Sy SW PDF
Sy SW PDF
Sy SW PDF
Traductoras
Fany Keaton Kyda Miry GPE
Liillyana Beluu Val_17
Arantza Florbarbero Annie D
MaJo Villa Dannygonzal Jeyly Carstairs
Indra Daniela Agrafojo Vane Farrow
Alessandra Wilde Sandry Jasiel Odair
Pau_07 Mae NicoleM
anita0990 Vane hearts Kells
Beatrix Mire Beluu
Marie.Ang Pachi Reed15 Julie
Janira Mary Warner
Correctoras
Valentine Rose Laura Delilah Dannygonzal
NicoleM Alessandra Wilde Beatrix
Pachi Reed15 Daniela Agrafojo Miry GPE
Laurita PI Bells767 Amélie.
Vane hearts Jadasa SammyD
Helena Blake Mary Warner Sandry
itxi Ana Vila Vane Farrow
4
Lectura Final
Julie
Diseño
Ana Avila
Sinopsis Capítulo 12
Prólogo Capítulo 13
Capítulo 1 Capítulo 14
Capítulo 2 Capítulo 15
Capítulo 3 Capítulo 16
Capítulo 4 Capítulo 17
Capítulo 5 Capítulo 18
Capítulo 6 Capítulo 19
Capítulo 7 Capítulo 20
Capítulo 8 Capítulo 21
Capítulo 9 Capítulo 22
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11 Sobre el Autor
5
Página
Ellos no se han visto en seis años.
Ella siempre estuvo enamorada de él.
Él solo la veía como a una hermana pequeña.
Y ahora... regresó.
Brooklyn
Pensé que él era parte de un pasado lejano. Pensé que ya no sentía nada por
él, pero no estaba tan segura. Tenerlo en mi vida, por el tiempo que fuera, me hacía
ver las cosas de modo diferente. Tantas cosas cambiaron en los últimos seis años y
de alguna manera me había perdido a mí misma y olvidado por completo de mis
sueños.
Mi vida en casa sigue siendo un desastre, mi vida personal no era nada de lo
que se pudiera presumir y cuando veo lo exitoso que es, cómo se hizo realidad
todo lo que siempre había querido, no pude evitar sentirme carente en muchos
sentidos. Pero él está de regreso y me necesita. Yo sabía que era la única que
entiende esa parte de su vida, la única con la que está dispuesto a compartirla. Mi
corazón sigue latiendo demasiado fuerte y demasiado rápido por él y esta vez, los
dos somos adultos.
Tener una diferencia de edad de seis años no significa una mierda.
6
Nolan
Página
Regresar a Riverdale fue más difícil de lo que creí. Le había dado la espalda
a esa vida, pero siempre hubo una chica en mi cabeza. Pequeña B. Ahora ella no se
parece en nada a la niña de doce años que vi por última vez. Es una mujer joven,
hermosa y sexy. Yo no podía quedarme lejos. Hay algo que me atrae a ella y que va
más allá de mi necesidad de volver a conectar con ella, de tenerla de vuelta en mi
vida y llenar la parte vacía de mi pecho. Pero no podía olvidarme de la niña que
fue; no debería olvidarme de la niña que solía ser.
Al crecer con una madre drogadicta y sin nadie más, mi vecina, Brooklyn,
había sido mi único lugar feliz. Yo había cuidado de ella, y cuando me marché,
tuve que dejar detrás una gran parte de mí. No podía hacerlo de nuevo. La
necesitaba. Una vez más, ella es la única persona que quiero en mi vida, pero no
estaba seguro de si era por todas las razones correctas.
¿Había demasiados obstáculos en el camino?
7
Página
Prólogo
Traducido por Julie
Corregido por Valentine Rose
Pequeña B:
No puedo creer que esté haciendo esto. Nunca pensé que iba a ser tan idiota y
escribiría una carta para decirte esto. Es porque soy un cobarde y no puedo enfrentarte.
He pasado el último par de semanas pensando, imaginando tu rostro, la mirada en
tus ojos cuando te diga dos pequeñas palabras que nos separarán.
Me voy.
Nuestra amistad significa mucho para mí, y de verdad espero que la recuerdes. No
eres solo mi vecina pequeña, sino que eres mi mejor amiga y la brecha de seis años que nos
separa no cambia eso.
A pesar de que tu amistad, que tú, significan el mundo para mí, no puedo quedarme
más tiempo. Simplemente no puedo más. Tengo dieciocho años, me he graduado y ahora
tengo la universidad en mi futuro y por fin puedo seguir adelante. Ya no tengo que
centrarme en la mierda de mi madre, pues puedo construir mi propia vida. Mis sueños
están allí y tengo que aprovechar la oportunidad. Solo.
Tienes solo doce años, pero eres mucho más madura de lo que deberías ser. Me
conoces y estoy seguro de que, en el fondo, sabías que iba a hacer esto; irme sin mirar atrás.
Necesito esto, necesito un nuevo comienzo o de lo contrario no voy a ser capaz de pasar
página y seguir adelante.
Me rompe el corazón dejarte atrás con solo esta carta, pero no sé cómo hacerlo de
8
otra manera. No tengo ni idea, no sé a dónde voy con mi vida o si mis sueños se harán
Página
Brooklyn
Terminar un turno a las tres de la mañana era inhumano. Mis pies dentro de
unas zapatillas negras estaban matándome. Lo que no haría por un masaje en los
pies. Y en el cuello. Gruñí y bloqueé mi gastado y antiguo auto. Tomé mi bolsa y
caminé como una viejita hacia mi sencilla casa de un piso, en la cual mis padres no
se molestaron en dejar la luz del pórtico encendida para mi llegada tarde.
Me aseguré de no mirar a la casa de al lado. Mantuve mis ojos fijos en el
suelo y suspiré. No podía esperar a abandonar este vecindario. Me perseguían
demasiados recuerdos.
Subí los cuatro escalones hasta el pórtico y abrí la puerta, lista para tomar
una ducha e ir a la cama antes que mi mente vagara a lugares que no quería.
Retomé mi rutina. Tomé una ducha, no me molesté en secar mi largo cabello
castaño con mechones rojizos porque este julio, era uno de los más calientes de la
última década según los medios de comunicación local, caminé dentro de mi
habitación para ponerme el primer pijama que pudiera encontrar. Esta noche eran
10
pantalones cortos negros combinados con una descartada camiseta blanca que tiré
en la cama sin hacer esa mañana.
Página
Y luego, como todas las noche, fui a mi ventana desde donde podía ver la
casa de al lado. Abrí la ventana, consciente del dolor en mis brazos cansados
después de pasar horas cargando una bandeja. No podía dormir con las cortinas
cerradas.
Apenas me contuve antes de gritar. Allí, justo al otro lado de mi ventana se
encontraba un hombre al cual en realidad no podía ver en la oscuridad. Lo único
que pude notar fue que era alto con músculos sin grasa bajo sus ropas oscuras.
Debería cerrar las cortinas en vez de mirarlo. Después de todo, era bien sabido que
este vecindario no era ajeno a un traficante de drogas o dos. Pero me quedé en la
ventana, clavada en el acto. Había algo sobre él…
—¿Pequeña B?
Mi boca se abrió y negué con la cabeza. No era posible. Su voz sonaba más
profunda, pero con el mismo acento. No podía estar aquí. Se fue. Quiero decir, se
fue hace seis años. Y aun así, me llamaba Pequeña B.
Debería decir algo y jugar mi parte llamándolo Gran No, pero no podía. No
quería hacerlo y ni siquiera podía procesar su presencia aquí. Por lo que, abrí mi
ventana, el aire despejó mi mente y aclaré mi garganta. No debería sorprenderme
después de todo, pero lo hacía. Solo lo podía imaginar en mi mente como un chico
de dieciocho años, pero ahora es como un chico de veinticuatro años al cual ya ni
siquiera conozco. Todavía entumecida, intenté aceptar a este hombre como el chico
que solía conocer.
Su cabello castaño claro era abundante ahora y no corto como solía serlo. Un
suave mechón de cabello cayó sobre sus ojos color avellana que me estudiaban
atentamente. Su nariz era la misma, un poco demasiado grande para su rostro,
rompiendo su apariencia casi perfecta, mostrándole al mundo un hombre
extravagante que podría seducir a cualquiera, lo que sabía por hecho, con su
mandíbula firme, frente amplia oculta por su cabello ondulado libre de cualquier
producto para el cabello y sus cejas gruesas dándole un último toque a sus ojos.
Sus labios finos a penas se estrechaban en una sonrisa, pero cuando sí lo hacían,
era como si el mundo se pusiese al revés. Mis ojos captaron el aro en su labio
inferior. Me hallaba ahí cuando la obtuvo a los dieciséis.
Y entonces, el dolor que sentí a los doce cuando se fue regresó, pero ya no
era una niña ingenua. Volví a mirarlo a los ojos, fruncí el ceño y crucé los brazos
sobre mi pecho.
—Me llaman Brooklyn.
11
Solía ser tan seguro de sí mismo, a veces, incluso arrogante, pero ahora
sonaba inseguro. Me reí amargamente. Como si pudiera olvidarlo. —Eres Nolan
Bell, autor mejor vendido del New York Times, quien ha escrito como, cinco libros
hasta ahora.
Se apoyó en la ventana. Ahora nos encontrábamos casi a la misma altura.
Fue entonces cuando me di cuenta de cuánto crecí durante estos pasados seis años,
a pesar de que seguía siendo un poco más pequeña que él.
—Tenía la esperanza que siempre sería Gran No para ti.
Me incliné hacia adelante, sin impórtame si invadía su espacio personal.
—Soy Brooklyn y tú eres Nolan.
—Lo entiendo, pero… —Volvió a mirar a su antigua casa antes de mirar mi
habitación sobre mi hombro. Ya no es gris y rosa, si no negro y rojo. Pinté las
paredes de color rojo cereza al día siguiente de que se fue. Todo el mobiliario es
negro y el edredón de mi cama, casi en el suelo, era rojo con gigantescos puntos
negros. No había rastro de la Pequeña B que dejó atrás—. ¿Podemos ponernos al
día?
—¿A las tres de la mañana? —Suspiré y negué con mi cabeza ligeramente—.
Nolan, ¿qué haces aquí? —Era raro decir su nombre. Se sentía extraño en mi
lengua, pero supuse que se adaptaba a la situación muy bien. Mierda, era tan
doloroso verlo de nuevo. Mi corazón se apretó en el pecho.
Rompió el contacto visual y mordió el aro en su labio. Conocía este hábito.
Lo hacía cuando se sentía nervioso o enojado. Al menos, algunas cosas no cambian.
Como la forma en que me sentía cuando él hacía eso. Me sentí triste al saber que
algo le molestaba.
—Mi madre se está muriendo. Vine a encargarme de algunas cosas.
No sentí tristeza por la mujer, tan duro como pareciera. Por supuesto, no me
encontraba feliz, pero hizo sufrir a su hijo tanto que no podía sentir alguna pena
por ella. Pero por supuesto, Nolan se sintió mal y regresó aquí por ella. Pero nunca
por mí. La amargura ni siquiera cubría la forma en que me hizo sentir. Es un
desastre.
—Ya no vive aquí —respondí, apuntando hacia la casa de al lado.
—Lo sé. Aunque, quería ver si aún vivías aquí.
—No por mucho tiempo.
12
—¿A dónde vas? ¿La universidad? —preguntó con una sonrisa, tal vez
pensando sobre como solía decirle que quería ir a San Francisco a estudiar y luego
Página
Odio esta ciudad, estas personas y todos los recuerdos que me persiguen. Lo
Página
malo excedió por mucho lo bueno y no funcionó muy bien con mi nueva vida. Con
cada paso podía imaginarme como el adolescente enojado intentando mantener a
su madre adicta a flote mientras se aseguraba que no utilizara todo nuestro dinero
en las drogas en lugar de comprar comida para mantenernos vivos. Nunca tuve
una infancia, y me dolió que Pequeña B dejó de tener una parecida a alguna una
vez que me fui, porque sabía que eso podría pasar. Y aun así, le di la espalda luego
de escribirle una jodida carta que nunca llegó de cerca a expresar como me sentí
verdalmente.
Me acerqué al hotel e hice un trato conmigo mismo. No dejaría Riverdale
hasta que Pequeña B estuviera de vuelta en mi vida, hasta que pudiera asegurarme
que su vida no sería la misma mierda que solía ser. Le debía eso al menos.
15
Página
Brooklyn
Casi no dormí. Ver a Nolan Bell anoche, o temprano esta mañana, fue
inesperado y alborotó muchos recuerdos que prefería mantener guardados. En un
momento de mi vida, él era el único que sabía todo sobre mí, la única persona a la
cual quería llegar. Tal vez me comporté como un perra fría, pero no sabía lo mucho
que me lastimó cundo me dejó hace seis años, dejando solo una carta para mí.
Nada más para resumir nuestra amistad, nuestro vínculo. Solo una maldita carta
que guardaba en el cajón superior de mi mesita de noche. Pero no le diría cuánto lo
extrañé el primer año, cuán horrible ha sido mi vida y cómo tuve que aprender,
sola, a construir un muro de hormigón alrededor de mí, marcando el definitivo
final de Pequeña B.
Tomé un sorbo de mi café en la ventana de la cocina, con los ojos fijos en mi
viejo auto destartalado. Ya han sido años desde que dejé de intentar ser la perfecta
hija para atraer la atención de mis padres siquiera por un minuto. La última vez
que los vi fue hace tres días, cuando me fui para mi turno nocturno en Lenny’s, el
bar local más agradable para estudiantes durante el día y más para adultos por la
noche. Por supuesto, apenas me reconocieron, como de costumbre. Nunca supe
nada más. Suspiré y puse mi taza vacía en el lavavajillas ya medio lleno.
Eché un vistazo a la casa de al lado que ahora era alquilada por una pareja
joven, pero para mí, siempre sería la casa de Nolan. La casa a la cual nunca quería
que entrara porque temía que viera a su madre drogada, desmayada en el sofá o
incluso peor, frenética por dinero para comprar más drogas en las calles. Todos los
días traté de evitarlo, pero hoy era diferente. Nunca pensé que vería a Nolan Bell
de nuevo y nunca imaginé que me sentiría como una perdedora si pasaba. A los
doce, tuve grandes sueños para el futuro, grandes sueños de salir de esta sofocante
16
ciudad, pero esos sueños se escabulleron después de algún tiempo. Podría culpar a
Página
su partida, pero sería una mentira. No me encontraba hecha para cosas más
grandes y esa era la dura verdad. Lo enfrenté, seguí adelante y me adapté.
Agarré mis llaves y salí. Tuve la tentación de esconderme, pero ni siquiera
sabía cuánto tiempo estaría aquí y en verdad, no era conocida por ser el tipo de
chica que da marcha atrás, y que Nolan estuviera devuelta no cambiaría eso.
Encendí el auto, encogiéndome ante el fuerte ruido que hizo. Un día, no
encendería, y estaría en un gran problema. Prendí la radio y me dirigí a Lenny, mi
segundo hogar, el lugar donde pasaba mis horas y una gran parte de mi tiempo
libre.
Nolan
Lenny’s no ha cambiado. Resoplé ante el letrero torcido sobre la puerta de
raqueta y la abrí. Parpadeé un par de veces mientras mis ojos se ajustaron a la
penumbra del bar.
Sacudí la cabeza y caminé hacia el mostrador, listo para ordenar una soda.
Las camareras y el cantinero eran nuevos, o algo nuevos para mí, pero nada más
parecía diferente. Pasé tantas horas en este bar durante mis años en la secundaria.
Mis amigos y yo disfrutábamos coquetear con chicas, incluso mujeres mayores, de
vez en cuando, mientras que Lenny nos dejaba beber una cerveza o dos.
—¿Gran No? ¡Me estás jodiendo, hombre!
Miré a mi derecha al oír el apodo que me dieron en la secundaria por ser
demasiado alto y musculoso tan joven, me reí ante mi viejo amigo, un tipo con el
que siempre salía en ese entonces, antes de dejar a todo el mundo. Mike, el hijo del
alcalde y un extraordinario mujeriego. Si hay un hijo de puta que sabía cómo tratar
mal a las chicas, era él.
Se quitó sus gafas y las puso sobre su cabeza a la vez que su sonrisa se
extendió ampliamente, mostrando los hoyuelos gemelos que hacía a las chicas
enloquecer con su culo engreído. Golpeó mi hombro y se sentó en el taburete junto
al mío. Señaló al cantinero por una cerveza y apenas le echó un vistazo.
Sus ojos marrones me analizaron, tomando nota de mi ropa cara, el mismo
tipo que él siempre ha llevado. Ya no era el mismo niño pobre.
—Bueno, mírate, Gran No. Todo exitoso y aceptándolo. ¿Cómo te va?
17
cuidado, que podría escribir un libro acerca de ti”. Me olvidé que podía ser un idiota a
Página
veces con sus camisetas. Rodé los ojos y caminé entre los dos chicos.
—Brooklyn, nena, ve quién está aquí —dijo Mike; su mano posesivamente
en mi culo. Eché un vistazo a la cara de Mike y reprimí el impulso de rodar los ojos
de nuevo. Le sonreía a su viejo amigo.
Todos los días, me pregunto por qué aún salía con este chico. Era bastante
guapo con el pelo oscuro y rizado, ojos negros y labios besables, y el chico tenía un
cuerpo hecho para atraer a las hembras, pero era demasiado molesto la mayor
parte del tiempo. Tenía diversión a su lado, pero él comenzaba a pensar que me
estaba enamorando y lo disfruta un poco demasiado para mi gusto. Salí con él al
principio porque sabía acerca de su fama de mujeriego y necesitaba la distracción.
Nolan perdió el poco color que tenía en sus mejillas mientras asimilaba las
palabras de Mike y su agarre en mi culo. Debe haber sido extraño verme con uno
de sus amigos, un hombre seis años mayor que yo. Jugó con sus dientes con el aro
en su labio inferior y asintió con la cabeza hacia mí.
—Nos vimos anoche —le dije con un encogimiento de hombros y se rió. Me
besó en el cuello y mientras normalmente no me importaban las demostraciones
públicas de afecto, sentir los ojos de Nolan me hizo sentir un tanto petulante e
inquieta.
—Mira quién está aquí toda crecida, Gran No —se burló hacia Nolan con su
apodo que sabía que nunca podría utilizar de nuevo. Ni siquiera recuerdo quién se
lo dio y porque se le quedó.
—Es lunes, Mike. ¿Qué haces aquí? —dije antes de que Nolan pudiera
responder. No quería saber nada de mí que viniera de su boca.
Mike miró su reloj, uno que su padre le compró, y gimió. —Me tengo que ir.
—Se inclinó hacia mí, me besó profundamente antes de despedirse de Nolan y
alejarse, poniéndose sus gafas de sol. Negué con la cabeza y me senté en el taburete
desocupado.
—Mike y tú, ¿eh?
Saludé a Dan, el cantinero y él me sonrió, ya vertiendo para mí una gran
taza de café, al igual que todas las mañanas cuando estaba aquí. —Aquí tienes,
linda —dijo con un guiño y me reí. Ese hombre era el doble de mi edad, pero le
encantaba coquetear con todo el mundo, a pesar que tenía un novio en casa.
Nolan frunció el ceño, pero se ocupó con su Coca-Cola. Tomé un sorbo de
mi café, con cuidado de no quemarme.
20
Fue difícil no mirarlo. Me pasé una mano por el pelo, quitando algunos que
bloqueaban el frente de mis ojos. Incluso por la tenue luz de la barra, las mechas
rojas mezcladas con los marrones llaman la atención.
—No es uno de relaciones. —Tomó un sorbo de su vaso, moviendo su nuez
de Adán—. Y es demasiado viejo.
Me reí y agité la mano. Me giré hacia él en el taburete y entrecerré los ojos
marrones con sus queridos color avellana.
—No te engañes, Nolan, yo tampoco busco una relación. Estoy “saliendo”
con un hombre mayor que es un mujeriego porque quiero un poco de diversión. —
Miré a nuestro alrededor, en mi pequeño mundo en el cual ya no tenía un lugar—.
No soy ingenua, y ciertamente no soy inocente.
Se inclinó hacia mí, mirándome realmente, como si estuviera viendo las
cosas que mantengo ocultas y no solo viendo lo que era visible. —¿Qué pasó
contigo?
Me puse de pie lista para salir y escapar de su escrutinio. —Crecí sola.
Había dado dos pasos cuando su voz me detuvo. —Me gustaría mucho
ponerme al día, Pequeña B.
Cerré los ojos. Mi ira creció, pero no la dejaría libre. No quería mostrarle
cuánto me afectaba. Porque incluso ahora, enojada, herida y perdida al volver a
verlo, no podía simplemente ignorarlo. Nunca fui capaz de olvidarlo. —Vuelve
aquí esta noche a las ocho.
21
Página
Nolan
Pequeña B y Mike. Quería blanquear mis ojos y borrar esa imagen de mi
cerebro, incluso ahora, horas más tarde. La forma en que la besó como si estuviera
listo para follarla allí en el bar para que todo el mundo viera, me enfermaba. Si le
hacía esto a cualquier otra mujer no me importaría un carajo porque tendrían el
derecho de hacer lo que quisieran, pero ¿Pequeña B? Esa es otra historia.
En escuela secundaria, Mike hizo un deporte el tomar la virginidad de las
chicas y tirarlas después. Tuvo tríos, engañaba a todas sus “novias” y solo iba
hacia ellas cuando tenía que sacar sus problemas de su sistema. Hice lo mismo,
pero nunca fui a las chicas a las que admiraba o me importaban porque nunca
estuve jodido. En esta ocasión, Mike jugaba con la chica equivocada.
—Nunca creímos que volveríamos a verte, Gran No —dijo Leo, uno de mis
viejos amigos.
Lo miré de nuevo y traté de ignorar la urgencia de golpear el rostro de mi
viejo mejor amigo, cuyos ojos se iban demasiado a la piel de cada mujer que
pasaba por Lenny, teniendo en cuenta que se encuentra fuera del mercado. —No
pensaba exactamente en volver, para ser honesto.
—¿Por cuánto tiempo te quedas?
—No lo sé. Unos pocos días para comprobar a mi madre y luego regresaré a
Nueva York.
Los chicos asintieron solemnemente ante la mención de mi madre, pero
ninguno de los dos dijo nada. Han pasado seis años, pero todos sabemos cómo
metió la pata mi madre, y sigue siendo un tema delicado. Aún tenía que verla.
22
Tenía que ir hoy, pero en vez de eso me pasé el día caminando por la ciudad
mientras intentaba alejar la imagen de la mano de Mike en el culo de Pequeña B, y
Página
la lengua en su garganta.
—Bien, es bueno verte de nuevo —dijo Leo y levantó su botella de cerveza
en un brindis silencioso, inmediatamente seguido por los otros chicos e incluso
Mike quién dejó de comerse con los ojos a las mujeres durante unos minutos.
De repente, silbidos rompieron la habitual vida ajetreada del bar de noche.
Los silbidos de Mike eran ensordecedores. Entrecerré los ojos hacia él y luego seguí
su mirada cuando todos mis amigos sonrieron a algo detrás de mí y saludaron. Me
di la vuelta y, la vi. Pequeña B. Tenía una guitarra en la mano, sujetándola por el
cuello mientras se pavoneaba al improvisado escenario.
—¿Toca? —le pregunté a Mike quien se rió, asintió y luego no paró de
decirme lo caliente que era, cuán ardiente era.
La miré, sin poder apartar la mirada. Había tantas cosas que no sabía de ella
y de su vida. No solo era un músico ahora, si no que también era amiga de mis
viejos amigos, y follaba a mi antiguo mejor amigo.
No sabía nada de ella, aparte de su pasado.
23
Página
Brooklyn
Lenny se encontraba lleno, como siempre. En el bar, Nolan y algunos de sus
viejos amigos bebían y reían en voz alta; tenían la atención de todas las chicas que
se hallaban en el bar al acecho. Desde aquí, pude ver los ojos de Mike evaluar las
diferentes piernas en exhibición. Luché contra la risa. Ni siquiera me encontraba
segura de si me era fiel o no, y en realidad, no me importaba. Yo tomaba la píldora,
él se ponía un condón y eso era suficiente, ya que no me encontraba exactamente
en busca de compromiso.
Eché un vistazo a mi teléfono. Eran casi las ocho de la tarde. Agarré mi
guitarra, rasgueé rápidamente para comprobar si se encontraba afinada y entré,
dejando la trastienda de los empleados cerca del escenario. Algunos chicos
silbaron, Mike incluido, y los otros me saludaban. Sonreí y me senté en el taburete
frente al micrófono. Miré a Nolan quien se hallaba boquiabierto. Le dijo algo a
Mike quien se rió, asintió y respondió algo así como “es caliente”.
—Muy bien chicos, ¡tendremos otra noche en vivo de Jukebox! —dije con
una sonrisa, un pie en el suelo y el otro enganchado en una barra del taburete. Sin
mis tacones, nunca sería capaz de tocar el suelo en este taburete, además me
encantaban mis zapatos que dejaban al descubierto mis dedos cuando toco. No sé
por qué, pero usar tacones altos me hacía sentir más confianza. También sexy y no
era tan malo cuando tocaba en un bar frente, algunas veces, a un público ruidoso.
Aplausos me dieron la bienvenida y la adrenalina bombeó, electrizando
todo mi cuerpo. La noche en vivo de Jukebox era algo que se me ocurrió hace casi
dos años. Durante una hora podrían pedirme lo que quisieran y me respetaban.
Era muy divertido y la mayoría de las veces terminaba tocando los últimos éxitos
24
sacaría de quicio. Era mi pequeña B, no su última cogida para disfrutar hasta que
Página
se aburriera. Vale más que eso. De hecho, se suponía que debería estar involucrada
con un tipo bueno, alguien dispuesto a hacer verdaderos planes para su futuro.
Eso es lo que pensé que encontraría.
Fui hacia su cama y me acosté, con los brazos cruzados bajo la cabeza y ojos
centrados en la puerta de su dormitorio.
Brooklyn
—Estuviste tan caliente esta noche, nena —dijo Mike. Se abrochó los
pantalones y se puso la camisa de nuevo. Hice lo mismo e intenté arreglar mi pelo,
el cual gritaba que me habían follado bien. Coloqué mi codo en la puerta del coche
y suspiré. Salía con un hombre mayor que tenía un trabajo y sin embargo, aquí
estábamos, teniendo sexo en su coche en lugar de en una cama como adultos.
—Ya sabes, después de que toco me gusta tener sexo —le contesté con
picardía. Apreté su fuerte muslo y manejó por el camino, listo para dejarme en mi
casa ahora que ambos teníamos lo que queríamos. No éramos muy patéticos, solo
nos utilizábamos el uno al otro.
—Pensé que fue el ver a tu primer amor.
Inhalé con desdén, pero en mi pecho, mi corazón se oprimió. —Nunca tuve
un flechazo con Nolan.
—Bebé, todos sabemos que tuviste un flechazo y es por eso que era tan
gracioso verlo tan sorprendido cuando se dio cuenta cuan cercana eras ahora con
sus viejos amigos.
Sabía qué era lo que Mike quería decir realmente por cercana. No es ningún
secreto que salí con varios de los amigos de Nolan y nunca nos llevamos mal.
Después de todo, era conocida por ser la chica con una fobia al compromiso, pero
que no era tan tímida con los chicos. La mayoría de las chicas me llamaban puta,
algunos chicos, fácil, pero en realidad solo era una adolescente a la cual le
encantaba divertirse sin poner sus sentimientos. No me importaba lo que la gente
pensara de mí. En su mayor parte.
28
Abrí la ventana del dormitorio y salí. La brisa nocturna me hizo temblar, pero no me
importaba. No me importaba porque necesitaba algo de tiempo fuera de la casa, lejos del
ruido de los gritos de mi madre y los intentos débiles de mi padre al tratar de calmarla.
Elevé mi mirada hacia el cielo, a las estrellas brillantes y más allá. La abuela me dijo
que Kelly, mi hermana mayor, se encontraba allí en algún lugar, mirándonos a todos. No
sabía si era cierto o no, pero la odiaba. Me refiero a Kelly. Nací un año después de su
muerte, pero cada día me mostraba que yo era deficiente como reemplazo. No me parezco a
ella, no era una buena estudiante como ella, no era tímida como ella, no practicaba deportes
como ella…
Miré mi pijama con corazones rosados y rojos, y me esforcé para contener mis
lágrimas. A nadie en casa le importaba saber si yo tuve un gran último día de clases, a
nadie en casa le importaba saber por qué tenía los ojos rojos debido a que Anthony Craig me
dijo fea delante de todos. Ni siquiera mis padres me amaban.
Sabía que las noches por aquí eran peligrosas, pero no tenía miedo. Me sentía
demasiado molesta como para preocuparme por algo más. Negué y me volví hacia mi
ventana, lista para ir a ver la Cenicienta, mi favorita de Disney, cuando una voz me
sobresaltó.
—No deberías estar sola afuera, niña.
Me di la vuelta, mientras mi pequeño corazón latía rápido en mi pecho. Nunca había
30
tenido tanto miedo. Allí, apoyado en la ventana de la casa de al lado, había un chico alto que
nunca había visto. Era mayor que yo, más alto que yo y muy… lindo. No era lindo como
Página
Anthony Craig o cualquier otro niño de la escuela, sino lindo como… bueno, no sé cómo
qué, pero sentía cosas graciosas en mi vientre. Con su corte de cabello tan corto y sus ojos
color avellana, tener un pijama tan infantil, me hizo sentir tímida por primera vez en mi
corta vida. Quería ser más alta, más bonita, más vieja, pero yo era solo una niña de nueve
años, con el cabello recogido en una coleta desaliñada y pijamas ridículos.
—No soy una niña —le contesté y pude sentir que mis mejillas se calentaban.
Sonaba como una bebé y lo odiaba.
Una pequeña sonrisa curvó sus finos labios y de repente supe lo que sentía. Me
encontraba en camino de tener un flechazo. Así como así.
—¿Cuál es tu nombre, entonces? —me preguntó con voz ronca, y haría cualquier
cosa para escuchar su voz un poco más.
Tragué saliva y me aclaré la garganta con nerviosismo. —¿Brooklyn? —Di un paso
hacia mi ventana. De repente, solo quería huir y esconderme.
—Bonito nombre —dijo y se pasó una mano por su muy corto cabello—. Soy Nolan,
pero todo el mundo me llama Gran No. Supongo que somos vecinos.
Nolan. Es un nombre mejor que Anthony. ¡Y tenía un apodo! Uno de verdad. No
podía apartar la mirada de su rostro, pero pronto un coche tocó la bocina frente a su casa.
Echó un vistazo al auto y empezó a alejarse antes de darse la vuelta por última vez. —No te
quedes afuera. No sabes quién podría estar por aquí. —Se despidió y comenzó a caminar de
nuevo—. Buenas noches, Pequeña B.
Atónita y distraída, volví a mi habitación. Yo tenía un apodo. Él me dio un apodo.
—Espero verlo mañana —susurré en mi habitación tranquila antes de cerrar mis ojos, lista
y con ganas de soñar con el chico alto de al lado.
31
Página
Traducido por Arantza & MaJo Villa
Corregido por Laurita PI
Brooklyn
—¿Qué haces aquí? —Enderecé mis arrugadas ropas. Me sentí cohibida
mientras sus ojos escanearon mi cuerpo con una mirada de desaprobación—. Y
deja de mirarme así. ¡No eres mi hermano mayor!
—En algún momento me consideraste justamente eso —replicó. Se puso de
pie y cruzó los brazos sobre su pecho, ocultando las letras en su camiseta.
Resoplé y puse mi guitarra contra el escritorio negro. Si tan solo supiera
cómo en realidad lo veía en ese entonces. Después de todo, todos parecían saber
cómo solía sentirme sobre él, menos él. Por supuesto. —No necesito tu aprobación
sobre con quién tengo o no sexo, Nolan.
Con su diente frontal dio un tirón al arete en su labio inferior. El metal
contra su diente provocó un pequeño y discreto tintineo. —¿Est{s…? Quiero decir,
¿de verdad sales con Mike?
Me encogí de hombros como si no fuera nada, pero no podía sostener la
mirada de sus ojos avellana. No quería ver la decepción que había ahí y ser
32
golpeada por el mismo dolor que resurgía cada vez que lo veía. ¿No podía… irse?
Página
—No hay mucho qué contar, sabes —repliqué débilmente, con mi voz más
suave. Se alejó y me sonrió, la misma sonrisa que me dio la vez que nos conocimos
hace casi diez años. La misma sonrisa que volteaba mi pequeño mundo de cabeza
y me enamoró. Y esta noche, su sonrisa me hizo recordar que esos sentimientos
nunca se fueron realmente. No, habían estados dormidos y enterrados, pero no lo
suficientemente profundo para no resurgir nunca. Estaba arruinada y destinada a
sufrir de nuevo debido a él.
—¿Cuándo aprendiste a tocar la guitarra? Estuviste asombrosa en Lenny. —
Sonreí e hice ademán de descartarlo. Era gracioso porque siempre amaba cuando
alguien me hacía un cumplido sobre algo, pero con Nolan siempre pensé que era
porque estaba siendo dulce, no necesariamente genuino—. No fue nada.
Tomó mi codo y me llevó a la cama. Se sentó y dio la vuelta para mirarnos
de frente. —¡Por favor! Sabes que eres buena —dijo y me rodó sus ojos con una
pequeña sonrisa.
Me reí entre dientes. —Sí, bueno, para responder a tu pregunta comencé con
la guitarra hace tres años. Antes de eso, tomé algunas lecciones de piano a los trece
y el canto vino naturalmente. Es un buen escape y a los chicos les gusta.
Se rascó la barbilla. —Chicos, ¿eh?
—Estoy segura que Mike se sintió feliz de contártelo.
—Me dijo que tenías citas con varios chicos. Varios de mis amigos.
—“Cita” es algo muy serio. —Jugué con el control remoto de la televisión—.
Tuve citas con algunos y con otros fue m{s… casual.
—No te juzgo.
—No siento que tampoco lo apruebes.
—En mi cabeza te imaginé con un novio de mucho tiempo o algo por el
estilo.
Me reí ante la idea. —No he conocido nunca a alguien capaz de llamar mi
atención el tiempo suficiente. Y créeme, no quieres saber todas las historias sobre
mi vida sexual.
Gruñó profundo desde su garganta. —¡Maldición! No digas la palabra sexo,
Brooklyn. —Se estremeció—. De verdad, no lo quiero imaginar. Sigo pasándola
mal reconciliando el recuerdo que tengo de ti a los doce con el cómo luces y cómo
34
importar quién me ufanaba ser hoy en día. Siempre escuchamos a las personas
decir que las cosas malas los formaron, pero sucede lo mismo con las cosas buenas.
Las cosas buenas eran tan poderosas como las cosas malas, tal vez más porque,
también, traían esperanza.
—Sabes eso, Nolan. —Parpadeé varias veces, temerosa de que la humedad
que sentía en mis ojos se convirtiera en lágrimas. La última vez que lloré fue
cuando leí su carta diciéndome adiós. No era alguien que llorara con facilidad—.
No tienes idea de lo mucho que me rompió el corazón cuando te fuiste.
El silencio creció entre nosotros, roto solo por el ritmo lento de nuestra
respiración. Mantuve los ojos en mis manos descansando en mis muslos.
—¿Me alejarías si te abrazara? —preguntó en un susurro, soplando con su
respiración en mi hombro desnudo.
Mi corazón latía salvajemente en mi pecho. Mi sangre hervía en mis venas y
no sabía cómo formar palabras. O pensamientos. Estaba siendo ridícula, pero
abrazarlo cuando tenía diez, once o doce era muy diferente incluso si lo perseguía.
En ese entonces, sabía que era inocente. Hoy, podría ser algo más, pero era
delirante pensar que podría. Nunca me vio de esa manera. Sentí una punzada de
decepción. Maldita sea, era patética cuando Nolan se hallaba involucrado.
—No te alejaré.
Su nuez de Adán saltó una vez y una sonrisa iluminó su rostro. Mis ojos se
posaron en su labio inferior perforado y una oleada de lujuria golpeó mi vientre
bajo. Aclaré mi garganta, sintiéndome incómoda con las imágenes que mi cerebro
conjuró.
Se acercó, borrando el pequeño espacio entre nosotros. Podía sentir la
mezclilla de sus pantalones azul claro y su firme muslo que había debajo contra mi
pierna desnuda. Quería cerrar los ojos y deleitarme con su presencia, con la
sensación de su cuerpo contra el mío, pero no lo hice. Mantuve mis ojos abiertos
mientras se inclinaba hacia mí y envolvía en sus brazos. Los músculos magros en
sus brazos se flexionaron, su desnuda y caliente piel tocaba la mía. Me sentía
desnuda en mi blusa sin mangas mientras sus brazos desnudos me hacían cosas
que nunca creí posibles.
—Relájate, Brooklyn. Soy solo yo —me dijo al oído; sus finos labios y arete
trazaron las palabras contra la sensible piel de mi oreja. Nunca me di cuenta antes
de cómo el oído podía ser tan erógeno. No podía creerlo. Me hallaba en los brazos
de Nolan seis años después de que se fue. Se encontraba aquí, en mi habitación.
36
era únicamente suya me asaltó. Era arrastrada seis años atrás, antes de tener que
enfrentarme a la soledad que era mi vida. Antes de perder a mi mejor amigo. Pero
ahora, quería permanecer en sus brazos sin pensar sobre su partida o el futuro.
Envolví los brazos alrededor de su estrecha cintura e hice bolas su camiseta con
mis puños.
Se relajó contra mí y corrió su mano arriba y abajo por mi espalda, evitando
la parte que se hallaba desnuda gracias a que mi blusa se había levantado.
—Se siente diferente —dijo, separándose. Mordisqueó el arete en su labio
inferior.
Asentí y sonreí débilmente. Perder el calor y el peso de sus brazos a mi
alrededor me hizo sentir deprimida. Extrañaba esa clase de atención, de toque.
Mike y todos los chicos antes que él nunca me abrazaron simplemente porque no
les importaba. Si me abrazaban era con el propósito de tenerme desnuda minutos
después y aunque yo estaba completamente dispuesta, era difícil también cuando
no tenías a nadie que te diera un verdadero y cálido abrazo. Había olvidado cómo
se sentía el consuelo.
—Es diferente. Ambos somos adultos ahora.
Pasó su pulgar por mi mejilla derecha y me estremecí. —No te vi crecer,
estar nerviosa por tu primera cita o primer beso, antes de tu baile de graduación.
—El arrepentimiento en sus ojos suavizó un poco mi ira. No podía permanecer
enojada con él por mucho tiempo, no cuando podía ver el arrepentimiento
nadando en su mirada.
—No enloquecí por mi primera cita o mi primer beso y no fui a mi
graduación. Es muy patético.
Rió y rompió el último contacto de nuestra piel. Mi cara hormigueaba.
—Tampoco fui, pero ahora me arrepiento un poco.
—¿En serio? Sinceramente, yo no. Por lo que me enteré, la pareja de oro de
mi graduación se separó dramáticamente y un chico vomitó encima de uno de los
chaperones. Aparentemente el ponche estaba alcoholizado. —Fruncí los labios ante
el pensamiento del ridículo drama de secundaria mientras la pequeña sonrisa de
Nolan torcía de vuelta su boca hacia arriba—. Hablemos de algo más interesante.
Cuéntame lo que es ser un autor con gran éxito de ventas. Estás viviendo tu sueño.
Se encogió de hombros y puso más distancia entre nosotros, de alguna
37
una razón lo suficientemente buena para dormir con alguien que ni siquiera me
importaba? No. ¿Eso significaba que tenía problemas con mis padres? Sin duda.
Página
Estaba toda sudada. Odiaba estar enferma. Me dolía tanto la garganta que apenas
podía beber el vaso de agua que mi madre trajo hacía una hora, justo antes de irse con mi
padre. A ellos no les importaba que mi fiebre siguiera alta ni que mi dolor de cabeza fuera
tan doloroso que no podía dormirme. Y estaba tan cansada.
Me acurruqué en mi cama y apreté encender en el control remoto para comenzar La
Bella y la Bestia por tercera vez consecutiva. Amaba esa película de Disney. Y el castillo. Y
la inmensa biblioteca. Y todas las canciones.
Sorbí por la nariz y dejé caer unas cuantas lágrimas. Anna, una niña de la escuela,
había estado enferma la semana pasada y cuando volvió el lunes nos contó cómo sus padres
la cuidaron, acurrucándose con ella en el sofá, poniendo una compresa fría en su frente,
besándola en las mejillas. Mis padres me llevaron al médico, compraron mis medicinas, me
las dieron con un vaso de agua y luego salieron. Era viernes por la noche después de todo.
Mi ventana se abrió y apareció la cabeza de Gran No. Me sonrió y pasó una mano
entre su cabello rapado donde se derretían rápidamente algunos copos de nieve. —Escuché
que estás enferma, Pequeña B. ¿Puedo entrar?
Y de repente mi dolor de garganta, dolor de cabeza y fiebre valieron la pena. Asentí
y aparté mi largo cabello marrón que se pegaba a mi frente sudada. Él trepó hacia adentro y
46
se sentó en mi cama. Dejó una bolsa de papel marrón y centró toda su atención en mí. Llevó
una mano a mi frente. Su palma se sintió helada en mi piel caliente. Suspiré y cerré los ojos.
Página
Brooklyn
Cuando vives en un pueblo pequeño, pronto te das cuenta que nunca
puedes estar solo y cualquiera sería capaz de encontrarte fácilmente. Sin embargo,
eso era lo único que anhelaba por una vez; estar sola. No quería que la gente de
por aquí me saludara ni intercambiara unas palabras conmigo, pero fue una
tontería de mi parte pensar que eso iba a suceder.
Después de que Nolan se fue de mi dormitorio, me fui a dar un paseo y
terminé en un banco en el parque, absorbiendo los rayos calientes del sol. Mi piel
era cálida y hormigueaba, y tan solo por unos minutos, me pude olvidar de todo y
simplemente disfrutar de la vacuidad de mi mente. Solo un poco.
No había padres ignorándome, tampoco tenía una patética vida amorosa, ni
a Nolan de vuelta en mi vida para confundir mi mente y mis emociones. No había
nada más que el calor del sol, los pájaros cantando en los árboles cercanos y el
débil sonido de los coches que pasaban no muy lejos de donde estaba sentada. Era
relajante.
48
que había sido mi mundo una vez. Durante los últimos cinco años más o menos,
siempre sentí que tenía cierto control sobre mi vida, pero esta cosa con Nolan me
Página
hacía sentir como la niña de doce años que dejó atrás—. No tienes ni idea de lo que
sentí cuando leí tu carta. No tienes ni una jodida idea.
Tomé una respiración profunda para calmarme. Mis pulmones ardían, al
igual que yo. Quería gritar, vociferar e incluso abofetearlo, pero era solo mi dolor
manifestándose.
—Dime. —Puso una mano vacilante en mi hombro y me estremecí. Incluso
mi cuerpo me traicionó. Jodidamente perfecto.
—No quieres saber, Nolan. Todo está en el pasado.
—No está en el pasado, si se interpone entre nosotros y una nueva amistad.
Háblame, Pequeña B.
Me mordí la lengua y parpadeé para alejar las lágrimas que se aproximaban
rápidamente al oírlo decir mi apodo. Nunca había estado tan emocional antes de
que regresara. Era un lío de emociones y odiaba sentirme tan débil, sentir mucho a
la vez. —Creo que eres el único que no sabe que te amaba en ese entonces. —Miré
su cara. Él abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salieron. Sacudió la
cabeza y sus ojos color avellana me penetraron—. Sabía que nada podría suceder,
pero estaba enamorada y cuando leí tu carta fue como si mi mundo muriera o algo
así. No tenía a nadie que se preocupara más por mí, no había noches de cine a las
que esperar con ansias, nadie con quien hablar si algo andaba mal. Mi corazón se
rompió por primera vez. La única vez, de verdad. Y luego, golpeé mi ventana. —
Volteé mi palma izquierda hacia arriba. Sus ojos se perdieron en un camino sobre
mi piel antes de que sus dedos rozaran la intrincada cicatriz ahora más blanca que
rosa.
—¿Tú te hiciste esto?
Me encogí de hombros y me alejé. Ese día fue el peor de mi vida y me quedé
con una marca en mí misma para recordarlo. Seguí la cicatriz con mi dedo y
bloqueé las emociones agitándose en mí. Mi corazón ya latía con la suficiente
rapidez. ¿Quién hubiera pensado que sería tan difícil decirle a un chico que había
estado enamorada de él cuando era una niña?
—Estaba enojada y herida, Nolan. No supe lo que hacía hasta que fue
demasiado tarde.
Una brisa tímida trajo el pelo enmarañado a sus ojos color avellana y él no lo
apartó. Dio la bienvenida a la oportunidad de ocultar su mirada que mantenía un
fuego de remordimientos que quise extinguir. El remordimiento era inútil. Estaba
en el pasado y era hora de que lidiara con ello. El verlo después de tantos años me
50
No pude oír nada pero quería hacerlo. ¿Quién era esa Lena? ¿Su novia?
Ante ese pensamiento, un nudo se retorció en mi vientre. No podía tener una novia
seria. Yo era joven, pero recordaba que nunca estuvo muy interesado en las chicas
que veía casualmente. O con las que follaba.
—No lo sé todavía. Voy a ver a mi madre hoy. —Escuchó lo que Lena decía
y mantuvo los ojos frente a él, sin mirarme. Eso fue extraño—. No te pido que lo
entiendas. —Tiró del cuello de su camiseta verde—. Escucha... No, escucha, tengo
que irme, pero te llamaré más tarde. Sé que te molesta, pero es algo que tengo que
hacer y me quedaré el tiempo necesario. No es como que no puedo escribir donde
quiera. —Con la mano libre se masajeó la sien y respiró hondo, pero se cuidó de no
soltar el teléfono. Al parecer, no quería que Lena supiera que se hartó de ella—. Sí,
adiós. Yo también. —Colgó y puso su teléfono en el bolsillo de sus pantalones
vaqueros, sin mirarme una sola vez o romper el silencio.
—¿No vas a decirme quien es esa Lena? —le pregunté, reuniendo mi mejor
voz desinteresada.
Me miró, pero no pude descifrar su mirada. —Es mi novia.
Asentí, pero me era difícil mantener la compostura. No me sentía bien. Me
sentía... celosa. Sí, supuse que eran celos, porque el dolor mezclado con rabia solo
podía ser eso. También significaba que mi enamoramiento ridículo por Nolan no se
hallaba exactamente terminado. Después de seis jodidos años todavía lo quería,
pero ahora era diferente. Todavía había una brecha de seis años en edad, todavía
vivíamos de maneras muy diferentes, pero esta vez era tanto una mujer como él
era un hombre y ya no era una niña inocente. Pero aun así, nada podría suceder y
aunque lo sabía en mi cabeza, mi corazón tenía que ponerse a al día, y rápido.
—¡Guau! Nolan Bell tiene una novia. ¿Quién hubiera pensado que este día
llegaría? —le dije en broma, tratando de ignorar con todas mis fuerzas el dolor que
me causaba esa maldita palabra.
Él se rió entre dientes y mordió su aro. —Lo sé. Soy un adulto ahora.
—¿Cuánto tiempo has estado con ella? —Debía tener un deseo de muerte o
ser masoquista. No había otra razón para profundizar en esta charla.
—Siete meses. La conocí una vez en la oficina de mi editor. Ella hacía una
pasantía allí. —Seguía mordiendo el aro en sus labios. No le gustaba esta charla
tampoco.
—¿Ella sabe de mí o de tu madre?
—No sabe que mi mamá era una drogadicta, pero sí que está enferma. —
52
Volvió la cabeza hacia mí—. Pero nunca le he dicho a nadie acerca de ti aparte de
Página
Fingí una sonrisa, y empujé el botón de apertura de la llave del coche, sin
Página
saber lo que me hicieron sus palabras. Era un volcán a punto de estallar y lo que
saldría no sería lava, sino las emociones desatadas y me asustaba enfrentarlas.
—Y estoy feliz por ti si quieres estar con Mike y si él te trata bien. —Las
palabras quemaron mi boca dolorosamente. Eduqué mi rostro para no mostrar la
amargura y el odio que sentía.
Se rió y abrió la puerta del pasajero, pero justo antes de subir, me miró por
encima del hombro, una sonrisita descarada en sus labios carnosos. —Mentiroso.
Y cuando se subió en mi camioneta, mis ojos se posaron en su culo en forma
de corazón y por supuesto, mi polla decidió saludar. Mierda.
56
Página
Pequeña B, 10 años
Traducido por MaJo Villa
Corregido por Vane hearts
Habían pasado meses desde que conocí a Gran No, y nunca me invitó a su casa. Una
vez, me dijo que su madre no se sentía bien y que era mejor que me mantuviera alejada,
pero no me encontraba segura de qué quería decir con eso. Sabía que jamás me invitaría a ir
a su casa, pero quería ir. Deseaba ver su habitación de niño grande y compararla con la
habitación del hermano mayor de Clara. La suya tenía mujeres casi desnudas en sus paredes
y el olor era horrible. Estaba segura de que la de Gran No era diferente. Y quería mostrarle
mi calificación de inglés. Obtuve una A y fue porque él me ayudó. Tenía que decirle gracias.
Con mi prueba en la mano y mi casco bajo el brazo, golpeé la puerta principal. No
hubo respuesta pero sabía que él se encontraba en casa. Podía escuchar la música saliendo
de su habitación. Mordí mi labio y miré hacia atrás a mi casa. Mis padres no se encontraban
allí y no quería estar sola. Golpeé de nuevo y esta vez alguien abrió la puerta.
Mi sonrisa se desvaneció cuando vi a la mujer cernirse sobre mí con un cigarrillo
casi terminado. El olor desagradable hizo que mis pulmones quemaran y tosí dos veces. Su
cabello castaño claro era un desastre alrededor de su rostro muy delgado y anguloso. Pero
fueron sus ojos los que me asustaron. Eran rojos, lucían hinchados y brillaban con una luz
extraña. Pero no era por llanto, su nariz no se hallaba roja como la mía cuando yo lloraba.
Su camiseta era demasiado grande en su cuerpo también flaco, y mis ojos se detuvieron en
el interior de su codo. Allí había marcas, azules y rojas cerca de sus venas muy verdes
57
azuladas. Eso no se veía bien. Tragué saliva y empecé a temblar. ¿Quién era ella?
Página
—¿Quién eres? —me preguntó en torno a su cigarrillo. Algo de ceniza cayó cerca
de sus pies descalzos.
—No… ¿Nolan está aquí? —tartamudeé lentamente. No podía apartar la mirada de
sus ojos fríos.
Resopló y se alejó, chocando una vez con la pared antes de desaparecer en la cocina.
Todavía me encontraba en la puerta y no estaba segura de si debía entrar o no. Apreté mi
agarre en mi prueba y en mi casco, y entré. La casa había sido hecho igual que la mía, pero
aquí todas las cortinas se encontraban cerradas. Era tan oscuro que casi perdí el rumbo;
estaba al revés en comparación con mi casa, para encontrar la habitación de Gran No. La
puerta se hallaba cerrada, pero cuando escuché algo caer y maldiciones en voz alta viniendo
de la cocina, no dudé. Gimoteé y abrí la puerta.
Gran No leía en su cama y cuando me vio allí, apagó su música y corrió hacia mí.
Me metió en su habitación y cerró la puerta detrás de mí. Sus ojos hermosos me revisaron
de la cabeza hasta los pies y me abrazó. —¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras,
Pequeña B —dijo en mi oído.
Lo abracé en respuesta con mi casco y mi prueba todavía en mis manos. Fui torpe,
pero ahora me sentía mejor. —Quería mostrarte mi prueba de inglés y decirte gracias.
Se alejó y forzó una sonrisa. Sabía que no era su sonrisa verdadera porque ésta no
me hizo sentir algo divertido en mi pecho. —¿Qué te dijo ella? Puedes decírmelo.
Negué con la cabeza. —Nada, pero ella no está bien. Creo, creo que se cayó en la
cocina pero…
Antes de que terminara mi oración, él salió corriendo. Coloqué mi prueba y mi casco
en su cama y salí, siguiendo el sonido de su voz. —¿No puedes hacer ni un jodido esfuerzo?
¡Hay una niña pequeña en la casa, demonios!
Cuando la cocina quedó a la vista, brevemente cerré los ojos. La mujer sacó de su
brazo una jeringa. Odiaba las jeringas. Lentamente parpadeó varias veces, muy despacio e
intentó hablar pero nada salió de su boca.
—¿Gran No? —lo llamé en un susurro. Me encontraba pegada a la pared de color
crema, congelada.
Se dio la vuelta y el dolor que vi en su rostro me dolió. Odiaba verlo triste. —Ve a
mi habitación, Pequeña B. Regresaré, no te preocupes.
Cuando no me moví, me pidió que me fuera de nuevo y finalmente escuché. Corrí a
su habitación y oí cada uno de los sonidos en la casa. No podía ver lo que hacía, pero me
encontraba segura de que él ayudó a su mamá a llegar a su habitación. Me senté en su cama
y un par de minutos después entró, con el fantasma de una sonrisa en su rostro. Intentaba
58
Brooklyn
—¿Estás seguro de que quieres verla? —le pregunté cuando se volvió obvio
que no dejaría la comodidad de su auto en el corto plazo. Estábamos estacionados
frente al nuevo edificio, el mismo al que me gustaría mudarme lo más pronto
posible.
Había tres edificios de dos pisos de apariencia muy moderna con paredes
blancas y, puertas y pasamanos gris oscuro. Estos edificios habían sido construidos
hace dos años para personas que no tenían un montón de dinero. No había mucho
que decir sobre los apartamentos de una sola habitación, pero por lo menos no se
hallaban en la parte mala de la ciudad y por eso quería tanto vivir ahí.
Nolan negó con la cabeza y cerró los ojos. Sus cejas se juntaron como si
estuviera sufriendo. Pero no era solo una ilusión. Yo sabía que él estaba sufriendo.
Apreté su mano en el volante e ignoré la punzada que sentía cada vez que nuestra
piel se tocaba.
A pesar de su dolor, sonrió, abriendo los ojos color avellana para mirarme.
59
Con su rostro relajado, como lo estuvo alguna vez. Pasó la mano por el vello en su
Página
su brazo y con mi mano libre toqué fuertemente la puerta. El dolor en mis nudillos
Página
acá nunca pensé que sería así. Imaginé a la señora Bell emocionada por ver a
Nolan, imaginé a él siendo un desastre de emociones y no este chico extrañamente
controlado. Imaginé llanto y gritos, pero en cambio teníamos silencio. Era como la
incomodidad de mi propia casa. Mis padres y yo apenas hablábamos, y cuando lo
hacíamos era sobre el clima, literalmente, y más a menudo veríamos a cualquier
lado menos uno al otro.
Choqué con mi hombro el de Nolan y lo miré fijamente mientras su madre
observaba su taza vacía en su regazo. Se veía tan pequeña y un poco patética para
ser honesta, tan horrible como pudiera sonar. Él agitó la cabeza hacia mí, pero
cuando traté de jalar mi mano, apretó su agarre y volteó a ver a su madre. La
forma en la que la miraba fijamente cambió de precavida a llena de dolor en un
parpadeo. Fue inquietante y me afectó. Era la misma mirada que le recordaba de
hacía años cuando pasaba tiempo conmigo. Era torturada y no podía ni siquiera
imaginar lo que había tenido que pasar y nunca me dijo. Yo había sido demasiado
joven en ese tiempo.
—¿Querías verme? —le preguntó lentamente, su voz más profunda de lo
usual. ¿Era por cómo se estaba sintiendo? ¿Era porque había estado callado por los
últimos minutos? No sabía y no me importaba porque fue su tono de voz lo que
me dolió. Se le notaba el miedo. Estaba asustado de ser herido otra vez, y eso
despertaba algo en mí. Quería protegerlo de todo, justo como hizo él cuando yo era
niña.
—Sí, yo... —La señora Bell suspiró y puso su taza en la mesita de café,
encogiéndose cuando se movió—. Me alegra que hayas vuelto.
—No sé por qué lo hice —respondió rápidamente. Tiró de su aro labial con
los dientes. El sonidito de la plata chocando contra sus dientes era muy rítmico,
justo como un rápido latido.
—Quizás es porque necesitas escucharme decir que lo siento.
Soltó mi mano e inmediatamente sentí su pérdida, la pérdida de su calor. Se
inclinó hacia adelante, sus codos sobre sus rodillas y sus ojos nunca dejando los de
su madre. Nunca lo había visto así. —Eso no cambiaría una maldita cosa.
Ella asintió y mordió un poco su labio inferior, exactamente de la misma
forma en que Nolan siempre lo hacía con su aro labial. Nunca antes había visto las
similitudes entre ellos, pero en ese momento exacto podía verlas. —Tienes razón.
Debería haber hecho algo antes y no tienes idea de cuánto lo lamento, Nolan.
Él alzó una mano y se levantó, sacudiendo sus músculos abultados. —Todo
eso es basura. Estás muriendo y quieres irte en paz. Pues felicitaciones. Estoy de
62
mujer, mientras apretaba a fondo el pedal y aceleraba. Solo verla por unos cuantos
Página
el cabello de la frente. Mi flequillo estaba creciendo demasiado, pero no quería pedirles a mis
Página
padres que me llevaran a tener un corte de cabello. Siempre se quejaban cuando les pedía
algo. Odiaba pedir algo.
—Tú o tus amigos deberían haberle dicho a alguien. ¿Quién es este chico?
Una vez más, sacudí la cabeza. Conocía a Gran No. Si sabía quién era, iría ver a los
padres del niño y yo no quería que él hiciera eso. —No va a hacerlo de nuevo.
—¿Tus padres saben al respecto?
—Mamá tiene un dolor de cabeza y papá no quiere hablar, creo.
—Maldito modelo a seguir mi culo —murmuró, y me hizo reír. Me sonrió
tímidamente. No le gustaba decir malas palabras delante de mí, él creía que era malo para
mí o algo así—. Dame el nombre del muchacho, Pequeña B. Si nadie le dice algo, va a
molestarte de nuevo y no quiero que vuelvas a llorar por un chico. Ni siquiera si un chico
hace cosas estúpidas para llamar tu atención.
—Él no quiere llamar mi atención.
Se rió y negó, con sus ojos color avellana fijos en mí. —Dios, eres tan joven. —Se
puso de pie y me miró—. ¿Su nombre?
Rodé los ojos. No se detendrá. Era tan terco a veces. —Cole Troscky.
Bufó. —Conozco a su hermano mayor. —Sacó su celular del bolsillo de sus vaqueros
y comenzó a marcar un número antes de mirarme, con el ceño aún más pronunciado—. Él
es mayor que tú, ¿no?
Asentí. —Tiene doce.
Llevó el teléfono a la oreja y esperó unos segundos antes de que el hermano de Cole
le atendiera. Quería ocultarme y nunca volver a la escuela. Mañana todos sabrían que le
dije a alguien. —Hola, Nick, llamaba por tu hermano pequeño. —Escuchó un segundo
antes de interrumpir—: Sí, molestó a alguien en el almuerzo de hoy y la intimidó. —Se
acercó a la ventana y la cerró cuando el viento se volvió más frío—. Me preocupo por esta
niña así que dile que se mantenga alejado de Brooklyn Powell. —Se rió y negó, aliviando la
tensión—. Ella es mi vecina.
Vecina. Eso es todo lo que era, cuando solo una de sus sonrisas con hoyuelos era lo
que siempre esperaba con ansias para que iluminaran mi día. Era su amiga pequeña, y
aunque doliera ser solo eso, por lo menos significaba algo para alguien.
Colgó y volvió a estar al lado de mi cama, elevándose por encima de mí.
—Entonces, Pequeña B, ¿lista para nuestra noche de películas?
67
Asentí con una gran sonrisa mientras hacía un poco de espacio en mi cama para él.
Tenía a Gran No solo para mí por un par de horas, mucho más de lo que nunca me dieron
Página
mis padres.
Traducido por Pau_07 & Vane hearts
Corregido por Itxi
Brooklyn
Por supuesto que Nolan no contestaría. En serio, ¿qué demonios fue eso?
Me hallaba más allá de molesta y solo quería que el día de hoy terminara. Por
tercera vez, revisé la hora en mi teléfono. No tenía el tiempo para caminar de
regreso a casa antes de mi turno si quería estar allí a tiempo. Podía darle un beso
de despedida a una ducha caliente y ropa limpia.
Negué con la cabeza y cogí los auriculares de mi iPod y lo encendí.
Necesitaba un poco de música de ritmo fuerte y rápido para calmarme. Cantaba
una canción de Shinedown que me gustaba, pero fue cuando alguien tocó la bocina
que presté atención a mi entorno. Grité, salté detrás de un viejo árbol al lado de la
carretera y miré alrededor.
—¿Qué fue eso? —preguntó Nolan, crispando sus labios.
Su gran camioneta de lujo se encontraba en medio de la carretera, con las
ventanas bajadas. Las cejas de Nolan estaban en lo alto de su frente y parecía
divertido. Para ser honesta, debo haberle dado todo un espectáculo cuando salté
68
fuera de la carretera.
Página
Forcé una sonrisa en mis labios. —Estuve un rato con mi madre. Lo siento,
nena. Te dije que el estar de vuelta aquí sería un desafío.
—Tal vez deberías volver a casa. No sé por qué te pones tanta presión
cuando es obvio que no eres feliz en Riverdale. Y tienes un libro que escribir. No
puedes desviarte.
—¡Lo sé, de acuerdo! —Dejé escapar un poco de mi frustración, con mi voz
más dura de lo que debería haber sido. Maldita sea, era un imbécil. Ella es una
gran chica, paciente y dulce conmigo, y todo lo que hacía era hacerle desplantes.
¿Qué coño pasaba conmigo en estos días?—. No me voy a quedar por mucho
tiempo.
Suspiró suavemente en el teléfono. —No entiendo por qué me mantienes
fuera de esto. —Su voz sonó pequeña, de repente, casi en un susurro.
Mi culpabilidad aumentó. —Yo... no quiero... —Maldije en voz baja, no muy
seguro de cómo simplemente terminar la frase—. Mi pasado no tiene nada que ver
con mi vida en Manhattan. Eso es todo.
—Pero te fuiste a visitar a tu madre. Es importante, ¿no?
Tragué inquieto mientras un nudo se formaba en mi garganta. —Lena...
—Soy tu novia, Nolan. ¿No significa algo?
Me detuve frente al único restaurante en Riverdale, un establecimiento viejo
en quiebra que pasó de generación en generación de la familia Finley. Me quedé
mirando la pintura crema escamada y las letras desvanecidas sobre la puerta que
decía “Comida de Finley”. —Por supuesto que sí. Por favor, solo dame unos días
más. Hablaremos cuando vuelva, ¿de acuerdo?
Se quedó en silencio por unos momentos, haciéndome preguntar si por lo
menos me escuchó. Curiosamente, la idea de que de alguna manera se estuviera
distanciando de mí no fue tan difícil como pensé. Finalmente, su voz suave, con un
tono más agudo de lo habitual rompió el silencio. —Supongo que sí. ¿Me llamas
luego?
—Llamaré. Me detuve en el restaurante de aquí para escribir un rato.
—Eso es bueno, muy bueno. —Ahora sonreía, estaba seguro de ello. Sus
palabras ya no tenían el tono de decepción y tristeza. Por lo menos, me las arreglé
para tranquilizarla. Si tan solo pudiera convencerme de que no todo colapsaba a
mi alrededor, eso sería maravilloso—. Hablaré contigo más tarde. ¡Te amo! —
chirrió.
71
maletín del portátil del maletero y caminé hasta el restaurante. Había muy pocos
clientes, unas cuantas ancianas manteniendo una charla de chismes y un
adolescente coqueteando con la chica detrás del mostrador.
Sin decir palabra, me instalé en una pequeña mesa y encendí mi portátil,
tratando de evitar las dudas, las emociones arremolinándose en mi interior. Ya me
había retrasado bastante como para dejar esto de lado por más tiempo. Se suponía
que debía enviar las primeras cincuenta páginas a mi agente y editor antes de irme
a Riverdale. Ni siquiera escribí treinta páginas todavía. Nunca me había ocurrido,
pero por primera vez en todo el tiempo que podía recordar, tenía miedo del
bloqueo del escritor.
Cerré los ojos un minuto, intentando resolver mis nervios y encontrar la
calma que necesitaba para escribir eficientemente. Pero solo tenía una imagen
detrás de mis párpados cerrados. Brooklyn y su sonrisa descarada.
Gruñí y me froté los ojos.
72
Página
Brooklyn
—Dos cervezas de barril, por favor, Elena —pedí a la camarera, una mujer
de pocas palabras. Era nueva en la ciudad y ni siquiera sabía de dónde venía.
Cuando le hacía una pregunta, respondía con evasivas, lo que me resultaba
bastante extraño. Pero aparte de ser una persona cerrada, parecía bastante normal,
con su cabello castaño ondulado, ojos marrones y apenas usaba maquillaje.
Asintió y me dio las cervezas. Regresé a la mesa y se las entregué a los
hombres. Les di un guiño y cuando me di la vuelta, Nolan se encontraba allí,
mirándome expectante.
—¿Tienes un minuto? —preguntó con una suave sonrisa a la que no podía
decir que no, no cuando todo en mí se calentaba en su presencia.
—Toma una mesa y me reuniré contigo en un segundo.
Cuando se alejó, hice algo por lo que no podía ser regañada. Le eché un
vistazo a su trasero en los vaqueros y... eso se veía bueno. Me abaniqué, y Lisa, la
camarera que trabajaba esta noche, se rió de mí. Era una niña pequeña y curvilínea.
—¿Te parece bien que me tome mi descanso ahora? Solo cinco minutos.
—Por supuesto. Diviértete con él —dijo con una sonrisa adornando su boca
mientras terminaba de limpiar una mesa.
El bar no se encontraba muy lleno esta noche y me sentía agradecida por
ello. Me hallaba demasiado cansada para correr durante horas y esperaba que
pudiera ser capaz de salir pronto. El inconveniente era que no iba a hacer muchas
propinas esta noche. Pero no se puede tener todo.
Me senté frente a Nolan y esperé a que dijera algo, pero en lugar de eso, me
73
miraba como si fuera la primera vez que me veía. Pensé en mover la mano en
Página
Miró de regreso al bar, donde un par de chicos se iban, riéndose como locos,
Página
era un hombre atractivo, tanto así que yo sabía que podía tener a cualquiera, y su
familia era muy conocida. Tenía dinero, un trabajo seguro y no era un mal tipo,
Página
incluso si actuaba como un idiota a veces, pero en el fondo, era un buen tipo. Pero
en este punto, ahora que Nolan se encontraba aquí, empezaba a ver las cosas con
nuevos ojos. No era que tuviera la esperanza de atraer a Nolan a mi cama, tenía
una novia estable y yo era solo su Pequeña B, pero me hizo recordar lo que yo solía
soñar, lo que solía ser.
—No puedo. No somos buenos el uno para el otro.
Bajó la mirada y asintió lentamente. —Sabía que dirías eso. Ni siquiera lo
sabes, pero cada vez que insinué algo más entre nosotros, diste marcha atrás y
nunca luché por ti. —Levantó la mirada y vi toda la lucha dejando su cuerpo, sus
ojos perdiendo su chispa enojada y siendo sustituida por tristeza—. Metí la pata y
pensé que te quedarías, pero ahora está Nolan.
—No estoy tratando de...
—No quiero oír sobre eso, Brooklyn. —Suspiró y sacó las llaves del coche de
sus pantalones cortos—. Por primera vez empezaba a sentir algo por una chica que
no está disponible emocionalmente. Qué suerte la mía.
De repente, me resultaba difícil tragar. Nunca pensé que romper con Mike
sería difícil o incluso doloroso. Siempre vi esta cosa entre nosotros como algo
conveniente, fácil, y sabía que terminaría tarde o temprano, pero nunca imaginé
que él empezara a sentir algo más por mí. No cuando soy tan cerrada. Acerca de
esto, Mike tenía razón. Cada vez que sentía a un hombre acercarse de una manera
u otra más allá de las cosas físicas, me encerraba en mi misma, y la mayoría de las
veces ni siquiera me daba cuenta de ello.
—Lo siento.
Se encogió de hombros, empezando a alejarse y dirigiéndose hacia su coche
aparcado más lejos en el estacionamiento. Momentáneamente perdí la noción de él
cuando un coche pasó por la carretera, cegándome con sus luces. —Yo también lo
siento, porque esta cosa con Nolan va a hacerte daño.
Y subió a su coche caro, sin perder un segundo antes de que se alejara,
dejándome con sus palabras de despedida resonando en mi cabeza y un zumbido
en mis oídos. ¿Por qué mis sentimientos por Nolan seguían allí, dentro de mí? ¿Por
qué? Cerré los ojos, intentando ahuyentar a las manchas dejadas por las luces del
automóvil.
Negué con la cabeza y me dirigí hacia el interior, y en cuanto mis ojos se
posaron en él, mi mundo volvió sobre su eje. Mierda. Realmente suspiraba por él.
Hasta seis años después. Levantó la vista de su botella de cerveza vacía de la que
77
donde no debería haber ninguno. Él tenía novia. El dolor podría hacerme tropezar
si no me sujetaba mejor. Negué con la cabeza. Necesitaba volver al trabajo.
Me senté en la silla que desocupé hace unos minutos. Era difícil mantener
los ojos fijos en él mientras veía preguntas arremolinándose en ellos. Pasó una
mano por su cabello y lo dejó aún más desordenado. Junté las manos debajo de la
mesa mientras una intensa necesidad de correr mis dedos por sus rizos rebeldes
aparecieron en mi interior, quitando la parte sensible de mí que era muy
importante en este momento.
—¿Problemas en el paraíso? —me preguntó finalmente, su voz más fría de
lo que esperaba.
En una ridícula forma en que solo una mujer se puede sentir, me encantaba
que odiara el hecho de que salía con Mike. Era irracional y ni siquiera relevante
porque él solo lo odiaba porque sabía cómo Mike podría faltarle el respeto a las
mujeres. No había nada más y sin embargo... Mi sangre corría alocadamente en mi
cuerpo, y me sentía viva. Maldita sea, me sentía tan viva cada vez que me hallaba
cerca de él. ¿Cómo es que ignoré eso estos últimos días? Nolan siempre sería
Nolan. Era mi debilidad, mi mayor sueño todavía demasiado lejos de alcanzar.
—Se acabó.
Su anillo de labio salió de la boca y mis ojos no podían apartar la mirada,
menos aun cuando su lengua apareció y pasó sobre el labio inferior. —¿Rompiste
tú?
Asentí y me levanté. —Tengo que volver al trabajo.
Asintió distraídamente, perdido en sus pensamientos. Cuando éramos más
jóvenes, lo recordaba teniendo esa mirada cuando se perdía en su escritura. Pero
regresó al presente cuando tomé la botella de cerveza vacía. —¿A qué hora sales
mañana de trabajar?
—Hmm... A las seis. ¿Por qué?
—Noche de películas, pero esta vez en mi habitación. —Sus ojos no
vacilaron mientras mi corazón trató de estallar fuera de mi pecho. Llevé mi mano a
mi pecho y rasqué con inquietud.
No debería darle importancia a esto. Después de todo, tuvimos incontables
noches de cine y ésta no sería diferente. Pero siempre fue en mi habitación, en casa
de mis padres. Nunca fue en otro lugar, nunca en una habitación de hotel y ahora
ambos éramos adultos. Adultos. Mentalmente me burlé de mí misma. Sí, correcto.
78
—Está bien. Es una cita. —Y nunca quise que mis palabras fueran más
ciertas, a pesar de su divertida risa al escucharme.
Pequeña B, 10 años
Traducido por Arantza
Corregido por Julie
Vi a Gran No besando a una chica más temprano. No era la primera vez, pero se
sintió diferente y no me gustó cómo me hizo sentir. Era doloroso en mi pecho y no quería
verlo. Terminé la última oración de mi tarea —no me gustaban mucho las matemáticas— y
agarré mi conejo de peluche. Era blanco con grandes orejas y fue Granny quien me lo dio
hace tiempo. Era demasiado grande para conservar un conejo de peluche y no quería que
Gran No lo viera, pero justo ahora necesitaba a Conejito-Orejón.
Lo presioné contra mí, pero no era como cuando Gran No me abrazaba cuando
estaba triste. Conejito-Orejón no podía abrazarme también. Me encogí de hombros y volví a
ponerlo bajo mi cama antes de sentarme de nuevo.
Un par de minutos después, mi ventana se abrió desde el exterior. Miré y cuando vi
a Gran No entrar en mi habitación se me hizo un nudo el estómago, pero era diferente a lo
normal. Me sentía triste porque esa niña era más grande que yo, y más bonita. Y él la besó
y presionó su cuerpo contra el de ella.
—Hola, Pequeña B. ¿Cómo estuvo tu día?
Me encogí de hombros y encendí la televisión. Era una película antigua, una en
blanco y negro con gente cantando. —Estuvo bien.
—¿Qué está pasando? ¿Pasó algo malo en la escuela? ¿Un niño te molestó? —me
79
preguntó dulcemente. Puso un dedo bajo mi barbilla y volvió mi cara hacia él.
Página
Sus labios lucían más rojos de lo normal y sus ojos estaban más brillantes y todo fue
obra de ella. La odiaba. Ni siquiera la conocía, pero…
—Nada. —Me alejé y bajé la mirada a mi cama rosa con gris, tan infantil. Gritaba
niña de diez años de edad.
—No me mientas, Pequeña B.
Alcé la mirada y mordí mi labio inferior. Su voz era severa y él no era así conmigo
nunca. Nunca. No quería que se molestara y se fuera.
—Te vi besando a una chica. ¿Es tu novia?
Sus cejas se alzaron y él se rió entre dientes, sacudiendo su cabeza. —No es así.
—Pero te vi con ella.
Él suspiró y tomó una de mis pequeñas manos en una de las suyas, más grande. —
Eres demasiado joven para entender eso, pero ella no significa nada. Tú eres la única niña
en mi vida, Pequeña B, y eso no cambiará.
Mi corazón se aceleró y sentí algo muy divertido de nuevo. Sonreí y miré a otro lado
cuando sentí mis mejillas calentarse. Él se rió entre dientes de nuevo y yo amaba ese sonido.
Era solo para mí.
80
Página
Traducido por anita0990
Corregido por Laura Delilah
Nolan
Observé de nuevo mi reloj y maldije por lo alto en la silenciosa habitación.
—¡Mierda!
Ni siquiera eran las tres de la tarde y ya me volvía loco. Usualmente, cuando
estaba escribiendo podía pasar días encerrado en mi apartamento. Días. Aquí, unas
pocas horas adentro y ya sentía la necesidad de salir y hacer algo.
Agarré las raíces de mi cabello y tiré hasta que mi cuero cabelludo comenzó
a doler. Cerré los ojos y me encogí cuando el bajo pitido que indica la entrada de
un nuevo correo electrónico sonó desde mi ordenador portátil en mis rodillas. Una
hora antes fue Lena preguntándome cómo iba mi escritura y lo que planeaba. No le
respondí. Desde que llegué a Riverdale apenas había escrito quince páginas. Ni
siquiera quería pensar en estas páginas porque estaba bastante seguro de que
apestaban. Y tan lejos como iban mis planes, no tenía ganas de hablarle de
Brooklyn y nuestra noche de cine. Abrir esa lata de gusanos ahora traería un
desastre. Era mi maldita culpa teniendo en cuenta que nunca hablé de mi vida en
81
En una época, ella había sido mi motivación para escribir más y más, para
creer en mi talento y sueños. Ahora, era la razón de mi bloqueo y no tenía ni idea
de cómo hacerlo mejor.
Brooklyn
Miré por última vez en la cocina, donde mis padres cocinaban en silencio.
Mi padre era un hombre alto y desgarbado, casi demasiado delgado para estar
sano y sus arrugas lucían pronunciadas en su rostro angular. Su pelo era ahora casi
todo gris y siempre me sorprendió la forma en que parecía estar envejeciendo ante
mis propios ojos. Las preocupaciones no eran buenas para una persona, y él
siempre estaba preocupado por mi madre.
Mi mamá movía algo en una sartén, probablemente algunas verduras, y sus
ojos se hallaban perdidos en sus pensamientos. Los anillos oscuros bajo sus ojos
mostraron el poco sueño que había tenido y lo cansada que estaba, tanto emocional
como físicamente. Su rostro lucía casi irreconocible basándose en las fotos de la
época en que Kelly continuaba viva. Su belleza la abandonó, dejando atrás solo la
sombra.
Pasé muchos días resintiéndome con ellos durante los últimos años, que, al
verlos ahora, no podía evitar sentirme culpable. Ellos carecían en gran medida de
habilidades para ser padres, pero eso no significaba que no podía ser compasiva.
Cuando Nolan se fue, se llevó con él mi compasión y comprensión. Ahora, todo se
encontraba de vuelta.
En el fondo de mi corazón, todavía quería sacudirlos, hacerlos darse cuenta
de que tenían otra hija en frente de ellos, pero no estaba más en primer plano. Me
sentía triste por nuestra familia y decepcionada de no ser lo que esperaban que
fuera cuando decidieron tener otra hija.
Nunca miraron en mi dirección mientras los observaba y con un suspiro,
salí de la casa. Alguien tocó la bocina y me sobresaltó tanto que tuve que sujetarme
83
césped en frente de mi casa. Con mi corazón latiendo rápido, miré hacia arriba, con
mi mano picando por agarrar el spray de pimienta que siempre mantenía en mi
bolsillo. Cuando se vive en un lugar así, era necesario. Pero cuando mis ojos se
posaron en la gran Cayenne aparcada en la acera de enfrente, me relajé y reí de mi
idiotez.
Saludé, me dirigí a la camioneta de lujo, y subí sin pensarlo dos veces.
Incluso con sus vidrios polarizados, conocía a la única persona en esta pequeña
ciudad con un coche así.
—Estás nerviosa esta noche —señaló Nolan mientras se alejaba.
Lo observé por el rabillo del ojo. Con su oscura camiseta azul y relajados
pantalones vaqueros, se veía bien. Me encogí por dentro cuando mi corazón se
aceleró. Era una causa perdida. Incluso a los dieciocho años reaccionaba a Nolan
como solía hacer cuando era niña. Pero ahora, tenía algunas imágenes en mi cabeza
de lo que quería hacerle y lo que quería que él me hiciera, y eso me tenía muy
nerviosa. Por suerte, hacía el suficiente calor como para que si me ruborizaba, él
pudiera pensar que era debido a ello.
—No me gusta andar en la noche por aquí. —Toqué uno de los muchos
botones para hacer más frío el aire acondicionado—. Una vez tuve que utilizar mi
spray de pimienta con un drogadicto cuando iba de regreso a casa después de un
turno hasta tarde.
Su cabeza se movió con rapidez, sus ojos color avellana severos. —¿Qué
pasó?
—No mucho. El chico intentaba meterse en mis pantalones o algo y estaba
un poco enérgico. Se hallaba muy drogado así que… Tú sabes.
Asintió con rigidez y finalmente aparcó delante del pequeño hotel, el mejor
de los dos de por aquí. En el silencio del coche, me quedé quieta, esperando que se
moviera. Ira irradiaba de él. Solía ser muy protector conmigo y cuando sabía que
algo malo me pasaba, se ponía muy tranquilo. Hasta que abría la boca y mostraba
su enojo.
—No puedes quedarte allí si trabajas turnos hasta tarde, Pequeña B.
Puse los ojos en blanco, incluso si me emocionaba el volver a nuestras viejas
costumbres. Y de todas formas, quería trazar un nuevo camino en nuestra relación
aunque sabía que tenía una novia. Mi entusiasmo murió. —El mes que viene voy a
tener suficiente dinero para vivir en el nuevo complejo donde vive tu madre. No te
preocupes.
Negó con la cabeza y abrió la puerta. Hice lo mismo y salté fuera. Apenas
84
tuve tiempo suficiente para cerrar la puerta del pasajero antes de que él estuviera
Página
frente a mí, elevándose por encima. El anillo de su labio atrapó un rayo de luz de la
lámpara de la calle y me costó desviar la mirada de su boca. Su ceño se profundizó.
—¿Cuánto necesitas?
Era mi turno para fruncir el ceño cuando capté el significado subyacente. No
era alguien que aceptaba compasión; era una chica independiente. Levanté mi
mano entre nosotros y di la vuelta para caminar hasta el hotel. —No es asunto
tuyo, Nolan.
—¡Claro que sí! —gritó detrás de mí, sus pasos más largos que los míos. En
otras tres zancadas se hallaba a mi lado—. No voy a permitir que te quedes allí si
hay un tipo...
—¡Detente! —Cogí su brazo y lo obligué a mirarme a la cara—. Nunca voy a
tomar dinero de un chico, aunque ese chico seas tú. O cualquier persona, para el
caso. ¿Hemos pasado seis años separados y ahora quieres pagarme un nuevo lugar
para vivir? ¿Tu novia siquiera sabe que existo?
Su rostro se suavizó. Me agarró del codo y me empujó hacia el vestíbulo del
hotel, ignorando el hombre detrás del mostrador que obviamente se hallaba muy
aburrido si me basaba en sus párpados pesados. En el ascensor, Nolan me soltó y
suspiró, cerrando los ojos.
—No quería decir que no puedes cuidarte tú sola, Brooklyn. Solo estoy
preocupado.
—Estoy bien. Sé que mi vida puede parecer patética y que no es para nada
lo que esperabas encontrar, pero está bien. Me las arreglo.
Volvió la cabeza hacia mí y llevó una mano a mi mejilla. Su pulgar acarició
mi mejilla suavemente y lo sentí en mi interior. Con sus ojos mirando a los míos,
dijo—: Tu vida no es patética, pero deberías tener una vida que no sea algo que
tengas que atravesar porque tienes que hacerlo. Deberías disfrutarla; deberías ser
feliz y no solo manejar el día a día. Quiero más para ti, Pequeña B.
El sonido de la apertura del elevador rompió el momento antes de que
pudiera decir algo. En un comienzo, él se apartó de mí, casi como si lo quemara. Se
aclaró la garganta y me condujo por el pasillo tranquilo y limpio. Sacó la tarjeta de
la habitación de su bolsillo y se detuvo frente a la habitación 407. Fácilmente, abrió
la puerta y me dejó entrar antes de seguirme hacia el interior.
No era muy amplia, pero sí acogedora. Las pesadas cortinas verdes estaban
cerradas, la cama matrimonial, en lo que parecía ser el mismo material que las
85
izquierda había una puerta cerrada, que probablemente llevaba al cuarto de baño.
Un gran aparador estaba en la pared junto a la cama y cerca del pie de la cama, un
televisor moderno de un tamaño respetable y un reproductor de DVD esperaban
para nuestra noche de cine.
Pero incluso si mis ojos recorrieron toda la habitación, no pude dejar de
mirar hacia la cama. Mi piel se puso de gallina e ignoré mis pensamientos salvajes.
Estaba siendo ridícula, una vez más.
Pasó la noche en mi habitación, en mi cama, conmigo en sus brazos y no
ocurrió nada. Debería tener eso en mente. Y tenía que recordar que él no estaba
soltero. Puede que no fuera una chica inocente cuando se trataba de chicos, pero
nunca fui detrás de uno que se encontraba en una relación. Era una de mis reglas.
—Uh... ¿Qué película elegiste? —pregunté vacilante mientras él me miraba
fijamente observar su habitación.
—El Origen.
—Gran película —respondí distraídamente, asintiendo varias veces antes de
darme cuenta de lo loca que me veía.
—¿Te preocupa que estemos en una habitación de hotel?
—¡No! ¿Por qué? —dije, medio gritando, así que no sonó muy convincente.
Me senté en la cama y forcé las imágenes de clasificación R fuera de mi cabeza.
Nunca antes había estado tan obsesionada con el sexo. Nolan definitivamente no
era bueno para mi salud mental. No cuando todo en mí rogaba por un poco de su
atención, no cuando mi corazón se llenaba de sentimientos que pensaba habían
desaparecido.
Inclinó la cabeza a un lado, evaluándome en silencio. Se unió a mí en la
cama, pero en el otro lado. Cogió el mando a distancia de la mesita de noche y
encendió la televisión y el reproductor de DVD. —No te preocupes, no te voy a
morder. —La risa en su voz era inconfundible.
Refunfuñé y él se rió deliberadamente mientras nos acostamos uno al lado
del otro. Los créditos de apertura comenzaron y decidí guardar silencio. Siempre
odiaba cuando se reía de mí. Crucé los brazos sobre mi pecho y sentí que mi labio
inferior sobresalía. ¡Oh mierda! ¡Estaba haciendo puchero! Se rió entre dientes a mi
lado, chocando con su fuerte hombro el mío suave.
Volví la cabeza para mirarlo y no pude evitar la risa construyéndose en mi
86
interior. Me reí con él y dejé que me arrastrara contra su cuerpo mientras su brazo
izquierdo serpenteaba bajo mi cuello y alrededor de mi hombro. Su mano bajó por
Página
Cuando sus ojos se hallaron con los míos, mi aliento tartamudeó. En la oscuridad,
Página
solamente rota por el resplandor de la TV, sus ojos color avellana se veían más
oscuros de lo que eran y me quemaron aún más, causando escalofríos en todo mi
cuerpo.
—No estoy cansada —mi voz era apenas un susurro, tímido entre nosotros.
Mis mejillas se pusieron calientes y quería esconderme debajo de una de sus
grandes almohadas, escondiéndome para evitarlo a él y lo que estuviera pensando.
¡Era tan obvio que yo era como una colegiala con un flechazo!
—¿Qué ocurre entonces?
—Nada —suspiré de nuevo y observé su rostro, bebiéndolo, sabiendo que
era lo más cerca que jamás estaría—. Nada de nada.
Sus cejas bajaron sobre sus ojos y llevó una mano a mi cabeza, corriendo
desde mi sien hasta mi mandíbula suavemente, muy lentamente. Tuve que luchar
para no cerrar los ojos y gemir —me hallaba así de perdida en él— pero no quería
romper el contacto visual.
Y me rompí. Mi control se fue por la ventana, mi conciencia se calló, mi
lógica se fue. Porque ahora me arrastraba hacia arriba, con mi rostro cada vez más
cerca del suyo, mis ojos clavados en sus labios entreabiertos con asombro. Cuando
tomé una respiración profunda, me inundó la cabeza su olor picante y masculino.
Mis pechos rozaron sus pectorales. Fue apenas un toque allí, pero me sacudió toda,
enviando el mensaje más pecaminoso a mi núcleo caliente. Su cuerpo se puso
rígido, su ceño se profundizó, pero no se movió. Sus brazos estaban ahora a lo
largo de su cuerpo y no me acercaba hacia él, pero no tampoco me empujaba. ¿Por
qué no? ¿Qué significaba?
Podía sentir su respiración en mi cara, sobre mis labios en espera, como una
promesa del más increíble beso de mi vida, del tipo que recuerdas incluso cuando
estás vieja, arrugada y lista para expirar tu último aliento. Seguía manteniendo mi
peso sobre mis manos, mi cuerpo casi suspendido sobre él mientras continuaba
congelado, probablemente preguntándose qué hacía, sin pensar ni una sola vez lo
que verdaderamente ocurría en mi mente trastornada. A decir verdad, en ese
momento no sabía ni lo que pasaba conmigo. Solo estaba actuando, olvidándome
de pensar y ser razonable.
Entonces, cuando no pude esperar más, cuando no pude contener ese
zumbido dentro de mí que me conducía al borde de la cordura, bajé yo misma,
solo un poco. El roce de mis pechos contra su pecho se convirtió en un contacto
completo, y su olor me abrumó por completo. Cerré los ojos y dejé que todo se
fuera.
88
Mis labios entraron en contacto con los suyos, algo que soñé durante años,
Página
durante casi una década, si era honesta. Sus labios eran flexibles, el anillo en sus
labios perfectamente colocado para que fuera interesante tirar de él, cosa que hice.
Cuando mis dientes tiraron la cosita plateada, se estremeció y me calentó a un
ritmo rápido. Todo en lo que podía pensar era en el calor de sus labios suaves, la
manera en que encajaban tan maravillosamente mientras lo persuadía para abrirlos
un poco más, lo suficiente como para dejar que mi lengua se deslizara adentro y lo
probara. Necesitaba probarlo, era necesario para completar esta fantasía mía.
Quería sentir más de esta urgencia increíble construyéndose dentro de mi cuerpo,
haciéndome casi temblar, casi gemir descaradamente.
Tiré del anillo en su labio una vez más y él abrió la boca. Deslicé mi lengua
dentro de su boca lentamente, deleitándome con la sensación de finalización, como
si trajera más satisfacción que cualquier cosa física que había experimentado antes.
Y lo hacía. Era mucho más de lo que esperaba, incluso si no nos tocábamos con
algo más que las bocas y mi pecho contra el suyo.
Mi lengua encontró la suya perezosa y lentamente, y lo perdí de nuevo.
Gemí ante la humedad, ante la intensa necesidad que era casi dolorosa dentro de
mí, ante las ganas de convencerlo a perder el control. Pero fue un error, porque tan
pronto como ese sonido salió de mi boca, me apartó bruscamente, rompiendo el
contacto de nuestras bocas, dejándome increíblemente fría y con ganas.
Mi respiración era fuerte y rápida, y era todo lo que podía oír por encima de
mi corazón latiendo rápido. La televisión podría haber estado en silencio o en voz
alta para todo lo que me importaba; era lo mismo. Bajo mis dedos, la tela áspera de
la ropa de cama borró el sentimiento de su presencia contra mí. Nolan respiraba
rápido, pero mis latidos palpitaban muy fuerte en mis oídos como para oírlo. Solo
lo sabía por la forma en que su fuerte pecho subía y bajaba rápidamente, casi tan
rápido como el mío.
No podía notar por su piel si se sonrojaba o no, pero sus ojos decían algo
que no quería reconocer. Las preguntas se arremolinaban en sus ojos color
avellana, preguntas que no quería contestar, preguntas que no podía responder así
como mi propia mente se encontraba revuelta. ¿Qué hice?
Se mordió el anillo de su labio y mis ojos no se lo perdieron. Maldita sea, yo
quería tirar de él una y otra vez. Cerré los ojos y me elevé; aumentando el espacio
entre nosotros cuando era obvio que no iba a volver a mí, incluso para hablar de
cómo había cruzado la línea. Y me dolía, me dolía más de lo que esperaba. Fue
como un puñetazo en el estómago, casi demoliéndome. Crucé los brazos y me alejé
de él. No quería enfrentarlo cuando me miraba de esa manera, cuando existía ese
vergonzoso silencio entre nosotros.
89
—Tengo que irme. —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca,
Página
corrí a la puerta y me fui, sin mirar atrás para ver si me seguía o no. Una cosa era
segura, nunca me llamó. Ni una sola vez. Me dolió un poco más. Nunca había sido
tan duro vivir con la soledad.
Por primera vez desde que tenía doce años y Nolan se fue, las lágrimas
obstruyeron mi garganta y cayeron sobre el muro de mis párpados. Era inútil
tratar de mantenerlas a raya, no cuando me sentía tan devastada, tan avergonzada
y con el corazón tan roto, tan patético como sonara. Estaba con el corazón roto.
Pequeña B, 10 años
Traducido por Julie
Corregido por Pachi Reed15
—¿Cómo fue? —me preguntó Gran No una vez que me subí al coche de su madre,
el que él manejaba ahora que tenía su licencia.
Me reí. —¡Fue grandioso! —Bajé el volumen de la radio—. Bailamos y reímos y fue
muy divertido. Caleb recibió muchos regalos.
Asintió, pero no sonrió. Perdí la mía. —Eso está muy bien, Pequeña B.
Me incliné hasta donde me permitió el cinturón de seguridad y lo miré, viendo la no
tan sonriente cara de Gran No. Me mordí el labio inferior, preocupada. Tal vez su madre no
se encontraba bien. —No pareces muy feliz.
Me miró rápidamente, aunque no mucho, porque seguía conduciendo hacia nuestra
calle. —No hay nada de qué preocuparse. ¿Bailaste con un chico? —preguntó de forma
juguetona, con una sonrisa que no era la suya suave y habitual. No me gustaba mucho esto.
—¿Es por tu mamá?
Suspiró y detuvo el coche frente a un semáforo en rojo. —No quiero hablar de ella.
—Odio cuando te ves triste —murmuré en voz baja. Me concentré en la luz roja
encendida encima del coche, esperando a que se vuelva verde y deseando recuperar mi buen
estado de ánimo, pero no fue así. No podía ser feliz cuando sabía que Gran No estaba
sufriendo.
—Entonces dime cómo fue el cumpleaños de Caleb.
90
Lo miré cuando empezó a conducir de nuevo una vez que el semáforo se puso verde.
Página
Se relajó un poco más, pero pude ver en sus ojos la tristeza que odiaba. Y estaba mordiendo
el aro en su labio. Nunca era bueno cuando hacía eso.
—Bailé con Caleb y fue muy divertido. Todos estuvimos saltando y cantando —le
contesté, y mi sonrisa regresó lentamente.
—Ten cuidado, Pequeña B. Los niños pueden ser imbéciles con las chicas y no
quiero que ninguno te haga llorar nunca. Ellos no se merecen tus lágrimas.
Me reí y le di un puñetazo en el hombro que parecía más grande que el mes pasado
con mi puño pequeño. —No es como si me gustara Caleb. —Rodé los ojos. Si él supiera a
quién amaba…
—Sí, bueno, ten cuidado. Ya casi tienes once años y eres bonita. Los chicos van a
andar detrás de ti y voy a tener que ahuyentarlos.
—Como si uno de ellos quisiera besarme —me burlé y entrecerré los ojos cuando él
se rió entre dientes.
—Joder, eres tan joven, Pequeña B.
91
Página
Traducido por Yure8 & Jasiel Odair
Corregido por Laura Delilah
Brooklyn
Cerré los ojos y respiré el olor a tierra en el pequeño aparcamiento frente al
hotel. Dejé caer las lágrimas; después de todo, no había testigos. Con los ojos aún
cerrados llevé una mano a mis labios traidores hormigueando. Mi piel era apenas
sensible, pero lo suficiente como para hacerme saber que no era un sueño raro.
Besé a Nolan, y me apartó.
Se liberó un sollozo, destrozando mi pecho y triturando mi corazón.
¡Maldita sea! Era tan tonta para pensar inconscientemente que un beso cambiaría
las cosas para mejor. Mis labios no eran mágicos, no podían hacer que su novia y
sus sentimientos por ella desaparecieran. Mis labios no podían cambiar la forma en
que me veía. Siempre sería su Pequeña B, nada más y quizás ahora menos que
había estropeado todo.
—No deberías caminar a casa. Es peligroso. —Su voz vino detrás de mí,
vacilante.
Rápidamente me sequé las lágrimas, pero no dejaban de salir. Tenía un
92
depósito de lágrimas acumuladas por los últimos seis años. Iba a ser difícil
Página
ojos de regreso al suelo, con los pies pateando una piedrita en el aparcamiento casi
desierto. —Pequeña B, que...
—¿Nolan?
Sus ojos se abrieron cuando lo llamó la voz de una mujer. Nos dimos la
vuelta y había una mujer con una sonrisa brillante. Tan pronto como recibió un
buen vistazo de Nolan, corrió y se lanzó hacia él, con los brazos fijados alrededor
de su cuello y sus labios finos en los suyos.
Di un paso hacia atrás, abriendo mis ojos un poco más. Esto no puede ser
verdad. Ella no podía ser su novia. Él la empujó suavemente, la sorpresa todavía
en su rostro.
—Quería darte una sorpresa, cariño —dijo con una risa, y su voz dulce
terminó el trabajo de poner fin a mi sufrimiento.
Con su largo y suave pelo rubio, su pequeña y tonificada estructura, se
encontraba lo más cerca a la perfección como podía ser cualquiera persona y yo me
sentía carente de todo. No lucía como ella, no era pequeña como ella, no tenía los
ojos azules claro como los suyos y no tenía a Nolan. Ella tenía un trabajo en Nueva
York, sabía a dónde iba, era estable y la odié en el acto.
Nolan me miró con alguna especie de miedo. Ella siguió su mirada y me
sonrió, pero era más tensa. No esperaba encontrar a su novio a solas en la
oscuridad con una chica desconocida y podía entender su comportamiento frío
hacia mí.
—¿Quién es tu amiga?
Una vez más, se sobresaltó. Sus ojos color avellana se fueron de ella a mí
varias veces antes de suspirar. —Es Brooklyn Powell. Solíamos ser vecinos.
Vecinos. Bien. Ni siquiera amigos. Ni siquiera pudo murmurar la palabra
amigos a su chica. Solté un bufido y la saludé con la mano, forzando una sonrisa
en mi cara que era todo menos convincente.
—Creo que ustedes tienen un montón para ponerse al día. Encantada de
conocerte. —Me di la vuelta, pero después de solo dos pasos, me detuve.
—Déjame llevarte a casa.
—Oh, cariño, estoy segura de que puede encontrar el camino de vuelta.
Después de todo, ella vive aquí y te extrañé —dijo ella, con su voz dulce.
94
Empecé a caminar de nuevo y salí del aparcamiento. Pude oírles discutir detrás de
mí, pero no quería escuchar lo que decían exactamente.
Después de cinco minutos caminando hacia casa, el coche de Nolan redujo
la velocidad a mi lado. La ventana se deslizó hacia abajo y no pude evitar mirarlo.
Se encontraba solo en el coche, suplicándome con sus ojos que subiera mientras
mantenía la boca cerrada. ¿Qué podía decir, realmente? Fue un desastre antes de
que su novia llegara aquí, así que ahora... No había palabras.
Miré a mi alrededor y vi a un grupo de chicos que lucían peligrosos cerca de
un edificio que debería haber sido destruido hace un tiempo. No me gustaba estar
sola afuera cuando ya era de noche, ni cuando no me encontraba en la seguridad
de mi coche. Abrí la puerta del pasajero del auto de Nolan y subí.
En cuanto me abroché el cinturón de seguridad, Nolan condujo en dirección
a mi casa. El silencio pesaba entre nosotros, haciendo que el aire fuera pesado. Me
sentía como si estuviera asfixiándome, pero lo oculté. La voz de su novia no paraba
de sonar en mi mente y apareció un dolor de cabeza. Era demasiado en un día,
demasiado dolor y demasiado desgaste emocional.
—No sabía que iba a venir —dijo, rompiendo el silencio con su voz suave.
Su agarre se tensó sobre el volante, sus nudillos se volvieron blancos—. Lo siento.
Negué con la cabeza. Si tan solo pudiera llamar a Mike de nuevo, solo para
pensar en otra cosa, para distraerme, pero no sería justo para él. Nunca sería ese
tipo de chica.
—Es tu novia. No hay nada que lamentar.
El coche se detuvo frente a mi casa, donde las luces brotaban fuera de las
ventanas de la sala donde mis padres se encontraban probablemente viendo la
televisión. Como de costumbre, la luz exterior estaba apagada. Más abajo en la
calle, un grupo de borrachos o drogados pasaban el rato en frente de una casa
donde la música perturbaba la noche tranquila. Por una vez, no había nadie
traficando drogas o algo ilegal. Probablemente ya se encontraban de fiesta por la
calle con sus clientes.
—Tenemos que hablar de lo que sucedió. Necesito entender.
Abrí la puerta y justo antes de salir del coche, me enfrenté a él con una cara
seria. —No hay nada que entender. Tienes a tu novia esperándote; tienes una vida
esperándote de vuelta en Nueva York. Solo soy la misma niña obsesionada contigo
y nada más. Soy tu antigua vecina.
95
pudiera escapar—. Eres más que mi antigua vecina y lo sabes. —Pasó la mano libre
por su cabello y tiró del anillo de su labio con los dientes—. No sabía qué decirle
y... no sé. Mierda, realmente no sé. —Terminó con un preocupado suspiro que
resonó en mí.
Las lágrimas estaban a punto de caer de nuevo, ya que todo se encontraba
borroso. Nunca había llorado como un bebe antes. Me aparté de su agarre en mi
muñeca y pasé un dedo por mi antigua cicatriz. —No debí haberte besado. —La
palabra lo siento no salió de mis labios, atrapada en mi garganta. Decir lo siento
traicionaría cómo me sentía verdaderamente y aunque me arrepentí de la manera
en que me apartó, por lo menos lo besé una vez. Al menos actué en base a mis
sentimientos y disculparme por eso era imposible.
—¿Por qué lo hiciste? —De repente su voz era más tranquila, casi como si
temiera que alguien nos escuchara. Sus ojos no se apartaron de mí, probándome
para responder y poner todo sobre la mesa y exponerme a ser herida. Pero no
había malicia en sus ojos brillantes, solo preguntas y miedo.
—¿Por qué crees, Nolan? —espeté, con mi cuerpo rígido—. ¡Nunca he
dejado de amarte!
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido más fuerte y más
doloroso en mi pecho. Mis pulmones se encontraban ardiendo y mi garganta dolía
del llanto. Trataba calmarme. Pero Nolan no aliviaba mis nervios. ¡Por supuesto
que no! En cambio, él palideció y frunció el ceño.
—Pero... eres Pequeña B.
Y él terminó el trabajo de darme mi primer desamor real. Cuando se fue
hace seis años, no estaba con el corazón roto porque nada pasó del lado de la
amistad. Me sentía dolida porque perdí el único amigo en mi vida que me quería,
mientras que ahora, realmente puse mi corazón en la mano para escuchar que solo
era Pequeña B. Seis años demasiado joven, su amiguita con la que nunca tuvo
siquiera una onza de atracción por ella. Pero ahora era una mujer.
Asentí. No había nada que decir. Ni porque lo amara con todo lo que tengo
sería suficiente para convencerlo de amarme. No funcionaba de esa manera. Lo
sientes o no. Él no lo sentía...
Me di la vuelta y salí del coche, corriendo a casa y abriendo la puerta con las
manos temblorosas, fallando en la cerradura tres veces, el ruido contra el panel de
madera. Detrás de la puerta y en el interior de la casa, dejé que las lágrimas
cayeran de nuevo y los llantos finalmente liberados resonaron en el pasillo. Me
96
dejé deslizar hacia abajo por las baldosas frías, con mis rodillas contra mi pecho y
Página
culparla. Sus ojos eran oscuros, los labios fruncidos en una línea recta. Le aparté un
mechón rubio de la cara, pero cuando mis dedos entraron en contacto con su piel,
no había ningún zumbido, chispa ni cualquier atracción. Nada. Ninguna maldita
cosa.
Me tensé y miré hacia otro lado. Envolvió su pequeña mano alrededor de mi
muñeca. —¿Nolan? ¿No me extrañaste?
Conecté mis ojos con ella y sabía lo que quería, lo que ella esperaba. Sexo.
Aparté la mirada y asentí, pero era un movimiento rígido. No podía. No podía
cuando todavía saboreaba a Brooklyn en mi boca, todavía sentía la suavidad de sus
labios contra los míos y la forma en que sus pechos llenos se presionaban contra mi
pecho. Ahora, frente a mi novia, mi pene estaba flácido, sin respuesta.
—Estoy muy cansado. Me encuentro estresado con el libro.
—Sé cómo puedo ayudar a relajarte. —Me sonrió y me guiñó un ojo.
Para este punto estaría listo, pero no esta vez. Honestamente, no podía
recordar cuando el sexo había sido emocionante, esa cosa que no podía resistir
más. Había pensado que era normal en una relación que llevaba más tiempo que
un par de meses. Ahora sin embargo... me hallaba jodidamente perdido.
Me incliné y presioné mis labios en los de ella y profundicé el beso cuando
su lengua se deslizó a lo largo de la costura de mis labios. Pero no sentí mucho. Lo
rompí y forcé una sonrisa cansada.
—Lo siento, nena.
Se encogió de hombros como si todo estuviera bien, pero vi el borde duro en
sus ojos. Fue fugaz, pero estuvo allí, no obstante. Una vez más, no la culpaba. —
¿Quién era esa Brooklyn? Quiero decir, nunca has hablado de ella antes.
Me tensé y di la vuelta para quitarme la camisa, asegurándome de que no
pudiera ver mi cara. Me sentía tan incómodo que no estaba seguro de lo que ella
sería capaz de leer. —Te lo dije. Solíamos ser vecinos. Tenía una vida familiar
difícil y ya que la mía no era mucho mejor, la cuidaba cuando podía.
—¿Mantuviste el contacto con ella?
Sacudí la cabeza y me quité los pantalones, dejándome mis bóxers. Me di la
vuelta y me encontré a Lena subiendo a la cama, tratando de mostrar su culo
respingón apenas cubierto por la tela transparente. Pero aun así, no pasó nada en
mis bóxers y Lena lo vio enseguida.
99
—Tenía doce años cuando me fui. Estoy tratando de ponerme al día con ella
y ver cómo la vida la está tratando. Eso es todo.
Página
Resopló y apagó la luz antes de que yo diera un paso hacia mi cama. —Si
sigue por aquí, no creo que debas perder el tiempo, Nolan. Tienes un libro por
escribir y una buena vida en Manhattan.
Apreté los dientes y no dije nada. Me subí a la cama y Lena se arrastró
conmigo, acurrucándose contra mi lado. Pasó un brazo por encima de mi
estómago, acariciándome con sus dedos. Ni siquiera se levantó la piel de gallina,
pero mi corazón se apretó en mi pecho, dolorosamente.
Lena besó mi pecho suavemente y suspiró. Tentativamente, pasé un brazo
alrededor de ella y mantuve los ojos abiertos y fijos en el techo. No podía relajarme
ni calmar mi mente. No podía quedarme aquí, ahora no.
Horas más tarde, cuando sentí a Lena dormida, me acomodé mejor en la
cama, alejándola lentamente de mí y acostándola de nuevo en mi almohada. Ella se
movió, gruñó un poco, pero no se despertó.
100
Página
Brooklyn
—Despierta. Brooklyn, despierta.
Alguien sacudió mi hombro. Quería darle una bofetada a esa persona,
gritarle por despertarme de un sueño tranquilo. Gemí en mi almohada suave,
tratando de enterrar mi cara en ella, pero la persona molesta todavía me sacudía,
con más fuerza ahora.
Mi cara picaba por todas las lágrimas que siguieron cayendo, pero lo ignoré
cuando vi a Nolan en mi cama, esperando a que retomara mi juicio. Parpadeé
varias veces, sin estar segura si debía confiar en mis ojos o no.
Por encima de su hombro, pude ver mi ventana abierta con las cortinas
moviéndose con la luz de la noche en el viento exterior. Regresó, pero ¿por qué?
No me moví de mi posición en la cama, pero no quité mi mirada de él. Era
imposible para mí ignorarlo, no cuando se encontraba en mi habitación en medio
de la noche.
En la oscuridad, no podía ver gran parte de su rostro además de sus ojos y
la forma general de la cara. Sin embargo, conocía tanto su cara que era como mirar
fijamente la luz del día. Pero, los rayos del sol no me calentaban, no, eran sus
manos y brazos en mi hombro.
—¿Qué haces aquí? —susurré con voz ronca por el sueño. Sin quitar su
mano de mi brazo, usé mi mano libre para frotarme los ojos con la esperanza de
hacer desaparecer mi sueño—. Es tarde... o temprano. Lo que sea.
—No quiero perderte de nuevo —dijo, y su voz sonaba muy decidida. Se
inclinó más cerca de mi cara y cuando sentí su respiración avivar mi cuello y mi
101
Puso una mano sobre mi rodilla todavía cubierta por mis vaqueros—. Solo estás
buscando a alguien seguro, alguien que te conoce y sabe cuánto daño te hizo el
Página
Fuera, en el calor del verano, no podía apartar la mirada de Gran No. Nos
encontrábamos en la hierba, bronceándonos. Usaba mi primer traje de baño, uno a rayas
azul y blanco, y me sentía adulta. Pero era el pecho desnudo de Gran No que hoy me hizo
sentir casi tímida a su alrededor.
Su pecho resplandecía a causa del ligero brillo de sudor después de dos horas fuera.
Con sus ojos cerrados y su alborotado pelo recién cortado, parecía casi más joven. Pero era
tan grande, tan alto en comparación con los chicos de la escuela. Y era mucho más guapo.
—¿Pequeña B?
Me sobresalté y reí con nerviosismo. Dios, esperaba que no supiera lo que pensaba.
Hice a un lado algunas de las trenzas que se aferraban a mi frente sudorosa.
—¿Cómo supiste que querías tener tu primer beso?
Abrió los ojos de repente y se sentó. Su frente se hallaba llena de preocupación
mientras sus ojos me evaluaban. Su aro en el labio desapareció en su boca.
—¿A quién quieres besar?
Crucé los diminutos brazos sobre mis, todavía, invisibles tetas e intenté no pensar
en lo mucho que ardían mis mejillas y lo horrible que debería lucir. Incluso si llevaba un
104
—¡A nadie!
Sonrió con tristeza y rió.
—Estás creciendo demasiado rápido, Pequeña B. Prefería cuando te encontrabas
obsesionada con las películas de Disney.
Arrugué la nariz y escondí mi mortificación con una sonrisa forzada. Cada vez que
me hablaba, me recordaba cuán pequeña era para él, como una hermanita o algo así, y
aunque me encantaba que fuéramos tan cercanos, me encantaría que me viera como una
chica poco a poco creciendo hasta ser una mujer.
—Sí, bueno, ha pasado un tiempo. Muchas gracias.
Agarró mi hombro flaco y me acercó a él. Su palma caliente hormigueaba contra mi
piel.
—No hagas pucheros. —Revolvió mi pelo juguetonamente—. Así que dime, ¿quién
es el chico afortunado?
¡Me hallaba atrapada! Piensa en un nombre. Piensa en un nombre. ¡Date prisa!
—¡Caleb! —solté de repente cuando el primer chico de la escuela apareció en mi
cabeza. No era tan cercana a Caleb, pero era bastante lindo. Gran No nos ha visto juntos
después de la escuela un par de veces estas últimas semanas—. Ah... sí, Caleb. Supongo...
supongo que es, ya sabes, dulce.
—Entonces de verdad estás interesada en alguien —dijo lentamente, casi como si
tratara de absorber la noticia. Pero al ver el aspecto arrugado de su rostro, uno pensaría que
probó una limonada sin azúcar—. Eso es tan raro.
—¿Por qué? —pregunté con timidez. Me estiré en frente de mí y agarré la botella
de agua que había traído conmigo hace media hora. Tomé un sorbo y suspiré por el líquido
frío.
—Simplemente lo es. —Se encogió de hombros, pero fue obligado. Lo conocía y se
encontraba molesto.
—Ya sabes que mi amiga Maddie ya besó a un chico en la escuela.
—Esa no es ninguna razón para besar a alguien. No debes hacerlo solo porque los
otros lo hacen.
—¿Y si cada vez que lo veo me pregunto cómo se sentiría tener sus labios contra los
míos? ¿No crees que signifique que debería hacerlo? —Si al menos fuera simple, si solo la
persona que quería besar fuera más joven y no seis años mayor. Obligué a mis ojos a no
permanecer demasiado tiempo en sus labios rosados.
105
Sus mejillas se volvieron de color rosa y no tenía nada que ver con el sol, lo sabía. Se
Página
Brooklyn
De alguna manera, en lo que fue de ayer, debí haber perdido todos mis
sentidos. Supuse que era lo único que tenía en común con Nolan. Todo este dolor
que aún sentía, llegó a mí de la forma más extraña porque me encontraba aquí,
teniendo algún tipo de horrible té apestoso con la madre de Nolan. Solo por un
impulso cuando pasé conduciendo por su edificio, me estacioné y llamé a su
puerta.
—Dime, Brooklyn, no estás aquí solo para tomar un té conmigo. Sé que no te
agrado mucho después de lo que le hice a mi hijo —dijo con una voz temblorosa
que era más un signo de su debilidad que de algo más.
Bajé mi taza de té e intenté sonreírle sin encogerme al ver los huesos
salientes de su cuerpo. Era una maravilla que aún estuviera con vida y viviendo
sola cuando la veías. —Sé que Nolan es bastante exigente contigo ahora, pero estoy
segura de que vendrá por aquí pronto.
106
Alzó una mano y se llevó las llaves de mi auto sin preguntar. —No puedo
permanecer dentro. Voy a explorar este pueblito y dejarte escribir. Con suerte,
Página
—Hola, Brooklyn. Sé que est{s… —Miró alrededor del bar, sus profundos
ojos azules valorando a un par de tipos borrachos medio despatarrados en el bar
Página
rígida y la cabeza en alto. Incluso miró con desdén a una dulce pareja de ancianos,
que entraban al bar por su copa semanal de vino tinto. Perra.
—Pensé que la golpearías cuando te agarró —me dijo Elena, su dulce voz lo
suficiente relajante para soltarme ligeramente.
—Odio a las mujeres como ella. Siempre piensan que son mejores que otros
y sin embargo, siempre tratan de intimidar a la gente.
Puso una reconfortante mano en mi hombro desnudo y lo apretó con una
sonrisa en su rostro. —No dejes que te afecte. De todos modos, ¿quién es?
—La novia de Nolan Bell —respondí con un resoplido. Todavía era difícil
dejar que la palabra novia saliera de mi boca cuando todo lo que quería era
olvidarla, olvidar que él no era soltero, olvidar que estaba enamorado de alguien
más.
—¿Su novia? —Se rió, meneando la cabeza—. Diablos, las cosas han
cambiado. —Cuando atrapó mi mirada oscura, se puso seria—. Lo siento; debe ser
difícil para ti.
—Es mi suerte el que todos sepan lo que siento por él. —Abatida, le sonreí y
me fui hacia la puerta principal, lista para irme ahora que las chicas que hacían el
siguiente turno se hallaban aquí. Cuando empujé la puerta para abrirla, mis ojos
aterrizaron en mi muñeca en donde las furiosas marcas eran visibles.
Sin pensarlo dos veces, sin sopesar los pros y contras, pesqué mi teléfono
celular del bolsillo de mis pantalones cortos.
Asegura la correa. ¡Si ella me toca de nuevo, no terminará bien! Odio
cuando alguien me agarra por la fuerza.
Y presioné enviar. Puse mi teléfono de regreso en mi bolsillo y caminé hacia
mi auto, lista para ir a casa y esconderme en mi cuarto. No quería desempeñar el
papel de la mariposa social, no quería ir de fiesta. A mitad de camino a mi casa,
sentí que mi teléfono vibró contra mi muslo, pero lo ignoré. Si había algo que
nunca hacía era revisar el teléfono mientras conducía. Tener una hermana que
murió en un accidente automovilístico me hacía muy cautelosa una vez que me
encontraba detrás del volante de un auto.
Estacioné en la acera y salí, sin mirar a ningún lugar más que directo a la
casa. Una vez dentro, no intenté comprobar en qué parte de la casa se hallaban mis
padres y fui directo a mi habitación. Con las manos temblando por los nervios,
tomé el teléfono y abrí el mensaje.
112
que se acostaba en vez de a la que proclamó como su “mejor amiga”. El sexo con
los hombres siempre prevalecerá. Lo sabía, pero dolía viniendo de Nolan.
Por supuesto, tenía que ser yo, ¿no?
Apagué el teléfono antes de ir por una ducha, esperando que calmara mis
nervios. El agua caliente era una de las mejores medicinas. Tan pronto como cayó
en mi piel, gemí, liberando algo de la tensión en mis hombros, espalda y cuello. No
aparté el cabello que se pegaba a mi rostro mientras el agua caía como una lluvia
pesada.
Con las palmas contra las baldosas, dejé que mi cabeza colgara entre mis
hombros y cerré los ojos, concentrándome en las gotas cayendo de mi barbilla y
nariz. Justo ahí, si lloraba mis lágrimas se mezclarían con el agua, haciendo fácil
ignorarlas, ignorar el hecho de que mostraba una debilidad que no solía mostrar.
Podía pretender que no lloraba o que no me sentía pulverizada por las palabras de
Nolan a mi mensaje.
Cuando mis dedos empezaron a arrugarse, corté la ducha y me envolví en
una gran toalla negra. Con otra más pequeña, sequé mi cabello y lo peiné, ni una
vez mirándome en el espejo sobre el lavabo, ni siquiera cuando la bruma se disipó.
No quería ver mis ojos rojos, sería una prueba de mi debilidad y enfrentarla no
estaba en mi agenda.
Apagué la luz y caminé lentamente hacia mi dormitorio en la semi-
oscuridad. Cuando sentí que mi toalla empezaba a caerse, la aseguré con la mano
mientras que encendía la luz en el cuarto. Cuando vi a alguien de pie en frente de
la ventana, grité y llevé mi mano libre hacia mi boca.
Ahí, con una chispa de furia en los ojos, Nolan me esperaba. Sus ojos
notaron mi casi desnudo ser en toda su gloria y se movieron nerviosamente a sus
pies. Al menos, también lo tomé por sorpresa.
—¿Qué haces aquí? —Cerré la puerta detrás de mí—. Deja de colarte en mi
dormitorio, es molesto.
—Apagaste tu teléfono. ¿En realidad piensas que dejaría una discusión así?
Me conoces mejor que eso.
—¿Puedes al menos girarte? Me gustaría ponerme algo de ropa.
Se cruzó de brazos sobre el pecho, su camiseta verde tensándose en los
hombros y se inclinó contra la muralla, justo junto a la ventana. —No.
113
—¿No?
—No —confirmó firmemente.
Página
Pequeña B, 11 años
Traducido por Julie
Corregido por NicoleM
Brooklyn
Decir que me quedé atónita era un eufemismo. No podía apartar la mirada,
y él no se movía. De repente, mi estado de casi desnudez me hizo sentir tímida, lo
cual era muy raro. Nunca era tímida con mi cuerpo alrededor de un chico. Aunque
nunca había estado desnuda delante de Nolan.
Cada gota de agua que caía de mi cabello húmedo y bajaba por mi cuello me
hacía ansiar un toque que no fuera el del agua. Si hubiera cerrado los ojos, habría
podido ser capaz de imaginar los dedos de Nolan pasando a lo largo de mi piel,
sacando un gemido de mí, en lugar de las gotitas de agua. Pero mantuve los ojos
abiertos y mis brazos apretados a mi alrededor para evitar que cayera mi toalla.
—Estoy casi desnuda —señalé de nuevo, segura de que había perdido la
cabeza. O tal vez le importaba una mierda y ni siquiera sentía que fuera una mujer
en absoluto. Sería tan mortificante. Como si no fuera suficiente que me rechazara
cuando lo besé.
116
Sus ojos dejaron mi rostro brevemente, pero el tiempo suficiente para dejar
un rastro caliente por mi cuerpo. Debería disfrutar del ligero rubor que apareció en
Página
su rosto cuando su mirada se topó con mis piernas desnudas aún húmedas de la
ducha, pero solo me hizo querer esconderme. Sin embargo, no quería que sus ojos
regresaran a mi rostro, pero lo hicieron.
—¿Y qué? No me encuentro aquí para comerte con los ojos, Brooklyn.
—¡Claro que no! —Me burlé, y la tensión corrió por mi cuerpo—. Quieres
pelear conmigo porque me atreví a cuestionar la honestidad de tu perfecta novia.
—Es una chica dulce y no puedo…
—Imaginar que me haría algo, mientras que yo no soy más que un volcán.
¿Es correcto? —Terminé por él con veneno en mi voz. Extendí mi muñeca hacia
adelante. Incluso con poca luz y con él al otro lado de la habitación, sabía que
podía ver las marcas de furia en mi piel hechas por las uñas de la perra.
Los ojos de Nolan se oscurecieron y sus labios se apretaron. Un músculo se
tensó en su barbilla. Hice un movimiento para esconder mi muñeca bajo mi otro
brazo, pero él caminó hacia mí y me detuvo. Con dedos suaves, tomó mi mano y
examinó más de cerca mi muñeca, sus ojos no se perdieron ni un rasguño.
—¿Qué pasó?
Me alejé y me senté en la cama, cuidando de mantener mi toalla a mi
alrededor. —Quería decirme que no estás disponible, o alguna mierda como esa.
—No puedo creer que hiciera algo así.
Entrecerré los ojos hacia él. —¿Insinúas que es mi culpa?
—No, para nada —dijo. Sacudió la cabeza y se sentó a mi lado. Había un
pequeño espacio entre nosotros, suficiente para no tocarnos y, sin embargo, lo
bastante cerca para sentir la calidez viniendo de él. O tal vez, era un truco de mi
mente, lo que era posible—. Simplemente, es tan amable. Nunca alza la voz.
—¿Le preguntaste que pasó? Digo, por lo menos espero que dudaras de sus
palabras cuando te dijo que fui mala con ella.
—Pequeña B…
—¡Detente! —Me volví ligeramente para míralo—. No uses ese tonto apodo
para aplacarme. Lo entiendo, es tu novia, la amas y toda esa mierda, pero me has
conocido desde que tenía nueve años y solo la has conocido los últimos siete meses
más o menos, y prefieres creerle inmediatamente en lugar de escuchar lo que yo
tenía que decir.
117
—Eso es gracioso. —Me reí sin humor—. Crecí, pero no significa que me
convirtiera en una especia de gran perra odiosa, Nolan.
—Lo siendo, bien. —Suspiró y respiró profundo—. Estoy seguro de que
vendrá y se disculpará. No es fácil para ella descubrir todo mi pasado así.
Lo miré boquiabierta y negué. —Guau, realmente estás enamorado.
—¿Por qué dices eso? —Mordisqueó el aro de su labio y me frunció el ceño.
—Porque le encuentras todo tipo de excusas. Solo espero que te ame tanto
como tú la amas, lo cual me es difícil de creer.
—¿Qué quieres decir? —Su ceño se profundizó.
Me encogí de hombros. —Nada. Deberías regresar y hablar con ella. No
quiero estar entre ustedes. —Tragué el nudo en mi garganta—. Tienes cosas que
solucionar con tu madre y tu novia demandante. ¿Yo? —Señalé mi pecho—. Tengo
que trabajar mucho para ahorrar el dinero suficiente para mudarme. Tenemos
vidas muy diferentes y en este momento están chocando.
Se giró más hacia mí, sus ojos clavados en un lado de mi rostro. —Dime si
me equivoco, pero parece que me estás alejando porque ella está aquí.
—Sabes cómo me siento respecto a ti. Es… doloroso verlos juntos.
Silencio cayó entre nosotros, cargado de tensión. Mi pecho, estómago, todo
mi cuerpo se hallaba adolorido. Era duro verlo, imaginarlo compartiendo la cama
con otra mujer, imaginar sus labios en los de alguien más.
—¿Cómo sabes que lo que sientes por mí es amor verdadero? —preguntó;
su voz era apenas un susurro, como si tuviera miedo de mi respuesta.
—Siempre pienso en ti, mi corazón late fuerte cada vez que estamos juntos,
quiero tocarte, besarte y aun si me siento locamente enojada contigo, quiero estar
en tus brazos, porque allí es donde me siento completa. Todo es muy cliché, pero
es como sé que lo que siento por ti es real y sé que esta mierda no desaparecerá.
Bajé la mirada a mis rodillas desnudas y mentalmente deseé que se fuera.
¿Cuántas veces tenía que desnudarle mi alma? ¿Cuántas veces sería capaz de pasar
por el mismo rechazo y humillación? Era demasiado para mí. Creía que era una
mujer fuerte, del tipo que se recuperaba después de ser derribada, pero él rompía
mi corazón una y otra vez.
118
los dientes. Eso envió hormigueos por todo mi cuerpo, y tuve que aferrarme a sus
hombros fuertes y firmes bajo mis dedos. Abrí la boca y halé una vez del aro en su
Página
labio. Lo que pasó después fue el mejor sonido que escuché alguna vez. Gimió tan
profundamente que no pude mantener en silencio mi gemido en respuesta. Me
rodeó con sus brazos, su antebrazo desnudo rozando lentamente mis brazos antes
de que sus manos calientes aterrizaran en el área de piel desnuda en mi espalda.
Me estremecí.
Su lengua se deslizó dentro de mi boca y bailó con la mía, primero despacio,
luego se volvió frenética, más desesperada. Me sentía sobrecargada, a punto de
explotar y no quería que terminara. No quería mi próximo aliento más que besarlo
una y otra vez.
Pero él rompió el beso y nos miramos, ambos sin aliento. Quité mis manos
de sus hombros y él alejó sus manos de mí. Sus labios estaban rojos y un poco
hinchados. Nos besamos. No, él me besó. ¡Me besó!
Llevé una mano a mi boca, mis dedos trazando los labios distraídamente
mientras sentía las marcas dejadas en mi rostro por su barba. Nunca había sido
besada así. Era como si hubiera tratado de devorarme, como si fuera un beso único
en la vida. Y cuando vi sus ojos volverse duros y su rostro cerrarse a cualquier tipo
de emoción, supe que lo era.
—Supongo que solo fue un error, ¿cierto?
Asintió rígidamente antes de levantarse. Pero incluso si trataba de ocultarlo
al ser tan distante, sabía que ese beso lo afectó. Sabía que lo disfrutó. Aún podía oír
su gemido en mi cabeza y me hacía querer tenerlo en mi cama, pero era inútil.
Tenía novia.
—Solo quería probar que no significa nada, que no te veo de esa manera.
Solo fue un beso, nada más que un simple beso.
—La próxima vez, mírame cuando mientas. —Me paré y señalé la ventana
abierta—. Ahora ve con tu novia. Ve a dormir con ella para probarte que la amas y
que ese beso no fue nada. Mantén los ojos cerrados ante el hecho de que en
realidad no me ves como la niña de doce años que dejaste hace más de seis años.
¡Ve y convéncete!
Sacudió la cabeza, pero no dijo nada y eso fue peor. Lo miré mientras se
alejaba y ni una vez me miró sobre el hombro. Ni una vez. Así como así, regresó
con la mujer que compartía su vida. Y yo me quedé sola.
Me hundí en la cama. Con mis codos en mis rodillas y la cabeza en mis
manos, intenté con todas mis fuerzas no imaginarlo teniendo sexo con su novia.
Imaginarlo besándola como me besó, imaginarlo tocándola de la manera que
120
soñaba que me tocara a mí era demasiado. Sin embargo, esa era su vida y Lena lo
había visto en su punto más vulnerable, completamente desnudo junto a ella,
Página
—¿Quién te hirió? ¿Qué pasó? —Lloré febrilmente, mis manos ahora contra el
cristal de la ventana.
Página
Medio me sonrió, extendiendo una mano para ayudarme a entrar. Tuve que saltar
para llegar lo suficientemente alto para entrar; aún era muy pequeña para su ventana,
aunque hubiera crecido bastante estos últimos meses. Cuando Gran No me ayudó a
ponerme de pie dentro de su habitación iluminada solo por la lámpara de noche, se encogió y
llevó una mano al costado derecho de su caja torácica.
—Cálmate, Pequeña B, no es nada. —Caminó lentamente de vuelta a su cama y se
sentó cuidadosamente, de la misma manera que lo haría un hombre muy viejo. Odiaba verlo
con tanto dolor—. Me metí en una pelea con un idiota.
—¿Quién? —Todavía me hallaba de pie cerca de su ventana. Podía contar con mi
mano cuántas veces había estado en su habitación y cada vez me sentía fuera de lugar de
alguna manera. Eso era lo que me hacía darme cuenta de que había partes de él y su vida
que se encontraban fuera de mi alcance.
—Mike. Ese maldito ya no cree que es el hijo prodigo —dijo oscuramente antes de
pasar una mano por su cabello despeinado—. Debo dejar de maldecir contigo o pronto
estarás maldiciendo alrededor de la ciudad.
—Pensé que Mike era tu amigo —respondí con el ceño fruncido, sin decir nada con
respecto a las maldiciones. Nunca maldecía, y algunos niños en la escuela pensaban que era
presumida, pero no me importaba. Sabía que Gran No no estaría feliz si estuviera usando
palabras como maldito, joder, o demonios. No quería decepcionarlo.
—No quiero hablar de eso. —Se movió en la cama para apoyarse contra la pared en
la cabecera de la cama. Cuando estuvo arreglado, liberó una respiración profunda y cerró
los ojos.
—¿Por qué no quieres hablar al respecto?
—Porque son cosas de mayores, ¿de acuerdo? Tienes qué, ¿once? No entenderías.
Inhalé sonoramente, y cubrí mi pecho aún plano con mi mano donde mi corazón
latía dolorosamente; no era rápido ni nada, solo doloroso, como si cada latido estuviera
quemando mi interior. Después de todo, tenía razón, solo tenía once. Era una niña, una
inocente niña pequeña que quería jugar a ser grande con él. Eso era cierto, pero él sabía que
tampoco era como los otros niños de once años en la escuela. Sabía todo acerca de la vida en
mi hogar, todo de mí.
—¡Abre tus ojos, no tengo nueve, Nolan!
Los abrió ampliamente cuando su nombre de pila dejó mis labios. No podía siquiera
recordar la última vez que dije Nolan, si es que alguna vez lo hice. Para mí, era Gran No.
123
Pero no en este preciso momento. Y por primera vez, ambos le elevamos la voz al otro. Dolió
tanto. Quería sus brazos a mi alrededor y nuestras silenciosas y tranquilas noches de
películas, no esto. Si eso era lo que sw sentía ser un adulto, tal vez no valía la pena después
Página
de todo.
—Lo… Lo siento —tartamudeó y le dio golpecitos al pequeño espacio en la cama a
su lado. Por supuesto, no podía resistirme cuando me miraba de esa manera. Con ojos tan
grandes y suplicantes, brillantes bajo la tenue luz, ni siquiera sentí cuando comencé a
caminar hacia él y me senté—. No quiero pelear contigo, no contigo, Pequeña B. Realmente
lo lamento.
Apartó de mi rostro un poco de mi aburrido cabello marrón y me estremecí
discretamente cuando las puntas de sus dedos tocaron mi oreja. Mi rostro se calentó y
desvié la mirada de la suya muy observadora.
—Odio cuando usas mi edad en mi contra y lo sabes —musité en el espacio vacío de
su alcoba. Me pregunté si su mamá estaba en la cocina o en su habitación. O probablemente
se encontraba allá afuera con las otras personas comprando drogas. Desde esa vez cuando la
conocí, siempre había tenido miedo, insegura de qué decir o si debería verla a la cara. Y
detestaba cómo le había hecho daño a Gran No una y otra vez.
—Lo sé, pero todavía eres una niña. Tengo diecisiete, Pequeña B, y pronto me iré a
la universidad, mientras tú ni siquiera estarás en secundaria aún. Hay cosas de las que no
puedo hablarte, pero eso no quiere decir que signifiques menos para mí. Si acaso, me
importas mucho más que cualquier otro en esta maldita ciudad.
—No quiero pensar en ti yéndote.
—¿Por qué? No es como si nunca más fuéramos a vernos.
Me encogí de hombros y parpadeé para alejar las lágrimas que querían brotar de mis
ojos. —Te extrañaré.
Agarró mi barbilla y llevó mi rostro hacia el suyo. Se veía tan serio, casi enojado.
—No estés triste por mí. No merezco ninguna de tus lágrimas.
Mi garganta se cerró y fue imposible emitir una palabra. En lugar de eso, tiré mis
brazos alrededor de su cuello y acurruqué mi rostro en su hombro. Se tensó y aunque estaba
hiriéndolo, no dijo nada. En vez de eso, suspiró y envolvió sus brazos a mi alrededor,
protectoramente, y se sintió como en casa. No quería pensar en él marchándose el próximo
año. En este momento, se hallaba aquí. Y me encontraba en sus brazos.
124
Página
Traducido por Kyda & NicoleM
Corregido por Bells767
Brooklyn
Podía olvidarme de mi retiro calmado y silencioso. A unos pocos metros de
donde había estacionado mi viejo vehículo una fogata estaba ardiendo brillante y
alta con personas felices bebiendo y comiendo s’mores cerca. Puse mis llaves en el
bolsillo de mis pantaloncillos y dejé mi guitarra en el asiento trasero. No quería
arriesgarme a que derramaran cerveza barata en ella.
Reconocí a la mayoría de los asistentes a la fiesta. Algunos eran de mi
secundaria, otros mayores y unos pocos obviamente pasaron por allí y decidieron
unirse a una vieja buena fiesta de fogata con música pop sonando en el fondo
desde un automóvil.
—¿Brooklyn?
Giré a mi izquierda y vi a Mike apoyado contra un árbol solitario con un
vaso rojo en la mano. Si estaba de pie significaba que aún no se encontraba ebrio. A
salvo, caminé hacia él, sin estar segura de estar siendo inteligente. No pretendía
125
cerveza lentamente y sus ojos se deslizaban sobre mis piernas desnudas demasiado
exhaustivamente para ser inocente.
—Quise venir por algo de paz. No sabía que habría una fiesta.
Cuando este lugar no estaba invadido por una fiesta, era lindo. Era aislado
de nuestro pequeño pueblo y en la noche podías ver miles sobre miles de estrellas
brillando en el cielo oscuro. Era hermoso, tranquilo y un lugar al que iba cuando
necesitaba un escape.
—Sabes que es la tierra de mi familia, ¿cierto?
—Mierda, lo olvidé, Mike. —Qué idiota. Pasé una mano a través de mi
cabello e hice un movimiento para irme, pero Mike me detuvo con un agarre gentil
de mi mano.
—Puedes quedarte, está bien.
Se alejó y terminó su cerveza de un trago; sus ojos ahora me evitaban.
Escaneó la fiesta a unos pocos metros y no pude evitar notar que él no estaba de
humor para festejar. Ni siquiera hablaba con sus amigos que coqueteaban y bebían
en el otro lado del fuego.
—¿Cómo estás?
Se rió y me miró de vuelta antes de ver hacia arriba, sus ojos se perdieron en
el grueso follaje del árbol en el que estaba recostado. —Estoy cuestionando cosas,
pensando lo mal que te traté y cómo… —Tomó una respiración profunda, y miró
el suelo—. Cómo te quiero de vuelta a pesar que no tiene sentido quererlo.
Por primera vez desde que lo conocí, lo vi vulnerable. No era como el otro
día cuando rompí con él y estaba humillado y aplastado, sino que era como si
estuviera perdido. De repente, quería consolarlo, dejar de ser una perra con él.
Pero si lo abrazaba le daría algún tipo de falsa esperanza. No quería arriesgarme.
—Juro, Mike, que nunca imaginé que te habrías apegado tanto a mí. Nunca
lo mostraste.
Asintió y aplastó el vaso en su mano. —Lo sé. Fui un idiota contigo y actué
como un maldito inmaduro. Me enseñaste una lección que no olvidaré. ¿Quién
habría sabido que tú serías la que me obligara a madurar? La edad es solo un
número a veces.
Quería reírme de eso.
¿Quién sabría que el hombre equivocado abriría sus ojos y vería las cosas a
126
—No puede besarte y sentir nada. —Negó con su cabeza—. Está perdido.
Tiene que verte como una adulta, una mujer que está en sintonía con sus
Página
sentimientos tanto como con sus necesidades. Eso no es fácil cuando han estado
separados por seis años. Dale algo de tiempo y no dejes que esta chica te moleste.
—¿Quién sabría que serías genial con los consejos sobre relaciones?
Se rió y sin darme cuenta de lo que quería hacer, me abrazó, largo y duro.
Pasó ambas manos de arriba abajo por mi espalda y rozó su mejilla prolijamente
afeitada contra mi rostro. Llevé mis manos a sus brazos, insegura de dónde
colocarlas. Era cómico cuán torpe podía ser con un chico que había tocado
mientras estaba desnuda sin pensarlo dos veces.
—Debo irme o intentaré hacer algo estúpido contigo. No estoy de humor
para una fiesta. —Me soltó y me miró largo antes de darse la vuelta y caminar
hacia su vehículo estacionado en algún lugar del mar de automóviles.
Nunca pensé que me arrepentiría de nuestro tiempo juntos, pero Mike me
llegaba de alguna manera. Ya no quería estar con él y nunca lo amé, pero nos
entendíamos el uno al otro y conectamos de cierta forma.
Miré alrededor y decidí irme. Tampoco estaba de humor para una fiesta y
necesitaba reagruparme y pensar en lo que Mike había dicho. Quizá tenía razón,
tal vez no debería rendirme ahora. Después de todo Nolan me besó también, y lo
afectó. Mientras tanto, debería pensar en mi prioridad. Rentar un lugar. Nolan
estaría en el pueblo por unos pocos días mientras yo tenía que vivir aquí, tenía que
construirme una vida para mí misma aunque no fuera el tipo de vida que había
soñado.
Quería que Nolan me viera como alguien mayor, una adulta y era hora de
que actuara como tal. Tener mi propio apartamento era el primer paso y, para ser
honesta, necesitaba salir de la casa de mis padres. Empezaba a sentirme inquieta y
pelear con ellos no haría ningún bien para ninguno de nosotros.
Caminé de vuelta a mi vehículo, con pasos eran determinados. No me iba a
sumergir compasión por mí misma, especialmente por un hombre y no quería
sentirme perdida como lo había hecho cuando Nolan se fue. Me hirió lo suficiente
para que durara toda una vida. Tenía que parar. ¡Ahora!
128
Página
Nolan
Miré alrededor del bar, pero era obvio que Brooklyn no estaba allí. Mantuve
un ojo en la puerta que guiaba al área de empleados, pero aún no había señal de
ella.
—Oye, ¿estás buscando algo?
Me volteé hacia el bar y fruncí el ceño al barman que recordé coqueteaba
con ella cuando la vi aquí por primera vez. —¿Brooklyn trabaja hoy?
Sus ojos oscuros se entrecerraron hacia mí con lo que supuse era sospecha.
Mis puños se apretaron a mis costados. Si ese idiota no abría su maldita boca en el
próximo minuto…
—No, se tomó un día libre. Eres ese autor, ¿verdad?
Suspiré y me apoyé más pesadamente sobre el bar. ¿Dónde estaba? —Sí,
escucha, ¿sabes dónde podría estar? He intentado en su casa, pero no está allí.
—¿Qué quieres de ella?
Lo fulminé con la mirada y me acerqué más al rostro del pendejo. Era más
viejo que yo, pero aparentemente no tenía ningún escrúpulo en coquetear con una
chica de dieciocho años. Eso no me parecía bien. —No es de tu incumbencia.
Arrojó un paño sobre su hombro y cruzó los brazos sobre su pecho. Quería
intimidarme, pero tenía al menos cinco kilos más que él y estaba más que inquieto
a este punto. Si quería meterse conmigo, no me importaba volver a mis viejas
costumbres de adolescente y dañar su rostro con mis puños.
129
—Oh, por favor, paren esa mierda ustedes dos. —Elena, una de las meseras,
interrumpió con una rodada de sus ojos. Era un par de años más joven, pero aún
cuando estábamos en secundaria juntos nunca pasamos el rato. Empujó al barman
del camino y comenzó a verter cerveza de tarro en una jarra—. No vendrá hoy. No
creo que nadie aquí sepa dónde está, para ser honesta. ¿Quieres su número?
Suspiré y finalmente liberé mis puños. Mordisqueé el anillo de mi labio y
negué con mi cabeza. —Ya lo tengo. Pero gracias. —Me alejé del bar, pero Elena
me llamó de nuevo antes que me diera la vuelta para marcharme.
—No sé cuáles son tus intenciones con ella, pero ten cuidado. La han
lastimado lo suficiente.
No sabía cómo responder a eso. Por supuesto, todos la estaban protegiendo,
y me encontraba feliz de saber que tenía personas que le cuidaban la espalda, pero
también era difícil. Hace años, había sido el único cuidándola, no estas personas.
Ahora, ellos la protegían de mí.
Mis ojos cayeron al suelo sucio y me alejé. Eso debería convencerme de
dejarla sola, y detener este desastre, pero no pude. Tenía que verla. No podía
detenerme, no podía permanecer lejos. Que Lena estuviera aquí no sirvió de nada.
Todavía quería a Brooklyn. Bueno, quería verla, por lo menos. Como si verla fuese
todo lo que realmente quería...
Agarré mi teléfono de mis pantalones y lo miré, sin saber qué escribirle.
Llamarla se hallaba fuera de discusión. No tenía idea de qué decir y no confiaba en
mí mismo en este momento. Un mensaje parecía más fácil, más seguro.
Mi teléfono vibró en mis manos y mi maldito corazón me traicionó. Pero no
era un mensaje de ella, era de Lena. Mis dedos se apretaron alrededor de la maldita
cosa y maldije en voz baja.
¿Dónde estás?
Abrí mi carro y salté dentro, rápidamente escribiendo un mensaje. Pero no
era para Lena.
130
Página
Brooklyn
—Felicidades, señorita Powell —me dijo el corredor de bienes raíces, la
señora Kinley, después de darme las llaves de mi apartamento nuevo, la llave de
mi independencia.
Le sonreí, intentando mantener la calma a pesar de que me encontraba a
reventar de felicidad. Durante el último año y medio he estado soñando con el día
en que sería capaz de pagar el alquiler y ese día llegó, a pesar de que tendría
dificultades para pagar por la comida. Debería haber sido más paciente, pero unas
semanas más parecían demasiado tiempo cuando todo era un desastre. Necesitaba
el control sobre algo.
—Gracias —le contesté en el umbral de mi apartamento de un dormitorio
amueblado con sencillez, un piso sobre el de la madre de Nolan—. Y gracias por
ayudarme con el propietario.
—Es mi tío y conozco a tu jefe. Es un pueblito, puede ser una maldición,
pero sé que eres muy madura para una chica de dieciocho años. Estoy segura de
que no habrá ningún problema. —Sonrió dulcemente y se despidió antes de que
sus tacones sonaran por las escaleras, dejándome sola.
La vista no tenía nada de especial, pero para mí era la cosa más hermosa que
jamás había visto. Los árboles eran frondosos y maravillosos en el otro lado del
camino que cruzaba nuestro pequeño pueblo, la hierba que definía los límites del
estacionamiento era de un verde intenso, brillando bajo el sol de la tarde. Aquí no
tendría que preocuparme por volver tarde después de mi turno en el bar, no
tendría que enfrentar a mis padres y el vacío que crearon alrededor de sí mismos.
131
—¿Brooklyn? ¿Qué haces aquí, chica? —me dijo alguien desde abajo. Me
incliné hacia adelante en la barandilla e ignoré el vértigo que sentí al mirar hacia
Página
abajo.
La madre de Nolan se encontraba allí, protegiendo sus ojos del sol con una
mano. La saludé y grité—: ¡Bajaré enseguida! —Me giré y cerré mi apartamento
por primera vez. El orgullo me llenó al ser lo suficientemente valiente para hacer
que las cosas sucedieran y tomar las riendas de mi propia vida.
En el piso de abajo encontré a la señora Bell en su puerta y mi sonrisa no
desapareció incluso cuando noté las sombras negras debajo de sus ojos. Ver a
alguien enfermarse más y más cada día era inquietante.
—¡Soy su nueva vecina!
—¿Qué?
Señalé por encima de nosotras. —Acabo de firmar los papeles del alquiler
del apartamento.
—Vamos adentro y me cuentas todo. Incluso compré un té que debería ser
más de tu gusto —dijo, invitándome dentro con una sonrisa estirando sus labios
agrietados y delgados. Era evidente que se sentía sola mientras una nueva energía
parecía zumbar dentro de ella por tener un invitado. Me carcomió pensar lo que
había sido la vida de esta mujer. Se hallaba hecha de errores, sufrimiento y un hijo
distanciado. Fue entonces que me di cuenta cuán corta podría ser la vida y cómo
todo podría dar la vuelta en un rápido descenso.
—Déjame hacer el té y ve a sentarte —le dije y no pudo pelear. Se
encontraba demasiado débil para eso. Su sonrisa fue de divertida a agridulce.
Cinco minutos después, me hallaba en el viejo sofá y ella en su sillón, ambas
bebiendo nuestros té, el mío con olor y sabor mucho mejor que el suyo. —Ya era
hora de que me fuera de la casa de mis padres.
—¿Tuviste una pelea con ellos? —me preguntó con preocupación genuina,
se sintió raro darme cuenta de que la señora Bell no sabía de mi vida y de la
frialdad de mi vida hogareña.
—Para eso tendríamos que hablar. —Tomé un sorbo de mi té y parpadeé
cuando mis ojos se humedecieron cuando me quemé la lengua. O quizás era algo
más, pero no quise pensar en ello—. Mis padres nunca mostraron interés en mí.
Me llevaron al médico cuando lo necesitaba, pero nunca me abrazaron o leyeron
historias para dormir. Y no me refiero a besos y decirme que me amaban —dije
bajando la mirada al líquido ámbar en mi taza de té azul y blanca.
132
Asentí y levanté la mirada hacia ella. —Unos meses más tarde decidieron
tener otro hijo. Tal vez pensaron que podrían reemplazar a Kelly y que eso
disminuiría su dolor, pero me tuvieron y soy lo opuesto a ella.
—¿Qué quieres decir? —preguntó suavemente. Fue bueno tener a alguien
dispuesto a escuchar sin ser entrometido. Cuando era una niña tuve a Nolan y
ahora a su madre. Nunca habría imaginado que estaría hablando con ella. Había
odiado a esta mujer, guardado rencor, durante tantos años...
Suspiré y me encogí de hombros a regañadientes. Ese recuerdo siempre era
difícil para mí, porque ocurrió un par de meses después que Nolan se fuera y me
encontraba herida y sola para enfrentarlo. Nunca le conté a alguien sobre ello.
—Cuando tenía doce, oí a mi madre llorando y a mi padre intentando
consolarla en la sala de estar. No se suponía que los escuchara. Era tarde y tenía
escuela al día siguiente, pero los oí de todos modos. —Me mordí el labio y obligué
a mi corazón a calmarse. No debería afectarme de esa manera después de tanto
tiempo—. Ella dijo que yo no era su Kelly.
La señora Bell dejó su taza de té en la mesa de café junto a su correo sin
abrir. Se inclinó hacia adelante e intentó ocultar su dolor cuando se movió, pero lo
vi de todos modos. Tosió dos veces antes de tomar una respiración profunda y
pasó. Cuando su palma húmeda tocó mi mano aún agarrando fuertemente la taza,
dejé caer una lágrima. Era seguro mostrarle que me lastimaba que mis padres
fueran tan distantes. Era seguro, porque sabía que no tenía a quien contarle.
—Se están perdiendo a una hija increíble, chica. No lo olvides y créeme
cuando digo que lo lamentarán. Cometí muchos errores con mi hijo, me arrepiento
de cada uno y haría cualquier cosa por recuperar todos esos años. Sentirán lo
mismo que yo y espero que no sea demasiado tarde para todos ustedes.
—No estoy conteniendo el aliento. Perdieron a su hija, la única que amaban
mientras crecía. Era una gran chica por lo que escuché. Fue la mejor estudiante
cuando se graduó de la escuela segundaria, no le gustaban mucho las fiestas, en su
lugar estudiaba duro para ganar becas e ir a una universidad de la Ivy League.
Tuvo un par de novios que eran buenos chicos... —Bebí un poco más de té—. No
soy así.
—¿Cómo eres entonces? Dime.
—Apestaba en la escuela, porque odiaba estar sentada durante horas y hacer
133
las tareas cuando llegaba a casa. Disfruto de las fiestas, bailar y divertirme. Me
encanta salir con chicos y no tengo ni idea de qué hacer con mi vida. No estoy
Página
todas las piezas de él que podía. Me hallaba herida y él necesitaba saberlo, incluso
si pensó que me engañaba a mí misma cuando dije que estaba enamorada de él. No
era tan buena como su novia, pero estaba segura de que ese beso en mi dormitorio
significaba algo más que un simple beso.
Pequeña B, 12 años
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
—¡Tenemos que celebrar, Pequeña B! ¡El próximo otoño voy a estudiar en Nueva
York! —repitió Gran No por tercera vez. Mi sonrisa comenzaba a desmoronarse ya que me
era muy difícil mantenerla cuando solo sentía ganas de llorar.
Estaba feliz, pero no podía respirar cuando pensaba en el próximo año sin él aquí
todos los días. Quería abrazarlo y nunca soltarlo, pero era imposible. Y necesitaba alejarse
de su madre. Lo sabía.
—Felicidades —dije con voz temblorosa. Su atención volvió a la carta que seguía
aferrada en sus manos. Leyó las mismas palabras una vez más y me hizo sonreír verlo tan
feliz. De repente, me sentí mayor que de doce años. Las cosas avanzaban, yo crecía y Gran
No estaba a punto de iniciar la siguiente etapa de su vida y nos separaríamos porque no
podía permanecer tal como ahora.
Se rió de nuevo y volvió a mirarme, todavía sentada en mi cama con mi libro de
matemáticas abierto al lado de mi cuaderno. Cuando vio mi sonrisa no tan auténtica como
antes, incluso aunque algunas cosas se le escapaban, me leía como un libro abierto; se sentó
junto a mí y me tomó entre sus brazos sin decir una palabra. Sabía cómo me sentía.
—Alégrate por mí, Pequeña B. Y un día después de que obtengas tu título en la
universidad de San Francisco, podremos vivir uno al lado del otro nuevamente. No voy a
dejarte fuera de mi vida tan fácilmente.
Deslicé un brazo alrededor de su estrecha cintura y lo sostuve, mis dedos jugando
135
—¿Por qué?
—Sé que tengo doce y que piensas que solo soy una niña, pero sé que cambiará, que
no seremos tan unidos. En algún momento no lo compartiremos todo, tendremos a otras
personas y no seremos... nosotros, ¿sabes? —murmuré en voz baja contra su pecho, que se
agrandó los últimos meses. Nunca dejaba de crecer y ampliarse más. Nunca lo alcanzaría.
—Por primera vez creo que me doy cuenta de que estás creciendo —respondió
suavemente. Su voz retumbó en su pecho contra mi oído y me acurruqué más cerca. Cerré
mis ojos y absorbí su cercanía. Una vez más, maldije estos seis años que nos separaban.
—Espera y verás, en muy poco tiempo estaré en la escuela secundaria y...
—Ni siquiera pienses en terminar tu frase mencionando chicos. La última vez que
hablaste sobre uno, pensé que tendría que arrancarme los oídos —dijo con un gruñido que
me hizo reír contra su pecho—. Por cierto, ¿alguna vez lo besaste? ¿A Caleb?
Mi corazón dio un vuelco y me congelé. —No.
—¿A alguien más? —preguntó; sus manos recorrían de arriba abajo mi espalda en
lo que debería ser un alivio, pero era desesperante. No podía describir lo que sentía cuando
el calor tomaba el control de mi cuerpo de esa manera, cuando mi vientre se anudaba así. La
primera vez que sucedió fue hace un par de semanas, la noche después de mi cumpleaños,
cuando tuve un sueño extraño con Nolan. Fue muy preocupante y aún no sé por qué tuve
un sueño. Era tan... adulto y travieso. Solo de pensarlo me hizo sonrojar nuevamente.
—No, nunca he besado a un chico, aún.
—Bien.
—¿Bien?
—Sí, eso significa que todavía no tengo que preocuparme por ese tipo de cosas. Pero
ten cuidado, los chicos pueden ser unos idiotas.
Levanté mi mirada y vi que bajó la suya hacia mí. Sus ojos color avellana se veían
suaves y eran tan hermosos. Tan perfectos. —Los chicos ya son idiotas. Creen que son tan
geniales y que siempre debemos mirarlos o algo así. Puf.
Su sonrisa se ensanchó y besó la cima de mi cabeza. —Vamos a salir de aquí y a
comer algo antes de ir al cine. Tenemos que celebrar y mañana no hay escuela.
Aparté mis oscuros pensamientos acerca del próximo año y di un salto para ponerme
mis zapatillas. Cuando dejé a Gran No, me sentí fría y sola. No podía explicarlo, pero algo
ya había cambiado y no como lo soñaba. Se encontraba más cerca de alejarse.
136
Página
Traducido por Beluu & Pau_07
Corregido por Mary Warner
Nolan
Ella no contestó ninguno de mis mensajes. Me hallaba estacionado enfrente
de la única tienda de comestibles del pueblo, y durante la última hora las personas
habían estado observando mi auto con sospecha y curiosidad. Era muy bueno que
los vidrios estuvieran tintados, ya que alguno de ellos podría haber pensado que
sería una buena idea tratar de entablar conversación, dado que todos consideran
que me conocen ahora que me mudé desde Riverdale y era bastante conocido. Qué
chiste. Esas mismas personas habían advertido a sus hijos sobre mí hace unos años,
principalmente por el problema con las drogas de mi madre.
Mantuve mis ojos en mi teléfono. Las únicas veces que se encendió fue
cuando Lena me llamó o mandó mensajes. En un momento tuve que contestarle.
No se creyó mi débil excusa sobre estar absorto en mi escritura, pero al menos dejó
de atormentarme.
—Contesta el maldito teléfono, Brooklyn. Vamos. —Mi rodilla rebotaba, mis
manos se hallaban húmedas y pegajosas en mis muslos.
Daba vueltas con miedo por su bienestar y disgustado al pensar sobre ella
137
hombre semidesnudo caminando por allí y siendo el cabrón sexy que era. Pero ya
no me interesaba.
Página
Sin pensarlo dos veces, sin preguntarme los pros y los contras, escribí un
mensaje rápido con mi dirección y nada más. Y luego, comencé a volverme loca.
Corrí a mi pequeño baño y me peiné el pelo con los dedos, maldiciéndome por no
haberme puesto maquillaje. Maldiciendo mis viejas ropas, mis pantalones cortos y
la vieja camiseta negra que era demasiado corta y mostraba demasiada piel sobre
la cintura. Era obvio que no era sofisticada como su novia, y luego del truco que
ella había hecho, debería estar agradecida. Pero era Nolan…
Diez minutos más tarde, unos golpes en la puerta me sobrecogieron. Tomé
una respiración profunda y la mantuve por cinco segundos, antes de soltarla lenta
y suavemente. Con mi mano en la perilla, sacudí la cabeza, sintiéndome
ridículamente nerviosa. Había hecho que Nolan se pusiera como loco, e incluso
aunque me encontraba enojada con él, no quería pelear. Después de todo, era mi
amigo más viejo y más cercano.
Abrí la puerta lentamente, echando un vistazo por la pequeña abertura
antes de ver el aro en su labio y luego sus ardientes ojos color avellana. Lucía
furioso. Me alejé, abriendo la puerta en mi retirada. Él no esperó para entrar, sus
ojos pasando por el pequeño apartamento y los escasos muebles antes de volver a
enfocarse en mí.
—¿Dónde está el tipo? ¿Todavía en la habitación? —preguntó ásperamente,
escupiendo las palabras en mi rostro.
Nunca lo vi así, al borde del abismo. Eran tan… tan intimidante. Cerró la
puerta de una patada sin siquiera fijarse si era la puerta lo que pateó. Parpadeé con
el sonido, pero no me moví. No me lo iba a permitir mientras sus ojos se clavaban
en mí.
—No hay ningún tipo —susurré cuidadosamente, mi voz temblando ahora
que el remordimiento reemplazó al enojo.
—¡No me mientas! —gritó, con su rostro poniéndose rojo. Era visible incluso
bajo su barba de dos días. Las esquinas de sus ojos se estrecharon y el aro
desapareció momentáneamente en su boca antes de volver a su lugar y captar la
luz de la única lámpara encendida en la mesa de madera barata.
Di un gritito, pero me recobré rápido, ya que mi enfado volvió con toda su
fuerza. —¡No hay nadie aquí! ¡Es mi apartamento! Eso es lo que estuve haciendo
hoy. Mudándome.
Nuestras respiraciones se oían rápidas y duras en contraste con la
tranquilidad de la sala de estar. Ni siquiera el ruido de la televisión podía
140
cubrirlas. Cuando registró mis palabras, su rostro comenzó a perder el color rojo y
las líneas se aliviaron un poco.
Página
—Pero… pero en tus mensajes… —se calló, sus ojos rogándome por una
explicación, pero una cosa era obvia; odiaba pensar sobre mí con alguien más.
¿Qué significaba eso? ¡Qué mierda significaba eso!
—No dije nada en mis mensajes. Tú llegaste a tus propias conclusiones y
estabas enojado pensando sobre mí con alguien m{s…
—Para —dijo, apretando su mandíbula.
—Tocando a otro hombre…
—Detente.
—Durmiendo…
Corrió hacia mí y agarró mis hombros sacudiéndome una vez, no tan duro,
pero suficiente para hacerme parar. —Déjalo —susurró, su voz profunda y oscura.
Mi columna hormigueó mientras una nueva ola de calor se estrechaba contra mi
vientre. Nuestros ojos se engancharon de nuevo y no me moví. No quería perder el
calor de sus manos, o su olor, almizcle y olor limpio masculino, o su cercanía—. No
digas nada.
—Pero…
Me calló de la mejor manera posible. Me besó ferozmente, el aro de su labio
contra mi piel suave y su lengua delineando mis labios exuberantes lenta y
exhaustivamente, hasta que los abrí luego de recuperarme de la confusión. La
primera ola de placer me golpeó de lleno, haciéndome gemir sin restricciones.
Cuando su lengua se encontró con la mía en el baile más vertiginoso jamás
conocido, me aferré a sus hombros, cerrando la pequeña distancia entre nosotros.
Mis pechos, pesados con deseo, rozaron su pecho firme de forma tentadora, un
roce tan leve que me hizo retorcerme. Pero cuando él profundizó el beso un poco
más y dejó a sus manos pasear por mis hombros y mi espalda hasta llegar al lugar
donde las yemas de sus largos dedos rozaban mi trasero, olvidé todo lo que
sucedía y que debería ser mejor persona y parar esta locura.
En su lugar, me froté más firmemente contra su pecho, dejando que la
fricción enviase chispas a través de mi cuerpo. Ya no era simple deseo. Era
necesidad cruda, carnal y primitiva y tan, tan buena, que otro gemido escapó de mi
boca para mezclarse con su aliento mientras él rompía el beso y me llevaba hasta
que mi espalda quedó contra la puerta.
Me besó de nuevo antes de que pudiera orientarme, y gemí cuando pasé mis
141
dedos por su cabello ondulado, tirando duro de los mechones mientras mi lengua
se batía en duelo con la suya. Con mis labios y dientes capturé su aro antes de
Página
mordisquear su labio inferior, que era ligeramente más lleno que el superior.
Deslizó una mano detrás de mi cuello para evitar que escapara de sus besos
devastadoramente calientes, como si cualquier persona cuerda fuera a intentarlo.
Su otra mano acarició mi cintura, la yema de su dedo calentando mi piel con
hormigueos calientes que pedían algo más. Luego, cuando su lengua rozó mi
paladar y gemí mientras una de mis manos aterrizaba en su culo duro y perfecto,
su mano libre se metió debajo de mi camisa y pasó por mis costillas para posarse
justo debajo de mis pechos. Pero la quería en ellos, quería que me tocara en todos
lados para liberar el fuego dentro de mí. Lo quería más de lo que jamás había
querido a nadie. Más de lo que pensé que alguna vez querría a alguien. Mucho,
mucho más.
Rompió el beso y abrió lentamente sus ojos, que ahora eran vidriosos. No
sabía cómo me veía, pero él disfrutaba mirando mi boca y mis ojos. Parecía listo
para arrancar las ropas de mi cuerpo. Sus ojos eran vidriosos y calientes en mí, tan
oscuros que ya ni siquiera parecían color avellana. Sus labios eran rojos e
hinchados, tan tentadores que era difícil no devorarlo. Era hermoso de una manera
pecaminosa, incluso aunque hermoso no era la mejor manera de describir a un
hombre que parecía estar listo para abalanzarse sobre ti para follarte hasta quedar
sin sentido.
Bajó la vista al bulto en mi camisa donde su mano se encontraba antes de
fijar sus ojos en los míos de nuevo. Y entonces los dos volvimos a la realidad. A la
realidad que rechacé cuando había puesto sus manos en mí. Se alejó rápidamente y
sacudió la cabeza, cerrando sus ojos para no mirarme. Me hizo sentir barata.
Mordí mi labio inferior que comenzaba a temblar mientras los sollozos
brotaban del mismo lugar en mi vientre que había estado ardiendo hace segundos.
—Yo… yo no…
—Ahórratelo —lo interrumpí con un tono de voz frío que me sorprendió.
Cruzó los brazos sobre su pecho, escondiendo sus manos temblando—. Solo vete y
vuelve a Nueva York, o ve a ver a tu madre antes de que muera. Pero déjame sola
en lugar de jugar conmigo. No te dejaré jugar conmigo de esta manera, porque sí
tengo un poco de respeto por mí misma, y parece que soy más madura de lo que tú
eres.
Tomó una respiración honda y la dejó salir lenta y ruidosamente mientras
mantenía sus ojos en mí, con vergüenza escrita por todas sus expresiones. —No
quería ser irrespetuoso, pero estaba preocupado.
142
Eres hermosa, sexy y perfecta, pero tienes dieciocho y te conozco desde que eras
una niña.
Página
sé lo que es.
—¿Nolan?
Página
—¿Por qué no quieres dejarme leerlo? —Me quejé e hice un puchero en su cama. Él
escribía en su cuaderno viejo en el escritorio. Había pasado dos horas observándolo escribir,
y ahora sus nudillos se encontraban blancos por sostener la lapicera demasiado tiempo.
Estos últimos meses había pasado mucho tiempo escribiendo y me encantaba observarlo
incluso si nunca me dejaba leer sus historias.
—Porque no es adecuado para tu edad y no está terminado —respondió de forma
distraída mientras volvía a leer algo. Negó con la cabeza y cerró su cuaderno antes de
lanzar su lapicera sobre el escritorio. Rodó y cayó, pero no le importó. Se masajeó el cuello y
fue a sentarse a mi lado en la cama grande.
—Siempre molestas con mi edad —murmuré antes de que me acostara, con mis ojos
ahora en el techo agrietado.
—Estoy trabajando en una película de suspenso, Pequeña B. Está lejos de ser el
dulce Harry Potter.
—Cállate, la gente muere en Harry Potter —repliqué, notando demasiado tarde
cuán aniñada sonaba. Me sonrojé, pero no traté de ocultarlo. Era inútil.
Se rió y me tomó en sus brazos; los dos acostados en su cama sobre las cubiertas
147
ahora arrugadas. —Eres linda. Tal vez algún día leas mis libros después de que los compres
en una tienda.
Página
—¿Qué? ¡No me los darás gratis! ¡O me los dedicarás! —Podía ver su cara por la
esquina de mi ojo y él parecía divertido.
—Debería dedicarte todos. Tú eres mi fan número uno después de todo.
—No puedo esperar a ver sus libros en las tiendas. ¡Va a ser tan increíble!
—No te pongas demasiado entusiasta, Pequeña B. Tengo que conseguir un agente
para eso y luego un editor. Podría tardar una década antes de que suceda.
—No va a tomar mucho tiempo.
—¿Por qué dices eso? Todavía tienes que leer mis cosas.
—Creo en ti.
Su corazón latía un poco más fuerte y más rápido en mi oído y me apretó más, su
gran mano envuelta alrededor de mi hombro, enjaulándome protectoramente. Me encantaba
estar tan cerca de él, como si el mundo pudiera terminar a nuestro alrededor, pero nada
pudiera tocarnos. Sabía lo tonta que era por pensar de esa manera, pero me hacía sentir
bien, aunque solo sea por un par de minutos.
—No te voy a decepcionar.
Me reí y le di un puñetazo a la ligera en su vientre plano. —No podrías
decepcionarme incluso si quisieras.
—¿Por qué no eres mi hermana?
Me dolió que me recordara cómo me veía. Hermana. Cubrí mi dolor con una risa
temblorosa y cerré los ojos. Eso fue duro, pero al mismo tiempo, lo tenía en mi vida y sin él,
mi vida no sería tan grande. Tenía amigos, pero no era como Nolan. Lo que teníamos era
especial y aunque no era lo que quería, era mucho más de lo que esperaba cuando lo conocí
hace años fuera de mi ventana.
—El futuro autor más vendido —susurré contra su pecho y él se rió, besando la
parte superior de mi cabeza.
148
Página
Traducido por Dannygonzal & Yure8
Corregido por Ana Avila
Brooklyn
—¿Y sueles tocar en el bar?
—Una vez al mes. Tuve que convencer a mi jefe, además vio que le atraía
mucho a la multitud. Pueden pedirme que toque cualquier canción y eso dura de
treinta minutos a una hora. Es divertido y una forma de no sentir que me consume
mi pasión y que logro hacer lo que amo más que solo tocar en casa.
La señora Bell asintió con una sonrisa tranquila. Tan pronto como me vio
subir las escalas después de mi turno, me pidió que viniera y que tomara algo de té
con ella. Nunca había bebido tanto té en mi vida como en la última semana, y al
mismo tiempo, nunca fui tanto a orinar, pero al menos, mantenía mi estómago
plano a pesar de comer más comida chatarra de lo usual.
Tuve que pasar el día analizando exageradamente lo que sucedió la noche
anterior con Nolan. Por supuesto, tenía que demostrárselo a sí mismo, pero saber
que corrió de regreso a su novia, hacía estragos en mí. Apenas dormí y estuve
149
gruñona todo el día, sin ganar muchas propinas. Pero cuando la señora Bell me
pidió que me le uniera, no pude negarme. Y al escuchar su trabajosa respiración de
Página
hoy, no me arrepiento.
—Eso es genial. Me gustaría escucharte tocar algún día, pero no estoy en
condiciones para ir al bar.
—Le daré una actuación privada —dije con una sonrisa.
—Eres una buena chica, Brooklyn. —Tosió y su respiración se volvió más
pesada, más ruidosa, con un silbido más fuerte. Algo no estaba bien—. Yo… —
Tosió un poco más, incapaz de murmurar otra palabra.
Saqué mi teléfono con manos temblorosas. —¿Quiere que llame al 911? Solo
asienta si es así. —Ante su débil asentimiento y una nueva ronda de tos, marqué
aturdida, dándole información a la amable señorita que trataba de usar una voz
suave para calmarme y mantenerme lo suficientemente cuerda como para ayudar.
Ni siquiera cinco minutos después, golpes en la puerta me incitaron a
moverme y a dejar el lado de la señora Bell, quien apenas y colgaba de su
consciencia. Era obvio que no respiraba correctamente. Abrí la puerta y encontré a
dos paramédicos, dos hombres maduros.
Los dejé entrar después de unas rápidas palabras y los observé tomar sus
signos vitales, los cuales no se encontraban bien. Los latidos de su corazón iban
demasiado rápido por sus nervios al sentirse sofocada. Le pusieron una máscara
de oxígeno y le hablaron todo el tiempo, explicándole que necesitaban llevarla al
hospital.
El más alto me guió hacia la pequeña cocina por el codo, su autoritaria pero
reconfortante mano. —Señorita, ¿es su madre?
—Mmm, no, no. Es mi vecina y una amiga de mi madre. ¿Usted cree que
estará bien? —pregunté, mis ojos incapaces de apartarse de su delgada presencia
mientras el otro médico verificaba de nuevo sus signos vitales empezando a
mejorar con la ayuda de oxígeno.
—Está muy enferma. De acuerdo a la información que tenemos, su cáncer se
halla en su etapa terminal y este tipo de episodios no terminarán. En el hospital la
monitorearán por unos días, le modificarán la medicina y la mantendrán con
oxígeno. Quizá debería llamar a su familia.
Nolan. ¿Debería llamarlo? —¿Puedo ir en la ambulancia? Llamaré una vez
esté instalada.
Asintió y los seguí. En poco tiempo estábamos en la ambulancia y tuve su
150
Apreté su mano.
—Estoy aquí. —Pero no era al que necesitaba.
Parpadeó y asintió. Una lágrima cayó y la sentí en mis huesos.
—Disculpe. —Detuve a una joven enfermera con una alta cola de caballo.
Ella desaceleró y me sonrió con los labios cerrados. Se veía cansada, pero ero lo
suficientemente amable como para no ignorarme—. ¿Sabe cuándo la señora Bell
estar{ en su habitación? Sé que le est{n haciendo unos ex{menes pero…
—Estará de regreso en una hora más o menos. Puedes ir y conseguir algo
para comer o beber si quieres.
Le agradecí y la dejé regresar a su trabajo mientras una enfermera mayor le
señalaba el pasillo. Me senté de nuevo en la incómoda silla en la fría sala de espera
donde una pareja de ancianos esperaba silenciosamente y una joven mujer lloraba
abrazando un animal de peluche perteneciente a un niño, tal vez su hijo.
Era un hospital pequeño considerando que nuestro pueblo no era grande,
pero aún era un escalofriante hospital de todas maneras, y yo me encontraba sola
tratando con algo difícil. Me sentía cansada después de mi largo turno de hoy, de
mal humor y con miedo, además no sabía qué decir si llamaba a Nolan. Era un
desastre.
Volví a ponerme de pie y caminé por el pasillo hacia una parte solitaria de la
clínica. Con suerte, a nadie le importaría que hable desde aquí. Agarré el teléfono
de mi maleta de cuero marrón y busqué el número de Nolan.
Después de tres timbres terriblemente largos, su voz retumbó en mi oído
con cautela—: Llamaste.
No esperaba que el deseo me golpeara tan brutalmente en ese preciso
momento, pero lo hizo. Apreté el agarre en mi teléfono y miré a mi alrededor. Un
doctor caminaba cerca, enfocado únicamente en su portapapeles.
—Escucha, no tiene nada que ver con lo que pasó. Estaba con tu madre hace
una hora y no se sintió bien. Comenzó a toser mucho así que llamé al 911. Le
colocaron oxígeno, lo que pareció ayudar.
151
Podía escucharlo respirar, pero eso era todo. Pero luego oí un movimiento,
el vago sonido de su ropa. —¿Dónde estás? ¿En el hospital?
Página
que la trajo aquí. Sin embargo no me debió haber sorprendido. Después de todo, se
supone que también compartes las cosas malas con la persona que te acompaña.
Página
hotel. No la necesitaba aquí y era todo un desastre como para preocuparme por
alguien más. Todo se derrumbaba y yo también.
Página
Brooklyn
Los golpes en la puerta y luego en la ventana al lado de la puerta principal
me despertaron de mi raro sueño en el que miraba la espalda de Nolan; nunca fui
capaz de ver su rostro. Parpadeé en la oscuridad y me di la vuelta hacia el lado
izquierdo. Le di un vistazo al reloj de alarma. ¡Eran las dos de la madrugada! ¡Qué
demonios!
Una nueva ronda de golpes me asustó. Esta vez eran más ruidosos, casi
desesperados. Quité la delgada manta de mi cuerpo y me puse de pie. Adormilada
con sueño, salí de mi pequeña habitación y crucé la sala para abrir la puerta un
poco, asomándome para ver quién podría estar lo suficientemente loco como para
tocar mi puerta a las dos de la mañana.
—Necesito verte. Por favor —me pidió Nolan en un tono angustiado tan
pronto como giré el pomo.
Sin pensar o cuestionar mi cordura, lo dejé entrar. Se veía muy mal. Aros
oscuros bajo sus brillantes ojos color avellana le daban una apariencia de tortura,
su frente estaba dañada con líneas de preocupación y su boca no tenía el arco
seductor en el que podía pasar horas pensando. No, en cambio se encontraba
endurecida en una línea recta. Su barba se veía más oscura y su cabello era un
desastre, esta vez no era a propósito. Tenía la misma ropa y su camiseta se hallaba
arrugada por todas partes.
Se inclinó contra la puerta cerrada y cerró los ojos. Esperé sin hacer ningún
sonido, sin decir ni una palabra. Necesitaba algo de consuelo y no lo alejaría, no
cuando tenía una buena idea de la clase de desorden que debía tener en su cabeza
156
en este momento. Su madre siempre había sido su punto débil, y ahora que se
enfrentaba con ella y con perderla… podía imaginar lo que debía ser para él.
Página
—Le dieron algo para dormir cuando terminaron sus exámenes. Estaba
dormida cuando la vi. —Su voz era cruda y baja; oí cuán perdido se sentía. ¿Pero
por qué vino a buscarme? Se encontraba con su novia cuando me fui, ella debería
ser la que lo sostuviera ahora que lo necesitaba.
—Es lo mejor. Se sentía cansada cuando regresé ayer del trabajo. Necesita
descansar para estar mejor.
Sus ojos se abrieron de golpe y bufó. —¿Estar mejor? No me digas que crees
esa mierda.
—Quise decir mejor para regresar a casa. No soy idiota, vi lo mal que ya está
—respondí imparcialmente, tratando de no mostrar ningún signo de ira o
irritación. Tenía que mantener en mi cabeza que él no se sentía bien y que no tenía
nada que ver conmigo… o nosotros.
—Lo siento —dijo con un suspiro. Sus hombros se encorvaron y sus ojos se
alejaron en la oscuridad del apartamento únicamente iluminado por la luna. Tenía
que comprar cortinas, pero si quería comer este mes, tendría que esperar un
poco—. Aquí estoy, vine a ti a mitad de la noche y te ataco verbalmente.
—Está bien, entiendo. —Me removí un poco, mientras el silencio se
establecía entre nosotros—. ¿Quieres algo para beber?
—Eres menor de edad, así que apuesto a que no tienes un trago fuerte —dijo
con una sonrisa forzada. No hizo nada para suavizar las arrugas de preocupación
en su cara y me dolió.
—No creo que emborracharnos aquí sea una buena idea —señalé con una
sonrisa temblorosa, tratando de mantener a raya las imágenes de nosotros
besándonos, empujándome contra la pared.
Se acercó al sofá y se sentó torpemente. Apoyó los codos en las rodillas y la
cabeza entre sus manos. Al verlo de esa manera me dieron ganas de abrazarlo,
pero no me atreví. Me dirigí hacia el otro lado del sofá y me senté, cuidando de
mantener un espacio respetable entre nosotros. Solo para estar segura de que no
haría algo de lo que podría arrepentirme.
—Pensé que nunca querrías abrirme la puerta por la forma en que te fuiste
del hospital —murmuró en sus manos, con su voz amortiguada por las palmas.
—Puedes contar conmigo, ya lo sabes.
Se enderezó y sus ojos me atravesaron. Me estremecí y me maldije por no
157
llevar algo que me cubriera más. Solo llevaba una camiseta sin mangas de color
gris-azul claro y un pantalón negro. Era muy consciente de la cantidad de piel que
mostraba.
Página
de su camiseta. —No sé. Cuando me fui de Nueva York tenía una novia dulce y me
encontraba feliz con ella, empezando a hacer planes para el futuro mientras
trabajaba en mi próximo libro. Fue un poco tenso, pero nada que no pudiera
manejar. Y ahora... ahora todo está al revés.
—¿Querías mudarte con ella o proponerle matrimonio? —Mi corazón latía
más lento ahora, pero sentía cada latido del corazón en cada célula de mi ser. Pum-
pum, pum-pum, pum-pum.
Firme, porque él no era de los que eluden las respuestas, mantuvo sus ojos
en mí. —Sí a ambos.
Es curioso cómo crees que tu corazón no puede estar más dividido, pero
termina más destrozado que antes. Nunca fui golpeada por un coche, pero si
tuviera que adivinar, estaba bastante segura que no sería más doloroso. Y con el
dolor que sentía, no podía tomar un analgésico. Apreté la mandíbula y agradecí mi
control sobre mis sentimientos.
—Entonces concéntrate en eso, en tu futuro con ella. Si pensabas en ello,
significa que la amas profundamente. No dejes que tu pasado te detenga o se meta
con tu vida. El pasado tiene que permanecer en allí.
—La vida no es tan simple.
—No es simple. —Junté las manos en mi regazo, entrelazando mis dedos
para tratar de encontrar un poco de consuelo—. Debes hablar con tu madre
mañana y volver a tu vida en Nueva York tan pronto como sea posible y todo
volverá a la forma en que se supone que debe ser.
—¿Y tú? ¿Nosotros?
—Estaré bien. Mi vida se encuentra aquí. —Respiré hondo—. En cuanto a
nosotros, no hay un nosotros, realmente no. Tratamos de ponernos al día, te conté
cómo me siento y eso es todo. Estoy segura de que algo podría haber sido grande
entre nosotros, pero perdimos nuestra oportunidad. Eso pasa.
—No debes conformarte con menos de lo que puedes esperar o soñar,
Brooklyn. Podrías estudiar música en la universidad y podríamos mantener el
contacto.
—Solo... dejémoslo ahí. —Estaba tan jodidamente cansada de todo. Pensar
en mi futuro no era algo que quería en mi plato ahora mismo—. No quiero hablar
de mi vida o cualquier otra cosa. Vuelve con tu novia y habla con ella. Es a quien
realmente quieres.
159
Observar a Gran No con su amigo era diferente. Él era diferente. Su rostro era
difícil de leer, sus ojos tenían el aburrimiento que nunca veía cuando solo éramos nosotros
dos y maldecía mucho.
—Mantenlo apto para niños, Mike —le dijo Gran No a su amigo con músculos aun
más grandes que él. Gran No me saludó, todavía sentado en la silla de su escritorio lleno de
libros de textos y papeles sin orden aparente.
Mike se rió y le dio un puñetazo en el hombro. —Estoy seguro de que escuchó cosas
peores contigo.
—Tiene doce malditos años. —Gran No fulminó con la mirada al tipo y encendió un
cigarrillo. Nunca fumaba a mi alrededor y cuando el humo me golpeó, fue como si mis
pulmones ardieran. Incluso me dolían los ojos. Y el olor era horrible.
—Entonces, ¿por qué está ella aquí? —le preguntó Mike como si no estuviera en la
misma habitación. Era la tercera vez que lo veía y no me agradaba mucho.
Le fruncí el ceño, pero ninguno miró en mi dirección. —Porque me encontraba aquí
antes que tú, idiota.
Ambos chicos me prestaron atención inmediatamente, e intenté ocultar mi urgencia
de llevar una mano a mi boca y disculparme. En vez de eso, me enderecé y desafié a ese tipo
a que diga algo. Tenía doce y ellos dieciocho, pero no había razón alguna para tratarme de
161
—¿Cómo es eso?
—Simplemente no puedes.
Página
Reclinó su cabeza contra el poste de la cama y cerró sus ojos. —No lo sabes. Mira a
mi madre. No siempre había sido así.
—Es diferente. Tienes tus sueños y mientras los tengas, lo harás estupendamente.
—Es extraño a veces lo mayor que suenas. Es duro recordar siempre que eres mucho
menor.
Era una de las mejores cosas que me hubiera dicho alguna vez. Mi corazón se hinchó
y mi sonrisa no podía ser más grande.
Traducido por Beatrix
Corregido por Laurita PI
Brooklyn
Acunó mi cara entre sus grandes manos y sus ojos atravesaron los míos. Las
lágrimas caían por mi cara quedando atrapadas por sus manos, pero no estaba
llorando. Tan pronto como regresó dentro de mi apartamento, se detuvieron. Pero
no sabía que hacía aquí y por qué me miraba de esta manera, como si una gran
batalla arrasara en su interior.
Sus palmas eran suaves y cálidas contra mis mejillas, sus dedos largos y
tiernos cuando suavemente rozaron mi mandíbula y el comienzo de mi cuello,
justo debajo de las orejas. Quería tocarlo, sentir su piel bajo mis dedos y trazar las
líneas de su rostro tan marcado por los acontecimientos recientes, pero no lo hice.
Ya era lo suficiente adicta a él. Si lo tocaba, no me detendría.
—No llores. —Exhaló muy cerca de mi cara. Si se acercaba un poco más
sentiría sus labios avanzando sigilosamente contra los míos—. Cuando lloras, es
como un puñetazo en mis entrañas.
163
—No debes tocarme —le dije, pero a pesar de mis palabras, no traté de
alejarme de su toque. Una lágrima corrió a mi labio superior y la probé con la
Página
—Tú me arruinaste.
Debería haberlo obligado a apartarse, pero no fue así. En cambio, tan poco a
poco que me pregunté si no era un truco de mi mente, llevó su boca a la mía. La
rozó con sus suaves labios y su aro apenas tocándose y toda mi cara se estremeció.
Antes de que se apartara y terminara el beso, pasé las manos por sus brazos y
agarré sus hombros inmovilizándolo allí, contra mí. Intensifiqué el contacto de
nuestros labios y fui más allá cuando pasé la lengua por su labio inferior para
morder el aro de su labio. Abrió la boca con un gemido silencioso y tomó la
iniciativa, decidido y sin vergüenza.
Su lengua abundó mi boca, imitando lo que tanto nosotros queríamos hacer
con otra parte de él. Profundicé los dedos en sus suaves mechones de pelo,
contundente cuando la desesperación me golpeó como un camión de remolque. No
podía tener suficiente de él y, sin embargo, traté de pegarme a su cuerpo, con mis
pechos turgentes alineados contra su pecho firme. Sus manos me acariciaron a lo
largo de la espalda, por mi pelo, donde tiró con fuerza para inclinar mi cara y
profundizar el beso. Dejé escapar un profundo gemido.
Rompió el beso y recorrió sus labios y su lengua a lo largo de mi mandíbula,
pellizcando y mordisqueando el camino hasta que llegó a mi cuello, justo detrás de
la oreja, donde era sensible. Pero no se detuvo ahí. En cambio, volvió a su
exploración y besó a lo largo de mi clavícula y hacia abajo en la curva de mis
pechos, con el cuello examinó mi suave piel de la manera más deliciosa. Si antes
pensaba que le quería, no era nada comparado con lo mucho que lo deseaba ahora.
Era incluso doloroso y duro. Devastador.
—Nolan —le rogué, pero en este momento no sabía si le pedía que se
detuviera o que hiciera más. Una cosa era segura, aunque mi sentido común me
abandonó, no quería que él me dejara.
—Te sientes tan bien —dijo entre besos mientras sus labios volvieron a
encontrar mi boca con la misma intensidad—. Estoy muy duro.
Me contoneé acercándome a él. Necesitaba sentirlo, sentir la prueba de su
deseo por mí, encontrar algún tipo de alivio. Agarró mis caderas y me ayudó a
sentarme en su regazo y en un rápido movimiento, me aplastó contra su cuerpo,
incluso más cerca que antes. Y sentí todo. Todo. Estaba duro contra mí, justo donde
lo ansiaba y cuando le sentí a través de sus pantalones, una oleada de placer me
derribó sin piedad. Gemí en su boca y tiré del aro de su labio, agarrando otra vez
165
acomodó en sus vaqueros y suspiró, sin mirarme. —Al menos no me digas que no
es nada porque soy demasiado joven o alguna mierda para tranquilizarte.
Se rió enigmáticamente y mordió el aro del labio. Desapareció en su boca
antes de dejarlo sobresalir cuando se aclaró la garganta. —Es tan jodidamente
confuso.
—Y tú no estás libre.
Asintió y me miró por el rabillo del ojo, pero lo vi porque lo miraba
embelesada. —Y existen los asuntos con mi madre y todavía tengo que terminar un
libro que debo enviar a mi editor en dos semanas a más tardar. Mi vida es un
desastre.
Puse la barbilla en mi rodilla, todavía girándome para enfrentarle, o a su
perfil. —La vida en general es un desastre, pero te entiendo. —Traté de relajar mi
cuerpo que se tensó tan pronto como me pude recuperar. Pero no funcionó. En este
momento, me sentía demasiado nerviosa—. No te preocupes, no voy a hacer una
escena. Solo... Simplemente no vuelvas aquí solo por un polvo asegurado. No estás
soltero y no puedo hacer esto.
—Nunca te haría eso a ti, Pequeña B. —Se encogió ante mi seudónimo y casi
trajo una sonrisa a mi cara—. Brooklyn, quiero decir. —Pasó una mano por su
mejilla cubierta con una barba de tres o cuatro días, tan caliente en él—. Y...
supongo que tengo que hablar con Lena.
—Buena suerte.
—Sé que no te gusta, y tienes tus razones, lo entiendo, pero te juro que no es
una mala chica.
Era difícil de creer que habíamos pasado de la más caliente sesión de mi
vida a hablar de su novia. Me encontraba en la dimensión desconocida. Lo peor era
que ni siquiera se daba cuenta de lo difícil que era para mí, lo doloroso que era.
Parecía que lo escondía mejor de lo que pensaba.
—Tal vez, pero estoy segura de que no te ama como debe.
Entonces me miró, mucho tiempo sin decir una palabra. Su mandíbula
seguía apretada, pero sus hombros se encorvaron como si sostuviera el peso del
mundo sobre ellos. —¿Porque crees que yo la amo cómo debería? Me acabo de
enrollar contigo, Brooklyn.
—¿Tratas de decirme que no la amas? —pregunté, aumentando una
167
garganta—. A veces los chicos quieren una sola cosa con chicas de las que no se preocupan,
pero las encuentran atractivo. —Ante mi falta de reacción y por mi ceño fruncido, se
Página
sonrojó—. La va a llevar a una cita para tener sexo con ella después.
Mi boca se abrió en una O perfecta, pero ningún sonido salió de ella. ¿Cómo podía
una chica permitir que un hombre la utilizara de esa manera? Mike era tan... despreciable.
Incliné la cabeza hacia un lado y mantuve los ojos sobre Gran No, que ahora miraba el
bolígrafo en su mano como si fuera lo más interesante, como si ese maldito bolígrafo fuera
una cosa rara.
—¿Tú también haces eso?
Sus mejillas se sonrojaron un poco más y tuve mi respuesta. No me gustó, incluso
odié ese lado de él. No era como si alguna vez hubiéramos hablado de su vida privada, pero
creía que era más considerado. Mi error.
—Soy un hombre, Pequeña B, y tengo dieciocho. Ya lo verás, supongo.
—¿Y Mike hace eso a menudo? Quiero decir, las chicas ahora deben saber que no
está interesado de verdad.
Se centró en mí y entrecerró los ojos. —Dime que no estás enamorada de él.
Sorprendida, me eché hacia atrás en su cama. Mi espalda golpeó el poste de la cama
y me encogí cuando un trozo de madera me dio en la espalda. —¿Qué? ¡No! Por supuesto
que no. ¿Estás loco?
Mantuvo los ojos fijos en mí, sospechoso, y me dieron ganas de arrastrarme debajo
de las sábanas y esconderme. —Haces muchas preguntas sobre él y cuando se encuentra
aquí te fijas mucho en él.
—Es porque él siempre está por aquí estos días. Y no voy a ignorarlo. Es tu amigo
después de todo.
—Espero que me estés diciendo la verdad porque él es demasiado viejo para ti y no
es un buen chico. Sácate cualquiera de esas ideas de la cabeza.
—¿Estás escuchando lo que digo? ¡Mike no me importa! —Me puse de pie con las
piernas temblorosas y me puse las zapatillas de deporte, sin atarlas, porque me llevaría
demasiado tiempo. Necesitaba salir, necesitaba un poco de aire fresco. Siempre se trataba de
la edad. Me volvía loca.
—Oye, ¿a dónde vas? —gritó tras de mí cuando abrí la ventana.
—A casa. Odio cuando eres tan condescendiente como si lo supieras todo. —Saqué
una pierna al otro lado de la ventana y le miré por última vez—. Y creo que Mike es un
idiota con tanto encanto como un gato callejero. Tal vez deberías ser tú el que abriera los
171
Salté por el otro lado y volví a mi habitación donde se hallaba encendido el televisor,
pero en silencio. Era perfecto para ayudarme a ver lo suficiente cuando volvía por la noche.
Agarré las cortinas para cerrarlas, pero Nolan se encontraba en su ventana. Me saludó, y a
pesar de mi disgusto y decepción, le devolví el saludo. No podía quedarme enfadada con él,
pero por una vez, me sentí como si tuviera la sartén por el mango. Él podría ser seis años
mayor, pero no era siempre el hombre maduro que quería creer que era.
Traducido por Mae & Florbarbero
Corregido por Dannygonzal
Brooklyn
—¿Cómo se siente? —pregunté usando mi voz más suave. Tuve que
esconder mi temor y preocupación al verla en la cama del hospital, tan pequeña y
delgada en su bata. No estaba conectada al oxígeno; una enfermera me dijo que se
lo quitó esta mañana. Pero la intravenosa todavía se encontraba en su brazo y evité
mirarla. Si algo odiaba, eran las agujas.
—Cansada, pero mejor. Lamento haberte metido en esto —se disculpó con
una sonrisa triste. Empujó el tubo en su brazo y se sentó en su cama—. Me dijeron
que ayer por la noche te quedaste hasta que llegó Nolan.
Tomé la silla junto a la cama y puse mi bolso a mis pies. —Espero que no le
importe que me haya ido, pero se encontraba dormida y él estaba con su novia. No
nos agradamos mucho.
—No es sorprendente si están detrás del mismo hombre —dijo con una
risita que sacudió todo su cuerpo. Tenía miedo de que se rompiera o tuviera otro
172
Hizo un gesto con la mano, como diciendo que no era nada, pero tenía que
tener más cuidado. La señora Bell sabía lo que sentía por su hijo así que estaba
bien, pero no podía dejar que mi lado amargo surgiera en público, no si quería
mantener algo de crédito cuando se trataba de Nolan. Mis sentimientos
unilaterales se habían humillado lo suficiente, sin necesidad de que todo el mundo
lo supiera. Por lo menos, Nolan sentía algo por mí, pero era simplemente deseo y
el deseo era mecánico, fácil de iniciar y fácil de terminar.
—Todavía tengo que conocerla. La enfermera me dijo que Nolan estuvo en
mi habitación la noche anterior, pero estaba dormida y hoy no volvió. Al parecer,
llamó dos veces para pedir noticias sobre mí. Supongo que es un primer paso.
—Está angustiado. —Crucé las piernas y disfruté del aire acondicionado que
refrescaba la habitación pintada de un blanco riguroso—. Pasó por mi casa después
de dejar el hospital y está bastante perdido. Tal vez no vuelva antes de que sea
dada de alta, pero vendrá a verla.
—Hay una posibilidad de que no vuelva a casa.
—¿Qué quiere decir? Me dijeron que estaba mejor.
—Lo siento, cariño, pero estoy demasiado débil. Mi oncólogo quiere que
vaya a un centro no muy lejos de aquí, a media hora tal vez, es para enfermos
terminales.
—Tiene que ser caro.
—Lo es, pero guardé un poco de dinero de mi padre. Me lo dejó cuando
murió y aunque perdí la mayor parte en drogas, debería tener suficiente para
pagarlo por el poco tiempo que me queda.
Me estremecí, enfriándome hasta los huesos. Hablaba de su muerte, casi
como si hablara de la lista de la compra. ¿Era una especie de negación retorcida? —
Sé que es muy precipitado, pero...
—¿Cuánto tiempo me queda? —terminó por mí. Asentí y ella enderezó los
hombros huesudos, aferrándose a su dignidad y fue doloroso verlo—. Unas pocas
semanas a lo mejor. Mis resultados regresaron esta mañana y no son buenos, así
que probablemente menos que eso.
—¿No tiene miedo? —susurré, casi demasiado cohibida para pronunciar las
palabras en voz alta.
173
bolso en la derecha.
—¿Eso es lo que quieres?
Página
Tuve un par de minutos antes de que las horas de visita terminaran, pero
me quedé congelado frente a la puerta cerrada. Sabía que se encontraba en esta
sala, viéndose débil en su cama de hospital, probablemente esperando por mí.
Todo esto me hizo sentir físicamente enfermo. Mi estómago se retorció, mi corazón
latía dolorosamente en mi pecho constreñido y mis músculos dolían de estar tan
tensos.
Pero tenía que tocar y entrar. Tenía que hablar con ella. Ni siquiera era por
ella, sino por mí. Realmente necesitaba poner mi feo pasado a descansar y dejar de
fingir que ya era así.
Apreté los puños y finalmente encontré la fuerza para golpear.
—Pase —llamó desde el interior, con la voz más débil que cuando la visité el
otro día con Brooklyn.
Dudé, con mi mano sobre el pomo, pero finalmente abrí la puerta. Mi madre
se encontraba bajo las sábanas de hospital tan delgadas como papel, envuelta en
177
un feo suéter gris. Su cara tenía más color que cuando la vi dormida la noche
anterior, pero todavía se veía enferma.
Página
Sacudí la cabeza y abrí la puerta. Entré y encendí las dos lámparas a cada
Página
tienen su lado negativo y me hizo sentir triste saber que sufría por su éxito. Golpeé
con mi hombro el suyo. —Debo confesar algo, entonces.
—¿Algo vergonzoso? ¿Escandaloso?
—Limpia la sonrisa pícara de tu cara, no es lo que piensas. —Me reí, pero
rápidamente perdí la sonrisa—. Todavía tengo que leer tus libros. Nunca compré
siquiera uno. Era demasiado doloroso ver tu sueño hecho realidad y no ser una
parte de ello, así que nunca llegué a comprarlos.
Sus cejas se alzaron y se pasó una mano por el pelo ondulado. —Es raro
pensar que eres la única persona que me importaba de aquí y que eres una de las
pocas personas en el pueblo que nunca ha leído ni un solo libro mío.
—¿Estás enojado?
—Por supuesto que no. Me sorprende, pero no debería. Es comprensible. —
Se quedó en silencio, sus ojos perdidos. El anillo de su labio se balanceaba dentro y
fuera de su boca, y la plata capturaba la luz débil, haciendo que me costara alejar la
mirada—. Cada vez que escribo, pienso en ti. Deberías comprobar las dedicatorias
la próxima vez que vayas a una librería.
—¿Me los dedicaste? —le pregunté; mi corazón hizo un salto mortal en el
pecho. Mi aliento quedó atrapado por un segundo en mi garganta y mi voz salió en
una corta ráfaga.
—En todos mis libros. Siempre has sido mi inspiración, de una manera u
otra. —La mirada que me dio fue directo a mi corazón y dejó una marca que nunca
se desvanecerá. Fue tatuada en mi corazón, en mis huesos, a través de mi alma.
Solía estar tatuado en mis recuerdos, y ahora fue más allá de eso, sin saber siquiera
qué tan permanente me marcó. Me incliné más cerca, inhalando su aroma, tratando
de imprimir en mi interior el olor a ropa limpia, su champú a limón y la loción de
afeitado que nunca olvida y que siempre llevaré conmigo. Cerré los ojos y me dejé
sentir lo cerca que estaba de mí. Su mano en la mía era suave, cálida y significaba
algo más que el simple gesto que veía un espectador. Era abrasador. La
proximidad de su cuerpo, de su fuerte muslo casi tocando el mío.
—Voy a besarte, Brooklyn. No puedes mirarme así... Solo déjame besarte.
Asentí sin murmurar una palabra mientras mi garganta se cerraba por la
necesidad que escuché en su profunda voz, una necesidad tan fuerte como la mía,
avivándola aún más. Sus labios entraron en contacto con los míos en un segundo,
184
su culo.
Pequeña B, 12 años
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
—Ahora soy una pre-adolescente —respondí en broma, pero también quería que
viera que estaba creciendo. Una vez más. Lo mismo de siempre, lo de siempre.
Página
Nolan
Cálmate, joder.
Seguí repitiéndome estas palabras mientras me preparaba para mi cita con
Brooklyn. No podía creer que iba a una cita con ella. Terminé de secar mi cabello
con una toalla y salí del cuarto de baño, con las manos girando a mis lados. Parecía
un niño otra vez.
Quería que fuera una buena noche para ella, demostrarle que era real. Fui
inconsistente desde que volví a su vida y tenía que demostrarle que no era así. Se
merecía saber que no estaba jugando, que quería más de ella que solo su cuerpo.
Por eso, tenía que dominar también lo duro que me ponía cerca de ella.
Gemí, poniéndome rápidamente algo de ropa y agarré mis llaves y el
teléfono, mirando nerviosamente alrededor de mi habitación para asegurarme de
que no olvidaba nada. Maldita sea, estaba oxidado. Ni siquiera sé lo que debo o no
hacer durante nuestra cita. Con Lena, es triste decirlo, jamás fui a una cita. En
188
realidad no. La última vez que fui a una cita adecuada fue cuando tenía catorce
años. Después de eso, mi interés solo era echar un polvo. Pero Brooklyn era
Página
diferente.
Estaba fuera de mi juego aquí y, sin embargo, a pesar de que era un manojo
de nervios, me encontraba emocionado. Sin mi relación con Lena en el camino,
empezaba a ver más allá de nuestra diferencia de edad y podía admitir que me
gustaba sin sentir vergüenza o disgusto. Quería todo con Brooklyn; su amistad, ese
lazo que era inquebrantable, su cuerpo, su corazón, sus sentimientos y a ella. Solo
pensaba en eso cuando no estaba con ella y me sentía afiebrado cuando la tenía
entre mis brazos. Nunca sentí algo con alguien más y tampoco quiero sentirlo por
nadie más.
Pero era tan aterrador. Tan jodidamente aterrador.
189
Página
Brooklyn
Iría a una cita con Nolan Bell. Incluso en mi mente me costaba creerlo. Toda
la noche me retorcí y giré en mi cama, pensando en lo que pasaría, si me besaría de
nuevo, si se detendría de nuevo. Nunca estuve tan excitada, tan emocionada en mi
vida.
Me comprobé por una última vez y reí de mí misma. Mis mejillas estaban
rosadas y los ojos brillantes. Había pasado un tiempo desde la última vez que lucí
tan viva. Los vaqueros negros ajustados y la blusa sin mangas chocolate que tenía
eran lo suficientemente buenas y perfectas para nuestra cita misteriosa. Después de
todo, Nolan me envió mensajes de texto y todo lo que me dijo es que estuviera lista
a las siete.
Me mordí el labio inferior mientras los latidos de mi corazón se
incrementaban, siguiendo el ritmo perfecto del tic tac del reloj en mi pequeña
cocina. Junté las manos sobre las rodillas, tratando de dejar de temblar. Me sentía
como en una primera cita, la que tienes cuando eres una adolescente y todo es
completamente nuevo y tienes todas estas expectativas burbujeando en tu interior.
Solo esperaba que esta cita fuera mejor que la primera que tuve en mi temprana
adolescencia.
Entonces, en medio de mis pensamientos preocupados, un llamado a mi
puerta me sobresaltó. Me puse de pie y corrí hacia la puerta. Tomé una respiración
profunda, forcé una máscara de calma en mi cara y fracasé miserablemente. Mis
mejillas se sentían calientes. Tomé una última respiración profunda y abrí la
puerta.
190
—Brooklyn...
—¡No, por favor! No quiero arruinar esta noche. No deberíamos estar
hablando de ese tipo de cosas. Quiero divertirme, disfrutar de la cena contigo y
simplemente ponerme al día con lo que eres ahora. Es lo que me importa esta
noche.
Él asintió y apagó su auto antes de salir y rodearlo para abrir la puerta, con
una suave sonrisa en su cara. Pero esa sonrisa no borraba las líneas nerviosas
alrededor de sus ojos y boca. Salí del auto y agarré su mano antes de que caminara
hacia el restaurante.
Tiré de su mano y se detuvo inmediatamente, deteniendo su cuerpo a un
suspiro del mío. Era una noche húmeda y caliente, y su calor ardía entre nosotros,
llamando a mi tacto, a mi cuerpo. Era potente, embriagador.
Lentamente, miré hacia arriba de su pecho fuerte oculto por una camisa
apretada y me detuve un poco en su boca que se abrió cuando su respiración se
hizo más fuerte, más rápida en tanto mi examen se hacía más profundo. Sus labios,
delgados pero muy suaves, atractivos, rogando por que los toque, los bese. Sus
mejillas lucían teñidas de rosa. ¡Era tan malditamente lindo! Y caliente. Entonces,
sus ojos color avellana capturaron los míos. La intensidad de su mirada, la forma
en que sus pupilas estaban dilatadas, todo me decía que él quería comerme, y
hombre, ese tipo de mirada era lo más caliente. Esa anticipación, esa exaltación al
pensar en lo que haría, cómo reaccionaría a sus toques, besos... hacía que mis
rodillas se debilitaran. Apreté mi agarre en su mano, segura de que si lo soltaba me
derrumbaría al suelo por el deseo. ¡Solo por una maldita mirada! Este hombre era
bueno. O tal vez estos años de frustraciones reprimidas jugaban conmigo, mi
cuerpo y mis hormonas.
Con mi mano todavía en la suya, cerré el pequeño espacio entre nosotros e
incliné mi cabeza solo un poco, sin romper el contacto con sus ojos. Todavía no. En
este punto, ni siquiera estaba segura de que si seguía respirando. Mis oídos
zumbaban y me sentí mareada y podría ser mi falta de oxígeno, pero estaba segura
de una cosa; mi corazón latía a un ritmo loco mientras mi cerebro se encontraba
completamente apagado. Tan cerca, pude ver el anillo oscuro alrededor de sus
ojos, la forma en que sus cejas gruesas tan bien diseñadas le daban fuerza sus ojos.
Incluso podía ver las diminutas arrugas formadas por todas sus sonrisas, sonrisas
que solía darme casi todos los días.
193
incluso si estamos en público. Tan sucio como sonaba, este hombre me daba ideas
perversas.
Página
Tiró lo suficiente mi pelo para hacerme jadear. —No juegues con fuego,
Brooklyn. No quiero verte quemada —dijo, con sus labios aún sobre los míos, el
anillo de sus labios añadiendo algo peligroso. Sus ojos color avellana lucían
oscuros mientras trataba de mantener algún tipo de control.
—No sería la única —le susurré, y mi cara hormigueaba cuando su
respiración rozó mi piel sensible. En este punto, estaba sonrojada.
Él asintió y me soltó, dando un paso hacia atrás y luego dos más. Tan cliché
como sonaba, el frío invadió mi cuerpo, ahuyentando el hormigueo ahora que su
calor no me rodeaba. Esa transición fue difícil. Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Entremos. Creo que los clientes consiguieron suficiente espectáculo por
una noche —dijo con una voz ronca, señalando al pequeño restaurante donde
algunas personas nos observaban descaradamente, con la nariz casi tocando el
enorme ventanal. Las ciudades pequeñas apestaban.
Se aclaró la garganta y, fallando en ocultarlo, se ajustó la erección que era
evidente en sus pantalones. Volví la cabeza hacia un lado y dejé que mi cabello
ocultara mi sonrisa victoriosa.
Sin decir una palabra, entré al restaurante con una seguridad en mi paso
que nunca sentí antes.
Antes de que pudiera abrir la puerta, Nolan corrió, agarró la manija y la
abrió con una sonrisa que califiqué como sexy. Cuando sonreía así, solo podías ser
atraída hacia él, con los ojos pegados al pequeño añillo de plata escondido en su
boca, esa pequeña cosa que te provocaba mordisquearla entre besos profundos. No
podía mantener mi mente por ese camino ni un minuto más. Podría complicarse si
tuviera que participar en una conversación con él.
Le devolví la sonrisa y entré con Nolan detrás. Tan pronto como levanté la
vista a un hombre alto y muy delgado, abrió los brazos y se acercó a mí. Sus
arrugas eran como las líneas de cada emoción que tuvo en su vida, algunas malas y
muchas buenas. Alrededor de sus ojos, sus arrugas lo hacían parecer estar siempre
sonriente, lo que no estaba lejos de la verdad, ya que era bien sabido que el señor
Cullpeper o Pepper como siempre fue apodado, era un hombre afable. Sin
importarme si su atuendo de cocinero estaba sucio, me introduje en sus brazos y
abracé su cuerpo delgado. De cerca, olía como una fabulosa receta italiana y reí
antes de que me alejara, manteniendo sus enormes manos sobre mis hombros
195
delgados, sus profundos ojos marrones mirando mi cara para ver si me hallaba
realmente bien.
Página
dedos y apretando. Mi piel era más pálida que la suya y más suave, pero se veía
perfecta en contraste con la mía. Incluso su muñeca gruesa era perfecta para mí,
tan varonil pero lo suficiente para no ser intimidante.
Me encogí de hombros y mordí mi labio. —Este chico me desilusionó. Sabía
que estaría aquí solo por un verano, pero la manera en que se fue…
—Ni siquiera dijo adiós.
—Lo hizo, pero no me gustó la forma en que lo hizo.
—¿Y qué te hizo para apartarte y hacer dos trabajos además de la escuela?
—Le debía dinero a un chico y se lo di porque me preocupaba por él. —Me
aparté, forzándolo a soltar mi mano—. No quiero hablar de esto, Nolan. Solo deja
el tema.
—Por ahora, pero no para siempre.
Asentí e intente sonreír, pero era difícil mientras mis emociones luchaban
dentro. Apreté los dientes y por fortuna, Pepper se acercó y rompió la tensión que
podía ser cortada por un cuchillo.
—Escalope a la milaise para ti, cariño, y lasaña para usted, señor Writer. —
Después de que colocara los platos se fue a dar la bienvenida a nuevos clientes con
una sonrisa agradable.
Ajo, basilico y tomates olían tan bien que no pude hacer nada con el suspiro
que se me escapó. Era poco, pero eso no quería decir que no me gustara mi comida.
No por mucho menos. Comida, y quiero decir buena comida, era muy importante.
Nolan se rió y empezó a comer con seriedad, asintiendo con el primer
bocado. Pepper era muy buen cocinero. Era muy bien sabido por aquí que
sobrepasó a su padre, y sí, nunca expresó algún interés por ir a trabajar a algún
restaurante de renombre en Nueva York o cualquier otra ciudad. A menudo decía
que no iba a cortar sus raíces solo por dinero y cierto renombre ostentoso. Me
encantaría sentir lo mismo por este pueblo, pero no lo hago. No siento como si
tuviera alguna raíz aquí con lo que se identificaran mis padres. Podría dejar esta
ciudad sin pensarlo dos veces si tuviera un trabajo esperándome lejos de aquí.
—Había olvidado el sabor de la comida de Pepper. Es demasiado buena —
dijo entre bocados y me reí por su entusiasmo.
—Es un genio. Cuando trabajé aquí, siempre se aseguraba de que comiera
198
—Me dijo que a los hombres le gustan las mujeres con más curvas, algo de
carne y no piel y huesos. —Me reí por el recuerdo y tomé otro bocado de mi plato,
saboreando la carne que casi se fundía con mi lengua.
—Eres delgada, pero no eres piel y huesos. Debería ir a examinarse la vista
—respondió con una sonrisa, vertiendo un poco de agua en nuestros vasos en
tanto Tania, la camarera, ponía la música. No sabía qué era, pero me hacía pensar
en Italia mientras las palabras italianas se elevaban más alto, pero no lo suficiente
para impedir el hablar.
—Creo que solo tiene miedo de que no estuviera comiendo en casa. Puede
ser una verdadera madre cuando lo dejas.
Sonrió y tomó otro bocado de su casi terminada lasaña. Nos quedamos en
silencio mientras disfrutábamos nuestra comida y el ambiente, trabando las
miradas entre cada mordisco, sonriendo más y más, a veces incluso con malicia.
Sus ojos cayeron a menudo a mi escote. ¡Tan típico de hombres!
—Hablé con mi madre el otro día —dijo, rompiendo el silencio relajante.
Fruncí el ceño y tragué mi último bocado, lista para escucharlo con atención.
No era propio de él hablar de lo que le resultaba doloroso. No era fácil para mí
hablar de esto tampoco. No era de las que disfrutaban una conversación profunda,
significativa. Pasé años solo buscando diversión, pero Nolan fue mi excepción.
—¿Cómo te fue? Quería visitarla hoy, pero tenía que regresar a la casa de
mis padres para traer mis últimas cosas mientras estaban en el trabajo y después ya
terminaron las horas de visita.
Empujó hacia un lado nuestros platos vacíos y tomó mis manos en las suyas,
palma contra palma. La punta de sus dedos acariciaron la tinta en mis muñecas y
la piel de gallina apareció sobre todo mi antebrazo y el resto de mi cuerpo en una
pequeña ola.
—No tienes que visitarla, Brooklyn.
—Lo sé. Pero quiero hacerlo. —Recorrí mis dedos sobre su palma, mis uñas
suavemente trazando las líneas exteriores de su palma cerca de las muñecas—. ¿De
qué le hablaron?
—No mucho, ya sabes. Se disculpó de nuevo, diciéndome que quería ayuda
para hacer frente a lo que hizo. Mierda como esa.
—¿Le crees?
199
Rodó los ojos y apretó su agarre en mis manos, sin estar listo para romper
nuestra unión física. Era algo bueno porque disfrutaba este momento inocente sin
Página
tocar demasiado. —Dime cómo alguien puede ser genuina cuando ni siquiera
recuerda la mitad de las cosas por las que se disculpa.
—Tu madre ya no se la pasa drogada, está enferma e intentando compensar.
Es genuina en sus acciones incluso cuando no es capaz de enumerar todas las cosas
que hizo y como te olvidó, pero estoy bastante segura que no es lo que buscas en el
fondo. ¿Entonces qué es lo que quiere?
De repente soltó sus manos y se enderezó en la silla, mordiendo el anillo en
su labio y pasando una mano por su barbilla sin afeitar. —No vayamos allí esta
noche.
—Tú eres el que lo sacó a colación. Crece y comparte esto conmigo. ¡Soy tu
chica ahora! —susurre-grite, inclinándome más sobre la mesa, y mi cabello evitó
entrar entre nuestros vasos vacíos por alguna especie de milagro.
Me observó y se paró de un salto. Sacó su billetera del bolsillo y caminó
hacia Tania que se encontraba en la caja registradora. Ni una vez se volvió a verme.
Estrellé mi mano contra la mesa. Los vasos, tenedores y cuchillos hicieron algunos
ruidos de traqueteo contra los platos vacíos. La gente me observaba ir pisoteando
hasta la puerta, pero no me importó. No, de hecho, quería sacarles el dedo medio,
pero me las arreglé para conservar un poco de dignidad. No le dije una palabra a
Tania mientras caminaba por la caja registradora o a Pepper que se hallaba
mirando desde la puerta de la cocina al lado izquierdo del restaurante. Me detuve
al lado del auto de Nolan, esperándolo porque no tenía muchas opciones.
Me recosté contra el lado de la puerta del pasajero y dejé que el frío metal se
filtrara por mi blusa delgada. Un temblor recorrió mi espina y cerré los ojos.
Odiaba esto. ¿Hacer una escena como esta? No era yo, no usualmente.
—Súbete, está abierto. —Su voz salió fría, más fría que el metal del auto
traspasando el material de mi blusa. No esperó mi respuesta y encendió el auto.
Me subí, abroché el cinturón y crucé los brazos como si estuviera haciendo
pucheros como un niño pequeño. —Estás siendo una molestia en el culo.
Gruñó y apretó más fuerte el volante. Incluso tomó una curva demasiado
rápido y muy bruscamente. —Eres un dolor en el culo.
—Entonces, estamos muy metidos en los culos.
200
Me relajé y descrucé los brazos. Incliné la cabeza contra el asiento y dejé que
el rico rugido del auto me arrullara. —Ambos lo estamos. Mira como de bien salió
nuestra noche.
Se detuvo y observé afuera. Regresamos a mi edificio, estacionados en un
parqueo vacío donde solo había un par de lámparas. Sí, una noche de mierda. Solo
hubo una ventaja; un buen beso épico. Pero para mí, no era suficiente como
considerar esta cita como exitosa.
—Lo siento. —Se volvió hacia mí y pasó las puntas de sus dedos por mi
brazo desnudo—. Debí actuar como un adulto y sin embargo, cada vez que se trata
de ella me siento como el mismo chico molesto con el mundo que fui entonces. Me
reprimo. —Se recostó contra la puerta.
—Lo entiendo, Nolan. —Jugué con la parte superior de mi blusa, torciendo
mis dedos el tejido barato de la blusa que compré en una tienda de segunda mano
hace un par de semanas—. Tampoco soy mejor cuando se trata de mi jodida
familia, pero la próxima vez, no te desquites conmigo. Es más fácil para mí decirte
que hacer, pero eso no significa que voy a decirte que te equivocas. No atribuyo los
mismos sentimientos a la situación y quiero ser capaz de ayudarte.
—Es un desastre —murmuró y sacudió la cabeza—. La mayoría del tiempo
ni siquiera sé que pensar sobre ella. Pasé estos últimos años intentado olvidarme
de ella.
Me dolió el corazón por él. Mi familia jamás me hizo lo que su madre a él,
pero de alguna manera, me imaginaba cómo se sentía. Fue doloroso ser el niño
rechazado por problemas que crean los adultos. Ambos nunca pedimos nacer, pero
nos encontrábamos aquí, muy vivos, y cuando alguien decidía tener un hijo, tenían
que hacer lo mejor posible para él. Era un deber, una responsabilidad y cuando
alguien lo olvidaba, era el niño quien sufría. No era justo, pero en la vida, nada era
justo. Tienes que lidiar lo mejor posible de acuerdo a lo que se te ha dado e intentar
nunca repetir los errores de tus padres.
—Duele cuando en realidad ves dentro de ti y te enfrentas a tus necesidades
o expectativas, pero no puedes evitarlo para siempre. —Abrí la puerta del pasajero
y salí del auto. Inhalé y cerré la puerta más fuerte de lo que quería. Mi frustración
parecía aún correr a través de mí.
Saqué las llaves de mi bolso y empecé a caminar hacia el edificio cuando
otra puerta del coche fue cerrada, rompiendo la tranquilidad de la noche.
Sorprendida, me volví y observé a Nolan correr hacia mí, congelada en el medio
del estacionamiento con las llaves enredadas en mis dedos.
201
Acunó mi cara entre ambas manos, sus grandes palmas y largos dedos
Página
abarcaban toda mi cara para inclinarla hacia arriba. Me sentí frágil y querida al
mismo tiempo, y no era algo que me soliera pasar. Su piel parecía fría contra mi
calor, y temblé.
—No quiero terminar la noche contigo enojada —susurró bruscamente, sus
ojos ahora únicamente concentrados en mis labios hormigueando por la intensidad
de su mirada.
—Estamos bien —Mi respiración era entrecortada, viniendo poco a poco
mientras mi corazón latía rápido, golpeando en mi pecho.
Tiró del aro de su labio con sus perfectos dientes blancos. —Nos quiero
mejor que bien.
Entonces, antes de que pudiera responder, antes de que mi cerebro pudiera
empezar a formar una oración, la boca de Nolan estaba en la mía, demandante.
Abrasadora. Dejé escapar un gemido de mis labios y enrollé mis brazos alrededor
de sus hombros. Cuando su lengua empezó a bailar con la mía, haciéndome
temblar y trayendo olas calientes de puro deseo hacia mi estómago, llevé una de
mis manos hacia su nuca y lo tiré sin motivo. Gruñó y rompió el beso. Ambos
respirábamos alto y rápido, nuestros ojos trabados en el otro, y nos quedamos con
nuestros cuerpos ardiendo juntos. Contra mis suaves curvas sentí su firmeza, y los
contornos externos de sus músculos, músculos en los que enterré mis dedos y mi
boca. Cerré mis ojos y lamí mis labios, lista para disfrutar lo último de su sabor.
—Déjame quedarme esta noche. —Su voz no dejó ninguna duda de lo que
decían sus intenciones. Fue claro, listo para reclamarme y olvidar todo lo demás.
Era caliente. ¿Qué mujer con la cabeza cuerda no disfrutaría de un hombre dulce
con comportamiento de macho alfa?
—Solo si estás seguro. No quiero que te vayas mañana porque dudas de
nosotros.
Me sonrió de lado y besó la parte superior de mi cabeza antes de soltarme,
pero me mantuvo atada a su mano. —No podría estar más seguro. ¿Y tú?
En ese momento exacto supe que nos hallábamos en algo más, otra parte de
nuestra vida, otro camino. Sería diferente a partir de ahora y eso me golpeaba
dulcemente porque no importaba que pasara al final, no me arrepentiría ni me
quedaría con preguntas sin respuestas. Era el momento para abrazar esto con los
brazos abiertos e ignorar la cita de mierda que tuvimos. En un marco más grande,
no era nada, pero esto, ¿ahora? Era todo, era mi todo.
202
—¿Puedo preguntarte algo? —Ya no observaba la tele, sino a Gran No que comía
un poco de chocolate, mientras sus ojos nunca dejaban la pantalla viendo una película de
acción de algún actor del que no podía recordar el nombre. Me encontraba bastante segura
de que Gran No eligió esta película más por la bella actriz rubia que la historia, que era
básicamente inexistente.
Tragó su bocado y mis ojos se fijaron en su manzana de Adán, subiendo y bajando.
Me gustaba verlo hacer casi cualquier cosa, a menos que una chica estuviera en la mezcla, e
incluso comer lo hacía bien. Mis amigas en la escuela estaban celosas de mí cada vez que lo
veían recogiéndome y yo, disfrutaba de ello.
Se encogió de hombros y me miró con una sonrisa que llegó a sus ojos. —Sabes que
puedes. ¿Qué ocurre?
—¿De verdad crees que seré capaz de salir de esta ciudad e ir a la universidad?
Su sonrisa desapareció y en su lugar su ceño se instaló, oscureciendo sus, de otra
manera, ojos claros. —Estoy seguro que te irás si es algo que realmente quieres y si trabajas
en la escuela. Pero, Pequeña B, solo tienes doce. Tienes años para que eso ocurra. Una mala
calificación no arruinará tu futuro.
Me concentré de nuevo en la televisión, sin querer pensar demasiado en mi horrible
D en álgebra. Cuando recibí mi copia de vuelta, tuve que esconderme en el baño de chicas
porque mis lágrimas no se detenían. No era una buena estudiante como Gran No. No podía
203
aquí. Quería ir a San Francisco porque se hallaba muy lejos, en la otra costa y se sentía
bien. Al igual que una aventura.
—No soy como tú, Gran No —dije en un suspiro, sin mirarlo de nuevo.
Agarró mi mentón suavemente y giró mi rostro hacia él. —No, porque eres tú
misma y eres perfecta. No dudes de ti. En realidad, no es la forma en que normalmente eres.
—Todos tenemos nuestros días malos. Incluso cuando una solo tiene doce años
como te encanta destacar todo el maldito tiempo.
Soltó mi mentón y se rió entre dientes, pero parecía forzado, casi tímido. Jugó con su
anillo en el labio, entre su índice y el pulgar. La piel alrededor se puso roja. —Necesito
recordar la edad que tienes. Siempre suenas mucho más madura.
—¿Y sientes la necesidad de protegerme porque…?
—Es el papel de un hermano mayor, ¿no?
No sabía qué decir a eso, pero mi silencio fue suficiente respuesta, porque volvió a
ver la película mientras aún me encontraba boquiabierta con los ojos fijos en él.
Siempre lo vi como mi mejor amigo mientras en secreto oraba por más algún día,
pero si hubo una cosa en la que nunca pensé fue, en él como un hermano sustituto.
Odiaba estos seis años que creaban un invisible y, sin embargo, muy presente
obstáculo entre nosotros. Detestaba sentirme tan joven a su lado. Aborrecía ese día que me
hizo cuestionar mis planes para el futuro. Despreciaba que mis padres, una vez más, no se
dieran cuenta de que no me sentía bien. Hoy lo odiaba todo, incluso esta noche de cine con
Gran No. Cerré los ojos y esperé que el sueño me salve y termine el día pronto. Incluso si
eso significaba estar cada vez más cerca del día en que Nolan se iría a la universidad.
204
Página
Traducido por Mire
Corregido por Miry GPE
Brooklyn
Abrí la puerta de mi apartamento, con mi corazón acelerado y mis manos
temblando ligeramente cuando la enormidad de lo que iba a suceder me golpeó
justo en el pecho, y muy bajo en mi vientre, haciendo obvio lo mucho que me
encontraba en la lujuria. Estaba a punto de tener sexo con Nolan tras años de
fantasear con él.
Busqué algo que decir mientras encendía una lámpara y me daba vuelta
para mirarlo caminar en mi pequeña sala de estar, y él se acercó arrogantemente
hacia mí. Sus ojos me devoraban, asimilando mi cuerpo en una lectura lenta e
intencionada, empezando en mis ojos y bajando hasta que llegó a mis pies en
tacones altos.
Una vez que estuvo satisfecho, cerró el pequeño espacio entre nosotros y
estrelló su boca en la mía. Sus manos fueron a mi culo para atraerme mejor contra
él. Su dura longitud contra mi estómago me excitó aún más, algo que nunca pensé
posible. Solté mis llaves y cayeron al suelo, el ruido metálico amortiguado por la
205
alfombra vieja. Enrollé mis brazos con fuerza alrededor de él, con una mano
peligrosamente cerca de su trasero mientras la otra se encontraba explorando su
Página
botón a la vez, con mis ojos retándolo a mirar, desafiándolo a tocar mi piel sedosa.
Corrí una uña por mi estómago, en la curva de mis pechos antes de dejar que mi
Página
Porque la primera vez no siempre es la mejor. Solo quiero estar contigo, sentirte en
mí.
Él se rió entre dientes y se sonrojó un poco antes de que me diera un beso en
los labios. —Créeme, sé que puedo hacerte sentir bien. Incluso podría hacerte rogar
para que se detenga o mejor aún, a nunca detenerlo si quisiera. —Atrapó mi cara
entre sus grandes manos e inclinó mi cabeza en alto—. Tengo miedo de que no
pueda darte todas las cosas que querrás de mí. No quiero ser tu mayor
arrepentimiento.
—No es el momento de pensar, Nolan. Todo lo que quiero es tu boca y tus
manos en mí. Te quiero en mi cama y eso es todo lo que importa esta noche. No
vamos a hablar de mierda más profunda en este momento. —No quería que nada
se interpusiera entre nosotros, nunca más.
Asintió y me besó, su lengua pidiendo la entrada para profundizar el beso
tanto como fuera posible. Así que para no caer al suelo, arañé sus hombros y siseó
de dolor, pero luego, cuando estuve a punto de pedir disculpas, gimió y me besó
con más fuerza, empujando sus caderas y su dura longitud en mí. Pero lo quería
más abajo, no en mi estómago.
—No-Nolan —tartamudeé cuando asaltó mi pecho de nuevo—. ¡Oh, Dios!
—Busqué a tientas su cinturón, el botón y la cremallera de sus pantalones; mis
dedos hormigueaban tanto que perdí el botón dos veces antes de que cediera. Era
como una virgen despojando a un hombre por primera vez y era la cosa más
hermosa que haya sucedido. Todo parecía nuevo, cada beso, cada toque y cada
sonido necesitado que ambos hacíamos. Era nuevo, no porque nunca hubiéramos
dormido juntos, sino porque era significativo, aunque sabía que los sentimientos
de Nolan no eran tan fuertes como los míos.
Me quité los zapatos y luego se hizo cargo de mis pantalones antes de que
pudiera librarme de los suyos y fui dejada en ropa interior ante sus ojos. No quería
ocultar mis pechos o meter mi estómago. Nunca fui consciente de mi cuerpo, sabía
que no estaba a punto de desanimarlo, y quería que en realidad me viera, como
siempre quise que me viera, como una mujer. Era una mujer, una de verdad y él se
hallaba a punto de devorarme, de estar dentro de mí. Maldita sea, solo de pensar
en él dentro de mí me hacía temblar con anticipación.
Se mordió el aro en sus labios, haciéndolo tintinear contra sus dientes antes
que una sonrisa diabólica, que nunca le vi, se levantara en sus labios. Mis entrañas
se estremecieron y mis bragas se pusieron aún más empapadas. Presioné mis
208
Rompió el beso, separó mis piernas y empujó dos dedos dentro de mí, tan
tortuosamente lento que gemí, y mi agarre en su polla se apretó un poco más,
haciéndole sisear en lujuria. Todo lo que sabía era que se trataba de pura felicidad.
La forma en que sus dedos se movían constantemente, pero con fuerza dentro y
fuera de mí, la forma en que nuestra respiración era dificultosa, la forma en que
mis pezones estaban endurecidos y atraparon su atención una vez más, y en ese
momento se decidió a utilizar su mano libre para jugar un poco más conmigo.
No parecían los juegos previos. Se sentía como el sexo en sí mismo.
Gemí en su cuello y acuné sus bolas en mi otra mano, todo el rato sin parar
el movimiento de bombeo a lo largo de su longitud gruesa, esa misma que ansiaba
dentro de mí, esa con la que fantaseaba, pero mis fantasías nunca estuvieron cerca
a lo que realmente era.
Apartó mis manos, sacó sus dedos de mí a la vez y me miró, con sus ojos y
cara mostrando nada más que seriedad. Y tal vez algo parecido a la lujuria
enloquecedora, algo que casi me preocupó, pero que, por encima de cualquier otra
cosa, me impulsó más a él.
—Cama. Ahora —murmuró y me empujó hacia la cama hasta que caí sin
gracia en ella. Los resortes de la cama rechinaron y reí. Maldita sea, sería ruidoso
aquí. Esperaba que las paredes no fueran tan delgadas como se veían o los vecinos
pasarían una noche ruidosa.
Me acosté y lo vi arrastrarse sobre mí, deslizando su mirada por mi cuerpo,
desde mis pies hasta mis ojos absorbiéndolo. Su polla tembló tan pronto como
aterrizó en mi cadera y me mordí los labios, lista para rogarle que me tomara.
Besó mis pechos, los tomó y pellizcó mis pezones hasta que escuchó mi
gemido resonar en la habitación y entonces, hizo un camino de besos más arriba.
Se tomó un cuidado adicional en mi cuello y detrás de mi oreja izquierda antes de
volver a mis labios. Tiré con mis dientes de su anillo del labio y agrupé su cabello
en mi puño derecho; acuné su culo con mi otra mano, empujando su cadera hacia
mí.
—¿Tienes condón? —preguntó con voz tensa, soplando aire en mi oído
izquierdo mientras jadeaba, listo para que esto suceda. Apoyó su peso en sus
antebrazos para no aplastarme, pero ahora lo quería cerca. No me importaba si me
aplastaba hasta el punto de no poder respirar. Él ya había tomado mi aliento.
—Cajón superior —contesté, señalando débilmente a la mesa de noche.
210
Extendió el brazo y abrió el cajón con una urgencia que lo hizo temblar un poco.
Movió las cosas en mi cajón hasta que agarró el paquetito de aluminio. Su mirada
Página
regresó a mí con una intensidad salvaje que me hizo inhalar aire de nuevo. Él era
mucho más intenso de lo que nunca imaginé que fuera cuando se trataba de sexo.
Abrió el paquete de aluminio y se puso el condón, todo el rato sin alejar su
mirada de la mía, incluso cuando estuve distraída con la forma en que sus
músculos sobresalieron durante unos segundos mientras se enfundaba a sí mismo.
Abrió mis piernas y ellas fueron voluntariamente, abriéndose hasta que enjaulé su
cintura entre mis muslos y llevé ambas manos a su culo, poniendo la presión
suficiente para hacerle saber que no quería esperar más. Me hallaba tan lista para
él que era indecente, incluso para mí.
Podía sentir su polla dura en mi entrada, burlándose de mí pero sin darme
lo que necesitaba. Le fruncí el ceño y ¡el idiota sonrió! Era malo y aún más caliente.
Pero pronto, cedió y se bajó a sí mismo, guiándose hacia mí y empujando. Duro.
Gemí y arañé su culo apretado, cerrando mis muslos alrededor de su
cintura. Cerré los ojos y dejé que las sensaciones me llenaran. No se movió,
esperando a que me acostumbrara a él o tal vez tenía miedo de perder el control.
Respiraba más duro en mi oído y su férreo control en mi cabello no cedía.
—Brooklyn —murmuró mi nombre con esa voz ronca suya que me hizo
temblar. Empezó a moverse entonces, lento al principio pero pronto rápido y duro,
ni una vez arrepentido ni cuestionando esto. Solo dejó ir todo y era más que
increíble.
Cuando empezó a moverse, mis gemidos se hicieron más fuertes y más
frecuentes. No sabía por dónde agarrarlo, por dónde aferrarme mientras sus
embestidas se hicieron aún más implacables y las olas de finalización me
golpeaban más y más. Me encontraba caliente por todas partes, nuestro sudor se
mezclaba, nuestros cuerpos se deslizaban uno contra el otro. Nuestra respiración
era ruidosa, casi ahogando los sonidos de nuestros cuerpos en movimiento y el
chirrido de la cama. Mis oídos empezaron a zumbar, mis ojos se cerraron en su
propio acuerdo, todas mis extremidades y músculos empezaron a contraerse.
—Abre los ojos. Ahora —me ordenó y obedecí sin pensarlo. Su voz se atascó
en su garganta cuando contraje mi vientre, a punto de explotar. Sus ojos ardientes
se clavaron en mí. Su mandíbula se contrajo, acentuándola. Sus labios eran una
línea muy fina y el aro un pequeño destello en la habitación iluminada por una
lámpara. Sus fosas nasales se agrandaron otra vez y sus movimientos se hicieron
más erráticos.
—Nolan, Nolan... No pares.
211
sus dos grandes manos acunaron con fuerza mi culo mientras empujaba dentro de
mí sin descanso, y el sudor cubría cada vez más su cuerpo y el mío.
Arqueé mi espalda un poco más y dejé escapar un pequeño gemido
mientras un orgasmo me golpeó con toda su fuerza, haciendo imposible hacer más
de un sonido. Mis ojos se cegaron y una lágrima se escapó de mi ojo derecho. Tan
pronto como mi orgasmo se apoderó de mí, Nolan siguió con dos empujes más,
rugiendo mi nombre mientras sus manos me apretaban incluso con más fuerza,
casi hasta el punto de dolor. Sus ojos cerrados con fuerza, su boca abierta y sus
mejillas rojas; era la perfección.
Me encontraba floja, tumbada en el colchón y Nolan trataba de recuperar el
aliento mientras intentaba no poner todo su peso sobre mí. Pero empujé hacia
abajo su espalda hasta que estuvo sobre mí, su pecho y caderas en pleno contacto
con las mías. Podía sentir su corazón latiendo tan rápido y duro como el mío, y
suspiré. Me sentía agotada y tan feliz como nunca lo estuve.
Se apartó para bloquear su mirada con la mía. Su rostro no se hallaba tan
relajado como esperaba ni tan feliz, y eso me preocupó al instante. Un nudo se
apretó en mi pecho.
—¿Estás bien? —Sacudió la cabeza y apartó un poco de cabello de su cara—.
¿Estuvo bien?
Fruncí el ceño y me las arreglé para sonreír al mismo tiempo. —¡Claro! Fue...
Nolan, fue la cosa más increíble que podría esperar. ¿No lo crees?
Apartó un poco de cabello de mi cara sudorosa, sus dedos tan suaves en mi
piel que apenas los sentía. —Fue intenso y tan bueno que... —Se calló—. No me
esperaba que se sintiera tan intenso. Me vuelves loco, Brooklyn. Hay algo en ti que
no sabía que era... De hecho, no sabía que nada como esto existía antes. Me haces
necesitarte en el nivel más primario, y sin embargo, me siento obligado a
protegerte de todo. Está jodiendo mi cabeza.
Pasé una mano por su mandíbula apretada. —Cuando se trata de estas
cosas, la mayoría de las veces no hay lógica. No trates de ponerle una etiqueta a
esto y simplemente disfruta del paseo.
Sonrió y se relajó antes de darme un beso en los labios, profundizando el
beso en una danza dulce y lenta antes que lo rompiera para deshacerse del condón.
Se levantó y salió hacia el pequeño cuarto de baño en el pasillo. Puse un brazo
sobre mis ojos y respiré hondo. Miedo repentino se arrastró dentro, justo en el
borde de esta dicha que navegaba. Traté de ignorarlo, sabiendo que era mi corazón
212
No podía apartar la mirada del reluciente cuerpo de Gran No. Cortaba los jardines
del barrio, con el fin de ganar algo de dinero para su traslado a la universidad en la ciudad
de Nueva York dentro de unos meses. Me reí nerviosamente ante la ventana de la cocina.
Hace diez minutos se sacó su camiseta roja y ahora tenía una vista perfecta de su
pecho y de los riachuelos de sudor sobre su piel, volviéndolo aún más impresionante de lo
habitual. Incluso mi amiga Anna babeó conmigo en mi cocina, hasta que su madre vino a
recogerla para llevarla a lo de su padre.
Era fascinante mirarlo y verlo moverse tranquilamente, su impresionante cuerpo
comparado con el de los chicos de mi edad. Simplemente mirarlo hacía que mi estómago se
sintiera raro y que mis mejillas ardan.
Apagó la máquina e intentó secarse la frente con su antebrazo, antes de utilizar su
camiseta que colgaba de uno de sus bolsillos traseros. Lo miré boquiabierta y giré con
brusquedad. Me sentí aún más extraña de lo habitual; no estoy segura de que eso fuera
normal, sentirme tan rara mientras miraba a alguien. De hecho, ni siquiera estaba segura
de que eso fuera normal, el observar a un tipo tan obsesivamente. No cuando tienes al
menos doce años. Me sonrojé un poco más y bebí un poco del té helado que preparé
anteriormente, y los cubitos de hielo tintinearon en lo alto del vaso.
Negué con mi cabeza y me recogí el cabello en una cola de caballo apretada. Hoy
hacía tanto calor que ansiaba sentir un poco de aire fresco sobre mi cuello y no el sudor
214
cubriendo toda mi piel. Todavía era principios de primavera, y sin embargo, parecía verano.
Golpes en la puerta me trajeron de vuelta al presente. Fruncí el ceño y fui
Página
Brooklyn
Observar a Nolan dormir era pacífico y algo que nunca pensé que haría. No
es que las otras veces cuando se quedó dormido en mi habitación no contara, pero
era diferente. Por un lado, en ese entonces tenía la ropa puesta.
En este momento, la ligera sábana apenas lo cubría, dejando una cadera
para que mis ojos vean. Su pecho con poco vello allí me hizo babear, pensando en
cómo tuve mis manos y boca en él, trazando cada uno de sus músculos. Sonreí y
llevé una mano a mi boca, con cuidado de no reír cuando una corriente de vértigo
me hizo sentir inquieta. Su cabello estaba todo revuelto y se pegaba hacia arriba en
lo alto de su cabeza, probablemente por las innumerables veces que había jugado
con él en la agonía de la pasión. La parte trasera de su cuello lucía incluso más
oscuro hoy ante la luz brillante de los primeros rayos del sol que se filtraban a
escondidas a través de las cortinas cerradas a medias. La mejor parte era la mano
que tenía en mi estómago, sus dedos rozando mi piel desnuda, como para tener un
agarre perfecto en mí y mi cuerpo. Como para mantenerme en la cama, a su lado,
216
volver a dormir. Empecé a cerrar los ojos cuando un tono estridente me sobresaltó.
Nolan parpadeó y se sentó antes de gemir y frotarse los ojos. Se parecía a un niño
que tenía dificultades para mantener sus ojos abiertos. Muy lindo, pero cuando el
chico estaba caliente y desnudo en la cama contigo, lo único que podías hacer era
babear.
—Creo que viene de tus pantalones —le dije con una pequeña sonrisa.
Me miró y asintió, todavía mudo. Apartó la sábana y se puso de pie, sin
siquiera la más mínima consciencia de su cuerpo. Buscó en sus pantalones y justo
antes de que su teléfono dejara de sonar, lo encontró y respondió con un gruñido,
sin siquiera comprobar quién llamaba.
—Más vale que sea bueno, Paul. —Se volvió hacia mí y me sonrió hasta que
sus ojos se agrandaron y su rostro se relajó—. ¿No me digas? —Se pasó una mano
por su desordenado cabello y lo miré de pies a cabeza—. ¿Hoy? Pero… —Suspiró y
sonrió—. Está bien, de acuerdo. Debo ir. —Colgó y rió, con sus ojos bailando en
alegría, y me hizo sonreír a cambio.
—¿Qué está pasando?
Volvió a la cama y se sentó a mi lado, su lado presionado contra mi pierna
cubierta. Yo no trataba de ocultar mis pechos desnudos y de inmediato lo notó. Sus
ojos se clavaron en mis pezones endurecidos y la luz en sus ojos se volvió traviesa
inmediatamente mientras una tonalidad rosada aparecía en sus mejillas.
—¿Nolan?
Parpadeó y miró hacia arriba. —No vas a creer esto. —Levantó su teléfono y
lo agitó entre nosotros mientras una emoción tensa surgía en él, poniéndome
nerviosa sobre lo que iba a decirme. La última vez que algo así sucedió, era cuando
me anunció que fue aceptado en la universidad de Nueva York—. Paul es mi
agente y me avisó que mi primer libro fue escogido para ser llevado al cine. Solo
necesita mi firma y va a ser un hecho. Ellos ya tienen un equipo para comenzar a
audicionar.
Lo miré boquiabierta y me arrojé encima, los dos cayendo al piso conmigo
sobre él, ambos desnudos bajo la cruda luz de la madrugada. Me aparté un poco
cuando su risa resonó. —¡Una película, Nolan! ¡Mierda!
Dejó caer su teléfono y me abrazó con fuerza, respirando en mi pelo. —Es
una locura —susurró cerca de mi oído, su aliento rozando mi hombro y espalda.
217
una pregunta silenciosa hasta que empezó a morder el aro de sus labios. Alejó el
pelo de mi rostro y pasó sus dedos por mi mandíbula. —¿En serio?
—Por supuesto, Nolan. Eres un autor reconocido, ganaste múltiples premios
por tus libros, te construiste una vida fuera de este infierno ¡y tendrás tu primer
libro hecho en una película! ¿Cómo podría no estar orgullosa de lo que has logrado
en solo seis años? —Dibujé círculos en el lado izquierdo de su boca con la punta de
mi dedo índice. Sus músculos se hincharon y me sonrió perezosamente.
—Sin embargo, nunca has leído las dedicatorias en mis libros.
Arrugué la nariz y gemí antes de esconder mi rostro en su pecho sexy. —No
tengo ninguna excusa más, lo sé.
Se rió y me agarró la cabeza para bloquear mis ojos con los suyos. —¿Estás
bien? —Su voz salió seria y sus ojos me miraron como un halcón, como para no
perderse ni una cosa que pudiera cruzar por mi rostro.
Sabía que él hablaba de lo que pasó entre nosotros anoche. Y de nuevo, dos
veces, más adelante. —No tengo ningún remordimiento y estoy muy feliz en este
momento. Nunca me he sentido tan feliz. ¿Te arrepientes de ello?
Sacudió la cabeza y apretó su agarre en mí, incluso si debía ser incómodo
estar en el suelo con todo mi peso sobre él. —Nunca me arrepentiría de algo tan
bueno contigo, Brooklyn. —Acarició mi cabello—. Fue increíble.
Besé su pecho y le sonreí, sintiendo una nueva horda de mariposas despegar
en mi estómago. —Bien.
—Tengo algo que decirte.
—Suéltalo —le susurré, incapaz de evitar el ceño fruncido endureciendo mi
cara. Incluso mi cuerpo se tensó.
—Tengo que volver a Nueva York.
Me senté y puse de pie. Necesitaba un poco de espacio, un tiempo para
lograr que mi corazón volviera a su latido normal. Las mariposas se desplomaron
y su caída fue dolorosa, despertando lo que había sentido antes cuando se fue hace
seis años. Pero, sobre todo, estaba enojada porque solo por un pequeño momento,
incluso sabiendo que mis sentimientos por él no eran nada comparados con el
cariño que sentía por mí, esperaba más. No me amaba, sentía lujuria y me
mantenía en su corazón debido a los viejos tiempos y yo lo sabía, pero mi lado
ingenuo y lleno de esperanza sacó lo mejor de mí y anoche solo selló lo que más
218
cara esta vez —le dije, mis palabras más cortantes de lo que quería. Yo iba más por
distante y sarcástico, pero no podía manejar ni eso, no cuando quería darle una
bofetada y gritarle por hacerme esto. Pero él no hizo nada malo. Era tan frustrante
y para nada parecido a cómo me imaginaba que se desarrollaría esta mañana.
Se levantó y trató de agarrar mis brazos, pero me aparté y escondí mi
cuerpo, poniéndome una bata de baño que olvidé en mi habitación la noche
anterior después de que me preparé para nuestra cita. Su cara se endureció y cruzó
sus fuertes brazos sobre el pecho, ni siquiera tratando de ponerse sus bóxers que se
hallaban en el suelo justo a sus pies.
—No juegues esa maldita carta conmigo, Brooklyn. Solo tengo que ir a
Nueva York para firmar unos papeles para la película. Eso es todo.
Apreté mis dientes y resoplé. Era difícil mirarlo y enfrentarlo, pero no me
escondí por más tiempo. —¿Y regresarás aquí? ¿Por qué?
Hizo un gesto en el aire entre nosotros. —¿Por qué más piensas? Ya estoy de
vuelta y estamos tratando de arreglar las cosas. No quiero tenerte fuera de mi vida,
no importa lo que pase en el futuro. Y est{ el asunto con mi madre… simplemente
tengo demasiadas cosas aquí que resolver antes de volver a Nueva York para
siempre. Tengo que irme un par de días, eso es todo.
Quería creerle, dejar en paz el tema y simplemente disfrutar de esta mañana
con él, pero no podía. No cuando había un riesgo de que cancelara su regreso una
vez que estuviera allí. Su vida en Nueva York era muy diferente de la que tenía
aquí. Estamos en diferentes velocidades, diferentes fases en nuestras vidas y solo
ahora me daba cuenta de lo que significaba realmente. Yo tenía dieciocho años y en
su mayor parte me hallaba muy perdida, sin tener ni idea de qué hacer conmigo
misma. Él era un autor exitoso listo para embarcarse en otra aventura que estaba
lejos de mi alcance. Maldita sea, yo vivía en un pequeño apartamento y comía
comida barata solo para poder pagar mis cuentas cuando él tenía más dinero del
que yo podría llegar a tener.
—Da igual.
—¿Qué se supone que significa eso? —Se agachó y agarró sus bóxers,
poniéndoselos rápidamente antes de acercarse a mí, obligándome a inclinar mi
cabeza para mantener el contacto visual. Sin mis tacones yo era bastante baja en
comparación a él.
—Significa que da igual.
Sus fosas nasales se dilataron y el aro de sus labios desapareció en su boca
219
hacerlo.
¿Entonces por qué no me pedía que fuera con él? Incluso aunque no podía
permitirme no trabajar durante dos días completos, quería que me pidiera que lo
acompañara. Quería la ilusión de que tenía una elección. —¿Qué quieres que diga?
—Que lo entiendes y no estás molesta. —Ahuecó mi mejilla izquierda. Su
mano temblaba ligeramente y cerré mis ojos—. Quiero que me abras la puerta
cuando vuelva. Quiero que me beses cuando abras tu puerta. Y quiero que me
envíes mensajes y respondas mis llamadas mientras estoy fuera.
Me besó en la frente, luego la punta de mi nariz y finalmente mis labios. No
profundizó el beso. En cambio, me dejó tomar la iniciativa y no podía no
profundizarlo. Me dolía el corazón en el pecho. Envolví mis brazos alrededor de su
estrecha cintura y deslicé mi lengua en su boca, saboreándolo de nuevo. Pronto,
rompí el beso y sonreí con amargura.
—¿Cuándo te vas?
Suspiró y jugó con las mangas de mi bata de baño, tirándola hasta que uno
de mis hombros quedó descubierto. Se inclinó hacia mí y me besó, pasando sus
labios y lengua sobre mi piel expuesta, y piel de gallina se extendió por todo mi
cuerpo. Nunca dejaba de sorprenderme cómo respondía a su toque.
—Lo antes posible. Tengo que estar listo en mi habitación de hotel, pagar
por ello y luego voy a conducir directamente a Nueva York. Tengo una reunión
esta tarde con mi agente para ver todo. No quiero parecer un idiota delante de
estas personas que eligieron mi libro.
Asentí y dejé que la piedra aplastara mi estómago. El desayuno que había
anhelado cuando abrí mis ojos ya desapareció. Solo deseaba volver a dormir y
esperar el mayor tiempo posible antes de que tuviera que prepararme para mi
turno de mediodía en el bar. Sin embargo, la vida no estaba esperando.
—Deberías irte, entonces. Tengo que arreglarme para el día. Y me gustaría ir
a ver a tu madre después de mi turno.
Frunció el ceño y me dejó alejarme. —¿Estamos bien?
Asentí y forcé una sonrisa en mi cara entumecida. No era doloroso sonreír
en sí, sino que no era genuina y lo sentía en cada fibra de mi cuerpo. Odiaba
mentir, esconder cosas. No era mi estilo, pero era como cualquier otra chica o
mujer cuando se trataba de la persona que tenía tu corazón. No quería ahuyentarlo
con mis pensamientos, miedos y resentimientos. Después de todo, era una gran
220
Agarró mi mano y besó mis nudillos antes de darse la vuelta y vestirse, listo
para salir. Lo llevé a la puerta en silencio y dejé que besara mis labios, pero no le
permití profundizarlo. En cambio, lo abracé con todas mis fuerzas y lo vi conducir
en su coche, alejándose del estacionamiento y regresando a su vida.
Cerré mi puerta y fui directamente a tomar una ducha y solo cuando el agua
caliente golpeó mi adolorido y tenso cuerpo, dejé caer las lágrimas, mezclándose
con el agua como para no verlas caer aunque las sentía derramarse libremente de
mis párpados cerrados. Y sucedió algo que nunca pensé posible.
Me arrepentí de dormir con Nolan.
221
Página
Nolan
Tan pronto como estuve en mi coche después de pagar el hotel por mi
estancia y me preparé para salir, marqué a Paul, mi agente. Él no podía haber
escogido un peor momento. Justo el día siguiente de que Brooklyn y yo nos
acostáramos tenía que volver a Nueva York.
—¿Nolan? ¿Estás en camino? —me preguntó Paul con su voz habitual de
negocios. Dudaba que el hombre supiera cómo divertirse y relajarse. Pero a pesar
de que era serio hasta la medula y me molestaba a veces, también era muy bueno
en su trabajo.
—Sí, estoy a punto de salir de Riverdale. Debería estar allí esta noche. —
Miré brevemente la señal de tráfico, la cual señalaba los límites extremos de la
pequeña ciudad. Conducir tanta distancia era más difícil de lo que esperaba y trajo
de regreso el recuerdo de la última vez que tomé ese mismo camino, dándole la
espalda a mi ciudad natal y a Brooklyn. Pero no era lo mismo en esta ocasión,
volvería pronto.
—¿Qué fue lo que apagó tu entusiasmo? Te encuentras en la cima de tu
juego y estás a punto de firmar para hacer una gran adaptación de película para tu
libro. ¿Por qué no estás emocionado?
Suspiré y relajé mi agarre en el volante. Me pasé una mano por mi mejilla y
me encogí cuando la barba raspó mi palma. Ni siquiera me tomé el tiempo para
afeitarme con mi prisa. Y no me tomé el tiempo para tranquilizar a Brooklyn. Me
sentía horrible por dejarla tan pronto después de nuestra noche juntos, así que solo
podía adivinar cómo se debía sentir ella ahora.
222
estando segura si debía mirarlo y sentir un poco de atracción aunque fuera muy
leve en comparación con lo que sentía cuando estaba con Nolan. Pero aun así,
Mike era un hombre magnífico que sabía seducir. Incluso cuando no lo intentaba
exactamente. Después de todo, tenía que estar en su ADN, ya que se conoce
comúnmente cómo su padre disfrutaba follar con cualquier mujer, menos su
esposa.
—No creo que esa sea la cuestión. He oído que algunas personas vieron a
Gran No yéndose.
—Tenía que volver a Nueva York por unos días. Me dijo que regresaría.
Vació su vaso y cruzó los grandes brazos sobre el pecho. —No lo crees.
—La última vez que se fue, esperó seis años para poder volver.
Sacudió la cabeza y suspiró. —Era diferente. Todos sabemos lo jodido que
era para él vivir con su madre. Y ustedes dos están empezando algo, así que no
creo que quiera dejar todo eso así de sencillo. Sé que a mí no gustaría hacerlo... —
Se fue apagando.
—Nunca hablábamos de esa manera cuando estábamos juntos.
—No, nosotros follábamos. Tú no querías hablar conmigo, querías que te
entumeciera, que te hiciera olvidar todo.
Apreté los labios, sin saber qué hacer con esto. Él me pintaba de una manera
que me hizo sentir avergonzada, pero era la verdad y lo acepté. Si tan solo Mike
fuera el chico idiota que pensé que era, no me sentiría mal por hacerle daño.
—Si te hace sentir mejor, Nolan ya logró hacerme llorar. Tú nunca lo hiciste.
—No quiero verte triste ni que llores. Pero si lloraste, significa que te
preocupas por él. Tú no te preocupabas por mí.
Fruncí el ceño y agarré una de sus grandes manos; manos que uno nunca
imaginaría que le pertenecían a un tipo que nunca las utilizaba para trabajo
manual. Trabajaba detrás de un escritorio, pero tenía el cuerpo de un chico que
trabaja al aire libre. Él hizo un buen uso del único y pequeño gimnasio en nuestra
ciudad.
—Eres mi amigo, Mike. Por supuesto que me preocupo por ti, pero no
exactamente en la forma que a ti te gustaría.
Respiró hondo y se apartó. Se levantó, puso algo de dinero sobre la mesa y
225
—Primero que nada, no uses palabras como mierda. Siento que soy quien te enseñó
todas las malas palabras. —Puse mis ojos en blanco y abrí la ventana después de soltar la
Página
cola de caballo que hice apresuradamente esta mañana—. Y segundo, ser adulto también es
genial. No porque tengas responsabilidades no puedes divertirte y tienes que olvidarte de tu
pasado. Es diferente, eso es todo.
—Díselo a nuestros padres.
Se detuvo en la acera enfrente de su casa y miró a nuestras casas, apenas una valla
separaba nuestros patios. —¿Vas a contarme qué sucedió?
Agarré mi mochila, pero no intenté salir del auto. —Se suponía que mis papás se
reunirían con mi consejero estudiantil. Llamaron para cancelar y me quedé sola con mi
consejero, quien pasó una hora haciéndome preguntas sobre mis padres y mi hermana
muerta. ¡Como si la extrañara, cuando nací después de su muerte! ¿Crees que es normal
que mis padres ni siquiera me dijeran que no vendrían y que lo descubriera mientras
esperaba sola, junto a un chico que se sabe que es un matón y quien intentó burlarse de mí
porque soy pequeña y no tengo ropa bonita o tetas? —resoplé y me bajé del auto; coloqué mi
mochila sobre mi hombro huesudo y caminé hacia mi casa vacía.
Gran No corrió y me abrazó por detrás por un minuto entero. Besó la cima de mi
cabeza y me soltó. Me di la vuelta para mirarlo, parpadeando para contener las lágrimas
listas para caer. Odiaba a mi familia.
—Un día mejorará y no importa qué, no seremos como nuestros padres. No
cometeremos los mismos errores.
—No lo sabemos. Eres el mayor, eres quien debería decirme que la vida es
imprevisible.
—Creo que para ser una niña, no tienes la suficiente inocencia y esperanza.
Necesitas a alguien que te llene con sueños y algunos conceptos ingenuos sobre la vida.
Todos necesitamos una pequeña dosis de eso.
Miré alrededor y mi mirada se posó sobre un chico, tres puertas más abajo,
comprando algo de hierba a un hombre alto y delgado, muy conocido aquí por ser un
traficante y además, un idiota. En la distancia, un par de perros ladraban fuertemente
mientras un bebé lloraba a todo pulmón y una pareja se gritaba en los escalones de su
puerta. Volví a mirar a Gran No y no tuve que expresar en voz alta mis pensamientos. Era
difícil soñar cuando eres de por aquí.
228
Página
Traducido por Mary Warner & Beluu
Corregido por SammyD
Brooklyn
—¿Cómo se siente hoy? —le pregunté a la señora Bell, con voz calma.
Escondí mis preocupaciones al verla tan pálida y débil. Solo pasaron dos días y sin
embargo podía ver cuanto más débil lucía. Era un poco extraño ver a alguien
desvanecerse no lento, sino rápidamente.
Sus labios agrietados formaron una sonrisa llena de dolor. —He estado
mejor, pero eso no es una sorpresa. Me alegra verte, Brooklyn.
Traje la silla más cerca de su cama y me senté con mi bolso en las rodillas.
Puse mis llaves en el bolso y le di mi completa atención. —Quería verte ayer, pero
perdí las horas de visita.
Sacudió la mano a modo de restarle importancia y se sentó más recta.
Frunció sus cejas y parecía que fue por el dolor. La intravenosa no debía ser tan
eficiente si presentaba tal dolor cuando se sentaba. Tosió antes de respirar
profundo.
229
—No tienes que visitarme, no es algo por lo que te debas sentir forzada,
cariño.
Página
su bufanda que casi se caía de su cabeza—. ¿Te molesta que se haya ido?
—Tuvimos nuestra primera cita anoche así que…
Página
oreja.
Página
—Eres una mandona. —Sonaba cansado, pero podía imaginarlo con una
suave sonrisa en sus labios tentadores. Maldita sea, ya extrañaba sus labios.
—No llamaste ni mandaste un mensaje en todo el día. ¿Qué esperabas? —
respondí con una falsa voz fría. Por dentro, me reía.
Lo único que se podía escuchar en el teléfono era su respiración hasta que se
aclaró la garganta. —Lo siento. Quedé atrapado en el tráfico cuando llegué así que
fui directamente a la oficina de mi agente y entonces no noté la hora. Fue un día
intenso.
—Solo bromeaba. Apuesto a que fue intenso.
—Sí…
Fruncí el ceño y le bajé el volumen al televisor. Sin embargo algo se sentía
raro en su voz. Al principio pensé que era porque se hallaba cansado, pero ya no
me sentía segura. Mis preocupaciones regresaron y apreté mi agarre en el teléfono.
—¿Algo fue mal?
Respiró profundo, y exhaló lenta y dolorosamente. —Vi a mi ex y estuvo
muy rara.
—¿Cómo que la viste?
—No te molestes, Brooklyn.
—No me molesto, Nolan. Solo trato de entender que pasó para que la vieras
cuando se supone que pasaste la tarde con tu agente. Por todo lo que sé, ella no
trabaja para tu agente, sino para tu publicista.
—Se encontraba en mi apartamento llevándose lo último de sus cosas.
—¿Y?
—¿Y qué?
Rodé mis ojos y tomé un sorbo de té helado, tratando de calmarme lo más
pronto posible antes que dejara salir mi perra interna. No era necesario hacer una
gran escena de esto. Por otra parte, nosotros ni siquiera abordamos el tema de ser
exclusivos o le pusimos etiqueta a lo que pasaba entre nosotros. Él rompió con su
ex y no la amaba, pero se preocupaba por ella y eso dejó un mal sabor en mi boca.
Odiaba pensar en cuan cercana ella había sido a él.
—¿Qué dijo que te hizo pensar que se encuentra extraña?
—Nada en realidad. Lucía triste e hizo un comentario sobre ti, pero no fue
235
lamentable sonrisa.
La tensión en mi cuerpo me abandonó lentamente y me hundí más en el
Página
seguía mis órdenes, pero no hacía ningún sonido. De hecho, no podía oírlo
respirar—. Déjame oír cuán bien se siente.
Gimió y finalmente pude oír su respiración dura y entrecortada. Comencé a
presionar más fuerte en mi clítoris pero necesitaba más. Mi sangre vibraba en mis
venas, en mis sienes. Mi corazón latía rápido, pero me encontraba privada, y era
malditamente bueno.
—Nolan… —prolongué su nombre mientras me tensaba. Mis muslos
comenzaron a apretarse alrededor de mis muñecas por voluntad propia. Mi cuerpo
me traicionaba descaradamente.
—¿Qu… qué quieres? —tartamudeó entre jadeos que era incapaz de
esconder por más tiempo, y que me condenaran si eso no lo hacía mucho más
fascinante—. Dime qué quieres que te haga.
—Más. Quiero más.
—Ruega, bebé —respondió con el deseo oscuro que vi acechando la noche
anterior. En mi cabeza podía ver sus ojos oscureciéndose, mirándome con el
pecado escrito por todo su rostro. Incluso podía sentir la fuerza de su cuerpo, el
calor de sus grandes manos en el mío.
—Por favor, Nolan —susurré suspirando. En mi vida, por muy corta que
fuera, jamás rogué por sexo, nunca lo necesité, y me lo estuve perdiendo. Mi
cuerpo entero se tensó mientras le dejaba tomar el control.
Gimió y lo oí acelerar sus movimientos a través del teléfono, y ni siquiera
traté de liderar el juego o pelear por algo de control. —Eso es. Comienza con un
dedo en tu coño y luego, cuando comiences a mover tu dedo más fuerte, añade
otro. Y quiero oír mi nombre saliendo de tus labios, Brooklyn. Imagina que es mi
polla dentro de ti, empujando largo y duro. Una. Y. Otra. Vez.
Jadeé mientras empujaba un dedo y me dejaba llevar. Nuestros gemidos se
volvieron más ardientes, más precipitados. No sabía si era su nombre lo que salía
de mí o sonidos inarticulados. Lo mejor no era la forma en que mis dedos se
sentían dentro de mí, listos para aliviar algo del deseo por él, sino su voz
rogándome que no parara, alentándome a gemir más alto, a ir más rápido hasta
que ambos explotamos. Mi espalda se arqueó contra el sofá y mis piernas se
enderezaron mientras cabalgaba mi orgasmo, mis párpados cerrados firmemente y
mi boca abierta en un último gemido que me desgarró. Un segundo más tarde,
Nolan me siguió y ambos nos quedamos en silencio, respirando rápido al teléfono
pero sin decir ni una palabra.
240
con la maldita imagen perfecta del amor agrandándose a una familia propia algún
día, con niños que lucirían como una mezcla de los dos? ¿Cómo?
Página
Para la chica que había pasado la mayor parte de su vida deseando esto, era
imposible no imaginárselo. No podía, y bajo la cobija de la noche me permití soñar,
dejé que mi corazón se inflara con las posibilidades y dejé que mi mente vagara.
Solo por esta noche.
Nolan
Hice una bola con mi camiseta y sequé mi estómago, demasiado perezoso
para levantarme y tomar una ducha. No le dije a Brooklyn, y quizá debería haberlo
hecho porque sabía que todavía dudaba de mí y de nuestra relación, pero el sexo
telefónico fue una primera vez para mí también.
Sonreí y tomé otro sorbo de mi cerveza, feliz y relajado. Estaría todavía más
feliz con Brooklyn aquí, en mis brazos, pero sabía que la vería en un par de días.
Todo lo que quería era terminar aquí y volver a Riverdale, volver a ella. Es algo
loco cómo la mujer correcta puede hacerte ver las cosas de manera diferente,
restablecer tus prioridades.
Mis ojos aterrizaron en el guión de la película en la mesa de café y reí. Hace
un año, quizás un poco menos, ya habría estado leyéndolo, probablemente
llamaría a Trey, mi editor y amigo, para tomar unas cervezas y festejar, pero ahora
era distinto.
Tragué lo último de mi cerveza y me paré, la camiseta sucia en mi mano, y
caminé a mi habitación y al baño privado. Brooklyn cambió todo en mi vida.
Cambió todo de mí. Era mi línea de vida, y era algo alarmante.
Tenía veinticuatro años y estaba asustado de lo que ella me hacía, a mi
corazón… a mi vida entera. Pero lo valía.
242
Página
Pequeña B, 12 años
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Jadasa
—¿Podemos cancelar nuestra noche de películas? —le pregunté a Gran No, dándole
mis ojos de cachorro cuando comenzó a fruncir el ceño.
Era raro querer cancelar un tiempo a solas con él, ahora que siempre enloquecía al
pensar en que pronto se iría a la universidad, pero tenía que tratar de poner un poco de
distancia entre nosotros. Era mi mejor amigo, la persona que admiraba, pero también podría
estar por mi cuenta. Era el momento adecuado para experimentar, y una parte de mí quería
ser la chica que no lo buscaba.
—¿Por qué? ¿Tienes algo mejor que hacer? —me preguntó con una sonrisa falsa.
Sus palabras eran más mordaces de lo que me encontraba acostumbrada cuando se dirigía a
mí.
—¿Es eso tan imposible? —respondí irritada. Crucé mis pequeños brazos sobre mi
pecho plano y levanté mi mentón—. También tengo amigos.
—Sí, y son mocosos de doce años. ¿Cómo es que tienes algo que hacer un viernes
por la noche?
Rodé los ojos y me senté a su lado en mi cama. —Es solo que una chica está teniendo
una fiesta por su cumpleaños. Me invitaron y quiero ir.
—¿Sus padres estarán allí?
—Sabes que odio cuando actúas como mi hermano.
243
—Sí, sus padres estarán allí. Invitó solo a las niñas y se supone que dormiremos ahí.
—¿Y es el viernes? —Asentí y lo vi suspirar. Sus hombros se hundieron y pasó una
mano por su frente—. ¿Necesitas que te lleve hasta allí?
—Mi padre lo hará. Supongo que es parte de todo lo de vernos como una familia
normal. Es todo una tapadera, pero no me quejo.
—Ya veo, no me necesitas. ¿Intentas enviarme un mensaje?
—¿Qué quieres decir? —Meneé la cabeza, pero no fui muy convincente. Sentí que
me ruborizaba bajo su escrutinio.
—No sé qué estás haciendo, Pequeña B; pero si quieres ir, entonces tendremos
nuestra noche de cine al día siguiente de tu gran fiesta. —Se levantó, besó la cima de mi
cabeza y trepó a través de mi ventana.
Dos horas después de que mi padre me dejara en la fiesta, llamé al celular de Gran
No desde el teléfono fijo de los padres de Lucy. No quería quedarme aquí. Respondió
después del tercer timbre e inmediatamente se preocupó al oír mi voz temblorosa. Ni
siquiera dudó en recogerme, y en menos de veinte minutos me encontraba en el auto de
Gran No dirigiéndonos de vuelta a casa.
—¿Qué sucede?
Me encogí de hombros y me di la vuelta alejándome para ocultar una lágrima que
caía. —Cometí un error. No debí haber ido.
—Esa es una maldita excusa, Pequeña B. Explícate ahora.
Se detuvo frente a su casa y se dio la vuelta hacia mí. Suspiré y lo imité. —Prefiero
nuestra noche de cine, pero pensé que debería intentar algo más.
Acunó mi mejilla y sonrió; la tensión se aflojó. Su mano era cuidosa sobre mí y muy
amable, pero causó que mi estómago hiciera esa cosa extraña cosa que siempre hacía cada
vez que Gran No se encontraba cerca de mí.
—Odié cuando decidiste cancelar nuestra noche de películas y aún más cuando no
me dijiste que te llevara hasta allá. Me sentía inútil y que no formaba parte de tu vida. —
Alejó su mano de mi rostro—. Sentí celos de tu padre.
—¿Qué?
Sacudió la cabeza, una sonrisa brillante tirando de sus labios. —Lo sé, malditamente
loco. Estamos tan jodidos y somos tan co-dependientes.
244
Nolan
—No puedo creer que en cuestión de días hayas despachado a Lena y
empezado con otra mujer. ¿Estás explorando tu vena salvaje?
—Trey.
Soltó su risa estruendosa, con la cabeza echada atrás. Me encontré mirando
fijo su mohawk falso, ahora teñido de púrpura. El hombre era una excentricidad,
una adición extraña a la editorial. Se encontraba a finales de sus veintes, tenía más
tatuajes y piercings que nadie que hubiera conocido y le gustaban los libros.
Cualquiera y todo tipo de libros. Una vez, me dijo que le gustaba leer novelas
románticas de vez en cuando.
—¿Qué? —preguntó una vez que se calmó.
—Es diferente. Ya te conté sobre ella.
Su sonrisa se desvaneció y asintió, evaluándome estrechamente con sus ojos
azules. —Sé que siempre ha estado en tu mente, pero no me di cuenta de que era
245
tan serio.
Página
—Hola —dijo con una sonrisa pícara. El ligero rubor en sus mejillas
Página
Se inclinó más a mí, con sus labios justo frente a los míos, frotándolos tan
suavemente que me sentí mal tan solo con imaginar si era real o si era mi cerebro
jugándome una mala pasada. Pero cuando dejó recorrer su aro a través de mi
regordete labio inferior, supe que me tomaba el pelo, jugando con mi frustración.
—Es tan raro no encontrar a alguien roto. No es excusa, y seguro que no
seré el que te diga que soy peligroso para ti.
—Entonces, ¿qué? —pregunté, procurando aplicar un poco más de presión
en su boca y lamer mis labios en buena medida.
Sus ojos se oscurecieron cuando su cuerpo se puso rígido. El deseo se
encendió entre nosotros, haciendo que el aire zumbara y mi cuerpo se enroscara,
listo para abalanzarse sobre él si decidía no hacer el primer movimiento. No me
preocupé por sus palabras, sobre esta charla. No buscaba ninguna explicación de
por qué no debíamos estar juntos. Era muy consciente de la mayoría de ellos y, sin
embargo, no podía controlar lo que quería, a quien necesitaba. Nunca estuvo en mi
poder no ser atraída y fascinada por este hombre.
—Cuando me miras, realmente me ves, directamente en mi alma. —Me besó
rápidamente, sin profundizar—. Cuando me tocas, me dejas ver lo mucho que me
quieres y es tan… jodidamente ardiente. No juegas, no ocultas, eres solo tú y
mucho más de lo que nunca esperé encontrar en alguien.
No podía parpadear, incluso si quisiera. Afiancé mi agarre, sosteniendo su
camiseta en mis puños. —¿Tratas de decirme algo? —Mi corazón subió a mi
garganta, me sobrecalentaba y no tenía nada que ver con el calor del verano.
—Solo que te extrañé, más de lo que debería después de tres días alejados.
Cuando pienso que deseo a la chica que solía ver como una hermana pequeña, no
puedo dejar de inquietarme en ocasiones —dijo con una carcajada, alejándose y
poniendo un poco de distancia entre nosotros, mientras la luz de deseo que ardía
en sus ojos murió.
Forcé una sonrisa, pero no quería sonreír. Un dolor en mi pecho me provocó
una mueca de sufrimiento, pero lo oculté. Por supuesto que lo escondí. Nunca me
importó mostrar debilidad ante nadie, haciendo parecer todo como lujuria banal.
No era solo excitación. Tal vez no estaba enamorado de mí y nunca lo estaría, pero
al menos yo sabía que era más que simple lujuria. También me sentía harta de su
necesidad de hablar de cómo solía verme, como inalcanzable. Todo. El. Jodido.
Tiempo. ¿Por qué? ¿Por qué necesitaba protegerse a sí mismo de esa manera?
—Tonto, ¿no? —repliqué en respuesta, incapaz de mantenerlo bajo llave. Mi
249
se encontraba tan pronunciado que escureció sus ojos, tanto que parecían casi
negros—. Haces que mi corazón duela cuando te deseo, cuando quiero mantenerte
para mí solo, cuando quiero abrazarte y nunca dejarte ir, cuando quiero algo más
que una gran noche de sexo. Me duele el corazón por ti y no sé qué jodido
significa.
Tomé una respiración, y me incliné hacia él, poco a poco hasta que me
encontré tan cerca que pude ver los pequeños puntos dorados y verdes en sus ojos
avellana. Cerré los ojos y lo besé. Sin dudarlo, emoción pura. Tal vez él no enfrentó
lo que significa, pero en el fondo yo lo sabía.
Mordisqueé su labio inferior e, inmediatamente, concedió el acceso de mi
lengua. Aprisionó mi cabeza entre las manos y tomó el control del beso con un
gemido, al mismo tiempo, mi suspiro se transformó en un gemido cuando su
lengua comenzó a enlazarse con la mía, dibujando patrones pecaminosos que me
hacían temblar. Justo cuando nos encontrábamos a punto de romper el beso, tiré de
su aro en el labio con los dientes.
—Me vuelve loco cuando haces eso.
—Y me vuelve loca ver tu piercing. Estamos a mano —dije roncamente cerca
de su rostro.
—¿Estamos bien?
Asentí y le sonreí antes de inclinarme en su dirección de nuevo y pronto, sus
manos comenzaron a vagar por mi cuerpo, ahuyentando los últimos vestigios de la
ira y la incertidumbre que sentía. Podría dejar de lado sus temores todo lo que
quisiera, tratar de no abrirse completamente conmigo, pero aún sentía algo por mí,
algo condenadamente cercano al amor. Tenía mi corazón y el suyo se encontraba a
mitad de camino de ser mío.
más temprano.
Página
áspera.
Sentí que Nolan se tensaba, pero no hizo ningún movimiento. De hecho,
tampoco parpadeaba. Sus ojos eran ásperos en su madre y su boca era una línea
recta.
—¿Cuándo te trasladarán? —dijo antes de que yo pudiera desagraviar a su
madre con una pequeña conversación. Me giré hacia él completamente y lo miré,
pero no me vio. Aunque su mano se deslizó a mi muslo donde lo estrechó como si
yo fuera su línea de vida. Puse mi mano libre sobre la suya y tracé círculos suaves
sobre su piel.
La señora Bell siguió su movimiento y me miró con una pequeña sonrisa
inclinando sus labios agrietados hacia arriba. —Mañana. Me alegro porque no
puedo dormir mucho aquí. Siempre están entrando para tomar mis signos vitales y
comprobar mi vía intravenosa, no son tan discretos cuando lo hacen así que… —
Bostezó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Con la forma en que miraba a su hijo,
estaba bastante segura de que no tenía nada que ver con el agotamiento y sí todo
que ver con Nolan. El establecimiento a donde sería transferida es a más de una
hora de aquí y nada diría más si Nolan podría ir a visitarla allí. Incluso yo no me
hallaba segura de poder ir con el trabajo y el costo del gas; eso era sin hablar de mi
destartalado coche que podría, muy posiblemente, morir en cualquier momento.
Miré de ida y vuelta entre ellos, sin saber qué decir ni qué hacer. Apreté la
mano de Nolan y él me miró. Trató de ocultar la vulnerabilidad que tenían sus
ojos, pero fue inútil. Lo conocía demasiado bien, incluso después de tantos años.
Me hizo pensar en esa primera vez que vi a su madre perder la calma en su casa.
Parecía un niño perdido, roto y con el mundo en sus hombros. Esta vez, a
diferencia de cuando él era más joven y yo era solo una niña, secretamente me
rogaba. Yo no tenía una solución, un milagro para proponer. Nada.
—Debería dejar que ustedes dos hablen.
—No vas a ninguna parte. Quédate. —Las palabras de Nolan dolieron, pero
sabía que era más miedo que ira. Tenía miedo y por una vez, sacó fuerzas de mí.
Asentí y forcé una sonrisa.
—¿Estás listo para hablar del pasado? —preguntó la señora Bell lentamente,
como si tuviera miedo de enojarlo.
—¿No es lo que hiciste la semana pasada? —Yo fruncía el ceño, pero estaba
254
perdida. ¿De qué había hablado Nolan con su madre si no fue sobre el pasado
antes de venir a mí?
Página
—Nolan solo hablaba de ti. Al menos hemos sido capaces de tener una
discusión y, por una vez, tuve la oportunidad de dar un buen consejo; por el
aspecto de las cosas, escuchó.
Se rió y comenzó a relajarse un poco. Empujó la silla más cerca de la cama y
deslizó un brazo alrededor de mis pantorrillas, su fuerte brazo asegurado a mi
alrededor, anclado a mí. Sonreí también y coloqué una mano en su mejilla, incapaz
de dejar de mostrar tanto afecto cuando teníamos un testigo.
La señora Bell suspiró y la miré, rompiendo el contacto visual con Nolan,
cuyos ojos se convertían en un fundido marrón mientras la misma atracción que
chisporrotea entre nosotros se disparó.
—Ustedes dos son muy lindos juntos. Nunca tuve eso.
Nolan se enderezó en la silla y liberó un poco de su férreo control sobre mis
piernas. —¿Y papá?
Se encogió de hombros y apartó su mano de la mía. Desordenó un poco el
tubo de su IV, pero vi a través de ella. Hacía tiempo. Se aclaró la garganta y se
sentó en su cama, reajustando la bufanda alrededor de su cabeza. —Amaba a tu
padre, pero siempre hubo una brecha entre nosotros, y por desgracia yo era la que
trataba de cerrarla. Cuanto más lo intentaba, él más se apartaba y utilizaba el
alcohol para adormecerse. Luego, empecé a consumir drogas para hacer lo mismo,
y todo fue cuesta abajo bastante rápido.
—Yo solo fui daño el colateral, ¿no? —soltó con dureza; sus hombros se
tensaron de nuevo mientras sus dedos agarraban firmemente mis piernas y su
mano libre se cerró en un puño apretado, blanqueando sus nudillos.
—Fuiste el inocente atrapado en medio de nuestro desorden. Debería haber
sido más fuerte y dejar a tu papá en lugar de esperar a que se fuera y luego
ahogarme aún más. No tengo ninguna excusa. La única explicación es que amaba a
tu padre y que era una mujer débil y egoísta. Herí a la persona que más me
importaba y todo esto por alguien que no lo merecía.
—No entiendo. —Negó con la cabeza, con perplejidad en sus ojos.
Me mordí el labio y miré con ansia a la puerta. No era mi lugar para ser
testigo de esto. Debería dejarlos hablar y salir, pero Nolan no me dejaría. En
cambio, me callé y los dejé lidiar con su pasado, todo el tiempo orando que eso
trajera un poco de tranquilidad a Nolan.
255
—No, pero es un buen comienzo. Eres más fuerte que yo, y sé que tienes
alguien en tu vida capaz de sacudirte cada vez que lo necesites. —Me sonrió y
luego empezó a toser con más fuerza—. Y espero que avances algún día. —Tosió
más y suspiró profundamente cuando se calmó un poco. Era doloroso escuchar y
ser testigo. Sus párpados se encontraban rendidos de cansancio.
Me puse de pie y sonreí a la vez que se acostó de nuevo. —Voy a tratar de
visitarte si mi coche no se rompe.
—No seas tonta. Guarda tu dinero.
—¡Gastaré mi dinero como quiera! —contesté, burlonamente horrorizada.
Ella se rió suavemente, con sus delgados hombros temblando.
Me alejé para darle a Nolan algo de espacio para decir adiós. Se puso de pie
y con los hombros apretujados, se acercó a la cama. Era alto, pero en ese momento
no parecía así de impresionante. Se inclinó y suspiró de nuevo, analizando con sus
ojos el estado de su madre, obviamente muriendo. Lentamente, tomó su frágil
mano en la suya grande y le besó los nudillos.
—No puedo olvidar, pero puedo aceptar. Siento que... —Su voz se apagó y
mi corazón dio un vuelco—, quiero más tiempo.
—Yo también, Nolan, pero no es para nosotros. No seas como yo, pensando
que estás solo. No solo vives tu sueño, sino que hay una chica fabulosa contigo
aquí. Y por favor, no dudes de que siempre te he amado, incluso en mi punto más
bajo.
—Mam{…
—Debes irte —lo dijo más fuerte para mí, con sus lágrimas cayendo con más
libertad ahora.
—Te veré en el otro hospital. —Se puso de pie y se giró. Tan pronto como
estuvo de espaldas a su madre, dejó que las lágrimas cayeran. Salió y lo seguí con
un último adiós a la señora Bell, insegura de si volvería a verla de nuevo.
Cerré la puerta detrás de mí, seguí a Nolan por el pasillo y, de repente, dio
vuelta y me agarró. Escondió su rostro en el hueco de mi cuello y sus piernas
comenzaron a ceder bajo él. Lo envolví en mis brazos con fuerza mientras se dejaba
ir. Sus lágrimas caían grandes y rápidas, humedeciendo mi espalda y mi apretada
camiseta negra. En cada gota salada estaba la suma de todo su dolor enterrado en
su interior en los últimos años, sus miedos y su amor por su madre. Todo salía y,
en ese momento, yo era la única allí, la única capaz de entender la profundidad de
257
—¿No los odias? —me preguntó Gran No por segunda vez. Ahora me miraba como
si tuviera una segunda cabeza o algo así. Se sentó sobre mi cama y pasó una mano en su
cabello recién rapado—. ¿Ni siquiera un poco?
Me encogí de hombros y sacudí la cabeza. —Son mis padres.
—No es una razón. Pequeña B, ¡ni siquiera te cuidan!
—Dices esto porque tu madre está consumiendo de nuevo —dije sin alterarme,
subiendo el volumen de la televisión, ya que no tenía el estado de ánimo para pasar nuestra
noche de cine hablando acerca de mis padres o de su madre. Sí, nosotros no tuvimos suerte
con ellos, pero al menos los teníamos. Algunos no tenían ni siquiera una sola persona en su
vida. Y tenía a Gran No. Era suficiente para mí, aunque a veces me encontraba enojada y
triste.
—Habla como una niña de doce años, Pequeña B. Me asustas cuando suenas tan
adulta.
Le fruncí el ceño y arrugué mi nariz. —¿Eso significa que debería obsesionarme con
alguna patética serie de televisión y hablar sobre qué chico me sonrió hoy en la escuela?
Entrecerró sus ojos. —¿Un chico te sonrió?
—¿Hablas en serio? —Me reí y golpeé su hombro, pero no se movió ni siquiera un
poco—. Simplemente digo que ya no soy solo una pre-adolescente como cualquiera.
259
Vimos Indiana Jones durante cinco minutos más antes de que sentí que se ponía
inquieto y se dio la vuelta hacia mí. —¿De verdad no los odias?
Página
Brooklyn
—¿Te sientes mejor? —pregunté con una voz suave cuando nos sentamos en
su cama del hotel, después de que él tomara una larga ducha.
Todavía era temprano, el sol brillaba afuera, pero decidimos acostarnos
temprano y lo seguí a su hotel. De hecho, no hablamos sobre ello. Nolan condujo
hasta aquí y lo seguí, manteniendo mi mano en la suya todo el tiempo, solo para
recordarle que no se encontraba solo en su dolor.
—Lo siento por quebrarme así —dijo, pasando una pequeña toalla por su
cabello húmedo antes de arrojarla a algún lugar en la esquina de la habitación y se
sentó junto a mí con la espalda contra la cabecera de la cama. Sin preguntarlo, me
atrajo a su lado y pasó un brazo a mi alrededor.
Suspiré y acaricié con mi cara su pecho desnudo. Solo llevaba pantalones
deportivos. Era hermoso a pesar de su evidente tristeza, pero no estaba de humor
para saltarle encima. Su dolor era muy profundo y me preocupaba demasiado por
261
quedarte todo dentro. —Le besé brevemente el pecho y pasé los dedos por encima
de sus abdominales, trazando las líneas y curvas de sus músculos mientras mi
mente divagaba—. Por extraño que suene, me alegra haber estado allí cuando
ocurrió.
—Si hubiera sido cualquier otra persona, nunca habría llorado. Sé que
puedo abrirme contigo, Brooklyn, y siempre ha sido así.
Su voz retumbaba en su pecho debajo de mi oído y quería abrazarlo y jamás
soltarlo. Ansiaba la cercanía, esa conexión inquebrantable que era imposible
alcanzar, pero podía ser abordada. Ansiaba estar con alguien con quien estuviera
segura que nunca me dejaría. Mis problemas de abandono eran profundos y sin
embargo nunca fui abandonada por mis padres; para eso necesitaría que me
tomaran en cuenta con el fin de abandonarme. Y la persona que me dejó fue Nolan,
pero regresó.
—¿Qué quieres decir?
Levantó mi cabeza con el pulgar debajo de mi barbilla y trazó mis labios con
sus dedos, aplicando una pequeña presión en mi labio inferior para separarlos. Sus
ojos color avellana se encontraban fijos en mi boca, firmes. Sus párpados se
pusieron pesados, entrecerrados cuando su respiración rozó mi cara. El calor
comenzó a acumularse en mi cuerpo y mi mano se tensó en sus abdominales.
—Nunca jugué contigo. Lo que has visto era yo, quién soy y nunca te
molestó.
—¡Por supuesto que no! —Ahuequé su cara y no sabía si besarlo en este
momento era la mejor idea cuando parecía querer hablar. Enviar un mensaje
equivocado ahora sería malo—. No tienes nada que esconderme.
Sonrió, pero no llegó a sus tristes ojos. Acarició mi mandíbula, mi mejilla,
sus ojos siguiendo los dedos. —¿Qué hice para que estés tan ciega?
—No puedes estar hablando en serio. —Vi que su cara no cambió; seguía
con la máscara encantada. En serio creía que no valía la pena. Negué con la cabeza
lentamente, casi imperceptiblemente para no perder el contacto de su mano en mi
mejilla mientras sus dedos se enredaban en mi pelo—. Nolan, tú eres el que merece
mucho más que yo. Eres un hombre maravilloso con un buen corazón, alguien lo
bastante fuerte pero aun así amable para perdonar a alguien que te lastimó
emocionalmente durante años. ¿Cómo puedes decir que estoy ciega en lo que a ti
se refiere?
262
Se acercó más y me besó. Fue lento, minucioso y lo sentí en las partes más
profundas de mi cuerpo. Gemí en su boca y dejé que su lengua acariciara la mía,
Página
sus dientes pellizcaron mis labios y sus labios jugaron con los míos. Rompió el
beso y puso su frente contra la mía, con los ojos cerrados.
—Para mí, Brooklyn —susurró con dureza, con voz profunda—, siempre
serás la mujer con quien comparo a las otras. Eres la persona más increíble que he
conocido y solo estar cerca de ti hace la vida más fácil, más brillante. Solo sentir los
latidos de tu corazón me hace flotar, escuchar tu voz me hace feliz y ver tus ojos…
cuando tus ojos se fijan en los míos me atraviesan y me hace desear ser siempre
una mejor persona.
—Nolan…
Un golpe en la puerta me interrumpió. Él abrió los ojos, sobresaltado, y se
enderezó, liberándome. Me senté y crucé los brazos con fuerza a mi alrededor, de
repente sintiéndome fuera de lugar. Nuestra burbuja se había roto sin previo aviso
y me dejó con una sensación de inquietud, como si no podríamos regresar a esa
burbuja, como si hubiéramos perdido nuestra oportunidad de algo… lo que sea
que fuera.
Se puso de pie y se tambaleó hasta la puerta, sus pantalones cayéndose un
poco. Con los pies descalzos, el torso desnudo y el pelo todavía húmedo, era el
epítome del cliché de chico hermoso y a veces me mareaba un poco.
Abrió la puerta, vi los músculos de su espalda ponerse rígidos y sus
hombros tensos mientras sus nudillos se ponían blancos cuando su agarre en la
puerta se volvió mortal. Me puse de pie, la cama chirrió ligeramente. Tan pronto
como di tres pasos hacia la puerta, sentí mi mandíbula lista para golpear el suelo y
mi cuerpo a un suspiro de saltar sobre la persona que se encontraba frente a Nolan
en el pasillo.
Su ex novia.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Nolan con una voz distante; una
contradicción perfecta para la reacción de su cuerpo. Estaba furioso.
Ella comenzó a llorar en voz baja, las lágrimas silenciosas cayendo por su
hermoso pero muy pálido rostro. No se parecía a la chica sofisticada que vi la
última vez o a la chica mala que me amenazó. Lucía cansada y bastante pequeña en
frente de Nolan.
—Creo que estoy embarazada —dijo entre sollozos y contuve la respiración.
Nolan negó con la cabeza—. Tengo tres semanas de retraso.
263
Cerré la boca, apretando los dientes. Nolan se giró hacia mí, con los ojos
vidriosos por la noticia y su boca en una línea recta. Sin rastro del aro en su labio.
Lo mordisqueaba implacablemente. Levanté mi mano antes de que pudiera decir
Página
una palabra y agarré mi bolso. Necesitaba un poco de aire fresco y, para ser
honesta, este asunto no tenía nada que ver conmigo. Yo era la infiltrada, la tercera
rueda.
Ignoré sus ojos implorantes y salí corriendo cuando dijo mi nombre. Ignoré
el dolor en mi pecho y la forma en que mis pulmones parecían incapaces de tomar
el aire. Lo ignoré todo y solo escapé en dirección a mi casa y curiosamente no fue
hacia mi apartamento, sino a la casa de mis padres.
Corrí todo el tiempo, ignorando las bocinas de algunos coches que me
pasaban, con solo un pensamiento dando vueltas en mi cabeza.
Nolan podría ser padre muy pronto y lo perdería para siempre.
264
Página
Nolan
—Mierda. ¡Mierda! —No pude apartar los ojos de Brooklyn. Pero no se dio
vuelta y cuando desapareció del pasillo, me giré hacia Lena.
Siempre fue una mujer pequeña, pero ahora se veía aún más pequeña.
Debería darle algún consuelo y ser el chico bueno, pero no podía. Solo mirarla me
hizo querer huir. Porque si tenía razón… si estaba embarazada…
Negué con la cabeza y me aclaré la garganta, tratando de alejar el pánico, la
ira y la desesperación.
—No quería hacer esto por teléfono —susurró débilmente entre sollozos.
Mi cerebro finalmente se encendió y me aparté de la puerta, invitándola a
entrar. Me di la vuelta y rápidamente me puse una camiseta. —¿Por qué no te
hiciste una… um… una prueba de embarazo? —Mi voz se quebró cuando la
palabra embarazo salió de mi boca.
Me di la vuelta y la encontré cerca de la puerta, con sus pequeños brazos
cruzados sobre el pecho y sus ojos llenos de lágrimas fijos en mis pies descalzos.
Era obvio que estaba angustiada y tenía que ser un hombre. ¡Joder, yo era un
adulto! Si fui capaz de embarazar a una mujer, tenía que ser lo suficientemente
hombre para enfrentar las consecuencias.
Respiré hondo, luchando con fuerza contra mi primer instinto que era correr
hacia Brooklyn y en su lugar me enfoqué en el asunto en mis manos.
Lena podría estar embarazada con mi bebé.
Las náuseas me golpearon. Llevé una mano a mi frente sudorosa e hice un
265
momento, todo mi ser rogaba por Brooklyn. No quería pasar otro segundo con
Lena. No quería pensar en un bebé. Solo quería a Brooklyn.
Página
llegué hasta aquí, pero sabía que él no lo haría. En este punto, no estaba segura si
era porque no le importaba o porque el agujero entre nosotros era tan grande que
incluso preguntar eso sería muy raro. Éramos peores que extraños.
Me llevó a la cocina y vi a mi madre armando algo. —¿Era una ensalada de
espinacas? —mientras ponía la mesa con dos platos, sin preguntar si me gustaría
quedarme a cenar.
—Hola, Brooklyn —dijo mi madre, mirándome con rapidez antes de enfocar
toda su atención de vuelta a su ensalada.
Ambos se veían cansados y viejos, más viejos de lo que deberían. Tampoco
parecían felices o remotamente vivos para el caso, pero eran dos idiotas egoístas.
Yo también me sentía triste, me encantaría que me consolaran, pero ni siquiera me
conocían lo suficiente para ver que algo andaba mal con solo mirarme. ¡Maldición!
Tenía la certeza de que mis ojos se encontraban inyectados en sangre. Ya era
bastante evidente.
—¿Te arrepientes de no haber tenido un aborto? —solté de repente, mis
palabras precediendo a mis pensamientos. Mi corazón empezó a latir frenético en
mi pecho vacío. Mis ojos se dirigieron hacia y desde cada uno de ellos cuando
finalmente me miraron.
—¿De qué hablas? Ni siquiera pensamos en… eso. —No habló más fuerte o
más rápido. Parecía casi indiferente.
Mi padre pasó un brazo alrededor de los hombros de mi madre y apretó
suavemente. —¿Estás tratando de comenzar una pelea?
—No, papá, no lo estoy. —Hice un gesto entre nosotros—. Siento que no
tengo padres. No me siento bien, lloré mientras caminaba hacia aquí y ni siquiera
les importa. No me preguntaron si tuve un problema o por qué estaba aquí.
Simplemente me toleran y no sé qué hice para merecer eso. No soy Kelly, pero
también soy su hija. Yo merezco su atención. —Mis palabras sonaron fuertes en la
silenciosa cocina cuando al fin rompí el status quo.
Mi madre empezó a temblar, sus manos eran incapaces de mantener el
agarre en el cuchillo que sostenía. Lo bajó y escondió las manos a sus costados. Mi
padre tenía el ceño fruncido, pero curiosamente bajó la vista, ni siquiera trató de
mantener mi mirada furiosa.
—Lo sentimos si no es suficiente para ti, Brooklyn. Perdimos una hija. No es
fácil para nosotros. —Las palabras de mi madre me hicieron enojar más.
269
—¿Crees que es fácil ser la hija que nació después, la que está aquí para
llenar supuestamente un vacío? No soy como ella y eso lo supieron desde que nací.
Página
Todo era un lío en mi cabeza. Todo era doloroso. Cada parpadeo me era
difícil en estos momentos. Solo quería hibernar un rato, olvidar todo y a todos.
—¿Me crees?
—Quiero creerte porque sin importar qué, no son malas personas. Sé que su
dolor les hace daño, y por eso es que nunca hemos conectado realmente. Lo
entiendo, pero eso me hizo daño durante años y todavía lo hace a veces porque no
tengo a nadie más. Son mi única familia y… solo tengo dieciocho años. No puedo
ser madura todo el tiempo cuando mi corazón duele, no siempre puedo dar un
paso atrás y ser racional en lugar de dejar que mis emociones hablen por mí.
—¿Eso quiere decir que nos necesitas? —me preguntó ella, con una nueva
luz en sus ojos, algo parecido a la esperanza, pero no podía entender porque ahora
tendría esperanzas.
—A veces, sí. Todos necesitamos a nuestros padres.
Asintió y una pequeña sonrisa tiró de sus labios. Mi padre pareció relajarse
un poco.
—¿Quieres quedarte para la cena? —me preguntó él, sorprendiéndonos a
todos.
Me inquieté y negué con la cabeza. Era demasiado pronto. Sería obvio que
somos extraños y sería lo mejor empezar con algo más fácil. Tal vez un café un día
y luego empezar desde ahí.
—No tengo hambre para ser honesta. Mejor… mejor me voy a casa.
Asintieron y me preguntaron si necesitaba que me llevaran a casa, pero me
negué. Empecé a caminar de regreso a mi casa aturdida, sintiendo la esperanza
contra toda la esperanza. Nunca en un millón de años habría pensado que ese día
sería posible, el día en el que los escuchara decir que me aman, el día en que viera
con interés lo que el futuro nos tenía reservado. Al menos, una cosa ha ido bien
hoy, incluso si todo con Nolan se fuera al infierno sin siquiera una parada.
Un coche se ralentizó hasta que alguien saltó y corrió hacia mí. Me congelé y
me di la vuelta, lista para agarrar mi aerosol de pimienta si fuese necesario. Pero
era Nolan con una mirada enloquecida y el cabello yendo en todas direcciones.
—¡Demonios! ¿Tienes alguna idea de lo preocupado que estaba? ¡Te busqué
por todas partes! —me gritó, pero afortunadamente era una calle desierta, no tan
lejos de nuestro viejo vecindario. Nadie parecía perturbado por mover a un lado
las cortinas.
271
corazón pude haber sido herido gracias a Nolan, pero ahora se hallaba roto por
completo.
—Nolan, no me grites. Yo debería ser la que se encuentre enfadada. —Mi
voz era neutral, un poco atemorizante.
—Estabas a pie, Brooklyn. ¿Qué crees que pensé? Estuve listo para llamar al
hospital para ver si te hallabas allí cuando no te pude encontrar. Incluso llamé a
Mike. —Maldijo otra vez y tiró de su cabello con nerviosismo, como si fuera a
arrancarse un pedazo de pelo. Sus músculos parecían perder la calma.
Lo señalé, perdiendo mi pretensión calmada. Hervía por dentro lista para
explotar, pero no era porque en realidad estuviera enfadada con él, era solo el
dolor y la frustración alentándome. —¡No te esperé todos estos años para que me
cuidaras! Deja de jugar a ser el gran héroe, enfrenta tu propio desastre y déjame
fuera de él.
Caminó hacia mí y casi nos hallábamos nariz con nariz, ambos en plena
ebullición. —También te concierne a ti.
—No, no lo hace. —Me enderecé y no aparté la mirada cuando sus ojos
color avellana se oscurecieron peligrosamente—. Tu ex novia quizás esté
embarazada con tu hijo. No me encuentro, en absoluto, en esa ecuación.
—Estamos juntos.
—Nos acostamos juntos.
Tomó mi cabeza entre sus grandes manos y me mantuvo en lugar. —Seamos
jodidamente honestos aquí. Es mucho más que sexo, o de no ser así, nunca hubiera
sucedido. Tenemos. Una. Relación.
—Nolan, ¿dónde encajo yo en todo esto? —pregunté débilmente, mi enojo
yéndose—. Tengo dieciocho años, vivo en un pueblito y no tengo idea de qué
hacer con mi vida mientras que tú eres un hombre exitoso viviendo en la ciudad de
Nueva York y a punto de ser padre. No tengo sitio en todo eso.
Aplastó sus labios contra los míos, persuadiéndome a darle acceso, pero no
lo hice. Gruñó de frustración e hizo que mis labios hormiguearan, pero no le
regresé el beso. No podía, no cuando su bebé tal vez se encuentre en el vientre de
otra mujer.
—Brooklyn…
—Detente, Nolan. —Lo empujé por los hombros y me dejó ir, sus hombros
272
unos pocos metros de nosotros. —Sí, ya sabes. Toda femenina y esa mierda. Es gracioso.
—No sabía que ser una chica era gracioso —murmuré y resoplé. A veces, podía ser
Página
un idiota…
Chocó el hombro contra el mío y tuve que sonreír. ¡Era tan molesto! Me mordí los
labios, pero se me escapó una sonrisa. Se rió y revolvió mi cabello. Golpeé su hombro y lo
empujé, un movimiento débil, ya que ni siquiera se movió.
—No es un insulto, Pequeña B. Es extraño para mí verte crecer, eso es todo. A veces
pienso en ti como una niña y, a veces, me doy cuenta de que eres casi una adolescente. Me
hace sentir más viejo, ¿sabes?
—Siempre hablas de mi edad.
—Tengo que recordarlo, a veces.
—¿Qué significa eso? Lo dices a menudo.
Suspiró y se pasó una mano por el cabello, mirando a la lejanía. —Eres madura y
eres la única con quien puedo hablar de mis sueños, de mis grandes planes de vida.
—Soy tu mejor amiga. —Me reí y fue extraño, demasiado agudo para ser normal,
ya que me sentía tan nerviosa. Me encantaba cuando dejaba saber lo especial que era
nuestro vínculo. Siempre necesitaba ese tipo de seguridad con él. Tenía otros amigos en la
escuela, a menudo era invitada a pijamadas o a fiestas de cumpleaños, pero éstas eran nada
comparadas con lo que tenía con Gran No. Para mí, él era familia.
—¡Deja de tratar de recibir elogios! —rió y se acostó en la toalla.
Con los ojos cerrados y la suave sonrisa curvando su boca, era apuesto. Nunca
podría haber adivinado como era su vida en casa con solo mirarlo. Me puse a su lado y subí
la mirada al cielo, dejando que el sol golpeara mis ojos y quemara un poco, lo suficiente para
llenar mis ojos de agua. El cielo azul infinito era hermoso y estaba con el chico que amaba
en secreto. Fue un día increíble, uno de los pocos que nos quedaban.
276
Página
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Vane Farrow
Brooklyn
Tan pronto como detuvo el auto, abrí la puerta, lista para saltar y huir de él.
Necesitaba mi espacio y ese tenso silencio me volvía completamente loca. Esta
situación de mierda no era su culpa y no quería hacer más escena de la que ya hice,
pero cuando me hería a este extremo, tenía dificultades para controlarme, a pesar
de que podía ser amable y dulce de otra manera.
—Espera, Brooklyn —gritó con voz cansada, derrotada casi como si esperara
que no lo escuchara y simplemente lo ignorara. Debería saber a esas alturas que
ignorarlo era imposible para mí. Estaba demasiado arraigado en mí.
Me tensé y lo miré por encima del hombro, sin girarme. Era algo pequeño,
pero para mí no girarme para escucharlo era un gran paso. Significaba que no
estaba completamente a su merced, solo esperando cualquier tipo de atención.
—No hay de qué hablar en este momento. No sabemos si está embarazada o
no y para ser honesta, creo que lo está. No habría venido aquí de lo contrario. Y,
277
¿tres semanas de retraso? Eso es mucho. —Mi voz era sorprendentemente estable,
sin temblar por la imperiosa necesidad de llorar y gritar con toda mis fuerzas para
Página
que esta pesadilla terminara. Agarré la manija de la puerta, lista para correr antes
de que la presa se rompiera.
—Esto no significa que cambie lo que pasa entre nosotros. No quiero que
cambie.
Me reí y eso rasgó mi garganta, lastimando mis oídos y lo más importante,
haciendo el agujero en mi pecho aún más profundo. —Detén esta tontería, Nolan.
Regresa a tu hotel y solo… solo dame esta noche para digerir estas cosas.
Sabía que suplicaba, sabía que era débil y patético, pero ya no importaba.
Dejé el auto de un salto y me alejé hacia mi edificio, buscando las llaves en mi
bolso, sin voltear a ver a Nolan todavía en su auto, probablemente esperando a que
llegara sana y salva a mi apartamento antes de alejarse conduciendo hacia la chica
que podría estar embarazada. Por lo que sabía, incluso podría volver con ella en
algún momento más adelante.
En una carrera, subí las escaleras, caminé hacia mi puerta y entré en mi casa
desierta y silenciosa. Encendí la luz de la sala y cerré la puerta antes de apoyar mi
espalda contra esta; mi cabeza colgaba, mi cabello caía descuidadamente sobre mi
rostro. Golpeé la puerta con la palma de mi mano y me deleité con el dolor
pulsante corriendo por ella. Pero no duró mucho y de hecho ni siquiera desvió mi
atención de la desesperación que sentía. Había tocado mi mayor sueño, tocado e
incluso probado, pero ahora sería privada de él muy de repente.
—Abre la puerta, Brooklyn. No puedo dejar las cosas así. —La voz de Nolan
llegó a través de la puerta cerrada, amortiguada y, aun así, muy audible.
Mi corazón se aceleró de inmediato, latiendo más fuerte y más rápido
mientras mi respiración lo seguía. Un escalofrió se desató en todo mi cuerpo y más
fuerte que mi voluntad. Me alejé de la puerta y la abrí. Mis ojos encontraron los
suyos antes que él presionara sus labios contra los míos, ansiosamente.
Era desesperado, tirando de mi corazón, mis pulmones, mi estómago y mi
necesidad de él. Desenfrenado, cambiando a un sentido de vida o muerte como si
nunca fuera capaz de verlo de nuevo, sentir su firme cuerpo contra el mío,
saborearlo otra vez.
Envolví mis brazos a su alrededor con fuerza, arañando sus hombros para
que no escapara. Separando mis labios tan pronto como su lengua provocó mi
labio inferior, logrando calentarme y molestarme al instante. Cuando nuestras
lenguas comenzaron a rozarse la una a la otra, tentándose, mis piernas temblaron y
278
Brooklyn. —Retrocedió para verme mejor, pero mantuvo sus manos en mi cuerpo.
—Detente.
Página
—¿Por qué? ¿Por qué hablar del futuro te asusta? —refutó, sus cejas bajando
sobre los ojos, oscureciendo sus rasgos.
—No estamos en un maldito cuento de hadas o en uno de tus libros en
donde puedes escribir el final que quieras. Según tú, no soy lo suficientemente
buena para vivir de mi música y nos separaríamos más temprano que tarde. Y,
¿has olvidado a tu hijo?
—¡No hables de un niño! ¡Ni siquiera sabemos si está embarazada! ¡Mierda!
—Se apartó y se giró, su respiración tan fuerte y rápida como si estuviera corriendo
alrededor del barrio a toda velocidad—. No puede estar embarazada. —Ahora su
voz se quebró, suplicando.
Al escucharlo tan roto, al ver la angustia empañándolo, tuve el loco impulso
de tomarlo en mis brazos y hacer todo lo posible para hacerlo sentir mejor, para
hacerlo olvidar. Incluso lo dejaría perderse en el sexo si eso lo ayudara, pero en el
fondo sabía que eso solo retrasaría las cosas, retrasaría el volver a la realidad, una
realidad ineludible. Y era firme en la forma en que lo veía: dejarlo dormir conmigo
ahora sería debilitar nuestra relación, lo que sea que esta relación sería de ahora en
adelante. Por eso no me moví.
—No te culpes. —Aclaré mi garganta y luché contra el creciente nudo en
ella, haciendo un esfuerzo para dejar que mi voz llenara la tranquila habitación—.
Si me necesitas, estaré ahí para ti. —Como si pudiera simplemente irme y dejarlo
con esto. Nunca había sido capaz de dejarlo en mi vida y no empezaría ahora,
incluso si eso me rompía el corazón. Ni siquiera era desinteresada, era porque lo
quería en mi vida, de una u otra manera.
Bruscamente, se dio la vuelta, entrecerrando sus ojos hacia mí mientras su
pecho aún se agitaba. Los músculos en sus brazos agrupados al punto de ruptura
mientras cerraba los puños a sus costados. —No digas que no quieres estar en mi
vida, joder.
—No lo haré, Nolan.
—Bien —respondió y se acercó, elevándose sobre mí, sus ojos mostrando
una oscuridad que nunca vi en su interior, una oscuridad que me arrastraba, me
asustaba y de una manera retorcida, me excitaba al saber que sentía algo tan fuerte
por mí. Lo que sea que fueran estos sentimientos—. Porque lucharé por nosotros,
Brooklyn. Nunca me daré por vencido.
Incliné la cabeza hacia un lado, evaluándolo. —¿No respetarías mi
280
voluntad?
Negó con la cabeza, en ningún momento perdiendo el contacto visual. —No
Página
—Si esperas el momento perfecto, nunca llegará. Siempre habrá algo para
estropearlo, pero eso no significa que debamos esperar o mantener todo en nuestro
interior. Quiero oírlo. —Sus labios trazaron todas las palabras contra mis labios
entreabiertos, su anillo en el labio se calentó con la fricción—. Dime lo que sientes
por mí.
—Siempre he estado enamorada de ti, pero estos días contigo han sido como
una renovación de mis sueños, trayendo de vuelta la esperanza.
Apoyó su frente contra la mía de nuevo y suspiró como si esto lo aliviara.
Aunque, no fuera una sorpresa. Todo el mundo en este pueblo sabía que siempre
había tenido un flechazo con él, la profundidad de mis sentimientos, cuán clavados
estaban en mi alma.
—Podemos hacer esto, entonces. Créelo, por favor, por mí.
—No puedo. —Moví la punta de mis dedos a lo largo de su mandíbula
cuadrada, trazando su barba sombreando su piel clara—. No soy una idealista y no
soy la chica optimista que conocías. No puedo soportar este dolor. Voy a estar allí
para ti, pero no como me quieres.
Su agarre en mi cara se tensó un poco, no doloroso pero lo suficiente como
para mostrar su angustia por mis palabras. —Nos amamos y no voy a aceptar
perderte, perder lo mejor de mi vida solo porque…
—¿Solo porque es posible que hayas embarazado a tu ex? —No traté de
escapar de él. Necesitaba mirarlo directamente a los ojos y no dejarme llevar por el
momento de esta cercanía. Lo dejé sostener mi rostro en un férreo control, pero
necesitaba estar lejos de su tentadora boca—. Tal vez no soy lo suficientemente
madura, pero no puedo estar con un hombre que amo y tenerlo cuidando a su ex
novia mientras lleva su bebé.
Me soltó y vi algo que golpeó mi corazón. Sus ojos estaban húmedos. Sin
pensar, sin ninguna razón más. Lo agarré de la parte de atrás de su cuello y tiré de
su cabeza hasta que presioné mis labios sobre los suyos. No dudó, no me
cuestionó. Separó sus labios y tomó la delantera, envolviendo sus brazos a mi
alrededor y atrayéndome contra su cuerpo mientras la desesperación goteaba de
cada roce de nuestros labios, cada mordisco de nuestros dientes y cada caricia de
nuestras lenguas.
Si, estábamos total y completamente cautivos en esa desesperación.
Gemí en su boca y me levanté en las puntas de los dedos de mis pies,
buscando su calor, buscando su cuerpo. Gruñó y me apoyó contra la pequeña mesa
282
con fuerza su labio inferior, tirando de su anillo antes de deslizar mi lengua sobre
él para suavizarlo mientras las manos de Nolan vagaban en mi cuerpo, sin perder
nada. Forzó mis piernas a abrirse y se ubicó entre ellas, empujando sus caderas en
el vértice de mis muslos. Cuando su dura longitud entró en contacto con mi núcleo
adolorido, gemí y rompí el beso. Incapaz de resistirme, empujé de regreso y el
agarró mi cabello, tirando con fuerza para inclinar mi cara con el fin de besarme
más profundamente y me entregué a él. Fui sin luchar. Lo necesitaba.
Sus labios eran duros, casi castigando. Sus caderas empujaban con fuerza
contra mí, sacando de mí sonidos de súplica mientras empujaba su camisa hacia
arriba para explorar su pecho. Rompió el beso y soltó mi cabello para quitarse la
camisa. La tiró y aterrizó en el sofá. Luego, antes de que pudiera reunir mis
pensamientos y detener esto, me despojó de mi blusa y comenzó a besar la curva
de mis pechos derramándose sobre mi sujetador de encaje rojo. A través del encaje,
encontró mis pezones duros y comenzó a morderlos y provocarlos o con su boca o
sus dedos, sin dejar de lado a ninguno.
—Nolan. —Suspiré mientras dejé a mis manos viajar por su espalda para
empujar su culo, necesitando más contacto.
Luchó con mis pantalones cortos antes de encontrar el botón y la cremallera,
sin perder más tiempo. —Ayúdame aquí. —No era una súplica. No, era una orden,
autoritaria y oscura y fue directamente a mi necesidad palpitante, acariciándola un
poco más. Levantó mis caderas el tiempo suficiente para deshacerse de él junto con
mis zapatos que hicieron un ruido sordo cuando golpearon el suelo a cada lado—.
Abre más tus piernas.
Estaba expuesta sobre la mesa y sin embargo no me sentía cohibida mientras
abría más mis piernas para dejarlo empaparse de mí, sus ojos acariciando mi piel,
quemándola. Extendí mis manos para alcanzar sus pantalones y me dejó
desabrocharlos y empujarlos hacia abajo, ni una sola vez haciendo un movimiento
para ayudar. Sus ojos viendo todos mis movimientos me hicieron sentir débil, con
escalofríos corriendo por mi columna vertebral. Mis pechos estaban más pesados,
adoloridos dentro de mi sujetador y necesitaba liberarlos. Arqueé mi espalda y lo
desabroché. Nolan hizo el resto. Besó mi cuello y a lo largo de mi clavícula hasta
que llegó a una correa y con los dientes, la empujó por mis brazos, lentamente. La
punta de su lengua provocó mi carne acalorada un par de veces hasta que los dos
nos hallábamos completamente desnudos y tan excitados como cualquiera podría
estarlo.
Nuestras bocas se encontraron de nuevo mientras nuestras manos se
283
exploraban el uno al otro hasta que sus manos se arrastraron de nuevo a mi cabello
y lo apuñaron, haciéndome gemir más fuerte. Empujó contra mí, deslizando su
Página
—¿Sobre?
Página
—La muerte. —En mi oído su corazón se aceleró un poco—. Nunca pensé en ello
antes, aunque sé que mi hermana murió en un accidente automovilístico. Solo que ahora
estoy empezando a imaginarte muerto y... —Mi voz se quebró, pero no lloré. El miedo era
demasiado fuerte para hacerme llorar de nuevo.
Besó la cima de mi cabeza como hacía a menudo. —Piensa en la vida, Pequeña B. La
vida trae bastantes obstáculos para temerle a la muerte también. Estoy aquí y no me voy a
morir.
Suspiré y asentí de nuevo. —Entonces, ¿cuál es tu mayor miedo?
—Tengo demasiados para enumerar.
—Dime simplemente el más grande.
—Arruinar mi vida, supongo.
—No tienes que preocuparte entonces.
—¿Por qué?
—Porque no la arruinarás.
Se rió y sonreí en su pecho, feliz de escuchar este sonido demasiado ausente en estos
días mientras el último día de clases se acercaba rápidamente. —Ya lo veremos.
—Estaré allí para patearte el culo si lo haces.
Se tensó por un segundo y empecé a fruncir el ceño. ¿Cuál era el problema? ¿Dije
algo malo? Repetí mis palabras y no pude encontrar nada. Un sentimiento premonitorio
comenzó a crecer, pero no lo cuestioné más. No quería hacerlo. Sabía que Gran No ocultaba
algo, pero no quería saber. No quería hacer daño.
—Sí, Pequeña B.
Cerré los ojos con fuerza, deseando que fuera una pesadilla, porque simplemente
sabía. No estaría allí para patearle el culo. No me tendría en su vida.
288
Página
Traducido por Annie D & Vane Farrow
Corregido por Bells767
Nolan
Uno al lado del otro, nos hallábamos congelados en la acera, mirando a la
farmacia en frente de nosotros. Lena se encontraba extrañamente callada en medio
de sollozos que me volvían loco. No pude evitar la ira y el resentimiento que
sentía. No iba dirigida a ella, sino que era más contra todo lo que era mi vida.
Pasé la noche dando vueltas en mi cama vacía. La mayoría de mis
pensamientos eran sobre Brooklyn y cómo me alejó. La comprendía y sabía que le
iba a resultar muy difícil lidiar conmigo siendo padre. Ella era demasiado joven
para algo así y nuestra relación era aún más joven. Pero…
Pero no podía estar sin ella.
Ahora que la había tenido, no podría estar sin ella. No solo porque el sexo
era espectacular, sino por nuestra conexión. ¿Cómo puede alguien deshacerse de
una conexión tan profunda que solo al estar en las proximidades de esa persona
era como estar impregnado de la vida misma? No podía. No podría.
289
tomamos una prueba de embarazo. Necesito saber con seguridad si estás... eh... —
Tosí inquieto y apreté los puños a mis costados—, embarazada.
—¿Y crees que yo no lo necesito saber? —Se burló, y tuve que mirar a otro
lado cuando su mirada enojada se clavó en mí. Una mujer despechada nunca era
buena y, sinceramente, me sentía culpable por haberla puesto en esta situación.
Debería haber abierto antes los ojos y demostrar tener algo de bolas. Nuestra
relación no duró mucho tiempo, para nada. Empezamos a salir porque ella me
empujó a eso y me encontraba en un momento en que creí que tenía que pensar en
asentarme. Pero nunca hubo una conexión, nunca tuve el interés de ir a citas con
ella. Nunca me sentí vacío cuando no estaba cerca de mí. Y ahora...
—Lo sé. Lo siento. —Respiré hondo y entré en la farmacia, con Lena a mis
talones. Maldita sea, si alguien me hubiera dicho que estaría en este lío, nunca lo
habría creído. Miré al chico detrás del mostrador y me estremecí ante la idea de
preguntarle en qué pasillo podía encontrar las pruebas de embarazo. En su lugar,
caminé más allá de él con apenas un movimiento de cabeza. Recorrí cada pasillo y
finalmente las encontré.
—No sabía que habían tantos tipos diferentes —murmuró débilmente a mi
lado.
—Sí, bueno, una prueba es una prueba. Solo tienes que agarrar una. —
Señalé las cajas y les di la espalda, ya sintiendo las náuseas. No había sido capaz de
comer una sola cosa desde ayer.
—¿Podrías ser más idiota? —Pasó junto a mí, con la cabeza en alto y los
hombros hacia atrás. Negué con la cabeza y me froté mi sien adolorida.
Pensé que nunca tendría hijos. No quería poner en riesgo la felicidad de un
niño a causa de mi actitud de mierda y de lo poco que sabía de ser un buen padre,
un modelo a seguir. Pensé que sería mejor no arriesgarme. Y si hubiese imaginado
ser padre, nunca hubiese pensado en el lío en que me encontraba atrapado en este
momento. El hijo hipotético no se lo merecía; Lena y Brooklyn tampoco.
Tragué con fuerza y aparté su mano cuando intentó sacar unos billetes de su
billetera. Lo menos que podía hacer era pagar por la maldita prueba. El chico tiró
rápidamente la caja en una bolsa de papel blanco y nos apresuramos a salir.
Justo antes de llegar a mi coche, puso una temblorosa mano en mi
antebrazo. Me aparté por instinto y me giré hacia ella.
290
necesitara un abrazo, se lo daría. Era esa clase de hombre sin tener un modelo a
seguir mientras crecía. Eso lo hizo más increíble a mis ojos, sin importar qué.
Página
alivio se me escapó. Quería reír, bombear el puño en el aire como un idiota, pero
me senté y en su lugar me apoyé pesadamente contra el lavabo. Le mostré la
Página
prueba a Lena y ella cerró los ojos con fuerza cuando la noticia finalmente fue
asimilada.
—Fue solo un susto. —Me reí en voz baja, casi sin creerlo. No tendría que
rogarle a Brooklyn para que se quedase conmigo. No tendría que demostrarle que
siempre sería de ella, incluso si me convertía en padre con otra mujer.
—Realmente pensé... —Se puso de pie y tomó la prueba de mis manos. Sus
cejas se hallaban agrupadas sobre los ojos—. Quiero decir…
—¿Te decepciona no estar embarazada? —Me senté más derecho, sintiendo
la tensión aferrándose de mí otra vez.
Se encogió de hombros y lanzó la prueba en el bote de basura. —No lo sé.
Supongo que... —Negó con la cabeza y salió del baño de regreso al dormitorio—.
Comenzaba a pensar que tal vez podríamos... no sé, estar juntos.
—¿Por un bebé? —Ante su asentimiento maldije en voz baja y me froté el
cuello—. Tú no me quieres, Lena, y yo no te quiero tampoco. Hubiera estado allí
para criar a mi hijo y amarlo, pero eso es todo. La verdad es que desde que
llamaste a la puerta de mi dormitorio anoche y Brooklyn se fue, he estado
pensando en maneras de convencerla de que se quede conmigo. Eso no habría
cambiado.
Asintió con rigidez. —Podrías estar con alguien mejor.
—No es por ser duro, pero estoy con alguien mejor. La amo y ella me ama.
Me completa en todos los sentidos. ¿Tú y yo? —Hice un gesto entre nosotros—.
Era conveniente y un intento a medias de mi parte para ser el adulto que pensé que
debía ser. Puedes conseguir algo mejor que eso.
Su mirada no se ablandó, pero vi la comprensión en su rostro. Sí, sus planes
para nosotros se fueron por la ventana y probablemente era difícil para ella,
teniendo en cuenta que se pasó la mayor parte de nuestra relación presionando por
dar el siguiente paso. Y yo la seguía. Ya no más.
—Te llamaré un taxi hacia la estación de trenes. Estoy seguro que preferirías
volver a casa.
Asintió y se quedó en silencio mientras yo llamaba a la única compañía de
taxis por aquí. Mantuvo la boca cerrada mientras esperábamos en su habitación
después de que terminó de empacar. Y cuando el conductor tocó la bocina, se
despidió y se fue sin decir una palabra, y esta vez sabía que era para siempre.
295
sabía que era lo mejor. Mi forma de hacer lo mejor no era lo suficientemente buena,
teniendo en cuenta cómo actué a sus espaldas para llegar a Brooklyn y cómo había
evitado lastimar a Brooklyn debido a mis propios miedos y complejos, pero por fin
me creció un par de bolas.
Y Brooklyn era mía, como yo sabía a ciencia cierta que era suyo. No
quedaban obstáculos entre nosotros.
Brooklyn
Temblaba, insegura de si debía llorar o simplemente seguir con mi vida.
Una mujer que pasé años resintiendo en nombre de su hijo y luego pasé el último
par de semanas llena de admiración por su nueva fuerza hallada, murió sufriendo
y sola, dejando tras de sí un hijo que siempre llevaría las cicatrices de sus errores,
que siempre tendría esa herida abierta.
Salí de ello y decidí centrarme en Nolan. No se trataba de cómo me sentía
yo, sino cómo se sentía él. Encontré su número en mi teléfono y le envié un
mensaje rápido.
¿Puedo verte? Es importante. Respóndeme el mensaje tan pronto como sea
posible.
Desaté mi delantal y lo tiré en mi casillero. Antes de cerrar el casillero con
un puñetazo frustrado que volvió mis nudillos rojos, tomé mi bolso y las llaves del
coche y no esperé antes de salir del bar por la puerta trasera y correr a mi coche,
con mi corazón herido por Nolan. Tan pronto como estuve segura en él, apoyé mi
frente al manubrio.
—Muchas gracias, señora Bell. Como si mi vida no fuese lo suficientemente
dura.
Mi teléfono señaló un texto entrante. Respiré profundo y miré la pantalla
para ver la respuesta de Nolan.
Estaba a punto de llamarte. ¿Nos vemos en tu casa en diez?
Rápidamente estuve de acuerdo y encendí mi viejo coche que hizo un ruido
296
chicas que entraban al bar. Todos se volvieron hacia mí y les saqué el dedo medio,
mientras me alejaba a toda velocidad.
Solo tenía dieciocho jodidos años y estaba lidiando con más mierda que la
mayoría de ellos. Me sentía cansada.
Nolan ya se encontraba en mi puerta cuando subí las escaleras. No me
sorprendió ver su camioneta aparcada en el estacionamiento. Debe saber que algo
pasó sin realmente saber qué era ese algo. No se trataba de mí, pero siempre sería
la chica en la que podía confiar. La señora Bell lo sabía y por eso quería que yo le
diera la terrible noticia y no un muy indiferente desconocido por teléfono.
Estaba apoyado en la pared junto a la puerta, con sus brazos cruzados y
mostrando los músculos. Tenía el cabello desordenado, como si hubiera estado los
últimos minutos pasando la mano sobre él varias veces.
Me vio caminar con cautela y sin palabras mientras se mordisqueaba el aro
en el labio inferior. No sabía qué hacer conmigo misma y jugaba con las llaves en
mi mano hasta que desbloqueé torpemente la puerta y lo dejé entrar en silencio. Mi
espalda y hombros se hallaban tensos, mi boca se encontraba seca y tenía miedo. Si
había una cosa que no quería era verlo sufriendo, y no importa qué, él sufriría.
—Quería llamarte, Brooklyn. Ella...
Levanté una mano para detenerlo y dejé que mi bolso cayera al suelo sin
mirar lo que hacía. Mantuve mis ojos en él. No quería escuchar nada de su ex y no
era el momento de hablar de eso aunque me moría de ganas de saber si tenían los
resultados de su prueba de embarazo y, mientras lo observaba, no tenía ni idea de
si sabía algo.
—No es por eso que quería verte. —Mi voz era suave y no muy alta.
Reflejaba cómo me sentía. No quería darle la noticia.
Inclinó la cabeza a un lado, sus cejas juntándose más. En sus ojos pude ver la
clasificación de todo lo que podría estar mal y comprensión oscureció sus ojos al
tiempo que su boca se torcía en un arco doloroso. Sacudió la cabeza y bajó los
párpados, ocultando la humedad.
—No...
297
Asintió y luego dejó caer la cabeza. Una de sus manos fue a su pecho sobre
el corazón como si quisiera excavar y deshacerse de su dolor, de esa angustia. Su
otra mano fue a su cara, sobre sus ojos, pero justo antes de que se ocultara por
completo, vi el rastro de lágrimas y ya no pude contener más las mías.
Me acerqué a él y vacilé cuando se tensó apenas la punta de mis dedos tocó
su nuca con su cabeza todavía gacha. Contuve la respiración, temerosa de
moverme, pero luego levantó la vista y me envolvió en sus brazos, con su cuerpo
temblando contra el mío. Trataba de mantener el control y no derrumbarse. Pero
debería hacerlo, tenía todo el derecho a ello sin importar cuáles eran sus razones. Si
todavía resentía a su madre y se sentía enojado, estaba bien. Si se sentía triste
porque nunca tuvo la oportunidad de tener una verdadera madre, lo entendía.
—Tienes todo el derecho a llorar, Nolan. No te contengas —le susurré al
oído y, tan pronto como terminé de hablar, sus sollozos empezaron y sus lágrimas
corrieron por mi cuello. Lo abracé más fuerte cuando todos y cada uno de sus
sollozos me rasgó. Un poco más de lágrimas cayeron de mis ojos. Tan loco como
era, sentí su dolor haciendo eco en mí y me destrozaba.
—Es demasiado pronto —dijo con voz quebrada; era como la grava cuando
sus sollozos se calmaron. Me besó en el cuello y se enderezó, manteniendo sus
manos en mi cintura. No secó su rostro húmedo por las lágrimas. Solo bloqueó sus
ojos inyectados en sangre con los míos, directamente. Fue fascinante y desgarrador
presenciar tales emociones crudas en alguien, más aún en un hombre siempre tan
fuerte y calmado—. Se suponía que debía visitarla en este nuevo lugar.
—Lo sé, es un shock. —Llevé una mano a su rostro y sequé los rastros de
sus lágrimas suavemente—. ¿Vas a estar bien?
—Necesito tiempo, pero estaré bien. —Me acercó a él de nuevo y puso su
frente contra la mía y cerré los ojos. Era dulce e íntimo sin ser un preludio de algo
más y me encantaba—. Si estás conmigo, estaré bien.
—Sabes que puedes hablar conmigo…
—Eso no es lo que quiero decir. —Se alejó, rompiendo todo contacto
conmigo. Su cuerpo se hallaba muy cerca de mí, pero ya no nos tocábamos y un
escalofrío estalló sobre mí—. Te quiero.
—Nolan, no es el momento adecuado para hablar de esto.
—¿Por qué? Mi madre arruinó su vida, la desperdició y no tuvo tiempo
suficiente para corregir sus errores conmigo, y ahora ya es demasiado tarde. No
298
quiero que sea demasiado tarde para nosotros y perder lo que tenemos.
—¿Qué hay de…
Página
lugar. Eres el único que me hace feliz. Eres el único para mí. No es un secreto.
Aplastó su boca contra la mía, primero con fuerza, como si me marcara y
Página
luego suavizó el roce de sus labios contra los míos. Lamió la comisura de mis
labios antes de entrar rápidamente en mi boca, y suspiré, anclándome a él; mi línea
de vida, mi amor, mi mejor amigo y futuro. Él era mi mayor sueño y por algún
milagro, yo también era el suyo.
Seis años era mucho tiempo, una gran diferencia de edad cuando sé es
joven, pero era solo un número en este momento, un número que a ninguno nos
importaba. Estábamos juntos, nos amábamos y yo era feliz.
Finalmente tenía la prueba de que mis sueños podrían hacerse realidad.
Nolan
Me acurruqué más cerca de Brooklyn en su cama incómoda. Acerqué más
sus caderas a mí hasta que su culo en forma de corazón quedó en mi contra. Su
espalda estaba alineada con mi pecho todavía agitado y besé el hueco de su cuello.
Su piel era tan suave allí. Inhalé contra ella y absorbí su olor y el mío y los mezclé.
Dejé escapar un suspiro pacífico y besé su hombro antes de arrastrar mis labios
contra su piel, necesitando ese contacto.
—¿Estás bien? —preguntó en un susurro cansado. Entrelazó nuestros dedos
y mi corazón se llenó aún más. ¿Cómo pude haber vivido sin ella?
—Es extraño sentirse como el hombre más feliz del mundo y estar tan triste
al mismo tiempo. No sé dónde estoy en este momento.
Ese día fue difícil de procesar. Pasé de tener miedo de convertirme en un
padre, al duelo por mi madre y ganar a la mujer de mis sueños. En mi interior, la
mitad de mi corazón se hallaba destrozado y la otra mitad latía fuerte y rápido,
muy viva y en una sola pieza, al parecer creciendo y creciendo.
—Mejorará. Entiendo si necesitas un poco de tiempo. No iré a ninguna
parte, ya sabes.
—¿De qué hablas? —Fruncí el ceño y retrocedí, obligándola a ponerse de
espaldas para centrarme en su cara. Sus grandes ojos marrones me fijaron con
tristeza y amor. No sabía lo que hice para merecer tanto amor, pero no lo
cuestionaría. Tenía que hacer todo para merecerlo, todos los días.
—Bueno, tu madre... —Se tranquilizó y acarició mi mejilla cubierta por
cabello—. Va a ser difícil de procesar. Tienes que centrarte en ti mismo por un
300
tiempo.
Página
Nolan
—Toma asiento.
Obedeció y se veía perfecta en mi sofá. En realidad, estaba bastante seguro
de que se vería más que perfecta y, francamente, comestible desnuda en mi
dormitorio. En nuestro dormitorio. Acabábamos de entrar a mi apartamento
después de un largo camino desde Riverdale, pero antes de darle un recorrido por
el que sería nuestro apartamento durante un tiempo hasta que pudiéramos escoger
algo juntos, necesitaba mostrarle algo. Ya era hora, maldita sea.
—Eres un mandón.
Me acerqué a las estanterías que cubría una pared de la sala de estar, y me
arrodillé para alcanzar el estante inferior donde guardaba todos mis libros. —Te
gusta, no lo niegues. —Le sonreí por encima del hombro.
—Depende de la situación, pero no parece nada sexual. —Se rió e iluminó
301
mi interior. Se reía vez más estos días, y me enorgullecía pensar que yo era una de
las razones por las que siempre sonreía y reía a menudo.
Página
Para Pequeña B,
Este libro es para ti. Siempre has creído en mí y gracias a ti quiero ser más, ser
digno de tu fe. Gracias por ser como eres.
Para Pequeña B,
Eres el único buen recuerdo que tengo de casa. Espero que estés orgullosa de lo que
me he convertido.
303
Pequeña B,
Nunca estarás lejos de mi mente. Cuando escribo siempre me pregunto si tú lo
aprobarías y eso me hace seguir adelante. Tú eres mi motivación.
Los otros eran igual. Todos estaban dedicados solamente a mí.
Pequeña B,
Otro libro y otra dedicación para ti. Soy escritor, y aun así nunca sé cómo expresar
lo que siento cada vez que pienso en ti. Tal vez lo entiendas, eres mi pequeña B.
Pequeña B,
Lo siento por todo.
Pequeña B,
En mi mente siempre seremos Gran No y Pequeña B. Espero que seamos así también
en la tuya.
parte.
—Te amo, Nolan.
Página