La Revolución de Mayo Moreno, Castelli, Monteagudo y Sus Discursos Políticos

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NOEMI GOLDMAN

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: MORENO, CASTELLI, MONTEAGUDO Y SUS DISCURSOS POLÍTICOS.

La visión más habitual de la Revolución de mayo de 1810 en los discursos y prácticas políticas de
los dirigentes criollos más radicales, los asimila al modelo jacobino de la Revolución Francesa.
Las investigaciones recientes modificaron las formas tradicionales de aproximarse al tema.

Breve revisión historiográfica.

El modelo de la Revolución Francesa fue el que predominó en la interpretación de la política


revolucionaria de la Primera Junta. El primero en hacer mención al jacobinismo como modelo
fue el propio hermano de Moreno, Manuel Moreno, poniendo el acento en el carácter ante todo
político de la etiqueta de Jacobino en la Rev. De mayo: está se constituyó, según él, en el más
eficaz instrumento ideológico de la lucha política contra su hermano. El mote denigratorio fue
utilizado no solo por los españoles contrarrevolucionario sino igualmente por los criollos
moderados.

La serie de propuestas expuestas en el Plan de Operaciones, atribuido a Moreno, fueron


consideradas como un modelo jacobino. Para Norberto Piñeiro la Rev. de Mayo fue una
prolongación de las doctrinas y de las reformas francesas. La historiografía liberal coincide en
establecer una filiación tanto del pensamiento de la ilustración como del programa político
francés de 1789 con la Rev. de Mayo.

Paul Groussac se enfrenta a la tradición liberal seguida por Piñeiro, sostiene que la formación
filosófico-política de los revolucionarios era muy débil, y más aún, que desconocían el proceso
político francés. Atribuye la autoría de el Plan de Operaciones a un partidario terrible y exaltado
de Moreno.

Para José Ingenieros, la acusación de jacobino hacia Moreno, fue su mas legitimo titulo de gloria
desde el punto de vista de la revolución. Los revisionistas de comienzos de nuestro siglo se
opondrán a esta visión de la Rev. de mayo al sostener – por ejemplo, Carlos Ibarguren- la tesis
del complot. Este ultimo autor califica a Moreno y a sus adeptos como hombres del terror que
por medio de las doctrinas anárquicas y antisociales quisieron desatar una guerra interminable
en contra de los españoles.

Ricardo Levene, llegó a la conclusión de la negativa a toda influencia francesa en el pensamiento


revolucionario de mayo, y negando la autenticidad del Plan de Operaciones. Sergio Bagú o
Rodolfo Puigrós concibieron a la Rev. de mayo como una especie de traducción, aunque trunca,
de las revoluciones europeas, y Moreno se constituyó para esta visión de la revolución, en el
portavoz de la revolución democrática burguesa.

La idea de que la independencia fue concebida como fruto de un proceso de maduración interna
apoyada en la existencia de un grupo social con conciencia de clase, que requería de la
independencia para su desarrollo y elaboración, fue reemplazada por la idea mas plausible de
un proceso independentista como efecto de la crisis de las monarquías ibéricas, fue necesario
que al colapso español se uniera la presión británica para crear en los criollos la convicción de
que un gobierno propio era posible. Esta nueva visión requirió una reformulación de la ideal
según la cual la ilustración rioplatense preparo intelectualmente al movimiento de
independencia.
Carlos José Chiaramonte considera que una revisión de los orígenes y conformación de la
cultura ilustrada rioplatense no puede menos que reconocer como un tema centra la relación
cultura eclesiástica-cultura ilustrada. Esta relación contradictoria, ha sido llamada ilustración
católica. Define al conjunto de escritos correspondientes al periodo de la ilustración rioplatense
e indica una necesidad de recortar y distinguir los intentos de renovar la Escolástica mediante
ciertas limitadas aperturas al pensamiento moderno. Bajo esta nueva perspectiva no tiene
sentido el estudio de las fuentes ideológicas

Pilar Gonzales se propone dar respuesta a las preguntas de en qué medida y hasta qué punto la
revolución de independencia fue en la manera que la Rev. francesa una revolución moderna,
política, y democrática, arribando a las conclusiones que muestran las distancias con el caso
francés.

El impacto de la revolución francesa en el Rio de la Plata

Ricardo Caillet Bois logro sacar a la luz que la filosofía francesa del siglo XVIII era conocida por
la elite ilustrada de la sociedad colonial, así también como los principales sucesos políticos de la
Rev. francesa, gracias a correspondencia, de estas declaraciones se desprendía que no sólo la
elite colonial tenía cierto nocimiento de los sucesos franceses, sino igualmente el pequeño
mundo de .peros, panaderos y dueños de tiendas rioplatense: aunque, y según parece, sólo los
grandes momentos de la Revolución habrían retenido la atención de los pobladores. Con la caída
de Robespierre se expanden las versiones termidorianas sobre la Revolución que lo convirtieron
en el símbolo de un régimen de terror y sangre. Los rioplatenses se vuelven más bien hostiles a
la Revolución. No obstante, afirma Caillet Bois, un círculo afrancesado continuará durante la
Rev. de Mayo sosteniendo las enseñanzas de 1789.

Dean Funes tachó en su segunda autobiografía de 1826 los nombres de Aristóteles y Platón, para
reemplazarlos por los de Pufendorf, Condillac, Rousseau y Mably como los autores que nutrieron
su espíritu. Tal actitud respondió al afán Deán de ponerse a tono con los admiradores de la
Revolución Francesa que urgieron, según Furlong, entre 1813 y 1820. En efecto, al emprender
la tarea emancipadora los criollos tenían a su alcance no solo las ideas ilustradas sino igualmente
en ejemplos históricos, como fueron las Revoluciones Norteamericana y la francesa. De modo
que muchos de los elementos doctrinarios adquiridos por los revolucionarios habían dejado de
ser ideas abstractas para convertirse en realizaciones históricas. Surge entonces la pregunta de
qué sabemos sobre el impacto de la Revolución Francesa durante la Revolución de Mayo.

Se puede ver en primer lugar una cierta presencia simbólica de la rev. francesa durante la rev.
de mayo, que se refleja en los emblemas patrios (laureles, sol, manos tomadas en los escudos
patrios) y en las asambleas y reuniones patrióticas (la voz del ciudadano y el gorro frigio).

Donde la referencia a la Revolución Francesa es más frecuente es cuando se la utiliza como arma
política para desprestigiar al adversario. La imputación de jacobino en el Río de la Plata
constituye así y ante todo una etiqueta denigratoria. La referencia al jacobinismo surge como la
cristalización conceptual de un enfrentamiento local: que opuso en 1810 al moderado
presidente de la Junta al secretario de la misma, Moreno es acusado de jacobino por su
temperamento político enérgico, su prédica igualitaria, el firme control sobre los otros
integrantes de la junta y las medidas de terror en contra de los enemigos del régimen, Castelli
es considerado jacobino por promover la creación de sociedades patrióticas y por su firme
voluntad independentista.
De manera que, si bien es indudable que términos esenciales del nuevo vocabulario
revolucionario rioplatense -como libertad, igualdad, fraternidad, soberanía popular, derechos
naturales- remiten al discurso político jacobino, no representan, sin embargo, las mismas
realidades.

MORENO Y LA CONCEPCIÓN DE LA REVOLUCIÓN

La noción de revolución elaborada por Moreno encuentra una expresión coherente, aunque no
exenta de contradicciones, en la serie de artículos publicados en los números de la Gaceta
correspondientes a los meses de noviembre y diciembre de 1810. Permite observar que esa
noción es al mismo tiempo resultado de una serie de deslizamientos de sentido en ciertos
enunciados, y de la aparición de otros como efecto de coyunturas determinadas. Cada etapa de
ese trayecto se define por el surgimiento de un nuevo enemigo: pueblo/autoridades coloniales,
pueblo/españoles europeos, pueblo/rey, pueblo/criollos moderados.

Nos muestra, asimismo, que detrás de la adhesión encubierta real hay una crítica al conjunto
del fenómeno colonial en América. En los meses de gobierno revolucionarios los ataques se
dirigen con prioridad a altos funcionarios españoles; virrey, intendentes, oidores, fiscales o
diplomáticos de la Corona. En efecto, el nuevo poder invoca la defensa del rey Fernando VII para
legitimar la revolución. De esta manera al elegir el apoyo de la legitimidad monárquica, que en
principio no cuestionaría el poder colonial que une a los pueblos americanos con su metrópoli,
los revolucionarios sólo reconocen como enemigos a las autoridades que se oponen en forma
violenta o conspirativa a sus proyectos.

Ser patriota cobra aquí un nuevo significado, en adelante significará ser antiespañol. El bloqueo
del puerto de Buenos Aires por los marinos españoles de Montevideo el 24 de agosto, los
ataques armados del gobierno del Paraguay y la creciente oposición manifestada por los
españoles europeos en todas las provincias del Interior, conducen a la Junta a tomar nuevas
medidas de defensa consecuencia de las cuales al 17 de octubre son destituidos todos los del
Cabildo de Buenos Aires. Moreno envía circulares a las provincias ordenando que se
intensifiquen las medidas punitivas contra los enemigos interiores.

La manera con la que Moreno se esfuerza desde sus primeros discursos en mostrar las bases del
poder de los españoles europeos y el sistema que los sostiene no surge solamente de la
necesidad de informar sobre los fundamentos que guían la acción de la Junta, sino que hace a
su propia concepción de la revolución, donde la educación política constituye una de las piezas
fundamentales.

A iniciativa de Moreno, que redactó el prólogo, se mandaron a imprimir doscientos ejemplares


del Contrato para utilización como libro de texto en las sodas primarias con el fin de instruir
sobre los inalienables derechos del hombre. Es interesante notar en consecuencia, como rasgo
permanente del discurso de Moreno, su insistencia en una campaña de esclarecimiento
ideológico entrada en los derechos de los pueblos y de la cual ningún sector social debía quedar
excluido.
En una lectura de las Instrucciones enviadas por Moreno a los gobernadores y presentantes de
la Junta en el interior donde se perciben los lineamientos fundamentales de su práctica política:

1) El control político de las provincias del Río de la plata, ligado a la mejora de condición
económica de sus habitantes.
2) La incorporación de las provincias a la nueva causa y la constitución de un nuevo ejército
patriota.
3) Política de terror para vencer al enemigo. La idea de una solidaridad económica
acompañada del ejercicio de los derechos políticos como base de una solidaridad moral
entre los nativos de las provincias y la Junta de Buenos Aires, se encuentra así en el
centro de las Instrucciones.

La nueva situación creada por incorporación de los diputados provinciales más adictos a
Saavedra que a Moreno, produjo, el 18 de diciembre, el aplazamiento de la reunión del congreso
y alejamiento definitivo de Moreno.

Los principios singulares del Contrato Social de Rousseau los que darán a Moreno el instrumento
teórico para pensar la revolución. Moreno da existencia a la comunidad americana
independientemente de toda legitimidad exterior. Lo que le interesa aquí poner es el contrato
que une a los ciudadanos entre si: es decir, el contrato cual un pueblo es un pueblo. Por otra
parte, la traducción en la práctica de teoría de la soberanía popular tiene consecuencias
revolucionarias para el Río Plata, porque conduce necesariamente a la independencia: embargo,
el amor que el pueblo profesa al rey cautivo vuelca la balanza a su favor, aunque no faltan, según
Moreno, principios sublimes de la política para una absoluta prescindencia del mismo.

El pacto colonial se verifica como un falso contrato debido a que surgió la fuerza y de la
violencia impuesta por la conquista española.

La revolución concebida como la reinstalación de la razón, de la libertad y de la justicia universal


se presenta como una transformación completa del orden vigente. ¿Es ésta sólo la visión de
Moreno o es acaso representativa del conjunto protagonistas criollos de 1810?

La conciencia de una divergencia entre españoles europeos y criollos fue el primer estimulo que
comprometió a todos en la decisión de crear un gobierno propio. La lista de agravios imputados
por Moreno a la Metrópoli es ampliamente compartida por el de sectores, que, debido a su
prosperidad, deseaban controlar tos del antiguo virreinato ante la caída de la Metrópoli. La
actitud revolucionaría se observa en consecuencia en todos los que participaron de una forma
u otra en la revolución. Separarse de España o de su rey no bastaba, era necesario proclamar la
republica inspirada en principios igualitarios.

El 3 de diciembre una circular de la Junta redactada por Moreno dispone exclusión de los cargos
públicos del español europeo. Esta medida acelera la ruptura entre Moreno y Saavedra. Los
revolucionarios moderados consideran que Moreno y los suyos fueron demasiado lejos.

CASTELLI Y LOS DERECHOS NATURALES

La doctrina bajo la cual se constituyó la Primera Junta fue presentada por Juan Castelli en el
Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810. Con la disolución de la Central había caducado el
gobierno soberano de España y se producía de acuerdo a la tradición española la reversión de
los derechos de la soberanía al pueblo, y su libre ejercicio en la instalación de un nuevo gobierno.
Pero el nuevo criollo, lejos de proclamar la independencia, prestó solemne juramento de
mantener íntegros los derechos de Su Majestad el Rey Fernando.
El 6 de septiembre de 1810 Castelli es nombrado representarte de la Junta en la expedición
libertadora en el Alto Perú. Su pretensión -reafirmada en cada documento emitido desde ese
cargo- de continuar manteniéndose dentro de los límites de la legitimidad monárquica, no
oculta, asimismo, su convicción de que ando Vil no volverá jamás a reinar, y de que España está
irremediablemente perdida. Muestra que, la preocupación de los revolucionarios, conscientes
de la divergencia entre ellos y las autoridades coloniales, se dirige hacia la urgente pregunta de
quién decidirá la suerte de América.

Instalación del nuevo gobierno constituye igualmente para Castelli mucho más un cambio de
personas. Es el inicio del reino de la naturaleza y de la razón frente al despotismo de las
autoridades coloniales. Los antiguos súbditos americanos se convierten ahora en ciudadanos de
las legiones de la patria y la guerra hasta el exterminio de los tiranos según Castelli.

Pero no es la vehemencia de las proclamas de Castelli, con el llamado a guerra a muerte contra
el enemigo, lo que más inquieta a las autoridades españolas, después de todo las de éstos
últimos no eran menos vehementes, sino que el contenido de su programa revolucionario con
la política filo indigenista propuesta por Castelli amenaza el estatuto sólidamente arraigado de
las castas altoperuanas.

La liberación indígena es sin lugar a dudas un arma de guerra necesaria para un ejército que
requiere hombres y recursos, asimismo -y esto es lo que nos interesa subrayar aquí- forma parte
de la concepción de la revolución de los morenistas. En las Instrucciones secretas redactadas
por Moreno para la Expedición al Alto Perú se establece que debe levantarse a la indiada.

Castelli introduce, la noción de derecho natural, según la cual debe distinguirse el derecho de la
ley que lo expresa. Lo primero es el derecho que coloca en un pie de igualdad a todos los
hombres que tienen alguna reivindicación para formular. El derecho es así la expresión de las
disposiciones tecnológicas con las cuales la naturaleza ha dotado a todos los hombres por
igual.

En esta concepción se fundamenta la proclamación del fin de la servidumbre gena realizada por
Castelli el 25 de mayo de 1811 frente a las ruinas de Tiahuanaco. Lo establece así la libre elección
de los caciques por sus comunidades y la eliminación de los privilegios de propiedad o de sangre
de que gozaban estos jefes. Asimismo, ordena la realización de elecciones libres en cada
parroquia de indios, a fin de designar un diputado para el congreso general de las provincias del
antiguo virreinato. Castelli afirma “Amo a todo americano”.

NOCIÓN DE REVOLUCIÓN DE CASTELLI

La noción de revolución en Castelli se organiza en torno I concepto ideal de derecho. Esto es lo


que explica ese idealismo republicano tiene su correlato en el comportamiento humanista del
representante. En el proceso que se le siguió por su conducta pública y militar desde que fue
nombrado representante, son reiterados los testimonios donde se señala el trato y cariñoso
dispensado con ése a los indios. A esto se suman las represivas ordenadas por Castelli no sólo
contra los opositores españoles, igualmente contra los sospechosos, no es difícil imaginar los
temores despertados en las elites criollas y peninsulares. Por cierto, y retomando los términos
de Tulio Halperin Donghi, el Alto Perú no sabía si había sido liberado o conquistado por las tropas
porteñas.
MONTEAGUDO Y EL DERECHO A LA INDEPENDENCIA

Tres revolucionarios que constituyen nuestro objeto de estudio, Monteagudo fue el único que
sobrevivió a la Revolución de Mayo; aunque encontró la muerte unos años después en Lima. En
1823 redacta una memoria sobre los principios que siguió en la administración del Perú, a donde
llegó junto al ejército libertador de San Martín. En ella nos aporta interesantes reflexiones su
acción pasada en el Río de la Plata.

Escribe al respecto “ser patriota, sin ser frenético por la democracia era para mí una
contradicción, y este era mi texto”

En su Memoria se ve en la necesidad de manifestar su pasada adhesión a los principios


democráticos es porque al escribirla debe apartarse de ellos y encaminarse en una línea
moderada. Pero el abandono de los principios
democráticos surge en él como consecuencia de
la conducta observada tanto en las clases bajas como en las altas. Así señala que

“La virtud y el mérito sólo servían para atraer los rayos del despotismo sobre las cabezas más
ilustres”

El pueblo tampoco comprende-según Monteagudo- que todas las condiciones son iguales sólo
ante la ley. Esta es una restricción que no alcanzan a entender los que al oír proclamar la libertad
y la igualdad creen que la obediencia ha cesado. Otros términos, Monteagudo previene sobre el
peligro de una igualdad social impuesta por el número y robustez de los sometidos.

Considerarse, en los inicios de la Revolución, un apasionado por la democracia, Monteagudo


coincide con la acusación de jacobino que sus adversarios le lanzaron la Gaceta. En efecto, el
modelo terrorista de la Revolución Francesa es utilizado por Pasos Kanki tanto para identificar a
la política de Moreno, como prevenir sobre la propaganda que Monteagudo y Los miembros de
la Sociedad patriótica despliegan desde 1811. Se puede ver que el Monteagudo de 1812 y el de
1823 estaban más cerca de lo que la propia imagen y las acusaciones parecían poner en
evidencia. En marzo los morenistas crean el primer club político. La oposición sistemática al
Gobierno moderado de Saavedra desencadena las jornadas del 5 y el 6 de abril en donde son
expulsados de la Junta grande los seguidores de Moreno que aún permanecían en ella.

En enero de 1812 resurge él club Tenista con el nombre de la Sociedad Patriótica. Monteagudo
se convertirá en su principal portavoz. Una enumeración negativa de los males y conflictos que
sobrevinieron a la de Moreno, Monteagudo busca valorar el rol desempeñado por el secretario
durante el periodo en que dirigió la revolución. Saavedra es designado el mayor responsable de
los desastres sobrevenidos a la muerte de Moreno. Junto a las responsabilidades personalizadas,
Monteagudo advierte que el problema de la inacción revolucionaria reconoce razones más
profundas.

“La gratitud se resiente del olvido o que se ha condenado la memoria de Moreno”.

Tiene desde esta visión de la Revolución, el objetivo de indicar un camino para el conjunto de
las tendencias que participan en la Revolución. Porque la Revolución, aunque producto de los
conflictos europeos; forma parte de un proceso revolucionario mundial que la Revolución de la
Independencia norteamericana había inaugurado.

La legitimidad de la Revolución surge así de su inscripción en la Revolución del globo, pero


igualmente de ella misma, de la Justicia de los derechos que reclama. Dentro de estos derechos
el primero que debe ser recuperado es el de la independencia. Moreno fue el primer
revolucionario en fundamentar en la Gaceta de 1810 el derecho a la emancipación de las
Provincias del Río de la Plata.

A un año y medio de la Revolución, y a pesar de la reacción saavedristas y de la pérdida del Alto


Perú, la voluntad independentista parece haberse afianzado en sector de la elite revolucionaria.
Monteagudo escribe al respecto:

“Que cosa tan extraña dar título de ciudadano en nombre del rey. Oh máscara tan inútil como
odiosa a los hombres libres”

Sostendrá la necesidad de plasmar la independencia en un acto jurídico que la legitime,


rompiendo así con el discurso cubierto de la legitimidad monárquica que sostenían Moreno y
Castelli. ¿Cómo borda esta cuestión? La declaración de la Independencia debe ser para él previo
a la organización de un nuevo sistema político. Un derecho natural preexistente. Lo que le
interesa resolver, por lo tanto, a Monteagudo, es si conviene declarar que los pueblos están en
la justa posesión de sus derechos.

La Revolución es así, ante todo, una revolución por la independencia. Pero, esta idea no debería
conducirnos a suponer, -como generalmente se hizo- que se trata de declarar la Independencia
de lo que ya empezaba a ser una nación. La crítica que realiza Monteagudo a la política de la
Junta nos revela que detrás de los principios, la realidad sobre la cual se gestado el movimiento
de independencia era más compleja, pues -según Monteagudo— una de las causas
fundamentales de los fracasos de la primera Junta debió justamente a que en lugar de un plan
de conciliación con las provincias adoptó uno de conquista. Así, la Junta no debió pedir la
adhesión de las provincias, bayonetas en mano, sino proponer un régimen confederado, puesto
todos los pueblos tenían iguales derechos.

La ilustración es para Monteagudo el garante de la felicidad del nuevo sistema, al igual que
Moreno, Monteagudo insiste en la necesidad de hacer con hechos y no con palabras la
revolución.

El 8 de octubre de 1812 el ejército decide finalmente derrocar el gobierno y crear un Triunvirato


afín para retomar la línea revolucionaria impulsada por la Sociedad Patriótica. Este cambio se
vio posibilitado por la aparición de un nuevo actor político: la logia, organización política-militar
de carácter secreto. Esta contó con el apoyo de la Sociedad Patriótica para derrocar al gobierno.
Así, la conjunción de esfuerzos entre ambos grupos reencauza la Revolución dentro de la
tradición morenista.

La Asamblea del año XIII significa, en parte, el triunfo de la línea revolucionaria, debido a que en
la fórmula de su juramento queda excluida la fidelidad a Fernando VIII. La Asamblea decreta la
libertad de prensa; la libertad de vientre: la extinción del tributo, la mita, el yanaconazgo y el
servicio personal; la supresión de los títulos y signos de nobleza: y la eliminación de los
mayorazgos, pero ni la independencia es declarada ni ninguno de los proyectos de constitución
presentados serán aprobados por los diputados.

Esto debe sumarse el hecho de que San Martín, quién se mantiene más cerca de los objetivos
originarios de la Logia, se aleja de Alvear, que ve a la organización como un instrumento político
destinado, más que extender la Revolución, a consolidar sus posiciones dentro de los límites
impuestos por la nueva coyuntura internacional. Alvear desplazará finalmente a su antiguo
compañero de armas y se convertirá en el jefe de la Logia.
Monteagudo decide acompañar esta política de concentración del poder en una sola persona,
lo que lo obligara al exilio luego de la caída de Alvear en 1815.

Avances anti napoleónicos en Europa habían terminado por cuestionar cada vez más la ideología
revolucionaria y republicana de la Logia y la sociedad Patriótica, obligándolos a tomar el camino
de la moderación, si a esto suman los permanentes conflictos con el Litoral, se puede
comprender porqué produce ese estrechamiento de objetivos que lleva a muchos miembros de
la a considerar que la supervivencia de la Revolución dependía de la conservación del poder en
manos de un grupo reducido.

La cuestión de la participación política reaparece cuando se discute el otorgamiento de los


derechos de ciudadanía. Esta cuestión es abordada por Monteagudo en relación con el problema
de la igualdad. Veamos entonces, meramente, cuál su concepción de la igualdad. Siguiendo la
línea del pensamiento de Moreno y Castelli, el portavoz de la Sociedad Patriótica proclama la
supremacía del mérito y de la virtud por sobre el falso brillo de una cuna soberbia. Los primeros
beneficiarios de la promulgación de la igualdad de derechos en América deberán ser obviamente
los propios criollos. En efecto, en el diccionario del gabinete español -afirma Monteagudo-
pasaban por sinónimos las de esclavo y americano.

Los segundos favorecidos serán los indígenas. La reivindicación de los derechos de los indios no
nos sorprende aquí si recordamos que Monteagudo fue el secretario de Castelli y su firma se
encuentra en la copia la declaración de Tiahuanaco. Monteagudo afirma que no puede
confundirse la igualdad con su abuso, para luego establecer que el magistrado y el súbdito son
iguales en sus derechos, pero el segundo debe obediencia al primero. Monteagudo advierte,
con la utilización del modelo de la Revolución Francesa, sobre los peligros de la democratización
de los sectores populares. La generalización de la ilustración en todas las clases es lo que condujo
-afirma- a la multiplicación de sectas y partidos que pasando de un extremo al otro.

Esta idea lleva a Monteagudo a excluir de los derechos de ciudadanía a los que están bajo el
dominio de otro, así como a los que no acrediten saber leer y escribir; aunque los extiende a los
labradores de la campaña. Igualmente se establece una clasificación entre el sufragio personal,
otorgado a los que poseen propiedad o renta, y el sufragio representativo, conferido a los que
no gozan de ellas.

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