ACTIVIDAD

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SEGUNDO MEDIO A

UNIDAD II: “Ciudadanía y trabajo”


ACTIVIDAD

Reúnanse en grupos y efectúen una lectura de los microcuentos disponibles a continuación.


Seleccionen aquellos que se relacionen con el tema de la unidad y que sean de su gusto:
*Cada grupo deberá escoger dos o tres cuentos y posteriormente determinar los criterios usados,
respondiendo preguntas como: ¿Qué característica especial tienen los microcuentos elegidos? En
términos de sus recursos estéticos, ¿qué les llamó la atención de los microcuentos? (por ejemplo,
su lenguaje, cómo estaba dispuesta la historia, el desenlace, etc.).

JULIETA
Los papás de la Julieta vienen hoy día a verla. Ella se alisó el pelo y se pintó los labios. Ahora no para
de mirarse al espejo y de poner caras. Se da un par de vueltas en la celda y vuelve a sentarse. Desde
que supo que venían que anda nerviosa. Yo sé que son evangélicos pero no es pa’ tanto. Le pregunto
si acaso estaba ansiosa por verlos. «No, mi amor», me responde, «estoy pensando en cómo les
explico esto en que se convirtió su Julito».
Tania Lagos, 26 años, Santiago

LA NOCHE DEL DÍA QUE LLOVIÓ EN VERANO. Premio al talento breve

Me llevé al teatro, me compré una cena, caminé, me compré un helado y creo que ahora me haré
el amor.
Carolina Dagach, 30 años, Providencia

INSTANTÁNEA
Tan pronto como dejó de llover, cumplió el rito que repetía cada 24 de septiembre: instaló el trípode
en la plaza interior del cerro Santa Lucía y enmarcó prolijamente la fuente de agua. Calculó el tiempo
de exposición y corrió a interponerse, a cierta distancia, a un costado de la imagen. Obturó. Ya en
el laboratorio, hizo el fotomontaje: su esposa junto a él, con la sonrisa de siempre, los ojos
iluminados de amor. En la tarde, como cada 24 de septiembre, besó la nueva fotografía y la posó
delicadamente entre las flores de la sepultura de su esposa.
Antonio Sahady, 68 años, San Vicente de Tagua Tagua

LA BOTELLITA
El otro día estaba en el Forestal con los amigos de una amiga, nos pusimos a tomar y después de un
rato jugamos a la botellita. Le tuve que dar un beso a un hombre. Me gustó y nos dimos varios besos
más, pero yo creo que me gustó porque estoy en la edad experimental y se me va a pasar cuando
sea más grande. Bueno, eso es lo que le dice la psicóloga a mi mamá.
Vicente Barriga, 17 años, Melipilla

CUARENTA AÑOS DE SOLEDAD


A Victoria no le gusta ver tele. Además, todos en la pensión se acuestan temprano. Pero esa noche
pasaban un reportaje sobre el cerro Santa Lucía, así que se quedó mirándola sola en el salón para
recordar a su amante de hace cuarenta años. En esa época no hicieron planes. Se juntaban después
del trabajo y se limitaban a ocultarse en la oscuridad y a besarse. Al anochecer se despedían. A
Victoria la esperaba un cuarto frío y vacío; a su amante la esperaba su marido. Santiago ha
cambiado. Hoy, habrían hecho planes.
José Luis Martínez, 49 años, La Florida
SEGUNDO MEDIO A
UNIDAD II: “Ciudadanía y trabajo”
EL PROFE
Parecía mi profesor, lo parecía tanto que hasta hoy no resuelvo las incógnitas filosóficas que me
dejó en el cuerpo.
Nathalia Maulén, 19 años, Maipú

LA ALARMA DEL CELU


Yuli y Magda juntaron sus espaldas solo un momento, separadas por el espacio entre cada vagón.
La puerta se abrió y Magda bajó. Yuli venía de haber comprado un delantal con monitos. Magda
vestía su delantal con monitos cuando llegó al hospital, ahí le dijeron que la nueva empezaba
mañana. Mientras, Yuli pensaba en sus futuros pacientes y en la gente que conocería. Ninguna
imaginó que se iban a conocer, que iban a hacerse amigas, a pololear, a vivir juntas y a no separarse
más. Pero esa mañana ambas despertaron antes de que el despertador sonara.
Francisca Lobos, 26 años, Santiago

ROMPECABEZAS. Mención honrosa


La había visto una vez, allá en La Vega. Su ojo achinado había saltado entre una mazorca digna de
una humita. Otra vez vio su boca colorada asomarse por detrás de un montón de duraznos. Se movía
experta por el laberinto de frutas, verduras y gritos. Quizá ahora esté arreglando su pelo negro entre
las manzanas, o pateando un limón con el pie izquierdo. Lo único cierto es que el Andrés soñaba con
verla completa un día, asomándose detrás del montón de paltas en el que, secretamente, había
acariciado su mano flaca sin que ella lo notase.
Ángela Muñoz, 19 años, San Joaquín

VA A VOLVER
«El Ulises va a volver», les repetía cada tarde a sus amigas del taller de tejido cuando estas trataban
de convencerla de que después de tantos años viajando era difícil que un hombre regresara. «Va a
volver», se repetía a sí misma cada mañana sentada a su lado en el hospital, cuando, tomando su
pálida mano, odiaba el día en que el maldito derrame lo había apartado de su vida.
María Paz Valdivia, 45 años, Ñuñoa

LA PENSIÓN NO ES SUFICIENTE
Entran encapuchados, armados y violentos. Apuntan al cajero y le dan la orden de vaciar la caja.
Dinero en mano se disponen a salir corriendo, pero ninguno logra moverse con rapidez. Los
empleados les sacan las capuchas. Canas y arrugas quedan al descubierto.
Manuel Rivera, 17 años, Puente Alto

RECICLAJE
Solo $2.990, cada semana en el quiosco. Don Luis juntaba cada cartón que encontraba en la calle
para comprar el tomo que seguía en la enciclopedia. Uno a uno, noche por noche, unió los restos
de la ciudad hasta que recibió el más valioso de los cartones: Luchito Junior le enseñó a leer.
Hugo Fonseca, 25 años, Peñalolén
SEGUNDO MEDIO A
UNIDAD II: “Ciudadanía y trabajo”
EL COPISTA DE REMBRANDT
Reinaldo vende cuadros en la plaza de Armas. Todos sus cuadros son copias casi idénticas de Paisaje
con molino de Rembrandt. Las pinta de memoria. Memorizó el cuadro cuando niño, mirando una
lámina que su madre pegó en la sala. Se paraba a mirarla fijo cada vez que su padre llegaba borracho.
Con suficiente concentración dejaba de escuchar los gritos de su madre y solo oía las aspas del
molino girando frente al viento.
Diego Castro, 30 años, Providencia

LA CULPA ES DEL UNIFORME


Esa mañana mi papá se puso el uniforme y se fue a trabajar. Yo me fui a clases y ese día nos tomamos
el liceo. Al poco rato llegaron los pacos y se armó la grande. Al final deshicimos la toma y yo alcancé
a llegar a mi casa a tomar once. Ese día, a mi papá le llegó un peñascazo y a mí un chorro de agua
del Mapocho, pero ninguno se quejó. Los dos hacíamos nuestro trabajo.
Florencia Jordán, 18 años, Peñalolén

BUENAS NOCHES
Sofía acababa de terminar de ordenar la casa, o al menos de dejarla un poco más agradable. Recogió
las latas de cerveza que se encontraban regadas por todas partes. Se dirigió a la cocina, lavó unos
cuantos platos, se sirvió un vaso de agua, lo bebió rápido, nerviosa. Acostó a su hermano mayor, de
siete años, que por un retraso no podía hacer mucho. Le besó la frente. Caminó a la pieza de sus
padres, su papá no estaba. Dijo «Buenas noches, mamá», nadie le respondió. Ya en su cama, cerró
los ojos y volvió a ser niña.
Diego Jiménez, 18 años, Vitacura

SOLEDAD
Miro dentro del auto. Veo la cartera al lado de la mujer. Golpeo el vidrio, pero no le hago mella: otro
cristal de seguridad. Hoy no he ganado nada. Con mis padres presos, soy la única esperanza de mis
dos hermanos chicos. Si no robo, ellos no comen. No siento remordimientos cuando miro la cara de
susto de las que manejan. Mientras pasamos hambre, a ellas les sobra la plata. Mejor voy al súper
a ver si me va mejor. El truco consiste en pegarme a alguna señora como si fuera con ella. La tarea
es llegar con algo a casa.
Jorge Gallegos, 71 años, Puente Alto

A LA VUELTA DE LA ESQUINA
Camino de noche por un mal iluminado pasaje cuando, en dirección contraria, aparece la sombra
de alguien. Mientras mi pulso empieza a subir y las manos a sudar, planeo toda una estrategia de
defensa para salvarme: ver si hay más gente, tomar las llaves de la casa y empuñarlas, levantar el
rostro, tensar los músculos y poner mi mejor cara de choro mientras avanzo a paso firme. Estamos
a un metro de distancia, cierro los ojos y la respiración se me corta mientras nos cruzamos, casi
rozándonos. «Sobreviví», decimos ambos en voz alta.
Diego Sauvalle, 29 años, Santiago
SEGUNDO MEDIO A
UNIDAD II: “Ciudadanía y trabajo”

EL TRUCO
El David es ambulante. Luce su mercancía sobre un lienzo, en el centro. Apenas ve asomarse un
carabinero, hace un ovillo con sus trastos y huye hasta perderlo. En otra esquina, sacude el paño y
aparece todo ordenadito nuevamente en la vereda. Pero un día, en una escapada, lo atraparon.
Entonces hizo unos toques de magia con sus manos antes de extender el paño para mostrar lo que

llevaba. Sorprendentemente, no había nada. Hasta sacó aplausos de los que caminaban por ahí,
aunque igual lo llevaron detenido, pues no tenía licencia para dar espectáculos callejeros.
Diego Rodríguez, 35 años, Quilpué

JEAN EN CHILENO
Jean es el más solicitado de los cargadores de Lo Valledor. Sube como si nada varios sacos de papas
sobre sus hombros y los acarrea al camión de despacho. Cuando la Tere se queda mirándolo, su
padre le da un pellizco. Jean finge hacerse el leso. Finge desde que llegó a Santiago tras el terremoto
de Haití, el 2010. Tenía 16 años, era flaco y negro como ninguno y hablaba solo criollo y francés. En
Quilicura, donde vive, aprendió a hablar chileno. Lo que mejor domina son los insultos, que
murmura entre dientes cuando la Tere llora sobándose el brazo.
Cecilia Atria, 61 años, Ñuñoa

CIERRE DE LOCAL
Es coreano, le molesta que lo confundan con chino o japonés. Tiene un local en Bascuñán Guerrero,
donde trabajé de joven, por casualidad, vendiendo ropa. Llevaba un mes cuando me llamó muy serio
para confesarme que cerraba la tienda porque se iba al sur. Cambiaba de rubro porque no se podía
vivir de las ventas. Le di las gracias y me retiré a casa, cesante. Todavía paso por ahí (han pasado
ocho años), me saluda alegremente simulando reconocerme, sonrío también y observo entre los
jeans «Oferta x cierre de local». Las maniquíes me guiñan un ojo, juntas guardamos el secreto.
Nelly Rodríguez, 32 años, Quilaco

MEMORIAS DE UN EXTRANJERO
Como todos los días de esta semana, se dirige a la plaza de Armas. Saluda a algunos de sus patas y
sonríe al verlos para esconder la angustia de no tener trabajo, ni dinero, ni un lugar donde dormir.
Pregunta por chamba, pero nada todavía. Quiere llorar, pero los hombres no lloran. Piensa en su
hijito de cinco años y se anima de nuevo. Sueña con su abuela y acude a esa iglesia que ayuda a los
migrantes en Providencia. Al ponerse su traje de bombero, pasado a bencina, recuerda las palabras
de su abuela: «Dios aprieta, pero no ahorca».
Lorena Estivales, 44 años, La Florida

CAMPOS DE MEMORIA
Como todos los días de esta semana, se dirige a la plaza de Armas. Saluda a algunos de sus patas y
sonríe al verlos para esconder la angustia de no tener trabajo, ni dinero, ni un lugar donde dormir.
Pregunta por chamba, pero nada todavía. Quiere llorar, pero los hombres no lloran. Piensa en su
hijito de cinco años y se anima de nuevo. Sueña con su abuela y acude a esa iglesia que ayuda a los
migrantes en Providencia. Al ponerse su traje de bombero, pasado a bencina, recuerda las palabras
de su abuela: «Dios aprieta, pero no ahorca».
Lorena Estivales, 44 años, La Florida