Informe Coro

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Alejandro Morel Coronado

Informe de coro:

Valencia y Beethoven en el panorama musical del Instituto de Música UC

1) “En la aurora de la paz”

Dentro de la temporada oficial 2017 del Instituto de Música de la Pontificia


Universidad Católica de Chile (IMUC), fue realizado el sexto concierto perteneciente al
XIV Encuentro de Música Sacra en el que se interpretaron dos obras corales al más
brillante estilo europeo, pero que fueron fruto de la creatividad del compositor colombiano
Antonio María Valencia. Fue interpretado por el Ensamble Íkaros bajo la dirección de la
maestra Paula Torres.

Antonio María Valencia (1902 – 1952) nacido en la ciudad colombiana de Cali, fue una
de las figuras más importantes y emprendedoras de la actividad musical del siglo XX,
siendo una de las personalidades musicales más importantes de Colombia y Latinoamérica.
Tal como figura en el programa y en la biografía de Arciniegas (2005), Valencia fue un
virtuoso pianista, compositor, director de orquesta y pedagogo que se formó en la Schola
Cantorum de París y que luego regreso a su país tras rechazar una exitosa carrera de
pianista y profesor en Europa. Aparte del catálogo de obras que legó a la humanidad y su
labor como difusor de repertorio poco común en América, los grandes aportes que hizo el
compositor fue en el campo de la gestión cultural y la enseñanza musical en Colombia,
fundando y dirigiendo varias instituciones musicales y artísticas en su natal Cali.

El contexto histórico – musical en el que estaba inmerso Antonio María Valencia era el
de principios del siglo XX, caracterizada por la gran diversidad de música en donde se
mezclaba el romanticismo tardío y el modernismo. La primera mitad del siglo XX estaba
enmarcada en la idea del progreso, en donde el crecimiento industrial y los avances
científicos hacia posible que la sociedad se empezara a modernizar. Las grandes naciones
seguían prosperando al punto de tensar las relaciones con otros países, lo que mezclado con
las ideas nacionalistas que se venían gestando desde el siglo anterior pueden ser tomados
como antecedentes de las guerras mundiales. Tal como señala Burkholder (2015), la
diversidad musical de la época hace difícil caracterizarla, sin embargo existen puntos
comunes como la individualidad, la innovación de elementos del pasado, cambios en el
lenguaje musical como el uso de disonancias, exotismos y ruptura con el sistema tonal. A
pesar de que la vanguardia estaba en el impresionismo, expresionismo y neoclasismo,
Valencia fue formado en una institución anclada en un ambiente academicista y de herencia
del romanticismo musical francés al estar dirigida por Vincent d’Indy, quien fue alumno del
compositor romántico francés César Franck. La Schola Cantorum era una institución que
surgió con el objetivo de estudiar y difundir toda la música sacra desde Palestrina hacia
atrás, poniendo énfasis en estudios históricos amplios y la composición en sus formas
clásicas, pero a la llegada de d´Indy a la dirección significó ciertas reformas para que la
institución respondiera a las necesidades modernas. Pese a ser este el ambiente en que se
formó Antonio María Valencia, no significó un impedimento para poder conocer y apreciar
obras de carácter impresionista y expresionista para influenciarse de estas.

La primera obra interpretada correspondió a un motete en latín llamado O vos omnes


(Oh, todos vosotros) en la que se demuestra de forma inmediata la buena técnica de cada
cuerda del coro, con buena afinación marcada por una impostación eficaz, la presencia de
dinámicas de volumen y respiración bien abordadas, las que posibilitaron una excelente
calidad de contrastes y una fiel representación de los dolorosos afectos de la obra. La
siguiente pieza abordada fue posiblemente la obra maestra de Valencia, la Misa de
Réquiem, composición distinta en su época por ser una misa para difuntos totalmente a
capella y usando la estructura original de la Iglesia Católica Romana. En estas obra el coro
lució todo su potencial al lograr óptimos resultados sonoros, superando grandes dificultades
del Réquiem como lo son las alturas, el fraseo y el mantener la afinación y el mismo sonido
por más de 40 minutos, solo se pudieron evidenciar algunos pequeños desajustes en el
fraseo. Cada sección de la misa poseía sus propias dinámicas y afectos, siendo cada uno
logrado eficazmente, al igual que ciertas disonancias presentes en la composición. Hay que
destacar el labor de la directora, quién supo transmitir al coro todo tipo de indicaciones de
forma pertinente (entradas, cortes, dinámicas), logrando cohesionar a las voces del conjunto
de forma extraordinaria.
2) “Beethoven de cámara”

Dentro de la temporada oficial 2017 del Instituto de Música de la Pontificia


Universidad Católica de Chile (IMUC), fue realizado el concierto inaugural del ciclo
“Música de cámara en otoño” en la que se interpretaron una sotana y un trío del gran genio
alemán que cambió el curso de la música occidental, Ludwig van Beethoven. Fueron
ejecutados por Gonzalo Beltrán al violín, Fernanda Guerra en el violonchelo y Pablo
Terraza en el piano.

Ludwig van Beethoven (1770 – 1827) es uno de compositores más influyentes de todos
los tiempos y un gran dominante del repertorio de la música clásica. Tal como señala
Burkholder (2015), Beethoven fue un niño prodigio alemán oriundo de Bonn que completó
su formación e hizo su vida en Viena. Sus obras abarcan una amplia gama que van de
virtuosas obras para solistas hasta intensas sinfonías, siempre estampadas por su espíritu
incomprendido y solitario. Aparte de la gran lista de obras que dejó Beethoven, este
importante compositor resultó ser una imagen a seguir por las futuras generaciones de
compositores, por llevar el lenguaje musical del clasicismo hasta el límite y por ser uno de
los primeros en querer representar en su música su interioridad, es así como muchos lo
consideran el personaje que le dio el puntapié al romanticismo o incluso lo enmarcan como
el primer romántico. Otros aportes fue el repertorio compuesto por él que hizo posible que
la música de cámara entrara en los conciertos y la innovación de incorporar a un coro en
una sinfonía (Sinfonía coral).

El contexto histórico – musical en el que estaba inmerso el genio de Bonn era fines del
siglo XVIII y principios del siglo XIX, época de cambios y revoluciones que terminaron
desembocando en el romanticismo musical. Como trata Burkholder (2015), las
generaciones de este periodo quedaron marcadas por la revolución francesa y los ideales
ilustrados, las guerras napoleónicas y la irrupción de las maquinas debido a la revolución
industrial. Mientras tanto en las artes nació un nuevo espíritu que conducía a la creación de
mundos extraños e imaginarios que superaran las barreras de la razón, mundos subjetivos
inventados por seres superiores con tintes de héroe y de genio incomprendido, aquel
espíritu que dominó el paradigma de este periodo se le conoce como romanticismo. En
estos años los pianos se hicieron más asequibles y los adelantos en imprenta fomentaban la
práctica musical.

La primera obra interpretada fue la Sonata n°4 para violín y piano en la menor (Op.23),
de la que Solomon (1983) la catalogaba como una pieza perfeccionista, clásica y sin
individualidades, pero en la que había señales de innovación y experimentación. La calidad
técnica del dúo de músicos se deja entrever en el primer movimiento presto, ya que la ni la
afinación ni el fraseo se vieron afectados en grandes proporciones por la velocidad, sin
embargo hubo momentos en el que el violín se escuchaba desafinado. Estos elementos se
repiten en los siguientes dos movimientos, en los que se destacan la conexión lograda por
los artistas y el trabajo en equipo, sincronizando respiraciones y respetando el juego de
dinámicas muy presente en el segundo movimiento.

La segunda obra interpretada fue el Trío n°5 para violín, violonchelo y piano en re
mayor (Op. 70), el cual como se señala en el programa fue dedicado a la condesa Marie von
Erdödy y fue bautizado como trío “de los espíritus” por la inquietante naturaleza del
segundo movimiento. Los intérpretes llegaron a buenos resultados sonoros y afectivos con
ésta pieza, manteniendo la afinación y la coordinación. Se destaca el uso de dinámicas en el
segundo movimiento, encontrando la esencia del nombre dado a la obra. A diferencia de la
composición anterior, no se llegó al mismo nexo entre los músicos, restándole orgánica a la
obra en la que el pianista estaba muy desligado de los instrumentistas de cuerda.
3) Opinión Crítica

El concierto “En la aurora de la paz” fue excelente, tuvo buena calidad de músicos y
una destacable dirección, con un repertorio muy bueno e interesante. El lugar donde se
realizó el evento (Templo Mayor del Campus Oriente UC) resultó ideal para una
presentación coral, con buena acústica y suficiente espacio para el público. Un asunto que
puede criticarse es la difusión del concierto, ya que a pesar de la modesta concurrencia,
podría haber sido más masificado y haber logrado una mayor convocatoria. En cuanto al
concierto “Beethoven de cámara” este si tuvo buena difusión, pero el espacio del Centro
Cultural Gabriela Mistral no tiene la capacidad de recibir a todos los asistentes, efecto
contrario a lo ocurrido en el otro evento. Fue bastante bueno por las obras escogidas, la sala
con acústica aceptable y los músicos que tuvieron un decente desempeño. Este concierto
tiene más puntos criticables como el piano que sonaba más fuerte que el resto e incluso
sonaba a veces desafinado y la ya mencionada falta de cohesión en el trío. Por tanto si me
hicieran elegir entre una de los dos conciertos, elegiría “En la aurora de la paz”.

Bibliografía
Arciniegas, E. (6 de mayo de 2005). "Antonio María Valencia". Recuperado el 7 de Junio
de 2017, de Compositores Colombianos: http://facartes.unal.edu.co/compositores/
Burkholder, J. (2015). Historia de la música occidental . Madrid: Alianza Editorial.
Solomon, M. (1983). Beethoven. Buenos Aires: Javier Vergara Editor S.A.

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