33 Tesis Sobre El Fasismo-Iñaki Gil

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IÑAKI GIL DE SAN VICENTE

Treinta y tres tesis sobre el fascismo

Iñaki Gil de San Vicente - La Haine

2018

Texto base para el debate sobre fascismo a celebrar en Errekaleor el 6 de abril de 2018. Esta
ponencia actualiza entre otras la realizada el 4 de abril de 2004 con el título de “Contra el
Neofascismo” y también el pequeño texto del 27 de noviembre de 2014 Introducción a la “Psicología
de masas del fascismo” de W. Reich.

1. Los 14 años transcurridos desde Contra el Neofascismo están marcados por cuatro dinámicas que
agudizan las fuerzas impulsoras de lo que genéricamente llamamos «fascismo»: Una, la por ahora
imparable «decadencia de Occidente», amenazado por las y los parias de la tierra, una de las
justificaciones más poderosas de los fascismos. Dos, la tercera Gran Depresión iniciada en 2007:
recordemos que la primera Gran Depresión de 1873 impulsó como salida la militarización industrial
e imperialista, y la guerra mundial de 1914-1918; y que la segunda Gran Depresión iniciada en 1929
impulsó el nazismo, el franquismo, la guerra mundial de 1940-1945. Tres, la crisis socioecológica y
de recursos vitales con sus efectos en las pugnas interimperialistas y en las agresiones a la
humanidad. Y cuatro, la extrema polarización antagónica entre la inconmensurable riqueza de una
ínfima gran burguesía y la sobreexplotación de una gigantesca fuerza social de trabajo empobrecida
hasta lo inhumano, y en medio de esta tenaza las mal llamadas clases medias y pequeñas burguesías
casi tan desconcertadas e iracundas como en los cataclismo anteriores.

2. Estos y otros cambios capitalistas como la rentabilidad creciente de la industria del turismo y del
deporte alienador de masas, la necesidad de mover ingentes sumas de capital corrupto que exige
ser blanqueado a cualquier precio, la presencia en tiempo real de la industria político-mediática y
cultural burguesa, la multiplicación exponencial de las fuerzas irracionales inherentes al fetichismo
de la mercancía en un capitalismo que busca generalizar nuevos consumos para reactivar la tasa
media de beneficio, etcétera, explican la facilidad con la que grupos fascistas rusos recorrieron
distancias imposibles de cubrir en 1940-45 para provocar violentamente al pueblo bilbaíno con la
excusa de un partido de futbol. Porque para el fascismo, la industria del futbol es sólo un medio de
engorde y de difusión mundial de sus objetivos.

3. Así comprendemos que sectores conscientes del pueblo ejercitaran el sagrado derecho de
autodefensa el pasado 22 de febrero en Bilbo. La violencia fascista provocó momentos de tensión
extrema a raíz de los cuales murió de un ataque al corazón Inocencio Alonso García, policía
autonómico español. Las reacciones de las fuerzas políticas oficiales y de las reformistas
responsabilizando casi por igual a los atacantes y a quienes practican el derecho de autodefensa
demuestra cuando menos una ignorancia supina de lo que es el fascismo, o lo que es peor su
asunción de la nefasta creencia de que la única forma de combatirlo es la parlamentaria, sin ninguna
movilización popular.

4. ¿Ha vuelto el fascismo, entonces? Lo que entendemos generalmente por fascismo nunca se ha
ido del todo. Siempre ha estado y está más o menos presente de algún modo, por lo que no necesita
«volver» sino en todo caso hacerse notoriamente presente, salir abiertamente a la luz como fuerza
política con mayor o menor apoyo social. Incluso en los momentos demás aparente «paz social» y
supuesta «normalidad democrática», incluso entonces el fascismo en su acepción más amplia,
zumba como una avispa para recordarnos que es la reserva de fuerza contrarrevolucionaria de
masas. En contextos de crisis social larga y profunda, cuando el poder del capital puede estar en
peligro, fracciones de la burguesía y sectores de su Estado reactivan o impulsan al fascismo,
contando con la pasividad del reformismo que se niega a movilizar a la clase obrera y al pueblo
trabajador. En la mayoría inmensa de los casos el triunfo del fascismo se ha producido después de
derrotas del movimiento obrero y popular, aprovechando su desmoralización, sus dudas y divisiones
internas.

5. El fascismo es una fuerza contrarrevolucionaria que en determinadas condiciones puede llegar a


ser de masas y puede conquistar el poder estatal, pero que ha cambiado mucho en sus formas y
algo en sus contenidos desde 1923. Aquí, como en todos los problemas a los que se enfrenta la
praxis humana, es imprescindible recurrir a la categoría de lo universal, lo particular y lo singular en
la poliédricacorriente fascista, sobre todo cuando las vaguedades reformistas del populismo
laclausiano y podemita, enturbian el debate y anulan la radicalidad crítica.

6. Lo básico, lo universal del fascismo aparece al desnudo en la materialización de sus constantes:


destrucción de las organizaciones revolucionarias y sindicales; destrucción de los derechos
concretos y de las libertades críticas, no asimilables por la burguesía; control estricto o incluso
anulación de los derechos y libertades formales; libertad de explotación salarial, patriarcal y racista;
Estado, partido y sindicato únicos, ramificados verticalmente en la vida social; omnipotencia y
omnipresencia policíaco-militar; cultura y lengua única como eje del nacionalismo imperialista; base
de masas obedientes; enfervorecimiento de la pequeña burguesía…

7. Lo universal del fascismo surgió con la fase industrial del capitalismo, cuando la pequeña
burguesía y el campesinado entraron en una irreversible época histórica de mayor incertidumbre
que la que tenían en la fase artesanal y manufacturera precedente. La masiva producción industrial
destrozaba a la pequeña burguesía y al campesinado, a su mundo de tranquila quietud, y reforzaba
a la clase obrera y a la alta burguesía. Desde 1830 y 1848 estos sectores empezaron a mostrar
tendencias irracionalistas, cobardes, obedientes a un jefe bonapartista que abría el camino al
cesarismo y se concretaría al poco tiempo en el duce, el führer, el caudillo.
8. La industrialización imperialista, su violencia extrema, aceleró esta crisis de identidad pequeño
burguesa en los Estados europeos que no habían realizado la primera oleada de revoluciones
burguesas. El fascismo, el nazismo, el salazarismo, el franquismo… surgieron allí donde la burguesía
no había culminado su revolución antifeudal y no había creado un sistema parlamentario capaz, con
sus problemas, de alienar a sectores importantes de la clase trabajadora, tras haberlos derrotado
previamente. Además, esas pequeñas burguesías, sectores campesinos medios, capas de
funcionarios, etc., padecían unas formas concretas de fetichización mercantil de su existencia y de
crisis de su estructura psíquica colectiva cotidiana, familiar, sexual y nacional que no tenían ya nada
que ver con las formas de la pequeña producción artesanal.

9. Sus valores de orden y autoridad se hundieron bajo los golpes de crisis múltiples. La
intelectualidad pequeño burguesa no tenía la capacidad de su hermana mayor para crear una
«cultura fascista» superior a la burguesa, sino sólo en su culto a la violencia, a la represión salvaje e
inmediata del comunismo, al racismo zafio y brutal, al nacionalismo reaccionario, al líder o «macho
alfa», y a las fantasías de un «nuevo orden de mil años». Pero esta debilidad real fue una baza a su
favor porque la bruta simplicidad irracional de su propaganda llegaba directamente a lo más
profundo del inconsciente del pueblo trabajador contaminado con la ideología pequeño burguesa.

10. El primer momento crítico de la formación del fascismo fue 1917-1923 durante el cual fracasó
la revolución burguesa rusa de febrero de 1917, triunfó la bolchevique en octubre, se hundió la
ofensiva alemana en 1918 y estalló la revolución en Alemania que sólo sería derrotada en 1923; y
además, en 1922 Mussolini llegó a Roma, la URSS venció definitivamente al imperialismo en 1923.
El segundo momento crítico de la formación del nazifascismo fue entre 1929 con el inicio de la
Segunda Depresión del capitalismo mundial y 1933 con la victoria de Hitler. La formación del
nazifascismo es por tanto incomprensible sin la existencia de la URSS.

11. Las expresiones particulares del fascismo vienen determinadas por la lucha de clases como
síntesis de múltiples contradicciones. Los Camisas Negras italianas, la NSPD alemana, la Guardia de
Hierro rumana, la Cruz Flechada húngara, la Acción Francesa, el Rexismo belga, la Unión Británica
de Fascistas, la Unión Nacional noruega, el Estado Nuevo portugués, las FET y las JONS españolas,
etcétera, muestran las abundantes formas particulares del fascismo hasta 1945. Con la mal llamada
«guerra fría» el grueso del fascismo entendido en su generalidad debe ser estudiado sobre todo
teniendo en cuenta la estrategia de la OTAN y de los servicios secretos occidentales, sobre todo en
Estados decisivos para los EEUU como Italia, la península ibérica, Alemania Federal, Turquía, Grecia,
etcétera.

12. Con la devastación social del neoliberalismo desde mediados de los ’80, la implosión de la URSS
y la expansión al Este de la OTAN desde los ’90, la aceleración del autoritarismo en la UE, la crisis de
2007 y el Tratado de Lisboa de 2010 con las nuevas tareas encomendadas a la OTAN, el debate sobre
el fascismo ha entrado en otra dimensión. La derechización inquietante de la «liberal Holanda» a
comienzos de 2017, a fascistización de Ucrania desde 2014, o los 60.000 neonazis desfilando en
Varsovia en noviembre de 2017 con la complacencia del PiS oficialmente en el gobierno polaco, el
arraigo del FPÖ austriaco, la fuerza de Amanecer Dorado en Grecia y de la Derecha Alternativa o
«alt-right» en Suecia, el «fascismo renovado» de Casa Pound en Italia…, estas y otras realidades nos
exigen profundizar y extender el concepto de fascismo ante la innegable peligrosidad que este
movimiento está adquiriendo.

13. Pero no sólo para Europa: el ascenso programado del fascismo en Nuestra América, por ejemplo,
también nos lo exige. Las transformaciones habidas en el capitalismo occidental desde 1945
aconsejaban que el nazifascismo sólo actuase a pelo descubierto en otros continentes como en
Nuestra América mediante el Plan Cóndor y otras dictaduras, en donde se inventó en término de
«fascismo criollo» para aclarar las particularidades del nazifascismo en aquél continente. Ahora, se
propone avanzar del término «sub-fascismo» para definir los golpes blandos, los muy duros y el
terrorismo de las guarimbas, al de «fascismo amistoso/hostil» para comprender su recurso a
diversos métodos según los casos.

14. En los EEUU los grupos neonazis han crecido un 22%, según estadísticas oficiales, sólo durante
el primer año de Trump. Y no olvidemos el duro giro a la derecha que imprimió Harper a Canadá y
que Trudeau no ha reorientado del todo. ¿Qué decir de los movimientos ultraderechistas y
militaristas en India, Japón y otros países claves en la decisiva Asia? ¿Qué decir de la vigilancia
masiva y la represión en el militarizado Egipto? ¿En qué medida son «fascistas» al estilo europeo
estos regímenes? Cada uno de ellos debe ser analizado en su concreción singular para descubrir su
inserción particular en la universalidad fascista, o tal vez decir que esa universalidad debe ser
definida como «fascismo tardío» surgido de las respuestas a las contradicciones y luchas de clases
del «capitalismo tardío».

15. El estudio de su concreción singular debe tener muy en cuenta según los casos la baja o alta
autonomía relativa de la subjetividad histórica con sus contradicciones internas, de la cultura y de
la lengua, de la tradición, de los valores…, es decir de eso que se denomina «factor subjetivo» que
se convierte en fuerza material sociopolítica, que incide objetivamente en la lucha de clases. Muchas
de las fricciones y hasta choques entre los diversos fascismos responden además de a los diferentes
intereses socioeconómicos de sus burguesías también a las divergencias existentes en sus
identidades culturales y subjetividades históricas, que pudieron ser muy duras en el pasado y que
siempre dejan marcas en el presente.

16. El anticomunismo, el control estricto o la persecución del sindicalismo combativo, del feminismo
socialista, del internacionalismo obrero y popular, etc., están más o menos activos en el Japón
sintoísta, la India hindú, el Egipto musulmán, la católica España: por un lado, sus enormes diferencias
religiosas, culturales y económicas no anulan que, en lo básico del poder del capital, «coincidan»
con parte de la identidad fascista; pero por otro lado, sus respectivas subjetividades históricas
explican las diferencias en el desarrollo de esas restricciones o represiones. Estos y otros países no
son ahora mismo dictaduras nazifascistas, desde luego, pero en su interior existen prácticas
represivas típicas de ese régimen. Los nazis no tuvieron problemas ideológicos en integrar en su
máquina de terror a sectores judíos, hindúes, musulmanes, budistas, sintoístas, ortodoxos… que no
tenían nada que ver con la «raza aria» pero sí querían arrasar la URSS y todo lo que significaba.

17. La URSS ya no existe y por ahora la burguesía mantiene su poder en las sociedades imperialistas
sin recurrir al nazifascismo salvaje porque, entre otras cosas, aún no aparece por la esquina
izquierda del futuro inmediato una oleada prerrevolucionaria. Es cierto que, como hemos dicho en
el punto 1º hay al menos cuatro dinámicas que enturbian cada vez más el mañana incluso
comparado 2018 con 2004, pero aun así la burguesía se siente sólida en su poder, precisamente
porque el auge del neofascismo y del populismo orienta el malestar irracional de sus votantes por
la senda del parlamentarismo, del electoralismo. Hitler, Mussolini, Franco… aniquilaron el
electoralismo parlamentarista.

18. Muchas derechas extremas actuales incluso se distancian formal y propagandísticamente del
neofascismo para ganar más votos: saben que la burguesía controla los medios de alienación de
masas imprescindibles para ganar elecciones decisivas en situaciones no prerrevolucionarias, como
la presente, y necesita dar buena imagen. Se habla de «posfascismo» para referirse a los
extremismos derechistas que, a falta de la URSS, vuelcan sus odios contra el Islam, la emigración, la
nueva pobreza y el mestizaje, pero se olvida que este «posfascismo» es enemigo mortal de la
izquierda revolucionaria, del sindicalismo combativo, del feminismo socialista, de la cultura crítica y
que no combate al capital sino a la izquierda nueva y joven que está formándose.

19. Por ejemplo, Alternativa para Alemania tiene ya 297 personas cobrando del Parlamento alemán.
Una investigación del ‘Die Zeit’ ha demostrado la fuerte presencia de nazis en su interior y su arraigo
en sectores del ejército. Pero el partido evita en lo posible dar una imagen que recuerde al nazismo
mientras que las cifras de ultraderechistas son las mayores de su historia reciente. Es claro que la
dilucidación de lo que es este partido no se puede hacer aplicándole mecánicamente todas las
características hitlerianas, pero sí debemos tener en cuenta algunas de ellas en sus formas actuales:
el racismo extremo, el anticomunismo, la dictadura irracional del líder y de la «figura del Amo», los
valores reaccionarios de la pequeña burguesía, la misoginia y la exaltación de la «madre», la cultura
del cuerpo como autodisciplina obediente, la añoranza de un pasado mejor que debe volver… todo
ello buscando la aniquilación del comunismo porque su fantasma empieza a ulular.

20. La impunidad de la que gozan los franquistas con alrededor de 4000 ataques anuales no sólo es
explicable por el «franquismo sociológico», que tiende a aumentar, sino sobre todo por el arraigo
material de las ideas fascistas organizadas dentro del «Estado profundo» y en muchas instituciones
socioeconómicas y políticas, como la Iglesia. El PP maneja perfectamente a estos grupos como un
padre al hijo díscolo. La ayuda de Ciudadanos y la pasividad del PSOE y Podemos, asegura el resto.
La «nueva piel» de algunos grupos les lleva a limitar el uso de emblemas nazis pero les permite
reactivar tácticas como la «ayuda nacional» negada a los emigrantes que realiza Hogar Social, y
otras. Lo mismo ocurre con el Estado francés pero a otra escala por las decisivas lecciones históricas
dejadas por la revolución burguesa, por la ocupación nazi y por la victoria del populismo de Macrón,
que le han obligado al Frente Nacional a denominarse Reagrupación Nacional, casi idéntico al del
partido Reagrupación Nacional Popular colaboracionista con los nazis.

21. El fascismo en Euskal Herria responde a la singularidad del marco autónomo vasco de lucha de
clases. Hemos recorrido lo universal del fascismo y lo particular de los fascismos, hasta llegar ahora
a la singularidad vasca. La lucha de clases es mundial, las liberaciones de los pueblos son singulares,
y lo que les conecta mediante la dialéctica del conocimiento es el estudio de lo particular. En Euskal
Herria lo particular es la base material nazifascista que subsiste en lo profundo del imperialismo
franco-español, aunque con diferente fuerza en cada uno de sus dos componentes por obvias
razones históricas. El fascismo tuvo cierta implantación en Euskal Herria entre 1933 y 1945, y luego
supo camuflarse hábilmente dejando posos que son «reservas de irracionalidad» movilizables
cuando el poder franco-español lo estime conveniente.

22. Sin entrar en la extrema derecha francesa en Euskal Herria por falta de espacio: recordemos el
porcentaje de media de votos lepenistas en Iparralde, en Hegoalde existe un significativo
conglomerado imperialista español en el que los componentes fascistas –notorios en la derecha en
Nafarroa y nunca combatidos por el PSOE de este herrialde- son reactivados por el Estado según sus
necesidades como, por ejemplo, la oleada de irracionalidad represiva lanzada por el PP de Aznar
entre 1996 y 2004. Pero la socialdemocracia no está libre de culpa en la pervivencia del
conglomerado fascista y neofascista. Nunca ha movilizado a sus bases contra él, siempre ha ocultado
sus crímenes, jamás ha exigido depuraciones ni castigos por las atrocidades fascistas, durante
decenios ha torpedeado y obstruido la verdad histórica y ha dejado que varios miles de asesinados
se pudran en las cunetas y campos vascos, por no hablar de su directa responsabilidad en la «guerra
sucia», en las torturas, etc., prácticas típicas del nazifascismo. Peor aún, se alió con las fuerzas más
reaccionarias y neofascistas camufladas en el PP para controlar el gobiernillo vascongado entre 2009
y 2011.

23. La experiencia de la nada sorpresiva reaparición del fascismo activo, que no latente o dormido,
en Catalunya desde que esta nación intensificó la lucha por su independencia y por otros derechos
elementales, confirma lo que estamos analizando. Por ahora, sus ataques son una advertencia de lo
que será capaz de hacer el imperialismo español fuera de su misma legalidad, la que ella dicta e
impone, si Catalunya insiste en ponerse en pie. Lo que España es capaz de hacer en base a su misma
legalidad, se está viendo día a día y desborda los poderes de control del artículo 155 para avanzar
en el ataque a la identidad nacional catalana. Los ataques fascistas advierten de lo que hará España
saltándose su misma legalidad, o sea, recurriendo en caso necesario a la «dialéctica de los puños y
las pistolas» como decía el fundador de la Falange.
24. Es aquí cuando llegamos al problema de las respuestas del reformismo frente a los ataques
fascistas. Tras el ejercicio del derecho de autodefensa popular en Bilbao el pasado 22 de marzo, al
que nos hemos referido en el punto 3º. Tanto en 1922 frente al fascismo, como en 1933 frente al
nazismo, los socialistas y socialdemócratas renunciaron a la lucha popular decidida basada en la
amplia movilización de la clase obrera y del pueblo trabajador que, sin supeditarse a la pequeña
burguesía, sí buscaba integrarla como aliada pero siempre bajo la dirección estratégica del
proletariado revolucionario. Una lección entonces aprendida a golpe y con sangre, y que se
reiteraría después infinidad de veces, es que la clase trabajadora termina desmoralizándose cuando
sus direcciones le imponen el pacifismo pasivo, manso y gandhiano frente a las agresiones
nazifascistas.

25. Grandes manifestaciones de miles de obreros y obreras eran rápidamente disueltas a golpes por
pequeños grupos nazifascistas formados militarmente, que generalmente actuaban de acuerdo con
la policía estatal. Locales, centros sociales, periódicos, bares populares, teatros… eran asaltados por
esas bandas protegidas por el Estado. La fe crédula en el parlamentarismo y en el electoralismo
ponía a la defensiva al pueblo, daba tiempo a la burguesía y envalentonaba al nazifascismo. Ahora
el reformismo dice que 2018 es muy diferente a 1933 y que ya no es necesaria la autodefensa ni la
autoorganización del pueblo obrero para aplastar los brotes fascistas; pero el reformismo ignora o
quiere ocultar que en el capitalismo actual ha exacerbado los medios de alienación frente a los
cuales sólo cabe la praxis, y dentro de ella la movilización contra todo ataque a las libertades sigue
teniendo tanta o más importancia que entonces.

26. El reformismo olvida u oculta las lecciones positivas de la historia: por ejemplo, las izquierdas
del Estado español aprendieron que la impunidad nazifascista de 1922-1933 había desmoralizado a
las clases y naciones oprimidas, facilitando la victoria del capital, por lo que reforzaron su sana
costumbre de resistirse al fascismo allí donde asomara el hocico, lo que les preparó para derrotarlo
en su primera arremetida. La experiencia mundial confirma esta lección positiva, mientras que el
reformismo se queda con las negativas: la pasividad del Frente Popular chileno allanó la vía al terror
de Pinochet en 1973; el PCE español paralizó toda movilización hacia el socialismo en plena crisis de
la dictadura para asegurar la «transición pacífica» a la monarquía impuesta por el dictador. Especial
impacto desmovilizador tuvo la orden de no respuesta a la matanza de abogados en Atocha en enero
de 1977.

27. Pero en el capitalismo actual el problema en realidad es más grave aunque parezca que la
«solidez democrática» conjura el peligro fascista visto sólo en su forma más brutal. Otras veces son
grupitos con mensajes «suaves» pero muy reaccionarios como las denominadas «constelaciones
familiares», etc. Lo que sucede es que las formas de explotación contemporáneas exigen de la
virulencia cotidiana de los microfascismos invisibilizados consustanciales a los micropoderes
capilares que flexibilizan las redes de dominación, opresión y explotación extendiéndolas a la
totalidad de la vida social. No hace falta decir que el Estado es el centralizador estratégico de estos
micropoderes y microfascismos, teledirigiéndolos según los intereses del capital pero manteniendo
su autonomía relativa en lo cotidiano e íntimo, en lo falsamente «privado», porque esa relativa
autonomía multiplica su efectividad.

28. Estas disciplinas y microviolencias –algunas de las cuales llegan al asesinato de mujeres, a las
violaciones, a las palizas a migrantes, etc.- están más desarrolladas ahora que en 1922-1933 porque
ahora son mucho mayores las trabas que obturan la rapidez del proceso entero de realización del
beneficio capitalista. Es por esto que los microfascismos tienden a coordinarse sinérgicamente con
creciente facilidad irrumpiendo con brutal violencia en determinados momentos. El futbol es una
industria alienadora especialmente efectiva en la canalización de las frustraciones y tensiones
diarias. Hay otras muchas facetas de la vida social en las que, como sus matices, se activan
comportamientos semejantes como la imparable drogadicción legalizada o tolerada, el auge del
irracionalismo en una sociedad en la que la ciencia oficial es una simple fuerza productiva asalariada
subsumida en el capital constante, y así una inacabable lista.

29. La entera estructura psicofísica del actual sistema parlamentario está ideada para integrar
funcionalmente estas tensiones, y para condenar las iniciativas populares cuando éstas ejercen el
derecho de autodefensa. Esto segundo es lo que ha sucedido tras los acontecimientos del 22 de
febrero en Bilbao. El reformismo se ha enfrentado de nuevo a toda la evidencia que muestra que la
movilización obrera y popular es el método decisivo de lucha contra el fascismo y contra los
microfascismos, siendo el parlamentarismo de izquierda –cuando se practica- solo un medio de
ayuda táctica supeditada a la estrategia de movilización de masas, y nunca a la inversa. Las violencias
de los micropoderes patriarcales, racistas, empresariales, de poder adulto, etc., y su fácil salto casi
imperceptible a prácticas microfascistas sólo se combaten en su radicalidad mediante las
correspondientes movilizaciones de autodefensa colectiva, que es la mejor pedagogía posible.

30. Uno de los errores del reformismo, y de sus límites, es que rechaza absolutamente la filosofía
de la praxis, la dialéctica entre la teoría y la práctica. Tal cerrazón le imposibilita enfrentarse a las
contradicciones y le precipita en el abismo sin fondo de la legalidad burguesa, haciéndole retroceder
a los mitos del socialismo utópico según los cuales sólo la metafísica culturalista–las «neuronas»-
puede emancipar a la humanidad, mientras que la acción entendida machista y biológicamente –la
«testosterona» (¡sic!)- es inservible. Nos estamos refiriendo a la estricta frase «Contra el fascismo
más neuronas y menos testosterona» de Iker Casanova, criticada por alguien que firma con el
pseudónimo de Fermin Borisovna –véase: Sobre antifascismo, neuronas y testosterona del 2 de
marzo de 2018, disponible en la Red-.

31. Quien firma con el pseudónimo de F. Borisovna tiene razón en su crítica, pero no la lleva a la
totalidad de la lucha contra el peligro fascista. Se centra en la lucha contra el fascismo en su forma
más descarada pero no se extiende, seguramente por espacio, en la muy necesaria autodefensa
pública y abierta contra los microfascismos. En realidad no son dos luchas cualitativamente
diferentes, sino momentos interrelacionados de una estrategia única de autodefensa en la que los
niveles más «bajos» y hasta nimios según la miopía reformista se entrelazan y coordinan en una
sinergia que puede avanzar hacia praxis más amplias y profundas. Desde esta visión procesual, es
imposible rechazar las formas más coherentes de autodefensa frente a la violencia fascista sin
rechazar a la vez, o al menos sin cuestionar seriamente, otras formas «menores» de autodefensa:
concentraciones y escraches frente a locales empresariales, escarnio de machistas y racistas,
parodias contra obispos reaccionarios, pintadas en bancos que desahucian, etc.

32. En los últimos días hemos gozado en Euskal Herria de confluencias varias –feminismo, pensiones,
universidad, marxismo, sindicatos, amnistía y derechos humanos, euskara…- que al margen ahora
de otras consideraciones, se entienden desde la tendencia a la coordinación de las luchas y desde
la visión teórico-política del papel central que tiene el movimiento obrero y popular en el ejercicio
de su derecho a la autodefensa. Sólo cinco fechas: En 1936-1937 el nazifascismo bombardeó
poblaciones vascas; en 1975 el fascismo fusiló a militantes vascos y españoles; en 1981 el fascismo
asesinó por tortura en Madrid un militante vasco, en 2014 el FMI se paseó por Bilbo, y lo mismo
hicieron los fascistas rusos en 2018. En los tres casos, el pueblo se defendió como pudo. De la misma
forma en que la categoría de lo universal, lo particular y lo singular nos sirve para comprender el
fascismo, los neofascismos y otras formas de su brutalidad destinadas a liquidar el movimiento
revolucionario, también nos explica qué une la autodefensa vasca ante esas cinco agresiones, y ante
todas.

33. En las naciones oprimidas la presencia del fascismo es más polifacética y múltiple en sus diversas
formas e intensidades que la que sufren los pueblos no oprimidos nacionalmente por la simple razón
de que la resistencia de los primeros obliga al Estado a intervenir más descaradamente, y obliga
también a la burguesía colaboracionista a ayudar al Estado. Así, en las naciones oprimidas suele ser
más débil la ficción democrática y más visibles las formas de dominación. En este contexto, esos
fascismos varios pero centralizados por el Estado se ocultan y hasta «desaparecen» bajo los debate
bizantinos sobre el populismo, la democracia, la acción pacífica, etc. Se crea una densa niebla
ideológica que impide ver las contradicciones, orientando la ceguera reformista hacia nebulosas
como ciudadanía, parlamento, transversalidad, consenso de la sociedad civil, agentes políticos y
sociales, el 1% frente al 99%... Pero el Estado nunca duerme.

EUSKAL HERRIA 1 de abril de 2018

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