José Luis de La Nuez. La Critica Artistica Latinoamericana de Fin de Siglo y La Cuestión de Lo Popular PDF
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Abstract The aim of this paper is to analyze different contributions of Latin Ame-
rican art criticism on the subject of the popular in the era of globalization. We see
now a rethinking of artistic theory in accordance with the advent of postmodernism,
whose impact, as in other fields of culture, is undeniable. Consequently, we have
been interested to compare views on key issues of the popular (definition of popular,
the role of crafts and indigenous culture, approaches to a Latin American theory of
art, the significance of key concepts such as the globalization and hybridization).
The result shows a different critical scene, no uniform, as is also seen in the studies
of anthropologists what we have considered in order to achieve an appropriate
contextualization.
Keywords: Popular art, indigenous art, crafts, hybridization, postmodernism.
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INTRODUCCIN
en las que sus protagonistas tuvieran un papel activo. Pero este desidertum solamente
podra cumplirse cabalmente en una sociedad que no se base en la explotacin
mercantil de los hombres y de sus obras (Las culturas populares 162). Por su parte,
Juan Acha es ms explcito cuando afirma que la cultura esttica popular no puede
permanecer precapitalista o premoderna, necesita evolucionar, sea hacia el capitalismo
avanzado o mejor, hacia el socialismo (Tradicin y contemporaneidad 30). Sin
embargo, no cabe deducir de todo ello una persistencia en el tiempo de semejantes
apuestas ideolgicas sin revisiones profundas1. Al fin y al cabo, el replanteamiento
de los viejos paradigmas que ha trado consigo la crisis de la modernidad, tal como
hemos adelantado, ha resultado, en muchos casos, definitiva. Basta comparar los
textos de Ticio Escobar de los aos ochenta con los de fechas ms recientes y, por
supuesto, los del propio Garca Canclini, cuya aportacin al tema que nos ocupa
es central. Cuando el antroplogo argentino publica en 1990 Culturas hbridas, se
abre, sin lugar a dudas, un enfoque novedoso en los estudios de la cultura latinoa-
mericana, valorada ahora ms que nunca como un fenmeno de entrecruzamiento
que rompe las fronteras tradicionales entre lo culto y lo popular y obliga a una re-
consideracin general de la realidad cultural contempornea, condicionada por las
grandes transformaciones econmicas, las migraciones y la fuerza creciente de los
medios de comunicacin de masas. Un trmino como el de hibridacin se convierte
en un concepto fundamental en este nuevo panorama desvelado, un panorama en
el que las identidades, tal como haban sido concebidas por las ciencias sociales, se
ven sometidas a una inevitable redefinicin.
En el texto que a continuacin desarrollamos analizamos distintas aportacio-
nes sobre la cultura popular, a partir de ejes temticos que sealan las principales
preocupaciones que se han ido poniendo de manifiesto durante este periodo en los
estudios de varios tericos del arte y crticos (Juan Acha, Gerardo Mosquera, Ticio
Escobar, Mirko Lauer y Magaly Espinosa); textos que se ven acompaados por
otros de los antroplogos Adolfo Colombres y Garca Canclini, autores que nos
permiten una mejor contextualizacin de lo popular, con independencia de que han
mostrado frecuentemente un inters manifiesto por el mundo del arte. El recorrido
de nuestra indagacin temtica a travs de la opinin de estos autores pasa por la
definicin de cultura popular y diversos asuntos relacionados con el mundo de la
artesana. Tambin, al menos para algunos crticos, la cuestin de la cultura indgena
y su especificidad en el contexto de lo popular cobra especial importancia. Por otra
parte, la cultura popular ha sido considerada por algunos como elemento base para
elaborar una teora artstica latinoamericana en torno a cuestiones de identidad, lo
que nos lleva a un anlisis especfico. Por ltimo, profundizaremos en la hibridacin
cultural y su repercusin en la cultura popular latinoamericana.
1
Ni siquiera el marxismo est exento de crticas cuando se trata de evaluar el alcance de sus
aportaciones metodolgicas en el rea de la cultura popular por parte de aquellos que se siente
identificados con esta lnea de pensamiento. En este sentido, resultan muy ilustrativas las reflexiones
desarrolladas por Mirko Lauer en su conocida obra Crtica de la artesana (1982).
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Naturaleza de lo popular
Cuando llegamos al ltimo tercio del siglo xx existe la conviccin muy extendida
segn la cual lo popular ya no representa ese patrimonio esttico de formas y sm-
bolos indelebles del que se haba apropiado el nacionalismo interesadamente y que
todava se segua defendiendo, como vlido, por parte de algunos. A este respecto,
Adolfo Colombres sealaba en 2007 cmo todava existen crticos, intelectuales
y hasta antroplogos convencidos de que los artistas populares deben no solo ser
fieles a su tradicin, sino tambin conservarla (o sea, repetirla) ciegamente, pues
de lo contrario la estaran corrompiendo, cediendo a la aculturacin (Folklore,
cultura popular y modernidad 152). Se entiende la persistencia de esta valoracin,
por tanto, como una forma de inmovilismo ante los cambios sociales y econmicos
cada vez ms acelerados que se producen en el mundo contemporneo. Sin embar-
go, la naturaleza de estas transformaciones es tan irreversible que resulta cada vez
ms difcil sostener posturas conservacionistas de esta ndole, pues enmascaran lo
que es una realidad ms bien desestructurada de la cultura popular. En este sentido,
escriba Juan Acha:
En torno a la artesana
cultura de masas, la peor enemiga de la cultura popular y no, como podra llegar
a creerse, la cultura de elite o ilustrada (Liberacin y desarrollo 54-5). Esto es as
porque el autor entiende que fenmenos como el turismo y la demanda de exotismo
llevan a este tipo de produccin a una situacin de degradacin y corrupcin en la
que ha se ha perdido un sistema de valores que permita hablar con propiedad de
arte popular. Al contrario, las artesanas fabricadas en serie, destinadas al consumo
turstico, y que sirven para satisfacer la necesidad de reafirmacin de un estatus
social, no son sino artesanas degradadas a la condicin de arte kitsch (55). En
realidad, el empleo de conceptos como este se explica por la particular valoracin
que el autor nos da sobre el arte popular. Para Colombres, una cosa es la artesana y
otra el arte popular propiamente. En ambos casos se quiere comunicar un universo
simblico; ahora bien:
tal deseo de comunicacin se canaliza por dos vas: la reiteracin un tanto mecnica
de elementos formales, preestablecidos en espacios ya conquistados por la cultura, y
la creacin, en base a la propia herencia, de nuevos elementos formales y espacios de
expresin. La primera va lleva a la produccin artesanal, y la segunda al arte popular
en sentido estricto (43).
Hay aqu, por tanto, una apuesta decidida por incorporar al arte popular valores
como la originalidad o el libre juego de la imaginacin, normalmente atribuidos en
exclusividad al arte culto, aunque, a juzgar por el tono general del texto, ms que
responder a un estudio sobre una realidad ya creada, da la impresin de que estas
reflexiones de Colombres se presentan ms bien como una propuesta alternativa a
las artesanas tradicionales2, como una forma de promocionar y dignificar lo popular
en una poca de grandes transformaciones, que amenazan su integridad. Su visin
responde, en todo caso, a un modelo social conservacionista, que se sita al margen
de los nuevos fenmenos de entrecruzamientos culturales que ya en esa poca se
estn dando en las sociedades latinoamericanas.
En su ya citado texto, El mito del arte y el mito del pueblo, Ticio Escobar abunda
tambin en la cuestin de la artesana y su ubicacin en el espacio de valoraciones
estticas que la cultura occidental ha impuesto como universales. Y es que la idea de
arte que desde Occidente se ha difundido, el cual se caracteriza por el libre y aut-
nomo desarrollo de las formas, de acuerdo con la concepcin kantiana, resulta del
todo inasumible por las artes populares en las que tal autonoma no existe porque
las formas aqu estn implicadas con determinados valores culturales y simblicos.
Por eso, comprometidas con ritos y funciones cotidianas, las creaciones populares
no alcanzan ese grado superior, autocontemplativo y cerrado en s que distingue
las formas superiores del arte, y permanecen, por lo tanto, atrapadas por su propia
materialidad, su tcnica y sus funciones (101). Se enfrentan, por tanto, las crea-
ciones populares a una serie de consideraciones en cuanto a su calidad y rol social
2
De hecho, en el texto hay alusiones continuas al Museo del Barro de Asuncin y su labor en este
campo de la promocin del arte popular.
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totalmente desfavorables, toda vez que compiten con un modelo artstico establecido
que rene las virtudes del arte culto y carga sobre lo popular los prejuicios que per-
miten distinguir mejor sus perfiles. En este sentido, se entienden las reticencias del
crtico al uso indiscriminado del trmino artesana para reconocer al conjunto de
las creaciones materiales populares, pues la interpretacin que de este se hace est
muy condicionada por su identificacin con la mera destreza manual, olvidando los
rasgos creativos y simblicos que la acompaan. De modo que:
utilizar ese vocablo para designar genricamente las manifestaciones expresivas popu-
lares supone aceptar la divisin entre el gran arte, que recibe una consideracin favo-
recida, y la artesana, como arte menor, marcada siempre por el estatus desventajoso
del pariente pobre. Esta divisin esconde siempre un ms o menos solapado intento de
sobredimensionar los valores creativos de la cultura dominante y, consecuentemente,
desestimar las expresiones populares (102).
En coherencia con todo ello, Escobar propone sustituir este trmino por el de
arte popular, que permite una mejor defensa conceptual. Todo el esfuerzo que el
autor realiza por reubicar su significado en el terreno de la cultura contempornea
sin segregar sus aspectos constitutivos se explica por el deseo de buscar un espa-
cio comn con el arte culto, que participe, como este, de mrgenes de autonoma.
Como el autor aclara, refirindose sobre todo a las culturas indgenas, la eficacia
de las formas estticas no debe, por lo tanto, ser estimada desde su mayor o menor
independencia de funciones, sino desde su mayor o menor capacidad de reforzar los
muchos contenidos colectivos e imaginar la unidad social (109).
Varios son los estudios que Mirko Lauer dedica a las artesanas y aunque sus
anlisis tienen como referencia cercana la produccin del Per, algunas de sus re-
flexiones ms interesantes son extrapolables a otros pases latinoamericanos. En su
Crtica de la artesana (1982), Lauer se preocupa por rastrear cules son aquellos
cambios que explican el paso de una produccin precapitalista a otra propiamente
capitalista, en la que se aprecian alteraciones con relacin a las formas originales
preindustriales, alteraciones que son de calado y que sitan a la artesana en otro m-
bito de valoraciones. Muchos de estos cambios tienen su razn de ser en la demanda
incentivada por el turismo, que propicia una visin simplificada y telescopada de lo
indgena que desea ver reunido en uno lo prehispnico y lo contemporneo (155).
Tambin los cambios pueden reflejar la existencia de un mercado pensado para el
exterior, con calidades diferentes de las que pueden darse en el interior, o bien sealar
la irrupcin de iniciativas individuales destinada a firmar el monopolio de un tipo
de objeto plstico en el mercado (156). Se sita Lauer, con la descripcin de estas
transformaciones de lo artesanal, en un periodo en el que se pretende mantener la
apariencia de lo antiguo con soluciones tan engaosas como las del neoindigenismo
peruano. En sus conclusiones, el autor subraya de qu manera se manifiesta una
vinculacin entre las nuevas soluciones artesanales y una realidad econmica de las
que estas dependen y que son la causa de la corrupcin de los modelos originales:
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Por su parte, Nstor Garca Canclini, en el libro que dedica a las culturas popu-
lares en el capitalismo, se pregunta cules son las posibilidades de la artesana como
actividad especfica en un mundo de cambios sociales y econmicos tan profundos
como los que se estn dando en las ltimas dcadas del siglo. En realidad, la acti-
vidad artesanal en estos momentos desvela una situacin paradjica, pues si bien
el mercado capitalista tiende a una homogeneizacin y estandarizacin del gusto a
travs de los objetos industriales, los productos artesanales incorporan elementos de
diferenciacin que son muy estimados por un turismo interesado en la singularidad
y unicidad del producto manual que conlleva la demanda de lo extico. En todo
caso, asistimos a un proceso de reinterpretacin del significado de los productos
artesanales, que ya no son lo que eran en la poca de los talleres precapitalistas, ni
en siglos pasados como objetos representativos de grupos tnicos, ni en las primeras
dcadas del nuestro como smbolos de identidad nacional (Las culturas populares
80). A la vez que se modifican profundamente las condiciones de todo tipo de la
produccin artesanal, se produce un fenmeno de resignificacin o resemantizacin
que se pone al servicio, ahora, de una sociedad global. A lo que asistimos, pues, a
travs de la constatacin de estas realidades, es a la implantacin de una poltica
hegemnica que no es otra que la de la burguesa:
Por supuesto que este disfrute de la belleza no implica paralelismo posible entre
el arte indgena y el arte culto y su autonoma formal, pues, como ya vimos con
anterioridad, cuando hablamos de la artesana, el primero acta como indispensa-
ble mediador simblico de la realidad social. Por eso aade Escobar las formas
artsticas fundamentales, las ms significativas y ajustadas, son las que estn mejor
insertas en la mdula sociotnica compuesta por las principales funciones religiosas,
sociales y econmicas (109). El ejemplo por antonomasia de esta ntima relacin
entre arte y cometido social es el de las celebraciones ceremoniales, experiencia
mxima del arte indgena, donde confluyen elementos visuales, la danza, la msica y
la representacin, a modo de una gran obra de arte total. Qu sucede, sin embargo,
cuando en los inevitables procesos evolutivos las sociedades indgenas pierden su
autenticidad originaria? El autor adelanta una primera respuesta a esta pregunta llena
de visin pesimista, pues los fenmenos de desestructuracin carcomen muchos
de los contenidos originales y vacan progresivamente las correspondientes formas
expresivas hasta debilitarlas y convertirlas en signos huecos y dispersos (109). Pero
esta visin, que parece definitiva, solamente es asumible si, como explica el crtico
paraguayo, coincidimos con el convencimiento romntico segn el cual lo indgena,
como en general lo popular, se considera un mundo esttico, detenido en el tiempo y
sin posibilidades de cambio. La realidad es otra, como se ha podido comprobar en
la evolucin de la cultura indgena desde los inicios de la poca colonial. Lo que se
constata a lo largo de los siglos, al contrario, es una gran capacidad de adaptacin
formal a los cambios, como corresponde a un proceso vivo en confrontacin continua
con las circunstancias histricas. Cuando es la propia comunidad aade el crtico
la que selecciona los elementos a ser mantenidos, incorporados o suplantados, por
ms chocante que parezca el proceso de aculturacin, el mismo ser solucionado
con naturalidad y dejar formas bien resueltas (159).
En su ya citado libro Crtica de la artesana, Mirko Lauer se aproxima al sig-
nificado del indigenismo como paradigma cultural enfrentado al concepto estable-
cido de modernidad. Se trata, para el crtico peruano, de comparar dos realidades
culturales que son asimtricas en sus valoraciones y entre las que existe una relacin
problemtica que no hace sino certificar la situacin de dependencia y dominacin
que ha soportado Amrica Latina desde los inicios de la colonizacin. Entendido
como una manifestacin no evolutiva de la cultura y fijada a un repertorio de formas
inamovibles, el indigenismo choca con la idea de progreso inherente a la moderni-
dad. Esto es, el indigenismo se presenta como un impedimento que imposibilita, en
el contexto latinoamericano, el desarrollo pleno de la modernidad de acuerdo con
las pautas establecidas en Occidente. El indigenismo as concebido fue el que sirvi
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Sabemos que tal pensamiento ha de surgir de la misma realidad psicosocial. Sin em-
bargo, en ninguna parte hemos tomado una actitud ecoesttica que nos d cuenta de
la interrelacin de los cambios ecolgicos con la sensibilidad colectiva; la nica acti-
tud capaz de marcar derroteros artsticos que de veras sean nuestros (La necesidad
latinoamericana 73).
Sera de suma importancia conocer cmo las categoras estticas y las afectividades
operan en el individuo junto a las ideologas dominantes o con nuestra tendencia
a favor de la clase hegemnica o de la popular [] El da que conozcamos estas
relaciones, habremos dado con los mecanismos escondidos de las artes como ma-
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funcin simblica, desplazada por la funcin puramente esttica del arte culto. Las
asociaciones utilitarias escriba el antroplogo argentino no pueden ser vistas como
un yugo dentro de una teora latinoamericana del arte, al igual que las religiosas,
mgicas, polticas y otras que Occidente considera extraartsticas. Debemos ir hacia
sus manifestaciones con una actitud permeable y receptiva (Liberacin y desarro-
llo 14). Para hacer factible este propsito, tanto el mito como el rito se revelaban
como fuentes primordiales para una resignificacin de lo popular que atendiese a
la realidad actual y se alejase de las visiones intemporales. Otros aspectos, como
los que atienden a lo solidario, o a lo colectivo en detrimento de lo individual, as
como a los mecanismos de alienacin y desalienacin del orden simblico, servi-
ran tambin para ir perfilando el esquema bsico de esta teora americana del arte.
Tampoco se podra descuidar la importancia debida a la accin artstica por encima
de la obra, ni valorar en exclusiva la funcin esttica, defendiendo la polifunciona-
lidad de las obras, especialmente en el campo popular. El contenido esttico podr
ser as exclusivo, agregado a lo utilitario (como el diseo industrial, por ejemplo)
o subordinado a otra funcin (religiosa, mgica, poltica, etc.) (27). Toda esta ba-
tera de razonamientos en pos de un pensamiento visual propio responda, segn
Colombres, a un propsito de afianzamiento de una modernidad nueva, distinta de
la modernidad occidental y hegemnica, ahora en crisis profunda. Como ocurre
con Juan Acha, el autor argentino no parece especialmente atrado por la teora
postmoderna, aunque su crtica revista matices destacables. La postmodernidad la
entenda como una nueva forma de vanguardia, otra moda intelectual, una total
despreocupacin por el destino de nuestros pueblos para liberarse del ms puro
hedonismo (29). No obstante, la atencin que en aquella se prestaba a algunos
asuntos, como el de las minoras tnicas y sociales y sus tradiciones silenciadas por
el colonialismo, pareca ir en la misma direccin que apuntaba su proyecto para una
teora artstica latinoamericana.
Tambin vea Mirko Lauer, en el panorama artstico latinoamericano de final de
siglo, cuestionamientos serios a lo moderno. Se desconfiaba ahora de las orientaciones
eurocntricas que haban impuesto un concepto de modernidad que implicaba la
aceptacin de un retraso en las dinmicas artsticas latinoamericanas, en relacin
con los modelos europeos y norteamericanos; tambin una postergacin de lo local
y lo tradicional, que no encajaban en esa bsqueda de una continua adaptacin a
la novedad fornea. Por ello, haba que reformular las relaciones entre tradicin y
una modernidad en crisis, pues lo que era cierto para el crtico peruano es que las
formas artsticas populares tenan un espacio propio en el mundo contemporneo,
un espacio que no era esttico, sino que estaba en transformacin, como se poda
ver en los cambios introducidos en las artesanas. Estos cambios no constituyen
una disolucin dentro del arte y la industria, sino un cambio dentro de las culturas
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dominadas, que se han transformado ellas mismas, sin afectar su identidad bsica3
(Notes on the Visual Art 331, la traduccin es ma). Se trataba, por tanto, de
reafirmar los valores de lo popular en detrimento de las teoras que en esta poca
defendan la hibridez cultural. Es ms, cabra hablar incluso de una modernidad
popular en ciernes, que no sera propiamente proletaria. Le interesaba a Lauer se-
alar que este fenmeno era algo reconocible tanto en la cultura latinoamericana
como en general en la tercermundista. De hecho, es en clave tercermundista como
debemos entender su propuesta en torno a una nocin de identidad que parte del
reconocimiento del fenmeno de la pobreza, siguiendo as una idea del crtico bra-
sileo Mario Pedrosa. A este propsito escriba Lauer:
Este concepto de pobreza como llave de nuestra identidad nos lleva finalmente al centro
de nuestros anlisis de las artes visuales en el Tercer Mundo. El propsito es establecer
cmo nuestras infinitas variedades de pobreza afectan a la produccin, distribucin,
consumo y representaciones visuales4 (330, la traduccin es ma).
3
[] do not constitute just a dissolution into art or industry but a change within dominated cultures
that have transformed themselves without affecting their basic identity.
4
This concept of poverty as the key to our identity takes us finally to the centre of our analysis of
visual arts in the Third World. The aim is to establish how our infinite varieties of poverty affect
visual production, distribution, consumption and representation.
5
a period of mutual recognition of the visual arts of poor countries must take place, creating a
greater awareness of the variety of our visual arts.
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las artesanas globales del Este asitico tambin son tradicionales, si vinculamos
la tradicin a elementos precoloniales. Corresponden a tradiciones activadas hacia la
tecnologa y el universalismo global, abriendo camino a una postoccidentalizacin.
Por el contrario, las artesanas mexicanas o peruanas corresponden a tradiciones
activadas hacia el handmade y la diferencia local en calidad de factor exportable.
Pero todas, con distintos roles, entran en el mercado global (137).
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