Gratuidad Del Servicio de Administración de Justicia
Gratuidad Del Servicio de Administración de Justicia
Gratuidad Del Servicio de Administración de Justicia
2015
ÍNDICE
IV. EL ARANCEL 48
48
4.1 Regulación de los aranceles judiciales 48
48
VIII. JURISPRUDENCIA 83
8.1 JURISPPRUDENCIA SOBRE GRATUIDAD DE ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA 83
8.2 JURISPRUDENCIA SOBRE DEFENSA LETRADA 158
158
En rigor, el texto constitucional contiene dos principios en esta norma: la gratuidad del
De modo que, se puede advertir que la distinción entre los ciudadanos de escasos
recursos económicos y los solventes determina, como regla general, un tratamiento
diferenciado respecto del costo del servicio judicial de resolución de conflictos. Por
equidad2, se favorece a los primeros subsidiando su empleo del sistema de
administración de justicia y, se grava a los segundos con parte del costo real del
mismo. Al responder este tratado diferenciado a criterios objetivos, no se configura un
acto discriminatorio que pudiera atentar contra principios constitucional de igualdad
ante la ley (art. 2, num.2)
Sin embargo, es menester mencionar que a pesar que la ley fundamental garantiza
también la gratuidad de la defensa letrada para las personas solventes de manera
excepcional en los casos expresamente previstos por las normas pertinentes, ello no
se cumple en la práctica. El servicio de defensa letrada de oficio del ministerio de
justicia3, que aun constituye un número insuficiente para satisfacer la enorme
demanda existencias a nivel nacional. Estos concentran sus esfuerzos en las
personas de escasos recursos económicos, negándoles sistemáticamente el servicio
legal a los justiciables solventes.
Estamos de acuerdo con lo que ocurre en la realidad. Nos parece suficiente que por
excepción, en los casos expresamente previstos por la ley se subsidie a los litigantes
1 Se entiende ley en sentido formal ( ley del congreso) y no en sentido material (cualquier norma estatal), pues
cuando la carta magna menciona expresamente el término “ley” alude a la ley emitida por el parlamento y, cuando
señala literalmente a que el “estado regulara el derecho” quiere referirse a cualquier norma estatal
2 Aristóteles definía a la equidad como “la justicia para el caso concreto”
3 Paralelamente en el sector privado los consultorios jurídicos gratuitos de colegios de abogados o facultades de
solventes respecto del costo del servicio judicial, pero resultaría extrema que también
se destinen los limitados recursos humanos del servicio estatal de defensa gratuita
hacia tal público objetivo4. Si ni siquiera puede darse cobertura integral al segmento
de los justiciables de escasos recursos, consideramos factible “sacrificar” a los
ciudadanos solventes que, por lo demás, están en capacidad económica y suelen
preferir contratar un servicio privado y retribuido de asesoría legal. La equidad,
elemento justificante del trato diferenciado respecto del costo del servicio judicial,
debe extenderse hasta los casos excepcionales respecto de la defensa gratuita. De
manera que, sería conveniente revisar este extremo de la pauta constitucional.
4 Noes posible objetar el destinar los servicios legales privados gratuitos hacia los ciudadanos de escasos
recursos económicos, sin contrariar el principio constitucional de la libertad de contratación (art.2, nium.14)
Como se puede apreciar, esta norma no solo enuncia el postulado material del
presente análisis, sino también que el pago de costos, costas y multas es ineludibles
para todo litigante sea una persona de escasos recursos económicos o solvente.
Sobre este aspecto volveremos posteriormente.
Por su parte, el primer párrafo del artículo 24 de la ley orgánica del poder judicial
reitera la regla general y la excepción del principio en referencia:
Estrechamente vinculado con este tema, aparece el del auxilio judicial (antes
conocido como “beneficio de pobreza”) que supone la exoneración del pago de las
tasas, los aranceles y demás gastos del proceso. Precisamente, resulta
trascendental analizar la estrecha relación existente entre dicho benéfico y la
captación de recursos propios en el poder judicial, en la perspectiva de evaluar el
impacto que la masiva y plena implementación del primero ocasionaría en los
segundos. Demos pues, inicio a la agenda propuesta.
El poder del estado es por esencia unitario, no obstante a ello en las fases
avanzadas de su desenvolvimiento el poder se diferencia divide y articula en varios
órganos que realizan acciones distintas pero siempre coordinando desde un punto
de vista de la realización del bien común esta división también hace posible el
establecimiento de la limitación de este poder. Es así que el órgano judicial tiene
por finalidad hacer cierto el derecho y realizarlos en casos controvertidos, pues le
corresponde como órgano unitario ejercer la potestad de administrar justicia que
emana del poder del estado.
- Servicio.-La concepción clásica de Soberanía como eje entorno al cual se
conceptuaba al Estado fue renovada por León Duguit en su obra "La Soberanía":
"Un sistema jurídico no tiene realidad sino en la medida en que pueda establecer y
sancionar reglas que aseguren la satisfacción de las necesidades que se imponen
a los hombres en una sociedad dada, y en un cierto momento. Este sistema, por
otra parte, no es más que el producto de esas necesidades, y si no lo es o no
garantiza su satisfacción, será la obra artificial de un legislador o de un jurista, pero
sin valor ni fuerza alguna"
Cuando se habla de "Función Pública" está referido al dominio que ejerce el Estado
respecto a los ciudadanos como ente que está por encima de la Sociedad y que
tiene ciertas potestades que le dan supremacía y dominio en su poder coercitivo.
Pero hoy en día se ha dejado atrás por parte de nuestros legisladores el término
"Función Jurisdiccional" y se ha preferido en el presente texto del Articulo VIII la de
"Administración de Justicia", y cuando se refiere a administración entonces lo
entendemos como un servicio, esto se explica por la evolución del Estado Nación
que aparece con las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX al Estado de
Bienestar Común, que más allá de garantizar las libertades individuales (emanadas
de las revoluciones liberales) se empezó a hablar de un estado que garantizaba el
acceso de los ciudadanos a la satisfacción de sus necesidades básicas. Es así que
el "acceso al servicio de la Justicia" entra como un nuevo concepto en el campo
estatal y la función jurisdiccional.
Como es de conocimiento público, las tasas judiciales varían en su valor pues para
acceder a una instancia superior como una apelación de autos el pago a
desembolsar por el litigante fluctúa desde los 32 nuevos soles hasta 288 nuevos
soles; una apelación de sentencia desde 128 hasta 1,152 nuevos soles; por una
casación a la Corte Suprema desde 512 hasta S/. 2,720 nuevos soles; y 3,840
nuevos soles con respecto a una medida cautelar, precios prohibitivos para un país
donde el sueldo mínimo vital es de S/. 420 nuevos soles y donde mas del 75% de la
población se encuentra en estado de pobreza y/o extrema pobreza.
Esto se traduce en una desigualdad para acceder a la justicia por que la falta de
medios económicos impide a las personas de escasos recursos poder cubrir estas
tasas, lo que en la ley se llama igualdad al fijar tasas iguales para todos esto se
convierte en una desigualdad entre los ciudadanos al momento de hacer efectivos
sus derechos.
a) Ventajas
1.-Garantiza el acceso a la tutela jurisdiccional efectiva por parte de toda la
población.
2.-Garantiza la igualdad de las partes al momento de costear el proceso, por que las
tasas y aranceles judiciales pueden convertirse en trabas para puedan ejercitar sus
derechos y sus actuaciones procesales, dentrote los sistemas dispositivos.
b) Desventajas
1.- Existen litigantes que están en condiciones de asumir sin el menor reparo las
obligaciones que genera un proceso (bancos, empresas, entre otros)
2.- La necesidad del Poder Judicial -que en casi todo el orbe es la cenicienta en
cuanto a presupuesto asignado con respecto a sus hermanos el ejecutivo y el
legislativo- de generarse sus propios recursos.
3.- aun siendo la justicia civil costosa en el país existe una sobresaturación de
expedientes, de ser gratuita significaría el colapso del sistema de justicia.
Por su parte, el artículo 57 del TUO, del Código Procesal Civil peruano, señala
quiénes son los que tienen la capacidad para ser parte en un proceso, conforme
señalamos a continuación: “Artículo 57. Capacidad para ser parte material en un
proceso. Toda persona natural o jurídica, los órganos constitucionales autónomos
5
Chiovenda, Giuseppe, Curso de derecho procesal civil, México, Harla, 1997, p. 322.
6
Dicho sistema se modificará sustancialmente con la entrada en vigencia del Nuevo
Código Procesal Penal-Decreto Legislativo núm. 957.
autoridad sobre las mismas y sobre el manejo del proceso en concreto, a fin que
la decisión a la que arribe sea producto de la constatación personal de los hechos
sometidos al debate judicial.
B. El juez
La teoría general del proceso señala que el juez es el tercero imparcial (Tertium
Inter Pares) ubicado en el vértice superior del esquema heterocompositivo que
resuelve un conflicto intersubjetivo de intereses o una incertidumbre de relevancia
jurídica entre dos o más partes procesales, que pueden estar conformadas por
dos o más personas físicas o jurídicas. La función principal del juez es ejercer la
jurisdicción7, entendida en sus dos acepciones: en sentido lato 8 y en sentido
estricto9. La diferencia radica, en puridad, en que la jurisdicción que no es la del
Poder Judicial (la administrativa, la privada, la arbitral, la asociativa, la política,
etcétera, con excepción de la “jurisdicción militar” por expresa previsión
constitucional, artículo 139, inciso 1o., 2o. parágrafo) normalmente se encuentra
sujeta al posterior control judicial (con las muy contadas excepciones de los
reconocidos casos “no judiciables”, básicamente referidos a excepcionales
decisiones políticas o de política exterior que no pueden, por su naturaleza, ser
materia de controversia en un estrado judicial); en tanto que la jurisdicción del
Poder Judicial no es recontrovertible o recurrible y, por ende, es la única que
genera el efecto y la cualidad de la cosa juzgada, también por expreso mandato
constitucional.
7
Quiroga León, Aníbal, “Conceptos básicos en el estudio del derecho procesal: a pro- pósito de la
ciencia del proceso”, Revista de Derecho, Lima, núm. 40, diciembre 1996.
8
Su definición sería: “Por jurisdicción (iuris-dictio = decir derecho) puede entenderse toda declaración
de derecho que se hace en nombre del Estado en un caso concreto para la
determinación de un conflicto o de incertidumbre de derecho, entre sí y los particulares, o entre los
particulares entre sí”.
9
Su definición sería: “Por jurisdicción (iuris-dictio = decir derecho) debe entenderse
la posibilidad del Poder Judicial, en nombre del Estado, de decir el derecho que corres- ponda en un
caso concreto en la determinación de un conflicto o de incertidumbre de
derecho entre los particulares, o entre los particulares y el Estado por medio de la admi-
nistración pública”.
C. Los abogados
Los abogados son aquellos profesionales del derecho que ejercen una función
social al servicio de la justicia. 10El ejercicio de su profesión de abogado no
solamente implica el patrocinio, representación y defensa de una determinada
persona dentro de un proceso judicial, sino la titularidad en una serie de deberes
y obligaciones que se podrán de manifiesto dinámicamente.
En el Perú existe el principio de la defensa cautiva, es decir cualquier actuación
judicial para ser validada por la autoridad judicial debe estar asesorada por un
letrado, y en el caso que el justiciable carezca de medios económicos para ejercer
su defensa penal con el patrocinio de un abogado, el Estado a través de la
institución de los defensores de oficio será el encargado de proveer al justiciable
de esta defensa cautiva.
El TUO de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala en su artículo 293 que toda
persona tiene derecho de asistir a cualquier diligencia a la que sea convocado por
una autoridad judicial, administrativa, política, policial etc., con la asesoría de un
abogado, ello en tanto que nuestra legislación entiende que la defensa cautiva es
un derecho de los justiciables, a fin que no vean mermados sus derechos sin
haber recibido una adecuada asesoría legal.
10
Según el artículo 284 del TUO Ley Orgánica del Poder Judicial Peruano
11
Ariano Deho, Eugenia, “En defensa del derecho de impugnar en el proceso civil. Vicisitudes de una
garantía incomprendida”, en Derecho procesal, Lima, Fondo de Desa- rrollo Editorial de la Universidad
de Lima, Lima, 2002, p. 147.
2.1 Costas
Artículo 410.- Las costas están constituidas por las tasas judiciales, los
honorarios de los órganos de auxilio judicial y los demás gastos judiciales
realizados en el proceso.
2.2 Costos.-
Artículo 411.- Son costos del proceso el honorario del Abogado de la parte
vencedora, más un cinco por ciento destinado al Colegio de Abogados del
Distrito Judicial respectivo para su Fondo Mutual y para cubrir los
honorarios de los Abogados en los casos de Auxilio Judicial.
- Hay dos sistemas que legislan los gastos procesales. Un sistema automático,
que es el que recoge nuestro Código Procesal Civil, y un sistema del libre
albedrío judicial. El sistema automático funda la condena en la derrota procesal,
encontrándose algunas modalidades según la instancia o características del
proceso. Se parte del presupuesto objetivo de la derrota, de manera que la
sentencia debe contener la decisión expresa en tal sentido.
Para el sistema del albedrío judicial, que no inspira a nuestra legislación procesal
civil, las costas se imponen al litigante de mala fe o temerario, dejando la
apreciación casuística de la norma al criterio del juez, con la consiguiente facultad
de no imponer costas, cuando estime que el vencido procedió de buena fe. Para
nuestro ordenamiento procesal los gastos (entiéndase los costos y costas) son
corolario del vencimiento, se imponen no como sanción, sino como resarcimiento
de los gastos provocados por el litigio, gastos que deben ser reembolsados por el
vencido con prescindencia de la buena o mala fe con que hayan actuado por
haberse creído con derecho. Este reembolso se sustenta en el hecho objetivo de
la derrota, esa es la regla general, no interesa si la parte ha dado motivo a la
condena de dichos gastos, o si ha sostenido un proceso sin justa razón, lo que
interesa es el hecho objetivo de la derrota o el vencimiento, pero deja al
magistrado un margen de libertad suficiente para flexibilizar su decisión cuando
permite que en declaración judicial expresa y motivada se exonere de estos
gastos al vencido (artículo 412 -primera parte- del CPC). Los gastos procesales
a) están constituidos por los gastos que derivan en forma directa del proceso;
b) comprenden solo los gastos ocasionados por el proceso y excluyen los daños y
perjuicios que no se identifican con ellos;
Chiovenda criticó esta posición, pues consideró que el proceso es un medio lícito
que la sociedad tiene para la defensa de sus derechos y quien lo usa lo hace en
ejercicio de su derecho, y los gastos que ocasione a su adversario no pueden
constituir un daño que deba resarcirse, puesto que no se producen injustamente,
porque se necesita del pronunciamiento del juez para que este declare
formalmente el derecho, que no existió antes y por tanto no podía haber sido
conocido por el perdedor. Posteriormente los teóricos del tema han presentado la
doctrina del resarcimiento basada en la idea de la culpa. Esta tesis ha sido
objetada porque es difícil probar la culpa y porque el hecho de vencer en el
proceso no significa que la culpa haya existido, en todos los casos. La teoría de la
culpa ha sido reemplazada por la tesis moderna del vencimiento. Con este
sistema se evita calificar el comportamiento del litigante llamado a reembolsar los
gastos de su contrario, solo se necesita para que prosperen los costos que el
obligado haya sido vencido. (Chiovenda, 1941)
Hay un criterio objetivo para la condena, cual es, la derrota. Sobre el particular,
Wilber Zegarra sostiene que dicho reembolso debe ser solidario con el abogado
que asumió el patrocinio de la parte vencida, pues es artífice del éxito de las
pretensiones reclamadas o resistidas. La condena al reembolso no solo debe ser
asumida por la parte, sino por el abogado que interpuso la demanda o que
formuló la contestación a ella, y que luego ha provocado una sentencia infundada.
Con ello -señala el citado autor- se contrarrestaría la mala praxis jurídica de
recurrir a la jurisdicción con pretensiones carentes de fundamento jurídico o
alegando -a sabiendas- hechos contrarios a la realidad, para justificar una
demanda o la contestación de esta.
1968)
Para Gozaini existen variadas circunstancias que dan pie a la exoneración, como
las que trasmitimos a continuación: (Osvaldo, 1990)
a) Cuando la pretensión origina una situación dudosa del derecho que se invoca.
Todo aquel que somete una cuestión a la decisión judicial es porque cree que le
asiste razón para peticionar; pero puede darse el caso que el asunto en
dilucidación sea complejo, las cuestiones analizadas sean dudosas y existan
opiniones divergentes en doctrina y jurisprudencia. Bajo este supuesto se puede
justificar que el juzgador libere delos gastos al vencido, por existir divergencia en
la doctrina y jurisprudencia respecto a la cuestión debatida.
Gozaini señala que la sola invocación de haberse creído con derecho a litigar no
es por sí sola suficiente para eximir al perdedor del pago de las costas, salvo en
casos excepcionales cuando se ventilan cuestiones dudosas o difíciles de
derecho. No se trata de la creencia subjetiva del litigante sino de la existencia de
circunstancias objetivas que demuestran la concurrencia de un justificativo: para
eximir de costas al vencido. El juez debe encontrar mérito suficiente para eximir
de gastos al vencido, expresando en la resolución que emita cuáles son las
particularidades que lo determinen. . (Osvaldo, 1990)
-Por otro lado, existen procesos que por su naturaleza y objeto determinan una
imposición de costas distintas al principio objetivo de la derrota. Por citar, el caso
del desalojo con condena a futuro, regulado en el artículo 594 del CPC, los gastos
procesales serán a cargo del accionante si el demandado se allana a la
pretensión y desocupa el inmueble en la época convenida y pactada. Este
allanamiento se desdobla en los siguientes actos: el acto de sumisión a lo
reclamado y luego el cumplimiento en tiempo propio, es decir, la devolución del
objeto de arrendamiento en la oportunidad acordada. En algunos procesos las
-Las costas y costos son los gastos efectuados directamente en el proceso por
una de las partes, para la persecución y defensa de su derecho, que le deben ser
reembolsados por la otra, en virtud de un mandato judicial. Estos gastos nacen de
la intervención de las partes en el proceso y el título en que se fundan es una
sentencia judicial; sin embargo, su monto debe ser regulado por el juez en
atención "a las incidencias del proceso", por citar, la cantidad de escritos, de
impugnaciones y nulidades. Resulta elemental que los criterios de valoración que
asuma el juez para estas incidencias sean explicadas en la resolución que las fija.
Debemos precisar que no se trata de un pago propiamente dicho sino de un
"reembolso", puesto que el vencido restituye al adversario las sumas que este ha
empleado en defender su derecho. En el reembolso concurre un interés
comunitario: que los derechos tengan un valor puro y constante. Como señala
Chiovenda, el desarrollo del litigio no puede implicar la disminución patrimonial
para quien legítimamente persigue y obtiene la realización de la ley. 2. Sobre el
abono de los gastos procesales, obra en la Dirección de Comisiones y Consultas
del Colegio de Abogados de Lima, año 1998, el siguiente caso: se pregunta si es
procedente el reembolso de los honorarios profesionales a la parte vencedora en
el proceso, si se aprecia que dicho abogado no ha efectuado ninguna diligencia ni
autorizado los escritos en el proceso; y a pesar de ello emite recibo para acreditar
el pago de sus honorarios profesionales. Frente a dicha inquietud, el informante
en la comisión argumentó lo siguiente: la condena busca la devolución de los
gastos, para lo cual la parte beneficiada con la devolución -por ser vencedora en
el proceso- está obligada a acreditar dicho gasto con los recibos de honorarios
correspondientes. El juez no puede ingresar a calificar la calidad de la prestación
profesional del abogado, pues ello no es objeto de la litis; sin embargo, puede
graduar el monto que se exige para el reembolso en atención a las "incidencias
del proceso". Esto permitirá apreciar al juez el grado de intervención del letrado en
el proceso para fijar el monto del reembolso. Además, debe tenerse en cuenta
que el reembolso se dirige a la parte beneficiada y no al abogado. (Nárvaez,
2008)
Artículo 415.- Las partes deben convenir sobre el reembolso de las costas y
costos cuando el proceso concluye por transacción o conciliación. Dicho
acuerdo no es oponible para quienes no participan del mismo, quienes se
someten a las reglas generales. De omitirse el acuerdo sobre el reembolso
de las costas y costos, se entiende que cada parte asume las propias.”
Por citar, en el litisconsorcio necesario, solo podría permitirse esta liberalidad bajo
el supuesto que ella provenga de la totalidad de los sujetos involucrados como
parte; situación que no es extensiva al llamado litisconsorte facultativo donde sí se
admite que uno de los sujetos de la pretensión pueda hacer actos de disposición
en relación a los costos y costas, a pesar que no involucre a la totalidad de
sujetos en el proceso, pues aquí no hay comunidad de suertes que obliguen a la
concurrencia de todos, sin tantas pretensiones como sujetos concurran. El hecho
de que las partes hayan llegado a una transacción o conciliación para la
conclusión del proceso no exime al juez de su obligación de observar que las
partes deban convenir sobre el monto de las costas y costos y cuál de ellas
soportará su pago.
Artículo 416.- “Si el proceso concluye por desistimiento, ya sea del proceso
o de la pretensión, quien se desista es condenado en costas y costos, salvo
pacto en contrario. El abandono del proceso determina la condena en
costas y costos del demandante.”
al conflicto.
Bajo ese contexto, la norma en comentario dispone que "la condena de los gastos
son de cargo de quien se desiste". En cambio, en el desistimiento de la pretensión
se pone fin al conflicto y por ende al proceso, produce los efectos de una
demanda infundada con autoridad de cosa juzgada. No requiere de la
intervención de la contraparte, es un acto de disposición unilateral puro; por tanto,
bajo dicho contexto la norma señala que "quien se desista de la pretensión paga
las costas y costos del proceso". 3. El abandono es la inactividad de las partes en
el proceso dentro de un plazo determinado que la norma procesal lo ha fijado en
cuatro meses (ver el artículo 346 del CPC). Esta abstención procedimental debe
ser plena y operar durante el lapso señalado por ley. Produce como efecto la
ineficacia de todo lo actuado y la condena de gastos procesales al demandante.
Mediante la Resolución Administrativa N" 222-zoo7-cE-pJ, publicada en E/
Peruana el 1 de noviembre de 2007, se ha regulado que el desistimiento del
proceso obliga al iuez fijar el reembolso de los costos procesales los que serán de
cargo de quien lo formula, salvo pacto en contrario, en cuyo caso serán de cargo
de la otra parte. El desistimiento de la pretensión determina a que el juez debe
fijar el reembolso de los costos procesales que serán de cargo de quien lo
formula. (Nárvaez, 2008)
La norma reafirma el carácter procesal de los gastos pues atribuye que ellos
podrán ser exigibles luego de ejecutoriada la resolución que ordene la condena.
Dicho enunciado es coherente porque los gastos procesales representan una
obligación accesoria derivada del proceso y su título constitutivo es la sentencia
que ordena su pago. Por otro lado, la liquidación solo debe atender a los gastos
que se derivan en forma directa del proceso, excluyendo de este concepto los
daños y perjuicios porque no se identifican con ellos. En ese sentido, la norma en
comentario remite a los rubros citados en el artículo 410, cuando se trata de
liquidar las costas, debiéndose incorporar solo los gastos judiciales comprobados
y correspondientes a actuaciones legalmente autorizadas, como por ejemplo, el
pago de honorarios a los órganos de auxilio judicial; el pago de las publicaciones
en el periódico, en caso de remates; el pago de las tasas judiciales, etc.
Una vez incorporado al proceso la liquidación de costas, las partes tienen tres
días para observar la liquidación. Transcurrido el plazo sin que haya observación,
la liquidación será aprobada por resolución. Inimpugnable. Como el punto en
discusión es la liquidación de las costas, es atendible que la observación a la
liquidación presente como medio de prueba al dictamen pericial. Puede ocurrir
que dentro del plazo se observe la liquidación de costas. En este supuesto se
confiere traslado a la otra parte por tres días. Con su absolución o sin ella el juez
resuelve. Dicha resolución es apelable sin efecto suspensivo. Nótese que la
norma ha establecido un plazo para el ejercicio del contradictorio, agotado este,
precluye la posibilidad de todo cuestionamiento; en igual sentido, no podría
admitirse la aprobación de las costas realizada con antelación al vencimiento del
Artículo 418.- Para hacer efectivo el cobro de los costos, el vencedor deberá
acompañar documento indubitable y de fecha cierta que acredite su pago,
así como de los tributos que correspondan. Atendiendo a los documentos
presentados, el Juez aprobará el monto.
-Los costos y costas pertenecen al campo del Derecho Procesal puesto que la
obligación de pagarlas nace de la intervención de las partes en el proceso, el
título en que se fundan es una sentencia judicial, y su monto debe ser fijado en
ejecución. No se trata de un pago propiamente dicho sino de un "reembolso",
puesto que el vencido restituye al adversario las sumas que este ha empleado en
defender su derecho. Se argumenta que si el reconocimiento del derecho lleva
consigo gastos, estos deben ser reintegrados al patrimonio del titular del derecho,
a fin de que el medio empleado para su reconocimiento no produzca una
disminución del derecho mismo. Este reembolso tiene que acreditarse con
documento indubitable y de fecha cierta que acredite su pago. Solo así se podría
ordenar en vía de devolución que se retorne el gasto a su beneficiario. Por otro
lado, no es suficiente acreditar el gasto sino haber cumplido con la obligación
tributaria del caso.
-La norma en comentario señala que el juez aprobará el monto de los costos
atendiendo a los documentos presentados. Aquí ingresa la actividad discrecional
del juez quien, previamente a la aprobación del monto, puede recurrir a los pará-
metros que le señala el artículo 414 del Código. 2. Sobre el abono de los gastos
procesales, obra en la Dirección de Comisiones y Consultas del Colegio de
Abogados de Lima, año 1998, el siguiente caso: se pregunta si es procedente el
reembolso de los honorarios profesionales a la parle vencedora en el proceso, si
Ella estaría obligada a demostrar los pagos realizados, a cada uno de ellos, para
luego pedir su reembolso total bajo la aprobación de un único monto; además, en
el caso de la defensa realizada por abogados que tienen un régimen laboral de
dependencia, con la parte vencedora, quienes no solo asumen la defensa del
caso de la condena, sino que además prestan sus servicios para realizar otras
actividades propias del vínculo laboral entre ambas, para lo cual se le asigna un
sueldo y un horario que cumplir. Véase por citar el caso de los asesores legales
de una persona jurídica cuya actividad no solo se desarrolla en la defensa del
caso de litis, sino en una serie de diversas tareas que la empresa le requiere. En
estos casos, ¿cómo la empresa beneficiada con el reembolso demuestra el pago
realizado para la defensa del caso en particular? Otro punto en discusión se
orienta a deslindar si la defensa que asume el propio abogado como parte
vencedora en un proceso judicial debe ser reembolsada y si ello es así, cómo
operaría la demostración de ese gasto para el reembolso. (Nárvaez, 2008)
Los gastos procesales (costas y costos) reúnen los siguientes caracteres: están
constituidas por los gastos que derivan en forma directa del proceso; comprenden
solo los gastos ocasionados por el proceso y excluyen los daños y perjuicios que
no se identifican con ellos; y representan una obligación accesoria derivada del
proceso y su título constitutivo es la sentencia que ordena su pago. La demora en
el reembolso genera mora, a la que es pasible aplicar el interés legal. El
mecanismo y las pautas para fijar el monto del reembolso se regulan en los
artículos 417 y 418 del Código. Lo interesante de la norma es que señala el
momento a partir del cual es exigible el pago, esto es, "inmediatamente después
de ejecutoriada la resolución que la apruebe". Hay que recordar que las costas y
costos son obligaciones propias y exclusivas del proceso judicial. Su reclamo se
agota solo frente al juez del litigio originario. La norma no considera la posibilidad
de revisión de las resoluciones que expidan en torno a la ejecutabilidad de los
gastos procesales, decimos ello porque expresamente el texto declara su
inimpugnabilidad. Ello es entendible porque el título constitutivo de los gastos,
contenido en la sentencia, sí admite revisión en el ejercicio de la pluralidad de
instancias. Nótese que los gastos procesales aparecen en la ejecución de
sentencia luego que se ha satisfecho la pretensión principal. Pretender habilitar
los mecanismos de impugnación a la ejecución de los gastos no permitiría la
conclusión del proceso, a pesar de que la pretensión principal ya hubiere sido
satisfecha. (Nárvaez, 2008)
-Cuando fueren dos o más litigantes que deban pagar las costas, el
juez los condenará en proporción a su interés en el proceso; si nada se
dispone al respecto, se entenderán distribuidas por partes iguales entre
ellos.
- Si fueren varios los litigantes favorecidos con la condena en costas, a
cada uno de ellos se le reconocerán los gastos que hubiere sufragado
y se harán por separado las liquidaciones.
"Son costos del proceso el honorario del Abogado de la parte, vencedora, más un
cinco por ciento, destinada al colegio de Abogados del Distrito Judicial respectivo
Fondo Mutual y para cubrir los honorarios de los Abogados en casos de auxilio
judicial".
De manera que, las costas son todos los gastos estrictamente judiciales en los
que incurre un litigante durante el proceso, mientras que los costos constituyen
los honorarios de los abogados y la cuota que corresponde a sus gremios. La
tasa judicial es una clase de costa procesal, existe una relación de género a
especie entre ésta y la primera.
El pago de las costas y costos es de cargo de la parte vencida en juicio, salvo
declaración judicial expresa y motivada de exoneración. La condena en costas y
costos se establece por cada instancia, pero si la resolución de segunda revoca la
de primera, la parte vencida pagará las costas de ambas (CPC, art. 412). Los
beneficiarios del auxilio judicial están exonerados de los gastos del proceso, pero
pueden ser condenados al pago de costas y costos (CPC, art. 413).
Por su parte, la Norma II del Título Preliminar del Código Tributario establece que:
La tasa es el tributo cuya obligación tiene como hecho generador la prestación
efectiva por el Estado de un servicio público individualizado en el contribuyente...
Las tasas, entre otras, pueden ser:
pronunciamientos definitivos.
Ahora bien, el arancel es una tarifa oficial que establece los derechos que se han
de pagar por diversos actos o servicios administrativos o profesionales, corno las
costas judiciales (CABANELLAS, 1979: p. 348).
En el primer desarrollo doctrinal sobre la tasa es debido a Kurt Heinrich Rau en el
siglo XIX, quien en 1832 publica su obra: "Principios de ciencia de la hacienda", y
en el que expone los lineamientos generales , a quien le siguió con las
particulares modificaciones de cada autor, la escuela alemana de la anterior
centuria, y que luego es retomada en la actual por la corriente italiana de Griziotti
y Pugliese. De este pensamiento de Rau y de las rectificaciones de sus
seguidores se llega a un concepto primerio de tasa del cual no se apartan
generalmente los distintos autores: "la tasa es la contraprestación por un servicio
especial dispensado por él a quien se la abona".
Para una parte de la doctrina, todo pago efectuado por un particular al Estado por
un servicio que éste le presta puede ser calificado como tasa.
Para otros, solo tienen ese carácter aquellos servicios que sean inherentes al
Estado, que solo pueden concebirse si su prestación es realizada por un ente
estatal.
Definición de García Bensulce: "tasa es la contraprestación en dinero que pagan
los particulares, el estado u otros entes de derecho público en retribución de un
servicio público determinado y divisible".
Definición de Fonrouge: "tasa es la prestación pecuniaria exigida
compulsivamente por el Estado, en virtud de una ley, por la realización de una
actividad, que afecta especialmente al obligado siendo de notar al respecto, que
la última parte del concepto no significa que la actividad estatal debe traducirse
necesariamente en una ventaja o beneficio individual, sino tan solo que debe
guardar cierta relación con el sujeto de la obligación por cualquier circunstancia
que lo vincule jurídicamente con el servicio público instituido".
En esa medida, la tasa judicial sería una, especie del género arancel judicial. Sin
IV. EL ARANCEL
No está de más recalcar algo que, siendo obvio, no deja de ser importante: el
decreto supremo que regula materia arancelaria siempre estará subordinado a la
Constitución (en especial, a los principios constitucionales tributarios) y a los
tratados internacionales (que comparten con aquélla el mismo rango) de los
cuales el Perú es parte; estos últimos instrumentos adquieren sobrada relevancia,
pues la mayor parte de nuestro sistema aduanero se guía por convenios
bilaterales y multilaterales asumidos por el Estado Peruano (lo que, a su vez,
abona a favor del principio de especialidad en esta materia). El Tribunal Fiscal ha
señalado lo siguiente sobre el particular:
“El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial establecerá las nuevas tasas judiciales
que sean estrictamente indispensables y con previo informe técnico, en el plazo
de 30 días calendario contados a partir de la entrada en vigencia de la presente
Ley…”
En ese sentido, la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial está habilitada para
establecer anualmente el monto de la URP, que será la unidad de medida para
determinar las cuantías, aranceles y eventuales multas en cada proceso judicial.
Las cuantías son precisadas en la LOPJ y los Códigos Procesales para
determinar la competencia de los órganos jurisdiccionales, pero el establecimiento
de los aranceles y su relación con la URP debe plasmarse a través de un decreto
supremo, existiendo aun una tarea pendiente sobre el particular. En esa medida,
el órgano de gobierno del Poder Judicial estaría habilitado únicamente para
establecer anualmente el monto de la URP.
De esta manera, todos los actos procesales que los litigantes realicen en el Poder
Judicial a partir del lunes 23 de marzo se sujetarán a la nueva escala de
aranceles en función a la cuantía del respectivo proceso, para cuyo efecto el
Poder Judicial ha fijado la Unidad de Referencia Procesal (URP) del 2015 en la
suma de 385 nuevos soles. En términos prácticos, para cada proceso debe
calcularse el número de URPs dividiendo entre 385 el monto solicitado en la
demanda.
Una vez determinado el número de URPs del proceso, el litigante debe revisar el
cuadro de aranceles judiciales para determinar el monto a pagar por el acto
procesal. Pero debe tenerse en cuenta que excepcionalmente algunos
demandantes se encuentran exonerados del pago de arancel (trabajadores que
demandan hasta 26,950 nuevos soles, demandantes de pensión alimenticia
menor de 7,700 nuevos soles, demandantes de amparo, etc.) y otros cuentan con
el beneficio de reducción del 50 % (trabajadores que demandan más de 26,950
nuevos soles).
R.ADM. Nº 036-2002-CE-PJ
R.ADM. N° 051-2002-CE-PJ
"La determinación del pago de Tasas Judiciales se sustenta en la: Equidad, por la
que se exonera del pago de tasas a personas de escasos recursos económicos,
obteniendo así mayores ingresos que permitan mejorar el servicio de auxilio
judicial. Promoción de una correcta conducta procesal que desaliente el ejercicio
irresponsable del litigio y el abuso del ejercicio de la tutela jurisdiccional. c)
Simplificación Administrativa, que permita mayor celeridad en el trámite de acceso
al servicio de auxilio judicial"
NOTA:
El plazo de vigencia del Arancel Judicial es de un año calendario, periodo que es
computado a partir de la fecha en que el justiciable efectúa el pago
correspondiente en el Banco de la Nación o entidad financiera designada.
Consiste en la liberación de pago de los gastos del proceso y los honorarios del
abogado en favor de las personas con recursos económicos escasos, es decir para
aquellas personas que, de asumir tales gastos, pondrían en peligro su subsistencia y
de la de quienes de ellos dependan.
El artículo 180 del código procesal civil, establece la forma como acceder al auxilio
judicial en los siguientes términos:
“beneficio de pobreza”. Inclusive, el auto que concedía o denegaba este era apelable
(art. 291).
Actualmente, el juez de la causa no posee siquiera un mínimo nivel de decisión en el
otorgamiento del auxilio judicial. Si bien este sigue obedeciendo a pautas objetivas
(condiciones económicas de pobreza seguramente en cuanto a ingresos, vivienda,
nivel de instrucción, etc.) estas son verificadas por una dependencia judicial
(probablemente administrativa, a determinar por la comisión ejecutiva del poder
judicial) que concederá o no el beneficio en función a los datos declarados por el
litigante, distinta al juzgado en que se ventila o va a ventilar el juicio en el que actúa o
actuara aquel.
Además si la respuesta del poder judicial es afirmativa, tiene carácter automático, lo
cual supone que el o los formatos respectivos deberían tener un contenido que
permita al justiciable con solo llenarlos saber si se acogió o no al auxilio judicial, con
lo que serían actos meramente declarativos y no constitutivos.
Así lo demuestra el artículo 181 del código procesal civil cuando señala que:
“quien otorga auxilio judicial pondrá en conocimiento de tal hecho al juez que deba
conocer del proceso o lo conozca, mediante la presentación de un escrito en el que
incluirá la constancia de aprobación de la solicitud a la que se hace referencia en el
artículo anterior y la propuesta de nombramiento de abogado apoderado. El juez
tomara conocimiento y dará tramite a la indicada documentación en cuaderno
separado. El pedido de auxilio no suspende la tramitación del principal”.
Ahora bien, la pregunta que sobreviene es de que forma el poder judicial va a
controlar que los litigantes no incurran en la presentación de solicitudes fraudulentas
de acogimiento al auxilio judicial, consignando información falsa o imprecisa, pues de
lo contrario existe el riesgo que muchos inescrupulosos justiciables siendo solventes
se escuden en el beneficio en mención para no pagar los aranceles
correspondientes. De este modo se vulnerarían sistemáticamente las pautas del
principio de gratuidad de la administración de justicia.
Sobre el particular, el artículo 182 del código procesal civil establece lo siguiente:
de dicho factor se encuentran las tasas y costos que han de ser asumidos por los
ciudadanos para hacer uso de la administración de justicia, a lo que deben sumarse
otros costos, como el de los honorarios de los abogados. Este diagnóstico es similar
en el Perú, donde diversos estudios evidencian que los costos de la administración
de justicia limitan el acceso de los ciudadanos a la justicia formal, lo que se agrava
por el incremento en os últimos años de las tasas y aranceles judiciales.
Considerando los planteamientos sobre la gratuidad o costos de la administración de
justicia, y a fin de asegurar la vigencia real del acceso a la justicia, se desarrollaran
figuras procesales que permiten que el ciudadano que carezca de medios
económicos para sufragar a los gastos del proceso, sea exonerado de pagarlos. La
denominación y configuración varía de acuerdo a cada legislación, recibiendo el
nombre de Declaratoria de Pobreza, Beneficio de Pobreza, Beneficio de Gratuidad,
Auxilio Judicial, entre otros. Del mismo modo, el sistema de defensa publica (que
además sirve para garantizar el derecho de defensa), se constituyen en un
mecanismo para garantizar el acceso a la justicia.
El sustento de estas figuras se encuentran en el principio de equidad, considerando
que la justicia no puede producir las desigualdades económicas y de oportunidad y
que estas no deben incidir en la calidad de justicia que se imparte, debiendo
evitarse discriminaciones a partir de condiciones económicas.
Es evidente que de no tomarse estas medidas para atenuar las diferencias
económicas, un sector de la población no podría acceder a la justicia y, así, no
hacer valer sus derechos. Por ello, cuando el asumir los costos procesales implique
usar recursos necesarios para su subsistencia, el estado debe garantizar su real
acceso a la tutela jurisdiccional efectiva mediante la exoneración de los costos
procesales.
El código procesal civil en su artículo VIII del Título Preliminar, según el texto
modificado por el artículo 2° de la ley 26846, que indica que:
La legislación, al mismo tiempo que señala los montos a ser asumir por el
ciudadano, para garantizar el acceso a la justicia, establece supuestos en los
cuales el litigante es exonerado del pago de dichos montos. El artículo 24 ° del
Texto único ordenado de la ley orgánica del poder Judicial, modificado por el
artículo 3° de la ley N° 26846, señala:
Asimismo, el artículo de la Ley Orgánica del Poder Judicial se pueden señalar dos
supuestos respecto a la exoneración:
demandado.
La novedad del nuevo texto del artículo 179° del Código Procesal Civil, es
que expresamente se indica que solo pueden acceder las personas
naturales, estando impedidas de ello las personas jurídicas
separado.
La solicitud de Auxilio Judicial nno suspende la tramitación del principal
E. Alcance del Auxilio Judicial.- No existe mayor variación al
respecto, salvo que se elimina expresamente la posibilidad de la concesión
de un Auxilio Judicial parcial (artículo 182°).
Del mismo modo, se señala una sanción para la persona que falte a la
verdad, la cual debería ser aplicada por la dependencia encargada, dando
por finalizado el auxilio judicial y condenando al litigante al pago de una
multa equivalente al triple de las tasas dejadas de pagar. Adicionalmente,
podrían establecerse acciones penales de ser el caso
nombrar en esta función al abogado que el litigante presenta para tal efecto.
En caso contrario el Juez nombra al Apoderado de la lista que el Colegio de
Abogados debe enviar a la Presidencia de la Corte respectiva. Se mantiene
el límite máximo de tres procesos con Auxilio Judicial anuales, que debería
asumir cada abogado.
Los honorarios que habría de recibir serian fijados por el juez:
Si el auxiliado que resulte ganador, el monto debe ser cancelado por el
perdedor.
Si fuese el auxiliado el perdedor, por el Colegio de Abogados.
BOLIVIA
Alcances generales
Constitucionalmente, el Poder Judicial boliviano, goza de autonomía
económica y administrativa, asignándosele una partida anual
del Presupuesto General de la Nación, la misma que es centralizada en el
Tesoro Judicial, dependiente del Consejo de la Judicatura. A ello se deben
agregar los recursos propios como fuente importante de provisión de recursos
para el Poder Judicial.
Se consideran parte de los recursos propios: Multas procesales, costas
judiciales, recursos provenientes de la enajenación de sus bienes previa
autorización del Honorable Congreso Nacional, legados y
donaciones, valores judiciales, aranceles notariales y de Registro de Derechos
Reales.
El sistema de tasas judiciales en el caso boliviano comprende los contenidos
de los dos últimos, los valores y aranceles judiciales, como fuentes de ingresos
propios para el Poder Judicial. Estos provienen del pago que realizan los
usuarios del servicio de justicia, por movilizar el aparato jurisdiccional
en torno a una pretensión determinada.
Marco Legal
-Constitución Política del Estado, del 12 de agosto de1994, Art. 116, inc. VIII.
-Ley 1817 del Consejo de la Judicatura, del 22 diciembre de 1997, Art. 35; 36 inc
2, numerales "e" y "f".
CHILE
Alcances generales
En Chile nunca existieron tasas significativas. Si bien hasta comienzos de los
años 80 debía litigarse por escrito haciendo las presentaciones en papel
sellado, por el cual debía pagarse un impuesto las magnitudes de
estos tributos eran tan bajos que no representaron nunca un ingreso
significativo de recursos para el Fisco o para el Poder Judicial.
Marco legal
-Decreto Ley 3.454 de 1980
-Código de Procedimiento Civil, Arts. 88, 118, 122, 129 y 138
-Ley 18.175, Art. 44
ECUADOR
Alcances generales
Las tasas judiciales constituyen la contraprestación a cargo del usuario por
los servicios que le brinda la Función Judicial y sirven para atender las
deficiencias existentes en la organización de la administración de justicia.
En Ecuador, los principios constitucionales y legales han permitido el
establecimiento de un sistema de tasas judiciales para todas las materias,
(excepto los casos penales, laborales y de alimentos de menores). También,
los denunciantes en las acciones y recursos de amparo, hábeas data y
hábeas corpus; así como las personas jurídicas o entidades del sector
público nacional, con o sin personería jurídica, donde la administración de
justicia es gratuita
Es competencia del Consejo Nacional de la Judicatura (Art. 11 de la Ley
Orgánica), fijar y actualizar las tasas judiciales, las que constituyen ingresos
propios de la Función Judicial y su recaudación y administración se hacen en
forma descentralizada.
Los objetivos para la aplicación de las tasas judiciales son: incrementar
la productividad de los recursos destinados a la Función Judicial; aplicar
Marco legal
-Constitución Política del Estado,
-Reglamento de Fijación de Montos de las Tasas por Servicios Judiciales.
Registro Oficial 254 del 13 de agosto de 1999
VENEZUELA
El nuevo texto constitucional (1999) establece en su artículo 254, que el Poder
Judicial tendrá asignado en el presupuesto anual, una partida que no será inferior
al 2% del presupuesto nacional, para garantizar su autonomía financiera con
respecto a los demás poderes del Estado.
Esta norma busca evitar que, como tradicionalmente ha sucedido, el presupuesto
del Poder Judicial sea establecido a capricho del Poder Ejecutivo con y ello
interferir en su autonomía.
Además, existe la prohibición de que el Poder Judicial establezca tasas o
aranceles judiciales. Así como exigir pago alguno por sus servicios, lo
que garantiza a todos los ciudadanos una justicia gratuita.
La formulación, elaboración y gestión del presupuesto del Poder Judicial, lo
realiza la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, actuando por delegación del
Tribunal Supremo de Justicia"
12
Declaración Universal de los Derechos Humanos.Artículo 11.1
13
Boletín Oficial del Estado. BOE-A-1977-10733. Artículo 14.3.d
discriminaciones por motivos de raza, color, origen étnico, sexo, idioma, religión,
opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento, situación económica u otra condición.
- Los gobiernos velarán por que se faciliten fondos y otros recursos suficientes para
asistencia jurídica a las personas pobres, y, en caso necesario, a otras personas
desfavorecidas. Las asociaciones profesionales de abogados colaborarán en la
organización y prestación de servicios, medios materiales y otros recursos.
mucho de los casos. Para buscar tutela jurisdiccional, es decir que el estado se haga
cargo de un problema. Un derecho de alcance general a favor de todas las personas de
escasos recursos que comprende dos aspectos lo cual es poder litigar sin tener que
adelantar lo que técnicamente se llama costas y contar con un abogado patrocinante
gratuito que establezca mecanismos para hacer efectivo ese derecho.
VIII. JURISPRUDENCIA
En Lima, a los 17 días del mes de setiembre de 2009, el Tribunal Constitucional, en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los Magistrados Vergara Gotelli, Mesía Ramírez,
Landa Arroyo, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la
siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli que se agrega
I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Francisco Clodomiro Gamboa Herrera
contra la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República, fojas 203, su fecha 16 de abril de 2008, que declara improcedente la
II. ANTECEDENTES
1. Demanda
Con fecha 20 de septiembre de 2001 el recurrente interpone demanda de amparo contra los
vocales integrantes de la Sala Especializada Laboral de la Corte Superior de Justicia de La
Libertad y contra el titular del Tercer Juzgado Especializado de Trabajo de Trujillo, con el objeto
de que se retrotraigan los actuados del proceso laboral que siguió contra los vocales de la
Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de La Libertad y otros sobre nulidad de cosa
juzgada fraudulenta (signado con el expediente N.º 2001-499-1613), al acto postulatorio de
calificar la demanda. Sostiene que han sido vulnerados sus derechos constitucionales al debido
proceso y a la tutela judicial efectiva, así como el principio de gratuidad en la administración de
justicia, por cuanto la declaración de inadmisibilidad de dicha demanda fue a consecuencia de
no haber adjuntado la tasa judicial respectiva, a pesar de que, por tratarse de materia laboral,
se hallaba exento de dicho trámite, en aplicación del artículo 24º, inciso i) de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, modificado por la Ley N.º 27327.
Con fecha 27 de diciembre de 2006 el Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del
Poder Judicial se apersona al proceso y contesta la demanda, argumentando que debe ser
declarada improcedente. Ello por cuanto el proceso ordinario ha sido un proceso regular, de
modo que no se puede menoscabar el ejercicio de la jurisdicción ordinaria.
III. FUNDAMENTOS
del Código Procesal Constitucional al caso de autos. Dicho artículo señala que deben ser
declaradas improcedentes todas aquellas demandas de amparo que cuestionen una
resolución judicial que haya sido consentida. Sin embargo, a juicio de este Colegiado, ello
no ha ocurrido en el presente caso porque si bien es cierto que el demandante no presentó
recurso de apelación contra la resolución que disponía el archivamiento del proceso sobre
nulidad de cosa juzgada fraudulenta que siguió contra los vocales integrantes de la
Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de La Libertad y otros, pretendió cuestionar
dicha resolución a través de otros medios, como puede apreciarse del escrito presentado
por el demandante el 17 de abril de 2001, en virtud del cual solicita la integración de dicha
resolución, por cuanto no se había emitido pronunciamiento respecto a su solicitud de
aplicación, a su caso, de lo establecido en el artículo 24º, inciso i) de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, modificado por la Ley N.º 27327, expresada en sus escritos de 1 y 14 de
marzo de 2001.
que el accionante no cumplió con pagar la tasa judicial respectiva. No obstante el artículo
24º, inciso i) de la Ley Orgánica del Poder Judicial, modificado por la Ley N.º 27327,
dispone que se encuentran exonerados del pago de tasas judiciales los trabajadores, ex
trabajadores y sus herederos en los procesos previsionales cuyo petitorio no exceda de 70
Unidades de Referencia Procesal (URP), de amparo en materia laboral, o aquellos
inapreciables en dinero por la naturaleza de la pretensión.
8. Este Tribunal considera que dicha norma, en tanto mecanismo de optimización del
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva en lo que se refiere al acceso a la justicia y del
principio de gratuidad en la administración de justicia, debe ser interpretada en atención a
las circunstancias de cada caso en concreto, teniendo en cuenta que el principio pro
homine, derivado del principio-derecho de dignidad humana consagrado en el artículo 1º
de la Constitución, determina que debe preferirse aquella interpretación que resulte más
favorable para la tutela de los derechos fundamentales.
9. El presente caso se encuentra dentro de los alcances de dicha norma porque, en primer
lugar, si bien la materia discutida es la nulidad de cosa juzgada fraudulenta, ella está
referida indirectamente a materia laboral por cuanto la supuesta cosa juzgada fraudulenta
que se pretende anular está referida al reintegro de remuneraciones y beneficios sociales;
en segundo lugar, porque al no estar la cuantía del petitorio plenamente determinada, se
presenta una duda procesal que debe ser evaluada, con criterios de razonabilidad, a favor
del demandante. Por tanto en el presente caso se aprecia la vulneración de los derechos
invocados por el demandante al no haberse aplicado, a su caso, el beneficio previsto en el
artículo 24º inciso i) de la Ley Orgánica del Poder Judicial, modificado por la Ley N.º 27327;
cuando, en realidad, debió realizarse una interpretación conforme con el principio pro
homine y con el principio de optimización de la tutela de los derechos fundamentales. De
modo tal que la demanda, en este caso, debe ser estimada.
HA RESUELTO
2. Ordenar al Tercer Juzgado de Trabajo de Trujillo que admita a trámite la demanda del
recurrente contra los integrantes de la Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia
de La Libertad y otros sobre nulidad de cosa juzgada fraudulenta, en el marco del
proceso signado con el Expediente N.º 2001-499-1613.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ
LANDA ARROYO
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2004, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los señores magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli
Lartirigoyen y Gonzales Ojeda, pronuncia la siguiente sentencia
4.1 ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Muñoz Espinoza contra la sentencia de
la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 98, su fecha 27 de marzo
de 2002, que declaró improcedente la acción de amparo de autos.
4.2 ANTECEDENTES
Con fecha 28 de febrero de 2001, el recurrente interpone acción de amparo contra el
Consejo Transitorio del Poder Judicial, presidido por el doctor Luis Ortiz Bernandini, a fin de
que se deje sin efecto la Resolución Administrativa N.º 002-2001-CT-PJ y cualquier otra que
reglamente y/o apruebe los Aranceles Judiciales para el año 2001, por considerarla
inconstitucional, pues viola el principio de gratuidad de la administración de justicia, así como
los derechos a la igualdad ante la ley y a formular peticiones. A su juicio, la obligación del pago
de los aranceles judiciales impide que los profesionales del derecho perciban sus retribuciones,
pues fomenta que los justiciables se desistan y renuncien a sus reclamos.
La Procuradora Pública de los asuntos judiciales del Poder Judicial solicita que se
declare improcedente la demanda, alegando que el Consejo Transitorio del Poder Judicial
actúa en el ejercicio regular de sus funciones al establecer, como lo hace anualmente, las tasas
arancelarias que rigen los costos de la administración de justicia. Considera que su pago es
una tasa que, en contraprestación al servicio de justicia que se imparte, los justiciables están
obligados a abonar.
4.3
4.4
4.5 FUNDAMENTOS
No obstante, es menester precisar que la Resolución Administrativa que aprobó para el año
2000 el valor de los aranceles judiciales, es la signada con el N.° 1074-CME-PJ, su fecha
12 de enero de 2000, la cual, de conformidad con su artículo 4°, derogó a su vez la
Resolución Administrativa N.° 002-93-CE-PJ.
Este Colegiado considera oportuno enfatizar que, tratándose de un principio que tiene el
propósito de impedir que el ritualismo procedimental impida el pronunciamiento sobre el
fondo de la controversia, uno de los límites a los cuales se encuentra sujeta la aplicación del
principio de suplencia de las deficiencias procesales es que con ella no se afecten los
derechos constitucionales de orden procesal de la otra parte y, en particular, los que se
derivan de la formulación del contradictorio. Y, en el caso, ese contradictorio, y los derechos
procesales de orden constitucional que en él se subsumen, como se ha expuesto, no han
resultado dañados, por lo que el Tribunal Constitucional es competente para pronunciarse
sobre el fondo de la cuestión controvertida.
5. El inciso 16 del artículo 139° de la Constitución establece que uno de los principios que
informa el ejercicio de la función jurisdiccional es “El principio de la gratuidad de la
administración de justicia y de la defensa gratuita para las personas de escasos recursos; y,
para todos, en los casos que la ley señala”.
Dicho precepto constitucional, en lo que al caso importa resaltar, contiene dos disposiciones
diferentes: Por un lado, garantiza “El principio de la gratuidad de la administración de
justicia... para las personas de escasos recursos”; y, por otro, consagra “... la gratuidad de la
administración de justicia... para todos, en los casos que la ley señala”.
derechos fundamentales.
Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la Constitución
Política del Perú le confiere,
Ha resuelto
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
EXP. 1812-2005-PHC/TC
PIURA
MARÍA JOSEFA
ADRIANZÉN MAURIOLA
Y OTRO
En Lima, a los 9 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García Toma y Vergara Gotelli,
pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Quispe Segundo Rodríguez en
favor de doña María Josefa Adrianzén Mauriola y don Federico Ibáñez Marticorena contra la
resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura, de fojas 88, su
fecha 10 de febrero de 2005, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
Demanda
Investigación sumaria
El Segundo Juzgado Penal de Piura, a fojas 24, con fecha 25 de enero de 2005,
FUNDAMENTOS
2. Este Tribunal debe señalar que el requerimiento judicial antes señalado resulta
inconstitucional, por colisionar con el principio constitucional de la gratuidad del servicio de
justicia, prescrito en el artículo 139°, inciso 16, de la Carta Política, pues esta garantía
normativa supone la exoneración de toda tasa judicial o carga impositiva de algún tipo en
aquellos casos que sea necesario la expedición de copias de los actuados para la
4. Se debe precisar que a fojas 23 del expediente se acredita que el incidente de apelación
promovido por el accionante fue elevado para su revisión a la Segunda Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de Piura, con fecha 24 de enero de 2005, produciéndose por esta
razón el cese de la vulneración de los derechos constitucionales alegados en la demanda;
sin embargo, estimando el agravio a la libertad personal del actor por la demora que implicó
la tramitación del incidente de apelación por las razones antes expuestas, este Tribunal, en
aplicación del artículo 1° del Código Procesal Constitucional, debe estimar la demanda,
advirtiendo al Juez penal demandado que de volver a incurrir en actos como los que han
sido materia de la presente reclamación constitucional, será pasible de las medidas
previstas en el artículo 22° del código mencionado, debiéndose determinar por la autoridad
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LIMA
SIMEÓN QUISPE
FLORES
VISTO
El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Simeón Quispe Flores contra la
resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República, de fojas 39 (cuaderno correspondiente a esa instancia), su fecha 30
de setiembre de 2008, que declaró improcedente la demanda de autos; y,
ATENDIENDO A
1. Que con fecha 4 de enero de 2007 el recurrente interpone demanda de amparo contra la
Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con el objeto que se declare nula
e insubsistente la resolución N.º 03 emitida en el Exp. N.º 5462-2006, Cuaderno de Auxilio
Judicial, en mérito al artículo 4º del Código Procesal Constitucional, toda vez que dicha
resolución le impide que siga litigando, sobre todo cuando el artículo 139º, inciso 16) de la
Constitución establece que la tutela jurisdiccional es gratuita.
Sostiene que los magistrados tienen que dar por verdades (sic) los argumentos esgrimidos
en la solicitud de auxilio judicial, pues el control ellas es posterior; y que la aprobación de las
solicitudes de auxilio judicial es automática.
Esta solicitud fue resuelta con fecha 26 de setiembre de 2006, mediante resolución N.º 03
que es la impugnada en autos; en ella, la Sala emplazada expresa que “no se evidencia
aquel estado de necesidad que alega el demandante; todo lo contrario, de los documentos
anexados a esta solicitud que obran a fojas tres a seis, se advierte que su progenitora tiene
condición de asegurada, lo que no se condice con la afirmación vertida en dicha solicitud
cuando sostiene que tiene que sufragar los gastos que demanda[n] su delicado estado de
salud, por lo que la decisión venida en grado se sujeta al mérito de lo actuado y al derecho
de modo que ésta merece confirmarse”.
3. Que al respecto queda claro que las razones que el demandante ha alegado para que se
le conceda el auxilio solicitado son su falta de ingresos, así como el cuidado de su madre, la
que vive con él, y que además requiere de atención médica.
En ese sentido, se advierte que la respuesta dada por la Sala emplazada se sustenta en dos
extremos; por un lado, una afirmación genérica de que no se evidencia el estado de
necesidad que alega el demandante, y por el otro, en relación a su progenitora, que ella
tiene la condición de asegurada, por lo que el cuidado de su salud no debería generar
mayores gastos.
(…)
Ello significa que hay dos supuestos en los que cabe alegar o solicitar que el acceso a la
administración de justicia sea gratuita:
En el caso de autos se trata del primer supuesto, en donde el demandante ha solicitado este
beneficio y éste le ha sido denegado por la autoridad competente a través de una resolución
motivada.
En consecuencia el pedido no ha tenido una negativa arbitraria, sino que ha merecido una
respuesta, en la que la Sala emplazada ha expuesto las razones por las que no corresponde
otorgar el beneficio precitado al demandante. Ello hace necesario revisar el contenido de la
resolución impugnada.
6. Que el artículo 139º, inciso 3 de la Constitución establece que son principios y derechos de
la función jurisdiccional la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional; en
consecuencia, cuando el órgano jurisdiccional administra justicia está obligado a observar
los principios, derechos y garantías que la Norma Suprema establece como límites del
ejercicio de las funciones asignadas.
7. Que la necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que
informa el ejercicio de la función jurisdiccional y es al mismo tiempo un derecho
constitucional de los justiciables. Mediante la motivación, por un lado, se garantiza que la
administración de justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes
(artículos 45º y 138º de la Constitución), y por otro que los justiciables puedan ejercer de
manera efectiva su derecho de defensa.
8. Que con relación al derecho a la debida motivación de las resoluciones, este Tribunal ha
precisado que “[l]a Constitución no garantiza una determinada extensión de la motivación,
por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista fundamentación jurídica,
congruencia entre lo pedido y lo resuelto, y que, por sí misma, exprese una suficiente
justificación de la decisión adoptada, aun si ésta es breve o concisa...” (STC N.º 1291-2000-
AA/TC, fundamento 2).
demandante señalando que no está evidenciado el estado de necesidad que se alega, y que
en relación a que el peticionante sufraga los gastos de salud de su madre, lo expuesto no se
condice con la condición de asegurada que aquella tiene. Esto último es lo que ha sido
cuestionado por el demandante, quien alega que la Salaemplazada ha sustentado su
decisión en un hecho inexistente (f. 47 del cuaderno de la Corte Suprema).
Sin embargo este Colegiado advierte de la propia solicitud de auxilio judicial, que el
demandante presentó documentos para acreditar el mal estado de salud de su madre (f. 8
del cuaderno principal). Por tanto, tratándose de un cuaderno de auxilio judicial que tiene por
objeto, “cubrir o garantizar los gastos del proceso” –como lo expone en el mismo escrito
el demandante–, la presentación de tales documentos no tiene otro objeto que acreditar los
gastos que realiza el demandante y que afectan su capacidad económica, razón por la cual
el juzgador le ha dado una respuesta en los términos precitados, cumpliendo con el
contenido de la garantía otorgada por la Constitución a los justiciables.
10. Que el artículo 5º inciso 1 del Código Procesal Constitucional establece que no proceden
los procesos constitucionales cuando: “[l]os hechos y el petitorio de la demanda no están
referidos en forma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado”.
En el presente caso, de la revisión del expediente este Colegiado advierte que los hechos y
el petitorio de la demanda no están referidos al contenido constitucional protegido de los
derechos invocados; en ese sentido la demanda debe ser desestimada por improcedente, de
conformidad con el dispositivo procesal ya mencionado y de conformidad con lo expuesto en
los considerandos precedentes.
4.6 RESUELVE
Declarar IMPROCEDENTE la demanda amparo.
Publíquese y notifíquese.
SS.
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
LANDA ARROYO
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
PIURA
En Lima, a los 27 días del mes de enero de 2003, la Sala Segunda del Tribunal Constitucional
en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Rey Terry,
Revoredo Marsano y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Jorge Luis Soyer López contra la sentencia de la
Segunda Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Piura, de fojas 27,
su fecha 10 de septiembre de 2002, que declara improcedente la demanda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 31 de mayo de 2002, el recurrente interpone acción de amparo contra el Consejo
Ejecutivo del Poder Judicial, solicitando la inaplicabilidad, tanto a su persona como a los demás
ciudadanos y personas jurídicas de los Distritos Judiciales de Piura y Tumbes, de la Resolución
Administrativa N.° 033-2002-CE-PJ, del 26 de marzo del 2002, por considerar que la misma
vulnera los derechos constitucionales a la igualdad ante la ley y a la gratuidad en el acceso a la
Justicia.
Afirma que la resolución cuestionada, cuyo texto aprueba los nuevos aranceles judiciales para
el ejercicio gravable 2002, establece odiosas diferencias entre los justiciables en razón del
monto económico del petitorio que estos planteen ante el órgano jurisdiccional, provocando que
muchos de ellos no tengan acceso a la justicia. Tal situación, a su juicio, es contraria a la
igualdad ante la ley y a la tutela judicial efectiva, reconocidas tanto por la Constitución del
Estado como por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, motivo por el que
solicita que la demanda sea declarada fundada.
El Primer Juzgado Civil de Piura, con fecha 5 de junio de 2002, declara, de plano,
improcedente la demanda, alegando que cuando la violación o amenaza se basa en una norma
que sea incompatible con la Constitución, no se impugna la validez de la norma jurídica de
alcance general, sino que se ataca el acto que, basado en la misma, vulnera un derecho
reconocido en la Constitución. Por consiguiente, el amparo no es la vía adecuada para ventilar
lo solicitado por el demandante.
La recurrida confirma la apelada, por considerar que el demandante debe acreditar ser titular
del derecho que pretende restablecer y que la violación sea de carácter constitucional, lo que
FUNDAMENTOS
los petitorios, dicha alegación carece de sustento, pues la distinción no se basa en una
idea de discriminación o desigualdad abstracta, sino en el principio de que son mayores
las cargas cuanto mayores resultan los beneficios a obtener o las actividades procesales
a realizar. No se perjudica, por tanto, al justiciable de pocos recursos, al que, por el
contrario, se le facilita un trato mucho más favorable que a quien sí los tiene y que
incluso puede llegar a la exoneración absoluta de todo gravamen, mediante el llamado
auxilio judicial. En cualquier circunstancia, sin embargo, la idea central no es otra que la
de una distinción por razones objetivas y no, pues, por criterios meramente subjetivos o
carentes de razonabilidad; c) el demandante, por último, solicita, en abstracto, la
inaplicabilidad de la Resolución Administrativa N.° 033-2002-CE-PJ, sin demostrar que
viene siendo objeto de algún acto concreto de discriminación por su condición de
litigante carente de recursos o de medios económicos suficientes.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones conferidas por
la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,
FALLA
SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
GARCÍA TOMA
LIMA
FRANCISCO CLODOMIRO
GAMBOA HERRERA
En Lima, a los 17 días del mes de setiembre de 2009, el Tribunal Constitucional, en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los Magistrados Vergara Gotelli, Mesía Ramírez,
Landa Arroyo, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la
siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli que se agrega
I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Francisco Clodomiro Gamboa Herrera
contra la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República, fojas 203, su fecha 16 de abril de 2008, que declara improcedente la
demanda de amparo de autos.
II. ANTECEDENTES
1. Demanda
Con fecha 20 de septiembre de 2001 el recurrente interpone demanda de amparo contra los
vocales integrantes de la Sala Especializada Laboral de la Corte Superior de Justicia de La
Libertad y contra el titular del Tercer Juzgado Especializado de Trabajo de Trujillo, con el objeto
de que se retrotraigan los actuados del proceso laboral que siguió contra los vocales de la
Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de La Libertad y otros sobre nulidad de cosa
Con fecha 27 de diciembre de 2006 el Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del
Poder Judicial se apersona al proceso y contesta la demanda, argumentando que debe ser
declarada improcedente. Ello por cuanto el proceso ordinario ha sido un proceso regular, de
modo que no se puede menoscabar el ejercicio de la jurisdicción ordinaria.
fecha 25 de julio de 2007 (folio 179), emitió nuevo pronunciamiento, declarando improcedente
la demanda por aplicación del artículo 4º del Código Procesal Constitucional, considerando que
el demandante había dejado consentir la resolución impugnada.
III. FUNDAMENTOS
1. La presente demanda tiene por objeto que se disponga la reposición del proceso seguido
por el accionante contra los vocales integrantes de la SalaLaboral de la Corte Superior de
Justicia de La Libertad y otros sobre nulidad de cosa juzgada fraudulenta, signado con el
Expediente N.º 2001-499-1613, al acto postulatorio de calificar la demanda, por cuanto dicho
proceso, según el demandante, ha venido siendo tramitado de manera irregular, habiéndose
vulnerado sus derechos constitucionales al debido proceso y a la tutela judicial efectiva, así
como el principio de gratuidad en la administración de justicia.
abril de 2001, en virtud del cual solicita la integración de dicha resolución, por cuanto no se
había emitido pronunciamiento respecto a su solicitud de aplicación, a su caso, de lo
establecido en el artículo 24º, inciso i) de la Ley Orgánica del Poder Judicial, modificado por la
Ley N.º 27327, expresada en sus escritos de 1 y 14 de marzo de 2001.
administración de justicia.
8. Este Tribunal considera que dicha norma, en tanto mecanismo de optimización del
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva en lo que se refiere al acceso a la justicia y del
principio de gratuidad en la administración de justicia, debe ser interpretada en en atención a
las circunstancias de cada caso en concreto, teniendo en cuenta que el principio pro homine,
derivado del principio-derecho de dignidad humana consagrado en el artículo 1º de la
Constitución, determina que debe preferirse aquella interpretación que resulte más favorable
para la tutela de los derechos fundamentales.
9. El presente caso se encuentra dentro de los alcances de dicha norma porque, en primer
lugar, si bien la materia discutida es la nulidad de cosa juzgada fraudulenta, ella está referida
indirectamente a materia laboral por cuanto la supuesta cosa juzgada fraudulenta que se
pretende anular está referida al reintegro de remuneraciones y beneficios sociales; en segundo
lugar, porque al no estar la cuantía del petitorio plenamente determinada, se presenta una duda
procesal que debe ser evaluada, con criterios de razonabilidad, a favor del demandante. Por
tanto en el presente caso se aprecia la vulneración de los derechos invocados por el
demandante al no haberse aplicado, a su caso, el beneficio previsto en el artículo 24º inciso i)
de la LeyOrgánica del Poder Judicial, modificado por la Ley N.º 27327; cuando, en realidad,
debió realizarse una interpretación conforme con el principio pro homine y con el principio de
optimización de la tutela de los derechos fundamentales. De modo tal que la demanda, en este
caso, debe ser estimada.
HA RESUELTO
2. Ordenar al Tercer Juzgado de Trabajo de Trujillo que admita a trámite la demanda del
recurrente contra los integrantes de la Sala Laboral de la Corte Superior de Justicia de La
Libertad y otros sobre nulidad de cosa juzgada fraudulenta, en el marco del proceso signado
con el Expediente N.º 2001-499-1613.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ
LANDA ARROYO
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
Jurisprudencia de Bogotá
consumidor, el beneficio de la justicia gratuita en el último párrafo del art.53 ley 24.240 que
textualmente reza: "...Las actuaciones judiciales que se inicien de conformidad con la presente
ley en razón de un derecho o interés individual gozarán del beneficio de justicia gratuita. La
parte demandada podrá acreditar la solvencia del consumidor mediante incidente, en cuyo
caso cesará el beneficio".- Inmediatamente se dijo que era previsible que dicho dispositivo
generaría interpretaciones y posturas contradictorias, pues la técnica legislativa empleada no
fue la mejor (VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto A.- AVALLE, Damián, El alcance del beneficio de
justicia gratuita en la ley de defensa del consumidor, LL 2009-C,401). c) El caso bajo análisis.
En la presente ejecución hipotecaria, el primer juez rechazó las excepciones de pago, plus
petición y prescripción opuestas por los demandados. El Grado rechazó el recuso de apelación
de los mismos aseverando que las pautas de interpretación favorable a los ejecutados en virtud
del Estatuto consumeril y el espíritu que insufla dicha normativa no alcanzaban para revertir el
resultado adverso. Incluso el dictamen del Fiscal de Cámaras concluye de manera terminante
que la naturaleza de la relación que se trata en autos debía subsumirse bajo los parámetros de
ese régimen jurídico. En conclusión, queremos remarcar -sin que esto constituya definitividad
en cuanto a la observación, análisis y estudio de la cuestión principal traída a estudio de este
Tribunal- que las previsiones de la ley 24.240 fueron objeto de estudio y debate en la presente
causa por los distintos operadores jurídicos; por lo tanto, es dable encuadrar en aquel régimen
el pedido efectuado respecto al beneficio de justicia gratuita. d) Opiniones doctrinarias: Es casi
un lugar común encontrar en los distintos artículos de doctrina y en la incipiente jurisprudencia,
el repaso de las opiniones que se fueron emitiendo a partir de la vigencia de este nuevo
estatuto. Sin pretender un tratamiento exhaustivo y detallado de las distintas opiniones,
pasaremos revista a las mismas a manera de preámbulo y a los fines de arribar a una
conclusión sobre el tema. Así, estudiando el alcance del beneficio de litigar sin gastos y el
beneficio de justicia gratuita, se ha dicho que este último tiene una eficacia limitada, tal como
acontece en ciertos cuerpos procesales, como el de la provincia de Santa Fe, donde el
beneficio no alcanza a los honorarios. Sin embargo, se concluye afirmando que "Sería
deseable que las provincias regulen y delimiten expresamente el alcance de este beneficio de
gratuidad en el sentido que hemos apuntado, pues en definitiva seguimos siendo un país
federal" (VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto A.- AVALLE, Damián, El alcance.., cit).- Luego de un
análisis de antecedentes y de las diferencias en cuanto al alcance entre estos institutos,
Perriaux concluye que "la regulación jurídica de la gratuidad de los procedimientos resulta
privativa de las jurisdicciones locales, dado que se trata de una materia de orden procesal, no
delegada a la Nación por las provincias", aunque luego agrega que en las jurisdicciones donde
no se encuentre legislado el tema del beneficio de justicia gratuita, debe interpretarse tal como
se encuentra contemplada para el derecho laboral, o sea, limitada a la exención de la tasa de
justicia (PERRIAUX, Enrique J., La justicia gratuita en la reforma de la ley de defensa del
consumidor, LL 2008-E, 1224).- Por otra parte, y partiendo de un meticuloso análisis de los
antecedentes parlamentarios de la novel ley de consumo, Bersten concluye que el beneficio de
justicia gratuita comprende la tasa de justicia, costas y demás gastos en el nivel nacional;
mientras que en las jurisdicciones provinciales, el único punto conflictivo vendría de la mano del
rubro tasa de justicia, el cual se encontraría limitado a lo que en cada provincia se regule. En
definitiva, sólo en el orden nacional, aquel beneficio se puede identificar con el de beneficio de
litigar sin gastos, pero conferido automáticamente (BERSTEN, Horacio, La gratuidad en las
acciones individuales y colectivas de consumo, LL 2009-B, 370).- La doctrina local no
permaneció ajena a esta incipiente polémica. En este sentido, se ha expresado que el art.53
ultimo párrafo ley 24.240 no era directamente operativo en las provincias hasta tanto las
mismas no adhieran al sistema reinstaurado por la reforma, por lo que su alcance se reduce a
la Justicia Nacional y Federal. En este sentido, el Congreso Nacional al tiempo de dictar las
normas de fondo puede pronunciar excepcionalmente normas procesales que aseguren su
cumplimiento, pero ello en modo alguno puede llevar a pensar que la Nación pueda dictar
normas propias de las competencias reservadas, como sería hacer excepción a tributos que
sean resorte exclusivo de las provincias (DIAZ VILLASUSO, Mariano A., Reforma al Estatuto
del Consumidor. Impacto en los ordenamientos adjetivos provinciales, SJA 10/3/2010). Otras
autoras locales también han abordado el tema, exponiendo el carácter programático de la
consagración legislativa nacional y la necesidad de un correlato provincial que avale su
aplicación, a los fines de no afectar poder no delegado de las Provincias a la Nación (ZALAZAR
Claudia E. - CAFURE Gisela M., Principio de gratuidad de la ley de defensa del consumidor en
sentido: CNCom., sala C, Damnificados Financieros Asoc. Civil para su defensa c/ Banco Río
de La Plata S.A.s/ Beneficio de litigar sin gastos, 9/03/10).- De otro costado, se ha dicho que si
bien el beneficio esta destinado a no trabar el inicio de acciones judiciales, no impide la
condena en costas (CNCom, Sala D, in re "Adecua c/ Banco BNP Paribas S.A. y otro s/
Beneficio de litigar sin gastos" del 4/12/08, y "Danzinger, Nestor Mario y Otro c/ Zurich
International Life Ltdo. Sucursal Argentina S/ Ordinario", de fecha 7/05/09; en igual sentido:
CNCom., sala B, Consumidores Libres Coop. Ltda. de Prov. de Serv. de A.C. C/Bank Boston
S.A.s/ Beneficio de litigar sin gastos, 6/08/10).- Por el contrario, los precedentes provenientes
de nuestra Provincia hacen hincapié en el aspecto constitucional. En el caso "Tabares, Vanesa
Mariana c/ Plaza Motos S.A. y otros - Ordinario - Cumplimiento/Resolución De Contrato -
Recurso de apelación" (Expte. N° 1909187/36), la Cámara Civil y Comercial de Sexta
Nominación de esta ciudad confirmó el decreto del primer juez en cuanto mantuvo el
emplazamiento por los aportes de ley y de tasa de justicia. En el voto mayoritario, el Dr. Walter
Adrián Simes y la Dra. Beatriz Mansilla de Mosquera abordaron la cuestión de las autonomías
provinciales respecto de las potestades tributarias, entendiendo que era privativo del orden
local establecer los beneficios respecto a las cuestiones de iniciación de las acciones judiciales.
En tanto, la Dra. Silvia B. Palacio de Caeiro, en su voto en disidencia, consideró que el art.53
ley 24.240 era directamente aplicable al caso. Expresó que el derecho consumeril rige no sólo
como normativa sustancial constitucionalizada sino también en materia procesal, en virtud del
art.42 CN (A.I. N°98/11 y su aclaratorio N°115/11).- Por su parte, in re "Mariano, Elba Julia
Elena y otro c/ Falabella S.A. - Abreviado - Otros - Recurso de apelación" (Expte. N°
1927766/36), la Cámara Civil y Comercial de Segunda Nominación de esta ciudad entendió
que el mencionado beneficio contemplado en la ley de defensa del consumidor no resultaba
operativo pues necesita de una norma provincial que avale el propósito del Congreso de la
Nación (A.I. 274/11). De la misma manera, la Cámara Civil y Comercial de Quinta Nominación
de esta ciudad in re "Gennaro Pablo Esteban - Medidas preparatorias - Expte. N°1822624/36,
(Auto N°239/11) revocó la decisión del primer juez que había concedido el beneficio del art.53
ley 24.240 y ordenó el cumplimiento de la tasa de justicia y los aportes de la Caja de Abogados
y Procuradores de Córdoba. Luego de un meticuloso análisis de las potestades originarias de
las Provincias, y el análisis de ciertas situaciones similares que se verifican (vg: bien de familia,
ley 14.394 y gratuidad en el fuero laboral), la Cámara Civil y Comercial de Cuarta Nominación
de la ciudad de Córdoba concluye que el beneficio incorporado por la ley 26.361 luce
inconstitucional, por lo que confirma el decreto del juez de primera instancia en cuanto emplaza
a la actora a cumplir con los aportes de ley (A.I. 481 de fecha 15/09/2011 en “Arroyo, Estela
Maria c/ Caja De Seguros S.A. – Abreviado – Cobro de pesos – Recurso de apelación“ Expte
N° 1654757/36). A idéntica conclusión arriba la Cámara Civil y Comercial de Octava
Nominación en los autos caratulados "Argento, Susana Ana c/Trust & Development S.A. (en
adelante T&D) y otro- Abreviado-Repetición-Recurso de Apelación (Expte N° 2159574/36),
declarando la inconstitucionalidad del art.53 ley de defensa del consumidor (A.I. N°408 de
fecha 14/10/2011).- Finalmente, dentro de esta orientación jurisprudencial, la Cámara Civil,
Comercial y Contencioso Administrativa de Segunda Nominación de la ciudad de Río Cuarto,
en la causa “Gozal, Celia María c/ Peugeot Citroën Argentina, Circulo De Inversores S.A. de
Ahorro para fines determinados y Santiago Gioda Automotores S.A - Dda. Cump. Contractual”
(Expte. G, Nº 2, 2/2/11) postuló la inaplicabilidad del beneficio del art.53 del estatuto nacional,
al vulnerar el sistema federal de gobierno (A.I. 176 del 11.08.2011).- En una posición opuesta a
la anterior, se ubican los fallos dictados por la Cámara Civil y Comercial de Séptima y Novena
Nominación en las causas "Usandivaras Javier y otro c/ Cablevisión S.A.- Ordinario" (Expte.
nº2158928/36)" A.I. 303 de fecha 19.08.2011; y “Mosquera, Silvia Rosa María c/ Mapfre
Argentina de Seguros S.A.- Abreviado - Otros - Recurso de apelación (Expte. nº 2143514/36)”
A.I. 278 del 31.10.2011 respectivamente. En el primero de los fallos se expresa que se debe
asegurar la efectiva protección del consumidor, y que no puede ser afectada por facultades
provinciales; y se habría establecido una inversión respecto de los procedimientos comunes
respecto a las obligaciones tributarias de los consumidores. Otro tanto ocurre con el fallo citado
en segundo término, en el cual -si bien los magistrado votan de manera individual- se concluye
en la directa aplicación del art.53 ley 24.240 respecto a la gratuidad en materia de tasa de
justicia, por cumplir mandato constitucional y no invadir materia reservada a las provincias.- IV.
a) Ahora bien, tal como hemos repasado, no es posible extraer una conclusión unánime sobre
el beneficio de justicia gratuita previsto en el art.53 de la ley 24.240 (texto según ley 26.361)
ante la falta de criterios y opiniones convergentes sobre el mismo. Por ello, en una primera
aproximación al tema, creemos que se debe enfocar el debate desde dos puntos de vista: el
primero relacionado con la inserción del nuevo beneficio en la totalidad del plexo normativo; y
un segundo punto de vista referido al alcance concreto que cabe asignarle al mismo. Por lo
pronto, adelantamos que esta segunda cuestión no será objeto de estudio y análisis desde que
las discusiones planteadas en doctrina y jurisprudencia giran en torno a la inclusión o no de
todos los gastos y honorarios causídicos dentro del beneficio consumeril; aunque hay
coincidencia respecto al alcance referido a la exención del pago de los aportes de ley (tasas,
impuestos, sellos, aportes previsionales). En esta discusión, que tuvo su reflejo en los
Despachos A) y B) respecto a las Conclusiones de las XXII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil - V Congreso Nacional de Derecho Civil referidas a las cuestiones procesales del derecho
del consumidor, vemos que existe un piso mínimo de acuerdo, sea que nos ubiquemos en una
u otra corriente de pensamiento, y lo cierto es que las cuestiones referidas a la gabela judicial
se encontrarían comprendidas en dicha excepción.- b) Sin embargo, la cuestión adquiere un
cariz diferente respecto a la valoración que debe efectuarse con relación a la incorporación de
este beneficio en el marco de la ley de defensa del consumidor. Esto es, si bien la ley declara el
beneficio de la justicia gratuita, el problema se acrecienta cuando se lo enfoca desde el punto
de vista constitucional. La polémica tiene su antecedente inmediato en la sanción del originario
régimen del consumidor en el año 1993. En efecto, el decreto 2089/1993, en su art.8, observó
el último párrafo del art.53, en cuanto establecía dicho beneficio. En los fundamentos del
mencionado decreto se dijo "Que el beneficio de litigar sin gastos, o carta de pobreza, se
encuentra regulado en forma específica por las leyes provinciales locales, conforme a los
requisitos establecidos en ellas, y torna innecesaria la previsión del artículo 53, la que por otra
parte podría alentar la proliferación de acciones judiciales injustificadas".- La cuestión
constitucional no fue ajena al debate parlamentario de la ley 26.361. Así, varios legisladores
intervinieron puntualmente acerca del beneficio de justicia gratuita, resaltándose la
participación de la Senadora Sonia Margarita Escudero quien expresó que se estarían
"...mezclando las competencias nacional con las provinciales. Si bien podríamos establecer la
gratuidad de los procedimientos para los juicios que tramitan en la Justicia Federal o en la
Nacional de la Ciudad de Buenos Aires, la tasa de justicia es un recurso local de las provincias.
En consecuencia, no podríamos obligar a que las provincias acepten este beneficio de litigar
sin gastos, porque se trata de un tema local, de recursos absolutamente locales.... Además, el
Senador Marcelo Alejandro Horacio Guinle manifestó que era pertinente "..establecer el
principio de gratuidad, porque corresponde en la ley de fondo, e invitar a que las provincias
adhieran a la iniciativa... (puntos 147 y 152, Antecedentes Parlamentarios ley 26.361,
www.laleyonline.com.ar). Si bien el Presidente del Cuerpo de la Cámara Alta dio por aprobada
la propuesta del Senador Guinle (ver punto 153 y 154 de los Antecedentes Parlamentarios),
esta salvedad no quedó plasmada expresamente en el texto legal, lo que ha traído los
problemas interpretativos que estamos relatando. A pesar de ello, algún autor ha entendido que
este debe ser el sentido de la interpretación que cabe asignar al punto, desde que "... que no
correspondía denominar al beneficio de gratuidad como beneficio de litigar sin gastos puesto
que este último incluye la tasa de justicia y en el caso de las actuaciones judiciales realizadas
en jurisdicciones provinciales, la tasa judicial constituye un recurso tributario de orden local. Es
decir, que el Senado, como representante de la Provincias, decidió distinguir la institución por
respeto a las autonomías provinciales en materia tributaria..."(BERSTEN, Horacio, La gratuidad
..., cit.). c) Esta Sala ha tenido oportunidad de expedirse respecto al tema de la alícuota de la
tasa de justicia en materia concursal, argumentos que perfectamente pueden aplicarse al
supuesto bajo análisis.- Así, se dijo que el artículo 5 de la Constitución Nacional, de
conformidad con nuestra estructura federal, consagra la autonomía de las provincias y exige
que cada una de ellas asegure su administración de justicia mediante la existencia de
tribunales provinciales a los fines de que ejerzan su competencia en todos los casos que surjan
en el ámbito local.- En consecuencia, no caben dudas en orden a que la materia referida a la
tasa de justicia, vinculada esencial e inexorablemente al servicio jurisdiccional provincial,
constituye el ejercicio de facultades locales no delegadas por las Provincias a la Nación. Es
cierto que en virtud de lo establecido en el art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional, las
provincias han delegado a la Nación la capacidad de dictar los códigos de fondo; empero de tal
afirmación no resulta legítimo deducir la voluntad de ellas de aceptar limitaciones a su potestad
de organizar su servicio de administración de justicia o restricciones a su poder de imposición.
los consumidores, sino que para cumplir con tal designio es ineludible que las mismas efectúe
los pasos pertinentes a los fines de concretar tal paradigma tutelar. En este sentido, no
podemos dejar de considerar lo que ocurre en otras provincias, como por ejemplo, la expresa
consideración en el art.25 de la ley 13.133 de la Provincia de Buenos Aires que dispensa la
tasa de justicia en las cuestiones vinculadas al consumo. O bien, la vía elegida por otras
provincias a través de la adhesión a la ley 26.361, tal como sucede con la ley 5902 dictada por
la Provincia de Corrientes y la ley 5830 de la Provincia de Chubut (ADLA 2010 - A, 749 y ADLA
2009 - A, 668, respectivamente). e) De manera que las limitaciones referidas a la tasa de
justicia -thema decidendum en los presentes- devienen inaplicables en el ámbito local, en
donde es el legislador provincial el encargado de definir todas las cuestiones relacionadas con
dicho tributo, vg: hecho imponible, alícuotas, exenciones, pagos, etc.. Sus facultades son
amplias y discrecionales, dentro de esos límites; el criterio, oportunidad y acierto con que las
ejercen son irrevisables, salvo el control de constitucionalidad (CSJN, Indunor, S.A.C.I.F.I. y F.
c/ Prov. del Chaco, Fallos 286: 301). Y este aspecto no resultó extraño al legislador cordobés,
desde que se incorporó al Código Tributario local las cuestiones relacionadas con el
consumidor. En efecto, en dicho cuerpo normativo, se incorporaron los incisos 24) y 25) al
art.297, figurando como exenciones objetivas, las denuncias de consumidores encuadradas en
la Ley N° 24.240; y las actuaciones de las asociaciones de consumidores ante la Dirección de
Comercio Interior de la Provincia. Nótese que las mismas están relacionadas a denuncias o
actuaciones de orden administrativo, diferentes a las exenciones destinadas a la tasa de
justicia en el Poder Judicial estipuladas en el art.302 CTP (T.O. 2012).- f) Pero ello no quiere
decir que en el orden judicial, los consumidores permanezcan sin ningún beneficio. En efecto,
en cumplimiento de la manda constitucional local, los arts. 101 y ss. CPCC brindan la
posibilidad de que los interesados obtengan el beneficio de litigar sin gastos, siempre que se
cumplan los recaudos legales allí exigidos. Pero además, la ley 7982 de Asistencia Jurídica
Gratuita regula en detalle la organización de la asistencia jurídica gratuita, como así también
quienes son sus beneficiarios y cuáles son las condiciones de acceso a este beneficio. En
estos supuestos, el art.31 de aquella norma declara exentos del pago de tasa de justicia a los
beneficiarios En definitiva, queremos remarcar que el consumidor no permanece desamparado
al contar con dos alternativa válidas para hacer frente a un reclamo derivado de una relación
regida por la ley 24.240.- g) En otro orden de consideraciones, se suele hacer referencia al
beneficio que cuenta el trabajador reconocido en el art.20 de la ley 20.744. Sin embargo, tal
pauta cuenta con su reflejo en la Constitución de la Provincia (art.23 inc.10) y su marco
operativo en el art.302 inc.2° CTP (T.O. 2012) por el cual se exime aquellas reclamaciones
concernientes a las relaciones jurídicas laborales. Otro tanto ocurre el régimen relativo al bien
de familia, cuyo art.46 declara la exención de gastos en el orden nacional, la cual aparece
replicada en el art.8 de la ley 6074 en nuestra provincia.- h) Desde antaño, nuestra Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha convalidado la posibilidad de que el Congreso de la
Nación dicte normas de carácter procesal, a los fines de garantiza el ejercicio de los derechos
consagrados en los Códigos de fondo (CSJN, 138-157, Bernabé, Correa en autos con Barros,
Mariano R.). En efecto, aunque referido a la materia penal, el máximo Tribunal ha expresado
que "... Si bien no cabe duda de que los códigos procesales son materia de legislación
provincial en función de la cláusula residual, la existencia de disposiciones procesales en el
Código Penal y la facultad del Congreso Nacional para dictar las leyes que requiera el
establecimiento del juicio por jurados, parecen indicar que el Estado Federal ejerce cierto grado
de legislación y orientación en materia procesal, con el fin de lograr un mínimo equilibrio
legislativo que garantice un estándar de igualdad ante la ley..." (CSJN, 328:1146, Verbitsky,
Horacio s/ hábeas corpus, 03/05/2005, T. 328, P. 1146).- Sin embargo, y tal como se ha
puntualizado en un antecedente, la referencia que efectúa la Corte es a un dispositivo de
naturaleza "procesal", no "tributaria" (C.C. 4° A.I. 481/11), materia en donde el celo puesto de
manifiesto por el constituyente de 1994 se ve notablemente potenciado, por ejemplo, a partir de
la limitación en el dictado de los decretos por razones de necesidad y urgencia por parte del
Poder Ejecutivo. i) Por último, entendemos que una excepción tan importante como la que
representa el beneficio de la justicia gratuita debe encontrarse expresamente regulada, sobre
todo respecto a su alcance concreto. Así, siendo la tasa de justicia uno de los mecanismos con
los que cuenta nuestra provincia para hacerse de recurso propios destinados al funcionamiento
e inversión, tal como ha puesto de resalto el Ministerio Público Fiscal y el Asesor Legal del Área
de Administración, aquella excepción contraviene la potestad tributaria provincial.- Este aspecto
que no puede ser dejado al arbitrio del interprete sino reconocer expreso reconocimiento
legislativo, sobre todo cuando este supuesto diferimiento puede transformarse en exención
definitiva, tal como sucede con una demanda rechazada o la desestimación del recurso directo.
En definitiva, corresponde considerar que son las provincias las que tienen competencia
exclusiva para legislar en la materia tributarias no delegadas, siendo inaplicable el beneficio
previsto en el art.53 ley 24.240.- Por ello, SE RESUELVE:- I. Rechazar el planteo de eximición
de pago de tasa de justicia. II. Emplazar al recurrente para que dentro del plazo de tres (3) días
cumplimente con el depósito prescripto por el art.93 de la ley 9875 -Ley Impositiva 2011-, bajo
apercibimiento de inadmisibilidad. Protocolícese e incorpórese copia. Dr. Armando Segundo
Andruet (h) Presidente de la Sala Civil y Comercial T.S.J. Dr. Carlos Francisco García Allocco
Dr. Domingo Juan Sesin Vocal del Tribunal Superior de Justicia Vocal del Tribunal Superior de
Justicia
Jurisprudencia de España
El Pleno del Tribunal Constitucional, compuesto por don Pascual Sala Sánchez, Presidente;
don Eugeni Gay Montalvo, doña Elisa Pérez Vera, don Ramón Rodríguez Arribas, don Pablo
Pérez Tremps, don Francisco José Hernando Santiago, doña Adela Asua Batarrita, don Luis
Ignacio Ortega Álvarez y don Francisco Pérez de los Cobos Orihuel, Magistrados, ha
pronunciado
la siguiente
SENTENCIA
Instancia núm. 8 de A Coruña, en relación con el artículo 35, apartado 7, párrafo 2, de la Ley
53/2002, de 30 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social. Ha
comparecido el Gobierno de la Nación, representado por el Abogado del Estado, y ha
intervenido el Fiscal General del Estado. Ha sido Ponente el Magistrado don Eugeni Gay
Montalvo, quien expresa el parecer del Tribunal.
I. Antecedentes
1. El día 6 de febrero de 2004 tuvo entrada en el Registro General de este Tribunal un escrito
del Juzgado de Primera Instancia núm. 8 de A Coruña al que se acompañaba, junto con el
testimonio del correspondiente procedimiento (juicio verbal 808-2003), el Auto de dicho
Juzgado, por el que se plantea cuestión de inconstitucionalidad en relación con el art. 35.7.2 de
la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social.
a) El día 21 de abril de 1990 un particular concertó una póliza de seguro con Aegón Unión
Aseguradora, S.A., por la cual se aseguraba el inmueble sito en el bajo del núm. 5 de la calle
Real de A Coruña.
b) El día 7 de noviembre de 2001 el referido bajo sufrió una serie de daños como consecuencia
de la caída de agua procedente de las instalaciones de fontanería del segundo piso del citado
inmueble, por filtración de agua desde el primer piso.
c) Con fecha 3 de octubre de 2003, Aegón Unión Aseguradora, S.A., formuló demanda de juicio
La demanda reclama el resarcimiento de los 342,57 euros que la compañía Aegón se vio
obligada a abonar a su asegurado como indemnización por los daños sufridos en el bajo, con
fundamento en la responsabilidad extracontractual incurrida por el causante del daño [arts.
1902 del Código civil (CC) y 43 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, reguladora del contrato de
seguro] y una vez cumplimentadas sin éxito las acciones de conciliación ante los Juzgados de
Primera Instancia núms. 1 y 9 de A Coruña. Al tratarse de un juicio verbal donde se reclamaba
el pago de una indemnización, con una cuantía litigiosa fijada en 342,57 euros, debían
abonarse unas tasas judiciales de 91,71 euros.
orden social”.
leyes procesales y sólo se admite en relación con leyes de naturaleza sustantiva cuando la
ulterior tramitación del proceso no pueda aportar ningún elemento adicional de juicio sobre la
aplicabilidad de la norma legal cuestionada ni sobre su efecto determinante del fallo o cuando
la norma tenga una incidencia anticipada e irreversible en el proceso en curso
(SSTC 54/1983; 25/1984; 55/1990; 186/1990 y 234/1997;
AATC 121/1990;60/1991; 92/1991 y 236/1998).
El art. 35.2 LOTC exige al órgano judicial que justifique en qué medida la decisión del proceso
depende de la validez de la norma cuestionada, explicitando, así, lo que se denomina “juicio de
relevancia”. En este caso, según el Auto, no se presenta ninguna duda de que el art. 35.7.2 de
la Ley 53/2002 es aplicable al caso, pues se está en uno de los supuestos del hecho imponible
(interposición de la demanda), que devenga la tasa regulada. No concurriendo ninguna de las
exenciones previstas en la propia ley y no habiéndose acompañado a la demanda el justificante
de pago de dicha tasa, procede aplicar aquel precepto y no dar curso a la demanda.
Es también claro que la validez del precepto legal incide en la resolución a dictar, pues si aquél
es constitucional procederá la inadmisión de la demanda, mientras que si fuere inconstitucional
continuaría la tramitación del proceso.
4. Por providencia de 29 de junio de 2004, la Sección Tercera acordó oír al Fiscal General del
Estado acerca de la admisibilidad de la cuestión, a tenor del art. 37.1 LOTC.
El Fiscal informó el 26 de julio proponiendo la inadmisión a trámite de la cuestión, por estar
notoriamente infundada.
5. Mediante providencia de 2 de febrero de 2005, la Sección Tercera admitió la cuestión a
trámite y dio traslado al Congreso de los Diputados, al Senado, al Gobierno y a la Fiscalía
General del Estado. Asimismo, acordó publicar la incoación de la cuestión en el “Boletín Oficial
del Estado”, lo que tuvo lugar en el ejemplar de 22 de febrero de 2005.
6. Por escrito de 15 de febrero de 2005, registrado el siguiente día 21, el Presidente del
Congreso de los Diputados comunicó al Tribunal que el Congreso no se personaría en el
proceso ni formularía alegaciones, pero que ponía a su disposición las actuaciones de la
Cámara que pudiere precisar.
Por escrito de 22 de febrero de 2005, registrado el siguiente día 24, el Presidente del Senado
usuarios de un servicio público para contribuir a su financiación, por lo que parece adecuado
que se condicione la prestación del servicio a quien no satisfaga la tasa. Y no afecta al núcleo
esencial del derecho fundamental porque la tasa se impone a personas cuya capacidad
económica para hacer frente al pago resulta indiscutida. Además, cuando por razón de la
materia de la controversia o de la pretensión ejercitada el interés público es manifiesto, la
propia ley declara la exención de la tasa.
9. Mediante providencia de 14 de febrero de 2012 se señaló para deliberación y votación de la
presente Sentencia el día 16 del mismo mes y año.
fue aprobado como artículos 35 de la Ley de medidas y 13 m) de la Ley de tasas, primero por
la Cámara alta y, finalmente, por el Congreso de los Diputados.
En el proyecto de ley se introducían cambios en diversas tasas y se creaban otras nuevas
(capítulo III de la Ley 53/2002, que comprende sus arts. 12 al 36) como explica el preámbulo de
la Ley: “Por lo que se refiere a las tasas, se incorporan, como cada año, modificaciones de
diversa índole. Así, se modifican las siguientes tasas y cánones: tasa por la autorización,
celebración u organización de rifas, tómbolas, apuestas y combinaciones aleatorias, tasa por
actuaciones de los registros de buques y empresas navieras, tasa por redacción de proyectos,
confrontación y tasación de obras y proyectos, tasas de la Jefatura Central de Tráfico, tasa de
aterrizaje, tasa por inspecciones y controles veterinarios de productos de origen animal no
destinados a consumo humano, que se introduzcan en territorio nacional procedentes de
países no comunitarios, cánones por concesiones y autorizaciones sobre dominio público
marítimo-terrestre, tasas del Boletín Oficial del Estado, tasas exigibles por los servicios y
actividades realizados en relación con la financiación con cargo a fondos de la Seguridad
Social y fijación de precio de los efectos y accesorios (Ley del medicamento) y los cánones a
percibir por el gestor de infraestructuras ferroviarias hasta la entrada en vigor del nuevo marco
normativo del sector ferroviario. De otra parte, se crean, entre otras, las siguientes tasas y
cánones: tasa por derechos de examen para las titulaciones para el gobierno de las
embarcaciones de recreo, tasa por los servicios de habilitación nacional del profesorado
universitario, tasa por homologación y convalidación de títulos y estudios extranjeros, tasa de
examen preliminar internacional de la Oficina Española de Patentes y Marcas, tasas por los
servicios y actividades en materia de industrias alimentarias, preparados alimenticios para
regímenes especiales y/o dietéticos y aguas minerales naturales y de manantial, tasas en
materia de adjudicación del Código de identificación de los alimentos dietéticos destinados a
usos médicos especiales susceptibles de financiación por el Sistema Nacional de Salud,
clasificación por tipo de dieta, así como los cambios de nombre y/o composición de los
referidos productos y tasas exigibles para los servicios y actividades realizados en materia de
plaguicidas de uso ambiental y en la industria alimentaria, así como para todos los biocidas en
general”.
con las tasas judiciales creadas por la Ley 53/2002, que son las que deben ser enjuiciadas en
este proceso. Aquéllas se originaban por la actuación de los Tribunales en los órdenes civil,
contencioso-administrativo y penal. Recaían sobre todas las personas que acudían a la justicia,
tanto físicas como jurídicas, con las únicas excepciones del Estado, el Ministerio Fiscal, los
simples denunciantes de delitos o querellantes por delitos privados, así como quienes
disfrutaran del beneficio de pobreza. La cuantía se fijaba mediante unos aranceles detallados y
casuísticos, donde eran frecuentes tipos de gravamen entre el 6 y el 15 por 100 de la cuantía
del proceso, salvo en materia criminal. La liquidación de aquellas tasas judiciales estaban
encomendadas a las Secretarías de los Tribunales y Juzgados y su gestión competía al
Ministerio de Justicia, a través de una comisión integrada por Magistrados, Fiscales,
Secretarios de la Administración de Justicia y otros funcionarios. Finalmente, el Decreto de
1959 disponía que el producto de las tasas judiciales debía aplicarse a remunerar a los
funcionarios de la Administración de Justicia. Todos estos rasgos son ajenos a las tasas
vigentes en la actualidad.
3. Para enjuiciar adecuadamente el precepto legal cuestionado, es preciso tener en cuenta el
contenido, finalidad y efectos de la norma de la que forma parte: el artículo 35 de la Ley de
medidas para el año 2003, que es el que ha creado las tasas judiciales vigentes.
Este precepto aclara que el hecho imponible de la tasa consiste en el ejercicio de la potestad
jurisdiccional, a instancia de parte, en los órdenes jurisdiccionales civil y contencioso-
administrativo, mediante la realización de alguno de los siguientes actos procesales: “a) La
interposición de la demanda en toda clase de procesos declarativos y de ejecución en el orden
jurisdiccional civil, así como la formulación de reconvención. — b) La interposición de recursos
de apelación, extraordinario por infracción procesal y de casación en el orden civil. — c) La
interposición de recurso contencioso-administrativo. — d) La interposición de recursos de
apelación y casación en el ámbito de la jurisdicción contencioso-administrativa” (art. 35.1).
La tasa se devenga en el momento de interponer la demanda o el recurso y su sujeto pasivo
son quienes promueven el ejercicio de la potestad jurisdiccional (apartados 4 y 2 del art. 35). La
cuantía de la tasa se fija, tal y como disponen los apartados 5 y 6 del artículo 35 (modificado
por la disposición final segunda de la Ley 37/2011, de 10 de octubre, de medidas de agilización
procesal), por la adición de dos factores: a) una cantidad variable, cifrada en función de la
cuantía del procedimiento judicial, con un tipo de gravamen de 0,5 por 100 hasta el primer
millón, y de 0,25 por 100 sobre el resto; b) una cantidad fija en función del tipo de proceso, que
en el orden civil se gradúa desde los 50 euros (que corresponde al juicio monitorio en cuantía
que exceda de 3.000 euros), 90 euros (juicios verbal y cambiario), 150 euros (juicio ordinario,
ejecución extrajudicial y procedimiento concursal) y 300 euros (recurso de apelación) hasta los
600 euros (recursos de casación y de infracción procesal).
El apartado 7, cuyo segundo párrafo es sometido al control de constitucionalidad, dispone en el
primero que los sujetos pasivos deben autoliquidar la tasa en el modelo oficial establecido por
el Ministerio de Hacienda e ingresarla en el Tesoro público con arreglo a la legislación
tributaria. La gestión de la tasa corresponde a dicho Ministerio (apartado 8). Finalmente, los
apartados 3 y 9 establecen una serie de exenciones y bonificaciones, en cuyo detalle no
interesa entrar ahora.
4. La lectura del precepto donde se inserta el párrafo cuestionado muestra varios rasgos
decisivos para el juicio que debemos formular. El primero, que sólo son gravados por la tasa
dos de los cinco órdenes jurisdiccionales en que se articula hoy el poder judicial en España: el
civil y el contencioso-administrativo. Los órdenes penal, social y militar siguen ejerciendo la
potestad jurisdiccional gratuitamente, sin que el precepto legal cuestionado guarde ninguna
relación con ellos. Este dato es relevante, teniendo en cuenta las especiales características
que protegen el acceso a la justicia en materia penal (SSTC 148/1987, de 28 de septiembre, FJ
2; 31/1996, de 27 de febrero, FJ 10; y94/2010, de 15 de noviembre, FJ 3), militar
(STC 115/2001, de 10 de mayo, FJ 5) y social (SSTC 3/1983, de 25 de enero, FJ 3; 118/1987,
de 8 de julio, FJ 3; y 48/1995, de 14 de febrero, FJ 3).
En este proceso constitucional tampoco procede analizar las tasas que gravan el ejercicio de la
jurisdicción contencioso-administrativa, cuyo acceso también ofrece peculiaridades desde el
punto de vista constitucional, consecuencia del mandato contenido en el art. 106.1 CE que
ordena y garantiza el control jurisdiccional de la Administración por parte de los Tribunales
(SSTC 294/1994, de 7 de noviembre, FJ 3, y177/2011, de 8 de noviembre, FJ 3; en el mismo
sentido, STEDH Gran Sala Perdigâo c. Portugal, de 16 de noviembre de 2010, as. 24768/06, §
72). La razón estriba, igualmente, en que dichas tasas no tienen aplicación en el proceso
judicial del que dimana la cuestión de inconstitucionalidad, que es un litigio civil. Desde la
Sentencia 17/1981, de 1 de junio (FJ 1), venimos manteniendo que la cuestión de
inconstitucionalidad no es un instrumento procesal que quepa utilizar “para buscar a través
suyo una depuración abstracta del ordenamiento”. Conforme establece el art. 163 CE, y
recuerda el art. 35.1 LOTC, el planteamiento de la cuestión de inconstitucionalidad por los
Tribunales exige que la norma cuestionada sea “aplicable al caso” que se dilucida en el
proceso donde la cuestión se suscita y, además, que de su validez dependa el fallo que el Juez
o Tribunal haya de dictar. Ese juicio de relevancia no sólo condiciona el planteamiento de la
cuestión, sino que delimita su alcance: pues el constituyente ha configurado la cuestión de
inconstitucionalidad en estrecha relación con el proceso judicial en el que la aplicación de la
norma cuestionada resulta necesaria, sin perjuicio de la existencia de un notorio interés público
y general en la depuración del Ordenamiento jurídico y en la conformidad con la Constitución
de las normas que lo integran (por todas, STC6/2010, de 14 de abril, FJ 2).
Por consiguiente, sólo procede controlar la validez del párrafo segundo del art. 35.7 en relación
con las tasas del orden jurisdiccional civil.
5. Un segundo rasgo de las tasas judiciales establecidas en la Ley de medidas para el año
2003 es que gravan tanto la presentación de demandas como la interposición de recursos
[letras a) y b) del art. 35.1 de la Ley 53/2002]. Sólo el primer aspecto es relevante en este
proceso constitucional, puesto que la decisión que debe adoptar el Juzgado que ha suscitado
la presente cuestión versa sobre una demanda, no sobre ninguno de los otros tipos de
actuaciones sujetos al gravamen por la disposición de rango legal.
Desde la Sentencia de Pleno 37/1995, de 7 de febrero (FJ 5), este Tribunal ha subrayado el
diferente relieve constitucional que posee el derecho de acceso a la jurisdicción y el de acceso
a los recursos legalmente establecidos. Aunque ambos derechos se encuentran ínsitos en el
art. 24.1 CE, el derecho a acceder a la justicia es un componente medular del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva proclamado por el precepto constitucional y que no
viene otorgado por la ley, sino que nace de la Constitución misma. Por el contrario, el derecho
a acceder a los recursos legales se incorpora al derecho fundamental en la concreta
configuración que reciba de cada una de las leyes de enjuiciamiento que regulan los diferentes
órdenes jurisdiccionales, salvo en lo relativo al derecho del condenado a la revisión de su
condena y la pena impuesta (SSTC 42/1982, de 5 de julio; 33/1989, de 13 de febrero;
y 48/2008, de 11 de marzo); el derecho al recurso legal no nace directamente de la
Constitución, sino de lo que hayan dispuesto las leyes procesales que los crean, y se incorpora
al derecho fundamental en su configuración legal (en el mismo sentido, entre otras muchas,
SSTC 46/2004, de 23 de marzo, FJ 4; 15/2006, de 16 de enero, FJ 3; 181/2007, de 10 de
septiembre, FJ 2; y 35/2011, de 28 de marzo, FJ 3).
Lo anterior se traduce en que el principio hermenéutico pro actione protege el derecho de
acceso a la justicia, dada la diferente trascendencia que cabe otorgar —desde la perspectiva
constitucional— a los requisitos legales de acceso al proceso, en tanto pueden obstaculizar o
eliminar el derecho de los ciudadanos a someter el caso al conocimiento y pronunciamiento de
un Juez y por tanto causar indefensión. Por el contrario, el control constitucional de los
requisitos de admisión de los recursos legalmente establecidos es más laxo, puesto que lo que
se pide en ese momento no es más que la revisión de la respuesta judicial contenida en la
Sentencia de instancia previamente dictada la cual, si resuelve el fondo del asunto, ya habría
satisfecho el núcleo del derecho fundamental a una tutela judicial efectiva sin indefensión de
todas las partes procesales, y el acceso al recurso debe ser contrapesado con el derecho de
las otras partes a un proceso sin dilaciones indebidas y a la ejecución de lo resuelto
(SSTC 55/1995, de 6 de marzo, FJ 2; 309/2005, de 12 de diciembre, FJ 2;51/2007, de 12 de
marzo, FJ 4; y 27/2009, de 26 de enero, FJ 3).
Por consiguiente, en atención a las razones expuestas en el fundamento jurídico anterior sobre
el juicio de relevancia, en este proceso debemos limitarnos a examinar la constitucionalidad del
párrafo segundo del art. 35.7 en relación con las tasas del orden jurisdiccional civil que gravan
la presentación de la demanda [art. 35.1 a) de la Ley 53/2002], y dejar fuera cualquier duda que
pudiera suscitarse acerca de las tasas que gravan el ejercicio de la jurisdicción civil con ocasión
de la presentación de recursos (art. 35.1 b).
6. Un último aspecto del art. 35 de la Ley 53/2002 que debe ser destacado es que su
intelección suscita varias dudas, que han dado lugar a desacuerdos sobre el significado del
precepto enjuiciado entre quienes han tomado parte en este proceso constitucional. El Juzgado
que ha planteado la cuestión sostiene que la falta de pago de la tasa conduce a la inadmisión
de la demanda. Más detalladamente, razona que si una demanda ha sido presentada sin
acompañarla del documento normalizado que acredite la liquidación y pago de la tasa, el
Secretario judicial no procedería a darle curso, otorgando un plazo de diez días para subsanar
el defecto advertido, mediante diligencia de ordenación [art. 223 de la Ley de enjuiciamiento
civil (LEC)]. Ese plazo sería improrrogable y no podría darse relevancia alguna a un
cumplimiento tardío (arts. 134 y 231 LEC). Por consiguiente, una vez transcurridos los diez días
sin que el demandante hubiese aportado el documento que acredite el abono de la tasa, previa
dación de cuenta del Secretario, el Juez debería proceder a dictar un Auto de inadmisión de la
demanda (art. 206.2.2 LEC y art. 285 de la Ley Orgánica del Poder Judicial).
En este punto esencial discrepan con el Auto de planteamiento tanto el Fiscal General del
Estado como el Abogado del Estado. Aunque con distintos matices, ambos sostienen que cabe
una interpretación distinta del precepto legal, que no conduce a la inadmisión de la demanda
en caso de impago de la tasa, sino a la paralización del proceso mientras no sea abonada. El
Abogado del Estado insiste en que, si no se admitiera la constitucionalidad del precepto tal y
como lo interpreta el órgano judicial, cabría sostener que la Ley de enjuiciamiento civil
solamente supedita la admisión de las demandas a la presentación de “aquellos otros
documentos que ésta u otra ley exija expresamente para la admisión de la demanda” (art.
266.5 LEC, en relación con su art. 269.2). Como el precepto cuestionado no dispone
literalmente que la presentación del documento tributario sea necesaria para la “admisión” de la
demanda, la falta de justificación del pago de la tasa sólo podría acarrear la paralización del
procedimiento judicial, que quedaría pendiente de que se acredite en cualquier momento
posterior el abono de la tasa; así como el deber del Secretario de justicia de comunicar a la
Administración tributaria la circunstancia de que la tasa correspondiente no ha sido abonada
(tal y como exigen las normas de desarrollo del precepto legal cuestionado, la Orden Ministerial
HAC/661/2003, de 24 de marzo, modificada recientemente por la Orden EHA/3552/2011, de 19
de diciembre, y la resolución de la Secretaría de Estado de Justicia de 8 de noviembre de
2003, que detallan el deber de facilitar información tributaria por parte de los Tribunales previsto
por el art. 94.3 de la Ley general tributaria de 2003, antiguo art. 112 de la Ley general tributaria
1963). El proceso judicial se mantendría suspendido hasta el abono de la tasa o, en su caso,
hasta que caducase la instancia (art. 237 y ss. LEC). El Fiscal General del Estado, en el mismo
sentido, razona que el precepto cuestionado no prevé la inadmisión de la demanda cuando la
tasa judicial no ha sido declarada y abonada, sino que no se le dará curso; y que debe
ofrecerse a quien la haya presentado la posibilidad de cumplir el requisito de liquidar y pagar la
tasa y acreditar que lo ha efectuado. Aunque, añade el Fiscal, la presentación del escrito de
demanda sin haber cumplido el deber tributario no generaría ninguno de los efectos que son
consustanciales a dicho acto de presentación, singularmente la producción de la litispendencia
o la perpetuatio jurisdictionis (arts. 410 y 411 LEC) o la interrupción de la prescripción para
ejercer la acción (art. 1973 del Código civil). Por lo que, una vez transcurrido el plazo de
prescripción o caducidad de la acción, sería necesario acordar la inadmisión de su demanda o
su archivo.
Este interesante debate sobre la correcta intelección de los efectos del precepto legal
cuestionado resulta innecesario para resolver esta cuestión. Es doctrina constitucional que la
cuestión de inconstitucionalidad versa sobre el texto de la ley, no sobre las distintas
interpretaciones que de dicho texto pueden ser realizadas; sin que este Tribunal deba rectificar
el entendimiento que muestra el órgano judicial promotor sobre su sujeción al enunciado legal
de cuya constitucionalidad duda (SSTC 157/1990, de 18 de octubre, FJ 2 y 222/1992, de 11 de
diciembre, FJ 2). El órgano cuestionante no nos traslada un problema interpretativo abstracto,
sino muy ceñido al caso que ha de juzgar; ni nos eleva tampoco una mera perplejidad
interpretativa por no saber cómo puede interpretarse el precepto rector de su decisión, sino que
solicita de este Tribunal un pronunciamiento sobre la adecuación o no a la Constitución del
precepto con rango de ley en una de sus posibles interpretaciones, que es la que
razonadamente mantiene en el proceso a quo (SSTC 92/1992, de 11 de junio, FJ 4 y 273/2005,
de 27 de octubre, FJ 2). Por lo demás, nuestra labor de depuración del ordenamiento debe
partir de la interpretación de la disposición legal que aporta el órgano judicial cuestionante,
pues a él compete interpretar la ley (art. 117.3 CE) y porque dicha interpretación es la que
presenta un mayor rigor con el derecho fundamental en cuestión; sólo si la norma, así
o muchas veces. Optar por un modelo de financiación de la justicia civil mediante impuestos o
por otro en el que sean los justiciables quienes deben subvenir a los gastos generados por su
demanda de justicia mediante tasas o aranceles, o bien por cualquiera de los posibles modelos
mixtos en donde el funcionamiento de los Tribunales del orden civil es financiado parcialmente
con cargo a los impuestos y con cargo a tasas abonadas por quienes resultan beneficiados por
la actuación judicial, en distintas proporciones, es una decisión que en una democracia, como
la que establece la Constitución española, corresponde al legislador. Como ha declarado una
consolidada jurisprudencia, el legislador goza de un amplio margen de libertad en la
configuración de los impuestos y los demás tributos que sirven para sostener los gastos
públicos (SSTC 27/1981, de 20 de julio, FJ 4;221/1992, de 11 de diciembre, FJ 5; 96/2002, de
25 de abril, FJ 6; y 7/2010, de 27 de abril, FJ 6). En el ejercicio de su libertad de configuración
normativa, el legislador debe tomar en consideración las circunstancias y los datos relevantes,
atendida la naturaleza y finalidad de los distintos impuestos, tasas y otras figuras tributarias que
puede establecer, dentro de los márgenes constitucionales [STC185/1995, de 14 de diciembre,
FJ 6 a)]. Como afirmamos en la Sentencia 214/1994, de 14 de julio, “es obvio que el legislador
puede estar guiado por razones de política financiera o de técnica tributaria, que le lleven a
elegir la [regulación] más conveniente o adecuada”; lo que no corresponde en modo alguno a
este Tribunal es enjuiciar si las soluciones adoptadas en la ley tributaria sometida a control de
constitucionalidad son las más correctas técnicamente, aunque indudablemente se halla
facultado para determinar si en el régimen legal del tributo el legislador ha sobrepasado o no
los límites constitucionales [FJ 5 b)].
La libertad de configuración del legislador alcanza igualmente a la vertiente del gasto público.
Los servicios y prestaciones públicos “corresponde delimitarlos al legislador atendiendo a los
intereses públicos y privados implicados y a las concretas disponibilidades presupuestarias”,
como dijimos en la Sentencia 16/1994, de 20 de enero (FJ 3), específicamente en relación con
la gratuidad de la justicia. Con ocasión de enjuiciar el régimen de justicia gratuita que había
establecido la Ley 34/1984, de 6 de agosto, subrayamos que la Constitución no ha proclamado
la gratuidad de la administración de justicia, sino “un derecho a la gratuidad de la justicia … en
los casos y en la forma que el legislador determine”, tal y como dispone el art. 119 CE. “El
judicial las personas físicas: ninguna persona física que litigue debe abonar tasas judiciales,
sean cuales sean sus circunstancias económicas y el objeto del litigio que promuevan. De entre
las personas jurídicas, se encuentran exentas las entidades sin fines lucrativos, las que no
están sujetas al impuesto de sociedades y los sujetos pasivos que, según la legislación de
dicho impuesto, son considerados de reducida dimensión. Como precisa el Abogado del
Estado, estas exenciones legales conducen a que solamente queden sujetas al pago de las
tasas judiciales las personas jurídicas con ánimo de lucro cuya cifra de negocios hubiere
alcanzado, en el período impositivo anterior, un importe neto superior a seis millones de euros.
El Fiscal concluye, igualmente, que quienes vienen obligadas al pago de las tasas judiciales
son las grandes empresas que acuden a la justicia a reclamar sus derechos económicos, como
son las compañías de seguros de grandes dimensiones.
Resulta, por tanto, indudable que el régimen vigente de las tasas judiciales que gravan la
presentación de demandas civiles, a cuya eficacia sirve el mecanismo previsto en el precepto
sometido a control en este proceso, es plenamente respetuoso con las previsiones
constitucionales sobre la gratuidad de la justicia. Como dijimos en la Sentencia 117/1998, de 2
de junio, el contenido indisponible del derecho a la justicia gratuita sólo es reconducible a la
persona física, única de la que puede predicarse el “nivel mínimo de subsistencia personal o
familiar” al que se refiere el art. 119 CE, y que no es una creación del legislador, a diferencia de
las personas jurídicas (FFJJ 4 y 5). De ahí que concluyésemos entonces que era constitucional
que la Ley 1/1996, de 10 de enero, de asistencia jurídica gratuita, excluyera de sus beneficios a
las sociedades mercantiles. Y aunque el derecho a la tutela judicial efectiva protege tanto a las
personas físicas como a las jurídicas (SSTC 53/1985, de 20 de junio, FJ 1, y 137/1985, de 17
de octubre, FJ 3), no debe ser olvidado que la situación de unas y otras es distinta respecto a
la gratuidad de la justicia. La Sentencia 117/1998 afirmó que esa diferencia es especialmente
predicable de las sociedades mercantiles de capital, que son un tipo de entidades en que el
substratum que justifica su personificación jurídica se halla en la existencia de un pacto
asociativo dirigido a racionalizar los riesgos de la actividad empresarial, limitando al valor de la
aportación social la responsabilidad patrimonial de sus socios, y que deben ser ellos quienes
sopesen si les interesa aportar fondos a la sociedad para alcanzar el acceso a la justicia a
mantiene que el requisito de abonar tasas judiciales en procesos civiles no infringe por sí solo
el derecho de acceso a un tribunal protegido por el art. 6.1 del Convenio de Roma. Sin
embargo, la cuantía de las tasas no debe ser excesiva, a la luz de las circunstancias propias de
cada caso, de tal modo que impida satisfacer el contenido esencial del derecho de acceso
efectivo a la justicia (§§ 60 y 66; en el mismo sentido, SSTEDH de 26 de julio de 2005, Kniat c.
Polonia, as. 71731/01; 28 de noviembre de 2006, Apostol c. Georgia, as. 40765/02; y 9 de
diciembre de 2010, Urbanek c. Austria, as. 35123/05).
Estos criterios son compartidos por la Unión Europea, en virtud del derecho a una tutela judicial
efectiva que ha consagrado el art. 47 de la Carta de los derechos fundamentales, tal y como ha
expuesto la Sentencia del Tribunal de Justicia de 22 de diciembre de 2010 en el asunto DEB
Deutsche Energiehandels- und Beratungsgesellschaft mbH (núm. C-279/09). Con la
particularidad de que esta resolución no cuestiona en modo alguno la financiación de la
actividad judicial a costa de las empresas que instan litigios civiles; lo que impone el principio
de tutela judicial efectiva es que una persona jurídica, que invoca en el proceso derechos
otorgados por el Derecho comunitario, pueda obtener la dispensa del pago anticipado de las
costas procesales si dicho abono, anterior a la Sentencia, constituyera un obstáculo
insuperable para su acceso a la justicia. Regla que se encuentra en sintonía con las exigencias
que dimanan del derecho enunciado en el art. 24.1 CE (STC84/1992, de 28 de mayo, FJ 4).
11. El Auto de planteamiento de la cuestión insiste en la falta de proporción que existiría entre
la finalidad que persigue la norma, el pago de la tasa judicial, y la limitación que establece para
conseguirla: la previsión legal de que no se dará curso al escrito de demanda, lo que conlleva
la inadmisión de dicha demanda y la denegación del acceso a la justicia. Para evidenciar la
desproporción, el órgano judicial observa que existe un medio menos restrictivo para obtener el
fin recaudatorio, que consistiría en que la Administración tributaria, una vez que los Tribunales
le hubiesen comunicado la falta de declaración del hecho imponible y del pago del tributo
cuando fuese preceptivo, procediese de oficio a liquidar las tasas judiciales devengadas y a
iniciar los procedimientos ejecutivos necesarios para obtener su cobro. El Abogado del Estado,
por el contrario, sostiene que el sistema de gestión del tributo establecido por el precepto
cuestionado es el único que permite un alto grado de cumplimiento de la obligación tributaria,
habida cuenta del número de actuaciones procesales sujetas a la tasa y de los medios de que
dispone la Agencia Estatal de la Administración Tributaria.
El problema de este modo de razonar estriba en que hace supuesto de la cuestión. Lo que ha
hecho el legislador no es establecer un impuesto que grave a quienes demandan justicia ante
los Tribunales del orden civil, impuesto que efectivamente podría ser gestionado por la
Administración tributaria mientras aquéllos seguían sustanciando los procesos judiciales. El
legislador ha establecido una tasa, que es un tributo que, a diferencia de los impuestos, debe
ser satisfecho, total o parcialmente, como requisito imprescindible para iniciar la prestación del
servicio o la realización de la actividad que benefician de modo particular al sujeto pasivo, tal y
como establece con carácter general la legislación tributaria, reformada para adaptarse a la
doctrina constitucional declarada en la Sentencia de Pleno 185/1995, de 14 de diciembre (arts.
6 y 15.1 de la Ley general tributaria de 28 de diciembre de 1963, en la redacción dada por la
Ley 25/1998, de 13 de julio, que coincide con las disposiciones vigentes, aprobadas por la Ley
58/2003, de 17 de diciembre, y la Ley 8/1989, de 13 de abril, de tasas y precios públicos).
Aunque tanto los impuestos como las tasas son creados en ejercicio de la potestad tributaria,
“el hecho imponible de la tasa se vincula a una actividad o servicio de la Administración pública,
mientras que el hecho imponible del impuesto se relaciona con negocios, actos o hechos que
ponen de manifiesto la capacidad económica del sujeto pasivo. Ello a su vez conlleva que en
las tasas la determinación del sujeto pasivo se realice por referencia a la actividad
administrativa y el importe de la cuota se fije esencialmente atendiendo al coste de la actividad
o servicio prestado por la Administración, con los que tiene una relación más o menos intensa
de contraprestación” (STC 296/1994, de 10 de noviembre, FJ 4). Y ello es así sustancialmente
en este caso, aunque en él y además del servicio a los ciudadanos, deba reconocerse que el
acceso a la jurisdicción no es equivalente a la prestación de un servicio público por la
Administración, ya que se trata de la puesta en marcha de un proceso ante un Poder del
Estado en ejercicio del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
Una vez obtenida la conclusión, en los fundamentos jurídicos anteriores, de que es
constitucional subordinar la prestación de la actividad jurisdiccional en el orden civil al abono de
unas tasas judiciales por la interposición de la demanda, tal y como establece el art. 35 de la
Ley 53/2002, de 30 de diciembre, carece de lógica reprochar que el legislador haya decidido
que la contribución de los justiciables a la financiación de la justicia se produzca mediante
tasas, cuyo previo pago es requerido como regla general para obtener el beneficio ínsito en la
prestación pública, y sostener que debería ser liquidado y ejecutado de un modo más
adecuado a la estructura típica de los impuestos, que es lo que en definitiva afirma el Auto de
planteamiento de la cuestión. Lo que el legislador ha decidido, en términos que son
constitucionalmente irreprochables, es que las sociedades de grandes dimensiones, según la
legislación tributaria, sólo puedan obtener la prestación de la actividad jurisdiccional cuando
presenten demandas civiles si liquidan y abonan una tasa que permite sufragar parcialmente el
coste que implica para la justicia atender y resolver su demanda. La previsión legal de que, si la
tasa judicial no es liquidada y abonada, la potestad jurisdiccional civil no debe ser ejercida en
beneficio del sujeto pasivo, es una consecuencia ineludible de la regulación legal, que no
suscita reparo de constitucionalidad. Es lícito que el legislador adopte medidas para lograr un
alto grado espontáneo de la obligación de pagar un tributo legítimo, aun cuando esas medidas
incidan en el ejercicio del derecho de acceso a la jurisdicción, como dijimos en la Sentencia
133/2004, de 22 de julio (FJ 4), al enjuiciar una previsión legal distinta a la cuestionada en este
proceso, que disponía que el defecto de timbre de las letras de cambio les privaba de su fuerza
ejecutiva. Y ya en la Sentencia 233/1999, de 16 de diciembre (FJ 14), rechazamos un
argumento similar, dirigido entonces contra la previsión de que las entidades locales exigiesen
anticipadamente el pago de determinados tributos (art. 33.2 de la Ley de haciendas locales):
pues esa norma no carece de una justificación razonable y no es contraria al principio de
capacidad económica, tal y como hemos visto que ocurre en relación con las tasas judiciales
por la presentación de demandas civiles establecidas por la Ley 53/2002.
12. Estas reflexiones permiten entender que la doctrina de la Sentencia 141/1988, de 12 de
julio, fundamento principal de la duda de constitucionalidad suscitada por el Juzgado
cuestionante, no solamente no conduce a sostener que el art. 35.7.2 de la Ley 53/2002
contradice la Constitución, sino cabalmente a lo contrario, tal y como afirman el Abogado del
Estado y el Fiscal General del Estado.
En dicha Sentencia se declaró inconstitucional y nulo el inciso del art. 57.1 del antiguo texto
AREQUIPA
MARGI EVELING
CLAVO PERALTA
En Arequipa, a los 5 días del mes de julio de 2004, la Segunda Sala del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los señores magistrados Bardelli Lartirigoyen, Revoredo
Marsano y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Margi Eveling Clavo Peralta contra la sentencia de
la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 86, su fecha 23 de
marzo de 2004, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
La accionante, con fecha 8 de marzo de 2004, interpone hábeas corpus contra el Juez del
Octavo Juzgado Penal Colectivo con Reos en Cárcel de Arequipa, don Carlos Mendoza Banda,
sosteniendo que es procesada por el delito de terrorismo (Expediente N° 2181-2003), y que
desde el 12 de enero de 2004 ha presentado recursos ante el Juzgado Penal demandado que
no han sido admitidos por carecer de firma de letrado, hecho que vulnera el derecho
constitucional de defensa, reconocido en el artículo 139°, inciso 14) de la Constitución Política
del Perú.
FUNDAMENTOS
2. La Constitución Política del Perú, en su artículo 139°, inciso 14), reconoce el derecho de
defensa. El Tribunal Constitucional considera que el principio de no ser privado del derecho de
defensa en ningún estado del proceso, constituye una de las condiciones indispensables para
que un proceso judicial sea realizado con arreglo al debido proceso.
3. El ejercicio del derecho de defensa, de especial relevancia en el proceso penal, tiene una
doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado de ejercer su propia defensa
desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de
determinado hecho delictivo; y otra formal, lo que supone el derecho a una defensa técnica,
esto es, al asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure
el proceso. Ambas dimensiones del derecho de defensa forman parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho en referencia. En ambos casos, se garantiza el
derecho a no ser postrado a un estado de indefensión.
7. Siendo así, las resoluciones judiciales que resolvieron negativamente las peticiones en
que la demandante ejerce su autodefensa, no resultan contrarias a la ley, ni son incompatibles
con las normas constitucionales de la materia.
Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GARCÍA TOMA
IX. Bibliografía
ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, J.R. La Asistencia Letrada y Las Diligencias Policiales
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Ricardo, R. (1980). El concepto del litigante vencido a los efectos de la condena en costas. En R. Ricardo, El
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ANEXOS
Financiación de la Justicia.
Documento de sustentación.
1.- INTRODUCCIÓN.
La administración de justicia carga sobre si una gran responsabilidad, ya que en forma recurrente e
insoslayable, se convoca a reflexionar acerca de estrategias dirigidas a asegurar el logro eficiente de su
misión institucional, que aquí enfocamos en el Financiamiento de la Administración de Justicia en Ibero
América, en el ámbito del Poder o Función Judicial integrados tanto por Cortes y Tribunales Supremos
como Consejos de Judicatura o Magistraturas.
Existen dos caminos posibles; el primero, nítidamente evolutivo, de sesgo cuantificador que deposita
un optimismo ingenuo en el aumento de la cantidad de jueces, normas, inmuebles o de herramientas y
el consecuente aumento presupuestario para lograr más de lo mismo. El otro, tiene una visión más
comprometida con la heterogeneidad del proceso, que procura un estudio sistémico y creativo de las
distintas dimensiones que abarcan el complejo mundo de la administración de justicia: la normativa, la
organizacional, la tecnología, la educativa y la referente al uso de los espacios, que también requiere
de los recursos presupuestarios.
La experiencia regional demuestra que las reformas parciales terminaron absorbidas por una
realidad que se muestra implacable frente a intentos aislados y poco enérgicos. Por el contrario, la
elección alternativa ha posibilitado una considerable producción de ideas y cambios identificables,
tendientes a enriquecer y potenciar aquel dialogo entre la gente y el sistema estatal, trascendente para
la protección de sus derechos.
El tratamiento de la conflictividad social que los tribunales resuelven en conjunto constituyen las
bases del desarrollo social, la precondición de la inversión privada nacional, regional y extraregional. Es
también motor del desarrollo de la calidad de vida del contribuyente y del usuario del sistema judicial;
como así también una precondición de acceso al crédito internacional de los organismos multilaterales
y donaciones de la cooperación extranjera.
en que cada sociedad aspira a un mejoramiento sostenido de la calidad de justicia, su justicia social
jurídicamente organizada.
3.1.- Caracterización
De los informes de los países Iberoamericanos presentados unos respondieron que el poder judicial
tiene como fuente central de recursos la asignación constitucional. y otros países, no poseen porcentaje
constitucional asignado.
Resulta de particular interés las diversas formas de control del gasto público que realiza el poder
judicial, en especial el acceso a la auditoria social por vía de Internet.
Porcentaje constitucional sobre los ingresos corrientes del estado (sin incluir donaciones ni
financiamientos externos);
Tasas judiciales o tasa de justicia
Ingresos por multas
Servicios e información por Internet
Lo propio se requiere de la acciones realizadas o a realizar con especial referencia a las inversiones
en bienes de capital y procesos licitatorios.
En todos los casos se observa, al menos en el marco normativo algún sistema de auditoria interna del
Poder Judicial y el control externo por algún tribunal de cuentas. Lo deseable es complementarlo con la
contratación de consultoras independientes que satisfagan los requisitos del pliego licitatorio respectivo
en los países en que se plantea.
A mediano y largo plazo, se recomienda lograr un fondo común de inversión destinado a atender
los costos de la integración regional el que debiera componerse mediante el aporte asimétrico de los
diversos países en atención a sus dimensiones y desarrollo económico.
6.- CONCLUSIONES.
Por lo anterior se recomienda el desarrollo de criterio de política judicial destinados a establecer los
alcances de la gratuidad en el acceso a la justicia con una nítida diferenciación de aquellos casos o
situaciones en los que las partes litigantes peticionan en torno a algún derecho humano fundamental
desvinculado de actividades lucrativas, onerosas o comerciales en las que el Poder Judicial opera en
forma complementaria a la función lucrativa transformándose en agente de cobro de las
corporaciones comerciales (Bancos y financieras, por ejemplo) a cuyo giro comercial no se le priva del
acceso a la justicia por vía del cobro de una tasa de justicia.
En el desarrollo de tales políticas judicial se propone una actitud creativa para fortalecer
presupuestariamente a los Poderes Judiciales sin afectar los principios referidos en el punto 2.) y dentro
del catalogo no exhaustivo que se propone en el apartado 3.3.) del presente informe.
7.- RECOMENDACIONES.
Nuestras recomendaciones para el tema Financiamiento de la justicia en Iberoamérica, parten de
lo establecido en las distintas declaraciones de Cumbres de Presidentes de Cortes y especialmente en
la de Caracas del 1999 y la Declaración de Cancún del 2002, sobre la asignación de un porcentaje
constitucional para poder garantizar la independencia y autonomía judicial. Lo cual implica la
responsabilidad de los Poderes Judiciales en la rendición de cuentas y el uso racional de los recursos.