Vizuete Mendoza, Como Rosal de Jericó. La Virgen María y La Vegetación PDF
Vizuete Mendoza, Como Rosal de Jericó. La Virgen María y La Vegetación PDF
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Como Rosal de Jeric.
La Virgen Mara y
la vegetacin, en
Espaa y Nueva Espaa
Jos Carlos Vizuete Mendoza*
ce: La Virgen Mara y la vegetacin en Nueva Espaa, 6. Bibliografa, 7. Relacin de las ilustraciones,
8. Grficos.
1. Introduccin
14 La primera edicin apareci en Haro en 1868. He consultado la cuarta, corregida y ampliada, pu-
blicada en Valencia en 1889, un ao antes de la muerte de su autor.
Son muy numerosos los trabajos que, desde distintos campos, se han dedicado al
estudio de la religiosidad, la devocin y la piedad popular centradas en las advoca-
ciones de Santa Mara en diversos mbitos territoriales: nacional17 , regional18 , pro-
15 Aldea, Q.; Marn Martnez, T.; Vives, J. (1975). Diccionario de Historia Eclesistica de Espaa.
Madrid, 4 vols. Madrid: C.S.I.C., pp. 2.207-2.381.
16 Esta ltima afirmacin, de difcil comprobacin, se basa en el clculo realizado por la Academia
Bibliogrfica Mariana de Lrida, segn R. P. Elen (1950). Advocaciones de la Virgen, Barcelona:
Argos, p. 22.
17 Batalla Gardella, S. (2002). Santuarios. Madrid: Edicel, aunque se trata de una gua de los princi-
pales santuarios clasificados por dicesis; Bayerri Bertomeu, E. (1968) Viaje literario bibliogr-
fico mariano por las dicesis de Espaa. Comillas: Universidad Pontificia de Comillas; Martnez
Puche, J. A. y Del Olmo Veros, R. (2002), Mara Madre de la Hispanidad. Vrgenes patronas de
Espaa y Amrica. Madrid: Edibesa, obra colectiva de desigual valor en cada una de sus partes,
cuenta con una relacin de las advocaciones de Mara reconocidas como patronas en los distintos
pueblos de Espaa; Simn Pardo, J, (2003). La devocin a la Virgen en Espaa. Palabra: Madrid;
Vesga Cuevas, J. (1988). Las advocaciones de las imgenes de la Virgen Mara veneradas en Es-
paa. Valencia: Centro Editorial de los Servicios y Publicaciones Universitarias.
18 Amades, J. (1989). Imatges de la Mare de Du trobades a Cataluya. Barcelona: Ed. Selecta-Ca-
talonia, trabajo muy interesante desde el punto de vista antropolgico, profusamente ilustrado
con imgenes y grabados populares; Bravo Lozano, J. (2003) Santuarios Marianos en el Reino
de Valencia (s. XVII) en Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante,
21: 117-140; Buesa Conde, D. J. (1994). La Virgen en el Reino de Aragn. Imgenes y rostros me-
dievales. Zaragoza, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragn y La Rioja, estudio
desde el punto de vista artstico, profusamente ilustrado y que recoge algo ms de un centenar
de imgenes medievales; Capn Fernndez, M. (1947). Mara y Galicia. Santiago de Compostela:
Imprenta del Seminario Conciliar, que es el discurso pronunciado en la coronacin de la Nuestra
Seora de la Barca; Dez y Lozano, B. (1900). Historia y noticias del culto a la Virgen en el anti-
guo Reino de Len. Oviedo: La Comercial; Serrano Montalvo, A. (1967). las devociones marianas
en el valle del Ebro, en Boletn Municipal de Zaragoza, 23: 58-67.
vincial y diocesano19 , comarcal 20 y local. Pero entre todos ellos es notable la ausencia
de estudios dedicados a las imgenes cuyas advocaciones remiten a los rboles y la
vegetacin. El nico trabajo de conjunto que conozco es el de Morales y Villar, publi-
cado en la Revista de Folklore21 , en el que recogen 134 diferentes advocaciones de
las que 36 corresponden a formaciones vegetales y 13 a especies cultivadas. A este
artculo deben sumarse dos ms de mbito provincial, el de Sanz Yubero y Lpez
de los Mozos, en la misma revista, que recoge 33 advocaciones relacionadas con la
fitotoponimia en la provincia de Guadalajara22 ; y el de Temio Lpez-Muiz referido
a la provincia de Burgos 23. Sin embargo, en ocasiones se pueden encontrar alusiones,
ms o menos amplias, a las relaciones de los santuarios con el paisaje en el que se
hallan24 en el que la vegetacin tiene un papel muy destacado.
30 Campos y Fernndez de Sevilla, F. J. (2003). Las Relaciones Topogrficas de Felipe II: ndices,
Fuentes y Bibliografa, en Anuario Jurdico y Econmico Escurialense. 36: 439-574.
31 Christian, W. A. (1990). Religiosidad local en la Espaa de Felipe II. Madrid: Nerea; Campos y
Fernndez de Sevilla, F. J. (1986). La mentalidad en Castilla la Nueva en el siglo XVI. Religin,
Economa y Sociedad, segn las Relaciones Topogrficas de Felipe II. San Lorenzo del Esco-
rial: Ediciones Escurialenses.
32 Campos y Fernndez de Sevilla, F. J. (1990). La devocin mariana bajomedieval en Castilla la
Nueva reflejada en las Relaciones Topogrficas de Felipe II. Consolidacin del fenmeno reli-
gioso popular, en Devocin mariana y sociedad medieval. Actas del Simposium. Ciudad Real:
periodo. Otros trabajos muy tiles para esta investigacin son los estudios de la topo-
nimia; Sanz Yubero y Lpez de los Mozos han publicado dos referidos a la provincia
de Guadalajara33 , el primero basado en las Relaciones Topogrficas y el segundo con
los topnimos referidos a la Virgen.
Para los aos finales del siglo XVIII contamos con otra fuente documental, el in-
terrogatorio remitido por el cardenal Lorenzana a los prrocos del arzobispado de
Toledo, cuyos originales se encuentran en el Archivo General Diocesano de Toledo.
Las respuestas de los pueblos de las actuales provincias de Ciudad Real y Toledo fue-
ron transcritas y publicadas por Julio Porres, Ramn Snchez e Hilario Rodrguez.34
Un segundo tipo de fuentes lo conforman las obras clsicas, escritas en los siglos
XVII y XVIII, que tienen como objeto la descripcin de las imgenes y los santuarios
marianos. Los autores se hacen eco en ellas de las narraciones de hallazgos milagro-
sos de las imgenes o de apariciones de la Virgen, relatos que por s mismos consti-
tuyen otra fuente de este estudio, y que han dado origen a una amplia bibliografa
contempornea.35
Con las noticias procedentes de tan variadas fuentes, he confeccionado una base
de datos en la que se recogen las diferentes advocaciones, su localizacin geogrfica,
el origen de la imagen segn las narraciones histricas o legendarias, su relacin con
la vegetacin, el tipo de templo en el que recibe culto y si cuenta con literatura y de
qu tipo es sta: documental, histrica o devocional.
a continuacin reflejan el estado actual de la misma. Pero antes de presentar los re-
sultados es necesario sealar cules han sido los criterios establecidos para delimitar
el campo de investigacin. En primer lugar me he limitado a recoger las advocaciones
marianas que por su nombre remiten directamente a la vegetacin, pero excluyendo
del estudio aqullas que, aunque por su nombre podran ser incluidas, no gozan de
notoria devocin. Es decir, slo se incluyen las advocaciones de las patronas, canni-
cas o populares, las titulares de parroquias (excluyendo en este caso las de creacin
reciente, fruto del desarrollo urbanstico de las ciudades, cuando no recogen una an-
tigua tradicin), santuarios y ermitas, las que cuentan con cofrada y en cuyo honor
se celebran romeras populares. Quedan, pues, fuera de nuestro estudio las imgenes
veneradas en iglesias, capillas, conventos o monasterios que no son objeto de la pie-
dad popular en sus mltiples manifestaciones.
3. Los resultados
Con los criterios sealados, las imgenes recogidas hasta el momento ascienden a
592. Entre ellas se encuentran advocaciones vegetales (Figuras 4, 5 y 6) propiamente
dichas y cuya seleccin no presenta ningn problema: del Acebo (Ilex aquifolium),
de la Encina (Quercus ilex), del Olmo (Ulmus minor), de la Alameda (Populus sp.), del
Castaar (Castanea sativa), del Olivar (Olea europaea), de la Hiniesta (Genista sp.),
del Espino (Crataegus sp.), de la Zarza (Robus sp.), del Agavanzal (Rosa sp.), del Re-
tamar (Retama spherocarpa), del Romeral (Rosmarinus officinalis), de Atocha (Stipa
tenacissima), de los Lirios (Iris sp.), del Caedo (Arundo donax), del Juncal (Juncus
sp.), de la Granada (Punica granatum), de la Nuez (Juglans regia) o de la Pera (Pyrus
communis).
Figuras 4, 5 y 6. Representacin iconogrfica de tres advocaciones de la Virgen Mara: Nuestra Seora del
Olivar (izquierda) Nuestra Seora de la Zarza (centro) y Nuestra Seora de la Hiniesta. (derecha)
Todas ellas han sido agrupadas de una manera sencilla (Tabla 1) en rboles, arbus-
tos y herbceas, cuando la advocacin hace referencia a una planta, y en formaciones
cuando el nombre remite a ms de una. A estos seis grupos se aaden dos ms, el de
frutos y hortalizas y un genrico otros en el que se incluyen las advocaciones que
no tienen cabida en los anteriores pero que son claramente vegetales, aunque ms
que a una formacin homognea se refieren a un paisaje vegetal con varias especies,
cultivadas o no.
Junto a algunas sobre las que no cabe ninguna duda pero que no podan ser incluidas
en ninguno de los seis grupos anteriores (de las Flores, del Azahar, de la Espina),
he incorporado aqullas cuyo ttulo remite a determinados paisajes dominados por
una vegetacin caracterstica: pantanosos (del Paular, del Tremedal), de ribera (del
Soto), dominados por el matorral (del Bosc, de la Brea, del Monte, del Yermo) y los
pastizales, con o sin presencia de arbolado (del Bustar, de la Cespedera, de la Dehesa,
del Ejido, del Prado). Por ltimo, tambin se incluyen en este grupo las advocaciones
que guardan relacin con espacios de cultivo intensivo (de la Huerta, de la Vega, del
Vivero).
41 CIPRINI, G., CIPRINI, F. (2005). La Madonna della Quercia. Una meravigliosa storia di fede,
la ciudad hizo pintar una imagen de la Virgen con el Nio sobre una teja, y la coloc
en una encina lindante con una via de su propiedad. Durante ms de medio siglo la
imagen permaneci en el rbol y a ella se encomendaban los caminantes que pasaban
por sus inmediaciones. Pronto se extendi por los contornos la fama de milagrosa de
la imagen de la Madonna colocada en la quercia, y al pie de la encina se erigi un altar
que ms tarde se cubri con una estructura de madera dando origen a una rstica
ermita. En 1470 se inici la construccin de un santuario, junto al cual se erigi un
convento de dominicos. Sern stos los que difundan la devocin a la Madonna della
Quercia en las regiones centrales de Italia -el Lazio, las Marcas, Toscana y Umbria,
principalmente-, convirtindose Viterbo en un centro de peregrinacin. Los relatos
de los milagros, cuidadosamente recogidos y conservados en el santuario, hablan de
la extensin del culto y hoy son ms de 60 las localidades en las que se encuentran
imgenes de la Madonna della Quercia, pero en todos los casos son reproducciones de
la que fuera colocada en la encina en Viterbo: una sola imagen para una advocacin.
Viterbo, 2. vols.
En resumen, son 684 las imgenes referidas a la vegetacin: a los rboles 303
(44.2%), a los arbustos 140 (20.4%), a las herbceas 44 (64%), a los frutos 30 (4.4%) y
otros 167 (24.4%). Mientras que las advocaciones son 227: de los rboles 114 (50.2%),
de los arbustos 49 (21.5%), de las herbceas 21 (9.2%), de los frutos 13 (5.7%) y otros
30 (13.2%). Las advocaciones ms numerosas aparecen representadas en el Grfico 1.
Advocaciones ms numerosas, en el que se puede apreciar que slo 15 de ellas renen
381 imgenes, el 55.7%.
Los rboles a los que se refieren las advocaciones marianas, bien por el nombre
o por ser el lugar de la aparicin o del hallazgo de la imagen, son los siguientes, in-
dicando entre parntesis el nmero de imgenes: acebo, Ilex aquifolium (4); lamo,
Populus sp. (7); alcornoque, Quercus suber (1); algarrobo, Ceratonia siliqua (1); aliso,
Alnus glutinosa (1); almendro Prunus dulcis (1); almez, Celtis australis (7); avellano,
Corylus avellana (2); castao, Castanea sativa (6); cerezo, Prunus avium (1); ciprs,
Cupressus sempervirens (2); ciruelo, Prunus sp. (3); encina, Quercus ilex (78); endri-
no, Prunus spinosa (1); fresno, Fraxinus sp. (6); granado, Punica granatum (2); haya,
Fagus sylvatica (4); higuera, Figus carica (10); laurel, Laurus nobilis (29); madroo,
Arbutus unedo (2); manzano, Malus domestica (4); moral, Morus nigra (6); nogal, Ju-
glans regia (4); olivo, Olea europaea (46); olmo, Ulmus minor (28); palmera, Phoenix
sp. (4); peral, Pyrus communis (7); pino, Pinus sp. (25); quejigo, Quercus faginea (2);
serbal, Sorbus sp. (1); rebollo, Quercus pyrenaica (6); roble, Quercus sp. (30); sabina,
Juniperus sp. (4); sauce, Salix sp. (18); y tejo, Taxus baccata (4). Una tercera parte de
estos rboles (117) pertenece al gnero Quercus, como puede verse en el Grfico 2.
Quercneas: Advocaciones e Imagenes.
En cuanto a los arbustos son los siguientes: aulaga, Genista sp. (4); boj, Buxus sem-
pervirens (3); brezo, Erica sp. (5); cambrn, Lycium sp. (1); enebro, Juniperus sp. (5);
escaramujo, Rosa sp. (2); espino, Crataegus sp. (39); gaberdola, Rosa sp. (1); hiedra, He-
dera helix (4); jara, Cistus sp. (4); mirto, Myrtus communis (1); retama, Retama sphae-
rocarpa (10); romero, Rosmarinus officinalis (11); rosal, Rosa sp. (15); saco, Sambu-
cus nigra (2); vid, Vitis vinifera (25); zarza; Robus sp. (35); zumaque, Rhus coriaria (1).
Las variedades de plantas herbceas son las siguientes: acelga, Beta vulgaris var.
Cicla (1); caa, Arundo donax (3); cardo, Cynara sp. (1); carrizo, Phragmites sp. (1);
carrodilla, Convolvulus arvensis (2); centeno, Secale cereale (1); cebada, Hordeum
vulgare (1); esparto, Stipa tenacissima (7); gamn. Asphodelus aestivus (1); helecho,
Pteridium aquilinum (3); hinojo, Foeniculum vulgare (1); junco, Juncus sp. (11); lino,
Linum sp. (8); lirio, Iris sp.(5); mielgas, Melilotus officinalis (1); pinillo, Ajuga cha-
maepytis (1); rbano, Raphanus sativus (2).
Por ltimo, las imgenes con nombre de frutos, la mayor parte de especies ya ci-
tadas, son las siguientes: avellana (2), bellota (2), calabazas (1), espiga (1), granada (11),
manzana, (2), meln (1), mora (1), naranja (1), nuez, (2), pera (4), pia de pino (1) y uva (1).
4. Hiptesis de interpretacin
sido pocos los que han intentado explicar este fenmeno recurriendo a la perviven-
cia de un culto ancestral a la naturaleza (en los rboles, las fuentes, las cuevas o las
piedras) o a las diosas-madre de las religiones antiguas en el mundo mediterrneo
(Astart, Artemis, Isis, Afrodita, Venus) que el cristianismo habra asumido bajo el
culto a Santa Mara. No habra otra cosa detrs de los relatos prodigiosos de aparicio-
nes y hallazgos de imgenes, en rboles y arbustos, en fuentes y arroyos, en cuevas
o peas, que justifican la ereccin de ermitas, iglesias o santuarios los cuales, segn
esta interpretacin, se levantaran sobre lugares sagrados muy antiguos .42
En la Hispania pagana parece que estuvo bastante extendido el culto a las fuen-
tes, a las piedras y a los rboles y que estas prcticas perduraban en el mundo rural
todava al final de la poca visigoda. En una carta de San Martn de Braga al obispo
Polemio de Astorga, escrita en 574, se encuentran algunas normas para eliminar las
prcticas supersticiosas paganas de entre los campesinos:
Unos adoraban al sol, a la luna o a las estrellas; unos al fuego, otros al agua del
profundo, o a las fuentes de las aguas, creyendo que todas estas cosas no haban
sido hechas por Dios para uso de los hombres, sino que haban nacido de s mis-
mas. Entonces el diablo, o los demonios sus ministros empezaron a manifestar-
se en diversas figuras, a hablar con ellos y pedirles que les ofreciesen sacrificios en
los montes altos y en los bosques frondosos, y a honrarlos como a Dios Adems
de todas estas cosas, muchos de estos demonios presiden o en el mar, o en los
ros, o en las fuentes, o en los bosques, a los cuales los hombres igualmente igno-
rantes que no conocen a Dios los honran como a Dios y les ofrecen sacrificios
En el mar lo llaman Neptuno; en los ros, Lamias; en las fuentes, Ninfas; en los
bosques, Dianas.43
42 Maldonado Arenas, L. (1985). Introduccin a la religiosidad popular. Santander: Sal Terrae, pp.
72-82.
43 De correctione rusticorum, 6-9.
mos a los adoradores de los dolos, a los que veneran las piedras, a los que encienden
antorchas y adoran las fuentes y los rboles, que reconozcan como se condenan es-
pontneamente a muerte aquellos que hacen sacrificios al diablo. Y ms tarde an,
en 693, el XVI concilio toledano hubo de dedicar otro canon, el 2, a los mismos idla-
tras que rinden culto a los lugares sagrados de las fuentes y de los rboles, y, con el
consentimiento del rey Egica, adoptar severas medidas contra ellos.
En otros lugares de Europa, los monjes lucharon contra estas prcticas de manera
ms expeditiva. La Vida de san Hipacio relata cmo el abad Jons, que haba funda-
do un monasterio en un lugar llamado La Encina, cristianiz a los brbaros de Tracia
en el siglo V:
Apenas oa Jons que en algn sitio se adoraba a algn rbol u objeto semejante,
se presentaban all inmediatamente con los monjes sus discpulos y, despus de
abatir el rbol, lo reduca a cenizas 44.
44 Hipacio de Rufiniana (ca. 366-446), fund en 400 un monasterio en Rufiniana, cerca de Calce-
donia, en la ribera asitica del Bsforo. Su discpulo Calnico escribi su biografa que se puede
consultar en una edicin reciente. Calnico (2009). Vida de Hipacio. Madrid: Trotta.
La peregrinacin a los sepulcros de los santos, o a los lugares en los que se con-
servaban sus reliquias, permita a los devotos entrar en contacto con un espacio san-
tificado (el santuario) y un tiempo (el de la fiesta) donde se operaban milagros fsicos
(curaciones) y espirituales (visiones, apariciones, revelaciones, conversin). Pronto
surgi otra forma de veneracin, el culto a las imgenes, que permita pasar de la
realidad (el cuerpo o las reliquias) a la representacin figurada. A partir del siglo X
Europa se puebla de iglesias con imgenes de santos, es decir, se puebla de santua-
rios, centros de innumerables devociones. Por lo general se trata de santos locales,
protectores del entorno cercano, un pueblo o una comarca.
45 Barnay, S. (1999), p. 16
46 Barnay, S. (1999), p. 38.
47 Christian, W. A. (1977). De los santos a Mara. Panorama de las devociones a santuarios espao-
les desde el principio de la Edad Media hasta nuestros das, en Temas de antropologa espaola,
del culto a Santa Mara en la liturgia que tiene su origen en los monasterios, van apa-
reciendo santuarios marianos que manifiestan la difusin de la devocin a la Madre
de Dios entre el pueblo cristiano junto con un cambio en la titularidad de las nuevas
iglesias y catedrales 48. Hasta entonces cada ciudad y cada catedral posean un santo
patrn, a partir del siglo XII gran nmero de las ciudades de la cristiandad latina de-
dican sus catedrales a Santa Mara.
Es aqu donde hay que situar las ermitas, iglesias y santuarios marianos con advo-
caciones vegetales, en el mbito de la religiosidad local, aunque algunos pocos hayan
logrado superar los lmites geogrficos originales, como en el caso de Loreto, difumi-
nando las relaciones de la imagen con el espacio en el que surgi la devocin.
Donde se percibe mejor esta idea del culto local es en los relatos de las apari-
ciones y hallazgos portentosos de las imgenes, utilizados como argumento para la
edificacin de la ermita o el santuario en el que deber rendirse culto a Santa Mara.
Las narraciones se ajustan a un corto nmero de modelos que se repiten por toda
Europa: aparicin de la Virgen que expresa el deseo de que se edifique un templo
en aquel lugar, para venerar una imagen que ser hallada all mismo y un milagro
confirmar sus palabras. De los 149 relatos de milagros con los que hasta el momento
49 Cams, N. (1766).
lajara: Barcelona (17), Gerona (10), Lrida (13) y Tarragona (9). Ms bien me inclino a
pensar en que la geografa juega aqu un papel determinante.
En la franja norte del pas, desde Galicia hasta Navarra, hay muy pocas advoca-
ciones vegetales: 10 en toda Galicia, otras 10 en Asturias, 25 en Cantabria, slo 4 en
el Pas Vasco (ninguna en Vizcaya) y 17 en Navarra. Sin embargo es una zona en la
que los titulares de las parroquias son mayoritariamente santos Apstoles y mrtires
de los primeros siglos. Una situacin semejante, en cuanto al escaso nmero de ad-
vocaciones, se percibe en la costa levantina: Castelln (8), Valencia (12), Alicante (4)
y Murcia (7). Y lo mismo puede decirse de Andaluca que en el conjunto de sus ocho
provincias (44) no alcanza la cifra total de la de Guadalajara. Bravo Lozano50 ha lla-
mado la atencin sobre un aspecto interesante en el Reino de Valencia: que a grandes
rasgos la Vrgen triunfa donde es menor la presin demogrfica morisca, incluso des-
pus de su expulsin. Y esta misma apreciacin podra extenderse al Reino de Murcia
y la Andaluca oriental.
sus ciudades, desde aquel momento, de las rdenes mendicantes difusoras de ambas
devociones marianas; adems, desde el siglo XVII no falta en ningn pueblo la cofra-
da del Rosario y la polmica inmaculista extiende una devocin popular manifestada
en la generalizacin de los votos.
Pero sin duda hay otro elemento que caracteriza a las advocaciones vegetales de la
Virgen y es su relacin con el mundo ganadero, pues no en vano el espacio geogrfico
delimitado por la cordillera Cantbrica y las vegas del Guadiana es aqul en el que
se desarrolla la trashumancia, atravesado por las caadas que conducen de los pastos
de invernadero en el sur a los agostaderos en el norte. De nuevo hay que recurrir a
los relatos de apariciones y hallazgos de las imgenes para comprender el verdadero
alcance de esta relacin. Los datos recogidos hasta el momento hacen referencia a
101 hallazgos y 121 apariciones. Los protagonistas son caballeros y eclesisticos que
van de camino, nobles que se encuentran de caza, labradores, moros y cautivos que
trabajan el campo, leadores y carboneros, mujeres y nios que recogen lea y, sobre
todo, pastores. En 99 ocasiones la aparicin de la Virgen (59 veces) o el hallazgo de la
imagen (40 veces) la realiza un pastor o un vaquero (Grfico 4. Apariciones y Hallaz-
gos). Pero si a esto aadimos que el paraje de la aparicin se convierte en el lugar de
culto, con la edificacin de la correspondiente ermita, lo que queda sacralizado es el
espacio destinado al pasto de los ganados. Los ttulos de las advocaciones confirman
este hecho. En el genrico otros de la clasificacin de las imgenes se incluyen estos
espacios: Bustar (1), Cespedera (1), Dehesa (7), Ejido (2), Henar (1), Monte (18), Pasto-
riza (1), Prado (27).
Sobre este asunto pueden aadirse dos notas ms. La primera tiene que ver con
algunas de las imgenes de la Virgen de la Encina. La situacin de algunos de los
lugares donde se la venera se aproxima al trazado de la caada leonesa: desde las
tierras del Bierzo (Ponferrada) a las dehesas de la Orden de Santiago en la baja Ex-
tremadura (Burguillos del Cerro), atravesando las provincias de Palencia (Olmos de
Ojeda), Salamanca (Macotera) y Cceres (Pinofranqueado y Pozuelo de Zarzn). La
segunda con la fecha elegida para la celebracin, en muchos lugares, de las romeras
a las ermitas de la Virgen que guardan relacin con las plantas: el 25 de abril, fiesta
de san Marcos, da en el que tradicionalmente concluan los contratos de alquiler de
los pastos de invernadero.
Las Relaciones Topogrficas de Felipe II contenan una pregunta sobre los votos
particulares realizados por los pueblos y su causa:
52. Las fiestas de guardar, y los das de ayuno, y de no comer carne, que en el
pueblo se guardasen por voto particular, dems de las de la Iglesia, y las causas y
principio dellas.
En las respuestas, Santa Mara est citada en 106 ocasiones, repartida entre 16
advocaciones distintas, siendo la ms numerosa la de la Concepcin. Las razones de
los votos se encuentran relacionadas con la salud y con las cosechas. Los castellanos
del siglo XVI buscan, en especial, la proteccin contra la peste (202 casos, 46%) en la
que era verdadero especialista san Sebastin, seguido de santa Ana, san Roque, la
Concepcin y santa Catalina. Para la proteccin de las vias (111 casos, 25%), contra
la langosta (71 casos, 16%) y las alteraciones atmosfricas, de las sequas a las tem-
pestades, (27 casos, 6%) se encomendaban a San Gregorio, a la Cruz de mayo, a santa
gueda, a san Pantalen o a san Agustn. En Espaa, el mundo de los labradores
parece girar en torno a los santos, mientras que el de los ganaderos lo hace en torno a
las advocaciones vegetales de Santa Mara.
La Virgen de Loreto, que tuvo altar en la iglesia del Colegio Mximo de Mxico y
una capilla -reproduciendo las dimensiones de la Santa Casa de Loreto- en la iglesia
de San Francisco Javier en Tepotzotln y otra en el Colegio del Espritu Santo de
Puebla52 , es una de las que en su origen tuvo una relacin con la vegetacin aunque
cuando lleg a Mxico su nombre no recordaba a nadie el bosque de laureles. Lo mis-
mo puede decirse de las otras advocaciones que en Espaa aparecen asociadas a la ve-
getacin y que en Mxico se convierten en referencias de identidad para grupos pro-
cedentes de un territorio en el que se encuentra el santuario de aquella advocacin.
La Virgen de Atocha, cuyo santuario se levanta sobre los que fueron campos de
esparto en las afueras del Madrid medieval, donde fue encontrada la imagen, reci-
bi culto en la catedral metropolitana de Mxico. Pero hoy la devocin popular se
dirige al Nio, al Santo Nio de Atocha, que en la imagen original la Madre sostiene
en su regazo. Nadie recuerda hoy ni la referencia vegetal de la advocacin ni que se
trata de una advocacin mariana.
Entre las que llevan el nombre de la planta destaca Nuestra Seora de Ocot-
ln (en la ciudad capital del Estado de Tlaxcala. Figura 8)53 , cuya imagen fue en-
contrada en el interior de un ocote (Pinus montezumae) tras una serie de sucesos
portentosos: la aparicin de la Virgen a un indgena, llamado Juan Diego, que hace
brotar un pozo de aguas curativas y seala el lugar donde se encuentra su imagen,
un rbol que arde sin quemarse54 . Los relatos de la aparicin recuerdan a la de la
Virgen de Valvanera, hallada tambin en el interior de un rbol, junto al que brota
una fuente.
Son muy pocas las advocaciones vegetales de Nuestra Seora en Mxico. En Ja-
cona, Michoacn, se venera una Virgen de la Raz, fabricada en una de ellas por un
artesano indgena hacia 171155 ; sin embargo, cuando la imagen fue coronada canni-
camente, el 14 de febrero de 1886, cambi su advocacin a la actual de Virgen de la Es-
peranza. En la catedral de Guadalajara recibe culto una talla de Nuestra Seora con el
ttulo de la Rosa (Rosa sp.), sobre la que tambin se escribieron relatos de portentos:
la mula que transportaba la imagen, al llegar a Guadalajara, se neg a caminar, lo que
Son pocas tambin las imgenes que remiten a la vegetacin por el lugar del ha-
llazgo y no por la advocacin. El caso ms sealado es el de la Virgen de los Remedios,
cuya iconografa la representa sobre el maguey (Agave sp.) entre cuyas enormes y
fuertes hojas (llamadas pencas) fue encontrada por el cacique Juan Ce Cuautli (quien
al hacerse cristiano tom el apellido Tovar), en las afueras de la recin conquistada
ciudad de Mxico, en 1540 (Figura 9)58 .
6. Bibliografa
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8. Grficos