Babilonia 0

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[Publicado previamente en: Boletín de la Asociación Española de

Orientalistas 39, 2003, 15-51. Versión digital del manuscrito, editada aquí
por cortesía del autor, con la paginación de la versión impresa].

Babilonia
José María Blázquez Martínez
Universidad Complutense. madrid

RESUMEN: Se estudian todas las fuentes literarias que describen Ba-


bilonia, dando la traducción con comentario. Estas fuentes son los historia-
dores Heródoto que conoció Babilonia, Diodoro que sigue a Ctesias, que
también visitó la ciudad, y Quinto Curcio, que recoge documentación ante-
rior. Los datos deducidos se complementan con los aportados por las tabli-
llas de Babilonia. De estas fuentes se deduce la topografía de Babilonia: Fi-
nalmente se recogen las costumbres de Babilonia y su panteón, según la
Biblia.

ABSTRACT: This article investigates all, ancient history about Baby-


lon, with translation and comments. These histories come from Herodotus,
he as been in Babylon; Diodorus follows a Ctesias, he also visited the town
and finally Quintus Curtius, he gathered all the documentation. All histori-
cal dates are complementaded by contributions of the tablets of Babylon.
This article also study customs of Babylon an the pantheon.

Babilonia fue una de las grandes ciudades de la Antigüedad. Se con-


servan suficientes fuentes de todo género, literarias, epigráficas y ar-
queológicas, para poder trazar un cuadro relativamente exacto de lo que la
ciudad significó en lo político, artístico, y religioso, durante muchos
períodos de su historia. La etimología del topónimo deriva de Bâl-ili, que
significa "Puerta de Dios". En tiempos de la Tercera Dinastía de Ur, a
finales del tercer milenio a.C. fue Babilonia un asentamiento sin
importancia. En época de Hammurabi, sexto rey de la primera dinastía de
Babilonia, en torno a 1728-1686 a.C., fue el centro político y espiritual de la

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comarca, y así se mantuvo hasta la época de los caldeos. Durante la domina-
ción asiria fue destruida por Tukulti-Ninurta I(1285-1198 a.C.), y más tarde
por Senaquerib (704-681 a.C.) en el año 689 a.C., y por Assurbanipal en
648, que fue el protagonista de la leyenda de Sardanápalo.
La importancia que alcanzó Babilonia a lo largo de su historia ha que-
dado bien reflejada en la Biblia. Ya el Génesis (10.10; 11.9) menciona la
ciudad: «En Babilonia Yahvé confundió las lenguas de la tierra toda, y de
allí los dispersó por la faz de toda la tierra». Los grandes profetas de Israel
condenan la ciudad por su soberbia y corrupción, así se lee en las obras de
Isaías (13.11.19; 14.11-14; 47.5-6), de Jeremías (59.23-24; 51.25), de Baruc
(6.42), y de Habacuc (1.6-10). En el Nuevo Testamento es figura de la «gran
prostituta» (IPe 5.13; Ap. 15.5; 19.2).

La Babilonia de Heródoto

El historiador griego Heródoto, en el siglo V a.C., visitó Babilonia y


dejó una detallada descripción de la ciudad que conoció. Dice así, en el libro
I de sus Historias:

«178 ... Después de la destrucción de Nínive los reyes tenían establecida la


Corte en Babilonia, una ciudad que es como sigue. Está situada en una gran
llanura, forma un cuadrado y, en cada lado, tiene una extensión de ciento
veinte estadios; así, el perímetro de la ciudad tiene en total cuatrocientos
ochenta estadios. Ésta es, por consiguiente, la enorme extensión de la capital
de Babilonia y, que nosotros sepamos, su trazado no era comparable al de
ninguna otra ciudad. Primero la circunda un foso profundo y ancho, lleno de
agua, y luego un muro que tiene una anchura de cincuenta codos reales y una
altura de doscientos codos (el codo real es tres dedos más largo que el
ordinario). 179 Aparte de esto, debo además explicar en qué se empleó la
tierra procedente del foso y cómo se construyó el muro. A medida que abrían
el foso, iban convirtiendo en ladrillos la tierra extraída de la excavación, y
cuando hubieron moldeado un número suficiente de ladrillos, los cocieron en
hornos; posteriormente utilizando asfalto caliente como argamasa e
intercalando cada treinta hileras de ladrillos las esteras de cañas,
construyeron primero los paramentos del foso y después, de la misma
manera, el muro mismo. En lo alto del muro también levantaron, a lo largo
de sus arcenes, unas casamatas de un solo piso, situadas las unas frentes a las
otras; y entre ellas dejaron espacio para el paso de una cuádriga. En el
circuito del muro hay, además, cien puertas, todas ellas de bronce, lo mismo
que sus quicios y dinteles. A una distancia de ocho jornadas de camino de
Babilonia hay, por cierto, otra ciudad; su nombre es Is. Allí mismo hay un
río, no muy grande –cuyo nombre es, asimismo, Is–, que vierte su caudal en
el río Éufrates. Pues bien, este río, el Is, produce numerosos grumos

16
de asfalto mezclados con el agua, y de ahí se obtuvo el asfalto para el muro
de Babilonia.
»180 De esta manera, pues, estaba fortificada Babilonia. La ciudad, por
otra parte, tiene dos sectores, pues por su mitad la divide un río, cuyo
nombre es Éufrates, que procede del país de los armenios; es un río grande,
profundo, y de curso rápido que desemboca en el mar Eritreo. Pues bien,
por uno y otro lado de la ciudad, la muralla se ve prolongada en ángulo
hasta el río y, a partir de su confluencia, se extienden, a lo largo de las dos
orillas del mismo, los contramuros interiores en forma de un vallado de
ladrillos cocidos. La ciudad propiamente dicha, que se halla plagada de
casas de tres y cuatro pisos, está dividida en calles rectas, tanto las paralelas
al río como las transversales que a él conducen. Precisamente frente a cada
calle transversal, en el vallado que bordea el río, había unas poternas en
número igual al de las callejas. Esas poternas eran, asimismo, de bronce y
daban acceso a la orilla misma del río.
»181 Ese muro es, en suma, como una coraza, y por la parte interior corre,
paralelo a él, otro muro, no menos resistente que el primero, pero sí más
estrecho. Asimismo, en el centro de cada uno de los dos sectores de la
ciudad se alzaba un edificio fortificado; en un sector, el palacio real, dotado
de un recinto grande y sólido; y en el otro, un santuario de bronce –que
todavía existía en mis días– consagrado a Zeus Belo, formando un
cuadrado de dos estadios de lado. En la parte central del santuario hay
edificada una torre maciza de un estadio de altura y otro de anchura; sobre
esta torre hay superpuesta otra torre y otra más sobre la última, hasta un
total de ocho torres. La rampa de acceso a ellas está construida por la parte
exterior, dispuesta en espiral alrededor de todas las torres. Y hacia la mitad
de la rampa hay un rellano y unos asientos para descansar, donde se sientan
a reponer fuerzas los que suben. En la última torre se levanta un gran
templo; en él hay un gran lecho, primorosamente tapizado y a su lado una
mesa de oro. Sin embargo, en este lugar no hay erigida estatua alguna y de
noche nadie puede permanecer allí, con la única excepción de una mujer
del lugar, a quien el dios, según cuentan los caldeos –que son los sacerdotes
de esa divinidad–, elige entre todas. 182 Esos mismos sacerdotes sostienen –
aunque para mí sus palabras no son dignas de crédito– que el dios en
persona visita el templo y que descansa en la cama, al igual que ocurre, al
decir de los egipcios, en Tebas de Egipto (pues también allí se da el caso de
que una mujer duerme en el templo de Zeus tebano, y aseguran que esas
dos mujeres no mantienen relaciones con hombre alguno); y lo mismo hace
en Patara de Licia la profetisa del dios cuando éste acude, pues en realidad
allí no siempre funciona el oráculo. Ahora bien, cuando el dios acude,
entonces se encierra con él por las noches dentro del templo.
»183 El santuario de Babilonia cuenta, asimismo, con otro templo abajo,
en el que hay una gran estatua sedente de Zeus, en oro, y a su lado una
gran mesa de oro, siendo el pedestal de la estatua y el trono, asi-
mismo, de oro. Estas piezas, al decir de los caldeos, están hechas con

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ochocientos talentos de oro. Fuera del templo hay un altar de oro y hay,
además, otro altar de gran tamaño sobre el que se inmolan las reses adultas,
ya que en el altar de oro sólo se pueden inmolar lechales. Asimismo, sobre
el altar mayor los caldeos queman cada año, cuando celebran la Fiesta en
honor de ese dios, mil talentos de incienso. Y por aquel entonces había
todavía en ese sagrado recinto una estatua de oro macizo de doce codos de
altura. Yo no la he visto, simplemente repito lo que dicen los caldeos.
Darío, hijo de Histaspes. puso sus miras en esta estatua, pero no se atrevió a
apoderarse de ella; en cambio, su hijo Jerjes se apoderó de ella e hizo matar
al sacerdote que prohibía cambiar la estatua de sitio. Estas son, en suma, las
bellezas que adornan este santuario y hay, además, numerosas ofrendas
privadas.
»184 Por ciento que, entre los numerosos reyes de la ciudad de Babilonia
que sin duda ha habido –a ellos aludiré en mi historia sobre Asiria– y que
adornaron sus murallas y santuarios, se cuentan, en concreto, dos mujeres.
La que reinó en primer lugar, que vivió cinco generaciones antes que la
segunda y cuyo nombre era Semíramis, mandó construir a lo largo de la
llanura unos diques, que merecen contemplarse, mientas que antes el río
solía desbordarse por toda la llanura.
»185 Por su parte, la reina que vivió con posterioridad a la susodicha,
cuyo nombre era Nitocris y que fue más perspicaz que la que le había
precedido en el trono, dejó unos monumentos que yo pasaré a describir con
detalle, y, de paso, viendo que el imperio de los medos era pujante y que no
permanecía inactivo, antes al contrario, que, entre otras ciudades, se habían
apoderado incluso de Nínive, adoptó contra ellos todas las precauciones
que pudo. Primeramente, al río Éufrates, que antes era recto y que corre por
en medio de su ciudad, le abrió tantos canales curso arriba de la misma y lo
hizo tan sumamente tortuoso que, en la actualidad, en su curso pasa hasta
tres veces por una aldea de Asiria (el nombre de la aldea por la que pasa el
Éufrates es Arderica). Y hoy en día quienes se trasladan desde nuestro mar
hasta Babilonia, cuando navegan el río Éufrates abajo, pasan por tres veces,
y en tres días diferentes, por la mencionada aldea. Esa fue, pues, la obra
que mandó hacer. Además, a lo largo de cada orilla del río, levantó un
dique digno de admiración por el espesor y altura que tiene. Y curso arriba
de Babilonia, a mucha distancia de la ciudad, mandó excavar,
paralelamente al río y a poca distancia de él, un depósito para un lago,
ahondando en la profundidad de la excavación hasta el nivel del agua y
dando a su perímetro una extensión de cuatrocientos veinte estadios: la
tierra que se extraía de esa excavación la empleó en terraplenar los
márgenes del río. Una vez que tuvo terminada la excavación, hizo traer
piedras y tendió en torno al lago un pretil circular. Mandó realizar ambas
obras –que el curso del río resultara tortuoso y que la excavación quedara
totalmente anegada– para que la corriente del río, quebrada en numerosos
meandros, fuese más lenta; para que los viajes en barco a Babilonia se
hiciesen dando vueltas y para que, después del trayecto en barco, hubiera

18
que dar todavía un largo rodeo al lago. Esas obras las mandó hacer en la
zona del país en que se encontraban las vías de penetración y el camino
desde Media resultaba más corto, para evitar que los medos pudieran
mantener contactos con ellos y enterarse de su situación. 186 Así pues,
protegió la ciudad con estas obras de excavación y de ellas sacó, además,
el siguiente partido. Como la ciudad tenía dos sectores y el río pasaba por
en medio, en tiempos de los reyes que la precedieron, cuando se quería
pasar de un sector a otro, había que hacerlo en barca, cosa que, a mi
juicio, resultaba molesta. Pues bien, ella subsanó también esta
contingencia, ya que, tras excavar el depósito del lago, merced a esa obra
pudo dejar este otro monumento. Mandó cortar unos enormes bloques de
piedra y, cuando tuvo listos esos bloques y excavado el emplazamiento
del lago, desvió todo el caudal del río hacia el lugar que había hecho
excavar; y mientras el depósito se iba llenando, entretanto, cuando el
antiguo cauce se quedó seco, primero canalizó con ladrillos cocidos, con
arreglo a la misma disposición que en la muralla, las márgenes del río a su
paso por la ciudad y las bajadas que llevaban de las poternas al río; luego
aproximadamente en el centro de la ciudad, construyó un puente con los
bloques de piedra que había hecho extraer, ensamblándolos con hierro y
plomo. Y sobre el puente, al rayar el día, hacía colocar unos maderos
cuadrangulares, por los que los babilonios pasaban al otro lado, pero
durante las noches, por lo general quitaban los maderos en cuestión con
objeto de evitar que, merodeando a favor de la noche, se robasen los unos
a los otros. Y, cuando el depósito que había sido excavado se transformó,
merced al río, en un lago lleno de agua y estuvo concluida la construcción
del puente, volvió a desviar el río Éufrates desde el lago a su antiguo
cauce. Así, la transformación de la excavación en una zona pantanosa
pareció una obra oportuna y los ciudadanos tuvieron un puente a su
disposición.
»187 Esta misma reina urdió también la siguiente añagaza. Sobre las
puertas más transitadas de la ciudad se hizo construir, en lo alto del dintel
de las mismas, su propia tumba y ordenó grabar en ella una inscripción
que decía así: "Si algún rey de Babilonia posterior a mí anda escaso de
dinero, que abra mi tumba y tome el dinero que quiera; ahora bien, si en
realidad no se ven en la escasez, que no la abran bajo ningún concepto,
pues no le reportará beneficio". Esta tumba permaneció inviolada hasta
que la dignidad real recayó en Darío. Este consideraba decididamente
absurdo no utilizar aquellas puertas y no tomar el dinero, cuando se
hallaba allí depositado y la propia inscripción invitaba a ello (por cierto
que no utilizaba para nada las puertas en cuestión a fin de evitar que, al
franquearlas, el cadáver quedara sobre su cabeza). Pero al abrir la tumba,
no encontró dinero: tan sólo el cadáver y una inscripción que rezaba así:
"si no fueras codicioso y mezquino con el dinero, no abrirías los sepulcros
de los muertos". Según cuentan, así fue, en suma, aquella reina».
(Traducción de C. Schrader).

19
La destrucción de Nínive data del año 612 a.C. Poco antes, en el 625,
Babilonia era ya independiente de los asirios. Nabopolasar (625-605) se
proclamó rey y fundó un imperio neobabilonio a la muerte de Assurbanipal,
acaecida hacia 631 a.C.
Como muy acertadamente escribe G. Pettinato 1, «Babilonia es el
obelisco del mundo, el ombligo del mundo, y Nabucodonosor (605-562
a.C.) tiene indudablemente el mérito de haber hecho del pequeño reino de
Babilonia un imperio mayor que el de los asirios. Este monarca se distinguió
por haber transformado Babilonia mediante una intensa y cauta actividad
edilicia en una metrópolis digna capital del imperio creado. El soberano
neobabilonio no dice la causa última del surgir del Babilonia, ni los
resultados militares ni la belleza artística. Lo que logró que la fama de
Babilonia se extendiera y perpetuara durante toda la Antigüedad fue su
prestigio cultural y los valores religiosos y morales. Esto no se consiguió en
una o dos generaciones, sino que fue fruto de un lento proceso de
maduración». El título que Pettinato ha dado a este capítulo quiere subrayar
el papel altamente espiritual, no sólo en el ámbito de Mesopotamia, sino
también, al menos, en todo el Creciente Fértil. Un papel que encuentra su
máxima expresión bajo el reinado de Nabucodonosor, cuyo mérito consiste
en saber integrar una tradición milenaria, valorándola y cultivándola hasta el
punto que llegó a ser uno de sus máximos exponentes. Con él Babilonia fue
la prestigiosa capital del Imperio Babilónico, pero principalmente fue el
centro de donde irradiaba la cultura, el lugar de donde partieron los
principios y conocimientos que constituyen el núcleo de la civilización
babilónica.
Se comenta brevemente en este trabajo la descripción trazada por
Heródoto de la ciudad. Conoce bien la topografía de la ciudad en tiempos de
Nabucodonosor II.

_________________________
1
Babilonia, Milán 1994, 138. Id. La scritura celeste. La nascita dell'astrologia in
Mesopotamia. Milán 1998, 74-126. Sobre la ciudad y su Imperio, en general, ver: A.
Champdor, Babilonia, Madrid 1985. J. Cates, Babylon, Londres 1986. Sobre su historia y
su arte: Art of the Ancient Near East, Paris 1977, 151-156, 173-174, 252-258, 358-359.
J.M. Blázquez. Prehistoria y primeras culturas, Barcelona 1991, 170-171, 177-180, 417-
422. Id., "Mitos de la creación en Mesopotamia", M.L. Sánchez León (ed.), Religions del
món antic. La creació. Palma 2001, 37-64. A. Moorgat. The Art of Ancient Mesopotamia,
Londres 1969. P. Amiet, 75-103, 158-161. A. Blanco. Arte antiguo del Asia Anterior,
Sevilla 1972, 147-181, 273-279. M. Liverani, Antico Oriente. Storia. Societa. Economia.
Bari 1988, passim. 1. Bottéro, Mythes et rites de Babylonie. París 1985.1. Bottéro, J.N.
Kramer, Lorsque les dieux faissaient l'homme. Mythologie mésopotamienne. París 1989.
Karen Rhea Nemet-Nejat, Daily Life in Ancient Mesopotamia. Peabody 2002, passim. B.
Hroula (ed.), El Antiguo Oriente. La cima de la civilización. Barcelona 1992, 78-81, 150-
152.

20
Figura l. Planimetría de Babilonia (según Oates).

La planta de la ciudad era casi rectangular, con una superficie de


8.150 m2, con los lados más cortos orientados en sentido noreste y sureste
respectivamente. G. Pettinato calcula el perímetro de los muros en 64,8
km. La muralla estaba construida de adobes unidos por asfalto, obtenido del
río Is, a unos 20 km al norte de Babilonia, pero que Heródoto sitúa a 384
km. El asfalto servía de argamasa. Cada 30 hileras de adobe se intercala-
ban esteras de cañas, según Heródoto, y que según datos suministrados por
las excavaciones se han encontrado cada 5/13 hileras de ladrillos. Sólo
la cara exterior de la muralla estaba construida de ladrillos, fabricados con
la tierra sacada del foso. La anchura de la muralla permitía el tránsito
de carros y su altura era de unos 90 m. Las medidas que da Heródo-
to traducidas a metros son 24,9 de ancho y 88,80 m de altura. Delante
de la muralla corría un foso cubierto con agua. La muralla interior se lla-
maba Imgur-Enlil, y la exterior Nimid-Enlil. La tercera muralla se llamaba

21
Akitu, y fue construida por Nabucodonosor II con el fin de proteger el Pala-
cio Estival y el templo del Año Nuevo. La muralla estaba coronada por 250
torres dispuestas a convenientes intervalos, de un solo piso. La muralla in-
terna Imgur-Enlil tenía 6,5 m de espesor. Cada 18.10 m se construyeron
grandes torres de 9,40 x 11,40 m que alternaban con otras más pequeñas de
9,70 x 8,05 m. Esta muralla interior tenía una longitud de 7.200 m. La mu-
ralla exterior Nimid-Enlil se levantó a una distancia de 7,20, con torres cada
20,50 m que medían 5,10 x 5,80 m. La tercera muralla tenía un espesor de
7,12 m con torres cada 52,50 m, de 8,37m. La muralla externa distaba del
foso 12 m. Una vía de 60 m separa la muralla de las casas.

La Babilonia de Semíramis y de Nitocris

La leyenda recoge los nombres de dos reinas relacionadas con el urba-


nismo y obras magníficas en Babilonia, Semíramis y la desconocida
Nitocris.
La reina Semíramis entró pronto en las leyendas de los griegos. Según
ella, era hija de la diosa siria Dercito, equivalente a la diosa Atargatis. Su se-
gundo marido fue Nirio, rey legendario de Asiria, hijo de Belos. La leyenda
de Semíramis parece que oculta a Saamuramat, esposa de Sham-si-Adad, rey
de Asiria entre el año 810 al 805 a.C., durante la minoría de edad de su hijo
Adad-Ninari III. Semíramis 2 mandó construir diques en la llanura para que el
Éufrates no se desbordase y para que el agua sirviera de defensa y pudiera ser
aprovechada en los regadíos. Prestó especial interés a los edificios religiosos,
dato no recogido por Heródoto. Construyó un santuario a Bel (Marduk), dios
de Babilonia que, al parecer, alcanzó la supremacía divina sólo a partir del
siglo XII a.C. En el poema que se recitaba cada año, llamado Poema de la
Creación, un héroe era el encargado de realizar las órdenes y defender los
intereses de los dioses. En origen era un dios de carácter agrario y ctónico,
cuyo símbolo era el dragón-serpiente, con cuernos, y la espada curva. Su
esposa fue Saopanitum. Este santuario era un zigurat, conocido como Torre
de Babel en la Biblia. Estaba coronado por el camarín del dios, donde se
encontraban tres estatuas, de Bel, de Hera y de Rea. La primera tenía una
altura de 12 m, lo mismo que la estatua de Zeus en el templo de éste en
Olimpia, obra del escultor Fidias, construido entre los años 468-460 a.C. por
el arquitecto Libón de Elis. La estatua de Bel pesaba 1.000 talentos
babilonios. La diosa Rea estaba entronizada entre dos leones y serpientes de
plata. Una mesa de oro se hallaba colocada delante de la triada divina, sobre
la que se pusieron dos vasos de 30 talentos de peso cada uno, dos incensa-
_________________________
2
G. Pettinato. Semiramide, Milán 1985.

22
rios a los lados y tres aguamaniles para las libaciones rituales; uno de 1.200
talentos y los otros dos de 600 talentos
A Nitocris atribuye el historiador Heródoto la canalización del río Éu-
frates, que atravesaba recto la ciudad, por encima de la superficie, de modo
que su curso fuera tortuoso. Estás obras de canalización perduraron hasta los
tiempos de Heródoto, como indica el mismo. Esta reina también encauzó el
río dentro de un dique, alto y grueso, que todavía esta en uso en el siglo V a.
C. Río arriba mandó que fuera excavado un lago de unos 75 km de períme-
tro, rodeado de un muro circular de piedra. El cauce del Éufrates en Babilo-
nia, secado por el agua trasvasada al lago, lo canalizó con obras de ladrillo,
así como los márgenes y las bajadas a las poternas. En el centro de la ciudad
construyó un puente para que se pudiera pasar de uno a otro de los dos gran-
des barrios de la ciudad. Por el puente no se podía transitar durante la noche.
Finalmente desvió el agua del Éufrates a su antiguo lecho.
La ciudad descrita por Heródoto estaba dividida, pues, en dos grandes
barrios, y, según se ha indicado, unidas por un puente, cuya longitud era de
900 m, apoyado en pilastras cada 3,6 m de distancia, con forma de cuña para
romper la corriente, y unidas mediante clavos.

Los distritos de Babilonia según algunas tablillas

Los dtos que transmite Heródoto se complementan con los de las ta-
blillas de carácter topográfico.
Las dos zonas que el Éufrates divide se llaman Arahtu la primera y
Éufrate la segunda. Son varios los edificios nobles de la ciudad, como los
palacios y templos, y la Vía de la Procesión, que se hallaba situada hacia el
Oriente, y al Occidente la Ciudad Nueva. Un tercer canal recibía el nombre
de Libil-hegalla. Se dirigía hacia el Oriente del Éufrate y terminaba en la
Vía de la Procesión; se levantó un puente. Atravesando la puerta de Ishtar se
encuentra el templo de la diosa Ninmah levantado por Assurbanipal, que es
el edificio más característico de la arquitectura religiosa del periodo neoba-
bilónico. Es un edificio aislado; sus dimensiones son 53,4 x 35,4 m. Varias
habitaciones rodean los patios. El santuario consta de dos cuartos idénticos,
cella y antecella, y es muy similar al templo de Ishtar de Agade. Ishtar fue la
diosa de la guerra para los semitas. Se la representaba con armas, junto a un
león. Fue especialmente venerada en Nínive y Arbelas.
Se conoce la existencia de otros 13 canales, mencionados en las tabli-
llas, de los cuales los más famosos son el Canal de Ishtar y el Canal Nuevo.
Seis de los diez distritos en que se subdividía la ciudad se encontraban
en la parte oriental. Formaban el centro neurálgico urbano. Los distritos tie-
nen estos nombres:

23
l. Eridu, donde se encontraba el templo Esagila.
2. Del Puente del Mercado a la Puerta Sublime se encuentra el distrito
Te.
3. De la Puerta del Mercado a la Puerta de Urash es el distrito Tintir.
4. De la Puerta Sublime a la Puerta de Ishtar se extiende el distrito
Babili.
5. De la Puerta de Ishtar al Templo de Belet-Eanna, el distrito —.
6. De la Puerta del Templo de Belet-Eanna sobre [la Orilla] del canal
se halla el distrito —.

Los cuatro distritos sobre la Ciudad Nueva son los siguientes:


7. Del templo de Adad a la Puerta Akus está el distrito de nombre
Nuharparki.
8. De la puerta Akus al Templo de los Muertos y el área en la que está
construido el templo Eshmal, se encuentra el distrito de nombre Kumar.
9. Desde el Medio Arco de la Puerta del Templo de Belet-Nina a la
orilla del río, se halla el distrito denominado Puerta de Lugal-Girria.
10. De la Puerta de Shamash a la orilla se extiende el distrito de nom-
bre Tuba 3.

La entrada a varios de estos distritos se hacía a través de 8 grandes


puertas que tomaban el nombre de los dioses babilonios. Cinco se encontra-
ban al Oriente y tres al Occidente:
l. Puerta de Urash, de la que partía el camino para Dilbat.
2. Puerta de Zababa, al comienzo de la carretera de Kish.
3. Puerta de Marduk, llamada Gishshu, de donde partía la calzada que
llevaba a Kuta.
4. Puerta de Ishtar, que conducía a Akkad.
5. Puerta de Enlil, en dirección de Nippur.
6. Puerta de Sin, en dirección al norte hacia Samarra.
7. Puerta de Adad, llamada también Akus.
8. Puerta de Shamash.

De estas puertas la más famosa es la de Ishtar 4, reproducida multitud


de veces. De ahí partía la Vía de la Procesión. Esta puerta está flanqueada

_________________________
3
G. Pettinato, Babilonia, 112-117.
4
P. Amiet, op. cit. 316, láms. 138-141. J.B. Pritchard, The Ancient Near East in Pic-
tures relating to the Old Testament, Princeton 1974, 237, 339, figs. 760-761. B. Hrou-

24
por dos torres recubiertas de ladrillos esmaltados con decoración de animales
fantásticos. Por la Vía de la Procesión pasaban las estatuas de Marduk y Nabu
desde el templo Esagila al Templo del Año Nuevo 5. En la procesión partici-
paba todo el mundo: el rey, los sacerdotes y el pueblo. Nabu era el dios de los
escribas; hijo de Marduk, al que intentó suplantar; su símbolo era el dragón-
serpiente con cuernos, tomado de su padre. El centro de su culto se en-
contraba en Borsippa, y se llamaba Ezide, Casa de la Verdad. La reina asiria
Summaramat, a comienzos del siglo VIII a.C., introdujo su culto en Kalhu.
De las ocho puertas partían igual número de calles que conducían a los
diversos distritos, de las que, a su vez, salían otras 16 secundarias, cada una
con su nombre. G. Pettinato, a quien seguimos en la descripción, cree que
no se exagera cuando se afinna que los arquitectos del rey Nabucodonosor
no tenían nada que envidiar a los modernos urbanistas. «Estamos convenci-
dos –dice el eminente arqueólogo italiano– que Babilonia era un ejemplo de
organización y distribución del espacio que aún suscita nuestra más viva
admiración».
_________________________
da y otros, El Antiguo Oriente. La cuna de la civilización, Barcelona 1991, 162-163 en la
actualidad. J.M. Blázquez, op. cit. 418, foto moderna. Imágenes de la diosa Ishtar se cono-
cen varias. Una de ellas procede de Til-Barsib, y es la Ishtar de Arbelas sobre león, alada y
con espada (J.B. Pritchard, op. cit. 177, 312, fig. 522). Este tipo iconográfico es muy anti-
guo, pues aparece ya en el período acadio, alrededor del 2360-2180 a.C., en un sello (J.B.
Pritchard, op. cit. 177, 312, fig. 526), y en compañía de Hadad, delante del gobernador de
Suhi y de Mari, Shamash-resh-usur, en un relieve de Babilonia, fechado quizás en el siglo
VIII a.C. (J.B. Pritchard, op. cit. 313-314, fig. 533). Hadad es el dios de la tormenta, el
Ishkur de los sumerios. El toro era su animal acompañante. Su emblema era el haz de rayos.
Es el dios representado en una estela de basalto del s. VIII ó VII a.C., hallada en Jekke, en
el monte Aleppo (J.B. Pritchard, op. cit. 308, fig. 500), Y en una segunda de Arslan Tash,
igualmente de basalto, de tiempos de Tiglath-pileser III (J.B. Pritchard, op. cit. 308, fig.
503). Su símbolo, el toro, aparece en diferentes piedras encontradas en Abu Habbah, de
época de Nabucodonosor I, s. XII a.C., y en la ya citada de Meli-Shipak, y en una tercera de
Nazi-Marut-tash II (1320-1295) (J. B. Pritchard, op. cit. 311, figs. 519-521); en el mencio-
nado relieve de Babilonia, junto a Ishtar; en un panel de Malatya, con una procesión de dio-
ses sobre animales, de tiempos de Senaquerib, y en un segundo ejemplar de Nirnrud, con
los soldados de Tiglath-pileser III trasportando las estatuas de los dioses de los pueblos
capturados (J.B. Pritchard, op. cit., 314-315; figs. 537- 538); etc.
5
La festividad del Nuevo Año es la representada en los relieves de Persépolis, ciudad
levantada por Darío I (521-486) y por Jerjes (485-465). E. Porada, Ancient Iran. The Art of
pre-islamic Times, I.ondres 1965, 147-158, figs. 82-84, láms. 441-444. G. Ghirshman, Arte
Persiana. Protoiranici, Medici, Achemenidi, Milán 1964, 154-223, figs. 207-272. J.B.
Pritchard, op. cit. 10-11, 252-253, 257, 339, figs. 26, 28-30, 61, 766-767. P. Amiet, op. cit.
358-361, figs. 141, 143-153, 630-708. H. Hrouda y otros, op. cit. 230-235. A. Shapur
Shahbazi, llustrierte Beschreibung von Persepolis, Teherán 1977. J.M. Blázquez, "Persépo-
lis, cumbre del arte persa de la Antigüedad", Revista de Arqueología 150, 1985, 24-43. H.
Beaumont, S. Held, Persien. Munich 2000, 21-72. H. Frankfort, Arte e architettura
dell'Antico Oriente, Turín 1970, 263-283, láms. 315-327. H.H. Osten, El mundo de los
persas. Madrid 1965, 80-84, láms. 48-63.

25
El área urbana estaba ocupada por edificios privados y públicos. A
este respecto, G. Pettinato 6 recuerda un texto topográfico que presta espe-
cial atención a los lugares de culto, que menciona 43 centros de culto de los
grandes dioses de Babilonia, y además:
- 43 centros de culto de los grandes dioses de Babilonia.
- 300 capillas o lugares sacros de los Igigi.
- 600 capillas de los Anunna.
- 180 oratorios de Ishtar.
- 180 "estaciones" de Lugalgirra y Meslamtaeca.
- 12 "estaciones" de las Pleiades.
- 6 "estaciones" de los Peces.
- 2 "estaciones" de —.
- 2 "estaciones" de — dentro de la ciudad de Babilonia.

Los babilonios, como los otros pueblos del Oriente Próximo Antiguo,
eran profundamente religiosos. La religión estaba impregnada de numerosos
elementos de la vida cotidiana, y viceversa.
Los templos eran generalmente de planta rectangular, rodeados de un
muro. Tenían una capilla central circundada de habitaciones para el personal
del templo y los almacenes, al fmal de un patio separado por un vestíbulo.
En la capilla central se guardaba la imagen del dios, colocada sobre un plin-
to, y también había altares y mesas de ofrendas.
El historiador Heródoto no los recuerda, pero se sabe que la reina
Semíramis construyó dos palacios 7 a los lados del puente que cruzaba
Babilonia. El palacio situado al poniente tenía un perímetro de 10,8 km y
estaba rodeado de una muralla de ladrillo. Una segunda muralla de adobes
estaba adornada con figuras de animales salvajes de tamaño natural y
coloreados. Este palacio estaba ceñido por una tercera muralla con torres,
con decoración de animales igualmente de tamaño natural. Se representaba
una cacería de 2 m de altura, en el que Semíramis alcanzaba una pante-
ra y su esposo Nino un león, escena semejante a la de Assurbanipal (668-
730 a.C.) en su palacio de Nimrud 8. Los palacios tenían puertas de bron-
ce que se abrían mecánicamente. El segundo palacio era más pequeño;
tenía estatuas de la reina, de su esposo, del dios Bel y de funcionarios.
Estas estatuas debían ser del tipo de las de Assurnasirpal II (883-859
a.C.), dos halladas en Nimrud; la de Salmanasar III (858-824 a.C.) de
Kush; de Shamshi-Adad V (823-824 a.C.); de Adad-Ninari III (810-783
a.C.); de Tiglat-pileser III (744-727) de Nimrud; de Sargón II (721-705 a.C.)
_________________________
6
G. Pettinato, Babilonia, 122.
7
G. Pettinato, Babilonia, 106. Id., Semiramide, 379-380.
8
P. Amiet, op. cit. figs. 618, 623.

26
de Khorsabad; de Asahardon (690-669 a.C.) de Zinjirli. De particular interés
es un relieve de Assurbanipal (669-663 a.C.) llevando sobre la cabeza un
cesto para la construcción de Esagila 9. Una galería unía los dos palacios.
La Babilonia construida por Semíramis, que es la descrita por Ctesias, y
conocida por Diodoro, se ha identificado con la de Nabucodonosor II conoci-
da por Heródoto, fue la ciudad que Ciro conquistó, y después Alejandro Mag-
no. La leyenda atribuye a la reina Semíramis la fundación de la ciudad, a pe-
sar de la oposición de Agustín (De civ. Dei 16; 17; 18.2.2-3). Nabucodonosor
II fue el verdadero planificador y constructor de Babilonia, según Beroso en
su Babiloniaka, en párrafo recordado por G. Pettinato 10, que dice:
«Adornó generosamente el templo de Bel, y los restantes templos, con el
botín de guerra. Reforzó la vieja ciudad, y añadió una nueva ciudad exterior.
Logró que los asaltantes no pudieran desviar el cauce del río contra la ciudad,
ciñendo el interior de la ciudad de una triple muralla, y lo mismo hizo con la
ciudad exterior. Las murallas del interior de la ciudad estaban construidas con
adobes y asfalto, mientras las de la ciudad exterior sólo de ladrillos. Después de
haber circunvalado la ciudad de murallas de modo admirable, y adornado las
puertas como se hace en un lugar sagrado, construyó un nuevo palacio junto al
palacio de su padre. No obstante su extraordinaria dimensión y esplendor, se
terminó de construir en 15 días. En este palacio levantó los llamados Jardines
Colgantes, sobre grandes terrazas de piedra, que moldeó como montañas, y
plantó todo tipo de árboles.. Hizo todo esto para su esposa oriunda de Media,
que sentía nostalgia por las colinas de su patria...»

Este texto es importante, pues afirma claramente la labor edilicia de


Nabucodonosor II, corrigiendo errores de atribución, mencionando además
los Jardines Colgantes, ignorados por Heródoto, a los que nos referiremos al
final de este trabajo.
Heródoto continúa su descripción de Babilonia afirmando que la ciu-
dad estaba dividida en dos grandes zonas por el río que la cruza. Es muy in-
teresante señalar que Babilonia estaba llena de casas, y, dato importante, de
tres y cuatro pisos. La planimetría está concebida con calles rectas, tanto las
paralelas al río como las transversales. Esta descripción, como indica C.
Schrader 11 en su comentario al texto de Heródoto, responde al trazado hipo-
dámico, que torna el nombre del gran urbanista griego Hipódamos de Mile-

_________________________
9
P. Amiet, op. cit. 266, lám. 104. J.B. Pritchard, op. cit. 152; 299-301, figs. 439; 441-
447, 450. En un kudurru del rey de Babilonia Marduk-apla-idena II (721-710) se representa
a un funcionario delante del monarca (B. Hrouda y otros, op. cit. 156-157), con el símbolo
de Marduk en la parte superior (J.B. Pritchard, op. cit. 301-302, fig. 454).
10
Babilonia, 108.
11
Op. cit. 238, nota 457

27
to, llevado a la práctica en la planificación de Mileto, destruida por los per-
sas en 491 a. C. Con esta planimetría se construyeron las ciudades helenís-
ticas 12. Heródoto conserva datos muy concretos sobre la ciudad de Babilo-
nia, como es que frente a cada calle transversal, en la muralla había una po-
terna que desembocaba al río, cerrada con puertas de bronce. Estas potemas
de desagüe se documentan ya en Ugarit 13.
En el centro de los dos sectores urbanos se construyó un edificio forti-
ficado; en un sector, el palacio real, de sólidas formas; y en el otro, el san-
tuario de Bel, con puertas de bronce, de planta rectangular de unos 355 m de
lado. Este templo de Bel se llamaba Esagila. Las excavaciones de los ar-
queólogos alemanes efectuadas hasta la fecha de la Segunda Guerra Mun-
dial, descubrieron gran parte de la Babilonia construida por Nabucodonosor
II, y el palacio citado por Heródoto y multitud de textos alusivos a las cons-
trucciones que ordenó levantar Nabucodonosor II, además de otros textos de
carácter económico, religioso y literario, que confirman la gran altura cultu-
ral que alcanzó Babilonia, y su merecido prestigio en todo el Próximo
Oriente a lo largo de la Antigüedad.
G. Pettinato 14 presta especial atención a dos tablillas de arcilla. Una
contiene la planta del «Palacio de la ciudad» y sus alrededores. La fecha de
su construcción se estima hacia el 700 a. C. La segunda tablilla muestra la
«Ciudad Nueva» en una de sus caras, y en el reverso hay indicaciones astro-
nómicas sobre signos del zodíaco y datos sobre la longitud de las murallas y
de los canales.

Topografía de Babilonia según los textos epigráficos

Un grupo de cinco tablillas contiene la descripción de la topografía de


la ciudad 15. Interesa al contenido de este trabajo la tabla segunda, en la que
se mencionan los templos construidos en el centro de la ciudad, que enume-
ra en cantidad de 43, incluyendo las capillas y altares distribuidos por los
distintos barrios de la ciudad. Se añaden indicaciones precisas sobre el sim-
bolismo y la cosmología de cada centro. La tablilla más importante es la
quinta, que comienza con la enumeración de las capillas de Marduk conexas
con el templo Esagila. Se mencionan 8 puentes de la ciudad, las dos mura-
llas y los canales que atraviesan Babilonia. Se citan 24 calles principales, 8
de ellas en relación con las 8 puertas de la ciudad.
También se traza una síntesis de todos los edificios religiosos de Babi-
lonia, concluyendo con una descripción detallada de los diferentes barrios
_________________________
12
D.S. Robertson, Arquitectura griega y romana, Madrid 1981,182-189.
13
M. Yon, Syrie. Mémoire et Civilisation, Nanter 1993, 179.
14
Babilonia, 110-111, figs. 9a-9b.
15
G. Pettinato, Babilonia, 111-112.

28
Figura 2. Planta de Babilonia (según Hawkes): 1 Fortaleza septentrional, 2 Museo, 3 For-
taleza meridional, 4 Puerta de Ishtar. 5 Puerta, 6 Templo de Ninmah, 7 Palacio de
Nabucodonosor, 8 Muro interno, 9 Muro externo, 10 Templo de Ishtar de Akad, 11 Vía de
Marduk, 12 Canal, 13 Zikurrat, 14 Vía de las procesiones, 15 Templo de Marduk. 16 Vía
de Zababa, 17 Vía de Adad, 18 Vía de Shamash, 19 Muro externo de Nabucodonosor, 20
Canal nuevo.

de la ciudad. Otra tabla describe la famosa Torre de Babel y otros edificios


importantes.

Templo Esagila

Volviendo a la descripción de Heródoto, el historiador menciona el


Templo de Marduk, llamado Esagila «Casa que levanta la cabeza»), que
como puntualiza el autor se encontraba en el centro de la ciudad. Los datos
que ofrece Heródoto se pueden completar con los obtenidos de las
excavaciones y de las tablillas. Este santuario constaba de dos partes; al
norte la Puerta Santa y la Torre de Babel; la segunda era el área del

29
Templo Esagila propiamente dicho; ambas zonas separadas por una Vía
Procesional. G. Pettinato 16 recuerda el texto topográfico que distingue las
secciones en el complejo Esagila:
l. Lugar alto.
2. El lugar de Ishtar y Zababa.
3. La capilla ubsutinnu.
4. El suhatum vecino a la puerta sin terminar.
5. La Torre de Babel.
6. La capilla de Marduk. En esta sección se agrupan 6 edificios sagra-
dos, consagrados a Marduk y a su corte divina.

Figura 3. Planta del complejo sagrado de Babilonia (según Unger).

_________________________
16
Babilonia, 123. A. Moorgat, op. cit. fig. 282.

30
Heródoto recoge datos complementarios sobre el templo y su servicio.
Describe la estatua del dios, dando su peso, los altares y los rituales.
Varios relieves asirios representan altares con recipientes u ofrendas,
thymiateria, y oferentes. Uno de ellos se encuentra en el Obelisco de Assur-
nasirpal I (?) fechado a mitad del s. XI a.C. Aquí el templo tiene un alto mu-
ro y torres 17. Otros dos se han hallado en la roca del Lago Van, Tell Bellau-
rat, de tiempos de Salmanasar III (858-824 a.C.) 18; y un tercero de tiempos
de Assurbanipal (668-633) en Kuyinjk 19. Escenas parecidas se repiten en
los rituales de Babilonia.
El área sacra tenía muros altos y a ella daban por lo menos 21 puertas.
Nabopolasar y Nabucodonosor II prestaron especial cuidado al Templo del
Esagila, en particular a la Torre de Babel o zigurat, templo en terrazas, res-
taurado por Nabolopasar. Una tablilla conserva un diseño de la Torre y sus
dimensiones, que eran de 90 m de altura. Tenía 7 u 8 plantas, y no ocho
como escribe Heródoto. En el piso superior se encontraba la habitación de
Marduk.

Figura 4. Vista en perspectiva de la Torre de Babel (según Unger).

Una imagen de este dios se representó en un lapislázuli hallado en


Babilonia. El dios lleva la cabeza cubierta con una corona circular deco-

_________________________
17 J.B. Pritchard, op. cit. 324, fig. 624.
18 J.B. Pritchard, op. cit. 324, fig. 625.
19 J.B. Pritchard, op. cit. 324-325, fig. 626.

31
rada con círculos y una banda de plumas en el borde superior. Viste larga tú-
nica decorada con rosetas. Lleva barba. Suspendidos de los hombros cuel-
gan tres discos superpuestos que cubren el cuerpo por delante. Su mano de-
recha agarra, quizá, una espada curva, y su izquierda un anillo y una barra.
Detrás hay un demonio con cuernos tumbado. Esta pieza se fecha a media-
dos del siglo IX a.C. 20. El dragón-serpiente con cuernos que aparece junto a
Marduk es motivo antiguo. Se le encuentra de pie en la citada Puerta de
Ishtar; dos veces en un kudurru del periodo casita encontrado en Babilonia
21
; en una piedra negra hallada en Melishipak, del siglo XII a.C 22; y en una
segunda de la misma fecha encontrada cerca de Abu Habbah 23.
En el ángulo noroccidental de la Babilonia oriental se levantó el
«Palacio de la Ciudad». Parte del edificio quedaba fuera de la muralla. Se
encontraba situado entre la Vía de la Procesión a Oriente y el Canal Arahtu
a Occidente. Tenía varios sectores:

1. El mando de la guardia.
2. La residencia del intendente del palacio.
3. La sala de representación.
4. La habitación del soberano.
5. El harem de la reina.

En el lado nororiental probablemente se encontraban los famosos


Jardines Colgantes. Próximo al palacio se alzaba el Museo del Palacio, lla-
mado de este modo por haber proporcionado multitud de piezas (estatuas de
Puzur-Ishtar, de Mari, una estela neo-hitita y un colosal león de fecha incier-
ta). Al norte de este palacio el soberano babilonio se construyó el Palacio
Septentrional; y fuera de la ciudad un tercero, el llamado Palacio Estival 24.

_________________________
20 J.B. Pritchard, op. cit. 312, fig. 523.
21 P. Amiet, op. cit. 219, lám. 87, fig. 515.
22 J.B. Pritchard, op. cit. 311, fig. 520.
23 1.B. Pritchard, op. cit. 311, fig. 519.
24 G. Pettinato, Babilonia, 125-138.

32
Figura 5. Palacio de Nabucodonosor: 1ª y 2ª parte (según Unger)

33
Figura 6. Palacio de Nabucodonosor: 3ª parte (según Unger)

34
Figura 7. Palacio de Nabucodonosor: 4ª y 5ª parte (según Unger)

G. Pettinato 25 enumera otros edificios públicos como el Mausoleo de


los Reyes de Babilonia y el cementerio público.
_________________________
25
Babilonia, 133.

35
Los conquistadores de la ciudad no sólo no destruyeron los edificios,
sino que añadieron otros, como el teatro griego los Seleucidas.
Nabucodonosor construyó de nueva planta o restauró 16 templos, los
dos más famosos fueron el Esagila y la Torre de Babel, así como tres pala-
cios. Renovó tres calles: la Vía Larga, la Vía de la Procesión, y la Vía Sacra.
Mandó excavar numerosos canales; reforzó la muralla y levantó una tercera.
Termina Pettinato su capítulo destinado a describir las construcciones
emprendidas por Nabucodonosor II en Babilonia con la traducción de una
inscripción que menciona parte de las construcciones de este rey. Dice así:

«Restauré el Esagila, el palacio preferido de Marduk. Recubrí los muros


de ladrillo con oro brillante de Ekua la capilla del señor dios Marduk. Yo he
construido y terminado el Ezida; lo decoré con plata, oro y piedras preciosas.
Construí los templos de Babilonia y de Borsippa 26, y los conservé. Edifiqué
enteramente el E-temenanki, la torre a terrazas de Babilonia, y el Eurimi-
nanki. Edifiqué totalmente con ladrillos cocidos y asfalto y terminé la torre
de terrazas de Borsippa. Construí en lo alto de una luciente terraza una cella
sagrada espléndida, un santuario de gran refinamiento artístico, con ladrillos
cocidos y lapislázuli. Antes de todo esto, desde los tiempos antiguos hasta el
reinado de Nabolopasar, rey de Babilonia, mi padre, que me engendró,
también mis reales predecesores han construido palacios en sus ciudades
preferidas, donde querían, y allí eligieron sus residencia; allí acumularon sus
tesoros, amasaron sus bienes, y sólo se acercaban a Babilonia con ocasión de
la procesión del Señor de los Dioses Marduk. Desde cuando me predestinó
Marduk a ser rey, y Nabu, su hijo legítimo, me confió su reino, amo como a
mí mismo su amigable semblante. No amo ninguna otra ciudad como a
Babilonia y a Borsippa. En Babilonia, mi ciudad preferida, que yo amo, el
palacio, motivo de admiración para la gente, es la causa de unión de mi país,
la sede espléndida, la sede de mi majestad real, en Esset Babil en Babilonia,
desde Imgurbel a Libil-hegalla, el canal oriental, desde la orilla del Éufrates
hasta Ay-ibur-sabu, la calle de Babilonia, que Nabopolasar, el rey de
Babilonia, el padre que me ha engendrado, construyó con ladrillos secados al
sol y donde habitó. A causa de la crecida de las aguas sus corrientes se
habían deteriorado, y las puertas del palacio se habían quedado bajas, a
causa del levantamiento de las calles de Babilonia. Destruí sus paredes de
ladrillos secados al sol. Reforcé las bases de los cimientos e hice descender
el nivel de la corriente. Por causa del agua consolidé los cimientos. Elevé sus
muros con ladrillos cocidos, como una montaña boscosa. Hice extender
gruesos cedros como techo. Delante de la puerta de madera de cedro con
cubierta de cobre añadía a sus puertas umbrales y pernos de bronce.
Amontoné allí plata, oro, piedras preciosas, y todo objeto de valor y

_________________________
26
Babilonia, 133-136.

36
ricos, toda clase de bienes para el tesoro real. Porque mi corazón no ambi-
cionaba habitar de mi majestad real en ninguna otra ciudad, en ningún
otro lugar construí una habitación real. En Babilonia, mi residencia real,
sin embargo, no logré contener mi tesoro real. Por respeto de Marduk, mi
Señor, que nutre mi corazón, no desvié en Babilonia, mi ciudad fiel que
amo, el recorrido de las calles, para engrandecer mi sede regia, ni abatí su
santuario, ni canalicé el río para la nueva habitación. Me guié respetando
lo que ya existía. Cuatrocientos noventa codos de terreno junto a Nimitti-
Bel, para proteger los muros de Babilonia, alcé con ladrillos cocidos y
asfalto a las dos paredes de la fosa. Entre éstas levanté un basamento de
ladrillos cocidos. Sobre él construí un edificio de ladrillos cocidos y
asfalto. Lo uní al palacio de mi padre, e hice de él espléndida residencia.
Levanté el techo con grandes cedros, producto de las altas montañas, con
resistentes cedros usuhu, y con cipreses seleccionados. Delante de las
puertas de madera de Magan, madera de cedro y de ciprés, de diorita y de
marfil, con cubierta de plata y oro y revestimiento de bronce, añadí
umbrales y pernos de hierro a las grietas. Coloqué en lo alto una corona de
lapizlázuli. Lo rodeé de un sólido muro de asfalto y de ladrillos cocidos,
próximo al muro de ladrillos construí un gran muro de piedras enormes,
traídas de las grandes montañas, y lo levanté como una montaña. Hice este
edificio para que suscitase admiración. Lo hice espléndido para admi-
ración de todas las gentes. Riqueza, fertilidad, temor, esplendor de mi ma-
jestad real, rodeaban sus lados. No entró en él ningún ser malo o injusto.
»Para reforzar el muro de defensa de Esagila, para evitar que ningún
enemigo y saqueador se acercase a Babilonia, hice lo que antes de mí nin-
gún rey había realizaao: 40.000 codos de terreno próximo a Babilonia, le-
jano, deshabitado, rodeé con un muro orientado hacia el Oriente de Babi-
lonia. Excavé una fosa que consolidé con asfalto y ladrillos cocidos. Sobre
sus pendientes levanté un muro alto como una montaña. Construí grandes
puertas y reforcé los batientes con revestimientos de bronce. Vecino a los
muros de ladrillo hacia el norte, mi corazón obligó a construir un palacio
para la defensa de Babilonia. Hice construir con asfalto y ladrillos cocidos
un palacio, equivalente al palacio de Babilonia. A lo largo de 60 codos le-
vanté un muro en dirección a Sippar. Preparé la plataforma. Consolidé los
fundamentos del corazón de los infiernos en el manto de agua, con ladri-
llos cocidos y asfalto, y levanté el edificio hasta el piso superior y uní la
terraza con el palacio. Lo levanté como una montaña boscosa, con asfalto
y ladrillos cocidos. Como tejado coloqué grandes cedros. Delante de las
puertas de cedro revestidas de bronce, umbrales y pernos de hierro puse a
las grietas. Llamé a esta casa "Nabucodonosor puede vivir, puede llegar a
ser viejo el conservador de Esagila". Para que los enemigos no asediaran
los muros de Babilonia, y para alejar el venablo de la guerra, hice a Babi-
lonia más fuerte que una montaña, fortifiqué las defensas de Esagila e hice
de la ciudad una fortaleza.»

37
Este texto proporciona datos de gran interés no sólo acerca de los edi-
ficios sino sobre aspectos fundamentales de la ciudad, sobre, su urbanismo y
sobre detalles arquitectónicos. La actividad urbanística de Nabucodonosor
II, a pesar de lo expresado por él mismo en este texto, no se circunscribió
sólo a Babilonia, sino a otras ciudades como Kish 27, Larsa 28, Marad, Ur 29,
y Uruk 30, además de Akkad 31, Bas, Bilbat y Kuta 32.

La Babilonia de Ctesias - Diodoro

Diodoro Sículo se basa, para escribir su obra, en la de Ctesias de


Cnido, médico de Artajerjes II durante los años 405-398/397 a. C. Su obra
es una novela muy fascinante, que proporcionó a la Antigüedad la Historia
sobre el Oriente, de la que se conservan amplios resúmenes en Diodoro y
Focio; critica a Heródoto sin razón, pues su relato es fantasioso. La funda-
ción de Babilonia la atribuyen estos dos autores a Semíramis:

«7.3-5 Dejando el río Éufrates en medio construyó, en derredor de la ciudad,


una muralla en la que a cortos intervalos se alzaban torres de gran tamaño y
cuyo perímetro era de trescientos sesenta estadios, según dice Ctesias de
Cnido, mientras que según la referencia de Clitarco y algunos de los que en
un periodo posterior cruzaron a Asia con Alejandro era de trescientos se-
senta y cinco estadios; y añaden que tuvo empeño en que el número de es-
tadios fuese precisamente el mismo que el de días tiene el año. A base de
ladrillos cocidos unidos con asfalto hizo construir un muro cuya altura era,
según dice Ctesias, de cincuenta brazas, o bien, según la referencia de algu-
nos de los autores más recientes, de cincuenta codos, y de una anchura que
permitía que pudiesen circular simultáneamente tres carros tirados por ca-
ballos; torres hizo construir doscientas cincuenta en número, y su altura y
anchura eran proporcionales a la magnitud de la fábrica de la muralla. No
debe provocar asombro que hiciese construir un número pequeño de torres
para un perímetro de tal magnitud, pues dado que en una gran extensión la
ciudad estaba rodeada de pantanos, decidió no construir torres a lo largo de
ese espacio, habida cuenta de que la naturaleza de los pantanos le propor-
cionaba fortificación suficiente. Y en medio de las casas y las murallas, en
toda su extensión, se dejó una calle de dos pletros de ancho.
»8.1-7 Para agilizar la edificación de estas construcciones le adjudicó un
estadio a cada uno de sus amigos, dándoles los medios suficientes

_________________________
27
P. Arniet, op. cit. 515,533-534.
28
P. Amiet, op. cit. 534-535
29
P. Amiet, op. cit- 539-542.
30
P Amiet, op. cit. 542-545.
31
P. Arniet, op. cit. 533. 589-590.
32
P. Amiet, op. cit. 590.

38
para su misión y ordenándoles que pusiesen término a las obras en el plazo
de un año. Éstos cumplieron las órdenes con gran diligencia, y Semíramis
acogió con agrado su celo; ella tomó a su cargo la construcción de un puen-
te de cinco estadios de ancho en la parte más estrecha del río, haciendo
hundir en su lecho con destreza técnica los pilares, que distaban diez pies
unos de otros. Las piedras hacía que las aferrasen bien sujetas con lañas de
hierro, y sus junturas hacía que las rellenasen derramando plomo fundido.
Delante de los pilares, ante los lados que recibían la corriente, hizo cons-
truir tajamares que tenían redondeada la superficie, de la cual el agua salía
despedida, e iban disminuyendo paulatinamente hasta la anchura del pilar,
para que los filos de los ángulos cortasen el ímpetu de la corriente y los
lados redondeados, cediendo a su fuerza, suavizasen la violencia del río. De
modo que el puente, tejado con vigas de cedro y ciprés, y también con tron-
cos muy voluminosos de palmera, y de una anchura de treinta pies, tenía
fama de no quedar por detrás en destreza técnica de ninguna de las obras de
Semíramis. A cada lado del río hizo construir un muelle de anchura similar
a la de las murallas y que se extendía a lo largo de cien estadios.
»Hizo construir también dos palacios en la propia orilla del río, a cada
uno de los lados del puente, con la intención tanto de vigilar la totalidad de
la ciudad como de tener las llaves, por así decirlo, de las zonas clave de la
ciudad. Al correr el Éufrates por el centro de Babilonia e ir su curso hacia
el sur, un palacio daba a levante y otro a poniente, y ambos estaban cons-
truidos suntuosamente. En efecto, en el caso del que estaba orientado a po-
niente el primer circuito lo hizo construir de sesenta estadios, fortificado
con altas y costosas murallas, a base de ladrillos cocidos. En el interior de
éste hizo construir otro de forma anular, en ladrillos de cuyo perímetro, an-
tes de ser cocidos, fueron grabadas figuras de animales de todas las espe-
cies que, por la destreza técnica con que fueron empleados los colores, imi-
taban la realidad. La longitud de este circuito era de cuarenta estadios, su
anchura de trescientos ladrillos y su altura, según dice Ctesias, de cincuenta
brazas; la altura de las torres era de setenta brazas. Más hacia el interior
hizo construir también un tercer circuito que rodeaba una acrópolis y tenía
un perímetro de veinte estadios, y la altura y anchura de su fábrica eran su-
periores a la conformación del muro intermedio. En las torres y murallas
estaban representados animales de todas las especies con destreza técnica
en el uso de los colores y en el realismo de las representaciones; el conjunto
representaba una compleja cacería de todo tipo de animales salvajes, cuyo
tamaño era de más de cuatro codos. En medio de ellos estaba representada
también Semíramis lanzando desde un caballo un venablo contra una pan-
tera, y junto a ella su marido Nino golpeando de cerca un león con su lanza.
Hizo levantar también tres puertas, dos de las cuales eran de bronce y se
abrían mecánicamente.
»Este palacio, tanto por sus dimensiones como por su ejecución, era
muy superior al que se encontraba al otro lado del río. En efecto, el
perímetro de la muralla de éste, a base de ladrillos cocidos, era de única-

39
mente treinta estadios, y en lugar de la representación de animales tenía es-
tatuas de bronce de Nino, Semíramis y los dignatarios, y también de Zeus,
al que los babilonios llaman Belo; también estaban representadas batallas y
cacerías de todo tipo, que ejercían sobre los que las contemplaban una múl-
tiple seducción.
»9.1-9 Después eligió el lugar más bajo de Babilonia e hizo construir una
cisterna cuadrangular, cada uno de cuyos lados era de treinta estadios,
construida a base de ladrillos cocidos y asfalto y cuya profundidad era de
treinta y cinco pies. Tras desviar hacia ella el curso del río hizo construir un
paso subterráneo de un palacio a otro. El paso abovedado lo hizo edificar a
base de ladrillo cocido, e hizo que, además, ambas caras fuesen embadurna-
das con asfalto derretido hasta que logró que el espesor de la capa fuese de
cuatro codos. Los muros del pasadizo tenían una anchura de veinte ladri-
llos, siendo su altura, sin contar con la curvatura de la bóveda, de doce pies,
y la anchura del pasadizo de quince. Realizó esta construcción en siete días,
hizo que el río volviese a su primitivo cauce, de modo que, al pasar su co-
rriente por encima del pasadizo, Semíramis podía cruzar de un palacio a
otro sin atravesar el río. Hizo levantar también a ambos extremos del pasa-
dizo puertas de bronce, que perduraron hasta la soberanía persa.
»Después hizo construir en medio de la ciudad un templo de Zeus, a
quien los babilonios llaman, como hemos dicho, Belo. Al haber acerca de
este templo discrepancias entre los historiadores, y al haber sido derruido el
edificio por el curso del tiempo, no es fácil dar una información segura.
Hay acuerdo, sin embargo, en que fue extraordinariamente alto, y en que
los caldeos hacían en él sus observaciones de los astros, al observarse con
precisión sus salidas y ocasos a causa de la altura del edificio. Toda la
construcción había sido realizada con gran destreza técnica a base de as-
falto y ladrillos y sin ahorrar gastos, y en lo alto de la pendiente hizo cons-
truir tres estatuas de oro, trabajadas a martillo, de Zeus, Hera y Rea. De
éstas, la de Zeus lo representaba erecto y dando un paso adelante y, al ser
su altura de cuarenta pies, tenía un peso de mil talentos babilonios; la de
Rea la representaba sentada sobre un trono de oro y tenía un peso igual al
de la que acabamos de mencionar; en sus rodillas se apoyaban dos leones y
a poca distancia se encontraban serpientes de plata de gran tamaño, cada
una de la cuales tenía un peso de treinta talentos. La estatua de Hera era
también erecta, tenía un peso de ochocientos talentos y con su mano dere-
cha cogía una serpiente por la cabeza, y con la izquierda un cetro guarneci-
do de piedras preciosas. Una mesa de oro, trabajada a martillo, estaba dis-
puesta para estos tres dioses en común, de una longitud de cuarenta pies,
una anchura de quince y un peso de quinientos talentos. Sobre ésta había
dos copas, cuyo peso era de treinta talentos. Había también incensarios,
igualmente en número de dos, pero el peso de cada uno era de trescientos
talentos; había también tres cráteres de oro, de las cuales la de Zeus pesaba
mil doscientos talentos babilonios, y cada una de las otras seiscientos.
Todos estos objetos los saquearon más tarde los reyes de los persas; de

40
los palacios y demás edificaciones el tiempo hizo desaparecer unos total-
mente, y causó la ruina de otros; la realidad es que de la propia Babilonia
ahora está habitada únicamente una pequeña zona, mientras que la mayor
parte del territorio del interior de las murallas está dedicada a la agricultura.
»10.1.6 Estaban también, junto a la acrópolis, los llamados "Jardines
Colgantes", obra no de Semíramis, sino de un rey sirio posterior que los
construyó para dar gusto a una concubina; dicen que ésta, en efecto, era de
raza persa, y sentía nostalgia de los prados de sus montañas, por lo que
pidió al rey que imitara, mediante la diestra práctica de la jardinería, el
paisaje característico de Persia. Cada lado del parque tenía una extensión de
cuatro pletros; su acceso era en talud, como el de una colina, y las
edificaciones se sucedían unas a otras ininterrumpidamente, de modo que el
aspecto era de un teatro. Las terrazas fueron hechas de modo que bajo cada
una de ellas quedasen pasadizos de fábrica, que soportaban todo el peso del
jardín y se iban levantando en el escalonamiento, elevándose poco a poco
los unos sobre los otros de un modo paulatino e ininterrumpido. El
pasadizo superior, cuya altura era de cincuenta codos, soportaba la
superficie más elevada del parque y estaba construido al nivel del circuito
de las almenas. Además los muros, construidos sin ahorrar gastos, tenían un
grosor de veintidós pies, y cada uno de los pasadizos un ancho de diez. Las
cubiertas estaban techadas con vigas de piedra que tenían una longitud de
dieciséis pies contando con los solapos, y un ancho de cuatro. La
techumbre sobre las vigas tenía primero una capa de cañas embadurnadas
con gran cantidad de asfalto, después dos filas de ladrillos unidos con yeso,
y recibía también como tercera cubierta una techumbre de plomo, para que
la humedad de las terrazas no llegase abajo. Sobre éstas se había acumulado
un espesor de tierra suficiente para las raíces de los árboles de mayor
tamaño; el suelo, una vez que fue nivelado, estaba lleno de árboles de todas
las especies que pudiesen, por su tamaño o por otros atractivos, seducir el
espíritu de los que los contemplasen. Los pasadizos, al recibir la luz por
encontrarse los unos más elevados que los otros, contenían muchas
estancias regias de todo tipo; había una que contenía perforaciones
procedentes de la superficie superior y máquinas para bombear agua, me-
diante las cuales se elevaba una gran cantidad de agua del río sin que nadie
situado en el exterior pudiese ver lo que ocurría. Ahora bien, este parque,
como antes dije, fue construido en un periodo posterior.
»11.1 Semíramis fundó también otras ciudades a orillas de los ríos Éufra-
tes y Tigris. en las que instaló centros comerciales para los que transporta-
ban mercancías desde Media, Paretacene y todo el territorio vecino.
»11.4-5 Semíramis hizo cortar de las montañas de Armenia una piedra de
ciento tres pies de longitud y veinticinco de anchura y grosor. Mediante
una gran multitud de yuntas de mulas y bueyes la hizo llevar hasta el
río, donde la hizo subir en una barca; sobre ésta la llevó a favor
de la corriente hasta Babilonia, y la hizo erigir junto a la calle más ilus-

41
tre, y su contemplación provocaba la maravilla de los viandantes; a esta
piedra, por su forma, algunos le dan el nombre de obelisco, y se la suele
contar entre las siete maravillas del mundo.
»12.1-3 Siendo muchas las cosas que se pueden ver en Babilonia, no es de
lo que provoca menos admiración la gran cantidad de asfalto que en este
país se produce; es, en efecto, tan grande que no sólo basta para sus edifi-
caciones, pese a que éstas son tan abundantes y de gran tamaño, sino que
también el pueblo, congregándose en el lugar, lo extrae sin restricción y,
haciéndolo secar, lo quema en lugar de madera. Y aunque es innumerable
la muchedumbre de hombres que lo extraen, como de una gran fuente, el
contenido permanece íntegro. Hay también cerca de esta fuente una
exhalación, pequeña de tamaño, pero dotada de una fuerza admirable.
Emite, en efecto, un fuerte vapor sulfuroso, y todo animal que se aproxima
perece, encontrándose con una muerte rápida y sorprendente; muere,
en efecto, tras haber estado sujeto durante un tiempo a retención de
aliento, como si la exhalación del aliento se viese impedida por la fuer-
za que ha sobrevivido a la inspiración; al punto el cuerpo se hin-
cha y se pone ardiente, especialmente las zonas que rodean los pulmones.
Hay también al otro lado del río una laguna cuyos bordes ofrecen apoyo
sólido, pero cuando penetra en ella un hombre inexperto, durante un rato

Figura 8. Jardines Colgantes de Babilonia (según Wiseman)

42
nada, pero, si avanza hacia el centro, es arrastrado por una especie de fuer-
za; una vez que opta por ponerse a salvo y decide dar la vuelta, se esfuerza
con tesón en salir, pero parece como si alguno tirase en dirección contraria;
y en primer término se le entumecen los pies, luego las piernas hasta la ca-
dera y, por último, vencido por un entumecimiento que afecta a todo el
cuerpo, va a parar al fondo, y poco después es expulsado a la superficie
muerto. Así pues, acerca de las maravillas de Babilonia, baste con lo
dicho.» (Traducción de J. Lens).

Diodoro 33 recuerda los Jardines Colgantes de Babilonia, que fueron


una de las maravillas del Mundo Antiguo, no citados por Heródoto y sí por
Estrabón y por Quinto Curcio Rufo. No fueron obra de Semíramis. Las
fuentes griegas los atribuyen sin duda a la iniciativa de Nabucodonosor II,
para complacer a su esposa, de origen medo, que tenía nostalgia de los pai-
sajes de su país. Diodoro, o mejor Ctesias, transmiten datos importantes so-
bre esta construcción como es la subida a ellos por una rampa y que las edi-
ficaciones producían al espectador un efecto de decorado teatral. En las te-
rrazas había pasadizos que tenían habitaciones regias. La mención de las
máquinas para bombear aguas parece ser un añadido de época helenística,
cuando aparece el Tomillo de Arquímedes, la noria de cangilones, la bomba
de Ctesibio, usadas en las minas hispanas 34. Diodoro recoge la noticia de la
producción de asfalto tan necesario para consolidar los edificios, técnica ya
mencionada por Heródoto.
Como se ha indicado ya, la Babilonia descrita por Ctesias y Diodoro
es la de Nabucodonosor II, en cuya atribución del plan urbanístico de la ciu-
dad coinciden todos los investigadores. La reina Semíramis, que conquistó
un gran imperio (Media, Persia, Egipto, Etiopía, India) 35, según cuenta
Diodoro en su Biblioteca Histórica (2.13-19), tenía que fundar una gran ca-
pital al igual que hizo Nabucodonosor II. Tal imperio fue mayor que el de
Nino, su esposo, pues también unió Bactriana.
Estrabón (2.1.31) también afirma que Semíramis fue la fundadora de
Babilonia, lo mismo que Quinto Curcio Rufo, y que su segundo esposo fun-
dó Nínive. En otro pasaje (16.1.2) alude el geógrafo a los trabajos de
Semíramis de modo general.

_________________________
33
G. Pettinato, Semiramide, 376-381.
34
J .M. Blázquez, Economía de la Hispania Romana, Bilbao 1978, 252-305. Id. Histo-
ria económica de la Hispania Romana, Madrid 1978, 24-42, figs. 52C, 53B, 53D. 53F,
54C, 55D-55E. Id., Historia de España. España Romana. II, Madrid 1982, 295-319, figs.
181, 188.
35
G. Pettinato, Semiramide, 381-389.

43
La Babilonia de Quinto Curcio Rufo en la Historia de Alejandro

Este autor, que escribió posiblemente en época de Vespasiano, in-


tercaló en su Historia de Alejandro una descripción de Babilonia, que es la
siguiente:
«5.24-35 Pero lo que atrajo las miradas –y no sin razón– no sólo del rey sino
también de todos sus acompañantes fue la belleza y la antigüedad de la ciu-
dad misma, fundada por Semíramis y no, como es creencia general, por
Belo, del que se muestra todavía el palacio. Su muralla, levantada con la-
drillo cocido embreado con alquitrán presenta un espacio de 32 pies de an-
cho: se dice que las cuádrigas pueden encontrarse de frente sin correr el me-
nor riesgo. La altura de la misma es de 50 codos y las torres sobresalen por
encima de las murallas 10 pies cada una. El perímetro de toda la cons-
trucción es de 368 estadios: la tradición informa de que en la construcción de
cada estadio se invirtió un día de trabajo. Los edificios no están adosados a
la muralla, sino que están separados de ella casi por una yugada de espacio
libre. La ciudad no está toda ella cubierta de edificios –sólo 80 estadios es-
taban habitados– ni éstos presentan una formación compacta, me imagino
que porque les parecía más seguro diseminar los edificios por diversos luga-
res. Los otros espacios los siembran y los dedican al cultivo con el fin de,
ante un ataque exterior, poder abastecer a los sitiados con los productos de
su misma ciudad.
»Babilonia se halla dividida en dos por el Éufrates, cuyo caudal se encuen-
tra contenido por unos enormes diques. Estas ingentes construcciones están ro-
deadas de grandes cavernas excavadas en profundidad para acoger las crecidas
del río: cuando sus aguas se desbordan arrastrarían consigo los edificios si no
existieran estas grutas y cisternas para recibirlas. Están construidas con ladri-
llos y toda la obra está embreada con alquitrán. Las dos partes de la ciudad es-
tán unidas por un puente de piedra sobre el río. También este puente se cuenta
entre las maravillas de Oriente, ya que el Éufrates arrastra en su cauce un gran
espesor de lino y cuando se saca éste desde el fondo para colocar los cimientos
con dificultad se encuentra un suelo lo suficientemente firme como para soste-
ner la construcción. Así pues, la arena, acumulada constantemente y apelma-
zada en los sillares sobre los que se asienta el puente, detiene la corrientes del
río que, al encontrarse retenido, se lanza con más ímpetu que si se deslizara
con su corriente libre de obstáculos.
»La ciudad tiene también una ciudadadela con un perímetro de 20
estadios. Los cimientos de las torres están hundidos en tierra en una
profundidad de 30 pies y la cima de la fortificación alcanza una altu-
ra de 80. Sobre la ciudadela se encuentran los jardines colgantes –prodi-
gio divulgado por las fábulas de los griegos–, en rasante con la altura
máxima de las murallas, amenos por la sombra y elevación de sus nume-
rosos árboles. Los pilares que sostienen toda la obra son de piedra. Sobre los
pilares se extiende un lecho profundo de sillares capaz de contener la
tierra que echan sobre él y el agua con que riegan esa tierra. Estas cons-

44
trucciones sustentan unos árboles tan robustos que sus troncos llegan a tener
un grosor de ocho codos, alcanzan una altura de 50 pies y pueden dar fruto
como si se cultivaran sobre la propia tierra. Y aunque el paso del tiempo de-
teriora, con un desgaste paulatino, no sólo las obras hechas por mano de
hombre, sino incluso las mismas obras de la naturaleza, esta construcción
que se ve oprimida por las raíces de tantos árboles y mantiene el peso de un
bosque tan grande, permanece sin el menor deterioro. Está sostenida por
unos muros de 20 pies de anchura, colocados a 11 pies de distancia unos de
otros, de manera que, contemplados de lejos, dan la impresión de bosques al-
zados sobre sus propios montes. Se cuenta que esta construcción fue obra de
un rey de Siria, ascendido al trono de Babilonia, y que la hizo por el amor
que sentía hacia su esposa; ésta, añorando en aquellos parajes de llanura los
bosques y las selvas, movió a su esposo a imitar la amenidad de la naturaleza
con una obra de este tipo.» (Traducción de F. Pejenaute).

El palacio al que se refiere el autor al comienzo del relato es la Torre


de Babel, destruida en 479 a.C. por Jerjes (Arr. 7.17.2). Las medidas de la
ciudad que da Curcio Rufo difieren de las de Heródoto, que da aproxima-
damente 89 km. de perímetro, y una altura de 90 m. para las murallas. La
ciudad estaba habitada sólo en una extensión de 25 ha y el perímetro era de
64 km. Es interesante señalar la noticia que da Curcio Rufo de que los espa-
cios libres se utilizaban para cosechar alimentos que eran utilizados en caso
de asedio, al igual que la existencia de grutas y cisternas como aliviaderos
de las crecidas del río. El perímetro de la ciudadela o acrópolis lo calcula el
autor en unos 4 km.
Es posible que el lector moderno pueda hacerse una idea bastante
aproximada a la realidad, como indicamos al principio, respecto al urba-
nismo de Babilonia, de sus barrios, templos, palacios, puertas
monumentales, puentes, murallas, y calles principales. Los textos antiguos,
sin embargo, no aluden a las fuentes, a los mercados, a las plazas. Tampoco
se describe, salvo casos excepcionales, el interior de los templos ni de las
viviendas 36, ni los muebles, ni las fiestas religiosas. Tampoco atienden a las
costumbres de los ciudadanos en su vida cotidiana, ni a sus creencias, sal-
vo el caso de la prostitución sagrada (Hdt. 1. 199) vinculada con ciertos cul-
tos a la diosa de la fertilidad, Astarté entre los fenicios, que éstos exten-
dieron por toda la cuenca del Mediterráneo: Pafos y Amatunte en Chipre
(Iust. 18.5), Eryx en Sicilia, Pyrgi en Etruria, hacia el 500 a.C., y posi-
blemente en Cástulo (Linares, Jaén), Cancho Roano (Badajoz), donde
las habitaciones cuadradas en tres lados son gemelas de las de Pyrgi
y en la acrópolis de Corinto. La prostitución sagrada se introdujo en Israel,
_________________________
36
En un relieve de la sala de baño del palacio de Assurnasirpal II (883-859) hallado en
Nirnrud se ven algunos aspectos de cuatro casas (P. Amiet, op. cit. fig. 599). El interior de
las viviendas de Babilonia no debía ser muy distinto.

45
procedente de Fenicia. Josías, rey de Judá (2Cr. 23:7), que comenzó a reinar
hacia el año 640 a.C., a los veinte años, limpió Jerusalem y su reino desde
Guebá a Bersabé, de los prostitutos sagrados de ambos sexos, puestos o to-
lerados por sus predecesores, Manasés y Amón. Los rituales de la prostitución
sagrada todavía se practicaban en Siria en los cultos a la diosa siria, Atargatis,
según cuenta Luciano (De dea Syria, 6) a finales del siglo II d.C. 37.
Heródoto describe la prostitución sagrada como un ritual típico de
Babilonia en los siguientes términos:
«199 Por contra, la costumbre sin duda más ignominiosa que tienen los ba-
bilonios es la siguiente: toda mujer del país debe, una vez en su vida, ir a sen-
tarse a un santuario de Afrodita y yacer con un extranjero.
» Muchas de ellas, que consideran impropio de su rango mezclarse con las
demás en razón del orgullo que les inspira su poderío económico, se dirigen al
santuario, seguidas de una numerosa servidumbre que las acompaña, en ca-
rruaje cubierto y aguardan en sus inmediaciones. Sin embargo, las más hacen
lo siguiente: muchas mujeres toman asiento en el recinto consagrado a Afro-
dita con una corona de cordel en la cabeza; mientras unas llegan, otras se van.
Y entre las mujeres quedan unos pasillos, delimitados por cuerdas, que van en
todas direcciones; por ellos circulan los extranjeros y hacen su elección.
Cuando una mujer ha tomado asiento en el templo, no regresa a su casa hasta
que algún extranjero le echa dinero en el regazo y yace con ella en el interior
del santuario. Y, al arrojar el dinero, debe decir tan sólo: «Te reclamo en nom-
bre de la diosa Milita» (ya que los asirios, a Afrodita, la llaman Milita). La
cantidad de dinero puede ser la que se quiera; a buen seguro que no la recha-
zará, pues no le está permitido, ya que ese dinero adquiere un carácter sagra-
do; sigue al primero que se lo echa sin despreciar a nadie. Ahora bien, tras la
relación sexual, una vez cumplido el deber para con la diosa, regresa a su casa
y, en lo sucesivo, por mucho que le des no podrás conseguir sus favores.
Como es lógico, todas las mujeres que están dotadas de belleza y buen tipo se
van pronto, pero aquellas que son poco agraciadas esperan mucho tiempo sin
poder cumplir la ley; algunas llegan a esperar hasta tres y cuatro años. Por
cierto que, en algunos lugares de Chipre, existe también una costumbre muy
parecida a ésta» (Traducción de C. Schrader).
Alejandro Magno, en su visita a Babilonia conoció la prostitución
sagrada. Quinto Curcio (V.26-38) la describe en los siguientes términos:
«36 Alejandro se detuvo en esta ciudad más tiempo que en ningún otro
lugar y ningún otro sitio infligió más daño a la disciplina militar. Nada
más corrompido que las costumbres de Babilonia y nada más dis-
puesto para excitar las pasiones desordenadas. 37 Tanto padres como
maridos consienten que sus esposas e hijas se prostituyan con los foras-

_________________________
37
J.M.Blázquez, "El santuario de Carncho Roano (Badajoz) y la prostitución sagrada",
Aula Orientalis 17-18, 1999-2000, 367,379.

46
teros con tal que el deshonor les reporte algún beneficio. En toda Persia los
reyes y cortesanos tienen gran afición a los "juegos de festín" y los babi-
lonios sienten una inclinación extrema por el vino y lo que la embriaguez
lleva consigo. 38 Las mujeres, que toman parte en estos banquetes, al princi-
pio mantienen un comportamiento recatado. Después comienzan a despojar-
se de las vestiduras que cubren la parte superior del cuerpo y poco a poco
profanan el pudor –sea dicho con el debido respeto a nuestros oyentes– las
prendas que cubren las partes inferiores. Y este deshonor no es propio sólo
de las cortesanas, sino incluso de las matronas y de sus esposos, entre quie-
nes el menosprecio hacia la exhibición de los cuerpos de sus mujeres es con-
siderado como un rasgo de afabilidad» (traducción de F. Pejenaute).
Al final del Helenismo, 150-100 a.C., el profeta Baruch (6.42-43)
menciona la prostitución de Babilonia:
«y las mujeres, ceñidas por cordones, se sientan en los caminos quemando
salvado y cuando alguna de ellas, solicitada, se la lleva un transeúnte y duer-
me con ella, injuria a las vecinas por no haber merecido ese honor de que
rompieran el cordón».

Otras costumbres de los babilonios

Heródoto (1.192-197) en sus Historias recoge varias costumbres de


los habitantes de Babilonia. Dice así:
«192 y en cuanto a la.abundancia en recursos de los babilonios, voy a poner
ahora de relieve su extraordinaria magnitud, entre otras muchas pruebas, con
la siguiente en particular. El Gran Rey tiene dividido en distritos todo el te-
rritorio de su soberanía, para que, además del tributo, le suministren su apro-
visionamiento personal y el de su ejército. Pues bien, de los doce meses que
tiene el año, la región de Babilonia le aprovisiona durante cuatro meses y,
durante los otros ocho, todo el resto de Asia; según esto, Asiría constituye,
por sus recursos, una tercera parte del total de Asia. Igualmente, la adminis-
tración de este territorio –que los persas llaman satrapía– es, con ventaja, la
más importante de todas las administraciones, ya que a Tritantecmes, hijo de
Altabazo, que gobernaba en nombre del rey esta provincia, le producía cada
día una artaba llena de plata (la artaba, por cierto, es una medida persa que
tiene una capacidad de tres quénices áticos más que el medimno ático). Así-
mismo, tenía, aparte de los de combate, ochocientos caballos de su pro-
piedad particular para cubrir a las yeguas, siendo éstas dieciséis mil, ya que
cada uno de estos sementales cubría a veinte yeguas. Criaba, además, un nú-
mero tan elevado de perros indios, que cuatro grandes aldeas de la llanura,
que estaban exentas de las demás contribuciones, tenían a su cargo el sumi-
nistro de comida para los perros. Tales eran las riquezas con que contaba el
gobernador de Babilonia.

47
» 193 En la tierra de los asirios, por otra parte, llueve poco y ese poco es lo
que hace crecer la raíz del trigo; sin embargo, la mies crece y el grano madura
merced al riego con el agua del río, si bien el nivel del mismo no sube hasta
alcanzar las tierras de labor como en Egipto, sino que el riego se realiza a
fuerza de brazos y cigoñales, pues toda la región de Babilonia, al igual que
Egipto, está parcelada con canales; el mayor de estos canales, que está orien-
tado hacia el sureste, es navegable y se comunica, desde el Éufrates, con otro
río, el Tigris, a orillas del cual esta ba situada la ciudad de Nínive. Y de todas
las regiones que conocemos ésta es, con ventaja, la mejor productora del fruto
de Deméter * * * * * *; pues, en realidad, otro tipo de árboles, como la higuera, la
vid y el olivo, ni tan siquiera son objeto de cultivo. Pero es tan buena produc-
tora del fruto de Deméter, que, generalmente, da hasta el doscientos por uno
y, cuando. más se supera a sí misma, produce hasta el trescientos. En esa
región las hojas del trigo y de la cebada alcanzan fácilmente cuatro dedos de
anchura. Y el tamaño del mijo y el sésamo alcanza, aproximadamente, la altu-
ra de un árbol, si bien no vaya especificar sus proporciones, pese a que las
conozco perfectamente, pues estoy persuadido de que ya cuanto llevo dicho
con respecto a los cereales habrá suscitado gran incredulidad entre aquellos
que no han visitado Babilonia. Los babilonios, por cierto, no utilizan aceite de
oliva, sino que hacen uno de sésamo. Tienen, además, por toda la llanura
plantaciones de palmeras, la mayoría de las cuales dan unos frutos con los que
hacen panes, vino y miel; las tratan como a las higueras y, en concreto, atan el
fruto de las palmeras que los griegos llaman masculinas al de las palmeras da-
tileras, para que el cínife, al penetrar en su interior, haga madurar el dátil y
para que el fruto de la palmera no se caiga, pues ocurre que las palmeras mas-
culinas, como las higueras silvestres, llevan en su fruto unos insectos.
» 194 Y vaya describir a continuación lo que, después, naturalmente, de la
ciudad misma, constituye a mi juicio la mayor maravilla de todas las de esa
tierra. Sus embarcaciones, que bajan por el río para ir a Babilonia, tienen
forma circular y son totalmente de cuero. En efecto, después de cortar madera
de sauce en el país de los armenios, que habitan al norte de los asirios, y hacer
las cuadernas, extienden por su parte exterior unas cubiertas de cuero a modo
de suelo, pero sin fijar el contorno de la popa ni estrechar la proa, sino que las
hacen redondas como un escudo; luego, llenan toda la embarcación de paja, la
cargan con mercancías; transportan sobre todo tinajas, de madera de palmera,
llenas de vino y dejan que la corriente las arrastre río abajo. La embarcación
es gobernada mediante dos vergas por dos hombres que van de pie; uno tira de
la verga hacia sí en tanto que el otro empuja la suya. Estas embarcaciones se
construyen muy grandes unas y más pequeñas otras; las mayores pueden
llevar una carga de hasta cinco mil talentos. En cada embarcación, además, va
un asno vivo y en las mayores varios. Pues bien, tras arribar navegando a
Babilonia y vender la carga, suelen subastar las cuadernas de la embarcación
y la totalidad de la paja; después cargan los cueros en los asnos y regresan a
Armenia, pues ocurre que es del todo punto imposible remontar el río de-
bido a la rapidez de su corriente; ésta es también la razón por la que no

48
hacen sus embarcaciones de madera, sino de cuero. Y cuando, arreando sus
asnos, llegan de vuelta al país de los armenios, construyen nuevas embarca-
ciones de la misma manera.
» 195 Así son, en definitiva, sus embarcaciones. El vestido que llevan con-
siste en una túnica talar de lino, sobre ella se ponen otra túnica de lana y por
encima se echan un echarpe blanco; y tienen un calzado típico del país muy
similar a las embadas beocias. Se dejan crecer el cabello, que se ciñen con mi-
tras, y llevan perfumado todo el cuerpo. Cada uno tiene, además, un anillo de
sello y un bastón labrado a mano; en la empuñadura de cada bastón hay escul-
pida una manzana, una rosa, un lirio, un águila o algo semejante, ya que no
tienen por norma llevar un bastón sin distintivo. Este es, pues, el atavío de sus
personas. Y entre ellos rigen las siguientes costumbres.
» 196 La más acertada, a nuestro juicio (tengo entendido que también la ob-
servan los vénetos de Iliria), es ésta. En cada aldea tenía lugar una vez al año
la siguiente ceremonia: reunían a todas las doncellas que aquel año habían al-
canzado la edad de casarse, las llevaban a todas juntas a un lugar determinado
y a su alrededor se situaba un sinnúmero de hombres. Entonces, un pregonero
las hacía levantarse una por una y las iba poniendo en venta; empezaba por la
más agraciada de todas y, luego, una vez adjudicada ésta a alto precio,
subastaba a la que seguía a aquella en hermosura. Las ventas se realizaban con
fines matrimoniales, así que todos los babilonios casaderos que eran ricos,
pujando entre sí, se hacían con las más bonitas; en cambio, todos los plebeyos
en edad casadera, que para nada necesitaban una hermosa figura, recibían por
su parte a las doncellas más feas y ciertas sumas. En efecto, cuando el
pregonero había terminado de subastar a las doncellas más agraciadas, hacía
ponerse en pie a la más fea o, si la había, a alguna lisiada y en voz alta
preguntaba quién quería casarse con ella percibiendo menos dinero, hasta que
la adjudicaba a quien se avenía a la menor suma. Ese dinero, como es natural,
provenía de la venta de las doncellas agraciadas y, así, las hermosas casaban a
las feas y lisiadas. Por otra parte, a nadie le estaba permitido casar a su hija
con quien quisiera y tampoco llevarse sin fiador a la doncella que comprara,
sino que el comprador tenía que presentar fiadores de que, en realidad, iba a
casarse con ella; sólo entonces podía llevárselas. Y, si los contrayentes no se
avenían, la ley establecía la devolución del dinero. Igualmente, quien deseaba
comprar una doncella podía hacerlo, aunque procediera de otra aldea. Ésta
era. pues, la acertadísima costumbre que tenían; no obstante, hoy en día ya no
se halla en vigor, si bien recientemente han ideado otro procedimiento para
que los extranjeros no agravien a sus doncellas ni se las lleven a otra ciudad,
pues desde que la conquista los sumió en la ruina y la miseria, todo plebeyo
falto de medios de vida prostituye a sus hijas.
» 197 Después de ésta, la costumbre más acertada que rige entre ellos
es esta otra. Sacan a los enfermos a la plaza (pues resulta que no tie-
nen médicos). Así, los transeúntes –si alguno de ellos ha sufrido en su
persona un mal semejante al que padece el enfermo o si ha visto afecta-

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do de él a otra persona– se acercan al enfermo y le dan consejos sobre su en-
fermedad; se acercan a él y le aconsejan y recomiendan todo cuanto ellos, per-
sonalmente, hicieron para recuperarse de una enfermedad semejante o vieron
hacer a otro para recuperarse. Y no les está permitido pasar junto a un enfer-
mo en silencio, sin preguntarle, antes, qué mal le aqueja.
» 198 Entre ellos, los cadáveres se recubren de miel y sus cantos fúnebres
son muy semejantes a los de Egipto. Siempre que un marido babilonio man-
tiene relaciones con su mujer, se sienta junto a los vapores de un incienso que
se ofrece como purificación y, en otro lugar, la mujer hace lo mismo. Y, al
amanecer, ambos se lavan, pues no pueden tocar recipiente alguno hasta ha-
berse lavado. Esto mismo, por cierto, lo hacen también los árabes». (Traduc-
ción de C. Schrader).
Describe Heródoto el territorio de Babilonia. La satrapía de Babilonia
era la más importante de Persia. Pagaba un fuerte tributo. Criaba yeguadas.
Producía cantidad grande de cereales. Toda la región de Babilonia estaba
cubierta de canales, es decir; estaba en regadío, lo que elevaba la producción
cerealista (trigo, cebada, mijo y sésamo, que producía aceite). No se cultiva-
ban ni higueras, ni vid, ni olivos. Tenía plantaciones de palmeras. Babilonia
era un importante cetro comercial de mercancías procedentes de otras re-
giones. Vestían sus habitantes trajes de lino.
Pasa Heródoto a señalar algunas costumbres notables, como la venta
de las muchachas en edad de matrimonio. Sacaban los babilonios a los en-
fermos, al igual que los pueblos del norte de Hispania, a las plazas, para pe-
dir consejos sobre la enfermedad, si pasaba algún transeúnte que había teni-
do la misma enfermedad. Sin embargo, en el Código de Hammurabi se
mencionan médicos 38.
Costumbre fúnebre era recubrir los cadáveres de miel. Después de ha-
cer el amor se purificaba la pareja.
Los habitantes de las marismas del Éufrates y Tigris sólo comían pes-
cado (1.200):

«Estas son, en suma, las costumbres que rigen entre los babilonios; además
hay, entre ellos, tres tribus que no comen nada más que pescado, sólo eso.
Después de pescarlo, lo dejan secar al sol y lo preparan como sigue: lo echan
en un mortero, lo trituran con la majadera y lo tamizan a través de una fina
tela; luego se lo comen como prefieren, bien amasado como una pasta, bien
cocido como si fuera pan».

_________________________
38
Código de Hammurabi, edición preparada por F. Lara, Madrid 1986, caps. 206; 215-
225.

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El profeta Baruch (6.3; 7-14; 27-32) da en su obra algunos datos
importantes del culto babilónico:

«Ahora bien, en Babilonia veréis dioses de plata, de oro y de madera, lle-


vados a hombros, que infunden temor a los gentiles...
» Estos dioses los hace un artífice, los cubre de oro y de plata, pero son
mentira, no pueden hablar. Como para doncella amiga de aderezarse toman
el oro, y fabrican coronas, que colocan en las cabezas de sus dioses. Y tal
vez acontece que los sacerdotes roban a los dioses el oro y la plata y la
emplean para adornarse ellos y aún para regalársela a las meretrices que
moran bajo su techo. Como hombres visten a los dioses de plata sus vestidos,
y a los dioses de oro y de madera, pero no pueden evitar la herrumbre ni la
carcoma vestidos con sus trajes de púrpura. Hay que limpiarles el rostro para
quitarles el polvo que se levanta en su templo y en abundancia se deposita
sobre ellos. Tienen un cetro como el juez de un distrito, mas no pueden qui-
tar la vida a quien los ofende. Tienen, así mismo, un puñal o un hacha en su
diestra, pero no se defenderán del enemigo ni del ladrón...
» Los sacerdotes, viendo las víctimas sacrificadas, se aprovechan de ellas.
Y, así mismo, sus mujeres ponen en sal una porción de ellas y no dan nada al
pobre ni al débil. Son manoseados por mujeres impuras por el parto o la
menstruación. Conociendo, pues, por todo esto, que no son dioses, no debéis
temerlos.
» ¿Cómo, pues, llarnarlos dioses? Pues hasta mujeres presentan sus ofren-
das a semejantes dioses de plata, de oro y de madera, y en sus templos los
sacerdotes están sentados, rasgadas las túnicas, rapadas la cabeza y la barba
y descubierta la cabeza y aúllan y gritan delante de ellos como en una cena
fúnebre. De sus vestidos roban los sacerdotes para vestir a sus mujeres y a
sus hijas» (traducción Nacar-Colunga).

Babilonia, después de un primer período que llegó hasta el siglo XVII


a. C. pasó a formar parte de los sucesivos imperios de los casitas, de los
neoasirios, de los neobabilonios, de los Seléucidas, de los partos y,
finalmente, de los Sasánidas.

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