Derechos Humanos
Derechos Humanos
Profesores:
Hugo Zanatta y David Cela Heffel
INDICE DE CONTENIDO
Página 1 de 12
Página 2 de 12
Derechos Humanos
Contenidos de la clase
En esta primera clase se abordarán conceptos básicos respecto de los derechos
humanos a partir de una introducción a la generación de los derechos humanos. De
manera introductoria también se conceptualizará al Estado y se dará cuenta de su
relación con el derecho humano. De forma didáctica nos preguntamos ¿Qué es el
Estado Moderno? Para, a partir de allí, comprender el Estado de derecho, la
Constitución política nacional y lo que significa la Supremacía Constitucional y
control de constitucionalidad.
El objetivo del presente desarrollo está dirigido al abordaje, estudio, análisis y reflexión
sobre los Derechos Humanos desde una perspectiva doctrinaria y normativa, pero en
especial, para y desde ese marco, generar capacidad de promoción, respeto y protección
en cada uno de los integrantes de la sociedad como así por el Estado en su carácter de
celoso guardián y garante. En otros términos, estamos convencidos que a partir de su
promoción y respeto, cada uno puede desde su ámbito, espacio, o rol, incidir de manera
positiva, generar nuevos desafíos, nuevas conquistas en un tema que reviste relevancia.
Los derechos humanos han venido para quedarse. Nuestro desafío reside en que esos
derechos fundamentales superen lo formal y se hagan plena realidad en una sociedad
que cada día exige más demandas en la materia.
Introducción
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la
Declaración Universal de Derechos Humanos contando con 48 votos a favor y 8
abstenciones por parte de países del bloque soviético. Ninguno se opuso. El contexto en
el que se generó (fin de la II Guerra Mundial, inicio de la Guerra Fría y del proceso de
descolonización en África, entre otros hechos sobresalientes de la historia de Occidente)
imponía un quiebre y un alto a la barbaridad humana y sentó las bases para la
constitución de un orden internacional basado en el derecho positivo teniendo a las
Naciones Unidas como “garante” y rector.
En el Preámbulo de la mencionada Declaración, precisamente elaborada por una
Comisión de las Naciones Unidas -creada tres años antes-, se considera “[...] que la
Página 3 de 12
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana”. Un gran número de países miembro de las Naciones Unidas
entendieron que el camino para lograr la justicia y la paz se construía a partir del
reconocimiento, la garantía y la protección de los derechos humanos. En otro de los
considerandos se afirma también que “El desconocimiento y el menosprecio de los
derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la
humanidad”.
La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) es superadora de la anterior
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), puesto que
proclamaba el carácter universal de los derechos y no sólo dependía de los Estados-
Nación para su cumplimiento. Sin embargo, se hace necesaria la acción estatal en tanto
garante de los derechos.
Los derechos negativos destierran y excluyen al gobierno, protegen la libertad, son
privativos u obstruccionistas, ofrecen refugio contra el gobierno. Por otro lado, los
derechos positivos exigen la acción del gobierno, impulsan la igualdad, reasignan
riqueza y contribuyen a la construcción de equidad social. La ausencia de Estado
significa ausencia de derechos, y en la práctica un derecho legal sólo existe en tanto
tenga garantizado costos presupuestarios, es decir, si hay una estructura detrás tendiente
a garantizar su satisfacción (Holmes y Sunstein, 2015).
Lynn Hunt postula que “Los derechos humanos sólo cobran sentido cuando adquieren
contenido político” (Hunt, 2010: 19). El contenido político no debe ser entendido
únicamente como parte del accionar de un partido, movimiento político o religioso en
particular porque ello genera asociación directa y eventual rechazo por parte de quienes
no apoyen ese partido o movimiento político. No es posible hablar de derechos de las
personas, o derechos humanos como comúnmente se hace referencia, sin reflexionar
acerca del Estado. Por ello, en la primera parte se dará cuenta del Estado, y en particular
del Estado de derecho, para enseguida enfocarnos en la Constitución Nacional y en los
instrumentos jurídicos que dan sustento al andamiaje de derechos humanos, así como
sus conceptualizaciones, las características esenciales y definitorias, y los mecanismos
de protección. Al final daremos cuenta de aquellas temáticas sobre los que la sociedad
argentina (aunque no exclusivamente) ha estado prestando mayor atención en los
últimos años en función de demandas de actores sociales comprometidos con la
dignidad de las personas.
Página 4 de 12
1.- El Estado y su relación con el derecho humano
Página 5 de 12
es intrínsecamente asimétrica puesto que es una relación de desigualdad. Dicha
asimetría se produce a partir de dos dimensiones: las posiciones en la estructura social
que ocupan las personas a partir de formas de ejercicio del trabajo, y de creación y
apropiación de su valor; y del control diferencial de ciertos recursos por parte del
Estado. Dichos recursos son: 1) el control de los medios de coerción física; 2) recursos
económicos; 3) control de recursos de información; y 4) el control ideológico, aquél
mediante el cual el dominado asume como justa y natural la relación asimétrica de la
que es parte, y por lo tanto, no la entiende ni cuestiona como dominación. Es el control
ideológico, por mucho, el recurso más eficiente en términos del mantenimiento de la
dominación. En contraposición, la coacción es el recurso más costoso y presupone que
ha fallado -o no ha sido eficiente- el control ideológico.
La característica distintiva del capitalismo en la cual el trabajador está desposeído de los
medios de producción hace que -al mismo tiempo- el capitalista esté desposeído de los
medios de coacción. Dicha separación entraña la emergencia de un tercer sujeto
cuya especificidad es el ejercicio de la supremacía de la coacción: el Estado, que a
través de sus instituciones garantiza las relaciones de dominación. En este sentido,
al ser garante de la sociedad capitalista, el Estado es articulador y organizador de la
sociedad (O'Donnell, 1978). Uno de los instrumentos a través del cual el Estado
moderno ha logrado su expansión es el derecho racional-formal (en contraposición al
derecho divino, que justificaba las anteriores formas de dominación). El derecho
racional-formal nació juntamente con el modo de producción capitalista y ha sido un
elemento central de la codificación de la dominación al consagrar y respaldar
coactivamente la propiedad privada, las relaciones de producción y la reproducción
económica y social.
Se considera al Estado capitalista como la primera forma de dominación política que
postula su fundamento en la igualdad de los sujetos (en tanto ciudadanos) en su
territorio. Esta igualdad -abstracta- convierte a la ciudadanía (atributo de pertenencia a
la comunidad política) en la máxima expresión de la negación de la dominación en la
sociedad. El ejercicio de la ciudadanía contribuye a la formación del poder estatal
corporizado en derechos e instituciones. Al mismo tiempo, la democracia
(representativa) se ha erigido como la forma de organización política de la sociedad
capitalista por excelencia (O'Donnell, 1978).
Podría decirse que una de las funciones que ha desarrollado el Estado moderno ha sido
la capacidad de articular relaciones entre actores diversos, funcionando en varios casos
Página 6 de 12
como mediador. En este sentido, coincidimos con Oszlak en que “En su objetivación
institucional, el aparato del Estado se manifiesta como un actor social, diferenciado y
complejo, en el sentido de que sus múltiples unidades e instancias de decisión y acción
traducen una presencia estatal difundida –y a veces contradictoria– en el conjunto de
relaciones sociales. El referente común de su diversificado comportamiento, el elemento
homogeneizador de su heterogénea presencia es la legítima invocación de una autoridad
suprema que, en su formalización institucional, pretende encarnar el interés general de
la sociedad. El ámbito de competencia y acción del Estado puede observarse entonces
como una arena de negociación y conflicto, donde se dirimen cuestiones que integran la
agenda de problemas socialmente vigentes. De esta forma el origen, expansión,
diferenciación y especialización de las instituciones estatales resultarían de intentos por
resolver la creciente cantidad de cuestiones que va planteando el contradictorio
desarrollo de la sociedad. (Oszlak, 2006: 20-21).
El Estado moderno es una construcción histórica que contribuyó a demarcar la nación,
entendida como “[...] el arco de solidaridades que une al ‘nosotros’ definido por la
común pertenencia al territorio acotado por un Estado” (O'Donnell, 1978: 235) y a
colocar a la misma como referente del Estado, por lo que será como un Estado para la
nación, y no un Estado de y para la sociedad.
Complementariamente, la existencia del Estado es verificable a partir del desarrollo de
un conjunto de atributos o capacidades que definen la “estatidad” -la condición de “ser
Estado”-. Se trata de cuatro capacidades que pueden ser resumidas como: 1) la
capacidad de externalizar su poder, es decir, la posibilidad de obtener el
reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales;
2) a capacidad de institucionalizar su autoridad, en tanto impone una estructura de
relaciones de poder que garantice el monopolio sobre los medios de coerción; 3) la
capacidad de diferenciar su control a través de diversas y variadas instituciones con
reconocida legitimidad que garanticen la extracción de recursos de la sociedad; y por
último 4) la capacidad de internalizar una identidad colectiva a partir de símbolos
generadores de pertenencia y solidaridad que refuercen los mecanismos de dominación
(Oszlak, 2006).
Relacionado con ello, el Estado moderno debe contar, al menos, con los siguientes
componentes: un territorio delimitado en el que garantizar su soberanía; ciudadanos de
la nación; la dominación política entendida como la capacidad, actual y potencial, de
imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no necesariamente contra su
Página 7 de 12
resistencia; un cuadro administrativo que haga efectiva las tareas emanadas de los
poderes públicos; y el monopolio de la fuerza física.
1 Tres son los Poderes del Estado: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Montesquieu (1689-
1755, filófoso y jurista francés) argumentaba en su obra El espíritu de las leyes que “[...] todo hombre que tiene poder
se inclina a abusar del mismo; él va hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta que,
por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder”. De allí que se confía la vigilancia de los tres poderes entre
ellos mismos ya que cada uno vigila, controla y detiene los excesos de los otros para impedir que alguno de ellos
predomine sobre los demás.
Página 12 de 12