Análisis 03485-2012-AA
Análisis 03485-2012-AA
Análisis 03485-2012-AA
EXP. N. 003485-2012-PA/TC
Lid Beatriz Gonzales Guerra y
Keith Carlos Enrique Mamani Ticona
Voto de Blume y Ramos
Delimitación de petitorio
1. Declare la nulidad de la Resolución 02-2010-MP-ODCI-PUNO, de fecha 4 de Octubre de
2010, a través de la cual, vía queja de oficio, se inició procedimiento disciplinario contra los
actores por una presunta inconducta funcional (conducta deshonrosa en su vida de relación
social que ha desprestigiado la imagen del Ministerio Público).
2. Identifica los siguientes derechos con ámbito constitucionalmente protegido:
- el derecho a la comunicación previa y detallada de la infracción administrativa, vinculado con el
derecho de defensa (en tanto se cuestiona que la resolución impugnada no ha precisado cuál es la
conducta que se imputa y que pueda calificarse como “conducta deshonrosa en su vida de relación
social”).
- el derecho a la intimidad (en tanto se cuestiona que el medio probatorio, en base al cual se les ha
iniciado proceso disciplinario, es un video grabado sin el consentimiento de los actores y en un
ambiente íntimo como la habitación de un hotel).
si bien los actores han alegado que la imputación de una infracción consistente en una “conducta
deshonrosa en su vida de relación social” afecta su derecho a la dignidad, sobre todo por no haber
sido precisada en la resolución cuestionada o cuando los hechos están referidos a la vida privada de
los recurrentes, dicho cuestionamiento en realidad se enmarca también prima facie en el ámbito
constitucionalmente protegido del derecho a la intimidad, en tanto el procedimiento disciplinario
instaurado estaría produciendo una intromisión en la vida afectiva íntima de los demandantes
la norma que contiene la falta imputada no es una norma con rango de ley, dicho aspecto no se
encuadra dentro del contenido constitucionalmente protegido del principio de legalidad de las
sanciones administrativas, dado que como el Tribunal Constitucional ya lo ha precisado (STC
0197-2010-PA/TC, fundamento 5) y conforme lo establece también el artículo 230.4 de la Ley
27444, las sanciones administrativas pueden estar contenidas en reglamentos, siempre que así lo
habilite expresamente la Ley que asigna competencias sancionadoras al ente administrativo
correspondiente. En el presente caso, dicho requisito se cumple, dado que los artículos 51 y 58 de la
Ley Orgánica del Ministerio Público, han delegado la tipificación de las sanciones en el
Reglamento de Organización y Funciones de la Fiscalía Suprema de Control Interno del Ministerio
Público.
3. afectación de los derechos fundamentales a la comunicación previa y detallada de la
infracción administrativa, vinculado con el derecho de defensa, y el derecho a la intimidad.
Procedencia de la demanda
4. se habría producido la sustracción de la materia, por Resolución 14-20 11-MPODCI-PUNO,
de fecha 14 de noviembre de 2011, por la que se declaró infundada la queja de oficio.
5. Art. I CPC se puede declarar fundada la demanda aun cuando la lesión haya cesado o se
haya convertido en irreparable, debiendo precisar los alcances de decisión y ordenar que no
vuelva a incurrir en la misma lesión ius-fundamental que motivó la interposición de la
demanda, permite que el juez constitucional no vea reducida su actividad a la verificación de
la tutela del derecho subjetivo del actor, sino que cumpla un rol crucial en la concretización
del contenido constitucionalmente protegido por los derechos fundamentales, al margen de
que haya decaído el interés de las partes en el proceso (dimensión objetiva del proceso
constitucional, STC 0228-2009-PA/TC, fundamentos 12-14).
6. Dimensión objetiva es importante:
i) Archivamiento no se ha sustentado en el reconocimiento de la afectación de los derechos
fundamentales invocados, salvo en el caso de la existencia de prueba prohibida, el órgano
emplazado no tiene claro sus márgenes de actuación en lo relativo:
a. la forma cómo debió llevar adelante el procedimiento sancionador (derecho a la comunicación
previa y detallada de la infracción administrativa, vinculado con el derecho a la defensa), y
b. la frontera entre la vida privada de los demandantes y su responsabilidad funcional, y,
ii) constitucionalmente relevante definir el alcance del derecho a la intimidad, en situaciones como
la presente, donde una conducta privada es enjuiciada como parte de la responsabilidad institucional
de los fiscales.
7. relevante definir el alcance de protección constitucional del derecho a la intimidad frente a
la potestad sancionadora de los organismos del Estado por faltas catalogadas como
conductas impropias en la vida de relación social (vida privada), que afectan la imagen de
una institución estatal determinada, en el marco de una interpretación constitucional de
carácter más general (dimensión objetiva).
Afectación al derecho a la comunicación previa y detallada de la infracción administrativa
Premisa Normativa
10. Debido proceso, reconocido en el inciso 3 del artículo 13 de la Constitución, no solo tiene una
dimensión estrictamente jurisdiccional, sino que se extiende también al procedimiento
administrativo y, en general, a cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter
materialmente jurisdiccional.
Derecho al debido procedimiento administrativo, reconocido en jurisprudencia TC y Ley 27444,
Ley del Procedimiento Administrativo General, en cuyo artículo IV. 1.2. se reconoce el derecho de
los administrados a exponer sus argumentos (derecho de defensa), a ofrecer y producir prueba
(derecho a la prueba) y a obtener una decisión motivada y fundada en Derecho (derecho a la
debida motivación). Adicionalmente a estos, en su artículo 243, inciso 3, ha previsto, para el caso
del procedimiento sancionador, el derecho del administrado de ser notificado de los hechos que se
le imputan a título de cargo, de la calificación de las infracciones que tales hechos pueden constituir,
y la expresión de las sanciones que, en su caso, se les pudiera imponer, así como la autoridad
competente para imponer la sanción y la norma que atribuya tal competencia.
11. la notificación de los hechos y de la conducta jurídica que se imputa al administrado en el
procedimiento administrativo sancionador es una reproducción, en sede administrativa, del derecho
a la comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada, contenido en el
artículo 8 b) de la Convención Americana de Derechos Humanos y en los artículos 9 inciso 2), y 14,
3), a) del Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos; además de una concreción del derecho
a no ser privado de defensa en ninguna etapa del proceso contenido en el artículo 139, inciso 14, de
la Constitución de 1993.
Premisa fáctica:
12. (...) conforme se aprecia de los considerandos de la Resolución 02-2010-MP.ODCI-PUNO de la
ODCI Puno, en ningún momento se aprecia cuál es la conducta antijurídica desplegada por ellos
que califica como falta administrativa, se limita a reproducir textualmente el correo electrónico
remitido por el pseudónimo “Napoleón Churata” y el acta de visualización del video también
remitido por este al correo institucional del Ministerio Publico, para luego concluir que “ los hechos
que se le imputan a los señores fiscales […] constituyen una conducta deshonrosa en su vida de
relación social, la misma ha desprestigiado la imagen del Ministerio Público, cuyo hecho se debe
investigar dentro del marco del debido proceso”.
(Justificación externa)
12. Esta escueta conclusión, en modo alguno, deja ver específicamente cuál es la conducta que la
Administración considera, dentro de los hechos narrados en el correo o en el acta de visualización
del video, Procesos de tutela de derechos 313 que se enmarca en el supuesto normativo del artículo
23 literal g) del Reglamento de Organización y Funciones de la Fiscalía Suprema de Control
Interior del Ministerio Público, referido a la “conducta deshonrosa en la vida de relación social”.
Específicamente, en el correo remitido por el pseudónimo “Napoleón Churata”, se acusa a los
fiscales de infidelidad, favores sexuales a cambio de asesoramiento y manejo de expedientes fuera
del despacho judicial; sin embargo, la Oficina Desconcentrada de Control Interno del Ministerio
Público no precisa si el procedimiento disciplinario se abre por alguna de estas imputaciones o por
todas ellas, situación que afecta el derecho de defensa de los recurrentes, al carecer de los elementos
mínimos para ejercer la defensa técnica y fáctica requerida.
13. No hubo subsanación con la aclaración mediante Resolución 09-2011- MP-ODCI-PUNO, de
fecha 8 de julio de 2011 como asume el Primer Juzgado Mixto de San Ramón, por cuanto ello es
parcial (Lid Beatriz Gonzáles Guerra), por indicar la imputación de “conducta deshonrosa en su
vida de relación social”
Conclusión
12. La Oficina Desconcentrada de Control Interno del Ministerio Publico, al momento de abrir el
procedimiento disciplinario, mediante la Resolución 02-2010-MP.ODCI-PUNO, ha vulnerado el
derecho a la comunicación previa de la infracción administrativa imputada, y con ello el derecho de
defensa de los recurrentes.
13. No precisa la especifica conducta antijurídica que se le imputa como una “conducta deshonrosa
en su vida de relación social”, debido a que en el caso de Mamani Ticona, se afectó jurisprudencia
relevante del Tribunal Constitucional del derecho a la comunicación previa y detallada de la
infracción administrativa y, con ello, de su derecho de defensa.
17. El derecho a la intimidad ha sido definido por el Tribunal Constitucional como el poder
jurídico de rechazar intromisiones en la vida íntima o familiar de las personas. La vida intima
o familiar, a su vez, ha sido definida, como aquel ámbito de la vida privada, donde la persona
puede realizar los actos que crea conveniente para dedicarlos al recogimiento, por ser una zona
alejada a los demás en que tiene uno derecho a impedir intromisiones y queda vedada toda invasión
alteradora del derecho individual a la reserva, la soledad o el aislamiento, para permitir el libre
ejercicio de la personalidad moral que tiene el hombre al margen y antes de lo social (STC
6712-2005-HC/TC, fundamento 39).
18. derecho a la intimidad, considerado como el derecho a un espacio íntimo casi infranqueable; o
el derecho a la vida privada, considerado como el derecho a un espacio más amplio de actuaciones
reservadas o excluidas de intromisiones externas, tiene su fundamento en el derecho al libre
desarrollo de la personalidad (derecho que el Tribunal Constitucional ha considerado incorporado
en el artículo 2, inciso 1, de la Constitución, y que permite el ejercicio de la autonomía moral del ser
humano, STC 0032-2010-PI/TC fundamento 22) ...En el caso del espacio proporcionado por la vida
privada, permite el sujeto lleve a cabo, con un margen de libertad razonable, sus demás relaciones
sociales, profesionales, actividad financiera, etc.
20. derecho a la intimidad se encuentra materialmente reservado para lo más íntimo de la persona y
de la familia, para los datos más sensibles, entre los que podemos incluir, sin pretensiones de
exhaustividad, a todos aquellos datos relativos a la salud, las preferencias sexuales, o los afectos y
emociones de los seres más cercanos. El derecho a la vida privada, por su parte, como lo ha
interpretado el Tribunal Constitucional, protege un círculo más amplio de actividades y relaciones
que no pueden calificarse como íntimas, pero que merecen también protección frente a
intromisiones externas.
21. la intimidad, en este contexto, tiene una protección reforzada en relación con el derecho a la
vida privada (STC6712-2005-HC-TC, fundamento 38). Estos dos derechos, a su vez, fundamentan
otra serie de derechos que buscan justamente proteger ciertos espacios donde la persona pueda
actuar con esa expectativa legítima de privacidad que es inherente al espacio donde su actividad se
desarrolla...diversos derechos reconocidos en el texto constitucional, como lo son: el derecho a la
inviolabilidad del domicilio (articulo 2 inciso 9), el derecho al secreto y inviolabilidad de las
comunicaciones privadas (artículo 2 inciso 10), el derecho al secreto profesional (artículo 2 inciso
18), el derecho al secreto bancario o el derecho a la reserva tributaria (artículo 2 inciso 5), permiten
construir ese espacio donde la persona debe ser, en principio, invulnerable. Y aunque estos derechos
tienen una naturaleza formal, en el sentido de que protegen todo lo que se desarrolla bajo esos
espacios, al margen de que contengan datos sobre lo íntimo o lo privado, su reconocimiento
constitucional justamente permite el desarrollo de la vida privada o la intimidad que el individuo
requiere. Es decir, aunque son derechos autónomos, son derechos instrumentales al derecho a la
intimidad y a la vida privada.
22. los derechos a la intimidad y a la vida privada: óptica material (protegidos bajo su ámbito
normativo aquellos datos, actividades o conductas que materialmente puedan ser calificadas de íntimas
o privadas) y óptica subjetiva (aquello que el propio sujeto decida, brindando tutela no solo a la faz
negativa del derecho (en el sentido del derecho a no ser invadido en ciertos ámbitos), sino a una faz más
activa o positiva (en el sentido del derecho a controlar el flujo de información que circule respecto a
nosotros). Bajo esta perspectiva, el derecho a la intimidad o el derecho a la vida privada, han permitido
el reconocimiento, de modo autónomo también, del derecho a la autodeterminación informativa.
24. Uno de los ámbitos donde estos límites se presentan con más notoriedad es el ámbito
relacionado con la vida privada e íntima de las personas con proyección pública, personajes
públicos, altos cargos públicos o simplemente funcionarios públicos. es preciso advertir que, en
ciertos casos, incluso determinados ámbitos de la vida privada de los funcionarios públicos pueden ser
expuestos, siempre y cuando los mismos se encuentren directamente relacionados a cuestiones de
interés público. No en vano hemos sido enfáticos en afirmar que no debe confundirse el concepto de
interés público con cuestiones de mera curiosidad.
25. El criterio que más bien parece ser orientador es el de la relación de determinados aspectos de la
vida privada del funcionario público con el interés público.
26. Serie de supuestos donde la información de la vida privada puede alcanzar relevancia pública:
i) cuando, de alguna manera, a pesar de tener un componente de vida privada, tiene que ver
con las funciones que esa persona ejecuta;
ii) cuando se refiere al cumplimiento de un deber legal como ciudadano;
iii) cuando resulta un dato relevante sobre confianza depositada en él; y
iv) cuando se refiere a la competencia y a las capacidades para el ejercicio de sus funciones.
27. Estos supuestos (a excepción del primero, donde lo relevante es la inconducta funcional que se
conoce a partir de la revelación de algún dato de la vida privada) asumen como transcendente para el
conocimiento y escrutinio público no solo el desempeño público de la persona con proyección pública
(un candidato a un cargo político por ejemplo), o la forma de ejercicio de las funciones (en el caso de
una autoridad), sino otros aspectos que puedan hablar respecto de la idoneidad o capacidad moral para
el desempeño de la función pública a la cual se aspira o que ya se ejerce.
29. En síntesis, las conductas privadas de los funcionarios públicos o de los que aspiran a serlo,
pueden ser escrutadas o enjuiciadas en el ámbito público, cuando indiquen la falta de aptitud moral
del funcionario o del candidato a serlo para generar o mantener la confianza que la ciudadanía debe
tener en la función pública. El desapego o el incumplimiento, como particular, de las reglas que él
mismo debe cumplir o hacer cumplir como funcionario público es el caso típico de conducta
privada del funcionario que puede hacer perder la confianza en el ejercicio adecuado de la función
pública. A ello se refiere la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuando afirma que uno
de los casos donde la vida privada del funcionario público adquiere relevancia pública es el caso del
“incumplimiento de un deber legal como ciudadano”, esto es, un deber (como particular) referido al
bien público que el funcionario debe proteger. No es este, sin embargo, el único caso donde la
conducta privada del funcionario puede hacer perder la confianza en el ejercicio adecuado de la
función pública, Y es que una conducta privada que no suponga la desafección con la cosa pública
también puede generar la pérdida de la autoridad moral necesaria para el ejercicio del cargo público
cuando, por ejemplo, dicha conducta privada revele la ausencia de las cualidades morales mínimas
que debe poseer toda persona que ejerza un cargo público en un Estado Constitucional o cuando
dichas conductas demuestren el apartamiento manifiesto del cuadro material de valores que
contiene la Constitución, como por ejemplo, las conductas vigentes y las conductas odiosamente
discriminatorias o vejatorias de la dignidad de la persona.
Conductas que originan intervención del derecho a la intimidad y vida privada de los
funcionarios públicos.
Premisa fáctica
33. No es este, sin embargo, el extremo que cuestionaremos en esta sentencia, ya que, como se
advertirá posteriormente, la violación de los derechos de los demandantes no solo tuvo como razón
de ser la existencia de información obtenida a través de una intervención no autorizada y
desproporcionada en el derecho fundamental a la intimidad, sino la aplicación de la cláusula
contenida en el literal g) del artículo 23 del Reglamento de Organización y Funciones de la
Fiscalía Suprema de Control Interno del Ministerio Público para un caso en el que, como el
presente, no se encuentra involucrada la “vida de relación social”.
Conclusión
34. Instaurar un procedimiento disciplinario sancionador contra recurrentes resultó
inconstitucional:
1. La conducta cuestionada en el presente caso ha sido sujeta a una investigación en virtud del
literal g) del artículo 23° del Reglamento de Organización y Funciones de la Fiscalía Suprema
de Control Interno del Ministerio Público, según el cual será objeto de sanción el funcionario que
cometiera “[c]onducta deshonrosa, ya sea en su actividad laboral o en su vida de relación social,
en este último caso, cuando la misma desprestigie la imagen del Ministerio Público”.
Premisa normativa
En efecto, el literal g) del artículo 23 del Reglamento sanciona las “conductas deshonrosas”
cometidas no solo en el centro laboral, sino además aquellas cometidas en la “vida de relación
social”, siempre y cuando, en este último caso, se desprestigie la imagen del Ministerio Público.
Evidentemente, la precisión que efectúa el Reglamento en relación con las conductas deshonrosas
cometidas en el marco de la “vida de relación social”, al supeditar su sanción a que las mismas
afecten la imagen del Ministerio Público, no es casual.
(Tiene por propósito la sanción de aquellas conductas que resulten institucional y funcionalmente
nocivas, y que sean desplegadas en el ámbito de lo público, pues ello se encuentra en la posibilidad
real e inminente de perjudicar la imagen de la institución).
No cualquier conducta ajena al centro laboral deba ser objeto de una sanción disciplinaria, sino
aquella que pueda perjudicar institucionalmente al Ministerio Público.
Premisa fáctica
En el caso se aprecia un supuesto distinto puesto que el inicio del procedimiento sancionador tuvo
por objeto evaluar la posibilidad de reprimir una conducta desplegada en un lugar en el que los
demandantes mantenían una expectativa considerable de privacidad, lo cual genera que no
nos encontramos propiamente ante un supuesto en el que se encuentre involucrada la noción
de “vida de relación social”.
Lo contrario significaría que validemos la posibilidad de la invasión de los lugares más recónditos
en los que la persona humana manifiesta su personalidad, entre ellos, claro está, el propio domicilio,
entendido de la manera en que ha sido concebido en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
3. La falta en base a la cual se seguía el procedimiento disciplinario, esto es, la presencia de una
doble relación sentimental, no tiene relación con un interés público relevante.
(la posibilidad de que un aspecto de la vida privada de los funcionarios públicos sea conocida en el
ámbito público), lo hemos hecho tomando en consideración la relación que puede existir entre dicho
aspecto y la capacidad moral de la persona
En el caso de autos, aún cuando la infidelidad imputada a doña Lid Beatriz González Guerra (con
su novio) pueda ser reprochable desde las pautas morales sociales vigentes, dicha conducta no dice
nada acerca de su aptitud para cumplir, y por ende, hacer cumplir la ley, lo cual es su finalidad de
acuerdo al artículo 1 del Decreto Legislativo 052, Ley Orgánica del Ministerio Público. Ello no
solo porque la fidelidad en las relaciones sentimentales no se encuentra preordenada en ninguna
norma del sistema jurídico, sino porque dicha cualidad moral privada no guarda relación con alguna
aptitud moral mínima para el desempeño de un cargo público.
Empero la eventual imposición de una sanción disciplinaria por una conducta de este tipo si
bien puede considerarse como orientada a proteger la confianza que los ciudadanos deben
tener en las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley (idoneidad de la medida), y puede
ser considerada necesaria en el sentido de no existir otra forma igualmente idónea de impedir
que los funcionarios no la lleven a cabo (necesidad de la medida), la referida medida no
supera el juicio de proporcionalidad en sentido estricto, dado que la relación entre este acto
llevado a cabo en la vida íntima de una persona y su idoneidad moral como autoridad para hacer
cumplir la ley no es tan fuerte como el grado de afectación del derecho a la intimidad de los
recurrentes, donde quedan al descubierto sus vivencias y emociones más íntimas relacionadas con
su vida afectiva.
En efecto, cuando la Comisión Interamericana señala que uno de los supuestos de relevancia
pública de la vida privada de los funcionarios es el cumplimiento de un deber legal, este organismo
internacional completa la oración diciendo que dicho deber legal es “como ciudadano”. Dicha
expresión parece referirse, si nos atenemos a su literalidad, al deber que el funcionario tiene como
particular, pero en su relación con el Estado.
Ello tiene sentido, por cuanto el incumplimiento de deberes del funcionario, como particular, pero
en relación con la res publica puede hacer perder confianza en la ciudadanía respecto del adecuado
ejercicio de la función pública: quien no muestra identificación con la res publica como particular
tampoco sentirá dicha identificación cuando ejerza la función pública, por lo que no resulta apto
moralmente para imponer a los demás la contribución al bien público. En estos casos, como ya se
dijo líneas arriba, el grado de vinculación entre la conducta privada del funcionario y el ejercicio de
su función pública es estrecho, por lo que la medida de imponerle una sanción disciplinaria por el
incumplimiento de su deber legal como ciudadano protege con un grado de importancia elevado el
fin de preservar la confianza de los ciudadanos en la función pública. La sanción disciplinaria, en
dicho caso, sería constitucional.
Sin embargo, en el caso del incumplimiento de deberes legales no relacionados con la res publica,
como los deberes en calidad de trabajadores, empleadores, miembros de una asociación o club,
accionistas, profesores, o en la condición de padres, hijos o esposos, el grado de vinculación entre la
conducta privada del funcionario y el ejercicio de su función pública, no aparece tan claramente
como en el anterior caso, pues no se encuentra en juego la identificación del funcionario con el
bien público, sino solo la ausencia de cumplimiento de la ley, por lo que una posible sanción
disciplinaria por el incumplimiento de su deber legal protege con un grado de importancia
bajo el fin de preservar la confianza de los ciudadanos en la función pública [Teniendo en
cuenta que la posible imposición de una medida disciplinaria por una conducta realizada en el
ámbito privado (como trabajador, empleador, accionista, miembro de una asociación o club,
accionista, profesor, etc.) afecta el derecho a la vida privada, de un modo medianamente intenso], el
desarrollo de un procedimiento administrativo que suponga una grave intromisión en la
intimidad resulta inconstitucional.
En el caso en que la conducta privada enjuiciada (el incumplimiento del deber legal) sea una
conducta realizada en la condición de padre, hijo o esposo, una eventual medida disciplinaria contra
dicha inconducta interviene en el espacio más reservado de la intimidad, lo que supone una
afectación ius-fundamental más grave.
El derecho a la intimidad, respecto del derecho a la vida privada, tiene una protección superlativa y
los ámbitos que quedan bajo su esfera gozan de una mayor protección constitucional, por lo que, el
escrutinio público de actos de la vida íntima y familiar del sujeto solo puede producirse cuando
se encuentre en juego un interés público claramente apreciable y preeminente, lo que, como ya se
dijo, no sucede cuando se juzga a un funcionario por el incumplimiento de un deber legal que no
tiene que ver con el bien público.
La posibilidad de imponer una sanción disciplinaria a uno de los demandantes por conductas
relativas a la vida íntima personal o familiar, que aunque suponen el incumplimiento de un
deber legal, no tiene relación con el bien público, resulta también inconstitucional.
En el caso concreto
La falta por la cual se abrió procedimiento disciplinario en contra de los recurrentes (doble
relación sentimental o infidelidad) no guarda una relación estrecha con la idoneidad moral que
deben tener los recurrentes para el ejercicio de sus cargos como fiscales, y, más bien, supone una
intervención grave en el espacio reservado para su intimidad, la instauración del procedimiento
disciplinario en su contra resulta inconstitucional.
35. notamos que la Fiscalía Suprema de Control Interno del Ministerio Público, en lugar de
establecer la conexión entre la doble relación sentimental de los recurrentes con algún aspecto
relevante del ejercicio de su función como fiscales, hizo llamados a que los fiscales “actúen en su
vida privada, conforme a los principios, valores de probidad, ser personas íntegras, honorables y
rectas. Conducir sus vidas por el camino correcto” (Resolución 09-2011-MP-ODCI-PUNO, fojas
240). Asimismo, dispuso no solo la declaración de los imputados, sino que ordenó se lleven a cabo
diligencias de averiguación de los hechos en el Hotel Mayaqui, donde se habría grabado el video
(Resolución 09-2011-MP-ODCI-PUNO, fojas 241). Ello pone en evidencia que no solo se intervino
indebidamente en la intimidad de los recurrentes, sino que se buscó imponer una determinada moral
sobre sus decisiones respecto de sus vidas afectivas, lo cual tiene una especial incidencia en el
derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Por los fundamentos expuestos, nuestro voto es porque se declare FUNDADA la demanda, y se
disponga que la Fiscalía Suprema de Control Interno del Ministerio Público no vuelva a incurrir en
las mismas lesiones de los derechos fundamentales, explicitadas en los fundamentos 13, 34 a), b) y
c) de la presente sentencia.
Delimitación de controversia
4.
i) si se ha vulnerado el derecho de defensa de los fiscales demandantes, específicamente si se
les ha comunicado correctamente la conducta antijurídica que se les imputa;
ii) si se ha vulnerado su derecho a la intimidad, específicamente si existe o no relevancia
pública en la investigación del Órgano de Control del Ministerio Público.
En tal sentido, no se puede alegar indefensión cuando de lo antes expuesto se desprende que la
conducta que se pretende investigar, entre otras, ha sido precisada en la resolución
aclaratoria, así como también se ha determinado la disposición reglamentaria que se estaría
infringiendo
Derecho a la intimidad
12. la posición en mayoría, los demandantes afirman que se ha vulnerado su derecho a la intimidad
en la medida que:
i) la apertura del proceso disciplinario en su contra es inconstitucional, pues el medio
probatorio en el cual se sustenta dicha apertura se ha obtenido con evidente violación del
derecho a la intimidad, dado que se trata de un video grabado en la habitación de un hotel y
sin el consentimiento de los involucrados; y
ii) que la imputación de una infracción consistente en una “conducta deshonrosa en su vida de
relación social” afecta su dignidad, dado que, entre otras razones, está referida a la vida
privada de los recurrentes.
31. no son acertadas las afirmaciones contenidas en el fundamento 34.a: “que el inicio del
procedimiento sancionador tuvo por objeto evaluar la posibilidad de reprimir una conducta
desplegada en un lugar en el que los demandantes mantenían una expectativa considerable de
privacidad, lo cual genera que no nos encontramos propiamente ante un supuesto en el que se
encuentre involucrada la noción ´vida de relación social`” (sic). No son acertadas porque:
13. hasta dónde puede avanzarse en el control jurisdiccional...considero necesario que, en este caso,
sobre todo si estamos ante un concepto jurídico indeterminado, debiera apreciarse si se respetaron
los elementos reglados de esa actuación (cumplimiento de competencias y procedimientos
previamente establecidos), si se hizo una adecuada evaluación de los hechos sucedidos (los hechos
determinantes), o si se cumplió con seguir ciertos principios generales del Derecho
(proporcionalidad, buena fe y confianza legítima, igualdad, interdicción de la arbitrariedad), y, por
último, evaluar si se respetaron los diversos derechos fundamentales.
14. estoy de acuerdo en que aquellos funcionarios a los que se encomienda la delicada labor de
representar a la sociedad en los procesos judiciales (artículo 159 inciso 3º de la Constitución) deben
observar una conducta intachable en el desempeño de la función y también en su “vida de relación
social”.
16. la comprensión de la referencia a “vida de relación social”, hecha en una norma como el artículo
23 inciso g) del Reglamento interno del Ministerio Público, debe ser entendida no solamente como
resultado de las actividades extra profesionales que desarrollen los fiscales en el ámbito público, y
que, además, afecten la imagen institucional del Ministerio Público. Deben también tomar otros
recaudos.
17. En ese sentido, un fiscal que participe en tumultos, o que se presente alcoholizado en reuniones
públicas, por describir solo algunos supuestos, incurriría en una conducta reprochable bajo la figura
en cuestión, pues además resulta claro que perjudica la imagen institucional. La eventual sanción a
aplicarse deberá ser evaluada a la luz de su gravedad en las concretas circunstancias de cada caso.
18. Ahora bien, conviene aquí preguntarse, qué es lo que ocurre si los actos de los fiscales
imputados que tiene que ver con el ejercicio de sus derechos a la libertad sexual y a la intimidad.
Esos actos, en cambio, no pueden ser objeto de sanción ni considerarse parte de la “vida de relación
social” a la que hace referencia la disposición del literal g) del artículo 23 de la Resolución 071-
2005-MP-FN-JFS que se cuestiona.
19. Conviene entonces anotar que este Tribunal Constitucional ya tiene resuelto que “… uno de esos
ámbitos de libertad en los que no cabe la injerencia estatal, porque cuentan con la protección
constitucional que les dispensa el formar parte del contenido del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, ciertamente es la libertad sexual. En efecto, como lo ha sostenido el Tribunal
Constitucional “las relaciones amorosas y sexuales (…) se hallan bajo el ámbito de protección del
derecho al libre desarrollo de la personalidad (…) se trata de una actividad estrictamente privada,
consustancial a la estructuración y realización de la vida privada (…) de una persona, propia de su
autonomía y dignidad [Exp. N.° 03901-2007- PA/TC, FJ 13 y Exp. N.° 01575-2007-PHC/TC FJ
13]” (STC 00008-2012-AI/ TC, Fundamento Jurídico 20).
20. En ese sentido, resulta evidente que los actos de la vida privada de cada quien (e incluso de los
funcionarios y funcionarias públicas, quienes también cuentan con intimidad y vida privada), y en
particular, las preferencias y actividades sexuales de la persona que son llevadas a cabo en esa
intimidad, no pueden ser sancionables, ello en mérito a que constituyen claras manifestaciones de la
vida privada, salvo que se acredite fehacientemente que esta conducta, vinculada a la intimidad,
tenga directa incidencia en el ejercicio de la función desempeñada.
22. Finalmente, y a mayor abundamiento, conviene tener presente que este Tribunal Constitucional
ha tenido oportunidad de anotar que el derecho a la inviolabilidad de domicilio (artículo 2°, inciso 9
de la Constitución), “… protege también las actividades realizadas por una persona en la habitación
de un hotel” (STC 06712-2005-HC/TC, Fundamento Jurídico 43).
FUNDADA