Historia General de España 25
Historia General de España 25
Historia General de España 25
,-
DE ESPANA
HISTORIA GENERAL
-
DE ESPANA
!)ESOE LOS TlEMi'OS PRIMITlVCS HASTA L A t-IUERTE D!!: FEJ\NA.NOO VIl
POR
TOMO VIGÉSI MO QU I KT O
BARCELONA
CAPITULO PRIMERO
como todos mis antepasados buen católico, ni como hombre del siglo ver-
daderamente liberal »
Estas palabras expresaban en compendio todo su .p rograma. Pagaba
t ributo á la tradición en las fundamentales cuestiones de la religión y ele
la monarquía representati\a, ya que sin Co¡·tes no 'i'esolvían los negocios
ai'duos los pi·íncipes espa fi. oles allá en los antiguos ti empos de la 'iiW-
'IWi'quía.
Cuanto se está, 'cien tlo, añadía, enseil. c!- que las naciones rnás grandes
y pi'Úspuas, donde el oí'den , la libutad y la just icia se aduna n rnejo'i',
so n aquellas qu.e 'i'espetu.n más sn pi'opia histOí·ia,- en cuyas palabras
úicilmente se transparentaba una alusión á la lib re y poderosa Inglate-
rra, en cuyo h os pitalario suelo había fijado su residencia el firmante del
m anifiesto.
Y decía á renglón seguido: ...Ya i?npide esto, en 'L'eíYlad, qv.e atentamen-
te obsen:en, y sigan con seg1~1 ·os pasos, la, 1na¡·clw, p¡·og¡·esivcL de la civili-
zación.
Con seguros pasos, era como decir: con tient o y mesura, no atropellada-
mente y cediendo al impulso ele peligrosas impaciencias. Don .Alfonso recor-
daba á los monárquic:>s aquella antigua máxima: progresar conservando.
En est os concisos, pero muy meditados párrafos, está resumida toda
la doctrina política del partido liberal-conser\ador.
Como él mismo lo r ecordaba en este célebre documento, no en \ano
debía al i njoi'tnnio el esta¡· en contacto con los h mnbí·es y las cosas de la
Euí'opa 1nodenw.
En la Gran Bretaña habían encontrado Olózaga y Prim el prototipo de
la monarquía con stitucional que fu é el ideal ele toda su \ida. En la Gran
Bretaña repudió el suyo don Ramón Cabrera, reconciliá ndose con las
ideas y las tendencias de nuestro siglo. En la Gran Bretaña encontró don
Alfonso la fórmula de su programa y la pauta ele su conducta.
Es obYio que esto no podía realizarse sino á costa ele dolorosas desa\e-
nencias. En todos los campos políticos hay intransigent es harto propen-
sos á calificar ele felonía las transacciones ele la prudencia y á considerar
como signos característicos ele la Yercbclera lealtad los peligrosos extre-
mos del fanatismo ele partido. Los que durante el reinado ele doña Isa-
bel II habían proYocado tantas tempestades con su e:xagen1do realismo;
los que con su preponderan te influencia en el ánimo ele la reina habían
dado pie á la coalición ele todos los elementos liberales y al derrumbarse
el trono escoltaron á su soberana en el camino del destierro, n o podían
\er con buenos ojos el criterio que preyalecía en los consejos ele don .Al
fonso. Yenciclos por la Re\olución, entendían que les tocaba á su \ez re-
gresar á España corno \ enceclores. Resignába nse á renunciar á una sañu-
da política ele represalias, mas no á repudiar en el poder las cmn-icciones
y los procedimientos que siempre habían defendido y aplicado. Si la mag-
nanimidad del monarca le inducía á olYiclar los agra\ios, la. lealtad y la
consecuencia les \ eclauan á ellos renega r ele sus principios. Alucinados por
la pasión, no se hacían cargo ele la g randísima influencia que habían ejer-
cido en el espíritu público los trascendentales sucesos acaecidos en Es-
paña. durante el período reYolucionario.
EDAD :MODER~A 3
Si don Alfonso hubiese dado oídos á sus consejos, al traspasar la fron-
tera· habría traído la revolución en los pliegues ele su manto. La política
que había adoptado en la dura escuela del ostracismo era, no sólo la más
generosa, sino también la más sensata y quizá la única posible.
Decíase y repetíase hasta la saciedad que el país estaba cansado ele
guerras y tumultos, las conciencias piadosas escandalizadas de la audacia
ele los impíos, los opulentos amedrentados por la insolencia ele la dema·
gogia y la plebe desengañada por sus ojos del error en que había caído
figurándose que había dado con la panacea capaz ele curar todos sus ma-
les. Pero replicábase á esto que el estandarte ele la religión ya don Carlos
lo había enarbolado en su campo; que el gobierno republicano podía ale-
gar esas mismas guerras y turbulencias como justificación del incumpli-
miento ele sus propósitos y que, si la multitud se llamaba á engaño vi-
tuperando á muchos de sus antiguos jefes, mal podía esperarse que ele
buenas á primeras dispensase mayor confianza y simpatía á los restaura-
dores del trono.
Dadas las circunstancias que alcanzaba la época, tan f::ícil era qne éstos
diesen cima á su empresa, como que se malograsen los frutos ele su victo-
ria, si hacían alarde ele rigurosa é intempestiva intransigencia.
Castelar había dicho en un arranque ele impetuosa elocuencia: «Cuan-
do la sociedad se ve obligada á optar por la dictadura ó por la anarquía,
opta por la dictadura»
La frase se hizo célebre y fué muchas Yeces recordada; mas en este
caso su citación pecaba ele inoportuna. Ni las dinastías ni los partidos
pueden excusarse ele ser consecuentes con los principios que representan.
Si se hubiese intentado reproducir la insensata tentativa ele González
Brabo, que arrojó al campo revolucionario á todos los liberales ele España,
hasta los adoquines de las calles se habrían levantado por sí solos contra
la tiranía del nuevo gobierno. Y derrocado éste, si nuevamente se hubiese
visto la sociedad española en la famosa alternativa prevista por el gran
tribuno, era inconcuso que nadie podía disputarle á don Carlos el triunfo,
Por todas estas razones no se anunció la Restauración como una dic-
tadura. Bien claramente había manifestado don Alfonso al mundo que no
era su intento restaurar un partido, sino la nación española.
No somos pesimistas y por lo tanto no eludamos sistemáticamente ele
nada ni de nadie. N o nos juzgamos autorizados para imaginar que esta
conducta no obedeció á otro móvil que el interés ele partido. En aquella
sazón dirigía la política en la corte ele don Alfonso el ilustre estadista don
Antonio Cánovas del Castillo, quien no pecaba por cierto de exagerado ni
de impaciente. Los ultras le tildaban ele tibio, recordando sus anteceden-
tes liberales y considerándole contaminado por el virus revolucionario.
Después de consumado el acto de Sagunto, echábanle en cara su tantas
veces anunciado propósito ele no fomentar ni tolerar conspiraciones y su
célebre aforismo de que para realizar el derecho no se necesita derramar
sangre, pues basta con saber esperar; que era un modo indirecto de poner
en tela de juicio su monárquica ortodoxia.
Excusado es decir cuanto distaba la opinión pública de ratificar estas
apreciaciones de un partido batallador y á prueba ele desengaños, al cual
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4 HISTORIA DE ESP A..~ A
MIXISTERIO-REG ENCIA
contábanse entre los vencidos desde el famoso golpe del 3 de enero. K o po-
día, en \erdad, exigirse de ellos que considerasen como correligionarios
á los m onárquicos de la víspera, cómplices del acto de fuerza que tan
ignominiosamente los había arrojado del templo de las leyes. Por lo que
respec ta al hecho ele Sagunto, no podía tener á los ojos del partido repu-
blicano justificación ni excusa. La rehabilitación del principio de la legi·
timiclad convertíase en circunstancia agravante para los que no admiten
otra soberanía legítima que la soberanía nacional, y la necesidad de pro-
clamar la monarquía para terminar la guerra tampoco la han reconocido
nunca los republicanos. Lejos de esto, hasta los más templados han con-
siderado como un desastre el acto que venía á retardar inopinadamente
el t~rmino de una evolución que lenta y pacíficamente confiaban ver rea-
lizada. Por todos estos moti\os, el partido republicano, consecuente con
sus principios, no veía en el golpe ele Sagunto un hecho providencial, ni
un acto patriótico, sino una nueva desgl'acia.
Entretanto precipitábanse los acontecimientos. Don Alfonso, después
ele recibir la bendición del Papa, realmente preciosa cuanclv aun estaban
alzados en armas los carlistas, y los plácemes ele las graneles potencias,
púsose en camino para España.
El sábado, 9 ele enero, llegó á Barcelona en la fragata de hélice 1Vavas
de Tolosa, á la cual había salido á recibir la Diputación Pro\incial, presi-
dida por el gobernador interino, á bordo del vapor Jaim,e IL Esta corpo-
ración se trasladó á la fragata, en un bote que desde ésta le fué enviado,
en las aguas ele Badalona, siendo por consiguiente sus individuos los
primeros que en nombre de España felicitaron al nuevo monarca.
Don Alfonso contestó á sus felicitaciones manifestando la especial sa-
tisfacción que le cabía al entrar en España pisando la tierra catalana,
cuya gloriosa historia conocía mucho, habi~nclole inspirado vivos deseos
ele estudiar su comercio, su industria y su agricultura; que quería mucho
á Cataluña y que el título que lleYaba con más orgullo era el de conde de
Barcelona.
Esto último habíalo dicho, casi en los mismos términos, Carlos V al pre-
guntarle los concelleres ele la ciudad qué clase de recepción quería que
le hiciese la capital del Principado.
Prescindiendo ele la explosión de entusiasmo que era de esperar ele los
alfonsinos consecuentes y á prueba de adversidades y de la general y con-
tagiosa emoción q ne no podían menos ele producir las repetidas aclama-
ciones, el estampido de las salvas disparadas por los fuertes y por los bu-
ques ele guerra, el repicar de las campanas y los acordes de la marcha
real tocada por las bandas militares de la carrera, el acto de la recepción
resultó imponente por el inmenso gentío que se agolpaba en las calles y
plazas del tránsito, desde el puerto hasta la Catedral, en donde se cantó
un solemne Te Dev"?n .
Muchos aplaudían y vitoreaban al rey como iris de paz y símbolo de
orden, más que inspirados por un fervoroso dinastismo. Porque las gen-
tes acomodadas apetecen la tranquilidad, las clases productoras necesitan
el sosiego ele los tiempos normales, y los estragos ele la guerra civil por
~una parte y la inseg uridad de lo venidero por otra tenían los ánimos en
EDAD MODER~ A 1
constante zozobra. Las divisiones del partido republicano, causa principal
de su ruina, habían llenado los espíritus ele siniestros presentimientos, y
la nueva situación creada por el acto del 3 ele enero tenía un carácter anó-
malo, transitorio y ocasionado á todo género ele sorpresas y peligros.
Muchos que no se picaban ele políticos y por lo mismo estaban exentos ele
todo fanatismo ele bandería, se regocijaban ele los últimos sucesos, viendo
en ellos la aurora ele una situación pacífica y definitiva.
La CoJ"J'espondencia provincial de Berlín definía perfectamente la si-
tuación diciendo: «Los acontecimientos ocurridos en España no eran im-
previstos; pero han ocurrido antes de lo que se esperaba. Las personas
que tomaron la iniciativa en el reconocimiento del Gobierno español es-
tuvieron · desde el principio en la creencia de que ese Gobierno no podía
durar, por tener un carácter meramente transitorio.»
En efecto; iniciada la reacción el 3 ele enero ele 187 4, la nueva situa-
ción entonces creada á toda prisa no representaba sino un compás ele es-
pertt.
El día de su llegada á Barcelona fué obsequiado el rey con un ban-
quete en el histórico Salón ele Ciento ele las Casas Consistoriales y lu ego
con una función de gala en el Gran Teatro del Liceo, en el cual hizo la
ciudad alarde ostentoso ele su opulencia y buen gusto.
Al día siguiente, después ele oir una misa solemne en Santa María del
l\Iar y de orar en la Catedral un buen rato, fué á visitar la exposición ele
labores del Fomento de lct Ptodncción .Naciorwl, respondiendo al discur-
so que le dirigió su presidente don Pedro Bosch y Labrús: Seré breve en
'lni contestación. Si lograse hacer de toda Esp cl'iía, -ztn Ba?·celonct, estoy se-
gu1·o de que hubiera hecho de ?ni 1xdrüt -ztnct [JTctn nación. Luego reco-
rrió las principales vías del Ensanche, presidiendo la ceremonia ele colo-
car la primera piedra del proyectado Instituto ele segunda enseñanza, en
cuyo acto manifestó experimentar un vivo placer en que la primera pie-
dra que ponía al pisar el territorio español fnese de un edificio dedicado
á la enseñanza y que este gozo era mayor todavía por ser Barcelona la
ciudad en que este acto se realizaba, ya que todos sus hijos, en todas las
clases de la sociedad, se habían distinguido siempre por su amor á la ins-
trucción. Concluícla la ceremonia, recibió afablemente á dos comisiones
que se le presentaron, una ele señoras y otra ele obreros.
A las tres de la tarde del mismo día, domingo 10 de enero, salió don
Alfonso ele Barcelona en la fragata 1Vctvas ele Tolosct.
Antes ele partir había firmado un Real Decreto nombrando ministros
responsables á las mismas personas que formaban el Ministerio- Tie-
gencia.
Al día siguiente desembarcó en Valencia, en donde fué igualmente
muy bien recibido.
A la una de la tarde del jueves, 14 ele aquel mes, llegó á l\Iaclrid, en
donde se le hizo una recepción entusiasta. Poesías, flores, palomas, arcos
ele triunfo, vítores y aplausos; las señoras ostentando á guisa de manifes-
tación la tradicional mantilla, la peineta y las flores ele lis; los palacios de
la nobleza vistosamente engalanados; las calles y las fachadas ele muchos
edificios preparadas ya para una iluminación general: todas las demos-
8 HISTORIA DE ESPAÑA
traciones de lealtad y regocijo que en tales casos suelen hacerse las habían
apercibido los monárquicos para que la entrada de don Alfonso en su
corte eclipsase las tan celebradas ovaciones que en Barcelona y en Valen-
cia se le habían tributado.
Como á todo esto continuaban las hostilidades en el N orte. en donde
había acumulado poderosos elementos el anterior Gobierno' para em-
prender una campaña decisiva, comprendióse la necesidad de proseguirla
con enérgico empeño, á cuyo efecto partió de Madrid el rey, el martes 19
ele dicho mes de enero, para ponerse al frente de las tropas.
A su paso por Zaragoza, le recibieron también con grandísimo entu·
siasmo.
En las provincias azotadas por la guerra iban cada día en aui.nento las
presentaciones de los carlistas. Los irreconciliables batíanse á la desespe-
rada, extremando su ira y ensañamiento. El rey publicaba al mismo
tiempo un manifiesto, invitando á todos los españoles, sin distinción de
partido, á adherirse á la monarquía constitucional y ofreciendo á t<1dos
perdón y olvido de lo pasado.
N o hablaremos de las tristes postrimerías de aquella guerra fratricida;
no recordaremos los grandes sacrificios que debieron hacerse para poner
término á aquella lucha impía que asolaba las más preciosas comarcas de
España cubriéndolas de sangre y de ruinas. Otros han hecho esta dolorosa
narración, con una competencia de que nosotros carecemos por completo,
en la grande obra ele la cual este libro es como un apéndice campen·
di oso.
Sólo nos incumbe hacer constar que desde la proclamación de la mo-
narquía, y merced á las causas que más arriba apuntamos, cada día iban
aumentando las esperanzas y las probabilidades ele que la restauración de
la paz seguiría muy pronto á la del trono. Y estos síntomas advertíanse
en el terreno diplomático al par que en la actitud de los ejércitos belige-
rantes.
En efecto; en 16 ele febrero verificóse en el palacio real la solemne re-
cepción de los embajadores de Portugal y ele Rusia, que en nombre de
sus respectivos países venían á reconocer al nuevo monarca. Al día si-
guiente se celebraron las ele los enviados ele Francia y Austria, el 24 las
ele los embajadores ele Bélgica y Alemania, el 26 la del representante de
Inglaterra y el3 de mayo la del Nuncio del Papa.
Dibujábanse entretanto las tendencias y las aspiraciones de los parti·
dos. Le~ Epocct, el m:is caracterizado ele los periódicos ministeriales, pro-
clamaba la necesidad ele atender á la organización política del país, ha·
ci~nclola por manera tan liberal y amplia que á su sombra pudiesen cobi-
jarse todos los partidos monárquicos, pues para levantar un edificio sólido
era preciso dotarlo de cimientos robustos.
Replicaba á esto La Iberia que el partido constitucional debía estar á
la expectativa, aplazando sus declaraciones de adhesión hasta que el Go-
bierno conciliase sus palabras con sus obras y no tratase á los que llama-
ba intencionalmente sagastinos con marcado desapego y sistemática
hostilidad, en vez de hacer la debida justicia á sus merecimientos por los
servicios prestados á la causa de la libertad hermanada con el orden.
EDAD MODERXA. 9
A lo cual respondía á su vez la prensa ministerial que los constitucio-
nales confundían lastimosamente la monarquía constitucional, inviolable
é irresponsable, con el Gobierno responsable que ejercitaba el poder en su
nombre.
Una vez entablada la discusión, era indudable que más ó menos tarde
había ele encontrarse la fórmula del reconocimiento. Tal era la opinión
general, corroborada por muchos y muy vehementes indici os.
Por ele contado que no podían menos ele surgir dificultades suscitadas
por los recelos y aun por los celos de algunos de los alfonsinos con.sec¿wn-
tes y leales de sien~pre, que-como decía el Eco de Espcoia-no podían lle-
var su imprevisión hasta el punto ele ver sin alarma ejercer una infl uen-
cia preponderante en la nueva situación á hombres que antes ele resol-
verse á reconocer la legalidad existente, manifestando su leal y pública
adhesión al rey don Alfonso y prestando apoyo á su Gobierno, excitaban
á éste á divorciarse, ó prescindir ele los elementos conservadores históri-
cos que constituían el núcleo principal y la base más sólida del partido
nacional alfonsino.
La restauración es la más ardua ele las empresas políticas, porque sólo
pueden llevarla felizmente á cabo los hombres capaces ele ostentar una
magnanimidad y abnegación muy graneles, teniendo muchos agravios
que vengar y legítimas reparaciones que pedir por su .ficleliclacl acrisolada
en el infortunio.
Sea como fuere, tal sesgo iban tomando las cosas, que los espectado-
res desinteresados no pudieron menos de creer que todo se anclaría por
la fuerza ele los acontecimientos, encargándose el tiempo ele ir estrechan-
do las distancias. En prueba ele ello citábase un suelto del ya. menciona.clo
Eco de Espcoia-pocos días antes tan huraño - en el cual, dando cuenta
de una entrevista que habían celebrado los señores Cánovas y Sagasta,
tratando de las relaciones que debían tener los partidos legales con el
nuevo principio ele gobierno, daba ostensibles muestras de satisfacción y
tolerancia. Sin embargo, por punto general, sucedía lo que en casos tales
no puede menos ele acontecer. Ni unos ni otros querían que se dijese que
ellos habían dado los primeros pasos.
Lo que más eficaz y decisivamente contribuyó en aquellos momentos
á la recíproca aproximación ele ambos partidos fué la larga y afectuosa
entrevista que el duque de la Torre celebró con el rey en 8 de marzo. Es
fama que preguntándole don Alfonso si en el caso ele que la guerra hi-
ciese necesario su concurso y el del partido que acaudillaba podría contar
con él, la contestación fué afirmativa ele un modo categórico y teroinan-
te. Díjose también que, al difundirse la nueva, acudieron los constitucio-
nales en tropel á casa del duque, contándose que á la una ele la noche
había aún 60 coches á su puerta.
Otro suceso ocurrió aquellos días que vino á robustecer la situación
con un elemento de gran valía En 18 de dicho mes presentóse don Ramón
Cabrera en la embajada de España á prestar obediencia y fidelidad al rey
don Alfonso. Este acto no tardó en producir sus naturales frutos, pues
varios jefes importantes del carlismo verificaron en seguida su presenta-
ción á los cónsules españoles ele la frontera y desde entonces fué ya visi-
10 HISTORIA DE ESPAXA
ble la descomposición que minaba las huestes carlistas por obra de una
propaganda disol\·ente y tanto más fructuosa cuanto que se ejercía en un
terreno abonado por el cansancio y las decepciones.
Clamó entonces más que nunca la prensa ministerial que ya era hora
de que los constitucionales dijesen de una vez si se resolvían á acatar ó
<Í consolidar la situación. «Ya no es tiempo de anclar jugando al escondi-
te, á los enigmas y acertijos, decía un periódico oficioso.-Esto es querer
y no atreverse; es estar á las maduras siempre; es falta de formalidad,
falta de valor y más que todo, falta de inteligencia; es no conocer los ele-
mentos políticos en que se vive, ni la nación que se pretende dirigir y go-
bernar. Los españoles disculpan más una calaverada hecha con la con-
ciencia de hacer bien, que una cuquería por cálculo queriendo estar á
todos los vientos y jugando á todo juego.»
Al mismo tiempo, La Política, periódico que no J)oclía parecer sospe-
choso <Í los constitucionales, apremiábales también haciéndoles obser\ar
que la adhesión ele Cabrera y la venida del Xuncio habían robustecido
ciertos elementos que el partido liberal debía contrarrestar á toda costa
y sin pérdida de momento pues había peligro en la demora.
J
Todo esto era muy sensato; pero la dichosa fórmula llevaba trazas de
ser un parto laborioso. Xo bien se trató de redactarla, concretando los
principios y las aspiraciones del partido, aparecieron en el acto dos ten-
dencias inconciliables. Los generales Serrano y Topete y el señor Sagasta
eran los encargados ele redactar el documento; mas imposibilitados los
dos primeros ele efectuarlo por los altos cargos que desempeñaban en la
milicia, recayó exclusi nnnente este cometido en el señor Sagasta, el cual
propendía á aproximarse á los radicales de modo tal que los señores San-
ta Cruz, Alonso ::\Iartínez y Candan, inclinados por el contrario á la polí-
tica del señor Cáno\as, redactaron por su parte otra fórmula, buscando
también firmas de adhesión entre sus correligionarios.
Celebróse con este moti\o en casa del señor Santa Cruz una reunión
de representantes de varias fracciones monárquicas liberales á la cual
asistieron no sólo los antiguos unionistas, sino también los liberales del
partido moderado, representados en la prensa por El Tien~po (1).
Esta escisión dió motivo á una acalorada polémica entre los dos ban-
dos. Decían los disidentes en su manifiesto de 14 ele mayo que el partido
constitucional, tal como lo concebía el señor Sagasta, no estaría con sus
principios sino dentro ele la monarquía que los respetase, y como quiera
que con igual derecho que el señor Sagasta podían los conser\adores, los
(1) El Sr. D. Juan Lorenzana, indiYiduo que había sido del Gobierno Provisional
en 1868, escribió en aquel tiempo una notabilísima carta dirigida al periódico La Pa·
tria, que decía así: «Desde que hube adquirido en Roma cabal conocimiento del cam-
bio ¡)olítico ocurrido en nuestra patria el 30 de diciembre último, no sólo reconocí y
acate' la monarquía constitucional de don Alfonso XII, sino que con hechos positivos
demostré mi intención y propósito de cooperar leal y desinteresadamente á su afianza-
miento y com;olidación. Pero algunos actos anteriorP.s de mi vida pública, ejecutados
con plena conciencia de su delicadeza y trascendencia, me imponen, creo yo, una cier-
ta modestia y compostura, si no en la profundidad y firmeza, al menos en la explosión
de mis afecciones dinásticas.»
EDAD MODERNA 11
moderados históricos y los radicales elevar idénticas pretensiones, si se-
mejante delirio se eleva~e á doctrina, difícil fuera predecir lo que queda-
ría del sistema constitucional y del régimen representativo.
Dió la polémica mucho juego, cruzándose en ella escritos bastante
acerbos, en los cuales se patentizaba el dualismo que en estado latente
había existido hasta entonces en las aspiraciones ele los hombres políticos
que constituían la plana mayor del partido constitucional. De aquí lama-
ligna insistencia con que se complacía la prensa dimí.stica en estrechar á
los adeptos de esa fracción para que paladinamente declarasen ele qué
monarquía eran monárquicos y de qué constitución eran constituciona-
les. En verdad, la pregunta distaba mucho de ser caritativa. A bien que,
en último resultado, así los que pretendían que el último Gobierno de la
Revolución carecía de ideal propio, como los que sostenían que su propó-
sito había sido facilitar el camino á la Restauración, aceptábanla ya en
principio, sin negarse sistemáticamente á prestarle sus servicios.
Sea como fuere, los disidentes y los demcts monárquicos que habían
asistido á la junta magna reunida en casa del señor Santa Cruz, convoca-
ron con anuencia de la autoridad á los que habían sido diputados ó sena-
dores de sus respectivos partidos, los cuales se reunieron el día 20 ele
mayo en el palacio del Senado, asistiendo al acto 341 ex diputados ó ex
senadores y adhiriéndose á él 238.
Habiéndose acordado que ocupasen por orden ele antigüedad la presi-
dencia los que habían ejercido este cargo en el Congreso, correspondió
esta honra á don Alejandro 1\Ion, á quien reemplazó por causa de cansan-
cio don Luis l\layans. El resultado de esta gran junta lo expresa y com-
pendia una proposición que se presentó y fné unánimemente aprobada,
la cual decía de este modo:
«La reunión declara que el término ele dos guerras civiles, la conser-
vación del orden y de la libertad y el pronto ejercicio el~ las libertades
parlamentarias dependen esencialmente del afianzamiento de la monar-
quía de don Alfonso XII y de la legalidad común, y todos sus individuos
se comprometen al logro de estos deseados y patrióticos fines.
»Una comisión ele notabilidades, compuesta de treinta y nueve indivi-
duos, formulará las bases de la legalidad común.»
A consecuencia de este acuerdo, nombróse una comisión de treinta y
nueve individuos, la cual á su vez nombró una subcomisión de nueve, á
la cual se confirió el cometido de redactar un proyecto de Constitu-
ción.
Como si en las altas esferas del Estado hubiese el propósito de seña-
lar una pauta de conducta y ofrecer una espontánea garantía de impar-
cialidad y olvido bastante á desvanecer todo resabio de desconfianza,
clióse entonces ( 17 de junio) una comida en palacio á la que fueron
invitadas las personas más calificadas de todas las fracciones monárqui-
cas. El señor Sagasta y sus amigos, que aun no habían puesto los pies en
el real alcázar desde el día que fué proclamada la Restauración, fueron
con este motivo á ofrecer sus respetos al rey horas antes de asistir al
banquete.
El paso estaba dado. Ya no podía la prensa conservadora za~erir á los
12 HISTORIA. DE ESP.A_'; A.
CAPIT'CLO II
A esta Deuda había que añadir la que resultase por liquidación ele va-
rios servicios y por la que pncliese ofrecer el presupuesto corriente, qne
en junto se calculaba en cien n1illones ele pesetas, resultando por consi-
guiente que el total importe ele la Denda del Tesoro sería ele 1.518.800.9±3
pesetas.
El resultado ele las obligaciones generales del Estado y las ele los de-
partamentos ministeriales, á excepción ele las propias ele la Dencla Públi-
ca en todos conceptos, así como las extraordinarias del ministerio ele la
Guerra, era en junto 481.33-!.015 pesetas.
Comprendíanse en éste la Casa Real, los Cuerpos Colegislaclores, las
cargas ele justicia, las clases pasivas y las obligaciones ele los departa-
mentos ministeriales. Además había que añadir el servicio ele la Deuda
del Estado y ele la del Tesoro, que importaban: la primera 61.870.1 82 pe-
setas y la segunda 110.702.870.
en cierta ocasión ante las Cortes, don Cándido N oceclal decía: Dejad me la
Instnwción Pública y concede1·é gustoso todas las de1nás libertades.
Pero las declaraciones contenidas en el preámbulo de este proyecto,
adolecían, como muchas otras, ele un espíritu y una tendencia rematada-
mente reaccionarios á los ojos ele los que no podían ver impasibles la sis-
tem:.itica demolición de todas las reformas revolucionarias.
Así, echábase en cara uno y otro día al señor Cánovas el incumpli-
miento de las promesas con que había seducido á importantes hombres
políticos para que con su apoyo dieran algún tinte de liberalismo á la
conciliación, y celebrábase la disidencia acaudillada por el señor Alonso
l\Iartínez, fundador de la fracción centralista.
Como en esto se discutía en el Congreso el proyecto de ley poniendo
fin á la suspensión de garantías, las oposiciones aprovecharon tan favora-
ble coyuntura para formular su Memorial de agravios. Para dar una
idea ele lo acerba é inexorable que fué esta recapitulación de cargos basta
recordar aquellas palabras tan el uras del señor Romero Ortiz, quien afir-
mó que la situación era un conjunto abigarrado sin norte ni principios,
una agrupación deleznable compuesta ele revolucionarios arrepentidos,
de moderados acomodaticios y de unionistas que tuvieron jefes que en-
tonces no se sentaban en el poder.
Entretanto, la prensa constitucional extremaba su oposición diciendo
que el periodismo estaba aherrojado por la más tremenda de las clictadu·
ras, por una dictadura que juzgaba de las intenciones, y sufriendo castigos
por delitos que no habían existido sino en la imaginación siempre recelo-
sa y suspicaz del fiscal ele imprenta; que las leyes orgánicas eran mons-
truoso engendro de una política torpemente reaccionaria; que el ministro
de Hacienda no sabía el abecé de lo que tenía entre manos; que el de Gra-
cia y Justicia se complacía en anular por completo las leyes; que en ver-
dad no se comprendía la obcecación que así llevaba al ministerio á
divorciarse de los liberales, cual si estu-viese sobrado de popularidad y
prestigio.
A estos cargos replicaban los conservadores que, en puridad, las opo-
siciones denostaban al Gobierno porque había perseguido á los conspira-
dores, porque había castigado los abusos de la prensa, porque no había
tolerado la insubordinación ele los catedráticos y porque no había converti-
do la mera tolerancia ele cultos en al>soluta y completa libertad religiosa,
es decir, porque no se había suicidado, cediendo el puesto á sus más en-
carnizados adversa dos, á los enemigos irreconciliables de las instituciones,
Esta acusación no permitieron los constitucionales que quedase en
pie. El señor Sagasta, terciando en la discusión del proyecto sobre las ga·
rantías constitucionales, elijo hablando ele la Realeza que él no podía
dirigir amenazas á una institución que tanto amaba y por la cual había
hecho tantos esfuerzos y en favor de la cual estaba dispuesto á hacer los
mayores sacrificios; pero que la política del Gobierno era fatal para el
Trono y los altos poderes del Estado debían tomarlo en cuenta, conclu·
yendo por fin su discurso con la terminante declaración de que su partido
estaba firmemente convencido de que «el rey era el primer y fiel guar-
clián de la Constitución, para honra suya y gloria del país.})
EDAD J)IODERNA 43
La verdad es que la posición de aquel ministerio era por todo extremo
difícil, pues hallábase, como suele decirse, entre dos fuegos, igualmente
hostilizado por los liberales avanzados y por los moderados intransi-
gentes.
No tardó muchos días en verse una prueba palpable ele ello. En 5 de
enero habíase leído en ambas Cámaras el Decreto declarando terminada
la primera legislatura de las Cortes. Parecía que con esto había ele cal-
mar la agitación política, gozando por fin el ministerio ele la relativa tran-
quilidad que podía prometerse suspendidos los debates parlamentarios.
Sin embargo, n o fué así. Cinco días más tarde vino á modificarlo una
1
crisis, bastante laboriosa por cierto, resignándose por fin el señor Calderón
Collantes, tras de una obstinada resistencia, á trocar la cartera ele Estado
por la de Gracia y Justicia y encargándose ele aquélla don l\Ianuel Silvela.
El señor Ayala, ministro ele Ultramar, fué reemplazado también, á causa
ele su quebrantada salud, por don l\fartín Herrera.
Díjose entonces que el señor Cánovas tenía empeño en no desequilibrar
el gabinete y las fuerzas que lo apoyaban, á fin ele no dar pie á las quejas
y murmuraciones ele los que harto le acusaban ya de propenso al mode-
rantismo. Pero si tal se propuso, fn é huir del fuego para caer en las brasas,
pues dió margen á que los moderados se resintiesen, promoviendo un lar-
go debate que los dem:.ís partidos enconaban á porfía. Los conservadores
procedentes ele esta fracción consicleráronse desair<tclos, quejándose amar-
gamente de que fuesen asi pospuestos y sacrificados los que durante el
período revolucionario habían mantenido enhiesta la bandera alfonsina á
los que en aquellos días de prueba en que se acrisolaban las lealtades dis -
frutaban de los favores, honras y mercedes qu0 se distribuían en el cam-
po revolucionario. Y fué tan honda la desazón Lle estos fieles y resentidos
monárquicos, que con este motivo se separaron estrepitosamente ele las
filas ministeriales algunos ele sus m:.is calificados personajes, como don Ale-
jandro de Castro, que hizo dimisión ele su cargo de embajador en Por-
tugal.
Terminó el mes con otra pesadumbre para el Gobierno, y fué qne los
municipios ele las Provincias Vascongadas, no atreviéndose á arrostrar la
impopularidad que habían ele concitarse realizando las operaciones para
llevar á efecto las quintas, dimitieron todos, obligando á los gobernadores
á enviar delegados que las efectuasen, y aun éstos no encoHtFaron en nin-
g una parte quién se allanase á hacer el oficio ele testigo,
44: HISTORIA. DE ESP.A.NA
CAPITULO III
Deplorable estado de la H acienda pública.-Las elecciones municipales.-Viaje del
rey por las provincias.-De la industria nacionaL-Retraimiento de los constitu-
cionales.-Discurso del Trono.-Arrecia la oposición de los liberales y los modera-
dos al ministerio.-Debates sobre la cuestión de Joló.-:\Iodificación parcial del
ministerio. -K otable discurso del señcr Sagasta. -Conspiraciones abortadas.-Em-
pieza á hablarse del enlace del rey .-Una embajada marroquí.-Una empresa po-
lítica del señor Posada Herrera.-Preparativos para el regio enlace.-Reúnense las
Cortes.- Doña Isabel II y el ministerio.-Yehe mentc discurso del señor Moyan o
y enérgica contestación del señor Cánovas. -Comentario del periódico L (L Fe.-Las
bodas reales.-Fallcciruieuto de Pío IX:.-Los constitucionales abandonan el re-
traimiento -Abrcnse las cortes ordinarias.-Reclamaciones de los partidos libera-
les.-Los apuros del Tesoro y la crisis industriaL - Gestiones de los diputados y
senadores catalanes.-Debate relativo á la ratificación del convenio de comercio
franco-español.-Rápica enfermedad y temprana muerte de la reina.
que fuese reconocida su soberanía sobre J oló y las islas que de ésta de-
penden, sin otra cortapisa que la de avisar al comercio seis meses antes
ele establecerse en algún puerto del archipiélago para que cesase de trafi-
car directamente con ellas.
Importa fijarse en estos hechos, porque prueban cuán antigua es la
codicia que despiertan aquellas islas á algunas potencias; codicia que dió
lugar más adelante á ruidosos incidentes diplomáticos que en su lugar
recordaremos.
Finalmente, el día 14 de aquel mes fué aprobada en el Congreso la con-
testación al Discurso del Trono por unanimidad menos un voto.
Aquel mismo día y diez días despu és fueron reducidos á prisión varios
militares, unos en situación ele reemplazo y otros en activo servicio, acu-
sados de conspirar en el ej ército en fayor de los zorrillistas.
Cerróse aquella legislatura en 11 de julio, en cuya fecha reemplazó el
señor marqués de Orovio en el ministerio de Hacienda al señor Barzana-
llana, el cual no había estado muy afortunado en la discusión de los pre-
supuestos.
Al día siguiente partió el rey de :\Iadricl yendo á Asturias y Galicia,
en cuyas regiones \isitó á Gijón , Santiago, la Coruña, Lugo, el Ferrol y
otras poblaciones, \OlYienclo á entrar en )laclrid en 13 de agosto.
Al otro día descubrióse en la corte una nueYa conspiración, de cuyas
resultas fueron presas varias personas á las cuales se suponía complicadas
en ella, así en :Jladricl como en pro-vincias.
En 8 del mes siguiente inauguró el rey en Salamanca el ferrocarril
de esta ciudad á Zamora.
El día 23 hizo dimisión el ministro de :\Iarina señor Antequera, susti-
tuyéndole el vicealmirante don Francisco ele Paula Pavía.
Fué muy comentado un discurso que á principios de octubre pronunció
el señor Sagasta en un banquete con que le obsequiaron en Yalladolicl sus
correligionarios, presentándose como nunca hombre ele gobierno y jefe de
un partido llamado á turnar en el poder en plazo más ó menos remoto.
Dijo en sustancia que el partido constitucional no tenía impaciencia por
alcanzar el poder y que si en alguna ocasión llegase á ocuparlo, pondría
todo su empeño en asegurar la libertad, que consiste en la concordia de
todos los derechos y en su pacífico ejercicio; pero que al mismo tiempo
sería inexorable contra todos los que desatendiendo los medios legales
apelasen sin pretexto ni disculpa á los de fuerza para turbar el orden pú-
blico y la paz ele los ciudadanos. Recordó que la libertad y el orden necesitan
coexistir dentro ele las sociedades modernas, garantizándose mutuamen·
te; que el partido constitucional, fiel á sus antecedentes y compromisos, re
presentaba la tendencia más liberal y expansiva dentro ele la monarquía, y
concluyó diciendo que aun cuando la comunión política á que se hon-
raba en pertenecer no qu ería ni oir hablar de alianzas, pactos. ni conve-
nios, porque tenía fe en los principios y en la organización de su partido,
vería con gusto que acudiesen cuantos quisiesen á engrosar sr:.s filas, por-
que consideraría como uno ele los días m:is felices ele su existencia aquel
en que á la sombra de la bandera constitucional.\iese agrupados y reuni-
dos á todos los buenos liberales.
EDAD 1.10DERXA 51
Este discurso tuvo mucha resonancia, porque fu é considerado como un
breve compendio ele todo un programa, al par que como una solemne de-
claración ele dinastismo.
También clió mucho que hablar un suceso misterioso que por aquellos
días ocurrió en la corte y fué que en una guardilla ele la calle ele la Fresa
se reunían varios hombres desconocidos y armados , y como la policía tu
viese conocimiento del hecho, sorprendió el conciliábulo y les echó el
guante. Algunos se alarmaron al propalarse la noticia, consiflerando el
suceso como síntoma ele graves conjuraciones y preludio ele inminentes
trastornos. Otros dijeron que la tal conspiración era apócrifa, pues los ciu-
dadanos allí reunidos no llevaban otra. mira que la ele cenar alegremente
juntos; que las armas encontradas en la casa eran fusiles viejos y enmohe-
cidos y que los cohetes que dispararon no tenían por objeto hacer señal
alguna á otros conjurados, sino simple manifestación ele báquico regocijo.
Lo cierto es que ese hecho aislado no tuvo consecuencias.
Al cabo ele algunos clías-3 de noviembre-encontráronse en diversos
sitios ele Madrid botellas llenas ele una sustancia que luego resultó ser
nitroglicerina. Hubo con este moti-ro muchos asustados y no pocos incré-
dulos, amén de varias prisiones.
En esto un antiguo redactor ele La Epoca publicaba un libro sobre los
casamientos ele Estado, obra á la cual daba un -rivo interés ele actualidad
el proyectado enlace del rey con su prima doña l\Iercecles ele Orleáns,
bija ele los duques ele l\Iontpensier. Como generalmente se creía que los
moderados históricos veían con malos ojos esta boda y estaban resueltos
á oponerse á ella por todos los medios legales, pensóse que el aut or ele 1
libro se había hecho eco ele las prevenciones y antipatías ele este partido.
Sin embargo, el día 4 ele dicho mes ele noviembre, reunidos los mode-
rados en casa del seüor conde ele Cheste, acordaron aceptar la boda cuan-
do fuese un hecho consumado; sin mostrarse entusiastas, pero no convir-
tiéndola tampoco antes ni despu és en tema ele oposición. Este acuerdo clió
mucho juego dentro y fuera del partido, como lo -reremos más adelante.
Desde luego produjo una disensión tan honda en sus filas, que ele resultas
de ella se disolvió el Círculo Popular Alfonsino.
El día 22 hizo su solemne y ostentosa entrada en ~Iaclriclla numerosa
embajada que enviaba á Espafía el emperador ele Marruecos. Suponíase
que era su objeto conferenciar con nuestro Gobierno acerca de las conse-
cuencias del tratado que puso t érmino á la guerra ele Africa, no sólo en lo
relativo á lo que faltaba cobrar ele la indemnización entonces estipulada,
sino también y muy especialmente respecto al establecimiento ele una fac-
toría en Santa Cruz de l\Iar Pequeña.
Parece mentira que cuando tanta importancia van adquiriendo los via-
jes ele exploración al Africa Central; cuando tocbs las naciones envían allá
sabios y misioneros que. la estudien y describan, echando en su fertilísimo
suelo la semilla ele la civilización moderna; cuando en las márgenes del
Congo, en las riberas del Nilo, en las orillas del Stanley-Pool y ele los in-
mensos lagos Victoria y Alberto Xyanza y en la costa del Océano indico
se han establecido tantas colonias agrícolas, tantas factorías y arsenales,
la nación espaüola que tan cerca está de Africa, que tantas posesiones
52 HISTORIA. DE ESP áS A
don Alfonso se hallase en :\Iadricl, ele regreso del X arte; 2. 0 , que conserva-
ría íntegro el derecho ele salir ele España y entrar en ella siempre que lo
estimase conveniente, sin que nadie pudiese oponerse á ello: :3. 0 , que iría
directamente á :\Iaclricl y después ele consultar con el rey su hijo, fijaría
el punto ele su residencia definitiva, señalando e~tretanto las ciudades
ele Barcelona y SeYilla como las más agradables y convenientes á sus de-
seos; 4. que conserYaría á su lado á las infüntas doña Pilar, doña Paz y
0
,
doña Eulalia, sus hijas, sin que en ningún tiempo se pretendiese separarla
ele ellas hasta el día en que contrajesen matrimonio; 5.o, que tendría y
nombraría libremente la serdclumbre que creyese conveniente en su casa,
sin que el Gobierno se mezclase para nada en ella, así como en su admi-
nistración.
Decía el señor C<ino\as en su contestación á esta nota: «En resumen,
el Gobierno acepta el pensamiento ele V. :JI., tal como sin eluda él es, en
todas sus partes. Respecto á la fecha ele su vuelta, he recibido una indica-
ción de París que me hace creer que V. :JI. desea aplazar ese viaje hasta
r1ue la llamada cuestión religiosa esté ele todo punto terminada. Seme-
j ante resolución, Señora, sería digna indudablemente de la alta sabiduría
de Y. :JI., ele su consumada experiencia y del amor que profesa á su
augusto hijo y á su clesYenturacla patria. Lejos del Gobierno el pensa-
miento de influir en lo m~is mínimo en las convicciones ele V. 2\1., que
Y. :JI. puede muy bien conser\ar y son dignas, clignísimas. del más pro-
fundo respeto. Pero Y. :JI., con su generosa abdicación, se puso volunta-
riamente aparte de estos peligrosos conflictos, que más ele una vez tu\o
que arrostrar durante su reinado, y nada la obliga hoy á comprometer
de nuevo su tranquilidad en la lucha que, con pretexto de la cuestión
religiosa, mantienen los opuestos partidos españoles. Cualquier dicho,
cualquiera expansión, cualquier acto ele V. :JI. podría alentar más y más
el ardor de uno ele los partidos y despertar en otros desconfianzas, que
harían quizá ele la vuelta ele Y. 1\I. á España, por todos deseada al pre·
sente, un moti\o de discordia, etc.»
Tales fueron las condiciones con las cuales vino á España la rema Isa-
EDAD l\lODER~ A. 55
bel en 1876. A su regreso á París, sin las infantas, declaró que no se ha-
bían cumplido en su totalidad las promesas que el ministerio le había
hecho, y juzgése por ende autorizada á no guardar en sus relaciones perso-
nales la reserva á que se había creído hasta entonces obligada por altas
consideraciones políticas.
De aquí que toda la prensa liberal, sin distinción ele colores, denuncia-
se muy escandalizada el hecho ele que doña Isabel se visitaba con la espo-
sa del pretendiente, hecho insólito y extraño, por más que mediasen
relaciones ele parentesco entre ambas señoras; levantándose con este mo-
tivo tal polvareda, que doña Isabel se creyó en el caso ele justificar su
conducta, publicando las antedichas negociaciones en el periódico El Fi-
garo de París, muy mal traducidas por cierto ..Juzgando el Gobierno que
era preferible ilustrar á la opinión dándole á conocer el asunto, á permitir
que se extraviase por deficiencia de datos autorizados, consintió que la
prensa ministerial reprodujese en su tenor exacto y literal los que más
arriba extractamos.
Cada cual los apreció y comentó según sus peculiares convicciones y
sentimientos; mas no podía evitarse que produjesen en el orden político
sus naturales consecuencias. La reina madre no asistió á la boda de su
hijo, porque lo impidió la razón ele Estado.
Abrióse el día 10 el Parlamento y el día 11 leyóse el mensaje en el
cual anunciaba el rey su resolución á los Cuerpos Colegislaclores.
Causó profunda y general sorpresa el hecho ele pedir la palabra contra
el proyecto de contestación al mensaje el general Pavía y Alburquerque,
pues no se sabía sino del señor 1\Ioyano que tuviese el designio de tomar
semejante actitud, sepaníndose con tal ocasión del voto y parecer de sus
correligionarios. El señor Pavía declaró que desaprobaba el proyecto ele
la comisión, teniendo en cuenta la grande influencia que un suceso de
tanta monta debía tener por necesidad en la política interior y exterior
de España. Encerrándose en los límites de un escrupuloso comedimiento,
que fué por el gabinete muy alabado, contentóse con hacer veladas indi-
caciones, cuyo alcance no escapaba sin embargo á la penetración del audi-
torio.
Replicóle el señor Silvela, contentándose con hacer constar que esta
declaración, más que un discurso era un acto, y que á fuer ele tal no po-
día ser combatido sino por la -votación, en la cual muy presto habían de
demostrarle la mayoría y las oposiciones que la opinión pública no parti-
cipaba de sus ideas.
I\Iás grave y ele mucha mayor trascendencia fué el discurso del señor
1\Ioyano, el cual se propuso demostrar: primeramente, que el matrimonio
ele los reyes no es un suceso privado, por cuanto afecta á toda la na·
ción; segundo, que los representantes de ésta deben dar su parecer en tan
grave asunto, y tercero, que el proyectado enlace no podía menos de
repugnar al sentimiento moral de la nación.
Protestó el señor Moyana de que nada estaba tan lejos ele su propósito
como referirse en ninguna de sus palabras á la infanta doña 1\Iercecles,
pues la consideraba completamente fuera de discusión. Los ángeles no se
discuten, dijo. Hablando luego de la excesiva subdivisión de los partidos,
56 HISTORIA DE ESP A...~ A
(1) Contóse entonces que el corresponsal del 1Yezc York H emld había enviado el
día 23 á su periódico telegramas por valor de 15.000 pesetas.
60 HISTORIA DE ESPA..-\; A
deseos y á las excitaciones del señor Posada Herrera, que así lo aconsejó;
4. 0 ,enque con la misma libertad que se impuso la limitación parlamenta-
ria, la hacía entonces desaparecer, posponiendo sus intereses de partido al
amor á la patria.
Repitió tras esto las palabras del señor González sobre la situación
económica; habló ele la necesidad ele volver al sistema descentralizador y
ele mejorar la Administración y la Hacienda; dijo que su partido tenía me-
dios para realizar todo esto y que se consideraba como la base de la iz-
quierda dinástica, sin renegar de ninguno ele sus principios, absolut[t-
mente de ninguno, poniendo su conducta en armonía con los poderes
públicos, siempre que éstos se resolviesen á sostener la libertad.
El señor Castelar se lamentó al día siguiente de que el discurso del
J\Iensaje no hubiese tenido en cuenta los grandes acontecimientos que en
este siglo habían transformado la sociedad europea, originando problemas
TOMO XXV 5
62 HISTORIA DE ESPA'&A
CAPITULO IV
~fuerte de la reina Cristina.-Viaje del rey á las provincias del ~ orte .-Tentativa de
regicidio de Oli·m.-Protestas y felicitaciones.-Peripecias y fallo de la causa en
primera instancia.-Disensiones del partido moderado.-Se enardecen las discusio-
nes parlamentarias.-El proyecto de ley electoraL-El proyecto de ley de impren-
ta.-:\Inere don Nicolás :\1.".. Ri\·ero.-La fusi ón.-Ultimos momentos del regicidn
Oliva.-:Jiodificación ministeriaL-Fallecimiento del general Espartero.-.:\Ianifies-
to de los posibilistas.-Llegada del general :Jiartínez Campos á E spaña.-Crisis
ministerial.-Encárgase de formar el nuevo ministerio el general :Jiartínez Camp o~ .
doña :María Cristina, abuela materna de Alfonso XII. Estaba ya muy que-
brantada y achacosa, por cuyo motivo, no sintiéndose con fuerzas para
resistir las fa tigas de una larga ceremonia, siete meses antes, día por día,
se h abía visto precisada á delegar á la princesa de Asturias para que la
representase en las bodas de su nieto, mientras ella se reponía en Aranjuez
de la indisposición que le habían acarreado las molestias del \iaje.
:K o conocía la nueva generación, como los contemporáneos de la reina
Cristina, lo muchísimo que le debía la causa liberal; no había presenciado
las delirantes ovaciones que le habían prodigado los proscritos restituídos
á sus hogares y los amantes de los progresos modernos que la considera-
ban como la personificación de su credo; aunque algo habían oído de todo
esto y de la impopularidad que acibaró su existencia en los días de prueba.
Pocos reyes ha habido en Europa que hayan pasado una vida tan
llena de dramáticas y peligrosas vicisitudes. Su prodigiosa entereza du-
rante el terrible período de la primera guerra civil había sido el asombro
de las naciones. Pero los años discurren con presteza, los recuerdos sebo-
rran, los serdcios se ol\idan y las nue-vas generaciones, harto ocupadas
en sus propias luchas, -ven desaparecer, con una indiferencia que á los
viejos parece impía, las grandes figuras del tiempo pasado.
El día 9 del siguiente mes de setiembre se dió comienzo á las eleccio-
nes para la renovación parcial de las diputaciones pro-vinciales, en cuya
lucha, como es in\eterada costumbre en nuestro suelo, hubo escasísima
animación. Fuera de las grandes capitales y á menos de concurrir circuns-
tancias muy excepcionales, Ja mayor de las dificultades, la obra verdade-
ramente titánica de los que desean influir en estas contiendas, consiste
en vencer la pasmosa fuerza de inercia del cuerpo electoral. Salieron ele-
gidos 449 candidatos ministeriales y 66 de oposición, que habían triunfado
en los grandes centros.
En el mes de octubre fué el rey á hacer una excursión por las provin-
cias del :Xorte, deteniéndose primeramente en Avila, luego en Valladolid,
en donde estu\o algunos días dirigiendo unas grandes maniobras milita-
res y despu és en Logroiío, en donde hizo una visita al venerable general
Espartero. De allí partió para Zaragoza, apro\echando la ocasión para vi-
sitar el famoso palacio de la Aljafería y dirigiendo unas maniobras mili-
tares que también allí se ejecutaron.
El día 25 llegó el rey á la corte, asistiendo al Te Deum que se cantó
en la basílica de Atocha . Luego montó á caballo y dirigióse á palacio, se-
guido de los ca pi tan es generales Quesada y J ovellar y varios otros y de
un brillante estado mayor, dando la escolta el escuadrón real, uno de
húsares y otro de lanceros. Cubrían la carrera 14 batallones. El Prado, la
calle de Alcalá, la Puerta del Sol y la calle Mayor estaban henchidas de
gente, así como los balcones y ventanas de sus casas.
En el preciso momento de pasar el rey por delante de la señalada con
el número 93 de la calle ~Iayor y junto á la que habitó don Pedro Calderón
de la Barca, un hombre más bien alto que bajo y decentemente vestido
alzó el brazo y disparóle un tiro con una pistola Lefancheux. La bala fué
á dar en la fachada de enfrente, sin tocar por fortuna á nadie, á pesar del
apiñado gentío que allí había.
EDAD MODERNA
~
(1) "C"na rara coincidencia nos permite copiar las siguientes carta8 que el reo di-
rigió á su familia, y no se echaron al correo por haber ésta llegado á :Madrid antes de
ser expedidas. Dicen de este modo, sin añadirles una tilde ni quitarles más que los
oom bres propios:
EDAD l\IODER~A 77
Esta cuestión fué muy debatida en muchos círculos, como no puede
menos de serlo en casos análogos, pues envuelve uno ele los más formida-
bles problemas del derecho penal. ¿En dónde acaba la exaltación y em-
pieza la locura? ¿Hasta qué punto es posible la coexistencin, del libre albe-
drío con aquel fanatismo cloctl'ina?'io que tres ele los m édicos consultados
juzgaban compatible con un cerebro exento ele perturbación? Su dictamen
es digno ele todo respeto, no sólo por el que merecen tan reputados pro-
fesores, sino por haberlo emitido con pura y honmcln, conciencia. Pero en
el terreno científico, estas son materias opinables, corno lo corrobora el
voto particular ele su colega. El mundo ancla l,leno ele hombres muy cuer-
dos, muy ilustrados y circunspectos que, en cuanto les clan en el flaco,
desbarran tan extrañamente como los más rematados orates ele Leganés
y de San Bauclilio. -.
Las cartas que por vía ele nota se transcriben fueron trazadas con
pulso firme y mente serena, como lo revelan el carácter ele letra y la na-
turalidad ele un estilo en el cual no se achierte el más leve indicio de
depresión moral, ni la más ligem sombrn ele remordimiento. ¿Debemos
achacar este fenómeno á ltL insensibilidad ele un cornzón cleprantclo? Oliva
no había sido nunca procesado, y por otra parte no es admisible esta hi-
pótesis tratándose ele un hombre que tan tiernamente escribía á los suyos.
Sr. D... Oliva ... -Madrid 28 de octubre 1878.-Apreciado hermano: ya sabrás, como
debe saberlo ya toda España el delito (suLrayado) que he cometido, y si yo pudiera ver-
te te contaría muchas cosas curiosas que me han sudecido (sic) desde que estoy en .1\Ia-
drid. Tu te habrás sorprendido mucho cuando habrás leido mi nombre en los partes en
que se habrá comunicg,do la nueva del atentado cometido contra el rey. Todo lo que
yo hice y te dije para ir á Argelia era con el pensamiento dtl hacer lo que he hecho, es
decir, no precisamente lo que he hecho. sino un poco mas bien. Por lo demas he tenido
suerte, porque el Sr. Juez apesar de que es muy rigido es tambien muy amable y me
concede todo lo que le pido y me puede conceder. El seuor alcaide y demas dependien-
tes de la carcel en que estoy se esmeran tambien en complacerme y no tengo mas ata-
duras que unos grandes grillos en los pies que hoy me parece me quitarán ó á lo me-
nos me disminuirán de peso. Te pido por favor y piensa que tal vez es el último que
te pido que des el dinero suficiente para que mi esposa venga á verme y tendria tam-
bieu mucha alegria que vinieras tu y los demas hermanos y familia aunque me se ha
puesto entre ceja y ceja que no he de morir de esta. Cou esta fecha escribo tambien á
mi esposa. Adios, hermano mio tengo muchas cosas que decirte pero que no quiero
comenzarlas tampoco por la poca estension que puede tener una carta. Adios y espre·
siones á toda la familia tu hermano que te ama, Juan .
. .. "Jiadrid 28 de octubre 1878. -A preciada esposa: Te escribo esta carta en la ca r-
eel de Madrid llamada el Saladero pero te ruego que no te aflijas por eso porque yo es-
toy tan contento como puede estarlo preso alguno y que la unica pena que tengo es no
tenerte cerca. Sin embargo he escrito á mi hermano y es muy facil que te den dinero
para el viaje. En ese caso no tardes un momento en venir porque yo no me encuentro
bien sin verte pues ya sabes que siempre te he amado mucho y ahora que la fatalidad
n os separa me parece que te amo mas que nunca. N o tengas por mi ningun cuidado
pues yo tengo el presentimiento de que pronto iremos otra YP.Z á lJasear juntos y no
pienses que el haberte engañado es una prueba de que no te amo pues te amo mas que
nunca y espero con ansia tu llegada junto con nuestra querida hija á la que daras mil
besos de mi parte tu esposo Juan. -Darás muchas espresiones á... y su esposa y á mi
antiguo amo y hermanos de trabajo y particularmente á ... y ...
ToMo XXV 6
iS HISTORIA. DE ESP.A...~.A
Partiendo ele este principio, sólo de una manera puede explicarse el aten-
tado, y es: atribuyéndolo á un descarrío mental que se lo hacía considerar,
no como un acto punible, sino colllo un a~to inocente, por no decir meri-
torio. Tal era el estado psicológico que el voto particular del dictamen
facultativo calificaba ele fanatismo doctrinario.
Para negar que el hombre pueda ser llevado á tan espantosos extra-
víos por la exaltación ele un sentimiento que fuera muy laudable conte-
nido dentro ele sus justos límites, es preciso echar en olYiclo el fanatism t>
que hacía asistir tan deyotamente á nuestros mayores á los autos ele fe y
la crueldad con que la muchedumbre se solazaba contemplando las eje-
cuciones capitales en el tempestuoso período ele la He\olución francesa.
Los católicos creían que la gloria ele Dios exigía el achicharramiento ele
los herejes, y los rojos co n sideraba~ necesario para. la salYación ele la re-
pública que fuesen guillotinados los realistas, los tibios y los sospechosos.
;Pobre humanidad:
Dió margen aquellos días á ,h-as polémicas y numerosas conjeturas
la trascendental evolución que iba realizLindose en el seno del partido
moderado histórico, entre cuyos adeptos no reinaba, al parecer, completa
unanimidad respecto á b cOin-eniencia ele conservar incólume la inrle:s:i-
biliclad ele sus doctrinas. ::\ecesit<i.base, en efecto, tener en ellas una fe muy
robusta para persistir en una actitud que abría un abismo infranqueable
entre el partido y las clem<is fr~wciones lllonárquicas, las cuales le tilda-
ban ele arcaico y preocupado, repitiéndole todos los días que, mientras no
depusiese su intransig·encia, las puert <"t.S del poder estarían para ellos in-
exorablemente cerradas.
Considerado el r~.sunto en el punto ele Yista menos ele-vado, es innega-
ble que se requería una abnegación sobrehumana para perse\erar en un
camino en el cual se cosech<l ban mil sinsabores sin la perspectiva de nin-
guna esperanza . Los que obraban á impulso ele mó\iles más puros y des-
interesftclos habían acabado por dnLlar ele la con\eniencia ele persistir en
una actitud que les imposibilitaba ele influir ele un~1. mauera inmediata y
eficaz en la marcha política del país.
De aquí la escisión que surgió en sus filas, di\idiendo la compacta fa-
lange Lle los moderados históricos en clos fracciones perfectamente deslin-
dadas : la ele los ortodoxos intransigentes que por nada ele este mundo
querían borrar ele su bandera ninguno ele los principios inscritos en la
Constitución lle 1S43, y la ele los progresiYos, que teniendo en cuenta las
exigencias ele los tiempos, se allanaban á adoptar como credo político la
de 1S16, sin pe1juicio Lle aplicarla, en el caso ele alcanzar el poder, con
criterio legalmente restrict iYo.
Al tener n oticia ele estas luchas intestinas que amenazaban seriamente
la existencia del p:utido traLlicionalista dinástico, hubo periódicos que
pusieron el grito en el cielo, atribuyendo el hecho al maqtúavelismo del
seüor Cánoyas, interesado en b , aparición de un partido m<1s conservador
que el suyo y en condiciones para subir al poder, lo que habría equivali-
do hasta cierto punto á la anulación Lle los constitucionales.
A esto repli caba la. prensa oficiosa que el ministerio gozaba de perfec-
ta salud, gracias al excelente régimen que obser-vaba y á la ausencia de
EDAD l\IODERN A 79
curanderos que mataron á sus antecesores; pero, al modo de un testador
prudente, buscaba sujeto digno á quien dejar la hacienda que tanto tra-
bajo le costó restaurar de quienes ó la malbarataban ó querían arrebatar-
la, y como á su alrededor sólo hallaba colaterales que prometían volver
á emprender el mismo desastroso camino, ele ahí que cuan<.lo descubría
algún presunto heredero con capacidad legal ele administrar y abonado
para ello, le alentase y se congratulase con la esperanza ele qne sería dig-
no ele suceclerle.
Por lo demás, el partido liberal-conservador se declaraba incondicio-
nalmente sumiso á la regia prerrogativa y resuelto á acatarla sin protes-
ta, dado que no participase la corona ele las ideas que sobre este punto
profesaban los ministeriales. Invitaba á los constitucionales á hacer la
misma declaración ele principios y preguntábales desde las columnas ele
un periódico ministerial: «Si la regia prerrogativa no se ejerce en su fa-
vor, si el poder moderador en su alta sabiduría cree que el partido cons-
titucional debe por ahora enfrenar su impaciencia, ¿no habrá disgustos, ni
mal humor, ni abstenciones, ni retraimientos, ni nada ele aquello con que
en otro tiempo se nos amenazó?>>
En la sesión que celebró el Congreso el día 11 ele aquel mes, glosó este
tema el ministro de la Gobernación, agriándose ele tal manera el debate
que el señor Albarecla le replicó, recordando haber dicho en otra ocasión
y en el mismo sitio que así él como sus correligionarios tenían escasa fe
en los buenos frutos de las restauraciones; pero que esto no obstaba para
que confesasen que cuando los reyes tienen patriotismo y talento sufi-
cientes para comprender las necesidades ele las naciones y las exigencias
ele los tiempos podían dar días <.le gloria y prosperidad á la patria.
Luego, atacando á su vez con saila inexorable al ministro, añadió:
«Yo no he dicho en mi vida, ni en el seno de la Cámara constituyente
cuando se discutía el sufragio universal, justamente para atraerme los
aplausos ele aquella mayoría, qne la mayor parte de todas las desgracias
ó de todas las vergüenzas (no sé cuál es In. frase, pero la leeré si es preci-
so), que sería la mayor ele las vergi.ienzas que volviera la madreó el hijo.
:Nosotros todo lo que hemos sido, lo hemos sido con la frente levantada,
y estamos aquí y estaremos en todas partes con la responsabilidad ele
nuestros actos; pero no tenemos la pretensión de lanzar lodo sobre la
frente de nadie.»
Estas palabras promovieron una tempestad en la Asamblea.
Acudiendo el señor presidente del Consejo al auxilio ele su compañe-
ro, dijo que con razón había éste protestado en su defensa del examen
retrospectivo de sus actos; que la política del ministerio había sido el
completo olvido de las disidencias ele los monárquicos; que d esde su pues-
to no aceptaría aquel debate político, no por razones personales, sino por
altos motivos políticos; pero si algún día fuera ele allí se le provocaba,
entonces ~1ablaría y diría lo que cada cual había hecho en favor de la Res-
tauración y entonces se sabría todo.
Replicó el señor Sagasta que el ministro ele la Gobernación, en la pre-
gunta que había dirigido, en la declaración que había exigido y en la ma-
nera como había formulado la pregunta y la exigencia, había venido á
80 HISTORIA DE ESPA..~A
dudar de la lealtad de un partido que por espacio de cuatro años, sin lazo
ninguno ele gratitud, sin más interés que el interés ele la patria y de las
instituciones venía á hacer lo mismo que prometía hacer el señor presi-
dente del Consejo; que los constitucionales no habían trabajado por la
Restauración, y que de In misma manera que habían sido leales á la reYo-
1ución ele septiembre serían leales á la Restauración, si la Restauración,
como era ele esperar y como era para ellos claro y evidente, se mostraba
compatible con los progresos y las libertades de los tiempos modernos.
Supo el señor Cánovas, con extraordinaria habilidad, discernir la leal-
tad privada é incliddual de la lealtad monárquica, cuyo sentido histórico
es estar con la monarquía sin condiciones, de todas maneras, bien ó mal,
como la monarquía se conduzca; ele todas suertes apegado á ella.
Esto era resucitar la gran cuestión que trajo divididos á los ingleses
durante la revolución que en el siglo :s:.vn destronó por dos veces á los
Estuardos, pues mientras el partido ultra-conser\aclor: ayudado por la
Iglesia protestante, infinitamente más reaccionaria en esto que la cató-
lica, sostenían que la lealtad al trono debía ser absolutamente incondi-
cional. los \rhigs entendían que nunca ni de ninguna manera habían de
anteponerse los intereses del trono á los intereses ele la patria.
:Ko se hizo ele rogar el señor Sagasta para dar una categórica explica-
ción de sus palabras. Dijo que su partido entendía defender la monarquía
constitucional que representaba don Alfonso XII y sin la cual él mismo
no hubiera querido ser rey ele España, según había declarado en su 1\fa-
nifiesto, y que otra monarquía de seguro que no hubiera querido tampoco
defenderla el señor Cánovas, porque para defender la monarquía absoluta
no buscarían á don Alfonso, sino á don Carlos.
Dijo y con uno de aquellos arranques oratorios en él frecuentes y tan
temibles por el aire sencillo y bonachón con que suele dar sus acometidas
más bruscas, exclamó:
~¿Es que el señor presidente del Consejo de ministros defendería la
monarquía de don Alfonso XII, si don Alfonso XII fuera posible que se
declarara monarca absoluto de España? Conteste S. S. Pues eso es única-
mente lo que he querido decir y lo que he dicho, porque eso es lo que
ha dicho don Alfonso XII; ni más, ni menos: no dé S. S. más alcance á
mis palabras. ¿Y por qué ha ele dárselo S. S.? Pues qué; ¿no son esas las
opiniones de S. S.?¿ X o recuerda S. S. los tiempos aquellos en que con gran
conYicción, desde los bancos de la oposición , en un magnífico discurso
como todos los suyos, nos decía que para él lo primero era la patria, lo
segundo la libertad y lo tercero la monarquía? Esto es lo que he querido
decir, ni más ni menos, en las palabras en que S. S. ha pretendido ver una
condicional »
X o podía erguirse con más brío el partido constitucional protestando
del palmetazo que en nombre de la ortodoxia monárquica le habían su-
ministrado. La verdad es que si en la guerra civil, que por espacio de sie-
t e años ensangrentó el suelo español, doña Isabel II no hubiese tenido más
apoyo que el de los hombres capaces ele comprender la enmarañada cues-
tión de la legitimidaci que traía divididos en dos campos á los más eximios
jurisconsultos, hoy reinaría en España la descendencia de don Carlos. Los
EDAD ~IODERNA 81
liberales se batían encarnizadamente en defensa de doña Isabel porque la
conside~:aban como la viva representación ele las libertades públicas, al
paso que los carlistas se hacían matar por don Carlos porque veían en él
la genuina encarnación de un conjunto de tradiciones cuya conservación
juzgaban indispensable 6. la vida y prosperidad del Estado. No era una
mera lucha de personas, sino un conflicto entre dos principios.
El señor Cánovas rectificó diciendo haber dicho é impreso que para él,
teóricamente y en la región de la doctrina, la patria era lo primero en el
orden de los conceptos políticos, después la monarquía representativa,
después la dinastía; que cuando fué llamado por una altísima persona
para conferirle ciertos poderes, creyó que la ocasión era bastante oportu-
na para declarar, aunque no era necesario, pero la ocasión lo requería, que
él no se encargaba ni se encargaría jamás sino del restablecimiento del
régimen representativo con todas sus naturales consecuencias. Pero que
una cosa es que los partidarios ele la monarquía representativa que pro-
fesan ideas monárquico-liberales no puedan ellos aplicar otro sistema que
ese sistema que es el suyo, el de sus convicciones y su conciencia, y otra
cosa es lo que históricamente se ha llamado siempre la lealtad monárqui-
ca, porque no es absolutamente indispensable que uno practique todas las
cosas y es de todo punto imposible que practique aquellas que están en
abierta contradicción con sus convicciones. Dijo que él no había querido
ser ni liberal, ni conservador de una manera exclusiva, sino ambas cosas á
la vez, y que en efecto, al encontrarse con la lucha ele estas dos tenden-
cias había hablado del retraimiento, manifestando que antes se aparta-
ría de la política que hacerla exclusiva en pro de uno solo de estos ele-
mentos.
Terminada esta digresión parlamentaria, cuya importancia no cabe
desconocer por lo que contribuyó á determinar la actitud ele personajes
muy señalados y de un partido en todos conceptos considerable, conti-
nuó la discusión sobre el proyecto electoral.
Terció en ella el señor Castelar, quien empezó lamentándose de que
todos los cambios políticos trascendentales se hayan fraguado en España
en los cuarteles. El régimen constitucional se restauró por una asonada
militar en 1820 y pereció por una intervención extranjera en 1823; la su-
premacía del poder monárquico vino de este modo en 1823 y sucumbió
en 1836 por el irreverente motín de la Granja; el partido progresista su-
bió por el motín de la Granja y cayó por la imposición ele Pozuelo de Ara-
vaca; volvió á subir por el golpe militar de 1840 y volvió á caer por otro
golpe militar en 1843; subió por virtud de éste el partido moderado y
cayó por otro golpe militar en 1854; subió ele nuevo por ese golpe el par-
tido progresista; mas cayó de la misma manera en 1856, subiendo enton-
ces la soberanía monáJ.·quica, derribada á su vez por otro golpe militar
en 1868; vino más tarde la representación de la soberanía moderna y cayó
por el infausto golpe. de Sagunto.
Estas últimas palabras provocaron naturalmente una tempestad de
protestas en los bancos de la mayoría.
«Todos esos movimientos, dijo el orador, nos imposibilitan mucho para
entrar en la vida moden:.a, única liza que se halla en un espacio que tiene
82 HISTORIA DE ESPA..'; A
establecido los demás partidos ni las que se exigían en los demás países.
Rizo presente que en tiempo del señor González Brabo se trató de hacer
una ley ele imprenta, y pidiendo algunos la aplicación del Código penal
para los delitos de esta clase, los periódicos más liberales, entre ellos La
Jbeí'ia, en el cual se hallaba el señor Sagasta, calificaron aquel proyecto de
reaccionario, y de exterminio, de baldón y de deshonra para los escritores.
La misma opinión habían manifestado el marqués de Albaida, Castelar;
:Montero Ríos y Albarecla, según \arios párrafos de sus discursos que leyó
en aquel acto. Leyó asimismo una parte ele un discurso del señor Castelar
en contestación al señor Sagasta en que increpaba á éste por su conducta
reaccionaria con la prensa, diciendo que jamás había conocido un perio-
dista más licencioso en la oposición para atacar á los gobiernos, ni más
tirano desde el poder para sus compañeros. Sostu\o además que la legis-
lación ele imprenta debe \m·iar según las circunstancias, y no aconseja la
prudencia que una ley ele carácter permanente como el Código penal se
exponga sin cesar á discusiones y variaciones en parte ó en todo, porque
las circunstancias exijan que se modifique la ley de imprenta.
El señor Romero Robledo hizo notar que por primera Yez abandonaba
entonces por completo y en absoluto el legislador en España el sistema de
la previa censura, y defendió el sistema ele penas que en el proyecto se
establecía, esto es: la suspensión y la supresión. De análogas pudo cali·
ficarlas con toda propiedad, mas no ele iguales ni equitativas; pues no
hay duela que según la importancia del periódico resultan ellas más ó me·
nos rigurosas.
Pidió nue-vamente la palabra el señor Castelar condenando el criterio
ele las leyes que establecían penas pecuniarias para los delitos de impren-
ta, porque representaban la impunidad del rico y la imposibilidad de
escribir para el pobre. A su juicio, estos delitos deben restringirse á los
atentados contra la seguridad del Estado, á la injuria y á la calumnia. De
este modo no veía incon-veniente en admitir las penas personales del có-
digo, exigidas por los procedimientos ordinarios, aunque él y sus correli-
gionarios creían que el tribunal esencialmente administrador de la justi-
cia humana es el Jurado. Atacó asimismo la palabra indirectconente
contenida en el proyecto, por considerar que podía dar margen á infinitas
arbitrariedades. Rizo presente que es condición esencial de toda pena la
de corresponder al delito, y que una pena aflicti\a no puede jamás com·
pensar una falta moral. X o ha ele defenderse el derecho atropellando
todos los derechos, ni es necesario para restablecer la justicia cometer
ninguna especie ele injusticia. Allí donde no existe delito y sólo existe
error, éste debe enmendarse por la -verdad; si la pena ha de tener la vir-
tud efectiva de la corrección, es preciso que sea esencialmente moral el
hecho sobre que recaiga.
Lamentóse el presidente del Consejo ele que, como en tantas ocasiones,
se convirtiese el Parlamento en una Academia ele Historia ó de Filosofía
política, cuando lo que conyenía era discutir concretamente la oportuni-
dad del proyecto que se sometía á la deliberación del Congreso. Después
de hacer constar que así el señor marqués ele Sardoal como el señor Gas-
telar reconocían la existencia del delito de imprenta, propúsose definir
EDAD MODERNA 85
su especial naturaleza. Es todo delito de palabra, dijo, un delito que no
se parece á los demás, porque difiere tanto de ellos como la palabra mis-
ma en su acción difiere ele todo otro acto corporal. Es, por ejemplo, prin-
cipio fundarcental de nuestro Código, basado en doctrinas eclécticas, me-
dir el delito por la inmoralidad del agente, ó por la transgresión de la
moralidad y por el d~ño causado. Y preguntaba: ¿Cuál es la medida para
apreciar en los delitos de la palabra e] daño causado? ¿Hay algún modo
de establecer esa medida? ¿Quién pesa, quién miele los efectos ele la pala-
bra humana contra un individuo, contra la sociedad, contra las institu-
ciones del Estado? Claro está que esto es imposible, y de aquí que todo
delito de la palabra, cométase en un discurso, cométase en un libro, ca-
métase en un periódico, tiene en sí una especialidad sustancial é incon-
testable. Pero esto no ha sido parte á que en ninguna nación se le eli-
minase del derecho común en absoluto. Entrando en la cuestión de
conducta, recordó que en la republicana Francia y en el espacio de año y
medio había habido 96 periodistas en la cárcel, aparte de los miles de
francos impuestos por multas. La exigua contribución que pide la ley á
un individuo para ejercer uno ele los derechos más peligrosos que pueden
ejercitarse en las sociedades políticas es una fianza que tampoco se ha
suprimido en Francia, entre otras cosas, porque responde de una parte
de la penalidad, la ele las multas, que siempre va unida á las penas cor-
porales, y además para las costas de los juicios. La creación del editor
responsable era un procedimiento desacreditado porque en el fondo era
injusto y resultaba ineficaz en la práctica; por esto se proponía el ensayo
del nuevo sistema desarrollado en el proyecto.
Después de este prolongado é interesante debate, que hemos tratado
de resumir lo más sucintamente posible, aprobóse por último el proyecto.
Hablóse mucho en aquel mes ele la actitud del partido moderado histó-
rico respecto á las cuestiones más importantes ele la política, dando pie á
muchos comentarios el rumor que circuló ele que la junta directiva ele di-
cha fracción había aprobado por unanimidad la idea de aceptar la toleran-
cia religiosa, bien que haciendo constar el deseo de que el papa la aprobase.
Muchos dieron crédito á la noticia; mas el señor M.:oyano declaró el
día 22 en el Congreso, que en concepto ele su partido, cuando se proclamó
á don Alfonso debía haberse publicado en la Gaceta un decreto restable-
ciendo la unidad católica; pero que no habiéndose hecho así, con lo cual
se hubiera ahorrado mucha sangre y dinero, y existiendo la tolerancia en
la Constitución, sería una insensatez la ele cualquier ministro que pusiera
á la firma del rey un decreto que la suprimiera. El partido moderado,
fiel á sus principios, añadió, en caso de ser llamado al poder, aplicaría el
artículo 11 en el sentido más restrictivo, sin perjuicio de reservarse el
derecho de proponer á las Cortes la reforma constitucional restableciendo
la unidad católica.
Esta manifestación tan franca, tan categórica y tan propia de la leal-
tad característica del señor Moyano, jamás discutida ni por sus más en-
carnizados adversarios políticos, puso fin á las conjeturas y tergiversacio-
nes á que habían dado lugar los rumores propalados aquellos días sobre
el asunto.
86 HISTORIA DE ESP a..\" A
Pero esta misma declaración contribuyó por otra parte á ahondar las
dh·isiones que perturbaban y enflaquecían á aquella fracción política,
tan unida y \igorosa en otros tiempos.
En efecto, en la sesión del día 27 tomó la palabra en el Congreso el
señor con de ele Xiquena, el cual manifestó á su \ez la opinión ele que la
actitud ele la junta era un acto ele inconsecuencia, por cuanto el partido
moderado había sido siempre un partido de transacción, como lo probaba
el hecho ele haber aprobado la abolición del diezmo, de los mayorazgos,
ele la desamortización, y por último el reconocimiento del reino ele Italia;
medidas todas que había combatido enérgicamente y que sin embargo
acató al hallarlas conYerticlas en leyes. Rechazar la tolerancia religiosa
era, en su concepto, quebrantar la tradición del genuino partido moderado
confundiéndolo con el ultramontanismo y pasarse con armas y bagajes
al campo neo-católico; e\olución que el señor Xiquena, por su parte, n o
juzgaba con\eniente y le ponía en la dolorosa n ecesidad ele manifestar
qne su conciencia le obligaba á separarse desde aquel momento de sus
antiguos correligionarios.
Contestóle en el acto el señor :Jioyano diciendo que la cuestión reli-
giosa estaba muy por cima ele todas las demás citadas por el conde, pues
la unidad católica era un sentimiento innato en la conciencia del pueblo
español, como lo prueban todas las p:iginas de su historia, y que el cata-
clismo con que amenazaba al mundo la escuela socialicsta, n o podía pre-
c~wers e sino con la ayuda del catolicismo, como lo había afirmado con
g rande elocuencia el señor :Jioreno Xieto al abrir las cátedras del Ateneo.
Díjose entonces, en prueba ele la dignidad é hidalga abnegación con
que había procedido el señor :Jioyano en este asunto que, n o una, sino
repetidas \eces, se le habían hecho indicaciones encaminadas á persuadir-
le de que la intransigencia que en él mostraba era el único obstáculo serio
que se oponía á que su partido pudiera ser llamado al poder en plazo
más ó menos remoto.
Sea como fuere, el conde de Xiquena recibió aquellos días la visita de
muchos indi·dduos pertenecientes al antiguo partido moderado y que te-
nían empeño en hacer público alarde de su adhesión á las ideas y al pro-
ceder ele su disidente compañero. En cambio los amigos del señor .Jioyano
le enYiaban á centenares sus t elegramas desde to das las pro\incias, feli-
citándole por su actitud franca y resuelta. La ruptura estaba consumada.
El día 5 del sig-uiente mes ele diciembre reunióse en casa del señor
l\Ioyano la junta d irectiYa del partido, discutiéndose ampliamente la in-
terpretación ele los acuerdos hecha p or este señor en el Congreso, relati-
Yamente á la cuestión r eligiosa. El debate fu é muy animado; pero á la
postre acordóse declarar que al ocuparse el señor .Jloyano en el asunto
había interpretado fiel y lealmente la letra y el espíritu ele lo resuelto por
la junta directiva en su última reunión, por lo cual se hacía constar en
el acta que la jnnta le dedicaba un \Oto ele gracias. También se hizo
constar que existía perfecta unión en todos los demás puntos del dicta-
men, los cuales en cierto modo constituían el credo político del partido
moderado.
Precisamente aquel mismo día falleció en :Jiadrid don Xicohís María
EDAD MODERNA 87
Rivero, que sin duela fué uno ele los hombres más notables de España en
nuestra época por la profundidad ele su talento y la energía ele su carác-
ter. En los últimos años del reinado ele doña Isabel II había conquistado
muchísimos adeptos á la democracia con su infatigable y valerosa propa-
ganda, y durante el período revolucionario hizo gala ele una robusta elo-
cuencia y ele una entereza extraordinaria.
Aunque no se convirtió su entierro en manifestación política como en
casos análogos tantas veces se ha hecho y las gentes habí~n dado en de-
cirlo, fué un acto que demostró las graneles simpatías ele que disfrutaba
el ilustre finado. Presidieron el duelo, á pie, el duque ele la Torre y los
señores Castelar y :Martas, seguidos ele 1nuchos ex ministros y otros per-
sonajes del período revolucionario y ele 25 ó 30 oficiales generales. Al lle-
gar la comitiva á la Puerta del Sol no bajaba de dos mil personas; pero
al llegar á la calle Ancha pasaba ya ele seis mil, ele modo que si no hubo
manifestación tumultuosa, ni aparato de fuerzas políticas intencional-
mente preparado, resultó en cambio un acto importante por los recuerdos
que suscitaba, por los elementos que reunía y por el testimonio de cari-
ñ oso respeto tributado por el partido liberal á tan eminente tribuno. El
féretro estaba literalmente cubierto ele coronas y seguíanle, además ele
las comisiones políticas, la del Congreso, las ele varias corporaciones cien-
tífica~ y más ele lf50 carruajes ele particulares.
El señor Castelar había trazado en pocas palabras un excelente retra-
to ele Rivera cuando elijo, al darse cuenta ele tan triste acontecimiento en
el Congreso: .
«Aquel grande hombre, cuya razón, como el Etna, tenía el frío del
raciocinio y el fuego en su seno, que estallaba después en las ideas, ha
ido á estrellarse donde únicamente pueden encontrar fin estos seres, en
la muerte ... Aun me parece que le estoy viendo, cambiando las luchas ele
la prensa por las luchas del foro, la guerra de la tribuna con la guerra. de
los elementos desencadenados de la revolución. Tócame, sí, declarar, que
era uno de esos graneles hombres cuyo aliento impulsaba y cuyos hechos
encauzaban las pasiones.»
Sea cual fuere el criterio con que se juzgue á Rivera co1no hombre
político, ello es indudable que la Historia no podrá menos ele considerar-
le como uno ele los p::.·imeros oradores de nuestra época y como uno ele los
que más han contribuíclo á la propaganda ele las ideas democráticas en la
España moderna.
Grande y profunda emoción causó en la cámara ele diputados la ele-
, claración que hizo don Venancio González diciendo que los centralistas y
los constitucionales volvían á estar tan estrechamente unidos como antes
ele que los dividiese en dos campos la cuestión constitucional. Contraria-
dos por esta novedad, algunos conservadores singularmente recelosos mo-
tejaban ele informales á los individuos ele ambas fracciones y complacíanse
en hacer notar cómo renunciaban á sus resabios de populachería, convir-
tiéndose en hábiles cortesanos los que hasta allí sólo habían fiado para
escalar el poder en el voluble favor ele las muchedumbres.
l\Iás avisada y diplomática La Epoca, aplaudía sin reserva la fusión,
proclamando que era ya una necesidad, un acto de previsión y de pru~
88 HISTORIA DE ESPAÑA
E STAT U A E CC E STRE DEL G F ;:-.ER AL E!'óPAR1 ERO, EN MAD RID (CO P IA DE UNA FOTO G R ,\FÍ·\)
EDAD .MODERNA 93
Dos días después hubo una pequeña modificación en el ministerio,
encargándose el señor don Saturnino Alvarez Bugallal ele la cartera ele
Gracia y Justicia. Este cambio no influyó en lo más mí nimo en la conducta,
significación y tendencias del ministerio.
El día S recibióse en 1\ladrid una noticia que, aunque no causó á
n adie sorpresa, impresionó muy tristemente al público y en especial á
los hombres políticos que habían militado en las filas del antiguo parti-
do progresista. Don Baldomero Espartero, duque de 1\Iorella y ele la
Victoria y príncipe de Vergara, había fallecido á la avanzada edad de
86 años en su retiro de Logroño, en donde vivía completamente apartado
de las luchas y sinsabores de la política, ganando en la estima de sus
conciudadanos cuanto pudiese perder en vanas satisfacciones de amor
propio.
Espartero había sido para su generación no sólo un general victorioso
y un jefe de partido unánimemente respetado, sino una personalidad en
torno de la cual se agrupaban los liberales progresistas animados de una
invencible confianza, considerándole como el símbolo y el escudo ele sus
principios. Llamábanle por antonomasia el il1~st1'e cm.ulillo, ensalzaban su
in·v icta, espada, ele Luchct1U'- en discursos, himnos y loas, celebraban sus
cumpleaños con públicas demostraciones de adhesión y regocijo, acudían
como en peregrinación ele remotas pronncias á visitarle en su modesto
retiro, guardaban sus retratos y recordaban sus palabras con una especie
ele supersticioso fetichismo y comparábanle enternecidos con Cincinato,
con 'Váshington y con los más virtuosos varones del mundo.
Como todos los hombres que han brillado en la cúspide ele la gloria,
tuvo Espartero su apoteosis y su calvario, admiradores entusiastas y de-
tractores feroces. Algunos habían llegado al extremo de decir que era un
soldadote rudo y exhausto ele inteligencia, cual si pudiera un ser adoce-
nado encumbrarse al grado m::ís alto ele la jerarquía militar, ni inspirar á
sus subordinados aquel fanatismo que produce heroicidades como la de la
famosa noche de Luchana.
Su mayor defecto consistió tal vez en no tener suficiente energía para
sobreponerse á las exigencias ele sus consejeros; mas sea cual fuere el
criterio con que se le juzgue, no hay eluda que su nombre quedará en la
Historia como el de uno ele los hombres más notables ele la España con-
temporánea.
Tal debió ser el juicio de la corte y del Gobierno cuando aquel mismo
día se dictó un Real Decreto disponiendo que se tributasen «al cadáver
de tan insigne patricio» los honores que las ordenanzas determinan para
capitán general de ejército que muere en plaza con mando en jefe; cuan-
do encargó al que lo era del ejército del Norte que se trasladase á Logro-
ño con el Estado Mayor más numeroso posible y el mayor número ele
tropas que pudiese reunir, á fin de asistir al entierro del ilustre finado,
presidiéndolo en representación del monarca; cuando, por otro Real De-
creto, se dispuso al día siguiente que los gastos ele entierro, funerales,
exequias y cuantos se ocasionasen con motivo ele los honores que habían
de tributarse en Logroiío al cadáver de tan esclarecido patricio se hicie-
sen por cuenta del Estado, y que se invitase á los herederos del ilustre
ToMo XXV 7
9± HISTORIA. DE E::iPA...~A
finado para que entregasen la espada que llevó en campaña, á fin de colo-
carla en el ::\Iuseo de Artillería .
..Al llegar á ::\Iaclrid la noticia ele tan triste acontecimiento, la familia
real quiso hacer una manifestación ostensible de su pesar absteniéndose
de ir aquella noche al teatro.
~Iuy poco sobrenvió el general Espartero á la reina doña María Cris-
tina. En el espacio ele cinco meses habían bajado á la tumba los dos per-
sonajes que, como regentes del reino, defendieron el trono ele doña Isa:
bel II de las fieras embestidas del partido absolutista.
El día :? O ele aquel mes los republicanos posibilistas celebraron una re-
unión en casa de su jefe el seüor Castclar, acordando acudir á los comi-
cios y hacer todos los esfuerzos necesarios para llevar á las cámaras el
mayor número posible ele representantes ele su partido. Dióse grande im-
portancia á este acuerdo que venía á demostrar el firme propósito que
animaba á esta fracción ele ajustar su conducta á las ideas de pacífica
propaganda tantas veces emitidas y á la teoría de la evolución que es la
base de su sistema, esencialmente contrario á la política aventurera .
.A. consecuencia ele este acuerdo, publicaron el día 2 del mes siguiente
un manifiesto firmado por íO prohombres del partido, todos ex senadores
ó ex diputados, declarando su intento de no renunciar ninguno de los
principios fundamentales ni renegar de ninguna de las creencias que
siempre habían profesado, pues habían aprendido á gobernar ejerciendo
la legalidad; que lle\aban puesta la mira en e-vitar con igual diligencia
los excesos ele la dictadura que los ele la anarquía, considerando que la
nación debía disponer soberanamente ele sus destinos por medio del Par-
amento.
Al día siguiente salía el rey ele ::\Iaclricl para ir á presidir la inaugura-
ción del ferrocarril ele Ciudad Real, aprovechando la coyuntura para visi-
tar, además ele esta ciudad, las ele Baclajoz, :Jléricla y El vas, en donde tuvo
con el rey ele Portugal una afectuosa entrevista.
El día :?5 llegó á Cácliz en el vapor-correo de la Habana el general
::\Iartínez Campos, y todo se Yolvieron desde entonces conjeturas y pro-
nósticos acerca ele lo que sucedería ó dejaría ele suceder con motivo de
su venida. Cada cual se echaba á discurrir sobre este particular á me-
elida de su gusto, procurando averiguar las probabilidades de tenerle por
aliado. La verdad es que en aquella fecha, con el prestigio que había ad-
quirido el general en las guerras ch·iles ele la Península y de la isla de
Cuba y con la influencia que naturalmente debía darle el gran papel que
representó en la obra ele la Restauración, no sólo no era exagerada esta
importancia que se le atribuía, sino que era preciso estar completamente
cegado por la pasión para no Ycrla. Su apoyo podía, en determinadas cir-
cu nstancias, inclinar la balanza en la lucha de los partidos, y su importan-
cia política y militar poníanle en aptitud ele presidir una nueva situación,
~ i así lo reclamaban los acontecimientos .
.Atribuíase su venida á disentimientos que le separaban del ministerio
á propósito ele las reformas que deLían hacerse en el régimen de las An-
tillas, y esta circunstancia parecía indicarle corno el más idóneo para for-
mar gabinete en el caso ele que esta cuestión promoviese una crisis.
EDAD .MODEl{NA
CAPITULO V
que el que tenía él la honra ele prcsiclir tendría muy poco que hacer en
política, pudiendo por tanto dedicar con prefe rencia su actividad á las ta-
reas administrativas. El general se ach:caba para no aparecer como un
émulo ele su predecesor, poniendo singular empeño en aproYechar todas
las ocasiones para mostrarse inclisolnblementc uniclo ú él por nnn.. com-
pleta identidad ele miras. N o sn..tisfecho todaYÍ<1 con tan expresiva y
benévola declaración, puso término á su discurso pidiendo á los cong re-
gados un voto ele gracias al seiior Cánovas, que fné si n dificultad y uná-
nimemente otorgado.
Agradecido el jefe del partido conservador tí tales muestras de consi-
deración y simpatía, quiso acentuar la nota (le la unión , que em la domi-
nante en el discurso del presidente del Consejo, de cl::trámlose solemne·
mente el más leal, resuelto y subordinado parti<lario rlel Gobierno.
En l. o ele junio abrióse la legislatura con la solemnicla(l acost umbrada.
El Discurso del Trono empezó congTtttnlándose el rey ele Yer representa-
dos en el Congreso todos los partidos. Lueg;o anunció qne el Gobierno se
consagraría preferentemente á, la reorganización ülterior, cleclicánclose á
la reforma del Código Penal y ele la ley ele Enjuiciamiento CiYil, á la or-
ganización ele tribunales y ele procedimientos para reducir los procesos
ele toda clase ele delitos á una instancia en juicio oral y público, y tan1-
bién al estudio ele varios proyectos sobre beneficencia, organización del
personal aclministrati vo ele las provinci:'ts y arreglo de la hacienda muni-
cipal y provincial. ~Ianifestó asimismo que el Gobierno estaba deseoso ele
fomentar todo lo posible la construcción ele canales y ferrocarriles, así
como ele asimilar tan pronto como le fuera dable el régimen ele las prc-
vincias ultramarinas al del continente.
Al día siguiente hubo ya en el Con6Teso una YiYa escaramuza. parln-
mentaria, que :1 todos pareció prelmlio ele reñidas batallas, á causa ele ha-
ber promovido los representantes ele los partidos avanzados una discusión
acerca del reglamento que debía regir en la Có,mara, que ellos querían
fuese el de 187 4, y :1 propósito de la supresión del juramento, que reclama-
ban también con grandísimo ahinco.
El señor :~\Iartos lo combatió diciendo que con los juramentos no se
defendía nada; que si la mayoría quería respeto para todo, debía respetar
los derechos de todos; que ni en el aspecto religioso ni en el puramente
humano obliga el juramento, porque queda aquello ele las reservas y d e
las consultas ante los tribunales ele las conciencias: ele modo que el jura-
mento no es beneficio para el que lo obtiene y sí mortificación para el que
lo presta. No se ha ele manch:tr, elijo, la pureza del alma ni la pureza ele
los labios con la mentira. Dios nos dió el pensamiento y la palabra para
conocer la verdad y predicarla.
Apoyóle el señor Castelar exclamando: «No queráis que los vencidos
juren la victoria, para que no se diga que ele aqní ha desaparecido la leal-
tad á la desgracia. El juramento es fórmula feudal y en la Constitución se
establecen juramentos que no se han prestado y que nosotros no pedire-
m os que se presten ... El juramento podía disculparse cuando el hombre
era propiedad del hombre y la nación del monarca; pero hoy es un recuer-
do que no se nos debe imponer.»
100 HISTORIA DE ESPAXA
Luego terminó con una protesta tan viva que fué ahogada por los fu-
mores ele la mayoría.
El seiior Labra declaró que era enemigo de todos los juramentos y que
para la abolición de éste presentaría á su tiempo una proposición; que él
lo prestaría, por entender que sólo juraba aquello que se define diciendo
que con la inmunidad del diputado no se adquiere el derecho ele rebelar·
se y trabajar contra las instituciones fundamentales; porque si fuera re-
nunciar á toda su historia y á toda su Tida política, los mismos indivi-
duos de la mayoría no habían ele creerle digno ni honrado.
A estas obserYaciones añadió el señor Becerra que el juramento era
anticonstitucional, contraproducente é ineficaz.
Estas manifestaciones tuvieron eco en la Cámara alta, donde las re-
produjo el señor RiYera, con gran sorpresa y escándalo de los senadores,
acostumbrados á las discusiones tradicionalmente solemnes y reposadas
de aquel pacífico recinto.
El día 19, resumiendo el presidente del Consejo los debates sobre la
contestación al Discurso del Trono, declaró que era liberal-conservador
y que se hacía solidario del gabinete anterior. En suma, fué su discurso
una mera repetición ele lo que había dicho en la reunión de la mayoría
tocante á la significacién política del nueyo ministerio.
El proyecto de contestación fué aprobado por 149 votos contra 21, abs·
teniéndose de votar los senadores moderados. Esta fracción continuaba
aquejada ele sus cli"Visiones, hasta al punto de que al discutir su junta di·
rectiYa la conYeniencia de seguir apoyando al ministerio sólo se adoptó
un acuerdo afirmativo por 10 votos contra siete.
Al votarse el día ~-!la mesa del Congreso, clefinith·amente constituíclo,
reeligióse para el cargo de presidente al seiior Ayala, que ya lo desempe-
ñaba en la mesa interina.
A los dos días de haberse constituído el Congreso ya había presentado
el ministro ele Hacienda los presupuestos generales del Estado para el
siguiente ejercicio. Calculábase el de gastos en la cantidad de 828.237.108
pesetas y el ele ingresos en 812.363.790 pesetas, y fijábase en la cuarta
parte del importe total ele los presupuestos ele gastos el máximum á que
podría llegar en el año económico ele 1879-80 la deuda flotante del Tesoro
para cubrir obligaciones del expresado presupuesto. Pedía el Gobierno
que dentro ele ese límite se le autorizase para adquirir sumas á préstamo
ó Yerificar cualquiera operación ele tesorería; pero sólo en los casos de gue-
rra ci-dl ó extranjera, ó ele grave alteración del orden público, podría, sin
otra autorización especial, excederse del má,ximum fijado para allegar re·
cursos en concepto ele deuda flotante. En el presupuesto ordinario de in-
gresos resultaba un aumento sobre el del ejercicio anterior de 27.848.086
pesetas.
Xo iban errados en sus pronósticos los que Yaticinaban tempestades
parlamentarias al observar los primeros síntomas ele agitación que se
manifestaron en el comienzo de la legislatura.
El diputado posibilista seüor :Jlaisonnaye había presentado una enmien-
da al proyecto ele contestación al discurso ele la Corona, defendiéndola con
gran calor en la sesión del 30 de junio. Habló entonces del mal estado ele
EDAD )lODERN A 101
la aclministra,ción pública, ele la necesidad de organizar una nueva poli-
cía, ele la baja extraordinaria que había experimentado la renta de Co-
r!'eos, de la inacción que se advertía en el ministerio de Fomento y ele la
misteriosa política que se seguía respecto á los asuntos ele Ultrar'lar; hizo
constar que el ministerio había faltado á su compromiso ele inaugurar
una gran campaña administrativa, é hizo en cierto modo un paralelo en-
tre el estado del país en aquellos momentos y el de la época en que
gobernaba el partido del orador, del cual resultaba que, teniendo en
cuenta la diversidad ele circunstancias era, á proporción, más próspero
durante la dominación ele los republicanos posibilistas.
Al rectificar en la sesión del día siguiente, elijo que el cantón de Valen-
cia había sido un cantón moderado al que cooperaron muchos hombres
ele la situación dominante en el momento en que él usaba ele la palabra.
y que muchos ele ellos habían estado también en dicha época con los car-
listas; rechazó el calificativo ele partido ele fuerza dado al posibilista, Y
volviéndose al presidente del Consejo preguntóle si ocupaba su puesto
por el derecho ele la fuerza ó por la fuerza del derecho.
<<¡ Por la fuerza del derecho:» replicó el general Martínez Campos con
voz estentórea.
Y la mayoría ratificó sus palabras con una salva ele aplausos.
Pero en esto le·vantóse el señor marqués ele Sardoal, que había pedido
la palabra con Inoti...-o ele las alusiones que se le habían dirigido en el cur-
so del debate, y con su fogosa oratoria acabó ele enardecerlo. Empezó
diciendo que hablar de orden desde los burladeros de las posiciones ofi-
ciales era cosa fácil; pero que en momentos difíciles, oponer el pecho á las
balas, demostrar al vulgo que se ha sido el apóstol ele una idea y no cor-
tesano ele la muchedumbre, hacer subir los escalones del regio alcázar y
asentar allí donde estaba la soberanía ele los reyes la soberanía popular,
es cosa difícil, y esto lo habían hecho los que se sentaban á su lado. Dijo
que no conocía á ningún conservador que hubiese intentado semejante
empresa. Añadió que se había sentado el principio de considerar las gue-
rras civiles como calamidades y como tales acabarlas ele cualquier mane-
ra, y decir después ele terminadas que bien terminadas estaban, y así se
había visto á ilustres generales que en el cmnpo de batalla habían re-
nunciado á sus laureles convirtiéndose en negociadores.
Cual si no hubiesen bastado los rumores ele la mayoría para conven-
cerle de que la alusión había sido perfectamente comprendida, recalcóse
en lo dicho, recordando lo que el presidente del Consejo ele ministros ha-
bía manifestado respecto ele los 1í millones invertidos en Cuba para
mant ener á los insurrectos. «¡X o he dicho eso: » replicó el general ~I a rtí
nez Campos.
«Lo que elijo S. S. escrito está, repuso el marqués, y si no lo estuviera,
toda·d a resuenan en mis oídos las palabras ele S. S. y están grabados en
la memoria de todos los conceptos que expuso. La yerclacl es que S. S.
confesó que se gastaron 17 millones en mantener pueblos rebeldes. El
Gobierno queda con la gloria ele haberlo dicho: n osotros con el disgusto
de haberlo oído; Europa con la sorpresa de saberl o.»
Ya se comprenderán los rumores, aplausos é interrupciones ele to-
102 HISTORIA DE ESP A..~ A
das clases á que habían de dar margen esta serie ele '\"irulentos ataques.
En la sesión del día siguiente-2 ele julio-el señer :·~a\7 arro Rodrigo,
en la forma templada que es la nota característica de su estilo oratorio,
sin que ele ella resulte menoscabado el vigor del ataque, apoyó á su vez
una enmienda censurando la solución ele la última crisis al par que la
política del Gobierno. Dijo ele aquélla que había sido una inocente misti-
ficación, pues aun cuando parecía que los hombres del Gobierno pensaban
lo mismo que sus antecesores, no era así y habían variado mucho las co-
sas. Hizo presente que en la política hay dos graneles corrientes, una. que
ama la libertad y otra que desea la revolución, y que en medio ele esas
tendencias hay una grande masa ele opinión honrada que, queriendo la
libertad, rechaza las revoluciones, y ésta era la que había dado el triunfo
del número á los constitucionales sobre las demás oposiciones; pero que
esa gran m<tsa ele opinión podía, á, imitación ele la :Jiargarita ele Fausto,
que olvidó sus deberes por no concederle la libertad, olvidar también sus
deberes y acercarse á la revolución. Declaróse partidario ele la teoría de
que dentro ele la monarquía constitucional debe h aber dos grandes bra-
zos que la defiendan de los partidos extremos y estos dos brazos son uno
el partido conservador y otro el partido liberal. Por esto encareció la ne-
cesidad ele que no se repitiese lo que había sucedido siempre en este des-
graciado país en donde no pueden entronizarse las ideas liberales sino
por el camino ele la renwlta. Por esto también censuró la conducta del
seiior Ct1novas, asegurand o que se había opuesto siempre á, los impulsos
que habían podido tener ciertos personajes ele apoyarse en las tendencias
liberales, apurando todos los medios para conseguir su objeto. Procuró
con suma habilidad hacet· aparecer la personalidad del general Jlartínez
Campos eclipsada por la del señor Ctí.novas, y preguntó al presidente del
Consejo si no temía las comparaciones y si no consicler3.ba que sus posi-
bles derrotas habían ele hacer un vivo contraste con los triunfos del ilus-
tre jefe del partido liberal-conservador.
Levantóse éste á contestar á tan importante discurso, recordando en-
tre otras cosas que él janüs había hecho política pesimista; pero que
si en marzo se hubiera constituíclo una situación constitucional, más
pronto hubiera estado todavía en condiciones de volver al gobierno. Afir-
mó que nada había mtts contrario á su interés personal que aconsejar al
rey que no se constituyera un gobierno del partido constitucional; pero
que había olvidado sn propio interés por el clel Trono y el ele la patria,
aconsejando que se constituyese un gobierno presidido por el general
l\Iartínez Campos. Es lo qne se llama acudir al reparo, devolviendo con
el quite la estocada.
Este se defendió con singular energía, declarando en suma que era tan
incapaz de arrogante desvanecimiento como ele indigna flaqueza; que
aceptaba el apoyo del señor Cánovas y de la mayoría porque estaba se-
guro ele que era leal y que el día que ésta le retirase su confianza se reti-
raría él del banco azul. Aquel discurso fu é para la Cámara una sorpresa
que hizo bueno el vaticinio del señor Ctüwvas ele que el general llegaría
á ser orador, porque tuvo verdaderos arranques ele elocuencia, como
cuando enumeró sus servicios recordando la confianza que su lealtad ins-
EDAD l\IODERNA 103
piraba á los republicanos, quienes le encomendaron los cargos más im-
portantes y difíciles, ascendiéndole á mariscal ele campo, y cuando elijo
que él no representaba la fnerza, pues no era sino un general como otros
muchos; pero que si en efecto el representase la fuerza y el señor Cáno-
vas la inteligencia, juntos y bien unidos podían llegar muy lejos. Habló
con el calor del sentimiento y con la espontaneidad ele la improvisación,
calificándose perfectamente á, sí mismo cuando dijo: «Aquel Gobierno me
encargó que fuera á ponerme al frente del ejército C.e Valencia, que se ha-
bía sublevado, que no había querido obedecer á su general en jefe, y allí se
presentó solo el general J\Iartínez Campos, y aquellos batallones marcharon
obedeciendo mis palabras; porque yo, que no tengo elocuencia parlamen-
taria, tengo elocuencia para hablar al soldado; conozco lo que vale, sé lo
que piensa, sé apreciar también sus buenos sentimientos, y á ellos me
dirijo: lo que no entiendo todavía son las luchas políticas; pero llegaré á
entenderlas, y entonces no hablaré á los sentimientos sino á las pasiones. »
Era lo mismo que si hubiese dicho: Ahora os hablo con el corazón en
la mano; quizá más adelante sepa hablaros con el arte del retórico y la
mala intención del sofista.
Sea cual fuere el criterio político del que lea este discurso, cuestión
que aquí dejamos aparte, habrá ele convenir en que fu é un discurso ver.
daderamente notable.
Las dos sesiones jnmediatas fueron también muy borrascosas por el
brío con que atacó el seilor Carvajal al Gobierno y á la mayoría y otras
cosas cuya disensión vedab!1 el reglamento, promoviéndose con ello una
serie inacabable de interrupciones , protestas y campanillazos ele la presi-
dencia, la cual aca,bó por llamar al orden por primera vez al orador, en
medio ele los aplausos ele la derecha y ele los m urmullos ele desaprobación
de las izquierdas. El señor Carvajal, en cuanto pudo hacerse oír, dijo á la
mayoría con desdeñosa sonrisa:
«Regocijaos, hoy es sábado; hoy es día ele convertir el Congreso en un
aquelarre. »
Estas palabras produjeron naturalmente un nuevo y más prolongado
tumulto. Se necesitaba toda la serenidad y experiencia del orador para
continuar impasible un discurso con tanta frecuencia y estrépito inte-
rrumpido.
En la sesión del día S habló el señor Castelar, diciendo que todos sa.
bían de dónde venía el ministerio, pero nadie sabía adónde iba, porque
carecía de sistema; calificó su política interior de perturbadora y la exte-
rior de deficiente; reconoció que el presidente del Consejo tenía espíritu
liberal y con él había venido á la Península; pero que despu és el espíritu
reaccionario que le rodeaba le había convertido en reaccionario hasta la
medula ele sus huesos. Afirmó qne el partido liberal-conservador se había
em peñado en ser un partido conservador, y era un partido exclusivamen-
te reaccionario; que el señor Cánovas del Castillo, en su sublime elocuen-
cia, sentaba las ideas, sus amigos las admitían corno dogmas y resultaba
que las doctrinas del partido liberal-conservador se fundaban en abstrac-
ciones personalísimas del señor Cánovas.
«J\Ialdecís á la Revolución, dijo , y no podéis saliros ele ella; .. y mal que
104 HISTORIA DE ESPA~A
»El aceite común, exportado en el mismo mes de julio, ofrece los si-
guientes resultados: 993.231 kilogramos, con un valor ele 89:3.908 pesetas.
»Resumiendo los estados oficiales de los últimos siete meses, ó sea
desde 1. de enero á 31 de julio último, comparados con igual período del
0
1878 1879
Valor en ptas. Valor en ptas.
»Centeno. , • 668.168 366 .549
»Trigo. . 3.559.347 299.465
»Harina de trigo .. 6.618. 873 6.972.461
CAPITULO VI
Terribles inundaciones en las pro>incias de Le>an te.- Rasgos de heroísmo.- La. sus-
crición nacional.- La de Barcelona.- Espléndida liberalidad de los parisienses en
fa>or de los inundados.- Suscriciones organizadas para socorrerles en otros pun-
tos de Francia, en Alemania, etc.-El rey en lüurcia.-Proyecto de ley de abolición
de la escla>itud.-El Gobierno anuncia á las Cámaras el próximo enlace del rey.-
Disidencias en el partido conser>ador.- Información oral sobre el estado de la in-
dustria lanera.-Las bodas reales.-Crisis ministeriales.-Xue>o ministerio Cáno-
>as .-Protesta de las oposiciones.-Fallecimiento del general Zavala y del poeta
Ay!!.la.-Tentati>a de regicidio. -Edtase el retraimiento de las minorías. -Enco-
nadas discusiones en el Congreso.-~lodificación del gabinete.
uno ele pecho y los alimentó con el panizo de unas mazorcas que pasaron
por su lado llevadas por las olas. Una muchacha hilandera, después de
s:tlir con su familia de la barraca. que habitaban quiso \OlYer por la ropa
nue Ya y cuando estaba sacándola del arca comenzó á hundirse la casa y
á crecer más el agua; metióse dentro del arca y flotando ésta como unn.
canoa la salyó de perecer ahogada Por Beniaján pasaba media barraca
cuando oyeron llanto dentro los que estaban á las orillas, log raron dete-
nerla y \Íeron que -venía en ella un muchacho de siete á ocho años, pro-
cedente, según se explicó, de las cercanías ele Lorca. El hundimiento de
una barraca, del que se sal\Ó milagrosamente un matrimonio, obligó á
éste á refugiarse en un <.i.rbol; á los pocos minutos y cuando se dolían, si
es que no habían perdido todo sentimiento, de que entre las ruinas yacía
un niño, oyen llorar, el padre ve un bulto arrastrado por las aguas, lo re-
coge y resulta ser el hijo flotando en la cuna.
A este tenor podríamos continuar transcribiendo muchos y muy cu-
riosos y conmo\eclores episodios relatados á la sazón por la prensa mur-
ciana; pero bastan seguramente los que acabamos ele citar para que el
lector pueda formarse una idea aproximada de tan espantosa catástrofe.
Decimos aproximada, porque no hay palabras para describir el terror, la
congoja y el llanto de aquella noche inolYiclable, el clamoreo desgarrador
de los inundados pidiendo auxilio, los gemidos de las mujeres, el lloro
desesperado ele los niños, y dominando aquel coro ele lamentables voces
el estruendo de la a\enicla que, como un mar conYerticlo en torrente im-
petuoso, inYaclía el terri torio en aquellas horas ele temerosa lobreguez.
En medio ele tantos horrores fué un lenitivo para la h onda pena que
á todos causó aquella gran tragedia, el heroísmo que desplegaron la guar-
dia ciYil, los bomberos, las fuerzas del ejército y de la marina enviadas
para ayudarles en su humanitaria tarea y los paisanos que espontánea-
mente se les unieron.
Todos se hacían lenguas ele la abnegación y \alentía con que don Ra·
fael Fernández Rodríguez, \ecino ele Lorca, salió al saber la crecida del
río, y guiando su carruaje y arriesgando su existencia logró sal\ar las de
muchos de sns semejantes; del arrojo del teniente ele carabineros señor
Cabas, que libró ele las garras de la muerte á muchas familias; de la biza-
rría del sargento ele la guardia ci"dl señor Azcárate, para quien pedían los
periódicos una recompensa inmed iata, y del admirable denuedo que eles·
plegaron los individuos ele este benemérito instituto y los del cuerpo de
carabineros, así como ele la tropa y la marinería.
LaPa:, periódico ele ~Inrci a, decía en su número del día li: «De éstos,
refiriéndose á los guardias civiles, eran t res los ele á caballo y parecían
trescientos; Yi á uno ele infantería traer, con agua al cuello, un niño sobre
sus hombros; otro ele caballería echó á nado su caballo para salYar á una
pobre anciana que apenas tuyo ya fuerzas para cogerse al guardia. Un mo-
mento ele yacilación y hubiera perecido. Los carabineros ri\alizaban con
los guardias civiles. Los guardias municipales se excedieron á sí mismos
y unos cuantos \ecinos del Barrio, montados también, rivalizaban en arro-
jo con los bomberos y los guardias.))
Conüi.base de un padre que había sostenido á dos niños pequeños en
EDAD MODERNA 115
alto tres horas porque el agua le subía más arriba del pecho; de una mu.
jer, esposa de un empleado del ferrocarril, que salvó á su marido enfermo,
llevándolo sobre sus hombros y también á muchas personas que estaban
próximas á perecer en el paseo que llaman del Marqués de Corvera, que
atravesó varias veces con agua hasta la cintura, poniendo en inminente
peligro su existencia; de una vecina llamada rsula García, que no quiso
abandonar su casa hasta que puso en salvo á dos ancianas que vivían con
ella y además á sus dos hijos. Don l\1anuel 1\Iateos, contratista de carrete·
ras, vivía en una ele las casas que se hundieron esquina al camino de Al-
cantarilla; á un farolero del tren y á su familia, que pedían auxilio, los
salvó por el techo ele la casa; recogió gente que se arrojaba por los balco-
nes en los hundimientos y salvó también al impertérrito sargento Azcá-
rate, en ocasión que éste era arrastrado por la corriente. En la calle ele
Cartagena, Joaquín López, ayudado ele sus vecinos José Fuentes y San-
tiago 1\fartínez y á la escasa luz ele un candil, salvó á diez y ocho personas .
Tomás García, llamado por apodo El Torrao, joven de 23 años, salvó á seis
personas en el Soto, á espaldas del Calvario; en la madrugada anterior ha.
bía librado también ele una muerte segura á una mujer, un niño y un
hombre. Este valeroso mancebo y su balsa de zarzos se hicieron popu-
lares en Murcia.
Ningún hombre de corazón extrañará la complacencia con que recoge-
mos estos pormenores, ni que francamente confesemos que nos duele en
extremo no poder continuar los nombres ele los muchos que se señalaron
en tan calamitosas circunstancias por su espíritu denodado y caritativo.
¡Cuanto más merecedor no es ele pasar á la Historia el nombre del virtuoso
ciudadano que por salvar la vida de un hombre expone la suya, que no
el del feroz conquistador que en aras de su ambición sacrifica millares de
existencias!
Desde los primeros momentos organiz~íronse en l\fnrcia comisiones
para recoger donativos, llenándose muy pronto de ropas muchos carreto-
nes. Las señoras se dedicaron á esta caritativa tarea con un celo digno de
todo encomio. A pesar ele que, como decía gráficamente un periódico arri-
ba citado: todos hctbían r¡tteclado pobres, los rasgos de filantrópico despren-
dimiento que aquellos días se registraron fueron muchos y muy notables.
Murcia pedía ayuda, pero empezando por ayudarse á sí misma; y la ver-
dad es que ella por sí sola no podía remediar tanto desastre.
Fué aquella catástrofe tan extraordinaria y sentida y excedía de tal
modo las proporciones ele las más célebres calamidades que, no bien enun-
ció El ImpaTcialla idea de organizar en Madrid una junta compuesta ele
las personas más calificadas ele todas las clases sociales, sin distinción ele
partidos, á fin de iniciar una suscrición nacional patrocinada por la pren-
sa, todos asintieron con entusiasmo á tan humanitario y patriótico de-
signio.
Desde aquel momento empezó en España uno de aquellos espectttcu-
los nobilísimos que reconcilian con la humanidad hasta á los misántropos
más acongojados por el pesimismo. Príncipes, magnates, sabios, industria-
les, obreros, todas las clases, en fin, rivalizaron en celo y desprendimiento,
agotando todas las trazas de la caridad, sin duela el más ingenioso de los
116 HISTORIA DE ESPA..."\" A
sentimientos, para allegar recursos con que enjugar las lágrimas de tan-
tos desventurados.
El rey había iniciado la suscrición nacional entregando 50.000 pesetas;
la princesa de Asturias hizo un donativo de 25.000; el Banco de España
otro de 125.000; don José ~Iaría ~Iuñoz, vecino de Alicante, donó cinco
millones de reales nominales en títulos del 3 por 100; un filántropo vas-
congado, residente en Xew York, ea\ió por telegrama diez mil libras ester-
linas al cardenal patriarca de las Indias para que las repartiese á su jui-
cio entre los inundados; El linparcial se suscribió por 12.500 pesetas;
el Ayuntamiento de Barcelona, por 25 000; los empleados del gobierno
cedieron un día de su haber; el célebre-y por desgracia debemos añadir
hoy y malogrado-tenor Gayarre escribió remitiendo un billete de mil
pesetas y ofreciéndose á cantar gratis en cuantas funciones diese en el
Teatro Real la junta ele socorros; el señor Peclreiío, senador por Cartagena,
se suscribió por 30.000 pesetas; el propietario ele LuJ Correspondencia de
Espw1a envió mil camisas; los redactores ele los periódicos madrileños
recorrieron las calles, recogiendo efectos con los cuales se hacía diaria-
mente el en\Ío ele un gran número ele fardos; los representantes de la
prensa \alenciana lle\aron á ~Iurcia 50.000 pesetas, producto de la sus-
crición por ellos abierta. En fin, no hubo colecti,iclacl ni persona media-
namente acomodada que en algo no contribuyese á aminorar los efectos
de tanta desdicha
El día 1O ele noviom bre la suscrición nacional ascendía en ~Iadrid á
877.819'04 pesetas; la do la Comisión del Banco de España en ~Iurcia, á
270.410'48; la del Ayuntamiento, á 61.830'79.
Y fuera ele las listas de suscrición en la cual se inscribían las cantida-
des y los efectos que iban remitiéndose ele todos los puntos de España
¡cuántos rasgos de largueza para socorrer á los menesterosos que carecían
ele pan y domicilio: ¡cuánt os prodigios ele abnegación para arrebatar á la
furi osa avenida la presa que ya arrastraba en sus olas~ ;cuánta humanidad
en el sacrificio del pobre obrero qne se quitaba ele la boca el pan para
contribuir al ali·\io ele las atribuladas pro\incias ele Levante~
K o era posible que cuando tan noble emulación se había suscitado en·
tre todas las regiones ele España no respondiese la industriosa y opulen-
ta Barcelona al grito de angustia de los inundados con el apresuramiento
y generosidad en ella pro\erbiales. El día 23 del citado mes de octubre,
por iniciati\a ele varios periodistas, se celebró una junta en la redacción
del Diario, decano ele la prensa barcelonesa, asistiendo á olla más de 20
representantes ele \arias publicaciones, y acórdose en ella desde luego ad-
mitir toda clase ele clonati\os en metálico y ropas para las \Íctimas de la
inundación, estimulando los caritati\os sentimientos del vecindario para
el mejor éxito de tan humanitaria empresa.
Habiendo telegrafiado á los gobernadores ele Murcia, Alicante y Al-
mería para que manifestaran qué clase de socorros eran los más urgen-
tes, el telegrama obtuvo las siguientes contestaciones: Del gobernador de
l\lurcia: «Los habitantes de esta Yega preferirían mantas de abrigo y
aperos ele labranza á cualquier otro donativo.))
Del ele Alicante: «Las ropas más necesarias para las familias que
EDAD i\lODER~ A 117
han sufrido la pérdida de las que tenían en Orihucla son las de cama.»
Del de Almería: «Cubiertas las más necesarias atenciones de las vícti-
mas de la inundación con respecto á especies. Sólo falta metrUico para
atender :.í la alimentación ele cuantos han quedado en la miseria.»
El 25 de octubre los estudiantes ele la Universidad concibieron b idea
de realizar una cuestación pública, uniéndose á la asociación ele la Prensa
que también tenía un proyecto análogo, y desde entonces se formó, en
\Ütud de esta fusión, la «Sociedad de la Prensa y estudiantes para soco-
ner á los inundados. >>
Patrocinada la idea por las autoridades civil, militar y universitaria,
formóse una brillante manifestación en la cual los estudiantes, ag rnpaclos
en torno de los estandartes ele sus respectivas facultades, recaudaron en
\arios días-del 2 7 ele octubre al l. 0 de noYiem bre-más ele 16.000 pese-
tas é infinicla(l ele 1·opas y abrigos ele todas clases. En una gran junta que
se celebró para resolver en qué forma debían ser enviados estos socorros,
acordóse el nombramiento ele una comisión compuesta ele representantes
ele la prensa y ele los escolares que, á sus propias expensas, se trasladase
inmediatamente á las provincias de Levante, resultando elegidos al efecto
los periodistas don Inocente López Bernagosi y don Francisco Javier To-
bella y los estudiantes don Enrique Yalero, ele la facultad ele ::\Iedicina, y
don Francisco ::\Iollna, ele la de Derecho, ambos naturales ele .Jiu rcia ( 1).
Las empresas de los ferrocarriles facilitaron billetes gratuitos á la comi-
sión, transportando gratis tambi ~n los 110 fardos ele ropas que llevaba á
los inundados y las casas ele banca no quisieron cobrar los derechos ele
giro por las letras cuyo envío les fué encargado.
Llegó la Comisión á l\Iurcia el día 2± y enterada ele las necesidades
más urgentes que experimentaban los infelices inundados, repartió las
ropas mediante justificación de necesidad y pobreza y destinó desde lue-
go cerca ele 20.000 pesetas á la. construcción ele viviendas, correspo ndien-
do al partido del Raal 21 barracas ele nueva planta y la recomposición ele
otras tres; al ele Santa Cruz S construcciones y una recomposición, y al
de Puente Tocinos 60 ele las primeras y 28 ele las segundas y la edifica-
ción de 3 casas. Estos puntos habían quedado muy pmjudicaclos y aun no
había podido llegar á ellos ningún socorro.
En esto llegó á ~Iurcia la comisión delegada por el instituto ele Fomen-
t o clel Trabajo 1\Tacional, la cual entregó á la ele la prensa y estudiantes
12.500 pesetas. Luego fu 8 ésta recibiendo ele Barcelona varias sumas im-
portantes que le permitieron acceder con más facilidad al sinnúmel"O de
peticiones que los afligidos pueblos le dirigían y repartir más limosnas á
la multitud de menesterosos que con harto motivo las solicitaban.
Después de haber permanecido unos diez y seis días en ::\Iurcia salió
para Orihuela, único pueblo ele la provincia ele Alicante castigado tambitn
por la avenida de las aguas, aunque no tanto como la Yega de ~Iurcia.
Distribuyéronse allí bastantes ropas y se destinaron ±8.4:37'30 reales
(l) Este último es hijo de don Francisco :\Iolina, magistrado de la audiencia te-
rritorial de Barcelona, á cuya humanidad como juez de primera instancia pagó con tan
sentidas palabras un tributo de gratitud el regicida Oliva.
118 HISTORIA. DE ESPAÑA
para limosnas. Este donati-vo aminoró en parte la miseria que allí existía,
y las personas más notables de la población se hicieron intérpretes del
agradecimiento ele sus habitantes, enviando á la Comisión, después de su
regreso á Barcelona, un mensaje en que se decia: «Para comprender la
inmensa gratitud que los infelices inundados sintieron para con· la noble
é hidalga Cataluña que tan oportunamente derramaba sobre ellos el fru-
to de su caridad, baste saber que el donativo de la Prensa y Escolares de
Barcelona fué el prilnero que vino á enjugar las lágrimas de este país de
un modo directo y positivo, y cuando por circunstancias especiales no ha-
bían podido aún repartirse los socorros venidos de otras partes.»
Visitó después Larca, población importante á la cual habían alcanza-
do también los estragos ele la inundación. Recorrió los puntos en donde
el desbordamiento del Guadalentín había ocasionado más daños, y como
no era posible atender á todo, destinó 82.291'.50 reales para levantar un
gran edificio, de imprescindible necesidad para la población, emplazándole
en el mismo sitio donde existía antes de la catástrofe y que servía para
abastecer de agua á la localidad, para lavadero y abrevadero. Formó los
planos el maestro ele obras señor ~Iartí. Se halla situado á la margen de-
recha del río y ocupa una extensión de 300 metros cuadrados; las dos
ventanas laterales del cuerpo central ele la fachada están cubiertas con
tableros ele mármol, uno auténtico del siglo xvn, época en que se cons-
truyó, y en él se ha puesto posteriormente un rótulo mencionando á la
comisión que mandó reconstruir el edificio. Encima ele la entrada princi-
pal colocáronse los escudos ele Cataluña y de Larca entrelazados. Enviá-
ronse también algunas ropas para los pobres más necesitados.
En Cuevas ele Yera (pro\incia de A.lmería) se destinaron 16.145'80
reales para reparar edificios y para mejorar las tierras de labor que habían
sido más pmjudicadas.
Además de la iniciativa tomada por los centros oficiales y por la jun-
ta ele socorros que formaron los naturales ele ~Iurcia y de las cantidades
recaudadas por la prensa, organizá.ronse suscriciones en muchas socie-
dades y casinos ele Barcelona. Constituyóse una Junta ele Señoras que re-
cogió una multitud de preciosos objetos para una rifa y llegó á recaudar
37.842 pesetas; el obispo tenía recogidas 7.500 á fines de noviembre; el
Ayuntamiento dió, como dijimos, 25.000; la Diputación Provincial, 10.000;
el Diario ele Barcelona, que no se había asociado á sus colegas, llevaba
percibidas en la misma fecha ±0.000 y á fines de diciembre la sucursal
del Banco de España había recibido con tan benéfico objeto 89.±62 pese·
tas y el Banco ele Barcelona 101.31 i; el municipio ele Sabadell suscribió
2.500, el de Gracia 1.000, el de Badalona 500 y así otros muchos ayunta·
mientas catalanes. En todos los teatros del Principado se dieron funcio-
nes á beneficio ele los inundados; en todos los casinos y centros de ins-
trucción y recreo se abrieron suscriciones con el mismo objeto.
Y no fué sólo en España donde se hicieron con tal motivo cuestaciones
y donati-vos, pues el gemido de angustia ele los murcianos encontró gene-
roso eco allende los Pirineos . .Apenas se abrió la suscrición en la embajada,
muchos periódicos de París hicieron otro tanto en sus respectivas redac-
ciones, suscribiéndose desde luego La RépL&blique F¡·anfaise por 200 fran·
EDAD l\IODERNA 119
cos, La Patrie por otros 200, Le Nati.onal por 170, Le Gctulois por 500, Le
Fígaro por 1.000, Le Temps por 500, L' Univers por 500, La GiToncle ele
Burdeos por 100, etc. El papa clió 6.000 pesetas, la reina Isabel 5.000, el
arzobispo de París 1.000, la condesa ele París 1.000 y otros tantos el prín-
cipe ele J oinville.
La comisión de la prensa de aquella capital, desviviéndose por compla-
cer al embajador español señor marqués de l\Iolíns, ponía empeño en
justificar una vez más el dictado de Atenas moderna que el sufragio de
las naciones le otorga, organizando una serie de fiestas y manifestaciones
que debían aventajar en originalidad y esplendidez á las más justamente
renombradas y acordando la publicación del número único ele un perió-
clico que se tituló Paris-llluTcie, en el cual figuraron autógrafos ele todos
los soberanos y hombres célebres en las letras, las artes, la política y las
ciencias. El presidente ele la república autorizó á ruegos ele la reina doña
Isabel la celebración de una lotería ele dos millones ele francos á beneficio
de los inundados; diéronse muchas funciones teatrales dedicadas al mismo
objeto y se hizo una gran tómbola ele innumeraLles objetos preciosos re-
galados por muchas corporaciones y opulentos personajes. La gran fiesta
del Hipódromo ha dejado en aquella capital recuerdos tan indelebles como
la gratitud de los corazones murcianos por los graneles resultados que pro-
dujo. Lo más lucido ele la aristocracia, los más ilustres cultivadores ele la
ciencia, los mis insignes artistas y escritores, las actrices más fam osas
acudieron presurosos al llamamiento ele la prensa, rivalizando en celo y
en ingenio para allegar recursos ele todos lados.
Fueron sus esfuerzos tan eficaces que, á mediados ele diciembre, el
marqués ele J\Iolíns enviaba 250.000 francos, producto de las suscriciones
hechas en París y 450.000 i cuenta del ele la lotería. La fiesta del Hipó-
dromo produjo más ele 700.000 francos.
En Xiza la prensa departamental acordó dar un baile ele niiíos, hacer
carreras ele caballos y una representación teatral con rifa ele objetos; la
prensa ele .Jiarsella resolvió dar un concierto, organizar una rifa y celebrar
una ke?'?nesse, tomando parte en el primero los mejores artistas ele París y
vendiéndose en la última toda clase ele objetos á beneficio ele las víctimas
de las inundaciones; Perpiñán celebró también una k er1nesse que fué muy
productiva y á este tenor iban respondiendo con fraternal solicitud t odas
las poblaciones importantes ele Francia al llamamiento de nuestra acongo-
jada patria.
De Alemania escribían que el emperador Guillermo había clonado 10.000
marcos, equivalentes á 12.500 pesetas y Alfredo Krupp, el célebre fabri-
cante de cañones, 6.000 francos para los inundados.
La Gaceta de la Alerrwnia del _\'arte dedicó un sentido artículo á las
víctimas de l\Iurcia, manifestando la esperanza de que su país figuraría
entre los primeros en la gran manifestación de simpatía que se estaba rea-
lizando, partiendo del principio ele que la beneficencia no conoce fronteras
ni distancias.
Sería cuento pesado la relación de cuanto se hizo en el extranjero en
tan tristes circunstancias para socorrer á los desventurados habitantes ele
las provincias de Levante. La que empezó siendo obra patriótica acabó por
120 HISTORIA DE ESPAÑA
CAPITULO VII
monarquía, como vive la hiedra á costa del árbol que con sus ramas tiene
entrelazado, era un ministerio contrario á la libertad, peligroso para la
monarquía y pe1juclicial para la patria. La conformidad en estos tres
puntos, aunque no la tu·der::m como la tenían en otros muchos, bastaba
y sobraba á su entender para mancomunar sus fuerzas enfrente de las
huestes ministeriales.
Con un rasgo propio de su característica habilidad, ufano de verse ro-
deado ele tan selecta asamblea, exclamó que al mirar allí reunidas las
eminencias de la política, las del ejército, las restauradoras ele la monar-
quía, las que más contribnyeron á la pacificación de la Península, las que
terminaron la guerra ele Cuba, los constantes defensores ele la libertad y
el régimen parlamentario, los que hicieron la Constitución Yigente, los
que explicaron su espíritu y sus tendencias, y hasta los que habían sido
presidentes del Consejo de ministros en las dos únicas interrupciones mi-
nisteriales que había sufrido dentro del partido conservador-liberal el
señor Cánovas del Castillo, se ocurría preguntar: «¿Pues qué queda en
rededor del actual ministerio? ;Ahl, prosiguió, en rededor del actual mi-
nisterio y en contraposición á tanta eminencia, :i tanta celebridad, á tan-
to heroísmo, á tanta gloria, á la personificación, en fin, de tantos y tan
relevantes servicios á la patria, quedan ... ¡doscientos cincuenta votos!,
única calificación que, con raras excepciones, merecen todos los elemen-
tos y todas las fuerzas con que cuenta esta situación.»
EDAD MODERNA 135
Concluyó proponiendo á los congregados que aceptasen la fórmula
siguiente:
«La oposición dinástica-liberal, estrechamente unida en lo presente y
para lo venidero, acuerda conceder plenos poderes á una comisión direc-
tiva para que determine la línea de conducta que ha ele seguirse en las
críticas circunstancias por que atraviesa el país»
El discurso fu é estrepitosamente aplaudido y la fórmula unánime-
mente aceptada. El señor Sagasta propuso, y fué asimismo nombrada por
aclamación, la Junta Directiva siguiente: general l\Iartínez Campos,
Alonso 1\Iartínez, Posada Herrera, Romero Ortiz, Vega de Armijo y Sa-
gasta.
Quedaba fundado el partido fusionista.
Desde los primeros momentos ingresaron en e1 cuatro diputados mi-
nisteriales y dos individuos muy importantes del partido moderado: los
condes de Xiquena y de Valmasecla.
El día 4: de junio declaró el señor Pelayo Cuesta en el Senado que las
antiguas fracciones, constitucional, centralista y otras en que estu\o di-
vidida la oposición liberal-dinástica habían dejado ele existir, constitu-
yendo desde entonces una sola agrupación cuyo programa era el Código
fundamental ele 1876, interpretando con criterio liberal su base religiosa.
En la sesión del día siguiente adhiriéronse en la alta cámara á las mi-
norías los generales Jovellar y l\Iartínez Campos.
Tantos y tales prosélitos iba ganando el nuevo partido, que aun aque·
11op que más descleñosamente combatieron en otro tiempo las pretensio-
nes ele los grupos constitucional y centralista, se vieron precisados á con-
siderar al fusionismo como un factor indispensable para lo que se ha
llamado el turno pacífico ele los partidos.
Con la mira de oponer á aquella gran manifestación otra no menos
autorizada, el señor conde ele Casa Galindo había presentado el día 3 en
la cámara alta una proposición incidental, pidiendo que se declarase ne. .
cesaría la continuación del ministerio en el poder para la conservación ele
las instituciones y la seguridad del país. El señor Pelayo Cuesta la com-
batió, haciendo constar que su autor afirmaba con ella que cinco años de
gobierno del señor CánoYas no habían podido afianzar las instituciones, y
que si algún día por el ejercicio de la regia prerrogativa abandonase el
poder, la Cámara aparecería comprometida; citó á varios hombres políti-
cos de los que más prestigio daban al partido conservador, que se habían
separado de él ingresando en las filas del nuevo partido, y calificó ele in-
justificado é inconveniente el voto de confianza, por no ser motivado,
constitucional ni parlamentario.
La discusión fué encrespándose, dando lugar en las siguientes sesiones
á escenas muy tempestuosas é inusitadas en aquel alto cuerpo. En medio
de aquel apasionado debate hizo el señor Pelayo Cuesta la importante
declaración que más arriba citamos acerca del carácter y significación del
nuevo partido.
Entre el generall\fartínez Campos y el presidente del Consejo fu é ex-
cesivamente acerba la polémica, tomando desde luego un sesgo deplora-
ble por las recriminaciones personales á que clió motivo.
136 HISTORIA DE ERPA...~A
resultas queda hoy reducida al comercio con nuestras Antillas, á los re·
tornos de algodón y duelas de los Estados Unidos y á una muy reducida
navegación para el Río de la Plata, desde donde vuelven á las Antillas
cargados ele tasajo.
En concepto del autor, el mal consiste principalmente en la inmensa
superioridad de Inglaterra respecto á las demás naciones, pues con so-
brante ele numerario, que allí se encuentra sin dificultad hipotecando los
mismos buques, con Yastísimos astilleros, con muchas y muy bien mon-
tadas fundiciones y con minas de carbón inagotables pueden producir la
tonelada de construcción con una economía incontrastable y luego en la
navegación cargan el combustible á un precio ínfimo, pues de las minas
va directamente á las carboneras. Por esto los vapores ingleses se presen-
tan en todos los pu.ertos del globo y cargan á cualquier precio, ampara-
dos por leyes muy protectoras y sin las gabelas y entorpecimientos que
ahogan particularmente á nuestra marina.
En vista de todos estos elatos opina que debemos imitar á las naciones
extranjeras que han establecido el sistema ele las subvenciones, partiendo
del principio ele que con las primas temporales puede crearse un gran
tonelaje repartido entre muchos navieros para explotar mercados cono-
ciclos; pero es imposible crear grandes líneas ele navegación y abrir nue-
Yas plazas al comercio.
España cuenta con magníficos elementos para esta lucha; pero hay que
aprovecharlos impulsando el laboreo ele las minas de carbón y de hierro;
facilitando el transporte ele estos minerales; fomentando el estableci-
miento de las graneles fundiciones; aligerando la abrumadora carga de
gabelas que pesa sobre el comercio marítimo; creando un crédito maríti-
mo que proporcione á la industria nacional capitales baratos y seguros;
favoreciendo á la lW:trina mercante con una ley de primas á la construc-
ción ele cascos, sean metálicos ó ele madera; á la ele máquinas y calderas
y á la navegación no considerada ele cabotaje, y con una sobreprima á los
buques que abran al comercio nacional nuevos mercados extranjeros, ó
que hayan ele competir con líneas paralelas extranjeras con destino ó es-
cala á un puerto nacional; declarando ele cabotaje todo el tráfico que se
haga con bandera nacional entre la Península y Cuba, Puerto Rico, Fili-
pinas, l\Iarianas, Carolinas y las posesiones africanas, etc.
N o consiente la índole ele esta obra un extracto más circunstanciado
de tan interesante estudio. Lo expuesto es suficiente para dar á conocer
el estado de la cuestión en la época á que nos referimos y que por cierto
no difiere esencialmente de la nuestra respecto á la materia. Ella es tan
práctica y compleja que conviene confiar su estudio á personas compe-
tentes y expertas como se ha hecho en las graneles naciones marítimas,
dejándonos ele ridículos quijotismos. La industria no ha ele arrastrar una
vida ficticia y artificial; pero hay que auxiliarla cuando lo hacen las na-
ciones extranjeras, y sobre todo hay que proporcionarle á todo trance los
elementos esenciales de su existencia y desenvolvimiento.
En la sesión que celebró el Congreso el día 18 del mismo mes y á la
hora precisa en que los representantes catalanes tenían que reunirse á fin
ele ponerse ele acuerdo acerca del tratado ele comercio con Austria-Hun-
EDAD 1\IODERNA 145
gría, empezóse á discutir el proyecto de ley por el cual se autorizaba su
ratificación, cuando aun no habían transcurrido veinticuatro horas desde
que había presentado su dictamen la comisión nombrada dos días antes
y la prensa aun no había podido ni publicar siquiera un proyecto de tan-
ta trascendencia.
Con este motivo los diputados catalanes señores Nicolau y Bosch y
Labrús protestaron contra un tratado por el cual se comprometía España
á conservar por espacio de doce aiíos la abolición del derecho diferencial
de bandera y á otorgar considerables rebajas en sus derechos de importa-
ción al cristal, la porcelana, los muebles, la botonería y otros artículos ele
no menor importancia.
No dejaba ele ser muy anómalo que así se prejuzgase una cuestión de
tanta trascendencia como la del derecho diferencial de bandera, supri-
miéndolo en un tratado de comercio, sin esperar á que hubiese emitido
dictamen la comisión bajo cuya presidencia se había verificado la infor-
mación i que hicimos referencia.
Grandísima importancia tenían asimismo, en el punto de vista de
nuestras relaciones internacionales, las conferencias diplomáticas que en
aquel tiempo y á invitación del Gobierno español celebraron en l\faclricl
los plenipotenciarios de Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, los Estados
Unidos de América, Francia, la Gran Bretaña, Italia, 1\Iarruecos, los Paí-
ses Bajos, Portugal, Suecia y Noruega, y el presidente del Consejo de mi-
nistros en representación de España. El objeto ele estas conferencias era
tratar ciertas cuestiones referentes al derecho de protección que las lega-
ciones y los consulados extranjeros ejercen en Marruecos y de otras con
ellas relacionadas.
A propuesta del conde ele Solms-Sonnewalde, enviado extraorfl.inario
Y ministro plenipotenciario de Alemania, el señor Cánovas fué nombrado
por unanimidad presidente de la conferencia.
Al iniciar ésta sus tareas leyó el señor Cánovas un breve y oportuno
discurso en el cual manifestó la creencia ele que las proposiciones que iba
á presentar el ministro de Marruecos serían análogas á las que había pre-
sentado á la deliberación ele los representantes reunidos en Tánger en los
primeros meses del año anterior. El ministro respondió que eran las mis-
mas con ligeras variantes, y que iban principalmente encaminadas á ha-
cer cesar los abusos ele la protección para llegar á ajustarse exclusiva-
mente en todo y por todo á los textos de los tratados.
Constaba el protocolo de 18 artículos: El l. o se refiere á la manera de
adquirir el derecho de protección; el 2. o á la elección de intérpretes y em-
pleados entre los súbditos marroquíes por los representantes extranjeros,
declarándola libre; el 3. limita el número de los intérpretes, soldados y
0
ciento amortizable al 50 por 100; toda la deuda flotante del Tesoro y sus
descubiertos.
Por último, presentó un tercer proyecto pidiendo autorización para
negociar la conversión ele la Deuda.
Con los presupuestos pasó lo de siempre: discutiéronse, si vale decirlo
así, en medio ele la glacial indiferencia ele la Cá.mara, que dejó á una do-
cena ele diputados la tarea ele hacer un simulacro de debate, mientras los
más ele ellos departían fuera del salón ele sesiones sobre otros más sabro-
sos asuntos.
El día :?S empezó á discutirse en el Congreso el proyecto de contesta-
ción al discu rso ele la Corona, presentándose desde luego una enmienda
suscrita por don Alejandro Pidal y .Jion, don Antonio Cánovas del Casti-
llo, el marqués ele ~ arros, don Fernando Cos-Gayón, don :Jianuel Batane-
ro, don .Joaquín López Dóriga y el marqués ele Pidal. Censurábase en esta
enmienchi la conducta del Gobierno porque no había defendido con ente-
reza la independencia del Papa, vulnerada en los desórdenes ocurridos en
Roma al hacerse la traslación ele los restos mortales ele Pío IX. Defendióla
el señor Piclal con su habitual é indiscutible elocuencia y fué desechada
en votación nominal por :?O-! votos contra 28.
Al día siguiente pedía en la misma Cámara el señor Portuondo iden-
t idad ele derechos para 'C'ltramar y la Península, manifestando la espe-
ranz[t de que triunfaría la democracia y salvaría á Cuba, dotándola ele las
reformas que necesita. Contestóle el ministro ele Ultramar que el Gobier-
no tenía el propósito ele plantearlas. pero ele un modo prudente y medi-
tado, y que en el próximo correo se remitiría á Cuba una ley ele imprenta,
concluyendo con la declaración ele que el Gobierno era francamente asi-
milaclor, pero que jamás sería autonomista.
En 30 ele diciembre leyúse en ambas Cámaras el decreto suspendiendo
las sesiones ele aquella legislatura.
CAPITGLO VIII
Estallan gra>es disidencias entre los ministeriales .-La prensa democrática se declara
contraria al Gohierno. -Actitud especial del periódico posibilista El Globo.- Yiaje
de los reyes á PortugaL-Conflicto producido por las nue\·as t arifas del subsidio
indu s tri a l.-~I anife::;taciones en Cataluña coLtra el proyecto de tratado de comer-
cio franco-español.-:\ otal.les palabras de los señores Can·ajal, Balaguer y Cánovas
del Castillo en el Congreso á propósito de este proyecto. -ApruélJanlo las Cortes.
-Formación de la hr¡_u1úda dinástica . -Escü-:iones en el partido carlista.-Inau-
gúranse las obras de con:;trucción de dos ferrocarriles.-Estragos causados por los
ciclones en la i.-.;la de Cuba y en Filipinas.-Fallecimientos de don Alejandro :Jion y
don Estanislao Figueras. -Cae el ministerio, encar.;< 1ndose el seí1or Sagasta de for-
mar el que debe sucederle.-B.esuélvesc la cuestiún del juramento parlamentario.-
Famoso proceso de La mano negm.-Restal•lecimiento del Jurado.-Yenida de los
reyes de Portugal á la corte de España.- Discthiones promo>idas en el Congreso
por los izquierdistas. - Suble>aciones militares en Badajoz, en Santo Domingo de
la Calzada, la Seo de ürgel y otros puntos.
Graves eran sin duda las dificultades con que había ele tropezar el
nuevo gobierno al inaugurar esta segunda etapa de la Restauración. Co-
EDAD :\IODERNA 163
locado entre los conservadores, que vigilaban sus pasos con la mira ele
apuntar cualquier desliz que pudiese achacarse á la tibieza ele su monar-
quismo, y los liberales avanzados, que fiscalizaban su conducta recordán-
dole á todas horas las prendas soltadas en la oposición, la conducta del
ministerio había ele ser un milagro constante de equilibrio.
Y este milagro no podía realizarse sino acompañado de un prodigio ele
abnegación, más extraordinario todavía, para que no se quebrantase la
unión que había fundido en un solo grupo á tantos hombres políticos ele
distintas procedencias.
Por ahí empezó á desbaratarse la hueste ministerial. Los fu sionistas
constitucionales rompieron el fuego contra la fracción más templada, hija
del centralismo, pidiendo la constitución de un ministerio homogéneo.
Decían los descontentos que, merced á la influencia ele esta fracción, el
partido dominante carecía ele empuje y de carácter político, por lo cual
urgía despejar la situación, de modo que cesasen las dilaciones y los pa-
liativos, aplicándose los principios del partido constitucional con un mi-
nisterio Sagasta, ó los del centralismo con un gabinete Alonso l\Iartínez.
De este comienzo de escisión sacaban gran partido los conservadores,
diciendo que el señor Sagasta no podía prescindir del apoyo ele los cons-
titucionales, ni tampoco sacrificar el elemento conservador ele su partido
en aras de los impacientes, porque de concesión en concesió!f le llevarían
éstos á entregarse con armas y bagajes á los revolucionarios. Pintábanle,
por consiguiente, colocado entre dos imposibles, con la particularidad de
que su único modo de continuar era no hacer nada, lo cual constituía un
tercer imposible. Este horóscopo tan lúgubre se lo sacó L~ Epoca. El se-
ñor Sagasta debió de sonreírse al leerlo: en primer lugar, porque es fata-
lista como un musulmán y luego porque es hombre ele suerte, y á los
hombres ele suerte se les hace muy cuesta arriba dar crédito á los agore-
ros pesimistas.
Por otra parte, al sentirse solicitado por dos influencias antitéticas,
ambas importantes y poderosas, pasibale aquello que los físicos expresan
con un conocido aforismo: dos fuerzas iguales y contrarias se neutralizan.
Lamentábanse amargamente ele ello los constitucionales avanzados, á
los cuales representaba en la prensa el periódico La Jllct1iana, inspirado
por don Víctor Balaguer y cuya actitud iba acercándose cada vez más á
una oposición declarada.
A todo esto las fracciones democráticas retiraron su benevolencia al
Gobierno, haciendo una solemne declaración que contenía los extremos
siguientes: 1. la afirmación categórica de que consideraban y apetecían
0
,
quien no piense que también ellos han acabado por inficionarse ele aquel
T'irus liberalesco del cual debería estar exenta la lealtad acrisolada.
Entre los m:is faustos acontecimientos de aquel año merece citarse la
solemne inauguración que se hizo en los días 22 y 23 ele octubre ele las
obras de construcción ele los ferrocarriles ele Huesca á Canfranc y de Val
de Zafán á San Carlos ele la Rápita.
En cambio hay que mencionar entre los más tristes sucesos en igual
período ocurridos, el terrible ciclón que sembró la muerte y la ruina
en 18 distritos ele la isla de Cuba y el que en ~lanila dejó sin albergue á
quince mil personas, como decía textualmente el telegrama, destruyen-
do el palacio del capit:in general y arrojando muchos buques á la playa.
Por uno de esos caprichos con que la suerte parece gozarse en ator-
mentarnos por la \iolencia de los contrastes, recibiéronse tan tristes nuevas
mientras se estaban celebrando públicos regocijos con motivo de las pre-
oitadas inauguraciones.
También hubo ele lamentar aquel año nuestra patria el fallecimiento
de dos ciudadanos ilustres, que por cierto militaban en bien distintos
campos. Ocurrió el primero en Ü\ieclo en 2 ele noYiembre y fué el ele don
Alejandro :\Ion, personaje político de \erdaclera respetabilidad. Afiliado
desde muy antiguo al partido moderado, fué diputado por primera vez
á las Cortes Constituyentes en 183í y ya entonces ocupó una de las vice-
presidencias del Congreso y antes de terminar dicho año la reina Gober-
nadora le encargó la cartera de Hacienda, pruebas ambas de su mucho
\alimiento, pues que no suelen confiarse dichos importantes cargos á un
diputado joYon y no\el; continuó siéndolo por su distrito de Oviedo en
todas las legislaturas, menos en las de 18±1 y 18.55; fué otras cuatro veces
ministro ele Hacienda, dos presidente del Congreso de los diputados, del
Consejo ele ministros en marzo ele 1864 y embajador extraordinario en
las cortes de Roma y París. Retirado á la vida priva da en el período
de 1868 á 18í 5, no tuYo participación alguna en los sucesos políticos ni ·
en la gobernación del Estado, hasta que en 18í6 volvió á ser elegido di-
putado por su consecuente distrito y algo después nombrado senador
vitalicio.
Era hombre de vasta y sólida instrucción, de gran firmeza en sus con-
\Ícciones, de rectitud y honradez acrisoladas, y sin subordinar jamás la
administración á la política, no desmayó á pesar ele la ruda oposición
con que tropezó en su obra de establecer un sistema tributario que rom-
pía los antiguos y Yiciosos moldes y formulaba una gran reforma finan-
ciera con sujeción á los principios de la ciencia y á la riqueza del país,
reforma que ha colocado su nombre entre los primeros hacendistas
modernos ele Espaiia.
El segundo fué el del ex presidente del poder ejecutivo de la República,
d on Estanislao Figueras, el cual murió en :\Iadricl, á las tres de la madruga-
da del 11 ele no\iembre, á la edad de 63 años. Gozaba una bien adquiri·
da reputación ele jurisconsulto y de habilísimo orador forense y parlamen·
tario, considerándose en ambos conceptos como formidable adversario
por su ingeniosa causticidad y sus dotes de hábil polemista. La hidalguía
de sus sentimientos no le permitió abusar en ninguna ocasión de estas
EDAD MODERNA 171
ventajas, y la extrem::tcla ::tf::tbilidad ele su carácter, unida al atractivo ele
sus maneras sencillas y desnudas ele tod::t afect::tción, conciliáb::tnle desde
el primer momento l::t simp::ttía ele cuantos á él se ::tcerc::tban. En el terre-
no político sus bondadosos impulsos le llevaron siempre tí apoyar los
temperamentos conciliadores. l\Iuchos son republic::tnos porque <Í ello les
oblig::t la fuerza ele sus convicciones; otros, ::trr::tstrados por un generoso
sentimiento que les hace am::tr la Repúblic::t como la fórmula y l::t re::tliza-
ción de las doctrinas más humanitarias. Figueras era ele estos últimos, lo
cual no es decir que no tuviese una fe robust::t en l::t bondad ele los ide::tles
que defendió toda su vida. Am::tb::t á las muchedumbres porque compade-
cía á los humildes y á los clesherecl::tdos, y de ahí aquel contr::tste, p::tra
muchos inexplicable, que se advertía entre la nativ::t distinción ele süs
maneras y aquella popularidad tan grande que le rodeaba, sin él tomarse
la molesti::t de buscarla.
Figueras pertenecía á aquella pleyada democrátic::t que, ::tclapt::tnclo á la
política los ide::tles y los procedimientos de la escuela romántica, consi-
deraba la Repúblic::t como una virgen osiánica, extashínclose ::tl leer los
himnos que le cantaba Lamartine, enterneciéndose ::tl ver las generosas
utopías que inspir::tba tí Owen, á Fourier y á Saint-Simón. Est::ts ::tficiones
socialistas fué depurándolas y modificándolas con los años; pero la nota
dominante en su carácter fné siempre aquel santo ::tmor á la humanidad,
que sublima los corazones y disculpa los yerros. Todo lo noble y generoso
le atraía y cautivaba como la luz á la mariposa. L::t mayor mortificación
de los muchos clientes aristocráticos que frecuentaban su bufete era la
multitud de desheredados ele todas clases: revolucionarios sin coloc::tción,
emigrados extranjeros, bohemios del arte y ele las letras, que invadían la
casa acomodándose en todas sus dependencias cual si se hallaran en su
propia vivienda al esperar el turno para hablarle. Precisamente en esto,
como en su enemiga contra el carlismo, Figueras, el más tolerante de los
hombres, era de todo punto intransigente. El gustazo de consolar y so-
correr á los liberales necesitados no se lo quit::tba nadie.
Los muchos personajes más ó menos conservadores que se honraban
con su amistad toleníbanle este defecto, contentándose con murmurar:
-¡Qué Estanislcw éste!, ¡tiene ~tnas cosas!; porque sabían muy bien que
dejarse querer era el límite postrero de su condescendencia. No era hom-
bre Figueras para tolerar imposiciones en tales materias, y ellos, por sn
parte, no querían renunciar al trato de un letrado cuya habilidad, honr::t-
dez y asombrosa facultad de asimilación eran proverbiales en el foro llla-
drileño y de un ca-u.seu?' cuyo chispeante ingenio era el enc::tnto de las
tertulias. Su independencia ele carácter y su apego á las costumbres que
había adoptado después ele meditarlo mucho eran tan notables, que en ·
Madrid , única capital del mundo que ha dado en la flor de traba,j ar casi
exclusivamente de noche, fné siempre gran madrng::tdor, acost<.l.ndose
invariablemente á las nueve de la noche.
Su memoria era en todos conceptos prodigiosa; su carácter apacible,
despreocupado y jovial hasta á prueba ele contratiempos. Como todos los
seres excesiv::tmente bondadosos, cifraba su orgullo en poseer una inflexi-
bilicbd que quiz<í.s no tuvo sino en los asuntos que toc::tban á la conciencia.
172 HISTORIA DE ESP~~A
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CAPITULO IX
\ü:ita de don Alfonso XII á las principales plazas fuertes de España.-Crisls minis-
terial y causas de su aplazamiento.-Viaje del rey á Alemania--Comentarios y
apreciaciones á que dió lugar, en diver~os sentidos. -Obsequios tributados en Aus-
tria y en Alemania al rey de España.-El emperador Guillermo le nombra coronel
de hulanos.-Suspicacias y temores engendrados por este acto.-Ilusiones infanti-
les.- Don Alfonso llega á Bruselas.-Recibe dos avisos confidenciales del embaja-
dor de España en París.-Entrada de don Alfonso en esta capital. -Tumultuosa
demostración de desagrado con que se le recibe.-Incidente diplomático. - )lani·
festaci ones de desagraYio.-Juicio de la prensa francesa, inglesa, alemana, italia-
na, etc .. acerca de tan ruidosos succsos.-2\Ianifestaciones patrióticas en ~Iadrid
con motivo del regreso del rey.
duos bien conocidos por sus opiniones antidinásticas los condenaban acer-
bamente como españoles.
Apro~echanclo el excelente pretexto que proporcionaba el mal tiempo,
desistióse de la cacería que debía hacerse en Rambouillet.
A las cuatro de la tarde llegaba á la embajada el Presidente de la Re-
pública, acompañado del general Pittié, quien vestía de paisano. :\1. Grevy
"Vestía de etiqueta, ostentando en el pecho la gran cruz de la Legión de
Honor. La "Visita sólo duró treinta minutos.
Al penetrar en el salón de honor de la embajada, nl Grevy dirigió á
don Alfonso estas expresi"Vas palabras:
- Yengo en nombre ele Francia á suplicaros que no la confundáis con
los miserables que comprometieron ayer su antigua fama con demostra-
ciones que yo condeno. Por desgracia, nuestras leyes son ineficaces para
reprimir semejantes manifestaciones. Suplico á S. :JI. que nos dé una nue-
Ya prueba ele su generosa amistad asistiendo al banquete que reunirá
esta noche á todo el Gobierno á mi mesa, y ya \eréis cuáles son los verda-
deros sentimientos de Francia.
Don Alfonso respondió á este breve discurso diciendo:
-Como he "Veni do á Francia poseído de los más amistosos sentimien-
tos hacia vuestro país, consiento, señor Presidente, en dar á vuestro país,
al cual representáis, este nuevo testimonio de mi cordial simpatía; pero
me permitiréis que para después de este sacrificio, me reserve toda mi
libertad ele acción. -~-·.-
En el momento en que iba á retirarse el Presidente, añadió don Al-
fonso:
-Además, seüor Presidente, para que pueda aceptar esa satisfacción
á una ofensa pública, es preciso que me autoricéis á hacer igualmente
pública vuestra deelaración.
l\1. Grevy le respondió:
-X o sólo os autorizo á ello, sino que hasta os lo suplico.
El banquete en el palacio ele la Presidencia formaba parte del progra-
ma de los obsequios. :JI. Grevy clió personalmente á la policía las debidas
instrucciones para eYitar aquella noche toda manifestación. Principió el
banquete á las siete y media, ocupando asiento el rey entre la esposa y la hija
de l\I. Grevy. X o era sino de 44 cubiertos y contaba entre los invitados el
marqués ele la Yega ele Armijo, el duque de Sexto, el general Blanco, el
brigadier Goicoecllea: los duques ele Fernán Xúuez, el señor y la señora
Ramírez de Arellano, los ministros, el prefecto del Sena, el general Pittié,
el almirante Peyrón y su esposa, el coronel Lichtenstein y otros perso-
najes.
Tres ministros faltaban: el general Thibauclin, que seguía alegando su
indisposición desde la llegada del rey de España; :JI. l\Ieline, que había
partido aquella mañana para ir al lado de su madre enferma, la cual fa-
lleció aquel mismo día, y :\I. Herrissón, que se encontraba en el campo
hacía una temporada.
El Presidente de la República lle\aba el Toisón de Oro; los convidados
franc eses no ostentaban sino condecoraciones españolas y nuestros com-
patriotas sólo la de la Legión de Honor. Los salones de la Presidencia
EDAD MODERNA 197
estaban espléndida y artísticamente adornados é iluminados, como saben
hacerlo en París cuando en semejantes ocasiones se proponen, cual suele
decirse, echar el resto. Don Alfonso, l\I. Grevy y ~I. Julio Ferry, sentados
en un mismo sofá, departieron largo rato, de manera que nadie al verlos
hubiera podido imaginar que entre aquellos personaj es hubiese pendiente
una ardua y peligrosa cuestión diplomática.
A las once menos cuarto el rey estaba ya de regreso en la embajada.
A las ocho y veinte minutos ele la mañana del lunes 1. 0 ele octubre
llegaba á la estación de Orleans acompañado del duque ele Fernán
Núñez y del personal de la embajada ele España. El rey vestía ele paisano
y no llevaba condecoración alguna. Acudieron á despedirle el general
Pittié, el coronel Lichtenstein y otros personajes franceses y muchos es-
pañoles notables residentes en París. Algunos minutos antes ele partir
despidióse de todos afectuosamente y dirigióse al andén ele la estación.
Por haber recibido demasiado tarde la compañía de Orleans la orden
de preparar un tren especial, tuvo que partir don Alfonso en el tren rá-
pido, compuesto únicamente, como es sabido, de coches de primera clase
y al cual se agregaron dos vagones-salones y otro de los llamados lit-
toilette. En el momento de partir el tren en el cual iban el rey, el mar-
qués de la Vega de Armijo, el coronel Lichtenstein y las demás personas
de su séquito, oyéronse estrepitosos vivas proferidos por los españoles.
Don Alfonso saludó largo rato con la mano á sus compatriotas y á los pa-
risienses, bien ajeno de sospechar el trágico motivo que había de privarle
de volver á ver á aquellos leales súbditos ni la capital en donde acababa
de recibir tan sangrientos ultrajes.
Estos habían producido en todo el mundo civilizado una explosión ele
vehementes afectos y trascendentales resultados: desde luego una com-
plicación diplomática que podía engendrar deplorables consecuencias y
luego un sentimiento de indignación que no todos fueron capaces de re-
frenar y mantener en sus justos límites en los primeros momentos.
En la misma prensa parisiense vióse reflejada con extraordinaria vi-
veza esta nota dominante en el juicio público de aquella culta capital, de
un modo que no supieron tener en cuenta los que en España quisieron
hacer solidarios á todos los parisienses y aun á todos los franceses de1
desacato.
El mismo día que se cometió, esto es, el 29 de septiembre, decía Le Fi-
ga?·o: «Antes ele referir los incidentes de este triste día, nos consideramos
en el deber de protestar enérgicamente en nombre ele la dignidad y de la
cortesía francesas contra la grosera manifestación que se ha hecho. ¿Han
pasado ya acaso los tiempos en que se decía de este país: si la urbanidad
desapareciese del mundo se la encontraría en Francia?Desde el momento
en que el rey ele España ha transpuesto la frontera, ya venga de Berlín, ya
de cualquiera otra parte, es nuestro huésped; es, según proverbial expre-
sión, un ser sagrado. Todas las naciones, lo mismo las más civilizadas que
las m<í.s salvajes, se glorían de profesar esta máxima. Los alborotadores
de ayer no pertenecen á la clase sensata y bien educada. Sí, lo decimos
muy alto y hacemos constar esta protesta en los miles de ejemplares que
van á salir de nuestras prensas, á fin de que lo sepa el mundo entero: no
198 HISTORIA DE ESP.A...~A
éste, que no era una ofensa sólo á España, sino á toda Europa, añadía que
si el embajador de Alemania hubiese acompañado en París á Alfonso XII,
al \er la acogida que la plebe francesa hacía al coronel de hulanos, hu-
biese podido exclamar: «la carta está dirigida á España, pero su contenido
es para Alemania. Con la circunstancia, que la hace más baja y vulgar, de
que no ha habido valor para injuriar á los agregados militares germánicos
yendo ele gran uniforme á la embajada española, por miedo al poder de
Alemania. Y no se diga que en París fué tan sólo agraviado el rey y no Es·
paña, pues que aquel es el representante ele la nación, era el huésped del
jefe del Estado de la nación francesa; y todo español que tenga sangre, sea
cualquiera su opinión, sentirá la injuria que al representante de su patria
fué inferida en una capital extranjera, como todo francés, aunque monár-
quico, sentiría ofensa igual hecha al presidente de la república en ~Ia
drid ó en Roma. N o haber ido á París Alfonso XII cuando su viaje esta-
ba internacionalmente acordado, habría sido una ofensa al gobierno de la
república y á Francia, proclamando á la faz del mundo que las condicio·
nes ele París son tales, que dando á la plebe el dominio ele la plaza
pública presentan al gobierno impotente hasta para el cmnplimiento de
los deberes más elementales, al respeto á la hospitalidad. Las injurias ele
que ha sido víctima no le alcanzan á él, sino á los que prepararon y con-
sintieron insultos semejantes. Esperemos ahora el eco que tendrán en
Berlín. El pueblo parisiense ha completado la obra diplomática del go-
bierno ele la república; y jamás apareció más grande el aislamiento de
Francia en el mundo.»
La RijoT?TW.~, periódico inspirado por Crispí, vituperaba con la misma
se\eridad aquellos hechos, diciendo que eran sumamente deplorables, en
primer lugar para Francia, pues además ele la justa indignación que no
podían menos ele producir en España, los silbidos de París por necesidad
habían de tener en Berlín un eco que resonaría muchos años en los oídos
ele los alemanes.
En Bélgica, en Austria, en todas las naciones condenó la opinión el
hecho con se\era energía.
Cuando tal indignación produjo en el extranjero es fácil comprender
el efecto que causaría en Espaiia. En cuanto se tu\o noticia en :Jladrid
de lo ocurrido hubo tal efenTescencia que las autoridades, temerosas de
una contramanifestación, cuyas consecuencias podían ser fatales, man-
daron Yigilar por la policía las inmediaciones de la embajada de Francia.
La contramanifestación fué pacífica, pero inmediata.
Mucho antes ele la llegada ele la reina á Madrid, en la tarde del día 2
ele octubre, una inmensa muchedumbre llenaba los alrededores del pala-
cio real y de la estación del :K orte. En la orden de la plaza se invitaba á
asistir á la recepción sólo á los oficiales generales, y sin embargo asistie-
ron voluntariamente todos los generales, jefes y oficiales con mando y de
reser\a.
Al anunciar la llegada del tren los acordes ele la marcha real, aquella
apiñada multitud prorrumpió en estrepitosos Yivas á los reyes y á Espa-
ña, precipitándose con afán tan extraordinario hacia la reina y las infan-
tas que á duras penas lograron el piquete y la guardia de orden público
EDAD MODERNA 201
abrirles paso y íos ministros tuvieron graneles trabajos para llegar hasta
ellas y ofrecerles sus respetos. Las señoras y las mujeres del pueblo que
acudieron á la estación fueron innumerables. Un grupo numerosísimo si-
guió al coche uniendo sin cesar sus aclamaciones á las del gentío que lo
esperaba en la carrera; desde los balcones y ventanas saludaban también
á la reina y á las infantas con vivas y agitando los pañuelos, y más ele dos
mil carruajes particulares las escoltaron hasta palacio. Fué una verda-
dera entrada triunfal. Los gritos del pueblo obligaron á la real familia á
asomarse al balcón, redoblando entonces el entusiasmo y los vivas.
De modo que, por ele pronto, el primer resultado prá,ctico que pro-
dujo en :Jiadrid la algarada de la demagogia parisiense fué proporcionar
á la reina de España una ovación inmensa.
Precisamente en aquellos momentos acertó á encontrarse en la plaza
de Oriente el coronel ele artillería señor Velarde, que tiene la honra de
pE::rtenecer á la familia del héroe del 2 ele mayo, y el pueblo, al notarlo, le
aclamó con entusiasmo.
K o satisfecha con todo esto la multitud, envió una comisión al gober-
nador civil pidiéndole permiso para ofrecer sus respetos á la reina, y acce-
dieudo gustosa doña Cristina á sus deseos, llenáronse en un santiamén
los salones del palacio real, disputándose todas las clases sociales la hon-
I'a de besarle la mano y darle la bienvenida.
Al mismo tiempo clestacábanse dos numerosos grupos de la muche-
dumbre reunida en la plaza: el uno dirigióse á la embajada de Alemania
dando n\as á este imperio y á su ejército; el otro hacia la embajada de
Francia, en donde la guardia ch-il, apostada al intento, no permitió que
nadie se detuviera en la calle, obligando al grupo á pasar de largo ante
el edificio.
Habíase tocado la fibra patriótica y ésta respondía vibrando con for-
midable violencia. Todo se volvían manifestaciones; ele todo se sacaba
partido para hacer una colecti..-a y ruidosa protesta del agravio. En el
teatro Eslava los silbidos del público impidieron que se cantasen unos
cou.,plets franceses, siendo colmada ele aplausos la cantatriz que tu\o la
oportuna idea ele sustituirlos por la jota aragonesa. En la Zarzuela repre-
sentábase el Exl)elsim·, y en el cuadro titulado «El baile de las naciones»
opúsose el público á que los c01·aceros franceses cruzasen sus banderas con
los guardias españoles, obligando á aquéllos á que se retirasen de la esce.
na y aplaudiendo ardientemente á éstos y á los hulanos.
Igual ó mayor, si cabe, fué el entusiasmo á la llegada del rey que á la de
la reina. Decían los monárquicos que habían sido aquellas dos explosiones
del sentimiento nacional y monárquico y negábanlo redondamente los re-
publicanos en cuanto á este último significado. Hablando en puridad unos
y otros tenían razón. Los partidarios ele la dinastía apro\echaban natural-
mente la ocasión para aclamarla y afirmar su leal adhesión; mas, por otro
lado, no puede negarse que tornaron parte en estas manifestaciones muchos
que si se hubiese tratado de una mera demostración ele dinastismo, no lo
hubieran hecho por todo el oro del mundo. A este propósito no será in-
oportuno recordar que la prensa carlista asoció su protesta á la de los pe-
riódicos dinásticos, y que E¿ Porvenir, órgano del señor Ruiz Zorrilla,
202 HISTORIA DE ESPA...'\"A
condenó también los sucesos de París, diciendo que antes que republicano
era espaüol y á fuer de tal no podía tolerar con calma los ultrajes inferidos
al jefe del Estado.
:X o desapro\echó esta ocasión la Izquierda dinástica para señalarse de
un modo elocuente en aquel diluno de manifestaciones, pues al llegar la
noticia de lo sucedido en París reunióse al partido en su Círculo, impro-
visando el señor :Jioret un notable discurso, del cual merecen recordarse
los párrafos siguientes:
. Ahora vamos á ver s1 hay partidos políticos encima de la patria, ó si
la patria nos cubre á todos. Es posible que se mezcle la cuestión política
en España. X o lo quiera Dios, porque entonces sería cosa de repetir unas
palabras de Castelar, cuando era j efe del gobierno en 1873: «Aquí hay
, tres cosas que salvar, la patria, la libertad y la república. Si puedo salvar
»las tres, las salvaré; pero si no puedo salvar más que una, salvaré lapa-
»tria. » Yeremos ahora si esas palabras han encontrado eco. Yeremos si esta
sangre española hierve pronto.»
En la misma reunión dij o el señor Balaguer que en otra que habían
celebrado el día antes el duque de la Torre, el sef1or :Jioret, el general Ló-
pez Domínguez y él, se h abía acordado enviar telegramas suscritos por el
duque de la Torre á los señores Cánovas, Becerra y :Jiontero Ríos, aconse-
jándoles que regresasen á ::\Iaclrid cuanto antes, por exigirlo así altos in-
tereses comunes á todos los partidos monárquicos y á España toda.
Como contestando á la alusión del señor ::\Ioret, publicó El Globo, pe-
riódico inspirado por el señor Castelar, un artículo pidiendo la inmediata
convocación ele las Cortes para esclarecer antecedentes "J~ circunstancias
del ·daje del rey, exigir las responsabilidades que correspondiesen, obte-
ner las debidas satisfacciones, reintegrar en el lugar oportuno el decoro y
la dignidad de la nación é ilust rar la opinión pública.
A la gran recepción que el día -i tuvo lugar en palacio acudieron mu-
chos generales, senadores, diputados y otras personas de notoria signifi-
cación é importancia y aclem:.~s un gran número ele franceses deseosos de
protestar de torla solidaridad con los fautores clel gran escándalo promo-
ndo por algunos de sus compatriotas. Esta manifestación, tan elocuente
como espontánea, coincidió con la publicación en París de un suelto co-
municado á los periódicos por la embajada española, en el cual manifes-
taba ésta haber recibido un gTan número ele cartas y telegramas suscritos
por franceses que expresaban su pesar por los sucesos ocurridos el 29 de
septiembre en París y que, en la imposibilidad ele contestar individual-
mente á todos, el embajador les participaba que había recibido con satis-
facción aquellos testimonios ele simpatía al rey don Alfonso y á España y
que les daba las gracias por medio ele la prensa.
Además, una comisión ele franceses nsi tó el día 7 al presidente del
Consejo ele ministros, condenando los sucesos ele París.
Al mismo tiempo la prensa ele Yiena hacía notar el hecho de que, al
día siguiente ele haber éstos ocurrido, las cortes ele Europa habían dirigido
por espontáneo impulso al rey de España la expresión ele sus vivísimas
simpatías.
Ya hemos visto que otro tanto hicieron en aquellas circunstancias
EDAD .MODERNA 203
muchas personas que no habían contado jam:is entre sus fieles partida-
rios. Entre ellas merece citarse el an~iguo diputado federal y excelente
escritor don Sera.fín Olave, quien dirigió entonces al Archivo diplomático-
político una carta en la cual decía entre otras cosas:
«Satisfacción superior á todo lo que me ha desagradado he sentido al
apreciar la conducta valerosa del rey ele España, despidiendo el batallón
de guardia y dirigiéndose, sin escolta, al palacio del Elíseo, en medio de
los asquerosos é innobles canallas que le enaltecieron queriendo insultarle
impunemente, si es cierto lo que ele la conducta del gobierno y escuadrón
francés dice la prensa. Sin que mis palabras indiquen la menor abjura-
ción de mis doctrinas políticas, protesto, como todo buen español debe
protestar, ele la conducta ele los sediciosos de París y ele las autoridades
francesas. Ofendido un presidente de una república española, debieran
ponerse á su lado todos los españoles, aunque fuesen monárquicos ¡Vuél-
vase la oración por pasiva! ¡Españoles sobre todo!>>
A la verdad la conducta del rey en aquellas gravísimas circunstancias
fué universalmente calificada de irreprensible, correcta y digna. El Im-
pa?·cictl la alababa, diciendo que el proceder del rey en París había sido
no sólo modelo ele costumbres caballerescas, sino también espejo ele reyes
constitucionales. Lo más f<icil parecía ser que, dejándose llevar por lapa-
sión ó por las impresiones del t;nomento, hubiera podido comprometer al
país; pero había sabido salvar su decoro personal y el ele la nación, man-
teniendo y trayendo al mismo tiempo á España la cuestión que el país y
el gobierno habían ele resolver.
Estas afirmacione.s de El I n1-parcial eran el eco fiel de la opinión pú-
blica, lo mismo de España que del extranjero.
Respecto á la responsabilidad en que había incurrido el gobierno fran-
cés por aquellos sucesos, era imposible desconocerla teniendo en cuenta
que don Alfonso había atravesado el territorio fra.ncés y aplaza.clo hasta
su regreso ele Alemania la recepción oficial que en París querían hacerle,
cediendo á los ruegos del gobierno ele la república; que el ministro de la
Guerra, l\I Thibaudin, hizo alarde ele no presentarse jam<.ís ante el rey;
que l\I. Grevy esperó á su regio huésped en el salón de la estación, abste-
niéndose de subir con él al coche y abandonándolo ~í los insultos de las
turbas, cuyas malas disposiciones no podía ignorar, constánclole que las
atizaban varios periódicos y entre ellos el ele su propio yerno l\1. \Vilson;
que no viéndose capaz el Gobierno de evitar un peligro que la embajada
de España había advertido al rey, debía habérselo manifestado á su vez
para precaver el escándalo; que á falta ele esto podía evitar la inerte acti ·
tud de la policía y la tolerancia incalificable con que se permitía vender
soeces folletos en mitad ele la calle contra el rey de una potencia amiga.
Todo esto era innegable; pero, dada la índole del asunto, ele suyo tan
delicado, y la vidriosa susceptibilidad nuestra, con harta razón herida,
temióse en el extranjero que se extremasen nuestras exigencias tomando
mal sesgo las cosas. Le Te1nps, periódico republicano ele París, que debe
precisamente su influencia á su pi·overbial reputación ele cuerdo y sensato,
manifestó entonces la esperanza de que el ministerio español lo pensaría
mucho antes ele entablar una acción diplo mática, desde el momento en
204: HISTORIA DE ESPAÑA
CAPITULO X
Opinión del señor Cáno>as del Castillo respecto á la ültima administración fusioni sta
y al sufragio universal. -Juicio del señor Sagasta sobre los izquierdistas.-N otable
discurso del señor ~Ioret en el círculo de la Izquierda.- El ministerio Posada He-
rrera.- Venida á España del príncipe imperial de Alemania.-Preludios de la rup·
tura de la conciliación.-Importantes palabras de los señores l\loret y Sagasta.-
El programa de los federales orgánicos.-Proyéctase una ley para la consen·ación
de las antigüedades españolas.-Cómo se rompió la conciliación.-Interesantísimo
debate parlamentario con intervención de todos los partidos.-Caída del ministerio.
políticas. Los nombres ele los candidatos para ministros circulaban á do·
cenas; las pretensiones ele los aspirantes pecaban en algunos de realmente
excesivas. Los izquierdistas más radicales no se contentaban con menos
que con la revisión constitucional y el restablecimiento del sufragio uni-
Yersal; mas como el nuevo ministerio no contaba con una mayoría propia
y el señor Sagasta no respondía ele que los suyos aceptasen estas concli·
ciones, viéronse privados ele insistir en ellas. El señor Camacho no aceptaba
la cartera ele Hacienda sino mediante una serie de requisitos que equiva·
lían á la aceptación ele una dictadura económica, ele modo que hubo de
prescinclirse de su concurso. El general López Domínguez declaraba qne
no aceptaría ningún puesto en el nuevo gabinete si formaban parte de
él los centralistas. El señor ~Iontero Ríos decía que él no se opondría á
que sus amigos entrasen en el gabinete, pero que él no quería ocupar
ningún puesto.
Existía para la Izquierda un gran peligro que le convenía evitar á toda
costa y era que si el señor Posada Herrera no lograba formar un ministe-
rio de conciliación podía constituirlo con elementos procedentes de la
mayorín, ó renunciar á tan ardua tarea dejando que el señor Sagasta se
encargase de llevarla á cabo.
Por último, el día 13 quedó constituíclo el nuevo ministerio del modo
siguiente.
Presidencia sin cartera, don .José ele Posada Hei·rera; Gracia y Justicia,
don Aureliano Linares Ri\as; Estado, don Servando Ruiz Gómez; Guerra,
don .José López Domínguez; ~\Iarina, el vicealmirante don Carlos Yalcárcel;
Hacienda, clon.J osé Gallostra y Frau; Gobernación, don Segismunclo :Jloret
y Prendergast; Fomento, don Angel Carvajal y Fernández ele Córclova,
marqués de Sarcloal; Ultramar, don Estanislao Suárez Inclán.
Tal empeño tenía este ministerio en representar la conciliación y en no
desplegar su bandera en son ele guerra que su primer acto, al tomar po-
sesión del poder, fué manifestar el deseo ele que los empleados no dimitie-
sen sus cargos, pues tornaría á desaire las dimisiones. Ya se comprenderá
que habían de ser muy pocos los que, después de esta adver tencia, incu-
rriesen en la falta_ele cortesía ele molestar al gabinete con su insistencia
en querer abandonar los cargos que desempeñaban, así como la poquísi-
ma gracia que debió hacer todo esto á muchos pretendientes.
Habíase dicho aquellos días con singular insistencia que á consecuen-
cia del cambio político que acababa de ocurrir, el señor Ruiz Zorrilla esta-
ba resuelto á volver á España, abandonando definitivamente su voluntario
ostracismo; mas el día 14 E¿ Porvenií', periódico inspirado por este per-
sonaje, desmintió ele una manera categórica la noticia atacando dura·
mente al ministerio , del cual decía que nada serio p odía esperarse.
A principios de noviembre de aquel afio empezó á hablarse de la pró-
xima venida del príncipe imperial de Alemania á España con el objeto
ele devolver en nombre de su padre el emperador Guillermo la visjta que
don Alfonso le había hecho. Con este motivo cliéronse á cavilar los dilet.
tanti ele la política, deduciendo ele un hecho tan sencillo un sin fin de
consecuencias, todas á cualm:.is trascendental y arbitraria. Unos veían en
este acto de cortesía una demostración política encaminada á patenti.
EDAD MODERNA · 209
zar el buen afecto que Alemania nos profesaba, robustecido por los re-
cientes sucesos ele París; otros lo consideraban como un signo y un paso
preliminar de la alianza que iba á celebrar Espaüa con los imperios del
centro, y muchos veían en este suceso y en sus naturales resultados la
mano oculta del canciller ele hierro, estribillo que entre los diplomáticos
de café ha sustituíclo á. la mano oculta del príncipe de }Iétternich y de
lord Palmerston, que fueron las pesadillas ele nuestros mayores.
Tanto se glosaron estas ideas y tales manifestaciones provocaron en
la prensa y en los círculos políticos, que el Gobierno llegó á intimidarse
temiendo que provocasen otras más sonadas y peligrosas en las calles. El
príncipe debía entrar en España por mar desembarcando en Barcelona; pero
temióse un mal recibimiento por parte ele los republicanos y por los mu-
chos miles ele franceses que se hallan domiciliados en ella y clesistióse de
este plan de itinerario. Procuróse además quitar en lo posible todo carácter
oficial á las fiestas y solemnidades que se celebrasen en obsequio del prín-
cipe, fue ra del que les diese la corte como en justa reciprocidad de los
obsequios qne la de Berlín había dispensado á don Alfonso.
El día 22 de aquel mes, á las ocho ele la mañana, llegó la escuadra ale-
mana á Valencia, tributándole la española de instrucción los honores ele
ordenanza. Aquella misma noche, antes ele las once, salía el príncipe para
la corte.
Al llegar á ésta al día siguiente, encontró esper::índole en la estación al
rey y los jefes superiores de palacio. El pueblo madrileño le hizo un res-
petuoso recibimiento.
Conforme se había previamente acordado, los obsequios que al príncipe
se hicieron más atestiguaban y recordaban las cordiales relaciones exis-
tentes entre dos dinastías que el mutuo afecto que ambas naciones recí-
procamente se profesaban. El último día de aquel mes dióse en la legación
alemana un banquete al cual asistió el rey, hecho insólito que hubiera sido
muy comentado, si el príncipe no hubiera hecho patente su significación
saliendo á recibir á don Alfonso i la puerta de la embajada, que fu é ma-
nifestar quién era el anfitrión. N o hubo brindis ni declaración política
directa ni indirecta en aquella fiesta que en cierto modo podía considerarse
como de familia.
Al día siguiente dióse en palacio un fastuoso baile en el cual vistió el
rey el uniforme de hulano y al cual asistieron muchos ex ministros, así
conservadores como fusionistas. El príncipe vestía el uniforme blanco de
coraceros de la guardia y ostentaba en el pecho la gran cruz de San Fer-
nando que la tarde del día anterior le había puesto el rey quitándosela de
su uniforme. El 3 de diciembre hízose en el real sitio del Pardo una gran
cacería, en la cual tomaron parte el rey, el príncipe alemán y los repre-
sentantes de Austria y Alemania; el día 4 visitó con el rey el monasterio
del Escorial, mostrándose muy impresionado por su imponente grandeza
y muy especialmente al visitar el modestísimo y claustral aposento desde
el cual Felipe II dictaba leyes á entrambos hemisferios; el día 5 hiciéronse
en la dehesa de Carabanchel unas maniobras militares. A este propósito
díjose y lo repitieron los periódicos sin ser desmentidos, que el príncipe
y los generales que le acompañaban habían hecho al rey y al ministro de
210 HISTORIA DE ESP AX A
PTi11W1' punto
Segundo punto
Tercer punto
Cruwdo punto
CAPITULO XI
muerte que había declarado el ministro á todos los diputados fusi onistas,
y que éstos no se conformaban con deber la investidura de su cargo á la
m isericordia del Gobierno.
:\Iientras ele este modo se iba preparando la lucha pacífica, bien qne
no siempre escrupulosamente legal de los partidos, un inopinado aconte-
cimiento vino á demostrar que ni había terminado la era ele los pronun-
ciamientos ni se había extinguido del todo el fuego subterráneo revelado
por las postreras asonadas militares.
Habíase publicado en la Gaceta el día l. o de aquel mes una circular
del ministro de la Guerra cuyo espíritu se hallaba compendiado en un
p<irrafo que decía: «X o deben, por tanto, consentirse en el ejército actos
vergonzosos ni demostraciones contrarias á la disciplina y á las institu-
ciones políticas, ele lo que nos dan ejemplo elocuente todas las naciones,
sean cualesquiera sus formas de gobierno, y en tal concepto deberán ser
inmediatamente expulsados los que por abandono, cobardía, relajada
conducta, ó por contraer compromisos misteriosos y bastardos, se hagan
indignos ele sus compañeros de armas.»
Quince días después ele publicarse tan categóricas prescripciones en-
contróse al despertar el vecindario ele la corte con la sorprendonte noticia
ele que la noche anterior habían sido reducidos á prisión el general Ve-
larde, el brigadier Yillacampa, quince sargentos y varios paisanos, siendo
conducidos por orden del capitán general á las prisiones militares del
cuartel ele San Francisco. l\Iás adelante fueron presos los tenientes gene-
rales señores Ferrer é Hidalgo.
Dos cosas se dijeron desde los primeros momentos: que se habían en-
contrado cartas y otros documentos ele los cuales se desprendía que la.
abortada conspiración tenía el carácter de zorrillista, y que el Gobierno
estaba resuelto á obrar con severidad; aunque La Epoca negaba al mismo
tiempo este propósito, asegurando que lo único que pensaba hacer el Go-
bierno era entregar á los tribunales á los que resultasen comprometidos
en la causa.
Esta dió lugar desde luego á muchas detenciones de militares perte-
necientes á varios cuerpos y á que el Gobierno dictase rápidamente clis-
posiciones, poniéndose al habla con las autoridades de las provincias en
las cuales con más fundamento podía temerse que existiesen ramificacio-
nes de la conjuración recién clescu bierta.
Parece que las autoridades ya estaban sobre aviso y que de algún
tiempo á aquella parte seguían sus agentes la pista á algunas de las per-
!: onas más complicadas en el asunto y qu e la primera que en él inten·ino
fué el gobernador civil, el cual participó luego lo que pasaba al capitán
general del distrito y por último al ministro ele la Gobernación y al pre-
sidente del Consejo.
Aunque los ministeriales aseguraban que todos los hilos de la trama
revolucionaria estaban en manos del Gobierno y que la tal conspiración
no tenía importancia alguna, confesaban por otra parte que se habían
dictado enérgicas disposiciones para extrerrar la vigilancia y hasta se
llegó á hablar ele la posibilidad de que se suspendiesen las garantías
constitucionales. Verdad es que los conservadores negaron el fundamen-
EDAD MODERNA 23!
to de semejante suposición; pero nadie desconocía que el fracasad o com-
plot tenía mucha más importancia de la que le atribuía la prensa oficio·
sa, con un calculado optimismo que, por su sana intención, no podía
v.i.tuperarse en absoluto.
De lo que sacaban gran partido los periódicos ministeriales era de la
circunstancia de haber descubierto el Gobierno la conspiración antes de
que se transformaran en hechos los designios de los conjurados, haciendo
notar que en el mes ele agosto último el Gobierno fué el primer sorprencli ·
do, encontrándose el país, mudo de estupor, ante una sublevación de dos
plazas fuertes, sin que nada se hubiera presentido.
Al tener noticia de estos hechos los izquierdistas ofrecieron al Gobier-
no su incondicional apoyo respecto ele la cuestión de orden público:
diciendo que en aquellos momentos no había razón ni pretexto siquiera
para abandonar las vías legales. El duque de la Torre había comentado
la nueva diciendo: «Ha pasado la época ele las revoluciones, en que sólo
podía conquistarse la libertad por la fuerza: hoy todo debe esperarse del
triunfo de las ideas, impuestas por los procedimientos del derecho. Las
revoluciones tuvieron su razón de ser en la necesidad ele transformar una
sociedad vieja y desterrar sus preocupaciones y sus errores, que hacían
imposible todo gobierno liberal.»
De la misma manera opinaba la mayoría de los periódicos.
El día 1. del siguiente mes de abril publicóse en la Gaceta el decreto
0
de Alcudia. Componíase dicho tren de un coche ele primera con uno ó dos
Yiaj eros, dos ele segunda también con tiajeros, cuatro de tercera comple-
tamente llenos de soldados licenciados, cuatro vagones-jaulas llenos de
carneros, dos yagones con mulas y potros y otros dos con pollinos, ade-
m~ís ele unos cuantos Yagones vacíos y sus correspondientes furgones con
la máquina. El tren entró por completo en el puente, pues no podía exis-
tir ni la más remota sospecha de peligro; pero en cuanto hubo llegado al
centro ele él la locomotora , ya fuera que estuviesen leYantaclos los rieles:
como luego algunos conjeturaron, ya porque ocurriese un súbito desca-
rrilamiento, salióse ele la Yía el tren, siendo arrastrado algunos metros
la máquina hacia la derecha. X o pudo la barandilla resistir tan fuerte
e m bes ti da y arrancándose por la unión ele los pilares dió una verdadera
\Uelta, cayendo en el río juntamente con el tren que la había derribado.
Para hacerse cargo de la magnitud del desastre basta considerar que
sólo pudieron salvarse sesenta ó setenta personas ele las 180 que iban en
el tren y entre las cuales había 168 soldados licenciados ele la guarnición
de Baclajoz que regresaban á sus h ogares transportados ele gozo, bien aje-
nos de sospechar el trágico y prematuro fin que les esperaba. La máquina,
por su enorme peso, quedó literalmente cla\ada en el fondo del río, y el
maquinista y el fogon ero sal \·áronse milagrosamente porque la explosión
de la locomotora los arroj ó á la orilla, quedando encenagados en un charco.
El conductor y el guarclafreno resultaron muy mal heridos. El último
coche, con el furgón ele cola, quedó sostenido por los otros que estaban
debaj o, y así fuera del agua pudieron sal\arse tres ó cuatro viajeros, tres
guardias ciYiles y los pastores encargados del ganado lanar y mular que
iba en el tren y que pereció todo en el momento el el desplome ó ahogado
en la corriente.
Circuló entonces con grande insistencia una versión según la cual no
debía atribuirse á un accidente fortuito esta horrenda catástrofe, lo cual
se hacía con la mira de r elaeionarla con las tentativas revolucionarias de
aquellos días. Para honra de la humanidad, de nuestra nación y ele nues-
tros partidos, nos resistim os á dar crúlito á tan abominable infamia: pre-
ferimos achacar este ru m or á la calumniosa malevolencia ó á la ligereza
de los políticos apasionados. Lo decimos con toda sinceridad Semejantes
horrores no pueden creer~e sin o despnú de probados. Y aun así cuesta
mucho adquirir el conYéncüniento de qu e tales monstruos pueda produ-
cir el g~ne ro humano.
Parece que según el autorizado testimonio de los in~·enieros, la catás-
trofe acaeció porque ri. la entrada del puente se habían quitado con ins
trumentos adecuados los tornillos que sujetaban los rieles á las tratiesas,
y se halló cortado p or una sierra uno de los postes del tel~grafo y otro
derribado á hachazos i müs de Yeinte kilómetros de distancia. Estas cir-
cuns tancias legitimaban y corroboraban la sospecha de un crimen, pero
no bastaban para que pudiese atribuirse tan fría perversidad al fanatismo
ele un partido, no existiendo pruebas que justificasen una acusación en
todos conceptos grave y deshonrosa (1).
dencia muy notable y curiosa, en la cual hay algunos párrafos que nos creemos obliga-
dos á transcribir por la luz que a rrojan en tan misterioso asunto. Dicen de este modo:
«¿Se trata de un crimen pri\·ado, de una venganza personal?
»Algunos altos empleados de la compailía me han referido la siguiente circunstan-
cia. Hace tiempo, el maquinista, el gnardafreno y otros dos empleados de un tren de
mercancías de la sección á qne pertenece el puente de Alcudia, sorprendieron á cuatro
individuos en el acto de cometer nn robo y los entregaron á los tribunales. Los presos
Y sus parientes dirigieron á sus demmciadores tales amenazas, que éstos acabaron por
pedir á la compañía que los trasladasen á otra sección de la línea. La carta haciendo
esta demanda y explicando lo¡,¡ motivos en que se fundaba obra en poder del jefe del
movimiento, según me dicen los altos empleados que ya cito. La traslación estaba acor-
dada Y en la noche del 27 hacían su último viaje en aquel tren los operarios amena-
zados.
»El tren debía pasar por el puente antes que el mixto que snfrió el accidente; pero
al llegar á la estación próxima á Alcudia no le permitieron continuar su viaje por estar
interrumpido el telégrafo. El tren mixto, en la estación opuesta, lo halló también in-
terrumpido, pero siguió adelante, por tener horas fijas de marcha, y sufrió el desastre
de que habría sido víctima el de mercancías á haber funcionado el telégrafo.
»Esta fué la versión que me dieron. Pedí permiso para publicarla y lo obtuve. Pre-
gunté cómo no se había dado cuenta de indicio tan importante al juez instructor, y me
contestaron que el juez tiene conocimiento del hecho.-¿ Y no ha hecho prisiones?-
fllé mi natural pregunta.-Que nosotros sepamos no,-me contestaron.))
236 HISTORIA DE ESPA..'ÑA
tnrn. clió una orden dictando regbs p:-trn. evit:-tr qne se anunci:-tmn l:ls
continuadas subast:-ts ele montes incluíclos en el c:-ttálogo ele los excep tua-
dos de la ventn., y dando garantías ele respeto ú, los funcionarios que se
oponían á enajenaciones peligros:-ts para el porvenir ele la Hacienda y la
riqueza forest:-tl espafíola.
l\Iotivo ele júbilo fué parn. los am:-tntes del principio de autoridad y ele
In. conservación y el fom ento ele los montes públicos, el encargrrr el Go-
bierno en :23 ele septiembre de 1876 á In guardia civil el servicio de g u:-tr-
dería rural y forestal, mecli:-tnte 1:-ts adiciones correspondientes al regla-
mento y á la cartilla que sir vieron ele baso ú ar1uel instituto armado, que
creó el Tieal Decreto ele 3 ele agosto ele 1853. Al introducirse estn. innova-
ción en el régimen forestal, muchos ingenieros creyeron qne In. regenera-
ción ele los montes sería, en breve un hecho tan evidente, como aceptado
estaba el principio ele que la guarclin. civil ponclrín. coto i todos los abusos
que la ignorancia, la concupiscencia y la malrt fo clesatn. en lns mont:-tñn s
contrn. lrt protectora propieclac1 pú blicrt forestal.
Fué una ilusión del buen deseo. Y no achacrtmos el clesengaüo {t n in-
guna, causa, que ceda en desprestigio ele ese insig·ne instituto, por tantos
conceptos honra ele España. Los que entonces deploraban su cleseiJgaiio,
no habían saLido hacerse car~·o ele los inconvenientes é incompa tiLilicln-
des, punto menos que invencibles, que no p odían menos ele oponerse vJ
buen éxito de la reforma. En primer lugar, al sobrecargarse el ya penoso
trabajo ele la guardia civil, no se tuvo en cu ent a la índole especial del
servicio ele montes, que pugna con el uniforme, con el peso del fusil, con
el correaje que oprime los músculos del pecho, tod o lo cual hace por todo
extremo cansrrcla esta taren, en un país tan quebrntlo y fragoso como el
nuestro. Luego hay que tener presente otra cues tión tan clelicaüa como
trascendental. El guardabosrrue no persigue otras fechorías que las que
se cometen contra el arbolado, en tanto que al guanlia civil, acostu m bra-
do á clar caza á todrt suerte de forajidos, forzosamente ha, ele hac ~ rsele
muy cuesta arriba confundir con los malhechores al rústico jmnús proce-
sado é incrtpaz ele perpetrar un hurto clomt'st ico, sólo por haberse atrovic1 o
á talar algunos árboles ele un monte pú Llico para satisfacer las necesicla-
des de su hogar. En efecto, comparado con un sal t ea e lor ele caminos, aquel
hombre es un cartnjo. Para comprender y apreci ar el cn.rü,cter de su clelito
es necesario teller nociones jurídic:-ts, que el letrado a~.lquiere por el estu-
dio y el gnarclabosque por el hábito y l::t intuiciún ele su oficio. El instinto
popular no rtcierta, por regh general, á darse cuenta ele esos delitos que
incliviclualmento no 1Je1:intlican á nadie, por In, sencilla razón ele que
pe1:juclican á todos.
Es esta m1a cuestión muy especial y ele carúctcr más psicológico que
meramente jurídico; es cuestión de criterio y de idiosincrasia, y no hay
que comb:-ttirla ideando reglamentos y mnlti plicn n üo responsabilidades
para agobiar á un cuerpo tan necesario prtra la seguriclatl pública y tan
cargado ya, ele fatigosas obligaciones con un trabajo c1 n o clebiera encomen-
clar.~e á u na especial gua,rclería. Nadie ignor[l, qu e, a nn prescindiendo ele
este servicio, son tantos y tan penosos los que está prestando la Guardia
Civil y tan extenso el radio en que debe operar cada parejn, por el insu-
Tmw XXV 16
:?3,:, HISTORIA DE E~P A....'> A
ficien tc p er~o nalque cuenta este noble instituto, que son Yerclacleramente
pru di~"iosas la acti·ddacl y abnegación con que cleselllpelia sus muchos
serYi cios.
::\o fné menos notable la neal Orden ele 20 de marzo !le 1811, aprobando
la instrucción para el cumplimiento ele la ley ele 9 ele enero del mismo
año, encaminada ú impedir que los compradores ele montes realizasen un
lucro ele mala fe, pag·:nl(lo sólo uno ó tlos plazos, talando t oda l::t finca,
pagando dichos plazos con el producto ele las costas, embolsando el resto
y clecladn dose luego en ·plielJra, con lo cual de.iaban la superficie msa , el
interés público conculca' lo, la seriedad ele ]a administración burlada y el
peculio propio repleto á expensas ele una rapiiia odiosa Ahora se necesita
permiso ele las deleg·aciones ele Hac ienda, oído el ingeniero del distrito,
para cortar en los m ontes cnyos pagos n o est én Cülíípl etamente terminados,
y se ejercit a en ellos nna fis calización que üupi cle tan escandalosos abusos.
SeüaLlun yerda dero adel <.mtu en el serYicio forestal la ley de repoblación
ele 11 de julio ele le- 11 y el reglamento para su ejecnción ele 1::5 ele enero
ele 1t:1 8, propuesto al rey por el señor conde ele Toreno, en cnya legisla-
ción se estatuye, entre otras cosas, que ele todos los aproYechamientos que
se realic en en los montes públicos se destinará el diez por ciento á la me-
jora ele dichas tincas, proporcionando así al erario público una cantidad
respetable que ha permitido renliz,.:¡_r trabajos ele importancia, destinados
á demostrar las \en tajas qne la repol.Jbción ele las montaüas, ]a ordenación
ele los bos•]Ues y el desarrollo de la industria forestal reportarían á la ri-
queza del Estado.
Por desgr<.tcia, la5 transferencias de créditos y la creciente diminución
ele las partidas destinadas al sen-icio de montes en los presupuestos gene-
rales del Estado, hechas en nom1Jre de ruinosas economías, han falseado
m<i.S ele unn. Yez el buen sentido de la ley ele 1.:::;; 1, demo:::trándose así que
en este país no üdtan leyes protectoras y sabias, sino gobiernos que se-
pan defenderlas y CongTesos capaces ele compremlerlas.
Fecunda la Hestanraeión en legislación forestal, en 10 ele agosto ele 1877
creó el personal ele capataces de c11lti\os, que Yigilaran y ejecutaran las
p resc ripci ones facultatiYas de los ingenieros y ayudantes; pero, creado el
personal a u.s:iliar sin la prt:paración clebicla, ha resultado deficiente como
todo ]o que se hace ele una manera poco meditada.
De müs súlirla trascend encia hn. si<lo la Heal Orden ele S de noviembre
ele lSI I, creand•:J la comisión rerisora del catá.logo tle m ontes públicos,
encargada ele rectifica r los catálugos primitiYos, con la mira de ajustar
á los principios ele la ciencia forestal la desamortización ele la masa de
montes públicos que p or su íwlole pnedén \end erse y la que debe reser-
Yarse á perpetuidad, por satisfacer necesidades ele car.:icter general y do-
minio público. Larga t~uéa nos impondría b sencilla enumeración de
cuanto se ha regbJu entaclo este sen-icio desde 1811 hasta la fecha; baste
decir que en 30 de junio ele lt .:::-:1 se halJían le\antado ya los planos
ele 3.0 1::?.518 hectáreas con un g·asto ele l.:3G:3.~05.53 pesetas, ósea á razón
ele 0'-±5 por hectárea, y que se halJía e;.;tncliado toda esa masa forestal con
un cri terio científico que permitirá dictJ.l' una legislación más ajustada á
las necesidades del sen-icio y al desenvoldmiento ele la riqueza pública.
EDAD l\IODEHNA
progreso seria infi nitamente mis patriótica e.:;ta oposición que la intempe-
r~"tnte locuacidad con que muchas veces se de.:;pi lfarra el tiemp~ en las
cámaras espaüolas En cambio asegurábase que el señor Sagasta aconsejaba
una oposición ele rayos y centellas Xo parecía probable que andtrdesen
las cosas por este camino cuando La Ep oca hacía constar con satisfacción
que la prensa fusionista al tratar de las reformas que afe~ t a ba n al engran-
decimiento del país y á la prosperidarl de la 1utria, ni ext remab;1 sus cen-
suras ni cerraba los ojos á la eYidencia.
K o dejaba ele ser digno ele notarse este hecho en un tiempo en que E¿
Progreso hacía una estadística ele los escritos que le habían denunciado,
los cuales for maban un total ele treinta y dos causas criminales que á diez
años ele presidio, como por ellas pedía el ministerio fiscal, sumaban un
total ele 3:20 años.
En realidad l os mow1rquicos estaban bastan te az•)rados con los recien-
tes conatos ele pronunciamiento y comprendían p or punto general la ne-
cesidad ele estrechar sus filas y no extremar las in transigencias que los
clh-idían y debilitaban, con gran ventaja y contentamiento ele los repu-
blicanos.
El día 19 del expresado mes de mayo celebróse en la Presidencia del
Consejo ele ministros la reunión preparatoria, á la cual asistieron 2-!3 di-
putados ele la mayoría, pronunciando ante ellos el S8iior Cáno,as el dis-
curso ele rúbrica en tales circunstancias. De él tomamos los siguientes
p:-í.rrafos, cuya transcripción juzgamos sobradamen te justificafla tanto por
las ideas que contienen como por la fe cha y ocasión en que se emitieron:.
«... Tremolamos aquí la bandera con la cual construimos, ó más bien,
reconstruimos la monarquía; dimos la paz á la nación; rescatamos, que
casi fu~ rescatar, la más pre.:!iosa de las colonias, Cuba: elevamos la Ha-
cienda á nn grado ele esplendor que no se había conocido aquí hacía tiem-
po despu~s ele tan largos y tan gT<\ndes desastres ... Ha creído el Gobierno
que eran estas circunstancias ocasión ele desplegar su bandera y que no
debería hacer un simple discurso ele mera fórmula, sino un verdadero pro-
g rama. Esos principios llegarán á nuestros oídos ele lo.:; labios augustos ele
~u Majestad, y en estos ins tantes por tanto no sería oportuno hacerlo.
Básteme hablaros ele la idea fundamental del programa.
»X osotros con stituimos el verdadero partido conservador, que no ve ·
nimos aquí á satisfacer pasiones, que no venimos aquí, como no debiera
venir ning-ún partido político, i informar absolutamente la vida práctica
con el ideal; n osotros venimos aquí poseídos, com o l0 han ele estar bajo
su punto ele vista los verdaderos políticos, de que la política es el arte de
aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las cir·
cunstancias hacen posible; n osotros -venimos ante to r1o con la realidad;
n osotros no hemos de hacer ni pretender t odo lo qne quisiéramos, sino
todo lo que en este instante puede aplicarse sin peligro, todo lo que pue-
de 1·ealizarse para el engrandecimiento ele la nación; y por cima de todo
esto, antes y sobre toclo esto, debe halJer, hay, para nosotros, una idea que
domina, la que es preciso defende r contra todo cuanto sea necesario, la
monarquía, y lc\·antarla y ej)grandccerla, puesto que es la base de nues-
tras insti tuciones y de la integridad nacional, y hacer de ella á la vez el
EDAD l\iOOEBI'I A.
rico de don Alfonso XII, á quien elijo que servb lealmente y excns:i.n chl -
sc ele sus pronunci[tmientos con b reticxión rle que no h[tbÍ[t en Esp[tÜ<-1.
quien hubiese figurado en política sin haberse sulJlCv[tclo nunc[t.
Dijo el duque que no ib~t preparado ni babia t enido b menor sospech[t
d el ataque <:Í él dirigido por el marqués ele Kovaliches, y en ver <bd que
no había de jurarlo para que le creyeran, pnes bien claramen te se viú q ne
le habitt clesconcertatlo :tqnella brnscf\, f\,Cometicla. El presitlen te d el Con-
sejo se levantó en seguida, cUndole la razón respec to á la nccesirl:irl ele
relegar al olvido :tqu ellos hechos y sosteniendo que los hombres sin ce ra-
mente monárq ui cos que habbn cooperado :~ aquel m o dmie n to lo hicie-
ron con otras miras muy diferentes, por caus:ts muy clivers:1-s, con espe ran-
zas mu y contrarias al result[tclo que clió ele sí la revolución ele septiem bre .
«¿Dónde estab[t entonces, preguntó, b semilla clemocráticrL, ni m enos lrL
republicana? Allí no triunfó b democracia ni el pueblo, triunfó la cliYisión
el el p nrtido mon:irq ui co. »
Y con tan hábil comentnrio diéronse todos por sntisfechos y quedó
terminado el incidente. El marqn ~s ele N ovalichcs a c:tbaba L1e hacer nn
act o; pero n o un acto ele vi~·oros[t oposición como ele él esp eraban los
m od erados, creyendo que ibf\, á producirse un escándalo p n.rl am ent:1rio
con gran menoscabo de los canoYistas. Llam ~íron se por cons ig uien te ú en-
g'[tño, diciendo qne el discurso del último campeó n ele elofí [t I sabel II haub
sido una gran decepción que probabfl, 1111[1, vez más su escas[t Cf\,p::tcicb ü
política.
Tras esto vino la. oblig:1cla serie ele r ecriminaciones acerca ele los abu-
sos y arbitrariedades que se habí:tn cometido durante el poríoc1o electo-
ral. En el Senado, el conde ele Cf\,Sf\, Valencia. contes tó ú los cargos q ue el
señor l\Iosqnera dirigí[\, i la sit uación recorcbndo :tt ropcllos cometic1os en
otr[t époc::-u por los corrolig ionnrios y mni ~·o s de su con t rincrLn te. promm-
cinnclo con t al mot ivo estas donosas p[tbbrns: «El p n.rt iclo fnsioni sw. y el
d e la izqu ierda son h ermanos de paüre; el primero resn lt :1. de lfl, unión
d el sefwr duque de la Torro con el se líor Sag:tst[t y el segundo d e la mis-
ID[\, con el selíor ).Im'tos. La nnión ele todos los elemen t os liberales no se
ve1·ificará, :tlmcnos mi entrns viY:-tn las dos mad res . En EsprLü a h f\,y sobra-
clas mujeres hermosas pfl,rtl.. la trm1qnilid f\,cl ele la Yida clom~st i c [t y sobra-
dos hombres públicos emin entes p:tra la t rnnqniliclad ele la vi cia p ol ít ica.>>
Por donde se ve que el señor conde posee el don ele decir gran eles vcrcb-
cles en form[t simpática y gracios[t.
Aprovechó la ocasión el seüor .:\Ioyano int erYinionclo en el d ebate p:1ra
decir las mnchf\,S cosas que, á su sen tir, no debía h:1ber oalbclo el m arq ués
ele Xovaliches y echó unfl, tremencb catilinaria á los revolucio nari os y á
los conservadores liberales. Dijo que el señor Cünovas habb tr;1nsigic1o
con los principios y con bs personas y prepar::.d o un[t p crturb~1 c i r. •n en la
polí tic:t. protegiendo á, los constitucionales y procuran c1o ani r¡nilar al p ar-
tirlo moclern.d o, qne er[t la tmdición m onárquica en este país, compnest:t
por h ombres ele consecuencia inqnebrant rLblc y fe cieg-a en los principios
m onárquicos, y que sin embargo fueron proscri tos, p olíticalllent e hablnn-
clo. Lo q ue antes habí[t hecho con este p[trtido lo hizo d cspn~s con el fu -
si on ista , protegiendo á la izquierda. Arremetió l ueg-o oontm el sel1 or
2-!4 H ISTORIA DE ESPAX.A
manitarios esfuerzos que con tal propósito se hicieron, así en l::t corte
como en el Principado ele Catalnlia.
El 24 ele aquel mes una comisión ele cliputaclos catalanes fué á visitar
al rey á fin ele implorar su magnnnimiclacl en favor ele los condenados.
Don Alfonso les recordó qne, ü. fuer ele monare::t constitucional, debía
atemperar sn concluct::t á 1::t opinión ele sus consejeros responsahlcs; que
él, por sn parte, era nat nrnlmente propenso á la clemencia, poro con1o
jefe clel ejército, sobre cuy~ organización había meditado profundam ente,
había adquirid o ]a conYicción d e qne la disciplina militar debía observar-
se con rigurosa ficlelilb rJ en todas sns esferas.
Habiendo circulaclo pur Barcelona el 27 la noticia ele que los reos ha-
bían sido puestos en capilla en Gerona, presentúronse varias comisiones
al capitán general, al obispo ele la diócesis y al alcalde constitucional pi-
diéndoles que insistiesen en la p etición ele indulto. Por la tarde n otóse en
la ciudad un nwYi miento inu sitado, fueron cerrúnclose las tiendas, y
aparecieron en muchísimas ele ellas unos carteles impresos que decían:
«Cerrallo como manifes tación ele luto. ¡Perdón para los condenados ele
Santa Coloma ele Farnésl» Lns pbzas y calles prillcipales llenáronse ele
un inmenso gentío y nparc cieron colgados ele negro muchos L:1lcones. En
Gerona, además ele lns mil g estiones que allí se hicieron , nombróse una
comisión que pfl.saso á b corte y ccrnironse también bs tiendas.
Aquella noche una numerosf\. comisión fné á visitar al obispo ele Bar-
celona suplicándole qne se dignase pasar al Gobierno civil parrt pedir de
nuevo al Gobierno el inclnlto ele los re os. El prebelo accedió á su deseo
sin hacerse ele rog ar, saliendo inmediatamente ele su morada ~~ pie y se-
guido ele unrt multitud que no cesó ele vitorearle á la icla y á la vuelta. y
que no se dispersó h asta que rtsom ~1ndose el obispo al balcón rogó á todos
que se retir::tsen ñ. fi n ele que el acto ele humanicl::td que :1cababa ele reali-
zarse no fuese siniestramente interpretado.
Muchos fueron los telegramas que se expidieron ele dich:1. ciudad con
el mi smo obj eto, entre ellos uno ele toda la prensa local menos el Dicwio,
otro ele las poetisns cfttnlnnas á la princesrt ele Asturias, otro de caballeros
gmncles cru ces ele Isabcll:t Católica al conde ele l\Iorphy, secretario p:l.r-
ticular elelmonarca, otro ele los presidentes de Asociaciones benéficas y
religiosas ::1 don Alfonso XII, otro del Ateneo Obrero á don Yíctor Bala-
guer, otro ele los obreros de las clases ele vapor r1e Catalniia al presidente
clel Consejo ele minis t ros, otro del insigne rtrtista Ernesto Hossi al conde
ele :Morphy, etc. l~or la noche stlspendiéronse las funciones anunciadas en
los teatros y al día siguiente amanecieron cerradas las tiendas ele la ciu-
cbcl y ele las inmediatas villas del llano. Yíctor Hngo escribió á don Alfonso
una carta pidiéndole el indult o ele los infelices condenados. En unfl. pa.la-
bra, se apeló á todos los medios legales y apnnironse todos los arbitrios
posibles prtm conseguir la gracia; pero todo fné en vnno. La contestación
á tan numerosas y reiterrtdas súplicrts fué un telegrama del presidente del
Consejo de ministros que decía literalmente ele este mo do :
«El Ministerio que tengo b honra ele presidir ha declnraelo respetuo-
samente á Su l\Iajestnd el rey que no podría continnar gobernando al país
si se estableciera el principio ele que solamente los sargentos, cabos y sol-
2!6 HISTORIA DE ESPA~A
ferios y cuyo asunto inspiró á Vercli mut de las partituras que m<ís triun-
fos y más oro le han valido. Como Zorrilla, Espronceda, Hartzenbnsch, el
duque de Hivas, Fermínclez y González y otros peregrinos ingenios que
florecieron en la primera mitad de este siglo, Garcín l+utiérrez parecía
nacido para probar á los franceses que en esta Espafm de donde habían
sacado sus modelos los rom<ínticos de allende los Pirineos, no se habían
cegado los manantiales de aquella fantasía gallarda é inagotable que fué
en otros siglos asombro y envidia del mundo.
En 10 de octubre aceptó España oficialmente la invitación que le ha-
oían c11rigitlo las potencias para tomar parte en las deliberaciones del
Congreso ele Berlín, en el cual debían tratarse los asuntos referentes á la
colonización del continente africano. Si nuestra diplomacia no hizo allí
un papel tan brillante como la de otras naciones más poderosas y temi-
das, clébese á nuestra postración política y merc::tnt.il, que nos condena á
contemplar con los urazos cruzados el repftrto ele aquellos inmensos y
vírgenes territorios.
Al día siguiente los amigos del señor l\Ioret le obsequiab::tn con un
banquete, qne le clió ocasión para declarar que se apartaba ele la izquier-
da, acercándose ele nnevo al señor Sagasta.
El 30 del mismo mes el general López Domínguez, que estaba hacien-
do un viaje ele propaganda por Andalucía, pronunció en Granada un dis-
curso declarando, como el señor Castelar, que abominaba ele los procedi-
mientos ele fuerza y se atendría siempre á los legales, considerando que
el ejército debe estar al servicio de la patria y no al de los partidos.
N o era ocioso tomar nota ele estas manifestaciones, pnes tanto este
general como el señor l\Ioret tenían muchos adeptos y ejercían bastante
influencia en la política militante.
El 3 ele cliciernbre los delegados ele los comités izquierdistas adictos
al general diéronle nn banquete que presidió el general Serrano, duque
ele la Torre, el cual pronunció un discurso ensalzando la Oonsti tución
de 1869. El 15 se celebró en l\Iadrid un nweting al cual concurrieron tres
mil partidarios del señor :Moret, quien insistió en ht necesidad ele llevar
á la Constitución de 1876 los principios ele la de 1869.
El clía 27 volvieron á abrirse las Cortes.
Terminó el año 188± lle un modo por todo extremo lúgubre y cala-
mitoso. En la noche ele X"a·dc1nc1 sintióse en l\Iaclricl un terremoto que,
aunque duró pocos segundos, produjo un gran púnico en el vecindario con
la trepidación ele los edificios, la vibración ele los cristales, el movimiento
de los aparatos ele iluminación y el sonar ele los timbres y campanillas.
En el teatro Real cundió ele tal moclo la alarma que hubo ele suspenderse
la representación por espacio ele algunos minutos; en algunos banios
llegó el espanto hasta el extremo ele hnir ele muchas casas los inquilinos,
viéndose salir á la calle á no pocas mujeres en palios m enores y llevan-
do en brazos á sns pequeüuelos. En el nuevo barrio ele Salamanca fné
singularmente notada la oscilación, pues no faltó qnien anclnnclo por su
casa perdió el equilibrio y sin poderlo rem ediar clió con su cuerpo en
tierra. Por fortuna fné de brevísima dm;ación el fenómeno que con tan
amenazadores preludios se anunciaba.
~-18 HISTORIA DE ESPASA
tiséis, y con tal fuerza que destrozaron todo el caserío y huyeron desp:1-
voridos sus habitantes. En Antequera todos los edificios parecían amena-
zar ruina.
En vista ele que muchísimas familias ele aquella región se veían obli-
gadas á acamparse al raso, el Gobierno dispuso el envío inmediato de un
gran número ele tiendas de campafla, á fin ele que pudiesen guarecerse
provisionalmente en ellas los desgraciados que habían quedado sin hogar
por efecto ele los terremotos.
De Málaga emigraron al campo muchísimos vecinos , creyendo que se
encontrarían allí mús seguros en caso de repetirse el temid o fenómeno.
Decían ele allí qu e la torre del convento del Angel Yenclría al suelo sin
remedio si las autoridades no se apresuraban á repararla, y que también
habían sufrido mucho las torres ele San Telmo y de los .i\lártires y las
iglesias Aurora del Espíritu Santo y Santo Tomé, el local del Círculo 1\Ier-
cantil y la torre del Faro.
Fueron muchas las poblaciones cuyos edificios públicos y particulares
resultaron notablemente deteriorados y en estado ele mús ó menos inmi-
nente ruina; en algunas fu é ésta completa, como en Alhama, ya citada;
en Canillas Aceituno, donde apenas quedó una casa en pie; en ~eja, cu-
yos edificios fueron casi todos agrietados por tres sucesivos terremotos;
en Periana, pueblo qne desapareció hundiéndose la iglesia, la Casa consis-
torial y la mayor parte ele las demás, quedando inhabitables las pocas que
no se desplomaron. El pueblo ele Alburquerque fué completamente cles-
t r uíc1o, sucumbiendo la mayoría ele los vecinos y todas las autoridades; en
Fayena clerrumbáronse casi todos los edificios. Hallábase una joven con-
versando con su noYio, cuando ele pronto abrióse la techumbre y cayó una
enorme piedra soln·e la infeliz, que estaba bien lejos de sospechar el terri-
ble riesgo que le amenazaba. Ella quedó muerta en el acto y el no·do se-
pultado en los escombros hasta que fueron á socorrerle al cabo ele una
hora. En R~o Gordo, proYincia ele Granada, se abrió una profunda sima.
de la cual salía agua caliente.
Lo que ruás at erraba á las gentes, haciéndolas vivir en perpetua zozo-
bra, era la frecuencia con que se repetían los temblores de tierra en los
puntos donde al principio se sintieron. K o parecí" a sino que un maligno
genio subterráneo había jurado la destrucción ele aquellas hermosas co-
marcas ele Andalucía y que estaba resuelto á no cejar en su empeño hasta
\erla completamente consumada. El día último del aüo huyeron ele Gra-
nada diez mil personas, azoradas por la repetición del terremoto; el pri-
mero ele enero ele 1885 continuaban recibiéndose alarmantes telegramas
participando que en Torrox, Jaén, Y élez-l\Iálaga y Berenagorza seguían
desplomándose los edificios y se oían espantosos ruidos subterráneos,
precursores ele nuevos sacnclimientos, y que en Albuünelas se había abier-
to una sima inmensa, huncli~nclose en el fondo ele ella cuatro cortijos con
sus habitantes. El número ele víctimas causadas por tantas catástrofes no
pocHa p recisarse; pero comprenc1íase que debía ser espantoso á juzgar por
los elatos parciales que iban recibiéndose ele much os puntos. Las corres-
pondencias ele Andalucía relataban episodios espeluznan tes. En todas ellas
se hacía notar cuánto hnbía contribníclo á aumentar los horrorosos efcc-
HISTORIA DE ESPAXA
(1) El día 2 de enero de 1885 estaba la temperatura en Soria á 22 grados bajo cero
á la so m 1ra y á 16 grados bajo cero al sol. En la frontera del X orte los trenes se halla-
han detenidos p or las nieves.
EDA D :'IIODEB.~A
Tambi én en esta ocasión la caridad hizo prodigios como n.l ocurrir las
inundaciones ele :Jiurcüt. El sultán, n.l t ener noticia de los terremotos, en-
Yió espontáneamen t e 500 li bras turcn.s, equi ntlentes á más ele 10.000 pe-
setas: Portugal enYió más ele 100.000; Alemania 80.000. A fi11es ele enero
se habían recibido del extranjero 600.000 p esetas; la suscripción nacio nal
habín. producirlo en la misma fecha 1.07 4. 000, la ele las proYincias de ::\Iá-
Jag¡t y Granada 7tH).000; Barcelonn. re mitía fondos sin cesar, llegando á en-
viar millones ele reales y reedificando p u eblos enteros. Las comisiones
catalanas eran llevadas en triunfo por las asoladas comarcas ele An-
dalucía.
En una correspondencia de Granada que publicó Le¿ Co1Tespondencin
de E..:;p1dia el d ía 14 ele enero ele aqu el a üo, se leen los notables párrafos
siguientes, relatiYos al balneario ele Alhama:
«Antes de part ir é iad taclo por el director clel balneario, he visitado
la piscina, en donde se ha observado un fenómeno geológico qne, á no
desaparecer sus efectos, conYertirá en baños sulfuro.;;os los que hasta aquí
y dura nte este siglo han sido termales.
»Las aguas minerales na cen aho ra con mayor abundancia. Tenían an-
tes la temperatura ele 41 grados centígr ados y ca rácter salino, y h an adqui-
rido la noche del ::2;) ele diciembre (fecha tristemente célebre, p or ocurrir
en ella 1m a ele las calamidades mayores q ne España ha sufri do) marcadí-
simo carácter snlfnroso, qne se nota apenas se penet ra en el balneario;
siendo su actual temperatnra 50 grados, ó sea tres m~.ts ele los que antes
tenía.
»Es ele n otar que la parte más resentida del erlificio es de moderna
construcción, mientras q ne la piscina, obrft ele ftce tltuftdo estilo árabe de
la mejor época, cons truícla sobre cimentaciún de obra romana, no ha su-
frido la menor grieta.
>.'~Sob re uno ele los arcos hay una inscri pción qu e rec uerda que el siglo
pasado hnbo otro terremoto y que las a~·nas sufri eron idéntica variación
á la ahora adver tida, lo cnal hace sospechar si dentro ele algunos años
perrlerá el manantial el carácter sulfuroso que hoy tiene.»
Este fenómeno y ot ros an;:í.logos qu e enton ces se ob~e rvaron distaban
mucho ele ser tan inu sitados como muchos creían y nseguraban El distin-
guido ingen iero ele minas clon Luis l\Iariano Yiclal, en una interesante
?1Iemoria g·eoló.g·ica que publi có acer ca ele las ag nas termales ele Caldas ele
?11alavella dice, citan do al seílor Quin tanill a:
«La comarca que describimos ha sufrido temblores de ti erra, los cua-
les orig inaron en clos c.listintas época ~' la desaparición ele las fuentes ter-
males, según consta en los libros parroquial es por (los no tas puestas por
el sac ristán Noguera y el rlomero Bayer, las qne textualmente dicen:
<<En la n oche del 1. 0 de noviembre ele 11 .s.::; cesó de manar el agua mineral
ele la presente villa, á co nsecuencia ele los terrem otos que se experimen-
taron la noche anteri or y posterior, volviendo al cabo de un mes <Í su cur-
so n atural.» En la tarde del día 11 de ag·osto ele 1 i !:JS y noche siguiente
se oyeron algunos temblores de tierra, y (le estos y otros que se notaron
en varios clías del mismo mes, del de septi cmb1·e y el ele octubre, se desvia-
r on algunas fue ntes ele agua mineral ele las Yarias que hay en la villa y
EDAD :\IODERNA 253
su recinto, otras perdieron mucha de su agua y hasta noviembre de 1799
no han recobrado su estado primitivo. Los terremotos á que se hace refe-
rencia en la primera ele estas n otas coincidieron con los ele Lisboa.» Esta
oportunísima cita la hizo en aquella época el Dia?'io de BU/tcelona.
Según los informes ele los ingenieros, los terremotos ele Andalucía de-
biéronse principalmente ::i la estructura peculiar del suelo, por encontrarse
aquella zona completamente dislocada, hallándose en ella capas secunda-
rias y terciarias enteramente confundidas y atravesadas por rocas erup-
tivas. Opinaban dichos ingenieros que las reedificaciones debían hacerse
lejos de aquellos sitios donde ocurrieron los derrumbamientos, pues juz-
gaban probable que se repitiesen todavía en ellos los temblores de tierra.
CAPÍTULO XII
Agitación en Cataluña con motivo del Código civil y del proyectado modus vivendi que
se trata de aj ustar con lnglaterra.-El cólera en ~Iurc1a y en Valencia.-Disenti-
miento entre el rey y el ministerio.-El inYento del doctor Ferrán.-Fracaso del
modus rivendi. -Acuerdo entre los fusionistas y los izquierdistas.- Don Alfonso
en Aranjuez. -Rasgo memorable del señor ).[oyano.-Ciérrase la legislatura.-~lo
difícase el gabinete.-Fallecimiento de don Cándido Kocedal.-La cuestión de las
Carolinas.-:Muerte de don José Posada Herrera.
Pero esta apatía era mucho más inexplicable y antipatriótica desde que
en el congreso de Berlín se sentó el principio de que los territorios que no
formasen parte integrante de una nación, por hallarse situados dentro de
sus front eras, no se considerarían pertenecientes á ella sino en cuanto se
hallase probada su soberanía por una ocupación real y efecth-a. Este prin-
cipio podía invocarlo la sutileza diplomática, por más que España hubiese
considerado siempre como suyo aquel archipiélago del Océano equinoc-
cial. Se compone de islas pequeñas, pero muy fértiles. Su población es es-
casa, pero inteligente, y su clima apacible y benigno, aunque sujeto á la
furia de los huracanes.
La Gaceta de Colonia, periódico cuyas excelentes relaciones con el
príncipe de Bismarck no eran de nadie ignoradas, publicó entonces un ar-
tículo en el cual sostenía proposiciones muy alarmantes, diciendo en suma
que el comercio del archipiélago era casi exclusivamente alemán, que los
derechos alegados por España no habían sido jamás reconocidos diplomá-
ticamente y aun los habían impugnado Inglaterra y Alemania en 1875;
que, á pesar de todo, el imperio no se negaría á examinar con toda impar-
cialidad los argumentos que adujese España en apoyo de sus pretensio-
nes, pero á condición de que fuesen más poderosos que la mera toma de
posesión efectuada en remotísima fecha y sin que posteriormente hubiese
vuelto nuestra nación á ocuparse para nada en aquellas islas.
Defendía las mismas ideas la Gacetct .J.Y.wional de Berlín, según la
cual los derechos ele España sólo existían en el papel, y desde el momento
que los alemanes habían establecido factorías en las islas Carolinas, Ale-
mania tenía el deber ele protegerlas.
Toda la prensa ele Berlín había adoptado el mismo tono, como obede-
ciendo i una consigna. Contestándole en París Le Soir, decía que la pro-
clamación da tales principios era equi\alcnte á. declarar la superioridad
ele la fuerza sobre el derecho. El Journ al des Débats añadía que los viaje-
ros, los geógrafos y hasta el Almanaque d e Gotha citaban aquel archipié-
lago como una posesión española; que los acuerdos de la. conferencia no
podían tener efecto retroactivo, ni podían aplicarse más que al Africa.
La prensa inglesa se asoció muy pronto á la fran cesa en estas mani-
festaciones.
En España la opinión pública estaba muy excitada, repitiéndose lo
ocurrido cuando el rey fu é ultrajado por la demagogia. parisiense, sólo
que ahora estaban trocados los papeles. La mayoría de los periódicos pe-
día la ruptura total de relaciones con aquel imperio, que engreído con sus
victorias ostentaba en su política exterior la insopor table impertinencia
del advenedizo. Lo notable del caso fué que la prensa ministerial mostró
aquellos días más briosa entereza que las oposiciones.
La CoTrespondencia .llilitw·, yendo más adelante que sus colegas, pu·
blicaba en 20 de agosto un artículo demostrando que en caso de una lu-
cha con Alemania la preponderancia de t:sta hubiera sido más ilusoria
que real, pues ni contaba con escuadra para transportar y desembarcar
un ejército, ni sobre todo en Filipinas tiene la base de operaciones, los
parques, abastecimientos y demás elementos que nosotros; que sus expe-
diciones habrían sido conocidas, porque habrían tenido que atra\esar el
EDAD .MODERNA 267
éanal de Suez, y su tesoro no estaba muy desahogado para una expedición
ele esta índole, en que habría tenido que organizarlo y disponerlo todo, en
tanto que nosotros ya lo teníamos en su mayor parte dispuesto, y con-
tando allí con una escuadra superior á la suya en realidad y con soldados
indígenas, que no sufren las terribles bajas que experimentarían los ale-
manes.
Así la índole ele este artículo como la del importante y especial perió-
dico que lo publicaba, eran una prueba de lo irritados que estaban los
ánimos y ele lo generalizada que estaba la opinión de que un hombre como
Bismarck no era capaz ele haber dado un golpe tan atrevido para rectifi-
carse luego y abandonar sin gran resistencia la partida. En aquellos mo-
mentos eran pocos los que confiaban en la eficacia de las negociaciones
pacíficas.
Entonces empezaron las manifestaciones ele la pública opinión con im-
ponente energía. La Sociedad Española ele Africanistas celebró una sesión
en la cual el diputado posibilista señor Carvajal hizo notar muy oportu-
namente que los principios sentados en la Conferencia ele Berlín no po-
clían tener efecto retroactivo y que el acto ejecutado por los alemanes,
mirado en sí y en consideración á las circunstancias que lo habían acom-
pañado, era una alevosía, y propuso que se publicase una Memoria ele-
mostrando los derechos ele España sobre aquellas islas, celebrar un meeting
con el mismo objeto y manifestar oficialmente al Gobierno el criterio ele
la sociedad y su propósito de obrar activamente sobre la opinión.
El señor Coello añadió que los acuerdos de la Conferencia de Berlín
sólo se referían á la costa occidental del Africa y por lo tanto no podían
justificar un hecho que era sencillamente un atentado contra el derecho
de gentes y perpetrado cuando estaba sufriendo nuestro país tan terribles
calamidades una verdadera villanía. Dijo que la razón fundamental que
asiste á España para exigir que le sea respetado su dominio en aquel ar-
chipiélago era la unidad geogr<1fica ele toda la J\Iicronesia española: las
l\Iarianas, las Palaos y las Carolinas constituyen una sola provincia, y es-
tablecido el gobierno en una isla cualquiera, quedaban ocupadas ele hecho
todas las demás. Este es un principio inconcuso. Inglaterra no ocupa efec-
tivamente ni la mitad ele la Australia; Francia tiene por junto dos auto-
ridades en su archipiélago ele las Marquesas ó en el ele Tahití, que sin em-
bargo son más extensos que los de la J\Iicronesia espaiíola. Además no
puede echarse en olvido que nuestros pasados fueron los descubridores de
aquellas islas; que tomamos posesión ele ellas antes que ·de las Marianas;
que en el siglo xvn pusimos gobierno en unas y otras, por más que des-
pués se suprimiera el uno por considerarse suficiente el otro.
Abundaron en las mismas ideas y propósitos los demás oradores, adu-
ciendo varios otros argumentos en pro ele nuestro derecho, proponiendo
que se recomendase al Gobierno una conducta enérgica y llegando al-
gunos á pedir la ruptura de nuestras relaciones diplomáticas con Ale-
mania.
En Madrid hubo el día 23 una gran manifestación en la cual figuraron
muchos senadores, diputados, ex ministros y hombres políticos de todos
los partidos, pronunciándose discursos muy ardientes y aclamándose con
268 HISTORIA. DE ESP AS .A
(1) Ambos resultaron absueltos con buena nota, declarándose intachable su con·
. ducta.
EDAD MODERNA 273
El día 6 el conde de Solms, embajador de Alemania, manifestaba en
nombre de ésta al señor Cá,novas que el proceder del cañonero alemán no
prejuzgaría la cuestión de derecho; que Alemania, á haber sido posible,
hubiera impedido todo acto de posesión de la isla; que se procuraría un
arreglo por la vía amistosa, y que en el caso ele ser esto imposible, se so-
metería la cuestión al arbitraje ele una potencia amiga ele ambas nacio-
nes. Al día siguiente el mismo diplomático enviaba una comunicación al
Gobierno declarando que el hecho ele permanecer tres días dos buques es-
pañoles sin posesionarse de la isla de Yap, haciéndolo los alemanes, y que
tan mal efecto había producido en España, no influía en lo más mínimo
en la cuestión ele derecho, y que si rrealmente tornó posesión un buque
espctñol antes ele llegar el ca?'"íonero alemán, el gobierno imperial recono-
cería en tal caso nuestra posesión.
Nos contentamos con subrayar algunas palabras que podrían comen-
tarse muy larga y tenclidamente, porque ellas por sí mismas se glosan.
El señor Cánovas del Castillo planteó la cuestión ele confianza en el
Consejo de ministros que se celebró el día 5 bajo la presidencia del mo-
narca, haciendo presente la gravedad de la cuestión internacional que
estaba sobre el tapete y que en orden á la política interior del Estado se
hallaba íntimamente relacionada con el prestigio ele la monarquía. El rey
contestó que él no podía tener en cuenta otros intereses que los de lapa-
tria, y que antes que una popularidad efímera y mal fundada, debía pen-
sar si aceptando los procedimientos ele la pasión no darían lugar á más
dolorosos desmembramientos, que por ningún concepto debía consentir.
No es para todos la prudencia diplomática, sobre todo en un país im-
presionable, altivo y celoso de su dignidad como el nuestro. La manifes-
tación popular se reprodujo al día siguiente más formidable que la
primera, produciendo mayor alarma en el vecindario ele la corte, viniendo
á las manos la multitud y la fuerza pública y resultando de la colisión
algunos heridos y muchos presos. La zozobra creada por todos estos suce-
sos refiejóse de un modo elocuente en la Bolsa, en la cual el 4 por 100 inte-
rior bajó de 59'20 á 56'75, el exterior ele 59'15 á 57 y las Cubas de 87'50
á 85'50. .
A todo esto recibióse la noticia de que también en Alemania se habían
hecho belicosas manifestaciones y se estaban preparando muchas armas
y municiones, así en el arsenal ele Spandau como en varios establecimien-
tos particulares; susurrábase que Italia estaba reconcentrando tropas en
sus puertos con un fin desconocido, y la prensa ele Berlín atizaba la cóle-
ra de sus lectores haciéndoles notar que el atentado cometido en Madrid
contra la embajada ele Alemania aconteció el día aniversario de la batalla
ele Sedán. Sin embargo, el emperador Guillermo se mostró resueltamente
contrario á toda tendencia exagerada y belicosa, la prensa ministerial
1noderó sus ímpetus y dominó en todas partes la nota pacífica, cooperan-
do á este resultado de una manera muy eficaz la noticia ele que el gobier-
no alemán había dado orden al cañonero ntis de regresar inmediatamen-
te á ]\Ianila. N o había dejado material ni personal alguno en la isla.
Proseguían en tanto las negociaciones, dirigiendo nuestro gobierno al ele
Alemania una nota muy enérgica en el fondo, aunque templada en la
274 HISTORIA DE ESP A...~ A
Fernando Póo; luego, cómo los franceses se apoderaban ele nuestros terri-
torios del Gabón, y por fin cómo los alemanes nos disputaban las Caro-
linas, ocupando la mejor y mayor de ellas, la cual tiene una situación
envidiable; pues por los servicios que puede prestar como escala inter-
media entre su nueva colonia ele la .Xueva Guinea y el Celeste Imperio
y el Japón, será una amenaza perenne para las Filipinas y las ~Iarianas.
Extrañábanse asimismo ele que no hubiese mostrado más actividad el
departamento ele marina, visto el informe del comandante del crucero
Velasco, que visitó el archipiélago en febrero ele aquel año, al encontrar
establecidas allí dos factorías alemanas, una inglesa y otra irlandesa. Los
alemanes las tenían en trece islas ele aquel archipie1ago, enumeradas en
el Atlas Geográfico ele Justo Perthes, ele Gotha, y nada les dijo este dato
á nuestros gobiernos: las Carolinas y las Marianas quedaron sistemática-
mente abandonadas ó poco menos, y Filipinas sin escuadra ni defensa.
N o era menos extraño que se dijese en periódicos serios que Inglaterra no
protestaría si los alemanes se apoderaban del archipiélago de ~Iarshall,
siendo así que perteneciendo estas islas, como las Gilbert, á la l\licrone-
sia española, nada tenía que \er con ellas la Gran Bretaña.
Todo era anómalo y confuso en este desdichado asunto, como no pue-
de menos ele serlo cuanto se relacione con las trascendentales cuestiones
de la política internacional en un país donde con tanta frecuencia cam-
bian los ministerios y el personal diplomático y administrativo, y en el
cual nada se hace para estimular el celo ele los funcionarios públicos ni
los estudios serios que pudieran redundar en beneficio de la patria.
A principios del año siguiente conocíase ya el fallo pronunciado por
el Yaticano y fué ele tal naturaleza que un periódico posibilista lo pudo
calificar diciendo: <<El tal protocolo es uno ele los mayores triunfos colo-
niales ele la protestante Alemania, y una vergonzosa derrota para la cató~
lica España.>> En efecto, confesábase en aquel documento que España
fundaba sus títulos de soberanía en las máximas del derecho internacio~
nal invocadas y seguidas en esta época al ocurrir análogos conflictos,
por cuanto alegaba el descubrimiento de las islas y una multitud de actos
ejecutados en ellas en beneficio de los indígenas y en diversos tiempos,
conw constaba en 'Varios doctonentos existentes en los co·chit'os de la Con-
gregación de Propaganda jide. Pero á renglón seguido hace constar que
Alemania no reconoce la soberanía si no va acompañada ele la ocupación
efectiva, lo cunl, trntánclose ele nrchipiélagos tan extensos como los de la
Oceanía., equivale á legitimnr el despojo de la mayor pnrte ele las islas que
los componen, á no ser que las unciones que lns descubrieron y civilizaron
desparramen por ellas un ejército de ocupación en vez ele limitarse á
establecer un centro militar en el punto que les parezca más adecuado.
«El artículo ::!. o del protocolo, dijo á este propósito un acreditado pe-
riódico, señala los límites geográficos dentro ele los cuales queda recono-
cida la soberanía ele Espnña, y son: el Ecuador y el 11 o paralelo y los
0
meridianos 133° y 134: de Greenwich. ;Si lleva malicia esta división! Pri-
meramente ya se empieza por descartarnos los archipiélagos de l\IarshalJ,
Gilbert y ~Iulgrave, reconocidos por españoles siempre y titulados Caro~
linas orientales. De manera que el protocolo nos quita como una mitad
EDAD :aiODER~ A. 277
del objeto discutido. El meridiano 133° pasa al Oeste de las Palaos y deja
sin comprender á los archipiélagos l\Iatelotas, ,Joannes y San Andrés, en
los cuales quizá á estas horas ondea ya el pabellón ele las águilas negras; y
como están situados á poca distancia ele las Filipinas y entre éstas, las
l\Iarianas y las Carolinas, digan nuestros lectores si no tendremos una
amenaza constante y si se habrá dejado sin intención fuera de la sobera-
nía de España á los citados archipiélagos. Era lo m<ís lógico y natural, y
lo más propio de la justicia del Soberano Pontífice, que entre las Palaos
y Filipinas no hubiera solución de continuidad, ya que es un mar com-
pletamente español, y que los límites occidentales hubiesen sido: las Fili-
pinas y el paralelo más meridional ele J\Iindanao hasta encontrar el me·
ridiano 132° ele Greenwich y siguiendo éste hasta el Ecuador. De esta
manera se comprendían también todas las islas que hay entre el meri-
diano 133° y las Filipinas, isletas que son tan espaüolas como las otras
Carolinas y que ahora pueden dar lugar á muy serios disgustos.»
Luego hacía notar que el artículo 5. o del protocolo facultaba al gobier-
no alemán para establecer en una de las islas Carolinas ó Palaos una
estación naval y un depósito de carbón para la marina imperial, lo cual
equivalía á concederle un buen puerto en donde pudiesen guarecerse sus
buques ele guerra y tener talleres y depósitos bajo la protección de bue-
nas baterías, pc~vra precave?'Se de los ataques ele los indígenas. Esta preten-
sión era tanto más sospechosa cuanto que los alemanes no necesitaban
semejante estación en las Carolinas ni en h.s Palaos, poseyendo toda la
costa septentrional ele la K u eva Guinea y los archipiélagos del Almiran-
tazgo y de Nueva Irlanda á la distancia de 220 leguas (1).
Para hacerse cargo ele la justicia que asistía á España en sus reclama-
ciones y adquirir una clara noción del asunto en el doble punto de vista
histórico y geográfico, consúltese la luminosa Exposición que con motivo
de tan deplorable incidente diplomático elevó al Gobierno la Sociedad
Geog?'á,fica ele la corte.
Volviendo al año de 1885, debemos recordar que en el mes de septiem-
bre falleció el ilustre hombre político don José Posada Herrera, ele quien se
ha hablado tar1tas veces en los postreros capítulos ele este libro. No fué
un genio político, pero sí un hombre ele agudo ingenio; no fué un gran
orador en la acepción usual y corriente ele la palabra, pero sí un hábil
polemista y un infatigable atleta parlamentario. Decíase ele él que se ha-
llaba en el Congreso como en su propio hogar. Sus reñidos debates con
todas las oposiciones durante el famoso quinquenio de la Unión Liberal
Y la fama que adquirió de gran maestro en el arte ele precaver y apaci-
guar desde la presidencia las tempestades parlamentarias, son una prue-
ba irrefutable de ello. Citábanse á centenares las donosas ocurrencias y
los rasgos ele habilidad con que había logrado restablecer la calma en los
CAPÍTULO XIII
del caso, por más que asegurasen los ministeriales que después de aquella
pasajera crisis quedaría el rey más fuerte y vigoroso que antes.
El día último ele aquel mes marchaba efectivamente al Pardo acom-
pañado del duque de Sexto, del doctor Camisón, de sus ayudantes los ge·
nc.·ales Blanco y Echagüe y de los condes de ~Iorphi y Villa paterna. A los
cuatro días no se hablaba sino del próximo enlace de la infanta doña Eu-
lalia con el primogénito de los duques de ~Iontpensier, y decíase, relacio-
nándolo con esta boda, que don Alfonso iría á pasar una temporada en
Sanlúcar al lado ele sus tíos, «no porque es tu viese peor de salud sino por
creerse que había ele serie mucho más favorable aquel clima que el del
Pardo, en el rigo r del in,·ierno. >> Sin embargo, á los tres días ya se había
desistido también de este viaje y asegurábase al propio tiempo que el rey
volvería á .:.radrid antes ele lo que se había dicho.
El día 11 de noviembre almorzó en el monte con las reinas doña Isa-
bel y doña Cristina. Decíase entonces que estaba enteramente restableci-
do y que ell6 regresaría á ~Iadricl. Llegó el 16 y díjose que el rey iba me-
jorando á ojos vistas, ele modo que muy pronto estaría completamente
curado; que paseaba, comía y dormía á las mil maraYillas; pero que se abu-
rría soberanamente en el Pardo, sobre todo desde que la pertinacia de las
lluvias impedía los paseos, que son el mayor atractivo del real sitio, y
que, finalmente, por todas estas causas regresaría á ~Iaclrid el día 28, que
era el ele su cumpleaños y en el cual se proponía tener recepción y comi-
da oficial.
Como complemento de tan optimistas noticias, el día 19 se mandó
suspender la publicación en la Gaceta del parte sanitario, po;· conside-
1'a?·se innecesaTio. Al mismo tiempo, los que antes ponderaban el aburri-
miento que imponía á don Alfonso y á su serddumbre la estancia en el
Pardo, hacíanse lenguas ele la hermosura y amenidad del real sitio en
aquellos días y ele lo mucho que le probaba al rey, loando con entusiasmo
la resolución últimamente adoptada de retardar su regreso á la corte,
«aunque no fuese sino para e\itarle las molestias de la recepción del día
de su cumpleaños. >>
El lunes 23 se telegrafiaba á la prensa de provincias que á los ocho
días, esto es, el 30, marcharían el rey y el duque de ::\Iontpensier á San-
lúcar de Barramecla, regresando el primero á ~Iadrid la víspera del día
señalado para la apertura de las cortes. En la misma fecha desmentíase
en un tono que parecía re\elar un origen autorizado, que el rey debiese
emprender un naje á las islas Terceras. La prensa oficiosa desatábase en
vigorosos anatemas contra «la táctica alarmista de las oposiciones,» que
sacaban partido de estas noticias para deducir de ellas que estábamos en
vísperas de gra\·es sucesos.
Sin embargo, la catástrofe era inminente. Los días de don Alfonso es·
taban contados.
X o se le oyó una palabra que re\elase alarma ni desaliento. Fuese
porque fiado en su juventud no diese á la enfermedad la importancia que
realmente tenía, ó que su entereza ele ánimo llegase hasta el punto de
ocultar á los que le rodeaban los temores que acibaraban su espíritu, ello
es que, según testimonio de los que pudieron observarle de cerca en
EDAD :MODER~A 293
aquella lúgubre temporada, su serenidad no se desmintió ni un solo ins-
tante (1).
Sin embargo, parece increíble que no tuviese conciencia ele su grave
estado si se considera la incesante y rapidísima decadencia de sus fuer-
zas, que tenía consternados á cuantos le rodeaban. Los recursos de la
ciencia eran impotentes para atajar los progresos de una consunción tan
devoradora.
Sólo en una ocasión se le escaparon algunas palabras que parecían
eco de una triste y arraigada convicción. Fué el domingo ~~ ele noviem-
bre. La familia real, ele vuelta de paseo, se hallaba reunida junto á la
chimenea. La duquesa de l\Iontpensier recordó á don Alfonso que el ~8
era el día ele su cumpleaños, y le dijo: «Aqnel día vend1·enws á come?·
contigo.» El rey se puso pensativo y respondió á media voz, como contes-
tando á una observación de su propio juicio: «¡Bonita 1nane1·a de cum-
plí?' veintiocho m1os/>) Sabe Dios si en aquellos momentos cruzó su enten-
dimiento la sospecha de que no era su mal una pasajera enfermedad sino
una incurable y mortal dolencia.
Hallábase tan extremadamente delicado que los m édicos habían pres-
crito que se le evitase con sumo cuidado toda ocasión ele enfriamiento.
Por desgracia, don Alfonso era tenaz en sus propósitos. N o contrariaba
jamás á nadie, no discutía, no se negaba rotundamente á seguir ninguna
indicación que se le hiciese; pero en las cosas que personalmente le toca-
ban, no hubo medio ele torcer nunca su albedrío: hacía siempre su sobe-
rana voluntad. En este punto, él, que hasta alardeaba de ser un rey
constitucional irreprochablemente correcto, fu é siempre un monarca ab-
soluto.
Y esta fué su desgracia. Creíase robusto, y su endeble naturaleza no
era para resistir el menor despilfarro ele fuerzas; juzgaba ele la energía de
su constitución física por la ele su entendimiento y no echaba de ver que
su linfático temperamento necesitaba el método y las precauciones hi-
giénicas ele una existencia muy ordenada.
Habían prescrito los médicos que no fuese sino en coche cerrado; mas
como éste era uno de los mayores sacrificios que podían pedirle, no dejó
(1) El día 26 de no\·iembre de aquel año el Excmo. señor don Ramón Blanco.jefe
del cuarto militar de don Alfonso, dirigió al periódico El Impardal una carta rectifi-
cando algunos errores que inadvertidamente se habían deslizado en la narración que
hizo aquellos días la prensa de los postreros momentos del monarca. En esta carta ha-
bía un párrafo que decía de este modo: «Yo, que no me he separado del rey un mo-
mento durante su enfermedad, puedo asegurar que no ha tenido un solo instante de
desaliento ni apenas ha desaparecido de su semblante la sonrisa; por el contrario, nin-
guno daba menos importancia que él á sus padecimientos, que procuraba siempre ate-
nuar ante los demás, y jamás, ni antes ni ahora, ha \'Ísto nadie asomar las lágrimas á
los OJOS de don Alfonso, como no fueran provocadas por algún noble sentimiento de
compasión ó de ternura.»
El general Blanco, á cuya proverbial amabilidad debemos muchos de los detalle8
que hemos transcrito al referir los sucesos ocurridos en el viaje del rey á París y en los
últimos días de su reinado, nos repitió esta declaración con enérgico y conmovido
acento, y el marqués de Peña Plata es juez competente en achaque de valentía.
294 HISTORIA DE ESPAÑA
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EDAD l\IODERN A 295
quienes un monarca no puede excusarse de recibir sino en casos muy
contados y excepcionales.
Aunque lo desmintió categóricamente la prensa oficiosa, hubo un
momento en que se concibió el plan ele llevarlo á la isla de 1\Iaclera, ha-
ciéndole pasar antes una temporada en el benigno clima ele Sanlúcar,
encargtíndose doña Cristina de la regencia del reino durante la ausencia
del monarca. Diz que al proyectarse este plan manifestó el señor Cúnovas
que estaba dispuesto á retirarse del poder, cediendo el puesto á los fusio-
nistas, si se llevaba adelante este propósito, pues no convenía darles pre-
texto para que dijesen qne sistem<lticamente se prescindí:t ele ellos.
Ya se ha visto que también hubo de desistirse de esta idea, porque no
dió lugar á su realización la impetuosa marcha rle la enfermedad que mi-
naba rápidamente la existencia de don Alfonso. Pronto se tuvo otra
prueba mucho más aterradora todavía ele ese rápido progreso de la con-
sunción, y fué qne habiendo llegado á l\Iaclricl una embajada marroquí
con el objeto de negociar la renuncia por parte de España al territorio
ele Santa Cruz ele l\Iar Pcqueñrt, que le correspondía por el tratado ele
\Yad-Ras, en cambio de otros situados en las inmediaciones ele Centa, no
se halló un medio adecuado para que el rey pudiese ir á recibir perso-
nalmente á los mensajeros del monarca africano. El temor ele que re-
sultase inútil y contraproducente el esfuerzo fué causa ele que también
se abandonase este propósito, en el cual hubo, sin embargo, mucho empe·
ño, como que era muy grande el que se tenía en ocultar todo el tiempo
posible el grave estado del rey, por la perturbación política y financiera
que no podía menos ele producir semejante noticia.
Entretanto cundía el pánico por todos los ámbitos ele la península,
y mientras unos procuraban llamar la atención del Gobierno sobre las
conspiraciones republicanas, que sólo existían en la calenturienta imagi-
nación ele los miedosos, ponían otros el grito en el cielo diciendo que muy
pronto iban· á presenciarse terribles acontecimientos, porque los carlistas
se estaban preparando para un levantamiento en masa. Lo peregrino del
caso es que estas cosas las iban diciendo los mismos que pocos días antes
repetían en todas partes y en todos los tonos que en vano se afanaban
los partidos extremos por promover disturbios, pues la opinión pública
no estaba dispuesta :.í secundar sus propósitos, desengañada por los esté-
riles trastornos del período revolucionario.
La verdad real é incontrovertible era que la monarquía en aquellos
momentos tenía en su pro no sólo el horror que experimenta la sociedad
ante la obscura perspectiva de un gran sacudimiento político, sino tam-
bién y muy principalmente las divisiones que enflaquecían á sus adver-
sarios.
Sin embargo, subsistía el temor de que un azar imprevisto vol·dese á
lanzar el país á un camino ele peligrosas aventuras, y esta alarma so reve-
ló en la Bolsa con la baja de los valores públicos, que á pesar de sostener-
se en Barcelona con más firmeza que en Madrid, descendieron hasta coti-
zarse el cuatro por ciento interior, que estaba en la noche del 2± á 58'32 1 {2•
nada menos que á 52.
A la verdad, no faltaban motivos para esta zozobra ni para legitimar
296 HISTORIA DE ESPA..~ A
(1) A principios del mes siguiente publicó El Liberal una conferencia celebrada
entre el doctor Camisón y otro médico amigo suyo. El tema de la conversación fué la
298 HISTORIA DE ESPASA.
enfermedad que llevó al sepulcro á don Alfonso. El doctor Camisón dijo, entre otras
cosas:
«~li opinión, conforme con la de todos los que han visto al monarca, ha sido que
murió de una bronquiti:s capilar aguda, desarrollada en el curso de una tuberculosis
lenta; el rey no ha muerto, por consiguiente, de tuberculosis; ésta se desarrollaba len-
tamente y hubiera podido prolongar.;;e la vida del monarca todada muchos meses, y
tal vez años; pero la debilidad natural del rey, aumentada por los efectos de un catarro
intestinal persistente, que había sufrido hacía poco, y e ~ proceso que se iba desenvol-
viendo ya de una manera clara en sus pulmones, hacían un sujeto de escasísima resis-
tencia. Y en estas condiciones se desarrolló por enfriamiento una bronquitis capilar
que produjo tres ataques de asistolia (ó de disnea asfll.iante): uno primero, brusco,
inesperado, en la noche del día último que salió á pasear, y se enfrió, y del cual salió
casi milagrosamente; otro más ligero, y el tercero que lo matÓ.))
Habiéndole int&rogado su interlocutor á propó,ito de la:s razones que moti-varon la
reser\a guardada acerca del curso de la enfermedad del rey, con testó:
((Este silencio mío lo explican numerosas razones, entre ellas las dos siguientes:
disuelta la Real Cámara facultativa, yo era un médico particular del rey, que no tenía
facultades para dirigirme á m ás personas que al mayordomo mayor de palacio; cual-
quiera opinión que expusiera al mismo seii.or Cáno\as sería ya oficiosa, pero no oficial;
por eso yo no tenía que ver nada con lo que la Gaceta dijese; otra razón era la de que,
anws de la bronquitis accidental que mató al rey, éste no sufría enfermedad que ame-
nazase su existencia en breve plazo : había sólo una enfermedad incipiente, y ésta, por
su curso, de ordinario largo, ofrecía treguas y esperanzas que no podíamos ni debíamos
desatender./>
P.{GI~AS
CAPITULO PRDIERO
CAPITULO II
CAPITULO III
PÁGS.
CAPITC"LO IV
:il~ uerte
de la reina Cristina.-\iaje del rey á las pronncias del X orte.-Tenta-
ti>a de regicidio de Oliva.-Protestas y felicitaciones.-Peripecias y fallo de
la causa en primera instancia.-Disensiones del partido moderado.-Se enar-
decen las discusiones parlamentarias.-El proyecto de ley electoraL-El pro-
yecto de ley de imprenta.-~uere don Xicolás ::\1. 3 RiYero.-La fusión.-Ul-
timos momentos del regicida. Oli>a.-::\Iodificación ministeriaL-Falleci-
miento del general Espartero.-::\Ianifiesto de los posibilistas.-Llegada del
general ~Iartínez Campos á España.-Crisis ministerial.-Encárgase de for-
mar el nue>o ministerio el general ~Iartínez Campos. . 71
CAPITULO VI
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
Visita de don Alfonso XII á las principales plazas fuertes de España.- Crisis
ministerial y causas de su aplazamiento.- Viaje del rey á Alemania.-
Comentarios y apreciaciones á que dió lugar, en diversos sentidos.-Obse-
quios tributados en Austria y en Alemania al rey de España.-El emperador
Guillermo le nombra coronel de hulanos.-Suspicacias y temores engendra-
dos por este acto.-Ilusiones infantiles.-Don Alfonso llega á Bruselas.-
Recibe dos avisos confidenciales del embajador de España en París.-En-
trada de don Alfonso en esta capital.- Tumultuosa demostración de des-
agrado con que se le recibe.-Incidente diplomático.- Manifestaciones de
desagravio.-Juicio de la prensa francesa, inglesa, alemana, italiana , etc.,
acerca de tan ruidosos sucesos.- Manifestaciones patrióticas en 1\Iadrid
con motivo del regreso del rey.. 184
CAPITULO X
Opinión del señor Cánovas del Castillo respecto á la ültima administración fu-
sionista y al sufragio universal. -Juicio del señor Sagasta sobre lo~ izquier·
ToMo XXV 20
302 HISTORIA DE ESPA.~A
PÁGS.
CAPITULO XI
Actitud de los partidos avanzados respecto al nuevo ministerio.-Disolución
de las Cortes.-Proyecto de tratado de comercio con InglatBrra.-Acuerdo
de los moderados-históricos.-Preparativos para la lucha electoraL-Circular
del ministro de la Guerra.-Descubrimiento de una conjuración militar en
la corte.-Estado de los partidos políticos.-Resulte.do de las elecciones.-
Conatos de insurrección militar en Xavarra y en Cataluña.-Horrenda ca-
tástrofe del puente de Alcudia.-Reforma de la ley de montes.-La reunión
de la mayoría.-Discurso del Trono.-Discurso del marqués de ~ovaliches.
-Hace otro más extremado el señor )loyano.-Manifestaciones de los bar-
celoneses por el indulto del comandante Ferrándiz y del teniente Bellés.-
Suscrición pública en favor de las familias de los ajusticiados.-Suspéndense
las sesiones de las Cortes.-Partida del rey á Betelú.-Su viaje por Asturias
y Galicia.-)Iuerte de García Gutiérrez.-El Congreso de Berlín.-Abrense
las Cortes.-Violentos terremotos en Andalucía. . 226
CAPITULO XII
Agitación en Cataluña con motivo del Código civil y del proyectado modus vi-
vendi que se trata de ajustar con lnglaterra.-El cólera en.)lurcia y en Va-
lencia.-Disentimie-tlto entre el rey y el ministerio.-El invento del doctor
Ferrán.-Fracaso del modus r¿'vendi. -Acuerdo entre los fu sionistas y los
izquierdistas.- Don Alfonso en Aranjuez.-Rasgo memorable del señor ¡\fo-
yano.-Ciérrase la legíslatura.-)Iodifícase el gabinete.-Fallecimiento de
don Cándido NocedaL-La cuestión de las Carolinas.-)luerte de don José
Posada Herrera. • 253
CAPITULO XIII
ABASSIDAS (LOs).-Raza descendiente de Abbas, tío de Mahoma; tomo II, pág. 157.
ABDUL ABBAS EL SAFFAH.-Levanta. el negro pendón de los Abassidas contra el
estanda1te blanco de los Omeyas. - Siéntase en el tron o de Damasco. - Bárbaro y
horrible furor desplegado contra la familia del monarca destronado.- Horrible de-
güello en un festín; tomo II, pág. 158.
ABDELAZIZ.-Se encarga del gobierno de España.-Su administración.-Crea un
consejo ó diván, con el cual comparte la dirección de los negocios -Establece ma-
gistrados con el nombre de alcaides.-Deja á los españole:-s sus jueces, su:s obispos
y sacerdotes, sus templos y sus ritos. -Origen ele los nwzúral.Jes. -Su clemencia con
los cristianos.-Se enamora de la reina Egilona, viuda de Rodrigo.-Se casa con
ella.-Se hace sospechoso á los musulmanes, y le suponen traidor á la fe del Islam.
-Decreta Suleimán la muerte de Abdelaziz.-Dónde y cómo se llevó á cabo la
sentencia.-Es enviada á Da masco su cabeza alcanforada.-Sufren h misma suerte
los hermanos de Abdelaziz.- Valle en Antequera conocido con este nombre; tomo II,
páginas 130 á 137.
ABDELMELIK.-Entra en Córdoba, y es nombrado por la sultana Sóbheya primer
ministro del califa Hixem.- Sus incursiones contra los cristianos.- Pasa á tierras
de León y vence á los leoneses.-Tregua que otorga á los cristianos.-Paces que se
entablan y bajo qué condiciones.-.Muerto Abdallah se renueYa la guerra, y Abdel-
rnelik invade nuevamente las tierras de Castilla. - Penetra des pués en Galicia, aco-
mete á los cristianos y los destroza .- Estos se reponen y obtienen una Yictoria.-
Enfermedaq y muerte de Abdelmelik; tomo III, págs. 28 y 29.
ABDERRA:JIAN. -Su justicia y afabilidad con los crbtiauos y con los rnuslimes.-
Visita las proT'incias y restablece el orden en t odas partes. -Su famosa expedición
de la Galia.-Celos de :Jlunuza.-:Jlanda Abderramán que leprendan.-I\Iunuzaes
sorprendido, le cortan la ua beza y se la llemn á A bderramán. --Se dirige á los Pi-
rineos.-Saquea á Burdeos y hace pl'isionero al jefe que mandaba la ciudad.-Pasa
el Dordoña y el Garona y destroza el ejército aquitanio.- Incendio de Poitiers.-
Su?l!-mbe Abderramán peleando en las llanura::; que se extienden entre Tours y
P01t1ers; to!llo II, págs. 139 !t 141.
ABDERRAMAN BEN MOA WIA, nieto de Hixem, décimo califa de los Omeyas.-
Su vida errante.-Sus aventuras en el país de Barca.-Concierto de ochenta mu-
sul_rnanes para elegir un jefe que les gobernara con independencia del imperio de
0~·1ente.-Eligen á Abderramán.-Parten los emisarios para ponerlo en su conoci-
miento. -Llega este suceso á noticia de Yussuf.-Su indignación y sus actos de
crueldad.-Entrada triunfal de Abderramán en España.-Su recepción en Sevilla.
- Bate al hijo de Yussuf que le había salido al encnentro.-ErnlJiste contra el mis-
mo Yussufy le vence.-Se hace dueño de Córdoba.-Batalla deEh·iray triunfode
ALderramán.-Conciertos amistosos entre Abderramán v Yu:-::suf.-Abderramán
planta por su misma mano una palma en sus jardines.--'Yuelve Yussuf á moles-
t a.rle.-Manda Abderramán perseguirle y destroza el ejército, y el rebelde sucumbe.
-Levantan los hijos de Yussuf la bandera de lR rebelión. - Los Abassidas de
Oriente insurreccionan la Andalucía contra Abderramán.-~evanta tropas y los
vence.-c·ruel escarmiento que ejerce contra los rebe:des. -Alzase Hixem contra
304 HISTORIA DE ESP A..~ A
Abderramán.-Es \encido por las tropas de éste.-Guerra de A.bderramán en las
A.lpujarras. -:\landa estrechar el cerco de Toledo.- Sale de Córdoba en dirección
de las costas de Cataluña.-Sangrientos sucesos de Sevilla. -Decide A.bderramán
dirigir en persona las operaciones militares.-Se apresta para una campaña decisiva.
-Después de una completa \ictoria, publica un edicto de perdón. - Goza de una.
paz de diez años. - Cargos que desempeñan los hijos de Abderramán.- Conspiracio-
nes berberiscas contra el emirato.-Se levanta Zaragoza y acude A.bderramán para
reprimir á los sediciosos.-Restablece la tranquilidad y pasa á Pamplona.-Regresa
triunfante á Córdoba -E\asión de Yussuf el Feheri.-Se rebela contra Abderra-
mán.-Sale éste de Córdoba en persecución de los rebeldes.-Los alcanza y los de-
rrota en Cazorla.-Visita la Extremadura y Lusitania.-Le\anta mezquitas y esta-
blece escuelas.-Pasa á T oledo.-Rasgo de clemencia de Abderramán.-Enriquece
á Córdoba con soberbios monumentos.-Elige á su hijo Hixem por sucesor.-Parte
á Mérida. -Es acometido de una enfermedad, y muere en :Jiérida; tomo II, pági-
nas 168 á 186.
ABDERRA:JIÁX II .-Prendas excelentes de este personaje. -Rebelión y sumisión
extraña de su tío Abclallah.- Generoso comportamiento de Abderramán. -Su
alianza con los \asco-navarros.-Curioso episodio de la vida de A.bderramán.-~Iur
muraciones y disgustos del pueblo por sus prodigalidades.-Revolución en la :J[arca
suscitada por A.bderramán.- Proyectos para una grande expedición contra la Aqui-
tania.-Revolución de :Jiérida contra Abderramán.-Suspende su salida á las fron-
teras de Aquitania. -Rebelión de Toledo.-Se reproduce la insurrección de :Jiérida
y marcha contra ella Abderramán.-Su condw::ta magnánima y generosa para con
los rebeldes.- Publica un indulto general en favor de los insurrectos de Toledo.-
:Jianda un ejército contra la :Jiarca.-Una expedición marítima se dirige á las cos-
tas de Pro\enza.-Se rompen las paces entre Abderramán y Carlos el Calvo.-Sitio
de Barcelona por las tropas árabes.- El emperador Teófilo solicita la alianza de
Abderramán .-:Jiagnífico comportamiento de Abderramán en las calamidades que
ocurrieron á las pro\incias meridionales en 846.-Sus crueldades á consecuencia de
las reyertas religiosas entre cristianos y mahometanos.-Período de sangrientos
martirios sobre los cristianos.-Convoca Abderramán un concilio nacional de mo-
zárabes en Córdoba.--Objeto de esta asamblea. -:Jiuere de un accidente; tomo II,
páginas 238 á 253.
ABDERRA11IÁ~ III. -Es el primer emir de Córdoba que tiene el título de califa y
el primero que hace grabar su nolllbre y sus títulos en las monedas.-Se dedica á
pacificar la España musulmana.-Hace un llamamiento general á todos los buenos
muslimes para atacar á los rebeldes.-Acuden en gran número.-Se encamina con
este ejército á Toledo y se le someten las fortalezas de la comarca. -Batalla cam-
pal entre 'Toledo y las montañas de Cuenca. -La caballería de Abderramán desor-
dena las filas contrarias de Hafsím, el cual se retira á Cuenca.-Regreso del califa
á Córd.oba.-Se dirige á las sierras de Jaén y Elvira, donde había rebeldes que in-
quietaban el reino.-Los guerrilleros se someten y se ponen á su servicio.-Nom-
bra Abderramán á Azomor alcaide de Alhama.-Regresa de nue\O á Córdoba donde
fué recibido en triunfo.-Satisfactoria noticia que recibe Abderramán de las venta-
jas conseguidas contra los rebeldes de Ben Hafsún.-Parte Abderramán á Zaragoza
y somete á los rebeldes, y publica un indulto para los partidarios de Ben Hafsún.
-Tratos ele paz propuestos por Ben Hafsún.-Respuesta de A.bderramán.-Suble-
vación de Ronda y de la Alpujarra.-Recibe A.bderramán la noticia de la muerte
de Caleb-ben-Haf:sún .-Yueh·e Abderramán á apagar el incendio de la rebeldía que
estalla en la Sierra de Elvira.-Cerco de Toledo. -Entra AbdeiTamán en Toledo y
trata con benevolencia á los sitiados.-Se proclama la guerra santa, y sale Abde-
rramán de Córdoba para pelear contra los cristianos.-Sitia á Zamora.-Se avistan
los ejércitos árabe y cristiano cerca de Simancas.-Descripción de esta gran batalla.
-Batalla del foso de Zamora. -Conciertos de paz entre el rey-Ramiro y Abderra-
mán.-Grandeza y esplendidez de Abderramán III; descripción del maravilloso
palacio de Zabara.-:Jiezquita de :Jfedina de Zahara.-Zeka ó casa de moneda.-
Cacerías de Abderramán.-Embaj ada del emperador griego Constantino Porphila,
hijo de León VI.-Solicita la renovación de las antiguas relaciones de amistad con-
tra los califas de Bagdad.-Recibimiento que le hace A.bderramán.-Se extiende
la fama de Abderramán por toda Enropa.-Proyectos de conspiración contra él por
uno de sus hijos,- Justicia de Abderramán y sentencia de muerte contra su hijo.-
fXDICE GEXERAL ALFABÉTICO 305
Abderramán mediador entre las diferencias de los cristianos.-El monje Juan de
Lorza.-illtimos momentos de Abderramán III.-Dich o célebre; tomo II, pági-
nas 299 á 336.
ABDERRA:\IÁN, segundo hij o deAlmanzor.-Toma el título de Al X asir Ledin Allah,
como Abderramán III el Grande.-Se rebela contra él l\Iohamrned, biznieto de
Abderramán III.-Fin desastroso del hijo de Almanzor; tomo III, páginas 29 y 30.
ABDICACIO~.-Solemne abdicación de Carlos V.-Resueh·e el emperador retirarse
á España.-Llama á su hijo Felipe para renunciar en él los Estados de Flandes.-
Ceremonia solemne de la abdicación en Bruselas.-Di:scursos notables.--Reconoci-
miento y jura de Felipe.-Renuncia Carlos en su hijo los reinos de Espaua.-Pro-
clamación de Felipe II en Valladolid.-Renuncia Carlos V el gobiern o y adminis-
tración del imperio en su hermano Fernando.-Determina encerrarse en el monas-
terio de Yuste. -Venida del emperador á España.-Su entrada en el monasterio;
tomo IX, páginas 10i á 126. Abclicaciún de Felipe r.-Sorpresa que causa esta
determinación.-Abdica en su hijo Luis.-Causas á que se atribuyó este hecho y
juicios que se formaron acerca del mismo.-Retíranse Felipe y la reina al palacio
de la Granja.-Proclamación de Luis I;tomoXIII,páginas ::!08 <Í-212. Abclicaciúa
de Carlos IT'.-Reconocimiento de Fernando VIL-Alegría pública, turbaciones y
excesos en Madrid.-Protesta Carlos IV sobre su rP-mmcia, y carta suya á Napo-
león; tomo XVI, páginas 223 á 2:39. Ab~h'caciún de Isabel Il; tomo XXIV, pág. 25.
ACU~A.-Importancia de este personaje en la guerra de las comunidades.-Su su-
plicio; tomo VIII, páginas Si á 13-!.
ADRIAXO (ELio).-Honra la memoria de Trajano.-Su vasta ilustración.-Sus vir-
tudes y vicios.- Visita todas las proYincias del imperio.-Reedifica en Zaragoza el
templo de Augu">to.-Tentativa de asesinato frustrada por su destreza.-Su resen-
timiento contra Itálica.-Inscripción hallada en l\Iunda en loor de Aclriano.-Em-
prende la reforma del derecho civil.- Ruina nacional de los judíos bajo el imperio
de Adriano.-Se ocupa en la fabricación de armas para sus tropas.-Muerte sin-
gular y caprichosa de Adriano; tomo I , páginas 163 á 167.
ADRIAXO VI.-Su carácter.-Intenta la reforma en la Iglesia. -Sus tentativas in-
útiles en favor de la paz.-Se adhiere á la confederación de los Estados italianos
contra Francisco l.-Muere lleno de amargura por los males que veía dentro y fuera
de la Iglesia; tomo VIII, páginas 1.j9 á 162.
AGRIPA.-Es enviado por Augusto á España para sujetar á los cántabros.- Es ven-
cido por el valor de los españoles.-Se\·eridad que usó con la legión llamada Au-
gusta, por haberse conducido cobardemente en el combate.-Queda vencedor en
otra acción contra los españoles.-Ocupa Agripa militarmente todo el país; tomo I,
página 130.
AGUSTIXA ZARAGOZA..-Véase Zaragoza, primer sitio.
ALARICO.-Sus primeras invasiones por Oriente.-Pasa el desfiladero de las Termó-
pilas y penetra en Grecia. -Arcadio le concede 18, soberanía de la Iliria.-Medita
otra expedición y se dirige á Oc:cidente.-Traspasa los Alpes Julia nos.-Estilicón
derrota al ejército de Alarico. -Sufre otra derrota en Verona. - Sale de Italia.-
Vuelve á aparecer Alarico en las fronteras de Italia.-Estilicón acoge la amistad
que le ofrece Alarico.-Las tropas de Honorio se pasan á Alarico en número de
treinta mil.-Se pone delante de los muros de Roma.-Salen de la plaza diputad,Ps
para pedir la paz.-Condiciones que impone Alarico.-Se retira de Roma cargaao
de oro y engrosadas sus bandas con cuarenta mil bárbaros rescatados en aquella
ciudad.-Preséntase otra vez delante de Roma.-Se apodera Lle la ciudad.-Su
destrucción.-Procesión del monte Quirinal.-Ordena Alarico que respeten los
templos cristianos.-Se retira de Italia cargado de botín.-.Jiuerte de Alarico;
tomo I, páginas 219 á 22-!.
ALARICO II.-Sus cualidades.-Sus debilidades con Clodoveo.-Su entrevista con
el monarca francés.-Se aprovecha de la paz para dotar al pueblo de nuevas leyes.
-Breviario de Alarico.-Acepta el combate que le presenta Clodoveo.-Perece
Alarico en la pelea; tomo II, páginas 18 y 19.
ALBA (Dl:"QUE DE).-Entra en Italia precedido de su fam a.-X o saca de Italia el fruto
que se había propuesto.-Se retira á cuarteles de iu>ierno; tomo IX, página 117.-
Su sistema sangriento en los Países Bajos. -Irritación del duque de Alba por la
derrota de Frisia.-Publica la sentencia contra el príncipe de Orange, condenán-
dole á uestierro perpetuo.-Carta del duque de Alba al rey dándole cuenta de al-
306 HISTORIA DE ESP.A...~A
B
BADAJOZ.-Sitio de esta plaza en 1811. -Briosa conducta del gobernador ~enacho.
-Operaciones de .Jiendizábal.-Le ahuyenta Soult.-Gran pérdida de los nuestros.
-Honrosa y desgraciada muerte de :Jlenacho.-Flojedad de su sucesor.-Rendi-
ción de la plaza.-Sen:;ación que este suceso hace en las Cortes; t. XVII, págs. 166
á 168.
EAILEX. -Memorable y gloriosa batalla de este nombre.-Inteligencia y bravura de
Reding.-Célebre capitulación entre Castaños y Dupont.-Rinde las armas todo el
ej ército francés de Andalucía.-Es conducido prisionero á los puertos de la costa.
-Le insultan y le maltratan los paisanos.-No se cumple la capitulación.-Efecto
que hizo en Xapoleón el desastre de Bailén.-Impresión que produjo en toda Euro-
pa; t omo XVI, páginas 3-19 á 360.
BALLESTEROS.-Su expedición; tomo XVII, págs. 251 y 252.-Su retirada á Aragón
y Valencia sitiada por los realistas.-Libértala Bal lesteros del segundo cerco.-Se
retira á :J[urcia.-Se encamina Ballesteros á Granada.-Le persigue el conde .Jioli-
tor.-Batalla de Campillo de Arenas.-Capitulación de Ballesteros.-Reconoce la
regencia de .Jfadrid; t omo XIX, páginas 70 y 71.
E1.LLESTEROS. - Sistema administrativo de este ministro; tomo XIX, página 178.
BA.XCO NACIOXAL DE SAX C.A.RLOS.-Su creación.-Su objeto, organización y
gobierno.-Cabarrús. -Impugnaciones que se hicieron al establecimiento y á su
fundador .-Primeros efectos de la institución del,Banco; tomo XV, páginas 49 y 50.
EAXDOS.-Bando inquisitorial sobre libros en 182-l.- Facultades á los obispos para
reconocer las librerías púlJlicas y pri,·adas; tomo XlX.. páginas 163 á 165.-Bando
terrible y monstruoso del superintendente de policía don Juan Recacho; t. XIX,
página 169.
BA.RBARROJA.-Quién era.-Sus famosas piraterías.-Su elevación y encumbra-
miento.-Ccimo se hizo rey de ArgeL-Se hace gran almirante de Turqnía.-Con-
quista á Túnez -La Europa asu~tada vueh·e los ojos hacia Carlos V.-Célebre sitio
y ataque de la Goleta.-Porfiada resistencia de los de Barbarroja.-Fuerza numé-
rica de cristianos y moros.- Combates.--Disposiciones de Barbarroja contra los
cristianos.- Espera á los imperiales fuera de la ciudad.-DetTota y retirada de Bar-
barroja. - Huye de Túnez; tomo VIII, páginas ~93 á 311.-Carta del capitán Alarcón
á Barbarroja. -En tre.,..ista de Alarcón y Barbarroja en Constan tínopla.-Tratos para
atraer á Barbarroja al ser.,..icio de Carlos V, y condiciones que faltaban para venir
al concietto.-Capítulos á que BarbatToja accedía.- Proposiciones de Barbarroja.
-Cómo se desconcertaron los trabajos. - BarbatToja en Franc ia.-Retira~a de Bar-
barroja y aislamiento del monarca francés.-.Jinerte de Barbarroja; ídem, p<í.gs. 358
á 369.
BARBAROS.-Primeras irrupciones de los bárbaros del X orte; tomo J, página 175.
BARCELOXA.-Orígen y principio del condado de este nombre; tomo ll. pág. 2:23.-
lnsurrección de esta ciudad contra el Regente en 1841.-':Jiotín que degen<>ra en
insurrección.-Elemento::; que la fomentan y le dan importancia.-Toma incre-
mento la revolución.-Disposiciones del capitán generaL-Activa y general parti-
cipación del vecindario en la insurrección.- Se da ésta un jefe ci •iL- Declaración
de la ciudad y su provincia en estad o de sitio.-Rnptura de las hostilidades entre
la guarnición y el pueblo.-Son rechazadas con pérdida las tropas.-Ríndense _pgr
capitulación los fuertes interiore.-;. - ·Quejas del ~api tán general contra la marma.
-Acusaciones contra el cónsul de Francia. -Junta de gobiemo revolucionaria: s~s
actos.-Préstase el .capitán general á negociar con la junta.-Partidos que se ag¡-
ÍNDICE GEKERAL ALFABÉTICO 319
tan dentro de la insurrección.-Qniere ésta á su vez negociar con el gobierno.-
Caída de la primith·a junta revolucionaria.-Es reemplazada con otra de color más
ten1plado. -Llegada del Regeute al campamento del capitán gc ueral.-Rechaza el
golJicrno las proposiciones de aveuencia..-lmpone condiciones que la nueva junta
no se atreve á aceptar.-Di:-;olnción de la jnuta conciliadora.-Anarquía; desórde-
nes; bombardeo -Reacción.-Entrada de las tropas.-l\leclidas represivas tomadas
por el gobierno. -Apologías y acusaciones.-Agrias y complicadas negocia~iones
con el gobierno franc é:;; tomo XXII, páginas 136 á 151.-Intento de proclamar el
Estado catalán en Uarcelona -Indisciplina del ejército.-Actos de la diputación
proYincial; tomo XXIV, páginas 192 y 193.
BASSA .-Asonada en Barcelona y muerte de este general; tomo XX, págs. 205 á 212.
BAYONA.-Sncesos de Bayona después de la abdicación de Carlos IV.-Cruza Fer..
nando YI I la frontera y entra en Bayona -ReciLimieuto que le hace el emperador.
- Conferencia de éste con el can ónigo Escoiquiz.-Hace intimar N"apoleón á Fer-
nando su pensamiento de destronar á los Borbones de España.- Pláticas de aque-
llo:-; días. -Conducta de Fernando, de sus mini;:;tros y de sus consejeros.-El prín-
cipe de la Paz es sacado de la pri:: ; ión y enviado á Bayona.-Godoy en Bayona.-
Acuden t ambién á Bayona Carlos IY y J!aría Luisa.-Son recibidos como reyes.-
Cé1eLre convite imperiaL-Primera renuncia de Fernando en su padre -Re:;puesta
de Carlos IV no admitiendo las condiciones.-Contestaciones entre padre é hijo.-
--El 5 y 6 de mayo en Bayona.-Renuncia segunda vez Fernando VII la corona de
E:,paña en su padre.-La renuncia Carlos IV en N"apoleón.-Car<'ícter de estas re-
nuncias. -Abdica Fernando sus derechos como príncipe de Astnrias .-Breve juicio
de estos sucesos; tomo XVI , págs. 24:3 á 267.-Constitución de Bayona.- Proclama
de la Junta de .Jladrid acerca de la convocatoria á Cortes en Bayona .-Algunos dipu-
tados se niegan á concurrir y no nt.n.-E~crito notable del obispo de Orense soLre
este asunto. -Llega á Bayona J osé Bonaparte.-Es reconocido como souerano de
E:;paña por los españoles allí existeutes. -Primer decreto de José como rey .-Otros
decretos .-Reunión y apertura de la asa ml•lea de los notables españoles para dis-
cutir el proyecto de Constitución.-Se::s ioncs dedicadas á este objeto.-Aprobacióu
y jura de la ( ·onstitución.-Los diputado::; españoles en presencia de N"apoleón.-
Bre>e idea de aquel Cúdigo.- Felicitaciones de Fernando y de su senidnmbre á
Kapoleón y al rey José.-:\Iinistel'io de José Xapoleón.-Kegativa de JO\·ellanos.-
Iufluencia de estas impresioues y acoutecimieutos sucesivos; íd., p:'tgs. 312 á 3:30.
BAZA.-Célebre conquista de Baza. - Se emprende el cerco. - El príncipe moro Cid-
Hiaya en Baza. - Trabajos y difkultades para el cerco.-Confiicto y desaliento en
el ejé"cito cristiano. - Enérgica resolución de la reina I sabel.-Tala general de las
frondosas alamedas de Baza hecha por los cristianos .-Hazaña de Hernán Pérez
del :?ulgar. -Premio que ohtuvo. -Embaj adores del gran Turco en el campamento
dG Fernando y respue::;ta de la reina y el rey.- Inmensos scl'\'icios que desde J aen
hizo la reina al ejército.- Desprendimiento heroico de Isabel y de sus damas.-
Ra:,:go igualmente patriótico de las doncellas moras. - Valor y serenidad de Cid-
Hiaya.-Ardid del príncipe moro y astucia de Fernando .-Rigor y crudeza del
invierno.-Los cristianos convierten su campamento en una población.- TraLajos
que pasan.-Desaliento general. -Admirable viaje de Isabel desde J aen á los reales
de Baza.-Pasa revista al ejército.-Entusiasmo.-Galantería del príncipe Cid-
Hiaya.-Capitulaciones -Rendición de Baza. - Entrada de F ernando é habel.-
Generosa conducta del príncipe y de los caudillos moros.-Término feli z de esta
campaña; tomo VI, páginas 367 á 376.
B.~ZA .i'\.-Los hermanos conocidos con este nombre.-Sus tentativas.-Fusilamien-
tos; tomo XIX, página 183.
BELL1 DO-DOLFOS.-Su traición· tomo III , p:í.o-in a 95.
BELTRAK DE LA CUEVA.- Su~ amores con 1; reina.-Paso de armas de :\Iadrid.-
Couducta del rey.-Re::;entimiento de los grandes. -Confederación de lo;,; grandes
contra el rey; tomo VI. páginas 138 á 147.
:BELTRAN DE LIS.-Palabras descompuestas de este diputado contra el ministro de
Estado; tomo XVIII, página 363.
BELTRA ~EJA . -Nacimiento de esta princesa.-Por qué la denominaron la B eltra ·
neja.-Favor y engrandecimiento de don Beltrán Je la Cneva.-Audacia de los
magnates. -Atentados contra elrey.-Pelio-ros de éste. -~I an!fiesto de los conjura-
dos al rey.-Afrentosa ceremonia y destron~miento del rey en Avila.-Proclamación
320 J:IlSTORI.A DE E SP.A'S'A
e
CABEZAS DE SAN JUAN.-Alzamiento militar de este nombre en 1820.-Procla-
mación de la Constitución de Cádiz; tomo XVIII, páginas 226 y 227.-Erección
de los monumentos en honor á la libertad ; tomo XVIII, página 353.
CABO DE SAN VICENTE.-Combate de este nom bre entre españoles é ingleses. -
Derrota de nuestm escuadt·a.-Castigo del general Córdoba y nombramiento de
1\Iazarredo, y dem ás sucesos marítimos; tomo XV, páginas 255 y 256.
OABRERA. (DON RA~fÓN).- Afíliase al partido carlista.-Sus primeros combates;
tomo XX, página 33. -Viaje de Cabrera á NaYarra para conferenciar con don Car-
. los.-Reasume Cabrera el mando de las facciones de Aragón.-Prisión y fusila-
miento de Carnicer; ídem, páginas 144 á 157.-0peraciones de Cabrera en el Bajo
Aragón y en Valencia.-Cabrera en Segorbe.-Rubielos.-Gallarda defensa de Lu-
cena.-Cerco de Alcañiz.- Régimen admini strativo de Cabrera en los pueblos que
domina.-Acción de 1\Iolina; ídem, páginas 286 á 300.- Fusilamiento de la madre
de Cabrera.-Representación del coronel Fontiveros; ídem, páginas 317 á 322. -
0abrera y Palarea. -i\lás sobre la muerte de la madre de Cabrera.-Operaciones
en Aragón y V::~.lencia.-Derrota de Bañón.-Cantavieja; tomo XXI, págs. 93 á 108 .
-Reunión de Cabrera y de Gómez.-Ataque y defensa de Requena.-Invade Gó-
mez á Andalucía.-Su entrada en Córdoba.-Ataque y toma de Almadén.-Sepa-
ración de Gómez y de Cabrera; ídem, p áginas 117 á 123.-Vuelve Cabrera á cam-
paña.-Fusilamient os de Burjasot.-1\Iando de Oraá en Aragón; ídem, páginas 19-1
á 198.-Paso del Ebro.- Don Ramón Cabrera. -Después del paso del Ebro.- Ba-
hlla de Chiva; ídem, páginas 23 1 á 240.-Sus operaciones en el Maestrazgo al
finalizar el año 1837; ídem , páginas 28n á 290.-Correrías de los carlistas anterio-
res al sitio de .1\Iorella .-Sitio de Uorella.-Consecuencias políticas y militares del
levantamiento del sitio de 1\Iorella.-Acción de l\1aella.-Paroxismo de crueldad en
el carácter de la guerra; ídem, páginas 328 á 340.-0abrera y Van-Halen.-Regu-
larización de la guerra en las provincias del Centro.-Acrecentamiento del poderío
de Cabrera.-Tcntativa para asesinarlo.-Batalla de Tueras .-Levantamiento del
sitio de Lucena; ídem, páginas 388 á 399.-Campaña de 1840. -Enfermedad de
Cabrera.-Reveses de sus tropas; tomo XXII, páginas 12 á 18.-Vese obligado á
pasar á Oataluña.-Nnevos reveses. -Se refugia en Francia.-Terminación de la
guerra civil; ídem, páginas 30 á 40.-0abrera penetra de nuevo en E spaña para
renovar la guerra civil.-Derrota de Estany.-Acción de Aviñó. -Recelos de este
general carlista.-Es herido en la acción de Amer.-A.ctos de rigor de Cabrera.-
Se refugia en Francia; tomo XXIII. páginas 106 á 120.-Actitud de Cabrera res-
pecto á la conspiración carlista de 1868.-Acepta la direcci ón de los negocios de su
partido, pero dimite al poco tiempo; tomo XXIV, páginas 49 á 56.-Acepta de
nuevo la dirección de los asuntos carlistas, mas tropezando con antagonismos y di-
ficultades, dimite otra vez; ídem, páginas 60 á 62.-Reconoce la monarquía de don
Alfonso XII y trabaja por que los carlistas la recon ozcan también ; ídem, pág. 362.
O.ADIZ.- Levantan los franceses el sitio de esta plaza . - Regocijo en aquella ciudad;
_. tomo X. VII, páginas 294 y 295.
324 HISTORIA DE ESP AX A
CALAHORRA. .-Su heroica defensa después de la muerte de Sertorio; tomo I, pági-
na 104.
CALATAXAZOR.-Famosa batalla de este nombre.-Glorioso triunfo de los cristia-
nos. -Derrota lam~nt~ble de Almanzor.-Su muerte; tomo III , páginas 24 y 25.
CA L.A.TRAVA.-Instltuc1Óu de esta orden; tomo III, página 320.
CALATR.A. Y A (nox Rx:uóx l\I.ARÍA).-El gabinete Calatrava en acción.-Cortes cons-
t ituyentes.-La ~Iilicia nacionaL-El ministerio y la oposición.-Insurrección mi-
litar en Madrid; tomo XXI, páginas 143 á 156.-Caída del ministerio Calatrava;
ídem, página 260 .
CALDEROX (no::-;- RoDRIGo).-Engrandecimiento de este personaje.-Su conducta.-
E uvidias que suscita.-Su embajada á Flandes.-Le hacen marqués de Sieteiale-
sias. - Conspiraciones contra su Yalimiento.- Guerras de favoritismo en pala~io.
-Prisión y proceso célebre de don Rodrigo Calderón, marqués de Sieteialesias.
-Cargos que le hicieron .- T ormento que se le dió. -Grandeza de Rodrigo en
sus padecimientos.-Descargos del abogado defensor.-:Kue>as ri>alidades de pri-
vanza; t omo XI, páginas 177 á 184.-Suplicio de don Rodrigo Calderón; ídem, pá-
ginas 206 á 208 .
CALiGULA.-Instintos sanguinarios, crueldades, locuras y delirios de este empera-
dor; t omo I, página 150.
CA LO::\IARDE.-Su entrada en el ministerio.-Antecedentes de su vida.-Sus opi-
niones.-Su manejo con el rey y con los partidos.-Influencia y ascendiente que
t oma.-Real cédula sobre causas y pleitos fallados en la época constitucional, y
otras determinaciones inspiradas por su política.-Calomarde y la policía.-Nue-
vas prisiones de liberales. - Pasiones y venganzas ; tomo XIX, páginas 136 á 148.
-Protección y pri>ilegios que concede á los realistas.-Sigue persiguiendo á los
liberales; ídem, página 203.-Sus crueldades contra los liberales; página 233.-
Consulta Cristina á Calomarde acerca ele la situación del reino.-Respuesta del
ministro.- Transacci ones que se proponían á don Carlos.-Tribulaciones en el re-
gio alcázar.-Escena entre la infanta Carlot a y Calomarde. -Caída de este minis-
tro.-Su destierro.-Su fuga ; páginas 258 á 26-1.
CAL YO (nox BALTASAR). -Abominable conducta de este canónigo.-Horrible mor-
t andad de franceses ordenada y dirigida por éL-Sangrientas ejecuciones en la ciu-
dadela y en la plaza de Toros.-Espanto y consternación de la ciudad.-El canó-
nigo Cal>o es preso~ procesado y ahorcado.-Suplicio de sus cómplices; tomo XVI,
páginas 301 á :304.
CA"JU. CHO (nox )lJGl"EL).-Siendo gobernador de Yalencia. muere á manos del pue-
bio amotinado contra el gobierno del Rege nte; t omo XXII , páginas 185 y 186.
CA:JIBRAT (CoxGRESO DE ESTE XO:MBRE).-Plenipotenciarios.-Dificultades por parte
del emperador.-Cuestión de la sucesión española á los ducados de Parma y Tos·
cana.-Intrigas del duque de Orleáns. - Instrucciones apremiantes á los plenipo-
tenciarios franceses de Cambray.-Despacba el emperad or las cartas eventuales
sobre los ducados de Parma y Toscana.-K o satisfacen al rey don Felipe V.-Tran-
sacción de las potencias.-Sucesos consiguientes á este Congreso; tomo XIII, pá-
ginas 204 á 208.
CA"JIPAXA DE HUESCA (LA).-Célebre anécdota de la campana de Huesca; t. III,
pági nas 253 y 254 .
CA~IP I LLO DE AREX AS.- Batalla de este nombre dada por Ballesteros.- Capitu-
lación. -Reconoce Ballesteros la regencia de "Jladrid. -Desaliento de los liberales;
t omo XIX, páginas 71 y 72.
CAXALES DE :KAYEG.A.CIOX Y DE RIEGO ABIERTOS BAJO CARLOS III.-
El Imperial de Aragóu.-El Real de Tauste.-Los pantanos de Lorca.-El canal
de Tortosa.-Los de Manzanares y Guadarrama ; t omo XV, páginas 32 á 36.
C,\ XKAS.-1\Iemorable batalla de este nomLre ganada por Aníbal contra \Tarrón;
t omo I, páginas 36 y 3i.
CA X OVAS DEL CASTILLO (no~ A~Toxio) . -R edacta el célebre ~Ianifiesto de 1\Ian·
zanares; tomo XXIII, página 183.-Es no mbrado en 18i5 Presidente del Mini_ste·
rio-Regencia.-La primera crisis ministerial de la Restauración.-Segundo minis-
terio Cáno>as; tomo XXV, páginas 1 á 20.-Doña Isabel II y el ministerio.-
Yehemente discurso del señor Moyauo y enérgica contestación del señor Cánovas;
ídem. páginas 56 y 57.-Crisis ministerial y dimisión del señor Cánovas; ídem, pá-
gina 96.-K uevo ministerio Cáno>as .-~l odificaci ón del gabinete; ídem, páginas 127
ÍNDICE GENERAL ALF ADÉTICO 325
á 132.-Cae el ministerio Cánovas; ídem, página 155.-0pinión del señor Cánovas
respecto á la administración fusionista y al sufragio universal; ídem, páginas 205
y 206.-Nuevo ministerio Cáuovas; sucesos posteriores; ídem, páginas 226 á 253.
-l\Iuerte del rey y dimisión del ministerio; ídem, página 297.
CANTABROS.- Véase ÜCTAVIO.
CANTERAC (EL GENERAL).-1\Iuere durante la sublevación de 18 de enero de 1835 en
l\Iadrid; tomo XX, páginas 12í y 128.
CARDERO (DON CAYETANo).-Se pone al frente de la sublevación del 18 de enero
de 1835 en l\Iadrid; tomo XX, páginas 122 á 133.
CARLISTAS.-Iníciase la primera guerra ci,·il.-Desarrollo de la insurrección; t. XX,
páginas 7 á 16.-Conti nuación de las operaciones militares en el N~rte.-Don Je-
rónimo Valdés, general en jefe.-Su primera campaña; ídem, páginas 23 y 24.-
0rganizaci ón del ejército carlista. -Primeros triunfos de Znmalacárregui.-Capi-
tulación de Orbaiceta.-Acción de Huesa.-Espartero en Vizcaya.-Estado y vici-
situdes de las facciones; ídem, páginas 27 á 36.-0peraciones militares; ídem, pá-
" ginas 38 á 47.-Generalato de Rodil.-Llegada de don Carlos á las provincias del
1:\orte.-Acciones de Puente la Reina y de las Peñas de San Fausto.- Operaciones
basta la terminación del mando de Rodil; ídem, páginas 50 á 53.-0peraciones mi-
litares en el Norte en la segunda mitad del alío 1834.-Desastrosa jornada de Ale-
gría; ídem, páginas 94 á 98.-Campaña del general Mina.-1\Iina y los navarros.-
Heroica defensa de los urbanos de Peralta. -Acciones de Onzué y de 1\Iendaza.-
Joruada de Arquijas; ídem, páginas 107 á 120.-0peraciones en el Norte anterio-
res al segundo ma.udo del general Valdés; ídem, páginas 133 á 144. -Estado de la
guerra en el Maestrazgo.-Viaje de Cabrera á Navarra para conferenciar ceo don
Carlos.-Reasume Cabrera el mando de las facciones ele Aragón.-Prisión y fu sila-
miento de Carnicer.-Estado de la guerra en las provincias en los primeros meses
de 1835.-Catalnña.-Castilla la Nueva y Extremadura.-La l\Iancba.-Galicia.-
1\Ierino en Castilla la Vieja; ídem, páginas 144 á 155 -Operaciones militares del
general Valdés.-Las Amezcnas.- Evacuación del Baztán.- Derrota de Descarga.
-Abandono de los puntos fortificados; ídem, páginas 160 á 173.-Primer sitio de
Bilbao.-Vacilaciones del general Valdés.-Acuclen en auxilio de la plaza Esparte-
ro, La Hera y Latre.-Herida y fallecimiento de Zumalacárregui.-Estado en que
' de sus resultas quedó el campo carlista; ídem, páginas 193 á 205.-1\Iendigorría.-
Generalato interino del general Córdova.-Su brillante campaña.-El brigadier
don Narciso López; ídem, páginas 229 á 23-!.-0peraciones de guerra posteriores
al advenimiento de ~lendizábal.-Entrada en campaña de la legión auxiliar inglesa.
-Operaciones sobre Bilbao.-Acción de Guevara.-Ocupación y abandono de Es-
tella. -Sitio de San Se bastián; ídem, páginas 264 á 273.- Expedición á Cataluña
de una división del ejército carlista del Norte; ídem, páginas 279 á 285.-0peracio-
nes de Cabrera en el Bajo Aragón y en Valencia.-K ogueras en campaña. -Cabrera
en Segorbe.-Rubielos.-Estado y condiciones de la guerra en el Maestrazgo.-Ga-
llarda defensa de Luccna. -Cerco de Alcañi z.-Régimen administrativo de Cabrera
en los pueblos que domina.-Acción de 1\lolina.-Las facciones castellana y galle-
ga.-El tradicionalismo y la libertad; ídem, páginas 286 á 302.-Finanzas de don
Carlos.- La generalísima de sus ejércitos.-Fusilamiento de la madre de Cabrera;
ídem, 305 á 319.-La guerra en el Norte.-Planes carlistas.-Sistema de Córdova.
-Corta y fructífera campaña de Egnía.-Accior:.es de Ordnña y U nzá.-Pérdida de
Lequeitio.-Sucesos militares del Norte de enero á mayo.-Victorioso ataque de las
líneas de San Sebastián.-Segunda campaña de Córdova.-Juicio crítico sobre las
operaciones del mes de mayo en Arlabán; ídem, páginas 334 á 350.-0peraciones
en el ten·itoriovascongado.-Juicio sobreel mando deEguía.-MandodeVillarreal.
-:Ultimas operaciones de CórdoYa; tomo XXI, páginas 23 á 34.-Campaña de
l\Imaen Cataluña.-Acción de Pelotilla. -Invade Torres la Cerdaña.-Carácterque
toma }a guerra.-Maroto en Cataluña.- :Mando del Royo.-Operaciones del gene-
ral Inarte.-Cabrera y PaJarea.- Operaciones en Aracrón y Valencia.- Derrota de
~añón.- Canta·deja; ídem, páginas 81 á 107.- La de~ocracia castrense.-Las fac-
cwnes de la Mancha, Asturias y Galicia.-Expedición de Gómez. -Invade Asturias
y Galicia. -Invasión de Castilla.- Catástrofe de Jadraque. - Reunión de Cabrera
y de Gómez.-Ataque y defensa de Requena.-Acción de Villarrobledo.-Rodil en
campaña.- Invade Gómez á Andalucía.- Su entrada en Córdoba.- Ataque y toma
de Almadén.-Pánico é indignación. - Separación de Cabrera y de Gómez.- Vuelve
326 HISTORIA DE ESPAsrA
Gómez á Andalucía. - InYasión de Extremad nra.- Exoneración de Rodil.- Gó-
mez y Xardez. -~Iarcha y movimientos de Xarváez; ídem. páginas lOS á 149.-
Segnndo sitio de Bilbao.-Afírmase el asedio de la plaza.-~Iovimientos de Espar-
tero en auxilio de la plaza -Acción de Castrejana.-Retroceso.-Luchana.-Los
carlistas levantan el sitio; ídem, páginas 156 171. -Ataque por Evans de las líneas
de San Sebastián.-Campaña frnstrada.-Toma de las líneas de H ernani por Es-
partero.-Operaciones en Cataluña hasta la llegada ele don Carlos. - Yuelta de Ca-
brera á campaña.-~I ando de Oraá en Aragón; ídem, páginas 179 á 198. -Expedi-
ción de don Carlos.-La batalla de Huesca.-La batalla de Barbastro.-Paso del
Cinca por don Carlos.-Sus perplejidades.-La batalla de Gra y sus consecuencias;
ídem. páginas 218 á ~31.-Paso del Ebro.-Don Ramón Cabrera.-Después del
paso del Ebro.--La batalla de Chiva.-~Iarcha de E spartero al Centro.-Expedi-
ción de Zariátegui.-Primera venida de Espartero en auxHio de ~Iadrid.-~Io d
mientos de don Uarlos y de Espartero.-Retirada de don Carlos.-Sn regreso á las
provincias vascongadas; ídem, p áginas 231 á 267.-Cataluña después de la expedi-
ción de don Carlos.-Cómo fin aliza el año 1837; ídem, páginas 268 á 296.-Xuevas
expediciones carli ~tas .-La campaña de 1838.-Evacuación de Balmaseda.-Toma
de Belascoain.-Estaelo del campo carlista.-Toma de Peñacerrada.-.l\Iando de
11Iaroto. -Operaciones en Xavarra; ídem , p ágs . 312 á 322.-Lagnerra en Cataluña.
-El conde ele Espai:ía.-La guerra en _-\.ragón.-Zaragoza (el 5 de marzo); ídem,
p áginas 3~2 á 3:28.-Correr:ías de los carlistas anteriores al sitio de 1\Iorella.-Sitio
de ~Iorell.a.-Con secuencias políticas y militares delleYantamiento Llel sitio de ~Io
rella.-Acción de ~Iaella.-Paroxi s mo de crueldad en el carácter de la guerra;
ídem; páginas 328 á 3,10.-La pacificación de la ~Iancha.-La guerra en Castilla,
Extremadura, Asturias y Galicia; :ídem. páginas 340 á 376.-La campaña de 1839.
Situación de los beligerantes.-Planes de pacificación, tentativa de ~Iuñagorri, mi-
sión ele Aviraneta.-Fracaso de la tentativa diplomática iniciada por el gabinete
Ofalia.-La guerra en Cataluña.-Caíday asesinato del conde de España.-Cabrera
y Van-Halen.-Regnlarización de la guerra en las provincias del Centro.-Acrecen-
tamiento del poderío ele Cabrera.-Tentativa para asesinarlo -O'Donnell en el
Centro.-Batalla de Tueras -Le,·antamicnto del sitio de Lucena; ídem, págs. 376
á 39D.-Descomposición del campo carli:;ta -Jefatura del ge neral )Iaroto.-Dis-
corclias y luchas. - Antecedentes de los fu silamientos de Estella.- Consecuen-
cias.-Planes y operaciones tle Espartero.- Acciones en :::Savarra.-Apuros de l\Ia-
roto.- Quemas en X a\·arra.- Pronunciamiento del campo carlista; ídem, pági-
nas 39!) á 423.-El com·enio de Vergara.-Apertura de la, campaña en el ~orte.
Avance de E spartero.-Crisis interior en el campo carlista.-~ egociaciones entre
É spartero y Maroto.-Quiere ~Iaro to interesar á don Carlos en las negociaciones
de paz.-Ruptura de ~I aro to con don Carlos.-Preliminares del convenio.-Conve-
nio de Vergara.- Proposiciones de Francia é Inglaterra; :ídem, páginas 423 á 442.
-La campaña ele 1840; t omo XXII, páginas 12 á 18.-Balmaseda en Castilla.-
Don Carlos en Bourges.-Ultima campaña en Cataluña.-Terminación de la guerm
civil; ídem, páginas 18 á 23.-El partido carlista y la guerra civil hasta fin de 1847;
tomo XXI 1I, págiuas 63 á iO.-Guerra ci,·il en Ca.taluña durante los años l84S
y l S-.W; :ídem. p:1giuas 104 á 120.-~Iovimientos de los carlistas en 1855; ídem, pá-
ginas 205 y 206. -Intento de Ortega en San Carlos de la Rápita; su fu:;ilamiento.
-Pri:;,ión de ~Iontem olín y de su hermano; :ídem, p:íginas 283 y 284. -Asuntos
carli:;tas.-Sumisión ele don Juan.-Juntas de Londres y Par:ís. -Trabajos carlis-
tas.-Sus recursos. -Actitud de Cabrera.-Excursión de don Carlos de Borbón y
Este á E spaña; t om o XXIV, páginas 45 á 56.-Carta-manifiesto de don Carlos.-
Partidas.-Dirección de Cabrera.-Junta de Yevey.-Levantamiento de nuevas
partidas.-Proyectos y alianzas; :ídem, p áginas 56 á 67.-Trabajoscarlistas.-Gon-
zález Bravo y Kocedal.-Dirección de X ocedal.-Discordia.-Levantamiento car-
lista.-Oroquieta; ídem, páginas 103 á 120.-Los carlistas en ~avarra y en las
provincias Vascongadas. -Com·enio de Amore,·ieta. - Cataluña.-.illaestrazgo y
otros puntos; :ídem, p:í.ginas 1:20 á 1-13.-Crisis carlista.-J efatura de Dorregaray.
-:\nevo alzamiento carlista; ídem, páginas 1-13 á 160.-Trabajosa organización de
la guerra civil.-Lizárraga, Dorrou ~oro, \"elasco .-El cura Santa Cruz; sus desma-
nes.-Ollo y Pérula en ~avarra. - D on Alfonso de Borbón y Este en Cataluña.-
El ~Iaestrazgo y otros puntos ; ídem, páginas 160 á 175.-0peraciones militares.-
El cura Santa Cruz.-Eraul.-Correrías carlistas.-Cataluña.-Ripoll.-Berga.-
ÍNDICE GENERAL ALFABÉTICO 327
Puigcerdá.-Sanahnja -~Iaestrazgo; ídem, páginas 208 {i. 236.-Estella.- Lizárraga
y Santa Cruz.-Entrada de don Carlos, Dorregamy, Olla, Liú rraga y Elío. - Capi -
tulación de Estella; ídem, p:íginas 23G á 261.-Pt·osigue la gnerra.-Acciones de
Santa Bárbara de )fañern, de .i\Iontejurra y de Velabieta. -Cataluña.-Maestraz-
go; ídem, páginas 261 á :286.-La Guardia.-Portugalete.-San Pedro de Abanto .
-Combates del 25. 26 y 27 de enero de 1874.- Sitio y defensa de Bilbao. - Las
Muñecas.-Galdames ; ídem, págin as 294: á 314:.-Acción de ).l on te Mnro.-:Jluerte
del general Concha.-Apogeo de los carlistas; ídem, páginas 314 á 325.-Cataluña.
-Centro; ídem, p:lginas 325 á 329.-l\Iando de los generales Zavala y Lasern a. -
Pacificación del Centro y Cataluña; ídem, páginas 339 á 358. -0peraciones mi-
litares hasta la conclusión ele la guerra; ídem, páginas 358 á 381.
CARLO-:JIAG.NO.-Carlo-111agno y su hijo Luis en Aquítanía, intentan en \'ano por
tres \'eces distintas tomar á Tortosa.-Frústrase otra expedición de los fra11cos
contra Hucsca.-Invasión de Ludo·rico Pío, rey de Aquitania , hasta Pamplona.-
Famosos rescriptos de Cario-Magno y Luis el Pío en favor de los españoles de la
Marca-His pana .-Abdicación del emperador Carlo-:.\lagno en su hijo Luis.-Muerte
de Carlo- ~I agno, y división de sus Estados; tomo TI, piginas 206 á 212.
CARLOS MARTEL.- r éase ABDERRA::.\L{N.
CAR LOS I DE ESPAXA Y V EX ALE:\IAXIA.-Su entrada en Valladolid.-Cortes.
- Firme y digna actitud de los procuradores.--Concliciones que le ponen para la
jura.- Cláusulas del juramento. -Peticiones notables de las Cortes. - Grave descon-
tento de los castellanos con el nue,-o rey y sua cau:,;as.-Pasa Carlos á Aragón.-
Dificultacles pa ra su reconocimiento.-Es jurado en Cortes.-Resistencia de los
catalanes á reconocer el nuevo rey en vida de su madre.-Es al fin jurado como en
Castilla y Aragón; tomo VIII, páginas :39 á 53. -Conducta de Carlos con los comu -
neros vencidos.-:.\Iedidas de rigor, suplicios.- -Quejas del almirante sobre la cali dad
de los jueces y forma de los procedimientos.-Perd ón general.-E.xcepciones.-In-
just as y apasionadas alabanzas de los histfll'iadores á la clemencia del emperador.
-Su severidad; ídem, p<ígina:-:; 125 á 135.-Su salida de E~paña.- Va á Inglaterm. -
Su alianza con Enrique YIII.-Coron ación de Carlos V en Ai.x-la-Chapelle.-Rom -
pimiento de Carlos V y Francisco l.-Guerra de :1\avarra .-A.lianza entre el empe-
rador. el papa y E nrique VIII.- Vuelta de Carlos V á Inglaterra.- Regreso del
emperador á Castllla; páginas 150 á 159.-Carta ele Carlos V á la madre de Fran-
cisco l.-Conducta de Carlos después de la batalla de Pavía.-Condiciones que
e.xigía á Fra ncisco I como precio de su libertad.-Contestación de éste; mensajes.
-Desatención del emperador con elr'3gio catlti,·o.-Peligrosa enfermedad de Fran-
cisco en la prisión.-Le visita Carlos .-Nuevo desvío.-Abdicación de Francisco y
temores del emperaclor.-Célebre Concordia de :.\ladricl entre Carlos V y Francisco I
para la libertad de éste.-Capítulof3 del tratado.-Pláticas amistosas entre los dos
soberanos.-Casa miento del empnraclor.-Anuncios de grandes complicaciones;
ídem páginas 183 á 199.-Prisión del papa Clemente.- ).Janifiesto de Carlos V á
los príncipes so1re el asalto y sacú de Roma.- :Manda hacer rogativas por la liber-
tad del papa.- Conspiración europea contra el emperador. -Anuncios de nue,·as
guerras.- Nueva alianza de príncipes contra Carlos V.-Tratado y li ga de Amiens.
-Tratos del papa contra Carlos V.-Desafío personal entre Franci::;co y Carlos V.
-Conducta de cada soberano en este negocio, y su resultaclo.-Conciertos entre el
papa y el empemcl or -Tratado de Cam bray entre Cad os V y Francisco I .- Pu.z de
las dama s.-Jnicio crítico sobre este tratado y sobre las causas que le prodn,ieron;
ídem) páginas 210 á 237.-Carlos V en Italia.-Sn reci bimiento en Génova.-Fa\'O-
rab!e impresión que produjo su vista en los italianos.-Sus proyectos de paz.-Con-
cierto con Venecia. -Solemne y doble coronación de Carlos V en Bolonia.-El papa
y el emperador.- Tratado ele paz general. -Florencia no acepta la paz -Guerra de
Florencia.-Triunfo de los imperiales.-Mncla el emperador la forma de gobierno
de Florencia.- Pasa Carlos V á Alema nia; ídem, páginas ~ :39 á :HG. - Carlos V eu
La dieta de \Vorms. -Regresa el emperador á España.- Vuelve Carlos á Alem ania.
-Dieta y Confesión de Augsburgo.-Entrevista y tratos entre el emperador y el
papa Clemente en Bolonia sobre convocaci ón de un concilio genera L-Forma Car-
los V una liga defensiva en Italia.-Regresa á Espa na.-Xuevos planes de Fran -
cisco I contra Carlos.-Muerte del papa Clemente VII; p<'lginas 246 á 2ti2.- Car-
los V sol r 2 Túnez.-Proyecta el emperador pasar al Africa. -Grandes preparati-
vos. -X aciones y flotas que concurren á la empresa. -Parte la grande armada de
328 .filSTORIA DE ESPAÑA
Reforma en la manera de contar los años; ídem, página 185 y 186.-Famosas Cortes
de Briviesca.-Reformas importantes en la legislación; ídem, páginas 201 y 202.-
Cortes de Guadalajara bajo Juan JI de Castilla.-Subsidios para la guerra; ídem,
p áginas 310 y 311.-Convocación de Cortes en Santiago de Galicia en 1519.-Crece
el descontento. - Tumulto en Valladolid y apuros del rey.-Resuelve Carlos V pasar
á Alemania y Ya á Galicia. -Cortes famosas de Santiago y la Coruña.-Servicio
cuantioso que pidió el rey en ellas.-Conducta de los procuradores.-Firmeza de
unos y Yenalidad de otros.-Vota el subsidio la mayoría.-Nombramiento de Re-
gente y salidn. del rey á Alemania; tomo VIII. páginas 58 á 61.-Importautes Cor-
tes de )ladrid en 1534.-Responde el monarca á las peticiones de las de Segovia.
-Recopilacion de leyes.-Acuerdos contra la amortización eclesiástica.- Peticiones
de las de :Jiadl'id.-Leyes que produjeron.-Varias reformas en el estado eclesiás-
tico.-Reformas en la admini!'>tración de justicia.-Reformas en la administración
económica.-Leyes sobre mendigos y gitanos. -Ley para disminuir el excesivo mi-
mero de doctores y licenciados de universidades.-Iclea que dan estas Cortes de la
marcha política y del estado interior del reino; ídem, páginas 267 á 269.-Cortes
de 1507, bajo Felipe III.-Scrvicio de millones.-:Jiedios para ganar los votos de
los prC'curadores.-Condiciones que éstos irnponían.-Repugnancia de las ciudades
á otorgar el servicio.-Otros arbitrios para salir de apuros.-Capítulos de estas
Cortes.-Peticiones notables.-Jura el príncipe don Felipe.-Cortes de 1611.-Ser-
vicio ordinario y extraordinario .- X o quiere el rey congregar Cortes en Aragón;
tomo XI, páginas 151 á 154.-Cortes de 1tl10 -Consulta de la Regencia sobre una
cláusula ele la con,ocatoria.-Acnérdase la reuni ón en una sola cámara ó estamen-
to.-Decreto de 18 de junio .-)létodo de elección.-Diputados suplentes.-Repre-
sentación que se dió en las Cortes á las provincias de Ultramar -Número de sus
representantes y modo de nom1Jrarlos.-Se restablecen los antiguos Consejos.-
Cuestión sobre la presidencia de las Cortes.-Cómo se resolvió.-Solemne apertura
é instalacióu de las Cortes generales y extraordinarias en la isla de León.-Jura-
mento.-~alón lle 1'oe:;iones.-Sesión primera -Discurso.-Xombramiento de mesa.
-Primeras propo;,icioues y acuerdos.- Célebre decreto de 2-1 de septiembre-De-
claración de la legitimiLlarl del monarca.-Soberan ía nacionaL-División de poderes.
-Oradores que comenzaron á descollar en este debate.-Consulta de la Regencia.-
Resolución. - Sesioues públicas. -Felicitaciones. - X ota ble proposición y acuerdo
sobre incompatibilidad entre el cargo de diputado y los empleos públicos.-Sesio-
nes secretas.-Incidente del duque de Orleáns.-Idem del obispo de Oreuse sobre
su resistencia á rec0110Cer y jurar la soberanía nacional.-)l archa y terminación de
este enojoso confiicto. - Henuncia de la Regencia.-Su número, nombramiento y
cualidades.-Iusurrección de América.-Se trata este pnnto en las Cortes.-Provi-
dencias.-Derecho que se concede á los americanos.-Debate y decreto sobre la
libertad de imprenta.-Partidos políticos que con motivo de esta discusión se des-
cubrieron en la asamblea.-Oradores que se distinguieron.-Establecimiento y re-
dacción de un diari o de Cortes .-Varios asuntos en que éstas se ocuparou.-Dietas
á los diputados.-Empré:stitos -Supresión de proYisiones eclesiásticas.- Reducción
de sueldos á los cmpleados. -Declaración sobre iucompatibilidades.-:Jioción sobre
los proyectos de Fernando YII.-Discusión sobre el reglamento del poder ejecutivo.
-Comisión para un proyecto de Constitución.-Comisión para el arreglo y gobierno
de las pro\·incias.-Proposiciones varias.-XueYas concesiones á los americanos.-
Crítica que algunos hacían de las Cortcs.-Cuestión so1Jre trasladarse á punto más
seguro.- Incontrastable firmeza de los diputados; tomo XVII, páginas 13.5 á 163.-
Cortes de 1811.-Decreto de l. 0 de enero.-Reglamento del poder ejecutivo.-A tri-
buciones y disposiciones más notables.-Concesiones de las Cortes en favor de los
amcricanos.-Recursos económicos.-Empréstito nacionaL-Traslación de las Cor-
tes á Cádiz.-Reglamcn to de juntas para el gobierno de las provincias.-Primer
presupuesto de gastos é in gresos. -J u utas de coufiscos y de represalias. -Enajena-
ción de edificios y fincas de la corona -Contribnción extraordinaria de guerra.-
Empréstito del embajador inglés.-:Jl ediación ofrecida por Inglaterra, y condicio-
nes.-Reformas políticas y civiles.-Superill ten dencia de policía.-Universidades y
colegio:;.- Declárase fiesta nacional el 2 de mayo.-1 ncorporación de los derechos
señ oriales al Estado.-Abolición de priYilegios. -Extinción de pruebas de nobleza.
-Orden nacional de San Fernando.-J uzgados especiales de artillería é ingenieros.
-Reconocimiento de la Deuda.-Junta de crédito público.-Arreglo de la secreta-
ÍNDICE GENERAL ALFABÉTICO 343
ría de las Cortes.-Gm>es y ruidosos incidentes en la Asamblea.-El manifiesto do
Lardiz <í.ba.l.-Irritación que prodnee.-Decré ta ~e su arre~to.- Xombramiento de
un triLunal especial para juzgar su escrito.-PnLlicación de otro impreso ofensivo
á las Cortes.-Mándase recoger la imprenta-Unese esta causa á la de Lardizábal.
-Tumulto que produce un discmso de don José Pablo Valiente.-Snsp éndesc la
sesión.-Alborótase el pueblo y amenaza al diputado á la salida llel Congreso.-Lc
salva el gobernador de la plaza y le embarca.-Quejas clol llesord en eiJ las sesiones.
-Abuso de la libertad de impren ta.-Trátase de la mudanza de regontes .-Pre-
tensiones de la infanta Carlota.- Aspiraciones de los partidos opuestos.-Vence el
partido liberaL-Lectura del proyecto de Constituci ón.-Se di:-;ctlten sus primeros
títulos.-Entorpecim ientos que procura poner el partido antiliLeral.-Fi n de la:-;
tareas legi:-;lativas de este año; ídem, páginas 225 á j-!0.-Célebrc informe :-;oLre h
abolición de la Inquisición.-Importantes y luminosos debates.-Discusiún empe-
ñada.-Oraclore:::; que se distinguieron en pro y en contra del dictamen.- Soletnuc
triunfo de los reformad ores. -.Famoso manifiesto y decreto aboliendo la Inquisición.
-.:\Iándase leer por tres días en todas las igle:;ias delreino.-Reformade las comu-
nidades religio::;as.-Reducción de terrenos baklíos y comunes á dominio particular.
-Sn repar timie nto.-Prcmio patriútico.-Di:-;idencia entre la Regencia y la mayo-
ría de las Cortes.-Sns cansas antig uas y r ecientes. -E:;;píritn antiliberal de la
Rege ncia.-LleYa á mallos decretos sobre In r1ui;-;ición y supresión de com'entos. -
Actitud del clero.-Uficio del nuncio.-.Jlanejos y maquinaciones coutra los auto-
res de la reforma.-Oposición formidaLle en las Cortes á la Regencia y al gobierno.
-Síntomas alarmantes de pcrtnrbación.-La Regencia consiente que no se lea en
Cádiz el decreto soLre la Inquisición.-Sosión de Cortes permaneute.-Exonéra~e
en ella á los regentes. -XomLramiento ele nueva Regencia, compuesta de tres indi-
viduos.-J uicio de la que ce.~aba.-Reglameuto para la nueva Re'gencia.-Sc la
declara irresponsaLle y se limita la responsaLilichd á los ministros.-Se oLl iga i
leer el decreto soLre I11 qnisición. -Orige u de aquella resistencia.- Obispos refugia-
dos en .Jfallorca.-Cabildo de Cádiz.-Obispo de Sanb.nder.- Conclu0ta del nuncio.
-Formación de cansa á. los cauónigos ele Cádiz.-Dc~tierro y extramiento del mm-
cio Gravina.-Otras reformas. -ALoliciún de la información de nobleza para la
entrada en los cologios.-Idem del castigo de azotes. -.:\Hndase destruir todo signo
de vasallaje en los pueblos de la monarqnía.-Libertad do industrias y fabricación.
-BiLlioteca de las Cortes.-Suscripcióu á su Diario.-Acli~:iones á la ley de impren-
ta.-Nue\·o reglamen to y nombramiento de la Junta suprem a do censura.-Ley
sobro propiedad literaria.- EstaLlecimiento ele cátedras ele agricultura.-.:\Ieclidas
de protección á la clase agrícola.-Liquidación, clasificación y pago de la deuda del
~stado.-Responsauilidad de los empleados públicos.- Reformas económicas. -
Nuevo plan de contribuciones púLlicas.-Ill1pne.;;to único directo.-Presupuesto de
gastos é ingresos para el año de 1814.-Debate sobre la traslación de las Cor tes y
del goLierno á .:\Iadrid.-Resolnción provision al. -Xombnuuiento de la diputación
permanente de Cortes.-Detormi11an ésta;; cerrar : :. ns sesiones.-Ciérranse, y se
vuel>en á abrir.-La tiebre amarilla en Cádiz.-Couflictos y debates en las Cortes
con este moti\'o.-Calor ó irritación de los ánimos.-Sitnación congojosa.-.:\Iueren
varios diputados de la epidenlia.-Ciérranse definitiYamente y concluyen las Cortes
extraordinarias; ídem, páginas 36~ á 38~.-Instulación ele las Corte::; ordinarias.-
Sesión preparatoria.-Di;-;cur<;o del seii.or Espiga.-Causas por que faltaban muchos
diputados.-Súplenlos los de las extraordinarias.-lllflneucia que éstos ejercieron
en las deliberaciones.-Diferencias de ideas políticas entre estas Cortes y las pasa-
das.--Causas de estas diferencias. - Cómo ::;e mantm·o el eq uilibrio de los particlos.
-Acuerdan trasladarse á la I sla de León tÍ cansa de la epidemia de Cácliz.-Pre.su -
pue:-;to de ingre ~os y gastos. -:Jledios para cubrir el déficit. -Cuestión ruid osa. sobre
el mando de lord \Yellington. Xo se resneln'.-Diputados reformistas y anti-
reforrnistas. -Atentado contra la vida ele Autillón. -Acuerdan las Cortes y el go-
bierno trasladarse á llladrid.-J úbilo de la capital con moti Yo de la llegada de la
Re~encia; ídem, páginas 3~J3 á 401.-Segnnda legislatura.-.:\Iemoria de los secre-
tarws del despacho.-Cansas de conspiración.-Audinot.-Ley de beneficencia m i-
litar.-Recompensas á la familia de Velarde.~Decreto para solemnizar el aniYer,.;a-
rio del Dos de :Jiayo.-Declárase día de luto naci•1nal. -.Jl onumentos histórico.-; y
artísticos para perpetuar la memoria. de la revolución.-:Jiedidas económicas. -
Desestanco del t abaco y de la sal,-Comisiones para redactar los códigos, criminal,
344: . HISTORIA DE ESPA.~ A
OH
OHAl\IBERGA.-Cren.ción de la Guardia chamberga en ~Iadrid bajo el reinado de
Carlos H.-Oposición que suscita; tomo XII, página l2D.
CHAPERON.-Epoca de terror, llamada Epoca ele Ciwperón en 1825; tomo XIX, pá-
ginas 171 y 172.
CHATEA UBRI.A:KD.-Tratado del gobierno de España con el de Francia en 1824 y
despachos del vizconde de Chateaubriand sobre compensaciones IÍ que aspira en
premio de la invasión y de la guerra. -Tii,-alidad de Francia y de Inglaterra.- Lo
que consiguió el gabinete de las Tullerías ; tomo XIX, páginas 149 á 15:3.
CHI:KDASYI~TO.-Enérgico y riguroso reinado de Chindasvinto.-Séptimo concilio
de Toledo .-Sus principales disposiciones; tomo II, páginas 62 á 64.
CHIXTILA.-Su reinado.- Concilios quinto y sexto ele Toledo.-Decretos para ase-
gurar la inviolabilidad de los reyes.-Se prescriben las condiciones que han de tener
los que ocupen el trono,-Juramento de no tolerar el judaísmo; tomo II, pági-
nas 61 y 62.
D
DAOIZ.-Su patriótica resolución y su muerte; tomo XVI, página 274.
DAVALOS (coNDESTABLE).-Proceso contra este personaj e bajo el reinado de don
Juan II de Castilla; tomo VIJ página 7.
DE C RETOS.-F~cultan las Cortes al rey Feruando YII para que pueda presentarse
libre en el campo francés.-Conmoción popularoponiéudose á su salida sin quean-
tes dé seguridades y garantías.-Las da Fernando en el célebre decreto de 30 de sep-
tiembre de 1823. -Horrible decreto de l. 0 de octubre de 1823: condena á pena de
horca á los individuos de la Regencia de Sevilla.- Los salvan los generales france-
ses.-Decreto de proscripción dado en Jerez.- Nuevos decretos semejantes á los
anteriores; tomo XIX, páginas 111 á 118.-Notaule decretodeFernando sobreem-
pleos públicos; sus buenos efectos; ídem, página 208.-Decreto sangriento y cruel
contra los emigrados liberales de España; ídem, pági nas 235 y 236. -Memorable
decreto de amnistía dado por .María Cristina.-Regocijo de los liberales y enojo de
los absolutistas; ídem, página 263.-Solemne declaración de Fernando en favor de
:l\Iaría Cristina y de sus hijas; impresión que causa este decreto; ídem, páginas 271
y272.
DELAOIONES.-Abominable sistema de delaciones en 18:25 y sus consecuencias;
tomo XIX, página 1 iO.
DESAGRAVIOS.-Festividad de este nombre instituída por Felipe V; tomo XIII,
página 119.
DESAl\IORTIZAOION (LEY DE); tomo XXIII, páginas :?02 y 203.
DESESTANCO.- Se decreta el del tabaco y el de la sal en 1814; tomo XX, página 5.
DEUDA (ARREGLO DE LA) por el conde de Toreno; tomo XVIII, página 79.
DIARIO DE CORTES.-Establecimiento de esta publicación; tomo XVII, pág. 155.
DICCIONARIO MANUAL.-Folleto crítico-burlesco publicado en 1812.-Abusos de
libertad de imprenta.-Célebre sesión del 22 de mayo con este motivo; tomo XVII,
páginas 277 á 280.
DIETA Il\IPERIAL DE AUGSBURGO; tomo IX, página 48.
DIEZl\IO.-Su reducción en la mitad en 1821.-Su aplicación; tomo XVIII, páginas
301 y 302.-Su abolición y efectos; tomo XXI, pácrina 0
202.-0bsen-aciones sobre
el diezmo; ídem. páginas 212 á 218.
DINASTIA AUSTRIAOA.-Estado general de la monarquía española cnando vino á
ocupar el trono la dinastía austriaca; tomo VIII, páginas 35 y 36.
DIOOLEOIANO.-División del imperio.-Oruda persecución contra los cristianos; to-
mo I, página 178.
DIVISIOK DEL MIÑO.-Guerrillas organizadas con este nombre en Galicia contra
los franceses; tomo XVII, página 19. _
TOMO XXV 23
HISTORIA DE ESPá....~.á.
el rey del itinerario prescrito por las Cortes, y se \a á Zaragoza -Síntomas de las
intenciones anti-constitucionales del rey, revelados por el duque de San Carlos.-
Llega el rey á Yalencia.-Cartas de las Cortes al rey no contestadas.-Salida del
rey para la corte.-Entra el rey en ~Iadrid.-Comienza el reinado de Fernando VII
é inaugúrase su funesta política; tomo :X.VIIL páginas 1 á 24.-Reacción absolutista.
-La camarilla del rey.-Causas contra los liberales.-Resuélvelas el rey guberna-
tivamente; ídem, páginas 171 á 190.-El congreso de Viena.-Estado de España y
de América.-Conspiraciones; suplicios -Relaciones entre el rey de España y el
emperador de Rusia.-Abdicación definitiva de Carlos !V.-Fernando presidente
del tribunal de la Inquisición.-Restablecimiento de la Compañía de Jesús y fe lici-
taciones al rey.-Gastos del rey.-Segundo matrimonio de Fernando; ídem, pági-
nas 190 á 208.-Funesto sistema de gobierno.-Xuevas conspiraciones.-Laudable
conducta de la reina y mala correspondencia del rey.-Escenas deplorables.-Dolo-
rosa y sentida muerte de la reina Isabel de Braganza.- Tercer matrimonio de Fer-
nando YII con la princesa :Jiaría Amalia de Sajonia; ídem, páginas 208 á 226.-Re-
\olución del año 1820.-Segunda época constitucional.- Consternación del rey y
de su gobierno.-Susto y alarma de palacio -Decreto de la noche del 7, decidién-
dose el rey á jurar la Constitución.-Conflicto del rey.-J ura la Constitución ante
el ayuntamiento.-:Jianifiesto del rey á la nación española.- Palabras célebres de .
este documento; ídem, páginas 226 á 248.-Cortes de 1820.-Primera legislatura.
-Jura el rey solemnemente la Constitución. -Su discurso.-El rey, la nobleza, el
clero y el pueblo.-Oculta desconfianza entre los ministros y el rey.-Xiégase el rey
á sancionar el decreto sobre monaca:es.-Cede el rey con protesta.-Va al Escorial.
-Proyectos reaccionarios que allí se fraguan; ídem, páginas 2-18 á 2i3.-El rey y
los partidos.-Intenta el rey un golpe de Estado.-Frústrase el proyecto.-.Mensa-
je de la diputación permanente al rey. -Respuesta de Fernando.-Viene á la corte.
-Demostración insultante de la plebe y enojo y despecho del monarca. -Desacatos
al rey.-Antipatía entre el rey y sus ministros.-Quéjase de ellos ante el Consejo
de Estado -Respuesta que recibe.-Síntomas y anuncios de rompimiento entre el
monarca y el gobierno; ídem, páginas 273 á 287.-Cortes.- Segunda legislatura.-
Discurso de la corona.-Parte añadida por el rey sin conocimiento de los ministros.
-Re:meh·en los ministros dimitir y el rey se anticipa á e:s:onerarlos.-Singular
mensaje del rey á las Cortes.-Les encarga que le indiquen y propongan los nue-
YOS ministros.-.A.sesinato del cura de Tamajón y susto y temor del rey; ídem, pá-
ginas 237 á 306.- La Santa Alianza.-Los enemigos de la Constitución.-Discurso
del rey de España en las Cortes respecto á la intervención de X ápoles.-Regreso
del rey á :Jiadrid; ídem, páginas 306 á 317.-Cortes e:s:traordinarias.-Gra\es dis-
turbios populares.-:Jiensaje del rey á las Cortes con motivo de los sucesos turbu-
lentos de España.-Cierran las Cortes extraordinarias sus sesiones.-Discurso del
rey, y contestación del presidente; ídem, páginas 317 á 345.-Cortes ordinarias.-
:Ministerio de :Jiartínez de la Rosa.-Conducta del monarca.-Agentes de Fernando
en el e:s:tranjer;) -:Jiensaje de las Cortes al rey.-Frialdad con que es recibido el
rey dentro y fnera del Congreso; ídem, páginas 3J5 á 368.-El 7 de juli?, de 1822.
-Conducta del rey.- Consulta del rey al Consejo de Estado.- Contestac10n de este
cuerpo; ídem, páginas 368 á 38-1.-:Jlinisterio de San ?\Iiguel.-La regencia de Urgel.
-Los ministros no son aceptos al monarca.-X o permiten al rey salir de San llde-
fonso.--Propone el golJierno que se reunan las Cortes e:s:traordinarias.-Repugnan-
cia del rey. que al fin es \encida.-:Jianifiesto notable del rey á la nación; idem,
páginas 38-1 á 403.-X nevas Cortes e:s:traordinarias.-La guerra de Cataluña.-Sesión
regia y discurso del rey contra los enemigos de la libertad; tomo :X. IX, págs. 1 á 20.
-El Congreso de Yerona.-Las notas diplomáticas.- Comisión de mensaje al rey;
idem, págs. 20 á 45.-Salida del rey y del gobierno de :Jladrid.-Las Cortes en Sevi-
lla.-Sesión memorable.-Discurso del rey.-Sus protestas de ardiente liberalismo.
-Salida ele :Jiadrid del rey y de la familia reaL-Manifiesto del rey á la nación
española.-Trátase de la traslación del rey y de las Cortes á Cádiz.-Resistencia
del monarca.-Comisión de las Cortes y respuesta brusca del rey.-Se declara al
rey incapacitado momentáneamente.-Traslación del rey y de las Cortes á Cádiz.
-Llegada del rey y del gobierno á Cádiz.-Cesa la regencia provisional y se repone
al monarca en sus funciones; ídem, p áginas -15 á 66.-Progre;:,o del ejército realista.
-Sitio de Cádiz.-:Jianifiesto del rey á los gallegos y asturianos.-Correspondencia
entre el rey Fernando y el duque de Angulema; ídem, páginas 66 á 96. -Fin de la
ÍNDICE GENERAL ALFABÉTICO 373
segunda época constitucionaL-Extraños discursos del rey.-Nuevas contestacio-
nes entre el rey y el duque de Angulema.-Niégasc el príncipe francés á tratar de
paz mientras Fernando no se presente libre en su cuartel generaL-Cortes extraor-
dinarias para deliberar soLre este asunto.-Facultan las Cortes al rey para que
pueda presentarse libre en el campo francés. - Conmoción popular oponiéndose á la
salida del rey sin que antes dé seguridades y garantías.- Las da Fernando en el
célebre decreto de 30 de setiembre de 1823.-Sale de C<idiz.-Su entrevista con
Angulema en el Puerto de Santa 1\Iaría.-Horrible decreto de l. o de octnbre.-Con-
dena á pena de horca á los individuos de la Re~encia de Sevilla.-El rey y sus
consejeros. - Consejos de templanza de Luis XVIII y del duque de Angulema á
Fernando.-El rey en Sevilla.-Es aclamado el rey con loco entusiasmo en su
viaje.-Entrada del¡·ey en 1\ladrid.-Ovaciones populares.-Segunda época de ab-
solutismo.-Reacción espantosa.-Felicitaciones al rey excitándole al exterminio
de los liberales.-1\Ianejos de Calomarde con el rey y con los partidos.-Píclese al
rey el establecimiento de la Inquisición.-Rehúsalo Fernando y por qué .-Instan-
cias del gobierno francés á Fernando para que adopte una política templada y con-
ciliadora -Alocución del rey; ídem, páginas 96 á 149.-Tratados con el gobierno
francés.-Purificaciones.-Amnistía..-Conspiraciones.-El gobierno francés l)l'eten-
de dominar al rey y al gobierno español.-.Nue\'o tratado de Fernando VII con
Carlos X sobre permanencia de las tropas francesas en España; ídem, páginas 149 á
167.-Lucha·y vicisitudes de los partidos realistas.-Política varia del rey.- Pérdida
de colonias en América.-Solemne declaración de absolutismo hecha por Fernando;
ídem, páginas 16i á 182.- Insurrección de Cataluña.- La guerra de los Agraviados.-
Célebre y notable exposici6n de don JaYier de Bmgos al rey.-Viajede Fernando á los
baños deSacedón. -1\Ianifiesto del monarca.- Consej os del gobierno francés á Fernan-
do.-Son desoídos.-Resuel\·e el rey pasar en persona á Cataluña.-Va acompañado
de Calo m arde.- Su alocución á los catalanes.- La re in 9. Amalia es llamada por el
rey.-La recibe en Valencia.-Festejos en esta ciudad.-- Pasan á Tarragona el rey
y la reina.-Se trasladan á Barcelona los reyes.-Cómo son recibidos y tratados;
ídem, páginas 182 á 205.-El conde de España en Barcelona.-Muerte de la reina
Amalia.-Notable decreto de F ernando sobre empleos públicos, y sus buenos efec-
tos.-Estancia del rey en Barcelona.-Sale á visitar varias provincias. - Se detiene
en ellas.-Obsequios que reciLe.-Su regreso á la corte; recibimiento.-Fernando
soporta mal el estado de la viudez.-Propónenle nuevo matrimonío.-Resuelve el rey
y elige para esposa á María Cristina de N ápoles.-Ajústanse los contratos.-Des-
posorios en Aranjuez.-Entrada de los reyes en 1\lallrid.-Contento de Fernando.
-Bodas, velaciones, regocijo público; ídem, páginas 205 á 244.-Nacimiento de la
princesa IsabeL-Invasiones de cmigrados.-Torrijos .-Preocupaciones de Fer-
nando y de su gobierno.- Decreto sangriento y crueL-Reconoce Fernando á Luis
Felipe.- Distintos caracteres y di versas tendencias de Cristina y de Fernando.-
Padecimientos del rey; ídem, páginas 244 á 256. -Gobierno interino de Cristina.-
Nacimiento de la infanta 1\laría Luisa. Fernanda.-Agrávase la enfermedad del rey.
-Fernando en peligro de muerte. -Créese muerto á Fernando.-Señales de vida
del rey.- Alivio inesperado.-Primeros decretos de Cristina durante la enfermedad
del rey.-Solemne y célebre declaración del rey en favor ele la reina y de sus hijas;
ídem, páginas 256 á 2i3.-Toma el rey otra vez las riendas del gobierno. -Tierna
y afectuosa carta de gracias que dirige á la reina.-Aprueba públicam ente todos sus
actos como gobernante.-~Ianda acuñar una medalla para perpetuar sus acciones.
Importante y curiosa correspondencia entre Fernando y don Carlos. -Repugnan -
tes síntomas de la enfermedad delrey.-Sorprendc el anuncio oficial de la muerte
del rey.-Abrese el testamento de Fernando.-La reina Cristina gobernadora del
reino.-Conducción del cadáYer de Fernando al panteón del Escorial; ídem, páginas
2i3 á 290.-Consideraciones acerca de España en el reinado de Fernando VIL-La
reacción de 1814 á. 1820.-La revolución de 1820 y sus causas.-El rey, los minis-
tros, las cortes, los partidos, el pueblo .- TurbulenciaR, exaltación de las pasiones
políticas, guerra civiL-La intenención de la Santa Alianza; arrogancia y flaqueza
de las cortes, de los ministros y del rey.- Página negra de la historia de E spaña.
-Fernando rey absolnto.-Juicios sobre la mayor ó menor duración que debía es-
perarse ele esta segunda 'época constitucionaL-Desatentado proceder del rey.-
Arrepentimiento de los que derribaron el sistema y de los que lo consintieron.- La
reacción del 23.-Conducta recíproca de Fernando y el rey de Francia.- Oscilacio-
374 HISTORIA DE ESP AX A.
nes del rey.- Principio y origen del bando carlista.- Origen, tendencia y carácter
de la guerra de los Agraviados.-Comienza Fernando á obrar como rey.-Le apar-
t an del buen camino un ministro y un capitán general.-Xuevo horizonte.-Cómo
se prepara el desenlace de la crisis política por que va atra\·esanclo España.-Prodi-
giosa. mudanza en el carácter del rey.-A qué y á quién fué debida. -Explicación
de este fenómeno.-Consecuencias y derivaciones de las escenas de San Ildefonso.
-La correspondencia de Fernando y don Carlos.- Primeros sucesos después de
la muerte del rey.- Xueva era para España ; ídem, páginas 290 á 409.
FERXASDO POO. -Los ingleses proponen la adquisición de esta isla y la de Anno-
bón, á lo cual se niega el gobierno español; tomo XXII, página 99. -Colonización
de dichas islas; tomo XXlii , páginas 259 y 260.
FIGUERAS.-Desgraciada expedición de Figueras en 1823.-Rendición de aquel cas·
tillo; tomo XIX, páginas Si' y SS.
FILADELF OS (LOs). -Socicdacl secreta de este nombre establecida en Oporto.-Cuá-
les eran sus designios; tomo XVII, página 16.
FILIPIX .A.S.-Fomento de la agricultura, de la industria y del comercio en el siglo
xnn.- Comercio interior y exterior.- Libre comercio de Indias y su resultado.-
Compañía de Filipinas; tomo X\'", página 50 .-Expedición á J oló; tomo XXIII, pági-
na 102.-Estado de estas islas de 185 2 á 1860. -Xueva expedición á Joló; ídem, pá-
gina 259.-~Iandos de Lemery y de Echagi.ie.-~Iind anao.-Jol ó .-Man dos de los
generales Soler, Lara, Sanz, Gándara y Latorre. -Terremoto de :\Ianila en 1863.-
Productos del tabaco; ídem, páginas 370 á 389. -~! ando del general Izquierdo.-
Insurrección mi litar de Ca,·ite.-:Jlando del general :Jlalcampo.-Expedición á Jo-
ló. -Reconocimiento de la soberanía de Alfonso XII por el sultán de Joló.-Consi-
deraciones sobre los derechos de España al dominio del archipiélago joloano.-~Ian
do del generall\Ioriones; tomo XXIV, páginas 396 á 409.
FIXISTERRE.-Armada, :fl.oti:la y ejército de Boulogne.-Combate entre la escuadra
franco-española y la inglesa en Finisterre, en 1805. -Fatal irresolución y timidez
del almirante francés; valor y resolución del español Gravina; tomo XVI, páginas
51 á 53.
FLANDES.-Órigen y causas de la rebelión en el siglo xn.-Cansas del disgusto de
los :fl.amencos.-Los edictos imperiale,;_; -Permanencia de las tropas espaílolas.-La
ambición y el resentimiento de los nobles.-Quejas contra Granvela.-Odio que le
tenían los :flamencos.-Primeros síntomas de ~edición . -Planes de rebelión en Flan-
des. -Rigor inquisitorial; opo.::.icióu del país.-Se resisten á recibir los decretos del
concilio de Tren to.-Resistencia de los :flamencos á admitir la Inquisición y los
edictos.-Confl.ictos de la prince.;,;a regente.- Confederación de los nobles contra la
Inquisición. -El Compromiso de Breda.-Petición de los confederados á la gober-
nadora.-Respuesta de la princesa.-Xotable distintivo de los coligados.-Situa-
ción crítica de Flandes. - Estalla la re\·olucióu religiosa en los Países Bajos.-Tu-
multos, profanación, saqueos y destrucción de templos.-Luchas sangrientas entre
católicos y herejes.-Grandes proporciones que tomó la revolución.-Nombramiento
del duque de Alba como general del ejército destinado á Flandes ; tomo IX, pági-
nas 229 á 251.-Suplicios en Flandes. -Disgusto de la princesa gobernadora por
la ida á Flandes del duque de Alba.-Alzamiento de ciudades.-Euérgico y heroico
comportamiento de la princesa de Parma para sofocar la revolución.-Restablece
la paz.-X uevo juramento que exige á los nobles.-Quiénes se negaron á prestarle.
-Desconcierto y fuga de los rebeldes. -Castigo de herejes y restablecimiento del
culto católico.-Paz de qne gozaba Flandes cuando emprendió su marcha el duque
de Alba.-Resiéntese la gobernadora de los amplios poderes de que iba im·estido el
de Alba, y hace vivas instancias al rey para que la rele,·e del gobierno.-Instituye
el de Alba el Consejo de los tumultos ó Tribunal de sangre.-Pesadumbre de los
:flamencos por la marcha de la princesa ~Iarga ri ta .- Im·asión de re beldes en los
Países Bajos. - Derrota de espailoles en Frisia. - Tid.nicas medidas del duque de
Alba en Flandes; ídem, páginas 251 á277. -Gucrrasde Flandes. -E:x:cesosdelejér-
cito real. -Franceses en auxilio ele los orangistas.-Conducta de las ciudades :fl.a-
mencas.-Continúan las \'ejaciones y suplicios en Flandes.-Comienza otra guerra
en los Países Bajos.- Sublevaciones en Holanda y Zelanda. -l\Iemora ble sitio de
Harlem.-Insnrreccion de tropas españolas. -Sale el duque de Alba de los Países
Bajos y viene á España; ídem, páginas 22.) á 356.-Caráctery gobierno de don Luis
de Requesens. -Célebre sitio ele Leyden por los españoles. -Rompen los rebeldes
lXDICE GENERA.L ALFABÉTICO 3i5
J.OSdiques y sueltan las aguas.-Próspera campaña de Holanda. - Peligrosa y teme-
raria expedición de Zelanda.-Levantamiento general en Flandes contra los espa-
ñoles. -Lamentable tesón de los amotinados .-Don Juan de Austria gobernador de
Flandes; tomo X, páginas 6G á 83 .-Tratado de paz con los Países Bajos.-Evacúan
los Estados de Flandes los espa.ñoles.- Vuelven los tercios españoles á Flandes.-
Tropas alemanas y fr<1.ncesas en auxilio de los flamencos. -Conspiración descu-
bierta contra la vida de don Juan de Austria.-Alejanclro Faruesio gobernador de
Flandes; ídem, páginas 90 á 108.-Situación de Flandes.-Confederación de las
provincias rebeldes entre sí.-Vuelven á salir de Flandes las tropas de España.-
Se da otra vez á la princesa de Parma el gobierno de los Países Bajos.- Se eman-
cipan las provincias del dominio de España.-Matanza de france ses en Amberes por
los flamencos.-Asesinato del príncipe de Orange, y suplicio y admirable serenidad
del asesi no .-Consternación de las provincias; ídem, páginas 138 á 161.-El conde
de Leicéster.-Memorable cerco de Amberes.-Ofrecen los Estados su soberanía á
la reina ele Inglaterra.-Respuesta de I sabeL-Sitio y toma de la Esclusa por el de
Parma.-Graves disidencias entre ingleses y flamencos ; ídem, páginas 161 á 181.
-Guerra de los Países Bajos en el reinad o de Felipe III.-El cardenal Andrés
gobernador de Flandes durante la ausencia del archiduque.-Operaciones del almi-
rante de Aragón en Cle,·es y \Yestfalia.-Toma de Rhinberg.-Excesos de lastro-
pas del almirante.-Liga de príncipes alemanes contra el general español.- La isla
de Bommel.-Van á Flandes los archiduques Alberto é IsabeL-Desgraciada cam-
paña del archiduque.-Batalla de las Dunas.-Derrota del ejército españoL-Reco-
bra l\Iauricio á Rhinberg.-Guerra incesante que las flotas holandesa é inglesa hacen
á las naves españolas en todos los mares .-)lemorable sitio de Ostende por el ar-
chiduque Alberto y los españoles.-Pérdida de Grave y la Esclusa.-Larga dura-
ción del cerco de Ostende.-:Jiortandad horrible.-Ríndese Ostende á los tres años
al marqués de Espínola; tomo XI, páginas 103 á 120.-La tregua de los doce años.
-Campaña en Flandes en 1605.- Campaña de 1606.-Cansancio de la guerra por
ambas partes.-Comienza á tratarse la paz.-Quién y por qué conducto se hace la
primera propuesta.-Condiciones que exigen las provincias rebeldes.-Interveución
de todas las potencias.-Xombrarniento de plenipotenciarios. -Conferencias en el
Haya -Dificultades para la concordia.-Peligro de rompimiento.-Se trasladan las
pláticas á Am beres.-Se ajusta el tratado, se firma y se ratifica.- Reconocimiento
de la independencia deJas Provincias unidas y humillación de E spaña; ídem, pá-
ginas 120 á 129.-Guerra de Flandes bajo Felipe IV.-Carnp<1.ña de 1637.-Chati-
llón en Luxernburgo.-Guerra de los Países Bajos desfavorable á los france ses.-
Cómo arruinaban á España estas guerras; ídem, páginas 273 á 2Si.-Continuación
de la guerra de Flandes. - El duque de Orle;ins.-Pérdidas y re\·eses para E spaña.
-El duque de Enghien.-División entre los generales españoles -Kuevas pérdidas.
El archiduque Leopoldo de Austria nombrado virrey y gobernador de Flandes.-
Vicisitudes de la guerra.-Tratado de ~Iunste r.-Recon oce España la independen-
cia de la república holandesa. -Paz de Westfalia; tomo XII, páginas 16 á 21.-
Luchas de España en Flandes contra Francia é Inglaterra.-Progresan nuestras
armas en Flandes.-El mariscal de Turena pasa á Flandes al servicio de España.
-Campaña y triunfos del archiduque y de Condé en Flandes.-Reemplaza donJuan
de Austria al archiduque Leopoldo.-Campaña feliz de don Juan de Austria.-
Ejército anglo-francés en los Países B!l.JOS. -Pierde España algunas plazas.- Deca-
dencia de nuestra dominación en Flandes.-Preparativos y anuncios de paz; ídem,
páginas 42 á 57.- Paz de Aquisgrán bajo Carlos II. -Guerra de Flandes movida
por Luis XIV.-Rápidas conquistas del franc és.-Triple alianza de Inglaterra, Ho-
landa y Suecia.- Condiciones de paz, inadmisibles para España.-Congreso de ple-
nipotenciarios para tratar de la paz; ídem, páginas 115 á 120. -Guerra de Luis XIV
contra España, Holanda y el Imperio.-Consigue Luis XIV disolYer la triple alian-
za.- Proyecta subyugar la Holanda.-Situación de los holandeses y auxilios de Es-
paña. -Confederación de E spaña, Holanda y el Imperio contra los franceses.-
Conferencias en Colonia para tratar de la paz.-K o tieuen resultado.-Guerra en
Flandes, en Alemania y el Rosellón.-Progreso de los franceses en los Países Bajos.
-X uevos triunfos y conqui stas de Luis XIV en Flandes.- Conquista Luis XIV
las mejores plazas de Flandcs.-Xuevo tratado entre Inglaterra, Holanda y Espa·
ña .-Recíbese la noticia de la paz en el sitio de ~lons; ídem, páginas 132 á 150.-
Paz de Nimega.-Lentitud de los plenipotenciarios en concurrir al congreso.-In-
3i6 .ff!STORIA. DE ESPAXA
I
IBEROS.-Su procedencia.-Su lengua; tomo I, página l.
IDOLATRIA.-Culto de los cartagineses en España; tomo I, página 66.
IGXACIO DE LOYOLA (SAX). Yéase JESuiTAS.
IMPERIO RO)L~XO EX ESPAXA.-Selevantan los españoles contra la dominación
romana.-Conducta de los romanos para con los españoles.-Crneldades y alevosías
de Lúculo y Galba.-Indignación de los españoles ; tomo I, páginas 67 á 75.-Vi-
riato.-Qnién era Viriato.-Se someten los ln:,;itanos; ídem. páginas 75 á 82.-Nu-
mancia.-Lo que preparó la guerra de Xumancia.-Numancia destruida; ídem,
páginas 82 á 94.-Sertorio.-Paz que siguió á la destrucción de Numancia.-Se
somete la España á Pompeyo ; ídem, páginas 9J á 10J.-Julio César en Espafía.-
Primera venida de César á España.-Gobernadores de E spaña bajo el imperio ro-
mano; ídem, páginas 104 á 115.- César y los Pompeyos.-Famosa batalla de Farsa-
Ha entre César y Pompeyo, y sus consecuencias .- .Fin de la guerra civil; ídem, pá-
ginas 115 á 123.-Augusto.-Guerra cantábrica.-Scgnndo triunvirato romano.-
Paz octa>iana; ídem, páginas 123 á 131.-Sitnación de España desde la expulsión
de los cartagineses hasta su completa sumisión al imperio romano.-Se examinan
las causas de la guerra.-Infl.njo de Sertorio en la civilización de Espafía.-Idem
de Augusto .-Reflexiones; ídem, páginas 131 á 142.-Desde Augusto hasta Traja-
ÍNDICE GENERAL ALFA BÉTICO 387
no.-Cambio feliz en la situación de España.-Breve y benéfico reinado de Nerva;
iclern, páginas 142 á 158.-Desde Trajano hasta Marco Aurelio.- Un español es
el primer emperador extranjero que ocupa el trono rornano.-Punto culminante
del imperio romano; ídem, páginas 158 á 169.-De:;de Marco Aurelio hasta Cons-
tantino.-Comienza á sentirse la tlecadencia del impcrio.-Cruda persecución contra
los cristianos; ídem, páginas 160 á 180.-El cristianismo.-Pintura ele las costum-
bres del imperio romano.-Si tuación religiosa del mundo al comenzrLr el cuarto
siglo; ídem, páginas 180 á 196.-Desde Constantino hasta Teodosio.-Cambio reli-
gioso y político del mundo romano.-Elemción de Teodosio; ídem, p:íginas 196
á 211.-Teodosio el Grande. -Teodosio es sacado de su retiro para ensalzarle al
trono imperial-Di\'isión del imperio; ídem, páginas 211 á 210.-Los biírbaros. -
Arcadio emperador de Oriente y Honorio de Occiuente. -Se inicia en España la
dominación de los godos; ídem, páginas 219 á 227.-Esta.do social de España uajo
el imperio romano.-Difet·entes divisiones que se hicieron de España.-Prepárase
E spaña á recibir una modificación social; ídem, páginas 227 á 249.
UIPRENT A.- Debate y decreto sobre libertad de imprenta en 1810.-Partidos polí-
ticos que con motivo de esta disensión se descubrieron en la Asam blea.-Oradores
que se distinguieron.-Establecimiento y redacción de un Diario de Cortes; t. XVII,
páginas 153 á 155.-Desagradables incidentes en las Cortes de 1813 por abusos de
la libertad de imprenta -El Diccionario crítico burlesco; ídem, páginas 277 y 278.
-Castigos por delitos de imprenta bajo Fernando VIL-Gimen en la expatriación
y en los calabozos los hombres más eminentes de España; tomo XVIII, págs. 183
y 184.-Reglamento de imprenta en 1820; ídem, páginas 268.-Proyccto de ley
adicional á la libertad de imp-centa para reprimir los abusos, en 1822; ídem, pági-
nas 339 y 340.-Ley decretada por las Cortes de 1836; tomo XXI, páginas 297
y 298.
I~ CEN DIOS en Castilla en 1855; tomo XXIII, páginas 212 y 213.
!~DEPENDENCIA (GUERRA DE LA). Véase GuERRA DE LA INDEPENDENCIA.
INDICE -Indice de la policía en 1824; tomo XIX, página 131.
INDIVIL.-Se levanta contra los romanos á la cabeza de treinta mil españoles.-
Muerte de Indivil en el campo de batalla; tomo I, página 68.
!KM ACULADA CONCEPCION. -Se proclama la Inmaculada Concepción patrona
de España, bajo el reinado de Carlos 1II; tomo XlV, página 122.
I:XQU lSICION.-Inquisición antigua.-Su principio y su historia. -Luchas religiosas
en los primeros siglos de la Iglesia .-Durante el imperio romano .-En la domina-
ción visigoda.-En los primeros siglos de la Edad media.-Conducta de los pontí-
fices, de los concilios y de los príncipes soberanos, con los infiele~, herejes y judíos
en las diferentes épocas.-La Inquisición antigua en Francia, en Alemania, en Ita-
lia y en E spaña.-Sus vicisitudes, su carácter. -Procedimientos; sistema penal y
penitenciaL-Estado de la Inquisición en Castilla en los siglos xrv y xv.-Situación
de los judíos en España.-Cultura de losjudíos.-Odio de los cristianos á la raza
judáica.-Precedentes para el establecimiento de la Inquisición moderna.-Quejas
dadas á Fernando é Isabel sobre la conducta y excesos de los judíos.-Primera pro-
puesta de Inquisición.-Repugnancia de la reina.-Se establece la Inquisición en Se-
villa.-Primeros inquisidores y sus primeros actos.-'Nombramiento de inquisidor
general.-Torquemada.-Tribunales ~ubaltemos.-Consej0 de lnquisición.-Orga-
nización del tribunal. --Resistencia en Aragón al establecimiento del Santo Oficio.
-Conspiración contra lo::> inquis idores .-A~esinato del inquisidor Pedro Arbnés en
el templo.-Castigo de los asesinos y cómplices.- Queda establecido en Aragón el
Santo Oficio; tomo VI, páginas 295 á 318.-La Inquisición bajo el ministet·io de
Torquemada. -Fanatismo de este inquisidor; rigores del Santo Oficio; quejas al
P apa.- Usurpación de autoridau.-Obispos perseguidos por la Inquisición.- Nú-
mero de penados por el Santo Tribunal dmante el tiempo que le presidió Torque-
mada.-Por qué le protegían Fernando é Isabel; tomo VII, páginas 96 á 99 -Ten-
tatim para rest ablecer la Inquisición en1812.-Proposición presentada al efecto.-
Alarma de los diputados libemles.-1\ledios que emplearon para frustrar aquella
tentativa.-Se aplaza la resolución; torno XVII, páainas
0
278 á 280.-Célebre informe
sobre la abolición de la Inquisición.-Importantes y lumin osos debates.-Discusión
empeñada.-Oradores que se distinguieron en pro y en contra del dictamen,-So·
lemne triunfo de los reforrnadores.-Famoso decreto y manifiesto aboliendo la In-
quisición.-Se manda leer por tres días en todas las iglesias del reino; ídem, pági-
388 HISTORIA DE ESPáSA.
nas 363 á 366.-Reinst.alación del Santo Oficio en 1814; tomo XVIII, páginas 173
y'1 74.-Abolición definitiva del Santo Oficio; ídem, página 2:35.
IX:::;TRlJCCIOX PuBLICA.-Plan general de Instrucción pública en 1824.-Divi-
sión de la enseilanza.-Escuelas especiales.-Xombramiento de una dirección gene-
raL-Garantías de los profesores.-Creación de una academia nacionaL-Otros
sucesos; tomo XIX, páginas 162 y 163.
I ~SURRECCIOXES. -E n Filipinas y Cuba en 1845; tomo XXII, pá<Yinas 29 y 30.
-Insurrecciones militares en 1637 .-Asesinato de generales.- San° Sebastián.-
::\Iiranda.-Pamplona.-Gayangos.-Ejecuciones; tomo XXI, páginas 274 á 285. -
Insurrecciones de .Jiadrid contra el ministerio X an·áez; tomo XXIII, páginas SO á
8-!.-Insurrección cantonal en 1873; ídem, página 203.
IXTERDI.-Graves di~idencias entre el Papa y Carlos V en lo relativo al concilio de
Trento.-Insistencia de uno y otro.- Resolución que toma Carlos V.-El / nterirn.
-Efectos que produjo en Alemania.-Otros sucesos; tomo IX, páginas 43 á -!6.
IXVALIDOS.-Organización de este cuerpo bajo el reinado de Carlos III; tomo XIV
página 131.
IXYALIDOS (HOSPIT.n).-Creado por :.\Iendizába.l en 1835; tomo XX, páginas 263
y 26-!.
IX\.EXCIBLE (LA .á.R)UDA). -Justas quejas de Felipe JI contra la reina 'de Inglate-
rra.-::\1edita Felipe una invasión en Inglate rra.-Inmensos aprestos de guerra por
parte de España.- Procura Felipe encubrir sus intentos.- Previénese la reina de
Inglaterra. -Armada y ejército inglés. - Sale la armaia lnYencible del puerto de
Lisboa. -_-\.vista á la armada inglesa en Plymouth.-Por qué no la acomete.-So·
bresalto de la arm3.da española.-Xavíos ardientes.-Determinación precípitada. -
Furioso temporaL-Lastimosa catástrofe de la grande armada.-Regreso desastroso
del duque de .Jie::lina.-Serenidad del rey.-Discúrrese sobre las causas de este in-
fortunio.- Desfavorables juicios que se hicieron del duque de Parma. -Se justifica
de ellos.-Destinase á Alejandro Farnesio á hacer la guerra á Francia; tomo X, pági-
nas 181 á 194.
IRACHETA (oo:-; FER.llÍX).-Su heroica defensa de la iglesi:1 de Peralta; tomo XX,
páginas 111 y 112. ·
BABEL L .\ CATOLICA.-Es proclamada Isabel en Segovia.-:Mancomunidad de
los dos esposos en elreino.-Partido en fa>or de la Beltraneja. -Actindad de Fer-
nando é IsabeL-Destina Isabel á las atenciones de la guerra la mitad de la plata
de los templos. - Tumulto en Segovia; prudencia y magnanimidad de la reina.-
Entrada de Isabel en Toro.- Isabel y Fernando en Andalucía y Extremadura-
Cnión de las coronas de Aragón y de Castilla en Fernando é Isabel; tomo VI, pá-
ginas 254 á 276.-Gobierno.-Reformas administrativas.-Anarquía en Castilla al
advenimiento de I sabel. -Se>eridad de la reina en la aplicación de las leyes yen el
castigo de los crímenes. -Isabel presidiendo los tribunales.-Su protección á las le-
tras y á los letrados.-Conducta de Isabel con los grandes del reino.-Conducta de
I sabel y Fernando con la corte de R om 1. en materia de provisión de beneficios ecle-
siásticos.-Triunfo de la prerrogativa real; ídem. páginas 276 á 295.-Principio de
la guerra de Granada.-La reina Isabel en Córd oba, y su re.solución ; efecto mágico
de sus palabras.-Celo y actividad de la reina I sabel. -Otros sucesos de este r eina-
do; ídem, piginas 31 S á 347 .-El Zagal y Boabdi l.-Sumisión de Loja y Vélez .Jiá-
laga.-Se presenta la reina Isabel en el campamento de :\loclín. -Entusiasmo del
ejército.-Trajes de la reina y de sus damas; tiernas ceremonias. - Se aparece la. rei-
na Isabel en el campamento cristiano y entusiasmo que produce .-Lance ocurrido
con un s:tnton musulmán y peligro que corrieron el rey y la reina de ser asesinados
por el fanático moro. - Entrada. de los reyes en ~I (tl aga.- Vuelven con el ejército
victorioso á Córdoba; ídem, pá~inas 34 7 á 36.5 - Célebre conquista de Baza.- Isa-
bel y Fernando en Ara;ón.-Los reyes en Vale ncia, .Jiurcia y Valladolid.- Van á
Jaen á renovar la gnerra. -Enérgica re .~oluci cí n de la reina IsabeL-Embajadores
del Gran Turco en el campamento de Fernaudo y re '>pue;;ta de la reina y del rey.-
Inmensos servicios que desde J aen hizo la rein a al ejército.- Desprendimiento he-
r oico de I sabel y de sus damas. -Admirab:e viaje ele I sabel desde J aen á los reales
de Baza -Pasa revista al ej ército; entu~i a smo. -E ntrada de Fernando é Isabel en
Baza.- T érmino feliz de esta campaña; ídem. p iginas 365 á 376. -Rendición yen·
trega de Granada -Pabellón de la re in'l I sabel en la Vega de Granada.-Se aproxim.a
la reina á examinar los balu:1rtes de Gra n::~.da.- Saluda Boabdil á la reina y se de:; pi·
ÍNDICE GENERAL ALFA BÉTICO 389
de.-Entrada solemne de los reyes Católicos en Granada; tomo VII, páginas 1 á
22.-E.xpulsión de los judíos.-J úzgase la conducta de los reyes al sancionarla; efec-
tos que produjo; ídem , páginas 22 á 33.-Cristóbal Colóu.-Descubrimiento del
Nuevo 1\lundo.-Recibe á Colón la reina y acoge su plan. -Tratado entre Colón y
los reyes de España. -Fernando é Isabel en Aragón.-Eutusiasmo general en Es-
paña; ídem, páginas 33 á 68.-Gobierno y política de los reyes.- Universal y mi-
nuciosa atención de los reyes Católicos á todos los asuntos de gobierno interior del
reino.-Movimiento intelectual bajo el reinado de Isabel la Católica.-Talento y
erudición de la reina I sabeL-Ejemplar educación de sus hijos.-Influencia que
ejerció en la nobleza.-Decidida protección de I sabel á las letras y á los estudios.-
Sincera devoción y religiosidad de la reina Isabel; su veneración á los sacerdotes.-
Severidad con que castigaba á los clérigos delincuentes. -Por qué Fernando é Isa-
bel protegían á Torquern_,ada.-Hábil política de ambos monarcas; ídem, páginas 68
á 100.-Guerra de Nápoles durante el reinado de I sabel la Católica.-El Gran Ca-
pitán; ídem, páginas 100 á 127.-Los hijos de Fernando é Isabel; ídem, páginas
127 á 140. -Reforma de las órdenes rcligiosas.-Confesores y consejeros de la reina
I sabeL -Hacen la reina y Cisneros la obra de la reforma.-Dulzura de Isabel y se-
veridad de Cisneros.-Perseverancia de la reina y de Cisneros.-Reforma del clero
secular; ídem, páginas 140 á 154.-Alzamiento de los moros de Granada bajo el rei-
nado de IsabeL-Rebelión de las Alpujarras; ídem, páginas 154 á 164.- Ultimos
viajes de Colón.-Instrucciones benéficas de la reina Isabel en favor de los indios;
ídem, pcÍginas 164 á 177 .-Guerras dejitalia bajo el reinado de Isabel la Católica.-
Partición de Nápoles; ídem, páginas 177 á 187.-lUás guerras en Italia bajo el rei-
nado de IsabeL-Gonzalo de Córdoba en Nápoles.-Prosiguen las guerras de Italia
bajr el reinado de IsabeL-Gonzalo de Córdoba en el Garellano; ídem, páginas 187
á 205.- Padecimientos de la reina Isabel y sus causas.- Extravagancias de doña
Juana y aflicción de su madre.-Enferman Fernando é IsabeL-Se restablece el rey
y se agrava la enfermedad de la reina.- Célebre testamento de la reina IsabeL-
Sus últimas y más notables disposiciones.-Admirable fortaleza, piedad, prudencia
y previsión de la reina moribunda.-Su muerte ejemplar y cristiana.-Sentimiento
público.-Traslación de sus restos mortales en procesión solemne á Granada; ídem,
páginas 205 á 218.
ISABEL DE VALOIS.-Muerte de esta reina.-Sentimiento del rey Felipe II; to-
mo IX; páginas 323 y 324.
ISABEL FAR~ESIO.- Venida de esta reina á España.-Brusca y violenta despedida
de la princesa de los Ursinos.-Nuevas influencias de la corte; tomo XIV, páginas
161 á 163.
ISABEL DE BRAGANZA.-Dolorosa y sentida muerte de doña Isabel de Braganza.
-Triste situación en que vuelven á. encontrarse los liberales en España á conse-
cuencia del fallecimiento de esta princesa; tomo XVIII, página 218.
ISABEL II. -Nacimiento de esta princesa en 1830. -Satisfacción de Fernando VII.
-Sentimiento ele los realistas; tomo XIX, páginas 40 y 41.-Decreto para que los
reinos juren á la princesa Isabel como heredera del trono.- Preparativos para las fies-
tas.-Programas.-Acto y ceremonia de la jura.- Festejos, alegría pública.- Pro-
testa de don Carlos; ídem, páginas 279 á 283.-La reeonocen las potencias, excepto
las tres del Norte; tomo XX, página 51.-Declaración de la mayoría ele Isabel II.
-La reina llama á Olózaga para qne forme ministerio.-1\Iinisterio Olózaga.-:Mi-
nisterio González Brabo; tomo XXII, páginas 399 á 411.-Primer ministerio Nar-
Yáez. -Nuevas Cortes.-Discurso de la Corona.-Primeros pasos y gestiones en
Roma de Castillo y Ayensa.-SuLlevaciones y castigos; ídem, páginas 411 á 436.-
La reforma constitucionaL-Otras leyes.-Proyecto de Concordato.-Sistema tri-
butario; tomo XXIII, páginas 1 á 21.-Ministerio .1Iiraflores. -Nuevo ministerio
Narváez.-Planes contra la república mejicana.-Ministerio Isturiz.-Sublevación
de Galicia. -El nuevo partido ó fracci ón de los puritanos.-El general Flores.- El
matrimonio regio; ídem, páginas 21 á 41.-l\Iinisterio Sotom::J.yor.-Popularidad de
la reina.-Desavenencia de los regios consortes.-.i\Iinisterio Pacheco. -Interven-
ción en Portugal; ídem, páginas 41 á 63.-El partido carlista y la guerra civil hasta
:fin de 1847.-El advenimiento al pontificado de Pío I X.- Influjo momentáneo que
ejerció en el partido católico inclinándolo alliberaHsmo ; ídem, páginas 63 á 80.-
Dictadura de Nan'áez en 1848. -Los gobiernos de Austria, Prusia y Cerdeña re-
conocen á Isabelli; ídem, páginas 80 á 104.-Legislatura de 1849.-Amnistía. -
390 HISTORIA DE ESPAÑA
J ~-
LL
LLAUDER.-Sus correrías en 1813.-Su acción honrosa en el valle deRivas; t. :S::VII,
página :126.-Llauder, capitán general de Cataluña; t omo :S:::S::, páginas 21 y 22, 33
á 36.-Es nombrado ministro ele la Guerra.-Sublevación del18 de enero de 1835 en
~Iadrid; medidas de Llauder; ídem, págiuas 121 á 133.-Procura reanimar el espí-
ritu liberal en Cataluña; ídem, páginas 151 y 152.-Su conducta durante la asonada •
de Barcelona y muerte dada al general Bassa; ídem, páginas 205 á 207.
M
:JIACAN AZ.-Caída de este ministro de Fernando VII y sus causas; tomo XVIII,
páginas 188 y 189.
l\IAESTR~-\.ZGO.-Primeras facciones carlistas; tomo XX, pá~inas 32 á 36.-Estado
de la guerra en el :Jlaestrazgo ; ídem, páginas 144 á 151.-Estado y coudiciones de
la guerra en el :Jlaestrazgo; ídem, páginas 286 á 300.
:.\IAGOX.-Conducta de este gobernador; tomo I, páginas 52 á 54.
:JIAHO:J[A.-:\"acimiento, educación y predicación de :.\Iahoma.-El Korán.-La :.\leca,
.Jiedina, la Hegira.-Contrariedades y progresos del islamismo.-:Jluerte de :Jlaho-
rna.-Sus discípulos y sucesores; tomo II, páginas 121 á 124.
:JIALTA.-:.\Iemorable sitio de esta plaza por la armada y ejército de Turquía en 1565.
-:Jledid as de defensa.-Atacau los turcos á San Telmo.-Defensa brillante de los
caballeros.-.Asaltos.-Sacrificios sublimes.- Peligro de la isla.-Conducta de Feli-
pe H.-Llega la armada española á .Jlalta.-Fuga y derrota de la escuadra y ejér-
cito otoman o.-Temores de nueva invasión por mayor ejército turco.-Se desvane·
cen.- :.\Inerte de Solim án II; tomo IX, páginas 205 á 211.
:JIALLORCA.-Resueh·e don Jaime I la conquista de esta plaza.-Cortes de Barcelo-
na, y prelados y ricohombres que se ofrecen á la e:s:pedición.-Preparativos, arma-
da de 155 naves; dase á la vela en Salou.-Borrasca eu el mar.-Serenidad del rey
y arribo á la isla.- Primeros choques con los moros.-Triunfo de los catalanes.-
Sitio y reudición de la ciud~d de :.\Iallorca; prisión del rey musulmán.-Repartición
de tierras entre los couquistadores; tomo IV, páginas 74 á 80.
:JIA~DOXlO.-Carnbio de conducta de los romanos para con los españoles.-Se levan-
ta Inclivil y )landor!Ío.-Su muerte; torno I, páginas 67 y 68.
:JI.A:XIFIESTOS.-.Manifiesto que hace Carlos IV contra la Inglaterra; tomo XV, pá-
ginas 251 á 253.-Célebre manifiesto de Carlos IV denunciando á la nación la cri-
minalidad de su hi.io. TTéase CARLOS IV.-lllauifiesto de la Regencia de España
en 1814; tomo XVII, páginas 413 á 421.-Publicación del famoso manifiesto de 4 de
mayo de 1814 en Valen cia; torno XVIII, páginas 16 á 18.-.Jlanifiesto de Fernan-
do VII después de jurada la Constitución en 1820; ídem, páginas 243 á 250.-~Ia
nifiesto notable de Fernando VII á la nación en 18.22; ídem, págiuas 393 y 394.-
0tro manifiesto notable de Fernando VII á los españoles en 1823; tomo XIX, pá·
ginas 50 y 51.-:.\Ianifiesto de Fernando VII á los gallegos y asturianos en 1823;
ídem, páginas 78 y 79.-Sorprendente manifiesto de 1\Iaría Cristiua en 1832; ídem,
págim. 268.-Manifiesto de la Junta auxiliar consulti>a de Barcelona, en 13 de
agosto de 1835; torno XX, páginas 216 á 220.-:.\Ianifiesto de la de Zaragoza en el
propio mes y año; ídem, páginas 22:3 á 229.-.Jlanifiesto llamado del ?\Ianzanares;
torno XXIII, páginas 183 y 184.-lllanifiesto de Isabel II en 1854; ídem, pági-
nas 189 y 190.-:.\Ianifiesto de los generales snble>ados en 1868; ídem, páginas 319
ÍNDICE GENERAL ALFABÉTICO 401
y 320.-Manifiesto de Alfonso XII, fechado en Sandhurst; t. XXIV, págs. 344 á 346 .
MANSO.-Su defección del bando liberal en 1823 con algunos cuerpos; tomo XIX,
p áginas 84 á 86.
1\IA.KZA~ARES.-Traici ón que se hace á este caudillo de la libertad.-Su muerte;
tomo XIX, páginas 243 y 244.
1\IARCA-HISPANA.- Origen y carácter de la organización de este E stado en el
primer siglo de la reconquista de la España cristiana; t omo II, págin a 211.
MARCELO.-Cam pañas de Aníbal en Italia; constancia de los romanos y primer
triunfo del cónsul :Marcelo sobre Aníbal; tomo I , páginas 54 y 55.
MARCO CLAUDIO MARCELO.-Reemplaza á Fulvio en el gobierno de la España
Citerior; tomo l, página 13.
MARCO AURELIO.-Es llamado el Filósofo, y fué oriundo de España.-Grandeza
de este príncipe; tomo I, páginas 168 á 170
MARIA LUISA FERN ANDA.-Su nacimiento; cuestión de sucesión resuelta; t. XIX,
páginas 256 y 257.
MAROTO (DON RAFAEL).-Obtiene de don Carlos el mando de una columna.-Batalla
de Arrigorriaga.- Sn rivalidad con González :Moreno y su retirada á Francia;
tomo XX, páginas 266 á 268.-Encárgale don Carlos el mando de las facciones de
Catalnña.-Snfre una derrota en San Quirse.-Se retira á Francia y don Carlos le
prohibe regresar á España; tomo XXI. páginas 87 á 90.-Don Ca rlos le vuelve á
llamar para confiarle el mando de su ejército.-1\Iando de 1\Iaroto.-Operaciones en
:Kavarra ; ídem, páginas 320 y 321.-Jefatura del general :l\Iaroto.-Discordias y
luchas.-Antecedentes de los fu silamientos de E stella.-Consecuencias.-Acciones
en NaYarra.-Apuros de Maroto.-Quemas en KaYarra . -Pronunciamiento del
campo carlista; ídem, páginas 333 á. 423.-Apertura de la campaña en el Norte.-
Crisis interior en el campo carlista.-Kegociaciones entre Espartero y ltlaroto.-
Quiere Maroto interesar á don Carlos en las negociaciones de pnz.-Ruptura de
Maroto con don Carlos.-Preliminnres del convenio.-ConYenio de Vergara; ídem,
páginas 423 á 442.
MARRUECOS.-Guerra con este imperio; tomo XXIII, página 2G2.
MARSILIO. J ~ase ABDERRA::'.IÁN BE ~ 1\IOA\YL\..
MARTIN (EL H tniA No), E~ ARA GÓ~. -Có mo sucedió don ~Iartín en el reino.-Viene
de Sicilia; lo que le pidieron las Cortes de Zaragoza.- Lo qne se proponía para esta-
blecer la unidad de la Iglesin.-Rey don Martín, hijo del de Aragón; luchas entre
ellos.-Triunfos de don Martín en Cerdeña.-:\Iuere sin dej ar sucesión.-Le hereda
don Martín de Aragón, su padre.-Ultimos momentos de don l\Iartín de Aragón;
muere también sin heredero directo.-Pretendientes á la corona; tomo V, págs. 217
á 232.
MARTINEZ DE LA ROSA.-Su comportamiento dnrante el leva ntamiento de España
de 1808 contra los franceses; tomo XVI, página 296.-Discurso de l\Iartínez de la
Rosa en la sesión del i de setiembre de 1820; tomo XVIII, página ~65.-Sns dis-
cursos en las cortes de 1821 á consecuencia del asesinato de Vinnesa; tomo XX,
página 23.-El ministerio Martínez ele la Rosa y la oposició n liberal ; ídem, pági-
nas 89 á 94.- El convenio de lord Elliot.-Las intervencion es extranjeras.- El
ministerio Martínez de la Rosa y los Estamen tos.-Negativa de los gabinetes alia-
dos á la intervención.- Dimisión del ministerio Martínez de la Rosa; ídem, pá·
ginas 173 á 181.
I\IARTINICA.-Reunión de las escuadras francesa y española y expedición á la Mar-
tinica; tomo XVI, páginas 47 y 48.
MASANIELLO.-Insurrección de Nápoles.-Antecedentes.-Masaniello; cobardía y
debilidad del virrey.-Abraza el duqne de Arcos públicamente á l\Iasaniello -Des-
vanecimiento de Masaniello.-El pueblo le asesina por malvado. y al día siguiente
adora su cadáver.-Sangrientos combates en Nápoles; tomo XII, p áginas 25 á 36.
MASONES.-Son tratados como sospechosos de herejía en 1824; tomo XIX, pág. 156.
Es sorprendida en Granada una logia de masones.-Sufren el suplicio de horca;
ídem, páginas 175 y 176.
:UASSE.KA.-Proclama de Massena á los portnauescs de Ciudad-Rodrigo en 1810;
tomo XVII, página 115. o
IIIATAFLORIDA (MARQUÉS DE).-Ministerio Matafloridn bajo Fernando VIL-An-
tecedentes y conducta de este personaje.-Se aumenb el disgusto púulico que
existía; t omo XVIII, página 222.
402 HISTORIA DE ESP.ASA
N
XAJERA.-Reinado de don Pedro de Castilla.-Célebre batalla de Nájera.-Derrota
del ejército de don Enrique y fuga de éste á Francia.-Recobra don Pedro el reino
de Castilla; tomo V, páginas 143 á 145.
XAPIER.-Se apodera este almirante de la escuadra portuguesa en 1833; tomo XIX,
páaina 984
XAPOLEOX .. léase Box.UARTE.
X A PO LES ( G"CERRA DE).- Situación política de Italia.- Planes de Carlos VIII de
Francia sobre Xápoles.-Origen de la guerra.-Se apoderan los franceses de la ca-
pital y reino de X ápoles.-Consternación de los Estados y príncipes italianos.-Re-
claman el auxilio del rey de España.-Opónese éste al francés.-La liga santa.-
Recobra Fernando II de X ápoles el trono.-Guerra de _¡s ápoles.- Acude Gonzalo
de Córdoba llamado por el rey de Xápoles.-:Jiuerte de Fernando II de Xápoles.-
Vuel>e Gouzalo á Xápoles.-Expulsa á los franceses de Xápoles.-Fin de la prime-
ra campaña; tomo Vll, rá.;inas l OO á 127.-InsurreccióndeXápolesenelsigloxvrr.
-Causa del disgusto de los napolitanos.-:Jlal comportamieuto de los >irreyes es-
pañoles.-Triunfo popular.-Sangrientos combates en Xápoles.-A.cude don Juan
~~Austria con buena escuadra.-Xue>o triunfo del pueblo.-Proclama de los napo-
litanos al duque de Guisa.-Escuadra francesa en las aguas de N"ápoles.-Esnom-
brado virrey de ?\ápoles el conde de Oñate.-Se someten los rebeldes.-Son seve-
ÍNDICE GE~EIL\L ALFABÉTICO 407
ramente castigados los sediciosos. -Situación de Italia después de la insurrecciÓII
de Nápoles; tomo XII, páginas 27 á 42.- Destronamiento de los reyes de N<ípoles
por Napoleón.-Coloca en aquel trono á su herma11o José.-Proyecta Bonapartc
la formación de un imperio de Occidente; tomo XVI, páginas 70 á 72.-Revolu-
ción de N ápoles en 1820.-Proclamación de la Constitución española; tomo XVIII,
página 308.
NARVAEZ (Dox Ra:116x).-Su conducta en la acción de Arlabán; tomo XX, página
336.-Se le designa para mandar la brigada ele vanguardia del ejército del Norte; to-
mo XXI, página 26.-Jura la Constitución de 1812; ídem, página 52.- Gómez y
Narváez.-~Iarcha y movimientos de Nardez.-Acción de l\Iajaceite.- Insurrec-
ción militar de Cabra; ídem, páginas 132 á 149.-Sucesos posteriores á la expedi-
ción de Gómez.-Destiérrase á Narváez á varios puntos.-Su ascenso y su nombra-
miento de jefe del ejército de reserm que debía- operar en la ~lancha; ídem, páginas
1 i6 á 179.- La pacificación de la Mancha.- Espartero y N arváez. ---Paso por Ma-
drid del ejército de la ~rancha.-Dimisión de :Xardez.-Pronunciamiento de Sevi-
lla.- Narváez, encausado, emigra á Gibraltar.-Su manifies'to á la nación; ídem, pá-
ginas 340 á 358.-Figura á la cabeza ele la conspiración tramada en París contra el
Regente; tomo XXII. páginas 154 á 157.-Desembarca en Valencia y se pone al
frente de las tropas sublevadas contra el Regente.-Sus operaciones; ídem, páginas
198 á 208.-Llegada de Narváez á las inmediaciones ele l\Iadrid.-Acción de Torre-
jón de Ardoz.-l'apitulación y toma de :Madrid por los coligados.-N arváez es nom-
brado capitán general de l\Iadrid;ídem, páginas 208á217.-Primerministerio :Xar-
váez.-Reacción conservadora.-Sublcvaciones y castigos ; ídem, páginas 411 á 436.
-Nuevo ministerio NarYáez.-Planes contra la República mejicana; tomo XXIII,
páginas 2:3 á 25.-Nuevo gabinete :XarYáez; ídem, página 59. -Conducta de :Xar-
váez en el ministerio; ídem, páginas 70 á 79.-Dictadura de Xarváez en 1848.-
Despide al embajador de Inglrüerra; ídem, páginas 80 á 103.-Legislatura de 18-10.
-Expedición á Italia.- Nueva legislatura.-Dimisión de Nanáez; ídem, páginas
120 á 139.-lllinisterio NarYáez-Nocedal; ídem, páginas 231 á 238.- Vuelve á for-
mar ministerio.-Contrariedades que experimenta; ídem, páginas 293 á 295.- F or-
ma nuevo ministerio.-Aumenta la reacción; ídem, páginas 30-! á 306.-Fallcci-
miento de Narváez; ídem. página 311.
NAVARRA.-Conquista de este reino por Fernando el Católico.-Situación especial
de este reino.-Encontrados intereses y fines de Francia y España respecto á Xava-
rra.-Condncta de sus reyes. - Bula del Papa excomulgándolos y priYándoles del
reino, y por qué.-Proposiciones y requerimientos del rey Católico.-Situación com-
prometida de los navarros.-Se declaran por el francés.-Resueh·e el rey Católico
invadir la Navarra. -El duque de Alba se apodera de Pamplona.-Se somete casi
todo el reino al aragonés.-! nvasión de franceses en :Navarra.- Se retiran sin lograr
su objeto -Asegura Fernando la conquista de Xavarra.-lncorpora este reino á la
corona de Castilla.-Sobre la ju:::;ticia ó legitimidad de esta conquista; tomo VJ I,
páginas 295 á 308.
NAVAS DE TOLOSA -Gran batalla de este nombre á principios del siglo xrrr.-
Preparativos.-Rogativas püblicas en Roma.-Gracias apostólicas.-Reunión de
los ejércitos cristianos eu Toledo.-Extranjeros auxiliare.;;.-Innumerable ejército
musulmán.-Emprenden los cristianos el movimiento.- Orden de la expedición.
-Abandonan los extranjeros la cruzada so pretexto de los calores, y se retiran.-
Se une el rey de Navarra á los cruzaclos.-Llegan los confederados á Sierra :Jio-
rena y ganan l11 cumbre.- Orden y disposición de ambos ejércitos.-Se da la batalla.
-Proezas.- Emblemas y divisas de los principales caballeros paladines.-Completo
y memorable triunfo de los cristianos.-Fuga del Gran :Miramamolín.-Otras cir-
cunstancias de esta prodigiosa batalla.-Por qué no asistieron á la batalla los reyes
de León y de PortugaL-Turbulencias en Castilla.-Advenirniento de Fernando III
el Santo al trono de Castilla; tomo IIT, páginas 359 á 381.-Completa dispersión
del ejército español en las Navas de Tolosa en 1810; tomo XVII. página 76.
NEGRETE.-Ternor que infundió el comisario regio Negrete en .Andalucía en 1814
bajo el reinado de Fernando VII; tomo XVIII, página 187.
NEGRI (EL COXDE DE).-Expedición de este cabecilla carlista; tomo XXI, páginas 31-1
á 316.
NEGRO (EL PRÍNCIPE).-Tratado de alianza en Eayona entre don Pedro de Castilla,
408 HISTORIA DE ESP A...'\" A.
o
OBISPO DE OREXSE.-Su resistencia en reconocer la soberanía nacional.-)Iarcha
y terminación de este enojoso conflicto; tomo XYII, páginas 142 á 1-!/.
OBSER\TATORIO ASTROXO:JIICO DE .JIADRID.-Su fundación; tomo XV, pá-
gir]a -!l.
OCAS A.-Célebre batalla de este nombre. en 1809.-Fatal y completa derrota del
ejército espa ñol; tomo XYII, páginas 66 á 68.
OCTAVIO.-Segundo triunvirato romano.- Octavio triun\iro - Venga la muerte de
César.-Sucesivamente se deshace de Lépido y de :Jiarco Antonio.-Octa\io empe-
rador, cónsnl, procónsul, tribuno perpetuo, gran pontífice, Augusto.-Sucesos de
E spaña - Octavio la hace triuutaria del imperio.-Era española. -Xue\a dinsión
de pro\incias. - Guerra cantábrica.- Paz octa\iana; tomo l, páginas 123 á 131.
O'DOXXELL (nox JuAx).-Es asesinado juntamente con otros muchos prisioneros
carlistas en una asonada ocurrida en Barcelona : tomo XX: páginas 307 á 309.
O'DO)I)IELL (Dox LEOPOLDo).- Es herido en Arlauán; tomo XX, pág. 348.-0'Don·
nell en el Centro. -Batalla de Tueras.-Le\antamiento del sitio de Lucena; t. ::S::XI,
páginas 394 á 397.- Se suble\a en Pamplona contra el ministerio-regencia; t. X:S:.II,
páginas 102 y 103.-Figura á la cabeza de la conspiración tramada en París contra
el regente; ídem, páginas 154 y 155.-Pónesc al frente de la suble\ación contra el
ministerio Sartorius. -Acción de Yicáh-aro.-Programa del ::Jianzanares; t. X:S:.III,
ÍNDICE GEXERAL ALF-ABÉTICO 409
páginas 16G y 170.-Entradn. en :Jfadrid de los generales de Vicálvaro.-1\Iinisterio
Espartero-O'Donnell; ídem, páginas 122 y 123.-Modificación del ministerio.-Ul-
timas tareas de las Cortes Con stituyentes; ídem, págiuas 20G á 213.-Disidencia
entre Escosnra y O'Donnell.-:\Iucrte violenta de las Cortes Constituyentes.-El mi-
nisterio ele O'Donnell.-Caída, de este ministerio; ídem, páginas 219 á 230.-Nuevo
ministerio O'Donnell.- La Unión liberaL-Política interior de O'Donnell.-Las opo-
siciones; ídem. páginas 2-H á 255.-Guerra de Africa.- O'Donnell torna el mando
del ~jército.-Batalla ele los Castillejos.--Batalla de Tetuán.-Torna de esta ciudad.
Batalla de Vad-R<1s. -Tratado de paz con .Jiarruecos ; ídem, páginas 261 á 27:3,-
Nueva legislatura.- Política interior y exterior.-Crisis.-Encárgase O'Don nellnue-
varnente ele la, formación de ministerio.- Insurrecciones del 2 de enero y 2~ de ju-
nio de 18GG.-O'Donnell consigue dominarlas.-Caída del rninisterio.- -:Jiuerte de
O'Donnell; ídem, página 310.
OLA VIDE (oo~ PABLO).-Colonización de Sierra-~forena.-Xornbrarniento de Olavicle
para director y superintendente de estas colonias.-Antecedentes é ideas ele Olavi-
de.-Fundación de poblaciones.-Vi:;ita que se manda girar.-Inform es.-Se de-
fiende Ola\·ide y es repuesto en la superintendencia. de la cual le habían despojado.
-Nueva persecución contra Olavide.-Es delatado á ln. Inquisición por hereje.-
Proceso que se le forma..-Sentencia y autillo de fe.- Va á cumplir su penitencia á
uu convento.-Sale con li cencia :í. baños y se fuga á Francia.- Vicisitudes ele su
vida.-Se convierte.- Escribe El E can,r¡elio en triunfo.-Córno logró volver á Espa-
ña.-Su muerte; tomo XIV, p ~1ginas 218 á 288.
OLIVARES (co~DE DUQUE DE).-Caída del duque de Uccda y elevación del conde de
Olh·ares.-Junta de reformación de costumbres creada por el conde-duque.-Con-
ducta de éste con los infantes don Carlos y don Fernando; tomo XI, páginas 203
á 219.-Distracciones del rey fomentadas por el conde-duque de Olivares.-:\Iedios
que empleaba este ministro para conservar su privanza; ídem, páginas :322 y 323.-
lneptitud de este ministro.-Sus miserables providencias .-Le culpan de todas las
desgracias y calamidades de la nación.-Conjnración para derribarle del poder.-
Cómo se preparó su caída.-Personajes que ayudaron á ella.-Caída del concle-
duque.-Dillete del rey.-Se retira el de Oli\'ares á Loecbes.-Júbilo del pueblo.-
l\luere el conde-duque de Olivares en Toro.-Cuán funesta fué á España su privan-
za; ídem, páginas 353 á 376.
OLIVO.-Terrible ataque de los franceses al fuerte del Olivo en 181 1.-Asalto, resis-
tencia heroica, mortandacl.-Consejo de guerra en la plaza.-Sale de ella Campo-
verde y queda mandando Sen én de Contreras.-Ataqne y lucha en el fuerte de
Francolí; tomo XVII. páginas 1 ~J 3 y 19-!.
OL:JIEDO.-Batalla de Olmedo bajo el reinado de Enrique IV el Impotente; tomo VI,
páginas 157 y 158.
Ol\DIIADAS DE COUDOBA.-Revolución en Oriente.-Cambio de dinastía en el ca-
lifato de Da.masco.-Los Omeyas.-Los Abassidas.-Horrible exterminio de la fa-
milia destronada.-Acuérdase la fundación de un imperio independiente en España.
-Prosiguen las guerras civiles.-Los hijos de Yussu f.-Irrupciones de africanos.-
Sitio de Toledo.-Guerra de las Alpujarras. -Considerable fomento y desarrollo que
dan á su marina los árabes de España; tomo II, páginas 157 á 169.-Caída y diso-
lución del califato.-Alarrnas de los musulmanes.-Campañas contra cristianos.-
.Ministerio de :\Iohammecl el Ommiada.- Gran batalla y triunfo de los castellanos
en Gebal-Quintos.-Entnsiasmo y alborotos en Córdoba.-Se precipita la disolución
del irnperio.-Ultimos califas.-Acaba definitimmente el imperio Ommiada; t. III,
páginas 27 á 47.
OLOZAGA (Do~ SALUSTIAxo).-Es nombrado gobernador civil de ~Iadrid; torno XX,
página 262.-l\Iaría Cristina y don Salustiano de Olózacra· torno XXII, páginas 119
á 123.- Sesión del 20 de mayo de 184 3 en la que se disti~gue particularmente este
orador; ídem, páginas 165 y 166.-l\Iínisterio Olózacra.-O bliga á la reina á firmar
el decreto de disolución de Cortes.-La reina lo exo~era; ·ídem, páginas 400 á 409.
-Es nombrado -embajador en Parí:s.-Conducta de Olózaga en las Cortes ele 1855;
tomo XXIII, páginas 215 y 216.-Sus planes revolucionarios; ídem, páginas 207 á
327.-Las Cortes de 1870 le eligen presidente; tomo XXIV, página 78.
OPAS. réase RODRIGO.
OPORTO.-Expedición de don Pedro en 1832.-Impulso que le dió :M:endizábal.-Se
410 HISTORIA DE "ESPA...."\".A.
apodera don Pedro de Oporto.-Bloquea la plaza don ::\Iiguel; tomo XIX, páginas
257 y 258.
OR.:L\.-Encárgase este general de parte de las tropas de Sar.sfield ; tomo XX, pági-
na 25.-Primeros triunfos de Zumalacárregui; ídem, páginas 27 á 32.-0peraciones
militares; ídem, página 46.-.á.cciones de ::\lendaza y de A.rquija; ídem, pd.ginas 114
y 115.-Sufre un descalabro en Larraizar; ídem, páginas 165 y 166.-Se bate en
Mendigorría; ídem, páginas 232 á 23-1.-Encárgase interinamente del ejército del
K orte; tomo XXI, p;í.gina 34.-Yuelve á encargarse del mando por enfermedad de
Espartero; ídem, p ágina 170. -::\lando de Oraá en Aragón; ídem, páginas 197 y 198.
-Batalla de Barbastro; ídem, páginas 225 á 227.--Gaua la batalla de Chim y se le
concede la cruz laureada de San Fernando; ídem, páginas 238 á 240.-Sus opera-
ciones en el ::\laestrazgo al fin alizar el año 1837.-Correrías de los carlistas anterio-
res al sitio de ::\lorella. -Sitio de esta plaza.-Le,antamiento del mismo -Oraá es
separado del mando del ejército del centro y procesado, pero se le absuelve; ídem,
páginas 328 á 335.
OP..AX.-Conqui;;,ta de esta plaza por Cisneros.-Sus proyectos sobre la conquista de
.A.frica.-Los acoge e: rey.-Primera expedición.-Conquista del Peñón de la Gome-
ra.-Empresa de Orán.-Anticipa el cardenal los gastos de la armada.-Convenio
entre el rey y el arzobi=-:po.-Ya Cisneros en persona á la conquista.-Entrada de
Cisneros en Orán.-Sucesos de .\frica; tomo YII, páginas 274 á 285.-Reconquista
de Orán bajo Felipe Y.-Grandes y misteriosos armamentos en las costas y puer-
t os de España.-EXlJectación y alarma pú blica.-Sale de Alicante una poderosa
armada -::uanifiesto del rey declarando el objeto de la expedición.-Gloriosa recon-
quista de Orán -Combates en ~.Vrica para mantener las plazas de Orán y Ceuta;
tomo XIII, páginas 293 á 297.
OR_-\XGE (PRÍ:XCI PE DE).-Su conducta durante la estancia del duque de Alba en
Flandes. -Situación de los Países Bajos.-El príncipe de Orange se retira á .á.lerna-
nia.-Sentencia del duque de Alba contra el príncipe de Orange -Sentimiento é
indignación general.-::\Iedida;; tirán1cas del de Alba ; tomo IX, páginas 271 á 277.
-Continúan las guerras de Flandes.-Guerra qne mue,·e el príncipe de Ora nge por
la fron tera de Alernania.-Provoca el de Oram:e al de Al ba la batalla v éste rehu::;a.
-Franceses en auxilio de los orangi,;tas.-DerTota don Fadrique de· Toledo al de
Orange y á los franceses. -El príncipe de Orange en Francia.-Contratie mpos; su
reti rada á Ale mania. -Segunda in >a,ión del príncipe d~ Orange en Flandes con
grueso ejércit o. -El de Orange se retira á H olanda.-Sale el duque ele Alba de los
Países Bajos ; idern, páginas 325 á 356. -Se proyecta asesinr..r al príncipe de Orange.
-Conato de a::;esinar al de Orange.-J. se::iuato del príncipe de Orange.-Suplicio
horrible y admirable serenidad del a,;esino.-Consternación de las provincias.-
-Xombran en ree mplazo del príncipe de Orange á su hijo ~Iauricio de Xassau;
tomo X. páginas 154 á l giO.
OR DE ~ ::\liLITAR ESPA~OLA, creada en P arís para derribar al regente E::;partero;
t omo XXII, página 155.
GRD E X~\XZ..-\S DE ~\XDeJAR.-C élebre ordenanza de este nombre; torno XIX,
página 90.
OR DEXES ~liLIT~-\RE S DE CABJ. LLERI.A.-Templarios y hospitalarios de San
Juan de Jerusalén en Cataluña, en _-\ragóu, Castilla, León , Portugal y Xavarra.-
Ordenes militares es pañolas. -Santiago , Calatra>a; su instituto, su carácter, su
pro~reso. sus ser \icio,;; torn0 IV. p< igin11s 1!) á 23.
O ::l D i~ XE S RE LIGIOS_-\.S.-Fundación de órdene::; religiosas.-Santo Domingo, San
Pedro X olasco, San Francisco de Asís; dominicos, mercedarios, hermanos menores;
conventos; su instituto, su infiueucü.-Córno y por quién se estableció la antigua
Inquisición en Cataluña. -Bre>es del papa GreJorio IX.-Castilla, ~a>arra; t. IV,
páginas 113 á 11 5.
O r~ DEXES .JlODERX _\.S.-Fundación de :a orden nacional de San Fernando; t. XVII,
pági nas 233 y 234.
üP.. DOXO l.-Su reinado en Ast·1rias.- \erdaclera bata.lla de Clarijo.-::\luza el rene-
gado. - )luerte de Orcloño I; torno II, páginas 25 .5 á 260.
Gil DOXO II.-Su elección.-Su triunfo ;-,obre los árabes en San Esteban de Gormaz.
-Llega Ordoño I l hasta una jornada ele Cónloba -Prende y ejecuta á cuatro .con-
des ge Gastilla.-.Jluerte de Ordoño ll ; t omo II, páginas 30-1 á 306.
OL DOXO III. -Ordulío III de León.-Conspira contra él su hermano Sancho y el
lNDICE GENERAL ALFABÉTICO 411
conde Fernán González.-Frustra su empresa y repudia á su mujer Urraca.-Muerte
de Ordeño III; tomo II, pági nas 323 y 324.
ORDOÑO IV.-Su breve reinado; tomo II, páginas 325 y 326.
OROPESA (coNDE DE).-Su ministerio.-Reforma.;; econ óm icas emprendidas por este
ministro. -Trabajos diplom :íticos.-Gobierno del conde de Orope:,;a.-Escandalosa
granjería de los empleos.-Trabajos y manejos para derribar al minbtro Oropesa.
-Caída del conde de Oropcsa.-Nombramiento de nuevos consejeros, tomo XII,
páginas 204 á 223.
ORTHEZ.-Batalla de este nombre en 1814.-Triunfo de los aliados y retirada de
Soult; tomo XVII, páginas 428 á 432.
03TENDE.-Flandes; memorable sitio de Ostende por el archiduque Alberto y los
españoles bajo el reinado de Felipe III.-Dificultades, pérdidas, gastos inmensos.-
Porfiado empeño de todas las uaciones.-Esfuerzos y sacrificios de una y otra parte.
-Campaña durante el cerco.-Larga duración del sitio de Ostende.-1\lortandad
horrible.-Se rinde Ostende á los tres años al marqués de Espíuola. -Alta reputa-
ción de este personaje; tomo XI, páginas 116 á 119.
03UNA (DUQUE DE).-Su prisión y su proceso bajo el reinado de Felipe IV; tomo XI,
páginas 205 y 206.
OTHON. -Othon bajo el imperio romano.-Agrega á España una nneva proYincia;
tomo I, página 15-l. .
OUVRARD -Gobierno del príncipe de la Paz.-Célebre contrato con M. Ouvrard;
tomo XVI, páginas 113 y ll-t.
OVIEDO.-Su fundación. T'"éase FRUELA.
Q
Q"CESADA (DON JENARO ).-Su generalato.-Sus planes de campaiía.-Sus negocia-
ciones con Zumalacárregui .-Ruptura de é.stas.- Operaciones militares.-Acciones
de l\Iuez y de Galima. -Ju icio sobre el mando de Que¡.;ada; tomo XX, páginas 38
á 48. - Conducta de Quesada durante la insurrección del 15 de agosto de 1835 en
1\Iadrid; :ídem, páginas 236 á 246.- Muerte del general Quesada; tomo XXI, pági-
nas 73 y 74.
QUINTO CECILIO 1\IETELO.-Conquista de las Baleares, lo que le Yale el sobre·
nombre de Baleárico; tomo I, página 9-t
QUlRINAL (PROCESIÓN DEL :MONTE); tomo l, piÍgina 223.
QUTROGA (DON ANTONIO).-Jefe de una sublevación militar en sentido liberal; tomo
XVIII, página 227.-Su entrada en Madrid el 23 de junio de 1820; ídem, página
246.-Se separa de Morillo en 1823; tomo XIX, página 73.
RÁBAGO (EL PADRE).- Confesor de Fernando VI.-Su influencia con el rey; tomo
XIV, página 5.
H.AMIRO I DE ASTURIAS.- El de la vara de la justicia.- Supuesta batalla de Cla·
vijo atribuida á este príncipe; tomo II, páginas 2-!7 á 250.
RAMIRO II DE LEON.- Encierra en un calabozo á su hermano Alfonso y á sus tres
primos y hace sacarles los ojos.-Su primera campaña contra los sarracenos; toma
y d~struye á Madrid.-Célebres batallas de Simancas y Zamora; triunfos de Rami-
ro Il.-Muerte de Ramiro II y eleYación de Ordoño III; tomo 11, páginas 30D á 317.
RAMIRO III DE LEON .-Menoría de Ramiro Ill de León.- Le ponen bajo la tutela
de dos religiosas.-Imprudencias y desórdenes del monarca en su mayor edad.-
Irrita á los nobles y proclaman á Bermudo II el Gotoso; tomo I II, pñgi uas 1 á 3.
R.:UIIRO 1 DE ARAGON.-E~trechos límites de su reino.- Frustrada, expedición
contra su hermano García de Na\'arra.-Hereda lo de Sobrarbe y Ribagorza por
muerte de su hermano Gonzalo.-Toma algunas plazas á los sarracenos.-Testa·
mento de Ramiro l.-Errores en que nuestros historiadores han incurrido acerca de
su muerte, y se cuenta cómo fué ésta; tomo III, páginas lOi á 111.
R.:DION BERENGUER l.-Condado de Barcelona.-Ramón Berenguer I el Viejo.-
Resultados de su prudente y sabio ¡sobierno.-Ensancha los límites de su Estado.-
Reforma eclesiástica.-Famosas leyes de los Usages. -Auxilia al rey musulmán de
Sevilla.-Extensión que en su tiempo adquiere el condado de uno y otro lado del
Pirineo.-M uere asesinada su esposa la condesa Almodis -Aflicción del conde y su
muerte.-Heredan el condado pro ~·ndiviso sus hi_j os.-Hace asesinar Berenguer á
su hermano Ramón, llamado Cabeza de Estopa.-Queda con la tutela de su sobrin?
418 HISTORIA DE ESPA..~A
y con el gobierno del Estado.-Causas por qué se suspende esta narración; t. III,
páginas ll-l á 120. .
RE: ACCIOX ABSOLUTISTA.-.Xoviembre de 1823 á mayo de 182-!.-Lúgubre cua-
dro que bosquejan varios escritores.-La sociedad del Angel exterminador.-Los
conventos convertidos en clubs.-~\buso en las predicaciones.-Provocati>o lenguaje
de los periódicos.-J unta secreta de Estado.-El índice de la policía.-Disgusto de
los gaLinetes aliados por e:;ta política.-Cambio de ministerio.-Caída de Sáez y
premio de sus sen·icios .-Felici taciones al rey excitándole al exterminio de los libe·
ra!es.-Ejemplos.-Restab!ecimiento del Consejo de E:stado.-Concesión de gran-
des cruces, ascensos v t ítulos de Castilla á los más exaltados realistas.-Creación
del E:;cucio de Fidelidad.-Se dividen los realistas en dos bandos.-El infante don
Carlos al frente del partido apostólico.-Formidabie poder de los voluntarios realis-
tas.-~-\ bolición de la Constitución en las provincias de Ultramar.-Creación en
E:spaña de la superintendencia de la policía general del reino.-Las comisiones mi-
litares ejec uti\·as.-Entrada de Calomarde en el ministerio.-Sus opiniones; suma-
nejo con el rey y los partidos.-Real cédula sobre causas y pleitos fallados en la
época constitucional.-:3entencias de las comisiones militares .-Disolución de las
bandas de la Fe.-Disgusto é indignación de los realistas.-Vuel>en las purificacio-
nes para los empleados ci \· iles.-Se pide al rey el restablecimiento de la Inquisición.
-Instancias del gobierno francés para que se adopte una política templada y con-
ciliadora.-Proyecto de amni:'.itÍa.-Innumerables excepciones que neutralizan el
efecto de la am nistía .-Xo sati;;face á ningún partido.-Calomarde y la policía.-
Xue\·as prisiones liberales.-:Jiisiones en los templos para exhortar al perdón de los
agra>ios y á la fraternidad.- :Jialos misioneros renuemn en vez de apagar las pa-
siones y las Yenganz:J.s; tomo :S:.IX, páginas 128á 149.-¡¡fuere Luis :S:.VIlldeFran-
cia y el gobierno espailol se entrega sin miramiento á medidas reaccionarias.-Ar-
bitraria y desusada reno,·aci ón de ayuntamieutos.-Bando inquisitorial del super-
intendente de policía sobre libros - Facultades á los obispos para reconocer las
li brerías públicas y pri>adas; ídem, páginas 160 á 165.- Consideraciones acerca de
la reacción de 181-l á 18:20; ídem, páginas 290 á 300.-Consideraciones acerca de la
reacción de 1823 -Lo no table de aquella reacción.-La plebe y la clase culta.-
Plan de exterminio . - Ame nazas v de.,i!mios de destruir una raza basta la cuarta
geueración.-Consejos humanitario'> de l~s príncipes y gobiernos de la Santa Alianza
al rey. -Dos partidos realbtas.-Yen ce el partido apostólico. perseguidor é inquisi-
toriaL-Suplicios horribles.-Principio y origen del bando carlista; ídem, pági-
nas 366 á 316.
REC~-\.REDO.-Se convierte á la fe católic::t .-Conjuraciones de anianos.-Son deshe-
chas y castigadas.-~\bjura solemnemente el arrianismo ante un concilio de Toledo.
-Conversión de obispos arrianos.-La religión católica se declara religión delEsta-
do.-Recaredo como legi:;lador.-:Jluerte de Recaredo.-Sus >irtudes; tomo II,
¡:¡áginas 31 á 36
R ECAREDO II.-Su bre>e reinado; tomo II, página 56.
R ECESVIXTO.-Octavo concilio toledano.- Decreto sobre elección de reyes.-Com-
ple mento de la unidad política entre godos y españo!es; tomo 1I, páginas 64 á 66.
REDIXG.-:Jluerte de este jefe militar en 1809; tomo II, página 2S.
REFOR~I.A.. l"éase Fu.::mES' L"C"TERO.
REFOR~L\S.-Céle bre in for.me sobre la abolición de la Inquisición en 1813.-Solem-
ne triunfo de los reformadores.-Reforma de las com unidades religiosas.-Reduc-
ción de terrenos bald :os y comunes á dominio particular -)!anejos y maquinacio-
nes contra los autores de la reforma.-Sesion de Cortes permanente. -Reglamento
para la nue>a rege ncia .-Otras reformas.-Abolición de la información de nobleza
para la entrada en los colegios.-Idem del cas tigo ele azotes.-)lándase destruir todo
signo de >asallaje en los l!lteb:os de la monarquía -Libertad de industria y fabt·i-
cación.-Ley sobre propiedad literaria.-Estab!eci ruiento de dtedras de agricultu-
ra. -)!edidas de protección á la clase agrícola - Reformas económicas. -X ue>o plan
de contri bucioues públicas.-Se cierran definitimmente las Cortes de 1S13; t. X. \rii,
páginas :360 á 380.
REG.\LI.á. DE 1-DIORTIZACIOX.-El tratado de Regalía de Amortización, de Cam·
pomanes ; tomo XY, página 38.
REGEXCL-\..-Fórmase la Regencia del reino en 1810 en la isla de León -)fanifiesto
que publica.-Regentes.-Reglamento para la regencia.-Juramento de los regen-
ÍNDICE GENERAL ALFABÉTICO 419
tes.-Melancólico cuadro del estado de España al instalarse la regencia.-Infl.uencia
del Consejo en la regencia.-Trasládase la regencia á Cádiz.-Lo que hizo en todo
este período.-Otros sucesos; tomo XVII, páginas 80 á 98.-Disidencia entre la
regencia de 1813 y la mayoría de las Cortes.-Sus causas antiguas y recientes.-
Espíritu antiliberal de la regencia.-Lleva á mal los decretos sobre Inquisición y
supresión de conventos.-Actitud del clero.-Oposición formidable en las Cortes á
la regencia y al gobierno.-La regencia consiente que no se lea en Cádiz el decreto
sobre Inquisición. -Sesión de Cortes permanente.-E.xonérase en ella á los regen-
tes . -~ombramiento de nueva regencia compuesta de tres individuos.-Juicio de
la que cesaba.-Reglamento para la nueva regencia.-Se la declara,irresponsable y
se limita la responsabilidad á los ministros; ídem, páginas 366 á 369.
REGENCIA del duque de la Torre en 1869. Véase SERRANO.
REGENCIA DEL DUQUE DE LA VICTORIA. Véase EsPARTERO.
REGENCIA DE URGEL. Véase URGEL.
REGlUM EXEQUATUR.-Famosa pragmática del regz'um exequatur bajo el reinado
de Carlos III; tomo XIV, página 21.
RENTAS.-Situación rentística de España bajo el reinado de Felipe H.-Rentas del
Estado.--No alcanzan á cubrir los gastos ordiuarios.-Grandes necesidades del rey.
-Arbitrios extraordinarios.--Apremios del rey.-Qué se hacía del dinero de In-
dias .-Escándalos y quejas de tomarlo el rey.-Ruina del comercio.-Establece Fe-
lipe II la corte en Madrid; tomo IX, páginas 177 á 198.
REPRESALIAS.-Bando notable de represalias expedido por Mina en 1811. Véase
:MINA.
REPÚBLICA ESPAÑ"OLA.-Apunta por primera vez la idea del republicanismo en
las Cortes de 1840; tomo XXI [,página 125. -Manifiesto del partido republicano
en 1868; tomo XXIV, página 7.-Proclamación y primeros actos de la República.
-Confl.ictos.-El 23 de abriL-Cortes Constituyentes.-Anarquía.-Audalucía.-
Cartagena.-Alfonsinos; ídem, páginas 189 á 208.-Situación política.- Presiden-
cia de Castelar.-Sofocación de la insurrección cantonal.-Reorganización del cuer-
po de artillería; ídem, páginas 236 á 240.-Administración.-El3 de enero de 1874;
ídem, páginas 286 á 294.
REPÚBLICA FRANCESA.-España y la República francesa hasta el Consulado.-El
ministro Saavedra sumiso á la voluntad del Directorio.- Providencias contra los
emigrados franceses.-Azara embajador en París.-Célebre expedición de Bonapar-
te á Egipto.-Sus triunfos -Esfuerzos de España para el mantenimiento de la paz.
-Reclama Carlos IV su derecho á las Dos Sicilias.-Desdén con que oye el Direc-
torio su reclamación.- No logra el emperador de Rusia hacer entrar á España en
la coalición.- Representación del e mbajador español.- Relaciones entre E spaña y
Francia. -Escuad ras españolas al servicio de la República.-Sus movimientos y
destino.- Sumisión del gobierno español al francés.-Humillante carta de Carlos IV
al Dil·ectorio.-Es relevado Azara de la embajada de París.- Sus relaciones con
Bonaparte.-Se retira á Barcelona. -Declaración de guerra entre Rusia y E spaña
y sus causas.-Situación de las cosas á fines de 1799; tomo XV, páginas 307 á 344.
REQUESENS (no~ Lms DE).-Carácter y gobierno de este personaje.-:\Ianda quitar
de Amberes la estatua del duque de Alba.-Proyéctase asesinar á Requeséns.-
Conducta de Felipe II en esto negocio.-Muertc del comendador Requeséns.-Don
Juan de ~ustria nombrado gobernador de Flandes; tomo X, páginas 66 á 83.
REVOLUCION DE 1854.-Sublevaci:Su de la caballería en el Campo de Guardias.-
Acción de Vicálvaro.-Programa del\fanzanares.- Sublevación general; tomo XXIII,
páginas 177 á 182.
REVOLUCION DE 1868.-Primer ministerio de la Revolnción.-:Manifestaciones.-
Orden público.-Insurreccioues de Jerez, Cádiz y l\Iálaga; tomo XXIV, páginas 1
á 12.
RE VOL UCION FRANCESA.-Causas que la habían preparado.- Carácter de
Luis XVI.-Sus primeras concesiones.-Los ministros Necker y Calonne.-Asam-
blea de los notables.-Estados generales.-Asamblea nacional. -Reunión del Juego
de Pelota.-Asalto de la Bastilla.-El rey y los revoltosos de París. -Lafayette.-
Triunfos de la democracia. -Excesos en París y provincias.- Armamento general.
-Los clubs.-Asam blea constituyente.- Declaradón de los derechos del hombre.
-Sesión célebre. -El banquete de Versalles.-Tumultuaria invasión de la Asam-
blea.-Las mujeres en el Palacio ReaL-Conflicto y conducta del rey.-Agitación
420 HlSTORIA DE ESP AX A
general.-Emigración.-Estremecimiento en toda E uropa.-Amenaza un rompi-
miento entre España é Inglaterra. - Protege á E spaña la Asamblea nacionaL-La
gran fiesta de la confederación.-Fuga y prisión del rey y la familia real de Fran-
cia.-.A.cepta el rey la Constitución.-Partidos en la A.samblea.-Gobierno de los
girondinos.-Actitud de los emigrados en las cortes extranjeras.- Planes de contra-
rrevolución.-Exaltación en Francia.-Situación de Luis .X.VI.-Su carta á los so-
bcranos.-Respuestas.-Conducta del gobierno español. -Floridablanca, enemigo
d3clarado de la revolución francesa.-J1edidas para preservar á España del contagio
revolucionario. -Causas y fundamentos de sus temores.-Su nota á la Asamblea.
- :Jial efecto. que produce.-Sus providencias contra los extranjeros, especialmente
franceses.- Su obstinación en considerar á Luis .X. VI privado de libertad. -Notas
imprudentes de aquel ministro.- Compromi:-;o en que pone al rey y á la nación.-
Bcnevolencia del gobierno francés .-Insistencia de Floridablanca.-Prepárase su
caída.-Causas que contribuyeron á el:a.-Su caída y su destierro.-Proceso que se
le forma.-Su defensa. - Le reemplaza el conde de .:\.randa; tomo .X.Y, páginas 167
á 192.
RE\-OLUCIOX DE ESPASA EX 1820.-Alzamiento general en las Cabezas de San
Juan.-Comprometida y apurada situación de los jefes y de los cuerpos sublevados.
-Espíritu del país.-Insurrección en la Coruña.-Tt·iunfa ~n Galicia la revolución
en favor de la libertad.-Alarma en la corte.- Se proclama la Constitución en Za-
ragoza.-Revolución en Barcelona.-En Pamplona.-En Cádiz.-Horrible acuchi-
llamiento del pueblo.-Proclama la tropa la Constitución en Ocaña; consternación
del rey y del gobierno.-Decreto de 6 de marzo mandando celebrar Cortes.-Actitud
imponente de la población de ~Iadrid.-Susto y alarma en palacio.-Decreto de la
noche del 7 decidiéndose el rey á jurar la Constitución: regocijo popular del 8; gra-
ves sucesos del 9.-Confiicto del rey.-Jura la Constitución ante el ayuntamiento.
-1\ombramiento de una junta consultim provisionaL-Abolición definitiva de la
Inquisición.-)lanifiesto del rey á la nación española.-Juran las tropas de la guar-
nición el nuevo código.-Cómo se reci bió el cambio político en las provincias.-De-
cretos restableciendo los de las Cortes ordinarias y extraordinarias.-Convocatoria
á Cortes.- Oblígase á todos los ciudadanos á jurar la Constitución.-Premios á los
jefes militares que la proclamaron en Andalucía.-Exagerado liberalismo de la
junta.-.:Jlinisterio constitucionaL-Sociedades patrióticas.- Intentona reaccionaria
en Zaragoza.-Conspiraciones contra el régimen constitucionaL-Preparativos para
la apertura de las Cortes; tomo XVIII, páginas 226 á 248. -Consideraciones acerca
de la revolución de 1820; tomo :S:.IX, páginas 300 á 306.
REYES CATOLICOS.-Es proclamada Isabel en Segovia.-:Jiancomunidaddelosdos
esposos en el gobierno.-Actividad de Fernando é I sabeL -Destina I sabel á los
gastos de la guerra la mitad de la plata de los templos.-Batalla y triunfo de don
Fernando en T oro.-Tumulto en Segovia y prudencia y m agnanimidad de Isabel
Entrada de I sabel en T oro. -Isabel y Fernando en Andalucía y Extremadura.-
Hereda don Femando el trono de Aragón.-Unión de las coronas de Aragón y
Ca:otilla en Fernando é Isabel; tomo VI, páginas 254 á 216.-Principio de la guerra
de Granada -La reiua I sa bel en Córdoba ; su resolución; efecto mágico de sus pala-
bras.-El rey Fernando va con ejército á Alhama y vuelve.-El rey Fernando de-
rro tado por Aliatar.-Resolución de los reyes Católicos.-Conquistas del rey Fer-
n ando. -Celo y actividad de la reina I sabel-Xueva campaña de Fernando; ídem,
p áginas 31 8 á :3-!7.-El Zagal y Boabdil.-Sumisión de Loja., Vélez y :Jlálaga.-
Declara Fernando la guerra á Boabdil.-Sitia segunda vez á Loja.-Se presenta la
reina Isabel en el campamento de .:Jloclín; entusiasmo del ejército.-Traje de la
rei na y de sus damas.-Tiernas ceremonias.-Riesgo que corrió la vida del rey.-
Aparece la reina Isabel en el campamento; efecto m ágico que produce.-Peligros
que corren el rey y la reina de ser asesinados por un fanático moro.-Entrada. de
los reyes en ~I álaga. -:Jledid as de gobierno que toman los reyes.-Vueh·en con el
ejército victorio:;o á Córdoba; ídem, páginas 3-17 á 365.-Célebre conquista. de Baza.
-I sabel y Fernando en Aragón.-Digna contestación de Fernando á un embajador
de Francia.-Los reyes en Valencia, .Ji urcia y Va1ladolid.-Van á Jaen á renovar
la guerra .-Embajadores del Gran Turco en el campamento de Fernando y respuesta.
del rey y de la reina.-Desprendimiento heroico de Isabel y de sus damas -Admi-
rable viaje de Isabel desde J aen á Baza; pasa revista al ej ército; entusiasmo.-En-
trada de Fernando é lsJ.bel en Baza.-Toman los reyes posesión de Almería.-T¿~-:_
INDICE GENERAL ~<lLF ABÉTICO 421
mino feliz de la campaña; ídem, páginas 365 á. 376.-Intimación de Fernando el
Católico á Boabdil para qne le entregue la ciudad de Granada.-El rey Feruando
con ejército en la vega de Granada.-lrrupción del rey Fernando en las Alpujarras.
-Se fijan los reales en la Vega; pabellón de la reina I sabeL-Se aproxima la reina
á examinar los baluartes de Granada.-Encuentro de Boabdil y de Fernando.- Sa-
luda Boabdil á la reina y se despide.-Entrada solemne de los reyes Católicos en
Granada; tomo VII, páginas 1 á 22.-Expulsión de los judíos; ídem, págs. 22 á 33.
-Descubrimiento del Nuevo Mundo.- Propone Cristóbal Colón su plan á los reyes
Católicos.-Le recibe Isabel y acoge su plan benévolamente.-Tratado entre Co·
Ión y los reyes de España. -Fernando é Isabel en Aragón .-Atentado contra la
vida del rey en Barcelona.-Conducta de Fernando.-Recobra Fernando los conda-
dos de Rosellón y Cerdaña.-Colón en presencia de los reyes en Barcelona.-1\ler-
cedes que hicieron los reyes á Colón; ídem, páginas 33 á 68.-Gobierno y política
de los reyes Católicos.-Universal y minuciosa atención de los reyes Católicos á
todos los asuntos del gobierno interior del reino.-l\lovimiento intelectuaL-Talen·
to é instrucción de la reina I sabel -Ejemplar educación de sus bijos.-Influencia
que ejerció en la de la nobleza.-Decidida protección de I sabel á las letras.- Mane·
jo y política de los reyes en los negocios eclesiásticos. -Sincera religiosidad y devo·
ción de la reina IsabeL-Firmeza y energía de los reyes Católicos en defender las
regalías de la corona contra las pretensiones de la curia romana.- Piden é intentan
la reforma de las comunidades religiosas.-Toman la administración de los grandes
maestrazgos de las órdenes militares.-Por qué Fernando é I sabel protegían á Tor-
quemada.-Hábil política de los reyes en los asuntos exteriores.-Renuevan los
portugueses las pretensiones de doña Juana la Beltraneja, y diestro manejo de los
reyes en este negocio; ídem, páginas 68 á 100.-Guerra de .Nápoles.-El Gran Ca-
pitán.-Da el Papa á los rey::!s de España el dictado de Re:;es Catúlicos; ídem, pági-
nas lOO á 127.-Los hijos de Fernando é IsabeL-Política de los reyes en los eula-
ces que procuran á sus bijos .-Solemnidad de las bodas del príncipe don Juan; gran
regocijo en España y suntuoso regalo de la reina .-l\luerte desgraciada del príncipe
de Asturias y aflicción de los reyes; ídem, páginas 127 á 140.-Cisneros.-Reforma
de las órdenes religiosas.-Confesores y consejeros de la reina IsabeL-Cómo fué
nombrado Cisneros confesor de la reina. -Esta obliga á Cisneros á aceptar la mitra.
-Prosiguen la reina y el arzobispo la obra de la reforma.-Dulzura de I sabel y se-
veridad de Cisneros.-Perseverancia de la reina y del arzobispo; ídem, páginas 140
á 154.-Alzamiento de los moros de Granada.-Rebelión de las Alpujarras.-Cul-
pan los reyes á Cisneros de la rebelión.-Otro alzamiento y acude el rey Fernando
y le sofoca -El rey con nuevo ej ército en la Sierra.-Edicto de los reyes Católi-
cos.- Pragmática de los reyes para los moros mudéjares de Castilla.-Unidad de
culto en la. Península; ídem, páginas 15-! á 164-Ultimas viajes de Colón.-Viene
Colón á E spaña y se justifica cou los reyes.-Colón enviado á España cargado de
g:rmos y tierno recibimiento que le hacen los reyes.-Nombramiento de un nuevo
gobernador de Indias é instrucciones benéficas de Isabel; ídem, páginas 16-! á 177.
-Guerras de Italia.-Partición de Kápoles.-Conducta de don Fernando el Cató-
lico.-Propone al rey de Francia partir entre sí el reino de Nápoles; ídem, pági-
nas 177 á 187.-Siguen las guerras de Italia .-Gonzalo de Córdoba !:n Nápoles.-
Actividad de Fernando é I sabeL-Ignominiosa retirada de los franceses, y persí-
guelos personalmente el rey Fernando hasta :Karbona; ídem, páginas 187 á 205.-
Siguen las guerras de Italia .- Gonzalo de Córdoba en el Garellano; ídem, págs. 205
á 218.-Padecimientos de la reina Isabel y sus causas.-Extravagancia de doña
J nana y aflicción de su madre.-Enferman Fernando é IsabeL-Se restablece el rey
y se agrava la enfermedad de la reina.-Rogativas públicas por su salud.-Senti·
miento é inquietud del pueblo.-Célebre testamento de la reina IsabeL-Nombra
sucesora y heredera á su hija doña Juana y regente del reino á su esposo Fernando.
-Sus últimas y más notables disposiciones.-Admirable fortaleza, piedad, pruden·
cia y previsión de la reina moribunda .-Su muerte ejemplar y cristiana.-Senti·
miento público.-Traslación de sus restos mortales en procesión solemne á Grana-
da; ídem, páginas 218 á 220.
RI CHARD.- Conspiración llamada del triángulo en 1816 y suplicio de Richard; tomo
XVIII, páginas 203 y 204.
RIEGO.-Alzamiento militar en las Cabezas de San Juan.-Expedición desesperada
de Riego.-Se disuelve su columna; tomo XVIII, páginas 226 á 229.-Representa-
422 HISTORIA DE ESPA....~A
S
SAAVEDRA.-El ministerio Saavedra sumiso á la voluntad del Directorio francés
en 1798.-Providencias contra los emigraqos franceses; tomo XV, págs. 307 y 308.
SACUDHIIENTO ~ACIONAL DE ESPAXA EX 1808.-Sentimiento público.-In-
dignación popular.-Insurrecciones.-Junta llamada de España é Indias.- Otros
sucesos; tomo XVI, páginas 28:) á 312.
SAGUNTO.-Aníbal amenaza á Sagunto. -Pretexto de la guerra.- Embajada de los
saguntinos á Roma.-Su resultado.-Conducta del senado cartaginés.-Guerra sa-
guntina.-Heroicidad asombrosa de los saguntinos.- Combates.-Destrucción de la
ciudad.-Ultimo ejemplo de heroísmo.-Inexcusable proceder de Roma; tomo I,
páginas 28 á 31.
S.A.GUNTO.-Sitio y defensa del castillo de este nombre en 1811.-El gobernador An-
driani.- Ataques y asaltos de franceses rechazados.- E~ batido en brecha. -Tra-
bajos y fatiga8 de la guarnición.-Combate heroico sostenido en la brecha.-Rendi-
ción del fuerte de Sagunto.- Capitulación honrosa ; tomo XVII, páginas 210 á 214.
SAINT-JUST, comandante militar de l\Iálaaa.-Es
0
muerto á balazos por el pueblo
amotinado; tomo XXI, página 4!J.
SALADO (cÉLEBRE BATALLA DEL). Véase ALFOXSO XI EL J usTICIERO.
SALAMANCA (Do~ JosÉ).-Su carácter y condiciones.-Es nombrado ministro de
Hacienda; tomo XXIII, páginas 42 á 58.-Fomenta la insurrección del 7 de mayo
HISTORIA DE ESPAXA
TABLA TE.- Paso del puente de este nombre por ~Iondéjar. Véase :Mo~DÉJ.AR (:llAR·
QUÉS DE).
TAFALLA.-Rinde :Jiina la población de este nombre en 1813; tomo XVII, pág 324.
TALAVERA.-Síntomas y preparati•os para una gran batalla en 1809.-Se a\'istan
los ején.:itos enemigos.-CéleLre batalla de Talavera, la mayor que en esta guerra
se había dado.-Triunfo importante de los anglo·españoles.-Premios.-Welle;;;ley
es nombrado capitán general del ejército y vizconde de \Yéllington; tomo XVII, pá-
ginas 38 á 40.
TALLEYRAXD.-Ambiciosos proyectos del príncipe de la Paz.-Xotas de Bonaparte.
-Explica Godoy sus deseos.-Intervención de Talleyrand en este negocio.-Inte-
rrupción que sufrió y sus causas.-Sentimiento de Godoy; t. XVI, págs. 170 á 190.
TA:\IAJO~ (EL CURA DE). reezse YI~UES.A.
TAMPICO.-Expedición á Tampico en 1829; tomo XIX:, página 221.
TARASCO~ (coxFEREXCI.AS DE).- Capitulaciones de la paz de Tarascón, humillantes
para Alfonso III, rey de Aragón.-Otros sucesos; tomo IV, páginas 234 y 235.
TAREXTO. -Sitio de esta plaza por Gonzalo de Córdoba. f'úue Go~ZALO DE
CóRDOBA.
TARlF.A.-Sitio de est~ plaza en la segunda mitad del siglo xrn.-Reflexiones sobre
Guzmán el Bueno y el infaute don J uau; tomo IV, páginas 264 y 265.- .Alzamiento
de partidas liberales en 1824.-Se apoderan de Tarifa.-Tropas francesas y realis-
tas sitian á la plaza.-Fnga de los rebeldes.- Algunos son cogidos y fusilados; -
tomo XIX, páginas 157 á 159.
TARRAGO~A.-Guerra de Cataluña en 1811.-Toman los franceses el castillo de San
Felipe.-Sus proyectos sobre Tarragoua.-Toma el mando del Principado el mar-
qués de Campoverde.-Bullicios dentro de Tarragoua.-Encomienda Xapoleón á
Suchet el sitio de Tarragoua.-Posicióu y condiciones de la plaza. -Campoverde y
Sar:sfield van á su socorro.-Terrible ataque de los franceses al fuerte del Olivo.-
Asalto; resistencia heroica; mortaudad.-Cousejo de guerra en la plaza.-Sale de
ella Campoverde y queda mandando Seuén de Contreras.-Ataque y brecha en el
fuerte de Francolí.-Se retiran los nuestros á la ciudad.-Gran pérdida de los fran-
ceses para tomar otros baluartes.-Llega á la. plaza la di•isión de Valeucia.-Lla-
ma también más fuerzas el enemigo.-Ataque y asalto simultáneo de tres fuertes.
-Quema de cadá•eres franceses y españoles.-Embisten éstos el recinto de la ciu-
dad alta.-Iuútil arribada de una columl)a inglesa.-Asalto general de la ciudad.-
Sangrientos y furiosos ~omLates.-Penetran en ella los franceses.-El gobernador
herido y prisionero.-Desolación, desastres.-Pérdidas de una parte y otra.-La
guarnición prisionera de guerra.-Influencia y efectos de la pérdida de Tarragona
en Cataluña y en toda España.-Lacy reemplaza á Campo•erde.-Suchet mariscal
del imperio.-Otros sucesos en Cataluña; tomo XVII, páginas 187 á 195.-Expedi-
ción de la escuadra anglo-siciliana á Cataluña en 1813.-:Jialograda tentativa con-
tra Tarragoua.-Acti•idad de Suchet.-Faltas de )1oncey.-Regreso desgraciado
de la expedición; ídem, páginas 341 y 342 .-:Jiisteriosos y horribles suplicios en
Tarragoua en 182i.-Pa:,an á Tarragona el rey y la reina; tomo V, página 484.
TAURO.JIA.QUIA.-El consermtorio de música y la escuela de tauromaquia, instituí-
da por Fernando YII; tomo XIX, página 2:39.
TEATRO.-Reforma y reglamento general de teatros llevado á cabo por el príncipe de
la Paz; tomo IV, págs. 40i y 408.- Idem por el conde de San Luis; tomo XXIII,
páginas 133 y 134.
TE~IPLARIOS.-.Jiemorable proceso ele los templarios.-Crímenes horribles de que
se les acusaba.-Prisión general de templarios en Francia.-Empeño y gestiones de
Felipe el Hermoso para ::;u total destrucción.-Conducta del papa Clemente V.-
Concilio general de Viena.-Decreto y bula de supresión.-Suplicios horrorosos de
los templarios en Francia.-Los templarios en Aragón, Castilla y PortugaL-De-
claraciones solemnes de su iuocencia.-Su abolición.-Aplicación de sus bienes.-
Discúrrese sobre la naturaleza y causas de este proceso; tomo IV, páginas 316 á 320.
TEODOREDO.-Guerra entre los vándalos y los suevos de Galicia.-ColTerías des-
tructoras de los váudalos.-Sitios de Arlés y Xarbona.-Triunfo de Teodoredo.-
INDICE GENERAL ALFABÉTICO
Paz con Aecio.-Célebre batalla de los Campos Cataláunicos.-Atila es vencido.-
Muere Teodoredo en la batalla.-Proclamación de Turismundo; tomo II, pági-
nas 6 á 11.
TEODOSIO (EL GRANDE).- Teodosio es sacado de su retiro para ensalzarle al trono
imperiaL - Restablece el valor y la disciplina del ejército.-Incorpora en él á los
godos.- Conserva la tranquilidad de Oriente.-Emperadores de Occidente.-Queda
Teodosio emperador único en Oriente y Occidcnte.-Lucha del cri:stianismo y la
idolatría. -Teodosio y San Ambrosio.-Penitencia pública del emperador.-Edicto
contra el paganismo.-Triunfo del catolicismo en el Senado.-Leyes de Teodosio.
-Su mu erte.-División del imperio; tomo l. páginas 211 á 219.
TERRE:JIOTOS.-Terremotos, siniestros y calamidades en algunas comarcas del reino
en 1829; tomo XIX, página 219.-Desastrosos terremotos en Andalucía en 1884;
tomo XXV, pági1.1as 247 á 25:3.
TESTAM ENTO.-Abrese el testamento de Fernando VIL-La reina Cristina gober-
nadora del reino.-Conducción del cadáver de Fernando al Panteón del Escorial;
tomo XIX, ¡xíginas 286 á 289.
TEUDIS.-Reinado de Teudis.-Invasión de los francos en España.-Célebre sitio de
Zaragoza.- Tregua de veinticuatro horas; t omo II, páginas 21 y 22.
TEUDlSELO.-Reinado de Teudiselo; tomo II, página 22.
TlBERIO.-Comienza á reit1ar dulcemente y se convierte en tirano.-Casos de bár-
bara feroeid ad .-Acaba de arrebatar sus derechos al pueblo romano.-Excesos de
sus gobemadores en España.-Son procesados.-Enemiga de Tiberio hacia los
español~s.-Sus venganzas .-Pasión y muerte del Salvador bajo el imperio de Ti-
berio; tomo 1, páginas 146 á 150.
TILSIT.- Conferencias de los emperadores Alejandro y Napoleón en Tilsit.-Estrecha
amistad que hacen.-Paz de Tibit.- Regreso de Napoleón á París; tomo XVI, pá-
ginas 83 á 85.
TITO.-Dulces reinados de Vespasiano y Tito.-Beneficios que hacen á España y
amor que les profesan los españoles; tomo I, páginas 155 á 158.
TOLOS..A.-Combate y toma de Tolosa por los aliados en 1813; tomo XVII, pági-
na 338.-l\larcha de Soult hacia Tolosa de Francia en 1814.-Persigue Wéllington
á Soult camino de Tolosa.-Batalla de Tolosa favorable á los aliados y última de
esta guerra; ídem, páginas 433 y 43-1.
TORDESILLAS.-Alboroto en SegoYia en 1520 y suplicio horrible del procurador
Tordesillas; tomo VIII, páginas 62 y 6:3.
TORDESlLLAS. -Tratado de este nombre. Véase CoLÓ~; DESCUBRDIIENTO DEL
NUEVO MUNDO.
TORENO (COXDE DE).-Discursos de Toreno y 1\Iartínez de la Rosa en las Cortes
extraordinarias.-Son acometidos por las tnrbas estos dos diputaflos al salir de la
sesión. -A llanan la casa de Toreno.-Vivísima discusión sobre este atentado. -
Discursos de los señores Cepero, Sancho y Calatrava.-Resolución; tomo XVIII,
páginas :340 á :3-1-L-Arreglo de la deuda por el conde de Toreno; tomo XX, pági-
nas 76 á 82. -l\linisterio del conde de Toreno; ídem, :páginas 180 á 183.-Subleva-
ción de las provincias contra el gabinete Toreno. -Asonada en Barcelona y muerte
violenta dada al general Bassa.-Restablecimieuto del orden.-Cuncle la insurrec-
ción en t odo el reino; ídem, páginas :ZU5 á 22D .-Paralelismo entre el ejército, el
ministerio del conde de Toreno y la opini ón pública; ídem, p<íginas 235 y 236.-
Insurrección del 15 de agosto de 1835 en l\Iadrid contra el conde de Toreno; ídem,
páginas 236 á 246.-Efímera y negativa victoria del gabinete Toreno.-Extrémasc
el movimiento insnrreccíonal en las provincias; ídem, páginas 2-!6 á 252. -Caída
del ministerio presidido por el conde de Toreno; ídem, página 259.
T ORO.-Proclamación de Isabel I en Sego,Tia.-Batalla y triunfo de don Fernando en
Toro.-Derrota de los portugneses.-Entrada de Isabel en Toro; tomo VI, pági-
nas 254 á 265.
TOROS DE GUISANDO.-Es reconocida Isabel I heredera del reino.-Vistas y tra-
tos de los Toros de Guisando.-Pretendientes á la mano de la princesa Isabel.-
Decídese ella por Fernando de Aragón.-Difi.cultades que se oponen á este matri-
monio.-Cómo se fueron venciendo.- Interesan te situación de los dos novios.- Se
realiza el enlace.-Enojo del rey y los partidarios de la Beltraneja.- Revoca don
Enrique el tratado de los Toros de Guisando y desh ereda á IsabeL-Conducta de
ésta y de Fernando su esposo.-Otros sucesos; tomo Vl, páginas 160 á líO.
ToMo XXV 28
430 .1IISTORIA DE ESPA~A
TOROS -Abolición de las corridas de toros y novillos bajo el reinado de Carlos IV.
r ,áse TEATRO.
TORQU E.llA.DA (FR. To~IÁS DE).-"S ombramiento de un inquisidor general.-Torque-
ln:id·"l. .-Otros sucesos inquisitoriales; tomo VI, páginas 313 á 317.
TORRIJOS. -Planes de este caudillo de la libertad.- Es llamado con alevosía á Es-
paña.-Su expedicióu.-Trágico fin de Torrijas y de sus eminentes compañeros.-
In famia de González Moreno; tomo XIX, páginas 2-!6 á 253.
TORTOSA.-Sitio, ataque y conquista de Tortosa en 1708; tomo XIII, págs. 78 y 79.
-Aragón y Cataluña en 18!0.-Célebre sitio de Tortosa.-Operaciones de los gene-
rales francescs. -ldem de los españoles. - Dificultades del sitio de Tortosa.-,:'}lovi-
lidad y servicios de Villacampa .-Cómo fué llevada la artillería francesa por el
Ebro.-Ataque terrible de la plaza.-Capitula la guarnición.-Otros sucesos; to-
mo XVII, p áginas 123 á 129.
TOSTADO (EL).-Ciencias eclE:':'iásticas en el siglo xv.-El Tostado.-Prodigiosa. fe-
cundidad de este e.;critor español; tomo VI, página 236.
TRAFALGAR.-~lemorable combate naval de este nombre en 1805; tomo XVI, pági-
nas 56 á 63.
TRÁGALA (EL).-Se prohiben esta canción nacional y los vivas á Riego en 1822; to-
mo XYIII, p ágina 382.
TRAJA~O. -Cualidades de Traj ano. -Sus defectos.-Sns grandes virtudes.-Sus
triunfos militares.-Columna Traj an a.-Erige en España magníficos monumentos.
Famoso puente de Alcántara.-Justicia que hace el Senado á los españoles; tomo I,
páginas 15S á 163.
TRAPE~SE (EL).-Aumento de facciones en 1822.-Toma de la Seo de Urgel por el
Trapense.-Importancia de este hecho; tomo :~nr iii , página :36-!.
TRASTA~IARA (coxDE DE).-Asesinatos de Garcilaso de la Vega y del conde deTras-
tamara; tomo IV, página 341.
TRATADO DE XIZA.-~egóciase la paz entre Carlos V y Francisco l.-Buenos ofi-
cios del Papa.-Tratado de Xiza.-Tregua de diez años.-Célebre entrevista de
Carlos y Francisco en Aguas 2\Iuertas.-Se abrazan y se separan awigos.-Resul-
tado de estas guetTas; tomo VIII, páginas 325 á 328.
TRATADO DE WlTE~IBERG; tomo IX, página 39.
TRATADO DE PAZ DE CATEAU-CA:JIBRESIS.-Pláticas de paz en Cateau-Cam-
bresis.-Dificultades.-Paz entre Francia é Inglaterra.-Célebre tratado de paz en·
tre Francia y Españ a.-Capítulos.-El matrimonio de Felipe II con Isabel de Va-
lois; tomo IX, página 174.
TR .\..TADO DE SEVILLA.-Célebre tratado de Sevilla entre Inglatena, Francia y
E spaña.-Artículo concerniente al enno de tropas españolas á Italia.-Quejas del
cmperador.-Armamentos navales en Barcelona.-Inacción de las potencia.s signa-
tarias en el tratado de Sevilla.-Esfuerzos de la reina I sauel.-El cardenal Fleury.
Ultimatum del emperador .-Respucsta y notas.-Impaciencia de los monarcas es-
uañoles; tomo XIII, páginas 284 á 287.
TR .-\.TADO DE LUXEVlLLE . -~e gociaciones relativas á Parma y Toscana en 1801.
---Artículos del tratado de Luneville.-Convenio de :Jladrid; tomo XV, páginas
3ifl á 38 1.
TRATADO DE ~EUTRALIDAD entre España y Francia bajo el Consulado francés;
tomo XVI, página 34.
TRATADO DE A~IISTAD Y ALIA~ZA entre España y Rusia en 1812; tomo XVII,
páginas 310 y 311.
TRATADO DE VALE~CEY EX 1814.-Esquiva .Xapolcón la paz que le ofrecen las
potencias.-Célebre manifies to de Francfort.-Tratos que entabla Napoleón con
Fernando VII en Valencey.-:Jiisión del conde Lafo rest.-Sus conferencias con los
prín~ipes españoles.-Carta del empemdor á Fernando y respuesta de éste .-Nego-
cían el conde de Laforcst y el duque de San Carlos.-Tratado de Valencey.-Trae
el de San Carlos el tratado á E spaña.-Instrucciones que recibe de Fernando VII.
- Yiene á .Jiadrid.- Viene tras él el general Palafox con nuevas cartas y nuevas
ín,;tmcciones del rey.-Emisarios frauccses en España.-OLjeto que traían y suerte
que con ieron.-:Jtal recibimiento que halló el de San Carlos en :Jladrid.-Presenta.
el tratado á la Regencia.-Respuesta de la Regencia á la carta del rey.-Pónelo en
conocimiento de las Cortes -Consultan éstas al Consejo de Estado.-Digno informe
de este cuerpo.-Famoso decreto de las Cortes, y manifiesto que con este motivo
INDTCE GENERAL ALFABÉTICO 431
publicaron.-Cómo y por qui énes se conspiraba contra el sistema constitucionaL-
Tratado con Prusia.-Se abre la segunda legislatura en 1814; tomo XVII, pági-
nas 405 á 420.
TRATADO ENTRE FERNANDO VII Y CARLOS X.-Nnevo tratado entre Fer-
nando VII y Carlos X so hre pct·manencia de las tropas francesas en España en 1824;
tomo XIX, páginas 1G5 y 166.
TRATADO DE \YAD-RAS entre España y Marruecos; tomo XXIII, p<igina 2G9.
TREGUA DE LOS DOCE AÑOS.-Flandes.-Vcnida del marqués de Espínola á Es-
paña.-Cansancio de la guerra.- Comienza á tratarse de paz.-Qni én y por qué
conducto se hace la prirnera propuesta.-Condiciones que exigen las provincias re-
beldes. - Conducta del rey, de los archiduques y de lo:s Estados fl amencos en esta
negociación. -In tervención de las potencias. -Nombram iento de plenipotenciarios.
Conferencias en la Haya.-Dificnltades para la concordia.-Pcligro de rompimien-
to.-Uediación de los sobentnos y de los embajadores inglés y franc és.-lnterven-
ción de los religiosos.-Se trasladan las pláticas á Amberes.-Se ajusta el tratado.
-Se firma y se ratifica.-Capítulos de la famosa tregua de los doce años.-Recono -
cimiento de la independencia de las provincias unidas. -Humillación de España;
tomo XI, páginas 120 á 12!.).
TRENTO. Véase CoNCILIO DE TRENTO.-Nneva com·ocación bajo Felipe II. Véase
CoNCILIO.
TRIANA.-Infiuencia de los sucesos de Castilla en Andalucía en 1812.-Levantan
los franceses el sitio de Cádi z.-Abandona Sonlt á Sevilla.-Combate y triunfo de
los españoles en el barrio de Triana.-Entran en Sevilla los aliados; tomo XVII,
páginas 294 á 296.
TRIANGULO.-Conspiraciones enl816.-La conocida con el nombre del Triángulo;
tomo XVIII, páginas 203 y 204.
TRIBUNAL DE SANGRE.-Instituye el duque de Alba el Consejo de Tumultos 6
Tribunal de Sangre en los Países Bajos; tomo IX , página 2GO.
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA.-Creación de este tribunal en 1812; to·
mo XVII, página 276.
TRIBUNAL DE GUERRA Y MARINA.-Tareas legislativas en 1812.-Creación
del Tribunal de Guerra y Marina; tomo XVII, página 307.
TRIBUNAL ESPECIAL.-Creación de tribunales especiales en 1823; tomo XIX, pá-
ginas 135 y 136.
TRISTANY (DON BENITO ).-Se subleva en favor de Carlos ; tomo XX, página 36.-
Acciones ele la Panadella y de Ca.laf; tomo XXI, páginas 190 y 191. -Operaciones
de 'l'ristany en Cataluña en 1837; ídem, páginas 272 y 273.-Toma y saqueo de
Moni strol y Montserrat; ídem, página 322.-lntenta renovar la guerra civil en Ca-
taluña en 1847 y es fusilado; tomo XXIII, página 67.
TROCADERO. -S itio de Cádiz en 1823.-Ataqne y toma d el Trocadero y de otros
fuertes.-Temor de los sitiados; tomo XIX, páginas 10:) y 106.
TROPPAU.-La Santa Alin.nza.-Sensación que produjo en Europa el cambio políti-
co de España en 1821.-Revolnción ele Nápoles.-Desórclenes en Sicili::t.-Alarma
de las potencias de la Santa Alianza.- Congreso de Troppau y de Laybach.-Se re-
suelve la intervención en N ápoles; tomo XVIII, páginas 306 á 308.
TUDELA (ACCIÓN DE).-Situación y operaciones del ejército del Centro en 1808.-Es
derrotado en la acción de Tudela; tomo XVI, página 404.
TUMULTO.-El ocurrido en Aranjucz bajo el reinado de Carlos IV. Véase ARAN JUEZ.
'rUPAC-AMARU.-Conmociones en la América del Sur en 1780.- Rebelión de Tn-
pac-Amarú en el Perú.-Sangrienta alevosía con que la inauguró.-Cunde el fuego
de la insurrección.- Arrogancia de Tupac-Amarú al frente de sesenta mil indios.-
Persíguenles Valle y Areche .-Marcha penosa de los españoles.-Derrota Valle á
los sublevados.-Tupac-Amarú prisionero.- Mantienen sns parientes la rebelión.-
Son vencidos.-Atroz ejecución de Tupac-Amarú y su familia en la plaza de Cuzco;
tomo X V, páginas 1 á 6.
432 HISTORIA DE ESPAÑA
u
UBEDA (co~QCISTA DE).- Guerra contra los moros que hace Fernando III el Santo.
-Batalla en el Guadalete á la cual si~ue la conquista de Ubeda; tomo IV, pág. 42.
UCLES.-Funesta batalla de este nombre. réase YussuF.
U L' LES.-Ejército del Centro.-El Infantado.-Venegas.-Desastre de Uclés.-Horri-
bles crueldades y demasías de los franceses en aquella ·villa.-Huye el Infantado á
Murcia, después á Sierra :Morena; tomo XVI, páginas 422 á 424.
ULuiA.-Ofrece .Napoleón la paz á Inglaterra en 1805.-Respuesta negativa.- N apo·
león se corona y se titula rey de Italia.-Sus planes marítimos.-Reunión de las
escuadras francesa y española.-Expedición de Villenem·e y Gravina á la 1\Iartini-
ca.-Napoleón en Italia.-Tercera coalición europea.-Grandes aspiraciones y pro-
yectos del emperador de Rusia.- Proyecto de una repartición general de Europa.-
Recelo y conducta de Napoleón.-Su plan de desembarco en Inglaterra.-Manda
volYer la escuadra de Villeneuve.-Armada, flotilla y ejército de Boulogne.-Com.:
bate entre la escuadra franco-española y la inglesa en Finisterre. -Fatal irresolu-
ción y timidez del almirante francés: Yalor y resolución del español Gravina.-Gtúa
VilleneuYe la escuadra á Cádiz en lugar de lleYarla á Brest.-Imponente actitud de
las potencias coligadas.-Atrevida y magnánima resolución de Bonaparte.- Sorpre-
sa generaL-El ej ército grande.-.A.dmirable maniobra.-Hace prisionero al ejérci-
to austriaco en Ulma; tomo XVI, páginas 46 á 56.
ULTRA-REALJSTAS.-Indulto de 30 de mayo de 1825 en favor de los ultra-realistas
y apostólicos; tomo XIX. página 171.
UXION LIBERAL.-Causas y origen de este partido; tomo XXIII, página 241.
URBIZTOKDO (DON AxroxiO).-Kómbrale don Carlos mariscal de campo y le enco-
mienda la organización de las partidas carli:,tas catalanas; tomo XXI, páginas 268
á 274.-Se subleYa en Vergaracontrael ministerio-regencia; tomo XXII, pág. 104.
URGEL (CONDE DE), F ernando I el de A.ntequera en .Aragón.-Estado del reino á la
muerte de don )lartín.-Aspirantes al trono; cuántos y quiénes; circunstancias de
cada nno.-Competencia entre el conde de Urgel y el infante don Fernando de Cas-
tilla.-Bandos y parcialidades en Aragón, Cataluña y Valencia.-Rebelión y gue-
rras del conde de Urgel.-Célebre sitio de Balaguer.-El conde es hecho prisionero,
juzgado y encerrado en un castillo.-Paz en Aragón; tomo V, páginas 324 á 3-!0.
URGEL.-Formación é instalación de la regencia de Urgel en 1822.-Proclama de los
regentes.-La que dió por su parte el barón de Eroles. -Reconocen todos los abso-
lutistas la regencia.-Vuelo que toman las facciones en Cataluña.-Queman los
liberales en Barcelona el mániti.esto de la regencia.-Prisiones arbitrarias; t. XVIII,
páginas 389 á 392.-::\Ianifiesto de esta regencia; ídem, páginas 396 á 403. -Fuga
de la regencia de Urgel; tomo XIX, página 13.-Sitio y toma de los fuertes de Ur-
gel por el ejército de ~lina; ídem, página 16.
URQU !JO.-Desavenencias entre el ministro Urquijo y el embajador Azara bajo el
reinado de Carlos IV; tomo XV, páginas 320 y 321.-Extraña enfermedad de Saa-
veura.-Urquijo y Soler ministros interinos de Estado y Hacienda.-Estado lasti-
moso del Tesoro.-Informe desconsolador de la Junta de Hacienda.-Arbitrios y
recursos.-Empréstitos, donativos; venta de alhajas, enajenación de bienes vincu-
lados. eclesiásticos y ci,·iles.-Nuevos préstamos.-Fondos de Pósitos.-Emisión'
de Yales.-Caja de descuentos.-Igualación forzosa del papel con el metálico.-Im-
puesto sobre los objetos de lujo.-Junta eclesiástica de vales reales.-Sus planes
económicos.-Espantoso déficit en las rentas.-Situación angustiosa.-Crédito ili-
mitado para socorrer al Papa.-Breves pontificios otorgados en agradecimiento al
rey de España.-N ovedad en la disciplina eclesiástica española.-Guerras de escue-
las con este motivo.-El ministro Urquijo apoya á los reformadores.-Sus ideas
respecto á la Inquisición.-Otros sucesos durante su ministerio; ídem, páginas 349
á 360.-Caída del ministro Urquijo.-Interviene en ella el Pontífice.- Parte que
tuvo el príncipe de la Paz.-Otros sucesos; ídem, páginas 316 á 379.
URRACA (DOÑA).-Dificultades de este reinado.-Opuestos juicios de los historiado-
res.-:Matrimonio de doña Urraca con don Alfonso I de Aragón.-Desavenencias
conyugales.-Disturbios, guerras, calamidades que ocasionan en el reino.-La rei-
na presa por su esposo.-Indole y carácter de los dos consortes.-Alternativas de
fNDTCE GENERAL ATJFABÉTTCO 433
avenencia y discordia.-Guerras entre castellanos y ara.goneses.-Batallas de Oan-
despina y Villadangos.-Proclamación de Alfonso Raimúndez en Galicia.- Gue-
rrean entre sí la reina y el rey, la madro y el hijo, Enrique de Portugal, el obispo
Gelmírez, doña Urraca y sn hermana doña Terosa. -Se declara la nulidad del ma-
trimonio.-Se retira dou ,\Ifonso á Aragón.-Nuevas turbulencias en Castilla, Ga-
licia y Portngal. -Gran motín en Santiago; los sublevados incendian la catedral,
maltratan <Í la reina é intentan matar al obispo; paz momentánea.-Nuevos distur-
bios y guerras.-Amorosas relaciones de doña. Urraca.-Su muerte y proclamación
de don Alfonso VII, su hijo; tomo II I, páginas '214 á 229.
URSINOS (PRINCESA DE LOS).-Su llegada á l\fadrid acompañada de la reina María
Luisa de Sabaya; tomo XII, página 336.-Lucha de iufluenci11.s en la corte de Feli-
pe V.-Rivalidades entre la princesa de los Ursinas y el embajador francés.-In-
triga.s del cardenaL-Contestaciones entre Luis XIV y los reyes de España sobre
este punto.-Triunfo de la princesa sobre sus rivales.-Separación del cardenal
embajador.- Retirada de Portocarrero.-Nuevas intrigas en la corte .-El abate
Estrees.-Aplicación del rey á los negocios de Estado.- Estado de la. guerra gene-
ral en Alemania, en Italia y en los Países Ba.jos; tomo XIII, páginas 1 á 10.-In-
trigas de las cortes de l\fadrid y de Versalles -Separación de la princesa de los
Ursinos.-Profundo dolordelareina.-Nuevoembajador francés.-Carácter y con-
ducta de Gramont.-Cambio de gobierno.-Habilidad de la princesa de los Ursinas
para captarse de nuevo el afecto de Luis XIV.-Va :.í. Versalles.-Obsequios que lo
tributan en aquella corte.-Vuelve iÍ. .l\Iadrid y es recibida con honores de reiua.-
El embajador Amelot.-El ministro Orri .-Campaña de PortugaL-Nueva política
del gabinete.-Conspiraciones.-1\Iuclanza de gobierno; ídem. páginas 18 á 26.-
Mucrte de la reina de Inglaterra.- Muerte de la reina de España -Aflicción del
rey.-Confianza y protección que sigue dispensando á la princesa de los Ursinas.
Mudanza en el gobierno por influjo de la princesa.-Entorpece la conclusión de los
tratados y por qué.-Tratado de paz entre España y Holanda.-Resuelve Felipe
pasar á segundas nupcias.-Parte que en ello tuvieron la princesa de los Ursinas
y Alberoni.- Venida de la nueva reina Isabel Farnesio.~Brusca y violenta despe-
dida de la princesa de los Ursinos.-Cómo pasó el resto de su vida.-Nnevas in-
fluencias en la corte; ídem, páginas 154 á 164.
USAGES,-Famosas leyes de este nombre. Véase RAl\IÓN BERENGUER I.
UTREOHT.-Se acuerdan las conferencias de Utrecht en 1712.-El archiduque de
Austria es proclamado y coronado emperador de Alemania; tomo XII r, página 130.
-Plenipotenciarios que concurrieron á Utrecht.-Confcrencias.--Proposición de
Francia.-Pretensiones de cada potencia.-1\fanejos de Luis XIV.-Situación de
Felipe V.-Opta por la corona de España, renunciando sus derechos á la de Fran -
cia.-Tregua entre ingleses y franceses.-Sepárase Inglaterra. de la confederación.
-Campaña en Flandes.-Triunfos de los franceses.-Renuncias recíprocas de los
príncipes franceses <Í la corona de España y de Felipe V á la de Francia.-Aproba-
ción y ratificación de las Cortes españolas.-Altera Felipe V la ley de sucesión á la
corona de E:,;paña.-Cómo fué recibida esta novedad.-Tratado de la evacuación
de Cataluña hecho en Utrecht.-Tratados de paz.-De Francia con Inglaterra.-
Con Holanda.-Con PortugaL-Con Prusia.-Con Saboya.-Tratado entre España
é Inglaterra.-Concesión del asiento ó trata de negros.-Niégase el emperador á ha-
cer la paz con Francia.-Guerra en Alemania.-Triunfos del francés.-Tratado de
Rastadt ó de Badeu. -Paz entre Francia y el imperio; ídem, páginas 131 á 145.
w
VlALIA .-Combate á los vándalos y alanos y los vence.- Cédele Honorio la Segunda
Aquitania, y fija su corte eu Tolosa ; tomo II, páginas 5 y 6.
\\""AMBA.-Extranas circunstancias que acompañaron la elección ele \Vamba. - Sure-
pugnancia á acept ar la corona.-Alteraciones en la Vasconia.-Idem en la Galia
gótica.-Famosa rel 1elióu de Paulo.-Simulacro de corouación.-Sujeta \Vamba á
los vascones y á los tarraconenses.- T oma de Narbona - Célebre ataque de Nimes.
-Se posesiona d e la ciudad y hace prisionero á Paulo y á los principales re beldes.
-Solemnidad cCJn que fueron juzgados. -Sentencia ele muerte.-lndulgencia de
Wamba.-Su entrada triunfal en Toledo. - Humil.lación afrentosa de Paulo y sus
cómplices. -Notable ley de " ""am ba .-Flota sarraceua en el ~ I ed i terrán eo. - Es des·
truída por las naves godas.- Concilios celebrados en el reinado de \Yamba.- Sus
principales disposiciones - Singular traza inveatada por Ervigio para destron ar á
Wamba.-Le visten el hábito de penitencia y se retira gustoso al claustro.-Ervi-
gio es escogido rey ; toruo I 1, páginas 66 á 74. .......
WELLlNGTON.-'l'alaYera y Gerona. -Plan de campaña concertado en 1809. -
. Fuerza y posiciones respectivas de los ejércitos francés y anglo-españoL -Célebre
batalla de Tala vera y premios. - \Yelles ley es nombrado capitán general de ej~rcito
y vizconde de W éllington.- Desaveneucias entre Cuesta y W éllington. - W éllington
con los ingleses se replega á la frontera de PortugaL-Resultado de esta campaña
para unos y otros ; t omo XVII, páginas 35 á 4ti .-Fuerza, militar fran cesa que ha-
bía en E spaña y su distribución.-Preparativos para la famosa expedición de Por-
tugal.- Sitio de Ciudad-Rodrigo; capitulación, entrega de la plaza y abaudono en .•
que la dejaron los ingleses.-Sitio y toma de Alwe1da. - Desaliento de los ingleses
y firmeza de \\7 éllington .-:Se retira \Yéllington á las famosas líneas de '.t1orres· Ve-
dras. -DeEcripciún de estas posiciones. - Impasibilidad de \ Véllington ; ídem, pági-
nas 113 á 121.-Continuación de la guerra.-Formaliza \Yélliugton el sitio de Ci u-
dad-Rodrigo.-Toma la p laza y hace pri~ionera la guarnición.-:Emprende el sitio
de Badajoz.-Brillante defensa que hacen los fra nce~e~. -La a~a ltan y toman los
aliados.-l\Ial comportamiento de los ingleses en la ciudad; ídem, p ágs. 256 á 258 .
-Levanta Wéllington sus reales de Fuenteguinaldo.-T oma los fuertes de Sala-
manca.-Premio de las Cortes á Wéllington.-El t oisón de oro.-Parte Wéllington
de l\Iadrid á Burgos.-Cercaycombate el castillo.-Levanta Wéllington el sitio con
pérdida y se retira de Burgos.-Fatal ocasión en que lo hizo, cuando las Cortes le
acababan de nombrar generalísimo de todos los ej ércitos de E spaña.-Se resiente el
general Ballesteros de este nombramiento.--Es separado del mando de Andalucía.
-El ejército franc és persigue á W éllingt on y á los aliados.-EYoluciones de unos y
otros en Castilla la Vieja.-Se retira \V éllington á Salamanca.-Destrncción de
puentes.- Síguele el francés.-Retrocede el general británico á Portugal.-Va W é-
llington á Cádiz.-Obsequios que recibe.- Se presenta en las Cortes.- Le dan
asiento entre los dipu tados; s u discurso. - Contestación del presidente.-Pasa \ V é-
llington á Lisboa; ídem, páginas 280 á 292.-Prepara W éllington la grande cam-
paña.-Alza W éllington sus reales .-Muévese hacia Salamanca .-Fuerzas q ue lleva.
-Retírase José hacia Vitori a .-Pasan tras él el E bro Wéllington y los aliados.-
Célebre batalla en los campos de Vitoria.-Recompeusas á lord Wéllington.-Jnicio
de esta importante campaña; ídem, páginas 328 á 339.-Conferencias de Wélling-
ton con M. dA Villéle en 1822 ; t omo XIX, págin a 25.
ToMo XXV 29
438 HISTORIA DE E SPAXA
ZAGAL (EL) -El Zagal y Boabdil. -Resn ltaclo de la partición del reino granadino
en 1486.-Gnerra á mnm·te entre Boabd il y E l Zaga l en las calles d e Granada; la
fomentan los cristianos.-Sitio de Yélez y derrota de E l ZagaL-Le cierran alZa-
gal las puer tas de Gmnada ; tomo VI, páginas 3-!7 á 355.
ZALA.CA.-Célebre bat alla de este nombre. J·éase ALFoxso VL
ZAMA.-Caída d e Cartago.-Entrevista de Aníbal y Escípión. -Famosa batalla de
Zama.-Triunfa E scipióu y sucumbe Cartago; tomo I. p ágina 58.
ZA:JIBRANO (MARQUÉS DE).-El marq ués de Zambrano ministro de la Guerra.- Cam-
bio notable en la polítíca. - S npresión de las comisiones militares. - Respiran los
liberales perseguid os --Se itTitan los realistas ; tomo XIX, p áginas 172 y 173.
ZARAGOZA.-Acontecimientos que produj o en esta ciudad el proceso de Antonio
P érez. r éase A:t\TOXIO PÉREZ .- Primer sitio de Zaragoza en 1808.- Zaragoza
amenazada. - Salida de Palafox.- Resolución del pueblo.-Ataca el enemigo por
tres puntos : es rechazad o.-Combate de las Eras. -Enérgicas y acertadas disposi-
cion es de Cal \'o de Rozas. - Recibe Lefebvre refuerzos de Pamplona.-Intima la
rendición á h ciudad : d igna r espuesta que se le d<1 .-Acción de Epila desfavorable
á P <:l lafox; ::;e r etira á Calataynd.- Solemne jmameuto cívico en Zaragoza.-Sereni·
dad de Cah·o de Rozas y en tereza del marqués de Lazán. - El general Berthier trae
refuerzos á Lefclwre; toma el mando en jefe. -Bombardeo.-Ataque general.-De-
fema heroica. - Proeza de Agustina Za ragoza : mara,·i lloso efecto que produce.-
Xue,·os ataques .-.Aparicióu de Palafox.-Alegría y entnsiaswo popula r.-Circun-
vala Berthier la población.-Puente de balsas en el Ebro.-Combates diarios.-
Ruda y sangrien t a pelea en calles y casas.-Morta ndad de france ses.- Levantau el
siti o y se retiran.-Son perseguid os hasta K avarra; t omo X VI, páginas 361 á 374
- Segundo si tio de Zamgoza.-Fortificacioues y medíos de defen:sa .-Fuerza de
: >iti ado res y l'.itiados. - Pri meros a taques; pérdida del .Jlonte-Torrero - l\Iortier,
Suchet , Moncey, J un ot - :Sangriento combate de San J osé : del a ntepuerto del
H uerva .-Zaragoza circunvalada. - Bombardeo. -X ue vos comba tes. - Epidemia.-
Her oísmo de los zaragoza nos - Partid as fuera de la ci uJad. -Es asaltada la pobla.-
~ión por tres puntos. - llesistencia adm iraule. -Lanne:; general en jefe del ejército
sitiador.-:Jlortíle ro ataqne del arra bal.-:Jli nas, contraminas. vo laduras de con-
ventos y casa~ .- Porfii\da lucha en cada casa y en cada habitación.- Estragos
uorribles de la epidemia: espantosa mortandad. -Firmcza de los zar agozanos.-Pa.-
lafox enfermo.-Di:;gusto y murmuraciones de lo::; franceses. -Ultimos ataques y
volacl nras.-Oapitul ación.-Elogios de este mem orable sitio hechos por los enemi·
gos.- Cnadro desgarrador que presenta la ciudad.-Resnltado general de esta se·
gunda ca mpaua; ídem, páginas 428 á 435. -El cabecilla carlista Cabañero sorpren-
de á e.:,ta ciudad el 5 de marzo de 1838, pero es arrojado de ella con grandes pér·
elidas; tomo XXI, páginas 326 y :32í.
INDICE GENERAL ALFABÉTICO 439
ZARIÁTEGUI (DON JuxN A"NTO.NIO).-Confíale Zumalac:'Írregui el mando de unn.
columna carlista; tomo XX. p;ígina 135.- Expedición de z ~tri{Ltegui; tomo XXI,
páginas 245 á 267.-Es reducido á prisión por orden de don Carlos; ídem, pági-
na 31:3.
ZA VALA (DON Jua"N).-Su brillante conducta en la batalla de Grá; tomo XXT, p ági -
nas 223 y 230.-Sofoca en ell\laestraz~o la insurrección carlista de 18-H; t. XXIII,
página 6 :~ .-Desterrado á. Ceuta por Narváez, contribuye á sofocar una sublevación
en aquella plaza; ídem, página 84.-Es nombrado ministro de E-;tado. - Sofoca un
motín en Va.lencia; ídem, p:lgina~ 206 á 213. - :Manda un cuerpo de ejército en la
guerra de Africa.-Queda balda.do del costado derecho y tiene que retirarse; ídem,
páginas 26:3 á 266.-Su oposición al ministerio González Bravo.-Es de:;terrado á
Canaria.s; ídem, pá.gina 312.- Es nombrado ministro de la Guerra; to rno XXIV,
página 294 -Sus esfuerzos por reorganizar el ej ército y arbitntr recur::;os contra los
carlistas; ídem, páginas 323 á 325.-Se encarga del mando del ejército del Norte y
le reorganiza.-Dimite por causas políticas; ídem. páginas :33!J á :3-H.
ZAY.A.S.-Qucda el general Zayas en ~Iadrid en 1823 para conservar el orden público.
-Entra A,ngulerna en ~Iadrid.-Sale Zayas; tomo XI:S:, página 55.
ZEA. BERMUDEZ.-Su ministerio en 1824.-Reales cédulas.-Sujetando á purifica-
ción á todos los catedráticos y estudiantes del reino.-Sobre espontaneamiento de
los que hubieran pertenecido á sociedades secretas.- Los masones y comuneros son
tratados como sospechosos de herejía.-Los qne no se espontanearan eran conside-
rados como reos de lesa majestad.-Premios por servicios hechos al absolutismo;
tomo XIX, p ág inas 154 á 156.-Dos partidos dentro del gobierno.-Consigue Zea
Bermúdez el alejamiento de Ugarte.-Opuesta condncta de otros ministros. -Sus
circulares sobre purificac iones; ídem, páginas 168 y 169.-Caída de Zea Bermúdez;
ídem, página 178.-Caída de Calomarde y ministerio de Zea Bermúdez; ídem, pági-
na 261.-Venida de Zea Bermúdez. -Su influencia en coutra de los liberales. -Cir-
cular de Zea á los agentes diplornáticos.-Su sistema de despotismo ilustrado.-
Otros sucesos; ídem, páginas 268 á 272. -Consideraciones acerca de la política de
este ministro; ídem, páginas -107 y 408 -La reina gobernadora ratifica los poderes
de su ministerio.-Oposición contra él; tomo XX. páginas 1 á 12.-Caída de Zea
Bermódez; ídem, páginas 20 á 23.
ZORNOZA.-Acción de este nombre dada en 1803 entre Blake y Lefebvre .-Su resul-
tado.-Se retira Blake á Balmaseda; torno X VI, págin as 396 y :397.
ZORR.AQUlN.-Muerte de este j efe constitucional en el campo de batalla; torno XIX,
página 81.
ZUBIA (BATaLLA. DE LA). Véase GRaNaDA.
ZU J AR.-D~ scalahro de nuestro tercer ejército en Z1íj ar en 1811; tomo XVII, pág. 208.
ZU.MALACARREGUI (nox To:\IÁs).-Se subleva en favor del Pretendiente; t. XX,
páginas 15 y 16.-Sus primeros triunfos; ídem, páginas 27 á 36.-Negociaciones con
el general Quesada y su ruptura. -Operaciones militares; ídem. p ági nas 3!) á 48.-
0peraciones militares en el ~orte hasta la segunda mitad del año 1834.-Desas-
trosa jornada. de Alegría; ídem, páginas 94 á 97.-0arnpaña del general Mina.-
Heroíca defensa de los urbanos de Peralta y de Víllafranca.- Acciones de Onzúe
y de 1\Iendaza.-J ornada de Arquija; ídem, p <ígiuas 103 á 120 -Operaciones en el
Norte anteriores al segundo ma.ndo del gene ral Valdés ; ídem, págiuas 13-! á 14:3.-
0pónese á los planes del general liberal Valdés. -Le derrota en las .A.mézcuas.-
Dispersa la división de E 'lpartero en Descarga; ídem, p:íginas 161 á 170.-Conve-
nio de lord Elliot; ídem. página 173. - Primer sitio de Bilbao.-Acuden en auxilio
de la plaza Espartero, La Hera y Latre.-Herida y fallecimiento de Zurnalacárre-
gui; ídem, páginas 19:3 á 2UO.
ZURBANO (DO~ MaRTÍN).-Levanta una partida y auxilia á las fuerzas liberales;
torno XXI, p1gina 36.-Zurbano en el sitio de Segnra.-Acciones de Aliaga y de
Beceite; tomo XXII, páginas 15 y 16.-Sofoca la sublevación de bs Provincias Vas-
congadas contra el Regente; ídem, páginas 113 y 11-1. - Esfuérzase por sofocar el
alzamiento de Cataluña contra el Regente; ídem, páginas 18-! y 185.-0peraciones
en Cataluña; ídem, páginas 205 á 208.-Sublévase el general Zmbano contra el
ministerio Narváez y es cogido y fus-ilado juntamente con sus hijos; ídem, pági-
nas 425 y 426.
PÁGS.