Wall Street y El Ascenso de Hitler Antony C Sutton PDF

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Al

fin, un destacado especialista descubre el manto de falsedad, engaño, y


doble moral que durante más de treinta años ha enmascarado uno de los
secretos más increíbles de la II Guerra Mundial: el apoyo de los principales
financieros de Wall Street y otros banqueros internacionales en la subida al
poder de Hitler en Alemania.
Antony C. Sutton demuestra que la II Guerra Mundial no sólo estuvo bien
planeada, sino que además resultó extremadamente provechosa para un
selecto grupo de privilegiados financieros. Trazando cuidadosamente este
secreto celosamente guardado, mediante documentos originales y relatos de
testigos, Sutton perfila el papel jugado por J. P. Morgan, T. W. Lamont, la
familia Rockefeller, General Electric Company, Standard Oil, National City
Bank, Chase & Manhattan, Kuhn, Loeb & Company, y otras corporaciones de
la élite financiera.
Wall Street y el ascenso de Hitler muestra cómo fue financiada y promovida
la guerra más sangrienta y destructiva de la historia. Seguro suscitará un
molesto rechazo y acalorados debates.

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Antony C. Sutton

Wall Street y el ascenso de Hitler


ePub r1.0
Titivillus 29.04.18

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Título original: Wall Street and the Rise of Hitler
Antony C. Sutton, 1976

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2

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DEDICADO A la memoria de Floyd Paxton —emprendedor, inventor, escritor,
y americano—, que creyó y trabajó por los derechos individuales de una
sociedad libre bajo el amparo de la Constitución.

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CONTENIDOS
Prefacio
Capítulo uno – Wall Street pavimenta el camino de Hitler
Capítulo dos – El Imperio de I.G. Farben
Capítulo tres – General Electric financia a Hitler
Capítulo cuatro – La Standard Oil alienta la II Guerra Mundial
Capítulo cinco – I.T.T. trabaja en ambos bandos de la Guerra
Capítulo seis – Henry Ford y los Nazis
Capítulo siete – ¿Quién financió a Adolph Hitler?
Capítulo ocho – Putzi: amigo de Hitler y de Roosevelt
Capítulo nueve – Wall Street y el círculo interior Nazi
Capítulo diez – El mito de “Sidney Warburg”
Capítulo once – La colaboración de Wall Street y los Nazis en la II Guerra Mundial
Capítulo doce – Conclusiones
Apéndice A: ​ Programa del partido nacional​socialista alemán de los trabajadores
Apéndice B: ​ Declaración jurada de Hjalmar Schacht
Apéndice C: Asientos en la cuenta del “National Trusteeship” (Administración
fiduciaria)
Apéndice D: Carta del Ministerio de Guerra de EE.UU. a la Ethyl Corporación
Apéndice E: Extracto del diario de Morgenthau (Alemania)
Bibliografía

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PREFACIO
Éste es el tercer y último volumen de una trilogía que describe el papel de la
corporación socialista estadounidense, la élite financiera de Wall Street, o la
Agrupación Liberal de la costa Este, en tres significativos eventos históricos del
siglo XX: la Revolución rusa de Lenin-Trostky en 1917, la elección en 1933 de
Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos, y el ascenso de Hitler al poder en la
Alemania de 1933.
Cada uno de estos eventos introduce una variante de socialismo en un país distinto —
socialismo bolchevique en Rusia, socialismo New Deal en Estados Unidos, y
nacional-socialismo en Alemania. Las obras académicas contemporáneas, con la
única excepción quizá en la obra de Carroll Quigley Tragedy and Hope, ignoran esta
evidencia. Por otro lado, es comprensible que universidades y centros de
investigación, dependientes de la ayuda financiera de fundaciones controladas por
esta misma élite financiera de Nueva York, no les interese apoyar y publicar estudios
centrados en estos aspectos de la política internacional. Incluso tratándose del más
valiente difícilmente mordiera la mano que le da de comer. Asimismo, resulta
particularmente claro a partir de las evidencias de esta trilogía que estos “empresarios
de vocación pública” no viajan a Washington como grupos de presión y dirigentes
para servir a Estados Unidos. Están en Washington, y con el único interés de
maximizar sus beneficios. Su intención no es lograr una economía competitiva de
libre mercado, sino manipular un régimen politizado, sea cual sea, en beneficio
propio. Las maniobras financieras para lograr la llegada de Hitler al poder en marzo
de 1933 es el tema en cuestión de Wall Street y el ascenso de Hitler.

ANTONY C. SUTTON
Julio, 1976

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Capítulo 1

Wall Street pavimenta el camino a Hitler


El Plan Dawes, adoptado en agosto de 1924, encajaba a la perfección en los
planes de los economistas de los Estados Mayores Militares alemanes.
(Testimonio ante el Senado de Estados Unidos, Comité de Asuntos Militares, 1946).

Tras la II Guerra Mundial, el Comité Kilgore del Senado de Estados Unidos


escuchó evidencias detalladas de los funcionarios gubernamentales en el sentido de
que… cuando los Nazis llegaron al poder en 1933 se encontraron con que se habían
estado haciendo grandes avances desde 1918 en la preparación de Alemania para la
guerra, desde un punto de vista económico e industrial[1].
Este ascenso gradual en pos de una guerra europea desde antes hasta después de
1933 se debía en gran parte a la ayuda económica de Wall Street durante los años
1920, para la creación de un sistema de cártel alemán, y a la ayuda técnica de
reconocidas empresas estadounidenses a las que identificaremos más adelante, para
construir el ejército alemán.
Si bien se ha hecho referencia a esta ayuda financiera y técnica como algo
“casual”, o debida a la “falta de visión” de los hombres de negocios estadounidenses,
las pruebas que presentaremos a continuación sugieren claramente algún grado de
premeditación por parte de estos financieros estadounidenses. Se realizaron similares
e inaceptables alegaciones de “casualidad” por cuenta de los financieros y
empresarios estadounidenses en el caso análogo de construcción del poder militar de
la Unión Soviética a partir de 1917. Esos capitalistas estadounidenses todavía estaban
dispuestos a financiar y subvencionar a la Unión Soviética mientras se hallaba en
curso la guerra de Vietnam, sabiendo que los soviéticos estaban abasteciendo al
bando contrario.
La contribución realizada por el capitalismo estadounidense a los preparativos de
guerra alemanes antes de 1940 sólo puede ser descrita como fenomenal. Realmente
resultó fundamental para las capacidades militares alemanas. Por ejemplo, en 1934
Alemania produjo, sólo a nivel doméstico, 300.000 toneladas de productos naturales
del petróleo, y menos de 800.000 toneladas de gasolina sintética; la diferencia la
importó. Sin embargo, diez años después, en la II Guerra Mundial, y luego que la
Standard Oil de New Jersey le transfiriera las patentes de hidrogenación y la
tecnología a la I.G. Farben (acostumbrada a producir gasolina sintética partiendo del
carbón), Alemania produjo aproximadamente 6 millones y medio de toneladas de
petróleo, del cual el 85 por ciento (5 millones y medio de toneladas) era petróleo
sintético obtenido utilizando el proceso de hidrogenación de la Standard Oil. Además,
el control la producción del petróleo sintético en Alemania lo tenía una subsidiaria de
I.G. Farben, la Braunkohle-Benzin A.G., y el propio cártel de Farben fue creado en

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1926 con la ayuda financiera de Wall Street.
Por otro lado, la impresión general que le queda al lector de historiadores
modernos es que esta ayuda técnica estadounidense fue casual, y que los industriales
estadounidenses eran inocentes de conductas indebidas. Por ejemplo, el Comité
Kilgore declaró:

Casualmente, Estados Unidos jugó un papel crucial en armar técnicamente a


Alemania. Aunque los planificadores militares alemanes habían ordenado y
persuadido a las corporaciones fabricantes a que instalasen equipamiento
moderno para la producción en masa, ni los economistas militares ni las
corporaciones parecen haber captado en toda su extensión lo que significaba.
Se les abrieron los ojos cuando dos de las principales empresas
automovilísticas estadounidenses construyeron plantas en Alemania, a fin de
vender en el mercado europeo sin la problemática de los gastos de envío
marítimo, y los elevados aranceles alemanes. Se trajo a los alemanes a
Detroit para que aprendieran las técnicas de producción de componentes
especializados, y de las líneas de montaje. Lo que ellos vieron ocasionó una
posterior reorganización y remodelación de otras importantes fábricas
alemanas de armas. Las técnicas aprendidas en Detroit fueron utilizadas más
adelante para construir los bombarderos en picado Stuka… En un período
posterior, representantes de la I.G. Farben en este país capacitaron a un
montón de ingenieros alemanes a visitar no sólo las fábricas de aviones sino
otras de importancia militar, en las que aprendieron un montón que
finalmente fue utilizado contra Estados Unidos.[2]

Siguiendo estas observaciones, que enfatizan la naturaleza “casual” de la ayuda,


escritores académicos del tipo de Gabriel Kolko, que en general no es un entusiasta
de la gran empresa, han concluido que:

Casi resulta superfluo señalar que los motivos de las firmas americanas
ligadas por contrato a las compañías alemanas, no fueran favorables al
Nazismo, sea cual sea el motivo que puedan haber tenido[3].

Para, Kolko por el contrario, los análisis de la prensa económica estadounidense


contemporánea confirman que periódicos y diarios económicos eran totalmente
conscientes de la amenaza Nazi y de su naturaleza, mientras advertían a sus lectores
empresarios de los preparativos de guerra alemanes. Kolko admite incluso que:

La prensa económica [en Estados Unidos] fue consciente, a partir de 1935,


de que la prosperidad económica alemana estaba basada en los preparativos
de guerra. Más importante aún, era consciente del hecho de que la industria

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alemana estaba bajo el control de los Nazis, y estaba siendo dirigida a servir
al rearme de Alemania, y que la firma que con más frecuencia se mencionaba
en este contexto era el gigantesco imperio químico de I.G. Farben.[4]

Además, la evidencia presentada seguidamente sugiere que no solo un sector


influyente de la empresa estadounidense era consciente de la naturaleza del nazismo,
sino que por motivos propios ayudaban al Nazismo siempre que podían (y les era
ventajoso) —con pleno conocimiento de que el resultado probable sería una guerra
que implicaría a Europa y a Estados Unidos. Como veremos, las protestas de
inocencia no se ajustan a los hechos.

1924: El Plan Dawes


Tras la I Guerra Mundial, el Tratado de Versalles impuso una carta de pesadas
indemnizaciones sobre la derrotada Alemania. Esta carga financiera —una causa real
del descontento alemán que condujo a la aceptación del hitlerismo— fue utilizada por
los banqueros internacionales en beneficio propio. La oportunidad de emitir
préstamos beneficiosos para los cárteles alemanes en Estados Unidos fue presentada
por el Plan Dawes, y luego por el Plan Young. Ambos planes fueron diseñados por
esos banqueros centrales, que manejaron a los comités para sus propios beneficios
económicos, y a pesar de que técnicamente los comités no eran nombrados por el
gobierno de EE.UU., los planes fueron de hecho aprobados y patrocinados por el
gobierno.
El regateo posguerra de financieros y políticos estableció las compensaciones
alemanas a un gasto anual de 132 billones de marcos oro. Esto era casi una cuarta
parte del total de las exportaciones de Alemania en 1921. Cuando Alemania fue
incapaz de cumplir con estos devastadores pagos, Francia y Bélgica ocuparon el Ruhr
para tomar por la fuerza lo que no podía ser conseguido voluntariamente. En 1924 los
aliados nombraron un comité de banqueros (dirigido por el banquero estadounidense
Charles G. Dawes) para desarrollar un programa de pagos de indemnización. El Plan
Dawes resultante fue, según el profesor de relaciones internacionales de la
Universidad de Georgetown, Carroll Quigley, “en muy gran medida una creación de
J.P. Morgan”[5].
El Plan Dawes disponía una serie de préstamos al extranjero por un total de 800
millones de dólares, con sus ganancias fluyendo hacia Alemania. Esos préstamos son
importantes para nuestra historia porque las ganancias, obtenidas en su mayor parte
en Estados Unidos, de los inversores en dólares, fueron utilizadas a mediados de los
años 1920 para crear y consolidar las gigantescas concentraciones de la industria
química y del acero, I.G. Farben y Vereinigte Stahlwerke, respectivamente. Esos
cárteles no solo ayudaron a Hitler a subir al poder en 1933; también produjeron la
mayor parte de los principales materiales bélicos utilizados por los alemanes en la II

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Guerra Mundial.
Entre 1924 y 1931, bajo el Plan Dawes y el Plan Young, Alemania pagó a los
aliados casi 86 billones de marcos en indemnizaciones. Al mismo tiempo Alemania
pidió prestado al extranjero, principalmente a Estados Unidos, unos 138 billones de
marcos, haciendo de esta manera que el pago neto por indemnizaciones de Alemania
fuera solo de tres billones de marcos. En consecuencia, la carga de las
compensaciones monetarias de los alemanes a los aliados era en realidad soportada
por los suscriptores extranjeros de los bonos alemanes emitidos por las entidades
financieras de Wall Street —con importantes beneficios para ellos mismos, desde
luego. Y, no nos lo perdamos, esas firmas eran propiedad de los mismos financieros
que periódicamente se cambiaban su sombrero de banquero por el de “estadista”.
Como “estadistas”, formularon los Planes Dawes y Young para “solucionar” el
“problema” de las indemnizaciones. Como banqueros, emitían los préstamos. Como
apunta Carroll Quigley:

Conviene señalar que este sistema establecido por los banqueros


internacionales, y el consiguiente préstamo del dinero de otras personas a
Alemania, resultó muy rentable para esos banqueros[6].

¿Quiénes eran los banqueros internacionales de Nueva York que constituyeron


esas comisiones para las indemnizaciones?
En 1924 los expertos del Plan Dawes en Estados Unidos fueron el banquero
Charles Dawes y el representante de Morgan, Owen Young, que era Presidente de la
General Electric Company. En 1924 Dawes era presidente del Comité de Expertos de
los Aliados.
En 1929 Owen Young se convirtió en presidente del Comité de Expertos,
respaldado por el propio J.P. Morgan, con T. W. Lamont, socio de Morgan, y T. N.
Perkins, un banquero de las asociaciones de Morgan, como suplentes. En otras
palabras, las delegaciones de EE.UU. eran, simple y llanamente, como Quigley
señaló, delegados de J. P. Morgan utilizando la autoridad y sello de Estados Unidos
para promocionar planes financieros en beneficio monetario propio. Como resultado,
tal como indica Quigley, los “banqueros internacionales estaban en el cielo, bajo
una lluvia de honorarios y comisiones”[7].
Los miembros alemanes del Comité de Expertos también eran interesantes. En
1924 Hjalmar Schacht era el Presidente del Reichsbank, y jugó un papel relevante en
el trabajo de organización del Plan Dawes; lo mismo hizo el banquero alemán Carl
Melchior. Uno de los delegados alemanes de 1928 fue A. Voegler, del cártel del acero
alemán Stahlwerke Vereinigte. Resumiendo, los dos países importantes implicados —
Estados Unidos y Alemania— estaban representados por los banqueros de Morgan
por un lado, y por Schacht y Voegler por el otro, los cuales fueron personajes clave en
el surgimiento de la Alemania de Hitler, y en el posterior rearme alemán.

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Por último, los miembros y asesores de las Comisiones Dawes y Young no sólo
estaban asociados con las entidades financieras de Nueva York sino que, como
veremos más adelante, eran directores de empresas dentro de los cárteles alemanes
que auparon al poder a Hitler.

1928: el Plan Young


Según el genio financiero de Hitler, de Hjalmar Horace Greeley Schacht, y del
industrial Nazi Fritz Thyssen, el Plan Young de 1928, (succesor del Plan Dawes),
formulado por el agente de Morgan Owen D. Young, fue el que llevó a Hitler al poder
en 1933. Fritz Thyssen afirma que,

Recurrí al Partido nacional-socialista sólo después de convencerme de que la


lucha contra el Plan Young era inevitable si se quería evitar el colapso total
de Alemania[8].

La diferencia entre el Plan Young y el Plan Dawes era que, si bien el Plan Young
requería realizar los pagos en mercancías producidas en Alemania financiadas por
préstamos extranjeros, el Plan Young exigía los pagos en efectivo, y “En mi opinión
[escribió Thyssen] la deuda financiera así creada estaba destinada a desestabilizar
toda la economía del Reich”.
El Plan Young era ciertamente un artilugio para ocupar Alemania con capital
estadounidense, gravando los verdaderos activos alemanes con una hipoteca
gigantesca mantenida por Estados Unidos. Cabe mencionar que las empresas
alemanas con filiación en EE.UU. esquivaron el Plan mediante el recurso de la
propiedad extranjera temporal. Por ejemplo, A.E.G. (la General Electric alemana),
afiliada con la General Electric de Estados Unidos, fue vendida a un grupo
empresarial franco-belga, saltándose así las condiciones del Plan Young. De paso
remarquemos que Owen Young fue el mayor patrocinador financiero de Franklin
D. Roosevelt en el proyecto de una Europa Unida, cuando Franklin Delano
Roosevelt, como incipiente financiero de Wall Street, pretendió sacar provecho de la
hiperinflación de Alemania de 1925. El proyecto de Europa Unida fue un vehículo
para especular y sacar beneficios con la imposición del Plan Dawes, y es una prueba
evidente de los financieros privados (Franklin D. Roosevelt incluído) que utilizan el
poder del estado para promover sus propios intereses, manipulando la política
extranjera.
La acusación paralela de Schacht de que Owen Young fue responsable de la
subida de Hitler al poder, mientras obviamente estaba sirviéndose a sí mismo, está
registrada en el informe de Inteligencia del gobierno de EE.UU., relativo al
interrogatorio del Dr. Fritz Thyssen en setiembre de 1945:

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La aceptación del Plan Young y de sus principios financieros incrementó más
y más el desempleo, hasta que casi un millón estuvo sin empleo. La gente
estaba desesperada. Hitler dijo que él acabaría con el desempleo. El
gobierno que estaba en aquellos momentos en el poder era muy malo, y la
situación de la gente empeoraba. Esa fue realmente la razón del enorme éxito
que Hitler tuvo en las elecciones. En las anteriores elecciones obtuvo casi un
40 por ciento[9].

Sin embargo fue Schacht y no Owen Young, quien concibió la idea que
posteriormente se convertiría en el Banco de Pagos Internacionales (Bank for
International Settlements – B.I.S.). Los detalles reales fueron elaborados en una
conferencia presidida por Jackson Reynolds, “uno de los principales banqueros de
Nueva York”, junto con Melvin Traylor, del First National Bank de Chicago, Sir
Charles Addis, antiguamente de la Corporación Bancaria de Hong Kong y Shanghai,
y diversos banqueros franceses y alemanes[10]. El B.I.S. resultó esencial bajo el Plan
Young como medio para permitirse una herramienta lista para promover las
relaciones financieras internacionales. Según su propia declaración, Schacht también
le dio a Owen Young la idea de lo que posteriormente se convertiría en el Banco
Internacional para la Reconstrucción y Desarrollo, tras la II Guerra Mundial:

“Un banco de este tipo exigirá una cooperación financiera entre


vencedores y vencidos que conduzca a una comunión de intereses, que a su
vez de lugar a una mutua confianza y comprensión, y así promover y
asegurar la paz”.
Todavía recuerdo con nitidez el entorno en el que tuvo lugar esta
conversación. Owen Young esta sentado en su sillón, fumando en su pipa,
con las piernas estiradas, y sus penetrantes ojos fijos en mi. Como suele
ser habitual en mi cuando propongo este tipo de argumentos, paseaba
tranquila y firmemente arriba y abajo de la habitación, marcando mi
“alcázar de mando”. Cuando terminé se hizo una breve pausa. Luego se le
iluminó toda la cara y su decisión se tradujo en las palabras que dijo:
“Dr.Schacht, me ha dado usted una idea maravillosa, y voy a vendérsela a
todo el mundo”[11].

Construyendo los cárteles alemanes


Un ejemplo práctico de las finanzas internacionales operando tras la escena para
construir y manipular los sistemas político-económicos se encuentra en el sistema del
cártel alemán. Los tres mayores préstamos manejados por los banqueros
internacionales de Wall Street para los deudores alemanes en los años 1920, bajo el

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Plan Dawes, fueron en beneficio de los tres cárteles alemanes que pocos años después
ayudaron a Hitler y a los Nazis a llegar al poder. Los financieros estadounidenses
estaban directamente representados en las juntas de dos de esos tres cárteles
alemanes. Esta ayuda estadounidense a los cárteles alemanes ha sido descrita por
James Martin como sigue:

“Estos préstamos para la reconstrucción se convirtieron en el vehículo de los


mecanismos que hicieron más para promocionar la II Guerra Mundial que
para establecer la paz tras la I Guerra Mundial”.[12]

Los tres cárteles dominantes, los importes prestados y el variable consorcio de


Wall Street[13] fueron estos:

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Cártel alemán Grupo de Wall Street Importe emitido
Allgemeine Elektrizitats​Gesellschaft
National City Co $ 35.000.000
(A.E.G.) (General Electric alemana)
Vereinigte Stahlwerke
Dillon, Read & Co. $ 70.225.000
(United Steelworks)
I.G. Chemical Estadounidense
National City Co. $ 30.000.000
(I.G. Farben)

Observando todos los préstamos emitidos, parece como si solo un puñado de las
empresas financieras de Nueva York manejasen la financiación de las
indemnizaciones alemanas. Tres firmas: Dillon, Read Co.; Harris, Forbes & Co.; y
National City Company, emitieron casi las tres cuartas partes del importe total
nominal de los préstamos, y cosecharon la mayor parte de las ganancias:

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Participación en asuntos Beneficios de los
Gerentes del Consorcio Porcentaje del
industriales alemanes en el
de Wall Street préstamos alemanes[14] total
mercado de capital de EE.UU.
Dillon, Read & Co. 241.325.000 $ 2.7 millones $ 29.2
Harris, Forbes & Co. 186.500.000 1.4 millones 22.6
National City Co. 173.000.000 5.0 millones 20.9
Speyer & Co. 59.500.000 0.6 millones 7.2
Lee, Higginson & Co. 53.000.000 n. a 6.4
Guaranty Co. of N.Y. 41.575.000 0.2 millones 5.0
Kuhn, Loeb & Co. 37.500.000 0.2 millones 4.5
Equitable Trust Co. 34.000.000 0.3 millones 4.1
TOTAL 826.400.000 $ 10.4 millones $ 99.9

A partir de mediados de los años 1920, las dos principales agrupaciones de


I.G. Farben y Vereinigte Stahlwerke dominaban el sistema del cártel químico y del
acero que se creó mediante esos préstamos. Aunque dichas firmas tenían una mayoría
de voto en los cárteles para sólo dos o tres productos básicos, eran capaces, a través
del control de esos productos básicos, de imponer su voluntad a todo el cártel. I.G.
Farben era el principal fabricante de químicos básicos utilizados por otros agrupados
para fabricar químicos, por lo que su posición de poder económico no puede medirse
únicamente por su capacidad de producir unos pocos químicos básicos. De forma
similar, Vereinigte Stahlwerke, con su capacidar de hierro crudo mayor que la de
todos los demás productores de hierro y acero alemanes juntos, era capaz de ejercer
mucha más influencia en los productos del hierro y acero a medio terminar, de lo que
sugiere su producción de hierro crudo. Aun así, el porcentaje de producción de esos
cárteles para todos sus productos era significativo:

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Productos de Vereinigte Stahlwerke Porcentaje de la producción total alemana en 1938
Lingotes de hierro 50.8
Cañerías y tubos 45.5
Chapa pesada 36.0
Explosivos 35.0
Alquitrán de hulla 33.3
Barras de acero 37.1

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I.G. Farben Porcentaje de la producción total alemana en 1937
Metanol sintético 100.0
Magnesio 100.0
Nitrógeno químico 70.0
Explosivos 60.0
Gasolina sintética (alto octanaje) 46.0 (1945)
Lignito 20.0

Entre los productos para los que establecieron una mutua colaboración la
I.G. Farben y Vereinigte Stahlwerke estaban el alquitrán de hulla y el nitrógeno
químico, ambos de primordial importancia para la fabricación de explosivos. La I.G.
Farben tenía una posición de cártel que garantizaba el dominio en la fabricación y
venta del nitrógeno químico, pero tenía sólo un uno por ciento de capacidad para la
descomposición del carbón en Alemania. Por tanto se procedió a un acuerdo
mediante el cual las subsidiarias de explosivos de la Farben obtenían su benzol,
tolueno, y otros productos primarios del alquitrán de la hulla en las condiciones
estipuladas por Vereinigte Stahlwerke, en tanto que la subsidiaria de Vereinigte
Stahlwerke dependía para sus nitratos de las condiciones establecidas por la Farben.
Con este sistema de colaboración mutua e interdependencia, los dos cárteles, I.G.
Farben y Vereinigte Stahlwerke, produjeron en 1937-38, vísperas de la II Guerra
Mundial, el 95 por ciento de los explosivos de Alemania. Esta producción fue posible
gracias a los préstamos estadounidenses, y en cierta medida, a la tecnología
estadounidense.
La cooperación de la I.G. Farben y la Standard Oil para producir hidrocarburos
sintéticos a partir del carbón dio al cártel de la I.G. Farben el monopolio de la
producción de gasolina alemana durante la II Guerra Mundial. Poco menos de la
mitad de la gasolina de alto octanaje de 1945 fue producida directamente por la I.G.
Farben, y la mayor parte del resto por sus empresas asociadas.
Resumiendo, en gasolina sintética y explosivos (dos de los elementos básicos de
la guerra moderna), el control del resultado alemán de la II Guerra Mundial estuvo en
manos de dos conjuntos alemanes creados con los préstamos de Wall Street bajo el
patrocinio del Plan Dawes.
Además, la ayuda estadounidense a los esfuerzos de guerra Nazis se extendieron a
otras áreas[15]. Los dos mayores fabricantes de tanques en la Alemania de Hitler
fueron Opel, una empresa totalmente subsidiaria de la General Motors (controlada
por la empresa J.P. Morgan), y la Ford A.G., subsidiaria de la Ford Motor Company
de Detroit. Los Nazis le otorgaron la exención de impuestos a la Opel en 1936, para
permitir a la General Motors que ampliara sus instalaciones de producción. La
General Motors reinvertía servicialmente los beneficios resultantes en la industria
alemana. Henry Ford fue condecorado por los Nazis por sus servicios al Nazismo,
Alcoa y Dow Chemical trabajaron codo con codo con la industria Nazi con
numerosas transferencias de su tecnología doméstica estadounidense. Bendix

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Aviation, en la que la General Motors controlada por J.P. Morgan tenía un importante
interés en acciones, suministró a Siemens & Halske A. G. de Alemania los datos
sobre pilotos automáticos e instrumentos aeronáuticos. Hasta 1940, en la “guerra no
oficial” Bendix Aviation suministró información técnica completa a Robert Bosch
para los arranques de motor y a cabo recibió el pago en royalties.
Resumiendo, las empresas estadounidenses asociadas con los banqueros de
inversión internacional Morgan-Rockefeller —y no, según cabe destacar, la inmensa
mayoría de industriales estadounidenses— estuvieron íntimamente relacionados con
el crecimiento de la industria Nazi. Es importante remarcar a medida que vayamos
desarrollando nuestra historia, que la General Motors, Ford, General Electric,
DuPont, y el puñado de empresas estadounidenses implicadas de cerca con el
desarrollo de la Alemania Nazi estaban —excepción hecha de la Ford Motor
Company— controladas por la élite de Wall Street, la empresa de J.P. Morgan, el
Chase Bank de Rockefeller, y en menor medida, el Manhattan Bank de Warburg.[16]
Este libro no es una acusación hacia toda la industria y finanzas estadounidenses. Es
una acusación para la “cúpula” —esas empresas controladas por un puñado de casas
financieras, el sistema del Banco de la Reserva Federal, el Banco de Pagos
Internacionales, y sus continuados mecanismos de cooperación internacional y
cárteles que intentan controlar el curso del mundo político y económico.

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Capítulo 2

El imperio de I.G. Farben


Farben era Hitler y Hitler era Farben.
(El senador Homer T. Bone al Comité del Senado, sobre Temas Militares, 4 junio
1943).

En vísperas de la II Guerra Mundial el complejo químico alemán de la


I.G. Farben era el mayor fabricante de químicos del mundo, con un extraordinario
poder político y económico, e influencia dentro del estado hitleriano Nazi. I. G. ha
sido acertadamente descrita como “un estado dentro de un estado”.
El cártel de la Farben se remonta a 1925, cuando el genio de la organización
Hermann Schmitz (con ayuda financiera de Wall Street) creó la gigantesca empresa
química a partir de seis grandes empresas químicas alemanas ya existentes: Badische
Anilin, Bayer, Agfa, Hoechst, Weiler-ter-Meer, y Griesheim-Elektron. Estas empresas
se fusionaron para convertirse en la Internationale Gesellschaft Farbenindustrie A.G.
—o abreviado, I.G. Farben. Veinte años después, el propio Hermann Schmitz era
llevado ante el tribunal de Nuremberg por crímenes de guerra cometidos por el cártel
de I.G. Otros directores de la I.G. Farben fueron sometidos a juicio, pero los socios
estadounidenses de la I.G. Farben, y los directores estadounidenses de la propia I.G.,
fueron rápidamente olvidados; la verdad quedó enterrada en los archivos.
Son estas conexiones estadounidenses de Wall Street las que nos ocupan. En
primer lugar, sin el capital aportado por Wall Street, no habría existido la I.G. Farben
y casi con seguridad, tampoco Adolph Hitler ni la II Guerra Mundial.
Los banqueros alemanes de la Farben Aufsichsrat (el Consejo Supervisor de
Directores)[17] a finales de los años 1920, incluían al banquero Max Warburg, de
Hamburgo, cuyo hermano Paul Warburg era uno de los fundadores del Sistema de la
Reserva Federal de Estados Unidos.
No es por casualidad que Paul Warburg estuviera también en la junta de la
subsidiaria de la I.G. Farben estadounidenses en EE.UU. con propiedad total.
Además de Max Warburg y de Hermann Schmitz, la mano que guió la creación del
imperio Farben, el consejo de administración (Vorstand) de la Farben, incluía a Carl
Bosch, Fritz ter Meer, Kurt Oppenheim y George von Schnitzler[18]. A excepción de
Max Warburg, todos fueron acusados de “criminales de guerra” tras la II Guerra
Mundial.
En 1928 el conglomerado estadounidense de la I.G. Farben (la Bayer Company,
General Aniline Works, Agfa Ansco, y Winthrop Chemical Company) estaba
organizado en una sociedad matriz suiza, la I.G. Chemic (Internationale Gesellschaft
fur Chemisehe Unternehmungen A. G.), controlada por la I.G. Farben de Alemania.

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Al año siguiente esas empresas estadounidenses se fusionaron para convertirse en la
Corporación Química I. G. Estadounidense, rebautizada porteriormente como
General Aniline & Film. Hermann Schmitz, el organizador en 1925 de la I. G.
Farben, se convirtió en uno de los destacado primeros Nazis y patrocinadores de
Hitler, así como en presidente de la I.G. Chemic Suiza, y en presidente de la I.G.
estadounidense. El complejo de la Farben, tanto en Alemania como en Estados
Unidos se desarrolló entonces como una parte integral de la formación y
funcionamiento de la maquinaria estatal Nazi, de la Wehrmacht y de las S.S.
La I.G. Farben tuvo un peculiar interés en la constitución del estado Nazi, puesto
que los directores de Farben colocaron materialmente a Hitler y a los Nazi en el
poder, en 1933. Tenemos evidencia fotográfica (ver página 67) de que I.G. Farben
contribuyó con 400.000 RM a la “caja B” política de Hitler. Fueron estos fondos
secretos los que financiaron la toma Nazi del control en marzo de 1933. Muchos años
antes la Farben había conseguido fondos de Wall Street para la cartelización y
expansión en Alemania, y 30 millones de dólares para la I. G. estadounidense en
1929, y tenía directores de Wall Street en la junta de Farben. A remarcar que se
consiguieron esos fondos y se nombraron a los directores años antes de que Hitler
fuera promovido a dictador alemán.

El poder económico de I. G. Farben


Observadores expertos han argumentado que Alemania no podría haber entrado
en guerra en 1939 sin la I.G. Farben. Entre 1927 y los inicios de la II Guerra Mundial,
I.G. Farben duplicó su tamaño, expansión posible en gran parte gracias a la ayuda
técnica estadounidense, y a la emisión de bonos estadounidenses, como el de 30
millones de dólares ofrecido por el National City Bank. En 1939 I. G. adquirió
participación e influencia gerencial en unos 380 otras empresas alemanas, y en más
de 500 firmas extranjeras. El imperio Farben poseía sus propias minas de carbón, sus
propias plantas de energía eléctrica, unidades de hierro y acero, bancos, unidades de
investigación, y numerosas empresas comerciales. Había más de 2.000 acuerdos del
cártel entre I.G. y firmas extranjeras —incluyendo la Standard Oil de New Jersey,
DuPont, Alcoa, Dow Chemical, y otras en Estados Unidos. La historia completa de la
I.G. Farben y de sus actividades a nivel mundial antes de la II Guerra Mundial no
llegará a saberse nunca, puesto que los archivos alemanes fueron destruidos en 1945,
preveyendo la victoria de los aliados. Sin embargo una investigación realizada tras la
guerra por el Departamento de Guerra de EE.UU. concluía diciendo que:

Sin las grandes instalaciones de fabricación de I.G., su vasta investigación y


amplias afiliaciones internacionales, la prosecución de la guerra de Alemania
hubiera sido impensable e imposible; Farben no solo dirigió sus energías a
armar Alemania, sino que se concentró en debilitar a sus potenciales

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víctimas, y esta tentativa de doble efecto, de expandir el potencial de la
industria alemana para la guerra, y de limitar el del resto del mundo, no fue
concebido y ejecutado “en el curso normal de las operaciones”. Son
aplastantes las pruebas de que los funcionarios de la I.G.Farben tenían pleno
conocimiento previo del plan de Alemania para conquistar el mundo, y de
cada acto de agresión concreto que fue emprendido posteriormente[19]…

Los directores de las empresas de Farben (es decir, a los que en la investigación
se refieren como “funcionarios de la I.G. Farben”) incluían no solo alemanes, sino
también relevantes financieros estadounidenses. Este informe del Departamento de
Guerra estdounidense de 1945 concluía diciendo que,

la designación de la I.G. por parte de Hitler en el período anterior a la


guerra fue para hacer a Alemania autosuficiente en caucho, gasolina, aceites
lubricantes, magnesio, fibras, agentes curtientes, grasas y explosivos. Para
desempeñar esta tarea fundamental I.G. gastó grandes sumas en los procesos
de extracción de esos materiales de guerra de las materias primas autóctonas
alemanas —en particular de los abundantes recursos carboníferos. Cuando
no se podían desarrollar esos procesos en Alemania, se compraban en el
extranjero bajo acuerdos del cártel. Por ejemplo, el proceso del iso-octano,
esencial para el fuel de los aviones, se obtuvo de Estados Unidos… de hecho,
totalmente [a partir] de los estadounidenses y hemos llegado a saberlo en
detalle en sus separados estadios a través de nuestros acuerdos con ellos
[Standard Oil de New Jersey] y nosotros estamos utilizándolo ampliamente.
[20]

El proceso de fabricación del tetraetilo de plomo, esencial para la gasolina de los


aviones, lo consiguió la I.G. Farben de Estados Unidos, y en 1939 la Standard Oil de
New Jersey le vendió a I.G. gasolina de alta graduación para la aviación, por valor de
20 millones de dólares. Incluso antes de que fabricase el tetraetilo de plomo
siguiendo el proceso estadounidense, fue capaz de “pedir prestadas” 500 toneladas a
la Ethyl Corporación. Este préstamo del vital tetraetilo de plomo no fue devuelto, y la
I.G. perdió un millón de dólares de garantía. Además la I.G. compró grandes
cantidades de magnesio a la Dow Chemical para las bombas incendiarias, y almacenó
explosivos, estabilizadores, fósforo y cianuros del resto del mundo.
En 1939, de los 43 principales productos fabricados por la I.G., 28 eran de
“primordial interés” para las fuerzas armadas alemanas. El control definitivo de la
Farben sobre la economía de guerra alemana, adquirido durante los años 1920 y 1930
con la ayuda de Wall Street, puede ser mejor evaluado examinando el porcentaje de
producción de material de guerra alemán de las plantas de Farben en 1945. En
aquellos momentos Farben producía el cien por cien del caucho sintético alemán, el

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95 por ciento del gas venenoso alemán, (incluyendo todo el gas Zyclon B utilizado en
los campos de concentración), el 90 por ciento de los plásticos alemanes, el 88 por
ciento del magnesio alemán, el 84 por ciento de los explosivos alemanes, el 70 por
ciento de la pólvora alemana, el 26 por ciento de la gasolina de alto octanaje alemana
(aviación), y el 33 por ciento de gasolina sintética alemana[21] (Ver el gráfico 2-1 y la
Tabla 2-1).

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Producción Pocentaje producido
Producto
Total alemana por I.G. Farben
Caucho sintético 118.600 toneladas 100
Metanol 251.000 toneladas 100
Aceite lubricante 60.000 toneladas 100
Materias colorantes 31.670 toneladas 98
Gas venenoso - 95
Nickel 2.000 toneladas 95
Plásticos 57.000 toneladas 90
Magnesio 27.400 toneladas 88
Explosivos 221.000 toneladas 84
Gunpowder 210.000 toneladas 70
Gasolina de alto
650.000 toneladas 46
octanaje (Aviación)
Ácido sulfúrico 707.000 toneladas 35

El Dr. von Schnitzler, de la I.G. Farben Aufsichsrat, realizó en 1943 la pertinente


declaración:

No resulta exagerado decir que sin los servicios de la química alemana,


desempeñados bajo el Plan Cuatrienal, el seguimiento de la guerra moderna
hubiera sido impensable[22].

Desgraciadamente, cuando investigamos los orígenes técnicos de los más


importantes de esos materiales militares —dejando de lado el apoyo financiero a
Hitler— encontramos conexiones con la industria y los empresarios estadounidenses.
Hubo numerosos acuerdos entre Farben y firmas estadounidenses, incluyendo
acuerdos de marketing del cártel, acuerdos de patentes e intercambios técnicos, tal
como ilustran las transferencias de tecnología del etilo de la Standard Oil
mencionadas anteriormente. Esos acuerdos fueron utilizados por I.G. para impulsar la
política Nazi en el extranjero, recoger información estratégica y consolidar un cártel
químico a nivel mundial.
Uno de los aspectos más aterradores del cártel de la I.G. Farben fue la invención,
producción y distribución del gas Zyklon B, utilizado en los campos de concentración
Nazi. El Zyklon B era ácido prúsico puro, un veneno mortal fabricado por I.G.
Farben Leverkusen, y vendido por la oficina de ventas de la Bayer a través de
Degesch, un titular autónomo. Las ventas def Zyklon B ascendían a casi las tres
cuartas partes del negocio de Degesch; I.G. Farben produjo y vendió gas suficiente
para matar a 200 millones de humanos. El informe del Comité Kilgore de 1942 hace
evidente que los directores de la I.G. Farben tenían un conocimiento exacto de los
campos de concentración Nazi, y de la utilización de los químicos de I.G. Este
conocimiento previo resulta significativo cuando luego consideramos el papel de los
directores estadounidenses en la sucursal estadounidense de la I.G. El interrogatorio
de 1945 al director von Schnitzler, de la I.G. Farben, dice lo siguiente:

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Q. ​ ¿Qué hizo usted cuando le dijeron que los químicos de la I.G. estaban siendo utilizados para matar, asesinar
a personas retenidas en campos de concentración?
A. ​ Me horroricé.
Q. ​ ¿Hizo usted algo al respecto?
A. ​ Me lo guardé para mí [para mi mismo] porque era demasiado terrible… Le pregunté a Muller​ Cunradi si él,
Ambros y los otros directores de Auschwitz sabían que los gases y químicos estaban siendo utilizados para
asesinar a las personas.
Q. ​ ¿Qué dijo?
A. ​ Sí: lo saben todos los directores de I.G. en Auschwitz.[23]

I.G. Farben no hizo ningún intento por detener la producción de gases —una
forma más bien inefectiva la de von Schnitzler para expresar cualquier preocupación
por la vida humana, “porque era demasiado terrible”.
La oficina en Berlín N.W. 7, de la I.G. Farben, era el centro clave de espionaje en
ultramar de los Nazi. La unidad funcionaba bajo la dirección del director de Farben,
Max Ilgner, sobrino del presidente de la I.G. Farben, Hermann Schmitz. Max Ilgner y
Hermann Schmitz estuvieron en la junta de la I.G. Estadounidense, teniendo como
colegas directores a Henry Ford, de la Ford Motor Company, a Paul Warburg, del
Bank of Manhattan, y a Charles E. Mitchell, del Banco de la Reserva Federal de
Nueva York.
Cuando en 1939 estalló la guerra, los empleados de VOWI fueron reclutados para
la Wehrmacht (fuerzas armadas), pero de hecho siguieron realizando el mismo trabajo
que cuando nominalmente se hallaban bajo la I.G. Farben. Uno de los empleados más
notables de esos obreros del espionaje de la Farben en N.W. 7 fue el príncipe
Bernardo de Holanda, que se incorporó a Farben a principios de los años 1930, tras
cumplir un período de servicio de 18 meses con los uniformes negros de las S.S[24].
El brazo estadounidense de la red de espionaje VOWI fue Chemnyco, Inc. Según
el Ministerio de Guerra,

Utilizando los contactos habituales de negocios, Chemnyco fue capaz de


transmitir a Alemania enormes cantidades de material, que iba desde
fotografías y planos en cianotipo hasta detalladas descripciones de plantas
industriales enteras[25].

El vicepresidente de Chemnyco en Nueva York fue Rudolph Ilgner, ciudadano


estadounidense y hermano del director de la I.G. Farben estadounidense, Max Ilgner.
Resumiendo, antes de la II Guerra Mundial, Farben gestionaba VOWI, el operativo
de inteligencia exterior Nazi, y el operativo de VOWI estaba asociado con miembros
relevantes del sistema de Wall Street, a través de la I.G. Estadounidense y de
Chemnyco.
El Ministerio de Guerra de EE.UU. acusó también a la I.G. Farben y a sus
asociadas estadounidenses de liderar programas de guerra económica y psicológica a

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través de la divulgación de propaganda mediante los agentes de la Farben en el
extranjero, y de proporcionar divisas mediante esta propaganda Nazi. Los acuerdos
del cártel de la Farben promocionaron la guerra económica Nazi, siendo el ejemplo
más sobresaliente la restricción voluntaria de la Standard Oil de New Jersey de
desarrollar el caucho sintético en Estados Unidos a instancias de la I.G. Farben. Tal
como el informe del Ministerio de Guerra indica:

En resumidas cuentas, dada la determinación de la Standard Oil de mantener


un monopolio absoluto sobre los desarrollos del caucho sintético en Estados
Unidos, cumplió totalmente el propósito de la I.G. de impedir la producción
de Estados Unidos, disuadiendo a las empresas de caucho estadounidenses de
llevar a cabo investigación independiente para el desarrollo de los procesos
de caucho sintético.[26]

En 1945, el Dr. Oskar Loehr, subdirector del “Tea Buro” (oficina del té) de la I.G.
confirmó que la I.G. Farben y la Standard Oil de New Jersey explotaban un “plan
preconcebido” para suprimir el desarrollo de la industria del caucho sintético en
Estados Unidos, en beneficio de la Wehrmacht (fuerzas armadas) alemanas, y en
detrimento de Estados Unidos en la II Guerra Mundial.
El testimonio del Dr. Loehr (parcial) dice lo siguiente:

Q. ​ ¿Es cierto que mientras se retrasaba la divulgación de los procesos del buna [caucho sintético] a las
empresas estadounidenses de caucho, la Chemnyco y Jasco estaban manteniendo informada a la I.G. en relación
al desarrollo del caucho sintético en EE.UU.?
A. ​ Sí.
Q. ​ ¿Estaba pues en todo momento la I.G. totalmente al corriente del estado de desarrollo de la industria del
caucho sintético estadounidense?
A. ​ Sí.
Q. ​ ¿Estuvo usted presente en la reunión de la Haya, cuando el Sr. Howard [de la Standard Oil] acudió allí en
1939?
A. ​ No.
Q. ​ ¿Quién estuvo presente?
A. ​ El Sr. Ringer, acompañado del Dr. Brown, de Ludwigshafen.
Q. ​ ¿Le hablaron a usted de las negociaciones?
A. ​ Sí, en lo que se refería a la parte sobre el buna [caucho sintético].
Q. ​ ¿Es cierto que el Sr. Howard le dijo a la I.G. en esta reunión que los desarrollos en Estados Unidos habían
llegado a un estadio en el que ya no le era posible mantener oculta de las empresas estadounidenses la
información relativa a los procesos del buna?
A. ​ El Sr. Ringer informó de ello.
Q. ​ ¿Fue en esa reunión en la que, por primera vez, el Sr. Howard le dijo a la I.G. que las empresas
estadounidenses del caucho podrían tener que ser informadas de los procesos, y aseguró a la I.G. que la
Standard Oil controlaría la industria del caucho sintético en EE.UU.? ¿Es tal cosa correcta?
A. ​ Es correcta. Es lo que supe a través del Sr. Ringer.

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Q. ​ Así pues, en todos esos acuerdos desde el principio del desarrollo de la industria del caucho sintético, ¿la
supresión de la industria del caucho sintético en Estados Unidos formó parte de un plan preconcebido entre la
I.G. por un lado, y el Sr. Howard de la Standard Oil por el otro?
A. ​ Esa es la conclusión que puede extraerse de los hechos anteriores.[27]

La I.G. Farben fue la que mayores ingresos de divisas extranjeras generó en la


Alemania de antes de la guerra, y estas divisas extranjeras capacitaron a Alemania
para comprar materias primas estratégicas, equipo militar y procesos técnicos, así
como para financiar sus programas de espionaje, propaganda y diversas actividades
militares y políticas en ultramar, anteriores a la II Guerra Mundial. Actuando a cuenta
del estado Nazi, la Farben amplió sus nuevos horizontes a una escala mundial,
mientras mantenía estrechas relaciones con el régimen Nazi y la Wehrmacht. Se
estableció una oficina de enlace, la Vermittlungsstelle W, para mantener las
comunicaciones entre la I.G. Farben y el Ministro de Guerra alemán:

El objetivo de este trabajo es la edificación de una organización hermética


para el armamento en la I.G., que se insertará sin dificultad en la
organización ya existente en la I.G. y en las plantas individuales. En caso de
guerra, la I.G. será tratada por las autoridades relacionadas con los temas
armamentísticos como una enorme planta que, en su labor con las armas, y
hasta donde es posible hacerlo desde el punto de vista técnico, se auto
regulará sin ninguna influencia organizativa exterior (el trabajo en esta
dirección fue en principio acordado con el Ministro de Guerra –
Wehrwirtschaftsant), y desde esta oficina, con el Ministro de Economía. En el
terreno al que se refiere, es trabajo del Oficina de enlace (Vermittlungsstelle
W), además del montaje organizativo y de la planificación de largo alcance,
la continua colaboración en relación al armamento y a las cuestiones
técnicas con las autoridades del Reich y con las plantas de la I.G.[28]

Desgraciadamente, los archivos de las oficinas de la Oficina de Enlace


(Vermittlungsstelle) fueron destruidos antes de que acabase la guerra, aunque se sabe
por otras fuentes que a partir de 1934 una compleja red de transacciones evolucionó
entre la I.G. y la Wehrmacht. En 1934 la I.G. Farben empezó a movilizarse para la
guerra, y cada planta de la I.G. preparó sus planes de producción para la guerra y los
sometió a los Ministerios de Guerra y Economía. En 1935-1936, se realizaban juegos
de guerra en las plantas de la I.G. Farben, y se ensayaban procedimientos técnicos
para tiempos de guerra[29]. Estos juegos de guerra fueron descritos por el Dr. Struss,
presidente del secretariado del Comité Técnico de la I.G. :

Es cierto que desde 1934 o 1935, poco después de que se estableciera la


Oficina de Enlace W (Vermittlungsstelle W) en los diferentes trabajos, se
organizaron juegos de guerra teóricos en las plantas para examinar cómo

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podía materializarse el efecto de un bombardeo en ciertas fábricas.
Específicamente se tuvo en cuenta qué ocurriría si cayeran entre 100 y 500
kilos de bombas sobre cierta fábrica, y cuál sería el resultado de ello.
También es exacto que se utilizó el nombre de Kriegsspiele (juegos de
guerra) para definirlo.
Los juegos de guerra (Kriegsspiele) eran preparados por el Sr. Ritter y el
Dr. Eckell, luego lo fueron en parte por el Dr. von Brunning, si por orden
personal y a iniciativa propia del Dr. Krauch, o por orden de las Fuerzas
Aéreas, es algo que desconozco. Las tareas eran en parte definidas por la
Vermittlung-sstelle W (Oficina de Enlace W), y en parte por los oficiales de
las Fuerzas Aéreas. Un número de oficiales de todas las fuerzas de la
Wehrmacht (Marina, Fuerzas Aéreas y Ejército de Tierra) participaban en
esos juegos de guerra (Kriegsspiele).
Los lugares en los que impactaban las bombas estaban marcados en un
mapa de la planta, de manera que se podía determinar qué partes de la
planta estaban dañadas, por ejemplo un contador de gas o un gaseoducto
importante. Tan pronto como finalizaba el ataque aéreo, la dirección de la
planta establecía los daños e informaba la parte de la planta que tenía que
detener el trabajo; luego informaban del tiempo que les llevaría reparar
los daños. En una siguiente reunión se describían las consecuencias de los
juegos de guerra (Kriegsspiele), determinándose de que en el caso de la
planta de Leuna los daños implicados fueron considerablemente elevados;
se encontró que especialmente las modificaciones de los oleoductos debían
hacerse a un costo considerable[30].

Por consiguiente, durante los años 1930 la I.G. Farben hizo mucho más que
cumplir tan solo las órdenes del régimen Nazi. La Farben fue la propulsora y
directora de los planes Nazi de conquista mundial. La Farben actuó como
organización de inteligencia e investigación para el ejército alemán, e inició
voluntariamente los proyectos de la Wehrmacht. De hecho, el ejército en raras
ocasiones tuvo que dirigirse a la Farben; se calcula que de un 40 a un 50 por ciento de
los proyectos de la Farben para el ejército fueron iniciados por la propia Farben.
Resumiendo, en palabras del Dr. von Schnitzler:

Así pues, actuando como lo hizo, la I.G. contrajo una gran responsabilidad, y
constituyó una ayuda sustancial en el terreno químico, y una ayuda decisiva a
la política exterior de Hitler, que condujo a la guerra y a la ruina de
Alemania. Por tanto, debo concluir que la I.G. es en gran parte responsable
de la política de Hitler.

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Puliendo la imagen pública de I. G. Farben
Esta desagradable imagen de preparativos militares prebélicos era conocida en el
extranjero, y tenía que ser vendida —o camuflada— ante el público estadounidense, a
fin de facilitar la obtención de fondos de Wall Street, y la asistencia técnica a cuenta
de la I.G. Farben en Estados Unidos. Para la labor de vender la fusión de I.G. Farben
con Estados Unidos se eligió una famosa empresa de relaciones públicas de Nueva
York.
A finales de los años 1920 y de los años 20, la más famosa firma de relaciones
públicas era la de Ivy Lee & T.J. Ross, de Nueva York. Anteriormente Ivy Lee había
llevado a cabo una campaña de relaciones públicas para los Rockefeller, para acicalar
el nombre de Rockefeller entre el público estadounidense. La empresa también había
producido un libro de lo más lisonjero titulado URSS, llevando a cabo la misma tarea
de saneamiento para la Unión Soviética —aun cuando los campos de trabajo
soviéticos estaban en pleno auge a finales de los años 20, principios de los 30.
A partir de 1929, Ivy Lee se convirtió en el asesor de relaciones públicas de la
I.G. Farben en Estados Unidos. En 1934 Ivy Lee testificó ante el Comité de
Actividades Anti-Americanas en relación a su trabajo para la Farben.[31] Lee declaró
que la I.G. Farben estaba afiliada con la empresa Farben Estadounidense, y que “la
I.G. Estadounidense es un grupo empresarial que tiene como directores a personas
como Edsel Ford, Walter Teagle, uno de los funcionarios del City Bank…”. Lee
explicó que se le habían pagado 25.000 dólares anuales, por contrato realizado con
Max Ilgner, de la I.G. Farben. Su trabajo era contrarrestar el criticismo formulado
hacia la I.G. Farben dentro de Estados Unidos. El consejo que Ivy Lee le dio a la
Farben en relación a este problema era bastante aceptable:

En primer lugar les dije que nunca en la vida podrían conseguir que el
pueblo estadounidense aceptase el trato que daban a los judíos: que eso
era algo extraño a la mentalidad estadounidense, y nunca podría ser
justificado ante la opinión pública estadounidense, y que resultaba inútil
intentarlo.
En segundo lugar, que cualquier cosa que oliera a propaganda Nazi en este
país era un error, y no debería ser llevado a cabo. Nuestra gente lo
contempla como una intromisión en los asuntos estadounidenses, y que era
un mal asunto.[32]

El pago inicial de 4.500 dólares a Ivy Lee bajo este contrato fue efectuado por
Hermann Schmitz, presidente de la I.G. Farben en Alemania. Fue depositado en la
Nueva York Trust Company bajo el nombre de I.G. Chemic (o la “I.G. Suiza”, tal
como Ivy Lee la denominó). Sin embargo, el segundo y más importante pago de
14.450 dólares fue efectuado por William von Rath, de la I.G. Estadounidense, y

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depositado también por Ivy Lee en la Nueva York Trust Company, abonado en su
cuenta personal. (La cuenta de la empresa estaba en el Chase Bank). Este punto
acerca del origen de los fondos es importante, si consideramos la identidad de los
directores de la I.G. Estadounidense, porque un pago hecho por la I.G.
Estadounidense significa que la mayor parte de los fondos de propaganda Nazi no
eran de origen alemán. Eran fondos estadounidenses, ganados en EE.UU., y bajo el
control de directores estadounidenses, aunque utilizados para la propaganda Nazi en
Estados Unidos.
En otras palabras, la mayor parte de los fondos de propaganda Nazi manejados
por Ivy Lee no se importaron de Alemania. La utilización que se dio a esos fondos
estadounidenses fue sometido a interrogatorio por parte del Comité de Actividades
Anti-Americanas:

Mr. DICKSTEIN. ​ Si no he entendido mal, ¿testificó usted no haber recibido ningún tipo en absoluto de
propaganda, y no haber tenido nada que ver con la distribución de propaganda en este país?
Mr. LEE. ​ No testifiqué que recibiera nada del Sr. Dickstein.
Mr. DICKSTEIN. ​ Entonces eliminaré esa parte de la pregunta.
Mr. LEE. ​ Lo que testifiqué fue que no divulgué nada en absoluto.
Mr. DICKSTEIN. ​ ¿Usted o su empresa recibieron en algún momento publicaciones de propaganda de
Alemania?
Mr. LEE. ​ Sí señor.
Mr. DICKSTEIN. ​ ¿Cuándo fue eso?
Mr. LEE. ​ Oh, hemos recibido —se trata de lo que ustedes denominan propaganda. Hemos recibido montones
de escritos.
Mr. DICKSTEIN. ​ ¿No sabía usted qué eran esas publicaciones, y de qué hablaban?
Mr. LEE. ​ Hemos recibido un sin fin de libros y panfletos y recortes de periódicos y documentos.
Mr. DICKSTEIN. ​ ¿Es de suponer entonces que en su oficina alguien los revisaría y vería de qué trataban?
Mr. LEE. ​ Sí señor.
Mr. DICKSTEIN. ​ Y luego de ver de qué trataban, ¿puedo suponer que usted se guardó algunas copias de los
mismos?
Mr. LEE. ​ En algunos casos sí, y en otros no. Gran parte de ellos estaban, desde luego, en alemán, y tenía lo que
mi hijo me había enviado. Él decía que eran muy interesantes y significativos, y esos los hice traducir, o
párrafos de los mismos[33].

Finalmente, Ivy Lee contrató a Burnham Carter para estudiar nuevas noticias de
prensa estadounidense sobre Alemania, y preparar las adecuadas réplicas pro-Nazi.
Obsérvese que esas comunicaciones alemanas no eran comunicaciones de Farben
sino comunicaciones oficiales de Hitler:

Mr. DICKSTEIN. En otras palabras, usted recibe ese material que trata de las condiciones alemanas en la
actualidad: lo examina y les avisa. No tiene nada que ver con el gobierno alemán, si bien el material, las
publicaciones, son publicaciones oficiales del régimen de Hitler. ¿Es correcto esto?
Mr. LEE. Bien, gran parte de las publicaciones no eran oficiales.
Mr. DICKSTEIN. ¿No eran publicaciones de la I.G.?

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Mr. LEE. No; la I.G. me las envió a mí.
Mr. DICKSTEIN. ¿Puede usted mostrarnos algún resto que le quede del papel que llegó aquí, que tenga algo
que ver con la I.G.?
Mr. LEE. Sí. Expiden un montón de publicaciones. Pero no quiero evitar el tema. No cabe duda, sea como sea,
de que bajo su autoridad he recibido una gran cantidad de material procedente tanto de fuentes oficiales como
no oficiales.
Mr. DICKSTEIN. Exacto. En otras palabras, el material que se envió aquí procedente de la I.G. era material de
divulgación —lo que llamaríamos propaganda con el permiso del gobierno alemán. Pero la distinción que usted
hace en su declaración, según entiendo, es que el gobierno alemán no se lo envió a usted directamente; se lo
envió a través de la I.G.
Mr. LEE. Correcto.
Mr. DICKSTEIN. Y no tiene nada que ver con sus relaciones de negocios en estos momentos.
Mr. LEE. Es correcto

La I.G. Farben Estadounidense


¿Quiénes eran los destacados financieros del sistema de Wall Street que dirigían
las actividades de la I.G. Estadounidense, la filial en Estados Unidos de I.G. Farben,
que promocionaba la propaganda Nazi?
Los directores de la I.G. Farben Estadounidense incluían algunos de los miembros
más relevantes de Wall Street. Los intereses alemanes se reintrodujeron en Estados
Unidos tras la I Guerra Mundial, y fueron superando con éxito las barreras diseñadas
para mantener a I.G. fuera del mercado estadounidense. Ni la incautación de patentes
alemanas, ni la constitución de una Fundación Química, ni las elevadas barreras
arancelarias constituyeron un problema insoluble.
En 1925, se estableció la Corporación
General Dyestuff como agente exclusivo
para la venta de los productos fabricados
por la Gasselli Dyestuff (renombrada
como General Aniline Works, Inc., en
1929) e importados desde Alemania.
En 1929 las acciones de la General
Aniline Works se transfirieron a la
Corporación Química I.G.
Estadounidense, y posteriormente, en
1939, a la Corporación General Aniline &
Film, con la que se fusionaron la I.G.
Estadounidense y la General Aniline
Works. La I.G. Estadounidense y su sucesora, la General Aniline & Film, es la unidad
a través de la que se mantuvo el control de las empresas de I.G. en Estados Unidos.
Los valores que se autorizaron a la I.G. Estadounidense fueron 3.000.000 en acciones
comunes A, y 3.000.000 en acciones comunes B. Como contrapartida de los intereses
en la General Aniline Works y en la Corporación Agfa-Ansco, la I.G. Farben de

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Alemania recibió todas las acciones B y 400.000 acciones A. Treinta millones de
dólares de bonos convertibles fueron vendidos al público estadounidense, y
garantizados en cuanto a capital e intereses por la I.G. Farben Alemana, que recibió
una opción de compra de un lote adicional por valor de 1.000.000 en acciones A.

Tabla 2.2: LOS DIRECTORES DE LA I.G. ESTADOUNIDENSE EN 1930:

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I.G. director
Nacionalidad Otras grandes Asociaciones
Estadounidense
Carl BOSCH Alemán FORD MOTOR CO. A​G
Edsel B. FORD Estadounidense FORD MOTOR CO. DETROIT
Dirigió la oficina de I.G. FARBEN N.W.7 (INTELLIGENCE).
Max ILGNER Alemán
Condenado en los juicios por crímenes de guerra de Nuremberg.
F.Ter MEER Alemán Condenado en los juicios por crímenes de guerra de Nuremberg.
Director de la I.G. Farben Alemania y del BANCO DE MANHATTAN
H.A. METZ Estadounidense
(EE.UU.)
C.E. Director del BANCO DE LA RESERVA FEDERAL DE N.Y. y del
Estadounidense
MITCHELL NATIONAL CITY BANK
Presidente de la Junta de I.G. Farben (Alemania), del Deutsche Bank
Herman
Alemán (Alemania) y del BANCO DE INTERNATIONAL SETTLEMENTS.
SCHMITZ
Condenado en los juicios por crímenes de guerra de Nuremberg.
Walter Director del BANCO DE LA RESERVA FEDERAL, de Nueva York y de
Estadounidense
TEAGLE la Standard Oil de New Jersey
W.H. von RATH Nacionalizado Director de GERMAN GENERAL EE.UU. ELECTRIC (A.E.G.)
Paul M. Miembro fundador del BANCO DE LA RESERVA FEDERAL de Nueva
Estadounidense
WARBURG York y del BANCO de MANHATTAN
W.E. WEISS Estadounidense Sterling Products

Fuente: Moody’s Manual of Investments; 1930, p. 2149.


Nota: Walter DUISBERG (EE.UU.), W. GRIEF (EE.UU.), y Adolf KUTTROFF (EE.UU.) también eran
Directores de la I.G. Farben Estadounidense en aquella época.

La administración de la I.G. Estadounidense (que posteriormente sería llamada


General Aniline) era controlada por I.G. o por antiguos funcionarios de la I.G. (Ver la
Tabla 9.9.) Hermann Schmitz actuó como Presidente desde 1929 hasta 1936, siendo
sucedido por su hermano, Dietrich A. Schmitz, un ciudadano nacionalizado
estadounidense, que estuvo al frente hasta 1941. Hermann Schmitz, ocupó también el
cargo de director del Banco de Pagos Internacionales (Bank of International
Settlements-BIS[34]), el “eje” del sistema de control financiero internacional.
Permaneció como presidente de la junta directiva desde 1936 hasta 1939.
La junta original de directivos incluía nueve miembros que eran, o habían sido,
miembros de la junta de I.G. Farben en Alemania (Hermann Schmitz, Carl Bosch,
Max Ilgner, Fritz ter Meer, y Wilfred Grief), o que habían estado anteriormente
empleados en la I.G. Farben de Alemania (Walter Duisberg, Adolph Kuttroff, W.H.
von Rath, Herman A. Metz). Herman A. Metz era un ciudadano estadounidense, un
acérrimo político demócrata, y un antiguo interventor de la Ciudad de Nueva York. El
décimo, W.E. Weiss, había estado contratado en la I.G.
Los directores de la I.G. Estadounidense no solamente eran importantes en Wall
Street y en la industria estadounidense, sino, lo que es más importante, procedían de
algunas de las pocas instituciones de mayor influencia (ver la tabla anterior):

Los cuatro miembros restantes de la junta de la I.G. Estadounidense eran


ciudadanos estadounidenses destacados y miembros de la élite financiera de

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Wall Street: Charles Edwin Mitchell, presidente del National City Bank y del
Banco de la Reserva Federal de Nueva York; Edsel B. Ford, Presidente de la
Ford Motor Company; W.C. Teagle, otro director de la Standard Oil de New
Jersey; y Paul Warburg, primer miembro del Banco de la Reserva Federal de
Nueva York y presidente del Bank of Manhattan Co.

Entre 1929 y 1939 hubo cambios en el maquillaje de la junta de la I.G.


Estadounidense. El número de directores cambiada de tanto en tanto, aunque una
mayoría siempre seguían teniendo historiales o conexiones con la I.G., y la junta
nunca tuvo menos de cuatro directores estadounidenses.
En 1939 —presumiblemente con la vista puesta en la II Guerra Mundial— se
realizó un esfuerzo para darle a la junta una complexión más estadounidense, pero a
pesar de la dimisión de Hermann Schmitz, Carl Bosch, y Walter Duisberg, y del
nombramiento de siete nuevos directores, siete miembros seguían todavía
perteneciendo al grupo de la I.G. Este predominio en I.G. se incrementó en 1940 y
1941 a medida que directores estadounidenses, entre los cuales se encontraba Edsel
Ford, se dieron cuenta de la insalubre política de la I.G. y dimitieron.
A partir de estas evidencias se pueden extraer varias observaciones básicas. En
primer lugar, la junta de la I.G. Estadounidense tenía tres directores del Banco de la
Reserva Federal de Nueva York, el más influyente de los diversos bancos de la
Reserva Federal. La I.G. Estadounidense también tenía interconexiones con la
Standard Oil de New Jersey, la Ford Motor Company, el Banco de Manhattan (que
posteriormente se convertiría en el Chase Manhattan), y con A.E.G. (la General
Electric alemana).
En segundo lugar, tres de los miembros de esta junta de la I.G. Estadounidense
fueron hallados culpables en los juicios por crímenes de guerra de Nuremberg.
Fueron los miembros alemanes, no los estadounidenses. Entre esos alemanes se
hallaba Max Ilgner, director de la oficina I.G. Farben N.W. 7 de Berlín, es decir, la
oficina de inteligencia Nazi de antes de la guerra. Si los directores de una corporación
son responsables colectivamente de las actividades la corporación, entonces los
directores estadounidenses también hubieran debido ser juzgados en Nuremberg,
junto a los directores alemanes —es decir, siempre que el propósito de los juicios

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fuera determinar la culpabilidad de la guerra. Desde luego, si el propósito de los
juicios fue desviar la atención de la implicación estadounidense en el ascenso de
Hitler al poder, consiguieron totalmente su objetivo.

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Capítulo 3

General Electric financia a Hitler


Entre las primeras medidas fascistas de Roosevelt estaba la Ley de Recuperación
de la Industria Nacional (National Industry Recovery Act ​ NRA) del 16 de junio
de 1933. Vale la pena insistir en los orígenes de este mecanismo. Estas ideas
fueron primero sugeridas por Gerard Swope, de la General Electric Company…
tras lo cual fueron adoptadas por la Cámara de Comercio de EE.UU.…
(Herbert Hoover, The Memoirs of Herbert Hoover: The Great Depression, 1929-​-
1941, Nueva York: The Macmillan Company, 1952, p. 420).

El gigante multinacional de la General Electric juega un


papel sin precedentes en la historia del siglo veinte. La
empresa General Electric electrificó la Unión Soviética
en los años 20 y 30, haciendo con ello realidad la
máxima de Lenin para los soviéticos de que “Socialismo
= electrificación”[35]. El Plan Swope, creado por quien
fuera presidente de la General Electric, Gerard Swope,
se convirtió en el New Deal de D. Roosevelt, mediante
un proceso condenado por el que fuera Presidente
Herbert Hoover, y descrito en Wall Street and Franklin
Delano Roosevelt[36]. Entre Swope y Young, de la General Electric Co., y la familia
Roosevelt, existía una duradera e íntima relación, como la que existía entre la General
Electric y la Unión Soviética.
En 1936, el Senador James A. Reed de Missouri, uno de los antiguos partidarios
de Roosevelt, se dio cuenta de la traición de Roosevelt a las ideas liberales, y atacó el
programa del New Deal de Roosevelt tildándolo de medida “tiránica”, “conducente
al despotismo, [y] perseguida por sus patrocinadores bajo el grito comunista de
‘Justicia Social’”. Además el Senador Reed acusó en pleno Senado a Franklin
D. Roosevelt de ser un “peón de la realeza económica” de Wall Street, y a la familia
Roosevelt de ser “uno de los mayores accionistas de la General Electric Company”.
[37]
A medida que nos adentramos en la historia entre bastidores de las entreguerras
en Alemania, y en la historia de Hitler y el nacional-socialismo, nos encontramos
tanto a Owen D.Young como a Gerard Swope, de la General Electric, vinculados al
auge del hitlerismo y a la supresión de la democracia alemana. Que a esos directores
de la General Electric se los pueda encontrar en cada una de estas tres diferentes
categorías históricas: el desarrollo de la Unión Soviética, la creación del New Deal de
Roosevelt, y el ascenso de Hitler, da a entender hasta qué punto los elementos del

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Gran Capital están sumamente interesados en la socialización del mundo, para sus
propios propósitos y objetivos, en vez del mantenimiento de un mercado imparcial en
una sociedad libre[38]. La General Electric se aprovechó con largueza del
bolchevismo, del New Deal de Roosevelt, y, tal como veremos seguidamente, del
nacional-socialismo de Hitler en Alemania.

General Electric en Weimar, Alemania


Hasta su asesinato en 1922, Walter Rathenau fue
director gerente de Allgemeine Elekrizitats Gesellschaft
(A.E.G,), o General Electric Alemana, y al igual que
Owen Young y Gerard Swope, sus homólogos en
EE.UU., fue un conocido defensor del socialismo
corporativo. Walter Rathenau habló públicamente contra
la competición y la libre empresa. ¿Por qué? Porque tanto
Rathanau como Swope querían la protección y la
cooperación del estado para sus propios objetivos y
beneficios corporativos. (Pero evidentemente, no para los
objetivos y beneficios de nadie más). Rathenau expresó
su alegato en The New Political Economy:

Tal como hemos visto, la nueva economía no será una economía


gubernamental sino una economía privada, comprometida con un poder
cívico de resolución que ciertamente requerirá la cooperación estatal para la
consolidación orgánica, a fin de superar las fricciones internas e incrementar
la producción y resistencia[39].

Cuando desenmarañamos la pomposa prosa de Rathenau, vemos que significa que


el poder el Estado tenía que ponerse a disposición de las empresas privadas para sus
propios propósitos corporativos, es decir, lo que popularmente se conoce como
nacional-socialismo. Rathenau habló públicamente contra la competición y el legado
de la libre empresa[40]. No contra su propia riqueza, hasta donde puede determinarse,
sino contra la riqueza de otros que carecían de determinación política en el aparato
estatal.
Owen D. Young, de General Electric, fue uno de los tres delegados de EE.UU. en
la reunión del Plan Dawes de 1923, que establecía el programa de compensaciones de
Alemania. Y en los Planes de Dawes y de Young podemos ver como algunas
empresas privadas fueron capaces de beneficiarse del poder del Estado. Los mayores
préstamos únicos de Wall Street a Alemania durante los años 1920 fueron préstamos
para las compensaciones; en último extremo fue el inversor de EE.UU. quien pagó las
compensaciones de Alemania. Que la industria eléctrica alemana se agrupase como

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corporación bajo el cártel A.E.G., (así como las instrias del acero y las químicas
comentadas en los capítulos 1 y 2) fue posible gracias a los siguientes préstamos de
Wall Street:

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Fecha de oferta Solicitante del préstamo Banco gestor en EE.UU. Valor nominal de emisión
Allgemeine Elektrizitats
26 ene. 1925 National City Co $10.000.000
Gesellschaft (A.E.G.)
Allgemeine Elektrizitats
9 dic. 1925 National City Co $10.000.000
Gesellschaft (A.E.G.)
Allgemeine Elektrizitats
22 may. 1928 National City Co $10.000.000
Gesellschaft (A.E.G.)
Allgemeine Elektrizitats
7 jun. 1928 National City Co $5.000.000
Gesellschaft (A.E.G.)

En la reunión del Plan Young de 1928 relativa a las compensaciones,


encontramos al presidente de la General Electric, Owen D. Young, como delegado en
jefe de EE.UU., nombrado por el gobierno estadounidense para utilizar el poder y el
prestigio del gobierno de EE.UU. para decidir sobre temas internacionales que
aumentaban los beneficios de Wall Street y de la General Electric.
En 1930 Owen D. Young, de quien recibió el nombre de Plan Young el programa
de compensaciones de Alemania, se convirtió en presidente de la Junta de la General
Electric en la ciudad de Nueva York. Young también era presidente del Comité
Ejecutivo de Radio Corporación of América, y director tanto de la General Electric
Alemana (A.E.G.) como de Osram en Alemania. Young también se desempeñó en las
directivas de otras grandes corporaciones estadounidenses, incluyendo la General
Motors, NBC[41] y RKO[42]; fue concejal de la Junta de la Conferencia Industrial
Nacional, director de la Cámara de Comercio Internacional, y vice presidente de la
junta del banco de la Reserva Federal de Nueva York.
Gerard Swope fue presidente y director de la General Electric Company así como
de las empresas asociadas en Francia y Alemania, incluyendo a A.E.G. y Osram en
Alemania. Swope también fue director de la RCA, la NBC, y del National City Bank
de Nueva York. Otros directores de General Electric Internacional de la época
reflejan el control de Morgan sobre la empresa, y tanto Young como Swope eran
generalmente conocidos como representantes de Morgan en la Junta de General
Electric, que incluía a Thomas Cochran, otro socio de la empresa J.P. Morgan. El
director de la General Electric, Clark Haynes Minor, fue presidente de General
Electric Internacional en los años 1920. Otro director fue Victor M. Cutter, del First
National Bank de Boston y todo un personaje de las “Revoluciones Bananeras” de
América Central.
A finales de los años 1920, Young, Swope, y Minor, de la General Electric
Internacional, se establecieron en la industria eléctrica alemana y obtuvieron, si no el
control, como algunos han indicado, sí por lo menos una opinión influyente en los
asuntos internos tanto de A.E.G. como de Osram.
En julio de 1929 se logró un acuerdo entre la General Electric y tres empresas
alemanas: A.E.G., Siemens & Halske, y Koppel & Company, poseedoras entre ellas
de todas las acciones de Osram, el fabricante de bombillas. General Electric compró
el 16 % de las acciones de Osram, llegando a un acuerdo conjunto para el control

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internacional de la producción y comercialización de bombillas eléctricas. Clark
Minor y Gerard Swope se convirtieron en directores de Osram[43].
En julio de 1929 surgió un gran interés en los rumores que circulaban en los
círculos financieros alemanes sobre que la General Electric iba también a comprar la
A.E.G. y que se estaban manteniendo conversaciones con tal fin entre A.E.G. y
General Electric[44]. En agosto se confirmó que se habían emitido acciones de A.E.G.
por valor de 14 millones de marcos a nombre de General Electric. Esta participación
en acciones, sumada a las acciones compradas en el mercado abierto, le daban a
General Electric un 25 por ciento de interés en A.E.G. Un convenio más estrecho de
colaboración se firmó entre las dos empresas, aportando a la empresa alemana
tecnología estadounidense y patentes. En los informes de la prensa se remarcaba que
A.E.G. no tendría participación en General Electric, pero que por otro lado General
Electric iba a financiar la expansión de A.E.G. en Alemania[45]. La prensa financiera
alemana indicaba también que A.E.G. no tenía representación en la junta de General
Electric de Estados Unidos, pero que ahora había cinco estadounidenses en la junta
de A.E.G. El Vossische Zeitung hacía constar que,

La industria eléctrica estadounidense ha conquistado el mundo, y tan solo


unos pocos de los bastiones opuestos que quedan han sido capaces de resistir
el embate…[46]

Hacia 1930, sin que la prensa financiera alemana lo supiera, General Electric
había igualmente conseguido un monopolio técnico efectivo de la industria eléctrica
soviética, y estaba lista para penetrar incluso en los bastiones que quedaban en
Alemania, en concreto el grupo Siemens.
En enero de 1930 tres hombres de General Electric resultaron elegidos para
formar parte de la junta de A.E.G.: Clark H. Minor, Gerard Swope, y E. H. Baldwin,
y la General Electric Internacional (I.G.E.) prosiguió con sus jugadas para fusionar a
la industria eléctrica mundial en un gigantesco cártel bajo el control de Wall Street.
En febrero General Electric se centró en el gigante eléctrico alemán que quedaba,
Siemens & Halske, y si bien fue capaz de conseguir una gran parte de los bonos
emitidos de parte de la empresa alemana por Dillon, Read de Nueva York, la General
Electric no consiguió colocar directores ni participar en la junta de Siemens.
Mientras, la prensa alemana reconocía incluso este limitado control como “un
acontecimiento económico histórico de primer orden, y un paso importante hacia un
futuro trust eléctrico mundial”[47]. Siemens se mantuvo independiente de General
Electric —y esta independencia es importante para nuestra historia. El New York
Times comentaba que:

Toda la prensa hace hincapié en el hecho de que Siemens, al contrario que

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A.E.G., conserva su independencia para el futuro, y señala que ningún
representante de General Electric se sentará en la junta de directores de
Siemens[48].

No existen evidencias de que Siemens, ya fuera a través de Siemens & Halske, o


Siemens-Schukert, participase directamente en la financiación de Hitler. Siemens
ayudó a Hitler sólo superficial e indirectamente a través de la participación de
acciones en Osram. Por otra parte, tanto A.E.G. como Osram financiaron
directamente a Hitler a través del Nationale Treuhand de forma significativa. Siemens
conservaba su independencia a principios de los años 1930 mientras que tanto A.E.G.
como Osram estaban bajo dominio estadounidense, y con directores estadounidenses.
No existe evidencia alguna de que Siemens, no teniendo directores estadounidenses,
financiara a Hitler. Por otro lado, tenemos pruebas documentales irrefutables de que
tanto la General Electric Alemana como Osram, ambas con directores
estadounidenses, financiaron a Hitler.
En los meses que siguieron a la tentativa de Wall Street de tomar el control de
Siemens, se fue haciendo más clara la estructura de un trust mundial de energía
eléctrica; se habían acabado las luchas por las patentes internacionales, y el interés de
General Electric en A.E.G. subió hasta llegar casi a un 30 por ciento[49]
Por consiguiente, a principios de los años 1930, a medida que Hitler se preparaba
para asumir el poder dictatorial en Alemania, —respaldado por algunos, aunque en
absoluto por todos, los industriales estadounidenses y alemanes— General Electric
Internacional poseía a la General Electric Alemana (A.E.G.) (casi un 30 por ciento), a
la Gesellschaft für Electrische Unternemungen (25 por ciento), y a la Ludwig Lowe
(25 por ciento). General Electric Internacional tenía también intereses de casi 16 y
2/3 por ciento en Osram, y una influencia indirecta añadida en Osram a través de los
directores de A.E.G.

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Empresas vinculadas a la General Electric Directores de la Relación de la empresa
Alemana a través de Directores Comunes en General Electric vinculada con el
Electricidad: Alemana (A.E.G.) financiamiento de Hitler:
Financiación directa, ver pág.
Accumulatoran-​Fabrik Quandt Pfeffer
55
Osram Mamroth Peierls Financiación directa
Deutschen Babcock​-Wilcox Landau Desconocida
Wolff Nathan Kirdorf
Vereinigte Stahlwerke Financiación directa
Goldschmidt
Krupp Nathan Klotzbach Financiación directa
Bucher Flechtheim von
I.G. Farben Financiación directa
Rath
von Rath Wolff Se informó de ella pero no se
Allianz u. Stuttgarten Verein Phoenix
Fahrenhorst documentó.
Thyssen Fahrenhorst Financiación directa
Demag Fahrenhorst Flick
Flechtheim Kirdorf A través de I.G. Farben
Dynamit Gelsenkirchener Bergwerks
Flechtheim Financiación directa
Young Swope Minor
General Electric Internacional A través de A.E.G.
Baldwin
I.G. Farben Estadounidense von Rath A través de I.G. Farben
H Furstenberg
International Bank (Amsterdam) Desconocida
Goldschmidt

En la junta de A.E.G., aparte de los cuatro directores estadounidenses (Young,


Swope, Minor, y Baldwin), encontramos a Pferdmenges, de Oppenheim & Co. (otro
financiador de Hitler financier), y a Quandt, que poseía el 75 por ciento de
Accumlatoren-Fabrik, uno de los principales patrocinadores directos de Hitler. En
otras palabras, entre los miembros alemanes de la junta de A.E.G. encontramos
representantes de varias de las empresas alemanas que financiaron a Hitler en los
años 1920 y 1930.

General Electric y el financiamiento de Hitler


El origen del socialismo corporativo moderno está muy arraigado en la
administración de dos corporaciones multinacionales afiliadas: General Electric
Company, en Estados Unidos y sus socios en el extranjero, ingluyendo a la General
Electric Alemana (A.E.G.), y a Osram en Alemania. Hemos visto que Gerard Swope,
segundo director y presidente de General Electric, y Walter Rathanau, de A.E.G.,
promocionaron ideas radicales para el control del estado por parte de intereses
comerciales privados.
A partir de 1915, la General Electric Internacional (I.G.E.), situada en el
120 Broadway, de la ciudad de Nueva York, actuó como la organización de inversión,
fabricación y venta en el extranjero de la General Electric Company. I.G.E. mantuvo
intereses en las empresas de fabricación de ultramar, incluyendo de un 25 a un 30 por
ciento de la explotación de la General Electric alemana (A.E.G.), además de
participaciones en Osram G.m.b.H. Kommanditgesellschaft, también en Berlín. Estas

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participaciones le dieron a la General Electric Internacional cuatro directores en la
junta de A.E.G., y otro director en Osram, y una influencia importante en las políticas
domésticas internas de esas empresas alemanas. El significado de esa participación de
General Electric es que A.E.G. y Osram fueron destacados proveedores de fondos
para Hitler y su ascenso al poder en la Alemania de 1933. Un comprobante de
transferencia bancaria, de fecha 2 marzo 1933, desde A.E.G. a Delbruck Schickler &
Co., en Berlín, solicita que se depositen 60.000 Reichsmark (RM) en el “Nationale
Treuhand” (National Trusteeship) la cuenta que utilizaba Hitler.

Comprobante original de la transferencia, de fecha 2 marzo 1933, de German General Electric a Delbrück,
Schickler Bank en Berlin, con instrucciones de pago de 60.000 RM a los fondos de la “Nationale Treuhand”
(administrada por Hjalmar Schacht y Rudolph Hess) utilizados para las elecciones de Hitler de marzo 1933.
Fuente: Tribunal Militar de Nuremberg, documento Nº. 391-395.
I.G. Farben fue el más importante de todos los patrocinadores que financiaron
domésticamente a Hitler, y (como se indica en otro lugar), I.G. Farben controlaba a la
I.G. Estadounidense. Además, varios de los directores de A.E.G. estaban también en
la junta de I.G. Farben —es decir, Hermann Bucher, presidente de A.E.G., estaba en
la junta de I.G. Farben, al igual que los directores de A.E.G., Julius Flechtheim y
Walter von Rath. I.G. Farben contribuyó en un 30 por ciento a financiar los fondos
del National Trusteeship (o fondos de la toma de control) de 1933 de Hitler.
Walter Fahrenhorst, de la A.E.G., estaba también en la junta de Phoenix A-G,
Thyssen A-G y de Demag A-G —todos ellos contribuyentes a la financiación de
Hitler. Demag A-G aportó 50.000 RM a los fondos de Hitler, además de tener un

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director en la A.E.G.— el famoso Friedrich Flick, uno de los primeros partidarios de
Hitler, que fue posteriormente condenado en los juicios de Nuremberg.
Accumulatoren Fabrik A-G contribuyó también para Hitler (25.000 RM), además de
tener dos directores en la junta de A.E.G., August Pfeffer y Gunther Quandt. Quandt
poseía personalmente un 75 por ciento de la Accumulatoren Fabrik.
Osram Gesellschaft, en la que General Electric Internacional poseía 16 partes y
dos tercios de intereses directos, tenía también dos directores en la junta de A.E.G.:
Paul Mamroth y Heinrich Pferls. Osram contribuyó directamente aportando 40.000
RM a los fondos de Hitler. La empresa de Otto Wolff, Vereinigte Stahlwerke A-G,
receptora de importantes préstamos de Nueva York en los años 1920, tenía tres
directores en la junta de A.E.G.: Otto Wolff, Henry Nathan y Jakob Goldschmidt.
Alfred Krupp von Bohlen, único propietario de la organización Krupp, y uno de los
primeros partidarios de Hitler, fue miembro del Aufsichtsrat (consejo de
administración) de A.E.G.; Robert Pferdmenges, miembro del Círculo de Amigos de
Himmler, fue también director de A.E.G.
En otras palabras, casi todos los directores alemanes de la General Electric
alemana fueron promotores financieros de Hitler, y estuvieron asociados no solo con
A.E.G. sino también con otras empresas que financiaron a Hitler.
Walter Rathenau[50] se convirtió en director de A.E.G. en 1899, y en los inicios
del siglo veinte era director de más de 100 corporaciones. Rathenau fue también el
autor del “Plan Rathenau”, que guarda un extraordinario parecido con el “Plan
Swope” —es decir, el Nuevo Trato de Franklin Delano Roosevelt, pero escrito por
Swope, de la General Electric. En otras palabras, tenemos la extraordinaria
coincidencia de que los autores de los planes tipo New Deal en Estados Unidos y
Alemania fueron también los principales promotores de quienes los llevaron a cabo:
Hitler en Alemania y Roosevelt en Estados Unidos.
Swope fue presidente de la junta de la General Electric Company y de la General
Electric Internacional. En 1932, los directores estadounidenses de A.E.G, estaban
preponderamente conectados con círculos bancarios y políticos estadounidenses de la
forma siguiente:

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Presidente de General Electric Internacional y Presidente de General Electric Company, director
Gerard del National City Bank (y de otras empresas), director de A.E.G. y de Osram en Alemania. Autor
Swope del New Deal de Franklin Delano Roosevelt, y miembros de numerosas organizaciones de
Roosevelt.
Presidente de la junta de General Electric, y vicepresidente del Banco de la Reserva Federal
Owen
deNueva York. Autor, junto a J. P, Morgan, del Plan Young que reemplazó al Plan Dawes en 1929.
D.Young
(Ver capítulo uno.)
Clark H. Presidente y director de General Electric Internacional, director de British Thomson Houston,
Minor Compania Generale di Electtricita (Italy), y Japan Electric Bond & Share Company (Japan).

Resumiendo, tenemos pruebas concluyentes de indiscutible autenticidad que


muestran que la General Electric alemana contribuyó con sumas importantes al
financiamiento político de Hitler. En A.E.G. habían cuatro directores estadounidenses
(Baldwin, Swope, Minor, y Clark), y era en un 80 por ciento propiedad de General
Electric Internacional. Además, I.G.E. y los cuatro directores estadounidenses eran la
única mayor participación, y en consecuencia, la mayor única influencia en las
acciones y políticas de A.E.G. Más aun, casi todos los demás directores de A.E.G.
estaban contectados con empresas (I. G. Farben, Accumulatoren Fabrik, etc.) que
contribuyeron directamente —como empresas— al financiamiento político de Hitler.
Sin embargo, en 1945 sólo los directores alemanes de A.E.G fueron llevados a juicio
en Nuremberg.

Cooperación técnica con Krupp


Totalmente aparte de la ayuda financiera a Hitler, la General Electric amplió su
ayuda a programas de los cárteles con otros promotores de Hitler, en beneficio mutuo

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y en beneficio del estado Nazi. El carburo de tungsteno cementado es un ejemplo de
la cooperación entre General Electric y los Nazis. Antes de noviembre de 1928 las
industrias estadounidenses tenían varias fuentes tanto para el carburo de tungsteno
como para las herramientas y troqueles de estampado que contenían esta dura mezcla
de metal. Entre estas fuentes estaban la Krupp Company de Essen, Alemania, y dos
empresas estadounidenses a las que Krupp estaba por aquel entonces enviando y
vendiendo, la Corporación Union Wire Die y Thomas Prosser & Son. En 1928 Krupp
se obligó a sí mismo a conceder licencias bajo patentes de Estados Unidos que poseía
para la Firth-Sterling Steel Company y la Ludlum Steel Company. Antes de 1928,
este carburo de tungsteno, para utilizar en herramientas y troqueles, se vendía en
Estados Unidos a unos 50 dólares la libra (454 gramos).
Las patentes de Estados Unidos que Krupp afirmaba poseer fueron recibidas de
Osram Kommanditgesellschaft, y habían sido previamente asignadas por la Osram
Company de Alemania a la General Electric. Sin embargo, la General Electric
también había desarrollado sus propias patentes, principalmente las patentes Hoyt y
Gilson, abarcando procedimientos que competían con el carburo de tungsteno
cementado. General Electric creía que podría utilizar estas patentes
independientemente, sin infringir ni competir con las patentes de Krupp. Pero en
lugar de utilizar independientemente las patentes de General Electric compitiendo
con Krupp, o de probar sus derechos bajo la ley de patentes, General Electric elaboró
un acuerdo de cártel con Krupp para agrupar las patentes de ambas partes y entregar a
la General Electric el control del monopolio del carburo de tungsteno en Estados
Unidos.

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Comprobante original de la transferencia de fecha 9 marzo 1933, desde AccumulatorenFabrik a Delbrück,
Schíckler Bank de Berlin, con instrucciones para el pago de 25.000 RM a los fondos de “Nationale Treuhand”,
(administrada por Hjalmar Schacht y Rudolph Hess) utilizados para las elecciones de Hitler de marzo 1933.
Gunther Quandt, el accionista mayoritario de Accumulatoren (75 por ciento), también fue director de la General
Electric alemana.
Fuente: Tribunal Militar de Nuremberg, documento NI-391-395.
El primer paso en este acuerdo del cártel lo dio la Carboloy Company, Inc., una
subsidiaria de General Electric, incorporada con el propósito de explotar el carburo
de tungsteno. El precio de los años 1920 de casi 50 dólares la libra fue aumentado por
Carboloy hasta 458 dólares la libra. Obviamente, ninguna empresa podría vender
grandes cantidades de carburo de tungsteno con esta escala de precios, pero el precio
iba a aumentar al máximo el margen de beneficios de General Electric. En 1934
General Electric y Carboloy también pudieron conseguir, comprándola, la licencia
otorgada por Krupp a la Ludlum Steel Company, eliminando así un competidor. En
1936, se indujo a que Krupp se abstuviera de posteriores exportaciones a Estados
Unidos. Parte del precio pagado para eliminar del mercado estadounidense el carburo
de tungsteno fabricado en el extranjero fue el compromiso recíproco de que General
Electric y Carboloy no exportarían desde Estados Unidos. Es así como estas empresas
estadounidenses ataron sus propias manos por contrato, o permitieron que Krupp se
las atase, negando a la industria estadounidense los mercados extranjeros. Carboloy
Company adquirió luego la empresa de Thomas Prosser & Son, y en 1937, por casi 1
millón de dólares, Carboloy adquirió la empresa competidora, Corporación Union
Wire Die. Como se negaban a vender, Krupp cooperó con General Electric y con
Carboloy para persuadir a la Corporación Union Wire Die de que vendiera.

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Entonces empezaron a negarse las licencias de fabricación del carburo de
tungsteno. En 1936 se le negó la licencia a Crucible Steel Company. En 1938 se le
negó la licencia a la Corporación Chrysler. El 25 de abril de 1940 se le negó la
licencia a Triplett Electrical Instrument Company. También se le negó a la General
Cable Company. La Ford Motor Company se opuso enérgicamente durante varios
años a la política de altos precios seguida por la Carboloy Company, y en un
momento dado solicitó el derecho de fabricación para uso propio. Se le negó.
Como resultado de estas tácticas, en 1936 o 1937 la General Electric y su
subsidiaria Carboloy se hicieron con prácticamente el monopolio total del carburo de
tungsteno en Estados Unidos.
Resumiendo, General Electric —con la cooperación de otro promotor de Hitler,
Krupp— obtuvieron conjuntamente para la General Electric el monopolio del carburo
de tungsteno en Estados Unidos. Es por ello que cuando empezó la II Guerra
Mundial, General Electric tenía el monopolio y fijaba el precio de 450 dólares la libra
—casi diez veces más que el precio de 1928— restringiendo consecuente su
utilización en Estados Unidos.

A.E.G. evita las bombas en la II Guerra Mundial


En 1939 la industria eléctrica alemana se hallaba estrechamente afiliada con dos
empresas estadounidenses: General Electric Internacional y la International
Telephone and Telegraph (I.T.T.). Las mayores empresas alemanas de producción
eléctrica y sus asociados aparecen relacionadas en orden de importancia:

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Porcentaje de producción alemana Empresa estadounidense
Empresa y tipo de producción
en 1939 asociada
Heavy Current Industry General General Electric
40 por ciento
Electric (A.E.G.) Internacional
Siemens Schukert A.G. 40 por ciento Ninguna
Brown Boveri et Cie 17 por ciento Ninguna
Telephone and Telegraph Siemens und
60 por ciento Ninguna
Halske
Lorenz A.G. 85 por ciento I.T.T.
General Electric
Radio Telefunken (A.E.G. After 1941) 60 por ciento
Internacional
Lorenz 35 por ciento I.T.T.
Wire and Cable Felton & Guilleaume
20 por ciento I.T.T.
A.G.
Siemens 20 por ciento Ninguna
General Electric
A.E.G. 20 por ciento
Internacional

En otras palabras, en 1939 la industria alemana de equipamiento eléctrico se


concentraba en unas pocas grandes corporaciones vinculadas con un cártel
internacional, y con la participación de las acciones de dos grandes corporaciones de
EE.UU. Este complejo industrial nunca fue objetivo primordial en los bombardeos de
la II Guerra Mundial. Las plantas de la A.E.G. y de la I.T.T. fueron alcanzadas sólo
accidentalmente en zonas de ataques aéreos, y eso sólo en contadas ocasiones. Las
plantas de equipamiento eléctrico bombardeadas como objetivos no estaban asociadas
a firmas estadounidenses. Fueron bombardeadas la Brown Boveri, en Mannheim, y la
Siemensstadt en Berlín —que no tenían conexiones con EE.UU. El resultado es que
la producción alemana de equipamiento eléctrico para la guerra aumentó
constantemente durante la II Guerra Mundial, alcanzando su máximo en fecha tan
tardía como 1944. Según los informes de la Investigación sobre Bombardeo
Estratégico de EE.UU., “En opinión de los ayudantes de Speers y de los oficiales de
la fábrica, el esfuerzo de guerra en Alemania nunca fue obstaculizado de forma
importante por la escasez de equipamiento eléctrico”[51].
Un ejemplo de esta política de no bombardear la General Electric alemana fue la
fábrica de A.E.G., en 185 Muggenhofer Strasse, Nuremberg. El estudio de la
producción de esta fábrica en la II Guerra Mundial resulta interesante porque ilustra
hasta qué punto la producción exclusiva de tiempos de paz se convirtió en esfuerzo
bélico. Antes de la guerra la planta fabricaba electrodomésticos del tipo de: placas de
calor eléctricas, fogones eléctricos, planchas eléctricas, tostadoras, hornos de cocción
industrial, radiadores, calentadores de agua, hornos de cocina y calentadores
industriales.
En 1939, 1940 y 1941, la mayor parte de las instalaciones de producción de las
fábricas de Nuremberg se utilizaban para producir los productos de los tiempos de
paz. En 1942 se dio un giro a la producción de las fábricas para que produjeran
equipamiento de guerra: los componente metálicos de los equipos de

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comunicaciones, y las municiones del tipo de bombas y minas. Otros fabricados de
guerra consistían en componentes de los faros reflectores, y amplificadores. La
siguiente tabla muestra de forma ostensible la conversión que se realizó para que
produjeran material de guerra:

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Porcentaje de
Total ventas Porcentaje
Año producción
en miles de RM para la guerra %
ordinaria %
1939 12.469 5 95
1940 11.754 15 85
1941 21.194 40 60
1942 20.689 61 39
1943 31.455 67 33
1944 31.205 69 31

Los daños físicos reales de los bombardeos sobre esta planta fueron
insignificantes. Ningún daño grave ocurrió hasta las incursiones aéreas del 20 y 21 de
febrero de 1945, casi próximas al final de la guerra, y para entonces la cobertura
había sido bastante bien estructurada. Las incursiones aéreas cuyas bombas
impactaron en la zona de la planta, y los insignificantes daños producidos, se
relacionan a continuación:

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Fecha
Bombas que impactaron
incursión Daños ocasionados
en la planta
aérea
8 Marzo Sin importancia, pero se destruyeron tres almacenes fuera
30 stick tipo I.B.
1943 de la planta principal.
9 Sept. Ninguna (desperfectos por la Sin importancia, resultaron dañados los cristales y las
1944 explosión) cortinas opacas.
26 Nov. 14.000 lb. HE al aire libre en los Carpintería destruida, rotura de la conducción de agua
1944 terrenos de la fábrica. principal.
20 Feb.
2 HE 3 edificios dañados
1945
21 Feb. Destruido el edificio de administración y trabajos de
5 HE, muchas I.B.'s
1945 esmaltado destruidos por la bombas HE

Otro ejemplo de fábrica de la General Electric alemana no bombardeada es la


planta de A.E.G. en Koppelsdorg, que fabricaba radares y antenas de bombarderos.
Otras plantas de la A.E.G. que no fueron bombardeadas, y los equipamientos para la
guerra que producían eran:
Relación de las fábricas de A.E.G. no bombardeadas durante la II Guerra Mundial

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Nombre de la filial Ubicación Producto
1 ​ Werk Reiehmannsdoff mit
Unterabteilungen in Wallendorf und Kries Saalfeld Instrumentos de medición
Unterweissbach
2 ​ Werk Marktschorgast Bayreuth Motores de arranque
3 ​ Werk F18ha Sachsen Series transmisoras de onda corta
4 ​Werk Reichenbach Vogtland Baterías
5 ​Werk Burglengefeld Sachsen/S.E. Chemnitz Motores de arranque pesados
6 ​Werk Nuremberg Belringersdorf/Nuremberg Pequeños componentes
7 ​Werk Zirndorf Nuremberg Motores de arranque pesados
Emisores de 1 KW 250 metros y
8 ​ Werk Mattinghofen Oberdonau onda larga para lanchas
torpederas y submarinos
9 ​ Unterwerk Neustadt Coburg Equipamiento de radar

Que las fábricas de A.E.G. en Alemania no fueron bombardeadas durante la


II Guerra Mundial quedó confirmado por el Estudio de Bombardeo Estratégico[52] de
EE.UU., oficializado por académicos de la talla de John K. Galbraith, y personajes de
Wall Street, como George W. Ball y Paul H. Nitze. Su “Informe sobre la industria de
equipamiento eléctrico alemán”, de fecha enero de 1947, concluye diciendo:

La industria nunca fue atacada sistemáticamente como objetivo básico, sólo


unas pocas fábricas, —por ejemplo, Brown Boveri, de Mannheim, Bosch, de
Stutgart y Siemenstadt, en Berlín—, estuvieron sometidas a ataques aéreos
precisos; muchas otras fueron alcanzadas en ataques aéreos a la zona[53].

Al finalizar la II Guerra Mundial los aliados enviaron un equipo de investigación,


conocido como FIAT, para examinar el daño causado por las bombas a las plantas
industriales eléctricas alemanas. El equipo de la industria eléctrica estaba formado
por: Alexander G.P.E. Sanders, de la I.T.T. (International Telephone and Telegraph)
de Nueva York; Whitworth Ferguson, de Ferguson Electric Company, Nueva York, y
Erich J. Borgman, de Westinghouse Electric. Aunque el objetivo declarado de estos
equipos era examinar los efectos del bombardeo aliado en objetivos alemanes, el
objetivo de este equipo en concreto era volver a poner en marcha cuanto antes la
industria de equipamiento eléctrico alemán. Con fecha 31 de marzo de 1945,
Whirworth Ferguson, sobre la Ostlandwerke de A.E.G., concluía que, “esta planta
está lista para la fabricación inmediata de las partes metálicas delicadas y los
ensamblajes”[54].
Para terminar, encontramos que tanto Rathenau, de la A.E.G., como Swope, de la
General Electric en EE.UU. compartían ideas en cuanto a poner al estado a trabajar
para sus propios fines corporativos.La General Electric destacó en el financiamiento
de Hitler, sacó un formidable partido de la producción de guerra —e incluso se las
arregló para evadir los bombardeos de la II Guerra Mundial. Obviamente, la historia
tal como la hemos examinado superficialmente aquí, merece una investigación

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mucho más profunda— y oficial.

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Capítulo 4

La Standard Oil impulsa la II Guerra Mundial


En un par de años Alemania estará fabricando suficiente petróleo y gas del
carbón de hulla para una larga guerra. La Standard Oil de Nueva York está
proporcionando millones de dólares para ayudar.
(Enero de 1933 - Informe del Agregado Comercial de EE.UU., Embajada en Berlín,
Alemania, al Departamento de Estado en Washington, D. C.).

El grupo de empresas de la Standard Oil, en la que la familia Rockefeller poseía


una participación (mayoritaria) de una cuarta parte[55], constituyó una ayuda decisiva
para que la Alemania Nazi se preparase para la II Guerra Mundial. Esta contribución
en la preparación militar se produjo porque las relativamente insignificantes reservas
de petróleo crudo de Alemania eran totalmente insuficientes para el moderno
mecanismo de la guerra; por ejemplo, en 1934 se importaba casi el 85 por ciento de
los productos derivados del petróleo. La solución adoptada por la Alemania Nazi fue
manufacturar gasolina sintética a partir de sus abundantes recursos nacionales de
carbón. Fue el proceso de hidrogenación para producir gasolina sintética, y las
propiedades del iso-octano en la gasolina, lo que capacitó a Alemania para entrar en
guerra en 1940 —y este proceso de hidrogenación fue desarrollado y financiado por
los laboratorios de la Standard Oil en Estados Unidos conjuntamente con I.G. Farben.
Las pruebas presentadas antes los Comités Truman, Bone y Kilgore después de la
II Guerra Mundial confirmaron que la Standard Oil había, al mismo tiempo, “puesto
en grave peligro los preparativos para la guerra de Estados Unidos”.[56] Se
presentaron pruebas documentales a los tres Comités del Congreso de que antes de la
II Guerra Mundial la Standard Oil había hecho acuerdos con la I.G. Farben, —el
denominado acuerdo Jasco—, para que el caucho sintético quedase dentro de la
esfera de influencia de Farben, en tanto que la Standard Oil se quedaba con el
monopolio total en EE.UU. sólo si, y cuando la Farben autorizase que se produjera el
desarrollo del caucho sintético en EE.UU.:

En consecuencia [concluía el Comité Kilgore] la Standard cumplió


plenamente el objetivo de I.G. de impedir la producción estadounidense,
disuadiendo a las empresas estadounidenses de caucho de llevar a cabo
investigación independiente para el desarrollo de los procesos del caucho
sintético[57].

Lamentablemente, los Comités del Congreso no exploraron un aspecto todavía


más siniestro de esta complicidad entre la Standard Oil y la I.G. Farben: que en

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aquella época los directores de la Standard Oil de New Jersey tenían no solo
afiliaciones estratégicas de guerra con I.G. Farben, sino que mantenían otros vínculos
con la Alemania de Hitler —incluso hasta el punto de contribuir, a través de las
empresas filiales alemanas, con el fondo personal de Heinrich Himmler, y la
pertenencia como miembros del Círculo de Amigos de Himmler hasta fecha tan
tardía como 1944.
A causa de esta alianza pre-guerra establecida con Farben, la Standard Oil de
New Jersey fue acusada de traición durante la II Guerra Mundial, aun cuando se
desconocían sus actividades en tiempos de guerra dentro del Círculo de Amigos de
Himmler. Las acusaciones de traición fueron vehementemente denegadas por la
Standard Oil. Una de las más destacadas de estas defensas fue publicada por R.T.
Haslam, un director de la Standard Oil de New Jersey, en The Petroleum Times (26
diciembre 1943), bajo el título “Los secretos convertidos en poderosas armas de
guerra a través del acuerdo con I.G. Farben”[58]. Fue un intento de darle la vuelta a
las cosas, y presentar la connivencia pre-guerra como ventajosa para Estados Unidos.
Cualquiera que hayan sido los recuerdos de los tiempos de guerra de la Standard
Oil, y su apresurada defensa, las negociaciones y contratos de 1929 entre la Standard
y la I.G. Farben quedaron registrados en la prensa contemporánea, y describen los
acuerdos entre la Standard Oil de New Jersey y la I.G. Farben, y su intención. En
abril de 1929, Walter C. Teagle, Presidente de la Standard Oil de New Jersey, se
convirtió en director de la recién organizada I.G. Farben Estadounidense. No porque
Teagle se interesase por la industria química sino porque,

Llevaba varios años disfrutando de una muy íntima relación con ciertos
sectores del trabajo de investigación de la industria de la I.G. Farben que
afectaban directamente a la industria petrolera[59].

Teagle anunció que se había estado realizando durante un tiempo trabajo de


investigación conjunta sobre la producción de petróleo a partir del carbón, y que se
iba a establecer investigación de laboratorio para esta tarea en Estados Unidos[60]. En
noviembre de 1929 se constituyó esta empresa de investigación de propiedad
conjunta Standard—Farben bajo la dirección de la Standard Oil Company de New
Jersey, y toda la investigación y las patentes relativas a la producción de petróleo a
partir de carbón mantenidas por ambas (la I.G. y la Standard) fueron compartidas.
Previamente, durante el período 1926-1929, las dos empresas habían cooperado en el
desarrollo del proceso de hidrogenación, y se habían puesto en funcionamiento
plantas experimentales tanto en EE.UU. como en Alemania. Se proponían ahora
levantar nuevas plantas en EE.UU., en Bayway, New Jersey y en Baytown, Tejas,
además de ampliar la planta experimental anterior ya existente en Baton Rouge. La
Standard anunció:

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…La importancia del nuevo contrato aplicado a este país radica en el hecho
de que asegura que el proceso de hidrogenación sea desarrollado
comercialmente en este país bajo la conducción de los intereses petroleros
estadounidenses.[61]

En diciembre de 1929 se organizó la nueva empresa, Standard I.G. Company. Se


nombró presidente a F.A. Howard, y sus directores alemanes y estadounidenses se
presentaron como sigue: E.M. Clark, Walter Duisberg, Peter Hurll, R.A. Reidemann,
H.G. Seidel, Otto von Schenck, y Guy Wellman.
La mayoría de acciones de la empresa de investigación pertenecían a la Standard
Oil. El trabajo técnico, el trabajo de desarrollo del proceso, y la construcción en
Estados Unidos de tres nuevas plantas productoras de petroleo a partir del carbón se
dejó en manos de la Standard Oil Development Company, sucursal técnica de la
Standard Oil. A partir de esos informes contemporáneos queda claro que el trabajo de
desarrollo de petróleo a partir de carbón lo llevaba a cabo la Standard Oil de New
Jersey dentro de Estados Unidos, en fábricas de la Standard Oil, y con el control y
financiamiento mayoritario de la Standard. Los resultados de esta investigación se
pusieron a disposición de la I.G. Farben, y se convirtieron en la base para el
desarrollo del programa de petróleo del carbón de Hitler que hizo posible la II Guerra
Mundial
El artículo de Haslam, escrito por un antiguo Profesor de Ingeniería Química del
M.I.T. —Instituto Tecnológico de Massachussets— (entonces vicepresidente de la
Standard Oil de New Jersey) argumentaba —contrariamente a los hechos que están
informados— que la Standard Oil era capaz, a través de sus acuerdos con Farben, de
conseguir tecnología alemana para Estados Unidos. Haslam citaba la manufactura del
tolueno y del paratone (Oppanol), utilizado para estabilizar la viscosidad del petróleo,
un material esencial para las operaciones de los tanques en el desierto y en el invierno
ruso, y del caucho buna (sintético). Sin embargo este artículo, con todas sus erróneas
alegaciones egoístas, se abrió camino hasta Alemania durante la guerra, y se convirtió
en tema de un memorando “secreto” de la I.G. Farben, de fecha 6 de junio de 1944,
del acusado en Nuremberg y por aquella época oficial de la Farben, von Knieriem a
los colegas de la dirección de la Farben.
Este memorando “secreto” de von Knieriem enunciaba
aquellos hechos que Haslam había soslayado en su artículo
del Petroleum Times. El memorando era de hecho un
resumen de lo que la Standard no deseaba revelar al público
estadounidense: la mayor contribución realizada por la
Standard Oil de New Jersey a la maquinaria de guerra Nazi.
El memorando de Farben declara que los acuerdos de la
Standard Oil fueron totalmente esenciales para la

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I.G. Farben:

Cerrar un acuerdo con la Standard era necesario por razones técnicas,


comerciales y financieras: técnicamente porque la experiencia especializada
que sólo dispone una gran empresa petrolera era necesaria para el desarrollo
posterior de nuestro proceso, y en Alemania no existía ninguna industria de
tales características; comercialmente porque en ausencia de un control
económico del estado en la Alemania de aquella época, la IG tenía que evitar
una lucha competitiva con las grandes potencias petrolíferas, que siempre
vendían la mejor gasolina al menor precio en los mercados de competencia;
financieramente, porque la IG, que había gastado ya sumas
extraordinariamente grandes para el desarrollo del proceso, tenía que buscar
ayuda económica a fin de poder continuar desarrollándose en otros nuevos
campos técnicos, como el del buna.[62]

El memorando de Farben respondía pues a la pregunta fundamental: ¿Qué era lo


que la I.G. Farben conseguía de la Standard Oil que fuera “vital para las actividades
bélicas”? El memorando examina los productos citados por Haslam —iso-octano,
tolueno, Oppanol, Paratone, y buna— y demostraba que, al contrario de lo afirmado
públicamente por la Standard Oil, su tecnología procedía en gran parte de EE.UU. y
no de Alemania.
Acerca del iso-octano, el memorando de Farben dice, en una sección,

Debido a las décadas de trabajo que han invertido en los combustibles para
motores, los estadounidenses iban por delante de nosotros en cuanto al
conocimiento de los requisitos de calidad que piden los diferentes usos de los
combustibles para motores. En concreto, ellos han desarrollado, a un alto
costo, un gran número de métodos para probar gasolina para usos diferentes.
Basándose en sus experimentos, han reconocido la buena calidad
antidetonante del iso-octano mucho antes de que tuvieran cualquier
conocimiento acerca de nuestro proceso de hidrogenación. Esto lo demuestra
el simple hecho de que en Estados Unidos los combustibles van graduados en
números de octanaje, y el iso-octano se incorporó como el mejor combustible
con el número 100. Todo ese conocimiento pasó a ser nuestro de forma
natural como resultado del acuerdo, que nos ahorró mucho esfuerzo y nos
evitó cometer muchos errores.

I.G. Farben añade que la afirmación de Haslam de que la producción de iso-


octano se dio a conocer en Estados Unidos sólo a través del proceso de hidrogenación
de la Farben no era correcto:

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Especialmente en el caso del iso-octano, está demostrado lo mucho que
debemos a los estadounidenses porque en nuestro propio trabajo podíamos
echar mano totalmente de la información de los estadounidenses acerca del
comportamiento de los combustibles en los motores. Además, los
estadounidenses nos mantenían constantemente informados de los
progresos en sus procesos de producción y de su posterior desarrollo.
Poco antes de la guerra, se encontró en Estados Unidos un nuevo método
para la producción del iso-octano —la alquilación con isomerización como
paso preliminar. Este proceso, que el Sr. Haslam no menciona en absoluto,
procede totalmente de los estadounidenses, y nos ha llegado a ser conocido
al detalle en sus distintas etapas a través de nuestros acuerdos con ellos,
siendo ampliamente utilizado por nosotros.

Sobre el tolueno, la I.G. Farben señala una incorrección fáctica en el artículo de


Haslam: el tolueno no fue producido por hidrogenación en Estados Unidos, como
afirma el profesor Haslam. En el caso del Oppanol, el memorando de I.G. dice que la
información de Haslam es “incompleta”, y ahora en lo que se refiere al caucho buna,

“Nosotros nunca les dimos información técnica a los estadounidenses, ni tuvo


lugar cooperación técnica alguna en cuanto se refiere al buna”.

Y lo que es más importante, el memorando de Farben continúa con la descripción


de algunos productos que no aparecen mencionados en el artículo de Haslam:

Como consecuencia de nuestros contratos con los estadounidenses,


recibimos de ellos, por encima de lo acordado, muchas contribuciones
altamente valiosas para la síntesis y mejora de los combustibles de motor y
aceites lubricantes, que justo ahora, en plena guerra, nos resultan de lo
más útiles; y recibimos también de ellos otras ventajas. Principalmente
debemos mencionas las siguientes:
(1) Por encima de todo, la mejoría de los carburantes mediante la adición
del tetraetilo de plomo y la fabricación de este producto. Es innecesario
decir que sin el tetraetilo de plomo los actuales métodos de guerra serían
imposible. El hecho de que desde el inicio de la guerra pudiéramos
producir tetraetilo de plomo se debe enteramente a la circunstancia de que,
poco antes, los estadounidenses nos habían presentado los planes de
producción completados con su paso a paso. Era además la primera vez
que los estadounidenses decidían otorgar una licencia para este proceso a
un país extranjero (además de la comunicación de secretos no protegidos)
y esto sólo ante nuestra petición urgente a la Standard Oil de que

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satisfaciera nuestro deseo. No podíamos pedírselo contractualmente, y
posteriormente encontramos que el Ministerio de Guerra en Washington
dio su permiso sólo tras largas deliberaciones.
(2) La conversión de insaturados de bajo peso molecular en gasolina
utilizable (polimerización). En este campo se ha realizado mucho trabajo
tanto aquí como en Estados Unidos. Pero los estadounidenses fueron los
primeros en llevar a cabo el proceso a gran escala, lo que nos dio la idea
de desarrollar también nosotros el proceso a una escala técnica mayor.
Pero por encima y más allá de eso, las fábricas construidas según los
procesos estadounidenses están funcionando en Alemania.
(3) También en el terreno de los aceites lubricantes, Alemania, a través del
contrato con Estados Unidos, aprendió de la experiencia, que es
extraordinariamente importante para la guerra actual.
A este respecto, no sólo conseguimos la experiencia de la Standard, sino
que, a través de la Standard, conseguimos las experiencias de la General
Motors así como también de otras grandes empresas de coches
estadounidenses.
(4) Como un ejemplo más del ventajoso efecto para nosotros del contrato
entre IG y la Standard Oil, deberíamos mencionar lo siguiente: en los años
1934 - 1935 nuestro gobierno tenía el mayor interés en reunir del
extranjero existencias de productos petrolíferos minerales especialmente
valiosos (concretamente, gasolina y aceites lubricantes para la aviación), y
tenerlos en reserva por un importe equivalente aproximadamente a 20
millones de dólares a precio de mercado. El gobierno alemán le pidió a la
IG si no sería posible, basándose en sus amistosas relaciones con la
Standard Oil, comprar esta cantidad a nombre de la Farben; pero sin
embargo, como administradora del gobierno alemán. El hecho de que
consiguiéramos efectivamente comprar la cantidad deseada por nuestro
gobierno de la Standard Oil Company estadounidense y de la holandesa —
English Royal — Dutch — del grupo Shell, y transportarla a Alemania, fue
posible únicamente mediante la ayuda de la Standard Oil Co.

Etilo de plomo para la Wehrmacht


Otro destacado ejemplo de la ayuda de la Standard Oil a la Alemania Nazi —en
cooperación con la General Motors— fue el suministro de etilo de plomo. El etilo
fluido es un compuesto anti-detonante utilizado tanto en los combustibles para la
aviación como en los automovilísticos para eliminar el golpeteo en el motor,
mejorando así su eficiencia; sin este moderno compuesto anti-detonante las unidades
móviles de la guerra resultarían poco prácticas.

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En 1924 se constituyó la Ethyl Gasoline Corporación en la ciudad de Nueva York,
con propiedad conjunta por parte de la Standard Oil Company de New Jersey y la
General Motors Corporación, para controlar y utilizar las patentes de EE.UU. para la
fabricar y distribuir el tetraetilo de plomo y el etil fluido en EE.UU. y en el
extranjero. Hasta 1935 la manufactura de estos productos se realizaba únicamente en
Estados Unidos. En 1935 la Ethyl Gasoline Corporación transfirió su conocimiento a
Alemania para ser utilizado en el programa de rearme Nazi. Esta transferencia fue
realizada saltándose las protestas del gobierno de EE.UU.
La intención de Ethyl de transferir su tecnología anti-detonante a la Alemania
Nazi captó la atención del Ejército del Aire en Washington, D.C. El 15 de diciembre
de 1934, E. W. Webb, presidente de la Ethyl Gasoline, fue advertido de que
Washington estaba al corriente de la intención de “constituir una empresa alemana
con la I.G. para fabricar etilo de plomo en aquel país”. El Ministerio de Guerra
indicó que existían enormes reparos ante esta transferencia de tecnología, que podía
“tener las repercusiones más graves” para EE.UU.[63]; que la demanda comercial de
etilo de plomo en Alemania era demasiado escasa para resultar interesante, y que,

…se ha estado afirmando que Alemania se está armando en secreto [y] que
sin duda el etilo de plomo sería una valiosa ayuda para los aviones
militares[64].

La Ethyl Company fue entonces advertida por el Ejército del Aire de que “bajo
ninguna circunstancia, ni usted ni nadie de la junta de directores de la Ethyl
Gasoline Corporación revelará ningún secreto ni ‘conocimiento’ acerca de la
manufactura del tetraetilo de plomo a Alemania”.[65]
El 12 de enero de 1935, Webb envió por correo al Jefe del Ejército del Aire una
“Exposición de los hechos”, que era en realidad una negación de que fuera a
transmitirse un tipo tal de conocimiento técnico; se ofreció a insertar una cláusula en
el contrato para impedir tal tipo de transferencia. Sin embargo, contrariamente a su
compromiso con el Ejército del Aire, la Ethyl firmó posteriormente un acuerdo de
producción conjunta, con la I.G. Farben de Alemania para constituir la Ethyl
G.m.b.H., y con Montecatini en la Italia fascista, para el mismo propósito.
Conviene señalar a los directores de la Ethyl Gasoline Corporación en el
momento en que se produjo esta transferencia:[66] E.W. Webb, presidente y director;
C.F. Kettering; R.P. Russell; W.C. Teagle, de la Standard Oil de New Jersey y
consejero de la Fundación Warm Springs, en Georgia, de Franklin Delano Roosevelt;
F. A. Howard; E. M. Clark de la Standard Oil de New Jersey; A. P. Sloan, Jr.; D.
Brown; J. T. Smith; y W.S. Parish de la Standard Oil de New Jersey.
Los archivos capturados de la I.G. Farben al final de la guerra confirman la
importancia de esta transferencia técnica concreta para la Wehrmacht alemana:

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Desde el inicio de la guerra hemos estado en disposición de producir el
tetraetilo de plomo únicamente porque, poco tiempo antes de que estallase la
guerra, los estadounidenses habían establecido fábricas para nosotros listas
para producirlo, y nos proporcionaron toda la experiencia de que disponían.
De esta manera no necesitamos llevar a cabo la difícil tarea del desarrollo,
ya que podíamos empezar directamente a producir basándonos en la
experiencia que los estadounidenses habían conseguido desde hacía años[67].

En 1938, justo antes de que estallase la guerra en Europa, la Luftwaffe alemana


solicitó con urgencia 500 toneladas de tetraetilo de plomo. Ethyl había sido advertida
por un funcionario de DuPont de que tales cantidades de etilo serían utilizados por
Alemania con propósitos militares[68]. Estas 500 toneladas fueron prestadas por la
Ethyl Export Corporación de Nueva York a la Ethyl G.m.b.H. de Alemania, en una
transacción concertada por el Ministro del Aire del Reich, junto con el director de la
I.G. Farben, Mueller-Cunradi. Las garantías accesorias fueron acordadas en una carta
de fecha 21 de setiembre de 1938[69] a través de Brown Brothers, Harriman & Co. de
Nueva York.

La Standard Oil de New Jersey y el caucho sintético


La transferencia de la tecnología del etilo para la maquinaria bélica Nazi se
repitió con el caso del caucho sintético. No cabe duda de que la capacidad de la
Wehrmacht alemana de luchar en la II Guerra Mundial dependió del caucho sintético
—así como del petróleo sintético— porque Alemania carece de caucho natural, y la
guerra hubiera resultado imposible sin la producción de caucho sintético de la Farben.
La Farben tenía prácticamente el monopolio en este terreno, y el programa para
producir las grandes cantidades que se necesitaban fue financiado por el Reich:

El volumen de producción planificado en este terreno iba mucho más allá de


las necesidades económicas en tiempos de paz. Los enormes costos
implicados sólo eran congruentes con consideraciones militares en las que la
necesidad de autosuficiencia sin distinción de costos era decisiva[70].

Al igual que con la transferencia de tecnología del etilo, la Standard Oil de New
Jersey estuvo asociada íntimamente con el caucho sintético de la I.G. Farben. Una
serie de acuerdos conjuntos del cártel se realizaron a finales de los años 1920, que
apuntaban a un monopolio conjunto mundial del caucho sintético. El Plan Cuatrienal
de Hitler entró en efecto en 1937, y en 1928 la Standard proporcionó a la I.G. Farben
su nuevo proceso con el caucho butílico. Por otro lado, la Standard mantuvo en
secreto el proceso del buna alemán dentro de Estados Unidos y no fue hasta junio de
1940 que se permitió a Firestone y a U.S. Rubber participar en las pruebas del butilo,

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otorgándoles licencia para manufacturar buna. Incluso entonces la Standard intentó
que el gobierno de EE.UU. financiara un programa sobre el buna a gran escala —
reservando sus propios fondos para el más prometedor proceso con el butilo[71].
Así pues, la ayuda de la Standard a la Alemania Nazi no se limitó a la
transferencia de cómo obtener hidrocarburos a partir del carbón, aunque ésta fuera la
más importante. No sólo se transfirió a la I.G. Farben el proceso del tetraetilo, y una
fábrica construida en Alemania, propiedad conjunta de I.G., la General Motors y las
subsidiarias de la Standard; sino que en 1939 la subsidiaria alemana de la Standard
diseñó una planta alemana para el combustible de los aviones. El tetraetilo se enviaba
con carácter urgente para la Wehrmacht, y se prestó gran ayuda para la producción
del caucho butílico, mientras en Estados Unidos se mantenía secreto el proceso de la
Farben para el buna. En otras palabras, la Standard Oil de New Jersey (primero bajo
la presidencia de W.C. Teagle y luego bajo la de W.S. Farish) ayudó sistemáticamente
a la maquinaria Nazi mientras rehusaba ayudar a la de Estados Unidos.
Esta secuencia de acontecimientos no fue casual. El presidente W.S. Farish
argumentó no haber concedido una asistencia técnica tal a la Wehrmacht “…habría
sido injustificado”[72]. La ayuda era experta, abarcaba más de una década, y era tan
fundamental que sin ella la Wehrmacht no podría haber entrado en guerra en 1939.

La Deutsche​-Amerikanische Petroleum A.G. (DAPAG)


La subsidiaria en Alemania de la Standard Oil, la
Deutsche-Amerikanische Petroleum A.G. (DAPAG), era
propiedad de la Standard Oil de New Jersey en un 94 por
ciento. La DAPAG tenía sucursales por toda Alemania,
una refinería en Bremen, y una oficina principal en
Hamburgo. A través de la DAPAG, la Standard Oil de
New Jersey estaba representada en los círculos interiores
del Nazismo —el Círculo Keppler y el Círculo de
Amigos de Himmler. Uno de los directores de la DAPAG
era Karl Lindemann, también presidente de la Cámara
de Comercio Internacional de Alemania, así como
director de varios bancos, incluyendo al Dresdner Bank, al Deutsche Reichsbank, y al
banco privado de orientación Nazi, C. Melchior & Company, y de numerosas
corporaciones, incluyendo la HAPAG (Hamburg-Amerika Line). Lindemann fue
miembro del Círculo de Amigos Keppler hasta fecha tan tardía como 1944, y con ello
le daba a la Standard Oil de New Jersey un representante en el mismo núcleo del
Nazismo. Otro miembro de la junta de la DAPAG era Emil Helfrich, que fue uno de
los miembros originales del Círculo Keppler.
En definitiva, la Standard Oil de New Jersey tenía a dos miembros del Círculo
Keppler como directores de su filial alemana de propiedad absoluta. Los pagos al

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Círculo por parte de la sucursal de la Standard Oil, y los pagos individuales por parte
de Lindemann y de Helffrich directores, continuaron hasta 1944, un año antes de que
finalizase la II Guerra Mundial[73].

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Capítulo 5

La I.T.T. trabaja para ambos bandos de la guerra


Así mientras los aviones Focke​-Wolfe de la I.T.T. bombardeaban los barcos
aliados, y los cables de la I.T.T. transmitían información a los submarinos
alemanes, los radio​goniómetros de la I.T.T. salvaban a otras naves de los
torpedos.
(Anthony Sampson, The Sovereign State of I.T.T., Nueva York: Stein & Day, 1973,
p. 40).

La gigante multinacional International Telephone and


Telegraph (I.T.T.)[74] fue fundada en 1920 por el
empresario natural de las Islas Vírgenes, Sosthenes Behn.
Durante su vida Behn fue la personificación del
empresario politizado, sacando beneficios y construyendo
el imperio de la I.T.T. a través de maniobras políticas en
vez de competir en el mercado. En 1923, mediante su
habilidad política, Behn compró el monopolio telefónico
español, la Compañía Telefónica de España. En 1924, la
I.T.T., respaldada ahora por la firma de J.P. Morgan,
compró lo que luego se convertiría en el grupo International Standard Electric,
manufacturando fábricas por todo el mundo.
La junta matriz de I.T.T. reflejaba los intereses de J.P. Morgan, con los socios de
Morgan, Arthur M. Anderson y Russell Leffingwell. La firma de abogados del
sistema, Davis, Polk, Wardwell, Gardiner & Reed estaba representada por los dos
socios minoritarios, Gardiner & Reed.

DIRECTORES DE LA I.T.T. EN 1933:

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Directores Afiliación con otras firmas de Wall Street:
Arthur M. ANDERSON Socio, J.P. MORGAN y New York Trust Company
Hernand BEHN Bank of América
Sosthenes BEHN NATIONAL CITY BANK
F. Wilder BELLAMY Socio de Dominick & Dominick
John W. CUTLER GRACE NATIONAL BANK, Lee Higginson
George H. GARDINER Socio de Davis, Polk, Wardwell, Gardiner & Reed
Allen G. HOYT NATIONAL CITY BANK
Russell C. LEFFINGWELL Socio de J.P. MORGAN y de CARNEGIE CORP.
Bradley W. PALMER Presidente del Comité Ejecutivo de UNITED FRUIT
Lansing P. REED Socio de Davis, Polk, Wardwell, Gardiner & Reed

El National City Bank (NCB), del grupo Morgan estaba representado por dos
directores, Sosthenes Behn y Allen G. Hoyt. Resumiendo, la I.T.T. era una empresa
controlada por Morgan; y ya antes habíamos tenido ocasión de observar el interés de
las empresas bajo control de Morgan en la guerra y revolución en el extranjero, y en
las maniobras políticas en Estados Unidos[75].
En 1930 Behn adquirió el grupo empresarial alemán de la Standard Elekrizitäts
A.G., controlado por I.T.T. (62.0 por ciento de las acciones con voto), A.E.G. (81.1
por ciento de las acciones con voto) y Felton & Guilleaume (seis por ciento de las
acciones con voto). En este trato, la Standard compró dos plantas de fabricación
alemanas, y una mayoría de acciones de la Telefonfabrik Berliner A.G.
I.T.T. consiguió también a las subsidiarias de la Standard en Alemania: la
Ferdinand Schuchardt Berliner Fernsprech-und Telegraphenwerk A.G., así como la
Mix & Genest, de Berlín, y la Suddeutsche Apparate Fabrik G.m.b.H., de
Nuremberg.
De paso es interesante observar que mientras la I.T.T. de Sosthenes Behn
controlaba las empresas de telefonía y las fábricas de manufactura en Alemania, el
tráfico por cable entre EE.UU. y Alemania se hallaba bajo el control de la Deutsch-
Atlantische Telegraphengesellschaft (la Compañía de Cable Atlántico Alemana). Esta
empresa, junto con la Commercial Cable Company y la Western Union Telegraph
Company, tenía un monopolio en las comunicaciones transatlánticas por cable
EE.UU.-Alemania.
En 1925 W.A. Harriman & Company adquirió un bloque de 625.000 acciones de
la Deutsch-Atlantische, y la junta de directores de la firma incluyó a un inusual
abanico de personajes, algunos de los cuales ya los hemos encontrado en otros
lugares. Por ejemplo, incluía a: H.F. Albert, agente de espionaje alemán en Estados
Unidos en la I Guerra Mundial; von Berenberg-Gossler, unos de los primeros socios
comerciales de Franklin D. Roosevelt; y el Dr. Cuno, un antiguo canciller alemán de
la era inflacionaria de 1923. La I.T.T. en Estados Unidos estaba representada en la
junta por von Guilleaume y Max Warburg, de la familia de banqueros Warburg.

El barón Kurt von Schroder y la I.T.T.

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No existen registros que indiquen que la I.T.T. hiciera pagos directos a Hitler
antes de que los Nazi consiguieran el poder en 1933. Por otro lado, a finales de los
años 1930 y en la misma II Guerra Mundial se realizaron numerosos pagos a
Heinrich Himmler a través de las sucursales alemanas de la I.T.T. La primera reunión
entre Hitler y los funcionarios de la I.T.T. —hasta donde sabemos —se registró en
agosto de 1933[76], cuando Sosthenes Behn y el representante de la I.T.T. alemana,
Henry Manne, se reunieron con Hitler en Berchesgaden. Posteriormente, Behn
contactó con el Círculo Keppler (ver el capítulo nueve) y a través de la influencia de
Keppler, el barón Nazi Kurt von Schröder se convirtió en el guardián de los intereses
de la I.T.T. en Alemania. Schröder actuó como intermediario del dinero que la I.T.T.
canalizaba en 1944 hacia la organización de las S.S. de Heinrich Himmler, mientras
se hallaba en curso la II Guerra Mundial, y Estados Unidos estaba en guerra con
Alemania[77].
A través de Kurt Schröder, Behn y su I.T.T. consiguieron acceder a la rentable
industria armamentística alemana, y adquirir intereses sustanciosos en empresas de
armamento alemanas, incluyendo la constructora de aviones Focke-Wolfe. Estas
operaciones con armamento dejaban espléndidos beneficios, que habrían podido ser
repatriados a la empresa matriz en Estados Unidos. Pero fueron reinvertidos en el
rearme alemán. Esta reinversión de beneficios en las empresas de armamento
alemanas sugiere que las afirmaciones de inocencia de Wall Street de los actos ilícitos
de rearme alemán —y realmente ni siquiera sabían las intenciones de Hitler— son
falsas. En particular, la compra por parte de I.T.T. de sustanciales intereses en la
Focke-Wolfe significaba, tal como ha señalado Anthony Sampson, que la I.T.T.
estaba fabricando aviones alemanes utilizados para matar a los estadounidenses y a
sus aliados —y que de esta empresa sacaba una buena tajada.
Con Kurt von Schröder, la I.T.T. tuvo acceso al verdadero núcleo de la élite de
poder Nazi. ¿Quién era Schröder? El barón Kurt von Schröder nació en Hamburgo,
en 1889, en el seno de una familia alemana de antigua raigambre bancaria. Un
anterior miembro de la familia Schröder se trasladó a Londres, cambiando su nombre
por el de Schroder (sin la diéresis) y organizando la empresa bancaria de J. Henry
Schroder en Londres, y la J. Henry Schroder Banking Corporación en Nueva York.
Kurt von Schröder se convirtió también en socio de la Bankhaus privada de Colonia,
la J. H. Stein & Company, fundada en las postrimerías del siglo dieciocho. Tanto
Schröder como Stein habían sido promotores, junto a financieros franceses, del
movimiento separatista alemán de 1919 que intentó separar la rica zona de Renania,
de Alemania y de sus problemas. En esta aventura destacados industriales de Renania
se reunieron en la casa de J. H. Stein el 7 de enero de 1919, organizando pocos meses
después una reunión, con Stein como presidente, para desarrollar el apoyo público
para el movimiento separatista. La acción de 1919 fracasó. El grupo lo intentó de
nuevo en 1923 y encabezó otro movimiento para separar a Renania de Alemania para
pasar a depender de Francia. Este intento también fracasó. Kurt von Schroder se

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vinculó entonces con Hitler y los primeros Nazis, y al igual que en los movimientos
separatistas de 1919 y de 1923 en Renania, Schröder representaba y trabajaba para
los industriales alemanes y para los fabricantes de armas.
A cambio del apoyo financiero e industrial instrumentado por von Schroder, éste
obtuvo posteriormente prestigio político. Inmediatamente después de que los Nazis
llegaran al poder en 1933, Schroder se convirtió en el representante alemán del Banco
de Pagos Internacionales (Bank for International Settlements), —al cual Quigley
denomina el eje del sistema de control internacional—, así como en el dirigente del
grupo de banqueros privados que aconsejaban al Reichsbank alemán. Heinrich
Himmler nombró a Schroder, Líder del Grupo Principal de las S.S., y a su vez
Himmler se convirtió en miembro destacado del Círculo Keppler. (Ver el capítulo
nueve).
En 1938, el Banco Schroder en Londres se convirtió en el agente financiero
alemán en Gran Bretaña, representado en las reuniones financieras por su Director
Gerente (y director del Banco de Inglaterra), F.C. Tiarks. En la II Guerra Mundial el
barón Schroder había conseguido de esta manera una impresionante lista de
conexiones políticas y bancarias que reflejaban su extensa influencia; incluso se
informó al Comité Kilgore de EE.UU. que en 1940 Schroder tenía la suficiente
influencia como para llevar al poder a Pierre Laval en Francia. Tal como las relacionó
el Comité Kilgore, las adquisiciones políticas de Schroder a principio de los años
1940 eran las siguientes:

Grupo para el Comercio Mayorista y Comercio Exterior (Trade Group for Wholesale and Foreign Trade) –
Gerente.
Líder de grupo principal de las SS – Cruz de Hierro de primera y segunda clase
Akademie fur Deutsches Recht (Academia de Derecho de Alemania) – Miembro
Cónsul General en Suecia.
Ciudad de Colonia – Concejal
Cámara de Comercio Internacional – Miembro del comité administrativo.
Universidad de Colonia – Miembro de la junta de consejeros.
Consejo de la Oficina Postal del Reich – Miembro de la junta de asesores.
Fundación del Kaiser Wilhelm – Miembro de la Junta.
Asamblea de Comercio e Industria Alemana – Presidente.
Comité Consultivo de Germano​albanos – Miembro
Junta de Asuntos Económicos del Reich – Miembro.
Oficina de Compensación de Mercancías – Miembro.
Deutsche Reichsbahn (Ferrocarriles del Imperio Alemán) – Presidente de la junta administrativa.
Comité de Trabajo del Grupo para la Industria y Comercio del Reich – Vicepresidente.

Las conexiones bancarias de Schröder también eran impresionantes, y sus


conexiones empresariales (no relacionadas aquí), ocuparían un par de páginas:

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Bank for International Settlement – Miembro de la directiva.
Deutsche Verkehrs​Kredit​Bank, A.G., Berlín (Controlado por el Deutsche Reichsbank) – Presidente de la
Junta de Directores.
Deutsche Ueberseeische Bank (Controlado por el Deutsche Bank, Berlín) – Director[78].
J.H. Stein & Co, Colonia – Socio (la Banque Worms era el corresponsal francés).
Deutsche Reichsbank, Berlín – Asesor de la junta de directores.
Wirtschaftsgruppe Private Bankegewerbe – Líder.

Es el mismo Schröder que después de 1933 representó a Sosthenes Behn, de la


I.T.T., y a los intereses de la I.T.T. en la Alemania Nazi. Precisamente a causa de las
excelentes conexiones políticas de Schröder con Hitler y con el estado Nazi, Behn
nombró a Schröder para las juntas de todas las empresas en Alemania de la I.T.T.: la
Standard Electrizitatswerke A.G., de Berlín; la C. Lorenz A.G., de Berlín, y la Mix &
Genest A.G. (en la que la Standard poseía un 94 por ciento de participación).
A mediados de los años 1930 se forjó otro vínculo entre Wall Street y Schröder,
en esta ocasión a través de los Rockefeller. En 1936 la empresa de garantía de
seguros y seguros generales manejada por la Corporación Bancaria J. Henry
Schroder, de Nueva York, surgió como una nueva empresa bancaria de inversión: la
Schroder, Rockefeller & Company, Inc., en 48 Wall Street.
Carlton P. Fuller, de la Schroder Banking Corporación, se convirtió en el
presidente, y Avery Rockefeller, hijo de Percy Rockefeller (hermano de John
D. Rockefeller) se convirtió en vicepresidente y director de la nueva empresa.
Previamente, Avery Rockefeller había estado asociado tras bambalinas con la
Corporación Bancaria J. Henry Schroder; la nueva empresa le permitió salir al
descubierto[79].

Westrick, Texaco, y la I.T.T.


La I.T.T. todavía otro intermediario con la Alemania Nazi, a través del abogado
alemán Dr. Gerhard Westrick. Westrick había sido uno de los componente de un
selecto grupo de alemanes que habían llevado a cabo operaciones de espionaje en
Estados Unidos durante la I Guerra Mundial. Aquel grupo incluía no solo a Kurt von
Schröder y a Westrick sino también a Franz von Papen —a quien reencontraremos en
compañía de James Paul Warburg, del Banco de Manhattan, en el capítulo diez— y al
Dr. Heinrich Albert. Albert, supuestamente un agregado comercial alemán en EE.UU.
durante la I Guerra Mundial, estaba en realidad encargado de financiar el programa
de espionaje de von Papen. Tras la I Guerra Mundial, Westrick y Albert constituyeron
la firma de abogados Albert & Westrick, que se especializó en, y sacó enormes
beneficios de, los préstamos de indemnización de Wall Street. La empresa de Albert
& Westrick manejaban el destino alemán de los préstamos del Banco J. Henry
Schroder, mientras que la empresa de John Foster Dulles, de Sullivan y Cromwell en
Nueva York manejaban el destino estadounidense de los préstamos de Schroder.

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Justo antes de la II Guerra Mundial, la operación de espionaje de Albert-Papen-
Westrick en Estados Unidos empezó a repetirse, solo que en esta ocasión las
autoridades estadounidenses estaban más alertas. En 1940 Westrick había llegado a
EE.UU., supuestamente como agregado comercial, pero de hecho como representante
personal de Ribbentrop. El sinfín de visitantes de Westrick incluía a destacados
directores de empresas del petróleo y de la industria de EE.UU., y esto hizo que
Westrick atrajera la atención del FBI.
En esta ocasión Westrick se convirtió en director de todas las operaciones de
I.T.T. en Alemania, a fin de proteger los intereses de la I.T.T. durante la esperada
implicación de EE.UU. en la guerra europea[80]. Entre sus otros proyectos, Westrick
intentó persuadir a Henry Ford de que cortase el abastecimiento a Gran Bretaña, y el
trato de favor que los Nazis otorgaron a los intereses de Ford en Francia sugiere que
Westrick tuvo un éxito parcial en neutralizar la ayuda de EE.UU. a Gran Bretaña.
Si bien la conexión comercial más importante de Westrick en Estados Unidos
durante la guerra fue con la International Telephone and Telegraph, también
representó a otras empresas de EE.UU., incluyendo la Underwood Elliott Fisher,
propietaria de la empresa alemana Mercedes Buromaschinen A.G.; la Eastman
Kodak, que tenía una subsidiaria de Kodak en Alemania; y la International Milk
Corporación, con una sucursal en Hamburgo. Entre los tratos realizados por Westrick
(y el que recibió mayor divulgación) fue un contrato para que Texaco suministrase
petróleo a la Marina alemana, que concertó con Torkild Rieber, presidente de la junta
de Texaco Company.
En 1940 Rieber discutió acerca de un trato sobre petróleo con Hermann Goering,
y en Estados Unidos, Westrick trabajaba para la Texas Oil Company. Su automóvil se
compró con fondos de Texaco, y en la solicitud del permiso de conducir Westrick dio
como dirección de trabajo la de Texaco. Estas actividades salieron a la luz pública el
12 de agosto de 1940. Posteriormente Rieber dimitió de Texaco, y Westrick regresó a
Alemania. Dos años después Rieber era presidente de Astilleros y Diques Secos de
Carolina del Sur, supervisando la construcción de buques de la Marina
estadounidense por valor de más de 10 millones de dólares, y uno de los directores de
la Corporación Barber Asphalt, de la familia Guggenheim, y de la Seaboard Oil
Company de Ohio[81].

La I.T.T. en la Alemania de la guerra


En 1939, la I.T.T. de Estados Unidos controlaba a la Standard Elektrizitats de
Alemania, y a su vez la Standard Elektrizitats controlaba el 94 por ciento de la Mix &
Genest. En la junta de la Standard Elektrizitats se hallaba el barón Kurt von Schroder,
un banquero Nazi del núcleo del nazismo, y Emil Heinrich Meyer, cuñado del
secretario de Estado, Keppler, (fundador del Círculo Keppler) y uno de los directores
de la General Electric alemana. Schroder y Meyer también eran directores de la Mix

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& Genest y de otra subsidiaria de I.T.T., la C. Lorenz Company; ambas subsidiarias
de la I.T.T. contribuían monetariamente al Círculo de Amigos de Himmler —es decir,
la caja de dinero negro de las S.S. Nazi. Como mínimo hasta 1944, la Mix & Genest
estuvo contribuyendo con 5.000 RM para Himmler, y la Lorenz con 20.000 RM.
Resumiendo, durante la II Guerra Mundial, la International Telephone and Telegraph
estuvo realizando pagos en efectivo al líder de las S.S. Heinrich Himmler[82]. Estos
pagos capacitaban a la I.T.T. a proteger su inversión en la Focke-Wolfe, una empresa
fabricante de aviones que produjo los aviones de combate utilizados contra Estados
Unidos.
El interrogatorio del 19 de noviembre de 1945 a Kurt von Schröder remarca la
naturaleza deliberada de la estrecha y beneficiosa relación del coronel Sosthenes
Behn, de la I.T.T., Westrick, Schröder, con la maquinaria bélica Nazi durante la
II Guerra Mundial, y que ésa fue una relación deliberada e informada:

Q. En su anterior testimonio usted nos habló de una cantidad de empresas en Alemania en las que la (I.T.T.)
International Telephone and Telegraph Company, o la Standard Electric Company, tenían participación. ¿Tenían
tanto la International Telephone and Telegraph Company como la Standard Electric Company, participaciones
en alguna otra empresa de Alemania?
A. Sí. La Lorenz Company, poco antes de la guerra, tomó una participación del 25 por ciento en la Focke​Wolfe
A.G., de Bremen. La Focke​Wolfe estaba fabricando aviones para el Ministerio del Aire alemán. Creo que
posteriormente la Focke​Wolfe se expandió obteniendo más capital con lo que los intereses de la Lorenz
Company cayeron algo por debajo de ese 25 por ciento.
Q. Por lo tanto esta participación en la Focke​Wolfe por parte de la Lorenz Company empezó luego de que la
Lorenz Company fuese propiedad casi en su cien por cien, y estuviera controlada, por el coronel Behn a través
de la International Telephone and Telegraph Company?
A. Sí.
Q. ¿Aprobó el coronel Behn esta inversión de la Lorenz Company en la Focke​Wolfe?
A. Tengo la certeza de que el coronel Behn la aprobó antes de que sus representantes, que estaban en estrecho
contacto con él, aprobasen formalmente la transacción.
Q. ¿En que año la Lorenz Company realizó la inversión que le proporcionó ese 25 por ciento de participación
en la Focke​Wolfe?
A. Recuerdo que fue poco después de que estallase la guerra, es decir, poco después de la invasión de Polonia
[1939].
Q ¿Estaba Westrick al corriente de todos los detalles de las participaciones de la Lorenz Company en la Focke​-
Wolfe, A.G., de Bremen?
A. Sí. Mejor incluso que yo mismo.
Q. ¿Cuál era el volumen de la inversión que la Lorenz Company realizó en la Focke​Wolfe A.G., de Bremen,
que le dio la participación inicial del 25 por ciento?
A. Inicialmente fue de 250.000 miles de RM, y luego se incrementó sustancialmente, pero no recuerdo la
magnitud de las inversiones adicionales que la Lorenz Company hizo a la Focke​Wolfe A.G. de Bremen.
Q. Desde 1933, hasta que estalló la Guerra Europea, ¿estuvo el coronel Behn en posición de transferir los
beneficios de las inversiones en estas empresas de Alemania a sus empresas en Estados Unidos?
A. Sí. Aunque hubiera necesitado que sus empresas aceptasen algo menos que los dividendos totales debido a la
dificultad de obtener moneda extranjera (divisas), la mayor parte de los beneficios podrían haber sido
transferidos a la empresa del coronel Behn en Estados Unidos. Sin embargo el coronel Behn eligió no hacer
esto y en ningún momento me pidió si podía hacerlo por él. En lugar de eso, parecía estar perfectamente

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satisfecho de que todos los beneficios de las empresas estuvieran en Alemania, mientras él y los intereses que él
controlaba, reinvertían los beneficios en nuevos edificios y maquinaria, y en cualquier otra explotación
comprometida en producir armamento.
Otra de esas empresas, la Huth and Company, G.m.b.H., de Berlín, fabricaba radios y componentes de radar,
muchos de los cuales fueron utilizados en equipamiento destinado a las Fuerzas Armadas alemanas. La Lorenz
Company, por lo que recuerdo, [tenía] un 50 por ciento de participación en Huth and Company. La Lorenz
Company tenía también una pequeña sucursal que actuaba como agente de ventas de la Lorenz Company para
clientes privados.
Q. Usted ha sido miembro de la junta de directores de la Lorenz Company, desde más o menos 1935 hasta la
actualidad. Durante este tiempo, Lorenz Company y algunas de las demás empresas, como la Focke​Wolfe en la
que tenía una participación importante, estuvieron comprometidas en la fabricación de equipamiento para el
armamento y la producción de guerra. ¿Sabía usted, o escuchó alguna vez cualquier protesta realizada por el
coronel Behn o por sus representantes contra estas empresas comprometidas en esas actividades que preparaban
a Alemania para la guerra?
A. No.
Q. Afirma usted que no se le solicitó en ninguna otra ocasión, ya fuera por parte de Westrick, Mann [sic], el
coronel Behn, o de cualquier otra persona conectada con los intereses de la International Telephone and
Telegraphic Company en Alemania, que interviniera en nombre de la empresa con las autoridades alemanas.
A. Sí. No recuerdo ninguna solicitud de que interviniera en ningún asunto de la Lorenz Company ni de ningún
otro de los intereses de la International Telephone and Telegraph en Alemania.
He leído el documento de este interrogatorio, y juro que las respuestas que he dado a las preguntas de los Sres.
Adams y Pajus son ciertas a mi leal saber y entender.
S/ Kurt von Schröder

Fue esta historia de la cooperación entre I.T.T. y los Nazis durante la II Guerra
Mundial, y la asociación de la I.T.T. con el Nazi Kurt von Schröder lo que la I.T.T.
quería esconder —y casi lo consigue. James Stewart Martin relata como, durante las
reuniones de planificación de la División de Finanzas de la Comisión de Control se le
asignó trabajar con el capitán Norbert A. Bogdan, quien de paisano era vicepresidente
de la Corporación Bancaria J. Henry Schroder de Nueva York. Martin refiere que el
“Capitán Bogdan se había opuesto enérgicamente a la investigación del Stein Bank,
argumentando que era marginal”.[83] Poco después de bloquear esta maniobra, dos
miembros permanentes del personal de Bogdan solicitaron permiso para investigar al
Stein Bank —a pesar de que Colonia todavía no había caído ante las tropas
estadounidenses. Martin recuerda que “La División de Inteligencia bloqueó ésta”, y
por tanto parte de la información de la operación de I.T.T. y el Stein-Schröder Bank
sobrevivió.

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Capítulo 6

Henry Ford y los Nazis


Me gustaría resaltar la importancia otorgada por los altos oficiales [Nazi] de
respetar el deseo y mantener la buena voluntad de “Ford”, y por “Ford” quiero
decir a su padre, a usted, y a la Ford Motor Company, de Dearborn.
(Josiah E. Dubois, Jr, Generals in Grey Suits, Londres: The Bodley Head, 1953,
p. 250).

A menudo la élite de Wall Street ha visto a Henry


Ford como una especie de enigma. Durante buena
parte de los años 20 y 30, Ford fue conocido
popularmente como enemigo del sistema financiero.
Ford acusó a Morgan y a otros de utilizar la guerra y la
revolución como una vía hacia el beneficio, y su
influencia en los sistemas sociales como un medio de
progreso personal.
En 1938 Henry Ford, en sus declaraciones públicas, había dividido a los
financieros en dos clases: los que se aprovechaban de la guerra y utilizaban su
influencia para sacar beneficios de la guerra, y los financieros “constructivos”. Entre
último grupo incluía ahora a la Casa Morgan. En 1938, durante una entrevista con el
New York Times[84] Ford afirmó que:

Alguien dijo en una ocasión que sesenta familias habían dirigido los destinos
de la nación. Bien podría decirse que si alguien centrara la atención en las
veinticinco personas que manejan las finanzas de la nación, quedarían
realmente de manifiesto quienes de verdad hacen las guerras.

El periodista del Times le preguntó a Ford como equiparaba su afirmación a su


prolongada crítica de la Casa Morgan, a lo que Ford replicó:

Existe un Wall Street constructivo y uno de destructivo. La Casa Morgan


representa el constructivo. Conozco al Sr. Morgan desde hace muchos años.
El respaldó y apoyó a Thomas Edison, que también fue un buen amigo mío…

Tras exponer los males de la producción agrícola limitada —supuestamente


propiciados por Wall Street— Ford continuó,

… si esos financieros se hubiesen salido con la suya ahora nosotros

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estaríamos en guerra. Ellos quieren la guerra porque hacen dinero con esos
conflictos —de la miseria humana que las guerras traen.

Por otro lado, si investigamos qué hay detrás de estas declaraciones públicas lo
que encontramos es que Henry Ford y el hijo, Edsel Ford, han estado ambos en
vanguardia de los empresarios estadounidenses que apuestan por ambos lados de toda
valla ideológica, en busca de beneficios. Según el propio criterio de Ford, los Ford se
encuentran entre los elementos “destructivos”.
Fue Henry Ford quien en los años 1930 construyó la primera planta de
automóviles modernos de la Unión Soviética (localizada en Gorki), y quien en los
años 50 y 60 fabricó los camiones utilizados por los norvietnamitas para transportar
armas y municiones para utilizar contra los estadounidenses[85]. Casi a la vez, Henry
Ford fue también en más famoso de los partidarios extranjeros de Hitler, siendo
recompensado en los años 1930 con la más alta condecoración Nazi otorgada a los
extranjeros por su prolongado apoyo.
Este favoritismo Nazi suscitó un aluvión de polémicas en Estados Unidos, y
acabó degenerando en un intercambio de notas diplomáticas entre el gobierno alemán
y el Departamento de Estado. Mientras que en público Ford manifestaba que no le
gustaban los gobiernos totalitarios, en la práctica lo que encontramos es que
deliberadamente Ford se aprovechó de ambos bandos en la II Guerra Mundial —de
las plantas francesas y alemanas que fabricaban vehículos en beneficio de la
Wehrmacht (Fuerzas Armadas), y de las plantas estadounidenses, que fabricaban
vehículos en beneficio del ejército de EE.UU.
Las protestas de inocencia de Henry Ford sugieren, como veremos en este
Capítulo, que él no aprobaba que los financieros judíos se beneficiasen de la guerra
(como algunos han hecho), pero si los que sacaban provecho de la guerra eran los
anti-semitas Morgan[86] y Ford, entonces era algo aceptable, moral y “constructivo”.

Henry Ford: el primer patrocinador extranjero de Hitler


El 20 de diciembre de 1922 el New York Times informaba[87] de que el fabricante
de automóviles Henry Ford estaba financiando los movimientos nacionalista y
antisemita de Adolph Hitler en Munich. Simultáneamente, el periódico de Berlín,
Berliner Tageblatt, exhortaba al embajador estadounidense en Berlín a que
investigase y detuviera la intervención de Ford en los asuntos domésticos alemanes.
Se denunciaba que los patrocinadores extranjeros de Hitler habían equipado unas
“espaciosas oficinas centrales” con un “multitud de bien remunerados
lugartenientes y oficiales”. El retrato de Henry Ford aparecía de forma destacada en
las paredes de la oficina personal de Hitler:

En la oficina privada de Hitler, el muro tras su escritorio está decorado con

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un gran retrato de Henry Ford. En la antesala hay una gran mesa cubierta de
libros, casi todos ellos traducción de un libro escrito y publicado por Henry
Ford[88].

El mismo informe del New York Times comentaba que el domingo anterior Hitler
había pasado revista al,

denominado Batallón de Asalto…, 1.000 hombres jóvenes, en sus flamantes


uniformes nuevos y armados con revólveres y cachiporras, mientras Hitler y
sus hombres de confianza conducían alrededor en dos potentes y flamantes
automóviles nuevos.

El Times hacía una clara distinción entre los partidos monárquicos alemanes y el
partido fascista anti-semita de Hitler. Se hizo notar que Henry Ford, ignorando a los
partidarios de la monarquía Hohenzollern, colocó su dinero en el movimiento
revolucionario hitleriano.
Estos fondos de Ford fueron utilizados por Hitler para fomentar la rebelión
bávara. La rebelión fracasó, Hitler fue capturado, y posteriormente fue llevado a
juicio. En febrero de 1923, en el juicio, el vicepresidente del parlamento bávaro,
Auer, testificó:

La Bavarian Diet (parlamento de un estado federal) ha tenido durante


mucho tiempo la información de que el movimiento de Hitler fue
parcialmente financiado por un jefe estadounidense anti-semita, que es
Henry Ford. El interés del Sr. Ford hacia el movimiento bávaro anti-semita
se inició hace un año, cuando uno de los agentes del Sr. Ford, tratando de
vender tractores, entró en contacto con el famoso pan-germanista Diedrich
Eichart. Poco después, Herr Eichart le pidió al agente del Sr. Ford ayuda
financiera. El agente regresó a Estados Unidos, y de inmediato el dinero
del Sr. Ford empezó a llegar a Munich.
Herr Hitler alardea abiertamente del apoyo del Sr. Ford y ensalza al Sr.
Ford como un gran individuo y un gran anti-semita. En las dependencias
de Herr Hitler cuelga una fotografía del Sr. Ford, el cual está en el centro
del movimiento monárquico[89].

Hitler recibió una leve y cómoda condena de cárcel por sus actividades
revolucionarias en Baviera. Descansar de ocupaciones más activas le permitió
escribir Mein Kampf. El libro de Henry Ford, The International Jew, distribuido
anteriormente por los Nazis, fue traducido por ellos a una docena de idiomas, y Hitler
utilizó fragmentos del libro, palabra por palabra, al escribir Mein Kampf[90].

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Más adelante veremos que el patrocinio de Hitler a finales de los años 20 y
principios de los 30 procedió de los cárteles industriales químicos, del acero y
eléctricos, en vez de directamente empresarios individuales. En 1928 Henry Ford
fusionó sus activos alemanes con los del cártel químico de la I.G. Farben. Una
cuantiosa participación, el 40 por ciento de la Ford Motor A.G. de Alemania, fue
transferido a la I.G. Farben; Carl Bosch, de I.G. Farben, se convirtió en director de la
Ford A.G. Motor en Alemania. Simultáneamente, Edsel Ford en Estados Unidos se
unía a la junta de la I.G. Farben Estadounidense. (Ver capítulo dos).

Henry Ford recibe una condecoración Nazi


Una década después, en agosto de
1938 —luego de que Hitler
consiguiera el poder ayudado por los
cárteles— Henry Ford recibía la
Gran Cruz del Águila Germana, una
condecoración Nazi para extranjeros
distinguidos.
El New York Times informó de
que era la primera vez que se había
recibido la Gran Cruz, y que era para
celebrar el 75 aniversario de Henry
Ford[91].
La condecoración levantó una
oleada de críticas dentro de los círculos sionistas estadounidenses.
Ford dio marcha atrás hasta el punto de reunirse públicamente con el Rabino Leo
Franklin de Detroit para expresar su simpatía por la difícil situación de los judíos
alemanes:

Mi aceptación de una medalla del pueblo alemán [dijo Ford] no implica,


como algunos parecen pensar, ninguna simpatía de mi parte con el nazismo.
Quienes hace años que me conocen saben que cualquier cosa que engendre
odio me repugna[92].

El tema de la medalla Nazi fue recogido en una conferencia dada por el Secretario
de Interior, Harold Ickes, en Cleveland. Ickes criticaba tanto a Henry Ford como al
coronel Charles A. Lindbergh por aceptar medallas Nazi. Lo interesante de la
conferencia de Ickes, ofrecida en un banquete de la Sociedad Sionista de Cleveland,
era su valoración de los “judíos acaudalados” y su adquisición y uso de la fortuna:

Un error que comete un millonario no judío recae sólo sobre él, pero un paso

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en falso hecho por un judío acaudalado recae sobre toda la raza. Es duro e
injusto, pero es un hecho que debemos encarar.[93]

Quizás Ickes se estaba refiriendo de refilón a los papeles jugados por los Warburg
en el cártel de la I.G. Farben: los Warburg estaban en la junta de I.G. Farben en
EE.UU. y Alemania. En 1938 los Warburg estaban siendo expulsados de Alemania
por los Nazis. Otros judíos alemanes, como los banqueros Oppenheim, hicieron las
paces con los Nazis y fueron reconocidos con el “estatus de ario honorífico”.

La Ford Motor Company ayuda al esfuerzo bélico alemán


Un Subcomité del Congreso que investigó tras la guerra el apoyo estadounidense
al esfuerzo militar Nazi, describía como “absolutamente quimérica” la manera en la
que los Nazis consiguieron obtener la ayuda técnica y financiera de Estados
Unidos[94]. Entre otras pruebas, se le mostró al comité un memorando preparado en
las oficinas de la Ford-Werke A.G. el 25 de noviembre de 1941, escrito por el Dr.
H. F. Albert para R. H. Schmidt, entonces Presidente de la junta de Ford-Werke A.G.
El memorando mencionaba las ventajas de tener una mayoría de la empresa
alemana mantenida por la Ford Motor Company de Detroit. La Ford alemana había
tenido la posibilidad de intercambiar componentes Ford por caucho y materiales
bélicos fundamentales, necesarios en 1938 y 1939 “y no hubieran podido hacerlo si
la Ford no hubiera sido propiedad de los Estados Unidos”. Además, con una
mayoría de intereses estadounidenses, la Ford alemana había “podido con mayor
facilidad intervenir y dominar las participaciones de Ford en toda Europa”. Incluso
se informó al Comité de que dos de los principales funcionarios de la Ford alemana
habían mantenido un amargo altercado personal sobre quién tenía que controlar la
Ford de Inglaterra, hasta tal punto “que uno de ellos finalmente se levantó y
abandonó la sala disgustado”.
Según la evidencia presentada ante el Comité, a finales de los años 1930 la Ford-
Werke A.G. fue transformada técnicamente en una empresa alemana. Todos los
vehículos y sus componentes se producían en Alemania, por trabajadores alemanes,
utilizando materiales alemanes, bajo la dirección alemana, y se exportaban a
territorios europeos y de ultramar de Estados Unidos y Gran Bretaña. Cualquier
materia prima extranjera que se necesitase, caucho y materiales no férricos, era
obtenida a través de la Ford Company estadounidense. La influencia estadounidense
había sido más o menos convertida en una posición de apoyo (Hilfsstellung) para las
plantas de Ford alemanas.
Cuando estalló la guerra, la Ford-Werke se puso a disposición de la Wehrmacht
para la producción de armamento. Los Nazis suponían que mientras la Ford-Werke
A.G. tuviera una mayoría estadounidense, sería posible que las restantes empresas
europeas de la Ford se pusieran bajo la influencia alemana —es decir, bajo la de la

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Ford-Werke A.G.— y así ejecutar las políticas Nazi de una “Gran Europa” en las
plantas de la Ford en Amsterdam, Amberes, París, Budapest, Bucarest, y Copenague:

Una mayoría, aunque sea una de pequeña, de estadounidenses, es esencial


para la transmisión de los modelos estadounidenses más nuevos, así como los
métodos de producción y ventas estadounidenses. Con la abolición de la
mayoría estadounidense, esta ventaja, así como la intervención de la Ford
Motor Company para conseguir materias primas y exportaciones, se hubiera
perdido, y la utilidad de la planta de Alemania prácticamente hubiera
quedado reducida a la capacidad de su maquinaria[95].

Y, desde luego, este tipo de estricta neutralidad, tomando un punto de vista


internacional en vez de nacional, había dado ya sus frutos previos en la Unión
Soviética, donde la Ford fue mantenida en alta estima como lo máximo en eficiencia
técnica y económica a lograr por los estajanovistas.
En julio de 1942 se corrió la voz en Washington desde la Ford de Francia acerca
de las actividades llevadas a cabo por Ford en favor de la actividad bélica alemana en
Europa. La incriminadora información fue de inmediato enterrada, e incluso en la
actualidad sólo parte de la documentación conocida puede ser rastreada en
Washington.
Sabemos, sin embargo, que el Cónsul General de EE.UU. en Algeria tenía en su
poder una carta de Maurice Dollfuss, de la Ford francesa —que afirmaba ser el
primer francés en ir a Berlín tras la caída de Francia— a Edsel Ford, acerca de un
plan mediante el cual la Ford Motor podía contribuir al esfuerzo bélico Nazi. La Ford
francesa era capaz de producir 20 camiones diarios para la Wehrmacht, lo cual
[escribía Dollfuss] es mejor que,

… lo que están haciendo nuestros menos afortunados competidores franceses.


El motivo es que nuestros camiones están muy solicitados por las autoridades
alemanas, y creo que mientras dure la guerra, y por lo menos durante algún
tiempo, todo lo que produzcamos será tomado por las autoridades
alemanas… Me satisface decirle que… la actitud que ha tomado, junto con su
padre, de estricta neutralidad, ha sido de un valor incalculable para la
producción de sus empresas en Europa.[96]

Dollfuss reveló que los beneficios procedentes de estos negocios alemanes eran
ya de 1.6 millones de francos, y que los beneficios netos de 1941 no eran inferiores a
los 58.000.000 de francos —porque los alemanes pagaban inmediatamente la
producción de Ford. Al recibir estas noticias, Edsel Ford telegrafió:

Me place escuchar que están haciendo progresos. Sus cartas son de lo más interesantes. Soy totalmente

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consciente de las grandes dificultades bajo las que trabajan. Espero que usted y su familia estén bien.
Saludos.
Fdo. Edsel Ford[97]

Si bien hay pruebas de que las plantas en Europa propiedad de intereses de Wall
Street no fueron bombardeadas por las Fuerzas Aéreas estadounidenses en la
II Guerra Mundial, esta limitación no alcanzó, aparentemente, al mando de los
bombardeos británicos.
En marzo de 1942, las fuerzas aéreas británicas (Royal Air Force – RAF)
bombardearon la planta de Ford en Poissy, Francia. Una carta posterior de Edsel Ford
al gerente general de Ford, Sorenson, comentaba acerca de la incursión aérea de la
RAF, “Las fotografías del incendio de la planta aparecieron publicadas en
periódicos estadounidenses, pero afortunadamente no se hizo referencia alguna a la
Ford Motor Company”[98]. En cualquier caso, el gobierno de Vichy pagó 38 millones
de francos a la Ford Motor Company como compensación por los daños ocasionados
en la planta de Poissy. La prensa estadounidense no se hizo eco de esto, y
difícilmente hubiera sido apreciado por aquellos estadounidenses que luchaban contra
el Nazismo. Dubois sostiene que esos mensajes privados desde la Ford en Europa se
le transmitían a Edsel Ford a través del Ayudante del Secretario de Estado,
Breckenridge Long. Es el mismo secretario Long que un año después suprimió los
mensajes privados a través del Departamento de Estado en relación al exterminio de
judíos en Europa. La divulgación de esos mensajes posiblemente pudiera haberse
utilizado para ayudar a aquellas desesperadas personas.
Un informe del servicio de inteligencia de los bombarderos de las Fuerzas Aéreas
Estadounidenses, escrito en 1943, remarcaba que,

Las principales actividades en tiempos de guerra [en la planta de Ford]


probablemente sean la fabricación de vehículos ligeros y de recambios para
todos los camiones y coches Ford al servicio de los países del Eje en Europa
(incluyendo los Molotovs capturados rusos)[99].

Los Molotov rusos habían sido desde luego fabricados por las fábricas
construidas por Ford en Gorki, Rusia. En Francia durante la guerra, la producción de
automóviles de pasajeros fue totalmente reemplazada por los vehículos militares, y
con tal propósito se añadieron tres grandes naves a la fábrica de Poissy. La
construcción principal contenía unas 500 herramientas mecánicas, “todas importadas
de Estados Unidos, incluyendo una linda muestra de algunos de los tipos más
complejos, tales como la talladora de engranajes Gleason, los automatismos Bullard
y las perforadoras Ingersoll”[100].
Ford extendió también hasta el Norte de África sus actividades en tiempos de
guerra. En diciembre de 1941 una nueva empresa Ford, la Ford-Afrique, fue inscrita

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en Francia concediéndole todos los derechos de la anterior Ford Motor Company,
Ltd. de Inglaterra en Algeria, Túnez, el Marruecos francés, el Ecuador francés, y
África Occidental Francesa. África del Norte no era accesible a la Ford británica por
lo que esta nueva empresa Ford —inscrita en la Francia ocupada por Alemania— fue
estructurada para colmar el vacío. Los directores eran pro-Nazis e incluían a Maurice
Dollfuss (la persona de contacto de Edsel Ford) y a Roger Messis (descrito por el
cónsul general de EE.UU. en Argel como “conocido en esta oficina por su reputación
de falta de escrúpulos, está considerado que es 100 por cien pro-alemán”)[101].
El cónsul general de Estados Unidos informaba también de que en Argel era
frecuente la propaganda sobre

…la colaboración de capital franco-germano-estadounidense, y la


cuestionable sinceridad del esfuerzo bélico estadounidense, [allí] se alzan ya
dedos acusadores de una transacción que ha estado desde hace tiempo
sometida a debate en los círculos comerciales.

Resumiendo, existen pruebas documentales de que la Ford Motor Company


trabajó para ambos bandos en la II Guerra Mundial. Si los industriales Nazi fueron
llevados a juicio en Nuremberg, y encontrados culpables de crímenes de guerra
contra la humanidad, lo mismo debería pasar con sus colegas colaboradores de la
familia Ford, Henry y Edsel Ford. Sin embargo, la historia de los Ford fue tapada por
Washington —aparentemente al igual que casi todo lo demás que podía afectar el
nombre y el mantenimiento de la élite financiera de Wall Street.

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Capítulo 7

¿Quién financió a Adolph Hitler?


Todavía nos falta explorar en profundidad el financiamiento de Hitler y del
movimiento Nazi. El único examen publicado de las finanzas personales de Hitler es
un artículo de Oron James Hale, “Adolph Hitler: contribuyente”,[102] que documenta
los roces de Adolph con el fisco alemán, antes de convertirse en Reichskanzler
(canciller del Reich).
En los años 1920 Hitler se presentaba a sí mismo ante los agentes del fisco como
simplemente un escritor empobrecido que vivía de créditos bancarios, con un
automóvil comprado a crédito. Desgraciadamente, los documentos originales
utilizados por Hale no aportan la fuente de los ingresos de Hitler, los préstamos o el
crédito, y la ley en Alemania “no obligaba a las personas que trabajaban como
autónomos, ni a los profesionales, a mostrar el detalle de sus fuentes de ingresos, o el
tipo de servicios que prestaban”[103]. Obviamente, los fondos para los automóviles,
el secretario privado Rudolf Hess, otro ayudante, un chófer, y los gastos en que
incurría con su actividad política, debían proceder de algún sitio. Pero, al igual que la
estancia de León Trotsky en Nueva York, en 1917, resulta difícil conciliar los gastos
conocidos de Hitler con el origen exacto de sus ingresos.

Algunos de los primeros patrocinadores de Hitler


Sabemos que relevantes industriales europeos y estadounidenses estaban
patrocinando a todo tipo de grupos políticos totalitarios en aquella época, incluyendo
a los comunistas y a diversos grupos nazi. El Comité Kilgore de EE.UU. consigna lo
siguiente:

En 1919 Krupp ya estaba dando apoyo financiero a uno de los grupos


políticos reaccionarios que propiciaron el surgimiento de la ideología Nazi.
Hugo Stinnes fue uno de los primeros donantes al Partido Nazi (National
Socialistische Deutsche Arbeiter Partei). En 1924 otros destacados
industriales y financieros, entre ellos Fritz Thyssen, Albert Voegler, Adolph
[sic] Kirdorf, y Kurt von Schroder, estaban aportando en secreto sumas
sustanciales a los Nazis. En 1931 miembros de la asociación de propietarios
de minas de carbón, con Kirdorf al frente, se comprometieron a pagar 50
pfennigs[104] por cada tonelada de carbón vendido, dinero que iba a la
organización que Hitler estaba construyendo[105].

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Durante el juicio a Hitler de 1924, en Munich, se
aportaron pruebas de que el Partido Nazi recibía
20.000 $ de los empresarios de Nuremberg. El nombre
más interesante de esa época es el de Emil Kirdorf,
que anteriormente había actuado como intermediario
en el financiamiento de la participación alemana en la
Revolución Bolchevique[106]. Según sus propias
palabras, el papel de Kirdorf en el financiamiento de
Hitler fue así:

En 1923 entré en contacto por primera vez con el


movimiento nacional-socialista… Oí hablar al
Führer en la Sala de Exposiciones de Essen. Su claro planteamiento me
convenció totalmente y me sobrecogió. En 1927 me reuní personalmente
con el Führer por primera vez. Viajé a Munich y allí mantuve una
conversación con el Führer en casa de Bruckmann. Durante cuatro horas y
media Adolph Hitler me explicó su programa con todo detalle. Entonces le
pedí al Führer que estructurase la disertación que me había dado en forma
de panfleto. Luego distribuí ese panfleto en mi nombre, en círculos de
empresas y de fabricación.
Desde entonces me he puesto totalmente a disposición de su movimiento.
Poco después de nuestra conversación en Munich, y como resultado del
panfleto elaborado por el Führer y distribuido por mí, se llevaron a cabo
una serie de reuniones entre el Führer y personalidades destacadas del
campo de la industria. Por última vez antes de que llegase al poder, los
líderes de la industria se reunieron en mi casa con Adolph Hitler, Rudolf
Hess, Hermann Goering, y otras importantes personalidades del
partido[107].

En 1925 la familia Hugo Stinnes aportó fondos para convertir el semanario Nazi
Volkischer Beobachter en una publicación diaria. Putzi Hanf-Staengl, amigo y
protegido de Franklin D. Roosevelt, aportó los fondos restantes. La tabla 7-1 resume
las contribuciones financieras conocidas hasta el momento, y las asociaciones
empresariales de contribuyentes de Estados Unidos. Putzi no aparece en la tabla 7-1
puesto que no era ni empresario ni financiero.
A principios de los años 1930 la ayuda financiera a Hitler empezó a fluir con más
facilidad. En Alemania se celebraron una serie de reuniones, documentadas en varias
fuentes de forma irrefutable, entre empresarios alemanes, el propio Hitler, y con
frecuencia con los representantes de Hitler, Hjalmar Sehaeht y Rudolf Hess. El punto
decisivo es que los empresarios alemanes que financiaban a Hitler eran

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predominantemente directores de cárteles con asociaciones, titulares, colaboradores o
que tenían algún tipo de conexión subsidiaria estadounidense. Por lo general, los
patrocinadores de Hitler no fueron empresas de origen puramente alemán, ni
representantes de empresas familiares alemanas. Exceptuando a Thyssen y Kirdoff,
en la mayoría de los casos eran empresas multinacionales —es decir, I.G. Farben,
A.E.G., DAPAG, etc. Estas multinacionales se habían constituido mediante créditos
estadounidenses en los años 20, y a principios de los años 1930 tenían directores
estadounidenses y una importante participación financiera estadounidense.
Un caudal de fondos extranjeros políticos que no se ha considerado aquí es el
documentado de la petrolera Royal Dutch Shell, el gran competidor de los años 20 y
30 de la Standard Oil, y gigantesca creación del empresario anglo-holandés Sir Henri
Deterding. Ha sido opinión generalizada que Henri Deterding financió personalmente
a Hitler. Esto es algo que, por ejemplo, argumenta el biógrafo Glyn Roberts en The
Most Powerful Man in the World (El hombre más poderoso del mundo). Roberts
remarca que Deterding había quedado impresionado por Hitler ya en 1921:

…y la prensa holandesa ha informado de que a través del agente Georg Bell,


él [Deterding] puso a disposición de Hitler, mientras el partido se hallaba
todavía “en mantillas”, no menos de cuatro millones de guilders.[108]

Se documentó (Roberts) que en 1931 Georg Bell, el agente de Deterding, asistió a


reuniones de los Patriotas Ucranianos en París “como delegado conjunto de Hitler y
de Deterding”[109]. Roberts indica también que:

Deterding fue acusado, como atestigua Edgar Ansell Mowrer, en su Alemania


Puts the Clock Back, de contribuir con una importante suma de dinero a los
Nazis en el bien entendido de que su triunfo le colocaría en una posición más
favorable en el mercado de petróleo alemán. En otras ocasiones, se
mencionaban cifras del orden de los 55.000.000 de £[110].

El biógrafo Roberts encontraba realmente de mal gusto el fuerte anti-bolchevismo


de Deterding, y en vez de presentar pruebas concluyentes de la financiación se
inclinaba a suponer, en vez de demostrar, que Deterding era pro-Hitler. Pero el pro-
Hitlerismo no es una necesaria consecuencia del anti-bolchevismo; en cualquier caso
Roberts no ofrece pruebas de la financiación, y este autor no encontró pruebas
definitivas de la implicación de Deterding.
El libro de Mowrer no contiene índice ni notas al pie que indiquen las fuentes de
su información, y Roberts no tiene evidencias concretas de sus acusaciones. Existen
pruebas circunstanciales de que Deterding era un pro-Nazi. Con posterioridad se
trasladó a vivir a la Alemania de Hitler, incrementando su participación en el

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mercado alemán del petróleo. Por tanto, deben haber existido algunas contribuciones,
pero no han sido demostradas.
De forma similar, en Francia (el 11 de enero de 1932), Paul Fauré, miembro de la
Chambre des Députés, acusó a la empresa industrial francesa de Schneider-Creuzot
de financiar a Hitler —y de forma accesoria implicó a Wall Street en otros canales de
financiamiento[111].
El grupo Schneider es una famosa empresa francesa fabricante de armas. Tras
recordar la influencia de Schneider en la implantación del fascismo en Hungría, y sus
extensas operaciones armamentísticas internacionales, Paul Fauré se vuelve hacia
Hitler, y cita del periódico francés Le Journal, “que Hitler había recibido 300.000
francos suizos en oro” de suscripciones abiertas en Holanda a cargo de un profesor
universitario llamado von Bissing. La planta de Skoda en Pilsen, afirmó Paul Fauré,
estaba controlada por la familia francesa Schneider, y fueron los directores de Skoda,
von Duschnitz y von Arthaber, los que realizaron las subscripciones para Hitler.
Fauré concluía diciendo que:

…Me ha perturbado ver a los directores de Skoda, controlada por Schneider,


subvencionando la campaña electoral del Sr. Hitler; me ha perturbado ver a
vuestras empresas, vuestros financieros, vuestros cárteles industriales unirse
con el más nacionalista de los alemanes…

De nuevo no se encontraron pruebas concluyentes de esta supuesta circulación de


fondos hacia Hitler.

Fritz Thyssen y la W.A. Harriman Company de Nueva York


Otro escurridizo caso de financiación de Hitler que se informó fue el de Fritz
Thyssen, el magnate alemán del acero, que se asoció con el movimiento Nazi a
principio de los años 20.
En 1945, cuando fue interrogado en relación al Proyecto Dustbin[112], Thyssen
recordó haber sido abordado en 1923 por el General Ludendorf en el momento en que
se efectuaba la evacuación francesa del Ruhr. Poco después de esta reunión, Thyssen
fue presentado a Hitler, y aportó fondos para los Nazis a través del General
Ludendorf. En 1930-1931 Emil Kirdorf contactó a Thyssen, enviado posteriormente a
negociar con Rudolf Hess más financiamiento para el Partido Nazi. En esta ocasión
Thyssen dispuso de un crédito de 250.000 marcos con el Banco Voor Handel en
Scheepvaart N.V., en el 18 Zuidblaak de Rotterdam, Holanda, fundado en 1918 con
H.J. Kouwenhoven y D.C. Schutte como socios directivos[113]. Este banco era filial
del August Thyssen Bank de Alemania (anteriormente, von der Heydt’s Bank A.G.).
Fue una operación bancaria personal de Thyssen, y estaba relacionada con los
intereses financieros de W. A. Harriman en Nueva York. Thyssen informó a sus

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interrogadores del Proyecto Dustbin que:

Escogí un banco holandés ya que no quería, por mi cargo, estar mezclado


con bancos alemanes, porque pensaba que era mejor hacer negocios con un
banco holandés, y porque pensaba que tendría a los Nazis un poco más en
mis manos[114]

El libro de Thyssen I Paid Hitler, publicado en 1941, se supone que fue escrito
por el propio Fritz Thyssen, aunque Thyssen niega su autoría. El libro afirma que los
fondos destinados a Hitler —sobre un millón de marcos— procedían directamente del
propio Thyssen. I Paid Hitler contiene otras afirmaciones no corroboradas, por
ejemplo que Hitler era en realidad un descendiente de un hijo ilegítimo de la familia
Rothschild. La abuela de Hitler, la señora Schickelgruber, habría sido supuestamente
una criada en el hogar de los Rothschild, quedando embarazada mientras estaba allí:

… una investigación ordenada una vez por el finado canciller austríaco,


Engelbert Dollfuss, arrojó algunos resultados interesantes debido al hecho de
que los expedientes del departamento policial del monarca austro-húngaro
eran extraordinariamente completos.[115]

Esta afirmación relativa a la ilegitimidad de Hitler queda totalmente rebatida en


un libro con bases mucho más sólidas, de Eugene Davidson, que implica a la familia
Frankenberger, no a la familia Rothschild.
En cualquier caso, y a nuestro entender algo mucho más relevante, el principal
banco de August Thyssen en Holanda —es decir, el Bank voor Handel en
Scheepvaart N.V.— controlaba la Union Banking Corporación en Nueva York. Los
Harriman tenían un interés financiero en ello, y E. Roland Harriman (hermano de
Averell) era un director de esta Union Banking Corporación. La Union Banking
Corporación de Nueva York City era una operación conjunta Thyssen-Harriman con
los siguientes directores en 1932[116]:

E. Roland HARRIMAN — Vicepresidente de W.A. Harriman & Co., Nueva York


H.J. KOUWENHOVEN — Banquero Nazi, socio gerente del August Thyssen Bank y del Bank voor Handel
Scheepvaart N.V. (el banco que transfería los fondos de Thyssen)
J. G. GROENINGEN — Vereinigte Stahlwerke (el cártel del acero que también financió a Hitler)
C. LIEVENSE — Presidente de la Union Banking Corp., Nueva York City
E. S. JAMES — Socio de Brown Brothers, más tarde Brown Brothers, Harriman & Co.
Tabla 7-1: vínculos financieros entre empresarios de EE.UU. y Adolph Hitler

Thyssen concertó un crédito de 250.000 marcos para Hitler, a través de este banco
holandés vinculado a los Harriman. El libro de Thyssen, repudiado posteriormente,

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declara que procedentes de Thyssen llegaron tanto como un millón de marcos.
Desde luego, los socios estadounidenses de Thyssen eran miembros relevantes del
estamento financiero de Wall Street. Edward Henry Harriman, el magnate de los
ferrocarriles del siglo diecinueve, tuvo dos hijos: W. Averell Harriman (nacido en
1891), y E. Roland Harriman (nacido en 1895). En 1917 W. Averell Harriman era un
director de la Guaranty Trust Company, y estuvo implicado en la Revolución
Bolchevique[117] Según su biógrafo, Averell empezó su carrera por el escalafón más
bajo, como empleado y jornalero tras dejar Yale en 1913, desde donde “fue
ascendiendo firmemente hacia cargos de mayor responsabilidad en el terreno del
transporte y las finanzas”[118]. Además de su cargo de director en la Guaranty Trust,
Harriman constituyó en 1917 la Merchant Shipbuilding Corporación (corporación de
astilleros mercantes), que pronto se convirtió en la flota mercante más grande
navegando con bandera estadounidense. Esta flota se deshizo en 1925, y Harriman se
introdujo en el lucrativo mercado ruso[119].
Al disolver esos tratos rusos en 1929, Averell Harriman percibió unos inesperados
beneficios de 1 millón de dólares de los generalmente testarudos soviéticos, que
tienen la reputación de no regalar nada, sin algún actual o futuro quid pro quo.
Paralelamente a estos provechosos movimientos en finanzas internacionales, a
Averell Harriman siempre le resultó atractivo el denominado servicio “público”. En
1913 el servicio “público” de Harriman empezó con un nombramiento en la
Comisión Palisades Park. En 1933 Harriman fue nombrado presidente del Comité de
Empleo del Estado de Nueva York, y en 1934 se convirtió en jefe administrativo del
NRA (Administración Nacional de Recuperación) de Roosevelt —la creación de
Gerard Swope, de la General Electric, como la de Mussolini[120]. A ello siguieron un
montón de cargos “públicos”, primero en el programa Lend Lease (Préstamo -
arrendamiento), luego como embajador en la Unión Soviética, más tarde como
Secretario de Comercio.
Por el contrario, E. Roland Harriman limitó sus actividades a los negocios
privados en finanzas internacionales, sin aventurarse, como hizo su hermano Averell,
en el servicio “público”. En 1922 Roland y Averell formaron la W. A. Harriman &
Company. Posteriormente Roland se convirtió en presidente de la junta de la Union
Pacific Railroad y en director de la revista Newsweek, de la Mutual Life Insurance
Company, de Nueva York, miembro del consejo de administración de la Cruz Roja
Estadounidense, y miembro del Museo de Historia Natural Estadounidense.
Hendrik Jozef Kouwenhoven financiero nazi, amigo de Roland Harriman y
director en la Union Banking Corporación en Nueva York, fue director gerente del
Bank voor Handel en Scheepvaart N.V. (BHS), de Rotterdam. En 1940 el BHS
mantenía aproximadamente 2.2 millones de dólares en activos en la Union Banking
Corporación, que a su vez realizaba la mayoría de sus negocios con el BHS[121]. En
los años 1930 Kouwenhoven también fue director del Vereinigte Stahlwerke A.G., el
cártel del acero fundado con financiación de Wall Street a mediados de los años 1920.

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Al igual que el barón Schroder, fue un destacado partidario de Hitler.
Otro director de la Union Banking Corporación de Nueva York fue Johann
Groeninger, un individuo alemán con numerosas vinculaciones industriales y
financieras involucrando Vereinigte Stahlwerke, el grupo de August Thyssen, y un
cargo de director en August Thyssen Hutte A.G.[122]
Esta asociación e intereses comerciales mutuos entre Harriman y los intereses de
Thyssen no sugieren que los Harriman financiaran directamente a Hitler. Por otro
lado, lo que sí muestra es que los Harriman estaban íntimamente conectados con
Nazis importantes como Kouwenhoven y Groeninger y con un principal banco nazi,
el Bank voor Handel en Scheepvaart. Todo parece indicar que los Harriman conocían
el apoyo de Thyssen a los Nazis. En el caso de los Harriman, es importante tener
presente su duradera e íntima relación con la Unión Soviética, y la posición de
Harriman en el centro del New Deal de Roosevelt y del partido Demócrata. Las
pruebas sugieren que algunos miembros de la élite de Wall Street estaban conectados
con, y ciertamente tenían influencia con, todas las agrupaciones políticas relevantes
en el espectro socialista del mundo contemporáneo —el socialismo Soviético, el
nacional-socialismo de Hitler, y el socialismo del New Deal de Roosevelt.

Financiando a Hitler en las elecciones generales de marzo 1933


Dejando de lado los casos de Georg Bell-Deterding y de Thyssen-Harriman,
examinemos ahora el núcleo del respaldo a Hitler. En mayo 1932 se celebró la
denominada “reunión Kaiserhof” entre Schmitz de I.G. Farben, Max Ilgner de la I.G.
Farben estadounidense, Kiep de Hamburg-América Line, y Diem, del German Potash
Trust. Durante este encuentro se reunieron más de 500.000 marcos, que fueron
depositados a favor de Rudolf Hess en el Deutsche Bank. Es digno de mencionar, a la
luz del “mito Warburg” descrito en el Capítulo 10, que Max Ilgner, de la I.G. Farben
estadounidense, contribuyó con 100.000 RM, es decir, una quinta parte del total. El
libro “Sidney Warburg” afirma la implicación de Warburg en el financiamiento de
Hitler, y Paul Warburg fue un director de la I.G. Farben estadounidense[123] mientras
Max Warburg era director de la I.G. Farben.
Existen evidencias documentales irrefutables del papel posterior de los banqueros
internacionales y de los industriales en la financiación del partido Nazi y del
Volkspartie en las elecciones alemanas de marzo de 1933. Un total de tres millones de
Reichmarks fue abonado por destacadas empresas y empresarios, convenientemente
“blanqueado” a través de una cuenta en el Delbruck Schickler Bank, y luego
trasladado a manos de Rudolf Hess para uso de Hitler y del NSDAP. Esta
transferencia de fondos fue seguida por el incendio del Reichstag (Parlamento), la
supresión de los derechos constitucionales, y la consolidación del poder Nazi.
El acceso al Parlamento por parte de los pirómanos se consiguió mediante un
túnel desde una casa en la que se alojaba Putzi Hanfstaengel; el propio incendio del

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parlamento fue utilizado por Hitler como pretexto para abolir los derechos
constitucionales. Resumiendo, tras pocas semanas del mayor financiamiento a Hitler
se produjo una secuencia vinculada de acontecimientos importantes: la contribución
financiera de destacados banqueros e industriales a las elecciones de 1933, la quema
del Parlamento, la anulación de los derechos constitucionales y la consecuente toma
del poder por el Partido Nazi.
La reunión para recoger fondos tuvo lugar el 20 de febrero
de 1933 en el domicilio de Goering, quien por aquel
entonces era presidente del Parlamento, con Hjalmar
Horace Greeley Schacht actuando como anfitrión. Entre
los presentes, según von Schnitzler, de I.G. Farben, se
hallaban:

Krupp von Bohlen, quien, a principios de 1933, era


presidente del Reichsverband der Deutschen Industrie
Reich (Asociación de la Industria de Alemania); Dr. Albert Voegler, principal
actor de la Vereinigte Stahlwerke (Industrias Unidas del Acero); Von
Loewenfeld; Dr, Stein, responsable de la Gewerkschaft Auguste-Victoria, una
mina que pertenece a la I.G.[124]

Hitler expuso sus opiniones políticas a los empresarios reunidos en un largo


discurso de dos horas y media de duración, utilizando la amenaza del comunismo, y
de un golpe de estado comunista para mayor efectismo:

No basta con decir que no queremos el comunismo en nuestra economía. Si


proseguimos con nuestra anterior trayectoria política, todos pereceremos…
La más noble tarea de un líder es encontrar ideales que sean más fuertes
que los que unen al pueblo. Mientras estaba en el hospital reconocí incluso
que se tienen que buscar nuevos ideales que conduzcan a la
reconstrucción. Los encontré en el nacionalismo, en el valor de la
personalidad, y en la negación de reconciliación entre naciones…
Nos enfrentamos ahora a las últimas elecciones. Sin importar cual sea el
resultado, no retrocederemos, ni siquiera si las siguientes elecciones no
propician una decisión en uno u otro sentido. Si las elecciones no deciden,
la decisión deberá ser instaurada por otros medios. He intervenido a fin de
darle al pueblo una vez más la oportunidad de decidir su destino por sí
mismo…
Sólo hay dos posibilidades, o bien respaldar multitudinariamente al
oponente por motivos constitucionales, y con este propósito una vez más
estas elecciones; o se conducirá una lucha con otras armas que puede

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exigir mayores sacrificios. Espero que el pueblo alemán reconozca la
grandeza del momento[125]

Al acabar de hablar Hitler, Krupp von Bohlen expresó el apoyo de los industriales
y banqueros reunidos en forma de una financiación política de tres millones de
marcos. Resultó ser más que suficiente para conseguir el poder, puesto que tras las
elecciones todavía quedaban sin gastar 600.000 marcos.
Hjalmar Schacht organizó esta reunión histórica. Antes describimos ya los
vínculos de Schacht con Estados Unidos: su padre era el cajero de la sucursal en
Berlín de Equitable Assurance, y Hjalmar estaba íntimamente vinculado con Wall
Street, casi con periodicidad mensual.
El mayor contribuyente de la financiación fue I.G. Farben, que se comprometió a
aportar el 80 por ciento del total (o sea, 500.000 marcos). El director A. Steinke, de
BUBIAG (Braunkohlen-u. Brikett-Industrie A.G.), subsidiaria de I.G. Farben, aportó
personalmente otros 200.000 marcos. Resumiendo, el 45 por ciento de los fondos
destinados a las elecciones de 1933 procedieron de I.G. Farben. Si echamos un
vistazo a los directores de la I.G. Farben Estadounidense —la sucursal en EE.UU. de
la I.G. Farben— nos acercamos a los orígenes de la implicación de Wall Street con
Hitler. La junta de la I.G. Farben Estadounidense de la época estaba compuesta por
algunos de los nombres más prestigiosos de los industriales estadounidenses: Edsel
B. Ford, de la Ford Motor Company; C.E. Mitchell, del Banco de la Reserva Federal
de Nueva York, y Walter Teagle, director del Banco de la Reserva Federal de Nueva
York, de la Standard Oil Company de New Jersey, y Presidente de la Fundación
Warm Springs, en Georgia, de Franklin D. Roosevelt.
Paul M. Warburg, primer director del Banco de la Reserva Federal de Nueva York
y presidente del Banco de Manhattan, fue un director de Farben, y su hermano Max
Warburg fue también director de I.G. Farben en Alemania. H. A. Metz, de I.G.
Farben, también fue director del Banco de Manhattan de Warburg. Por último, Carl
Bosch, de la I.G. Farben estadounidense, fue también un director de la Ford Motor
Company A-G en Alemania.
En los Juicios por Crímenes de Guerra de Nuremberg se encontró culpables a tres
miembros de la I.G. Farben Estadounidense: Max Ilgner, F. Ter Meer, y Hermann
Schmitz. Como hemos remarcado, los miembros estadounidenses de la junta, Edsel
Ford, C. E. Mitchell, Walter Teagle, y Paul Warburg, no fueron juzgados en
Nuremberg, y por lo que se refiere a los registros, parece ser que ni siquiera fueron
interrogados acerca de su conocimiento sobre la financiación de 1933 a Hitler.

Las contribuciones políticas de 1933


¿Quienes fueron los industriales y banqueros que en 1933 pusieron a disposición
del Partido Nazi los fondos para las elecciones? La lista de contribuyentes, y el

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importe de sus aportaciones, es el siguiente:

APORTACIONES FINANCIERAS A HITLER:


23 febrero - 13 marzo 1933:
(Cuenta de Hjalmar Schacht en el Schickler Bank de Delbrück)

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Contribuciones políticas
Importe Porcentaje total
de empresas (con directores
prometido de la firma
asociados seleccionados)
Verein fuer die Bergbaulichen Interessen
$ 600.000 45.8
(Kitdorf)
I.G. Farbenindustrie
400.000 30.5
(Edsel Ford, C.E. Mitchell, Walter Teagle, Paul Warburg)
Automobile Exhibition, Berlín
100.000 7.6
(Reichsverbund der Automobilindustrie S.V.)
A.E.G., German General Electric
60.000 4.6
(Gerard Swope, Owen Young, C.H. Minor, Arthur Baldwin)
Demag 50.000 3.8
Osram G.m.b.H.
40.000 3.0
(Owen Young)
Telefunken Gesellsehaft ruer
85.000 2.7
drahtlose Telegraphic
Accumulatoren-​Fabrik A.G.
25.000 1.9
(Quandt de A.E.G.)
Total de la industria 1.310.000 99.9

Más las aportaciones políticas realizadas por empresarios individuales:

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Karl Hermann 300.000
Director A. Steinke (BUBIAG​ Braunkohlen—u. Brikett — IndustrieA.G.) 200.000
Director Karl Lange (Geschaftsfuhrendes Vostandsmitglied des Vereins Deutsches Maschinenbau
50.000
— Anstalten)
Dr. F. Springorum (Presidente: Eisen​und Stahlwerke Hoesch A.G.) 36.000

Fuente: Ver el Apéndice para la traducción del documento original.

¿Cómo podemos demostrar que estos pagos políticos realmente se realizaron?


En esta etapa final del camino hacia el Nazismo dictatorial, los pagos a Hitler se
realizaron través del banco privado de Delbruck Sehickler. El Delbruck Schickler
Bank era una empresa filial de Metallgesellschaft A.G. (“Metall”), un gigante
industrial, la mayor empresa de metales no férricos de Alemania, y la influencia
dominante en el mundo del comercio del metal no férrico. Los principales accionistas
de “Metall” eran I.G. Farben y la British Metal Corporación. Podríamos señalar, a
propósito, que los directores británicos de “Metall” Aufsichsrat eran Walter Gardner
(Amalgamated Metal Corporación) y el capitán Oliver Lyttelton (también en la junta
de Amalgamated Metal, y que más tarde, en la II Guerra Mundial, llegaría a ser
paradójicamente el Ministro británico de Producción).
Entre los documentos del Juicio de Nuremberg existen todavía los recibos
originales de las transferencias de la división bancaria de I.G. Farben y de otras
empresas relacionadas en la página 110 del Delbruck Schickler Bank, en Berlín,
informando al banco de la transferencia de fondos desde el Banco Dresdner Bank, y
otros bancos, a su cuenta de la Nationale Treuhand (National Trusteeship). Esta
cuenta fue suscrita por Rudolf Hess para los gastos del partido Nazi durante las
elecciones. La traducción de un recibo de transferencia de I.G. Farben, seleccionado
como muestra, es como sigue[126]:
Traducción de la carta de I.G, Farben del 27 febrero 1933, informando de la
transferencia de 400.000 Reichsmarks a la cuenta del National Trusteeship
(Administración Fiduciaria Nacional):

I.G. FARBENINDUSTRIE AKTIENGESELLSCHAFT


Departamento bancario
Empresa: Delbruck Schickler & Co.,
Berlín W.8
Mauerstrasse 63/65, Frankfurt (Main) 20
Nuestra Ref: (mencionar al contestar)
27 febrero 1933
B./Goe.

Con la presente le informamos que hemos autorizado al Dresdner Bank de Frankfurt/M. a pagarle mañana por
la mañana: RM 400.000 que usted utilizará a favor de la cuenta “NATIONALE TREUHAND” (National
Trusteeship).
Respetuosamente,

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I.G. Farbenindustrie Aktiengesellschaft por orden de:

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(Firmado) (Firmado)
SELCK BANGERT

Por correo especial.[127]

A estas alturas deberíamos haber notado los esfuerzos realizados para desviar la
atención de los financieros estadounidenses (así como de los financieros alemanes
conectados con empresas estadounidenses asociadas) que estuvieron implicados en la
financiación de Hitler. Generalmente la culpa del financiamiento de Hitler se suele
hacer recaer exclusivamente en Fritz Thyssen o en Emil Kirdorf. En el caso de
Thyssen esta culpabilización fue difundida ampliamente a través de un libro de
supuesta autoría de Thyssen en mitad de la II Guerra Mundial, pero que
posteriormente él repudió[128]. Porqué Thyssen habría de querer admitir tales
acciones antes de la derrota del nazismo queda sin explicar.
Emil Kirdorf, que murió en 1937, siempre estuvo orgulloso de estar vinculado
con el auge del nazismo. El intento de limitar la financiación de Hitler a Thyssen y a
Kirdorf se prolongó durante los juicios de Nuremberg en 1946, siendo desafiado
únicamente por el delegado soviético. Incluso el delegado soviético se mostró reacio
a aportar evidencias de las asociaciones estadounidenses; no resulta extraño dado que
la Unión Soviética depende de la buena voluntad de esos mismos financieros para la
transferencia de la adelantada tecnología occidental que tanto necesitan en la URSS.
En Nuremberg, se realizaron afirmaciones y se permitió que quedasen
incuestionadas, que eran directamente contrarias a las evidencias conocidas directas
que se han indicado anteriormente. Por ejemplo, Buecher, Director General de la
General Electric Alemana, resultó absuelto de simpatizar con Hitler:

Thyssen ha admitido su error como un hombre, y ha pagado con valentía


graves sanciones por ello. Por otro lado están los hombres como Reusch,
de Gutehoffnungshuette, Karl Bosch, el difunto presidente de I.G. Farben
Aufsichtsrat, que de no haber muerto convenientemente, hubiera
probablemente tenido un triste final. Sus sentimientos eran compartidos
por el vicepresidente de Aufsichtsrat de Kalle. Las empresas Siemens y
AEG que, cercanas a I.G. Farben, eran las compañías alemanas más
poderosas, y eran adversarios decididos del nacional-socialismo.
Se que esta actitud hostil por parte de la compañía Siemens en relación a
los Nazis tuvo como resultado que la empresa recibiera un trato más bien
rudo. El Director General de AEG (Allgemeine Elektrizitats Gesellschaft),
Geheimrat Buecher, a quien conocí durante mi permanencia en las
colonias, era cualquier cosa menos un Nazi. Puedo asegurarle, General
Taylor, que con seguridad es incorrecto afirmar que los principales
industriales favorecieran como tal a Hitler antes de que tomase el poder.

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[129]

Sin embargo en este libro reproducimos un documento originario de General


Electric, transfiriendo fondos de la General Electric a la cuenta de National
Trusteeship controlada por Rudolf Hess en favor de Hitler, y utilizados en las
elecciones de 1933.
De forma similar, von Schnitzler, que estuvo presente en la reunión de febrero de
1933 en representación de I.G. Farben, negó la contribución de I.G. Farben en 1933 a
la Nationale Treuhand (administración fiduciaria nacional):

Nunca volví a oír nada sobre el tema [de financiar a Hitler], pero creo que
tanto la oficina de Goering como la de Schacht o la Reichsverband der
Deutschen Industrie habían pedido a la oficina de Bosch o de Schmitz el pago
de la parte de IG para financiar las elecciones. Como no retomé el asunto de
nuevo, ni siquiera en aquella época llegué a saber si, ni qué importe, había
sido pagado por IG. Según el volumen de IG, la estimación que haría de la
participación de IG debería rondar el 10 por ciento de los fondos de las
elecciones, pero hasta donde sé no existe prueba alguna de que I.G. Farben
participase en los pagos.[130]

Como hemos visto, son irrefutables las pruebas en relación a las aportaciones
políticas en efectivo para Hitler en el momento crucial de la toma de poder en
Alemania —y el anterior discurso de Hitler a los industriales revelaba con claridad
que lo que intentaban premeditadamente era una toma de poder a la fuerza.
Sabemos exactamente quién contribuyó, y con qué cantidad, y a través de qué
canales. Es significativo que los mayores contribuyentes —I.G. Farben, General
Electric Alemania (y su empresa asociada Osram), y Thyssen— estuvieran todos
asociados a financieros de Wall Street. Esos financieros de Wall Street estaban en el
núcleo de la élite financiera, y destacaban en la política estadounidense
contemporánea. Gerard Swope, de la General Electric, era el autor del New Deal de
Roosevelt; Teagle era uno de los principales administradores de la NRA
(Administración Nacional de Recuperación); Paul Warburg y sus asociados de la I.G.
Farben estadounidense eran consejeros de Roosevelt. Quizás no sea una coincidencia
extraordinaria que el New Deal de Roosevelt —llamado una “medida fascista” por
Herbert Hoover— se haya parecido tan estrechamente al programa de Hitler para
Alemania, y de que ambos, tanto Hitler como Roosevelt, asumieran el poder el
mismo mes del mismo año —marzo 1933.

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Capítulo 8

Putzi: amigo de Hitler y de Roosevelt


Ernst Sedgewiek Hanfstaengl (o Hanfy, o Putzi, como
era más habitualmente denominado), al igual que
Hjalmar Horace Greeley Schacht, fue otro germano-
estadounidense en el centro del auge del hitlerismo.
Hanfstaengl había nacido en una conocida familia de
Nueva Inglaterra; era pariente del general de la Guerra
Civil, William Heine. Presentado a Hitler a principios
de los años 1920 por el capitán Truman-Smith, por el
agregado militar estadounidense en Berlín, Putzi se
convirtió en un ferviente partidario de Hitler, financió
ocasionalmente a los Nazis y, según el embajador William Dodd, “…se dice que en
1923 salvó la vida de Hitler”[131].
Da la casualidad que el padre del líder de las S.S., Heinrich Himmler, también fue
tutor de Putni en el gimnasio Royal Bavarian Wilhelms. Los amigos de la época de
estudiante de Putzi en la Universidad de Harvard fueron “figuras de tanto relieve
futuro” como Walter Lippman, John Reed (que aparece de forma destacada en Wall
Street and the Bolshevik Revolution), y Franklin D. Roosevelt. Tras algunos años en
Harvard, Putzi estableció el negocio de arte familiar en Nueva York; era una deliciosa
combinación de negocios y placer, porque como dice, “los nombres de los famosos
que me visitaban eran legión, Pierpont Morgan, Toscanini, Henry Ford, Caruso,
Santos-Dumont, Charlie Chaplin, Paderewski, y una hija del presidente Wilson”[132].
Fue también en Harvard donde Putzi se hizo amigo del futuro presidente Franklin
Delano Roosevelt:

La mayoría de comidas las hacía en el Club de Harvard, donde hice amistad


con el joven Franklin D. Roosevelt, por aquel entonces un senador en ciernes
del estado de Nueva York. Recibí también varias invitaciones para visitar a su
primo lejano Teddy, el anterior presidente, que se había retirado a su finca de
Sagamore Hill.[133]

A partir de estas variadas amistades (o quizá, después de leer este libro y los que
le preceden, Wall Street and Franklin Delano Roosevelt, y Wall Street and the
Bolshevik Revolution, el lector pueda considerar que las amistades de Putzi se
limitaron a un círculo particularmente elitista), Putzi se convirtió no sólo en uno de
los primeros amigos, patrocinador y proveedor de fondos de Hitler, sino que entre
esos primeros partidarios de Hitler él fue “…casi la única persona que traspasó la

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línea de su grupo de conocidos (de Hitler)”[134].
Resumiendo, Putzi fue un ciudadano estadounidense en el núcleo del entorno de
Hitler desde principios de los años 1920 hasta finales de los años 1930.
En 1943, tras perder el favor de los Nazis, y ser internado por los aliados, Putzi
fue rescatado de las miserias de un campo de prisioneros de guerra canadiense por su
amigo y protector, el presidente Franklin D. Roosevelt. Cuando las acciones de
Franklin D. Roosevelt amenazaron convertirse en un problema político interno en
Estados Unidos, Putzi fue internado nuevamente en Inglaterra.
Como si no fuera suficiente sorpresa encontrar tanto a Heinrich Himmler como a
Franklin D. Roosevelt destacando en la vida de Putzi, descubrimos también que los
temas de las marchas de las tropas de asalto Nazi fueron compuestas por Hanfstaengl,
“incluyendo la que fue interpretada por las columnas de camisas pardas mientras
desfilaban a través de la Puerta de Brandenburgo el día que Hitler tomó el
poder”[135]. Culminando esta revelación, Putzi aseveraba que el origen del canto
Nazi “Sieg Heil, Sieg Heil”, utilizado en las masivas manifestaciones nazi, no era
sino el “Harvard, Harvard, Harvard, rah, rah, rah”[136].
Evidentemente Putzi ayudó a financiar la primera prensa diaria Nazi, el Volkische
Beobachter. Que salvase la vida de Hitler ante los comunistas es algo menos
verificable, y a pesar de que se mantuvo al margen el verdadero proceso de escritura
del Mein Kampf —muy a su pesar— Putzi tuvo el honor de financiar su publicación,
“y el hecho de que Hitler se encontrase con toda una plantilla de personal
funcionando cuando fue liberado de la cárcel se debió totalmente a nuestros
esfuerzos”[137].
Cuando Hitler llegó al poder en marzo de 1933, simultáneamente con Franklin
Delano Roosevelt en Washington, se envió un “emisario” privado desde Roosevelt en
Washington, D.C. hasta Hanfstaengl en Berlín, con un mensaje en el sentido de que
como parecía que Hitler pronto llegaría al poder en Alemania, Roosevelt esperaba, en
vista de que se conocían desde hacía mucho tiempo, que Putzi haría todo lo posible
para impedir ninguna temeridad ni exaltación. “Piensa que tocas el piano, e intenta y
usa la sordina si las cosas suben de tono”, fue el mensaje de Franklin Delano
Roosevelt. “Si las cosas empiezan a complicarse, por favor contacta de inmediato
con nuestro embajador”.
Hanfstaengl se mantuvo en contacto permanente con el embajador estadounidense
en Berlín, William E. Dodd —aparentemente muy en contra suya, porque los
comentarios grabados de Putzi sobre Dodd son netamente poco halagadores:

En muchos sentidos, él [Dodd] era un representante inadecuado. Era un


modesto pequeño profesor de historia sureño, que dirigía su embajada con
poco presupuesto, y que probablemente intentaba ahorrar dinero de su paga.
En un momento en el que se hubiera necesitado un fornido millonario para
competir con la ostentación de los Nazis, él titubeaba dando vueltas

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humildemente como si todavía estuviera en su campus universitario. Su mente
y sus prejuicios eran pequeños[138]

De hecho, el embajador Dodd intentó deliberadamente declinar el nombramiento


de embajador de Roosevelt. Dodd carecía de patrimonio y prefería vivir de su paga
del departamento de estado que de botines políticos; a diferencia de los políticos,
Dodd era especial con de quien recibía dinero. En todo caso, Dodd comentaba con
igual dureza sobre Putzi, “…le dio dinero a Hitler en 1923, le ayudó a escribir el
Mein Kampf, y estaba familiarizado en todos los sentidos con los motivos de
Hitler…”.
¿Fue Hanfstaengl un agente del sistema liberal de EE.UU.? Según Ladislas
Farago, probablemente podemos descartar esta posibilidad porque fue Putzi quien dio
el soplo de la penetración de alto nivel británica en la comandancia de Hitler. Farago
informa que el barón William S. de Ropp había penetrado los más altos niveles Nazi
en los días anteriores a la II Guerra Mundial, y que Hitler utilizaba a de Ropp “…
como su asesor confidencial en asuntos británicos”[139]. Sólo Putzi sospechó que De
Ropp era un agente doble. Según Farago:

El único…que llegó a sospechar de su duplicidad, y que advirtió sobre él al


Führer fue el imprevisible Putzi Hanfstaengl, el jefe de la oficina de Hitler,
educado en Harvard, que trataba con la prensa extranjera.

Como observa Farago, “Bill de Ropp jugaba el juego en los dos equipos —un
agente doble ocupando lo más alto”[140]. Putzi fue igual de diligente avisando a sus
amigos, los Hermann Goerings, sobre los espías potenciales su campo. Observen el
siguiente extracto de las memorias de Putzi, en las que con dedo acusador señala
como espía al jardinero de Goering…

“Herman”, le dije un día, “Te apuesto lo que quieras a que el tipo ése,
Greinz, es un espía de la policía”. “En realidad, Putzi”, interrumpió Karin
[la esposa de Herman Goering], “es una buena persona, y un jardinero
espléndido”. “Está haciendo lo que debería hacer un espía”, le dije a ella,
“se ha convertido en indispensable”[141].

En 1941 Putzi perdió el favor de Hitler y de los Nazis, huyó de Alemania, y fue
internado en un campo de prisioneros de guerra canadiense. Con Alemania y Estados
Unidos ahora en guerra, Putzi re-calculó las posibilidades y concluyó: “Ahora sé sin
lugar a dudas que Alemania debería ser derrotada”[142]. La liberación de Putzi del
campo de prisioneros de guerra ocurrió por intervención personal de su viejo amigo,
el presidente Roosevelt:

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Un día un corresponsal de prensa de Hearts llamado Kehoe obtuvo
permiso para visitar Fort Hens. Me las arreglé para intercambiar con él
algunas palabras en un rincón. “Conozco bien a tu jefe”, le dije. “¿Me
harías un pequeño favor?”. Afortunadamente reconoció mi nombre.
Le di una carta, que se metió en el bolsillo. Estaba dirigida al secretario de
estado estadounidense, Cordell Hull. Pocos días después estaba sobre el
escritorio de mi amigo del Club Harvard, Franklin Delano Roosevelt. En
ella me ofrecía para actuar como consejero de guerra psicológica y
política en la guerra contra Alemania.[143]

La reacción y oferta para “trabajar” para el lado estadounidense fue aceptada.


Putzi se instaló con su hijo, el sargento del ejército de EE.UU. Egon Hanfstaengl, en
un entorno confortable, también allí como asistente personal. En 1944, bajo presión
de los republicanos de levantar la liebre acerca del favoritismo de Roosevelt hacia un
antiguo Nazi, Egon fue destinado a Nueva Guinea, y Putzi fue rápidamente enviado a
Inglaterra, donde los británicos lo internaron sin demora mientras duró la guerra, con
o sin Roosevelt.

El papel de Putzi en el incendio del Parlamento


Las amistades y manipulaciones políticas de Putzi pueden haber tenido o no
mayores consecuencias, pero su papel en el incendio del Parlamento es significativo.
La quema del Parlamento el 27 de febrero de 1933 es uno de los acontecimientos
clave de los tiempos modernos. El incendio fue utilizado por Adolph Hitler para
afirmar una inminente revolución comunista, suspender los derechos
constitucionales, y apoderarse del poder totalitario. Fue un punto de no retorno para
Alemania; encaminó al mundo hacia la II Guerra Mundial.
En el momento de la quema del Parlamento se culpabilizó a los comunistas, pero
mirado con perspectiva histórica hay pocas dudas de que el incendio fuera provocado
deliberadamente por los Nazis para tener una excusa que les llevase a tomar el poder
político. Tras la guerra, Fritz Thyssen comentó en los interrogatorios de Dustbin:

Cuando se quemó el Reichstag, todos estaban seguros de que lo habían hecho


los comunistas. Posteriormente supe en Suiza de que todo había sido una
mentira.[144]

Schacht declara con toda rotundidad:

Actualmente debería estar totalmente claro que esa acción no podía ser
atribuida al partido comunista. Hasta qué punto individuos nacional-

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socialistas cooperaron en la planificación y ejecución del acto será difícil de
determinar, pero a la vista de todo lo que ha sido revelado durante este
tiempo debe aceptarse el hecho de que tanto Goebbels como Goering jugaron
una parte importante, uno en la planificación y el otro en la ejecución del
plan[145]

El incendio del Parlamento fue orquestado deliberadamente por un grupo de


expertos, utilizando probablemente un líquido inflamable. Aquí es donde Putzi
Hanfstaengl entra en escena. La pregunta clave es ¿cómo pudo acceder al Parlamento
este grupo decidido a provocar el incendio, para hacer el trabajo? A partir de las 8 de
la tarde sólo estaba abierta una única puerta en el edificio principal, y esta puerta
estaba custodiada. Poco antes de las 9 de la noche, en la ronda por el edificio los
vigilantes indicaron que todo estaba bien; no se observaron líquidos inflamables, y no
había nada fuera de lo ordinario en la Cámara de Sesiones donde se inició el fuego.
Aparentemente nadie podía haber accedido al edificio del Parlamento pasadas las 9
de la noche, y no se vio a nadie entrar o marcharse entre las 9 y el inicio del incendio.
Solo había una manera de que un grupo con materiales inflamables pudiera haber
entrado en el Parlamento: a través de un túnel que discurría entre el Parlamento y el
palacio del presidente del Parlamento. Hermann Goering era el presidente del
Parlamento, y vivía en el palacio, y se sabía que en el palacio había numerosos
hombres de las S.A. y de las S.S. En palabras de un escritor:

Utilizar el paso subterráneo, con todas sus complicaciones, era posible tan
solo para los nacional-socialistas; el avance y huida del grupo incendiario
fue factible sólo con la connivencia de empleados de alto nivel del
Parlamento. Todas las pistas, todas las posibilidades apuntan
concluyentemente en una dirección, a concluir que el incendio del
Parlamento fue obra de los nacional-socialistas[146]

¿De qué manera encaja Putzi Hanfstaengl en este escenario de incendio


premeditado y de intriga política?
Putzi —según él mismo admitió— se hallaba en la habitación del palacio que se
encontraba en el otro extremo del túnel que llevaba al Parlamento. Y según el Juicio
por el Incendio del Parlamento, Putzi Hanfstaengl se encontraba realmente en el
propio palacio durante el incendio:

el aparato de propaganda estaba preparado, y los dirigentes de las S.A.


(milicias) estaban en sus puestos. ¡Con los boletines oficiales planeados de
antemano, las órdenes de arresto preparadas, Karwahne, Frey y Kroyer
esperando pacientemente en su café, los preparativos estaban ultimados, la
trama era casi perfecta[147]

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Dimitrov afirma también que:

Los líderes nacional-socialistas, Hitler, Goering y Goebbels, junto con los


altos oficiales nacional-socialistas, Daluege, Hanfstaengl y Albrecht,
resultaba que se hallaban presentes en Berlín el día del incendio, a pesar de
que la campaña de las elecciones se hallaba en su punto más álgido en toda
Alemania, seis días antes de las votaciones. Goering y Goebbels, bajo
juramento, dieron explicaciones contradictorias sobre su “casual” presencia
en Berlín con Hitler ese día. El nacional-socialista Hanfstaengl, como
“invitado” de Goering se hallaba en el Palacio del presidente del
Parlamento, contiguo al Parlamento, en el momento en que estalló el fuego,
aunque su “invitado” no estaba allí en esos momentos[148]

Según el Nazi Kurt Ludecke, había existido un documento firmado por el líder de
las S.A.[149] (milicias) Karl Ernst —que supuestamente inició el incendio siendo
posteriormente asesinado por sus colegas Nazis— que implicaba a Goering,
Goebbels, y a Hanfstaengl en la conspiración.

El Nuevo Trato (New Deal) de Roosevelt y el Nuevo Orden de Hitler


Tras la guerra, Hjalmar Schacht desafió a sus interrogadores en Nuremberg con la
observación de que el programa del Nuevo Orden de Hitler era igual que el programa
del Nuevo Trato de Roosevelt en Estados Unidos. Los interrogadores claramente
resoplaron y rechazaron la observación. Sin embargo, investigando un poco no solo
se ve que los dos programas se parecen mucho en contenido, sino que a los alemanes
no les supuso ningún problema observar las similaridades. En la Biblioteca Roosevelt
hay un librito regalado a F.D. Roosevelt por el Dr. Helmut Magers en diciembre de
1933[150]. En la primera página de ese ejemplar de cortesía se halla esta inscripción:

Al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, con profunda


admiración por su concepción de un nuevo orden económico, y con devoción
hacia su personalidad. El autor, Baden, Alemania, 9 de noviembre de 1933.

La respuesta de Franklin Delano Roosevelt hacia esta admiración por su nuevo


orden económico fue la siguiente[151]:

(Washington)
19 diciembre 1933
Mi apreciado Dr. Magers:
Quiero manifestarle mi agradecimiento por el ejemplar de su librito sobre mi y el “Nuevo Trato”. A pesar de

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que, como sabe, fui a la escuela en Alemania y podía hablar alemán con cierta fluidez en esa época, estoy
leyendo su libro no solo con gran interés sino también porque me ayudará con mi alemán.
Sinceramente suyo,

El New Deal o el “nuevo orden económico” no fue la criatura del liberalismo


clásico. Fue la criatura del socialismo corporativo. La gran empresa, tal como se
plasmaba en Wall Street, se esforzaba por un estado de orden en el que pudiera
controlar la industria y eliminar la competencia, y tal era el núcleo del Nuevo Trato
de Franklin Delano Roosevelt.
Por ejemplo, la General Electric es relevante tanto en la Alemania Nazi como en
el Nuevo Trato. La General Electric Alemana fue un importante patrocinador de
Hitler y del Partido Nazi, y A.E.G. financió a Hitler tanto directa como
indirectamente a través de Osram. La General Electric Internacional de Nueva York
era un partícipe importante en la propiedad y dirección tanto de A.E.G. como de
Osram. Gerard Swope, Owen Young y A. Baldwin, de la General Electric en Estados
Unidos, eran directores de A.E.G. Sin embargo, la historia no se detiene en la General
Electric y el financiamiento de Hitler en 1933.
En el libro anterior, Wall Street and the Bolshevik Revolution, el autor identificó el
papel de General Electric en la revolución bolchevique, y la situación geográfica de
los participantes estadounidenses en el 120 Broadway, ciudad de Nueva York; las
oficinas ejecutivas de la General Electric también estaban en el 120 Broadway.
Cuando Franklin Delano Roosevelt trabajaba en Wall Street, su dirección también era
120 Broadway. De hecho, la Fundación Warm Springs, en Georgia, la fundación de
Franklin Delano Roosevelt, estaba ubicada en el 120 Broadway. El prominente
patrocinador financiero de la primera incursión de Roosevelt en Wall Street fuera del
120 Broadway fue Gerard Swope de la General Electric.
Fue también el “Plan de Swope” lo que llegó a convertirse en el Nuevo Trato de
Roosevelt —el plan fascista que Herbert Hoover no estuvo dispuesto a imponer a
Estados Unidos. En resumen, tanto el Nuevo Orden de Hitler como el Nuevo Trato de
Roosevelt fueron respaldados por los mismos industriales, y su contenido era bastante
similar —es decir, ambos eran planes para un estado corporativo.
Existían, pues, puentes tanto corporativos como individuales entre los Estados
Unidos de Franklin Delano Roosevelt, y la Alemania de Hitler. El primer puente fue
la I.G. Farben Estadounidense, filial estadounidense de I.G. Farben, la mayor
corporación alemana. En la junta de la I.G. Farben Estadounidense se sentaba Paul
Warburg, del Banco de Manhattan y del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
El segundo puente se tendió entre la General Electric Internacional, una sucursal
propiedad absoluta de la General Electric Company, y su filial de propiedad parcial
en Alemania, A.E.G.
Gerard Swope, que formuló el Nuevo Trato de Franklin Delano Roosevelt, era
presidente de I.G.E. y estaba en la junta de A.E.G. y su filial de propiedad absoluta
alemana Deutsche-Amerikanisehe Gesellschaft. El presidente de la Standard Oil de

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New Jersey era Walter Teagle, del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Era
administrador de la Fundación Warm Springs, en Georgia, de Franklin Delano
Roosevelt, y fue designado por Franklin Delano Roosevelt para un cargo
administrativo clave en la Administración de Recuperación Nacional (National
Recovery Administration).
Estas corporaciones estaban profundamente implicadas tanto en promocionar el
Nuevo Trato de Roosevelt como en la construcción del poder militar de la Alemania
Nazi. El papel de Putzi Hanfstaengl en los primeros años, al menos hasta mediados
de los años 1930, fue el de enlace informal entre la élite Nazi y la Casa Blanca. A
partir de mediados de los 30, cuando el mundo había sentado ya el rumbo hacia la
guerra, la importancia de Putzi declinó —mientras que la Gran Empresa
Estadounidense seguía estando representada a través de intermediarios como el Barón
Kurt von Schroder, el abogado Westrick [Gerhard Alois Westrick], y miembros del
Círculo de Amigos de Himmler.

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Capítulo 9

Wall Street y el círculo interior Nazi


Durante todo el tiempo que duraron nuestros contactos de negocios, no tuvimos
ninguna sospecha de que Farben jugara un papel de connivencia con las
brutales políticas de Hitler. Ofrecemos toda la ayuda que podamos dar para que
salga a la luz toda la verdad y se aplique la más estricta justicia.
(F. W. Abrams, Presidente de la Junta, Standard Oil de New Jersey, 1946).

Adolph Hitler, Hermann Goering, Josef Goebbels, y Heinrich Himmler, el grupo


interno del Nazismo. Los grupos de poder o las camarillas políticas se centraban
alrededor de esos líderes Nazi, el grupo interno del Nazismo, siendo a la vez los
dirigentes de feudos menores dentro del estado Nazi. Los grupos de poder, o
camarillas políticas, se ubicaban alrededor de estos líderes Nazi, sobre todo a finales
de los años 1930, alrededor de Adolph Hitler y de Heinrich Himmler, el líder de las
S.S. del Reich (los temidos Schutzstaffel – escuadrones de protección). El más
importante de estos círculos internos Nazi fue creado por orden del Führer; al
principio se lo conoció como el Círculo Keppler y posteriormente como el Círculo de
Amigos de Himmler.
El Círculo Keppler se originó como un grupo de empresarios alemanes que
respaldaban la subida de Hitler al poder antes y durante 1933. A mediados de los años
1930, el Círculo Keppler cayó bajo la influencia y protección del jefe de las S.S.,
Himmler, y el control organizativo del banquero de Colonia y notable empresario
Nazi, Kurt von Schroder. Como se recordará, Schroder era presidente del J.H. Stein
Bank en Alemania, y estaba asociado con la Corporación Bancaria de L. Henry
Schroder en Nueva York. Es dentro del más interior de todos los círculos internos, el
verdadero corazón del Nazismo, donde encontramos a Wall Street, incluyendo a la
Standard Oil de New Jersey y a I.T.T., representados desde 1933 hasta una fecha tan
posterior como 1944.
Wilhelm Keppler, fundador del Círculo de Amigos original, simboliza el harto
conocido fenómeno del empresario politizado —es decir, un empresario que cultiva
el terreno político en vez del mercado imparcial para obtener ganancias. Este tipo de
empresarios han estado interesados en promover las causas socialistas, porque una
sociedad socialista planificada proporciona la oportunidad más lucrativa de obtener
contratos a través de la influencia política.
Olfateando este tipo de oportunidades beneficiosas, Keppler se unió a los
nacional-socialistas, estando cercano a Hitler antes de 1933. El Círculo de Amigos
surgió de un encuentro entre Adolph Hitler y Wilhelm Keppler en diciembre de 1931.
En el transcurso de su conversación —era varios años antes de que Hitler se
convirtiera en dictador— el futuro Führer expresó el deseo de contar con empresarios

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alemanes de confianza, asequibles para dar consejos económicos cuando los Nazis
llegasen al poder. “Intenta conseguir algunos líderes económicos —no es necesario
que sean miembros del Partido— que estén a nuestra disposición cuando lleguemos
al poder”[152]. Esto fue lo que Keppler se comprometió a hacer.
En marzo de 1933 Keppler fue elegido para el Parlamento, y se convirtió en el
experto financiero de Hitler. Esto duró poco tiempo. Keppler fue reemplazado por el
infinitamente más capacitado Hjalmar Schacht, y enviado a Austria, donde en 1938
se convirtió en Comisario del Reich, pero todavía capaz de utilizar su cargo para
conseguir un poder considerable en el estado Nazi. En pocos años reunió una serie de
lucrativos cargos directivos en empresas alemanas, incluyendo el de presidente de la
junta de dos sucursales de I.G.Farben:
Braunkohle-Benzin A.G. y Kontinental Oil A.G. Braunkohle-Benzin era la
empresa alemana que explotaba la tecnología de la Standard Oil de New Jersey para
producir gasolina a partir de carbón. (Ver el capítulo cuatro).
Resumiendo, Keppler era presidente de la empresa que precisamente utilizaba la
tecnología estadounidense para la indispensable gasolina sintética que capacitó a la
Wehrmacht (fuerzas armadas) para entrar en guerra en 1939. Esto es importante
porque, en conexión con otras evidencias presentadas en este capítulo, sugiere que los
beneficios y el control de estas tecnologías de importancia fundamental para los fines
militares alemanes eran retenidos por un pequeño grupo de empresas internacionales
y de empresarios que operaban fuera de las fronteras nacionales.
El sobrino de Keppler, Fritz Kranefuss, bajo la protección de su tío, también
cobró importancia tanto como asistente del jefe de las S.S. Heinrich Himmler como
empresario y operador político. Fue el vínculo de Kranefuss con Himmler el que
gradualmente distanció al Círculo Keppler de Hitler en los años 1930, para quedar en
la órbita de Himmler, donde a cambio de donaciones anuales para los proyectos
personales de Himmler en las S.S., los miembros del Círculo recibían favores
políticos y una nada desdeñable protección de las S.S.
El barón Kurt von Schroder era, como se ha indicado, el representante de la I.T.T.
en la Alemania Nazi y uno de los primeros miembros del Círculo Keppler. El Círculo
Keppler original estaba compuesto por:
Los miembros originales del Círculo Keppler (antes de 1932)

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Miembro del
Principales asociaciones
Círculo
Wilhelm Presidente de la subsidiaria de I.G. Farben, Braunkohle​Benzin A.G. (explotaba el petróleo
KEPPLER a partir de la tecnología del carbón de la Standard Oil de N.J.)
Fritz Sobrino de Keppler y asistente de Heinrich Himmler. En el Vorstand (Consejo de
KRANEFUSS Administración) de BRABAG
Kurt von En Enlala junta de todas las sucursales de International Telephone & Telegraph en
SCHRODER Alemania
Karl Vincenz
Alcalde de Hamburgo
KROGMANN
August
Director General de WINTERSHALL
ROSTERG
Emil MEYER En la junta de todas las sucursales de I.T.T. y de la General Electric alemana.
Otto Vice Presidente de VEREINIGTE STAHLWERKE (cártel del acero financiado con
STEINBRINCK préstamos de Wall Street en 1926)
Hjalmar
Presidente del REICHSBANK
SCHACHT
Emil Presidente de la Junta de GERMAN​AMERICAN PETROLEUM CO. (94 ​por ciento
HELFFRICH propiedad de la Standard Oil de New Jersey) (Ver arriba, en Wilhelm Keppler)
Friedrich
Presidente de la Junta del COMMERZBANK
REINHARDT
Ewald
Presidente de la Junta de ILSEDER HUTTE
HECKER
Graf von
Presidente de gobierno de STETTIN
BISMARCK

El Círculo de Amigos de las S.S.


El Círculo de Amigos original se reunió con Hitler en mayo de 1932 y escuchó
una declaración de los objetivos Nazi. Entonces Heinrich Himmler se convirtió en un
participante asiduo de las reuniones, y a través de Himmler, diversos oficiales de las
S.S. así como otros empresarios se unieron al grupo. Este grupo ampliado se
convirtió en el Círculo de Amigos de Himmler, con Himmler actuando como
protector y facilitador de sus miembros.
En consecuencia, los intereses bancarios e industriales se hallaban muy
representados en el círculo interior del Nazismo, y sus contribuciones financieras al
Hitlerismo anteriores a 1933 mencionadas anteriormente, fueron sobradamente
reembolsadas.
De los “Cinco Grandes” bancos alemanes, el Dresdner Bank era el que mantenía
los vínculos más estrechos con el Partido Nazi: por lo menos una docena de
miembros de la junta directiva del Dresdner Bank tenían un alto rango Nazi, y no
menos de siete directores del Dresdner Bank se hallaban dentro del círculo Keppler
expandido a Círculo de Amigos, cuyo número total de miembros nunca superó los 40.
Cuando examinamos los nombres que figuran, tanto en el Círculo Keppler
original anterior a 1933, como en el círculo Keppler expandido y de Himmler,
encontramos muy representadas a las multinacionales de Wall Street —más que
cualquier otro grupo institucional. Tomemos a cada multinacional de Wall Street, o a

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su socio alemán de turno —los identificados en el capítulo siete como vinculados a la
financiación de Hitler— y examinemos sus conexiones con Keppler y con Heinrich
Himmler.

I.G. Farben y el Círculo Keppler


I.G. Farben estaba fuertemente representada dentro del Círculo Keppler: no
menos de ocho de los miembros cumbre del círculo de los 40 eran directores de
I.G. Farben o de una sucursal de Farben. Estos ocho miembros incluían al
anteriormente descrito Wilhelm Keppler y a su sobrino Kranefuss, además del barón
Kurt von Schroder. La presencia de Farben quedaba subrayada por el miembro
Hermann Schmitz, presidente de I.G. Farben y uno de los directores de Vereinigte
Stahlwerke, ambos cárteles construidos y consolidados por los préstamos de Wall
Street de los años 1920. Un informe del Congreso de EE.UU. describía a Hermann
Schmitz como sigue:

Hermann Schmitz, una de las personas más importantes en Alemania, ha


conseguido un destacado éxito simultáneamente en tres campos separados:
industria, finanzas y gobierno, y ha servido con celo y devoción a cada
gobierno en el poder. Simboliza al ciudadano alemán que, saliendo de la
devastación de la Primera Guerra Mundial, ha hecho posible la Segunda.
Irónicamente, la suya podría decirse que es la culpabilidad mayor, puesto
que en 1919 era miembro de la delegación de paz del Reich, y en los años
1930 estaba en posición de enseñar a los Nazis mucho de lo que robó en
cuanto a lo que tenían que saber en relación a la penetración económica,
los usos del cártel, los materiales sintéticos para la guerra.[153]

Otro miembro del Círculo Keppler en la junta de


I.G. Farben era Friedrich Flick, creador del cártel del
acero Vereinigte Stahlwerke, y uno de los directores de
Allianz Versicherungs A.G. y de la General Electric
Alemana (A.E.G.).
Heinrich Schmidt, uno de los directores del
Dresdner Bank y presidente de la junta de la sucursal de
I.G. Farben, la Braunkohle-Benzin A.G., estaba en el
círculo; también lo estaba Karl Rasehe, otro director del
Dresdner Bank y uno de los directores de
Metallgesellschaft (matriz del Delbruck Schickler
Bank) y de Accumulatoren-Fabriken A.G.
Heinrich Buetefisch también era uno de los directores de I.G. Farben y miembro
del Círculo Keppler. En resumen, la contribución de I.G. Farben al Nationale

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Treuhand de Rudolf Hess —la caja b política— quedó confirmada tras la toma del
poder de 1933 mediante la gran representación en el círculo interior Nazi.
¿Cuántos de los miembros de ese Círculo Keppler del complejo de I.G. Farben
estaban asociados con Wall Street?
Miembros del Círculo Keppler original asociados con multinacionales de EE.UU.

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Miembro del
I.G. Standard Oil General
Círculo I.T.T.
Farben New Jersey Electric
Keppler
Presidente de la
Wilhelm
sucursal de Farben, -
KEPPLER
BRABAG
En la junta de
Fritz
supervisores de -
KRANEFUSS
BRABAG
Emil En la junta de todas las sucursales En la
Heinrich alemanas de I.T.T.: Standard/Mix - junta de
MEYER & Genest/Lorenz A.E.G.
Presidente de DAPAG
Emil
(94% propiedad de la
HELFFRICH
Standard de New Jersey)
En la
Friedrich
I.G. Farben - - junta de
FLICK
A.E.G.
En la junta de todas
Kurt von
las sucursales
SCHRODER
alemanas de I.T.T

De forma similar podemos identificar a otras instituciones de Wall Street


representadas en el primer Círculo Keppler de Amigos, confirmando sus aportaciones
monetarias a los fondos de National Trusteeship Fund administrados por Rudolf Hess
a cuenta de Adolph Hitler. Estos representantes eran Emil Heinrich Meyer y el
banquero Kurt von Schroder en las juntas de todas las sucursales de I.T.T. en
Alemania, y Emil Helffrich, el presidente de la junta de DAPAG, cuyo 94 por ciento
pertenecía a la Standard Oil de New Jersey.

Wall Street en el círculo de las S.S.


También las principales multinacionales de EE.UU. se hallaban bien
representadas en el posterior círculo de Himmler, y realizaron aportaciones en
efectivo a las S.S. (la Sonder Konto S – cuenta en negro) hasta 1944 —cuando se
hallaba en curso la II Guerra Mundial.
Casi una cuarta parte de las aportaciones de 1944 a la Sonder Konto S
procedieron de sucursales de la International Telephone and Telegraph, representada
por Kurt von Schröder. En 1943, los pagos de las sucursales de la I.T.T. a la Cuenta
Especial fueron los siguientes:

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Mix & Genest A.G. 5.000 RM
C. Lorenz AG 20.000 RM
Felten & Guilleaume 25.000 RM
Kurt von Schroder 16.000 RM

Y los pagos de 1944 fueron:

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Mix & Genest A.G. 5.000 RM
C. Lorenz AG 20.000 RM
Felten & Guilleaume 20.000 RM
Kurt von Schroder 16.000 RM

Sosthenes Behn, de la International Telephone and Telegraph, transfirió el control


en tiempo de guerra, de Mix & Genest, C. Lorenz, y del resto de intereses de la
Standard Telephoneen Alemania, a Kurt von Schroder —que era miembro fundador
del Círculo Keppler y organizador y tesorero del Círculo de Amigos de Himmler.
Emil H. Meyer, S.S. Untersturmfuehrer, miembro de la junta ejecutiva del
Dresdner Bank, de A.E.G., y uno de los directores de todas las sucursales de I.T.T. en
Alemania, también era miembro del Círculo de Amigos de Himmler —otorgando a la
I.T.T. dos poderosos representantes en pleno corazón de las S.S.
Una carta al miembro colega Emil Meyer del barón von Schroder, fechada el 25
febrero 1936, describe las finalidades y requisitos del Círculo de Himmler, y la
naturaleza de larga duración de la Cuenta Especial 'S' con fondos en el propio banco
de Schroder —el J.H. Stein Bank de Colonia:

Berlín, 25 febrero 1936


(escrito a mano ilegible)
Al Prof. Dr. Emil H. Meyer
S.S. (Untersturmfuchrer) (subteniente) Miembro de la junta directiva (Vorstand) del Dresdner Bank
Berlín W. 56,
Behrenstr. 38
¡Personal!
Para el Círculo de Amigos del Líder de las S.S. del Reich
Al finalizar el segundo día de la visita de inspección de Munich a la que el líder de las SS. Del Reich nos había
invitado el pasado enero, el Círculo de Amigos acordó poner —cada uno según sus propios medios— a
disposición del Líder del Reich, en la “Cuenta Especial S” (Sonder Konto S), para ser asentados en la firma
bancaria J.H. Stein en Colonia, fondos para ser utilizados en ciertas tareas fuera de presupuesto. Esto debería
capacitar al Líder del Reich a confiar en todos sus amigos. En Munich se tomó la decisión de que los abajo
firmantes se ofrecían para abrir y manejar esta cuenta. Entre tanto, la cuenta fue establecida y queremos que
cada participante sepa que en caso de que quiera realizar aportaciones para el Líder del Reich para las tareas
antes mencionadas —ya sea en nombre de su empresa o del Círculo de Amigos— puede realizar los pagos a la
empresa bancaria de J.H. Stein, Colonia (Cuenta de Compensación del Reich Bank, Cuenta Corriente Postal
No. 1392) a la Cuenta Especial Special S. :
¡Heil Hitler!

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(firmado) (firmado)
Kurt barón von Schroder Steinbrinck[154]

Esta carta explica porqué el coronel Bogdan del ejército de EE.UU., antiguamente
de la Corporación Bancaria Schroder de Nueva York, estaba ansioso por desviar la
atención de los investigadores del ejército estadounidense de la posguerra lejos del
J. H. Stein Bank de Colonia hacia los “bancos más grandes” de la Alemania Nazi.
Era el Stein Bank el que conservaba los secretos de las asociaciones entre las filiales
estadounidenses y las autoridades Nazi mientras tenía lugar la II Guerra Mundial. Los
intereses financieros de Nueva York no podían saber la naturaleza exacta de esas
transacciones (y en particular, la naturaleza de cualquiera de los registros que
pudieran haber sido guardados por sus socios alemanes), pero sabían que podía muy
bien quedar algún registro de sus tratos en tiempos de guerra —suficiente para
sacarles los colores ante el público estadounidense. Fue esta posibilidad la que el
coronel Bogdan trató en vano de evitar.
La General Electric Alemana sacó buen provecho de su asociación con Himmler
y con otros destacados Nazis. Varios miembros de la camarilla de Schroder fueron
directores de A.E.G., siendo el más relevante Robert Pferdmenges, que no solo
perteneció como miembro a los Círculos Keppler o Himmler, sino que fue socio de la
casa bancaria arianizada Pferdmenges & Company, sucesora de la anterior casa
bancaria judía Sal Oppenheim, de Colonia. Waldemar von Oppenheim logró el
discutible honor (para un judío alemán) de “Ario honorífico” y fue capaz de
proseguir con su empresa bancaria de vieja raigambre bajo Hitler, conjuntamente con
Pferdmenges.

MIEMBROS DEL CÍRCULO DE AMIGOS DE HIMMLER QUE TAMBIÉN ERAN


DIRECTORES DE EMPRESAS ASOCIADAS ESTADOUNIDENSES:

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I.G. Standard Oil
I.T.T. A.E.G.
Farben New Jersey
KRANEFUSS, Fritz x
KEPPLER, Wilhelm x
SCHRODER, Kurt Von x x
BUETEFISCH, Heinrich x
RASCHE, Dr. Karl x
FLICK, Friedrich x x
LINDEMANN, Karl x
SCHMIDT, Heinrich x
ROEHNERT, Kellmuth x
SCHMIDT, Kurt x
MEYER, Dr. Emil x
SCHMITZ, Hermann x

Pferdmenges fue también uno de los directores de A.E.G. utilizando su influencia


Nazi para sacar buenos provechos[155].
Otros dos directores de la General Electric Alemana eran miembros del Círculo
de Amigos de Himmler realizando, en 1943 y 1944, las siguientes aportaciones
monetarias a la Sonder Konto S.:

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Friedrich FLICK 100.000 RM
Otto STEINBRINCK (un socio de FLICK) 100.000 RM

Kurt Schmitt era presidente de la junta de directores de A.E.G., y miembro del


Círculo de Amigos de Himmler, pero el nombre de Schmitt no aparece registrado en
la relación de pagos de 1943 o de 1944.
La Standard Oil de New Jersey realizó también importantes contribuciones a la
cuenta especial de Himmler, a través de su sucursal alemana, casi totalmente de su
propiedad (94 por ciento), Deutsche-Amerikanische Gesellschaft (DAG). En 1943 y
en 1944 DAG contribuyó como sigue:

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Staatsrat Helfferich,
100.000 RM
de Deutsch​ Amerikanische Petroleum A.G.
Staatsrat Lindemann,
100.000 RM
de Deutsch​ Amerikanische Petroleum A.G.
y, personalmente 4.000 RM

Es importante resaltar que el Staatsrat (consejero) Lindemann contribuyó


personalmente con 4.000 RM, marcando así una clara diferencia entre la aportación
corporativa de 10.000 RM de la Standard Oil de New Jersey, filial de la que poseía la
propiedad total, y la contribución personal del director Lindemann. En el caso del
Staatsrat (consejero) Hellfrich, la única contribución fue la de la Standard Oil de
10.000 RM; no existen registros de una donación personal.
I.G. Farben, la empresa matriz de la I.G. Americana (ver capítulo dos), fue otro
importante contribuyente a la Sonder Konto S. de Heinrich Himmler. Dentro del
círculo interior hubo cuatro directores de I.G. Farben: Karl Rasehe, Fritz Kranefuss,
Heinrich Schmidt, y Heinrich Buetefisch.
Karl Rasche era miembro del comité directivo del Dresdner Bank, y especialista
en derecho y banca internacional. Con Hitler, Karl Rasche llegó a ser un importante
director en muchas corporaciones alemanas, incluyendo Accumulatoren-Fabrik A.G.,
de Berlín, que financió a Hitler; a la Metallgesellschaft; y a Felten & Guilleame, una
empresa de la I.T.T… Fritz Kranefuss era miembro del consejo de dirección del
Dresdner Bank, y director en varias corporaciones además de la I.G. Farben.
Kranefuss, sobrino de Wilhelm Keppler, era abogado, y destacó en muchas
organizaciones públicas Nazis. Heinrich Schmidt, uno de los directores de I.G.
Farben así como de otras varias empresas alemanas, también era director del
Dresdner Bank.
Es importante remarcar que los tres anteriores —Rasche, Kranefuss, y Schmidt—
eran directores de una de las sucursales de I.G. Farben, Braunkohle-Benzin A.G. —el
fabricante de gasolina sintética alemana utilizando tecnología de la Standard Oil
technology, resultado de los acuerdos entre I.G. Farben y la Standard Oil de
principios de los años 1930.
Resumiento, la élite financiera de Wall Street estuvo bien representada tanto en el
primer Círculo Keppler como en el último Círculo Himmler[156].

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Capítulo 10

El mito de “Sidney Warburg”


Un tema vital, y sólo parcialmente resuelto, es hasta qué punto la ascensión al poder
de Hitler en 1933 fue directamente propiciada por los financieros de Wall Street.
Hemos mostrado con evidencias documentales originales, que existió una
participación y apoyo indirectos por parte estadounidense a través de empresas
asociadas alemanas, y (como por ejemplo en el caso de la I.T.T.) existió un
conocimiento y un esfuerzo deliberado de beneficiarse del apoyo al régimen Nazi.
¿Esta financiación indirecta se extendió hasta ser una financiación directa?
Después de que Hitler obtuviera el poder, empresas e individuos estadounidenses
trabajaron a cuenta del Nazismo, y ciertamente se aprovecharon del estado Nazi.
Sabemos a partir de los diarios de William Dodd, el embajador estadounidense en
Alemania, que en 1933 desfilaron una oleada de banqueros de Wall Street y de
industriales a través de la embajada estadounidense en Berlín, expresando su
admiración hacia Adolph Hitler —y ansiosos de encontrar maneras de hacer negocios
con el nuevo régimen totalitario. Por ejemplo, el 1 de setiembre de 1933, Dodd anotó
que Henry Mann del National City Bank, y Winthrop W. Aldrich, del Chase Bank, se
reunieron ambos con Hitler y que “estos banqueros sienten que pueden trabajar con
él”[157]. Según Dodd, Ivy Lee, el agente de relaciones públicas de Rockefeller, “se
reveló a sí mismo de inmediato como un capitalista y como un defensor del
fascismo”[158].
Ello nos permite identificar por lo menos una reacción de simpatía hacia la nueva
dictadura Nazi, reminiscente de la manera en la que los banqueros internacionales de
Wall Street acogieron a la nueva Rusia de Lenin y de Trotsky en 1917.
¿Quién era “Sidney Warburg”?
La pregunta que se plantea en este capítulo es la acusación de que algunos de los
financieros de Wall Street (concretamente fueron acusados los Rockefeller y los
Warburg) planearon y financiaron directamente la toma del poder de Hitler en 1933, y
que lo hicieron desde Wall Street. En esta pregunta resulta importante el denominado
mito de “Sidney Warburg”. El conocido Nazi Franz von Papen declaró en sus
Memoirs[159]:

…el relato más documentado acerca de la repentina adquisición de fondos de


los National Socialistas se hallaba en un libro publicado en 1933 en Holanda,
por la antigua editorial de Amsterdam, Van Holkema & Warendorf, y se
titulaba De Geldbronnen van Het Nationaal-Socialisme (Drie Gesprekken
Met Hitler) escrita bajo el nombre de “Sidney Warburg”.

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Un libro con un tal título, escrito en holandés por “Sidney Warburg” fue
realmente publicado en 1933, pero aguantó en los tenderetes de libros solo cuestión
de días. El libro fue eliminado[160]. Una de las tres únicas copias originales que
sobrevivieron se tradujo al inglés. La traducción estuvo durante un tiempo depositada
en el Museo Británico, pero actualmente se ha retirado del acceso público y no está
disponible para investigación. Se desconoce el paradero de la copia original en
holandés en la que se basó esta traducción.
La segunda copia en holandés pertenecía al canciller Schussnigg de Austria, y se
desconoce su paradero actual. La tercera copia en holandés se abrió camino hasta
Suiza y fue traducida al alemán. La traducción alemana ha sobrevivido hasta la
actualidad en el Schweizerischen Sozialarchiv, en Zurich, Suiza. En 1971, este autor
compró una copia certificada de la traducción autentificada al alemán de la tercera
copia sobreviviente, y la tradujo al inglés. Es sobre esta traducción al inglés de la
traducción al alemán, que se basa el contenido de este capítulo.
La publicación del libro de “Sidney Warburg” fue debidamente consignada en el
New York Times (24 de noviembre de 1933) con el título “Hoax on Nazis Feared” (Se
teme un montaje sobre los Nazis). Un corto artículo observaba que:

“en Holanda ha aparecido un panfleto de Sidney Warburg, y el autor no es


hijo de Felix Warburg. El traductor es J. G. Shoup, un periodista belga que
vive en Holanda. Los editores y Shoup se preguntan si no han sido víctimas de
un fraude”.

El relato de The Times añadía:

El panfleto repite un viejo cuento referente a que importantes


estadounidenses, incluyendo a John D. Rockefeller, han financiado a Hitler
desde 1929 hasta 1932 por un total de $32.000.000, con la motivación de
“liberar a Alemania del dominio financiero de Francia propiciando una
revolución”. Muchos lectores del panfleto han señalado que contiene grandes
errores.

¿Por qué fue retirado de circulación el original holandés en 1922? Porque “Sidney
Warburg” no existía, y un tal “Sidney Warburg” se otorgaba la autoría. Desde 1933,
el libro de “Sidney Warburg” ha sido promovido por distintos interesados, unos
presentándolo como falsificación y otros como verdadero documento. La familia
Warburg se ha tomado grandes molestias para corroborar su falsedad.
¿Qué es lo que dice el libro? ¿Qué afirma el libro que ocurrió en Alemania a
principios de los años 1930? Y, ¿tienen esos acontecimientos algún parecido con los
hechos que sabemos que son ciertos a partir de otras evidencias?
Desde el punto de vista de la metodología de investigación, es preferible asumir

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que el libro de “Sidney Warburg” es una falsificación, a menos que se pueda
demostrar lo contrario. Este es el procedimientos que adoptaremos. El lector puede
muy bien preguntarse, ¿y entonces, porqué examinar atentamente algo que puede ser
una posible invención? Por lo menos existen dos buenas razones, aparte de la
curiosidad académica.
El primer lugar, la afirmación de los Warburg de que el libro es una invención
presenta un fallo curioso y fundamental. Los Warburg desmienten como falso un
libro que admiten no haber leído ni siquiera visto.Lo que los Warburg niegan se
limita específicamente a que el libro haya sido escrito por un Warburg. Esta negación
es aceptable; pero no desmiente ni rechaza la validez de su contenido. Lo que
desmienten se refiere únicamente y exclusivamente a que rechazan la autoría.
En segundo lugar, ya hemos identificado a I.G. Farben como a uno de los
principales proveedores de fondos y patrocinador de Hitler. Hemos aportado
evidencia fotográfica del recibo de transferencia bancaria por 400.000 marcos
realizada por I.G. Farben a la cuenta administrada por Rudolf Hess de fondos “b”
políticos del “Nationale Treuhand” de Hitler. Por tanto, es probable y casi seguro,
que no exista el tal “Sidney Warburg”. Aunque por otro lado, es de público
conocimiento que los Warburg estaban estrechamente relacionados con I.G. Farben
en Alemania y en Estados Unidos. En Alemania, Max Warburg era uno de los
directores de I.G. Farben, y en Estados Unidos, el hermano Paul Warburg (padre de
James Paul Warburg) era director de la I.G. Farben estadounidense. Resumiendo,
tenemos evidencias indiscutibles de que algunos Warburg, incluyendo al padre de
James Paul, el denunciante del libro de “Sidney Warburg”, eran directores de la I.G.
Farben. Y se sabe que la I.G. Farben financió a Hitler. “Sidney Warburg” era un mito,
pero los directores de I.G. Farben, Max Warburg y Paul Warburg no eran ningún
mito. Es motivo más que suficiente para ir más allá.
Resumamos pues el libro que James Paul Warburg afirma que es una
falsificación.

Una sinopsis del libro suprimido de “Sidney Warburg”


The Financial Sources of National Socialism (Las fuentes financieras del
nacional-socialismo) empieza con una supuesta conversación entre “Sidney Warburg”
y el escritor-traductor conjunto I. G. Shoup. “Warburg” narra porqué estaba
entregándole a Shoup un manuscrito en inglés para que lo tradujera al holandés y
para que se publicara en Holanda. En palabras del mítico “Sidney Warburg”:

Hay momentos en los que quiero dar la espalda a un mundo lleno de tantas
intrigas, engaños, estafas y manipulaciones con el mercado de valores…
¿Sabe lo que nunca puedo comprender? Cómo es posible que personas de
carácter bueno y honesto —de lo cual tengo sobradas pruebas— participen

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en las estafas y fraudes, sabiendo perfectamente que afectarán a miles.

Shoup describe luego a “Sidney Warburg” como “el hijo de uno de los mayores
banqueros de Estados Unidos, miembro de la entidad bancaria Kuhn, Loeb & Co., de
Nueva York”. “Sidney Warburg” le cuenta luego a Shoup que él (“Warburg”) quiere
registrar para la historia de qué manera el nacional-socialismo fue financiado por
financieros de Nueva York.
La primera parte del libro se titula simplemente “1929”. Cuenta que en 1929 Wall
Street tenía importantes créditos pendientes en Alemania y Austria, y que esos
créditos, en su mayoría, habían quedado congelados. Si bien Francia era
económicamente débil y temía a Alemania, Francia estaba también consiguiendo la
“parte del león” en los fondos de indemnizaciones que se estaban financiando desde
Estados Unidos. En junio de 1929, tuvo lugar una reunión entre los miembros del
Banco de la Reserva Federal y los principales banqueros estadounidenses para decidir
qué hacer con Francia, y concretamente para trampear su petición de compensaciones
alemanas. A la reunión asistieron (según el libro de “Warburg”), los directores del
Guaranty Trust Company, los “Presidentes” de los Bancos de la Federal Reserve,
además de cinco banqueros independientes, el “joven Rockefeller”, y Glean, de la
Royal Dutch Shell. Según el texto, Carter y Rockefeller “dominaron los debates. Los
demás escuchaban y asentían con la cabeza”.
El acuerdo general al que se llegó en la reunión de banqueros fue que la única
manera de liberar a Alemania de las garras financieras francesas era mediante una
revolución, ya fuera comunista o germano-nacionalista. En una anterior reunión se
había acordado previamente contactar con Hitler para “intentar descubrir si estaba
receptivo a recibir apoyo financiero estadounidense”. Ahora presuntamente
Rockefeller había visto hacía poco un folleto germano-estadounidense sobre el
movimiento nacional socialista de Hitler, y el propósito de este segundo encuentro
era determinar si “Sidney Warburg” estaba preparado para ir a Alemania como correo
para contactar personalmente con Hitler. Se calculaba que esta política daría como
resultado una petición de ayuda francesa a Estados Unidos y a Inglaterra “en temas
internacionales implicando la eventual agresión de Alemania”. Hitler no tenía
porqué saber el propósito de la ayuda de Wall Street. Se dejaría a “su lógica y a su
ingenio el descubrir los motivos que se escondían tras la propuesta”. “Warburg”
aceptó la misión que se le proponía y abandonó Nueva York hacia Cherbourg sobre el
Ilê de Francia, “con pasaporte diplomático y cartas de recomendación de Carter,
Tommy Walker, Rockefeller, Glean y Herbert Hoover”.
Aparentemente, “Sidney Warburg” hubo algunas dificultades para reunirse con
Hitler. El cónsul estadounidense en Munich no tuvo mucho éxito en establecer
contacto con los Nazis, y finalmente Warburg acudió directamente al alcalde
Deutzberg de Munich, “con una recomendación del cónsul estadounidense” y una
solicitud para guiar a Warburg hacia Hitler. A continuación Shoup presenta extractos

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de las declaraciones de Hitler en aquella reunión inicial.
Esos extractos incluyen los habituales desvaríos hitlerianos anti-semitas, y cabe
señalar que todas las partes anti-semitas del libro de “Sidney Warburg” son proferidas
por Hitler. (Esto es importante dado que James Paul Warburg afirma que el libro de
Shoup es totalmente anti-semita).
En esta reunión se debatió el financiamiento de los Nazis, y se dice que Hitler
insistió en que los fondos no debían depositarse en un banco alemán, sino en un
banco extranjero a su disposición. Hitler pidió 100 millones de marcos y se sugiere
que “Sidney Warburg” informó sobre la reacción de Wall Street a través de von
Heydt, en Lutzowufer, 18 Berlín[161].
Tras informar de vuelta a Wall Street, Warburg supo que 24 millones de dólares
eran demasiado para los banqueros americanos; ofrecieron 10 millones de dólares.
Warburg contactó con von Heydt y se concertó un posterior encuentro, en esta
ocasión con “un hombre de apariencia nada distinguida, que se me presentó con el
nombre de Frey”. Se pasaron instrucciones para transferir los 10 millones de dólares
al Mendelsohn & Co. Bank de Amsterdam, Holanda. Se le dijo a Warburg que pidiera
al Mendelsohn Bank que extendiera cheques en marcos pagaderos a Nazis designados
de diez ciudades alemanas. Consecuentemente, Warburg viajó a Amsterdam,
completó su misión con Mendelsohn & Co., luego viajó hasta Southampton,
Inglaterra, donde embarcó en el Olympia para regresar a Nueva York, donde informó
de todo a Carter, de la Guaranty Trust Company. Dos días después Warburg pasó el
informe completo a todo el grupo de Wall Street, pero “en esta ocasión se hallaba
presente un representante inglés sentado cerca de Glean, del Royal Dutch, un hombre
llamado Angell, uno de los dirigentes del Asiatic Petroleum Co.”. Warburg fue
preguntado acerca de Hitler, y “Rockefeller mostró un interés inusual en las
declaraciones de Hitler acerca de los comunistas”.
Pocas semanas después del regreso de Warburg de Europa, la prensa de Hearst
mostró un “interés inusual” en el nuevo Partido Nazi alemán, e incluso el New York
Times publicaba regularmente cortos informes acerca de los discursos de Hitler.
Anteriormente esos periódicos habían mostrado poco interés pero eso había
cambiado[162]. En diciembre de 1929 apareció también “en una publicación mensual
de la Universidad de Harvard” un extenso estudio acerca del movimiento nacional-
socialista alemán.
La segunda parte del libro “Financial Sources of National Socialism” se titula
“1931” y se inicia con una discusión acerca de la influencia francesa en la política
internacional. Afirma que Herbert Hoover había prometido a Pierre Laval, de
Francia, no resolver la cuestión de la deuda sin antes consultar con el gobierno
francés, y [escribe Shoup]:

Cuando Wall Street se enteró de esto, Hoover perdió de golpe el respeto de


este círculo. Incluso las siguientes elecciones quedaron afectadas —muchos

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pensaron que el fracaso de Hoover en ser reelegido puede rastrearse hasta
este suceso.[163]

En octubre de 1931, Warburg recibió una carta de Hitler, que trasladó a Carter, de
la Guaranty Trust Company, y a raíz de ello se convocó otra reunión de banqueros en
las oficinas de la Guaranty Trust Company. Es esa reunión las opiniones estaban
divididas. “Sidney Warburg” informaba de que Rockefeller, Carter, y McBean
estaban a favor de Hitler, en tanto que el resto de financieros estaban indecisos.
Montague Norman, del Banco de Inglaterra, y Glean, de la Royal Dutch Shell,
argumentaban que los 10 millones de dólares entregados a Hitler era ya demasiado, y
que Hitler nunca actuaría. Los reunidos acabaron finalmente acordando seguir
ayudando a Hitler en principio, y Warburg fue de nuevo comisionado con una misión
de mensajería y regresó a Alemania.
En este viaje, según se informa, Warburg comentó los asuntos alemanes con “un
banquero judío” en Hamburg, con un magnate de la industria, y con otros partidarios
de Hitler. Una reunión fue con el banquero von Heydt y un “Luetgebrunn”. Este
último declaró que los milicianos Nazi no estaban totalmente equipados, y que las
S.S. necesitaban desesperadamente ametralladoras, revólveres y carabinas.
En la siguiente reunión de Warburg con Hitler, Hitler argumentó que “los
soviéticos todavía no pueden pasar sin nuestros productos industriales. Les daremos
crédito, y si no soy capaz de bajar de las nubes a Francia por mí mismo, entonces los
soviéticos me ayudarán”. Hitler dijo que tenía dos planes para asumir el poder en
Alemania:
(a) el plan de la revolución, y
(b) el plan de asumir el poder legalmente.
El primer plan sería cuestión de tres meses, el segundo, de tres años. Se citaba a
Hitler diciendo que “la revolución cuesta quinientos millones de marcos, asumir
legalmente el poder cuesta cientos de millones de marcos —¿qué decidirán vuestros
banqueros?”. Cinco días después, llegó un cablegrama de la Guaranty Trust para
Warburg, y se lo menciona en el libro como sigue:

Las cifras sugeridas son impensables. Ni queremos ni podemos. Explícale al


hombre que una transferencia así a Europa haría añicos el mercado
financiero. Es algo totalmente insólito en el territorio internacional. Esperar
un extenso informe antes de tomar una decisión. Quédese ahí. Siga
investigando. Persuada al hombre que lo que pide es imposible. No olvide
incluir en informe su opinión propia sobre posibilidades de futuro del hombre.

Warburg cablegrafió su informe a Nueva York y tres días después recibía un


segundo cablegrama que decía:

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Recibido informe. Prepárese para entregar diez, máximo quince millones de
dólares. Aconseje al hombre de la necesidad de agresión contra un peligro
extranjero.

Se aceptaron los 15 millones de dólares para la vía de la toma legal del poder, no
para el plan revolucionario. El dinero se transfirió desde Wall Street a Hitler a través
de Warburg, de la siguiente manera: 5 millones de dólares a ser pagados a
Mendelsohn & Company, Amsterdam; 5 millones de dólares a Rotterdamsehe
Bankvereinigung, de Rotterdam; y 5 millones de dólares a la “Banca Italiana”.
Warburg viajó a cada uno de esos bancos, donde según se informa se encontró
con Heydt, Strasser y Hermann Goering. Los grupos dispusieron que se extendieran
cheque a nombres diferentes en distintas ciudades de Alemania. En otras palabras, los
fondos fueron “blanqueados” según la tradición moderna, para encubrir su
procedencia de Wall Street. En Italia, se dice que el grupo pagador fue recibido en la
oficina principal del banco por su presidente, y mientras esperaban en esa oficina les
presentaron a Warburg, Heydt, Strasser, y Goering dos fascistas italianos, Rossi y
Balbo. Tres días después del pago, Warburg regresó a Nueva York desde Génova, en
el Savoya. Una vez más, pasó su informe a Carter, Rockefeller, y al resto de
banqueros.
La tercera parte de “Financial Sources of National Socialism” se titula
únicamente “1933”. Esta parte narra la tercera y última reunión de “Sidney Warburg”
con Hitler —la noche en que fue quemado el Parlamento. (En el capítulo ocho
habíamos remarcado la presencia del amigo de Roosevelt, Putzi Hanfstaengl, en el
Parlamento). En este encuentro Hitler informó a Warburg de los progresos Nazi en la
toma legal del poder. El Partido nacional-socialista había triplicado su envergadura
desde 1931. Se habían realizado depósitos masivos de armas cerca de las fronteras
alemanas con Bélgica, Holanda y Austria —pero para ser entregadas, esas armas
debían ser pagadas en efectivo. Hitler pidió un mínimo de 100 millones de marcos
para hacerse cargo de la fase final del programa de toma de poder. El Guaranty Trust
cablegrafió a Warburg ofreciéndole un máximo de 7 millones de dólares, pagaderos
de la siguiente manera: 2 millones de dólares en el Renania Joint Stock Company de
Dusseldorf (la sucursal alemana de la Royal Dutch), y 5 millones de dólares en otros
bancos. Warburg informó a Hitler de esta oferta, quien pidió que los 5 millones de
dólares fueran enviados a la Banca Italiana, en Roma, y, (aunque el informe no lo
diga así) supuestamente los otros dos millones de dólares fueron pagados en
Dusseldorf. El libro finaliza con la siguiente declaración de Warburg:

Llevé a cabo mi cometido de forma estricta hasta el último detalle. Hitler es


el dictador del mayor país europeo. El mundo le ha observado ahora en
funcionamiento desde hace varios meses. Mi opinión sobre él no cuenta nada
ahora. Sus acciones demostrarán si es malo, cosa que yo creo que es. Por el

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bien del pueblo alemán, de corazón espero estar equivocado. El mundo sigue
sufriendo bajo un sistema que tiene que doblarse ante un Hitler para
mantenerse en pie. Pobre mundo, pobre humanidad.

Esto es un resumen del libro suprimido de “Sidney Warburg” acerca de los


orígenes financieros del nacional-socialismo en Alemania. Parte de la información
del libro es ahora de dominio público —aunque a principios de los años 1930 sólo
una parte era conocida en términos generales. Resulta extraordinario ver que el
desconocido autor tuviera acceso a una información que sólo salió a superficie
muchos años después —por ejemplo, la identidad del banco de von Heydt como
intermediario financiero de Hitler. ¿Porqué se retiró el libro de las librerías, y fue
eliminado? La razón que se declaró para esta retirada fue que “Sidney Warburg” no
existía, que el libro era una fabulación, y que la familia Warburg declaraba que
contenía declaraciones anti-semitas y difamatorias.
La información del libro resurgió tras la II Guerra Mundial, y fue publicada en
otros libros, en un contexto anti-semita que no existe en el libro original de 1933. Dos
de esos libros postguerra eran el de Rene Sonderegger, titulado Spanischer Sommer, y
el de Werner Zimmerman, Liebet Eure Feinde.
Lo más importante es que James P. Warburg, de Nueva York, firmó una
declaración jurada en 1949, que fue publicada como Apéndice en las Memoirs de von
Papen. En esta declaración jurada Warburg negaba categóricamente la autenticidad
del libro de “Sidney Warburg”, y declaraba que era un fraude. Desgraciadamente,
James P. Warburg se centra en el libro anti-semita de 1947 de Sonderegger,
Spanischer Sommer, no en el libro original publicado en 1933 y eliminado, de
“Sidney Warburg” —donde el único anti-semitismo emana de las supuestas
declaraciones de Hitler.
En otras palabras, la declaración jurada de Warburg planteó más cuestiones de las
que resolvió. Por tanto deberíamos ahora examinar la declaración de 1949 de
Warburg, negando la autenticidad de Financial Sources of National Socialism.

La declaración jurada de James Paul Warburg


En 1953 el Nazi Franz von Papen publicaba sus Memoirs[164]. Era el mismo Franz
von Papen que había estado activo en Estados Unidos por cuenta del espionaje
alemán en la I Guerra Mundial. En sus Memoirs, Franz von Papen debate el tema de
la financiación de Hitler, y descarga directamente la culpa en el industrial Fritz
Thyssen y en el banquero Kurt von Sehroder. Papen niega que él (Papen) financiara a
Hitler, y en realidad no se ha hallado evidencia creíble que vincule a von Papen con
los fondos de Hitler (aunque Zimmerman, en Liebet Eure Feinde, acusa a Papen de
donar 14 millones de marcos). En este contexto von Papen menciona The Financial
Sources of National Socialism, de “Sidney Warburg”, junto con los dos libros más

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recientes post II Guerra Mundial, de Werner Zimmerman y Rene Sonderegger (alias
Severin Reinhardt)[165]. Papen añade que:

James P. Warburg es capaz de impugnar toda la falsificación en su


declaración jurada…En lo que a mi concierne, estoy más que agradecido al
Sr.Warburg por eliminar de una vez por todas este malicioso libelo. Resulta
casi imposible refutar acusaciones de este tipo simplemente negándolas, y su
acreditado desmentido me capacita a mí para dar entidad a mis propias
aseveraciones[166].

En el libro de Papen hay dos partes del Apéndice II. La primera es una
declaración de James P. Warburg; la segunda es la declaración jurada, fechada el 15
de julio de 1949.
El párrafo que inicia la declaración informa de que en 1933 la editorial holandesa
de Holkema y Warendorf publicó De Geldbronnen van Het Nationaal-Socialisme.
Drie Gesprekken Met Hitler, y añade que:

Este libro fue supuestamente escrito por “Sidney Warburg”. Un socio de la


empresa Warburg & Co. en Amsterdam informó a James P. Warburg acerca
del libro, y Holkema y Warendorf fueron informados de que no existía ningún
“Sidney Warburg”. Acto seguido ellos retiraron el libro de circulación.

James Warburg realiza entonces dos declaraciones consecutivas, y aparentemente


contradictorias:

… el libro contenía una gran cantidad de material difamatorio contra


diversos miembros de mi familia y contra un montón de importantes entidades
bancarias e individuos de Nueva York. Hasta el momento no he visto ninguna
copia del libro. Aparentemente, tan sólo un puñado de copias escaparon de la
retirada del editor.

Es decir, por un lado Warburg afirma que nunca ha visto ninguna copia del libro
de “Sidney Warburg”, y por otro lado dice que es “difamatorio”, y pasa a elaborar
una detallada declaración jurada, abordándola frase a frase para refutar la
información de un libro ¡que supuestamente afirma no haber visto nunca! Resulta
muy difícil aceptar la validez de la afirmación de Warburg de que “nunca, hasta hoy,
he visto una copia del libro”. Porque si realmente no lo ha visto, entonces la
declaración jurada no tiene ningún valor.
James Warburg añade que el libro de “Sidney Warburg” es “obviamente anti-
semita” y la orientación de la declaración de Warburg es que la historia que cuenta

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“Sidney Warburg” es pura propaganda anti-semita. De hecho (y Warburg hubiera
descubierto este hecho si se hubiera leido el libro), las únicas declaraciones
antisemitas del libro de 1933 son las que se le atribuyen a Adolph Hitler, cuyos
sentimientos anti-semitas no constituyen ningún gran descubrimiento. Aparte de los
desvaríos de Hitler, no hay nada en el original del libro de “Sidney Warburg” que
conecte ni remotamente con el anti-semitismo, a menos que clasifiquemos a
Rockefeller, Glean, Carter, McBean, etc. como judíos.
De hecho, lo extraordinario es que en el libro no se mencione ni a un solo
banquero judío —si se exceptúa al mítico “Sidney Warburg” que es un mensajero, no
uno de los que supuestamente aportaron dinero.
Sin embargo, a través de una fuente auténtica (el embajador Dodd) sabemos que
el banquero judío Eberhard von Oppenheim hizo realmente entrega de 200.000
marcos a Hitler[167], y es improbable que “Sidney Warburg” hubiera omitido esta
observación si lo que quería era promocionar deliberadamente falsa propaganda anti-
semita.
La primera página de la declaración de James Warburg se refiere al libro de 1933.
Después de esa primera página, James Warburg presenta a Rene Sonderegger y a otro
libro escrito en 1947. Un atento análisis de lo que declara Warburg, y de su
declaración jurada, apunta a que sus desmentidos y afirmaciones se refieren
esencialmente a Sonderegger y no a Sidney Warburg. Ahora bien, Sonderegger era un
anti-semita y probablemente formó parte de un movimiento neo-Nazi tras la II Guerra
Mundial, pero esta acusación de antisemitismo no puede ser hecha contra el libro de
1933 —y este es el punto crucial de la cuestión. Resumiendo, James Paul Warburg
empieza afirmando discutir sobre un libro que nunca ha bisto pero que sabe que es
difamatorio y anti-semita, luego sin previo aviso, gira la acusación hacia otro libro
que era ciertamente anti-semita, pero que se publicó una década más tarde. Así es
como la declaración de Warburg confunde tan completamente los dos libros que el
lector es conducido a condenar al mítico “Sidney Warburg” junto con
Sonderegger[168]. Veamos algunas de las declaraciones de J.P. Warburg:

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Comentarios de este
James P. Warburg da fe de esta declaración jurada en la ciudad de Nueva autor acerca de la
York, a 15 de julio de 1949 declaración jurada
de James P. Warburg
Observemos que la
1. En relación a las totalmente falsas y maliciosas alegaciones realizadas por declaración jurada se
Rene Sonderegger de Zurich, Suiza, et al., como se indica en la parte precedente refiere a Rene
de esta declaración, yo, James Paul Warburg, de Greenwich, Connecticut, Sonderegger, y no al libro
EE.UU., atestiguo lo que sigue: publicado por J.G. Shoup
en 1933.
Podemos dar por sentado
que el nombre de “Sidney
2. No ha existido ningún “Sidney Warburg” en la ciudad de Nueva York, ni en
Warburg” es un
ningún otro lugar, ni en 1933 ni en ningún otro momento, hasta donde yo sé.
pseudónimo, o que se ha
utilizado falsamente.
3. Nunca entregué ningún manuscrito, diario, notas, cables, ni cualquier otro
La declaración jurada se
documento a ninguna persona para que lo tradujera y publicara en Holanda, y
limita a la cesión de
concretamente, nunca entregué los documentos al supuesto J.G. Shoup de
materiales “para traducir y
Antwerp (Amberes). Hasta donde se y recuerdo, nunca en ningún momento me
publicar en Holanda”.
reuní con esa persona.
4. La conversación telefónica entre Roger Baldwin y yo mismo, mencionada por Indicado por Sonderegger,
Sonderegger, nunca tuvo lugar en absoluto, y es una invención total. no por "Sidney Warburg."
Pero Warburg sí que fue a
Alemania en 1929 y
5. Nunca fui a Alemania a petición del presidente de la Guaranty Trust
en1930 para el
Company, ni en 1929, ni en cualquier otro momento.
International Acceptance
Bank, Inc.
6. Fui a Alemania por negocios para mi propio banco, The International
Acceptance Bank Inc., de Nueva York, tanto en1929 como en 1930. En ninguna A remarcar que Warburg,
de esas ocasiones tuve nada que ver con investigar la posible prevención de una en su propia declaración,
revolución comunista en Alemania promocionando una contrarrevolución Nazi. dijo a sus asociados
El hecho que está grabado es que mi opinión en aquellos momentos era de que bancarios que Hitler
había relativamente poco peligro de una revolución comunista en Alemania, y llegaría al poder. Esta
un peligro considerable de un golpe de poder Nazi. Estoy en posición de mostrar afirmación la realizó en
que, a mi regreso de Alemania después de las elecciones al Parlamento de 1930, 1930 —y los Warburg
advertí a mis socios de que probablemente Hitler llegaría al poder en Alemania, continuaron como
y que el resultado sería una Europa dominada por los Nazis, o una segunda directores en la I.G.
guerra mundial —y quizá ambas cosas. Esto puede ser corroborado así como el Farben y otras empresas
hecho de que, como consecuencia de mi advertencia, mi banco procedió a pro​Nazi.
reducir sus compromisos alemanes tan rápidamente como le fue posible.
No existe ninguna prueba
que contradiga esta
afirmación. Hasta donde
se ha podido rastrear, los
7. No he mantenido discusiones en ningún lugar y en ningún momento ni con Warburg no tenían
Hitler ni con ningún oficial Nazi, o con nadie más en relación a proporcionar conexión con estas
fondos para el Partido Nazi. Concretamente, no he mantenido trato alguno de entidades bancarias
este tipo con Mendelssohn & Co., con la Rotterdamsche Bankvereiniging o con excepto en que el
la Banca Italiana. (Esta última probablemente se refiera a la Banca de Italia, con corresponsal del Banco de
quien igualmente no he tenido tales tratos). Manhattan de los Warburg
era la “Banca
Commerciale Italiana” —
que está próxima a la
“Banca Italiana”.
8. En febrero 1933 (ver págs 191 y 192 de Spanischer Sommer) cuando se alega
que traje a Hitler el último pago de los fondos estadounidenses, y que fui Ver Wall Street and

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recibido por Goering, Goebbels y hasta el propio Hitler, puedo demostrar que no Franklin Delano
me hallaba en absoluto en Alemania. Nunca puse un pie en Alemania luego que Roosevelt, (Nueva York:
los Nazis llegasen al poder en enero de 1933. En enero y febrero estuve en Arlington House
Nueva York y Washington, trabajando tanto con mi banco como con el Publishers, 1975), para los
presidente electo Roosevelt sobre la entonces aguda crisis bancaria. Tras la toma detalles acerca de las
de posesión del Sr. Roosevelt, el 3 de marzo de 1933, trabajaba con él asociaciones alemanas de
continuamente para ayudarle a preparar la agenda para la Conferencia Franklin Delano
Económica Mundial, a la que fui enviado como Asesor Financiero a principios Roosevelt.
de junio. Se trata de una cuestión de dominio público.
No. James P. Warburg
declara que nunca ha visto
el libro original de
“Sidney Warburg”
publicado en Holanda en
1933. Por tanto su
9. Las anteriores declaraciones deberían bastar para demostrar que todo el mito
declaración jurada se
de “Sidney Warburg” y la subsecuente falsa identificación de mí mismo con el
aplica solo al libro de
inexistente “Sidney” son fabulaciones de malintencionada falsedad sin la más
Sonderegger que es
mínima base de verdad.
inexacto. Sidney Warburg
quizá sea un mito, pero la
asociación de Max
Warburg y Paul Warburg
con la I.G. Farben y con
Hitler no es ningún mito.

¿Intenta confundirnos James Warburg?


Es verdad que “Sidney Warburg” puede muy bien haber sido un invento, en el
sentido de que el tal “Sidney Warburg” nunca existió. Damos por sentado que el
nombre es falso; pero alguien escribió el libro. Zimmerman y Sonderegger pueden o
no haber cometido libelo con el nombre de Warburg, pero desgraciadamente, cuando
examinamos la declaración de James P. Warburg tal como aparece publicada en las
Memoirs de von Papen, nos quedamos tan a oscuras como antes. Hay tres preguntas
importantes que quedan sin responder:
(1) ¿Por qué James P. Warburg afirma que un libro que no ha leído es una
falsificación?
(2) ¿Por qué la declaración jurada de Warburg evita la principal cuestión y desvía
la discusión lejos de “Sidney Warburg” hacia el libro anti-semita de Sonderegger,
publicado en 1947?, y
(3) ¿Por qué James P. Warburg iba a ser tan insensible al sufrimiento judío de la
II Guerra Mundial como para publicar su declaración jurada en las Memoirs de Franz
von Papen, que fue un reconocido Nazi en pleno núcleo del movimiento de Hitler
desde el inicio de 1933?
Los Warburg alemanes no solo fueron perseguidos por Hitler en 1938, sino que
millones de judíos perdieron sus vidas a manos de la barbarie nacional-socialista.
Parece de cajón que cualquiera que ha sufrido y que esté sensibilizado ante los
sufrimientos pasados por los judíos alemanes, vaya a evitar a los nazi, al nazismo, y a
los libros neo-Nazis como si fueran una plaga. Sin embargo, aquí tenemos al Nazi
von Papen actuando como genial anfitrión literario para el autoproclamado anti-Nazi

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James P. Warburg, quien aparentemente acoge la oportunidad. Además, los Warburg
tuvieron sobradas oportunidades de publicar una declaración jurada así, con extensa
publicidad, y sin recurrir a canales neo-Nazi.
Será beneficioso que el lector reflexione sobre esta situación. La única
explicación lógica es que algunos de los hechos del libro de “Sidney Warburg” sean o
bien ciertos, o sean embarazosos para James P. Warburg. No se puede decir que
Warburg intente despistarnos (aunque podría parecer una conclusión obvia), porque
los empresarios son notoriamente escritores y razonadores ilógicos, y ciertamente
nada excluye a Warburg de esta clasificación.

Algunas conclusiones a partir del relato de “Sidney Warburg”


“Sidney Warburg” nunca existió; en tal sentido, el libro original de 1933 es una
obra de ficción. Sin embargo, muchos de los hechos poco conocidos entonces,
consignados en el libro, son ciertos; y la declaración jurada de James Warburg no está
orientada al libro original sino más bien al libro anti-semita que circuló más de una
década después.
Paul Warburg es uno de los directores de la I.G. Farben Estadounidense, y
vinculado por ello con la financiación de Hitler. Max Warburg, uno de los directores
de la I.G. Farben Alemana, firmó —junto con el propio Hitler— el documento que
nombraba a Hjalmar Schacht para el Reichsbank. Estas conexiones verificables entre
los Warburgs y Hitler sugieren que el relato de “Sidney Warburg” no puede ser
descartado como una fabulación total, sin examinarlo más de cerca.
¿Quién escribió el libro de 1933, y por qué? I.G. Shoup dice que las notas fueron
escritas por un Warburg en Inglaterra que se las dio a él para traducirlas. El motivo de
Warburg se supone que eran verdaderos remordimientos ante el comportamiento
amoral de los Warburgs y de sus socios de Wall Street. ¿Suena esto como un motivo
plausible? No pasa desapercibido que los mismos de Wall Street que confabulan
guerras y revoluciones son a menudo, en sus vidas privadas, ciudadanos
genuinamente decentes; no es pues descabellado que uno de ellos tenga un cambio de
actitud, o que le pese la conciencia. Pero esto no está demostrado.
Si el libro fue una invención, entonces ¿por quién fue escrito? James Warburg
admite desconocerlo, y escribe: “El propósito original de la invención sigue estando
oscuro, incluso en la actualidad”.[169]
¿Habría fabricado el documento algún gobierno? A buen seguro que los gobiernos
británico o estadounidense no, puesto que ambos están implicados indirectamente en
el libro. Y con seguridad, el gobierno Nazi de Alemania tampoco, aunque James
Warburg parece sugerir esta improbable posibilidad. ¿Podría ser Francia, o la Unión
Soviética, o quizás Austria? Francia pudiera ser, puesto que Francia temía el auge
Nazi en Alemania. Austria es también una posibilidad similar. La Unión Soviética es
también una posibilidad porque los soviéticos tenían mucho que temer de Hitler. Por

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tanto es plausible que Francia, Austria o la Unión Soviética tuvieran algo que ver en
la preparación del libro.
Cualquier ciudadano privado que forjase un libro tal, sin disponer de materiales
dentro del gobierno, habría debido de estar extraordinariamente bien informado.
Guaranty Trust no es precisamente un banco muy conocido fuera de Nueva York, sin
embargo existe un elevado grado de plausibilidad en cuanto a la implicación del
Guaranty Trust, porque fue el vehículo de Morgan utilizado para financiar e infiltrar
la revolución bolchevique[170]. Cualquiera que pusiera el nombre del Guaranty Trust
como vehículo de financiación de Hitler, o bien sabía mucho más que el hombre
común de la calle, o tenía auténtica información gubernamental. ¿Cuál sería el
motivo oculto tras un libro así?
El único motivo que parece aceptable es que el desconocido autor tuviera
conocimiento de que se preparaba una guerra, y esperase una reacción pública contra
los fanáticos de Wall Street y sus amigos industriales en Alemania —antes de que
fuera demasiado tarde. Indudablemente, quienquiera que escribiera el libro, casi
seguro estaba motivado para avisar contra la agresión hitleriana, y para señalar a su
fuente de Wall Street, porque la ayuda técnica de las empresas estadounidenses,
controladas por Wall Street, seguía siendo necesaria para ayudar a construir la
maquinaria de guerra de Hitler. Las patentes de hirogenación de la Standard Oil, y el
financiamiento para el petróleo de plantas de carbón, los visores de bombardeo, y el
resto de tecnología necesaria no había sido transferida en su totalidad cuando se
escribió el libro de “Sidney Warburg”. En consecuencia, podría haber sido un libro
diseñado para quebrar la columna de los patrocinadores de Hitler en el extranjero,
obstaculizar la planeada transferencia del potencial bélico estadounidense, y eliminar
el apoyo financiero y diplomático del estado Nazi. Si tal era el objetivo, es
lamentable que el libro fracasase en conseguir ninguno de estos propósitos.

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Capítulo 11

La colaboración de Wall Street con los Nazi en la II Guerra Mundial


Tras los frentes de batalla de la II Guerra Mundial, a través de intermediarios en
Suiza y África del Norte, la élite financiera de Nueva York colaboró con el régimen
Nazi. Archivos capturados tras la guerra arrojaron un cúmulo de evidencias
demostrando que para algunos elementos de la Gran Empresa, el período de 1941 a
1945 fue “de normalidad”. Por ejemplo, la correspondencia entre empresas
estadounidenses y sus filiales francesas revela la ayuda dada a la maquinaria militar
del Eje —mientras Estados Unidos estaba en guerra con Alemania e Italia. Las cartas
entre la Ford en Francia y la Ford en Estados Unidos, entre 1940 y julio de 1942,
fueron analizadas por la sección de Control de Financiamiento Exterior, de Hacienda.
Su informe inicial concluía que hasta mediados de 1942:

(1) los negocios de las filiales de Ford en Francia se incrementaron


sustancialmente;
(2) su producción iba únicamente en beneficio de los alemanes y de los
países ocupados por éstos;
(3) los alemanes han “mostrado claramente su deseo de proteger los
intereses de Ford” dada la actitud de estricta neutralidad mantenida por
Henry Ford y por el fallecido Edsel Ford; y
(4) el incremento de actividad de las filiales francesas de Ford a cuenta de
los alemanes recibió el reconocimiento de la familia Ford en Estados
Unidos[171].

De forma similar, el Chase Bank de Rockefeller fue acusado de colaborar con los
Nazis en la II Guerra Mundial en Francia, mientras Nelson Rockefeller tenía un
tranquilo trabajo en Washington D.C.:

Significativamente, el mismo patrón de comportamiento fue perseguido por


la oficina parisiense del Chase Bank durante la ocupación alemana. Un
examen de la correspondencia entre Chase, Nueva York, y Chase, Francia,
a partir de la caída de Francia hasta mayo de 1942 revela que:
(1) el director de la oficina de París apaciguó y colaboró con los alemanes
para colocar a los bancos Chase en una “posición privilegiada”.
(2) Los alemanes conservaron al Chase Bank en una muy especial estima
—debido a las actividades internacionales de nuestra oficina principal (del

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Chase), y a las agradables relaciones que la sucursal de París estaba
manteniendo con muchos de sus bancos (alemanes) y con sus
organizaciones locales y altos oficiales (alemanes);
(3) el director de París era “muy enérgico haciendo cumplir limitaciones
contra propiedades judías, yendo incluso tan lejos como rechazar entregar
fondos pertenecientes a judíos, en previsión de que en un futuro cercano se
publicase por parte de las autoridades ocupantes un decreto retroactivo
con tal prohibición”.
(4) A pesar de la información anterior, la oficina de Nueva York no tomó
medidas directas para despedir al indeseable director de la oficina de
París dado que “ello podría crear una reacción en contra de nuestros
intereses (del Chase) tal como estamos haciendo transacciones, no con una
teoría sino con una situación”.[172]

Un informe oficial al, por aquel entonces, Secretario de Hacienda, Morgenthau,


concluía diciendo que:

Estas dos situaciones [es decir, Ford y el Chase Bank] nos convencen de que
es imperativo investigar de inmediato sobre el terreno las actividades de las
filiales de por lo menos algunas de las mayores empresas estadounidenses
que estuvieron funcionando en Francia durante la ocupación alemana[173]…

Los funcionarios de Hacienda instaron para que se iniciase una investigación de


las sucursales francesas de varios bancos estadounidenses —esto es, el Chase,
Morgan, National City, Guaranty, Bankers Trust, y American Express. Aunque el
Chase y el Morgan eran los dos únicos bancos que mantenían oficinas en Francia
durante la ocupación Nazi, en setiembre de 1944 todos los principales bancos de
Nueva York estaban presionando al gobierno de EE.UU. para que permitiera reabrir
las sucursales de antes de la guerra. La consiguiente investigación de Hacienda
produjo evidencias documentales de la colaboración entre el Chase Bank y el
J.P. Morgan con los Nazis en la II Guerra Mundial. La recomendación de realizar una
investigación completa se copia íntegramente a continuación:

TREASURY DEPARTMENT (MINISTERIO DE HACIENDA)


Comunicación interna entre oficinas
Fecha: 20 diciembre 1944
A: Secretario Morgenthau
De: Mr. Saxon
El examen de los registros del Chase Bank, en París, y de Morgan y Co., en Francia, han progresado sólo lo
suficiente para permitir conclusiones provisionales y el descubrimiento de algunos hechos interesantes:

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CHASE BANK, París
a. Niederman, de nacionalidad suiza, director del Chase, París, fue indudablemente un colaboracionista;
b. La oficina principal del Chase en Nueva York estaba informada de la política de colaboracionismo de
Niederman pero no tomó ninguna medida para trasladarlo. En realidad existen amplias evidencias que muestran
que la oficina principal de Nueva York contemplaba las buenas relaciones de Niederman con los alemanes
como una manera excelente de preservar, inalterada, la posición en Francia del Chase Bank;
c. Las autoridades alemanas estaban interesadas en conservar abierto al Chase, y realmente tomaron medidas
excepcionales para aportar fuentes de ingresos;
d. Las autoridades alemanas deseaban “ser amigos” de los bancos estadounidenses importantes porque
esperaban que esos bancos les serían útiles tras la guerra como instrumento de la política alemana en Estados
Unidos;
e. El Chase, en París también se mostraba preocupado por complacer a las autoridades alemanas de cualquier
forma posible. Por ejemplo, el Chase conservó celosamente la cuenta de la Embajada Alemana en París,
“porque cada pequeña cosa cuenta” (para mantener las excelentes relaciones entre el Chase y las autoridades
alemanas);
f. El objetivo total de la política y operativa del Chase era conservar la posición del banco a toda costa.
MORGAN y COMPAÑÍA, Francia
a. Morgan y Co. se veía a sí mismo como un banco francés, obligado por tanto a observar las leyes y
normativas francesas, estuvieran inspiradas por los Nazi o no; y fue lo que realmente hicieron;
b. Morgan y Co. estaba muy preocupado por preservar la continuidad de su entidad en Francia, y a fin de
conseguir esa seguridad, elaboró un modus vivendi con las autoridades alemanas;
c. Morgan y Co. tenía un gran prestigio entre las autoridades alemanas, y los alemanas alardeaban de la
espléndida cooperación de Morgan y Co.;
d. Morgan prosiguió con sus relaciones de antes de la guerra con las grandes empresas industriales y
comerciales francesas que estaban trabajando para Alemania, incluyendo la Renault Works, tras ser confiscada
por el gobierno francés, Puegeqt [escrito tal cual, pero probablemente sea Peugeot], Citroen, y muchas otras.
e. El poder de Morgan y Co. en Francia no guarda relación con los pequeños recursos financieros de la
empresa, y lo que ahora se investiga será de gran valor para permitirnos por primera vez estudiar el modelo de
Morgan en Europa y la forma en que Morgan ha utilizado su gran poder;
f. Morgan y Co. busca constantemente lograr sus objetivos enfrentando a un gobierno con otro de la forma más
fría e inescrupulosa.
El Sr. Jefferson Caffery, embajador de EE.UU. en Francia, ha sido mantenido al corriente de los progresos de
esta investigación y me ha dado en todo momento pleno apoyo y aliento, tanto en los conceptos como en los
hechos. Realmente, fue el propio Sr. Caffery quien me preguntó como habían actuado las sucursales de Ford y
de General Motors en Francia durante la ocupación, expresando el deseo de que examinásemos esas empresas
una vez finalizásemos la investigación con el banco.
RECOMENDACIÓN
Recomiendo que esta investigación, que por motivos inevitables ha progresado con lentitud en el tiempo, sea
ahora presionada con urgencia y que se envíe a París el personal extra necesario tan pronto como sea
posible[174].

La investigación completa nunca fue llevada a cabo, y hasta el presente no se ha


realizado investigación alguna sobre esta actuación supuestamente traicionera.

La I.G. Estadounidense en la II Guerra Mundial


La colaboración entre los empresarios estadounidenses y los Nazis en el Eje de
Europa corrió en paralelo con la protección de los intereses Nazi en Estados Unidos.

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En 1939 la I.G. Estadounidense fue rebautizada como General Aniline & Film, con la
General Dyestuffs[175] actuando como su agente de ventas exclusivo en EE.UU. Estos
nombres servían eficazmente para encubrir el hecho de que la I.G. Estadounidense (o
la General Aniline & Film) era un importante productor de los principales materiales
de guerra, incluyendo atabrine[176], magnesio, y caucho sintético. Los acuerdos
restrictivos con su matriz alemana I.G. Farben redujeron los suministros
estadounidenses de estos productos militares durante la II Guerra Mundial.
Halbach, un ciudadano estadounidense, se convirtió en Presidente de General
Dyestuffs en 1930, y adquirió el control de la mayoría, en 1939, de Dietrich
A. Schmitz, un director de la I.G. Estadounidense, y hermano de Hermann Schmitz,
director de I.G. Farben en Alemania y presidente de la junta de la I.G.
Estadounidense hasta que estalló la guerra en 1939.
Tras Pearl Harbor, la Hacienda de EE.UU. bloqueó las cuentas bancarias de
Halbach. En junio de 1942 la Custodia de Patrimonio Extranjero se apropió de las
acciones de Halbach en la General Dyestuffs, y se hizo cargo de la empresa como
corporación enemiga bajo la Ley de Comercio con el Enemigo. En consecuencia, la
Custodia de Patrimonio Extranjero nombró una nueva junta de directores para actuar
como fideicomisarios mientras durase la guerra. Estas acciones eran lógicas, y una
práctica habitual, pero cuando investigamos bajo la superficie surge otra historia
totalmente anormal.
Entre 1942 y 1945 Halbach había sido nominalmente asesor de la General
Dyestuffs. De hecho Halbach dirigía la empresa, por 82.000 dólares anuales. Louis
Johnson, antiguo Subsecretario de Guerra, fue nombrado presidente de la General
Dyestuffs por el gobierno de EE.UU., cobrando por ello 75.000 dólares anuales.
Louis Johnson intentó presionar sobre la Hacienda estadounidense para que
desbloquease los fondos bloqueados de Halbach, y permitiera a Halbach desarrollar
políticas contrarias a los intereses de EE.UU., por aquel entonces en guerra con
Alemania. El argumento utilizado para que se desbloqueasen las cuentas bancarias de
Halbach era que Halbach estaba dirigiendo la empresa, y que la junta de directores
nombrados por el gobierno “estarían perdidos sin los conocimientos del Sr.
Halbach”.
Durante la guerra Halbach presentó una demanda contra la Custodia de
Patrimonio Extranjero, a través de la firma de abogados del sistema Sullivan y
Cromwell, para quitar el control del gobierno estadounidense de las empresas de
I.G. Farben. Las demandas no progresaron, pero Halbach consiguió mantener intactos
los acuerdos del cártel Farben durante toda la II Guerra Mundial; la Custodia de
Patrimonio Extranjero nunca acudió a los tribunales por las demandas anti-monopolio
pendientes. ¿Por qué? Leo T. Crowley, director de la oficina de Custodia de
Patrimonio Extranjero, tenía como consejero a John Foster Dulles, y John Foster
Dulles era un socio de la firma antes mencionada Sullivan y Cromwell, que actuaba
por cuenta de Halbach en su demanda contra la Custodia de Patrimonio Extranjero.

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Se produjeron otras situaciones de conflicto de intereses que deberíamos observar.
Leo T. Crowley, de la Custodia de Patrimonio Extranjero, nombró a Victor Emanuel
para las juntas tanto de la General Aniline & Film como de la General Dyestuffs.
Antes de la guerra, Victor Emanuel era director de la Corporación Bancaria J.
Schroder. Tal como hemos visto, Schroder, era un destacado proveedor de fondos de
Hitler y del Partido Nazi —y en aquellos momentos formaba parte como miembro del
Círculo de Amigos de Himmler, realizando sustanciosas contribuciones a las
organizaciones de las SS. en Alemania.
A su vez Victor Emanuel nombró a Leo Crowley presidente de la Standard Gas &
Electric (controlada por Emanuel), con un sueldo de 75.000 dólares anuales. Este
importe venía a sumarse al salario de Crowley procedente de la Custodia de
Patrimonio Extranjero, y a los 10.000 dólares anuales que percibía como presidente
de la Corporación de Garantía de Depósitos del gobierno federal de EE.UU. Hacia
1945 James E. Markham reemplazó a Crowley en la Custodia de Patrimonio
Extranjero, siendo también nombrado por Emanuel director de la Standard Gas, con
un sueldo de 4.850 dólares anuales, además de los 10.000 dólares que obtenía de la
Custodia de Patrimonio Extranjero.
La influencia en tiempos de guerra de la General Dyestuffs y su confortable
camarilla gubernamental-empresarial a cargo de la I.G. Farben queda ejemplificada
en la comodidad de la American Cyanamid. Antes de la guerra I.G. Farben
controlaba las industrias farmacológicas, químicas y de materias colorantes de
Méjico. Durante la II Guerra Mundial se propuso a Washington que la American
Cyanamid se hiciera cargo de esta industria mejicana y desarrollase una industria
química “independente” con las antiguas empresas de la I.G. Farben incautadas por la
Custodia de Patrimonio Extranjero mejicana.
Victor Emanuel, Crowley y Markham, como empleados del banquero Schroder, y
siendo también empleados del gobierno estadounidense, intentaron manejar el tema
de esos intereses de la I.G. Farben en Estados Unidos y Mexico. El 13 de abril de
1943, James Markham envió una carta al secretario de estado, Cordell Hull, poniendo
objeciones al trato con Cyanamid basándose en que era contrario a la Carta del
Atlántico, y que interferiría con el objetivo de establecer empresas independientes en
América Latina. La postura de Markham era apoyada por Henry A. Wallace y el
fiscal general Francis Biddle.
Las fuerzas alineadas contra el trato de Cyanamid eran la Sterling Drug, Inc. y
Winthrop. Tanto Sterling como Winthrop iban a perder su mercado farmacológico en
Méjido si el trato con Cyanamid se realizaba. Desde luego, la General Aniline y la
General Dyestuffs, de I.G. Farben, dominadas por Victor Emanuel, el antiguo socio
del banquero Schroder, también eran hostiles al trato con Cyanamid.
Por otro lado, el Departamento de Estado y la Oficina del Coordinador de
Asuntos Inter-americanos —que resultaba ser la criatura de los tiempos de guerra de
Nelson Rockefeller— apoyaban el trato propuesto a Cyanamid. Desde luego, los

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Rockefellers también estaban interesados en las industrias farmacológicas y químicas
de América Latina. Resumiendo, un monopolio estadounidense, bajo la influencia de
Rockefeller, reemplazaría a un monopolio de la I.G. Farben Nazi.
La I.G. Farben ganó este asalto en Washington, pero todavía se plantean
preguntas más inquietantes cuando observamos los bombardeos realizados durante la
guerra sobre Alemania por parte de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. Se rumoreó
durante mucho tiempo, pero sin poder demostrarlo nunca, que Farben había recibido
un trato de favor —es decir, que no había sido bombardeada. James Stewart Martin
comenta lo que sigue en relación al trato de favor recibido por I.G. Farben durante los
bombardeos sobre Alemania:

Poco después de que los ejércitos alcanzasen en Rhin en Colonia,


conducíamos por la orilla occidental con vistas a la planta intocada de la
I.G. Farben de Leverkusen al otro lado del río. Sin que supiera nada sobre
mí, ni sobre a qué me dedicaba, él (el conductor del jeep) empezó a soltarme
un discurso sobre la I.G. Farben, señalándome el contraste entre la
bombardeada ciudad de Colonia y el trío de plantas intactas en los márgenes:
La Ford y la United Rayon trabajan en la orilla occidental, y la Farben
trabaja en la orilla oriental[177].

Si bien esta acusación sigue siendo una incógnita, requiriendo un montón de


investigación en los archivos de los bombardeos de las Fuerzas Aéreas
estadounidenses, otros aspectos de favoritismo hacia los Nazis están bien
documentados.
A finales de la II Guerra Mundial, Wall Street se trasladó a
Alemania a través del Consejo de Control para proteger a sus
viejos amigos del cártel, y limitar el alcance que el fervor
desnazificador pudiera tener, perjudicando viejas relaciones de
negocios. El general Lucius Clay, gobernador militar adjunto de
Alemania, nombró a empresarios que se oponían a la
desnazificación, colocándolos en cargos de control por encima de los procedimientos
de desnazificación. William H. Draper, de Dillon, Read, la empresa que financió a los
cárteles alemanes allá por los años 1920, se convirtió en ayudante del General Clay.
El banquero William Draper, como general de brigada William Draper, formó su
equipo de control con empresarios que habían representado negocios estadounidenses
en la Alemania de antes de la guerra. La representación de la General Motors incluía
a Louis Douglas, un antiguo director de la G.M., y a Edward S. Zdunke, un
presidente de la General Motors de Amberes de antes de la guerra, nombrados para
supervisar la Sección de Ingeniería del Consejo de control. A Peter Hoglund, un
experto de la industria automovilística alemana, se le puso en excedencia de la
General Motors. La selección de personal para el Consejo fue llevada a cabo por el

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coronel Graeme K. Howard —antiguo representante de la General Motors en
Alemania, y autor de un libro que “alaba las prácticas totalitarias [y] justifica la
agresión alemana”[178]…”.
El secretario de Hacienda Morgenthau quedó profundamente preocupado por las
implicaciones de este monopolio de Wall Street sobre el destino de la Alemania Nazi
y preparó un memorando para entregar al presidente Roosevelt. El memorando
completo de Morgenthau, de fecha 29 mayo 1945, dice lo siguiente

memorando
29 mayo 1945
El teniente general Lucius D. Clay, como asistente del General Eisenhower, dirige activamente el elemento
estadounidense del Consejo de Control de Alemania. Los tres principales asesores del general Clay en la
plantilla del Consejo de Control son:
1. El embajador Robert D. Murphy, que está a cargo de la División Política.
2. Louis Douglas, al cual el general Clay describe como “mi asesor personal en temas económicos, financieros
y gubernamentales”. Douglas dimitió como Director del Presupuesto en 1934; y durante los ocho años
siguientes atacó las políticas fiscales gubernamentales. Desde 1940, Douglas ha sido presidente de la Mutual
Life Insurance Company, y desde diciembre de 1944, ha sido director de la Corporación General Motors.
3. El general de brigada William Draper, que es director de la División Económica del Consejo de Control. El
general Draper es socio de la entidad bancaria de Dillon, Read y Co.

El New York Times del domingo llevaba el anuncio del personal clave que había
nombrado el general Clay y el general Draper para la División Económica del
Consejo de Control. Los nombramientos incluían a los siguientes:
1. R.J. Wysor, que estará a cargo de los temas metalúrgicos. Wysor fue Presidente
de la Republic Steel Corporación desde 1937 hasta fecha reciente, y antes de ello
estuvo asociado con Aceros Bethlehem, Corporación Siderúrgica Jones y Laughlin,
Steel Corporación, y con la Republic Steel Corporación.
2. Edward X. Zdunke, que supervisará la sección de ingeniería. Antes de la guerra
el Sr. Zdunke fue presidente de la General Motors de Amberes.
3. Philip Gaethke estará a cargo de las operaciones de minería. Gaethke estuvo
anteriormente vinculado con Cobres Anaconda, y fue gerente de sus operaciones y
minas en la Alta Silesia antes de la guerra.
4. Philip P. Clover se encargará de manejar los temas del petróleo. Anteriormente
fue un delegado en Alemania de la Compañía Petrolera Socony Vacuum.
5. Peter Hoglund manejará los problemas de producción industrial. Hoglund está
en excedencia de la General Motors, y se comenta que es un experto en la producción
alemana.
6. Calvin B. Hoover se hará cargo del grupo de inteligencia del Consejo de
Control, y será también asesor especial del general Draper.
El 9 de octubre de 1944, en una carta al editor del New York Times, Hoover
escribió lo siguiente:

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La publicación del plan del secretario Morgenthau para tratar con Alemania
me ha perturbado profundamente… semejante paz cartaginesa dejaría un
legado de odio que empozoñaría las relaciones internacionales de las futuras
generaciones…el vacío en la economía que existiría a través de la
destrucción de toda la industria alemana es algo difícil de contemplar.

7. Laird Bell será el Consejero Jefe de la División de Economía. Es un reputado


abogado de Chicago, y en mayo de 1944 fue elegido presidente del Chicago Daily
News, tras la muerte de Frank Knox.
Uno de los hombres que ayudaron al general Draper en la selección de personal
para la División de Economía fue el coronel Graeme Howard, un vice-presidente de
la General Motors, que tenía a su cargo los negocios de ultramar, y era uno de los
principales delegados de la General Motors en Alemania antes de la guerra. Howard
es el autor de un libro en el que alababa las prácticas totalitarias, justificaba la
agresión alemana y la política de Munich de pacificación, y culpabilizaba a Roosevelt
de precipitar la guerra.
Por tanto, cuando examinamos el Consejo de Control para Alemania bajo el
mando del general Lucius D. Clay encontramos que el jefe de la División de Finanzas
era Louis Douglas, director de la General Motors controlada por Morgan, y
presidente de la Mutual Life Insurance. (Opel, la sucursal de la General Motors
alemana, había sido el mayor fabricante de tanques de Hitler). El jefe de la División
de Economía del Consejo de Control era William Draper, un socio de la firma Dillon,
Read que para empezar tanto tenía que ver con la construcción de la Alemania Nazi.
Los tres hombres eran, cosa nada sorprendente a la luz de los descubrimientos más
recientes, miembros del C.F.R. - Council on Foreign Relations (Consejo de
Relaciones Exteriores).

¿Fueron los industriales y financieros estadounidenses culpables de crímenes de


guerra?
Los juicios de Nuremberg por crímenes de guerra propusieron seleccionar a los
responsables de los prolegómenos y atrocidades de la II Guerra Mundial y llevarlos a
juicio. Si tal proceder es moralmente justificable es un tema a debatir; está en parte
justificado mantener que Nuremberg fue una farsa política muy alejada de los
principios legales[179]. Sin embargo, si asumimos que tal justificación legal y moral
existe, entonces con seguridad este tipo de juicio debería aplicarse a todos, sea cual
fuere su nacionalidad. Por ejemplo, ¿qué es lo que habría de eximir a Franklin D.
Roosevelt y a Winston Churchill, pero no eximir a Adolph Hitler ni a Goering? Si el
crimen es la preparación para la guerra, y no la ciega venganza, entonces la justicia
debería ser imparcial.
Las directivas preparadas por el Consejo de Control Estadounidense en Alemania

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para el arresto y prisión de los criminales de guerra mencionan a los “Nazis” y a los
“simpatizantes de los Nazis”, no a los “alemanes”. Los pasajes pertinentes son los
que siguen:

a. Se buscará, arrestará y detendrá, a la espera de recibir nuevas


instrucciones en cuanto a su destino, a Adolph Hitler, sus principales socios
Nazi y otros criminales de guerra y todas las personas que han participado en
la planificación o ejecución de los proyectos Nazi que han implicado o han
resultado en atrocidades o crímenes de guerra.

Luego sigue una lista de la categoría de personas a ser arrestadas, incluyendo:

(8) Nazis y simpatizantes Nazi que mantengan puestos importantes clave en


(a) distritos regionales (Gau Civic) y nacionales así como organizaciones
económicas;
(b) corporaciones y otras organizaciones en las que el gobierno tiene un
gran interés financiero;
(c) industria, comercio, agricultura, y finanzas;
(d) educación;
(e) aparato judicial; y
(f) prensa, editoriales y otras agencias que divulguen noticias y
propaganda.

Los principales industriales y financieros estadounidenses que se han nombrado


en este libro entran dentro de las categorías que se relacionan. Henry Ford y Edsel
Ford respectivamente contribuyeron con dinero para Hitler y se aprovecharon de la
producción para los alemanes en tiempos de guerra. La Standard Oil de New Jersey,
la General Electric, la General Motors, y la I.T.T. a buen seguro realizaron
constribuciones financieras o técnicas que a primera vista incluyen evidencias de
“participar en la planificación o ejecución de proyectos Nazi”.
Resumiendo, hay evidencias que sugieren:
(a) cooperación con la Wehrmacht (el ejército) (Ford Motor Company, Chase
Bank, Morgan Bank);
(b) apoyos al Plan Cuatrienal Nazi y movilización económica para la guerra
(Standard Oil de New Jersey);
(c) crear y equipar la maquinaria bélica Nazi (I.T.T.);
(d) almacenaje de materiales fundamentales para los Nazis (Ethyl Corporación);
(e) debilitamiento de los enemigos potenciales de los Nazis (I.G. Farben

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Estadounidense); y,
(f) llevar a cabo propaganda, servicios de inteligencia y espionaje (I.G.Farben
Estadounidense, e Ivy Lee, relaciones públicas de Rockefeller).
Hay suficiente para, como mínimo, pedir una investigación exhaustiva e
imparcial. Sin embargo, como indicamos anteriormente, esas mismas firmas y
financieros fueron relevantes en las elecciones de Roosevelt de 1933, y en
consecuencia tenían el suficiente empaque político para aplastar cualquier intento de
investigación. Los extractos del diario de Morgenthau demuestran que el poder
político de Wall Street bastaba incluso para controlar el nombramiento de los
funcionarios responsables de la desnazificación y del futuro gobierno de la Alemania
de la posguerra.
¿Sabían esas firmas estadounidenses que ayudaban a la máquina militar de Hitler?
Según las propias firmas, rotundamente no. Se proclaman inocentes de cualquier
intento de ayudar a la Alemania de Hitler. Veamos el telegrama enviado por el
presidente de la junta de la Standard Oil de New Jersey al secretario de Guerra
Patterson, después de la II Guerra Mundial, cuando se hallaba en curso la
investigación preliminar de la ayuda de Wall Street:

Durante todo el período que duraron nuestros contactos empresariales, no tuvimos indicio alguno de la parte en
que Farben estuvo en connivencia con las brutales políticas de Hitler. Ofrecemos todo tipo de ayuda que
podamos dar para ver que toda la verdad sea traída a la luz, y que se aplique firme justicia.
F.W. Abrams,
Presidente de la Junta

Lamentablemente, la evidencia presentada es contraria a las afirmaciones del


telegrama de Abrams. La Standard Oil de New Jersey no solo ayudó a la maquinaria
bélica de Hitler, sino que tenía conocimiento de esta cooperación. Emil Helfferich, el
presidente de la junta de una sucursal de la Standard de New Jersey, fue miembro del
Círculo Keppler antes de que Hitler llegase al poder; continuó aportando
contribuciones financieras al Círculo de Himmler hasta fecha tan tardía como 1944.
Así pues, no resulta en absoluto difícil visualizar porqué los industriales Nazi se
mostraban perplejos por la “investigación”, y suponían al final de la guerra que sus
amigos de Wall Street les rescatarían y protegerían de la cólera de los que habían
sufrido. Estas son las actitudes se presentaron en el Comité Kilgore, en 1946:

Señor Presidente, quizá le interesaría saber que los cabecillas de I.G. Farben
y otros, cuando les preguntamos acerca de estas actividades, en ocasiones
preferían mostrarse muy indignados. Su actitud general y expectativas eran
de que la guerra había acabado, y que ahora debíamos ayudarles a rescatar
a I.G. Farben y a la industria alemana para que se pusieran de nuevo en pie.
Algunos de ellos han exteriorizado que este interrogatorio e investigaciones
eran, a su entender, tan solo un fenómeno de corta duración porque tan

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pronto como se estabilizasen las cosas esperaban que vinieran sus amigos de
Estados Unidos e Inglaterra. Sus amigos, —eso decían—, pondrían fin a
actividades como estas investigaciones y se encargarían de que ellos tuvieran
el trato que ellos consideraban adecuado, y que se les proporcionaría apoyo
para ayudarles a reconstruir sus industrias[180]

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Capítulo 12

Conclusiones
Hemos demostrado con evidencia documental una cantidad de asociaciones
fundamentales entre los banqueros internacionales de Wall Street y la subida de Hitler
y el Nazismo en Alemania.

Primero: Wall Street financió los cárteles alemanes a mediados de los años
1920, que a su vez procedieron a llevar a Hitler al poder.
Segundo: que el financiamiento para Hitler y para sus matones callejeros de las
S.S. procedieron en parte de asociados o sucursales de empresas
estadounidenses, incluyendo a Henry Ford, en 1922; los pagos de I.G. Farben y
General Electric, en 1933; seguidos de los de la Standard Oil de New Jersey y
los pagos subsidiarios de la I.T.T. a Heinrich Himmler hasta 1944.
Tercero: que las multinacionales estadounidenses controladas por Wall Street se
beneficiaron espléndidamente del programa de construcción militar de Hitler en
los años 1930, y por lo menos hasta 1942.
Cuarto: que esos mismos banqueros internacionales utiizaron la influencia
política en EE.UU. Para encubrir su colaboración en tiempos de guerra, y para
hacerlo infiltraron la Comisión de Control de EE.UU. para Alemania.

Nuestras pruebas de estas cuatro importantes afirmaciones pueden resumirse


como sigue:
En el capítulo uno presentamos evidencias de que los Planes Dawes y Young para
las indemnizaciones de Alemania fueron formulados por elementos de Wall Street,
que temporalmente se encasquetaron el sombrero de estadista, y que esos créditos
generaron un diluvio de beneficios para esos banqueros internacionales. Owen
Young, de la General Electric, Hjalmar Schacht, A. Voegler, y otros estrechamente
vinculados con el acceso de Hitler al poder habían sido anteriormente los
negociadores para los bandos estadounidense y alemán, respectivamente.

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Tres entidades de Wall Street —Dillon,
Read; Harris, Forbes; y National City
Company— manejaron las tres cuartas
partes de los préstamos de indemnización
utilizados para crear el sistema de cártel
alemán, incluyendo el predominio de
I.G. Farben y de Vereinigte Stahlwerke, que
juntos produjeron el 95 por ciento de los
explosivos del bando Nazi en la II Guerra
Mundial.
El papel central de I.G. Farben en el
golpe de estado de Hitler fue repasado en el
capítulo dos. Los directores de la I.G.
Estadounidense (Farben) fueron
identificados como notorios empresarios
estadounidenses: Walter Teagle, un socio
íntimo y patrocinador de Roosevelt, y
administrador de la Administración de la
Recuperación Nacional; el banquero Paul Warburg (su hermano Max Warburg estuvo
en la junta de la I.G. Farben de Alemania); y Edsel Ford. Farben aportó 400.000 RM
directamente a Schacht y Hess para utilizar en las elecciones cruciales de 1933 y
Farben estuvo en consecuencia al frente del desarrollo militar de la Alemania Nazi.
La General Electric Alemana (A.E.G.), que tenía cuatro directores y entre un 25 a
20 por ciento de intereses en poder de la empresa matriz General Electric de EE.UU.,
efectuó una contribución de 60.000 RM a Hitler. Este papel está descrito en el
capítulo tres, y encontramos que Gerard Swope, un creador del Nuevo Trato de
Roosevelt (su segmento de la Administración de la Recuperación Nacional), junto
con Owen Young del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, y Clark Minor de
General Electric Internacional, fueron los elementos dominantes de Wall Street en
A.E.G., y la única influencia principal.
No encontramos pruebas que inculpasen a la empresa eléctrica alemana Siemens,
que no se hallaba bajo el control de Wall Street. Por el contrario, existen pruebas
documentales de que tanto A.E.G. como Osram, los otros servicios de la industria
eléctrica alemana —ambos con participación y control estadounidense— financiaron
a Hitler. De hecho, casi todos los directores de la General Electric alemana fueron
patrocinadores de Hitler, bien directamente a través de A.E.G. o indirectamente a
través de otras empresas alemanas. General Electric completó su apoyo a Hitler
mediante la cooperación técnica con Krupp, dirigida a limitar el desarrollo
estadounidense del carburo de tungsteno, lo que resultó perjudicial para Estados
Unidos en la II Guerra Mundial. Concluimos indicando que las plantas de A.E.G. en
Alemania se las arreglaron, mediante una maniobra desconocida, para evitar que los

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aliados las bombardeasen.
En el capítulo cuatro se efectuó un examen del papel de la Standard Oil de New
Jersey (que estaba y está controlada por intereses de Rockefeller). Aparentemente la
Standard Oil no financió el ascenso de Hitler al poder en 1933 (esa parte del “mito de
Sidney Warburg” no está demostrada). Por otro lado, la Standard Oil de New Jersey
efectuó pagos hasta 1944 para desarrollar gasolina sintética con fines bélicos a cuenta
de los Nazis, a través de su sucursal de propiedad absoluta, al Círculo de Amigos de
las S.S. de Himler con motivos políticos. La Standard Oil jugó un papel de ayudar
técnicamente al desarrollo Nazi del caucho sintético y de la gasolina a través de una
empresa de investigación estadounidensege, bajo el control directivo de la Standard
Oil. La Ethyl Gasoline Company, propiedad conjunta de la Standard Oil de New
Jersey y de la General Motors, fue fundamental para suministrar el vital etilo de
plomo a la Alemania Nazi —a pesar de los escritos de protesta del Ministerio de
Guerra de EE.UU. —sabiendo con toda claridad que el etilo de plomo era para fines
militares Nazis.
En el capítulo cinco demostramos que la I.T.T. (International Telephone and
Telegraph Company), una de las multinacionales más famosas, trabajó para ambos
bandos de la II Guerra Mundial a través del barón Kurt von Schroder, del grupo
bancario Schroder. I.T.T. tenía también un 28 por ciento de interés en la Aeronáutica
Focke-Wolfe, que fabricó los excelentes cazas alemanes. Vimos que también Texaco
(Texas Oil Company) estuvo implicado en las actividades Nazi a través del abogado
alemán Westrick, pero hizo saltar al presidente de la Junta, —Rieber—, cuando tales
actividades salieron a la luz.
Henry Ford fue uno de los primeros (1922) patrocinadores de Hitler, y Edsel Ford
prosiguió la tradición familiar en 1942, alentando a la Ford de Francia a sacar
beneficio proveyendo a la Wehrmacht alemana. Seguidamente esos vehículos
fabricados por Ford fueron utilizados contra los soldados estadounidenses cuando
desembarcaron en Francia en 1944. Por su pronto reconocimiento de, y oportuna
asistencia a, los Nazis, Henry Ford recibió una medalla Nazi en 1938. Los registros
franceses de Ford sugieren que la Ford Motor fue tratada con guante de seda por los
Nazis después de 1940. Los probables hilos de ejecución del financiamiento de Hitler
son reunidos en el capítulo siete, donde se responde con nombres concretos y cifras a
la pregunta de ¿quién financió a Adolph Hitler? Este capítulo imputa a Wall Street y,
casualmente a nadie más de trascendencia en Estados Unidos, excepto a la familia
Ford. La familia Ford no se asocia normalmente con Wall Street pero sin duda alguna
forma parte de la “élite de poder”.
En anteriores capítulos se han citado a varios asociados de Roosevelt, incluyendo
a Teagle, de la Standard Oil, la familia Warburg, y Gerard Swope. En el capítulo ocho
se perfiló el papel de Putzi Hanfstaengl, otro amigo de Roosevelt partícipe en el
incendio del Reichstag. La composición del círculo interior Nazi durante la II Guerra
Mundial, y las contribuciones financieras de la Standard Oil de New Jersey y de las

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sucursales de I.T.T. se perfilan en el capítulo nueve. Se presentan las pruebas
documentales de esas aportaciones monetarias. Kurt von Schrader es identificado
como el intermediario clave en estos “fondos sucios” de las S.S.
Finalmente en el Capítulo diez revisamos el libro suprimido en 1934, y el “mito
de ‘Sidney Warburg’”. El libro suprimido acusaba a los Rockefeller, los Warburg, y a
las principales empresas petroleras, de financiar a Hitler. Si bien el nombre de
“Sidney Warburg” era sin duda un invento, lo extraordinario sigue siendo el hecho de
que el argumento del libro suprimido de “Sidney Warburg” está notablemente
próximo a la evidencia presentada ahora. También sigue siendo un enigma porqué
James Paul Warburg, quince años después, habría de querer intentar de una forma
claramente chapucera, refutar el contenido del libro “Warburg”, libro que afirma no
haber visto. Y lo que resulta todavía más enigmático es porqué Warburg eligió las
Memoirs del Nazi von Papen como medio para presentar su desmentido.
Finalmente en el capítulo once examinamos los papeles de los bancos Morgan y
Chase en la II Guerra Mundial, concretamente su colaboración con los Nazis en
Francia mientras estaba en su apogeo una gran guerra.
En otras palabras, al igual que en nuestros dos anteriores exámenes de los
vínculos entre los banqueros internacionales de Nueva York, y los principales
acontecimientos históricos, encontramos un probable patrón de contribución y de
manipulación política.

La dominante influencia de los banqueros internacionales


Observando el amplio abanico de hechos presentados en los tres volúmenes de la
serie sobre Wall Street, vemos la persistente recurrencia de los mismos nombres:
Owen Young, Gerard Swope, Hjalmar Schacht, Bernard Baruch, etc.; los mismos
bancos internacionales: J.P. Morgan, Guaranty Trust, Chase Bank; y la misma
dirección den Nueva York: generalmente, el 120 Broadway.
Este grupo de banqueros internacionales respaldó la revolución bolchevique, y
seguidamente sacó provecho de la constitución de la Rusia soviética. Este grupo
respaldó a Roosevelt, y sacó provecho del socialismo del Nuevo Trato. Este grupo
también respaldó a Hitler, y ciertamente se aprovechó del armamento de Alemania en
los años 1930. Cuando la Gran Empresa debiera haber estado dirigiendo sus
operaciones de negocio en la Ford Motor, la Standard de New Jersey, etc., la
encontramos implicada activa y profundamente en agitaciones políticas, guerra y
revoluciones en tres de los mayores países.
La versión de la historia que aquí se ofrece es que, a sabiendas y con
premeditación, la élite financiera ayudó a la revolución bolchevique de 1917 de
común acuerdo con banqueros alemanes. Tras sacar provecho a sus anchas de las
dificultades de la hiperinflación alemana de 1923, y planear colocar el peso de las
indemnizaciones alemanas sobre las espaldas de los inversores estadounidenses, Wall

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Street trajo consigo la crisis financiera de 1929.
Dos hombres fueron entonces promocionados como líderes en importantes países
occidentales: Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos y Adolph Hitler en Alemania.
El Nuevo Trato de Roosevelt, y el Plan Cuatrienal de Hitler guardan grandes
similitudes. Los planes de Roosevelt y de Hitler eran planes para la conquista fascista
de sus respectivos países. Pero en tanto que la Administración para la Recuperación
Nacional de Roosevelt fracasó, debido a las limitaciones constitucionales que se
hallaban entonces en vigor, el plan de Hitler triunfó.
¿Por qué la élite de Wall Street, los banqueros internacionales, querían a
Roosevelt y a Hitler en el poder? Este es un aspecto que no hemos explorado. Según
el “mito de ‘Sidney Warburg’”, Wall Street quería una política de venganza; es decir,
quería una guerra en Europa entre Francia y Alemania. Sabemos incluso, por la
historia del Sistema, que tanto Hitler como Roosevelt ejecutaron políticas que
conducían a la guerra.
Las conexiones entre personas y acontecimientos en esta serie de tres libros
requerirían de otro libro. Pero un sencillo ejemplo quizás indique la extraordinaria
concentración de poder dentro de unas relativamente pocas organizaciones, y la
utilización de ese poder.
El 1 de mayo de 1918, cuando los bolcheviques controlaban sólo una pequeña
fracción de Rusia (fracción que casi perdieron en el verano de 1918), en Washington
D.C. se organizó la Liga Estadounidense para Ayuda y Cooperación con Rusia, para
apoyar a los bolcheviques. No se trataba de ningún comité del tipo de “no
intervención en Rusia”, formado por el Partido Comunista de EE.UU. o de sus
aliados. Se trataba de un comité creado por Wall Street, con George P. Whalen, de la
Vacuum Oil Company como tesorero, y Coffin y Oudin, de la General Electric, junto
con Thompson, del Sistema de la Reserva Federal, Willard, de los Ferrocarriles de
Baltimore & Ohio Railroad, y diversos socialistas más.
Cuando observamos el ascenso de Hitler y del Nazismo, encontramos a la
Vacuum Oil y a la General Electric bien representadas. El embajador Dodd en
Alemania quedó impresionado por la contribución monetaria y técnica que la
empresa Vacuum Oil, controlada por Rockefeller, aportó en la construcción de
instalaciones militares de gasolina para los Nazis. El embajador intentó avisar a
Roosevelt. En su aparente ingenuidad acerca de los asuntos mundiales, Dodd creyó
que Roosevelt intervendría, pero a Roosevelt lo respaldaban los mismos intereses
petroleros, y Walter Teagle, de la Standard Oil de New Jersey, y el NRA, estaba en la
junta de la Fundación Warm Springs de Roosevelt. Por tanto, en uno de los muchos
ejemplos encontramos a la Vacuum Oil Company controlada por Rockefeller,
ayudando de forma destacada en la creación de la Rusia bolchevique, la construcción
militar de la Alemania Nazi, y el patrocinio del Nuevo Trato de Roosevelt.

¿Estados Unidos está gobernado por una élite dictatorial?

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En esta última década más o menos, y sin duda desde los años 1960, una
constante corriente de publicaciones ha presentado la tesis de que los Estados Unidos
están gobernados por una élite de poder no elegido, que se auto perpetúa. Más aún, la
mayoría de estos libros afirman que esta élite controla, o por lo menos ejerce fuertes
influencias, en todas las decisiones políticas domésticas y exteriores, y que no hay
ninguna idea que llegue a ser respetada o que sea publicada en Estados Unidos sin la
aprobación tácita, o quizás sin que no sea desaprobada, por este círculo elitista.
Obviamente, el propio hecho de que exista una corriente de publicaciones anti
sistema atestigua por sí mismo que Estados Unidos no puede hallarse totalmente bajo
el dominio de ningún único grupo o élite. Por otro lado, la literatura anti-sistema no
está totalmente reconocida ni razonablemente debatida en círculos académicos o
mediáticos. Con frecuencia se trata de una edición limitada, producida privadamente,
que circula casi de mano en mano. Hay algunas excepciones, cierto; pero no las
suficientes como para rebatir la observación de que los críticos anti-sistema no entran
fácilmente en los canales normales de distribución e información.
Si bien a principios y mediados de los años 1960, cualquier concepto de que
gobernase una élite conspirativa, o en realidad cualquier tipo de élite, era suficiente
razón para descalificar de entrada al autor de la propuesta como “lunático”[181], La
atmósfera de tales conceptos ha cambiado radicalmente. Probablemente el asunto del
Watergate le diera el toque final al entorno de escepticismo y dudas que lleva tiempo
desarrollándose. Casi hemos llegado al punto en el que cualquiera que, por ejemplo,
acepte el informe la Comisión Warren, o crea que la decadencia y caída del Sr. Nixon
no tiene aspectos conspirativos, resulta sospechoso. En resumen, ya nadie se cree
realmente la maquinaria de información del Sistema. Y hay una amplia variedad de
presentaciones alternativas de acontecimientos que ahora están disponibles para los
curiosos.
Varios cientos de libros, que abarcan el espectro total político y filosófico, añaden
partes y piezas de evidencia, más hipótesis y más acusaciones. Lo que no hace tanto
tiempo resultaba una idea descabellada, sobre la que se hablaba a medianoche y a
puerta cerrada, entre susurros y murmullos casi conspirativos, ahora se debate
abiertamente —desde luego no en los periódicos del sistema, pero sí en tertulias
radiofónicas que no son de las grandes cadenas, y en la prensa clandestina, e incluso
de vez en cuando en libros de respetables editoriales del Sistema.
Por tanto, preguntemos de nuevo, ¿existe una élite de poder no electa tras el
gobierno de EE.UU.?
Una fuente de información importante a menudo citada es Carroll Quigley,
Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown, quien en
1966 publicó una historia moderna monumental titulada Tragedy and Hope.[182] El
libro de Quigley queda aparte de los demás en esta vena revisionista, debido al hecho
de que estuvo basado en un estudio de dos años de los documentos internos de uno de
los centros de poder. Quigley delinea la historia de la élite de poder:

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… Los poderes del capitalismo financiero tenían otro objetivo de largo
alcance, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en
manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país, y la
economía del mundo en su totalidad.

Quigley demuestra también que el Council on Foreign Relations, la Asociación


de Planificación Nacional, y otros grupos, son organizaciones “semi-secretas” que
elaboran directrices generales bajo el control de esta élite de poder.
En la siguiente presentación en tabla hemos relacionado cinco de tales libros
revisionistas,[183] incluyendo el de Quigley. Se han resumido sus tesis esenciales, y su
compatibilidad con los tres volúmenes de la serie de “Wall Street”. Resulta
sorprendente que en los tres principales acontecimientos históricos señalados, Carroll
Quigley no sea nada coherente con la evidencia de las series de “Wall Street”.
Quigley recorre un largo camino para proporcionar la evidencia de que existe una
élite de poder, pero no penetra en las operaciones de esa élite.
Posiblemente, los documentos utilizados por Quigley habían sido revisados y no
incluían documentación sobre la manipulación elitista de sucesos como la revolución
bolchevique, el ascenso de Hitler al poder, y la elección de Roosevelt en 1933. Lo
más probable es que estas manipulaciones políticas no hayan sido registradas en
absoluto en los archivos de los grupos de poder. Deben haber sido acciones sin
registrar, realizadas a medida por un pequeño segmento de la élite. Cabe mencionar
que los documentos utilizados por este autor procedieron de fuentes gubernamentales,
registrando las acciones diarias de Trotsky, Lenin, Roosevelt, Hitler, J.P. Morgan y las
diversas empresas y bancos implicados.
Por otro lado, autores como Jules Archer, Gary Allen, Helen P. Lasell, y William
Domhoff, escribiendo desde perspectivas políticas ampliamente diferentes[184]
resultan coherentes con la evidencia de “Wall Street”. Esos escritores presentan la
hipótesis de una élite de poder que manipula al gobierno de EE.UU. La serie de “Wall
Street” demuestra de qué manera esa hipotética “élite de poder” ha manipulado
acontecimientos históricos específicos.
Obviamente, cualquier ejercicio de poder ilimitado, y por encima de la ley, es
inconstitucional, aunque vaya envuelto en el tejido de acciones que respetan la ley.
Por tanto, podemos, con toda legitimidad, plantear la cuestión de si existe una fuerza
subversiva que funciona para eliminar los derechos garantizados constitucionalmente.

La Élite de Nueva York como fuerza subversiva


La historia del siglo veinte, tal como aparece en los libros de texto y en los
periódicos del Sistema, es incorrecta. Es una historia basada únicamente en aquellos
documentos oficiales que diversas Administraciones han considerado adecuado
publicar para consumo público.

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Tabla: LA EVIDENCIA QUE SE MUESTRA EN LAS SERIES DE “WALL STREET”, ¿RESULTA
COHERENTE CON LOS CORRESPONDIENTES ARGUMENTOS REVISIONISTAS QUE SE
PRESENTAN EN OTRAS PARTES?

Pero una historia veraz no puede basarse en la publicación de una selección de


archivos documentales. La veracidad requiere tener acceso a todos los documentos.
En la práctica, con los documentos previamente clasificados de los expedientes del
Departamento de Estado de EE.UU., el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, el
Ministro de Exterior alemán y otros, los depositarios han comprado la nueva versión
de la historia que ha emergido; la versión prevalente del Sistema se ve que no sólo es
inexacta sino que está diseñada para esconder un entramado generalizado de engaño
y de conducta inmoral.
El centro del poder político, tal como lo autoriza la Constitución de EE.UU.,
reside en un Congreso elegido y en un presidente elegido, trabajando dentro del
marco y las limitaciones que impone la Constitución, tal como la interpreta un
Tribunal Superior imparcial. En el pasado asumimos que el poder es por tanto
ejercido con cuidado por las ramas ejecutiva y legislativa, tras la correspondiente
deliberación y valoración de los deseos del electorado.
En la realidad, nada podría estar más lejos de eso. El electorado lleva tiempo
sospechando, pero ahora lo sabe, que las promesas políticas no valen nada. Las
mentiras están a la orden del día para los ejecutores de la política. Las guerras son
iniciadas (y finalizadas) sin la menor explicación coherente. Las palabras políticas
nunca se han llevado bien con las acciones políticas. ¿Por qué? En apariencia porque
el centro del poder político ha estado en un lugar diferente de donde residen los
representante elegidos y supuestamente responsables de Washington, y esa élite de
poder tiene sus propios objetivos, que no resultan compatibles con los del público en
general.
En esta serie de tres volúmenes hemos identificado a través de tres
acontecimientos históricos la sede del poder político en Estados Unidos —el poder
entre bastidores, la influencia oculta sobre Washington— como el del sistema
financiero de Nueva York: los banqueros internacionales privados, más
concretamente, las casas financieras de J.P. Morgan, Chase Manhattan Bank bajo
control de Rockefeller, y anteriormente (antes de la fusión de su Manhattan Bank con
el anterior Chase Bank), los Warburg.
A pesar de las supuestas restricciones que dicta la Constitución, Estados Unidos
se ha convertido en un estado casi totalitario. A pesar de que no tengamos (todavía) la
parafernalia abierta de la dictadura, los campos de concentración y las llamadas a la
puerta a medianoche, ciertamente tenemos amenazas y acciones que apuntan a la
supervivencia de los críticos anti-Sistema, el uso de Hacienda para poner a raya a los
disidentes, y la manipulación de la Constitución mediante un sistema judicial
subordinado al Sistema.

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Centralizar el poder político redunda en los intereses monetarios de los banqueros
internacionales —y esta centralización puede lograrse mucho mejor dentro de una
sociedad colectivizada, tal como la Rusia socialista, la Alemania nacional-socialista o
el socialismo fabiano de Estados Unidos.
No puede existir una comprensión y valoración plena de las políticas
estadounidenses del siglo veinte, ni de la política exterior, sin darse cuenta de que
esta élite financiera está, en efecto, monopolizando la política de Washington.
Caso tras caso, la nueva documentación que se presenta implica a esta élite y
confirma esta hipótesis. Las versiones revisionistas de la entrada de Estados Unidos
en la I y II Guerras Mundiales, en Corea y Vietnam, revela la influencia y objetivos
de esta élite.
Durante la mayor parte del siglo veinte, el Sistema de la Reserva Federal, en
concreto el Banco de la Reserva Federal de Nueva York (que está fuera del control
del Congreso, no auditado ni inspeccionado, con poder para imprimir dinero y crear
crédito a voluntad), ha ejercido un monopolio virtual sobre la dirección de la
economía estadounidense. En los asuntos extranjeros, el Council on Foreign
Relations (CFR), en apariencia un inocente forum de académicos, empresarios y
políticos, contiene en su interior quizás sin que lo sepan muchos de sus miembros, un
centro de poder que determina de forma unilateral la política exterior de EE.UU. El
principal objetivo de esta política exterior sumergida —y obviamente subversiva— es
la adquisición de mercados y de poder económico (de beneficios, por así decir), para
un pequeño grupo de gigantes multinacionales bajo el control virtual de unas pocas
firmas de inversión bancaria y de familias controladoras.
A través de fundaciones controladas por esta élite, las investigaciones realizadas
por dóciles y pusilánimes académicos, tanto “conservadores” como “liberales”, han
sido dirigidas hacia vías útiles para los objetivos de la élite, esencialmente para
mantener este subversivo e inconstitucional aparato de poder.
A través de las editoriales controladas por esta misma élite financiera, los libros
que no resultan bienvenidos son acallados, y los libros que les resultan útiles con
promocionados; afortunadamente la industria editorial tiene pocos obstáculos para
entrar y es competitiva casi a nivel atomístico.
A través de controlar una docena o más de los principales periódicos, dirigidos
por editores de parecido pensamiento, la información al público casi puede ser
orquestada a voluntad. Ayer, el programa espacial; hoy, una crisis energética, o una
campaña en favor de la ecología; mañana, una guerra en Oriente Medio, o alguna otra
“crisis” prefabricada.
El resultado total de esta manipulación de la sociedad por parte de la élite del
sistema han sido cuatro grandes guerras en sesenta años, una asfixiante deuda
nacional, el abandono de la Constitución, la supresión de la libertad y de la
oportunidad, y la creación de una brecha de credibilidad entre el hombre común y
Washington, D.C. Aunque el diáfano mecanismo de los dos principales partidos que

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alardean de diferencias artificiales, las convenciones estilo circo y el tópico de la
“política exterior bipartidista” hayan dejado de tener credibilidad, y la propia élite
financiera reconozca que sus políticas carecen de aceptación pública, está obviamente
preparada para seguir adelante sola sin ni siquiera el apoyo nominal del público.
En resumen, ahora tenemos que considerar y debatir si este sistema basado en
Nueva York es una fuerza subversiva funcionando con premeditación y conocimiento
para suprimir la Constitución y la libre sociedad. Esta será la tarea que tenemos por
delante en la década que sigue.

La lenta aparición de la verdad revisionista


El foro para este debate, y las bases para nuestras acusaciones de subversión son
las pruebas aportadas por el historiador revisionista. Lentamente, durante décadas,
libro a libro, casi que línea a línea, la verdad de la reciente historia ha emergido a
medida que se han publicado, investigado y analizado documentos, colocándolos
dentro de un marco histórico más válido.
Consideremos algunos ejemplos. La entrada de los estadounidenses en la
II Guerra Mundial se supone que se precipitó, según la versión del Sistema, debido al
ataque japonés a Pearl Harbor. Los revisionistas han establecido que Franklin D.
Roosevelt y el general Marshall conocían la inminencia del ataque japonés, y que no
hicieron nada para alertar a las autoridades militares de Pearl Harbor. El Sistema
quería entrar en guerra con Japón. En consecuencia, el Sistema se aseguró de que la
investigación del Congreso sobre Pearl Harbor encajase con la imagen blanqueada de
Roosevelt. En palabras de Percy Greaves, jefe de investigaciones periciales de la
minoría republicana de la Comisión Mixta del Congreso que investigaba Pearl
Harbor:

Los hechos al completo no los sabremos nunca. La mayoría de las llamadas


investigaciones han sido intentos de suprimir, engañar o confundir a quienes
buscamos la verdad. De principio a fin, los hechos y archivos han sido
retenidos a fin de revelar solo aquellos datos de información que beneficiaran
a la administración sometida a investigación. A quienes buscamos la verdad
se nos ha dicho que el resto de hechos o documentos no pueden ser revelados
porque están entrelazados con diarios personales, pertenecen a nuestras
relaciones con países extranjeros, o se ha jurado que no contienen
información valiosa[185]

Pero ése no era el primer intento de hacer entrar en la guerra a Estados Unidos, ni
el último. Los intereses de Morgan, de común acuerdo con Winston Churchill,
intentaron que EE.UU. entrase en la primera Guerra Mundial ya en 1915,
consiguiéndolo en 1917. El libro Lusitania, de Colin Thompson implica al presidente

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Woodrow Wilson en el hundimiento del Lusitania —mecanismo de terror para
generar una violenta reacción pública que arrastrase a Estados Unidos a la guerra con
Alemania. Thompson demuestra que Woodrow Wilson conocía con bastante
antelación que el Lusitania transportaba seis millones de cartuchos de munición
además de explosivos, y que por tanto “los pasajeros que se proponían embarcar en
aquel navío estarían navegando violando las leyes de este país”[186].
La Comisión de Investigación británica a cargo de Lord Mersey tenía
instrucciones del gobierno británico de que “se considere politicamente conveniente
que el capitán Turner, el patrón del Lusitania, sea el principal responsable a culpar
por el desastre”.
En retrospectiva, dada la evidencia de Colin Thompson, la culpabilidad es más
justo que se atribuya al presidente Wilson, al “Coronel” House, a J.P. Morgan, y a
Winston Churchill; esta élite conspiratoria debería ser llevada a juicio por negligencia
intencional, si no por traición. Algo que honra eternamente a Lord Mersey es que tras
haber cumplido con su “deber” siguiendo instrucciones del gobierno de Su Majestad,
y culpabilizando al capitán Turner, dimitiera, rechazara percibir sus honorarios, y que
a partir de ese momento rechazara encargarse de las comisiones gubernamentales
británicas. A sus amigos, Lord Mersey les diría tan solo que el caso del Lusitania era
un “trabajo sucio”.
Luego en los años 1933-4 se produjo el intento por parte de la empresa Morgan
de instalar una dictadura fascista en Estados Unidos. En palabras de Jules Archer, se
planeó que fuese un golpe de estado fascista para apoderarse del gobierno
“manejándolo bajo un dictador en nombre de los banqueros e industriales de
Estados Unidos”[187]. Una vez más, surgió un único individuo valeroso, —el General
Smedley Darlington Butler, quien dio el soplo de la conspiración de Wall Street. Y
una vez más el Congreso destacó, concretamente los congresistas Dickstein y
MacCormack, por su cobarde negativa a llevar a cabo otra cosa que no fuera una
investigación simbólica de encubrimiento.

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Después de la II Guerra Mundial hemos visto la guerra de Corea, y la guerra de
Vietnam —inútiles, y sinuosas guerras que nadie ha ganado, con un coste en dólares
y vidas, sin otro propósito que el de generar contratos multibillonarios en armamento.
Definitivamente esas guerras no se lucharon para frenar el comunismo, porque el
sistema lleva cincuenta años nutriendo y subvencionando a la Unión Soviética, que a
su vez ha suministrado armamento a ambos bandos en las dos guerras: Corea y
Vietnam. Por tanto nuestro revisionismo histórico mostrará que Estados Unidos, de
forma directa o indirecta, ha armado a los dos bandos por lo menos en Corea y en
Vietnam.
En el asesinato del presidente Kennedy, por poner un ejemplo local, es difícil
encontrar hoy en día a nadie que acepte la investigación de la Comisión Warren —
excepto quizá a los propios integrantes de esa Comisión. Pero las pruebas decisivas
todavía van a seguir ocultas a la revisión pública entre 50 y 75 años. El Watergate
demostró, incluso al hombre común, que la Casa Blanca puede ser un despiadado
nido de intrigas y engaño.
De la historia más reciente, el relato de la Operación Keelhaul[188] es quizás de lo
más repulsivo. La Operación Keelhaul fue la repatriación forzosa de millones de
rusos por orden del Presidente Dwight D. Eisenhower (entonces General), en
violación directa de la Convención de Ginebra de 1929 y de la arraigada tradición

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estadounidense de asilo político. La Operation Keelhaul, infringiendo todas nuestras
ideas de elemental decencia y de libertad individual, fue llevada a cabo siguiendo
órdenes directas del General Eisenhower y, ahora podemos presuponer que formaba
parte de un programa de largo alcance para fomentar la colectivización, ya fuera con
el comunismo soviétivo, el nazismo de Hitler o el Nuevo Trato de Franklin Delano
Roosevelt. Pero hasta la reciente publicación de las pruebas documentales de Julius
Epstein, cualquiera que se atreviera a sugerir que Eisenhower hubiera traicionado a
millones de individuos inocentes por motivos políticos era brutalmente atacado sin
piedad[189].
Lo que esta revisión de la historia nos enseña realmente es que nuestra voluntad
como ciudadanos individuales de hacer dejación del poder político a una élite le ha
costado al mundo aproximadamente doscientos millones de personas asesinadas
desde 1820 hasta 1975. Sumemos a eso la indescriptible miseria de los campos de
concentración, los prisioneros políticos, la supresión y la opresión de aquellos que
intentan sacar la verdad a la luz.
¿Cuando se detendrá todo esto? No lo hará hasta que consideremos este sencillo
axioma: el sistema de poder continúa durante tanto tiempo como los individuos
quieren que continúe, y seguirá así en tanto y cuanto los individuos intenten
conseguir algo por nada. El día que una mayoría de individuos declare, o actúe como
que no quiere nada del gobierno, declare que cuidará de su propio bienestar e
intereses, entonces ese día las élites de poder están acabadas. La atracción de
“aceptar” a las élites de poder es la atracción de algo por nada. Es el cebo. El sistema
siempre ofrece algo por nada; pero ese algo se le arrebata a alguien, en forma de
impuestos o de expolio, y se da como recompensa en cualquier otro lugar a cambio
de apoyo político.
Las crisis y guerras periódicas son utilizadas para estimular el apoyo de más
ciclos de expolio-recompensa los cuales, en efecto, estrechan el lazo alrededor de
nuestras libertades individuales. Y desde luego, de académicos que chupan del bote,
empresarios amorales, y simples parásitos dispuestos a ser receptores no productivos
de los expolios, tenemos en abundancia.
Si paramos la rueda de expolios, las recompensas inmorales y las estructuras
elitistas colapsarán. Pero ni el asesinato ni el expolio cesarán hasta que no haya una
mayoría que reúna la valentía moral y la fortaleza interior para rechazar el juego de
algo-por-nada, y reemplazarlo con asociaciones de voluntarios, comunidades de
voluntarios, un gobierno local y sociedades descentralizades.

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Apéndice A

Programa del Partido nacional​socialista Obrero Alemán[*]


Nota: Este programa es importante porque demuestra que la naturaleza del
nazismo se conocía ya por lo menos desde 1920.

EL PROGRAMA
El programa del Partido Obrero Alemán está limitado en cuanto a su ejercicio. Los líderes no intentan, una vez
logrados los objetivos anunciados en el mismo, establecer nuevos objetivos, simplemente a fin de incrementar
artificialmente el descontento de las masas, y de garantizar la existencia continuada del Partido.
1. Exigimos la unión de todos los alemanes para formar una Gran Alemania basada en el derecho a la
autodeterminación que disfrutan las naciones.
2. Exigimos igualdad de derechos para el pueblo alemán en sus acuerdos con las demás naciones, y la abolición
del Tratado de Paz de Versalles y St. Germain.
3. Exigimos tierra y territorio (colonias) para el sustento de nuestro pueblo y para el asentamiento de nuestro
excedente de población.
4. Nadie excepto los miembros de la nación pueden ser ciudadanos del Estado. Nadie excepto aquellos con
sangre alemana, sea cual sea su religión, pueden ser miembros de la nación. Por tanto, ningún judío puede ser
miembro de la nación.
5. Nadie que no sea ciudadano del Estado puede vivir en Alemania, excepto en calidad de visitante, y debe
contemplarse como estando sujeto a leyes extranjeras.
6. El derecho a votar el gobierno del Estado y la legislación ha de ser disfrutado solo por los ciudadanos del
Estado. Exigimos por tanto que todos los nombramientos oficiales, sean de la clase que sean, ya sean en el
Reich, provincias o en pequeñas localidades, deben ser otorgados únicamente a ciudadanos del Estado. Nos
oponemos al corrupto hábito del Parlamento de llenar las vacantes simplemente con miras a las consideraciones
de partido y sin consultar el carácter o capacidad.
7. Exigimos que el Estado tenga como primer deber el promover la industria y el medio de vida de los
ciudadanos del Estado. Si no es posible alimentar a toda la población del Estado, los nacionales extranjeros (no
ciudadanos del Estado) deben ser excluidos del Reich.
8. Debe evitarse toda inmigración no alemana. Exigimos que todos los no alemanes que entraron en Alemania
con posterioridad al 2 de agosto de 1914, sean inmediatamente obligados a abandonar el Reich.
9. Todos los ciudadanos del Estado serán iguales en lo relativo a derechos y obligaciones.
10. El primer deber de cada ciudadano del Estado debe ser trabajar con su mente o con su cuerpo. Las
actividades del individuo no pueden estar en conflicto con los intereses de la totalidad, sino que deben proceder
dentro del marco de la comunidad y ser para el bien común.
Por tanto exigimos:
11. La abolición de todos los ingresos que no procedan del trabajo.
ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD DEL INTERÉS
12. A la vista del enorme sacrificio de la vida y la propiedad que cada guerra exige de una nación, el
enriquecimiento debido a una guerra debe ser contemplado como un crimen contra la nación. Exigimos por
tanto que sean confiscadas implacablemente todas las ganancias obtenidas por guerra.
13. Exigimos la nacionalización de todos los negocios que hasta el momento se han constituido como empresas
(Trusts)
14. Exigimos que los beneficios del comercio mayorista sean repartidos
15. Exigimos un desarrollo amplio de provisiones para la vejez.

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16. Exigimos la creación y mantenimiento de una clase media saneada, la apropiación comunitaria del total de
instalaciones de negocio, y su arredamiento a precios económicos a pequeños comerciantes, y que se muestre
extrema consideración a todos los pequeños proveedores por parte del Estado, las autoridades de distrito y las
localidades más pequeñas.
17. Exigimos una reforma agraria adecuada a nuestras necesidades nacionales, aprobando una ley para que se
confisque sin compensación la tierra para propósitos comunales; la abolición del interés en los préstamos
agrarios, y se impida todo tipo de especulación con la tierra.
18. Exigimos la persecución implacable de aquellos cuyas actividades sean nocivas para el interés común. Los
sórdidos criminales contra la nación, usureros, especuladores, etc., deben ser castigados con la muerte, sea cual
sea su religión o su raza.
19. Exigimos que la Ley Romana, que sirve al orden mundial materialista, sea reemplazada por un sistema legal
para toda Alemania.
20. Con el objetivo de que todo alemán capaz y laborioso tenga abierta la posibilidad de acceder a la enseñanza
superior y pueda así progresar, el Estado debe considerar una reconstrucción total de nuestro sistema de
educación nacional. El historial de todos los centros de enseñanza debe ser puesto en consonancia con las
necesidades de la vida práctica. La comprensión de la idea de Estado (sociología del Estado) debe ser un
objetivo escolar, empezando con el alborear de la inteligencia en el pupilo. Exigimos que el desarrollo de los
niños dotados que procedan de padres pobres, sea cual sea su clase u ocupación, corra a cargo del Estado.
21. El Estado debe ocuparse de elevar el estado sanitario de la nación protegiendo a madres y niños,
prohibiendo el trabajo infantil, incrementando la eficiencia corporal mediante la gimnasia y el deporte
obligatorios establelcidos por ley, y con un amplio apoyo a clubs comprometidos con el desarrollo corporal de
los jóvenes.
22. Exigimos la abolición de un ejército pagado, y la formación de un ejército nacional.
23. Exigimos una guerra legal contra la mentira política consciente y su divulgación en la prensa. A fin de
facilitar la creación de una prensa nacional alemana, exigimos:
(a) que todos los editores de periódicos y sus ayudantes, empleando la lengua alemana, sean miembros de la
nación;
(b) que se requiera un permiso especial del Estado antes de que puedan aparecer periódicos no alemanes. Estos
son aquellos no necesariamente impresos en idioma alemán;
(c) que se prohíba por ley a los no alemanes que participen financieramente o que influyan en los periódicos
alemanes, y que la multa por contravenir la ley sea la supresión de cualquier periódico de este tipo y la
inmediata deportación de todos los no alemanes involucrados en ello.
Debe estar prohibido publicar periódicos que no conduzcan al bienestar nacional. Exigimos la persecución legal
de todas las tendencias en arte y literatura de una clase susceptible a desintegrar nuestra vida como nación, y la
supresión de las instituciones que militen contra los requerimientos arriba mencionados.
24. Exigimos libertad para todas las denominaciones religiosas en el estado, en tanto y cuanto no sean un
peligro para el mismo y no militen contra los sentimientos morales de la raza alemana. El partido, como tal,
apoya la cristiandad positiva, pero no se vincula en materia de credo a ninguna confesión particular. Combate el
espíritu materialista judío, dentro y fuera de nosotros, y está convencido de que nuestra nación solo puede
lograr una fortaleza permanente desde el interior sobre el principio del: BIEN COMÚN ANTEPUESTO AL
INTERÉS PERSONAL.
25. Para que todo lo anterior pueda ser llevado a cabo exigimos la creación de un poder central fuerte del
Estado. La autoridad incuestionada del Parlamento políticamente centralizado sobre todo el Reich, y su
organización; y la formación de Cámaras para las clases y ocupaciones con el propósito de cumplir las leyes
generales promulgadas por el Reich en los diversos Estados de la confederación. Los líderes del Partido juran ir
directamente adelante —si es necesario con el sacrificio de sus vidas— para garantizar que se consiguen todos
los puntos anteriores.
Munich, 24 de febrero de 1920.

www.lectulandia.com - Página 156


Apéndice B

Declaración jurada de Hjalmar Schacht[*]


Yo, el Dr. Hjalmar Schacht, tras haber sido avisado de que se me sancionará si incurro en falso testimonio, en el
presente documento declaro bajo juramento, por propia voluntad y sin haber sido coaccionado, lo siguiente:
Los importes aportados por los participantes a la reunión del 20 febrero de 1933 en el domicilio de Goering
fueron pagados por ellos a los banqueros Delbruck, Schickler & Co., de Berlín, en el haber de la cuenta
“Nationale Treuhand” (que puede traducirse como National Trusteeship). Se acordó que yo quedaba autorizado
para disponer de esta cuenta, que yo he manejado como administrador, y que en caso de mi muerte, o de que mi
labor como administrador finalizase por cualquier otra causa, Rudolf Hess quedaría autorizado a disponer de la
cuenta.
Yo dispuse de los importes de esta cuenta extendiendo cheques al Sr. Hess. No sé realmente lo que el Sr. Hess
hizo con el dinero.
El 4 de abril de 1933 cerré la cuenta con Delbruck, Schickler & Co. y transferí el saldo a la “Cuenta Ic” con el
Reichsbank que estaba a mi nombre. Posteriormente recibí la orden directamente de Hitler, de que estaba
autorizado por la asamblea del 20 de febrero de 1933 a disponer de los importes recogidos, o a través de Hess,
su segundo, a pagar el saldo de casi 600.000 marcos a Ribbentrop.
He leído cuidadosamente esta declaración jurada (una página) y la he firmado. He realizado las correcciones
oportunas de mi propio puño y letra, y he rubricado cada corrección en el margen de la página. Declaro aquí
bajo juramento que lo que he afirmado es toda la verdad a mi leal saber y entender.
(firmado) Dr. Hjalmar Schacht
12 agosto 1947

En una declaración jurada posterior de 18 de agosto 1947 (N1-9764, Pros. Ex 54),


Schacht declaró lo siguiente en relación al interrogatorio anterior:

“Realicé todas las declaraciones que aparecen en el presente interrogatorio a


Clifford Hyanning, un investigador financiero de las Fuerzas
Estadounidenses, por propia voluntad y sin coacción alguna. Hoy he releído
el interrogatorio y puedo declarar que todos los hechos contenidos en el
mismo son verdaderos a mi leal saber y entender. Declaro esto bajo
juramento y he declarado toda la verdad a mi leal saber y entender”.

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Apéndice C

Entradas en la cuenta del “National Trusteeship”[*]

NATIONAL TRUSTEESHIP REICHSBANK


Presidente DR. HJALMAR SCHACHT
Berlín ​ ZEHLENDORF

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23 Debibk (Deutsche Bank Diskonto​Gesellschaft) Verein fuer die bergbaulichen
200.000,00
Feb. Interessen, Essen
24 Transferencia a la cuenta de Rudolf Hess, actualmente en Berlín 100.000,00
24 Karl Herrmann 150.000,00
24 Automobile Exhibition, Berlín 100.000,00
25 Director A. Steinke 200.000,00
25 Demag A.G., Duisberg 50.000,00
27 Telefunken Gesellschaft ruer draht lose Telegraphie Berlín 85.000,00
Osram G.m.b.H., Berlín 40.000,00
Bayerische Hypotheken​und Wech selbank, oficina de Munich, Kauflingerstr. A favor de
27 100.000,00
Verlag Franz Eher Nachf, Munich
27 Transferencia a la cuenta de Rudolf Hess, Berlín 100.000,00
28 I.G. Farbenindustrie A.G. Frankfurt/M 400.000,00
28 Gastos telégrafo por la transferencia a Munich 8,00
1
Su pago 125.000,00
Mar.
Transf. por telegr. al Bayerische Hypotheken​und Wechselbank, Munich oficina de,
2 400.000,00
Bayerstr. Para la cuenta de Josef Jung
Gastos del telegrama de la transf. 23,00
Transferencia a la cuenta de Rudolf Hess 300.000,00
2 Reembolso de Director Karl Lange, Berlín 30.000,00
3 Reembolso de Dir. Karl Lange, cuenta de 'Maschinen​industrie' 20.000,00
Reembolso de Verein ruer die bergbaulichen Interessen, Essen 100.000,00
Reembolso de Karl Herrmann,Berlín, Dessauerstr. 28/9 150.000,00
Reembolso de Allgemeine Elektrizitaetsgesellschaft, Berlín 60.000,00
7 Reembolso del General​direktor Dr. F. Springorum, Dortmund 36.000,00
Transf. de Reichsbank: Bayerische Hypotheken​und Wechselbank, oficina de
8 100.000,00
Kauffingerstr.
8 Bayerische Hypotheken​und Wechselbank, Munich, oficina de Bayerstr.
Transferencia a la cuenta de Rudolf Hess 250.000,00
10 Accumulatoren​Fabrik A.G. Berlín 25.000,00
13 Verein f.d. bergbaulichen Interessen, Essen 300.000,00
14 Reembolso a Rudolf Hess 200.000,00
29 Reembolso a Rudolf Hess 200.000,00
4 Commerz​und Privatbank Dep. Kasse N. Berlín W.9 Potsdamerstr. 1f. Cuenta especial S
99.000,00
Abr. 29
5 Intereses según lista 1 por ciento 404,50
Facturas de teléfono 1,00
Franqueo 2,50
Saldo 72.370,00
Saldo Transferido 2.021.404,50

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Apéndice D

Carta del Ministerio de Guerra de EE.UU. a la Ethyl Corporación[*]

15 de diciembre de 1934
Prueba documental No, 144
(manuscrito) Mr. Webb ha enviado copias a los otros directores
Copia a: Mr. Alfred P. Sloan, Jr., General Motors Corp., Nueva York City,
Mr. Donaldson Brown, General Motors Corp., Nueva York City.

15 de diciembre de 1934
Mr. E. W. Webb,
Presidente de Ethyl Gasoline Corporación,
185 E, 42nd Street,
Nueva York City.

Apreciado Mr. Webb:


Hoy he sabido, a través de la división de productos químicos orgánicos, que la Ethyl Gasoline Corporación
tiene previsto formar una empresa alemana con I.G. para fabricar Etilo de plomo en ese país.
Acabo de pasar dos semanas en Washington, con buena parte de ese tiempo dedicado a criticar el intercambio
de conocimiento químico, que pudiera tener valor militar, con empresas extranjeras. Una cesión de información
de este tipo por parte de una empresa industrial podría tener repercusiones de lo más graves. La Ethyl Gasoline
Corporación no sería ninguna excepción, de hecho, probablemente sería elegida para atacarla especialmente a
causa de la propiedad de sus acciones.
A simple vista podría parecer que la cantidad de Etilo de plomo utilizado para fines comerciales en Alemania
sería demasiado pequeña para ir tras ello. Se ha afirmado que Alemania se está armando en secreto. El Etilo de
plomo sin duda sería valioso para los aviones militares.
Le escribo esto para decirle que en mi opinión ni usted ni nadie de la Junta de Directores de la Ethyl Gasoline
Corporación debería revelar ningún secreto ni 'conocimiento' a Alemania en relación con la fabricación del
tetraetilo de plomo.
Estoy al corriente de que será aconsejado a través de la División de Tinturas de la necesidad de revelar la
información que ha recibido de Alemania a los oportunos funcionarios del Ministerio de Guerra.
Sinceramente suyo,

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Apéndice E

Extracto del Diario de Morgenthau (Alemania)[*]

En relación a Sosthenes Behn, de I.T.T.


16 de marzo de 1945 ​ ​ 11:30 a.m.
REUNIÓN DE GRUPO

Bretton Woods — I.T.&T. — Compensaciones


Presentes:
Mr. White
Mr. Fussell
Mr. Feltus
Mr. Coe
Mr. DuBois
Mrs. Klotz

H.M. Jr.: ​ Frank, ¿puedes hacernos un breve resumen del tema de I.T.&T.?
Mr. Coe: ​ Sí señor. A propósito, ayer o hace pocos días I.T. &T. transfirió u obtuvo 15 millones de dólares de
sus deudas, pagaderos a ellos por el gobierno español, y ellos estaban autorizados a hacerlo bajo nuestro
permiso general, por lo que es correcto. Sin embargo, es parte de su representación para nosotros, parte de un
trato para la venta de la empresa en España, por lo que con eso están intentando obligarnos. Bin, la propuesta
que nos vienen planteando desde hace años, en diferentes formas, ahora toma esta forma. Pueden conseguir sus
efectos a cobrar saldados en dólares, cosa que hasta ahora decían que no habían podido —o sea 15 millones de
dólares ahora y 10 millones de dólares, u 11 millones, más tarde. Ellos venderán la empresa a España y a
cambio obtendrán un valor de 30 millones en bonos —bonos del gobierno español— que deberán ser
amortizados durante un número de años y a duras penas a un ritmo de 2 millones por año, y ellos van a recibir
el 90% de esas exportaciones a fin de amortizar los bonos más rápido, si han de exportarlo a Estados Unidos.
H. M. Jr.: ​ Como el comerciante de valores convertibles que mencioné antes en mi discurso.
Mr. Coe: ​ Correcto. El gobierno español. Lo están deseando, dicen que son capaces de conseguir garantías del
gobierno español, de que esto no será, de que las acciones que el gobierno español pretenden revender no irán a
parar a nadie de la lista negra, y todo eso. En algunas de las negociaciones que hemos tenidos con ellos en las
últimas semanas, estaban deseando seguir adelante con esto. Nuestras dudas en este asunto se relacionan con
dos cosas; primero, que no se puede confiar en Franco, y de que si son capaces —si Franco es capaz de vender
50 millones de dólares del valor de las acciones de esta empresa en España en el próximo lapso de tiempo,
también puede muy bien venderlo a intereses pro​alemanes. Parece dudoso que fuera capaz de deshacerse de
ello con los españoles, por tanto esto es lo primero. Lo segundo no podemos documentarlo demasiado, pero
creo que está más marcado en mi mente que en las de los de fondos exteriores y de los abogados. Tampoco creo
que podamos confiar realmente en Behn.
Mr. White: Sin duda no se puede.
Mr. Coe: ​ Tenemos aquí el archivo de las entrevistas, que se remontan bastante atrás, que algunos de sus
hombres tuvieron con Behn —Klaus fue uno de ellos— en las cuales Behn decía que había mantenido
conversaciones con Goering, con la propuesta de que Goering mantuviera la propiedad de I.T.&T. en Alemania,
y como pueden recordar, I.T.&T. intentó aquí comprar General Aniline y convertirla por lo tanto en una
empresa estadounidenses, y eso forma parte del trato en el que Behn le dijo a State y a nuestros abogado con
toda franqueza, que había discutido. Pensó que proteger la propiedad era totalmente correcto: eso fue antes de
que entrásemos en la guerra,
H. M., Jr.: ​ No lo recuerdo,
Mr. Coe: ​ Ahora el hombre a cargo de sus propiedades es Westrick, que recuerda que vino aquí y que estuvo
involucrado con Texaco. Ellos intentaron de todas las maneras posibles amañar anteriormente algún trato para
escapar. Están liados con los principales grupos alemanes, etc. Por otro lado, el Ministerio de Asuntos

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Exteriores ha utilizado al Coronel Behn como emisario en varias ocasiones, y creo que personalmente mantiene
muy buenas relaciones con Stettinius. Exteriores nos habló de esta carta diciéndonos que no tienen objeciones.
Anteriormente le propusimos —la carta que le envié sugiriéndole que le preguntara a Exteriores, si en vista de
nuestros objetivos de asilo seguro todavía decían que sí. Confío tras hablar con ellos por teléfono hace uno o
dos días, que responderán por escrito y dirán que sí, que todavía piensan que es un buen trato.
H. M., Jr.: ​ Esta es la postura en la que estoy. Como saben, caballeros, ahora estoy desbordado y no puedo
ocuparme de esto personalmente, y creo que tendremos que dejar la cosa para el Ministerio de Exteriores, y si
ellos quieren autorizarlo, está bien.
Mr. Coe: ​ Entonces deberíamos autorizarlo ahora.
Mr. White: ​ Primero debería usted conseguir una carta. Concuerdo con el punto de vista del secretario de que
este tipo Behn no es de confianza inmediata. Hay algo en este trato que parece sospechoso, y lo ha sido durante
el último par de años que llevamos arrastrándolo. Sin embargo, una cosa es pensar eso y otra defenderlo ante la
presión que se aplicará aquí, con lo que ellos están intentando privar a la empresa de ese acuerdo comercial,
pero pienso que lo que deberíamos hacer es dejar constancia al Ministerio de Exteriores de que en vista de un
proyecto de refugio seguro no piensen que hay ningún peligro en estos activos —yo les citaría algunos de ellos,
explicando detalladamente lo de la carta. Los grabaría e incluso les asustaría un poco y resistiría; como mínimo
ellos habrán tenido la anotación y usted les habrá llamado la atención sobre esos peligros. De todas maneras
este tipo Behn odia nuestras agallas. Nos hemos mantenido entre él y los tratos por lo menos desde hace 4 años.
H. M., Jr.: ​ Sigue con lo que dijo White. Algo en la línea de: “Apreciado Sr. Stettinius; Estoy preocupado con
estas cosas debido a los siguientes hechos, y me gustaría que me aconsejase si deberíamos o no…”.
Mr. White: ​ “En vista del peligro de que activos alemanes puedan estar camuflados aquí, el futuro” y dejemos
que el vuelva y diga, “No”, y le vigilaremos
Mr. Coe: ​ Dijimos que queríamos darle algo a Acheson el lunes.
H. M., Jr.: ​ Y si me lo tienes preparado para mañana por la mañana, lo firmaré.
Mr. Coe: ​ De acuerdo

Este memorando es importante porque acusa a Sosthenes Behn de intentar llevar


a cabo tratos entre bastidores en la Alemania Nazi “durante por lo menos 4 años” —
es decir, mientras el resto de EE.UU. estaba en guerra, Behn y sus amigos todavía
estaban haciendo negocios como si nada con Alemania. Este memorando apoya la
evidencia presentada en los capítulos 5 y 9 relativa a la influencia de I.T.T. en el
círculo interior de Himmler, e incluye a Herman Goering en la lista de contactos de
I.T.T.

www.lectulandia.com - Página 162


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Notas

www.lectulandia.com - Página 168


[1] Congreso de Estados Unidos – Sesiones del Senado ante un Subcomité del Comité

de Asuntos Militares. Eliminación de recursos alemanes para la guerra. Informe de


conformidad a S. Res. 107 y 146, de 2 de julio de 1945, Parte 7, (78º Congreso y 79º
Congreso), (Washington: Imprenta del gobierno, 1945), citado a partir de ahora como
Eliminación de recursos alemanes. <<

www.lectulandia.com - Página 169


[2] Eliminación de recursos alemanes, p. 174. <<

www.lectulandia.com - Página 170


[3]
Gabriel Kolko, “American Business and Alemania, 1930-1941”, The Western
Political Quarterly, Volume XV, 1962. <<

www.lectulandia.com - Página 171


[4] Ibid, p. 715. <<

www.lectulandia.com - Página 172


[5] Carroll Quigley, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 173


[6] Ibid, p. 308. <<

www.lectulandia.com - Página 174


[7] Carroll Quigley, op. cit., p. 309. <<

www.lectulandia.com - Página 175


[8] Fritz Thyssen, I Paid Hitler, (Nueva York: Farrar & Rinehart, Inc., n.d.), p. 88. <<

www.lectulandia.com - Página 176


[9] Consejo del Grupo de Control de EE.UU. (Alemania), Oficina del Director de

Inteligencia, Informe de Inteligencia No. EF/ME/1, 4 setiembre 1945. Ver también


Hjalmar Schacht, Confessions of “the old Wizard”, (Boston: Houghton Mifflin,
1956). <<

www.lectulandia.com - Página 177


[10] Hjalmar Schacht, op cit., p. 18. Fritz Thyssen añade, “Ya en aquel momento, el

Sr. Dillon, un banquero de Nueva York de origen judío al que admiro mucho, me dijo
‘en su lugar, yo no firmaría el plan’”. <<

www.lectulandia.com - Página 178


[11] Ibid, p. 282. <<

www.lectulandia.com - Página 179


[12] James Stewart Martin, op. cit., p. 70. <<

www.lectulandia.com - Página 180


[13] Ver el capítulo siete para tener más detalles sobre los préstamos de Wall Street a

la industria alemana. <<

www.lectulandia.com - Página 181


[14] Robert R. Kuczynski, Bankers Profits from German Loans (Washington, D.C.:

Brookings Institution, 1932), p. 127. <<

www.lectulandia.com - Página 182


[15] Ver Gabriel Kolko, op. cit., para los numerosos ejemplo. <<

www.lectulandia.com - Página 183


[16] En 1956 el Chase y el Manhattan se fusionaron para convertirse en el Chase

Manhattan Bank. <<

www.lectulandia.com - Página 184


[17] Las empresas alemanas tienen dos pilares en la junta de directores. Aufsichtsrat

(consejo de administración) se ocupa de la supervisión total, incluyendo la política


financiera, en tanto que Vorstand (consejo de dirección) se dedica a la gestión
cotidiana. <<

www.lectulandia.com - Página 185


[18] Extraído de Der Farben-Konzern 1928, (Hoppenstedt, Berlín: I928), pp. 4-5. <<

www.lectulandia.com - Página 186


[19] Eliminación de recursos alemanes p. 943. <<

www.lectulandia.com - Página 187


[20] Ibid., p. 945. <<

www.lectulandia.com - Página 188


[21] New York Times, 21 octubre 1945, Sección 1, pp. 1, 12. <<

www.lectulandia.com - Página 189


[22] Ibid., p. 947. <<

www.lectulandia.com - Página 190


[23] Eliminación de recursos alemanes. <<

www.lectulandia.com - Página 191


[24] Hoy en día se conoce mucho mejor a Bernardo por su papel de presidente de las

reuniones secretas denominadas de Bilderberger. Ver Congreso de EE.UU.,Cámara de


Representantes, Comité Especial de Actividades Antiamericanas, Investigation of
Nazi Propaganda Activities and Investigation of Certain other Propaganda Activities.
73º Congress, 2ª Sesión, Audiencias No. 73-DC-4. (Washington: Imprenta del
gobierno, 1934), Volumen VIII, p. 7525. <<

www.lectulandia.com - Página 192


[25] Ibid. p. 949. <<

www.lectulandia.com - Página 193


[26] Ibid., p. 952. <<

www.lectulandia.com - Página 194


[27] Ibid., p. 1293. <<

www.lectulandia.com - Página 195


[28] Ibid., p. 954. <<

www.lectulandia.com - Página 196


[29] Ibid., p. 954. <<

www.lectulandia.com - Página 197


[30] Ibid., pp. 954-5. <<

www.lectulandia.com - Página 198


[31] Congreso de EE.UU. Cámara de Representantes, Comité Especial de Actividades

Antiamericanas, Investigation of Nazi Propaganda Activities and Investigation of


Certain Other Propaganda Activities, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 199


[32] Ibid., p. 178. <<

www.lectulandia.com - Página 200


[33] Ibid., p. 183. <<

www.lectulandia.com - Página 201


[34] Henry H. Schloss, The Bank for International Settlements (Amsterdam: North

Holland Publishing Company, 1958). <<

www.lectulandia.com - Página 202


[35] Para los detalles técnicos ver los tres volúmenes del estudio. Antony C. Sutton,

Western Technology and Soviet Economic Development, (Stanford, California:


Hoover Institution Press, 1968, 1971), 1973), que hemos citado aquí como las Series
de Tecnología Occidental (Western Technology Series). <<

www.lectulandia.com - Página 203


[36] (Nueva York: Arlington House Publishers, 1975). <<

www.lectulandia.com - Página 204


[37] New York Times, 6 octubre 1936. Vertambién, Antony C. Sutton, Wall Street and

Franklin Delano Roosevelt, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 205


[38]
Desde luego, las súplicas de socialismo de los empresarios siguen vigentes.
Contemplemos si no las indignadas quejas cuando el presidente Ford propuso la
desregulación de las aerolíneas y los transportes por camión. Ver por ejemplo el Wall
Street Journal, de 25 de noviembre de 1975. <<

www.lectulandia.com - Página 206


[39] Traducción mimeografiada en la Biblioteca de la Institución Hoover, p. 67. Ver

también Walter Rathenau, In Days to Come, (Londres: Allen & Unwin, n.d.) <<

www.lectulandia.com - Página 207


[40] Ibid., p. 249. <<

www.lectulandia.com - Página 208


[41] National Broadcasting Company (NBC - red de radio y TV de EE.UU.). <<

www.lectulandia.com - Página 209


[42] Radio Keith Orpheum (RKO), el mayor estudio cinematográfico convertido en el

principal centro de entretenimiento. <<

www.lectulandia.com - Página 210


[43] New York Times, 2 julio 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 211


[44] Ibid., julio de 28, 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 212


[45] Ibid., 2 agosto 1929, y 4 agosto 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 213


[46] Ibid., 6 agosto 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 214


[47] Ibid., 2 febrero 1930. <<

www.lectulandia.com - Página 215


[48] Ibid., 2 febrero 1930. <<

www.lectulandia.com - Página 216


[49] Ibid., 11 mayo 1930. Para las maquinaciones pre-guerra de la General Electric,

Osram, y la empresa holandesa N.V. Philips Gloeilampenfabrieken, de Eindhoven,


Holanda, ver el capítulo 11, “Electric Eels”, en la obra citada de James Stewart
Martin. Martin era jefe de la División Económica de Guerra del Ministerio de Justicia
de EE.UU. , y comenta que “La A.E.G. de Alemania estaba controlada
mayoritariamente por la empresa estadounidense General Electric”. Lo que este
autor supone es que la influencia de la General Electric fue algo menos importante
que controlar, pero bastante importante. A causa del cargo oficial de Martin, y de su
acceso a documentos oficiales, no conocidos por el autor, esta declaración de que la
A.E.G. estaba “mayoritariamente controlada” por la General Electric de EE.UU. no
puede ser tomada a la ligera. Sin embargo, si aceptamos que la General Electric
“controlaba mayoritariamente” a la A.E.G., entonces surgen graves preguntas que
claman ser investigadas. A.E.G. fue el principal financiador de Hitler, y el “control”
implicaría que la empresa matriz de EE.UU. estaría mucho más profundamente
implicada de lo que sugieren las evidencias presentadas aquí. <<

www.lectulandia.com - Página 217


[50] Hijo de Emil Rathenau, fundador de A.E.G., nacido en 1867 y asesinado en 1922.

<<

www.lectulandia.com - Página 218


[51]
La Investigación sobre Bombardeo Estratégico de Estados Unidos, German
Electrical Equipment Industry/Report, (División de Equipamiento, enero de 1947), p.
4. <<

www.lectulandia.com - Página 219


[52] La Investigación sobre Bombardeo Estratégico de Estados Unidos, Plant Report

of A.E.G. (Allgemeine Elektrizitats Gesellschaft), Nuremberg, Alemania: Junio 1945),


p. 6. <<

www.lectulandia.com - Página 220


[53] 17 - p. 3. En consecuencia, “la producción durante la guerra fue adecuada hasta

noviembre de 1944” y “en opinión de los ayudantes de Speer y de los oficiales de la


fábrica, el esfuerzo de guerra en Alemania nunca fue obstaculizado de forma
importante por la escasez de equipamiento eléctrico”. Las dificultades surgieron solo
en el mismo final de la guerra, cuando toda la economía estaba amenazada con el
colapso. El informe concluía diciendo: “Se podría decir pues que las necesidades
más importantes de equipamiento eléctrico en 1944 fueron satisfechas, puesto que los
planes siempre fueron optimistas”. <<

www.lectulandia.com - Página 221


[54] 18 - La Investigación sobre Bombardeo Estratégico de Estados Unidos, AEG-

Ostlandwerke GmbH, por Whitworth Ferguson, 31 mayo 1945. <<

www.lectulandia.com - Página 222


[55] En 1935, John D. Rockefeller, Jr. poseía acciones por valor de 245 millones de

dólares de la Standard Oil de New Jersey, la Standard Oil de California, y la Socony-


Vacuun Company. New York Times, 10 de enero 1935. <<

www.lectulandia.com - Página 223


[56] Eliminación de Recursos Alemanes, op cit., p. 1085. <<

www.lectulandia.com - Página 224


[57] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 225


[58] NMT, caso I.G. Farben, p. 1304. <<

www.lectulandia.com - Página 226


[59] New York Times, 28 abril 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 227


[60] Ibid.,. <<

www.lectulandia.com - Página 228


[61] Ibid., 24 noviembre 1929. <<

www.lectulandia.com - Página 229


[62] NMT, caso I.G. Farben, Volúmenes VII y VIII, pp. 1304-1311, <<

www.lectulandia.com - Página 230


[63] Ver la carta del Ministerio de guerra de EE.UU. reproducida como Apéndice D.

<<

www.lectulandia.com - Página 231


[64] Congreso de Estados Unidos. Senato. Sesiones ante el Subcomité del comité de

Asuntos Militares. Scientific and Technical Mobilization, (78º Congreso, 1.ª sesión, S.
702), Parte 16, (Washington: Imprenta del gobierno, 1944), p. 939. Citada de ahora
en adelante como Scientific and Technical Mobilization (Movilización científica y
técnica). <<

www.lectulandia.com - Página 232


[65] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 233


[66] Anuario de hidrocarburos y petróleo, 1938, p. 89. <<

www.lectulandia.com - Página 234


[67] New York Times, 19 octubre 1945, p. 9. <<

www.lectulandia.com - Página 235


[68] George W. Stocking & Myron W. Watkins, Cartels in Action, (Nueva York: The

Twentieth Century Fund, 1946), p. 9. <<

www.lectulandia.com - Página 236


[69] Para los documentos originales, ver NMT, caso I.G. Farben, Volumen VIII, pp.

1189-94. <<

www.lectulandia.com - Página 237


[70] NMT, caso I.G. Farben, Volumen VIII, p. 1264-5. <<

www.lectulandia.com - Página 238


[71] Scientific and Technical Mobilization, p. 543. <<

www.lectulandia.com - Página 239


[72]
Robert Engler, The Politics of Oil, (Nueva York: The MacMillan Company,
1961), p. 102. <<

www.lectulandia.com - Página 240


[73] Para detalles ver el capítulo nueve. <<

www.lectulandia.com - Página 241


[74] Para una excelente revisión de las actividades de I.T.T. en todo el mundo, ver,

Anthony Sampson, The Sovereign State of I.T.T., (Nueva York: Stein & Day, 1973).
<<

www.lectulandia.com - Página 242


[75] Ver también Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 243


[76] New York Times, 4 agosto 1933. <<

www.lectulandia.com - Página 244


[77] Ver también capítulo nueve para la prueba documental de esos pagos de I.T.T. a

las S.S. <<

www.lectulandia.com - Página 245


[78] Eliminación de recursos alemanes p. 871. <<

www.lectulandia.com - Página 246


[79] New York Times, 20 julio 1936. <<

www.lectulandia.com - Página 247


[80] Anthony Sampson informa de una reunión entre el vicepresidente de I.T.T. ,

Kenneth Stockton y Westrick en la que se planeó la salvaguarda de las propiedades de


I.T.T. Ver Anthony Sampson, op. cit., p. 39. <<

www.lectulandia.com - Página 248


[81] No hay contenido en los informes de que Rieber recibió $20,000 de los Nazis.

Esos informes fueron investigados por el F.B.I. sin pruebas que saliera a luz. Ver el
Subcomité para Investigar la Administración de la Ley de Seguridad Interior, Comité
de lo Judicial del Senado de Estados Unidos, Morgenthau Diary (Alemania),
Volumen I, 90º Congreso, 1.ª Sesión, 20 noviembre 1967, (Washington: Imprenta del
Gobierno de EE.UU., 1967), pp. 316-8. Sobre Rieber ver también el Apéndice del
Informe del Congreso, 20 agosto 1942, p. A 1501-2, Observaciones del Honorable
John M. Coffee. <<

www.lectulandia.com - Página 249


[82] Ver las pp. 128-130 para más detalles. <<

www.lectulandia.com - Página 250


[83] James Stewart Martin, op. cit., p. 52. <<

www.lectulandia.com - Página 251


[84] 4 de junio de 1938, 2:2. <<

www.lectulandia.com - Página 252


[85]
Una relación de estos vehículos de Gorki y del número de su modelo, se
encuentra en: Antony G. Sutton, National Suicide: Military Aid to the Soviet Union,
(Nueva York: Arlington House Publishers, 1973), Table 7-2, p. 125. <<

www.lectulandia.com - Página 253


[86] La Casa Morgan era conocida por sus opiniones anti-semitas. <<

www.lectulandia.com - Página 254


[87] Página 2, Columna 8. <<

www.lectulandia.com - Página 255


[88] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 256


[89] Jonathan Leonard, The Tragedy of Henry Ford, (Nueva York: G.P. Putnam’s

Sons, 1932), p. 208. Ver también Departamento de Estado de EE.UU. - Archivo de


decimales, Archivos Nacionales Microcopia M 336, Rollo 80, Documento 862.00S/6,
“Money sources of Hitler”, un informe de la embajada de EE.UU. en Berlín. <<

www.lectulandia.com - Página 257


[90] Sobre esto ver Keith Sward, The Legend of Henry Ford, (Nueva York: Rinehart &

Co, 1948), p. 139. <<

www.lectulandia.com - Página 258


[91] New York Times, 1 de agosto de1938. <<

www.lectulandia.com - Página 259


[92] Ibid., 1 diciembre 1938, 12:2. <<

www.lectulandia.com - Página 260


[93] Ibid., 19 diciembre 1938, 5:3. <<

www.lectulandia.com - Página 261


[94] Eliminación de recursos alemanes p. 656. <<

www.lectulandia.com - Página 262


[95] Eliminación de recursos alemanes pp. 657-8. <<

www.lectulandia.com - Página 263


[96] Josiah E. Dubois, Jr., Generals in Grey Suits, (Londres: The Bodley Head, 1958),

p. 248. <<

www.lectulandia.com - Página 264


[97] Ibid. p. 249. <<

www.lectulandia.com - Página 265


[98] Ibid. p. 251. <<

www.lectulandia.com - Página 266


[99] Ibid.,. <<

www.lectulandia.com - Página 267


[100] Fuerzas Aéreas de la Armada de EE.UU., Aiming point report No I.E.2, 29 de

mayo de 1943. <<

www.lectulandia.com - Página 268


[101] Departamento de Estado de EE.UU. - Archivo de decimales, 800/61o.1. <<

www.lectulandia.com - Página 269


[102] The American Historical Review, Volume LC, NO. 4, julio de 1955, p. 830. <<

www.lectulandia.com - Página 270


[103] Ibid., fn. (2). <<

www.lectulandia.com - Página 271


[104] Penique o céntimo de marco alemán <<

www.lectulandia.com - Página 272


[105]
Eliminación de recursos alemanes, p. 648. El Albert Voegler que aparece
mencionado en la lista del Comité Kilgore de primeros patrocinadores de Hitler era el
representante alemán de la Comisión del Plan Dawes. Owen Young, de General
Electric (ver Capítulo 3) era un representante estadounidense del Plan Dawes, y fue
quien formuló el siguiente, el Plan Young. <<

www.lectulandia.com - Página 273


[106] Antony C. Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 274


[107] Preussiche Zeitung, 3 de enero de 1937. <<

www.lectulandia.com - Página 275


[108] Unos 48 millones de euros actuales. Glyn Roberts, The Most Powerful Man in

the World, (Nueva York: Covicl, Friede, 1938), p. 305. <<

www.lectulandia.com - Página 276


[109] Ibid., p. 313. <<

www.lectulandia.com - Página 277


[110] Ibid., p. 322. <<

www.lectulandia.com - Página 278


[111] Ver Chambre des Deputes — Debates, 11 febrero 1932, pp. 496-500. <<

www.lectulandia.com - Página 279


[112] EE.UU. Group Control Council (Oficina Alemana del Director de Inteligencia,

Agencia de Información de Campo, Técnico). Informe de Inteligencia No.


EF/ME/1,4 setiembre 1945. “Investigación del Dr. Fritz Thyssen”, p. 13, en lo
sucesivo citado como Investigación del Dr. Fritz Thyssen. <<

www.lectulandia.com - Página 280


[113] En Alemania se conocía al banco como Bank für Händel und Schiff. <<

www.lectulandia.com - Página 281


[114] Investigación del Dr. Fritz Thyssen. <<

www.lectulandia.com - Página 282


[115] Fritz Thyssen, I Paid Hitler, (Nueva York: Farrar & Rinehart, Inc., 1941). p. 159.

<<

www.lectulandia.com - Página 283


[116] Extraído de Bankers Directory, edición de 1932 edition, p. 2557 y de Poors,

Directory of Directors. J.L. Guinter y Knight Woolley también eran directores. <<

www.lectulandia.com - Página 284


[117] Ver Antony C. Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 285


[118] National Cyclopaedia, Volumen G, página 16. <<

www.lectulandia.com - Página 286


[119] Para una descripción de estas operaciones, basada en archivos del Departamento

de Estado, ver Antony C. Sutton, Western Technology and Soviet Economic


Development, Volumen 1, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 287


[120] Ver Antony C. Sutton, Wall Street and Franklin Delano Roosevelt. Capítulo
Nueve, “El Plan Swope”, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 288


[121] Eliminación de recursos alemanes pp. 728-30. <<

www.lectulandia.com - Página 289


[122] Para incluso otras conexiones entre la Union Banking Corp, y las empresas

alemanas, ver Ibid. pp. 728-30. <<

www.lectulandia.com - Página 290


[123] Ver Capítulo diez. <<

www.lectulandia.com - Página 291


[124] NMT, Volumen VII, p. 555. <<

www.lectulandia.com - Página 292


[125] Josiah E. Dubois, Jr., Generals in Grey Suits, op. cit., p. 323. <<

www.lectulandia.com - Página 293


[126] Original reproducido en la página 94 <<

www.lectulandia.com - Página 294


[127]
NMT, Volumen VII, p. 565. ver pág. 94 para la fotografía del documento
original. <<

www.lectulandia.com - Página 295


[128] Fritz Thyssen, I Paid Hitler, (Nueva York: Toronto: Farrat & Rinehart, Inc.,

1941). <<

www.lectulandia.com - Página 296


[129] NMT, Volumen VI, pp. 1169-1170. <<

www.lectulandia.com - Página 297


[130] NMT, Volumen VII, p. 565. <<

www.lectulandia.com - Página 298


[131]
William E. Dodd, Ambassador Dodd’s Diary, 1933-1938, (Nueva York:
Harcourt, Brace & Co., 1941), p. 360. <<

www.lectulandia.com - Página 299


[132] Ernst Hanfstaengl, Unheard Witness, (Nueva York: J.B. Lippincott, 1957), p. 28.

<<

www.lectulandia.com - Página 300


[133] Ibid., p. <<

www.lectulandia.com - Página 301


[134] Ibid., p. 52. <<

www.lectulandia.com - Página 302


[135] Ibid., p. 53. <<

www.lectulandia.com - Página 303


[136] Ibid., p. 59. <<

www.lectulandia.com - Página 304


[137] Ibid., p. 122. <<

www.lectulandia.com - Página 305


[138] Ibid.,., p. 214. <<

www.lectulandia.com - Página 306


[139] Ladislas Farago, The Game of the Foxes, (Nueva York: Bantam, 1973), p. 97. <<

www.lectulandia.com - Página 307


[140] Ibid., p. 106. <<

www.lectulandia.com - Página 308


[141] Ernst Hanfstaengl, Unheard Witness, op. cit., p. 76. <<

www.lectulandia.com - Página 309


[142] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 310


[143] Ibid., pp. 310-11. <<

www.lectulandia.com - Página 311


[144] Dustbin report EF/Me/1. Interview of Thyssen, p. 13. <<

www.lectulandia.com - Página 312


[145] Hjalmar Horace Greeley Schacht, Confessions of “The Old Wizard”, (Boston:

Houghton Mifflin, 1956), p. 276. <<

www.lectulandia.com - Página 313


[146] George Dimitrov, The Reichstag Fire Trial, (Londres: The Bodley Head, 1934),

p. 309. <<

www.lectulandia.com - Página 314


[147] Ibid., p. 310. <<

www.lectulandia.com - Página 315


[148] Ibid., p. 311. <<

www.lectulandia.com - Página 316


[149] Sturmabteilung - Storm Troops = milicianos. <<

www.lectulandia.com - Página 317


[150]
Helmut Magers, Ein Revolutionar Aus Common Sense, (Leipzig: R. Kittler
Verlag, 1934). <<

www.lectulandia.com - Página 318


[151]
Nixon, Edgar B., Editor, Franklin D. Roosevelt and Foreign Affairs,
(Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press, 1969), Volume 1: enero
de 1933-febrero 1934. Franklin D. Roosevelt Library. Hyde Park, Nueva York. <<

www.lectulandia.com - Página 319


[152] De la declaración jurada de Wilhem Keppler, NMT, Volumen VI, p. 285. <<

www.lectulandia.com - Página 320


[153] Eliminación de recursos alemanes, p. 869. <<

www.lectulandia.com - Página 321


[154] NMT, Volumen VII, p. 238. “Traducción del Documento N1-10103, Prueba de la

Fiscalía 788”. Carta de von Schroder y del acusado Steinbrinck al Dr. Meyer,
empleado del Dresdner Bank, 25 febrero 1936, remarcando que el Círculo de Amigos
podía fondos a disposición de Himmler “Para ciertas tareas fuera de presupuesto” y
de que se había establecido “una cuenta especial para este propósito”. <<

www.lectulandia.com - Página 322


[155] Eliminación de recursos alemanes p. 857. <<

www.lectulandia.com - Página 323


[156] La importante naturaleza de esta representación queda reflejada en el gráfico 8-1,

“Representación de Wall Street en los Círculos de Keppler y de Himmler, 1933 y


1944”. <<

www.lectulandia.com - Página 324


[157] William E. Dodd, Ambassador Dodd’s Diary, op. cit., p. 31. <<

www.lectulandia.com - Página 325


[158] Ibid., p. 74. <<

www.lectulandia.com - Página 326


[159] Franz von Papen, Memoirs, (Nueva York: E.P. Dutton & Co., 1953), p. 229. <<

www.lectulandia.com - Página 327


[160] El texto en inglés de este capítulo está traducido a partir de una copia certificada

superviviente traducida al alemán de la copia en holandés de la edición de Der


Geldbronnen van Het National-Socialisme (Drie Gesprekken Met Hitler), o Orígenes
financieros del nacional-socialismo (Tres conversaciones con Hitler). El autor del
original en holandés se indica como “Door Sidney Warburg, vertaald door I.G.
Shoup” (Por Sidney Warburg, tal como se lo dijo a I.G. Shoup). La copia utilizada
aquí fue traducida del holandés por el Dr. Walter Nelz, Wilhelm Peter, y Rene
Sonderegger en Zurich,el 11 de febrero de 1947, y la traducción alemana lleva una
declaración jurada según la cual: “Los tres testigos abajo firmantes verifican que el
documento que se acompaña no es otro que una verdadera y literal traducción del
holandés al alemán del libro de Sidney Warburg, una copia del cual estuvo
constantemente a su disposición durante todo el proceso de traducción. Testifican
que conservan ese original en sus manos, y que con su mejor saber leyeron frase por
frase, traduciéndolas al alemán, comparando luego el contenido de la traducción
que se acompaña con el original de forma rigurosa hasta llegar a un total acuerdo”.
<<

www.lectulandia.com - Página 328


[161] Obsérvese que “von Heydt” era el nombre original del Banco Holandés voor

Handel, en Seheepvaart, N.V.,una subsidiaria de los intereses de Thyssen, y del que


ahora se sabe que fue utilizado para canalizar los fondos Nazi. Ver Eliminación de
recursos alemanes <<

www.lectulandia.com - Página 329


[162] El examen del índicepor parte del New York Times confirma la exactitud de la

parte final de esta declaración. Ver por ejemplo el repentino ataque de interés por
parte del New York Times, 15 setiembre 1930 y el artículo distintivo sobre “Hitler,
Driving Force in Alemania’s Fascism” en el ejemplar de 21 setiembre 1930 del New
York Times. En 1929 el New York Times había relacionado solo una breve nota sobre
Adolph Hitler. En 1931 publicó una veintena de sustanciosas anotaciones, incluyendo
no menos de tres “descripciones”. <<

www.lectulandia.com - Página 330


[163] Hoover dijo haber perdido el apoyo de Wall Street en 1931 por no tirar adelante

su plan de un Nuevo Trato: ver Antony C. Sutton, Wall Street and Franklin Delano
Roosevelt, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 331


[164]
Franz von Papen, Memoirs, (Nueva York: E.P. Dutton & Co., Inc., 1958).
Traducido por Brian Connell. <<

www.lectulandia.com - Página 332


[165] Werner Zimmerman, Liebet Eure Feinde, (Frankhauser Verlag: Thielle-
Neuchatel, 1948), que contiene un capítulo, “Hitler’s geheime Geldgeber” (Los
secretos patrocinadores financieros de Hitler), y Rene Sonderegger, Spanischer
Sommer, (Afroltern, Suiza: Aehren Verlag, 1948). <<

www.lectulandia.com - Página 333


[166] Franz von Papen, Memoirs, op. cit., p. 23. <<

www.lectulandia.com - Página 334


[167] William E. Dodd, Ambassador Dodd’s Diary, op. cit. pp, 593-602. <<

www.lectulandia.com - Página 335


[168] El lector debería examinar la declaración completa de Warburg y la declaración

jurada; ver Franz von Papen, Memoirs, op. cit. pp. 593-602. <<

www.lectulandia.com - Página 336


[169] Franz von Papen, Memoirs, op. cit., p. 594. <<

www.lectulandia.com - Página 337


[170] Ver Antony C. Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 338


[171] Morgenthau Diary (Alemania). <<

www.lectulandia.com - Página 339


[172] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 340


[173] Ibid. <<

www.lectulandia.com - Página 341


[174] Ibid. pp. 800-2. <<

www.lectulandia.com - Página 342


[175] Dyestuffs = materias colorantes. (N. del T.). <<

www.lectulandia.com - Página 343


[176] Atabrine, es un fármaco con diversas aplicaciones médicas, como
antiprotozoico, antireumático y agente esclerosante intrapleural. (N. del T.). <<

www.lectulandia.com - Página 344


[177] James Stewart Martin, All Honorable Men, op. cit., p. 75. <<

www.lectulandia.com - Página 345


[178] Morgenthau Diary (Alemania), p. 1543. El libro del coronel Graeme K. Howard

se titulaba, America and a New World Order, (Nueva York: Scribners, 1940). <<

www.lectulandia.com - Página 346


[179] El lector debería examinar el ensayo “The Return to War Crimes”, en James J.

Martin, Revisionist Viewpoints, (Colorado: Ralph Mules, 1971). <<

www.lectulandia.com - Página 347


[180] Eliminación de recursos alemanes, p. 652. <<

www.lectulandia.com - Página 348


[181] Ahora se le descalifica como “conspiranoico”. (N. del T.). <<

www.lectulandia.com - Página 349


[182] Carroll Quigley, Tragedy and Hope, op. cit. <<

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[183] El original en inglés no incluía la tabla mencionada. <<

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[184]
Hay muchos otros; el autor ha seleccionado más o menos al azar, a dos
conservadores (Allen y Lasell) y a dos liberales (Archer y Domhoff). <<

www.lectulandia.com - Página 352


[185] Percy L. Greaves, Jr., “The Pearl Harbor Investigation”, en Harry Elmer Harnes,

Perpetual War for Perpetual Peace, (Caldwell: Caxton Printers, 1953), p. 13-20. <<

www.lectulandia.com - Página 353


[186] Colin Simpson, Lusitania, (Londres: Longman, 1972), p. 252. <<

www.lectulandia.com - Página 354


[187] Jules Archer, The Plot to Seize the White House, (Nueva York: Hawthorn Book,

1973), p. 202. <<

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[188] Ver Julius Epstein, Operation Keelhaul, (Old Greenwich: Devin Adair, 1973).

<<

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[189]
Ver, por ejemplo Robert Welch, The Politician, (Belmont, Mass.: Belmont
Publishing Co., 1963). <<

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[*] Traducción oficial inglesa realizada por E. Dugdale, reimpreso a partir de la obra

de Kurt G. W. Ludecke, I Knew Hitler (Yo conocí a Hitler) - Nueva York: Charles
Scribner’s Sons, 1937. <<

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[*] Copia del documento de la fiscalía,Prueba documental 55. Juicios de Crímenes de

Guerra, antes del Tribunal Militar de Nuremberg bajo la Ley del Consejo de control
10, Nuremberg, Octubre 1946-Abril 1949, Volumen VII, I.G. Farben, (Washington:
Imprenta del Gobierno de EE.UU., 1952). <<

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[*] Encontrado en los archivos del Delbruck, Schickler Co. Bank. <<

www.lectulandia.com - Página 360


[*]
Senado de Estados Unidos, Comparecencia ante el Subcomité del Comité de
Asuntos Militares, Mobilización Científica y Técnica, 78 Congreso, Segunda Sesión,
Parte 16, (Washington D.C.: Imprenta del Gobierno de EE.UU., 1944), p. 939. <<

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[*] Senado de Estados Unidos, Subcomité para la Investigación De la Gestión de la

Ley de Seguridad Interna. Comité del Poder Judicial, Diario Morgenthau (Alemania),
Volumen 1, 90º Congreso, 1.ª Sesión, 20 de noviembre de 1967, (Washington D.C.:
Imprenta del Gobierno de EE.UU. 1967), p. 320 del libro 828. (Página 976 de la
impresión del Senado de EE.UU.). “El Sr. White” es Harry Dexter White. “El Dr.
Dubois” es Josiah E. Dubois, Jr., autor del libro, Generals in Grey Suits (Londres:
The Bodley Head, 1953). “H.M., Jr.” es Henry Morgenthau, Jr., Secretario de
Hacienda. <<

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