Mapa Conceptual
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¿Qué es la ética?
"La ética es el cuestionamiento, la reflexión, la visión universal que analiza los actos de
un individuo en la localidad, es el cuestionamiento y análisis del cómo y por qué ese grupo
en particular actúa de tal o cual manera, ya que para la ética no importa que al interior de
un grupo o contexto social la norma sea bien vista y aceptada, sino que busca que sea lo
correcto desde una visión universal (UNADM, 2015, pág. 9)."
La definición citada es confusa, pues caracteriza a "La Ética" como responsabilidad frente a la
colectividad y, aunque aclara que el comportamiento socialmente aceptado no es el fin último de
la ética, omite hacer distinción entre lo universal y lo socialmente ubicuo.
Concediendo que la conciencia individual es el elemento principal de la reflexión ética, podemos
postular que la ética universal1 es una visión del deber ser de la conducta humana (i.e., una
idealización del comportamiento personal desde la dimensión deontológica) y, por tanto, admite
explicación racional en tanto creación ideal construida mediante un proceso dialéctico. Lo que la
separa de la construcción social y cultural de contenidos eidéticos.
Presuponiendo además que existen necesidades y aspiraciones comunes a todos los individuos,
entonces se puede argumentar el valor intrínseco de las decisiones y actos individuales sin apelar
a su valor social, e incluso utilitario; con lo cual se torna posible la validación teórica de
convicciones humanas en función del grado de congruencia con los presupuestos en que se
apoyan.
Esto coloca a la ética en el ámbito de los productos racionales, pero sin sustraerla al resto de los
valores absolutos (como son la vida, la libertad, la salud, etc.), socialmente sancionados. Esto no
siempre fue así. Un recuento histórico del concepto nos permitirá entender cómo ha ido
evolucionando su significado.
La palabra ética proviene del vocablo griego ethos, que se traduce como: temperamento, carácter,
hábito o modo de ser (Escobar, 1992). En la antigüedad clásica, la ética dependía del concepto
comunidad, tal como lo demuestra el hecho de que Aristóteles concebía al ser humano como un
“animal político (zoon politikón)”, esto es, el animal que nace y se desarrolla en y para la polis, la
unidad sociopolítica griega descrita como ciudad-estado.
Así, la filosofía antigua concebía a la ética como el modo de ser del hombre en la sociedad,
“puesto que ‘ser ético’ consistía precisamente en realizar la justicia en comunidad (Uribe, 2008,
pág. 184)”. Se puede concluir entonces que, para los hombres de la antigüedad, lo políticamente
correcto y lo ético eran una y la misma cosa. En este sentido, la ética antigua se encuentra
asumida en la definición citada al principio de esta sección.
Dicho de otro modo, la concepción social de la ética se mantiene vigente bajo la creencia de que
obrar bien es equivalente a cuidar el bienestar de la familia y/o la nación por encima de intereses
y deseos personales. En contrasentido, obra mal quien es egoísta, “pues significa una ruptura
con esa forma de vida en comunidad (Uribe, 2008, pág. 184)”, ya que reduce el impulso natural
a cooperar.
1Entendiendo “universal” en el sentido de que apela a todos los seres humanos, independientemente de
su condición y circunstancia.
Concediendo sin rebatir que la cooperación es espontánea en el hombre, esta visión de la ética
ha sido superada, pues actualmente el bienestar colectivo va más allá de la mera satisfacción de
necesidades básicas, la actividad económica socialmente extendida conlleva la sobre–
explotación de los recursos naturales y la calidad de vida sólo ha mejorado en aspectos
materiales, que sólo una minoría disfruta plenamente. En resumen, ha quedado demostrado que
no basta “cooperar espontáneamente”, lo que equivale a decir que ser ético no garantiza el
bienestar personal ni el social, como se postulaba antiguamente.
De modo que la ética moderna incorpora a la reflexión el impacto local y global de las decisiones
y actividades personales, lo que equivale a partir del individuo para reflexionar la congruencia de
las conductas externas con criterios racionales.
Aún más, la ética se ocupa también de las conductas internas del individuo, sobre las que
reflexiona a partir de un criterio íntimo de congruencia, pero que se presume generalizable, una
vez se explicite y exponga a la evaluación ajena. Lo que equivale a decir que la ética moderna
es científicamente comprobable.
¿Qué es la moral?
"El término moral procede del latín mos, moris, que originalmente significaba costumbre
pero que luego significó también carácter o modo de ser. De este modo, ética y moral
confluyen etimológicamente en un significado casi idéntico: todo aquello que se refiere al
modo de ser o carácter adquirido como resultado de poner en práctica unas costumbres
o hábitos considerados buenos (Cortina y Martínez, citado en UNADM, 2015, p. 10)."
La moral se compone de un conjunto de enunciados prescriptivos (según los cuales se regula la
conducta de los miembros de una comunidad), con arreglo a una serie de presupuestos
conductuales (roles, valores, concepciones, costumbres, etc.), que son fijados por la misma
colectividad, y de los que el individuo participa consciente o inconscientemente. Conviene
desmenuzar esta definición en sus elementos:
…conjunto de enunciados prescriptivos… esto pone especial énfasis en el aspecto lingüístico de
la regulación conductual. Se trata de una operación del lenguaje para reglar la conducta de
individuos que comparten tanto un código lingüístico como referentes culturales. Mediante
enunciados, se predica un modo de ser, es decir, se prescribe el comportamiento esperado de
quienes son miembros de una comunidad lingüística.
…se regula la conducta… la adecuación conductual ocurre tanto por iniciativa del individuo como
por presión de los grupos e instituciones sociales y tiene por objeto no sólo la conducta individual,
sino también la colectiva.
…con arreglo a una serie de presupuestos conductuales… se refiere en principio a los valores
culturales y las costumbres, esto es, a instituciones sociales establecidas, con diverso grado de
formalidad, por la repetición consuetudinaria de comportamientos o el reconocimiento colectivo.
Estas costumbres son la base de instituciones sociales formales, como las jurídicas, económicas,
religiosas, etc. Sin embargo, la institución también puede ser producto del ordenamiento colectivo
social en función de roles y relaciones cuya existencia es sólo constatable pero injustificable.
…fijados por la colectividad… es imposible rastrear con absoluta certeza el origen de los
presupuestos conductuales hasta un sujeto específico. Sin embargo, es lógico que las reglas
morales ocurrieran en un primer momento a sujetos quienes, de manera frecuente y reiterada,
implementaron la forma bajo la cual (re)conocemos un rol, una costumbre o un valor social
concreto. Aun así, el desarrollo del arte y la tecnología han dejado constancia de ciertas
reflexiones morales atribuidas a una sola persona (ya sea en textos, obras de arte, grabaciones,
etc.); lo que en sí mismo implica que dicha persona gozó de acceso preferente a los medios de
comunicación. Tal es el ejemplo, notablemente moderno, de los contenidos virales, que hacen
creer en la existencia de presupuestos morales fijados por una sola persona. Sin embargo, esta
no es la regla, sino la excepción y, además, los agentes se apoyan en el acervo lingüístico de la
comunidad más que en la moralidad generalizada o sancionada.
…participa consciente o inconscientemente… si bien la reflexión moral es eminentemente
consciente, tiene sustancia y realización sólo en la acción moral espontánea y sin mayor
consideración que la de "cumplir con el deber". Las consideraciones relativas al deber
(deontología) son demasiado amplias para tratarlas aquí, pero conviene hacer notar que el ser y
el deber ser son formas de pensamiento (García Máynez, 1977, pág. 8), no meros conceptos. Si
por una intuición natural cualquiera reconoce lo que exige el deber en tal o cual caso, abstraer
las razones del deber en cambio es imposible. Se puede cumplir con el deber por mero impulso,
inconscientemente; esto es, por un llamado o vocación al "bien" tan imprecisa como real. Baste
por ahora con afirmar que, el cumplimiento del deber por el deber mismo es el que exige el
imperativo categórico kantiano y supone la verdadera moralidad, según el Pensador de
Königsberg. Así pues, la moralidad justificada es inferior a la moral espontánea o, para citar al
Tao Te King, sólo una persona inmoral se pregunta por la moralidad, pues "cuando hay discordia
en la familia, surgen exigencias de respeto filial y de amor paternal (Lao Tsé, 2008, pág. 12)".
• la conciencia personal del impacto que tienen las propias decisiones y acciones en la
colectividad y el medioambiente;
• la libertad del individuo para desarrollar armónicamente sus capacidades y ponerlas al
servicio de la colectividad, recibiendo una justa remuneración que le permita mantener su
capacidad de servicio;
• la responsabilidad común de todos los individuos (ricos y pobres, gobernantes y
gobernados, etc.) respecto a la conservación del potencial productivo y ecológico del
planeta tierra;
• la transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio del poder y los recursos públicos;
• la erradicación de sistemas de explotación económica altamente contaminantes,
sustituyéndolas por sistemas cada vez más ecológicos.
BIBLIOGRAFÍA
Escobar, G. (1992). Ética. México: Mc. Graw Hill.
García Máynez, E. (1977). Introducción al estudio del derecho. México, D.F.: Editorial Porrua,
S.A.
Lao Tsé. (2008). Tao Te Ching. Edición por Vladimir Antonov, Traducido al español por Anton
Teplyy.
ONU. (2015). My World. Recuperado el 26 de septiembre de 2018, de
http://data.myworld2015.org/
UNADM. (2015). Ética y desarrollo. Ciudad de México: Universidad Abierta y a Distancia de
México.
Uribe, C. (2008). Reseña de "Historia de la ética" de Alasdair Maintyre. Revista de Estudios
Sociales, núm. 31, diciembre, Universidad de los Andes, Colombia, 183-189.