Aldo Farah Perez
Aldo Farah Perez
Aldo Farah Perez
Facultad de Ciencias
Escuela de Biología
2016
Miembros del Tribunal
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Director de tesis.
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Ingo Werthmann, Dr
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Lector.
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Lector.
ii
A Dunia y Walter,
iii
Agradecimientos
Le agradezco a mi familia por el cariño y apoyo que siempre me han brindado. En especial
a mis padres por inculcarme la curiosidad por aprender y darme las herramientas necesarias
para poder hacerlo.
Al comité de tesis por sus observaciones y paciencia durante este proyecto. En especial a
don Gerardo que me ha permitido trabajar y formarme bajo su tutela por tantos años ya.
También a Catalina Benavides por enseñarme a usar los sistemas de información geográficos
sin los cuales este trabajo no hubiese sido posible.
Relativo al trabajo, le agradezco a las instituciones del sector hidroeléctrico del país por
facilitarme la información y mostrar buena voluntad para abordar este proyecto. También al
personal del archivo de Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA) por sus asistencia
en la obtención de mucha de la información y al PRIAS del Centro Nacional de Alta
Tecnología (CeNAT) por el préstamo de equipo para una parte del análisis.
También quiero agradecerle especialmente a todo el personal del CIMAR por todos los
ratos agradables con un café de por medio. En especial a Allan, Andrés, Eddy, Jennifer, Luis
Diego, Maggie, Marco, Victoria y Wendy por tantas historias que han hecho el viaje más
agradable.
iv
Índice General
Contenido Página
1. Introducción.........................................................................................................................1
1.1 Marco Teórico...................................................................................................................1
1.2 Antecedentes....................................................................................................................14
1.3 Justificación.....................................................................................................................17
2. Hipótesis............................................................................................................................17
3. Objetivo General................................................................................................................17
3.1 Objetivos Específicos......................................................................................................17
4. Materiales y Métodos.........................................................................................................18
5. Resultados.........................................................................................................................27
6. Discusión...........................................................................................................................44
7. Conclusiones.....................................................................................................................59
8. Bibliografía........................................................................................................................62
v
Índice de Figuras
Figura 5. Área de drenaje y el valor relativo en la cuenca (VRC) de cada presa y retorno..37
Figura 6. Mapa de presas y retornos en las cuencas con pocas plantas hidroeléctricas........54
vi
Índice de Cuadros
Cuadro 2. Medidas de fragmentación, uso del agua y caracterización del tramo crítico........33
vii
RESUMEN
Desde 1950, las presiones antropogénicas sobre los ríos han aumentado rápidamente.
El cambio climático, la contaminación y la construcción de infraestructura son los principales
factores de riesgo. Para la fauna dulceacuícola, las represas y la fragmentación son
actividades de alto impacto. Las principales consecuencias son la alteración del flujo, el
cambio en las características físico-químicas del agua y el impedimento del desplazamiento.
Estos impactos varían según el tamaño, el tipo y el funcionamiento de la represa. A nivel
mundial, la mayoría de cauces se encuentran bajo la influencia de alguna planta
hidroeléctrica.
viii
Se identificó el impacto potencial para 90 especies que actualmente traslapan su
distribución con esta actividad. El impacto común es la disminución del hábitat que puede
derivar en la interrupción de los ciclos de vida y en el aislamiento o división de poblaciones.
En general, las especies diádromas son las más afectadas. Mientras en el tramo crítico las
especies bentónicas con cuido parental son las más impactadas, además de varias especies
costeras. Todavía existen incógnitas respecto a especies con una estrategia periódica.
ix
1. INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente y desde el punto de vista ecológico, los ríos son descritos como un
ecosistema continuo (Vannote et al., 1980). Las características físicas en estos ambientes
presentan un cambio gradual desde las partes altas hasta las partes bajas de las cuencas. Para
los organismos esto implica un cambio sucesivo en las fuentes predominantes de energía a
lo largo del ecosistema. Según esto, en las partes altas la fuente de energía predominante son
los insumos externos que provienen de la vegetación ribereña. Mientras que en las partes
medias la producción primaria dentro del río es la principal fuente de energía. Esto conlleva
cambios progresivos en las comunidades biológicas, reflejados en la abundancia, la
composición de especies y los grupos funcionales dominantes.
El flujo de energía en este continuo se caracterizó como una “Espiral de Recursos” por
Newbold y colaboradores (1982). Según esto, los recursos no fluyen libremente desde las
partes altas hasta las partes bajas, sino que son almacenados periódicamente en los
organismos, los detritos y los desechos. Una vez que los materiales son liberados por
descomposición, son transportados en dirección aguas abajo hasta que son reincorporados
nuevamente en la dinámica trófica.
1
Stanford y Ward (1993) reconocieron la importancia que tienen las interacciones entre el
flujo superficial y los acuíferos subterráneos. Las interacciones incluyen el uso de los
intersticios por parte de los macroinvertebrados, participación activa de las bacterias y de las
plantas en la dinámica química del agua y la mezcla de aguas en espacios físicos y temporales
variables a través de un “Corredor Hiporreico". Esta definición también vincula directamente
los procesos que suceden en las cuencas con los ríos directamente a través de la escorrentía
subterranea. Según lo mencionado hasta ahora, los ríos son ambientes con tres dimensiones
espaciales y una temporal. El eje longitudinal desde la cabecera hasta la desembocadura, el
eje horizontal implicando las conexiones horizontales con la cuenca, el eje vertical tomando
en cuenta las interacciones con el agua subterránea y el eje temporal que se sobrepone e
influencia la dinámica de los ejes espaciales (Ward, 1989).
La teoría del “Continuo Riverino” (Vannote et al., 1980) supone un cambio gradual en la
abundancia de las especies según su ecología trófica. Sin embargo, Statzner y Higler (1986)
consideraron que las características “Hidráulicas del Río” como: la velocidad de la corriente,
la profundidad o el tipo de sustrato, entre otras variables que están relacionadas con el flujo,
son los factores más importantes determinando las comunidades bénticas. Ya que donde se
observan cambios en las “hidráulicas del río” se observan cambios en la composición de
especies. De esta manera se empezó a reconocer que dentro del continuo longitudinal existe
una “Heterogeneidad Espacial de Parches” a la cual los organismos también responden
(Pringle et al. 1988).
Pringle y colaboradores (1988) definieron los parches con un enfoque práctico. Este
planteamiento es conveniente porque permite que la escala de trabajo pueda adaptarse a las
necesidades de la pregunta abordada. Algunos de los factores que se deben tomar en cuenta
para definir los parches según los autores son: el tamaño y su distribución espacial en el
ecosistema, la dinámica entre ellos, los diferentes tipos posibles, la duración temporal y los
mecanismos que influyen en la formación del mismo. De manera similar, Townsend (1989)
también evidenció esta heterogeneidad espacial. Además, señaló que para mantener la
diversidad en estas comunidades bióticas, los disturbios o cambios en el ecosistema físico y
los eventos de recolonización tienen mayor preponderancia que las interacciones tróficas.
Esto es congruente con lo que establece la teoría del “disturbio intermedio” (Hutchinson,
2
1953; Conell, 1978), donde los valores más altos de diversidad se asocian a la ocurrencias de
disturbios de intensidades intermedias, debido a la presencia de especies que colonizan
rápidamente y otras que se logren establecer y mantenerse entre los disturbios. Como
consecuencia de esto, en estos ecosistemas existe una baja o poca sucesión temporal de la
comunidad (Townsend. 1989).
Dados los atributos señalados hasta ahora correspondientes a la ecología de los ríos y
tomando en cuenta que las referencias citadas son las conclusiones a las que se llegó después
de muchas pruebas acumuladas. No es de extrañar que simultáneamente se desarrollara otro
punto de vista, donde los ríos no fueran vistos como un modelo linear sino más bien como
un modelo jerárquico. Frissel y colaboradores (1986) propusieron una caracterización donde
las escalas varían tanto espacialmente como temporalmente. Las categorías más amplias
pueden influir en las categorías más bajas ya que se encuentran espacialmente anidadas. La
ventaja de este enfoque es que incluye los procesos naturales de la cuenca y su influencia en
los ríos y las diferentes subdivisiones: segmentos, a una escala espacial de 102 metros de
longitud y una escala temporal entre 104 y 103 años, tramos (10 m, 102-10 años), hábitats (1
m, 10-1 año(s)) y microhábitats en centímetros y meses.
Durante la década de los años 2000, se propusieron modelos que buscaban integrar los
conceptos generados durante los años 80 y 90. En 2006, Thorp y colaboradores propusieron
3
el modelo más integrador hasta ahora. Ellos describen los ríos como un arreglo de parches
hidrogeomórficos determinados por la geología y el clima de la cuenca. Estos parches son
“zonas de procesos funcionales” moldeados por diferentes procesos fisicoquímicos que
afectan la estructura y función del ecosistema y por tanto a la biota presente. Algunos tipos
de parches pueden repetirse en diferentes posiciones longitudinales en la cuenca.
Una propuesta que surgió como consecuencia de la publicación del continuo riverino
(Vannote et al. 1980) y el transporte de energía mediante la espiral de recursos (Newbold et
al. 1982) fue el concepto de “discontinuidad en serie” (Ward & Stanford, 1983). Este trabajo
predijo el efecto por debajo de las represas en el transporte de materia y energía, así como en
factores bióticos y el cambio en el ecosistema según la ubicación de las represas sobre el eje
longitudinal de la cuenca. Posteriormente, los mismos autores (Ward & Standford, 1995)
ampliaron el concepto para incluir los efectos sobre las llanuras de inundación en las partes
bajas de las cuencas. Si bien todavía se sigue comprobando la validez de algunas de las
predicciones tanto en la dirección como en la magnitud (p. ej: Stanford & Ward, 2001; Ellis
& Jones, 2014). Las predicciones hechas ponen en perspectiva que tanto el eje longitudinal
como el eje horizontal, así como la calidad del hábitat y el flujo de agua, son los principales
referentes teóricos para tomar en cuenta a la hora de abordar el tema de las represas y sus
efectos ambientales.
Amenazas y Represas
Sin embargo el cambio climático no es la única fuente de presión. Desde la segunda mitad
del siglo XX, las presiones antropogénicas como: la extracción de agua, la pesca, el número
de especies invasoras y la construcción de grandes represas, han aumentado rápidamente
(Strayer & Dudgeon, 2010). Algunos ejemplos de las consecuencias para la fauna incluyen:
4
estimaciones donde entre 10000 y 20000 especies de macroinvertebrados dulceacuícolas se
han extinto o se encuentren en riesgo a nivel global (Strayer, 2006). Esto también se evidencia
en zonas con alto desarrollo humano, donde es normal que más del 30% de las especies y sus
poblaciones estén extintas o en riesgo (Strayer & Dudgeon, 2010).
En Norte América se calculó que la tasa de extinción para la fauna dulceacuícola durante
el siglo XX fue de 0.5 % por década y se proyecta que de no tomarse medidas para la
conservación, esta puede aumentar hasta el 3.7% durante el siglo XXI (Ricciardi &
Rasmussen, 1999). Más específicamente, para los peces de esta región, entre 1890 y 1950, la
tasa de extinción fue de 2.5 especies por década mientras que entre 1950 y 2010 fue de 7.5
(Burkhead, 2012). Esto es facilitado porque los organismos de los ecosistemas
dulceacuícolas tienen una distribución espacial limitada, por lo que son muy sensibles a
disturbios que pueden acabar con poblaciones locales o especies completas (Strayer, 2006).
En los escenarios predictivos del año 2100, se estima que la fauna dulceacuícola y la fauna
tropical serán las más amenazadas a nivel mundial (Sala et al., 2000). Esto podría implicar
que para el año 2070 se pierda entre un 4 y un 22% de la diversidad de peces dulceacuícolas
(Xenopoulos et al., 2005).
5
propuestos hasta el año 2030, un 61% de los kilómetros de ríos o un 93% del flujo mundial
de ríos se verán afectados por grandes represas. Estos valores y el grado de afectación pueden
incrementarse si se toman en cuenta represas más pequeñas (Grill et al., 2015).
Al ser sistemas jerarquizados, los ecosistemas lóticos son un continuo con factores
entrelazados a diferentes escalas espaciales y temporales para la fauna dulceacuícola (Fausch
et al., 2002). Por lo tanto los organismos están expuestos a las alteraciones de manera directa
o indirecta. La alteración de un parámetro puede afectar directamente a una especie, o dicha
modificación puede a su vez, modificar un segundo parámetro que afecte a la misma especie
indirectamente (McManamay et al., 2015). De forma general, para los peces los mayores
impactos por la actividad hidroeléctrica se dan aguas abajo de la represa ya que por encima
influye más factores como el uso del suelo y las características físicas de la cuenca (Van
Looy et al. 2014).
6
sedimentación, la penetración de luz y la productividad primaria, esta zona finaliza, cuando
la productividad primaria iguala la demanda de oxígeno de los procesos de descomposición.
La tercera sección o zona lacustre se comporta como un lago, ña carga de sedimentos es baja,
la penetración de la luz es suficiente para que la productividad primaria sea mayor que la
demanda de oxígeno por los procesos de descomposición y se puede dar una estratificación
térmica de la columna de agua. Sin embargo, debido a la extracción del agua profunda hay
una remoción de la capa fría y de los nutrientes que previene su acumulación (Thornton et
al., 1981).
El cambio en la estructura del ambiente provoca una respuesta en la fauna del río. En
embalses grandes hay un aumento temporal en la diversidad y abundancia de la fauna debido
a la incorporación de los nutrientes de las zonas inundadas en la cadena trófica (Thornton et
al., 1981; Lima et al., 2016). Posteriormente y en un periodo menor a cinco años, una vez
que estos recursos son consumidos y la producción primaria del lago se vuelve la principal
fuente de energía, se da un cambio en la composición de especies y una disminución en la
diversidad y la abundancia (Lima et al. 2016). La homogenización en las condiciones
hidráulicas y estacionales también ha facilitado el establecimiento de especies invasoras y
7
puesto en riesgo a especies locales y endémicas, lo que ha conllevado a una homogenización
de la fauna regionalmente (Bunn & Arthington, 2002; Poff et al., 2007; Petesse & Petrere,
2012; Lima et al., 2016). A nivel de especie se han documentado cambios en la morfología
de las poblaciones de peces. La mayoría de estos cambios convergen en características
morfológicas asociadas a ambientes lénticos, como cuerpos más profundos o bases de las
aletas dorsal y anal más largas (Haas et al. 2010, Santos & Araujo 2014, Knoll 2015). Sin
embargo, algunas diferencias morfológicas, como el tamaño de la cabeza o la posición de los
ojos pueden deberse a una adaptación para responder a un cambio en la dieta de la especie
provocado por el cambio de hábitat (Haas et al. 2010).
Por otra parte, represas pequeñas tienden a aumentar la temperatura del agua por medio
de dos mecanismos. En el primer mecanismo el agua es almacenada en embalses pequeños
por lo que almacenan calor más rápidamente que embalses grandes. El segundo mecanismo
actúa sobre el agua restante en el cauce, el agua extraída le resta “capacidad térmica” al flujo
por lo que se calienta más rápidamente (Olden & Naiman, 2010). En zonas templadas,
especies que prefieren aguas frías como: Salmo trutta, Salvelinus fontinalis y Cottus
cognatus, un aumento de 2.7 °C tiene efectos negativos sobre la abundancia durante el verano
(Lessard & Hayes, 2003). Además, tienen un efecto negativo en el reclutamiento de las
poblaciones de salmones ya que disminuye la ventana temporal que las larvas utilizan para
llegar al mar (Marschall et al., 2011). En California, también se ha registrado que un aumento
8
en la temperatura facilitó la colonización por especies invasoras y aisló grupos de especies
locales (Marchetti & Moyle, 2001).
En los casos donde se desvía temporalmente agua del cauce o se genera bajo demanda,
se afecta más a especies que se alimentan en el bentos debido a una disminución de los
macroinvertebrados (Haxton & Findlay, 2008; Gandini et al. 2014) y las especies que
prefieren hábitats con corrientes rápidas son reemplazadas por especies generalistas (Haxton
& Findlay, 2008). La extracción del agua puede crear pozas aisladas y esto puede producir
cambios en la dieta de las especies que permanecen en este tramo (Christian 2012). También
se ha intentado clasificar el impacto según atributos de la historia natural de las especies
utilizando las estrategias de vida (Anderson et al. 2006a, Mims & Olden 2012) o el tipo de
puesta reproductiva (McManamay et al. 2015).
9
no puede completar su ciclo de vida, por ejemplo las especies diádromas, el efecto de la
represa sería el equivalente a la pérdida de hábitat. En caso de que pueda existir una o varias
poblaciones de la especie por encima de la represa, el efecto sería el equivalente a la
fragmentación. Por lo tanto, en términos de conservación, los efectos para la fauna por la
pérdida de hábitat son más inmediatos y de mayor magnitud que los efectos de la
fragmentación (Fahrig, 2003).
Desde el punto de vista genético, la fragmentación del hábitat implica un incremento del
riesgo para la extinción de poblaciones o especies. La fragmentación puede implicar una
progenie con menos “vitalidad” por depresión endogámica, o un incremento en la mortalidad
por una alta homocigostacidad de alelos deleterios, o la inviabilidad de la progenie después
de algunas generaciones por altos niveles de endogamia (Lande, 1988). Reed & Frankhm
(2003) encontraron en un meta-análisis de 34 estudios una relación positiva entre medidas
correlacionadas como la variabilidad genética, la heterozigosidad o el tamaño de la población
y el “fitness” de las poblaciones. El porcentaje de la variabilidad explicada por estas variables
en el “fitness” de la especie fue entre el 15 y el 20%. El estudio concluye que tanto el “fitness”
y la adaptibilidad futura es reducida en poblaciones pequeñas cuando se compara con
poblaciones grandes. Posteriormente, Frankham (2005) cuantificó que el efecto de la
depresión endogámica implica un aumento del 26% en el riesgo de extinción de especies, y
una reducción del tiempo esperado entre un 25 y un 31%. Según el mismo autor, la depresión
endogámica tiene un impacto inmediato en las poblaciones mientras que la pérdida de
diversidad genética tiene un efecto a largo plazo.
10
presencia de un mayor número de conspecíficos. Además, el efecto de borde y la pérdida de
la calidad de hábitat asociada, así como el surgimiento de una barrera para el desplazamiento,
también afectan negativamente a las especies. Factores como el tamaño del parche mínimo
para evitar el efecto “Allee” y el desplazamiento por las especies debido al cambio climático
aumentan el tamaño mínimo de área necesaria para la conservación de las especies. Por otra
parte, la tasa de sobrevivencia y la reproducción, así como la dispersión no aleatoria, reducen
el tamaño mínimo necesario. En especies migratorias estos factores interactúan ya que
ocupan hábitats diferentes separados por largas distancias (Lande, 1988; Stephens et al.
1999).
La conectividad y la calidad del hábitat, así como los impactos genéticos deben ser
considerados para desarrollar medidas efectivas de conservación. De lo contrario, los riesgos
de extinción pueden ser subestimados, se puede dar un mal diseño de estrategias de
conservación y recuperación, así como diagnósticos erróneos de poblaciones fragmentadas
(Wiens, 2002; Frankham, 2005).
11
vida útil de las represas y la restauración ecológica. Otras razones que también han
incentivado este movimiento incluyen el alto costo económico de los pasos para peces
(Pringle et al., 2000), la dificultad de adaptarlos en represas ya existentes (F.A.O., 2002) y la
variabilidad de los resultados obtenidos en su funcionamiento (Oldani et al., 2007; Bunt et
al., 2012).
Peces dulceacuícolas.
Los peces dulceacuícolas representan cerca del 43% de todo los peces del planeta
(Nelson, 2006). La región donde se encuentra la mayor diversidad es el neotrópico, con más
de 4500 especies descritas aunque se estima que el número final puede rondar las 8000
especies (Levêque et al. 2008). Además cuenta con altos niveles de endemismo, solo en el
Amazonas se estima que hay más de 800 especies endémicas (Brosse et al. 2013). Los cinco
grupos más diversos en el neotrópico son Characiformes, Siluriformes, Gymnotiformes,
Cyprinodontiformes y cíclidos (Levêque et al. 2008).
Lucas y Baras (2003) realizaron una extensa revisión de los movimientos realizados por
peces de agua dulce a nivel mundial. Parte de los objetivos de los autores era destacar que la
fauna dulceacuícola son organismos que se desplazan y que estos desplazamientos tienen una
gran variabilidad y motivos. Algunos de los grupos mencionados incluyen grupos con
representantes en el país como las familias Characidae, Cichlidae y Lepisosteidae que
realizan movimientos laterales, ya sea a ríos tributarios o a zonas de inundación. Los
Characiformes y Siluriformes realizan movimientos longitudinales. Las familias Anguillidae,
12
Eleotridae, Gobiidae y Mugilidae poseen ciclos diádromos. Algunos Gymnotiformes realizan
movimientos estacionales, mientras que especies de familias costeras como Lutjanidae o
Belonidae entran a los ríos temporalmente mientras son juveniles o se mantienen en un
desplazamiento constante entre ambos ambientes.
Por último, Makrakis y colaboradores (2012) en el cauce del Paraná en Brasil, marcaron
individuos de 18 especies “periódicas”. El estudio se realizó en una sección de casi 1400 km
de longitud con tres embalses con pasos para peces. Utilizando un análisis de conglomerados
en las 11 especies donde tuvieron más de 10 recapturas proponen la existencia de cuatro
patrones de desplazamiento. La primera estrategia se define por grandes desplazamientos
longitudinales (>150 km) por las especies: Leporinus elongatus y Hemisorubium
platyrhinchos. La segunda estrategia se basa en una mayoría de movimientos cortos
longitudinales (~10 km) por las especies Brycon orbignyanus y Schyzodon borellii. En la
tercera agrupación predominan los movimientos hacia tributarios o quedarse quietos y hay 3
especies Pterodoras granulosus, Piaractus mesopotamicus y Pseudoplatystoma corruscans.
En el cuarto grupo también predominan los movimientos longitunidales pero
mayoritariamente hacia aguas abajo por las especies: Salminus brasiliensis, Pinirampus
pirirampu, Pimelodus maculatus, Prochilodus lineatus. Una de las conclusiones más
importantes es que por encima de las represas quedan secciones suficientemente largas para
mantener poblaciones viables y que los tributarios que llegan a los embalses proveen
13
territorios para reproducción y cría para algunas de estas especies. Se menciona que en otro
estudio, las migraciones de varías de estas especies eran más cortas debido a que los hábitats
de reproducción y alimentación se encontraban a menos de 100 km.
Para una conservación efectiva se debe tomar en cuenta que muchas especies realizan
diferentes tipos de desplazamiento (Lucas & Baras, 2003). Pese a que se ha reportado que
muchas especies realizan migraciones puede ser que no todos los individuos o poblaciones
lo hagan (Makrakis et al., 2012; Radinger & Wolter, 2014). El tomar en cuenta esta
variabilidad permitirá enfocar de una mejor manera las estrategias de conservación y las
consecuencias de la pérdida de hábitat y la fragmentación.
1.2 Antecedentes
En Costa Rica recientemente se han publicado varios trabajos concernientes a las represas
y su efecto. Anderson y colaboradores (2006b) trataron el tema para la región
Mesoamericana, enfocándose principalmente en Costa Rica. Este trabajo describe el
desarrollo histórico de las represas en el país, los beneficios de su uso y las consecuencias
ecológicas que han acarreado. Entre estas últimas se mencionan: el aislamiento de las zonas
14
río arriba de las represas; el cambio en los ecosistemas y de sus propiedades físico-químicas;
así como el efecto acumulativo de varios proyectos en una misma cuenca. Los autores
recomiendan la conservación de cuencas enteras sin represas, medir el efecto acumulativo de
varios proyectos, desarrollar métodos para la estimación de caudales ambientales y mayor
investigación sobre las consecuencias ecológicas y para el desarrollo de tecnologías más
amigables con el medio ambiente.
Además, utilizando la clasificación según las historias de vida, propuesta por Winemiller
(1995), se observan algunos patrones en las respuestas de las diferentes especies. Las especies
“oportunistas” como: Poecilia gillii, Rhamdia nicaraguensis y R. laticauda, Astyanax
aeneus, Bryconamericus scleroparius, Gobiesox nudus y Priapichthys annectens tienen
abundancias muy altas inmediatamente aguas abajo de las represas y conforme aumenta la
distancia desde las represas se mezclan con especies “equilibristas”, en este caso especies de
la familia Cichlidae: Amphilophus alfari, Cryptoheros septemfasciatus, Amatitlania.
nigrofasciata, Parachromis dovii y Tomocichla tuba. Al registrar solo una especie
“periódica”, Agonostomus monticola, que además es diádroma, no se presentan
generalizaciones respecto a esta estrategia de vida.
15
vida afectadas e impactos generales en la cuenca y la recomendación de construir nuevos
plantass en cauces ya alterados.
16
En resumen, se han desarrollado pocos trabajos para caracterizar el estado actual de la
ictiofauna a pesar que se conoce el riesgo latente. En la ictiofauna local se estima que existen
cerca de 24 especies endémicas, así como otras 20 especies con una alta movilidad que
podrían estar en riesgo por la construcción de represas (Bussing, 2002). Esto representaría
que cerca del 20 % las especies de peces que utilizan los ecosistemas dulceacuícolas del país
sean altamente sensibles a los efectos que tienen las represas.
1.3 Justificación
2. HIPÓTESIS
3. OBJETIVO GENERAL
Estimar el grado de fragmentación longitudinal en los ríos de Costa Rica por represas y
su impacto potencial en la ictiofauna.
17
i. Los resultados esperados son listas de especies que se encuentren en riesgo por
la fragmentación de los ríos según la provincia íctica y la cuenca.
4. MATERIALES Y MÉTODOS
Fragmentación
Altura del sitio: Utilizando el “DEM” y la herramienta “Extract Value to Point” del
paquete “Spatial Analyst Tool” se obtuvo la altura (m.s.n.m.) a la que se encuentran las
represas y los retornos.
Longitud de cauces (LC): Se seleccionaron los ríos de la capa “Ríos 1:50000” que se
encuentran por encima de los sitios de represa y los sitios de retorno y se cuantificó la
longitud de cauces (km). Sin embargo, en la literatura se han señalado inconvenientes al
utilizar únicamente la longitud de los cauces como medida de la fragmentación.
18
circunstancia hace que los valores obtenidos sean subestimaciones de los valores reales
(Anderson et al., 2008; Grill et al., 2014).
Otra limitación encontrada al utilizar la capa “Ríos 1:50000” del Atlas Digital, es que los
cauces anchos son representados mediante dos líneas, cada una representando una orilla del
río, por lo que las mediciones de longitud son sobreestimadas. Además, esta capa fue creada
en 2007 a partir de la digitalización de las hojas cartográficas 1:50000. Según el Instituto
Geográfico Nacional “I.G.N.” (2012), la primera edición de las hojas cartográficas 1:50000
constituyó de 133 hojas y fue realizada entre 1955 y 1968. La segunda edición se desarrolló
entre 1964 y 2004 y se produjeron 94 hojas en total es decir 39 hojas menos que en la primera
edición, mientras que la tercera edición se produjo entre 1987 y 2005 y solo se produjeron
31 hojas. Al haber un desfase temporal y espacial entre las diferentes ediciones es probable
que la longitud actual difiera al de la capa debido a que los ríos son ecosistemas dinámicos
cuyo acomodo en el paisaje varía en el tiempo (Leopold et al., 1964; Allan & Castillo, 2007).
También se ha señalado que las mediciones de longitud no deben ser utilizadas como una
medida directa de conservación ya que no toma en cuenta las necesidades específicas de las
especies, ni la discontinuidad de los microhabitats y por lo tanto tampoco la calidad del
hábitat (Segurado et al., 2013; Radinger & Wolter, 2015). Por estas razones también se
cuantificó el área de drenaje como una medida indirecta y compensatoria de la longitud del
cauce para la fragmentación.
Área de drenaje (AD): Se utilizó el “DEM” para calcular el área de drenaje (km2)
hasta el sitio de presa y de retorno mediante el uso de las herramientas del paquete
“Hidrology”. Primero se ejecutó la herramienta “Fill” para corregir celdas que representan
sumideros del flujo (E.S.R.I., 2015). El producto obtenido fue utilizado como insumo para la
herramienta “Flow Direction” en la que no se utilizó la opción para forzar que los flujos se
dirijan hacia el exterior. Seguidamente se utilizó la herramienta “Flow Accumulation” que
emplea como guía la dirección de flujo calculada anteriormente para modelar los cauces de
los ríos. Por último, se buscó y se definió 4500 como el número acumulado de celdas
necesarias para visualizar los cauces modelados de manera similar a los cauces representados
en la capa “Ríos 1:50000”.
19
Una vez hecho esto, se utilizó la herramienta “Watershed” para delimitar el área de
drenaje hasta el sitio de presa o retorno. Para asegurar la colocación del punto en el sitio por
donde pasa el mayor flujo se utilizó los cauces modelados como referencia. Finalmente, el
raster producido se convirtió a polígono utilizando el paquete “Conversion Tools” y se
calculó el área.
Este enfoque asume que los hábitats en los ríos son similares según la altitud y la
región en la que se encuentran. Esta comparación da una idea del impacto en la disminución
de acceso a los diferentes hábitats en la cuenca, sin la necesidad de clasificarlos
específicamente.
20
climatológicas ni hidrológicas, factores que determinan la distribución y la abundancia de los
organismos (Kalff, 2002). Además, en estas circunstancias la clasificación también depende
del nivel de resolución de los mapas, por lo cual se hubiera asignado erróneamente los valores
iniciales. Por otra parte, la clasificación propuesta por “The Nature Conservancy” (2009),
para los cuerpos de agua dulce en Mesoamérica utiliza tres niveles de caracterización
diferentes. Los resultados para Costa Rica, en el primer nivel indican que todos los cuerpos
dulceacuícolas son “Tropical – Ríos costeros tropicales y subtropicales”, mientras que el
nivel más detallado, utiliza seis factores con 38 categorías diferentes resultando en 16200
combinaciones posibles, de las cuales se encuentran entre 245 y 631 según la ecorregión en
Costa Rica. Tanta variabilidad en el sistema final de clasificación no permite hacer
generalizaciones fácilmente por lo que dificulta su uso.
Se categorizó el uso del agua (UA) según el sitio de retorno respecto al sitio de toma y se
identificaron cuatro posibles situaciones. Como se muestra en la (Fig. 3), el primer caso (1)
es cuando el agua vuelve al mismo cauce de donde fue tomada. En el segundo caso (2), el
agua regresa a un cauce diferente de donde fue tomada, pero este se encuentra menos de
cinco uniones de cauces aguas abajo desde el sitio de presa dentro de la misma cuenca. El
tercer caso (3), es similar al anterior, pero el agua retorna más de cinco uniones de cauces
aguas abajo desde donde fue tomada. Por último, el cuarto caso (4) es cuando hay un trasvase
de cuenca y el agua no vuelve a la cuenca original. La interpretación de menor a mayor
impacto sigue el orden natural de las categorías.
El tramo crítico corresponde al segmento del cauce que se encuentra entre el sitio de presa
y el sitio de retorno. Según Anderson y colaboradores (2008) el efecto de fragmentación
también puede darse por una disminución del flujo en el segmento de operación de las plantas
hidroeléctricas. Esto conlleva la modificación en las condiciones de acceso para los hábitats
por encima de este segmento. Además, la unión de un cauce en este segmento favorece la
presencia de especies ausentes hasta ese punto y propicia la recuperación de la diversidad
(Anderson et al. 2006a) por lo cual se decidió caracterizar este segmento.
21
Estado del cauce inmediato (ECI): se clasificó el primer cauce que se une aguas abajo
del sitio de presa en el tramo crítico, de estar presente se clasificó de acuerdo a si fluye libre
(L) o si se encuentra represado (R), de no haber cauce se clasificó como ausente (A). La
situación que conlleva menos impacto es cuando el cauce se encuentra libre, seguido del
estado represado y la peor situación es cuando no hay un cauce entre el sitio de presa y el
sitio de retorno.
Fragmentación por flujo reducido (FFR): En el caso (1) de la sección “Uso del agua”,
se cuantificó la longitud del segmento que va desde la represa hasta el sitio de retorno (km),
a este tramo se le denominó “Tramo Crítico” (TC). En los casos (2) y (3) se definió el tramo
crítico como la distancia desde el sitio de presa hasta la confluencia de los cauces de origen
y receptores del agua. Posteriormente se midió la distancia denominada “Cauce aguas abajo”
(CAB) que va desde la represa hasta el siguiente cauce en unirse en dirección aguas abajo
según la capa ríos 1:50000. Si no hay un cauce que se une al cauce de origen previo a que se
unan los cauces de origen y el cauce receptor se clasificó como “No Disponible (ND)”. La
distancia medida se estandarizó sobre la longitud total del tramo crítico y se clasificó en
“Lejos (LJ)” (<33%), “Medio (M)” (33%<x<66%) y “Cerca (C)” (>66%).
𝐶𝐴𝐵 (𝑘𝑚)
𝐹𝐹𝑅 = x 100
𝑇𝐶 (𝑘𝑚)
Cuando el valor tiende a cero, significa que el siguiente cauce se une lejos de la presa. En
estos casos y en los que no hay un cauce entre el sitio de presa y el sitio de retorno, el caudal
ambiental es la principal o única fuente para mitigar el proceso de fragmentación por la falta
de flujo. Cuando el valor tiende a 100, la mitigación inicia rápidamente después del sitio de
presa. Por esto se consideró que el menor impacto se da cuando el cauce inmediato se
encuentra “Cerca”, seguido de las condiciones “Medio” y “Lejos”. En el caso (3) también se
calculó el porcentaje del área de drenaje por encima de la presa respecto al área de drenaje
en el sitio previo a la confluencia de los cauces fuente y receptor (Fig 4), ya que en algunos
casos la unión de los cauces de origen y receptores ocurren muy lejos aguas abajo y la presa
se encuentra cerca de la cabecera y podría sobreestimarse el impacto de la misma.
22
Área de drenaje no represada (ADNR): Para complementar la medición anterior, se
calculó la diferencia del área de drenaje entre el sitio de retorno (DR) y el sitio de presa (DP),
se estandarizó según el área de drenaje del sitio de retorno (DR) y se clasificó en las
categorías: “BF” (< 33%), “BF-DC” (33% < x < 66%) y “DC” (> 66%).
𝐷𝑅(𝑘𝑚2 ) − 𝐷𝑃(𝑘𝑚2 )
𝐴𝐷𝑁𝑅 = x 100
𝐷𝑅(𝑘𝑚2 )
Cuando el resultado tiende a cero quiere decir que poca área de drenaje por encima del
retorno tiene una reducción en la accesibilidad por la disminución de caudal (DC) y la
mayoría tiene una reducción por la presencia de la barrera física o presa (BF), casos opuestos
cuando tiende a cien.
De esta manera se puede tener una idea del impacto potencial relativo de cada proyecto
hidroeléctrico en las especies de peces. Según lo explicado hasta ahora, una represa puede
provocar una disminución del rango altitudinal de la distribución (1), una disminución del
hábitat disponible (2) y el aislamiento de poblaciones (3).
Los rangos altitudinales afectados se obtuvieron mediante la unión de los rangos de cada
complejo en la misma cuenca, siempre y cuando existiera un traslape entre los mismos. Esto
no implica que los rangos altitudinales afectados se encuentren en el mismo cauce de la
cuenca.
23
Para calcular el “Valor Relativo en la Cuenca” (VRC %) se sumó la métrica respectiva,
ya fuera en el sitio de presa o de retorno. Solo se sumaron las métricas de los primeros
complejos en los cauces en dirección aguas abajo-aguas arriba y se estandarizó según la presa
y el retorno a menor altitud en la cuenca. Así se evitó la suma de la misma longitud o la
misma área más de una vez.
Para obtener la longitud total de tramos críticos se sumó los tramos críticos de los
diferentes complejos, pero se tomó en cuenta su acomodo espacial para evitar sumar más de
una vez un mismo segmento en caso de traslape entre diferentes tomas.
Figura 1. Provincias ictiológicas y cuencas en Costa Rica. Las cuencas son: Lago Nicaragua
(LN), Río Frío (RF), San Juan (SJ), San Carlos (SC), Sarapiquí (SA), Tortuguero (TO),
Parismina (PA), Matina (MA), Sixaola (SI), Nicoya (NI), Tempisque (TE), Barranca (BA),
Bebedero (BE), Tárcoles (TA), Pirris (PI), Térraba (TR) y Coto (CO). Elaborado a partir de:
Bussing (2002), Smith & Bermingham (2005) y Ángulo et al. (2013).
24
Figura 2. Diagrama del cálculo del valor relativo en la cuenca (VRC) del área de cuenca y
la longitud de cauces relativo a la altura del punto de medición.
Figura 3. Tipos de casos identificados en el uso del agua según el cauce de procedencia y el
cauce de retorno.
25
Figura 4. Esquema ejemplificando el cálculo porcentual (% ) al que equivale el área de
drenaje de la presa respecto al área de drenaje previo al sitio de confluencia de los cauces
fuente y receptor.
26
5. RESULTADOS
27
y los retornos correspondientes a las presas: Nuestro Amo (14), Lajas (30-1), Guayabo (30-
3), El General (38) y Quebrada Azul (53) (Cuadro 2).
También cabe mencionar los casos de la presa “Caño Negro” (22-3) y el complejo
“Rebeca I y II” (54) como ejemplos de las consideraciones mencionadas en los materiales y
métodos respecto a la longitud de cauces y las fuentes de incertidumbre. En el caso de la
toma (22-3), la capa de Ríos 1:50000 se encuentra incompleta y el modelaje también resultó
ineficiente. De manera similar el sitio de presa del complejo (54) se encuentra muy cercano
a la cabecera en un cauce pequeño. Este cauce no aparece en la capa de Ríos 1:50000 y con
el modelaje tampoco fue posible visualizar el mismo. Por estas razones, no se pudieron
realizar los cálculos respectivos correspondientes al sitio de presa (54), ni tampoco al sitio de
retorno de la presa (22-3), aunque en este caso se estimó la distancia del tramo crítico.
Por estas razones no se usaron estos puntos en las correlaciones respectivas al área de
drenaje y la longitud de cauces. Tampoco se utilizó la información del retorno de los
complejos Cote (32) y Arenal (44), en estos dos casos porque estos sitios se encuentran en
una cuenca diferente al cauce de origen. Las correlaciones fueron altas y significativas
(Cuadro III) por lo que se decidió enfocar el análisis en las áreas de drenaje.
En los sitios de presa el promedio general del área de drenaje es 110 km2, mientras que
en los sitios de retorno el promedio es 297 km2. En ambos casos los valores oscilan entre
menos de 1 km2 y 1243 y 2062 km2 respectivamente (Cuadro II y Fig. 5a, 5b). Por otra parte,
el promedio del valor relativo en la cuenca de las presas es 8.0% y 15.3% en los retornos.
Los complejos: El Páramo (3), Belén (9), Brasil (10), toma Ventanas (20-2) y toma Garita
(20-3) del complejo Ventanas-Garita, Angostura (23), Cachí (27) y Reventazón (28) superan
el 20% tanto en las presas como en los retornos, pero también hay otros complejos que
superan este valor en alguno de los dos sitios (Cuadro II y Fig 5c, 5d).
Por otra parte, en cuanto al “uso del agua” se identificaron 16 trasvases. El más común
fue el tipo “2”, seguido del “3” y el “4”, este último con dos casos, los complejos “Cote” (32)
y “Arenal” (44). Por otra parte, se registraron siete casos “3”, en todos los casos la proporción
del área sobre la presa representa menos de un 6% del área de drenaje previo al sitio de unión
(Cuadro IV).
28
La única característica común a todos los complejos es la presencia de un tramo crítico
entre la presa y el retorno, el cual en 15 casos supera los 10 km de longitud. Además, en 21
casos no se registró la unión de un cauce entre el sitio de presa y el sitio de retorno y en otros
24 casos el primer cauce que se une tiene a su vez una presa. En 16 de estos 24 casos, la
unión se da en el tercio más lejano del tramo crítico respecto al sitio de presa y solo en tres
casos se da en el tercio más cercano. Si se toma en cuenta el uso del agua y el tramo crítico,
cabe resaltar que 19 proyectos presentan la configuración de menor impacto (1-L-C) y
ninguno presenta la peor configuración (4-R). Por último, en 44 presas, la presa como barrera
física representa un mayor obstáculo para la accesibilidad de la ictiofauna que los retornos y
en 11 casos tanto la presa como el retorno representan obstáculos similares (Cuadro II).
29
De estas 90 especies, 17 fueron clasificadas como “equilibrista”, 36 como “oportunista”,
13 como “periódicas”, 22 en una categoría intermedia entre “oportunista y periódica” y dos
en “equilibrista y periódica” debido a que comparten características de ambas estrategias. En
total 10 especies endémicas, seis exóticas, nueve diádromas, tres potádromas y 19 especies
periféricas se han registrado hasta los rangos de influencia de las plantas. Para las 90 especies,
el impacto general esperado es la reducción de hábitat (Impacto 2). Si quedan poblaciones
separadas por abajo y por encima de las represas para 62 especies puede implicar un
aislamiento de poblaciones (Impacto 3), y para las nueve especies anfídromas implica una
reducción del rango altitudinal (Impacto 1).
30
Cuadro 1. Ubicación de las presas y retornos de los complejos hidroeléctricos en grados
decimales. Se ordenan por su ubicación según la provincia ictiológica (Prov) y la cuenca
(CU). Las provincias son: Chiriquí (CHI), CHP-NIC (Chiapas-Nicaragua) y San Juan (SN-
JN) y las cuencas: Pirris (PI), Térraba (TR), Barranca (BA), Bebedero (BE), Tárcoles (TA),
Lago Nicaragua (LN), Parismina (PA), Río Frío (RF), Sarapiquí (SA) y San Carlos (SC).
Presa Retorno
Prov CU Complejo Hidroeléctrico Presa/Toma
Latitud Longitud Latitud Longitud
PI 1. Pirrís - 9.642831 -84.102496 9.632114 -84.19952
CHI
31
Presa Retorno
Prov CU Complejo Hidroeléctrico Presa/Toma
Latitud Longitud Latitud Longitud
28. La Joya (La Perla) - 9.868038 -83.750412 9.858545 -83.676392
29. Tuis - 9.811783 -83.582517 9.8322 -83.5718
1. Lajas 9.953157 -83666566 9.943071 -83.632158
PA
30. Hidrolajas 2. Torito 9.964613 -83.656095 9.947728 -83.629619
3. Guayabo 9.959845 -83.654984 9.944132 -83.629146
31. Río Macho - 9.736052 -83.880232 9.777545 -83.836877
RF 32. Cote - 10.588356 -84.904083 10.553759 -84.904488
1. Sarapiquí 10.243276 -84.164165
2. Cariblanco 10.262958 -84.187719
10.309927 -84.176776
33. Cariblanco 3. Quicuyal 10.263032 -84.18578
4. M° Aguilar 10.285172 -84.195801
5. Sardinal 10.287701 -84.203859 10.577818 -84.006693
34. Cubujuquí - 10.246767 -83.962392 10.28678 -83.944947
35. Don Pedro - 10.269626 -84.167581 10.313073 -84.167337
1. Quebradón 10.232642 -83.985456
36. Doña Julia 10.244028 -83.966272
2. Puerto Viejo 10.238408 -83.992917
1. Principal 10.261156 -84.175986
37. El Ángel 10.263619 -84.172617
2. Ampliación 10.248033 -84.180451
SA
38. El General - 10.189634 -83.968102 10.213737 -83.901592
39. Suerkata - 10.198197 -84.1519 10.206614 -84.153911
1.Toro 10.2421 -84.278891
2. Pozo Azul 10.265945 -84.250882
3. Q. Gata 10.261119 -84.265735
SN-JN
32
Cuadro 2. Medidas de fragmentación, uso del agua y caracterización del tramo crítico por presa y retorno. Se presenta la longitud de
cauces (LC), el área de drenaje (AD), y el valor relativo en la cuenca (VRC) de los sitios de presa y retorno. Además del uso del agua
(UA), la longitud del tramo crítico (TC), el estado del cauce inmediato (ECI) aguas abajo de la presa, la fragmentación por flujo reducido
(FFR) y el área de drenaje no represada (ADNR). ND = No Disponible.
Presa/Toma Retorno
Rango
Complejo- LC AD LC AD UA TC ECI FFR ADNR
Altitudinal
Presa
(msnm)
km VRC% km2 VRC% km VRC% km2 VRC% (km)
1 1082-289 249.8 26.0 242.9 20.2 337.1 14.4 333.2 12.6 1 17.0 L C BF
2 1063-1044 65.7 4.7 51.2 2.8 66.6 4.6 53.4 2.9 1 0.9 A ND BF
3 3364-3340 2.6 23.4 5.0 24.9 2.8 24.3 5.0 23.5 1 0.2 A ND BF
4 631-402 158.88 27.2 137.5 21.4 175.7 21.9 151.0 17.4 1 3.8 L C BF
5 427-228 86.25 11.3 91.7 11.0 102.0 10.7 108.0 10.8 1 5.9 L C BF
6 455-115 35.37 6.1 36.6 6.9 96.8 7.2 97.4 8.2 1 14.5 L C BF-DC
7 101-76 101.89 7.2 99.6 7.8 103.4 5.9 163.8 10.3 1 1.4 L LJ BF-DC
8-1 1872-1559 2.9 1.4 3.5 2.4 23.0 4.6 13.8 4.3 1 4.9 L C DC
8-2 1568-1559 20.1 4.1 13.8 4.4 23.0 4.6 13.8 4.3 1 0.1 A ND BF
9 843-752 300 13.5 458.3 32.4 304.1 12.0 533.3 34.4 1 4.1 A ND BF
10 718-662 993.8 38.1 590.3 37.0 1000.0 36.9 592.7 35.8 1 2.0 L LJ BF
11 787-739 147.7 6.1 97.8 6.5 149.3 5.8 98.8 6.3 1 1.6 A ND BF
12 946-797 94.2 4.9 65.8 5.3 147.2 6.2 97.1 6.5 1 4.0 L M BF
13 921-856 296 14.9 163.1 12.6 299.0 13.7 164.2 11.8 1 2.4 A ND BF
14 767-559 125 5.0 83.0 5.4 1196.0 41.7 720.0 41.4 1 3.2 L M DC
15 1116-1039 59.2 4.1 42.5 4.6 82.1 5.0 54.6 5.1 1 2.3 L LJ BF
16 945-911 92.3 4.8 62.3 5.0 93.6 4.7 62.8 4.8 1 0.6 A ND BF
17-1 1103-1042 17.69 1.2 9.3 1.0 12.4 0.8 10.5 1.0 1 0.5 L C BF
17-2 1077-1032 5.8 0.4 4.4 0.4 6.3 0.4 15.3 1.4 2 0.5 A ND DC
18 857-846 81.5 3.7 48.2 3.5 82.2 3.7 48.8 3.5 1 0.6 A ND BF
19 600-509 342.9 12.2 199.1 11.6 365.1 12.5 207.9 11.7 1 3.7 L M BF
33
Presa/Toma Retorno
Rango
Complejo- LC AD LC AD UA TC ECI FFR ADNR
Altitudinal
Presa
(msnm)
km VRC% km2 VRC% km VRC% km2 VRC% (km)
20-1 515-277 147 5.0 88.4 5.0 1481.8 46.5 904.2 46.4 2 10.4 R C DC
20-2 547-277 1199.8 41.7 722.1 41.3 1481.8 46.5 904.2 46.4 2 13.0 L C BF
20-3 453-298 1044.8 34.8 631.9 34.6 1197.9 37.9 716.8 37.1 1 8.6 L C BF
21 291-131 60.9 7.0 73.1 7.0 64.6 5.1 80.3 6.9 1 3.7 A ND BF
22-1 318-292 34.1 5.0 20.8 2.5 124.2 14.4 177.9 17.0 1 3.9 R M DC
22-2 316-292 36.7 5.3 25.9 3.1 124.2 14.4 177.9 17.0 1 3.6 R M DC
22-3 299-240 121.4 15.0 111.3 11.3 124.2 14.4 177.9 17.0 2 2.8 A ND BF-DC
23-1 556-436 1500.3 51.3 1243.5 52.2 1828.2 59.1 1462.1 58.0 1 9.9 R C BF
23-2 597-436 86 3.1 63.1 2.7 1828.2 59.1 1462.1 58.0 1 17.8 L C DC
24 1318-1182 165.4 11.9 131.0 9.7 247.5 15.3 174.5 11.4 1 2.1 L M BF
25 1251-806 67 4.5 47.7 3.3 74.2 3.2 50.8 2.5 1 3.7 A ND BF
26-1 1720-485 2 0.3 3.6 0.5 2071.8 68.6 1456.6 59.2 3 47.0 R C DC
26-2 1720-485 4.7 0.6 4.7 0.6 2071.8 68.6 1456.6 59.2 3 46.8 R C DC
26-3 1812-485 7.5 1.1 6.7 1.0 2071.8 68.6 1456.6 59.2 3 47.1 R C DC
26-4 1720-485 5.4 0.8 3.6 0.5 2071.8 68.6 1456.6 59.2 3 47.2 R C DC
26-5 1629-1251 30.5 3.5 19.3 2.1 67.0 4.5 47.7 3.3 1 8.5 R C BF-DC
26-6 1596-1251 1.7 0.2 2.5 0.3 67.0 4.5 47.7 3.3 1 8.1 R C DC
26-7 1596-1251 2.8 0.3 0.7 0.1 67.0 4.5 47.7 3.3 1 8.2 R C DC
26-8 1618-637 0.3 0.0 1.1 0.1 27.6 1.0 25.4 1.1 2 12.3 L M DC
27 961-735 933.3 45.9 778.1 42.4 1037.0 42.0 876.1 41.2 1 10.4 L C BF
28 735-610 1037 42.0 872.3 41.0 1101.0 40.0 923.0 40.1 1 8.0 L C BF
29 913-790 9.4 0.4 13.4 0.7 7.9 0.3 16.7 0.8 1 3.0 L LJ BF
30-1 637-404 44.7 1.7 21.6 1.0 2088.1 66.5 1553.7 60.8 1 3.4 A ND BF
30-2 684-389 8.2 0.3 5.0 0.2 17.1 0.5 9.7 0.4 2 3.9 L M BF-DC
30-3 631-393 57.5 2.1 35.0 1.5 1919.7 60.7 1543.3 60.0 2 4.7 L M DC
31 1928-1091 48.8 8.4 45.6 7.6 89.1 5.1 75.4 4.6 1 9.5 L C BF-DC
34
Presa/Toma Retorno
Rango
Complejo- LC AD LC AD UA TC ECI FFR ADNR
Altitudinal
Presa
(msnm)
km VRC% km2 VRC% km VRC% km2 VRC% (km)
35
Presa/Toma Retorno
Rango
Complejo- LC AD LC AD UA TC ECI FFR ADNR
Altitudinal
Presa
(msnm)
km VRC% km2 VRC% km VRC% km2 VRC% (km)
46-1 677-295 5 0.5 12.3 1.2 65.7 3.7 38.4 2.3 1 7.0 R M DC
46-2 653-295 4.6 0.4 4.0 0.4 65.7 3.7 38.4 2.3 1 5.6 R M DC
47 724-212 43.2 4.7 34.6 3.6 61.3 3.2 49.2 2.8 1 9.4 L C BF
48-1 535-420 179.2 13.6 132.3 10.3 242.8 15.4 187.6 12.6 1 2.3 R LJ BF
48-2 463-420 66.1 4.3 52.5 3.6 242.8 15.4 187.6 12.6 1 0.6 R C DC
49 1669-1598 28.3 34.6 20.8 21.4 29.8 28.9 22.1 18.0 1 1.5 A ND BF
50 259-119 117.1 6.3 151.9 8.9 122.8 5.5 159.7 7.7 1 5.7 A ND BF
51 362-99 82.7 5.0 47.4 3.0 92.9 3.7 57.3 2.4 1 10.8 L M BF
52-1 546-352 13.1 1.0 18.5 1.5 114.2 6.8 147.3 9.4 1 4.3 L C DC
52-2 436-352 82.2 5.3 108.7 7.4 114.2 6.8 147.3 9.4 1 4.4 R M BF
53 264-78 40.4 2.2 33.6 2.0 800.4 26.2 761.5 27.1 3 18.7 L C DC
54 410-384 ND ND ND ND 0.2 0.0 0.0 0.0 1 ND A ND ND
55 323-230 118.9 6.9 137.1 8.6 137.0 7.3 158.1 9.1 1 4.1 L M BF
56 552-464 33.6 2.6 23.1 1.8 37.5 2.5 25.6 1.8 1 1.8 L LJ BF
57 436-362 45.2 2.9 27.1 1.8 82.7 5.0 47.4 3.0 1 10.8 L C BF-DC
Cuadro 3. Correlaciones no paramétricas de Spearman entre las áreas de drenaje o cuenca (km2)
y las longitudes de cauces (km) medidas en el mismo sitio.
n rs p
General 300 0.98 <0.001
Por encima de…
Presas 87 0.98 <0.001
Altura de las presas 87 0.92 <0.001
Retornos 63 0.98 <0.001
Altura de retornos 63 0.84 <0.001
36
Figura 5. Promedio general (- - -) y promedio por cuenca (x) del área de drenaje (AD) y el
valor relativo en la cuenca (VRC %) de cada presa y retorno. Las cuencas son: Pirris (PI),
Térraba (TR), Barranca (BA), Bebedero (BE), Tárcoles (TA), Lago Nicaragua (LN),
Parismina (PA), Río Frío (RF), Sarapiquí (SA) y San Carlos (SC).
Cuadro 4. Proporción del área de drenaje por encima de la presa respecto al área de drenaje
previo al sitio de confluencia de los cauces fuente y receptor en los casos 3 de “Uso del Agua”
(UA).
37
Cuadro 5. Número de complejos, presas, número máximo de plantas por encima de otra
planta en el mismo cauce, rango altitudinal, área de drenaje (AD) y valor relativo en la cuenca
(VRC) por cuenca (CU). Los valores señalados (*) son subestimados. Entre paréntesis
valores omitiendo el retorno respectivo a la presa 33-5. Las cuencas son: Pirris (PI), Térraba
(TR), Barranca (BA), Bebedero (BE), Tárcoles (TA), Lago Nicaragua (LN), Parismina (PA),
Río Frío (RF), Sarapiquí (SA) y San Carlos (SC). ND = No Disponible
38
Cuadro 6. Especies afectadas en la provincia San Juan según la cuenca (LN=Lago Nicaragua; RF=Río Frío; SC=San Carlos;
SA=Sarapiquí; Pa=Parismina). Con (*) aquellas especies que no son afectadas si se omite el retorno de 33-5. Se incluye las estrategias
de vida (E=Equilibrista; O=Oportunista; P=Periódica; O-P=Oportunista-Periódica), otros aspectos (En=Endémica; Ex=Exótica;
An=Anfídroma; Po=Potádroma; Pr=Periférica) y el impacto esperado (1=Interrupción del ciclo de vida; 2=Disminución del hábitat;
3=Aislamiento de poblaciones).
Cuenca
LN RF SC SA PA Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal (es) 318-131 652 1669-1598 1504-1346 1928-389 de vida aspectos Esperado
m.s.n.m. 724-78 1098-20
Agonostomus monticola x x x x x P An 1, 2
Alfaro cultratus* x x x O En 2, 3
Amatitlania siquia x x x x E 2, 3
Amphilophus alfari x x x x x E 2, 3
Amphilophus longimanus* x x E 2, 3
Amphilophus rostratus* x x x E 2, 3
Archocentrus centrarchus* x E 2, 3
Archocentrus multispinosus* x x E 2, 3
Astyanax aeneus x x x x x O 2, 3
Atherinella hubbsi x x x x O 2, 3
Atherinella milleri* x O 2, 3
Atractosteus tropicus* x P 2, 3
Awaous banana* x x O-P An 1, 2
Belonesox belizanus* x O 2, 3
Brachyrhaphis holdridgei x x x O En 2, 3
Brachyrhaphis olomina x x O En 2, 3
Brachyrhaphis parismina* x O 2, 3
Bramocharax bransfordii x x x x O 2, 3
Brycon costaricensis x x x x P Po 2, 3
Bryconamericus scleroparius x x x x O 2, 3
Carcharhinus leucas* x P-E Pr 2
39
Cuenca
LN RF SC SA PA Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal (es) 318-131 652 1669-1598 1504-1346 1928-389 de vida aspectos Esperado
m.s.n.m. 724-78 1098-20
Carlana eigenmanni* x O 2, 3
Centropomus parallelus* x P Pr 2
Cryptoheros septemfasciatus x x x x E 2, 3
Cynodonichthys fuscolineatus* x O En 2, 3
Cynodonichthys isthmensis x x x x x O 2, 3
Dorosoma chavesi* x O-P Pr 2
Eugerres plumieri* x O-P Pr 2
Gobiesox nudus x x O 2, 3
Gobiomorus dormitor* x O-P An 1, 2
Gymnotus cylindricus* x O-P 2, 3
Gymnotus maculosus x x x O-P 2, 3
Hemiancistrus aspidolepis x O-P 2, 3
Hyphessobrycon tortuguerae* x O 2, 3
Hypsophrys nematopus x x x E 2, 3
Hypsophrys nicaraguensis* x x x E 2, 3
Joturus pichardi x x P An 1, 2
Megalops atlanticus* x P 2, 3
Oncorhynchus mykiss x O-P Ex 2, 3
Oreochromis niloticus x x x x x E Ex 2, 3
Parachromis dovii x x x x x E 2, 3
Parachromis loisellei* x E 2, 3
Parachromis managuensis* x E 2, 3
Phallichthys amates x x x x O 2, 3
Phallichthys tico x x x O 2, 3
Poecilia gillii x x x x x O 2, 3
Poecilia mexicana* x O 2, 3
Poecilia reticulata x O Ex 2, 3
40
Cuenca
LN RF SC SA PA Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal (es) 318-131 652 1669-1598 1504-1346 1928-389 de vida aspectos Esperado
m.s.n.m. 724-78 1098-20
Pomadasys crocro* x O-P Pr 2
Priapichthys annectens x x x x x O En 2, 3
Pristis pristis* x E-P Pr 2
Pseudophallus mindi* x O Pr 2
Rhamdia guatemalensis x x x x x O 2, 3
Rhamdia laticauda x x x x x O 2, 3
Rhamdia nicaraguensis x x x x x O 2, 3
Roeboides bouchellei x x x x x O 2, 3
Sicydium adelum x O-P En, An 1, 2
Sicydium altum x x O-P An 1, 2
Synbranchus marmoratus x x x x x P 2
Tomocichla tuba x x x x E 2, 3
Xenophallus umbratilis x x x x O 2, 3
Total 30 13 32 55 31 - -
41
Cuadro 7. Especies afectadas en la provincia Chiapas-Nicaragua según la cuenca (BE=Bebedero; BA=Barranca;
TA=Tárcoles). Se incluye las estrategias de vida (E=Equilibrista; O=Oportunista; P=Periódica; O-P=Oportunista-
Periódica), otros aspectos (En=Endémica; Ex=Exótica; An=Anfídroma; Po=Potádroma; Pr=Periférica) y el
impacto esperado (1=Interrupción del ciclo de vida; 2=Disminución del hábitat; 3=Aislamiento de poblaciones).
Cuenca
BE BA TA
Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal (es) 1872-1559
de vida aspectos Esperado
m.s.n.m. 455-76 631-228 1116-1039
946-227
Agonostomus monticola x x x P An 1, 2
Amatitlania siquia x x x E 2, 3
Amphilophus alfari x x E 2, 3
Amphilophus longimanus x E 2, 3
Archocentrus multispinosus x E 2, 3
Astyanax aeneus x x x O Po 2, 3
Awaous banana x O-P An 1, 2
Awaous transandeanus x O-P An 1, 2
Brachyrhaphis olomina x x x O En 2, 3
Carassius auratus x O Ex 2, 3
Centropomus medius x x P Pr 2
Centropomus nigrescens x P Pr 2
Citharichthys gilberti x P Pr 2
Cynodonichthys fuscolineatus x O En 2, 3
Cynodonichthys isthmensis x x O 2, 3
Cyprinus carpio x P Ex 2, 3
Dormitator latifrons x O-P Pr 2
Eleotris picta x O-P Pr 2
Eucinostomus currani x O-P 2
Eugerres brevimanus x O-P Pr 2
Gobiesox potamius x O 2, 3
Gobiomorus maculatus x O-P An 1, 2
Gymnotus maculosus x O-P 2, 3
Hemieleotris latifasciata x O-P 2
Hypsophrys nematopus x E 2, 3
Hypsophrys nicaraguensis x E 2, 3
Micropterus salmoides x O-P Ex 2, 3
Mugil curema x P Pr 2
Oreochromis niloticus x x E Ex 2, 3
Parachromis dovii x E 2, 3
Phallichthys amates x x O 2, 3
Poecilia gillii x x x O 2, 3
Poeciliopsis turrubarensis x O 2, 3
Pomadasys bayanus x x x O-P Pr 2
Priapichthys annectens x x x O En 2, 3
Priapichthys panamensis x O 2, 3
Pseudophallus starksi x E Pr 2
42
Cuenca
BE BA TA
Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal (es) 1872-1559
de vida aspectos Esperado
m.s.n.m. 455-76 631-228 1116-1039
946-227
Rhamdia guatemalensis x x x O 2, 3
Rhamdia laticauda x x x O 2, 3
Rhamdia nicaraguensis x x O 2, 3
Roeboides bouchellei x x O 2, 3
Sicydium salvini x x x O-P An 1, 2
Synbranchus marmoratus x x x P 2
Tomocichla sieboldii x E 2, 3
Xenophallus umbratilis x O 2, 3
Total 41 12 21 - - -
Cuadro 8. Especies afectadas en la provincia Chiriquí según la cuenca (PI=Pirris; TR=Térraba). Se incluye
las estrategias de vida (E=Equilibrista; O=Oportunista; P=Periódica; O-P=Oportunista-Periódica), otros
aspectos (En=Endémica; Ex=Exótica; An=Anfídroma; Po=Potádroma; Pr=Periférica) y el impacto
esperado (1=Interrupción del ciclo de vida; 2=Disminución del hábitat; 3=Aislamiento de poblaciones).
Cuenca
PI TR Estrategia Otros Impacto
Segmento (s) altitudinal 3364-3340 de vida aspectos Esperado
1082-289
(es) m.s.n.m. 1063-1044
Agonostomus monticola x P An 1, 2
Amphilophus diquis x E En 2, 3
Astyanax aeneus x O Po 2, 3
Brachyrhaphis rhabdophora x O En 2, 3
Brachyrhaphis terrabensis x x O 2, 3
Brycon behreae x P Po 2, 3
Cryptoheros sajica x E En 2, 3
Gerres simillimus x O-P Pr 2
Oncorhynchus mykiss x O-P Ex 2, 3
Oreochromis niloticus x E Ex 2, 3
Poecilia gillii x x O 2, 3
Pomadasys bayanus x O-P Pr 2
Pseudocheirodon terrabae x O En 2, 3
Rhamdia guatemalensis x O 2, 3
Rhamdia laticauda x x O 2, 3
Roeboides ilseae x O En 2, 3
Sicydium salvini x O-P An 1, 2
Synbranchus marmoratus x P 2
Tomocichla sieboldii x E 2, 3
Total 18 4 - - -
43
6. DISCUSIÓN
Es difícil establecer un valor crítico como límite aceptable en cuanto al área de impacto
de una planta hidroeléctrica. Grill y colaboradores (2014) sugieren que se haga
comparaciones relativas entre las plantas hidroeléctricas para establecer prioridades de
conservación y restauración. Si se utiliza este planteamiento, el acomodo en la figura 5 es
bastante claro en cuáles deben ser las prioridades.
Algunas de estas plantas como: el El Páramo (3) y Eléctrica Tapezco (9) se encuentran
por encima del rango altitudinal de la ictiofauna y por lo tanto cabría esperar un bajo o nulo
impacto. Casos similares se da en las presas: Avance, Puerto Escondido, Los Lotes (8), Birris
III (26) y Río Macho (31). Sin embargo, no se puede descartar la existencia de un impacto a
través del flujo. El impacto estará presente si cambios en las características del flujo o si los
cambios generados secundariamente debido a su papel como “variable maestra” (Poff et al.
1997) son perceptibles en el rango altitudinal de la distribución de la ictiofauna. La
importancia de los cambios generados secundariamente no se debe subestimar, ya que las
alteraciones en el sustrato y la temperatura pueden tener un impacto similar o mayor en la
composición de las comunidades que cambios en el flujo (McManamay et al. 2015).
Al respecto de este tema, Fencl y colaboradores (2015) observaron que los efectos
geomorfológicos de presas menores a 7.6 m de alto son perceptibles hasta 7.9 km aguas abajo
desde la presa y la distancia afectada disminuye conforme aumenta el número de presas aguas
arriba, hasta un caso en el cual la distancia se reduce a 0.2 km en la quinta planta en un
acomodo cascada. Estos datos sugieren que pueden encontrarse configuraciones de menor
impacto según el acomodo espacial y el tamaño de las presas por encima de los 1500 msnm,
aunque también se debe incorporar el tipo de funcionamiento de la planta.
Por otra parte, tampoco se puede obviar el efecto acumulativo que pueden tener sobre la
cuenca media o baja. Según las predicciones del concepto de “discontinuidad en serie” (Ward
y Stanford, 1983) las presas cerca de las cabeceras tendrán un impacto superior en la
retención de la materia orgánica de mayor tamaño que presas en la cuenca media. Esto
implica la interrupción del transporte de materia y nutrimentos a las partes medias y bajas lo
que pueden alterar las cadenas tróficas o los grupos tróficos dominantes, y en conjunto con
44
la presencia de presas en sectores intermedios crear segmentos aislados tanto de la parte alta
como de la parte baja. Estos segmentos pueden ser críticos para la conservación por lo que
se debe tener en consideración el efecto de interacción entre las diferentes plantas a nivel de
cuenca (Freeman et al. 2007).
De manera similar Erös y colaboradores (2011) sugieren que los segmentos críticos se
pueden definir mejor si se toma en cuenta el nivel de conectividad a otros segmentos y no si
solo se asume que entre más bajo en la cuenca es mayor la afectación. Este enfoque implica
un mayor impacto conforme se acerca al “centro” de la cuenca y una reducción conforme se
aleja a la periferia. Esto queda ejemplificado en los retornos del complejo Hidrolajas (30).
Mientras el retorno de la planta y la presa Torito (30-2) se da en el cauce secundario y
presenta un impacto más bajo. El agua tomada por las presas Lajas (30-1) y Guayabo (30-3)
vuelve a su cauce natural en el cauce principal del Río Reventazón por lo cual ambas
presentan los valores más altos en la cuenca.
En cuanto al uso del agua y la caracterización del tramo crítico, el caudal ambiental y la
unión de un cauce aguas abajo ayudan a recuperar la diversidad. La presencia de especies
con una estrategia “equilibrista”, como los peces de la familia Cichlidae, puede ser utilizada
para darle seguimiento al estado del tramo crítico (Anderson et al. 2006a). El estado óptimo
sería cuando estas especies se encuentran a lo largo de todo el tramo y pueden llegar al pie
del sitio de presa. En la metodología para la estimación de caudales ambientales el ICE ya
incluyó la especie Parachromis dovii como especie indicadora (Laporte et al. 2006), por lo
que la inclusión de las otras especies funcionaría como un complemento en casos donde
naturalmente no se encuentre o hayan especies más abundantes. En la provincia de Chiriquí
se debe prestar atención especial a las especies Cryptoheros sajica y Amphilophus diquis ya
que ambas son especies endémicas.
45
En los casos donde no hay un cauce entre el sitio de presa y el sitio de retorno, el caudal
ambiental es el único medio por el cual se puede promover la presencia de estas especies.
Por lo tanto, el caudal ambiental es preponderante conforme aumenta la distancia del sitio de
unión del primer cauce después de la presa en el tramo crítico. Si el cauce inmediato también
se encuentra represado entonces el caudal ambiental de ambas presas debería satisfacer las
necesidades de estas especies.
En cuanto a los casos “3” del uso del agua, la baja proporción del área de drenaje que se
encuentra por encima de las presas induce a pensar que el impacto individual es reducido.
Esto porque los efectos sobre el flujo y sus características puedan ser atenuados y/o
enmascarados por el resto de cauces en dicha sección de la cuenca. Este supuesto se cumple
siempre y cuando no haya más presas en estas secciones. En el caso de las tomas Birris (26-
1 al 4), todas las presas se encuentran en la misma microcuenca y si se suma el área de cada
presa la proporción acumulada es del 16% por lo que sería necesario tener en consideración
el efecto de las cuatro presas para estimar las alteraciones en el flujo y sus características y
los posibles impactos en la ictiofauna.
En el caso de la toma Sardinal (33-5), el sitio de confluencia del cauce fuente y el cauce
receptor del agua se encuentra a más de 130 m de altura por debajo del sitio de retorno de la
planta hidroeléctrica. Esta diferencia en altura prácticamente dobla el número de especies
afectadas en la cuenca. Dado que este es el caso cuya proporción del área sobre la presa
respecto al área de drenaje en el sitio de unión del cauce fuente y el cauce receptor, es la más
baja (0.5%) y el resto de la cuenca hasta el sitio de confluencia se encuentra libre de otras
presas, es razonable asumir que el impacto de esta presa es mínimo y que las especies que
son afectadas únicamente por esta presa no deberían ser una prioridad en el tema de
restauración de la conectividad.
Por otra parte, pese a que ninguna planta hidroeléctrica tuvo la peor combinación posible
de factores, las plantas Cote y Arenal son propensas a caer en esta categoría si se construyera
una presa en los cauces inmediatos aguas abajo de sus presas. El hecho de que el agua
utilizada no se devuelva en la misma cuenca implica una mayor alteración de los procesos en
la cuenca. Además, debido a la falta de un caudal ambiental, para el resto de los cauces es
46
como si el área hasta el sitio de unión del siguiente cauce por aguas abajo de las presas
hubiese desaparecido.
A nivel de cuenca, las seis cuencas que presentan uno o dos complejos presentan mucha
variabilidad en las métricas. Por una parte, se encuentran las cuencas de Pirrís y Río Frío con
un complejo cada una (Fig. 6 B y E). El complejo Pirrís (1) se encuentra en el cauce principal
del río del mismo nombre por lo que tiene un impacto alto, especialmente la presa que
bloquea el acceso a una quinta parte de la cuenca por encima de los 1080 msnm y la longitud
del tramo crítico. La situación opuesta ocurre en la presa del complejo Cote. Esta presa se
encuentra en la periferia de la cuenca por lo que su área de impacto es muy baja, aunque
como se mencionó anteriormente, el trasvase de aguas ejerce un efecto desvinculante con el
resto de la cuenca. Además, en este caso cabe resaltar que no se cumple una de las premisas
con la cual se definió el valor relativo de cuenca ya que el lago Cote es el lago natural más
grande del país (Haberyan et al. 2003) y no hay un hábitat similar en la cuenca por encima
de esa altura.
Las otras cuatro cuencas presentan dos complejos cada una (Fig. 6 A, C, D y F). En la
cuenca del Térraba las presas se encuentran cerca de la periferia y una de ellas se encuentra
por encima de los 3000 msnm. Además, como lo refleja la diferencia entre el área sobre los
retornos y las presas, así como la longitud del tramo crítico combinado, estas son plantas
pequeñas. Estos factores evidencian que tienen un bajo impacto. Por otra parte, las cuencas
de Barranca y Lago de Nicaragua tienen impactos similares en cuanto al área afectada, pero
47
en Bebedero el impacto en el área drenada es entre un 40-60 % menos. Esto concuerda con
lo propuesto por Jager y colaboradores (2015) en donde un acomodo cascada impacta un área
menor que plantas dispersas en diferentes cauces. Además en este caso, el agua utilizada
mayoritariamente proviene de la planta Arenal por lo que habría que tomar en cuenta el flujo
original del cauce para tener una idea más exacta del impacto en el tramo crítico.
Cabe resaltar que varias de las plantas de mayor impacto se encuentran en las cuencas
del Tárcoles y del Parismina. En el caso del Tárcoles (Fig. 7), el complejo Ventanas-Garita,
es crítico en términos de conectividad porque el retorno se encuentra en el cauce principal y
tiene presas en los tres cauces mayores. Esto implica que por encima de los 277 msnm casi
el 80% de la cuenca se encuentra bajo la influencia de una planta hidroeléctrica. Este rango
de influencia se va a ampliar en cuanto se termine la construcción de la planta Capulin-San
Pablo que se encuentra aguas abajo del complejo Ventanas-Garita también sobre el cauce
principal del río Tárcoles. Además hay que considerar que las plantas Belén (9) y Brasil I
(10), que también son de alto impacto, se encuentran por encima de la presa y el retorno
Virilla (20-2). Sin embargo, en esta cuenca no se puede obviar la situación de la
contaminación orgánica ya que aproximadamente el 65% de la población, descarga sus aguas
residuales con poco o nulo tratamiento (Ángulo-Zamora, 2014).
Por otra parte, en la cuenca del Parismina (Fig. 8) los complejos Angostura (23-1), Cachí
(27) y La Joya (28) también se encuentran encadenados. La planta “La Joya” (28) utiliza el
desfogue de la planta “Cachí” (27) para generar electricidad por lo que deberían estar unidos
como un mismo complejo según los criterios aplicados. Sin embargo, se mantuvieron
separados porque ambas plantas tienen un diseño y funcionamiento diferente por lo que sus
impactos también difieren. Además “La Joya” solo utiliza una parte del desfogue por lo que
una parte del caudal vuelve al cauce original en ese punto. Pese a estas diferencias, las
métricas utilizadas no son suficientes para hacer la distinción, por lo que los resultados de
“La Joya” engloban e incluyen los resultados de “Cachí” y ambas plantas presentan un
impacto similar.
48
funcionamiento de la planta Reventazón reforzará la tendencia por lo que esta es una temática
a la cual se debe estar atentos en esta cuenca. Un indicio de este efecto podría ser la presencia
del pez diablo, Pterygoplichthys pardalis en la cuenca (Molina-Arias et al., 2010) y al menos
desde 1985, el establecimiento del langostino Procambarus clarkii en el embalse de Cachi
(Cabrera-Peña, 1994).
La cuenca del San Carlos (Fig. 9), presenta la particularidad que el área por encima de la
presa es mayor que el área por encima de los retornos y esto se debe que al trasvase que se
realiza en la planta Arenal. El resto de complejos tiene impactos similares en cuanto al área
fragmentada. Pese a no haber otro complejo de alto impacto, contrario a las cuencas
anteriores, lo distribución de las plantas en los cauces principales y su amplio rango
altitudinal eleva su VRC. En esta cuenca, las plantas que se encuentran a menor elevación
son en donde se debería iniciar la mejora de la conectividad para los peces.
En la cuenca del Sarapiquí (Fig. 10) el número de represas ha aumentado más allá de lo
previsto por Anderson y colaboradores (2008). En ese momento se registró la presencia de
nueve represas y se proyectó la construcción de cuatro más correspondientes al complejo
Cariblanco. En la actualidad se registran nueve presas más, aunque no se pudo corroborar si
la planta Río Segundo todavía se encuentra en funcionamiento, por lo que el número final
todavía podría aumentar. También se registró un aumento de 135 km de cauce por encima de
las presas, principalmente dado por las plantas El General (38), Volcán (42-1) y las tomas
correspondientes a la planta Toro III (40-5 y 6). La construcción de las plantas Cubujuquí y
Varablanca (42), así como la ampliación de “El Ángel” (37-2) se encuentran cerca o por
encima de zonas ya impactadas por lo que no contribuyen significativamente al aumento de
los kilómetros afectados. Sin embargo, al igual que en la cuenca Bebedero, el impacto de la
construcción de las nuevas plantas es más significativo en el aumento del tramo crítico. En
este caso se registró un aumento de 97 km si se toma en cuenta el efecto de la toma Sardinal
(33-5) o de 38 km si no se toma en cuenta.
Pese a ser la cuenca que tiene el mayor número de presas, esta cuenca presenta valores
de alteración más similares a las cuencas con uno o dos complejos. La disposición espacial
hacia la periferia de la cuenca explica estos valores de alteración. Cabe resaltar que en esta
zona muchos de los cauces tienen influencias volcánica (Pringle et al., 1990; Pringle et al.,
49
1993; Pringle & Triska, 2000; Rouwet et al., 2010) por lo que algunos ríos como el Río Toro
y el Río Sucio presentan de forma natural un pH bajo, lo cual podría limitar la colonización
y el establecimientos de peces en dichos cauces.
Otro enfoque para definir el valor crítico de alteración puede ser una definición práctica,
que responda a las necesidades de las especies afectadas, similar a la propuesta de Pringle y
colaboradores (1988) referente a los parches del río. Este enfoque puede ser el idóneo para
identificar valores de bajo impacto. Las especies con necesidades específicas pueden ser
utilizadas como especies referentes para el establecimiento de los valores críticos, y a su vez
facilitar el manejo mediante el establecimiento de objetivos y metas de conservación en
diferentes ventanas temporales según el nivel de urgencia.
Las especies más afectadas son las anfídromas. No es la primera vez que se llama la
atención sobre este grupo de especies. McLarney y colaboradores (2010) abordaron el tema
ampliamente para las especies presentes en el Parque Internacional La Amistad. Todas las
especies de este trabajo fueron identificadas en esa ocasión como especies potencialmente
afectadas por sus ciclos diádromos. Smith y Kwak (2014), utilizaron marcadores pasivos en
Agonostomus y Gobiomorus y no detectaron desplazamiento a la parte baja de la cuenca por
parte de los adultos en dos periodos reproductivos consecutivos. Esto es una prueba bastante
concluyente de su carácter anfídromo. Por lo tanto una parte importante de los esfuerzos de
conservación en las especies debe estar enfocado en facilitar la repoblación por parte de los
individuos de menores tallas.
En el caso de los juveniles de las especies de Sicydium migran aguas arriba de forma
masiva (Bussing, 2002). En congéneres y otros miembros de la familia Gobiidae, se ha
observado diferentes tipos de movimientos que les permite escalar por las rocas húmedas una
distancia de hasta cientos de metros, tanto en islas del Pacífico como en el Caribe (Schoenfuss
& Blob, 2003; Schoenfuss et al., 2011). Si las especies de Costa Rica presentan este tipo de
locomoción, rehabilitar la conectividad por encima de las presas parece sencillo, ya que no
se requeriría un canal que permita el nado activo, sino más bien un flujo constante que forme
una película de agua sobre una rampa podría ser suficiente. Por lo cual, determinar el límite
de la pendiente que las tres especies pueden escalar permitiría saber en cuáles presas se puede
implementar algún tipo de solución.
50
En el caso de A. monticola, cada vez hay más consenso en el comportamiento anfídromo
y la relación positiva de las lluvias con los eventos reproductivos y el poco desplazamiento
de los adultos (Cruz, 1987; Eslava-Eljaiek, & Díaz-Vesga, 2011, Smith & Kwak, 2014). Es
de notar que A monticola es afectada en 9 de las 10 cuencas en donde se da la actividad
hidroeléctrica, únicamente no se ve afectado en la cuenca del Térraba. Varios estudios
demuestran que una parte de la dieta proviene de insumos terrestres haciendo que la especie
sea un elemento importante en la incorporación de recursos alóctonos a las redes tróficas
(Phillip, 1993; Cotta-Ribeiro & Molina-Ureña, 2009).
51
desplazamientos estarían ligados a los altos flujos durante esta época. En este escenario sería
congruente la variación en el estado de madurez de las hembras encontradas de un año a otro
en el Sarapiquí. Además, el desplazamiento aguas arriba durante Octubre en Mojellones se
daría después de la reproducción aguas abajo y la aparición en Diciembre en la
desembocadura correspondería a otra población o grupo de individuos.
La variación temporal entre los individuos de las diferentes cuencas podría deberse a las
diferencias en el patrón temporal del flujo en los diferentes ríos, reforzado por las variaciones
climáticas en el Caribe (Pérez et al., 2013). Si esto fuera así, mantener las crecidas durante
la estación lluviosa sería clave para la conservación de la especie en las cuencas con represas.
Para procurar un manejo óptimo de las plantas el siguiente paso, sería averiguar cuál es la
señal puntual y el valor umbral para desencadenar el desplazamiento o los eventos
reproductivos.
52
individuos por encima y por debajo de una represa, equivale a la diferencia genética presente
naturalmente en una distancia de entre 100 y 120 km de cauce de río y disminuye a una
distancia entre 10 y 20 km si existe un paso para peces (Gouskov et al., 2016). Se ha
comprobado que esta especie realiza migraciones de 16 km en el río Spree (Fredrich et al.,
2003) y de 25 km en el río Meuse (DeLeeuw & Winter, 2008) para su reproducción y después
vuelve al sitio de donde partió. Esto implica que la diferencia genética provocada por la
represa es mayor a la distancia natural que podría haber entre dos poblaciones.
Este tipo de información genética puede complementar la información respectiva del uso
de hábitat y los desplazamientos de cada especie. Si la distancia genética excede la distancia
natural entre dos poblaciones podría utilizarse como un criterio para priorizar acciones de
conservación según las especies. Según Fausch y colaboradores (2002) muchas especies
utilizan distancias de río entre 1 y 100 km para completar sus ciclos de vida. En el extremo
inferior es más probable encontrar especies con una estrategia oportunista, mientras que en
el extremo superior especies con una estrategia periódica, esto por los respectivos tamaños
corporales (Winemiller, 1995). Esto enfoque podría utilizarse para las especies de las tres
estrategias de vida y permitiría determinar si es necesaria la construcción de un paso para
compensar el distanciamiento genético entre las poblaciones por abajo y por encima de las
presas.
53
Figura 6. Ubicación de las presas y retornos en las cuencas A) Lago de Nicaragua, B) Río Frío, C) Barranca, D) Bebedero,
E) Pirris y F) Térraba.
54
Figura 7. Ubicación de las presas y retornos en la cuenca Tárcoles.
55
Figura 8. Ubicación de las presas y retornos en la cuenca Parismina.
56
Figura 9. Ubicación de las presas y retornos en la cuenca San Carlos.
57
Figura 10. Ubicación de las presas y retornos en la cuenca Sarapiquí.
58
7. CONCLUSIONES
59
alto valor para la conservación por ser endémicas al país. Esto hace que los esfuerzos en
conservación y restauración de la conectividad longitudinal deban priorizarse en torno a estas
especies.
En una situación ideal no debería haber represas en los ríos. Los resultados de este
trabajo son claros en que las represas que presentan un mayor impacto en el área afectada
son las que se encuentran sobre los cauces principales. Estas plantas son utilizadas para
generar durante la estación seca, momento en el cual las plantas de menor tamaño reducen
su aporte productivo por bajos caudales. Se debe evitar construir nuevas represas en estos
sitios y en las ya existentes, mejorar las condiciones mediante caudales ambientales que
permitan el acceso a las partes altas por las especies utilizando el tramo crítico.
En el contexto actual y contrastando las cuencas de Parismina, Tárcoles, San Carlos
y Sarapiquí, el desarrollo en esta última y el grado de impacto registrado, se recomienda la
construcción de represas en las cuencas donde ya se realiza esta actividad y que se encuentren
por encima de la distribución altitudinal de la ictiofauna, en ríos de orden bajo o cerca de las
cabeceras. El acomodo en cascada de los proyectos puede ayudar a que los impactos sean de
una menor magnitud. En la selección del sitio para este tipo de proyectos también se debe
tomar en cuenta la presencia de especies endémicas y evitar la selección de sitios donde se
encuentren presentes.
A mediano y largo plazo la planificación eléctrica del país, debe disminuir la
importancia relativa de la generación hidroeléctrica, ya que a pesar de que tiene un menor
impacto que la generación térmica, también tiene muchas consecuencias sobre los
ecosistemas lóticos y los organismos que los utilizan.
En futuros análisis deben incluirse factores físicos como: los tamaños de las presas y su
funcionamiento, la topografía del terreno mediante análisis de redes y características del flujo
en cada cuenca. Además, una actualización y corroboración de la información pertinente a
los ríos podría brindar más certeza en cuanto a las medidas realizadas. Por otra parte, se debe
incluir factores biológicos como: el uso espacial y temporal de las cuencas por parte de las
especies. Para lograr este objetivo se necesita datos obtenidos a través de muestreos
sistemáticos a nivel de cuenca. También se necesita más detalles relativos a las necesidades
específicas en cuanto al hábitat e historia de vida de cada especie, en especial de las especies
con una estrategia periódica. El incluir estas variables enriquecerá la discusión y se podrán
60
tomar decisiones más responsables respecto al desarrollo hidroeléctrico en el país y la
conservación de la ictiofauna.
61
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