La Guía Del Espíritu Santo
La Guía Del Espíritu Santo
La Guía Del Espíritu Santo
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios.” Romanos 8: 14.
Se espera que los hijos muestren un cierto parecido con sus padres.
Es seguro que los hijos de Dios, nacidos del más grandioso de todos
los padres y regenerados por la omnipotente energía del Espíritu
divino, mostrarán un alto grado de parecido con su Padre celestial.
Nosotros no podemos ser como Dios en muchos de sus atributos
divinos, pues son únicos e incomunicables: no es posible que
ostentemos Su poder o que poseamos Su infinito conocimiento;
tampoco podemos ser independientes ni autoexistentes, ni podemos
ser poseedores de la soberanía ni somos dignos de adoración. El
hombre no puede ser nunca la imagen del Padre, tan expresamente,
como lo es Jesús, pues Él es, en un sentido misterioso, el Unigénito
Hijo de Dios.
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En los hombres que están desprovistos del Espíritu Santo, hay otro
espíritu, y ese otro espíritu los marca como hijos de otro padre:
“ellos son de su padre el diablo, y sus obras hacen”. Ha habido dos
simientes desde el principio: la simiente de la mujer y la simiente de
la serpiente, y es a la vez falso e inmoral, creer que Dios tiene la
misma relación con las dos familias antagónicas. No, hermanos
míos, nuestro Padre que está en el cielo, no puede ser reclamado por
los incrédulos como padre, pues a ellos Jesús les dice expresamente:
“Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais.”
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I. ¿Adónde conduce el Espíritu de Dios a los hijos de Dios?
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la fe en la sangre expiadora, y el mismo Espíritu que nos da paz por
medio del grandioso sacrificio, obra también en nosotros un sincero
dolor por haber ofendido al Señor.
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acuerdo a la versión del “Progreso del Peregrino” del doctor Neale,
esa carga creció otra vez en la espalda del peregrino, y no me
sorprende que así fuera, pues una carga que puede ser quitada por el
bautismo retornará con seguridad: pero, la carga que se pierde en la
cruz, no retorna nunca jamás. No hay una limpieza eficaz del pecado
excepto por medio de la fe en esa incomparable expiación ofrecida
de una vez y para siempre sobre el madero sangriento del Calvario, y
todos los que son guiados allí por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios. El Espíritu de Dios nunca guió a ningún hombre a tener en
poca consideración a Cristo, y a tener en una gran consideración a
los sacerdotes. El Espíritu de Dios nunca condujo a un hombre a
tener en poca consideración la sangre expiatoria y la fe simple en esa
sangre, y a tener una gran consideración por las formas externas y
las ceremonias. El Espíritu de Dios abate al hombre y ensalza al
Salvador, coloca a la carne y la sangre abajo, en la tumba, y le da al
hombre una nueva vida en el Señor que resucitó y que también
ascendió a lo alto. “Él me glorificará”, dijo Cristo del Consolador; y
ése, en verdad, es el oficio del Consolador.
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ninguno cierra; y la llave con la que abre es el poder del Espíritu
Santo. Cuando Él abre una doctrina para que un hombre la aprenda,
ese hombre la aprende correctamente, y nunca podría conocerla de
otra manera. Podrías asistir a una universidad y sentarte a los pies
del más erudito Gamaliel del presente día, pero no podrías conocer
la verdad con tu corazón nunca, a menos que el Espíritu Santo te la
enseñe. Nosotros nunca conocemos una verdad en todo su poder
mientras no sea grabada en nuestra alma con fuego, como con un
hierro candente mediante la experiencia de su poder, o mientras no
sea grabada como sobre bronce por medio de la revelación mística
del Espíritu. Únicamente el Espíritu puede grabar la verdad en el
corazón, y hacerla parte y porción de nosotros mismos, de tal forma
que está en nosotros y nosotros estamos en ella. ¿Han sido
conducidos de esta manera a la verdad? Si es así, denle la gloria a
Dios, pues el Espíritu certifica su adopción de esta manera.
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es la marca de los santos. Hay una iglesia interior formada por los
propios elegidos de Dios, dentro de cada una de las denominaciones
cristianas, y esa iglesia está constituida por hombres espiritualmente
iluminados, que conocen la médula y el misterio del Evangelio, y,
siempre que se reúnen, por diversas que sean sus opiniones, se
reconocen entre sí por una especie de masonería sagrada; el
Espíritu, que es uno y que los vivifica a todos, da saltos dentro de
ellos al reconocer a la única vida en los pechos de los demás. A pesar
de sus divergencias mentales, de las asociaciones eclesiásticas, y de
diferencias doctrinales, tan pronto como los hombres espirituales
oyen el santo y seña y captan la señal mística, claman: “Dame tu
mano, hermano mío, pues mi corazón es como el tuyo. El Espíritu de
Dios me ha guiado a mí y te ha guiado a ti, y en nuestro camino
andamos juntos paso a paso; por tanto, hemos de tener comunión
entre nosotros.”
El Espíritu Santo nos guía a un intenso amor por las almas de los
pecadores. Si alguien dijera: “No es asunto mío si los hombres son
condenados o salvados”, el Espíritu de Dios nunca le guió a esa
crueldad. Las entrañas de hierro no han sentido nunca el toque del
Espíritu de Amor. Si alguna vez el espíritu o la enseñanza de un
predicador te han guiado legítimamente a la conclusión de que
puedes ver la condenación de tus semejantes con complacencia o
indiferencia, puedes estar seguro de que el Espíritu de Dios, nunca le
condujo a él o a ti, en esa dirección. El diablo tiene que ver más con
la teología despiadada de algunos hombres, de lo que se imaginan.
Los ojos de Cristo lloraron por causa de la condenación del pecador,
y que el Señor nos libre de pensar en la condenación en ningún otro
espíritu.
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yo acaso guarda de mi hermano?”, el Espíritu de Dios nunca nos
condujo allí; Él nos guía a la ternura, a la simpatía, a la compasión y
al esfuerzo bañado de lágrimas, por si en alguna manera pueda hacer
salvos a algunos.
Pero si veo a un hombre que vive como Cristo habría vivido, que es
amoroso y tierno, intrépido, valeroso, honesto, y preocupado de
guardar en todas las cosas una buena conciencia delante de Dios y de
los hombres, yo creo que el Espíritu de Dios le ha guiado; si veo que
ese hombre es devoto delante de Dios, y lleno de integridad delante
de sus semejantes, entonces espero y creo que el Espíritu de Dios es
su líder y que influye en su carácter. “El fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.”
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¡Hombres y hermanos, hemos de ser santos! De nada nos sirve estar
hablando acerca de ser ortodoxos en nuestras convicciones: hemos
de ser ortodoxos en la vida, y, si no lo somos, entonces, el credo más
sano únicamente aumentará nuestra condenación.
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que Cristo los levante hasta Sí. Benditos sean esos hombres y
mujeres que son guiados por el Espíritu de Dios a labores más
abundantes, pues más abundante será su dicha.
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Un grandioso instrumento que usa el Espíritu Santo en la mente es
la palabra de Dios. La palabra, según la tenemos impresa en la
Biblia, es el gran instrumento en la mano del Espíritu para guiar a
los hijos de Dios en el camino recto. Si quieres saber lo que has de
hacer, di lo mismo que aquel viejo escocés solía decirle a su esposa:
“alcánzame esa Biblia”. Ese es el mapa del camino, la guía en la
mochila del peregrino celestial; y si eres guiado por la palabra de
Dios, el Espíritu de Dios está con la palabra y obra a través de ella, y
eres guiado por el Espíritu de Dios. Cita capítulo y versículo para
una acción, y, a menos que hubieres desvirtuado el pasaje, puedes
estar seguro de que has actuado rectamente. Has de estar seguro de
que tal y tal cosa es un mandato de Dios escrito en el libro, inspirado
por el Espíritu Santo, y no necesitas una voz de trueno del cielo o un
susurro angélico, pues tienes una palabra más segura de profecía, a
la cual haces bien en estar atento como a una antorcha que alumbra
en lugar oscuro.
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como Ana fue reconfortada cuando el siervo del Señor habló paz a su
alma.”
Quisiera hablar con gran precaución sobre otro punto, y quisiera que
ustedes pensaran en él con mayor precaución todavía, pues es un
asunto que ha sido tristemente abusado y utilizado para propósitos
fanáticos. Yo creo que el Espíritu de Dios, directamente, incluso
aparte del mundo, habla en los corazones de los santos. Hay
admoniciones interiores que han de ser obedecidas devotamente,
guías misteriosas y secretas que han de ser seguidas implícitamente.
No es un tema para una conversación común, pero está destinado al
oído del creyentes inteligente que no nos ha de malinterpretar.
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sé por qué razón, pero seguramente el Señor tiene alguna razón para
haberme enviado a ti. ¿Hay algo peculiar acerca de tus
circunstancias?” El hombre, pasmado, le pidió que le acompañara,
subieron, y allí arriba le mostró una cuerda atada a una viga. Estaba
sujetándose la cuerda alrededor del cuello, para suicidarse, en el
preciso instante en que una llamada resonó a la puerta, y decidió
bajar para responderla, y después, pensaba regresar a la cuerda y
matarse; pero el amigo a quien Dios había enviado, habló con él,
logró tranquilizarlo, le ayudó en la dificultad pecuniaria que le
avergonzaba, y el hombre vivió y fue un cristiano honorable.
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que incendia la casa y destruye a Jerusalén. No, el Espíritu de Dios
es apacible; Él no empuja sino guía. “Todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.
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apartarse del camino del Espíritu. Si cuentas con un guía a lo largo
de un sendero intrincado, y le permites guiarte durante media hora,
y luego le dices: “ahora voy a guiarme yo mismo durante los
siguientes cinco minutos”, en ese breve lapso perderías el beneficio
de haber tenido un guía. Es claro que un piloto que sólo dirige
ocasionalmente el barco, es apenas un poquito mejor que nada. Si
estuvieras recorriendo una senda difícil y desconocida, harías que
todas las direcciones fueran inútiles si fueras a decir: “me dijeron
que volteara a la derecha en esta esquina, pero tengo la intención de
probar a la izquierda.” Esa sola vuelta afectaría todo el resto de tu
ruta.
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Ahora concluyo usando el texto de esta manera. Primero es una
prueba. ¿Soy un hijo de Dios? Si es así, soy guiado por el Espíritu.
¿Soy guiado por el Espíritu? Me temo que algunos de ustedes no
piensan nunca en este asunto. ¿Por quién son guiados ustedes?
Cientos de personas religiosas son guiadas por sus ministros o por
algún amigo cristiano, y eso es bueno para ellas; pero su religión será
un fracaso a menos que sean guiadas por el Espíritu. Permíteme
hacerte la pregunta de nuevo para que no la evadas: ¿Eres guiado
por el Espíritu? Si lo eres, tú eres un hijo de Dios, y si no, no le
perteneces en absoluto.
Ahora, Dios no nos ha dado ojos para hurgar en el futuro, y ¿de qué
sirve que estemos atisbando allí donde no podemos ver? Pónganlo
todo en las manos del Padre celestial, y serán guiados, certeramente,
por el Espíritu Santo. Cuando llegas al punto en el que pensabas que
habría una dificultad, muy probablemente descubrirás que no hay
ninguna. “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del
sepulcro?”, decían las santas mujeres, pero cuando llegaron al
sepulcro, he aquí, la piedra ya había sido removida. Prosigue
caminando por fe, como un hijo de Dios, con la plena seguridad de
que la senda de la fe, aunque no sea fácil, será siempre una senda
segura, y todo estará bien, y serás guiado en el camino correcto a las
moradas eternas.
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Hermano mío, ten la plena seguridad de que nadie jamás anheló
algo semejante excepto un hijo de Dios. La carne y la sangre no te
han revelado esto. Nadie, excepto un heredero del cielo tuvo jamás
tales deseos, y aspiraciones, y gemidos por la santidad, y tales
tristezas por las fallas y los errores. El texto no dice: “el que corre en
el Espíritu es un hijo de Dios”, sino el que es guiado por el Espíritu
de Dios. Ahora, podríamos tropezar mientras somos guiados; un
hombre podría ir muy despacio mientras está siendo guiado; podría
ir con muletas mientras está siendo conducido; puede arrastrarse
apoyándose sobre sus manos y sus pies mientras está siendo guiado;
pero ninguna de estas cosas le impide en lo absoluto ser conducido
verdaderamente.
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Nota del traductor:
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