Articulo 163
Articulo 163
Articulo 163
Artículo 163
El Estado garantiza la seguridad de la Nación mediante el Sistema de Defensa
Nacional.
La Defensa Nacional es integral y permanente. Se desarrolla en los ámbitos
interno y externo. 1bda persona, natural o jurídica, está obligada a participar en
la Defensa Nacional, de conformidad con la ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 56 inc. 3), 118 ine. 14), 164 a 168;
D.Leg. 560: arts. 4y 24;
C.P.; arts. 316,317, 331,332,404;
Ley 23118: arts. 2,6,12;
Ley 24150: art 3;
Ley 27806: art 15;
D.Leg. 370:
arto 21; Ley 27860;
D.Leg. 743: arts. 1 al 9, 10;
D.U.D.H.: arto 28;
P.I.D.C.P.: arto 2.1;
P.I.D.E.S.C.: arto 2.1
Alberto Otárola Peñaranda
1. La seguridad y la Defensa Nacional
El Estado contemporáneo, cuya organización jurídica se modeló básicamente a
lo largo del siglo XIX, perfeccionándose en el siglo XX tiene entre sus
características principales el ser un Estado constitucional, encargado de la
producción jurídica, el orden, la seguridad y la atención de los servicios básicos
de la población. El Estado está dotado de poder y es uno y soberano, radicando
en él la autoridad. Para el ejercicio de los fines y objetivos que le están
encomendados, los órganos competentes dictan el Derecho, se gobiernan a
través de la ley, se ejerce la coerción necesaria y se apela discrecionalmente a
los aparatos con los que el Estado-Nación cuenta para que sus mandatos se
cumplan, la autoridad se respete y la soberanía pueda ser defendida.
En ese sentido, se debe tener claro que las instituciones militares son entidades
estatales, organizadas de acuerdo con la ley y sometidas a la Constitución.
Reclamar la naturaleza castrense para establecer reglamentos militares
opuestos a las normas constitucionales es simplemente inaceptable. La
Constitución manda y civiles y militares tienen la misma obligación de someterse
a sus mandatos. Es absolutamente concluyente que las normas, códigos,
reglamentos y ordenanzas militares están inexorablemente subordinadas a la
Constitución. Por lo tanto, las autoridades militares, y sus organismos tienen que
ajustar su conducta, organización y atribuciones a lo que dispongan la
Constitución y las leyes.
Al respecto, el profesor Germán Bidart Campos escribe que "(...) si una razón
hubiéramos de dar para propiciar la separación entre poder militar y poder civil,
y para fundar la negativa a que las fuerzas armadas ocupen a título propio el
poder del Estado, volveríamos a la noción del poder político como poder 'total'
('de' y 'para' toda la sociedad), que no se compadece con su ocupación y ejercicio
por un 'poder' (el militar) que es sectorial y que, marginando la participación
social en la designación de los gobernantes, asume por sí y para sí las funciones
estatales"1019.
Desde esta perspectiva, no debe quedar duda sobre la relación intrínseca que
debe existir entre la vigencia y consolidación del Estado de Derecho con el
control civil de las Fuerzas Armadas. Estas últimas son un componente
importante del sistema y deben supeditarse a las reglas de la democracia, las
cuales implican, desde luego, el acatamiento de las órdenes y políticas
emanadas del poder constituido. Ya desde la década de los sesenta Samuel
Huntigton desarrolló esta teoría, en virtud de la cual una de las condiciones para
legitimar el profesionalismo militar es la subordinación al poder civil. El autor
citado es categórico con este concepto: "El control civil objetivo alcanza su fin
militarizando a los militares, haciendo de ellos un instrumento del Estado" 1020.
1018 DE VERGOITINI, Giuseppe. Diritto Costittl~ona¡e campar ato. 4" edizione, Cedam,
Padova,
1993, pp. 296-297.
1019 BIDART CAMPOS, Germán. El status constitucional de las Fuerzas Armadas en
Argentina.
En: "Jurisdicción militar y Constitución en Iberoamérica" (Libro Homenaje a Domingo
García
Belaunde). Editorial Grijley, Lima, 1997, p. 39.
1020 HUNTINGTON, Samuel. El soldach y el Estach. Círculo Militar, Biblioteca del Oficial,
Buenos
Aires, 1964, p. 486
Contribuir con la Defensa Civil, de acuerdo a ley. No debe escapar del análisis
el papel fundamental que cumplen las Fuerzas Armadas, especialmente en
situaciones de catástrofes naturales, debido al componente logístico del que
disponen.
Así, por ejemplo, la Constitución de 1823 consignó una fórmula muy interesante,
que podría inclusive ser considerada en la actualidad. Sostuvo que la defensa y
seguridad de la República demandaba "una fuerza armada permanente", en
tanto que las Constituciones de 1826 y 1828 no consignaron norma alguna sobre
este aspecto.
Para garantizar que esta política se diseñe, apruebe y ejecute, existe en el Perú
como en buena parte de los demás países, un Sistema de Defensa Nacional,
ahora denominado, como ya se puntualizó, Sistema de Seguridad Y Defensa
Nacional, que es un conjunto de órganos, procedimientos, normas y políticas
destinadas a lograr que todas las personas y recursos del país puedan estar
disponibles para garantizar la seguridad, en las distintas fases de amenaza que
puede sufrir: desde las más pacíficas hasta la guerra de largo aliento.
Empero, ello no ha impedido que la doctrina sea crítica sobre los conceptos y
contenidos asumidos respecto del rol de las Fuerzas Armadas, e inclusive sobre
la propia significación de ciertas definiciones.
De otro lado, la Defensa y la Seguridad Nacional han sido temas que al inicio
fueron naturalmente encargadas a las Fuerzas Armadas. Con la evolución de
nuestras constituciones, el concepto se ha ido ampliando y abarcando a toda la
sociedad. Otro elemento que marca cierta confusión ha estado caracterizado
precisamente por el hecho de considerar, casi como lo mismo, a la defensa y a
la seguridad nacional. Es bajo este último concepto que las Fuerzas Armadas se
han movido en el escenario constitucional como las únicas instituciones que
debían tratar lo relativo a la seguridad que requiere la nación; es decir, colocando
a la seguridad como elemento intrínseco a las atribuciones de estas fuerzas, sin
permitir siquiera que ello pudiera ser cuestionado, como de hecho creemos que
debe ser cuestionado, pues la seguridad nacional es más bien una obligación
ciudadana y no una cuestión estrictamente castrense, identificada muchas veces
como una mal entendida tutela sobre el poder civil.