Dolo Casi Listo
Dolo Casi Listo
Dolo Casi Listo
Para Stolfi2, dolo es el error provocado engañando a otro y constituye una causa
por sí suficiente para la anulabilidad del acto, de modo que éste es impugnable
aun en los casos en que el error por sí solo no afectase a la validez del negocio,
ya que el error que no provocaría la ineficacia del acto la provoca entonces
porque ha tenido por causa el dolo, pues el dolo consiste en el artificio utilizado
para engañar a una persona provocando en ella un error o aprovechando el error
en que la misma se haya a fin de inducirla a realizar un negocio jurídico.
Según resume Carranza3 los textos romanos que versan sobre el dolo han sido
utilizados en dos sentidos iguales. Algunos parecen aludir a su condición de vicio
de la voluntad, como un engaño que causa el error de quien declara bajo su
influjo; otros, muestran al dolo, no tanto como captación de voluntad ajena, sino
como maniobra enderezada a ejercer indebida influencia sobre otro.
1
Lecciones de Derecho Civil. Parte Primera Vol.1 pág. 208
2
Teoría del Negocio Jurídico Pág. 189-190
3
El Dolo en el Derecho Civil Comercial .Pág.23 y sgtes.
condición psicologística del dolo bajo la influencia del creciente con sensualismo,
que lo convirtió en uno de los vicios del consentimiento. Este punto de vista lo
hizo suyo Domat y lo continuó Pothier, quien, sin embargo, según Carranza,
abre paso ya a. la solución objetivista al recordar que sólo lo que hiere
abiertamente a la buena fe, ante el fuero externo e interno, es considerado como
un verdadero dolo". No obstante, concluye a comienzos de siglo XIX, en los
umbrales de la codificación civil, era manifiesto el predominio de la tesis
subjetiva, que no hallaba otro lugar para el dolo que no fuese entre los vicios del
consentimiento. Así llegó al Código Civil francés y, casi un siglo después, al
Código Civil alemán.
El Código Civil alemán ubicó el dolo como vicio de la voluntad. Enneccerus4 lo
explica como toda conducta por la cual intencionalmente se induce, se corrobora
o se mantiene a otro, en una representación errónea: no son necesarias las
comunicaciones directas (palabras, escritos), ya quo ni engaño puede consistir
también en otros actos, como la ocultación do un defecto o resultar del conjunto
de la conducta, siendo indiferente que el engañó se perpetre por la invención de
hechos falsos o por la deformación, son por una referencia incompleta o por la
ocultación de hechos verdaderos. Concluye que hay dolo cuando siempre que
el medio para el engaño sea empleado con la conciencia de que con él otro es
determinado a una declaración ele voluntad que no habría emitido sin e! engaño.
4
Tratado de Derecho Civil. T.I.Parte General II. Vol. Pág. 392
distintas más favorables. Según Albaladejo5 se trata de un error provocado por
un comportamiento engañoso, para conseguir una declaración que se emite
debido a aquél. Para Messineo el dolo consiste en el uso, por obra de la
contraparte, de engaños, maquinaciones-, artificios o mentiras respecto de una
persona con la finalidad de inducirla a omitir una declaración que, sin aquello, no
habría emitido.
2. ETIMOLOGIA
La palabra dolo (del latín dolus o del griego doloa) en su acepción general válida
para el derecho civil y penal significa la pre ordenación de un comportamiento en
daño de alguien.
3. CONCEPTOS:
Tiene varias acepciones. En materia penal, el dolo consiste en la conciencia de
5
Derecho Civil I Vol.II Pág. 199
la criminalidad del acto u omisión previsto y sancionado por la ley como delito6.
4. CLASES
7
La fuente del art. 210 es el art. 1439 del Código italiano que dice: Dolo. El dolo es causa de anulación
del contrato cuando los engaños usados por uno de los contratantes hayan sido tales que, sin ellos, la otra
En el dolo como en el error hay una falsa representación de la realidad. Pero en
el dolo, la falsa representación de la realidad es provocada por el engaño usado
por la otra parte o por un tercero; precisamente esta es la característica del dolo.
Cae en error el sujeto que por propia deficiencia ignora o tiene un falso
conocimiento de la realidad (error espontáneo); en cambio, es víctima de dolo,
quien por propia deficiencia cae en error por engaño ajeno (error provocado). El
dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el engaño usado por una de
las partes es tal que, sin él, la otra parte no celebraría el acto jurídico. Cuando el
engaño es usado por un tercero, el acto jurídico es anulable solamente si es
conocido por la parte que obtuvo beneficio.
El engaño usado por una de las partes o por un tercero induce a la otra parte a
concluir el acto jurídico que, si no fuera por el engaño, no lo habría celebrado.
Por tanto, el dolo vicia la voluntad del sujeto induciéndolo a caer en error,
independientemente de que éste sea o no conocible, de hecho o de derecho,
esencial o no.
La relevancia del dolo como causa de anulación del acto jurídico requiere:
Que el engaño provenga de una de las partes otorgantes del acto jurídico
{dolo directo) o de un tercero en connivencia con ella {dolo indirecto) o
que no habiendo existido connivencia con el tercero, el beneficiado con el
acto haya tenido conocimiento de los artificios o maquinaciones de aquél
parte no hubiera contratado. Cuando los engaños hubieran sido empleados por un tercero, el contrato será
anulable si fuesen conocidos por el contratante que obtuvo ventaja.
y no haya manifestado a la otra parte la verdad de los hechos {dolo
omisivo), lo que significa que ha querido aprovecharse del dolo del
tercero. El engaño proveniente de tercera persona sin que lo sepa la parte
que se beneficia con los efectos del acto no es causal de anulabilidad;
Que el engaño usado por una de las partes haya determinado la voluntad
de la otra parte, de tal modo que sin él no hubiera celebrado el acto
jurídico. Dolo causante {dolus causam dans), denominado también
determinante o principal.
8
Para determinar si el dolo ha sido o no la causa exclusiva del acto hay que tener en cuenta las
condiciones personales de la víctima; prescindir de ellas implicaría colocarse en un concepto.
identifica con la persuasión, ostensible u oculta, inducida por medio de la difusión
en vasta escala de técnicas y prácticas publicitarias, siempre que se mantengan
dentro de los límites tolerables por los usos. Tampoco son reprochables las
mentiras sobre datos que afectan la propia esfera jurídica o de otros sujetos,
pero que no tienen el fin de perjudicar a la contraparte, por ej., el comprador
miente diciendo que no tiene todavía idea sobre el destino que va a dar al bien
que compra, cuando, en realidad, ya tiene un comprador al cual revenderá con
un alto margen de ganancia.
El dolus bonus se caracteriza por su reconocibilidad e inidoneidad para engañar,
por tanto, no vicia la voluntad, porque la otra parte puede evitar caer en error
usando una normal diligencia. En el ámbito comercial estas prácticas son
consideradas normales y ampliamente toleradas. Sin embargo, no siempre es
fácil trazar los límites entre el dolus bonus y el dolus malus, dependiendo de la
valoración del ambiente social, específico, en el cual se opera y de la clase de
acto jurídico de que se trate. En cambio, vicia la voluntad el dolus malus
entendido como el comportamiento intencionalmente orientado a engañar a la
otra parte a fin de hacerla caer en error. Para que proceda la anulabilidad se
debe probar que el sujeto ha sido concretamente engañado, cualquiera sea el
grado de su perspicacia, de tal forma que sin el engaño no habría celebrado el
acto jurídico. La norma del art. 210° no exige que la idoneidad del engaño sea
parametrada sobre la base de un destinatario de las maniobras dolosas de
perspicacia promedio. Lo que exige es que el sujeto haya sido engañado
realmente por la otra parte de tal forma que lo haya determinado para la
celebración del acto jurídico, con lo que se amplía la tutela contra el engaño,
erosionando progresivamente al dolus bonus.
La lealtad que debe existir entre los otorgantes de un acto jurídico exige a cada
una de las partes a no afirmar nada que pueda ser contrario a la realidad
cuan¬do está en condiciones de verificar esa realidad. Por eso el Código, al no
definir el dolo, permite adoptar una concepción amplia del mismo que comprenda
tanto las maquinaciones o maniobras dirigidas a hacer caer en error a la otra
parte como el dolo sin maniobras o maquinaciones, siempre que haya un
elemento intencional, esto es, mala fe de parte de su autor destinada a persuadir
a una persona a concluir un negocio, como el afirmar un hecho inexacto o
cualquier deslealtad o negligencia grave. En este sentido se ha pronunciado la
jurisprudencia francesa que equipara el dolo a la mala fe, abandonando el
concepto muy restringido de dolo contenido en el art. 1116 del Código francés
que habla de «maniobras llevadas a cabo por una de las partes».9
Es común que por el dolo una de las partes otorgantes del acto provoque un
error en la otra parte; por eso, el dolo, al igual que el error, es un vicio de la
voluntad que afecta a la intención. Pero existe también el dolo sin error que
afecta, no a la intención, sino a la libertad del sujeto. Este dolo sin error consiste
en cualquier ardid o maquinación desleal utilizada contra una persona
determinándola a concluir un acto jurídico por sugestión o captación. Caso en el
que, la víctima del dolo no es inducida a error mediante engaño, ni tampoco es
violentada o intimidada, sino que es sugestionada por la presión, que sin llegar
a constituir violencia, es ejercida contra ella mediante maniobras que afectan su
libertad; el debilitamiento o la falta de libertad de la voluntad no se deriva de la
violencia o intimidación sino del estado mental de la víctima por la presión de
que ha sido objeto. Un ejemplo de la jurisprudencia francesa, relativo a un caso
que no es ajeno sino frecuente en nuestro medio, nos aclara el concepto sobre
el dolo sin error: Un fallo de un Tribunal de apelación de Colmar del 30 de enero
de 1970, en un proceso en el que se trataba de una dama de edad avanzada
que había accedido a otorgar una donación en favor de su hija y en detrimento
de su hijo, después de haber sido impulsada a esto mediante un cierto número
de maniobras que no constituían actos de violencia. Se estableció que la donante
había obrado con perfecto conocimiento de causa y, por consiguiente, no había
sido víctima de ningún error, pero, fue por aburrimiento o cansancio, ante las
maniobras empleadas, por lo que ella accedió a la donación. El cansancio
proveniente de las maniobras empleadas por la donataria revelaba un
consentimiento que no era libre.10
El dolo debe provenir de una de las partes que celebran el acto jurídico (por ej.,
tratándose del contrato, el dolo provendrá de la otra parte contratante). Si el dolo
proviene de un tercero, con arreglo a la norma del segundo párrafo del art. 210,
el acto solamente es anulable si el engaño es conocido por la parte que obtuvo
beneficio de él. Si el engaño proveniente de un tercero no es conocido por la
9
LARROUMET, Teoría general del contrato, cit., vol. 1, p. 268.
10
LARROUMET, Teoría general del contrato, cit., vol. I, p. 274.
parte que ha obtenido ventaja del acto jurídico, la exigencia de tutelar la
confianza que este último ha tenido de contar con dicha ventaja entra en conflicto
con la exigencia de tutelar al engañado. La ley hace prevalecer aquí la tutela de
la confianza-buena fe del beneficiado al disponer que la parte engañada por el
tercero podrá impugnar el acto por dolo sólo sí la otra parte ha actuado en
colusión con el tercero o, cuando menos, ha estado en conocimiento del engaño,
solución que corresponde por lo demás a la seguridad del tráfico.
De acuerdo al Código civil, el daño no constituye un elemento del dolo como vicio
de la voluntad. 11Para anular un acto jurídico por dolo no es necesario probar que
la víctima haya sufrido daño, pero si el daño efectivamente se ha producido como
consecuencia de la conducta engañosa del autor del dolo, la víctima puede
acumular a su acción de anulación del acto, la de indemnización de daños,
puesto que es principio general que todo aquel que cause un daño a otro está
en la obligación de indemnizarlo. Es obvio que la víctima del dolo puede solicitar
la anulación sin la indemnización, puesto que el acto es anulable prescindiendo
del daño que se derive para la víctima, y aun cuando no exista ningún daño. La
víctima del dolo puede renunciar a la acción de nulidad 12y demandar solamente
la indemnización de daños.
11
Según el Código argentino, el dolo para que sea causa de anulación del acto jurídico debe haber ocasionado un daño
importante. El art. 932 dice: «Para que el dolo pueda ser medio de nulidad de un acto es preciso la reunión de las
siguientes circunstancias, la. Que haya sido grave; 2a. Que haya sido la causa determinante de la acción; 3a. Que haya
ocasionado un daño importante; 4a. Que no haya habido dolo por ambas partes». Si el dolo no provoca daño alguno o
si éste es insignificante, no habrá lugar para una sanción tan grave como es la nulidad del acto: minimis non curat
praetor (LLAMBÍAS, Tratado de Derecho civil - Parte General, cit., T. II, p. 497).
12
Cuando el acto jurídico es anulable, en el petitorio de la demanda se solicita que se declare nulo,
anulable.
jurídico es suficiente la subsistencia del vicio de la voluntad. La anulación del
acto jurídico por dolo protege la libertad del sujeto, no su integridad patrimonial.
En fin, es necesario para la anulación del acto jurídico el efectivo error en que ha
caído una de las partes por virtud del engaño de la otra; el acto jurídico no es
anulable cuando el sujeto advierte la existencia del engaño y no obstante ha
querido igualmente concluirlo.
Por el dolo causante, la víctima del dolo no habría concluido el acto jurídico si no
hubiera mediado el dolo de la otra parte o de un tercero o lo habría celebrado en
condiciones sustancialmente diferentes. El dolo incidente consiste en los
artificios, maniobras, etc., que sin llegar a determinar la realización del acto
induce a a víctima a realizarlo en condiciones más onerosas; sin el dolo incidental
el acto hubiese sido igualmente concluido, pero en otras condiciones. Por ej., el
comprador de una casa tomó la decisión de adquirirla, pero si no hubiese sido
engañada obre el estado de conservación del inmueble, no habría aceptado
pagar un precio tan alto. En casos de este tipo el acto jurídico es válido, pero la
13
La fuente del art. 211 es el art. 1440 del Código italiano que prescribe: Dolo incidental. Si los engaños
no hubiesen sido de tal entidad que hayan determinado el consentimiento, el contrato será válido, aunque
sin ellos se hubiese concluido en condiciones distintas; pero el contratante de mala fe responderá de los
daños.
parte en dolo debe responder por los daños. Si el dolo incidente proviene de un
tercero, responde del laño el otorgante que se ha beneficiado con el acto si
conoció del engaño. Para distinguir entre dolo causante y dolo incidental se debe
atender a todas las circunstancias del caso concreto.
El Código civil 1936 estableció: Art. 1086. «El dolo incidental sólo obliga al |ue lo
empleó a indemnizar daños y perjuicios». León Barandia14rán comentando este
dispositivo dijo que la diferencia entre el dolo causante y el dolo incidental estriba
en que el primero determina la declaración y el segundo no, haciendo sólo que
se emite en condiciones más desventajosas. De esta diferencia nacen
lógicamente diversas consecuencias de uno y otro. El primero es causa de
anulabilidad de la declaración; el segundo no, y sólo da lugar a reparación. Pero
el dolo causante e acarrear también reparación de perjuicios, ya como
complemento de la acción de nulidad, o en caso de no poder ya volver sobre los
hechos ya consumados, fin, cuando el actor quisiera renunciar a la acción de
nulidad, optando por la reparación. (SALVAT).
El dolo positivo consiste en acciones del autor del engaño; el dolo negativo u
omisivo se refiere a la reticencia o silencio del autor del engaño determinante de
voluntad de la otra parte.
A la conducta de la parte que omite informar a la otra sobre elementos o datos,
cuyo conocimiento habría inducido a esta última a no celebrar el acto jurídico,
denomina reticencia o dolo por omisión, o negativo, en contraposición al dolo
comisión, o positivo.
Las omisiones dolosas sobre circunstancias esenciales tales que la víctima abría
celebrado el acto o no lo habría celebrado en las mismas condiciones hubiese
conocido la verdad sobre la realidad, se asimilan en sus efectos a las acciones
dolosas. Por ej., un vendedor omite informar al comprador sobre el verdadero
estado del bien para inducirlo a concluir el contrato; el que traspasa un
establecimiento comercial omite comunicar al adquirente que parte del local ha
14
LEÓN BARANDIARÁN, Comentarios al Código civil peruano, cit., T. I, p. 68.
clausurado por la SUNAT por incumplimiento de las normas tributarias; el
vendedor de un terreno no informa al comprador de la existencia de un proceso
expropiación.
Los principios de lealtad, responsabilidad y corrección con que deben actuar los
que celebran un acto jurídico exigen un deber de información a cada otorgante
sabe o debe saber qué importancia tiene para el otro el revelarle determinado
hecho que la víctima no pueda enterarse de otro modo. La parte que de mala fe
no informa sobre esos hechos a la otra con el fin de inducirla a concluir el
negocio, incurre en reticencia dolosa que vicia la voluntad.
La violación de la obligación de información no basta para configurar el dolo o se
encuadra en un contexto orientado a engañar a la otra parte.
6. REQUISITOS
El principal se encuentra como previamente se indico en el articulo 213° del código civil
donde nos dice que no debe ser empleado por las dos partes.
Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los
contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiere hecho,
por lo cual para que el dolo produzca la nulidad de los contratos, deberá ser grave y no
haber sido empleado por las dos partes contratantes. Por tanto, para que el dolo sea
causa de anulabilidad del negocio jurídico se requiere:
Que el dolo sea grave, llevado a cabo con la intención, con la mala intención
consciente y deliberada, de engañar a otra persona con la que se pretende
celebrar un negocio jurídico. En cambio, el denominado dolus bonus o dolo
bueno, consistente en cantar las excelencias del bien o del servicio que se oferta,
no se considera como dolo propiamente dicho.
El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el negocio jurídico. Es decir, ha de
tratarse de un dolo determinante, sin cuya existencia la parte que lo sufre no
hubiera manifestado su voluntad favorable a la celebración del negocio
jurídico. El dolo determinante se contrapone así al dolo incidental, que no resulta
caracterizado en el Código Civil, el cual se limita a disponer que no tendrá
consecuencias anulatorias del contrato celebrado, sino que sólo dará lugar a
indemnización de daños y perjuicios. No obstante la falta de definición legal, la
noción de dolo incidental es clara: es la conducta engañosa que lleva a quien,
libre y conscientemente, está decidido a contratar, a aceptar unas condiciones
desfavorables o perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo
incidental. Por ejemplo, necesito que me arreglen el coche en el pueblo donde
se me ha averiado; pero el astuto mecánico, argumentando que es la romería de
la comarca (lo que es falso), hace que acepte un precio desorbitado.
Que el dolo no hay sido empleado por las dos partes contratantes, ya que
en tal caso la actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe
que fundamenta la regulación positiva del dolo. En el caso de dolo por ambas
partes suele hablarse de compensación de dolo, para poner de manifiesto que
el de una parte compensa, anula o destruye la relevancia del dolo de la otra
parte. La compensación del dolo, evidentemente, no puede entran en juego
respecto del testamento, cuya nulidad declara igualmente el Código Civil en el
caso de que haya sido otorgado a consecuencia del dolo de cualquier persona
7. ELEMENTOS
S.S.
TICONA POSTIGO
SOLIS ESPINOZA
PALOMINO GARCIA
CASTAÑEDA SERRANO
MIRANDA MOLINA
Legislación comparda
Bibliografía