Trastornos de La Inclinación Sexual

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INDICE

PÁG.

Introducción …………………………. 2

Trastornos de la Inclinación Sexual …………………………. 4

Historia de los Trastornos de Inclinación …………………………. 4


sexual/Parafilias
…………………………. 4
Historia …………………………. 4
La Biblia …………………………. 5
Grecia y Roma …………………………. 5
Siglos XVI a XVIII …………………………. 6
Siglo XIX …………………………. 6

Concepto …………………………. 8

Formas de parafilia o trastornos de …………………………. 12


inclinación sexual:

Voyeurismo …………………………. 14
Exhibicionismo …………………………. 15
Frotteurismo …………………………. 16
Masoquismo sexual …………………………. 17
Sadismo Sexual …………………………. 17
Pedofilia o Paidofilia …………………………. 18
Fetichismo …………………………. 18
Travestismo …………………………. 19
Otro trastorno parafílico especificado …………………………. 20
Trastorno parafílico no especificado …………………………. 21

Etiología …………………………. 22

Tratamiento …………………………. 23

Conclusión …………………………. 24

Referencias Bibliográficas …………………………. 26

1
INTRODUCCIÓN

El comportamiento sexual es el área de la conducta humana en la


que es más difícil establecer el límite entre lo normal y lo anormal, pues no
existen referencias externas que permitan establecer puntos de corte claros,
en virtud que estos están en buena parte determinados por el contexto social
y cultural en el que se desenvuelve el sujeto, además de su propio criterio
personal. En el presente trabajo de investigación, desarrollado en la unidad
curricular Psicopatología Criminal, se estudiaran los “Trastornos de
Inclinación Sexual o parafilias”, refiriéndose a las intensas y repetidas
fantasías sexuales, impulsos o conductas sexuales que generalmente
implican objetos no humanos, sufrimiento, humillación propia o del
compañero, niños o personas que no consienten, durante al menos seis (06)
meses.
Si hay una conducta sexual sujeta al estigma, esta es la parafilia.
Etiquetados como perversión, desviación o aberración, rechazados por la
sociedad y en ocasiones despreciados por sí mismos, los parafílicos han
recorrido un largo y espinoso camino hasta ser reconocidos como enfermos
por las clasificaciones nosológicas psiquiátricas. De hecho no fue hasta 1980
que aparece el término parafilia en el DSM-III reclasificado en los trastornos
psicosexuales. Acuñado el término a partir de la conexión de las palabras
griegas “pará” cerca de y de “philein”, amar, podríamos considerar parafílicos
a aquellos sujetos cuya activación sexual es ante objetos, sujetos o
situaciones que no forman parte de las pautas normativas habituales de
excitación sexual. Los parafílicos están sujetos a fantasías o realidades
sexuales realmente insólitas, extrañas y relativamente pocos comunes que
se convertirán en el foco principal y, a veces, exclusivo de su
comportamiento erótico.

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En la CIE-10 (2) los criterios son fundamentalmente tres (F66): 1)
Impulsos sexuales y fantasias de carácter recurrente e intenso que implican
objetos y actividades inusuales; 2) actúa de acuerdo a los impulsos o siente
un marcado malestar a causa de estos y 3) la tendencia se ha presentado al
menos durante seis meses. El término “parafilia” es epígrafe propio del
DSM-IV, denominándose en la CIE-10 como Tratornos de inclinación sexual.

La tendencia global de las parafilias es hacia la insistencia, la


resistencia a la excitación de sus fantasías y acciones reales y una
dependencia que recuerda la de los toxicómanos (adicto al consumo de
drogas), lo cual se ha prestado a confusión con las adicciones sexuales. No
se deben confundir nunca los actos parafílicos ocasionales a los que se
entregan algunas parejas que desean imprimir algo de variedad en sus
técnicas sexuales habituales. Morder, arañar, observar desnudar al
compañero, es algo relativamente habitual y totalmente inocuo en el
comportamiento sexual normativo.

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TRASTORNOS DE LA INCLINACIÓN SEXUAL

I. Historia de los Trastornos de Inclinación sexual/Parafilias:

 Historia:

La historia de la parafilia es tan antigua como la del hombre y, tal


vez, constituya uno de los que más curiosidad e interés haya despertado, en
todas las épocas de la humanidad. Desde Adán y Eva, se ha estado
restringiendo el que suele ser sin límites al comportamiento sexual de los
humanos. Según cada cultura o cada religión, así se permitían o se
castigaban las costumbres sexuales de una época dada.

Por ejemplo, las relaciones sexuales con animales (zoofilias), son prácticas
realizadas en personas del campo y no eran consideradas como algo malo;
en cambio, en personas que viven en las ciudades, esta actividad puede
considerarse como una enfermedad mental.
Han surgido otras parafilias o se han ido trasformando, debido a los cambios
que hay en las sociedades; así encontramos que cuando apareció el teléfono
surgió una nueva parafilia cuando realizan llamadas obscenas (escatología
telefónica), lo mismo sucede con la computadora y otros medios.

 La Biblia:

Las “relaciones sexuales prohibidas” son mencionadas en las


Epístolas de San Pablo en cuatro oportunidades: Corintios 6:9 y 6:19,
Timoteo 1:10 y Hebreos 13:4.

Ya en el Viejo Testamento, en el Levítico, en el Capítulo 18:22, se


hace mención a la homosexualidad, a la zoofilia en el 18:23 y al incesto en el

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18:6. En el Deuteronomio se hace referencia al travestismo masculino y
femenino en 22:5.

San Pablo en las Epístolas, retoma el tema de la homosexualidad


en Romanos 1:24, Corintios 6:10 y Timoteo 1:10 y sobre los afeminados en
Corintios 6: 9.

Yavé habla de actos sexuales “infames, “abominables”,


“maldades”, “actos pecaminosos”, “costumbres horribles”. Es decir, las
parafilias y variantes sexuales no son problemas nuevos.

 Grecia y Roma:

El estudio racional y sistemático del comportamiento sexual humano


data de los griegos antiguos. Médicos como Hipócrates y los filósofos Platón
y Aristóteles, los cuales pueden ser considerados como los antepasados
legítimos de la investigación sexual.

Estos hicieron observaciones extensas y ofrecieron las primeras


teorías elaboradas con respecto a las respuestas y disfunciones sexuales, la
reproducción y la anticoncepción, el aborto, la legislación de la sexualidad y
la ética sexual.

En la Roma Imperial, médicos griegos como Sorano y Galeno


avanzaron y sistematizaron el conocimiento sexual antiguo. El trabajo de
estos, alternado con el de eruditos islámicos posteriores, dedicó una atención
especial a las cuestiones sexuales

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 Siglos XVI a XVIII:

Los manuscritos griegos y romanos reeditados, se convirtieron en


textos de lectura en las escuelas médicas recién establecidas y estimularon
el renacimiento de la investigación anatómica en los siglos XVI al XVIII.

En el siglo XVIII con la influencia de la “perversión”, paso a ser


patrimonio del campo médico, privativo al sujeto. En este siglo tuvieron lugar
varias obras que permitieron avanzar en esta temática; como el libro escrito
por el médico Samuel Tissot, “Onanismo” (1760).

Tissot se convierte en el divulgador más influyente de los peligros


allegados a la masturbación y durante los siguientes 150 años, el miedo a la
“locura masturbatoria”, sigue siendo un factor dominante en la prevención de
la enfermedad y en la educación sexual del adolescente.

El Marqués de Sade, encarcelado en la Bastilla por acusaciones


morales, escribe secretamente las extrañas, indignantes y blasfémicas
fantasías de la masturbación (“The 120 Days of Sodom”). Todo esto inició
una discusión vigorosa y crecientemente secularizada sobre la ética sexual y
produjo los primeros programas públicos y privados sobre educación, nuevas
clasificaciones y documentaciones sobre el comportamiento sexual.

 Siglo XIX:

Las nuevas preocupaciones en cuanto a la sobrepoblación, la


psicopatía sexual y la degeneración, dieron lugar al concepto de
“sexualidad”. Estos condujeron a esfuerzos para obtener un conocimiento
intelectual más firme sobre un tema, que parecía crecer rápidamente y
hacerse cada vez más complejo.

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Los avances en la ciencia fueron los siguientes:

 En 1822 el filósofo y bibliotecario alemán Friedrich Karl Forberg, publica


su Manual Clásico de Doctrina Erótica, una colección de textos griegos
y romanos antiguos que refieren a una gran variedad de
comportamientos sexuales.
 Entre 1826-27 en Berlín, Wilhelm von Humboldt, proporciona una
clasificación neutral del comportamiento sexual humano, según sus
cuatro objetos posibles: 1. uno mismo, 2. el otro sexo, 3. el mismo sexo
y 4. animal.
 En 1843, el médico ruso Heinrich Kaan, en su libro Psicopatías
Sexuales, plantea una clasificación de enfermedades mentales
sexuales. Se comienzan a utilizar términos como “desviación”,
“aberración” y “perversión”.
 En 1857 el médico francés B. A. Morel, avanza en el concepto de la
“degeneración física y mental" que, entre otras cosas, explica la
“impertinencia sexual".
 En 1869 el escritor austriaco-húngaro Karoly Maria Kertbeny
(originariamente Benkert), acuñe la expresión “homosexualidad”,
significando más o menos lo mismo que el término de Ulrich “uranismo”.
Los “uranios” ahora son llamados “homosexuales”. El también se exige
una reforma de la ley.
 En 1870 el psiquiatra de Berlín Carl Westphal, publica la primera
historia clínica médica de la atracción erótica del mismo sexo, en su
revista Archivo de Psiquiatría y Enfermedades Nerviosas.
 A fines del siglo XIX Krafft-Ebing, integró las perversiones al dominio de
la psiquiatría, en su obra Psicopatías Sexuales (1886). Su mérito reside
en haberle dado a este estudio, el carácter de materia respetable,
porque ningún médico se atrevía a tomar a la sexualidad como objeto
de estudio. En su obra se refiere mayormente a cuatro categorías de

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desviación: Fetichismo, Homosexualidad, Sadismo y Masoquismo.
Aunque también hace referencia a Travestismo y Transexualismo,
Satiriasis y Ninfomanía, Exhibicionismo y Voyeurismo, Zoofilia,
Cleptolagnia (excitación o satisfacción sexual producida por el robo) y
Lolitaismo (preferencia sexual de la persona adulta por jóvenes
adolescentes).

II. Concepto:

La sexualidad humana es muy diversa y compleja en su forma de


expresión y a veces resulta difícil definir qué conducta es sexualmente
anormal. Sin embargo, la mayoría de las personas creen saber
discernir cuando una conducta sexual debe calificarse de anormal o normal.
Desde una óptica biológica la normalidad presupone adscripción a lo
natural o saludable; desde el prisma psicológico es anormal lo que genera
una sensación personal y subjetiva de congoja, aflicción o angustia o lo
que impide que una persona se comporte adecuadamente en
situaciones sociales ordinarias y en contextos ocupacionales comunes, y
desde el punto de vista estadístico la normalidad se reduce a un problema
de cuantificación numérica.

La persona que sufre trastornos de la inclinación sexual o parafilia


en dependencia del sistema de diagnóstico utilizado, se ve continuamente
interferida en sus actividades y responsabilidades por las ideas de alcanzar
la satisfacción sexual.

Irving Bierber, señala que: el término desviación encerraba un


concepto estadístico que implica una separación de la norma media
estadística. Después fue utilizado el término parafilia que en opinión de
Money el rasgo patognomónico (signos o síntomas que si están presentes

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aseguran que un individuo padece un determinado trastorno) consiste en que
la excitación sexual del sexo opuesto depende de una fantasía no
relacionada con la mera disponibilidad de una pareja sexual del sexo
opuesto que consientan las relaciones. También es considerado un síndrome
psiquiátrico con conductas estereotipadas.

Las parafilias reciben el nombre de trastornos de inclinación sexual


en el párrafo F- 65 de los trastornos mentales y del comportamiento,
descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico (CIE-10 / clasificación
de los trastornos mentales según la Organización Mundial de la Salud) en el
que se distinguen como entidades nosológicas fetichismo, travestismo,
exhibicionismo, escoptofilia, paidofilia, sadomasoquismo, trastorno múltiple
de la inclinación sexual y trastorno de la inclinación sexual sin
especificación. Sin embargo, el Manual de Diagnóstico y Estadística de los
desórdenes mentales en su cuarta edición (DSM-V-TR / clasificación de los
trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría) mantiene el
término de parafilias e incluye exhibicionismo, fetichismo, froteurismo,
pedofilia, masoquismo sexual, travestismo fetichista, voyeurismo y la
parafilia no clasificada en otra parte.

El término parafilia que proviene del griego παρά, pará: “al


margen de”, y φιλία, filía: “amor”, designa un comportamiento sexual en el
que la fuente principal de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna
otra cosa ajena a ella, aunque a veces pueda acompañarla. Las hoy
llamadas parafilias se corresponden en gran parte con los trastornos
descritos por Krafft-Ebing (psiquiatra alemán) en el siglo XIX, (exactamente
en 1886), con el nombre, hoy en desuso, de perversiones sexuales. Sin
embargo, ambas denominaciones son correctas; el término parafilias, por su
etimología, (al margen del amor), indica una actividad sexual que no busca la
unión amorosa ente los sexos. Y el término perversión sexual no puede ser

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más atinado porque expresa unos actos en los que el medio es utilizado
como fin; es decir, se busca únicamente el placer sexual de la excitación
genital como fin en sí mismo, cuando en realidad es el medio que utiliza la
naturaleza humana para la efusión del líquido seminal y la procreación, a
través de la unión amorosa de un hombre con una mujer.

En toda parafilia hay una desvinculación, total o parcial, entre


atracción sexual y excitación genital, lo que supone una sexualidad anormal,
en la que el individuo se pierde en la consecución de un placer genital ajeno
a la atracción entre dos personas, y solo se busca el estímulo excitante de la
genitalidad y el orgasmo generador de placer. La pareja, cuando participa en
el acto, es un simple objeto de placer; si el acto parafílico se produce sin la
presencia de otra persona, entonces vemos al individuo encerrado en sí
mismo en la búsqueda de un placer para disfrutarlo en solitario, que
necesariamente, dada la naturaleza social del hombre, hecho para amar, ha
de resultar insatisfactorio.

Las consideraciones acerca del comportamiento parafílico


dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar
determinados. Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las
parafilias. Para algunos autores, por concederle a la sexualidad un
significado lúdico o por otras razones de tipo cultural, los criterios del DSM-V
y CIE 10, deberían cambiar hacia una mayor laxitud, en aras a una
sexualidad “más libre” y “permisiva”, especialmente en aquellos casos en los
que no hay “daños” ni para el propio sujeto ni para otras personas. Tal ocurre
con ciertas asociaciones de paidófilos que reivindican la pedofilia como una
forma más de vivir la sexualidad y que, en consecuencia, debe ser aceptada,
según ellos, como algo natural por la sociedad.

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En sentido opuesto, el límite entre lo normal y lo enfermizo podría
cambiar hacia una mayor restricción. En tal sentido, y sin pretender incluir
como parafilias ciertas conductas sexuales, según los criterios del DSM-V o
CIE 10, hay motivos para afirmar que las hay muy próximas a dichos
trastornos, si nos atenemos a lo que hace humano el acto sexual; en otras
palabras, si una persona es atraída por otra y con ella busca la fusión
amorosa, el acto será normal; en cambio si lo que busca es exclusivamente
la excitación genital que conduce al orgasmo el acto deberá ser considerado
muy cercano a lo parafílico, (ajeno al amor). Por supuesto que esta
afirmación, por su simplicidad, puede provocar no pocas controversias,
especialmente si reparamos en los casos que incluiría; por ejemplo, una
relación amorosa hombre-mujer, por la práctica abusiva de los actos
sexuales consumados, pueden conducir a prácticas contranaturales, donde
fácilmente se descubre el elemento parafílico o desviado. Pero, incluso en
una relación coital por vía vaginal, también puede darse lo desviado si lo
genital (simple fricción mecánica) se impone al componente erótico; o dicho
de otra forma: cuando los estímulos de la atracción erótica hombre-mujer
quedan eclipsados por una impulsividad fuerte dirigida al placer genital; lo
cual no es excepcional hoy en día en la vida matrimonial o de pareja. Esta
anormalidad es mucho más frecuente en el hombre, permaneciendo la mujer
en estos casos en una situación incómoda y mal comprendida. Sus quejas
están llenas de fundamento, porque hay que aceptar como inhumano que el
marido la trate ignorando su propio sentir, y que incluso la viole, forzándola a
unas prácticas no deseadas. El victimismo de la mujer no es simple retórica
sino penosa realidad. Este criterio que expongo puede resultar exagerado,
sin embargo hay que recordar que ciertas prácticas sexuales, como el sexo
oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del
siglo XX; (actualmente se consideran prácticas no parafílicas, siempre y
cuando la actividad del sujeto no se limite a ellas).

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La característica esencial de la parafilia es la presencia de repetidas
e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de
comportamientos sexuales que por lo general engloban: 1) Objetos no
humanos, 2) El sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja, o 3)
Niños u otras personas que no consienten, y que se presentan durante un
periodo de al menos 6 meses. Para algunos individuos, las fantasías o los
estímulos de tipo parafílico son obligatorios para obtener excitación y se
incluyen invariablemente en la actividad sexual. En otros casos las
preferencias de tipo parafílico se presentan solo episódicamente (por ej.
durante periodos de estrés), mientras que otras veces el individuo es capaz
de funcionar sexualmente sin fantasías ni estímulos de este tipo. El
comportamiento, los impulsos sexuales o las fantasías provocan malestar
clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de
la actividad del individuo.

III. Formas de parafilia o trastornos de inclinación sexual:

En el DSM-V se etiquetan como parafilias, describiendo las


siguientes:
 Exhibicionismo
 Fetichismo
 Frotteurismo
 Pedofilia
 Masoquismo sexual
 Sadismo sexual
 Voyeurismo
 Travestismo fetichista

Por su parte, en la CIE-10, se refieren a trastornos de la


inclinación sexual, especificando los siguientes:

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 Fetichismo
 Travestismo fetichista
 Exhibicionismo
 Escoptofilia (incluye; voyeurismo)
 Paidofilia
 Sadomasoquismo (incluye: Masoquismo; sadismo)
 Trastornos múltiples de la inclinación sexual
 Otros trastornos de la iniciación sexual (incluye: Froteurismo;
necrofilia)
 Trastornos de la inclinación sexual sin especificación (incluye:
Desviación sexual sin especificar)

Diversos estudios llevados a cabo con amplias muestras de


varones adultos con intereses sexuales inadecuados señalan como más
usuales las parafilias que a continuación se enumeran, siendo de todas ellas,
con mucha diferencia, la pedofilia la más frecuente, seguida de
exhibicionismo, masturbación pública, fetichismo, froterismo y voyerismo.

La realidad enseña, igualmente, que en muchos casos se recurre a


estímulos de distintas clases, según investigaciones que vienen a desmentir
la creencia de que el sujeto limita su anormalidad a un solo tipo de parafilia.
De varios autores, colaboradores del “Tratado de Psiquiatría” de Gelder,
López Ibor y Andreasen (2003), se extraen esta relación de las principales
parafilias:
 Exhibicionismo o exposición de genitales ante extraños.
 Masturbación en público, como una variedad de exhibicionismo.
 Fetichismo o interés sexual por objetos inanimados.
 Frotterismo, o frotamientos con otras personas en contra de su
voluntad.
 Voyerismo u observación de personas en actos de intimidad.
 Zoofilia o actos sexuales con animales.
 Llamadas telefónicas obscenas.

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 Necrofilia, cuando la excitación se produce ante la presencia del
cadáver
 Masoquismo sexual, o necesidad de sentir daño físico corporal y la
humillación para la excitación genital.
 Coprofilia o excitación genital por las heces.
 Pedofilia, si la excitación es con niños.
 Violación, o excitación genital ante la resistencia de la mujer a ser
penetrada.
 Sadismo: a diferencia del masoquismo, la excitación se provoca ante
el dolor físico y humillación del otro.
 Fetichismo trasvestista, o excitación sexual al vestirse con ropas del
otro sexo.

En todas las variedades de parafilias el individuo es un esclavo de


su genitalidad, que con su pujanza ahoga la posibilidad de vislumbrar el
encanto del eros y en los casos en que experimenta el atractivo de la
masculinidad/feminidad, el individuo queda clavado en su pasividad como
quien observa en la lejanía algo maravilloso, pero inaccesible para él.

Para los efectos del presente trabajo de investigación, se


emplearán las vertientes establecidos en el DSM-V ya indicados; a saber:

 Voyeurismo: del verbo voir (ver) y el sufijo (-eur), de modo que, la palabra
voyeur significa, literalmente “el que ve”, así que no deja mucho lugar a
equívocos. El voyeurismo, llamado también escoptofilia está totalmente
relacionado con el acto de mirar. Desde el ámbito clínico, se considera que el
voyeur es una persona que obtiene excitación sexual observando a personas
sin ropa o que están realizando alguna actividad sexual. Es importante
mencionar que el voyeur no tiene por qué realizar ninguna actividad sexual
posteriormente. En algunos casos, el voyeur puede masturbarse viendo la
escena en cuestión, pero no es eso lo que le define como voyeur, sino la
excitación viendo dicha escena.

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Psicopatológicamente, los datos más fiables proceden aún del
antiguo estudio de Tellison y Adams (1979) (25) en el que nos proponen un
retrato del voyeurista como un individuo con grandes dificultades para
establecer relaciones heterosexuales; su parafilia les permitiría soslayar la
relación social y sexual con las mujeres. Por lo general, se da en hombres
jóvenes, y a menudo parece esfumarse al llegar a la mediana edad. Sujetos
que prefieren atisbar ocultos a las mujeres que no conocen, lo que acentúa la
condición prohibitiva de su acción; son en su mayoría heterosexuales y su
excitación alcanza el máximo en situaciones en que corren el evidente riesgo
de que les descubran

 Exhibicionismo: es un tipo de parafilia que consiste en


mostrarse a otras personas (sin su consentimiento, generalmente) con el
objetivo de obtener excitación sexual. Es uno de los casos en los que el
sujeto se siente peor al considerar sus actos inmorales, y donde más
repercusiones legales se pueden llegar a sufrir. Es ampliamente reconocido
en todo el mundo como un comportamiento anormal. Su incidencia parece
haberse incrementado en los últimos tiempos. La CIE-10, lo considera como
una inclinación recurrente o persistente a exponer por sorpresa los propios
genitales a extraños (generalmente del sexo opuesto) casi siempre
acompañado de un deseo sexual y de masturbación. No hay intención de
contacto sexual con la víctima y ni siquiera incitación.

El exhibicionismo tiene una profunda relación con el voyeurismo, en


la medida en que, en muchas ocasiones, la persona que es exhibicionista
también disfruta viendo a otros tener relaciones o en situaciones privadas;
esto ha dado lugar a un punto intermedio, llamado el cancaneo o cruising,
que consiste en la quedada en lugares retirados por parte de desconocidos.
Estos desconocidos pueden cumplir diferentes roles: algunos tienen sexo,
otros solo miran, otros se exhiben. En general, se considera que el cancaneo

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o cruising es una forma no dañina de canalizar las pulsiones exhibicionistas y
voyeuristas.

Este comportamiento irrefrenable no debe confundirse con el


exhibicionismo como conducta sexual sana; en virtud que muchas parejas
pueden tener interés en exhibirse como juego erótico. En este caso, no
hablamos de exhibicionismo como parafilia, sino de un estímulo sexual
más, el cual no causa ningún daño a quien lo practica. También se puede
practicar este exhibicionismo de forma particular, sin pareja, sin que se
considere una parafilia (siempre y cuando no se supere los seis meses de
práctica establecidos por los manuales diagnósticos y no esté afectando
negativamente la vida).

 Frotteurismo: son aquellos comportamientos ligados al hecho de tocar y


rozar una persona en contra de su voluntad. Normalmente se produce en
hombres que obtienen el placer sexual frotando sus órganos sexuales
primarios contra el cuerpo de una mujer. En el caso del frotismo, estamos
ante una parafilia en la que el sujeto presenta durante al menos seis meses
intensas fantasías vinculadas al hecho de rozarse, frotarse o tocar a alguien
en contra o sin que medie la voluntad de la víctima. Es la idea de mantener
un contacto físico y la sorpresa y reacción que genera en la víctima la que
despierta la libido del individuo. Para que se considere como tal, es
necesario que haya llevado a cabo la práctica en la vida real o si dichas
fantasías le generan malestar o limitación.

Por lo general se emplea el recuerdo de dicho acontecimiento


como material para masturbarse posteriormente, si bien en algunos casos
buscan alcanzar el clímax durante la propia situación (mediante
masturbación, no siendo frecuente que exista un intento real de mantener
relaciones sexuales con la persona afectada). El frotamiento suele ir dirigido

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al área genital o zonas vinculadas a la sexualidad como los pechos o los
glúteos. El sujeto que lo lleva a cabo puede usar para el roce cualquier parte
de su cuerpo, siendo frecuente que en el roce se empleen manos o
genitales.
Es necesario tener en cuenta que la excitación por el contacto
físico o el roce con la propia pareja o incluso por un roce involuntario con
desconocidos no se incluye dentro de esta parafilia, siendo necesario que se
lleve a cabo de forma activa y voluntaria por parte del sujeto el roce con
personas desconocidas que no han dado su consentimiento para ello. La
puesta en práctica de las fantasías de un frotteurista supone un delito contra
la libertad sexual en numerosos países, pudiendo acarrear penas de cárcel.

 Masoquismo sexual: es la participación intencional en una actividad en la


cual el sujeto obtienen placer sexual cuando experimentan sufrimiento. En
otras palabras, sufrir dolor, ser flagelado, humillado o ser sometido les excita
sexualmente, y por eso la persona que padece este trastorno sexual disfruta
con la idea de estar completamente sujeto a la voluntad de otro individuo; es
decir, el masoquismo se define como la perversión sexual de quien goza con
verse humillado o maltratado por otra persona.

 Sadismo Sexual: se define como la perversión sexual de quien provoca


su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona; es decir,
el sujeto siente disfrute y satisfacción de la observación del sufrimiento y
humillación de otros, para ello puede utilizar desde la violencia física hasta
humillaciones, mentiras y rumores para causar daños, sin un objetivo
concreto más allá que el placer de hacerlo.

Las variedades del sadomasoquismo cubren toda una amplia


gama de posibilidades: sujeción con todo tipo de ligaduras, golpes o
latigazos, semi-estrangulación, pisoteo del cuerpo, tratamiento traumático de

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los genitales y pechos mediante pinzas, tenazas u otros instrumentos,
empleo forzado de consoladores de tamaño excesivo o con superficie
erizada de púas. Algunos sádicos necesitan contar con una víctima forzada
para obtener placer, en tanto que otros se excitan con una víctima dispuesta
al juego. Cuando el actor es masoquista, tiene considerables dificultades
para encontrar el compañero/a adecuado. De ahí que algunos masoquistas
recurren a la autoflagelación, lo cual en ocasiones roza la alta peligrosidad
(p. ej. colgarse por el cuello) e incluso es causa (plausiblemente involuntaria)
de muerte; es la llamada “hipoxifilia” o la obtención de placer sexual por la
privación de oxígeno.

 Pedofilia o Paidofilia: es una parafilia, donde el adulto siente interés


sexual hacia el menor o prebúberes. Actualmente se distinguen dos tipos de
pedofilia: primaria y secundaria. Los pedófilos primarios se caracterizan por
evitar y/o temer las relaciones sexuales con adultos, así como por una
dificultad de interacción con sus iguales a causa de una baja autoestima
junto a una marcada ira hacia otros adultos. Los pedófilos secundarios, por el
contrario, sí pueden mantener relaciones sexuales con adultos mientras
fantasean con niños.

 Fetichismo: es una parafilia que se basa en la existencia de excitación


sexual a través de ciertos objetos, elementos o partes del cuerpo. No
obstante, los aparatos destinados a estimular sexualmente (como los
vibradores) no se consideran fetiches.

Los fetiches son aquellos elementos que despiertan la excitación


sexual en la persona que es fetichista. Estos elementos pueden ser muy
variados, pero hay algunos que se repiten con una mayor frecuencia; estos
elementos que se repiten suelen ser la ropa interior (usada o sin usar), los
pies, los zapatos (especialmente de tacón), el cuero, las corbatas, el acto de
fumar. Hay que señalar que, aunque estos elementos pueden gustar a

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muchas personas cuando son llevados o practicados por la pareja sexual, el
caso del fetichista es diferente, en virtud que al fetichista le excita más el
objeto en sí que la persona que lleva ese elemento.

En el siglo XVIII se introdujeron en Francia las llamadas pommes


d´amour (manzanas del amor) con notable éxito. Este artilugio de invención
japonesa, consistía en dos pequeñas esferas de metal que se introducen en
la abertura vaginal. El efecto erótico del ingenio (Gregersen, 1988), proviene
de los movimientos de las esferas y sus vibraciones cada vez que la pelvis
cambia de posición. He aquí uno de los tantos curiosos fetiches que la
humanidad ha utilizado para incrementar el placer sexual. Todos tenemos
algo de fetichistas, como lo demuestran no solamente las costumbres
arraigadas en cualquiera de las sociedades que se pueden explorar, pero el
fetichista parafílico se enardece fundamentalmente fantaseando o actuando
casi exclusivamente con un objeto fetiche. Al igual que en otras parafilias, ahí
está la diferencia.

 Travestismo: es la acción de vestirse con las ropas del otro sexo.


Usualmente surge a inicios de la pubertad u adolescencia y acostumbra
presentarse más en hombres que en mujeres. Se relacionaría con una
intensa y recurrente excitación sexual derivada del hecho de travestirse; es
decir, vestirse con ropa del sexo contrario.

En el trasvestimo (vestirse con ropa del sexo opuesto) los


hombres prefieren usar ropa de mujer o, con menor frecuencia, las mujeres
prefieren usar ropa de hombre. Sin embargo, no desean cambiar de sexo,
como en el caso de los transexuales. Además, no tienen un sentido interno
de pertenecer al sexo opuesto, como sí les ocurre a las personas con disforia
de género.

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Todos los autores están de acuerdo en que el travestismo como
parafilia se da fundamentalmente en sujetos heterosexuales. El DSM-IV es
especialmente estricto en este criterio y “elimina” a todos los hombres
homosexuales que se visten con ropas del sexo opuesto. En líneas
generales, se trata pues de hombres heterosexuales, normalmente casados
y con hijos. En algunas ocasiones, mantienen en secreto su condición
incluso para sus esposas.

Se pueden considerar tres grupos de travestistas: en el primero,


el placer se obtiene con simples prendas de vestir femeninas (panties, ropa
interior de seda o sostenes), colocadas estas vestimentas sirven de preludio
a una masturbación o impulsan a que ocurra una relación heterosexual.
Como ya es habitual, la textura, el estilo y la calidad de estos textiles tienen
un particular para el travestista. El segundo grupo, se distingue por un
desarrollo del deseo alrededor del acicalamiento y vestir femeninos sea total
o parcial, y pretender incluso pasar por mujer durante un tiempo que puede
oscilar entre minutos y horas. Si bien la excitación sexual está normalmente
asociada a esta circunstancia, con el paso del tiempo el travestismo va
asumiendo un rol más asexual y se circunscribe fundamentalmente a la
reducción de la tensión y la ansiedad. El tercer grupo, es el paroxismo del
segundo: el acto de travestirse se extiende a períodos de tiempo más
amplios incluyendo el equívoco femenino. Estos fetichistas son los que
poseen un extenso guardarropa, se convierten en peregrinadores de tiendas
femeninas e invierten un considerable tiempo en contemplarse travestidos
ante el espejo; sin embargo, al contrario de los transexuales no se identifican
genéricamente como mujeres, a pesar de lo cual son los que más
posibilidades tienen de desarrollar con el tiempo una condición transexual.

 Otro trastorno parafílico especificado: esta categoría se aplica a


presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un

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trastorno parafílico que causan malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que
no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría
diagnóstica de los trastornos parafílicos. La categoría de otro trastorno
parafílico especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por
comunicar el motivo específico por el que la presentación no cumple los
criterios de ningún trastorno parafílico específico; esto se hace registrando
“otro trastorno parafílico especificado” seguido del motivo específico (p. ej.,
“zoofilia”).
Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar
utilizando la designación “otro especificado” son, entre otros, la excitación
sexual intensa y recurrente que implica la escatología telefónica (llamadas
telefónicas obscenas), la necrofilia (cadáveres), la zoofilia (animales), la
coprofilia (heces), la clismafilia (enemas) o la urofilia (orina) que han estado
presentes al menos durante seis meses y que causan malestar importante o
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

 Trastorno parafílico no especificado: esta categoría se aplica a


presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un
trastorno parafílico que causan malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que
no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría
diagnóstica de los trastornos parafílicos. La categoría del trastorno parafílico
no especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no
especificar el motivo del incumplimiento de los criterios para un trastorno
parafílico específico, e incluye presentaciones en las que no existe
información suficiente para hacer un diagnóstico más específico.

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III. Etiología:

De todos los tipos de parafilias obtenemos información valiosa de la


amplia gama de estímulos capaces de excitar la genitalidad. Hay un rasgo
común a todas ellas: tal es su aparición en una edad temprana de la vida,
sea en la niñez, edad prepubertad o en la adolescencia; en ese momento
crítico en que surge por primera vez el estímulo genital, adelantándose
muchas veces, especialmente en el hombre, a la atracción propia de los
sexos. Por regla general, los estímulos visuales, auditivos o táctiles que tal
conmoción provocan en el sujeto surgen entre los 13 y los 26 años, y en
otras ocasiones antes de alcanzar la pubertad. La verdad es que este tipo de
investigación no siempre es fácil por las reticencias de los individuos a dar
detalles de unas actividades que por pudor preferirían silenciar. Entra las
diversas formulaciones teóricas que tratan de explicar estos trastornos, está
muy generalizada la del modelo de aprendizaje cognitivo conductual, que
define la elección de un objeto inadecuado para el placer sexual como algo
completamente aleatorio, relacionado únicamente con la idiosincrasia del
paciente y ciertas experiencias sexuales precoces, que pasado un tiempo se
asocian con el placer de la masturbación y el orgasmo.
El niño, posteriormente repite indefinidamente, de forma
clandestina, esta asociación; y el objeto o suceso sexual de iniciación, a nivel
real o fantaseado, se convierte de esta forma en modalidad parafílica.
Pasado el tiempo, los estímulos parafílicos se han afianzado con el refuerzo
del placer que proporcionan, de tal forma que ya sin ellos la excitación sexual
es pobre y el orgasmo no se produce. Llega un momento en que el paciente,
ya adulto, se siente atrapado en su peculiar conducta e, incapaz de salir de
ella, ha de afrontar los graves inconvenientes, sociales, familiares, laborales
e incluso penales, que en sí conlleva

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IV. Tratamiento:

Del estudio etiológico y de su íntimo conocimiento cabe deducir la


mejor manera de prevenir las parafilias. Dicho está que surgen en edades
precoces de la vida, muchas veces en la infancia, por la asociación de un
estímulo excitante genital con el placer de la masturbación. Y se sabe
igualmente que quien hace uso crónico de tales prácticas vive ajeno al
atractivo erótico de la masculinidad/feminidad. Pues bien, de acuerdo con
ello, es evidente que una educación afectivo-sexual fiel a una antropología
auténtica y verdadera, que incluya habilidades sociales de relación, puede
resultar muy útil. En la misma línea de prevención, es importante también
avisar a los adolescentes de la existencia de estos trastornos de la
sexualidad y de sus nefastas consecuencias; en una labor análoga, a esa
otra que se lleva a cabo para prevenir las drogodependencias, por parte de
padres, educadores y personal especializado. Una vez que el sujeto con
parafilia pide ayuda especializada para salir de ella y motivado a que son
unos de los trastornos que exigen tratamientos que, por un lado, engloben la
totalidad psico-física-espiritual del ser humano, y por otro, tengan capacidad
para un riguroso seguimiento durante largo tiempo, deberá ser tratado por los
respectivos especialistas conforme a su diagnóstico (psicoterapia y
tratamiento farmacológico de ser necesario).

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CONCLUSION

La sexualidad constituye una dimensión fundamental de la


persona humana que no puede ser vista como una conducta meramente
instintiva, ciertamente encierra varias configuraciones; ella es el resultado de
vertientes integradoras de orden biológico, psicológico, social, cultural y
antropológico.

La mayoría de las personas consideran repugnantes determinadas


prácticas sexuales, pero está claro que estas les podrían proporcionar placer
sexual, por lo menos a nivel físico. La mayoría experimentaría placer sexual
con dichas prácticas, pero nunca las llevarían a cabo por el malestar
psicológico que les producirían. La gente se pregunta ¿cómo es posible que
haya personas que sean capaces de llevar a cabo algunas prácticas
sexuales aberrantes?, como por ejemplo agredir sexualmente a niños, sin
experimentar posteriormente remordimientos ni arrepentimiento por sus
actos. La respuesta es que estos sujetos llevan a cabo estas conductas
porque ya se sentían terriblemente mal antes de realizarlas (debido a la
tensión acumulada por los esfuerzos evitativos hacia el contenido mental
relacionado con dichas conductas). Al final, la única forma que tienen de
descargar la tensión acumulada por los intentos de represión de estas
conductas es llevándolas a cabo. La sensación placentera que experimenta
mucha gente al saltarse determinadas normas, lo que se conoce como
“morbo”, estaría relacionada con estos procesos. En este sentido, una
parafilia no sería más que la expresión de un “morbo exacerbado”.

Las fantasías o conductas parafílicas llegan a ser placenteras para


el sujeto porque antes ha experimentado una tensión (que se manifiesta en
forma de malestar psicológico o angustia moral) relacionada con dichos
estímulos parafílicos y al aceptar en su mente ese contenido sexual en forma

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de fantasías (o al llevar a cabo conductas parafílicas reales) experimenta la
liberación de dicha tensión. Es decir, no es que el contenido de la fantasía
sea placentero en sí mismo, sino que resulta placentero al ser aceptado por
el sujeto (descarga de tensión). Desde el punto de vista terapéutico,
considerando que el sufrimiento de los sujetos que padecen viene
ocasionado por los esfuerzos por controlar y reprimir mentalmente
determinados contenidos sexuales, habría que tener en cuenta que una
terapia cognitiva centrada en la detección y detención de los pensamientos
negativos no será eficaz. Si no hay una profunda reestructuración cognitiva
detrás, la detección y detención de pensamientos, por sí solos, no servirán
de nada (e incluso podrían empeorar la situación), ya que intentar detectar y
detener sus pensamientos es justo lo que hacen los sujetos y es ahí donde
está la raíz del problema

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REFERENCIAS BIBLOGRÁFICAS

 American Psychiatric Association (2014), DSM-V-TR, Manual Diagnóstico


y Estadístico de los trastornos mentales.

 American Psychiatric Association, DSM-IV-TR, Manual Diagnóstico y


Estadístico de los trastornos mentales.

 Organización Mundial de la Salud, CIE-10, Trastornos mentales y del


comportamiento. Criterios diagnósticos de investigación.

 Kinsey, A. (1967) Conducta sexual del hombre y de la mujer.

 Farré, J, Lasheras M, Trastornos de la inclinación sexual. Del estigma a


la clínica: las parafilias, disponible en:
https://psiquiatria.com/tratado/cap_30.pdf

 Montes, J (2011), Parafilias. Un tema abierto, disponible en:


http://www.familiayvidacc.es/COF/documentos_COF/publicaciones/2011-
parafilias.pdf

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