Directorio Del Diaconado Permanente Coria
Directorio Del Diaconado Permanente Coria
Directorio Del Diaconado Permanente Coria
INTRODUCCIÓN BÍBLICO-TEOLÓGICA
1.-Jesucristo, servidor de Dios y de la humanidad
Las palabras de Jesús: «No he venido a ser servido, sino a servir y dar mi vida en rescate
por muchos» (Me. 10, 45) y «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Le.
22, 27), así como su gesto de «lavar los pies a sus discípulos» (Jn. 13, 1-6) y su opción
preferencial por los pobres (cf. Lc.4, 18), lo muestran como el verdadero «diácono», el
servidor de Dios (cf. D.V. 4) y de la humanidad (cf. Mt. 20, 28).
Su obra salvadora fue un servicio salvador, realizado con la fuerza del Espíritu y desde la
pobreza, por todos los hombres (cf. II Cort 8,6).
A los que Él había lavado los pies les dijo: «Os he dado ejemplo para que lo que Yo he
hecho con vosotros, lo hagáis vosotros unos con otros» (Jn. 13,15) por eso el mismo
Jesús constituido por la resurrección como Cristo y Mesías, estableció a su vez a los
apóstoles en servidores y dispensadores del designio salvífico de Dios (cf. I Cort. 4, 1).
Como embajadores de Cristo y enviados del mismo modo que Él, prolonga «la diaconía
del Señor en la Iglesia y en el mundo».
2.-Los tiempos apostólicos
Ya desde los orígenes, los apóstoles tuvieron diversos colaboradores en el ministerio y
establecieron sucesores suyos. Entre los varios ministerios que ya desde los primeros
tiempos existen y actúan en la Iglesia están los «Obispos, los Presbíteros y los
Diáconos» (cf. Fil. 1, 1; I Tim. 3, 8-13; cf.LG. 20 y 28).
San Pablo les pide que sean: dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a
negocios sucios, que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura... Casados una
sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. Porque los que ejercen bien el
diaconado alcanzan un puesto honroso y grande en la fe de Jesucristo» (I Tim. 3. 8-13).
La Iglesia, desde la edad apostólica, ha tenido en gran veneración el Orden Sagrado del
Diaconado como grado propio y permanente de la jerarquía.
3.-Los Santos Padres
Los diáconos, representación simbólica y privilegiada en la Iglesia de la persona de Cristo
Servidor, «son ordenados no para el sacerdocio sino para el ministerio» y «están a
disposición del Obispo para servir a todo el Pueblo de Dios y cuidar de los enfermos y
los pobres» (Traditio Apostólica). Por eso son llamados «el amigo de los huérfanos, de
las personas piadosas, de las viudas, fervoroso de espíritu» (Testamentum D.N. Iesu
Christi, 1,38).
«La función de los diáconos es el ministerio de Jesucristo» (San Ignacio de Antioquía;
Ad Mag. VL 1). Son ministros de los misterios de Jesucristo... Ministros de la Iglesia de
Dios y no distribuidores de comidas y bebidas» (S. Ignacio de Antioquía, Ad. Tral.
11,3).
«Los diáconos debéis comportaros de tal manera que si en el ejercicio de vuestro
ministerio fuera necesario dar la vida por un hermano, la deis» (Didascalia Apostolorum
III, 13, 29).
«Los diáconos han de ser sobrios en todo, misericordiosos, celosos, inspirados en su
conducta por la verdad del Señor, que se ha hecho siervo de todos» (San Policarpo de
Esmirna; Ad Phil. V, 2).
«Al diácono se le ha encomendado la misión de llevar la Sagrada Comunión a los
enfermos que no pueden salir de casa» (San Justino, Apología, 1, 65, 5 y 57),
administrar el Bautismo» (Tertuliano, De Baptismo, XVII, 1) y predicar la Palabra de
Dios según las indicaciones del Obispo.
De este modo el diaconado floreció en la Iglesia testimoniando el amor a Cristo y a los
hermanos, en el cumplimiento de las obras de caridad (Didascalia Apostolorum II, 31,
2) en la celebraciónde los ritos sagrados (Didascalia... II, 57, 6) y en la práctica de las
funciones pastorales (S. Cipriano, Epístolas XV y XVI).
4.-Doctrina y normativa de la Iglesia AA-Enseñanzas del Concilio Vaticano II
Ofrecemos los textos más significativos del Concilio Vaticano II sobre el Diaconado.
A.-«Para apacentar el Pueblo de Dios y para su constante crecimiento, Cristo Nuestro
Señor instituyó en la Iglesia diversos ministerios, ordenados al bien de todo el Cuerpo»
(L.G. 18). Entre estos ministerios ya desde el tiempo de los Apóstoles, sobresale y tiene
particular relieve el Diaconado que siempre ha sido tenido en gran honor por la Iglesia
(cf. Fil. 1,1; ITim. 3,8-13).
B.- Los diáconos que se encuentran «en el grado inferior de la jerarquía, reciben la
imposición de manos no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio. Así,
confortados con la gracia sacramental, en comunión con el Obispo y su presbiterio,
sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la Liturgia, de la Palabra y de la Caridad»
(L.G. 29).
C- Decidió también que el Diaconado Permanente podía ser restablecido en la Igleisa
Latina «como un grado propio y permanente de la jerarquía» (L.G. 29), «según la norma
de la Constitución «de Ecclesia», donde lo crean oportuno las Conferencias
Episcopales» (A.G. 16).
D- Y acto seguido pone de relieve lo siguiente: «Pues parece bien que aquellos hombres
que desempeñan un ministerio verdaderamente diaconal, o que predican la palabra
divina como catequistas, o que dirigen en nombre del Párroco o del Obispo
comunidades cristianas distantes, o que practican la caridad en obras sociales o
caritativas, sean fortificados y unidos más estrechamente al servicio del altar por la
imposición de las manos, transmitida ya desde los apóstoles, para que cumplan más
eficazmente su ministerio por la gracia sacramental del diaconado» (A.G. 16).
4.2.-Doctrina de Pablo VIy de Juan Pablo II
PABLO VI dio normas para poner en práctica las decisiones del Concilio:
A) «Motu Proprio»: «Sacrum Diaconatus Ordinem» (AAS. 59 (1967) 397ss):
restauración del Diaconado Permanente en la Iglesia Católica.
B) Constitución Apostólica: «Pontificalis romani recognitio»
(18 de junio de 1968): Nuevos ritos para la ordenación de los diáconos.
C) «MotuProprio»: «AdPascendum» (15 de agosto de 1972) en el cual se describe
el Diaconado «como orden intermedio entre los grados superiores de la jerarquía
eclesiástica y el resto del Pueblo de Dios..., en cierto modo intérprete de las necesidades
y de los deseos de la comunidad cristiana local, signo o sacramento del mismo Cristo
Señor, el cual «no vino para ser servido, sino para servir» (Mt. 20, 28).
JUAN PABLO II presenta en varias audiencias generales la semblanza del Diácono:
A) «El ministerio del Diaconado» (6-X-1993).
B) «Funciones del Diácono» (13-X-1993).
C) «El espíritu de servicio, característica del Diácono» (20-X-1993).
Dirigiéndose a los participantes en el encuentro de los diáconos permanente, promovido
por la Conferencia Episcopal Italiana, Juan Pablo II afirma: «El Diaconado en su grado
personifica a Cristo, Siervo del Padre, participando de la triple función del Sacramento
del Orden: es maestro en cuanto proclama e ilustra la Palabra de Dios; es santificador,
en cuanto que administra el Sacramento del
Bautismo, de la Eucaristía y los sacramentales; es guía, en cuanto animador de
comunidad o sectores de la vida eclesial. En tal sentido, el diácono contribuye a hacer
crecer la Iglesia como realidad de comunión de servicio, de misión».
4.3.- El Código de Derecho Canónico
EL CÓDIGO recoge en varios cánones la normativa vigente de la Iglesia sobre el
Diaconado Permanente, particularmente en los cánones: 236; 281, 3; 288; 757; 835, 3;
910, 1; 943.
4.4.- La Conferencia Episcopal Española
La CONFERENCIA EPISCOPAL solicitó de la Santa Sede la instauración del
Diaconado Permanente en España, mediante el documento: «Normas prácticas para la
instauración del Diaconado Permanente en España» (junio-1977).
4.5— La Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino
ESTA CONGREGACIÓN aprueba estas «Normas» «adExperimentum» por un trienio
(29-abril-1978) y las ratifica posteriormente (2-febrero-1982).
4.6.- El Consejo Presbiteral de la Diócesis
EL CONSEJO PRESBITERAL de la Diócesis, en sesión ordinaria (3 y 4 de marzo de
1994), se pronunció a favor de la instauración del Diaconado Permanente en esta
Diócesis de Coria-Cáceres.
4.7.- La Asamblea Presbiteral Diocesana
La ASAMBLEA PRESBITERAL DIOCESANA (julio-3-7-1995), aprueba la
instauración del Diaconado Permanente en la Diócesis.
5.-Semblanza teológica del Diaconado
«Esta es la esencia del Diaconado al que habéis sido llamados: ser siervos de los
misterios de Cristo y, al mismo tiempo, servidores de vuestros hermanos y hermanas.
Estas dos dimensiones van inseparablemente unidas en una sola realidad, la cual
demuestra la importante naturaleza del ministerio que habéis recibido en la ordenación»
(Juan Pablo II: «Discurso a los Diáconos y sus esposas en Detroit, USA, 1987).
5.1.- La identidad del Diácono a la luz de Jesucristo y de la Iglesia.
A) El significado del Diaconado se descubre a la luz de Jesucristo-servidor, de
quien es signo en
la Iglesia y en el mundo.
Signo de Jesucristo, servidor de Dios y de la humanidad, a quien el Espíritu Santo ungió
para llevar la Buena Nueva a los pobres, anunciar un año de gracia... (Le. 4, 18).
Por medio del sacramento del Orden, el Diácono se convierte en sacramento permanente
de Jesucristo prolongando así su diaconía en la Iglesia y en el mundo. Por eso, los
Diáconos son llamados a ser siervos de los misterios de Cristo y servidores de los
hermanos y hermanas, especialmente los más pobres y necesitados...
La representación sacramental de Cristo-servidor define al Diácono en el plano del ser.
Y, ¿los presbíteros? Estos son en la Iglesia y para la Iglesia, una representación
sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor; proclaman con autoridad su palabra;
renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente en el
Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el
cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por
medio de Cristo en el Espíritu» (PDV 15; cf. L.G. 28).
B) El Diaconado en la Iglesia misterio, comunión y misión.
El significado del Diaconado se descubre también en la Iglesia.
a) Misterio, porque el Diaconado es, desde su peculiar naturaleza y semblanza, signo de
Jesucristo-servidor.
b) Comunión: porque el Diaconado se entiende y se realiza en comunión con el Obispo
y el Presbiterio (LG. 29), favorece la unidad y la comunión entre todos, de manera
especial con los necesitados.
c) Misión: a través de sus funciones, el Diácono hace presente y visible la misión
salvadora de la Iglesia, de manera especial; ante los más necesitados.
En esta Iglesia se encuentra el Diaconado, ministerio ordenado y jerárquico que, desde
su especificidad, debe entenderse y realizarse en comunión con los demás ministerios y
carismas, y siempre al servicio de la comunión y misión eclesiales, pues tiene una gran
eficacia para la realización de una Iglesia pobre y servidora de los hombres. Por su ser y
funciones dinamiza el servicio de la Iglesia en las Comunidades Cristianas.
No queremos dejar en el olvido la relación de los Diáconos con los laicos cristianos.
Pablo VI lo dijo con palabras claras: «promover y sostener las actividades apostólicas de
los laicos» (SDO 11).
¿Cómo entender la presencia del Diácono en una comunidad sin sacerdote? El Código
de Derecho Canónico dice:
«Si, por escasez de sacerdotes, el Obispo Diocesano considera que ha de encomendarse
una participación en el ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a un diácono...,
designará a un sacerdote que, dotado de las potestades propias del párroco, dirija la
actividad pastoral» (en. 517; cf. SDO, 23).
5.2.- Los Diáconos en la Jerarquía
Existe en la Iglesia una jerarquía divinamente instituida, signada por un orden sagrado,
distinta de los laicos, ordenada al servicio del Pueblo de Dios y que está compuesta por
Obispos, Presbíteros y Diáconos. El Concilio Vaticano II enseña: «El ministerio
eclesiástico de divina institución es ejercitado en diversas categorías por aquéllos que ya
desde antiguo se llamaron Obispos, presbíteros, diáconos» (LG 28 y 29). Los diáconos
participan, a su modo, en virtud del Sacramento del Orden del único ministerio de Cristo
en la unidad de consagración y misión, que requiere la comunión jerárquica.
Los Diáconos forman parte de la jerarquía de la Iglesia. Como tales, están al lado del
Obispo y de su Presbiterio, y su misión es servir, juntamente con ellos, al pueblo de
Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Los diáconos son
elevados al grado inferior de la jerarquía por un rito de consagración que es sacramental:
la imposición de las manos y la invocación del Espíritu; recibiendo una gracia
sacramental.
Los diáconos son ordenados «no para el sacerdocio, sino para el ministerio». A través de
la ordenación, el diácono entra a formar parte del «orden de los diáconos» y es hecho
colaborador del Obispo y de los presbíteros y, por tanto, ha de vivir y trabajar en
comunión con ellos.
5.3.- La Sacramentalidad del Diaconado
La ordenación sacramental configura -según su modalidad específica- los diáconos a
Jesucristo. Estos son constituidos en la Iglesia como signo vivo de Jesús, Señor y Siervo
de todos. Son consagrados y enviados al servicio de la comunión eclesial, bajo la guía
del Obispo con su presbiterio.
Mediante la imposición de manos del Obispo y la invocación del Espíritu Santo, los
diáconos son consagrados ministros de la Iglesia, confortados con la gracia sacramental y
enviados a cumplir su misión en la Iglesia y en el mundo, en comunión eclesial.
La ordenación significa y pone de relieve que el Diaconado es un don del Espíritu que
otorga a un hombre para la construcción del Cuerpo de Cristo. Su origen se encuentra
ante todo en el amor y bondad de Dios, en la Caridad de Cristo.
5.4.- El Ministerio de los Diáconos
Los diáconos «no son ordenados para el sacerdocio, sino para el ministerio». El Concilio
Vaticano II enseña que los diáconos son, con el Obispo y su Presbiterio, los servidores
del Pueblo de Dios; cada uno según su peculiar naturaleza.
Los diáconos «sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de
la caridad».
En el ministerio de los diáconos, destacamos el servicio preferencial a los necesitados,
ya que es representación sacramental de Jesús Servidor (SDO 25) que fue ungido por el
Espíritu para dar la Buena Noticia a los pobres...» (Le. 4, 18), y hace presente a la Iglesia
que «abraza a todos los afligidos por la debilidad humana...» (LG 8). La Didascalia
Apostolorum manifiesta: «Si el Señor ha hecho esto -lava los pies- vosotros, diáconos,
no dudéis en hacerlo con aquellos que están enfermos e impedidos porque sois operarios
de la verdad, revestidos del ejemplo de Cristo» (XVI, 36).
El ministerio del diácono comienza en el altar y se prolonga en la mesa de los pobres, en
quienes descubre y reconoce al mismo Jesucristo.
Es verdad que todos los discípulos de Jesús han de ser sevidores, al igual que todo
ministerio eclesial; pero la condición de servidores se aplica de manera especial a los
diáconos a quienes su ordenación los constituyó en sacramento permanente de
Jesucristo-Servidor. Son servidores de Dios y de los hombres.
Pablo VI manifestó: «admítanse al noviciado del Diaconado sólo a aquellos jóvenes que
hayan manifestado una propensión natural del alma al servicio de la sagrada jerarquía y
de la comunidad cristiana» (SDO 8).
Es necesario eliminar de todo ministerio eclesial, y del diácono, por tanto, todo aspecto
de poder y gloria humanos e intensificar en los que han recibido un ministerio eclesial la
sencillez, la pobreza, el desprendimiento, el servicio, la santidad.
5.5.- La colación de la ordenación diaconal puede confirmar y reforzar con la gracia
sacramental un ministerio ejercido ya de hecho
«Es justo que aquellos hombres que desempeñan un ministerio verdaderamente
diaconal, o que predican la palabra divina, como catequistas, o que dirigen en nombre
del párroco o del Obispo comunidades cristianas distantes, o que practican la caridad en
obras sociales o caritativas, sean fortificados y unidos más estrechamente al servicio del
altar, por la imposición de las manos transmitida desde los apóstoles, para que cumplan
con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado» (AG 16).
Según esta enseñanza del Concilio Vaticano II, el diácono puede ser confirmado en la
misión que venía ya realizando como seglar mediante la consagración que recibe por el
sacramento y el mandato conferido de forma más expresa por el Obispo y que, de forma
indeleble, le configura de modo especial con Jesucristo que se hizo servidor de todos.
5.6.- Las funciones del Diaconado
Las funciones de los diáconos vienen determinadas por la tradición eclesial y están
recogidas por el Concilio Vaticano II (LG 29) y por el Motu Proprio «Sacrum
Diaconatus Ordinem» (nn. 22 al 24). Los diáconos se insertarán en la vida diocesana y
en el ámbito de una pastoral orgánica de conjunto.
A) El servicio de la Palabra: predicación, catequesis y evangelización, sobre todo en
ambientes donde el Evangelio es menos conocido (CIC en. 757).
B) El servicio de la Liturgia: administración de algunos sacramentos (Bautismo) y
presidencia de otros (Matrimonio), celebraciones de la Palabra, exposición y
bendición eucarística, ritos exequiales, etc. (CIC cns. 861, 943, 1.108). El servicio
de la Caridad: que pone de manifiesto el vínculo que existe entre la mesa del Cuerpo
de Cristo y la mesa de los pobres y marginados (SDO. 22, 9-10).
C) Otras funciones eclesiales:
a) Guiar legítimamente en nombre del párroco o del Obispo las comunidades
cristianas lejanas, (AG.16; SDO 10).
b) Promover y sostener las actividades apostólicas de los laicos (SDO 22,11),
rehuyendo todo autoritarismo clericalizante, y ayudando a los seglares a «descubrir
y valorar sus propios carismas y su servicio a la comunidad» (SDO 3).
c) Los diáconos permanentes serán miembros de los Consejos Pastorales (cf. SDO.
24). «En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos que reciben la
imposición de manos no en orden al sacerdocio, sino al ministerio. Así, confortados
con la gracia sacramental, en comunión con el Obispo y su Presbiterio, sirven al
Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad»
(LG.29).
5.1-La espiritualidad del diácono
La espiritualidad del diácono es la propia del servidor que entrega su vida por los
demás, para edificar el Templo vivo de Dios, que es la Iglesia.
«Se trata de un camino de perfección evangélica, que pueden comprender, elegir y amar
hombres generosos y deseosos de servir al Reino de Dios en el mundo, sin llegar al
sacerdocio, al que no se sienten llamados, pero a través de una consagración que
garantice e institucionalice su peculiar servicio a la Iglesia mediante el otorgamiento de
la gracia sacramental» (Juan Pablo II: «El ministerio del Diaconado», 6-X-93).
DIRECTORIO
Decreto del Sr. Obispo aprobando y promulgando por tres años el presente directorio.
1 .-Acogida del Diaconado Permanente
La Diócesis de Coria-Cáceres reconoce y acoge el Diaconado Permanente como don y
gracia del Espíritu Santo y como un instrumento importante para la evangelización y
para el servicio gratuito a todos, especialmente a los más necesitados, dando respuesta a
las nuevas pobrezas.
2.-Razones de la instauración del Diaconado Permanente en la Diócesis de Coria-
Cáceres
2.1.-Promover la conciencia diaconal de una Iglesia «toda ella ministerial».
2.2.- Fomentar y potenciar la pastoral social.
2.3.-Guiar de forma estable las comunidades cristianas en situaciones peculiares o
difíciles: barrios sin parroquia y despoblados, grupos marginales...
2.4.- El ejercicio de la corresponsabilidad en la misión pastoral pide la instauración del
Diaconado
Permanente y de los ministerios laicales.
2.5- Aunque la escasez de Presbíteros no sea el criterio último de la instauración del
Diaconado
Permanente, con todo la escasez de Presbíteros hace necesarios estos colaboradores.
2.6.-La renovación de nuestra Iglesia Diocesana está demandando la instauración del
Diaconado.
2.7.-Acompañar a los profesores de religión y a los catequistas en su formación.
2.8.-Promover la presencia de los fieles cristianos en los diversos ámbitos de la vida
pública.
ITINERARIO DEL CANDIDATO AL DIACONADO PERMANENTE
1.- La llamada al Diaconado Permanente
El Diaconado es un don y una gracia del Señor. Dios es quien elige y llama gratuitamente
y por amor. Nadie puede exigirlo como una realidad que le sea debida en virtud de sus
méritos o de sus servicios prestados (cf. ICort. 4, 7). Al hombre sólo le pertenece pedirlo
con humildad y confianza, acogerlo con gratitud, vivirlo evangélicamente y ejercerlo en
totalidad como signo de Jesucristo y dinamizador del servicio de la Iglesia para todos.
Como toda vocación al ministerio eclesial, la llamada al Diaconado comporta varias
realidades complementarias entre sí:
A) La vocación personal que es experimentada por el candidato al Diaconado como una
llamada particular del Espíritu, para consagrarse al servicio del Señor, de la Iglesia y
de la humanidad, especialmente de los más pobres y necesitados.
B) La respuesta generosa del candidato para dedicarse al servicio, como signo de Cristo
Servidor de Dios y de los hombres y promotor de la «diaconía» de la Iglesia.
C) La recta intención por la cual el candidato descarta cualquier motivación interesada al
pedir el Diaconado, tiene conciencia clara de recibir el Diaconado y entrar a formar
parte de la jerarquía como diácono, y acepta las consecuencias de todo ello en el
comportamiento personal público y privado.
D) La llamada de la Iglesia, por medio del Obispo que, de forma simultánea, considera
las necesidades de la misión y las cualidades que ha de reunir el candidato para
responder a la misma.
2.-Criterios de discernimiento de la autenticidad de la vocación al diaconado
«El discernimiento de la autenticidad de la vocación del candidato a la ordenanción
diaconal compete hacerlo al Obispo diocesano, el cual no dejará de consultar y atender
el sentir de la comunidad, en la que hubiera vivido dicho candidato» (Conf. Episcopal
Española: Normas prácticas para la instauración del Diaconado Permanente en España,
13 (29-IV-78): NDE).
2.1.- Criterios canónicos
A) Pueden ser llamados al diaconado hombres de edad madura, ya célibes, ya casados;
estos últimos, sin embargo, no serán admitidos si no consta no sólo el
consentimiento de la esposa, sino su probidad y la presencia en ella de cualidades
naturales que no sean impedimento ni desdoro para el ministerio del marido» (SDO
11).
B) «Cuando el aspirante sea un hombre casado, será necesario el consentimiento de su
esposa y un tiempo de cinco años por lo menos de vida conyugal, que asegure la
estabilidad de la familia» (NDE 11). «Haya demostrado saber dirigir la propia casa y
tenga mujer e hijos que lleven una vida verdaderamente cristiana y se distingan por
una honrada reputación» (SDO. 13).
C) «También será conveniente que sean consultados los hijos si son mayores. La
educación de los hijos será ejemplar y deberá existir un auténtico testimonio de
hogar cristiano» (NDE, 11; cf. SDOnn. 11 y 13).
D) «Serán ordenados hombres que ejerzan ya de hecho un trabajo apostólico en la
evangelización, en la animación de comunidades, etc». (NDE, 17b).
E) «El Obispo, a quien por derecho propio corresponde aceptar y ordenar a los
candidatos, cuidará, en cuanto sea posible, de que éstos sean elegidos entre los
miembros de la misma comunidad humana o eclesial a cuyo servicio van a ser
destinados» (NDE, 15). «Desde el punto social, los candidatos podrán ser asumidos
del seno de cualquier sector social o comunidad humana» (NDE 22).
F) «La elección deberá basarse exclusivamente en la idoneidad del candidato y en la
necesidad de su ministerio en la Diócesis; jamás será concedida como una especie de
premio por los servicios prestados a la Iglesia» (NDE, 15).
G) «Será muy importante que los candidatos al diaconado posean una formación que
responda también a una experiencia de integración en las comunidades humanas y
eclesiales» (NDE, 22).
H) La edad mínima para la admisión al Diaconado Permanente será la fijada en los
documentos pontificios: 25 años para el candidato célibe; 40 años para el candidato
casado (SDO nn.5 y 11). Respecto a la edad máxima, la Comisión Diocesana será la
encargada de decidir en cada caso contempladas las circunstancias del candidato.
2.2.- Otros criterios
Para llevar a término el discernimiento de las vocaciones al Diaconado Permanente es
necesario tener en cuenta estos otros criterios:
A) A nivel personal, se requieren hombres:
a) Equilibrados, con capacidad para el discernimiento, la escucha y el diálogo, el
trabajo en equipo.
b) Capaces de crear relaciones nuevas, con madurez para adaptarse a situaciones
diversas.
c) Amantes de la verdad y de la justicia, austeros y competentes
profesionalmente.
d) Deben tener capacidad para seguir sin problemas los estudios mínimos
exigidos.
e) Con un adecuado equilibrio afectivo.
f) Coherencia personal.
B) A nivel familiar (si están casados):
a) Vivirán económicamente de su trabajo, a no ser que su dedicación a la misión
les ocupe toda la jornada, en cuyo caso la Diócesis les retribuirá de forma
adecuada.
b) Su hogar debe haber dado muestras de solidez.
C) A nivel social y profesional, han de ser hombres:
a) Bienenraizados en su ambiente de vida y trabajo.
b) Gocen de buena estima por su responsabilidad, su afán de servicio a los demás,
su solicitud por los pobres y sus valores humanos.
D) A nivel cristiano-eclesial, han de ser:
a) Hombres de fe y oración.
b) Abiertos a las invitaciones del Espíritu y a las necesidades de los hombres.
c) Dispuestos a seguir sirviendo con espíritu de pobreza evangélica y de
comunión fraterna.
d) Presentes activamente en la Comunidad Cristiana, y ya comprometidos en un
servicio eclesial o apostólico, de tal modo que su vocación se vea clara y
reconocida por el pueblo cristiano.
e) Vivan en comunión cordial y gozosa con sus Pastores, especialmente con el
Papa y los Obispos.
f) Como hombres de fe tienen que confiar especialmente en la gracia que les
confiere el sacramento del Diaconado.
g) Sentido eclesial y comunitario.
E) A nivel de servicio a los pobres
a) Personas que tengan una experiencia acreditada de servicio a los pobres y
necesitados.
b) Personas que durante el proceso de formación hayan ahondado en el servicio a
los necesitados tanto a nivel de cantidad como de calidad.
3.-Etapas hasta la ordenación de Diácono Permanente
La Diócesis cuidará con esmero la preparación y la formación de los futuros Diáconos
Permanentes. Por ello, el Obispo, a quien por derecho corresponde aceptar y ordenar a
los candidatos, cuidará, en cuanto sea posible, de que éstos sean elegidos entre aquéllos
que manifiesten claramente su disponibilidad al servicio de la Diócesis y de los
hombres, y gocen de la idoneidad requerida para este ministerio (cf. Normas... 15).
Para ello se respetarán las siguientes etapas:
A) La presentación del candidato podrá hacerse:
a) Un sacerdote diocesano presenta a un candidato, invita a un cristiano a este
ministerio.
b) Una Comunidad Cristiana presenta a uno de sus miembros, con el acuerdo
previo del interesado.
c) Un cristiano, avalado por el Párroco del lugar, donde trabaja apostólicamente
y por el Consejo Pastoral -si lo hubiere- formula la petición al Obispo de la
Diócesis.
d) La propia familia.
B) La aceptación del candidato
a) La Comisión Diocesana considerará atentamente la solicitud presentada al
Obispo. A tal efecto, realizará las consultas que estime necesarias y elaborará
un informe que remitirá al Obispo.
b) El Obispo, a la vista del citado informe, decidirá sobre la solicitud presentada.
C) La comunicación de la decisión adoptada
a) La Comisión diocesana, a través de su presidente, comunicará al solicitante si
puede iniciar el camino al Diaconado Permanente.
b) En caso afirmativo, iniciará el camino de preparación al Diaconado
Permanente.
D) El proceso deformación
a) Este proceso de formación del candidato tendrá una duración que será
determinada según los casos ya que ha de responder a las características
personales de cada individuo (cf. NDE 21). En todo caso se garantizará la
realización de los estudios programados y la formación completa para este
ministerio. La duración será normalmente de tres años (cf. NDE 21).
b) La formación del candidato al Diaconado permanente será espiritual,
doctrinal y pastoral. En consecuencia el Plan de estudios abarcará las materias
ordinarias de los estudios eclesiásticos, según se especifica en el anexo
correspondiente.
c) Durante la formación, los candidatos ejercerán el servicio apostólico
continuado e intensificado, como elemento formativo por el compromiso
espiritual que implica» (NDE 23).
d) La Comisión Diocesana determinará el lugar donde han de realizar los
estudios.
e) Durante el periodo de formación o al final del mismo, tras evaluar su
desarrollo, pueden ser conferidos al candidato los Ministerios de Lector y
Acólito (previo el Rito de Admisión -CIC en. 1.034- que deberá ejercer
durante el tiempo conveniente -C.I.C. en. 1.035-.
f) Durante el periodo de formación, los candidatos podrán seguir ejerciendo sus
deberes profesionales y familiares y su compromiso apostólico, profundizando
en el sentido del servicio o diaconía evangélica mediante lecturas, retiros
espirituales, etc. g) Se le propondrá la visita, el contacto, el conocimiento de las
parroquias, sacerdotes y comunidades de religiosos.
E) La admisión del candidato a la Ordenación Diaconal
a) Una vez finalizado el periodo de formación y en el momento en que la
Comisión Diocesana, oído el parecer de los responsables de su formación, lo
estime oportuno, el candidato pedirá por escrito al Obispo ser admitido a la
ordenación diaconal.
b) Si el candidato está casado, la esposa dará su consentimiento a la Ordenación
de su marido (NDE11).
c) Recabados los informes de la Comunidad cristiana a la que pertenece el
candidato, de la Comisión Diocesana y de aquellas personas que los considere
oportuno, el Obispo decidirá si ha de admitir a la ordenación diaconal al
candidato que lo ha solicitado.
d) Si la decisión es afirmativa, el candidato queda admitido a la Ordenación de
Diácono, iniciándose inmediatamente su preparación a la misma.
F) La Ordenación diaconal
Llegado el momento oportuno y después de haber hecho los Ejercicios Espirituales (CIC
en. 1.039) el Obispo procede a ordenar de Diácono según el Ritual establecido, en el
lugar más adecuado, a quien lo había solicitado.
G) El Rito de la Ordenación de Diácono
«La materia de la ordenación diaconal es la imposición de las manos del Obispo, hecha
en silencio a cada uno de los ordenados antes de la oración consecratoria».
«La forma está constituida por la misma oración consecratoria, de la cual son esenciales
y, por ello necesarias para la validez, estas palabras: «Emitte in eos, Domine,
quaesumus, Spiritum Sanctum, quo in opus ministerii fideliter exequendi muñere
septiformis tuae gratiae roborentur» (Pablo VI: Constitución Apostólica: «Pontificalis
Romani»; 19-VI-1968).
H) Efectos jurídicos de la Ordenación diaconal
a) «Por la ley de la Iglesia, confirmada por el mismo Concilio Ecuménico, los
que de jóvenes son llamados al Diaconado están obligados a guardar la ley
del celibato» (SDO 4).
b) «Recibida la ordenación, los candidatos incluso los promovidos en edad más
madura, quedan inhabilitados para contraer matrimonio en virtud de la
disciplina tradicional eclesiástica» (SDO 16).
c) «También los diáconos casados, si quedaren viudos, son jurídicamente
inhábiles, según la disciplina tradicional de la Iglesia, para contraer un nuevo
matrimonio» (Ad Pascendum).
d) «La admisión al estado clerical y la incardinación a una determinada diócesis
se realiza en virtud de la misma ordenación diaconal» (Ad Pascendum, IX).
e) «El diácono permanente, con la ordenación, entra a formar parte del Clero de
la Diócesis, aunque no abandone su vida y profesión civil entre los seglares,
siempre que no desdiga de su sagrado ministerio» (SDO 17; NE 7).
f) Podrán participar en asambleas sacerdotales, y ser elegidos para cargos en la
Curia Diocesana.
LA ESPIRITUALIDAD DEL DIÁCONO
Los Diáconos «sirviendo a los misterios de Cristo y de la Iglesia, deben conservarse
inmunes de todo vicio, agradar a Dios y hacer acopio de todo bien ante los hombres»
(L.G. 41; cf. ITim. 3,8-10).
El Diaconado es un camino que conduce a quienes lo han recibido a la perfección
cristiana y les permite prestar un servicio eficaz a fin de edificar el Cuerpo de Cristo.
La peculiar configuración del Diácono con Cristo exige de él que lo imite generosamente
en toda su vida siendo signo transparente de Jesús «que vino a servir y no a ser servido».
Por ello, el Diácono se compromete a seguir de cerca a Jesús, servidor, así se hace
servidor de Dios y de los hombres.
De aquí brota una espiritualidad a la que el Concilio Vaticano II llama «gracia
sobrenatural del diaconado» (AG. 16). Esta gracia ayuda al Diácono a cumplir su misión
y a comprometerse en la donación personal al servicio del Reino en la Iglesia.
La Didascali a Apostolorum invita a los Diáconos a inspirarse en el lavatorio de los pies,
realizado por Jesús y a imitarle en una actitud de humilde servicio en sus palabras y en
sus pensamientos. Por ello, Pablo VI pide que antes de comenzar su formación diaconal,
los candidatos hayan manifestado una «propensión al servicio» en el culto y en el
apostolado del Obispo, de los Presbíteros, de la Comunidad Cristiana, de los Pobres...
(cf. SDO 30).
Para responder de forma adecuada a las exigencias del espíritu del Diaconado, con la
ayuda de la Gracia divina, según el Motu Proprio «Sacrum Diaconatus Ordinem», se
requiere que los Diáconos:
1.- Se entreguen a la lectura asidua y a la meditación de la Palabra de Dios.
2- Participen con frecuencia en la celebración de la Eucaristía, reciban dignamente la
Comunión y visiten al Stmo. Sacramento. 3.- Examinen diariamente su alma y reciban
con frecuencia el Sacramento de la Penitencia. 4.- Veneren y amen a la Virgen María
con piedad filial. 5.- Recen todos los días Laudes y Vísperas. 6.- Cada dos años hagan
los Ejercicios Espirituales y participen en el Retiro Espiritual en los tiempos litúrgicos
fuertes y en las reuniones arciprestales. 7.- Tendrán un acompañamiento espiritual. 8.-
Se les enseñará que su espiritualidad necesariamente nace de su ministerio pastoral.
VIDA MORAL DEL DIÁCONO
El Diácono ha de dar testimonio con su servicio y con su misma vida de la santidad. Por
ello:
1.- Deberá abstenerse de toda mala costumbre y procurará ser siempre agradable a Dios.
2- Estará dispuesto para cualquier obra buena por la salvación de los hombres. 3.-
Tratará de superar a los demás en la práctica de la vida litúrgica, en el amor a la oración
y al servicio divino y en el ejercicio de la obediencia, caridad y castidad (SDO 25).
LA MISIÓN DEL DIÁCONO PERMANENTE EN LA DIÓCESIS
El Diácono Permanente, miembro de la Jerarquía que es servicio y que es ordenado para
el servicio, podrá realizar con la ayuda del Señor y en comunión con el Obispo y el
Presbiterio, las siguientes funciones, entre otras:
1.- El ministerio de la Palabra de Dios
A) Proclama la Palabra de Dios a los fieles.
B) Instruye y exhorta al Pueblo de Dios.
C) Bajo la guía del Párroco se encarga del área pastoral de la catequesis infantil, del
catecumenado de jóvenes y adultos y de la evangelización de los alejados,
indiferentes...
D) Está presente en el diálogo «fe-cultura».
E) Atenderá las Escuelas de catequistas.
F) Denuncia situaciones inhumanas.
G) Preparará adecuadamente la Homilía.
De esta manera colabora en la evangelización, ayuda a los hombres en el camino hacia
la fe y fomenta la transformación y renovación del hombre, de las estructuras y de la
cultura.
2- El ministerio litúrgico
A) Asiste al Obispo y al Presbítero en la liturgia.
B) Administra el sacramento del Bautismo.
C) Conserva, cuida y administra la Eucaristía.
D) Asiste y bendice los matrimonios.
E) Preside el culto y la oración de los fieles.
F) Preside los funerales y sepelios.
G) Prepara los equipos de animación litúrgica.
H) Cuida los ministerios de acólito, lector y ministro extraordinario de la Comunión. I)
Fomenta la plegaria en la comunidad.
De este modo, propicia la renovación litúrgica de las comunidades cristianas y
contribuye a que los fieles se reúnan, alaben al Señor, participen en la Eucaristía,
reciban el Cuerpo y la Sangre del Señor y oren al Señor.
3.- El ministerio de la caridad
Es propio del Diácono ofrecer un servicio amoroso, desprendido y gratuito a los pobres y
necesitados, en los que descubre y sirve al mismo Cristo. Pone de manifiesto la
vinculación que existe entre la mesa del Cuerpo de Cristo y la Mesa de los pobres.
Anima y dinamiza la caridad de la Iglesia.
A) Dirige y colabora en trabajos de caridad, de administración eclesial, de ayuda y
promoción social.
B) Atiende las necesidades de los ancianos, abandonados, prisioneros, enfermos,
emigrantes, toxicómanos...
C) Está atento a las nuevas pobrezas.
D) Mantiene viva y en tensión la caridad de la Comunidad Cristiana y su expresión:
Caritas.
E) Se preocupa por la pastoral matrimonial y familiar.
Juan Pablo II enseña que «el Concilio les dirige una recomendación que deriva de la más
antigua tradición de las comunidades cristianas: dedicados a los oficios de la caridad y
de la administración, recuerden los diáconos el aviso de San Policarpo: «misericordiosos,
diligentes, procedan en su conducta conforme a la verdad del Señor, que se hizo servidor
de todos» (L.G. 29). «Funciones del Diácono» (13-X-93). Serán así presencia cercana
de Cristo salvador y servidor, llamada a un compromiso en favor de la liberación
integral de los hombres.
Dentro de estas funciones se abre una inmensa gama de posibilidades, en las cuales
podrá realizarse el ministerio diaconal, compartiendo la misión de la Iglesia en torno al
Obispo y en colaboración con los presbíteros. Y las podrán realizar integrado en
parroquias, en quehaceres arciprestales, en Comunidades Cristianas sin Presbítero, en
medio de un mundo secularizado...
Esto les mueve a vivir la espiritualidad del siervo que entrega su vida por los demás para
edificar el templo vivo de Dios, que es la Iglesia.
4.- Guía legítimamente en nombre del Párroco o del Obispo las comunidades
cristianas, sin presencia permanente de presbítero.
Juan Pablo II enseña que «es una función de suplencia, que el diácono desempeña por
mandato eclesial cuando se trata de salir al paso de la escasez de sacerdotes. Pero esta
suplencia, que no puede nunca convertirse en una completa sustitución, recuerda a las
comunidades privadas de sacerdotes, la urgencia de orar por las vocaciones
sacerdotales» (Funciones del Diácono, 13-X-93).
En estas comunidades, el Diácono realiza sus funciones en comunión eclesial y dentro
de una pastoral de conjunto. En este sentido, sus funciones prioritarias serán:
A) Promover la edificación de la comunidad cristiana a través de sus funciones.
B) Promueve el desarrollo integral de las personas, familias, pueblo...
C) Se preocupa por los pobres, ancianos, enfermos...
D) Ayuda a quienes no están suficientemente evangelizados a adherirse explícitamente,
por la fe, a Cristo que vive en su Iglesia.
E) Ayuda a la Comunidad a que asuma su responsabilidad evangelizadora y misionera.
F) Asesora y coordina los movimientos apostólicos de laicos y cristianos, y a los laicos
cristianos presentes en la Vida Pública.
G) Proclama la Palabra de Dios.
H) Convoca y preside la oración de la Comunidad Cristiana.
I) Distribuye la Comunión a los que acuden al Templo y a los enfermos.
J) Ayuda a todos a insertarse y participar en la vida y misión de la Comunidad Cristiana
desde el don y carisma recibidos.
K) Se responsabiliza de la catequesis a todos los niveles y promueve catequistas.
L) Se responsabiliza del archivo de la parroquia, de los libros sacramentales, de los
rituales, del patrimonio histórico-cultural y de la economía.
M) Promueve la oración por las Vocaciones Sacerdotales, de una manera especial.
5.-Presencia en los Órganos de comunión y corresponsabilidad de la Iglesia
diocesana.
a) Será miembro del Consejo Pastoral Parroquial y de la Junta Económica de la
Parroquia.
b) Será miembro del Consejo Pastoral Arciprestal y del Diocesano.
COMISIÓN DIOCESANA PARA EL DIACONADO PERMANENTE
1 -Creación de la Comisión
«La creará el Obispo para que le ayude, integrada por presbíteros y, en su tiempo,
también por diáconos experimentados» (NDE, 17, d).
2.-Composición
Estará compuesta por los siguientes miembros:
A) El Vicario General que la convoca y preside.
B) El Vicario Episcopal del Clero.
C) El Rector del Seminario.
D) El Delegado Diocesano de Pastoral Vocacional.
E) Un Arcipreste.
F) Un Diácono Permanente.
G) El Vicario de Pastoral.
3.-Funciones
A) Recibir las solicitudes de admisión al Diaconado Permanente.
B) Recabar los informes que estime necesarios sobre las cualidades y estilo de vida del
candidato, con el fin de ayudarle a discernir su vocación.
C) Después de una adecuada evaluación, dar una respuesta definitiva a la petición del
candidato.
D) Elaborar un programa de formación pastoral sobre los aspectos más esenciales del
ministerio diaconal.
E) Proveer el acompañamiento en la formación personal a cada candidato con las
colaboraciones que sean necesarias.
F) Elaborar, al finalizar el proceso de formación, el informe de idoneidad, y presentarlo
al Obispo.
G) Sensibilizar a la Comunidad Diocesana sobre la importancia de este Ministerio, que
se instaura con el fin de que surjan vocaciones que respondan a su identidad y misión.
H) Cuidar y asegurar la formación permanente de los Diáconos en la Diócesis (SDO 29;
NDE, 29).
I) Procurar un sacerdote que le acompañe espiritualmente, si el interesado no lo ha
encontrado.
J) Velar para que el periodo de formación no sea graboso para el interesado.
ANEXO I
A) MATERIAS QUE SE IMPARTIRÁN EN EL PROCESO FORMATIVO DEL
DIACONADO PERMANENTE
1 .-Sagrada Escritura: 90 horas
2.-Teología Dogmática y T. Fundam.: 90 horas
3.-Teología Moral: 90 horas
4.-Teología Pastoral - Catequesis: 50 horas
5.-Liturgia: 30 horas
6.-Derecho Canónico: 30 horas
7.-Historia de la Iglesia: 30 horas
8.-Doctrina Social de la Iglesia: 45 horas
9.-Música y Arte Sacro: 30 horas
B) CENTRO DONDE SE IMPARTIRÁ LA FORMACIÓN
A LOS CANDIDATOS AL DIACONADO PERMANENTE
La Comisión Diocesana determinará el Centro de Estudios donde recibirán los
candidatos al Diaconado Permanente la formación. Podrá ser:
1.-Seminario Diocesano.
2.-Escuela Diocesana de Teología.
3.-Instituto Nacional de Teología a distancia.
4.-Una Universidad Pontificia.
5.-De otra forma, según los casos.
6.-En la parroquia, bajo la guía del párroco con exámenes periódicos en el Seminario.
C) LA DURACIÓN DEL PROCESO FORMATIVO SERÁ NORMALMENTE DE
TRES AÑOS (SDO, N.° 9).
ANEXO II
PASOS A DAR PARA LA INSTAURACIÓN DEL DIACONADO PERMANENTE
1.- Dar a conocer el Directorio del Diaconado Permanente.
2.- Crear la Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente.
3.- Elaboración del Plan de Estudios del Diaconado Permanente.
4.- Campaña a cargo de los Párrocos.
5.- Propuesta y presentación de personas significativas por su trayectoria de
compromiso cristiano en la Comunidad.
6.- Comenzar con un grupo de 5 a 7 personas, no con individuos aislados.
7.- Instaurar un proceso por etapas donde lo teórico y lo práctico vayan unidos.
8.- Revisar cada etapa para ir abriendo caminos y horizontes nuevos.
9- Hacer un cartel ilustrativo sobre el Diaconado, y ponerlo en todas las parroquias e
iglesias de la Diócesis.