GÓMEZ Mendoza Josefina Naturaleza y Ciudad

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Ciudades para un Futuro ms Sostenible

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P3 Naturaleza y Ciudad. Diseo


urbano con criterios ecolgicos,
geogrficos y sociales
JOSEFINA GMEZ DE MENDOZA
Madrid (Espaa), 2003.

JOSEFINA GMEZ DE MENDOZA es catedrtica de Geografa de la Universidad Autnoma de Madrid (UAM)


y miembro de la Academia de Historia, en su discurso de ingreso abog por artificializar menos la ciudad y
por tratar sus espacios verdes atendiendo a los recursos naturales y recurriendo ms al medio ambiente que
a la ingeniera y recuperar la tradicin del lugar. Fue la primera mujer rectora de una universidad espaola,
la Universidad Autnoma de Madrid. Fue elegida para ese cargo en 1984. Previamente, en 1980 fue decana
electa de la Facultad de Filosofa y Letras de la UAM y dirigi el departamento de Geografa durante diez
aos (1987-1997). Actualmente compagina su trayectoria docente e investigadora con responsabilidades en
el Consejo Asesor de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Adems de poseer numerosos premios,
es la presidente del Comit Espaol ante la Unin Geogrfica Internacional. Desde octubre de 2003, preside
la Comisin de Historia del Pensamiento Geogrfico de la Asociacin de Gegrafos Espaoles. (Agustn
Hernndez Aja).

Ciudades desnaturalizadas y deslocalizadas


La ciudad moderna quiere expulsar a la naturaleza hasta sus confines, pero la naturaleza y los procesos
naturales no dejan nunca de estar presentes. La ciudad histrica es la que mejor traduce el paisaje natural
mientras que la contempornea trata de transformar el medio hasta casi borrarlo. En la ciudad
contempornea se ha optado por la tecnologa: ros dominados, riberas hormigonadas, cauces canalizados o
soterrados, junqueras rellenadas, montaas y cerros horadados por tneles, explanaciones de grandes reas,
islas de calor, vegetacin artificial, paisajes uniformes, materiales extraos al lugar...En definitiva,
destruccin de la vida y de la diversidad, esterilizacin, solucin de algunos problemas y creacin y traslado
de otros puertas afuera.

Esta ignorancia de los procesos fsicos y ecolgicos en la ciudad obedece a muchas causas, entre otras a que
la planificacin y el diseo han respondido a criterios exclusivamente ingenieriles, con olvido de los
ecolgicos y geogrficos. Ya en 1969, IAN MCHARG deca en su libro pionero Design with Nature, que
desde el siglo XIX, la tarea del diseo [y de las obras pblicas] se encomend en exclusiva a aquellos que,
por instinto y formacin, son ms propensos a abrir (gouse) y coser el paisaje y la ciudad sin sentir
remordimientos: los ingenieros[1]. Se habran tenido en cuenta casi nicamente consideraciones de
eficiencia y costebeneficio, en detrimento de otras de distinta ndole. Pero prescindir de los procesos
naturales no significa que se eviten, que desaparezcan: antes bien, en nuestros entornos urbanos aparecen
procesos y ambientes naturales y naturalizados, lo que pasa es que fuera de conocimiento y de control.

Todo ello nos ha convertido en sociedades urbanas alienadas de los valores ambientales, toleramos la
desnaturalizacin urbana y de paisaje y soportamos la esterilizacin de nuestros entornos; probablemente lo
hacemos a cambio de tener unas condiciones de movilidad que nos permiten ir a buscar y encontrar nuestras
ansias de naturaleza lejos de los centros urbanos. Sociedades dotadas de la suficiente movilidad para relegar
la naturaleza a las periferias urbanas, a mbitos regionales o incluso suprarregionales.
Hay ms. Con ritmo acelerado nuestros paisajes cotidianos van perdiendo singularidad, como si quisieran
reducir su historia y hacerse homogneos; parafraseando a JULIO CARO BAROJA, van sujetando el pas y la
historia a la tcnica. Las piezas urbanas se yuxtaponen y se sobreimponen sin adaptacin, como fragmentos
desordenados y contrastados. Paisajes y edificios nuevos, a veces copiados, importados vienen a adosarse
sin enlace, a las piezas anteriores, ms antiguas. Las ciudades centrales se convierten as en parques
temticos, los ciudadanos en audiencias. EDWARD RELPH, el gran crtico de los paisajes urbanos de la
modernidad[2], ha utilizado el trmino de heterotopia para esos paisajes extremos de las ciudades tursticas
o recreativas, como Las Vegas o Benidorm, donde los elementos son copias mimticas y extravagantes de
otras culturas y de otros tiempos el Acrpolis de Atenas, las pirmides de Egipto, los canales de Venecia,
los bulevares del Pars haussmaniano... evitando el ms mnimo intento de adaptacin al lugar, al pas.

El manejo tradicional de los recursos ambientales


en la ciudad: espacios y paseos arbolados
No se trata de hablar en este artculo de esas geografas confusas del presente. Pretendo traer a colacin, por
el contrario, que en las ciudades tradicionales, por otra parte en muchos sentidos tan inhabitables como
insalubres, hubo soluciones de diseo urbano ms atentas a los procesos naturales y al medio. Por atenernos
a nuestra tradicin europea mediterrnea, se pueden mencionar las huertas, los paseos, las arboledas, los
parques y los jardines, todo lo que el urbanismo bautiz ms tarde con el trmino ms intencionado, pero
tambin insulso y neutro, de espacios verdes.

En el estudio en el que se basa este texto (GMEZ DE MENDOZA, 2003) se analiza con cierto detenimiento el
caso de Madrid, que resulta interesante y singular en cuanto a tradicin ambiental basada en la creacin y en
la conservacin de espacios arbolados. A Madrid, residencia real y capital del reino y del Estado, se le quiso
conferir, sobre todo en el reinado de Carlos III y el periodo isabelino, una calidad urbana acorde con su
rango, a partir de unas condiciones de especial penuria.

Una de las claves del desarrollo y carcter de los espacios arbolados madrileos reside en el Patrimonio
Real. Las posesiones reales tenan una enorme importancia superficial, ambiental y paisajstica ocupando
ms de la tercera parte del trmino municipal y una superficie triple de la del casco antiguo. Adems, el
conjunto Palacio Real-Casa de Campo, a poniente, y Jardines del Buen Retiro, a naciente, marcaron durante
mucho tiempo los lmites de la ciudad hasta el punto de forzar su expansin en sentido norte-sur. Pero la
influencia de los Sitios Reales no se detiene en los ms cercanos; todos y cada uno de ellos han trascendido
en mayor o menor medida, y antes o despus, sobre la naturaleza madrilea. Los ms de 16 palacios,
jardines y bosques que se encuentran en un radio de menos de 100 km de la capital constituan una red de
sitios con voluntad de ordenar el territorio, unindolos con una verdadera trama de naturaleza urbanizada.

Una de las soluciones de diseo manejadas con ms xito con este fin fueron los paseos y calles arboladas.
En Aranjuez, verdadero sitio real rural , las calles arboladas se ampliaron para limitar paseos y huertas,
convirtindose en un elemento cannico del tratamiento vegetal y caminero del espacio dieciochesco y
logrando que a lo largo de su recorrido se sucedieran gradualmente los paisajes as como conectar el medio
palaciego y el medio rural. El modelo fue trasladado por iniciativa real a Madrid a los paseos pblicos
perifricos, para conectar los sitios entre s, o seguir el ro, y tambin en las anchas avenidas radiales
meridionales y en las rondas. La pieza sobresaliente fue el paseo del Prado, desde la puerta de Recoletos
hasta Atocha, con modelo de saln, instalado previo saneamiento del arroyo, con grandes olmos y
cumplimiento estricto de un nmero importante de riegos, etc.

El modelo fue fecundo en resultados. Cuando el ayuntamiento madrileo va creando sus propios paseos lo
hace con calles arboladas: como trama urbana, como paseo y como circulacin (las rondas, paseo de
Recoletos y Castellana, paseos de Chamber, etctera). La construccin de estos nuevos espacios y de sus
arboledas fue trabajosa por muchos motivos, sobre todo por la dificultad para el Ayuntamiento de disponer
de suelo, de agua y de autonoma de gestin. Pero la inflexin ms grave sobrevino cuando en torno a l850
se produjo un cambio fundamental en la concepcin administrativa de los arbolados madrileos: se puso
entonces en entredicho su tradicional vinculacin a los paseos, o dicho de otro modo, los paseos perdieron
su anterior significado arbreo y caminero, para mantener exclusivamente el circulatorio. Los ingenieros de
caminos municipales que venan propugnando desde haca tiempo la reunin de los servicios de caminos y
paseos (alegando a la importancia en ambos casos de la fontanera, lo que era cierto en una ciudad
desprovista todava del agua del canal) lo consiguieron, ganando la batalla a agrnomos y botnicos que se
oponan.

El caso se repiti en muchas ciudades espaolas con mayores repercusiones de lo que podra pensarse. Una
solucin de diseo ambientalmente correcta cambia de significado para plegarse al triunfo de la circulacin
como base del urbanismo. Se perdan algo ms que las gradaciones de paisaje que permitan los largos
paseos arbolados; algo ms que la transicin que lograban, en los ms significativos, entre el espacio
edificado y el espacio rural: se perda su significado de paseo con manejo de la vegetacin y del clima.

Algunos de los grandes jardineros precursores del buen paisajismo como XAVIER DE WINTHUYSEN,
NICOLS RUBI I TUDUR o FORESTIER, han aorado las avenidas paseo valorndolas en toda su dimensin
de paisaje. Deca Forestier: Las avenidas-paseo son vas de comunicacin y de acceso agradables. Permiten
no interrumpir nunca el paseo. Pueden contribuir a valorizar los puntos de vista, los mrgenes fluviales, los
paisajes interesantes y pintorescos (FORESTIER, 1908).

Higienismo, movimiento moderno y espacios


verdes
Los problemas de salubridad y de hacinamiento de las ciudades industriales motivaron toda una doctrina y
una prctica urbanizadoras que instrumentaron el higienismo como aireacin, ventilacin y pulmones
verdes. Creo que en ello radica en parte la desnaturalizacin urbana. En conjunto, se puede decir que a lo
largo del siglo XIX se va pasando de unos puntos de vista ms arquitectnicos, ornamentales y pasestico
recreativos, que eran los de la Ilustracin y sus postrimeras, a otros ms ambientalistas e higienistas. La
ciudad burguesa, que se va configurando desde la instauracin del Estado liberal, concibe los espacios
verdes como depsitos de aire en el espacio edificado, y a los rboles como agente poderoso de higiene
pblica. Son palabras de CASTRO, el ingeniero autor del Plan de Ensanche de Madrid de 1860 que se
pueden encontrar en trminos parecidos en muchos otros escritores y planificadores de la poca. ILDEFONSO
CERD, el ms grande de todos ellos, conceba los espacios urbanos arbolados como espacios
regeneradores de aire, que se deban ordenar en sistemas de parques, squares y jardines.

Pero este sentido ambiental es compatible con un espritu urbanizador poco sensible a los procesos
ecolgicos y las singularidades del lugar. Para Cerd, urbanizar consista ante todo en desmontar para
conducir al cultivo urbano (el nfasis es mo). Si algo se le poda reprochar a la topografa artificial de
Madrid era el no ser lo suficientemente artificial, que el genio del hombre civilizado no se hubiera
manifestado del todo contra la naturaleza agreste [dominando y subyugando] sus obstculos y
dificultades. En su clsica utopa de rurizar la ciudad y urbanizar el campo no caba desde luego el
entendimiento de los procesos ecolgicos y geogrficos, ms all de la saludable aireacin (CERD,
ILDEFONSO, 1861).

Los parques de la ciudad burguesa ms all de la genialidad de creaciones como las de OLMSTED se
convierten en instrumento de civilizacin y progreso, pero por un lado como instrumentos de moralizacin e
higiene y por otro como campos urbanos, ciudades de rboles y arbustos. PREZ GALDS lo supo traducir
en una frase rotunda, refirindose al Parque del Retiro de Madrid: naturaleza desvirtuada por la
correccin. La mal llamada jardinera paisajista no debe llamar a engao: an estaba ms desvirtuada en
este caso por la moda. Pinsese en la proliferacin de cspedes en ciudades mediterrneas y sedientas.
Facilitar la circulacin y el transporte se convirti, al menos en un primer tiempo, en la clave del urbanismo.
El tratado de CERD para la reforma del Madrid antiguo complementaria al ensanche se llama Teora de la
viabilidad urbana y a ARTURO SORIA pertenece la rotunda afirmacin de que de los problemas de la
locomocin se derivan todos los dems.

El movimiento moderno condujo estas premisas del primer urbanismo higienista a su exaltacin. La Cit
Radieuse de LE CORBUSIER es la edificacin de la ventilacin y del soleamiento. De la Carta de Atenas se
deduce que lo importante de los espacios abiertos es que existan en grado suficiente; dicho en otros
trminos, la presencia y la visin de espacios verdes bastara para establecer la relacin del hombre, de la
ciudad y de la naturaleza.

De modo que en las ciudades verdes se pierde el ideal de escenificacin o de puesta en escena del conjunto
edificado desde las vas de circulacin. Se pierden tambin los requerimientos de respeto y buen tratamiento
del agua, de la vegetacin y de las condiciones trmicas y pluviomtricas. La ciudad y sus barrios tienen que
cumplir unos estndares de equipamiento en espacios abiertos cuyo verde es adjetivo: se convierte as en un
equipamiento ms.

Sin duda el movimiento moderno s manejaba al menos el clima y los microclimas. Faltaba todava mucho
para la arquitectura y el urbanismo inteligentes, para este cambio de siglo y de milenio en los que se empieza
por ignorar las condiciones ambientales y climticas del lugar, cuando no por empeorarlas, para luego
resolverlas por medios de calefaccin y refrigeracin artificiales. Ms que inteligencia artificial, necedad
ambiental y geogrfica, dira yo. MICHAEL HOUGH, otro gran terico del diseo urbano ecolgico expone
un resultado de investigacin: el equivalente mecnico de la transpiracin de un rbol, de 450 litros/da, son
cinco aparatos de aire acondicionado funcionando 19 horas al da. Con el inconveniente adicional de que el
refrigerador expulsa aire caliente hacia fuera y usa energa elctrica.

Defensa del paisaje urbano y del lugar


Antes de recapitular, no quiero dejar inconclusa la revisin ambiental y geogrfica de la historia de la
naturaleza urbana de Madrid. Mi hiptesis es que a medida que se marcaban los desequilibrios en las
dotaciones de espacios abiertos y verdes y se confirmaba la segregacin social, a medida tambin que se
impona una jardinera banal y conformista[3], de praderas y mosaicocultura, los madrileos buscaron la
naturaleza ms lejos, en el Guadarrama.

La Sierra de Guadarrama aparece, con el progreso de los tiempos, como el verdadero y definitivo parque de
Madrid y con ello, el movimiento de los parques nacionales resulta ser un movimiento de civilizacin y de
progreso de races urbanas. BERNALDO DE QUIRS (1931) hace explcita la intencin: Madrid debe seguir
avanzando, dice, hacia el Guadarrama hasta compenetrarse y fundirse con l en una simbiosis perfecta del
monte y de la ciudad que asegure a todos los necesitados, no a una minora de elegidos, el supremo bienestar
de la vida que puede procurarse de esta alianza. Y el mencionado WINTHUYSEN confirmaba que con
mayores medios de comunicacin, las ciudades se reduciran y los ciudadanos podran respirar en la
naturaleza.

Pero no dejaba de constatar, en un ejercicio de gran clarividencia para la poca, oportunidades contrariadas o
desdeadas en cuanto a calidad urbana basada en los recursos naturales. Una de las ms evidentes haba sido
la Moncloa, paraje de vistas y cielos maravillosos, que haba sido cercenada y desmembrada por todas partes
cuando debera haber sido respetada como el verdadero parque natural de Madrid. Las puestas de sol desde
estos lugares son tan maravillosas que se las cita en guas extranjeras; pero, pese a la esplendidez de estos
paisajes de sello particularsimo y finos matices, con una falta absoluta de sensibilidad y de comprensin se
los destroza cada da con nuevas obras, que estropean su conjunto y grandeza (WINTHUYSEN, 1930: 199);
proceso del que no indultaba a la ciudad Universitaria. La otra gran ocasin perdida habra sido la
canalizacin del Manzanares, obra de ingeniera de gran monotona y sequedad que priv a Madrid de la
belleza de la circulacin de agua, por modesta que esta fuera. Se podra haber hecho un parque fluvial, con
menos cemento y ms naturaleza, desde los puentes a Palacio, un parque de cintura de los que prestigian a
las ciudades: una sucesin ininterrumpida de espacios que, considerados en su conjunto, podran haber
compuesto un parque extenssimo, cruzado en toda su longitud por el ro. Difcilmente habr alguna
(ciudad) que topogrficamente tenga mejores condiciones que Madrid para estar rodeada de bellezas deca
el mismo autor. Poco provecho se le ha sacado, sin embargo, desde el punto de vista natural y esttico a esta
topografa.

Concluyo ya. Los procesos naturales siguen estando presentes en la ciudad y la naturaleza es proteica.
Conocer estos procesos y aprovecharlos, valorar los paisajes a travs de los cuales se expresan, sigue siendo
no slo conveniente y til, sino incluso una necesidad tica y esttica. Por mucho que tcnicas, usos y
valores hayan cambiado, no es intil estar familiarizado con el manejo tradicional de los recursos, sobre todo
porque fue elaborado a propsito y de propsito para un lugar, para un sitio. Cuando la ingeniera de
caminos desplaz a la de paseos, cuando el urbanismo se hizo circulacin, cuando el movimiento moderno
redujo el higienismo a aireacin y los rboles a pulmones, mucho era lo que se estaba progresando, pero
otras soluciones y otras concepciones quedaban arrumbadas y se acept y reforz la segregacin social
dentro de las ciudades.

Se ha ido despus al reencuentro de la naturaleza en los reductos donde se la quera confinar, los espacios
naturales protegidos, puestos a disposicin de los ciudadanos por la revolucin de los transportes y las
medidas de acceso y de conservacin. La vieja idea de los visionarios de urbanizar el campo y de rurizar la
ciudad se ha logrado en parte extendiendo el mbito territorial de los ciudadanos, cambiando la escala de
nuestro marco de vida, reduciendo la urbanidad para los habitantes del campo a disponibilidad de servicios
(lo que no es poco) y a veces caricaturizando y banalizando lo rural, desposeyndolo de su razn de ser y de
su calidad paisajstica. En el conjunto de los territorios urbanos y periurbanos hay que garantizar la
presencia de la nociudad, es decir de medios forestales, agrcolas, acuticos, hmedos, con la suficiente
naturalidad.

En la ciudad, la tcnica se puede utilizar para recuperar los recursos naturales y sacar ventaja de ellos. Hay
soluciones tcnicas que pueden avanzar hacia la sostenibilidad. La tcnica no significa necesariamente
soluciones duras y traumticas. El desarrollo sostenible supone diversidad ecolgica, geogrfica y social, y
supone que se trabaje en relacin con la naturaleza y que la ordenacin del territorio sea tambin
considerada como una manera de recuperar salud natural.

Refundar el espacio pblico como lugar de civilidad y de urbanidad supone tambin reconocer las formas
inagotables de la naturaleza en la ciudad. Sin duda ha habido cambios de mirada que corresponden a
mutaciones culturales profundas. Eso no quita que se deba exigir a la ordenacin urbana y a la de las
infraestructuras que tengan en cuenta la singularidad del lugar y conozcan siempre las dimensiones
histricas y geogrficas de lo que se va a manejar; y al hacerlo escuchen verdaderamente a los ciudadanos.

Referencias bibliogrficas
CERD, ILDEFONSO (1861) Teora de la viabilidad urbana y Reforma de Madrid Reedicin en facsmil
del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 1991. Ver prrafos 74, 137, 338
FORESTIER, JEAN CLAUDE NICOLAS (1908) Grandes villes et sistemes de parcs Reedicin: Editions
Norma, 1997
GMEZ DE MENDOZA, JOSEFINA (2003) El gobierno de la naturaleza en la ciudad. Ornato y
ambientalismo en el Madrid decimonnico Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia,
Madrid
HOUGH, MICHAEL (1984) City form and Natural processes Reedicin: Cities and Natural processes,
Routledge, 1995
MCHARG, IAN L. (1969) Design with Nature Doubleday, Natural History Press (Paperback 1971)
QUIRS, BERNALDO DE (1931) Sierra de Guadarrama
RELPH, EDWARD (1976) Place and placelessness Pion, Methuen
RELPH, EDWARD (1987) The Modern Urban Landscape London y Sydney, Croom Helm
WINTHUYSEN, JAVIER DE (1929) Informacin sobre la ciudad Madrid
WINTHUYSEN, JAVIER DE (1930) Jardines clsicos de Espaa Castilla

Notas

[1]: McHarg muri en 2001 y con este motivo se ha insistido en que su Diseo con la naturaleza todava es
fundamental y en su papel pionero para el uso de los modelos digitales de terreno en los costes sociales y
ambientales de los cambios de uso.
[2]: Relph daba en 1976 un primer toque de atencin con su Place and placelessness, en 1987; extendi su
reflexin al conjunto urbano moderno.
[3]: JAVIER DE WINTHUYSEN, el que reivindic la jardinera clsica espaola y fue autor entre otros de la
lcida e imprescindible Informacin sobre la ciudad de 1929, reclamaba, en uno de sus atentos artculos a lo
que estaba ocurriendo con Madrid en los primeros decenios del siglo XX, verdaderas plazas, que sean para
el vecindario y no para el jardinero.

Edicin del 1-3-2006

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