De Una Cuestión Preliminar A La Psicosis Social

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De una cuestión preliminar a la psicosis social

Abstract

This piece of work will draw, in the following plan, the introduction for a definition
coined by Jacques Marie Emile Lacan in the Post scriptum of “On a question
preliminary to any possible treatment of psychosis “ (2008); since in that point it
becomes truly puzzling, especially if you do not take into account that a Post
scriptum, as an equivalent to the postscript in a letter, may be applied to add
subsequent information to an already finished text, equating to a correction or
amendment. This last sense, which we favor, is from where we extract the power,
from a mathematical point of view, that will allow us to sound out this author’s work,
from beginning to end; placing a vague start on his doctoral thesis which already
plays clinical structures down, and reaching the end with his second letter to
Vincennes, by way of a logical conclusion. The effort undertook in our piece of
work has the single objective of placing structural invariants of the system where
we live, in order to bring it to light, so as to create a reverse which allows us to go
beyond: that is to say, to reach the analyzing function of the One and the Two.

Resumen

Este trabajo realizará en la articulación que sigue un boceto de introducción a un


término acuñado por Jacques Marie Emile Lacan en el Post scriptum de De una
cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis (2008), puesto que es
allí en donde este aparece como algo verdaderamente enigmático, sobre todo si
no se tiene en cuenta que un Post scriptum, como equivalente al Postdata de una
carta, puede utilizarse para añadir algo posterior a un texto cuando este ya se ha
dado por concluido, siendo equivalente a una corrección o enmienda. En esta
última acepción, que nosotros privilegiamos, es de donde extraemos la potencia
en el sentido matemático que nos permitirá sondear de cabo a rabo la obra de
este autor, ubicando un principio difuso en su tesis doctoral que relativiza ya en
ese momento las estructuras clínicas, y arribando al final con su segunda carta a
Vincennes a modo de conclusión lógica. El esfuerzo emprendido aquí no tiene otro
objetivo que el de ubicar invariantes estructurales del sistema que habitamos para
poner a éste de manifiesto, creando en ese acto el reverso que nos permite un
más allá: la función analizante del Uno y el Dos conjuntamente.

Introducción

Aquellos que nos hallamos escribiendo el presente trabajo nos proponemos


dilucidar un término poco explorado dentro de la literatura psicoanalítica lacaniana,
el de Psicosis Social (Lacan, 2008). En el entramado que sigue utilizaremos a
modo de lupa para la tarea anteriormente mencionada la lente que nos
proporciona uno de sus grandes analizantes: Jean-Michel Vappereau (2006).
También debemos nombrar a dos personas cercanas a este que han contribuido,
de una u otra manera, a esta elaboración: Maria Ines Kaplan y Daniel Eudoro
Wainziger.
En primer lugar nos vemos obligados a destacar que leeremos a este término
como se lee a un átomo, un compuesto de tres elementos básicos o, más
específicamente en nuestro caso, axiomáticos: electrones, protones, y neutrones,
sin desconocer el cimiento de la física teórica actual sobre cuerdas vibratorias
pegadas a un membrana ubicada en un hiperespacio junto a otras figuras
topológicas, dejando al lector en cuestión la correspondencia de los mencionados
con los que vendrán a continuación, que no son otros que los nominados por
Lacan.
Pero pasemos a manifestarlos, al menos como los componentes tripartitos que
engendran a La Psicosis Social, respetando el orden de enumeración del autor:

1. Un discurso sobre la libertad que es delirante.


2. Un concepto de lo real como coartada.
3. La creencia en Le Père Noël.

Nosotros, sin embargo, les daremos otro orden en función de una lógica a estos
tres elementos, haciendo concomitantes a los dos últimos, y un efecto de ellos al
primero, resaltando que la lógica que se menciona no es otra que la del eminente
matemático Kurt Gödel, la cual se irá develando a medida que es puesta en acto
por su utilización.
Cerrando esta introducción, escribimos nuestro orden:

1. La creencia en Le Père Noël.


2. Un concepto de lo real como coartada.
3. Un discurso sobre la libertad que es delirante.

La creencia en Le Père Noël y su posible real como una cortada

Inicialmente debemos hacer una aclaración, dejamos la cita en francés, Le Père


Noël, ya que esta condensa dos dimensiones diferentes, por un lado la tan
reiterada traducción clásica de Papá Noel, humorada de Lacan, y la que aquí
privilegiamos: El Padre Noël, un Padre de La Iglesia Católica, Estienne Noël, un
Jesuita que fue Rector del College de Clermont, maestro y amigo de Descartes.
Poniendo esto de manifiesto, esperamos hacer notar la pobreza con la que se
manejan algunos al momento de encarar los fundamentos del psicoanálisis, al
menos, en Lacan. Aclaración mediante, continuamos.
Como si fuese un cuento, remitimos al lector a la correspondencia entre Blaise
Pascal (1984), matemático, físico, y escritor francés, quien realizará los
experimentos barométricos sobre el vacío, con el Padre Noël, a quien ya
describimos con anterioridad, que sale a su cruce como el abogado de la
naturaleza (plena) para refutarlo. Las máximas que establece el primero son:

 La existencia de un espacio aparentemente vacío.


 La naturaleza no puede tolerarlo, por lo que el mismo produce un horror y
repugnancia.
 Los cuerpos que circundan el vacío tienden a llenarlo.
 El vacío se encuentra desprovisto de toda materia conocida hasta el
momento, salvo que se demostrara la existencia de una que lo pudiere
colmar.
Vemos como Pascal, quien no es el único en su actualidad, puesto que no
desconocemos el puntapié inicial de Evangelista Torricelli, ni de otros que también
tuvieron que padecer la embestida de la Iglesia como el Fraile Capuchino
Valeriano Magni, demuestra experimentalmente la existencia del vacío en la
naturaleza, resaltando el horror que en esta genera.
En medio de este supuesto diálogo vía correspondencia con el Padre Noël, es
Pascal quien, quedando un poco perplejo, captura que el representante de la
Iglesia funda su embestida contra el vacío en la existencia de una materia invisible
a través de experimentos falsos con los que quiere explicar otros que ni siquiera
logró comprender a nivel simbólico, lo que lo lleva ineludiblemente por la vía del
rechazo del vacío, de la Incompletud del Ser. Y es a partir de este rechazo que lo
real deviene como (una) coartada a través del establecimiento del determinismo
que, cuando es cuestionado por el azar, hace emerger (a) la angustia que
posibilita el retorno del sujeto, momento de creación del psicoanálisis por parte de
Sigmund Freud, por lo que, sin más, debemos reconocer aquí al vacío retornante
que se presentó al Padre del Psicoanálisis como el elemento fundamental para el
amanecer de nuestra praxis, praxis que debe su existencia, insistimos, a la
prolongación de los padres de la iglesia en las figuras de autoridad científicas de
nuestros tiempos.
Vemos entonces como, por un lado existe la figura de autoridad que comanda la
lectura, sean estos curas o científicos, que indica cómo hay que leer, que marca
con su brújula mágica el buen leer, y por el otro (esta) rechaza el trabajo con el
vacío, contribución sin la cual no se da la fundación de lo real como el Ser. Ser
que es continuidad, totalidad, homogeneidad, plenitud sin más. Identidad sin
diferencia que escribimos de la siguiente forma:
a=a

Dijimos antes que usamos a la lógica de Gödel para organizarnos, y es así porque
en esta el sistema es incompleto y consistente, o es completo e inconsistente,
instancia terminal que implica perderlo todo porque tales coordenadas permiten la
verificación de cualquier cosa (Amster, 2010). Pues bien, explicitada la causa del
delirio, que no es otra que la Completud del Ser, pasemos a nuestro siguiente
punto.
El efecto delirante y un disc-curso que se cree libre

Hemos arribado al delirio social, al producto insalvable en este caldo de cultivo


moderno, un discurso social ampliamente extendido que sostiene una libertad
inverificable, inhallable, al que no tenemos más remedio que calificar de delirante.
Es donde ciertos actores discursivos en tanto que ubicados en lugares de
autoridad lectora, estimulan el emerger de la misma atalaya a la cual fue
conducido Lacan (2008) para divisar a la subjetividad delirante de Schreber. La
emergencia del analizante sujeto, la excepción a la regla de esta desviación
cultural (Levi-Strauss, 1994) que se caracteriza por alcanzar sus efectos en su
máxima potencia. Aunque con esto no queremos decir que todo el mundo es
psicótico, porque ¿acaso no es posible encontrar en la gran tesis doctoral del
psiquiatra francés, sin que esto le impida muchos años después sostener la
diferencia de las estructuras clínicas, el antecedente de una personalidad humana
con una tendencia hacia la paranoia?
Teniendo presente que decir sí o decir no, no es lo mismo, hemos decidido
responder por la afirmativa a nuestra pregunta, ya que tanto en la introducción
como en las conclusiones de De la psicosis paranoica en sus relaciones con la
personalidad encontramos una pregunta del calibre siguiente:

“Las psicosis paranoica, que parece trastornar la personalidad, ¿consiste en su


desarrollo mismo, o sea en una anomalía constitucional?” (Lacan, 2012, p. 313).
En este contexto delirante, contexto de la neurosis, de la locura neurótica del
enlace desconocido (Vappereau, 2006) el sujeto se sostiene discursivamente y en
forma insistente por parte del yo, instancia desconocimiento que rechaza la
lectura, como un individuo autónomo e independiente, una realidad sin esencia
que se sostiene de una manera fantasmática (o fantasiosa) que opera forjando
una modalidad de discurso objetivantemente imaginario. La dialéctica que se le
presenta previamente al sujeto, el complejo ingreso dentro del campo del Otro y
los efectos de este encuentro “parecen” forcluirse.

Esta cuestión que denuncia Lacan, la locura neurótica del Ser, es sostenida por
medio de diferentes conceptualizaciones con sus respectivos soportes lógicos, El
concepto de alienación es intrínseco a este debate.
De esta manera podemos ubicar dos formas de alienación. La primera se
conceptualiza como “alienación imaginaria” inspirada en la “alienación hegeliana”.
Se basa en la lectura que Lacan realiza de las presentaciones de Alexandre
Kojève sobre la “fenomenología del espíritu” de Hegel, donde estos rasgos se
encuentran implícitos en la función que cumple el “estadio del espejo”, concepto
que plantea una discordancia originaria, una falla que delimita la libertad del
sujeto, que marca su historia y sus efectos ilusorios. Ahora, para ampliar el lazo
lógico entre esta forma de alienación y el carácter delirante de las concepciones
sobre la libertad antes presentadas, Lacan asume una postura radical en cuanto a
la ubicación del “Yo” como sede de las identificaciones, como sede de la confusión
y del engaño, que se cristaliza en una identidad paranoica.
“Es esta imagen, yo ideal, la que se fija desde el punto en que el sujeto se detiene
como ideal del yo. El yo es desde ese momento función de dominio, juego de
prestancia, rivalidad constituida. En la captura que experimenta de su naturaleza
imaginaria, enmascara su duplicidad, a saber, que la conciencia en que se
asegura de una existencia innegable no le es en absoluto inmanente, sino
trascendente puesto que se apoya en el trazo unario del ideal del yo (cosa que el
cogito cartesiano no desconoce) (Lacan,1988, p.769).
En esta ocasión podemos hacer referencia al concepto Hegeliano del alma bella,
que utiliza Lacan aludiendo al delirio neurótico, concepto que hace referencia a
una conciencia de sí absoluta, aislada, que se objetiva como puro Yo y que
escapa perdiendo la diversidad con respecto al Yo mismo. Que vaciándose de
subjetividad se rehúsa a la alienación transformándose en un producto que en
términos psicoanalíticos es causado por el narcisismo del no saber hacer “allí”. El
efecto sintomático de este rehusamiento es arrojar al mundo el desorden que
parte del ser del sujeto, negándose a sí mismo su fuente y cargando a los demás
este caos original.
En palabras de Lacan: “ El yo del hombre moderno ha tomado su forma, lo hemos
indicado en otro lugar, en el callejón sin salida dialéctico del “alma bella” que no
reconoce la razón misma de su ser en el desorden que denuncia en el mundo”
(1988, p. 270).
Otro modo de conceptualizar la alienación se corresponde al uso de la teoría de
los conjuntos y los diagramas de Euler para articular y representar lógicamente la
alienación fundante del sujeto implementando la función de la falta a nivel
estructural, en tanto es esta misma una ligazón del sujeto al Otro que puede
representarse como dos círculos en tanto conjuntos, que se unen formando una
intersección. Este modo de presentar conceptualmente la alienación implica el uso
de la lógica, soporte de la matemática, que en este caso funciona como
herramienta para una mayor rigurosidad en la disciplina psicoanalítica. A la vez, el
planteo manifiesta una dirección opuesta a la concepción filosófica de Hegel en
tanto que sus resultados no determinan una conciencia de sí.

La teoría a la cual acude, admite a la vez que en la unión de estos dos elementos
surge aquello que queda por fuera del sentido, un elemento perdido que se
manifiesta en la superposición de dos faltas. En la intersección de ambos
conjuntos se define el objeto a, objeto causa, que se sostiene concibiendo la
alienación, argumento refutatorio que ante las definiciones de libertad que hemos
presentado manifiesta que no existe elección alguna que brinde garantía absoluta
y que la pérdida es inherente al ser, digamos del acto y del verbo. Lo demás
puede considerarse una locura.
En la constitución de estos postulados es necesario tener en cuenta la función
expresada por ciertos conectores lógicos, ciertos modos de unión de conjuntos,
que ubican a la falta como condición inicial, estamos hablando de una forma de
relación llamada “vel” que permite articular de este modo la alienación de una
manera particular.
Lacan ejemplifica por medio de la teoría de conjuntos sobre la frase “La libertad o
la vida” la función del “o” ¿Elegimos la libertad? Perdemos la vida ¿Elegimos la
vida? Perdemos la libertad. Si planteamos lógicamente la frase no es al modo de
un o inclusivo o exclusivo, sino que se apoya en la forma lógica de la unión de
conjuntos, esto quiere decir que la operación logra agrupar o reunir los elementos
de ambos conjuntos con la particularidad de que los elementos que se encuentran
en ambos, se escriben por única vez en la intersección. En este caso ubicamos el
lugar de la falta en esa zona, planteamos en ese lugar un término negativizante, el
lugar de lo perdido, que en la operación presentada sobre la libertad definimos
como una elección al costo de una pérdida.
Si lo sostenemos según la lógica simbólica, el hecho de que existe esta primera
operación que funda al sujeto (la alienación) hace surgir una opción que es la del
sentido del Otro que conlleva a la desaparición del Ser por estar eclipsado bajo el
efecto del campo del Otro.
Aunque las presentaciones respecto de la Alienación corresponden a diferentes
posiciones teóricas y filosóficas aún conservan la denuncia constante sobre la que
insiste Lacan y que postula en torno a la psicosis social, a la concepción delirante
sobre la libertad que abona al solipsismo y que rechaza la primordial función del
sujeto como efecto del significante, Colette Soler (2007) hace una referencia al
armado de un semblante a nivel social, a un tipo de estado que suele observarse
en nuestra actualidad. En una conferencia realizada en Buenos Aires en el año
2004 realiza un análisis sobre la incidencia del discurso colectivo como poder de
semblante sobre los sujetos, incidencia que genera lo que llama “cinismo
generalizado”, individuos aislados que no hacen otra cosa que ocuparse de sí
mismos redimiendo el goce, lo que produce, con un invariante paranoico, un
efecto de violencia cotidiana, a modo de una constante, en aumento. Esto puede
observarse en la vida de todos los días y aunque, por ejemplo, resultan
conmovedores ciertos dichos sobre libertad o libertad de expresión que suelen
plantearse en la escena del mundo, podríamos verificar su incompatibilidad con
los resultados que brinda la Clínica Psicoanalítica Lacaniana, que se opone a la
psicología actual por privilegiar esta al semblante en la peor de sus formas.
Nos referimos también al hecho de que la ciencia plantea saberes y conocimientos
que van en un segundo orden porque omite el saber articulado a alguna
consecuencia, a alguna acción que implique al sujeto dentro de la escena del
mundo.
Dejamos, por último, una cita del gran maestro francés que concluye con lo
expuesto hasta aquí:
El psicoanálisis nunca se coloca en el plano del discurso de
la libertad, aunque éste esté siempre presente, sea constante
en el interior de cada quien, con sus contradicciones y sus
discordancias, personal a la vez que común, y siempre,
imperceptiblemente o no, delirante. El psicoanálisis pone la
mira sobre el efecto del discurso en el interior del sujeto, en
Otro Lugar (Lacan,1956, p.194).

Sobre la dificultad del reverso del Padre Noël, y para Vincennes

Sabemos pese a todo lo escrito de la dificultad que implica dar ese giro en el
reverso, de emprender el arribo al otro lado de lo planteado por el Padre Noël,
quien se veía incapacitado para trabajar con el vacío, incluso al nivel de la física, y
no de la letra lógica que escribimos respecto del Ser. Vayamos ahora a una
escritura del negativo del Padre Noël:

a≠a
Como se ve, hemos escrito el No-Ser, y podría pensarse que es este el punto de
llegada del análisis, pero nosotros hemos advertido en el título de este apartado
que no es más que su reverso, el otro lado del Ser, del Uno, es decir, lo Múltiple.
Dando un paso más, podemos advertir que el fin de la locura es el abandono del
Ser Puro, pero no para arribar a la turbias aguas del No-Ser-Siniestro, sino para
trabajar, una vez develado este último, con la cópula de ambos términos, “La
cópula de lo idéntico con lo diferente” (Lacan, citado en Vappereau, 2006, p. 41).
A este último solo podemos escribirlo por aproximación de la siguiente manera,
pero no es esta escritura más que su sombra:

¬ (a=a) ^ ¬ (a≠a)

Solo de forma negativa, mediante una doble negación simultánea, es que pudimos
acceder a esto que nominamos como la sombra de la condensación
originariamente perdida del Ser y del No-Ser. Lo que no nos impide realizar dos
conjeturas:

1. El vacío es un agujero encubierto.


2. Por medio de ese agujero que existe en la consistencia gracias a Godel,
abrimos la puerta de un espacio hiperbólico en donde existe el nudo
(Vappereau, 2006) y se presenta la estructura.

Siguiendo este establecimiento, afirmamos que la estructura que son los nudos
también puede desglosarse en tres:

 Cruzamientos
 Arcos
 Zonas
Estas últimas, las zonas de los nudos, son las que nos interesan, ya que tratadas
como conjuntos nos posibilitan el advenimiento del ejercicio sobre los Plenos y los
Vacíos (Vappereau. 2006), lo que, tal vez, permita explicar la reducción,
innombrada por la comunidad analitica, del psicoanálisis a la Teoría de Conjuntos
por parte de Jacques Lacan (1978), cuando de forma simultánea establece el
delirio no especial, sino generalizado. Esta es su respuesta, decimos nosotros.
Pero adentrándonos un poco más en estas aguas, consideramos pertinente
resaltar que los conjuntos también pueden “representarse” mediante letras.
Trabajar simultáneamente, estructuralmente, con el Ser y el No-Ser, cuya cópula
se reduce a la zona interior del borromeo, zona que es el corazón mismo de este,
al menos en su presentación clásica.

Por último, a modo de simplificación expresamos:

 Es la creencia en una autoridad sin falta, el sujeto supuesto saber hecho


carne, la que rechaza el vacío que genera horror y posibilita la
inconsistencia. Por tanto, la inconsistencia no puede ser jamás a nivel
lógico un producto de la incompletud, como sostienen algunos.
 La salida del delirio social se da a través de la incorporación de ese Vacío
al cual debemos otorgarle el mismo valor estructural que al Ser.
 La función del analizante sujeto que no es otra que la de la Lecto-Escritura
del sistema que se habita, es la única capaz de devolverle la dignidad al
psicoanálisis cuando este ha depuesto sus armas frente a los impases del
malestar en la cultura retornando, volviendo a dar una vuelta, a la
indicaciones de Los Escritos (Lacan, 2012d). Función que, por ahora, se
ejercita en ese laberinto cambiante que es el desierto, a contrapelo de la
transferencia (Vappereau, 1998). La cual, obviamente, no rechazamos.
Bibliografía

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