Mujeres y Microcreditos. Alcances PDF
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La ventana
ISSN: 1405-9436
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Universidad de Guadalajara
México
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Este trabajo forma parte de un proyecto más amplio
en el que me propuse estudiar los esfuerzos Resumen
asociativos entre mujeres de localidades de la región
de la costa del estado de Jalisco, en el marco del Este trabajo presenta avances de investiga-
programa Sistema de Financiamiento Rural
Alternativo (SIFRA), creado en 1998 dentro de la ción de un proyecto que tiene como propó-
Secretaría de Desarrollo Rural del estado de Jalisco
(SEDER). De manera central quiero dar cuenta de sito estudiar los esfuerzos asociativos entre
las formas en que las mujeres se enrolan en el SIFRA
como parte de sus esfuerzos por conseguir su mujeres de la región de la costa en el estado
sustento y resolver carencias económicas. El diseño
metodológico del estudio se inscribe dentro de la de Jalisco, en el marco del programa Siste-
tradición antropológica, que tiene como soporte
fundamental el método etnográfico, que incluye ma de Financiamiento Rural Alternativo (SIFRA)
recorridos dentro de las poblaciones, observación
participante de situaciones cotidianas en las y, de manera particular, la ampliación y
localidades, así como de reuniones informales y
asambleas de grupos, entrevistas abiertas reformulación de las estrategias de sustento
y temáticas con mujeres líderes, agentes externos y
autoridades locales. He procurado seguir lo que que desarrollan las mujeres con el apoyo del
George Marcus (1995) llama etnografía multisituada
a fin de recabar información sobre personas, programa de microcréditos citado. En este
situaciones o eventos en diversos sitios. Esta
propuesta me fue útil para seguir la historia de los artículo se discute la pertinencia de adoptar
proyectos de las mujeres, reconstruida por distintas
personas implicadas en los variados momentos de los conceptos de activos y capital social para
su desarrollo. Los criterios que orientaron la
decisión de adoptar la región de la Costa como el analizar los resultados a que da lugar el pro-
escenario de la investigación fueron los siguientes:
dado que un interés central era dar cuenta de los grama y sugiero que es más fructífero em-
procesos asociativos de mujeres y la incidencia de
éstas en otros ámbitos de actuación del programa plear esta herramienta conceptual para
SIFRA, como son los ámbitos de dirección y
coordinación municipal, regional y multirregional, a identificar los recursos relacionales que se
través de las entrevistas con distintos funcionarios
encontré que en esta región existen varias comparten y desentrañar los procesos a tra-
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menor se les prestó veinte mil pesos y sólo algunos ya había colocado casi tres millones
créditos se dieron por una cantidad menor a diez
mil pesos. de pesos en créditos. 8
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Los nombres de lugares y personas se cambiaron. En La Ceiba, 9 el pueblo donde vi-
ven las mujeres que participaron en
este estudio, la llegada del SIFRA representó la posibilidad de
financiar pequeños negocios o realizar en condiciones menos
precarias algunas actividades productivas que ellas ya venían
desempeñando. En esta localidad existen dos grupos de so-
cios, uno compuesto por seis integrantes y el otro de ocho.
En la primera ronda de créditos entregados por la cooperativa
estos grupos recibieron alrededor de 144 mil pesos para fi-
nanciar la venta de comida, producción y venta de ropa y
artesanías.
Lo anterior no está nada mal si consideramos que los bene-
ficiarios representan 10% de los habitantes de La Ceiba, loca-
lidad que si bien se encuentra relativamente cerca de Puerto
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to en su formulación es el de redes
sociales. Desde los primeros contactos con autoridades mu-
nicipales y representantes en las localidades, los promotores
del programa dieron la consigna a los futuros socios de inte-
grar pequeños núcleos con personas a quienes les tuvieran
plena confianza, ya que se constituirían en avales solidarios
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ADELA Y ELÍAS
Adelaida (Adela) y Elías forman una pareja que vive
en el pueblo La Ceiba, procedentes del Distrito Fede-
ral, de donde llegaron hace cuatro años. Adela es, además de
la coordinadora de uno de los grupos de SIFRA en el pueblo, la
tesorera de la cooperativa municipal.
La llegada de Adela se dio a partir de que su hermano fue a
trabajar a Puerto Vallarta y, después de algunos años, se esta-
bleció en La Ceiba, donde pudo adquirir un terreno a un pre-
cio más económico que los que se vendían en Puerto Vallarta,
aun en las colonias de la periferia. El hermano de Adela, Juan
José, construyó la casa donde actualmente viven ella y su marido,
ya que Juan José se fue a Estados Unidos hace dos años y le
dejó en préstamo la vivienda, con el compromiso de que la
pareja le cuidaría las herramientas del taller de carpintería
que había montado en el mismo terreno.
Un año antes de que Juan José se fuera a Estados Unidos
había recibido en traspaso los derechos para la venta de tacos
de carnitas de puerco. Al conocer las intenciones de su her-
mano, Adela le propuso que le cediera el negocio por el cual
le entregó una cantidad de dinero. Junto con el negocio, Ade-
la recibió los contactos de su hermano con vendedores de car-
ne, verduras, los choferes de los camiones repartidores de refresco,
lo que aligeró el proceso de identificar a quienes se harían
cargo de la proveeduría de los principales insumos para su
pequeña empresa; así, aprovechó la confianza que su herma-
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IMELDA ESTRADA
Imelda vive en La Ceiba, el mismo pueblo donde reside
Adela. Ella y su familia son del estado de Michoa-
cán, del pueblo de Jarácuaro, a un lado del lago de Pátzcuaro.
Hace nueve años ella y su esposo llegaron a localidad, siguiendo
los pasos de sus suegros que un año antes se instalaron en
ese mismo lugar.
Cuando arribaron, su suegra ya había organizado una coo-
perativa con gente del pueblo y algunos familiares con la idea
de instalar un taller de producción de sombreros de palma;
con la ayuda del ayuntamiento de Vallarta pudieron comprar
moldes, máquinas de coser y un quemador. Primero, el presi-
dente municipal les hizo un préstamo y luego lo condonó al
ver que se trataba de una familia muy pobre y que le ponía
mucho entusiasmo al trabajo.
Al comienzo de la cooperativa eran 17, luego se fueron sa-
liendo decepcionados por el escaso flujo de dinero que la pro-
ducción de sombreros generaba. Finalmente quedaron sólo
los hijos y nueras de doña Eréndira. Al llegar Imelda y José, su
marido, él se dedicó a trabajar como peón en los predios agrí-
colas que están en la zona y ella trabajaba con su suegra;
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una; en su caso ella utilizó ese dinero para comprar los rollos
de palma, hilo, tela para adornar los sombreros. Imelda co-
menta que una paca cuesta 1,200 pesos, que contiene diez
rollos de palma trenzada y en cada rollo hay 500 trenzas. Con
esa cantidad de material produce 200 sombreros, los cuales
vende a 25 pesos cada uno obteniendo 5 mil pesos. De esa
cantidad ella calcula que debe gastar de nuevo 2,400 en la
compra de la misma cantidad de palma que invirtió y otros
mil pesos en otros materiales que usa para decorar, obtenien-
do así una utilidad de 1,600 pesos.
Imelda alcanza a fabricar 75 sombreros y diez bolsas a la
semana. Las bolsas las vende a 50 pesos; ella prefiere fabricar
bolsas porque requieren menos material y le rinde más la pal-
ma, además de que las vende más caras. Por esta operación
recibe 2,375 pesos y los “costos de producción” son de 1,345.
En resumidas cuentas, por el trabajo de una semana Imelda
obtiene un poco más de mil pesos, con los que tiene que ha-
cer divisiones infinitas para alcanzar a cubrir las necesidades
de sus hijos y los de ella, ya que, por ejemplo, para transporte
y alimentación de los adolescentes que estudian en Puerto
Vallarta ella tiene que prever 500 pesos por semana.
Ahora su marido ya puede enviarle dinero y aliviar la pesa-
da carga con la que se quedó desde hace algunos meses. Tam-
bién su hijo adolescente trabaja de vez en cuando de peón y
de cargador de frutas con los agricultores. Igualmente se ayuda
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CAPITALES Y ACTIVOS,
LOS RECURSOS TEÓRICOS
CAPITALES Y ACTIVOS
En este capítulo se hace el ejercicio de analizar al-
gunos de los casos de las mujeres socias del SIFRA y
el programa mismo, con las herramientas que ofrece la no-
ción de capitales y particularmente emplear el concepto de
capital social para discutir el alcance que tiene en la com-
prensión de los procesos de los que se da cuenta. Para este fin
se presentan los aportes útiles a este trabajo de la literatura
revisada respecto al concepto de capitales en general, y se
discuten más adelante las distintas maneras en que en la lite-
ratura se ha abordado el capital social, sus críticas y los aná-
lisis de temas específicos para los que ha sido empleado.
Ian Scoones (1998), en su trabajo sobre sustento, señala
que la capacidad de perseguir diversas estrategias de susten-
to depende de los recursos materiales y los activos intangibles
y sociales que la gente posee. Scoones utiliza la metáfora eco-
nómica de capitales para hablar de estos bienes.
Kaztman (1999), por su parte, distingue entre recursos y
capitales; según este autor, todos los bienes que se controlan
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CAPITAL SOCIAL
La literatura académica sobre capital social es muy
amplia y aún más la que ha proliferado desde los
organismos internacionales y los multilaterales, que común-
mente se han abocado al análisis y a la revisión del concepto
para su crítica o reformulación; o bien, para ofrecer resulta-
dos de análisis empíricos de diversas problemáticas o temas
sociales en distintos contextos que van desde las estrategias
de enfrentamiento de la pobreza en hogares urbanos (Moser,
1998; Escobar y González de la Rocha, 2006), la vinculación
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IMELDA ESTRADA
Uno de los activos más importantes que se pueden
identificar en el caso de Imelda es la red familiar.
Imelda y su esposo llegaron al pueblo invitados por sus sue-
gros que a su vez fueron contactados por un compadre de su
suegra, quien ya vivía en ese lugar.
Para subsistir, Imelda y su hermana adiestraron en el tejido
de la palma a mucha gente a fin de poder crear una coopera-
tiva grande de productores de sombreros. Eréndida, su sue-
gra, ha tenido un papel clave en todo este entretejimiento de
relaciones familiares y extrafamiliares. Ella moviliza a su fa-
milia, aglutina, gestiona y en varias ocasiones ha conseguido
recursos cruciales para trabajar y subsistir.
Poco a poco han ido consiguiendo una serie de activos
empresariales: maquinaria, créditos, subsidios e incluso remesas,
sobre todo recientemente, ahora que su marido e hijo ya tie-
nen un trabajo estable. Podríamos incluir aquí las viviendas
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COMENTARIOS FINALES
Quiero insistir aquí en dos ideas. En primer lugar, el
concepto de capital social ayuda a entender cómo
el SIFRA está sostenido por vínculos sociales de conocimiento
mutuo, confianza y disposición de ayuda recíproca, a la vez
que ha suscitado la activación de esas relaciones y las ha am-
pliado más allá de los grupos cercanos. Sin embargo, sugiero
que es necesario no volverlo un concepto normativo; es de-
cir, más que ayudarnos a comprender lo que se está generan-
do en las situaciones concretas, dejar que se quede como una
orientación de lo que se quiere lograr, del horizonte al cual se
quiere llegar. Para ello es conveniente atender los procesos
mediante los cuales se van creando esos recursos relacionales,
se accede a ellos, se les utiliza y pone a prueba.
Junto con lo anterior, quiero dejar sentado que cuando se
analiza una intervención como la que este proyecto está estu-
diando, donde se propone como objetivo la restitución del
tejido social entre comunidades, grupos y familias, se requiere
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tener una idea más precisa del grado de deterioro que hay en
las relaciones de ayuda recíproca existentes entre la población
atendida. A una visión más apegada a lo que se espera suscitar
en estos escenarios, sería de mayor ayuda tener a la anomia
social como el contexto donde se situarán las acciones, como
un factor limitante a lo que se propone lograr y como una
explicación posible de lo que ahí ocurra. Dado que se trata de
procesos de deterioro de relaciones que ha llevado tiempo
generar y que las causas que han provocado esto son de carác-
ter estructural, se requieren plazos más largos e intervencio-
nes de una magnitud mayor para restituir ese tipo de recursos.
BIBLIOGRAFÍA