Concepciones Sobre La Lectura
Concepciones Sobre La Lectura
Concepciones Sobre La Lectura
Por eso es necesario estudiar en profundidad cuáles son las causas que,
ante los cambios iniciales precedentemente mencionados, todavía
impiden la verdadera y sustancial transformación de las prácticas
pedagógicas de lectura, a pesar de los numerosos y permanentes
esfuerzos de actualización docente que se vinieron dando en las últimas
décadas, diseñados y ejecutados por equipos técnicos pedagógicos de
del Plan Nacional de Lectura y de algunos Planes Provinciales, así como
desde diferentes Universidades, Institutos de Formación Docente,
colectivos de bibliotecarios y algunas organizaciones no
gubernamentales de reconocido prestigio y experiencia en la
problemática de la lectura.
Este planteo parte de entender que el aprendizaje tiene que ver con el
saber pero también con el reflexionar, y con detenerse a pensar lo que
ya se sabe, se cree saber o se desea entender. Enseñar, desde esta
perspectiva, se relaciona prioritariamente con el saber y el pensar
constante y profundo que invariablemente demanda todo acto educativo
intenso, legítimo y veraz.
Por el otro lado, se presenta un lector que lee por gratificación y no por
mandato ni coacción. Es la codiciable imagen del lector gozoso, el que
lee espontáneamente, lee porque le gusta leer, lee sin un fin práctico y
en general disfruta la lectura como un acontecimiento estético deseable,
tanto a nivel personal como social. Este lector concibe la lectura como
una experiencia estética vital. "De manera que leer era entonces un acto
subversivo. Al descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la
desobediencia familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas
horas de lecturas clandestinas debajo de las mantas a la luz de la
linterna eléctrica! ¡Qué veloz galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a
aquellas horas de la noche! ¡Ya era hermoso que aquellos dos se amaran,
pero que se amaran en contra de la prohibición de leer era todavía más
hermoso! […] ¡Dios mío, qué gran amor! Y qué corta era la novela” .( págs.
13-14)
Ahora bien, la experiencia parece ser cada vez más escasa y más
extraordinaria en la cotidianeidad de nuestras vidas. Así lo plantea
Giorgio Agamben, quien sostiene que el signo de esta época es la
decadencia o la debilitación de la experiencia, y su luctuosa
consecuencia es lo que empuja al ser humano a transfigurarse en
simples espectadores en un mundo cada vez más vertiginoso: “... la
jornada del hombre contemporáneo ya casi no contiene nada que
todavía pueda traducirse en experiencia: ni la lectura del diario, tan rica
en noticias que lo contemplan desde una insalvable lejanía, ni los
minutos pasados al volante de un auto en un embotellamiento… El
hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por un fárrago
de acontecimientos –divertidos o tediosos, insólitos o comunes, atroces
o placenteros– sin que ninguno de ellos se haya convertido en
experiencia.”[11]
Hasta aquí hemos reflexionado sobre la lectura más allá del esquema de
la comprensión y acordamos (partiendo de posturas teóricas ofrecidas
por varios autores) que las personas llegan a formarse o transformarse
en lectores cuando son capaces de entablar una relación particular con
el texto: lo que llamamos "la experiencia de la lectura".
Es por eso que entre las cuestiones más cruciales sobre las que se
sustentan todos los estudios actuales sobre diferentes aspectos de la
Pedagogía de Lectura, se está en general de acuerdo en que no hay
técnica, enfoque ni teoría pedagógica que reemplace y supere la
capacidad de transmisión y contagio, la fuerza ejemplar y arrasadora
que tiene un profesor, un maestro, un bibliotecario lector. Un mediador,
en suma, apasionado por los libros y por la lectura.