Actos Ilícitos
Actos Ilícitos
Los actos ilícitos son aquellos hechos humanos voluntarios, que son los que se
efectúan con discernimiento intención y libertad, pero que son contrarios a lo
dispuesto por las normas jurídicas, y por lo tanto son sancionables. Pueden
consistir en acciones u omisiones. En este último caso debe existir la obligación de
actuar, por ejemplo en el caso del médico que omite atender a un paciente, a su
requerimiento.
Los actos ilícitos pueden ser civiles o penales; estas categorías a veces coinciden
y otras veces no, como ocurre con el estelionato que es sólo delito civil. Los actos
ilícitos civiles obligan al autor a reparar el daño ocasionado (son una
importante fuente de obligaciones) más los daños e intereses y el agravio moral
(art. 1978 C.C. argentino). Siempre, para constituir delito civil debe haber perjuicio
y una parte perjudicada que demanda. Sin interés no hay acción. Los actos ilícitos
civiles se dividen en delitos y cuasidelitos, según que sean ejecutados con o sin
intención.
Los actos ilícitos penales son los que coinciden exactamente con las figuras
delictivas previstas en los tipos penales, y se llaman delitos, pudiendo ser dolosos
o culposos.
Un típico caso de acto ilícito que es delito penal y civil, es el homicidio. Por la ley
penal le corresponde al delincuente, en el caso de homicidio simple, la reclusión o
prisión de 8 a 25 años (art. 79 Cód. Penal argentino), y por la ley civil está
obligado a pagar todos los gastos que demandó asistir al muerto, y los funerarios.
Debe abonarse además lo que necesitaren la viuda y los hijos del muerto, para su
subsistencia, todo a criterio del Juez.
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Como se caracterizan los actos lícitos por oposición a los ilícitos?. Ante la enorme
dificultad de enumeración legal de los actos lícitos, el orden jurídico debe partid de
alguna premisa fundamental para caracterizar perfectamente lo lícito y
diferenciarlo de lo ilícito. Desde este punto de partida, los actos jurídicos son actos
voluntarios, como consecuencia del reconocimiento como principio de la
autonomía de la voluntad, que a su vez surge del reconocimiento de la libertad
personal por parte del orden jurídico imperante. Así tenemos en la Constitución
Nacional, en la disposición del art. 9 segunda parte: “Nadie está obligado a hacer
lo que la ley no ordena ni privado de lo que ella no prohíbe”: esto se puede
formular de la siguiente forma:
Licitud = lo permitido
Lo permitido = lo no prohibido
Dentro de los actos voluntarios, no prohibidos (lícitos) que tengan una finalidad
inmediata de crear, modificar o extinguir derechos, estamos ante la concepción
técnica de los actos jurídicos. Por oposición, igualmente, dentro de los actos
voluntarios, prohibidos (ilícitos), estamos ante buna concepción de los actos
antijurídicos o ilícitos. De esta oposición de conceptos, se puede vislumbrar desde
ya claramente los elementos indispensables de la ilicitud en el derecho que son:
Los demás elementos, como el daño o la relación causal entre el hecho y el daño,
son simplemente eventuales y su importancia sólo radica para la responsabilidad
civil, pero no para la calificación de ilícito a un acto voluntario, como se demostrará
más adelante.
2. CONCEPTO DE LA ILICITUD.
Nuestro Código en el art. 1834 establece cuándo los actos voluntarios tendrá el
carácter de de ilícitos, es decir, debe tratarse de un acto voluntario. Se podrá decir
entonces que la ilicitud se da cuando un acto voluntario se alza contra una
prohibición legal o desarrolla una conducta que omite la realización dice un
mandato legal. Estamos pues, ante la inobservancia de la primera formula del
derecho privado ante la inexistencia de una prohibición legal. Por ejemplo, la
disposición contenida en el Art. 299 del CPP, donde establece que no podrán ser
objeto del acto jurídico las cosas que están fuera del comercio. Estas
prohibiciones establecen una obligación de no hacer, cuya inobservancia
constituye una ilicitud que traerá aparejada una nulidad. Por otro lado, también la
norma jurídica podría establecer un mandato de realización, que el agente omite
su cumplimiento; por tanto estaríamos ante una ilicitud, por incumplimiento de una
norma que impone una obligación de hacer.
En este caso se requiere la existencia de una norma jurídica que establezca una
conducta determinada del agente; para darse la violación a la norma jurídica, debe
existir una conducta que riña con la norma legal. Partimos, pues de la necesidad`
de la existencia de la trasgresión de una norma jurídica; dicha trasgresión podrá
darse cuando la norma estatuye una obligación de no hacer o de hacer. El art.
1834 inc. A) establece que se equipararán las omisiones que causaren perjuicio a
terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido. Se
debe agregar además la trasgresión a las reglas establecidas en los contratos,
que constituyen normas jurídicas obligatorias inter-partes, lo que nos lleva a la
conclusión de que su inobservancia constituye igualmente una ilicitud.
4. ILICITUD Y DISCONFORMIDAD.
Se pueden mencionar también los actos producidos por error, que técnicamente
según nuestro código son hechos; en consecuencia se tratarían de actos
anulables. En el error, no existe disconformidad con la norma jurídica en su
aspecto formal. Pero aquí ocurre lo contrario, existe vicio de la voluntad y no
disconformidad externa.
Es difícil que un hecho que configure un ilícito civil en exclusividad, porque el acto
que sea contrario a un ordenamiento positivo normalmente afecta al orden público
entero y no en exclusividad a alguna rama. Ejemplos de los mismos son
numerosos, como la ilicitud fiscal, aduanera, no sólo de carácter administrativo,
sino al mismo tiempo de carácter penal; lo mismo ocurre con el accidente de
tránsito, el daño intencional, etc.
7. SANCIONES A LA ILICITUD.
Admitir una tesis contraria sería eliminar el derecho como sistema coercitivo de la
conducta humana, y convertirlo en normas de conducta humana no obligatorias,
como las normas de trato social, etc.; en consecuencia, la sanción del derecho
para la ilicitud se establece de diversas formas:
Lo común que poseen los hechos calificados de ilícitos en materia civil y penal es
que en ambos se supone una conducta antijurídica, mediante una actuación
dolosa o simplemente culposa, como asimismo la imputabilidad de los hechos a
sus agentes.
Distinción: Resulta más nítida la distinción entre los hechos ilícitos en ambas
materias, aunque fácilmente pueden darse hechos que representen, al mismo
tiempo, un ilícito en el campo penal e igualmente en el campo civil. Ejemplo: los
delitos culposos (accidentes de tránsito), castigados en el campo penal y en el
campo civil. No ostante esta aparente afinidad, gozan de algunos caracteres
completamente opuestos:
Del siguiente artículo -1834- se pueden desprender los requisitos que son:
a) CONDUCTA ANTIJURIDICA DEL AGENTE. Los actos deben ser prohibidos por
las leyes, ordenanzas municipales u otras disposiciones dictadas por la autoridad
competente.
b) EL DAÑO: conforme al requerimiento del inc. B) del art. 1834, es necesario que
los hechos referidos precedentemente causen daño, o produjeren un hecho
exterior susceptible de ocasionarlo, como por ejemplo un peligro de derrumbe
(arts. 1944, 1959)
Así se tiene:
El Código regula las responsabilidad `por los hechos ilícitos de los dependientes;
de los padres por los hechos de los hijos menores que habitan con ellos; de los
tutores y curadores que están a su cargo y habitan con ellos; de los directores de
colegios y artesanos, por los daños causados por sus alumnos o aprendices,
menores de edad, mientras permanezcan bajo su custodia; y la responsabilidad de
los funcionarios públicos de entidades centralizadas y descentralizadas subsidiaria
del Estado en caso de insolvencia de sus agentes.
La teoría del riesgo creado previsto en el art. 1846 en cuanto a sus fundamentos
giran en torno a las discusiones tradicionales respecto a lo objetivo y subjetivo.
En efecto el art. 1834 inc. B) califica el acto ilícito: “Si hubiere causado un daño, o
produjere un hecho exterior susceptible de ocasionarlo”.
Tal como queda plasmada la norma, el que produjere un hecho exterior
susceptible de ocasionar un daño, su acto será considerado como un acto ilícito.
Es decir, aun sin haber ocasionado un daño, conforme al inc. b).
En total armonía con este inciso se halla legislado el riesgo creado en el art. 1846,
lo que nos inducirá a concluir que el riesgo creado fue aglutinado dentro de los
actos ilícitos; sin embargo, esta afirmación merece un mejor análisis.
Existe una contravención; es decir, una ilicitud, más no existe un daño que reparar.
En conclusión, el daño con sus distintas manifestaciones, es el elemento esencial
de la responsabilidad civil y a veces coincide como componente de los actos
ilícitos, y como consecuencia podemos determinar que el riesgo creado no
conlleva una antijuricidad; por tanto, no podrá calificarse de ilícito; empero, podría
resultar potencial ilícito, pero constituye un factor objetivo de atribución de
responsabilidad.
Esta nueva concepción del acto ilícito, en cuanto su punibilidad en el orden civil,
ha sido acogida por diversas legislaciones, donde no se hace distinción para
atribuir la responsabilidad al agente, que genera una consecuencia sustantiva de
deber de indemnizar mediante una reparación integral.
Con la Lex Aquilia presentada por el célebre Tribuno Romano Aquilio que fue
aprobada por el plebiscito del año 287 de nuestra era (aproximadamente), se
establecía una reparación para el caso de los bienes muebles, animales, etc.,
entre ellos, las lesiones causadas a los esclavos o muerte injusta de los mismos;
por otro lado se refería al fraude cometido contra el crédito; así paso al Digesto del
Corpus Iuris Civile, del Emperador Justiniano, manteniendo siempre el carácter de
la indemnización como una pena, y no como una reparación.
Las enseñanzas de Domat y Pothier influyeron en los redactores del Código Civil
Francés, en consecuencia igualmente se distinguieron las obligaciones
emergentes de un contrato, de un delito de cualquier otro hecho que cause daño,
sea por imprudencia, culpa o negligencia del autor. Así se concibió la
responsabilidad extracontractual proveniente de los actos ilícitos.
Este tema fue legislado en nuestro Código en el Libro tercero, Capitulo octavo, De
la Responsabilidad Civil, iniciando su desarrollo con los actos ilícitos (art. 1833 y
sigtes.) que aglutina a los delitos y cuasidelitos, cuya clasificación como se dijo
sólo tiene valor histórico, porque ya ha desaparecido de la sistemática jurídica
moderna.
Hans Kelsen afirmó: “Desde el punto de vista de una teoría del derecho positivo,
no hay hecho alguno que, en sí y de por sí, es decir sin consideración de la
consecuencia que estatuye para el orden jurídico, sea un acto ilícito o delito. NO
HA MALA IN SE (mal en sí), SINO SOLAMENTE MALA PROHIBITA (mal
prohibido). Se trata, por lo demás, de no más que una consecuencia del princpio
generalmente reconocido en el derecho penal: nullum crimen sine lege, nulla
poena sine lege; y este principio QUE NO ES SOLO PARA EL DERECHO PENAL,
no sólo para los delitos penales, sino para TODA SANCION, no es más que la
consecuencia del positivismo jurídico. Uno y el mismo hecho es, conforme a un
orden jurídico, un acto ilícito o delito, porque el orden lo enlaza con una sanción, y
no lo es en cambio para otro orden, que no prevé consecuencia semejante…”.
Este razonamiento nos demuestra que la antijuricidad es el elemento común de
toda ilicitud en toda rama del derecho; así tenemos que en materia penal la
tipificación de la ilicitud por la norma legal es indispensable; en materia de derecho
público: la falta de autorización legal expresa o implícita para los actos realizados
por el agente, constituye un acto que conlleva la ilicitud y, finalmente, en el
derecho privado: donde las facultades permisivas son más amplias, al regir aquel
principio de que “todo lo que jurídicamente no está prohibido está permitido”; por
tanto, para que un acto sea calificado de ilícito debe atentar contra una norma
jurídica que establece una prohibición.
Las consecuencias inmediatas de los hechos “son las que se producen según el
curso natural y ordinario de las cosas”. Inmediato es lo que sin medio, sin
intervención de una tercera cosa, nace de sí mismo.
“El obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las
consecuencias inmediatas, y las mediatas previsibles, o las normales según el
curso natural y ordinario de las cosas, pero no las casuales, salvo que éstas
deriven de un delito y debieran resultar según las miras que el agente tuvo al
ejecutar el hecho”.