La Formacion Del Spirit Cientific

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CAPÍTULO 111

POSTURA EMPÍRICO=ANALÍTICA

·PRESENTACIÓN
,
Como afirma L. Kolakowski (1979, pp. 46, 64), aunque David
Hume es el padre del positivismo moderno, pues afirma que la fuente
válida del conocimiento reside en la experiencia sensible, en los sen-
tidos, el positivlsmo nace como posición filosófica, en sentido estric-
to, en el siglo XIX con el filósofo y sociólogo francés Auguste Comte.
Éste estableció el concepto de positivismo en la "ley de los tres esta-
dios" de la historia humana. Según esta ley la humanidad recorre tres
estadios, a saber, el estadio teológico -mitológico-, el estadio meta-
físico-especulativo abstracto- y el estadio positivo o de la ciencia po-
sitiva, que se alcanza en las ciencias positivas y empíricas, donde los
fenómenos se describen sistemáticamente por leyes naturales que son
producto de la observación y reflexión racional y que nos ayudan a
hacer predicciones.
Dentro de las ciencias sociales, podemos decir que fue Émile
Durkheim a finales del siglo XIX, quien estableció las bases del análi-
sis de los hechos sociales según el modelo de las ciencias naturales.
En el siglo XX, el positivismo clásico, tal como había sido proyec-
tado por Cornte y otros, sufre una gran transformación. La investi-
gación científica flsto-psícológica del mundo que percibimos por
medio de la experiencia sensible, será sustituida por un estudio ló-
gico y/o matemático de las proposiciones Iingüísticas que contienen
sentido o significado, dando lugar al neopositivismo, positivismo

99
lógico o empírísmo lógico, cuyos orígenes están en el "Círculo de
Viena" (1921-1930). La "Weltauffassung" del Círculo se puede sin-
tetizar como sigue: a) El conocimiento se da a partir de la experien-
cia y b) utilización del análisis lógico matemático COl110 método.
Alfred J. Ayer, en su libro Lenguaje, verdad y lógica, 1 sintetizó y dio
a conocer las ideas del Círculo. Karl R. Popper, que por aquella épo-
ca publicó por medio del Círculo su Logik det Forschung- no pertene-
ció al grupo, pues critica en su obra muchas de las ideas del Círculo
y no se le puede considerar" positivista" , pues, como él afirma, siem-
pre luchó por el derecho a operar líbremente con teorías especulati-
vas contra la estrechez de las teorías "cíentífícístas" del conocimíen-
to y, especialmente, contra toda forma de empírismo sensualista. Para
Popper todas las observaciones están impregnadas de teoría y la
función principal no reside en verificar las teorías, sino en refutar-
las, en criticadas, como ya se ha visto en la introducción.
Thomas S. Kuhníntrodujo en los estudios de la ciencia conceptos
tales como paradigmas, ciencia normal, anomalías, revoluciones cien-
tíficas, comunidades científicas y otros conceptos que hoy nos son
comunes, así como' los estudios de la historia de la ciencia para el
análisis de la filosofía de la ciencia. Este autor criticó a los empiristas
lógicos y a Popper por su visión continuista y acumulatívadel pro-
greso científico, pues para Kuhn los avances del conocimiento cien-
tífico se producen a base de crisis y revoluciones científicas. En esta
línea Kuhn rompe de alguna manera con la lógica de la ciencia, in-
troduciendo nociones sociológicas e históricas y prefiriendo los análi-
sis históricos y sociales a los puramente lógicos y formales y dando
entrada de este modo a la sociología de la comunidad científica y a
aspectos del conocimiento científico para poder discutir sobre la
empresa científica como una empresa social.

1 A.]. Ayer; Lenguaje, verdad y lógica, Barcelona, Martínez Roca, 1971.


2 K. R. Popper. La lógica de la investigación cientifica. Madrid, Tecnos, 1999.

100
l. EL ESPÍRITlJ POSITIVO: A. COMTE

Au g ust e Comte (1798-1857). Nació en


Montpellier y estudió en la Escuela Politécnica de
París, donde llegó a ser profesor. La gran preocu-
pación de Comte es el estudio de la sociedad (so-
ciología) y el principio imperativo de la posí-
ttvtdad fcíencta positiva). El "fundador" del
positivismo establece una ley universal del cono-
cimiento y de la sociedad, la "Ley de los tres es-
tadios" , según la cual todo conocimiento pasa por tres momentos, a
saber: el teológico (ficticio. mitológico), el metafísico (especulativo-
abstracto) y el positivo (científico:ciencias positivas empíricas). El po-
sitivismo rechaza toda metafísica para afirmar lo positivo, el dato
como guía para el hombre y la sociedad. El conocimiento válido es
el conocimiento científico que se ha de extender a todo el campo de
investigación. Éste parece inscribirse en una filosofía de la historia
más "cuentista" que científica.
En este texto," A. Cornte nos ofrece diferentes acepciones del tér-
mino "positivo" que vienen a resumir los atributos del verdadero
espíritu filosófico y de la nueva filosofía.

El espíritu positivo

"Como todos los términos vulgares elevados así gradualmente a


la dignidad filosófica, la palabra positivo ofrece, en nuestras lenguas
occidentales, varias acepciones distintas aun apartando el sentido
grosero que se une al principio a ella en los espíritus poco cultiva-
n
oos.
Pero importa anotar aquí que todas estas diversas significaciones
convienen igualmente a la nueva filosofía general, de la que indican
alternativamente diferentes propiedades características: así, esta
aparente ambigüedad no ofrecerá en adelante ningún inconvenien-
te real. Habrá que ver en ella, por el contrario, uno de los principa-
les ejemplos de esa admirable condensación de fórmulas que, en los
pueblos adelantados, reúne en una sola expresión usual varios atri-

3 A. Cornte, Discurso sobre el espíritu positivo. Madrid, Alianza, 1980. pp. 57-61.

101
.; .

butos distintos, cuando la razón publica ha llegado a reconocer su.


permanente' conexión.
Considerada en primer lugar en su acepción más antigua y más
'común, la palabrél positivo 9.~~&.na 1.2L.~~~.E~~~~1q,~~
~: en este aspecto, conviene plenamente al nuevo espíritu filosófi-
co, caracterizado así por consagrarse constantemente a las investiga-
. ciones verdaderamente ,,§:.~_~qgJ!>J~"?_?.~.!!~~s.!.~_~"_.!nt~li.ggncja.,
con
exclusión permanente de 16simpenetrables misterios con que se ocu-
paba sobre toda su infancia.
En un segundo sentido, muy próximo al precedente, pero distin-
to, sin embargo, este término fundamental indica la constante de lo
J11JL:y19 inútil entonces recuerda, en filosofía, el destino necesario de
todas nuestras sanas especúlaciones para el mejoramiento, continuo
de nueva verdadera condición, individual y'cofe'ci:1va,'eñ-l~gar de la
'vana satisfacción de una estéril curiosidad. Según una tercera signi-
ficación usual, se emplea con frecuencia esta feliz expresión para
calificar la oposición entre la certeza y Ia.índecíston: indica así la ap-
titud característica de tal nTQ;ofia para constituir espontáneamente
la armonía lógtca en el individuo y la comunión espiritual en la es-
pecie entera, en lugar de aquellas dudas indefinidas y de aquellas
discusiones interminables que había de suscitar el antiguo régimen
mental.
Una cuarta acepción ordinaria, confundida con demasiada fre-
cuencia con la precedente, consiste en oponer lD..precisoa lo vagC?:este
sentido recuerda la tendencia constante del verdadero espíritu filo-
sófico a obtener en todo el grado de precisión compatible con la na-
turaleza de los fenómenos y conforme con la exigencia de nuestras
verdaderas necesidades, mientras que la antigua manera de filoso-
far conducía necesariamente a opiniones vagas, ya que no llevaba
consigo una indispensable disciplina más que por una construcción
permanente, apoyada en una autoridad sobrenatural.
. Es menester. por último, observar especialmente una quinta apli-
cación, menos usada que las otras, aunque por otra parte igualmen-
te universal, cuando se emplea la pal~bra p'osi~ivo como lo contr1-
rio de negativo. En este aspecto, Índica una de las más eminentes
"propiedades de la verdadera filosofía moderna, mostrándola desti-
nada sobre todo, por su naturaleza, no a destruir..5ino a,.,arganizN. Los
cuatro caracteres generales que acabamos de recordar la distinguen
a la vez de todos los modos posibles, sean teológicos o metafísicos,
propios de la filosofía Inicial. Esta última significación, que por otra
parte indica una continua tendencia del nuevo espíritu filosófico,

102
ofrece hoy una importancía especial para caracterizar ciirectamente
una de sus principales diferencias, no ya con el espíritu teológico, que
fue, durante mucho tiempo, orgánico, sino con el espíritu metafísico
propiamente dicho, que nunca ha podido ser más que critico.
Cualquiera que haya sido, en efecto, la acción disolvente de la cien-
cia real, esta influencia fue siempre en ella puramente indirecta y
secundaria: su mismo defecto de sistematización impedía hasta ahora
que pudiera ser de 'otro modo: y el gran oficio orgánico que ahora le
ha cabido en suerte se opondría en adelante a tal atribución acceso-
ria, que, por lo demás, tiende a hacer superflua [...]
El único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no haya
sido aún indicado directamente por la palabra positivo, consiste en
relativo a lo absoluto. Pero
su. tendencia necesaria a sustituir en todo lo~.o'=~==:~
~~~~~;;;:;:;-,."..,=Ct

este gran atributo, a un tiempo científico y lógico, es de--taTr-nodo


inherente a la naturaleza fundamental de los conocimientos reales,
que su consideración general no tardará en enlazarse íntimamente
con los diversos aspectos que esta fórmula combine ya, cuando el
moderno régimen intelectual, hasta ahora parcial y empírico. pase
comúnmente al estado sistemático. La quinta acepción que acabamos
de apreciar es propia sobre todo para determinar esta última conden-
sación del nuevo lenguaje filosófico, desde entonces p lenarnente
constituido. según la evidente afinidad de las dos propiedades.
Se concibe, en efecto, que la naturaleza absoluta de las viejas doc-
trinas, sean teológícas o metafísicas, determinaba necesariamente a
cada una de ellas a resultar negativa respecto a todas las demás, so
pena de degenerar ella misma en un absurdo eclecticismo. Al con-
trario, en virtud de su genio relativo es como la nueva filosofía pue-
de apreciar el valor propio de las teorías que le son más opuestas,
sin ir a parar nunca, sin embargo, a ninguna concesión vana, suscep-
tible de alterar la nitidez de sus miras o la firmeza de sus decisiones.
Hay, pues, realmente ocasión de presumir, según el conjunto de una
apreciación especial semejante, que la fórmula empleada aquí para
calificar habitualmente esta filosofía definitiva recordará en adelan-
te, a todas las buenas inteligencias. la combinación efectiva entera de
sus diversas propiedades características" .

Acttvidades reflexivas

l. ¿Cuántas acepciones de lo positivo se encuentran en el texto?


2, ¿Qué significa positivo?

103
3. ¿En qué consiste el nuevo espíritu filosófico?
4. ¿Se reduce el conocimiento a Io positivo?
5. ¿Qué significa sustituir en todo lo relativo a lo absoluto?

Lectura cOU1!plenlentaria

Kolakowski, L., La filosofia positivista, Madíd. Cátedra, 1979, pp.


64-92.

2. EL l\!IÉTODO SOCIOLÓGICO: E. DURKI-IEII\!l

E. Du rk hcirn (1858-1917). Nació en El Espf nal


(Lorena). Fue el primer sociólogo que tuvo una cáte-
dra de sociología en la universidad francesa. Primero
en Burdeos (1887-1902) y después en la Sorbona (1902-
191 7). Impresionado ya por la filosofía de la ciencia
(positiva) durante sus estudios en la Ecole Normale, gracias a las en-
señanzas de su profesor E. Boutroux (a quien dedicó su tesis docto-
ral en francés, La división del trabajo, de 1893), fue testigo de la preci-
sión y objetividad en la investigación con que se trabajaba en el
laboratorio psicológico de V\l. Wundt en Leipzig. Este entusiasmo por
el rigor científico le marcó en su trabajo en el campo de las ciencias
sociales. Llevó a cabo lo que en Cornte es sólo una proclama y un de-
seo: aplicar el positivismo al análisis de los hechos sociales.
Durk heirn es el gran representante de la filosofía de la ciencia
positiva en el CaITlpOde las ciencias sociales. Él mismo teorizó su tra-
bajo científico en un estudio que es ya un clásico de la metodología
de las ciencias sociales: Las reglas del método sociológico. Apareció dos
años después de La división del trabajo y dos años antes de El suicidio.
Por esta razón, y dado el ambiente cultural reinante, se puede
considerar como la reflexión de un investigador social sobre su mé-
todo científico, y como la justificación pública de las características
que adopta la explicación científica en las ciencias sociales. Su con-
cepción del "hecho social" y el tratamiento explicativo causal, como
cosas, propuesto, sin salirse del ámbito propio de los objetos socia-
les, y con una actitud de sospecha frente a cualquier prenocíón que
favorezca la sociología espontánea, constituyen algunas sugerencias

104
claves que traducen el afán de Durkheim por dotar a las ciencias
sociales del rigor y objetividad de las ciencias naturales.
Obras: Las reglas del método sociológico, (1895). El suicidio: un estu-
dio sociológico, (1897). La división del trabajo social, (1893). Las formas ele-
~,
"
mentales de la vida religiosa, (1912).

2.1. Descartar sistemáticamente las prenociones'

Los seres humanos tienen sus ideas sobre los diferentes fenóme-
nos sociales independientemente de los científicos sociales. El soció-
logo o estudioso de los fenómenos sociales no se puede dejar llevar
por las nociones vulgares o prenociones. La ciencia es crítica, reflexiva
y metódica.
"Cuando un nuevo orden de fenómenos se convierte en objeto
científico . ,.2Parece ya representado en el espíritu, no sólo .E0r imáge..::,
, nes sensibles, sino por tinos de conceptos formados groseram~
~r2'" "'" .A ••••,..,..

Antes de conocer los primeros rudimentos de la física y de la quími-


ca, los hombres tenían acerca de los fenómenos físico-químicos ideas
que sobrepasaban la percepción pura; tales son, por ejemplo, los que
hallamos mezclados con todas las religiones. Ocurre que, en efecto,
la reflexión es anterior a la ciencia, que a 10 sumo se sirve de ella con
más método.
El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin forjarse ideas
acerca de las mismas, regulando su conducta con arreglo a estas úl-
timas, Sólo que, como estas ideas están más próximas a nosotros y
más a nuestro alcance que las realidades a las cuales corresponden.
tendemos naturalmente a ponerlas en lugar de estas últimas, y a
convertidas en la sustancia misma de nuestras especulaciones. En
lugar de observar las cosas, de describirlas, de com ararlas, nos con- ,.
Teñ~t;:-:a:":n=1::o:-:s~c~o~n~c~o;'l<'
~r~a;r:=c~o~n~ci:ie::n:-c~i~a~d¡:e:"":n~u::e~s::t=ra~s~ijd¡:
~JZ:. ~

~mbinándQ~-.En lugar de una ciencia de las realidades, no practi-


camos más que un análisis ideológico. Sin duda, este análisis no ex-
~= =--
duye todo tipo de observación. Podemos apelar a los hechos para
confirmar estas ideas o las conclusiones que extraemos de ellas. Pero
en ese caso los hechos sólo intervienen secundariamente, con el ea-

El siguiente texto está tomado de E. Durkheím, Las reglas del método sociológico,
4
Buenos Aires, La Pléyade, 1976, pp. 40-44, 54-55. (Existe traducción en Madrrd,
Morata, 1992). (Sin notas).

105
rácter de ejemplos o de pruebas confírmatorias: no son el objeto de
la.ciencia. ~'~C>";"~~~~:""~~='=~
Ésta va de las ideas a las cosas, no .tl.elas cosas a las ideas.U?
;:;u<"~""~_~ ~"'¡:' ~~,[

Es evidente que este método no podría aportar resultados ob.feti.


vos. En efecto, estas ideas o conceptos -sea cual fuere el nombre que
se quiera asígnarles- no son los sustitutos Iegítimos de las cosas. En
su carácter de productos de la experiencia vulgar, su objeto es ante
todo armonizar nuestros actos con el mundo que nos rodea; están
elaborados mediante la, práctica y para ella. Ahora bien, una repre-
sentación puede desempeñar útilmente este papel al mismo tiempo
que es teóricamente falsa. Desde hace varios siglos, Copérníco ha
disipado las ilusiones de nuestros sentidos acerca de los movimien-
tos de los astros, y sin embargo aún continuamos regulando la dis-
tribución de nuestro tíernpo sobre la base de estas ilusiones.
Para que una idea provoque eficazmente los movimientos recla-
mados por la naturaleza de una cosa, no es necesario que exprese
fielmente esta última; por el contrario, basta que nos induzca a sen-
tir lo que la cosa tiene de útil o de desventajoso, en qué puede ser-
vimos. o en qué ha de contraríarnos, Aun las ideas elaboradas de este
modo exhiben dicha validez práctica sólo de un modo aproximati-
vo, y únicamente en la generalidad de los casos. ¡Cuántas veces son
tan peligrosas como inadecuadas! Por consiguiente, no será elaboran-
dolas, sea cual fuere el método que se aplique, que se lograra jamás
descubrir las leyes de la realidad. Por el contrario, son como un velo
que se interpone entre las cosas y nosotros, y que las enmascara con
tanta mayor eficacia cuanto más acentuada la transparencia que se
le atribuye.
Ocurre no sólo que una ciencia de este carácter Inevitablemente
exhibe formas desfiguradas, sino que carece de una sustancia de la
cual pueda alimentarse. Apenas cobra existencia cuando desaparece,
por así decirlo, y se transforma en arte. En efecto, afirmarse que esas
ideas contienen todo lo que hay de esencial en lo real, pues se las
confunde con lo propiamente real. Desde luego, aparentemente po-
seen todo 10 que es necesario para que podamos no sólo compren-
der lo que es, sino describir lo que debe ser y los medios de realizar-
lo. Pues lo que es bueno, es lo que se ajusta a la naturaleza de las
cosas; lo que la contradice es malo, y los medios para alcanzar una
condición y evitar la otra derivan de esta misma naturaleza.
Por consiguiente, si la aprehendemos en Un sólo movimiento el
estudio de la realidad presente carece de interés práctico, y corno este
interés es precisamente la razón de ser de nuestro estudio, en ade-

106
lante éste ya no tiene objeto. Así, la reflexión se ve movida a apar-
tarse de lo que es el objeto mismo de la ciencia -a saber, el presente
y el pasado- para orientarse de un salto hacia el futuro. En lugar de
tratar de comprender los hechos adquiridos y realizados, se propo-
ne inmediatamente realizar otros nuevos, más adecuados a los fines
perseguidos por los hombres. Cuando se cree saber en qué consiste
la esencia de la materia, se está iniciando por eso mismo la búsque-
da de la piedra filosofal.
Esta invasión del arte sobre la ciencia, que impide el desarrollo de
esta última, se ve facilitada por otra parte por las circunstancias mis-
mas que determinan el despertar de la reflexión científica. Pues COl1l0
esta última nace únicamente para satisfacer necesidades vitales, es
absolutamente natural que se oriente hacia la práctica. Las necesida-
des que ella está destinada a aliviar son siempre apremiantes, y por
consiguiente la mueven a obtener resultados; reclaman no explica-
ciones, sino remedios.
Este modo de proceder se ajusta tanto a la inclinación natural de
nuestro espíritu que volvemos a hallarlo aún en el origen de las cien-
cias físicas. Es lo que distingue a la alquimia de la química como a la
astrología de la astronomía. Es lo que permite a Bacon caracterizar
el método que seguían los sabios de su tiempo y que él combatía, Las
ideas que acabamos de enunciar son esas nociones vulgares o
prenocíones que el propio Bacon señala en la base de todas las cien-
cias donde ocupan el lugar de los hechos. Estas ideas son una suerte
. e.~~ .•...
~:;~:1<19

je fa=ntas~::3'- c!esfiguran,::l verdadero aS2ecto d~ las cosas, y que"


sin embargo confundimos conlas cosas mismas. Y como este medio
'''imagtnárlOr!o oTreééaIespíritu ninguna reSlsterlCia, este último, corno
no se siente contenido por nada, se abandona a ambiciones sin lírni-
tes y cree posible construir, o más bien reconstruir, el mundo con sus
solas fuerzas y a la medida de sus deseos.
Si tal ha sido el caso de las ciencias naturales, con mayor razón
debe ocurrir lo mismo en la sociología. Los hombres no han espera-
do el advenimiento de la ciencia social para forjarse ideas acerca del
derecho, la moral, la familia, el Estado, y la sociedad misma, pues no
podían prescindir de ellas para vivir. Ahora bien, sobre todo en so-
ciología estas prenocíones, para repetir la expresión de Bacon, pue-
den dominar a los espíritus y reemplazar a las cosas. En efecto, las
cosas sociales cobran realidad sólo a través de los hombres; son un
producto de la actividad humana.

107
Por tanto, no parecen ser otra cosa que la realización de ideas,
innatas o no, que llevamos en nosotros mismos, no parecen ser más
que su aplicación a las diversas circunstancias que acompañan las
relaciones de los hombres entre sí. La organización de la familia, del
contrato, de la represión de Estado y de la sociedad, el Estado, la
justícía, etc. Por consiguiente, estos hechos y sus análogos parecen
.tener realidad sólo en y por las ideas que son el germen de aquéllos,
y que desde este momento se convierten en la materia propia de la
sociología.
Lo que acaba de acreditar este modo de ver es que como el deta-
lle de la vida social desborda por todos lados a la conciencia, no tie-
ne aquélla una percepción suficientemente perfilada para sentir su
realidad. Como no hay en nosotros vínculos bastante sólidos ni sufi-
cientemente próximos, todo esto suscita con bastante facilidad el efec-
to de que no estamos afirmados en nada y que flotamos en el vacío,
sustancia a medias irreal e Indefinidamente plástica. De ahí que tan-
tos pensadores no hayan visto en las disposiciones sociales otra cosa
que combinaciones artificiales y más o menos arbitrarias.
Pero si se nos escapa el detalle y las formas concretas y particula-
res, por lo menos nos representamos los aspectos más generales de
la existencia colectiva de manera aproximada, y J2re~isame!1te estQ§,
2,ELes~ntac!.2..nes =esquemáticas V=sumarjas =constituyen las=
pren~ione~ que empleamos para los usos corrientes de la viga. Por
consiguiente, no podemos dudar de su existencia, pues la percibimos
al mismo tiempo quela nuestra. No sólo están en nosotros sino que,
como son un producto de experiencias repetidas, extraen de la repe-
tición, y del hábito que resulta de esta última, una suerte de ascen-
diente y de autoridad. Sentimos en nosotros mismos su resistencia
cuando intentamos liberamos de ellas. Ahora bien, no podemos de-
jar de considerar como cosa real 10 que se opone a nosotros. Por lo
tanto, sólo contribuye a que veamos en ella la auténtica realidad so-
cial [...].
Es necesario desechar sistemáticamente todas las pretiociones. I\Io es
necesaria una demostración especial de esta regla; se deduce de todo
lo que hemos dicho anteriormente. Por otra parte, es la base de
todo el método científico. La duda metódica de Descartes en el fon-
do no es más que una aplicación de esta regla. Si en el momento de
fundar la ciencia, Descartes afirma como ley la necesidad de dudar
de todas las ideas recibidas anteriormente, actúa así porque desea uti-
lizar únicamente conceptos elaborados con criterio Científico -es de-

108
cír, construidos de acuerdo con el Método que él formula-: por tan-
to, es necesario rechazar, por lo menos provísoríamente, todos los que
tienen otro origen. Ya hemos visto que la teoría de los ídolos, en
Bacon, no tiene otro sentido.
Las dos grandes doctrinas, de las que tan a menudo se ha afirma-
do que se oponen mutuamente, 'concuerdan en este punto esencial.
Por tanto, es =nece~l.q.!lue el.§.QciólQ,go,sea en el mornento en que
determina el objeto de sus investigaciones, sea en el curso de sus
demostraciones~~~~~_!;L~~ament~ de u!iliz~~os conce~
=el~~k~ª~ en re.La.fiQQ..cpn
necesidad~ 9.ue n~
tienen de científicas. Es necesario que se libere de estas falsas prue-
~~.~~
bas que dominan el espíritu del vulgo; que deseche, de una vez para
siempre, el yugo de~!as c~egorías eill.Qírica~ que_3 m~nudo ejer-
~~.22~iranic~or obra ~e ~n J2[Q.!~f!g~S~2-?cqstumbramie~-=.
J9~ A lo sumo, si a veces la necesidad lo obliga a recurrir a ellas, que
lohaga teniendo conciencia de su escaso valor, para que no las lla-
me a representar en la doctrina un "papel que no merecen.
Esta liberación es particularmente difícil en sociología a causa del
papel que el sentimiento representa a menudo. En efecto, nos apa-
sionamos por nuestras creencias políticas y religiosas, o por nuestras
prácticas morales, y lo hacemos de modo muy distinto que cuando
tratamos de las cosas del mundo físico; por consiguiente, este carác-
ter pasional se comunica al modo en que nos concebimos y nos ex-
plicamos. Las ideas que nos forjamos de estos asuntos tienen para
nosotros valor muy especial, lo mismo que sus objetos, y cobran así
una autoridad tal que no toleran ninguna contradicción. La opinión
que se les oponga recibe el tratamiento que se dispensa al enemigo" .

Actividades reflexivas

l. ¿Qué ocurre cuando un nuevo orden de fenómenos se convierte


en objeto científico?
2. ¿Qué diferencia hay entre ciencia e ideología?
3. ¿Cuál es la diferencia entre reflexión no científica y la científica?
4. ¿Qué son las nociones vulgares o prenocíones?
5. ¿Qué son los idola de Bacon?
6. ¿Cómo funcionan las prenocíones en la sociología?
7. ¿Por qué es necesario desechar sistemáticamente todas las pre-
nociones?

109

I
8. ¿Cuál es la base del método científico?
9. ¿Cómo debe actuar el sociólogo?
10. ¿Por qué es esta regla tan importante para el estudio de las cien-
cías sociales?

Lectura complementarta

Giddens, _A., Politice, sociologie y teoría social, Barcelona, Paidós, 1997.

2.2. No dar nada por sentado

Uno de los peligros que se ha de evitar a la hora de investigar los


fenómenos sociales es pensar que se está ante algo fácil. transparen-
te, inmediatamente asequible al espíritu y que éstos se pueden ex-
plicar y comprender de manera sencilla. El investigador, que está
inmerso en el mundo que investiga, no ha de dar nada por sentado,
ha de cultivar la extrañeza y la crítica para ~eja.r~e atrae.a.r E.,o!:lq __
inmediato. .

La ignorancia metódica 5

"La proposición de acuerdo con la cual es necesario tratar los he-


chos sociales como a cosas -una proposición que está en la base mis-
ma de nuestro método- es una de las que han suscitado mayor opo-
sición. Se consideró paradójico y escandaloso que asimilásemos las
realidades del mundo social a las del mundo exterior. Esa actitud
implica equivocar gravemente el sentido y el alcance de dicha asi-
milación, cuyo objeto no es reducir las formas superiores del ser a las
formas inferiores, sino por el contrario, reivindicar para las prime-
ras un grado de realidad por lo menos igual al que todo el mundo
concede a las últimas. En efecto, no afirmamos que los hechos socia-
les son cosas materiales, sino que son cosas con iguales títulos que
las cosas materiales, aunque de distinto modo.

5 El texto corresponde a E. Durkheírn, Las reglas del método sociológico, Buenos Ai-
res. La Pléyade. 1976. pp. 12-16. (Sin notas).

110
En efecto, ¿qué es una cosa?_.h~_~osa,~one ~!~=2~9"E;~~corno lo
que-se conoce desde fuera a lo que se conoce desde dentro. Llama-
l!12~.sosa~~",~odo obiet2 de c.2!!0cirI!iei2t~,.Bueno es cQmEe~,§í¡
r

naturalmente f:?ara la ir}.telig~.fLa,~29= ag,uello \fe 1~~.c~a~J.l2.J20d~-


mas forjamos una idea ade~, me..QL~!2!~n si~le procedirnien-
to'deanáliSi=o lo que el espíritu puedelre'garac'Ofñ:
prende~:- ¿~~me con la condición de salir de sí mismo, mediante
observaciones y experimentacíones, pasando progresivamente de los
~c1eres rnás 'externos y más inmediatamente accesibles a los me-
nos visibles y más profundos. Por consiguiente, tratar los hechos de
cierto orden C01110 a cosas, no implica clasificados en talo cual cate-
goría de lo real; significa adoptar frente a ellos cierta actitud mental. ~
I
Implic~",~~"ordar el estud~? de ,~smism.?22ar!l~!1do del prin~ipio d~ ~
'lgue se Ignora absolutamente lo que son, y de que sus propiedades '1
c;:;ra~terísticas. como las caüsas desconocidas. de las cuales dependen,

I ~o pueden desvelarse apelando a la introspección, por minuciosa que I


esta sea. .
Una vez definidos así los términos, nuestra proposición, lejos de
ser una paradoja, casi podría pasar por un lugar común, si de todos
modos no fuese harto desconocida en las ciencias que se ocupan del
hombre, y sobre todo en sociología. En efecto, en este sentido pode-
mos afirmar que todo objeto de ciencia es una cosa -salvo, quizás,
los objetos matemátlcos-: pues por lo que a estos últimos se refie-
re, como nosotros mismos los construimos -de los más simples a los
más complejos- para saber qué son basta examinar nuestro propio
interior, y analizar interiormente el proceso mental que los crea. Pero
cuando se trata de hechos propiamente dichos, para nosotros son ne-
cesariamente, en el mornento en que nos proponemos hacer ciencia,
factores desconocidos, cosas ignoradas, pues las representaciones gu~
~12o ha podiflo forjarse eIL.elcurso de la vida no fueron resultado d~l
método ni de la crítica; están desprOVIStas de valor científico. y .de-
5en ser desechadas. Los propios hedí.osde la psicología individual
u m

exhiben este carácter y es necesario considerarlos desde este punto


de vista.
En efecto, aunque por definición son interiores a nosotros, la con-
ciencia que tenemos de ellos no nos revela su naturaleza interna ni
su génesis. Gracias a ella podemos conocerlos hasta cierto punto, pero
únicamente tal como las sensaciones nos permiten conocer el calor o
la luz, el sonido o la electricidad; de ese modo nos aportan impre-
siones confusas, pasajeras, subjetivas, pero no ideas claras y díferen-

111
dadas o conceptos explicativos. Y precisamente por dicha razón se
ha creado en el curso de este siglo una psicología objetiva cuya re-
gla fundamental es·estudiar los hech~ii"t~íes desde fue[9 =-es
:sr?cii~ce= con las cos~s-=:=
Con mayor razón deb~ aplica;~
el mismo método en el caso de los hechos sociales; pues la concien-
cia no tiene para conocerlos competencia mayor que para conocer su
propia vida. Se objetará que, como son obra nuestra, es suficiente que
cobremos conciencia de nosotros mismos para saber qué pusimos en
ellos, y cómo los formamos.
Pero debemos señalar, ante todo, que las generaciones anteriores
nos entregan como herencia la mayor parte de las instituciones so-
ciales, completamente desarrolladas; para nada intervenimos en su
formación, y por tanto mterrogarnos sobre el particular no nos ayu-
dará a descubrir las causas que las originaron. Además, aun en los
casos en que hemos colaborado en la creación de una institución,
apenas sí entrevemos del modo más confuso, y a menudo del modo
más inexacto, las verdaderas razones que nos decidieron a actuar y
la naturaleza de nuestra acción.
Obsérvese que allí donde sólo se trata de nuestras actividades
privadas, tenemos un conocimiento muy defectuoso de los móviles
relativamente simples que nos orientan; nos creemos desinteresados
cuando procedemos con egoísmo, creemos responder alodio cuan-
do cedemos al amor, o a la razón cuando somos esclavos de prejui-
cios irrazonables, etc. Entonces, ¿cómo podríamos arrogarnos la fa-
cultad de discernir con mayor claridad las causas, por otra parte
complejas, que están en el origen de las actividades de la colectivi-
dad? Pues, en todo caso, cada uno participa en ellas sólo en ínfima
medida: tenemos una multitud de colaboradores, y no vemos lo que
ocurre en las demás conciencias. I
Por tanto, nuestra regla no implica ninguna concepción metafísi- I
ea, ninguna forma de especulación sobre el fondo de los seres. A lo ./
sumo exige que el sociólogo asuma el estado de espíritu que carac-
teriza a los físicos, los químicos, los físíólogos, cuando se internan en
una región aún ínexplorada de su dominio científico. Es necesario
que al penetrar en el mundo social tenga conciencia deque penetra
""enlo desconocido; es necesario que se sienta en presencia de hechos
=
cuyas leyes son tan insospechadas como podían serlo las de la vida
cuando aún no se había desarrollado la biología; ~s ne~esario que esté
~esto a realizar descubrimientos que lo sorprenderán y deseen-
certarán. - .

112
Ahora bien. es indispensable que la sociología haya negado a ese
grado de madurez intelectual. Mientras el sabio que estudia la na-
turaleza física tiene la sensación muy viva de las resistencias que ella
opone. y que tanto le cuesta doblegar. parece en verdad que el so-
ciólogo se encuentra en medio de cosas inmediatamente asequibles
al cspfritu, tanta es la desenvoltura con que se le ve resolver los pro-
blemas más oscuros. En el estado actual de la ciencia, no sabemos
realmente qué son ni siquiera las principales instituciones sociales,
como el Estado o la farnilia, el derecho de propiedad o el contra-
to, la pena y la responsabilidad; ignoramos casi totalmente las cau-
sas de las que aquéllas dependen; las funciones que cumplen, las
leyes de su evolución; apenas puede afirmarse que en ciertos pun-
tos comenzamos a entrever alguna luz.
y sin embargo, basta recorrer las obras de sociología para adver-
tír.que es muy raro el sentimiento de esta ignorancia y de estas difi-
cultades. No sólo parece obligatorio dogmatizar sobre todos los pro-
blemas, sino que se cree posible, en algunas páginas o en unas pocas
frases. alcanzar la esencia misma de los fenómenos más complejos.
Es decir, que estas teorías expresan, no los hechos -que no podrían
ser agotados con tanta rapídez-. sino la idea preconcebida que el
autor tenía de ellos antes de la investigación. .- d

Es indudable que la idea que nos forjamos de las prácticas colec-


tivas, de lo que son y de lo que deben ser, es un factor de su desa-
rrollo. Pero esta idea es por sí misma un hecho que, para ser deter-
minado adecuadamente, también debe ser estudiado desde afuera.
Pues lo que nos interesa saber no es cómo tal pensador se represen-
ta individualmente tal institución, sino la concepción que el grupo
tiene de ella; en efecto, esta concepción es el único factor socialmen-
te eficaz. Pero no podemos conocerla mediante la simple observación
exterior, pues es necesario hallar algunos signos exteriores que la
hagan perceptible. Además, no ha surgido de la nada; ella misma es
un efecto de causas externas, y es necesario conocer estas últimas para
poder apreciar su papel en el futuro. Sea como fuere siempre nos
s-

vemos obligados a regresar al mismo método".

Actividades reflexivas

l. ¿Qué quiere decir que los hechos sociales son cosas?


2. ¿Qué es una cosa?

113
3. ¿Por qué hay que desechar las representaciones que uno ha po-
dido forjarse en el curso de la 'vida?
4. ¿Cuál es la regla fundamental de la psicología objetiva?
5. ¿Se ha de aplicar la misma metodología a los hechos sociales?
6: ¿A qué obliga la regla descrita por Durkheím? ,
7. ¿A qué grado de madurez intelectual ha de llegar la sociología?

2.3. El método sociológico

Tratar los hechos sociales como cosas es para E. Durkheírn" la base


misma de su método sociológico. 1\]0 se quiere dar paso a especula-
ciones o a una sociología espontánea. Se quiere elaborar una meto-
dología científica, rigurosa y objetiva.
Durkheim trata los hechos sociales como cosas mediante una re-
gla rrretodologíca, no un principio de filosofía social. ~
,ceder a la tentación de l-ª sociología espontánea ni de la especulación.
Investigar en el campo de las ciencias sociales es tratar de ser rigü-
rosa con un objeto huidizo. La introducción del método empírico y
el esfuerzo por objetívar aquello que se investiga tratan de evitar este
peligro. Se pasa así al estado científico. Tras esta regla se halla el
esfuerzo de Durkheirn por investigar los hechos de la vida social
según el método de las ciencias positivas.
"Nuestro método nada tiene de revolucionario. Y aún cabe afir-
mar que, en cierto sentido, es esencialmente conservgdqr, pues ~
pone ue los hechos sociales son cosas cuya naturaleza, aunque flexi-
ble y rnalea le, de todos ma os no Rue . e illQ 1 ícarse a volunta==.
¡Cuánto más peligrosa es la doctrina que ve en ellos sólo el prodduc-
to de combinaciones mentales, que podemos trastornar en un instante
de arriba a abajo mediante un simple artificio dialéctico!
Asimismo, como estamos habituados a representarnos la vida .¡
social como el desarrollo lógico de conceptos ideales, tendemos a
considerar tosco un método que subordina la evolución colectiva ª"'
las condiciones objetiva~, es muy posible que se nos tache de mate-
rialistas. Sin embargo, muy bien podríamos reivindicar el calificati-
vo contrario.
En efecto, ¿no debe verse la esencia del esptritualismo en la idea
de que los fenómenos psíquicos no pueden derivarse inmediatamente

6El siguiente texto corresponde a E. Durkheím. Las reglas del método sociológico,
Buenos Aires, La Pléyade, 1976, pp. 8-10. (Sin notas).

·114
de los fenómenos orgánicos? Pues bien, en parte nuestro método es
simplemente una aplicación de este principio a los hechos sociales.
Así como los esptrítualístas separan el reino psicológico del reino
biológico, nosotros separamos el primero del reino social; como ellos,
nos negamos a explicar lo más' complejo por lo más simple. Pero en
realidad ninguno de los calificativos nos conviene exactamente; el
único que aceptamos es el de racionalista. En efecto, nuestro princi-
pal objetivo es extender a la conducta humana el racíonalísmo cien-
tífico, destacando que, considerada en el pasado, puede reducírsela
a relaciones de causa y e~cto, y que .Eiediante una operación no
Hienas ra~ional es pósible l!:l_ego tr~nsformar estas últimas en reglas.
"de- acción para el futuro...:..
Lo que se ha denominado nuestro positi-
:YTsmQ"00 es más que una consecuencia de este racionalismo. >='

. No podemos sentírnos tentados de sobrepasar los hechos, para


explicarlos o para dirigir su curso, sino en la medida en que los cree-
mos írracíonales. Si son totalmente inteliglbles, bastan tanto para la
ciencia como para la práctica: para la ciencia, pues en ese caso nada
nos induce a buscar fuera de ellos su razón de ser; para la práctica,
pues su valor de utilidad es una de esas razones. Por tanto, creemos
que, sobre todo en esta época de renaciente misticismo, una activi-
dad de este carácter puede y debe ser acogida sin temor y aun con
simpatía por todos los que. si bien discrepan con nosotros en ciertos
puntos. de todos modos comparten nuestra fe en el porvenir de la
razón" .

Actividades reflexivas

l. ¿Qué quiere decir Durkheím cuando afirma que su método es con-


servador, objetivo, materialista, racionalista y positivista?
2. ¿Cuál es el objetivo que persigue Durkheim?
3. ¿A qué tradición científica pertenece el autor?
4. ¿Por qué no se pueden sobrepasar los hechos?
5. ¿Cuál es el porvenir de la razón?
6. ¿Cómo se pueden describir, según estos textos de Durkheirn, las
características del método sociológico?

115
3. TESIS SOBRE LA CONCEPCIÓN DE LA CIENCIA
SEGÚN K. R. POPPER .

En este texto de K. R. Popper,? se presenta a modo de síntesis la


concepción popperiana de la ciencia y del método científico corno
racionalismo crítico en evolución. Se ofrece corno síntesis de su pen-
samiento.
"l. Todo el conocimiento científico es hipotético o conjetural.
2, El crecimiento del conocimiento, y en especial del conocimien-
to científico, consiste en aprender de los ~rores ,gue hayamos come-
tido. ~-
3. Lo que podemos llamar el método de la ciencia consiste en
aprender sistemáticamente de nuestros errores; en primer lugar
atrevíéndonos a cometerlos -es decir, proponiendo arbitrariamente
teorías nuevas y, en segundo lugar, buscando sisternátícamente los
errores que hayamos cometído-, es decir, realizando nuestra búsque-
da de errores mediante la discusión crítica y el examen crítico de 9

nuestras ideas. ~ -.....'


4. Entre-Tosargumentos más importantes usados en esta discusión
crítica están Íos argumentos derivados de los controles experímen-
tales. . . --......
~.---'""'?
5. Los experinlentos son guiados constan~--P.QIJª_~~9rí~, por
semi-ideas teóricas de las que el propio experimentador no es cons-
ciente, por hipótesis sobre los posibles orígenes de ciertos errores ex-
perimentales, por esperanzas y conjeturas en torno a cuál será el
experimento que alcance el éxito; es decir, por semi-ideas 'teóricas'
de que el experimento de un cierto tipo será teóricamente fructífero.
6. La llamada objetividad científica consiste únicamente en la
aproxin1adón crítica; enel
hecho de que si tuviéramos prejuic"f;s
respecto a nuestra teoría favorita, cualquiera de nuestros amigos o
de nuestros colegas (o, a falta de éstos, alguno de los científicos de
la generación siguiente) estará ansioso por críticarnos. es decir, por
refutar, si puede, nuestra teoría favorita.

7Tomado de D. Antíseri, Análisis epistemológico del marxismo y del psicoanálisis.


Salamanca. Sígueme, 1978. pp. 45-46. Para un estudio más exhaustivo ver de las obras
de Popper: La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1999; Conocimiento
objetivo. Un enfoque evolucloniste. Madrid, Tecnos, 1988. Otras obras de Popper son La
sociedad ebiette y sus enemigos (1945); La pobreza del bistoticismo (1957); El yo y su cere-
bro (1977); En busca de unmutulo tuejor (1994); El Universo abierto (l986); Realismo y ob-
jetivo de la ciencia (1985); Un mundo de propensiones (1992).

116
7. Este hecho puede anírnarnos a intentar:!ef~!ªLoD_OSoºlr.ºA.II!is!.D.Q~
_~_~l.E?~~~~.~!:9.Q.!.9-_o.!.~.9l:!ª;
es decir, puede imponer sobre nosotros una
. cierta disciplina.
8. No obstante. sería un error pensar que los científicos son más
'objetivos' que el resto de la gente. Lo que nos hace tender a la obje-
tividad no es la objetividad o el desinterés del científico particular,
sino la propia ciencia o lo que podríamos llamar la cooperación.val
mismo tiempo amigable y hostil, entre los científicos, es decir, su
presteza para_criticarse recíprocamente.",
9. Hay que añadir una justificación metodológíca del dogmatísmo
y los prejuicios de los científicos particulares. Puesto que el método
de la ciencia consiste en la discusión crítica, es extremadamente ím-
portante que las ~eorías criticadas sean defendidas ten~rnente; En
efecto, sólo de este modo podernos saber cuál es su poder real; y sólo
si las críticas encuentran resistencia, conoceremos plenamente la fuer-
za de una argumentación crítica.
10. La parte tan fundamental que tienen en la ciencia las teorías,
o hipótesis, o conjeturas, hace así que sea importante distinguir en-
tre ~~---_
teorías controlables, o falsaqles,
falsables.
-----~_
.. -
...,..~
..........••.....•
y -.--......
teorías no controlables
_-'"-~~~~-_ o no
..."'----....,.

11. Sólo es controlable una teoría oue afirme o imR1igJ)J.:~_qpe


"''''
•..
_ ..•...
''"''~_
_
......•.........
•.
,.,=_ ", ...-.-_~_
..•.
_ ~ __
.,...._'":t." •••..-
cier-
..-......-..- ..••_-~---"",", ---~, •.. _----~--~

tos acoñ~iecirnientos concebíbles no acaecerán de hecho. El control


.. '"co-ñsT;t~-~;:Iñient~~~·o~~;:;t~d~;·-l~~··'·rn~~~Ü;~~d~~··'·q~~~po"de'ffiC;sdisponer,

hacer que sucedan precisamente aquellos acontecimientos que la teo-
ría dice que no pueden suceder.
12. Se puede decir, pues, que toda teoría que pueda ser sometida
a control veta que suceda ciertos acontecímíentos.j Una teoría ba:bl?L
de la realidad empírica sólo en la ITaedida.en que le impone lírfloites.
~f:fPOf consiguiente- toda teorÍa que pueda ser formulada así: 'tal ;' ..,.",,,, ...•...• ,,,>

.. y tal cosa no suceden'.


o Por ejemplo. la segunda ley de la terrnodfná-
r; o-ffilca-pueae'se rfórmulada: no existe una máquina de movimiento
~ I continuo del segundo tipo. .
"o
0

1
14. Ninguna teoría puede decirnos nada sobre el mundo empíri-
h
... co a menos que, en principio, sea capaz de ~~tr?r_~f!~<?l!o~iq!:?:._oc~"~ .0~.1
;1 o!I1~gQQ_ef!lºíIico;eso significa exactamente que debe ser refutable.
15. La controlabílidad tiene grados: una ~e_<?rlª~_qIJ.sL?f!IJ.no~.Jl1!:1
y, por tanto, asuma riesgos más grandeos:~~~E~~~º.~."f2!"!.tr.2!~L~_~jºT .
. que una teoría que afirme muy_po~Q~_.,
,--"-r6:-Añál()gameI1te~-foscontroles-pueden ~sLgr~ºuados según sean
más o menos severos:-Porej"ernplO, los coo:~troles cuaiftattvos son por

117
lo general menos severos que los cuantitativos, y los controles de las
predicciones. cuantitativas más precisas son más severos que los con-
troles de las predicciones menos precisas.
17~El autoritarismo en la ciencia iba unído a la idea de fundamen-
tar, es decir, probary verificar las teorías. El enfoque crítico va uni-
do acon
"las la jidea de=
etu :ras sorneter
~.,,--~ a ..
."._"--
.. controles,
_'''_ " o sea, de intentar
_._-~--~._ ,.".. _ refutar,,,,,.
.,,.".- ()"
,,,
"' falsar,
..
'"""""
- " ..~.~ •..,,-- ", .••:--~""'".' "-' ' ..••.•,~ ..,-.~ - •.•. " ..".,".,."....;.,.~"" .."••"._"".,,'''.,,>

l. ¿Se puede estar a favor de las tesis de Popper?


2. ¿Existen argumentos en contra?
3. ¿Tienen estas tesis consecuencias epístemológícas y prácticas?

4. LA CONSTRUCCIÓN DEL PENSf\.MIENTO


CIENTÍFICO: PAULLOREJ\JZEI'J

Paul Lorenzen (1915-1994), nace en Kiel, estu-


dia matemáticas, física, química y filosofía en
Kiel, Berlín y Gottíngen. Desde 1962 fue profesor
ordinario de filosofía de la Universidad de
Eriangen. Funda la Escuela de Er langen del
constructivísmo. El constructívísmo se puede
considerar como un programa' de furidamen-
ración que procediendo metódica y normatívamente y partiendo de
la praxis de la vida articulad a Ilngütsticamente (estamos inmersos en
el lenguaje, hablamos" desde siempre" y nos "sentimos con toda
confianza en medio del lenguaje"), construye o reconstruye median-
te una conducta reglada el lenguaje científico. En esta reconstrucción
metódica y normativa del lenguaje científico toman parte como mé-
todos constitutivos las ciencias formales (lógica y matemáticas), el
análisis del lenguaje (crítica del lenguaje) , la pragmática y la herme-
néutica en un sentido amplio. pues sin pensamiento metódico no es
posible ni la ciencia ni la filosofía.
Entre sus obras destacan: Pensamiento metódico, Buenos Aires,
Editorial Sur, 1973. Logisciie Ptopedeutik (colaboración con W. Karnlah)
B. 1. VVissenschaftsveriag. Mann hetm z Wten.z Zürtch 1973.
Konstruktive Logik, Ethik and Wissenschaftstheorie, (colaboración con O.

118
Lectura complementaria

Crddens. A., Turner, j., et el., La teorie social, hoy, México, Alianza Edi-
torial, CONACULTA, 1999.

2. FORl\1ACIÓN DE CONCEPTOS Y TEORÍA EN LAS


CIENCIAS SOCIALES: ALFRED SCHÜTZ

Alfred Schütz (1889-1959), nació en Víena. Estu-


dió leyes y ciencias sociales en la Universidad de
su ciudad natal. Desde 1939 hasta su muerte vivió
en Nueva York, donde fue profesor de filosofía y
sociología, en la New School Ior Social Reseerch.
Schütz se interesó muy pronto por la obra de Max
Weber, especialmente por su intento de establecer
un fundamento metodológico coherente para las ciencias sociales.
Pronto percibió una serie de problemas lógicos implicados en el con-
cepto de los tipos ideales y otras ideas centrales de M. Weber, como
el significado y la comprensión intetpretetive (Verstehen). Al buscar una
teoría coherente del significado se encontró con Husserl y su análi-
sis fenomenológíco.
En 1932 aparece su Fenomenologie del mundo social, que es su pri-
mer intento de relacionar los conceptos fenomenológicos con la so-
ciología de Max Weber. Desde entonces, Schütz se aplicaría una y
otra vez, al análisis del mundo de la vida cotidiana, de la realidad
, de"~~~~~fcfa-i~~düO-~orDQ~~ sus se~i.l~!f~
tes de una forma dada por su uesta.
~- El análisis de íOspresupuestos epístemológícos que acompañan a
la actitud natural, propia del mundo de la vida cotidiana, le condu-
ciría apenetrar profundamente en la distinción entre ciencias del
espíritu y ciencias de la naturaleza. La ciencia social es fundamen-
talmente comprensiva, trata de comprender el significado ~ubjetiyQ.....ci~
la acción sociaL Por esta razófi su metodología n·o·puede ser la n1is-.
ma-aeraS" ciencias naturales. Su objetivo tiene que ser alcanzado me-
diante el uso de tipos ideales que reconstruyan el significado de una
acción desde contextos subjetivos de significado. La obra posterior
de A. Schütz prosigue y desarrolla en ensayos ocasionales esta ta-
rea de fundamentar una sociología comprensiva.

179
of,
I
I
t͡
¡

murió sin poder presentar en una obra orgánica el resul-


Schütz
tado de 27 años de estudio y búsqueda acerca del mundo de
la vida
y su análisis científico. J'\ partir del material redactado T. Luckman ,
{;

completó Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires, 1977 (ori- i

ginal, 1973). "


. Schütz responde a la crítica de autores como Nagel y Hernpel al
llamado método de la comprensión o Versteiien. Las ciencias socia-
les procuran" comprender" los fenómenos sociales, frente a la expli-
cación causalista de las ciencias naturales. Ahora bien, desde Dilthey
y Weber es problemático 10 que se entiende porVerstehen.
Mediante el análisis fenomenológico de la formación de los con-
ceptos en las ciencias sociales, llega a la conclusión que la compren-
sión oVerstehen
'~~~-. no es --~----
en primer lugar una ciencia.._o._.
----_ un
-- método, sino
.-=-=----~-~----~
Ja f~J2M!i.cular co~~iento de2§.n~com.~_~ono~~_
~L!TI~ sociill-~ J;;u!tur..aL Por tanto es ineludible. En segundo lu-
=-gar,tras la comprensión o Verstehen hay un problemaepistemológico:
¿cómo se comprenden los motivos de la acción de otro hombre? Lo
que M. Weber llamaba la interpretación subjetiva, Schütz justifica
cómo se puede y se debe referir al sentido subjetivo de las acciones
sociales. En tercer lugar el Verstehen se puede entender como mé-
todo específico de las ciencias sociales. Schütz muestra cómo se pue-
den elaborar conceptos objetivos acerca de las estructuras subjeti-
vas de sentido.
AJ final Schütz propondrá, incluso, que el análisis fenomenológico
es el más apto para responder a la cuestión f~íñcramenta:ly ¡:a"oica!de'
cómo es posible el conocimiento científico.

lEImundo de la vida cotidiana en la teoría fenomenológíca de las


ciencias sociales"

"1. El objetivo primario de las ciencias sociales es lograr un cono-


cimiento organizado de la realidad social. Quiero que se entienda,
por ~~~d social', I~.~um-ª-,totald~~ob.ietosy sucesos ~~!1tro d""el
mU[ldº-~ºº-ª.l~Ttural, tal como los experimenta el pensamiento de
~tido comú!! de lÜshOmb~esque ~v~uexl~t~ncT~lcorra~na-entr~ __
~sus semejantes, con quienes los vinculan múttiples relaciones de
.------,.."'~~.- .=. ~---' •• _. &_-----"

4 Cfr. A. Schütz, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974,


pp. 74-85. (Sin notas).

180
@M1t~~c;SlºJ:l;.,Es el mundo de 2_~j~!Q_~~,~ul!u~.~les _~._tnstitu.~lºn.e~._~?_~~.~=~
les en el que todos hemos nacido, dentro del cual debemos mover-
-ñüs y con el que tenemos que entendernos. Desde el comienzo, no-
sotros, los actores en el escenario social, expertméntamos el mundo
en que vivimos como un mundo natural y cultural al mismo tiem-
po; como un mundo no privado, sir~.o}:~~~~l:?1~_~i,\,o..:. o sea. común a
todos nosotros, realmente dado o potencialmente accesible a cada
uno. Esto suponeJ,ª..lot~.J.:f0!!lun!~a~iqn..Y ~tl~J},g.uill~..t
2. Todas las variantes de naturalísmo y empírísmo lógico se limi-
tan a presuponer esta realidad social, que es el objeto propio de las
ciencias sociales ..Intersubjetividad,
~,~,....... ••••__
tnteracción. intercomu.nt0..~tºD::t.
~_'. __ """""_~_., __~,,,.....~......-,,,, __ c.." -' -' , -.....,_"""-.. •.••~"""""""': ..••""'-....._~>~
.. -"",. --- '"""'~''''

.J~n&'::~~ü~_~.2.~~.~!!l
p1~!D..~11.t~_I1resl,tºu~.§.!.g_?._f9J!lQJ).a_SJ;.~._DJ2.J;~};q:üL
e~as teorías, las cuales presuponen, por así decirlo, que el especíalís-
'~~"taeñ-'ci"eflciassociales ya tenga resuelto su problema fundamental
antes de que comience la indagación científica. Es verdad que Dewey
destacó, con una claridad digna de este eminente filósofo, que toda
investigación empieza y termina dentro de la matriz social cultural:
también lo es que el profesor Nagel tiene plena conciencia de que la
ciencia y su proceso auto correctivo es una empresa social.
Pero el postulado que describe y explica la conducta humana en
términos de observaciones sensoriales controlables no llega a descri-
bir ni a explicar el proceso mediante el cual, el investigador B con-
trola y verifica los descubrimientos obtenidos con su observación por
el investigador A y las conclusiones que éste ha extraído. Para ha-
cerlo, B debe saber qué ha observado A, cuál es el objetivo de su in-
vestigación. por qué consideró que el hecho observado era digno de
seda, vale decir, pertinente para el problema científico inmedlaro, etc.
Este conocimiento es comúnmente denominado comprensión. En
apariencia. se deja al especialista en ciencias sociales la tarea de ex-
plicar cómo puede surgir tal comprensión mutua entre seres huma-
nos. Pero cualquiera que sea esa explicación es seguro que tal com-
prensión intersubjetíva entre el investigador By el investigador A no
se produce por las observaciones de B, ni porIa conducta manifies-
ta de A, ni por una introspección llevada a cabo por B, ni por la iden-
tificación de B con A.
Traduciendo este argumento al lenguaje preferido por el positivis-
mo lógico, esto significa, como lo ha explicado Félíx Kaufrnann, que
las denominadas proposiciones protocolares acerca del mundo ftsí-
. ea pertenecen a un tipo muy diferente del de las proposiciones
protocolares acerca del mundo psíco-ffsico.

181
3. La identificación con la observación sensorial de la experiencia,
en general,' y en particular de la experiencia de la acción manifiesta
(corno lo propone Nagel) , excluye de toda investigación posible va-
rias dimensiones de la realidad social.

a) Incluso un conductísmo idealmente refinado sólo puede explicar


la conducta del observado y no la del observador conductísta,
como lo ha señalado, entre otros, George l-L Mead.
b) La misma conducta manifíesta (por ejemplo, una ceremonia tri-
bal tal como la puede captar el cinematógrafo) puede tener para
los actores un significado muy diferente. Lo único que interesa al
especialista en ciencias sociales es si se trata de una danza gue-
rrera, la realización de un trueque, la recepción de un embajador
amigo o algo semejante.
e) Además, el concepto de acción humana en términos del pensa-
miento de sentido común y de las ciencias sociales incluye lo que
podría llamarse 'acciones negativas', es decir, la abstención inten-
cional de actuar, lo cual. por supuesto, escapa a la observación
sensorial. Sin duda alguna, el no vender determinada mercade-
ría a un precio dado constituye una acción económica tanto como
venderla.
d) Agreguemos que, como ha señalado W. L Thomas, r;.~~~~~-== la realidad so-
~~~~~~.!l.~.9§"S!~_iT~~9.llYic~io!1eS_CLue.2QQJea::~
,~~ue a~rLQ;u;lefinen los Q,ar~iG..m.antes~u~.~§caºª-n ~ la .QQ.:.
,servación sensorial. Para los habitantes. de Salem del siglo XVII, la
~~~_'L~~",~
hechicería no era( una ilusión, sino un elemento de su realidad
social, que corno tal puede ser investigada por el especialista en
ciencias sociales.
e) Por último -y éste es el punto más importante- el postulado de
la observación sensorial de la conducta humana manifiesta adopta
como modelo un sector particular y relativamente pequeño del
mundo social: las situaciones en las que el individuo actuante se
presenta al observador en lo que suele denominarse una relación
cara a cara. Pero en muchas otras dimensiones del mundo social
no predominan las situaciones de este tipo. Cuando echamos una
carta en el buzón, presuponemos que semejantes anónimos, lla-
mados empleados

de correo, llevarán a cabo una serie de maní-
pulacíones, desconocidas e inobservables para nosotros, cuyo
efecto será que el destinatario, quizá también desconocido para
nosotros, recibirá el mensaje y reaccionará de una manera que

182
igualmente escapa a nuestra observación sensorial; el resultado
de. todo esto es que recibimos el libro que hemos encargado. Si leo
un editorial en el cual se afirma que Francia teme el rearme de
Alemania. sé perfectamente bien lo que esta declaración signifi-
ca sin conocer al editorialista y hasta sin conocer ningún francés
ni alemán, y mucho menos observar su conducta manifiesta.

r: En términos del pensamiento de sentido común, en su vida coti - \


¡diana los hombres tienen conocimiento de esas diversas dírnensio- l
¡ nes del mundo social en que viven. Este conocimiento. por cierto. no ,
~ sólo es fragmentado, ya que se limita principalmente a ciertos secto- J
~ res de este mundo; también es con frecuencia contradictorio en sí I
.$ mismo y presenta todos los grados de claridad y nitidez, desde la 1
lJ
compenetración plena o 'conocírníento acerca de', como lo denorní- \,
[ no William james, pasando por el 'trato directo' o mera familiaridad, l
~ )
't,}1asta la ciega creencia en cosas presupuestas. ~ .
Existen al respecto considerables diferencias de un individuo a
otro y de un grupo social a otro. Con todo, y pese a todas estas insu-
ficiencias. el conocimiento de sentido común de la vida cotidiana
basta para entenderse con el prójimo, los objetos culturales y las ins-
tituciones sociales; en resumen, con la realidad social. Esto es así,
porque el mundo (el natural yel social) es desde el comienzo un
"~fl)undo ,-----~ _- y porque, como se verá más adelante, nues-
intersubjetivo,
-----~~,.-<>-- --.----,
"tro conocimiento de él está socializado de diversas maneras.
----'-Además, el mundo social es experimentado d-esaeuñ primer
~~-.._._-
momento como un mundo provisto de sentido. No se experimenta
al cuerpo del otro como un organismo, sino como un semejante; su
conducta manifiesta no es experimentada como un. suceso en el es-
pacio-tiernpo del mundo exterior, sino como la acción de nuestro
semejante. Normalmente 'sabemos' qué hace el otro, por qué razón
lo hace, por qué lo hace en este momento particular y en estas cir-
cunstancias particulares. Esto significa que experimentamos la acción
de nuestro semejante en términos de sus motivos y fines. De igual
modo, experimentamos los objetos culturales en términos de la ac-
ción humana de la cual son resultado. Una herramienta, por ejem-
plo, no es experimentada como una cosa del mundo externo (que
también lo es. por supuesto), sino en términos del propósito para el
cual fue concebida por semejantes más o menos anónimos, y en tér-
minos de su posible uso por otros.

1°3
-o
r'Sugiero que el hecho de que en el pensamiento de sentido comú;;l
J presupongan10s nuestro conocimiento actual o potencial del sentido ~
i de las acciones humanas y sus productos es, precisamente, lo que I
1 quieren expresar los especialistas en ciencias sociales cuando hablan'
I de la comprensión o Verstehen como técnica para abordar los asuQ;J
\ tos humanos. Por ende, la Verstetien no es primordialmente un mé-
C'-todoempleado por el científico social, sino la particl!.~i!@
.'exp_~riencialen qu~_el pensami~nt~ de sentidoccom~n toma c02]oci-
miento del mundo social cultural. No tiene nada que ver con la in-
-Tros'pecciÓñ-;-e's":un·"re5uft-ad.o' de procesos de aprendizaje o
aculturación tal corno lo es la experiencia de sentido común del lla-
mado mundo natural. La s/erstehcn. además, no es en modo alguno
un, asunto privado del observador, imposible de controlar por las
experiencias de otros observadores.
Es controlable, al menos en la misma medida en que las percep-
ciones sensoriales privadas de un individuo son controlables por
cualquier otro individuo colocado en ciertas condiciones. Basta con
pensar en un jurado procesal cuando discute si el acusado ha mos-
trado 'premedttación' o 'intento deliberado' de matar una persona,
si estaba en condiciones de conocer las consecuencias de su acción,
etc. Aquí tenemos incluso ciertas 'reglas de procedimiento' suminis-
tradas por las 'reglas de la prueba' en el sentido jurídico; y una es-
pecie de verificación, por parte del Tribunal de Apelaciones, de las
conclusiones resultantes de procesos de Versteben. etc. Además, en
el pensamiento de sentido común se llevan a cabo continuamente, y
con gran acierto, predicciones basadas en la s/erstchon. Es más que
probable que una carta colocada en un buzón de Nueva York con el
franqueo adecuado y la dirección correcta llegue a su destino en
Chicago.
Sin embargo, tanto los defensores corno los críticos del proceso de
la Verstehen sostienen que éste es 'subjetivo', y con razón. Por des-
gracia, cada tendencia emplea este término en un sentido diferente.
Los críticos de la comprensión la clasifican como subjetiva porque,
según ellos, comprender los motivos de la acción de otro hombre.
depende de la intuición privada, incontrolable e Inverífícable del
observador, ° se remite a su sistema privado de valores. En cambio,
los especialistas en ciencias sociales comoMax_Weq,er, )lapan sub-
_j~tiY.~~~~~Slue_~~~~~Eone _descub:.ir el 's~.nti<;!g~_desy"-_
" ,~~@. el actor, en c0E..t..:ast~
o c.on e~.!!!!s!9qut:: esa acció!}_ti~
,E.a~:.~p~rtí~ip~9r~ un .obse~_ador_n~!. De aquí surge el

184
famoso postulado weberíano
de la interpretación subjetiva, el cual
volveremos a referírnos más- adelante. Toda la discusión es perjudí- r
~ cada por la falta de una clara distinción entre Verstehen:{ñ como for- f
~ma experimental del conocimiento de sentido COH1ún de los asuntos ¡
H '
¡ humanos;L~ corno problema epistemológíco yt..1)como método es-- \.
1 pecífico de las ciencias sociales.
Hasta ahora nos hemos concentrado en la Verstehen como el mé-
todo utilizado por elpensamíento de sentido común para orientarse
dentro del mundo social y entenderse con éLJ~li1lter!Q.gante epJ~,
temo19..&icq:.d..<;-ºr!lQ~§..p~ibletal comPJ~n
..,.... ''" -
'a VeL§.tfh~n?,'se
.
refle-
a
.

re un enunciado expuesto por Kant en otro contexto. A este respec-


to, sugiero que constituye un 'escándalo de la filosofía' el que no se
haya encontrado todavía una solución satisfactoria para el problema
de nuestro conocimiento de otras mentes y, en conexión con él, de la
íntersubjetívtdad de nuestra experiencia del mundo natural y del
mundo socíocultural, y que, hasta hace muy poco, este problema no
haya atraído siquiera la atención de los filósofos.
Pero la solución de este dificilísimo problema de interpretación
filosófica es una de las primeras cosas que se presuponen en el pen-
samiento de sentido común y son resueltas prácticamente, sin ningu-
na dificultad, en cada una de las acciones cotidianas. Y puesto que
los seres humanos no son fabricados en retortas, sino engendrados
por madres, la experiencia de la existencia de otros seres humanos y
del sentido de sus acciones es, sin duda, la primera y más original
observación empírica que hace el hombre.
Por otro lado, filósofos tan diferentes como jarnes , Bergson,
Dewey, Husserl y Whítehead concuerdan en que el conocimiento de
sentido común de la vida cotidiana es el fondo íncuesttonado, pero
siempre cuestionable, dentro del cual comienza la investigación, y el
único en cuyo interior es posible efectuarla. Dentro de est~eb~elt, .
como lo denomina Husserl, se originan, según él, todos los concep-
tos científicos y hasta lógicos; es la matriz social dentro de la cual,
según Dewey, surgen situaciones no'"aclaradas, deben ser trans- que
formadas por el proceso de investigación en asertíbilidad garantiza-
da. Whítehead ha señalado que el objetivo de la ciencia es elaborar
una teoría que concuerde con la experiencia, explicando los objetos
de pensamiento construidos por el sentido común mediante las cons-
trucciones mentales u objetos de pensamiento de la ciencia.
~~-º~~.!l§adore§_ c()nc,-:!erdan en_?X~rm~r
gue=iQdo .conQ.cl.:.
miento del mundo, tanto en el pensamiento de sentido común como
.~~-..~-_ .•...,--~""--"~_._"'~-----"~_. =. -----~~~.or~c:a.o>.........,~~=----'=-- ..,.--~. ,"'..""~~,...,.

1°5
~O
• >

en la ciencia, supone construcciones mentales, síntesis, generaltzacío-


'"nes, f~l~ioñ8Seidealizaciq~-éSR~fiC.as deT ~tyeSj~~-Ü~'
~"~u:ganización d~l12ensarrl~ Por ejemplo, el concepto de natu-
raleza, al que se refieren las ciencias naturales, es, como lo ha seña-
lado Husserl, una abstracción idealizadora del Lebenswelt, abstracción
que, en principio y -por supuesto- legítimamente, excluye a las per-
sonas, su vida personal Y.todos los objetos de cultura que se origi-
nan, como tales, en la actividad humana práctica. Sin embargo, pre-
císamente esta misma capa del Lebenswelt a partir de la cual deben
hacer sus abstracciones las ciencias naturales es la realidad social que
deben investigar las ciencias sociales.
Esta concepción aclara ciertos problemas metodológicos peculia-
res de las ciencias sociales. En primer lugar, se advierte que el supues-
to según el cual la estricta adopción de los principios de formación
de los conceptos y teorías vigentes en las ciencias naturales condu-
cirá a un conocimiento seguro de la realidad social, es en sí mismo
contradictorio. Si es posible elaborar una teoría según tales principios,
por ejemplo, en la forma de un conductísmo idealmente refinado
-lo cual es ciertamente imaginable-; aquélla no nos dirá nada respec-
to de la realidad social tal como la experimentan los hombres en la
vida cotidiana. Como admite el mismo profesor Nagel, será suma-
mente abstracta, y aparentemente sus conceptos se hallarán lejos de
los rasgos obvios y familiares que se encuentran en cualquier socie-
dad. Por otra parte, una teoría encaminada a explicar la realidad
social debe elaborar recursos particulares ajenos a los de las ciencias
naturales, destinados a coincidir con la experiencia de sentido común
del mundo social. Esto es, en verdad. lo que han hecho todas las cien-
cias teóricas de los asuntos humanos: economía, sociología, ciencias
jurídicas, lingüística, antropología cultural, etcétera.
Tal estado de cosas se basa en el hecho de que existe una diferen-
cia esencial en la estructura de los objetos de pensamiento ° construc-
ciones mentales creados por las ciencias sociales, y los creados por
las ciencias naturales. Incumbe al experto en ciencias naturales, y sólo
a él, definir, de acuerdo con las reglas de procedimiento de su cien-
cia, su campo observacíonal y determinar dentro de él los hechos,
datos y sucesos significativos para su problema o para el propósito
científico que persigue. Tampoco selecciona previamente esos hechos
y sucesos, ni interpreta de antemano el campo observacíonal. ~..•~ El
mundo de la naturaleza,
ee...~~....,...,...~.... .._.....-...-'"'"",
tal como lo explora
__ ~~_......-..-...u...,~'"""~_
....
~ _.el especialista~ en
.... ..... cien-
_

186
, C'~ia~!1atu!,a.!,?s,.ll9'~igI.!ifi~' nadapllra 1~lJ101éculas. átomos :L ele-E.~
trones.
....-........•
~.",..,.,.-"",,, """"~

. Pero el campo observacíonal del científico social, la realidad so-


cial. tiene un significado específico y una estructura de stgnífícatí-
vidades para los seres humanos que viven, actúan y piensan dentro
de él, quienes mediante una serie de construcciones de sentido co-
mún han efectuado selecciones e interpretaciones previas de este
mundo que experimentan COliTIO la realidad de sus vidas cotidianas.
Son estos objetos de pensamiento suyos los que determinan su con-
ducta al motivada. Los objetos de pensamiento que el especialista en
ciencias sociales construye para comprender esta realidad social, de-
ben basarse en los objetos de pensamiento construidos por el pensa-
miento de sentido común de hombres que viven su existencia coti-
diana dentro de su mundo social. Las construcciones de las ciencias
i
1":"

sociales son, pues, por así decir, construcciones de segundo grado, o


~sea, construcciones de las construcciones elaboradas por quienes
!I:actúan "" ~a escen~ so~ial, c~ya conducta debe observar y explicar i
l el especialista en crencias socíales de acuerdo con las reglas de pro- ¡
» cedímíento de su ciencia. ;!

De estemodo, la indagación de los principios generales según los


cuales el hombre organiza en la vida cotidiana sus experiencias -es-
pecialmente las del mundo socíal-, es la primera tarea de la meto-
dología de las ciencias sociales. No corresponde esbozar aquí los
procedimientos de un análisis fenomenológíco de la denominada
actitud natural, que permiten hacer esto. Nos limitaremos a mencio-
nar brevemente algunos de los problemas correspondientes.
Como lo ha explicado Husserl, el mundo es experimentado des-
de un principio, en el pensamiento precíentífíco de la vida cotidia-
na, a la manera de lo típico. Los objetos y sucesos singulares que se
nos dan en un aspecto singular son singulares dentro de un típico
,~~~..!~ de !"?mHiarida<ix__ ~onociE!ien~vio pOE.!~~t~~~~_<o'
Ex ls te n montañas, árboles. animales, perros; en particular,
perdígueros irlandeses, y entre ellos, mi perdiguero irlandés Rover.
Por consiguiente, puedo ver a Rover como ese individuo único, mi
irreemplazable amigo y camarada, o simplemente como un ejemplo
típico de 'perdiguero irlandés', 'perro', 'mamífero', 'animal', 'orga-
nismo' y .objeto del mundo externo'.
A. partir de esto, puede demostrarse que el hecho de que yo haga
una u otra cosa, y también qué rasgos o cualidades de un' objeto o
suceso dado consideraré como individualmente únicos y cuáles corno

187
típicos, dependerá de mi interés actual y del correspondiente síste-
ma de signífícatívídades: en resumen, del problema práctico o teóri-
co que tengo 'a mano'. Este 'problema a mano' se origina a su vez
en las circunstancias en las cuales me hallo en algún momento de mi
vida cotidiana, a las que propongo denorn ínar mi situación
. biográñcamente determinada. Así, la tipiflcación depende de mi
problema a mano, para cuya definición y solución he elaborado tal
tipo.
Puede mostrarse, además que al RTIenOS un aspecto de los sistemas
biográfica y situactonalmente deterrnmados de interés y stgnifí-
cativídades es experimentado subjetívamente, en el pensamiento de
la vida cotidiana, como sistemas de motivos para actuar, de eleccio-
nes por efectuar, de proyectos por realizar y objetivos por cumplir.
P•. esta percepción del actor en cuanto a las dependencias de los
motivos y fines de sus acciones respecto a su situación bíogra-
fícarnente determinada se refieren los especialistas en ciencias socia-
les cuando hablan del significado subjetivo que el actor 'asigna a' su
acción o 'vinculan con' ella. Esto implica que, en términos estrictos,
el actor, y sólo él. sabe lo que hace, por qué lo hace, cuán.~o y dónde
comienza y termina su acción.
Pero el mundo de la vida cotidiana también. es, desde el principio,
un mundo social cultural dentro del cual me relaciono, en múltiples
formas de interacción, con semejantes a quienes conozco en grados
diversos de intimidad y anonimía. En cierta medida -suflcíente para
~~-~=- .."".-------= - --. .
dº._~t¿cºE~Et~.~?.:..sí cC?mp ren 9~~~~
"'7

!i!!~~.J?
,.,.!!!,~_~hos r~~E~<?s-=-~_c:..0IIlJ2Ien
ElQ.livos!-Q!?~tLvo.~~e~fi.2.ne~.plane~~e se originan en su-?~cuns-
_"!5!r!ci~sbiográficamcnte determinad?s. Sin embargo, sólo en situacm~-'
. nes par-tlCtifá.feS-v auñentonces de modo fragmentario- puedo ex-
perimentar los motivos, objetivos, etc., de los Otros; en síntesis, los
significados subjetivos que ellos atribuyen a sus acciones, en su uni-
cidad. Puedo, en cambio, experimentado en su tipicidad. Para ello.
construyo esquemas típicos de los motivos y fines de los actores, e
incluso, de sus actitudes y personalidades, de las cuales su conduc-
ta actual no es sino un caso o ejemplo. Esos esquemas tipificados de
la conducta de los otros, pasan a ser a su vez motivos de mis pro-
pias acciones, 10 cual conduce al fenómeno de la autotípífícacíón, bien
conocido por los especialistas en ciencias sociales bajo diversos nom-
bres.
Opino que aquí, en el pensamiento de sentido común de la vida
cotidiana, se encuentra el origen de los tipos llamados constructivos

188
o ideales, concepto que, como herramienta de las ciencias sociales,
ha sido analizada por el profesor Hernpel con tanta lucidez. Pero al
menos en el nivel del sentido común, la formación de esos tipos no
supone intuición ni teorías, si entendemos estos términos en el sen-
tido en que los enuncia Hernpel. Como veremos, existen también
otras especies de tipos ideales o constructivos, los elaborados por el
especialista en ciencias sociales, que poseen una estructura muy di-
ferente y, en verdad, suponen una teoría. Pero Hempel no los ha
diferenciado.
Luego debemos tener en cuenta que en muchos aspectos, el cono-
cimiento de sentido común de la vida cotidiana está socializado desde
el principio.
Lo está, en primer término, estructuralrnente, ya que se basa en
la idealización fundamenta! según la cual, si yo cambiara de lugar
'"
con mi semejante, experimentaría el mismo sector del mundo
sustancíalmente en las mismas perspectivas que él, perdiendo toda
significación, para todos los fines prácticos inmediatos, nuestras cir-
cunstancias biográficas particulares. Propongo llamar a esta ideali-
zación la d~~ictªd de e~~sQec!~as.
En segundo lugar, está socializado geneticamente,
~_""'.""'~-.."...,~,..--_.---o porque la ma-
o

yor parte de nuestro conocimiento, en cuanto a su contenido y en


cuanto a las formas particulares de tipificación en las cuales se orga-
niza, es de origen social, y en términos socialmente aprobados.
En tercer lugar, está socializado, en el sentido de la distribución
_soci~,,geLcQD9ci!"!!1.~to,ya que cada individuo conocesóro'"uñ-se'é~-~
tor del mundo, y el conocimiento común del mismo sector varia de'
un individuo a otro en cuanto a su grado de nitidez, claridad, trato
directo o mera creencia.
Estos principios de socialización del conocimiento de sentido co-
mún, y especialmente el de la distribución social del conocimiento,
explican al menos en parte a qué se refiere el especialista en ciencias
sociales, cuando habla del enfoque estructural-funcionalista del es-
tudio de los problemas humanos. Por lo menos en las ciencias socia-
les modernas, el concepto de funcíonalísmo no deriva del concepto
biológico de funcionamiento de un organismo, como sostiene Nagel.
Se refiere a las construcciones socialmente distribuidas de pautas de
motivos, fines, actitudes y personalidades, a las que se presupone
invariables y se interpela entonces como la función o estructura del
sistema social mismo. Cuanto más estandartzadas e instituctona-
lízadas están estas pautas entrelazadas de conducta, es decir, cuan-
ta más aprobación social tiene su típícídad por medio de leyes, usos,
costumbres y hábitos, tanto mayor es su utilidad en el pensamiento
de sentido común y en el pensamiento científico COH10 esquema de
interpretacíón de la conducta humana.
Tales son, muy en general, los contornos que presentan algunas
características importantes de las construcciones que participan en
la experiencia de sentido común del Inundo Intersubjetivo de la vida
cotidiana, experiencia a la cual llamamos Verstehen. Corno ya se ha
explicado, son las construcciones del primer nivel, sobre las cuales
deben ser erigidas las construcciones del segundo nivel de las cien-
cias sociales. Pero aquí se presenta un problema fundamental. Por
una parte, se ha demostrado que las construcciones del primer nivel,
las construcciones del sentido común, se refieren a elementos subje-
tivos: la Verstehen de la acción del actor desde su punto de vista.
Por consiguiente, si en verdad las ciencias sociales aspiran a ex-
plicar la realidad social, tarnbíén las construcciones científicas del
segundo nivel deben incluir una referencia al sentidosubjetivo que
tiene una acción para el actor. Esto, según creo, es lo que Max Webe:r
entendía por su famoso postulado de la interpretación s,\}bjetiva, que
por cierto, ha sido aceptada hasta ahora en la formación teórica de
todas las ciencias sociales. El postulado dé la interpretación subjeti-
va debe ser entendido así: todas las explicaciones científicas del
mundo social pueden, y para ciertos fines deben, referirse al sentido
subjetivo de las acciones de los seres humanos en los que se origina
la realidad social.
Por otra parte, coincido con el profesor Nagel cuando afirma que
las ciencias sociales, como todas las ciencias empíricas, deben ser
objetivas en el sentido de que sus proposiciones están sujetas a la
verificación controlada, y no deben referirse a experiencias privadas
incontrolables.
¿Cómo es posible reconciliar estos principios aparentemente con-
tradictorios? La pregunta más seria a la que debe responder la me-
todología de las ciencias sociales es, sin duda, la siguiente: ¿cómo es
posible elaborar conceptos objetivos y una teoría objetivamente ve-
rificable de las estructuras subjetivas de sentido? La respuesta se halla
en la idea básica según la cual. los conceptos elaborados por el cien-
tífico social son construccíones'He iascOñsirüCcfOñés~···elaI)orada>s eri-
~=erQ~~~~eñ~éo~ñ p~rl~ii~!(~~t~~e'§SeQ~a ~2-~~~f.~
Las construcciones-;crentífkas elaboradas en el segundo nivel, de
acuerdo con las reglas de procedimiento válidas para todas las cien-

190
cías empíricas, son construcciones objetivas de tipos ideales y, como
tales; pertenecen a una especie diferente de las elaboradas en el pri-
mer nivel, el del pensamiento de sentido común, que deben superar.
Son sistemas teóricos que contienen hipótesis generales susceptibles
de ser puestas a prueba en el sentido de la definición del profesor
Hernpel. Este recurso ha sido usado por los científicos sociales inte-
resados por la teoría mucho antes de que este concepto fuera formu-
lado por Max VVeber y desarrollado por su escuela.
Antes de pasar a describir algunas características de estas cons-
trucciones científicas, examinaremos brevemente la actitud particu-
lar del teórico en ciencias sociales ante el mundo social, en contra-
posición con la del actor de la escena social. Como hombre de ciencia,
y no como ser humano (que también lo es), aquél no toma parte en
la situación observada, que no ofrece para él un interés práctico, sino
solamente cognoscitivo. El sistema de stgníflcatividades que gobier-
na la interpretación de sentido común en la vida cotidiana se ori-
gina en la situación biográfica del observador.
Al decidirse a ser un científico, el experto en ciencias sociales ha
reemplazado su situación biográfica personal por lo que llamaré,
siguiendo a Felíx Kaufrnann, una situación científica. Los problemas
que se le presentan pueden no sér-pro-blemas po. raeT'ser humano que
está en el mundo, y viceversa. Todo problema científico está deter-
minado por el estado actual de la ciencia respectiva, y su solución
debe ser lograda de acuerdo con las reglas de procedimiento que
gobiernan esta ciencia, reglas que garantizan, entre otras cosas, el
.control y la verificación de la solución ofrecida. Solamente el proble-
ma científico, una vez establecido, determina lo que es significativo
para el científico, así como el marco conceptual de referencia que
deberá utilizar. Esto y nada más, a mi parecer, es lo que quiere decir. ';
Max Weber cuando postula la objetividad de las ciencias sociales, su
alejamiento de pautas valorativas que gobiernan o puedan gobernar
la conducta de quienes actúan en la escena social.
¿Cómo procede el experto en ciencias .sociales?f"'-- Observa~_~_-,....
ciertos
hefl10s .-Y.1H!~e """.--....'-='"-"""_~
c..~"v.'<',~- -.c='-'-'-"'"
la realidad social que . se
.
refieren a laaccióIr~~
~~ __
=-<>- .. ..••

.J2U!DaDª~J:onstruYJl...P-ªill~cas~e· c~~~t.?~_s_o=d~_CU~5?':;~EC- ~
ción a partir de 19 que ha-2.gse[vado. A continuación coordina, con
~...~_. _.,~-,......~--~
estas pautas típicas de cursos de acción, modelos de un actor o acto-
res ideales, a quienes imagina dotados de conciencia. Esta concien-
cia, sin embargo, está restringida de tal modo que no contiene más
que los elementos significativos para aplicar las pautas de cursos de
acción observadas. Así, atribuye a esta conciencia ficticia un conjun-
to de nociones, propósitos y fines típicos, él los que se presupone inva-
riables en la conciencia espaciosa del actor-modeloírnagtnarío.
Se supone que este homúnculo o títere está relacionado en siste-
mas de interacción, con otros hornunculos o títeres construidos
de manera similar. Entre estos homúnculos con los que el especia-
lista en ciencias sociales puebla su modelo del mundo social de la
vida cotidiana se distribuyen conjuntos ~~ motivos, fines y roles (en
~--,
general, sistemas de signíñcattvídades) de la manera requerida por
los problemas científicos investigados. Sin embargo -y éste es el
punto principal- tales construcciones no son en modo alguno arbi-
trarias, sino que están sujetas a los postulados de coherencia lógica
y de adecuación. Este último significa que cada término de tal mo-
delo científico de acción humana debe, ser construido de modo que
un acto humano efectuado dentro del mundo real por un actor de-
terminado, según lo indica la construcción típica, seda compresible
para el actor mismo así como para sus semejantes en términos de in-
terpretaciones de sentido común de la vida cotidiana. El cumplimien-
to del postulado de coherencia lógica garantiza la validez objetiva de
los objetos de pensamiento construidos por el científico social; el cum-
plimiento del postulado de adecuación garantiza su compatibilidad
con las construcciones de la vida cotidiana.
Como paso siguiente, pueden variarse las circunstancias en que
funciona tal modelo: es decir, se puede imaginar modífícada la situa-
ción que deben encarar los homúnculos, pero no el conjunto de mo-
tivos y significatividades presupuestos como único contenido de su
conciencia. Por ejemplo, puedo construir un modelo de un produc-
tor que actúa en condiciones de competencia no regulada y otro de
un productor que actúa bajo restricciones impuestas por carteles, y
luego comparar la producción de la misma mercadería por la mis-
ma firma en los dos modelos. De este modo, es posible predecir cómo
podría comportarse tal títere o sistema de títeres en ciertas condicio-
nes, y descubrir ciertas 'relaciones determinadas entre un conjunto
de variables, en términos de las cuales (...) pueden explicarse (..)
regularidades empíricamente díscerníbles'. Pero así es como define
una teoría el profesor N agel. Es fácil advertir que cada paso reque-
rido para construir y utilizar el modelo científico puede ser verifica-
do por la observación empírica, siempre que no limitemos este tér-
mino a las percepciones sensoriales de objetos y sucesos del mundo
__ ._-. _. ---_.~~--_
externo, sino que incluyamos también la forma experíencíal por la
~'-.~_
.. ... __ --
.. ...•....

192
cual el pensamiento de seErt~cdg _cq.rr:!~~~C?~·~I!J2I.~nQ~~~~J-ª._Yo!sL~~~Q
>~···aTana~--I~i'sacclonés~fi·umañas y_SU_[~.~ultªºº_.e.n.l.éI:.mjJJº~...(j~_lQ~...rno-
~rF';osy-flnes-'sLi¡t}yacentes ~_....
_-- ..~--'~"
·"-~~~Se"-me··pe-rmIiTfán~dos-breves conclusiones finales. Primero: un
concepto básico de la posición filosófica fundamental del naturalisrno
es el denominado principio de continuidad, aunque se discute si este
principio significa continuidad de existencia. o de análisis, o de un
criterio intelectual para controlar de modo adecuado los métodos
empleados. En mi opinión, este principio de continuidad, en cada una
de estas diversas interpretaciones, se satisface mediante el recurso
característico de las ciencias sociales, Que establece la contínuidad aun
1. ~",:;_"",,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,.,,_~,,=_,,,,_,,-,,.,'-..-.>~~_=-~ ••
y

entre la práctica de la vida cotidiana y la conceptualJ_?~l.~.!_QXE-",-f!.~_I?i


..
'-ciei-;das -s-ocfare·s·.----:·-"-·-·---~·
.. ,. "w_ •. ~, •••~_ ••.•
-,_ ..•_ ••-,- ...••..•
- •

,,~''''''''''~.......,,'"''''~

~-Eñ-segundo lugar; digamos algo acerca del problema de la unidad


metodológica de las ciencias empíricas, Quizá el especialista en cien-
cias sociales coincida con la afirmación de que, las diferencias pr inci-
pales entre las ciencias sociales y las naturales no deben ser buscadas
en una lógica diferente; que gobierne cada rama del conocimiento.
Pero esto no supone admitir que las ciencias sociales deban abando-
nar los recursos específicos que utilizan para explorar la realidad
social, a cambio de una unidad ideal de métodos que se basa en la
premisa, totalmente infundada, según la cual sólo son científicos los
métodos empleados por las ciencias naturales, y en especial por la
física.
Por cuanto sé, los adeptos del movimiento de la 'unidad de la cien-
cia' nunca han intentado con seriedad responder, o siquiera plantear,
la pregunta de si el problema metodológico de las ciencias natura-
les, en su estado actual, no es simplemente un caso especial del pro-
blema más general, aún inexplorado, de cómo es posible el conoci-
miento científico y cuáles son sus presuposiciones lógicas y
met odo ló g ícas. Mi convicción personal es que la filosofía
fenomenológíca ha preparado el terreno para tal investigación. Muy
posiblemente. sus resultados demostrarían que los recursos
metodológícos particulares elaborados por las ciencias sociales para
comprender la realidad social, son más adecuados que los de las cien-
cias naturales para conducir al descubrimiento de los principios ge-
¡ 1 ..
neraRes que gODlernan e conocírruento Hunlano " .
aíh.•

193
Actividades reflexivas

1. ¿Cuál es el objetivo prtmario de las ciencias sociales?


2. ¿Qué es la "realidad social"? ,
3. ¿Cómo experimentamos el mundo en el que vivimos?
4. ¿Qué presuponen el naturalismo y el empírtsmo lógico?
5. ¿A qué denomina el autor comprensión?
6. ¿Con qué no se debe confundir la comprensión?
7. ¿Es controlable?'
8. ¿Es "subjetiva"? ¿Por qué? ¿En qué sentido?
9. ¿A qué denomina conocimiento de sentido común de la vida co-
tidiana?
10. ¿Dónde comienza la investigación?
11. ¿Qué deben investigar las ciencias sociales?
12. Exposición de los problemas metodológícos particulares de las
ciencias sociales
13. ¿Por qué son las construcciones de las ciencias sociales de segun-
do orden?
14. ¿Qué es el mundo de la vida cotidiana?
15. ¿Dónde está el origen de los tipos constructivos o ideales?
16. ¿Qué entendía M. Weber con su postulado de la interpretación
subjetiva?
17. ¿En qué coincide el autor con Nagel?
18. ¿Qué quiere decir M. VVeber,según el autor, con el postulado de
objetividad de las ciencias sociales?
19. ¿Cómo procede el experto en ciencias sociales?

Lectura complementaria

Iturrate. l. L., "La Sociología fenomenológíca", en Beriain, J./lturrate,


J. L. (eds) , Para comprender la teoría sociológica, Estella, Ediciones
Verbo Divino, 1998, pp. 259-273.

194
3. EL Y .ENG·UJ\,jIE COMO lviEDIO DE EXPERIEl\ICIA
I-IERMEN·ÉlJ'TICA: HANS-GEORG G·ADAlvIER

Para Cadarner, en el texto que presentamos aquí," el lenguaje es


EJ medio universal en el que tiene lugar la comprensión misma y la
forma de realización de la comprensión es la interpretación. Todo
comprender es interpretar y toda interpretación se desarrolla en el
medio de un lenguaje que pretende dejar hablar al objeto y es, al
mismo tiempo. el lenguaje propio de su intérprete.
Gadamer, desde las reflexiones del romantícísmo alemán sobre la
lengua y la comprensión, nos impulsa a una serie de conclusiones de
especial importancia para entender lo que es la comprensión y dón-
de y cómo se realiza: 1) comprender es ponerse de acuerdo con al-
guien sobre algo; 2) el lenguaje es, por tanto, el medio universal para
realizar el consenso o comprensión; 3) el diálogo es el modo concre-
to de alcanzar la comprensión; 4) todo comprender viene a ser así un
interpretar; 5} la comprensión, que se realiza siempre. fundamental-
mente, en el diálogo por medio del lenguaje, se mueve en un círculo
encerrado en la dialéctica de pregunta y respuesta; 6) la dimensión
.língüística de la comprensión indica qué es la concreción de la con-
ciencia de la historia efectual: 7) la "tradición consiste en existir en el
medio del lenguaje, en cuanto el pasado se actualiza, se reconoce su
sentido en el presente, a menudo con nuevas iluminacíones.

La ccmprenstén en Ia conversación hermenéutíca corno fusrén de


horizontes

"Acostumbramos a decir que 'llevamos' una conversación, pero la


verdad es que, cuanto más auténtica es la conversación, menos posibi-
lidades tienen los ínterlocutores de 'nevada' en la dirección. que bus-
carían, De hecho, la verdadera conversación no es nunca la que
uno habría querido nevar. Al contrario, en general sería más correc-
to decir que 'entramos' en una conversación, cuando no que nos 'en-
redamos' en ella. Una palabra conduce a la siguiente, la conversación
gira hada aquí o hada allá, encuentra su curso y su desenlace, y todo

5 H.-C. Cadamer, Verdad y método, Salarnanca. Sígueme, HH1. pp. 461-468. (Sin
notas).

195
esto puede quizá llevar alguna clase de dirección, pero en ella los
díalogantes son menos los directores que los dirigidos. Lo que 'sal-
drá' de una conversación no lo puede saber nadie por anticipado.
El acuerdo o su fracaso son un suceso que tiene lugar en nosotros.
Por eso podemos decir que algo ha sido una buena conversación, o
. que los astros no le fueren favorables. Son formas de expresar que
la conversación tiene su propio espíritu y que el lenguaje que discu-
rre en ella lleva consigo su propia verdad, esto es, 'desvela' y deja
aparecer algo que desde ese momento es.
Ya en el análisis de la hermenéutica romántica hemos podido ver
que la comprensión no se basa en un desplazarse al interior del otro,
a una participación inmediata de éLS.,~!?..E~~~:::,~~r,Lq_gu~,_§Jgg~~!!~J_~~
es, como ya hemos vistº,:,.J2ºD.er~s_~qe~.?cuerdo en la cosa, no ponerse
'-eneTIügar-del ót~;-y reproducir sus ~i;e7icTas~y·a-·'fiemos destacado
también corno la experiencia de sentido que tiene lugar en la com-
prensión encierra siempre un momento de aplicación. Ahora consi-
deraremos que~~todo
..... este
-_ ..proceso
-. ~
es•....-lingüístico.
~ No en vano la verdade-
fa problemática de la comprensión y el intento de dominarla por arte
-el tema de la hermenéutica- pertenece tradicionalmente al ámbito
de la gramática y de la retórica. El lenguaje es el medio en el que se
~~-~"".~~~ -"'~>UO«._.",= """-._-_ .••-- •...,.-'- ••.•_'"

realiza el acuerdo de los interLq~utor.es_~~2.rise!]so s9~~eJ~.. So~~


-- SoriTasSITU5cI'ünesenlas que se altera o dificulta el ponerse de
acuerdo las que con más facilidad permiten hacer conscientes las
condiciones bajo las que se realiza cualquier consenso. Por ejemplo,
resulta particularmente ilustrador el proceso lingüístico en el que por
traducción y traslación se hace posible una conversación en dos len-
guas distintas. El traductor tiene que ..trasladar...§lquíel sentido que se
.• ·.r~~ __ .. __ •. ~.

trata de comprender al contexto en el que vive el otro interlocutor.


Pero esto no quiere decir en modo alguno que le esté permitido fal-
sear el sentido al que se refería el otro. Precisamente lo que tiene que
mantenerse es el sentido. pero como tiene que comprenderse en un
mundo lingüístico nuevo, tiene que hacerse valer en él de una for-
ma nueva. Toda traducción es por eso ya una interpretación, e inclu-
so, puede decirse que es la consumación de la interpretación que el
traductor hace madurar en la palabra que se le ofrece.
El caso de la traducción hace consciente la lingüistícídad como el
medio del posible acuerdo, porque en ella este medio tiene que ser
producido artificiosamente a través de una mediación expresa. Esta
organización artificiosa no es desde luego el caso normal de las con-

196
versaciones. Tampoco la traducción es el caso normal de nuestro
comportamiento respecto a las lenguas extrañas. Al contrario, al es-
tar referido a la traducción es hasta cierto punto tener que someter-
se a una tutela.
Cuando es necesaria la traducción no hay más remedio que hacer-
se cargo de la distancia entre el espíritu de la Iíteralídad originaria
de lo dicho y el de su reprodu¿cióri·~drsiancia q-üef1uñCa1Tega a su-'
perarse por completo. En estos casos el acuerdo se da menos entre
los compañeros de diálogo que entre los intérpretes, que están capa-
citados realmente para salirse al encuentro en un mundo de compren-
sión compartida. (Es sabido que no hay nada más dificil que un diá-
logo en dos lenguas distintas en las que cada uno emplea la suya
porque entiende la del otro pero no puede hablarla. En tales casos
una de las lenguas intenta, como a través de un poder superior, im-
ponerse a la otra como medio para la comprensión y el acuerdo).
AHí donde hay acuerdo no se traduce sino que se habla. Entender
una lengua extraña quiere decir justamente no tener que traducírla
a la propia. Cuando alguien domina de verdad una lengua no sólo
no necesita ya traducciones, sino que incluso. cualquier traducción
parece imposible. Comprender una lengua no es por sí mismo toda-
vía ningún comprender real y no encierra todavía ningún proceso
interpretativo, si no que es una realización vital. Pues se comprende
una lengua cuando se vive en ella, y reconocídamente esta frase vale
tanto para las lenguas vivas como las muertas.
El problema hermenéutica no es pues un problema de correcto
d¿'ffihiló '"cre lUi"~!~~~-;¡~odcl~ecfoaa.rerdoso15re un-asu"i1tO,.
'qü'e1Iené'~fll'gar -en el medio-defleñgua]e'~ Cúalqúierfengua- puede-
apre-ndersecl"e- rrÜinera-qúesU'-üsoCOOsURTIado implique que ya no
haya que traducir desde la propia lengua o a la propia lengua si
no que se pueda pensar en la lengua extraña. Para que pueda haber
acuerdo en una conversación, este género de dominio de la lengua
es en realidad condición previa. Toda conversación írrmlica el "lore-
Á JI.

supuesto evidente de que sus miembros hablan la misma lengua. Sólo


cuando es posible ponerse de acuerdo ltngütstícamente en virtud del
hablar unos con otros, puede convertirse en problema la compren-
sión y el posible acuerdo. El estar referido a las traducciones de un
intérprete es un caso extremo que duplica el proceso herrnenéutíco.
la conversación: habla el intérprete con la parte contraria y uno con
el intérprete.

197
I
tl La conversación es un p. receso por el que se busca llegar a un ~
acuerdo. Forma parte de toda verdadera conversación el atender ~
~ realmente al otro, dejar valer sus puntos de vista y ponerse en su ti
~ lugar, no en el sentido de que se quiera entendercorno la individua- ,11
~ lidad que es, pero si en el de que se intenta entender lo que dice. Lo·---¡
"<, que se trata de recoger es el derecho objetivo de su opinión a través

. del cual, podremos ambos negar a ponemos de acuerdo en la cosa.


Por tanto, no referimos su opinión a su persona sino al propio opi-
nar y entender. Cuando tenemos al otro presente corno verdadera
individualidad, corno ocurre en la conversación terapéutica o en el
interrogatorio de un acusado, no puede hablarse realmente de una
situación de -'nosible acuerdo.
Todas estas características que afectan a la situación de ponerse
de acuerdo en un diálogo toman un giro propiamente hermenéutíco
allí dónde se trata de comprender textos. Volveremos a aducir el caso
extremo de la traducción a partir de una lengua extraña. En este ca-
so es indudable que, por mucho que el traductor haya logrado
introducirse y recrear los sentimientos del autor, la traducción no es
una sirnple resurrección del proceso psíquico original del escribir,
sino una recepción del texto realizada en virtud de la comprensión
de lo que se dice en él. No cabe duda de que se trata de una inter-
pretación y no de una simple correlación. Se proyecta, sobre todo, una
nueva luz procedente de la nueva lengua y destinada al lector de la
misma.
La exigencia de fidelidad plantea a una traducción que no puede
neutralizar la diferencia fundamental entre las lenguas. Por muy fie-
les que intentemos ser, nos encontraremos, sin embargo, en situacio-
nes, en las que la decisión habrá de ser en cualquier caso inadecua-
da. Si queremos destacar en nuestra traducción un rasgo importante
del original, sólo podemos hacerla dejando en segundo plano otros
aspectos o incluso, reprimiéndolos del todo. Pero ésta es precisamen-
te la clase de comportamiento que llamamos interpretación. Como
toda interpretación, la traducción implica un cierto cegamíento: el
que traduce tiene que asumir la responsabilidad de este cegamíento
parcial. Evidentemente, no puede dejar en el aire nada que para él
mismo sea oscuro. Tiene que reconocer el color.
Es verdad que hay casos extremos en los que en el original (y para
el 'lector originario') hay algo que realmente no está claro. Pero son
.precisamente estos casos herrnenéuticos extremos los que muestran
con más claridad la situación forzada en la que siempre se encuen-

198
tra el traductor. Aquí no cabe más que resignación. Tiene que decir
con claridad las cosas tal corno él las entiende. Pero como se encuen-
tra regularmente en situación de no poder dar verdadera expresión
a todas las dimensiones de su texto. esto significa para él una cons-
tante renuncia. Toda traducción que se tome en serio su cometido
resulta más clara y más plana que el original. Aunque sea una repro-
ducción magistral no podrán dejar de faltarle algunos de los armó-
nicos que vibraban también en el origlnal. (En algunos pocos casos
de recreación verdaderamente maestra, esta pérdida puede compen-
sarse e incluso ser origen de una nueva ganancia; Pienso, por ejem-
plo, en las Flores del mal de Baudelaíre, que en su recreación por
George parecen respirar una extraña nueva salud).
El traductor tiene muchas veces dolorosa conciencia de la distan-
cia que le separa necesariamente del original. Su trato con el texto
tiene también algo de los esfuerzos del ponerse de acuerdo en una
conversación; sólo que aquí la situación es la de un acuerdo partícu-
.larrnente penoso, porque se reconoce que en último extremo la dis-
tancia entre la opinión contraria y la propia no es superable. E igual
que, en la conversación en la que se plantean esta clase de diferen-
cias insuperables puede alcanzarse quizá en el vaivén de su discur-
so algún tipo de compromiso, también el traductor encontrará en el
vaivén del pesar y sopesar la mejor solución, que nunca puede ser
otra cosa que un compromiso. Igual que en la conversación, con el
fin de alcanzar este objetivo, uno se pone en el lugar del otro para
comprender su punto de vista, también el traductor intenta ponerse
por completo en el lugar del autor,
Pero esto no proporciona por sí sólo ni el acuerdo en la conversa-
ción ni el éxito en la reproducción de la traducción. Las estructuras
son claramente parecidas. El ponerse de acuerdo en una conversa-
CIif";';' .•••••••••••
-~ :.-.- ••• --. • ~........._.UO
~ •• ,_

ción implica que los interlocutoressstán_ dis2!1e§tos ~_ello y que van


=aTriteñtar hacervaier en sí rnismos lo extraño y adverso~ua'ndo esto
ocurre reCiprocaméñte- y cada interlocutor sopesa-fQs contra-argu-
mentos al mismo tiempo que mantiene sus propias razones, puede
negarse poco a poco a una transferencia recíproca, imperceptible y
no arbitraria, de los puntos de vista (lo que llamamos intercambio de
pareceres) hacia una lengua común y una sentencia compartida.
Del mismo modo, el traductor tiene que mantener a su vez el de-
recho de la lengua a la que traduce y sin embargo, dejar valer en sí
lo extraño, e incluso, adverso del texto y su expresión. Sin embargo,
tal vez esta descripción del hacer del traductor está demasiado re-

-
199
cortada. Incluso, en los casos extremos en los que hay que traducir
de una lengua a otra, el tema apenas puede separarse de la lengua.
Sólo reproduciendo de verdad aquel traductor que logre hacer ha-
blar al tema que el texto le muestra, y esto quiere decir que dé con
una lengua que no sólo sea la suya, sino también, la adecuada al ori-
ginal. La situación del traductor y la del intérprete vienen a ser, pues,
. en el fondo la misma.
El ejemplo del traductor que tiene que superar el abismo de las
lenguas, muestra con particular claridad la relación recíproca que se
desarrolla entre el intérprete y el texto. que se corresponde con la
reciprocidad del acuerdo en la conversación. Todo traductor es in-
térprete. El que algo esté en una lengua extraña no es sino un caso
extremo de dificultad hermenéutica, esto es, de extrañeza y de su-
peración de la rnisma. En realidad, en este sentido determinado in-
equívocamente son extraños todos los 'objetos' con los que tienen que
ver la hermenéutica tradicional. La tarea de reproducción propia del
traductor no se distingue cualitativamente, sino sólo gradualmente
de la tarea hermenéutica general que plantea cualquier texto.
Por supuesto que esto no quiere decir que la situación hermenéu-
tica que se plantea con los textos sea idéntica a la que se plantea en-
tre dos personas en una conversación. En el caso de los textos se tra-
ta de 'rnanífestacíones vitales fijadas duraderarnente'. que deben ser
entendidas, lo que significa que una parte de la conversación herme-
néutica, el texto, sólo. puede llegar a hablar a través de la otra parte,
del intérprete. Sólo por él se reconvierten los signos escritos de nue-
vo en sentido. AJ mismo tiempo, y en virtud de esta reconversíón a
la comprensión, accede al lenguaje el asunto mismo del que habla el
texto. Igual que en las conversaciones reales, es el asunto común
el que une entre sí a las partes, en este caso al texto y al intérprete.
Igual que el traductor sólo hace posible, en calidad de intérprete, el
acuerdo en una conversación gracias a que participa en la cosa de la
que se trata, también frente al texto es presupuesto ineludible del in-
térprete el que participe en su sentido.
En consecuencia está plenamente justificado hablar de una conver-
sación hermenéutica. La consecuencia será que la conversación herme-
néutica tendrá que elaborar un lenguaje común, igual que la conver-
sación real, así como que esta elaboración de un lenguaje cornún
tampoco consistirá en la puesta a punto de un instrumento para el
fin del acuerdo, sino que, igual que en la conversación, se confundi-
rá con la realización misma del comprender y el llegar a un acuer-

200
do. Entre las partes de esta 'conversación' tiene lugar una comuni-
cación como la que se dada entre dos personas, y que es algo más
que mera adaptación recíproca. El texto hace hablar a un tema, pero
quien lo logra es en último extremo el rendimiento del intérprete. En
esto tienen parte los dos.
La referencia del texto no se puede comparar, según ésto, con un
punto de vista fijo, inamovible 'y obstinado, que sólo planteara al que
intenta comprender la cuestión única de cómo ha podido el otro lle-
gar a una opinión tan absurda. En este sentido la comprensión no es
seguramente una comprensron históri .¿ , "."o

1 istorrca
s.
que reconstruya la gene-
./'. 11.,·

sís del texto. Lo que uno entiende es que está comprendiendo el texto
mismo. Pero esto quiere decir que en la resurrección del sentido del
texto se encuentran ya siempre implicadas las ideas propias del in-
térprete.
El horizonte de éste resulta de este modo siempre determinante,
pero tampoco él puede entenderse a su vez COi'TIO un punto de vista
propio que se mantiene o impone. sino más bien como una opinión
y posibilidad que uno pone en juego y qUe ayudará a apropiarse de
verdad lo que dice el texto. Más arriba hemos descrito esto como
fusión de horizontes. Ahora podemos reconocer en ello la forma de
l"eanzaciifn aelacon~;~acjón, en la que un tema accede a su expresión
no en calidad ~''_.....".".r
de ....",~,~-''"""_·__
"'''¿~'''''''''''''''''''=-
cosa ·-.r_->·...",,..._.-..·_ \au~r::'-sjri9-=-a~Iª=~~c9m!)n.~
mí .•......•~_.
mía o•.......·_·de......,.~~-
''''''''''''
" . >
ambos.
-,._.Es ~el
romanticismo alemán el que sentó las bases del significado
sistemático que posee la Iíngüistícidad de la conversación para toda
comprensión. Él nos ha enseñado que en último extremo comp'~~n-
. der e interpretar son la misma cosa. Sólo este conocimieñ'iü' p(;ct;á"
'"sa-caraf-C-oncépto -éfel"a:"'iñierpretadón del significado pedagógico-
ocasional que tuvo en el siglo XVIII y darle un lugar sistemático, ca-
racterizado por la posición clave que ha alcanzado el problema del
lenguaje para el planteamiento filosófico en genera].
Desde el romanticismo ya no cabe pensar como si los conceptos
de la interpretación acudiesen a la comprensión, atraídos según las
necesidades desde un resorvorío lingüístico en el que se encontrarían
ya dispuestos, en el caso de que la comprensión no sea inmediata.
f Por el contrario, el kmgue}e es el medio universal en el que se realiza la com- W

1 prensián misma. La tormo. de realización de la comprensión es la interpre- i


\i tecián. Esta constatación no quiere decir que no exista el problema 1i

particular de la expresión. La diferencia entre el lenguaje de un tex-

201
to y el de su intérprete, o la falla que separa al traductor de su' origi-
nal, no es en modo alguno una cuestión secundaria.
Todo lo contrario, los problemas de la expresión lingüística son en
realidad problemas de la comprensión. Todo comprender es inter- t
Í pretar, y toda interpretación se desarrolla en el medio de un lengua- J
tI je que pretende dejar hablar al objeto y es al mismo tiempo, el len- ~
ig guaje propio de su intérprete.
\" Con esto el fenómeno hermenéutica se muestra como un caso es-
pecial de la relación general entre pensar y hablar, cuya enigmática
intimidad motiva la ocultación del lenguaje en el pensamiento. Igual
que la conversación, la interpretación es un círculo encerrado en la
dialéctica de pregunta y respuesta. Es una verdadera relación vital
histórica, que se realiza en el medío del lenguaje y que también en
el caso de la interpretación de textos podemos denominar 'conver-
sación'. La Iíngüistícidad de la comprensión es la concreción de la con-
ciencia de la historia eiectuel.
La relación esencial entre língüístícídad y comprensión se mues-
tra para empezar en el hecho de que la esencia de la tradición con-
siste en existir en el medio del lenguaje, de manera que el objeto pre-
ferente de la interpretación es de naturaleza lingüística".

l. ¿Qué significa comprender?


2. ¿Por qué sucede todo este proceso lingüístico?
3. ¿En qué consiste la hermenéutica?
4. ¿Por qué el caso de la traducción hace consciente la Iíngüistícidad
corno el medio del posible acuerdo?
5. ¿Qué significa comprender una lengua?
6. ¿En qué consiste el problema de la hermenéutica?
7. ¿Qué es la conversación y qué forma parte de toda conversación?
8. Características que afectan a la situación de ponerse de acuerdo
en un diálogo.
9. ¿Qué es la interpretación?
10. ¿Qué implica ponerse de acuerdo en una conversación?
11 ¿Cuál es la función del traductor?
12. ¿Es la situación del traductor y la del intérprete la misma? ¿Por
qué?
13. ¿Qué quiere decir el autor con "conversación hermenéutica"?
14. ¿Qué significa" fusión de horizontes"?

202
CAPÍTULO'!
POSTURA DIALÉC'][,ICA
O CRÍ'][,ICO=HERMEl'JÉU'"1fICA
I
I
1.

PRESENT ACIÓN

La postura que aquí se presenta tiene en común su posición críti-


ca frente al reduccionismo positivista, que olvida las acciones de las
personas. En este sentido, los críticos sociales de la denominada "Es-
cuela de Frankfurt " intentan fundamentar las ciencias humanas y
sociales desde la crítica y la totalidad entendida esta última como dia-
léctica, lo que equivale a tener en cuenta las contradicciones de la
misma sociedad y a considerar la ciencia, en concreto la sociología,
desde las diferentes interrelaciones que la constituyen. Si se renun-
cia a una teoría crítica de la sociedad, entonces la sociología se trans-
forma en resignación. Si no hay valor de pensar el todo es porque se
duda de poder transformado. El conocimiento sociológico debe ser
crítico para ello.
En los textos se presenta la disputa de Theodor VV.Adorno y
jürgen Habermas con el racíonalísmo crítico de Karl R. Popper. Esta
disputa arroja alguna luz sobre lo que se ha de entender por dialéc-
tica que más que un método propiamente es un estilo de pensar. Nos
encontramos aquí con un nuevo tipo de racionalidad crítica, diferente
de los presupuestos del racíonallsmo popperiano.
La racionalidad que se presenta en estos textos quiere ser crítica
de los presupuestos que el científico empírico-positivista no cuestío-
na, a saber, el carácter contradictorio racional e irracional de la

225
sociedad; la necesidad imnerante
~ de resituar los hechos en una tota-
1 . . "-J ] '. o, "
1" -,' •
noao sociar para que contengan senUC10; la mreraccion constante que
se da entre el sujeto y el objeto en las ciencias humanas y sociales.
La vracríttcano es meramente formal: sino material.isi sus concep ..
tos han de ser: verdaderos, entonces una sociología crítica no puede
ser sino crítícade la sociedad.
Aquí, nos encontramos ante un circulo en el estudio de las cien-
cias humanas y sociales: el Investigador forma parte de esa sociedad
que se propone estudiar y que desempeña un papel decisivo en él y
hasta configurador, y el investigador, a su vez, influye en la socie-
dad.Este circulo debe esclarecersehermenétlticarnente.
l Habermas hamostrado en sus obras mediante él análisis de la
acción comunícativa que existe un a prior! en toda acción humana y
social. y por ende, en toda investigación, a saber, la comunidad
comuntcativa o la íntersubjetivldad. El pensamiento es posible gra-
cias.al-Ienguaje.ique es social. Al analizar este a priot! desvelamos las
condiciones universales de posibilidad de la comprensión y hasta de
la explicación científica. Más que de la contraposición entre explica-
ción-c0m.prensión,habria que hablar de "explicación y comprensión"
COB10 algo complementario.

1. SC)BRELA LÓGICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES:


TI-lEODOR W. ADORN"O

Theodor v«, Adorno, nació en Frankfurt en


1903. Murió en 1969. Hijo de un rico comercian-
te judío de vinos y una cantante corsa de fama
internacional.
Si alguno de los representantes de la Teoría
Crítica de la Escuela de Frankfurt puede recibir
el apelativo de genio polifacético, ése es Adorno.
Espíritu refinado yelitísta: musicólogo, analiza
tanto a Bach como a Schonberg, a Mahler y Wagner. Filósofo que se
confrontó con Kant, Hegel, Marx, Kierkegaard o Husserl. Crítico li-
terario, psicólogo, sociólogo y músico aficionado.
Adorno fue un estrecho colaborador de Max Horkheimer. Escri-
bieron juntos Dialéctica de la Ilustrecián, Madrid. Trotta, 1971 y se
puede decir, en general, que piensan al unísono.
Siguiendo una característica de la Teoría Crítica utilizó más el
ensayo y el aforismo que las obras sístematízadas. Su desconfianza

226
frente a los sistemas cerrados y su énfasis en 10 particular leempu-
jaban a ello.
Se pueden considerar COD10 sus obras más completas y de madu-
rez:' Dialéctica negativa. Madrid, Taurus, 1974; Teorie estética, Madrid,
Taurus, 1980. Asimismo son dignas de atención su Sociologia (con
Horkheímer). Madrid, Taurus, 1971; Terminología filosófica 1 y II,
Madrid, Taurus, 1976.
La VIsión del concepto de lógica de la ciencia 1 que se expone a
continuación es para Adorno mucho más amplio que el de Popper,
pues tiene más presente el método concreto de la sociología que las
reglas generales del pensamiento, la lógica deductíva. El auténtico
conocimiento sociológico es crítico y da cuenta de la totalidad, en-
tendida. como dialéctica, a saber, la descripción de contradicciones
reales de la sociedad. La sociedad es contradictoria y. sin embargo,
determinable: racional e irracional, es sistema y ruptura, naturaleza
ciega y mediación por la conciencia.

"La sociedad es un proceso total, en el que los hombres abarcados,


guiados y configurados por la objetividad reínfluyen a su vez sobre
aquélla; la psicología se disuelve tan escasamente en la sociología
como el individuo en la especie biológica y en su historia natural. No
cabe la menor duda de que el fascismo no puede ser explicado tan
sólo por razones de orden psicológico-social, ni era ésa, a diferencia
de lo que, malentendiéndola, se ha dicho a veces, la intención de la
euthoritsrieti petsonelity; pero si el carácter vinculado a la autoridad
y necesitado de ella no hubiera estado tan extendido -por motivos
sociológicos no menos evidentes, a su vez- el fascismo difícilmente
hubiera encontrado en las masas la base necesaria para hacerse con
el poder en una sociedad como la de la democracia de Weimar.
La autonomía de los procesos sociales no es, en cuanto tal, un en
sí, sino que se basa en la cosificación: también los procesos enajena-
dos respecto de los hombres siguen siendo inhumanos. De ahí que
la frontera entre ambas ciencias sea tan escasamente absoluta co-
mo la existente entre sociología y economía, o entre sociología e his-
toria. La visión de la .socíedad como totalidad no deja de implicar asi-
mismo la necesidad de que todos los momentos efectivos en dicha

I Th. VV,Adorno: "Sobre la lógica de las ciencias sociales", en Th. VV.Adorno/K.


R. Popper/R. DahrendorflJ, Habermas /H. Albertz H. Pílot y otros.. La disputa del
positivismo en la socioiogie alemana. Barcelona. Críjalbo, 1973, pp.136-138.

227
totalidad, y en modo alguno totalmente reducibles unos a otros, en-
tren en el conocimiento: no tienen 'por qué dejarse aterrorizar por la
división científica del trabajo. La preeminencia de 10 social respecto
de lo humano-individual se explica a partir de la cosa, de esa impo-
tencia' del individuo respecto de la sociedad, que para Durkheirn
constituía, p r-ec s am e nt e , el criterio
í de los Ieits socieux. La
autorreflexión de la sociología también debe estar, no obstante, pre-
cavida YV,igilante respecto de la herencia histórico-científica, que
incita una y otra vez a exagerar las autarquías de las ciencias más
. jóvenes y en Europa todavía no aceptadas con igualdad de derechos
por la univetsites litersrum.
Señoras y señores, en la correspondencia que sostuve con él pre-
viarnente a la formulación de mi coponencía. el señor Popper defí-
nióIa diversidad de nuestras posiciones en los siguientes términos:
en su opinión, vivimos en el mejor de los mundos jamás existentes
-yo, en cambio, me niego a creerlo así. En lo que a él corresponde,
ha exagerado, sin duda, un poco, en aras del efectismo de la discu-
sión. Establecer diferencias en el grado de maldad de sociedades de
épocas diversas no deja de ser algo precario; me cuesta mucho acep-
tar que no todas hayan sido superiores a la que hizo posible
Auschwitz, y por lo menos en este punto, Popper me ha caracteriza-
do con fidelidad indiscutible. Sólo que para mí, la diferencia es
decidíble y no 10 es simplemente de puntos de vista: arribos podría-
mos sustentar igual postura negativa respecto de la filosofía del punto
de vista y. con ello, también respecto de esa misma sociología.
La experiencia del_carácter contradictorio de la realidad social no
• t~."-._.-,~,. •.~~._~ __ ~"",~ _",",,,~~-=--"_...
••..• _~

puede ser considerada como un punto de partida más entre otros


varios posibles, sino que es el motivo constituyente de la posibilidad
de la sociología en cuanto a tal. Únicamente a quien sea capaz de
i ma g in ar se una sociedad distinta de la existente podrá ésta
convertírsele en problema; únicamente en virtud de lo que no es se
hará patente en lo que es, y ésta habrá de ser, sin duda, la materia
de una sociología que no desee contentarse -como, desde luego, la
mayor parte de sus proyectos- con los fines de la administración
pública y privada. Quizá quede aludido con ello el motivo por el que
en la sociología, en su condición de ciencia particular, no hay lugar
para la sociedad. El proyecto de la nueva disciplina venía sustenta-
do en Cornte por la voluntad de proteger las tendencias productivas
de su época -el desencadenamiento de las fuerzas productivas- del
potencial destructor, que ya entonces iba madurando en ellas. Y lo

228
cierto es que a pesar del tiempo transcurrido, no se ha producido
cambio alguno en esta situación de partida de la sociología; es más,
se ha agravado en extremo -y la sociología debería reservarse esta
evidencia.
El archtposittvísta Comte era perfectamente consciente de ese ca-
rácter antagonístíco de la sociedad -en su opinión, realmente decisi-
vo-, al que en su ulterior evolución, el positivismo ha intentado anu-
lar -o escamotear- corno simple especulación metafísica, dandolugar
a las extravagancias. de su fase tardía, que han vuelto a evidenciar
lo intensamente .que la realidad social ha puesto en solfa las preten-
siones de aquellos cuya profesión es, precisamente, apurar el cono-
cimiento de la misma.
Entretanto ocurre que la crisis, por la que la sociología ha de mos-
trarse no afectada, ya que no es la del orden burgués tan sólo, sino
una crisis tal que amenaza literalmente la subsistencia física de la
sociedad entera. Frente a la increíble prepotencia de las circunstan-
cias, ahora evidente en-toda su desnudez, la esperanza, alentada por
Cornte, de que la sociología pudiera guiar el poder social, se ha re-
'velado como ingenua -salvo, desde luego, que se decida a facilitar
planes y proyectos a los poderes totalitarios. En su renuncia a una
teoría crítica de la sociedad, la sociología adopta una postura de re-
signación: no hay valor para pensar el todo porque se duda de po-
der transformado.
De ahí que si la sociología aceptara reducirse exclusivamente al
conocimiento de iects y figures en beneficio de lo establecido, seme-
jante progreso en la carencia de la libertad acabaría por menoscabar
progresivamente. condenandolas a la irrelevancia. incluso a esas in-
vestigaciones de detalle con las que se hace la ilusión de triunfar sobre
la teoría.
La ponencia de Popper acaba can una cita de jenófanes, síntoma
indudable de que esa separación entre filosofía y sociología, que hoy
tanto ayuda a la tranquilidad de las almas, le satisface tan escasamen-
te como a mí. Pero también jenófanes era, a pesar de la ontología
eleática, un ilustrado; no en vano encontramos ya en él esa idea
=nuevamente rastreable en Anatole France-. de acuerdo con la cual
si una especie
~ animal -pudiera renresentarse
~ a una divinidad, 10 ha-
ría con su propia imagen. Este tipo de crítíca es tradicional en la Ilus-
tración europea desde la Antigüedad. Su herencia ha recaído hoy, en
no escasa medida, en la ciencia social. Apunta a la desmitologizacíón.
Que no es, desde luego, ningún concepto teorético, ni equivale tam-

229
poco a una ciencia iconoclasta que al acabar con la diferencia entre
10 verdadero y lo no verdadero destruye también el abismo entre lo
cabal y lo falso.
En su lucha contra la magia, la Ilustración se propone =eri virtud
de su propia esencia- liberar a los hombres de todo encantamiento;
. del de los demonios, ayer, y hoy de los que sobre ellos ejercen las
relaciones humanas. Una Ilustración que se olvida de esto y, en su
desinterés, deja en su lugar -intacto- el viejo encantamiento, agotan-
dos e en la elaboración de aparatos conceptuales manejables, comete
sabotaje contra sí mismo incluido ese concepto de verdad que Popper
opone a la sociología del conocimiento. En el concepto enfático de la
verdad viene comprendida también la disposición cabal de la socie-
dad, por poco que pueda ser esbozada como imagen de futuro. La
reductio ad homitiem en la que toda Ilustración crítica encuentra ins-
piración, tiene como sustancia a esos hombres a los que habría que
acceder en una sociedad dueña de sí misma. Enla actual, por el con-
trario, único índice es lo socialmente no verdadero".

Actividades reflexívas

l. ¿Qué quiere decir que la sociedad es un proceso total?


2. ¿Qué implica la visión de la sociedad como totalidad?
3. ¿Vivimos en el mejor de los mundos posibles?
4. ¿Qué quiere decir experiencia del carácter contradictorio de la rea-
lidad social?
5. ¿Cuál es el D1.0tivO constituyente de la posibilidad de la sociolo-
gía?
6. ¿Se puede renunciar a una teoría crítica de la sociedad?
7. ¿Cuáles serían las consecuencias previsibles de lo anterior?
8. ¿Cuál sería la crítica de la crítica de la renuncia?

230
2. TEORÍA ANA.LÍTICADE LA CIENCIA Y DIl-\LÉCTICA.
]ÜRGEl\f Hpt.BERMAS

Iürgen Haberrnas (1929-). Nació en Düsseldorf y


..•. estudió filosofíaen las universidades de Cotínga y
Bonn. Realizó el doctorado en la Universidad de
Marburgo y trabajó como profesor de filosofía en las
Universidades de Heidelberg y Frankfurt, en la cual
además impartió clases de sociología. De 1971 a 1980
dirigió el Instituto Max Planck de Starnberg y en 1983
regresó a la Universidad de Frankfurt para ejercer la
docencia hasta 1994, año en que se jubiló.
La obra de Habermas constituye un ataque radical a la idea de que
el positivismo, la ciencia y la investigación modernas son objetivas.
Opina que la ciencia y la tecnología están más bien regidas por va-
lores e intereses que a veces contradicen la búsqueda desinteresada
de la verdad. Haberrnas sostiene que la sociedad tecnológica y el
consiguiente aumento de la burocracia han servido, entre otras co-
sas, para perpetuar las instituciones del Estado y despolitizar a los
ciudadanos. De esta forma la razón y la ciencia se han convertido en
herramientas de domíriacíón más que de emancipación.
Su principal contribución a la filosofía fue su teoría sobre la racio-
nalidad, es decir, la habilidad para pensar de forma lógica y analíti-
ca. Habermas imagina un futuro en el que la razón y el conocimien-
to trabajen en pro de una sociedad mejor. En ese futuro, la
comunícacíón humana no debería estar sujeta a la dominación del
Estado y los ciudadanos racionales deberían poder actuar en la so-
ciedad de forma libre en el ámbito político. Sus obras más destaca-
das son: Historia y critica de la opinión pública (1962); Teoría y praxis,
(1963); La lógica de las ciencias sociales (1967); Conocimiento e interés
(1968); Ciencia y técnica como ideología (1968): La lógica de las ciencias
sociales (1970); La reconstrucción del meteruslismo histórico (1976) y Teo-
rie de la acción cotnunicetive (1981).
J. Haberrnas, representante influyente de la segunda generación
de la Escuela de Frankfurt y Prernío Príncipe de Asturías 2003 de las
Ciencias Sociales, defiende una teoría critica de la ciencia dentro del
concepto de la sociedad entendida como totalídad dialéctica. La so-
ciedad se ha de comprender dialécticamente a p'artir~aeuña herrne-
néutíca. Una teoría dialéctica de la sociedad afirma la._depen~;;.~tª,=
e de los fenómenos particulares resQe.ft9.
",.,......=.
q.~_t~JotaHda~::L
..
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_~<n. •• - ""-"""r

231
Teoría analítica de la ciencia y dialéctica 2

"La exigencia, sin embargo, de que la teoría, en su constitución, y


el concepto, en su estructura, se adecúen él la cosa, y que la cosa se
imponga en el método por su propio peso. no puede, en realidad. ser
hecha efectiva más allá de toda teoría rnodelizadora sino
dtalécticarnente. El aparato científico tan sólo arroja luz sobre un
determinado objeto, de cuya estructura debe haber entendido algo
previamente, por otra parte, en el supuesto de que las categorías
escogidas no queden fuera del mismo. Este círculo no puede ser sal-
vado mediante inmediatez apriorístíca o empírica alguna de la vía
de acceso; sólo cabe revisado y remediado díaléctícarnente a partir
de una hermenéutica natural del mundo social de la vida.
La Interrelación hípotétíco-deductíva de enunciados es sustitui-
da por la explicación hermenéutica del sentido; en lugar de una co-
rrespondencia biunívoca entre símbolos y significados, unas cate-
gorías, previamente comprendidas, que obtienen sucesivamente, y
de manera inequívoca, su determinación en virtud del valor de su
posición en el conjunto desarrollado; los conceptos de forma
relacíonal ceden su puesto a otros capaces de expresar a un tiempo
sustancia y función. A las teorías de este tipo más ágil les es posible
aprehender reflexivamente en la organización subjetiva del aparato
científico, de tal modo que ellas mismas pueden seguir siendo con-
sideradas como un momento del conjunto objetivo que someten a su
vez a análisis [...].
Desde este ángulo, una teoría dialéctica de la. sociedad procede
hermenéuticamente. La intelección del sentido.. al que las teorías
empírico-analíticas sólo conceden un valor heurística, les es consti-
tutiva. Comienza por obtener ya sus categorías a partir de la propia
conciencia situacional de los indivfdu'os"que"actúan; en el espíritu
übjeHvC; aEt'uñmuñao"sociarae'Ia-'vIa~tse articula el sentido al que
la interpretación sociológica viene referida, de manera Identífícadora
y crítica a un tieillP~º~. ,~'--~~--~--,._
..._-..,"."
..
"·----ETpen'SáIñ"ientodialéctico no se limita a eliminar la dogmática de
la situación vivida mediante la forrnalización, antes bien, alcanza, en

2 J. Haberrnas: "Teoría analítica de la ciencia .Ydialéctica". en Th. W. Adorno/K.


R. Popper/R. Dahrendorfl]. Habermas/H. Alberr/'H. Pilot y otros: La disputa del
positivismo en la sociología alemana, Barcelona, Críjalbo, 1973. pp.150-151. 155-156. (Sin
notas).

232
su propio curso, ~L~i92~Qi~llY-~llleQl~_~i~Illii~ll=d~a través de las
instituciones vigéntes, por ·así decido, y lo suspende. Porque la de-
pendencia de estas ideas e interpretaciones de la suma de intereses
de un contexto objetivo de la reproducción social, impide aferrarse
a una hermenéutica subjetivamente comprensiva del sentido; una
teoría que, aspire a la comprensión objetiva del sentido debe dar
cuenta asimismo de esemoffie~t~-;-Z~fkacióñ~q~ecte
mafle-;;- tan~
<f~clusiWi~kia"CfelaarencíOn ae los métodos objetivizadores.
Corno la dialéctica se sustrae al objetivisrno, desde cuya perspec-
tiva las relaciones sociales existentes entre seres humanos histórica-
mente actuantes son analizadas de manera idéntica a como pueden
serlo las relaciones legales entre cosas, se libra también del peligro
de la Ideologización, peligro que subsiste durante el tiempo todo en
el que la hermenéutica mide y considera dichas relaciones de acuer-
do, simplemente, con lo que ellas subjetívamente se consideran a si
mismas" .

Actividades reflexivas

1. ¿Cómo se puede adecuar la teoría a la cosa?


2. ¿De qué círculo habla Habermas? ¿Cómo se puede salvar?
3. ¿Qué quiere decir explicación hermenéutica del sentido?
4. ¿Cómo procede la teoría dialéctica de la sociedad?
5. ¿Qué significa dialéctica y hermenéutica?

Lectura complementaría

Cortina, A~.,Crítica y utopis. La Escuela de Frenkiutt; Madrid, Editorial


Pedagógica, 1994.
Ciddens, A., et el., Hebetmes y la modernidad, Madrid, Cátedra, 2001.
McCarthy, TH., La Teoría Crítica de}. Hebermes, Madrid, Tecnos,
1987.

3. COl\TOCIl\!HENTO E Il'JTERÉS: JÜRGEl\J I-IABERl\AAS

Iürgen Habermas 3 distingue tres categorías de procesos de inves-


tigación: .~a~~~~~~!Ei<;o-~n§JitL~,
".
las ciencias empírico-
~..,....~-==-=~=~=:.=-=--==>OCo-..,..
c.....•....

:l J.
Haberrnas. "Conocimiento e interés" en Ciencia y técnica como "ideología ".
Madrid. Tecnos, 1992. pp.168-172. (Sin notas).

233
hermenéuticas y las ciencias orientadas h~JaJa ..(,Lilic_ª":.Q __<;;_if-;ncias
de
~a's-:l\-
"'lél-á'cclón--s fsté má ti c~~~ieñd~Te corres po n de' u ;~-i-~t-~
;é;
a
'--c'ogñosCitivo~ sab-er:~ún interés técnico, un interés práctico y un in-
"-~~. ~-.~=-
.. -~ ";---"-'-~----- .....
-,-"",,"-~
....
--' ...
~
_~.!~~_;~~~,Ea~9!L~ . -
"Para tres categorías de procesos de investigación se deja dernos-
trar una conexión específica de reglas lógico-metódícas e inter~ses
qu~ul~n ~~~c~i~ntº. Esta es la tarea de una crítica d~-laci~'n-:'
~'aaque escape a las trampas del positívismo. En el ejercicio de las
ciencias empírico-analítícas interviene un interés técnico del conoci-
miento; en el ejercicio de las ciencias hístórico-hermenéuttcas inter-
viene un interés práctico del conocimiento, y en el ejercicio de las cien-o
cias orientadas hacia la crítica interviene aquel interés emencioetorio
del conocimiento que ya, como vimos, subyacía ínconfesadamente en
la ontología tradicional. Quisiera ilustrar estas tesis con unos cuan-
tos ejemplos paradígmátícos.
En las ciencias empírico-analíticas, el sistema de referencia que pre-
juzga el sentido de posibles enunciados científicos de tipo empíríco,
establece reglas no sólo para la construcción de teorías, sino también
para su contrastacíón crítica. La teoría consta de conexiones hipoté-
tico-deductivas de proposiciones, que permiten deducir hipótesis
legales pregnantes de contenido empírico. Esas hipótesis son suscep-
tibles de ser interpretadas como enunciados sobre la covarianza de
magnitudes observables: bajo condiciones iniciales dadas, permíten
hacer pronósticos. El saber empírico-analítico es, por tanto, posible
saber pronóstico. Pero el sentido general de tales pronósticos, vale ,w

decir, su viabilidad técnica, se sigue exclusivamente de las reglas


segúQ las cuales aplicamos las teorías a la realidad.
En las observaciones controladas, que toman a menudo la forma
de experimentos, provocamos las condiciones iniciales y medimos el
éxito de las operaciones así realizadas. Pues el empirísmo quisiera
asegurar la claridad objetiva en las observaciones expresadas en las
proposiciones básicas: a este respecto debe darse algo que sea inme-
diatamente evidente de modo accesible y sin intervención subjetiva.
La verdad es que no son las proposiciones básicas reflejos de los
hechos en sí; más bien traen a expresión éxitos o fracasos de nues--
tras operaciones. Pudiéramos decir que los hechos y las relaciones
entre los hechos se captan descriptivamente; pero este modo de ha-
blar no debe ocultar que los hechos de experiencias científicas rele-
vantes se constituyen como tales merced a una organización previa

234
de nuestra experiencia en el círculo de funciones de la acción instru-
mental.'""· .
Tomados a la vez ambos elementos, la construcción lógica de los
sistemas de enunciados permitidos y el tipo de las condiciones de
contrastación sugieren la siguiente interpretación: que las teorías cien-
tíficas de tipo empírico abren la realidad bajo la guía del interés por
la posible seguridad informativa y ampliación de la acéTÓnde~éxITo
"-cor1troTado:-E'Stees el interés COgnitivo por la disponibilidad técnica'"
O'~af;¡;;Ocesosobjetívados. .. ..
Las ciencias bistorico-hermeneutices obtienen sus conocimientos en
otro marco metodológico. En ellas el sentido de la validación de
enunciados no se constituye en el sistema de referencia del control
de disposiciones técnicas. Los niveles de lenguaje formalizado y ex-
periencia objetívada aún no están diferenciados; porque ni están las
teorías construidas deductivamente ni tampoco están organiza-
das las experiencias atendiendo al resultado de las operaciones. Es
la comprensión de sentido lo que, en lugar de la observación, abre
acceso a los hechos. A la contrastación sistemática de suposiciones
legales corresponde aquí la interpretación de textos. Las reglas de la
hermenéutica determinan por tanto, el posible sentido de los enun-
ciados de las ciencias del espíritu.
A esa comprensión del sentido, a la que deben ser dados como
evidentes los hechos del espíritu, ha anudado el historicismo la ilu-
sión objetívísta de la teoría pura.y~~ce <:.?mo~~.~l ins~rpr~te se sL,
tuase en eLhorizq~el mundo· o deLlenguaje, horizonte del euaJ
."""'extraesu sentido un hecho histórico_ transmtndo. También aquí se
CC)ilSffiuyé-ñ los hechos sólo por relación a los patrones de su consta-
tación. Así como la autocomprensión positivista no se hace expresa-
mente cargo de la conexión de operaciones de medición y controles
de resultados, así también olvida esa precomprenslón adherida a la
situación inicial del Intérprete, a través de la cual el saber herme-
néutica siemnre está transmitido. El mundo del sentido transmitido
A

se abre al intérprete sólo en la medida en que se aclara a la vez el


propio mundo de. éste. El que comprende mantiene una comunica-
ción entre los dos mundos; capta el contenido objetivo de lo trans-
mitido por la tradición y a la vez aplica la tradición a si mismo y a su
situación.
Pero cuando las reglas metodológícas unen de este modo la inter-
pretación con la aplicación, se sugiere la siguiente interpretación: que
la investigación hermenéutica abre la realidad guiada por el interés
de conservar y ampliar la íntersubjettvídad de una posibl~.9~r~~l].-
síon orientadorade l,? 3i.¿lQn. La cornprensión de sentido dirige su
~"e'stñ~ict·u~aha¿ia
unaautocomprensión
,~~- ~~ _= ~,,~_..---""'__.-"""-"-_.
-_. __ _~-_._.
- ~ '._. .~.~--
elpQsibl~.f.2Elsenso de los actuantes en el marco ~!~
transmitida. A esto lo llamamos, a diferencia
..
o ••~

~.~--~ . ---""_ ---~.- ~.

del técnico:~er-interés práctico del conocimiento.


Las ciencias de la acción sistemáticas -3 saber, economía, sociología
y polftica- tienen como m~ta, al igual que las ciencias empírico-ana-
líticas de la naturaleza, la producción de saber nomológícc.
. Una ciencia social crítica no se contenta obviamente con esto. Se F
~esfuerza p.or~.mif1ar CUál::!.~Olas ~roposi~iolnes te~!~ __ ~0an l~::- l
..
tI galídades lnvanante~ __ ?e ~~~ :?.~~alJ~7_ cuanap c~tanE~l~clon~s de~
M aepende-rrc:!~::.~!~~~am~n!~_fjJadas, pero en principio susceptibles!
~1~de'ciml)i6-. Mientras éste sea el caso, la critica de las uieologies cuenta I
1
, -ríel mismo modo, por 10 demás, que el psicoeueltsis-: con que la in-
"

formación sobre nexos legales desencadene un proceso de reflexión


en el afectado; con ello, el estadio de conciencia irreflexíva, que ca-
~
racteriza las condiciones iniciales de semejantes leyes, puede ser cam- I
,
biado. Un conocimiento crítícamente mediado de las leyes puede por ~
I
;

~
este camino colocar a la ley misma, merced a la reflexión, no cierta-
mente fuera de la validez, pero sí fuera de la aplicación.
El marco metodológico que establece el sentido de la validez de
esta categoría de enunciados críticos se puede explicar en términos
del concepto de~~sutorreilexion. .. Ésta libera al sujeto de la dependen-
da de poderes hipostasiados. La autorreflexión está determinada por
un interés cognitivo emancipatorio. Las ciencias críticamente orien-
tadas lo comparten con la filosofía".

Actividades reflexivas

l. ¿Cuántos tipos de ciencia existen? t "

i
2. ¿Qué intereses cognoscitívos les ordena Haberrnas? ~
i
3. ¿Es posible caracterizar cada ciencia y establecer ejemplos de cien-
cia concreta?
4. ¿En qué consiste la autorreflexión? í
~
,
5. ¿Cómo se llega a la emancipación?

236
Lectura complementaría

Mac Carthy, T., La teotie critica de]. Ha berm as, Madrid, Tecnos, 1987.

4. LA COMUNIDAD DE COMUl'JICACIóN COMa


PRESUPUESTO TRASCENDENTAL DE LAS CIENCIAS
SOCIALES: I<ÁRL OTTO i\PEL

K. O. ApeL nacido en 1922, es profesor de filosofía


en Frankfurt. Buen conocedor de la tradición herme-
néutica alemana, se ha ocupado últimamente de la
obra de C.S. Peirce y el pragmatísmo americano, así
como de la filosofía de Wittgenstein, aproximándose
en sus análisis del ..a prtorí" de la "comuní dad
comunícatíva" a los planteamientos de 1. Habermas.
Su obra más reciente se ocupa del problema de la fundamentacíón
de las ciencias del espíritu.
A este objetivo ha dedicado algunos ensayos críticos a la obra de
K. Popper y H. Albert (ver "El problema de la fundarnentación últí-
ma filosófica a la luz de una pragmática trascendental del lenguaje ",
en Dienoie, México, FCE, 1975, 140-173) Y al intento de G. H. van
Wright (Explicación y comprensión) en una obra no traducida: Die
Erkléreti- s/ersteben Kentroverse in transzendental pragmatischer Sicht,
Suhrkamp, Ffm. 1979. En castellano se puede leer su obra Trensior-
mecion de la Filosofía, 2 vols., Madrid, Taurus, 1985.
Para Apel, la respuesta a la pregunta por el sujeto trascendental
de la ciencia debe estar mediada por el reconocimiento del valor tras-
cendental del lenguaje y, por tanto, de la comunidad lingüística.

La. comunidad de comurricacién como presupuesto trascenclen-


tal de las ciencias sociales."

"En rigor, el titulo del presente trabajo debería ser el siguiente: 'El
juego lingüístico trascendental de la comunidad ilimitada de comu-

4 K. o. Apel. "El a prior! de la comunidad de comunicación". en La trenstormecion


de la filosofía, vol. 2, Madrid, Taurus, 1985, pp. 209-212. (Sin notas).

237
nicacíón C01TIO condición de posibilidad de las ciencias sociales'. Con
este titulo quiero esbozar, desde un comienzo, dos tesis:
1) Frente a la lógica de la ciencia (Logic o[ Science), dominante hoy
en día, considero que toda teoría filosófica de la ciencia debe respon-
der a la pregunta kantíana por las. condícíones trascendentales de 4F.~~-""-~~~"'~_.- _._-- .••..••.
--~. "'"'=«<--.--'<' .••.••••

p~idªd y-'y.ª}ide~ºiL~j~nC~?~
2) Sin embargo, frente a los defensores de un kantísmo ortodoxo.
considero también que,' hoy en día, la respuesta a la pregunta
kantiana no nos remite a la filosofía kantíana de una 'conciencia en
general' trascendental. Antes bien, creo que la respuesta a la pregunta
por el sujeto trascendental de la ciencia debe estar mediada por la
auténtica adquisición de la filosofía en este siglo: por el reconocimien-
to del valor trascendental del lenguajey,
-..=;""_ ••..,'-.•....
,..-- ..•-.,,... ,
por tanto, de la comunidad
_-,,"_m......,....,-,...--
'-~".t>'~~"''''''.~'''''''-'''''''"'''''''''''''''''''''''''''''''<t1>O''''«''''~'''''''''''''''''.''''''''''''_''''.''_'''''-r ••••••'''''.,,,.,..
•• ~rlé:i.'!" .••••.•.
lingüística.· .. .
".--~,o<No éreo que la pregunta
por las condiciones trascendentales.de
posibilidad y. validez de la ciencia se identifique con la cuestión
de la posible deducción de teoremas en el marco de un sistema axío-
mátíco, que tenga que fundamentarse nuevamente a sí mismo. No
creo, por tanto, que esta pregunta deba conducirnos a un círculo ló-
gico, a un regressus ad infinitum o a establecer dogmáticamente princi-
pios últimos.
Tampoco creo que el planteamiento trascendental tenga que redu-
cirse -como en el mismo Kant - a 'justificar' la construcción clásica
de la teoría física o de la geometría euclidea aunque, aun suponien-
do tal restricción, sigue siendo relevante siempre que a la vez
relativicernos gnoseoantropológícamente la idea de 10 a priori. A mi
juicio, vista la transformación que realmente ha sufrido la problema-
tica gnoseológíca, convirtiéndose en problemática analítico-lingüísti-
ca, más bien es necesaria una redicelizecicn certesiene del planteamien-
to trescendentel, que ciertamente no permita -como todavía E.
Husserl- reducir la pregunta por la validez del sentido a la pregunta
cartesiana por la evidencia de mi conciencia.
Que la evidencia de la conciencia en sentido cartesiano, kantíano, e
incluso husserliano, es insuficiente para justificar la validez del 'co-
nocimiento', queda patente, por ejemplo, en el problema de la vali-
dez a prtori de la geometría euclidea en sentido kantiano o de las lla-
madas 'proposiciones sobre el color' en sentido husserliano. Por una
parte, es muy plausible que los axiomas de la geometría euclidea y
las 'proposiciones sobre el color' ('lo que es verde no es rojo' o 'lo
coloreado es también extenso') sean proposiciones sintéticas a prior},

238
puesto que podemos pensar de otro modo los correspondientes esta-
dos de cosas sin contradecírnos, pero no podemos representetnoslos
de otro modo.
Esta constatación fenomenologíca y gnoseoanrropológica se apo-
ya en mi evidencia Intuitiva ante los fenómenos individuales; pero,
precisamente por ello, no basta para Fund ame nt ar la velidez
mtetsubjetive a priori de la geometría euclidea y de las proposiciones
de color. Para ello es necesario, además, que mi evidencia Intuíriva
esté vinculada a un 'juego lingüístico' mediante reglas semantíco-
pragmáticas; es decir, que se constituya como 'paradígma' del juego
lingüístico, en el sentido del segundo Wíttgensteín.
Sólo entonces la evidencia de mi conciencia se convierte, mediante
acuerdo lingüístico: en- vaJ¡¡J;;~a--prj01=i-de ~;;unciados para nosotros y
<'-pu~econs1Cfe-;ars~-por tanto, como conocimiento vinculante a priori,
en el sentido de la teoría consensual de la verdad. Erigiendo como
paradigma de juego lingüístico -Irnplícíta o explícitamente- la evi-
dencia demí conciencia, se determina en cierto modo para la C001U-
nidad de comunicación e interpretación el sentido ergumentetivo de
la certeza representativa de cada conciencia. La determinación del
sentido en la síntesis comunicativa de la interpretación -no ya síntesis
de la apercepZ~ 70nstituye el'punta"""Wpre"m(;7-Ckant) de una fi-
losofía trascendental transformada semíótícamente,
A mi juicio, una filosofía trascendental moderna reflexiona, pri-
mariamente, sobre el,,-~_~Dt!Qqsl-~~~é?-XE.urv~nt~ciélll en~~n~Iª! y, por
consiguiente, también sobre las",ir~.912~'§ de dicbo sentiqo. Sea
cual fuere la posición de quien argumenta, esto constituye para él
evidentemente 10 último, lo urebeseble. Junto con la argurnentación (y
esto significa. incluso, junto con cualquier duda por radical que sea
que, en cuanto duda, tenga sentido), el que argumenta ha estableci-
do y reconocido irnplícitamente los presupuestos trascendentales de
la teoría del conocimiento y de la teoría de la ciencia: el juego lingüís-
.==-- .- ... ---- -,
tico trascendental de una comunidad crítica e ilimitada de comiirií-
~------,-------
cacllin- ~-----_. -.. - --,.. ..---_ _ .._----------------~ --=--------.
p'- •.•
,.•
..
,..,-

Tomando a Kant como punto de partida, podríamos decir lo si-


guiente: en la 'síntesis de la apercepcíón'. en la que el yo pone a su
objeto y -al miSITI0 tiempo- se pone a si mismo como pensante, el yo
se ha identificado a la vez con la comunidad trascendental de cornu-
nícacíón, que es la única que puede confirmar la validez del sentido
de su autoconocimíento y de su conocimiento del mundo. Sin este
presupuesto trascendental, sobre el que Kant y Fichte no reflexiona-

239
ron, el conocimiento no podría convertirse en argumento; conservaría
en cierto modo el status de certeza vivencial. ciega para el sentido,
como la vivencia de dolor mc rarnerite privada que, según
Wittgenstein, puede 'suprímírse' cuando se trata del acuerdo sobre
mi dolor o tu dolor.
Así pues, cuando se trata de Iundementecián última mediante .re-
-tlexion trascendental, quien filosofa no necesita elegir una comunidad
crítica de comunicación a la qué pertenecer. ni dogrnaticamente ni
mediante una 'decisión irracional' (K; Popper) porque, como parti-
cipante en la argumentación, ha reconocido ya siempre implícitamen-
te el presupuesto de la comunidad crítica ilimitada de comunícacíón.
Sólo puede explicítar este presupuesto más o menos adecuadamen-
te y fortalecer voluntariamente las normas que en él se contienen, o
fracasar en la tarea de conocer trascendentalmente, o rechazar volun-
tariamente, por oscurantístas. las normas del juego trascendental del
lenguaje.
Sin duda, esta última sería una opción 'irracional' que, llevada
consecuenternente a cabo, destruiría también la posibilidad de
autocomprenslón solitaria y, por tanto, de autotdentífícacíón. Es
imposible decidir a favor o en contra de las normas del juego lingüís-
tico trascendental desde una posición externa al juego lingüístico;
negar esto constituye el error básico del solipsismo metódico. Única-
mente puede optar por la autoafírmacíón o la autonegacíón un yo que
presuponga ya la comunidad de comunicación: aquí radica la liber-
tad de elección del hombre finito, que ya no puede fundamentarse
ulteriormente y a la que debemos recurrir, sin duda. para realizar
prácticamente la comunidad crítica de comunicación, ya siempre pre-
supuesta" .

Actividades reflexivas

1. ¿A qué pregunta debe responder toda teoría filosófica de la cien-


o
CIa.
?

2. ¿A qué remite la respuesta de la pregunta kantíana?


3. ¿Qué quiere decir "a príorí ", "trascendental",
"juego lingüístico"?
4. ¿Por qué la evidencia de mi conciencia es insuficiente para justi-
ficar la validez del conocimiento?
5. ¿Cuál es el punto supremo de una filosofía trascendental trans-
formada semíóticamente?

240
,
6. ¿Qué quiere decir el autor con "juego lingüístico trascendental de
una 'comurridad crítica e ilimitada de comunicación "7
"

Lectura complementaria
";
Cortina, A., "Razón comunicatíva y responsabilidad solidaria", en K.
O. Apel, Ética y politice, Salamanca, Sígueme, 1988.

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