El Adivino
El Adivino
El Adivino
Fábulas
:
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para
oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los
pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte
de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días
después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó
su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un
hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se
ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a
apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los
puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero
de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y
ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus
jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le
vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El
hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo
tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: “
Proverbios
Novelas cortas
La casa donde murió
de Julia de Asensi
Camino del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo
nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su
madre, Fernando el prometido de la joven, y yo.
Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de
Agosto, y los cuatro guardábamos silencio. La señora de López rezaba
mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje;
Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo
contemplaba la deliciosa campiña por la que rodaba nuestro coche.
Serían las seis cuando el carruaje se detuvo a la entrada del pueblo; bajamos y
nos dirigimos a una capilla donde se veneraba a Nuestra Señora de las Mercedes,
a la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su
hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio,
situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y
penetramos en un patio cuadrado, con las tapias blanqueadas, y en el que se
observaban algunas cruces de piedra o de madera, leyéndose sobre lápidas
mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón vi a una mujer
arrodillada, en la que mi compañero no pareció fijarse al pronto.
Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí
que no era únicamente por verla por lo que el joven había llegado hasta allí.
Observé que buscaba alguna cosa que no encontraba, hasta que vio a la mujer,
que era una vieja mal vestida y desgreñada, que le estaba mirando atentamente.
Fernando bajó los ojos, y ya iba a alejarse, cuando la anciana se levantó y le llamó
por su nombre, obligándole a detenerse.
Lazarillo de Tormes:
Sin duda estamos ante una magnífica novela histórica, aunque probablemente a
El Espartano le falta algo para ser una historia redonda, el personaje principal,
aunque interesante, no tiene el carisma del gran Temistocles, que aun siendo un
actor secundario en esta novela, sigue siendo de los más carismáticos.