Foro 1 Lecturas Inaugurales
Foro 1 Lecturas Inaugurales
Foro 1 Lecturas Inaugurales
Mi pregunta es acerca de lo que se va a realizar con cada una de las lecturas, ¿hay alguna
guía a seguir? ¿Haremos una síntesis de todas las lecturas? O ¿simplemente comentarios
sobre de cada una o sobre de todas juntas? No entiendo bien.
Lorenza P
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Es un seminario donde no hay voz cantante. Mi labor como responsable del certificado es
contrapuntear todo lo que ustedes vayan pensando por escrito. Sugeriré enfoques,
aportaré materiales en la medida en que el debate avance, aclararé dudas o precisaré
conceptos, pero ustedes pueden hacer lo mismo en cualquier momento.
Entren al foro cuantas veces puedan o quieran. La ventaja de estar trabajando en modo
asíncrono es que esta actividad es incorporada a nuestras tareas diarias en la medida de
las posibilidades de cada uno. Por supuesto, se trata de aprovechar los foros para avanzar
en las reflexiones conjuntas todo lo que sea posible para hacer más fecundo el certificado.
Los foros serán semanales. Por cuestiones técnicas, nuestro certificado ha iniciado
una semana después de lo previsto pero no se preocupen porque abarcaremos
todos los contenidos. Las 3 primeras semanas serán de ajuste en la calendarización
de los temas y después el ritmo será así: cada viernes subiré el material del foro que
inicia, y de lunes a viernes debatiremos sobre esas lecturas y esos temas (el foro de
esta semana versa sobre la técnica, la creación y las bienvenidas al dispositivo
analítico. También subiré las lecturas relativas a la hystoria y al dispositivo, segundo
foro. Para el tercero iremos ya al corriente).
Cuando deba entregarse alguna tarea específica lo haré saber con tiempo.
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Gracias y saludos
Mónica Campos
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Para que no te retrases, por favor envíame tu correo a [email protected] y te las haré
llegar.
Si alguien más tiene problemas técnicos de acceso, favor de escribir a Esaú Segura
(encargado de extensión académica) a:
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Pude ver qué es lo que estaba pasando con los archivos es que se abrían en word y me
aparecían con los códigos de barra, pero los abrí con word Pad y ya los ve bien, estoy
trabajando en estas lecturas y enviaré mis reflexiones.
Saludos y gracias
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Para Freud, los fenómenos psíquicos están sobredeterminados. Con lo que se infiere que
hay más de una causa concurrente.
En el caso del trauma, éste no se fija en el momento de una vivencia sola. Es el efecto de
dos vivencias: una que se padece y otra que resignifica la experiencia que se padeció.
Entre ambas vivencias puede mediar mucho tiempo.
Para Freud, el azar no opera. Es lo que conocemos con el nombre de determinismo: lo que
no está causado por lo consciente está determinado por lo inconsciente. Si te interesara
ahondar en el asunto, el capítulo XII de Psicopatología de la vida cotidiana está dedicado al
tema.
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Saludos cordiales.
1ª Semana.docx
En este primer módulo, la técnica nos sirve para reflexionar sobre los recursos anímicos,
psíquicos del sujeto. Esos recursos (cuando se acude adonde un(a) analista, están
comprometidos o en déficit.
El analista (para comentar otro pasaje de tu ensayo) tiene que defender constantemente su
lugar porque siempre estará en riesgo de ceder a la tentación de ser amo, mentor,
consejero, orientador, confidente, confesor, etc. En cualquiera de esos sitio, ya no está en
el lugar del analista Es por eso que debe defender su posición todo el tiempo
salvaguardándose de sí mismo.
Pero el psicoanálisis también debe preservar su lugar (no ha sido diferente desde que
nació): porque será siempre denigrado o cuestionado por la ciencia, porque rivalizará con
los fines de mercado a lo que no sirve, porque la justicia invocará los servicios de un
psicólogo o de un psiquiatra pero nunca de un psicoanalista para analizar un caso judicial,
porque un sujeto analizado amplía su margen de maniobra y eso no conviene a ciertas
inercias de control político, etc. Atendamos al hecho de que en los llamados países
totalitarios, el psicoanálisis no se ejerce o es minuciosamente vigilado.
En lo psicoanalítico se trabaja con el creer saber en dos sentidos (ambos de vía negativa):
porque lo que un(a) analizante cree saber sólo tapona y evidencia lo que quiere seguir
desconociendo; y porque el analista debe cuidarse de creer que sabe, porque lo único que
le está permitido saber es que nada sabe acerca de lo inconsciente que en una cura será
develado. Sí que debe saber de los procedimientos para develarlo pero no debe confundir
eso con saber sobre lo inconsciente mismo.
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Es tal como dices, Manuel: a menor conciencia y asunción de la economía subjetiva, mayor
biocontrol. Esto sucede así porque quien se vive en minusvalía anímica puede llegar a
traducir (casi como una consecuencia lógica) esa sensación de carencia en una economía
pecuniaria efectivamente rota.
Es, entre otras cosas, lo que se trabaja en un análisis: ¿cómo encontrar la correspondencia
de determinados lugares que la economía global asigna (empleado, autoempleado, dueño
de negocio, inversionista) con marcos psíquicos concretos? Si pensamos que el 70 % de la
población mundial está en el primer caso (el de empleado), el biocontrol, por ejemplo,
opera al diseminar la certeza que eso es así única y exclusivamente por
razones objetivas (la falta de oportunidades, la desigual distribución de la riqueza,
condiciones jurídico-políticas legales aunque injustas, etc.). Todo esto tiene su parte de
verdad pero...¿qué hay de las (sin)razones subjetivas que imperceptiblemente se amoldan
a ese marco discursivo?
Por lo tanto, trabajar para otro(s) -en el sentido objetivo pero también subjetivo- nos lleva
en la vertiente filosófica que establece la diada del amo y el esclavo.
¿Qué tiene que ver esto con la obertura de nuestro curso, dirán ustedes? Mucho. Porque
cuando alguien acude adonde un(a) analista -estamos revisando el momento de las
bienvenidas a un determinado dispositivo-, espera encontrarse… con un analista, en
efecto; aquí es donde debemos estar advertidos de que ese lugar, el del analista, es el
opuesto al lugar del amo.
En los 4 discursos que Lacan propusiera (cinco con el discurso del capitalismo), dos de
ellos son el del analista y el del amo. Y la escritura de ambos se hace en espejo, para
demostrar que representan lo opuesto. Ya tenemos aquí un muy breve avance de la
dimensión política implicada en un proceso de análisis.
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Algo más...
de Ezequiel Mir - Tuesday, 27 de October de 2020, 10:22
Muy buenas,
Saludos.
Algo más....docx
A propósito del pasaje donde apuntas: “los hechos observados en la práctica pueden no
corresponder a la teoría”, debemos recordar que el corpus freudiano parte de la casuística:
es a partir de la experiencia clínica que las categorías son forjadas para dotar de
coherencia argumentativa a los fenómenos observados, sabiendo siempre que la lógica
discursiva distará siempre de lo sucedido en acto. Si la teoría no se ajusta a los hechos,
decía Charcot, pero para ella porque los hechos clínicos tienen precedencia. Es ésa la
relación que guardan el psicoanálisis y la metapsicología: el primero es el brazo práctico de
la segunda, y ésta, la extensión conceptual del primero.
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Lo inconsciente es un saber, que por no saber que se tiene, se cree que se ignora
(Lacan dixit).
Quien consulta, no sabe que sabe; el analista sabe (bien) que no sabe. El dispositivo
analítico está dispuesto para que lo inconsciente -que pide ser dicho- sea develado.
De esta manera muchas veces queremos lo que no deseamos y deseamos lo que decimos
no querer. Hay siempre una distancia entre ambos mecanismos (tópica). Por ejemplo: se
puede querer un hijo y no desearlo. El deseo implicaría la crianza que precisa de toda una
vida; el querer implica algo de mucho menor rango (cumplir con una demanda social o
familiar, verbigracia).
Sobre el deseo (una de las categorías más evocadas y menos discutidas del psicoanálisis)
podemos apuntar que define todo intento de reviviscencia de una experiencia de
satisfacción originaria (y, por lo tanto, mítica). Sabemos que en el origen no hay hechos
históricos, sino mitos. Pero dado que nos reconocemos carentes (porque si nada nos
faltara no hablaríamos, no amaríamos, no demandaríamos nada, no anhelaríamos, no
buscaríamos un sentido en lo que somos o hacemos, etc.). Esa falta constitutiva nos hace
suponer de un modo lógico (es decir, retroactivo), la noción de unidad perdida, de
completud resquebrajada; al intento de suturar esa hiancia, esa cisura, la llamamos deseo
(que –como ustedes ven– es siempre nostálgico).
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1. Sobre la Economía.
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Foucault tuvo en los inicios de su obra una opinión muy favorable del psicoanálisis.
Después viró a la descalificación total.
Como pueden ver en las lecturas sobre el dispositivo, fue en un diálogo con Jacques-Alain
Miller (yerno de Lacan y legatario testamentario) que definió su concepción de ese
concepto.
Dejo aquí una referencia para quien se interese por la economía libidinal:
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Por otra parte, no comprendo y me gustaría que me explicaras un poco más a qué te
refieres cuando dices: "representar un espectro somático predominantemente femenino"
Saludos.
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Saludos.
La pregunta por la técnica.docx
Cuando hablamos de técnica también nos referimos a una orientación en el hacer, que sea
congruente con la lógica de lo inconsciente. Este tema será motivo de reflexión en muchos
momentos de este curso. ¿Por qué afirmamos que lo inconsciente opera con una lógica?
Porque funciona con las leyes de lo simbólico.
Por lo tanto, nuestro camino en la exploración de la técnica nos conducirá –no a encontrar
respuestas sino a formular las preguntas pertinentes para que lo inconsciente pueda ser
articulado.
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Lo que comentas da pie a definiciones que exigen de una precisión y rigurosidad extremas:
Por psicoanálisis se entiende un método que busca develar la lógica del psiquismo
inconsciente. Develar en el sentido griego (Aletheia), categoría mencionada en la primera
lectura sobre Heidegger. Psiquismo porque el aparato psíquico que Freud conjeturó se
distingue en términos heurísticos de la mente y del cerebro (entidades que otras áreas de
saber eligen como superficie de inscripción). Inconsciente, entendiendo por ello algo
distinto a lo que conciencialismo aduce y traduce en lo que llamamos sujeto de la filosofía o
sujeto de la psicología. Ser sujeto de lo inconsciente es estar sujetado a un éxtimo (que
está en nuestro núcleo y es al mismo tiempo ajeno).
Lacan propuso un rito específico: el pase. Lo que es una abierta contradicción con la
primera formulación antecitada. Porque si uno se hace autorizar por otros contradice en
esa verificación lo que en su análisis tuvo estatuto de efectuación (si me permiten decirlo
así).
A este tema volveremos en detalle en los tramos finales del certificado pero está bien que
entreveremos los temas presentes con los finales e intermedios porque la secuencia
temática de este curso es sólo orientativa. Todo el tiempo haremos recorridos de amplio
espectro por las categorías que sea preciso abordar.
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¿La práctica debería más bien invitar a los psicoanalistas a considerar las derivas
psicologizadoras y reduccionistas como un síntoma en la interfaz entre la sociedad y el
psicoanálisis, llegando a cuestionarse tanto una como el otro en una especie
de obsesión mutua? ¿Por qué el psicoanálisis tiene tantas dificultades para desarrollarse
en culturas distintas a Occidente? Este síntoma colectivo no es fácilmente descifrable con
las únicas herramientas del psicoanálisis.
Las obras de Derrida, donde tan a menudo se trata del psicoanálisis, ayudan a respirar un
poco frente a estas importantes cuestiones, ciertamente interrogan estas confusiones, pero
siempre tratan de deconstruirlas. Derrida subraya cuánto está expuesto el psicoanálisis a
perder su alcance «mesiánico», pero también llama, al mismo tiempo, a analizar esta
deriva desde adentro en lugar de condenarla. El interés por leer atentamente a Derrida
proviene del hecho de que, al no ser ni de la categoría de los analistas ni de los
analizantes, no estando en definitiva en este mundo que a veces está un poco cerrado
sobre sí mismo, se las arregla como filósofo para un conocimiento de los textos freudianos
o lacanianos sin reducir su alcance a un aumento del saber psicológico
Saludos.
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Como ustedes saben, el psicoanálisis nunca pretendió erigirse como sistema (es decir,
como una teoría panóptica del todo). Como constructo, tiene sus callejones sin salida, sus
inconsistencias, sus aporías. Freud lo instrumentó como técnica y lo abstrajo como
metapsicología con fines muy precisos: aliviar el malestar de las neurosis (el caso del
presidente Schreber extiende ese horizonte a otro tipo de estructura por la vía literaria más
que específicamente clínica). Lacan extendió esa incidencia a las psicosis.
Lo dicho por el psicoanálisis no tiene carácter universal (no podría tenerlo). Cualquier
antropólogo sospecharía del vocablo universal (y Lévi-Strauss lo hizo de la manera más
enérgica objetando con argumentos monumentales la supuesta universalidad del Complejo
de Edipo). Lo mismo vale para las culturas que no han florecido al amparo del
judeocristianismo.
Pero todo lo anterior no obsta para que el psicoanálisis sea una de las entidades que con
más rigor abordan el problema de la subjetividad.
Derrida (y tantos otros) han sometido al psicoanálisis a una reflexión crítica desde las
instancias del psicoanálisis mismo. La desconstrucción es una de las variantes filosóficas
de lo que la metapsicología establece en términos conceptuales-clínicos: sólo dando
cuenta de la económica, la dinámica y la tópica de un proceso psíquico es posible hablar
de un análisis metapsicológico propiamente dicho.
Pero Lacan, Colette Soler, Jean Allouch e incluso Jacques-Alain Miller –insisto, entre
muchos otros – han aportado elementos de subversión instrumentando las herramientas
que Freud mismo nos legara.
Mientras las reflexiones sean de un nivel que no degrade la materia de la que se ocupan,
todas estas posturas críticas son bienvenidas (como las que todos ustedes tengan a bien
comentar en este curso). Porque –espero coincidan- el psicoanálisis es una cosa
demasiada seria como para dejarla sólo en manos de los psicoanalistas.
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Saludos.
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Pero, ¿ha habido algún lapso en que el psicoanálisis no haya estado en crisis?
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Saludos.
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A través de situaciones tan diferentes a primera vista como la conducción de una cura, el
dominio pedagógico de un saber, el ejercicio de las funciones parentales, el trabajo
asociativo o la política, siempre está la cuestión del poder en algún lugar, un poder que
debe ejercerse, pero al mismo tiempo un poder que siempre debe ser deconstruido en su
posible crueldad. Si, por supuesto, el psicoanálisis permanece siempre en el punto de
encuentro del malestar individual y la cura de los síntomas neuróticos, si siempre los remite
a una historia singular, a los significantes que lo representan y a la repetición
transgeneracional, no puede desinteresarse por las condiciones sociales e históricas en las
que han surgido traumas o disfunciones (pobreza, guerras, exclusión, sistema económico,
etc.). Si el psicoanalista sabe más que cualquier otro que la repetición no se libra tan
fácilmente, que la generosidad o la conveniencia de los deseos, no más que la condena de
los errores, no bastan para cambiar una situación, también debe saber que hay condiciones
mínimas para que la vida pueda mantenerse y que puedan advenir el Sujeto, el Deseo, el
Yo. Así, por ejemplo, las exigencias del analista sobre el pago de las sesiones a veces
pueden reforzar esta lógica del poder financiero y solo repetir un trauma.
Saludos.
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Freud decía que el psicoanálisis es inepto para solucionar de manera unitaria los
problemas de la existencia.
https://www.bibliopsi.org/docs/freud/22%20-%20Tomo%20XXII.pdf
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Re: Reflexión a propósito de Heidegger
de Alfonso Herrera - Friday, 30 de October de 2020, 06:07
Hola Manuel.
PS: ¿Eduardo?
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en mí también fue una pregunta que estuvo dando vueltas mientras realizaba las dos
primeras lecturas. Conforme avanzaba en ellas, fui invitada a hacer un trazo de ideas
sueltas, pero que quisiera compartir.
De ser así, y forzando el peso histórico de cómo llega Freud a su encuentro con el
psicoanálisis, desde un espacio clínico-médico, en el cual priorizo experiencia dada en la
praxis y en la cual, sólo en ella, se posibilita la técnica. Será entonces que se pueda pensar
que el psicoanálisis se posibilita en la clínica, se configura en la práctica y opera en la
técnica?
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Vamos al lío:
El psicoanálisis es una praxis que acomete la subjetividad desde una perspectiva crítica de
los criterios conceptuales, doctrinarios, metodológicos, teóricos y estrictamente técnicos
que le son propios… siempre provisoriamente. Por lo anterior, es que afirmamos que el
psicoanálisis es una práctica teórica.
“Técnica del psicoanálisis” es, en primer lugar, un sintagma, una combinación o asociación
de palabras. A veces un sintagma deviene oxímoron porque asociamos dos términos
contradictorios: “el ecuánime fanatismo”, “el leal traidor” (modo en que Heidegger lee a
Nietzsche), “la oscura evidencia”, etc. “Técnica psicoanalítica”, ¿es un oxímoron, un
sintagma sospechoso? En cualquier caso debe evitarse el absurdo de creer que sólo por
hablar de técnica del psicoanálisis ya se conoce aquello que se nombra.
¿Cuál es entonces esa razón?: querer dar cuenta de una fenoménica que fuerza a la
conjetura de una anatomía psíquica (distinta a la anatomía física donde se pesquisan
causas que derivan en enfermedades infecciosas, tumorales o degenerativas). ¿Cuál el
propósito?: develar procesos inconscientes que evidencian que hay un saber sin sujeto.
De modo que hablar de técnica del psicoanálisis presupone que hay racionalidad que
subyace a lo que se hace. Ése es el objetivo de este seminario: explicitar esa racionalidad.
Recuerden que detrás de la jactancia de un psicoanalista que no da cuenta de las razones
y de los propósitos de su práctica, siempre hay una duda.
La magia “es la verdad como causa bajo su aspecto de causa eficiente” (Jacques
Lacan. Escritos, “La ciencia y la verdad”, p.850). Invoca a la Cosa para que responda y es
el significante el que responde al significante (Ibídem, p.849). En psicoanálisis hablamos de
la Cosa como el objeto del deseo por excelencia.
En la Religión, “el religioso le deja a Dios el cargo de la causa [pero] con ello corta su
propio acceso a la verdad […] la verdad no aparece sino como causa final; en el sentido de
que es trasladada a un juicio del fin del mundo” (Ibídem, p.851).
En la ciencia, “la incidencia de la verdad como causa […] debe reconocerse bajo el aspecto
de la causa formal” (Ibídem, p.853).
En psicoanálisis:
• Causa material: la palabra, el discurso, el lenguaje (ese mármol de los psicoanalistas).
Ahí donde la palabra tiene todos los poderes. El lenguaje que produce la sexuación. (En
psicoanálisis, por sexuación se entiende un posicionamiento psíquico que el sujeto guarda
ante aquello que no es ni tiene.)
• Causa final: la cura. El “hacerse cargo de...”. La modificación del lugar del sujeto en el
discurso. El paso del lugar del agente histérico al agente del analista (evoco aquí dos de los
5 discursos propuestos por Lacan, el de la histérica y el del analista, a los que volveremos
más adelante). Que el sujeto se haga cargo de su deseo y de las consecuencias de su
deseo.
• Causa eficiente: deseo del analista (como aquello que constantemente anima y trabaja
en la cura).
Es la unión aristotélica de las cuatro causas lo que permite tener idea de cómo se trabaja
en psicoanálisis. Así, poner en acción al inconsciente es positivizarlo. Se trata de una
producción provocadora que hace hablar.
Pero en este grupo hay compañeros médicos y psicoanalistas que podrán aportar
posiciones que complementen (o diverjan de) lo dicho .
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‘per via di porre, per via di levare’ Tomado de las obras completas de Sigmund Freud en su
tomo VII de Amorrortu Editores en el año de 1905. Es una oración que Leonardo da Vinci
da a las artes para poder entenderlas, refiriéndose a lo que corresponde tanto a la pintura
como a la escultura. En este texto se nos propone ciertamente que la práctica hipnótica y la
psicoanalítica son totalmente excluyentes. Para ello tomaré en cuenta la redacción que nos
propone S. Freud en su artículo ‘Sobre psicoterapia’ presentado en dicho tomo y que nos
explica con claridad esta acumulación de teorizaciones. Cito a Freud: “La pintura, dice
Leonardo, trabaja ‘per via di porre’; en efecto, sobre la tela en blanco deposita
acumulaciones de colores donde antes no estaban; en cambio, la escultura procede ‘per
via di levare’, pues quita de la piedra todo lo que recubre las formas de la estatua contenida
en ella. De manera en un todo semejante, la técnica sugestiva busca operar ‘per via di
porre’; no hace caso del origen, de la fuerza y la significación de los síntomas patológicos,
sino que deposita algo, la sugestión, que, según se espera, será suficientemente poderosa
para impedir la exteriorización de la idea patógena. La terapia analítica, en cambio, no
quiere agregar ni introducir nada nuevo, sino restar, retirar, y con ese fin se preocupa por la
génesis de los síntomas patológicos y la trama psíquica de la idea patógena, cuya
eliminación se propone como meta. Por este camino de investigación, ha hecho avanzar
muy considerablemente nuestros conocimientos. Si abandoné tan pronto la técnica
sugestiva y, con ella, la hipnosis, es porque dudaba de poder hacer una sugestión tan
fuerte y resistente como se requería para una curación duradera. En todos los casos
graves, vi cómo la sugestión introducida volvía a desmoronarse, y entonces reaparecían la
enfermedad misma o un sustituto de ella. Además, reprocho a esta técnica que nos impide
penetrar en el juego de las fuerzas psíquicas”.
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Tanto es así que un desconocimiento de la técnica puede ser mas perjudicial que un
desconocimiento de la teoría, pues al ser la trasferencia el sostén de lo que en el
dispositivo ocurre, la técnica sostiene en el deseo del analista que su goce, su fantasma
estén jugándose solo de su lado lo más posible.
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Re: Reflexión a propósito de Heidegger
de Carlos Lázaro - Tuesday, 27 de October de 2020, 15:47
Perdonar por el tamaño de la letra.
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Es verdad que se puede pensar la técnica como un límite al goce, tanto del (de la)
analizante como del (de la) analista.
En el costado de quien consulta, porque el analista tiene como uno de sus propósitos
favorecer el deseo y no el goce. Para ello cuenta con múltiples herramientas tácticas
(silencio, escansión, vacilación calculada de la neutralidad, abstinencia, y un muy largo
etcétera que iremos desglosando en este curso).
Del lado del (de la) analista, la técnica también pone un tope al goce por cuanto
suponemos que ese(a) analista ha sido analizado. Con lo que -luego de aprender las
técnicas de lo analítico- no puede sino concluir que ética y técnica son una y la misma
cosa: en la técnica converge el instrumental operativo de su deseo como analista (es decir,
el deseo de que un análisis tenga lugar, que se efectúe). Y ese deseo establece el marco
de una ética (la de instar a una resubjetivación en quien consulta).
Sólo instar, ojo. Porque un analista siempre dirige una cura, nunca al paciente.
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Me pregunto ¿de qué saber se trata? Me hizo pensar en el caso paradigmático (no sé qué
tan común) de la parálisis de guante, que muchas veces se utiliza en las facultades para
mostrar este desencuentro entre el cuerpo biológico y el psíquico.
“La histeria ignora tanto el sistemas nervioso, como nosotros antes de que la
conociéramos.” Freud se dirige a los médicos que ahora conocen bien de qué va el sistema
nervioso. Pero, sí sé cómo funcionan los nervios de mi brazo. ¿Puedo a pesar de ello tener
una parálisis de guante?, ¿dejaría de tenerlo por saber su imposibilidad biológica?,
¿Realmente lo llegamos a saber por leerlo en un libro, una clase de anatomía, la
explicación del terapeuta, el seminario de Lacan? o hace falta abrir la carne para
comprobarlo, nuestra propia carne?
Todo esto me interroga por qué tipo de saber es ese que muestra el truco del síntoma y lo
deshace, del que podemos servirnos en la clínica con nuestros pacientes.
Me interroga también ese “saber de siempre” que parece que nunca lo he aprendido: de
que tengo una mano; que seguramente se inscribe en el momento de nombrarla. Supongo
que es un tema para tratarlo más adelante en el curso.
Por otra parte, respecto a la cuestión de la técnica. Parecería que a pesar de que la
transferencia se instala ya desde el primer encuentro, incluso desde el lugar de quién viene
la referencia, el curso del análisis no se da de por sí. Hace falta una cierta manera de
proceder para provocar el análisis o un efecto terapéutico, este proceder, sin embargo, no
se circunscribe a lo que podría ser un proceso, replicable en todos los casos como se
esperaría de la lógica física de la causa-efecto.
Este “cierto proceder” incluso en las fases más diagnósticas que podrían ser susceptibles
de manual, requieren un abordaje que parece estar más del lado de un cierto “arte”. Me
hace pensar en técnicas como la fotográfica que requiere un manejo y apropiación de la
mecánica de la cámara (tiempo y apertura, cómo en el inconsciente), y un saber sobre la
composición, la luz, etc. Pero, que sin embargo no es suficiente para sacar una buena foto.
Hay un plus en lo que podríamos llamar una buena foto que escapa al saber que puede ser
transmitido en un curso de fotografía. Me pregunto igual sobre cómo opera este “cierto
proceder” y cómo formalizarlo para evitar su banalización o su empuje al terreno del
cientificismo técnico.
Me interesa este saber aplicado especialmente al “arte” de lograr el giro de implicar
subjetivamente al paciente con la demanda que lo trae a consulta.
Hasta aquí algunas de mis reflexiones, no me he detenido demasiado en la rigurosidad
teórica, por lo que seguramente habrá mucho que puntualizar y afinar en mis preguntas y
comentarios. Espero que sume a la reflexión y continuar con el trabajo que nos implica.
Saludos,
Santiago,
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Saludos
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decir algo desde un saber del psicoanálisis es bien distinto que hacerlo desde un saber por
el psicoanálisis. Este ultimo lugar nos obliga con responsabilidad a callar y por
responsabilidad a decir.
Carlos Lázaro.
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En efecto, es el marco discursivo lo que dota de existencia y realidad a las cosas. No es
que las cosas no existan: es que las cosas acceden a la ex - sistencia al nombrarlas.
Ustedes saben que la primacía de una realidad factual es algo discutible; lo que es
indiscutible es que hay tantas realidades psíquicas como sujetos. “Cada realidad se funda y
se define con un discurso” (Lacan, Seminario XX, Aún), de modo que las cosas no son
como son, las cosas son como somos. De ahí que Wittgenstein afirme: “Los límites de mi
lenguaje significan los límites de mi mundo” (Tractatus 5.6). El síntoma de origen psíquico,
como artefacto del goce, también está hecho de palabras perimidas.
Ese savoir fair (saber hacer) en términos poiéticos que mencionas, fue enfatizado por
Lacan: el psicoanalista puede no saber lo que dice pero tiene que saber lo que hace.
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¿Por qué sugiero enfatizar la eficiencia y vigencia de la práctica clínica? Por tomar ideas de
otras lecturas sobre el tema que nos atañe y entre otras razones, porque si pasamos
revista a la literatura psicoanalítica reciente, no podremos evitar una inquietante conclusión:
los miembros de la comunidad psicoanalítica internacional, nos encontramos divididos por
un desacuerdo fundamental respecto de la naturaleza de nuestra disciplina. Los
cuestionamientos sobre esta particularidad del psicoanálisis alcanzan un carácter
epistemológico, vinculado frecuentemente con una insistencia en ubicar a esta disciplina
dentro de un modelo determinado, sea positivista, sea hermenéutico, sin que pueda ser
ajustado plenamente a las herramientas y procedimientos de uno u otro. Lo mismo puede
observarse en los congresos psicoanalíticos, sean ellos locales, regionales o
internacionales, y en los entusiastas intercambios que se dan en el Grupo de Discusión en
Internet del International Journal of Psycho-Analysis o aquí mismo, en una certificación. ¿Y
cuál es el parteaguas de esta controversia? Pues nada más, ni nada menos, que la ya
clásica disputa entre los investigadores y los terapeutas.
Esta polémica no es nueva. Por lo contrario, viene dándose desde los orígenes del
psicoanálisis. Ferenczi y Rank lo señalaron claramente en su libro de 1922 sobre El
desarrollo del psicoanálisis, al hablar de “El efecto recíproco de la teoría y la práctica.” Allí
nos dicen que: “El análisis ha presentado, desde sus comienzos, dos aspectos bien
diferentes que entran permanentemente en contacto, se superponen y entrecruzan, y todo
depende del ángulo desde donde lo vemos. Si uno considera a la técnica analítica como un
medio para encontrar nuevos hechos y conexiones psicológicas, es decir, para la
investigación de la vida mental, podrá decir entonces que su valor terapéutico es
puramente accidental. Si, por lo contrario, la ve desde el punto de vista de la terapia, los
resultados científicos serían bienvenidos como un deseable subproducto (Ferenczi y Rank,
1922, pág. 46).
Alfonso señala que, “el corpus freudiano parte de la casuística: es a partir de la experiencia
clínica que las categorías son forjadas para dotar de coherencia argumentativa a los
fenómenos observados, sabiendo siempre que la lógica discursiva distará siempre de lo
sucedido en acto. Si la teoría no se ajusta a los hechos, decía Charcot, peor pero para
ella porque los hechos clínicos tienen precedencia. Es ésa la relación que guardan el
psicoanálisis y la metapsicología: el primero es el brazo práctico de la segunda, y ésta, la
extensión conceptual del primero”. Sí, deseablemente, pero revisando la otra historia, la
que no cuentan los vencedores y, a propósito lo que plantea Marcel de quién está
autorizado a "avalarlo" como tal..., ¿será éste uno de los puntos de desacuerdo que
determinaron el conflicto entre Freud y Ferenczi? Considero medular este conflicto, para el
posterior desarrollo del psicoanálisis, pues se extendió a todos aquellos temas
potencialmente conflictivos que fueran objeto de su atención: la regresión, las experiencias
traumáticas, la contratransferencia y los aspectos reales de la relación emocional que se da
entre analista y analizado, entre muchos otros.
El creador del psicoanálisis mostró siempre un muy escaso interés por la terapia. Ésta fue
una práctica que asumió a regañadientes, tomándola como una fuente de trabajo y como
una oportunidad novedosa y privilegiada para dedicarse a la investigación. Podríamos decir
que, para él, la práctica psicoanalítica era fundamentalmente un medio que le permitía
continuar desarrollando sus intereses científicos. Ferenczi, por su parte, era un apasionado
de la terapia. Sus propios sufrimientos lo habían sensibilizado a los de sus pacientes, y es
a partir de esta comprensión empática que orientó todas sus actividades terapéuticas. Esta
divergencia no escapó a la atención de Freud, quien, en una carta fechada el 11 de enero
de 1930, le dijo a su discípulo que “estaba ‘fed up’ [harto] (usó la expresión inglesa) de los
aspectos terapéuticos del psicoanálisis, por contraste con el furor sanandi de Ferenczi, su
deseo de curar a toda costa” (Masson, 1984, pág. 235, mi traducción). Ferenczi, en cambio,
es descrito por Balint en los siguientes términos: “Si tuviera que definir en una palabra lo
que fue realmente nuestro maestro en su corazón, debiera decir que fue un médico en el
mejor y más rico sentido de la palabra. [...] Lo único que podía mantener permanentemente
su interés, y en lo que su inquieto espíritu podía hallar reposo, era ayudar, curar. [...] Su
única meta, la cual jamás perdía de vista, era aliviar los sufrimientos de las personas
mentalmente enfermas [Balint, 1933, pág. 235].
¿La visión de Freud como alguien poco identificado con la medicina se puede prestar a
discusión?
Si bien contamos con el apoyo de la lectura de Alfonso “Todo el bagaje neurológico de
Freud fue relativizado en una ocasión memorable en la que Charcot reivindicaba los ejes
del trabajo clínico (ver y ordenar), criticando los desvaríos de la medicina teórica. Al
señalar, a propósito de un comentario específico, que equis cosa no podía ser por
contradecir la teoría de Young- Helmholtz, Charcot reviró: ‘Tanto peor para la teoría; los
hechos de la clínica tienen precedencia’. Y remató: La théorie, c'est bon, mais ça
n'empêche pas d'exister (“la teoría es buena pero no impide [que los hechos de la clínica]
existan”, la subjetividad de Freud habitaba ya en él dinámica, tópica y económicamente “..la
preocupación por mantenerse en el sitio alcanzado, la necesidad de hallar algo nuevo que
tenga al mundo ocupado y que no sólo consiga la aprobación de unos pocos, sino que
atraiga la afluencia de muchos (...) comprendo que no tengo por qué experimentar
ansiedad respecto al éxito final de mis esfuerzos; se trata solamente de saber cuánto
tiempo tardará en llegar” a la luz de las cartas a Martha.
Danilo Perestrello (1964, 1969) por su parte, sostiene que, más allá de sus creencias
conscientes al respecto, Freud era esencialmente un médico. Marialzira Perestrello (1992),
por lo contrario, concluye, al comentar estos trabajos, que Freud “era mucho más que un
médico [pero que] no fue primordialmente médico” (pág. 26), así afirma que “(...) en Freud,
el investigador era lo primordial. El indagador predominaba (...) no había en Freud un
deseo primario de ‘hacer algo por aquel paciente’, de ‘tratar de aminorar su sufrimiento’”
(pág. 23). Y agrega “contrapongo [aquí] la tendencia epistemofílica a la terapéutica-
sacerdotal-reparadora” (pág. 26). Una vez enunciado su desacuerdo con Danilo Perestrello,
la autora interpreta que su “entusiasmo (...) por defender tan ardientemente y de manera
tan estética la vocación médica de Freud, ¿no estaría ligado a su propia vocación?”
(Perestrello, M., 1992, pág. 24). De allí pasa a describir afectuosamente una conmovedora
imagen de Danilo como un médico de corazón, muy al estilo de Ferenczi. De allí su
conocida frase: “primero el paciente, después el paciente, y antes que nada el paciente”. La
autora imagina que la meta de Freud, por lo contrario, debería expresarse como: “primero
la búsqueda de la verdad, después la búsqueda de la verdad, y antes que nada la
búsqueda de la verdad” (pág. 24).
Sea como fuere, esta última descripción de lo que Freud no era, coincide con lo que
sabemos que Ferenczi sí era. Si aceptamos esta versión, tendremos que concluir que esta
diferencia de orientación repercutió, indudablemente, en la relación transferencial mutua
que se estableció entre Ferenczi y Freud, con motivo del análisis del primero de ellos. La
gran necesidad afectiva de Ferenczi no pudo encontrar la respuesta que buscaba en la
austera personalidad de Freud, y esto lo dejó profundamente dolido, con las características
de una depresión de transferencia (Martín-Cabré, 1997; Muñoz Guillén, 1996). Y, en la
medida en que su relación con Freud continuó, no dejó de reprochárselo, tal como éste lo
registra en “Análisis terminable e interminable” (Freud, 1937a) y, sobre todo, en una carta a
Jones del 29 de mayo de 1933, en la cual describía la situación emocional de Ferenczi
durante su enfermedad terminal: “En el centro estaba la convicción de que yo no lo amaba
lo suficiente, de que no quería reconocer sus trabajos, y también de que lo había analizado
mal. Sus innovaciones en la técnica se conectaban con esto, ya que quería mostrarme con
cuánto amor debe uno tratar a sus pacientes para ayudarlos (Freud, 1933a, citado por
Masson, 1984, pág. 181). Sería el deseo de Freud que Ferenczi tuviera un amor de
transferencia al estilo propio de él a Charcot quien “no es solamente un hombre al que
debo estar subordinado, sino también un hombre con el cual me siento muy contento de
estarlo” a decir de lo imposible de pasar por alto que “el mismo Freud albergó algún tiempo
la esperanza de que Sándor Ferenczi desposara a Anna...”, tal como él se vio tentado de
cortejar a la hija de Charcot.
Una parte considerable de la dificultad que todos tenemos al abordar este problema, surge
de la tendencia a personalizar las posiciones, que nos genera un conflicto de lealtades
entre nuestras figuras ideales de identificación. Freud y Ferenczi tenían diferencias
irreconciliables. ¿Deberemos entonces elegir a uno de ellos y romper con el otro? Una
decisión semejante inevitablemente pondría en crisis nuestra identidad analítica, al impedir
el logro de una síntesis armoniosa de nuestras identificaciones. ¿Resistencias del
psicoanálisis? ¿El relativo fracaso del impacto del psicoanálisis ortodoxo en el mundo
actual?
Esta situación emocional se parece notablemente al conflicto padecido por los hijos de
padres divorciados que no han logrado poner fin a su discordia. Pero esto es precisamente
lo que ocurrió.
Este tipo de operación defensiva siempre trae consecuencias nocivas. Las experiencias
traumáticas renegadas por una generación son transmitidas en forma inmodificada a las
generaciones subsiguientes; ésta es la esencia de lo que otros psicoanalistas señalan
como "trauma transgeneracional". El resultado parece ser una brecha cada vez mayor
entre la teoría y la práctica, y el surgimiento de ese curioso fenómeno defensivo que es la
"ortodoxia psicoanalítica" (Bergmann, 1997).
¡Salud os!
Arturo
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Gracias por este comentario tan rico en cavilaciones y referencias. Ferenczi, el “gran visir
secreto” de Freud, abogó siempre por el furor curandi, como afirmas. Por encima de todas
las cosas, le interesaba el bienestar de sus pacientes. En este punto, objetó a Freud (para
quien la felicidad no había sido contemplada en el esquema de la creación) y hubiera
discrepado de Lacan mismo (quien consideraba los efectos terapéuticos como un
beneficio por añadidura).
Es cierto también que hay una disputa de larga data entre investigadorxs y terapeutas. Lo
interesante es cuando logramos amalgamar ambos estatutos y somos
psicoanalistas y metapsicólogxs, investigadores y practicantes del psicoanálisis.
Un ejemplo de lo anterior es el modo en que esta emergencia sanitaria nos confronta con
los formatos canónicos de la práctica psicoanalítica. Los psicoanalistas ultraortodoxos que
hace 20 años decían a voz en cuello que el psicoanálisis nunca llegaría a ser una
teletecnopráctica, hoy atienden por skype.
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Carlos Lázaro nos podría expresar su punto de vista sobre este particular por ser un
especialista en temas de discapacidad.
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En relación a lo que comenta Monica decir que, por un lado creo el sicoanálisis ya se está
moviendo algo fuera del diván y hoy concebimos la posibilidad de transferencia allí donde
antes era impensable. Aún recuerdo la primera videollamada con mi analista, en las
primeras semanas del confinamiento, lo natural que me pareció y que después de los
saludos de rigor lo extraño era verlo directamente ya en sesión y pedí que apagara la
cámara, yo mismo atiendo en algún caso por videollamada.
Por otro lado, creo que una cosa es acceder a los medios para que el hablar sea trasmitido
en palabras, traductores de signos, asistentes personales, etc. Cosa que en ciertos lugares
es ya posible y otra la utilización de otras modalidades de comunicación o expresión, no
olvidemos el trabajo de Francois Dolto con el dibujo.
Y sí, tienes razón, hay que encontrar La formula para que haya analista frente al real del
cuerpo biológico dañado, donde lo orgánico cobra una omnipresencia, en algunos casos
abrumadora. Crear un dispositivo que ayude y no cuarte y, a la vez, preguntarse cuanto
hay de compromiso orgánico y hasta donde es lo emocional en juego lo que está
produciendo un déficit en sus funciones? Como bien se pregunta Ariel Pernicone.
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Re: Foro de las lecturas inaugurales
de Santiago Rueda - Friday, 30 de October de 2020, 01:17
Te agradezco Arturo por tu rico aporte. Me ha despertado un interés por Ferenczi. ¿Alguna
recomendación bibliográfica por dónde empezar a conocer más sobre su propuesta clínica?
Saludos
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Se me ocurre que tal vez empezar por la correspondencia entre Freud y Ferenczi puede
ser un buen comienzo.
— (1927): “The problem of the termination of the analysis.” En Ferenczi (1955), págs. 77-
86. [Traducción castellana: “El problema de la terminación del análisis.” En Ferenczi
(1955),]
— (1929): “The unwelcome child and his death instinct.” En Ferenczi (1955), págs. 102-107.
[Traducción castellana: “El niño no deseado y su instinto de muerte.” En Ferenczi, (1955)]
— (1930): “The principles of relaxation and neocatharsis.” En Ferenczi (1955), págs. 108-
125. [Traducción castellana: “El principio de relajación y la neocatarsis.” En Ferencz,(1955)]
— (1933): “Confusion of tongues between adults and the child. (The language of
tenderness and the language of passion.)” Nueva traducción al inglés por Jeffrey M.
Masson y Marianne Loring. En Masson (1984): The Assault on Truth. Londres: Fontana,
1992, pags. 291-303. [Traducción inglesa previa en Ferenczi (1955), págs. 156-167.
Traducción castellana: “La confusión de lenguajes entre los adultos y el niño.” En Ferenczi
(1955)]
— (1933): “Confusion of tongues between adults and the child. (The language of
tenderness and the language of passion.)” Nueva traducción al inglés por Jeffrey M.
Masson y Marianne Loring. En Masson (1984): The Assault on Truth. Londres: Fontana,
1992. [Traducción inglesa previa en Ferenczi (1955). Traducción castellana: “La confusión
de lenguajes entre los adultos y el niño.” En Ferenczi (1955)]
MARTÍN-CABRÉ, L. (1997): “Freud-Ferenczi: controversy terminable and interminable.”
(The International Journal of Psycho-Analysis, 1997)
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Potentia VS Potesta.
En la filosofía política que plantea Deleuze, el dispositivo, por el modo que produce, puede
ser instrumento de Potesta (Poder), con la cualidad de gobernar, de gestionar y controlar la
vida: de meternos en un verdadero callejón sin salida… tanto en nuestras vidas como en
nuestros pensamientos, y es que a veces, es de común decir, se siente la vida como por
encierros. Consecuentemente, Lacan advertía en la dirección por la cura el germen de
dominación inmanente en la relación analista-demandante: “pretendemos mostrar en qué
la impotencia para sostener auténticamente una praxis, se reduce, como es corriente en la
historia de los hombres, al ejercicio de un poder”.
1.- Que el analista conozca su lugar. Y, ¿cuál es el lugar del analista en el dispositivo? Así
mismo, ¿es posible asir un lugar particular al analista? Es decir, ¿es el mismo durante todo
el proceso de cura? Si no es el de consejero, amigo, maestro, colega, educador… ¿Cuál
es? Siguiendo el camino de Deleuze: ¿sería válido pensar que el analista se integra al
dispositivo como un elemento más que establece relación con el resto de los elementos
donde el Yo pierde sus fronteras? Deleuze responde: una máquina agenciada a otra
máquina. En sintonía, Lacan consigna/sentencia: el lugar del analista es el del muerto…
cuidado de la transferencia. ¿Qué es eso de lo que Lacan entiende por muerto?
Por otro lado, ¿vale lo mismo para pensar el lugar del demandante? Es decir ¿cuál es el
lugar del demandante en el dispositivo psicoanalítico? ¿Es posible asir un lugar particular,
petrificado, al demandante? Unas veces alumno, otras colega, o amigo, unas más
demandante y otras paciente… ¿Es el mismo durante el proceso de cura? Si el sujeto de la
demanda encuentra lugar en/por el discurso psicoanalítico ¿sería políticamente
conveniente fijarlo como demandante, o paciente?
2.- Que el analista demuestre habilidad, destreza, capacidad de discernimiento,
inteligencia, y sabiduría. ¿Cómo? En primer lugar, conociendo los elementos que
constituyen el dispositivo (lo técnico), lo mismo que el estatuto de cada elemento en
relación consigo mismo y con el resto de los elementos que componen la técnica. ¿Cuáles
elementos? En el Dispositivo de Giorgio Agamben, se va más allá de la noción que
Foucault introdujo en sus estudios sobre Biopolítica, considerando así casi cualquier cosa,
sea ésta de naturaleza discursiva o material: ¡incluso un bolígrafo sería las veces de
dispositivo! Además, de que resulta Ad hoc a la propuesta/advertencia de Jacques-Allain
Miller: actuar con espíritu de responsabilidad en todo momento, ya que el demandante
entra en contacto con el dispositivo psicoanalítico desde la “Bienvenida”.
En segundo lugar, que el analista conozca la relación que se establece entre cada
elemento, es decir, la dinámica funcional del dispositivo: ¿qué, cómo, cuándo, cómo, por
qué hacer? Lo mismo qué, cómo, y por qué hablar. Foucault advertía que el dispositivo no
carece de límites petrificados, que se compone de materia cambiante: en él, no es la norma
la que impera, sino la regularidad, la constancia. La ventaja, dice Heidegger, es que el
despliegue de la técnica permite también desvelar los elementos técnicos de la técnica.
Mejor para el analista, porque le permite un trabajo… una constante revaloración del
dispositivo mismo (en función, considero, de lo que sería políticamente conveniente, y
teóricamente correcto): considérese de favor que los tiempos modernos, tiempos de
distanciamiento físico y acercamiento virtual, exigen una revaloración/adecuación de la
técnica psicoanalítica… de los métodos de intervención.
3.- Que el analista no pierda de vista en todo momento los modos en que trabaja el
dispositivo psicoanalítico: Potesta Vs Potentia: medio de liberación, o de dominación: amo
y/vs esclavo. El peligro de la dominación subyace como germen en la relación dialéctica del
analista-demandate; a lo que Lacan sentencia: todo analista… tiene que componérselas
allí ante un fenómeno del que no es responsable… y que subyace a la espontaneidad en
el paciente: la transferencia. Luego pues, no está de menos prepararse para la
contingencia.
4.- Me queda algo más que plantear, ideas sin digerir: ¿qué del(los) sentido(s) que se le
otorga(n) a la cura, tanto del demandante como del analista? Me viene al caso la pregunta
con que Deleuze da inicio a Diferencia y repetición: ¿qué lleva que un hombre defienda su
esclavitud como si de su libertad se tratase? Y es que no descarto la posibilidad que el
demandante cargue consigo prejuicios sobre el procedimiento y la finalidad de la empresa,
lo mismo que el analista. ¿Cómo trabajar esto?
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Considero, siguiendo a Deleuze, que puede hablarse del sujeto como una máquina en
tanto deseante, por tanto una máquina simbólica. De un lado, el analizante que dice algo
(sujeto del enunciado) sin estar al tanto del lugar desde donde dice lo que dice (sujeto de la
enunciación); del otro, un analista que se sustrae en términos subjetivos para favorecer una
relación que no podría ser intersubjetiva sino transubjetiva.
El Muerto (léase” analista”) en el juego de bridge (léase “cura”) nunca juega sus cartas a
libre voluntad, lo hace según le es indicado por el llamado declarante (léase “analizante”).
Cuando le toca al Muerto jugar, el declarante elige una carta y el Muerto la juega sin
intervenir.
Así, el analista sólo da juego al despliegue de la palabra de quien le habla. Está en el papel
del Muerto, porque el analista debe arreglárselas para jugar sin intervenir.
(Este tema será ahondado cuando se analice la importancia del silencio en un análisis.)
Las tácticas del analista son mudables, no así el lugar del analista mismo. Por ejemplo (y
eso también lo revisaremos a detalle) cuando el analista se desplaza de la neutralidad a
una vacilación calculada de la neutralidad, hay un cambio de táctica pero la condición de
analista pervive. Y es que una cosa es el lugar y otra muy distinta es aquello con lo que
ese lugar se ocupa: en el encuadre, el analista representa un lugar en el que se desplegará
su instrumental técnico al dirigir una cura. El analizante, por otro lado, muta todo lo que
quiera, pueda o desee (para eso es analizante).
Los elementos que componen la técnica son los que desplegaremos a lo largo del curso
todo. El planteamiento del índice sólo es orientativo porque iremos de adelante atrás y
viceversa todo el tiempo.
Véase:
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/discurso-de-la-servidumbre-voluntaria.pdf
https://bibliopsi.org/docs/freud/16%20-%20Tomo%20XVI.pdf
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El psicoanálisis como práctica, (Freud utilizó el término clínica como sinónimo de práctica),
invita a la cura en el sentido de hacerse cargo de, no tiene relación con la sanación ni
mucho menos con la salvación. Es un trabajo minucioso, tanto del psicoanalista como del
psicoanalizado, para ir construyendo a base de deconstruir, en cada una de las sesiones lo
que en su momento fue necesario para sobrevivir a los avatares de la vida, pero que quizás
a estas alturas del camino, ya no se necesite y habrá que despojarse de estas
construcciones trayéndolas al presente, por medio del recuerdo y la palabra.
Preguntar es una herramienta fundamental para conocer porque abre caminos y estos
caminos conducen a pensar a través de la pro-vocación, por lo tanto, preguntar es un
instrumento necesario en la técnica de la práctica psicoanalítica, aunque nos acerquemos
con ello al peligro, porque como bien dice Heidegger: “Cuanto más nos acerquemos al
peligro, tanto más claramente comienza a destellar el camino a lo salvador, tanto más
preguntadores llegaremos a ser. Pues el preguntar es la devoción del pensar”
Es necesario tener siempre en cuenta que, en la práctica psicoanalítica, como dice Miller,
Jacques-Alain (1997) “no tenemos patrones, tenemos principios” punto de partida
diametralmente opuesto a las recetas o manuales. Se debe de estar consciente de que
puede surgir cualquier eventualidad, incluso sabiendo que algunas de ellas no podríamos
ni siquiera haberlas advertido.
Saludos,
Lorenza P
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Re: Foro de las lecturas inaugurales
de Alfonso Herrera - Friday, 30 de October de 2020, 07:02
Lorenza: te agradezco esta condensación de lo revisado y el modo en que vas incrustando
tus reflexiones en el texto.
Cuando Heidegger dice que el desocultar de la verdad sólo puede hacerse en el confiar,
desde lo psicoanalítico no puede dejar de evocarnos el término transferencia (que
revisaremos en detalle al abordar la cuestión estratégica en psicoanálisis). Transferir ya
implica una cierta confianza, y confianza significa “fe compartida”.
Por otra, en su escrito sobre la hystoria Lacan dice que los casos de urgencia lo distraen
(en coincidencia con el cansancio que Freud expresaba en su correspondencia privada por
las horas dedicadas a la atención clínica; lo que Arturo señalaba a propósito del furor
curandi tan contrario a Ferenczi). Psicoanalíticamente, los casos de urgencia son aquello
donde el goce (y su padecimiento concomitante) están en punto límite.
En una cura bien llevada siempre hay urgencia por develar la verdad, en el sentido de que
ese desocultamiento no puede esperar. Ya sabemos que partiendo del deseo de saber es
frecuente desembocar en el horror de saber, pero –esto es esencial- estamos hablando
del saber, no de la verdad. Y la urgencia está del lado de la verdad, porque es cierto que a
veces no nos urge saber por el desafío subjetivo que eso implica. Pero decir la verdad
implica un coraje que los antiguos llamaban parresía.
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Veo mucho de la dialéctica negativa de Adorno en el psicoanálisis, ese buscar los silencios,
los vacíos, los cambios. Y en ese sentido, el psicoanálisis nunca es uno, pero tampoco
busca serlo. Aunque eso nos podría llevar al extremo de pensar que, si no hay nunca
reconciliación, no hay cura. Pero puede que esté llevando similitud demasiado lejos.
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Es así como lo dices en tu primer párrafo: el psicoanálisis es una práctica teórica, lo que
hace imposible en este caso separar la praxis de la especulación que sobre ella se hace.
De ahí que psicoanálisis y metapsicología definan dos caras de la misma luna.
(Agregaré a las lecturas de este foro una arqueología de ambos conceptos sólo para fines
didácticos. Verán ustedes que Freud estableció esa cisura terminológica en lo esquemático
-porque en lo real no aplica.)
Lo que señalas de los peligros mercantilistas que pueden llegar a pervertir lo psicoanalítico,
lleva a muchas reflexiones que desglosaremos a lo largo del curso (recuerden que una
sección específica versará sobre el dinero en psicoanálisis). Hoy que lo telemático se
impone en muchas formas de trabajo es más importante aún tener claros los fundamentos
de lo psicoanalítico. Por dar un ejemplo: ¿cómo saber lo que está en juego en una cita
telefónica (cuando la red nos obliga a prescindir del video en una sesión constantemente
interrumpida debido al ancho de banda de cualquiera de los dos puntos geográficos
implicados) si como analistas desconocemos lo que el psicoanálisis ha elaborado sobre la
voz como objeto a (uno de varios, propuestos por Lacan? De gran utilidad nos sería
conocer el seminario X La angustia (1962-1963), clase 23; o el seminario XIII, El objeto del
psicoanálisis (1965-1966), clase 20; o el XVI, De otro al otro ((1968-1969), clase 16; o
haber leído la conferencia que se ha dado en titular “La tercera”. Si por curiosidad revisan
ustedes lo que Lacan dice ahí sobre la voz, comprobarán que nada será igual en sus
sesiones telemáticas (ni como analizantes ni como analistas). Esa es la adecuación que se
necesita hoy día: la actualización técnica de lo psicoanalítico en un mundo
teletecnocientífico pero también la revisión de lo que fue elaborado hace ¡medio siglo!, y
que, por desgracia, muchos analistas desconocen.
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Me aferro a la frase de tu bienvenida, Alfonso, en la que dices “Se trata justamente de eso:
de que todos quedemos en evidencia manifestando nuestra ignorancia, y poco a poco
transitaremos de la ignorancia crasa y supina a la ignorancia docta en la que nos instruyó
Nicolás de Cusa” para atreverme a articular algún pensamiento en la escritura ante
compañeros/lectores tan instruidos y rigurosos.
Me ha gustado leer estos textos, acercarme más al origen griego del término técnica, con
estas dos vertientes de poiêsis y téchnē, como un modo de volver a pensar qué es la
técnica y resituarme respecto de la misma. Ya que en el contexto del territorio Español, en
el ámbito de la psicología y de la salud mental, desde mi experiencia y otras formaciones
que he hecho, abundan “Las técnicas”, cuál si fueran herramientas que se aprenden, se
adquieren y una lleva en un maletín listas para aplicar en el encuentro con otro, técnicas
articuladas a protocolos específicos para cada padecimiento, pre-determinadas en función
de una nomenclatura, un servicio, o una demanda. Técnicas que muchas veces se rigidizan
en detrimento del trabajo mismo.
Coincido con Miller en que no se puede separar la técnica de la ética, “no hay ningún
punto técnico que no se vincule con el ético”, y ambas no se pueden pensar y abordar sino
desde la práctica clínica.Y la práctica clínica es en el espacio de la consulta, en el
encuentro con el paciente, pero es también en las supervisiones, en la escritura y en el
habla con otros, es allí que algo de lo que aconteció en la sesión se puede leer, la técnica
la podemos leer a posteriori, pero porque estaba allí desde el principio como un saber no
sabido. Así, para mi, con la técnica siempre se llega tarde, es necesario conocerla,
estudiarla, pensarla, pero a condición de ser capaces de olvidarla. Porque si entramos con
la técnica, si no podemos equivocarla y olvidarla (teniendo en cuenta que el olvido implica
ya la posibilidad del recuerdo), y nos la representamos como instrumento “vamos a
permanecer apegados a querer dominarla y omitiremos la esencia de la técnica. La esencia
que es en sentido elevado, equívoca…” como dice Heidegger ..” y tal equivocidad se indica
en lo misterioso del desocultamiento, esto es, de la verdad”.
Deseo a través de estos encuentros y estas lecturas conocer más la técnica psicoanalítica,
y confrontarla con mi práctica.
Gracias Alfonso también por ese fragmento tan simple y tan necesario, donde recuerdas la
diferencia entre curar y sanar, tan importante en la clínica y en el trabajo con personas con
graves padecimientos subjetivos.
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Re: Foro de las lecturas inaugurales
de Alfonso Herrera - Friday, 30 de October de 2020, 10:06
Ileana, gusto en leerte.
En todo lo que escribes veo que el rigor está presente. El resto de los compañeros, yo el
primero, ignoramos tanto como tú, y esa es la ganancia colectiva: que tenemos todo por
aprender.
En lo atinente a la técnica que debe tenerse para luego olvidarse, coincido también. Los
grandes creadores, en todos los campos, dominan primero la técnica de su arte y después
la cuestionan (o la increpan contraopinando, o la someten a nuevas re-flexiones, a
contorsiones inéditas). Pero para dejar algo a un lado debemos saber qué es lo que
estamos dejando del lado. Parece una perogrullada decirlo así pero la ignorancia crasa no
va más allá de nada porque no hay punto de referencia alguno (sólo la nada tiene prisa por
llegar a la nada, dice el gran poeta Pedro Salinas); la docta ignorancia puede ir más allá de
lo que creía saberse (porque se ha reflexionado en ello) para así acceder a un no saber
fundamentado, largamente trabajado.
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MATERIAL DE LECTURA
de Ileana Pavetto - Friday, 30 de October de 2020, 02:53
Buenos días Alfonso, podrías orientarme con algún material más para ampliar y seguir
leyendo sobre las bienvenidas y la entrada en análisis?
Muchas Gracias!
Ileana
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Subiré más material sobre las bienvenidas (con el tema de las entrevistas preliminares) en
este mismo foro.
Entrevistas preliminares
de Ezequiel Mir - Friday, 30 de October de 2020, 05:46
Muy buenas,
Lo que empuja a un sujeto al análisis, en cualquier caso, es menos una preocupación por la
curación que una necesidad de rehacer su historia para proseguir con su vida, una historia
que él no conoce y de la que ni siquiera sabe cómo desea, recreándola, hacerla otra y por
donde debe pasar, aunque eso le signifique pagar el precio de la ficción que desea ver
realizada. Esto no significa, sin embargo, que la curación no pueda formar parte de este
proyecto, pero no está vinculada de manera esencial al deseo inconsciente de ser
analizado.
Saludos
Ezequiel Mir Casas
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¿Quién elige?
de Ezequiel Mir - Friday, 30 de October de 2020, 13:20
Muy buenas,
Esta respuesta sugiere que el deseo del analista es participe de las entrevistas
preliminares. Además: tiene que estar. ¿Pero de qué forma?
Si se parte de que la práctica psicoanalítica puede definirse, entre otras cosas, como un
ejercicio sobre la relación del sujeto con el significante. Una de las consecuencias de esta
relación es que el sujeto es portador de significados de los que nada sabe. Y entre estos
significados, verdaderas líneas de su destino, está el fantasma inconsciente.
Por tanto, la forma del deseo que actúa por parte del analista, durante las entrevistas
preliminares, es el deseo de tal o cual analista que escucha tan singular enunciado de la
demanda que se le dirige. En otras palabras, el analista se confronta a lo largo de las
entrevistas preliminares con una pregunta que puede formularse en los siguientes términos:
¿cómo, a partir del texto inicial de la demanda, algo puede emerger en el nivel del
significante, sin que lo ignore, y luego sostener su deseo de escuchar más sobre la relación
del sujeto con el significante y los significados del que es portador, es decir,
comprometerse al desciframiento del inconsciente del demandante? Este es uno de los
temas, probablemente el principal, de las entrevistas preliminares.
Diría que las entrevistas preliminares son un tiempo de una duración indeterminada al
inicio, una zona de paso más o menos vaga, borrosa, difusa, pero donde los resortes
operatorios de un análisis tienen la oportunidad de establecerse y ponerse en movimiento.
Y ello con la condición de que el deseo del analista, polarizado por el inconsciente y sus
procesos, por tanto abierto a la sorpresa, sea el motor. Durante este tiempo, el analista
estará en la posición de un barquero entre dos orillas, una de las cuales es la demanda
inicial y la otra la apertura del inconsciente.
Saludos.
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Re: ¿Quién elige?
de Alfonso Herrera - Sunday, 1 de November de 2020, 08:48
Gracias Ezequiel.
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Saludos,
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Lorenza P
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Las lecturas y la lectura de sus aportaciones me llevo a recordar el seminario 11 de Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis de Lacan de 1964 donde responde a la
pregunta de qué entender por psicoanálisis – aportación de Ana Marcela – pero en relación
si el psicoanálisis es una ciencia. Valdría la pena leer las clases I y II donde a partir de la
función de la institución psicoanalítica elabora una conceptualización del psicoanálisis en
cuanto praxis.
Alfonso señala la diferencia acerca del saber. Y a propósito. La lectura sobre el
desarrollo de los orígenes del psicoanálisis y de la técnica. Freud hace el viraje del saber
médico a un nuevo campo, descubre un campo virgen, el del inconsciente. Aquí me
pregunto, si como dice Lacan en el seminario 11 que Freud procedió cartesianamente en
su descubrimiento porque descubrió que allí donde Eso piensa, allí hay pensamiento
inconsciente, entonces Freud “deconstruyó” mediante la invención de su técnica un nuevo
modo de “pensar” subjetivo y un nuevo modo de “pensar” el inconsciente. Descubrió
ese saber textual que mencionas Alfonso (¿?). Pero si el mismo consideró que hay tres
imposibles: psicoanalizar, gobernar y educar, es porque descubrió un último irreductible,
inasimilable en el sujeto (en falta) producto de lo Real: lo descubrió en la hipnosis, en la
catarsis, en la sugestión y en la transferencia. Y en la cultura – Más allá del principio del
placer – por eso el psicoanálisis no termina de encuadrar(se) con una ideología o una
ciencia, es intrínsecamente subversivo…
Por último y saltando… “Producción” me hace eco… Freud descubre un modo de
producción del pensamiento, radicalmente diferente, inconsciente y articulado a la lógica
del deseo. Lo descubre en la clínica con la histeria – deseo de la histérica. Hace el
recorrido inverso, de la técnica y del método de la hipnosis, la catarsis y la sugestión a la
poiêsis en tanto producción, fabricación, creación por medio de la palabra. Acto subersivo
que hace de la dirección de la cura un arte que traduce una realidad (poiêsis) en función de
directrices clínica marcadas por la Tychè y el Automatón.
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El 18 de mayo de 1966 Lacan tuvo entre los asistentes a (El objeto del psicoanálisis) a un
interlocutor privilegiado: Michel Foucault. En algún punto, Lacan le expresa una diferencia
de perspectiva: “donde usted [le dice a Foucault] mantiene la distinción del cogito y de lo
impensado, para nosotros no hay impensado. La novedad para el psicoanálisis es que ahí
donde usted designa […] lo impensado en relación al cogito, ahí donde hay este
impensado, Eso piensa”.
Como muy convenientemente nos recuerdas, Eugenio, Lacan dice en su seminario once,
que Freud procede de manera cartesiana… pero para concluir algo anticartesiano. Y esa
es la esencia del sujeto de lo inconsciente: que está escindido. Por tanto, en lugar de
“pienso, luego entonces existo”, Lacan propone: ahí donde soy no pienso, y ahí donde
pienso, no soy. Podemos ver las monumentales consecuencias de este saber textual que
opera sin sujeto.
De ahí que Lacan asegure: el sujeto del psicoanálisis es el sujeto cartesiano (el sujeto de la
ciencia) … en tanto forcluido. Lo más importante es esa forclusión: en la medida en que el
sujeto de lo inconsciente sea desalojado, la ciencia, la filosofía , la psicología (y un largo
etcétera) operarán desde el saber referencial que el sujeto produce; con la irrupción del
psicoanálisis el sujeto del deseo está en posibilidad de develar un saber textual
que lo produce.
En el caso del sujeto de la filosofía, el sujeto es causa de lo que llega a saber. En el caso
del sujeto de lo inconsciente, el sujeto es efecto de lo que del Eso piensa se puede llegar a
saber, si me permiten decirlo así.
Enfatizo el “puede llegar a saber” (quizá, tal vez) porque, como bien dices Eugenio, hay ahí
un irreductible al que sólo podemos aproximarnos al subvertir al sujeto cartesiano. El sujeto
de lo inconsciente, en efecto, es subversivo porque en sí mismo fue subvertido.
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Re: Foro de las lecturas inaugurales
de José Carlos Hernández Pineda - Tuesday, 3 de November de 2020, 07:31
Saludos, envío algunos comentarios y preguntas respecto de las primeras lecturas. Pude
leer los textos pero no he podido leer todos los comentarios de los compañeros
Para Freud era la percepción psíquica, que se inscribe como huella mnémica.
Sobre si Heidegger estuvo interesado en construir una ética, como sabes hay opiniones
encontradas. La mayoría de los especialistas se decanta por concluir que a Heidegger no le
interesaba el tema. Pudiendo estar equivocado, soy de los pocos que creen que a
Heidegger sí le interesaba el asunto y mucho. Me refiero a su obra, porque en su vida, el
compromiso con la ideología nazi ha dado para ríos de tinta.
Sus críticos más feroces fueron inclementes a este respecto: “El compromiso de Heidegger
con el nacionalsocialismo fue una consecuencia necesaria de su pensamiento, que no
concede ningún tipo de sustento a la ética”, escribió Jaspers.
Cuando Heidegger propone remitirse a una idea originaria de la ética se desmarca de guías
o prescripciones para la acción. Toma distancia de la ética como disciplina filosófica pero la
concibe como un elemento constituyente del pensar.
Pero –para efectos del tema que nos ocupa– donde creo que Heidegger expresa la tekhné
como medio posible de transformación de la tekhné, es en lo que tituló Serenidad. En 1955
(dos años después de la conferencia de Münich sobre la esencia de la técnica, Heidegger
pronunció otra conferencia en Masskirch, su aldea natal.
Ahí dijo que somos siervos de los dispositivos técnicos que nos invaden (basta ver
alrededor, en cualquier momento, para observar la relación de los sujetos con sus tablets y
sus teléfonos inteligentes). Propone usar esos servomecanismos, servirnos de ellos y
no servirlos, y a distancia prudente para poder prescindir de ellos cuando sea preciso.
Para Heidegger, el dispositivo (se refiere a los servomecanismos pero nosotros podemos
aplicarlo al dispositivo analítico) es un modo de intervención. Y ese modo de intervención
requiere de una técnica (no se interviene de cualquier modo en cualquier momento). Y esa
técnica de una ética (puesto que perseguimos ciertos fines con modos de intervención
pautados por una técnica), que sirva a los fines de quien consulta . ¿Pueden servir también
al (a la) analista? Sí, en un sentido y sólo en uno: mantener su deseo de analizar.
Por tanto, no se opera desde el saber (porque eso aleja de la verdad), sino desde la
ignorancia docta que es también un medio técnico, y ético, puesto que si el analista operara
desde el saber estaría vehiculando lo que cree saber que le conviene a quien consulta.
En el quehacer analítico se trata menos de que la ética tenga una técnica (o viceversa),
que de concluir que técnica y ética son indisociables porque algo se dice (o se calla) con un
fin determinado. Y si no se persigue que haya un análisis, se estará persiguiendo (quiérase
o no, sépase o no) otro fin. De ahí, se infiere, que una falta ética implica siempre una pifia
técnica… y viceversa.
En psicoanálisis sí hay un método porque al dirigir una cura se sigue un camino para
arribar a un fin. Y la técnica atañe tanto al trayecto como a la meta. No olvidemos que
Platón incluía en la noción de método la mejor elección posible del camino a tomar (Soph,
218 D). Habla también de que a veces el camino a seguir tendrá que ser largo en afinidad
al alto fin que persigue (Rep. VI, 505 B-E). Aristóteles lo define del mismo modo en su Ética
a Nicómaco.
Por ejemplo: si el sueño tiene un sentido, debemos elegir el camino (el método) que nos
lleve a develarlo. Ese método se vale de técnicas diversas: el silencio del analista, la
interpretación, la escansión, el medio decir, etc.
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Re: Foro de las lecturas inaugurales
de José Carlos Hernández Pineda - Monday, 9 de November de 2020, 09:40
Muchas gracias por sus respuestas. Me gustaría ir comentando y en la medida de lo
posible co-plantear problemas acerca de la relación del psicoanálisis y la filosofía, es decir,
además de la técnica, el método, la estrategia, la táctica, la política, la ética (éstas últimas
que remiten a la filosofía de manera explícita) me gustaría también, en la medida de lo
posible, examinar como elaborar la relación del psicoanálisis con la ontología y la
epistemología. Por el momento, con la ontología me gustó mucho pensar la relación del
pensamiento de Heidegger con la técnica y el dispositivo (posteriormente abordaré la
relación con Foucault, Deleuze y Agambem), pero algo que no deja de sonarme
problemático es lo siguiente.
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Sin embargo (pero esta es una posición personal) creo que esa desnaturalización
enriquece el campo en el que se reinjerta el concepto trasterrado.
Lacan y Freud hacían esto todo el tiempo. El Ello (tomado de Groddeck), lo inconsciente
(desnaturalizando lo que al respecto había dicho Hartmann), el principio de Nirvana
(tomado de una lectura de Bárbara Löw) fueron conceptos decontextualizados que
adquirieron un relieve distinto en la obra freudiana.
Lacan hizo lo mismo tomando conceptos sueltos de la lógica, la topología, la lingüística (al
punto de llevarlo a aclarar que él hacía logiquería, topologería y lingüistería).
Las cuestiones óntica y ontológica tiene una importancia axial en psicoanálisis, aunque sea
por la vía negativa:
Sobre lo ontológico hay un interesante diálogo que Lacan sostiene con Octave Mannoni
(Sem. I) .
Más importante todavía es lo que Lacan elabora a propósito del proceso primario elucidado
por Freud en la Traumdeutung (ver Seminario 2).
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Con el paso de los años y tras haberme inscrito en la carrera, universitaria, de psicología,
mi motivación había evolucionado, pero es verdad que años más tarde, al postrarme como
candidato a psicoanalista, él análisis didáctico cambio la intención, que no la esencia, de mi
discurso ya emprendido con antelación; primero porque me pidieron cambiar de analista
por un analista didáctico, después, porque se instauró en mi, el dispositivo paranoide ante
la ansiedad de castración, punto de detención neurótico, pero punto de detención en el
cual, también está implicado el analista y la institución internacional.
Es verdad, que caí en cuenta de eso, a la postre, tal vez, de mis entrevistas preliminares,
mucho antes de finalizar mi formación y, de ser avalado como psicoanalista miembro de la
IPA, pues como sujeto, ahí, signo de mi propia castración, ya no me coloqué en el drama
de las escenas, sino en la dimensión del autoengaño por el goce. Como diría Freud “las
mociones hostiles y los fenómenos amorosos” -que la escisión institucional, consecuencia
de las disputas políticas de poder-, se manifestaban en el artificio de la transferencia,
interrumpiendo el juego libre y asociativo de mi discurso.
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Lacan no distinguía los análisis didácticos como una clase aparte porque creía que todos lo
eran. Como dices con rigor, lo importante es que se trate de un análisis.
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En principio, disculparme por intervenir tardíamente en este foro ... las dos primeras
semanas de inicio del Certificado han coincidido con una abrumadora carga de trabajo y no
he podido sino hasta este fin de semana comenzar las lecturas del primer foro. En estos
días me pongo al día con el segundo foro.
De cualquier manera, me han sido muy beneficiosas no solo las aclaraciones y precisiones
que ha hecho Alfonso sobre variados temas del primer foro, así como los comentarios
planteados por varios de los compañeros y compañeras. Dado que me sumerjo de a poco
en el terreno del psicoanálisis, he disfrutado muchísimo estas primeras tentativas de ir
cimentando un terreno común sobre la temática del Certificado.
En concreto, dado que me aproximo por vez primera a muchos conceptos del psicoanálisis,
lo que más me ha resonado es lo relativo al concepto de "deseo", planteado por Alfonso en
un comentario y con algunos puntos añadidos en otros comentarios. Tengo la impresión de
que este concepto es el concepto fundamental -o, por lo menos, uno de los más centrales-
para comprender la práctica teórica del psicoanálisis. Y, sin embargo, como dice Alfonso,
se dice muy poco acerca del mismo o se dan por supuestas muchas cosas. Mis lecturas
iniciales del psicoanálisis, que involucran alrededor de ese concepto a Freud, Reich y
Lacan, me han generado la opinión de que el concepto de "deseo" varía de un autor a otro,
dado que cada uno de estos autores tenía preocupaciones específicas en sus propias
teorías, además de que entraban en diálogo o se insertaban en tradiciones intelectuales
diferentes (Lacan con Spinoza y Hegel, por ejemplo; Reich con el marxismo) ....
Christian
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Te anoto algunos:
Nota: También subiré en el foro de esta semana un escrito sobre el deseo que te dará
una perspectiva de cómo evolucionó ese concepto en la obra de Lacan.
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