Interpretacion Constitucional - Diego Lopez Medina
Interpretacion Constitucional - Diego Lopez Medina
Interpretacion Constitucional - Diego Lopez Medina
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INTERPRETACIÓN
CONSTITUCIONAL
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Presidente
FRANCISCO ESCOBAR HENRÍQUEZ
Vicepresidente
JESAEL ANTONIO GIRALDO CASTAÑO
LUCÍA ARBELÁEZ DE TOBÓN
JOSÉ ALFREDO ESCOBAR ARAÚJO
CARLOS ENRIQUE MARÍN VÉLEZ
HERNANDO TORRES CORREDOR
Magistrados
ESCUELA JUDICIAL
“RODRIGO LARA BONILLA”
GLADYS VIRGINIA GUEVARA PUENTES
Directora
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Consejo Superior de la Judicatura
Sala Administrativa
UNIVERSIDAD
EscuEla Judicial
“Rodrigo Lara Bonilla”
NACIONAL
DE COLOMBIA
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2A EDICIÓN
C O NS E J O S U PE R IOR DE L A J U DIC A T U R A
s a la a d m i n i s t ra t i va
ISBN: 958-971047-4-1
© DIEGO EDUARDO LÓPEZ MEDINA
© CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2006
Derechos exclusivos de publicación y distribución de la obra Calle 85 No.11-96
pisos 6 y 7.
www.ramajudicial.gov.co
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
xiii
INTRODUCCIÓN
1
UNIDAD 1
EL ARTE Y LA TEORÍA
DE LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
13
I. La teoría tradicional de la interpretación de la ley 14
A. Introducción: escritura e interpretación
14
B. La “invención” de la hermenéutica jurídica moderna
15
II. La interpretación “moderna”: fines, consecuencias e intereses en la interpretación
jurídica
18
III. Interpretación e identidad personal
23
UNIDAD 2
LOS MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN
CONSTITUCIONAL EN COLOMBIA
27
I. La aplicación judicial de la Constitución: supremacía de la ley versus control
judicial de constitucionalidad
27
II. Los métodos de interpretación constitucional
33
A. El textualismo o literalismo
33
B. Historicismo y originalismo
34
C. Interpretación sitemática y finalista
36
UNIDAD 3
PONDERACIÓN, BALANCEO Y TESTS
54
I. El nacimiento del “conflictivismo” en la interpretación jurídica: la jurisprudencia
de intereses
55
II. El conflictivismo en interpretación constitucional: el aporte de la Corte Suprema
de Estados Unidos
59
III. El conflictivismo constitucional en Colombia
66
ix
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UNIDAD 4
VINCULATORIEDAD
DEL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL
73
I. Introducción a la técnica del precedente constitucional 73
II. La vinculatoriedad del precedente constitucional
96
A. El valor histórico de la “jurisprudencia”
en el derecho colombiano: el artículo 4o
de la Ley 169 de 1896
97
B. La “doctrina constitucional” contemporánea
100
C. Desarrollos recientes
104
D. La reconstrucción de la “doctrina probable”
105
E. Hacia un régimen único del valor de la jurisprudencia 106
F. La interpretación contemporánea
de la “doctrina probable” y de las “decisiones erróneas”
109
UNIDAD 5
ORGANIZANDO LA JURISPRUDENCIA
CITACIÓN TÉCNICA, ANÁLISIS CITACIONAL
Y SENTENCIAS HITO
114
I.
El concepto de “línea jurisprudencial”
114
II. La citación técnica y anti-técnica de la jusrisprudencia 116
A. Caracterización preliminar
116
B. Tipología de citas jurisprudenciales
119
1. Citaciones analógicas estrechas y amplias
119
2. Citas conceptuales o temáticas
120
3. Citaciones caóticas o meramente retóricas
121
III. Las altas cortes en números
126
IV. La sentencia arquimédica
131
V. La teoría de los “escenarios constitucionales”
138
UNIDAD 6
FORMACIÓN DE LÍNEAS
JURISPRUDENCIALES
143
I.
Formación de líneas jurisprudenciales
143
x
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UNIDAD 7
INTERPRETANDO LAS SENTENCIAS:
RATIO DECIDENDI, OBITER DICTUM,
DISANALOGÍA Y CAMBIO
DE JURISPRUDENCIA
152
I.
Técnicas legítimas e ilegítimas de interpretación
jurisprudencial
152
II. Argumentos ilegítimos
155
III. Argumentos legítimos: obediencia al precedente
156
IV. Argumentos legítimos: la disanalogía entre caso nuevo y precedente
aparentemente aplicable
156
V. Argumentos legítimos: ratio decidendi y obiter dictum 157
A. Conceptos fundamentales
157
B. Métodos de identificación de la ratio decidendi
163
VI. Argumentos legítimos: indeterminación del precedente 170
VII. Argumentos legítimos (pero peligrosos):
cambio de jurisprudencia
171
VIII. Uso de las técnicas legítimas en el precedente vertical y en el precedente
horizontal
176
A. Cambio en el precedente vertical
178
B. Cambio en el precedente horizontal
180
A MODO DE CONCLUSIÓN DEL MÓDULO
182
xi
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Convenciones
Objetivo General
Objetivos Específicos
Actividades de Taller
Cuestionarios de Autoevaluación
Su Sumario
xii
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PRESENTACIÓN
Es grato dar la bienvenida a la segunda edición del módulo sobre Interpretación
Constitucional, elaborado en convenio con la Universidad Nacional de Colombia. La
coordinación de este módulo fue encargada al doctor Diego López Medina (Abogado de la
Universidad Javeriana, LL.M. y Ph.D. en derecho de la Universidad de Harvard), profesor
de derecho en las Universidades Nacional y de los Andes con la muy activa participación
de servidores judiciales de todos los niveles. Mediante el trabajo colectivo de todos se
definió el contenido y orientación del presente módulo. El módulo está destinado a que
usted desarrolle aptitudes de auto-aprendizaje en los problemas relacionados con la
interpretación y aplicación directa de la Constitución Política.
El núcleo de desarrollo temático está expresado en varias unidades. Las dos
primeras tienen como objetivo fundamental sensibilizar a los operadores judiciales en los
problemas culturales más amplios que se relacionan con la interpretación de textos. Luego
de estas unidades introductorias, el texto busca dar herramientas concretas de interpretación
constitucional e investigación jurisprudencial. Estas herramientas se han juzgado
fundamentales para la optimización, tanto en calidad como en cantidad, de las decisiones
judiciales en las que se presentan cuestiones de derecho constitucional.
El módulo está estructurado para que usted aprenda de manera activa y no
simplemente pasiva. Las lecturas buscan que Ud. quede con inquietudes y no con
certidumbres. Los ejercicios y talleres propuestos deben realizarse como parte esencial del
proceso de auto-aprendizaje. El objetivo primario del módulo es que, al final, del mismo,
Ud. tenga una visión más completa sobre el fenómeno de la interpretación constitucional y
conozca con mayor claridad las sub-reglas constitucionales que especifican el sentido de la
Carta Política. Ello requiere, como se verá, del aprendizaje de las técnicas correctas de
manejo e interpretación de la jurisprudencia constitucional. Los talleres planteados en el
módulo le darán la oportunidad de evaluarse personalmente, y le permitirá estar preparado
para constituir, con otros magistrados y jueces, pequeños grupos de estudio participativo.
Las reflexiones, comentarios y sugerencias que allí surjan sobre los ejercicios propuestos,
pueden llevarse a los debates y discusiones que sobre este módulo se desarrollen en talleres
presenciales de trabajo en grupos más grandes, con la conducción del facilitador. Para estos
efectos le insinuamos elaborar un documento de estudio, donde incluya sus anotaciones,
ejercicios y reflexiones sobre las unidades del módulo.
Dentro de la metodología integral unificada, que constituye parte fundamental del sistema
de formación de facilitadores, aparecen muy claros los compromisos de los formadores
judiciales en el sentido de aportar sus conocimientos teóricos, su experiencia práctica y su
espíritu de creatividad para promover el proceso de autoformación de sus pares en todos los
distritos judiciales del país.
El objetivo final de todos estos esfuerzos es lograr una actividad judicial culta, dinámica y
en sintonía con el país y sus problemas. La calidad del derecho en Colombia depende de
sus jueces y abogados, de sus decisiones y actitudes. La comunidad en general confía en
que los procesos judiciales muestren, de la mejor manera, la verdadera cara de la justicia.
INTRODUCCIÓN
Justificación general del módulo
El nuevo constitucionalismo colombiano, iniciado con el texto promulga-do por la
Asamblea Nacional Constituyente de 1991, ha venido efectuando un cambio fundamental
en el derecho colombiano: los textos constitucionales, y muy en particular aquellos en los
que se consagran derechos fundamentales de las personas, se han convertido en principios y
reglas directamente aplicables a todo tipo de conflictos jurídicos a resolver por los
jueces y funcionarios administrativos en Colombia.
En consonancia con desarrollos en el constitucionalismo de la segunda post-guerra,
la supremacía directa de la Constitución colombiana se ha concedido como herramienta
privilegiada de protección de derechos humanos fundamentales. Esta tendencia tiene uno de
sus orígenes recientes en la expedición de la Ley Fundamental de Bonn de 1949. El artículo
1º de este texto normativo muestra con gran fuerza la necesidad de proteger celosamente
los derechos fundamentales como reacción a los horrores que generó la Segunda guerra
mundial. Estos horrores (entre los que se cuentan, entre muchos otros, una visión racista y
excluyente de la sociedad) fueron ocasionados por el actuar del estado conforme a leyes
válidamente expedidas.1 Los otros poderes del estado no funcionaron adecuadamente como
mecanismo de control de estos excesos porque la irrefu-table legalidad formal en que estas
decisiones legislativas se expresaban ocasionó
una cierta complacencia implícita por parte del aparato judicial. Este estado de
cosas impulsó al constitucionalismo europeo a postular la existencia de derechos
fundamentales por encima del poder de configuración legal del Estado como recordatorio
permanente de los peligros que entraña el poder del Estado (así éste se manifieste de
manera plenamente legiforme).
Este propósito humanizador del constitucionalismo contemporáneo se muestra con
toda su fuerza en el artículo 1º de la Ley Fundamental de Bonn:
“1. La dignidad del hombre es inviolable y constituye deber de todas las autoridades
su respeto y protección.
2. El pueblo alemán reconoce, en consecuencia, los derechos inviolables e
inalienables del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la
justicia en el mundo.
1 Véase al respecto Radbruch Gustav, Arbitrariedad legal y derecho supra-legal.
Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1962.
recuérdese, rigió en el país hasta la última década del siglo XX. En la Constitución de 1886
los derechos fundamentales apenas ocupaban una posición secundaria ya que no eran
directamente exigibles ante los jueces. Siguiendo el constitucionalismo francés del siglo
XIX, la Ley definía el alcance e intensidad de los derechos sin que fuera posible
reclamarlos mediante invocación explícita y directa de los textos constitucionales. Los
derechos fundamentales, por tanto, sólo podían funcionar mediatamente a través de las
leyes. Si ello era así, se seguía (i) que sólo el legislador tenía la obligación directa de
respetar los derechos fundamentales en la formulación de la ley y (ii) que su juicio al
respecto era constitucionalmente incontrovertible. Esta segunda característica implicaba
lógicamente que la ley se presumía constitucional sin posibilidad de prueba en contrario.
Existía, por tanto, una presunción incontrovertible de constitucionalidad de la ley.
Esta conclusión debe moderarse, por supuesto, porque en Colombia se creó un control
abstracto de constitucionalidad a partir del Acto Legislativo 3 de 1910 mediante el cual se
le confió a la Corte Suprema de Justicia la competencia para declarar inconstitucionales
leyes expedidas por el Congreso de la República.
• López Medina, Diego, “El Derecho de los Jueces”, Editorial Legis, Bogotá, 2001.
Sobre la globalización del control constitucional en el mundo como una forma de
estado de derecho, véase,
• William Nelson, “Marbury vs. Madison: The Origins and Legacy of Judicial
Review”, University Press of Kansas, 2000.
• Charles Epp, “The Rights’ Revolution: Lawyers, Activists and Supreme Courts in
Comparative Perspective”, University of Chicago Press, 1998.
• Alejandro Aponte, “La tutela contra sentencias: El juez como garante de los
derechos humanos fundamentales”, Revista de Derecho Público Universidad de los Andes,
Sept. 1993.
• Tulio Elí Chinchilla, “¿Qué son y cuáles son los derechos fundamentales”, Temis,
Bogotá, 1999.
• Iván Orozco y Juan Gabriel Gómez, “Los peligros del nuevo constitucionalismo
en materia penal”, Ministerio de Justicia, Bogotá, 1997.
•
Rodrigo Uprimny, Las transformaciones de la administración de justicia en
Colombia. En “El Caleidoscopio de las justicias en Colombia”, Colciencias, Bogotá, 2001.
UNIDAD 1
UNIDAD 1
política pública, social o económica que la ley encarna e interpretar la norma para buscar de
manera primaria la efectiva realización de dicha política. De esta manera el juez está
autorizado a velar por la realización de las consecuencias específicas de la política
encarnada en la ley, incluso si para ello debe sacrificar el texto, la historia, la lógica o el
sistema. O de otra forma: texto, historia, lógica y sistema deben ser usados (y alineados)
como forma para entender o, en algunos casos, reconstruir el propósito remedial de la ley.
Todos estos arbitrios de interpretación formalista deben ceder el paso a una consideración
práctica del fin o propósito de la norma y a la evaluación de si la norma interpretada
conduce a las consecuencias queridas. La prevalencia del fin y de las consecuencias de la
norma es la principal forma de interpretación anti-formalista en derecho, más relacionada
con el conocimiento de los problemas sociales y su resolución práctica. En ese sentido, la
relación fin-consecuencia adquiere primacía sobre el texto, la historia, la lógica o el sistema
jurídico.
La metodología anti-formalista de interpretación anunciada por Ihering parece, en
principio, más “libre” que la propuesta por Savigny. Esa mayor libertad significa en
concreto que un apego excesivo al texto de la ley, en desmedro de los fines sociales, se
traduce, no en el respeto del principio de legalidad, sino en un fetichismo de la ley escrita.
La interpretación anti-formalista, sin embargo, no es discrecional o subjetiva. Le exige al
juez un mayor conocimiento de las realidades en las cuáles ha de operar la norma. Por tal
razón, Ihering14, Gény15, Heck16, Ehrlich17, 14 Véase supra.
15 Fundador de la “escuela científica” en derecho civil francés, postulaba que la ley
no era suficiente para guiar al juez y que por tanto este debía realizar un “libre
investigación científica”. En este postulado se exigía del juez la identificación de los
problemas sociales a resolver, la postulación de la norma científica que efectivamente
pueda hacerlo y su decisión conforme a esta decisión de “política pública” pretoriana. Su
libro de 1898 cambió profundamente la concepción de interpretación vigente hasta
entonces en Francia. Véase Gény, “Método de interpretación y fuentes en derecho privado
positivo”, Comares, Granada, 2000. Su crítica a la exégesis y al conceptualismo savigniano
marcaron una nueva etapa en el derecho civil. Su recepción en Colombia fue calurosa,
aunque tardía, especialmente en las manos de Eduardo Zuleta Angel, “El fetichismo de la
ley”, Revista de Indias, No. 1 (1936). Un recuento completo de la teoría de Gény y su
influencia en Colombia puede verse en Diego López Medina, “Comparative Jurisprudence:
Reception and Misreading of Transnational Legal Theory in Latin America”, por publicar,
2002.
16 Fundador en Alemania de una “jurisprudencia de intereses”, que según sus
palabras era tanto tributaria como superadora de la “jurisprudencia teleológica” de Ihering.
Véase Philipp Heck, “El problema de la creación del derecho”, Comares, Granada, 1999.
Otros autores pertenecientes a esta escuela incluyen a Max Rümelin, Julius Binder, Paul
Oertmann y Hermann Isay. Véase al respecto Magdale-na Schoch (edit.), “The
jurisprudence of interests”, Harvard, Cambridge, 1948.
17 Fundador de la “jurisprudencia del derecho libre”, relacionada tanto con la
“jurisprudencia teleológica” como con la “jurisprudencia de intereses”, pero usualmente
caracterizada como el elemento radical en esa misma tradición. Véase Eugen Ehrlich,
“Fundamental Principles of the Sociology of Law”, Harvard, Cambridge, 1936.
Pound18, y los otros teóricos líderes de una conciencia hermenéutica anti-formalista que
recorrió con gran energía el mundo en el primer cuarto del siglo veinte, le exigían al juez
una mayor preparación interdisciplinaria en economía, sociología, psicología, estadística
etc., para poder (i) identificar los fines o propósitos de la ley a la luz de las necesidades
contemporáneas y (ii) calcular correctamente si una cierta interpretación, aplicación o
integración de la norma produciría las consecuencias que su fin exigía.
• El “arte de la interpretación” es la experiencia en el trabajar de dar sentido a textos
o productos culturales. La “teoría de Su la interpretación” es un conjunto de enunciados en
los que se busca sistematizar la observación y la experiencia extraídas de la práctica del
arte.
• Nadie puede tener una buena teoría de la interpretación sin haber practicado
duramente mucho tiempo de manera diestra el arte de la interpretación.
• La teoría de la interpretación jurídica es una creación del siglo XIX que sigue
dominando las manera de trabajo contemporáneo en derecho..
• La interpretación jurídica está inextrincablemente unida a la interpretación en
general.
• Identifique los “elementos” de la teoría savigniana de la interpretación en el
Código Civil colombiano.
• Hay dos teorías sobre los artículos 25 a 32 del Código Civil: Para unos, los
artículos presentan criterios de interpretación jerarquizados de manera que si el criterio
gramatical resuelve el problema interpretativo ya no es necesario avanzar en la aplicación
de los otros elementos; para otros la aplicación de todos los elementos es necesaria para
todos los casos. ¿Con qué
tesis se identifica Ud.? ¿Por qué?
• Los autores nacionales afirman que el Código Civil ya contiene un elemento
finalista de interpretación. Según lo visto en la exposición esta afirmación es anacrónica.
¿En cuál texto del Código Civil está contenido el elemento finalista? ¿Su no inclusión
implica que los jueces en Colombia no pueden utilizar ese criterio hermenéutico?
18 Receptor en Estados Unidos de este anti-formalismo sociológico y fundador de
una escuela crítica llamada usualmente “jurisprudencia sociológica”. Véase al respecto
Roscoe Pound, “Social Control through Law”, Yale, New Haeven, 1942. El propósito
explícito de este libro es, primero, identificar y explicar las necesidades, exigencias e
intereses de los hombres en un determinado orden social. Segundo, expresar las
expectativas de la mayoría respecto de lo que desean o esperan que el derecho haga en la
sociedad. Y tercero, guiar a los jueces en la aplicación del derecho en consonancia con los
anteriores principios.
EL ARTE DE INTERPRETAR
Propósito específico:
Para aprender a interpretar bien, Savigny proponía observar con atención cómo las
personas interpretan textos. El propósito de los siguientes ejercicios es que Ud. analice
cómo otras personas interpretan textos y trate de identificar y evaluar los métodos por ellos
utilizados.
Ejercicio No. 1
¿RAFAEL ESCALONA O CARLOS VIVES?
Preparación para la sesión:
Escoja distintas versiones de una o más piezas musicales o canciones (cultas o
populares, depende de Ud.) Escuche con atención las distintas versiones. No confíe en su
memoria o en su prejuicio. Trate en realidad de juzgar el mérito comparativo de las
versiones. Considere al mismo tiempo el siguiente texto de Francesco Carnelutti:
“¿Eleonora Duse o Beniamino Gigli, Paganini o Toscanini, qué son sino intérpretes
de música o poesía? El intérprete jurídico es su hermano. La interpretación jurídica y la
interpretación artística no son dos cosas diversas sino la misma cosa.
Si el derecho no fuera arte, no habría interpretación en su campo. La interpretación
jurídica es una forma de interpretación artística; y si no tuviese este carácter no sería
intepretación. La grandeza de Vittorio Scialoja [el gran jurista italiano] y de Arturo
Toscanini pertenecen a una sola categoría.”19
PREGUNTAS Y REFLEXIONES
Trate de explicar los criterios por los cuales una interpretación musical de las
presentadas le parece más válida que otra.
• ¿Es posible convencer a alguien de la superioridad de alguna interpretación?
• ¿Cómo, y con qué argumentos, fue posible convencer a alguien que otra
interpretación musical era mejor?
• Asuma que sus sentencias judiciales son obras de arte. Escoja la mejor, la más
elegante, la interpretativamente más sofisticada y dígale a 19 Carnelutti Franceso, “Arte del
derecho”, citado por Carlos Restrepo Piedrahita en “Tres variaciones alrededor del derecho:
Música y derecho”, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1956.
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UNIDAD 1
su grupo de trabajo por qué se siente orgulloso(a) de esa sentencia.
Haga una lista de los factores externos e internos que llevan a un juez a hacer
buenas sentencias.
• ¿Hay alguna obra maestra en la jurisprudencia nacional? ¿Hay una sentencia que
Ud. esté dispuesto(a) a considerar como ejemplo de buen hacer interpretativo? ¿Por qué?
Ejercicio No. 2.
INTERPRETACIÓN BÍBLICA Y DERECHO
Preparación para la sesión:
Advertencia preliminar :
Esta sesión requiere de gran altura y preparación por parte de los participantes.
La interpretación es un tema difícil y controversial como, sin duda, lo dejará ver la
adecuada ejecución de la siguiente dinámica.
La relativa estabilidad de la interpretación católica de la Biblia se ha roto en
Colombia en los últimos años con la llegada al país de numerosas iglesias y
denominaciones cristianas y no cristianas. Estas nuevas denominaciones han renovado el
interés por la cuestión de la interpretación de la Biblia, obligando a muchas personas a re-
plantear su propia posición respecto de la manera cómo debe leerse y entenderse la
escritura. En ese marco de ideas, identifique con su grupo de estudio a una denominación
no católica que tenga una presencia significativa en su lugar de trabajo.
Invite a un representante a hablar con los jueces sobre las formas correctas de
interpretación bíblica. Por ninguna razón polemice con al invitado. Uds. sólo quieren
aprender de él, un hermeneuta profesional, no antagonizarlo o hacerlo sentir mal.
Explíquele claramente al invitado los propósitos de la dinámica. Pídanle el favor
que hable sobre uno o varios temas, identifique los textos bíblicos y explique sus formas de
interpretación escritural. Juzguen entre Uds. si sería útil traer a personas de más de una
denominación (pero mucho ojo con el proselitismo o la faccionaliza-ción del debate!!!) A
continuación se ofrecen algunos posibles temas: En conversación con los Bautistas: ¿A qué
edad debe suministrarse el bautismo como rito de entrada al cristianismo? ¿Qué textos
bíblicos son aplicables al asunto?
• Con varias denominaciones: ¿Cuál es el significado del texto: “Dar a Dios lo que
es de Dios, y al César lo que es del César”?
• Con los Testigos de Jehova: ¿Prohibe la Biblia las transfusiones de sangre? Lea la
sentencia T-474/96 y tome una posición al respecto.
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directamente relacionada con las técnicas hermenéuticas que prefiere. Sorprende, por
contraste con el creyente, que los juristas colombianos usualmente no tengan una opinión
fuerte sobre cómo debe interpretarse la constitución o la ley. Sin embargo, parecería
fundamental que cada juez que aplique la constitución de manera neutral y coherente pueda
explicar, ex ante, cuáles son sus criterios hermenéuticos fundamentales, de la misma
forma como un creyente o un músico parecen hacerlo. Cada lectura del creyente está
mediada por una teoría de la interpretación que es capaz de aplicar firmemente caso tras
caso. Los juristas, cuando no tienen una teoría de la interpretación, quedan sometidos al
vaivén del momento y por esa razón sus resultados hermenéuticos más parecen resultados
discrecionales en vez del ejercicio coherente de una visión neutral de la interpretación
jurídica.
La teoría tradicional de Savigny ofrecería un marco tradicional, neutral y coherente
de interpretación si se siguiera su advertencia en el sentido de que todos los elementos
deben ser aplicados conjuntamente, en vez de simplemente escoger estratégicamente entre
ellos. Los juristas, la verdad sea dicha, parecen entrar a saco roto y escoger según la
circunstancia cómo interpretar. Por esta razón los creyentes poseen teorías de la
interpretación más coherentes y neutrales. Los abogados, en la interpretación de la ley y de
la constitución, deberían sujetarse a un estándar similar al que parecen tener los creyentes.
Para tener una teoría propia de la interpretación jurídica sería conveniente tratar de
jerarquizar los elementos clásicos de interpretación de Savigny y de Ihering. Piense,
primero, qué prioridad le da Ud. comúnmente en sus sentencias a cada uno de los criterios:
texto, lógica, historia, sistema y fin. En el siguiente cuadro ponga en primer lugar el criterio
que a Ud. le parece más importante, y explique al frente las razones político-jurídicas que
lo hacen preferir esa metodología: Elemento de interpretación
Justificación jurídica, política o institucional
1º
2º
3º
4º
5º
De sus conversaciones sobre interpretación en música o religión uno puede observar
cómo la gente también tiene distintas gradaciones de los elementos
hermenéuticos. Algunos credos cristianos hacen mucho énfasis en la fidelidad textual. Para
otros los textos deben ser interpretados en relación con el contexto contemporáneo y
piensan, por lo tanto, que un excesivo textualismo es una forma de corrupción del
verdadero “espíritu” de la norma.
• El jurista, en cualquiera de sus roles, lo mismo que el creyente, debe tener una
teoría sistemática y coherente de la interpretación legal y constitucional. Para ello debe
jerarquizar los criterios que ha de utilizar y debe ser capaz de explicar las razones de esa
jerarquización.
UNIDAD 2
UNIDAD 2
UNIDAD 2
• El valor normativo de la Constitución es un resultado más bien reciente de la
evolución del constitucionalismo occidental.
Su • En la historia del derecho público de occidente ha existido una tensión entre el
principio de legalidad y la supremacía de la constitucionalidad que todavía se hace sentir en
países como Colombia y Francia.
• La constitución de 1991 profundizó la aplicación directa de la Constitución,
causando un marcado proceso de constitucionalización del derecho común.
• La tensión entre derecho legislado y constitucionalización se ha sentido
marcadamente en el derecho colombiano. Las líneas jurisprudenciales actualmente vigentes
han logrado balances importantes al interior de esta tensión.
A. El textualismo o literalismo
Kelsen32, consideran que los “principios” no son derecho en sentido estricto; o lo más se
trataría de normas en sentido secundario. Su indeterminación es tan alta que no
cualificarían como normas jurídicas que restrinjan el arbitrio interpretativo.
Esta opinión estricta, sin embargo, ha sido rechazada en favor de una postura que
acepta que el sistema jurídico debe contener, al mismo tiempo, reglas y principios.
Así, por ejemplo, es evidente que los códigos del siglo XX empezaron a incorporar
principios generales que antes se desestimaban por inciertos.
En los casos en que el derecho está constituido por principios, como es en derecho
constitucional, el respeto al texto, que es en todo caso fundamental, se revela apenas como
un comienzo (por demás insuficiente) de la interpretación. La Corte Constitucional
colombiana, por estas razones, ha sostenido que los métodos de interpretación meramente
gramaticales o lógicos no dan cuenta del sentido de la constitución.33 Debe insistirse, sin
embargo, que ellos constituyen el comienzo ineludible de la interpretación constitucional.
B. Historicismo y originalismo
Los textos indeterminados o abiertos tienen que ser especificados mediante el empleo de
criterios o elementos adicionales. Así, para algunas constituciones del mundo, el texto es
usualmente completado con cuidadosos estudios históricos sobre el significado original de
la constitución. A esta postura se le denomina usualmente
“originalismo” o “historicismo” y es una estrategia de interpretación muy popular
en los Estados Unidos como forma de impedir la intromisión de discrecionalidad en la
actividad judicial. Este originalismo, en el que se subraya el papel fundamental en la
interpretación del establecimiento de la Constitución de Filadelfia, no parece ser de recibo
para el caso colombiano por varias razones fundamentales.
En primer lugar, una estrategia originalista no tiene sentido para el caso de una
constitución tan reciente como la nuestra en la que se puede asumir que los valores
históricos originales son los nuestros propios. En ese sentido no hay una voluntad
constitucional externa a nosotros que sirva como forma de controlar la intromisión ilegítima
de juicios de valor personal dentro del texto constitucional. En segundo lugar, como lo han
destacado varios comentaristas nacionales, el esfuerzo por especificar el texto
constitucional mediante el uso de las actas de la Asamblea Nacional Constituyente es
sumamente riesgoso, y ello por varias 32 O en los Estados Unidos un autor como Bork
Robert H., “Neutral Principles and Some First Amendment Problems”, 47 Indiana Law
Journal 1 (1971).
33 En la T-406/92 se encuentra una crítica general a la interpretación formalista de
la Constitución.
razones: Las actas de la Asamblea Nacional son, cuando más, sumamente incompletas y
fragmentarias de manera que es no sólo difícil, sino imposible, tratar de encontrar en ellas
la determinación del sentido de los artículos constitucionales.
En ellas se encuentra las propuestas de los distintos grupos políticos, pero no hay
una memoria fidedigna de la formación de consensos constitucionales.
Pero, incluso si esas actas fueran completas y confiables, el método de encontrar la
voluntad histórica del constituyente genera paradojas de muy difícil resolución: La primera
y más obvia es la pregunta de por qué, en todo caso, el significado del texto constitucional
debe reducirse a los pensamientos de sus creadores; y segundo, es muy difícil determinar en
un cuerpo colegiado como lo fue la Asamblea Constituyente, cuál o cuáles opiniones
merecen respeto hermenéutico en la determinación del significado de los textos
constitucionales.
En Colombia, la Corte Constitucional utilizó en los primeros años de su
jurisprudencia el elemento histórico con alguna frecuencia.34 Con el paso del tiempo, sin
embargo, la Corte se ha vuelto cada vez menos historicista por las dificultades que ya se
han señalado. Esta investigación histórica, igualmente, ha sido raramente empleada por los
jueces colombianos de instancia dada las dificultades que para ellos presenta el encontrar e
investigar la historia del constituyente colombiano de 1991. Estas dificultades no impiden
en sentido estricto la utilización de esta herramienta hermenéutica. Sin embargo, es seguro
concluir que, tanto positiva como normativamente, el método historicista u originalista no
ha prevalecido en la tradición constitucional colombiana.
34 Véanse al respecto las sentencias T-409/92 y C-453/94. En la T-409/92 se niega
la existencia en Colombia de la objeción de conciencia al servicio militar con fundamento
en un argumento historicista: La propuesta para su inclusión expresa, por parte de Fernando
Carrillo, fue rechazada. Este argumento, sin embargo, no tiene en cuenta que el artículo 18
de la Constitución podría aún fundamentar la objeción de conciencia al servicio militar. En
la C-453/94, mientras tanto, la investigación histórica llega a conclusiones ambiguas: Por
una parte, se extrae un principio general; por la otra, se comprueba que, precisamente, la
historia no encuentra intención constituyente específica: “Del examen de los debates y
discusiones sostenidas en la Asamblea Nacional Constituyente sobre el tema de la policía
se puede concluir: 1) una sentida preocupación por fortalecer la vinculación entre policía,
seguridad y protección de las libertades ciudadanas, a través de la consagración enfática del
carácter civil del cuerpo de policía; 2) la ausencia de una voluntad constituyente en torno a
la definición del punto relacionado con la incorporación de la Policía Nacional a un
determinado ministerio y, en consecuencia, la intención implícita de que este asunto
quedara librado al legislador.” La misma Corte Constitucional habrá de criticar el método
historicista en el salvamento de voto a la C-511/94: “A nivel de la interpretación
constitucional, el argumento histórico es de alcance limitado, por cuanto no es fácil
determinar con claridad cuáles fueron las razones por las cuales un determinado artículo fue
incorporado a la Constitución. Por ello debe predominar, en general, una interpretación
sistemática y finalista del texto constitucional, tal y como éste fue aprobado, y no recurrir a
hipotéticas intenciones de la Asamblea Constituyente” (énfasis añadido).
que las consecuencias concretas de los fallos bien intencionados deben, en la práctica,
realizar los fines que dicen buscar.45
Pero la crítica más importante contra los criterios finalista y sistemático basados en la
cláusula de Estado Social de Derecho es ésta: se acepta que este es un fin objetivo y
legítimo en el constitucionalismo colombiano; pero se advierte, de otra parte, que no
es el único ni el prevalente entre los fines constitucionales
y que sería posible identificar otros igual o más importantes. Frente a un monismo de fines,
entonces, los autores, jueces y políticos empiezan a hablar de un pluralismo de fines. Y la
respuesta frente a un pluralismo de fines no es tanto la interpretación meramente finalista y
sistemática (conforme al fin predominante o absoluto), sino la técnica del balanceo o
ponderación entre derechos, fines, intereses y valores.
La interpretación en la que se realiza balanceo de intereses46 es, según reconocen
sus promotores, una forma más desarrollada de hermenéutica teleológica.47 Así, para esta
orientación, “toda decisión judicial debe ser interpretada como una delimitación de
intereses contrapuestos y como una estimación de esos intereses, conseguida mediante
juicios e ideas de valor”.48
En Colombia, hoy por hoy, existen visiones válidas de la Constitución que postulan
para ella un fin estructural fundamental (monistas) y visiones que insisten en la necesidad
de siempre ponderar entre intereses contrapuestas (balanceo plura-lista). Para los finalistas-
monistas, como hemos dicho, la Constitución defiende un interés muy importante que, dada
su importancia, tiene que ser el telón de 45 Véase al respecto la sentencia C-1064/01, M.P.
Córdoba T. y Cepeda E., donde se reconceptualiza la noción de “estado social de derecho”
en los términos descritos en el texto: “Como ya se advirtió, el presente caso plantea,
necesariamente, el enfrentamiento de varios derechos fines y principios constitucionales,
pues la efectividad del Estado Social de Derecho depende de la realización de una serie de
actos que suponen gastos económicos. Esta circunstancia revela la estrecha relación que
existe entre la concreción de los fines que se predican del Estado en materia social y la
necesidad de contar con una estructura macroeconómica que permita no sólo el
cumplimiento de tales objetivos sino, además, el normal funcionamiento del Estado. Es por
esta razón que es necesario hacer un ejercicio de ponderación, que tenga en cuenta (i.) los
precedentes jurisprudenciales relevantes para la materia que se analiza, y (ii.) los derechos
y fines públicos en juego con el propósito de establecer la razonabilidad de las medidas que
son objeto de reproche en el contexto real en el que la norma acusada fue creada y
aplicada.” (énfasis añadido).
46 Para una visión completa del balanceo de intereses en derecho constitucional,
véase Aleinikoff T.
Alexander, “Constitutional Law in the Age of Balancing”, 96 Yale Law Journal
943, pg. 943 (1987).
47 Hemos dicho más arriba que el padre de la interpretación teleológica es von
Ihering. Discípulos suyos desarrollaron la noción de fin y postularon la noción de “interés”:
“la jurisprudencia de intereses es también a su vez una forma de la jurisprudencia
teleológica”. Heck Philip, “El problema de la creación del derecho”, Comares, Sevilla,
1999, p. 60. Para ellos ya era claro que la resolución entre intereses sólo se podía plantear
mediante ponderación o balanceo de los mismos.
48 Ibíd., pg. 65.
fondo para la interpretación del conjunto. Algunas de estas propuestas son bien conocidas
por los jueces; otras tesis monistas, en cambio, aunque son plausibles, siguen siendo muy
marginales.49 A continuación se ofrece una lista tentativa de algunas de esas teorías que a
partir del fin predominante determinan una interpretación de la constitución colombiana.
Fin o propósito Visión social Ideología política Anclaje normativo
constitucional asociada (legal, político o
dominante moral)
Estado social de Igualación y
derecho redistribución de Social-democracia
recursos hacia los más occidental C.P 1;
necesitados. Jurisprudencia.
Constitucionalismo
europeo
(Alemania, España).
Libre empresa y libre Eficiente asignación Economía libre/ C.P. 58, 333
de recursos neoliberalismo; Jurisprudencia.
competencia productivos. Análisis económico Cultura política
económica. Estabilidad económica del occidental.
Maximización de la y crecimiento derecho
riqueza sostenible.
Integración
económica
supranacional
res. Entre ellos, ya se ha dicho, la cláusula de “Estado Social de Derecho” y varias otras
máximas usualmente emparentadas con ella (como la prevalencia del derecho material
sobre el adjetivo), fueron y son determinantes en la dirección del derecho constitucional
colombiano. Adicionalmente, la Corte Constitucional también buscó darle a los jueces
mecanismos adicionales que los ayudaran en la interpretación. Esta labor de liderazgo se
ejerció mediante la creación jurisprudencial de dos técnicas hermenéuticas que buscaban
orientar a los jueces inferiores en su labor de interpretación constitucional. Estas dos
técnicas eran, primero, la disciplina del precedente y, segundo, la técnica de los “tests”.
Los objetivos interpretativos de la técnica del precedente siguen siendo dos
fundamentalmente: (1) lograr que los jueces de instancia tengan una comprensión finalista
y sistemática de la Constitución por oposición a lecturas literalistas del sistema jurídico; (2)
lograr que los jueces de instancia apliquen, no sólo las reglas constitucionales, sino
igualmente las “sub-reglas” jurisprudenciales en que dichas reglas se especifican. Por esta
razón es claro que la técnica del precedente no es, en realidad, una metodología
independiente de interpretación. Se trata estrictamente de una fuente de derecho donde los
jueces pueden identificar la existencia de sub-reglas constitucionales y los procesos
interpretativos mediante los cuales se ha llegado a la determinación de tales sub-reglas.
De otra parte el objetivo de los “tests”, como el de igualdad o el de razonabilidad,
por ejemplo, es el de guiar a los jueces en la labor de ponderación o balanceo en aquellos
casos, por demás muy frecuentes, en los que hay intereses y derechos contrapuestos sin que
pueda decirse que uno de ellos puede prevalecer absolutamente sobre el otro.
Mediante estas dos técnicas (precedente y balanceo) la Corte buscaba orientar la
interpretación constitucional, disminuyendo así la proliferación de comprensiones
encontradas de los textos constitucionales en las sentencias de instancia. Estas dos técnicas
de interpretación se suman así a las tradicionales (texto, historia, sistema y fin), aunque su
novedad ha exigido a los jueces aprender el funcionamiento de las mismas. Por tratarse de
técnicas sumamente importantes de interpretación constitucional, el resto de este módulo
tratará de explicarlas de manera concreta y abordará varias de las facetas técnicas
necesarias para su comprensión.
UNIDAD 2
TRABAJO PERSONAL
A continuación se transcriben los principales apartes de sentencias (provenientes de
distintas corporaciones judiciales) en las cuales deberá identificar el método de
interpretación constitucional utilizado para cada caso. Es posible que en el caso el fallador
haya utilizado dos o más técnicas de interpretación: en caso de duda, escoja el método que
en su concepto sea dominante frente a los otros.
Ejercicio No. 1
Corte Constitucional
Sentencia T-409/92
1. Hechos:
[…]
Las Fuerzas Militares de Colombia, Ejército Nacional, mediante oficios expedi-dos
por la Dirección de Reclutamiento, comunicaron a los jóvenes N.N. y N.N.
que habían sido seleccionados para prestar el servicio militar.
Al mismo tiempo se les hizo saber que debían presentarse en las instalaciones de un
Distrito Militar, portando la constancia auténtica de haber aprobado el undécimo grado de
educación media.
De igual manera, se les advirtió que, en caso de no presentarse, serían declarados
“REMISOS”, con todas las consecuencias que ello implica, de conformidad con la
Ley 1a. de 1945.
[…]
El apoderado [de los jóvenes] sustenta la petición de tutela en las siguientes
razones:
1) Sus representados, tanto los padres como los menores, son miembros de la
IGLESIA DE “DIOS ES AMOR” DE LOS HERMANOS MENONITAS. La creencia
religiosa y base teológica de sus poderdantes se fundamenta en un profundo respeto al
prójimo, en el amor a los enemigos, en el cumplimiento al mandato divino de no matar, por
lo que expone el accionante, rechazan pertenecer a organismos creados para imponer la
fuerza, monopolizar la violencia, eliminar o intimidar al enemigo, o para ejercer la “acción
legal” de matar a un ser humano.
2) Según el actor, los ejércitos han sido creados para eliminar al enemigo que no se
dejó intimidar por la fuerza e imponer por la violencia una determinada razón, dirigiendo su
acción a entrenar para la guerra y el uso y porte de armas.
3) Sus poderdantes se rehusan a participar y pertenecer en forma alguna a las
Fuerzas Militares, por cuanto los procedimientos y criterios de éstas son contrarios a sus
creencias, es decir a su conciencia. Además, los jóvenes convocados para prestar el servicio
militar, son totalmente no violentos y rechazan por convicción cualquier ejercicio de la
violencia.
INTERPRETACIONCONST.indb 44
25/8/08 13:40:40
INTERPRETACIONCONST.indb 45
25/8/08 13:40:40
UNIDAD 2
Esta facultad, ligada a los fines esenciales que la Constitución Política fija al Estado
colombiano (artículo 2o.), impone la existencia de cuerpos especializados, dotados de
material técnico y de un grupo humano capaz e idóneo para el cumplimiento de su misión.
Cuando la norma en mención establece entre tales fines el de “defender la independencia
nacional (se subraya), mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y
la vigencia de un orden justo”, está
dando las bases para la existencia y el funcionamiento de los órganos necesarios a
estos propósitos.
En concordancia con lo anterior, el Estatuto Fundamental dedica el Capítulo 7, de
su Título VII, a la Fuerza Pública, estableciendo en el artículo 216, que la misma estará
integrada por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. Añade el inciso 2o. de la misma
norma que todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades
públicas lo exijan para defender la independencia nacional (subraya la Corte) y las
instituciones públicas”.
En el mismo sentido, el artículo 217 de la Constitución, señala como finalidad
primordial de las Fuerzas Militares “la defensa de la soberanía, la independencia, la
integridad del territorio nacional y del orden constitucional”.
Ahora bien, las Fuerzas Militares, para su integración y para el obligado relevo que
cada cierto tiempo debe irse produciendo en el interior de sus filas, requieren de modo
permanente del cierto y eficaz concurso de los colombianos que, en virtud de la ley y por
los sistemas de conscripción o de ingreso voluntario, sean incorporados a ellas. El servicio
militar obliga en principio a todos por dos razones básicas: en el plano de los deberes
constitucionales de los gobernados, por la imperiosa y constante necesidad que de él se
tiene para la efectiva defensa de la Patria y, en el terreno de los derechos, por elemental
aplicación del principio de igualdad ante la ley (artículo 13 de la Constitución). Es la ley, al
tenor del artículo 216, inciso 2o, de la Carta, la que “determinará las condiciones que en
todo tiempo eximen del servicio militar”.
Tales condiciones se hallan actualmente previstas en el artículo 21 de la Ley 1a.
de 1945, que establece: “Están exentos del servicio personal bajo banderas en
tiempo de paz, con la obligación de inscribirse y pagar la cuota de compensación militar:
a) Los que hubieren sido condenados a pena que tenga como accesoria la pér-dida
de los derechos políticos mientras no tengan su rehabilitación; b) El hijo de viuda, que
observe buena conducta y que atienda a sus necesidades si ésta carece de medios de
subsistencia;
c) El huérfano de padre que atienda con su trabajo a la subsistencia de sus hermanos
incapaces de ganarse el sustento;
d) El hijo de padres incapacitados para trabajar o que pasen de 60 años, cuando
éstos carezcan de renta, pensión o medios de subsistencia, y siempre que dicho hijo vele
por ellos;
e) El hermano o hijo de quien haya muerto prestando sus servicios en las filas, si su
trabajo es indispensable para la subsistencia de la familia;
INTERPRETACIONCONST.indb 46
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INTERPRETACIONCONST.indb 47
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UNIDAD 2
Ejercicio No. 3
Corte Suprema de Justicia
Sala de casación penal
Proceso No. 13325
Sentencia de Mayo 23 de 2001
1. Hechos
Mediante sentencia del veintiséis (26) de julio de mil novecientos noventa y seis
(1996), el Juzgado Primero Penal del Circuito de San Andrés, Isla, condenó al señor N.N.
en calidad de autor responsable del delito de receptación, a la pena principal de once (11)
meses de prisión, a la accesoria de interdicción de derechos y funciones públicas por un
periodo igual al de aquella, y le negó el beneficio de la condena de ejecución condicional.
INTERPRETACIONCONST.indb 49
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UNIDAD 2
tir de la consagración de normas constitucionales que no pueden ser reguladas ni
restringidas por el legislador o por cualquier otro órgano público. Son ejemplo de este tipo
de reglas excepcionales, la prohibición de la pena de muerte (C.P.
art. 11), la proscripción de la tortura (C.P. art. 12) o el principio de legalidad de la
pena (C.P. art. 29). Ciertamente, estas reglas no están sometidas a ponderación alguna, pues
no contienen parámetros de actuación a los cuales deben someterse los poderes públicos. Se
trata, por el contrario, de normas jurídicas que deben ser aplicadas directamente y que
desplazan del ordenamiento cualquiera otra que les resulte contraria o que pretenda
limitarlas. La mayoría de los derechos fundamentales pueden verse enfrentados a otros
derechos o intereses constitucionalmente relevantes. En estas condiciones, para asegurar la
vigencia plena y simultánea de los distintos derechos fundamentales y, adicionalmente,
para garantizar el respeto de otros intereses constitucionalmente valiosos, es necesario que
los derechos se articulen, auto - restringiéndose, hasta el punto en el cual resulte posible la
aplicación armoniosa de todo el conjunto.”
Es explícita pues, la jurisprudencia de la Corte Constitucional al establecer que una
de las reglas excepcionales de preponderancia en procura de la coexistencia de los derechos
fundamentales está constituida por el principio de legalidad de la pena.
b. Verdadero
Pregunta # 7: A las Cortes les está prohibido utilizar jurisprudenciaemanada
de otras altas Cortes en la construcción de sus propios argumentos jurídicos.
a. Falso
b. Verdadero
0
INTERPRETACIONCONST.indb 50
25/8/08 13:40:41
“La Corte no deja de reconocer que una institución como la que introdujo el artículo
31 de la Constitución Nacional, tiene una jerarquía excepcional, como suele ser nota
caracterizante de los dictados de la Carta, háyanse o no recogidos o desarrollado en sus
pertinentes legislaciones especiales. No es dable entender que porque el C. de P.P. en su
artículo 17 reproduzca este contenido, ha perdido aquella su superior categoría, ni podría
determinar su decadencia de considerar que se trata de un dispositivo de naturaleza
procedimental por figurar en el estatuto que recoge esta particularizada normatividad. Un
precepto de esta entidad, que responde muy bien a principio o regla rectora, traduce un tal
significado que así aparezca en el Código de Procedimiento Penal, como regulador de las
funciones del juez en cuanto a la punición, o de la forma o manera como debe entenderse el
alcance de un recurso de alzada contra un monto de pena, no reduce a esto su naturaleza
sino que constituye un precepto sustancial, dada su magnitud y multifacética
incidencia.”…”bastando para restablecer su imperio invocar una violación directa de tanta
magnitud que reclama su inmediata corrección por quien la advierte, háyase alegado o no, y
tenga su insinuación o su llamado explícito, propiedad o impropiedad.”
Más adelante, consecuente y armónica con la línea jurisprudencial trazada por el
pronunciamiento anterior, la Sala indicó:
“Esta Corporación en forma reiterada ha indicado que el artículo 31 de la
Constitución Nacional que en su inciso segundo consagra la prohibición de la reformatio in
pejus es una norma de derecho sustancial y que en consecuencia es atacable por la vía de la
causal primera de casación cuerpo primero, esto es la violación directa de la ley sustancial,
toda vez que la problemática recae directamente sobre el contenido de la norma sustancial,
sin que exija análisis sobre las pruebas o los hechos.
INTERPRETACIONCONST.indb 51
25/8/08 13:40:42
UNIDAD 2
La prohibición de la reformatio in pejus es una garantía que se instituye en favor del
procesado, pero que tiene un hondo contenido sustancial en la medida que protege al
imputado frente a los desmanes que se presenten en la aplicación de normatividad
sustancial, como es toda la que tiene que ver con la punibilidad y si esta es su naturaleza
necesariamente se tiene que entender que el marco lógico de ataque es el que enmarca la
causal primera que es la instituida para resolver los yerros in judicando.” (Sentencia del 14
de septiembre de 1994. M. P. Dr. Ricardo Calvete Rangel.)
[…]
La Sala ha sido reiterativa en determinar que la prohibición de la reformatio in pejus
no tiene lugar cuando la sentencia materia del recurso de apelación ha desconocido el
principio de legalidad. Al respecto podrían confrontarse, entre otras: sentencia del 28 de
octubre de 1997, radicación 15290, M.P. Dr. Carlos E. Mejía Escobar; sentencia del 1° de
diciembre de 1999, radicación 14129, M.P.
Dr. Jorge Córdoba Poveda; y sentencia del 8 de mayo de 2001, radicación 14605,
con ponencia de quien ahora cumple la misma función.
Pregunta # 8: El principal método de interpretación constitucionalutilizado por
la Sala Penal en las consideraciones que se acaban detranscribir es el siguiente:
a. Método teleológico o finalista.
b. Método de precedentes.
c. Método histórico.
d. Método textualista.
e. Ninguna de las anteriores.
Pregunta # 9: La Corte Suprema de Justicia rara vez utiliza su
propiajurisprudencia para argumentar jurídicamente la resolución de uncaso nuevo.
a. Falso
b. Verdadero.
Como conclusión puede decirse a esta altura que la caja de herramientas legítimas
de interpretación constitucional en Colombia Su está constituida por los siguientes arbitrios
o elementos: Texto
Historia
Sistema
Finalidad
Precedente
Ponderación y balanceo de derechos e intereses.
INTERPRETACIONCONST.indb 52
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INTERPRETACIONCONST.indb 53
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UNIDAD 3
INTERPRETACIONCONST.indb 54
25/8/08 13:40:42
INTERPRETACIONCONST.indb 55
25/8/08 13:40:43
UNIDAD 3
y, finalmente, (iii) proponer una noción de “coordinación de intereses” como piedra
de toque de una moderna interpretación del derecho que superara los defectos fatales del
conceptualismo y los límites relativos del vitalismo/finalismo.
La noción de “vida” en Ihering buscaba cambiar de forma radical la mirada de la
interpretación jurídica: de estar anclada y fijada en conceptos, proponía su paso al estudio y
consideración de las necesidades e intereses de los actores sociales.
Con ello, evidentemente, se daba un giro sociológico a la interpretación jurídica
mientras que para los conceptualistas un caso dependía de la aplicación mecánica del
concepto definitorio del instituto jurídico (“posesión”, “obligación”, etc., etc) con altos
niveles de autonomía disciplinar para el derecho. Para Ihering (y sus discípulos “vitalistas”
y “finalistas”) la interpretación de las normas debía servir, ante todo, las necesidades
presentes de las interacciones sociales y no los conceptos abstractos creados por la ciencia
jurídica. Este punto es aclarado por Heck en una conferencia de 1932 a partir de
elaboraciones suyas que datan desde comienzos de siglo:
“La jurisprudencia superior es un procedimiento privativo […] de la ciencia
jurídica. Consiste […] en la independización de los conceptos ordenado-res de carácter
general, los cuales son manejados como cuerpos con forma fija, a semejanza de los cuerpos
de la naturaleza […] En cada concepto obtenido por inducción hay que determinar
exactamente su estructura, por ejemplo, en cada derecho subjetivo hay que fijar su sujeto,
su contenido y su objeto. Tales problemas de estructura son, por ejemplo, los siguientes: si
en la copropiedad es la cosa, el derecho, o el valor el que está dividido entre varias
personas; o si en las obligaciones solidarias […] hay pluralidad de obligaciones con el
mismo contenido, o una sola obligación con pluralidad de sujetos. El resultado de la
investigación acerca de la estructura se ha de encerrar en una fórmula, en una definición.
Así queda construido el concepto. El resultado obtenido, esto es, la definición establecida,
queda sentado de modo inconmovible y como fundamento apto para ser utilizado en la
obtención de nuevas normas, y, por consiguiente, también en la resolución de aquellos
casos que no han sido tenidos en cuenta al establecer el concepto.
Es preciso trabajar de una manera seria con esta autonomía de los conceptos.
Precisamente todo valor de la construcción reside en esta posibilidad ilimitada de
aprovechamiento.”53
La jurisprudencia anti-conceptualista de Ihering es todavía tímida y tacaña desde la
perspectiva de los “conflictivistas”. La noción de “vida” que utiliza Ihering “no es más que
una voz-resumen que dignifica los individuos vivos”
53 Heck Philip, Jurisprudencia de intereses, op. cit. , pág. 533.
INTERPRETACIONCONST.indb 56
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INTERPRETACIONCONST.indb 57
25/8/08 13:40:43
UNIDAD 3
TRABAJO PERSONAL
Seleccione una sentencia reciente que usted conozca y que pueda calificarse como
“finalista” o “teleológica”. Explique las razones por las cuales usted cree que la sentencia
admite ese calificativo. Diga cómo se hubiera fallado el caso si el juez no hubiera utilizado
la interpretación finalista. ¿Por qué razón cree usted que la interpretación finalista
“desestabiliza” las interpretaciones textualistas?
¿Cuál de estas formas de interpretación realiza más plenamente el ideal de
“fidelidad o respeto al derecho” que está a la base del Estado de Derecho? Finalmente
realice un listado de pros- y contras que recomienden o militen en contra de la
interpretación finalista.
Esta concepción termina siendo útil para el juez ya que le permite interpretar e
integrar el derecho. En casos de duda o ambigüedad del derecho aplicable, la norma puede
ser interpretada dentro de un marco conflictivista: el juez no es voluntarista o arbitrario,
pero tampoco formalista ni conceptualista. Según Heck, la jurisprudencia de intereses
responde a un movimiento progresista en el que, en todo caso, se respeta la ley:
“El juez, a semejanza del legislador, debe delimitar intereses y resolver conflictos
de intereses. Pero la ponderación que el legislador ha hecho de tales intereses está antes que
la propia valoración del juez, y es decisiva para éste. La segunda idea es que nuestras leyes,
en relación con la abundancia de problemas de la vida son defectuosas, incompletas, y no
exentas de contradicciones. El legislador moderno es consciente de esta insuficiencia, y por
ello espera del juez una obediencia, no literal, sino conforme con los intereses en juego.
Espera que no limite a subsumir lógicamente el hecho en el mandato de la ley, sino que
también complemente los mandatos incompletos y rectifique los defectuosos. Se puede
expresar esto así: el juez no debe tan sólo aplicar cada norma en particular, sino que debe
amparar el conjunto de los intereses considerados por la ley como dig-nos de protección
[…] Por consiguiente, el juez, cuando se da una situación de hecho que no coincida con
ninguna de las previstas por la ley, debe, ante todo, formarse una idea del conflicto de
intereses que se le presenta en el caso controvertido. Tiene que investigar si este mismo
conflicto de intereses está ya resuelto por la ley bajo la forma de otras situaciones de
derecho. En caso afirmativo ha de trasladar el juicio valorativo de la ley, resolviendo con
igual medida idénticos conflictos de intereses”.56
En muchos casos el juez se encuentra con una mayor libertad interpretativa. Aquí no
le corresponde “trasladar” la resolución de intereses que haya hecho el legislador porque:
56 Ibíd., pág. 536-7.
INTERPRETACIONCONST.indb 58
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INTERPRETACIONCONST.indb 59
25/8/08 13:40:44
UNIDAD 3
radica en un esfuerzo por mostrar que las ponderaciones constitucionales, aunque
abiertas, no son análogas a la promulgación de una nueva norma en sede legislativa (como
pensaba la jurisprudencia de intereses).
Veamos un poco cómo surge este problema de la “ponderación abierta” y cómo se
ha desarrollado en los últimos años: hasta aquí hemos sugerido que la
“ponderación de intereses” arranca como un esfuerzo de teóricos del derecho por
refundar, en términos modernos, empíricos e interdisciplinarios, una ciencia del derecho
que se encontraba esclerotizada en las garras del conceptualismo savigniano. Esta
descripción, sin embargo, es tan sólo parcialmente cierta y requiere de ciertas precisiones y
matices. Para ello nos servirá un breve repaso por la historia de la jurisprudencia
constitucional en los Estados Unidos.
En grandes líneas, esta historia procede de la siguiente manera: desde finales del
siglo XIX y durante la primera década del siglo XX, la Corte Suprema de los Estados
Unidos fue creando unas cuantas líneas jurisprudenciales, en consonancia con algunas
tradiciones hermenéuticas legítimas del common law, en las que realizaba
ponderaciones “abiertas” de intereses en conflicto. Para la Corte Suprema, sin embargo, lo
que entraba en choque no eran tanto “intereses” (concepto propio de juristas de inclinación
sociológica), sino “derechos” o “poderes”. En varios casos donde se discutía los poderes
regulatorios del estado (los llamados en derecho constitucional de los EE.UU. police
powers) para intervenir en el mercado, la Corte Suprema empezó a estructurar la
interpretación desde una “teoría del conflicto”. No se trataba de decisiones que siguieran
algún método hermenéutico y que decidieran perentoriamente desde él el resultado del
conflicto. Se trataba, mejor, de decisiones en que la Corte realizaba una exposición
detallada de los dos derechos que estaban en conflicto. En estos casos, casi siempre se
oponía (i) el
“fin” estatal perseguido por la norma (que casi siempre coincidía con la protección
de algún bien o derecho colectivo tales como la salud, la protección de los trabajadores o la
libre concurrencia económica) a (ii) algún derecho individual reclamado por actores
económicos privados (libertad de contratación, empresa, iniciativa privada o protección a la
propiedad).
Desde sentencias como Mugler v. Kansas59, la Corte Suprema de los EE.UU.
empieza a descomponer con gran claridad analítica los argumentos de las dos partes para
adoptar, no tanto una decisión concreta y cerrada en la ponde-59 123 U.S. 623. En este fallo
de 1887 la Corte continúa el trabajo que había iniciado años antes de limitación de los
police powers del estado en materia económica a través de la noción de “debido proceso
sustantivo”. Véase al respecto Stone et al. Constitutional Law. Little, Brown &
Co, Boston, 1991, págs.
786 – 814.
0
INTERPRETACIONCONST.indb 60
25/8/08 13:40:44
Ponderación, balanceo y tests
ración de derechos, sino un método abierto en el que examina las variables que
deben tenerse en cuenta dentro de estos casos en los que se usa el poder regulatorio del
estado en materia económica. Así la Corte empieza por investigar el “fin”
o “propósito” estatal de la medida; de igual forma, examina si la relación entre la
norma y el “fin” son reales o tan sólo aparentes; y finalmente parece preguntarse si el fin
estatalmente buscado tiene suficiente “peso” como para justificar la limitación de los
derechos individuales contrapuestos. Esta presentación “conflictivista” de la interpretación
ya se encuentra completamente acabada en el célebre caso de Lochner v. Nueva York60 de
1905. Allí se afirma:
“[este caso] es un problema de cuál de los dos poderes o derechos debe vencer –el
poder del estado de legislar o el derecho del individuo a la libertad personal y a la libertad
de contratación. La simple afirmación que se trata de una cuestión que se relaciona (así sea
de manera remota) con la salud pública no necesariamente determina la constitucionalidad
de la norma del estado. La ley debe tener una relación más directa, de medio a fin, y el fin
en sí mismo debe ser apropiado y legítimo, antes de que una ley sea declarada válida […]”
Este párrafo ya va en la vía de convertirse en un “test” de la “razonabilidad” de la
norma legal que interfiere con la vida económica. Jueces subsiguientes adoptaron como
ratio decidendi de esta línea jurisprudencial, no una ponderación “blindada”, sino
una ponderación “abierta”: la jurisprudencia de la Corte no indicaba que las libertades
económicas debían prevalecer sobre el poder del estado, luego de ponderar los dos
“poderes” en conflicto. En su lugar, la Corte proponía una metodología abierta de
ponderación que permitiera examinar la “razonabilidad” de la norma estatal: en primer
lugar debía identificarse el fin u objetivo de la norma; en segundo lugar debía examinarse la
legitimidad de dicho fin; en tercer lugar debía estudiarse que dicho fin no fuera meramente
aparente y para ello se requería que la norma fuera medio adecuado para la consecución del
fin.
Esta creación de metodologías de “balanceo” de derechos y poderes contrapuestos
se generalizaría a lo largo del siglo XX en ciertas líneas jurisprudenciales de la Corte
Suprema de los Estados Unidos. El test de razonabilidad en materia económica pasaría a ser
utilizado en los años treintas en la jurisprudencia de la primera enmienda (libertad de
expresión) y luego en diversos temas de igualdad entre las personas a partir de los años
sesentas.61 El test de razonabilidad en 60 198 U.S. 45 (1905).
61 Véase al respecto Fernando Toller, La resolución de los
conflictos entre derechos fundamentales: una metodología
de interpretación alternativa a la jerarquización y el
balancing test. En Eduardo Ferrer (ed.), Interpretación Constitucional, TomoII,
Porrúa/UNAM, México, 2005, págs. 1199-1284
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UNIDAD 3
materia económica le permitió a la Corte, entre 1905 y 1930, declarar la
inconstitucionalidad de alrededor de 200 medidas de intervención económica que los
estados federados fueron expidiendo en el período. El test de razonabilidad, usado
rigurosamente, ocasionó la inconstitucionalidad de normas de derecho laboral individual y
colectivo y de regulación de precios. Es preciso anotar que estos dos tipos de normas eran
parte del arsenal esencial del naciente estado de bienestar.
A mediados de los años treinta, la Corte cambió su posición en relación con los
poderes regulatorios del estado. En lo que se conoce como el fin de la “era Lochner”, la
Corte da un giro y empieza a mostrarse más deferente hacia las medidas de intervención
económica. Ello se realizar mediante una modificación del “test de razonabilidad” que ya
explicamos. Hasta ese momento el test había sido utilizado de manera exigente y rigurosa.
A partir de 193862 la Corte afirma que en el análisis del
“fin estatal” se contentará con que la norma tenga “una base racional”. Este nuevo
estándar de razonabilidad será utilizado para dar un espacio mucho más amplio a la
intervención económica del estado. Una nota de pie de página de este mismo caso del 38
sirvió como fundamento para crear luego, en los años sesentas, las diversas
“intensidades” del test de razonabilidad de la legislación. Según la Corte de los
Estados Unidos las leyes con contenido económico sólo tendrían que demostrar que su
finalidad buscaba algún “objetivo racional”. A esta forma del test de razonabilidad (de la
legislación) se le empezó a llamar “test de racionalidad”. Pero en la nota de pie 14 de la
sentencia de 1938 la Corte afirmó estaría dispuesta a ser más exigente en el control de la
finalidad de leyes que estuvieran “direccionadas a ciertas minorías religiosas, nacionales o
raciales”. En estos casos, según la Corte, el
“prejuicio contra minorías diferenciadas y aisladas puede ser una condición especial
que tienda a impedir seriamente la operación de los procesos políticos que debieran en
general proteger a dichas minorías”.63
Con esta nota de pie de página nace en los Estados Unidos el test de igualdad y las
intensidades del mismo. Así, cuando se trate de medidas estatales que hagan distinciones en
relación a “minorías diferenciadas y aisladas” la Corte no adoptará
el test de razonabilidad basado en una mera “base racional”, sino que realizará un
“escrutinio estricto” de la constitucionalidad de la medida.
La experiencia judicial de los Estados Unidos crea, pues, el test de razonabilidad, el
test de igualdad y la teoría de las diversas intensidades en los que estos se pueden emplear.
Se trata, como se puede ver, de una técnica de interpreta-62 En U.S. v. Carolene Products
Co. 304 U.S. 144 (1938).
63 Ibíd., nota de pie 14.
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UNIDAD 3
hecho de que fueran casos difíciles no impedía (i) que las decisiones fueran
consideradas el fruto de estricto razonamiento judicial y (ii) que dicho razonamiento
judicial no fuera considerado ni intuicionista, ni voluntarista.
Se trata, pues, de verdaderas decisiones judiciales de naturaleza “objetiva”.
Pero, podrá preguntarse el lector, ¿dónde se sostiene la objetividad de las decisiones
judiciales tomadas en contextos de ponderación abierta? La respuesta es sencilla: las
virtudes descriptivas del conflictivismo, más su formalización y estandariza-ción en tests
de ponderación (razonabilidad e igualdad) constituyen ahora el centro de la fe en la
objetividad de las decisiones constitucionales de los jueces. Sobre esta convicción es que
surge, contemporáneamente, el trabajo de autores como Ronald Dworkin y, más
particularmente, Robert Alexy.
Estas prácticas judiciales norteamericanas, a su vez, serían bien recibidas por
aquellos juristas europeos que empezaban a compartir, por distintas razones, la sensibilidad
de la jurisprudencia de intereses. Las Cortes Constitucionales de todo el mundo y los
Tribunales Internacionales de derechos humanos aprendieron de la Corte de los Estados
Unidos que los tests eran una herramienta útil para (i) describir y (ii) decidir el choque de
“poderes” que se da típicamente en el litigio constitucional. La jurisprudencia de los
Estados Unidos agregó, sin embargo, un nuevo punto al conflictivismo: no sólo tiene un
alto poder descriptivo (mediante la descripción dinámica y bilateral del conflicto y de los
argumentos e intereses de las partes), sino que también ofrece una metodología racional,
formal y estan-darizada de “pesaje” de dichos intereses o derechos contrapuestos.
El caso colombiano no fue la excepción en este proceso de globalización del
conflictivismo. Relativamente temprano en su actividad jurisprudencial, la Corte
Constitucional colombiana empezó a utilizar, en algunas líneas jurisprudenciales,
metodologías conflictivistas de descripción y decisión del litigio. Es apenas obvio que lo
hiciera, por ejemplo, en la aplicación del artículo 13 (garantía de igualdad) ya que el test de
igualdad se había convertido en herramienta usual del constitucionalismo comparado. Debe
el lector observar, sin embargo, que el conflictivismo no es el método dominante de
interpretación constitucional. Hay muchas líneas jurisprudenciales en Colombia en las que
la Corte utiliza algún otro método (textual, histórico, sistemático, etc.), llega a establecer
una sub-regla en que un interés o derecho debe prima facie prevalecer sobre otro y
espera que los persona de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso
legal; ni negar a cualquier persona que se encuentre dentro de sus limites
jurisdiccionales la protección de las leyes , igual para todos.” El test de razonabilidad
y el test de igualdad son desarrollos interpretativos (ponderaciones abiertas) de los textos
resaltados.
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los valores y no simplemente en la confrontación lógica de los mismos.” Muestra de
lo anterior es la sorprendente coincidencia de los criterios utilizados por los distintos
tribunales encargados de analizar casos que involucran el principio de igualdad. La Corte
Suprema de Estados Unidos ha sostenido que “los tribunales deben enfrentar y resolver la
cuestión acerca de si las clasificaciones (diferenciadoras) establecidas en una ley son
razonables a la luz de su finalidad”70; el Tribunal Constitucional Federal de Alemania ha
afirmado que “la máxima de la igualdad es violada cuando para la diferenciación legal o
para el tratamiento legal igual no es posible encontrar una razón razonable...”71; la Corte
Europea de Derechos Humanos ha dicho que “una diferenciación es discriminatoria si
carece de justificación objetiva y razonable, es decir, si no persigue un fin legítimo o si
carece de una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y el fin
perseguido.”72.
El “test de razonabilidad” es una guía metodológica para dar respuesta a la tercera
pregunta que debe hacerse en todo problema relacionado con el principio de igualdad :
¿cuál es el criterio relevante para establecer un trato desigual?
o, en otras palabras, ¿es razonable la justificación ofrecida para el establecimiento
de un trato desigual? Esta Corte, en la sentencia T-230/94, estableció los linea-mientos
generales del test de razonabilidad; en esta ocasión, completará esos li-neamientos e
introducirá distinciones necesarias para su aplicación al caso objeto de la demanda de
inexequibilidad.
Una vez se ha determinado la existencia fáctica de un tratamiento desigual y la
materia sobre la que él recae, el análisis del criterio de diferenciación se desarrolla en tres
etapas, que componen el test de razonabilidad y que intentan determinar:
a. La existencia de un objetivo perseguido a través del establecimiento del trato
desigual.
b. La validez de ese objetivo a la luz de la Constitución.
c. La razonabilidad del trato desigual, es decir, la relación de proporcionalidad entre
ese trato y el fin perseguido.
El orden de estas etapas corresponde a necesidades no sólo lógicas sino también
metodológicas: el test del trato desigual pasa a una etapa subsiguiente sólo si dicho trato
sorteó con éxito la inmediatamente anterior. El primer paso no reviste mayor dificultad,
como quiera que puede llevarse a cabo a partir del solo examen de los hechos sometidos a
la decisión del juez constitucional; se trata únicamente de la determinación del fin buscado
por el trato desigual. El segundo paso, por el contrario, requiere una confrontación de los
hechos con el texto constitucional, para establecer la validez del fin a la luz de los valores,
principios y derechos consignados en éste. Si el trato desigual persigue un objetivo, y éste
es constitucionalmente válido, el juez constitucional debe proceder al último paso 70
McLaughlin v. Florida. 379 U.S. 184, 191 (1964). Citado por Laurence Tribe. American
Constitutional Law. The Foundation Press. Mineola, N.Y. 1988. p. 1440.
71 BVerfGE 1, 14 (52). Citado por Alexy. op. cit. p. 391.
72 Cour Européenne des Droits de l’Homme. Arrêt MARCKX c. Belgique. 13 juin,
1979.
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TRABAJO PERSONAL
Exploración de algunos usos recientes de test de igualdad.
• Lea la sentencia C-670/02 y haga un listado de los pasos del juicio de igualdad así
como de las diferentes intensidades que admite en su utilización. ¿Cuáles son las ventajas o
fortalezas que tiene un test o juicio como herramienta de interpretación constitucional?
• Lea las sentencias C-555/05, C-913/04 y C-176/04 en sus apartes relacionados con
el derecho de igualdad. En esas sentencias el juicio de igualdad ha sido utilizado para
generar cargas argumentativas por parte de quien presenta una demanda de
inconstitucionalidad. A partir de estas sentencias describa qué
elementos del juicio de igualdad han sido incorporados como requisitos de admi-
sibilidad de la demanda de inconstitucionalidad. Explique las razones que en su opinión
existen para este traslado de cargas argumentativas. Finalmente valore esta utilización del
juicio de igualdad.
• Lea la sentencia C-875/05 y responda las siguientes preguntas: ¿Bajo qué criterios
adopta la Corte Constitucional un “escrutinio estricto” dentro del juicio de igualdad?
¿Cuáles son los pasos que se siguen en un escrutinio estricto de igualdad? ¿Qué categorías
reciben ese trato constitucional en Colombia? ¿Qué
categorías no son revisadas bajo escrutinio estricto? ¿Por qué?
• Lea la sentencia C-76/06: ¿Utiliza la Corte en esta sentencia el test de igualdad?
Justifique su respuesta. ¿Qué nivel de formalización del juicio de igualdad se requiere para
que una interpretación conflictivista cumpla con sus objetivos?
En relación con el principio de la “armonización concreta” la Corte Constitucional
se ha manifestado en varias sentencias. Tomaremos aquí como ejemplo la T-588/98, M.P.
Eduardo Cifuentes en los que se busca armonizar la libertad de cátedra de un maestro de
educación física y la libertad de conciencia de algunos de sus educandos. Para el maestro el
logro de la psicomotricidad se alcanzaba cuando los estudiantes podían bailar
adecuadamente bailes como “El Carrapicho” o “La Botellita”; para algunos estudiantes de
fé cristiana, el tener que bailar estos ritmos para pasar la materia constituía una violación de
su libertad de conciencia ya que el carácter “erótico” de los mismos iba en contravía de su
moralidad religiosa.
Para la Corte se hace necesario acomodar ambos derechos, ya que son igualmente
atendibles. La armonización de ellos debe hacerse en concreto:
“ La intervención del Estado en la educación puede expresarse a través de políticas
y acciones indispensables para la adecuada formación física, intelectual y moral de los
educandos, cuya exoneración por razones religiosas pondría en peligro o afectaría
seriamente el cumplimiento de objetivos enderezados en esa dirección. De acuerdo con el
principio de la armonización concreta, si los mismos objetivos pueden obtenerse a través de
medios que eliminen las bases de la
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UNIDAD 3
TRABAJO PERSONAL
Lea la sentencia C-822/05 y haga un resumen de las formas en que la Corte
Constitucional utiliza contemporáneamente el juicio de razonabilidad. Luego de realizar
esto, responda las siguientes preguntas:
¿Cuál es la relación entre proporcionalidad y armonización concreta?
¿Qué es la prohibición de exceso?
¿Qué es la prohibición de defecto?
Explique las razones por las cuales la Corte niega que hay un solo método de
ponderación.
Si hay varios, ¿cuáles son estos?
Finalmente, ¿cómo resuelve la Corte la ponderación concreta del caso?
¿Está usted de acuerdo con la decisión? Justifique su respuesta.
• La jurisprudencia de intereses es un desarrollo de la jurisprudencia de fines o
teleológica.
Su • La interpretación de intereses contrapuestos exige ejercicios de balanceo
constitucional.
• El balanceo constitucional se hace mediante doctrinas o tests, en los que se
especifican los pasos que deben seguirse para medir o pesar el valor relativo de dos
reclamos encontrados.
• La jurisprudencia constitucional colombiana ha utilizados tests generales como los
de razonabilidad, igualdad y armonización concreta.
• La técnica de los test se aplica a varios otros campos más específicos del derecho
constitucional.
• USTED, SEÑOR JUEZ, DEBE DECIDIR EN TODO CASO CUÁLES
MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN SON LOS CONSTITUCIONALMENTE
CORRECTOS Y LOS SOCIALMENTE ADECUADOS. NADA PUEDE
REEMPLAZAR LA OBLIGACIÓN QUE UD. TIENE DE FORMAR UNA
TEORÍA PROPIA, ILUSTRADA Y COHERENTE DE LA INTERPRETACIÓN
CONSTITUCIONAL (Y DE LA LEY). EN ESTE MÓDULO SÓLO SE LE
DAN MATERIALES QUE PUEDAN CONDUCIRLO A LA REALIZACIÓN
DE ESE PROPÓSITO.
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UNIDAD 4
Al finalizar la presente unidad usted estará en capacidad de articular una posición clara
sobre el problema de la obligatoriedad del precedente como arbitrio interpretativo en
Colombia a partir del desarrollo histórico y de la discusión contemporánea sobre el tema.
• Examinar las fuentes normativas en que está basada la técnica del precedente
vinculante en nuestro país.
• Precisar las obligaciones que impone sobre el juez la técnica del precedente
vinculante.
• Diferenciar entre sistemas absolutos y relativos de obediencia al precedente.
• Vincular la actual doctrina de vinculatoriedad del precedente con la antigua noción
(todavía vigente) de “doctrina probable”.
• Analizar la sentencia C-836/01 como punto arquimédico de una línea
jurisprudencial.
• Visualizar y entender la línea jurisprudencial sobre vinculatoriedad del precedente
judicial en Colombia.
I. Introducción a la técnica del precedente constitucional
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UNIDAD 4
seria y poseedora de contenido específico si los jueces no son capaces de mostrar
criterios unificados y claros de interpretación constitucional.76
La crítica general consiste en lo siguiente: se sigue creyendo que el derecho
constitucional consiste en tomar una norma o situación fáctica y descubrir qué
derecho fundamental se está violando. Este proceso de tipificación es, además,
extremadamente sencillo pues las normas constitucionales son en su mayoría tan generales
que no resulta difícil afirmar que tal norma o tal hecho son violatorios del “debido
proceso”, de la “dignidad humana”, del “Estado Social de Derecho”
o “de la vida, honra y bienes” de las personas. Esta tipificación apresurada se basa
en la idea errónea de que las garantías constitucionales nacieron genéricas y continúan en el
mismo estado. Su única especificación se encuentra en los textos constitucionales y, por
tanto, la dogmática constitucional carece todavía de una estructura propia.
Esta descripción era quizá cierta para la dogmática constitucional durante su etapa
de infancia (1992-1997). Sin embargo, los varios años de actividad intensa de la Corte
Constitucional nos han llevado, por lo menos, a la juventud de nuestro derecho
constitucional de los derechos fundamentales.
Como varios comentaristas lo han sostenido, el período 1995-1997 y más
recientemente el período 2003-2005 llevaron a la Corte a la consolidación de varias de sus
líneas jurisprudenciales. Se crearon y modificaron, así, un importante conjunto de sub-
reglas que especifican de manera importante la indeterminación primaria de los textos
constitucionales. No se puede sostener, de ninguna manera, que el derecho constitucional
colombiano sea ya un derecho maduro y bien definido por sus cuatro costados. Pero ya
mucho se ha ganado en el proceso de definir subreglas y se equivocan funcionarios y jueces
que todavía ven en la Constitución una tierra virgen donde los textos pueden ser
interpretados de manera absolutamente indefinida y abierta.
La estructuración del derecho constitucional de los derechos fundamentales es una
labor que se ha logrado mediante el “derecho de los jueces”. La mayoría 76 La razonable
crítica, en palabras del Hugo Palacios Mejía, corre así: “Resulta difícil alcanzar consenso
sobre los objetivos que debe alcanzar una comunidad. El consenso se produce con más
facilidad cuando los objetivos se expresan en forma muy general, como cuando la
Constitución colombiana expresa, en el artículo 2, que son fines del Estado “servir a la
comunidad, promover la prosperidad general, y garantizar la efectividad de principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución...” Aunque, a veces, la Corte
Constitucional invoca tales objetivos para analizar la constitucionalidad de una determinada
ley o decisión política, es claro que ellos, por haber sido expresados en forma tan general,
no proporcionan criterios útiles para que la sociedad reconozca o niegue legitimidad a las
decisiones políticas concretas”. La Economía en el Derecho
Constitucional Colombiano, Bogotá, 1999, p. 25.
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UNIDAD 4
PUESTA EN COMÚN:
LA OBLIGATORIEDAD DEL PRECEDENTE
Preparación para la sesión:
En conversaciones con jueces se nota que muchos tienen posiciones personales (con
frecuencia divergentes) sobre el problema del valor del precedente constitucional en
Colombia. Algunos sostienen que en un sistema legocéntrico (de supremacía de la ley como
fuente del derecho) la jurisprudencia sólo tiene efectos inter-pares. Otros argumentan que
en Colombia existe una doctrina del precedente obligatorio o cuasi-obligatorio. Entre estos
últimos existen a su vez distintas opiniones sobre la fuente normativa de tal obligatoriedad
y sobre su alcance concreto.
El facilitador debe animar una discusión sobre estos puntos con los jueces: traten de
identificar, con mucha claridad, las distintas posiciones que hay en el grupo, su sustento
normativo y la amplitud que se le da a la idea de precedente. Elaboren un cuadro en el que
se presenten estas diferencias. Con este trabajo previamente realizado lean la siguiente
sentencia en que la Corte Constitucional trata de dar luces sobre el problema de la
vinculatoriedad del precedente en Colombia: Sentencia C-836/01
[...]
Magistrado Ponente:
Dr. RODRIGO ESCOBAR GIL
[...]
El ciudadano Carlos Alberto Maya Restrepo, en ejercicio de la acción pública de
inconstitucionalidad consagrada en los artículos 241 y 242 de la Constitución Política,
demandó la inexequibilidad del artículo 4º de la ley 169 de 1896.
[...]
El tenor de la disposición demandada es el siguiente:
“Artículo 4. Tres decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema, como tribunal
de casación, sobre un mismo punto de derecho, constituyen doctrina probable, y los jueces
podrán aplicarla en casos análogos, lo cual no obsta para que la Corte varíe la doctrina en
caso de que juzgue erróneas las decisiones anteriores.”
[...]
Considera el actor que la disposición acusada es contraria al preámbulo y a los
artículos 1, 2, 3, 4, 5, 29, 228, 230, y 243 de la Constitución Política.
Sostiene el escrito, que el artículo 4° de la ley 169 de 1.896, no se ajusta a los
principios y valores de la Constitución Política de 1.991. El demandante considera que la
disposición es inconstitucional por dos razones principales.
En primer lugar, afirma que la disposición demandada resulta arcaica y que fue
redactada en el contexto de un país parroquial con una población muy pequeña, y con un
número bastante menor de conflictos sociales al que existe hoy en día, lo cual explica la
referencia a tres decisiones uniformes respecto de un mismo
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UNIDAD 4
la Corte Suprema de Justicia como juez de casación. En tal evento, es necesario
determinar también, si dicha facultad es constitucionalmente admisible en todos los casos, o
si, por el contrario, es limitada. De tratarse de una facultad limitada, esta Corporación debe
establecer cuáles son y cómo se dan tales limitaciones. Es decir, qué parte de las decisiones
de la Corte Suprema resulta obligatoria para los jueces inferiores, y cómo están obligados a
aplicarlas.
b) Si la Corte Suprema puede variar su propia jurisprudencia por considerarla
errónea. Esto supone necesariamente el análisis del concepto de error y, por consiguiente,
de los casos en que la Corte puede considerar errónea su doctrina. Por otra parte, en caso de
tratarse de una facultad limitada y en la medida en que la Corte sí esté vinculada en algunos
casos por su propia doctrina jurisprudencial, resulta indispensable determinar qué parte de
ésta resulta obligatoria y cómo está obligada a seguirla.
El problema jurídico planteado se relaciona directamente con el valor constitucional
de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en la jurisdicción ordinaria: (1) para las
decisiones de los jueces ordinarios inferiores –llamado
“precedente vertical”- y (2) para las futuras decisiones de esa misma Corporación –
precedente horizontal-. En particular, el problema se relaciona con las condiciones en que,
tanto los jueces inferiores, como la misma Corte, pueden apartarse de las decisiones de ésta,
en virtud de la función uniformadora de la jurisprudencia que tiene el recurso
extraordinario de casación.
[...]
La forma como resulta obligatoria la doctrina judicial dictada por la Corte Suprema
de Justicia
4.1 ¿Cuándo resultan obligatorios para los jueces y para la Corte Suprema de
Justicia las decisiones de ésta como tribunal de casación?
14. La sujeción de la actividad judicial al imperio de la ley, como se dijo
anteriormente, no puede reducirse a la observación minuciosa y literal de un texto legal
específico, sino que se refiere al ordenamiento jurídico como conjunto integrado y
armónico de normas, estructurado para la realización de los valores y objetivos consagrados
en la Constitución. La Corte ha avalado desde sus comienzos esta interpretación
constitucional del concepto de “imperio de la ley” contenido en el art. 230 constitucional.
Al respecto, en la Sentencia C-486/93 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz) dijo:
“Podría continuarse la enumeración de consecuencias irrazonables que se de-
rivarían de dar curso favorable a la tesis formulada. Sin embargo, las esbozadas son
suficientes para concluir que el cometido propio de los jueces está referido a la aplicación
del ordenamiento jurídico, el cual no se compone de una norma aislada - la “ley” captada
en su acepción puramente formal - sino que se integra por poderes organizados que ejercen
un tipo específico de control social a través de un conjunto integrado y armónico de normas
jurídicas. El ordenamiento jurídico, desde el punto de vista normativo, no puede reducirse a
la ley. De ahí que la palabra “ley” que emplea el primer inciso del artículo 230 de la C.P.
necesa-
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UNIDAD 4
judicial determina cuándo puede el juez apartarse de la jurisprudencia del máximo
órgano de la respectiva jurisdicción. A su vez, la obligación de fundamentar expresamente
sus decisiones a partir de la jurisprudencia determina la forma como los jueces deben
manifestar la decisión de apartarse de las decisiones de la Corte Suprema como juez de
casación.
17. En principio, un cambio en la legislación motivaría un cambio de
jurisprudencia, pues de no ser así, se estaría contraviniendo la voluntad del legislador, y por
supuesto, ello implicaría una contradicción con el principio de colaboración armónica entre
las ramas del poder (artículo 113) y vulneraría el principio democrático de soberanía
popular (artículos 1º y 3º).
18. Por otra parte, cuando no ha habido un tránsito legislativo relevante, los jueces
están obligados a seguir explícitamente la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en
todos los casos en que el principio o regla jurisprudencial, sigan teniendo aplicación. Con
todo, la aplicabilidad de los principios y reglas jurisprudenciales depende de su capacidad
para responder adecuadamente a una realidad social cambiante. En esa medida, un cambio
en la situación social, política o económica podría llevar a que la ponderación e
interpretación del ordenamiento tal como lo venía haciendo la Corte Suprema, no resulten
adecuadas para responder a las exigencias sociales. Esto impone la necesidad de formular
nuevos principios o doctrinas jurídicas, modificando la jurisprudencia existente, tal como
ocurrió
en el siglo pasado, cuando la Corte Suprema y el Consejo de Estado establecieron
las teorías de la imprevisión y de la responsabilidad patrimonial del Estado. En estos casos
se justifica un replanteamiento de la jurisprudencia. Sin embargo, ello no significa que los
jueces puedan cambiar arbitrariamente su jurisprudencia aduciendo, sin más, que sus
decisiones anteriores fueron tomadas bajo una situación social, económica o política
diferente. Es necesario que tal transformación tenga injerencia sobre la manera como se
había formulado inicialmente el principio jurídico que fundamentó cada aspecto de la
decisión, y que el cambio en la jurisprudencia esté razonablemente justificado conforme a
una ponderación de los bienes jurídicos involucrados en el caso particular.
19. Es posible, de otro lado, que no exista claridad en cuanto al precedente
aplicable, debido a que la jurisprudencia sobre un determinado aspecto de derecho sea
contradictoria o imprecisa. Puede ocurrir que haya sentencias en las cuales frente a unos
mismo supuestos de hecho relevantes, la Corte haya adoptado decisiones contradictorias o
que el fundamento de una decisión no pueda extractarse con precisión. En estos casos, por
supuesto, compete a la Corte Suprema unificar y precisar su propia jurisprudencia. Ante
falta de unidad en la jurisprudencia, los jueces deben hacer explícita la diversidad de
criterios, y optar por las decisiones que interpreten de mejor manera el imperio de la ley, a
partir de una adecuada determinación de los hechos materialmente relevantes en el caso. De
la misma forma, ante la imprecisión de los fundamentos, pueden los jueces interpretar el
sentido que se le debe dar a la doctrina judicial de la Corte Suprema.
20. Con todo, como se dijo antes, la fuerza normativa de la doctrina probable
proviene (1) de la autoridad otorgada constitucionalmente al órgano encargado de
establecerla, unificando la jurisprudencia ordinaria nacional; (2) del carácter
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Debe entenderse entonces que el error judicial al que hace referencia la norma
demandada justifica el cambio de jurisprudencia en los términos expresados, pero no
constituye una facultad del juez para desechar la doctrina de la Corte Suprema de Justicia
sin un fundamento explícito suficiente.
4.2. ¿Cómo resultan vinculantes las decisiones judiciales?
22. Si la parte de las sentencias que tiene fuerza normativa son los principios y
reglas jurídicas, ello significa que no todo el texto de su motivación resulta obligatorio.
Para determinar qué parte de la motivación de las sentencias tiene fuerza normativa resulta
útil la distinción conceptual que ha hecho en diversas oportunidades esta Corporación entre
los llamados obiter dicta o afirmaciones dichas de paso, y los ratione decidendi o
fundamentos jurídicos suficientes, que son inescindibles de la decisión sobre un
determinado punto de derecho.78 Sólo estos últimos resultan obligatorios, mientras los
obiter dicta, o aquellas afirmaciones que no se relacionan de manera directa y necesaria
con la decisión, constituyen criterios auxiliares de la actividad judicial en los términos del
inciso 2º del artículo 230
de la Constitución. Por supuesto, la definición general de dichos elementos no es
unívoca, y la distinción entre unos y otros en cada caso no resulta siempre clara. Sin
embargo, la identificación, interpretación y formulación de los fundamentos jurídicos
inescindibles de una decisión, son labores de interpretación que corresponden a los jueces,
y principalmente a las altas Cortes. La ratio decidendi de un caso, por supuesto, no
siempre es fácil de extraer de la parte motiva de una sentencia judicial como tal, y por lo
tanto, su obligatoriedad no implica la vinculación formal del juez a determinado fragmento
de la sentencia descontex-tualizado de los hechos y de la decisión, aun cuando resulta
conveniente que las altas Cortes planteen dichos principios de la manera más adecuada y
explícita en el texto de la providencia, sin extender ni limitar su aplicabilidad,
desconociendo o sobrevalorando la relevancia material de aquellos aspectos fácticos y
jurídicos necesarios para su formulación en cada caso concreto.
23. Con todo, los obiter dicta o dichos de paso, no necesariamente deben ser
descartados como materiales irrelevantes en la interpretación del derecho. En efecto, en
muchos casos permiten interpretar cuestiones jurídicas importantes en casos posteriores que
tengan situaciones de hecho distintas, aunque no necesariamente deban ser seguidos en
posteriores decisiones. Así, puede ocurrir que carezcan completamente de relevancia
jurídica, que contengan elementos importantes pero no suficientes ni necesarios para
sustentar la respectiva decisión, que sirvan para resolver aspectos tangenciales que se
plantean en la sentencia, pero que no se relacionan directamente con la decisión adoptada, o
que pongan de 78 Sobre los conceptos de ratio decidendi y obiter dicta ver las
siguientes providencias: SU-168/99, (M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz), SU-047/99 (M.P. Alejandro Martínez Caballero), SU-
640/98 (M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz), T-961/00 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra), T-937/99
(M.P. Alvaro Tafur Galvis), Auto A-016/00 (M.P. Alvaro Tafur Galvis), T-022/01 (M.P.
Cristina Pardo Schlesinger), T-1003/00 (M.P. Alvaro Tafur Galvis)
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sistema de tradición romano-germánica, como el colombiano, y el valor de la
jurisprudencia dentro del marco de la Constitución de 1991.
[...]
Procedemos a exponer algunos argumentos que, aunque pueden representar en
ciertos aspectos matices o enfoques distintos respecto de los esgrimidos en la sentencia,
apuntan a complementar las consideraciones en que se fundó la Corte.
Los argumentos se refieren a cuestiones que tradicionalmente han gravitado, con
mayor o menor fortuna alrededor del debate sobre la fuerza vinculante de los precedentes
en nuestro sistema jurídico. En particular, haremos alusión a los argumentos basados en (i)
el derecho comparado, (ii) el sistema de fuentes y el lugar de la jurisprudencia, (iii) la
tradición jurídica colombiana, (iv) la integridad de un ordenamiento jurídico donde la
Constitución es norma de normas, (v) el equilibrio entre evolución del derecho y
consistencia jurídica, y (vi) la teoría jurídica sobre el precedente. En cada caso, nos
limitaremos a esbozar las líneas básicas del argumento.
2.1 El acercamiento de las familias jurídicas: el valor del derecho comparado para
superar barreras analíticas
Uno de los argumentos más comunes contra el reconocimiento del valor y la fuerza
jurídica que tienen los precedentes judiciales parte del derecho comparado, o mejor, de una
visión particular de las diferencias que existen entre el sistema de derecho común
anglosajón y el sistema romano- germánico o de derecho civil. Esta visión que tiende a
subrayar las diferencias, no tiene en cuenta los desarrollos que se han presentado en ambos
sistemas o familias jurídicas durante el siglo XX, los cuales han acortado la distancia entre
ellos, así subsistan importantes distinciones.
Así, una de las principales diferencias sobre las cuales recaban quienes se oponen a
reconocer el valor del precedente en nuestro derecho es precisamente que el derecho común
anglosajón es jurisprudencial, lo cual explica el valor que tiene el precedente en dicho
sistema, mientras que el derecho romano germánico es legislado, lo cual explica el lugar
predominante de la ley. De esta constatación general se concluye que otorgarle valor de
precedente a las sentencias en nuestro ordenamiento jurídico sería extraño y contrario a sus
rasgos esenciales.
Sin embargo, no puede perderse de vista que, principalmente, a partir de la segunda
post-guerra mundial del siglo pasado, se ha presentado una convergencia entre las dos
familias jurídicas en punto a la importancia de la jurisprudencia y de la ley. La disminución
de la distancia entre ambas familias torna en inadecuada e incompleta la visión
diferenciadora anteriormente descrita.
En efecto, en los sistemas de derecho común, en especial en los Estados Unidos, la
ley ha incrementado significativamente su presencia y su valor. Ello ha ocurrido en
numerosos campos dentro de los cuales se destacan tres por su especial relevancia: a) el
derecho constitucional, puesto que la Constitución de los Estados Unidos es un texto
normativo adoptado por una convención constituyente y puesto que a los textos que
tradicionalmente han integrado la Constitución Bri-tánica se han sumado recientemente
otros como una Carta de Derechos que in-
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sido incorporada a la visión predominante en Colombia respecto de las
características de los sistemas jurídicos romano-germánicos estimamos necesario señalar la
percepción que respetados doctrinantes tienen sobre lo que está pasando en sus respectivos
países.
La experiencia registrada por observadores académicos de la práctica judicial y de
los criterios adoptados por los jueces en los países de las principales familias jurídicas
demuestra que las sentencias judiciales distan mucho de tener un simple valor ilustrativo o
ejemplificativo en los sistemas jurídicos de tradición romano germánica. Si bien en algunos
de éstos su valor no es el de un precedente obligatorio, en otros, notablemente en Alemania,
la fuerza jurídica de las sentencias se acerca a la que éstas tienen en los sistemas de derecho
común. Subsiste, claro está, una diferencia. El estudio comparativo más cuidadoso la
resume así: en un sistema de derecho común el juez inferior nunca puede apartarse
abiertamente del precedente sentado por un juez superior, mientras que en los sistemas
romano germánicos ello si es posible siempre y cuando el juez inferior cumpla unas
condiciones, más o menos exigentes en cada país y con consecuencias distintas en cada uno
de ellos, tal como lo ha señalado la Corte Constitucional en la presente sentencia.86 Por eso
el balance general de la práctica del precedente en Alemania, Finlandia, Francia, Italia,
Noruega, Polonia, España, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos (Estado de Nueva York),
y la Comunidad Europea fue sintetizado de la siguiente manera en el estudio más completo
que se haya publicado sobre la materia:
“Dos grandes similitudes deben ser subrayadas. La primera es que el precedente
juega ahora un papel significativo en el proceso de decisión judicial y en el desarrollo del
derecho en todos los países y tradiciones jurídicas que han sido revisadas en este libro. Ello
es así sin importar si el precedente ha sido oficialmente reconocido como formalmente
obligatorio o como vinculante en algún grado por su fuerza normativa. Por razones
históricas, en algunos sistemas jurídicos se ha formalmente desestimulado o incluso
descartado que los precedentes sean citados abiertamente en las sentencias proferidas por
las altas cortes. Pero aún en estos casos, el precedente juega en realidad un papel crucial. El
derecho francés contemporáneo, por ejemplo, sería incomprensible si no se hiciera
referencia a los precedentes sentados por las altas cortes para llenar vacíos o para
complementar los códigos y otras fuentes formales tradicionales del derecho. Y en Francia,
aún el precedente que interpreta estrictamente las leyes y los códigos, tiene significado
normativo. La segunda gran similitud es que todos los sistemas han encontrado una manera
de acomodar cambios y evolución en los precedentes a través de la propia actividad
judicial”87.
86 Neil MacCormick and Roberts S. Summers. op. cit. 1997. pág. 538.
87 Ídem, pág. 532
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la potestad reglamentaria ordinaria. Igualmente, excluiría los acuerdos munici-pales
y las ordenanzas departamentales. Finalmente, todas las demás fuentes de rango inferior a
la ley dejarían de ser obligatorias para los jueces. De tal manera, que la palabra ley sólo
puede ser interpretada en el sentido de “derecho” para evitar contradicciones con otras
normas de la Constitución.
La cuestión a determinar, es entonces, si la jurisprudencia está incluida dentro del
concepto de derecho. Obviamente, lo ha estado y lo sigue estando. Sin embargo, se dice
que aunque la jurisprudencia es derecho, en virtud del inciso segundo del artículo 230 es
derecho auxiliar, pues dicho artículo señala que: “La equidad, la jurisprudencia, los
principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad
judicial.” No obstante, cabe recordar que ni aún en la sentencia mediante la cual la Corte
Constitucional declaró inexequible parcialmente el artículo del Decreto 2067 de 1991 en el
cual se decía que la doctrina constitucional enunciada en las sentencias de la Corte
Constitucional era criterio auxiliar “obligatorio” (artículo 23), la Corte sostuvo que las
sentencias carecían de fuerza vinculante para los jueces en casos futuros. En efecto, la
Corte hizo una distinción entre obiter dicta y ratio decidendi con el fin de precisar el
concepto de jurisprudencia empleado en el artículo de la Constitución citado
– se refiere a las sentencias en general - y el de doctrina utilizado en el artículo del
decreto demandado – se refiere al obiter dicta -. Se indicó, pues, que la ratio decidendi, e
inclusive otros fundamentos de la parte motiva que cumplieran ciertas condiciones, eran
obligatorios: “los fundamentos contenidos en las sentencias de la Corte Constitucional que
guarde relación directa con la parte resolutiva, así como los que la corporación misma
indique ... en la medida en que tengan un nexo causal con la parte resolutiva, son también
obligatorios ...”89.
Esta sentencia fue reiterada y desarrollada en fallos posteriores y en especial en la
sentencia mediante la cual la Corte Constitucional se pronunció sobre el proyecto de Ley
Estatutaria de la Administración de Justicia. La Corte declaró
inexequibles las expresiones subrayadas de la última frase del numeral primero del
art. 48 que decía que “sólo la interpretación que por vía de autoridad hace el Congreso de la
República tiene carácter obligatorio general”, y declaró exequible el resto de la norma bajo
el entendido de que “la interpretación que por vía de autoridad hace la Corte Constitucional
tiene carácter obligatorio general”.
Igualmente, declaró exequible el numeral segundo de dicho artículo de la Ley
Estatutaria, sobre el alcance obligatorio de las decisiones judiciales adoptadas en ejercicio
de la acción de tutela, el cual dice que “su motivación constituye criterio auxiliar para la
actividad de los jueces”. Dicha exequibilidad, es necesario enfati-zarlo, fue condicionada
“bajo el entendido de que las sentencias de revisión de la Corte Constitucional en las que se
precise el contenido y alcance de los derechos constitucionales sirven como criterio auxiliar
de la actividad de los jueces, pero si éstos deciden apartarse de la línea jurisprudencial
trazada en ellas, deberán 89 Sentencia C-131 de 1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
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2.4. La integridad de un ordenamiento jurídico donde la Constitución es norma de
normas
Lo anterior no significa que no existan diferencias entre países ni entre ramas del
derecho en punto a la fuerza normativa de los precedentes. Entre nosotros, por ejemplo, uno
de los aspectos donde el derecho constitucional tiene una especificidad en materia de
precedentes, es el del lugar del precedente constitucional dentro del ordenamiento jurídico
y su función para preservar la integridad del mismo.
Como la Constitución es norma de normas el precedente constitucional sentado por
la Corte Constitucional como guardiana de la supremacía de la Carta tiene fuerza
vinculante no solo para la interpretación de la Constitución sino también para la
interpretación de las leyes que obviamente debe hacerse de conformidad con la Carta. Las
sentencias constitucionales interpretan la Constitución o pueden interpretar las leyes, y en
todo caso su lugar en el sistema de fuentes no es inferior al que ocupan las leyes. En
principio, los jueces deben seguir la jurisprudencia constitucional y cuando no lo hacen por
razones del respeto al principio de igualdad, de seguridad jurídica, o de confianza legítima
deben indicar las razones que los llevaron a apartarse de la jurisprudencia. En sentencia T-
321 de 1998 la Corte dijo: “3.4. Sin embargo, a efectos de no vulnerar el derecho a la
igualdad y el principio de seguridad jurídica (que tiene como uno de sus fundamentos, el
que se otorgue la misma solución dada a casos similares - precedentes -), el funcionario que
decide modificar su criterio, tiene la carga de exponer las razones y fundamentos que lo han
llevado a ese cambio”. No se olvide que la norma fundante del ordenamiento jurídico es la
Constitución, según el artículo 4 de la Carta, que la define como “norma de normas” y que,
por lo tanto, como lo afirma un tratadista español, ya citado en la sentencia C-104 de 1993,
dice que “la Constitución vincula al juez más fuertemente que las leyes, las cuales sólo
pueden ser aplicadas si son conformes a la Constitución”92. Por eso, las sentencias de la
Corte Constitucional son para un juez fuente obligatoria de derecho. En una sentencia
reciente, esta Corte de manera unánime subrayó que los funcionarios judiciales al aplicar
las leyes deben respetar lo decidido por la Corte Constitucional en lo sustancial y que
dentro de las causales de casación, previstas en el artículo 365
del Código de Procedimiento Civil, se incluye el desconocimiento de la cosa
juzgada y de la doctrina constitucional93.
Finalmente, la integridad del ordenamiento jurídico sólo puede preservarse si hay
coherencia entre la interpretación que fija el contenido material de las leyes y la
interpretación que fija el sentido de la Constitución. Por ejemplo, si una norma declarada
exequible por la Corte Constitucional es interpretada por los jueces de una manera contraria
a la Constitución se rompe la integridad del ordenamiento jurídico. Por esta razón la Ley
Estatutaria de la Administración de Justicia en el 92 García de Enterría, Eduardo y
Fernández, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Administrativo, tomo 1, Cuarta edición, ed.
Civitas, Madrid, 1988, pág. 100.
93 Sentencia C-739 de 2001, M.P. Alvaro Tafur Galvis.
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Constitucional ha abordado el tema95, se ha admitido expresamente que es posible
no seguir el precedente, siempre y cuando se cumplan unos requisitos sobre los cuales ha
elaborado esta Corporación.
Pero esta cuestión exige abordar un último punto: el relativo a en qué consiste la
fuerza normativa de un precedente.
[...]
Salvamento de voto a la Sentencia C-836/01
[del magistrado Jaime Araujo Renteria]
Con el respeto acostumbrado por las determinaciones de esta Corporación, me
permito separarme de la decisión que en su parte resolutiva condicionó la exequibilidad del
artículo 4º de la Ley 169 de 1896, por las siguientes razones:
[...]
En relación con el tema de si las Cortes Supremas quedan o no ligadas por su
precedente judicial es claro que en nuestro sistema jurídico (y así lo consagra la norma que
se examina) las Cortes se pueden separar del precedente. No sobra recordar que nuestro
sistema de derecho no es un sistema de precedentes, como el sistema norteamericano o el
sistema inglés, sino de derecho legislado. Ni siquiera en esos dos sistemas jurídicos (inglés
y americano), las Cortes Supremas quedan ligadas a su propio precedente, pues no son
obligatorios para el Tribunal Supremo de Estados Unidos ni del Reino Unido; en el caso de
los Estados Unidos la Corte Suprema Federal, ha declarado en muchas oportunidades que
no está obligada a seguir sus propios precedentes y en el caso del Reino Unido, el máximo
tribunal judicial de ese país, que es la Cámara de los Lores, si bien declaró en 1898 que ella
estaba obligada a respetar sus propios precedentes, el día 26 de julio de 1966
declaró que de ahí en adelante no quedaría sujeta a sus propios precedentes, por lo
que se volvió a la situación existente antes de 1898.
Como se puede observar ni siquiera en los sistemas jurídicos de precedentes, cuyos
dos paradigmas son la Cámara de los Lores del Reino Unido y la Corte Suprema Federal de
Estados Unidos, están hoy en día atados a sus propios precedentes y si ésto sucede en esos
sistemas jurídicos, con mayor razón nuestras Supremas Cortes pueden apartarse de sus
propios fallos. Los magistrados que votaron el respeto por el precedente de las Supremas
Cortes trataron de ser más papistas que el Papa.
El problema de los fallos de las Supremas Cortes y cuándo éstos deben ser seguidos
o no por los jueces en casos análogos, debe distinguirse claramente del anterior y plantea el
problema de la jurisprudencia como fuente del derecho y su valor para los jueces.
95 Por ejemplo, en la SU-995 de 1995 la Corte dijo: “El respeto al precedente es
entonces esencial en un Estado derecho; sin embargo, también es claro que este principio
no debe ser sacralizado, puesto que no sólo puede petrificar el ordenamiento jurídico sino
que, además, podría provocar inaceptables injusticias en la decisión de un caso. Así, las
eventuales equivocaciones del pasado no tienen por qué
ser la justificación de inaceptables equivocaciones en el presente y en el futuro”.
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Quienes acogen esta última posición distinguen entre los casos previstos por la ley y
los casos no previstos por ella, para concluir que en el primer evento no es fuente y en el
segundo si, pues al no existir ley que lo regule y existiendo, por otro lado, el deber que
tiene el juez de fallar, el juez crea la norma y la jurisprudencia es fuente de derecho.
b. Si es creadora o no del derecho. La jurisprudencia crea o declara el derecho.
Este problema está íntimamente ligado al anterior y respecto de él existen por lo
menos los siguientes criterios: El primero, que sostiene que la jurisprudencia y más
exactamente la sentencia es siempre declarativa, ya que el juez no hace más que declarar en
el fallo lo que ya está en la ley; la segunda, que sostiene que la jurisprudencia es siempre
creadora del derecho, pues siempre aporta elementos nuevos a los ya establecidos en la ley
y en el peor de los casos creará cuando menos la cosa juzgada, que no contenía la ley; y la
tercera posición que sostiene que la jurisprudencia es creadora, sólo cuando el juez llena
una laguna de la legislación.
c. Su importancia respecto de otras fuentes jurídicas. El tercer problema está
íntimamente ligado a la diferencia entre los regímenes jurídicos predominantemente
legislados y los regímenes de precedente (o Common Law). En los primeros, la ley (en
sentido amplio, incluida la constitución) es la principal fuente del derecho y la
jurisprudencia es una fuente subordinada a la ley; en los sistemas de precedente la
jurisprudencia es fuente general del derecho.
d. La obligatoriedad de la jurisprudencia. El problema a resolver es si la
jurisprudencia de los altos tribunales es obligatoria para los jueces cuando les toque fallar
casos análogos.
Para resolver este interrogante hay que referirlo a una época y un país determinado,
ya que puede variar de un país a otro, e incluso dentro de un mismo Estado, en épocas
diversas.
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UNIDAD 4
Sobre este tema son posibles dos soluciones: que el precedente judicial no sea
obligatorio, cuando se trate de resolver casos similares; o segundo, que sea obligatorio; bien
porque lo establezca la ley, o porque haya surgido de una verdadera costumbre judicial,
como sucede en el Common Law. Es importante señalar que cada sistema jurídico
determina cuando la jurisprudencia es fuente del derecho y si es obligatoria o no.
En ciertos sistemas jurídicos se requiere, para que haya jurisprudencia, que haya
más de una decisión sobre el mismo punto del derecho; por ejemplo, en el caso de
Colombia, por lo menos 3 decisiones (en el caso de México se requieren cinco decisiones);
de tal manera que una decisión o dos decisiones no hacen a la jurisprudencia fuente del
derecho. En algunos sistemas jurídicos, como el mexicano, no basta cualquier decisión,
exigese además que se adopten por una cierta mayoría, de modo que las decisiones que no
tengan esa mayoría no pueden contarse dentro de las cinco que constituyen fuente del
derecho.
Es importante señalar que, habiéndose producido el número suficiente de decisiones
que le dan el valor de fuente del derecho, es posible que la jurisprudencia deje de ser fuente
del derecho y esto sucede cuando se producen decisiones distintas o contrarias a la
jurisprudencia anterior. En ese caso, la jurisprudencia deja de ser obligatoria, aun en los
sistemas donde la jurisprudencia es obligatoria, de manera tal que los jueces de inferior
jerarquía ya no están obligados a seguir la jurisprudencia anterior. El efecto de una sola
jurisprudencia contraria es que deroga la jurisprudencia anterior y extingue su
obligatoriedad general y para restablecer la jurisprudencia anterior se requieren las mismas
condiciones que para establecer una misma jurisprudencia.
Tema íntimamente ligado con el anterior, es el de la modificación de la
jurisprudencia, ya que una decisión en contra produce el efecto de derogar la jurisprudencia
anterior y de quitarle su obligatoriedad, pero no crea necesariamente una nueva
jurisprudencia, ya que para que exista la nueva jurisprudencia como fuente del derecho se
necesita observar las mismas reglas establecidas por la ley para su formación, y en el
ejemplo de Colombia se necesitarían por lo menos otras dos decisiones en el mismo
sentido, para tener tres decisiones como mínimo que la constituyan en fuente del derecho
(la primera decisión que interrumpió la jurisprudencia anterior y otras dos idénticas sobre el
mismo punto del derecho).
Según la teoría pura del derecho de Kelsen, las normas jurídicas tienen más de una
interpretación, ya que en realidad siempre hay un marco interpretativo, con más de una
posibilidad y todas ellas tienen el mismo valor jurídico; el juez puede dentro de la misma
ley y sin salirse de ella acoger una interpretación distinta a la que venía acogiendo; puede
elegir otra de las posibilidades de la ley y de esta forma modificar la jurisprudencia. Con
esto queda resuelto el problema planteado del cambio de la jurisprudencia.
El otro interrogante es de si la jurisprudencia es obligatoria o no. Ya hemos visto
cómo aun en los casos en que lo es, su obligatoriedad puede interrumpirse por una decisión
en contrario. En el caso de Colombia es claro que el legislador no la hizo obligatoria, ya
que expresamente le da el carácter de doctrina probable y señala que los jueces podrán o no
aplicarla en casos análogos.
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En síntesis podemos afirmar que el sistema jurídico colombiano es diverso a los
sistemas de precedente o del Common Law, que algunos magistrados quisieron ex-trapolar
a nuestro sistema jurídico; que por mandato constitucional nuestros jueces son
independientes y que sólo están atados a la ley y no al precedente judicial; que el
precedente sólo tiene un criterio auxiliar de la actividad judicial, pero que jamás es
obligatorio y que por mandato legal aún cuando la jurisprudencia se haya constituido en
fuente del derecho, porque existen tres decisiones uniformes sólo constituye doctrina
probable y que tampoco es cierto, desde el punto de vista práctico, que de no ser obligatoria
la jurisprudencia se esté creando un caos jurídico.
• Haga un análisis muy cuidadoso de la sentencia. Después de leerla, identifique con
ellos cuál es en su opinión el nivel de obligatoriedad de la jurisprudencia. ¿A qué quedan
obligados los jueces en términos de conocimiento previo de jurisprudencia?
¿De qué manera, con qué argumentos, podrían apartarse de la jurisprudencia previa?
• Identifique la ratio decidendi de la sentencia. Trate de identificar uno o más
obiter dicta. ¿En qué consiste la diferencia entre estos dos conceptos? ¿Cuál es la diferencia
entre el precedente horizontal y el precedente vertical?
• ¿Cuáles son las principales divergencias entre el sistema romano-germánico de
fuentes y el common law? ¿Cree Ud., como dicen algunos magistrados, que hay una
tendencia a la convergencia entre los dos sistemas? ¿O cree Ud. que, como afirman otros,
los dos sistemas son claramente diferenciables? ¿Tiene Ud. métodos independientes y
autónomos de confirmar la validez de estas afirmaciones?
• Contraste sus opiniones con el análisis que sobre el punto ofrece a continuación el
autor del módulo.
• En Colombia existe una doctrina del precedente clara en la jurisdicción
constitucional. En todo caso, un manejo técnico de la Su jurisprudencia aumenta la
seguridad jurídica y la justicia.
• Dicha doctrina del precedente es igualmente aplicable al resto de las
jurisdicciones, aunque este resultado no es aún pacífico entre los tribunales y los
doctrinantes.
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UNIDAD 4
en el mismo punto: el artículo 17 del Código Civil colombiano (en réplica del
artículo 5º del Code Napoléon) manifiesta que “[l]as sentencias judiciales no tienen fuerza
obligatoria, sino respecto de las causas en que fueron pronunciadas. Es, por tanto, prohibido
a los jueces proveer en los negocios de su competencias por vía de disposición general o
reglamentaria”.98 El texto de esta disposición nacional se hace eco al odio revolucionario
que los franceses sentían contra los llamados arrêtsde reglément, por las cuales las
corporaciones judiciales francesas del ancien régime podían establecer doctrinas
jurisprudenciales vinculantes de carácter general.
Esta posición anti-jurisprudencial fue modificándose con el tiempo en la misma
Europa continental. Ya desde el siglo XIX los mismos franceses empezaron a hablar de la
“jurisprudence constante” y los españoles de la “doctrina legal”.99 Según estas
figuras, la interpretación reiterada que hiciera la Corte de Casación sobre un mismo punto
de derecho obligaba a los jueces inferiores a respetarla. La violación de la doctrina legal por
el juez inferior, de otro lado, era causa suficiente para casar el fallo. No se trataba, de otro
lado, de una doctrina que obligara a decidir el caso de la misma manera como se habían
decidido casos anteriores.
La idea tradicional francesa del mero valor inter partes de la jurisprudencia tuvo en
Colombia tensiones muy tempranas. El legislador nacional importó el concepto de doctrina
legal casi al mismo tiempo que definía el valor meramente inter partes de la jurisprudencia
en el artículo 17 del Código Civil.100 En efecto, el artículo 10 de la Ley 153 de 1887
ordenaba que “[e]n casos dudosos, los Jueces aplicarán la doctrina legal más probable. Tres
decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema, como Tribunal de Casación, sobre un
mismo punto de derecho, constituyen doctrina legal probable”. Una modificación posterior,
en el artículo 371 de la Ley 105 de 1890, incluso perfilaba la institución de la “doctrina
legal” de manera más rotunda: “Es doctrina legal la interpretación que la Corte Suprema dé
a unas mismas leyes en dos decisiones uniformes. También constituyen doctrina
legal las declaraciones que la misma Corte haga en dos decisiones uniformes para llenar los
vacíos que ocurran, es decir, en fuerza de la necesidad de que una cuestión dada no quede
sin resolver por no existir ley apropiada al caso”. El artículo 369, numeral 1º de la misma
Ley estableció como causal de casación la violación de la ley sustantiva y de la doctrina
legal.
98 De su lado el artículo 3º del Código Civil de Chile de 1855 dice: “Solo toca al
legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio. Las sentencias
judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se
pronunciaren”.
99 De Cruz Peter, Comparative Law in a Changing World.
Cavendish, Londres, 1999, p. 245.
100 Observará el lector que se trata del transplante simultáneo de régimenes
jurisprudenciales difícilmente compatibles entre sí.
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Vinculatoriedad del precedente constitucional
La recepción temprana de la “doctrina legal” en la civilística nacional no puede ser
más interesante. Dice al respecto Antonio José Uribe en un texto de 1903:
“Así, como lo dice el artículo 17 del Código Civil, las sentencias judiciales no
tienen fuerza obligatoria […] Sin embargo, el artículo 10 de la Ley 153 de 1997 contenía
una disposición muy restrictiva de este principio […] De este modo cuando la Corte
Suprema había dictado tres decisiones uniformes sobre un mismo punto de derecho, los
demás tribunales tenían que conformarse á su interpretación, y, en contra de lo establecido
en la ley civil sustantiva101, la Corte gozaba de una atribución análoga á la de los antiguos
Parlamentos; se declaraba que la tercera sentencia dictada por ella sobre un punto de
derecho, conforme á las anteriores, valía como sentencia general y reglamentaria.
Quizá una disposición semejante tenía algunas ventajas prácticas; podía evitar
ciertos recursos ante la Corte Suprema porque se juzgaran inútiles. Sin embargo, era
contraria á la separación de los poderes legislativo y judicial, y podía original serias
dificultades.
En primer lugar, había que preguntar: ¿la Corte quedaba también ligada por tres
decisiones suyas uniformes? Si se optaba por la afirmativa, resultaba que la Corte era poder
legislador, con la sola obligación de decidir tres veces en el mismo sentido, obligación que
también se impone, en cierto modo, al Congreso, con la exigencia constitucional de tres
debates forzosos para cada proyecto de ley.102 La experiencia demuestra que las Cortes
Supremas modifican su jurisprudencia frecuentemente. Con el tiempo cambian las ideas y
los hombres. A veces después de diez, quince y más decisiones en el mismo sentido, la
Corte de Casación francesa ha adoptado el sistema opuesto. Toca al legislador resolver las
dificultades de una manera definitiva, pero es por todo extremo peligroso conferir un poder
de tal clase á la Corte Suprema.
Si, por otra parte, como creemos que debía decidirse, la Corte no quedaba ligada por
tres decisiones suyas uniformes, resultaba que los tribunales inferiores quedaban obligados
por la ley á conformarse á una doctrina que la Corte Suprema podía variar. Así, suponiendo
que un Tribunal hubiese fallado según la doctrina legal en asuntos en los cuales podía
recurrirse á la Corte, si ésta cambiaba de opinión, se anulaba la sentencia, aunque estuviese
conforme a la ley. Si el juez no se ajustaba a la disposición del artículo 10, era forzoso
infirmar la sentencia por violación de dicho artículo, aunque la Corte estimara el fallo
aceptable en el fondo.
101 Se refiere aquí Uribe al artículo 17 del Código Civil precitado.
102 Se refiere aquí Uribe al numeral 1º del artículo 81 de la Constitución de 1886
que exigía, para que un proyecto fuera Ley de la República, que éste hubiera “sido
aprobado en cada Cámara en tres debates, en distintos días, por mayoría absoluta de votos”.
Se trata de la época republicana anterior al estado administrativo contemporáneo en que
todo el trabajo legislativo se hacía en plenarias y donde un proyecto de ley era considerado
reiteradamente (¡seis debates en plenaria!) para asegurar su concordancia con el ideal
político de la voluntadgeneral.
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UNIDAD 4
Como se ve, cualquiera que hubiese sido la interpretación del artículo 10 de la Ley
153 de 1887, habría conducido á resultados inaceptables: si se admitía que la Corte quedaba
ligada por sus propias decisiones, se la investía de facultades legislativas y se impedía el
progreso de la jurisprudencia; si no, se llegaba a una extraordinaria confusión.
El artículo 371 de la Ley 105 de 1890 agravó el sistema de la doctrina legal de que
estamos hablando […] La misma Ley 105 de 1890 concedía de una manera expresa
(artículos 369 y 370) el derecho de interponer recurso de casación contra sentencias
violatorias de la doctrina legal.
El Congreso de 1896 reformó, á solicitud de la Corte Suprema misma103, las
disposiciones anteriores, por medio del artículo 4º de la Ley 169, que dice: “Tres decisiones
uniformes, dadas por la Corte Suprema como Tribunal de Casación, sobre un mismo punto
de derecho, constituyen doctrina probable, y los jueces podrán aplicarla en casos análogos,
lo cual no obsta para que la Corte varíe la doctrina en caso de que juzgue erróneas las
decisiones anteriores””104.
La conclusión de los argumentos de Uribe es rotunda:
“Esto, equivale á suprimir en absoluto el sistema de la doctrina legal, restableciendo
la libertad para todos los jueces y tribunales, y habría bastado al efecto derogar pura y
simplemente las disposiciones que atrás hemos analizado”.105
B. La “doctrina constitucional” contemporánea
Esta presentación de Uribe resume muy adecuadamente el consenso existente en el
derecho nacional hasta hace muy poco con respecto al valor de la jurisprudencia. Este
consenso, de casi un siglo, se apoyó en el texto de la Ley 4ª de 1896 en la cual, como
acabamos de ver, se reestableció un sistema libre de jurisprudencia meramente indicativa.
Este consenso sólo vino a ser alterado a partir del año de 1991 cuando el legislador,
primero, y luego la Corte Constitucional empezaron a insistir en la importancia de tener un
sistema fuerte de jurisprudencia (y no libre o meramente indicativo), por lo menos para el
caso de las decisiones emitidas por la jurisdicción constitucional. El aumento del valor de la
jurispru-103 En efecto, en su informe al Congreso de 1894 la Corte Suprema de Justicia
pide la supresión del sistema de la doctrina legal.
104 Las expresiones “podrán” y “ varíe” son destacadas en itálica por el mismo
Uribe. Se trata, por supuesto, de un gesto muy diciente.
105 Uribe Antonio José, Introducción a Jurisprudencia Colombiana, Imprenta
Nacional, Bogotá, 1900, p.
xxx-xxxii (énfasis fuera de texto). Habrá notado el lector que la introducción está
fechada en 1903
(Agosto 12) y que el libro aparece con fecha de publicación de 1900. Desconozco
las razones de esta incoherencia.
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UNIDAD 4
jurisprudencia, un sistema fuerte de precedentes y no una disciplina meramente
indicativa de doctrina probable como había sido su interpretación casi centenaria.
Esta reinterpretación, por supuesto, es sorprendente y más abajo se examinará
con detenimiento su significado y legitimidad.
• El texto que se acaba de presentar es, de hecho, una muestra de interpretación
histórica de textos legales y constitucionales: explique esta afirmación a la luz de los
conocimientos adquiridos a lo largo del módulo.
• ¿Podría dar ejemplos de buena utilización de interpretación histórica en sentencias
que usted conozca?
• La interpretación histórica busca con mucha frecuencia lograr precisiones sobre
los contextos y objetivos que se buscaban al establecer una norma jurídica: explique esta
afirmación a la luz de lo leído en esta unidad. ¿Podría dar otros ejemplos al respecto?
En el siguiente esquema se muestra a grandes rasgos las variaciones que ha tenido la
vinculatoriedad de la jurisprudencia colombiana desde finales del siglo XIX:
¿Cuál es el nivel de vinculatoriedad de las decisiones
judiciales (jurisprudencia) dentro del sistema de fuentes del derecho en Colombia?
Doctrina legal
1887-1896
Doctrina probable
1896-2001
La jurisprudencia es
La sentencia tiene
Doctrina constitucional
fuente meramente
valor de precedente
1991-1995
auxiliar no vinculante
para casos futuros
2001
El cuadro muestra, primero, el paso que se dio hacia finales del XIX del concepto
de doctrina legal al de doctrina probable y que ya hemos reseñado
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INTERPRETACIONCONST.indb 102
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Vinculatoriedad del precedente constitucional
suficientemente. La doctrina probable, de otro lado, fue el régimen jurisprudencial
indisputado hasta el año de 1991. Los debates de fondo sobre el tema empezaron, después
de casi un siglo acuerdo sobre el asunto, en el año de 1991 con la creación de la Corte
Constitucional y la expedición del Decreto 2067 de 1991. Sus artículos 21 y 23 sugieren,
aunque con alguna ambigüedad, un sistema fuerte de precedentes vinculantes que la Corte
empieza a practicar entre los años de 1992 y 1993107.
En la sentencia T-406/92 se captura adecuadamente la incertidumbre de este
momento cuando la Corte afirma: “Es innegable el valor pedagógico e incluso
‘normativo-general’ de la jurisprudencia de tutela que crea la Corte Constitucional y
su importancia y alcance apenas empiezan a vislumbrarse en el panorama Jurídico
Nacional”.108
A este nuevo régimen de disciplina jurisprudencial la Corte le da el nombre
histórico de “doctrina constitucional”109 y lo empieza a diferenciar nítidamente de la
doctrina probable. Se trata del paso, como lo dice la Corte dicientemen-te, de lo
“pedagógico” a lo “normativo-general”. Pero también es preciso anotar cómo también en
fallos tempranos (1992-5) la Corte tuvo fuertes disensos sobre el tema. De hecho, la Corte
parece haberse decantado en el año de 1993 hacia una posición tradicional sobre la
auxiliaridad de los fallos judiciales con mero efecto inter partes mediante interpretaciones
muy restrictivas e inexequibilida-des expresas de aquellos apartes de los artículos 21 y 23
que fundamentaban las prácticas precedenciales fuertes.110 El mismo legislador especial
(Dec. 2591/91) contribuyó a ese proceso mediante la expedición de nuevas normas con
textos en los que se reinscribía el papel auxiliar de la jurisprudencia constitucional.111
En un segundo período (de 1995 a 1998) la Corte Constitucional parece haber
adoptado una posición mucho más asertiva en relación con el valor de la 107 Véase al
respecto, por ejemplo, las sentencias T-406/92 (M.P. Ciro Angarita), T-414/92 (M.P. Ciro
Angarita), T-494/92 (M.P. C. Angarita), T-526/92 (M.P. C. Angarita) y T-548/92 (M.P. C.
Angarita).
108 (Énfasis fuera de texto). Otros fallos reiteran este dictum cuando le
recuerdan a los jueces su deber de estar atentos y fallar en el mismo sentido de la doctrina
constitucional: así, por ejemplo, la serie de fallos que van de la T- 279/93 a la T-289/93
(M.P. H. Herrera) en los que la Corte batalla por imponer su doctrina en el sentido de exigir
el pago inmediato de mesadas pensionales pasadas y presentes.
Fenómeno similar ocurre en la sentencia T-306/93 (M.P. H. Herrera).
109 Histórico porque aparece ya en los artículos 4º (“[l]os principios del derecho
natural y las reglas de la jurisprudencia servirán para ilustrar la Constitución en casos
dudosos. La doctrina constitucional es, a su vez, norma para interpretar las leyes”) y 8º
(“[c]uando no haya ley exactamente aplicable al caso controvertido, se aplicarán las leyes
que regulen casos o materias semejantes, y en su defecto, la doctrina constitucional y
las reglas generales de derecho”) de la Ley 153 de 1887.
110 Ver al respecto C-113/93 (M.P. J. Arango) y C- 131/93 (A. Martínez).
111 Ver al respecto el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
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INTERPRETACIONCONST.indb 103
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UNIDAD 4
“doctrina constitucional”. Hacia 1995 comienza una reconstrucción muy completa
de los fundamentos jurídicos sobre los que se sostiene el valor normativo de la doctrina
constitucional. Restringido el alcance de los textos del Dec. 2067/91, la Corte reconstruye
una doctrina fuerte de precedentes, primero, mediante la utilización expansiva del concepto
de “doctrina constitucional”112 y, segundo, mediante la utilización del principio de
igualdad (C.P.13)113.
Esta línea argumentativa terminará triunfando al interior de la Corte, que finalmente
anuncia de manera unánime y en sala plena una doctrina fuerte del precedente en la
sentencia C-037/96 con la que desarticula el sentido tradicionalista del artículo 48 de la Ley
270 de 1996. Esta contenía un ataque frontal contra la capacidad interpretativa de la Corte
en todos aquellos aspectos que habían generado polémica pública hasta ese momento, en
especial, las técnicas de modulación de sentencias y, por supuesto, la doctrina de
precedentes. En la sentencia C-037 la Corte defiende sus facultades en relación con ambos
aspectos.
Es seguro decir que luego de esta sentencia todos los magistrados de esta 2ª Corte
empiezan a apoyar la tesis de la obligatoriedad del precedente. Tal línea jurisprudencial es
confirmada ulteriormente en la sentencia SU-047/99 y, en general, en la práctica decisional
de la Corte.114
C. Desarrollos recientes
Es tiempo ahora de examinar los desarrollos recientes alrededor de la doctrina del
precedente judicial en Colombia. Una pregunta dirigirá nuestra indagación: desde la
posesión de los nuevos magistrados (en el período Febrero/
Marzo del 2001) que conforman (lo que podríamos denominar) la tercera Corte,
¿ha habido cambios o desarrollos significativos en la doctrina o en las prácticas del
precedente en Colombia?
En respuesta corta puede decirse que la jurisprudencia ha mantenido sus líneas
centrales, aunque ahora presenta nuevas e importantes aristas. El gran acontecimiento
jurisprudencial reciente en este tema, como ya se anunció, es la expedición de la sentencia
C-836/01115 (Agosto de 2001) en la que la Corte revisa la constitucionalidad del artículo
4º de la Ley 169 de 1896. Esta sentencia es de 112 Ver al respecto la sentencia C-83/95
(M.P. C. Gaviria).
113 Ver al respecto la aclaración de voto a la sentencia sentencia T-123
114 Este análisis resume, aunque con variaciones significativas, la línea
jurisprudencia presentada en Diego López Medina, El derecho de los
jueces, Bogotá, Legis, 4ª reimpresión, 2003, p. 11 a 50. Una reconstrucción similar
se encuentra en la sentencia C-252/01 (M.P. C. Gaviria).
115 M.P. R. Escobar.
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INTERPRETACIONCONST.indb 104
25/8/08 13:40:56
UNIDAD 4
Mientras que para Antonio José Uribe (y con él para la cultura jurídica nacional) el
significado del artículo giraba entorno a las palabras “podrán” y
“varíe” (subrayadas), para la Corte contemporánea el meollo está en las expresiones
“probable” y “erróneas” (en itálicas). En efecto, para Uribe la expresión
“podrán” hacía puramente facultativo para los jueces inferiores el seguir (o no) el
precedente vertical; mientras tanto, la palabra “varíe” le permitía a la Corte Suprema
cambiar la jurisprudencia de manera más o menos discrecional sin tener que darle mucho
peso inercial a la sub-regla jurisprudencial antes fijada (precedente horizontal). Para la
Corte Constitucional, en su interpretación contemporánea, el concepto de “doctrina
probable” no puede implicar un debilitamiento tan fuerte de la doctrina del precedente. Para
la Corte la posibilidad de separarse de la jurisprudencia (horizontal o vertical) es limitada y
no absoluta como lo suponía la interpretación tradicional del artículo 4º.
E. Hacia un régimen único del valor
de la jurisprudencia
Es importante anotar que estas consideraciones de la Corte Constitucional buscan
unificar el tratamiento del valor de la jurisprudencia sin importar la Corte de procedencia:
la sentencia C-836/01 busca establecer el principio según el cual la doctrina del precedente
judicial (aplicada en la jurisdicción constitucional) es aplicable, exactamente por las
mismas razones jurídicas, al tratamiento de la jurisprudencia producida por la Corte
Suprema de Justicia y por el Consejo de Estado. En efecto,
“En la medida en que el Consejo de Estado carecía [en 1896] legalmente de
funciones jurisdiccionales en el momento en que fueron expedidas las normas que crearon
la doctrina legal y la doctrina probable, estas dos instituciones, y los grados de autonomía
que conferían, resultaban aplicables a toda la actividad judicial. Con todo, la regulación
actual de los procedimientos judiciales ante las diversas jurisdicciones y de las facultades
de los jueces pertenecientes a cada una de ellas son independientes. A pesar de ello, y sin
desconocer que la autonomía judicial varía dependiendo de la jurisdicción y de la
especialidad funcional, el análisis general de dicha prerrogativa es predicable de los jueces
que integran la administración de justicia, tanto los que corresponden a la denominada
jurisdicción ordinaria, como a los que pertenecen a la justicia administrativa y
constitucional”.118
118 C-836/01 (énfasis añadido).
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INTERPRETACIONCONST.indb 106
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UNIDAD 4
una ocasión al referirse a las condiciones en que existe vía de hecho en sentencias
judiciales por violación de la jurisprudencia ordinaria:
“Cuando se acusa a determinado funcionario judicial de desconocer el derecho a la
igualdad por no fallar en la misma forma casos similares sometidos a su decisión, la
competencia del juez de tutela no consiste en analizar y ahondar en los razonamientos
expuestos por el funcionario para modificar su criterio, pues ello desconocería el principio
de autonomía e independencia que guía la actividad judicial (artículo 228 de la
Constitución), y se traduciría en una irrup-ción arbitraria en el ejercicio de su función. No.
La labor del juez de tutela debe concretarse a examinar si, en la providencia que se acusa
como transgresora de este derecho, se exponen las razones que justifican el cambio de
criterio. Sin embargo, no siempre será necesario que el funcionario expresamente haga
alusión a su cambio de criterio, pues de las motivaciones expuestas en la providencia,
puede llegar a desprenderse que la diferencia de trato ha sido producto de un cambio de
criterio del funcionario, o de la influencia de elementos externos, como, por ejemplo, la
existencia de jurisprudencia dictada por órganos jerár-quicamente superiores. Es claro que
el derecho a la igualdad y el principio de autonomía judicial, en donde los jueces sólo están
sometidos al imperio de la ley, encuentran un punto de equilibrio y conciliación, en el deber
que tiene el juez de justificar expresa o tácitamente las modificación de su criterio. En estos
casos, el test de igualdad, en el que se exige que ante un mismo supuesto de hecho (caso
similar sometido al conocimiento de un funcionario) se aplique la misma razón de derecho
(adoptar la misma decisión que tomó en un caso anterior), encuentra como elemento
diferencial, la carga que se impone al juez de motivar las razones de su cambio de
criterio.121”
En esta misma sentencia, más específicamente, la Corte Constitucional libera a la
Corte Suprema de Justicia de seguir su auto-precedente dadas las características especiales
del recurso de casación:
“En razón a la naturaleza misma de este recurso [de casación], no es aceptable el
cargo de la acción de tutela que ahora se revisa, y, según el cual, la Sala de Casación
Laboral de la Corte Suprema de Justicia desconoció el derecho a la igualdad, al fallar dos
casos iguales en diversa forma, pues, como se ha explicado, la Corte, como tribunal de
casación, no resuelve sobre los casos en sí, sino sobre las sentencias dictadas en cada uno
de ellos por los respectivos jueces de instancia, a fin de establecer si, al dictar la sentencia,
éstos incurrieron en violación directa o indirecta de las normas de derecho sustancial que se
dice fueron transgredidas por el fallador de instancia, o si se incurrió por éste en errores in
procedendo que, conforme a la ley, autoricen casar la sentencia impugnada.
121 T-321/98 (M.P. A. Beltrán). Es necesario advertir que este mismo párrafo es
utilizado para probar, precisamente, que sí hay violación del principio de igualdad en la
jurisdicción común en la sentencia T-68/91 (M.P. A. Tafur). Esta interpretación de Tafur
sugiere, por tanto, unidad en el tratamiento de la jurisprudencia común y la
constitucional.
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INTERPRETACIONCONST.indb 108
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UNIDAD 4
casación por “violación directa de la ley sustantiva” podía surgir por “efecto de una
interpretación errónea de la misma”, o por la “indebida aplicación de ésta al caso del
pleito”. Para la Corte Constitucional, entonces,
“[…] si bien la contradicción de la doctrina legal fue excluida como causal de
casación, y se permitió a los jueces inferiores y a la Corte Suprema apartarse de las
decisiones de ésta última, las causales de casación por “interpretación errónea” y por
“aplicación indebida de la ley” debían entenderse como contradicciones con la
interpretación y aplicación hechas por la Corte Suprema de Justicia como juez de
casación”122.
Esta interpretación de la causal de casación (en la que se continuaba prote-giendo el
precedente vertical de la Corte Suprema) sólo vino a ser abandonada, según la Corte
Constitucional, en el año de 1924123. Esto significa que hubo un período prolongado en la
jurisprudencia de casación en la que coexistieron pacífi-camente la idea de “doctrina
probable” y la casabilidad de sentencias por violación de dicha doctrina probable, lo que
probaría, entonces, que no se trataba de un sistema de jurisprudencia meramente indicativa
o potestativa. Dice al respecto la C. Constitucional:
“El que en el momento de expedición de la Ley 169 de 1896 la contradicción de la
doctrina probable fuera considerada una “violación de la ley”, y constituyera causal de
casación, pone de presente que, en su sentido originario, el concepto de ley al que hace
referencia la norma iba más allá de su acepción en sentido formal, y que interpretarla
erróneamente o aplicarla indebidamente al caso concreto era contradecirla. Con todo,
posteriormente la Corte Suprema interpretó dicha expresión como una figura optativa para
el juez, restringiendo de ese modo la causal de casación por violación de la ley y
descartando la contradicción de la jurisprudencia –en las modalidades de interpretación
errónea o aplicación indebida de la ley- como causales de casación, o de revisión.”
Habiendo argumentado que el artículo 4º no está históricamente atado a una
doctrina de jurisprudencia meramente auxiliar, la Corte pasa a probar que, en todo caso, la
norma legal debe ser interpretada bajo la óptica de la Constitución de 1991. Bajo esta
premisa, la norma del artículo 4º no es inconstitucional, sino que admite razonablemente
una lectura en consonancia con la doctrina contemporánea del precedente. Para lograr esto
la Corte muestra que, aún bajo 122 C-836/01, considerando 1.1.
123 Según la Corte Constitucional, sólo fue hasta esa fecha que la Corte Suprema
estableció que “la violación a la doctrina probable no da lugar a casación porque la ley no
ha tratado la doctrina legal como obligatoria sino como doctrina probable”. CSJ Sentencia
de septiembre 26 de 1916, Tomo XXV, p.
461.
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INTERPRETACIONCONST.indb 110
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UNIDAD 4
mo punto de derecho, se repute probable. Sin embargo, el carácter probable de la
doctrina no debe interpretarse como una facultad omnímoda para desconocer las
interpretaciones del ordenamiento jurídico hechas por la Corte Suprema.
[…]
Si se aceptara la plena autonomía de los jueces para interpretar y aplicar la ley a
partir –únicamente- de su entendimiento individual del texto, se estaría reduciendo la
garantía de la igualdad ante la ley a una mera igualdad formal, igno-rando del todo que la
Constitución consagra –además- las garantías de la igualdad de trato y protección por parte
de todas las autoridades del Estado, incluidos los jueces. Por el contrario, una interpretación
de la autonomía judicial que resulte armónica con la igualdad frente a la ley y con la
igualdad de trato por parte de las autoridades, la concibe como una prerrogativa
constitucional que les permite a los jueces realizar la igualdad material mediante la
ponderación de un amplio espectro de elementos tanto fácticos como jurídicos.
Sólo mediante la aplicación consistente del ordenamiento jurídico se pueden
concretar los derechos subjetivos. Como se dijo anteriormente, la Constitución garantiza la
efectividad de los derechos a todas las personas y los jueces en sus decisiones determinan
en gran medida su contenido y alcance frente a las diversas situaciones en las que se ven
comprometidos. Por lo tanto, una decisión judicial que desconozca caprichosamente la
jurisprudencia y trate de manera distinta casos previamente analizados por la
jurisprudencia, so pretexto de la autonomía judicial, en realidad está desconociéndolos y
omitiendo el cumplimiento de un deber constitucional.”126
Una reconstrucción similar ocurre, en general, con el concepto de “error”
del artículo 4º. Según la interpretación centenaria del régimen libre de
jurisprudencia, la Corte Suprema de Justicia tendría amplísima discrecionalidad para variar
su doctrina “en caso de que juzgue erróneas las decisiones anteriores”. Para la Corte
Constitucional el concepto de “error” en la doctrina jurisprudencial está
severamente limitado:
“Debe entenderse entonces que el error judicial al que hace referencia la norma
demandada justifica […] no constituye una facultad del juez para desechar la doctrina de la
Corte Suprema de Justicia sin un fundamento explícito suficiente.”127
126 Íbidem. Énfasis fuera de texto.
127 C-836/01, considerando 21.
INTERPRETACIONCONST.indb 112
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INTERPRETACIONCONST.indb 113
25/8/08 13:40:58
UNIDAD 5
Mediante el estudio de esta unidad usted estará en capacidad de identificar una sentencia
arquimédica, hacer análisis citacional sobre ella y finalmente identificar las sentencias hito
o fundamentales que constituyen una línea jurisprudencial.
• Identificar sentencia arquimédicas.
• Identificar las sentencias hito o fundamentales en las que la Corte anuncia las
principales sub-reglas en un tema determinado a partir del análisis citacional de la sentencia
arquimédica.
• Realizar el análisis citacional de la sentencia C-836/01, identificar las sentencias
hito sobre la vinculatoriedad del precedente en Colombia y definir las exigencias que
plantea en Colombia la técnica del precedente.
• Entender y estar en capacidad de utilizar la teoría de los
“escenarios constitucionales”.
INTERPRETACIONCONST.indb 114
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INTERPRETACIONCONST.indb 115
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UNIDAD 5
A. Caracterización preliminar
La jurisprudencia es relevante
cuando trata un tema o concepto
Regla de Un precedente es común al del caso nuevo, sin
relevancia relevante cuando se necesidad de verificar criterios
presenta un caso de analogía fáctica entre ambos.
nuevo análogo por sus
hechos
y circunstancias.
La Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado tienden a utilizar sus fallos anteriores
dentro del modelo de jurisprudencia indicativa y la Corte Constitucional dentro del modelo
de precedente vinculante. La utilización del modelo de jurisprudencia indicativa, al mismo
tiempo, tiende a privilegiar el papel de la ley en la definición de los casos, mientras que
dentro de la doctrina del precedente, con frecuencia, la sub-regla jurisprudencial resulta
fundamental en la decisión del caso.
Desde este punto de vista, la Corte Constitucional ha propuesto la tesis, de vastas
consecuencias para la cultura jurídica nacional, según la cual el manejo jurisprudencial de
todas las jurisdicciones debe acercarse a una noción de “precedente vinculante” por sobre el
de mera “jurisprudencia indicativa”. La Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado
son cortes de control de legalidad que se sienten más cómodas aplicando reglas legales y no
sub-reglas jurisprudenciales.
Esta función constitucional (respaldada por los respectivos imaginarios culturales),
ha generado resistencias frente a la idea de que exista un verdadero “derecho
jurisprudencial”. Esta resistencia ha llevado a polemizar con la tesis según la cual la
Constitución colombiana de 1991 haya realmente establecido de iure la disciplina del
precedente vinculante. En algunos períodos y en algunos temas específicos129, 129 Ver,
por ejemplo, Diego López Medina, Teoría Impuradel Derecho, Legis, 2004, p. 290-
325, en las que se discuten la “historia política del poder pretoriano” de la Corte Suprema
de Justicia en la década de los 1930’s.
INTERPRETACIONCONST.indb 117
25/8/08 13:40:59
UNIDAD 5
empero, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado se han acercado a
practicar una doctrina de precedente de facto. El Consejo de Estado ha llegado incluso
a dar indicaciones que está dispuesto a manejar su jurisprudencia dentro de un régimen de
precedente vinculante.130
Estos tímidos acercamientos entre las Altas Cortes, sin embargo, no pueden ocultar
el hecho que se mantienen sensibilidades muy diferentes en la utilización y manejo de la
jurisprudencia. A continuación se presenta evidencia empírica preliminar sobre las
diferencias que hay en dicho manejo entre las Cortes.131 Para ello se ha realizado un
estudio de las prácticas de citación de jurisprudencia de las Altas Cortes para intentar
mostrar el concepto subyacente a las mismas. En la realización de este estudio
empezaremos por hacer una breve tipología de las formas de citación de jurisprudencia que
se usan en las Altas Cortes. Luego de confeccionar esta tipología, se procede a examinar
una muestra representati-va de la jurisprudencia de las tres Altas Cortes nacionales durante
el año 2003.
Los resultados muestran muy claramente las diferencias notorias que hay en las
prácticas jurisprudenciales de las tres corporaciones.
La lectura atenta de jurisprudencia de las Altas Cortes colombianas permite
distinguir distintos tipos de usos de la misma. Los usos de la jurisprudencia son discernibles
si se mira con cuidado, entre otros factores, los siguientes: el papel que juegan las citas
internas de jurisprudencia en la justificación de la decisión adoptada en un caso nuevo; el
número total de citas jurisprudenciales y su relación y peso argumentativo frente a la cita de
otras fuentes del derecho en la decisión del caso y el número total de citas externas de
jurisprudencia. A continuación se presentan una serie de índices para el año 2003 que
permitirán comparar las funciones argumentativas y, por tanto, la disciplina jurisprudencial
utilizada por las Altas Cortes colombianas. Para llegar a ello, es imprescindible hacer
primero una serie de precisiones conceptuales.
130 Así, por ejemplo, en la sentencia del Consejo de Estado, sección 3ª, AC-2219
de febrero 21 de 2002
(C.P. J.M. Carrillo Ballesteros); de la misma forma, en la Sentencia del Consejo de
Estado, Sección 3a, Exp: AC-241 de agosto 9 de 2001, (C.P: Germán Rodríguez).
131 El marco teórico de este ejercicio se encuentra expuesto con mayor amplitud en
López Medina Diego y Gordillo Roberto, Consideraciones ulteriores sobre el
análisis estático de jurisprudencia. En Revista de Derecho
Público, No. 15 (Dic. 2002), Universidad de los Andes. En este ensayo tan sólo se propuso
la elaboración de índices citacionales que mostraran los usos de la jurisprudencia en las
distintas Altas Cortes. El presente texto da el primer paso en tal sentido.
INTERPRETACIONCONST.indb 118
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INTERPRETACIONCONST.indb 119
25/8/08 13:41:00
UNIDAD 5
En estas sentencias, las citas en concreto buscan consolidar los siguientes puntos
jurídicos:
(i) La tensión que se presenta entre el principio de beneficencia y el principio de
autonomía en estos casos de ambigüedad genital en menores de edad y la prevalencia prima
facie del principio de autonomía;
(ii) el consentimiento informado en tratamientos invasivos como los de adecuación
de genitales en casos de hermafroditismo, y
(iii) la validez del consentimiento sustituto de los padres en los casos de menores de
5 años o de grave riesgo a la salud del menor hermafrodita.
Sin embargo, en la sentencia fundadora de la línea, la SU-337 de 1999, se hacen
citaciones más amplias que en las tres restantes y que responden a una citación fáctica más
abierta que cerrada. Esto diferencia una sentencia fundadora de línea de una reiteradora, ya
que en la primera, por lo novedoso del tema se permiten (por ausencia de otras) citaciones
más amplias; por el contrario, una sentencia reiteradora de jurisprudencia y en la cual la
analogía fáctica sea evidente, la cita suficiente y legítima es la de una sentencia que recoja a
cabalidad la doctrina constitucional vigente.
En la SU-337 de 1999 la citación por analogía fáctica abierta proviene de la T-411
de 1994, en la cual se tutela el derecho de un adolescente emasculado por un perro cuando
era muy niño a decidir su género e identidad sexual. Queda claro que no se trataba de un
caso de hermafroditismo, pero a través de una analogía más amplia se puede concluir que
en los dos casos se trataba e un mismo asunto: la posibilidad de los menores de decidir su
identidad sexual.
En los casos reiterativos de esta línea sólo bastó la citación muy puntual de una
sentencia con analogía fáctica estrecha que recogía las reglas y principios suficientes para
la decisión del caso presente. Por el contrario, en la sentencia SU-337 de 1999, por ser un
caso novedoso, se tuvo la licencia de citar una sentencia que no era idéntica, pero sí muy
similar en los hechos.
2. citas conceptuales o temáticas
Las citaciones conceptuales se diferencian de las fácticas porque en ellas no cuentan
las analogías fácticas sino las conexiones temáticas o conceptuales. En este caso no importa
que los hechos de la sentencia citada sean similares a los de la sentencia que cita, sino que
encaje en un concepto o idea jurídica abstracta que abarque los supuestos de hecho del
litigio. “Igualdad”, “vía de hecho”, “tratados internacionales”, “debido proceso” entre otros,
son ejemplos de conceptos comunes
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INTERPRETACIONCONST.indb 120
25/8/08 13:41:00
INTERPRETACIONCONST.indb 121
25/8/08 13:41:00
UNIDAD 5
El ejemplo de citación caótica que aquí proponemos es la sentencia T-435
de 2002135 ; por contraste, la sentencia T-276 de 2002 toca el mismo tema con una
citación precisa y pertinente donde existen conexiones analógicas fácticas con los
precedentes utilizados. Igualmente se pueden comparar estas dos sentencias con la T-037
de 2002136. En las tres, de acuerdo con la Corte, se trata de posibles violaciones al libre
desarrollo de la personalidad en casos de conflictos entre estudiantes y sus instituciones
educativas.
Analicemos primero la sentencia técnica T-276 de 2002. A una estudiante de
noveno grado de un colegio de Manizales le cancelaron su matrícula faltando dos meses
para terminar su año lectivo a causa de reiteradas violaciones al manual de convivencia.
Con la demanda de tutela se pretende que le permitan terminar el grado noveno. Por medio
de los hechos expuestos por las partes y el material probatorio recaudado por la Corte, se
demuestra que el Colegio aceptó de todas formas que la alumna culminara el grado noveno
y por lo tanto, la situación de hecho que produjo la violación o amenaza fue superada y la
razón de ser de la tutela perdió su razón de ser. Por tal motivo, la Corte confirma la
sentencia de primera instancia que había tutelado los derechos de la estudiante y en una
corta reflexión, sólo hace una cita de la sentencia T-589 de 2001137 acerca del hecho
superado.
Una vez se determinen bien los hechos del caso y las pruebas se valoren
adecuadamente, se puede llegar a una conclusión rápida. La sala de revisión evitó
la retórica y tomó una decisión en menos de 10 páginas. La agilidad tiene estrecha
relación con la forma en que la Corte se plantea el problema jurídico desde el inicio. En
este caso, de las consideraciones y la decisión se puede deducir que el problema jurídico era
sí tenía sentido tutelar un derecho cuando el hecho motivo de la demanda fue superado. En
este caso la petente consideraba que se habían violado sus derechos a la educación y al libre
desarrollo de la personalidad y sin embargo, la corte no hace ninguna reflexión sobre ellos
y únicamente analiza el hecho superado.
Otro caso de fácil solución y en cuya sentencia, muy corta por cierto, sólo
encontramos dos citas jurisprudenciales es la T-037 de 2002. A un alumno de grado décimo
de un colegio técnico industrial le impedían el ingreso a clases de química por tener el
cabello largo, en virtud de un impedimento del manual de convivencia que así los disponía
por razones de seguridad en las pruebas de 135 MP Rodrigo Escobar Gil
136 MP Clara Inés Vargas Hernández
137 MP Álvaro Tafur Galvis
INTERPRETACIONCONST.indb 122
25/8/08 13:41:00
Organizando la jurisprudencia citación técnica,
análisis citacional y sentencias hito
laboratorio. El petente consideraba la prohibición le vulneraba su derecho al libre
desarrollo de la personalidad.
La Corte, de entrada, plantea que el caso es prácticamente igual a otros en los cuales
ya ha sentado su doctrina constitucional sobre la violación al libre desarrollo de la
personalidad por imposición a los alumnos varones de llevar el cabello corto. En este
sentido, la Corte cita la sentencia T-1591 de 2000 en la cual se recogía la doctrina
constitucional unificada en las sentencias SU-642 y SU-641
de 1998, en el sentido de que los establecimientos educativos pueden establecer en
sus manuales de convivencia obligaciones relacionadas con la longitud del cabello y la
presentación personal de los alumnos, siempre y cuando no afecten en forma
desproporcionada el derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad de los
estudiantes varones. Para estos efectos, la obligación reglamentaria debe ser sometida a un
juicio de proporcionalidad con el fin de establecer si la restricción impuesta contrariaba la
constitución.
La Corte no efectuó el juicio de proporcionalidad a cabalidad, y sin acudir a
ninguna cita, demostró que la restricción de cortarse el cabello para las pruebas de
laboratorio por razones de seguridad era desproporcionada, pues la seguridad se lograba si
los alumnos se recogían el cabello, tal y como lo hacían las alumnas, a las cuales en ningún
momento se les exigía cortarse el cabello por razones de seguridad. Finalmente tutela al
alumno y ordena al Colegio que inaplique la restricción consagrada en el manual de
convivencia en el sentido de exigirle a los alumnos hombres llevar el cabello corto.
Esta sentencia es valiosa por los siguientes aspectos: de entrada reconoce que los
hechos del caso son iguales a muchos otros que ha conocido la corte y que basta citar la
doctrina recogida en una sola sentencia reciente. Además, por atendibles razones de
economía citacional, la Corte no cita todos los precedentes sino que tan sólo identifica uno
en el cual se resume adecuadamente la doctrina constitucional vigente. También considera
que es innecesario elaborar el juicio de proporcionalidad indicado en la sentencia SU-642
porque de entrada se advierte que existe una alternativa razonable que no limita el derecho
del actor. La alternativa, muy fácil de concluir era la exigencia que se le hacía a las
alumnas: recogerse el cabello en las pruebas de química. Utiliza una frase muy apropiada
que es:
“Sobre tal tema, baste hacer referencia a…” Reconoce que hay muchos casos
precedentes pero sólo le basta hacer referencia a uno solo en el cual se reitera la doctrina
constitucional sobre el tema.
El examen de la sentencia T-435 de 2000 muestra un uso bastante menos pertinente
y técnico de los auto-precedentes. Se trata de un caso tan fácil de decidir como los dos
anteriores. En esta tutela, una alumna de 16 años es expulsada de
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UNIDAD 5
un colegio por reiteradas violaciones al manual de convivencia (específicamente por
asistir a clases en estado de embriaguez, retardos injustificados y consumo de drogas). Se
comprueba que el colegio le hizo un seguimiento psicológico y disciplinario especial ante
el cual la alumna se mostró reacia y escéptica y que no contó
con el apoyo de la madre a pesar de las insistencias del colegio. Todo esto obra en
las pruebas descritas en la sentencia. La Corte fácilmente llegó a la conclusión de que la
expulsión obedecía a las faltas graves de la alumna y que el colegio había procedido incluso
con paciencia. En ningún momento se comprobó que el colegio hubiera expulsado a la
alumna por ser lesbiana, tal y como lo afirmaba la alumna.
Además, la estudiante afectada acusa al Colegio de inmiscuirse en su vida privada y
de discriminarla por su supuesta condición de lesbiana. Por eso alega como violados sus
derechos a la intimidad y al libre desarrollo de la personalidad. En esta sentencia se hacen
26 citas jurisprudenciales, casi una por párrafo. Finalmente no se ordena el reintegro de la
alumna al colegio.
¿Realmente merecía tanta cita la decisión de no reintegrar a la alumna al
Colegio138? Pensamos que no. En los tres casos, de acuerdo a las pruebas allegadas a los
procesos, se podía llegar a decisiones rápidas y concluyentes. Pero la T-435
exageró.
Esta última sentencia es en general un ejemplo de citación caótica porque: (i) la
mayoría de las citas no concuerdan con la decisión adoptada por la Corte en el decisum de
la sentencia, esto es, no tienen peso jurídico relevante en la decisión del caso; (ii) contiene
citas definitorias de cada derecho fundamental que no son necesarias para la solución; (iii)
cita hasta dos veces una misma idea o pensamiento sobre un desarrollo jurisprudencial de
un derecho particular; (iv) tiene una cita de cita (también llamada cita secundaria o
indirecta) que, además de imperti-nente, demuestra impropiedad a la hora de citar y,
finalmente, (v) cita desarrollos retóricos sobre un derecho, como el núcleo esencial, que
reitero, en nada contribuyen a la decisión final de caso.
138 La Corte sólo tutela los derechos al libre desarrollo de la personalidad y la
intimidad porque el colegio aportó como prueba de la dudosa identidad sexual de la
estudiante una carta de amor a otra compañe-ra. Sin embargo, recordemos que las causas
originales de la expulsión fueron otros comportamientos tipificados en el manual de
convivencia. Y este amparo en nada cambió la decisión del no reintegro.
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UNIDAD 5
lado (ADIDA), con el objeto de buscar solución a problemas de tipo salarial,
prestacional e institucional. Manifiesta que el magisterio y la Secretaría de Educación
llegaron finalmente a un acuerdo, comprometiéndose esta última a no imponer sanciones
por motivo del cese de actividades. La Corte concedió la acción de tutela.
a. caótica
b. conceptual
c. analógica abierta
d. analógica estrecha
e. puede ser b. o c.
6. En la sentencia que acaba de leer (T-471/01) la Corte Constitucional utilizó
una técnica legítima de interpretación jurisprudencial en relación a la sentencia T-
420/93. Tal técnica legítima fue:
a. Distinción entre ratio decidendi y obiter dictum.
b. Cambio de jurisprudencia.
c. Desobediencia o renuencia frente a un fallo anterior.
d. Disanalogía.
e. Todas las anteriores.
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UNIDAD 5
Cuadro 4
Tipos de citas jurisprudenciales utilizadas
por las Altas Cortes (términos relativos)
Porcentaje citas
Porcentaje citas
Porcentaje
Porcentaje
de analogía
de analogía
de citas
de citas
cerrada
abierta
conceptuales
Caóticas
Corte
16%
25%
51%140
9%
Constitucional
Consejo de Estado
6%
6%
62%
26%141
Corte Suprema
17%
13%
42%
29%
de Justicia
Cuadro 5
Índice de citación técnica de cada una
de las Altas Cortes para el año 2003
Índice de citación técnica
Corte Constitucional
1,48
Consejo de Estado
0,91
Corte Suprema de Justicia
0,86
140 Este porcentaje tan alto posiblemente se deba al impacto de dos líneas
jurisprudenciales específicas que tienen una naturaleza altamente conceptual en la C.C.: de
un lado, la jurisprudencia de vìas de hecho y, del otro, la jurisprudencia del derecho de
petición en las que las citas no buscan casos analógicos sino que se contentan con una
clarificación de las obligaciones de la administración en el momento de contestar la
petición ciudadana. Estas líneas, a su vez, tienen gran impacto cuantitativo ya que aparecen
con mucha frecuencia en las demandas de los ciudadanos y en las revisiones de la C.C.
141 Los porcentajes, como siempre, pueden mentir: recuérdese el viejo ejemplo en
el que una persona tiene 2 pesos y otra 0. En promedio, sin embargo, cada una tiene 1 peso.
Este dato en particular no muestra una alta proporción de todo el C. de E. a la citas caóticas;
muestra la tendencia de un despacho a dicho tipo de citas. La tendencia de la corporación,
en su conjunto, es hacia las citas conceptuales.
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UNIDAD 5
esta sea una de las principales debilidades en el desarrollo jurisprudencial de la
figura. La utilización de analogías abiertas y cerradas es relativamente más alta en la C.C.;
sorpresivamente, sin embargo, es también alta en la C.S.J. Ello, sin embargo, es
responsabilidad de unas pocas sentencias en donde las analogías siempre se dan por
situaciones procesales y no sustantivas.
El cuadro 5 muestra el “índice de citación técnica” del año 2003 para cada una de
las Cortes. Este índice se confeccionó de la siguiente manera: identificando el tipo de cada
una de las citas jurisprudenciales, se otorgó 0 puntos a las citas caóticas, 1 punto a las citas
conceptuales, 2 puntos a las citas de analogía abierta y 3 puntos a las citas de analogía
cerrada. Se calcularon índices para cada una de las sentencias examinadas y se acumularon
los totales de cada corporación para el período analizado. El resultado muestra que la C.S.J.
y el C. de E. son cortes que hacen uso conceptual de la jurisprudencia previa. La nota del C.
de E. y de la C.S.J. (ligeramente inferior a 1) muestran que son ejemplos casi perfectos de
cortes conceptualistas en su uso de jurisprudencia. El índice de la C.C. es
significativamente superior lo que indica algún mayor uso de analogías y algún menor uso
de citas caóticas. Sin embargo, su promedio se mantiene sorprendentemente dentro de
terrenos muy tradicionales.
TRABAJO PERSONAL
Seleccione aleatoriamente cinco sentencias expedidas por usted como juez. Haga un
estudio de las citas jurisprudenciales en ellas contenidas. Calcule, conforme a las
instrucciones del párrafo anterior, su “índice de citación técnica” con fundamento en las
cinco sentencias estudiadas. Una vez obtenido el índice, realice las siguientes actividades:
• Interprete los resultados a la luz de los conceptos expuestos en el módulo.
• Explique las causas o razones que, según usted, resultan fundamentales para
comprender su índice personal.
• Diseñe un pequeño plan de acción que le permita aumentar su índice: para ello
requerirá identificar citas jurisprudenciales más técnicas y abandonar citas de naturaleza
anti-técnica.
Finalmente el cuadro 6 distingue entre citas internas y externas. Una cita interna es
una cita de la propia jurisprudencia; una cita externa es una cita de la jurisprudencia de otra
Alta Corte. El cuadro muestra que la Corte Constitucional se cita exclusivamente a sí
misma; la C.S.J. se cita predominantemente a sí misma. El C. de E. se revela como una
corporación más atenta a la jurisprudencia de la Corte
0
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UNIDAD 5
y moveré el mundo”. Con la jurisprudencia constitucional colombiana pasa algo
similar. El punto arquimédico es simplemente una sentencia con la que el investigador
tratará de desenredar las relaciones estructurales entre varias sentencias.
Su propósito fundamental será el de ayudar en la identificación de las “sentencias-
hito” (es decir, las fundamentales) de la línea y en su sistematización en un gráfico de línea.
El investigador, pues, debe tratar de hallar una primera sentencia que cumpla con los
siguientes requisitos:
-que sea lo más reciente posible;
-y que, en sus hechos relevantes, tenga el mismo patrón fáctico (o el más cercano
posible, al menos) en relación con el caso que se está investigando.
La sentencia arquimédica, por tanto, debe tener una analogía estrecha con el caso
que se estudia. Esta condición significa que la sentencia no debe tratar únicamente del
derecho abstracto “al debido proceso”, por ejemplo, sino que los hechos allí discutidos se
parezcan lo suficientemente a los hechos materiales o relevantes del caso sub-examine. Así,
por ejemplo, una sentencia reciente en el que se trate la cuestión de las condiciones
necesarias para que una persona sometida a investigación penal cuente con “derecho a la
defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él”, en la etapa de investigación
preliminar, será mucho más pertinente que una en la que se examine el principio de reserva
penal, así ambos temas estén genérica-mente contenidos en el concepto constitucional de
“debido proceso”.
Cómo encontrar esta sentencia arquimédica es cuestión abierta a la recur-sividad del
investigador. El método tradicional consiste en apoyarse en los índices de jurisprudencia
preparados, bien sea por la relatoría de la Corte o por diferentes publicaciones privadas.
Este método es útil siempre y cuando se conserve en mente la diferencia fundamental que
existe entre los descriptores genéricos (“debido proceso”) y los conceptos constitucionales
relevantes agrupados en torno a patrones fácticos (“derecho a la defensa en la investigación
preliminar”).
Otras veces, el investigador adquiere una pista importante mediante preguntas a
colegas bien informados. La información periodística puede ser útil como forma de conocer
los hechos claves de sentencias de revisión de tutela. El recurso a la mayor parte de los
libros existentes en derecho constitucional es, desafortunadamente, de los métodos menos
útiles para este efecto. La mayor parte de la producción doctrinaria en derecho
constitucional sigue siendo “conceptualista”, en el sentido de que se preocupa más con los
temas abstractos como “debido proceso” o “libertad de conciencia” y menos con los
problemas concretos como “representación técnica en la investigación preliminar” u
“objeción de conciencia al porte de armas de destrucción masiva”.
El segundo tipo de problemas constitucionales son los que preocupan a ciudadanos
y jueces; el primero, más genérico, a profesores de derecho constitucional.
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UNIDAD 5
Con el triunfo de la disciplina de precedentes, las citaciones internas que hace la
Corte cada vez más tienden a restringirse a fallos anteriores que sean analogizables por
hechos o circunstancias al caso que ahora se decide. Esto significa que la citación interna
busca ahora el valor precedencial del fallo anterior y no su valor conceptual. Este cambio
en la práctica citacional permite, como es obvio, utilizar las sentencias más recientes como
puntos arquimédicos que permitan estructurar la línea jurisprudencial.
Así las cosas y antes de empezar a leer las sentencias a profundidad, el investigador
debe hacer una lista de las citaciones jurisprudenciales que la sentencia arquimédica
contiene. Con estas nuevas referencias a la mano, el investigador puede ahora replicar el
procedimiento hasta que forme un “nicho citacional” lo suficientemente amplio.
Regresando a nuestro ejemplo de la T-26/05 puede obser-varse que esta sentencia cita a su
vez otras sentencias de la Corte Constitucional.
Estas, a su vez, refieren a jurisprudencia anterior. El diagrama de estas citas, al que
denominaremos “nicho citacional”, lucirá de la siguiente manera: T-036/05
T-301/04;
1er nivel
T-877/99
C-404/98;
T-982/01
T-588/98
C-88/94
T-539a/93
T-1083/02
T-101/98
No se hace estudio
citacional de estas
C-88/94
C-511/94
C-27/93
No hay citas
sentencias
T-200/95
T-588/98
T-409/92
C-24/94
T-75/95
T-476/98
T-363/95
T-363/95
C-254/96
2º nivel
T-588/98
SU-157/99
C-88/94
T-539a/93
C-404/98
T-5/98;
T-436/00;
T1243/00
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UNIDAD 5
De hecho, si se hace el nicho citacional a partir de la sentencia T-588/98 se
encontrará el siguiente resultado:
T-588/98
1er.
nivel
C-511/94
T-409/92
T-363/95
T-409/92
No hay citas
T-409/92
2do.
C-395/04
C-511/94
nivel
T-547/93
T-75/95
• Compare los hechos clave de la sentencia T-588/98 y compárelos con los hechos
clave de los casos citados en primer nivel. ¿Qué
tipo de cita hizo la Corte en términos de la tipología expuesta en el módulo?
• ¿Cuáles de estas citas considera técnicas y cuáles anti-técnicas?
Explique su respuesta.
El procedimiento de formación del nicho citacional podría replicarse en tercer o
cuarto niveles, pero para nosotros bastará con este primer paso. La información estructural
que se empieza a obtener de aquí ya es de la mayor importancia. El nicho citacional de la
T-588/98 muestra, primero, que la sentencia fundacional de la línea es la T-409/92; en
segundo lugar que se trata, evidentemente, de la sentencia más citada dentro de esta línea y
parece ser, por tanto, que contiene una doctrina constitucional aún vigente. En tercer lugar,
el hecho de que la T-409/92, a su vez, no cite demuestra que, en algún sentido, fallo desde
un “vacío” jurisprudencial, utilizando mayoritariamente textos constitucionales o legales
sin apoyarse en derecho judicial previo.
Como lo corroborará una lectura posterior de la T-409/92 se trata de una sentencia
típica del primer período de la jurisprudencia constitucional en el cual el análisis descansa
fundamentalmente en textos constitucionales y legales con una muy alta proporción de
doctrina extranjera y total ausencia de derecho judicial previo. Frente a esta estructura de
fuentes, es muy notable examinar sentencias más recientes, como la T-588/98 donde el
proceso se ha invertido pues la mayor
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INTERPRETACIONCONST.indb 137
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UNIDAD 5
T-982/01 y T-539a/01); en segundo lugar, pero muy cercano al anterior, se ha
litigado la libertad de conciencia de personas que alegan haber sido obligadas a realizar
actos que atentan contra su moralidad religiosa145, (tales como asistir a homenajes a la
bandera –en la sentencia T-877/99- o a realizar bailes indecentes
–en la T-588/98-); y, en tercer lugar, están las sentencias en donde la existencia o no
en Colombia de un derecho a objetar de conciencia la prestación del servicio militar (en las
sentencias T-409/92, C-511/94 y T-363/95).
• La Corte tiene, al día de hoy, respuestas divergentes en estos escenarios
constitucionales: tiende a proteger la libertad de conciencia en ambientes educativos, pero
favorece los deberes constitucionales del ciudadano frente a la prestación del servicio
militar.
INTERPRETACIONCONST.indb 138
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Organizando la jurisprudencia citación técnica,
análisis citacional y sentencias hito
jurisprudenciales perfectamente autónomas si se trata (i) de contextos donde la
información que afecta al particular ha sido divulgada por medios de prensa;148 (ii) si se
trata de contextos donde la información que afecta al particular tiene contenido crediticio y
ha sido divulgada mediante informes provenientes de bancos de datos149; (iii) en contextos
donde se discute la posibilidad de que el estado intercepte comunicaciones por dentro de
marcos institucionales específicos (a través de organismos de seguridad o dentro de
cárceles), suspendiendo por tanto la garantías de intimidad e inviolabilidad de
comunicaciones150; y (iv) finalmente, algunos casos en que se ha presentado conflicto
entorno a la reserva que cobija a las historias médicas.151
Estas líneas jurisprudenciales, a su vez, podrían ser estrechadas aún de manera
significativa si se considerara, por ejemplo, que la Corte ha venido creando sub-reglas
especiales para el caso de violación de intimidad por parte de medios escritos de prensa
(periódicos) y que dichas sub-reglas varían en alguna manera de las aplicables a otros
medios de información electrónicos.
Los distintos escenarios constitucionales, anteriormente referidos, pueden graficarse
en el siguiente diagrama:
En contextos
financieros
y crediticios
Frente al estado
Derecho a
e intereses
Frente a medios
la intimidad
de seguridad
masivos de
y libertad
pública
comunicación
informáticas
y control social
En contextos
médicos y
hospitalarios
podrá exigirse la presentación de libros de contabilidad y demás documentos
privados, en los términos que señale la ley.”
Es preciso recordar que este artículo fue fallidamente reformado por el A.L. 2 de
2003 ya que éste fue declarado inconstitucional en la sentencia C-816/2004.
148 La existencia de este “escenario constitucional” se puede comprobar, a manera
de ejemplo, en, las sentencias T-611/92, T-332/93, T-239/94, SU-56/95, SU-1723/00, T-
36/02 y T-460/05.
149 Algunas de las sentencias relacionadas con este escenario son la T-414/92, T-
577/92, SU-82/95, T-86/96, T-384/00, C-687/02, C-154/03 y T-1319/05.
150 Pueden consultarse al respecto las sentencias T-538/92, T-349/93, C-179/94 y
T-143/00.
151 Véanse al respecto las sentencias T-161/93, T-413/93, C-411/93, T-158/94, T-
650/99 y T-1563/00.
INTERPRETACIONCONST.indb 139
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UNIDAD 5
Por las razones que se acaban de exponer es preciso insistir en la correcta
formulación del problema jurídico que encabeza la línea: de entrada resulta desaconsejable
formular problemas del tipo “¿cómo se ha interpretado la garantía del debido proceso?”
Casi siempre estas preguntas serán meramente conceptuales y de una amplitud inmanejable.
Es verdaderamente desafortunado que la relatoría oficial que se hace de las sentencias de la
Corte todavía utilice en gran medida esta orientación conceptualista de la jurisprudencia.
Mucho más adecuado resulta formular problemas jurídicos en los que se mencione algún
elemento normativo (bajo la forma de “derecho” o “texto” constitucional) pero vinculado
con patrones fácticos que traten de reunir los hechos materiales del caso.
Como se verá más adelante, una adecuada formulación del encabezamiento de la
línea contribuye notablemente a la identificación de la ratio decidendi de las sentencias. De
lo anterior se deduce, por ejemplo, que los siguientes problemas jurídicos estarían
inadecuadamente planteados, suponiendo que quisiéramos elaborar una línea de
jurisprudencia relativa al derecho al buen nombre en contextos crediticios, tales como:
– ¿En qué consiste el derecho al buen nombre?
– ¿En qué consiste el derecho a la intimidad?
– ¿Cuál es el contenido esencial del derecho al buen nombre?
En este tipo de casos, como se ha dicho, mejor resulta tratar de identificar el patrón
fáctico fundamental y relacionarlo con el texto o norma constitucional controlante, tal como
se explicita a continuación:
¿Hay violación del derecho al buen nombre ( C.P., art. 15) de un deudor
cuando existe un reporte en una base de datos crediticia acerca de una obligación a su
cargo, vencida, pero judicialmente declarada prescrita?
¿Hay violación del derecho al buen nombre de un deudor cuando existe un reporte
en una base de datos crediticia acerca de una obligación a su cargo vencida y con mora de
18 meses, pero ya cancelada hace más de cinco años?
A este segundo conjunto de preguntas es posible dar respuestas constitucionales. Al
primero, salvo una exposición muy genérica de garantías constitucionales, no es posible. Es
muy indicativo del conceptualismo preponderante en nuestro medio, el hecho de que los
profesores de derecho constitucional lo enseñemos como si la materia se tratara de un
resumen muy amplio del primertipo de preguntas. Los litigantes, los ciudadanos y la
jurisprudencia, sin embargo, están interesados en el segundo tipo de preguntas, así los
constitucionalistas no parezcamos estarlo.
0
INTERPRETACIONCONST.indb 140
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Organizando la jurisprudencia citación técnica,
análisis citacional y sentencias hito
TRABAJO PERSONAL
Anteriormente se hizo una descripción de los escenarios constitucionales en los que
se ha desarrollado el derecho a la libertad de conciencia (por la vía de la objeción de
conciencia). A continuación se presenta un diagrama en blanco para que usted lo llene con
los escenarios que fueron propuestos en el texto. ¿Está de acuerdo con esos escenarios?
¿Falta alguno relevante o importante en el caso de la libertad de conciencia, de religión y
cultos? Explique su repuesta:
• La identificación de una “sentencia arquimédica” permite realizar un análisis
citacional riguroso con el objetivo de identi-Su ficar las sentencias más importantes dentro
de una línea jurisprudencial.
• Los jueces deben evitar la escogencia aleatoria de jurisprudencia.
• Los jueces deben evitar las citas jurisprudenciales meramente retóricas.
• Una adecuada utilización de la analogía es fundamental para la adecuada
identificación de sentencias relevantes en un caso concreto.
• Los jueces deben conocer los distintos “escenarios fácticos”
en los que se desarrolla un derecho constitucional abstracto para entender tanto las
conexiones como las diferencias que hay entre estas líneas jurisprudenciales.
INTERPRETACIONCONST.indb 141
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UNIDAD 5
LA IDENTIFICACIÓN DE SENTENCIAS HITO
Ejercicios y casos:
• Ya hemos leído y discutido la sentencia C-836/01 suficientemente. Acaba de leer
en esta unidad, un ejemplo de cómo tratar de reconstruir un nicho citacional. En grupos,
trate de hacer ese mismo ejercicio para el caso de la sentencia C-836/01. ¿Cuáles son las
sentencias más utilizadas en el nicho citacional? ¿Puede Ud. identificar las más
importantes? Siguiendo los mismos pasos que se acaban de explicar en el ejemplo de
objeción de conciencia, trate de identificar las sentencias hito que definen el problema del
sistema de fuentes en Colombia. Con los materiales que hayan identificado, trate de
formarse una noción autónoma e independiente del tema de la obligatoriedad del
precedente en Colombia. ¿Puede hacerlo? No pase a la siguiente unidad sin haber tratado
de entender la interrela-ción entre las sentencias hito escogidas. ¿Guardan armonía? ¿Cómo
explican los cambios que se producen dentro de la línea? ¿Qué precedentes están vigentes?
¿Pueden crear criterios para evaluar la vigencia de un precedente? ¿Quiénes de Uds.
estaban basados en un precedente que ahora, luego de un análisis más completo, parece no
estar vigente? ¿Por qué?
• Desde el comienzo de la reforma judicial en el país se han introducido normas que
exigen la conciliación prejudicial como requisito de procedibilidad. A esta exigencia se le
han formulado reparos constitucionales. Identifique las sentencias hito que forman esta
línea jurisprudencial. ¿Cuáles son las sub-reglas que ha dado la Corte Constitucional en la
materia? De otra manera: ¿Hay violación del derecho al acceso a la justicia cuando se exige
conciliación prejudicial como requisito de procedibilidad? Utilice como sentencia
arquimédica la C-1195/01, M.P. M.
Cepeda y M. Monroy.
INTERPRETACIONCONST.indb 142
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UNIDAD 6
A esta altura del desarrollo del módulo Ud. ya ha identificado las sentencias que parecen
ser más relevantes en la resolución del problema jurídico propuesto.
Adicionalmente, ya ha intentado ofrecer una teoría sobre cuál es la relación entre las
distintas sentencias hito. Hacer una línea jurisprudencial consiste precisamente en el
esfuerzo de dar sentido a los diversos pronunciamientos judiciales con el propósito de
responder de una manera técnica y correcta el problema jurídico planteado. Espero que
ahora tengan una visión más de conjunto sobre un tema constitucional, legal y
jurisprudencial más o menos complejo. A continuación lo invito a que lea la reconstrucción
que yo hago de las sentencias hito que Ud. ya identificó y que luego compare sus esfuerzos
hermenéuticos con los míos. ¿En qué
estamos de acuerdo y en qué en desacuerdo?
El primer paso consiste en hacer un “mapa” de los sentencias hito que se han
escogido como fundamentales dentro del problema jurídico (con su respectivo patrón
fáctico) bajo estudio. Este mapa o gráfico permite relacionar las principales sentencias y
graficar, a lo largo del tiempo, la posición que la Corte ha asumido en un tema
INTERPRETACIONCONST.indb 143
25/8/08 13:41:06
Doctrina probable
1896-2001
La jurisprudencia es
La sentencia tiene
fuente meramente
valor de precedente
Doctrina constitucional
auxiliar no vinculante
para casos futuros
1991-1995
para casos futuros.
análogos por sus
Si se leen con cuidado las sentencias hito que Uds. han identificado mediante el
análisis citacional de la unidad anterior, se puede notar que la Corte Constitucional le ha
dado dos respuestas distintas al problema del valor de la jurisprudencia. En su doctrina más
temprana (1992-5) la Corte tuvo fuertes disensos sobre el tema pero al final parece haberse
decantado hacia una posición tradicional sobre la auxiliaridad de los fallos judiciales con
mero efecto inter partes. En el segundo período (1995 en adelante) la Corte parece
haber adoptado una posición mucho más fuerte sin haberla variado desde entonces. Es
importante mostrar en todo caso que el proceso no es simplemente pendular o
contradictorio como lo muestra esta gráfica, sino que hubo un cambio de opinión paulatino,
impulsado por hechos y percepciones políticas de la mayor importancia. Así las cosas, el
primer período 92-95 podría en general ser graficado de la siguiente manera:
INTERPRETACIONCONST.indb 144
25/8/08 13:41:07
Ley 169/1896
C.P. 230
x
x
La sentencia tiene
hechos.
x
x
ley es fuente única del
(Stare decisis)
Dec. 2067, art. 23 C-131/93
derecho aplicable.
M.P. Martínez
x
T-406/92
T-414/92152
M.P. Angarita
x
x
Cifuentes
M.P. Gaviria
La interpretación de la gráfica supone una narración compleja. Espero que Uds. ya
tengan elementos para seguirla a partir de los elementos anteriores que se han presentado en
el módulo. La gráfica permite ver que el argumento que arranca en la Ley 153 de 1887,
reforzado por el texto tradicionalista del artículo 230 de la Constitución de 1991 y luego
confirmado por dos sentencias de constitucionalidad de la Corte tienen suficiente fuerza
para hacer prevalecer la tesis clásica sobre el valor auxiliar de la jurisprudencia de tutela. A
esta visión se oponen, como ya se ha visto, el ejecutivo nacional, mediante su decreto
reglamentario de los procedimientos ante la Corte (Dec. 2067/91) y al menos un magistrado
de la Corte (Ciro Angarita), que en sus sentencias de tutela despliega una cláusula
decisional donde 152 Estas dos sentencias son ejemplos de la cláusula decisional Angarita.
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UNIDAD 6
pretende hacer obligatorio la ratio decidendi de sus fallos a casos futuros
análogos por sus hechos o circunstancias.
Esta línea de argumentación a favor del valor obligatorio del precedente de tutela es
derrotado tempranamente mediante la declaratoria de inexequibilidad del art. 23 del Dec.
2067/91. Este estado de cosas continuará hasta 1995, donde comienza la reacción por parte
de algunos de los magistrados (Gaviria y Cifuentes, principalmente). Con ellos se inicia una
reconstrucción de la obligatoriedad de la jurisprudencia mediante la utilización del
concepto de “doctrina constitucional” y del principio de igualdad (C.P.13). Esta línea
argumentativa terminará triunfando al interior de la Corte, que finalmente anuncia de
manera unánime una doctrina del valor precedencial del precedente (C-037/96). El segundo
período, que va de 1995 en adelante, podría ser graficado así:
¿Cuál es el nivel de obligatoriedad de las sentencias
de revisión de tutela de la Corte Constitucional
colombiana?
x
x
Cifuentes
M.P. Gaviria
C.P. 13
x
La sentencia tiene
T-123/95
La jurisprudencia es
valor de precedente
M.P. Cifuentes
fuente meramente
para casos futuros
auxiliar no vinculante
análogos por sus
para casos futuros. La
hechos.
x
ley es fuente única del
x
C-037/96
M.P. Naranjo
x
SU-047/99
M.P. Gaviria/Martínez
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UNIDAD 6
de la sociedad colombiana. Algunas de estas sentencias consagraban, en
consecuencia, posiciones utópicas e incluso contra-sistémicas. Su energía política se
derivaba de la refundación constitucional de 1991, en una época temprana en que la energía
de una nueva creación política todavía corría tumultuosamente por los circuitos políticos.
Con frecuencia desconcertante estas sentencias provienen de la pluma de Ciro Angarita,
quien es el magistrado que mejor se identifica con el pathos de renovación de la Carta del
91. Las características de estas sentencias, por otra parte, hacen que estén plagadas de
obiter dicta y que, debido a su energía reformista, expresaran balances constitucionales
que no tuvieron vocación de permanencia dentro de la jurisprudencia. Estas dos
características hacen que estas sentencias sean documentos de la mayor importancia pero
que no contengan, en la mayoría de los casos, los balances constitucionales actualmente
vigentes.
Las sentencias hito son aquéllas en las que la Corte trata de definir con autoridad
una sub-regla de derecho constitucional. Estas sentencias, usualmente, originan cambios o
giros dentro de la línea. Estas variaciones se logran mediante técnicas legítimas en las que
se subraya la importancia de la sentencia: cambio jurisprudencial, unificación
jurisprudencial, distinción de casos, distinción entre ratio y obiter, y otras técnicas
análogas. Son, usualmente, sentencias ampliamente debatidas al interior de la Corte y es
más probable que susciten salvamentos o aclaraciones de voto por parte de magistrados
disidentes. Las sentencias de unificación (SU) usual, pero no necesariamente, son
sentencias hito. Es importante notar, igualmente, que las sentencias SU no son, a priori,
estructuralmente más importantes que sentencias normales de revisión (T-) dentro de la
línea. El peso estructural de la sentencia dentro de la línea tiene que ser apreciado en
concreto por el investigador. Las técnicas de variación de la línea jurisprudencial serán
discutidas con más detenimiento en el siguiente capítulo.
Finalmente, las sentencias confirmadoras de principio son aquellas que se
ven a sí mismas como puras y simples aplicaciones, a un caso nuevo, del principio o ratio
contenido en una sentencia anterior. Con este tipo de sentencias los jueces descargan su
deber de obediencia al precedente. La mayor parte de sentencias de la Corte son de este
tipo, mientras que las sentencias hito o las sentencias fundadoras de línea constituyen una
proporción relativamente muy pequeña del total de la masa decisional.
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UNIDAD 6
minación de la jurisprudencia y, a veces, el mismo cambio jurisprudencial, son
técnica potencialmente adecuadas de interpretación de sentencias. ¿Podría Ud.
dar ejemplos de estas técnicas? ¿Puede Ud. tratar de definir las circunstancias en
que su uso es apropiado y legítimo?
• Elabore la línea jurisprudencial respecto de los límites constitucionales im-puestos
a la conciliación prejudicial como requisito de procedimiento, con fundamento en el nicho
citacional realizado en los casos del módulo anterior. Recuerde que se trata del nicho
elaborado a partir de la sentencia arquimédica C-1195/01, M.P. M. Cepeda E. y M. Monroy
C.
TRABAJO EN GRUPO
En la unidad anterior se estudiaron los “escenarios constitucionales” de la “objeción
de conciencia” en Colombia. La objeción de conciencia, en desarrollo de la libertad de
conciencia, le permite a los ciudadanos abstenerse de realizar actos que parecen, prima
facie, exigidos, cuando éstos entran en conflicto con creencias religiosas personales que
forman parte importante de su identidad personal y grupal. En la unidad anterior también se
afirmó que la objeción de conciencia se ha desarrollado en tres patrones fácticos básicos
(que allí también denominamos
“escenarios constitucionales”): en un primer escenario, se ha litigado la libertad de
conciencia de personas que son obligadas a trabajar o estudiar, sin alternativa viable, en sus
días de guarda (véase, por ejemplo, las sentencias T-26/95, T-982/01 y T-539a/01); en
segundo lugar, se ha litigado la libertad de conciencia de personas que alegan haber sido
obligadas a realizar actos que atentan contra su moralidad religiosa, (tales como asistir a
homenajes a la bandera –en la sentencia T-877/99- o a realizar bailes indecentes –en la T-
588/98-); y, en tercer lugar, están las sentencias en donde se examina la existencia o no en
Colombia de un derecho a objetar de conciencia la prestación del servicio militar (en las
sentencias T-409/92, C-511/94 y T-363/95).
A continuación se le presentan unos formatos en blanco para que, después de
estudiar detenidamente las sentencias hito de estos temas, realice las siguientes actividades:
• En cada uno de los gráficos, debe confeccionar el mapa de un escenario
constitucional en los que se resuelve la objeción de conciencia en Colombia.
• Plantee para cada gráfico, el problema jurídico concreto que la línea
jurisprudencial busca resolver: no olvide que es fundamental identificar el patrón fáctico
básico de la línea.
• Identifique los dos polos entre los que puede oscilar la posición de la Corte.
• Identifique las sentencias hito de la correspondiente línea jurisprudencial.
• Grafique la posición de las sentencias hito.
• Enuncie, luego de realizado el ejercicio, el estado de la doctrina constitucional
actualmente vigente sobre el tema.
0
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UNIDAD 7
Hemos llegado a la conclusión segura que en Colombia existe una doctrina del
precedente en la jurisdicción constitucional. Varios fallos de la Corte desde 1995 así lo
confirman: así, por ejemplo, las sentencias T-123/95, C-037/96, SU-047/99 y, finalmente,
C-836/01. Sentencias como la T-123/95, T-175/98
y C-836/01 se plantean la cuestión si esta doctrina del precedente también se aplica
en la jurisdicción común respecto de las sentencias de las otras altas cortes (Corte Suprema,
Consejo de Estado y Consejo Superior dentro de los temas de sus competencias
constitucionales).
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UNIDAD 7
de obrar de conformidad con su criterio. Sin embargo, un caso especial se presenta
cuando el término de comparación está constituido por una sentencia judicial proferida por
un órgano judicial colocado en el vértice de la administración de justicia cuya función sea
unificar, en su campo, la jurisprudencia nacional. Si bien sólo la doctrina constitucional de
la Corte Constitucional tiene el carácter de fuente obligatoria (Corte Constitucional,
sentencia C-.083 de 1995, MP Dr.
Carlos Gaviria Díaz), es importante considerar que a través de la jurisprudencia
- criterio auxiliar de la actividad judicial - de los altos órganos jurisdiccionales, por
la vía de la unificación doctrinal, se realiza el principio de igualdad. Luego, sin perjuicio de
que esta jurisprudencia conserve su atributo de criterio auxiliar, es razonable exigir, en aras
del principio de igualdad en la aplicación de la ley, que los jueces y funcionarios que
consideren autónomamente que deben apartarse de la línea jurisprudencial trazada por las
altas cortes, que lo hagan, pero siempre que justifiquen de manera suficiente y adecuada su
decisión, pues, de lo contrario, estarían infringiendo el principio de igualdad (CP art. 13). A
través de los recursos que se contemplan en cada jurisdicción, normalmente puede
ventilarse este evento de infracción a la Constitución.”
Así también la sentencia C-037/96:
“Por lo demás, cabe puntualizar que las sentencias judiciales a través de las cuales
se deciden acciones de tutela, sólo tienen efectos en relación con las partes que intervienen
en el proceso (Decreto 2591/91, art. 36). Sin embargo, la doctrina constitucional que define
el contenido y alcance de los derechos constitucionales, sentada por la Corte
Constitucional, con ocasión de la revisión de los fallos de tutela, trasciende las situaciones
concretas que le sirven de base y se convierte en pauta que unifica y orienta la
interpretación de la Constitución. El principio de independencia judicial, tiene que
armonizarse con el principio de igualdad en la aplicación del derecho, pues, de lo contrario,
se corre el riesgo de incurrir en arbitrariedad. La jurisprudencia de los altos órganos
jurisdiccionales, por medio de la unificación doctrinal, persigue la realización del principio
de igualdad. Por consiguiente, sin perjuicio de lo observado respecto de la doctrina
constitucional, la exequibilidad del segundo numeral del artículo 48, materia de examen, se
declarará bajo el entendido de que las sentencias de revisión de la Corte Constitucional, en
las que se precise el contenido y alcance de los derechos constitucionales, sirven como
criterio auxiliar de la actividad de los jueces, pero si éstos deciden apartarse de la línea
jurisprudencial trazada en ellas, deberán justificar de manera suficiente y adecuada el
motivo que les lleva a hacerlo, so pena de infringir el principio de igualdad (T-123/95).”
De aquí se desprende que la doctrina del precedente en Colombia obliga a los jueces
a que respeten el precedente tanto horizontal (sus propios fallos) como vertical (los fallos
de la jurisprudencia de las Altas Cortes). El principio de independencia judicial, sin
embargo, los autoriza a apartarse de la línea jurisprudencial trazada por las Altas Cortes.
Pero el apartarse está severamente condicio-
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UNIDAD 7
llegar a identificar sentencias hito y a formar líneas jurisprudenciales. Hecho esto, el
juez al menos tiene ya la posibilidad de plantearse el problema sobre seguir o no la doctrina
constitucional. Antes, el desconocimiento de dicha doctrina, era un problema inexistente.
La ignorancia de las sub-reglas de la doctrina constitucional es, pues, un argumento
ilegítimo en el derecho colombiano.
El segundo argumento ilegítimo es este: El juez ha identificado la doctrina
constitucional vigente, reconoce que tiene sub júdice un caso análogo en sus hechos y
circunstancias por el superior o por él mismo y decide, sin más, inaplicar las reglas
jurisprudenciales. Así, el juez se está poniendo en posición de renuencia o desobediencia
ante las sub-reglas. Este es, evidentemente, un recurso ilegítimo y potencialmente
compromete la responsabilidad del juez de manera más clara que lo que lo haría la mera
ignorancia del precedente.
Descartados los argumentos ilegítimos, el juez debe, por regla general, aplicar la sub-regla
constitucional al caso análogo que le haya sido presentado. El primer paso en este proceso
es, evidentemente, identificar de manera técnica la doctrina constitucional vigente dentro de
la línea de precedentes. Luego que esta identificación ha sido hecha, el juez posee, en todo
caso, la posibilidad de apartarse de dicho precedente siempre que ofrezca justificación
suficiente y adecuada. A este tipo de justificación lo hemos denominado “argumentos
legítimos”. El uso de estos argumentos debe ser muy cuidadoso y sincero, por parte del
juez. Se trata, adicionalmente, de recursos argumentativos excepcionales porque, se insiste,
la confianza social radica en que la apliación del derecho sea uniforme y predecible.
Los principales argumentos legítimos que sirven como justificación suficiente y
adecuada para inaplicar un precedente son:
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Interpretando las sentencias: RATIO DECIDENDI, OBITER DICTUM,
disanalogía y cambio de jurisprudencia
puede, por tanto, hacer una interpretación directa de los textos constitucionales sin
tener que tomar en cuenta la fuerza gravitacional de la jurisprudencia (puesto que no existe
sobre ese punto). Este fenómeno, sin embargo, es ya raro al día de hoy y se hará aún más
raro en la medida en que la jurisprudencia vaya cubriendo nuevos sectores de la realidad
social que no haya examinado con anterioridad. En estos casos, cuando existan, el esfuerzo
y la seriedad del juez deben ser máximos porque se trata de un caso novel que seguramente
está abriendo camino en algún aspecto del derecho constitucional colombiano. En este caso
el juez está operando funcionalmente como Alta Corte y su sentencia tiene gran
importancia jurídica.
La sentencia debe ser correspondiente a esta situación.
Es fundamental anotar en todo caso que el juez debe demostrar claramente por qué
considera que hay disanalogía respecto de los precedentes constitucionales o, aún más, por
qué piensa que hay un vacío jurisprudencial que le impida recurrir a los sub-reglas. Estos
argumentos deben ser sinceros. Una declaración meramente estratégica de disanalogía con
el propósito real de desobedecer el precedente compromete la responsabilidad del juez.
A. Conceptos fundamentales
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UNIDAD 7
de los cuales depende más directamente) se le denomina “ratio decidendi” del
caso.
Los jueces, por tanto, le deben obediencia a la ratio decidendi de precedentes
donde se establezca la doctrina constitucional vigente.
Luego de esta breve caracterización, conviene ahora repasar cómo la Corte
Constitucional explicó originalmente la distinción entre ratio y obiter en la
sentencia SU-047/99:
“[…] Ratio decidendi, alcance del respeto al precedente y cosajuzgada
constitucional implícita.
48- Para comprender el alcance de la obligatoriedad de un precedente, resulta
indispensable distinguir entre los diversos aspectos de una decisión judicial. Así, siguiendo
en parte la terminología de los sistemas del Common Law, que es en donde más
fuerza tiene la regla del “stare decisis”, y en donde por ende más se ha desarrollado la
reflexión doctrinal en este campo, es posible diferenciar muy esquemáticamente entre la
parte resolutiva, llamada a veces “decisum”, la “ratio decidendi” (razón de la decisión) y
los “obiter dicta” (dichos al pasar).
Estos conceptos son formulados de distinta manera y con lenguajes diversos por los
autores, lo cual ha generado a veces agudas discusiones conceptuales. Sin embargo, su
sentido esencial es relativamente claro: Así, el decisum es la resolución concreta del caso,
esto es, la determinación específica de si el acusado es o no culpable en materia penal, si el
demandado debe o no responder en materia civil, si al peticionario el juez le tutela o no su
derecho, si la disposición acusada es o no retirada del ordenamiento, etc. Por su parte, la
ratio dedicendi es la formulación general, más allá de las particularidades irrelevantes del
caso, del principio, regla o razón general que constituyen la base de la decisión judicial
específica. Es, si se quiere, el fundamento normativo directo de la parte resolutiva. En
cambio constituye un mero dictum, toda aquella reflexión adelantada por el juez al motivar
su fallo, pero que no es necesaria a la decisión, por lo cual son opiniones más o menos
incidentales en la argumentación del funcionario.
Ahora bien, estos diversos componentes de una sentencia tienen distinta
obligatoriedad en el Common Law. Así, el decisum, una vez que la providencia está
en firme, hace tránsito a cosa juzgada y obliga a los partícipes en el proceso. Sin
embargo, y contrariamente a lo que a veces se piensa, esta parte resolutiva no constituye en
sí misma el precedente, ni vincula a los otros jueces, por la sencilla razón de que a éstos no
corresponde decidir ese problema específico sino otros casos, que pueden ser similares,
pero jamás idénticos. Por ello, en el sistema del Common Law es claro que el precedente
vinculante es la ratio decidendi del caso, ya que ese principio abstracto, que fue la base
necesaria de la decisión, es el que debe ser aplicado por los jueces en otras situaciones
similares. Así lo señaló
con claridad en Inglaterra Lord Jessel, en el caso Osborne v Rwlet de 1880, en
donde precisó que “la única cosa que es vinculante en una decisión judicial es el principio
que sirvió de base a la decisión”. Finalmente, los obiter dicta tienen una fuerza persuasiva,
que puede ser mayor o menor según el prestigio y jerarquía del
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UNIDAD 7
tenga efectos vinculantes sobre otros jueces y adquiera la obligatoriedad de un
precedente. En efecto, en general, los jueces no son electos democráticamen-te, ni tienen
como función básica formular libremente reglas generales. A ellos les corresponde
exclusivamente resolver los casos que les son planteados por las partes; es lo que algunos
autores denominan la “virtud pasiva” de la jurisdicción, para hacer referencia al hecho de
que los jueces no tienen la facultad de poner en marcha autónomamente el aparato judicial
ya que sólo actúan a petición de parte, y no por voluntad propia, y su intervención está
destinada a resolver los casos planteados. Esto explica que desde prácticamente el inicio de
sus actividades la Corte Suprema de los Estados Unidos se haya abstenido de formular
consejos y recomendaciones, ya que su función es estrictamente resolver casos; igualmente,
por la misma razón, esta Corte Constitucional ha precisado que cuando una norma ha sido
acusada, pero no se encuentra vigente, ni produce efectos, el pronunciamiento de esta
Corporación debe ser, en general, inhibitorio, por carencia actual de objeto.
Esta cualidad pasiva de la jurisdicción es esencial para preservar el principio
democrático y la separación de poderes. Así, inevitablemente los jueces, al decidir casos,
crean en ocasiones derecho, puesto que precisan el alcance de las reglas jurídicas
existentes, o llenan vacíos y resuelven contradicciones del ordenamiento. Sin embargo, para
que esa producción incidental e intersticial de derecho por parte de los jueces no sea
riesgosa para la democracia, es necesario que ella ocurra exclusivamente en el ámbito de la
resolución de casos, pues si se permite que ésta se desarrolle desvinculada de litigios
judiciales concretos, entonces claramente la rama judicial invadiría las órbitas de actuación
de los otros órganos del Estado, y en particular del Legislador, en detrimento del principio
democrático. Por ello, únicamente el principio general que sirvió de sustento directo para
resolver el caso, esto es la ratio decidendi, puede aspirar a convertirse en precedente
vinculante, mientras que las otras opiniones incidentales, al no estar inescindiblemente
ligadas al asunto planteado al juez, a lo sumo tienen un valor pedagógico y persuasivo.
52- El anterior análisis justifica no sólo por qué únicamente la ratio decidendi es
vinculante como precedente sino que además lleva a una conclusión ineludible: el juez que
decide el caso no puede caprichosamente atribuir el papel de ratio decidendi a cualquier
principio o regla sino que únicamente tienen tal carácter aquellas consideraciones
normativas que sean realmente la razón necesaria para decidir el asunto. Esto es obvio, pues
si se permite que el propio juez, al resolver un caso de una manera, invoque como ratio
decidendi cualquier principio, entonces desaparecen la virtud pasiva de la jurisdicción y la
propia distinción entre opiniones incidentales y razones para decidir.
Por ello, en realidad, son los jueces posteriores, o el mismo juez en casos ulteriores,
quienes precisan el verdadero alcance de la ratio decidendi de un asunto, de suerte que la
doctrina vinculante de un precedente “puede no ser la ratio decidendi que el juez que
decidió el caso hubiera escogido sino aquélla que es aprobada por los jueces posteriores”.
Este fenómeno explica entonces ciertas técnicas inevitables que modulan la
0
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Interpretando las sentencias: RATIO DECIDENDI, OBITER DICTUM,
disanalogía y cambio de jurisprudencia
fuerza vinculante de los precedentes: así, en algunos eventos, el juez posterior
“distingue” (distinguishing) a fin de mostrar que el nuevo caso es diferente del
anterior, por lo cual el precedente mantiene su fuerza vinculante, aunque no es aplicable a
ciertas situaciones, similares pero relevantemente distintas, frente a las cuales entra a operar
la nueva jurisprudencia. En otros casos, el tribunal posterior concluye que si bien en
apariencia, la ratio decidendi del caso anterior parece aplicarse a la nueva situación, en
realidad ésta fue formulada de manera muy amplia en el precedente, por lo cual es
necesario concluir que algunos de sus apartes constituyen una opinión incidental, que no se
encontraba directamente relacionada a la decisión del asunto. El tribunal precisa entonces la
fuerza vinculante del precedente, ya que restringe (narrowing) su alcance. En otras
situaciones, la actuación del juez ulterior es contraria y amplía el alcance de una ratio
decidendi que había sido entendida de manera más restringida. En otras ocasiones, el
tribunal concluye que una misma situación se encuentra gobernada por precedentes
encontrados, por lo cual resulta necesario determinar cuál es la doctrina vinculante en la
materia. O, a veces, puede llegar a concluir que un caso resuelto anteriormente no puede
tener la autoridad de un precedente por cuanto carece verdaderamente de una ratio
decidendi clara.
53- La Corte Constitucional considera que el anterior análisis, si bien es tomado en
alguna medida del derecho privado y de los sistemas del Common Law, es no sólo
pertinente y esclarecedor para la discusión sobre el alcance de la cosa juzgada
constitucional sino que, además, armoniza con los criterios que esta Corporación ya ha
adelantado en varias oportunidades.
Así, en primer término, al analizar el alcance de la cosa juzgada constitucional, esta
Corte ha distinguido, con otras palabras, entre decisum, ratio decidendi y obiter dicta. Dijo
entonces esta Corporación:
“¿Que parte de las sentencias de constitucionalidad tiene la fuerza de la cosa
juzgada?
La respuesta es doble: poseen tal carácter algunos apartes de las sentencias en forma
explícita y otros en forma implícita.
Primero, goza de cosa juzgada explícita la parte resolutiva de las sentencias, por
expresa disposición del artículo 243 de la Constitución.
Segundo, goza de cosa juzgada implícita los conceptos de la parte motiva que
guarden una unidad de sentido con el dispositivo de la sentencia, de tal forma que no se
pueda entender éste sin la alusión a aquéllos.
En efecto, la parte motiva de una sentencia de constitucionalidad tiene en principio
el valor que la Constitución le asigna a la doctrina en el inciso segundo del artículo 230:
criterio auxiliar -no obligatorio-, esto es, ella se considera obiter dicta.
Distinta suerte corren los fundamentos contenidos en las sentencias de la Corte
Constitucional que guarden relación directa con la parte resolutiva, así como los que la
Corporación misma indique, pues tales argumentos, en la medida en que tengan un nexo
causal con la parte resolutiva, son
UNIDAD 7
también obligatorios y, en esas condiciones, deben ser observados por las
autoridades y corrigen la jurisprudencia.153
La anterior referencia muestra que esta Corte ha señalado que una sentencia tiene
las mismas partes mencionadas anteriormente, y que cada una de ellas tiene un efecto
obligatorio específico, tal y como señaló en los fundamentos anteriores de la presente
providencia. Así, explícitamente la Corte señala que las motivaciones incidentales son un
mero dictum, que no es obligatorio sino persuasivo; la parte resolutiva o decisum hace
tránsito a cosa juzgada, con la particularidad de que en los juicios de constitucionalidad de
las leyes tiene efecto erga omnes; y, finalmente, la cosa juzgada implícita equivale a la ratio
decidendi, razón por la cual esta Corporación le ha reconocido efectos vinculantes. Estas
distinciones y criterios han sido reiterados por la Corte en decisiones posteriores, en
especial en la sentencia C-037 de 1996, en donde esta Corporación precisó:
“Sólo será de obligatorio cumplimiento, esto es, únicamente hace tránsito a cosa
juzgada constitucional, la parte resolutiva de las sentencias de la Corte Constitucional. En
cuanto a la parte motiva, como lo establece la norma, esta constituye criterio auxiliar para
la actividad judicial y para la aplicación de las normas de derecho en general; sólo tendrían
fuerza vinculante los conceptos consignados en esta parte que guarden una relación
estrecha, directa e inescindible con la parte resolutiva; en otras palabras, aquella parte de la
argumentación que se considere absolutamente básica, necesaria e indispensable para servir
de soporte directo a la parte resolutiva de las sentencias y que incida directamente en ella.
En segundo término, en varios casos, esta Corte ha aplicado las anteriores
distinciones, con el fin de mostrar que una aparente variación de una doctrina constitucional
sentada en una decisión anterior, en realidad no tenía tal carácter, sino que constituía la
mera corrección de una opinión incidental de la parte motiva. Así, al reexaminar el alcance
del delito de enriquecimiento ilícito en la sentencia C-319 de 1996, esta Corporación
explícitamente se apartó de los criterios que había adelantado sobre ese delito en una
decisión anterior (sentencia C-127 de 1993), en donde había sostenido que para que una
persona pudiera ser condenada por ese hecho punible, las actividades delictivas de donde
derivaba el incremento patrimonial debían estar judicialmente declaradas. Sin embargo, la
Corte invocó las anteriores decisiones y concluyó que no había cambio de jurisprudencia,
por cuanto esas consideraciones no eran vinculantes, al no estar indisolublemente ligadas a
la decisión de exequibilidad.”
153 Sentencia C-131 de 1993. MP Alejandro Martínez Caballero.
UNIDAD 7
de la misma dentro de la línea jurisprudencial. Una vez seleccionadas de esta
manera la (o las) sentencias hito que contienen la doctrina vigente, el juez debe proceder a
“interpretarlas”: la obediencia relativa al precedente sólo lo obliga a aplicar la ratio
decidendi de los fallos que tengan fuerza gravitacional vigente sobre el caso
que está decidiendo. De esta manera resulta claro que los jueces tienen el deber de
interpretar la sentencia para extraer los contenidos que de allí se consideran prima facie
vinculantes. Esta labor es hermenéutica por esencia y exige, a partir de ahora, una breve
incursión en las principales discusiones que se han dado sobre el tema.
La larga experiencia de trabajo con precedentes en el common law llevó, con el
tiempo, a la consolidación de dos grandes visiones explicativas de la distinción entre ratio
decidendi y obiter dictum. Esta gran división de opiniones fue recogida desde el
primer momento (aunque con alguna inadvertencia) por la jurisprudencia colombiana. En
efecto, en la SU-47/99 la Corte dice lo siguiente (en un párrafo reproducido más arriba):
“52- […] El juez que decide el caso no puede caprichosamente atribuir el papel de
ratio decidendi a cualquier principio o regla sino que únicamente tienen tal carácter
aquellas consideraciones normativas que sean realmente la razón necesaria para decidir el
asunto. Esto es obvio, pues si se permite que el propio juez, al resolver un caso de una
manera, invoque como ratio decidendi cualquier principio, entonces desaparecen la virtud
pasiva de la jurisdicción y la propia distinción entre opiniones incidentales y razones para
decidir.
Por ello, en realidad, son los jueces posteriores, o el mismo juez en casos ulteriores,
quienes precisan el verdadero alcance de la ratio decidendi de un asunto, de suerte que
la doctrina vinculante de un precedente “puede no ser la ratio decidendi que el juez
que decidió el caso hubiera escogido sino aquélla que es aprobada por los jueces
posteriores”154
El lector puede observar en estos párrafos dos fuerzas que expresan sentidos más o
menos opuestos a pesar de los esfuerzos de la Corte por reconciliarlos: en el primer párrafo
se hace énfasis en que los jueces obren con virtudes pasivas y sólo reconozcan como ratio
decidendi “aquellas consideraciones normativas que sean realmente
necesarias para decidir el asunto”. Esta advertencia busca evitar que los jueces inventen
rationes decidendi que no aparecen realmente en el texto y que, por
tanto, desvirtuarían el deber de obediencia al mismo. Se trata, dentro de esta visión, de
evitar el capricho y la arbitrariedad judiciales. Esta preocupación de la Corte sugiere (así la
no se diga explícitamente) que la mejor forma de evitar el 154 Aquí la Corte cita la obra de
Dennis Keenan, English Law, Pitman, Londres, 1989, pág. 134 .
UNIDAD 7
de la siguiente manera: hay, en primer lugar, obiter dictum cuando los apartes en
discusión de la sentencia, aunque explícitos, no hacen parte del tema central o esencial del
estudio suscitado por los artículos bajo análisis en la sentencia de constitucionalidad, o
cuando dichos párrafos no sean estrictamente requeridos para fallar el caso. De contracara,
constituyen “tema esencial” todos aquellos argumentos que se hacen necesarios y que
reciben tratamiento explícito y detenido por parte de la Corte para resolver el
problema de exequilidad o inexequibilidad de una norma bajo discusión.
Con estos criterios, la distinción entre ratio y obiter queda incorporada en
el mismo texto de la sentencia que se analiza: es ratio aquel argumento que
consciente y explícitamente le permite a la Corte llegar a la decisión; el obiter, de otro
lado, son argumentos incidentales, secundarios, subdesarrollados o, incluso, ausentes que
no se requieren para la conclusión alcanzada.
Esta forma de ver la distinción es la que parece ser captada en la diferencia entre
“cosa juzgada implícita” y “cosa juzgada aparente” mencionada anteriormente: la “cosa
juzgada implícita”, o ratio decidendi hace referencia a aquellos apartes del fallo que,
luego de plena consideración por parte de la Corte sobre el fundamento de las normas
acusadas, “guardan unidad de sentido”, “están inescindiblemente unidos”, con el
dispositivo ó parte resolutoria de la sentencia (también denominado “cosa juzgada
explícita”). Así, por ejemplo, sostiene la Corte respecto de la C-222/96:
“ninguno de los artículos demandados hace referencia a la responsabilidad
individual de los congresistas, por lo cual no era necesario, para declarar la exequibilidad o
la inexequibilidad de esas normas, adelantar las reflexiones que la Corte hizo sobre la
naturaleza de los juicios en el Congreso y las responsabilidades judiciales de los
representantes y senadores”.
La segunda forma de ver la distinción entre ratio y obiter es más hermenéutica y
está directamente emparentado con teorías realistas (o al menos, no formalistas) del
precedente en el mundo anglo-sajón. Se trata, ya lo hemos dicho, de una noción más
hermenéutica del precedente y sus posibilidades de manipula-ción son mucho mayores.
En esta segundo vía los argumentos centrales explícitos presentados por el juez anterior
pueden, en ocasiones, ser mero obiter dictum. En esta circunstancia se trata
de encontrar el verdadero principio o razón (y no el aparente o textual) que
llevó a la decisión de la Corte. Esta definición de ratio decidendi invita a una
racionalización ulterior de la sentencia por parte del juez que decide el caso nuevo: el juez,
pues, no está obligado a seguir como precedente los argumentos explícitos que el juez
original creyó que justificaban su sentencia sino, más bien, a
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por parte de los ciudadanos, y por otra parte, el beneficio en justicia o contempo-
raneidad de la regla. El cambio de jurisprudencia debe, por tanto, tener una clara visión de
todos estos aspectos. Por lo exigente de su aplicación se trata de una técnica de uso
excepcional.
Es evidente que cada juez es responsable del precedente horizontal y por tanto de la
utilización (o no) del cambio de jurisprudencia. En casos de precedente vertical o jerárquico
es igualmente claro que los jueces de instancia no pueden efectuar cambios de la
jurisprudencia de las Altas Cortes. A ellos solo les está
abierta la posibilidad de utilizar los otros argumentos legítimos expuestos más
arriba.
La siguiente discusión, extraída de la sentencia SU-047/99, es indicativa de las
dificultades que presenta esta técnica:
Respeto a los precedentes y cambio jurisprudencial
43- El respeto a los precedentes cumple funciones esenciales en los ordenamientos
jurídicos, incluso en los sistemas de derecho legislado como el colombiano.
Por ello, tal y como esta Corte lo ha señalado, todo tribunal, y en especial el juez
constitucional, debe ser consistente con sus decisiones previas160, al menos por cuatro
razones de gran importancia constitucional. En primer término, por elementales
consideraciones de seguridad jurídica y de coherencia del sistema jurídico, pues las normas,
si se quiere que gobiernen la conducta de los seres humanos, deben tener un significado
estable, por lo cual las decisiones de los jueces deben ser razonablemente previsibles. En
segundo término, y directamente ligado a lo anterior, esta seguridad jurídica es básica para
proteger la libertad ciudadana y permitir el desarrollo económico, ya que una caprichosa
variación de los criterios de interpretación pone en riesgo la libertad individual, así como la
estabilidad de los contratos y de las transacciones económicas, pues las personas quedan
sometidas a los cambiantes criterios de los jueces, con lo cual difícilmente pueden
programar autónomamente sus actividades. En tercer término, en virtud del principio de
igualdad, puesto que no es justo que casos iguales sean resueltos de manera distinta por un
mismo juez. Y, finalmente, como un mecanismo de control de la propia actividad judicial,
pues el respeto al precedente impone a los jueces una mínima racionalidad y universalidad,
ya que los obliga a decidir el problema que les es planteado de una manera que estarían
dispuestos a aceptar en otro caso diferente pero que presente caracteres análogos. Por todo
lo anterior, es natural que en un Estado de derecho, los ciudadanos esperen de sus jueces
que sigan interpretando las normas de la misma manera, por lo cual resulta válido exigirle
un respeto por sus decisiones previas.
160 Ver, por ejemplo, entres otras, las sentencias T-13 de 1995 y C-400 de 1998.
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que esa nueva regla sólo era aplicable a la Cámara de los Lores, pero no a los otros
jueces, que siguen entonces vinculados a los precedentes de la más alta corporación judicial
inglesa, al menos hasta que ésta no los varíe, o sean modificados por una ley del
Parlamento.
45- Una primera conclusión se impone: si bien las altas corporaciones judiciales, y
en especial la Corte Constitucional, deben en principio ser consistentes con sus decisiones
pasadas, lo cierto es que, bajo especiales circunstancias, es posible que se aparten de ellas.
Como es natural, por razones elementales de igualdad y seguridad jurídica, el sistema de
fuentes y la distinta jerarquía de los tribunales implican que estos ajustes y variaciones de
una doctrina vinculante sólo pueden ser llevados a cabo por la propia corporación judicial
que la formuló. Por tal razón, y debido al especial papel de la Corte Constitucional, como
intérprete auténtico de la Carta y guardiana de su integridad y supremacía, corresponde a
esa Corporación, y sólo a ella, modificar las doctrinas constitucionales vinculantes que haya
desarrollado en sus distintos fallos.
46- De otro lado, y debido a las funciones esenciales que juega en un Estado de
derecho el respeto al precedente, la variación de una jurisprudencia o una doctrina
constitucional no es un asunto de poca monta sino que debe ser cuidadosamente evaluado
por los jueces. Por ello, en anterior oportunidad, esta Corporación había explicado qué
requisitos debía cumplir un cambio de jurisprudencia para que fuera legítimo. Dijo
entonces la Corte:
“En ese orden de ideas, un tribunal puede apartarse
de un precedente cuandoconsidere necesario hacerlo,
pero en tal evento tiene la carga de argumentación,
estoes, tiene que aportar las razones que justifican el
apartamiento de las decisiones anteriores y la
estructuración de una nueva respuesta al problema
planteado. Además,para justificar un cambio jurisprudencial no basta que el
tribunal considere que la interpretación actual es un poco mejor quela anterior,
puesto que el precedente, por el solo hecho de serlo,
goza ya de unplus,pues ha orientado el sistema
jurídico de determinada manera. Por ello, paraque
un cambiojurisprudencial no sea arbitrario es necesario
que el tribunalaporte razones que sean de un peso y una fuerza tales que, en elcaso
concreto, primen no sólo sobre los criterios que sirvieronde base a la decisión en el
pasado sino, además, sobre las consideraciones de seguridad jurídica e igualdad que
fundamentan elprincipio esencial del respeto del precedente en un Estado de
derecho(subrayas no originales). 163 ”
Por consiguiente, con base en esas pautas, es rigurosamente válido que la Corte
Constitucional rectifique y precise los criterios adelantados sobre la inviolabilidad
parlamentaria en las sentencias C-222 de 1996 y C-245 de 1996. En efecto, como se
mostró, la doctrina sentada en esas decisiones no sólo es hermenéuticamente apresurada
sino que conduce a un desconocimiento grave de la 163 Sentencia C-400 de 1998. MP
Alejandro Martínez Caballero. Fundamento jurídico No 57.
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• Los jueces deben evitar la utilización de técnicas ilegítimas de interpretación
jurisprudencial.
Su • Los jueces deben siempre utilizar las técnicas legítimas de interpretación
constitucional.
• El cambio de jurisprudencia exige un deber excepcional de argumentación por
parte del fallador.
• La jurisprudencia ayuda, pero no reemplaza la responsabilidad personal del
fallador en el estudio y solución del caso
• ¿Existe realmente contradicción entre las sentencias C-1433/00
y C-1064/01?
• ¿Cuál es su apreciación del asunto? ¿Piensa Ud. que hubo un adecuado manejo del
precedente?
• ¿Cuál es la ratio decidendi en dichas sentencias?
• ¿Cuál es la sub-regla constitucional en materia de reajuste de salarios que lo obliga
a Ud. en virtud del principio del precedente?
• Examinó Ud. anteriormente la línea jurisprudencial sobre la conciliación
prejudicial como requisito de procedibilidad. ¿Cree Ud.
que hay un adecuado respeto al precedente en esa línea? ¿Son reconciliables las
sentencias C-893/01 y C-1195/01? ¿Cómo manejaría Ud. esta situación? ¿Cuál es la
doctrina constitucional vinculante en este caso?
VIII. Uso de las técnicas legítimas en el precedente vertical y en el precedente horizontal
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del precedente exige del juez una doble carga en casos en que no parezca razonable
seguirlo: en primer lugar, una carga de transparencia en el sentido en que es necesario
conocer y anunciar los precedentes vigentes que gravitan en contra de la nueva posición
que se va a tomar, con lo que se prohíbe el cambio oculto de jurisprudencia; y, en segundo
lugar, los jueces tienen que cumplir con una carga de argumentación, es decir, tienen que
mostrar con claridad por qué la nueva posición jurisprudencial es superior jurídica y
moralmente a la anteriormente adoptada, con lo que se prohibe el cambio jurisprudencial
discrecional.
La sentencia C-836/01 ahonda algo en las maneras cómo puede cumplirse
satisfactoriamente con la segunda carga de argumentación, es decir, en los motivos
suficientes y razonables que hacen un cambio jurisprudencial constitucionalmente legítimo
frente a la fuerza inercial prima facie que debe tener el precedente. Para la Corte
Constitucional, en general, el precedente vertical ata con mayor fuerza a los jueces
inferiores que el auto-precedente a la propia Corte de cierre. Según esta visión, entonces, la
Corte Constitucional piensa que todos los jueces tienen el deber de respetar la fuerza
inercial de la jurisprudencia de la Alta Corte; este deber, sin embargo, es algo más débil en
el caso del auto-precedente de Alta Corte ya que ella está mejor posicionada que los jueces
inferiores para realizar cambios, motivados y razonables, de su propia jurisprudencia. Por
estas razones la Corte habla de que en casos de precedente vertical la jurisprudencia tiene
un plus normativo (esto es, ata más firmemente) que cuando se trata del auto-precedente o
precedente horizontal.
A. Cambio en el precedente vertical
Hechas estas consideraciones la Corte pasa a anunciar los casos en que parece
razonable apartarse de las líneas jurisprudenciales ya asentadas. Aquí la Corte expone el
listado de argumentos legítimos para apartarse del precedente vertical. Dado el plus
normativo del precedente vertical, la Corte confeccio-
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En esta causal la Corte Constitucional le da a los jueces inferiores una potestad que
usualmente le niegan los sistema anglo-sajones de stare decisis. Se trata de la
posibilidad de realizar cambio prospectivos de jurisprudencia, esto es, de advertir en
sentencias muy cuidadosamente argumentadas que ha habido variaciones fundamentales en
la situación social, política y económica que hacen que la doctrina jurisprudencial adoptada
hasta ahora sea inequitativa o injurídica, en términos generales. Esta advertencia, como se
ve, se puede hacer antes que la Alta Corte haya reparado en el tema e implica una
confrontación consciente con la jurisprudencia existente.
3) Finalmente, la Corte recuerda que en puridad no existe fuerza gravitacional en el
precedente cuando
“la jurisprudencia sobre un determinado aspecto de derecho sea contradictoria o
imprecisa. Puede ocurrir que haya sentencias en las cuales frente a unos mismo supuestos
de hecho relevantes, la Corte haya adoptado decisiones contradictorias o que el fundamento
de una decisión no pueda extractarse con precisión. En estos casos, por supuesto, compete a
la Corte Suprema unificar y precisar su propia jurisprudencia. Ante falta de unidad en la
jurisprudencia, los jueces deben hacer explícita la diversidad de criterios, y optar por las
decisiones que interpreten de mejor manera el imperio de la ley, a partir de una adecuada
determinación de los hechos materialmente relevantes en el caso.”169
En estos casos es evidente que los jueces pueden moverse más libremente dentro de
la jurisprudencia, hasta que la Alta Corte delimite con mayor precisión su posición.
B. Cambio en el precedente horizontal
La Corte ve con una mayor laxitud el cambio del auto-precedente al interior de la
Alta Corte, sin que eso signifique un retorno al sistema libre de jurisprudencia. En ese
orden de ideas, la Corte Suprema, por ejemplo, puede variar su jurisprudencia dentro de las
siguientes categorías generales que constituyen motivos suficientes y razonables:
“La expresión “erróneas” que predica [el artículo 4º de la Ley 169 de 1896] de las
decisiones de la Corte Suprema puede entenderse de tres maneras diferentes, y cada
interpretación da lugar a cambios jurisprudenciales por razones distintas. En primer lugar,
cuando la doctrina, habiendo sido adecuada en una situación social determinada, no
responda adecuadamente al cambio social 169 Ibíd. Considerando 19.
0
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Interpretando las sentencias: RATIO DECIDENDI, OBITER DICTUM,
disanalogía y cambio de jurisprudencia
posterior. Como se analizó de manera general en el numeral 18 supra170, este tipo
de error sobreviniente justifica que la Corte cambie su propia jurisprudencia. En segundo
lugar, la Corte puede considerar que la jurisprudencia resulta errónea, por ser contraria a los
valores, objetivos, principios y derechos en los que se fundamenta el ordenamiento jurídico.
En estos casos también está justificado que la Corte Suprema cambie su jurisprudencia para
evitar prolongar en el tiempo las injusticias del pasado, haciendo explícita tal decisión. En
tercer lugar, como resulta apenas obvio, por cambios en el ordenamiento jurídico positivo,
es decir, debido a un tránsito constitucional o legal relevante.”171
Todo esto, aclara la Corte, sin que se regrese al sistema de la jurisprudencia libre:
“Debe entenderse entonces que el error judicial al que hace referencia
[el artículo 4º] justifica el cambio de jurisprudencia en los términos expresados,
pero no constituye una facultad del juez para desechar la doctrina de la Corte Suprema de
Justicia sin un fundamento explícito suficiente.”172
La diferencia evidente entre los dos listados se concentra en un punto esencial:
mientras que la Corte Suprema queda autorizada para cambiar la doctrina jurisprudencial
errónea sin que medie circunstancias de cambio social, político y económico, los jueces
inferiores, al controvertir el precedente vertical tienen que acomodarse a este estándar,
evidentemente superior, de argumentación. Queda por ver si este tratamiento separado que
da la Corte al precedente vertical y horizontal describe adecuadamente las prácticas de los
jueces en todos sus niveles. El mensaje a todos ellos sigue siendo la necesidad de tomarse
en serio los precedentes como exigencia indispensable de la Constitución colombiana.
170 Citado en este mismo trabajo en la página anterior.
171 C-836/01. Considerando 21.
172 Ibidem.
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UNIDAD 7
A modo de conclusión del módulo
La aplicación directa de la Constitución a casos de tutela y derecho común ha
generado la necesidad, cada vez más apremiante, de unificar la jurisprudencia.
Esta necesidad, a su vez, se traduce en la exigencia de utilizar en Colombia una
doctrina del precedente que dé coherencia a los pronunciamientos judiciales sobre el
significado de los derechos fundamentales en el país.
El presente módulo ha pretendido contribuir en ese sentido, dándole a los jueces
puntos de referencia (prácticos y teóricos) que les permita cualificar el uso de la
jurisprudencia constitucional. Nada obsta, de otra parte, que estas mismas técnicas sean
utilizadas en el manejo de la jurisprudencia en las otras ramas del derecho. Muy por el
contrario, la utilización sistemática y coherente de la jurisprudencia, en todas las
disciplinas y especialidades del derecho, es un imperativo de justicia que redundaría en la
seriedad, certeza y eficacia del desempeño de la función. De igual forma, es evidente que
los ciudadanos ganarían en dicho proceso: La aplicación uniforme de los derechos
fundamentales es un forma de garantizar, al unísono, la justicia y la seguridad jurídica.
De otro lado, es preciso insistir en que la doctrina del precedente no disminuye la
independencia judicial. Todo lo contrario. Como se ha mostrado a lo largo de este módulo,
el juez tiene la responsabilidad de definir cuál es el precedente aplicable e, incluso en ese
caso, conserva la posibilidad de desplegar las técnicas legítimas de manejo del mismo. Así,
el juez es todavía legítimo fallador de cada caso, sólo que sometido a la necesidad de
conversar con la jurisprudencia constitucional nacional, en un esfuerzo por perfeccionar el
sentido y la profundidad de los derechos fundamentales.
La supervivencia en el país de la acción de tutela, de la aplicación directa de la
Constitución y de los derechos fundamentales son responsabilidades que pesan sobre los
hombros de los falladores de instancia. Un manejo técnico y responsable de la técnica del
precedente puede ayudarlos en ese sentido.
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