Derecho Procesal
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Calderón Sumarriva, Ana afirma que “la palabra proceso viene de la voz latina
“procederé”, que significa avanzar en un camino hacia determinado fin. Precisamente el
proceso penal es el camino por recorrer entre la violación de la norma y la aplicación de
la sanción. El proceso penal es el conjunto de actos previos (instrucción y juzgamiento)
a la aplicación de una sanción, realizados exclusivamente por órganos jurisdiccionales.”
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CONTENIDO:
1.- Definición
2.- Características
3.- Sistemas Procesales
3.1.- Sistema acusatorio
3.2.- Sistema inquisitivo
3.3.- Sistema mixto
3.4.- Sistema mixto moderno
3.5.- Sistema acusatorio moderno
3.6.- Sistema peruano
4.- Fines del Proceso Penal
1.- Definición
Calderón Sumarriva, Ana afirma que “la palabra proceso viene de la voz latina
“procederé”, que significa avanzar en un camino hacia determinado fin. Precisamente el
proceso penal es el camino por recorrer entre la violación de la norma y la aplicación de
la sanción. El proceso penal es el conjunto de actos previos (instrucción y juzgamiento)
a la aplicación de una sanción, realizados exclusivamente por órganos
jurisdiccionales.”[1]
Melgarejo Barreto Pepe afirma que “el proceso penal es, fundamentalmente, una
relación jurídica, esto es, una o más relaciones entre personas (también juristas, en el
sentido amplio de que sus poderes, derechos, obligaciones y facultades surgen de la
ley), que producen efectos jurídicos (efectos interpersonales o sociales reconocidos por
el orden jurídico)”.[2]
Asimismo, citando a Claus Roxin precisa que “la expresión proceso jurídicamente
regulado comprende tres ideas: sus prescripciones tienen que estar dispuestas para
contribuir a la realización del Derecho penal material de acuerdo con la forma que
corresponda a las circunstancias de hecho demostradas; simultáneamente, ellas deben
trazar los límites fijados al derecho de intervención de las autoridades de la persecución
penal en protección de la libertad del individuo; y, finalmente, ellas deben lograr la
posibilidad, a través de una decisión definitiva, de restablecer la paz jurídica
quebrantada”.[3]
2.- Características
Calderón Sumarriva, Ana señala las siguientes características del proceso penal:
a) Los actos del proceso son realizados por los órganos jurisdiccionales preestablecidos
en la ley.- Estos órganos acogen la pretensión punitiva del Estado (que no puede juzgar
y sancionar directamente sin un proceso previo) y aplican la ley penal al caso concreto.
Este enunciado hace referencia al principio del Juez Natural que constituye una garantía
de la independencia jurisdiccional.
f) El objeto principal del proceso penal, es investigar el acto cometido, el cual debe ser
confrontado con los tipos penales. Pero también es importante la restitución de la cosa
de la que se ha privado al agraviado o la reparación del daño causado con el delito.
g) Para que se dé el proceso penal, es necesario que exista un hecho o acto humano
que se encuentre en un tipo penal y, además, que pueda ser atribuido a una persona
física en el grado que sea, como autor coautor, instigador o cómplice.[4]
Jorge Rosas Yataco citando a Cafferata Nores, José I. señala que “el proceso penal, y
el Derecho Penal se encuentran íntimamente relacionado con el modelo político en el
que se exterioriza y con el sistema de valores que nutre a éste. Según sea el papel que
una sociedad le asigne al Estado, el valor que reconozca al individuo y la regulación que
exista de las relaciones entre ambos, será el concepto que desarrolle de delito
(desobediencia a castigar, conflicto humano a solucionar o redefinir) y el tipo de proceso
que se admita.”[5]
Asimismo, citando a Almagro Nosete precisa que, “el problema a resolver para
organizar de manera idónea el proceso penal se centra en la necesidad de conciliar
intereses difícilmente reductibles a una síntesis eficaz. De un lado, el interés de las
personas incriminadas que debe ser tutelado por medio de las garantías adecuadas
para su defensa en evitación de condenas injustas; de otro, el interés de la sociedad en
obtener una represión segura y rápida. La prevalencia de unos intereses sobre otros
origina la aparición y desarrollo de dos sistemas procesales diferenciados: el sistema
acusatorio y el sistema inquisitivo.”[6]
En la evolución histórica del proceso penal se han dado diferentes modelos de sistemas
procesales, cuyas características se sustentan en concepciones ideológicas, religiosas y
sociales vigentes cuando estos modelos surgieron.
Jorge Rosas Yataco citando a Julio Maier enfatiza que “la característica fundamental del
enjuiciamiento acusatorio reside en la división de los poderes ejercidos en el proceso,
por un lado, el acusador, quien persigue penalmente y ejerce el poder requirente, por el
otro, el imputado, quien puede resistir la imputación, ejerciendo el derecho de
defenderse, y, finalmente, el tribunal, que tiene en sus manos el poder de decidir.
Ana Calderón Sumarriva afirma que “el sistema inquisitivo aparece con los regímenes
monárquicos, se perfecciona con el derecho canónico inquisitio ex officio y se
materializa en las legislaciones europeas de los siglos XVI, XVII y XVIII.” Asimismo
refiere que “el sistema inquisitivo, en contrapartida al sistema acusatorio puro, se
fundamenta en que es derecho-deber del Estado promover la represión de los delitos, la
cual no puede ser encomendada ni delegada a los particulares: inquisitio est magis
favorabilis ad reprimendum delicta quam accusatio (la inquisición es más favorable que
la acusación para reprimir delitos). Según este sistema, las funciones de acusación y
decisión están en manos de la persona del Juez. El proceso se desarrolla de acuerdo
con los principios de la escritura y el secreto.”[9]
Y citando a Julio Maier señala que “el objetivo fundamental del procedimiento era
averiguar la verdad, sin reparar que los medios eran humillantes para el acusado. La
tortura fue considerada como el medio idóneo para obtener la confesión del acusado”.[10]
Pepe Melgarejo Barreto refiere que “este sistema aparece con el advenimiento del
iluminismo, la revolución francesa (1789) y del Estado moderno. Se estructuró el
proceso en dos etapas: la fase de la instrucción, inspirada en el sistema inquisitivo por
ser escrita y secreta, y la fase del juicio oral con marcado acento acusatorio, basado en
la contradicción, oralidad y publicidad.”[12]
Ana Calderón Sumarriva citando a Leone considera que “este sistema trata de
armonizar dos exigencias aparentemente opuestas: a) Que ningún culpable escape del
castigo; b) Que nadie sea sometido a pena si no se demuestra su responsabilidad, y
solamente en los límites de ella”. Asimismo refiere que “la persecución penal es
encomendada a un órgano del Estado: el Ministerio Publico, mientras que la instrucción
(la investigación del hecho, la selección y valoración de la prueba) corresponde al
órgano jurisdiccional. Asimismo, el imputado es sujeto de derechos y se le otorga las
garantías de un debido proceso.”[13]
Jorge Rosas Yataco afirma que “la vorágine de emisión de Cartas, Pactos y Convenios
en defensa de los derechos humanos donde consagran derechos inherentes a la
dignidad humana, así como una gama de derechos y principios procesales es el marco
jurídico de protección al procesado. Este movimiento jurídico humanitario trajo como
consecuencia la plasmación en las Cartas Políticas, los derechos fundamentales de la
persona, en especial los referidos a la libertad de los procesados.” Asimismo citando
a Catacora Gonzales refiere“a la luz de los nuevos principios que traen estos
documentos; la Declaración de los Derechos Humanos y los otros tratados, es que
adquieren categoría constitucional en las nuevas cartas políticas de los países,
generando duda este sistema, siendo los modelos más cercanos el Código de
Procedimientos Penales de Costa Rica y el Código Procesal Tipo para América
Latina”.[14]
Jorge Rosas Yataco citando a Catacora Gonzales afirma que “este sistema viene a ser
una aplicación del sistema acusatorio norteamericano, con los ajustes correspondientes
a la realidad de cada país, así como en el proceso alemán, donde es el Ministerio
Publico quien tiene la dirección de la investigación policial”. Además considera que “así
como en otros países, en el Perú se ha venido sufriendo la influencia de las variaciones
de este sistema. Este sistema acusatorio moderno se adapta mejor a los fundamentos
de la democracia cuyos postulados son la publicidad de todo el procedimiento; la
libertad personal del imputado hasta la condena definitiva; la igualdad de los derechos y
poderes entre el acusador o acusado; la pasividad del juez en la obtención de las
pruebas tanto de cargo como de descargo y la síntesis de todo el conjunto.”[15]
En palabras de Caro Coria “el proceso penal peruano está revestido de diversas
garantías de reconocimiento constitucional en nuestra Carta Magna de 1993
(desarrolladas con más detalle en el reciente proyecto de reforma del Código Procesal
de mayo de 2004) que buscan no sólo otorgar al procesado un marco se seguridad
jurídica, sino en última instancia mantener un equilibrio entre la búsqueda de la verdad
material y los derechos fundamentales del imputado, los cuales constituyen un límite al
poder punitivo estatal, cuya protección y respeto no pueden ser ajenos a una justicia
penal contemporánea”.[16]
Según Pepe Melgarejo Barreto considera al modelo adversarial como “un sistema
procesal penal propio del angloamericano (características en parte del NCPP). Se basa
en la igualdad de derechos y oportunidades que tienen los litigantes (solo las partes).
Estriba del principio de igualdad de armas por un lado, el acusador (fiscal) quien
persigue penalmente (se incluye también al actor civil, quien pretende la reparación
civil), y por otro lado, el imputado quien resiste y contradice la acusación, ejerciendo su
derecho a la defensa (se incluye también al tercero civil responsable -si lo hubiera- con
relación a la reparación civil). Serán sólo ellos, quienes tendrán que tratar de probar sus
pretensiones”. Asimismo refiere que “el juez neutral no interviene para nada, en la
aportación de pruebas, se limita a dirimir y decidir, ejerce la función de fallo fundado
única y exclusivamente por las actuaciones y medios de pruebas efectuadas por los
actores procesales intervinientes.”[17]
Según Ana Calderón Sumarriva los fines del proceso penal son de dos clases:
a) Fin general e inmediato.- que consiste en la aplicación del derecho penal, es decir,
la represión del hecho punible mediante la imposición de una pena.
Asimismo señala que “utilizar el concepto verdad, de dimensión filosófica, como meta
del proceso es una pretensión de imposible satisfacción. El proceso no puede alcanzar
la verdad, al Juzgador no se le puede pedir que logre la verdad porque es lo mismo que
pedir al navegante que se guía por una estrella que llegue a es estrella. Distinto es
plantear que el juzgador debe buscar la verdad en base a los elementos que le
suministra el proceso y que llegue a un estado subjetivo de honesta certeza, la que
podrá ser positiva o negativa (sin que ella coincida necesariamente con la verdad) o de
duda”[18]
[2] MELGAREJO BARRETO, Pepe. (2011). Curso de Derecho Procesal Penal. Lima:
Jurista Editores. Pág. 28 y 29
[5] ROSAS YATACO, Jorge. (2009). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Jurista
Editores. Pág. 111
[7] FERRAJOLI, Luigi. (2001). Derecho y Razón: teoría del garantismo penal.Madrid.
Editorial Trotta.
[11] MONTERO AROCA, Juan. (1997). Principios del Proceso Penal: una explicación
basada en la razón. Valencia. Editorial Tirant lo Blanch.
[16] CARO CORIA, Dino Carlos. Las Garantías Constitucionales en el Proyecto del
Código Procesal Penal de mayo de 2004. En: diario “El Peruano”. Suplemento de
Análisis Legal. Derecho Procesal Penal, Pág. 8.
“…en Grecia, donde desde el punto de vista jurídico se identificaba a la persona con el
cuerpo, y la libertad era concebida esencialmente como la libertad corporal, la justicia
penal, aunque administrada de manera arbitraria por los éforos, que fungían al mismo
tiempo como acusadores y jueces en todos los asuntos penales, nunca llego a imponer
la pena de prisión por considerar que afectaba a la libertad, sustituyendo aquélla por
penas pecuniarias. Por tanto, puede inferirse que en Grecia la detención preventiva no
tuvo ninguna aplicación.”
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CONTENIDO:
Lo anterior se sustenta en la cita literal siguiente: “…en Grecia, donde desde el punto de
vista jurídico se identificaba a la persona con el cuerpo, y la libertad era concebida
esencialmente como la libertad corporal, la justicia penal, aunque administrada de
manera arbitraria por los éforos, que fungían al mismo tiempo como acusadores y
jueces en todos los asuntos penales, nunca llego a imponer la pena de prisión por
considerar que afectaba a la libertad, sustituyendo aquélla por penas pecuniarias. Por
tanto, puede inferirse que en Grecia la detención preventiva no tuvo ninguna
aplicación.”[1]
1.2.- Roma
“Durante la República, siglo V hasta el año 134, a. de J.C. y más precisamente bajo la
vigencia de la Ley de las Doce Tablas, es decir, a partir de mediados del siglo V (…) por
lo general se prescindía del encarcelamiento, (…) Ya a partir de las Leges Iulia de vi
publica et privata, año 17, a. de J.C., los ciudadanos romanos estaban exentos por
prescripción legal de tal medida, tratándose de ciertos delitos. Tal situación se
justificaba por el (…) principio de igualdad, (…) situación, que, en el sistema de judicia
publica, había desembocado en la supresión de la detención preventiva. Esta medida,
sin embargo, era de rigor en los casos de crímenes contra la seguridad del Estado, de
flagrante delito o cuando mediaba confesión.”[2]
El Derecho Romano del Imperio tenía las siguientes tres formas de prisión preventiva: in
carcelum, donde el indiciado de delito grave se enviaba a la cárcel pública; militi traditio,
la libertad del indiciado era responsabilidad de un militar, por lo general anciano;
y custodia libera, donde el indiciado estaba en custodia de un particular, quien daba una
fianza por él. Por tanto, durante el Imperio romano la libertad provisional era la regla
general, usando la prisión preventiva sólo en casos de reos ausentes; y prohibiendo su
práctica como pena anticipada; exigiendo para decretarla en delitos graves, evidencias
concretas. Los anteriores comentarios nacen de esta cita literal:
“En época del Imperio, (…) esta medida revistió las modalidades siguientes: in carcelum
(…) militi traditio (…) y custodia libera (…) La conveniencia, oportunidad y elección de la
medida a aplicar quedaba a la discreción del magistrado, quien, para decretarla, tomaba
en cuenta la gravedad de la acusación y la personalidad del inculpado. Salvo en los
casos de crímenes graves y de flagrante delito, no podía detenerse al inculpado sino en
virtud de una orden emanada de un magistrado superior o del defensor de la ciudad
(…); ya admitidos los principios de que la detención preventiva no debía significar una
pena ni mucho menos un suplicio, y de que nadie debía ser encarcelado sin estar
convicto, aún en el caso de los delitos graves (…) era imprescindible contar con
evidencias concretas; igualmente se procuró reducir la duración de la detención
preventiva; la libertad provisional era de derecho (…)”[3]
“A principio del siglo XVI, los fines del procedimiento inquisitorio se reducían a dos;
primero, establecer la naturaleza y gravedad del delito y, segundo, descubrir y
aprehender al sospechoso de haberlo cometido (…) Así, durante el medioevo, la
detención pierde su carácter excepcional ya que, en consonancia con el sistema
inquisitorio, la captura se convierte en operación preliminar indispensable a fin de
someter a tortura al inculpado y arrancarle una confesión (…)”[4]
En España, la prisión por deudas es regulada reiteradamente a lo largo de los siglos XI,
XII y XIII; estableciéndose condiciones específicas en las cuales debían mantenerse a
las personas castigadas con este tipo de prisión, decretándose hasta la muerte del
deudor. La prisión provisional por deudas subsiste en este país, hasta durante los siglos
XVIII y XIX, regulada en ordenanzas, en el Código de Comercio de 1829 y en la Ley de
Enjuiciamiento Civil. Sin embargo, en esta otra etapa la finalidad no fue el
aseguramiento de la deuda económica por la cual se procedía contra el demandado en
el proceso civil, sino la prisión preventiva se aplicaba para asegurar a la persona del
deudor en caso se procediera en su contra en un proceso penal. Estos comentarios se
deducen de la cita transcrita a continuación:
En Chile, la prisión por deudas se decretó en 1837; luego, en 1868 se restringió a cuatro
casos, hasta después de la segunda década del siglo XX.
“(…) Por decreto-ley de 1837, firmado por Prieto y Portales, se estableció (…) la prisión
por deudas. Pero después, en una ley dictada el 23 de junio de 1868, se la suprimió,
dejándose a manera de pena sólo en (…) 4 casos (…) Un decreto-ley 778 establecía
que por la sola circunstancia de ser declarada en quiebra una persona se le sometía a
prisión preventiva, por si la quiebra llegaba a ser culpable o fraudulenta (…) La
jurisprudencia declaró que era inconstitucional, por dictarse después de 1925 (…) la
situación existente hoy en cuanto a la prisión es la siguiente: Declarada la quiebra, se
inicia el procedimiento de calificación de la quiebra, que tiene por objeto ver si la quiebra
es fortuita, culpable o fraudulenta; y sólo después que se comprueba que es culpable o
fraudulenta se la reduce a prisión.”[8]
En Argentina, la prisión por deudas fue derogada en 1872 por la Ley 514, dejando en
esa época su aplicación solamente en los casos donde se comprobará el dolo o fraude
del deudor en lo mercantil, entonces podía el juez acordar la prisión preventiva hasta
por el plazo máximo de un mes, mientras se determinaba la existencia del mérito para
procesar penalmente al deudor. Lo anterior se funda en lo siguiente:
Este imperativo categórico al que se hace alusión y que da plasmación a dos derechos
fundamentales de primera generación como la libertad y seguridad, contiene un
mandato que imposibilita al legislador y al operador de justicia penal recurrir al
instrumento punitivo más intenso, la prisión, para satisfacer intereses particulares de
carácter meramente patrimonial.
Los procesados estaban siempre junto con los condenados sufriendo las mismas
consecuencias. Más tarde surge la fase correccionalista y moralizadora de los siglos
XVIII y XIX, y por último el periodo reconciliador y readaptador del sistema penitenciario.
La prisión preventiva ha evolucionado tanto, que casi en todos los países de habla
hispana se ha abandonado el sistema inquisitivo tradicional, que adoptaba esta medida
cautelar como un regla, y se ha remplazado por sistemas acusatorios, que la acogen
como una excepción.
La regulación de la prisión preventiva ha sido con probabilidad el tema relevado por las
reformas en la justicia penal, que ha tenido lugar en prácticamente todos los países de
la región.
Las razones que motivaron el proceso de transformación a la ley procesal penal fueron
los abusos contra los derechos fundamentales en el contexto del proceso penal
inquisitivo y la poca eficiencia de éste sistema en la persecución penal, siendo la prisión
preventiva la institución que más motivó a dichos cambios, entre otras.
Esta normatividad se promulgó por Ley 4919 el 2 de enero de 1920, por el ex presidente
Augusto B. Leguía y entro en vigencia el 18 de marzo de 1920 hasta el 17 de marzo de
1940; en el cual se regulaba, el tema objeto del presente estudio, en el Título V del Libro
Primero, denominado PRINCIPIO DE LA INSTRUCCIÓN Y DETENCIÓN DEL
ACUSADO.
No obstante, con el transcurso del tiempo esta normatividad ha sufrido una serie de
modificaciones.
No obstante, dicha norma fue modificada por la Ley 27226 del 17 de diciembre de 1999
y la Ley 27753 del 09 de junio del 2002, esta modificatoria estableció el hecho que "no
constituía elemento probatorio suficiente la condición de miembro de directorio, gerente,
socio, accionista, directivo o asociado cuando el delito imputado se haya cometido en el
ejercicio de una actividad realizada por una persona jurídica de derecho privado".
Lo que en realidad se buscó con esta norma era determinar la responsabilidad penal
personalísima, siendo que miembro de directorio, gerente, socio, accionista, directivo o
asociado, serán responsables en la medida que tengan una participación criminal en el
hecho delictivo, solo si existen otros elementos que vinculen al imputado con la autoría
del hecho delictivo; así mismo cerró el marco de amplitud respecto al peligro procesal,
exigiendo en la determinación del peligro de fuga la existencia de "suficientes elementos
probatorios que lo determinen", eliminando del texto originario "otras circunstancias".
Asimismo mediante Ley 28726, publicada el 09 de mayo del 2006 modificó el Inc.2 del
Art.135 del Código Procesal de 1991, en el que para ordenar una detención preventiva,
la pena probable debe superar a un año de pena privativa de libertad y ya no cuatro
años; o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente del delito.
Si bien la norma procesal penal anterior exigía la concurrencia de tres elementos para
que se dicte un mandato de detención: la existencia de pruebas suficientes, que la pena
a imponerse supere los 4 años y que hubiera peligro de fuga, con la ley 28726 se
modificó sustancialmente el inciso 2 del artículo 135°, al establecer que se podía dictar
detención cuando “la sanción a imponerse o la suma de ellas sea superior a un año de
pena privativa de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del
agente al delito”.
Sin embargo mediante Ley 29499 (19 de enero de 2010) se modificó el artículo 135 del
Código Procesal Penal de 1991 (vigente en los distritos judiciales donde no se aplicaba
el NCPP) y se estableció como requisito de la detención preventiva, que la sanción a
imponerse sea superior a los 4 años de pena privativa de libertad (y ya no una pena
probable superior a un año, como lo establecía la Ley 28726), con lo que se equiparó el
marco de la prognosis de pena superior a cuatro años prevista para la prisión preventiva
en el art. 268 del NCPP, permitiendo que ambos ordenamientos tengan exigencias
similares.
Ley que modifica el Código Penal, Código Procesal Penal, Código de Ejecución Penal y
el Código de los Niños y Adolescentes y crea registros y protocolos con la finalidad de
combatir la inseguridad ciudadana, publicada el 19 de agosto de 2013; y entre otros
artículos del NCPP modificó los artículos 268 y 269 referentes a la prisión preventiva y
el peligro de fuga, respectivamente, suprimiendo el segundo párrafo del artículo 268,
referente a la pertenencia del imputado a una organización criminal o su reintegración a
las mismas, dejó de ser considerado como un presupuesto material para dictar un
mandato de prisión preventiva, y se incorporó como un supuesto que el juez tendrá en
cuenta para evaluar el peligro de fuga.
CUADRO Nº 01
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo: (2007) Informe Practico Procesal Penal de Actualidad
Jurídica de Febrero del 2007, titulada: “Prisión preventiva en el nuevo Código Procesal
Penal”, en el que se concluye:
Ø “En un elevado porcentaje de los casos estudiados los jueces penales del
Distrito Judicial de La Libertad no han cumplido con aplicar correctamente el Art.
135 del CPP de 1991, al momento de dictar el mandato de detención en los autos
de apertura de instrucción expedidos durante los años de 1997-1998”
GIMENO SENDRA José V.: (1990), presentó la investigación titulada “La necesaria
reforma de la prisión provisional”, investigación publicado en la Revista Peruana de
Derecho Procesal VI, en la que concluye:
Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de
su libertad, salvo en los casos siguientes y con arreglo al procedimiento establecido por
la ley:…c) Si ha sido detenido y privado de libertad, conforme a derecho, para hacerle
comparecer ante la autoridad judicial competente, cuando existan indicios racionales de
que ha cometido una infracción o cuando se estime necesario para impedirle que
cometa una infracción o que huya después de haberla cometido…”
“Artículo 9º.- 1.- Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.
Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de
su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento
establecido en ésta;…3.-…La prisión preventiva de las personas que hayan de ser
juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a
garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en
cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del
fallo.;… 4.- Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión
tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la brevedad posible
sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal;… 5.- Toda
persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho efectivo a
obtener reparación.”
(…)
2. Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la
seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática.”
También llamado Pacto de San José de Costa Rica, entró en vigencia el 18 de julio de
1978, ratificado por el estado peruano el 28 de julio de 1978, ante ello los Estados
partes se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en la
Convención y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda las personas que estén
sujetas a su jurisdicción, sin discriminación alguna; por lo que respecto a la presente
investigación, el artículo 7 de la norma acotada establece el derecho a la libertad y a la
seguridad que goza toda persona y el hecho de no ser privado de su libertad física, a
excepción de lo que pueden establecer los estados partes en su normatividad interna,
como en el caso nuestro la prisión preventiva se encuentra regulada en el artículo 268
del título III de la sección III del NCPP.
iii) En su caso, impedir que la persona siga cometiendo ese crimen o un crimen conexo
que sea de la competencia de la Corte y tenga su origen en las mismas
circunstancias…”
13.1 Sólo se aplicará la prisión preventiva como último recurso y durante el plazo más
breve posible.
13.3 Los menores que se encuentren en prisión preventiva gozarán de todos los
derechos y garantías previstos en las Reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos aprobadas por las Naciones Unidas.
13.4 Los menores que se encuentren en prisión preventiva estarán separados de los
adultos y recluidos en establecimientos distintos o en recintos separados en los
establecimientos en que haya detenidos adultos.
13.5 Mientras se encuentren bajo custodia, los menores recibirán cuidados, protección y
toda la asistencia social, educacional, profesional, sicológica, médica y física que
requieran, habida cuenta de su edad, sexo y características individuales.”
Se denomina también Reglas de Beijing, las cuales fueron adoptadas por la Asamblea
General en su resolución 40/33, de 28 de noviembre de 1985, y respecto a la prisión
preventiva el artículo 13 regula dicha medida de coerción para los menores infractores,
(en el estado peruano se considera a los menores de 18 años) de conformidad con lo
establecido el artículo 209 Código del Niño y Adolescentes aprobado por Ley Nº 27337.
Asimismo el Artículo 44 establece que “Son deberes primordiales del Estado: defender
la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos; proteger a
la población de las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que
se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación (...)”
8.2.- Código Procesal de 1991 – D. Leg. Nº 638
El juez podrá dictar mandato de detención si, atendiendo a los primeros recaudos
acompañados por el fiscal provincial, es posible determinar:
2. Que la sanción a imponerse sea superior a los cuatro años de pena privativa de
libertad.
3. Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el imputado intenta
eludir la acción de la justicia o perturbar la acción probatoria. No constituye criterio
suficiente para establecer la intención de eludir a la justicia la pena prevista en la Ley
para el delito que se le imputa.
En todo caso, el juez penal podrá revocar de oficio o a petición de parte el mandato de
detención cuando nuevos actos de investigación demuestren que no concurren los
motivos que determinaron su imposición, en cuyo caso el juez podrá disponer la
utilización de la vigilancia electrónica personal como mecanismo de control, tomando en
cuenta lo previsto en el inciso 2 del artículo 143 del presente Código.”
El NCPP, regula las medidas de coerción procesal en la Sección III y comprende los
artículos 253 hasta 320; y específicamente la Prisión Preventiva comprende el título III
de dicha sección; por lo que se establece lo siguiente:
1. El Juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva,
si atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los
siguientes presupuestos:
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad;
y
2. También será presupuesto material para dictar mandato de prisión preventiva, sin
perjuicio de la concurrencia de los presupuestos establecidos en los literales a) y b) del
numeral anterior, la existencia de razonables elementos de convicción acerca de la
pertenencia del imputado a una organización delictiva o su reintegración a la misma, y
sea del caso advertir que podrá utilizar los medios que ella le brinde para facilitar su
fuga o la de otros imputados o para obstaculizar la averiguación de la verdad.”
Ley que modifica el código penal, código procesal penal, código de ejecución penal y el
código de los niños y adolescentes y crea registros y protocolos con la finalidad de
combatir la inseguridad ciudadana. Con respecto al código procesal penal, el artículo 3
de la citada Ley, modifica los artículos IV del Título Preliminar, 2, 32, 65, 67, 84, 85, 160,
161, 170, 268, 269, 274, 286, 287, 311, 332, 334, 386, 471 y 523 del Código Procesal
Penal aprobado por Decreto Legislativo 957; es decir, modifica lo referente al mandato
de prisión preventiva, estableciéndose lo siguiente:
El juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva, si
atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los
siguientes presupuestos:
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad;
y
3. La magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del imputado
para repararlo;
[6] Estos dos artículos decían lo siguiente: “Artículo 1º. La detención provisional no
tendrá lugar, en lo sucesivo, como medio ejecutivo en los asuntos civiles para obtener el
pago de una suma de dinero, la entrega de una cantidad de cosas litigiosas ó títulos
(acciones, obligaciones, etc.). Artículo 3º. La disposición del artículo 1º se aplica
también á las obligaciones nacidas con anterioridad á la publicación de esta ley, aun
cuando la detención personal haya sido reconocida válida ó se haya empezado á
ejecutar.” MIÑANA Y VILLAGRASA, Emilio (traductor). (1903). ORDENANZA GENERAL
ALEMANA. Sobre el Cambio; 1ª edición, Biblioteca de Revista Jurídica, Volumen I; 1ª
edición; Imprenta y Encuadernación de J. Rueda Huertas; Madrid, España. pág. 103.
[10] Artículo 2 numeral 24 literal c) de la Const.: (…) “toda persona tiene derecho: (…) a
la libertad y a la seguridad personales, en consecuencia:(…) no hay prisión por deudas.
Este principio no limita el mandato judicial por incumplimiento de deberes alimentarios.”
“La lucha de pasiones que se debate en los tribunales no es sino por la libertad del
individuo …” Hernando Londoño Jiménez.
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CONTENIDO:
1. Debido proceso
2. Favor libertatis y presunción de inocencia
7. Unidad procesal
1. Contradicción
2. Simplificación
3. Oralidad
4. Concentración
6. Separación de funciones
9. Diversidad cultural
Nuestro Código Judicial, aprobado desde 1986 y que rige en los procedimientos civiles,
penales y guarda de la Constitución, contemplaba la detención preventiva como la única
medida cautelar personal aplicable y sólo permitía las libertades condicionales o bajo
fianza y no es hasta la Ley #3 de1991 que en Panamá se introducen las figuras de:
Dos (2) años después, con la emisión de la Ley # 43 de 1997, luego de creada la
Comisión Redactora del Código Procesal Penal, se ponen límites a la detención
preventiva, al establecer:
1. Que será revocada sin más trámite por el juez, de oficio o a petición de parte, cuando
exceda el mínimo que señala la ley por el delito que se le imputa, de acuerdo con
las constancias procesales (Artículo 2141 del Código Judicial)
No fue hasta el marco de aprobación del nuevo Código Procesal Penal, que se aprobó
la denominada Ley Puente (Ley #27 de 2008), que se aprueban nuevas modificaciones
a las disposiciones relativas en materias de fianza de excarcelación agregando un
supuesto más al artículo 2173 del Código Judicial, que enumera los delitos “no
excarcelables bajo fianza”.
Cabe destacar que a dicha norma se le introdujo un párrafo final, que establece: “No
obstante, el Juez de la causa determinará, de acuerdo con las circunstancias o
evidencias de cada proceso en particular, si es admisible o inadmisible la
petición según la situación jurídico-penal de la persona en cuyo beneficio se solicita la
excarcelación”. (Lo escrito en negritas es nuestro)
1- el sistema penal inquisitivo, en el cual el Ministerio Público tiene plenos para detener
y practicar toda clase de diligencias y medios para la recolección de evidencias, así
como para negar las pedidas por la defensa, sin control judicial previo ni posterior. Este
sistema rige en todos aquellos Distritos Judiciales en los cuales aún no ha entrado en
vigencia el sistema penal acusatorio, es decir, en el área metropolitana y en las
provincias de Chiriquí y Bocas del Toro, que corresponden al Primer y Tercer Distrito
Judicial, donde se registra la más alta incidencia de delitos.
2- El sistema penal acusatorio, en el cual predomina la oralidad, la inmediación del juez
de garantías y los controles judiciales previos y posteriores tanto para la aplicación de
medidas cautelares como para la práctica de algunas diligencias dirigidas a la
recolección de evidencias. Este sistema está vigente en sólo dos de los cuatro distritos
judiciales, en las provincias centrales y región de Azuero, que corresponden al Segundo
y Cuarto Distrito Judicial, que registraban menor incidencia delincuencial.
Según lo dispuesto en el artículo 557 del Código Procesal Penal, que regula la
aplicación temporal del sistema penal acusatorio, tanto sus principios, como las medidas
cautelares y de protección a las víctimas del delito, comenzaron a regir a nivel nacional
desde el 2 de septiembre de 2009. “… siempre que no impliquen la intervención del
Juez de Garantías ni de los Tribunales de Juicio, hasta tanto éstos no se hayan
establecido”.
En los casos de delitos relacionados con drogas, la Ley 23 de 1986, reformada por la
Ley 13 de 1994 y por la Ley 41 de 2000, prevé la desaprehensión de bienes
pertenecientes a terceros afectados, así como la tenencia provisional y administrativa de
aquellos bienes que hubieren sido incautados en estos casos, que será de conocimiento
del tribunal competente. Cabe anotar que, originalmente, la legislación en materia de
drogas daba esta competencia a la Sala Segunda de lo Penal de la Corte Suprema de
Justicia, lo cual hacía casi ilusoria la recuperación de los bienes.
En tal sentido, el Código Procesal Penal (CPP) prevé las siguientes figuras en materia
de medidas cautelares reales:
Para finalizar en cuanto a nuestro país, existen dos (2) situaciones extremas y
contrapuestas que hacen urgente la aplicación de acciones inmediatas y radicales, a
saber:
1. Hacinamiento y mora judicial. Actualmente menos del 40% está condenado y del
60%, el 90% aún no ha ido a juicio. Estas cifras son alarmantes y colocan a Panamá en
muy mala posición en materia de Derechos Humanos del imputado.
Esta ley derogó el Decreto 2700 de noviembre 30 de 1991, por el cual se expidió el
Código de Procedimiento Penal y entró a regir un año después de su promulgación, es
decir, a partir de Julio 24 de 2001.
Según lo dispuesto en el artículo 533 de esta ley, este código [de procedimiento penal]
sería aplicable para los delitos cometidos después del 1° de enero de 2005, sin
embargo, mediante el Acto Legislativo 3 de 2002, 'por el cual se reforma la Constitución
Nacional', publicado en el Diario Oficial No. 45.040 de 20 de diciembre de 2002,
estableció en el Artículo 5o.:
Cabe destacar, que desde la aprobación de esta ley hasta la fecha, en menos de diez
(10) años, se dieron casi una veintena de actos que de alguna manera modificaban su
vigencia, así como la competencia de sus tribunales, de los cuales destacamos:
- El Artículo 528 de esta Ley, en desarrollo de lo dispuesto en el Art. 5o. del Acto
Legislativo 3 de 2002, establece el proceso de implementación gradual y capacitación
del sistema penal acusatorio en las diferentes circunscripciones.
i. Incautación y ocupación (medidas materiales, que requieren control posterior del juez
de garantías, dentro de los 3 días siguientes)
ii. Suspensión del poder dispositivo (medida jurídica, que requiere control previo del juez
de garantías)
A. Privativas de la libertad
B. No privativas de la libertad
5. La prohibición de salir del país, del lugar en el cual reside o del ámbito territorial que
fije el juez.
8. La prestación de una caución real adecuada, por el propio imputado o por otra
persona, mediante depósito de dinero, valores, constitución de prenda* o hipoteca,
entrega de bienes o la fianza de una o más personas idóneas.
9. La prohibición de salir del lugar de habitación entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m.
Esta última ley, aprobada el pasado 20 de enero de 2014, deroga la Ley 793 de 2002,
que a su vez derogaba la Ley 333 de 1996, constituye una muestra de la evolución
constante del derecho penal y procesal penal colombiano, adaptado a los constantes
cambios de la realidad actual, actividad digna de emular y propia del entusiasta pueblo
colombiano.
Esta ley entrará a regir a partir del próximo 20 de julio de 2014 y resulta aplicable en
cualquier actividad ilícita, entendiéndose por tal toda aquella tipificada como delictiva,
independiente de cualquier declaración de responsabilidad penal, así como toda
actividad que el legislador considere susceptible de aplicación de esta ley por deteriorar
la moral social.
Entre los derechos del afectado se destaca el derecho a probar el origen legítimo de su
patrimonio y licitud de su destinación; probar que los bienes no se encuentran entre las
causales para la extinción de dominio; y probar que respecto de su patrimonio se ha
producido decisiones favorables por identidad respecto a los sujetos, al objeto y a la
causa.
Cabe destacar que, según lo dispone el artículo 26 de este Código, en la fase inicial, el
procedimiento medidas cautelares, control de legalidad, régimen probatorio y facultades
correccionales de los funcionarios judiciales, se atenderán las reglas previstas en el
Código de Procedimiento Penal contenido en la Ley 600 de 2000 (Sistema Penal
Inquisitivo).
BIBLIOGRAFIA
- Código Judicial
- Ley # 23 de 1986, reformada por Ley #13 de 1994 y Ley # 41 de 2000, sobre delitos
relacionados con drogas
- Ley # 3 de 1991, que adiciona los artículos 2126 a 2139 del Código Judicial, entre
otros
- Ley # 43 de 1997, que modifica artículos 2141 y 2414 del Código Judicial, entre otros
- Ley # 42 de 1999, que modifica artículo 2140 del Código Judicial, entre otros
- Ley # 27 de 2008, que modifica artículo 2173 del Código Judicial, entre otros
República de Colombia
- Ley # 1708 de 2014, que deroga la Ley # 793 de 2002, que a su vez derogaba la Ley #
333 de 1996, que aprueba el Código de Extinción de Dominio
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