Roselló Verdeguer, Jorge. El Texto y Sus Propiedades Algunas Consideraciones de Carácter Práctico
Roselló Verdeguer, Jorge. El Texto y Sus Propiedades Algunas Consideraciones de Carácter Práctico
Roselló Verdeguer, Jorge. El Texto y Sus Propiedades Algunas Consideraciones de Carácter Práctico
CARÁCTER PRÁCTICO
(Universidad de Valencia)
RESUMEN:
puntuación
ABSTRACT:
The text can be defined from different points of view, one of which is
according to its constitutive properties. From the beginning, coherence and
cohesion have focused upon in most works related to text linguistics. In this
paper, both will be analyzed in detail along with two other mechanisms, essential
to textual construction, that have not received, in our view, much attention from
specialists: first, the paragraph, a unit which has been defined from different
points of view (a piece of writing that usually deals with one subject; the visual
presentation of a paragraph makes it easier for reading; from an orthographic
aspect, through the usage of full stops), the author uses it to organize
information and establishes the relationship between the parts, and, on the other
hand, punctuation marks, which are used to link different parts in order to
facilitate the understanding of the text. In this article there are numerous
examples to show the importance of these elements in text construction.
1. EL TEXTO
Así pues, la dimensión del objeto texto hace que “las aproximaciones a su
estudio vayan conformando un entramado que delimita su propia caracterización
desde dentro hacia fuera” (Gallego 2002: 79). Esto supone que se ha pasado de
una perspectiva más interna, basada fundamentalmente en los principios
constitutivos del texto, a una perspectiva más externa, de corte pragmático,
donde el texto es entendido como la unidad máxima de comunicación
dependiente de un contexto. Aproximaciones de este tipo son las representadas,
por ejemplo, por Van Dijk, uno de los más prestigiosos especialistas del tema,
que ha ido ampliando sucesivamente sus puntos de mira a la hora de abordar el
texto, primero con incursiones en la psicología y en el cognitivismo (Van
Dijk 1980); más tarde, desde perspectivas pragmáticas que le sirvieron de base
para analizar la ideología dominante a través de los textos periodísticos (1990);
y, últimamente, abordando trabajos sobre la desigualdad y el poder en general,
y a la manera como estas realidades se evidencian a través del lenguaje
(investigaciones sobre el poder, la ideología, el racismo, la desigualdad...), que
él engloba bajo la denominación de Análisis crítico del discurso (1997, 2000).
Sin embargo, como veremos, esta diferenciación tendrá que ser matizada
en algunos aspectos, porque la cohesión no siempre –como aquí se afirma– es
un fenómeno supraoracional.
3.1. La coherencia
3.2. La cohesión
3. CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
Así pues, hemos visto que tanto la coherencia como la cohesión son
propiedades constituyentes del texto. Del mismo modo, el proceso de
construcción misma de la unidad textual hace necesario conocer de antemano
los mecanismos de los que se valen esas dos propiedades con el objeto de que
el escritor utilice conscientemente todos estos recursos que hacen del texto que
está redactando una unidad comunicativa. Aportando información significativa,
distribuyendo convenientemente esa información y evitando caer en
contradicciones garantizamos la coherencia textual. Por otro lado, si se sabe
utilizar los elementos anafóricos y catafóricos, las unidades léxicas y la conexión
entre ellas, garantizamos la cohesión del texto. Se hace necesario, pues, que el
escritor novel o aquellos que quieren mejorar su proceso de composición escrita
tengan un buen conocimiento de estos mecanismos y, sobre todo, sepan
aplicarlos a sus escritos. Como hemos visto, las muchas disquisiciones y los
puntos de vista existentes pueden hacernos pensar que el texto es un mero
constructo teórico, cuando en verdad se trata de una realidad viva, en marcha,
que se va haciendo delante de nuestros ojos. Es conocida la metáfora
del tejido textual , ya que la palabra texto proviene del latín TEXTUS, participio
de TEXO, del verbo TEXERE, que significa precisamente ‘tejer, trenzar, entrelazar’.
Un texto vendría a ser una tela, un tejido en el que el hilo serían las palabras, y
los puntos resultantes del entrelazado el sentido que damos a la unión de estas
formando enunciados. De la misma manera que podemos ver cómo esas
intersecciones de hilos constituyen una malla con la que nos podemos cubrir,
vemos también cómo combinando adecuadamente esas palabras vamos
formando el discurso que viste nuestro pensamiento.
3.1. El párrafo
Vigara (2001: 51), al hablar de las ideas expresadas en las distintas frases
de un párrafo, señala que estas pueden ser muy distintas, pero si están juntas
en un mismo párrafo es porque sirven a un mismo objetivo informativo. Por ello,
critica la simple sucesión de oraciones-párrafo, ya que desorientan gravemente
al lector, que con frecuencia “no puede encontrar coherencia (‘argumentación’
común) en lo que se le presenta como unos pocos y sucesivos datos sueltos”.
Pone el siguiente ejemplo:
Como vemos, son múltiples los puntos de vista para delimitar esta unidad,
y en el fondo subyace la idea de que para segmentar un texto en párrafos
podemos guiarnos por diversos criterios (temático, visual, semántico…) y que su
elección va a depender de muchos factores, entre los que destaca el tipo de
texto, la complejidad del tema que se está tratando, la extensión, etc. El criterio
más citado por los autores para delimitar el párrafo es el temático, en el sentido
de que a un párrafo le corresponde una sola idea o un mismo contenido. También
se citan criterios visuales (la extensión que ocupa en la página) y ortográficos,
ya que el párrafo está delimitado por el punto y aparte, la sangría al principio y,
ocasionalmente, el espacio en blanco o línea blanca. La perspectiva funcional
está relacionada tanto con el contenido como con el lugar que ocupa esta unidad
dentro del texto; así se habla de párrafos iniciales, de desarrollo, de transición,
de enumeración, de conclusión, autónomos, subordinados, etc. También hay
autores que se fijan en la lectura y toman como eje la figura del lector con el fin
de facilitarle la comprensión del texto. Por último, los límites del párrafo
responden también a actividades de naturaleza cognitiva como son la
interpretación textual y el almacenamiento de la información
transmitida. Gráficamente, esta información queda resumida en el cuadro 1.
3.2. La puntuación
Por su parte, Roselló (2011) llevó a cabo una experiencia didáctica con
alumnos españoles de educación secundaria y bachillerato, y observó que los
alumnos instruidos sobre el tema de la puntuación obtenían mejores resultados
que sus compañeros, sobre todo en aquellos signos más utilizados, como la coma
y el punto y seguido. Conviene reseñar también que los estudiantes de
bachillerato manifestaron un dominio de la puntuación superior al de sus
compañeros de secundaria. La puntuación, como han puesto de relieve algunos
estudios (Rocha, 1995), es una adquisición más bien tardía, relacionada con el
dominio de la sintaxis y la planificación textual, razón que explica que, aunque
la enseñanza de los signos forme parte de la expresión escrita y esta se inicie
en los primeros años de escolarización, empiece a dar sus frutos mucho después,
cuando el alumno ha interiorizado toda una serie de nociones gramaticales y
discursivas.
También sabemos que con los dos puntos podemos conectar oraciones o
proposiciones vinculadas entre sí sin necesidad de emplear otro nexo,
estableciendo entre ellas diferentes relaciones semánticas:
De igual forma, el uso de uno u otro signo también puede dar lugar a
interpretaciones diferentes, al igual que el uso de uno u otro conector lleva a
establecer diferentes relaciones lógicas entre los enunciados. Consideremos los
siguientes ejemplos:
4. CONCLUSIONES
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[1] Adecuación, coherencia y cohesión son las propiedades que, de una manera más o menos estable, han
quedado fijadas en la mayor parte de los manuales destinados al estudio del texto.
[2] Con respecto al término “discurso”, hemos de decir que lo utilizamos como sinónimo de “texto”, al igual que
hacen muchos autores (Bernárdez, Bonilla, Castellà, Lozano, Rigau...).
[3] Si en el nivel oracional eran las restricciones gramaticales las que determinaban la aceptación de una
oración, ahora –en el nivel textual– ya no nos podemos regir por esas mismas normas gramaticales, puesto
que un texto no es una mera suma de oraciones. Por consiguiente, cuando nos situamos en el texto o
discurso, el concepto de gramaticalidad es sustituido por el de textualidad, como señalan De Beaugrande y
Dressler (1981), concepto heredado del de textura, ideado por Halliday (Halliday y Hasan, 1976).
[4] Esta distinción fue aportada por John Searle para los actos de habla. Searle diferencia entre reglas
regulativas (o normativas) y reglas constitutivas. Estas últimas “son una condición sine qua non para la
existencia misma del tipo de evento en cuestión, mientras que una regla regulativa controla el desarrollo del
comportamiento” (Herrero, 2005: 305).
[5] Desde un punto de vista práctico, pueden verse los trabajos de Conca, Cuenca y Lluch (1998) y los de
Cuenca (1996, 2000).
[6] En este sentido, aunque hemos considerado la puntuación un elemento diferenciado del párrafo, no se
puede ocultar su relación, en tanto en cuanto la segmentación en párrafos viene determinada por el signo de
punto y aparte, el cual facilita que el texto pueda dividirse de esa manera.