Caso Dora
Caso Dora
Caso Dora
RECURSOS PARA EL CAMBIO.- Estar consciente de los problemas que tenían sus
padres y la relación que su papá y ella tenían con el Sr. y la Sra. K, le ocasionaron
problemas emocionales que le generaron un conflicto en el área sexual.
Todo lo anterior ha ocasionado que Dora tenga problemas para relacionarse con los
hombres, sus traumas psíquicos ocasionaron que tenga síntomas psicosomáticos los
cuales le impiden que tenga una vida funcional de acuerdo a su edad.
Dora no recuerda cuando comenzó su sueño, pero lo soñó tres noches seguidas
durante su estancia en L. (localidad junto al lago). Luego volvió a tenerlo durante
unas noches en Viena.
Freud plantea que todo sueño es un deseo al que se figura cumplido. Cuando se trata
de un deseo reprimido, la figuración es encubridora. Según Dora su sueño se da por
una discusión que tienen sus padres, dado que la madre cierra con llave el comedor
por las noches y la habitación de su hermano no tiene otra salida. El padre no quiere
que su hijo se quede encerrado en caso de una emergencia.
Según Freud, el sueño había sido una reacción al suceso de Dora y el Sr. K. en el
lago. Luego del paseo con K., Dora se recostó en el sofá de la habitación del
matrimonio; cuando despierta ve a K. de pie junto al sofá (como en el sueño a su
padre al lado de la cama). Para evitar ser sorprendida nuevamente Dora le pide a la
Sra. K. la llave de su cuarto y a la mañana siguiente (segundo día) cerro la habitación
por dentro mientras se vestía. Pero a la hora de la siesta cuando quiso volver a cerrar
su habitación, no encontró la llave en su sitio. Dora asegura que fue K. quien la quito.
K. le había regalado a Dora un cofrecillo (cofrecillo sirve para denominar los genitales
femeninos). Freud interpreta que Dora, ante el obsequio del Sr. K. ella teme caer en
la tentación de retribuírselo (deseo reprimido), de manera que se refugia en el antiguo
amor por su padre. Es así como Dora, ante el peligro, se figura a un padre "salvador",
es decir, convoca al amor infantil por el padre como protección contra la tentación
actual, el deseo inconsciente infantil intenta realizarse en el presente a través del
sueño; la situación fantaseada repite una situación infantil.
Este sueño confirma que Dora, se esfuerza en despertar de nuevo su antiguo amor a
su padre, para defenderse contra el amor de K. Esto demuestra que no solo le teme a
K, sino también a ella misma y a ceder a sus deseos.
Con respecto al cofre que la madre quería poner a salvo; la madre era muy aficionada
a las joyas, el padre se las regalaba. En una ocasión el padre le regalo a la madre de
Dora una pulsera que no era del agrado de la mujer, ya que la madre quería unos
aros en forma de gotas, Dora gustosamente la habría aceptado. Aquí Freud interpreta
que Dora estaría dispuesta a dar a su padre lo que su madre le negaba o se
rehusaba a tomar.
Freud relaciona el sueño con la enuresis que presentaba Dora y su hermano cuando
niños, de manera que el contenido del sueño responde a una escena infantil. Luego
relaciona esta situación la masturbación infantil, pues plantea que, los síntomas
histéricos casi nunca se presentan mientras los niños se masturban, sino cuando
dejan de hacerlo, de manera que el síntoma pasa a ser un sustituto de esa
satisfacción. Así sería como aparecen en Dora los primeros síntomas.
EJE IV: ESTRUCTURA. La histeria, por su lado, al ser una estructura psíquica, parte
de las neurosis, encuentra en su mecanismo de defensa, la represión, la forma de
generar contenidos psíquicos inconscientes, que al no ponerse en palabras y/o
sublimar, crean traumas, que se evidenciarán mediante la conversión, en lo corporal,
es decir, con la presencia de síntomas histéricos.
Según Freud, en el segundo sueño, Dora se abre a otros amores aparte del morboso
que tiene hacia su padre. Es evidente, por cierto, el simbolismo sexual del bosque. El
sueño aporta además material para aclarar la relación con el señor K. Freud descubre
que el motivo por el que Dora sintió asco hacia él fue verse tratada del mismo modo
en que el señor K. trató a una institutriz con la que había tenido una aventura y a la
que había despedido. Sintió, por tanto, que era tratada como si fuera del servicio.
Este hecho es muy interesante porque la propia Dora, debido a la transferencia, se
venga en Freud del señor K., abandonando el tratamiento y tratándolo como si fuese
un empleado. Freud, por su parte, en esta etapa temprana del psicoanálisis, realiza
una contratransferencia y la identifica con su vieja y odiada institutriz. Su venganza
consistirá en dejar que Dora abandone el tratamiento sin haberse curado.