Librodehoras Catarina Cleves
Librodehoras Catarina Cleves
Librodehoras Catarina Cleves
U
n particular tipo de manuscritos cuya difusión proliferó entre los siglos XIV y
XV en el Occidente Medieval, son los llamados Libros de Horas.
Manuscritos de factura predominantemente laica -muchos de ellos elaborados
en prestigiosos talleres de Francia y los Países Bajos2, al margen ya de la vida propiamente religiosa de
los talleres monásticos medievales-, destinados a cultivar la oración diaria según las ocho horas
canónicas. En ellos, el fiel podía seguir las lecturas y oraciones que correspondían a los distintos
momentos del día -horae-, todos los días de la semana3. Según la tradición litúrgica medieval, a cada
día corresponde un Oficio: el Domingo está dedicado a la Santísima Trinidad, el Lunes a los Difuntos,
el Martes al Espíritu Santo, al Oficio de Todos los Santos está consagrado el Miércoles, el Jueves al
Santísimo Sacramento de la Eucaristía, el Viernes a la Santa Cruz, y por último, a la Santísima Virgen
el día Sábado; al lado de estos oficios u horas semanales, que pueden o no estar iluminados, todo Libro
de Horas contiene dos ciclos iconográficos fundamentales, que encarnan su objeto esencial de devoción
y el misterio central de veneración, y que, en rigor, lo definen como tal, a saber, el ciclo de las Horas
de la Virgen -o Pequeño Oficio de la Virgen María- y el ciclo de Horas de la Cruz, respectivamente.
1
El presente artículo fue publicado en la revista Archivum, Revista del Archivo Histórico de Viña del Mar, año 3, número 4,
año 2002. Págs. 237-243.
*
Licenciada en Historia, Universidad Católica de Valparaíso; Magíster en Historia, Universidad Católica de Valparaíso.
Profesora de la Facultad de Humanidades, Universidad Adolfo Ibáñez.
2
Para una introducción general a los ciclos y programas contenidos en los libros de horas, vid Zolotova, E., Livres
d’Heures. Manuscrits enluminés français du XV siècle, Éditions Ars Mundi, trad. par M.E.Lorreard, 1991, (Leningrad,
1991).
3
Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, que corresponden al esquema de las horas que exige
la oración en el mundo monástico. Vid. Righetti, M., Historia de la Liturgia, B.A.C., Madrid, 1955, t. 1, especialmente las
páginas dedicadas al estudio del Breviario, pp.1078 y ss.
A la luz de estos ciclos iconográficos podemos afirmar que, junto con ser un
importante testimonio de la vida religiosa y de la devoción practicada por los cristianos de fines de la
Edad Media, estos libro de horas son el último monumento de la miniatura medieval que da cuenta de
la pervivencia de una exégesis iconográfica que se encuentra en consonancia y estrecho vínculo con la
lectura y exégesis de las Sagradas Escrituras que realizaban los teólogos medievales. En efecto, sobre
las imágenes, que iluminan las lecturas dispuestas para las distintas horas canónicas del programa y los
ciclos que componen un libro de horas -imágenes que muchas veces terminan por reemplazar la “letra”
(litterae) procedente del texto bíblico o de alguna otra fuente literaria4, que le sirve de inspiración-,
también cabe la posibilidad de realizar una interpretación que acuda no sólo a la clave estilístico-
estética, o histórico literaria, sino más apropiadamente, a la alegórico simbólica, clave que las plenifica
en su sentido devocional y teológico.
4
Sobre la expansión y avance de la imagen por sobre la palabra escrita en los manuscritos medievales, vid. Miner, D., The
Development of Medieval Illumination, Walters Art Gallery, Baltimore, 1958, y la clásica obra de Otto Pächt, La
Miniatura Medioevale, Borati Boringhieri, 1987.
5
Vid. Gorissen, F., “Historische - heraldische Betrachtungen über ein Studenbuch der Katarina von Kleve, Herzogin von
Geldern”, Gelre: Bijdragen en Mededelingen der Vereniging, LVII, 1958, pp. 201-218.
6
Este número corresponde sólo a aquellas páginas que contienen imágenes pues el libro en su conjunto, sumado el volumen
de Guennol (M. 945) y el de Morgan (M. 917) posee 357 páginas, es decir, 200 corresponden, en su mayoría, a textos, y
algunas hojas en blanco. Vid. para una edición facsimilar de las iluminaciones contenidas en este libro de horas, ordenadas
según la foliación que debieron poseer en el origen antes de ser separado en los dos manuscritos o volúmenes ya
mencionados, la obra de Plummer, J., The Hours of Catherine of Cleves, George Braziller, New York, 1966 (existe una
reimpresión de 1975), especialmente el Apéndice B en el cual realiza una detallada reconstrucción del manuscrito, (pp.
349-351), y los posteriores trabajos de Calkins, R.G., Distribution of Labor: The Illuminators of the Hours of Catherine of
Cleves and their Workshop, The American Philosophical Society, Philadelphia, volume 69, part 5, 1979; y Marrow, J. et
alt., The Golden Age of Dutch Manuscripts Painting, George Braziller, Inc., New York, 1990.
las iluminaciones centrales. Por la complejidad y diversidad del programa iconográfico, así como por el
orden y la organización que alcanzan estas representaciones devotas, podemos afirmar que estamos
frente a un Libro de Horas excepcional: la factura, la temática, las fuentes, la fineza ornamental, la
variedad de sus ciclos, la posibilidad exegética de los mismos, lo sitúan dentro de las grandes obras del
arte de la miniatura medieval, a la altura de las Muy Ricas Horas de Jean de Berry y de las Grandes
Horas de la Familia de Rohan, obra esta última cuya inspiración y temática resultan particularmente
cercanas al Libro de la Duquesa de Guelders.
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Plummer transcribe este calendario en el Apéndice C de su obra. Se trata eminentemente de un Santoral e índice litúrgico
ordenado canónicamente, distinguiendo las fiestas mayores (copiadas en el original en letras de color rojo), de las fiestas
menores (escritas en letras de color negro). Llama la atención la ausencia de imágenes en este ciclo, así como también toda
alusión a los signos del Zodíaco, lo que aparta esta obra de la usanza habitual de la escuela parisina presente en otros libros
de Horas como es el caso de las Grandes Horas de Rohan (vid. Les Heures de Rohan, Draeger Frères Éditeurs, France,
1973) y las Muy Ricas Horas del Duque de Berry (vid. Les Très Riches Heures du Duc de Berry, Draeger Éditeurs, France,
1969). La primera, cuenta con un complejo calendario que, junto a la tradicional imagen iluminada a toda página en cuya
parte superior aparece presidiendo la actividad mensual el signo del Zodíaco correspondiente, se incorpora además un
ciclo de imágenes de la Biblia Moralizada que representa los distintos momentos de la Creación del Universo (Creación de
la Tierra, de las aves, de los peces, de los animales, de Adán, de Eva, por ejemplo) y otros pasajes del Génesis relativos al
Pecado original, la Expulsión del Paraíso, el Diluvio Universal; acompaña otro ciclo de imágenes, también
correspondientes a una Biblia Moralizada, de carácter alegórico que simbolizan la Iglesia y sus virtudes. En el caso de las
Muy Ricas Horas del Duque de Berry, conocido es su calendario iluminado con elegantes imágenes que recrean parte de la
vida diaria y cortesana del Ducado de Borgoña en el siglo XV, en las cuales los hermanos Limbourg inauguran la apertura
de una perspectiva en la representación del espacio en los manuscritos iluminados medievales. Para una presentación de
los ciclos iconográficos contenidos en las Grandes Horas de Rohan están los estudios introductorios a la edición de 1973
realizados por Millard Meiss y Marcel Thomas (pp. 7-29); para el caso de las Muy Ricas Horas de Berry, la introducción a
la edición francesa de 1969 escrita por Jean Lognon y Raymond Cazelles. Para una introducción general a los ciclos y
programas contenidos en los libros de horas, vid Zolotova, E.; op.cit. Para un análisis de los programas iconográficos más
representados durante la Baja Edad Media, vid. Mâle, E., El arte religioso, F.C.E., 1966 (1945), passim; Reau, L. y Cohen,
G., El arte de la Edad Media y la Civilización Francesa, Uteha (trad. por J. Almoina), México, 1956, especialmente las
pp. 15-45. Para un análisis del calendario medieval vid Henish, B.A., The Medieval Calendar Year, The Pennsylvania
State University Press, Pennsylvania, 1999.
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Llama la atención, sin embargo, que algunos ciclos no incorporan imágenes en la hora de Laudes. Es el caso de los oficios
dedicados a algunos días de la semana, por ejemplo: las horas de la Trinidad, de los Difuntos, del Espíritu Santo, de Todos
los Santos, del Santo Sacramento, y las horas sabatinas de la Virgen. Posiblemente esto está en relación con el orden de
importancia del ciclo conformándose así un grupo de ciclos mayores o principales y otro de ciclos menores. Vid. Righetti,
M., op.cit., especialmente las páginas dedicadas al estudio del Breviario, pp.1078 y ss.
9
Plummer, op.cit., p. 9
creciente de plata. La escena tiene lugar en lo que aparenta ser una pequeña capilla10; dentro de ella, las
figuras celestiales irradian su santidad, consagrando y plenificando el simple espacio que las recibe.
Esta sacralidad viene además resaltada por las aureolas de sus cabezas. La consagración de todo el
Libro de Horas a la Virgen es evidente, ya que en el margen izquierdo aparece la Duquesa de Guelders,
en actitud de oración, mientras sostiene entre sus manos un libro -el cual parece ofrecer-, y dirige a la
Virgen la plegaria: “O Mater Dei memento mei”. A esta actitud, que sugiere la ofrenda o donación del
libro a la Madre de Dios11, se unen además, los escudos de armas de la familia de Catherine de Cleves
que ornamentan el margen como haciendo presente el patrocinio de los antepasados en este culto
mariano12.
10
La imagen a la que nos referimos corresponde al folio M.945, fol.1v, Plummer, Pl. 1.
11
Se podría decir que esta imagen, por preceder al conjunto, y por aparecer la duquesa en actitud devocional, podría caber
dentro de las imágenes que representan la ceremonia de dedicación del libro ya sea a Cristo, a los Santos o, como en este
caso, a la Virgen María, y que se conoce como Devotionbild. Estas imágenes se remontan al periodo carolingio y se
distinguen de aquellas que representan la donación a una persona física (Donationbild). Vid Smeyers, La Miniature, en la
colección perteneciente a la Typologie des Sources du Moyen Âge occidental, Fasc. 8, Brépols Turnhout, 1974, p. 48.
12
Gorissen, F., op.cit, señala que estos escudos corresponden al conde Diderick de Cleves (†1347) en el vértice superior
izquierdo; al conde Engelbert de Mark (†1328) en el vértice superior derecho; al duque Ludwig de Bavaria (†1347) y al
duque Ludwig de Liegnitz en los vértices inferiores izquierdo y derecho, respectivamente; siendo todos ellos tatarabuelos
de la duquesa. En el margen inferior, al centro, observamos –como síntesis heráldica de lo anterior- el escudo de armas de
Catherine de Cleves. En el folio siguiente que ilumina el “Anuncio a Joaquín” (M.945, fol. 2; Plummer, Pl. 2), continúa el
tema de esta dedicación, pues vemos los escudos de armas del resto de los tatarabuelos de la Duquesa de Guelders: el Rey
de Francia Juan el Bueno (†1364), en el vértice superior izquierdo; Lodewijk, Conde de Flandes, (†1384), en el vértice
superior derecho; Guillermo, Duque de Jühlich (†1361), en el margen inferior izquierdo; y el Conde Otto de Ravensberg
(†1329), cuyo escudo vemos en el vértice del margen inferior derecho; al centro del margen inferior vemos la elegante
Una clara intención devocional explica, entonces, la ausencia de imágenes en el
Calendario. El programa debía comenzar con una gran imagen iluminada que resaltara la especial
intención religiosa de estas Horae -cual es el culto a la Virgen, que por lo demás tan arraigado se
encontraba en el Occidente de fines de la Edad Media-, imagen que no es frecuente en otros libros de
horas13, ya que en otros casos, la escena de donación realizada por el destinatario o dueño del libro es
incorporada en alguna iluminación al interior de alguno de los ciclos, y no al inicio de las Horas de la
Virgen, ciclo que usualmente se abre con la iluminación que imagina la Anunciación.
La unidad de este primer ciclo iconográfico14 queda en evidencia si observamos
la miniatura que lo concluye: la “Asunción de la Virgen” (fig. 2); en ella María es asunta al cielo por
dos ángeles, envuelta nuevamente en una mandorla resplandeciente; coronada y con una aureola
dorada, esta vez a sus pies se encuentran los cuernos de una creciente luna de plata que señala el
abandono de este mundo y su entrada en los cielos, y su Hijo, que ya no está en sus brazos, la espera -
en tanto Señor del Universo- rodeado de un coro de flamígeros querubines15. La unidad del ciclo no es
sólo formal y temática, sino también simbólica. En él están representadas la Inmaculata y la Assunta,
ambas describiendo un movimiento inverso: mientras la primera desciende de los cielos tal cual Dios la
ha pensado, pulcra y sin mancha desde los comienzos de los tiempos, Misterio que por lo demás será
imaginado en las miniaturas siguientes (”Anuncio a Joaquín”, el “Encuentro en la Puerta de Oro de
Jerusalén”, el “Nacimiento de la Virgen”, el “Coro Angélico”16), la segunda asciende en virtud de su
maternidad virginal; virginidad que ha asegurado, por el fruto de su seno, los misterios de la
Encarnación y la Redención del mundo17. Las imágenes que presentan la “Anunciación” (fig. 4), la
figura de un ciervo, símbolo heráldico de Cristo. Cfr. Charbonneau-Lassay, L., El Bestiario de Cristo, traducción de F.
Gutiérrez, Sophia Perennis, J. De Olañeta Editor, Barcelona, 1997, dos volúmenes, s.v.
13
Un libro de horas de factura anterior (siglo XIV) también presenta la mencionada ausencia de iconografía en el
calendario, sin embargo, ello se explicaría más bien en razón de la brevedad del libro que presenta los ciclos centrales de
las Horas de la Virgen y las Horas de la Cruz o de la Pasión, además de un ciclo de iluminaciones de la Vida de San Luis.
Nos referimos a la elegante y refinada obra de Jean Pucelle, Las Horas de Jean d’Evreux ( The Metropolitan Museum of
Art, New York, 1957). En este caso las horas de la Virgen se inician con la “Anunciación” (fol. 16, op.cit., pl. 3) y no con
una devotionbild o imagen de ofrenda y devoción. En las Grandes Horas de Rohan, por ejemplo, tampoco existe una
imagen del tipo de la que abre el ciclo en las Horas de Cleves y que señala la devotionbild, sino que también el ciclo se
abre con la escena de la “Anunciación” (fol.45 en op.cit., pl. 43). Lo mismo sucede con la obra de los hermanos Limbourg;
no obstante en este caso, precediendo a la “Anunciación” se encuentra una imagen que presenta a Eva y Adán, su
Tentación, y posterior expulsión del Paraíso, en un claro contraste alegórico (fol.25v., fol.26r, op.cit., pls. 20-21).
14
Comprende un total de 15 imágenes, siete de las cuales son iluminaciones a toda página; cada una de ellas inicia una hora
canónica, excepto en Laudes ya que la imagen a toda página está posiblemente perdida. Vid. Plummer, op.cit., p.29 quien
señala que es probable que la página perdida contemplara una imagen de la “Anunciación a Santa Ana”, escena que
lógicamente se explicaría si observamos que está la iluminación correspondiente al “Anuncio a Joaquín”.
15
M.945, fol. 42; Plummer, Pl. 42.
16
M.945, fol. 2 y fol. 11; M.917, p. 144 y M.945, fol. 20; Plummer, Pls. 2-5, respectivamente.
17
La relación entre Inmaculata y Assunta en la representación de los temas mariológicos la ponen en relieve Reau y Cohen,
op.cit, p. 23.
“Visitación”, la “Navidad”, la “Huida en Egipto”18, están en relación con este segundo misterio
mariano.
18
M.945, folios 31v, 32, 35v y 36 (Plummer, Pls. 9-13).
19
Meiss, M., y Thomas, M., op.cit, p. 24.
20
En ambos casos la imagen pertenece al ciclo de las Oraciones de la Virgen. En el manuscrito de Rohan se trata de la
miniatura del fol.38 (op.cit, pl.39) en la cual la Virgen, con el Niño desnudo en sus brazos, aparece representada de medio
cuerpo dentro de un cuarto de luna creciente de oro. La misma imagen la podemos observar en la obra del duque de Berry
(fol.22r, en op.cit., pl.19), también aquí una gran luna creciente dorada pareciera envolver a la Virgen y su Hijo; en este
caso la mandorla de Cleves es reemplazada por un sol incandescente que se dibuja en el fondo de un intenso azul celestial.
Tanto en los textos de Rohan, Berry y Cleves la Virgen aparece vestida con su manto azul y un vestido rosa. Un anterior
ejemplo de representación de la Virgen vinculada a la luna creciente lo hemos encontrado en el folio 43r de una miniatura
del siglo XIII (c. 1270) correspondiente a un Apocalipsis elaborado en Westminster (Ms. Douce 180, Oxford, Bodleian
Library, en Pächt, O., La Miniatura Medioevale, Borati Boringhieri, 1987, tav. XXV); en tanto, un ejemplo posterior (ca.
1480) lo constituye la iluminación del folio 99r de un Libro de Horas perteneciente al taller de Masters of the Half-Length
Figures (Ms. 131 G 8, La Hague, Koninklijke Bibliotheek, en Marrow, J. et alt., op.cit., Cat. N° 60, fig. 100, p. 197), en la
que apreciamos a la Virgen coronada con el Niño en brazos sobre un cuarto de luna creciente, envueltos en una radiante
mandorla, muy semejante a aquella que rodea a María en la imagen de la Asunción de las Horas de Cleves. Acerca del
simbolismo de la luna creciente, éste se relaciona directamente con la mujer; respecto de la Virgen, representaría el valor
Otro aspecto resalta en el Pequeño Oficio de la Bendita Virgen María, y es el de
su pertenencia, tanto temática como estilística, al arte de la miniatura del siglo XV. En este sentido,
destacamos el hecho que, a lo largo de toda su vida, María es representada aquí -siguiendo la tradición
de la iconografía francesa de fines de la Edad Media-, como una joven de rubios cabellos: es una
Virgen joven en plenitud. Sólo en las escenas de la “Huida a Egipto” y la “Dormición” aparece con sus
cabellos cubiertos por la cofia y el manto21. Este ciclo exalta los dos grandes misterios marianos –su
Inmaculada Concepción y su fecunda Virginidad-; así entonces, tanto la Inmaculata como la Assunta,
representan la gloria de la Vida de la Madre de Dios, y ello explica su apariencia constantemente jovial.
Por último, junto a esta notable unidad de sentido del ciclo de las Horas de la
Virgen, se debe destacar también su complejidad y riqueza compositiva. A la hora de comparar el
programa iconográfico de este ciclo con aquel de las Horas de la Virgen dedicadas en las Muy Ricas
Horas del Duque de Berry o en las Grandes Horas de Rohan, e incluso con aquel de las Horas de Jean
d’Evreux, es evidente que la intención de nuestro artista ha sido la de dar vida a un completo ciclo de
imágenes que recoja, aunque sea echando mano a la tradición, los momentos más relevantes de la vida
de María; es así como algunas de estas miniaturas están inspiradas en relatos apócrifos -de preferencia
el Protoevangelio de Santiago22-; y otras, evidentemente, proceden de su propia imaginación, afirmada
en ocasiones, en más de alguna tradición iconográfica anterior. Éste es el caso de la imagen de Laudes
-el “Coro Angélico” (fig. 3)-, y la segunda imagen de Sexta -”Dios envía al arcángel Gabriel”. Ambas
escenas están concebidas fuera de este mundo, en el Cielo, en el Más Allá, acentuando así la presencia
de la Gracia y la acción de la Voluntad Divina en la vida de María. Para el Maestro de Cleves, la íntima
relación entre este mundo, inmanente, y el Más Allá, trascendente, se da, por intervención de la
Providencia, de un modo muy directo y espontáneo, situación que constatamos no sólo en este ciclo
de la eternidad por sobre lo mudable y transitorio, pero también estaría vinculado al sentido de la fertilidad; de esta forma
entonces, simbolizaría la vida que, a través de María, Dios devuelve al Hombre en la persona de su Hijo. Vid. Chevalier,
J., y Gheerbrant, A., Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona, 1988, s.v.
21
E. Mâle, op.cit., pp.92-94, pone de relieve este giro en la representación de María: la Virgen joven y la Virgen que
padece; modelos al parecer extraídos de los vitrales de las catedrales y de las representaciones de teatro medieval.
22
Los Evangelios Apócrifos tendrán gran difusión durante la Baja Edad Media, colaborando en iluminar aquellos pasajes de
la vida de Cristo y la Virgen, ausentes en los Evangelios canónicos, y que, sin embargo, la imaginación popular requería
para hacer más cercana su devoción y sentimiento religioso. En el caso de la vida de la Virgen, sobre quien la Biblia calla
tanto, este escrito apócrifo, junto con el Evangelio del Pseudo Mateo, se transforman en los de mayor difusión e
inspiración al momento de elaborar las Horae. Vid. Reau, op.cit, pp. 20 ss; Mâle, op.cit, pp 61 ss. En el presente ciclo
serían de inspiración apócrifa las miniaturas correspondientes al “Anuncio a Joaquín”, “Encuentro en la Puerta Dorada”,
“El Nacimiento de la Virgen” ya citadas, y las dos iluminaciones de tercia “la Presentación de la Virgen en el Templo”
(M.945, fol.23v, Plummer, Pl. 6) y “La Designación de José como esposo de María” (M.945, fol.24, Plummer, Pl. 7), y la
primera de sexta, “los Esponsales de José y María” (M.945, fol.27v, Plummer, Pl. 8).
sino que a lo largo de todo el programa iconográfico que da vida al Libro de Horas de Catherine de
Cleves.