tado el mtodo de las ciencias naturales y pretende explicar
la vida de ste, calculando las fuerzas naturales que en l
obran.
En. otros el mtodo predominante es el histrico: tal su-
cede con Gneist, el maestro ms grande de la historia de la
constilucion inglesa, con Eduardo Laboulaye, admirador de
las instituciones americanas, y con Heinrich von Treischke,
el primero que ha dado conocer de una manera brillante
toda la importancia de la monarqua prusiana. Lorenzo von
Stein se ocupa ms de los detalles de la administracion y
tiene una tendencia pragmtica.
La crtica de la nueva escuela de. Gerber se inspira sobre
todo en el espritu del jurista; pero los escritos de muchos
de sus discpulos muestran el peligro de este mtodo, que,
lujos de favorecer el progreso lo detiene con frmulas abs-
tractas.
La escuela psicolgica, por el contrario, trata de explicar
ms profundamente la vida del Estado por las formas y las
fuerzas del espritu humano; pero existe en sta un peligro
opuesto, cual es el de una accion poltica que respeta muy
61
poco el firme terreno del derecho, lo trasforma y lo que-
branta.
El mtodo comparativo estudia y compara los Estados
ms importantes ; .responde perfectamente las nuevas
tendencias, y lo han empleado con provecho la mayor parte
de los escritores que acabamos d nombrar: es indispensa-
ble en una teora general del Estado.
En fin, en una poca de formaciones nacionales corno la
nuestra, la ciencia deba apoyarse ms que nunca en el ca-
rcter nacional del Estado. Welker en Friburgo, F-anz Lie-
ber en New-York,. Fr. Laurent en Gante, Bluntschli en Zu-
rich y en Munich haban precedido en este camino las ten-
tativas de unificacion de los Italianos y de los Alemanes. La
fundacion de la unidad de Italia fu celebrada, no sin al-
guna pasion, por la jven escuela italiana que cuenta entre
sus ms distinguidos representantes Mancini y Padeletti
en Roma, y Pierantoni en Npoles. Los Italianos como ls
Alemanes unen hoy los mtodos histricos y filosficos.
OBSERVACION. La naturaleza orgnica, mejor, psicolgica hu-
mana del Estado, no ha sido comprendida an. Ciertos sbios que-
dan perfectamente agenos las ideas orgnicas psicolgicas,
as como hay hombres incapaces de sentir la msica de apreciar
la pintura. No basta quererlo para cambiar las . disposiciones na-
turales; pero deberan stos, so pena de mostrar al punto su falta,
abstenerse de juzgar lo que no entienden.
M. Schmitthenner fu uno de los primeros que emprendieron el
camino de las consideraciones orgnicas. Para l el Estado es un
organismo tico destinado representar las manifestaciones p-
blicas de la vida externa, del derecho, del bienestar y de la cul-
tura.
Vollgraff intenta fundar la teora del Estado sobre la psicolo-
ga de los pueblos (Erster Versuch einer Wissensehaftlielten Be-
yrndung, sowohl der allgemeinen Ethnologie..,, etc.) Esta obra es
una primera tentativa, y corno tal es digna de elogio; pero no sirve
para realizar el mtodo psicolgico, puesto que en ella la e,xposi-
cion de las fuerzas del alma y la apreciacion de los diversos tem-
peramentos no son en verdad muy satisfactorias. La falta de esp-
ritu critico, y las descripciones de imaginacion apartan del senti-
miento de la realidad, pesar del gran nmero y de la variedad
de los materiales reunidos, historia, observaciones impresiones
de viajes.
Ahrens, discpulo del filsofo Krause, ha intentado escribir
una Teora orgnica del Estado; pero se refiere monos al orga-
nismo de un sr colectivo personal y vivo, crin. It una. institucion
69
orgnica limitada la comunidad de derecho (H. Ahrens, Die or-
l anisehe Statslehre, un tomo. Viena 1850).
En fin segun Waitz (Politik, 1852, I. I.)
El Estado no es una creacion arbitraria nacida de la conven-
cion de la violencia; crece como un organismo, pero no segun
las leyes y para los fines de la vida natural; tiene su fundamen-
to en las disposiciones morales superiores de los hombres, en
sus ideas morales; el organismo no es natural sino tico. El Es-
Lado es la organizacion de la nacion. Pero el Estado no es prin-
cipalmente la realizacion de la vida moral, puesto que las dispo-
siciones y las ideas morales del hombre determinan tambien la
vida privada, la Iglesia y el Estado, la familia y la sociedad. Para
encontrar una base que aclare y caracterice la nocion del Estado,
es necesario concebir psicolgicamente la naturaleza humana de
todas las naciones y de la humanidad, Mis Estudios psicolgicos
sobre la Iglesia y el Estado, Zurich, 1844, son un primer ensayo
para explicar el Estado por la psicologa de M. Rohmer. Los crea
algo conocidos cuando publicaba m Teora de los partidos, pero
me equivocaba, puesto que toda idea psicolgica del Estado pareca
peregrina en las escuelas modernas. Mis Estudios psicolgicos
fueron llamados por algunos contemporneos una incomprensi-
ble jerga de un hombre inteligente; y sin embargo sus frutos,
maduros ya en la obra actual, son generalmente aceptados con
favor. Hoy no parece tan aventurada la nueva senda abierta, y
bien pronto se la seguir con gusto, juzgndose entnces mejor
del valor de estos estudios. Mientras tanto, encuentro una com-
pensacion en el hecho de que los dos primeros hombres de Estado
de Alemania, Federico el Grande y el Prncipe Bismak, han mos-
trado con palabras y con actos su inteligencia de la vida psicolgi-
ca de las naciones y de los Estados.
LIBRO SEGUNDO.
CONDICIONES FUNDAMENTALES
DEL ESTADO EN LA NATURALEZA DEL HOMBRE Y DE LA NAGION.

CAPITULO PRIMERO.

L--La humanidad, las razas humanas y las familias de pueblos.

La humanidad no tiene todava organizacion comun. La


historia slo presenta Estados aislados que son como frac-
ciones de la humanidad. El derecho pblico general debe,
pues, considerar primeramente estas fracciones y determi-
nar lo -que es la nacion con relacion al Estado y la huma-
nidad.
La creencia en la unidad de la raza humana es una con-
dicion indispensable de un elevado sentimiento eligieso.
El cristianismo nos llama todos hijos de Dios. El Estado
civilizado considera igualmente un principio esta unidad, n
respeta la naturaleza humana comun hasta en las razas
inferiores. La diferencia de las razas no es manos impor-
tante para el derecho pblico. El Estado es el rden, y el
rden no es posible sin la distincion.
La ciencia no ha podido levantar el velo que cubre el ori-
gen misterioso de las razas. Son stas, por ventura, el re-
sultado de creaciones sucesivas? Han salido de un tronco
comun bajo influencias diferentes? No lo sabemos. Las di-
ferencias fsicas morales de las principales razas se mues-
tran desde el origen de la historia conocida, y han sido siem-
pre esencialmente las mismas. Es cierto que ninguna raza
se ha conservado completamente pura y que frecuelite>'
.34
cruzamientos han formado pueblos nuevos; pero las dife-
rencias entre la raza blanca, la negra, la amarilla y an la
roja se han marcado siempre, ms an en la historia que
en los colores, con frecuencia engarlosos.
La teora ha negado casi siempre la desigualdad de la
inteligencia de las razas; pero difcilmente se encontrar un
hombre que no haya observado en la vida prctica esta des-
igualdad, atestiguada perptua mente en la historia del
mundo.
1. En los tiempos primitivos, la raza negra etipica, los
pueblos de la noche, como dice Carus, ocupaban probable-
mente, ademas de la tierra de Africa, cuya regon parece
haberles sido destinada, los pases del Asia meridional y
un algunas tierras del extremo Sur del continente europeo.
No se puede desconocer la grande antigedad de esta raza,
quiz la primera creada; pero jams ha podido alcanzar
por sus propias fuerzas un sistema un poco adelantado de
Estado y de derecho. No tiene historia; es sometida inme-
diatamente en cualquier parte donde encuentra individuos
familias de raza blanca; su inteligencia es limitada y su
voluntad dbil, as como sus sentidos excitables y desarre-
glada su fantasa. Siempre en la infancia, parece hallarse
destinada ser educada y dominada por. razas superiores.
Desde los tiempos ms remotos, los Arios y los Semitas
de raza blanca reinaban sobre ella en Egipto y en la India.
Las dominaciones negras de Africa no son an hoy mismo
ms que arbitrarios y caprichosos despotismos, los cua-
les no se les puede llamar Estado. La religion y la cultura
mahometanas les hicieron dar un gran paso, principalmen-
te en el Norte del Africa y en la Nigricia Central; pero la imi-
tacion del sistema francs por los negros de Haiti, y la de
la Repblica de los Estados Unidos por la de Liberia pare-
cen al europeo una especie de comedia parodiando la vida
de los pueblos civilizados.
La raza roja del tronco americano, los: Indios, .presenta
por el contrario signos de vejez y es igualmente poco ap-
ta para el Estado. Antes de la colonizacion europea habla
en Amrica algunos grandes Estados cuya notable civiliza-
clon es digna de respeto; pero parece que los imperios teo-
crticos del Per y de Mjico han sido obra, no de las razas
indgenas, sino de emigrantes llegados del Sud y del Oeste
de Asia. Los hombres blanes eran all venerados como
65
los lujos de los dioses; los Incas del Per son los blancos hi-
jos del sol; lo que indica ciertamente su origen ario.
All donde los Indios fueron de nuevo abandonados sus
propias fuerzas, convirtironse otra vez en salvajes y ca-
zadores, y se fraccionaron en pequeos grupos. Sus Rep-
blicas de raza no tienen ningun territorio fijo, ninguna ins-
titucion cierta; forman asociaciones de cazadores ms bien
que verdaderos Estados. Los hombres, considerados indi-
vidualmente, viven en una independencia feroz; pero el lazo
que los une es grosero inflexible: no pueden oponer obs-
tculos srios al progreso de la civilizacion de los blancos y
son rechazados y destruidos.
3. La raza amarilla, cuya patria sigue siendo el Asia,
tiene dos ramas principales: el tipo moreno de los Malayos,
y el ms claro de los Fineses monglicos: este ltimo ha
producido prncipes, hombres de Estado y generales distin-
guidos. Una fraccion de la raza amarilla ha permanecido
nmada hasta nuestros dias, principalmente en el centro
de Asia; la otra ha fundado grandes Estados. Esta raza,
ms grosera en el Oeste y ms humana .en el Oriente, se
acerca ms la caucsica que la de los Negros y la de
los Indios, y desde tiempos remotos se ha mezclado con la
raza blanca, sobre todo, en las clases elevadas. Los Chi-
nos y los Japoneses han ido ms ljos que los Huimos y los
Turcos en el camino de la civilizacion: ellos son los autores
de una filosofa del derecho pblico; ellos han sabido, aun
ntes que los pueblos arios, preferir la cultura la barba-
rie; el mrito personal al rango de nacimiento; ellos, en fin,
han hecho mucho por la agricultura, por los oficios, por las
artes y por la vida civil; pero no han sabido desligar el de-
recho de los preceptos morales , de las consideraciones
de la vida de familia y de la tutela de los incapaces. Su go-
bierno tiene un carcter benvolo, pero desptico con fre-
cuencia; el sentimiento del honor no existe entre ellos, y la
libertad del pueblo se halla en el estado de infancia.
4. Por encima de todas estas razas se eleva la blanca de
los pueblos caucsicos iranios, los pueblos del dia, como
dice Carus, por oposicion los pueblos de la noche y os
del crepsculo (de la tarde y de la maana); los hijos del
sol y del cielo, corno deca la antigedad. Estos Son princi-
palmente los pueblos de la historia, los que dirigen los des-
tinos del mundo. Todas las religiones elevadas han sido
IILUNTSCHI.I.-TOMO 1.
66
reveladas por hombres de esta raza, y casi toda la filosofa
es obra suya. En su encuentro con las otras razas siempre
ha quedado victoriosa y duea; toda forma elevada del Es-
tado ha nacido bajo su impulso, y su inteligencia y su
energa debemos despues de Dios la civilizacion ms noble,
el ms alto desarrollo del espritu humano.
Los pueblos del da se dividen en dos grandes familias:
los Semitas y los Arios (Indo-germnicos). Los primeros se
distinguen por su mision religiosa; ellos debemos las re-
ligiones juda, cristiana islamita; pero no tienen las mis-
mas dotes para el Estado. La familia aria, cuya lengua es
igualmente la ms rica por la forma y por el pensamiento,
obtiene inmediatamente el primer puesto en la historia po-
ltica y en la cultura del derecho; ha hecho de Europa su
verdadera ptria, y ha formado y madurado en esta region
su viril espritu pblico; sus altas cualidades la llaman
dirigir polticamente las naciones y . consumar la organi-
zacion de la humanidad.
As, pues, consideramos la diferencia de las razas hu-
manas como obra, no de la historia, sino de la naturaleza
creadora, corno variedades naturales de la humanidad. Hay
ademas pueblos que dividen una misma raza, que se han
formado por la mezcla de otras. Los pueblos son los miem-
bros histricos de la humanidad y de sus razas. Es cierto
que desde los orgenes de la historia se nos ofrecen algunos
pueblos primitivos, cuyo nacimiento se pierde en la noche
de los tiempos; pero tambien hay muchos cuyo origen nos es
conocido, y estamos autorizados para deducir que los otros
se habrn formado de la misma manera. La historia mez-
cla y separa, desarrolla y metamorfosea; ella ha dividido
las razas y creado los pueblos: los rasgos esenciales de s-
tos, mustransenos con frecuencia, mnos en la confor-
macion fsica que en el espritu y en el carcter, en la len-
gua y en l derecho.

O BSER VACIONES.-1. Priehard, La historia natural del gnero


humano traducida al aleman por B. Wagner, Leipzig, 1840, se ha
ocupado principalmente de las diferencias de las ms notables ra-
zas bajo el punto de vista de la lengua y de la fisiologa. A. de
Gobineau, en su Ensayos sobre la desigualdad de las razas huma-
nas (Pars, 1852-1855) busca preferentemente las oposiciones pol-
ticas. Por interesantes que sean estos estudios, falta .mucho que
hacer en los dos sentidos. La obra ms nueva y ms completa es
la de M. Th. Waitz A rbthropologie der Naturvolker
2. La importancia de las razas bajo el punto de vista del dere-
cho y del Estado hasido durante mucho tiempo olvidada y poco
apreciada. Gobineau pretende llenar esta laguna; paro frecuente-
mente, por un esceso contrario, quiere explicarlo ttSdo por ellas, y
ademas da una importancia muy exclusiva al origen y la influen-
cia de la sangre. No hay una sola raza innata, aunque el origen
sea, sin duda, su condicion primitiva y natural: hay s una raza
formada por la educacion, como reconocemos claramente en las
familias y en los pueblos; y aunque secundaria y dependiente de la
libertad humana, la educacion ha tenido una gran jpfluencia sobre
la formacion del derecho, de lo cual podernos darnos cuenta sin
ms que pensar en el clero catlico en la Europa moderna. Ademas
es necesario distinguir al individuo de la raza y pesar la influencia
individual, que quiz, ha sido ms grande que la de las razas en
la historia general. Las aclaraciones que Fr. Rhsner hace sobre
este punto en su Teora de los partidos polticos (Zurich, 1844) no
han sido estimadas todava en su justo valor.
68

CAPITULO II.

II. Nacion y pueblo.Definiciones.

En el lenguaje comun suelen confundirse estas dos ex-


presiones, pero la ciencia debe distinguirlas cuidadosamen-
te. El lenguaje tcnico tambien las confunde veces, como
lo prueba el habrseles dado un sentido diferente en los di-
versos pueblos -cultos.
En aleman, como en el latn de la antigua Roma, la pa-
labra nacion (nationalitcl de los Italianos), indica una rela-
cion de espritu y de cultura, que se expresa mejor entre los
Franceses y los Ingleses con las palabras people people.
Por el contrario, como nocion de Estado, los Alemanes se
sirven de la palabra Volk (populus), y los pases occidenta-
les, de la voz nacion. La etimologa d la razon los Alema-
nes, puesto que nacion (de nasci) se refiere en efecto al naci-
miento y la raza, y pueblo populus (de no? ccr, res publica),
expresa ms bien la existencia colectiva pblica.
As, en la Edad Media, los Alemanes eran la vez un
pueblo y una nacion; en los ltimos siglos eran todava un
pueblo dividido en un gran nmero de Estados y de territo-
rios, pero ya no haba nacion (Volk) alemana. Hoy la nacion
alemana se ha reformado, dejando fuera de su seno algu-
nas fracciones del pueblo. Aunque en nuestros das sea ms
fuerte que en ninguna otra poca el sentimiento nacional, las
dos palabras pueblo y nacion no son todava completamente
sinnimas en ninguna parte.
Las naciones y los pueblos son formaciones de la histo-
ria: un pueblo se forma lentamente por una especie de des-
envolvimiento psicolgico que constituye poco poco, en una
masa de hombres, un carcter -propio y una comunidad de
vida que se asegura por la herencia. Una muchedumbre re-
unida al acaso no forma un pueblo; tampoco lo forman el
convenio de las partes la simple asociacion. Para crearlo,
es necesario el lento trabajo de las generaciones, y no existe
(39
-definitivame nte hasta que su carcter propio ha llegado
ser hereditario por la perpetuacion de las familias y por la
trasmision de su cultura de padres hijos.
Una nacion nueva supone un desenvolvimiento poltico,
una formacion de Estado; puede por consecuencia produ-
cirse rpidamente por una sbita organizacion, pero esta no
se hallar bien segura hasta que descanse en un pueblo.
Frmanse los pueblos por la accion concurrente de mu-
chas fuerzas, de muchos factores, propios para inculcar
las masas un espritu comun, intereses semejantes y cos-
tumbres anlogas, y para separarlas de los dems hom-
bres.
Las ms importantes de estas fuerzas son:
a) La relgion. En la antigua Asia y tambien durante la
Edad Media, la accion de la f religiosa era veces tan po-
, derosa sobre la manera de vivir y de pensar, que los disi-
dentes eran considerados corno extranjeros. La f religiosa
separ probablemente los Persas rios'de los Indios, arios
tamben, hizo as mismo que los Brahmanes y los Budhis-
tas, pesar de la comunidad de lengua, de territorio y de
origen, se combatieran como publos enemigos. La religion
fu causa de que los Judos formaran un pueblo aparte, no
slo en la Palestina, su patria, sino en la cautividad de Ba-
bilonia, en Roma y en Alejandra, y hasta en su dispersion
general.
Hoy no tiene la religion una influencia tan grande, y
nuestra poca aprecia ms la libertad religiosa que la uni-
dad de la f, sobreponindose sta la fuerza de otros ele-
mentos nacionales.
Los Alemanes tienen conciencia de la unidad de su pue-
blo, aunque se halla compuesto de protestantes, de catli-
cos, de judos y de panteistas, y se distinguen de los pue-
blos extranjeros un cuando sean sus correligionarios.
b) La influencia de la lengua, es todava ms poderosa,.
Las masas separadas por el territorio continan desarro-
llando su lengua lentamente y con independencia, y luego
llega un momento en que no comprenden ya sus vecinos,
quienes hablaban antes su mismo idioma. Desde entonces
el pueblo considera como suyos los que hablan su idioma
y los otros como extranjeros.
Expresion del espritu comun, instrumento del comercio
i ntelectual, la lengua se perpeta en la familia, se la hereda
70
y conserva siempre viva la conciencia de la nacionalidad.
Un pueblo extranjero que acepta hereditariamente una len
gua nueva se trasforma poco poco intelectualmente y
torna la nacionalidad de aquel cuyo idioma habla. De esta
manera los Ostrogodos y los Lombardos germanos, llegaron
convertirse en Italianos; los Celtas, los Francos y los Bur-
guirones, se convertieron en Franceses, y los Eslavos y los
Vndalos prusianos en Alemanes.
Si la conciencia de la nacionalidad es hoy ms fuerte y
ms activa que nunca dbese , la accign de la lengua, la
literatura y sobre todo la prensa peridica. El movimiento
nacional ha recibido su impulso de la literatura, que ha
creado la comunidad de pensamientos y de sentimientos y
ensanchado la esfera intelectual comun.
Y sin embargo, las ideas de pueblo y de comunidad he-
reditaria de la lengua no se confunden completamente. Los,
Bretones y los Vascos se consideran como Franceses y no.
hablan ni comprenden la lengua francesa: su carcter fran-
cs se ha formado por la union poltica, por los intereses y
los destinos comunes, por la misma civilizacion. Los In-
gleses y los Norte-americanos, aunque hablan el mismo,
idioma, se consideran pueblos distintos: la distancia entre
ambos pases, el mar que los separa, el distinto gnero de-
vida y las oposiciones histricas, sociales y polticas, han
hecho dos pueblos de uno solo.
As, la comunidad de territorio y de pais, de manera de
vivir de ocupaciones, de costumbres y de union poltica
egercen igualmente influencia sobre la nueva formacion de
pueblos, lo cual se agrega la mezcla que puede engendrar'
un tipo y un carcter nuevo, y por consecuencia un pueblo
nuevo tambien, de lo cual nos ofrece muchos ejemplos la
historia general.
El pueblo es un sr culto; su union interna y su sepa-
racion de los otros proceden esencialmente de su cultura
y ejercen su principal influencia sobre las relaciones de
sta. El espritu, el carcter comun que le anima forman su
esencia, lo que es necesario comprender psicolgicamente.
Puede llamrsele un organismo, porque tiene su manera de
ser en los caracteres comunes fsicos de sus miembros y
en las manifestaciones externas de la. lengua y de las cos-
tumbres; no es una persona como la nacion; hay en l co-
munion viva, disposicion para la unidad, pero no unidad de
71
voluntad y accion: el pueblo nc> tiene, pues, personalidad
jurdica, hasta que no se convierte en nacion dentro del Es-
tado.
La voluntad y la actividad humanas tienen, sin duda,
su parte en la forma,cion de los pueblos; mas esto se cum-
ple casi siempre inconscientemente como por una necesi-
dad natural. Estas formaciones engendran la emulacion,
la vanidad de las obras humanas, y permiten al hombre
manifestar los variados recursos de su naturaleza y cum-
plir ms extensamente sus fines. El crecimiento y desarro-
llo de los pueblos es la ms poderosa palanca de la historia
universal y pertenecen seguramente las grandes lneas
del plan divino del mundo.
Se puede definir el pueblo: l comunidad hereditaria del
espritu , del sentimiento y de la raza entre una masa de
hombres de profesiones y clases diferentes; comunidad que,
hecha abstraccion del lazo poltico, se siente unida por
la cultura y el origen, especialmente por la lengua y las
costumbres , y extraa , las comunidades de otro g-
nero.
La extension de un pueblo es variable: puede crecer in-
definidamente, extendiendo su lengua, sus costumbres y
su cultura otras masas que se asimilan, y puede descen-
der y reducirse , la nada cuando es invadido por una cul-
tura extraa que se enriquece sus expensas. La civiliza-
clon ms adelantada de un gran pueblo absorbe con fre-
cuencia las pequeas nacionalidades, todava incultas, cu-
yas costumbres viene cultivar.
La nacion (Vol), es una comunidad de hombres unidos
y organizados en Estado: existe desde que el Estado se for-
ma, y se eleva por encima del pueblo por la conciencia de su
dependencia y de su unidad poltica comunes. Una nacion
que abandona su pas puede no desaparecer al punto, pero
su existencia es slo transitoria mintras no adquiera nuevo
asiento: puede suceder tambien que la nacion no preceda al
Estado; la nacion juda, por ejemplo, bajo Moiss, precedi
al Estado judo; mas entnces la nacion se siente fuertemen-
te impulsada hacia el Estado y posee una organizacion pre-
liminar que va fundarlo.- La idea de nacion se refiere,
pues, siempre al Estado; sin ste no hay nacion.
No damos este nombre la muchedumbre sujeta, pura-
mente pasiva y sin derechos: no se podra por lo tanto de-
72
cit. inversamen te; no hay Estado sin nacion. El despotismo
no reconoce ms que esclavos.
La nacion implica naturalmente la comunidad de esp-
ritu, de carcter, de idioma y de costumbres, cuando des-
cansa en su conjunto sobre un pueblo, y por el contrario,
cuando es la resultante de muchos pueblos de restos de
pueblos, la comunidad es en ella menos perfecta que en el
pueblo mismo.
Lo que distingue sobre todo . la nacion es la comunidad
ms completa del derecho, la participacion en el gobierno,
la facultad de expresar la voluntad de todos y de afirmarla
en actos, los rganos constitucionales que posee, y, en una
palabra, la personalidad pblica y jurdica.
El espritu y la voluntad de la nacion no se confunden de
ningun modo con la simple suma de voluntades individua-
les, sino que son por su objeto y por sus rganos el espritu
y la voluntad una del todo del Estado.
Las naciones, sres orgnicos, hllanse sometidas como
tales las leyes naturales de la vida. Su historia ofrece las
mismas edades que la vida de los individuos: las fuerzas
naturales, las facultades, la imaginacion y las necesidades
de una nacion son diferentes en su infancia que en s vejez.
Para la nacion corno para el individuo, el punto medio de
la vida es generalmente el perodo de mayor desarrollo del
espritu y de la fuerza, y ninguno de los dos son inmor-
tales.

OBSERVACIONES.-1. Savigny ha tenido el mrito de poner nue-


vamente en boga esta idea y de mostrar la influencia de la edad
de la nacion sobre la formacion del derecho en Alemania.
2. Los lazos de familia no pueden por s solos engendrar ni pue-
blo ni nacion y Schleiermacher hllase en doble contradiccion con
la historia, cuando afirma que hay unidad de nacion desde el mo-
mento en que un cierto nmero de familias se unen entre s por el
connubium con exclusion de las otras. Los patricios romanos es-
taban unidos entre s por el connubium, y los plebeyos lo mismo;
en un principio, ste . no exista entre las dos clases, y sin embargo
ambas formaban la nacion romana. En las naciones germnicas el
matrimonio slo era permitido entre personas que pertenecan
la misma clase; y, en fin, en el Estado moderno, el derecho de ca-
sarse nacionales y extranjeros est reconocido en todas partes, y
no crea sin embargo un nuevo pueblo.
3. Mancini (Della nazionalit come fondamento del diritto delle
--- 73 ---
genti, Napoli, p. 37,) dice igualmente que el pueblo (nazionalitd) es
una comunidad natural de hombres unidos en una vida comun por
la unidad de territorio (del pais), el origen, las costumbres y la
lengua, teniendo conciencia de esta comunidad. Pero si ve con
razon en el pueblo la condicion natural de la formacion del Estado
no distingue claramente entre el pueblo y la nacion, y se inclina
considerar al primero como una persona jurdica, lo que no
es ni puede ser hasta organizarse en Estado.
74

CAPITULO II

DERECHOS NACIONALES

Se habla hoy con frecuencia de los derechos nacionales,


y se pide que sean respetados, lo cual es un progreso de la
civilizacion. Los pueblos, como fracciones que son de la hu-
manidad y producto de ese gran desenvolvimiento que se
revela en la historia del mundo, tienen derecho al respeto
y la proteccion de su existencia. Existir es el primero de
los derechos del hombre, y siendo as, hay para el hombre
un derecho natural ms cierto que la comunidad del gnio
nacional? No es por ventura esta comunidad la base de la
existencia del individuo y la condicion del progreso hu-
mano?
Sin embargo, es difcil hallar una frmula jurdica que
corresponda al precepto moral. El principio de las naciona-
lidades no tiene todava importancia capital ms que en la
poltica, y no en el derecho pblico.
Son susceptibles de ser invocados:
1. El derecho la lengua nacional. -
La lengua es, en efecto, lo ms esencialmente propio del
pueblo, la manifestacion ms exacta de su carcter, el lazo
ms fuerte de la cultura comun.
Por lo tanto, el Estado no tiene derecho para arrancar
un pueblo su idioma, ni prohibir su progreso y literatura;
hllase obligado no contrariar la cultura y fomentarla
con solicitud en cuanto lo permitan los intereses generales
de la civilizacion (1).
Los Romanos hicieron grande abuso de su poder, prohi-
biendo la lengua indgena de las provincias; la prohibicion,
so pena de muerte de servirse de la lengua popular de los

(1) Const. austriaca de 1849, pg. 5: Cada cual de los pueblos de la


monarqua tiene el derecho igual inviolable de conservar y de cultivar
su lengua y su nacionalidad.
75
Vendes en los dominios del rden teutnico, fu un acto de
barb rie.
No quiere decir esto que el Estado no pueda tener su len-
gua oficial; pues la unidad puede realizarse en este punto en
inters de todos. En el Parlamento ingls no se puede hablar
ni en irlands ni en galo, y la autoridad central francesa
slo se sirve del -idioma francs. Suiza, sin embargo,
respeta con ms solicitud sus nacionalidades, permitiendo
el empleo simultneo del francs y del aleman, y un en al-
gunos casos del italiano.
El Estado puede tambien prescribir que slo se ensee
en las escuelas pblicas la lengua ms cultivada, y dar as
los nios de un pueblo todava inculto participacion en las
conquistas y en la herencia de una literatura ms noble;
pero proscribir de la Iglesia y de la escuela la lengua de
una nacion civilizada, sera una grandsima injusticia.
2. El pueblo tiene el derecho de observar sus costumbres
nacionales cuando no son contrarias, ni los grandes prin-
cipios morales de la humanidad ni los derechos del Es-
tado. Los Ingleses pueden prohibir el suicidio de las mujeres
indias en los funerales de su marido; pero :la prohibicion de
inocentes juegos populares no se justificara nunca.
3. Los derechos de un pueblo son mnos importantes en
la esfera de las instituciones jurdicas propiamente dichas,
en donde ejercen una influencia relativamente mayor la
unidad y armona del Estado y los intereses del pueblo ms
culto. Un Estado adelantado considera como una necesidad
una legislacion que abrace el conjunto y que pueda derogar
modificar las leyes particulares de una fraccion; as, pues,
no se puede censurar los Romanos su tentativa de llevar
todas partes su derecho. Pueden, sin embargo, cometerse
excesos. El Parlamento ingls se atrajo grandes censuras
al imponer en 1773, en Bengala., muy poco preparada todava,
las formas de la justicia y del derecho nacional. En los Es-
tados Alemanes se conserva un verdadero caos de estatu-
tos locales tradicionales, y por otra parte se trabaja con
afan por la introducion de un derecho comun extranjero.
En la esfera del derecho la nacion est sobre el pueblo,
y las diferencias particulares deben ceder la unidad de la
ley y de la jurisprudencia, as como la igualdad de los ciu-
dadanos ante la ley es preferida la diversidad de costum-
bres locales. Los Romanos impusieron ms fcilmente su
76
derecho que su lengua, y nosotros no censuramos ni los
hrancese6 por haber dado su Cdigo civil la Alsacia ale-
mana y la antigua Bretaa gala, ni los Ingleses por ha-
ber aplicado su legislacion la Irlanda -y al pas de Gales.
y, sin embargo, bueno es recordar que Roma, queriendo
someter su jurisprudencia los Germanos todava br-
baros, encendi las grandes guerras de la independencia
germnica, y durante muchos siglos estos ltimos obser-
varon como un principio escrito en su conciencia, que es
necesario dejar cada pueblo su derecho propio y protejer
al individuo segun su derecho originario, es decir, nacio-
nal. Aplicada sin medida la antigua mxima romana, des-
truy toda libertad nacional al destruir todo derecho nacio-
nal. Si slo se hubiera seguido el sistema germnico, habra
ste impedido toda cultura de derecho y de Estado. El cho-
que de los Romanos y de los Germanos, la lucha de los dos
principios y su impotencia para excluirse completamente el
uno al otro, fue un bien para la libertad de los pueblos y
para el progreso de la civilizacion.
4. Una nacionalidad atacada por el Estado en su existen-
cia moral , intelectual hllase naturalmente impulsada
una resistencia enrgica, y esta es la ms justa causa de
la revolucion contra la tirana (1). La legalidad podr sufrir
por ello, pero no se viola el derecho.

(1.) Niebuhr, El derecho de Prusia contra la corte de Sajonia:


<<La nacionalidad comun es ms flta que la union poltica que liga se-
para los hombres, y hace nacer entre ellos, por la gramtica, por la
lengua, por las costumbres, por las tradiciones y por la literatura,- una
confraternidad que los separa de las ramas extranjeras y les hace odiar
el lazo que les une un pueblo que no es el suyo.
77

CAPITULO 1V.

LA FORRACION NACIONAL DEL ESTADO Y EL PRINCIPIO DE LAS NACIONALIDADES.

La nacionalidad ha ejercido siempre una grande influen-


cia sobre los Estados y sobre su poltica. El parentesco na-
cional y de las costumbres comunes inflam los Griegos
en sus luchas contra los Persas; los Germanos combatieron
por su libertad nacional contra los Romanos; oposiciones
nacionales dividieron al Imperio universal de Roma en lati-
no y griego; la diferencia de las lenguas romana y germ-
nica tuvo una gran parte en la destruccion de la monarqua
franca, y en la separacion de Francia y de Alemania, in-
fluencias todas que se revelan veces durante la Edad
Media. Sin embargo, hasta nuestros dias, no se ha mante-
nido el principio de las nacionalidades como un principio
definitivo de derecho pblico.
Las formaciones de la Edad Media se fundan unas veces
en las dinastas y otras en las clases, y eran ms territoria-
les que nacionales. Los pueblos de Europa se ensancharon
en los ltimos siglos sin que el Estado hubiera tomado to-
dava un fundamento una ex,presion nacional, desarro-
llndose principalmente el Estado autoritario del prncipe
y de las funciones.
La misma teora del derecho natural no fundaba su tipo
del Estado sobre la comunidad nacional, sino en la natura-
leza humana, en sus necesidades y en la libre voluntad del
individuo. Para Rousseau la sociedad y no el pueblo es quien
constituye el fundamento del Estado. El pueblo (Vol) al
que atribuye la soberana, no es el pueblo organizado y
unificado, sino la universalidad relativamente la mayora
de los ciudadanos arbitrariamente reunidos en Estado: por
lo dems, poco importa Rousseau que su pueblo est com-
puesto de nacionalidades diferentes que sea una fraccion
de una nacionalidad. La constitucion francesa de 1791 1793
(art. 25 28) y la de 1795 (art. 17) se inspiraban en los mis-
78
mos principios. Emplebanse indiferentemente las expresio-
nes pueblo y nacin; pero era tan slo para designar la uni-
versalidad de los ciudadanos, y no se haca otra cosa que
cambiar la residencia del poder del centro la circunferen-
cia, del rey al demos.
Napoleon I, tratando de reconstituir el Imperio de Crlo-
Magno y de crear una monarqua europea con el pueblo
francs por fundamento, se estrell, pesar de todo su g-
iiio, contra resistencias nacionales que no supo compren-
d/:r. Sin embargo, la conciencia de la nacionalidad dormi-
taba an, el sentimiento nacional inspiraba inflamaba los
corazones y el entusiasmo de las masas inconscientes en
las cuales no se haba despertado an el espritu nacional.
La misma Inglaterra no combata para salvar la libertad de
los pueblos, sino por dio la revolucin y favor de sus
intereses comerciales amenazados. La varonil altivez, el
sentimiento del derecho propio de la raza anglo-sajona, ele-
v sin duda la conciencia poltica de los Ingleses; sin em-
bargo, el principio de las nacionalidades les inspira siem-
pre alguna desconfianza: saben que su reino insular en-
cierra muchos pueblos, que los Irlandeses cntricos se agi-
tan todava bajo la accin del sentimiento nacional, y que su
imperio occenico parece aun ms amenazado. Los Espao-
les, en sus hericas luchas contra Napoleon, sentan su uni-
dad nacional y el dio hacia el extranjero; pero en su pen-
samiento combatan mnos por la nacionalidad que por el
rey legitimo y la religion amenazada por la infernal revo-
lucion. Los Alemanes haban perdido haca muchos siglos
el sentimiento de su nacionalidad a consecuencia de las di-
visiones confesionales y del fraccionamiento del Imperio, no
hallando eco sino en muy raros espritus, los entusiastas
discursos de Fichte y los escritos de Arndt. Por su empera-
dor y por su ortodoxia, y sin pensar en sus derechos nacio-
nales, iban los Rusos al combate y la muerte contra los
impos de occidente.
La revolucion haba proclamado el principio, poco claro
por otra parte, de que los pueblos tienen el derecho de dis-
poner de s mismo. La reStauracion no se cuid nada de los
derechos nacionales, y el Congreso de Viena reparti los
pueblos entre las dinastas restauradas, sin miramiento al-
guno, sin escrpulo y sin pudor. Italia y Alemania fueron
divididas en un gran nmero de Estados soberanos, casi lo
79
mismo que habla dividido Polonia, y Blgica y Holanda
se reunieron en un solo Estado pesar de las oposicio-
nes nacionales.
El principio de las nacionalidades, del que la misma re-
volucion no haba hecho un principio de Estado, manifis-
tase hoy con gran fuerza. La ciencia haba ya proclamado y
dado conocer sus consecuencias polticas, cuando comen-
z, hcia 1840, ser aceptado por los gobiernos. Desde entn-
ces agtanse como nunca las tendencias nacionales deman-
dando enrgicamente satisfaccion; los pueblos quieren ser
naciones, en todas partes se aspira la autonoma, todas
las dinastas hllanse amenazadas, y quebrantados los im-
perios. Austria hallbase algo perturbada por diversidad de
pueblos; pero la idea nacional produjo el reino de Italia y el
nuevo Imperio de Alemania. La fuerza del principio no pue-
de ya ponerse hoy en duda, y. slo se puede discutir sobre
la extension de sus consecuencias.
El Estado hallase en una relacion mucho ms estrecha
con la nacionalidad que la Iglesia, cuyo carcter es ms fa-
cilmente universal. El Estado es la nacion organizada, y la
nacion toma su carcter del pueblo que vive en el * Estado.
Hay, pues, union natural, influencia recproca y permanen-
te, entre la nacion y el pueblo.
Este no es en s ms que una comunidad de cultura, no
una comunidad' de Estado; pero adquiriendo conciencia de
esta primera comunidad, adquiere fcilmente el pensamiento
y el deseo de darle una voluntad, una accion, una perso-
nalidad, es decir, de constituirse en Estado.
Esta es la base del principio poltico actual de las nacio-
nalidades. La proteccion de la lengua, de las costumbres y
de la cultura nacional, no basta ya las pretensiones mo-
dernas; el mismo Estado debe ser nacional, , en otros tr-
minos: Todo pueblo es llamado forman un Estado; tiene
el derecho de constituirse en Estado. La humanidad se di-
vide en pueblos; el mundo debe dividirse en Estados cor-
respondientes. Todo pueblo es un Estado, todo Estado una
persona nacional.
Es esta la expresion de la verdad? Echemos primero
una mirada comparativa sobre la grandeza y los limites
del pueblo y sobre los del Estado.
I. Cuando el territorio de ste es ms pequero que el
pueblo, pueden manifestarse dos corrientes contrarias.
80
1." Si los ciudadanos tienen una conciencia viva y grande
del Estado, ste tender desarrollar, formar un pue-
blo nuevo. As llegaron ser relativamente pueblos los an-
tiguos Atenienses y Espartanos, lo mismo sucedi los
Venecianos y Genoveses en la Edad Media; ms tarde los
Holandeses, y tambien en cierta medida los Suizos. La
separacion nacional de los Norte-americanos de los Ingle-
ses, es el ejemplo ms grandioso de esta formacion de un
pueblo nuevo por la fuerza del espritu poltico, apoyado en
este caso por la diferencia de los pases.
2. a Si, por el contrario, las tendencias nacionales no se
sienten satisfechas en el territorio demasiado estrecho del
Estado, tendern traspasar sus lmites y unirse las
naciones congneres de otros Estados para formar uno na-
cional ms grande. Esta tendencia ha formado hace ya
mucho tiempo el Estado francs, y ha creado en nuestros
das la Alemania y la Italia.
II. Pero cuando el territorio del Estado es ms extenso
que el pueblo, es decir, cuando aqul encierra dos ms
pueblos fracciones de pueblos, es necesario distinguir:
A. Si estos pueblos estas fracciones se hallan agru-
padas por masas en el territorio. Vse entnces que:
1. El Estado, apoyndose en la cultura ms avanzada
de una de las nacionalidades, tiende asimilarse los otros
elementos y hacer un solo pueblo de la nacion entera. As,
uno de los Imperios romanos latiniz el Occidente, y el otro
heleniz el Oriente; hoy Blgica, apoyada en los Valones
y en la cultura de su capital, se esfuerza en afrancesar
las altas clases de su poblacion flamenca, y Rusia en ru-
sa, flear los Polacos.
Para que se consiga esta nacionalizacion es necesario
que el pueblo dominante tenga decidida superioridad sobre
los otros por su genio, por su poder su cultura. No he-
mos visto fracasar contra la resistencia de los Germanos y
de los Persas la poltica absorbente de Roma y de Constan-
tinopla?
2. O bien las diferentes nacionalidades tendern dividir
al Estado y separarse polticamente. Ejemplo: los movi-
mientos separatistas de los Irlandeses, las luchas constitu-
cionales de Austria, la prdida de la Lombarda y del Veneto,
el dualismo renovado en su seno, las querellas de los Ma-
gyares y de los Slavos, de los Alemanes y de los Tscheques.
81
3. (5, en fin, procura el Estado mantener unido sus
pueblos, sin trasformarlos en provecho de uno de ellos, en
cuyo caso deja de ser verdaderamente nacional y se con-
vierte en neutro comun. En el interior, deja cada cual ce
los pueblos la libertad de proteger los intereses de su cul-
t ura y no trata de favorecer ms al . uno que al otro. La pol-
tica del Estado impide el exclusivismo nacional y se dirige
segun los intereses comunes.
As ha llegado Suiza resolver el difcil problema de
la existencia relacionada de diversas nacionalidades satis-
fechas, sin que se rompa la unidad del Estado. Pequeas'
repblicas, -fracciones de tres grandes pueblos, se han re-
unido as en un cuerpo colectivo, al rededor de ese nudo
central de los Alpes, que separa , Francia, Jtalia y Ale -
mania. Cada cantor' suizo forma, por otra parte, un Estado
nacional que tiene, ora una sola nacionalidad, como en
el Norte y en Este, en el Tesino y en los cantones franceses
del Oeste, ora una nacion preponderante, como en Berna y
en los Grisones los Alemanes, y en Friburgo y en el Valais
los Franceses.
Austria pretenda llegar al mismo resultado, pero por
un procedimiento diferente, y cuyo buen xito fu de corta
duracion. Jos II, que haba querido primero germanizarla,
fracas en su empeo, y desde entnces se adopt como
principio poltico el obligar . cada nacionalidad , la obe-
diencia por las fuerzas reunidas de las otras (1). Este me-
canismo de unificacion violenta slo produca un todo arti-
ficial pronto romperse cuando dejara de estar sostenido
por una mano de hierro, y el rompimiento haba de ser
tanto ms completo cuanto ms dolorosa fuera la opresion.
Austria lo ha probado desde el 1848.
B. Las diversas nacionalidades no estn agrupadas,
sino confundidas. Entnces la unidad del Estado no corre
ningun peligro, y ntes puede temerse que las nacionalida-

(1) De Parieu, Polit ,, p. 304, refiere estas expresiones de Francisco


al ministro de Francia en Viena: Mis pueblos son extranjeros; los unos
repelen los otros, lo cual es muy bueno, porque no son invadidos
un tiempo por las mismas enfermedades. En Francia, cuando entra la
fiebre, os acomete todos en el mismo dia. Yo llevo los Hngaros Ita-
lia y los Italianos Hungra; cada uno guarda su vecino, no se com-
prenden y se detestan . De sus antipatas nace el rden y de su dio re-
cproco la paz general.
ALUNTSCIILL T0110 I. 7
---- 82 --
des nt. ,-; &biles sean ahogadas por las ms fuertes. La un,-
(ialida
on d que sobresale por su espritu poltico concluye
pOr. ( mminar y se asimila sucesivamente las otras. Los
Germanos se romanizaron en las provincias romanas que
c onquistaron, y los Irlandeses, los Alemanes y los France-
ses de los Estados-Unidos de Amrica han sido trasforma-
dos, despues de un par de generaciones, por el tipo anglo-
sajon de los Americanos del Norte.
En suma, hay una recproca influencia entre los dos
principios; el de las nacionalidades y el del Estado; pero no
es cierto que la nacion y el pueblo deban necesariamente
formar un solo todo.
El principio de las nacionalidades no tiene, pues, ms
que un valor relativo y se pueden formular aqu las reglas
siguientes :
Slo un pueblo polticamente capaz de fundar un Estado
y de conservarlo puede aspirar . convertirse en nacion. Los
menores tienen necesidad de ser guiados por los mayores y
los dbiles hllanse obligados unirse entre s ponerse
bajo la proteccion de los fuertes. La Europa cltica sirvi de
base la formacion de los Estados romanos y germnicos;
las nacionalidades del Sur .de la Europa oriental se agru-
pan entre s para formar Estado, y la legitimidad de la do-
minacion inglesa en las Indias se funda en la necesidad de
una direccion suprema..
Solamente los pueblos en los cuales dominan las cuali-
dades viriles del alma (la razon y el valor) tienen, rigurosa-
mente hablando, esa fuerza del espritu y de carcter que
funda y conserva un Estado nacional; aquellos cuya natu-
raleza es ms bien femenina, son siempre gobernados por
los otros.
2. El. pueblo puede tener conciencia de la conmunidad de
su fuerza y de su cultura, aunque se halle. dividido 'en el
terreno de las ideas polticas: unos por ej . -Inplo, sern mo-
nrquicos, otros republicanos, y todos se exforzarn, sin
embargo, por realizar su ideal del Estado. Puede suceder.'
entnces que ese pueblo adopte muchas formas dife-
rentes, no encontrando satisfaccion sino en esta variedad.
Polticamente es con frecuencia causa de debilidad esta di-
vision. El fraccionamiento del puebl heleno le hizo presa
de Macedonia, y despues, de Roma; Italia y Alemania sufrie-
ron la misma suerte y se defendieron muy mal contra el ex-
83
tranjero. Pero esta variedad .puede ser igualmente, efecto de
las ricas disposiciones naturales de un pueblo, un signo de
su vitalidad, como lo prueban esas dos hermanas anglo-sa-
jonas, la aristocrtica monarqua inglesa y la democracia
republicana de los Estados-Unidos. La existencia de un
Austria y de una Suiza alemanas fuera del Imperio es igual-
mente una prueba de la riqueza del pueblo aleman.
3. Un pueblo que tiene conciencia de s mismo y que se
siente con una vocacion politica tiene necesidad de hallar en
un.Estado la manifestacion activa de su sr: si es bastante
fuerte para satisfacer esta tendencia, tiene el derecho natu-
ral de formar un Estado. Los derechos del prncipe .6 de los
miembros aislados de la nacion slo tienen una importan-
cia secundaria ante el derecho supremo del pueblo a existir
y , desarrollarse. Para que la humanidad cumpla sus des-
tinos es necesario que los pueblos que la componen cumplan
los suyos; para que los pueblos vivan es necesario, segun la
expresion del prncipe Bismark, que puedan respirar y mo-
ver sus miembros. De aqu el sagrado derecho de los pue-
blos darse los rganos de su vida y de su accion, derecho
santo entre todos los dems, excepcion de uno que los abra-
za, y los funda todos, el de la humanidad.
4. Un Estado puede no comprender todo un pueblo y ser,
sin embargo, nacional;.para ello basta que la fraccion com-
prendida sea bastante grande y fuerte para poder desenvol-
ver plenamente su carcter y su gnio. Se exajera, pues, el
principio, exigiendo que el Estado nacional tenga la misma
extension que la lengua: eso sera. hacer las - fronteras del
primero tan movibles corno las de la segunda, cosa incom-
patible con la fijeza de la persona del Estado y la seguridad
do todos. Francia, Italia y el Imperio aleman son ciertamente
Estados nacionales.
Un pueblo cele ha llegado, que est en vas de llegar
ser nacion, tiene el derecho indisputable de atraer h.-
cia s las fracciones nacionales indispensables su cuerpo;
pero no puede arrancar violentamente y contra su voluntad
las que no necesita, * ni aquellas otras que hallan satisfe-
chas sus necesidades en los lazos con otro Estado poltico.
5. La mas alta forma del Estado no se detiene en los 11-r
mites de la nacionalidad, puesto que el desarrollo de la hu-
manidad no solamente exige la libre manifestacion y la no-
ble emulacion de los pueblos, sino tambien su rnision en upa
-- 84
ms alta unidad. El derecho descansa ms bien en la natu-
raleza humana que en las particularidades nacionales; el de
los pueblos civilizados se inspira ms en las necesidades
generales que en las costumbres de la nacion; sus institu-
ciones fundamentales son las mismas; la ms alta idea dei
Estado es la humana.
Por consiguiente, el Estado que se extiende la nacion
(Volksstat) puede comprender diversos pueblos, y aquellos
cuyo carcter nacional se halla ms limitado, reciben con
frecuencia de este modo un complemento til que cubre sus
faltas y mantiene vivas relaciones de cultura entre los pue-
blos. Esta mezcla produce veces resultados tan fecundos
que puede comparrsela con la aleacion del cobre que hace
los metales preciosos propios para la circulacion mone-
taria.
6. Sin embargo, es conveniente que el Estado tenga su
asiento en un pueblo principal y que los elementos naciona-
les diferentes slo se presenten en dbiles proporciones, como,
por ejemplo, los Alemanes en Francia y en Rusia, los Eslavos
en Prusia, los Judos en Alemania y los Franceses en la
Amrica del norte. La unidad poltica de la nacion es muy
difcil cuando en su seno rivalizan las nacionalidades en
fuerza y en importancia. Inglaterra ha vencido esta dificul-
tad reuniendo en un solo cuerpo Sajones y Normandos pri-
mero, Ingleses y Escoceses despues, y, por ltimo, In-
gleses Irlandeses: Austria hllase expuesta todava los
peligros de esta situacion.
7. El Estado que encierra muchas nacionalidades, for-
mando juntas una nacion, no debe conceder cada una de
ellas distintos derechos pblicos, sino mantener entre todas
la comunidad poltica y la igualdad de derechos (1).
8. El derecho de gentes, todava imperfecto, no ha esta-
blecido un Tribunal humano que decida si A. pueblo es no
capaz de convertirse en nacion; slo el Tribunal de Dios est
llamado juzgarlo, y sus fallos se encuentran en la historia
del mundo. El pueblo no prueba ordinariamente su derecha
sino por actos, por sufrimientos y combates.
Puesto que el Estado es el cuerpo de la nacion, sus ins
tituciones y sus leyes deben responder las necesidades,

(1) Etviio, die Nationalitatsfrage, Vienne, 1885.


-- 85
, las cualidades y al genio de sta, so pena de formar un
cuerp impropio y contra naturaleza, de caer con la causa
accidental que las haya producido, sea crisis popular
fuerza extranjera, y de' quebrantar en su caida la salud
Pblica.
Todo gran pueblo apto para convertirse en nacion, tiene
su concepcion de la vida poltica y su mision pblica. El
pueblo imprime al Estado el sello de su ser, en lo que con-
siste su derecho una constitucion nacional. As pues, la
diferencia de las naciones responde la diferencia de los
pueblos, y la variedad de las formas del Estado muestra su
variedad natural.
Pero el carcter propio de una nacion no se marca de
una vez para siempre en el Estado. La nacion pasa por di-
ferentes fases de desarrollo, y aunque en su esencia es
:siempre la misma, se modifican con la edad sus necesida-
. des y sus puntos de vista. El Estado nacional sigue el de-
sarrollo del pueblo, y su organismo se modifica y transfor-
ma tambien sin que por esto deje de ser el mismo. El Es-
tado romano, por ejemplo, es muy diferente en sus mani-
festaciones externas, y sin. embargo el carcter nacional
:se conserva siempre el mismo: la Monarqua, la Repblica
y el Imperio determinan sus edades; mas no por esto vara
el sello especial del pueblo romano. La monarqua inglesa
de los Tudors se distingue de la de la casa de Hannover,
como el pueblo ingLS del siglo XIII del del siglo XVI. La
nacion tiene, pues, el derecho natural de modificar oportu-
namente su constitucion.
En resumen: la forma natural del Estado es la que cor-
responde las cualidades propias y al perodo de desarro
lo de la nacion que en l vive.

OBSERVACIONES.-1. Caton, citado por Ciceron, De Repblica, II,


21: Nec temporis unius nec hominis est constitutio reipublicm.
2, Federico el Grande de Prusia, en el Anti-Maquiavelo, 12:
Todo es vario en el universo: los temperamentos de los hombres
son diferentes, y, si se me permite la frase, la misma variedad e 8-
tablece la naturaleza en el temperamento de los Estados, en ten-
diendo por tal, su situacion, su extension, el numero y carcter cha
sus pueblos, su comercio, sus costumbres, sus leyes, su fuerza,
sus defectos, sus riquezas y sus recursos.
. De Maistre, Consideraciones sobre la Francia (1796), p. 88_
l'ero una constitucion hecha para todas las naciones no est
86
hecha para ninguna; es una pura abstraccion, una obra escols_
tica cuyo nico objeto es ejercitar el espritu en una hiptesis
ideal.
4. Napoleon los Suizos (1803); Una forma de gobierno que no
es el resultado de una larga serie de acontecimientos , de desdi-
chas, de esfuerzos y de empresas por parte de un pueblo no echa-
r jams raices.
5. Sismondi, Estudios sobre la constitucion de los pueblos libres:
La constitucion comprende todos los hbitos de una nacion, sus
afecciones, sus recuerdos, las necesidades de su imaginacion as
como tambien sus leyes. Nada indica un espritu ms superficial
y ms falso al mismo tiempo que la empresa de trasplantar un
pas la constitucion de otro de darle una nueva, no segun su
propio genio historia, sino en virtud de algunas reglas genera-
les las que se designan con el nombre de principios. El ltimo
medio siglo que ha visto nacer tantas de esas constituciones de-
leznables, tantas de esas constituciones prestadas, atestigua
que no hay una sola que haya respondido los propsitos de su
autor las esperanzas de los que las aceptaron.
6. L. Ranhe (Zeitscher, I. 91): Cada pueblo tiene su poltica.
Qu es esa independencia nacional de que tan celosos se mues-
tran todos los hombres? Quiere decir simplemente que ningnn
gobierno extranjero se establezca . en nuestras ciudades, y que nin-
gun ejrcito extranjero atraviese nuestro pas, significa mejor
el poder de dar libremente nuestras cualidades toda la perfec-
cion de que son susceptibles?
87

CAPITULO

III.La Sociedad.

Desde Rousseau la teora francesa ha considerado al


Estado como una sociedad y confundido las tres expresio-
nes pueblo, sociedad y nacion, cuya confusion ha sido muy
daosa en la ciencia y en la prctica.
La teora alemana distingue este punto ms cuidadosa-
mente: aclara las diferencias, previene los errores, asegura
ms bien la base y la accion del Estado, y al mismo tiempo
la libertad de la sociedad contra la tirana del poder.
La nacion es un todo necesariamente unido; la sociedad 9

una union accidental de individuos. La primera hllase or-


ganizada de todo en todo en el.Estado, la segunda no tiene
en s organizacion; la una es una personalidad jurdica, la
otra no tiene personalidad; aqulla tiene unidad de volun-
tad y el poder pblico de realizarla, sta no tiene ni volun-
tad ni poder pblico propio; no puede ni legislar, ni gober-
nar, ni administrar justicia, slo crea la opinion pblica, y
no tiene por lo tanto en el Estado ms que una influencia
indirecta que vara segun las miras, los intereses y los de-
seos de los individuos. La nacion es una concepcion de de-
recho pblico; la sociedad es solamente una union variable
de personas privadas en los lmites del Estado.
Hallndose compuestas de los mismos hombres la na-
cion y la sociedad, tienen sin duda numerosas y estrechas
relaciones. El Estado fija tambien el derecho para la socie-
dad, :la cual proteje y cuyos intereses favorece, y ella su
vez le apoya econmica y moralmente. Una sociedad que
sufre - se halla enferma es para el Estado un sufrimiento y
un peligro; una sociedad sana y culta es, por el contrario,
una fuerza y una condicion de bienestar.
Pero no siempre hay perfecta armona entre el Estado y
la sociedad: sta, arrastrada por el inters privado 6 por
movihIrs corrientes de la opinion, demanda veces cosas
88
injustas peligrosas, bien el Estado le exige ella sacrifi-
cios que no puede soportar con paciencia. Los intereses per-
manentes del Estado pueden hallarse en oposicion con cier-
tos intereses pasageros de la sociedad; ora sufre sta un
mal que no puede curarse sino mediante el auxilio del Esta-
do, ya la constitucion la administracion adolecen de vi-
cios que la sociedad se exfuerza en estirpar, y en estos
casos, la poltica y al derecho pblico corresponde resol-
ver con justicia y utilmente la dificultad.
Las palabras sociedad y pueblo se acercan ms, pero
tampoco se confunden. La sociedad, en presencia del pue-
blo hereditario, se ofrece como una reunion variable de in-
dividuos. El pueblo se ha creado en su lengua una expre-
sion orgnica de su comunidad de espritu, y la sociedad se
sirve de esta lengua; pero no la tiene por s: el pueblo puede
di vidirse em muchos Estados; la sociedad se limita uno
solo, y si hablamos de la sociedad europea, es para com-
prender los habitantes de la Europa civilizada, aunque
formen diferentes pueblos. La sociedad de un Estado de-
terminado abraza igualmente el conjunto de sus pueblos,
sin tener en cuenta sus diversas nacionalidades. En el pue-
blo puede reconocerse un organismo natural, al menos bajo
el aspecto fsico; la sociedad no es ms que una suma de
individuos.
Gizeist manifiesta claramente estas diferencias; pero la
frase Sociedad de adquisicion. (Erwerbsgssellschaft) que
emplea para designar la sociedad moderna, es evidente-
mente demasiado estrecha. La adquisicion de bienes es sin
duda uno de los intereses ms grandes y generales de la
suciedad; pero no el nico, ni quiz el ms importante. La
sociedad ama tanto el goce como la adquisicion; ama la vida
de familia, abstraccion hecha de todo inters material, es-
tima la civilizacion, la cultura del espritu, la literatura, y
el 'arte; Gneits hace la sociedad ms egoista y ms mate-
rial que ella es, y basta para-probarlo recordar los numero-
sos establecimientos que funda libremente para los pobres,
para los enfermos, para las ciencias y para las letras.
89

CAPITULO VI.

IV.Las ramas (Sta- mme).

Las razas se dividen en pueblos y stos n ramas. Un


atento observador puede encontrar sin duda el parentesco
de ciertos pueblos, en la lengua, en las costumbres y en el
derecho; pero los pueblos, un .aquellos que pertenecen
la misma raza, no se comprenden . ya, y han llegado ,
ser extranjeros, los unos respecto de los otros; por el con-
trario, las ramas de un mismo pueblo se consideran uni-
das por la comunidad de existencia, de lengua y de cos-
tumbres. Ciertas particularidades opnense sin duda esta
conciencia de un origen comun, pero la lengua nacional des-
pierta continuamente el sentimiento del parentesco y de la
unidad. Los dialectos son veces el signo de la comunion
nacional y de las diferencias de las ramas, siendo la len-
gua lo que el derecho particular de cada rama es al dere-
cho comun del pueblo. Las ramas son como los pueblos, un
producto de la historia, que procura desenvolver en grande
escala las ocultas oposiciones internas. Las fracciones de
pueblo no tienen tipo nacional propio, y son nicamente. una
expresion animada del espritu nacional comun; perpetan se
de este modo, conservando sus particularidades y carac-
teres, aumentando la variedad y la riqueza de la vida nacio-
nal, y siendo con frecuencia un obstculo la unidad del
Estado. Roma lleg ser fuerte y poderosa por las luchas
civiles de sus partidos que pertenecan originariamente di-
versas ramas; pero los Helenos, entre quienes fueron de-
masiado vivas las oposiciones, no pudieron fundar un Es-
tado comun durable. La diferencia de las ramas ha ejercido
igualmente una grande influencia en la formacion de los
Estados modernos; favorable al particularismo de la Edad
Media, levntase corno un obstculo contra las tendencias
de unificacion, de lo cual tienen hartas prueba: Italia y Ale-
mania; en ellas fueron destruidas desde un principio las
90
ramas antiguas, en la una por la independencia de las ciu-
dades, y en la otra por la poltica de los Reyes y la for-
macion de los Estados territoriales; pero su influencia se
continu en el carcter propio de cada ciudad de Italia, y
pesar de la fusion operada en los nuevos Estados alemanes
que sucedieron los antiguos ducados, tuvieron gran parte
en la cada del Imperio de Alemania. Los adversarios de la
unidad alemana todava excitan hoy sus prejucios para re-
tardar el desenvolvimiento nacional que no pueden ya im-
pedir.
Hay en la rama una predisposicion para una formacion
nueva, y la que se aista, puede con el tiempo convertirse en
nacion, pero es ms difcil que llegue ser un pueblo: para
esto sera necesario que se mezclase, que se fusionase con
otros, y por consiguiente, que cambiara de lengua como las
ramas germnicas de los Lombardos en Italia, por lo m-
nos que elevara su dialecto la categora de idioma nuevo
como los Holandeses.
--91

CAPITULO VIL

V.Las castas.Los rdenes. Zas clases.


A.Las castas.

Los pueblos y las ramas hllanse casi siempre agrupa-


dos en paises en territorios distintos; pero encontramos
por otra parte en la nacion, reunidas mezcladas en los lu-
gares, ciertas gradaciones fijas del edificio social, ciertas
direcciones tendencias diferentes de la vida comun, y tam-
bien diversos grados de importancia y de educacion polti-
cas: tales son las castas, los rdenes estados y las clases.
Las castas florecieron en Egipto y en Persia, pero en nin-
guna parte tuvieron itanta importancia como entre los Indios,
cuyo sistema pertenece sobre todo al antiguo elemento asi-
tico-ario, y no pudo jams aclimatarse en Europa: la dife-
rencia de las razas le di una nueva. aplicacion en Amrica.
Los rdenes los encontramos en un gran nmero de nacio-
nes antiguas y modernas, y alcanzaron su mayor desarro-
llo en los pueblos germnicos de la Edad Media. Las clases
suponen un Estado regular como la China en el Asia, Ate-
nas, Roma y muchas naciones modernas.
Las castas son consideradas como la obra de la natura-
leza, como la creacion inmutable de Dios; los rdenes son
un producto natural de la historia y de las profesiones so-
ciales, y las clases una institucion del Estado. La autoridad
de la f se manifiesta en las castas; en los rdenes, el poder
de la vida social, de la cultura y de las costumbres, y en las
clases, la poltica organizadora del Estado. Las castas son
necesariamente hereditarias inmutables, como las capas
s uperpuestas de las rocas en la montaa; los rdenes crecen
como las plantas y se desarrollan orgnicamente como los
pueblos y los Estados, siendo en ellas atemperados y recha-
zado veces el principio hereditario por la libre eleccion de
las profesiones: los rdenes ms antiguos se aproximaban
las castas por la herencia; los de una ci vilizacion ms
adelantadas acercan las clases por la libertad de pro-
92 --
fesion. Las clases, como creaciones del arte, cambian con el
fin que se propone el Estado.
La organizacion de las castas indias puede ser conside-
r ada como el tipo del gnero. Las leyes de Man las pre-
sentan corno una creacion de Brahma, y esta creencia,
que Platon deseaba implantar artificialmente en su Rep-
blica ideal, ha producido entre los Indios todos los efectos
de que era susceptible.
Segun el mito indio, sali de la misma boca de Dios la
casta superior de los Brahmanes, en la cual, la sangre
aria, aunque un poco mezclada, se ha conservado ms
pura: por eso son como el Verbo vivo de Dios, la expre-
sion ms pura y completa del Ser divino; siendo sus atri-
butos la cultura de la ciencia y de la religion, y el estu-
dio del derecho. El ms modesto de los Brahmanes tiene,
corno tal, un valor mucho ms alto que el del mismo rey:
su naturaleza es divina, y si no les est prohibido ocuparse
en las funciones terrestres y mezclarse en los asuntos del
mundo, su abstencion realza su pureza (1). El que mal-
trata un Brahman, aunque sea con Una caa, merece la
condenacion eterna.
La segunda casta es la de los Kshatriyas, de la cual for-
ma parte el Rey; ha salido del brazo de Dios, y en ella es-
tn vinculados la fuerza y el poder externos: es la casta he-
reditaria d los guerreros y de la nobleza, y aunque no le
est prohibido, el comercio, no lo considera digno de ella.
La tercera, la casta de los Visas Visaysas, ha salido
de la pierna de Dios; son patrimonio suyo las ms nobles
profesiones civiles, y hllase dedicada la agricultura,
la custodia de los rebaos y al comercio.
Y, por ltimo, la cuarta clase y la ms oscura, la de los
Sadras, ha salido de los pies de Dios; la constituye la pobla-
cion dedicada al servicio -y consagrada las necesidades
de la vida material, no siendo digna de leer lOs libros santos.
El matrimonio perfecto supone la igualdad de castas en -
tre los cnyuges; sin embargo, el hombre puede casarse
con una mujer de una casta inferior. En el curso de los si-
glos estas alianzas han producido situaciones bastardas

(1) Leyes de Man, II, 162 (publicadas por Loisel9ur de Longehamps.


14,
Paris, 1863: Un Brahman evitar los honores del mundo como un ve-
neno y buscar el desprecio de los hombres como la ambrosa.
93
muy peligrosas, origen de castas hereditarias reprobadas.
El paso de una casta otra ms elevada es sumamente
raro; la absoluta separacion es la regla permanente, y el
rden de las castas conserva su influencia hasta ms all
de la tumba, dominando la vida presente y la futura: ap-
nas, despees de los esfuerzos de muchos miles de aos,
puede un Kshatriyas, por extraordinaria excepcion, ele-
varse la esfera divina de los Brahmanes; por el contra-
rio, toda falta precipita fcilmente en el abismo, del que es
entnces casi imposible salir.
La creencia de los Indios descansa sobre un error evi-
dente; pues hoy sabemos que la formacion de sus castas es
en gran parte obra de la historia. Consrvase todava en los
Vedas el recuerdo de un perodo antiguo en el cual no exis-
tan an las castas, sino rdenes arios; y la diferencia en-
re los Sudras y las castas superiores, llamadas todas
arias, se refieren sin duda, una oposicien originaria de
raza. Los Arios de raza blanca, vencedores, se apoderaran
del pas de los Sudras de color, llegando ser los seores,
como ms tarde las colonias europeas entre los pueblos ro-
jos de Amrica.
El antiguo nombre de las castas, Varna, significa color,
indica la oposicion primitiva. Mintras la casta es ms
elevada, ms pura se conserva la raza blanca, y cuanto
ms se desciende, ms se acerca al tipo originario ne-
gro (1). Las dos primeras castas elvanse por encima de la
tercera, corno la aristocracia sobre el demos en casi todos
los pueblos arios. En fin, la elevacioii de los Gahrnanes
sobre la casta de la nobleza y de los caballeros, y aun sobre
el mismo Rey, no se explica mi parecer sino por la filtro-
duccion de la nueva religion panteista de Brahma, ms
inteligente que la antigua de los numerosos dioses de la
naturaleza, por el sentimiento ms elevado de la Divinidad
en los sacerdotes, los sabios y los santos Brahmanes,
por su energa y devocion su msion divina, y por su
abandono voluntario de la soberana temporal (2). Esta s

(1) Comp. sobre las castas indias: Lassen, Indische A Iterthtol(


hunde, I, p. 801 y siguientes. Gobineau, De inliqalit des roces fru-
maines, II, p. 135; Benfey, en el Dictionnuire de Gultrie el Grey,
art.. Indios; Duncker. Geschichte des Atterth-urn, II, p. 12 y sig.
(2) Esta opinion la he razonado ms en mis A Itas. iatis.che golle.<a??
Weltideen, p. 29 y Sig.
--- 94 --
c' astas tuvieron, pues, su origen en los acontecimientos y
en los combates de la historia, y su organizacion fu desde
luego reputada necesaria, inmutable y santa. Esta idea fu
inspirada tan cuidadosamente en la educacion de la juven-
tud, en la rigurosa determinacion de los deberes morales y
en todas las instituciones de la vida pblica y privada, que
nadie pudo creer ya en la posibilidad de un cambio, pa-
sando este rden riguroso travs de los siglos de genera-
eion en generacion.
La organizacion de las castas no es una institucion del
Estado, una parte de la constitucion, ntes bien puede de-
cirse que son la base del. Estado subordinado , ellas, y for-
man la organizacion general del mundo, dominando siem-
pre todas las relaciones de la vida, cuya dependencia impide
toda forma elevada del Estado y todo libre desarrollo. ,Cmo
podra destruir la idea poltica estas masas rgidas, inmu-
tables, separadas y encadenadas por un poder superior?
5,. Qu significa la autoridad del Estado ni de qu valdran sus
medios coercitivos tratndose de hombres profundamente
convencidos de que su desobediencia atraera sobre ellos
millones de anos de malestar y sufrimientos?
El principio de la herencia ocupa, sin duda con justo t-
tulo, un lugar importante en el Estado, puesto que mantiene
una ntima relacion entre el pasado y el porvenir, y asegura
el cuerpo del Estado que debe sobrevivir al individuo; pero
si domina exclusivamente en el derecho pblico,. encadena
y paraliza las mejores fuerzas, convierte al Estado en una.
momia que. pretende conservar artificialmente los caracte-
res de una vida ya extinguida, y no puede ocultar el sello
de la muerte.
Las castas aumentan y refuerzan las oposiciones nata--
males de las capas sociales; las unas, ricamente dotadas de
privilegios hereditarios, pueden encontrar en ellas satim-
fa,ccion; .pero las capas inferiores intermedias se hallan
muy duramente oprimidas; su rebajamiento hallase mar-
cado con el estigma del desprecio, y el individuo no abriga
ninguna esperanza de romper las cadenas que le oprimen,
puesto que la autoridad excesiva de las castas superiores
mata la libertad de las otras. Este sistema es susceptible- de
una perfeccion relativa en las diversas clases, y puede per-
mitir una ,:notable actividad de espritu en las clases ele-
vadas; pero basando su principio supremo en la trasmision
-- 95
de la sangre y en las tradiciones de raza, tiende la nega-
cion y la libertad individual, ha producido religiosos ana-
coretas, grandes filsofos, poetas notables, valientes y mag-
nnimos hroes, padres ., hij os excelentes, hbiles obreros,
pero nunca grandes hombres de Estado ni pueblos libres.
Todo en l tiende al mantenimiento del rden; nada al
progreso de la vida: el reposo es su ideal; el movimiento, el
temor y el peligro. En l la vida no es ms que una repet-
clon; jams se produce nada nuevo; una rueda que gira
siempre de la misma manera al rededor de su eje. ,Qu va-
lor puede tener semejante vida? As esta inspida uniformi
dad ha arrastrado muchos hijos de Budha buscar "el fin
en la doctrina de la disolucion, en la nada, por medio del
suicidio. La civilizacion india es la flor y el fruto del sistema
de las castas, y, sin embargo ; mostrronse la larga en
ella los grmenes de una decadencia interna, y los Indios no
pudieron rechazar la conquista del extranjero.
La India actual slo conserva los restos de sus castas
corno un mal hereditario; no ve ya en ellas el verdadero sis-
tema del mundo, y animada por el espritu ingls, da otro
fundamento a sus instituciones.
96

CAPITULO VIII.

B.Los estados los rdenes (St nde).

Europa nos presenta en vez de castas, rdenes es-


tados, que son igualmente los miembros ordenados y org-
nicos de la nacion, pero se abandonan la accion del tiem-
po y tienen su desarrollo, su historia y su trasformacion.
Su ms antigua forma recuerda todava, las castas: he-
reditarias, por punto general, ofrecen notables relaciones
con el sistema indio, y son muy semejantes las representa-
done s msticas de su origen. Segun el Edda, el dios Rige,
en el curso de sus peregrinaciones, engendr primero
Thrl, que fu el tronco de la poblacion servil; despues, en
un lugar mejor, al libre Karl, tronco de los labradores li-
bres, y en fin, al noble Jarl, al cual ense lanzar el dardo
y manejar la lanza, y le confi el misterio sagrado de los
Runes. Los rdenes se distinguan por el color y por la for-
ma; los nobles, de notable blancura, tenan los cabellos ru-
bios y .las megillas encendidas, y los siervos, de 'repugnan-
te rostro, tenan los miembros groseramenta huesosos.
1. El Orden galo de los Druidas, recuerda la casta de los
Brahmanes, pues posea igualmente el sacerdocio, la cien-
cia y el conocimiento del derecho (1); pero estos, y sobre
todo los sacerdotes germanos anteriores al cristianismo,
cuyo nombre era el de Godi, derivado de la palabra Dios
(Gott), como el de los Brahmanes, de Brahma ,halla.-
banse en ms estrecha relacion con la nobleza nacional he-
reditaria. El. clero cristiano de la Edad Media, al mAnos por
la elevada posicion que ocupaba, se acerca ms la pri-
mera casta india.

<1) Ccesar, De bell. 91E11., VI, 13; Illi rebus divinis intersunt, sacri-
ficia publica ac privata procurant, religiones interpretantur. Ad hos
magnus adolescentium numerus disciplince causa concurrit, magnoque
sunt apud eos honore. Nam fere de omnibus controversiis publicis
privati sque constit u unt.
-- 97
2. La antigua nobleza de la historia primitiva de Europa
,es siempre hereditaria y reune ordinariamente las ms
importantes funciones de las dos castas superiores de la
4ndia. Los mismos nombres prueban esta herencia: los Ea-
ptridas griegos y los Patricios romanos son los descen-
dientes de padres nobles, y los .A delin,ge germanos deben
su nombre la familia (Adal), de que proceden (1).
Los LUCUMOTIeS de la Etruria y los caballeros galos for-
maban igualmente una nobleza hereditaria. La antigua le-
yenda se complaca en hacer descender inmediatamente de
los dioses de los hroes las primeras familias nobles, y
y en reverenciarlas corno de origen divino. A esta nobleza
primitiva perteneca ordinariamente el sacerdocio, la cien-
cia de las cosas divinas, el conocimiento y la cultura del
derecho y las ms altas funciones pblicas; tena siempre
los primeros puestos .en la organizacion militar, pero le es-
estaban cerradas la mayor parte de las profesiones civiles.
Los nobles tenan ordinariamente su . servicio bajo su
proteccion, clientes y deudos, y sus seoros los distinguan
hasta en la esfera del derecho privado. Tenan sus habita-
ciones en las alturas un en las mismas ciudades-.
Estos rasgos caractersticos mustranse de nuevo, aun-
que un tanto modificados, al comienzo de la Edad Media;
pero medida que nos remontamos al pasado, tiene ma-
yor semejanza en todas partes esta institucion poltico-re-
ligiosa.
3. Los hombres libres (Gemeinfreien), constituan entre
los Griegos, los Romanos y los Germanos el verdadero n-
cleo del demos y de la nacion, teniendo la plenitud de los
derechos generales y siendo la fuerza del Estado. La no-
bleza se-elevaba por encima de ellos, no la manera de la
casta india, corno esencialmente distinta, sino como un Or-
den eminente y distinguido, unido los otros y teniendo sus
races en el mismo derecho nacional.
En las pocas remotas, los hombres libres eran por lo
comun propietarios territoriales y agricultores : tales ve-
mos los Geom,ores en la constitucion de Atenas, en tiempo
de Teseo, los Spartiatas ordinarios, los plebeyos roma-
nos y los libres (Freien) de todas las ramas germnicas.

(1) W g se sobre este plinto Schmittbenner, Statsrescht, p . 3 1 Y 1(r-


BLUNTSCHLI.TOM.
98
El derecho respeta el libre nacimiento y la franquicia de las
tierras. Estos hombres libres se ocupaban tambien del co-
mercio, aunque poco; y su manera de vivir puede comparar-
se la de los Visas, pero llevaban armas, formaban las
masas de la infantera y tenan ms fcil acceso los hono
res pblicos. Tenan ademas en la comunidad derechos po-
lticos que variaban segun la constitucion de aqulla.
Aunque sujetos , la autoridad, no dependan de ningun
seor: no tenan en un principio el derecho de proteccion
de patronato; pero podan poseer exclavos clientes. Ge-
neralmente, su libertad se adquira por el nacimiento (inge-
nuus) y su rden era hereditario.
4. Encontramos, en fin, muchas huellas de un rden que
se disolva ya visiblemente en las primeras pocas cono-
cidas, y que por esto mismo es un poco enigmtico: tal es,.
bajo una expresion general, el rden de las gentes de un pa-
trono (hrige Leute), los cuales, como los Sudras indios,
desempeaban las funciones inferiores de la vida. Este r-
den comprenda algunas veces agricultores sometidos,.
que pertenecan la raza-de los vencedores, ademas de las.
gentes miserables quienes una lenta opresion la falta
de recursos haban colocado en esta dependencia. A l per-
tenecan los Plates y los T hetes de los Griegos, los Clientes
de los Romanos, de los Galos y de los Bretones, y los Ltes
de los Germanos: su dueo era su tutor y su protector
(Mund und Sehutzherr ): entre los Griegos se llamaba
Prostrates y entre los Romanos patronos. Formaban parte
de la nacion, y no deban confundirse con los esclavos; pero
su libertad, sus derechos y su consideracion eran inferio-
res los de los hombres libres; ejercitbanse preferente
mente en las profesiones manuales, y la mayor parte de los
libertos entraban en esta clase.
La historia de estos rdenes hllase estrechamente li-
gada la de los Estados, y la trasformacion de las consti-
tuciones no es frecuentemente sino el efecto de sus modifi-
caciones internas, poco notables en un principio.
Toda la formacion del derecho tom en el curso de la
Edad Media el sello y la expresion de los rdenes, cada uno
de los cuales, al mismo tiempo que su profesion, tenia su
derecho y su jurisdiccion. El clero viva segun el dere-
cho cannico, el prncipe segun el derecho de los seores
(Herrenrecht), los caballeros segun el derecho de los feu-
99
dos (Lehensrecht). La gente de servicio (Dienstleute) tenia
su derecho especial (Dienstrecht), se aplicaba al burgus el
derecho de su ciudad, y los campesinos las costumbres
y el derecho del Tribunal (Hofrecht, el derecho del tribunal
del seor). Todos estos rdenes rompan el lazo poltico
general, y slo mediante ellos formaba el individuo parte
del Estad.
Poco poco cambi su carcter y se fueron convirtiendo
de hereditarios en profesionales. En los ltimos siglos se
distinguan principalmente: 1. el clero, 2. la nobleza, 3.
los ciudadanos el tercer estado, y 4. los campesinos. Los
dos rdenes aristocrticos tenan una altsima posicion po-
ltica, el 3. haba salvado su libertad civil, y el ltimo se
hallaba desposeido del poder y dominado por los otros.
Toda esta grande institucion vino por tierra al fin de la
Edad Media, no quedando de ella ms que restos parecidos
las viejas murallas de un castillo derruido; pero la inte-
ligencia del sistema feudal, es necesaria para comprender
el Estado moderno.
100

CA PITULO IX.

I.tl Clero.

Era el primero de los rdenes de la Edad Media, aunque


en rigor y segun la doctrina de la Iglesia, el clero no es un
rden de la nacion, es un ordo eclesiasticus, n.o un ordo ci-
vilis; el Estado no es ms que una organizacion de licos,
por encima de la cual se halla el clero consagrado , Dios.
Los sacerdotes cristianos no proclaman como los brahma-
nes su descendencia celeste, porque su rden no se perpe-
ta por el matrimonio; pero invocan una institucion di-
vina. Los inspira el Espritu Santo y son santificados por la
consagracion de la Iglesia. La grandeza del sacerdocio
eleva al sacerdote ms modesto, y aun al ms corrompido,
por encima del ms noble y virtuoso de los seglares, asi
corno el oro es superior la plata y el espritu al cuerpo.
A pesar de estas concepciones ideales que recuerdan
algo la primera casta india, no renunciaba el clero de la
Edad Media dominar al Estado, y, pesar suyo, ajustaba su
conducta las leyes civiles. La Iglesia enseaba la sazon
que las leyes del Estado no eran obligatorias para el clero,
y que ste tena el derecho de examinarlas, de ' juzgarlas y
ele determinar hasta qu punto podra someterse ellas.
Cuando los privilegios los intereses de la Iglesia parecan
amenazados, los clrigos se negaban obedecer fundn-
dose en su superioridad moral y en texto de la Escritura.
Ms vale obedecer Dios que los hombres. Por el con-
trario, exigan del poder civil una pronta sumision las
leyes de la Iglesia y su apoyo para aplicarlas.
El clero cristiano lleg tamblen sustraerse de la juri ,s-
diccion lica, civil criminal, pues dado su carcter, no
poda soportar la supremaca de los jueces licos, de las
ovejas sobre los pastores. Se eximi del servicio militar,
porque las armas de hierro eran incompatibles con su, Yo-
cacion, y ademas qued exento de impuestos, invocando
101
siempre sus inmunidades para evitar las cargas , pblicas.
Sus miembros no eran los ciudadanos de un pueblo de
un pas, y slo reconocan el lazo universal de la cristian-
dad con Roma, la capital del mundo, la silla de los papas;
el derecho cannico regulaba su vida y la Iglesia con sus
dulces censuras los juzgaba.
Sin embargo, el clero no se vi nunca libre por completo
de los lazos del Estado: una absoluta independencia habra
sido quiz, contraria sus propios intereses, y no la favo-
recan tampoco los recuerdos histricos.
Histricamente, la Iglesia cristiana haba nacido en el
Imperio romano, seor del mundo; all se desarroll, y las
autoridades romanas no renunciaron sus poderes, de-
biendo someterse todos las leyes, al gobierno y los tri-
bunales del emperador, quien slo concedi al clero raros
privilegios: la sujecion era entnces evidente.
El mismo principio conserv la Monarqua de los Fran-
cos, aunque la independencia de la Iglesia fuera ya mayor.
Las inmunidades del clero establecironse muy lentamente
bajo los Prncipes germnicos, y en un principio, ms por
la gracia' y la voluntad de los reyes, que en virtud de la
fuerza obligatoria del derecho cannico que comenzaba sin
embargo a invocar audaz y altivamente su propia autori-
dad. Los derechos de la Iglesia slo fueron reconocidos
paso paso, no sin disputas ni en todas partes con la
misma extension.
Los intereses del clero le ligaban igualmente al Orden
laico y al Estado. El Romano Pontfice lleg a ser el sobe-
rano temporal, el rey del patrimonio de Pedro, nacido de la
concesion real, de primitivas donaciones, y aun de la con-
quista de un territorio gobernado por clrigos. La ms alta
autoridad espiritual hallbase pues unida a la soberana
temporal. El Papa, obispo de los obispos, no representaba
solamente la Iglesia; como el primero de los prncipes de
Italia, hallabase tambien profundamente comprometido en
los intereses de la poltica italiana, por desgracia de este
pas, segun Maquiavelo. Demasiado dbil para unificar,
era bastante poderoso para mantener las divisiones, im-
potente para proteger Italia, hallbase siempre dispuesto
apelar al extranjero para - satisfacer las necesidades de
su poltica. Los papas colocaron Roma a la cabeza de las
ciudades de la cristiandad y la embellecieron con Iglesias,

con monumentos y con obras de arte; pero bajo su go-
bierno, los Romanos, pesar de sus naturales disposicio-
nes polticas, quedaron inferiores en virtudes y en progre-
sos cvicos los ciudadanos de las Repblicas italianas. El
Estado eclesistico era ms bien una falsificacion de los
Estados civilizados. El mundo moderno ha comprendido
al fin los fatales defectos de un gobierno de sacerdotes, y
los Romanos esperan de la secularizacion el engrandeci-
miento de su situacion poltica.
Despues de Italia, fu Alemania la que ms elev el
poder poltico de los prncipes de la Iglesia. Ya en la Mo-
narqua franca se vea los obispos gozar de una altsima
posicion, tomar parte en las asambleas de los Francos al
lado de los magnates, principalmente de los condes, for-
mar con stos la alta cmar la de los Seniores Majores,
y reunirse en asambleas distintas.
Pero en ninguna parte fu .ms completa esta mezcla
que en la constituciori del Imperio Aleman. Los arzobispos
de Maguncia, de Colonia y de Trveris ocupaban el primer
puesto en el colegio de los siete prcipeS electores; el pri-
mero, como archicanciller de Alemania, se hallaba la ca-
beza de ellos, y los tres eran prncipes del Imperio, siendo
muy pronto casi completa su independencia.
Gran nmero de arzobispos, ohiSpos y abades, adquirie-
ron igualmente derechos soberanos sobre ciertos territo-
rios, y tornaron asiento en los Retchstag b asambleas del
Imperio , los unos por derecho propio como verdaderos
prncipes del Imperio (los arzobispos de Wurzburgo, de
Augsburgo, de Basilea, etc.), los otros en los bancos de los
prelados que equivalan los bancos de los condes, y to-
maban parte en las votaciones. Sus escudos ocupaban en el
blason el primer puesto despees de los del Rey, y los de los
prncipes licos, aunque iguales ellos por la Constitucion,
venan despues , porque stos podan sin inconveniente ser
los vasallos de los prncipes de la iglesia, pero no hubiera pa-
recido conveniente lo contrario. En vano se propuso estos
ltimos, cuando la contienda sobre las investiduras que re-
nunciaran alpoder temporal y se consagraran por, comple-
to sus deberes espirituales; ellos rechazaron resueltamen-
te esta sugestion del mismo Papa. Funciones espirituales y
polticas, hallbanse por lo comun unidas, y por consiguien-
te el clero no poda ponerse por completo fuera del Estado.
103
El mismo sistema se sigui en las constituciones de los
Ystados particulares. Los Prelados (obispos, abades, priores
y maestres de las rdenes religiosas) formaban en l un r-
den con puesto en el Landtag, en donde tomaban asiento ya
como un grupo separado, ya en comun con la nobleza (los
seores y los caballeros). Tenan en sus dominios una ju-
risdiccion ms mnos extensa, y sus feudos fueron gene-
ralmente la base de sus derechos en los rdenes del Estado.
Las inmunidades del servicio de guerra y de los impuestos,
no alcanzaban, sin embargo, ni sus gentes ni sus servi-
dores que eran siempre Micos.
La aristocracia eclesistica tena la ventaja de no ser he-
reditaria, puesto que descansaba en la eleccion y en el m-
rito personal, pudiendo llegar ser arzobispo y un Papa el
hijo de un artesano (1).
Esta gran preponderancia del clero, se quebrant su
vez, recibiendo un golpe fatal de la reforma alemana del si-
glo XVI, que seculariz los principados eclesisticos, arroj
de ellos los obispos y suprimi los conventos y las rdenes
religiosas. Antes de la reforma haba en el Reichstag tres
prncipes de la Iglesia electores, otros tres arzobispos y
treinta y un obispos; despues de la paz de Westfali a, no hubo
ya ms que Ilos tres electores, un arzobispo (Salzburgo) y
veinte obispos, y el banco de los prelados en el. Landtag no
subsisti ms que en los pases del Rhin y en la Suabia, ha-
bindose emancipado del poder poltico del clero el Norte y
una gran parte del Sur.
Un segundo choque trajo la secularizacion de los pases
catlicos que slo haba sido retardada. La revolucion de
1789 hizo desaparecer los prncipes electores de la orilla
izquierda del Rhin y sus territorios fueron incorporados .
Francia, sirviendo los otros dominios eclesisticos para
indemnizar los prncipes licos. La caida del Imperio trajo
consigo, la de los rdenes, y los prelados no conservaron ya
sino una posicion incierta en algunos Estados particulares.
La dignidad episcopal convirtise de este modo en pura-

(1) El Papa Gregorio VII, hijo de un carpintero, dijo Roma ha


llegado ser grande entre los paganos y entre los cristianos: Quod non
tam generis aut patri nobilitatem, quam animi et corporis virtutes
perpendendas adjudicaverit. Comp. Laurent, Etudes sur l'hist., VII,
pgina 335.
104
mente espiritual, y la cada de las soberanas eclesisti-
cas sucedi bien pronto la de las jurisdicciones seoriales.
p rivado de su poder temporal, el clero poda ya manos
que nunca realizar su ideal de la Edad Media. El Estado
moderno rechaza la supremaca de los clrigos y exige de
todos sumision las leyes y las autoridades constitucio-
nales. Ha pasado ya la poca de las inmunidades y privile-
gios de la Iglesia, y todos alcanzan el mismo derecho na-
cional y las mismas jurisdicciones.
En Francia y en Inglaterra el sentimiento del Estado
laico, que se conserv ms fuerte, no permiti nunca al
clero ocupar una situacion poltica tan elevada como en Ale-
mania. Sin embargo, este ltimo ocup un puesto en los r-
denes: en Inglaterra los obispos tomaron asiento con los
lores en la alta Cmara, y en Francia formaba el clero un
rden aparte, que era el primero del. Estado. La influencia,
aqu de la revolucion y all de la reforma, fu decisiva, ca-
yendo las inmunidades ante el principio de la igualdad de
deberes. En 1789, cuando los Estados generales se reunieron.
en Pars, el clero abandon voluntariamente sus privile-
gios, y aun se adelant la nobleza en la Asamblea nacio-
nal, que en lo sucesivo no represent ya los rdenes, sino
la masa de los ciudadanos libres.
Hoy hallase disuelto en todas partes el rden feudal del
clero, la gran distincion entre clrigo y seglar ha perdido su
antiguo sentido; el clero no es ya una de las instituciones:
del Estado; la masa de los eclesisticos ha pasado formar
en las grandes clases medias, y los altos dignatarios de la
Iglesia se confunden con la aristocracia laica.
105

CAPITULO x.

Nobleza.

A.La Nobleza francesa.

La antigua Roma habla tenido en el patriciado su aris-


tocracia hereditaria; pero desde muy temprano la trasfor-
maron las luchas de los partidos en una aristocracia politi-
ca que descansaba ya, no en el derecho de nacimiento, sino
en la libre voluntad de la nacion, la cual nombraba los em-
pleados pblicos.
En los ltimos siglos de la Repblica, y bajo el imperio,
est alta aristocracia se compona esencialmente de fami-
lias senatoriales, constituyendo su ncleo, no de derecho,
pero si de hecho, las antiguas familias patricias, reducidas
cincuenta en la poca de Augusto, y cuyo rango no au-
ment ya, llegando ser patricia de derecho la familia del
emperador. El antiguo explendor del nombre, la costumbre.
de los negocios pblicos, las grandes relaciones personales
y con frecuencia, una gran fortuna, les abran generalmente
las puertas del Senado; pero esta antigua aristocracia fu si
cesar renovada y vivificada por la admision de los hombres
ms importantes en la guerra, en la poltica,. en la elocuen-
cia y en el derecho. El mrito poltico y la gloria nacional
formaron de este modo el principio de la nobleza romana,
y sta, un en los dias de su decadencia, conserv algunos
restos de su independencia y de su grandeza pasadas.
El clebre discurso de Mecenas sobre el principado, es
una elocuente expresion del pensamiento de los hombres de
Estado en tiempo de Augusto. El amigo del prncipe le
aconseja que purgue el Senado de los hombres incapaces
quienes han llevado l las revueltas de las guerras civi-
les, y que lo complete escrupulosamente con nuevas elec-
ciones: le recomienda que no excluya ningun senador por-
su pobreza, sino que dote ms bien los hombres distin-
guidos y sin fortuna; que no elija solamente italianos,
sino tambien los aliados y los de las provincias, 're-
106
uniendo de este modo, para darles participa,cion en el Go-
bierno del mundo, los primeros de todas las naciones,
los verdaderos gulas del pueblo, por su cuna, por su virtud
y por sus riquezas: Mientras ms hombres notables haya-
mos reunido en el Senado, mejor asegurados estarn los
intereses del Estado y la fidelidad de las provincias.
Mecenas no olvida la aristocracia-de los caballeros, dis-
tinguida sobre todo por su riqueza, la cual deseara ver
formada sobre las mismas bases por hombres notables de
segundo rden, y pide, por ltimo, que los hijos de los se-
nadores reciban en la ciencia y en la guerra una educacion
digna de su rango (1).
La historia de la nobleza francesa es muy accidental: en
ella pueden distinguirse los siguientes periodos, cada uno
con su carcter propio.
1. Esta nobleza pertenece por su origen la poca de
los Merovingios (481-752), siendo inciertos los vestigios de
una nobleza franca hereditaria ms antigua. Formse la
sazon una nobleza personal de confianza, nacida de las re-
laciones entre el rey y sus vasallos, la cual se reclut quiz
principalmente entre las antiguas familias nobles; pero se
admitieron tambien simples Francos Germanos libres. El
mismo puesto se concedi tambien algunos Romanos co-
mo convidados del rey, (convivw regis), y hay frecuentes
ejemplos de personas de baja extraccion, antiguos esclavos
antiguos siervos llamados las ms altas dignidades del
reino y por consiguiente figurar entre los nobles.
Los elementos de esta nobleza eran, pues, muy eteroge-
neos. Schaffner (2) demuestra que no era hereditaria, en su
mayora al menos, sino personal y de servicio, y unida al
rey por un juramento de fidelidad. La compensacion (Wer-
geld), ms elevada . que le corresponda, era un signo y una
consecuencia del ms alto valor de sus miembros; tena po-
cas preeminencias de derecho privado, pero se distingua
polticamente, ya por la cualidad de acompaantes del rey
unida una alta funcion en el Estado, en la crte en la
Iglesia, ya por formar parte del consejo real, y por el lugar
que ocupaba en las Asambleas nacionales y en los Reichs-

(1) Diem Cass., 52.


(2) Gesch. des RechtRverfas, Frankreichs, I, p. 21 y sig.
107
lag. Eran en las personas y en las cosas una mezcla de
elementos germnicos y romanos.
Predominaban, sin embargo, los primeros, que se fueron
afirmando cada vez ms, y ellos perteneca ese lazo per-
sonal de confianza hacia el rey (trustis dominica), que se
perpetu en las costumbres y en las familias y 'se ramific
en los vasallos de los seores, as como el sistema de con-
cesiones de beneficios, sobre todo de tierras, hechas los
grandes por el rey. Aqu ech principalmente sus races la
organizacion feudal.
2. El advenimiento de los Carlo-vingios (752-987) fu obra
de una revolucion aristocrtica. Los mayordomos de pala-
cio supieron colocarse, como duques y representantes del
rey, al frente de la poderosa y guerrera nobleza de la poca,
favoreciendo la tendencia de los nobles fortificarse en sus
dominios, y luego, con el auxilio de stos, arrojaron el fan-
tasma de un prncipe degenerado.
El Norte, sobre todo, apoy el movimiento, y la Neustria
sigui su ejemplo (1). Los Germanos dominaban en la Aus-
trasia, que se llamaba Francia alemana (Francia teutni-
ca), por oposicion la Francia romana del Sur. As tom
la aristocracia francesa un marcado carcter germnico.
Desde entnces la nobleza de las funciones y de los ser-
vicios se trasform poco poco en nobleza feudal de los ba-
rones, de los seores y de los vasallos; la antigua gerarqua
de los funcionarios reales cedi el puesto la dominacion de
los seores, y cada uno de ellos se hizo bien pronto inde-
pendiente en su esfera, cuyo movimiento se oper bajo
los Carlo-vingios, convirtindose la nobleza en hereditaria
por sus lazos ntimos con la herencia reconocida de los be-
neficios.
3. Esta nueva aristocracia lleg al apogeo de su poder
bajo los Capelos (desde 987 hasta San Luis, 1226.)
Crlo-Magno haba sabido conservar la unidad del Es-
tado y aun robustecer el poder real; pero bajo sus descen-
dientes se dividi la monarqua universal de los Francos y
se asegur la independencia de las funciones y de los feu-
dos. Carlos el Calvo (2) se vi obligado reconocer la lie-

(1) Guizot, Essais sur l'hist. de France, p. 32 y sig.


(2) Capit.Caroli V, a, 877, p. III, 512, c. 3.
108
reacia de los condados y de los feudos del imperio en pro-
vecho de los hijos de los vasallos del rey, y un extender
este principio los feudos inferiores, derecho que obtuvie-
ron bien pronto los colaterales.
La nobleza individual, por razon de las funciones, slo
se conserv en la Iglesia; en el Estado se trasform en he-
reditaria, extendindose as por toda Francia el dominio.
de los seores. Los unos, casi soberanos en sus dominios,
slo reconocan la autoridad feudal muy limitada del rey y
formaban la alta nobleza de los duques, de los condes, de
los vizcondes y de los barones, siendo vasallos directos de
la corona, excepto algunos que lo eran de los duques de
los condes, que haban permanecido propietarios alodiales,
lo cual era sumamente raro. Estos tenan la alta juisdiccion
y eran los jefes del ejrcito, que, despojado de su carcter
popular, se haba convertido en un servicio de feudo y de
caballera, fijado y determinado con la mayor precision. El
rey no poda promulgar ley alguna ni levantar impuestos
sin el consentimiento de los nobles, que, en la misma forma
que l, dictaban ordenanzas para sus dominios y levantaban
impuestos con el consentimiento de sus vasallos. Para vivir
en sus tierras era necesario jurarles fidelidad (Mes); el va-
sallo les juraba ._fidelidad y homenaje y - . ser su sbdito; el
poder pblico intervena en el derecho privado, y estaba
quebrantado y roto. La alta nobleza no es ya la clase ms.
distinguida de la nacion, y la fidelidad y los servicios que
debe al rey no son tampoco su carcter esencial; lo que la
caracteriza es el aire de pequeo prncipe y de gran seor
que torna cada uno de sus miembros, convirtindose en so-
beranos (1).
De igual manera se trasform la pequea nobleza, que.
haba debido su origen la . profesion de la caballera y
los oficios de crte, habiendo honrado la profesion los que
se consagraban ella y se unan al seor por un lazo de
fidelidad como caballeros. como gentes de su servicio (mi-
nisteriales). Los caballeros eran casi siempre libres de naci-
miento; los otros, por lo comun, siervos de origen.
Esta nobleza se convirti tambien en feudal y heredita-

(1) As los llama el lenguage antiguo. Beaumanoir, XXXIV,


Chaseuns barons est souverains e pa sa baronnie. Voirs est que l rois
est souverains par desor toas.
109
ria. Los caballeros adquirieron feudos de bienes races, y
las gentes de servicio feudos de crte, que unos y otros
trasmitieron sus familias. Sus riquezas (riehes oms) les
distinguan del estado llano, y como vasallos se unjan
sus seores, y as como stos eran tradicionalmente los
convidados del rey, los caballeros llegaron serio del se-
or (1). Los servicios de guerra y de crte estaban afectos
los bienes que posean, como los derechos de soberana de
los seores lo estaban sus dominios. Tenan tambin una
jurisdiccion territorial limitada, y eran ordinariamente los
encargados de juzgar las pequeas causas de los sbditos de
sus seores, sirviendo de intermediarios entre stos y aqu-
llos. Formada la clase de los caballeros, no fu ya la profe-
sion sola, sino el nacimiento y la educacion juntamente, las
condiciones regulares de su existencia. Los mnos nobles
fueron llamados gentiles hombres; para entrar en este rden
no bastaba sin duda el solo origen (2); pero por regla gene-
ral era necesario descender de un padre caballero, cualquie-
ra que fuese la condicion de la madre. Slo el rey poda en-
noblecer (3), y, sin embargo, nobleza y posesion de un feudo
eran cosas tan estrechamente unidas, que el individuo de
estado llano que compraba un feudo y viva en l,se con-
verta en un hombre franco, y su nieto que le suceda lle-
gaba ser un perfecto hidalgo. Constituyse ademas al lado
de los hidalgos una clase de caballeros libres sin feudo, que
por su nacimiento, educacion y profesion participaban de
los honores de los caballeros.
La baja nobleza tena tambien sus grados. Partiendo d(-
los grandes pequeos seores, se llegaba los vicarios
(vicarii), numerosos sobre todo en el Sur, que posean la
jurisdiccion media, y los castellanos, muchos de los cua-
les se acercaban bastante los barones y los vizcondes,
y algunos tenan la misma categora que los barones,
mintras que otros ocupaban una posic:on inferior al ser-
vicio de un conde.

(1) Loysel, Inst. coutum., II, i, 14: Nadie debe sentarse la me,
de un bacon como no sea caballero.
(2) Vase en Loysel, Inst. couturn., 1., ',el proverbio francs: Nul
ne nait cheyalier.
(3) Loysel, Inst. coutum., I., i, 12: Nul ne peut anoblir que le rey:
13. Le moyen &etre anobli sans lettres est d'etre fait chevalier.
110
Tan grande era la variedad de categoras y derechos que
se p e rdera uno en los detalles; pero el carcter esencial es
siempre feudal.
4. La nobleza, despues de haber disputado largo tiempo
el poder al mismo rey, se trasform una vez mas desde
san Luis (1226) hasta la revolucion (1789).
Los reyes llegaron ser los representantes de las nuevas
ideas del Estado y de la unidad nacional, encontrando un
apoyo en los legistas defensores del derecho romano, los
cuales tuvieron en el tribunal real de justicia, en el Parla-
mento, un rgano poderoso de sus doctrinas, que fueron
sostenidas indirectamente por el pueblo, sobre todo por el
de las ciudades.
Poco poco se form un nuevo sistema de funcionarios
reales, desprendido de todo lazo feudal. El rey tuvo tropas
sueldo su servicio sin restriccion ni . reserva; los gran-
des ducados y condados fueron incorporados sucesiva-
mente la corona por sucesion, por contratos, por la fuerza
por la conquista, y se concentraron de nuevo los reparti-
dos derechos de la soberana. La dominacion independiente
de la nobleza estaba quebrantada, y Luis XI (1441-1493),
complet la victoria de la autoridad real.
La nobleza no conserv desde entnces sino restos de su
pasado poder: los grandes cesaron de ser seores territo-
riales y slo pudieron mantenerse de gobernadores de cier-
tas provincias: la nobleza no fu ya ms que un rden pri-
vilegiado de sbditos, y las distinciones que gozaban fue-
ron miradas de dia en dia como privilegios que pugnaban
con las ideas y con las tendencias nuevas, y parecan odio-
sos (1).
Las luchas entre el rey y la nobleza tomaron otro carc-
ter: no siendo ya ms que combates entre partidos polticos
y religiosos, estando ordinariamente su cabeza los no-

(1) Tocqueville (l'Anden Regime) ha demostrado que la supresion


de los derechos polticos de la nobleza por una parte, y por otra el man-
tenimiento de sus privilegios econmicos, contribuyeron mucho exci-
tar los dos. Todo el tiempo que los seores tuvieron la administracion
de justicia y el cuidado de los intereses pblicos, comprendise la liber-
tad de los impuestos y de las cargas reales y personales, establecida
su favor; pero estos derechos econmicos parecieron injustos privilegios
desde que el poder real se apoder de todas las jurisdicciones y la no-
bleza se vi obligada obedecer como los burgueses y los campesinos.
111
bles, y veces entre partidos cortesanos solamente. La in-
fluencia y el poder slo se adquieren ya en el servicio del
rey; los Estados generales no tenan una forma bastante de-
terminada para que la nobleza pudiera desempear en ellos
un papel Importante, y sta se trasform poco poco en no-
bleza de crte, distinguindose ms por los honores y por el
brillo exterior que por los derechos polticos. Enrique IV le
haba mandado vivir en sus tierras, y Luis XIV la trajo la
crte para hacerla servil, deslumbrndola (1).
Brillaban en primer trmino los pares de Francia, al
principio en nmero de doce solamente, seis grandes vasa-
llos seglares de la corona y otros seis seores eclesisticos,
dndose luego la misma categora los prncipes de la san-
gre y otros grandes seores laicos. La dignidad de par era
hereditaria, y daba libre acceso cerca del rey y en el parla-
mento de Pars: slo este tribunal poda hacer comparecer
en justicia un par de Francia. Los pares llevaban las insig-
nias del poder real en la coronacion de los reyes.
Despues de ellos venan los duques, los marqueses, los
condes, los barones, los vizcondes y los castellanos, cuyos
ttulos y armas marcaban su cate goda, y despues la noble-
za inferior de los escuderos, y la de los simples hidalgos.
La nobleza se adquira principalmente por el nacimiento;
pero la posesion de un seoro tambien daba acceso ella:
bien pronto se form al lado de esta antigua nobleza deri-
vada de la concesion real, otra nueva, cuyo ncleo estaba
formado principalmente por aquellos quienes se conferan
las altas dignidades civiles y militares, y con especialidad la
nobleza de toga. No siendo estas funciones hereditarias, ni
hallndose unidas al territorio como en la constitucion feu-
dal, recibi continuamente nuevos miembros esta nobleza,
la que se una la de los doctores en derecho (milites litterati,
legales), nica que descansaba en las distincionos de la
ciencia y no en el favor real.
La frecuente concesion de cartas de nobleza por dinero <5
como recompensa de servicios poco justificados, introdujo
en esta clase un elemento ms equvoco (2).
5. La violenta revolucion de 1789 destruy por completo

(1) De Parieu, Pol., 100 y sig.


(2) Comp. SchAffner, o. e., t. II.
112
x , sta, institncion: confundi primero en la Asamblea nacio-
nal los rdenes hasta entnces separados; suprimi des-
pues la nobleza, como una distincion contraria al principio
democrtico de la igualdad (1), y, por ltimo, la guillotina
procur terminar la obra.
6. Las pasiones revolucionarias se saciaron en la san-
gre de todos los que se haban elevado; pero el poder de
la igualdad encontr resistencias en la naturaleza misma
de las cosas, y se hicieron entnces diversas tentativas para
levantar la nobleza bajo una nueva forma sobre sus ruinas,
no logrndose, sin embargo, realizar nada estable.
Napoleon 1 reconoci que la aristocracia es para la mo-
narqua una barrera y un indispensable apoyo: su rden de
la Legion de Honor constituy una especie de nobleza mo-
derna, asequible todo el que mereca bien del Estado, y sin
embargo, puramente honorfica individual por esencia;
ra crear ademas una alta aristocracia hereditaria que com-
prendiese las familias de la antigua nobleza y los des-
cendientes de los nuevos mariscales , ministros y otros
grandes dignatarios y combinase las instituciones del prin-
cipio del Imperio Romano con las tradiciones de la historia
de Francia. Apenas se haban echado los cimientos esta
inovacion por el estatuto de 1. de Marzo de 1808 vino im-
pedir su desarrollo la cada del Emperador (2).

(1) L. del 25 de Junio de 1790, art. 1.,: Queda para siempre abolida
la nobleza hei editaria; en su consecuencia, ninguno podr tomar los t-
tulos de prncipe, de duque, de conde, etc., ni podrn darse nadie.
Const. de Setiembre de 1791: La Constitucion garantiza como derechos
naturales y civiles: 1., que todos los ciudadanos sean admisibles los
puestos y empleos; 2., que las contribuciones se repartan equitativa-
mente entre todos los ciudadanos en proporcion de sus facultades.
Const. de 1795; art. 3.: La igualdad no admite ninguna distincion
de nacimiento ni herencia de poderes.
(2) Napoleon, Mem. de Santa Eleha.---Las Casas, V, p. 4. Este es el
verdadero, el nico sosten de una monarqua; su moderador, su palan-
ca y su punto de resistencia; el Estado sn ella es un barco sin timon,
un verdadero globo en el aire. Ademas, la bondad de la aristocracia, su
magia, consiste en su antigedad, en el tiempo, y esto es lo que yo no
pude crear. La democracia razonable se limita garantir todos la
igualdad para pretender y para obtener: la verdadera marcha habra
sido emplear los restos de la aristocracia con las formas y la intencion
de la democracia: para ello habra bastado con recoger los nombres an-
tiguos, los de nuestra historia. Tena en cartera un proyecto que me
habra atraido toda esa clase, y que despues de todo habra sido justo.
Tal era, que todo descendiente de antiguo mariscal ministro, etc., et-
ctera, hubiera sido apto en cualquier tiempo para que se le nombrara
--- 113
Luis XVIII imit ms las instituciones inglesas, sin lo-
.grar por ello establecer mejor su nobleza poltica de los
Pares. La dignidad de Par habla sido completamente des-
truida por la revolucion, y el espritu nacional estaba tan
prevenido en - favor de la igualdad de derechos y de la libre
trasmision de los bienes, que toda reriovacion de la nobleza
hubiera parecido una usurpacion de los derechos del pueblo.
Algunos nobles haban tomado las armas contra Fran-
cia, y sus pretensiones se apoyaban en la derrota de la pa-
tria (1). La antigua rivalidad encontraba siempre nuevos
motivos, y la aristocracia no supo reconciliar al pueblo por
sus servicios con su nueva elevacion poltica.
En 1830 se aboli la dignidad hereditaria de Par y los
mayorazgos, y en 1848 qued igualmente abolida esta dig-
nidad vitalicia y personal. La Repblica se pronunci de
nuevo contra, los ttulos y los derechos nobiliarios (2),
pudiendo considerarse fracasada la reorganizacion de la
nobleza francesa., y aun cuando en la nueva dignidad sena-
torial se ve el conato de resucitarla, pereci en el naufra-
gio del Imperio.
Hoy la nobleza francesa no tiene otra existencia legal que
la autorizacion de llevar susttulos y la prohibicion de usur-
parlos (3). Las tendencias la igualdad y democrticas de
las masas, no permiten . los numerosos elementos aristo-
crticos que la nacion contiene, engrandecerse y formarse:
sus restos slo forman ya una nobleza nominal titulada,
que careciendo de derechos propios, se mantiene miios por
las instituciones polticas que por la vanidad de las fa-
milias (4).

duque, presentando la dotacion requerida: todo hijo de general, de go-


bernador de provincia, etc., etc., hubiera podido asimismo hacerse re-
conocer conde, y asi sucesivamente; lo que hubiera halagado unos,
mantenido las esperanzas de otros, y excitado la ernulaclon de todos sin
herir el orgullo de nadie. Comp. tarnbien V, p. 161, y Thiers, Historia
del Consulado, VIII, p. 1.16. Benjamin Constant, De l'esprit de conqufle,
part. II. cap. 11: La herencia se introdujo en los siglos de sencillez y de
c onquista; pero no se instituye en los de civilizacion; en stos puede
conservarse, pero no establecerse. Vase de Parieu, Pol., 108.
(1) Dcese en un decreto de los Cien das: Queda abolida la nobleza;
quedan suprimidos los ttulos feudales. (13 de Marzo de 1815.)
(2) Const. de 1848, art. 10: Quedan abolidos para siempre todos los
ttulos nobiliarios y las distinciones de nacimiento, de clas y de casta.
(3) Decreto de 24 Enero de 1552, L. del 28 de Mayo de 1858, y decre-
to del 8 de Enero de 1859 que institu y e el consejo del sello de _los ttulos
(4) De Parieu, Pol., p. 112 y sig.
B LUNT S
. CIILL-TOMO f.
114

CAPITULO XI

B.La nobleza inglesa.

Inglaterra es quiz el nico pas de Europa en que se


ha conservado la nobleza como una institucion grande
y asegurada, cuyo resultado han contribuido muchas
causas.
1. La nobleza inglesa de la Edad Media contena tambien
dos elementos nacionacionales diferentes: uno anglo-sajon,
y otro normando; pero sus relaciones no fueron las mismas
que en Francia. La superioridad de hecho que los Norman-
dos afirmaron despues de la conquista (1066), no fu dura-
ble; los Sajones se acercaban ms los Normandos que los
Galo-romanos los Francos. Los Eorls, su nobleza anti-
gua y nacional, se distinguan de los simples Sajones libres
Ceorlsy tenan la misma educacion, idntica manera de vivir,
e iguales sentimientos que los nobles normandos: defendie-
ron sus derechos tradicionales un contra la nueva dinas-
ta, y sta se los reconoci. Alejados de hecho en un principio
del gobierno, acrecentse su amor la independencia, y se
identificaron con estos derechos con mayor fuerza an, im-
pregnndose de esta manera toda la clase de la nobleza del
espritu de libertad poltica que constituye el engrandeci-
miento de Inglaterra.
2. La conquista tuvo otro resultado importante. El poder
real, fundamento de la unidad, no fu como en Francia eclip-
sado por el de la nobleza, y la soberana no qued destruida
en provecho de los grandes vasallos.
El rgimen feudal se estableci en Inglaterra como en
todas partes, pero se form de otro modo, y nuevas inves-
tigaciones demuestran que no fu importado por los Nor-
mandos. La mayor parte de los antiguos Thanes-5ajones
posean feudos que eran debidos la fidelidad y al servicio
militar para con el rey; pero la conquista normanda di
todo PI Estado un carcter y formas feudales mucho ms
115
extensos. El feudalismo estaba la sazon ms desarrollado
en Francia que en Inglaterra, y los vencedores llevaron sus
instituciones al pas conquistado.
Una ley de Guillermo 1 determin en principia, que todas
las propiedades, u. n las privadas, se reputasen feudos y
quedaran sometidas al dominio eminente del rey. El alcance
de esta innovacion no fu comprendido generalmente, sine
an ms tarde, cuando se trat de deducir sus consecuen-
cias. Los mismos alodios quedaron de esta manera com-
prendidos en el sistema feudal, y los beneficios que hasta
entnces slo se haban concedido por vida, llegaron ser
hereditarios. Todos los hombres libres del reino prestaron
al rey juramento de fidelidad, y se obligaron al servicio de
las armas (1), cuyo juramento estaba por encima del que
los habitantes libres prestaban su seor inmediato. Ms
de 60.000 . feudos de caballeros volvieron, de este modo, di-
recta indirectamente al rey, como el primero de todos los
seores y el jefe del ejrcito: el mismo rey tom las riendas
del poder feudal con ms fuerzas que el monarca de Francia,
que no habla tenido sobre el duque de Normanda, su vasa-
llo, ms que una soberana casi nominal. La nobleza nor-
manda sajona qued, pues, sometida realmente al mo-
narca, aunque tuviese y ejerciese, segun la costumbre de
entnces, la jurisdiccion y el gobierno de sus dominios, no
sacrificndose, por lo tanto, la unidad del Estado.
Pero sus derechos polticos nacionales eran sumamente
importantes, y echaron los cimientos de su grandeza Di -
fluencia. Egercanlos en las grandes asambleas del reino,
las cuales se di desde muy antiguo el modesto nombre
Parlamento, y las que resucitaron bajo una forma ms no-

(11 Stat. With.. c. 5 9 : Statuimus ut ornnes liberi homines f(edere et


sacramento affirment, quod intra et extra regnum Angli e Wilhelmo suo
domino fideles esse terras et honores illius fidelitate ubique ser-
vare cum eo, et contra inimicos et alienigenas defendere. e. 58: Statui-
mus etiam ut ornnes barones et milites et servientes, et universi lheri
ho ines totius regni nostri prwdcti, haheant et teneant se sernper bene
in armis et in equis. ut decet et oppertet: et quod sint semper prornpti et
bene parati ad servitiurn suum jntegrurn nobs explendum et peragen-
dum, eum semper opus fuera, securdum quod, nohis de feodis (lacra
et tenementis de jure facere, et sicut illis statuimus per cotrimune Con-
silium totius regni prledicti, et illi dedimuset concessimus in feudo, .jure
hereditario. Vase Reeves, History of the English, Lace, 1, P. 34 y si
Engl. Reichs-nn,d Recht.s geschichete, 11. p. 42;-ruients:Phlp,
Gnest, Das hentige eng. Verfassungs-und Verwaltungsrecht, I y III.
116
ble el antiguo Witenagemot sajon. Los mismos intereses y
los comunes destinos fundieron all bien pronto las dos
razas. Estas asambleas que en su origen no haban tenido
por punto general otro objeto que realzar el brillo y la ma-
gestad del trono en las grandes fiestas de Pscua, de Perite-
costes y de Navidad, adquirieron bien pronto una altsima
importancia poltica; en ellas se deliber sobre los ms gra-
ves intereses del Estado, en un principio sin regla fija ni in-
d istinci on de competencias, pero ya en el siglo XIII, la Asam-
blea tom una forma ms regular. La Carta Magna de 1215
impuesta Juan sin Tierra por la aristocracia armada en
defensa de sus derechos y victoriosa, estableci que en lo
sucesivo las invitaciones para asistir al Parlamento (com-
mune consilium regni) se dirigieran personalmente y por
medio de cdulas reales (singillatim et -per litteras nostras)
los arzobispos, obispos y abades, condes y grandes barones,
y colectivamente por medio de los oficiales del rey (ingene-
rali per rice vomites et ballivos nostros) los dems vasallos
inmediatos. Estableca adems que no pudieran imponerse
nuevos tributos sin la aprobacion del Parlamento.
. El derecho de tomar asiento en esta asamblea del reino
perteneca en un principio las dos clases. Los primeros
que dirigan administraban los negocios pblicos como
consejeros natos del Rey y 'se hallaban investidos de las
ms altas funciones de la Corte y del Reino, conservaron sus
puestos y formaron la alta Cmara. Por el contrario, el
derecho de los segundos se trasform luego en un derecho
de representacion nacional ejercido en comun con los ca-
balleros vasallos de los grandes y los habitantes de las
ciudades y de las villas, entrando as . formar parte de la
cmara baja. Los primeros continuaron formando la alta
nobleza, los loores, y los ciudadanos ricos se colocaron al
lado de la nobleza inferior, de la gentry.
El Parlamento acab de constituirse desde 1250 al 1350,
1
teniendo de esta manera la nobleza su puesto natural en el
Estado. En tiempo de Enrique III los varones, acaudillados
por el conde de Leicester, amenazaron por un momento la
existencia de la Monarqua; pero la usurpacion fu pasa-
gera. Reconocise de nuevo que la aristocracia debe tener
una influecia 'determinada en los intereses polticos de la
na.cion y especialmente su parte en la legislacion; pero que
no debe ser, ni soberana ni gobernante. Sus poderes fueron
117
tambien limitado' s por la representacion de las ciudades y
de las villas que complet el Parlamento, y por la eleccion
de los caballeros por todos los libres terratenientes (libere
tenentes) no siendo nombrados los nobles sino por los indi-
viduos de su clase.
La verdadera nobility solo comprendi los loores, y no
lleg ser como en Francia y en Alemania, una nobleza
dinstica y soberana, sino que fu simplemente el primero
de los rdenes del Reino ejerciendo sus elevados derechos
en el ejrcito y en la justicia bajo la autoridad del- rey y de
la ley.
Los caballeros, es decir, la clase de los hombres libres
poseedores de bienes tenidos en feudo de los grandes del
rey, adquirieron igualmente importancia: formaban la pri-
mera clase de la milicia del condado, se mezclaban as
las otras y se familiarizaban, especialmente en las funcio-
nes de la justicia de paz, con los poderes de gobierno y con
el arte de aplicar las leyes, eligindose de su seno los di-
putados de los condados. Sus alianzas con las altas clases
burgueses, y su reunion en una misma cmara con los
diputados de las ciudades, los honoratiores, produjeron,
en vez de una pequea nobleza exclusiva como la del con-
tinente, esa gran nocion de la gentry que pertenece ms
bien los tiempos modernos que la Edad Media, y que,
comprende bajo el nombre de gentlemen todos aquellos
quienes el nacimiento, las funciones, la educacion la for-
tuna distinguen de las clases inferiores. La gentry no es
como la clase de los hidalgos un rden de nobleza cerrado,
sino una aristocracia flotante que cada dia recibe nuevos
miembros y arroja de su seno los indignos (1).
4. Hay otro rasgo caracterstico de ta nobleza inglesa
que la distingue ventajosamente de la francesa y de una
parte de la alemana. En la poca en que los barones forma-
ban todava el nico poder poltico del Estado, no se ocu-
paron exclusivamente de s mismos y de sus derechos, sino

(1) Inackstone cita y aprueba un pasaje de Thom. Smith que decla-


ra gentlemen todos los que han hecho estudios universitarios, 6 que
siguen una carrera literaria que no tienen profesion-manual y pueden
vivir y conducirse como un gentlemen. Coment., I, I2.Vase Gneist,
Ge.sch. des engl. V erfassungs und Vencaltungsrechts, III, p. 334 3' si-
guientes; Tocqueville , (Euvres, VIII, p. 328.
118
gue consideraron un Orden nacional, cuya tiliSion era
taro bien proteger el inters general, los derechos y la liber-
tad del pueblo. La Carta Magna contiene importantes dis-
posiciones en este sentido, siendo la libertad poltica de los
Ingleses obra, en gran parte, de su aristocracia. Asegurada
esta libertad, convirtiose la alta aristocracia en poderoso
dique contra las olas del torrente democrtico. Despues de
haber fundado la libertad del pueblo, tom por su cuenta la
causa mnos popular, aunque no mnos til, del trono y del
rden pblico: colocada entre el rey y la muchedumbre, de-
masiado dbil para dominar por s sola, y bastantante inde-
pendiente en su existencia para no necesitar seguir ni las
coi-Tientes de abajo ni los caprichos de arriba, conserv la
libertad y los derechos de ambas partes. La nobleza inglesa
se ha ocupado siempre con . actividad de los asuntos del
pais, y es la primera en cumplir los deberes pblicos; su
educacion hllase penetrada del espritu de libertad poltica
independencia personal: las luchas de los partidos, las
funciones, de la justicia de paz, que con frecuencia deseco- .
pea, su parte en el jurado y en la administracion de los
condados, su accion en las elecciones, la costumbre de to-
mar parte en todas las empresas de utilidad general, los
impuestos .voluntarios con que ellas contribuye agregn-
dose las cargas comunes que soporta, todo mantiene la
aristocracia en union con la vida del pueblo y la ejercita en
los deberes del self-gouvertzemet y de una actividad patri-
tica. Nadie puede reprocharla de ser una planta parsita
que sorbe el jugo del rbol, disminuyendo su vigor y su
producto (1).
5. La herencia ha llegado ser para los lores una regla
de derecho pblico; pero en una forma mnos absoluta y ex-
clusiva. que en los dems pueblos del continente.
La herencia y la dignidad de Par estaban en su origen
estrechamente unidas la posesion del suelo A las fun-
ciones, y la segunda tuvo al principio un carcter territo-
rial. Ms tarde se rompi este lazo, y la dignidad de par se
trasmiti por herencia como una dignidad personal; pero se
conserv un principio importante: un solo hijo del lord, el
mayor, tomaba - asiento en el Parlamento; los menores ()cut-

(t) Vas'e Gnest, Oh. cit., y Tocqueville, (Fi tures, VIII,


119
paban una posicion inferior; no eran ante la ley ms qutt
simples ciudadanos, y el mayor mismo, mintras viva el
padre, slo por cortesa era llamado lord. La gloria y la for-
tuna de una gran familia se conservaban as perptua-
mente en una sola cabeza, y se producan sin cesar situa-
ciones que eran una transicion entre las clases, y que tem-
plaban la diferencia de la sangre (1).
6. Los lazos de familia y el matrimonio podan existir
an entre los lores y los que no eran- nobles. La mujer del
pueblo, que se casaba con un lord convertanse en lady sin
obstculo. Este respeto del derecho natural, ljos de dismi-
nuir la consideraciou de la alta nobleza, la protega mucho
mejor que el principio de la igualdad de nacimiento, tan te-
nazmente defendido por la aristocracia alemana.
7. En fin, el rden de los lores fu de vez en cuando re-
novado y vivificado por nuevos nombramientos que fueron
reservados al rey, como la fuente de todas las dignidades
polticas (2), siendo ste el nico que poda orear los nobles
y dar los ttulos de duque, marqus, conde, -(ear/), vizconde
baron. Por la naturaleza de las cosas, slo deba confe-
rirse esta alta dignidad napional y poltica los hombres
distinguidos por sus servicios , generales hombres de
Estado, que tuvieran una fortuna capaz de satisfacer las
exigencias del rango. De esta manera la aristocracia in-
glesa recibi un continuo afluente de fuerzas aristocrticas,
que la preservaron del estancamiento y de la corrupcion.
Los hombres ms eminentes del pueblo podan tener la es-
peranza de adquirir por sus servicios, para s y para sus
familias, la investidura permanente de esas altas dignidades
de la vida poltica, Desde 1700 1800 los reyes crearon
--treinta y cuatro duques , veintinueve marqueses , ciento
nueve condes, ochenta y cinco vizcondes y doscientos cua-
renta y ocho barones; el nmero de baronas creadas en el
mismo perodo pas de 500, y todos los ellas ricos burgueses

(I) Macaulay, Hist. of Eng' and, I, p. 36: La aristocracia inglesa no


tuvo nunca el carcter aborrecible de una casta: continuamente llev
nuevos elementos la nacion, en la que venan confundirse sin cesar,
alguno de sus miembros .INTD excitaba la envidia del hombre libre una
dignidad. la que podan aspirar sus hijos, y el gran seor no poda des-
preciar una clase en la que podan entrar sus descendientes.
(2) Black@tone, Comment. en the Latos of England, I, 12.
120 4

compraban grandes bienes en el campo y pasaban la gen-


try del pais con sin titulo de nobleza (1).
Reflexionando sobre los caractres de esta aristocracia,
no es de extraar que slo ella haya conservado hasta nues-
tros dias una segura existencia y un puesto brillante y fe-
cundo, mintras que la nobleza del continente arrastra una
vida turbulenta y combatida alli donde no ha perecido por
completo.

(1) Gneist, III, 383.Tocqneville, VIII, 319.


121

CAPITULO XII.
C.La Nobleza Alemana.

1. NOBLEZA DE LOS SEORES. ALTA NOBLEZA.-SEORES DE RDEN


(Herrenadel).(Hohe r Adel).(Standesherren.)

En todos los antiguos pueblos germnicos .hallamos un


cierto nmero de familias distinguidas que, por la gloria
militar, por la riqueza, por la direccion del pueblo, se ele-
van por encima de los hombres libres y ocupan una posi-
cion privilegiada: esta antigua nobleza, compuesta por lo
comun de algunas familias solamente, ha sido la fuente de la
nobleza dinstica y seorial de la Alemania feudal. A la mis-
ma categora se elevaron ciertas capas de una nobleza in-
ferior, pero esto fu tan slo en el curso de la Edad Media.
La constitucion de este rden elevado se acerc entnces
la del imperio. Las familias cuyos jefes haban llegado
obtener una soberana y una independencia casi completas,
se llamaban en la lengua de la poca hochfrei, semperfrei,
sendbarfrei (libres por excelencia.) Hasta fines del si-
glo XIII estas familias eran las nicas que constituan la
verdadera nobleza del imperio (nobiles), y sus jefes, posee-
dores de principados seoros independientes, eran los
solos reputados por seores (Herren), en el verdadero sen-
tido de la palabra. En los otros miembros de la familia este
ttulo se hallaba en cierto modo en estado latente; eran los
compaeros (Genossen) de los prncipes y de los seores
sin serlo ellos su vez.
Fundbase este primer rden del Imperio:
1. En las funciones concernientes al prncipe (Frste-
namt), es decir, en un principio en el poder militar del duque,
que le era conferido por la entrega de la bandera (Fahne);
y despues, los prncipes eclesisticos del Imperio, que te-
nan cetro, colocronse al lado y un por encima de los lai-
cos (duques, marqueses y condes palatinos). El principado
laico se converti en hereditario, y slo se concedi los
descendientes de la alta nobleza, mientras que el eclesis-
tico, por el contrario, qued accesible todos, vindose con
12:2
frecuencia caballeros, sabios de la burguesia, y veces
hasta hijos de los campesinos, elevados la silla epis-
copal.
2. 0 En las funciones de crte que se convirtieron igual-
mente en una dignidad y en un seoro territorial heredita-
rio, aumentndose el poder de los condes por la cada de
los antiguos duques de estirpe (Stammesherzoge) y por el
reparto de los dominios de stos. En la forma se fundaban
sus poderes sobre la concesion del bando real (Knigs-
bann.)
3. Hallamos adems un considerable nmero de gran-
des seoros alodiales, cuyos dueos adquirieron por inmu-
nidades y concesiones un poder y una jurisdiccion pareci-
dos los de los condes: estos se les llam Freie Herren
(barones, literalmente, seores libres.)
Las familias que no adquirieron ninguna de estas digni-
dades, no se mantuvieron en las filas de la alta nobleza,
sino que desaparecieron poco poco en los otros rdenes,
particularmente en el de los caballeros.
La alta, nobleza se distingue: 1.. por una cuasi-soberana
territorial (Landeshoheit); 2. ,por el derecho de tomar
asiento en la asamblea de los Estados del Imperio (Reichs-
standschaft); forma, pues, en el sentido ms elevado un r-
den dominante, dueo de sus tierras, y corregente del Im-
perio.
La pasion de dominar que le caracterizaba fu fatal al
conjunto, y las familias rmls notables entregaron con fre-
cuencia la majestad del Imperio las pretensiones del Ponti-
ficado, minaron la monarqua, rompieron la unidad nacio-
nal., y entregaron el territorio aleman al extranjero.
El'brillo de las -crtes y de los palacios, la proteccion
que dispensaron a las obras civilizadoras en los Estados
particulares, no borran en modo alguno estas faltas.
Exforzabanse estos Estados en trasformar su La,desho-
heit en una verdadera soberana; pero sta slo poda ser
aparente sin fuerza interior y sin seguridad para el porvenir.
Slo los grandes principados eran capaces de una verda-
dera resistencia poltica, aunque siempre relativa; en los
damas eran demasiado estrechos el espritu el territorio.
El derecho de tomar . asiento en las Asambleas del Imperio
sirvi con mnos.frecuencia al progreso de las instituciones
y de los intereses pblicos que la extension de la autono-
123 --
nia particular, y , la negativa cumplir los deberes nacir)-
nales.
Otra tendencia de la alta nobleza, eran las uniones de
familias. Exigiase rigurosamente la igualdad de naci-
miento, las uniones desiguales eran reprobadas, y todos
los hijos nacan con igual derecho de nobleza. Reputabase
censurable un matrimonio cuando ambos cnyuges no
pertenecan al mismo rango elevado por sus ascendientes
paternos y maternos; y cuando se contraa con una simple
noble (Mittelfreie), era los ojos de muchos - una alianza
desigual que comprometa la igualdad de nacimiento de los
hijos y sus derechos seoriales.
El Rey poda, sin embargo, hacer que desapareciese
esta falta por una elevacion personal de la mujer al rango
del marido, y ciertas familias, fuertes con su autonoma,
afirmaron excepcionalmente principios; ms liberales, no
pudiendo ninguna conservarse enteramente pura con ar-
reglo un principio riguroso. Ora se convena de antemano
en los efectos de la desigualdad del matnimonio, el cual se
llamaba en este caso morgantico, y se 'estipulaba expre-
samente que los hijos no seguiran la condicion del padre;
ora una desigualdad manifiesta produca de pleno derecho
este efecto, sobre todo cuando la mujer era de una clase
baja, y ni el mismo Rey, con arreglo las capitulaciones
electorales posteriores, pudo borrar ya la mancha. Todas la
en esta poca no se daban los ttulos de prnc ipe, conde
baron, sino aqullos que ejercan realmente tales funcio-
nes, posean una barona (1). Ms tarde, los hijos de los
prncipes 6 de los condes tomaron tambien, sin considera-
cion la realidad, estos mismos ttulos y los trasmitieron
sus herederos. Esta multiplicacion de ttulos vanos, glo-
riosa en apariencia , depreci los verdaderos , al mismo
tiempo que el principio de igualdad en las uniones, cerraba
las -afluentes. de una vida nueva, y haca que perdiese la
a ristocracia las simpatas del pueblo.
Despues de la guerra de los Treinta aos, entr en un
perodo de decadencia, y nuestro siglo la ha destruido pus`
completo, por los medios siguientes.
1. Por la seculariaacion de los principados eclesisticos,

(1) SaMseitsp, 3, :58 2.--1, 3 II.


- 124 --
preparada por los tratados de paz de Campo-Formio (1797),
y de Lunville (1801), confirmada en la Dieta extraordinaria.
(le Febrero de 1803. Los principados eclesisticos indemni-
zaron los prncipes seglares de la orilla izquierda del
Rhin de sus cesiones Francia, y hasta deban servir para
indemnizar los prncipes italianos. De los tres arzobispos
electores, slo el de Maguncia conserv su poder temporal,
y fu trasladado con el ttulo de prncipe primado, primero
Regensburgo y despues Aschaffemburgo. Al Gran du-
que de Toscana se le di el arzobispado de Salzburgo y el
priorato de Berchtesgaden. Al palatinado de Baviera se
agregaron los obispados de Wrzburgo, Bamberg, Fre-
sing, Augsburgo, Pasau, etc. Prusia adquiri los obispados
de Hildeshein y Paderborn, y Baden una parte de los de
Constanza, Strasburgo, Speyer y Basilea, etc.
La secularizacion quebrantaba, pues, el derecho hist-
rico del Imperio; pero se justificaba por el nuevo espritu
pblico, que rechazaba todo principado eclesistico, y por
los intereses de los pueblos, que exigan un poder seglar.
2. Por la mediatzaeion de gran nmero de prncipes y
seores seglares, estipulada en el acta de la Conferacion del
Rhin, en 12 de Junio de 1806, y que si bien fu principal-
mente obra de Napoleon I y de las ideas de la revolucion,
indicaba, sin embargo, un progreso en el desarrollo poltico
de Alemania, impedido hasta entnces por aquella multi-
tud de seores. Los setenta y dos prncipes y seores me-
diatizados perdieron sus principados, y se convirtieron ellos
mismos en sbditos de los grandes Estados particulares,
conservando, sin embargo, cierta j u risdiccion y muchos pri-
vilegios: trece seoros fueron agregados Baviera, veinti-
seis Wurtember, nueve Baden, siete Hesse, siete a
Nassau, y doce al Gran Ducado de Berg.
Mediatizronse despues tambien otros principados,, ales
como Salm, Isemburgo y'Aremberg, y algunos hasta fue-
ron sacrificados por la restauracion como partidarios de
Napoleon.
La disolucion del Imperio (6 de Agost de 1806) trajo con
sigo para los mediatizados la prdida definitiva del derecho
tomar asiento en las dietas generales.
3.* El Acta federal de 8 de Junio de 1815 se contenta con
despertar el recuerdo de las familas clesposeidas, recono-
ciendo la igualdad de nacimiento entre stas y las casas
125
soberanas de Alemania, y garantizndoles ciertos privile-
gios y derechos honorficos, entre otros el de tomar asiento
en las primeras cmaras de los Estados particulares. La
matrcula federal comprende cuarenta y nueve casas de
prncipes de esta clase, cuarenta y nueve condales y una
con el ttulo de Baron; pero algunas se han extinguido, y
otras se han arruinado.
Los progresos del derecho constitucional no fueron fa-
vorables los privilegios de estas casas. Su jurisdiccion y
muchos de sus derechos, desaparecieron ante las leyes que
establecieron la igualdad en los mismos y una organizacion
de funcionarios fuerte y centralizada. Haciase, pues, impo-
sible su mantenimiento, sobre todo desde 1848, y los inte-
resados renunciaron voluntariamente ellas.
4. El nmero de las casas soberanas que el Acta federal
de 1815 haba fijado en treinta y cuatro, continu disminu-
yendo por la extincion, por l abandono la deposicion. Los
prncipes de Hohenzollern-Hechingen y de Hohenzollern-
Sigmaringen, cedieron voluntariamente sus derechos Pru-
sia (7 Diciembre 1849), y las casas de Hn.no ver, de Hesse y
de Nassau, fueron obligadas abandonar los suyos des-
pues de la guerra de 1866 y de la fundacion de la Alemania
ael Norte.
El nmero de casas soberanas del Imperio actual es el
de veintidos.
A pesar de la calda definitiva de la antigua institucion de
la alta nobleza, encierra aun hoy Alemania una alta aristo-
cracia de familias distinguidas, cuyo ncleo forman las
casas antiguamente soberanas. Nuevas familias han ve-
nido agregarse ellas, ya por la distincion y servicios
polticos de sus jefes (la del prncipe de Bismark y la del
conde de Molle-2, por ejemplo), ya por un favor especial. dQ
la Corona.
Esta alta aristocracia, no obstante sus tendencias con-
se rvadoras, se distingue por su elevacion de miras y por
estar libre de todo prejuicio. Lejos de inspirarse en un par-
ticularismo extrecho y mezquino, ha sabido mostrar mu-
chas veces sus simpatas por el desarrollo nacional y por
la grandeza del Imperio.
--

CAPITULO XIII.

1I.Nobleza de los caballeros.

Entre la antigua nobleza dinstica y el rden de los sim-


ples hombres libres, hallamos una clase intermedia proce-
den te de esta ltima, la de los Ilfittelfreie (libres de en
medio); como dice el Espejo de Sajonia, cuyas huellas se en-
cuentran en el Medioda de Alemania, desde los tiempos de
la monarqua de los Francos. La costumbre de llamarlos
nobles (Eclelleute), no se estableci hasta el siglo XIV; pero
acercndolos esta costumbre la alta nobleza, los distingui
ms exactamente de los simples ciudadanos libres.
Este rden comprenda:
V' Los Schliffenbar Freie (a), sea los libres que hablan

(a) Holtzendorff los llama restos de la antigua libertad comun.


(E neiclop., I, p. 176.)
La palabra Schffen se ha tomado muchas veces como sinnima de
7-e9idor, y se consideraba por consiguiente los Schffen como verda-
deros magistrados. (Guizot, entre otros, que cita Savigny, Ensayos
sobre la hist., p. 204, 233 y sig.). Esto no est enteramente conforme con
la doctrina de los autores alemanes. En esta misma obra, lib. VII, capi-
tulo VII, se ver que el actor los opone constantemente los magistra-
dos (Richter) como particulares encargados de hallar la sentencia (Urt-
heilfinder). Holzendorff es de la misma opinion (1. c. p. 176.) Savigny,
Hist. del Dr. rom. en la Edad Media, I, p. 165 y sig. y 195 y sig., resu-
me su opinon en estos trminos: En un principio, constituan la nacion
el conjunto de los hombres libres, de la cual se derivaban todo poder y
todo derecho. Toda la constitucon poltica se fundaba en la division
4e1 pais en cantones (Gauen); y . cada canton era una especie de union
poltica ms estrecha, que tena su cabeza un conde (Gran, que con-
duca la guerra nacional los hombres libres del canton, y presida
Tribunal. Empero el conde su representante no tena nada ms que
la presidencia, y no era rbitro de la decision . Esta corresponda to-
dos los hombres libres del canton, ora en Asamblea general, ora algu-
nos de ellos designados como rbitros para el efecto, y eran los que juz-
gaban el hecho y aplicaban el derecho. Esto cambi en tiempo de Crlo-
Magno, en que algunos hombres libres fueron designados para juzgar, y
formaron un rden aparte (Stand); pero no por eso perdieron los otros
libres su derecho de sentarse en el Tribunal, y hasta continuaron acci-
dentalmente declarando el derecho. Doy estos jueces, sin distincion de
tiempo al de profesion, el nombre de Schffen, pudiendo por tanto dis-
tinguirse entre los Schiiffen libres (no elegidos), y los elegidos con el
127
continuado desempeando las funciones de asesores y de
jueces (Schoffenamt), como los ms ricos y los ms conmi-
derados entre los libres. En un principio posean muchos
bienes (por los menos tres mansi) (1), que haban sabido
conservar libres de toda carga por ms tiempo que la masa
de los campesinos libres. Durante la Edad Media se convir-
tieron sus funciones en hereditarias, como todas las dems,.
entrando ellos con el tiempo en el rden de los caballeros y
de los seores feudales.
2. Los vasallos de la nobleza y los caballeros que po-
sean feudos (2), despues de la aparicion de este rden.
3. Agregronse despues- stos gran nmero de caba-
lleros sin feudo, que, en su gran mayora, descendan de
los vasallos, pero que haban recibido la educacion de los
caballeros, y ms tarde, simples hombres de armas, nom-
brados caballeros por los emperadores por sus repre.-
sentantes.
4. Los servidores y escuderos .(Dienstleute, Ministeria-
les, Edelknechte), distinguidos rigurosamente un en el si-
glo XIII de los descendientes d los caballeros. La mayor
parte salan de la clase de los lites y de los semi-libres (li-
rige, Halbfreie), y se haban elevado, ora desempeando em-
pleos y servicios en la crte, ora por las tierras que adqui-
ran, por su noble modo de vivir. En un principio no te-
nan derecho poseer feudos, y fueron elevndose poco
poco y entrando en las filas de los caballeros, con los cuales
concluyeron por confundirse.
5. En muchas ciudades imperiales, rara vez en las pro-

missus dominicos con el concurso del conde y del pueblo, y estos lti-
mos son llamados escabini en las leves y en las fuentes... El trmino
Escabinos no se encuentra hasta el tiempo de Crlo-Magno, y siempre de-
signa Schoffen elegidos. Vse, pues, que los autores emplean el tr-
mino Schoffen en un sentido genrico. Savigny aade en otro lugar:
Los Schoffen eran consejeros del conde y del magistrado presidente,
el cual no tomaba parte en el juicio. Su mision se reduca en esto con-
vocar los Schoffen, dirigir el negocio y hacer ejecutar la sentencia. Es-
tos fijaban el derecho y lo aplicaban cada caso. No s que Savigny
vaya hasta considerar los Schoffen elegidos, como verdaderos ma-
gistrados. N. d. E.
(1) Sachsenspiegel, III, 81, 1, I, 2. (El mansus es una extension de
doce arpentas segun Ducange.)
(2) Sachsenspiegel, I, 3, 1. Los scepenbare liide (las personas del
rango de los Schoffen y los hombres libres de los barones llevan tam-
bien escudo de guerra, esto es, armas nobles.) Schwabensp, 5.
128
,, i nciales, ciertas familias nobles 6 patricias, que descen-
dan de los Schoffenbare Freie de los caballeros, y que te-
nan su participacion en la autoridad municipal.
Tambien en estas clases el principio invasor de la he-
rencia personal, fu haciendo desaparecer cada vez ms la
importancia de la propiedad territorial, del gnero de vida,
de los servicios palaciegos, y produjo un considerable n-
mero de nobles que no conservaban de su nobleza nada ms
que el rbol genealgico. La clase se cerr cada vez con
ms rigor, y esto precisamente en la poca misma en que
las diferencias intrnsecas iban desapareciendo. Despertse
una tendencia natural _ los ttulos distintivos, la cual fu
mpliamente- satisfecha, y la concesion la usurpacion hi-
cieron surgir de este rden una porcion de barones y un
de condes y prncipes, sin barona ni principado, sin reali-
dad por tanto.
La nobleza de los cargOs militares y civiles no se desar-
roll en Alemania en el mismo grado que en Francia; la no-
bleza individual ilustrada de los Doctores juris, era casi la
nica excepcion al principio de herencia; pero la concesion
de los ttulos de nobleza fu an ms extensa y multi-
plic una nobleza nominal que ya era demasiado numerosa.
A excepcion de los caballeros del Imperio (Reichsritter-
schaft), que obtuvieron desde muy temprano una idependen-
cia anloga la semi-soberana (Landeshoheit) en sus do-
minios, esta pequea nobleza no tena ni aquella ni la Reis-
slandschaft; pero participaba del derecho de los feudos; te-
na con frecuencia ciertos privilegios sobre las fundaciones
y beneficios, y con la jurisdiccion que de ellos naca, posea
algunas veces derechos hereditarios, de vasallage y de se-
oro (Vogtei und Grundherrschaft), y formaba ordinaria-
mente la nobleza de la crte de los grandes seores.
Su poder aument en el siglo XIII y se mantuvo hasta
el XVI, desde cuya poca se la ha venido atacando por su
base, y no ha podido resistir la trasformacion verificada en
la organizacion de las diversas funciones militares, civiles
econmicas. Tambien le fu fatal la guerra de los Treinta
a os.
En la actualidad, el rden de la baja nobleza se halla, si
esto es posible, ms profundamente quebrantado que el de
la alta.
Sus Tribunales han sido destruidos por la disolucion de
129
los lazos personales y del sistema feudal, la nueva forma
de los ejrcitos y de las funciones, los progresos de la cons-
titucion representativa y la elevacion de la clase media. Han
perdido sus derechos, sucesivamente unos y de repente
otros. El tercer estado no se atuvo ya sus privilegios y la
atac en su misma existencia; sus distinciones, atribuidas
todos los descendientes, se hallaban en contradiccion con
su verdadera razon de ser; la desproporcion, sobre todo en
lo que se refiere lo ms elevado de la clase media, se au -
ment extraordinariamente, y la confusion lleg su
colmo.
La codicia. de los prncipes federales, cuando se estable-
ci la Confederacion del Rhin, se dirigi sobre tdo y princi-
palmente contra los caballeros del Imperio, incorporando
sus dominios los principados y destruyendo sus cantones.
El acta de 1815 conserv, sin embargo, sus familias en
una situacion privilegiada: la autonoma, el derecho de to-
mar asiento en la Cmara, cierta jurisdiccion territorial, los
derechos de patronato, etc. Esto equivala pretender dar
vida un cadver embalsamndole. El derecho y el Estado
moderno no eran ms tolerantes con los tribunales privi-
legiados que con la inmunidad de los impuestos.
En la actualidad, la baja nobleza alemana no tiene en ge-
neral una situacion legal particular; no es tampoco una
institucion del Estado. Los pocos derechos que an conser-
va, fuera de su nombre y de sus armas, por ejemplo, cierto
derecho de representacion especial en la Alta Cmara, tienen
todas las apariencias de anticuallas. Sin embargo, los no-
bles que viven en sus tierras (Grundadel), y una parte de
los que viven en la crte (Hofadel), ocupan todava una si-
tuacion importante y ejercen indirectamente en las funciones
y en la poltica una influencia que tiene su valor; los car-
gos superiores del ejrcito y de la diplomacia son de hecho
generalmente desempeados por ellos. La nobleza que slo
posee el titulo se ha mezclado en la sociedad y en la poltica
con la parte alta de la clase media, por medio de matrimo-
nios y por el ejercicio de cargos y profesiones.
La nobleza alemana de los caballeros fu tambien infe-
rior la patritica aristocracia nacional de Inglaterra. Una
parte de la nobleza se mostr, por mucho tiempo, hostil
las ideas y las nuevas reformas; se entusiasmaba romn-
tica mente por las instituciones feudales, y apoyaba con ms
FI LUNTSCIILI.TOMO lo
130
g u s to el absolutismo de los prncipes . que la libertad de los
pueblos. As, pues, la nobleza alemana no es popular como
[a de Inglaterra; las masas la miran con desconfianza y an-
tipata, corno sucede en Francia respecto de los legitimis-
tas, por ms que no pueda negarse que ha producido en to-
das las pocas hombres distinguidos y verdaderos patrio-
tas. El ejrcito le debe sus mejores generales, y, en los
grandes perodos de nuestro desenvolvimiento nacional,
han salido principalmente de su seno los primeros comba-
tientes y los jefes del movimiento.
La reforma de la nobleza alemana ha sido muy discutida
en nuestros dias; pero ha pasado el momento favorable (de
1852 1860), sin que lo hayan aprovechado. El aborto de al-
gunas tentativas, prueba la poca autoridad que tienen entre
los suyos los nobles partidarios de la reforma, y la mala vo-
luntad de-la mayora de este rden. La fundacion del Impe-
rio ha venido por ltimo proporcionar un medio legal de
crear con una nueva forma una aristocracia nacional, que,
recibiendo los elementos sanos, todava numerosos, de la
nobleza _antigua, abrace al mismo tiempo la aristocracia
moderna, y rechace sin piedad fuera de su seno todos los
elementos corrompidos. Una aristocracia fuerte, indepen-
diente y culta, es una necesidad politica de la vida de una
gran nacion como Alemania. En nuestros dias, sobre todo,
y dada la importancia que han adquirido las masas demo-
crticas, se hace indispensable contrabalancear el excesivo
peso de la cantidad por la excelencia de la calidad.
Esta aristocracia nacional no debe ser ya exclusivamente
hereditaria, y un all, donde se admite la herencia, no ser
ya absoluta, porque hay una nobleza personal al lado de la
nobleza de raza, y la raza noble puede muy bien perder su
nobleza.

OBSERVACION.-I. Riehl (Die brgeliche Gessellsehft,1854), ha


pintado con vivos colores la importancia de la aristocracia ale-
mana en la sociedad. La nobleza no tiene hoy ya ms que una im-
portancia social, que tiene su valor, pero que, si carece de organi-
zacion poltica, es insuficiente y poco duradera. Los rdenes, en
cuanto simple division de la sociedad, no son ms que el funda-
mento de las clases, y stas deben ser orgnicas para ser real-
mente polticas.
II. En un artculo del Deutsches Statswrterbuch, I, P. 5 y H.
131
establezco un proyecto de reforma insisto en la diferencia entre
la nobleza latente (pasiva) y la nobleza real (activa). La primera
sea la heredada, tiene la facultad de convertise en real, y no en-
gendra privilegio alguno; la segunda supone la distincion perso-
nal, que es la realizacion de esta posil yilidad. Despues he adqui-
rido la conviccion poco consoladora que Justus Mser haba ex-
puesto esta misma idea hace ya dos siglos. (Patr. Phantas., IV,
248), y que ha permanecido ignorada durante este intervalo.
132

CAPITULO XIV.

3.El estada llano.

Aunque precedido en el tiempo por el rden de los caba-


lleros, aparece ya la clase media con sus derechos polticos
en el curso de la Edad Media, cuyos grmenes debemos ver
en el antiguo rden hereditario de los simples hombres li-
bres (Gemeinfreien), verdadero tronco primitivo de los di-
versos pueblos germnicos. Pero la clase media no se desar-
roll mpliamente, si no en las ciudades y bajo la protec-
cion del derecho municipal.
En general, no fu la Edad Media favorable la libertad
comunal; amaba las clases gerrquicas, dinsticas y aris-
tocrticas. Los libres propietarios cayeron generalmente'
bajo la domincion invasora de la nobleza feudal y de los,
bailios. Las leyes y la poderosa mano de Carlo-Magno im-
pidieron las pesadas opresiones, pero no detuvieron el pro-,
greso del mal. Una gran parte de la poblacion agrcola, que.
por su nacimiento libre perteneca las razas germnicas
puras, cay en la servidumbre de tribunal (Hothrigkeit),
ya establecindose en los dominios del rey, de la Iglesia 6.
de la nobleza, ya trasmitiendo sus bienes la Iglesia y los
conventos por motivos piadosos por necesidad, para n
volverlos recobrar sino con una carga censo, acercn-
dose de este modo los siervos personales, y perdiendo,
gran parte de su libertad poltica. Ms tarde, las propieda-
des que haban permanecido en manos de los agricultores
libres no pudieron tampoco sustraerse la jurisdiccion de.
los bailios, y las cargas que la aristocracia dominante les-
impuso. Trasformse tambien el ejrcito, organizndose.
primero feudalmente, y despues , sueldo; y cesando de for
mar parte de l los campesinos, perdieron su valor guer-
rero y el honor que esto les daba.
Cargseles de impuestos bajo las formas y pretextos ms,
diversos, y generalmente arbitrarios; perdieron la parte que.
133
la antigua constitucion germnica les asignaba en los Tribu-
nales y en las corporaciones polticas del pas. Hasta los
propietarios libres fueron colocados pco poco como gen-
.tes de bailiazgo (Vogteilente), en la misma lnea que los va-
sallos sujetos la servidumbre, y ambas fracciones se
mezclaron despues bajo el nombre comun de los villanos
(Bauerscha/t), casi sin consideracion, su origen libre ni
aun su fortuna. Este rden hereditario vino ser de este
modo un rden de profesion, teniendo algunos derechos
aunque muy restringidos. Slo algunos agricultores libres;
los grandes propietarios, se elevaron , al rden de los ca-
balleros.
Algunas comunidades de hombres libres lograron tam-
-bien; bajo la influencia de circunstancias favorables, con-
servar travs de los escollos de la Edad Media, y hasta
en los tiempos modernos, sus alodios francos y sus dere-
chos polticos. La asociacion fronteriza. de los Schwitenses,
que ms tarde fu la cuna de la libertad suiza, es de ello
un ejemplo notable.
Pero al mismo tiempo que la libertad antigua desapare-
ca de las canipiras, comenz renacer bajo una forma
nueva en las ciudades. La libertad cvica est intimamente
ligada la historia de aquellas. La cualidad de burgus
(Barger) se refiere las ciudades ntes que al Estado. La
libertad urbana fu conquistada al cabe de luengos siglos
de lucha, y trascurrieron otros muchos ntes que, amplin-
dose esta nocion, se convirtiese el burgus de la ciudad en
ciudadano del Estado.
Las ciudades son el verdadero . cuadro de esa vida tan
-variada de la Edad Media, con sus mltiples rdenes, de
origen romano alguna vez, y casi siempre germnico,
siendo en un principio las ciudades populosas una verda-
-dera mezcla abigarrada, conteniendo dentro de sus muros:
1. Prncipes eclesisticos, con sus cortes y sus derechos
,de soberana, obispos, abades;
2. Un clero inferior, con sus grados y divisiones;
2. Seglares de la alta nobleza, condes barones, (en
Italia, Capitanei); los cuales no tenan castillo fuerte en la
ciudad ni moraban all ma,w, que de paso, teniendo su mo-
rada hereditaria en la campia;
4. Familias de caballeros, que posean generalmente
feudos en el campo;
134
5. Gente de servicio (ministeriales) de los senores cele-
sltsticos seglares;
6. Mittelfreies (libres de enmedio), los cuales en las
ciudades romanas de Francia y de Italia; descendian de fa-
milias romanas de decuriones, que posean una propiedad
urbana, bien de Germanos libres, establecidos en la ciu-
dad y distinguidos por su fortuna por su posicion poltica.
7. Hombres simplemente libres , poseedores de una,
propiedad urbana.
8. Libres en cuanto su forma, que vivan en las propie-
dades de un seor, y estaban sometidos ste en ciertas
relaciones, como, por ejemplo, una abada.
9. Una porcion de gente en los mas diversos grados de
dependencia personal, viviendo algunos ms libremente,
como los artesanos.
10. Los dems, en las. familias, como criados, etc. La
aproximacion de estos elementos deba producir con el.
tiempo una nueva mezcla, una vida, intereses y una suerte
comunes. Algunas .veces tambien las luchas de los parti-
dos atenuaron ciertas diferencias y produjeron otras que no
tenan su origen, por cierto, en el nacimiento. Constituyse
la ciudad, formronse nuevas asociaciones y nuevos Con-
sejos, y los diversos rdenes se fundieron en una nueva
unidad.
La marcha de la trasformacion fue casi la misma en to-
das partes, pesar de la influencia, muy apreciable sin
duda, de las nacionalidades, de los tiempos y de las cir-
cunstancias locales. Encuntranse generalmente los si-
guientes perodos:
I.' El verdadero ncleo de la antigua clase media de las
ciudades se compona en un principio de las familias dis-
tinguidas de los caballeros, de los ininisteriales, y de los_
Mittelfreie. Sus miembros luchaban por su independencia
en los consejos de la ciudad, y restringan el poder de los
antiguos seores de la Edad Media. Despues se ampli el
crculo, y entraron en l los simples hombres libres, mani-
festndose. la vez nuevas oposiciones entre los antiguos
seores y las recientes asociaciones de los burgueses li-
bres. As, encontramos en Milan, desde mediados del si-
glo IX, la Motta asociacion de los doctores en derecho,
mdicos, banqueros, grandes negociantes, los que solan
unirse muchos caballeros que haban abandonado el modo-
135
de vivir de los de su clase; y algo ms tarde el popolo grasso
los populares, que entraban en la lucha con los nobles,
vavaseurs y capitanei (barones y caballeros), y ocuparon
un lugar su lado en el gran Consejo (consilium generale),
para formar el Consejo comun de la ciudad (1).
La creacion de una autoridad urbana fu el primer paso
decisivo hcia la fusion de las altas clases de la ciudad; la
forma,cion de los grandes Consejos y el nombre de cornun,
vinieron generalmente despues; formronse luego los .gre-
mios, y se ampli cada vez ms el crculo de la clase me-
dia, comprendiendo cada paso nuevos elementos.
Este desarrollo apareci primeramente en Lombardia,
en donde las tendencias germnicas de asociacion y de in-
dependencia se encontraron con los antiguos recuerdos ro-
manos. De aqu se extendi el movimiento . las ciudades
del Medioclia de Francia, all por los siglos XII y XIII, en
donde encontr un punto de partida y de apoyo en los res-
tos de la antigua clase media municipal, que se haba go-
bernado por prohombres elegidos, y que estaban ms olvi-
dadas en Francia que en Italia.
2. Las comunidades del Norte de Francia ., con los bur-
gueses unidos por juramento, y sus luchas, veces san-
grientas, contra sus seores, ofrecen un marcado carcter
democrtico y la forma de corporaciones. Vironse aparecer
all nuevos elementos, tales como la recepcion en la Asocia-
Ci011, de la Gilda (Gildonia, conjuratio, fraternitas) (2), en
la que se comprometan por juramento observar sus es-
tatutos, y quedaba, por decirlo as, el ttulo de burgus de
la comunidad. La libertad y el derecho de burguesa tuvie-
ron de este modo su origen en el nacimiento libre, en la
propiedad, y vino , fundarse definitivamente en la corpo-
racion. Quebrantse, pues, el principio feudal y el de las r-
denes por un principio nuevo, personal.
La formacion de los comunes favoreci tambien la
e mancipacion de las ltimas capas de la sociedad urbana.
La muchedumbre, de los artesanos que se haba desligado

(1) Savi gny. Geschichte des Romischen Rech im Mittelalter, t. II,


p. 108 y sig Leo, Geschichte van, Italien, I, p. 399.Iiegel Stadtverf;
Italien.
(2) Comp. Thierry, Lettre XIX sur l'hist. de France, y Schrner,
Rechtsgeschichte, II, p. 554 y sig.
136
de los lazos de la servidumbre, hall buena acogida en la
asociacion, y hasta se estableci el principio de que se ha,
ca libre el siervo que permaneciese en la ciudad durante
un ao y un dia sin ser reclamado por su seor. Los esta-
tutos de una multitud de ciudades prueban el axioma de
que el aire de la ciudad convierte al siervo en libre (1).
Los excesos y el desbordamiento de la democracia pro-
vocaron frecuentes reacciones de que se aprovecharon los
reyes para dominar su vez, y gran nmero de ciudades
lombardas perdieron de este modo su independencia prin-
cipios del siglo X1V, consecuencia de los hechos del XIII,
entre la plebe y la nobleza, y del triunfo de aqulla y de sus
jefes democrticos, los capitanei.
Las ciudades de Francia, que quedaron sin constitucion
consular comunal, independientes de los seores, eran,
por punto general, arbitrariamente gobernadas, por sus pre-
vostes (ciudades prevostales); pero aun en stas qued abo-
lida muy dulcificada la servidumbre, y la clase media fu
constituyndose all poco a poco como un rden libre, del
que poda participarse yendo establecerse en la ciudad
'por una concesion del rey (2).
3) El diverso sentido de la palabra alemana Brger
(burgus ciudadano de la- clase media), seala , diversas
fases del desarrollo social en las ciudades de Alemania.
Aun en el siglo XIII distinguanse all, como antes haba
sucedido en Francia y en Italia, los caballeros y los burgue-
ses (Milites et burgueses), y entre stos ltimos, los hombres
libres que, sin vivir como caballeros, pertenecan, sin em-
bargo, , la sociedad urbana y tenan voz en su Consejo. La
base de esta subdivision formbanla los propietarios de ca-
sas y desempeaban ordinariamente las funciones de jueces
(Schffen) y de consejeros en union con las familias de los
caballeros, con cuya clase vinieron con el tiempo confun-
dirse, asimilndoseles los ministeriales; y estos diversos
elementos formaron .los burgueses de pleno derecho, las
familias (die Geschlechter), en oposicion a los , artesanos y
dems residentes.

(1) Por lo que respecta Alemania, vanse los numerosos que contie-
nen las obras (le Gaupp y Gengler, Deutsche Stadtrechte (les Mitte-
lalters.
(2) Schaffner, ob. cit., p. 590.
137
Despues de mediado 'el siglo XIII, los mercaderes pe so-
nalmente libres, un sin ser propietarios, parece que entra-
ron de pleno derecho entre'. los. ciudadanos, y obtuvieron la
representacion en los Consejos. El derecho de ciudadana
fu desprendindose as-poco poco del suelo, y se le .di
ms importancia - la profesion y al lazo personal.
Esta tendencia se afirm cuando, mediados del siglo
XIV. vinieron los artesanos formar con sus seores una
nueva porcion de la mencionada clase. La expresion br-
ger fu ya ms comprensiva, y design todos los miembros
'de la vida y de las corporaciones urbanas. Desapareci del
municipio la sujecion personal; se modificaron esencial-
mente las diferencias resultantes del, nacimiento; el derecho
municipal comun rechaz y sustituy al feudal, y un lazo
ms estrecho uni todos estos ciudadanos su ciudad.
Todas las ciudades adquirieron de este modo para sus
miembros una ciudadana con libertad personal; pero sus
poderes se detenan siempre en la esfera de los intereses de
las mismas. En los detalles variaban hasta lo infinito, lo
mismo que la importancia y la historia de cada cual de ellas
Las unas reconocan la autoridad de prncipes pa ticula-
res, y se las llama ciudades provinciales; las otras adqui-
rieron derechos reales, y se convirtieron en seores de las
aldeas circunvecinas y de los feudos que pudieron adquirir
y se les denomin ciudades imperiales, porque deban su
elevacion al Imperio.
Las ciudades alemanas continuaron siendo ricas, fiore
cientes y cultas hasta' el siglo XVI; sus monumentos gozan
todava de la gloria que les anunciaba Maquiavelo; per la
guerra de Treinta aos cambi aquel estado de cosas, vinie-
ron a la decadencia, y no se volvieron levantar sino des-
pues de un siglo de luchas y sufrimientos. Las ciudades
provinciales perdieron su independencia y las imperiales
slo conservaron una sombra de ella. Apoderse de sus
Consejos un espritu estrecho y mezquino, y empobrecidas
y oprimidas, se aislaron del resto del pas.
4) Fi aqu los caracteres distintivos de la clase burgue-
sa en la Edad Media.
121 Forma, no un rden privilegiado como el clero y la
nobleza, sino un rden popular y moral. El lazo que la une
la ciudad, su cultura, su libertad y su derecho urbano la
distinguen de los campesinos.
138
o. Las numerosas fuentes en que toma histricamente
su origen, y las diversas profesiones que .ejerce, no le impi_
dieron formar un rden homogneo y nico, salvador de su
libertad civil y amante de la igualdad ante la una comu-
nidad urbana con su derecho municipal formando libre-
mente su constitucion. Los burgueses son los hijos de la
ciudad y participan de su vida, y los honores estn estre-
chamente ligados la cultura cvica.
3.' Esta clase adquiri en el curso de la Edad Media una
verdadera importancia nacional. Salvando por fin los lmi-
tes de los arrabales de sus ciudades, concluy por abrazar
en un rden comun los ciudadanos de todas las dems, de
las provincias y del reino.
Estas nuevas formaciones tuvieron bien pronto su deno-
minador! especial en el sistema general de los rdenes.
Desde mediados del siglo XIII, obtenan en el Parlamento los
burgueses de las ciudades inglesas una representacion, pri-
meramente distinta de la de los caballers, y despues co-
mun con ellas. En Francia, los representantes de la men-
cionada clase formaban el tercer estado del reino, el cual,
reunido aisladamente de tiempo en tiempo desde antes del..
siglo XIV, fu llamado desde esta poca tomar asiento en
las Asambleas de los . Estados generales. Desde el tiempo
del emperador Rodolfo de Habsburgo, fueron ocupados, en
parte al mnos, los asientos de las ciudades en las Dietas
del Imperio, por representantes del rden de que nos veni-
mos ocupando; y las ciudades obtuvieron asimismo voto y
asiento en las asambleas provinciales, como formando un
rden comun, al lado de la nobleza y el clero aleman.
4. Por ltimo, la nocion comun de esta clase fu tras-
portada al crculo ms extenso del Estado, y di origen
la mplia, nocion del ciudadano moderno.
139

CAPITULO XV

4.El rden de los campesinos (Bauerstand).

La Edad Media fu fatal la antigua libertad comun


pero favoreci la elevacion y la emancipacion de las clases
dependientes (Hrige). Oprimiendo los libres, elev los
que no lo eran, y ambos rdenes se aproximaron y confun-
dieron en un mismo nivel.
Una pequea fraccion de stos, la gente de servicio, fue-
ron, como ya hemos visto, .elevados hasta las filas de la
baja nobleza.. Sus servicios en la crte, aproximndolos
personalmente las dinastas, haban refinado su educa-
cion y sus costumbres; recibieron ricas concesiones de ter-
renos, y se elevaron con el tiempo al rango de caballeros
vasallos.
Otra fraccion mucho ms considerable se estableci en
las ciudadess-y lleg, mediante los oficios que se dedicaba,
primeramente la fortuna, y despues , la libertad personal
y poltica. Las ciudades italianas fueron las primeras que
emanciparon sus siervos. Ya en 1256, Bolonia, siempre en
lucha por su libertad, tom, a propuesta de Accurso de
Sorrecina, su magistrado supremo, la generosa decision de
emancipar todos sus siervos de su territorio, para que no
hubiese en el porvenir nada ms que hombres libres (1).
Los oficios, poco estimados en un principio en el Impe-
rio de Alemania, y abandonados a las clases serviles, se
elevaron pronto, merced los progresos de la vida urbana.
Las Corporaciones, formadas bajo el nombre de Schole en
Italia, imitadas en Francia por los mestiers y los gheades
bajo el influjo de las tendencias germnicas, y trasportados
despues Alemania, vinieron aumentar los derechos de
los asociados y el honor de los seores. Una educacion ms
cuidadosa, un progreso gradual, una habilidad per feccio -

(1) Laurent, ob. cit e. VII, 5, 063. Pronto sigui Florencia este buen
ejemplo (1288.)
140
nada, riquezas crecientes, y en fin, el nuevo derecho de to-
mar las armas en servicio de la ciudad, bajo la bandera de
su corporacion, as como la constante union Con los intere-
ses y el bienestar de la ciudad, todo contribuy despertar
el amor propio y las pretensiones naturales de los artesa-
nos; los que eran de origen servil adquirieron muy pronto
la libertad, comprndola insurreccionndose, y no pudo
negrseles ya el derecho de ciudadana.
La dificultad era mayor an en las campias. Muchas
regiones seguan un principio diametralmente opuesto al de
las ciudades: Su aire hace siervo. Los campesinos de ori-
gen servil slo excepcionalmente alcanzaron la plena liber-
tad civil y poltica; pero llegaron Por lo monos, aunque lenta
y gradualmente, cierto grado de libertad simplemente per-
sonal, firmemente protegida por el derecho, y que se exten-
di cada vez ms, aunque permaneciendo agoviada con nu-
merosas cargas, y siendo inferior polticamente.
Las fases de este desarrollo son numerosas, muy va-
rias las causas que las trajeron consigo, y los detalles cam-
bian cada paso. La supresion de la esclavitud fue debida
en gran parte la influencia de la Iglesia, la cual favoreci
ademas la elevacion de las clases serviles.
Las Iglesias y los conventos dieron casi siempre el ejem-
plo de la emancipacion; las gentes de las Casas de Dios fue-
ron de este modo los primeros que se acercaron los cam-
pesinoS libres. Los Reyes marcharon por el mismo'cami-
no. Los Carlovingios dieron libertad los empleados del
fisco; y San Luis declar, al emancipar los siervos de sus
dominios (1315), que cumpla as su vocacion de Rey de los
Francos (1).
El mismo espritu feudal que haba trasformado en feu-
dos hereditarios y unido al suelo los derechos de los gran-

(1) Ordonn., I, 583: Comete, selon le droit de nature, chacun doit


Daistre franc, et par aucuns usagesmoult de personnes de nostre com-
/aun peuple soient enchees en lieu de servitudes: Nous, considrant
que Nostre Royaume est dit et nomm le Royaume des Francs, et vou-
llant que la chose en vrit soit accordant au nom,ordenons que gne-
ralemet par tout nostre royaume de tant comme il peut appartenir a
noustelles servitudes soient ramenes franchises bonns et Con:,
venables conditions de tant comme il peut toucher nous. Comp. Scha-
ffner. Franz. R. G., I, 523. El duque Valois, padre de Felipe el Hermo-
so, haba emancipado un ntes los siervos de sus dominios en nombre
de la libertad natural riel hombre. Vase Laurent, ob. cit., t. VI.
141
des barones, y que haba asegurado definitivamente los be-
neficios en manos de los vasallos, afirm tambien los dere-
chos de los agricultores no libres en los bienes que cultiva-
ba, v engendr la herencia de los servicios, y, especial-
mente en Alemania, un sistema particular de jurisdiccion
patrimonial que los servicios contribuan formar bajo la
direccion de sus alcaldes meyer (villici majores). En
Francia era sin duda inferior, aunque muy semejante, como
lo indican los mismos nombres, la situacion de los siervos
y de los villanos que corresponden los Hofteute y Grund-
holden alemanes; pero el progreso se realiz all ms rpi-
damente, y ademas se distinguan dos clases de campesi-
nos que se aproximaban bastante los hombres libres; s-
tos eran los coutumiers y los roturiers, y entre ellos los
hostes (hospites). Por el contrario, los siervos ingleses slo
adquirieron la libertad personal sin propiedad, y esto des-
pues de la gran epidemia de 1348 1349, y formaron slo un
rden de trabajadores de obreros libres (1).
La semi-libertad personal que los siervos y los sujetos
servicios llegaron generalmente, slo se refera comun-
mente al derecho privado, la constitucion del municipio y
al tribunal local, y concluyeron por fundirse en un rden
nico y profesional (B auersntaud) con los campesinos de
origen libre que haban cado bajo la dominacion perptua
de los bailios, y cuyos bienes haban sido gravados con nu-
merosas cargas feudales. Los campesinos slo excepcio-
nalmente se. convirtieron en un rden poltico, como en el
Norte escandinavo, en donde pudieron defender con xito la
antigua libertad comun y la antigua constitucion del pas;
en el Tirol, en donde los prncipes particulares los denomi-
naron Landtage, y en Suiza, en donde fundaron Repblicas
libres. En otros puntos estaban generalmente sujetos, sin
derechos polticos, y sobre todo, sin derechos de represen-
tacion, y destinados por naturaleza soportar las cargas
pblicas; siendo un rden econmico, ms bien que d cul-
tura, como suceda con la clase media de las ciudades.
Los campesinos alemanes intentaron en vano quebrantar
el yugo en la gran guerra del siglo XVI que lleva su mismo
nombre. Los tan conocidos doce artculos que reclamaban,

(1) Seebohna, De la Reforma del Derecho de Gentes, 1873, p. 61 y


siguientes.
142
parecieron pretensiones inauditas, y despertaron l aindigna-
cion de las clases eleva das. , No debemos regocijarnos del
progreso de los tiempos, al considerar que en la actualidad,
sin luchas ni combates, ha recibido el campesino en todas
partes Muchos ms derechos d lo que entnces exiga?
Los espritus comprendieron k,ntamente que los agricul-
tores no son slo una masa nfima, buena para suministrar
soldados y pagar impuestos. La constitucion inglesa, que
daba los yeomen (probi et legales homines), el derecho de
tomar parte en las elecciones de la Baja Cmara cuando po-
sean bienes en una cantidad determinada, se distingui
tambien en esto por su respeto la libertad. Los tiempos
modernos vinieron por fin conceder todas las clases ple-
na libertad personal y capacidad poltica. La filosofa del si-
gl XVIII impuls las inteligencias por este noble camino,
luchando porque se respetasen los derechos naturales.
Federico I de Prusia fu el que di en Alemania el ejem-
plo, suprimiendo la servidumbre en los dominios de la co-
rona (1702). Federico II favoreci la emancipacion 'general
de los siervos; Jos II sigui el movimiento en el Austria
alemana (1782), y Crlos Federico, en el ducado de Baden
(1783). Los dems Estados Alemanes permanecieron esta-
cionarios; pero la entusiasta declaracion del 4 de Agosto de
1789 y la proclamacion de los derechos del hombre arras-
traron un los ms reacios. La emancipacion pareci ya
un deber, una exigencia irresistible de ls nuevos tiempos,
y fu realizada por completo en la primera mitad de este
siglo en toda la Europa occidental, y muy recientemente en
la oriental. Al mismo tiempo, poco ms mnos, se conce-
dan tambien los campesinos y los de la ciudad los de-
rechos de ciudadano del Estado.
143

CAPITULO XVI

La esclavitud y su supresion.

En un principio el esclavo se presenta corno un extrao


en la familia y en la nacion. Por generalizada. que estuviese
en la antigedad, no se ha considerado jams la esclavitud
como un rden nacional, lo cual prueba las claras que no
se funda en una necesidad . natural.
Aristteles (Poi., I, 2), intenta, sin embargo, demostrar
que, por naturaleza son los unos seores, los otros escla-
vos; pero no demuestra la incontestable necesidad de esta
clase. El hombre inteligente, que desea realizar su destino,
necesita, como dice Aristteles, instrumentos animados que
le sirvan. No hay duda que existen hombres quienes la
misma naturaleza parece haber destinado los trabajos
corporales, y que necesitan el mando la direccion de un
seor para cumplir sus fines; pero de aqu slo se sigue que
amos y criados, patronos y clientes, propietarios y jornale-
ros, fabricantes y obreros, necesitan unos de otros, ms no
en manera alguna que las relaciones de dependencia pue-
dan ser comparadas los derechos del propietario sobre sus
animales domsticos, ni que los trabajadores deban renun-
ciar la libertad individual, la personalidad humana,
para convertirse en simples instrumentos del seor, lo que
es lo mismo, en cosas. El hombre es una persona por su
misma naturaleza; luego no puede ser cosa, es decir, es-
clavo.
La teora de los j urisconsultos romanos aplica los es-
clavos la nocion absoluta de la propiedad con notable du-
reza; el esclavo no tiene derecho alguno, es na cosa. Y sin
embargo, tiene conciencia, de que la esclavitud es contra-
ria la naturaleza, y slo ha sido introducida por el uso
cornun de los pueblos (1). Tambien para ellos es la emanci-

(1) Florent., 1. 4, 1, de Statu homin. Servitus est eonstitutio j


ris gentium, qua quis domino alieno contra naturam subjicitur,* 2, J.
de jur. pers.
144
paf...ion un regreso al derecho natural (1). La jurisprudencia
romana saba esto muy bien, pesar de la inflexible lgica,
con que sigui durante mil aos sus duros principios. Los
decretos imperiales que prohiban los seores ensaarse
sin causa legtima contra sus esclavos (2), protegan s-
tos, poco ms mnos, como ciertas leyes modernas pro-
tegen los animales; la nocion fundamental no cambi, y el
esclavo continu despojado, no slo de su derecho de po-
seer, sino tambien del derecho de matrimonio y de familia.
Tenase igualmente por cierto, en el derecho aleman
sobre todo, que toda servidumbre, segun la enrgica expre-
sion de Sachsenspiegel, tiene su origen en la violencia, en
la captura, etc., y que ha pasado ms tarde la categora
de un derecho, lo que no era ms que una costumbre anti-
gua ilegtima (3). As, pues, los pueblos germanos reco-
nocieron siempre sus Eigene (esclavos) ciertos derechos,
por otra parte incompletos y poco protegidos, puesto que el
seor los violaba impunemente .en su origen. La fuente de
la emancipacion era mnos trbia que en Roma; la perso-
nalidad del Eigene no lleg desconocerse nunca por com-
pleto, y fu siempre posible el mejoramiento (4).
La esclavitud desapareci casi por completo de la Euro-
pa occidental durante la Edad Media, tomando la forma ms
suave de servidumbre de servicios obligatorios, que con-
tinuaron, como los ltimos vestigios, hasta fines del siglo
XVIII, y aun durante la primera mitad del XIX (5).
Esta emancipacion sucesiva y las medidas ms genera-
les de los tiempos modernos son en gran parte el fruto del
Cristianismo. Sin abolir violentamente la esclavitud , triun-
f aqul lentamente en las inteligencias. La propiedad del

(1) triplano, 1. 4, de just. et jure: (Manumissio) jure gentium orgi-


nem sumsit, ut pote quum jure naturali omnes liberi nascerentur, nec
esset nota mantunissio, qu'Una servitus esset incognita; sed posteaquam
jure gentium servitus invasit, secutum est beneficium manumissionis.
(2) Gajus, 1. 4, 2, De his qui sui vel alieni, etc.: Sed hoc tempore
nullis, homninibus, qui sub imperio romano sunt, licet supra modum et
sine causa legibus cognita in servos, suos sa3vire.
(3) Sachsenspiegel, III, 3 y 6: La verdad es que la servidumbre ha
comenzado por la fuerza, por la captura, etc.
(4) La asimilacion de los Eigene los animales domsticos, que ac-
cidentalmente se encuentra en las fuentes alemanas, no indica en mane-
ra alguna la esencia de la relacion, y Tcito la ha comparado at colonato
ms bien que la esclavitud romana.
(5) Vase la pgina.
145
hombre sobre el nombre era incompatible con la creencia
de que todos los hombres son hermanos hijos de Dios;
pero el sentimiento del derecho y de la libertad de los pue-
blos germanos y el espritu progresivo de la humanidad,
han tomado una parte mucho mayor- en esta obra.
La historia rusa ofrece en esto algunas particularidades.
Desde los tiempos ms antiguos exista en Rusia una espe-
cie de servidumbre personal; pero la masa de los campesi-
nos era an libre en el siglo XVI. Los seores alodiales
carecan de obreros para cultivar sus vastos dominios, y
prefiriendo los campesinos libres su vida nmada la agri-
cultura, intentaron aqullos retener , stos en sus propie-
dades, ofrecindoles diversas ventajas, y lo consiguieron
por completo. Pero la servidumbre de los campesinos no
comenz realmente hasta que el Estado, por motivos de
guerra rentisticos, adhiri, por decirlo as, cada vez ms
fuertemente la gleva estos agricultores, entregndolos
la arbitrariedad de los grandes. En ninguna parte fu el si-
glo XVII tan fatal para la libertad de las clases agrcolas
cono en Rusia. El siervo y el campesino fueron colocados
al mismo nivel,. disponiendo el seor de una manera casi
absoluta de sus vidas y de sus bienes. El nuevo espritu de
los tiempos templ algo aquellos rigores y trajo luego con-
sigo la emancipacion, cuya grande obra fu realizada por
Alejandro II, apesar de las reclamaciones de muchos nobles
(L. 19 Febrero 1861), abriendo para Rusia una nueva era, de
libertad civil (1).
Lentamente iba desapareciendo de Europa el azote de la
esclavitud, cuando sta hall una tierra nueva en el Nuevo
Mundo; pero la guerra civil de los Estados-Unidos (1861
1866) ha vengado este crimen de lesa humanidad.
La diferencia de las razas y la inferioridad de la esclavi-
zada 1-~ :q1 m(,nos odiosa la esclavitud de los negros; pero
aumentan el orgullo altanero y apasionado de los esclavis-
tas. Los blancos olvidaron la comunidad de la raza huma-
na, y bien pronto superaron sus crueldades , las de la anti-
gedad misma. Montesquieu censura con razon el orgullo-
so menosprecio de los blancos con estas amargas palabras:

(1) Comp. el art. cit ., Tsellts'elierin, y . Leibgenschaft en ol 1)Put-


5ehes Stats.

us LuNTscum.Tomo 11
146
lio les cabe en la cabeza que Dios, cuya sabidura recomo_
cen, haya puesto un alma, sobre todo un alma humana, en A

un cuerpo enteramente negro. (Espritu, rte 1,(7.s


X V. 5).
La esclavitud nueva fu, pues, ms dura en Amrica
que lo haba sido nunca. Si el seor blanco guardaba alguna
vez miramientos su esclavo, era slo en el sentido que un
labrador prudente los guarda sus bestias de carga. con.
virtiseles en una especie de animales domsticos por me-
dio de la degradacion moral y jurdica, por la negacion de
toda dignidad humana, el menosprecio del matrimonio y la
familia, la absoluta carencia de educacion moral y religio-
sa, la negativa de toda proteccion por medio del derecho, el
comercio ilimitado, y muchas veces por la crueldad ms re-
pugnante, violndose la vez el rden divino y humano.
Jefferson propuso agregar la declaracion de indepen-
dencia de 4 de Julio de 1776, que proclamaba la inalienable
libertad del hombre, algunas observaciones de los Gobier-
nos monrquicos contra la tolerancia, y un contra el favor
concedido la esclavitud de los negros. Su proposicion fu
en mal hora rechazada ; la codicia de los esclavistas
triunf de la primera tentativa de disminuir poco , poco su
nmero. Los Estados de la Union que rechazaban la escla-
vitud pudieron apnas contrarestar la influencia de aqu-
llos que se hallaban infestados de ella. En el espacio de un
siglo subi el nmero de esclavos de unos cien mil mu-
chos millones, con motivo del gran desarrollo que tom PI
cultivo del algodon y de la caa de azcar.
Sin embargo, el gran principio de la emancipador' pa-
saba desde Eturopa Amrica. Inglaterra haba dado el
ejemplo, empleando grandes medios. Tal vez inspirasen
este acto, como casi siempre sucede en las cosas huma-
nas, motivos interesados; mas no por esto era el fin mnos
puro y santo, y el hombre que consagr ello tgda la ner-
gia de su vida, William Wilberforce, estaba penetrado de
su grandeza. A pesar de todas las crticas de detalle, la su.-
presion de la esclavitud en las colonias inglesas, las indem-
nizaciones concedidas los propietarios de esclavos, los
tratados internacionales para la abolicion en la trata de ne-
gros, continan siendo reconocidos como inmensos servi-
cios prestados la causa de la humanidad. La victoria de
la Union aboli la esclavitud en la Amrica del Norte (L.
147
Febrero de 1865, proclamada el 18 de Diciembre). La Am-
rica Meridional no ha podido sustraerse por mucho tiempo
la influencia de este principio, y hasta el Brasil ha con-
sagrado en la ley de 28 de Diciembre de 1871.
Cul va ser la situacion poltica de los negros'? Hasta
ahora slo se les ha concedido la libertad personal y los
derechos privados, y parece difcil ir ms ljos pesar de
las tendencias predominantes en los Estados-Unidos, pues
los derechos polticos suponen capacidad poltica. La de-
mocracia representativa slo ha tenido buen xito, hasta
hoy, en los pueblos ms cultos. Ahora bien, puede creerse
que convenga sta , esas masas de negros, que en general
se hallan en un estado de estupidez completa? Puede espe-
rarse de ellos ese dominio de s mismo, esa iniciativa y esa
actividad indispensables en los gobiernos libres y democr-
ticos? Todo el que haya reflexionado sobre la naturaleza del
hombre y sobre la historia no osar dar estas preguntas
una contestacion rotundamente afirmativa.
Sea como quiera, el principio humano del Estado con-
duce las consecuencias siguientes:
1. a El Estado tiene el derecho y el deber de hacer que
desaparezca de su territorio hasta el ltimo vestigio de la
esclavitud personal, y borrar de este modo una iniquidad
antigua.
2. a El Estado no debe permitir el restablecimiento de la
esclavitud, ni un por la libre voluntad de las partes.
3. a El Estado niega con razon su proteccion al extranjero
que quiera perseguir en su territorio un esclavo (1).
4. a Los esclavos que pisan un suelo libre, quedan libres
ipso facto, y pueden pedir la proteccion de los Tribunales.

(1) Respecto de Inglaterra comprese Blackstone, Comment., I. 14;


sentencia del Tribunal de Westminster-Hall de 1771 (Vheaton, Historia
del Derecho de Gentes, II, 353). La ley inglesa de 28 de Agosto de 1853
regulariza la emancipacion en las colonias inglesas y declara libre todo
esclavo que, con el asentimiento de su seor, va Inglaterra Irlan-
da. En Francia se lea ya en las Dist.Cout. de Loysel (siglo XVI): todas
las personas son francas en este reino: y en cuanto un esclavo traspase
las fronteras del mismo, y se haga bautizar, queda emancipado.Ley
francesa de 28 de Setiembre de 1791. Constitucion de 1848, 6: La escla-
vitud no puede subsistir en ningun punto del territorio francas. Ar-
ticulo adicional al tratado de Pars de 1814: S. M. cristiansima y S. M
britnica se comprometen... que todas las potencias de la cristian-
dad proclamen la abolicion de la trata de negros.
--18

_CAPITULO XVII.
6.Las clases modernas.

1.-EL PRINCIPIO.

Flanse disuelto ya los rdenes de la Edad Media: el clero


que ocupaba el primer rango y se atribua un carcter casi
divino, ha cesado de ser un rden poltico. La Constitucion
moderna coloca los prelados entre la aristocracia, los
dems eclesisticos, en la clase media. Ya hemos hablado
de la decadencia actual de la alta y de la baja nobleza, y de
su impotencia para obtener y conservar una posicion pol-
tica elevada independiente; ni aun la antigua burguesia
forma ya un rden, pues las clases cultas han adqui-
rido una alta importancia en nuestro Estado representa-
tivo. Por ltimo el rden ms pacfico, el ms adicto las
costumbres y opiniones antiguas, el de los campesinos, ha
sentido la accion de los tiempos y los progresos de la cul-
tura, la industria se ha extendido hasta las campias, y
ha quebrantado el elemento agricultor puro.
Los exfuerzos para restablecer los rdenes y hacer de
ellos la base del Estado han fracasado hasta hoy. El instinto
de los pueblos desconfa de estas tentativas; y conforme se
han engrandecido, se sienten libres de las antiguas trabas,
y no quieren, ningun precio, verlas restablecidas,
quiera sean revisadas reformadas.
Y sin embargo, la simple fusion de todos los rdenes no
ha traido tampoco ventajas. Las numerosas innegables
oposiciones que en la na.cion se observan, tienen una gran
importancia poltica, y es necesario ordenarlas de modo
que respondan . las instituciones actuales y procurar que
con este objeto, sustituya la division de clases la de rde-
nes; los rdenes .modernos no son ms que clases.
Las clases son ordenadas por el Estado y para el Es-
tado; los rdenes, por el contrario, tienen su fundamento
inmediato fuera del Estado.
Las primeras suponen la unidad de la nacion, los se-
149
gundos prescinden de ella. Los unos son una institucion
nacional y de derecho publico, los otros son ms bien una
agregacion particular y de derecho privado, cuyo fin no es
exclusiva ni particularmente poltico; el clero vive primero
para la Iglesia, la nobleza para sus derechos, los burgue-
ses para su oficio empleo, el .agricultor para el cultivo de
sus tierras. Vse pues en los rdenes las uniones natura-
les de una vida y de una cultura anlogas; los diferentes
crculos de profesion se separan unos de otros, y la consi-
deracion del Estado no entra directamente por nada en su
formacion lenta. Las clases, por el contrario, son un pro-
ducto racional de la sabidura del Estado. Los rdenes cre-
cen naturalmente; las clases son una manifestacion de la
civilizacion, as es que stas slo se hallan en los pueblos
adelantados que tienen Un conocimiento exacto del derecho
pblico, como entre los Griegos, y particularmente en Ate-
nas, segun la Constitucion de Solon; entre los Romanos, se-
gun la de Servio-Tulio, que invent la . expresion; y, por l-
timo, en los Estados modernos.
En la division de clases puede atenderse sin 'duda los
rdenes existentes; pero no es ni necesario ni aun conve-
niente que correspondan rigorosamente unos otros. Ha-
cerla perfecta sera elevar la organizacion de los rdenes al
rango de la organizacion misma del Estado, como en la
Edad Media suceda en ciertos lmites; sera conservar el
exclusivismo de los rdenes, dividir el Estado, reforzar los
intereses y los prejuicios particulares con detrimento de
los intereses generales. Por el contrario, cuando las clases
destruyen los rdenes, y reunen en su seno las fracciones
de stos, se afirma la comunidad nacional v vivifica la
union poltica.
La importancia de la fortuna ha servido muchas veces
de base para la division de clases, (constitacion del censo).
La fortuna constituye as el principal factor poltico, y, con-
tra lo que debe suceden, el valor de los ciudadanos respecto
del Estado se mide por el caudal que poseen. Esta. division
pertenece ms bien a la administracion y l derecho privado
que al derecho pblico y la poltica; as es que debe prefe-
ri se 4 ste un sistema orgnico, que tenga en cuenta prin-
cipalmente la capacidad y la aptitud para el Estado; pero
1,e6mo reconocer y determinar esta capacidad? Este es el
punto difcil.
150
En general, pueden distinguirse en los Estados mo_
dernos:
. 0 La clase gobernante, los prncipes y los funcionarios
revestidos de la autoridad pblica. Su posicion domina las
dems por el poder pblico de que son dueos, puesto que
e hallan la cabeza del Estado.
2. La clase aristocrtica, que no gobierna ya como tal,
pero que ocupa una situacion distinguida independiente
entre la gobernante y las clases populares.
3. Lo que se llama el tercer estado, es decir la burgue-
sa libre y culta, sin consideracion la provincia ni la
ciudad en que habita: esta es la verdadera clase media.
4. La numerosa clase popular, la que se ha denomina-
do tambien cuarto estado, que comprende en 'su extenso
crculo los pequeos industriales, los agricultores y las
grandes masas de trabajadores no incluidos en las clases
precedentes.
La primera clase es la copa, la ltima el tronco y las ra-
ces del rbol. Las clases populares son la base, la gober-
nante la cabeza del Estado. La energa y la fuerza de ste
resultan'principalmente de las buenas relaciones entre estas
dos clases. Las clases intermedias, ora bajo una forma
aristocrtica, ora bajo una representativa democrtica,
completan, equilibran y limitan la actividad de la primera
clase; su gran cultura y su posicion social independiente, la
hacen apta para velar por el bien general; su sentimiento
elevado de la libertad y del derecho las impulsa natural-
mente ello. Estos son los patronos, los representantes, los
guas naturales de la ltima clase.
151

CAPITULO XVIII

II. LAS DIVERSAS CLASES.

1. La actual clase gobernante se enlaza todava histri-


camente por sus jefes, los prncipes, la institucion de la
alta nobleza, y domina hoy por su wituacion soberana de de-
recho pblico. Los dems miembros, funcionarios oficia-
les, y en las repblicas un los primeros magistrados, sa-
len en su mayora, de las clases intermedias, las que per-
manecen socialmente unidos, y si pertenecen por acaso
las clases inferiores por sus padres, entran casi siempre en
las ms elevadas por su educacion por su profesion, y
permanecen en ellas al cesar en sus funciones, y mintras
,que las ejercen, casi las dominan por la autoridad y por el
poder. Los empleados subalternos son tambien elegidos en-
tre los individuos de la cuarta clase de las masas mnos
cultas.
2. La aristocracia actual no es ya un rden fijo, cerrado,
privilegiado, sin que forma con las clases inferiores una
misma comunidad jurdica, por la cualidad COM1111 de ciu-
dadano, por la igualdad ante la ley pblica privada. Los
hombres notables de las dems clases suben veces con
sus familias un alto rango social, viniendo aumentar
sus miembros; pero sucede con ms frecuencia que algu-
nos vstagos de la aristocracia pierden las cualidades que
le distinguen y caen en las clases inferiores. En la actuali-
dad, no puede llegar ser el individuo ni llamarse arist-
crata, si no tiene una gran fortuna, una profesion liberal
una educacion esmerada. As pues, los lmites de la aris-
tocracia son inciertos respecto las personas, cambian
continuamente por aumento por prdida, unindose de
este modo, por numerosas transiciones, la alta clase me-
dia. La aristocracia no est ya separada de las dems cla-
Ses por el conoubium.
La primera transforrnacion de la nobleza feudal en aris-
152
tocracia moderna se verific en la aristocr(ttica Inglaterra.
En el Continent e , por el contrario, la nobleza feudal ha veni-
do ser uii monton de ruinas que obstruye accideritalmen-
tr el camino de la vida pblica, y la aristocracia nueva slo
tiene una situacion mal definida y una existencia. combatida.
Vse, pues, que la aristocracia tiene su valor . en la sbcie-
dad, en las costumbres y usos de las Crtes, en los nom-
bramientos para los primeros cargos; pero no tiene ya un
lugar legal reconocido en las concepciones polticas de los
pueblos del COntinente.
El Imperio alemn debe llenar esta laguna mediante una
reforma que responda {1 nuestros tiempos, y que se apoye
por otra parte en sus principios sobre. los datos de la His-
toria universal.
La aristocracia no debe ser ni reinante, ni un den cer-
rado, sino una clase y situacion intermedia que ennoblezca
las relaciones pblicas y sea una especie de poder modera-
dor contra los abusos de la autoridad, y una barrera contra
las pasiones de las masas.
3. La burguesia culta (tercer Estado (5 clase media.)
La historia de la Revolucion francesa ha arrojado una
luz viva sobre la naturaleza de esta clase. Sabemos que la
expresion tercer estado (tiers etat), designaba en la an-
- tigua. Francia el rden de los burgueses (bourgeois), que
ocupaba en los Estados generales un lugar modesto, casi
humilde, al lado del clero y de la nobleza.
En un opsculo clebre, rayo de luz y tea de incendio
para la revolucion, esclamaba .el abate Sieyes: ,Qu es el
tercer estado? todo. Qu ha sido hasta hoy? Nada. La pri-
mera respuesta es tan exagerada como la segunda, pues
suprime el tercer estado, elevando desmedidamente sus pre-
tensiones. Si el tercer estado lo es. todo, no hay estado, es
toda la inicien.
As, pues, el tercer estado reclam inmediatamente la
reunion de los tres rdenes en una sola Asamblea Nacio-
nal (1); despees absorbi , los otros dos, y se consider
como formando l solo el Estado, y destruy la organiza cion

(1) Las elecciones para los Estadoe generales de 1789 haban exten-
dido ya prcticamente la nocion del tercer estado. En la Edad Media,
no comprenda aun ms que a los burgueses de las ciudades, en 1789,
votaron tarnbien los campesinos (Tocqueville, 1. c., VIII, p. 139).
--- 153 --
antigua.. Pero; pesar de stas doctrinas, surgieron inme-
diatamente las oposiciones naturales. 'La teora haba en-
globado en el tercer estado at clero y la nobleza; pero sin
provecho para ellos. Bajo los nombres de calotins y de aris-
tcratas fueron vctimas de las ms sangrientas violencias,
y hasta en la masa informe que se apoder del poder, apa-
recieron enseguida oposiciones de clases hasta entnces
desconocidas. No tard -el cuarto estado en atacar con ru-
deza, y el esplendor del tercero pereci con la Gironda, bajo
la brbara dominacion de la Convencion y de sus Violentos
jefes.
La Revolucion probaba la insuficiencia y la falsedad de
las proposiciones de Sieyes (1), en el momento en que l
crea probar su verdad. El tercer estado de las clases ilus-
tradas se haba considerado primeramente corno el nico
representante de la nacion, se haba identificado con ella;
pero aprendi sus espensas, que fuera de l existan las
grandes masas populares las que esta fusion general bajo
su direccion no haba satisfecho por completo.
Las mismas oposiciones surgieron entre la clase me-
- dia y las capas inferiores en la Revolucion francesa de 1848,
y en la restauracion NapoleniCa de 1850. La commune de
1871 ha venido reproducirlas bajo una forma terrible. Na-
poleon Hl se haba apoyado en las masas para derribar la
Asamblea Nacional, compuesta en su mayora de individuos
del tercer estado, y fu su vez destronado, despues de Se-
dan, por las masas y por el tercer estado reunidos (4 de
Setiembre de 1870); pero muy pronto se desbord el cuarto
estado, se apoder del poder en Paris, y estableci el feroz
gobierno de la commune.
Alemania se ha resentido tambien de estas mismas opo-
siciones en tiempo de la guerra de los campesinos. En la
actualidad no se muestran afortunadamente tan vivos ni
tan odiosos como en la capital de Francia; pero su accion
s ubterrnea es perfectamente sensible, ya en las ciudades,
ya en los campos; en stos, especialmente en las cuestio-

(t) Robespierre personifica la vez la estpida adoracion de lo que


suele llamarse pueblo y el odio contra todo Orden superior. Su decla-
racion de los derechos contiene este principio: toda Constitucion que no
suponga bueno al pueblo y corruptible al Magistrado, es viciosa.
L. Ste in, Geschichte der socialem Ber. in Frank., I, p. 145.
-- 154 --
1108 religiosas y en las relaciones de las masas incultas con
la autoridad eclesistica; all, ms bien en el terreno social
y econmico.
La clase media ilustrada, aunque enlazada histrica-
mente con el tercer estado, no puede ya hoy recibir esta l-
tima denominacion; tampoco ste forma ya un rden fijo y
cerrado, teniendo sus derechos propios, sino una gran cla-
me de lmites variables, que recibe pierde cada paso al-
gunos de sus miembros.
La burguesa ilustrada se distingue adems, ya de la
aristocracia, ya de las numerosas clases populares, por
puntos esenciales que tienen su influencia en la constitu-
cion, y sobre todo en la poltica y en la administracion. Di-
fernciase de la - aristocracia en que no reclama un lugar
distinguido en los poderes del Estado, ni por Consecuencia,
privilegios de ttulo ni de rango, de representacion en una
Cmara alta; su educacion es ms civil que poltica; su lu-
gar en la sociedad y en el Estado reposa ms bien en la
comunidad nacional y en el derecho comun; su representa-
clon forma naturalmente parte de la del pueblo.
Difernciase de las clases inferiores por una educacion
cientfica artstica, cuando mnos por su finura y su
cortesa, por las profesiones liberales y por un trabajo que
es ms mental que intelectual; se dedica ms las obras
de la inteligencia que las necesidades materiales de la
vida.
Siendo la primera de las clases populares, es tambien,
como la aristocracia, una clase intermediaria; pero toca
la cuarta clase, que afluye continuamente hacia ella. La
clase inglesa de los gentlemen es del mismo gnero, aunque
ms estrecha y ms distinguida que la alta burguesa de
Francia, de Italia y de Alemania. Colocamos en esta di-
vision:
1) A los funcionarios del Estado que no forman parte de
la autoridad pblica (pues en este caso pertenecen la Cla-
se gobernante), exceptuando los simples escribientes y
los que se dedican al servicio de los dems;
2) A los eclesisticos, y en general los profesores;
3) A los Doctores, los Notarios, Mdicos, Farmacuti-
-cos, Abogados y Literatos;
4) A los Artistas, Ingenieros y Profesores tcnicos;
5) A los grandes negociantes y fabricantes;
-- 155
6) A los que desempean oficios elevados (artsticos);
7) A los capitalistas;
8) A los grandes propietarios que no pertenezcan la
aristocracia.
Una educacion y una cultura ms elevada forma el ca-
cter esencial de esta clase; una posicion independiente
que les permite dedicarse los negocios pblicos, es su ca--
rcter ordinario.
Siendo generalmente necesarios en el ejercicio de las fun-
ciones pblicas, los estudios universitarios tcnicos, ej er-
ce esta clase instruida, por la capacidad de sus miem-
bros, cuando leyes particulares no han previsto su efecto,
una marcada preponderancia en las Cmaras y en las
Asambleas, y generalmente en toda la vida politica moder-
na. Marcha la cabeza del- progreso, y en el curso regular
de las cosas, su opinion forma la opinion pblica. Puede
comparrsela con bastante ;exactitud al rden primitivo de
los Germanos plenamente libres, al de los libres interme-
diarios (Illittelfreiett) de la Edad Media, aunque la educa-
clon, la fortuna y la profesion sean hoy sus rasgos esen-
ciales, sin el requisitodel nacimiento.
As como estos rdenes formaban en el Estado antiguo el
fondo del pueblo que gozaba de derechos polticos, as tain-
bien la clase instruida desempea hoy el principal papel en
la organizacion moderna, y ocupa de hecho la mayor parte
de los cargos pblicos.
4. Las numerosas clases populares (impropiamente
cuarto estado) y el proletariado.
Comprendernos en la cuarta clase las grandes masas que
no entran en las clases precedentes, el pueblo, en el sentido
extricto de la palabra.
Comprende las profesiones ms diversas, la vida ms
variada, y permanece unida la:is dems por la patria co-
man, por la nacionalidad, y ante todo por los derechos de
ciudadana. Es necesario colocar tambien aqu los numero-
sos grupos siguientes:
1. Los campesinos y agricultores que trabajan por s
mismos sus campos, con sin criados, y cuidan sus gana
-dos;grupnmeylsvigordet,anc-
lector de las fuerzas del pueblo, y donde vienen beber to-
das las dems clases, como en una fuente viva y recluida.
2." En el mismo grupo puede colocarse los pastores,
156
pescadores, cazadores, marineros, mineros, y en g eneral, 11
todos los trabajadores quienes su vocacion coloca, en
frenti- de la naturaleza externa.
3 . La pequea burguesa de la ciudad de la campia,
los comerciantes al por menor , los maestros de oficios, los
grupos inferiores de las profesiones industriales que traba-
jan domicilio como obreros en las fbricas;
4. Los empleados y servidores inferiores del Estado y de
las altas profesiones liberales, as como en el ejrcito las
llamadas clases; y en las oficinas, los escribientes y co-
pistas, etc.
5. Lo que se llama impropiamente el proletariado de los
comisionistas, jornaleros, etc., etc.
Todos estos grupos estn dedicados al trabajo material.
que los absorve; este es su carcter comun. Es indudable
que no puede separarse absolutamente el trabajo mental
del manual, ordinariamente la cabeza necesita del brazo y
recprocamente; pero la diferencia no existe menos por esto,
y todos los pueblos lo han comprendido as siempre. Una
cultura ms completa se hace indispensable; cuando le ac-
tividad de la inteligencia y la especulacion triunfan, la pro-
fesin el modo de vivir se elevan. No es necesaria la mis-
ma cultura donde prodomina .el trabajo corporal; la vida se
desarrolla en formas mucho ms regulares y sencillas.
Por ms que sea el fundamento necesario de todos los Fs-
tados, no es .esta clase capaz de gobernarlos; necesita jefes
y representantes, siendo por regla general la parte pasiva y
la que obedece en la vida pblica. Muchas veces, sin embar-
go, se eleva de repente, apasionada sobreescitada, des-
truyendo con una furza invencible las barreras del rden
exterior, impone violentamente su voluntad, derriba los
tronos, y pone la fuerza en manos de hombres de dinastas
nuevas; pero es ineficaz para gobernar por s mismo,. y si
lo intenta, se asemeja el Estado un hombre con los pies
hcia arriba y cabeza hacia abajo.
Jams -ha sido tan poderosa como en el Estado moderno.
Esta es la primera vez que hasta las clases jornaleras han
sido elevadas al rango de hombres libres. Las capas socia-
les inferiores se sienten interesadas en el bien pblico, y re-
claman derechos polticos, lo cual debe ocupar toda la aten-
cion del hombre de Estado. No basta ya conocer la opinion
de las clases ilustradas; las masas con sus instintos, sus
157
deseos y sus pasiones, son mucho ms influyentes que en
el pasado. El Estado moderno,hablamos principalmente de
Europa, y por consiguiente, de la raza aria,ha venido a ser
en esto mucho ms humano. Esta gran clase las
clases profesionales ms numerosas, as como tambien los
elementos ms sanos y ms corrompidos. Sin ella no puede
salvarse ni conservarse el Estado, y ella misma amenaza
constantemen te su existencia. Su mejor porcion es la de los
campesinos, y sin embargo, tambien sta necesita un nuevo
soplo de vida intelectual y moral, para continuar siendo se-
gura base del rden pblico amenazado; Al lado de sta se
coloca la pequea burguesa, y ambas tienen cierta organi-
zacipn en los municipios; pero en cuanto las masas aglo-
meradas en las grandes ciudades, no basta la organizacion
comunal, y sin embargo, han sido destruidos los lazos . de
las corporaciones, las relaciones orgnicas entre los indus-
triales y los obreros han quedado rotas por doquiera, lo que
la misma naturaleza reune, - se ha dispersado. El sistema de
los antiguos rdenes ha quedado aniquilado, y grupos ente--
ros, corno por ejemplo, los obreros de la.s fbricas, carecen
por completo de organizacion. Las pocas asociaciones vo-
luntarias y las sociedades de obreros que existen, slo
puede considerrseles como grmenes.
- Toda la sociedad sufre esta especie de -vaco. La comuni-
dad de la educacion, de los intereses, de la inteligencia en-
tre los individuos de la misma clase profesional, no ha des-
aParecido por completo; pero se halla agitada, est en fer-
mentacion y punto de declararse una guerra sin lmi-
tes interminable de todos contra todos. Por ms que in-
terviene el gobierno, no puede ste impedir el mal,. y veces
lo exacerba hiriendo y maltratando en vez de aplicar eficaz
remedio. De qu nos admiramos si la semilla de las doc-
trinasateas y las maximas comunistas hallan una tierra
frtil en las capas inferiores del Estado, y si en las grande
ciudades y en parte de las campias ha aumentado el mal
hasta el punto de amenazar las nobles plantas del pasado ?
El proletariado propiamente dicho, puede ser considerado
corno el ltimo grupo de sta ltima clase. Sin embargo, ne
debe colocrsele en el mismo rango que a los dems gru-
pos, ni or g anizarle como tal, corno una clase aparte. El
hombre de Estado debe, por el contrario, esforzarsrt en des-
truirle, re fu ndindole en los grupos anteriores. El proleta-
158
riado, no se compone, en efecto, nada ms que de restos 4
fracciones aisladas y sin fortuna, que por si mismas salen
del sistema ordenado de las'clases.
Dividir rigorosamente los que poseen y los que no.
poseen, colocando los ltimos entre los proletarios para
oponerlos los primeros, es partir de un sistema falso y
peligroso, cuyo triunfo conducira la barbarie. Por fortuna
la gran masa de los que no poseen, est an orgnicamente
unida las dems, y est satisfecha con estos lazos. El nio
no posee riada, pero no es un proletario, porque halla en
casa de sus padres, cuidados, educacion y manutencion,
participa de su situacion, y el municipio completa rem-
plaza la familia respecto de los hurfanos. Los mozos y
dems gente que estn al servicio de los labradores, por
ms que tampoco posean nada, no pertenecen dicha clase;
no estn aislados en la sociedad; participan de la vida y de
las pocas muchas comodidades del agricultor y de su fa-
milia; cuando los oficios estaban organizados por corpora-
ciones, los miembros de cada cual formaban una familia
con los jefes; un en la actualidad hay algo semejante que
eleva al obrero sobre el simple proletario. Hasta los criados
tienen asegurada su existencia en los lazos de la sumision;
y por ltimo, el alistamiento suministra los soldados ho-
nor y manutencion. Lo que ms se echa de mnos, es la or-
ganizacion de los obreros de las fbricas, y de stos es de
donde principalmente sale el proletariado, y en donde toma
proporciones grandes y amenazadoras.
El principal arte del hombre de Estado, debe consistir en
impedir que los restos de grupos organizados caigan en las
masas necesariamente inorgnicas y atnicas del proleta-
iado, y debe exforzarse fin de que estos restos entren nue-
vamente en las clases, en donde por lo mnos tengan ase-
gurada su subsistencia. Reducido de este modo, no necesita
el proletariado una organizacion propia de que no es sus-
ceptible, sino de un patronato que se cuide de sus intereses,
y hable y obre por l.
Los grupos de la cuarta clase, sin ser capaces de des-
empear las funciones pblicas propiamente dichas, pue-
den, sin embargo, ocupar los cargos municipales, de los
que no deben ser excluidos..
Por ltimo, esta clase debe, tener su parte en la represen-
tacion; pero el Estado har bien en velar por ellos, porque es
--- 159 --
de temer que el tercer estado, con su cultura superior, se
los arrebate de hecho. Por lo dems, es bueno que pueda
elegir los representantes un fuera de su seno. Debe tener
derecho electoral, proporcionado su grande importancia;
pero seria injusto dar derechos iguales todos sus miem-
bros, teniendo stos tan diversa capacidad y un valor social
tan distinto.
El proletariado tiene ms necesidad de patronos y de
protectores que de representantes, que no puede hallar e:o
su seno; y cuanto ms elevado sea el rango de los patro -
nos, mejor protegern sus intereses.
-160--

CAPITULO XIX.

EL ESTADO Y LA FAMILIA.

Tribu. Patriarcado.Matrimonio.

Antiguos y modernos han repetido con frecuencia que la


familia es el tipo del Estado; que el Estado es una familia
mayor (1); que el jefe es el padre, y el pueblo los hijos. -
Esta comparabion slo es verdadera en un sentido res-
tringido; pues si bien conviene al Estado patriarcal, no es
lo mismo la forma ms elevada del Estado nacional y hu-
mano. Es necesario, por tanto, precisar las diferencias prin-
cipales.
1.) La familia se funda en el matrimonio y en- la pro-
creacion de hijos legtimos;- sus miembros estn unidos
como esposos, por la comunidad de sangre de origen.
El derecho pblico no se funda en los mismos principios.
Los miembros de un Estado no estn ligados corno tales, ni.
por el matrimonio di por la sangre. Todos los gobernados
no tienen entre s connubitun ni aun comunidad de origen.
As, pues, los derechos esenciales de la familia son inde-
pendientes del Estado (2).
2) El Estado es la organizacion de la nacion en un pas
dado. Est nacion no pertenece, en manera alguna, al de-
recho familiar; pues la nacion se compone ms bien de in-
dividuos de rdenes de. clases que de familias; stas, slo.
excepcionalmente, son un intermediario entre aqullos y el
Estado, y para ello es necesario que lo reclame un inters
especial, como la tutela, por ejemplo. Por\ ltimo, la fami-
lia no tiene una relacion necesaria con el suelo.

(1) Cic., De of., I, 17: Prima societas in ipso conjugio est, proxima
in lberis; deinde una domas, communia omnia. Id, autem est princi-
piara urbis et quasi seminarium Reipublicw. Rouseau mismo se expre-
sa de este modo (Contr. joc.): La familia es la primera imagen de la
sociedad politica. Lo cual no responde en manera alguna su princi-
pio de Estado.
(2) Pompon., L. 8, de Reg. jur. Jura sangunis nullo jure civi[i
dzrimi possunt.
161
3) El gnero y el carcter del organismo difiere igual-
mente entre ambas entidades. El padre es el jefe de la fami-
lia; su poder se ejerce sobre su propia sangre y su propia
carne; siendo ya hombre maduro, reina sobre incapacita-
dos; su gobierno es en el fondo una tutela. El prncipe,
jefe del pueblo, gobierna hombres que no son parientes su-
yos, ni menores ni incapacitados; su gobierno es esencial-
mente poltico.
La familia no es, pues, el tipo del Estado; es, cuando
ms, el de una forma excepcional de Estado, la del patriar-
cado (1). As, pues, - el derecho de familia pertenece al dere-
cho privado, no al derecho pblico.
Las primeras formaciones de Estado, aun en los pueblos
arios, se enlazaban, sin embargo, la familia; sta fu l
fundamento de la autoridad de los primeros jefes, jueces
magistrados. El Estado slo se emancip, por decirlo as,
de aqulla lentamente y para marchar una organizacion
poltica.
La formacion de las tribus fu corno el primer punto de
escala entre la familia y el Estado verdadero. En el origen
de la mayor parte de los pueblos hllanse, en efecto, tribus
que tienen cierta significacion poltica, pero que desapare-
cieron ms tarde; as sucedi, por ejemplo, en la constitu-
cion de Moiss y en las antiguas constituciones de los Grie-
gos y de los Romanos. Las tribus de las antiguas razas
rabes honraban sus jefes como padres; las de los anti-
guos Escoceses presentan anlogas relaciones. Los nom-
bres de las aldeas germnicas recuerdan el establecimiento
del lazo comunal de la tribu; la antigua aldea agrcola de
los Eslavos, tiene tambien un carcter semi-familiar.
La tribu es ms extensa que la familia, pues general-
mente se compone de varias de ellas. Los jefes de las tri-
bus son casi siempre designados por su alta pasicion pri-
vada; la necesidad de cierta unidad oblgalas considerar
al jefe de una familia como jefe de la tribu; pero muchas

(I) Segun Gobineau, Desig. de las razas humanas, II, p. 270, los
pueblos arios no han admitido, sino con importantes restricciones, la
idea patriarcal que hace de la ptria potestad el tipo del poder poltico;
los Chinos, entre los cuales predomina la raza amarilla, la aceptan, por
el contrario, sin el ms leve escrpulo.
13LUNTSCHLA.-TOM/0 I. 12
1,12 --
veces ha reemplazado completado la herencia la,
eleccion.
El verdadero estado de familia es el patriarcado. El Im-
perio chino del Medio (es decir de la perfecion), sigue hace
ya muchos siglos, con increible tenacidad, la ficcion que
hace del jefe del Estado al padre de un pueblo. Gobineau ha
demostrado que sus primeros fundadores fueron probable-
mente de raza aria, y les atribuye la idea de este patriar-
cado; pero la enorme poblacin que se uni poco , poco en
una familia en este vasto Imperio es de raza malasia, y
predominan en ella los caracteres de raza amarilla, aunque
un poco mezclados de sangre negra. Inclinada por natura-
leza al goce tranquilo de la vida material, se somete gus-
tosa esta raza mezclada al paternal absolutismo de sus se-
ores, y respeta una civilizacion divina en su tradicional
forma poltica. El tenaz espritu de independencia que do-
mina en los pueblos arios es desconocido por aqulla, la
cual no tiene aspiraciones ms elevadas. La autoridad del
Emperador, tericamente absoluta, se halla por otra parte
restringida de hecho por el espritu tranquilo de todas las
clases del pueblo, por la intervencion en el gobierno y en la
administracion de los sbios mandarines, y sobre todo, por
la fuerza de las costumbres antiguas y familiares. El Hijo
del cielo lo puede todo, pero condicion de que ha de que-
rer aquello que es tradicional y conocido. (Gobineau). Este
sistema de Estado hace imposible todo desarrollo poltico
enrgico; los hombres y el Imperio permanecen en un per-
ptuo estado de infancia.
Quiere decir esto que la vida de familia no tenga influen-
cia en el Estado? No por cierto: esta influencia casi siempre
indirecta, pero profunda, no puede ser muy apreciada; el
Estado tiene el mayor inters en mantener su integridad; su
poder es poco extenso, su accion es casi siempre indirecta;
la familia no ha sido instituida por el Estado. Pero al m-
nos bajo ciertas relaciones puede y debe el Estado poner l-
mites , la arbitrariedad individual, as especialmente en
cuanto al matrimonio.
1. Todos los pueblos polticamente avanzados atribu-
yen una gran importancia la monogamia. La poliandria
(muchos maridos) llevan la conflision hasta la raza, mu-
chas mujeres introducen la division en la familia. La com-
pleta unidad del matrimonio slo se concibe en la union de
163
un solo hombre y de una sola mujer; el- dualismo de los
sexos Se convierte en unidad por el matrimonio mongamo.
pluridad de los cnyuges no responde, pues, la natura-
leza ni la idea moral; el Estado no debe tolerarla. Los
obispos franceses defendan un principio la vez cristiano
y de derecho pblico, luchando sin tregua contra los ma-
trimonios. dobles de los reyes merovingios, y contra el an-
tiguo privilegio de los reyes francos de poseer muchas mu-
jeres.
2. Los derechos respectivos de. los esposos deben ser
concebidos de un modo- razonable. El derecho romano es en
esto mnos avanzado que la idea romana del matrimonio:
Para los Romanos, esta es una comunion ntima del hom-
bre y de la mujer, en todas las relaciones de la vida (1); y
sin embargo, segun el antiguo derecho, la mujer es la hija
de familia de su marido, que tiene sobre ella plena potestad,
corno un padre sobre su hijo, un seor sobre su esclavo;
en el derecho ms reciente, ambos esposos viven uno al
lado del otro como dos personas independientes. Este ma-
trimonio libre se extendi con la co.rrupcion de costumbres,
y prepar la calda de la Repblica.,
El derecho aleman por el contrario,sea la forma anti-
gua, en donde la comunion y la unidad hallan su expresion
-en la tutela que pertenece al marido, conservando cada es-
poso su fortuna; ya sea en la forma nueva de la comunidad
de los bienes,est completamente de acuerdo con la idea
tan perfectamente expresada en las antiguas frmulas de
los libros sagrados de los judos: el hombre y la mujer no
forman 11.1A,s que un solo cuerpo (2); el hombre es el jefe del
matrim_ . ,1J) (3).

(1) Mndestin., L. 1, De rito nuptiarum: Nuptia: suf conjuntio


maris et ferninw et consortium omnis vitae, divini et humani juris com.-
municati o:y Justin, Inst., I, 9, 1: Nuptiw sive matrimonium est
viri et conjuntio, individuam vitae consuetudiuern continens.
(2) I, 2, 24, y Pablo los Efesios, Y, 31: p or esto el hom-
bre abanl.oviar su padre y su madre y se unir su mujer, y sern
dos en una sT)Ia carne. Tcito, dice de las mujeres germanas (Germ..
19). Sie unum accipiunt maritum quo modo unum corpus unamque
vitam.
(3) Mois's. 31, 16: Dijo la mujer: Estars bajo la potestad de
tu mar;,'., y te dominar. Pablo los Efesios, V, 22: Las mujeres
deben esi..kr sometidas su marido. Sachsenspiegel, I, 45, 1: Aun
cuando e ! ,p arido sea de linaje inferior al de la mujer, es su tutor y
ella su que entra bajo su derecho. Cod. Nap.. 213. .El ma-
164
;3. La forma de la celebracion no es tampoco indiferente.
Una forma que represente la comunion y la santidad del
matrimonio y haga que los cnyuges se penetren de ella, es
sin duda, preferible la que parece considerarlo como el
producto de un encuentro fortuito. El antiguo principio ro-
mano: Consensus facit nuptias, conduce la idea peligrosa
de que el matrimonio no es ms que un convenio. No puede
censurarse los Estados que exigen una ceremonia reli-
giosa, ni la importancia que le d la costumbre entre los
pueblos cristianos. La seguridad de los derechos de la fa-
milla es una consideracion n ms importante, y la que
se oponen los matrimonios clandestinos; es necesaria una
forma pblica, probada por actas. El matrimonio civil ga-
rantiza completamente este inters: pero hubiera sido an
mejor contentarse con la forma religiosa, si el clero no hu-
biera abusado de ella para impedir la libertad de los matri-
monios, reconocida por el Estado, y para hacer la legisla-
cion civil demasiado dependiente de las miras de la Iglesia.
En la actualidad tenemos generalmente una doble.
forma:
1. El contrato civil indispensable para los efectos civiles
del matrimonio;
2. El matrimonio religioso subsiguiente y voluntario,.
ante un sacerdote que lo consagra y lo bendice.
4. Son conocidas las grandes tentativas de Augusto
para favorecer los matrimonios y la procreacion de hijos.
en inters del Estado. Semejantes esfuerzos acusan siem-
pre una. situacion anormal en que la tendencia natural de
la union de los sexos se halla extraviada. Este mal es
sobre todo propio de la vida de las grandes ciudades. Las
muchas ocasiones que en ellos hay para satisfacer los
apetitos carnales, aun fuera del matrimonio, aumentan la
inclinacion una vida disoluta y desarreglada,, y la difi-
cultad de satisfacer las desmedidas pretensiones de una
familia de cierta posicion, constituye un grave obstculo,
para el matrimonio, sobre todo en las clases elevadas de la
sociedad. La libertad de testar, contribua en Roma re-
traer los individuos de contraer matrimonio; el rico cale

rido debe proteger su mujer y sta. debe obedecer su marido. Cod


austr., art. 91: El marido es el jefe de la familia. Cod. de Zurich,
p. 1:57: El marido es el jefe en el matrimonio.
165
-era en extremo obsequiado por los amigos y los parientes
que ambicionaban su herencia. Esto hizo , exclamar
Augusto: la ciudad no se compone de casas de prticos ni
de plazas vacas, sino de hombres, y si contina exten-
dindose la mana del celibato, no tardar, Roma en perte-
necer los Griegos los brbaros. Tambien en la cam-
pia se encuentran ciertas restricciones por el inters de la
conservacion de los inmuebles, por evitar la, division de
las heredades. Muchas provincias siguen el sistema de
los dos hijos nicos herederos; en otras partes hereda
uno slo, y los dems se. convierten en sus servidores
emigran.
La accin del Estado contra este mal es limitada, y muy
dificil su eficacia; las leyes de Augusto lo demostraron de
un modo evidente. No es posible obligar por fuerza con-
traer matrimonio, porque ste supone la libre voluntad.
Esto es tan cierto, que. los intereses del Estado deben ceder
esta consideracion, aun cuando aqullos reclamen impe-
riosamente el matrimonio del prncipe reinante: la jven
reina Isabel de Inglaterra ha afirmado victoriosamente, y
pesar de las consideraciones ms apremiantes de inters
pblico, esta libertad personal del monarca, cuya vida est
mucho ms unida que cualquier otra la suerte del Es-
tado.
Este slo dispone, por tanto, de medios indirectos. Po-
dr, por ejemplo, conceder favores y distinciones los que
contraigan matrimonio, imponer ciertas cargas los cli-
bes los que no tengan hijos, con tal que estas penas no
sean asimilables las impuestas por los, delitos. Este fu
el sistema seguido por la ley romana.
5. Mas frecuentemente hallamos en los Estados moder-
nos, restricciones legales al matrimonio impuestas por ra-
zon de inters pblico. Estas restricciones suponen tambien
una situacion anormal, y particularmente: el mal social de
las clases desprovistas de los medios de subsistencia. Los
intereses de la comunidad pueden, en este caso, exigir de
aqullos que quieren fundar una familia que justifiquen los
medios de que disponen para mantenerla, sin que sea un
gravamen para el municipio para el Estado. Una restric-
cion ms extensa., y, sobre todo la del cnsentimiento arbi-
trario de los municipios, sera una usurpacion injustificable
del individuo.
lo;
Por otra parte, estas mismas restricciones podrn im-
pedir, al rrilnos no aumentaran el nacimiento de hijos na-
turales, clase sin familia, mal alimentada y peor educada.
La, fundacion de una familia, la asistencia de una esposa or

ejercen sobre el hombre una influencia moralizadora y hasta


mejoran muchas veces su posicion econmica. As, pues,.
la ,regla ms recomendable es la de la plena libertad del de-
recho al matrimonio. La ley, que cuida de todo, debe per-.
mitir, 'lo mismo al pobre que al rico, tomar una compae-
ra de sus miserias, elegir una esposa que sea la madre
honrada y legtima de sus hijos.
6. El Estado se abstiene con razon de dictar prescripcio-
nes sobre las relaciones sexuales de los esposos (1), las
cuales son esencialmente del dominio de las costumbres y
de la vida individuales; pero.puede y debe castigar las vio-
laciones de la f conyugal, cuando el esposo ofendido se
queje, y los actos de flagrante inmoralidad, cuyo efecto-
pase el estrecho crculo de la familia. Las leyes protegern
de este modo la santidad del matrimonio y las buenas cos-
tumbres.
La 'comunidad de mujeres, que Platon propone para.
su Repblica ideal, degrada al matrimonio y destruye la
familia. Entregar . las mujeres los primeros que llegan,
como lo hacan los Espartanos en ciertas ocasiones, es un
.acto salvaje. La emancipacion de la carne, predicada por la
nueva escuela radical socialista, como el derecho de dispo-
ner -su antojo de su cuerpo, y reclamada por los mismos
esposos, rebaja la libertad moral del hombre al rango de la.
libertal sexual de los animales.
7. Por ltimo, el Estado debe velar por la estabilidad de
los matrimonios impedir las separaciones injustificadas.
El divorcio, un ntes del cristianismo, no estaba aban-
donado al capricho de los esposos. Muchos pueblos permi-
tan al marido repudiar su mujer, pero no la recproca. El

(1) Leyes d Manu (III, 46), contienen sobre este punto las siguien-
tes disposiciones: El tiempo natural de las mujeres llega los 16 das y
16 noches despues de la aparicion de las reglas. El marido no debe
aproximarse ella en las cuatro primeras noches, ni en la once y la tre-
ce. Las otras diez le estn permitidas, y entre ellas las noches pares
;011, favorables A la enncepcion de nios; las impares la de nias. La
ma-
legislacion jtti.rct y el derecho cannico arreglan lanibien estas
terias.
167
repudio por el marido haba de reconocer muchas veces
causas graves y determinadas,, hecho sin motivo, llevaba
consigo, entre los Germanos sobre todo, importantes des-
ventajas pecuniarias. El uso corroboraba estas disposicio-
nes, y el Estado respetaba de este modo el principio de que
el matrimonio es una comunidad contraida por toda la vida.
Slo por una derogacion de las antiguas costumbres es por
lo que el derecho romano ms reciente, ,adoptando el prin-
cipio dominante en Atenas, vino dar cada esposo el libre
derecho de repudiar al otro, cuya regla se extendi merced
la corrupcion de costumbres.
El Cristianismo trajo consigo un derecho nuevo y ms
perfecto. Las severas palabras de Cristo (1), diferentes de
las de la Ley de Moiss, no cambiaron directamente el dere-
cho existente, ni tuvieron en un principio ms que una in-
fluencia moral; pero deban necesariamente ejercerla muy
decisiva en el derecho de ls Estados cristianos, y la Iglesia
catlica dedujo de ellas su sistema rigoroso. A pesar del
texto que reconoce el adulterio como una causa excepcional
de ruptura, consigui proscribir el divorcio en todas partes,
no concedi ms que una separacion externa (a toro et
mensa), y sta por causas graves y poco numerosas. La
Iglesia hizo prevalecer de tal modo su doctrina en la Edad
Media, que lleg someter todas las cuestiones relativas al
matrimonio la jurisdiecion eclesistica.
El Estado ha recabado con razon esta prcion del dere-
cho, y la Iglesia protestante ha proclamado que es permiti-
do el divorcio por causa de adulterio y un por otras de la
misma importancia.
Las legislaciones actuales, inspirndose en ciertas teo-
ras modernas de derecho natural y en los intereses de la
libertad individual, lo han facilitado ms todava.
Por lo dems, se reconoce generalmente: a) que el divor-
cio no puede ser abandonado la voluntad de cada esposo,
ni un su mtuo consentimiento, sino que debe ser pro-
n unciado en justicia; b) que slo debe ser consentido por
motivos graves.La Iglesia, en su *accion moral y espiri-
tual, dirigindose las conciencias, puede representar me-
jor que el Estado la indisolubilidad que la nocion del matri-

(I) Mat., 5, 32, 19, 8. Marc.. 10, 11 y 12. Lcas, 1 y 18-


1U8
nionio implica. El Estado, que tiene el poder de obligar ex-
teriormen te , est su vez obligado tomar en considera-
cion las dificultades de hecho que impiden aplicar la nocion
en toda su pureza, y, cuando la ruptura es interna, permitir
tambien la externa; pero obrara siempre prudentemente'
manteniendo el principio de la indisolubilidad tan intacto
como las costumbres, la vida del pueblo y la cultura in-
dividual lo permitan, y sometiendo las causas del divorcio
una severa prueba.

ti
169

CAPITULO XX.

LAS MUJERES.

Hse creido hasta nuestros dias que las mujeres, aun


perteneciendo como sus maridos y sus padres al pueblo y
, la nacion, slo tenan con el Estado un lazo de union in-
directo, como los nacionales que no gozan la plenitud de los
derechos. Sin embargo, de poco tiempo a esta parte, hhse ma-
nifestado un sentimiento diferente. Recurdese la exposi-
clon de las mujeres, que, ya en la Revolucion de 1789, pedan
Luis XVI los derechos de ciudadana (el voto y la igual-
dad). La recomendacion de Condorcet no fu bastante para
que la Asamblea dejase de rechazar la exigencia con iro-
na y sarcasmo; pero esta causa cuenta todava bastantes
defensores. Stuard Mill se ha hecho su primer abogado,
primero en el Parlamento ingls, despus en sus obras (1).
Erg el mismo sentido se ha pronunciado en Francia Labou-
laye (2). Uno dos Estados de Amrica hasta han ensayado
poner en prctica este nuevo principio.
H aqu, en resmen, las razores de Stuard Mili:
1.a El fin de la representacion es un buen gobierno; las
mujeres tienen, como los hombres, el derecho de ser bien
gobernadas. Pero no tienen tambien los hijos este mismo
derecho natural, y sin embargo, no se les concede el dere-
cho electoral? El desecho ser bien gobernado no engendra
en manera alguna el de tomar parte en el gobierno en la
comprobacion de sus actos. Para gobernar, es necesario
ser personalmente capaz; para ser gobernado, basta perma-
necer pasivo.
2.a Hay una oposicion manifiesta entre los progresos
del derecho privado y los del derecho pblico. En un prin-
cipio, la mujer fu reputada civilmente incapaz, y colocada
bajo tutela; despues se reconoci que saba, lo mismo que

(I ) En El Gob. representivo.
('?) Hist. de Amrica.
170 --
el hombre, manejar un patrimonio; cay, pues, la tutela, y
la mujer fu colocada por el derecho privado al mismo ni-
vel que el hombre.
,Por qu ha de subsistir la diferencia en el derecho p-
blico? Se quiere que las mujeres paguen impuestos, y se les
niega. el derecho que tienen los hombres de consentirlos y
de discutir los gastos. La sociedad es, pues, injusta al ne-
gar las mujeres, en derecho pblico, la igualdad que se
les reconoce en el derecho privado, y cuyos resultados
tiles no osar negar nadie.
3. 11 No es la ms extraa inconsecuencia que los pue-
blos nieguen. las mujeres los derechos polticos, y que se
reconozcan al misma tiempo sbditos de una reina, de una
mujer investida del derecho poltico ms alto, de la jefatura
del gobierno?,
Los Griegos y los Romanos hn ignorado esta ltima
excepcion. Al introducir Heliogbalo su madre en el Se-
nado, hiri tan vivamente los sentimientos de ,Roma, que
un sen.ado-consulto consagr los dioses infernales todo
aquel que en lo sucesivo intentase conceder este honor
una mujer. La mayor parte de los pueblos. germnicos slo
queran obedecer los hombres.
Sin embargo, vemos ya en Aristteles (PQM., III, 6, 16)
muchos Estados gobernados por reinas. Tcito menciona
el mismo hecho como una particularidad de los Bretones
(Agrieola, 16). Los Lombardos seguan una regla anloga,
muchos Estados modernos la han adoptado, y hemos visto
en el siglo ltimo las mujeres reinando en Inglaterra, en
Austria, en Rusia, en Espaa, etc., etc., con sistemas de
gobierno. muy diversos. De dnde procede esta excepcion
singular? Cmo las mujeres, desprovistas en principio de
derechos polticos, pueden ser llamadas ocupar los car-
gos ms elevados que en poltica se conocen? No Sera ms
natural ver una mujer en una funcion subalterna en los
Consejos del Estado? La anomala se explica histrica-
mente; se ha considerado el poder y la magestad supremos
corno patrimonio poltico de una familia, y se ha concedido
la mujer los mismos derechos de sucesion al trono que
las dems herencias paternas. El pas ha sido tratado como
un. dominio (alodio feudo), y el derecho que era pri-
vado, ha pasado ser derecho pblico. Esta excepcin tiene
sus precedntes en la antigedad, y se ha extendido en
171
nuestros das muchos Estados modernos, que distinguen
por otra parte perfectamente el derecho pblico del privado,
y que estn muy ljos de profesar las ideas feudales pa-
trimoniales, han conservado, sin embargo, los restos de las
nociones antiguas, y dan as ms importancia al lazo de la
sangre, que la naturaleza del Estado y a la vocacion de
la mujer (1).
4. a Viviendo las mujeres, por punto .general, ms en su
interior, seguiran naturalmente el parecer del jefe de fami-
lia: las esposas votaran con sus maridos, las hijas con sus
padre s . El poder poltico ms conservador del Estado, el
del padre de familia, se aumentara relativamente , los ele-
mentos que viven fuera de ella.
5. a No puede impedirse que las mujeres tengan cierta
influencia en la poltica, puesto que la tienen tan marcada
en la sociedad, en los salones, en el hogar domstico. En la
actualidad esta influencia es desordenada y oculta, y las
mujeres la ejercen muchas veces sin tener conciencia de su
responsabilidad. No vale mas abrirles el camino normal y
hacerles comprender que son responsables, llamndolas al
ejercicio de los derechos polticos? Estos argumentos, de
los cuales el cuarto es el ms grave, no me parecen conclu-
yentes. A. ellos puede contestarse con
1. El uso universal de los pueblos civilizados. Si esta
razon no es decisiva, previene por lo mnos contra una in-
novacion contraria l sentimiento prctico de la humani-
dad y los hechos.
2. La naturaleza de las mujeres, las cuales -han sido
creadas, ante todo, para la familia; las luchas y los trabajos
polticos las alejaran de su vocacion natural. Las dulces
virtudes de la esposa y de la madre, los cuidados del hogar
domstico, la delicadeza del sentimiento y la gracia de la
mujer sufriran bastante, sin que lograse adquirir las fuer-
zas ni las virtudes que exige 1a vida pblica.
.n. La naturaleza viril del Estado; pues gobernndose
una nacion por s misma, no puede prescindir de la varonil
energa, de la inteligencia ni del earcter del hombre; la de-

(1). Comp. Lahoulaye: Recherches sur l'a condition politique et civi-


le des fernmes , Pars , 1843. Sin embargo, bastantes reinados de mujeres
han sido afortunados, siendo el motivo principal el de dejarse conducir,
con ms .facilidad que los prncipes, por hbiles ministros.
172
bilidad y la sensibilidad de la mujer corromperan el Estado.
4. El peligro de ver los partidos polticos apasionarse
ms an que en. la actualidad y traspasar todos los lmites.
Aumentaranse, con detrimento del Estado, las fuerzas mo-
rales pasivas, y se debilitaran las activas, porque la mujer
es mucho ms impresionable que el hombre. .
El Estado puede sin duda soportar una excepcion singu-
lar, como la del derecho de las mujeres suceder en el tro-
no; las circunstancias favorables y una elevada cultura
pueden hacerla hasta inofensiva.. Una admision general ar-
ruinara el Estado.
Pero si las mujeres no tienen accion directa en el Estado
su influencia indirecta no es por cierto despreciable. Facil-
mente peligrosa cuando se inspira en miras polticas, no es
esta influencia pura y saludable sino cuando se inspira y
determina por la moral la religion. Las mujeres polticas
clebres han sido casi siempre perjudiciales al Estado
sus partidos. La prudencia y la agudeza femenina se con-
vierten en intrigas en el dominio poltico; el odio, la vengan-
za y la ambicion tienen ms fcil acceso en el corazon de la
mujer, y se comunican los hombres. Esto se aplica no
slo las amantes de los prncipes, sino tambien las es-
posas y las madres de familia, cuyo nombre nos ha tras-
mitido la historia. La historia de Roma nos ofrece de ello
muchos ejemplos, y nos lo muestran en menor escala la
Revolucion de 1789, y la corte de los reyes de Francia.
Pero obrando la mujer en su esfera de tranquila influen-
cia, ignorada casi siempre de la historia, ha sido las ms
veces benfica para el hombre de Estado, que halla general-
mente en la paz y en la felicidad del hogar domstico el
pago de las luchas y sufrimientos que trae consigo la vida
poltica y nuevas fuerzas para cumplir sus deberes. Cun-
tas veces ha dulcificado la mujer su dureza y hasta su
crueldad, y cuntos excesos deplorables ha evitado! Su pre-
vision ha sabido hasta impedir que corneta muchas faltas.
Cuntas veces lo ha contenido por su vivo sentimiento de
la moral y dela justicia, y hasta lo ha salvado del peligro!
La influencia de la mujer se muestra sobre todo bienhecho-
ra en los sufrimientos de todo el cuerpo del Estado, en sus
desgracias y en sus peligros. Siendo ms fuerte que el
hombre para el dolor, le ensea soportar sin abatimiento
los males inevitables. Su espritu de sacrificio, siempre vivo


--- 173
despierta en l el sacrificio voluntario la patria, y la esti-
macion que aqulla hace del valor, convierte algunas veces
al hombre en hroe.
As, pues, el derecho pblico, sobre todo el de los Ger-
manos, ha asociado la mujer los honores y la digni-
dad de su esposo, lo cual ha sido un justo homenaje la
verdadera influencia de la mujer, y una compensacion los
derechos polticos que se la niegan.
OBSERVACION. Riehl, en su estudio social y poltico sobre las
mujeres (Die Frauen Deutsche en el Vierteljahrssch. 1852,) y
ms an en su obra Die Familie, llama la atencion, en medio de
una porcion de observaciones ingeniosas, sobre las relaciones de
los esposos en las diversas condiciones. La mujer del campo est
ms cerca y tiene ms influencia sobre su marido, por las costum-
bres y la especial manera de vivir, que la de la ciudad; pero est
sometida un rgimen domstico ms severo. Esta se mueve en
su esfera con ms libertad independencia. Riehl cree tambien
que la mujer es naturalmente conservadora, que es una aristcra-
ta por naturaleza. Por mi parte creo que todos los partidos polti-
cos pertenecen la vida del hombre, ninguno la de la mujer,
no ser indirectamente, y que las mujeres pertenecen todos
los partidos. Si se quiere distinguir con Fr. Rbhmer, en su teora
de los partidos polticos, irrefutable en este punto, los que son
masculinos de los que no lo son, se ve claramente que el partido li-
beral y el conservador se hallan entre los primeros, y el radical y
el absolutista entre los segundos.
174

CAPITULO XXI.

EL ESTADO Y LOS INDIVIDUOS

1.Nacionales y Extranjeros.

Los individuos no se relacionan slo con el Estado


como miembros de las familias, de los rdenes de las
clases, sino tambien directamente. Esta rela.cion directa es
importante Sobre todo, y algunas veces hasta exclusiva
en el Estado moderno, en donde las relaciones intermedia-
rias de la familia y del rden no son generalmente muy
consideradas.
Encontrarnos aqu las dos oposiciones siguientes:
1.) Los nacionales (sbditos del Estado, indgenas) y
los extranjeros:
2.) Los ciudadanos y los dems nacionales. Ms ade-
lante estudiaremos esta segunda oposicion.
La primera se funda principalmente en la sangre y en
la raza, es ante todo personal; la consideracion del lugar
del nacimiento del domicilio son cosas secundarias. El
lazo que une al individuo la nacion es decisivo, el que le
une al pais, es secundario.
El extranjero segun los pueblos antiguos, no tiene dere--
ellos, relativamente al menos (1), hasta que se ha colocado
bajo la proteccion particular del Estado. Afirmada por los
Griegos y los Romanos, esta regla brbara, es una mancha
de la cultura antigua. El principio germnico era ms hu-
mano: Cada cual se rige por el derecho de su nacion. El
derecho nuevo reconoce tambien en el extranjero un sr
jurdico y le concede proteccion.

(1) Esta opinion, tal como la hallamos entre los Romanos, no iguala
el extranjero al esclavo, sino que le niega toda proteccion de sus dere-
chos en el Estado romano. Comp. Hiering, Geist des Romischen Re-
chts, I, p. 219 y sig. frostis sigaitIc en un principio huesped, despues
extranjero y enemigo.
175 --
1. Quin es indgena nacional'? Las leyes contestan
de un modo muy diverso, pues las consideraciones de la
sangre y. del lugar permiten muchas combinaciones.
a) El sistema del lugar del nacimiento. Todo el que
nace en un pas es indgena. Este principio, que responde
sobre todo las concepciones de la ltima poca de la
Edad Media, rige todava .en Inglaterra : distnguense all
los natural-borra sbditos, y los aliens; adems se consi-
dera nacido en Inglaterra todo el que nace en un buque
ingls en la morada de un ministro ingls en el extran-
jero. Desde hace poco se consideran tambien como Ingle-
ses los hijos nacidos en el extranjero de padres ingleses,
y se ha facilitado notablemente la naturalizacion (1).
La Amrica del Norte sigue los mismos principios (2).
b) El sistema del domicilio. Es una segunda forma del
primero; pero responde mejor las ideas modernas, dando
mnos importancia al azar del lugar del nacimiento que
la prolongada permanencia de los padres, al domicilio
del mismo recien nacido. La concesion ms mnos fcil
del derecho de establecerse en un pas puede engendrar
tambien diferencias importantes. Este sistema es en parte
el de Austria y el de muchos Estados Alemanes (3); pero la
influencia del domicilio se completa igualmente por una
concesion personal de nacionalidad.
e) En Suiza, todo vecino de un municipio es ciudadano
de un canton, y todo ciudadano de un canton, lo es de Suiza.
Este es un sistema intermediario particular. Para ser ve-
cino de un municipio, es suficiente, pero necesario, descen-
der de padres que tambien lo sean. El establecimiento en
otro cualquier municipio no . hace perder esta cualidad (4).

(1) Blackstone, Comp. I, 10; art. 7 y 8, Victoria, c. 55.


(2) El nacimiento en el territorio de la Union hace indgena al recien
nacido; el nacimiento en el extranjero de padres indgenas produce hoy
el mismo efecto. El establecimiento en los Estados de la Union es la con-
dicion necesaria de la naturalizacion, que es ms frecuente. Comp: Story
sobre la Const. Fed,, I, 8, y Ruttinian, 1 5ro'r'clamerik. Bund., I, p. 89.
(3) Cod. Civ. Austriaco, 29: El extranjero adquiere la nacionali-
dad austriaca entrando servir un cargo Pblico, por una prufesion
que haga necesario el establecimiento habitual en el pas por un domi-
cilio no in terrumpido de diez aos.
(4) Bluntschli, Schmeiz. Bund. I., p. 529, y especialmente ,S'talg und
Resohta. V. Zurich, II, p. 14 y sig., Chervuliez, De la democracia
Blimer, Bun destatisrechts, T. p. 249 v
176 --
Es :,istema recuerda el antiguo derecho municipal ro-
mano, igualmente fundado en el origo.
d) El sistema del lazo nacional personal es hoy el ms
generalmente admitido, y su influencia se deja sentir hrasta
en los dems sistemas. Fndase ante todo en el nacimiento
de padres nacionales en la recepcion personal, y se com-
pleta con cierta influencia concedida al lugar del naci-
miento y al domicilio.
El derecho francs (1) y el prusiano (2) lo siguen general-
mente, porq ue responde mejor las concepciones moder-
nas, que consideran el lazo nacional personal como el ger-
men vivo de la nocion del Estado.
Por lo dems, los sistemas tienden hoy aproximarse;
cada cual de ellos llena sus vacos con las reglas de los
otros. Filiacion y lugar de nacimiento, domicilio y natura-
lizacion, matrimonio y legitimacin, , todos se unen, y
cuando una de estas causas no confiere de plano la nacio-
nalidad, tiene siempre una gran influencia.
As pues, en el derecho moderno se confiere principal-
mente la nacionalidad:
1) Por el nacimiento: filiacion legtima de un padre in-
dgena, ilegtima de una madre tambien indgena. Esta es
la causa ms usual. Los hijos expsitos son una excepcion
de la regla, y pertenecen al pais donde se exponen.
2) Por el matrimonio adquiere la mujer la nacionalidad
de su marido.
3) Por la naturalizacion, es decir, por la concesion de la
nacionalidad , un extranjero que la pide. En ciertas pases,
el establecimiento. que requiere un domicilio permanente da
por si mismo la nacionalidad, ya de pleno derecho, ya me-
diante una sencilla declaracion; en otros, se necesita un acta
formal ,de concesion por el Gobierno, y en ocasiones por
el poder legislativo. Algunas veces tambien la nacionalidad

(1) Cdigo civil, X: todo hijo de un Francs nacido en pas extranje-


ro es Francs . Const. Cous.- de 1799, art. I un extranjero se hace ciu-
dadano francs cuando despues de haber llegado la edad de 21 aos
cumplidos y haber declarado la intencion de fijarse en Francia, ha resi-
dido en el pas durante diez aos consecutivos.
(2) L. del 31 de Tlic. 1842: La nacionalidad prusiana se adquiere
primero por la filiacion; todo hijo legitimo de un prusiano, aunque
sea extranjero. El domicilio es la condicion principal de la naturaliza-
ciones Vase Rtulo, Stats., I. 27.
177
es concedida todo aquel que entra en un servicio pblico.
Algunos Estados exigen que el extranjero pierda prvia-
mente los lazos que le unan su antigua patria al mnos
renuncie ellos. Otros no imponen hondicion alguna.
2 Pirdese la nacionalidad:
1) Por la muerte; la mayor parte de los hombres conser-
van durante toda su vida sti nacionalidad primitiva.
2) Por el matrimonio; al adquirir la mujer la nacionali
dad de su marid pierde la propia.
3) Por el permiso del Estado que el individuo pertene-
ce. Siendo hoy personal la nacionalidad no se pierde inme-
diatamente por el establecimiento en el extranjero. La for-
ma ms natural de su disolucion es principalmente la re-
nuncia unida al permiso del Estado; el lazo personal se di-
Suelve as mtuamente, pero la mayor parte de los Estados
modernos creen que no es digno retener por la fuerza
aquel que quiera renunciarla y reconocen el derecho de
obrar libremente. Muchas veces la renuncia se deduce de
las circunstancias, aunque no haya intervenido una decla-
racion formal, como sucede por ejemplo en la emigracion (1).
El derecho pblico ingls, que es quiz el primero de los
modernos que ha reconocido el derecho de emigrar, parece
el nico que ha conservado el principio feudal de que el
sbdito no puede desligarse de la fidelidad hcia su prnci-
pe sin el permiso de ste; la emigracion no es motivo sufi-
ciente para perder la nacionalidad inglesa (2).
El derecho francs considera como una emigracion toda
naturalizacion en pas extranjero as como la aceptacion de
un cargo pblico en otro pas, sin permiso del Gobierno (3).
Esto equivale declarar que se h perdido ms de lo que

(1) Cdigo Civil, 17: La cualidad de francs se pierde mediante el


establecimiento en pas extranjero, sin intencion de volver. Los esta-
blecimientos de comercio no podrn nunca considerarse como hechos
sin esta intencion El de Baviera, edic. de 1818, 6; El Indigenato se
piel de por la emigracion, Const. Austr. de 1849, 25: La libertad de
emigracion no se halla limitada por parte del Estado, sino por la obli-
gacion de prestar el servicio militar. Y lo mismo la Const. pros.
(le 1859, el Landrecht prusiano era ms severo (II, 17, 127 y
siguiente.
(2) Carta Magna de 1215: Liceat unicuique exire de refino pos-
tro et redire salvo et secure per terran et per aquam salva fide postra
nis tempore guerrw per quod breve tempus, propter communem uliti-
ta tem regni. Blackstne, Com., 1, 10.
(3)- Cod. Civ., 17.
11 1_,UNTSC111.I.-TOMO 1. 13
1-7R
se ha renunciado. Puede suceder en efecto que adquieran
ciertas relaciones con otro Estado, deseando conservar la
antigua nacinalidad. Por lo dems, el derecho francs
facilita la nueva adquisicion al que vuelve. establecerse
en Francia (1).
Puede suceder tambien que una persona pertenezca
dos ms Estados (2), y la 'civilizacin moderna da bastan-
tes ocasiones para ello-. Si' de esto resulta un conflicto ,de
deberes, no es siempre . la primera nacionalidad la que
triunfa, sobre todo si la nueva .es la verdaderamente activa,
por tener en ella establecido el domicilio. En sta ser .por
tanto donde se debe hacer el servicio militar (3). As pues,
el Estado que concede la naturalizacion, que confiere una
funcion pblica un extranjero, puede . . su eleccion, per-
mitir la conservacion exigir la disolucion de los lazos de.
la antigua nacionalidad (4).
3 La diferencia de las leyes puede tambien dar origen a
un coi-lacto entre dos Estados que reivindican ambos un
individuo como su nacional, y . quieren imponerle ciertos
deberes, que se niegan ambos recibirle.
- El tratado concluido instigacion - de Barteroft, entre los
Estados-Unidos y la Confederacion del Norte (22 de Fe,bre-
re de 1868), tiende evitar esta eventualidad: cualquiera
que goce consecutivamente de su nueva nacionalidad duran-
te cinco altos, ser reconocido como libre de toda obligacion

(1) Cdigo Civil, 18: El Francs que haya perdido su cualidad de


tal, podr siempre recobr Irla entrando en Francia con autorizacion del
Jefe del Estado, y declarando que quiere fijarse aqu y que renuncia
toda distncion contrara la ley francesa.
(2) Sucede tambien que una misma persona es la vez miembro de la
representacion de dos pases. Muchos grandes seores Alemanes forman
parte de la Alta Cmara en dos tres Estados en los cuales tienen tier
ras y los que han prestado juramento de fidelidad; no hay que extra-
fiarlo, puesto que puede concebirse que una misma persona tenga dos
domicilios, uno en el campo y otro en la ciudad, uno como comercian-
te, y otro como particular. Bar (das internationale privat and Strats.
pgina 85) impugna este dualismo, pero las relacion es reales son ms
variadas de lo que exije una teora ex tricta. La libertad de emigracion
no est por tanto restringida; pero puede adquirirse una nueva patria
sin perder la antigua.
(3) Blackstone, 1. c.S por propia experiencia, que, en estas cues-
tiones, decide el domicilio actual.
(4) Edicto de Baviera, 6. En sentido contrario,. Const. fed. Suiza,
de 1848, 43: Los extranjeros no podrn naturalizarse sin haber roto
ntes el lazo que les una al Estado a que pertenece.
179
respecto en su, antiguo Estado. Inglaterra ha celebrado
despues un tratado en el mismo sentido con la Union, y este
principio se ha aprobado generalmente.
4. Los efectos de la nacionalidad, pertenecen unos al de-
recho privado, .y . otros al pblico. En el derecho antiguo
.eran los primeros los ms importantes. Los modernos se-
paran ambos dominios; la nacionalidad casi no ejerce en
nuestra poca ninguna influencia sobre el primero, pues se
la considera ante todo como un lazo poltico; los extranjeros
,tienen el pleno goce de sus derechos pri vados (1).
Antiguamente no podan los extranjeros adquirir bienes
inmuebles; pero este principio no subsiste ya en ninguna
parte (2). Ciertas disposiciones restringen todava para s-
tos el ejercicio independiente de algunos oficios (3); pero el
derecho de albinagio, que atribua al prncipe la sucesion
de los extranjeros, y el derecho de detraccion (gabella he-
reditaria), que gravaban las sucesiones respecto de aqu-
llos, han desaparecido, y se ha generalizado el principio de
establecerse libremente (4).
La diferencia conserva todos sus efectos en el derecho
pblico. Slo los nacionales gozan del derecho pleno:
a) De permanencia constante y de domicilio (5); de donde
se sigue que no pueden ser objeto de extrctdicion ni de des-
tierro, sin motivos graves;

(1) Derecho civil prusiano. Introd., 38: Los sbditos extranjeros


astablecidos en el pas, que en l tienen negocios, sern tambien juz-
gados, segun las reglas precedentes. Cod. aust., 33: Los extranjeros
tienen los mismos derechos y obligaciones que los nacionales, cuando
esta ltima cualidad no se exija para el goce del derecho. Cod. civ., 13.
(2) Para Inglaterra, V. Blackstone, 1, 10.
(3) Comprndense estas restricciones all donde las corporaciones se
conservan; pero existen tambien en ciertos pases en donde stas han
desaparecido. La Const. fraile. de 1848, art. 13, garantiza los ciuda-
danos la libertad del trabajo y de la industria; sn embargo, la prctica
francesa ha extendido esta misma libertad los extranjeros.
(4) Const. fect. suiza. 63: Queda prohibida la libre entrada y sa-
lida de los extranjeros bajo reserva de reciprocidyl. Acta federal ale-
mana de 1815, 18. Decreto federal aleman de 1817. La de 1 . de Noviem-
bre de 1867 de la Confederacion alemana del Norte, es la primera que
de un modo general ha concedido todos los A lemanes, el derecho de es-
tablecerse libremente en toda Alemania; de hecho gozan tambien los ex-
tranjeros de este mismo derecho.
(5) Const.led. suiza, 70: La confederacion tiene derecho de ex-
pulsar de su territorio los extranjeros que comprometan la seguridad
interior 1) exterior de Suiza.
-- 180 ---
b) De invocar h.3. proteccion de su pas, aun cuando habi-
ten en el extranjero;
La cualidad nacional es adems:
c) La condicion de los derechos polticos electorales, de la
cualidad de ciudadano propiamente dicho (1);
d) La condicion de la capacidad de ocupar un cargo p-
blico (2);
e) Y muchas veces hasta la condicion para el ejercicio de
ciertos derechos polticos generales, como por ejemplo, el
derecho de asociacion , de peticion y de libertad de la
prensa.
No quiere decir esto que el extranjero no pueda absoluta-
mente tomar parte en las reuniones polticas, en las peticio-
nes y en la prensa; la tolerancia del Estado le permite con
frecuencia hacerlo.

(1) Baviera, edicto de 1878, 7: El indigenato es condicion necesa-


ria para poder desempear los altos cargos de la Corona, los empleos
pblicos y civiles, los grados militares superiores, los cargos eclesisti-
cos y los benoficos, y para tener capacidad para ejercer los derechos de
ciudadano. Const. franc. de 1848: Todos los ciudadanos son igualmente
admisibles los empleos pblicos. Comp. Const. aust. de 1819, 27 y
28; Const. prus. de 1850, 4.
(2) Const. franc. de 1848, art. 8.: Los ciudadanos tienen derecho
asociarse y reunirse pacficamente y sin armas, de pedir y manifestar
sus pensamientos por medio de la prensi de palabra. La Const. prus.
de 1850, artculos 27, 29, 39 y 32, concede estos derechos todos los Pru-
sianos.
181

CAPITULO XXII.

LOS CIUDADANOS PROPIAMENTE DICHOS.

Los ciudadanos forman un grado ms elevado en la ma-


sa comun de los nacionales, y gozan slo por esta cuali-
dad de ls'derechos polticos, y especialmente en la constitu-
. cion representativa, del derecho electoral. La cualidad de
ciudadano supone . necesariamente. la nacionalidad, pero
ademas implica la -plenitud de los derechos polticos; es la
plena expresion de las relaciones polticas entre el individuo
y el Estado.
Esta cualidad se refera en Grecia y Roma al derecho de
ciudadana de la capital (ciud.ad gobernante), y al principio
de.la Edad Media, la antigua libertad comunal. Despues
-se uni al derecho de los rdenes y la propiedad inmueble;
pero en la actualidad tiene un sentido ms mplio, y en mu-
chos pases se aproxima al indigenato.
El derecho pblico ' moderno slo excluye generalmente:
1. A las mujeres, pues, la poltica es un asunto propio
del hombre (v. cap. XX).
2. A los menores, porque el ejercicio de los derechos po-
lticos exige cierta madurez de juicio.
Algunos Estados distinguen entre la mayora poltica y
la civil. Esta puede preceder aqulla, porque es ms fcil
arreglar los asuntos de inters privado que los de inters
pblico, aunque slo se trate de juzgar los hombres, como
sucede en las elecciones. En Francia, en Inglaterra y en la
Amrica del Norte, coinciden ambas mayoras (21 anos
cumplidos) (1), as como tambien en algunos Estados alema-
nes, en Baviera, por ejemplo (2). Por el contrario, en Pru-

(1) Const. frane. de 1848, art. 15.Blackstone, f7omp , I, 17.


(2) Der. cit.,. bbro, I, 7, 36. Edicto sobre el indigenato, 8.
182
sia, en el Imperio alernan, en Espaa y en Italia (1-3), slo
tienen derecho electoral los 25 anos, y en Austria los
26 (4). En Suiza la mayor edad poltica comienza general-
mente los 20 anos cumplidos, y en algunos cantones pre-
cede la mayor edad civil (5).
3. Las personas, cuya honra ha decaido, se ha perdido
por completo, como por ejemplo, los que han sufrido una.
condena, los prdigos declarados, etc.
Muchos Estados exigen adems:
4. Cierta independencia en la 'vida exterior. El criterium
de esta independencia vara mucho.
En el espritu del antiguo derecho germnico, fuiidbase
sta sobre todo en la renta en el hecho de tener un hogar
propio; en el ms reciente se la coloca en el ejercicid de na
profeson por su propia cuenta, en union de la vecindad en
el punto de que se trate. El primer sistema se ha mantenido
en parte hasta nuestros dias en Inglaterra (6), y en algunos
Estados de la Amrica del Norte. El segundo se ha consig-
nado en las nuevas constituciones de los Estados alema-
nes (7). As, pues, se ha excluido:
A los criados y sirvientes en general, y veces hasta
los obreros de las fbricas, por lo mnos , los inferiores.
Otros Estados por el contrario, siguiendo la moda del
sufragio universal, han abandonado por completo han
ampliado considerablemente esta cuarta condicion. Tales
son las nuevas constituciones suizas desde 1830, la consti-
tucion francesa de 1848, la de 1852, la constitucion de la Ale-

(1) Const. prus. de 1850, ert. 70.La ley alemana de 31 Mayo 1869
para las elecciones al Reischtag, I: Es elector todo Aleman (del Norte)
que haya cumplido 25 aos.
(2) Constituciones espaolas de 1812 y 1869.
(3) L. ital. de 26 Dic. 1860, art. 1.
(4) Cod. austr., 21. Const. de 1849, 43.
(5) Const. fed., 74: Tiene derecho tomar parte en las votaciones
y elecciones todo Suizo que tenga 20 aos cumplidos.La Const. de
Zurich (189) fija la mayor edad politica los 20 aos, y el Cd. civ.
los 24.
(6) El acta de reforma de 18(37, se apoya sobre todo, en las ciudades,
en el household suffrage y la tasa de los pobree.
(7) La Const. bvara de 1818, exige, adems del iiidigenato, el es-
tablecimiento en el reino, sea por poseer tierras, rentas derechos, sea
para ejercer una industria por un cargo pblico. La Const. austr. de
1848, 43, y la prusiano art. 70, ti nen principalmente en cuent el laxa
183
mafia del Norte (1867), la del Imperio alernan (1871), y la
constitucion espariola de 1869. Los Estados-Unidos hacen
tambien esfuerzos hacia este fin, que responde a las tenden-
cias democrticas del siglo. .
5. la posesion de determinada fortuna.
Esta puede ser considerada como un factor importante
en la distribucion del derecho electoral; pero es ponerse en
contradiccion con la sana idea del Estado negar un hom-
bre los derechos de ciudadano, porque no posea una deter-
minada fortuna, si disfruta una posicion independiente y es
capaz, por sus costumbres y su inteligencia, de tomar parte
en los negocios pblicos. La exigencia de un censo, estable-
cido no solamente sobre la. propiedad el capital, sino tam-
bien sobre los productos del trabajo, y que representa una
cifra indispensable para la modesta existencia de un indi-
viduo, se justifica perfectamente. Pero esta condicion se
confunde entnces con la cuarta, y la fortuna no es ya el cri-
terio de independencia que se exige. En este espritu se han
inspirado muchas constituciones que hacen depender el
derecho electoral del pago de los impuestos directos, como
la de la Union americana, la de Baviera (1848), y hasta
cierto punto, la de Austria y Prusia.
6. Los Estados cristianos excluan hasta hace poco los
que profesaban otra religion diferente de la cristiana: los
Judos , los Mahometanos, por ejemplo. La religion y el
derecho, la Iglesia y el Estado, ntimamente unidos en la
Edad Media, reobraban uno sobre otro. Excluido de la co-
munidad religiosa, se estaba tambien de la comunidad po-
ltica. El incrdulo apnas poda esperar tolerancia, como
habla de pensar en igualdad poltica?
. Despues del cisma, hasta se tuvo en cuenta la diferencia
.de las confesiones cristianas: en unas partes se negaron los
derechos los catlicos, en otras los protestantes. La paz
de Westfalia slo garantiz en Alemania la igualdad de de-
rechos privados de catlicos y protestantes (1); el acta fede-

(1) inslrulA. pac. y. 35: Sive antera Catholiei, sive Augus-


tan2e confessionis fuerint subditi, nullibi ob religionem despieatui ha-
beantur, nec a mereato um, opificum aut tribum communione, haeredi-
tatibus, legatis, hospitalibus, leprosorlis, elernosynis, aliisbe juribus
aut commereiis. multo minus publicas honoreve sepultura;
.areeantur.sed in his et similibus par. cual coneivibus , jure habeantur,
wquali justitia proteetioneque tut.
184
i de 1875 fu la que estableci primeramente la completa
igualdad de las confesiones cristianas reconocidas (catli-
cos, luteranos y reformados), dejando la cuestion en -duda
respecto de las otras sectas (1).
ry
El derecho moderno tiende abiertamente desligar, de
este lazo. ls-dereChos polticos. Esto no es un fruto dehin-
diferentismo, por mas que tenga su parte en 'ello.' La . consti-
tucion americana de 1791 fu la.primera que prohibi hacer
una ley que declarase una religion dominante; y sus auto-
res estaban muy ljos de querer:a.parecer indiferentes en
materia religiosa, impedir al Estado proteger las institu-
ciones cristianas (2).
Los Americanos se inspiraron ms bien en la idea que
en la f religiosa, que siendo esencialmente del dominio de
la conciencia, debe-sustraerse .a toda coaccion.por parte del
Estado; pero queran distinguir ambos... dominios y dejar
libres la Iglesia, y al Estado, a cada cual en su esfera. En
este sentido es en el que concedan;-los derechos polticos
todo el que fuese capaz ;de ejercerlos, aunque no fuese. Cris-
tiano..
Pero cuando la Revolucion francesa vino proclamar los
mismos principios, no la inspir slo la , libertad de concien-
cia. EL espritu de negacin y el dio contra el cristianismo,
producido por el espritu frvolo del pasado, tuvo una gran
parte en ello, como lo-prueban las persecuciones religiosas
de aquertiempo (3).
En Alemania, el principio slo se ha establecido resuel-
tamente despues de 1848. Los derechos fundamentales de
1849 en Austria ( 1), y la constitucionde 1850 en Prusia, es-
tn de acuerdo con el proyecto de constitucion imperial de
Frankfort y de Berlin, en afirmar: que el goce de los dere-
-chos civiles y polticos es independiente de la confesion re-
ligiosa, sin que pueda nadie sustraerse sus deberes cvi-
cos baja el pretexto de religion.

(1) Act. fed., art. 16: El goce de los derechos civiles y polticos es
independiente, en toda la Contederaeion, de la secta cristiana que se P ro
Act. del Congr. de Viena, II, p. 439. -fes.CompKlubr,
(2) Camp. Story, ob cit., p. 44. _
(3) El nuevo principio estaba ya consignado en el art, L de la De-
claracion, de derechos (1791): Los hombres nacen y permanecen libres
iguales en derechos. Las distinciones sociales slo pueden . fundars e en
la utilidad cornun. Ninguna de las constituciones francesas que han se-
guido han hecho depender la cualidad de ciudadano de la f religiosa
185
Por ltimo, la ley de 3 de Julio de 1869, que rige en la ac-
tualidad en el Imperio alemaii, establece que: toda diferen-
cia, toda restriccion en los derechos civiles y polticos, fun-
dada en las diferencias de religion, queda suprimida. La
capacidad de tomar parte en la representacion comunal
nacional no puede depender de la f religiosa.
Tambien se ha trasformado la situacion de. los Judos
alemanes; excluidos ntes por completo, se hallan hoy bajo
un pi de perfecta igualdad.
Sin embargo, este principio no se halla todava univer-
salmente reconocido; el pontificado lo condena como un
error, y ciertos Estados catlicos, dominados por el clero,
lo rechazan lo aplican imperfectamente. Pero no son ellos
solos; porque Noruega y Rusia hacen exactamente lo mis-
mo. La ley constitucional de 1866 ha sid la primera que se
ha dado en Prusia en beneficio de los que no eran cristia-
nos, y un en la misma Inglaterra slo existe hasta ahora
con numerosas restricciones y con una autoridad impug-
nada, por ms que haya cesado la exclusion entre los disi-
dentes y los catlicos.
El Estado moderno, con su fundamento humano y nacio-
nal, tiende reunir, bajo instituciones comunes, los adic-
tos de las diferentes religiones, y hacer que desparezca,
poco a poco esa confusion, obra de la Edad Media, entre el
derecho pblico y ciertas condiciones de religion, ciertos
preceptos de la Iglesia.
'187

LIBRO TERCERO.
LAS BASES DEL ESTADO
EN LA NATURALEZA EXTERIOR. EL PAS.

CAPITULO PRIMERO.

I.E1 clima.

El hombre puede vivir y habitar en toda la superficie del


globo, diferencia de los animales. Su naturaleza resiste
mejor que cualquiera otra las influencias del clima, y dis-
pone de medios para proteger su vida microscpica contra
su enrgica accion.
El clima ejerce, sin embargo, una gran influencia sobre
su cuerpo y sobre su espritu, variando , las condiciones de
su vida segun que habita en el polo en el ecuador. El via-
gero que va de Norte Sur y se detiene en diversas latitu-
des, contina sensiblemente lo mismo; pero un pueblo que
va establecerse bajo un nuevo cielo, se trasforma lenta-
mente en su aspecto fsico, y quiz hasta en su parte
moral.
Los Romanos se afeminaron en Oriente; los Germanos
que se establecieron en las crtes de Africa, perdieron parte
de su energa; hasta los Ingleses se hacen perezosos y vo-
luptuosos en la India. Bodin (libro 5), Montesquieu (libro 14)
Filangieri (1, I, 14, 15), y recientemente Buckle (Historia de
la cicilizacion., t. I. cap. 29), han examinado estas influen-
cias bajo el punto de vista de la vida, pblica, intentado
fijarles reglas.
Una observacion antigua muestra que los climas -extre-
mos de los trpicos (hasta el grado 23) de los polos, (des-
de el 66) son mnos favorables la formacion y desenvolvi-
miento de los Estados que los climas templados. La zona
188
templada abraza ms de la mitad de la superficie de la parte
slida del globo, y el emisferio del Norte, asiento de los pue-
blos cultos, tiene casi tanta tierra coro o mar; la poreion de
los mares es muy superior en el 01 Su r. En los pases fros
se hace difcil la vida'cornn por la Palia de subsistencias y
de combustibles; las familias esparcidas tienen bastante con
luchar contra la viatu.raleza sin poder ocuparse de las cosas
pases
de la civilizCion. 'Etilos 'clidos; las masas son pe-
rezosas; el hombre desarrolla all pocas fuerzas activas; es
sobre todo pasivo, y sus pasiones estallan veces con ex-
traordinaria violencia. Ahora bien, el Estado exige el do-
minio sobre s mismo, y sobre su libertad una virtud acti-
va y varonil. Los habitantes de.l f)S pass fros tienen la in-
dependencia personal; Pero llegan difcilmente h la unidad
y h, la comunidad del Estado; los de los pases clidos saben
afirmar menos sus derechos .: instituir un Estado libre, y
sufren fcilmente el despotism:). Bodin se expresaba ya en
estos trminos (v. p. . 671:) los pueblos de las regiones me-
dias tienen ms fuera y menos astucia que los del medio-
tlia, y ms inteligencia y menos fuerza que los de los pases
septentrionales; son ms propios para mandar y gober-
nar las Repblicas, y ms justos en sus acciones.
Ademas del clima matemtico (solar) que slo depende
del grado de latitud, la ciencia natural moderna estudia el
clima fsico; compara los grados de calor de los diferentes
y
lugares, y traza lneas crculos isotermos que no coinci-
den en absoluto con las lneas de las latitudes, consecuen-
-cia de ciertos factores, como su altura sobre el nivel del mar,
lo inmediatos que stn las costas, los vientos que en ellos
predominan, y los ros que los surcan. Este mtodo que au-
menta el nmero y la exactitud de las distinciones : ha con-
firmado las ventajas de las zonas templadas.
El hecho es notable; casi todos los Estados que tienen
importancia histrica, han fundado sus capitales en zonas
cuya temperatura media vara de 6 16 centgrados. Tales
son la mayor parte de los Estados de Europa y muchos de
Asia (las lneas iSotermas se inclinan aqu mucho hcia el
Sur), y los Estados de la Amrica del Norte. As, por ejeni
plo, Roma' tiene una temperatura medi de 15,4, Madrid
14,2, Pars 10,8, Lndres 9,8, Viena 10,5, Constantinopla
13,7, Berna 9,1, Hamburgo 8,9, 'Copenague 8,2,
La Haya 1O,5, Dresde 8,3, Munich 9,1, Boston 9,6, \Vas-
-- 189
hington 14,5, Filadelfia 11,9, Riehmond y por ltimo,
Pekin 11, 3. En Europa, las: ciudades rusas de -Moscow (316>
y 'Sanpetersburgo (3,1), y las ciudades .: escandinvas de,
Cristiana(5,3) y Estokolmo (5,6), son . quiz fas-nica:S- que
pertenecen una zona m.s fria; y aun 'en estas ciudades se
eleva la temperatura en el verano 15 16; en Montreal
(en el Canad) que tiene una temperatura media de' 6,4, el'
termmetro sube veces 20,5. Las ciudades meridionales
de Npoles (10,4) 1 . Lisboa- (16,4), 'Mjico (16,6), Buenos--
Aires (1 ,3,9), Palermo (17,2), Sidriey (18,1), Naugasaki (18,3),
se alejan poco del mximum indicado. Las cifras se elevan
en Canton (21,6), el Cairo (22,4), Ri-Janeiro -(23,1),- Calcu-
ta (25,8), Singapore (26,5); pero recordemos que el gobierno
chino reside en Pekin, y que los Indis han recibido su ci-
vilizacion del clima dulce del Panchanada (cinco ros) y de'
regiones superiores del-Ganges.'
La diferencia de estaciones se marca, sobre todo, en las
zonas templadas; cambian los cuadros de la naturaleza, va-
ran los deberes, y . hasta parecen excitar al espritu hu-
mano.
Sin embargo, una misma regios encierra veces oposi-
ciones muy sensibles.. As, en un mismo pas y un en un
mismo pueblo, hallamos en las. regiones frias una pruden-
cia tranquila, ms vigor muscular, ms tenacidad y cons-
tancia en el valor; en los puntos clidos, ms atrevimiento,.
una imaginacion ms viva, temperamento ardiente y ner-
vios irritables. Comparad Bin los Italianos ciel Norte con
los del Sur; estableced esta misma comparacion respecto de
los Franceses, los Alemanes y los Rusos: los contrastes
saltan la vista, por lo mnos en las masas mnos cultas.
Bodin va demasiado ljos cuando afirma que los hombres
del Norte triunfan generalmente en las batallas, los del Sur
en la diplomacia; pero puede aconsejarse por lo mnos al
hombre de Estado que tenga en cuenta los caracteres sa-
lientes que los distinguen.
La poltica no puede combatir completamente las influen-
cias, algunas veces nefastas, del clima, la accion lenta y
perptua de la naturaleza; pero puede, y este es su principal
deber, utilizar todas las ventajas del clima, y proteger, has-
ta donde sea posible, contra sus perjudiciales influencias. La
educaeion y las leyes pueden hacer mucho en este punto.
El hombre del Norte es ms inclinado la embriaguez; el
190 --
lel Sur la lujuria. La atencion y los cuidados deben diri-
girse, segun. los lugares, sobre uno otro de estos -vicios,
sin olvidar, sin embargo, que los climas frios exigen ali-
mentos ms abundantes y bebidas ms fuertes, que serian
peligrosos en los climas clidos. La prohibicion de beber
vino se explica perfectamente entre los Arabes; pero no en-
tre los Europeos.
En las zonas medias deber dejarse libertad al trabajo;
en las ms clidas deber impulsarse y protegerse. El
hombre es el mismo en el fondo, 'y por consecuencia, pue-
den combatirse parcialmente las influencias del clima, que
apnas si tienen ImpOrtancia en los individuos enrgicos y
bien constituidos.
La prevision 'poltica es importante sobre todo en el caso
completamente especial, en que un pueblo pueda elegir li-
bremente su capital. Gurdese en este caso de olvidar la po-
derosa influencia del clima. El Emperador Othon III, come-
ti un enorme error poltico, al querer trasladar Roma la
capitalidad del Imperio aleman. Los Ingleses han estado
verdaderamente inspirados al establecer en Calcuta el go-
bierno de la India. :La eleccion de Berlin, como capital de
Prusia, se presta ruchas censuras, pero era preferible
la de Koenigsberg. Bajo el punto 'de vista del clima fu muy
acertada la eleccion de Florencia par capital provisional
del reino de Italia; su clima es ms dulce que el de Turin, y
mnos que el de Npoles, y era un justo medio favorable al
equilibrio de la nacion.
191

CAPITULO

CONFIGURACION DEL PAS-FENMENOS NATURALES-

Despues de Crlos Richtter, se ha inclinado la Geografa


estudiar ms detenidamente las relaciones entre la confi-
guracion del suelo y la civilizacion de los habitantes. Esta
observacion era muy antigua, pues ya la haban hecho los
Griegos.
Los primeros grandes Estados se formaron en las orillas
de los ros. Basta recordar el pas del Penjab y del Ganges
superior en la India, el Nilo en Egipto, el Tigris y el Eufra-
tes en los Imperios asiticos del Oeste, y el Pei-ho en China.
Las riberas son, pues, especialmente favorables para el
primer desarrollo de las, facultades y de la conciencia hu-
manas. El hombre, al hacerse dueo de sus aguas, cons-
truyendo barcos y canales, ensancha su dominio y adquiere
confianza en s mismo; djase llevar por . 1a corriente del
rio, y aumenta su aficion al comercio y las aventuras.
Las riberas del mar y las islas presentan las mismas
ventajas. Citemos slo Grecia y la Italia antigua, los
descubrimientos martimos de Espaa y de Portugal, los
primeros gobiernos libres de Holanda y de Inglaterra. El
hombre necesita ms tiempo y ms esfuerzos para hacerse
dueo del mar, pero tambien es este un factor ms poderoso
para su desarrollo.
Los pases montaosos ejercen una accion notable sobre
el alma y el carcter. Slo la vista de esa naturaleza alpes-
tre tan magnfica y tan variada eleva y afirma el corazon del
hombre, tanto por lo mnos como la inmensidad y la vio-
lencia de los mares. El montas ejercita diariamente sus
fuerzas, las aumenta, aprende superar por s mismo los
peligros, se educa varonilmente. Las divisiones naturales
de los grandes valles, las caadas y laderas de las monta-
as, favorecen la formacion de muchas y pequeas aldeas
contentas con sus usos y costumbres, y siempre dispuestas
192
:i (I ,, ! , nderlos, como lo demuestran los Persas, los Israelitas,
los Arabes, los Helenos, los pueblos del Cucaso, los Sam-
nitas y los Suizos. El espritu de independencia de los mon-
taeses no tiene el mismo carcter que el de los pueblos
ribereos; es ms tranquilo, ms rudo y ms tenaz; el se-
gundo es ms agitado, ms voluble; ste recuerda el mar.
El otro la montaa. Los Romanos reuniern la vez ambas
ventajas.
Los pases del interior, los de la llanura sobre todo, se
desarrollan ms lentamente; la accion de la naturaleza es
mnos viva, y por consecuencia es s civilizacion ms lenta.
Italia se ha, adelantado Francia, Inglaterra Alemania.
Las grandes llanuras sin ros ni playas, con sus vastas
estepas y aun con sus desiertos, son evidentemente las ms
desfavorables. Comparad sino Europa con Africa , el
centro de Asia con sus costas, la Europa Oriental con la de
Occidente. El despotismo ha hallado siempre una obedien-
cia estpida en sas regiones uniformes.
Si el hombre no puede cambiar la configuracion del suelo,
tiene, sin embargo, ms poder contra ste que contra el clima.
La poltica no puede trasportar las montaas ni los mares,
pero puede hacer navegables los ros, construir canales, ca-
minos, ferro-carriles y telgrafos, animar la uniformidad
del comercio, y poner en fcil comunicacion los pases del
interior con los grandes mares. Tiene Cambien, en cambio,
grandes deberes; si los cumple, la civilizacion reunir un dia
en feliz conjunto todos los puntos de la tierra.
Ciertos fenmenos variables de la naturaleza tienen tam-
bien alguna influencia que Toms Buckle ha sealado re-
cientemente. Las grandes escenas de los pases montaosos
y de las riberas del mar, producen en el alma una impre-
sion grave y elevada. Vs, por el contrario, bajo los tropi-
cos sobre todo, que la naturaleza exterior imprime en el
hombre la idea de su irresistible poder, y le quita toda es.-
peranza de triunfar de ella por medio de la lucha; entnces
renuncia el hombre todo esfuerz. Su fantasa se llena de
gigantescas imgenes de las fuerzas naturales, y su cra-
zon de temores y de supersticiones. Las grandes nevadas,
la formacion de los grandes ventisqueros, las terribles aba-
lanchas, las prolongadas lluvias y las grandes inundacio-
nes, las tempestades de los pases clidos, una sucesin r-
pida de abundante vegetacion y de esterilidad rida, las
193 --
nubes de insectos, el furor de las bestias feroces otros mu-
chos fenmenos debastadores y omnipotentes, aterran ms
bien que animan. Los climas templados estn ms en rela-
cion con las limitadas fuerzas del hombre; los fenmens
extraordinarios lo dominan, y perjudican el desarrollo de su
inteligencia. La completa uniformidad lo adormece; el ex-
ceso de fuerzas naturales lo aterra; los fenmenos variados,
pero moderados, animan su pensamiento y le impulsan
trabajar. La imaginacion desordenada de los pueblos de los
trpicos los conduce las ms ridculas muecas; el hombre
de los pases templados ordena ms fcilmente sus pensa-
mientos y sus actos.
No se debe, pues, exagerar. La educacion moral inte-
lectual del hombre para el hombre, ejerce una influencia aun
ms elevada. La razon puede desarrollarse, la imaginacion
regularse por el sentimiento de lo bello, aunque sea bajo un
cielo abrasador, y un cielo tranquilo ha visto con frecuencia
predominar las ms absurdas suspersticiones y un pensa-
miento sin fuerza y sin energa. La naturaleza no reina so-
bre el hombre como duea absoluta; el hombre debe ser in-
dependiente en presencia de ella, utilizar las ventajas que le
proporciona y combatir lo perjudicial de su influencia.

B LUNTSCHL1.--TOMO 1. 14
194

CAPITULO 111,

III. Fertilidad del suelo.

No es difcil nutrirse en un suelo frtil; cuanto ms fecun-


da es la tierra, ms rpidamente se multiplican la poblacion
y las familias. Parece tambien que las condiciones natura-
les del desarrollo de la sociedad poltica son tanto mejores
cuanto ms frtil es el suelo; y de ah esa idea infantil que
hace del paraso un jardn de delicias, que prodigaba al
hombre toda clase de frutos, sin trabajo. Gozar sin trabajar
es todava el ideal de la felicidad para el nio y para el pe-
rezoso. El hombre activo no aprecia en mucho una vida sin
deberes, sin progreso, sin perfeccionamiento.
Un suelo absolutamente estril hace la vida en comun
muy difcil; el hombre se ve obligado ir muy ljos bus-
car su alimento y ejercer el comercio. Pueden fundarse
all ciudades comerciales: no se levanta Venecia en el mar?
Pero un pueblo numeroso vivir penosa y miserablemente
en un suelo improductivo. Diseminado por fuerza, no podr
apenas reproducirse ni tener moradas fijas; sus hordas
llevarn una vida nmada. Buckle hace notar que los Tr-
taros y los Mogoles nunca han hecho en sus estepas sino
insignificantes progresos, y no se han civilizado hasta que
se han establecido en los campos de China de la India.
Los Arabes mahometanos no han llegado .una forma ele-
vada de Estado sino en las frtiles campias de Persia y en
las costas del Mediterrneo, ljos de los arenales de Arbia.
Un clima fro es poco favorable al desarrollo del Estado,
no tanto por la dificultad de encontrar el combustible nece-
sario y tener que luchar contra la naturaleza, como por ser
el 'terreno estril. Algunos pases clidos y frtiles son tam-
bien poco favorables por los accidentes continuos que des-
truyen las cosechas (langostas, inundaciones, etc.) No pro-
ducir frutos no poder recogerlos, el resultado es el mis-
mo, impide la vida en comun.
Un terreno eminentemente frtil, que nutre su poblacion
-- 195 --
icasi sin ser cultivado, es preferible sin duda una tierra
ingrata; pero est ljos de ser el ms favorable al Estado,
porque:
1.) El cuidado de su subsistencia es uno de los grandes
mviles dula actividad humana. Si la riqueza del suelo dis-
pensa de l, el hombre no trabajar; su ociosidad le incli-
nar' los placeres sensuales; sus fuerzas se desarrollarn
de un modo incompleto ; su rica naturaleza permanecer
como un tesoro oculto y perdido. As vemos en muchas is-
las tropicales que la fcil satisfaccion de las necesidades de
la vida ha retrasado extraordinariamente su civilizacion.
Npoles di un gran paso haciendo trabajar sus ociosos
la-utroni.
2.) El trabajo no tiene precio sino all donde es til, y la
estimacion de aqul trae consigo la del obrero. All donde el
trabajo no tiene valor, carece tambien de l la vida humana;
en ninguna, parte se la sacrifica con tanta ligereza y cruel-
dad comoe n los Estados despticos de Africa, en donde la
industria y la actividad son nulas, en donde el suelo es pr-
digo en frutos. La mayor fertilidad del suelo engendra con
frecuencia una mala reparticion de los bienes de fortuna.
algunos ricos viven en la opulencia, casi no hay clase me-
1
dia, y a muchedumbre se halla en la miseria sometida
la esclavitud.
En efecto, con su fertilidad anima el suelo la reproduc-
cion de la especie; la poblacion aumenta all rpidamente,
y las masas viven sin pensar en el dia de maana. Sobre-
viene un ao de escasez de guerra, y hla ya eh la miseria.
Los que han ahorrado son entnces omnipotentes. Para ali-
mentarse, vndele la multitud sus bienes; los jefes guerre-
ros se ponen su servicio para protegerlos; los sacerdotes
aumentan sus tierras bajo el pretesto de rogar los dioses
y de reconciliarlos con ellos. Frmase as lentamente una
clase de ricos y de prncipes, de nobles y de sacerdotes, que
concluyen por apoderarse de todo el pas. Estas clases aris-
tocrticas suelen desarrollarse entnces, y hasta alcanzan
una gran cultura, unida todos los goces de .la vida. Obli-
gan las clases inferiores trabajar, pero sin estimar sus
servicios, porque los obreros abundan, y el hombre tiene
poco valor. Las masas se empobrecen, son menosprecia-
das, y esclavizadas despues, y pasan una vida estpida al
servicio de los seores.
196 --
Buckle, que ha sido el primero que ha insistido en esto
inconvenientes de una fertilidad excesiva y los ha demos-
trado por medio de la historia, va sin embargo d emasiado
ljos cuando explica de este modo la civilizacion antigua de
la India y su sistema de' castas, y cuando afirma que una
gran cultura personal supone lo suprfluo. Esto es dar, se-
gun acostumbran los Ingleses, una importancia excesiva h
las relaciones econmicas. Los Brahmanes y los Budhis-
tas ms venerados preferan una pobreza voluntaria a los.
goces de la fortuna; los Xatriyas amaban el poder y el va-
lor ms que las riquezas; los Visayas, que no pertenecan
la aristocracia, eran los que ponan todo su afan en enrique-
cerse; en cuanto los Sudras, estaban reducidos la ser-
vidumbre, no causa de su pobreza, sino de la inferioridad
de su raza. Por lo dems, es cierto que las ricas plantacio-
nes de arroz alimentan fcilmente una pobladon numero-
sa, que los grandes entre los Indios se hicieron sucesiva--
mente dueos de casi todo el territorio, y que se vi durante' df
siglos, y an se ve hoy da un corto nmero de ricos ilus-
trados y que gozan, frente una multitud de pobres des-
preciados y oprimidos.
Egipto presenta un cuadro parecido. Sus palmeras dan,
casi sin cultivo, cosechas abundantes. Los gigantescos tra-
bajos de sus reyes muestran de qu modo se prodigaban
all las fuerzas y las vidas humanas; las narraciones de los
Judos prueban la miserable condicion de sus trabajadores.
El consejo de Jos, tan til al tesoro de Faraon, fu perjudi-
cial . las clases pobres.
La fertilidad y los abundantes favores del suelo, produ-
jeron los mismos efectos en el Per y en Mjico: masas ex-
plotadas por algunos ricos y poderosos; lujo, arte y podero-
arriba, miseria y servidumbre abajo; debilidad contra el
extranjero; monumentos gigantescos y chozas miserables,
Una poltica que tiene conciencia de sus altos deberes,
puede hacer en esto mucho, protegiendo las clases infe-
riores contra la excesiva explotacion de los ricos, favore-
ciendo una mejor distribucion de las fortunas, formando la
indispensable clase media, esforzndose en hacer hombres
libres ilustrados,
El suelo ms favorable al desarrollo de la vida comun es
evidentemente aqul cuya fertilidad media alimenta sus
habitantes, con tal que trabajen de un modo srio y cons-
197
tante. Fertilidad y trabajo, tal es la frmula verdadera. El
obrero es entnces justamente estimado y no hay un rden
de indigentes. Las fuerzas humanas se desarrollan, mejo-
ran las condiciones, las familias adquieren una existencia
segura y un regular bienestar, se dividen las fortunas, y la
clase media se hace muy numerosa. El frecuente trnsito
de una clase otra aproxima all los hombres, hace que
aparezca entre ellos el sentimiento de la comunidad nacio-
nal, y aumenta la variedad de las profesiones. La esclavitud
.y la constitucion de las castas privilegiadas se hacen cada
vez ms difciles.
La fertilidad media del suelo no engendra necesaria-
mente una justa reparticion de las fortunas y una feliz con-
dicion del pueblo, y no es, por tanto, el nico factor que debe
tenerse en cuenta; pero se muestran sus ventajas de un
modo evidente, no slo por medio de la comparacion de Eu-
ropa con el Asia Occidental y Meridional, de la America
del Norte con la del Centro. del Sur, sino tambien de la de
Suiza de Lombarda, con la Italia Meridional, de Espaa
con Francia y con Blgica.
La poltica debe guardar aqu, contra el hombre mismo,
las felices disposiciones de la naturaleza y el justo equilibrio
de las fuerzas. Sus leyes y su economa protegern la fer-
tilidad del suelo contra el agotamiento; reobrarn contra la
excesiva acumulacion de bienes inmuebles en unas mis-
mas manos, sobre todo en las manos muertas; favorecern
la justa reparticion de las fortunas, y a veces el Estado de-
secar las marismas, abrir caminos y canales, y trasfor-
mar poco poco en tierras frtiles los campos incultos.
198

CAPITULO IV.

V.E1 Pais.(Das L and).

1 La nacion es el elemento personal; el pas el elemento


real del Estado. Para que el Estado exista, es necesario que
la nacion tenga un pas, el Estado necesita un territorio.
El pas es, pues, una fraccion de la superficie del globo
ocupada por una nacion y dominada por un Estado. Los
precedentes histricos son los que determinan su exten-
Sion.
La existencia jurdica del Estado no depende de que
aqulla sea mayor menor. Los Estados pequeos han
afirmado en todos los tiempos su personalidad, y han go-
zado de cierta igualdad con los grandes. Cmo haba de
poder fijarse al Estado en general una extension determina-
da la que hubiera de llegar siempre y de la que no deba
pasar nunca? Estados de diversa extension han florecido
siempre. Los de los Griegos eran ciertamente muy peque-
os comparados con el Imperio romano, y no obstante esto,
Atenas ocupa al lado de Roma un gran puesto en la his-
toria.
Sin embargo la extension del Estado no deja de influir
bastante en su forma y en su importancia; un gran pas
tiene muchos deberes polticos particulares.
Los dos elementos necesarios del Estado, el pas y la
nacion, influyen naturalmente el uno sobre el otro. Un pas
puede ser demasiado estrecho, ora en cuanto las subsis
tencias, ora en relacion las dems necesidades intelectua-
les materiales del pueblo. El aumento de la poblacion
traer consigo la colonizacion, sintiendo el Estado su
fuerza y las necesidades de su civilizacion, procurar ex-
tenderse, seguir una poltica de anesion de conquista,
y surgir entnces una cuestion delicada, la de conciliar el
derecho natural de extenderse y desarrollarse con los dere-
chos de las dems naciones y con los hechos de la historia.
199
A veces tambien se hace un Estado demasiado pequeo
consecuenc ia del engrandecimiento peligroso de los (11-
ms; y entnces har una poltica de alianzas, buscar, pro-
teccion, y hasta una fusion con un Estado mayor.
El pas puede ser tambien demasiado grande. Si la po-
blacion es poco densa est diseminada, se atraern colo-
nos, se proteger la inmigracion. Si la tendencia de los ha-
bitantes es particularista, el todo tender romperse, y las
fracciones hacerse independientes.
La tendencia moderna es en esto directamente contraria
la de la Edad Media; enemiga de los pequeos Estados, se
inclina la formacion de grandes Imperios. Quien no re-
cuerda cun fraccionadas se hallaban otras veces Francia,
Espaa Italia? La unidad misma de Alemania era sim
plemente nominal. La formacion de los grandes Estados,
comenz por Inglaterra 5 continu en el continente des-
de mediados del siglo XV, y an no ha terminado este movi-
miento. Es incalculable el nmero de Estados de la Edad
Media. Los sefiorios y hasta las simples aldeas alcanzaban
entnces la existencia casi soberana de un Estado, de lo
cual slo quedan hoy raros ejemplos que arrastran una
vida precaria. Esta disolucion y fraccionamiento de la an-
tigua y vasta comunidad romana, se explicaba por la falta
de caminos y de postas, por las dificultades de la circula-
cion, por el particularismo del derecho, por la constitucion
feudal con sus estrechas obligaciones de servicio y sus d-
biles medios de guerra; por la poca circulacion de la mone-
da, por la separacion de los rdenes, por las concepciones
dinsticas y de derecho privado, por el oscurecimiento de la
conciencia nacional, por las tendencias germnicas al par-
ticularismo, la independencia y la division de las corpo-
raciones.
En nuestros dias, por el contrario, todo tiende las gran-
des formaciones ; muchas y cmodas vas , caminos de
hierro, correos, buques de vapor y telgrafos; gran movi-
miento del comercio y de la industria; poderosos medios
fi nancieros y de guerra, una cultura adelantada, universal
conciencia del Estado y de la nacionalidad, y racional legis-
lacion.
Una base territorial que no excede los lmites de un mu-
nicipio de un distrito judicial, no basta ya para el Estado
moderno: ciudades, villas y seilorlos deben ser comprendi-
200
dos en el crculo ms extenso del pas, as corno los rdenes
y las ramas se han confundido en el pueblo y la nacion.
slo un pas puede encerrar una nacion, por lo mnos un
pueblo; una ciudad un seoro no contiene ms que una
poblacion estrecha una comunion de muncipes. ti Es-
tado moderno necesita un pas y una nacion: sin el primero,
no tendra existencia segura y eficaz; mantendrase quiz
como una individualidad, pero no participara . de la vida
moderna, y por consiguiente llegara ser poco simptico
y hasta ridculo: esta es la suerte de todos los pequeos Es-
tados (Kleinstaterei). Comprndase bien nuestro pensa-
miento; no indicamos aqu una cifra mnima de leguas cua-
dradas, sino que nos limitamos consignar el principio de
que el Estado no debe ser demasiado pequeo; y puede de-
cirse as mismo que no debe ser tan grande que no pueda
ser gobernado desde un centro comun. Este lmite es sin
duda muy elstico. Desde la aplicacion del vapor y de los
telgrafos, hay algun territorio que no pueda unirse al cen-
tro? No se puede negar hoy la posibilidad de gobernar y
unir politicamente al mundo entero. No se extiende el de-
recho de gentes sobre la mayor parte del globo habitado?
No se funda en la unidad humana que abraza los Estados
diversos? La tierra slida de nuestro globo contiene cerca
de 2.448.347 millas cuadradas: la Inglaterra reina en 382.164;
la Rusia en 376.463; la China en 18.000 prximamente, y los
Estados-Unidos en 169.510. Estos Imperios son enormes;
sus posesiones se hallan con frecuencia en el otro extremo
del mundo, y sin embargo, les anima un mismo espritu
pblico. El poder de un Estado no se mide, sin embargo, por
leguas cuadradas: el Imperio aleman slo contiene 9.818, y
es hoy el ms poderoso de Europa; La Francia no tiene ms
que 9.599 leguas cuadradas de tierras europeas, y es por lo
mnos tan poderosa como la Rusia, diez veces mayor que
ella; las Islas Britnicas slo cuentan 5.719 cuadradas, y
reina sobre posesiones inmensas. La cifra de la poblacion es
mucho ms importante que la de la' superficie; pero tam-
bien sta tiene su valor.
Mintras ms se extiende un imperio llega ser ms di-
fcil de recorrer y por lo tanto de gobernar; slo lentamente
pueden reunirse ya sus fuerzas dispersas, y dificulta el go-
bierno de sus provincias lejanas. Nuestros grandes medios
de comunicacion disminuyen la dificultad sin hacerla des-
201
aparecer: la palabra vuela como el relmpago las extre-
midades del mundo, pero no tiene la . autoridad que da la
presencia del poder; puede ser mal comprendida, y si el su-
bordinado no quiere someterse los mandatos del poder
centrar, puede fcilmente eludirlos. Los caminos de hierro
no pueden establecerse en todas partes, y un con ellos, los
trasportes de las masas, de las subsistencias y.. del mate-
rial se efectan lentamente: las vas ordinarias tambien
faltan algunas veces.
As, pues, la ampliacion del territorio no siempre au-
menta el poder, y una conquista puede debilitar un Estado
que gobernaba ntes con facilidad sus dominios ms redu-
cidos.
Un Estado muy extenso es ms fcil de molestar y de
sorprender en un punto determinado, que cte atacar fondo
y con xito: el enemigo -atravesar vastas comarcas, pero
difcilmente se mantendr en ellas: para vencer es necesa-
rio que pueda hallar mano todas las fuerzas reunidas de
la vasta mquina, como se ha visto en la guerra de Rusia y
de la Amrica del Norte.
Pero si estos vastos Estados carecen de iniciativa y de
destreza, no son mnos formidables por su masa, puesto que
disponen de grandes medios que slo lentamente se gastan,
y pueden soportar largas crisis, esperando dias mejores,
por lo cual es casi imposible abatirlos de un solo golpe.
La extension del territorio no deja de tener influencia en
la constitucion. La democracia directa slo es posible en un
pas bastante estrecho para permitir las frecuentes reunio-
nes del pueblo entero; pero la monarqua constitucional, con
su sbio organismo representativo, pide una base mis an-
cha. El gigantesco engrandecimiento de la Repblica ro-
mana fue una de las causas principales de la concentracion
de todos los poderes en el Emperador nico y absoluto; la
enorme extension de la Rusia es igualmente causa de la
autocracia del Czar, y los mismos Ingleses no piensan en
dar una constitucion parlamentaria sus posesiones de
Asia. El carcter de la constitucion debe, pues hallarse
en armona con el pais, es decir, con su naturaleza y ex-
tension.
2. Ningun pas conserva siempre las mismas inmuta-
bles fronteras, sino que el territorio aumenta disminuye
g eneralmente, con las fuerzas de la nacion: es, sin em-
202
bargo, mnos movible que la cifra de la p oblacion , y
slo varia de tarde en tarde en virtud de grandes aconteci-
mientos.
Las fronteras separan un Estado, ya de otro, ya de un
territorio no ocupado todava: en el primer caso son una l-
nea fija que se indica necesariamente por lmites, por pie-
dras, fosos, por terraplenes por hitos; en el segundo no
son tan precisas y an pueden, segun los casos, avanzar 6
retroceder arbitrariamente.
Pertenecen las primeras:
a) Los ros y los arroyos, mnos fijos sin embargo que
los lmites terrestres. Fijase la frontera, ya en medio del rio,
ya en el thalweg, es decir, en la lnea de la corriente ms
rpida de las aguas: pero como la navegacion se verifica
principalmente en el centro, el uso del rio para sta es con-
siderado comun. El centro del rio y el thalweg cambian fre-
cuentemente por los aluviones, el trabajo de las aguas y las
corrientes.
b) Las montahas. Las cadenas de montaas separan
ordinariamente razas y culturas diversas, y hacen ms di-
fciles y raras las comunicaciones. Por lo comun se consi-
dera como frontera natural la lnea de la arista superior que
separa tambien las aguas.
Pertenecen la segunda clase:
a) Los mares y alguna vez los grandes lagos. Su natu-
raleza los sustrae un dominio exclusivo, y los abre al uso
libre y comun de todos.
b) Los desiertos y las estepas, y algunas veces los bos-
ques. La cultura siempre creciente, y la apropiacion suce-
siva hacen ya muy raro este gnero de fronteras.
La determinaciori ms completa de las relaciones de las
fronteras pertenece al derecho de gentes.
3. Se v algunas veces que se unen muchos paises para
formar un conjunto, un todo nuevo, un imperio. Esta union
puede tener lugar:
a) Sobre un pi de igualdad y manteniendo su existen
cia los Estados que se unen: Union americana Imperio
aleman;
b) Conservndose los Estados particulares, pero sin
igualdad, llegando ser uno metrpoli y el otro posesion
dependencia: Inglaterra y sus colonias, Francia y la Ar-
gelia ;
203
e) Por la trasformacion de los antiguos Estados ea pro -
vincias del nuevo todo: conquistas de Rusia.
4. No es la nacion, sino la humanidad la que constituye
el verdadero fundamento personal del Estado perfecto, y por
lo tanto la tierra toda, y no un pas determinado, es el per-
fecto territorio de aqul; ella es la que, sealando cada
pas su justo lugar, los reune en un todo armnico y repro-
duce sus diferencias, no como defectos, sino cumplementos
y riquezas. Se puede deducir tericamente para el Estado
actual, tan alejado aun del fin ideal, la siguiente regla prc-
tica, que la historia demuestra por otra parte: el pas ms
favorable al Estado es un territorio variado con montaas y
valles, ros, lagos, costas martimas y llanuras. Y no es
porque un suelo as sea ms frtil, ntes por el contrario, las
elevacions y las pendientes hacen una parte de las tierras
impropias para el cultivo; pero esta variedad despierta las
diversas aptitudes y aumenta las fuerzas de los individuos.
Las grandes estepas incultas del centro de los continentes
producen un efecto contrario; por eso son las tierras clsi-
cas de esos pueblos nmadas que, incapaces de fundar un
Estado, llevan, aun en, nuestros dias, una vida errante.
2G4

CAPITULO Y.

V.De la soberana territorial (Gebietshoheit), impropiamente,


del dominio del Estado (Statseigenthurn).

Se da comunmente el nombre de dominio del Estado al


derecho supremo de gobierno que tiene aqul sobre su ter-
ritorio. La expresion relativamente verdadera en la Edad
Media y respecto los Estados absolutos del Asia, anti-
gua, no est ya en armona con la nocion moderna del
Estado.
El dominio (Eigenthurn) no es una nocion de poltica,
sino de derecho privado, y la mezcla de la propiedad priva-
da y de la soberana territorial poda justificar la expresion
antiguamente. El Estado su jefe, Dios entre los Judos, los
Faraones entre los'Egipcios, eran considerados como los
nicos propietarios del suelo, y los particulares slo tenan
el pasagero usufructo de l, y las conquistas de Roma que-
daron en la propiedad formal del pueblo romano, y del Em-
perador ms tarde, por oposicion al in bonis de los indivi-
duos. En la Edad Media, especialmente en Inglaterra des-
pues de la conquista normanda, el rey era considerado co-
mo propietario eminente y soberano seor del pas entero, y
los particulares no posean ms que un dominio feudal de-
rivado; pero la expresion no es ya admisible, desde que se
ha separado claramente del derecho privado el derecho p-
blico.
El imperium del Estado, el derecho de gobernar en toda
la extension del territorio, debe pues distinguirse cuidado-
samente-del dominio (dominiwn) del Estado. El uno es un
derecho privado, aun cuando al Estado pertenece; el otro es
esencialmente poltico, y slo puede por naturaleza perte-
necer l (1).

(1) Los antiguos haban reconocido ya la distincion. Hugo Grtius,


De jure bell. ac pae., II, 3, cita un pasaje de Sneca, de benef., VII, 4:
<Ad reges potestis omniurn pertinet, ad singulos proprietas; y de Dion
crisost., Orac.: El pais pertenece al Estado (1 ya it fi etoS); pero
no por esto los particulares son mnos propietarios de sus bienes.
205
El imperium tiene, en primer lugar, un lado positivo;
pleno poder del Estado sobre su territorio, derecho que
reconozcan sus leyes, ejecutar sus decretos y ejercer
su jurisdiccion. El Estado no solamente tiene poder sobre
las personas, sino sobre el pas y sobre las cosas.
Pero este poder es de derecho pblico, y el dominio eco-
nmico de la cosa, la propiedad, es por el contrario de de-
recho privado, pudiendo todos adquirirlo.
El imperium tiene tambien su aspecto negativo: el Estado
puede impedir que una potencia extranjera realice en su ter-
ritorio actos de dominio pblico, y, por consiguiente, que
ejerza sobre l verdadera jurisdiccion.
El carcter pblico de la soberana en las ideas moder-
nas se opone igualmente la enagenacion, frecuente en la
Edad Media, de parte de todo el territorio en las formas y
los principios del derecho privado, ventas, cambio repar-
ticion (1). Hoy el territorio es considerado inalienable in-
divisible (2), y slo excepcionalmente, y en las formas de
derecho pblico, puede, ser enagenado en virtud de una ley
por un tratado internacional, de, paz, por ejemplo (3). Fun-
dndose en el derecho natural, exige Hugo Grtius, ademas
del consentimiento del Estado que enajena, el de los habi-
tantes de la parte enajenada, puesto que se halla en tela de
juicio la existencia de sta, y desde el momento en que el le-
gislador disuelve la union, no representa ya suficientemente
la parte que separa; pero la fuerza de las circunstancias
hace que se prescinda con frecuencia de este principio (4).
La soberana territorial puede hallarse limitada por ser-
vidumbres que se asemejan las del derecho privado;
mas para que el Estado las reconozca es necesario que
tengan su fundamento y objeto en el derecho pblico, por

(1) La antigedad ofrece algo parecido en los Estadas cuyo prncipe


es absoluto. Vanse los ejemplos que Grotius presenta, I, 3, 12.
(2) Const franc. de 1791, II, p. 11: El reino es uno indivisible.
Consltese Zacharias Deutsches Stats und Bundese . , I, p. 83, respec-
to los Estados particulares de Alemania.
(3) Const. prus. de 1850, art. 2: No podrn cambiarse por una ley
los limites del territorio.
(4) H. Grotius. II, 6. p. 4 y siguientes. V. Actas .finales de Viena
de 1828, art. 6: La renuncia voluntaria los derechos de soberana so-
bre una provincia de la Confederacion slo puede hacerse sin el censen-
timiemto de sta, en provecho de otro Estado confederado. Para mas
detalles V. Bluntschli, Modernes Vlkerrecht, p. 286.
206
ejemplo: un tratado que concede un Estado vecino el uso
de un camino militar, una ciudad declarada puerto libre
el servicio de correos abandonado una administrador;
postal extranjera. Si se presume la franquicia de las tier-
ras, con ms razon se presumir la del territorio, puesto
que en ste las persistentes restricciones turban con ma-
yor facilidad la armona y la unidad del organismo y el
libre desarrollo de las instituciones (6).

OBSERVACIONES..-1. El ttulo de rey de los Franceses, qu reem-


plaza al de rey de Francia despees de la revolucion de 1830, fu
una protesta contra la nocion antigua del Estado, patrimonio del
rey, y en este sentido indica un progreso del espritu pblico;
pero una vez bien comprendida la soberana territorial, es de
todo punto indiferente valerse de una de otra expresion. Stahl
va demasiado lejos cuando trata la primera de brbara. (Stats-
lehre, II, p. 38). Los emperadores romanos y los alemanes que
haban tomado el primer ttulo, eran por esto brbaros? El nom-
bre de nacion es todava ms noble, porque est por encima
del pas.
2. Las simples rectificaciones de fl onteras no son enagena-
ciones, puesto que no hacen ms que precisar los lmites del pas.
No hay simple rectificacion cuando se cambia separa un terri-
torio habitado, que hasta entnces haba pertenecido indudable-
mente al Estado.

(6) Smitthenner, Statsrecht, p. 409: Los derechos soberanos del


Estado en el que otro posee una propiedad puramente privada, no se
perjudican de ninguna manera.
207

CAPITULO VI.

VI.Divisiones del pais.

El territorio de un Estado es por lo comun tan extenso


que se necesita dividirlo para gobernarlo polticamente.
Pueden distinguirse cuatro clases de divisiones:
1. a Las provincias.
Las del Imperio Romano eran antiguos Estados someti-
dos por la conquista; las ms recientes explcanse tambien
con frecuencia por la primitiva separacion de pases reuni-
dos despues en un solo todo; sin embargo, veces son una
creacion del Estado que pertenecen, y (como en Alema-
nia los ducados) dan origen Estados nuevos.
La provincia tiene por sello caracterstico una idepen-
dencia relativa que la hace algo parecida un Estado; tiene
un gobierno propio, subordinado sin duda al central, pero
revestido de poderes mplios y autnomos, y en los Esta-
dos representativos tiene tambien su legislacion sus rde-
nes, limitado todo los intereses provinciales.
El Estado moderno ama demasiado la unidad para ser
favorable esta forma que han abandonado Francia,
Espaa, Inglaterra y ms recientemente Prusia. En Aus-
tria subsiste en los pases de la corona, pero solamente para
los intereses econmicos y de cultura. La desaparicion de
las provincias no deja, sin embargo, de desti:mir caracteres
originales y naturales aficiones, y una excesiva uniformidad
destruye con frecuencia la parte sana y fecunda de la vida
de un pueblo. Las naciones germnicas sienten ms que
las violenten que las romanas la necesidad de las liberta-
des provinciales.
2.' Los distritos.
Estos son grandes circunscripciones territoriales, sin
pretension de formar como las provincias pases distintos.
Los ducados y principados de la antigua constitucion franca,
formaban provincias, y los cantones(Gaue) crculos; en este
nmero debemos contar los condados de Inglaterra y de la
208
AnD'Tica del Norte, los departamentos franceses, los crcu-
los alemanes, y los distritos administrativos (Regierungsbe-
;irke) prusianos.
Esta division no se apoya en un carcter en particula-
res intereses locales, sino en la necesidad poltica que la ad-
ministracion general tiene de ordenar su actividad. As,
pues, el distrito es principalmente una creacion del Estado,
no determinndolos sino en segundo lugar los lazos hist-
ricos las relaciones naturales de comercio. Las provincias
son como las dependencias de un mismo castillo; los distri-
tos como los pisos de una misma casa.
El distrito conserva ordinariamente algunas atribuciones
administrativas y de jurisdiccion, y en el Estado moderno
tiende ademas encargarse de los intereses comunes de los
habitantes, reglamentarlos y crear instituciones de utili-
dad pblica departamental regional, tales como psitos,
caminos, hospicios, escuelas, hospitales, casas de correc-
cion, etc.; este es el frtil campo de su self-gouvernement (1).
3. a Las demarcaciones son ordinariamente una subdivi-
sion del distrito, y tienen entnces una administracion su-
bordinada y una jurisdiccion media, pudiendo ser reconoci-
das tambien como personas morales y poseer una fortuna
y establecimientos propios (2).
Las antiguas centenas (huntari) de la constitucion ger-
mnica, las alcaldas y los bailiajes superiores (Landge-
richte, Oberanteien) en Alemania, los cantones en Francia
y los distritos (Kreise) en Prusia, pertenecen esta clase.
Hay ademas simples circunscripciones electorales que slo
tienen un fin poltico transitorio, y que no son miembros or-
gnicos del cuerpo del Estado, porque no tienen instituciones
comunes durables; por consecuencia, no merecen recomen-
dacion especial.
4. a Los municipios urbanos y rurales y sus arrabales.
Esta ltima subdivision es tan viva que presenta ciertas
analogas con el Estado mismo. La comunidad personal (la'
corporacion), es su territorio lo que la nacion al pas que

(1) Vase Vivien, Etud. adm., c. VI.


(2) Vivien, ob. cit. II, c. III. Los cantones franceses tienen principal-
mente importancia en los campos, puesto que reunen muchos munici-
pios y los robustecen. En las ciudades el comun y el canton se confun-
den. Los departamentos encierran muchos cantones y no han tenido
nunca una verdadera significacion.
209
lo llena con su vida, slo que esta vida no es esencialmente
poltica, sino que se refiere los intereses comunes de cul-
tura y de economa. Las grandes ciudades forman al mismo
tiempo cantones, las grandes capitales, departamentos y
hasta provincias (Berlin).
Las divisiones polticas de un pas, so pueden cam-
biarse por una ley, y deben respetar-siempre la armona del
, conjunto y los intereses de las partes. Cuanto ms extensa,

es la division mayor poder tienen los intereses pblicos


y ms libre debe ser, por lo tanto,la accion del Estado. La
ltima subdivision, el municipio, hllase, por el contrario,
en tan extrecha y mltiple relacion con la corporacion per-
sonal, que la voluntad de sta debe ser all principalmente
determinante. Para dividir el territorio es necesario tener en
cuenta: a) el fin poltico que se desea; b) las relaciones y las
oposiciones naturales, por ejemplo: la cuenca de un ro, un
valle, etc.; c) los antecedentes histricos; d) los intereses del
comercio, por ejemplo, con una ciudad como punto central.
Las consideraciones numricas, como la suma de ]os habi-
tantes y la extension de las divisiones ocupan un segundo
lugar.

BLUNTSCHLI. -n, TOMA


E. 15
210

11

CAPITULO VII.

VII.El Estado y la propiedad privada.

La propiedad privada, el dominio del hombre sobre las


cosas, es tan antigua como el mundo. Los primeros hom-
bres obraban como dueflos absolutos y se apropiaban las,
cosas, cuando cogan los frutos de los rboles para alimen-
tarse, buscaban una taberna para habitar, se cubran de
pieles de fieras de hojas.
La propiedad no ha nacido, pues, del Estado. En su for-
ma primera, imperfecta sin duda, y mal asegurada, es obra.
de la vida individual, y por decirlo as, la extension de la
existencia corporal de los individuos. El individuo ocupa la
cosa, la utiliza y se la apropia, y desde el momento en que.
tiene conciencia de la legitimidad de su dominio, la propie-
dad es perfecta en su esencia. El nmada mismo es propie-
tario de sus vestidos, de sus armas, de sus rebaos y de
sus instrumentos, y sin embargo, no pertenece . ningun
Estado. Robinson, en su isla desierta, aumentaba y exten-
da sus propiedades.
El comunismo niega la legitimidad de la propiedad indi-
vidual y la llama un robo, como Proudhon, ponindose
as en contradiccion con la naturaleza humana tal como
Dios la ha creado, porque la Providencia ha dado al hom-
bre poder sobre los peces del mar y las aves del cielo,.
sobre los animales terrestres y sobre toda la tierra. (Moi-
ss, 1, 1, 26). Esto es, ademas, ponerse en lucha contra
toda la historia de la humanidad, puesto que la propiedad
individual ha sido siempre reconocida en todas partes, y el
progreso del tiempo la legitima cada vez ms. Suprimirla
seria destruir la libertad individual, disolver la familia, ma-
tar toda la civilizacion, y, en una palabra, llevarnos una
barbrie desconocida aun en las pocas ms atrasadas (1).

(1) V. Thiers, De la propiet, lib. II, critica perfectamente los dos


sistemas, el comunismo y el socialismo; pero es menos feliz en el flinda-
mento filosfico que d la propiedad (el trabajo).
-- 211 ---
La doctrina de los socialistas, ms humana y moderada
en aparienbia, es mnos lgica todava. Para Frbel, ver-
dadero representante de esta escuela, la propiedad no es
ms que un feudo conferido por la sociedad, y el derecho
del individuo la consecuencia de una voluntad general
(Gesarnmttoille), reconocida por muchas personas que for-
man entre s una sociedad soberana (1).
No es esto desconocer igualmente la individualidad y la
libertad del hombre? No es proponer una caricatura de la
propiedad feudal de los tiempos pasados en compensacion
del libre dominio que ha conquistado por fortuna una civili-
zacion ms avanzada? Esta doctrina, slo por su forma-
lismo democrtico, difiere de la que una baja adulacion ha-
ba enseriado los arbitrarios dspotas.
El Estado no puede disponer absolutamente de la propie-
dad privada, la cual se halla fuera de la esfera del derecho
pblico: el Estado no la crea ni la conserva, y, por lo tanto,
no puede quitarla; la proteje como todos los dems derechos
del individuo y ejerce sobre ella su poder pblico, como lo
ejerce sobre todos los que habitan su territorio. As, pues,
en principio:
1. El Estado garantiza la libertad y la seguridad de la
propiedad (2);
2. No tiene la libre disposicion de ella;
3. Tiene el derecho de imponerle tributos con un fin

Pero estas reglas no sealan todava todas las relacio-


nes de la propiedad y del Estado. En ciertas condiciones
vse la libertad de la una disminuir, mientras aumentan
los derechos del otro.
1. Hay cosas que por su misma naturaleza se sustraen
la propiedad privada y se consagran un uso pblico, las
cuales se les llama cosas pblicas (res' publicce): tales son,
u los ros, los puertos, las orillas del mar, etc. (3).

(1) Frbel, Sociale Politik, II, 392 400.


(2) Muchas Constituciones lo dicen expresamente. La Carta Magna
de Enrique III de Inglaterra (1225) contiene ya muchas dispolciones en
este sentido. La Constitucion republicana de 1848 (art. 11) y la Carta de
1814 (art. 8.) proclaman que todas las propiedades son inviolables.
El mismo principio se consigna en la Constitucion prusiana de 1850,
art. 9.
(3) Marciano, ley 1V, p. 1., De div. rer.: Flumina pal p e omnia et
--
212.
se pLic., de aadir , stas ciertas superficies naturalmente
improductivas, corno los ventisqueros, las gargantas inac-
cesibles y los pantanos. Sin embargo, esta improductividad
ao,es nunca sino relativa, puesto que se han explotado los
Ventisqueros y- se han construido hoteles en las ms altas
cumbres: en este caso la propiedad privada. toma g eneral-
mente su origen en el derecho del Estado.
En fin, al lado de , las cosas pblicas por naturaleza se
colocan las que la cultura general ha puesto fuera del co-
mercio, destinndolas al servicio de todos al del Estado,
tajes como los caminos, los canales, las plazas, etc. Todas
estas cosas entran en el dominio pblico (res publica), y el
Estado mismo no tiene la propiedad privada de ellas, aun-
que algunas veces se d este nombre su derecho.
Ciertas cosas, perfectamente susceptibles de propie-
dad.. privada, se hallan, sin embargo, sustraidas , ella en el
derecho moderno, ya causa de su relacion ms directa con
el. bien general, ya porque no puedan ser esplotadas sino
por una administracion poderosa: tales son las minas, las
salinas y otras regalas.
3. Pueden distinguirse de las cosas pblicas propiamen-
te dichas las. que, perteneciendo al Estado, se hallan espe-
cialmente afectas cualquiera de sus servicios, como los
monumentos pblicos, las fortificaciones, los cuarteles, et-
ctera, etc. A primera vista parece que el Estado sea sim-
plemente el propietario de ellas; pero por su destino p-
blico elvase esta propiedad por encima de la del simple
particular, y para asegurar sus fines la cosa se halla sus-
traida al comercio. Este es un dominio pblico relativo.
4. Muchos pases conceden al Estado los inmuebles que
quedan vacantes y sin dueflo, siendo esta una especie de

portus publica sunt. Ulpiano, Ley I, . 3, cod.: Publicum flumen esse,


Cassius dednit, quod perenne st. El Cdigo Nap., art. 538, da la defi-
nicion ms estricta: Los caminos, vas y calles cargo del Estado, los
ros y canales navegables flotables, las orillas del mar y el crecimien-
to y el decrecimiento de las playas, los puertos, las bahas, las radas, y
generalmente todas las posesiones del territorio francs que no son sus-
ceptibles d'e una propiedad privada, son consideradas como depende n
El Sachssenspiegel no considera tampoco -delicasomnpb.
. El
como pblicos ms que los ros un poco considerables, II, p. 28, 4
derecho civil prusiano, U,15, p. 38, 41., limita todava el concept o los
ros navegables y reconoce privados los flotables: en el mismo sentido
Se expresa el Cdigo austriaco, p. 407.
213
devolucion fundada en el hecho histrico de que la mayor
parte de la propiedad inmueble se deriva del reparto t'e
tierras por el Estado entre los guerreros y las familias. En
Inglaiterra y en los EsItedo's Unidos se observa todavlt
principio de que las tierras vacantes en donde se fundan laSs
nuevas colonias pertenecen al Estado, quien deben com-
prarlaS los colonos.
El Estado dispone, en estas ocasiones, de cosas que -no
son propiedad de los particulares. Su derecho se justifica,
mi parecer, por su soberana territorial (Landherrsehaft),
que 4e permite regular la misma propiedad privada y ad-
ministrar libremente all donde sta falta.
Las sucesiones vacantes vuelven igualmente al Estado,
porque el derecho del primer ocupante engendrara nume-
rosos abusos.
Pero no se puede deducir de estas reglas que el Estado
sea el propietario natural de las cosas sin dueo, que silo
l tenga el derecho de ocuparlas, ni un que este derecho
slo pertenezca los ciudadanos y no los extranjeros.
El derecho romano no ha incurrido en este error: all el
Estado no tena ms derecho que el simple particular sobre
la verdadera res nullius, ni el ciudadano ms que el ex-
tranjero, sino que perteneca al primer ocupante (1). La idea.
de la soberana feudal y del Estado patrimonial llevaba ft
otra concepcion, cuyos efectos se han conservado en parte
en muchas naciones modernas. As:
a) El derecho civil prusiano d al Estado un derecho de
ocupacion privilegiado: es necesaria su autorizacion para
apoderarse eficazmente de cierta clase ne cosas, espr3cial-
mente de los inmuebles, de las heredades y de los anima-
les domsticos (2).
b) El derecho ingls conserva ms rigurosamente el
principio feudal y concede al rey la propiedad de la res nu-

(i) Gajus, L. III, pr., De adquir. rer.. dominio: Quod enirn nullius
Pst, id rationi naturali ocupante conceditur. Vase Ley I. pr. eod.
Klber, ffentl. Recht des deutschen, Bundes, p. 337, sostiene que tos
adespota, 6 cosas que no pertenecen nadie, no pueden ser ocupadas
por el extranjero. Pero. porqu el pjaro que entra en la habitacion de
un extranjero y es aprehendido por l, ha de pertenecerle mnos que
un indgena?
(2) Preuss, Landr., XIV, I, y sig.
-- 214 --
itius (1). Reconoce, sin embargo, la ocupacion de ciertas
cosas mobiliarias aisladas (2).
c) El derecho francs se acerca este sistema, y dice de
una manera general que las cosas que no tienen duerio
pertenecen al Estado (3).
d) La ley austriaca, por el contrario, reconoce la libre
apropiacion de los bienes vacantes (freistehende Sachen),
siguiendo as el derecho romano (4).
5. El Estado funda en su alta soberana territorial y en
su mision de proteger la existencia relacionada y sucesiva
de los hombres y de las generaciones el derecho de levantar
impuestos y de poner la propiedad ciertas restricciones
de buena polica.
6. Sostinese generalmente que los Romanos no han co-
nocido la expropiacion, y que en Roma la propiedad priva-
da estaba protegida incondicionalmente un contra las exi-
gencias de la utilidad pblica; pero todo lo que se puede
asegurar en este punto es que los Romanos no haban for-
mulado un principio general: sus grandes canales y sus
vas militares trazadas en lnea recta, sus acueductos y sus
trabajos de fortificacion seran inesplicables si el Estado no
hubiese tenido el poder de forzar la voluntad de los particu-
lares. Los Romanos procedan probablemente como In-
glaterra; hacan una ley para cada caso particular: hoy
mismo, en este ltimo pas, se necesita un acta del Parla-
mento para expropiar (5).
En nuestros dias los pueblos modernos han reconocido
y reglamentado este derecho, proclamando en sus consti-
tuciones que el Estado puede expropiar por causa de uti-
lidad pblica, mediante una completa indemnizacion (6).

(1) Blackst. I, 8, cita un pasaje de Bracton: Hwe quee nullius in bo-


nis sunt et olim fuerunt inventoris de jure naturali, jara efficiuntur
principiis de jure gentium.
(2) Blackst., II, 16, 26.
(3) Cod. civ., art. 713.Vase art. 539, 723, 768.
(4) . 381 y sig.
(5) Vase Blackstone, I, I., y una srie de leyes nuevas sobre los ca-
minos de hierro y los canales. Vanse los ejemplos en el Neuester v-
propriativus codea, Nurnberg, 1837.
(6) Landrecht bvaro de 1874, IV, 3, 2.Landrecht prusiano, L 2,
p. 4, 7.Cdigo Nap., art. 545: Nadie puede ser obligado ceder su
propiedad, sino por causa de utilidad pblica y mediante una justa y
previa indemnizacion.Cdigo austriaco, p. 365, en el mismo senti-
215
Este principio se justifica plenamente: los derechos p-
blicos generales en lucha con los privados individuales de-
-ben triunfar en la medida exigida para la solucion del con-
flicto. Ellinters pblico se salva por el derecho de expropiar ,
y el privado por el derecho de recibir indemnizacion.
La apreciacion de la utilidad pblica en cada caso parti-
, cular pertenece por su naturaleza los poderes pblicos, y
no es por lo tanto atribucion de los tribunales civiles, sino
del legislador como en Inglaterra, de las autoridades ad-
ministrativas, corno en Alemania en la mayor parte de los
casos. Este sistema es preferible, porque al Gobierno perte-
nece apreciar en cada ramo las exigencias del bien pblico
general, y nadie lo har mejor que l con tal que las formas
del procedimiento garanticen contra la arbitrariedad y el
capricho (1).
El derecho de expropiar slo al Estado pertenece, an en
el estrecho crculo de los intereses comunales, pero nunca
en provecho de personas privadas.
Excepcionalmente puede el Estado concederlo los par -
ticulares, cuya iniciativa abandona ciertas empresas de
utilidad general; sistema seguido con frecuencia principal-
mente por Inglaterra y Amrica en favor de las sociedades
de caminos de hierro.
Ciertas legislaciones limitan el derecho de expropiar, ya
los inmuebles, ya ciertos fines determinados; pero el
principio puro no consiente estas limitaciones.
La fijacion de la indemnizacion pertenece al derecho pri-
vado, y si las partes no llegan una inteligencia, se har
por las formas del procedimiento civil. El Estado debe in-
demnizar completamente, y no puede despojar un particu-
lar en provecho de otros. La indemnizacion comprende-
r, pues, no slo el valor en venta, sino tambien la estima
en que el expropiado tenga la cosa, el darlo indirecto, sin

do,Const. franc. de 1848, art. 11, y carta de 1814, p. 9, en los mismos


trminos que el C, N;Const. belga, 1831, art. 11; de Npoles, 1848,
art. 24; de Austria, 1849, p. 29, en el mismo sentido.Const. prus. de
1850, art. 9. La propiedad es indudable. No puede arrebatarse ni limi-
tarse sino por causa de utilidad pblica y en las formas legales, me-
diante previa indemnizacion, que en los casos urgentes se fijar provi-
sionalmente.
(1) Ley bvara de 1837.Vase Treichler, sobre la expropiacion for-
zosa, en la Zeitsehrift fzir deutsches Recht, de Beseler, Reyscher et
Wilda, t. XII, H. I.
216
que por esto se vaya a tener en cuenta el simple precio de
afeccion.
Muchas legislaciones permiten deducir, no del dao di-
recto sino del indirecto, las ventajas indirectas que el ex -
propiado saca del trabajo pblico emprendido (1). Otras no
autorizan semejante coriparacion (2). Limitado la fr-
mula de la ley de Zurich, el primer sistema responde mejor
las verdaderas relaciones del valor y de los daos.

(1) Ley francesa de 1841; art. 51.Ley de Zurich de 1838, pr. 7,*:
<Se tomar en equitativa co-nsideracion para el clculo del dao irsdi -
recto causado al resto de la fortuna del expropiado, la ventaja que pueda
resultarle de la empresa. Ej., un jardn es cortado por un camino; cada
parte restante pierde de su valor como jardin, pero gana mucho como,
solares de construccion: seria injusto hacer pagar al Estado esta ,depre-
cacon tan bien compensada.
(2) Ley bvara de 1837, 6.
217

LIBRO CUARTO.
NACIMIENTO Y MUERTE DEL ESTADO.

CAPITULO PRIM ERO.

INTR ODUCCION,

Bajo dos puntos de vista puede estudiarse el origen de


los Estados: buscando en la historia las condiciones y las
circunstancias que han rodeado su nacimiento, siguiendo
especulativamente la causa fundamental y comun de todos
ellos, que es como su base jurdica. La historia ofrece dife-
rentes resultados y distingue por consecuencia muchas
causas creadoras; la especulacion parte de la unidad de la
nocion del Estado y pretende hallar un fundamento nico.
Veamos lo que nos dice lu experiencia ntes de ensayar
el razonamiento filosfico.
El origen de los primeros Estados se oculta nuestros
conocimientos histricos, puesto que ya exista cuando la
historia comienza ser algo cierta. Los antiguos libros de
los Judos, al mostrarnos el origen de su Estado, suponen la
existencia de uno mucho ms antiguo, el de Egipto, de cuyo
origen nada nos dice, y quiz ste ltimo haya tomado por
modelo al Estado indio , cuyo primer origen permanece
igualmente oscuro en los libros sagrados de los Brah-
manes.
,Pero cuntos Estados no hemos visto nacer y desapa-
recer despues? La historia parece, pues, esclarecer estos
dos actos mucho mejor que la sola especulacion. Los Esta-
dos de la Europa antigua han sucumbido despues de mu-
chos siglos; los de la antigua Asia han tenido generalmente
218
la misma suerte: el nacimiento de casi todos los Estados
actuales pertenece los tiempos histricos, y algunos son.
todava bien jvenes, sindonos conocidas todas las cir-
cunstancias que han concurrido su formacion; y sin em-
bargo, en este punto, como en toda creacion fsica moral,
la fuerza creadora permanece oculta por una especie de
misterio divino.
Las causas que han producido un Estado, no slo tienen
un inters psicolgico histrico, sino que ejercen una in-
fluencia constante sobre'su vida y determinan con frecuen-
cia su posicion y sus relaciones (1).
As, pues, los modos diversos del nacimiento de los Es-
tados tienen quiz ms inters para el derecho pblico,
que los modos de adquirir la propiedad para el derecho pri-
vado, y hacen muy mal los modernos en descuidarla, ocu-
pndose tan slo de los segundos.
Pueden distinguirse tres grupos:
1. Los modos originarios: la formacion es enteramente
nueva: nace directamente de la nacion y del pas, sin deri-
varse de ningun otro Estado.
2. Los modos secundarios: la formacion se produce
igualmente en el interior, emana de la nacion, pero relacio-
nndose con la existencia de muchos Estados que se unen
para formar un todo, de un Estado que se descompone
para formar muchos.
3. Los modos derivados: la formacion se produce de
fuera; del exterior.
La formacion nueva no debe confundirse con los simples
cambios de constitucion. Bodin haca notar ya la diferen-
cia (2): Roma, monarqua repblica, es siempre el mismo
Estado; sus cambios slo fueron los diversos- perodos de la
vida de un mismo sr.

(1) Tocqueville. Dem. en Am., I, p. 45: Los pueblos se resienten


siempre de su origen. Las circunstancias que han acompaado su na-
cimiento y servido su desarrollo influyen principalmente en el resto
de su existencia.
(2) Boa. de Rep., IV, c. 1. Llama la segunda conversiones: Con-
versionem civitatis appello, cum status ipsius convertitur ac omnino
mutatur; id autgm fit cum imperium populare ad unum aut paucorum
potestas ad omnes cives defertur, contraque.
219

CAPITULO II.

A.FORMACIONES HISTRICAS.

I.Modos originarios.

1. La fundacion de Roma, tal como la tradicion la cuen-


ta, es el ejemplo por excelencia del modo originario. En ella
todo es nuevo: la nacion, que se forma de la union bajo un
jefe comun de los restos de diversas ramas venidas de to-
das partes; y el pas inculto y sin dueo, del que toma pose-
sion al mismo tiempo, fijando en l el asiento de la ciudad
eterna. El objeto de la leyenda es presentar una creacion
nueva hasta en sus fundamentos.
La organizacion del pueblo no precede su estableci-
miento en el territorio y la fundacion de la ciudad; los dos
hechos coinciden, y la nueva ciudad es al mismo tiempo
.Consagrada por la religion y asegurada por la ley funda-
mental, que el rey da al pueblo y que el pueblo aprueba. El
genio creador del rey y la voluntad poltica de la nacion se
encuentran aqu en un acto nico constitutivo (1) y el Esta-
do parece la obra libre de la voluntad consciente de la na-
cion.
,Ha tenido, en efecto, lugar este acto verdaderamente
creador del Estado? Puede ponerse en duda; pero ninguno
responde mejor la idea del Estado, que surgi as acabado
`3 perfecto como Minerva de la cabeza de Jpiter.
2. El pas hallbase habitado desde haca ya mucho
tiempo; pero sus habitantes no llegaron hasta ms tarde .
tener conciencia de su comunidad poltica, y aqu quien
3'
crea el Estado es simplemente la organizacion de la nacion.

;'
1 (1) Leo, Weltgeschichte, 1, 393, dice que el contrato fu el elemento
. caracterstico de la fundaeion de Roma, y en realidad la antigua forma
(,
de legislar recuerda la de la estipulacion. Sn embargo, considerando en
su esencia la ley romana, se ve que no es de ninguna manera la conven-
cion de dos personas independientes, sino el acto nico de la nacion.
220
Las antiguas tradiciones nos ofrecen un ejemplo anlogo.
Los Atenienses pasaban por hijos del pas tico (autctonos),
que cultivaron durante muchos siglos ntes de constituirse
en Estado. Poco importa aqu que Atenas deba su origen
Ccrope que habra enseado los semisalvajes habi-
tantes el culto de los dioses, un derecho moral de familia y
la plantacion de los olivos, que los habra dividido en ramas
semejantes alas castas, y que habra establecido un gobier-
no y jueces, Teseo que habra reunido en un cuerpo co-
lectivo los grupos dispersos por el pas y dado Atenas
un gobierno (1): en ambos casos la nacion , quien pertene
ce el territorio, es la que realiza el Estado organizndose.
Otro ejemplo anlogo y mejor conocido (2) es la funda-
cion de la repblica islandesa (930). Al principio slo hubo
en Islandia establecimientos aislados de numerosos jefes
(Godes), seoros sin lazo comun que tenan sus templos y
sus habitaciones propias. Despues propuesta de Ulfjot y
con el asentimiento de los Godes, se cre un Alding comun
rgano de legislacion yjurisprudencia para toda la isla, que-
dando constituida la nacion.
Lo mismo ha sucedido en nuestros das en California.
La sed de oro haba atrado all de todo el mundo una mu-
chedumbre incoherente de individuos de todas condiciones;
el 1. de Setiembre de 1849 nombraron una Asamblea consti-
tuyente, y en 13 de Octubre votaron el proyecto de constitu-
cion que les present sta. Dificil es hallar un ejemplo en
que la libre voluntad de los individuos aparezca ser, ms
que en esta ocasion, la causa eficiente del Estado; y, sin
embargo, aun aqu se echa de ver, por un exmen detenido,
que no la convencion sino la voluntad de la mayora y
la unidad presunta de la comunidad fueron las que crea-
ron el Estado. La constitucion fu la obra de la voluntad ge-
neral (Gesammtwille), no de las voluntades individuales
(Einzelwille) (3).

(1) Los Atenienses llamaban esta concentracion de aldeas EUVOLZ/2.


Vase el erudito estudio de W. Viseher: Deber die Bildung von Staten
und 13ndenim alten Griechenland, Bas. 1849.
(2) Vase Maurer, Beitrdge zur Rechtsg. des germ. Norden, 1852,
cahi or 1.
(3) Robert. Mohl (en la Zeitschr. de Mittesmaier, XXVII, 5. 3908- so-
tuda ms de cerca este ejemplo bajo del punto de vista del contrato
cial.
221
Las:formaciones que , se producen en nuestros dias en el
seno de 'la Union americana, tienen enteramente el mismo
carcter. Se mide un territorio y se abre los colonos. Al
principio, es una provincia de . la Union, administrada por
el. gobierno central; despues se multiplican los habitan-
tes,, forman un pueblo, se completa la; Organizacion, , se dan
una constitucion y el Congreso reconoce en l un nuevo. Es-
tado federado.
3. Ms comunmente, precede la organizacion de la na-
cion y la toma de posesion del pas sigue y funda el Es-
tado ordinariamente por la invasion la conquista de un
pas ocupado, de que son ejemplos la formacion del Estado
judo, de una gran parte de los Estados griegos y de todos
los pueblos germnicos que. vinieron establecerse en las
provincias romanas. La guerra destruye, pero tambien
lleva consigo una gran fuerza creadora, puesto que au-
menta las disposiciones de subordinacion y de autoridad
civil, siendo el pueblo vencedor muy propsito para fun-
dar un nuevo Estado en el pas vencido.
Estas formaciones encuentran en un principio grandes
dificultades que vencer. Si no vuelve comenzar la lucha
armada hay siempre en ellas, por lo mnos hasta que no se
perfecciona la . unidad - nacional, una: lucha interna, lucha
perptua de carcter y de cultura entre el pueblo invasor y
el invadido. Para salvar su pueblo de este peligro hizo
destruir Moiss por el hierro y por el fuego los habitantes
de la tierra prometida. Con frecuencia los vencedores en la
lucha armada sucumben luego en esta lucha moral cau-
sa de la civilizacion ms adelantada de los vencidos.
Aunque se produzca en el terreno de la fuerza, la con-
quista ha sido considerada siempr6 como una fuente de
derecho pblico. El vencedor hace la ley y el vencido}debe
someterse , ella, deca Alejandro, cuya expresion es siem-
pre verdadera (1).
Cuando la fuerza funda y destruye de esta suerte, la si-
tuacion jurdica es sin duda imperfecta: mas por ruda que
sea la conquista, tiene en su fundamento un contenido mo-

(1) Curtius Rufus, Vita Alex., I, IV.Vase Grotius; De jure, h.


ac. p., III, C. 8, pr. i., que cita una frase del rey germnico Ariovsto
Csar; Los v encedores en nombre del derecho de la guerra mandan
arbitrariamente los vencidos. (Csar, De bello. gall., 1, 36.)
222
ral que explica su importancia en el derecho. Para los pue-
blos antiguos, sobre todo para los Germanos, la guerra
era el gran proceso de los pueblos, y la victoria el juicio de
los dioses (1). La conquista no era solamente el efecto de la
superioridad fsica, sino tambien la prueba de la superio-
ridad moral que legitima la dominacion, idea aceptada por
los modernos pesar de comprender humanamente el Es-
tado. No dirn stos, sin duda, que toda victoria demuestra
el derecho y toda derrota la injusticia; pero podrn consi-
derar corno una solucion natural y oportuna del gran pro-
ceso de las naciones, los resultados de los grandes acon-
tecimientos, que llevan de vez el-) cuando al reposo las
fuerzas contendientes de los Estado, y dar estos resul-
tados, toda vez que no son agenos ellos los elementos
morales y creadores del derecho, el sentido y alcance de
un juicio formulado por la historia, tribunal del mundo. El
posterior reconocimiento por la poblacion de la necesidad
del nuevo rden de cosas (tratado de paz sumision volun-
taria) purga los vicios originarios de la invasion (2).
La toma de posesion es ms tranquila cuando la asocia-
clon politica viene fundar un Estado en un pas poco habi-
tado, como hicieron gran nmero de colonias europeas. El
modo ser derivado, si la misma madre ptria dirige la co-
lonizacion; pero es ciertamente originario si los colonos for-
mados en corporacion, como los peregrinos de la Nueva In-
glaterra, fundan sobre un nuevo suelo una nueva colectivi-
dad con sus propias fuerzas y por su cuenta y riesgo. Por lo
dems, si los brbaros habitantes primitivos del pas que-
dan en el territorio de la nueva colonia, las dificultades para
ordenar las relaciones de los dos pueblos sern casi tan
grandes como en un pas conquistado; pero el pueblo civili-
zado concluir siempre por dominar.

(1) Bluntschli, Studien, p. 202: la guerra es la forma, grosera toda-


va, empleada para hacer respetar el derecho de gentes. Sn embargo,
cominzase sentir que es el preludio de un modo de proceder ms jus-
to y ms humano.
(2) Bluntschli, Mod., Vlkerr., p. 701: La conquista no funda una
nueva situacion pacfica y jurdica sino despues de la sumision del
tratado de paz.
223

CAPITULO III.

II. Modos secundarios.

A.Dos ms Estados que se consideran aisladamente


muy dbiles que buscan la unidad de su comunidad na-
cional, se unen veces para formar un Estado ms grande,
federal (Bund), el cual no nace del contrato de los indivi-
duos, sino que lo funda lo prepara el contrato de los Esta-
E
dos. Por lo dems, slo la Constitucion federal har de l un
verdadero Estado general (Gesammtstat).
Este gnero de formacion es antiguo, y de l pueden ci-
tarse numerosos ejemplos; las confederaciones griegas de
los Beocios, la tentativa abortada de Epaminondas para
unir los Arcadios, la heguemonia de Esparta, las ligas de
los Etolios, de los Aqueos, despues layade los Samnitas en
Italia, y ms tarde, hcia el fin de la Edad Media, las ciuda-
des hanseticas, los Suizos y los Pases Bajos.
El Estado que se forma de esta manera es complejo; no
suprime los antiguos, sino que los une en una nueva asocia-
cion. Fundado originariamente sobre el contrato antes que
sobre la ley, trasmite como una herencia las generaciones
siguientes su division en Estados independientes bajo ciertos
puntos de vista esenciales, y dependientes bajo otros que no
lo son mnos, y con ella una accion recproca perptua y con
frecuencia una lucha entre el espritu general y particular.
Cuando el sentimiento de la unidad se ha afirmado y est
desarrollada la organizacion comun, cesa la forma del con-
trato pblico para dar lugar la de la ley constitucional_
De aqu dos gneros principales del Estado compuesto: la
Confederacion (Statenbund) y el Estado confederado (Bun-
desstat), los cuales se distinguen de las simples alianzas
en que stas no fundan un nuevo Estado. La Confederacion
conserva un carcter de contrato; el Estado confederado da
un paso ms y forma un sr general perfecto, una union.
1. La Confederacion es una asociacion de Estados que,
224
apareciendo en el exterior como un Estado general, como
una persona moral, pblica internacional, no tiene, sin
embargo, organizacion central distinta y separada. En ella
el gobierno hllase confiado ya uno de los Estados par-
ticulares revestido de la egumonia (Vorort), como en las
Confederaciones griegas puestas bajo la autoridad de Es-
parta y de Atenas, ya una Asamblea de diputados de
representantes de los Estados particulares, como en la Con-
federacion suiza hasta 1848, y en la germnica de 1815.
2. El Estado confederado la federacion, es, por el con-
trario, un Estado general, central, independiente y com-
pleto, que tiene sus rganos nacionales propios, los cuales
slo al conjunto pertenecen. Tal era la liga aquea con sus
asambleas populares comunes, como cuerpo colegislativo,
sus estrtegas, jefes de la asociacion, su Consejo y su Tri-
bunal federal. La Amrica del Norte, sobre todo despues
del acta de union de 1787, es el primer ejemplo moderno de
esta forma imitada por Suiza en 1848. El pacto propia-
mente dicho no es ya la base de estas constituciones, sino
que descansan por el contrario en la idea de la nacion una
(Gesammtvolk), de un Estado general (Gesarnmtstat), cuya
nica voluntad hace la ley y se impone la minora, aun
en los Estados individuales. La Confederacion se con-
vierte en union (1).
3. Las dos formas precedentes convienen mejor la re-
pblica que la monarqua, como se puede ver compa-
rando la historia de Suiza y de Amrica con la de la con-
federacion Alemana.
La constitucion de la Alemania del Norte (1867) y la del
Imperio (1871), unieron sin duda de hecho y de derecho las
fuerzas polticas de Alemania en una accion nacional co-
mun; pero bajo el punto de vista de los principios, recuerdan
al pollo que todava no ha roto por completo su huevo. En
la forma se basan en el contrato, y en el fondo son obra de
la voluntad directora del gobierno prusiano y de lostrabajos
de un Reichstag nico, unindose muy rara vez el contrato y
la ley. La representacion de los Estados en el Consejo fede-

(1) Vase sobre este punto el Federatif de Hamilton y Madison, y


Slory, comm: Bluntschli, Gesch. d. schwelz Blindes., I, p. 352: Waitz,
Politik, 1862.
225
ral (Bunde srath), recuerda todava por completo la Dieta de
la antigua Confederacion. Lo mismo suceda con el titulo
primitivo de Bundesprasidiurn. (presidencia federal) conce-
dido lo corona de Prsia; pero . desde 1867, cuando se con-
sideraba el poder reali los derechos constitucionales de
este presidente, principalmente como generalsimo de los
ejrcitos, se vean ya aparecer los caracteres marcados del
Imperio y la magestad, al fin r econocida, del Emperador de
Alemania. Concibiose y se estableci tambien desde luego
el Reichstag con miras ms unitarias que la Asamblea fe-
deral suiza y el Congreso americwo.
El Imperio aleman se distingue hoy de las federaciones
republicanas:
a) Por la union, ya de derecho, ya tan slo de hecho, de
Muchos de los rganos directores del Imperio con los de los
Estados particulares. As, el emperadores al mismo tiempo
rey de Prsia; los miembros del consejo federal represen-
taban los gobiernos particulares; pero el canciller del Im-
perio y la mayor parte de los altos funcionarios de la can-
ait cillera, son la vez ministros prusianos. En las repblicas
modernas hllanse fundamentalmente . separados los dos
organismos.
b) En stas, cada uno de los Estados particulares es d-
bil enfrente del conjunto, y por consiguiente hay entre ellos
una especie de igualdad, muy relativa por otra parte.
Prsia, por el contrario, es por s sola mucho ms fuerte
que todos los otros Estados del Imperio reunidos: es la ca-
011'
beza y el poder; la fuerza del Imperio descansa en ella, y
su alrededor se agrupan los Estados particulares.
c) La constitucion del Imperio y las de casi todos los
Estados particulares son monrquicas.
Estas notables diferencias permiten considerar Ale-
mania como una nueva forma compuesta, que se puede lla-
mar Imperio confederado (Bundesreich).
B. Dos 6 ms Estados unidos bajo un jefe comun, que
vienen formar un nuevo Estado nico, se acercan la
forma federal y tornan en un sentido ms extricto el nom-
bre de Union, en la cual pueden tambien distinguirse mu-
chos grados.
4. Cuando la union es sencilla imperfecta tiene un ca-
rcter simplemente personal. Ser transitoria si una per-
sona es llamada accidentalmente reinar sobre dos Esta-
1 :,UNTSCII :JMO 1. 16
226
dos, en cuyo caso cesar; la union con Ja muerte pila_
cipe comun. De este gnero eran las uniones de Alemania
y de Espaa bajo Crlos Y; 11 9 P0101,liq. Y de S aj onia: bajo Au-
gusto, de Inglaterra y de Hannover bajo el re,y Jorge IV, del
Schleswig-Holstein y de Dinamarca despues del tratado de
1620. Esta es la unjon mnos extrec,ha, puesto que no crea
un nuevo Estado, limitndose tan slo colocar dos Esta-
dos independientes en una relacion puramente externa en-
frente del mismo prncipe, su jefe.
La union personal es permanente cuando la corona de
los Estados pertenece la misma dinasta, y se rige por las
mismas leyes de sucesion, de lo cual tenemos ejemplos en
la pragmtica sancion de 1713 para los Estados reunidos
bajo el cetro de Austria, los, cuales se agreg en 17p el
reino de Hungra, en la adquisicion del principado de Neuf-
chatel por la corona de Prusia, en 1707, en la union de Suecia
y Noruega en 1814, y en el compromiso entre Austria y
Hungra en 1867.
Esta union dinstica, puede fundar un nuevo Estado;
perola unidad ser siempre imperfecta, , mnos que el prn-
cipe no sea absoluto. En cualquiera otro caso se har sentir
muy pronto la oposicion interna de dos Estados que tengan
intereses y tendencias divergentes, y el uno ser favoreci-
do en perjuicio del otro; por lo cual esta forma puede conci-
liarse difcilmente con una constitucion representativa.
5. La union real (Realunion), es ms completa, puesto
que no slo existe en la persona del prncipe, sino en la di-
reccion del Estado, en la legislacion y en el gobierno (1), y
puede conciliarse con cierta independencia relativa de los
Estados reunidos, conservando hasta cierto punto una le-
gislacion y un gobierno particulares; mas no por esto se
halla mnos organizado unitariamente el Estado central, ni
los grandes intereses comunes dejan de estar concentrados
en la misma mano: ejemplos de ello nos ofrecen Noruega y
Dinamarca por la ley de 1536, Castilla y Aragon; si no des-

(1) Polz (Deutsches Slaswoaterbuch, art. Union), comprende de


otra manera la diferencia; para l la union personal es la reunion acci-
dental, y la union real la reunion constitucional del poder supremo de
dos 6 ms Estados, bajo una misma corona. Segun l la reunion de
Suecia y de Noruega es real.
de su origen, bajo. el gobierno de la casa de. Austria al m-
nos, y sabre todo Austria en 1849 . yen 1861.
L. a ,nueva constitucion del:Austria-Hungra (1867) acr-
case por su dualismo la union personal; pero tiene ele-
mentos de- union real en los ministerios de Estado, de la
Guerra y de Hacienda y en la, delegacion comun de los cue
-posre ntaivosdeAutriaydeHungra.L ionde-
estos dos paises era puramente personal en su origen..
6. La union plena absorbe los Estados particulares, y la
resultante de ella no es un Estado compuesto sino simple.
La union de Inglaterra y de. Escocia,: personal primero,
lleg ser completa desde 1707,, y la de Irlanda lo es igual-
mente desde 1800: all los , parlarnentos particulares han. des--
aparecido, y uno solo y comun gobierna todo el reino.
Podramos citar ademas la incorporacion de los principados
de Hohenzollern , Prusia en 1849, la anexion de los Duca-
dos italianos y de Npoles al Piamonte .para formar el nue-
vo reino de Italia (1860- y 61), y sobre todo la reduccion
provincias prusianas de Hannover, del Hesse electoral, de
Nassau, del Schlerwig-HoIstein y de la ciudad libre de
Francfort.
El derecho_ pblico antiguo slo consideraba las uniones
bajo el punto de vista dinstico y como una especie de ad-
quisicion de muchos inmuebles por una, misma persona,
reconociendo en su consecuencia , sin gnero alguno de
duda, que aqullas podan hacerse y deshacerse en la mis-
ma forma de las enajenaciones del derecho privado (Testa-
1J, mento, contrato, etc.). Pero una nacion.no es una mercanca
de la que un hombre pueda disponer su antojo: por eso el
derecho moderno ms prudente, establece que estas trasfor-
maciones corresponden la constitucion misma del pueblo,
y slo pueden hacerse con el asentimiento de la represen-
tador' nacional.
Puede oponerse las formas precedentes la division de
un Estado en dos ms.
7. Division nacional.Prodcese principalmente cuando
dos pueblos diversos, separados quiz. por el territorio, so
han reunido en un solo Estado y no se han confundido toda-
va, en cuyo caso, si la fuerza concntrica que los une cesa
(:) se disminuye, reobrarn al punto las oposiciones natu-
ales y comenzar la gran lucha de separacion. La monar-
qua universal creada momentneamente por ci gt::alio (4,
A lejandro , se disolvi su muerte;
la gran monarqua del
siglo noveno se desmembr en las diferentes nacionalidades
por la acclon concurrente de las oposiciones dinsticas, y
lo mismo se explican la calda del primer Imperio Napole-
IliC0 y separacion de Blgica y Holanda en 1830.
8. Division por sucesion.En la Edad Media se divida
voluntariamente el Estado entre los herederos del prncipe
difunto como en una sueesion ordinaria; pero hoy ha conclui-
do por triunfar en Europa el principio poltico de la indivi-
sibilidad del Estado contra un sistema inconciliable con los
derechos de una nacion homognea.
9. El acto por el cual una fraccin del Estado se declara
independiente y se constituye en Estado nuevo, tiene alguna
analoga con el caso anterior.
En principio la parte no tiene derecho sublevarse con-
tra el todo y separarse violentamente de l, aconsejando
en este punto una estimada prudencia el ejemplo de muchas
tentativas separatistas injustificadas infructuosas. Hay,
sin embargo, separaciones cuya legitimidad no podramos
poner en duda, tales como la independencia de los Pases
Bajos, la de los Estados libres de la Amrica del Norte (1776)
y la emancipacion de Grecia del poder de los Turcos. El
principio sufre, pues, una limitacion que podra formular-
se en estos trminos: la parte se separa legitimamente
cuando sus intereses ms grandes y permanentes no son
protegidos ni satisfechos, y cuando es capaz de una vida in-
dependiente. Slo la necesidad el insoportable sufrimiento
pueden, pues, ligitimar la division, y slo la fuerza moral
que se afirma en la lucha por la independencia y triunfa de
todos los obstculos, da derecho la parte, que se la reco-
nozca como un nuevo Estado. Entnces la separacion es
aprobada por el gran tribunal de la historia (1).

(1) La declaracion de independencia de la Amrica del Norte (1776)


trata el principio con ms ligereza y se inspira en las teoras de derecho
natural de la poca. Consideramos incontestable y evidente que todos
los hombres han sido creados iguales; que han sido dotados por el Crea-
dor de ciertos derechos inalienables, entre los cuales figuran en primer
lugar la vida, la libertad y la realizacion de la dicha; que para asegurar
el goce de estos derechos, los hombres han establecido entre s gobiei nos
cuya justa autoridad emaua del consentimiento de los goberdados; que
cuando una fortuna de gobierno cualquiera se opone eptos fines para
los cuales ha sido establecido, el pueblo tiene el derecho de cambiarla
de abolirla y de establecer un nuevo gobierno basado en los principios,
229 ---
organizando sus poderes en la forma que le parezca ms propia para
asegurar su bienestar. Es verdad que dir el prudente que por moti-
vos ftiles y causas pasajeras no se deben cambiar los gobiernos esta-
blecidos desde hace mucho tiempo, y la experiencia de todas las edades
ha demostrado que los hombres se hallan ms dispuestos sufrir min-
tras pueden soportar los males,, que haceyse justicia por si mismos,
destruyendo las formas que estn aeohmbrados. Pero cuando una
larga srie de abusos y de usurpaciones que tienden invariablemente al
mismo fin, demuestran evidentemente el designio de reducir un pue-
blo al yugo de un despotismo absoluto, este pueblo tiene el derecho y se
halla en el deber de destruir tal gobierno y. de proveer por medio de
nuevas garantas su seguridad futura.
--230

OPIMO IV,

l'11.Modos deiivados.

1. Colonizacion. La colonizacion de los Helenos cubriendo


de ciudades y de puertos las costas del Mediterrneo en el
Asia Menor. en Italia, en las islas del Archipilago y en
Sicilia, era, en realidad, una creacion consciente de Estados
nuevos. Aunque unida la antigua patria por el origen,
las costumbres, el derecho y la religion, la ciudad nueva,
cuando se haca independiente, se fundaba propiamente lo
mismo que la nueva familia del hijo que deja la casa pa-
terna, y la naciente ciudad llevaba consigo el fuego sagrado
del Pritneo y los dioses de la madre patria (1). Los Helenos
no fundaron un basto imperio, pero sus colonias disemina-
das por todas partes, helenizaron al Oriente (2).
Las colonias de Roma son de otro gnero. Destinadas
asegurar lo ljos su domina cion, quedaban en una estre-
cha dependencia con la capital y slo era la extension de un
mismo Estado.
Otra es la colonizacion moderna. Considerada en sus
orgenes, sobre todo en el Nuevo Mundo, no tuvo directa-
mente por fin el fundar nuevos Estados, sino ms bien ex-
tender el poder y la cultura de la patria europea, hallar
una nueva existencia econmica huir de las persecuciones.
La dependencia fu ms extrecha en la Amrica del Sur;
pero en la del Norte el espritu de asociacion y de libertad
condujo muy pronto una independencia relativa.
Una vez fortalecidas todas estas colonias, se desligaron
sucesivamente de la dominacion de la metrpoli y se erigie-
ron en Estados, pudindoselas comparar al nio que au-

(1) Vase Herrmann, Griechische Statsalterthmer, cap. IV. La


colonizacion de los Fenicios no fu en su origen una creador). de Instadog
nuey os; pero tom luego este carcter.
(2) Vase Laurent, II, p. 310.
231
menta la familia paterna, y que desarrollado fsica y moral-
mente, se separa para fundar su vez una nueva'familia.
2. La concesion de los derechos de soberana, frecuente
en la Edad Media.Una serie de Estados, de principados, de
ducados y de ciudades iMperials , sobre todo en Ale-
mania, se formaron hicieron independientes, obteniendo
primero del rey algunos derechos de regala y luego otros
ms, hasta el punto de hacer con frecuencia puramente no-
minal la autoridad de aqul. La concesion se adquira fre-
cuentemente por las formas del derecho privado, por com-
pra otra clase cualquiera de contrato, y bajo este punto
de vista es incompatible con las ideas modernas. Pero este
modo no es esencial; y aun hoy mismo puede concebirse
muy bien que un Estado erij por su voluntad, en pais ple-
namente independiente, una fraccin de su territorio, como
lo ha hecho Inglaterra con el Canad y en algunos otros
pases de menor importancia.
3. En fin, el Estado nuevo puede ser obra de un senior ex-
tranjero, especialmente de im conquistador. La voluntad
omnipotente de apoleon dio origen un gran nmero de
Estados, creaciones arbitrarias de una fuerza excesiva ins-
table, que sucumbieron casi al nacer. Esta formacion es la
ms imperfecta y presenta pocas garantas de ser dura-
dera.
232

CAPITULO Y.

IV. Muerte de los Estados.

Los Estados no son inmortales; la tierra se halla cubier-


ta de sus ruinas. Las circunstancias, las formas de su cal-
da varan como las de la muerte de los individuos; pero,.
puesto que todos los Estados perecen, es necesario que
haya en ellos una causa fundamental comun de su morta-
lidad. Ser sta la corrupcion de las costumbres? No, por-
que sta no acompaa necesariamente en todas partes la
extincion de los Estados, y ciertas naciones desmoralizadas
han vivido durante muchos siglos, como un hombre cor-
rompido muere algunas veces de vejez. Ser el mal go-
bierno? Gran nmero de Estads han sufrido sin perecer'
muchas generaciones de malos prncipes. Ser, como pre-
tende Gobineau, el cruzamiento, y por consiguiente la de-
generacion de las razas? Esta mezcla ha producido la gran-
deza de muchos pueblos, de lo cual son ejemplos Roma,
Inglaterra y la Amrica del Norte. La verdadera causa es-
la necesaria ley de toda vida orgnica: el tiempo la desar-
rolla, y el tiempo la destruye. La vida de las naciones y de
los Estados se engrandece; cumple sus destinos, manifes-
tando sucesivamente las fuerzas que encierra, y luego mue-
re, herida y arrebatada por el tiempo, al que no ha podido
seguir.
La humanidad progresiva no halla su plena satisfaccion
en los Estados particulares, y los destruye. Si algun dia se
funda sobre la ancha base de la humanidad entera el Esta-
do universal, de esperar es que subsistir tan largo tiempo
como la humanidad misma.
Los modos de extincion corresponden perfectamente
los de formacion, y con frecuencia el nuevo Estado mata al.
nacer al antiguo, le pone prximo la muerte.
1. La organizacion del pueblo ( Volk) tiene por opuestos su
desorganizacion, su disolucion y principalmente la anar-

--- 233 --
gua. El desprecio de toda superioridad, la negativa de toda
subordinacion , la autoridad desconocida, los caprichos,
como nica norma de conducta, la indiferencia hcia la co-
lectividad, el poco amor al bien pblico, todo en la anarqua
constituye la negacion del Estado; la nacion en este caso no
es ms que una masa informe, un cos. La anarqua per-
manente y completa conduce;siempre la muerte; pero, por
punto general, slo es transitoria, es la crisis de una fiebre
que amenaza la existencia del Estado, y prepara simple-
mente una constitucion nueva. Entnces es cuando se ma-
nifiesta la naturaleza esencialmente poltica de los pueblos
arios: enconadas pasiones destruyen el rden establecido,
y al punto se someten las formas necesarias del Estado.
Los pueblos perturbados y enloquecidos tienden la anar-
qua, y al propio tiempo obedecen ciegamente los jefes
ms duros y salvajes. La figura fra, el carcter de acero
del dictador aparecen inmediatamente detrs del cortejo
triunfal de las masas desenfrenadas y brias de libertad,
y sobre las ruinas del rden pblico se construye el pueblo
un nuevo edificio, con frecuencia peor que el antiguo. Las
31'
naciones de la gran familia aria no son inmortales; pero
mientras viven no pueden pasar sin el Estado, como el pez
no puede vivir sin agua, ni el ave sin aire. Jams ninguna
de ellas ha podido sustraerse los lazos sociales para vol-
ver la vida nmada. Los anabaptistas del siglo XVI re-
chazaron la idea del Estado como lo hacen en nuestros dias
es
los comunistas; pero su tentativa de comunidad sin Estado,
fu en realidad una caricatura de ste.
2. El Estado perece tambien por la emigracion del pue-
' i ' blo en masa, como la de los Helvecios, en tiempo de Csar,
por la exiSulsion del territorio, hecho bastante frecuente en
las pocas de las invasiones brbaras. El pueblo emigrante
expulsado no siempre llega fundar un Estado nuevo.
3. La conquista y el vasallaje destruyen con frecuencia
un Estado sin crear otro nuevo; en cuyo caso el Estado ven-
cedor no hace ms que engrandecerse. De esta manera de-
)01i vor Roma multitud de Estados. La sumision de un pueblo
(Deditio), voluntaria veces en apariencia, no es frecuente-
mente sino un acto necesario, y se confunde ordinariamente
con el vasallaje forzado.
4. La plena union conduce igualmente la extincion de
los Estados particulares; pero crea al mismo tiempo uno
i0
234
general ms considerable, siendo aSI M(13 fcil una extiti-
cion voluntaria.
5. La division de un Estado en muchos, y el reparto en-
tre muchos, forman la oposicion de esta absorcion de pe-
queos Estados en uno grande. La division puede p roducir-
se sin violencia y orgnicamente, como cuando las fraccio-
nes de Un mismo Estado afirman ms y Ms su particula-
rismo, y concluyen por separarse. El reparto es ordinaria-
mente el resultado deuna violencia externa, de lo cual son
ejemplos monstruosos los dos repartos de Polonia (1772
y 1.793) en un siglo en qu se blasonaba tanto de ilustracion
y de humanidad.
6. La concesion de los derechos de 'soberana puede fun-
dar un huevo Estado; la privacion de estos derechos su
renuncia puede extinguirlo: la historia de Alemania ofrece,
sobre todo, ej e mplos de este modo de forrnacion; la de Fran-
cia, de esta forma de extincion. La critralizacion de Fran-
cia desde Luis XI, ha hecho desaparecer poco poco mu-
chos seoros independientes; Alemania ha entrado en un
camino semejante por su sistema de mediatizaciones.
'235

TEORAS ESPECULATIVAS

Ettado de naturaleza.

La especulacion filosfica se traslada una poca pri-


mitiva sin gobierno, y desde ella indaga cmo la humani-
dad ha llegado al Estado. La iiflaginacion popular se ha
complacido en revestir estos off genes con risueas imge-
nes de la inocencia, el bienestar y los sencillos y naturales
goces, y ha soado en una edad de oro, exenta de males y
de injusticias, en que todos los hombres, libres y contentos,
se felicitaban de su grata exiStencia. La propiedad privada
no exista an, y la fecunda naturaleza satisfaca los pri-
mitivos y puros deseos de cada cual; no se haba hecho dis-
tincion de clases ni de profesiones; haba una perfecta igual-
dad, y no se conoca autoridad ni sbditos, funcionarios ni
jueces, ejrcito ni impuestos (1).
En presencia de este ideal el Estado poltico pareca un
retroceso y una degeneracion. Una fuerza y un poder que
castigase los malvados y asegurase el bienestar de to-

(1) Shakespeare La lientpetad, pinta con brillante irona tal su-


puesto estado: Gonzalvo: Monseor, Si yo tuviera la colonizacion de
esta isla y fuera rey de ella, sabeis lo que hara? En mi Repblica yo lo
hara todo al revs; no permitira ningun trfico; ninguna clase de ma-
gistrados; ningun conocimiento de las letras, ni riqueza, ni nobleza, ni
ninguna clase de servicios; ningun contrato, ninguna sucesion, ni limi-
tes, ni cercados, ni campos labrados, ni viedos, ni el uso del metal, del
trigo, del vino y del aceite; ninguna ocupacion, en fin. Todos los hom-
bres seran holgazanes, todos. Y tambien las mujeres! pero inocentes y
puras. Nada de soberana...., todo comun; la naturaleza producira sin
sudor ni exfuerzo. Yo no temera ni traicion ni felona, ni tendra espada,
ni pica, ni cuchillo, ni mosquete, ni necesidad de mquina alguna. La na-
turaleza, por su propia fecundidad, lo producira todo en abundancia
para alimentar mi inocente pueblo.Sebastian Antonio: No habra
matrimonios entre tus vasallos?Antonio: No, querido mio; un pueblo
de badulaques, de prostitutas y de foragidos.
236
dos, cosa intil en un principio, habran llegado a ser nece-
sarios por sobrevenir males desconocidos en los primitivos
tiempos, por las desencadenadas pasiones que traen consi-
go nuevos peligros, y por< las faltas que vienen a turbar la
paz de las almas. El Estado Sera en este caso, si n .o un mal
necesario, una institucion penosa de necesidad y de freno
que previniese mayores males.
Otros, por el contrario, entre ellos ciertos filsofos atra-
biliarios, han representado el estado de naturaleza bajo los
ms sombros colores que contrastan con estas dulces y
sencillas ideas del paraso terrestre. Su inquieta imagina-
cion pinta incesantes violencias y la lucha de todos contra
todos, en vez de aquella divina paz, y si el Estado mismo les
parece un mal, este mal es al mnos mas soportable que
una vida semejante la de las fieras. Estas concepciones
encuentran un poderoso apoyo en la especulador' teolgica
que define el Estado, no corno la organizacion del paraiso
terrestre, sino como la de la humanidad cada.
Ambos sistemas olvidan la naturaleza esencialmente
poltica del hombre, ignoran (1) la verdad tan admirable-
mente expresada por Aristteles: el hombre es sociable por
naturaleza. Por bueno que se Imagine este estado primitivo
no podra bastar la satisfaccion de las altas necesidades
del hombre (2): por eso la manifestacion de la sociabilidad,
el Estado, fu un gran paso dado por la humanidad.

(1) Rousseau, entre otros, Dise. sobre la desigualdad etc.: El hom-


bre en el estado de naturaleza rechaza la sociedad. Pero Mirabeau le
contesta perfectamente: No solamente el hombre parece hecho para la
sociedad, sino que se puede decir que no es verdaderamente honbre, es
decir, un ser refilexivo y capaz de virtud hasta que comienza organi-
zarse. Los hombres no han querido ni podido sacrificar nada al reunirse
en sociedad; ntes por el contrario, han querido y debido extender sus
goces y el uso de la libertad por los auxilios y las garantas recprocas.
(2) Platon, Rep . , II, 349, hace igualmente derivar el Estado de la ina-
_potencia del hombre aislado de la necesidad que tiene de la sociedad.
- 237 -

CAPITULO VII.

11.El Estado institucion divina..

Aunque mucho ms viva y ms,estendida.en la antigile-


dad y en la Edad Media, era la sazon diversamente com-
prendida la idea de la institucion .divina del Estado.
1. Segun una primera teora,. el Estado es la obra inme-
diata de Dios, una manifestacion directa de su poder en el
mundo.
Tal era el fundamento de la teocracia de los Judios; prin-
cipio que conduce siempre lgicamente la teocracia y slo
a ella conviene. Si Dios ha fundado . inmediatamente el Es-
tado, es natural que lo conserve y lo dirija inmediatamente
tambien.
2. Segun otro sistema, el Estado no es la obra de Dios, y
slo indirectamente es. conducido por l (1).
Esta era tambien la idea de los Griegos y de los Roma-
nos: sus Estados no eran de ninguna suerte teocrticos; su
carcter era esencialmente humano; pero las preces y los
sacrificios precedan all siempre todos los asuntos im-
portantes. Los Augures de Roma que consultaban la volun-
tad de los dioses, ocupaban un lugar importante en su de-
recho pblico. Aunque tenan conciencia de la libertad y de
la voluntad humana, los Romanos crean al mismo tiempo
en una direccion divina de las cosas de este mundo, en el
poder de los dioses sobre la suerte de los individuos y so-
bre los destinos de esas grandes comunidades morales y
vivientes que llamamos Estados (1). Tendran razon?

(1) Niebuhr, Gesch. d. Zeit. der Revol., I, 214, dice sobre esto: El
Estado es una institucion establecida por Dios y pertenece la natura-
leza del hombre como el matrimonio y el poder paterno; pero esta inst-
tucion no puede ser perfecta en este mundo. El Estado, tal cual lo Te-
nlos, slo es un reflejo de su ideal divino.
(2) De Hnller, cita un precioso pasaje de Plutarco. Restaur. I, p. 427:
Ms fcil es fundar una ciudad sin territorio que un Estado sin Dios.
-Washington, (discurso de inauguracion en el Congreso de I789): No 01-
--- 238 ----
El cristianismo no podia colocar al Estado fuera del r-
den divino del mundo. Pablo, dirigindose los cristianos
de Roma en tiempo de las persecuciones de Neron, pronun-
ciaba estas clebres palabras que caracterizan la concep-
cion cristiana: Que toda persona se someta las potesta-
des, porque nada hay que no proceda de Dios, y l es el que
ha establecido todas las de la tierra. (Carta los Roma-
nos, 13, 1). As, todos los Estados cristianos de la Edad Me-
dia derivaban sus poderes del mismo Dios, y an el empe-
rador directamente (1). Por respetable que sea una opinion
que refiere el nacimiento y los dertinos del Estado al poder
soberano de Dios, por mucho que se estime su alcance mo-
ral, es Menester no olvidar que es esencialmente religiosa,
y que induce fcilmente error, cuando se hace de ella un
principio poltico y una regla de derecho pblico.
Por tanto:
1. Dios ha creado, sin duda alguna, sociable al hombre,
pero al mismo tiempo le ha dejado la libertad de realiazr su
idea innata del Estado por su propia actividad, y segun su
libre albedro. Es, por lo tanto, un profundo error rechazar
ciertas formas del Estado, la repblica, por ejemplo, por la
razon de que Dios gobierna al mundo como monarca.
2. La autoridad, procede, sin duda, de Dios en su prin-
cipio, y en su manife stacion; pero esto no significa de nin-
guna manera que Dios haya eleyado ciertos hombres pri-
vilegiados por encima de la humana naturaleza; que haya

vidar en este acto oficial elevar con toda mi alma mis splicas , al Sr
Supremo, que todo lo regula por su voluntad, que dirige los consejos de
las naciones y sostiene los. dbiles, Que su bendicion caiga sobre este
Gobierno que los Estados han establecido para su bienestar. Jams pue-
blo alguno ha recibido de la Providencia ms , numerosos y manifiestos
favores: su divina mano ha bendecido sin cesar los exfuerzos que han
fundado nuestra independencia.
(3) Este es el sentido de la Constitutio Ludovici Bavarici de 1338:
Declaramus quod imperialis dignitas et potestns est inmediato solo
Deo (es decir, no mediatamente por el intermediario del Papa).Statim
ex sola electione. (por los prncipes electores) est,rex verus et imperator
Romanorum censendus). La Confesion. de Augsburgo de, 1534 ensea, ar-
tculo 14, quo toda autoridad, gobierno, ley y buen rden han sido
creados y establecidos por el mismo Dios.. Tainhen hace derivar, de. la
voluntad de Dios el conjunto del rden jurdico.
(1) Vase Stahl, Statslehre, II, p. 48; Segun la, concepcion teocrtica
de la Edad Media, los jefes de la cristiandad son; los representante, de
Dios mismo. En esta cualidad los prncipes soberanos (Papa, Ennera"
dor, Reyes), tienen la plenitud de la majestad.
239
hecho de ellos una especie de semi-dioses, ni que haya es-
tablecido los soberanos en la medida de su autoridad, como
sus representantes personales identificados con l, revis-
tindoles, al propio, tiempo de su poder y de su autoridad
misma (I). Estas nociones teocrticas hllanse en contra-
diccion con la, humana naturaleza de los gobernados.
La orgullosa expresin de Luis XIV: Nosotros los prn-
cipes somos las imgenes vivas del que es muy santo y
todo poderoso (2); parece una blasfemia , y revela un gran
desprecio hcia sus sbditos, hombres como l.
3. Muchos consideran la autoridad en s independiente-
mente de las personas que la ejercen, como una cosa pol-
tico-divina y sobrehumana. Segun Stahl, entre otros, La
autoridad del Estado viene de Dios; no slo porque todos
los derechos, la propiedad, el matrimonio y el poder pa-
terno proceden de l, sino porque: el Estado cumple la obra
del mismo Dios. El Soberano no reina solamente porque
Dios le haya dado este derecho. coma al padre sobre los hi-
jos, sino que reina en nombre del mismo Dios, y por esto el
Estado se halla revestido de magestad (3).
En la prctica, esta teora objetiva abre igualmente la
puerta la representacion personal de Dios (rechazada, sin
embargo, por Stahl), y todas las pretensiones que de ellas
se deriva. El mismo Cristo con su gran expresion Dad
Dios indica claramente la naturaleza misma del Es-
tado, y rechaza toda identificacion del poder de ste con el
poder divino. La ciencia del derecho pblico, considera,
pues, con razon las instituciones del Estado bajo un punto
de vista humano, y las acepta humanamente.
4. Del principio de que la autoridad emana de Dios se ha
deducido con frecuencia la inmutabilidad de las constitu-
ciones humanas, y especialmente la del prncipe de su
dinasta; pero la historia demuestra que la inmutabilidad
de las formas externas y de las relaciones personales no es
en manera alguna uno de los caracteres necesarios del 6r-

(2) Obras de Luis XIV. II. p. 317. En ellas se encuentra tambin el


siguiente pasaje: el que ha dado reyes al mundo ha querido que stos
sean honrados corno sus representantes, reservndose slo el derecho
de junr ar todas sus acciones. El que ha nacido vasallo debe obedecer sin
murmurar: tal es la voluntad de Dios.
(3) Statslehre, II, p.. 4. Por el contrario Macaulay, pasaje citado ar-
riba, lib. IV, cap. XXII.
240
Cien y del gobierno divino del mundo. Pablo reconoce tam-
bien indirectamente la mutabilidad del rden social de los
gobiernos cuando recomienda que se obedezca la autori-
dad existente. Este texto hizo nacer en el siglo XVII graves
dudas en muchos piadosos ingleses sobre si podran resis-
tir legtimamente las rdenes tirnicas de Jacobo II y sus
obligadas prescripcines. Pero. despues de la proclamacion
de Guillermo de Orange por la nacion y por el Parlamento,
el tory ms escrupuloso pudo respetar en l sin vacilar la
autoridad ordenada por Dios mismo.
5. Lo mismo sucede respecto la cuestion de responsa-
bilidad. Admtese .bien el principio de que los prncipes y
jefes de Estado son responsables ante Dios de sus acciones
y omisiones; pero lo sn igualmente ante un juez humano,
y hasta qu punto? No se Puede deducir de all la solucion;
la iresponsabilidad ante los jueces humanos debe soste-
nerse, no porque la autoridad suprema del Estado sea es-
pecficamente divina, sino porque es suprema.
El hombre de Estado podra declinar toda resposabili-
dad diciendo que es Dios quien regula y conduce los desti-
nos de los pueblos y de los Imperios? Evidentemente que no
cesa de ser responsable, sino cuando ha llenado concien-
cia y en la medida de sus fuerzas los deberes que le son
propios (4).

OBSERVACION. El sentido de las palabras rey por la gracia de


Dios, no ha sido siempre el mismo; su historia es bastante cu-
riosa.
a.) En la Edad Media fu cuando principalmente se pusieron
en uso. Los reyes francos se haban servido hasta entnces indife-
rentemente de las expresiones: Gratia Dei. Divina ordinante
providentia, Divina favente gratia, Divina 'avente clementia,
Per Dei misericordiam; frmulas que en su origen slo expresa-
ban el humilde respeto, el piadoso reconocimiento del prncipe
hacia Dios, quien atribua su el evacion, ya fuese electivo, ya he-
reditario. Pipino, que debi el trono una revolucion, las em-
pleaba sin escrpulo.

(4) Lamartine, Revolution de 1848, I, 47, dice muy bien de si mismo:


El tentaba Dios y al pueblo. Lamartine se reproch despues severa-
mente esta falta; pues grave falta es echar sobre Dios lo que l ha dejado
al hombre de Estado, la responsabilidad; en ello habia un reto la Pro-
videncia.
--- 241
En el periodo franco no expresaban todava un poder soberano.
De ellas se servan igualmente obispos y abades, aunque eran
electivos nombrados por el Rey, y los condes seglares, aunque
eran simples funcionarios.
b) Estas expresiones pasaron de Alemania al Imperio romano,
y los reyes electivos, duques y condes, funcionarios del rey, obis- '
pos y abades continuaron usndolas en el mismo sentido.
Sin embargo, los grandes seglares agregaban ellas de grado
el nombre del Emperador, y los grandes eclesisticos el del Papa:
Dei et apostolicce Sedis gratia, Dei et imperiali gratia, Poco
poco la ausencia de esta adicion indic el origen inmediato de la
autoridad, el poder que no reconoca soberano en la tierra, lo
cual responda las ideas de entnces que hacan derivar de Dios
toda autoridad.
e) Despues de la Reforma, los telogos luteranos anunciaron
como un dogma las palabras de Pablo: Todo poder viene de Dios;
y concedieron la autoridad los ungidos y los representantes
del Seor. Lutero haba sido menos absoluto: sbese que escribi
Enrique VIII: Yo, Martin Lutero, eclesistico (ecclesiastes), por
la gracia de Dios, Enrique, Rey de Inglaterra, contra la gracia
de Dios. Los telogos de la carta olvidaban que Pablo diriga estas
clebres palabras los Judios cristianos imbuidos de ideas teocr-
ticas, que despreciaban al emperador de Roma; que hablaba de Ne-
ron, y que ste, segun el derecho pblico de entnces, reciba su po-
der de la nacion. Olvidaban que Pablo dice en el mismo sentido:
Obedeced los poderes humanos, y se vanagloriaban de ser los
defensores natos del derecho divino de los prncipes temporales.
d) Luis XIV y Jacobo III de Inglaterra intentaron un ms de-
terminantemente hacer de la gracia de Dios de los Reyes un
nuevo dogma poltico, y dar as la ms alta sancion su des-
ptico poder. El derecho del Rey llegaba ser especficamente di-
vino, es decir, absoluto, diferencia de los dems derechos huma-
nos, de la propiedad de la familia, de los parlamentos, etc., y se
le elevaba por encima de la esfera de estos derechos. Los rdenes
de Francia se negaron sancionnar esta pretendida divinidad, y
el parlamento de Inglaterra se opuso ella todava con ms fuer-
za. La revolucion de 1688 en una parte, y la de 1789 en otra, des-
tuyeron definitivamente estas tendencias teocrticas.
e) Los adversarios ms decididos de esta doctrina fueron los
dos sabios alemanes Puffendorf y Thomasius, y principalmente
Federico el Grande, que vela en ella el defecto capital del sistema
politico de Europa.
f) Stahl ha intentado despues en vano introducirla en el dere-
cho pblico bajo la nueva forma de un derecho de la autoridad ob-
jetivamente divina. Esta produccion de un cerebro enfermo no
puede seducir ya al mundo moderno.
1LUNTSCIILI.-TOMO I.
11
17
242

CAPTULO VIII.

HLL a teora de la fuerza.

El Estado es obra de la dominacion violenta y tiene por


fundamento el derecho del ms fuerte, dicen ciertos filso
fos, y principalmente los dspotas (1).
El principio es til estos ltimos, puesto que legitima
todo acto de violencia; pero de una , manera indirecta, tam-
bien sirve poderosamente la revolucion para triunfar, y es
invocado con frecuencia por la fuerza bruta que viola el de-
recho. Este principio es un verdadero sofisma que slo se-
duce al poderoso y que oprime al dbil, pero no le engaa.
La historia, se dice, demuestra su verdad. Pero si es
cierto que la fuerza ha creado ms Estados que las conven-
ciones, es muy raro que haya obrado sola en estos casos y
con la arbitrariedad que le es propia: ella sola no ha fun-
dado jams nada grande ni durable. Cuando circunstancias
violentas, y especialmente la guerra, han fundado Estados,
la fuerza no ha sido por lo comun mas que el instrumento
del derecho; se limitaba destruir los obstculos que im-
pedan el libre curso del derecho, que sta no creaba, pero lo
apoyaba y haca que fuese reconocido. All donde la fuerza
aparece sola en la historia, crea muy rara vez; destruye y
mata casi siempre.
Por otra parte, la teora de la fuerza est en abierta opo-
cicion con la libertad personal: slo reconoce seores y es-
clavos, y apenas admite hombres libres (libertina); tambien
contradice directamente la idea del derecho, cuya natura-
leza es evidentemente intelectual y moral, iy entroniza un
poder fsico brutal. La fuerza esta llamada servir al de-

(1) Plutarco, Vida de Camilo,17, hace decir Brenno: El ms fuerte


es el seor de los bienes del ms dbil; tal es la ms antigua de las leyes
que se extiende desde los dioses hasta las bestias.
243

recho; cuando quiere convertirse en derecho, trtase


sedicion contra l (2).
Hay, sin embargo, un fondo de verdad hasta en estos
errores, los cuales revelan uno de los elementos indis-
pensables del Estado: el poder (Macht), y tienen cierta
ventaja sobre las doctrinas, que, fundando la sociedad so-
bre la arbitrariedad de los in divduos, conducen lgica-
mente la impotencia. Apyanse en realidades, en hechos,
y no caen en los delirios de una especulacion pura, la que
se resisten las circunstancias naturales.
El poder es necesario por dentro y por fuera, no pudiendo
ningun Estado nacer ni afirmarse sin l. All donde las re-
laciones del poder se han afirmado, la fuerza tiende unirse
al derecho, y generalmente lo consigue, hacindose recono-
cer, purificar y santificar por l. Sin el derecho, la fuerza es
bestial, es el lobo que devora al cordero; unida al derecho,
hacese digna de la naturaleza moral del hombre.

(2) Smitthenner, I, p. 13, cita una hermosa frase de Rousseau (Contr.


Soc., cap. 1, 3): El ms fuerte no sera nunca lo bastante para convertir-
se en seor, sino trasformara su fuerza en derecho y la obediencia en
deber.

sr
244

CAPITULO IX.
nnn

IV.La teora del contrato.

El Estado es la obra libre del contrato, del convenio


de sus ciudadanos, doctrina popular, principalmente des-
pues de Rousseau. Esta teora lisongea el amor propio de
los individuos, puesto que todos se consideran, segun ella,.
fundadores del Estado, y satisface todos los deseos, porque
permite ajustar ella los principios que cada uno profesa.
Su autoridad lleg ser avasalladora en tiempo de la Revo-
lucion francesa, siendo la palanca que derrib la monarqua,
y la base de los esfuerzos que tendan . fundar sobre un
montou de ruinas un nuevo Estado que respondiese los
deseos de todos. Con frecuencia ha servido, sin embargo,..
para defender la legitimidad del poder absoluto.
Es la opuesta la teora de la fuerza: la una favorece una
dominacion desptica y brutal, y excepcionalmente encu-
bre los actos violentos de una revolucion; la otra tiende
principalmente la anarqua, pero apoya tambien algunas
veces la opresion de las minoras por las mayoras, la ti-
rana del vencedor sobre los que se han rendido discre-
cion.
La teora del contrato aspira una aplicacion universal,
y segun ella, la formacion de los Estados, y, bajo cierto,
punto de vista, su misma duracion, descansaran sobre la
convencion. Pero la historia, que ha visto nacer tantos Es-
tados, no conoce ningun ejemplo de formaciones de esta n-
dole, de un Estado cuya base sea el contrato de los indivi-
duos. Se ha visto algunas veces dos ms Estados reunirse
convencionalmente para fundar uno nuevo; prncipes je-
fes aliarse rdenes clases para realizar formaciones
nuevas; pero ningun Estado ha sido fundado nunca . por la
convencion de ciudadanos iguales, como se funda una so-
ciedad de comercio una compaa de seguros contra in-
cendios. No se halla ms confirmada por la historia la opi-
245
nion de aqullos que fundan la duracion del Estado en la re-
novacion perptua de una convencion. Mustranos en todas
partes que el individuo, un ntes de que pueda expresar la
voluntad propia, nace miembro del Estado, es educado
como tal, y recibe por su concepcion, su nacimiento y su
educacion el sello caracterstico de la nacion y del pas
que pertenece.
Estas teoras son, pues, directamente negadas por los he-
chos, y aun en la misma poca de su mayor aceptacion,
hallronse en lucha con la naturaleza de las cosas que les
es contraria. Se puede muy bien dividir el pueblo en ciu-
dadanos libres iguales; pero aun en las primeras y origi-:
narias asambleas, las minoras no contrataron con las ma-
yoras, sino que stas hicieron prevalecer su opinion como
superior y nica valedera. Es verdad que la Asamblea
constituyente fu considerada como la representacion de
todas las ciudades y se le confi la mision de formar una
constitucion; pero aun en ella la forma unitaria de la deli-
beracion prevaleci continuamente sobre la forma del con-
trato. Se finga uno all donde no haba ninguno, y cada
cual se engaaba y engaaba los otros, siendo un libre
consentimiento de los individuos, cuando la mayora, r-
gano del todo, dominaba nica, y con frecuencia, tirnica-
mente. (1)
El contrato social no resiste tampoco la crtica de la recta
razon. Parte de la libertad y de la igualdad de los indivi-
duos que contratan; pero la libertad que supone es la li-
bertad poltica, y sta slo puede existir en el Estado. El
hombre es naturalmente apto para ella por lo mismo que
es sociable y que tiene necesidad del Estado, pero esta li-
bertad slo puede manifestarse realmente en, la comuni-
dad rganica de aqul. Por lo dems no podra nacer
nunca un Estado, si los hombres fuesen iguales, porque
ste supone necesariamente la desigualdad poltica, sin la
cual no se conciben ni gobernantes ni gorbernados (2).
Puede decirse en rigor que el error fundamental de esta

(11 El mismo Rousseau (cap. V) finge una unanimidad originaria


que crea la ley subsiguiente de las mayoras; pero la ficcin no impide
la contradiccion.
(2) Aristteles, Pol., II, 1, 1: Oi) y4p ylvetxt rale: el 0.racwv IsEpou
(Confederacion) xxc ito)al- (Estado)
246
concepcion consiste en hacer contratar a los individuos.
Los contratos de stos pueden crear el derecho privado,
ms nunca el pblico. El individuo puede disponer y hacer
objeto de sus contratos, lo que, l pertenece, su fortuna,
su propiedad; pero estos contratos no pueden tener un 'ob-
jeto poltico, sino existe ya una comunidad superior al indi-
viduo; porque un objeto poltico no es la propiedad de ste
sino el bien pblico de la comunidad.
El contrato de los individuos no funda pues ni nacion ni
Estado. La suma de todas las voluntades particulares no
formarn nunca la voluntad una del conjunto, y la renun-
cia, aunque sea completa, del individuo sus derechos pri-
vados, no engendra el derecho pblico.
La doctrina' del contrato es, por otra parte, peligrosa,.
puesto que haciendo del Esta do un producto arbitrario, ha-
cindole movible como las voluntades del momento, su-
prime la hocion del derecho pblico y entrega la sociedad.
a la instabilidad y la perturbacion. Es ms bien una teo-
ra anrquica que de derecho pblico.
La parte de verdad que encierra la hace capciosa. A
diferencia del sistema que slo ve en el Estado un produc-
to natural, hace sobresalir el verdadero principio de que la
voluntad humana puede y debe ejercer una accion sobre
la forma de aqul, y al contrario del ignorante emprismo,
reivindica los derechos de la libertad con la conciencia de
que debe ser racional el Estado.
OBSERVACIONES.--i. Aristteles I, I, 11), al decir ' que el
Estado existe ntes que los ciudadanos como el todo antes que la
parte, rechaza ya la doctrina del contrato. El individuo poltico,
el ciudadano, el miembro del Estado slo en ste existe como tal.
2. El, error que funda el Estado sobre la voluntad de los indivi-
duos se enlaza con el que ve esencialmente en el derecho el pro-
ducto de la libre voluntad; error que se halla ms generalizado, y
en el que incurren muchos que rechazan la primera teora. Sin
duda, bajo muchos puntos de vista, la voluntad del hombre crea,
cambia y trasforma el derecho; pero, en su mayor parte, ste es
perfectamente independiente de la voluntad,' y nos es dado por la
naturaleza del hombre y de las cosas. Esta parte no es imagina-
da, sino hallada y reconocida; es deducida, no creada, y el deber
tiene sobre la formacion del derecho una influencia mucho ms
decisiva que el querer. Hegel que rechaza el sistema del contrato
desconoce sin embargo la verdadera naturaleza del derecho, cuan-
do le hace derivar, no de la libertad particular de los individuos?

247
sino de la voluntad verdadera, existiendo por y para s misma
(aus dem wahren, an und fiar sich seienden Willen) Vase
Rechtsph., 10.
3. La doctrina del contrato debi principalmente su xito las
brillantes armas de la dialectica de Rousseau, el ciudadano de
Ginebra. Otro suizo, Luis de Haller, patricio de Berna, atac ener-
gcamente los sistemas de derecho natural de su poca y refut
la teora del contrato con una argumentacion fundamental. Mnos
feliz es en la parte positiva de su sistema que llama Resta ura-
cion. Injustamente se identifica su teora con la de la fuerza y se
le representa como un defensor del despotismo; pero es el jefe- de
la reaccion, as como Rousseau de la re volucion.
Haller funda el Estado sobre la ley natural del dominio del ms
poderoso (des Mcichtigeren), y encuentra en la superioridad (Uber-
legenheit) del uno, y en la necesidad del otro, el fundamento de todo
dominio y de toda dependencia, cuya ley llama eterna, inmu-
table y divina. Estos atributos muestran ya que para l poder y
fuerza no son sinnimos. Apoya en la oposicion las siguientes
teoras: El poder es limitado por el deber (Pflicht), ley moral
inscrita por Dios en el corazon del hombre, visible ya en la con-
1 ciencia del nio, revelada siempre y en todas partes que nos dice:
evita el mal y haz el bien: No ofendas nadie y d cada uno
lo suyo. La ley de la justicia y la de la caridad impiden que el po-
der (potencia) degenere en fuerza (visYcuyas leyes han sido puestas
fi por el mismo Dios en nuestros corazones, y son eternas, necesa-
rias, innatas, generales inmutables, inteligibles para todos; son
leyes supremas las cuales nadie puede sustraerse; pero son al
propio tiempo las ms dulces y agradables (su yugo es dulce y su
peso ligero), el deber no tiene su fundamento en la voluntad gene-
ral ni en el bien pblico en el temor de las violencias del hom-
bre, sino slo en la voluntad divina, imponindose tambien al po-
deroso. Toda violacion de la ley del deber es un abuso de la fuerza,
ora emane del padre de familia, ora del ms alto potentado; es una
injusticia una falta de caridad. El fuerte como el dbil deben ser
jstos, y por punto general solo amor y benevolencia puede espe-
rarse del corazon humano; pero ninguna institucion puede poner-
se al abrigo de los abusos de la autoridad suprema, sobre la cual
no hay ningun juez humano y de la que slo Dios puede apelar-
se. La f en un Dios, dice Plutarco, es el lazo, el cimento de toda
sociedad humana y el fundamento de la justicia. Slo la religin
puede contener al poder en sus justos lmites y fortalecer al dbil.
Tal es, en sus mismos trminos el sistema, de Haller, y se estra-
a con razon que funde el derecho y el Estado sobre el poder y sobre
la justicia, y que slo conciba sta como la barrera de aquel. Se-
.;1 gun Haller, solo el poder d el derecho, y cuanto ms grande sea
aqul mayor ser ste. Y sin embargo, en paridad de verdad, el
248
poder no es en si ms que una relacion de hecho y no de derecho.
Aquella idea inspira todo su sistema; su punto de vista del poder
real tal como se manifiesta al exterior, tal como la historia lo ha
creado le aparta con frecuencia del origen y de la naturaleza moral
del derecho. Para asegurar la autoridad llega veces hasta des-
preciar y odiar los derechos de los sbditos contra los abusos de
la fuerza como si fuese un crimen el impedir por medio de institu-
ciones humanas las violaciones de la ley divina del deber. Ad. Ha-
Iler es un adversario declarado del sistema constitucional y desar-
rolla sin reparo la idea feudal de que la soberana es una propiedad.
249

CAPITULO X.

V.De la sociabilidad natural del hombre (der organisehe Stats-


trieb), y de la conciencia del Estado. (Statsbewusztsein).

La refutacion de las teoras especulativas corrientes no


da conocer an la causa nica del nacimiento de los Es-
tados bajo las variadas formas que revisten.
La naturaleza humana, pesar de todas las diferencias
individuales, es una y comun en sus fundamentos: esta
base se desarrolla, el pueblo adquiere conciencia de esta
unidad y de esta comunidad internas, se considera una na-
cion, busca una forma correspondiente, y entnces la ten-
dencia ntima del hombre, su sociabilidad (Statstrieb) con-
duce una orgailizacion externa del conjunto en la forma
de un gobierno viril, en el Estado.
La sociabilidad obra primero en el hombre, sin que ste
tenga conciencia de ello. La muchedumbre mira con una
confianza mezclada de temor un jefe, un capitan cuyo
valor y gnio le imponen; le venera como la expresion su-
prema y el caudillo de la comunidad, y se agrupa al rede-
dor de l obedeciendo sus rdenes.
Despues se desarrolla esta idea, nace la experiencia, la
tendencia oscura se esclarece y el hombre adquiere con-
ciencia del Estado: el Estado llega ser, pues, una volun-
tad. Esta se determina primero en los jefes, en las cuales la
tendencia se convierte en conciencia activa del Estado, en
voluntad que ordena y obra, mintras que los gobernados
slo tienen todava una conciencia pasiva.
Poco poco despirtase sta su vez, primero en las
altas clases, despues en las capas inferiores, mostrndose,
en fin, activa y eficaz en todas partes.
Esta tendencia natural del hombre, inconsciente primero,
y consciente despues de si, lejos de hallarse en contradic-
cion con las formaciones histricas, las explica.
En los poderosos llega hasta la pasion de dominar; en
los dbiles va hasta la sumision servil, y en el hombre libre
250
hllase esclarecida poi* su razon y por su conciencia moral
en armona con la de todos.
Slo el Estado libre es verdadero Estado, porque nica-
mente en l es general y siempre eficaz la tendencia.
Esta concepcion que los antiguos haban expresado (1)
sin deslucirla con los errores de la especulacin moderna,
resume todo lo que aqulla tiene de verdadera.
El Estado es indirectamente divino, porque Dios es quien
ha puesto en nosotros la sociabilidad (Statstrieb); y quien
por consecuencia ha querido el Estado; pero es inmediata-
mente la obra y el deber del hombre y un escrupoloso espri-
tu religioso no podria ofenderse por ello.
El pleno poder real, necesario al Estado, halla igualmen-
te all su verdadera expresion, porque lo que constituye
esencialmente el poder, es esa enrgica sociabilidad natu-
ral que se halla en la nacion y que tiende crear con-
servar el Estado. En fin, los derechos de la voluntad no son
desconocidos ; pero en vez de voluntades individuales y
aisladas, tenemos aqu la voluntad de la nacion del Es-
tado, general y una por su naturaleza.
Esta voluntad, una del conjunto , existe en grmen en
los pueblos, tan naturalmente cmo la tendencia la union
y la organizacion poltica que llamamos sociabilidad
(Statstrieb). Al manifestarse, se convirtiese envoluntad del
Estado, mintras que la de los individuos que contratan
es siempre individual. Su verdadera expresion es, no el
contrato, sino la ley para las prescripciones permanentes y
generales, el gobierno en la poltica y el juicio en la justicia.
El Estado tiene rganos que permiten su voluntad deter
minarse, tener conciencia de s y manifestarse.
El Estado no es solamente un organismo destinado
refrenar las malas pasiones; no es un mal necesario, sino
un bien necesario ; y las naciones, como la humanidad,
consideradas colectivamente, no pueden sin l, ni mani-
festar su comunidad y su unidad interna, ni gozar de su
libertad; es el todo organizado , el rden para la perfec-
cion de la vida comun en todas las cosas pblicas.

(1) Vase ms arriba p. 246 y sig. Vase tambien Ciceron, De Rep.,


1, 25: Ejus (populi) prima causa coundi est non tam mbeeillitas, guara
naturalis quo3dam hominum quasi congregatio.)

1
251
As considerado, el Estado es ante todo una formacion
humana y terrestre; pero nada impide que se coloque al
lado del ideal religioso de una Iglesia invisible, comunidad
de espritus unidos por la religion, el ideal poltico de un
Estado invisible tambien , comunidad de espritus poltica-
mente unidos. Los telogos nos hablan de una Iglesia ms
perfecta en el cielo; de la misma manera, el hombre de
Estado puede considerar al Estado terrestre como el prtico
del celeste.
Pero el Estado real es este en el cual vivimos y nos
agitamos: la ciencia del derecho solo se ocupa de l, y la
naturaleza del hombre nos d plenamente su concepto y
explicacion.
5
253

LIBRO QUINTO.

FIN DEL ESTADO (STATS ZWECK).

CAPITULO PRIMERO.

EL ESTADO ES FIN MEDIO? i,EN QU MEDIDA LO UNO Y LO OTRO ?


1. La primera de estas dos cuestiones, con frecuencia
formulada en los mismos trminos, pregunta si el Estado
tiene su fin en s mismo (Selbstzwek.), si debe por lo
tanto perseguirse este fin por s mismo, si slo es un me-
dio al servicio de los fines individuales.
Las teoras antiguas, sobre todo las de los Helenos, mi-
raban el Estado como el fin ms alto del hombre, coma
la humanidad perfecta: slo vejan el Estado, ante el cual
no eran los individuos ms que fracciones sin derechos
propios ; debiendo ser ellos los que sirvieran al Estado y
no el Estado ellos, porque las partes se deben al todo,
cmo los miembros al cuerpo. El individuo era sacrificado
sin vacilar al bien pblico, del cual reciba todo su valor,
no teniendo derechos sino por l. Su libertad slo era una
parte de la libertad pblica, perdiendo toda proteccion y
favor cuando entraba en vas de independencia individual
distinta de las tendencias generales del Estado.
Los escritores ingleses y americanos han sido los prime-
ros en oponer esta omnipotencia del Estado un sistema
diametralmente contrario.
Para ellos el Estado no tiene ningun fin propio, y es s-
/
1.),54
lamente un medio puesto al servicio del individuo. Macatc-
!ay censura. como una falta capital en la politica de los an-
tiguos, y en la de Maquiavelo el haber desconocido que las
sociedades y las leyes no subsisten ms que para aumen-
tar la suma del bien estar privado. Esta escuela moderna
slo ve en el Estado una institucion, una especie de meca-
nismo que asegura la existencia, la fortuna y la libertad
privadas; mejor todava, un sistema ingenioso que hace
la felicidad y proporciona el bienestar todos los indivi-
duos, la mayor parte, al mnos.
Despus de Bacon, gran nmero de polticos y de sabios
han defendido con calor estas ideas, que se imponen quien
slo ve en el Estado una sociedad de individuos, llegando
Macaulay atribuirles los principales progresos del dere-
cho pblico moderno, y Robert y . Mohl encuentra extrao
que se pueda comparar los hombres con una institucion
que se ha hecho para ellos.
Este concepto, como el antiguo, contienen una parte de
verdad; pero mbos se extravan nuestro parecer por con-
siderar slo un aspecto de la cuestion.
Planteada en estos trminos: fin medio, induce Cam-
bien error. Una cosa puede, segun el punto de vista bajo
que se la mire, ser un medio para ciertos fines extraos y
tener, sin embargo, en s su razon de ser. Un cuadro puede
ser la vez para el artista un medio de vivir y el fin su-
premo de sus esfuerzos, la expresion ardiente de sus senti-
mientos, la representacion corporal de su ideal, siendo por
lo tanto, un fin en s: el matrimonio es para los esposos
un medio de satisfacer ciertas exigencias de la vida y de
mejorar su condicion; pero es al propio tiempo la union de
los sexos separados en la naturaleza y la fundacion de la
familia, unidad ms alta, superior cada uno de sus miem-
bros: cada esposo sacrifica, pues, voluntariamente algo de
su independencia y su egosmo al elevado fin inherente al
matrimonio y la familia.
De la misma manera el Estado, segun el punto de vista
bajo que se le considere, es, medio al servicio de los indi-
viduos, fin servido y obedecido por ellos.
El sistema antiguo olvidaba al individuo, amenazaba su
libertad y bienestar, conduca la omnipotencia del Estado,
y por consiguiente, la tirana; el sistema moderno desco-
noce la majestad del Estado, disuelve lgicamente su uni-
255
dad, no ve en l ms que una muchedumbre desordenada
de individuos y conduce .la anarqua: los rboles le impi-
den ver el bosque.
La prctica moderna, comprende sin duda muy bien, que el
Estado debe proteger la libertad privada y secundar el bien-
estar del mayor nmero. Hoy seria odiosa y reprobada una
poltica que desatendiera los intereses individuales. Aun
reinando sobre el individuo, la ley y la funcion hllanse bajo
ciertos puntos de vista esenciales al servicio de aqul, y
esta idea que ha producido tantas instituciones de benefi-
cencia y de utilidad pblica, explica igualmente los progre-
sos de la libertad privada, y sobre todo, de la libertad de
pensar, teniendo su fuente en el cristianismo para la vida
religiosa y en el sentimiento germnico del derecho para
toda la vida jurdica de la persona.
Pero no es mnos falso, lgica y polticamente el soste-
ner que el Estado y la administracion pblica slo existen
para el servicio de los particulares y para el bien privado
de todos: esto es destruir el Estado en su esencia y hacer
del derecho pblico el simple frontispicio del derecho pri-
vado. Cuando los ms nobles ciudadanos de las naciones
viriles consagran voluntariamente su fortuna, su reposo
y su vida para salvar al Estado, no es porque prefieren la
alta idea del bien pblico sus intereses mercenarios? No
es ella la que se sacrifican? Si el Estado slo es un medio
para el individuo, si la vida de la nacion no es ms preciosa
que la de un gran nmero, esos actos hericos no son ms
que vanas locuras. En las grandes crisis advierte el hombre
que el Estado es algo ms que una mera sociedad de segu-
ros mtuos; el egoismo individual fndese entnces en el
santo fuego del amor patrio, y los deberes hacia el Estado
penetran y elevan las masas.
As como la nacion no es simplemente una suma de in-
dividuos, as tampoco el bien pblico se confunde con la
suma de los intereses privados y mudables. Hay, sin duda,
influencia recproca, relacion, una cierta dependencia entre el
bien del Estado y el de los particulares; cuando sufren los
intereses de la muchedumbre, rara vez quedan ilesos los
del Estado; pero no siempre son paralelas las dos lneas
sino que se cruzan y con frecuencia se excluyen. La salva:
cion del Estado el inters de las generaciones futuras, de-
mandan veces duros sacrificios la generacion presente
--- 256 -----
otras, por el contrario, se grava el Estado para salvar los
intereses privados del momento.
Es necesario, pues, preguntarse cundo es medio el Es-
tado, y cundo y en qu medida es fin, pudiendo exigir su-
bordinacion los individuos.

1
257

CAPITULO 11.

FALSOS CONCEPTOS DEL FIN DEL ESTADO.

1. La teora, y ms an la prctica, han afirmado con


frecuencia que el verdadero fin del Estado es el imperio de
'la autoridad, especialmente de los prncipes. De aqu se se-
guira lgicamente que el tipo ideal del Estado sera el impe-
rio ms absoluto y ms universal posible de la autoridad, y
por consecuencia, la monarqua universal y absoluta,
mejor, el despotismo universal. Esta concepcion es, sin em-
bargo, incompatible con la libertad de las naciones y con
el progreso del hombre, y no se funda en la naturaleza hu-
mana en la sociabilidad natural de todos, sino en la am-
bicion y en el orgullo usurpador de los jefes.
Aristteles ya la condenaba (Pol., III, 5): Una constitu-
cion que slo tiene por fin el inters de la persona reinante,
es una obra vetusta y degenerada. Olvida, en efecto, que
una nacion vive en el Estado, que los gobernados son per-
sonas como los gobernantes, que tienen esencialmente las
mismas aptitudes, las mismas sensaciones y las mismas
fuerzas, y que es, por consiguiente, irritante, hacer de ellos
simples objetos del poder, verdaderas cosas. Todas las ra-
zones que militan contra la esclavitud, existen igualmente
contra este error.
El poder es un atributo del Estado, no su fin; es un me-
dio de alcanzar el fin, un deber hacia la nacion ms que un
goce para el soberano. As, pues, debe estar limitado y de-
terminado por la constitucion, y no es, por lo tanto, la do-
minacion absoluta, sin el poder constitucional, es decir,
relativo, el que responde al ideal de un Estado lo ms per-
fecto posible. Una forma puede haber sido inspirada con un
espritu excelente; y sin embargo, puede el tiempo enveje-
cerla y hacerla incompatible con el desarrollo nacional:
desde este momento una sana poltica no se considerar
obligada conservarla por respeto los antepasados, sino
BT,UNTSCHLI.-TOMO T. 8
-- 258 --
que deber por el contrario mejorarla, ponindola en armo-
la con las nuevas relaciones.
2. Para los autores teocrticos el fin del Estado es la
realizacion del reino de Dios sobre la tierra. La vocacion
del Estado dice Stahl (Rechtsphilosophie), II, 2), es el servi-
cio de Dios; el Estado debe hacer observar en la vida colec-
tiva los mandamientos de Dios, justicia,, obediencia, cos-
tumbres, y establecer su reino. Los modernos no ponen en
duda el alto alcance religioso de esta concepcion, comun
los cristianos y los mahometanos de la Edad Media: para
una alma piadosa el mundo entero se ilumina con la accion
de la Providencia; pero lo que rechazan enrgicamente es la
mala aplicacion que se ha hecho del principio.
Decir con la teocracia que el prncipe reina sobre la na-
cion como Dios sobre el mundo es hacer una asimilacion
groseramente falsa. El reino de Dios es el del sr absoluto
sobre el relativo, el del Creador sobre la criatura, y nosotros
no podemos penetrar el secreto de sus causas ni de sus me-
dios. El reino del prncipe es el del hombre sobre el hombre
su semejante; la vida del prncipe es relativa y sus aptitu-
des limitadas como las de sus sbditos, capaces humana-
mente de juzgar su conducta.
Nada es ms propio que esta teora para exagerar el or-
gullo y el poder del prncipe. El fin del Estado debe ser re-
conocido y determinado humanamente, y realizado tambien
en cunto sea posible.
3. Se engaan igualmente los que ponen el fin del Es-
tado fuera del pas y de la nacion, haciendo as del Estado
un medio de conseguir un resultado externo extrao.
Poniendo el fin del poder temporal del Papa en la inde-
pendencia y autoridad de la Iglesia, el partido clerical se
condena sin duda s mismo, negando ipso facto la inde-
pendencia del Estadopontificio, y 'Sor consiguiente, su mismo
carcter de Estado, porque ste no puede ser el servidor sin
derecho y sin voluntad de un poder extrao, un cuando
este poder fuera la Iglesia catlica romana. Pnese, ade-
ms, en contradiccion con la naturaleza religiosa de la Igle-
sia y con el carcter poltico de la nacion, presumiendo que.
los Romanos se prestaran aceptar una especie de ilotis-
mo pblico en inters de una comunidad de creencia que no
puede constituirse en Estado.
La historia ha juzgado esta enormidad: Roma pertenece
-- 259 ---
hoy los Romanos, ms propiamente, la nacion de que
son miembros.
Vnse an algunos ejemplos del mismo error. As, el
principado de Lichtenstein, s/O' ha sido mantenido evi-
dentemente con un fin extrao, cual es el de dar brillo en la
crte de Viena la dinasta reinante de este Estado raqu-
tico y sin propia significacion.
- 260 -

CAPITULO III.

CONCEPCIONES INCOMPLETAS EXAGERADAS.

1. El fin del Estado es la seguridad del derecho. Esta


opnion rein por algun tiempo en Alemania despues de
Kant y Fichte; influyendo sobre todo y casi exclusivamente
en el derecho privado.
Segun Kant (Reehtstehre, 47 49), no es el bien la
felicidad de los ciudadanos, sino el acuerdo de la constitu-
cion con los principios de derecho, lo que constituye la sa-
lud (el fin) del Estado. Para Fichte (Naturreeht, III, 1521, la
voluntad general, la voluntad del Estado, slo aspira , una
cosa: la seguridad de los derechos de todos.
Partiendo de aqu Wilhelm ron Humboldt limita extre-
chamente la accion y el fin del Estado al mantenimiento
de la seguridad interior y exterior. En nuestros d.ias,
(Moderne ideen, II, 91), afirma que el Estado no
tiene otro fin que la seguridad de los individuos.
Este concepto naci en la segunda mitad del siglo XVIII
de los exfuerzos contra la mana de entnces, bienhechora
quiz pero insoportable, de gobernarlo todo, sistema que se
justificaba por la idea del bien y del inters general. Limi-
tando el fin del Estado la seguridad del derecho, pareca
que se hallaba una frmula victoriosa, y al Estado com-
prendido as se le di el nombre Rechtstat (Estado de dere-
cho) por oposicion la forma detestada del Poli2eistat (Es-
tado de gobierno).
Esta estrecha limitacion no poda satisfacer los mo-
dernos. La seguridad del derecho es, sin duda, un deber
principal del Estado, pero jams gobierno alguno limitar
su actividad esta sola mision . Los mismos partidarios
del sistema se vieron obligados ensancharla. Fichte haba
pretendido primero, que la proteccion de la propiedad es el
principal fin del Estado; pero llevado en su lucha contra la
monarqua universal de Napoleon, que, sin embargo, prote-
-- 261 ---
gla la propiedad, se lanz la alta idea del Estado nacional,
rgano del espritu de la nacion. Humboldt, que lleg ser
ministro de Prusia, elev el nivel intelectual por medio de
las escuelas pblicas que haba rechazado en sus teoras, y
se exforz en engrandecer el poder de su nacion; muy sufi-
ciente ya para la simple aplicacion del derecho civil y del
derecho penal.
En realidad, la frmula es insuficiente, sobre todo para
los Estados civilizados del mundo moderno, pudiendo lo
sumo convenir al sistema mixto de derecho privado de la
Europa feudal.
El sentimiento del derecho no es el solo activo en la na-
cion: esta tiene igualmente necesidades econmicas que no
tienen nada que ver con la seguridad del derecho, tales
como vas, canales, caminos de hierro, correos y telgrafos,
que slo puede satisfacer el Estado; lo cual no se atreve-.
ra, sin embargo, si slo fuese Estado de derecho. Los gran-
des intereses civilizadores, escuelas populares, cientficas,
artsticas, tcnicas, tampoco pueden prescindir de los cui-
dados del Estado, ni deben abandonarse al arbitrio privado
la autoridad calculada dominadora de la Iglesia. El
descuido de estos intereses por el Estado de la Edad Media
fu debido en parte esta estrecha concepcion del Estado de
derecho.
En fin, la nacion es un sr poltico llamado afirmar su
carcter y manifestar su gnio, no solamente en su legis-
lacion y en su jurisprudencia para la seguridad de los de-
rechos privados, sino tambien en el desarrollo ms alto de
su gobierno poltico y de su libertad.
La insuficiencia de la concepcion producira prctica-
mente:
a) El descuido de los intereses polticos de la colecti-
vidad;
b) El abandono de los intereses comunes de la cultura;
e) La parlisis y la muerte del espritu poltico de los
ciudadanos, y, por consiguiente, la debilidad del poder p-
blico;
d) El entronizamiento de un sistema estrecho, egoista y
mezquino de derecho y de jurisprudencia, de un espritu de
sutileza fatal la autoridad del Estado.
2. La teora de la felicidad universal cae en el exceso
opuesto. El bienestar de los hombres es, en la mayor parte
-- 262 --
de los casos, independiente del Estado, y un los mismos
bienes materiales, alimento, vestido, habitacion y fortuna, se
adquieren por medio del trabajo y de la economa privada.
Con mayor razon sucede esto respecto los bienes del esp-
ritu: el Estado no da las aptitudes ni los talentos, que son
individuales y no comunes. Tampoco crea los goces de la
amistad y del amor, el atractivo del estudio, de las artes y
de la educacion, ni ofrece los consuelos de la religion, ni da
la pureza y la santificacion del alma unida Dios.
El hombre no es solamente ciudadano, sino que tiene
tambien su individualidad original, sus aptitudes propias y
sus deberes particulares. El Estado que descansa, no sobre
las diferencias de los individuos, sino sobre la comunidad
de la nacion, no puede, por lo tanto, apoderarse de los fines
de la vida privada.
Esta concepcion, demasiado hmplia, tiene igualmente
sus peligros:
a) Conduce las usurpaciones del Estado tiranizar
cuando slo convendra proteger;
19 A pesar de su deseo de hacer todo el mundo feliz, el
Estado, por una accion desastrosa y usurpada, compromete
el progreso natural de las cosas y el bienestar de todos;
e) Agotar, sus fuerzas en empresas extraas , se apar-
tar, de su verdadero fin y se incapacitar para cumplirlo,
Esta concepcion ha influido poderosamente en los Esta-
dos de la antigedad, y la poltica de las luces del pasado si-
glo ha seguido igualmente por este camino, pero el fin
Mico del Estado moderno debe precisarse mejor.
263

CAPITULO 111.

EL VERDADERO FIN DEL ESTADO

1. La nocion del Estado es una, pesar de las variadas


:formas que . reviste segun los tiempos y los lugares, y por
'lo tanto el fin del Estado debe ser igualmente uno, a pesar
de las diversas tendencias que la historia nos muestra en
las diferentes naciones . La unidad del fin comun permite
las diferencias de detalle; pero las une y armoniza. Robert
vol?, Mohl (Enciclop. , pg. 63) dice. , con razon, que cada
pueblo tiene su mision propia, que vara segun sus aptitu-
des ; pero se olvida de buscar la nocion una y sinttica.
Holtzendorff, que estudia ms de cerca esta materia, llama
armona de los fines del Estado, lo que nosotros llamamos
unidad de fin.
2. Pero, cmo formular este fin ltimo y supremo? Di-
remos con muchos qu es la justicia, qu es el cumplimien-
to del derecho, no slo pblico., sino privado y de gentes?
Esto seria demasiado estrecho : el derecho es ms bien una
condicion de la poltica que su fin : Justitia funclamentum
regid. La vida de las naciones no es solamente vida ju-
rdica, sino vida econmica, vida de cultura , vida nacio-
nal de poder. Los jurisconsultos romanos no han conside-
rado jamas el jus como el fin supremo del Estado.
Segun Hegel, y en mismo sentido se haba expresado
Platon, este fin supremo es la moral (dice Sittlichkeit), 'la
realizacion de la ley moral. 'Pero los dos poderes que de-
terminan la vida tica, el espritu de Dios y el espritu in-
dividual del hombre, no se hallan bajo el poder del Estado,
cuya esfera es mucho ms estrecha que la de la moral, y
si el Estado quiere regirla, la usurpa y daa.
3. Para los Romanos, la verdadera mision del Estado, es
el bien pblico expresado en estas dos frmulas semejan-
tes: Rex publica, Salas publica que tienen entre s un enla-
264
ce lgico como la sustancia y la cualidad, el p rincipio y su
desarrollo.
Con frecuencia se las ha comprendido mal, olvidndose,
sobre todo, el sr general, la cosa publica, para pensar slo
en la muchedumbre de individuos en el capricho de los
jefes; se ha abusado de ellas para justificar la arbitrariedad
de los prncipes y de las mayoras populares: los crmenes
del Comit de Salud Pblica de Pars (1793) las han des-
acreditado.
Y sin embargo , no" pueden criticarse, si por otra parte
conserva el Estado sus lmites naturales , y especialmente
el del rden jurdico, sin usurpar las esferas extraas
l, como la libertad de la vida privada y la vida religiosa
comun. El bien de la nacion es el primer fin del hombre de'
Estado, y el corazon del patriota se inflama en el senti-
miento de la salud de la patria. As entendida, la mision del
Estado comprende el progreso y el perfeccionamiento del
derecho al mismo tiempo que su tranquila aplicacion; el
mejoramiento de todas las relaciones y condiciones comu-
nes de la vida, la par que la conservacion de la sociedad
por el alejamiento y castigo de los males perjudiciales to-
dos. Lejos de ser demasiado estrecho el principio pblico de
Roma Salas populi suprema lex esto conduce la exajera-
cion del poder del Estado.
4. Sin embargo, la expresion es veces insuficiente cuan-
do se sale de la poltica ordinaria y normal. Las naciones,
como los individuos, tienen con frecuencia deberes extrapr--
dinarios que reclamad el sacrificio de su existencia, y por
consiguiente del bien pblico. Perder una vida-que slo po-
dra conservarse deshonrada, puede ser un deber sagrado;
someterse un enemigo manifiestamente ms fuerte, pre-
sentara numerosas ventajas externas, una paz asegurada,
menores impuestos y quiz una administracion mejor. Bajo
el slo punto de vista del bien pblico, la sumision se impo-
ne, puesto que la resistencia implica miserias y sufrimien-
tos, y probablemente la ruina del Estado; y sin embargo, su-
cede con frecuencia que hay el deber de morir en el campo-
del honor ntes que soportar el yugo extranjero. El heros-
mo de una lucha muerte puede conducir una resurrec-
cion futura, de lo cual nos han dado un magnfico ejemplo
los Atenienses bajo Temstocles.
Algunas veces la muerte as aceptada es el fin necesaria
265
y digno de una vida que se ha hecho imposible. Puede la-
mentarse el fin trgico de Cartago y Jerusalen, pero era in-
evitable.
Puede suceder tambien que se imponga la extincion del
Estado, porque su pequeo pueblo, incapaz de una existen-
cia independiente, se ha llamado fundirse en una comuni-
dad nacional ms alta. El Aleman el Italiano, sin preocu-
paciones de ningun gnero, pueden quejarse de la fusion
en grandes unidades nacionales de ese considerable nme-
ro de pequeos Estados, que llegaron ser incapaces im-
posibles? Aqu tambien llega ser insuficiente la frmula
del bien pblico, si slo se la aplica la existencia actual.
Para librarnos de estas objeciones, diremos que el fin
verdadero y directo del Estado es el desarrollo de las facul-
tades de la nacion, el perfeccionamiento de su vida por una
marcha progresiva que no se ponga en contradiccion con
los destinos de la humanidad, deber moral y poltico sobre-
entendido.
Esta frmula comprende todo el fin del Estado, y respeta
los caracteres y las necesidades particulares de las nacio-
nes y la variedad de su desarrollo, asegurando al propio,
tiempo la unidad del fin.
No es el primer deber del individuo el desarrollo de sus
facultades y la manifestacion de su s ? Pues de la; misma
manera, la personalidad del Estado tiene la mision de des-
envolver las fuerzas latentes de la nacion y manifestar sus
cualidades, lo que implica en dos palabras la conservacion
y el progreso, la una guardando las conquistas del pasado
y el otro procurando las del porvenir.
5. Este fin general encierra con frecuencia ciertas ten-
dencias particulares que responden al carcter especial de
una nacion dada, pero que seguidas exclusivamente son
siempre peligrosas para el conjunto del Estado. Menciona-
remos entre ellas:
1) El desarrollo del poder. El Estado debe ser poderoso
para mantener su independencia y para hacer ejecutar sus
rdenes, siendo la plenitud del poder necesario su vida;
y sin embargo nada hay ms diverso en el gnero y en el
grado que el poder relativo de los Estados polticos.
Se pueden en efecto distinguir:
a) Los poderes del mundo. (Weltmachte), los imperios
cuya importancia y accion se extiende mucho ms all de
266
sus fronteras, que toman una parte det erminante en la
gran poltica de dos 6 ms continentes, y que tienen as
en primer trmino el cuidado de la paz y del rden univer-
sal (derecho de gentes).
b) Las grandes potencias. El poder del mundo es nece-
sariamente martimo, pues no podra influir, en los destinos
del mundo sino se extendiera sobre el mar; la gran poten-
cia puede ser continental solamente. Prusia, antes de la
fundacion del imperio, no era mas que una gran potencia,
y Austria todava conserva este carcter. La accion pol-
tica de una gran potencia se hace igualmente sentir lo
ljos; no puede mirar sin inters los cambios que se operan
en el continente que habita, y su voz debe pesar en los con-
sejos de las naciones.
El Estado que abusa de sus fuerzas se estrella contra la
influencia legtima de los otros. El mismo genio de Napo-
leon no pudo hacer de Francia la seora de Europa; Ru-
sia ha debidor enunciar apoderarse de Turqua; Austria
deba perder el imperio de Italia, y el poder martimo de los
Ingleses se ve obligado sufrir la competencia de otras na-
ciones.
c) Las potencias medias y las pacficas. (Estados neutra-
les) que, demasiado dbiles para influir en los grandes
acontedimientos polticos exteriores, se ocupan principal-
mente de su vida interior. La poltica de estos Estados, no por
ser ms modesta es mnos til, ya sus habitantes, ya como
lmite y contrapeso de las corrientes de la poltica general.
d) Los pequemos Estados propiamente dichos, tienen una
existencia precaria incierta en esta poca de grandes
aglomeraciones, y slo se mantienen apoyndose en un
grande Estado por la proteccion comun de las potencias.
En la Edad Media, la tendencia era de todo punto opuesta,
principalmente en Alemania y, en Italia.
El Estado tiene dos medios de engrandecer su poder ex-
terior: la diplomacia y el ejrcito (de mar y tierra). El Es-
tado militar piensa, ante todo, en aumentar la fuerza de sus
soldados, las disposiciones guerrerras de sus habitantes y
su material de guerra (Esparta, Prusia antes del Imperio).
Esta tension extraordinaria se impone una nacion ame-
nazada en vas de realizar su indispenseble desarrollo;
pero el Estado, que ha alcanlzado su pleno desenvolvimiento,
no debe olvidar que la fuerza armada slo es un medio,
267
nunca un fin, y que el exagerarla es perjudicar el verda-
dero fin del Estado..
2) Ciertas ;tendencias econmicas. As conocemos el Es-
tad() pastoral, el Estado agrcola., el Estado industrial, el
Estado comercial.
Estas tendencias, ms bien ,de inters privado, conducen
fcilmente al descuido de los grandes deberes, puesto que
el egoismo, el sentimiento mezquino del inters privado,
corrompe el espritu poltico de la nacion impide su ma-
durez. El Estado pastoral se conserva pobre ignorante; el
Estado agrcola tiene costumbres groseras y desconfa de
toda educacion esmerada y culta; el Estado industrial h-
liase expuesto las agitaciones de los obreros y obligado
excluir los productos fabricados en el extranjero, y, por l-
timo, un mezquino espritu de lucro corrompe y enerva al
Estado comercial.
3) El cultivo de los intereses civilizadores engendra el
Estado civilizado(Culturstat).1,a civilizacion de Atenas bajo
Perides, floreciente al lado del Estado militar de Esparta,
ha dejado la posteridad obras inmortales de arte .y de
ciencia; Venecia, Flrencia y Amberes tuvieron ciertas po-
cas en que se consagraron por entero la civilizacion, el
Imperio chino tiene todava hoy este carcter ms bien tra-
dicional que, activo, y Zurich y Ginebra se ilustran por sus
escuelas pblicas.
Y sin embargo, una sba poltica evitar lanzarse con
demasiada precipitacion por este camino, por muy noble
que sea.
4) Otra tendencia, la que podemos mirar como el centro
del fin general considera la garanta jurdica de las liber-
tades pblicas y privadas como la mision principal del Es-
tado, y engendra los libres Estados de derecho (Rechtesta-
te); tales son principalmente la Union americana y los can-
tones suizos.
5) En fin, llamamos Estado nacional (Nattonalstat,,
aquel cuya vida est llena de senil mientos de un pueblo
consciente de su unidad, y que considera un deber funda-
mental la manifestacion de esa unidad misma; tal era la.
Francia, y tales son hoy Italia y Alemania.
6) Al lado del fin principal y directo del Estado, que se
refiere necesariamente la nacion, colcanse todos los de-
beres indirectos relativos los intereses privados de las
268
personas. En este punto conviene, sobre todo, lijar exacta-
mente los limites de la accion del Estado.
El hombre debe desarrollar su individualidad, sus facul-
tades y su carcter en el crculo armnico de los deberes de
la familia, del pueblo y de la humanidad, y para cumplir
este deber le es indispensable la libertad privada que el Es-
tado debe proteger contra todo ataque injusto, no sindole
permitido ahogarla. Es necesario que el Estado se d clara
cuenta de los lmites de su naturaleza misma:
1) La organizacion externa de la vida comun slo tiene
rganos para las cosas exteriores y no para la vida interna
del espritu mientras no se manifieste por palabras por
actos. Es imposible que el Estado se extienda todos los
fines de la vida individual, porque muchos de ellos se le
ocultan y se hallan sustraidos su poder. El Estado no dis-
tribuye las aptitudes; no puede ni curar al loco, al cobarde
al ciego, ni seguir el pensamiento del sbio y refutar las
arraigadas preocupaciones. La esfera de la vida individual,
principalmente la del espritu, hllase, pues, fuera de su
poder.
El Estado descansa enteramente sobre la naturaleza co-
mun de los hombres, y especialmente de sus habitantes, no
extendindose su poder la vida privada, en lo que tiene
esencialmente de individual, sino solamente en cuanto es
determinada por la naturaleza comun de todos y en la me-
dida de las necesidades comunes. As el Estado puede pro-
teger igualmente la propiedad de cada individuo; pero
ste corresponde disponer de sus cosas, segun le parezca.
Hay en la propiedad un lado delicado puramente individual,
del cual no tiene para qu ocuparse el Estado. La propiedad
de Paganini sobre su violon, de Litz sobre su piano y Kaul-
bach sobre su lapiz, tiene un sentido muy diferente de la
que pertenece un cualquiera sobre instrumentos anlo-
gos. De la misma suerte el Estado puede determinar de una
manera general las condiciones del matrimonio y los dere-
chos de los esposos, y an debe hacerlo para la conserva-
cion de las familias y de las costumbres; pero su poder no
alcanza arreglar la consumacion de aquel determinar
la forma delicadamente individual de la vida de familia.
Humboldt iba demasiado lejos al sustraer toda la institu-
cion del matrimonio al poder del Estado para abandonarla
completamente la libertad privada, y el derecho cannico
269 --
ha cado en el exceso contrario, reglamentando las cosas
que son del dominio de sta. El Estado que castiga la herega
como un crimen, traspasa los limites naturales de su poder.
3) El Estado slo puede mandar cuando se apoya sobre
un derecho, porque toda fuerza legtima tiene un fundamen-
to jurdico. Por el contrario, el derecho de los individuos ha-
ll se limitado:
a) Por las necesidades de la coexistencia pacfica y re-
lacionada de las personas; es decir, por las reglas recono-
cidas de las condiciones neces arias de la vida comun (De-
recho privado y derecho penal);
b) Por la existencia y el desarrollo de la nacion, superio-
res al derecho privado en la medida de las exigencias del
bien pblico (impuestos, servicio militar, derecho constitu-
cional, derecho administrativo);
El Estado es la autoridad suprema en materia de dere-
cho, cuya aplicacion, as como la formacion de la ley, le per-
tenecen esencialmente.
4) Cuando la accion del Estado cesa de apoyarse en un
derecho y se sale de los lmites del rden jurdico, pierde
esencialmente la forma coercitiva, y se convierte en ayuda,
tutela proteccin, (economa general, cuidados del Esta-
do respecto los progresos de la civilizaeion). El bien p-
blico se extiende en este caso al bien de la sociedad por el
apoyo que sta necesita.
1
271

LIBRO SETO.

LAS FORMAS DE GOBT.ERNO.

CAPITULO PRIMERO.

DIVISION DE ARISTTELES.

Esta divisioff, que fu formulada hace ms de dos mil


arios, y es an la ms seguida en nuesta poca, parte de la
autoridad, . mejor dicho, del poder supremo del gobierno:
hay en todo Estado un rgano elevado y dominante (1), en el
que se concentra el supremo poder director y al que estn
subordinados todos los dems rganos; su modo de ser de-
termina el del Estado; es, pues, natural que sirva de base
la division.
Aristteles llama normales las formas que tienen por
objeto el bien de la comunidad, y ,anormales aquellas que
no atienden ms que al bien de los gobernantes (2). Par-
tiendo de esta base, halla tres formas fundamentales regu-
lares, las que corresponden tres formas anormales: el
poder supremo pertenece necesariamente uno slo, al-
gunos ( la minora), la mayora. De donde proceden
las formas normales:
1) El reinado (BucrIXE11), como deca Aristteles, 1 mona-r-
qucc., segun el lenguaje moderno, el gobierno de uno solo;

(i) Arist., Pol., III, 4, L


(2) Idem id., 4. 7.
272 --
ezacia, el gobierno una minora d
istin-
guida.
3. El gobierno de la mayora, de la muchedumbre. Aris-
tteles la denomina policies (1), reservando la expresion de-
mocracia para la forma anormal, causa de la corrupcion
Weli-as democracias griegas de aquel tiempo; pero esta l-
tima expresion se ha hecho usual, y nosotros seguirnos el
uso.
Y las formas anormales:
1. La tirana el despotismo, dominacion de uno solo,
establecida principalmente en beneficio de ste.
2. La olig arqyia , la dominacion de los ricos en prove-
cho prpid.''
3. La democracia (2), segun la expresion de Aristteles,
la oclocraCta, segun los modernos, la dominacion arbi-
traria de las masas pobres ignorantes.
Parece en primer lugar, que la division de Aristteles,
da una importancia exclusiva al nmero de las personas
que forman el poder supremo, poco ms mnos, como
determina el sistema de Lineo el gnero de las plantas por
el nmero de estambres de sus flores. Quiere decir esto,
qu Aristteles haya habandonado tan pronto el principio
que l mismo haba propuesto?
No se funda ya su division en la cualidad, sin en la
cantidad. Aristteles ha comprendido la objecion (3); as es
que llama la atencion, sobre que la diferencia en el nmeffi
est en relacion natural con la diferencia en la cualidad, y
que en definitiva, esta es la que debe predominar. Sin em-
bargo, no expresa con bastante precision los elementos de
la cualidad.
Adems, su division debe completarse. Sus tres formas

(1) Pol., III, 5, 1, 2.


(2) Pol.. 1, 5, 4, 5. Ciceron expresa en estos trminos el pensamiento
de Aristteles: Quum penes unum est omnium summa rerum, regem
illum unum vocamus, et regnum ejus reipubliae statum. Quum autem
est penes delectos, tum illa civitas optirnatium arbitrio regi dicitur.
Illa autem est civitas popularis, in qua in populo sunt omnia. Las
tres formas son anormales cuando ex rege dominus (fit); ex optimati-
bus &dio, ex populo turba et confusio. (de Rep., I, 21 et 45).
(3) Arist., Pol., 1, 5, 7. Las crticas de muchos modernos me haban
engaado, y en mis Studien, he echado en cara al gran maestro una
falta injusta. Esparta era una monarqua, pesar de sus dos reyes; Ve
de su dux nico. -neciaurpbls
27:
suponen siempre cine la autoridad suprema pertenece los
hombres. Pero hay Estados que consideran corno su jefe
nico, verdadero y supremo, ora al mismo Dios,-ora una
,divinidad cualquiera, una idea; los hombres que go-
biernan en ellos, slo son reputados corno servidores in-
termediarios de un senor invisible y soberano, exento de
las debilidades humanas.
Esta cuarta forma puede llamarse ideocracia (teocra-
cia), cuando se propone el bien de los gobernados, idolo-
cracia, cuando ha degenerado.

OBsERvxcroN.Sehleiermacher pretende que las formas anti-


:guas de la monarqua, de la aristocracia y de la democracia, se
compenetran continuamente, y as, en la democracia misma se
presentan los jefes como una aristocracia, y algunos, como por
ejemplo Pericles, como verdaderos monarcas. Otro tanto podr de-
cirse de las monarquas, por lo cual con razon esclamaba Mira-
beau: en cierto sentido, las repblicas son monarquas, y en otro
las monarquas son repblicas (1). Sin embargo, la distincion no
es ociosa, porqu' es una verdad inconcusa que la forma del poder
supremo da toda la constitucion un carcter especfico, y que
los principios polticos ms importantes se unen ella ntima-
mente.

(1) Discurso de 1'790, en sus obras, VIII, 137.


'SCHLT..--T0150 19
-- 274 --

CAPTULO II.

DEL ESTADO MIXTO.

La antigedad intent agregar las tres formas de


Aristteles una cuarta, que llam mixta. Ciceron entre
otros ve en la constitucion romana una forma mezclada de
monarqua, de aristocracia y de democracia, y prefiere
este sistema las formas simples (1). Si por gobierno s
Estado mixto se entiende una moderacion una limitacion
de la monarqua, de la aristocracia de la democracia por
otros factores polticos, por ejemplo una monarqua tem-
plada por un senado aristocrtico alta cmara, por-
una asamblea democrtica representacion del pueblo, es
evidente que tan sabio organismo es preferible , la forma
enteramente simple. Pero esta no es una forma nueva, por-
que el poder suprem estar siempre concentrado en ma-
nos, sea del monarca, sea de la aristocracia del pueblo.
Entindese; al contrario, por gobierno mixto una divi:
sion del poder supremo, la coexistencia de dos ms auto-
ridades independientes, soberanas cada cual en un crculo
determinado? Puede responderse con Tcito que semejante
Estado no Ira existido jams, ni podra ser duradero (2).
Algunos modernos han credo, sin embargo, hallar un
ejemplo de esto en la constitucion inglesa; el poder estara
dividido en tres autoridades supremas, el rey, la Cmara
alta y la de los comunes, cuya division perfeccionara esta
constitucion, ideal de la forma mixta. Esto es completamen-

(1) Cic., de Rep., 29. Quartun quodam genus reipublicle mxime


probandum esse censeo, quod est ex his, qua prima dixi, moderatum et
permixtum trbus, y I, 45: Placet enim esse quiddam, in republica
prwstans et regale, esse aliud autoritate principum partitum ac tribu-
tum. esse qnasdam res servatas judicio, voluntatique multitudinis.
(2) Tcito, A nn IV, 33: cunetas nationes et urbes popu7us aut pri-
mores- aut singuli regunt, delecta ex his et consociatareipublicaa forma
laudar facilus quam evenire; vel si event, baud diuturnaesse potest.
275
te errneo. La constitucion inglesa no ha nacido de la divi-
sion del poder, sino que tuvo desde un principio un carcter
especialmente monrquico, que poco , poco fueron tem-
plando una poderosa aristocracia y los elementos democr-
ticos. La forma externa del gobierno ha continuado siendo
monrquica, y el derecho pblico ingls atribuye al rey, no
solamente el poder supremo de gobernante, sino tambien el
primer lugar en el cuerpo compuesto del Parlamento legis-
lativo (1).
Olvidase, ademas, generalmente, que la division de la
aristocracia de Aristteles no se funda en la naturaleza y
composicion del poder legislativo, que, en un sistema avan-
zado, es ordinariamente la representacion de todos los ele-
mentos esenciales del Estado. Su division tiene por base la
oposicion de gobernantes y gobernados; y se pregunta
quin pertenece el poder supremo del gobierno. Ahora bien,
no es posible una division de este poder. Dividirlo entre el
rey y los ministros, por ejemplo, sera establecer una diar-
quia una triarqua contraria la esencia del Estado, or-
ganismo vivo que exige la unidad. Las fuerzas y los rga-
nos de los sres vivientes varan hasta el infinito; pero
lcundo se ha sacrificado su unidad? Los rganos pueden
ser relativamente superiores Subordinados , pero hay
siempre uno en el qae la direccion se concentra. La cabeza
y el cuerpo no viven separados y cada uno por s; pero no
son tampoco iguales. As la condicion esencial de la vida
del Estado, es un rgano supremo que no puede dividirse
sin dividir el Estado'mismo.
No hay,pues, una cuarta forma la que se pueda lla-
mar mixta. Al tratar de las formas simples hablaremos con
ms extension de las mezclas posibles.
OBSERVACION.Se ensalza hoy la monarqua democrtica como
el gobierno del porvenir. La expresion es buena si se quiere indi-
car simplemente que la monarqua moderna debe apoyarse prin-
cipalmente en las masas (en el demos), y permanecer estrecha-
mente unida Pon ellas; y entnces la forma no es mixta, sino sim-
ple. Tiene tambien cierto sentido, si se quiere decir que la monar-
qua debe ser moderada por los elementos democrticos, y estal-

(1) No es el espritu de la constitucion inglesa ms bien aristocrtico


que monrquico? Esta es otra cuestion. Comp. Blackstone, 1, ?.
271;
rodeada de instituciones republicanas, como la monarqua de Luis
Felipe, por ejemplo; pero en este caso, ensea la historia que hay
peligro de conflicto 'entre los principios, y de ser derribada la mo-
narqua por el creciente oleaje de la democracia. Por ltimo, la
(,,xpresion pierde todo sentido racional, si significa una mezcla,
lana division del poder supremo del gobierno, mitad monrquico y
mitad democrtico: semejante Estado no es posible que exista. La
constituyente de 1789 crey, con Rousseau, en la posibilidad de
esta division entre autoridades iguales, la nacion y el rey; perola
aplicacion del sistema demostr inmediatamente su inconsisten-
cia y su contradiccion interna. Pinheiro-Ferreira (Principios del
derecho pblico, p. 474), llama monarqua democrtica la que no
reconoce ningun privilegio; pero el autor ve un privilegio en todo
reconocimiento de una aristocracia, y para l la expresion signi-
Wca una monarqua, cuyos rganos son todos democrticos. Ahora
bien, en un sentido, ste es un Estado incompleto que olvida des-
truye los elementos aristocrticos que encierra, Comp. Lib. VI, ca-
ptulo XIV.

CAPITULO III.

NUEVO DESARROLLO DE LA TEORA.

1. Montesquieu sigue la division de Aristteles, pero ha-


ciendo que la ciencia realice un marcado progreso; cuando
busca el principio de vida intelectual moral de cada forma,
lo ha hallado acaso? Esta es otra cuestion. Para l la virtud
es el principio de la democracia; la moderacion, el de la
,aristocrtica; el honor; el de 12,n_zurs el temor, el del
despotismo : Agrega, pues, esta cuarta forma las otras
tres; Aristteles la haba opuesto ellas con ms razan
como anormal.
2. Schleiermacher (1) ha hecho una interesante tenta-
tiva de clasificacion, segun el desarrollo ms mnos avan-
zado del sentimiento del Estado: ste nace cuando un pue-
Vo adquiere la conciencia.de la oposicion necesaria entre
gobernantes y gobernados. En primer lugar, esta concien-
cia se apodera de una poblacion dbil, y entnces toda su
masa, madura para el Estado, lo acepta uniformemente.
Despues se desarrolla la oposicion en cada cual, se reunen
para constituirse en autoridad, y se separan para ser sb-
ditos: esta es la democracca; el espiritu . general y el inters
privado, apenas se distinguen en ella. Puede suceder tarn-
bien que la masa, ya en sazon para el Estado, haya sido des-
de un principio desigualmente influida por el sentimiento
que ha de crearlo; la conciencia poltica no se ha desarrolla-
do quiz sino en uno solo en varios, y esta desigualdad
producir la monarqua la aristocracia. En esos perodos
inmediatos su nacimiento, el Estado cambia fcilmente de
forma, y las tres formas mencionadas se parecen bastante.
La tendencia natural impulsa la democracia, porque los
rezagados alcanzan aqullos que han tenido antes que
ellos el sentimiento del Estado.

(1) Ob. cit.


2,7s
E] segundo perodo reune muchos pueblos; es interme-
;fiarlo y precede aqul en que la unidad dA pueblo ha de
alcanzar su expresion completa: un pueblo ms avanzado
gobernar los dems, y la forma ser g eneralmente aris-
tocrtica. No podr ser democrtica, porque son sometidos
muchos pueblos uno solo que les es superior. Puede ser
exteriormente monrquico; pero el rey pertenecer la po-
blacion dominante; y tendremos un rey aristocrtico.
Por ltimo, en el tercer perodo se manifiesta la unidad
de una gran nacion en las formas puras del Estado. La na-
turaleza democrtica del primer grado no podra desarro-
llar completamente la oposicion poltica entre gobernantes
y gobernados, ni abrazar un gran pueblo. En la aristocracia
lel segundo grado , la poblacion dominante conservar

ciertos intereses particulares, y un no ser la unidad na-


cional el principio vivificador del organismo. Pero en el ter-
cer perodo el monarca representa la unidad del Estado y
del gobierno en. su pleno poder, y nace la verdadera mo-
narqua.
Schleiermacher da as una base intelectual las. tres
Cormas conocidas, y.las une al desarrollo de la idea polti-

ca; la democracia ser, pues, la forma primitiva inferior


la monarqua, la ms elevada. Si este sistema no establece
un nuevo principio de division, esclarece por lo mnos el
espritu de las diversas formaciones.
Pero la historia no justifica en manera alguna los pero-
dos lgicos que el autor establece; ntes por el contrario,
marcha las ms veces en sentido inverso: monarqua, aris-
tocracia y democracia, y esto est ms conforme con la na-
turaleza; la conciencia activa del Estado ha debido encon-
trarse primeramente en los ms grandes y ms felices, Vi-
viendo en un medio particularmente favorable, y extenderse
despues eu crculos in1(-p riores S 7 ms extensos.
279

CAPTULO IV.

EL PRINCIPIO DE LAS CUATRO FORMAS FUI\ DAME\ TALES.

Ln s formas de Estado se distinguen especficamente por


sus concepciones de la oposicion de los gobernantes y go-
bernados, y sobre todo por la cualidad (no por la cantidad)
del regente. Ya lo haba reconocido as Aristteles.
I. En la ideocracia y su modelo mas elevado, la teocra-
cia el pueblo ve en su jefe un ser sobrehuman o, erior
ha todos aspectos y por naturaleza: Dios mismo es el que
gobierna el Estado.
I La democracia el gobierno popular es precisamen-
I.
-te su opuesto: lejos de buscar fuera de su seno un seor,
se gobierna la nacion por si misma; es gobernante en
conjunto, y gobernada en sus individuos.
III. En la aristocracia,- la distincion de gobernantes y
.gobernados tiene su origen en la nacion, y es meramente
humana; pero gobierna en ella exclusivamente una clase
mas elevada, siendo las otras gobernadas: tornados aisla-
damente, tambien los miembros de la primera son gober-
nados.
IV. En la monarqua, la oposicion es perfecta. El go-
bierno es humano, p er o est concentrado en un hombre,
que slo es gobernante, no sbdito, que pertenece comple-
lamente al Estado, y personifica la comunidad y la unidad
nacional.
Cada forma tiene su tipo ideal, cuya imagen refleja:
L9,, eocracia representa el reino de Dios sobre la tierra;
pero nos muestra ste como obrando directamente, y,
hasta cierto punto, de una manera desptica y torpe.
La monarqua glorifica en el hombre, como individuo,
la uniZerd de la especie humana; el jefe del Estado represen-
ta el conjunto; la unidad de la nacion es personificada por
el monarca.
La democracia expresa la comunidad de la nacion
los individuos, y nos muestra la comunidad en el Estado_
La aristoccia realiza la distincion de los elementos no-
b/e7sTrdlZoniunes de la nacion, y da el podPr , los pri-
meros. Tiene por tipo la nobleza y el modo de ser de la raza.
ms elevada, corno la democracia tiene por tipo la commune.
Bajo cierta relacion, pueden oponerse la teocracia y la.
monarqua la aristocracia y la democracia. En aqullas
la plenitud del gobierno, su ms alta magestad, est concen-
trada en el regente, que no es al mismo tiempo regido, y que
no representa ningun inters privado, sino slo el inters.
del Estado; en la una, la elevacion es divina, absoluta, en la
otra humana, relativa; en stas, sucede lo contrario, y por.
esto la aristocracia y la democracia pueden llamarse rep-
blicas, la oposicion entre gobernantes y gobernados no..
est tan bien determinada, hay confusion: los mismos
hombres son, ora autoridad, ora sbditos; tienen al mismo-
tiempo intereses pblicos intereses privados. En la demo-
cracia, esta mezcla confusion se extiende todo el pueblo;
en la aristocracia, se restringe la clase dominante: sta
es gobernante respecto del resto del pueblo; pero, conside-
rada en s misma, est su vez organizada democrtica-
mente, y es gobernante y gobernada al mismo tiempo. La
aristocracia se presenta, por tanto, como una forma inter-
media entre la democracia y la monarqua.
Mas la aristocracia y la inonarquia se aproximan bajo
. otro punto de vista, y se oponen entnces las otras dos.
formas: la distincion de gobernantes y gobernados esta en
ellas organizada humanamente; los gobernantes sienten y
saben que son independientes; el pueblo los considera como
tales, ejercen el poder en nombre propio y como un dere-
cho independiente, sobre todo en la monarqua. Los segun--
dos, por el contrario, tienen por soberano Dios al pue
blo, que necesita representantes : intermediarios, - sace rdo
-tesmagirdos.Etperncpersonalmts,
filas de los gobernados; obrarn en nombre y por el man-
dato que les ha confer ido el Soberano, corno servidores de
Dios del pueblo. No pueden considerarse como jefes sino.
que administran por el verdadero senior, que no puede no
quiere obrar personalmente. Por consecuencia estn conti-
nuamente obligados ponerse en relacion con otro poder
que los domina ellos mismos, fin de que les preste su
autoridad soberana.
281
La distincion de las formas del Estado segun la natura-
leza del gobierno, es el fundamento del derecho constitucio-
nal; pertenece pues al derecho pblico; pero pueden tam-
bien dividirse los Estados segun la tendencia de su vida
poltica, prescindiendo de su forma. Ciertos Estados son
teocrticos en esencia sin serlo en la forma, reconocen un.
jefe visible, humano; no es Dios quien los gobierna, pero-
es, por ejemplo, un prncipe de la ,Iglesia, una . aristocracia
clerical una especie de democracia religiosa.' Otros son
aristocrticos sin ser aristocracias para el derecho pblico
(por ejemplo Inglaterra, monrquica en la forma, es aristo-
crtica en el fondo), y democrticos sin ser' democracias
(por ejemplo el reino de Noruega); en fin monrquicos sin
monarca real (por ejemplo la repblica francesa).

OBSERVACION. F. itl1Mer,, (Lehre von den politischen Parteien,.


219 y siguiente) divide los Estados con arreglo las cuatro eda-
des de la vida humana, apoyndose directamente, no en la forma,
sino en el espritu poltico del Estado. Esta division pertenece
tambien la poltica ms bien que al derecho pblico, pero difiere
completamente de la precedente. Distingue:
El espritu pblico radical, en la idolocracia (Idolstat).
liberal, en el Estado individualista;
conservador, en el Estado de raza;
absolutista, en el Estado deforma.
El espritu poltico de una monarqua puede pasar sucesiva-
mente por estas diferentes fases. R. v. Mohl, objeta que un pue-
blo no puede ser jven ni viejo, porque contiene siempre nios y
ancianos (Statswissenschaft, 1, 2). Esto equivale ignorar lo que.
se impugna. Los antiguos ya saban que las naciones, seres org-
nicos, pasan por diferentes edades anlogas la juventud y la
vejez de los individuos, y Savgny lo ha demostrado del modo ms.
acabado. Ademas, cada nacion tiene genaralmente un carcter in-
nato. Hay pueblos jvenes y pueblos viejos por naturaleza, como,
hay hombres naturalmente sencillos nios, y otros naturalmen-
te viejos desde su juventud. Esto se observa principalmente en las
grandes razas. Los negros son nios de muchos milla: es de aos;
los indios rojos tienen desde hace muchos siglos, un carcter de
vejez permanente.. En Europa, esa patria por excelencia de los
pueblos viriles, la nacion espaola, excepeion hecha del perodo
actual, representa ms bien el espritu de, vejez: los pueblos ger-
mnicos, el de la juventud. Jven viejo, el pueblo llena con su
espritu el Estado. La forma viril de la monarqua constitucional
sera una caricatura en Haiti, habitada por un pueblo ni o,
CAPITULO V.

EL FUNDAMENTO DE LAS CUATRO FORMAS SECUNDARIAS.

La cualidad del jefe determina indudablemente la forma


del Estado; mas para fijar bien su carcter, deben conside-
rarse tambien los derechos de los gobernados, y completar
de este modo la division de Aristteles.
Lo decisivo aqu es que los gobernados, la nacion, en el
sentido estricto de la palabra ? , si se quiere, el pas ten-
gan no derecho . juzgar los actos del gobierno y , tomar
parte en la formacion de las leyes.
Esto supuesto, hallamos que son tres las formas se-
cundarias (cuatro en realidad).
I. Los gorbernados son una masa pasiva, sujeta y obli-
gada incondicionalmente la obediencia, y no tienen dere-
cho juzgar los actos del gobierno ni , tomar parte en la
formacion de las eyes: este es el gobierno absoluto; la
forma, un pueblo servil (no libre). Esta no tiene este ca-
rcter slo cuando no hay ms ley que la voluntad el ca-
pricho de un dspota (despotismo), sino tambien, poltica-
mente al menos, cuando el prncipe reconoce un sistema
obligatorio de derecho, y respeta el derecho privado y la
libertad de los particulares (gobierno absoluto, absolu-
tismo)
II. Una parte de los gobernados, las clases ms eleva-
das, tienen derecho comprobar los actos del gobierno y
cierta participacion en los negocios pblicos, restringiendo
de este modo el poder supremo; pero las masas, y espe-
cialmente las clases inferiores, no tienen ningun derecho
poltico. Estas formas son semi-libres; por ejemplo, los
Estados de la Edad Media.
III. Todas las clases gozan de los derechos polticos.
Todo el pas (la nacion) juzga comprueba los actos del
gobierno y toma parte en la formacion de las leyes: esta
es la forma libre, la repblica en su acepcion ms lata.
283
Puede tambien denominrsele Estado popular (a) Vo lkss-
lett. Este juicio comprobacion y esta participacion tienen
lugar:
A. Directamente por la asamblea de los ciudadanos,
sistema preferido por los antiguos (repblicas antiguas).
B. Indirectamente por comisiones y representantes,
sistema de los modernos (Estados representativos),
Si aproximamos ahora estas divisiones secundarias
las principales, obtenemos los resultados siguientes:
I. La teocracia tiende, en principio, hacia la forma ser-
vil; pero no es necesariamente desptica, porque puede su-
ceder, en efecto, que el Dios reinante, mejor dicho, la clase
de sacerdotes por l inspirada, reconozca y respete una
ley comun. Puede tambien aproximarse a las formas in-
termediarias, y aun , las formas liberales, cuando una
clase aristocrtica una Asamblea nacional participa del
egercicio del poder reputado como divino. En este sentido,
la teocracia juda era republicana.
II. La aristocracia gravita hacia las formas semi-libres;
pero puede tambien llegar a la forma servil, cuando el
demos carece por completo de derechos polticos; puede
elevarse la forma libre, cuando se le concede una verda-
dera representacion, como suceda en Roma.
III. La democracia tiende las formas libres, pero
puede degenerar en despotismo con detrimento de las mi-
noras, en gobierno absoluto respecto de los individuos.
Puede tambien ser semi-libre con relacion a una clase su-
jeta (esclavos ilotas, negros en Amrica).
La monarqua comprende las ms diversas formas.
Los Estados despticos de Oriente son evidentemente for-
mas serviles: el reino y el principado de la Edad Media,
con sus rdenes del clero y de la nobleza, son formas in-
termedias; la monarqua romana, con arreglo la consti-
tucion de Servio-Tulio, el reino de los Francos y el de No-
ruega, que daban las asambleas del pueblo cierta parti-

(a) La expresion de que nos valemos aqu para traducir la palabra


alemana Vol;btat (Estado pueblo), es poco usual; pero es la que ms se
aproxima, en nuestro sentir, la del original, y ms si se observa que
nosotros, en vez de la palabra Estado, solemos emplear, con alguna im-
propiedad sin duda, la de Gobierno, as decirnos : la forma de gobier-
no es monrquica, aristocrtica, popular, etc., obedeciendo quiz en
esto antecedentes prejuicios histricos.
cipacion en los negocios pblicos, son monarquas libres.
Por ltimo, la monarqua constitucional moderna., con sus
libertad y su represciitacion, es la forma monrquica m,.
elevada que se ha conocido.
La division de Aristteles parte con razon de la cspide.
las censuras que se le han dirigido caen por su base,
cuando se la completa teniendo en cuenta el fundamento.
cuando
No puede ya decirse, entre otras cosas, que carece de preci-
sion, que no indica. el parentesco de la democracia repre-
sentativa moderna con la monarqua constitucional, que
no explica la diferencia esencial que separa la monarqua
absoluta de la monarqua limitada por los rdenes.

OBSERVACION.-El interesante estudio de Jorge Waitz sobre la


diferencia de las formas de Estado de Gobierno es el que me ha
impulsado hacer este anlisis de las formas secundarias (Poli--
tik, p. 107 y sig.). Waitz llama repblica al Estado gobernado por.
la nacion por los representantes de sta por su mandato; monar-
qua, al Estado gobernado por un individuo, en virtud de su pro-
pio derecho, independientemente ele la nacion. Esta division le pa-.
rece principal, y la de Aristteles secundaria. De este modo el Im-
perio romano viene ser una repblica; el Imperio aleman, una
monarqua; el antiguo patriciado romano, una monarqua; el Im-
perio (lelos Napoleones, una repblica. Pero este mtodo embro-
lla ms bien que ordena. El nuestro es ms lgico y ms claro,
indispensable aun para completar las divisiones de Aristteles, y
explica tambien por qu la monarqua constitucional se aproxi-
ma ms la democracia representativa quo la monarqua ab-
soluta.

iF
CAPITULO VI.

1.La teocracia, (Ideoeracia.)

La forma teocrtica pertenece principalmente a la


cia del gneyo hvglano, En Asia y en el Africa del Norte fue
donde aparecieron los primeros Estados conocidos, y su
forma fu la teocrtica.
Jven an la humanidad, al comenzar extenderse so-
bre toda la superficie de la tierra, senta mas vivamente su
dependencia de los s eS divinos, de las fuerzas misterio-
sas de la creacion. La.,aCei.04 de Dios y de, naturaleza pa-
reca entnces mucho ms directa y poderosa. 'Todos los
rniTOS, todas las leyendas antiguas; nos representan uno
'ms dioses conversando con los hombres, y Platon esta
de acuerdo en esto con la creencia de todos los pueblos,
cuando refiere que Kroizos, compadecido de la: debilidad y
de la incapacidad de los hombres, puso al frente de los Es-
tados, demonios, es decir, sres de una esencia superior y
divina. El mismo Platon amaba estas concepciones, y, en
su sistema poltico, quiere que, aunque sea por medio de
artificios, se vuelva al hombre degenerado la creencia de
que el mismo Dios es quien gobierna el Estado.
La preponderante influencia de los sacerdotes_ procede
necesariamente de este sistema ,. mortales elegidos, dedica-
dos al servicio de los sres superiores, ?quin mejor que
ellos han de comprender su lenguaje? (1) Ora gobiernan
directamente en nombre de uno de muchos dioSes, ora
secSroeau- ti rey la cabeza del Estado, pero obrando co-
mo representante y rgano de Dios sobre la tierra, y si

(1.) A. H. Layard, clebre por sus descubrimientos de la antigua Ni-


ni ve, nos habla de un notable ejemplo de Estado moderno democrtico
(Niniveh und seine Ueber., p. 144 y sig.) Hllase en las montaas de
Mesopotamia los Zezidi, que, bajo su jefe supremo, el gran Scheikh,
tributan un culto especial Satan, esperando que llegar un dia reco-
brar su antigua gerarqua celeste.
28G
no es al mismo tiempo pontfice supremo, su poder es limi-
tado y dirigido por los sacerdotes. Leo llama al primero go-
bierno clerical puro, y al segundo, clerical ._ mixto: sta es
una forma de transicion hacia el gobierno monrquico.
El Estado tiope de Meroe nos suminstra un ejemplo.
La casta de los sacerdotes ocupaba all el primer rango:
designaba entre los de su seno los mejores, y el dios ele-
ga uno de ellos en una ceremonia solemne, inmediata-
mente caan de rodillas ante el elegido de lo alto. Pero el po-
der de este rey se hallaba restringido por todas partes, tan-
to por las leyes divinas, como por la constante revelacion de
que los sacerdotes, sus rganos intermediarios. Un cere-
monial severo arreglaba todos estos procedimientos, y nada
se dejaba la libre decision del hombre. Los sacerdotes le
acompaaban todas partes y' Obraban con l; ni an su
vida estaba segura, pues si desagradaba al Dios, ste reve-
laba los sacerdotes que el rey haba caldo en desgracia;
stos le comunicaban la clera del cielo, y no le quedaba ms
recurso que aplacarla por medio de un suicidio volunta-
rio (2).
Egipto era_ ms bien un gobierno clerical mixto. Los dio-
ses reinaron all en un principio; despues los hombres, hi-
jos de los dioses, fueron su vez honrados como stos, pero
limitados en sus poderes por la ley divina, por una severa
etiqueta y por la influencia de la casta sacerdotal. Eran
aqu tan minuciosos los preceptos divinos , que el prncipe
ni siquiera poda elegir sus manjares, pues sus frugales
comidas estaban designadas de antemano y para siem-
pre (3). Los sacerdotes no tenan derecho juzgarle durante
su vida; pero despues de su muerte formaban un gnn tri
bunal pblico, que juzgaba al rey y fallaba acerca de los
honores que deba tributarle la posteridad, sobre si habla
de ser recibido en el reino de los muertos, y sobre su rena-
cimiento. Los vivos temblaban ante la espectativa de esta
terrible sentencia; poder formidable en un pueblo en que

(2) Diod. de Sicil., Hist., III, 5, 6. Comp. Leo, Welgeschichte, I, p-


gina 79.
(3) Diod. de Sic., Hist., I, 11, 72, Comp. Duncker, Gesch. des Al-
terth., t. I.
(4) Manava-Dharma-Sartra. Leyes de por Loisller, Pars,
1833, V. 96 y 97; VII, 3 y 8.
287
estaba profundamente arraigada la creencia en la inmorta-
lidad del alma ; que procuraba con esquisito cuidado. pre-
servar sus muertos de la corrupcion en la tumba; y que
les construa palacios que pudieran llenar todas las necesi-
dades de la vida.
El antiguo Estado indio fu tambien teocrtico, y muy
parecidJaLprlaElf. -Stil'y;Sgi1 el rden de las castas,
estaba bajo los Brahmanes, que hasta creeran rebajarse por
un matrimonio desigual, dndole una hija suya por esposa.
Sin embargo, la dignidad real era 'al mismo tiempo tan esti-
mada que se crea que habitaba en la persona del rey una
divinidad particular. Segun las leyes de Man, el cuerpo del
rey es puro y santo, porque est compuesto de elementos
tomados de los ocho guardianes divinos del mundo: l des-
lumbra los ojos y los corazones corno el sol, y nadie puede
mirarle de frente. Dios le ha creado para la conservacion
de todos los sres. Nadie debe despreciarle, aunque sea un
nio, diciendo entre s: Este no es mas que un simple mor-
tal; porque reside en l una fuerza divina.
Tambien estaba rodeado de sacerdotes. Antes de subir
al trono era nenesari que fuese ya sagrado. Los siete TI
ocho ministros , quienes consultaba en todos los negocios,
eran, en su_ mayor parte, brahmanes; no se tomaba ningu-
na decision importante sin el prvio parecer de un conse-
jo de SbiOS, coMpuest asimismo de brahmanes. Impona-
se al rey un ceremonial severo, y las leyes de Man recuer-
dan en trminos graves su responsabilidad, aunque sin de-
terminarla: El monarca insensato que oprima sus sb-
ditos, perder muy pronto la corona y la vida, l y toda su
familia (1).
Ms aria que las anteriorios, era tambien la India ms
libre y ms culta. La dignidad real estaba all mcos enca-
denada que en los sombros Estados de Meroe y de Egipto;
pero los tres tienen un sistema de castas absoluto; los sa-
cerdotes dominan toda la vida intelectual, tienen enormes
privilegios y poseen extensos territorios. En Egipto les per-
teneca la tercera parte de los bienes (2). Segun la ley india,
el rey, ni aun en la necesidad ms extrema, puede exigir

(1) El mismo, "VII, 54 y sig., 111.


(e) Diod. de Sic., I, 73.
288
m impuesto un brahman instruido en los libros sagra-
dos, ni debe permitir que ste sufra nunca el hambre (1).
En todas partes eran menospreciadas oprimidas las
clases inferiores, y no haba esperanza ni siquiera de una
fqevacion individual. Los campesinos egipcios no eran mas
que siervos que cultivaban las tierras de los sacerdotes, de
los reyes y de los guerreros. Los pastores y los artesanos,
cuya profesion era hereditaria, no tomaban parte alguna en
!os negocios pblicos, y por todas partes se vea el trabajo
forzoso.
Este carcter teocrtico se conserv en Asia durante
muchos siglos, y an conservan su sello los gobiernos
orientales. La independencia de los prncipes temporales
ha ido sin duda aumentando, as como su poder, por medio
de las guerras y conquistas y por sus ejrcitos que exigan
un imperio extenso, y fueron su vez honrados como dio-
ses; y. si bien continu siendo teocrtica la forma del Esta-
do, entr ste en una nueva fase. En un principio el sobera-
no era el mismo dios; los reyes y los sacerdotes no eran
ms que sus agentes. Poco poco fu perteneciendo la so-
berana, los sacerdotes, teniendo su cabeza primero.
len pontfice, despues un rey guerrero; viniendo al fin el
rey ser venerado como un dios. As naci esa especie de
despotismo sobrehumano, propio de Oriente, y cuyos ejem-
plos hallamos en el reino de Persia, y aun en el., Imperio
_

chino y en los Estados ms modernos 'de los sultanes ma-


hometanos.
El rey de Yran, Guschtasb (1300 1350 antes de 3. C.),
baj-eilyO'reliTad 'apareci el profeta Zarathustra (Zoroas-
tro), se llamaba si propio el rey de los sacerdotes, y los
libros santos de los Persas (el Zend-Avesta), colocan en
efecto al rey en su casta (2). El -sistema poltico era all al
mismo tiempo el sistema religioso; el derecho y la moral
tambien se confundan; el mundo invisible de los .buenos'
y de los malos espritus se aproxima all continuamente al
mundo visible de la humanidad. Ms tarde eligironse tam-
bien reyes fuera de la casta de los sacerdotes, y el Estado
tom entonces, de un modo ms marcado, el carcter des-

(1) Leyes de Mane"(, VII, 133.


(2) Vuller, Frag. iiber die Relig. de: 202%, Bonn, 1831, p. 33-69.
V. Spiegel, Avesta, Leipalg, 1'852-63, 3 t.
289
ptico que hemos indicado. La influencia de los magos es
iddava grande en nuestrosWiSerkibede 'considerar-
-7sTera7aIiff,cbMPa7randola- en la de los tiempos antiguos.
El rey de los Persas reina de un modo omnipotente como el
dios cuya gracia lo ha elevado, y su corte es la imagen de
la Corte Celestial del buen espritu de la tierra., Ahurarnas-
da. Se le tributan honores semejantes los honores divi-
nos. Los mismos embajadores extranjeros se arrojan sus
pis en el polvo, como los esclavos ante su seor, los que
oran ante su Dios, y el prncipe, sentado sobre su trono de
oro, se eleva, hacia el Cielo, rodeado de los ms ricos orna-
mentos, con la tiara en la cabeza, el cetro de oro en la mano,
la espada al lado y vestido de prpura, brillante como el
sol en el resplandeciente firmamento. Al aproximarse, se
le presentan ofrendas, como se ofrecen sacrificios los dio-
ses, y cuando muere, se le lleva al esplndido palacio de los
muertos, Persepolis, en donde contina la vida de los jus-
tos. Por ltimo, est constantemente rodeado de un ceremo-
nial solemne con sus variados smbolos (1); pero, en reali-
dad, todas estas ceremonias envuelven al prncipe como
una red dorada, encadenando su voluntad, y convirtiendo
en una burla su omnipotencia.
Sucediendo esta forma, desptica la . forma sacerdotal,
fue, -sin embargo, un progreso para el Oriente. Quebrant
la inmutabilidad sobrenatural del Estado y el reino abso-
luto de una revelacion divina, manifestada los sacerdotes
por los astros. Vise aparecer una voluntad, que, aunque
desptica, era libre y humana, poda tener en cuenta las
trasformaciones naturales de la vida poltica y las numero-
sas necesidades nuevas. De este modo qued roto desde
muy antiguo el sistema de las castas en Persia,
Entre todos los Estados teocrticos, es sin duda el ms
notable. el de los Judos, despues de la legislacion Moi-
ss".- 'Estaba fundado en los firmes cimientos de una religion
pura y de una f -viva en un slo Dios, creador y conserva-
dor del mundo.
Su rey es el mismo Dios, Jehova, el seor eterno del pue-
blo elegido; el cual le da la ley y gobierna la nacion. Toda.

(1) Leo, 1. c., I; p. 428 y sig, hace un excelente restmen de esta for-
ma de Estado. Duncker, 1. e., t. II, p. 606.
131.,UNTSCHLI.-TOMO I. 90
290
la le.l . islacion atribuida Moiss se presenta como una re-
elacion, el legislador habla con Dios en el desierto, en ta
Hma de la montara, donde le comunica su voluntad en me-
l!io de una. pavorosa tormenta, y aqul la anuncia al pueblo,
.-;egun rdenes del Senior; los relmpagos y los truenos
muestran todos la presencia del Altsimo en la cima
Sina.
Este gobierno divino elev todo el pueblo muy por en-
cima de los Egipcios, que lo haban despreciado primera-
mente como una raza impura cuyo comercio manchaba. Pe-
i ietrse Israel del alto pensamiento de que era la nacion ele-
gida del Dios Omnipotente. Hijos todos de Abraham, de
Isaac y de :Yac" aunque di-vid idos en tribus, y teniendo una
particular consagrada al culto (los Levitas), pareca que
formaban los Judos un pueblo de sacerdotes; ignoraban las
distinciones de las castas, y reinaba entra ellos la frater-
nidad.
La ley de Dios era conservada en un arca santa reca-
mada de oro; el trono de oro de la gracia, guardado por dos
querubines, se elevaba por encima de ella, y era venerado
como el lugar de la revelacion divina. El arca y el trono se
hallaban ocultos detrs del velo del Santo de los Santos, en
!gil tabernculo, residencia de la divinidad y custodiado por
los sacerdotes. El gran sacerdote reciba all las rdenes de
Jehova, y las anunciaba al pueblo. Siendo de la raza de Aa-
ron, hermano de Moiss, era el rgano natural de la voluntad
divina, y el representante del pueblo ante Dios. En medio de
los tiempos ms calamitosos, envi Jehova sus profetas,
sus hombres inspirados, que restablecieron la autoridad di-
vina desconocida, despertaron la conciencia de los reyes y
de los pueblos, castigaron el olvido de Dios, predicaron la
conversion, y revelaron los destinos futuros : LoS jueces, co-
locados la cabeza de las tribus, administraban justicia
nombre de Jehova, porque Dios pertenece j uzgar. Deban
escuchar lo mismo al dbil que al poderoso, y no temer
ningun hombre. Si un asunto les pareca difcil, deban acu-
dir al tabernculo y oir por boca de lossacerdotes la sen-
tencia de Dios, seguirla morir (1).

(1) Moiss, 1, 17, y 17, 8 y sig. Comp. Duncker, ob. cit., 1, p. 770,
Allasiat nt. und. Welt., IV.
291
Todo el suelo de la tierra de promision era propiedad del
error, y las familias solamente lo posean como un feudo;
as es que deban llevar ante el tabernculo, para el sosteni-
miento de los sacerdotes, el diezmo de los frutos de la tierra
y de los animales, en prueba de reconocimiento del domi-
nio divino. Cada siete arios Jrabla uno de fiesta y descanso,
.un para la tierra, que permaneca de barvecho, as como el-
dia sptimo era para el hombre un dia de reposo y de ale-
gra. Despues de siete semanas de aos, vena el de las
_grandes fiestas, y volva verificarse de nuevo la reparti-
cion de la tierra, recobrando as su parte las familias que
hablan:venido la pobreza, y los ricos restituan las que
haban adquirido. No poda tenerse corno esclavo un judo;
si la pobreza obligaba alguno venderse, era tratado
como un mercenario (1).
Cuando los Judos pidieron un rey para vivir como los
dem-spuebl6s, accedi Jehova su peticion por boca de
Samuel, su gran jefe; pero consol ste ltimo aadiendo:
Obedece al pueblo en todo lo que te han dicho, porque no e$
ti, sino d intet d fin de que no reine sobre
ellos (2). Desde entnces esta teocracia pura se convirti
en una monarqUia- mixta de teocracia, y caracterizada por
mfsion tan completamente religiosa del pueblo judo.
La teocracia jams ha hallado en Europa ms que ecos
dbiles y aislados. Calgula, presentndose, como Jpiter,
con la barba de oro y los rayos; Heliogbalo, convirtindose
en sacerdote sacrificador del sol soberano; Gessler, el go-
b , rnador austriaco, exigiendo , segun la tradicion suiza,
que los hombres libres de la montaa se descubriesen
delante del sombrero del emperador , no son ms que ca-
ritaturas de una forma de gobierno ya muerta. Sin em-
bargo, el Imperio romano presenta ciertos elementos teo-
crticos en la costumbre de erigir templos y esttuas, un
los mismos emperadores vivos, y de honrar los muertos
como dioses (clic, as corno en el ceremonial posterior
d los emperadores de Bizancio.
La influencia, del clero, siempre amigo de esta forma,
(li, bajo ciertas relaciones, un tinte de teocracia los Esta-

(t) III, Moiss, c. 25; V. 4 y 5.


(2) 1, Samuel, 8-7 y sig.
21)2
dos cristianos de la Edad Media,. El lazo pardee ms extre-
cho en los Estados cristianos que en los otros; pero tampoco
(tos se hallan completamente exentos de aqul, y hasta el
emperador tuvo que ser consagrado por el pontfice. Sin
embargo, por marcada que fuese la tendencia de aquel tiem-
po hacer derivar de Dios mismo todo derecho y todo po-
der, se consider siempre, los soberanos como hombres, y
se cuid mucho de poner su poder lmites humanos.
La constitucion de la Iglesia y la gerarqua del clero
cristiano, fueron nicamente los que obedecieron las ten-
dencias teocrticas, y sin embargo, la Iglesia misma recor-
daba los prncipes y las autoridades temporales su ori-
gen humano. Las formas polticas de la Edad Media son
ms bien aristocrticas y monrquicas que teocrticas.
Los Estados musulmanes que entonces aparecieron- , me-
recen con ms razon esta ltima calificacion. Los mahome-
tanos, no creen, como los antiguos Judos, en ima interven-
cion inmediata y regular de Dios; Mahoma no restableci la
teocracia de Moiss, pero ense que, al dar Dios l poder
quien le plugo, es el prncipe humano su representante y su
vasallo. Las cualidades de pontfice supremo y de sobe-
rano temporal, estn reunidas en el Ca/ifato,Jipo ideal del
Sistema poltico de Mahoma. La religion y el derecho, la
teologa y la jurisprudencia, estn all mal distinguidas, y
los telogos son al mismo tiempo jurisconsultos. El isla-
mismo aviene mejor con la teocracia que el,cristianismo (1). .1Z

Los modernos tienen una visible rz9u1sion hacia esta


tendencia y todo aquello que la recuerda, y se, exfuerzan
en llegar una organizacion humana del . Estado. La supre-
sion de todos lo principados eclesisticos, y hasta de los Es-
tados de la Iglesia, es una prueba elocuente de esta tenden-
cia (2).
Los caracteres comunes de. Estados teocrticos son:
los _

/ La confusion de la religion y del derecho, de, las insti-


tuciones y de los principios de la Iglesia y del Estado, la

(1) Sobre algunos otros Estados de tendencias aristocrticas, Comp.


Bluntschli, y . ideocracia, en el Deuts. Sta.tsiffirt., t. V.
(2) La Constitucion de Montenegro tenla tambien, hace algunos aos,
en el Vladilta, un jefe la vez guerrero y religioso; pero despues se ha
aproximado las europeas por la separacion de la dignidad sacerdotal
y del poder civil.
293
preponderancia de los elementos religiosos. Domina de tal
modo la idea de la vida futura la de la vida terrestre, que
Impide el libre desarrollo de sta.
de at4prid. (0 es elevado 4up a altu r a _so-
brehumana; de l depende toda la vida pblica civil, y es
absoluto por su naturaleza. La relacin ,que une los sbdi-
tos al jefe no es humana; los sbditos y el jefe no son los
hijos de la misma patria, ni los miembros de la misma fa-
.milia del mismo pueblo, - sino que aqul se eleva sobre
stos una altura inaccesible, y se convierte en un seor
omnipotente.
3. Esta autoridad divina, en cuanto se manifiesta en los
primeros tiempos en la revelacion determinada de una le-
zislacion divina, funda. un relen , firme,
pero inmutable en
todo: esto sucedi c n - la .la ley de Moises entre los Judos,
y con el Koran entre los mahometanos.
Es necesario dictar una rden establecer una prohibi-
clon sobre las necesidades variables, nuevas? Pues la vo-
luntad divina slo puede darse conocer por dos medios:
por ritos y frmulas determinadas que sirvan para interro-
garla, por una inspiracion. La primera forma conducir
siempre por los extraviados senderos del error y del en-
gao; ora se lea en las estrellas, como entre los Caldeos;
ora se atienda al disco del sol saliente, como entre los Ju-
dos; ora se observe el vuelo de las aves las entraras de
las vctimas, corlo los Augures y los Arspices romanos;
,ora, en fin, se consulte los orculos, como entre los Grie-
gos, se echen los dados, como entre los Germanos. En la
segunda, el inspirado (y los ciernas con l) se extraviar
tanto mas, cuanto mas completamente abandone sus fuer-
zas intelectuales, destinadas por el mismo Dios la activi-
dad, para convertirse en un sr pasivo y entregarse con
pasion la esperanza de la inspiracion divina. Los rganos
humanos, indispensables para formar la voluntad del Es-
tado, permanecen de este modo necesaria y soberanamente
imperfectos.
4. 'La. supremaca del sacerdocio, mas cerca de Dios que
los funci.onarioS Seglares. Cuando- los sacerdotes egercen
directamente el poder, la teocracia es completamente cleri-
cal; si por el contrario, existe al lado de ellos una autoridad
seglar, su poder prevaldr, sin embargo, en la regla, y.ten-
Aremos un Estado clerical latente.
294
Corno el carcter del sacerdocio es ms bien femenino,
los elementos de este gnero se sobrepondrn los mascu-
linos, y el sentimiento varonil por s mismo y por su liber-
. tad, slo se desarrollar imperfectamente. La postergacion
de los seglares es inseparable de esta forma de gobierno.
5.,/ La crueldad de la jurisprudencia criminal y la dureza
de las penas (1). La justicia, humana representa la clera de
Dios; la accion libre del espritu individual se convierte en
una impiedad, y el delito ms leve es un insulto la majes-
tad divina.
6. La educacion del pueblo y de la juventud est entre--
t,0. ada los sacerdotes. Ni las ciencias ni las artes se eMi-
Man ni cultivan sino en la medida del inters religioso; se
las mira con desconfianza; se las desprecia, y no tardan en
ser oprimidas y perseguidas, si parecen peligrosas , la au-
toridad religiosa tradicional: no son ya creaciones libres,
del espritu humano, sino esclavas de la Iglesia.

(1) V. sobre este punto una excelente observaeon de Duncker, oh..


cit., II, p. 609.
295

CAPITULO VII.

II.Fornias monrquicas.- -Clases principales,

De todas las formas del Estado es la monarqua la ms


generalmente conocida y practicada. Se halla hoy lo mis mo
que en la antigiledad, en los ms diversos pueblos, en todos
los continentes, sobre todo, en el antiguo. Sus esp e cies son
tan variadas, que es muy difcil establecer una clasificacioii
precisa.
I. El despotismo, tal como en Asia se presenta, es una
forma de transicion entre la teocracia y la monarqua hu-
mana. Todo derecho depende all del monarca; nadie tiene
seguro su derecho fuera de l contra l; sus sbditos son
esclavos en su presencia. Puede suceder que tenga el sen-
timiento del deber moral religioso, la conciencia de su
responsabilidad ante Dios; pero no est en modo alguno li-
mitado su poder por los derechos de sus sbditos; y stos
nada tienen sino por su gracia por su voluntad arbitraria.
Este despotismo intenta justificarse con el ejemplo de la
divinidad; el dspota quiere ser honrado como represen-
tante de Dios, investido de un poder ilimitado. Bajo este
punto de vista se aproxima este sistema al de la teocracia,
y tiene los mismos inconvenientes y errores, por ms que
slo vea en el prncipe un hombre. Esta es la tendencia que
prefirieron los Estados mohornetanos en la Edad Media. E !I
nuestros dias comienzan aproximarse ms la monar-
qua europea.
II. El despotismo es una forma brbara: los grandes
pueblos arios lo han rechazado siempre como indigno cis
ellos, y han afirmado los derechos de los rdenes y de los
individuos, como extrafios los derechos del prncipe; han
tenido siempre el sentimiento de la libertad, y han conside-
rado el despotismo como una injusticia. La monarqua de
los pueblos civilizados est limitada por el rden jurdico
comun; la situacion del monarca es ms elevada, porque
es ms noble ser jefe de hombres libres que de esclavos; de

reunir y dirigir fuerzas polticas, que de conducir una es-
prwie de rebao que obedece de una manera estpida. La
unidad y la energa del conjunto, unidas la libertad del
desarrollo individual, constituyen la buena organizacion
Estado. La forma desptica es impotente para darlas.
El espritu humano ha buscado por mucho tiempo la
justa medida, la forma exacta del gobierno monrquico.
La monarqua familiar el patriarcado, uno de los ms
antiguos ensayos, honra en el rey al jefe de la familia ms
distinguida, al ms anciano al padre de la raza. Las rela-
ciones y el espritu de familia dominan todava en esta for-
ma sencilla, de que nos ofrecen ejemplos los Vizpati de las
razas indias y los Kuning de los pueblos alemanes.
El principado patrimonial de la Edad Media, el Estado
feudal el simple seoro territorial (dorninium, terrce), se
enlazan tambien las instituciones de derecho privado, y se
esientea todava del derecho de familia y de las concepcio-
nes dinsticas. Por un error anlogo hace del Estado una
propiedad privada y considera la funcion como un sien de
fortuna.
Ei sentimiento del Estado es poco concreto en estas dos
formas fases preliminare s.
III. Cuando, despertndose ms este sentimiento, se di-
rige un objeto nico, hacia uno de los atributos de la mo-
narqua, engendra las formas unilaterales de la monarqua
guerrera (ducado), gobierno de los emperhdores, de la
monarqua jurisdiccional; la primera viva y enrgica, la
segunda templada y tranquila.
IV. Cuando, exagerando el prncipe en su misma per-
sona el sentimiento del Estado, se cree poseedor de los po-
deres, tenernos un poder central, completo y determinante;
pero el pueblo queda sin libertad poltica, y la monarqua es
absoluta: Esta corresponde en los pueblos civilizados la
forma brbara del despotismo; pero se distingue de ella en
que el prncipe reconoce un rden , jurdico necesario, cuya
observancia se hace un deber por lo menos en la regla. El
poder del prncipe absoluto es ms restringido en las for-
mas modernas, que lo era en Roma, pues lo han moderado,
sin duda, el cristianismo y las ideas feudales de indepen-
dencia.
V. Las formas de la monarqua templada son ms no
-blesymjorpcinads.Reo lprun
297
completo de una autoridad pblica central, y procuran po-
nerlo de acuerdo con la libertad del pueblo y de los indivi-
duos. Tales son los Estados de la Edad Media templados
por la aristocracia y por los rdenes, y las formas moder-
nas de la monarqua constitucional y representativa.
VI. El Imperio es una oposicion que se encuentra en to-
dos los grados de las formas monrquicas, grosera en el
despotismo del Asia antigua, noble en las formas europeas.
La idea de la monarqua se refiere la nacion; la del im-
perio, la humanidad. La monarqua es la magistratura
ms elevada del Estado nacional particular; el imperio, la
corona del Estado universal. El emperador se eleva por en-
cima de los reyes, como la humanidad sobre las naciones.
Todos los vastos imperios de Oriente celebran cada cual
ms sus reyes. Csar se apoder personalmente de la idea
de la dominacion universal de Roma, y la historia del mun-
do ha dado sti nombre esta alta concepcion del Estado.
Por lo dems, sta no podr realizarse plenamente sino
como consecuencia en progresos ms avanzados en la
organizacion general del mundo. Las tentativas hechas
hasta hoy han sido limitadas incompletas (1.).

(1) V. en el Deitt3ches Statswort., la exprseion liaisertron. sobre


la idea de la historia del imperio.
CAPITULO VIII.

A.LA ANTIGUA MONARQUA FAMILIAR DE LOS HELENOS Y DE LOS GERMANOS.

Los reyes primitivos de las tribus y pueblos germanos y


helenos han tenido una semejanza notable; pero la monar-
qua de la antigua Roma, intermedia en el tiempo; se dis-
tingue de ellos por relaciones esenciales.
La monarqua de los Helenos y de los Germanos es una
transicion de la forma ideocrtica de Oriente una institu-
cion humano-poltica. Sus reyes se consideran general-
mente como descendientes de los dioses; entre los Helenos,
de Zeus, entre los G.-_n-m.anos, de Wodan (Odino), y el pueblo
profesa esta creencia (1); mas no por esto dejan de ser con-
siderados como hombres, y su poder es humanamente res-.
tringido bajo muchas relaciones. Los reyes y los hroes
son hijos parientes de dioses; pero son al mismo tiempo
verdaderos hombres, tanto los ojos del pueblo como los
suyos propios.
As, pues, los honores que se les tributan son mayores
que su poder real. Ante los dioses, son los representantes

(1) De donde procede la frase: Ex. e tos paatX1-.1.-T, AL wycvars de Horne-


ro, Riada, 11, 204 y sig.: El excesivo nmero de jefes es funesto. No
tengamos ms que un jefe, un prncipe, al que el prudente hijo de Sa-
turno confie el cetro y las leyes para gobernarnos. Comp. Hermana,
Griechis Slatsalt. 55. Sfocles, Filoct., 137: El arte de reinar brilla
sobre todos los dems, y el prncipe sbio y prudente obtiene su cetro
de Zeus.Comp. sobre el mrito de la monarqua, la epopeya india de
Rama (Holtzmann, hcia 1722): As como el ojo vela en todas partes
por el cuerpo, as el prncipe, fundamento de derecho y de la virtud,
vela por el reino. La tierra estara rodeada de tinieblas, desolada y per
dida, si el prncipe no mantuviese el rden y mostrase lo que es justo ,
injusto.Segun Jornandes, c. XIV, los Amales son de la familia de los
Ases. Por Heng-ist y Horza se sabe que descienden de Wodan. Es verdad
que muchos de los jefes primitivos de tribus no fueron reyes sino en
los pases europeos, y que se recordaba muy bien su origen; pero de Asta
es de donde los pueblos arios trajeron la idea y un la institucion de la
monarqua. Sobre los progresos de esta institucion entre los Germanos,
v. Dahn, Die Koenige der Germ., t. VI. Comp. Gierke. Deut. Genos.,
1., 548 y sig.
299
del pueblo, y se les considera como los intermediarios en-
tre el cielo y la tierra mediante la oracion y el sacrificio (1),
cuando esta mision no se egerce por sacerdtes especiales:
aun despues dela abolicion de la monarqua, conservaba el
nombre de rey uno de los arcontas de Atenas.
La persona de los reyes era ms estimada que la de cual-
quier otro indivduo. La composicion (estimacion de su per-
sona para ciertos efectos jurdico-penales) de los reyes ger-
manos, era triple cudruple que la. de los ms nobles. Los
reyes brillaban sobre todos por sus riquezas; les perteneca
en propiedad una gran parte del territorio, y reciban la ma-
yor porcion de lo conquistado (2). Sus palacios eran los ms
elevados, los ms adornados y los ms bellos (3), y posean
ricos tesoros en ornamentos y en piedras preciosas.
Las insignias' reales designaban su dignidad. Los reyes
griegos llevaban cetro, signo de la jurisdiccion y. del po&t
supremos; los reyes alemanes, la varita (Stab) (4), y se seii-
taban en un sitio elevado,trono (5). Los reyes alemanes iban
precedidos de una bandera, signo de su poder guerrero; los
reyes griegos, de heraldos que anunciaban su llegada im-
ponan silencio. Los reyes francos llevaban larga cabellera
flotante; el vestido real era brillante, distinguido. Los anti-
guos reyes de los Indios y de los Chinos se presentaban en
pblico con largo manto amarillo, bordado de oro y con una
sombrilla tambien amarilla (6).

(1) Aristeiteles,PoL, III, 9, 7. Esta cualidad de los prncipes germanos,


se muestra principalmente en los pueblos escandinavos. V, Griffin', Reck
tsalt, p. 243. El rey de Noruega, Hakon, se hizo cristiano, y fue obligado
rs por los campesinos, que todava eran paganos, hacer sacrificios seonif
la tradiccion, ofrecer vasos sagrados y comer carne de caballo. Con-
b
rado Maurer, Die Bek. des Norweg., etc, I, p. 160.
(2) Tcito, Germ., 14; Materia munificentite per bella et raptus.
C. 26: Agros inter se secundum dignationem partiuntur. Este gran se-
oro del principe es visible eh Alemania durante toda la Edad Media,
pesar de las numerosas enajenaciones.
(3) Homero, Odis, IV, 45: Como resplaidece la claridad de la luna
6 del sol as brillaban los palacios del ilustre Menelao. Comp. Odis.,
VI, 301. Lo mismo suceda con las moradas de los reyes alemanes.
(4) Homero, Riada, II, 100: Cuando los pueblos estn colocados en
SUS filas, se levanta Agamenon, empuando el cetro (fue el mismo Vul-
cano haba forjado. Este lo haba dado tiempo h al poderoso hijo de Sa-
turno... Thieste, en fin, quiso que Agamenon lo llevase para gobernar
las numerosas islas, y todo el reino de Argos.
(5) Grimm, ob. cit., p. 241.
(6) Id. id., p.329. Thierry, Merovingios, II, 82. Rama. traduccion de
Holtzmann, v. 782 y sig.
30)
La zintcteAul de las familias reales y su pretendida,
union con los dioses, prueban la antigiledad de la monar-
qua hereditaria. Sin embargo, el trono no fu, trasmitido en
un principio con arreglo leyes fijas de sucesion. Entre los
Helenos se tena tambien en cuenta la capacidad personal;
se exclua ordinariamente las mujeres y los nios,
como era necesario que el rey fuese reconocido por los no-
bles y por la nacion, se descartaban muchas veces del he-
redero natural (1). Aun respetando mejor que los Griegos el
derecho hereditario, combinbanle tambien los Germanos
con la eleccion, (leu,r) por los principales, y con el consenti-
miento de la nacion. Por qu, no haban de elegir estos pue-
blos libres un pariente mnos prximo, pero ms valero-
so? (2). El poder de estos reyes estaba centralizado, pero sin
embargo muy restringido.
1. Preside y dirige el Consejo de los prncipes y la Asam-
blea de la naion, y goza en ella de gran autoridad (3); pero,
como hace notar Tcito, es ms bien una autoridad moral
que recomienda, que una autoridad jurdica que ordena (4).
2. Es Juez supremo, protector y conservador del dere-
cho, pero no juzga por s mismo (5). Tampoco aqu es ar-
bitrario su poder ni en la forma, ni en el objeto, porque
est obligado respetar la sentencia pronunciada.
3. Est al frente de la organizador' militar, y es ordina-

(1) Recordemos la historia de Edipo. Los Indios combinaban tambien


el derecho de sucesion (el de edad) con la eleccion y el acuerdo de los
prncipes. V. Rama., Trad. de Holt., V. 22 y sig.
(2) Tcito, Germ., Reges ex nobilitate sumunt. El mismo
nombre Chuning, Kuninq (rey), viene de Chuni, familia, , indica que
se tena en cuenta el lazo de la sangre. Hildeberto II, fue nombradorey de
Austrasia, la edad de cinco aos (Thierry, Merov., II, 43). Encrien-
transe tambien muchas excepciones al principio de herencia; en la histo-
ria de los Visig. y de los Lombardos. Dahn, (Die K(inig. der Germ., I,
p. 32), apoya ms el principio de herencia; Thudichum. el de la elec-
cion; pero mbos reconocen que se combinaban los dos principios, y lo
mismo suceda entre los Indios. Rama, V. 22 y sig.
(3) El PouX-11 de los 1,,dr,i-ietar. G-fac),1c, yspovrES; que rodeaba al rey
entre los Helenos, corresponde al Concilium principum de que habla
Tcito.
(4) Tcito, 1. e., II,- Auctoritas suadend potius guara jubendi.
(5) As Hornero da al rey el nombre de OtY.2cnaau s y de Upar,-
nonos,,oue:. Comp. Tcito. 1. c., IX, 12. El nombre indio de rag , rFT,
viene de jul;gar, como rex viene de regere. La antigua expresion aria,
rey, encierra ya, por tanto, la idea del rden jurdico. Lassen, bid. A 1-
.terth., p, 808. Isa carga de la justicia pesa sobre el monarca, Ra-
ma, 17.
01
riamente el general del ejrcito (1); su poder aumenta du
ra p te la guerra (2). Ms adictos la herencia que los Hele-
nos, confan algunos veces los pueblos germnicos los
Daqu,es direccion de la guerra durante la menor edad del
rey que contina, sin embargo, siendo considerado en sta
como el jefe supremo.
4. El poder propiamente dicho del gobierno, poco desar-
rollado ala, se halla en grmen en estos atributos.
5. Por ltimo, la accioii y los derechos del rey son limi-
tados siempre por el crculo del derecho divino y del huma-
no. Los Griegos hacen notar la diferencia que separa su
monarqua del despotismo oriental; muestran cmo el res-
peto de los dioses, las leyes y los usos de la patria, consti-
tuyen la esencia de su monarqua (3). El rey est sujeto al
rden jurdico, no sobre ste; no est fuera de la naCion,,
sino al frente de lla. Los derechos de los hombres libres
en Alemania eran an ms extensos (4).
Un carcter particular de la monarqua de los Germanos
viene darle una fuerza extraordinaria, saber: el squito
de que se rodea y que se une ella estrechamente por el ju-
ramento de fidelidad y de sacrificio personal, fuerza militar
y domstica, al servicio exclusivo del rey, comprometida
combatir por el poder y el honor de su jefe. Este fu el gr-
men de esa gran creacion feudal que despues rompi, inva-
di y trasform la antigua constitucion nacional.

(1) Arist Pol., III. IX, 7: Kupcot GTi cra.)-r-iT t zaz Tc6X;-.1).0.) .ri,E.I.Lova2>
(2) Comp. Csar. de B. G.., VI, 23.
(3) Dionisio de Halicarnaso, V., 74. En un principio todas las ciuda
des griegas tenan reyes, no reyes despticos como los brbaros, sino
reyes que se regan por leyes y costumbres.--Arist., Pol.. III, 9, 7 y III,.
10. 1.Comp. Herrmann, 1. c.Sfocles, El Edipo, 8;7)0 y sig., en
donde el coro, aludiendo al derecho divino, exclama: ojal pueda yo con-
servar siempre un piadoso temor en todas mis palabras y acciones y
permanecer fiel las leves primeras, que tienen su orgen en el seno del
Padre del Olimpo. y se ciernen en el espritu celeste del ter. El hombro
no las ha inventado; el tiempo no tiene ninp-una influencia sobre ellas; un
Dios omnipotente y siempre jven las vivifica. Antigona (v. 451), es
an ms eni;gica. cuando dice al rey: yo jams cre que tus rdenes pu-
dieran antoriz,arme, mi pobre mortal, violar la ley no escrita. pero
inquebrantable, puesta por Dios mismo; y no quiero que el temor de los
hombres nos haga incurrir en la clera de los dioses. Comp. iEd. col.,
v. 1371.
(4) Tcita, 1. e.. nec regihus infinita ac libera potestas. C. 11:
penes plebem arbtrium Gobiernan los pueblos; pero no son sus seo-
res. Schmit., ,tatsrecht, p. 40.
302

CAPITULO IX.

B.LA ANTIGUA MONARQUIA POPULAR DE ROMA

Aunque semejante, bajo ciertas relaciones, la de los


Helenos y la de los Germanos, se distingue, Sin embargo,
de e s tas hasta el punto de formar una especie nueva y ms
avanzada, y encontramos en ella desde su origen una doble
importante diferencia: la herencia cede el primer puesto ,
la eleccion, y la creencia popular no atribuye al rey un ori-
gen divino.
Los hroes que fundaron Roma son todava descen-
dientes de los dioses, siendo colocado Rmulo, al tiempo de
su muerte, al lado de aqullos; pero despues de l slo se
nanifest la accion divina en los signos de los auspicios, en
a invisible determinacion de las almas y en el irresistible
poder del destino. En resmen, la monarqua romana reco-
noce. el poder directo de los dioses; pero se la considera
como humana.
Tambien ha aumentado la influencia de la inteligencia y
de la voluntad individuales; la de la sangre y la de la fami-
lia es relegada segundo rango. En Roma no haba dinas-
ta hereditaria (1). El rey era elegido por su predecesor por
el interrex, con la participacion del Senado y el parecer de
los dioses. Se tena ms en cuenta su persona que su fami-
lia. Propona l mismo la ley curiada que deba4nvestirle del
poder real y de los auspicios (2). El imperum se confiri
despues de una manera anloga los magistrados de la
Repblica. As, pues, la monarqua romana es, desde su
origen, una magistratura individual.

(1) Asf, en principio, el derecho de sucesion se fundaba en la libre


voluntad del de cujus, no en los lazos de la sangre.
(2) Esta es la lexl regia, que se renov bajo el Imperio. Ulp., 1. 1. De
Const. princ.: (sic.. De lege agrar., II, 11.
303
Haba all otra concepcion muy distinta. El carcter
del poder del rey de Roma constitua otra diferencia, pues
se pareca mucho, bajo varias relaciones, al de los dems
prncipes; el rey era pontfice, sacrificador; convocaba y presi-
da el Senado y los comicios; era el juez supremo, excepto
en ciertos casos de apelacion al pueblo; estaba al frente de la
organizacion militar, y' era el jefe nato del ejrcito, siendo
ademas inmensas sus riquezas (3).
Pero su poder era ms centralizado y completo que el de
los mismos reyes griegos. El espritu poltico de los Roma-
nos comenz mostrarse desde el principio. Agradbales
revestir sus magistrados de la plenitud del poder y darles
la fuerza suficiente para poner salvo el rden y el bien
pblico. El imperium es especficamente romano y distingue
su monarqua de todas las dems. Los honores y el es-
plendor que rodeaban al prncipe, demuestran la realidad de
sus derechos. Las haces y las hachas, que llevaban delante
de l los doc e lictores, no eran nicamente smbolos, sino
los instrumentos del suplicio de los culpables. El imperium
y las hachas de los lictores representaban para los Roma-
nos una sola y misma idea (4).
Este imperium supremo, trasmitido al rey ipso are con
los auspicios, le daba derecho dictar rden e s y establ e
-cerglasjudi.Etormanfudps
rey, y el poder primitivo del fundador pas tradicionalmen-
te sus sucesores. El asentimiento del Senado; y, despues
de Servio Tulio (5), el jusus _populi era indudabl alicate ne-
cesario para la ley propiamente dicha; pero slo el rey po-
da proponerla; ningun proyecto poda ser discutido ni vo-
tado contra su voluntad (S), y con sus edictos, po la poj- s

(3) Comp. Niebhur, rr5m. Gesch., 1, 351 Rabino, Mite s. r%5;72.


Verf., I, c., II. Mommsen, r(5misches Stasrecht, t. II.
(4) Cje., Pro Fac., 8: Opitices et tabernarios atque illam omnem
cern civitatum, quid est negotii concitare in eum prlesertim qui impar
summo cum imperio fuerit, summo autem amore esse propter nomem
ipsum imperii, non potuerit. Mirandum yero est homines eos, quibus
odio sunt nostre secures, etc., 34: non imperium, non secures. Comp.
Tt. Liv., XXIV. 9.
(5) Tac., An., III, 26: Przecipuus Servus Tullius salidor legnm fuit,
b icis etiam reges obten7perarent. Pomp., 1. 2, 1, De O rig - dice
va de Rmulo: leges curiatas ad pupulum tulii. Comp. e. 8;
Dion. de Halic., IV. 36.
(':)) R ubiw , cit., p. 18 y sig., cine bajo mucha; relaciones ha ilus-
304
solo precisar el derecho que deba aplicar. Este ltimo po-
der no fo ejercido por los reyes sino en muy raras ocasio-
nes; mas no por esto dej de ser la fuente del jus cdicendi,
reconocido despues constantemente los magistrados de la
Repblica.
Como juez, tambien tena el rey de Roma poderes ms
mplios que el prncipe germano. Presida la administracion
de justicia, en un principio personalmente , y no estaba
obligado seguir la opinion de sus asesores. No slo diri-
ga la marcha del proceso, sino que fijaba la regla que deba
aplicarse Gas dicit). Toda la jurisprudencia del derecho pri-
vado y del derecho penal en su mayor parte, dependa de
l solamente (7).
En el campamento nada limitaba su derecho absoluto de
vida y muerte sobre sus guerreros, desde el soldado hasta
el general. Aun bajo la Repblica vemos todava los dicta-
dores, cuyos poderes eran exactamente los mismos que
los de la antigua monarqua, y un los Cnsules, ordenar-
la ejecucion de jefes notables, pesar de las splicas del
ejrcito, 'diezmar divisiones enteras (1).
El rey es la fuente de las funciones pblicas sacerdo-
tales, nombra el tribunus . celerum, que manda la caballe-
ra, y el prce "fectas urbi, que gobierna la ciudad en su nom-
bre. Los augures y los pontfices reciben de l la ciencia de.
la adivinacion y del derecho sagrado (1).
Por ltimo, hay en el imperium, como grmen ltimo,
un poder de gobierno-que obra y penetra en todas partes.
Este poder poco conocido de los reyes griegos, desconocido.
Completamente de los reyes germanos, tuvo aqu desde su
origen una alta importancia. Los Romanos, amantes del
dominio absoluto en la propiedad y en la familia, daban tam-
bien . su imperium de derecho, pblico un carcter absolu-

trado las antigedades del derecho romano, va demasiado ljos, cuando


atribuye en un principio todo el poder legislativo exclusivamente al
rey. No hay duda que, hablando de los reyes, no se sirven los textos de
la modesta expresion rogare legem, sino de las palabras constituere,
instituere, dare jus. Sin embargo, no se puede concluir de aqu que el
Senado y el pueblo no tuvieran ningun derecho.
(7) Cc., De Rep., V. 2: Omnia conficiebantur judicis regiis, II, 31.
Zonaras. A nn., VII, 13.
(1) Tit.-Liv ., II, 57; VIII, 7; IX, 16. Brisson, De Formal., pg. 4o5
y siguiente.
(1) Rhino, Ob. cit., pgs. 114 y 208.
305 --
--

lo. En tiempo de paz, los reyes no solamente eran jueces,


sino que, ante todo, como su mismo nombre indica, gober-
naban (rex, de regere).
Comprndese, pues, que en el perodo real, la voluntad y
la actividad individuales del rey hayan determinado toda la
poltica romana; que todas las instituciones se refieran
-l, y que haya podido ejecutar gigantescos trabajos de utili-
dad pblica. El rey tena, por ltimo, la vigilancia de los
mercados y de la agricultura, vigilaba las costumbres, y te-
na amplios poderes de polica. El poder dividido mas tarde
-entre-los cnsules, los.pretoreS, los censores y los ediles,
se hallaba reunido en un principio en una sola mano, en
la del rey (1). Ea resrnen, Roma es la primera monarqua
que se presenta bajo la forma de una monarqua individual,
nacional, humana, centralizadora de todos los poderes p-
blicos, y con la plenitud casi absoluta del gobierno.

(1) 11uWno, pg. 136.

1'

/f3LUNTSCHLT.-TOMO I. 21
306

CAPITULO X.

C.--EL IMPERIO ROMANO.

El Imperio romano, preparado por Csar y establecido-


por Augusto, tuvo una influencia considerable sobre el des-
arrollo del derecho pblico. Suele afirmarse sin razon que-
se fundaba en la simple acumulador' de las funciones y
dignidades republicanas en el Emperador; pero en realidad
constitua una renovacion del antiguo poder monrquica_
en relaciones grandiosas y en armona con los cambios.
ocurridos. Es cierto que los Emperadores se hicieron inves-
tir de los poderes y las magistraturas republicanas: la po-
testad tribunicia, para afirmar sus pretensiones la inviola-
bilidad, al derecho de intercesion y de veto, y para que se les
considerase como los protectores de la plebe; el poder cen-
sorial, para ejercer la vigilancia de las costumbres y arre-
glar su antojo las listas del Senado del rden de los ca-
balleros; el pontificado supremo, y por consiguiente todas
las cuestiones de derecho sagrado; y hasta tomaron algu-
nas veces el ttulo de cnsul. Sin embargo, en la idea y en el
poder, no haba una simple cumulacion, sino la fundacion
de un centro nico, de una verdadera monarqua. Ocultse
por algun tiempo al pueblo la trasformacion con ciertas for-
mas republicanas; pero sta era completa, bajo Augusto para
todo el que viese claro. Bajo Tiberio aparece ya las claras
el principio monrquico un en el-Senado mismo: no puede
tratarse ya de separar lo que est indisolublemente unido;
hay que reconocer que el Estado forma un vasto cuerpo que
debe ser gobernado por una inteligencia nica (1).
Los Emperadores tomaron el modesto nombre de prnci-
pes del Senado; pero su poder era tan ilimitado que pocos

(1) Tc., Ann., I, 12; hab'ando de Augusto: cuneta diseordiis


fessa nomine principis sub imperium aceepit. Comp. n
Ilion. Gas., 52, las Conferencias de Mecenas y de Agripa, con Augusto.
307

supieron resistir sus atractivos. El imperio era electivo.


El emperador fu, en un principio, elegido , por diez anos, en
realidad era vitalicio. No se le atribua un origen divino; re-
ciba el poder por una ley de la nacion; y se inclinaba ante
la magestad del pueblo (1); pero de hecho, la eleccion no se
separaba de la familia imperial; el emperador reciba siem-
pre, como un derecho personal y completo, un poder tan
extenso corno el que tena el pueblo mismo bajo la rep-
blica, y desde entnces no pudo ste ya restringirlo ni ar-
rebatrselo.
Adems de las magistraturas que reuna legalmente,
comprenda este poder:
1. La disposicion y el mando de las fuerzas militares y
de la guardia pretoriana. Los ejrcitos permanentes, que se
haban hecho necesarios por la extension del Imperio, obli-
gaban por doquiera la obediencia (2). Los prncipes toma-
ron en su consecuencia el ttulo de imperator, que hasta en-
tnces haba significado jefe del ejrcito.
2. El gobierno absoluto de las provincias ms ricas
importantes. Los emperadores sacaron de ellas numerosas
riquezas y fuerzas de todas clases. Por lo dems, las provin-
cias ganaron en el cambio de constitucion. Los personajes
ms importantes fueron llamados al Senado desempe-
penar altos cargos pblicos; los dems no fueron tan opri-
1;:
midos ni explotados por los delegados del emperador como
lo haban sido por los codiciosos procnsules y propretores
de la repblica. El inters de los prncipes aconsejaba una
administracion ms regularizada.
3. La poltica exterior, el derecho de paz y de guerra, las
alianzas y los tratados (3).
4. El derecho de convocar al Senado, de presentar pro-
posiciones y dar fuerza legal sus decisiones (4). Ya sabe-
mos cun servil y bajo se mostr aqul casi siempre.

(I) Ulp., 1. 1. De Const. quod principi placuit, legis habet


vigoren, uf pote, cum lege regia,_ que de imperio ejus lata est, populus
ei et in eum mune suum imperium est potestatem conferat. Gayo, I, 5.,
J. de jure nat., 6.
(2) As Mecenas recomendaba mucho Augusto que formaseun ejr-
cito permanente, y dejase los dems ciudadanos en sus trabajos. [on.
Cas., 1. c.
(3) Lex de irnp. Vesp.: fmdusque, cum quibus volet facere liceat.
(4) Ead.: Litigue ei Senatum habere, relationem facere. reno ittere "se
308
5. El nombramiento efectivo para todas las m a g istratu-
ras y para las funciones ms importantes; pues el Senado
y la Asamblea del pueblo deban respetar la eleccion reco-
mendada por el emperador (1).
(3. El poder ilimitado de obrar para bien y en honra del
Estado, cuyo grmen penetr en todo (2). No solamente los
edictos, sirio tambien los decretos y los mismos rescriptos
imperiales adquirieron fuerza de ley, y el poder legislativo
. fu ejercido tan slo por el emperador (3). Por ltimo,
para evitar toda resistencia, dispuso la ley rgia, que la obe-
diencia debida al emperador era ntes que todas las leyes
del pueblo, plebiscitos y senado-consultos. La irresponsa-
bilidad del emperador no slo era efectiva, sino que hasta
se extendi todos sus agentes (4).
El poder imperial tena el mismo carcter absoluto que
la propiedad y la patria. potestas; no reconoca lmites (5).
Un hombre slo tena en sus manos el poder universal de
Roma, el imperium muizdi, animado por el principio ideal,
poco respetado por cierto, del bien y de la salud pblica; el
derecho tan desarrollado en sus relaciones privadas, era
rara vez invocado en los negocios pblicos.
La historia de los emperadores reviste grandiosas pro-
porciones; pero muestra al mismo tiempo que el exceso de
poder no es bueno, ni para el jefe, ni para los sbditos (6).
Por otra parte, la decadencia y la corrupcion general pa-

natus-consulta per relationem discessionemque facere liceatutique eum


ex voluntate autoritateve jussu mandatuve, etc. etc.
(1) Ead.: litigue quos magistratum potestatem imperium curatio-
nem cujas rei petentes senatui populoque romano commendaverit, qui-
busque suf ragationem suam dederit, promiserit, etc.
(2) Ead: utique quceeumque ex usu reipubliece majestate divina-
rUM, humanarum, publicarum privatarumque rerum esse cense-
bit, ei ayere facere jus potestasque sit.
(3) Sayigny, Sistema del derecho romano, t. I.
(4) Lex de imp. Vesp.: Si quis hujusce legis ergo adversus leges
rogationes... facere oportebit non fecerit hujusve legis ergo id ei ne
fraudi esto__ neve cu de ea re actio neve judicato esto, neve quis de
ea re... agi sinito.
(5) Los primeros emperadores no aceptaron el nombre de dominus
.Tue recordaba la esclavitud (Suet., Octavio, 53; Tiberio, 27; Tcito, An.,
IV, 37, 38. La adulacion lo introdujo ms tarde.
(6) Comprense con sus actos las palabras de Tiberio, quiz sincero
(Suet., Tib., 39): Dixi et nunc et slepe alias P. C., bonum et sa-
lutarern principem, quem vos tanta et tan libera potestate extruxistis,
senatui se vire debere et universis civibus sne et plerumque enana
singulis: neque id dixisse me pcenitet.
309
recia que legitimaban el imperio. La aristocracia haba de-
generado demasiado para conducir todava aquel incon-
mensurable Estado; y si bien hizo algunos esfuerzos para
recobrar su antiguo poder, no tard en abandonarse y ce-
der la fuerza de los acontecimientos. La masa del pueblo,
sin deseo de gobernar, no acostumbrada al manejo de las
armas, y afecta los trabajos y a los goces de la paz, prefe-
ra la dominacion de uno solo, al gobierno del Senado; y ol-
vidando su propia impotencia, se, regocijaba con la humilla-
cion de los grandes (1). El carcter de los Romanos se ha-
ba debilitado y corrompido ntes que su gnio. La esclavi-
tud omun haba venido ser el castigo de su insaciable
pasion de dominar.

(1) Lo que ocurri al advenimiento del emperador Cludio muestra


cun poco popular era la antigua constitueion republicana entre las
clases inferiores.
310

CAPITULO XL

D.LA MONARQIIIA DE LOS FRANCOS.

El vasto imperio de los Francos se levant sobre las rui-


nas del romano, formando una especie de tra nsic ion entre el
mundo antiguo y el de la Edad Media (1). El rey franco era
ms poderoso que el antiguo rey germano; pero su poder
no era absoluto como el de los Csares. Las ideas germ-
nicas del derecho y d? la libertad se haban mezclado con las
ideas romanas del poder y de la majestad del Estado, y en-
gendraron una nueva monarqua, que lleg su apogeo bajo
Carlo-Magno.
Muchas fueron las causas que aumentaron el poder de
los Carlovingios: una larga serie de hombres distinguidos y
afortunados; la extension creciente del Estado, que exiga
un gobierno poltico, fuerte y comprensivo; la necesidad de
una fuerza militar siempre disponible; las victorias de sta;
y por ltimo, la influencia de muchos sbditos romanos,
educados desde haca muchos siglos en el sistema del an-
tiguo imperio, y habituados las concepciones y las ins-
tituciones enrgicas de Roma, fueron, sin duda, las princi-
pales.
Quiz la monarqua retrocedi bajo cierto aspecto, vi-
niendo ser hereditaria como el derecho privado, y dividida
entre los hijos del rey difunto como los inmuebles de un par-
ticular cualquiera (2). Esto era desconocer completamente

(1) Para las pocas de transicion de los pueblos -germnicos que se


establecieron en el Imperio, vase Flix Dahn, die kanig. der Ger-
manen.
(2) Carlo Magno procur remediar algo el mal por el decreto impe-
rial del ao 806: placuit inter preedictos filios nostros statuere atque
pr8ecipere..., ut nullus eorum fratris sui terminos vel regni limites in-
y aciere prmsumat,sed adjubet unusquisque illorum fratrem suum, ut
auxilium lli ferat contra inimicos, etc. Esta ley alude la eleccion
por el pueblo, C. 5. Comp. Eichorn., ob. cit., I, 139 y 159; Guizot,
7,. cit., p. 206 y sig.
311
carcter .poltico y pblico de la sucesion -al trono, para
hacer del Estado el patrimonio del individuo y de la fa-
milia (1).
H aqu ahora los principales rasgos del cambio:
1. La legislacion fu ms completa y fecunda que lo ha-
bla sido en el estrecho crculo de la tribu germnica, y el rey
ejerca sobre ella mayor influencia. Los Germanos no po-
dan, en manera alguna, aceptar el principio de que la vo-
luntad del prncipe hace la ley: 'pero los proyectos de ley,
casi siempre determinantes, se preparan en el despacho del
rey por sus consejeros. La sancion real es ya necesaria, y
en nombre del rey se promulgan las leyes.
Sin embargo, y esto es muy importante, la costumbre y
el derecho consideraban como indispensable que la ley
fuese discutida y consentida por los grandes de la aristo-
cracia eclesistica y seglar, reunidas en el Reichstag (2).
La aprobacin del resto de la nacion no era ya en general
necesaria, ni aun para las leyes orgnicas de la Iglesia
del Estado, no ser que el cambio interesase directamente
las masas (3).
Este concurso de los nobles es el primer fundamento de
esa representacion de los rdenes que adquiri despues tan
gran desarrollo, y que engendr el gobierno representativo.
2. La grandeza del Estado, la trasformacion de la vida

(1) Tambien se heredaba el trono segun las mismas reglas que la


terra slica. Comp. Zpfl., Deutsche Stats und Rechtsgesch., 33;
3.' edic. , p. 403. Waitz., Deutsche Verfas., II.
(2) Hincmar, De ordine pal., 29: in quo plcito (el Reichstag de Ma-
yo) generalilas universorum mayorum, tam clericorum quam laicorum
conveniebat. Seniores, propter concilium ordinandum, minores propter
idem suscipiendurn et interdurn pariter tractandum, et non ex potes-
testate sed. ex proprio ments intelectu vel sententia confirmandum.
Despues, hablando del Reichstag de Otoo: aliud placitum, cum senio-
ribus tamtum et prcecipuis consiliaris habebatr,, in quo jam futuri
animi status tractari , incipiebatur. De que aqu las frmulas de mu-
chas capitulares: per concillum sacerdotum est optimatum meorum
ordinavimus. (Cap. de Carl., a. 742); cum consenso episcoporum,
sive comitum et optimatum Francorum. (Cap. de Pi/9in., a, 744); Hor-
tatu omnium fidelium nostrorum et maxime episcoporum, ac reliquo-
rum sacerdotum consultu. (Cap. de Carl. a. 769). El tratado de 1851
entre los hijos de Ludovico Pio, contiene expresamente las mismas es-
tipulaciones en su C. VI.
(3) Capit. Caroli-Mag., a. 803, C. 19: ut populus interrogetur de
captulis cui,in lege noviter addita sunt. Et postquam omnes conve-
nerint sabscriptiones et manu firmationes suas in ipsis capitulis fa-
cient.
312
pblica, exigan una nueva forma de gobierno. La idea de i
bien pblico vino unirse las antiguas ideas germana;,.
del mantenimiento de la paz y del derecho. Sin embargo, la
ilocion (lel imperium era demasiado extraila para ser acep-
tada. El nuevo gobierno aument ms bien el mundium
germano (mun.diburdium, tambin, sereno, verbum regis),.
tutela real que es al imperium, lo que la tutela germnica
del padre y del esposo es la potestas romana, su poder no.,
es absolulci; _la proteccion del pueblo y de los sbditos y el
cuidado de sus intereses, son el alma de- dicha institu-
clon (1); la idea del deber se liga todava individualmente
la del derecho. Sin. ser perfectamente exacto, encierra este
nuevo pensamiento un grmen sano, capaz de un verdadero.
desarrollo poltico.
En este sentido es en el que el rey puede y debe mandar.,
y su mando se manifiesta en. el bann de guerra el
de justicia (Heerbann, Geriehtsbann). Por el primero, dispo-
ne de todas las fuerzas militares fijadas por la tradicion
dentro de ciertos limites, y segun ciertas reglas determina--
das. Los prncipes poderosos, como Ca lo-Magno, por ejem-
plo, no se contentaron con llamar las armas sus feuda--
tarios, sino que, un para las guerras ofensivas levantaron
ejrcitos de hombres libres, y castigaron con multas los
que desobedecieron (2).
El rey carlovingio slo rara vez ejerci en persona el
bann de justicia, al que iba siempre unida la administracion
del pas; sus condes eran los que hacan justicia . en su nom-
bre. Afirmse el rden pblico y vino limitar, en lo cri-
minal y en lo civil, el derecho de hacerse justicia - s mis-
mo y el de la vindicta privada. La paz del rey se extendi.
por doquiera bajo la proteccion de su edicto (bann), y reem-
plaz la paz comun, con facilidad turbada anteriormente..
Las rentas de la casa y del fisco del rey aumentaron de'
una manera considerable, y ste poda ya disponer libre--
mente de ellas. Sus dominios se extendieron por la conquis-

(I.) Du Cange, s. v, mundiburdis et mundiburnium. Comp. Cap. Ca-


rol) Mag., a. 802, c. 40. Hinem., ob. cit., 6: Itt rex in semetipso nomi--
nis sui dignitatem custodire debe-t. Nomen enim - regir intellectualiter
hoc retinet, ut subjectis omnibus rectoris ofildum. procuret.
(2) Comp.. Zop., D. S. T. U. R. G., 36. Cap. 2, Caroli-Mag., a. 812,>.
1: Quicumque horno liber in hostem bannitus fuerit et venire con
temserit, plenum heribannum, i. e. 60 solidas persolvat.,
313 ---
ta de provincias romanas , y por la supresion de antiguo
reinos y ducados; en todas partes tena ciudades, castillos
extensos territorios. Conservse en las provincias el
puesto sobre la renta y la capitacion, y hasta se aumentaron
los derechos de aduana romanos , se impusieron tributos...
a los vencidos, y se elevaron las multas y las indemniza-
ciones (1).
3. El poder del rey se dej sentir en todas partes median-
te un sistema ordenado de funcionarios rgios. Los mas ele-
vados de ellos pernanecan, como en Bizancio, reunidos en
derredor suyo, tales eran: el Comes palatii, juez supremo en
sustitucion del rey; el eapellan (apocrisiariuS, reprenda-
rius), jefe del clero y de la crte, y ponente en los asuntos.
eclesisticos ; el canciller (caneellarius), colocado al frente
de la cancillera y de la diplomacia; despues , los cargos
de palacio, propiamente dichos: el chambelan , encargado
de las pompas y de los honores; el seliescal, que vigilaba
a los ministeriales y dems empleados de la casa real; el
copero que perciba las prestaciones en especie y vigilaba
el servicio de la mesa del rey; el mariscal, que estaba en-
cargado de las caballerizas reales; el mayordomo de pala-
cio, que se encargaba de proporcionar al rey una recepcioii
y un alojamiento convenientes, cuando trasladaba su crte;
por ltimo, los cuatro morteros mayores y el halconero (2).
Los enviados rgios (missi dominici) nombrados, recorren.
cada ao las distintas provincias, y mediante ellos penetra
la mirada del rey en todas partes, y sus oidor oyen las que-
jas y los deseos, su brazo impone la obediencia y asegura
el rden pblico (3).
Los condes de los cantones (Gaugralen), tenan la su-
perior administracion de justicia, y los de distrito, la media..
Su jurisdiccion se derivaba del rey, directamente para los,
p rimeros indirectamente para los segundos. Sus atribuj-
ciones militares tenan el mismo origen. Al principio de la
monarqua.* franca, era el conde un verdadero funcionario
n ombrado por el rey; y sin embargo, por una tendencia na-

(1) Comp. Zop., ob. cit., 40. Waitz, ob. cit., p. 498 y gig.
(2) Comp. Hinernar, 16-24.
(3) Capit. Caroli-Mag., a. 802, 1 y 2, y a. 810. Guizot, ob. cit., p. 191
Y sig.
314
, desempeaba ya la herencia un papel importante
bajo los descendientes de Carlo-Magno.
Poco poco fui cayendo en desuso la institueion de los
enviados reales; las dignidades del Imperio se convirtieron
en derechos de familia. Decay el poder real ro mano-ger-
mnico, y entr en escena la numerosa aristocracia de los
prncipes y de los seores.
4. Por ltimo, las estrechas relaciones, la monarqua
franca y del Imperio de Occidente con la Iglesia cristiana y
los progresos del cristianismo, forman uno de los rasgos
ms salientes de la poca.
El Estado se haba convertido en cristiano, y la monar-
qua haba sido consagrada por la mano del sacerdote (1).
El rey se sinti obligado sostener y extender en sus do-
minios la religion cristiana; el emperador . destruir en to-
das partes el paganismo y la herega. Carlo-Magno cumpli
esta mision con severidad y con grandeza (2). La cristian-
dad se presentaba como un cuerpo compuesto de un doble
organismo, sacerdotal el uno, y real el otro, la Iglesia y el
Estado (3). Aunque slo era jefe del segundo, haca el prn-
cipe respetar, an por el mismo clero, el rden cristiano re-
conocido. Convocaba los snodos, vigilaba los obispos y los
conventos, y daba una srie de leyes y de ordenanzas en ma-
terias eclesisticas. Recprocamente el espritu de la gerar-
-quia eclesistica ejerca su influencia sobre la forma de las
instituciones polticas y los principios del derecho pbli-
co (4).

(1) Hincmar, ob. cit., 5: Prncipes sacerdotum sacra unctione retes


n regnum sacrabant.
(2) Aun ntes de ser emperador se llamaba ya Crlo-Magno: devo-
tus sanctm Dei Eclesia! defensor, humilisque adjutor.
(3) Las leyes del imperio de los Francos (cap. Y, 319) reproducen las
palabras que el Papa Gelasio dirigi al Emperador Anastasio: Duao
sunt imperatrices augustee, quibus principaliter mundus hic regitur:
auctoritas sacrata pontilcum et regals potestas. Comp. Hincmar, 1.
,6, 5.
(4) Comp. Eichhorn, ob. cit., 1.58.
158
315

CAPITULO XII.

E. LA MONARQUA FEUDAL Y LA MONARQUA RESTRINGIDA POR LOS ORDENES.

1. La monarqua feudal.Las bases orgnicas de la


monarqua franca eran Incompletas, y fueron el principio
de una nueva formacion del Estado moderno. Sin embargo,
slo los grandes monarcas cupo la suerte de desarrollar
mpliamente el carcter pblico de su autoridad y el gr-
men del alto poder que sta encerraba.
Las pasiones, las costumbres y la, repugnancia de los
Germanos todo poder pblico fuerte, constituan obstcu-
los casi inseparables. La in potencia de los reyes dbiles se
;: . evelaba desde el momento de su advenimiento al trono; en
todas partes aparecan inmediatamente las tendencias
menospreciar la autoridad central, el particularis-
mo independiente, la disolcion.
La debilidad y la cada de los carlovingios aumentaron
las tuerzas de los prncipes y de los seores, disminuyen-
do la autoridad real; la monarqua feudal reemplaz la
monarqua universal romano-germanica, y vino caracte-
rizar la Edad Media.
He aqu sus principales rasgos:
1. La monarqua se haba apoyado hasta entnces en un
Pueblo en una nacion, y poda de este modo, y en cierto
sentido llamarse nacional popular. La monarqua feudal,
Por ms que estuviese en relacion con una naciom se fun-
daba principalmente en el lazo estrecho y personal de fide-
l idad entre el rey, seor soberano, y los vasallos que le de-
ban su poder, su honor y su fortuna. La masa del pueblo,
110 c onlprendda en la red feudal, slo era era considerada
de una manera mediata. La monarqua no era, por tanto,
re almente nacional; su verdadera base no era la nacion,
sino el squito de sus vasallos, los rdenes.
2. La .fidelidad personal que el honor recompens y
316
atirrn,), vino , ser el principio poltico fun damental (I). El
vasallo reciba el feudo del seor y- le juraba fidelidad y lio-
lneilage (Treue und 'Mide). El derecho saj on-normando de
Inglaterra nos indica mejor que niugun otro sus formas. El
vasallo directo presta de rodillas su rey y seilor el jura-
mente de homenaje (2), y des-pues, ya de pi y con la mano.
sobre los evangelios, el - cle fidelidad (3). Los obispos y los
abades, por una especie de deferencia no prestan ms que
ste ltimo. El. primero era ms extreclio y estaba ms in-
tirnamente ligado con la posesion del feudo. La fidelidad
era ms general, y poda ser exigida , los dems sbditos
que no estuviesen unidos par lazos feudales, lo cual tuvo-
lugar desde la poca carlovingia, consecuencia sin duda
de la gran influencia de las ideas feudales (4). La fidelidad

(1) Tacito indica va este elemento como el alma del squito de los,
Germanos: Magna et comiton remul quibus primos apud. princi-
pem subid locas; et principurn, eui plurimi et acerrimi convites. 1-1.ree-
dignitas, lile vires, magno semper electorum juvenum globo circundara,
in pace decus, in bello prlesidium. Cum venturo in aciem, torpe prin-
cipi virtute vinci, torpe comitatui, virtutem principis non adquare.
Jam yero infame in (manera vitam ac probrosum, snperstitem principi
suo ex acie recessisse. Illam defendere. tueri, sua quoque fortia
(acta glorce das assignare, , prwcipzon sacramentam est. Principes,
pro victoria-laugnant, convites pro principe, (e. 13 et 14.)
(2) La frmula muestra que la fidelidad es tambien el fondo del ju-
ramento: Devenio horno vester de tenemento quod de vobis tened et
tidem vobis portabo de vita et membris et terreno honore contra (mi-
nes gentes. Comp. Do Cange, s. v. hommagium .
(3) Vase la frmula en Bracton, 1. c: EIoc audis, domine, quod
fidern vobis portabe, de vita et membris, corpore et catallis (por mi
cuerpo y mis bienes) et terreno honore, sic me Deus adjuvet et he
saneta Dei Evangelia. Comp. Du Cange. v. fidelltas. El derecho feudal
lombardo y el aleman no distinguen con tanta exactitud. El libro 2,'
del feud, tit. Veda la siguiente frmula: Ego juro ad he santa Dei
Evangelia, quodamrnodo in antea ero fidelis huic, sicut debet esse
vassallus domino, nec quod mihi sub nomine fidelitatis commiserit
dominus, pandam alii ad. ejus detrimentum. me sciente. En el ttulo
VI, se recuerda al vasallo que jura fidelidad, las seis consideraciones-
siguientes: incolume. tutum, honestum, utile, facile, possibile. Una
frmula alemana del derecho feudal sajon, art. 3, est conceb id a en es
-tosrmin:I)aheotuwndlshic,aeurt
die roan sirve herren sole. che mide dat he sin man wesen wille !rde
sin gut liebben wille. esto es: le ser fiel y adieto como debe serlo el
hombre por el derecho, su seor, y por esto yo quiero ser su hombre
y defender sus bienes. Comp. Hormeyer, III, 323.
(4) Cap. III, Carol - Mag., a. 812 y 813 Ut missi nostri poplaion no-
) 11,m, iterum nobis fidelifatern promittere faciant secundum consuetu

di!~ jamdudurn ordinatarn. Frmula de un Cap. de Carlos Cal v o,
C arl el
834: c. 13: Ego ill. Carolo, ab isla t he Manto, fidelis oro secundulit
817
ora recproca, el seior la debla igualmente su vasallo;
pero el homenage era slo un deber de ste (1).
3. Esta tendencia que estableca entre todos los habitan-
tes lazos personales de vasallage, se hallaba ta.mbien en
elacion estrecha con el suelo. Los primeros reyes norman-
dos de Inglaterra. se esforzaron en hacer reconocer el do-
ernineizte del rey sobre todo el territorio, un sobre
os alolios francos. La propiedad libre, que era el der e cho
nacional, cedi' el puesto la enfitesi.s y la propiedad
:derivada (2). Este era, por otra parte, .un rasgo general de
la monarqua feudal; pero nuls marcado en la historia del
-derecho ingls (3).
4. El poder real, dado al rey por el mismo Dios, era la
fuente de toda autoridad pblica (4). Los seores obtenan
'su poder del rey su. soberano seor, corno los planetas re-
elben su luz del sol (5); pero no lo reciban comosimples

meum savirum, sicut Francus horno perrectum esse suo regi. Sic
me i)eus adjuvet et iste reliquiag.
Fend, 6: Dominus queque in his omnibus vicem fideli silo red-
dere debed; quod si non fecerit, merito censeoitur maleadas. y lo mis-
mo en Inglaterra: Quantum horno dedet domino ex homagio. tantum
illi (H)et dominus ex dominio, prmter solara reverentiam. Reeves,
of &tul. lato, I, p. 126.A ssises de Jerusalem, Trih. 322.
-(Kausler, p. 372):. L'assise et la loi de Jerusalem juge et dit que, au-
tant doit li rois de fei son horno libe, come l'home lige don luy, et
ains est tenu li rois de guarantir et de sauver et de desfendre des ho-
mes Egos vers toutes gens qui . tort leur vorreent f'aire, come ses hornos
liges sont tenus lui de guarantir et de sauver vers toutes gens. Et,
par, ce, peut il mie mettre la main sur son homo lige, sans eegart de
'ces pers.
(2) Guillermo I quiso que sus sbditos le prestasen juramento de
fidelidad como vasallos (vase anteriormente, lib. II,. 6, 12). En seguida
hizo una ley que obli o-aba los condes, barones, caballeros, escuderos y
hombres libres estar siempre dispuestos para acompaarle la guer-
ra, cuya obligacion se fund en los feoda et tenementa, que posean.
As pues, por una fi ccion del sistema feudal, se consideraba al rey como
el propietario primitivo de todo el territorio ingls; toda propiedad se
derivaba de l din-cta indirectamente. En consecuencia de esto se
hicieron graves objeciones contra este sistema. Cornp. Bl.aei(stone,
Com. II. cap. 4. Reeves. 1. e., pg. 6.
(3) En Francia el principio conocido: no hay tierra sin dueo, rei-
naba desde el siglo XIII. Comp. Loysel 1. El sistema no fu tan ge-
neral en Alemania n en Italia.
(4) Segun el Sachsenspiegel; Dios ha dado slo al emperador la
espada del poder temporal. Esta teora no-fu admitida por todos. Los
reyes. un respetando la dignidad ms alta del emperador: pretendan
tamb!en tener el poder directamente de Dos. Un antiguo axioma frau-
(,s, dice: el. rey no debe nada sino Dios y su espada. Loysel, I, 2.
(n) .S'arhrnspiegel, In, 58 y 64, 5.
-- 318
funcionarios rganos pasageros del g obierno, sino que SP
les ciaba como un derecho y un goce propios. Una mezcla
de derechos polticos y de independencia privada, un poder
pblico repartido hereditariamente entre ciertas familias y
seorios, eran los rasgos caractersticos del rgimen feu-
dal. El rey no poda negar el seorio al he-edero de un. va-
sallo, ni intervenir en la esfera de los derechos primitiva-
mente concedidos, determinarlos restringirlos. Todo cr-
culo de poder era esencialmente cerrado independiente.
La unidad del Estado no exista, pues, nada ms que en
la forma; la accion de la autoridad central encontraba difi-
cultades insuperables; el poder particular se opona al po-
der general y lo quebrantaba, en lugar de ser su interme-
diario; la vida nacional estaba rota, disuelta por la multi-
tud de las pequeas soberanas; la voluntad independiente
de los nobles tena campo libre; las instituciones y las for-
mas variaban hasta el infinito, y en ninguna parte se ha-
llaba un lazo verdadero. El Estado se hallaba encadenado,
la aristocracia era libre y fuerte. La monarqua era rica en
honores, y pobre en poder, y el desarrollo nacional se ha-
llaba limitado por todas partes. Cuanto mas lejano se es-
taba del centro - del poder, ms gravoso era el peso de los
derechos seoriales, hasta el punto de hacerse insoportable.
Los numerosos seores y vasallos, se distribuan entre
s el derecho de hacer la guerra y de juzgar, que eran los
dos elementos principales de la autoridad antigua, y debili-
tse en extremo el gobierno propiamente dicho. La consti-
tucion vino ser eminentemente aristocrtica, pesar de
su corona monrquica. Los reyes capetos no se elevaban"
apenas sobre los grandes seores (1), y casi lo mismo suce-
da con los reyes alemanes. El poder central continu fuerte
solamente en muy pocos pases, como por ejemplo, en In-
glaterra, en donde la reciente conquista obligaba la no-
bleza estrechar sus relaciones con el rey, y la dinasta
tuvo mucha mayor fuerza.
5. Guizot; preguntndose por qu no ha sido nunca esti-
mado el rgimen feudal, ni aun en su perodo ms florecien-

(1) Hugo Capeto escriba ya al arzobispo de Sens: regali potenta in


nullo violentes, omnia negotia reipublicm in consultatione et sen-
tenta fid.eiium nostrorum disponimus. Mirabeau, Ensayo sobre el des-
pol,s5no, Obras, II, p. 390.
319
te, contesta: era ste una confederacion de pequeos sobe-
ranos, de pequeos dspotas, desiguales entre s, y teniendo
sus deberes y sus derechos los unos respecto de los otros,
pero que estaban investidos en sus mismos dominios, de un
poder arbitrario y absoluto sobre sus propios sbditos...
De todas las tiranas es la per aqulla que pueda contar sus-
sbditos y ver desde su asiento los lmites de su imperio.
Los caprichos de la voluntad humana se desplegan entnces
en su intolerable extravagancia, y con una prontitud irre-
sistible. Entnces es tambien cuando se deja sentir ms ru-
damente la desigualdad de condiciones; las riquezas, la.
fuerza, la independencia, todas las ventajas y todos los de-
rechos, se ofrecen cada instante frente - la miseria, la.
debilidad y la servidumbre... Encontrbase all el despo-
tismo corno en las monarquas puras, el privilegio como en
las aristocracias ms concentradas, manifestndose uno y
otro bajo su forma ms ofensiva y ms cruda, si se permite
la frase. El despotismo no se atenuaba por la distancia ni
por la elevacion de un trono; el privilegio no se velaba en
manera alguna bajo la magestad de un gran cuerpo; uno y
otro pertenecan siempre un solo hombre, siempre inme-
diato sus sbditos, sin reunirse nunca con sus iguales
para tratar de su suerte (1).
La explicacion es exacta, sobre todo por lo que se refiere
, Francia; pero no es cierto que el rgimen feudal haya sido
dcltestado en todas partes, pues no era rara la fiel adhesion
de los campesinos -su seor. El rgimen feudal no tena de
ningun modo el carcter de un poder arbitrario y absoluto.
Si lo ha tenido frecuentemente en Francia y en algun otro
punto, era. por la violencia de las leyes feudales. Estas es-
tablecan de alto bajo crculos de derecho concntricos
independientes. Hasta los siervos . tenan sus derechos tra-
dicionales deterMinados; no se podan agravar arbitraria-
mente sus cargas ni disponer de su persona sino con arre-
glo la tradiccion y las costumbres. El derecho de los
siervos era tan fijo y estaba tan protegido como el de los se-
Flores (2).

(I) Essais sur l'hist. de France, V. Del carcter poltico del rgi-
men, feudal,
GO Los hbitos y las antiguas sentencias de los jueces locales lo
prueban suficientemente. Muchas de ellas contienen una especie de desa-
fos los seores.
320 --
r;. El Estado feudal PS sobre todo un Estarlo de dererho.
21 principio del bien pblico habla quedado en oscure-
ciclo, pero estaban determinados con precision los MIMP-
ro s o s derechos polticos. Disponase de ellos corno si fue-
ran derechos privados, por venta, cambio, donacion etc ,
en su mayor parte estaban protegidos en la misma forma .
que el derecho civil; pero veces cada cual se haca justi-
cia, por si mismo. Un rden jurdico inflexible, que daba la
libertad , los individuos pero no al conjunto, las corpo-
raciones y las fundaciones aisladas, pero no al pueblo; y
por otra parte una guerra intestina constante, una anargia
interminable tales eran las dos manifestaciones opues-
tas del Estado feudal, sem e jantes las dos caras de, Jano.
II. Monarqua limitada por los rdenes. La monar-
qua feudal se trasform poco a poco en principado limi-
tado por los rdenes, cuya forma se hizo predominante
Mediados del siglo XIII, y dur cerca de tres siglos, hasta
que en el XVI, cedi el puesto la, monarqua absoluta.
El rey el prncipe continu recibiendo su poder de
Dios de un soberano, si le habla., y considerndole corno la
propiedad de su dinasta. En el crculo de los derechos
reales se' conduca como seor y no sufra contradicion al-
guna; pero este crculo se hallaba estrechamente limitado.
El prncipe. encontraba por doquiera los derechos de los r-
denes, de las corporaciones los individuos, y deba respe-
tarlos, si quera que respetasen los suyos, hy so pena de
chocar con la resistencia contenciosa armada del perju-
dicado.
El poder legislativo slo perteneca al rey con el con-
curso de los rdenes del reino; al prncipe particular con el
de los rdenes provinciales.
El poder de gobernar estaba poco desarrollado, era muy
limitado y careca de un cuerpo de funcionarios gerrqui-
-cos y movido por una accion central. Investidos los vasa-
llos de c iertos derechos de regala, los ejercan como dere-
chos propios independientes. Los cargos judiciales, tam-
bien hereditarios, servan al prncipe en las formas tradi-
cionales, mas aparentes que reales. Los usos y la. etiqueta,
las tradiciones de los rdenes, el espritu de familia se so-
breponan al sentimiento del Estado y de la ley. Los Esta-
dos provinciales, en donde dominaba la aristocrcia, fati-
gaban frecuentemente al gobierno del rey con sus constan-
321
les quejas y demostraciones, perseguan sus consejeros,
reclamaban su dimision, y aun su castigo, llegaban
-veces hasta intentar colocar al prncipe bajo tutela y. aso-
ciarse por fuerza su poder.
El rey era considerado como Juez Supremo, y algunas
veces hasta ocupaba en persona este puesto; pero eran sus
-asesores y eseabinos los que pronunciaban la sentencia, y
el prncipe no haca ms que ejecutarla. El rden jurdico lo
encadenaba igualmente; pues poda ser acusado, si cometa
una injusticia. Segun la antigua costumbre germnica, todo
:seor que tena jurisdiccion, poda ser perseguido ante su
mismo representante. El rey de Alemania, aunque era em-
perador de los Romanos y el primer soberano de la cris-
tiandad, poda, en ciertos casos, .ser llamado ante su repre-
sentante, el prncipe palatino , del Rhn, y obligado some-
terse al juicio del Consejo de los prncipes. El - Vicario (Schul-
,theiss) juzgaba al conde.
El poder de polica, siempre en la infancia, era ordina-
riamente confundido con el judicial; pues no habla entnces
gendarmera, ni nada que se pareciese al aparato burocr-
tico moderno.. .
Los poderes militares del prncipe eran tambien muy
-restringidos por la persistente influencia de las reglas feu-
dales. Los vasallos aristocrticos slo deban sus servicios
-en una medida determinada; consideraban como una ser-
vidumbre de sus tierras el squito de hombres armados
t'itie deban suministrar, y se oponan toda organizacion
enrgica del ejrcito.
Los reyes alemanes haban experimentado muchas ve-
ces cun difcil era reprimir el altanero orgullo de sus du-
ques, y cun poco segura era la fidelidad de los prncipes
licia el imperio.
Reyes y prncipes podan tener tropas sueldo, y busca-
ron al cabo en stas un instrumento ms dcil de fuerza.
Pero cmo pagarlas? Los Estados negaban los crditos ne-
cesarios, y entnces se tomaban del tesoro del prncipe, que
se llenaba de deudas, vena a parar una situacion muy
,escasa, y hasta. se haca odioso por sus mercenarios ex-
tranjeros.
Los impuestos no podan cobrarse sino con el consenti-
miento de los Estados, que se hallaban poco dispuest()s
otorgarlo. La mayor parte de las rentas pblicas se haban

BILL, SCH L1.-1:0140 i 22
322
trasformado en cargas reales inconmutables, que grava.-
ban principalmente los bienes de los campesinos. Tambien
en esto faltaba los rdenes y los individuos el senti-
miento general del deber para con el Estado.
-323--

CAPITULO XIII.

F.LA MONARQUA ABSOLUTA MODERNA.

La monarqua representativa no naci directamente del


Estado feudal. Las luchas contra el feudalismo engendra-
ron una monarqua absoluta nueva, que apareci primera-
mente en Francia y en Espaa, en donde el absolutismo pe-
netr ntes y ms completamente, , consecuencia de ser
mnos poderoso el elemento germano y ms influyentes las
tradiciones romanas. Desde el siglo XII, que fu el del apo-
geo del feudalismo, se ve los legislas franceses, trabajar con
audacia por el triunfo de los principios romanos. Deseaban
un gobierno, sino indivisible, absoluto, cualidades que ellos
reunan bajo la expresion poder soberano. Para ellos, los
derechos feudales eran usurpaciones y abusos que era ne-
cesario restringir abolir; los reyes francos eran los suce-
sores de los emperadores romanos, y la legislacion romana
era la nica apreciable (a). Necesitronse siglos para que
estas ideas prevaleciesen en los hechos. La lucha interior
no se detuvo sino con la cada completa de las diferentes
formas del feudalismo, y la monarqua absoluta, que haba
nacido y crecido en este intervalo, fu arrastrada con sus
ltimos restos.
El famoso principio del derecho imperial romano fue en -
seriado como una regla necesaria del derecho pblico: (2) el

(1) Thierry, Tiempos Merov., I, p. 16.


(2) Beaumanoir, II, 57: Ce qui 11 plest fere, doit estre tenu por
loy; pero aade: Con tal que no se haga contra Dios, ni contra las
buenas costumbres, porque si lo hiciese, no debern sufrirlo sus sbdi-
tos. Comp. Laferriere, en la Rey . Wol., IV, p. 125. Los glosadores ita-
lianos tienen tambien cierta repugnancia al principio absoluto de Roma,
y procuran restringirlo por la idea del dereito divino y del derecho
humano. El profesor de derecho pblico, Delaunav, lo interpretaba as,
un bajo el ms absoluto de los prncipes (1688), diciendo: La ley es la
voluntad del rey, y no la voluntad del rey la ley; pero siempre ha ha-
bido cortesanos aduladores adictos el absolutismo.
324
que quiere rey quiere ley, dice un antiguo axioma francs.
concentrada de este modo, permita casta, evadir todo lo que
se opona al desarrollo del poder de la opinion y del bien p-
blico. Los tribunales y los parlamentos contribuyeron bas-
tante con su jurisprudeficia al triunfo de esta tendencia. La
opinion pblica le era favorable, sobre todo en las ciuda-
des, imbuidas desde haca mucho tiempo en la cultura ro-
mana, y poco penetradas por las influencias feudales. De-
testbase mucho ms al seflor que se tema al rey; la humi-
llacion del primero pareca que deba ser provechosa las
profesiones urbanas. Hasta los campesinos ganaban en esto
ms que perdan.
Luis XI (1461 1483) en Francia (1), y Felipe II en Espa-
ia (1556 1598) completaron el triunfo de la autoridad real,
Ricieronse-algunas tentativas de reacciona pero el absolu-
tismo, que haba echado all profundas races-, vino , ser
sombro y cruel. Europa se extremeci al leer que Felipe II
haba condenado corno criminal todo el pueblo de los Pa-.
ses-Bajos. En Francia fu el reinado de Luis XIV el apogeo
del poder real, y desde entnces fu declinando hasta la Re-
volucion. Grandes pequefias, las dinastas alemanas se
apresuraron imitar el ejemplo del gran rey (2), y entnces
se vi de nuevo un monarca cristiano, que, invocando su
derecho divino, conden muerte todo el pueblo bvaro,
sobre el que no tena ms derecho que sus pretensiones (3).
El Estado soy yo de Luis XIV, expresa con notable
sencillez el pensamiento poltico del nuevo absolutismo. El
rey no es ya la cabeza, es decir, el rgano ms elevado del
Estado, si no identifica su persona con ste; nadie ms que

. (1) En 1463 prohibi al duque de Bretaa emplear la frmnla por la


gracia de Dios, de que se servan generalmente los seores ntes de
Crlos L. Schffner, Frane. Recht, 11, p. 272. Las victorias de los
Suizos abatieron Crlos el Temerario, hicieron caer al principal repre-
sentante de la aristocracia feudal, y decidieron de este modo el triunfo
de, la monarqua en Francia.
(2) Federico II de Prusia, Antimaq., 19.
(3) Hormayr, Lebensbilder, 1, p. 256. Patente de Jos I de Austria
(20 Dic.. 1705): Habindose hecho todos los Bvaros culpables del
crimen de lesa majestad contra Nos, el nico prncipe legtimo de ser su
pas, establecido por el Dios omnipotente, han merecido, por tanto,
colgados. sin embargo, por nuestra gran clemencia y paternal dulzura,
ordenarnos que se sorteen, y que slo sea colgado uno de cada quince.
Esto se ve y no se cree. y tan insigne locura se escriba en el siglo
'X VIII. casi en la poca de las luces filosficas!
-- 325
l tiene derechos; la felicidad pblica es su felicidad perso-
nal; el derecho pblico, su derecho individual; l lo es todo,
y fuera de esl no hay nada.
Esta identidad, muy diferente de la majestad del Estado
personificada en el monarca , era tanto ms peligrosa,
cuanto que coincida con la teora de la omnipotencia del
Estado. En la Edad Media, quebrantado por todas partes,
careca el poder central de energia. Al comenzar la Edad
Moderna, cay en el exceso contrario; ninguna esfera de de-
recho estuvo ya fuera del alcance del Estado, pues hasta el
derecho privado fu considerado como una creacion de
ste y entregado su libre arbitrio.
Los eruditos en derecho pblico apoyaron este absolutis-.
mo con razones aparentes, no quisieron- atacarlo; pero
ciertos telogos (jesuitas altos prelados, luteranos orto-
doxos), fueron tambien culpables en este mismo sentido; y
degradaron ante la autoridad humana la idea cristiana de
Dios, haciendo de los reyes sus representantes directos y
perfectos, los sostenedores del gobierno divino del mundo
sobre la tierra, y en cierto modo, dioses terestres. Si Dios es
el Seor absoluto del mundo que ha creado y que su espri-
tu llena y conserva; cmo ha de seguirse de aqu qu los
reyes sean seores absolutos de los pueblos, que ellos no
han creado ni pueden satisfacer ni conservar?, Los reyes in-
tentaron nuevamente identificarse con la divinidad, como en
tiempo de los emperadores romanos. Sbese con cuanto
gusto hizo Luis XIV el papel de Jpiter. El juego era sin du-
da ms propio de una forma pagana.
Y sin embargo, la impotencia real apareca m echas veces
bajo esta omnipotencia terica. La adulador' daba los
prncipes un poder sin lmites, y muchos no eran ms qtw
el juguete de favoritos ambiciosos, de intrigantes, de im-
pudentes meretrices. Todo dependa de las cualidades del
hombre. Un individuo notable, Luis XIV, por ejemplo, poda
conservar una aparente omnipotencia, ntes que la edad y
los placeres le hubiesen debilitado, y sin embargo, estas al-
turas vertiginosas, acababan por hacerle perder la cabe-
za (1).

(1) Lord Chatam, en un discurso dirigido al Parlamento (F3rougham,


Hombres de Estado, I, p. 29), deca: Un poder absoluto causa la ruina
del mismo que lo ejerce, y all donde cesa la legalidad comienza la tira-
326
Pero, ,qu serian aqullos, tratndose de p rncipes tan
dbiles cmo Carlos II de Inglaterra, Fernando VII de Espa-
a Luis XV de Francia El rey no reinaba , sino los corte-
sanos; los pueblos caan en la ms espantosa miseria. La
situacion de Espaa, de Italia y de Austria, de 1548 a 1740,
demuestra los deplorables efectos del sistema (1).
Afortunadamente encerraba la vieja Europa bastantes
tradiciones contrarias, instituciones importantes para im-
pedir que este nuevo absolutismo viniese , ser permanente
y universal como en Rusia. La dinasta restaurada de los
Estuarios perdi la corona, cuando Jacobo II quiso violar
los antiguos derechos del Parlamento, y desconocer la nue-
va forma de la Iglesia, imitar Luis XIV y despreciar la
constitucion.
Guillermo de Orange, el prncipe y el hombre de Estado
ms notable de esta poca, asent definitivamente, y de
acuerdo con la nacion, el moderno sistema representativo.
El continente no imit iumediatarnente , Inglaterra; pero
haba quedado quebrantada la confianza en los reyes, y la
forma absoluta del gobierno march rpidamente su rui-
na. La filosofa del siglo XVIII rechaz este principio, y su-
biendo al trono con Federico II, proclam, que el rey no es
el propietario del pas, ni el seor del pueblo ni del Estado,
sin el primer servidor de ste. La revolucion acab su
obra. Despues de numerosas fluctuaciones sucumbi la mo-
uarqua absoluta en toda la Europa civilizada ante la con-
ciencia ms libre de los pueblos. ' Slo se ha conservado en
Rusia (2), en donde encuentra un terreno favorable en las

na. Guizot, o. c. p. 245: El vicio de la monarqua pura consiste en


elevar el poder tal altura que hace perder la cabeza al que lo posee,
y que aqullos que lo sufren, apnas osan mirarle. El soberano se cree
un dios, el pueblo cae en la idolatria. Pueden escribirse los deberes de
los reyes y los derechos de los sbditos, y hasta se los puede predicar
constantemente; pero las situaciones tienen ms fuerza que las palabras,
y cuando la desigualdad es inmensa, los unos olvidan fcilmente sus
deberes, los otros sus derechos.
(I) Laurent, o. c., t. XI: Si la revolucion tuviera necesidad de una
justificacion, la hallara en la incompatibilidad radical de la monarqua
absoluta con el derecho, y por consiguiente, con los intereses de la hu-
manidad.
(2) El derecho pblico ruso llama toda todava al Czar de todas las
Rusias, soberano absoluto y reinante por s mismo; su poder est fun-
dado en el rden divino: Dios mismo ha ordenado la surnision al
Emperador, y esto, no slo por temor del castigo, sino por un deber re-
327
tendencias religiosas, y en la conveniencia de un poder
enrgico para un pas inmenso y semi-civilizado. Las princi-
pales reformas, como la reciente emancipacion de los sier-
vos, no pueden verificar s e all sino por la voluntad decisiva
del emperador, pues la aristocracia ser difcil que las apo-
ve, y Rusia no tiene una clase meda libre y culta, que cons-
tituya un poder social poltico. En cuanto las masas in-
feriores, si bien pueden gobernarse por s mismas en las
comunidades y en las asociaciones profesionales, son inca-
paces de tomar una parte importante en la organizacion po-
ltica y en la formacion de las leyes.

ligioso. Slo el Czar tiene el poder legislativo; pero generalmente sigue


el parecer de su Consejo. (Rey. extranj.: III, p. 700).
:328

CAPITULO XIV.

G.LA MONARQUA CONSTITUCIONAL.

1,Su nacimiento y sus progreses.

Fruto de los tiempos modernos, aunque ya exista sti.


gnero en los bosques de Germana, como dice Montes-
quieu, esta forma debi su primera realizacion los prinei-,
pes germanos establecidos en el territorio romano, y al
choque de los principios polticos de Roma con las concep-
ciones jurdicas de los Germanos.
Vino despues la monarqua feudal, y con ella la rica eflo-
rescencia de la aristocracia germnica; pero, con gran de-
trimento del bien pblico, desapareci la unidad, y la mo-
narqua, aunque rodeada de esplendor y de honores, vino
ser impotente. Por ltimo , comenzaron despertarse de
nuevo las tendencias la unidad; el Estado feudal germ-
nico apareci otra vez fecundado por los grandes prin-
cipios de Roma; comenzaron agitarse los pueblos, se les.
anticiparon los prncipes y se apoderaron del cetro de hierro
del poder absoluto, y los rdenes comenzaron luchar entre,
s y con el rey. Cuando termin la Edad Media, estaba ya
prxima la constitucion moderna, que haba sido el fin per-
seguido durante diez siglos, y fu como el coronamiento de.
la vida poltica romano-germnica, es decir, de la verda-
dera civilizacion poltica de Europa.
1. La Gran Bretaa, en donde la monarqua ha conser-
vado ms aquel vigor, pero en donde los derechos y las li-
bertades pblicas fueron defendidas ms virilmente que en
parte alguna, es la que vi madurar lenta, pero segura-
mente, la primera forma acabada de la monaqua constitu-
cional.
No hay duda que tambin los Ingleses tuvieron sus cri-
sis: dos revoluciones amenazaron todo el Estado; la una,
obra de la aristocracia, intent arrancar al rey el poder para
329
ponerlo en manos de los nobles (siglo XIII). Este era nl sen-
tido de las estipulaciones de Oxford, en 1258, impuestas pot-
Leicester Enrique III. ya venciddo (1). La otra comenz con
la lucha de Crlos I contra el'Parlamento Largo, en la cual,
fanatizado el partido popular por los demcratas puritanos,
derrib por algun tiempo la monarqua y la aristocra-
cia (1649).
Afortunadamente ambas crisis fueron muy cortas para.
arruinar el edificio y torcer la vida de la nacion. Inglaterra
recobr pronto su habitual sentido poltico; los lazos con el
pasado no haban quedado retos; el desarrollo de la nacion
continu siendo orgnico y normal, y hasta hizo progresos.
decisivos. La convocatoria de los diputados de las ciuda-
des (1264), data de la primera revolucion, y fu el germen de
de la Cmara de los Comunes; la revolucion democrtica.
termin con la definitiva fundacion de la monarqua consti-
tucional moderna (2).
La monarqua constitucional es como la reunion de to-
das las dems formas; posee la variedad, al mismo tiempo
que la armona del sistema; ofrece libre campo las fuerzas
y al sentimiento nacional de la aristocracia, y rompe las
malas trabas de la vida democrtica del pueblo; por 1ti-

(1) Guizot, o. c., p. 311.


(2) El gran historiador de Inglaterra, Macaulay (II, p, 687), seala
as esta transicion: Desgraciadamente la Iglesia haba enseado la
nacion que la monarqua hereditaria era entre todas las instituciones la
nica divina inviolable; que el derecho de la Cmara de los Comunes
un aparte del poder legislativo, era un derecho puramente humano;
pero que el derecho del rey la obediencia de su pueblo era un de-
recho superior; que la Carta Magna era un estatuto que poda referirse
los que la haban hecho, pero que la regla que llamaba al trono los
prncipes de sangre real en el. Orden de sucesion era de origen celestial,
y que todos los actos del Parlamento que no estuviesen de acuerdo con
esta regla eran nulos. Es evidente que, en una sociedad en donde pre-
valecen tales supersticiones, no habr nunca seguridad para la libertad
constitucional. Un poder considerado simplemente como de origen hu-
mano no puede ser un freno sufic i ente para el que es considerado corno
de origen divino.... privar la monarqua de estos atributos misterio-
sos, y establecer el principio de que los reyes reinan en virtud del mis-
mo derecho con que los propietarios nombran sus representantes en los
condados, los jueces conceden las rdenes de habeas corpus, era abso-
lutamente necesario para la seguridad de nuestras leyes.... Este fin
fu conseguido por la resolucion que declaraba el trono vacante invi-
taba Guillermo y Mara que lo ocupasen.
Zimmermann distingue tambien con exactitud entre las teoras libe-
rales y el radicalismo.
330
ino, su respet , las leyes, es un elemento i deocrtico. Todo
eo ella se mantiene en una justa relacion y en la unidad.
El constitucionalismo ingls presenta diversos periodos;
pero ya bajo Guillermo de Orange;
1) La monarqua absoluta es rechazada en principio
como una usurpacion que legitima la resistencia;
2) El derecho del rey no es ya divino, sino humano, y
templado por el rden constitucional (1), por los derechos de
los lores y de los comunes, y por las libertades legales de
los ciudadanos. De este modo se rechazaron las concepcio-
nes msticas de los telogos ortodoxos, que consideraban
los derechos del trono como especficamente divinos;
3) La declaracion"v de derechos de 1689 , formula y ga-
rantiza los del Parlamento y las libertades nacionales, y las
une indisolublemente al derecho y al rden de sucesion al
trono;
4) La irresponsabilidad del rey se conserva corri regla
constitucional; pero la calda de los Estuardos afirm eviden-
temente la posibilidad de una excepcion, en el caso de un
conflicto irreconciliable entre la nacion y el rey.
Tenemos adems desde esta poca:
5) L g, responsabilidad perfecta y hasta poltica de los mi-
nistros ante las Cmaras. La acusacion pertenece la de
los Comunes, y el juicio la de los Lores;
6) La participacion del Parlamento en la legislacion;
7) Su derecho de consentir los impuestos y votar el pre-
supuesto;
8) Su derecho de comprobar la administracion y los ac-
tos del gobierno;
9) La independencia y la gran autoridad del poder judi-
cial, apoyadas en el jurado tomado del pueblo;
10) La libertad de la prensa y de las reuniones polticas;
la crtica y la comprobacion por parte de la opinion pblica
que de aqullas se deducen.
Haban comprendido los nuevos reyes la trascendencia
de estos principios? Probablemente no pero las circunstan-
cias los obligaron aceptarlos. Alberto de Cohnrgo supo

el (14-!-
(I) Actas de 1701: Considerando que las leves ine . lesas t'ovni 11
reello innato de la nacion; que sus prncipes est:in obligados gobernar
obedecer-
con arreglo estas leyes; sus ministros y funcionarios, y
1a3, ete., etc.
331
inspirar su dinasta sentimientos francamente constitu-
cionales, y la monarqua no perdi nada convirtindose en
verdaderamente popular.
El monarca ingls sabe que no representa ni hace su
voluntad propia, sino la de la nacion. Sus ministros gobier-
nan libremente, y como tienen su apoyo en la confianza del
Parlamento, sobre todo en la Cmara de los Comunes, es la
representacion nacional la que ejerce en realidad esta pode-
rosa influencia. Bajo esta relacion, la monarqua inglesa
podra llamarse parlamentaria republicana. Sin embargo,
el respeto que inspira esta institucion es quiz, mayor que en
cualquier otra nacion, y pesar del poder del Parlamento y
de la aristocracia, conserva la constitucion su verdadera
forma monrquica (1).
II. La monarqua constitucional fu ensayada despues
en Francia. Los autores de la constitucion de 1791 creyeron
hacer una obra maestra de perfeccion y de lgica, tomada
directamente de los principios polticos modernos; pero la
constitucion era ms republicana democrtica que monr-
quica, y estaba mnos influida por los principios ingleses
que por las teoras de Rouseau y por las doctrinas de Am-
rica, que la sazon organizaba su democracia constitucio-
nal con sus tres poderes independientes. La constitucion
1791 fu en el fondo democrtica; la monarqua no era en
ella ms que una inconsecuencia, un resto del pasado con
el que la revolucion ya haba roto.

(1) Edmundo Burke lo hace notar en sus Escritos, Munich, 1850: En


el continente se tiene generalmente una idea muy equivocada de la si-
tuacion del rey de Inglaterra. Se le considera como un simple funciona-
rio, siendo as que es verdaderamente rey. Por ms que no se ocupe de
los detalles, de las minuciosidades y de los conflictos sin importancia,
podria preguntarse si no tiene un poder tan real y tan fuerte como el de
los reyes de Francia ntes de la Revolucion. Roberto Peel se entrome-
ta en el crculo de la vida ntima de la reina Victoria, cuando le exiga,
por razones polticas, que alejase de su lado ciertas damas de la crte;
pero esta exigencia muestra precisamente la gran influencia de la reina
y de las personas que la rodean en la poltica inglesa. Es necesario reco-
nocer, sin embargo, que el gobierno del Parlamento y de los ministros
forma el verdadero centro de gravedad de la constitucion inglesa. El
mismo Roberto Peel deca al Parlamento el 11 de Mayo de 1835: Las
prerogativas de la corona y la autoridad de los Lores son bastante po-
derosas para impedir las intrusiones de la Cmara de los Comunes:
pero no pueden ser consideradas en nuestros dias como obstculos in-
superables . El gobierno del pas debe marchar principalmente de
acuerdo con la de los Comunes, y bajo la direccion inmediata de la
misma.
332
Napoleon restableci el poder monrquico y salv la na-
cion del lodazal en que se habla atascado. Su poderosa ma -
no recogi y concentr el poder; pero la necesidad de la dic-
tadura y el carcter dominante del prncipe impidieron el
advenimiento de la nueva forma.
Napoleon reconoci, por otra parte, en la nacion, la fuen-
te de su poder; abri todos las puertas de los honores y
de las dignidades; intent reconstituir en l Senado una
aristocracia que conserv la soberana, mintras que la
democracia se elevaba ella (1). Estos elementos podan
conducir un sistema racional; pero la voluntad absoluta
del poderoso emperador suprimi muy pronto, como una
cosa incmoda, los derechos polticos de los dems cuerpos
del Estado. Con l perecieron sus instituciones.
La Carta de Luis XVIII (4 de Junio de 1814) fu una tran-
saccion entre la legitimidad y la reVolucion. En la forma era
slo una concesion del rey, una emanacion de su autoridad
exclusiva (2); pero haba una contradicion entre la forma y
el fondo, la cual no era, sin embargo, la nica en esta cons-
titucion, que fu, no obstante; la mejor tentativa que hasta
entnces haba hecho Francia. Imitaba las formas inglesas,,.
pero con t_n espritu muy diferente. El poder del rey era
mayor que en Inglaterra, mejor dicho, puesto que la Car-
ta parta tericamente del principio de la monarqua abso-
luta, era menos restringido (3); pero su base era mnos se-
gura, tanto por el carcter ms voluble de los Franceses,,
cuanto por la consecuencia de la fuerza de las ideas demo-
crticas y de la ruina de la aristocracia.
Los Pares, que participaban del poder legislativo y for-
maban un tribunal supremo para los delitos de Estado, de-
ban ser una institucion verdaderamente nacional, uniendo
sus recuerdos del pasado las esperanzas del porvenir, los
tiempos antiguos y los tiempos nuevos. En realidad, la no

(1) Las Casas, Memorias, III. p. 32..Comp. 1. II, c. 10. Su nieto y su-
cesor ha dado en sus ideas napolenicas (1839) el mejor boceto del ver-
dadero tipo del Estado napolenico; la realidad fue muy inferior, com.)
puede comprenderse.
(2) introduccion: hemos concedido voluntariamenie, y por el libre
ejercicio de nuestra autoridad real, y concedernos nuestros sbditos
la carta constitucional siguiente.....
(3) hitroduccion,: por ms que toda la autoridad resida en Francia
en la persona del rey
333
Meza nueva fu casi excluida; la antigua, degenerada en
parte, fu gratificada con demasiada generosidad, y la C-
mara de los Pares qued muy por bajo de la de los Lores
ingleses. La Cmara de los Diputados deba hacer las veces
de las antiguas asambleas de los campos de Marte y de Ma-
yo, y del tercer Estado. De hecho, sta era una plutocrcia.
explotada en provecho de las facciones. La masa de la clase
media acomodada y culta de las ciudades que tena con-
ciencia de sus derechos y del papel importante que en la re-
volucion haba desempeado, no era ni electora ni elegible.
Toda la poblacion agrcola, de la que la revolucion haba
hecho perfectos propietarios y ciudadanos, se vi tambien
excluida. Se despreci las masas inferiores; el demos, que
haba llegado a ser una potencia, no tena representacion,
no poda unirse la constitucion.
La Revolucion haba reforzado, sobre todo, dos tendencias
que se combatan en parte, la centralizaeion y la ittsion de-
mocrtica. Impulsadas al extremo, la una llevaba la mo-
narqua absoluta, la otra la anarqua. La Carta intent re-
frenar la democracia apoderndose del movimiento centra -
lizador (1).
La primera tempestad del pueblo, axacerbaclo por el ab-
solutismo de Carlos X y por la prensa revolucionaria, ob-
tuvo un gran triunfo. Los revolucionarios de Julio de 1830 y
Luis Felipe, prometieron que su Carta sera una verdad.
La nobleza hereditaria de los Pares fu reemplazada por la
vitalicia, y se ampliaron las bases para la eleccion de la C-
mara de diputados, si bien continuando plutocrticas.
En 1848 estall una nueva tormenta, producto de una
fuerza volcnica, cuya violencia ninguno haba siquiera
sospechado. La constitucion fu derribada en un solo da por
una minora, insensata la vista de una mayora estupe-
facta; y sin embargo, era mayor que aqulla con que fu
reemplazada; pues permita todas las reformas y todos los
progresos . El demos intent una vez ms apoderarse del
mando en jefe. Restablecise la democracia representativa

(1) Tockeville, La Democracia en Amrica, 1, p. 958, precisa bien


las dos tendencias: la revolucion se ha pronunciado al mismo tiempo
contra las instituciones provinciales. ha sido la vez republicana y cen-
tralizadora: hecho de que los amigos del poder absoluto se han apode
vado con cuidado.
334
se nombr un presidente de la Repblica con poderes res-
tringidos; la Asamblea nacional consumi sus fuerzas en
debates interminables; pero el instinto del pueblo volvi muy
pronto la monarqua; Luis Napoleon vino ser el heredero
de la democracia, y se apoder del poder, apoyndose en
las masas (a).
La constitucion del nuevo imperio (1852) recordaba la
forma romana ms bien que la inglesa. Las ideas napole-
nicas tienen un marcado carcter romano, y, por consi-
guiente, son muy del gusto de los Franceses. Se inclina res-
petuosamente ante la majestad y el poder del pueblo como
fuente de todo poder: la constitucion debe ser votada por
ste: el cuerpo legislativo depende de su confianza; el poder
imperial mismo tiene en l su origen (1); el emperador es
responsable ante el pueblo francs; consgrase la igualdad
democrtica ms completa por medio del sufragio univer-
sal, y el poder imperial se levanta sobre esta ancha base,
con todo el esplendor de su majestad. La iniciativa de la ley,
la direccion poltica, la diplomacia, el ejrcito, la muche-
dumbre de los funcionarios, etc., estn en manos del empe-
rador, que hasta puede variar su antojo los miembros del
Consejo de Estado. La constitucion reconoce dos poderes:
la mayora del pueblo, y el emperador. Todo lo intermedia-
rio es dependiente, no tiene ms que una independencia re-
lativa. Los ministros slo son responsables ante el jefe del
Estado; pero algunos no tienen cartera; son oradores del
gobierno, que toman constantemente la palabra ante las
Cmaras y adquieren de este modo una influencia extrema
y peligrosa (2). La segunda Cmara participa de la confec-

(a) El autor debe aludir, sin duda, la gran masa de los indiferen-
tes que constituye la mayora en todas las naciones, y que slo busca la
tranquilidad y el bienestar del momento, sin cuidarse para nada de sus
derechos ni del progreso intelectual ni polltico de los pueblos; cuyas
masas puede agregarse tambien esa clase de personas de la ms baja es-
tofa y esos polticos positivistas (si cabe la expresion), que siempre
se ponen de parte del vencedor, no de la masa de los polticos cons-
cientes y honrados, dispuestos siempre sacrificar su reposo, su for-
tuna y hasta su vida en aras del ideal que persiguen, sea ste el que
quiera. Suponer otra cosa seria atribuir M. Bluntschli un absoluto
desconocimiento de los hechos en el golpe de Estado que se refiere.
(4) Napoleon, por la gracia de Dios y la voluntad nacional, empe-
rador de los Franceses...
(2) Comp. Parieu, Poi., 204; alude Rouher, sin nombrarlo.
335
cion de las leyes, pero ms bien en sentido negativo; puede
impedir una ley mala, pero no puede reformarla. Despojada
de toda iniciativa, no puede modificar un proyecto de ley,
sino entendindose con el Consejo de Estado por medio de
comisiones. El Senado tiene por objeto garantizar las liber-
tades pblicas y la constitucion, y excepcionalmente, tomar
la iniciativa de las . reformas. Es aristocratico por su natu-
raleza; pero los senadores son nombrados por el empera-
dor, y el estado de los partidos los atrae hcia su poder.
As, pues, el mantenimiento de la. buena inteligencia entre
las masas y el prncipe era entnces el principal cuidado del
gobierno; la oposicion slo tena una libertad estrecha, lo
mismo en la prensa que en las Cmaras (1).
Repues tos los espritus, se hizo muy pronto imposible
esta constitucion autocrtica. Fu necesario hacer concesio-
nes, y el imperio se fu acercando la monarqua consti-
tucional. Un Senado-consulto del 8 de Setiembre de 1869,
concedi la iniciativa ambas Cmaras, permiti los mi-
nistros formar parte de ellas, declar responsables estos
ltimos, y autoriz al Senado para acusarles. Esta trasfor-
macion fu sometida un plebiscito general, que di 7.350.000
votos afirmativos, contra 1.38.000 negativos.
Estas reformas no pudieron sin embargo salvar al impe-
rio. Las derrotas de la poltica napolenica y la de los ejr
citos franceses, trajeron.consigo una nueva crisis. La revo-
lucion en Pars del 4 de Setiembre de 1870, arroj Napoleou
del trono y estableci de nuevo la repblica.
III. Paises romanos.Las aventuras de Francia despues
de la revolucion, influyeron en los pases romanos. Italia vi
nacer bajo la proteccion de las armas francesas, repblicas
anlogas la de Francia, despues, reinos vasallos como en
Espaa, modelados en el imperio francs. Pareca que Pa-
rs deba dar su forma Europa; pero sus creaciones efme-
ras perecieron con el primer imperio.
Las constituciones proclamadas en 1812 en Espaa y eli
Sicilia, son mas importantes , en nuestro sentir, por ms
que hayan durado poco.

(1) Los Sue-ns polticos del prncipe Luis Napoleon, escritos de 1832,
contienen un proyecto de constitucion, que es la de 1852 lo que el ideal
del ven es al fruto de la edad madura.Decreto imperial de 19 de
Enero de 18r)7.
336
t. La constitucion de Sicilia, obra de Lord Bentink y
calcada en la forma inglesa ., intent utilizar los antiguos (?)1-
(Lenes del pas y separar mejor los poderes. El Parlamento
tiene, el poder legislativo, pero no comprende, ms que las
(los cmaras con exclusion del rey, que, sin embargo, debe
confirmar sus decisiones, (a ts. 1., 3 y 14). Los barones y los
prelados componen la Cmara alta, los Pares seglares son
liereditarios, pero el rey puede crear otros nuevos entre los
hombres ms distinguidos que tengan .por lo mnos una
renta de seis mil francos. La segunda Cmara es elegida por
el pueblo, y se exige un censo poco elevado para ser electo-
res y elegibles.
El rey tiene el poder ejecutivo; sus ministros y su con-
sejo privado, , son responsables ante el Parlamento; en todos
los negocios importantes debe. el rey consultar el parecer
de este Consejo; algunas veces necesita basta el asentimien-
to del Parlamento, por ejemplo, para traer tropas Sicilia,
para conferir funciones militares los extrangeros, para
crear nuevos empleos conceder pensiones por razon de
servicios pblicos.
La justicia es administrada en nombre del rey, pero slo
por los funcionarios determinados por las leyes. Todo si-
ciliano tiene el derecho de resistencia contra toda coaccion
ilegtima; quoda abolida la censura, excepto para los escri-
tos teolgicos, y suprimidos los derechos feudales; etc. etc.
Vse, pues, que hay una perfecta imitacion Inglaterra
con cierta mezcla de las teoras constitucionales de 1791.
Tambien tiene cierta influencia el elemento republicano,. y
est contradiccion es mucho ms de notar, teniendo en
cuenta la tendencia absolutista de los reyes borbones; y las
pasiones de los clericales meridionales y de los jacobinos en
Sicilia. El rey restaurado sintise muy pronto con fuerzas
bastantes para abolir la constitucion jurada (Diciembre de
1814), y para restablecer el gobierno absoluto; sin embargo,
este ensayo de fusion no dej de continuar sirviendo de mo-
delo para las constituciones siguientes.
2. Anlogas teoras inspiraron una de las constitucio-
nes ms completas que se han llevado cabo, la de 19 de
Marzo de 1812, obra de la regencia y de las Crtes durante la
cautividad del rey, cuando una gran parte de Espaila se ha-
llaba en por,hr de los franceses. Los ingleses la reconocieron
sin dificultad. Las Crtes hablan tomado por modelo la cons-

337
t itucion francesa de 1791. Proclamse en ella la soberana,
del pueblo; pero reconociendo al mismo tiempo numerosos
derechos al rey. El poder legislativo pertenece las Crtes
unidas al monarca (art. 15), que tiene ademas la vigilancia
de la administracion de justicia (art. 171); pero que puede ser
obligado sancionar una ley despues de reiterada su vota-
cion (art. 149). No hay Cmara alta , el rey est colocado
frente de la Asamblea nica de las crtes, representante del
pueblo (1).
Esta constitucion, poco simptica en un principio, se hizo
popular consecuencia de su arbitraria abolicion (4 de
Mayo de 1814), por las persecuciones contra los principales
diputados, y por el restablecimiento del poder absoluto. In-
tentse muchas veces restablecerla (de 1820 1836) El es-
tatuto real de 1834 que di Espaa una constitucion re-
presentativa, no satisfizo los liberales espaoles, vin-
dose obligada la reina-madre , restablecer la de 1812, y al
ao siguiente fu jurada solemnemente otra nueva, hecha
bajo la influencia de los progresistas, y basada sobre sta
con algunas modificaciones tomadas de la de 1834. El rey
conservaba el derecho absoluto de sancion, y se estableca
un Senado al lado de la Cmara de diputados (2).
1
La revision constitucional de 1845, hecha bajo la influen-

cia de los moderados, est calcada en la francesa de 1830 (3).


Sin embargo, las luchas continuaban, y el pas se halla-
ba solicitado por la reaccion y por la anarqua. El mal go-
l. bierno de la hipcrita Isabel trajo consigo la revolucion de
1868, que expuls al mismo tiempo los jesuitas y los
Borbones. Los espaoles monrquicos buscaron un rey,
aceptando al fin su oferta el duque de Aosta, hijo del rey de
Italia (4 de Diciembre de 1870). Parece que deba esperarse
al fin la consolidacion de las libertades; pero las insurrec-
ciones y las intrigas de los partidos disgustaron al nuevo
p rncipe, que abdic voluntariamente (4 Febrero 1873), pro-
clamndose por necesidad la Repblica; pero muy pronto se
i mpuso el partido militar, y prepar la vuelta de la monar-

(1) Hallse una traduccion alemana en Inlitz, II. p. 263, y en Schu-


bert, Verf., II. p. 44. Vase la excelente exposicion (le Bauragarten,
Hist. del siglo XIX de Gervinos, t. IV.
(2) Biilau, Europ. Verf., seit. 1828, p. 221.
(3) Schubert, o. c., II, p. 105 y 116.
IlLUNTSCHLI.-TOMO I.
338
quia y del jven Alfonso, que fu proclamado rey en V' de
Enero de 1875. En este intervalo, sostenido su pariente don
Carlos por los legitimistas y el clero, haba sublevado el
pas montaoso del Norte, y sostena una lucha sin espe-
ranza y que aumentaba la miseria de la nacion.
3. La Carta portuguesa de 1822 imt la constitucion es-
paola de 1812, pero su autoridad fu siempre impugnada.
En 1826, di D. Pedro al pas una nueva carta, ms confor-
me al principio monrquico, instituyendo una Cmara de
nobles hereditaria, y distinguiendo cuatro poderes, saber:
1) El poder legislativo que pertenece a las crtes con la
sancon del rey;
2) El poder moderador, que pertenece al rey, como jefe
supremo de la nacion, para mantener el equilibrio y armo-
na entre los dems poderes;
3) El poder ejecutivo atribuido al rey en union de sus
ministros.
4) Y un poder judicial independiente (1).
D. Miguel y su partido lucharon en vano contra estas
dos constituciones. Despues se disputaron el poder con va-
rio xito otras dos fracciones: la una democrtica, defenda
la constistucion de 1822; la otra, la . de los cartistas, la de
1826. En una revision llevada cabo en 1838, fu abolido el
derecho hereditario de los miembros del Senado, y supri-
mido el Consejo de Estado (2). La masa del pueblo slo tom
una parte insignificante en estos cambios, pero, gracias la
nueva dinasta de los Coburgos, fu mas feliz y pacfico el
desarrollo de Portugal que el de Espafia.
4. La monarqua constitucional, trasportada por Portu-
gal al Brasil, fu causa de luchas con diversa fortuna, pero
hizo los mismos progresos que en Europa.
Italia se desembaraz ms lentamente de la monarqua
absoluta. Los dos reinos que Napoleon haba fundado en la
pennsula, eran autocracias limitadas, que cedieron pronto
el puesto al absolutismo, duras penas soportado, de los
Borbones y de los Habsburgos. Las conspiraciones, las in-
surrecciones y las reacciones, se sucedan all incesante-

(2) Art. 11, 13, 71, 75, 118, Const. de 1826. Ambas constituciones se
hallan en Plitz, II. p. 299 y sig,; la segunda slo en Sehubert. o. c. II,
p. 148.
(2) Schubert., o. c.. II, p. 173.
339
'mente; las aspiraciones de los pueblos slo podan ser con-
tenidas por las bayonetas extranjeras. En 1820, el rey de N-
poles concluy por dar su pueblo una constitucion idn-
tica la esparTiola, de 1812, pero no tard en ser restablecido
el poder absoluto por las tropas austriacas: El movimiento
de 1830, no tuvo tampoco resultado; el apoyo de Austria ha-
ca fracasar todas las tentativas.
El espritu de reforma se manifest ms enrgicamente
desde 1840 1850, alindoscon la idea nacional de librarse
del extranjero. MI 1847 subi de punto el estado de eferves-
cencia de Italia; el nuevo pontfice pareca, aprobar el movi-
miento; Fernando XI de Npoles y Crlos Alberto del Pia-
monte se vieron obligados aceptar un gobierno constitu-
-cional un ,ntes que la revolucion de Pars hubiera esta-
llado; pero el primero la aboli en cuanto pudo hacerlo im-
punemente, no obstante haber declarado en nombre de la
`Santsima Trinidad, que lo aceptaba ccn sinceridad y de
`buena fe (1). As, Francisco II, su hijo, no consigui que le
-creyeran cuando, obligado por los acontecimientos, quiso
al fin, aunque demasiado tarde, hacerse un rey constitucio-
nal (1860.)
Las cosas marcharon mejor en el Piamonte; Crlos Al-
herto se declar por el sistema representativo (2), y despues
supo mostrar la casa de Saboya una fidelidad constante
la constitucion dei 4 de Marzo de 1848, que era una imita-
clon de la francesa de 1830. Este prncipe no tuvo, sin eril-
ltargo, la fortuna de reunir bajo su cetro al pueblo italiano.
Las victorias de Radetezki comprimieron el vuelo nacional,
y salvaron quiz, Italia de los peligros de una democracia
-poco.preparada para el gobierno. Su hijo conserv la cons-
.4)
titucion pesar de los triunfos de los reaccionarios, se atra-
jo la confianza de los Italianos y obtuvo muy pronto las fa-
vorables resultados de 1850 y 1860. Un grande hombre de
) ,0
Estado, el conde Cavour, diriga su poltica. Austria fu
expulsada de la mayor parte del territorio italiano con el
concurso de Francia, extendindose el nuevo Estado por
-toda la Italia central, y despues, gracias la atrevida cam-
para de Gaibaldi, por Npoles y Sicilia. En 1866 se apoden')

(1) Proclama del 5 de Febrero de 1848, en el Portfo/io, I., pgi


na64.
(2) Palabras de la carta, en el Por/ folio, I. p. 53 y sig.
340 --
del nuevo reino de Venecia, siendo ahora auxiliado por Pm-
sia; y, por ltimo, hasta la misma Roma fu, invadida (1870)
despues de la partida de los Franceses que se vieron oblij
gados abandonarla consecuencia de la guerra contra
Alemania. El triunfo de sta hizo caer definitivamente el l-
timo Estado eclesistico de Europa. En la actualidad, Italia.
ha afianzado el gobierno monrquico constitucional, y has-
ta el partido republicano, imitacion de Garibaldi, se con-
tenta por el momento con esta forma.
6. Blgica es como una transicion entre los Estados ro--
manos y los germanos. Su constitucion (1831) est calcada
en la francesa de 1830, aunque en un sentido ms democr-
tico, como lo prueba la regla: todos los poderes se derivan
de la nacion (art. 25; pero hay que notar que Blgica se-
hallaba sin dinasta, y se vi obligada llamar una); la ne-
gacion de toda distincion de clase (art. 6); el derecho ms_
amplio de sufragio, etc., etc. El sistema de dos Cmaras se-
ha conservado, pero el Senado slo se nombra por un tiem
po determinado y por los mismos electores que los diputa-
dos, salvo cierta elevacin de condiciones de edad y de for-
tuna (el proyecto reservaba el nombramiento al rey.) Por
lo dems, este pas, gobernado sabiamente por mi principe,
que es al mismo tiempo Un notable hombre de Estado, Leo--
pldo de Coburgo, apenas ha , notado la crisis de 1848, y su.
bienestar se ha aumentado bastante, pesar de las apasio-
nadas luchas de los ultramontanos y de los liberales (1).
IV. Los Estados germnicos fuera de Alemania..
1. El sistema constitucional del Norte escandinabo se ha.
desarrollado de un modo independiente.
En Suecia, la asamblea de los rdenes comprende en su
seno, desde el siglo XVI, los caballeros y la nobleza, el cle-
ro, la clase media y los campesinos; cada rden tena su
voto. Los reyes buscaban muchas veces en los dos ltimos
un apoyo contra el poder de los grandes. El Reichrath (Con-
sejo de Estado y de ministros), tomado exclvsivamente de
las filas de stos, formaba el poder poltico ms importante.
Esta preponderancia de la aristocracia b aba amenazado al
trono. Gustavo III la destruy, permitiendo todos el acre-

(1) Teod. Just., Hist. de la monarq. const. en Belg., 1850, dos


tomos,
341
:so los cargos y funciones pblicas, con la nica excep-
-clon de los ms altos y distinguidos (1789.)
La constitucion del 7 de Junio de 1809 (1) desarroll la de
1772 (2). Las atribuciones del Consejo de Estado y los
cuatro secretarios de Estado, son tratadas con cuidado y
extension; los no nobles pueden. ser tambien llamados
estas funciones. La Asamblea del reino ha estado dividida
hasta hace poco en cuatro rdenes, decidiendo la mayora
de ellos; sin embargo, para los cambios constitucionales,
era necesario el asentimiento de todos ellos y del rey.
Este sistema que recuerda bajo muchas relaciones la
Alemania feudal, tena ciertamente sus ventajas, aunque la
rnanifestacion de una voluntad nacional fuese muy difcil,
lo cual le di poca autoridad en el exterior; en 1865 ha pre-
valecido tambien el sistema constitucional moderno con
.sus dos Cmaras.
2. La constitucion de Noruega, Impuesta al rey por me-
-dio del Storthing extraordinario de 1814, es ms democrti-
ca. El derecho de legislar pertenece la nacion, que lo ejer-
cita por medio del Storthing (art. 49). El rey sanciona, aun-
que su sancion no sea forzosa despues de una tercera deci-
sion de la Asamblea. Esta es elegida por los ciudadanos
(propietarios, en su mayor parte) y se divide en dos Cma-
ras: el Lagthin y el Odelsthing. El rey tiene el poder ejecuti-
vo bajo la responsabilidad de su Consejo. Los esfuerzos he-
chos para fundar una aristocracia poltica, y ampliar el po-
der real, han sido infructuosos hasta el presente ante la ce-
losa influencia de las clases medias y el temor del yugo de
Suecia (3).
3. Din amarca, en donde una revolucion (1660) di rigi.da con-
tra la nobleza haba conducido la monarqua absoluta, slo
ha llegado ser constitucional en nuestro siglo, primero
en una forma insuficiente basada sobre los Estados pro-
vinciales (1831), y despues en un sentido democrtico (1849).
Las luchas entre los Dinamarqueses y los Alemanes de Di-
namarca, reconocan por causa la diferencia de su naciona-
lidad. Revisada en Junio de 1866, fu promulgada por el rey
y el Reichrath:

(I) Schubert, Y erf II, p. 368.


(2) Idem id., p. 319.
(3) Idem, o. e., p. 404 y sig.
342
4. La forma moderna se estableci i g ualmente en el:
nuevo reino de los Pases-Bajos que reemplaz al de Ho-
landa (Const. 28 de Marzo de 1814, y despees de la reuniou
con Blgica, 24 Agosto de 1815). La nueva corte de 1848 fi
un progreso que fortific el espritu constitucional.
V. Estados alemanes.
1. Aunque monrquico en la forma, el antiguo Imperio..
Romano del pueblo aleman , no tena, en los Ultims tiem-
pos, ms que un jefe sin poder. Este haba Pasado en rea-
lidad ls prncipes particulares, y si conservaba el empe-
rador alguna autoridad, era por ser al mismo tiempo prn-
cipe soberano de Austria.
Los prncipes particulares haban establecido su absolu-
tismo sobre los restos de los rdenes. Su poder, que haba:
nacido de las funciones que el Imperio les haba . conferido, y
que haban convertido en hereditarias, era lo mismo que en
la Edad Meda, semi-patrimonial, semi-teocrtico. Pero la.
idea romana de la soberana lo haba ampliado, y ios prn-
cipes no reconocan ya ms que limitaciones insignificantes:.
en los relajados lazos que los unan al Imperio, y has cierto
punto, en la necesidad de comparecer ante su elevado tribu-
nal y su Consejo ulico.
2. Austria era ya una gran potencia independiente del,
Imperio y que rivalizaba con Francia, cuando un nuevo Es-
tado, aleman por sentimiento y por su origen, surgi en la.
parte del Norte, y se desarroll con rapidez y con audacia.
La casa catlica de los Hasburgos se apoyaba en el derecho
tradicional, la dignidad imperial romana, el clero, la no-
bleza, y un ejrcito, en donde los nacionalistas se hallaban
mezclados y confundidos; la casa protestante de los Hohen-
zollern se convirti en representante y protectora de los pro-
gresos, de la libertad y del espritu alemanes.
Federico el Grande (1740 1778) es el padre de la monar-
qua constitucional en el continente. El trnsito la nueva
forma se habra verificado ms fcilmente, si los pueblos_
hubieran comprendido, y los prncipes hubieran imitado me-
jor este gran rey. Ninguno como l ha combatido el prin-
cipio que hace del prncipe el seilor del Estado; ninguno ha
expresado mejor, que la monarqua es una funcion pblica
y que el rey slo existe para servir al Estado. Si no ha re-
novado el sistema de los ordenes ni reemplazado el poder
absoluto por un rgimen constitucional, es porque su pueblo.
343
no se hallaba polticamente bien preparado para ello. El
prncipe, mucho ms ilustrado que l, lo elev, restringi
el poder real, y prepar la libertad ordenada: 1. observando
rigurosamente el principio de que los derechos del rey son
deberes; 2. por sus leyes pblicas; 3. imponiendo todos
los funcionarios el ms estricto cumplimiento de sus obli-
gaciones.
La revolucion francesa y sus excesos torcieron luego el
camino marcado por Federico, convirtieron los prncipes
en reaccionarios y los pueblos en radicales.
3. La constitucion de los Estados de la Confederacion del
Rhin, colocados bajo el protectorado de Napoleon I, forman
una especie de transicion; hicieron desabarecer los restos
de los antiguos rdenes; reunieron en una sola constitucin
las leyes fundamentales, y dieron una representacion tmida
y poco poderosa la propieda:-I, la industria y la inteli-
gencia.
4. La gran guerra de la independencia y del sacrificio de,
pueblo, quebrantaron el poder extranjero, y el momento era
propicio para construir un edificio moderno con espritu na-
cional y libre. Los hombres de Estado de Alemania, Steinl
Humboldt y Hardenberg, lo deseaban; Federico Guillermo III
de Prusia, se haba declarado pblicamente favorable ella;
pero las ideas absolutistas de las dinastas, de las clases
elevadas y de los funcionarios, las desconfianzas, y una es-
pecie de fantasa romntica triunfaron todava, y se mantuvo
el rgimen absoluto, templado dbilmente por el recuerdo
de los rdenes.
Establecise, sin embargo, una especie de gobierno cons-
titucional, imitando la forma francesa, pero modificada por
las tradiciones locales. El ducado de Nassau fu el primero
que di el ejemplo (Const. 12 Setiembre 1814): siguile el de
Luxemburgo (1815); despues el Gran Ducado . de Sajonia-
Weimar (5 de Mayo 1816), cuyo prncipe Crlos Augusto era
personalmente adicto al rgimen liberal. El movimiento fu
ms importante en los Estados del Sur. La eonstitucion de
Baviera y la del Gran ducado de Baden, corresponden 1818;
la de Wurtemberg, en donde fu necesario que triunfase pri-
mero de los rdenes un gobierno previsor y justo, es de 1819.
Estos Estados secundarios sentan que aumentaban de este
modo sus fuerzas contra los dos grandes gobiernos que ha-
ban permanecido absolutos.
344
El reino de Hanover (1819) y los grandes ducados ch.
ilesse (1820) y de Sajonia-Menningen (1829), siguieron muy
pronto el camino que los dems Estados.
Todas estas instituciones daban al prncipe derechos im-
portantes; en lo cual . se nota el carcter conservador del
pueblo aloman. El prncipe no siempre comprenda el esp-
ritu de los tiempos modernos; pero se le entreg, no obstan-
te, la direccion de los negocios pblicos, con ms confianza
que en cualquier otra parte.
Las Cmaras fueron una imitacion de las de Inglaterra y
Francia. Basadas. las primeras en la. aristocracia, cuyas
ideas y principios pertenecan al mundo caldo, y completa-
das por altos funcionarios dependientes del prncipe, no ad-
quirieron autoridad, ni ejercieron Suficiente influencia. Las
segundas fueron, tan plutocrticas como en Francia. Es un
error decir que estas constituciones no eran representati-
vas, sino que estaban fundadas sobre los rdenes, pues el
que stos sean ms , c5 mnos considerados, no constituye el
carcter distintivo de las dos formas. En la una, la repre-
sentacion, ya est no en relacion con los rdenes las cla-
ses, es ante todo una y nacional; en la otra, las asambleas
representan, por' el contrario, las fracciones de la nacion,
los intereses, particulares de los rdenes. s, pues, la mo-
narqua bvara es evidentemente representativa, puesto que
sus diputados prestan juramento de no tener presente en
sus actos ms que el bien y el inters de todo el pas, segun
sus convicciones, y sin consideracion ,rdenes ni clases
particulares.
Los dos grandes Estados continuaban, sin embargo, ma-
nifestando su desconfianza hcia las nuevas libertades. En
vano se esforzaban en hacerlas triunfar los reformistas
prusianos, pues no obtuvieron ms que Ja reunion de los
Estados provinciales, en vez de la representacion nacional
que se les haba prometido. Austria crea indispensable el
absolutismo para que tuviesen unidad sus amalgamados
miembros, y la Confederacion Germnica pareca no cuidar-
se ms que de conservar, hasta donde fuese posible, el ca-
rcter absoluto de lo que se llamaba el principio monrqui-
co, y gobernar los pueblos por medio de la polica.
5. La Revolucion francesa de 1830 provoc un nuevo mo-
vimiento, vindose, obligados una porcio" de Estados me-
dianos y pequeos aceptar un rgimen nuevo. As, pues,
345 --
la constitucion del 5 de Enero de 1830 vino garantir las li-
bertades en el electorado de Hesse contra la arbitrariedad
real; en Sajonia se imit la constitucion bvara (1831); Han-
llover tuvo una nueva ley fundamental (1833), que, sin em-
bargo no fu reconocida por el rey sucesor, ni se puso en
vigor hasta despues de haberla modificado (1840).
El sistema moderno continuaba sus progresos, ms re-
petado frecuentemente en la forma que en el fondo, corrom-
pido sin cesar por la burocracia, y explotado desfigurado
siempre por los partidos, y, sin embargo, las grandes po-
tencias se le mostraban rebeldes.
6. Federico Guillermo IV promulg al fin sus cartas-pa-
tentes de 3 de Febrero de 1847, que establecan, sobre la
base de los estados provinciales, un Landtag comun para
Prusia, con voto consultivo en las cuestiones legislativas, y
deliberativo para los impuestos nuevos, y con. derecho de
peticion en los 'asuntos interiores. Este era ya un gran paso,
y la constitucion tena ademas la ventaja de amoldarse
las relaciones existentes, y no limitarse copiar frmulas
usuales. No hay duda que los derechos del Landtag eran in-
suficientes; pero se habran corregido poco poco los de-
fectos por la educacion poltica de la nacion. Desgraciada-
mente el gobierno perdi la confianza hasta -de los mismos
partidos moderados, oponindose los legtimos deseos del
Landtag, y la commocion de 1848 hizo que se derrumbara el
edificio. Impulsado por la revolucion, arranc al rey el par-
tido democrtico la constitucion liberal de 15 de Diciembre
de 1848, revisada quince meses despues, merced al auxilio
de una ley electoral otorgada por el rey (30 de Mayo de 1849).
Se han introducido en ella despues modificaciones esencia-
les, sobre todo en favor de la autoridad, y si bien se notan
graves vacos, sin embargo, la vida constitucional de Pru-
sia ha adquirido una base nueva.
Estas innovaciones encontraron mucha resistencia. La
Cmara de los seores compuesta principalmente de anti-
guos representantes del absolutismo y del romanticismo
caballeresco, slo se someti con gran repugnancia; la
monarqua pareci duro el cambio; y, por ltimo, la repre-
sentacion del pueblo no tena conciencia de los lmites de su
poder, ni de las diferencias que separaban al sistema pru-
siano del parlamentarismo ingls. Pero las luchas de las
opiniones hicieron que la constitucion se arraigara profun-
346
(lamente ; el deber hacia el pais, borr todas las enemista-
des; las oposiciones ms vivas desaparecieron en la guerra
de 1866, y la unidad fu un hecho cumplido.
7. La revolucion de 1848, sorprendi tambien Austria.
Sus diversos pueblos intentaron separarse; una juventud
inesperta y turbulenta fu por un momento duea de Viena,
y la unidad desapareci en todas partes, excepto en el ejr-
cito, ltimo apoyo de la monarqua ; pero las tropas victo-
riosas volvieron pronto la autoridad manos de los hom-
bres de Estado, que, bajo la presion de los peligros interiores
y exteriores, intentaron fundar una nueva nnion por la cons-
titucion otorgada en 4 de Marzo de 1849. Esta primera tenta-
tiva de organizacion constitucional jamas fu aplicada, y
pareci imposible reunir en un Reichstag nico, pueblos tan
diversos por - su lengua, raza y cultura, como los que com-
ponen la monarqua austriaca. Hungra se sublev y esta-
bleci una dictadura. Austria haba sido hasta entnccs una
union principalmente dinstica; pareca que era necesario
concentrar todos los poderes en el emperador; los ministros
no eran responsables sino ante la ley (Carta de 28 de Agos-
to de 1851); el Reichsrat se trasform en Consejo de la coro-
na (decision del mismo da); la constitcion de 1849 qued
suprimida (31 de Diciembre de 1851); un decreto del gabine-
te prometi al mismo tiempo comisiones deliberantPs de la
nobleza propietaria de inmuebles, de los dems poseedores
de tierras, y de los industriales. Esto era en realidad el res-
tablecimiento del poder absoluto. El gobierno lo ejerci por
un sistema mecnico de funcionarios, apoyndose moral-
mente en el clero catlico, y materialmente en su poderoso
ejrcito. Despues de la derrota de la poltica absolutista en
Prusia, Baviera, Baden, Wurtemberg, etc., aprendi Austria
sus espensas (1859), que la burcrracia, el ejrcito y el cle-
ro distan mucho de ser omnipotentes en las grandes crisis,.
y que la forma representativa se impona para lo sucesivo.
Ariuncilo as el diploma de 20 de Octubre de 1860, intent
realizarlo la ley fundamental del 20 de Febrero.
Segun este diploma los poderes de toda la monarqua de-
ban hallarse en una justa relacion con la conciencia tra-
dicional del derecho en los diversos Estados del Imperio;
cada uno de ellos tendra un Landtag, una autonoma res-
tringida, una parte en el Reichstag para la legislacion y para
la comprobador' d, los actos del gobierno; se cr earon dos
347
Reichstag, uno para toda la monarqua, y otro ms reducido
para los pases del Oeste. Tambien fracas esta combina-
-clon, negndose Hungra , nombrar sus diputados.
Una declaracion imperial del 20 de Setiembre de 1865,
suspendi el Reischstag hizo desaparecer su comproba-
cion. La desgraciada guerra de 1866, trajo consigo una nue-
va conversion; la derrota de Koenig-graetz y la paz de Pra-
ga obligaron negociar con los Hngaros, que defendan con
energa sus antiguos derechos y no queran una Carta otor-
gada. Fu necesario garantirles una constitucion especial,
el mantenimiento de las leyes hngaras de 1848, la indepen-
dencia del reino, y la anulacion de las usurpaciones come-
tidas: esto era un dualismo. Desde entnces hay un Reichs-
tag y ministerio hngaro al lado de los austriacos para los
pases cisleitanos. Una comision nombrada por ambas
asambleas, y ministros comunes para los negocios extran-
jeros y para la hacienda, unen estas dos fracciones del Im-
perio. Puede dudarse de la du acion de este compromiso;
pero lo que si es cierto es que Hngaros, Alemanes y Bo-
hemios estn decididos - no tolerar el rgimen absoluto.
8. Intentse tambien dar , la asamblea de la Confedera-
cion una forma constitucional representativa. Desde el ao
1848, la proclam el pueblo aleman, cmo la nica posible.
La constitucion federal de Marzo de 1849 abrazaba toda Ale-
mania, excepto Austria, en un vasto imperio cuya corona
deba pertenecer hereditariamente la dinasta reinanted.e
Prusia; una Cmara de los Estados deba comprender en su
seno a los representantes de cada reino principado, y una
Asamblea nacional los del pueblo alernan. Estos proyectos
fracasaron. Austria rechaz la solucion y se prepar 1, la
lucha; el rey de Prusia no acept la corona que le ofreca la
Asamblea; Baviera pleg su adhesion, y al pueblo aleman
le falt la energa suficiente. A pesar de los esfuerzos de
Prusia, triunfaron los elementos dinsticos y particularis-
tas sobre el sentimiento nacional, y fu necesaria, para ven-
cerlos, la guerra de 1866.
La Confederacion de la Alemania del Norte (16 de Abril de
1867), no puede llamarse una monarqua constitucional sino
con alg,unas reservas. El rey de Prusia, es el presidente he-
reditario; el general nato de sus ejrcitos, y dirige la polti-
ca federal con el concurso del Canciller federal, que nombra
l mismo, que es responsable, y que administra mediante
3-18
la cancillera puesta sus rdenes. Todo esto es constitu_
cional-monrquico; pero la autoridad del presidente federal
est limitada por el Consejo federal, re p resentador' de los
gobiernos confederados, y por el Reichsrath, representador
de la nacion alemana, que tienen el poder legislativo y come
prueban tambien la administracion.
La constitucion del Imperio (16 de Abril de 1871) engran -
deci el carcter monrquico de la Union alemana por la
majestad de la dignidad imperial; pero el e mp erador no
tiene en ella ms que un veto restringido ciertas cuestio-
nes militares y de hacienda, no participa del poder legisla-
tivo en general, y el Consejo federal parece que aun hoy
mismo, no es slo un simple senado legislativo, sino un
gobierno colectivo de los prncipes del Imperio, que toma
de este modo cierto carcter de aristocracia. Esta mezcla de
principios, que Pufendorf haba denominado monstruosa en
su antigua forma, no ha desaparecido por completo .. Sin em-
bargo, el nuevo imperio ha probado ya su vitalidad y su
fuerza. Si la unidad y el poder de un gobierno monrquico y
el reconocimiento de los derechos y de las libertades de la
nacion, son los clractres esenciales dela monarqua cons-
titucional, puede decirse que la Alemania actual es una es-
pecie sui generis de esta monarqua.
Resumamos: la monarqua representativa constitucio-
nal ha triunfado decididamente en la Europa occidental. El
Estado civilizado moderno reconoce los derechos privados
de los individuos y los derechos polticos de la nacion y de
sus clases, cuyos representantes participan del poder legis-
lativo. La monarqua europea no es ya un poder absoluto
ilimitado; es un poder supremo regido por el derecho; limi-
tado por los derechos de los sbditos.
Hay adems muchas especies:
En Inglaterra, en donde la monarqua est rodeada de
una poderosa aristocracia, el gobierno depende mnos de la
voluntad individualidad del prncipe que de las mayoras
de las cmaras y de los ministros responsables ante ellas.
En el continente 1-1() hallamos ya una aristocracia tan
importante. El. elemento democrtico aparece en primera
lnea al lado del monrquico; la aristocracia no tiene all
ms que una influencia moderadora y de mediacion. Las
luchas constitucionales del continente no son ms que la
expresion del impulso de dichas fuerzas, que buscan su Justa
349
relacion entre s y con el todo. Hse intentado muchas veces
hacer que predomine exclusivamente una de ellas; pero
siempre ha -concluido el elemento comprimido por sacudir
su momentneo yugo. La monarqua constitucional tiende
abiertamente hcia una forma orgnica que da cada parte
su justo lugar en el conjunto: la monarqua plenitud de
poder y de majestad, los elementos aristocrticos, digni-
dad y autoridad, y paz y libertad al demos. En el continente,
particularmente en Francia y en Alemania, la monarqua es
el poder activo por excelencia, no slo en la forma, sino
tambien en toda la disposicion del cuerpo constitucional. Su
accion no se halla estorbada por el poder considerable, pero
generalmente tranquilo, de la opinion pblica, sino cuando
se pone en contradiccion con los instintos de la nacion y la
marcha de la historia, Cuando est de acuerdo con la opi-
nion, la monarqua es mucho mas fuerte que la aristocra-
cia, que, mediante ciertas ventajas, la sirve de buen grado,
como en Alemania, que murmura en su impotencia, como
en Francia; es tambien ms poderosa que toda la represen-
tacion, que no quiere gobernar sino comprobar.
La restaurada monarqua de los Borbones se apoyaba
principalmente en la clase media rica; la de los Napoleones,
en las masas. En los Estados particulares de Alemania, la
monarqua se funda ms bien en los funcionarios, que su
vez la restringen, y en el ejrcito; en el imperio actual, se
apoya en las grandes clases populares y en los gobiernos
particulares. Pero el demos no est en ninguna parte racio-
nalmente organizado. Mientras no se llene esta laguna, y
mientras las dinastas, conservando sus prejuicios, recha-
een el nuevo espritu pblico, continuar la lucha secular; y
la monarqua orgnica, que debe dar la libertad todos y
la unidad al conjunto, y establecer la armona entre el esp-
ritu poltico de los pueblos latinos, y el espritu dr ,. libertad
de. los germanos, no tendr ms que una existencia in-
segura.
OBSERVACIONES. GUSta V O ZiMMerIllanil, que ejerci despues en,
Hanover una lamentable influencia, se ha expresado con ms
extension sobre este punto en una obra acogida favorablemente
en los altos crculos -de la sociedad, pero atacada generalmente
por las clases medias instruidas: De la excelencia de la monarqua
constitucional en Inglaterra, y de su inaplicabilidad ea el continen-
te. Hanover, 1852. Esta obra es una anttesis absoluta de una
350
literatura radical exuberante. El autor toma la nocion de la mo-
narqua moderna en las formas y mximas de la constitucion in-
glesa. Concede que el sistema ingls no s aplicable en el conti-
nente: sus contradicciones y sus vacos, corregidos por la tradi-
rion y por los intereses de la aristocracia, aumentaran extraor-
dinariamente, si se realizase en una forma democrtica; pero la
monarqua constitucionales algo ms que el p a rlamentarismo in-
ls, que es su primera aplicacion afortunada yen gi lande escala,
pero no la perfeccion. Puede reconocerse la inapli ,3abilidacl del
sistema ingls al continente, y sostener, sin embargo, la utilidad
de la forma moderna, es decir, de una monarqua cuyos derechos
polticos, lo mismo que los de los gobernados, estn determinados
por una constitucion, y especialmente que todas las fracciones del
cuerpo del Estado deban concurrir la formacion de las leves. La
mona quia orgnica es necesariamente constitucional, porque este
organismo forma la constitucion. Llamando Zimmermann la
autoridad del Estado propiedad del prncipe, muestra que ignora
las nociones vivas del derecho pblico actual. Puede suceder que
se detenga un instante la corriente en algun lugar profundo; pero
muy pronto subirn las altas olas y destruirn cuanto su paso
se oponga (Escribia ya sto en 1857, y ha sido confirmado en 1866).
Un principio que nuestra poca proclama claramente entre los
dems, es que el poder del Estado es un deber pblico al mismo
tiempo que un derecho, es decir, que corresponde la existencia
y la vida poltica general de toda la nacion, y que no puede, por
tanto, ser propiedad de un individuo, un derecho privado.
351 --

CAPITULO XV.

II.Falsas nociones de la monarqua constitucional.

Europa se ha detenido en la monarqua constitucional,


como una conciliacion entre las corrientes polticas que la
dividen, y un justo medio entre la impotencia del fracciona-
miento feudal y la monarqua absoluta. Importa, pues, es-
tudiar detenidamente sus bases.
Comencemos por combatir sus errores:
1. La Revolucion que quera realizar el pensamiento de
Rouseau, distingua en el Estado dos poderes; la voluntad
el poder legislativo, y la fuerza fsica que ejecuta. El pue-
blo quiero, el rey obra. Tal era, segun la opinion de entn-
ces, la frmula esencial de la monarqua constitucional (1).

(1) Rouseau, Contr. Soc., III, 1: Toda accion libre tiene dos cau-
sas que concurren producirla: una moral, saber: la voluntad deter-
minante del acto, y otra fsica, la potencia que lo ejecuta. El cuerpo pol-
tico tiene los mismos mviles; distnguense en l tambien la fuerza mo-
ral y la voluntad: sta bajo el nombre de poder legislativo, la otra bajo
el de poder ejecutivo. Mirabeau, Disc. 1. de Setiembre 1789: dos
poderes son necesarios para el ejercicio de las funciones del cuerpo po-
ltico: el de querer y el de obrar. Por el primero, la sociedad establece
reglas que debe conducirla al fin que se propone, y que es indudable-
mente el bien de todos. Por el segundo, estas reglas se ejecutan, y la
fuerza pblica sirve para hacer triunfar la sociedad de los obstculos
que esta ejecucion podra encontrar en la oposicion de las voluntades in-
dividuales. En una gran nacion, estos dos poderes no pueden ser ejerci-
dos por ella misma: de aqu la necesidad de los representantes del pue-
blo para el ejercicio de la facultad del querer, del poder legislativo; de
aqu la necesidad de otra especie de representante para el ejercicio de
la facultad de obrar, del poder ejecutivo . Thiers. Hist. de la Rey.
franc., p. 97: La nacion quiere, el rey obra. los nimos no salan
de estos elementos simples. y crean que queran la monarqua, porque
dejaban un rey, como ejecutor de la voluntad nacional. La monarqua
real, tal como existe un en los Estados libres, es la dominaeion de uno
solo, la cual se ponen lmites por medio del concurso nacional; pero
desde el momento en que la nacin puede ordenar todo lo que quiere, sin
que el rey pueda oponerse ello por el veto, el rey no es ms que un
magistrado. Esto es una repblica con un cnsul en lugar de muchos.
El gobierno de Polonia, por ms que hubiese un rey, no debi llamarse
nunca una monarqua.
-- 352
oponer de este, modo la nacion al . rey y hacer de ste el
simpl e servidor de una voluntad extraa, formada sin su rril

concurso, equivale suprimir la monarqua. Los abusos


anteriores contribuyeron indudablemente la calda de.
Luis XVI y al advenimiento de la repblica; pero este mis-
mo principio deba naturalmente conducir este resultado.
Hacer, por el cont rario, del rey el igual al poder legislativo 1)1,11
en vez de excluirle de l como subordinado, es de truir la s

unidad del organismo y crear un monstruo con dos cabe-


zas, una diarqua, que destrozara el Estado, sino era sus-
tituida inmediatamente por los principios monrquicos re-
dif(
publicanos (1).
2. Sieyes deseaba un-jefe de Estado inactivo, lo cual era di?

para l principio del sistema. Napoleon I, que naci monar- 1511

. ca, si esto puede decirse de algun hombre, desacredit para


siempre esta idea: ?Cmo habeis podido creer que un hom-
bre de algun talento y que posea el sentimiento del honor, se fit

haba de resignara hacer el papel de un puerco engordado


con algunos millones? (2).))
3. El rey, se dice con frecuencia, reina y gobierna, pero 5

el ejercicio de este derecho pertenece sus ministros.Si


se establece ste como principio permanente del Estado,
equivale tambien abandonar la monarqua por la repbli-
ca. El retraimiento constante del ejercicio del derecho. es el
retraimiento del derecho mismo. Este ttulo vano concluir
necesariamente por ser lo que exige la misma naturaleza
de la cosa. Los vasallos y terratenientes que adquirieron el
ejercicio permanente del derecho de propiedad , fueron
un principio propietarios tiles , y despues propietarios per-
fectos;' los mayordomos de palacio, reyes. Entregar todo el
gobierno real los ministros, equivale , entregarlo una
autoridad republicana, y hacer de la monarqua una forma
enteramente rana (3). La monarqua no se crea colocando
!Po?
al frente del Estado un smbolo, en vez de una individuali i
-daviyenrgc.

(I) El partido democrtico republicano de Francia lo comprendi as


se aprovech de esto para abolir la monarqua.
(?) Las Casas, Mem. , IV.
(3) En este sentido tena razon el partido radical democrtico, cuan-
do en 1848 afirmaba en Francfort que la monarqua constitucional era
un sombrero sin cabeza, que no tena ms mision que nombrar un pri-
mer ministro y engendrar un sucesor.
353
4. Es, por consiguiente, absurdo, decir que las cualida-
des de un prncipe constitucional son indiferentes. Esta
forma, tiende, en efecto, permitir al prncipe todo el bien y
el menor mal posible; slo en este sentido es como limita
sus poderes. Sabe que es hombre, y que un poder exajeraclo
corrompe los mejores. Pero no hace de su rey un maniqu
en manos de los ministros. No quiere, negndole los atri-
butos del hombre, aniquilar la libertad, precisamente en la
entidad que tiene el cargo poltico ms elevado, la dignidad
humana en el primer ciudadano del Estado. Cmo hablar
de respeto. de fidelidad y de amor hcia el prncipe, si es in-
diferente que sea no digno, ni un siquiera que sea capaz
de comprender estos sentimientos? Lgicamente, el ms
imbcil de los hombres sera en este caso el mejor de los
14'eYes (1). Y esto sera la realizacion de esas vivas tenden-
cias de los pueblos hcia una organizacion ordenada, noble
inteligente!
Citase sin razon el ejemplo de Inglaterra, porque all no
es indiferente la personalidad del soberano (2).
5. La famosa frmula de M. Thiers: el rey reina, pero no
gobierna; no es tampoco exacta. Ni un l mismo con toda
su habilidad ha conseguido ponerla en prctica, y en verdad
que no cay Luis Felipe por haber querido gobernar, por-
que Napoleon, su sucesor, se capt la voluntad de las ma-
sas, precisamente gobernando por s mismo.
Por reinar, entiende ms bien M. Thiers los derechos
formales del poder y de la majestad; por gobernar, la di-
reccion suprema, prctica y real de la poltica del Estado.
Ambos derechos deben pertenecer al prncipe. Negarle el
segundo, que es el ms importante, equivale anular el
poder real: Rex est q ui regit.
Gobernar, no . es, por otra parte, sinnimo de adminis-
trar. El rey no est encargado del detalle de los negocios, ni

(1) Hegel, Rechtsphilos., 380, va muy ljos al decir que el monar-


ca no tiene ms que decir s, y poner el punto sobre la i. El rey puede
decir s 6 no; no slo tiene una decision de forma, sino tambien de fondo;
tiene ademas la mision de dar impulso iutervenir si fuere necesario.
J. H. Fichte, Beitrag sur Stats: La cabeza ms vana sera el ideal para
este gnero,
(2) Si se duda de ello, lase los Hombres de Estado, de Brughan.
All se ver la considerable influencia del rey sobre los ministros y del
m inistro sobre el rey, y cmo nos engaamos al creer que carece de im-
po rtancia la voluntad de ste. Comp. Cap. XIII, 07. 3.
BLUNTSCII
354
se puede desear ni esperar que se ocupe de esto habitual-
mente.
6. Partiendo algunos de la soberana del pueblo, colocan
el principio constitucional en la obligacion que tiene el
prncipe de gobernar con arreglo la voluntad de la mayo-
ra. Nuevo sacrificio de la monarqua: la democracia es la
dominacion de las mayoras populares: por el contrario, una 1
de las grandes ventajas de la monarqua, es tener un prn-
cipe que proteja las minoras contra las usurpaciones de las
mayoras. La monarqua no existe all donde el prncipe no
es ms que el ministro y el servidor de mayor nmero,
nico soberano por consiguiente. Esto es una democracia
con una sombra fantas de rey; una monarqua sin fuerza
interna, que no tiene ms que una apariencia de vida, y est
destinada perecer en el momento que el demos b juzgo
conveniente (1).

(1) La Asamblea nacional de 1789 hizo una prueba de ello. Thiers


dice muy bien (ob. cit., II, p. 198): Era democrtica por sus ideas y mo-
nrquica por sus sentimientos. La poderosa democracia derrib muy
pronto una monarqua sin fuerza.
355

CAPITULO XVI.

111.El principio monrquico y la nocion de la monarqua


constitucional.

La monarqua constitucional es una verdadera rno-


Itarqua.
Cul es el carcter esencial de toda monarqua? Es le
.personificacion de la soberana en un individuo. La monar-
-quia se distingue, pues, de la teocracia: en que no v en el
prncipe al representante de la divinidad considerada 'corno
soberana; y de la repblica, cuyo verdadero soberano es
una minora aristocrtica una mayora democrtica. El
rey no est subordinado stas ltimas, corno lo estn los
,jefes republicanos, sino que posee siempre de un modo in-
dependiente, el poder del gobierno. La autoridad pblica re-
cibe su expresion ms elevada, no en una coleccion de hom-
bres, sino en una individualidad. El monarca es en un sen-
tido eminente la personificacion del Estado (Stats person).
Se encuentra siempre en la monarqua:
I. La elrwacion personal del jefe del Estado, represen-
tante individual y rgano del poder magistral.
II. La concentracion sustancial de la soberana en su
persona (majestad y poder). Los dos trminos de la activi-
dad del prncipe son la iniciativa y la sancion. El primer
principio puede ponerse de acuerdo:
1. Con la limitacion de los poderes del prncipe en mate-
ria de legislacion, por la representacion de las dems par-
tes de la nacion;
2. Con la necesidad del concurso de los ministros en el
ejercicio regular de sus derechos y de sus deberes. La alta
posicion de los dems miembros del cuerpo del Estado ti('
impide que el prncipe sea el jefe; tomando medidas para que
su voluntad individual sea la del Estado, y no una voluntad
-arbitraria y egoista, la constitucion facilita los deberes rea-
les y libra la. autoridad del desprecio y de las faltas.
Pero este mismo principio rechaza:
356
1. La idea que hace del prncipe un dolo impotente, una
simple forma, un sr sin vida.
2. La que subordina el . prncipe sus ministros la
representacion, y les permite obligar su voluntad.
Si es soberano, cmo no ha de ser libre, ha de hallarse
despojado de su personalidad? (1) Su persona no pertenece
enteramente al Estado, bajo todas las relaciones, sino espe-
cialmente y ms que cualquier otra. Puede ser esposo y pa-
dre, miembro de una Iglesia, puede ser sbio poeta. Pero
en los asuntos polticos, debe elaborarse en l la voluntad:
del Estado y convertirlo en su voluntad personal. Es ab-
surdo atribuir al monarca el derecho ms elevado, y colo-
carlo de este modo en tutela. No son las Cmaras las que
crean la ley; es el prncipe quien, sancionndola libremente
funda el respeto pblico de la misma. Los ministros no vieL
nen agregar autoridad las regas decisiones, sino que es
aqul quien las reviste de su autoridad; los ministros no son
ms que los rganos indispensables de su voluntad. As,.
pues, el prncipe expresa libremente su voluntad personal;
y en consecuencia, obra en todo aquello en que la constitu-
cion no ha limitado sus poderes, no los ha ligado al asen-
timiento al concurso necesario de cualquier otro rgano
pblico.
Lo que distingue la monarqua constitucional, es que el
prncipe no tiene por s slola facultad de legislar, ni por re-
gla general, el ejercicio del gobierno. Llegisla, con el con-
curso y el asentimiento de las Cmaras; gobierna con el con-
curso de sus ministros. Pero la monarqua constitucional
no tiene en manera alguna por carcter colocar el centro
de gravedad del gobierno en el ministerio en las Cmaras.
Un'siste,ma en el que stas - los ministros determina-
sen en todos los casos,. y por una necesidad formal, los
actos del prncipe, estara en contradicion con el principio
monrquico (2). No hay duda que el rey constitucional se
conformar casi siempre con el parecer de las Cmaras

(1) Guizot, , II, 237: slo Dios es soberano, y nadie es Dios no


la tierra, ni pueblos ni reyes. La voluntad de los pueblos no basta pare
hacer reyes; es necesario que aqul que llega . serlo lleve en s misma
y aporte como dote, al pais con quien se desposa, algunos de los carac-
teres naturales independientes de la monarqua.
(2) En los libros siguientes daremos ms detalles sobre el gobierno
del Parlamento y de los ministros.
357 --
de sus ministros, y podr reconocer en ellos la voluntad
elaborada del Estado; mas para cumplir con su deber,
debe reservarse su examen supremo.
Muvese en estos lmites expresando libremente su pen-
samiento, corno debe hacerlo todo hombre de valor (1).
Consideraciones polticas podran alguna vez detenerle;
pero ninguna podra negarle esta libertad, y mnos aun
obligarle fingir (2).
Debe ver por sus ojos, oir por sus oidos, informarse di-
rectamente, observar las manifestaciones de la vida p-
blica, dar el impulso, activar moderar el movimiento en
inters comun, hacer que se estudien las medidas y leyes
tiles, Este es el.verdadero campo de la actividad del prn-
cipe (3). La forma constitucional ofrece aqu una basta car-
rera al individuo.
El monarca tiene la vez el pleno poder pblico y la
.majestad suprema, de donde . se sigue que:
1. La monarqua no es una agregacion de derechos ais-
lados, sino la plenitud y la unidad de todos los derechos
soberanos (4). La monarqua absoluta extrema este pensa-

(1) Guizot, Mem., XII, 184. Un trono no es un asiento vaco al que


se le ha puesto una llave para que ninguno intente sentarse en l. Una
persona inteligente y libre, que tiene sus ideas, sus sentimientos, sus
deseos y sus voluntades como todos las seres reales y vivientes, ocupa
su sitial. El deber de esta personaporque tiene deberes corno los dems
y tan sagrados como todossu deber, repito, y la necesidad de su situa-
Cion, consiste en gobernar siempre de acuerdo con los grandes poderes
pblicos instituidos por la constituciun, con sus deseos, su adhesion y
su apoyo.
(2) Vase sobre este punto las excelentes observaciones , de Stahl,
Das monarch. Princ., p. 9. Lutero, Dic. de tab.: Un prncipe nunca es
ms digno de ser amado y elogiado que cuando expone libremente su
pensamiento y ejecuta sin hipocresa lo que l cree ms conveniente.
Cmo podr estimar la franqueza de los dems si le est prohibida l
mismo?
(3) Federico el Grande, en su Ensayo sobre las formas de gobierno,
dice: El soberano representa al Estado; l y sus pueblos no forman
ms que un solo cuerpo, que no puede ser feliz sino cuando existe la
concordia. El prncipe es la sociedad que gobierna. lo que la cabeza al
C uerpo: debe ver, pensar y obrar por toda la comunidad, fin de pro-
curarle todas las ventajas de que es susceptible. Si se quiere que el go-
bierno monrquico triunfe sobre el republicano, est pronunciada la sen-
tencia del soberano: debe ser activo ntegro, y reunir todas sus fuerzas
para llenar su mision . El soberano est unido por lazos indisolubles al
cuerpo del Estado; por consiguiente, siente por repercusion todos los
males que afligen sus sbditos, y la sociedad sufre igualmente con las
4esgracias que afectan su soberano.
(4) El art. 57 del Acta final de Viena (1820) expresa exactamente lo
358
miento negando las libertades legitimas de los individuos..
y rehusando los dems rganos polticos todo derecho,
independient e de la arbitrariedad del prncipe, toda parti -
cipacion en el ejercicio del poder real, reivindica todo dere-
cho para la monarqua, y no concede ms que gracia (1)..
La monarqua constitucional es limitada; reconoce los.
derechos de los dems rganos y la libertad de sus sb-
ditos.
2. El monarca tiene una parte decisiva en la legislacion
generalmente en cuanto al objeto fondo, y siempre en.
cuanto la forma. Tiene la iniciativa y la sancion. En su.
nombre es como la ley se promulga.
Desconocer esta regla, equivale , menoscabar el princi-
pio monrquico, hacer predominar la idea repblicana, co-
locar la soberana en las Cmaras y subordinarles el prin-
cipe. Los derechos de stas deben ser concurrentes, no ex-
clusivos.
3. Todo el poder gubernamental est concentrado en el
prncipe, le pertenece como un derecho independiente, y es
ejercido en su nombre. Los ministros no gobiernan en,
el suyo, como tampoco los dems funcionarios; pero el
prncipe constitucional no puede obrar sin su concurso, ni
realizar acto alguno de gobierno sino de acuerdo con ellos..

que es el principio monrquico; pero abraza la vez en su frmula la


monarqua absoluta, la constitucional y la de los rdenes. En el segundo,
prrafo se muestra poco favorable la segunda forma: Todo el poder
pblico debe permanecer unido en el jefe del Estado, y el soberano slo
puede estar obligado al concurso de los rdenes en el ejercicio ce ciertos
derechos. Los progresos de la monarqua moderna han hecho que ca-
duque esta disposicion.
(1) Federico el Grande, rey bastante absoluto, escriba sin embargo'
en el An,timaq., 1: El soberano, lejos de ser el seor absoluto de los pue-
blos que se hallan en sus dominis, no es ms que su primer magistra-
do, y en otro lucrar El primer servidor, el criado del Estado. Por el
contrario, Mrabeau,
b (Ensayo sobre el despotismo, II, p. 297), abandona
la monarquia y entra en el sistema republicano de la soberana del pue-
blo cuando dice los prncipes: Vosotros sois los asalariados de vues-
tros sbditos y debeis sufrir las condiciones con que se os ha concedido-
ese salario, sopena de perderlo. Federico el Grande se expres aun con.
ms precision en la primera audiencia que di sus ministros (1. de
Junio de 1741): Creo que el inters del pas es tambien el , mio, que yo'
no puedo tener nada que no sea al mismo tiempo del pas. 8i por casua-
lidad surge un conflicto, debe triunfar el interes de ste. Washigton
escriba la Fayette en 18 de Junio de 1788: Me admira mucho que haya
habido un slo monarca que no haya comprendido que su gloria y su fe-
Deidad dependian de la prosperidad y de la dicha de sus pueblos.
359
El poder de los ministros no es ms que una derivacion del
1 del rey; su derecho de gobernar nace de la plenitud del de
ste.. Por lo dems esos derechos derivados no se les con-
ceden en el sentido que en la Edad Media por s mismos y
como una propiedad, sino por el Estado, y sin atacar su
unidad orgnica. El rey tiene tambien la iniciativa y la
sancion. La primera pertenece tambien los ministros,
que deben ejercerla en su cualidad de hombres de Estado
directores. La segunda slo pertenece al rey; los ministros
no tienen ms que el derecho dar libremente su asenti-
miento sus rdenes.
La monarqua moderna reconoce, como la Edad Media,
que toda autoridad procede de lo alto por grados sucesivos
descendentes. La autoridad pasa y obra aun del centro la
periferia, y no de sta al centro, de abajo arriba; pero no
est fraccionada en porciones indipendientes.
4. Todos los dems rganos, aisladamente considerados
estn subordinados con relacion al rey, no slo aqullos que,
en el crculo de su accion, son absolutamente dependientes
de su voluntad, sino tambien aqullos cuyo asentimiento le
es necesario para expresar la voluntad del Estado, como los
ministros; aqullos que tienen un crculo de accion indepen-
diente de su influencia, como los jueces; por ltimo, los que
concurren con l la formacion de las leyes, como las C-
maras. El prncipe ocupa el primer rango en el Estado,
como la cabeza en el cuerpo. -
La monarqua constitucional, relativa por naturaleza, se
plega , las necesidades y las circunstancias. El sistema
ingls no es ciertamente el nico tipo. Sus especies varan
con los pases y con la historia de las naciones.
Pero siempre en esta forma:
1) La monarqua es un poder y una dignidad regulada
por una constitucion. El prncipe no est fuera ni encima
sino en la constitucion misma. El rden constitucional fija
el derecho del prncipe.
La constitucion puede adems no ser escrita:
Inglaterra que es la nacion madre, no tiene ms que le-
yes constitucionales aisladas y declaraciones escritas de
las libertades reconocidas. No tiene uno de esos Cdigos
sistemticos y completos, que la poca actual desea y que
suele denominar constitucion; sus leyes orgnicas han na-
cido sucesivamente, segun las luchas, las exigencias y las
3G0
agitaciones de una larga vida poltica, diferencia de nues-
tros sistemas modernos, elaborados de una sola vez, met-
dicamente, y bajo la influencia de una teora dominante.
La monarqua constitucional es posible bajo las dos for-
mas; pero pesar del incuestionable valor del derecho no
escrito, se da con razon una gran importancia la conflr-
macion autntica, la Carta escrita. Esta tendencia est en
armona con la vida moderna. El derecho no se halla hoy
enlazado tan inthnamente con la costumbre; se desea que lo
fije la escritura, para esclarecerlo y asegurarlo (1).
2. El prncipe debe tener respeto las leyes, y no puede
pedir ni obtener ms que una obediencia ajustada stas y
la constitucion. 1[

3. El poder legislativo slo le pertenece en union con las


Cmaras (el resto de la representacion nacional) de las cua-
les necesita no slo el parecer, sino tambien el asenti
miento.
4. Lo mismo sucede, respecto del presupuesto y de los
impuestos.
5. El rey necesita el concurso de los ministros para go-
bernar y, para administrar. Sus reglamentos, sus rdenes
sus decretos no son jurdicamente obligatorios si no van re-
I ndados por un ministro.
6. Los ministros y funcionarios son responsables.
7. La independencia de las jurisdicciones y la exclusion
de toda justicia de gabinete limitan el poder del gobierno, y
constituyen una de las ms firmes garantas de los dere-
chos de los. ciudadanos.
8. Por ltimo, las clases y los individuos no tienen sola-
mente derechos privados, sino tambien . derechos pblicos,
no menos inviolables que los del monarca.
La monarqua constitucional slo se comprende como
una monarqua pblica de una nacion libre (2).

(1) Hay, sin duda, constituciones de papel segun la expresion de


Federico Guillermo en un discurso del trono; obras tericas sin races.
que las destruye el primer soplo de viento. Pero no es ciertamente el ha-
llarse escritas la causa de su falta de consistencia.
(2) Comp. el art. Monarchie, en el Deutsch. StatsuuVrt.
31-31

CAPITULO XVII.

A.-LA ARISTOCRACIA.

A.Forma helnica.- -Esparta.

Atenas era para 1(5s antiguos la ms elevada expresion de


la democracia, como Esparta era entre los Griegos la man-
festacion ms marcada . de la aristocracia. El carcter de los
Frelenos los impulsaba la democracia; y slo en relacin
los brbaros , es como deseaban considerarse como arist-
cratas de nacimiento. Sin embargo, la raza doria, la que per-
teneca- n los Espartanos, prefera las formas aristocrticas.
El principio ideal de la aristocracia es el reinado de los
ms nobles elementos de la nacion sobre las masas subor-
dinadas. La apreciacion y la ele acion de esta nobleza se
verifican .de diversos modos. En Laconia, la masa dominan-
te de los Espartanos haba conquistado el pas por medio de
las armas, y sometido los antiguos habitantes , fenicios
lacedemonios. El poder de los conquistadores se trasmiti
hereditariamente y se naci ya seor sbdito. La herencia
poltica, carcter de todas las antiguas aristocracias, tena
su origen natural en las necesidades de la conservaciou del
poder, y se convirti en un principio fundamental del Estado.
Esta dominacion hereditaria no se templ por medio de nin-
guna institucion. La distincion entre los Espartanos y los
Metecos continu siendo dura y absoluta: de hecho era esta
una diferencia de casta, sin connubium. Un Meteco rara vez
adquira la plenitud de los derechos de ciudadano. La admi-
sion de nuevas familias no vena vivificar la raza domi-
nante, y la sujeta no tena la consoladora esperanza de ver
los mejores de sus hijos elevarse por sus mritos la
clase de los que gobernaban el Estado. Esta exclusin pa-
rece tanto ms extraa y dura, cuanto que los Espartanos
se cuidaban poco de la conservacion de la pureza de la san-
g re. Las mujeres espartanas, cuyos maridos hablan muer-
to en la guerra, eran entregadas con frecuencia los ilo-
tas , para que procreasen hijos espartanos.
362
Pero la educacion, ordenada con sumo cuidado, comple-
taba el privilegio del nacimiento y aseguraba su conserva-
clon. El Estado no tena inconveniente en disolver la familia,
para ciar la juventud una educacion poltica y guerrera
ms completa. Jams se sacrific tanto la vida del
duo la vida pblica; - nunca la omnipotencia del Estado fu
tan ljos en {nagul otro pas. Hubirase credo que el hombre
slo ha nacido para el Estado. Los Espartanos entre s, eran
iguales en derechos; la igualdad democrtica reinaba hasta
tal punto en aquella aristocracia, que hasta las fortunas de-
ban ser iguale- ; rasgo caracterstico de la constitucion de
Licurgo. Cada familia habla recibido un lote igual en el ter-
reno afecto lapropiedad privada, y le estaba prohibido ena-
renarlo. Prohibise el uso del oro y de la plata, fin de que
no se reuniese en manos de algunos la fortuna mueble y
crease las clases de ricos y pobres. Los ilotas cine cultivaban
los campos, eran propiedad del Estado lo mismo que los bie-
nes, y el censo que pagaban en especie, se distribua entre
todos por partes iguales. Hasta las comidas eran comunes
iguales para todos. La igualdad de la vida era, pues , mucho
Mas completa y segura en Esparta que en Atenas .
Pero la poderosa repblica no empleaba en manera algu-
na formas democrticas, que rechazaban de consuno el Es-
tado y el pueblo. Esparta tena una Asamblea del pueblo
(ecclesia); pero el poder real perteneca la G~i (1), que
por regla general trataba y decida sola los asuntos pbli-
cos. La eeelesia solo era consultada en los casos ms gra-
ves importantes; los reyes, los Gerontes y los Etoros eran
los -nicos que podan hablar en ella, y slo tenan voto los.
que hablan cumplido treinta arios.
La composicin del Senado Gerusia era aristocrtica.
1. Por Ttacimiento. Los nueve mil jefes de las familias
espartanas estaban divididos en treinta secciones que pue-
den compararse las curias romanas. Las dos secciones de
jefes reales, nombraban cada cual su rey; y las otras veinte
y ocho un geronte. Los Gerontes eran, hasta cierto, punto

(ij La Asamblea del pueblo tenia los mismos poderes y el mismo


carcter que las de los antiguos Helenos, en la poca de los poemas de
Hornero. Vase C. Trieber, Forsch, der Espartanisch. Berlin,
1871, pgina 114.
363
iguales los reyes, los prncipes (1), y formaban con ellos
el Senado, lo cual impeda la preponderancia exclusiva de
las familias reales, y aumentaba los derechos y l dignidad
de todos.
2. Por la edad. Ponetrados del respeto hcia la vejez,
honraban en ella los Espartanos la condicion necesaria para
una gran experiencia; los Gerontes, excepto los reyes, de-
ban tener por lo menos sesenta aos. Quiz, se acuse Es-
parta, con razon, de haber ido demasiado lejos en este cami-
no: la debilidad es con frecuencia la inseparable compae-
ra de la edad, y el Estado no tiene slo -necesidad de la
experiencia de los ancianos, sino tambien, y principalmen-
te, de la fuerza productora y de la actividad de los hombres
jvenes.
3. Por la eleecion, que tena lugar en la Asamblea del
pueblo y por aclamacion, presentando de antemano los as-
pirantes su candidaturaAmbicionando la alta dignidad de
geronte, expresaban los ancianos su persuasion de poder
hacer an servicios al Estado, y su voluntad de consagrarle
el resto de sus fuerzas; aclamndole, expresaba la Asam-
blea la confianza del pueblo.
3. Por la duracion de la funcion. Esta era vitalicia, lo
cual aseguraba contra la volubilidad del capricho popular;
pero presentaba tambien el peligro de una estabilidad sos-
tenida hasta que la persona se hallaba completamente in-
til.
Esta aristocracia se hallaba limitada, por otra parte, por
la monarqua,, representacion la ms elevada de la unidad y
de la majestad del Estado, y por la institucion, democrtica
de los Eforos, rganos del pueblo, contrapeso de los reyes y
--del Senado y que tenan jurisdicion hasta en los negocios
pblicos.
La constitucion de Esparta hace el efecto de una obra de
arte, y tiene la belleza externa, la armona de las formas,
como la repblica de Platon; pero sorprende por sus ele-
mentos internos contrarios a la naturaleza (O, y aleja ms
bien que atrae.

(1) Hornero da el nombre de BotaiXiET les Consejos de los reyes.


(2) Los Helenos no la sentan como nosotros, que apreciarnos tanta la
libertad de la vida privada; la constitucion de Esparta responda bastan-
te bien su ideal. Vase Trieber. Ob.
364
Admrase la arquitectura del edificio, pero no dan ganas
de habitarlo. Si los Atenienses prefirieron el gobierno de las
masas un Estado bien ordenado, los Espartanos sacrifi-
caron la libertad del hombre la organizacion del Estado.
Sus maneras son ms distinguidas, pero mnos agrada-
bles y mnos cmodas. Entre los unos, hay un equilibrio
ms tranquilo en la vida poltica; en los otros, ms luz y
ms sombras; all mucha aridez, aqu mucho mvimiento.
Esparta deba durar ms. Solon presenci el. triunfo de
la Urania y la caida de la democracia, mezclada todava con
elementos ariostocrticos por su familia y por su fortuna.
La democracia pura, introducida despees de la muerte de
los tiranos, decay visiblemente en el primer siglo. La cons-
titucion de Licurgo, por el contrario, mantuvo durante qui-
nientos arios la grandeza de su ptria. Esparta slo cay
por haberla violado, especialmente por l adqUisicion de ri-
quezas, por la corrupcion que sta,s trajeron concigo, y por
la demagogia de los Eforos (2). Esta constitucion estaba en
contradiccion con la naturaleza de los hombres y de las
cosas; su fuerza conservadora es muy notable. Quiz debi
una parte' de su solidez la creencia ideocrtica del pueblo
de que su. legislador era el favorito de Zeus y un semi-
dios.
Sea-como quiera, se ensalza tambien la duracion de una
constitucion anloga en Creta, y de la de Cartago, que era
as mismo aristocrtica. La historia demuestra que hacien-
do las aristocracias un principio fundamental de la autori-
dad de la rden establecido, aseguran al Estado una vida
ms larga que las democracias con la soberana del demos.

(2) Laiirent (t. II), hace notar que la inmutabilidad de la constitucion


fu en parte causa de la despoblacion de Esparta,
365

CAPITULO XVII.

LA ARISTOCRACIA ROMANA.

La Repblica romana era una aristocracia de un gnero


ms elevad. IsSomans supieron distinguir exactamen-
te los derechos pblicos del Estado y la libertad privada del
individuo. Aunque penetrados; .desde un principio, del sacri-
ficio la cosa pblica y del elevado sentimiento de la' boTan-
deza y la majestad del Estado, no intentaron, en manera al-
guna, mutilar en su provecho la vida individual, y se guar-
daron de excluir estrecha artificialmente todo lo que era
extrao. Esta exclusion conserv durante algun tiempo la
virtud de Esparta, pero la hizo impotente para afirmarse en
el exterior. Por ltimo, Roma ignor siempre la rigidez de
esas diferencias de casta que hallarnos en Esparta. Las
Oposiciones que all se encuentran no son inmviles ni se
paralizan la una por la otra; por el contrario, las luchas y
la movilidad de las clases, desarrollaban all la vida pol-
tica. El Estado romano era una obra de arte corno el de Es-
parta; pero estaba ms conforme con la naturaleza humana
y con las condiciones generales del mundo, distinguindose
en alto grado por la riqueza del organismo y la grandeza de
sus relaciones.
Roma es, ante todo, un sr eminentemente orgnico.
En los principales rasgos de la Repblica, domina por
doquiera el carcter aristocrtico, pero templado por insti-
tuciones democrticas y monrquicas, como se ve: 1,, en la
relacion de los rdenes; 2., en el sistema de las Asambleas
Popula:res, 3., en el Senado; 4., en la magistratura.
1) Relacion, de los rdenes. Una _circunstancia de hecho
reobr desde un principio contra la rigidez y el despotismo
del patriciado . Los patricios no descendan de un tronco
nico, como los Espartanos; su orgen era latino, sabino y
hasta etrusco, como la aristocracia inglesa es la vez nor-
manda y sajona. Tuvo en un principio todo el poder poltico,
36L
pero 110 tard en organizarse la plebe, y obtener sus rnagiss_
trados; por ltimo, sali de su seno una nueva aristocracia.
Le miion y mezcla de stas dos produjo ese rden poltico
nuevo tan importante, que se llam el de los optmales.
La aristocracia conserv la tradicion del gobierno y el.
hbito de los negocios, mientras dur la repblica. Distin-
guiose por su na cchniento, por su educacion, riqueza, cien-
ca poltica religiosa, y por su poder; pero torn continua
mente fuerzas nuevas en la plebe. Ele vse la ms alta
cima de la vida pblica antigua, hacindose igual y un su-
perior los reyes, sin dejar de hallarse en plena comuni-
dad con la nacion de donde proceda.
La educacion poltica de los Romanos era muy esmera-
da, pero este era un asunto de familia, no de Estado, como
en Esparta. De aqu la variedad y el carcter- hereditario de
las tendencias polticas, en vez de la uniformidad espartana.
La mayor parte de las grandes familias romanas, guarda-
ron un espritu conservador; pero pueden citarse, sin em-
bargo, las tendencias liberales de los Valerios, y de las fa-
milias, plebeyas por su origen, de los Publilianos y de los
Sicinianos. Los Cludios, salvo raras excepciones, se les
puede co mparar con los torys ingleses.
Las Asambleas populares. Roma , tuvo tres especies de
comicios; pero Slo los ms recientes, los comicios por tri-
bus, fueron organizados de un modo democrtico. El fin
originario de estos ltimos era simplemente servir de r-
gano los deseos de los plebeyos y de lmite al poder de los
patricios; pero no tenan parte alguna en la direccion de los
negocios pblicos. Poco , poco fueron apoderndose de to-
do el poder legislativo; y sin embargo, su influencia rara
vez fu. decisiva, ni aun en los ltimos siglos de la Rep-
blica, cuando la aristocracia haba venido la decadencia y
estaba en puerta la monarqua. Los tribunos mismos la
alta autoridad del Senado impedan el desbordamiento de
la democracia, y los comicios por tribus no eran ordinaria-
mente ms que un elemento y una barrera contra la tena-
cidad y el desmedido poder de la aristocracia.
Los comicios por curias, poderosos en un principio, som-
bras de poder en los ltimos..tiempos de la Repblica, eran 1
por el contrario, completamente aristocrticos, y formaban,
ante todo, la asamblea de la antigua aristocracia de los pa-
tricios; admitiendo que los plebeyos hubiesen entrado en
367
ella, era cierta su situacion inferior. Por el contrario, los co-
micios por centurias, la ms importante de las tres asam-
bleas, abrazaban toda la nado'', pero dando- tambien las
clases elevadas una influencia decisiva. La constitucion del
censo se fundaba:
a) En la fortuna. La primera clase, la de los ms ricos,
unida las diez y ocho centurias de los caballeros, formaba
por s sola la mayora de los votantes; las otras cuatro y la
masa de los proletarios y de los eapte censi, no podan for-
mar contra ella ms que una minora, siquiera fuese respe-
table, El mismo sistema se aplic sucesivamente: cuatro
personas de la segunda clase tenan tantos votos como seis
de la tercera, doce de la cuarta, y veinticuatro de la quinta.
Los proletarios, ya numerosos, y los capite censi, que lo
eran un ms, estaban acumulados en una sola de, las ciento
noventa y cinco centurias, y no tenan ms que una influen-
cia casi nula.
b) En el nacimiento y en la profesion. A la cabeza de la
Asamblea haba diez y ocho centurias de caballeros, como
los ms nobles.
e) En la edad. Los ms ancianos tenan un derecho de
votacion ms extenso, porque las centurias de los seniores,
segun las leyes naturales de la vida, eran la mitad rruklos
numerosas que las de los juniores.
d) Hecha abstraccion de las clases, no tena la Asamblea
nada de democrtica en su forma externa. El hecho de con-
sultar los auspicios, la organizador' fija y militar, la pree-
minencia de los altos magistrados que tenan slo el dere-
cho de tomar all la palabra, y lo hacan con arreglo las
necesidades de los negocios, todo daba estos comicios ele-
vacion y dignidad, y se comprende que. un Romano mirase
con cierta altivez desdeosa el caos y la turbulencia de las
asambleas griegas (1).

(1) Ciceroft, pro Placeo, c, 7: Nullam illi nostri sapentissimi et sane-


tissimi vim concionis esse voluerunt; que scisceret plebes aut qua
tributirn ct
populus juberet, summota concione, distributis part s ,
centuriatim descriptis ordinibus, clasibus . , cetatibus, audits auctori-
bus, re multos dies promulgata et cognita, juberi -vetarque voluerunt.
Grwcorum autem tota res public2e-sedentis concionis temeritate ad-
minis. trantur. anuo, ut llano Grciam, que jamdiu sus consliis per-
culsa et anda est, omittam: illa vetus, que quOndam opibus, imprio
gloria tloruit, hc uno malo concidit. libertare iumoderata ce lieeatia
-368
Toda la na,cion, reunida en esta organizacion ar istocr-
tica, votaba las leyes propiamente dichas, y nombraba los
magistrados supremos.
3. El_Senado era tambien una alta institucion poltica
por su composicion y sus atribuciones. Formada en un
principio por los jefes de las familias patricias, los prncipes,
y representando ante todo la aristocracia hereditaria, re-
uni luego todos los hombres de Estado que haban pasado
por la prueba de las altas funciones. La historia del Senado
nos muestra la trasformacion en nobleza de funciones, de
esta nobleza patricia que continu, sin embargo, siendo ve-
nerada como la fuente de los auspicios y la guardadora de
las santas tradiciones del pasado. Los altos magistrados de
Roma se parecan los reyes; al Senado que formaban des-
pues de sus funciones, llambanle los antiguos una asam-
blea de reyes, por la elevada situacion en que se hallaba
esta aristocracia poltica. Los Censores, que vigilaban las
costumbres, formaban la lista entre los antiguos . magistra-
dos y excluan los miembros indignos. Los Senadores se
sentaban y votaban en el rden del rango que haban ocu-
pado en las funciones pblicas, cnsules, censores, preto-
res, ediles y cuestores. Las deliberaciones tenan lugar en
la forma severa que caracterizaba la autoridad romana.
Comenzab an por la oracion y el Sacrificio; eran dirigidas
por los magistrados gobernantes, que presentaban las propo-
siciones y provocaban las votaciones; , y se hallaban preser-
vadas de las usurpaciones de las digresiones por la in-
tervencion de los tribunos de los magistrados.
Todos los asuntos importantes se preparaban se deci-
dan en el Senado. Tena principalmente el cuidado de los
honores que deban tributarse los dioses, de sus festivida-
des, de sus sacrificios. Diriga las negociaciones con los Es-
tados extranjeros y con sus embajadores; toda la gran di-
plomacia de Roma era obra suya. Daba sus fecundos pare-
ceres sobre las leyes votadas, y generalmente su opinion
era la que predominaba y serva de regla. Sus' decisiones
(los senado-consultos) tenan en la esfera administrativa

concionum. Qupm it theatro, imperiti homines, rerum omnium riides


ignarque, consederant, film bella nutilia suscipiebant; tum seditiosos
homines rei publicle pradeiebant, tum optime meritos vives e ei vi-
tate ejleiebant-
369
una autoridad anloga la ley. Las rentas pblicas estaban
en sus manos; decretaba los impuestos; determinaba su
empleo, y fijaba los gastos. Decida el reclutamiento de tro-
pas, y divida el ejrcito entre los jefes. Los procnsules y
propretores reciban de l sus poderes y las instrucciones
necesarias para el gobierno de las provincias, y por ltimo,
poda pedirles cuenta de su administracion. En las grandes
crisis daba los cnsules el poder ilimitado que pareca in-
dispensable para la salvacion de la Repblica.
4. Los rria2_istrqd_ol. , Puede preguntarse si el carcter de
las magistraturas romanas era aristocrtico monrquico;
pero evidentemente no era democrtico. Basta recordar la
dignidad de su vestido, la prpura de su toga, su silla curul,
la multitud de asesores y de amigos que le acompaaban
voluntariamente, los lictores que le precedan; por ltimo,
su union con los dioses, manifestada en los auspicios al
tiempo de su nombramiento, y mantenida por frecuentes
consultas. El poder, intrnsecamente absoluto, que encerra-
ba el imperiurn, era esencialmente real (1); el lado republi-
cano slo aparece en la corta duracion de las funciones, y
en su division entre dos ms magistrados del mismo ran-
go. El notable principio que permita todo magistrado im-
pedir con su veto los actos de su colega de otro inferior,
es propio del derecho pblico romano, y evidentemente
aristocrtico (2). Moderaba el poder del imperium sin debi-
litarle, all donde su efecto era til necesario al Estado.
Los magistrados eran nombrados por todo el pueblo; pero
los primeros entre ellos, lo eran por los comicios por cen-
turias, dominados por la aristocracia, dirigidos por los ma-
gistrados y restringidos por los auspicios. Eran casi siem-
pre elegidos entre la aristocracia nacional, y entre los que se
haban atrado el favor del pueblo una numerosa clientela,
Por un nombre distinguido, por juegos pblicos, por su gran
n ombrada, por grandes servicios militares, y por su elo-
cuencia.

(1) Ciceron, de Legibus, III, 3: Regio imperio duo sunt. Tt. Liv.,
IV, 3; Polibio, VI, 11, 7.
(2) Vase la frmula en Ciceron, de Ley, 111, 3: ni par majorve po-
testas prohibisset. El mismo prMcpio se halla tambien formulado en el
d erecho privado: neganti major potestas. Comp. Noches ticas.,
XIII, 15.
95
BLUNTSCHLI.-TOMO I.
370
Los plebeyos obtuvieron el derecho de ser llamados
los prim eros car go s ; pero, de hecho, la eleccion recaa, sin
embargo, en los miembros de. esta aristocracia poltica
social.
La repblica romana, pesar de sus tradiciones monr-
cinicas y de sus elementos democrticos, es, pues, e sencial-
mente aristocrtica. No es una, aristocracia de familia de
rden como las numerosas formas de la Edad Media, sino
una aristocracia popular (Vollesaristocratie), grandiosa y
magnfica como no aparece ninguna otra en la historia del
mundo.
371

CAPITULO XIX.

OBSERVACIONES SOBRE LA ARISTOCRACIA.

Segun Montesquieu, la aristocracia tiene por principio la


:moderacion. Es verdad que la necesita en inters de su se-
guridad y h causa de su inferioridad en nmero y en fuerza
fsica. La democracia, cuyo poder es extrnsecamente ili-
mitado, tiende siempre usar de l sin medida. La aristo-
cracia procura evitar el dio de las masas, y no hacer sen-
tir una dominacion demasiado opresora. Sabe que el come-
dimiento es el mejor medio de ganarse el respeto y la con-
sideracion, y su poltica es ordinariamente conservadora.
Empero no se sigue de aqu que la moderacion sea el
principio moral intrnseco de la aristocracia. Su principio es
ms bien la superioridad moral intelectual. La aristo-
cracia slo es una verdad cuando gobiernan los mejores
(ctp=;) (1). Perdiendo sus altas cualidades, pierde el al-
ma que la vivifica; y cae fatalmente cuando no tiene ms
que debilidad y vanidad de espritu. Tambien, pesar de
conservar sus cualidades, suele perecer cuando las clases
g obernadas llegan una igual distincion, y la aristocracia
hereditaria no se cuida de completar ni aumentar sus fuer-
zas, recibiendo en su seno estos nuevos elementos. Lo que
constituy la grandeza de la aristocracia romana y hl,
mantenido la influencia y alta posicion de la aristocracia in-
glesa, es el hecho de haber permanecido ntimamente uni-
da con la, nacion y haber tornado constantemente de ella
nueva savia.

(1) Arist.. Pnl., IV. 6. 4. es ms exacto que Montesquieu: el carc-


ter de la aristocracia, es la virtud; el de la democracia, la libertad. Pe-
ro la realidad est muchas veces lejos del ideal. Parieu, que ha hecho
e xcelentes observaciones sobre este punto, dice entre otras cosas (P01.
1II, 36): la aristocracia ha significado siempre de hecho el gobierno de
los ms poderosos, ms bien que el de los mejores.
372
El exclusivismo es la falta capital de muchos aistcra
tas. Sus privilegios se fundan en sus o ualidades , lo cua
olvidan en su deseo de asegurarlos por la herencia.
La aristocracia es, en este caso, incapaz de ser duradera
en una sociedad de extensas y complicadas relaciones
Esparta y Venecia perecieron por sus conquistas. Los Es-
partanos, corno los Nobili de Venecia no eran bastante
fuertes ni numerosos. para conservar extensos territorios
y el resto del pueblo, que permaneca sujeto sin fuerza ;
sin vida poltica no ofreca ms que dbiles recursos (1).
Tambien cay la aristocracia de Berna, mnos por la dege-
neracion interna que por no haber sabido completarse con
los hombres distinguidos de la ciudad y del territorio.
La distincion de la cualidad es pues el fundamento de
toda aristocrcia; pero la clase de esta cualidad puede va-
riar segun los tiempos y los lugares. Si el nacimiento es lo.
que la determina, como en muchas aristocracias de la Edad
Media, tendremos una aristocrcia de familia, una nobleza,
y el derecho de nacimiento y el de los rdenes ejercern
una gran influencia sobre la constitucion. Si es la iustrue-
eion y la edueacion, tendtemos facilmente una aristocrcia
de sacerdotes de sabios; si es la ancianidad, una aristo-
crcia de aldermen y de senadores. La preferencia dada
la gloria de la armas engendrar una aristocracia de ca-
balleros; la de las riquezas, dar rgen, segun que sean
inmuebles muebles, una aristocracia territorial una
aristocracia de capitalistas, una plutocracia, que es el
gobierno ms detestable segun Ciceron (2). La aristocracia
de los optimates tiene ante todo un carcter de partido,
porque se forma por la union libre de cierto nmero de fa-
milias y de personas. La aristocracia de las funciones de
las dignidades puede considerarse como fundada en la ra-
zon poltica, sobre todo cuando es al mismo tiempo una
aristocracia elegida, mnos cuando degenera en una aris-
tocracia hereditaria, como sucedi en la Edad Media.
Algunas veces se combinan diferentes cualidads, y esta
forma es la mejor y ms .segura; cuando se toma en con-
-
(1) Vase respecto de este punto las salas reflexiones de Maquia ve
lo sobre Tito Liv., 1, 6.
(2) ( de Rep., 1, 34: nec ulla deformor species est civitatis guata
i)la qua ( , pulentissimi optimi putantur. Este es el gobierno de la Alta
I3anca. C mp. Leo., Natur. des Stats., p. 89 y sig.
:373 ----
sideracion una sola cualidad tiene naturalmente por adver-
sarios todos los que poseen las restantes cualidades an-
tes enumeradas..
La aristocracia desea brillar, y por consiguiente mostrar
la grandeza y la dignidad del Estado, ennobleciendo as las
formas polticas y afirmando su autoridad. El amor del
pueblo le es menos necesario que su estimacion, y por
esto busca la pompa exterior. Imprime en el pueblo el sello
de,su amor propio y de su altivez que es la ventaja indiscu-
tible de esta forma de gobierno. La democracia ha rebajado
.muchas veces sus autoridades y al Estado mismo al ran-
go vulgar de la vida comun.
El peligro est en que las clases gobernantes se enorgu-
llezcan y no concedan su estimacion y sus cuidados los
gobernados. Las aristocracias han sido casi siempre du-
ras, frias, orgullosas, y algunas veces crueles. La conducta
de los Espartanos con los. Ilotas, la opresion de los deu-
dores plebeyos por los patricios, el mal tratamiento de los
iarrendatarios irlandeses, la explotacion y desptica suje-
cion de los Hindos en la India y de los negros en la Jamaica,
por los seriores por los gobernadores ingleses, son de ello
testimonios elocuentes.
La democracia es generalmente inconstante; la aristo-
cracia tenaz y estable. En el sentimiento de su gran poder
olvida fcilmente la primera la medida y las condicio-
nes de su conservacion. La segunda, demasiado cuidadosa
de evitarse perturbaciones, se adhiere tenazmente al pa-
sado y rechaza toda innovacion. En general se defiende
mejor que la democracia, y su vida es ms larga. Procura
no hacer experiencias, teme los saltos bruscos, avanza
pr udentemente y con paso mesurado, y no muestra una po-
derosa energa, sino ante un peligro pblico real; y, cuando
-es necesario, imita transitoriamen t e la monarqua. Estas
:son buenas cualidades; pero es mortal el abuso.
Su tendencia natural a hacer de la herencia el principio
fu ndamental de las instituciones, muestra tambien su espri-
tu de conservacion; esta tendencia est, sobre todo, marcada
en la historia de la Edad Media. El Imperio penetrado en su
Origen de la idea monrquica; se convirti en una aristocra-
cia (1) despues de la caida de los Hohenstaufen . Slo l era

(1) F. Bodin ya lo haba comprendido, y despees de l lo han olvida-


374
electivo cuando la herencia lo habla invadido todo. Pero el.
emperador, elegido por prncipes, que eran ( su vez h eredi-
tarios, no tena ya ms que un poder i nsignificante , aunque
rodeado de brillantes honores. Los prncipes electores con-
curran la decision de todos los negocios im portantes; su
colegium preparaba las leyes y tena la primera voz delibe-
rativa en el Reichstag; la segunda perteneca al Consejo de
los prncipes y de los seores, que se haban convertido en
semi-soberanos hereditarios; por ltimo, cuando esta aris-
tocracia directora se haba puesto ya de acuerdo, se con-
sultaba tambien al colegio de las ciudades imperiales, di-
rigidas generalmente por una aristocracia patricia. El cole-
gio de los electores gobernaba en union con el emperador; y
el feudalismo quebrantaba por todas partes el poder central._
Feudos, dignidades y funciones; jurisdicciones de todas cla-
ses y grados; condados , bailiazgos, seoros y hasta los
puestos de jueces asesores; patriciado de las ciudades, al-
caldas fiscalas de los lugares, posesion de siervos, etc-
tera, etc.; todo era hereditario.
La poca moderna manifiesta frecuentemente su repul-
sion hacia el principio de la herencia poltica. Ambas tenden-
cias son excesivas. La herencia estrecha y tenaz de las re--
laciones sociales impide el desarrollo de la vida y la satis-

do hasta los autores alemanes. Dice Bodin (De Rep., lib. II): - Et quoniam
plerique imperium Germanorum monarchiam esse et sentiunt et affir--
mant, eripiendus . est hic error.Neminem autem esse arbitror,.qui cum
animadverterit trecentos cireiter Principes Germanorum ac legatos ci-
vitatum ad. conventus coire, qui ea qwe dixirnus jura majestatis ha-
beant, aristocratiam esse dubitet. Leges enim tum Imperatori, tum
gulis Principibus ac civtatibus, cum etiam de bello ac pace decernendi,
vectigalia ac tribut imperandi, denique judices lmperialis Curiw dandi
jus habent. Sceptra quidem, regale solum, pretiosissim pe oestes, corena,.
antecessio, s ubsequentib as Chris tian regibus, imaginem regi5e majes-
tas, habent, rem non habent. Et certe tanta est imperii germanice majes-
tas, tantos splendor, ut imperator suo quodam modo jure, omnibus or-
namentas ac honoribus cumulan mereatur; sed ea est Aristocratiw bene
constitut{e ratio ut quo plus honoris, eo minus inaperii tribuatur; et qui
plus imperio possunt, Minus honoris adipiscantur, ut omnium optime
Veneti in republica Constituenda decreverunt. Que cum.ita sint, quis.
dubitet, rempublicam Germanorum Aristocratiam esse? Los planes de
de reforma de P. Chemnitz, en su Dissertatio de ratione status etc.,
1040, estn basadas en la idea de que Alemania es una aristocracia..
Comp. Perthes, das deutch ,S'tats. von. der Rep.,1845, 246. Puffendorl
dice que el imperio es una especie de mostrito que se balancea entre la
aristocracia y la monarqua; pero reconoce tambien un carcter aristo-
crtico ms marcado.
375
faccion de las necesidades legtimas; se reivindica con ra-
zon los derechos de la actividad individual, y se rechaza la
herencia de los empleos polticos que exigen la vez capa-
cidad personal y subordinacion; pero nos engaarnos, por
otra parte, al romper por completo las relaciones que unen
el presente con el pasado, y que mantienen el principio de
herencia; al aceptar una movilidad, intil all donde es nece-
saria la estabilidad, en situaciones que son las columnas del
Estado, precisamente por razon de su permanencia, y que
conservan, para trasmitirlos al porvenir, los grandes inte-
reses, las nobles tradiciones y poderosas fuerzas morales.
Obrar de este modo es edificar sobre arena; es ir contra la
naturaleza orgnica del Estado, cuya vida no cambia con
cada generacion, sino que se perpeta de siglo en siglo (1).
La aristocracia es la conservadora del rden exter Ro, y
se conserva al mismo tiempo s misma. As pues , cultiva
gustosa el derecho, y desea conservar cuidadosamente su
forma. Es de ordinario ms justa que la democracia, ya res-
pecto de sus subordinados, ya respecto de sus mismos

(1) La aristocrtica Inglaterra comprende todava hoy la importan-


cia de la herencia poltica. Edmundo Burke se expresa de una manera
muy elocuente sobre este punto en sus Reflexiones sobre la Revoluciona
francesa: Ntase que, desde la poca de la Carta Magna hasta la decla-
raeion de los derechos, ha sido sta la politica constante de nuestra cons-
titucion, reclamar y afirmar nuestras libertades como un fideicomiso le-
gado por nuestros abuelos, y que nosotros debemos trasmitir nuestra
posteridad... Tenemos una corona, hereditaria, una nobleza de los Pares
hereditaria tambien, una Cmara de los Comunes y un pueblo que tiene
por herencia de sus mayores sus privilegios, sus franquicias v su liber-
tad... El espritu de innovacion es, en general, el resultado combinado
de
de miras interesadas y limitadas. Los que no tienen en cuenta para nada
sus antepasados, la tendrn menos respecto de su posteridad. Adems
el pueblo ingls sabe muy bien que la idea de herencia enjendra el prin-
cipio de conservacion y el de frasmision, sin excluir el de mejoramien-
to. Deja la libertad de adquirir y asegura lo que ha adquirido... Por
d isposicion de una prevision maravillosa forma nuestra constitucion un
todo que imita esta grande y misteriosa union del genero humano, y un
conjunto que nunca es viejo ni demasiado ven, y que, siendo siempre
el mismo, alcanza y se desarrolla constante' mente en medio de cambios
i ncesantes, decaidas y de renovaciones. Imitando as la marcha de la na
t uraleza en la direccion de los Estados, no . hemos adquirido nada que sea
completamente viejo... Manteniendo nuestra adhesion la herencia he-
mos dado nuestro gobierno cierta semejanza con las relaciones de fi&
hemos unido nuestra constitucion nuestros lazos domsticos tan
q ueridos; liemos recibido nuestras leyes fundamentales en el santuario
del amor nuestra familia y amaremos inseparablemente y con todo Pi
c alor que inspiran tantos objetos de amor reunidos, nuestro Estado,
nuestro hogar, nuestras tumbas y nuestros altares.
376
miembros, cuando su existencia no est amenazada ni es-
citadas sus pasiones. El desarrollo ms admirable de L1
ciencia del derecho, solo se ha producido en el pueblo emi-
nentemente aristocrtico de Roma. Reconcese tambien la
justicia imparcial aunque severa de los Venecianos, las le-
yes sbias de los Berneses , y el enrgico sentimiento del
derecho ingls. En el curso de la Edad Media, la poltica
misma tom la forma del juicio y de su ejecucion.
Sin embargo, los tiempos modernos son poco favorales
las aristocracias, de las cuales no ha podido sostenerse
ninguna en el Continente. La antigua aristocracia romana,
oscurecida ya por la democracia, fu completamente des-
truida su influencia por el Imperio. Las aristocracias alema-
nas italianas de la Edad Media, despus de humilladas y
mutiladas por los reyes, han sucumbido impulsos de los
ataque3 de la clase media.
En . la actualidad, no son las clases aristocrticas nada
ms que una fraccion distinguida .de la nacion, que tiene
una situacion intermediaria; pero no es soberana en parte
alguna. Subordinadas por doquiera la democracia la
monarqua, apoyan moderan sta, ennoblecen restrin-
gen aquella, pero no pueden aspirar . gobernar el Estado.
CAPITULO XX.

IV.Formas democrticas.

A. LA DEMOCRACIA DIRECTA (antigua).

Los antiguos no entendan la democracia (U:/oxp gc-E17.) reina-


do del denlos) como la entienden los modernos. Partiendo del
Estado, haban buscado la libertad fle ,todos en la igualdad
poltica de todos. Los modernos, por el contrario, parten de
la libertad individual, quieren sacrificar lo menos posible al
todo y obedecer tambien lo menos posible. La democracia
antigua era directa, ya absolutamente, ya en una forma mo-
derada; la democracia moderna es siempre representativa;
la una slo es posible en los Estados pequeos, la otra pm,-
de serlo en un gran pueblo.
Los Griegos, y su sistema de pequeos Estados halla-
ron, en las formas democrticas, la satisfaccion de sus ne-
cesidades polticas. Sus antiguas monarquas y sus aristo-
cracias tenan algo de democracias comparadas con la mo-
narqua moderna con la aristocracia romana. Sus m(is
grandes filsofos, aunque poco favorables la democracia
absoluta de Atenas (1), ponen, sin embargo, su ideal de gn-
bie,rno en la democracia templada, la que dan el nombre
de
La democracia alcanz en Atenas su ms lgica expre-
sion. Ningun Estado ha revelado mejor su naturaleza. La
nacion ejerca por s misma el poder como no ha sucedido
despues en parte alguna. Casi todos los negocios del Estado
se llevaban y debatan ante la asamblea popular; y sta se
reuna con tanta frecuencia que, para poder explicarse el he-
cho, es necesario recordar que los trabajos ordinarios y pro-
fesionales estaban all confiados los esclavos.

(1) Aristteles, Jenofonte y Platon estn de acuerio sobre este


punto.
378
Expresion visible del demos de las cien cabezas, com-
prenda esta asamblea todos los ciudadanos honrados
que tenan veinte anos cumplidos. Los Atenienses se sen-
tan en ella seiiores del Estado; cada cual era una porcion
soberana. El dominio de la mayora y la participacion de
todo ciudadano en el poder, esos dos derechos caractersti-
cos de la democracia, haban recibido all todo el desarrollo
posible; todos hacan uso libremente de la palabra. En tiem-
po de Solon todava era privilegiada la edad; pero desapa-
recliTon muy pronto esta restriccion y todas las dems que
se oponan la absoluta igualdad democrtica. Los orado-
res tenan all ancho campo, y la violencia de los discursos
arrastraba las masas entusiasmadas; pero sin un criterio
fijo. De aqu resultaba que la repblica adquira un gran
poder y marchaba admirablemente cuando tena a su cabe-
za a hombres de Estado como Pericles, pero las mas veces
se apoderaban de las masas demagogos ambiciosos, y las
gobernaban excitando sus pasiones. En el Estado moderno
no hay nada que pueda dar una idea de la influencia del
orador griego. Su discurso arrastraba los oyentes reuni-
dos con mucha mas fuerza que .la prensa moderna sus.
dispersos lectores, y la accion era ms directa y viva. La
voz sonora, las miradas expresivas y los gestos llenos de
animacion y de vida, multiplicaban el sentido y el efecto de
las palabras, y la aprobacion de la atenta muchedumbre.
que tena conciencia de sus poderes, daba la deliberacion
n vludo irresistible. Los debates de nuestros modernos
parlamentos suministran de ello una dbil imagen: la
asamblea es mas pequefa y ms escogida, y slo tiene un
poder poltico restringido.
Los pdeles de la ecelesia abrazaban toda la vida del
Estado.
En vano Solon los haba limitado la eleccion de los ma-
gistrados, al gobierno, la discusion de las leyes; el ciemos,
excitado por sus oradores, traspas bien pronto sus lmites.
Las decisiones del pueblo fueron definitivas, y recaan sobre-
todo, aun sobre las mismas leyes (1).
Tericamente, pertenece siempre la legislacion los No-
mothetes; pero de hecho, los votos de la asamblea determi-

(I) Comp., Arst., Poi., IV, 4 y 6.


379
naban por punto general las resoluciones de stos, que no
eran por otra parte ms que una comision sacada de su se-
no para cada caso particular. La ecelesia decida, por el
contrario, los ms importantes asuntos del gobierno: oa
los embajadores extranjeros, nombraba los de Atenas,
determinaba sus instrucciones, decida de la paz y de la
guerra, nombraba los generales, reglamentaba el sueldo y
hasta la direccion de los ejrcitos; fijaba la suerte de las
ciudades y de los pases conquistados, pronunciaba sobre
la admision el reconocimiento de nuevos dioses, de festi-
vidades religiosas, de nuevos sacerdocios, y conceda dere-
chos de ciudadana y privilegios.
En cada Prytaneo (de 35 36 das) se le daba cuenta del
estado de la hacienda, de los ingresos y de los gastos. Vo-
taba los impuestos, determinaba la capitacion que deban
pagar los extranjeros (metecos), acuaba la moneda, etc-
tera. Aprobaba la construccion de templos, caminos,monu-
mentos pblicos, murallas, buques, etc., y hasta arreglaba
las condiciones ms importantes de todo ello. Votaba los
gastos destinados festejos y espectculos gratuitos. Es
verdad que no tena jurisdiccion criminal ordinaria; pero
en los casos extraordinarios, particularmente cuando la ley
no haba previsto el crimen, las circunstancias agravan-
tes que en l concurran pareca que autorizaban una me-
dida especial, la acusacion se llevaba tambien ante dicha
asamblea, la cual determinaba la pena, y muchas veces
hasta fallaba sobre la culpabilidad. La decadencia que si-
gui de cerca al perodo brillante de esta democracia, au-
ment los abusos de la justicia popular.
Las decisiones se tomaban por mayora de los ciudada-
nos presentes. La inteligencia del pueblo, hasta en sus Ulti-
mas clases era mucho ms culta que lo ha sido jams en nin-
guna otra parte. La muchedumbre saba apreciar las trage-
dias de SCfocles y de Esquilo; Demstenes haba pronun-
ciado sus discursos en presencia de ella; era rica por el co-
mercio y por las victorias as como por los elevados sala-
rios que recompensaban cada clase de trabajo libre. 'Y sin
embargo, en la misma Atenas fueron las mayoras incapa-
ces de resistir las seduciones de los demagogos y de ejer-
cer el poder con la debida prudencia. Oprimieron la mi-
nora, que eran los ciudadanos ms rico,5 y ms nobles, y
Jenofonte, pensando en su ciudad natal, pudo decir (pie,
380
en las democracias, la suerte de los malvados es siempr
mejor que la de los buenos (1).
Segun la constitucion de Solon, el poder de la asamblea
popular se hallaba restringido y era guiado por un Consr,jo
casi aristocrtico, basado en las cuatro estirpes primitivas:
cada una de ellas estaba dividida, segun su fortuna en cua-
tro clases , de las cuales, las primeras tenan derechos
y deberes ms extensos, de modo que estaba seguro en
el Consejo el predominio de la fortuna y de la educacion;
pero despues de Clstenes se apoderaron las masas por
completo del poder. El Consejo de los Quinientos se convir-
ti en una pequefla asamblea popular, no elegida sino saca-
da por suerte y dividida tambien por suerte en diez comi-.
siones (Pritneos) de cincuenta consejeros cada una: y cada
treinta y seis das. tomaba la direccion de los negocios uno
de estos consejos.
Esta asamblea, nacida de la muchedumbre, y que se ele-
vaba sobre ella, movible como la espuma del champagne
para disolverse en su seno, no poda tener autoridad; y no
haca ms que facilitar el cuidado y la division de los ne-
gocios, y hacer posible el self goubernament.
Segun Solon, los Arcontas, altos magistrados llama-
dos primeramente Euptridas, deban ser elegidos en la
clase ms rica. Cuando la democracia triunf por completo,
los nombr la suerte entre todos los ciudadanos, y se con-
virtieron muy pronto en servidores del ciemos y en presi-
dentes, sin prestigio, de los numerosos tribuna les de jus-
ticia. Organizados stos democrticamente, formaban una
especie asamblea popular que comprenda seis mil jura-
dos; cada proceso era juzgado, segun su importancia por
cien por mil de ellos. Aristfanes satiriza con razon
en sus Avispas, la vergonzosa profesibn de los Sicofan-
tas, y la culpable ambicion de las masas, que no pensa
han ms que en participar de los honorarios y de la autori-
dad de los jueces. M.s preocupados con las luchas de los

(1) Jenofonte, Atenas, I, 1; II, 19: El pueblo ateniense sabe distin-


guir muy bien los buenos y los malos ciudadanos; pero prefiere los
malos y aborrece los buenos, porque est persuadido de que la virtud
de algunos no es beneficiosa sino perjudicial cierto inters de la mu-
chedumbre. Poco le importa que el Estado est bien mal gobernado;
la cuestion es que la muchedumbre sea libre y duea de hacer lo que le
plazca. (1, 8.)
381
interes es de partido que con la aplicacion imparcial del de-
recho, se consideraron pronto estos tribunales como los
sostened ores y agitadores del populacho, y vinieron ser
la arena tumultuosa de todas las pasiones. La confusion
aument, y la arbitrariedad y el despotismo de las masas
se justificaron con el disfraz de las formas del deregho (1).

(1) Sobre la constitucion de Atenas v. la excelente obra de Hermann


ya citada.
382

CAPITULO XXI


APRE CIACION DE LA DEMOCRACIA DIRECTA.

La brillante y agitada historia de Atenas y las notables


cualidades de sus habitantes, muestran en todo tiempo las
ventajas, los inconvenientes y los caracteres de la demo-
cracia directa.
La democracia prefiere la libertad la autoridad. El
amor la libertad fi el que produjo en Atenas esa rica eflo-
rescencia de obras siempre jvenes, siempre bellas y siem-
pre admiradas con justicia. Pero la libertad demo-Ttica de
todos es al mismo tiempo la dominacion d la mayora.
Todos los ciudadanos quieren gobernar por medio de la
asmblea popular ; pero esta asamblea slo es posible
en pequeos Estados y en un pueblo que pueda ocuparse
regularmente de los negocios pblicos , lo cual supone
una vida muy sencilla y negocios pblicos poco- impor-
tantes, corno por ejemplo, en los escondidos valles de las
montaas, una clase de personas, privadas de los derechos
civiles y encargadas del trabajo diario. As, pues, la denlo-,
cracia pura ser siempre una mentira en un pueblo culto,
puesto que supone una clase servil.
Por otra parte, prodcese fcilmente en las grandes
asambleas populares un sentimiento de poder ilimitado que
impulsa los atentados, y coloca la arbitrariedad en el
puesto del derecho. El espritu y las pasiones de las masas
se apoderan del individuo, aunque sea muy honrado y sen-
sato y le arrastran tornar resoluciones que momentos
ntes hubiera rechazado. Cuando los oradores, natural-
mente obligados impresionar las masas, hayan desen-
cadenado las pasiones, se desbordarn come un torrente,
nada habr que las detenga, y destruirn cuanto su paso
encuentren (1).

(I) Edmundo Burke expresa esto perfectamente: All donde el


383
Es, pues, necesario, para que 19, democracia sea buena,
que la mayora sea polticamente capaz y prudente, es decir
que la muchedumbre tenga miras elevadas y un carcter
excelente. Atenas es un ejemplo sobre el que se debe refle-
xionar. La democracia pura declin y pereci muy pronto,
aun en el seno de ese pueblo tan inteligente y culto, tan
grande en la desgracia y en el peligro. En los tiempos de
mayor esplendor de su democracia, deba Atenas su gloria.
y su grandeza al hecho de entregar la autoridad y el gobier-
no uno de sus grandes hombres. De hecho gobernaba uno
solo, y el pueblo no impona su voluntad. Tucdides dice, re-
firindose , la poea, de Pericles (1): De nombre, Atenas
era una democracia; de hecho, se hallaba bajo la domina-
cion de su primer ciudadano.
La virtud de las masas no resiste al embriagador atra,c-
tivo del poder. La forma democrtica podr mantenerse al-
gun tiempo por el temor la justicia divina, por el respet a.
las costumbres, las leyes y la autoridad de los mejo-
res; y es necesario reconocer que entnces se eleva la masa
del p ueblo grande altura por su participacion en los nego-
cios pblicos, y se distingue por un desarrollo ms rico y
ms consciente de sus facultades. El ciudadano dirige sus
miradas por encima del estrecho crculo de su profesion y
se familiariza ms con las grandes leyes de la historia y el
conjunto de la vida de los pueblos. Sus aptitudes polticas se
desarrollan, aumentan sus fuerzas, y aparece su superiori-
dad bajo muchas relaciones, en el comercio con las clases
correspondientes de los pueblos gobernados bajo otra forma;
pero pronto desaparecen el temor y el respeto, triunfa el
sentimiento de un poder ilimitado y surge el abuso tanto
ms fcilmente, cuanto ms confundidos estn gobernantes
y gobernados. El vuelo de las malas pasiones no conoce

pueblo tiene un poder sin lmites, abriga en este una confianza tanto ma-
yor cuanto est ms seguro. En efecto, en las grandes medidas, el pue-
blo es su propio instrumento, mientras que el prncipe nada puede sin
el auxilio de los dems. Ms cercano al objeto que domina, es tambien
menos responsaMe ante el poder de la opinion que juzga acerca de
buena mala reputacion y del honor. El temor de la deshonra puede
contener al hombre pblico; es dbil para el pueblo, estando la indepen-
dencia de la opinion en razon inversa del nmero de personas que abu-
san del poder.Una democracia pura es, por consiguiente, lo menos -ais-
eeptible, de censura y de impopularidad.
(2) Tucidides, 65.
;;84
itnc-s freno; y la porcion mayor y ms noble, cuya Pxjs_
tencia es hasta un reproche para la envilecida muchedurn_
bre, una protesta contra su despotismo, esta minora, repito
es envidiada, aborrecida, oprimida; aparecen en el demos el
orgullo, el capricho, los excesos, el deseo de vanas noveda-
des, la arbitrariedad, y la brutalidad en fin; y cuanto mnos
dueo es de s mismo, ms oprime los dems. El odio de
los partidos surge por do quiera; luchas muerte destrozan
la patria, el Estado flota en medio de los peligros, y mue-
re por exceso de movimiento. El gran perodo de la demo-
cracia atImiense fu brillante pero corto, y sigui l una
gran decadencia hasta la desaparicion del Estado (1).
Toda democracia tiene por rasgo caracterstico su ex-
tremado amor la igualdad. Este principio fu observado
en Atenas ms exclusiva y lgicamente que en ninguna otra
parte. La representacion por miembros elegidos es ya un
privilegio y un rango; as las masas obraban por s mis-
mas en donde quiera que era humanamente posible. Cuando
la necesidad obligaba nombrar consejeros funcionarios,
se les nombraba por suerte prefiriendo esta manera ciega
la eleccion inteligente que suele sacar de la oscuridad talen-
tos y virtudes desconocidas. Las funciones duraban muy
poco, por miedo de que una autoridad prolongada elevase
al funcionario por encima de la muchedumbre (2). Pero la
sola existencia de los magistrados que tienen derecho a ser
ob e decidos, pareca ya contraria la igualdad, y cuando
aqulla era indispensable, deba por lo mnos dulcificarse
por la suerte y por el cambio continuo. Esta igualdad no es
ms que la igualdad del nmero, pues no tiene por frmula
A cada cual segun sus mritos, sin: A todos lo mis-
mo (3).
El ostracismo, otra consecuencia de la igualdad demo-
crtica se hallaba desarrollado por completo y aun era
considerado como un honor entre los Griegos:. Las democra-
cias modernas, sin reconocerlo formalmente, lo ejercen tam-
bien algunas veces, siendo en este caso con frecuencia igno-
minioso. Toda institucion que aspira ser duradera debe

(1) Este periodo comenz con Clistenes (510. J. C,), que fu el pri-
mero que introdujo la democrcia pura y concluyo con la muerte de
Pericles, ao 428, dur por consiguiente 82 aos.
(2) Comp. Arist., Pol,'VI, 1, 8.
(3) Arist. indica esta diferencia, Poi., VI, 7,
X83
poder Pechar r los elementos incompatibles Con su existen--
cia, por lo tanto, no se puede censurar A. la democracia,
pu ra, porque desterrara los ciudadanos cuya, superioridad
personal era un peligro para la igualdad comun: as vemos
,que Atenas desterraba sus ms grandes hombres. Pero
debe notarse, que la democracia sufre ms fcilmente la
mala condicion de las masas que la superioridad de eminen-L
les ciudadanos.
En resumen, la democracia directa de los Estados grie-
gos y en particular de Atenas, puede convenir Estados de
escasa extension, y principalmente poblaciones agrcolas,
cu ya vida es uniforme (1). En los pueblos ms cultos en que
la vida se halla ms desarrollada, p uede darles momen-
lneamente un vivo impulso; pero llega ser bien pronto
insuficiente y peligrosa: en l.os primeros, parece la vez na-
tural y moderada; mas en los segundos, conduce h licencia
,y excesos: la libertad que promete, convirtese fcilmente
en opresion injusta de los mejores elementos, en.brutal am-
bicion y en desbordamiento de las muchedumbres. La igual-
dad absoluta es una evidente ilusion y una irritante injus-
ticia, cuando una cultura ms adelantada ha trado consigo
sus distinciones y oposiciones (2).

(1) Aristteles, Pot.. VI, II, 1, expresa este mismo pensamiento pro-
bado por la experiencia de Grecia, y ms tarde de Suiza.
(2) Ciceron dice en verdad en su Rep., 26: Quum omnia per po-
pulum geruntur, quamvis justum atque moderatum, tatuen mquabili-
tas est iniqua quum habeat nullos gradus digsnitatis.

26
BLUNTSCIILI.TOMO 1.
386

CAPITULO XXII.

B. LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA (MODERNA}.

La repblica actual.

La democracia directa slo existe hoy excepcionalmente,


en circunstancias muy favorables y bajo una forma mucho,
ms templada que la de Atenas. Hallrnosla todava en los.
cantones primitivos de Suiza, en donde cada ao el Lands--
gerneinde de los hombres libres viene sancionar las leyes
preparadas por los consejos y nombrar los empleados,
y conferir las dignidades de la pequea repblica, eligin-
dolos ordinariamente entre las familias ms distinguidas
del pas. Estas democracias, poco agitadas un por los em-
bates de la vida europea, son respetables por su edad cinco,
veces secular, por su historia, rica en episodios y rara vez
agitada por las violencias, por la sencillez de costumbres,,
y por la vida tranquila y feliz de los habitantes; y sin em-
bargo, un hoy mism tienden pasar la forma represen-
tativa, que es por otra parte, la de los dems cantones sui-
zos y la de los Estados de la Union americana. Los partidos
democrticos modernos slo aspiran esta ltima forma,
en la cual se ha detenido la Francia de 1793 y 1848, tan agi-
tada por las corrientes democrticas, pudiendo decirse que
aqulla es la forma de la democracia.
1. La monarqua constitucional ha nacido en Inglaterra,
y la democracia representativa, para expresarnos como,
los Americanos, la Repblica actual , ha nacido en la
Amrica del Norte; as pues, las dos principales formas del
Estado moderno, son obra del gnio anglo-sajon.
Muchas causas contribuyeron producir esta ltima
forma, desempeando un papel muy secundario, la exten-
sion del pas cuyo cultivo demandaba un largo y constante
trabajo. Los vastos territorios, poco favorables 4, las demo-
c racia,;, han sido colonizados generalmente por monarquas
387
que mantenan los colonos en un duro vasallaje; y los
mismos colonos de la Amrica del Sur, no fundaron duran-
te mucho.tiemip o ninguna democracia en las grandes co-
marcas que cultivaron. En el carcter de los habitantesyy
no en el suelo, es pues donde debemos buscar la causa fun-
damental de la nueva formacion; pero puedee r conocerse
que el pas ayuda ella ofreciendo todos un libre y ex-
tenso establecimiento, y exigiendo de cada uno la activi-
dad, la lucha porfiada contra la naturaleza, y una viril fir-
meza.
Los colonos anglo-sajones, llevaban consigo el espritu
del Self-gouvernement, de libertad y de legalidad . En sus
nuevas tierras hallronse al propio tiempo desligados de
toda institucion feudal aristocrtica, y la igualdad rein
entre ellos desde el principio. Los puritanos que coloniza-
ron la, Nueva Inglaterra , pertenecan en su mayor parle
las clases medias: su sistema religioso rechazaba toda ge-
rarqua, todos se consideraban como hermanes, y pretera
dan formar parte del sacerdocio comun de los cristianos.
Habiendo pasado los mares para ponerse al abrigo de las
persecuciones de la Iglesia episcopal y del Estado que la
protega, y para salvar su libertad religiosa y poltica, sus
ideas eran la vez teocrticas y democrticas, y sin suble-
varse contra la constitucion monrquica y parlamentaria
de la metrpoli, procuraron sustraerse la opresion de sta.
La primera declaracion de los peregrinos que desembar-
caron en Plymouth (11 de Noviembre de 1620), firmada por to-
dos los colonos propietarios, es caracterstica: Hemos em-
prendido este viaje para gloria de Dios, de nuestro rey y de
nuestra ptria, con objeto de fundar una primera colonia
en el norte de la Virginia. Declaramos solemne y mtua-
p mente en presencia de Dios, que nos unimos en un cuerpo
civil y poltico para que reine el mejor rden entre todos,
Y para alcanzar el fin que nos proponemos. Fundados en
este acta dictaramos justa y equitativamente las leyes, las
ordenanzas, las resoluciones, las instituciones y las fun-
ciones que estimemos tiles al bien pblico de la colonia.
De, la misma manera obraron los primeros emigrantes de
Rh ode-Islande, New-Haven, Connecticut y Providencia:
estas nuevas comunidades (grupo del Norte), de las cuales
(Ta la nyl s importante la de Massachussets, presntansc
(Yirno la obi . a, colectiva de hombres libres.
388
De otro modo sucedi en el grupo del Sur llamado prime-
ro la Virginia, cuyo nombre fu despus el de. la colonia
in:s importante de dicho grupo. En l la Iglesia episcopal y
y constitucion aristocrtica hallaron ms simpatas. La
mayor parte desus colonos pertenecan las clases medias;
pero haban emigrado ms por inters que por motivos de
religion; hallbanse entre, ellos algunos miembros de la
aristocracia inglesa, y se les haban unido, en fin, gran n-
mero de aventureros y aun de criminales y vagamundos
enviados all Por la justicia de Lndres.
Sin embargo, no se consigui tampoco implantar all un
rgimen aristocrtico. En vano el . filsofo Locke haba re-
dactad petiCion de lord Schaftesbury, una constitucion
aristocrtica y moderna para la Carolina: los colonos que
podan ser plenos propietarios, no quisieron ya convertirse
nuevamente en arrendatarios de los seores, de los condes
de los caciques, y sucumbi la constitucion de Locke
(1693). En el Sur como en el Norte, los colonos propietarios,
muy alejados ya para reunirse todos, nombraron asambleas
representativas elegidas- por ellos y revestidos de, la auto-
ma de la colonia, con atribuciones para intervenir en la ad-
ministracion. Los grmenes de ellas se encuentran ya des-
de 1619, y bien pronto la institucin rein en todas las colo-
nias inglesas de Amrica.
El grupo del Centro que comprenda principalmente
Nueva-York (en su origen Nueva Amsterdam) y la Pen-
sylvania, contena ms elementos extranjeros; .pero la in-
fluencia de la raza produjo all las mismas formaciones.
Vs e , pues, en todas partes:
a) El derecho ingls como derecho comun, pero sin se-
oros ni lazs feudales: la propiedad libre fu la base de la
economa pblica.
b) La igualdad esencial de las personas y de los derechos,
sin ninguna aristocracia y sin diferencias de raza. Los in-
. dios rojos no fueron comprendidos en la libre conmunidad
de los hombres blancos, y quedaron fuera del self-gouver-
nement, pero se les reconocan derechos especiales. Peor
considerados fuern los negros, importados del Africa, que
quedaron por punto general esclavos de los blancos, y aun
siendo libres, no gozaban de los derechos polticos.
c) La costumbre de ayudarse s mismo y de no pe-
dir jams auxilio al Estado. Los primeros colonos le-
389
vantaron sus Wockhaus, ayud'indose, los unos a' l
os otros
d) Escuelas pblicas fundadas por los comunes, las
cuales difundan por todas partes la nstruccion, siendo obli-
gatoria en muchas colonias la asistencia ellas.
e) Los comunes constituyndose libremente, y los con -
dados administrndose de una manera independieatp,.
p Un reducido nmero de autoridades; en primer lugar
el gobernador de la colonia, nombrado, ya directamente por
los colonos propietarios, ya por el s'aTior la comparila con-
cesionaria del pas, por la misma metrpoli; p 1, y c -1
espues
-
los magistrados encargados de los procesos; los pri meros
hallbanse siempre rodeados de consejos ele e'idosraeent re
los colonos propietarios, y los segundos del Jurado. El con-
curso de los representantes del pas era, pues, general. Los
jueces de paz, elegidos en Inglaterra entre la gentry, lo
eran en .4k.mrica entre los agricultores.
g) Milicias defensivas en vez de ejrcito permanente.
h) Para cada colonia una cmara coman de represen-
tantes, nombrada por los hombres lib-es, la cual, de acuerdo
con el Senado, fijaba los estatutos, consenta los impuestos, y
censuraba la administrador' de provincia.
i) Una corta duracioa de las funciones pblicas, y el fre-
cuente cambio de los funcionarios..
k) Y en fin, el desarrollo sucesivo de la libertad de la
prensa y de las reuniones.
Cada colonia tuvo, pues, aun Antes de la scparaciu,
sistema representativo propio, y cuando aqulla se real izr)
1776, esta,ban ya completas las nuevas repblicas. La c(Ais-
titucion de la Union (1787) slo fu. una aplicacion grandiosa
y lgica de su organizacion al gran Estado general que las
abrazaba todas.
2. Francia fu la primera que imit esta forma (1793
y 1795), de la cual ha hecho muchos ensayos (1848 y 1870),
aunque sin xito durable. El Francs ama y proclama las
bellas palabras de libertad, de igualdad y fraternidad, liero
sus recuerdos son monrquicos, y sus costumbres poco
r epublicanas; hallase ms dispuesto invocar al Estado,
que , ayudarse por s mismo; es mas amigo de la gloria y
del poder, que de la legalidad y del modesto trabajo privado,
y, en fin , sus tendencias centralizadoras son filS favora-
bles , la monarqua que la repblica..
3. La democracia representativa hall, por el contrario,
n__
39( )
terreno propicio en Suiza, en donde fui , implantada sir-
viendo Francia de intermediaria.
Los mayores cantones suizos se hallaban gobernados
lides aristocrticamente; los unos, corno Berna, Friburgo,
Soleure y Lucerna, por un rden de patricios que se hizo
li{veditario, y los otros, como Zurich, Basilea y Schaffouse,
por las clases medias que habitaban en las ciudades capita-
les. Sin embargo, la libertad comunal se haba conservado
all, siendo considerada como la base de la organizacion
cantonal, y la repblica ideal poltica de la nacion, haba
echado en su seno profundas races. Suiza no tena ejrcito
permanente, ni funciones profesionales aseguradas; haba
conquistado su libertad combatiendo contra los prncipes y
la nobleza; y el haberse extendido la libertad poltica todas
las clases la abolicion de los privilegios de los patricios, y
de los burgueses de las ciudades, slo fueron all utt desar-
rollo natural en armona con los nuevos tiempos: de aristo-
crtica, se convirti la repblica en representativa (1.).
La tentativa de unitarismo representativo de 1798, tuvo,
en verdad, poco xito: las tradiciones de independencia can-
tonal y las oposiciones internas se despertaron, y sucumbi
la repblica helvtica; pero la forma representativa se con-
serv en los cantones y fu en ellos el sistema fundamen-
tal, pesar de la vuelta de algunos privilegios aristocrti-
cos, traidos en 1814 por la restauracion. Desde 1830, la nue-
va forma tendi desligarse de ellos, y en 1848 fu aplicada
la Con federacion misma.
4. La democracia moderna es esencialmente diferente de
la antigua forma helnica. Segun el persa, Otanes (en He-
rodoto III, 82), los caractres de la democracia antigua, son
1. La igualdad de los derechos para todos ( I nvotita), 2.
La oposicion todo poder arbitrario anlogo al de los ds-
potas orientales; 3. Los empleos concedidos por la suerte;
4. La responsabilidad de los funcionarios, y 5. La delibera-
clon cornun en la asamblea popular; el Estado moderno,
un el monrquico, admite tres de estos principios, y la mis-

(1) Acta de Mediacion de 1803, XX, 3: No hay ya en Suiza ni pases


SOMet j dos, ni privile g ios de ciudad, de nacimiento, de personas de fa-
Sek:;ei7,erieh/J3 BtuidmrecW, I, p. 17LClonst, fe.-
d(;rai. de 1848 y de 1'874, art. 4.: No hay en Suiza ni. vasallos, ni prl-
vilegios de ciudad, de nacimiento, de personas de familias.
391
ma repblica moderna rechaza los dos restantes. (La suer-
te , y la asamblea popular). As, pues, ninguno de ellos es
hoy caracterstico.
La repblica moderna, sustituyendo a la eleccion de los
mejores, introduce un elemento aristocrtico que la engran-
dece y la ennoblece. Da igualmente la soberana al conjun-
to de los ciudadanos; pero concede su ejercicio a hombres
escogidos, los cuales hace representantes de la nacion.
Los ciudadanos no tienen pa ticipacion directa en los ne-
gocios pblicos sino por:
1) El voto de las leyes constitucionales. Hllase general-
mente admitido en Suiza, desde 1830, que las leyes de este
gnero deben ser sometidas la aceptacion de la mayora
de los ciudadanos, y se hace con razon el calculo de los vo-
tos, sin contar con las abstenciones (1). Sin embargo , en
muchas de las repblicas de la Union Americana, la vota-
clon de estas leyes s confa , una numerosa asamblea de
representantes, nombrada expresamente para este fin (con-
vencion , consejo constitucional)
2) Algunas veces la votacion de otras leyes, ora en la
forma positiva de la sancion (referendum), de la acepta-
cion por la mayora de los ciudadanos, ora en la forma ne-
gativa del reto. En este segundo sistema slo se cuentan los
votos de los ciudadanos que se oponen, y es rechazada la
ley, cuando el nmero de aqullos excede de la mitad de los
'ciudadanos; en el primer caso slo se cuentan los votantes
Ambos sistemas tomados de la democracia pura, agitan
facilmente , las masas y ofrecen peligros para los intere-
ses de una cultura elevada. Muchas democracias de Suiza
las han adoptado, y la constitucion federal de 1874 acaba
de seguir el ejemplo (2).

(1) Constitucion de Zurich, . 93: El proyecto (de un cambio cons-


titucional adoptado despues de las deliberaciones por el Gran Consejo),
s er sometido la aceptacion de los soberanos. Const. federal de 1848 y
de 1874 , art. G.: La Confederacion garantiza los cantones sus consti-
t uciones, con tal de que hayan sido aceptadas por el pueblo y que puedan
s er revisadas cuando la mayora absoluta de los ciudadanos lo pida.
(2) Art. 89: Las leves federales, los decretos y las rdenes federales
slo pueden darse con el acuerdo de los dos Consejos. Las leyes federales
Se someten la aprobacion b desaprobacion del pueblo, si lo piden 30.000
ciudadanos activos ocho cantones. Lo mismo sucede con las rdenes
federales que tienen general importancia, y no revisten carcter de ur-
gencia.
392
3) La eleccion del cuerpo legislativo. La regla matem-
tica, del voto igual por cabeza y de la igualdad de las cir-
cunscripciones electorales, forma por punto general la bas e
de estas elecciones, muy rara vez fundadas' en los miem-
bros orgnicos del Estado, en los municipios por ejemplo;
y por consecuencia es incompleta la representacion, en la
cual se determinan demasiado las tendencias de partido.
Esta falta no es inherente la democracia representativa,.
sino que se encuentra tambien en la monarqua constitu-
cional.
5. El ejercicio regular de la soberana se halla confiado
ordinariamente grandes asambleas, elegidas como la re-
presentacion ms perfecta y extensa de la nacion soberana..
En la Suiza de la Edad Media; los Grandes Consejos de
las ciudades y los Landrdthe de los otros cantones slo
eran una extension de los consejos gobernantes, de los
Consejos (Rithe) propiamente dichos. La autoridad de la
ciudad del pas se concretaba en stos ltimos; y para.
los negocios importantes, especialmente en las ciudades,.
para la legislacin, se les agregaban comisarios elegidos
entre los propietarios los habitantes. - Hoy los Grandes
Consejos se hallan separados de los gobernantes, que es-
tn por encima de ellos, y son considerados los deposita-
rios de la soberana (1). La Asamblea federal con sus dos,
Consejos ocupa una posicion semejante enfrente del go
bierno federal (2).
. En Amrica, el Congreso nacional de la Union y las le-
gislaturas de los Estados particulares se componen tam-
bien de dos cmaras, aun ms exactamente distinguidos-
del gobierno..
El pueblo no tiene ya hoy parte directa en el gobierno--

(1) Const. de Zurich, 1831, pr. 38: El ejercicio del poder supremo-
en los lmites de la constitucion, hllase confiado un gran Consejo, que
hace la ley y tiene el cuidado superior del gobierno, representando en el
exterior al cantan. Cherbuliez, de la democracia en Suiza, II, p. 35 y.
siguientes.
(2) Const, fed. de 1848, art. 60: La suprema autoridad de la Confede-,
racion es ejercida por la Asamblea federal; que se compone de dos brazos.
Consejos, saber: A, El Consejo nacional; B, El Consejo de los Esta-
dos. Const. fed de 1874, art. 71: A reserva de los derechos del pueblo'
y de los cantones (arts. 89 y 121), la suprema autoridad de la Confede--
racon es ejercida por la Asamblea federal.
393
propiamente dicho, ni aun en los pocos pases en que
ha conservado la democracia pura para la legi:.7,--lacion. En
todas las democracias modernas, los r presentantes dele-
gados de la nacion son los que gobiernan en nombre de
sta: unos, corno los Estados Americanos y Ginebra (1),
han dado al pueblo el nombramiento directo, y otros, corno
la mayor parte de los cantones suizos y algunos Estados,
de la Union, lo conceden los cuerpos legislativos, que
nombran ademas ciertos elevados funcionarios, los del
-Tribunal Supremo, por ejemplo. La eleccion por el pueblo
da ms independencia y ms fuerza al gobierno, al menos
respeto al cuerpo legislativo, y los gobernantes se hallan
igualmente investidos de la confianza directa de los ciu-
dadanos, aun en ms alto grado que los dems cuerpos,
por lo cual es ms propia para una limltaCion recproca de
los dos poderes.
7. La justicia se administra en nombre del pueblo; pero
se exige los jueces una cierta preparacion cientfica, y as,
por punto general, son stos nombrados por el gobierno,
como en la Amrica del. Norte y en Francia, por los gran-
des Consejos, como en Suiza. La nacion toma una parte di-
recta en la administracion de justicia por medio del jurado,
elegido por suerte entre los ciudadanos.
8. El rgimen municipal tiene aqu una gran importan-
cia, siendo el fundamento del organismo del Estado. En los
municipios es donde el ciudadano empieza formarse para
el manejo de los negocios pblicos, para el self-gorwerne-
ment, para la libertad cvica, y en ellos son todava posibles
las asambleas generales de todos los ciudadonos, al mnos
en los pequerios municipios, y principalmente en los rura-
les; los ms grandes nombran una especie de asamblea
representativa. Las repblicas suizas y americanos descan-
san histricamente sobre un libre rgimen municipal, base
que fatta Francia, lo cual no conviene de ninguna ma-
nera la forma republicana.
En resmen; hecha abstraccion de los raros casos en
que la soberana se egerce directamente, el principio de la

Y la Const. franc. de 1848, art. 43: El pueblo francs delega el


(1) ejecutivo
poder en un ciudad:irle que recibe el ttulo de presidente de la
t. I.
Repblica. Toequeville, De la Democracia en Amrica,
394
democracia representativa, es que la nacion slo se halla
gobernad a por sus funcionarios, y no recibe leyes sino de sus
representantes, que comprueban al mismo tiempo los actos
del gobierno. Esta forma se acerca en esto las que distin-
guen claramente entre gobernantes y gobernados.
395

CAPITULO XXIII.

CONSIDERACIONES SOBRE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA.

Montesquieu, haciendo de la virtud el principio de la de-


mocracia, olvida que aqulla, corno principio poltico, su-
pone el respeto moral de los gobernantes, y no la igualdad
de todos, respeto que falta en la democracia pura. En toda
buena democracia, es, sin duda, indispensable una cierta
virtud de las masas, sin la cual perecera el Estado; pero
esta virtud es ms bien el principio poltico de la democra-
cia representativa, que no es solamente una democracia
templada, sino en cierto modo ennoblecida, apropindose
elementos de la forma aristocrtica.
Tiene, en efecto, por principio, que los mejores de la na-
cion gobiernan en su nombre y por su mandato. La (mica
dificultad. consiste en organizar las elecciones de manera
que resulten elegidos los ms inteligentes y previsores.
Tindest._, hoy buscar la proporcion entre el nmero de
elegidos y el de electores, lo cual us satisfacer las pasiones
modernas. Las tendemlias igualitarias, conducen i'deilmente
reglas matemticas; se cuentan los ciudadanos, y se con-
cede al mismo nmero derechos iguales, sistema que con-
viene ms la democracia directa, que atribuye tam bien el
ej ercicio del poder todos los ciudadanos igualmente.
La democracia representativa, por el contrario, distingue
los ciudadanos segun su mrito, y confa los negocios p-
blicos los mejores, mirando la cualidad de los elegidos.
As , p ues, la division de las circunscripciones segun la
cu antidad solamente, no es tan natural aqu, y . Un I-) ted e
s er peligrosa. En la democracia directa, la asamblea de los
Ci udadanos reunidos en el mismo lugar, no es la mera su-
Ina de individuos iguales: en ella prevalece la autoridad de
lo s hombres ms notables, y los magistrados y los orado-
r es distinguidos ejercen una legtima influencia, siendo por
tn!-do , la mayora ms fcilmente la verdadera expresion
:390
del coup:luto. Por el contrario, en la democracia representa-
tiva, el pueblo se halla esparcido . y dividido en una multitud
de fracciones, iguales quiz en nmero, pero desiguales con
elacion al todo, y por lo tanto, desiguales porciones de la.
nacion. Pueden confundirse, con verdad, y asimilarse jus_
-Lamente las circunscripciones de la Bretaa rural, las de la
industrial Alsacia y las de Pars, con 'su poblacion la ms
rica y ms culta del mundo de una parte, sus numerosas
capas de simples burgueses (comerciantes y campesinos)
de otra, y la hacinada muchedumbre de su plebe descono-
cida, en el resto de la Francia, todo mezclado en extraa
confusion sin estar unido? La diferencia de los distritos re-
clama lgicamente un derecho de sufragio diferente, que
asegure las diversas fracciones y los diversos intereses
pblicos una representacion proporcional su valor con re-
lacion al todo. El nmero es un factor, pero no el nico; y
siendo el objeto la eleccion de los mejores, no se pueden des-
atende las condiciones de fortuna, de educacion, de pro.fe-
sion y de manera de vivir: lo mejor sera atender estas
circunstancias, apoyndose en las divisiones orgnicas de
la nacion. Para ello propondra yo estas dos reglas:
1. Basta computar simplemente. el nmero de votantes
como en la democracia pura, cuando el acto emana de la
totalidad de los ciudadanos, es decir, en las votaciones que
se hacen por el pueblo entero.
2. Pero no basta este principio all donde las diversas
fracciones del conjunto pueden nombrar los mejores: en-
tnces stas deben formarse con arreglo la cualidad, y de
manera que quede mejor asegurada una representacion
justa y proporcionada de los elementos intelectuales, mo-
rales y materiales de la vida del pueblo.
La democracia representativa tiene por carcter.propio
conceder el poder la mayora; pero confiando su ejercicio a
una minora elegida por aqulla y cambiada con frecuencia,
para que gobierne segun los deseos del mayor nmero.
La constitucion reivindica el self-gouvernelnen t corno un
derecho natural dela mayora, reconociendo, sin embargo,
que sta, no tiene ni tiempo ni capacidad para egercerlo por
si. Presume que la mayora es bastante activa,, bastante
prudente y desinteresada, que tiene miras demasiado puras
respecto de los negocios pblicos, para votar y elegir los
mejores.
397
Esta exige mnos cuidados que la democracia
directa' y
ms rep r esentantes; apyase en el amor propio de los ciu-
dadanos libres e iguales; pero les supone bastante modes
-
tos para elegir los mejores entre ellos, Y paradejarse
d con-
, lucir benvolamente por las . elegidos de la mayora.
Las frecuentes elecciones ponen los gobernantes bajo
la dependencia de los gobernados, y stos no deben obede-
cer menos en los intervalos. La libertad de los segundos
se halla sin duda ms asegurada que la autoridad (le los
primeros, puesto que los magistrados, ntes que jefes de la
repblica, son servidores de la muchedumbre. El Estado
slo puede gobernarse desde arriba, y no desde abajo, corno
dice Guizot,'y esta democracia quiere, en apariencia al m-
nos, ser gobernada desde abajo. As, pues, su gobierno torna
fcilmente el carcter de una simple administracion, y el
Estado el de un vasto economato de una gran comunidad.
En el cuerpo legislativo es, sin embargo, donde esta de-
bilidad.de la autoridad se echa mnos de ver;. p uede temer-
se, por el contrario, que no se identifique con la nacion y
que se entregue los suerios de la omnipotencia; pero el
gobierno dificilmente afirma una alta autoridad. Las fre-
cuentes: elecciones hacen poco segura su posicion, hae16n-
dola depender de las mudables disposiciones de las muche-
dumbres: slo es poderoso por el apoyo de la mayora, y
trnase impotente, si va contra las tendencias de . sta: no
:e

puede seguir un plan duradero, corno este plan no este', ins-


pirado en los instintos y en los hbitos nacionales,. en los
cual 's halla la garanta de su duracion.
Los rganos del gobierno tienen una apariencia modesta
y burguesa; el esplendor de la majestad de que se rodean
la monarqua y la aristocracia, les es extrario y contrario;
la diplomacia de las Crtes, con su arte y sus t'orinas, no
pueden florecer en este campo, y el Estado slo es represen-
tado en el extranjero por encargados de negocios; incom-
patibles con su existencia los grandes ejrcitos, que seran
u na amenaza perpetua contra su seguridad y libertad,V y
necesita un ejercito popular, una laudwehr nuarifosa y
a-

lientf. Esta forma propende menos la coucentracion


las fuerzas que la libre determ:nacion y movimiento de
los partidos.
Las instituciones que sirven la muchedumbre son en
getwrilliiiit(-e huellas y veces hasta perlecta<;: ha-
308
11:1 nse numerosos establecimientos de utilidad pblica
beneficencia, buenos caminos, muchas escuelas pblicas,
espl("Iillidas fiestas nacionales, y, en fin, el azote de la bu-
rocracia reina all mnos que en ninguna otra parte.
El Estado se ocupa ms difcilmente de los intereses su-
periores del arte y de la ciencia, que la razon comun com-
prende con mnos claridad, , mnos que el pueblo haya
llegado un alto grado de civilizacion, pues que slo una
inteligencia cultivada puede apreciar el valor de las cosas
del espritu, para el bien general.
El sentimiento de una completa libertad ha dictado la
constitucion, encontrando su expresion en ella, y su senti-
miento es el que eleva las numerosas clases medias, des-
arrolla la inteligencia por el ejercicio directo indirecto de
los negocios pblicos, y fortifica los caracteres. El amor la
patria halla en l una ancha base, y en las grandes crisis
los ciudadanos se manifiestan dispuestos todo linaje de
sacrificios. Pero esta forma es mnos favorable al libre des-
arrollo de los gnios generosos, quienes el pueblo mira
con desconfianza y hostilidad; sin embargo, un stos se
atraern la estima y la confianza pblica, sino hieren el -
sentimiento de igualdad con orgullosas pretensiones, y si
saben luchar con celo y desinters favor del bien pblico,
en union de los mejores demcratas.
OBSERVACION.-E1 principio del nmero no tiene en nuestra
opinion un valor absoluto ni aun en la democracia representati-
va. Segun Robert U. 114-ohl, por el contrario (Enciclopedia, pg, 346):
Si es cierto en general que el derecho de sufragio no es un dere-
cho personal del individuo, sino una mision y una funcion, otra
cosa sucede con el gobierno popular representativo. Esta es la
doctrina democrtica moderna, sobre todo, tal como la presenta
Rouseau; pero es porque confunde todava el derecho pblico con
el privado, y el contrato social que predica, no es otea cosa que el
estado patrimonial desfigurado. Para quien tenga conciencia de la
unidad de la nacion en oposicion la suma de ciudadanos, el error
es evidente: no es la naturaleza, sino el Estado, quien da los dere-
chos de elector. Todo sistema de elecion es una institucion del Es-
tado, para un fin pblico.
399

CAPITULO XXIV.

Formas compuestas.

Ciertos Estados encierran en su seno muchos otros, y


sus partes hllanse tambien constituidas en Estados, Por
'amenos, en forma anloga ellos. Estas formas compues-
as pueden, lo mismo que las simples, ser monrquicas
republicanas.
Los Estados particulares que comprenden, no siempre
tienen la misma forma que el todo. La Confederacion ale-
mana de 1815 era una oligarqua de prncipes soberanos sin
representacion del pueblo, y sin embargo, la monarqua
constitucional se introdujo poco poco en los Estados par-
ticulares. Ciertos cantones suizos son todava democracias
puras, y la Confederacion . es una democracia representa-
tiva. La forma de Inglaterra es monrquica constitucional, y
sus colonias del Asia son unas, gobiernos absolutos, y las
otras, repblicas semi-soberanas bajo su protectorado.
Estas diferencias pueden justificarse por las nacionali-
dades, las civilizaciones y las condiciones diversas: fuera de
estos casos, son contrarias la naturaleza y , la armona
del todo, como lo prueba la Alemania de 1815.
Todo Estado compuesto presenta una oposicion nueva:
'el poder de uno principal, y la existencia distinta de Estados
s ecundarios prticulares. Las relaciones que los unen va-
ran segun los casos:
I. El Estado principal domina absolutamente, g los se-
cundarios le estn sometidos.
A esta clase pertenecen una gran parte de las posesiones
europeas en el Asia y en el Africa: slo el Estado principal
se halla organizado libremente, y ademas los Estados se-
cundarios estn sometidos una dominacion extranjera.
N o se puede dar un contraste ms marcado; por otra parte,
la energa de la dominacion evita los conflictos (1).

(1) Vase la excelente exposicion de Mili. en sus Consid. sobr


Zurich, 1862.
g obierno representativo, traducida por Wille,
400
u. Un Estado es soberano y los otros vasallos, bien el
1mo es protector y los otros protegidos. En este caso os po-
sible una cierta independencia; ejemplos de ello, los Estados
vasallos del Imperio romano de Alemania en la Edad Me-
dia, y los del Imperio otomano en nuestros dial. El derecho
pblico mod- rno prefiere el protectorado a la. forma feudal,
aunque ste no se conciba sino entre Estados de muy des-
igual importancia, ni pueda convenir jamas una nacion
l ibre.
El protectorado de Npoleon sobre la Confederacion del
Rhin; el de Inglaterra sobre las Islas Jnicas, y el de Eu-
ropa sobre la Moldavia y la Valaquia, pertenecen a los
tiempos mode rnos.
III. Las relaciones Qntre la metrpoli y las colonias todava
parcialmente dependientes, aunque constituidas en Estados,
se. acercan al sistema precedente; pero son moderadas y
ennoblecidas por una especia de piedad filial. La colonia
tiene durante mucho tiempo necesidad de la madre patria,
sobre todo .en sus relaciones exteriores;. necesidad que
siente todava cuando su gobierno interior se hace comple-
tamente independiente, por lo cual reconoce en aqulla una
superioridad relativa.
IV. La majestad independencia de los Estados particu-
lares, aunque excepcionalmente limitadas en la medida de
las las exigencias de la vida general, forman el principio de
la confederacion de. Estados (Statenbund) y de la union per-
sonal.. Los Estados particulares tienen aqu una organiza-
cion perfecta; mas el conjunto, por el contrario, es' una coe
munidad todava no desarrollada, que no tiene personali-
dad pblica, sino bajo algunos puntos de vista, y especial
'mente ' enfrente de las naciones que la rodean. Es mas bien
una aglomeracion de Estados que un verdadero Estado; la
faltan los rganos necesarios de. la legislacion, del gobierno
y de la jurisdiccion, y ocupan el trmino medio entre una
alianza internacional permanente y un Estado constituido;
por lo tanto, slo es impe rfecta y de transicion.
Quizi encierre Ms que un solo pueblo; pero la na-
cion es una, y la vida y la fuerza del conjunto se desarrollan
difcilmente. Este inconveniente se siente mnos en la union
personal, que, por lo mnos, tiene un jefe nico en el prnci-
pe comun ; pero ambas formas son poco a propsito para
la accion la Con federacion alemana ha sido en nuestros
401
das un ejemplo elocuente de las faltas de este sistema.
V. En el Estado imperio confederado (Bundesstat, Bun-
4esreich) y en la union real, el Estado general y el particu-
lar tienen ambos una organizaciun completa, pero la pri-
mera forma deja al Estado particular su gobierno y le da
mas independencia qe la union real. El jefe de sta es al
propio tiempo el prncipe particular de los Estados secun-
darios, y por lo tanto hay mnos facilidad de que stos sean
soberanos.
El Estado y el imperio confederados presentan la vez
una nacion general (Gesatnintoolk) organizada, y naciones
particulares (Land plicer) organizadas tambien: tal sucede a
los Americanos del Norte y New-yorkinos Pensilvanios,
Suizos y Berneses, a los de Zurich,- a los Alemanes y Pru-
sianos, Japoneses, etc. El Estado comun, libre en sus mo-
vimientos, tiene rganos tan completos, como un Estado
simple, y los Estados particulares tienen una misma inde-
pendencia en su esfera (1).
Para hacer posible esta coexistencia, se determina con
precision la corhpetencia del todo y de las partes, se da una
solucion pacfica los conflictos, se separan en cuanto sea
posible las autoridades y los cuerpos representativos del
'todo de los del Estado particular, y se les hace recproca-
mente independientes. Esta separacion de las personas de
las funciones, es ms completa en los Estados-Unidos; pero
la distincion de comp e tencias se halla igualmente regulada
, con cuidado por' la con stitucion federal suiza (2).
Los rganos federales del nuevo imperio aloman, hallan-
se todava estrechamente unidos a los de los gobiernos par-
ti culares, aunque el rey de Prusia se presenta como su ni-
co jefe, y el Reichstag es distinto de las Cmaras de los
Estados particulares. Tampoco estn claramente determi-
nadas las competencias recprocas, que se han dejado
-propsito con cierta vaguedad; pero el principio general de
'que la ley federal deroga la ley contraria del Estado particu-

Kiel, 1832, p. 44: El Estado


(1) G. Waitz, Grundzuge des Politik,
g eneraly el particular son ambos soberanos en su esfera: el segund no
recibe sus poderes del primero, ni ste de aqul. Par. 53, Wesea- des
Bundestat,
(2) Vase Rttimann sobre los medos coercitivos que el .:ucion
roder fe-
de
deral suizo tiene contra los Estados particulares para la ej .
derecho federal. Zurich, 1852.
27
BI .11.1 N Se L I. TO NIO
402
lar, la representacion de los Estados en el consejo federal
y el asentimiento necesario de ste para toda ley nueva , ga-
rantizan la vez la unidad del todo y la independencia de
las partes, previenen los conflictos permiten resolverlos.
Regularmente el Estado general tiene el cuidado de las
relaciones exteriores, y las interiores slo excepcionalmen-
te le competen. La independencia de los Estados particula-
res se manifiesta en principio en estos ltimos, y como una
escepcion en los otros.
403

LIBRO ETIYO.
SOBERANIA DEL ESTADO
(STATSHOHEIT UND STATSGEWALT)-SUS RGANOS.-SERVICIO
PBLICO Y FUNCION PBLICA.

CAPITULO PRIMERO.

COlv CEITO DE LA SOBERANIA

El Estado es la encarnacion y la personificacion del po-


der de la nacion ( Volksmacht), cuyo poder, considerado en
s magestad y en su fuerza suprema, se llama soberana
(Souvernetat).
Esta expresion ha nacido en Francia; la ciencia francesa
ha sido la primera que la ha desarrollado, y Bodin la ha
elevado . la categora de principio fundamental de derecho
pblico, habiendo ejercido luego la palabra y la cosa una
grandsima influencia en el desenvolvimiento de las cons-
tituciones y de la politica modernas.
En la Edad Media, la soberana (suprema potestas), se
entenda en un sentido mucho ms lato: toda autoridad que
decida en ltimo trmino y sin apelacion, se llamaba sobe-
rana, por lo cual, los tribunales supremos tomaban el nom-
bre de Tribunales soberanos, habiendo en el Estado un
gran nmero de funciones y de corporaciones que reciban
la misma denominacion. Poco poco fu 9lesenvolvindose
el sentido de la palabra, y dej de aplicarse el calificativo .
las autoridades de los diversos ramos de la administracion,
para darlo slo al poder supremo y uno del Estado entero,
a la plenitud del poder pblico.
404
Desde el siglo XVI, fu enteramente dominado el princi-
pio por las tendencias absolutistas de los reyes de Francia.
Para Bodin la soberana es el poder absoluto y perptuo de
una repblica. Este sentido prevaleci. Luis XIV y la Con-
vencion (1793 (1) se consideraron igualmente omnipoten-
tes; pero los dos se engaaban: el Estado representativo
moderno no conoce semejante poder, puesto que la indepen-
ca absoluta no es de este mundo. Esta soberana ilimitada,
siempre condenada por la historia , suprime los derechos
de los otros rganos del Estado y mata toda libertad polti-
ca. El mismo Estado en su conjunto no es omnipotente; en
el exteriorjimitnle los derechos de los otros Estados, y en
el interior los de sus miembros individuos (2).
La lengua alemana no tiene ninguna expresion perfecta-
mente correspondiente. Su palabra Obergewalt (poder supe-
rior) como se deca en la antigua Suiza; der hij-ehste und
grsste Gewalt (3) (el poder ms grande y ms elevado),
implica la autoridad interna Sin marcar la independencia
externa. Statshoheit se refiere ms la magestad que al po-
der, y Statsgewalt, ms al poder que la magestad. Para
comprender la vez las dos ideas los Alemanes se han
visto obligados juntar las dos palabras, que tienen la ven-
taja sobre la expresion francesa, de ser menos absolutas ;
pero para abreviar no emplearemos en lo sucesivo mas que
una de ellas, segun los casos.
La soberana implica:
1. La independencia de todo otro Estado, la cual por otra
parte es siempre relativa. El derecho de gentes y el rden
jurdico comun que impone los Estados, contradicen tan
poco su soberana como la constitucion que regula interior-
mente el ejercicio de los poderes pblicos. As, pues, los Es-
tados particulares de un Estado compuesto, pueden consi-

(1) Thiers, Revol. franc., II, p. 200, dice que en opinion de los Jaco-
binos, la nacion no puede renunciar nunca la facultad de obrar y de
querer en todo tiempo cuanto le parezca: esta facultad constituye su om
nipotencia y es inalienable ; por lo tanto no ha podido obligarse
Luis XIV. Sin embargo, el abate Sieyes reconoca ya el error de esta
teora. Bluntschli, Gesch. de Stasw., p. 326.
(2) Declaracion del Hanover (1814) en los Lebensbilder de Normays,
p. fil: Los derechos de la soberana no implican ninguna idea de des-
potismo. El rey de Inglaterra es tan soberano como cualquier otro, y
las libertades de su pueblo, lejos de quebrantar su trono, lo fortifican.
(3) Blumez, Rechtsg. der schweiz'er. Dem,ocratien, II, 140, 141.
405
derarse soberanos, aunque dependan de ste bajo' ciertas
relaciones esenciales, la poltica extrangera y la guerra, por
ejemplo.
2. La dignidad pblica suprema, para valernos de la
antigua expresion romana, la majestad
3. La plenitud del poder pblico por oposicion los po-
deres parciales. La soberana no es simplemente la suma de
derechos aislados, sino un derecho sinttico, nocion concen-
trada como la de la propiedad en el derecho privado.
4. El poder ms alto del Estado, no reconociendo ningu-
no que est por encima de l en el organismo poltico. Los
seores franceses dejaron de ser soberanos cuando fueron
obligados a someterse, bajo puntos de vista esenciales, al
rey su soberano. Desde el siglo XIV los prncipes electores
de Alemania pudieron llamarse soberanos, porque ejercan
en sus dominios el poder supremo como derecho propio (1).
5. La unidad, condicion necesaria de todo buen organis-
mo (2). La division de la soberana paraliza y destruye, sien-
do incompatible con la salud del Estado.
OBSERVACIONES. 1. Rousseau, seguido por los revolucionarios
franceses, funda la soberana sobre la voluntad general, sustitu-
yendo as la suprema voluntas la suprema poteslas. De aqui con-
cluye que la soberana es inalienable (lo que desmiente la histo-
ria); porque el poder puede trasmitirse, pero no la voluntad
(Contr. Soc., II, I) Esto es hacer del derecho el producto arbitrario
de la voluntad, en vez de ver en l la condicion preliminar y la
barrera de sta, lo cual es olvidar el deber (das Sollen). Este error
fundamental fu fecundo en nuevos errores. La voluntad es un des-
arrollo y una manifestacion del alma y del espritu humano, y no
una institucion de derecho pblico como la soberana; puede ani-
mar el ejercicio del derecho y algunas veces hasta crearlo cam-
biarlo; pero no es el derecho mismo. La voluntad del soberano su-
pone la soberania y no viceversa.

(1) El proyecto del tratado de paz de Westfalia,dems al decir que To-


derechos de
dos los prncipes y Estados sern mantenidos en los
s oberana que les pertenecen, se serva de una expresion nueva (en vez
de la palabra Landeshoheit) para Alemania con la intencion evidente
de relajar los lazos del Imperio; pero en realidad, la mayor parte de los
pr incipados alemanes eran ya la sazon, por lo menos, cuasi soberanos.
Beltrage zw-
(2) Imman Herrmann Fichte va demasiado lejos en sus
la unidad del gobierno,
tatslehre (1848), cuando define la soberana de la so-
La plenitud del Poder y la majestad forman siempre la esencia
berana.
406 -
Es ilgico, deca, que la soberana sea la fuente del Estado y
del rden jurdico, y que, por lo tanto, el soberano est por encima
del Estado. La soberana, nocion de derecho pblico, supone el Es-
tado y no est fuera ni es superior , l.
3. Constanz Franc (Vorschule d. St., p. 32) da la soberana
como segundo atributo despues del poder la conciencia que el Es-
tado tiene de s. Pero si la conciencia es necesaria para el ejerci-
cio de un derecho, para un acto jurdico, no es de ningun modo
un atributo del derecho mismo.
407

CAPITULO II.

'SOBERANA DEL ESTADO (DE LA NACIOI ) Y SOBERAlq


l DEL PRNCIPE.

A quin corresponde la soberana? De varios


modos
contestan esta pregunta los diferentes pa rt os .d po icos._
polticos._
Apartaremos primero algunas dificultades y prejuicios.
1. Una opinion muy generalizada, desde Rousseau y la
Revolucin, contesta: al pueblo (Volie).
Pero, qu entendis por pueblo? Para unos es simple-
mente la suma de individuos reunidos en Estado: stos
resuelven el Estado en sus elementos atmicos y atribuyen
el poder supremo la muchedumbre no organizada, la
mayora de individuos. Esta opinion radical est en contra-
diccin con la existencia misma del Estado, base de la so-
berana, y no puede acomodarse con ninguna constitucion,
ni aun con la democracia absoluta que pretende fundar,
puesto que en sta tambien el conjunto ordenado de la na-
cion y no la muchedumbre desorganizada, es quien ejerce
el poder pblico.
2. Para otros, por el contrario, el pueblo la nacin es
el conjunto de ciudadanos iguales, votando en una mu-
chas asambleas comunes: stos se refieren , la soberana
del demos en la democracia. As concebido el principio, y li-
mitado esta forma de gobierno, tiene algo de verdadero, y
aun literalmente tiene el mismo sentido que la palabra de-
mocracia; pero en la democracia representativa, la accion
ordinaria del mando, el poder supremo, no es ejercido ya
por la masa de los ciudadanos, sino de una manera indirec-
ta y por medio de los representantes; y con mayor razn es
Inconciliable este principio con las dems formas de gobier-
no, lo cual hara formar la singular idea de que el jefe del Es-
tado es igual al ms humilde ciudadano, y que los gober-
nantes, estando en minora, deben someterse los gober-
nados. Esto sera trastornar el cuerpo del Estado y conver-
tir los pis en cabeza.
408
3. Algunas veces no se hallan perfectamente distingui-
das las dos opiniones diferentes y se enlazan recprocamen-
te. La primera es anrquica; la segunda perfectamente de-
mocrtica.
Sus defensores afirman que son siempre y en todas par-
tes valederas; pero en realidad, separadas confundidas,
amenazan todos los Estados con la sola excepcion quiz
de las democracias directas.
Los partidos opuestos (1) que defienden estas doctrinas,.
son generalmente partidos descontentos que se exfuerzan
por destruir el orden establecido. Ellos fueron un: arma ter-
Tibie en manos de la Revolucion francesa: la Asamblea na-
cional, en su declaracion de guerra del 20 de Abril de 1792
proclamaba oficialmente la teora de Rousseau: Sin duda
la nacion francesa ha declarado altamente que la soberana
slo pertenece al pueblo, quien limitado en el ejercicio de su
voluntad suprema por los derechos de la posteridad, no'
puede delegar el poder irrevocable; sin duda ha reconocido.
altamente que ninguna prctica ni convenio puede some-
ter una sociedad de hombres una autoridad que no ten-
dran ya derecho recobrar. Cada nacion tiene el poder de
darse leyes y el derecho inalienable de cambiarlas. Este , de-
recho no pertenece ninguna les pertenece todas. La.
Convencion demostr las consecuencias de este principio.
Sin embargo, ,un en: nuestros dias, lo hemos visto pro-
clamado en la Casa del. la villa de Pars (1848). Por un acto
soberano de este gnero el pueblo de Pars aboli la monar-

(I) Aludimos aqu al general de los jesuitas Lainez y los jesuitas


Bellarmin y Mariana que tomaron bajo su proteccion la soberana del
pueblo para fundar la supremaca de la Iglesia sobre el Estado, y del
Papa sobre los reyes, diciendo que aqul reciba sus poderes de Dios y
stos de las muchedumbres. Vase L. Ranke, Hist. polit. Zeitschr., II,
p, 606 y sig. Pero la influencia de Rousseau fu mucho ms grande. Se-
gun l, el soberano es la muchedumbre de individuos reunidos por el
pacto social, cada uno de los cuales es la vez miembro del soberano y
se halla sometido ste. La soberana no es ms que la voluntad gene-
ral, y esta es inalienable; por consiguiente, las mayoras pueden negar.
cuando quieran la obediencia las autoridades, deponerlas y cambiar la
constitucion, con lo cual no hacen ms que un acto de soberana, y ante
su voluntad desaparece hasta la autoridad derivada del cuerpo de repre-
sentantes. En fin, segun Rousseau, no puede haber ninguna ley fun-
damental que obligue la voluntad ,del pueblo, pues siendo manifesta-
ciones de ste las leyes, caen cuando la voluntad vara. No se necesita
demostrar que la anarqua es la consecuencia necesaria de estos prin-
cipios.
409
quia, proclam la Repblica y di la dictadura una comi-
sion provisional de gobierno. En un mensaje oficial redac-
tado por el mismo Lamartine, dcese textualmente: Todo
francs que ha llegado la edad viril es ciudadano; todo
ciudadano es elector, y todo elector soberano. El derecho es
igual para todos y absoluto. Ningun ciudadano puede decir
otro: Yo sor' ms soberano que t. Considerad vuestro po-
der, preparaos ejercerlo y sed dignos de entrar en pose--
sion de vuestra soberana (1).
4. Algunos hombres de Estado franceses, inspirados en
nobles sentimientos y esperando poner por este medio un
freno los excesos, han pretendido oponer la soberana de
la razon de la justicia, su.fatal principio de la soberana
del pueblo (2); pero olvidaban que el derecho de la soberana
poltica, slo puede pertenecer la persona del Estado, la
cual debe ejercerlo segun las reglas de la razon y de la jus-
ticia. Su ideocracia intentaba oponerse al error de los que
no ven legitimidad sino en la democracia absoluta; pero es
en vano: la necesidad de una personalidad es ms grande
que toda ficcion.
5. Segun otra opinion, el soberano es el pueblo (Nacion),
no organizado an organizado insuficientemente, pero
susceptible de serlo y concebido como unidad, con sus ins-
tintos, su lengua, sus sentimientos y sus oposiciones so-
ciales, y el pueblo tiene el derecho de transformar el Estado
como le plazca.
Hemos reconocido que el pueblo es eminentemente apto

(1) Lamartine, Hist. de la Revol. de 1848, II, 449.


(2) Royer-Colla d, entre otros, Dise. del 27 de Mayo de 1820: uary
-dos elementos en la sociedad : uno material, que es el individuo, su fuer-
za y su voluntad.--(Pero son cosas materiales el individuo, su fuerza
y su voluntad? Adems, no se incurre aqu en el antiguo error que hace
derivar del individuo el derecho pblico?);otro moral, que es el dere-
cho resultante de los intereses legtimos. Quereis constituir la sociedad
con el elemento material? Pues la mayora de los individuos, la mayora
de las voluntades, cualesquiera que sean, es el soberano: h aqu la so-
berana del pueblo. Si voluntaria involuntariamente esta soberana
C iega y violenta va depositarse en manos de uno slo de ranchos, sin
cambiar de carcter, es una fuerza ms sabia y moderada, pero siempre
fuerza. Este es el orgen y raz del poder absoluto y del privilegio. Se
quiere, por el contrario, hacer la sociedad con el elemento moral que es
el. derecho? Pues entnces el soberano es la justicia, porque la justicia es
la forma del derecho. Las libres constituciones tienen por objeto derro-
car la fuerza y asegurar el reinado del derecho.
-41()
pa ra formarla nacion, es decir, el Estado; luego es i ndirec-
tameilte la conclicion natural del desarrollo de la soberana,
pero no es ms que la fuente lejana de sta; la hace posible,
pero no es su realizacion.
En este sentido, la soberana del pueblo es una concep-
clon imperfecta, no desarrollada, anterior la formacion del
Estado, y que slo se perfecciona cuando se ha formado
ste.
6. Se puede, en fin, y un se debe entender por nacion, el
todo organizado con su cabeza y sus miembros, el alma vi-
viente de la persona del Estado. Esta, como persona, es
quien tiene la independencia, el pleno poder, la suprema
autoridad, la unidad, y, en una palabra, la soberana, y de
aqu la expresion consagrada, soberana del Estado.
La soberana no es anterior al Estado, ni se halla fuera
ni por encima de l; es el poder y la majestad del Estado
mismo, el derecho del todo superior al de cada uno de los
miembros, como el todo es mayor que la parte.
Si las luchas de los partidos no hubieran corrompido el
lenguaje, la soberana del Esado se llamara mejor sobera-
na de la nacion, puesto que este es el conjunto polticamen-
te organizado, en el que la cabeza ocupa el primer lugar y
en donde cada miembro tiene asignado su lugar natural y
su funcion, los publicistas franceses se han servido en este
sentido de la segunda expresion (1); nosotros emplearemos
la primera para evitar toda anfibologa.
La Soberana del Estado se manifiesta al exterior como _
existencia propia independiente de cada Estado con rela-
cion los dems, y un del Estado universal con relacion ,
la Iglesia, y en el exterior, como poder legislativo del cuerpo
nacional organizado.
En este sentido atribuyen habitualmente los Ingleses la
soberana su parlamento, que tiene su cabeza al rey,
representante de toda la nacion (2); lo cual, ljos -de ser una

(1) Stve, Sendschreiben v. 1848: ((Nadie negar la soberana de la


nacion se se entiende por tal el conjunto en sus formas constitucionales,
por consecuencia, el prncipe y el pueblo. Pero s es una parte del todo
quien se abroga la soberana y dice: Yo soy el Estado, ya sea esta par-
te el rey, el Parlamento , la muchedumbre, el principio es falso, y un
principio falso siempre tiene malas consecuencias. Siemondi distingue
con la misma exactitud; admite la soberana de la nacion y rechaza la
del pueblo. Etudes, 1, p. 88.
(2) Enrique VIII expresaba ya esta idea en uno de sus discursos en
411
particularidad del derecho ingls, es un principio funda-
mental de las instituciones representativas modernas.
El prncipe es el jefe del Estado; pero por lo mismo, es
miembro de la nacion, y l juntamente con la representa-
cion nacional, es decir, todo el cuerpo del Estado, se halla
confiado el ms alto derecho de la soberana, la legislacion.
La forma patrimonial, haciendo del Estado la propiedad del
prncipe y la forma absoluta, identificando al prncipe y al
Estado, la soberana del uno y la del otro, olvidan ambas
que el poder del prncipe no es ms que el poder reunido y
concentrado de la nacion, y que el Estado subsiste aunque
caigan los prncipes y desaparezcan las dinastas (1).
7. Ademas de esta soberana de la nacion entera, hay
otra en el Estado, cual es la del miembro ms alto, la del
jefe, del regente, del rey en fin, puesto que en la monarqua
es donde ms claramente se manifiesta. El jefe del Estado
tiene el poder y la gerarqua ms alta enfrente de cada uno
de los otros rganos del mismo y de cada uno de los indiv-

el Parlamento: Nuestros magistrados nos ensean igualmente que nues-


tra dignidad real no es nunca tan grande como durante las sesiones del
Parlamento. Unido este ltimo como la cabeza y los miembros, consi-
deramos hecha nos y todo el Parlamento la ofensa dirigida al ms
modesto representante. Jhon Russel, Hist. de la Gonst. in,cil., 3.
(1) Zpff, Grundsdtze des gemeinen, deut..Statsr., 54 y 56, re-
chaza esta soberana del Estado, al mnos en cuanto Alemania: segun
l, la monarqua slo reconoce la soberana del prncipe, y la repblica
la de la nacion. Pero entnces, cmo aplicar el derecho pblico romano
que aun bajo el imperio proclama la majestad del pueblo y concibe siem-
pre la ley como la voluntas populi romani? quin, por otra parte,
un bajo la Repblica atribuye los cnsules un regiam imperiarn, y
al Senado la administracion suprema y los impuestos, indisputables
atributos de la soberana? Cmo comprender Inglaterra, en la que sin
romper la armona reconocise la vez la soberana del Parlamento, del
Estado (naeion) ingls y del rey? Los Estados alemanes (abstraceion he-
cha de sus prncipes), no son tambien seres jurdicos ante el derecho de
gentes? Y si son personas la consideracion de los Estados extranjeros,
cmo no han de serlo respecto sus propios sbditos y sus prncipes?
iwas leyes alemanas son igualmente leyes del Estado, y las deudas,
deudas del Estado, distintas de las del prncipe. As, pesar de todas las
reminiscencias del absolutismo y del patrmoniado, el derecho pblico
aleman reconoca con casi todos los pueblos civilizados que la nacion es
Otra cosa que la masa de las personas que obedecen y que tiene una
existencia, un pleno poder y una majestad, que no son completamente
absorbidos por la soberana del prncipe. Yo concedo Zpff que se pue-
da reconocer sta tan slo, sin hacerla por esto necesariamente limita-
da; pero la historia moderna demuestra que este principio exclusivo ha
sido siempre en Alemania el apoyo peligroso de un poder excesivo y del
desprecio de los derechos de la nacion.
-- 412 --
dilos. As, pues, el monarca es considerado siempre sobe-
rano, y as le llama el derecho pblico ingls.
Estas dos soberanas no son contradictorias, puesto que
no pertenecen dos poderes antagnicos, no resultando, por
tanto, una division de la soberana. En ambas hay unidad y
plenitud de - poder, pero el todo, que comprende al jefe, su
parte ms elevada, es naturalmente superior sta, consi-
derada aisladamente. La nacion (el Estado) hace la ley, y
en los lmites que ella traza egerce el prncipe libremente su
poder supremo. La soberana del Estado es esencialmente
la de la ley; la soberana del prncipe, la del gobierno; la se-
gunda obra all donde la primera cesa de funcionar. Un con-
. flicto entre ambas es de hecho raro imposible en principio
porque sera un conflicto entre el prncipe considerado ais- J

ladamente y el prncipe unido los otros rganos, y, por


consiguiente, entre la misma persona.
Si, pues, no puede existir verdadera paz entre la sobera-
na democrtica del pueblo y la del prncipe; si la una debe
necesariamente destruir la otra, existe, por el contrario, en-
tre la soberana del Estado y la del rey, la misma armona
que entre el hombre entero y su cabeza.

OBSERVACION. Se emplea algunas veces la frase ((soberana


del pueblo para expresar que una forma del Estado un modo de
gobierno hecho incompatible con la existencia y el bien de las
mayoras no podra sostenerse, que la forma del Estado y el go-
bierno slo existen para la nacion. La idea es verdadera, pero
mal aplicada.
Puede decirse ademas que toda soberana se deriva origina-
riamente de un acto voluntario de la mayora? Muchas constitu-
ciones democrticas y un algunas monrquicas, (por ejemplo, el
Imperio romano, el Imperio de Napoleon III), se fundan en un acto
semejante, y en este sentido declaran las constituciones de los
cantones suizos, no que el pueblo es soberano, sino que la sobera-
na reside en la totalidad de la nacion y que es ejercida por el gran
consejo (la Const. de Zurisch de 1831, por ejemplo). Pero este mis-
mo principio no sera aplicable todos los Estados, porque expre-
sando la soberana un derecho continuo, es impropio que se la ha-
ga derivar de un acto pasajero.
En fin, pretender que el pueblo, distinto de los gobernantes, 6
una masa popular cualquiera tenga el derecho de derrivar arbi-
trariamente el gobierno y de destruir la constitucion, es sostener
un principio absolutamente falso, inconciliable hasta.con el dere-
cho pblico democrtico.
413

CAPITULO III.

I.Anlisis de la Soberana del Estado.

1. La nacion organizada tiene derecho al respeto de su


grandeza y de su dignidad, para expresarnos como los
Romanos, de su majestad (1). En Roma, todo atentado gra-
ve contra el honor, contra el poder, simplemente contra el
rclen del Estado , era . considerado crimen de lesa ma-
gestad.
1. El Estado soberano es independiente de todo Estado
extranjero (2). Sin embargo, no toda subordin.acion quita
esta cualidad, puesto que la dependencia puede ser relativa.
El Estado particular de un Estado compuesto, aunque so-
metido al todo bajo ciertos puntos de vista, conserva una so-
berana relativa, limitada ms en la medida que en el objeto.
En este sentido se habla en Suiza de la soberana cantonal y
de la federal, y en la Amrica del Norte y en el Imperio ale-
man, de la soberana del Estado particular y de la del con-
junto.
Mas para quedar soberano necesita el Estado particular
hallarse realmente organizado , poseer los rganos esen-
ciales (asamblea legislativa, gobierno, etc.,) y tener una
.n
vida poltica propia: si no, desaparece su soberana relativa
Y pasa ser una provincia. La transicion es veces imper-
ceptible.
En nuestros das, la soberana del Estado hllase reprc-

(1) De Oratore, II, 39: Majestas est amplitudo ac dgnitas


civitatis. Is eam rninuit, que exercitum hostibus populi romani tradi-
dit. Partit. orat., c. 30: Minuit is, qui per vim multitudinis rem ad
se ditionem vocavit. Auctor ad Herennium, II, 12: Minuit quia ea tollt
ex quibus civitatis amplitudo constat,qui araplitudinem civitatis de-
tr imento adjicit. Vase Heineccci Antiquit. rom., 1V, XVIII, 3, 46.
(2) As, los tratados de paz de los Romanos con los pueblos quema- so-
m etan, contenan ordinariame nte la siguiente frmnla: Imnerium
.les tatemque populi romani conservant e sine dolo malo. Ciceron, pro
albo, 16. T. Livio, XXXVI[I, 1.
414
sentada ordinariamente en el exterior por el jefe el prin-
cipe y no por la asamblea legislativa; regla fundada ms
en la comodidad que en el derecho.
3. En el exterior se manifiesta la soberana en primer
trmino en el derecho del Estado determinar libremente
las formas de su existencia pblica en el poder constituyen-
te (1). No se podra conceder este derecho una fraccion,
una simple mayora fuera del gobierno; pero pertenece sin
duda al conjunto organizado de la nacion. El individuo debe
someterse las leyes del todo, aunque vulneren sus dere-
chos polticos. Cmo conservara el Estado rden y unidad
sin la sumision del individuo en el terreno del derecho p-
blico?
La constitucion puede cambiarse moral y jurdicamente
por dos diferentes medios: la reforma y la revolucion. La
primera supone: 1. Un acto de los rganos pblicos compe-
tente, por ejemplo, de los cuerpos representativos; en este
caso respeta el derecho mismo en la forma; 2. un cambio
conforme al espritu del derecho, por ejemplo, cuando el an-
tiguo derecho est realmente gastado y el nuevo se halla
suficientemente razonado, y es impuesto por las nuevas re-
laciones de la vida.
Hay revolucion cuando las formas constitucionales son
violadas, el cambio en si es inicuo.
La reforma es una manifestacion necesaria de la fuerza
vital del Estado. Negar ste ese derecho, es oponerse al
desarrollo progresivo de la nacion y preparar la revolucion.
La doctrina radical va ms ljos: para ella la revolucion
es igualmente un derecho de la nacion. Pero no es esto po-
nerse en contradiccion con la misma naturaleza de las co-
sas? 0 No es por ventura la revolucion una violacion formal
real de las leyes existentes del derecho mismo? No, la re-
volucion no es un acto conforme al derecho, ni aun cuando

(1) Washington, Dis. de despedida, 1796: Nuestro sistema poltico


tiene por fundamento el derecho reconocido de la nacion de hacer 1:1 mo-
dificar su constitucion. Pero esta debe ser considerada corno obligatoria
y santa por todo ciudadano, mientras no sea cambiada por un acto p-
blico de la libertad nacional. Este derecho de la nacion implica la idea
de la obediencia del individuo la constitucion establecida. Toda resis-
tencia la ejecucion de las leyes, toda asociacion que tenga por fin con-
trariar la accion 'del gobierno existente, se halla en contradiccion con es-
tos principios.
415
estalla, como una poderosa conmocion natural que trans-
forma el derecho pblico: la revolucion perturba y suspen-
de la accion del derecho, lo hace impotente y no puede regu-
larse ni juzgarse por la norma de ste. Al hombre de Esta-
do, la poltica corresponde principalmente conducirla por
las vas de la reforma y del rden. Cuando el derecho ha
sido demasiado dbil para resistirla, la reforma muy len-
ta para prevenirla, no llegan regularla ni el uno ni la otra.
La revolucion slo en muy raros casos es un derecho, y
slo se justifica por la necesidad del desarrollo indispensa-
zas
ble de la salud de la nacion, cuando los caminos de la re-
forma se hallan absolutomente cerrados. All donde los
ms altos intereses del bien pblico estn amenazados, con-
trariada la vida del pueblo, y el Estado puesto en peligro de
muerte, una nacion valiente y enrgica funda en la misma
necesidad el derecho de romper sus mortales cadenas: La
necesidad hace la ley (1).
4. El Estado soberano tiene adems poder legislativo
propiamente dicho que es la manifestacion regular y nor-
mal de su soberana.
5. Todos los poderes pblicos en general son una eman-
clon de sta, y, por lo tanto, la constitucion y la legislacion
los ordenan y determinan. Pero la soberana del Estado, ac-
tiva en los actos de constitucion y de legislacion, hllase
generalmente aqu en reposo. En la monarqua especial-
mente la actividad cuotidiana y variable de los otros poderes
se concentra sobre todo la soberana del prncipe: la na-
cion en su conjunto descansa, y sus jefes holgan en todas
partes, ya directa, ya indirectamente por medio de los ma-
gistrados y de los funcionarios.
La soberana del Estado recobra su actividad cuando su
rgano regular llega ser impotente para ejercerla, por
ejemplo, en una vacante del trono sin sucesor designado; en
este caso el Estado llena este vaco.

(1) Citemos Niebuhr, hombre de Estado tan conservador que se


senta contritsado por la Revolucon francesa de 1830: El que niega el
axioma la necesidad hace la ley, autoriza todos horrores. Cuando un
pueblo es vilipendiado y destruido sin esperanza de mejorar, cuando el
tirano desconoce todos los derechos y no respeta ni un el honor de las
mujeres, como los Turcos han hecho en Grecia, hay necesidad imperiosa
y la rebelion es tan relegtima como cualquiera otro acto. El necesario
ser un miserable para poner en duda su legitimidad.
416 -
6. El hombre no es nunca irresponsable, y las naciones
mismas tampo c o son ante el juicio eterno de Dios sobre el
mundo: la historia desmiente desde aqu bajo esta irres-
ponsabilidad (1). yero cmo establecer en el Estado un tri-
bunal bastante alto para pedir cuenta y satisfaccion al Es-
tado entero, al conjunto de la nacion siquiera la nacion
toda detentadora del poder supremo? No sera esto subor-
dinar el cuerpo al miembro, la parte al todo, y simplemente
huir de la dificultad, porque, quin haba de juzgar este
mismo tribunal?
Podra hacerse responsable al Estado del ejercicio de su
soberana ante otro Estado? Seguramente no , sin obscu-
recer ste.
Slo el desarrollo de derecho de gentes,. y la institucion de
un alto rgano pblico y universal, imperio comun supe-
rior los Estados soberanos, podran constituir una orga-
nizacion jurdica para la responsabilidad de stos. Quiz, 1
est reservado al porvenir realizar esta idea; pero hasta el
presente slo puede ser presentida anunciada.
7. Los poderes pblicos particulares son responsables
ante los rganos de la soberana que piden cuenta de su ad-
ministracion los .ministros y los funcionarios supe-
riores. -
OssERvAcioN,Las asambleas constituyentes de los modernos,
imitando la de 1789, han tomado ordinariamente por principio
de su poltica la soberana del pueblo en el sentido de Rousseau.
Este iba, sin embargo, ms ljos todava y no reconoca nunca la
soberana de una asamblea representativa, y crea que las masas
tienen cada instante el derecho de imponerle su voluntad y de
ejercer directamente su accion. Las brutales consecuencias de
esta doctrina han aparecido con frecuencia sobre el horizonte
poltico como cometas inflamados, con espanto delesos mismos
cuerpos soberanos que hablan producido el incendio.

(1.) Robiespierre deca lo contrario en el C/245 de los Jacobinos (Fe-


brero de 1793): yo he sostenido en medio de las persecuciones y sin
apoyo de nadie que el pueblo no se equivoca jams; yo he osado afirmar
esta ver dad. en una poca en que todavia no era reconocida; el curso de
la revolucion la ha desarrollado. Harto ha experimentado Francia las
desastrosas consecuencias de estos errores que sern severamente juz-
gad.os por la historia. .
417--

CAPTIII0 IV,

II.--- Soberana del prncipe.

La soberana del jefe del Estado no es reconocida hoy


ms que en la monarqua. En el derecho moderno slo el
monarca tiene la cualidad personal de soberano, no el pre -
sidente de la Repblica, aunque ejerce tambien derechos
soberanos.
En Roma, sin embargo, se atribua igualmente la majes-
tad los cnsules que se haban repartido el poder real, y
ms tarde, tambien al Senado. Las repblicas modernas,
celosas del poder exclusivo de la nacion soberana, conside-
ran los jefes' del gobierno como simples mandatarios, y el
derecho de majestad como inherente , la nacion intrasmi-
sible (1).
;y.
Se ha negado algunas veces la soberana del prncipe
electivo, lo cual es confundir la esencia del poder con el
modo de conferirlo: El prncipe elegido es porsonalmente
soberano como el hereditario. Puede negarse esta cualidad
los emperadores romanos y los alemanes de Edad Me-
dia? Fu Guillermo de Orange 'Dnos soberano que sus
sucesores, por haber sido el primero de su dinasta que
ocup el trono ingls?
Puede aqu distinguirse, sin embargo, una soberana ori-
ginaria, otra derivada,' distincion que no se aplica en mane-
ra alguna la soberana del Estado, que es originaria. La
primera es, por su origen, inherente al prncipe, en virtud
de un derecho innato que l mismo se apropia: sta es la
del prncipe hereditario, del conquistador del monarca

(1) Rousseau (Cont. soc., II, 2), rechaza la soberana del prncipe,
fundndose, adems, en que la voluntad general slo puede pertenecer
al pueblo entero: una parte del pueblo no puede tener ms qne una vo-
(lar decretos,
luntad particular, y por consiguient puede lo sumo
pero slo la primera hace la ley. Su error consiste en no ver la sobera-
na ms que en la legislacion y no en el gobierno.
in.uwrsentA.---romo
28
-- 418
que, corno Carlo Magno Federico Guillermo 1 de Prusia, se
han coronado s mismos; sta era tambien la de los em-
peradores alemanes elegidos , cuando hacan derivar sus
poderes, no de los prncipes electores, sino del mismo Dios.
La segunda se considera derivada de la nacion de los
electores. As, en el derecho pblico de Roma, el poder del
(-mperador proceda del del pueblo romano (1), siendo del
mismo gnero la monarqua electiva moderna.
Analizaremos la soberana del prncipe despues de ha-
ber examinado las diferentes funciones de la del Estado.

(1) Supra L. VI, /10, p.


419

CAPITULO V.

LA LIVISION DE LOS PODERES.EN LA ANTIGUEDAD.

El Estado moderno aventaja en mucho al antiguo en la


,composicion de su legislatura. La antigedad haba reco-
nocido que la nacion entera debe tomar parte en la cofee-
cion de las leyes, y manifestarse en el cuerpo legislativo;
pero la reuna como se poda hacer con los burgueses de
una ciudad y la haca obrar directamente.
La forma de las asambleas populares de los Griegos era
relativamente grosera: la confusa muchedumbre de ciuda-
danos se reuna en el Pnyx en el teatro de Atenas; cada
cual usaba libremente de la palabra, y se votaba por cabe-
zas. Los comicios romanos fueron, por el contrario, orga-
nizados desde un principio en corporaciones y clases, y
puestos bajo la severa direccion de los primeros magistra-
dos (1).
Pero este sistema tena siempre vicios esenciales quo
ha evitado la constitucion representativa moderna.
1. La reunion y el voto directo de los ciudadanos son
imposibles en todo Estado que excede los lmites de una
ciudad de un municipio. La asamblea popular de un Es-
tado ms considerable es una mentira, y lo fu(' hasta en la
misma Roma en los ltimo tiempos de la Repblica. Este
sistema da, ademas, una excesiva influencia al pueblo,
ms bien, al populacho de la capital.
2. Una asmblea tan numerosa y heterognea es un
cuerpo demasiado vasto, propsito lo sumo para dar
conocer el sentimiento general, y para aprobar desapro-
bar una proposicion conocida; pero es incapaz de deliberar

(I ) Por esto los Romanos preferan los comicios por centurias


comicios por tribus. Ciceron, de Legib., III, 13: Descriptos populus cen-
so, ordinibus, ,tatibus plus adhibet ad suffragium consiliis, (pum fere
in tribus convocatus.
-- 420
sM iamente sobre un proyecto de ley y de resolver los pro-
blemas ms difciles de la poltica. ,
La legislacion no puede abandonarse, por lo tanto, la
asamblea del pueblo sino en los Estados muy pequeos, y
bajo la condicion de relaciones habituales muy sencillas.

Ir
421

CAPITULO VI.

ANTIGUA DISTINCION DE LAS FUNCIONES DEL ESTADO.

La unidad de la soberana no impide al Estado tener di-


ferentes deberes; y as las funciones pblicas varan en su
forma segun el objeto de su actividad.
Segun Aristteles hay en todo Estado tres funciones: 1.a,
la que delibera (VI) pooXeup.svov zrpi tebv zotv/h); 2. a ,, la autoridad
,("CIS 7r a: ?1 -aT apze7); 3. a3 el juez, (T6 ?ty.gov). La primera tiene por

.objeto las grandes cuestiones de Estado, la poltica general;


y comprende el derecho de hacer la paz y de declarar la
:guerra, el derecho de hacer y de anular los tratados, las
leyes, la pena de muerte, el destierro, la confiscacion y la
-administracion de la hacienda. Como se v estas funciones
son heterogneas: legislacion y poltica extranjera, su-
prema jurisdiccion penal y ejercicio del gobierno, todo se
halla reunido; pero todas estas funciones se distinguen por
su alta importancia para el Estado entero. Aristteles llama
deliberante , esta primera funcion, sin duda porque las
asambleas populares de los .Griegos no ejercieron el poder
legislativo hasta ms tarde y slo de una manera indi-
recta, mientras que sus deliberaciones tenan desde hacia
mucho tiempo, una influencia decisiva sobre los asuntos
pblicos ms importantes.
La autoridad corresponde hasta cierto punto lo que
nosotros llamamos poder ejecutivo; pero la expre.,sion de
Aristteles es ms exacta por referirse al derecho de man-
dar.
El juez corresponde nuestro poder judicial.
Entre los Griegos, estas tres funciones, aunque diversas
por su objeto, se unan con frecuencia en un sugeto. La
-asamblea de Atenas discuta las leyes, realizaba ciertos
actos importantes de gobierno impona los grandes cas-
tigos; los Arcontas administraban el Estado y dirigan los
Tribunales.
4 99
Roma era ms rica en rganos desarrollados y podero.
sos , y la accion de la asamblea popular sobre la legisla,cioit
se hallaba all mejor distinguida de la del Senado y de la de.
los magistrados; pero sus comicios deliberaban igualmente,
sobre ciertas cuestiones importantes de poltica exterior, y
ciaban al principio su fallo en las apelaciones sobre senten-
cias de muerte; el Senado gobernaba y administraba, y ha-
ca ademas ciertas ordenanzas generales parecidas las.
leyes, y los magistrados asuman, por punto general, atri-
buciones de gobierno y de justicia. El que tena el imperium,,,
eg,erca en igual medida la jurisdictio (-1), reuna tambien las,
funciones sacerdotales, y, en fin, por medio de sus edictos,.
egerca una especie de poder legislativo. Sin embargo,. pe-
sar de su confusion, se reconoca en el antiguo derecho de la. t
Repblica un exfuerzo consciente para encargar diferentes.
funcionarios las diversas ramas de la actividad pblica.
Una nueva distincion se produjo en el imperio de Oriente,.
en el cual, no obstante, reuna el emperador todos los pode-
res, los empleos civiles del gobierno de las provincias se se-- -
pararon cuidadosamente de los militares. El inters del.
trono produjo esta division, que no haba podido producir el.
inters de los sbditos oprimidos por el excesivo poder de-
los magistrados. Este progreso fu reconocido por el Estado-
moderno.
En la Edad Media quedaron estrechamente unidas las.
ms diversas atribuciones, pesar del fraccionamiento ge-
neral del poder pblico. El rey y el mismo conde, reunan -
la vez poderes civiles, militares, administrativos y judicia-
les; los tribunales determinaban el principio general. de de-
recho y hacan de l aplicacion los casos particulares.
Bodin fu el primero que demostr que el rey deba re--
nunciar administrar por s mismo la justicia y dejar este-
cuidado los magistrados pblicos, jueces independien-
tes. Reconoca el clebre autor que la antigua costumbre te--
na la ventaja de que la presencia del rey haciendo justicia:

(1) Ciceron, de Leg., III, 3: Omnes magistratus auspicium judicium
que habento Ulpianus in L. 2, De in jus voe. Magistratus, qui impe-
riurn habent, qui coercere aliquena possunt, et jubere in carcerem
duci. Ulpiarius L. 1, pr. D., si quis jus dicenti: Omnibus magistrati-
bus.secundum jus potestatis S1193 concessum est, jurisdietionem suam
efendere pcenali judicio.
423
ante el pueblo, egerca una saludable influencia; pero toda-
va hay motivos ms graves para que se abstenga de admi-
nistrarla. Ser la vez legislador y juez, es confundir la jus-
ticia y la gracia, la ley y el arbitrio, y, por consiguiente,
corromper el derecho. La alta autoridad del prncipe des
lumbra las partes litigantes y les quita la libertad. Como
juez criminal, puede ser terrible: si tiene tendencias crueles,
su tribunal nadar en sangre y el pueblo le odiar, y lo que
sera ms inconveniente an, el verle juzgar en su propia
causa. No vale ms que se reserve nicamente el derecho
de gracia, el derecho de hacer bien'? (1).
Bodin poda tambien apoyarse en precedentes, porque
ciertos parlamentos franceses se haban pronunciado ya en
este sentido. La mayor parte de los Estados entraron poco
poco en la nueva senda; la justicia fu abandonada los
tribunales, y el prncipe slo se reserv la confirmacion de
las sentencias, principalmente las de muerte.

(1) Bluntschli, Gesch. des g. Statsr., p. 42. vase Puffendorf,


p. 124.
/124

CAPITULO VII.

EL PRINCIPIO MODERNO DE LA DIVISION DE LOS PODERES.

La idea de que una division .subj etiva de los rganos de-


be corresponder la distincion objetiva de las funciones
pertenece las formas modernas.
Montesquieu, que ha sido su afortunado inventor, la pro-
clama en nombre de la libertad y de la seguridad de los [4
ciuda danos: Cuando en la misma persona en el mismo
cuerpo de la magistratura, se reunen el poder legislativo y
el ejecutivo no hay libertad, porque se puede temer que el
mismo monarca el mismo senado hagan leyes crueles
para ejecutarlas tirnicamente. Tampoco hay libertad si
el poder de juzgar no se halla separado del poder legisla-
tivo y del ejecutivo: si va unido al primero, el poder sobre
la vida y la libertad de los ciudadanos sera arbitrario,
porque el juez sera legislador; y si se une al poder 'ejecuti-
vo, el juez podra tener la fuerza de un opresor (1).
Un poder excesivo , reunido en una misma mano, pone
sin duda en peligro la libertad personal, y la division del
poder establece recprocos limites. S engaa, sin embar-
go, Montesquieu, al dar como razon determinante de la di-
vision que reclama, la mayor seguridad de la libertad civil.
El fundamento de esa division, es ms bien. una , razon de
organismo, que de poltica; cada rgano,creado para una
funcion especial, nica que tiene que ejercer, ser natural-
mente ms perfecto en s y en su accion '. El hombre de Es-
tado imita en este caso el admirable arte de la naturaleza:
el ojo est hecho para ver, el odo para oir, la boca para ha-
blar y la mano para coger y para obrar. Un organismo se-
mejante debe presentar el cuerpo del Estado.

(1) Esp. de las leyes, XI, 6.Bluntschli, Gesch. des allg. Slatsr.,
p. 287.
425
La expresion usual, separacion de los poderes,
conduce h
falsas aplicaciones. La separacion completa disolvera la
unidad y rompera el cuerpo social; los miembros del cuer-
po fsico, aunque distintos, estn unidos entre s; tambin
el Estado exige division y union de los poderes, pero no su-
fre su separacion.
Es necesario, pues, unidad de la soberana y division de
los rganos segun las funciones; division relativa y no se-
paracion absoluta.
Desde Montesquieu se distinguen ordinariamente:
1. El poder legislativo.
2. El poder ejecutivo.
3. El poder judicial.
Los tericos ingleses han adoptado esta division que ha
sido sancionada por una srie de constituciones modernas,
precedidas por el ejemplo de los Estados-Unidos de Amri-
ca. Algunos han aadido:
4. El poder moderador real; idea que pertenece Ben-
jamin Constant, y que ha sido admitida por la constitucion
portuguesa de D. Pedro.
Otros ponen al lado del poder ejecutivo:
5. El poder administrativo.
6. El poder de vigilancia (potestas inspectiva).
7. El poder representativo.
Frecuentemente se han cousiderado estas divisiones co-
mo otros tantos poderes iguales; pero este es un error que
pu g na con la naturaleza orgnica del Estado. Los miembros
de un organismo tienen cada uno su valor, pero desigual:
el uno es superior, el otro subordinado coordnnado, vin-
dose por todas partes la union la unidad. Por lo mismo,
dividir los poderes del Estado y ponerlos realmente (y no
slo en la forma y la apariencia, como en los Estados-Uni-
dos) en perfecta igualdad, es romper c-,1 cuerpo social. se-
parar la cabeza del cuerpo y hacerlos iguales, f's: matar al
hombre (1).
Otro error casi pueril es el de no ver en el poder legisla-
(sul)surnp-
tivo mas que la regla; en el judicial su aplicacion :licion de
.
tio) al caso particular; en el ejecutivo, en fin, la ej(x
este juicio, y considerar as al Estado como una especie de

(1) Meine Studieu, p. 146.


42t;
v)Lrico (1). Pero ontnces el juez ri(.) reill/e todas
i
i'uncioncs, puesto cine parte de principios generales, y
los, apli ca al caso especial y formula en consecuencia la son.-
teileja obligatoria. El gobierno no es ms que el ugier
gelidarine que la ejecuta.
Es necesario, ante todo, oponer aqu el poder legislativo
todos los dems, puesto que stos pertenecen rganos
particulares, y la legislacion al cuerpo entero del Estado. El
poder legislativo determina el rden pblico y jurdico, cu-
ya ms alta expresion es, y abraza la nacion; los otros
poderes ejercen sus funciones en los lmites que l ha fijado
y sobre ramos aislados, concretos y variables. El uno orde-
na las relaciones permanentes del todo; los otros slo ejer-
cen re g ularmente su autoridad en direcciones particulares
que no alcanzan al pueblo entero. La distincion de los se-
gundos slo puede hacerse en vista de la determinacion de
los derechos del primero.
El poder legislativo no slo fija las reglas generales de
derecho, la ley en el estricto sentido de la palabra, sino que
le pertenece s mismo fundar y modificar las instituciones
del Estado y desarrollar su organismo. Si se acerca los
reglamentos econmicos generales en sus leyes de impues-
tos, si aprueba algunas veces, no principios sino demandas,
si hace que se le d cuenta del pas y del presupuesto, es
porque sus actos, sin ser leyes propiamente dichas, se re-
fieren la totalidad del Estado.
Segun Rousseau, la legislacion es al gobierno lo que el
querer al poder; la una es la voluntad general 3 el otro la ac-
cion; la ley quiere, el rey hace. En el mismo sentido se ex-
presa Lorenzo Stein. Pero la vista inteligente de las reglas
que han de formularse, y de las instituciones que se han de
establecer no es tan importante en la legislacion como la li-
bertad misma que proclama y funda? No es esencialmente
voluntaria la accion de un gobierno que elige l mismo el fin
y los medios de su poltica? Mejor se opondra aqu la vo-

(1) Esta no es la idea de Mc,ntesquieu que llama tambien al poder ju-


dicial el poder ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil,
distinguindole as objetivamente del poder ejecutivo propiamente di-
cho, poder ejecutivo de las cosas que dependen del derecho de gentes.
Sin embargo, Kant, Rechtslehre, p. 45, y Spittler, Vorlesungen 7iber
Politik, han adoptado esta extraa idea. Vase, por el contrario, Stahl,
Lehre von Stat., II, p. 57.
427
luntad general la particular, ms p
la accion. ropiamente, el rden
As, el cuerpo legislativo se halla por encima de todos
los otros poderes, como el todo con relacion la parte.
Estas pueden dividirse. en el Estado moderno en cuatro
grupos esencialmente distintos: los dos primeros, gobierno
y poder judicial, tienen un sello ms marcado de autoridad.
I. La expresion usual de poder ejecutivo, es poco acer-
tada, y produce muchos errores, no expresando exacta-
mente, ni el carcter esencial del gobierno, ni su verda-
dera relacion con la legislacion y los tribunales.
Se ejecuta, ya una decision propia, ya la rden el man-
dato de otro: en ambos casos, la decision ocupa el primer
lugar. Luego las funciones del gobierno son por su misma
naturaleza primarias: l decide, da decretos, expresa su
voluntad, ordena prohibe, y por lo comun sus rdenes
son respetadas sin que sea necesaria una intimacion efec-
tiva: si sta fuera menester, el gobierno puede hacerlo sin
duda alguna; pero como es secundaria, se confa ordinaria-
mente las autoridades , los funcionarios subordinados.
La expresion es tambien inexacta cuando se quiere refe-
rir la ejecucion de la voluntad de otro. No es cierto que
el gobierno slo tenga que ejecutar en los diferentes ramos
lo que el poder legislativo ha establecido de una manera
general. Por lo comun, no se puede ejecutar la ley, sino res-
petarla y aplicarla. Se dir, quiz, que la promulgacion de
la ley es ya su ejecucion? Las reglas que el legislador ex-
presa y sanciona, son respetadas por el gobierno como la
norma y los lmites jurdicos de sus actos; pero en el crcu-
lo que ellas trazan decide ste libremente: l negocia y trata
con los otros Estados, da los funcionarios inferiores la
rden de informar, torna las medidas necesarias para ase-
gurar el rden, determina todo lo que es til al bien pblico,
nombra los funcionarios y dispone del ejrcito. La exp e-
sion es todava mnos exacta si la aplica los fallos de la
j usticia: su ejecUcion es esencialmente un acto del mismo
poder judicial que tiene la mision de administrar la justicia,
de restablacer el rden jurdico perturbado, y que slo invo-
ca la fuerza sup e rior del gobierno cuando la suya es insu-
ficiente.
Las relaciones entre los dos poderes, no son, pues, las de
simple servidor jefe. Lo que caracteriza al gobierno no es
11'
428
la. ejecucion, sino el poder mandar en cada caso lo justo y
lo til, el proteger al todo contra los ataques y los peligros,
el prevenir los males generales y representar la nacion:
esto es lo que los Griegos llamaban otpx .ii (1), los Romanos,
imperium, y la Edad Media alemana , Mundsehaft unc
Vogtei (tutela y gobierno). Comparado con los otros poderes
y hecha abstraccion del cuerpo legislativo, el gobierno tiene
por excelencia el carcter de la autoridad, el mando, y, por
consiguiente, ocupa el primer puesto, como la cabeza con
relacion los miembros. Comprende lo que se llama el po-
der representativo, y en la direccion general del Estado, es
gobierno poltico; en el detalle y en los diversos ramos, ad-
ministracion.
II. El poder judicial se define frecuentemente dicilido que
es el poder que juzga; lo cual es un error favorecido por la
expresion francesa: la esencia de este poder no consiste en
juzgar, sino en proteger y mantener el derecho, , para va-
lernos de las expresiones romanas, no est in judicio, sino
in jure. La accion de juzgar, es decir, de reconocer y de de-
clarar el derecho en un asunto dado, no es necesariamente
una funcion magistral el egercicio de un poder pblico. En
Roma'esta mision estaba de ordinario . confiada personas
privadas (judiees), en la Edad Media alemana los Sehoffen.
(asesores), y no los magistrados (Risehter), y en nuestros
dias se confa, por punto general, los jurados. Por el con-
trario, la proteccion legal (jurdica) y el mantenimiento del
derecho contra toda violacion, han sido siempre funciones
magistrales.
El poder judicial se distingue esencialmente del gobierno:
no obra autoritativamente como ste, sino que protege y
aplica simplemente el derecho reconocido confesado. Las
funciones del gobierno pueden compararse las de la inte-
ligencia en el hombre, las de los tribunales las operacio-
nes de su conciencia m9ral y as la distincion subjetiva de
estos dos poderes en el Estado moderno constituye un ver-
dadero progreso. En otro tiempo siempre eran egercidos
por los mismos magistrados, y ahora todo ha ganado con
el cambio, la pureza del derecho, la libertad de los ciudada-

(1) Arist., Pol., IV, 12, 3: T6 yti pnyceurcetv apztAureph loncv. V en


el mando el carcter esencial de la autoridad.
429
nos, el gobierno (1). La experiencia ha demostrado las ven-
tajas de este cambio, porque rara vez los hombres de Es-
tado y los funcionarios llegaban ser buenos jueces y vice-
versa.
El juez, aunque indipendiente en cierto modo del gobier-
no, ocupa, con relacion. ste, una posicion subordinada,
poco ms mnos, como el corazon con respecto la
cabeza.
Las constituciones modernas se limitan en general
distinguir tres poderes ; sin embargo, un exmen ms
atento hace percibir otros dos grupos de rganos y de fun-
ciones que, no por ser dependientes del gobierno, deben de-
jar de ser distinguidas, pues la autoridad y el mando, que
son la esencia de ste, ocupan en aqullas un lugar muy se-
cundario. Tales son:
III. La vigilancia y el cuidado de los elementos civila,-9 a-
dores, la cultura pblica.
IV. La administracion y el cuidado de los intereses ma-
teriales,' la economa pblica.
Los grandes factores de la civilizacion, la religion, la
cienCia y el arte, no pertenecen al organismo del Estado;
pues ni ste las determina, ni las -perfeciona, ni tiene por
qu gobernarlas. Las relaciones del poder pblico con las
instituciones externas, la Iglesia y la escuela, son, pues,
esencialmente diferentes de las relaciones entre la autori-
dad y los sbditos en la esfera del gobierno, propiamente
dicho. Todo est diciendo al Estado que estas cosas son
esencialmente extraas su poder; que no tiene que impo-
nerlas reglas, ordenarlas ni defenderlas, sino velar por
ellas.
Lo mismo sucede con la economa pblica: no es el im-
perium ni el gobierno, en el sentido estricto de la palabra,

(1) Puede recordarse aqui lo que deca Washington en su notable


Discurso de despedida en 1796; Importa que los hombres que tornan
participacion en los negocios pblicos de un pas libre se mantengan
siempre estrictamente en su competencia y se guarden invadir la de
otro. Este espritu de usurpacion tiende siempre apoderarse de todos
los poderes y conduce al despotismo. Basta para probarlo el recordar
cun naturales son en el corazon del hombre el amor la dorninac,ion y
la tendencia abusar de l. De aqu la necesidad de equilibrar los pode-
res pblicos, dividindolos y subdividindolos entre muchas personas
naturalmente celosas de sus atribuciones. Tan nec(..saro es mantener los
pwleres pnblices en sus lmites corno mantener los lmites mismo
430
sino el cuidado inteligente de los intereses materiales, quien
preside la admiiiistracion de los ingresos y gastos del Es-
tado, quien anima y apoya el comercio y los progresos eco-
nmicos, quien dirige los trabajos pblicos y vigila los co-
munes. El carcter especfico de la autoridad desaparece
aqu casi por completo; la gestion se funda, ante todo, en
los conocimientos tericos y la experiencia. En ninguna
parte se aproximan tanto las relaciones las de la vida
privada; por esto, es este grupo el ltimo en la escala de los
poderes, y sin embargo, son indispensables sus funciones y
forman la ancha base del Estade, cuya cspide es el go-
bierno.
Estas dos ltimas distinciones slo penetran lentamente
en los espritus, y se confunde la actividad que ordena y la
que cuida.
Se ordena, donde slo es necesario administrar; se ad-
ministra tmidamente, donde slo conviene ordenar. Gran-
des son los progresos realizados desde hace un siglo. Mu-
chas instintuciones, que slo piden el apoyo de los poderes
blicos, han sido ya separadas del gobierno, propiamente
dicho, y son administradas sin el empleo de la fuerza, con
ese espritu bienhechor de los cuidados cientficos y tcni-
cos, que tanto respetan la libertad de todos.
431

CAPITULO VIII.

SERVICIOS Y FUNCIONES PBLICAS.

1. Puede llamarse servicio pblico, en el mplio sentido


de la palabra, todo aqul que es exigido por el Estado que
se hace voluntariamente al Estado; por ejemplo, el servicio
militar, el de los jurados, diputados y electores de todas
clases.
Sin embargo ) estas personas no son servidores del Esta-
do. Servicio pblico tiene, pues, un sentido ms estricto, que
no comprende el ejercicio de los derechos de representa-
cion, ni el de un deber un derecho cvico general, como el
servicio militar y los derechos de elector. En este sentido,
slo hay servicio pblico en virtud de una mision especial
del poder pblico, y no son servidores del Estado nada ms
que aqullos que la han recibido.
Los funcionarios de los municipios, de la Iglesia de las
corporaciones, no son, pues, servidores del Estado. Su ser-
vicicio es pblico, sin duda; pero no ha sido ordenado por el
Estado ni se refiere directamente ste (1).
La dignidad de jefe del Estado (de soberano), no es tam-
poco un servicio pblico, porque el prncipe, que tiene la so-
berana, es la fuente de todos los servicios pblicos. Sin em-
bargo, Federico el Grande poda decir, que el prncipe es el
primer servidor del Estado, en el sentido de que su mision
se funda en la constitucion, y que est completamente en-
tregado los asuntos del Estado.
2. No todos los servicios propiamente llamados de Esta-
do, son funciones pblicas; no todos los servidores de aqul,
son funcionarios.

(1) Puede suceder que se agreguen stas ciertas funcionas . del Es-
tado; pero lo accesorio no puede cambiar el carcter de lo principal.
Comp. Welker en su Skttslesicon, v. Stalsdierter-
4:32
El cargo funcion pblica es un rgano del cuerpo tm
Estado que tiene su mision en si mismo, y da al f unciona-
rio un poder de determinacion propia en su esfera y, aunque
subordinndolo gerrquicamente al jefe del Estado, la cum-
ple aqul y se mueve individualmente en ella. En un senti-
do ms estricto, implica siempre el cargo pblico cierto po-
der de autoridad (imperium jurisdictio), el ejercicio de uno
de los derechos de la soberana, en oposicion , las funcio-
nes que se limitan ensear, cuidar, sin tener un poder
semejante. En este sentido, slo es funcionario el que tiene
una parte de autoridad, y puede aplicarse la antigua deno-
minacion de curadores pblicos los que desempean los
dems cargos, por ejemplo, los profesores de los estable-
cimientos pblicos, los directores y mdicos de los hospi-
tales del Estado, los ingenieros, los administradores de
sus fincas, etc. (1).
Los verdaderos funcionarios son los unos de gobierno los
otros de justicia. Los primeros mandan y gobiernan; orde-
nan libremente, cada cual en su esfera, todo aquello que
creen de inters pblico; pero dependen de superiores gerr-
quicos, y deben someterse sus decisiones. Los segundos,
por el contrario, no pueden elegir lo que estimen til, sino
que slo deben declarar cul es el derecho positivo existen-
te, y aplicarlo con reglas fijas aurisdictio). En cambio,
slo atienden su conciencia, dentro de su esfera, sin que
el gobierno pueda darles rdenes especiales, que ellos
pueden no obedecer caso de drselas. En tiempos norma-
les, la actividad y aptitud de los primeros debe ser prefe-
rentemente liberal, la de los segundos, conservadora.
3. Los empleados del Estado, son Cambien sus servido-
res; pero no son funcionarios: no tienen autoridad ni esfera
propia de accion. Ayudan stos y dependen de 'ellos: tales
son los escribientes y auxiliares, los vigilantes, etc., etc-
tera. Estos son servidores del Estado, porque su actividad
se ejercita en la esfera orgnica de los servicios pblicos,
aun cuando sus atribuciones slo exijan poco trabajo men-
tal. Si este ltimo falta, si su trabajo es puramente 'Medid-

(1) Schmitthenner, Statsrecht, p. 503, se sirve de la expresion fun-


cionarios tcnicos, en oposicion los funcionarios de gobierno: aqu-
llos comprenden, segun l, hasta los jueces. La expresin se aplicara
mejor nuestra segunda clase.
433
,co (1), se les llamar con Ms propiedad criados del Esta-
do: tales son los lacayos, porteros, ugieres, gendarmes, et-
ctera. As, pues, la situacion jurdica de estos ltimos, se
rgir ms bien por los principios del- derecho privado en
materia de remuneracion del trabajo, que por los del dere-
cho pblico.
4. La dis.incion de los funcionarios en civiles y militares,
hecha por primera vez por Constantino el Grande (2), tiene
tambien su importancia. Solamente los oficiales pueden ser
llamados servidores del Estado; slo ellos tienen un mando.
Los dems militares no hacen ms que cumplir un deber c-
vico general, se alistan voluntariamente en la misma
:forma que si celebraran un contrato privado. Los oficiales
militares se distinguen por la severidad de la disciplina, por
la obediencia extricta. Slo indirectamente tienen atribu-
-ciones de autoridad. Sus funciones, son, pues, secundarias
: por naturaleza, es decir, de ejecucion.
5. Las funciones son colegiadas 6 individuales (3). Las
primeras, compuestas de muchas per s onas que deliberan
-en comun y deciden por mayora, son mejores para aconse-
jar; las segundas, para obrar.
Algunas veces la deliberacion de los colegiados y la de-
cision individual se hallan unidas, por ejemplo, cwindo un
:ministro decide despees de haber oonsultado el parecer del
consejo de. ministros.
Las funciones se distinguen adems bajo la relacion ge-
rrquica y por la extension de sus atribuciones: las unas
son centrales y supremas (funciones del pas); las otras,
medias subordinadas (funciones de provincia, de (lis-
-trito, etc.); otras, en fin, superiores y locales (comunales
municipales). Las funciones son algunas veces ;oncurrep,_
les, cuando muchos funcionarios, revestidos de las mismas
atribuciones, obran aisladamente en una misma esfera (ma-
.gistraturas de la antigua Roma, jueces de paz ingleses).
6. La funcion comprende generalmente:
a) Cierto gnero y cierta etension de facultades y de

(1) Schmittenner, Statsrecht, p. 503. hace notar con razon esta ds-
tincion: pero cuando llarno los empleados del Estado; pero cuando Ha-
iba los fu ibei 21,(1,2' 1,() S subalternos, eli g e mal la expresion: deb., decir
ms bien auxiliares &los funcionarios.
(2) Comp. Gibbon. flist. del Lin. Rorn.. cap. XVI.
(3) Comp. 1)(lizl. en el Deuts. Statsw., a rt. Arnt
99
BLUNTSCII I.J. TOMO I.
434
deberes llamados compet(weia en las funciones de auto-,
vicia _i;
b) thi centro local, considerado como su residencia y
oqitro de su accion; los funcionarios ambulantes tienen 11, su
vez un centro.determinado;
e) Una jurisdicion.
7. Las relaciones entre el Estado y sus servidores son
esencialmente de derecho pblico, y no tenan razon los an-
tiguos cuando intentaban fundarlas en un contrato de dere-
cho privado. El servicio del Estado, no es un - mandato, ni
menos an un alquiler de trabajo; las reglas de estos con--
tratos no explicaran el nombre, las atribuciones ni la des-
titucion del que presta el servicio.
El Estado, por un acto de voluntad en la forma y en el
objeto, expide el decreto de nombramiento (1). lgurios lo-
llaman ley especial, pero impropiamente, porque no emana,
del cuerpo legislativo. Este decreto es esencialmente un
acto unilateral potestativo, aun cuando por excepcion pre-
cedan . negociaciones y un verdadero contrato, como por
ejemplo, cuando se contratan los servicios de un .extranje-
ro. Semejante. tratado no podr nunca servir de base una,
accion civil que obligue al nombramiento, dejando salvo,
al lesionado el derecho privado, para exigir daos y per-
juicios.
Las atribuciones de los servicios estn determinadas por--
el Estado, y tienen un carcter pblico y orgnico. La fun-
cion slo existe para el Estado, no en modo alguno para el,
funcionario; ni puede, pues, ser concedida en propiedad al
individuo, ni ser objeto .de convenios privados. El Estado

(1) Gonner, Der Stats. aus dem, Gesieht. des Rechts, Lanshut., 1808.
Zacaras, De. St. 136. Schmitthenner, o. e., p. 507, aunque rechazando la
concepcion legista de muchos modernos, que desearan aplicar los prin-
cipios del derecho civil romano all donde no haba pensado jams apli-
carlos la misma Roma, cree, sin embargo, que los servicios pblicos, se
fundan en un contrato, no obligatorio sino que fuera la causa prwce-
dens del nombramiento, como el contrato feudal preceda la inves-
tidura del feudo. Esto es tambien un error; semejantes contratos rara
vez se verifican. Tampoco hay contrato cuando se contesta afirmativa-
mente al Estado que pregunta: aceptais esta funcion? Pero un all, don-
de por excepcion hay contrato, no produce efecto, sino en cuanto los
derechos privados de las partes, no sobre el derecho pblico; por consi-
guiente, no pertenece ste. La aceptacion no aceptacion del nombra-
in "uto actos voluntarios; pero ste no cambia el carcter del
(Teto.
-- 435 --
que permite stos, queda obligado por los lazos del derecho
civil, y no tiene plena conciencia de su sr poltico. Este
sistema de la Edad Media se ha conservado por mucho
tiempo en Francia.
8. El sueldo correspondiente la funcion tiene esen-
cialmente por objeto asegurar la existencia natural del fun-
cionario y de su familia, y pertenece al derecho privado. La
accion de que es objeto; es puramente pecuniaria, y podra
muy bien ser llevada ante un juez civil.
Pero este elemento accesorio no implica en manera al-
guna el carcter de la funcin, pues sta hasta puede ser
gratuita. Los jueces de paz ingleses son tan funcionarios
como los Landrctthe prusianos asalariados, que son una
especie de jefes de la polica.
-

4:34-;-CAP

NOMBRAMIENTO DE LOS FUNCIONARIOS.

1. La herencia de las funciones pblicas, trasforma las


cargas, como lo prueba la historia de la Edad Media, en se-
p or y destruye la unidad. Ademas, no garantiza en ma-
nera alguna la capacidad del funcionario; ntes, por el con-
trario, cierra las puertas los hombres capaces; as es que
el Estado moderno la rechaza con razon, pues no ve ante
todo en la funcion, nada mas que un deber pblico, y la des-
liga de los lazos ,de familia, de rden de propiedad.
En la actualidad no hallamos mas que muy pocos cargos
hereditarios, y stos son generalmente honorficos, como
ciertos cargos palaciegos, por ejemplo.
2. Las funciones' son honorficas profesionales:
Las unas necesitan toda la actividad del hombre, y cons-
tituyen la principal ocupacion de su vida, su vocacion: exi-
gen por punto general conocimientos tcnicos, y por consi-
guiente, estudios preparatorios. Es, pues, natural que sean
retribuidas.
Las otras no imponen ms que servicion aislados, y no
exigen educacion especial. El funcionario puede dedicar su
principal actividad su profesion privada, y mantener con
esta su familia: tal es el servicio de jurado, de asesor, etc.
Los cargos honorficos slo deben imponerse las clases
acomodadas, pues las populares no tienen tiempo suficiente
para ello.
Las funciones profesionales son hoy ms importantes
que las otras; pero se procedera bien combinando ambas
clases. La constitucion representativa y el self-gouverne-
ment de los modernos, son favorables la union de las fan-
cones p ofesionales,directoras, y las concurrentes repre-
sentatinas y honorficas. Tal es, por ejemplo, la union
Landratit y del Consejo provincial en Prusia, la de prefe(lo
737. ,--
de distrito y de sus consejeros en Baden, tambien la del
magistrado y de los jurados.
3. Los Estados alemanes se han adelantado otras na-
ciones en la sbia organizacion de los cargos profesionales;
la formacion de un cuerpo de funcionarios fieles y capaces
est en ellos ms asegurada que en cualquier otra nacion:
a) . Las funciones son accesibles para todos; numerosas
instituciones benficas facilitan el estudio los jvenes de
talento que no tienen fortuna; pero la gran mayora de los
estudiantes son hijos de familia de costumbres finas y de
una cultura tradicional, levantando de este modo los de-
ms al nivel general.
b). Los aspirantes deben haber hecho estudios clsicos
y universitarios. Sin embargo, para algunas funciones tc-
nicas, coni.o por ejemplo, las de los ingenieros y arquitec-
tos, se reemplaza la educacion clsica por clases reales
la escuela politcnica. Un exmen de Estado concluye estos
estudios superiores.
El espritu cientfico de las universidades alemanas, se
exfuerza por remontarse , los principios, no quiere dedicar-
se la simple preparacion prctica de una profesion, impul-
sa al trabajo y al progreso, evitando de este modo orear
una especie de mancilarinismo chino. La necesidad de los
exmenes impide la influencia de los partidos de las intri-
trigas. .No confiando en otro protector que en un exmen
brillante, asegura el jven su carrera, y se coloca sobre el
favorito ignorante de capacidad escasa.
Convendr, sin embargo, que este sistema no degenere
en pedantismo, ni sea absoluto. Los hombres mejor dotados
siguen veces una carrera especial, y sera un absurdo
privarse .de sus servicios, porque no han seguido la marcha
general, siendo as que han probado un gran talento por
otro camino ms difcil; lo cual es aplicable principalmente
los cargos elevados de la poltica de la ciencia, los mi-
nistros, los consejeros de Estado y los profesores de
las Universidades, cuyas excepciones no compromet-n la
regla.
c). Despues del exmen terico sobre el Estado, los as-
pirantes aprobados pasan por un noviciado de ejercicio prc-
tico, como auxiliares de los funcionarios; terminando esta
carrera con un segundo exmen sobre el Estado, y dando
seguridades de la capacidad del candidato.
438
d). El Estado nombra, segun los va necesitando,, los
jvenes que han llenado estas condiciones.
Desde este momento el funcionario adelanta en su car-
rera, segun sus aos de servicio y las pruebas de su capa-
cidad, elevndose proporcionalmente su ttulo, su rango y
su sueldo: sistema que es tambien bueno, con tal que sea
bien aplicado, que no sea absoluto, que no se tengan sola-
mente en cuenta las condiciones matemticas del tiempo
de servicio, y que ste se ample en los cargos superio-
res. Un largo trabajo mecnico debilita las ms veces las
inteligencias ms fuertes, que slo llegan de este modo, fa-
tigadas por una vida de privaciones y de esfuerzos, la alta
situacion que les corresponde. Este vicio 'no es esencial al
sistema, sino la consecuencia de una burocracia degenera-
da. Las altas funciones polticas exigen la fuerza intacta del
hombre en su.edad madura, y no deben convertirse en pri-
vilegio de los ancianos.
e). El sueldo- asegura al funcionario y su familia una
vida conforme su rango, aunque las ms veces, quiz con
alguna estrechez. El industrial gana ms, pero el funcio-
nario no prueba fortuna, y con alguna economa, y si posee
algunos bienes particulares, puede vivir con bastante des-
ahogo. La sustitucion de cierto nmero de cargos honorfi-
cos los muchos profesionales, podra permitir un aumen-
to de sueldo.
f). La -funcion profesional da derechos pragmtie os, es
decir, seguro derecho al sueldo ntegro, y un derecho -de
jubilacion de pension ea caso de ' enfermedad, de haber pa-
sado la edad reglamentaria, de supresin de su cargo.
ste conjunto de reglas eleva el cuerpo de los funciona-.
ros alemanes por el sentimiento de una posicion segura y
honrada. Forman un verdadero rden profesional que tiene
conciencia de su solidaridad, y la importancia de un poder
poltico.
El prncipe y la representacion nacional deben contar con
ellos, y su concurso, indispensable ' mbos, los limita los
completa.
4. Muy diferente es el sistema de Inglaterra. La polica,.
como la administracion, la jurisdiccion de sus condados,
estn confiados funcionarios gratuitos , tomados de la
aristocracia. Sus ministros no salen de las filas de los fun-
cionarios sino de los part idos polticos; y estos ltimos dis-
439
ponen de una multitud de empleos, que confieren sin con-
dicion de exmen, por reComendacion de los miembros
-Influyentes del Parlamento
Hse dejado sentir, sin embargo, la necesidad de una re-
forma, y se exige, desde hace mucho tiempo, cierta educa-
cion jurdica para desempear las funciones judiciales ele-
vadas; pero puede suceder muy bien que sta no sea Uni-
versitaria, pues, basta en efecto, haberse agregado a las
-,corporaciones de juristas de Londres, y haber seguido la
-prtico y las costumbres de la profe.,sion. Desde hace poco,
se exige tarribien un examen para ciertas funciones tcnicas.
Los cambios de ministerio apenas si dejan ms de unas se-
sente plazas vacantes, unas-por ser puestos eminentemen-
te polticos altas funciones del polerjulicial (1).
5. El sistema americano imit primero al sistema ingl e s,
Inspirndose en un espritu r 'publicano y democrtico; pero
despues de la presidencia de Jaeleson, se ha introducido la
peligrosa costumbre de los cambios de personal. .El. adveni-
miento de. un nuevo presidente (cada cuatro cada ocho
aos),. la victoria de un partido poltico amenaza una in-
_inmensa muchedumbre de funcionarios, y comienzan todos
.los aspirantes disputarse las plazas con el mayor desca-
ro. El cargo de funcionarios ; poco estable y expuesto
cambios violentos, se corrompe fcilmente. Las funciones
judiciales son las nicas que estn algo garantidas, y la
costumbre de cubrir las plazas con abogados experimenta-
_dos, asegura el conocimiento del. derecho.
6. En Francia forman los funcionarios un rden regu-
larmente establecido; sin embargo, su posicion es mnos
independiente, y las garantas de su instruccion preparato-
ria mnos slidas que en Alemania. El jefe del Estado y sus:
ministros amovibles ti . nen una gran libertad de nombra-
miento y de d:-)osicion. Se exigen algunos estudios espe-
ciales (escuelas politcnicas, militar, normal, etc.) para
cierto nmero de funciones tcnicas, y estdios unive sita-
rios, para las judiciales. Pero la regla no es tan general corno
en Alemania. El funcionario depende ms del gobierno, y se
le exige el espritu departido ms bien que la fidelidad sus
deberes y al Estado.

,(1) R. Gneist, Engi. Verf., t. II, p. 16.


440
7. Los nombramientos se hacan en las republicas anti-
tit;uas, y se hacen 11,un en las modernas (Suiza y Amrica),.
por un perodo determinado, casi siempre corto, con sin
prohibicion de ser reelegidos. Este sistema, bueno en
cuanto las funciones comunales, que no exigen gran ins_
truccion, ni absorben todas las fuerzas de la actividad hu-,
mana, ofrece grandes inconvenientes all donde la educa-
cion profesional es necesariamente larga, como sucede ge-
ne almente en la actualidad. Provocando frecuentes cam-
bios, favorece la ambicion y las intrigas, mina la seguridad
de los funcionarios, y por consiguiente la tranquilidad
blica, y es un obstculo una accion firme y tranquila del
Estado. La ventaja de poder echar ms fcilmente los in--
capaces los que han perdido la confianza pblica, no re-
compensa estos inconvenientes, ms peligrosos aun en una.
democracia, que en una aristocracia. En la primera se ver
con frecuencia los hombres ms capaces alejados de las
funciones pblicas, sea por el capricho del pueblo, porque.
ellos mismos prefieren una carrera ms segura.
8. En principio reconocen los Estados modernos (1), que.
el individuo es libre de aceptar de rehusar su nombra-
miento. La naturaleza de un servicio individual inteligente
no lleva consigo una obligacion directa; y una coaccion in-
directa sera difcil y de escasos resultados. La libertad es
la fuente normal de toda actividad poderosa. Adems, por
qu habla de estar obligado un ciudadano hacer sacrifi-
cios mayores que los dems?
Los empleos municipales forman una excepcion esta
regla; su gran nmero y la menor capacidad que exigen ha-
cen que con frecuencia se los imponga como un deber c-
vico general (2).
9. Cundo comienza la funcion? Esta cuestion ha sido-
debatida; pero basta -recordar que el nombramiento es ,un
acto unilateral del Estado, para responder sin vacilar: desde
el momento en. que se expresa el acto voluntario del Esta-

(1) Amrica y Suiza, por ejemplo. Para aquella, vase Story, III, 37,
120. Para Alemania, vase Zacaras, D. St., 136.
(2) Tambien puede suceder esto all donde la ciudad. se ha conver-
tido en Estado, por ejemplo, en las ciudades libres de Alemania, y en
donde el Estado no tiene ms extension (pe la de un municipio. (El Clin-
ton de Appenzell, por ejemplo).
441
do; luego, desde el momento que se ha hecho la eleccion,
ha inscrito el nombramiento, se ha firmado en el proto-
colo. La notificacion del decreto al funcionario y la investi-
dura subsiguiente, no son ms que las consecuencias de
un nombramiento perfecto (1).

(1) Comp. sobre este punto, Story III, 37, 120, la cuestion entre el
presidente Jefferson y el Tribunal Supremo de Justicia El primero sos-
tena que el nombramiento no da ningun derecho, mientras el funciona-
rio no ha recibido la expedicion en forma del decreto en que se le nom-
bra; el segundo crea que slo el nombramiento produce un efecto per-
fecto. Zacaras, 1. c., 136, restringe los efectos de aqul las consecuen-
cias de derecho privado. Esta ffistincion no es necesaria ni exacta; si el
nombramiento produce algun efecto, es como acto pblico, no como con-
trato privado; y si el ejercicio real de los deberes no comienza hasta
despees de la investidura, el derecho preexiste sin embargo.
44.2

CAPITULO X.

DERECHOS Y DEBERES DE LOS FUNCIONARIOS DEL ESTADO:

1. El funcionario tiene en primer lugar el derecho


llenar sus atribuciones. Este derecho, que es de competen-
cia, es completamente un derecho pblico; es pues al
mismo tiempo un deber para el bien pblico. La competen-
cia, su forma su extension no es nunca para el funciona-
rio un derecho personal y permanente; el Estado puede
cambiarlo su antojo, aumentarlo restringirlo, subordi-
narlo elevarlo. La funcion depende completamente del
Estado.
2. A la persona del funcionario es sin duda la que va
anejo el ttulo y el rango. pero esta ventaja pertenece tam-
bien al derecho pblico; y puede por tanto modificarlo li-
bremente la legislacion.
Muchas veces, aunque la funcion haya cesado, conti-
nuar el ttulo y el rango, en cuyo caso toman el carcter
de un derecho privado.
3. El derecho ser imdemnizado de los gastos y del
perjuicio sufrido en inters del Estado, pertenecen al dere-
cho privado; las funciones honorficas lo tienen igualment e
4. El sueldo los honorarios por los servicios prestados
no se deben de pleno derecho, pues el Estado es dueo de,
crear empleos no retribuidos. El' derecho al sueldo tiene
un carcter privado. Pueden distinguirse, con muchos Es-
tados alemanes, dos clases de sueldos, los unos tienen por
objeto proporcionar al funcionario lo necesario para man-
tenerse la altura de su rango; lo cual es de inters propio
del Estado, y hasta un deber, cuando exige toda la actividad
de una vida profesional. Los otros se destinan subvenir
al tren de casa y los ga'stos de representacion que exige
PI ejercicio de la funcion (1). La distincion es interesante

(1) Gonn g r, ob. cit., p. 144.Adicion la const. bvara, 17 19.


443
bajo el punto de vista de la jubila,cion, pues slo los pri-
meros dan derecho ella; los segundos estas ms estre-
chamente ligados la funcion, y pertenecen menos al de-
recho privado.' Los beneficios accidentales, anejos . ciertas
plazas, tienen siempre este. ltimo carcter; el Estado es
tambien libre en esto. La disminucion de estos .emolumen-
tos no da ningun derecho . la indemnizacion.
5. El derecho una pension 6 'retiro nace del carcter
privado del sueldo, y la cifra es proporcionada al salario
fijo. Si este ltimo no se 'ha distinguido de antemano del ac-
cidental de los gastos de representacion, debe conservarse
Integro, bajo la deducion aproximativa de ambos elemen-
tos; mas para prevenir toda arbitrariedad, fija habitual-
mente la ley de antemano la cifra del haber pasivo. Un sis-
tema general- de pensiones es una carga pesada; pero dif-
cil de evitar en nuestros dias respecto de las funciones pro-
fesionales. La situacion de los funcionarios es precaria, al
menos modesta, en compara, clon de las dems profesiones
.civiles, y, sin embargo, el Estado exige grandes sacrificios,
y una cultura ms completa, y debe, por' lo menos, asegu-
rar la existencia de sus viejos servidores. El pblico estar
mejor servido; la corrupcion y el temor son hijos de la ne-
cesidad.
En rigor, el Estado no est obligado reconocer dere-
chos pasivoss- la viuda ni los hijos; porque el sueldo no
es hereditario. Sin embargo, han . instituido muchos Esta-
dos, para preveer la precaria situacin en que. quedan gew-
ralmente aquellos, cajas de ahorros, sostenidas comun-
mente por la reVAicion de una parte del sueldo.
6. Los deberes del funcionario r-sultan, en su mayor
parte, de sus derechos. Debe ademas obediencia sus Su-
periores, fidelidad al Estado y su jefe,y, segun los casos,
.secreto y discrecon. El juramento que se exige muchas v-
ces viene corroborar estas obligaciones; pero no es condi--
clon del deber ni modifica la. extension de ste.
La obediencia debida vara con la naturaleza de la fun-
clon. Se sabe que es muy diferente para los funcionarios
administrativos que para los judiciales. Los primeros no es-
tn obligados una obediencia ciega y servil, sirio que sta
se halla limitada por el rden jurdico establecido y por los
principios fundamentales de la moral. La cuestion podr
ser algunas veces delicada.
444
'i) El rimcionario tiene derecho examinar si la rded
es legal en la forina, es decir, si emana realmente del su-
perior coMpetente, y si est dada con las formas legales
, , xternas que exige. El inferior no est obligado hacer 1')
que no entra en la esUra de sus servicios, y que no es qui-
z ms que un capricho, ni obedecer las rdenes que no
estn firmadas, cuando esta formalidad se exige. Es Un fun-
cionario pblico y no un servidor privado. Conviene que
ste pueda juzgar la rden en la forma, si se quiere que.s:
asegure de que sta real y conforme derecho.
Si la competencia es dudosa y el superior la afirma, de-
ber, obedecer el inferior. Su nico derecho en esto, y su de-
ber al mismo tiempo, es el de manifestar sus escrpulos, y
esperar algunas veces una , rden reiterada.
b) La obediencia debida no puede obligar jams al fun-
cionado violar los principios superiores de la religion de
la moral, . hac erse cmplic e, de un;crimen. Los actos
culpables jams s on un deber. No puede exigirse del fun-
cionario lo que el hombre debe rehusar por derecho natu-
ral; el creyente, por la religion; el ciudadano, por las leyes
del Estado.
c) Pero el inferior no puede negarse ejecutar una r-
den cuyo objeto le parezca simplemente ilegal, y nica-
mente puede hacer algunas observaciones..
Debe presumir que su superior no na querido violar la
ley, que no ha . previsto todas las consecuencias de la rden
dada, y le comunicar- respetuosa y francamente sus . , du-
das. Pero si el superior insiste, la obediencia es debida, y
ste ltimo es el nico responsable. Autorizar en este caso
la resistencia, sera romper la unidad del Estado, paralizar
su peder, ir parar a resultados mucho ms peligrosos
que los producidos por un acto ilegal aislado de una :auto-
ridad que es, por otra parte, responsable (1).

(1) Muchas constituciones expresan formalmente esta regla: una


rden vlida en la forma, descarga al inferior de su responsabilidad; el
superior es el nico responsable. (Hanover, 1833," 161): La respon-
sabilidad de todo acto .ilegal pasa directamente sobre el que lo comete;
la Orden del superior no libra al inferior sino cuando es vlida en la for-
rna,y emana de una autoridad competente. (Nleiningen. 104 y Altern-
burgo, 37.) Gonner, o. c.. 79; que no hace del funcionario una ra-
(prirn, parece, sin embargo, entender en el mismo sentido su gloria ab-
c3quia; admite tambien el derecho de manifestacion y limita la obe-
445
Otro tanto es necesario decir, salvo el texto contrario de
la ley, de la inc onstitucionalidad del acto. Permitir la resis-
tencia bajo este pretexto, sera destruir la gerarqua,c y en-
gendrar el desrden.
7. El espritu de fidelidad va ms ljos que el deber de la
obediencia. El uno impone el cumplimiento estricto de la
rden dada; la otra entraa y domina los actos libres. La fi-
delidad no ha de entenderse, sin duda, en el sentido feudal;
no es el principio vital del organismo del Estado, pues hoy
son las leyes las que determinan las atribuciones. La acti-
vidad poltica del funcionario recibe su impulso y su direc-
clon, mnos de las relaciones de fidelidad entre el prncipe
y su subordinado, que de las necesidades del Estado. Sin
embargo, todava juega aqu la fidelidad un papel necesario,
y es el fundamento de la , union y de la armona moral de
los servicios pblicos.
No hay duda que un funcionario, que en puntos determi-
nados no participa de la opinion de su jefe, no viola al ma-
nifestarlo su deber de fidelidad; pero si la divergencia es
perinaneRte y esencial; si, por ejemplo, se declara republi-
cano en una monarqua, viceversa, deja de ser un miem-
bro arm5nico del organismo, y se hace infiel. Lo mismo su-
cede con el funcionario que hace una oposicion sistemtica,
sea al gobierno, sea a los ministros. Ningun Estado puede
tlerar esta division sin caer en la anarqua, aun cuando no
constituya una verdadera desobediencia (1). Un funciona-
rio puede tener convicciones absolutamente divergent:s,
sin dejar de ser fiel, con tal que las reserve para si propio.
Si cree un deb e r su y o obrar en favor do aguaos, !lo
da otro p artido honroso que hacer dimision. Las func..iones

diencia en la forma y en el fondo. La expresion latina que emplea re-


cuerda el convento
(1) Washington (Guizot. Intr. su vida, I, p. XXIII): 4flentras yo
tenga el honor de estar al frente de los negocios pblicos, no nombrar;
.jams, para un puesto importante , un hombre cuyas mihnas polteas
I I h erre.
sepa yo que estn en contradccion con el principio general (..e.
Esto seria, en mi sentir, un suicidio politico. La pasion con que se ex-
presa el ministro Stein sobre este punto. muestra que los hombres de
Estado alemanes han sentido vivamente esta verdad (Lebea, vo y ? Meiu,
por Pertz. II. p. 501): Nosotros venceremos las tendencias insolentes y
temerarias, sebre todo. las de la mayor parte de los funcionarios pbl-
eos, con rigorosas medidas, inmediatas destituciones, v hasta con la
prisio , ! el destierro de todos 9quellos que se esfuerzan en corromper
la opinon y minar la autoridad del gobierno.
446
itidiciales son mas libres en esta relacion, lo cual se com-
"prende, porcino no son polticas ni dependientes de la vo-
luntad del gobierno.
Por ltimo; un funcionario fiel, no puede, sin autorzacion
(.el jefe del Estado, aceptar de un Estado extranjero una
runcion, pensiones ni otras distinciones de este gnero.
8. El secreto y la discrecion no deben ser absolutos, y slo
son obligatorios en virtud de rdenes especiales . para los
asuntos que el funcionario h necesitado conocer por su po-
sicion oficial, y cuya divulgacion sera perjudicial al Estado
los individuos. Deben evitarse .dos e s collos: una dis
crecion pedante y misteriosa, que algunas veces es un me-
dio de explotador', y una charlatanera indiscreta.
9. El Estado puede reprimir y castigar los funcionarios
que desprecian violan sus deberes. Distnguense en esto los
delitos que corresponden los tribunales de justicia de las
simples faltas que debe aplicarse una correccion discipli-
naria. Los unos son juzgados segun las reglas ordinarias
de la justicia comuna los otros, ms especialmente bajo el
punto de vista del inters pblico-. Esta distincion no es ms
que una aplicacion de la . oposicion ms general de la justi-
cia y de la polica. En cuanto .los delitos, el inters del Es-
tado ha obligado , disponer algunas veces que la persecu-
cion no podr verificarse sin le pryia autorizacion del go-
bierno de una autoridad especialmente establecida al
efecto, sistema tomado del derecho francs, que ser ven.-
hilada ante un juez especial (1). El derecho ingls rechaza
estas dos reglas excepcionales, pero protege por otros .me-
dios sus magistraturas aristocrticas contra . todo ataque
frvolo (2).
El poder disciplinario va ms lejos que la jurisdiccion
del derecho comn, pues condena aun en ciertos casos que

(1) Edicto de Baviera sobre las relaciones y servicios pblicos, 16.


Las ordenanzas prusianas del 10 y 11 de Julio de 1849 distinuen
a entre
los delitos y las simples faltas cometidas en el ejercicio de las funciones,
y contienen disposiciones detalladas sobre el procedimiento disciplina-
rio, la primera en cuanto los jueces, la segunda en cuanto los dems
funcionarios. Comp. Dollmann, art. Amts. und A mt gverb., en el Deus-
ches Statsbort. de Bluntschli.
(2) Fischel, Const. ing., p. 351.Cox, rnstit. de inq. La historia de
1 revolucion de los negros de Jamaica ha demostrado recientemente
co:ffl difcil es en la misma Inglaterra proseguir la lcusacion de los fun-
cionarios influyentes, aunque sean por grandes abusos.
447
el derecho criminal hubiese credo insuficiente la prueba y
habra absuelto. Extindese todas las faltas, todos los
descuidos, del, funcionario, hasta , su vida privada, en
cuanto puede perjudicar al honor de la funcion y la con-
fianza que debe inspirar este (1).
Las penas disciplinarias son ora leves, como la amones-
tacion, reprension, multas; ora graves, como la suspension,
traslado, dimision, destitucion. Las primeras entran en
los poderes ordinarios de los superiores gerrquicos que
las egercen sin otras formalidades. Las segundas estan so-
metidas un procedimiento que previene la arbitrariedad.
En algunos Estados, la destitucion slo puede ser dictada
por los tribunales ordinarios, lo cual es ir demasiado ljos.
La justicia ordinaria juzgar la falta como la de un simple
particular. Mira demasiado al hombre y muy poco al fun-
cionario, y apreciar mallas necesidades pblicas de las
funcion y las deplorables consecuencias de una conducta
inconveniente. Este sistema prefiere el inters del funciona-
rio que es mud able al inters del Estado y de la funcion que
es permanente, el derecho privado al derecho pblico. No
podr investirse una jurisdiccion ordinaria de una compe-
tencia exclusiva semejante, sino en cuanto por su composi-
clon sea apta para apreciar los elementos pblicos puestos
en juego. A. falta de un un tribunal de justicia de esta clase,
debe reservarse la facultad de destitucion una elevada
autoridad administrativa (2).

(1) Ordenanza prusiana de 1849, 1: el funcionario debe conducirse,


sea en el ejercicio de sus funciones, sea fuera de estas, de manera que se
capte la estmacion, la consideracion y la confianza.
(2) Idem id., 20: el funcionario ser destituido: si viola el deber de
la fidelidad. si le ha faltado el valor necesario para el cumplimiento de su
mision, si ha tomado el partido enemigo del gobierno.
448

CAPITULO XL

FIN DEL SERVICIO PBLICO.

1. La funcion no se ha hecho para el funcionario; luego


si aquella es suprimida, lo es ste al mismo tiempo. El in-
ters pblico es el nico que debe decidir de la clase y de la
dracion de la funcion ; pero la supresion inesperada no
trae consigo la extincion del derecho privado al sueldo, por
el contrario, debe sostenerse ms bien que est persiste por
tanto tiempo como hubiera durado sin este accidente.
2. En general, puede discutirse libremente la funcion
que pudo aceptarse rehusarse del mismo modo; lo cual
no quiere decir que haya un lazo absolutamente necesario
entre estas dos libertades, sino que, cuando la elevada natu-
aleza de la funcion ha hecho que se rechace la aceptacion
frzosa, es 'difcil que permita que su continuacion no sea
libre (1). Comprndese por otra parte, que no pueden dimi-
ti'e'se, al mnos durante cierto tiempo, las funciones , gene-
ralmente inferiores, cuya aceptacion constituye un deber
pblico obligatorio (2).
La dimision no destruye inmediatamente los deberes.
Un abandono arbitrario equivaldra , una desercion. La di-
rrision no es ms que un medio de provocar al Estado
volver , tomar la 'plaza que haba dado; pero el funcionario
no queda exento .de deberes hasta que se ha verificado la
aceptacion el permiso del Estado, que puede hasta fijar el
dia, segun las necesidades pblicas.

(1) Landrecht prusiano, II, 10, 95: la dimision no puede negarse


por el gobierno, sino cuando de ella pueda resultar un grande ataque al
bien general. Edicto bvaro de 1818, 1: el funcionario pues le presen-
tar su -dimision cuando le plazca, sin indicar el motivo ; pero en este
caso pierde el sueldo, el ttulo y las insignias del cargo.
(2) As, en el derecho ingls, el que ha ejercido durante un ao las
funclorws de ,eheriff, lar est obligado ae:vtarlas en los tres aos si-
guientes. Idakstene, Com., 1, 9, 1.
449'
La dimision aceptada hace perder las ventajas los de-
rechos privados de la funcion.
3. La jubilacion quita los derechos polticos, pero deja el
rango. Concdese slo en general en razon de una incapaci-
dad sobrevenida causa de una enfermedad, por una edad
demasiado abanzada (en Alemania los 70-aos, en Blgi-
ca los 65), y muchos aos de servido (de 30 40 aos). El
haber pasivo vara segun estos dos ltimos factores. Por lo
dems, la incapacidad slo d lugar a dicho haber, si ha
sido ocasionada por servir al Estado (1).
4. Puede un funcionario seilseparado contra su voluntad
y sin que haya habido falta de su parte, y cuando? Los Es-
tados modernos responden de diverso modo esta pregunta.
La antigua Alemania; que, bajo la influencia de los juristas
haba ya reconocido el aspecto privado de la funcion, consi-
deraba sta como un derecho vitalicio de que no se poda
ser privado sin la intervencion de una falta y una sentencia
judicial (2). Algunas voces protestaron, afirmando que el
Estado poda obligar dimitir en trminos honrosos; pero
la opinion contraria gan ms terreno fines del ltimo si-
glo. Muchas constituciones modernas de Alemania y de
Suiza vieron en esto un progreso, una libertad ms, una
garanta contraria la arbitrariedad administrativa, y se
apresuraron adoptarla.
Inglaterra, por el contrario, teniendo plena conciencia
del carcter principalmente poltico de la funcion, ha profe-
sado siempre el principio de que el prncipe la da y la quita
con la libertad ms completa. Slo se hizo excepcion para
la administracion de justicia, decidiendo, bajo Guillermo III,
que los jueces de derecho comun seran nombrados en ade-
lante, no durante beneplcito, sino (mamita tiene gesse-
rtnt. El rey y el parlamento son, sin embargo, los nicos
jueces de esta buena gestiori (3). La Amrica del Norte si-

(1)- Zacarias, Deut. Stul., 152, compara algunns las prescrip-


ciones de los Estados alemanes en este punto. Para Blgica vase C. 31
de Julio 1844.
(2) Esto expresa formalmente la Capitulacion electoral en 1792 para
los miembros del Consejo ulico del Imperio: sus miembros no pueden
ser destituidos despues del examen de la causa y en virtud de sentencia
motivada. Vease tambien la decision del Imperio, 1803, 91.
(3) Stat. 13 de Guillermo III, c. III. Desde Jorge 111, las funciones de
juez cesaron tambien de finalizar por la muerte del rey.
BLUNTSCIII.I.-TOMO 1. 30
450
gue principios anlogos (1). En Francia, los funcionarios
administrati vos son siempre amovibles ad nutum, pero dis-
frutan de hecho una situacion bastante segura en tiempos
normales (2). Los jueces son inamovibles.desde el siglo XVI.
El sistema aloman da demasiada importancia al aspecto
privado; pero es preferible la arbitrariedad practicada en
muchos Estados . Asegurando el inters privado del funcio- 9";
nario, afirma el reposo de Estado contra la ambicion de los
partidos.
De todos modos, el principio fundamental en esta mate-
ria es que la funcion es para el Estado, y que, por lo tanto,
debe poder ste separar y sustituir al funcionario cuando el
inters pblico lo exija. Ambos derechos pertenecen por la
naturaleza de las cosas una misma persona, luego debe
ser al jefe del Estado (3). Pero el principio debe ser recono-
cido en todas partes, por lo mnos mintras la separacion,
slo afecte , los derechos pblicos. No puede 'darse compe-
tencia sobre ella a los tribunales sino en la cuestion acce-
soria del inters privado (4).
Estas reglas sufren dos restricciones. La primera es im-
puesta por la independencia de lo jueces. La mayor parte de
los Estados modernos reconocen que el juez no puede ser
separado, trasladado ni jubilado por el gobierno, sino con
todo su sueldo. En Inglaterra slo el parlamento puede to-
mar una decision contraria; en Alemania slo puede verifi-
carse por una sentencia judicial (5).

(I) Comp. Story, III, 38, 228.


(2 ) Vivien, Estudios administrativos, I, 260 y sig.
(3) Los Estados-Unidos cometieron una inconsecuencia, dando al
presidente el derecho de destituir por s los funcionarios que no podan
nombrar sino con el concurso del Senado. Ley de 1789, Story, III, 119.
(4) Zacaras, 144. Sin embargo, algunos Estados rechazan este
principio, y llegan hasta declarar irrevocable la funcion durante corto
tiempo, por razon de hechos polticos pblicos.
(5) Const. bvara, VIII, 3: los jueces no pueden ser revocados con
prdida de su tratamiento sino por una tentativa judicial. Const. bel
100: los jueces son nombrados -V italiciamente; ningun juez podr
ser privado de su cargo ni suspendido sino mediante el juicio conveniente.
La destitucion de un , juez slo puede tener lugar por un nuevo nombra-
miento, con su consentimiento. Const. espaola, art. 120 y 123. Const.
austriaca de 1849, 101: los jueces nombrados definitivamente por el
Estado, no pueden ser suspendidos n destituidos jubilados, sino en
virtud de un juicio. Esta disposicion no es aplicable al caso en que la ju-
bflacion se verifique por incapacidad, segun las prescripciones de la
451
La segunda restriccion es el inters del funcionario. Las
causas de destitucion pueden ser:
a) Un delito que haga evidentemente indigno al funcio-
nario.
5.) Una incapacidad moral probada, aunque no haya de-
lito.
c.) Una incapacidad intelectual, que no permita al fun-
cionario desempear su cargo con utilidad para el Estado;
prdida de la memoria, locura, etc.
d.) Circunstancias externas que paralicen su accion,
hagan que pierda la confianza pblica. Puede suceder que,
en peridos de agitaciones y turbulencias, haya que sepa-
rar un funcionario intachable, quiz porque cumple con
su deber. El ministro Stein sali del Gabinete por complacer
Napoleon. En todos estos casos es necesario que el Es-
tado tenga el derecho de separar.
Pero el conocimiento del delito puede muy bien confiarse
los tribunales ordinarios, que juzgarn con arreglo al
derecho comun. La separacion lleva consigo en este caso la
prdida del ttulo, de rango y de los derechos pasivos.
La incapacidad moral ser mejor apreciada en la forma
disciplinaria y por una autoridad diferente de los tribunales.
Al funcionario deber reconocrsele siempre el derecho de
defensa. Segun la gravedad de la falta, tendr lugar la revo-
cacion con sin mantenimiento del titulo, del rango y del
sueldo. La separacion, con reconocimiento de derechos,
puede pronunciarse libremente, porque no puede atacar los
intereses privados.
El tercer caso no lleva consigo generalmente la destitu-
cion; el funcionario no ha cometido ninguna falta.
Por ltimo, el cuarto, slo puede autorizar una sepada-
cion un traslado, conservando el rango y el sueldo.
Estos dos ltimos casos son naturalmente de la compe-
tencia de los superiores gerrquicos, y, cuando el jefe del
Estado es el que ha nombrado, su asentimiento su rden
debe ser considerada necesaria para destituir.
La separacion puramente arbitraria, sin motivo ni de-

lev, sea necesaria para la reorg-anizacion de los tribunales. Consl


87: los jueces no pueden ser destituidos ni suspendidos sino
mediante un juicio, y por causas previstas por la ley.
452
tensa posible, aun cuando se practica todava en muchos
Estados, no est en armona con un sistema bien ordenado.
5. La suspension puede. decretarse como pena, como
medida de prudencia en tiempos anormales. En el primer
caso, puede ser de la competencia de los tribunales de la
autoridad disciplinaria, y lleva consigo ordinariamente una
reduccion proporcional del sueldo.
La ley la pronuncia algunas veces de pleno derecho
como medida de prevision, por ejemplo, en caso de acusa-
cion; &bien es la autoridad administrativa la que suspende
veces un funcionario impopular para .calmar las pasio7
nes del momento. La suspension no hace perder los dere-
chos privados sino cuando es una puna; en los dems casos,
el funcionario suspenso conserva de su sueldo todo lo que
tiene un carcter privado, especialmente el Standesgehalt
(sueldo fijo, que podemos llamar nosotros). La acusacion
deja subsistentes provisionalmente estos derechos, pero los
tribunales pueden ordenar la retencion de la paga para ga-
ranta de una condenacion posible (1).

(1) Comp. Zacaras, 145. contra Hefter.


INDICA
DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO,

Pginas

Los EDITORES VI
APUNTES BIOGRFICOS DEL AUTOR. IX
PROLOGO DEL AUTOR 1
INTRODUCCION. --- I. La ciencia del Estado
II. Mtodos cientficos 5
III. Ciencia general y ciencia particular d o l Es-
tado.

LIBRO PRIMERO.

Nocion del Estado.

CAPTULO , I.Nocion idea del Estado (Statsbegriff und !-:fg'-


sidee), Nocion general del Estado 13
II.La idea humana del Estado.El Estado u 1L-
versal 21
HLHistoria del desarrollo de la idea del Estado 30
I. El mundo Antiguo. 30
IV. 1I. La Edad Media. :35
V.III. La idea moderna del. Estado. 49
1. Cundo comienza la poca moderna' , 42
VI. 2. Diferencias esenciales entre las nociones
antigua feudal del Estado y la nocion
moderna.. 48
VILProgresos y diferencias de las teoras del Estado : ,2
454
Pginas.

LIBRO SEGUNDO.

Condiciones fundamentales del Estado en la naturaleza


del hombre y de la nacion.

(:1P1TULO I.I. La humanidad, las razas humanas y las fami-


lias de pueblos. 63
11.II. Nacion y pueblo.Definiciones 68
_ 11I.Derechos nacionales 74
IV.La formacion nacional del Estado y el principio
de las nacionalidades 77
V.III. La sociedad 87
VI,IV. Las ramas (Stdmme) 89
- VILY. Las castas.Los rdenes.Las clases 91
A. Las castas 91
VIII. B. .Los estados los rdenes
. (Stdnde) 91
IX.I. El Clero 100
X.II. La Nobleza 105
A. La Nobleza francesa. 105
XI. B. La nobleza inglesa 114
- XII. C. La Nobleza alemana 121
1. Nobleza de los seores.Alta nobleza.Seo-
res de rden (Ilerrenadel).(Hoher Adel).
(Standesherren.) 121
XIII.II. Nobleza de los caballeros 126
XIV. 3, El Estado llano. 123
XV.
W..1.1
4. El rden de los campesinos (Bauerstand) 139
XVI. ' 5. La esclavitud y su supresion. 143
XVII. 6. Las clases modernas 138
I. El principio 138
XVIII.II. Las diversas clases 151
XIX.E1 Estado y la familia 160
1. Tribu.Patriarcado.Matrimonio 160
- XX.Las mujeres .. 169
- XXI.E1 Estado y los individuos 1.74
1. Nacionales y Extranjeros 174
XXII.' Los ciudadanos propiamente dichos 181

LIBRO TERCERO.

Las bases del Estado en la naturaleza exterior.E1 Pais.

CAPTULO I.I. El clima 187


II.Configuracion del pas.Fenmenos naturales 191
III.HI. Fertilidad del suelo 194
El pas.(Das Land) 198
V.V. De la soberana territorial (Gebietsheheit),
impropiamente, del dominio del Estado
(Statseigenthum). 204
n.111n11
VI.VI.Divisiones del pas 207
VII.VII. El Estado y la propiedad privada 210
455
Pginas.

LIBRO CUARTO.
Nacimiento y muerte del Estado.

C; A PITuLo I.Introduccion 217


H. . A. Formaciones Histricas 219
1. Modos originarios.. 219
1l1.II. Modos secundarios 223
IV.III. Modos derivados . 230
V.IV. Muerte de los Estados 232
VI. B. Teoras especulativas 235
I. Del Estado de naturaleza 235
VILII. El Estado institucion divina 237
VIII.III. La teora de la fuerza 242
IX.IV, La teora del contrato 244
__ X.V. De la sociabilidad natural del hombre (der
organische Statstrieb), y de la conciencia
del Estado. (Statsbewusztsein.) 219

LIBBO QUINTO.
Fin del Estado (statszweck).

I.El Estado s fin medio? En qu medida lo uno


y lo otro? 953
II.Falsos conceptos del fin del Estado 25;
III.Concepciones incompletas exageradas 260
IV.EI verdadero fin del Estado 263

LIBRO SEXTO.
Las formas de gobierno.
CAPTULO LDivision de Aristteles 271
__ II. Del Estado mixto 274
III.Nuevo desarrollo de la teora 277
IV.El principio de las cuatro formas fundamentales 279
V.El fundamento de las cuatro formas secundarias 28.?
VI.I. La teocracia,(Ideocracia.) 285
VII.II. Formas monrquicas.nlascs principales 295
VIII.A. La antigua monarqua farniliar.dc los helenos
y de los germanos 29S
1X. B. La antigua monarqua popular de
Roma 302 ..,
X. C. El Imperio Romano 306
XI. D. La monarqua de los francos 310
XII. E. La monarqua feudal y la monarqua
restringida por los rdenes 531 -
XIII. F. La monarqua absoluta moderna 32:;
XIV. G. La monarqua constitucional 32.i
I.Su nacimiento y sus progresos 32S
XV.II. Falsas nocione, ile_._h___ractuarqua___constitu".___
ciona 351
--- 456
Pginam.
CArTuLo XVI.-1I1. El principio monrquico y la nacion de la
monarqua constitucional 355
XVII. A. La aristocracia 361
A. Forma elenica.-Esparta 361
XVIII. B. La aristocracia romana. 365
, XIX.Observaciones sobre la aristocracia 371
XX.IV. Formas democrticas. 377
A. La democracia directa (antigua). , 377
XXI.Apreciacion de la democracia directa. 382
XXII. B. La Democracia representativa (mo-
derna).La repblica actual 386
XXIII.Consideraciones sobre la democracia represen-
tativa 295
XXIV.V. Formas compuesta; 399

LIBRO STIMO.
Soberana del estado (statshoheit und statsgewalt).Sus rganos.
Servicio pblico y funcion pblica.

CAPTULO I.Concepto de la soberana 403


II.Soberana del Estado (de la nacion) y soberana
del prncipe 407
III.I. Anlisis de la Soberana del Estado 413
IV.II. Soberana del prncipe 417
V.La division de los poderes.En la antigedad 419
VI.Antigua distincon de las funciones de Estado , 421
VII.----E1 principio moderno de la division de los po-
dores 424
VIII.Servicios y funciones pblicas 431 1
IX.Nombramiento de los funcionarios 436
X.Derechos y deberes de los , funcionarios del Es-
tado 442
XI. Fin del servicio pblico 448
Notas sobre la edicin digital

Esta edicin digital es una reproduccin fotogrfica facsimilar del original


perteneciente al fondo bibliogrfico de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Sevilla.
Este ttulo contiene un ocr automtico bajo la imagen facsimil. Debido a la
suciedad y mal estado de muchas tipografas antiguas, el texto incrustado bajo la
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Biblioteca de la Facultad de Derecho.
Javier Villanueva Gonzalo.
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