Infecciones Intrahospitalarias
Infecciones Intrahospitalarias
Infecciones Intrahospitalarias
Si bien existen y se reconocen desde hace casi 2 siglos, la tendencia temporal es el aumento de
casos de IH, y esto se debe en gran medida a los avances tecnológicos: grandes nosocomios
donde se practican procedimientos invasivos como cirugía, transfusiones, asistencia
respiratoria mecánica, terapéutica intravenosa, cateterización urinaria. También es un factor
contribuyente el aumento de la sobrevida en los hospitales de individuos particularmente
susceptibles: recién nacidos prematuros, inmunodeprimidos, quemados.
Los que dependen del microorganismo: patogenicidad de las especies, virulencia de las
cepas, resistencia antimicrobiana.
Los que dependen de la susceptibilidad del paciente: edad, sexo, enfermedades subyacentes,
estado inmunológico.
El medio ambiente: planta física, personal hospitalario, régimen de visitas.
Tratamientos instituidos: inmunodepresores, antimicrobianos, técnicas invasivas.
Como regla general se establece un plazo de 48-72 horas luego del ingreso hospitalario para
establecer que la infección ha sido adquirida en ese centro de salud; este plazo considera el
período de incubación de las IH más frecuentes, pero existen infecciones, como por ejemplo las
transmisibles por sangre (hepatitis B, VIH, etc.) que pueden haberse adquirido en el hospital y
aparecer luego del alta hospitalaria, y que deben ser consideradas sin embargo como IH. Por
ello, es importante conocer el período de incubación del agente en causa para reconocer si la
infección fue adquirida en el hospital o en la comunidad.
El comienzo de los síntomas de infección puede ocurrir mientras el paciente está internado o al
alta del centro de salud. Por ejemplo, se calcula que entre el 20% y el 70% de las infecciones post
quirúrgicas se detectan entre 1 mes y un año al alta del paciente, cuando se trata de cirugías en
las que se implantaron prótesis.
Todas las infecciones hospitalarias no son prevenibles. Esto significa que entre el 5% y el 8% de
las infecciones que se adquieren en los centros de salud, no se controlarán, aunque se
desarrollen todas las medidas de prevención. Esto puede estar reflejando la indudable influencia
de la edad, como ocurre por ejemplo con los neonatos prematuros o las personas de edad
avanzada, la severidad de la enfermedad de base, la malnutrición u otros factores propios y
particulares de cada persona.
Algunas infecciones hospitalarias, pueden ser prevenidas con medidas muy simples y
económicas no por ello fáciles de lograr ya que generalmente se trata de cumplir con las normas
básicas de control de infecciones. La prevención de otras infecciones, sin embargo, requiere de
una infraestructura más compleja.
Un concepto es cada vez más claro. Desde hace muchos años se habla del “Lavado de manos para
prevenir las infecciones hospitalarias” y hoy se sabe que ésta, como única medida, no alcanza.
Por un lado, las infecciones hospitalarias son multicausales y por otro, la resistencia de los
microorganismos a los antimicrobianos es un problema de muchas Instituciones en el mundo y
está ganando una fuerte batalla. Entonces, los esfuerzos para el control deben ser
multidisciplinarios y estar enfocados hacia una variedad de aspectos. Entre ellos, sin duda, se
destaca la concientización de los profesionales de la salud, sobre la gravedad que en la actualidad
ha tomado este tema.
Epidemiología:
La mayoría de las IH son de carácter endémico, es decir que se presentan de forma esperada
tanto en sus características como en frecuencia. Ocasionalmente aparecen brotes o epidemias
que se localizan en áreas específicas del hospital y están causadas por microorganismos
particulares o con resistencia antimicrobiana inusual. La incidencia es difícil de establecer
porque estará en gran parte determinada por las características del nosocomio (estructura
edilicia, tamaño, número de camas y servicios, tipos de servicios) y las medidas de control
aplicadas. En general varían entre 2 y 25% de los pacientes admitidos, correspondiendo las tasas
más altas en servicios como los de oncología, transplantes, CTI, cirugía, y las más bajas a los
servicios médicos, obstetricia y pediatría. Los agentes etiológicos de las IH incluyen bacterias,
virus, hongos y parásitos, en ese orden de frecuencia.
Virus: Heptitis A, B, C, TTV; VIH; Influenza; Virus respiratorio sincicial; Parvovirus; Rubéola;
SARS; Rotavirus; Varicella; Fiebres hemorrágicas; Norovirus.
Endógenas: Es las que son causadas por agentes de la propia flora del paciente.
Humanos:
Personal de salud: en general el reservorio más importante es la piel, donde portan su flora
normal, y mucho menos frecuente es que porten y diseminen patógenos nosocomiales. Los
microorganismos mejor reconocidos son S.aureus a partir de portación nasal y EBHA a partir
de faringe, recto y vagina. Los trabajadores con infecciones respiratorias altas sintomáticas
y erupciones cutáneas parecen tener riesgo aumentado de transmisión.
Es de destacar que la flora hospitalaria se caracteriza por tener perfiles de multi-resistencia a
los antibióticos y por estar alterada la flora basal de los pacientes por el uso de antimicrobianos.
No humanos:
Soluciones: algunos agentes muestran considerable tropismo por ciertos fluidos. Por ej.:
soluciones de dextrosa colonizadas por bacterias que pueden fijar nitrógeno atmosférico (ej.:
Enterobacter); soluciones que contienen lípidos pueden ser colonizadas por muchos
microorganismos pero sobre todo S.epidermidis y Malassezia; desinfectantes, como el
cloruro de benzalconio y los iodóforos que se contaminan con Burkholderia cepacia. Los
fluidos intravenosos en las unidades de cuidados intensivos pueden contener P.aeruginosa y
S.maltophilia.
Modos de transmisión:
Contacto: Es la forma más común. Puede darse contacto a través de la piel (de aquí la
importancia del lavado de manos) o a través de grandes gotas respiratorias que pueden
viajar unos pocos metros. Ej.: B.pertussis, N.meningitidis, EBHA, Adenovirus y Parainfluenza
Vía aérea: Se refiere a la diseminación de microorganismo por vía de pequeñas gotitas que
pueden permanecer en el aire por largos períodos de tiempo. Esta forma de transmisión
puede darse: de paciente a paciente, por vía respiratoria: sarampión, varicela, tuberculosis;
a partir del aire ambiental: esporos fúngicos, Legionella.
Vía Sanguínea: Este modo de transmisión afecta a los pacientes, a través de transfusiones de
sangre y derivados, a pesar de que ha disminuido notablemente desde que se realiza
screening de la sangre donada para los principales agentes transmitidos por esta vía.
También afecta a los trabajadores de la salud, en quienes representa un riesgo por
accidentes. Ej.: HIV, HBV, CMV, HCV, bacterias, parásitos.