JOSÉ LUÍS RODRÍGUEZ GARCÍA Jean-Paul Sartre, La Pasión Por La Libertad

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RESEÑA

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JOSÉ LUÍS RODRÍGUEZ GARCÍA


Jean-Paul Sartre, la pasión por la libertad
Barcelona, Edicions Bellaterra, 2004, 447 págs.

Juan Manuel Cuartas


Universidad del Valle

Tres meses atrás asistí en Zaragoza–España, más exactamente en la li-


brería Cálamo, al lanzamiento del libro de José Luís Rodríguez García,
Jean-Paul Sartre, la pasión por la libertad, de reciente publicación en
Edicions Bellaterra, de Barcelona. Concurrieron al acto fieles conocedores
de la obra de Sartre como Juliette Simont, Pierre Verstraeten, Annie Cohen-
Solal, Juan Manuel Aragüés, quien a su vez realizaba el lanzamiento de su 165
libro, titulado: Sartre en la encrucijada, los póstumos de los años 40, publi-
cado por la editorial Biblioteca Nueva, de Madrid. Unas cuantas palabras,
después una copa de vino.
El oficio de lector me dispone ahora a referir cuánto de prosa limpia y
juiciosa pesquisa bibliográfica ha invertido J. L. Rodríguez para llevar a
cabo su libro. Baste advertir, para comenzar, que Rodríguez no es un recién
llegado en el estudio de la obra de J-P. Sartre; en 1987 había publicado en la
Editorial Revolución, de Madrid, una antología comentada de textos de
Sartre, titulada: Poder, violencia y revolución. Si se quisiera proponer hoy
una lectura progresiva del pensamiento político de Sartre, en aquella anto-
logía encontraríamos los pasos a seguir. Ahora bien, eludiendo el recurso
de la selección de textos, en este nuevo libro es Rodríguez quien adelanta la
crónica del pensamiento sartreano; dos gestos saltan a la vista en su traba-
jo: de un lado la imposibilidad de referir un pensamiento estático; Sartre no
es un metafísico, su escritura infatigable mantiene despierta su pregunta
por la libertad humana, de donde se derivan acaso todas las demás. De otro
lado, como ocurre con los filósofos que han activado el recurso del pensar,
pasados los años es imposible y acaso arbitrario hablar desde Sartre mis-
mo; sus ideas se han matizado, enrevesado, afinado en manos de los co-
mentaristas. La anterior es, a mi juicio, la mayor virtud del libro de
Rodríguez, quien con cuidadosa precisión va disponiendo el pensamiento
de Sartre como un organismo intervenido del que da cuenta una fructífera
Praxis Filosófica
Nueva serie, No. 21, Jul. - Dic. 2005: 165-168 ISSN: 0120-4688
recepción crítica que no sólo es interrogada, sino también decantada y fi-
nalmente involucrada. Sería de esperarse que una figura como Sartre, que
avivó todas las contradicciones, fuera objeto, no de un culto sino de una
inquisición que aún pervive, pero pasada la tormenta habrán de quedar,
como en efecto lo reconoce Rodríguez, capítulos magistrales del ejercicio
del pensar.
El libro de Rodríguez ha sido estructurado en función de la formación
del pensamiento filosófico de Sartre, desde su toma de posición de la que él
mismo denomina: «ontología fenomenológica», en L’Être et le Néant (El
ser y la nada), de 1943, donde plantea un interrogante absolutamente nece-
sario en relación con el dualismo que preserva en filosofía los preceptos
teológicos y suspende la comprensión misma de la situación humana: «El
pensamiento moderno ↓πλαντεα Σαρτρε↓ ha realizado un progreso con-
siderable al reducir el existente a la serie de las apariciones que lo manifies-
tan. Se apuntaba con ello a suprimir cierto número de dualismos que causa-
ban embarazo a la filosofía, y a reemplazarlos con el monismo del fenóme-
no. ¿Se ha logrado hacerlo?»1 El embate final de la observación de Rodríguez
será, por supuesto, el descomunal proyecto sartreano de L’Idiote de la famille
(El idiota de la familia), consagrado a la vida del escritor francés Gustave
166
Flaubert. «El estudio de Flaubert representa para mí ↓comenta en «Sartre
par Sartre»↓ la culminación de uno de mis primeros libros, Lo imagina-
rio»2 . Así, detectar estos y otros signos de profunda coherencia en el pen-
samiento sartreano, será precisamente la tarea que se propondrá Rodríguez.
En el ínterin de su libro, como tendría que ocurrir, Rodríguez aborda la
pieza central del pensamiento filosófico de Sartre, donde confluye su con-
cepción de la libertad del individuo con la naciente reflexión de la “necesi-
dad grupal”, y donde avanza tesis absolutamente necesarias sobre la
trascendentalidad de la razón histórica; aludimos a la Critique de la raison
dialectique (Crítica de la razón dialéctica), cuyo segundo tomo fue publi-
cado póstumamente por Arlette Elkaïm-Sartre, en 1985.
Se advierte sin dificultad que Rodríguez ha realizado una vez más un
inevitable movimiento de selección, a través del cual perseguir el problema
esencial de la filosofía de la existencia: la libertad humana. La elección
desplaza por tanto como marginal, sin serlo precisamente, el importante
drama Les mouches (Las moscas), de 1943, donde se lee: «Una vez que la

1
Jean-Paul SARTRE, El ser y la nada, ensayo de ontología fenomenológica, Editorial Losada,
S. A. Buenos Aires, 1972, p. 11. Traducción de Juan Valmar.
2
Jean-Paul SARTRE, «Sartre por Sartre», en El escritor y su lenguaje, Situaciones IX,
RESEÑA

Editorial Losada, S. A., Buenos Aires, 1973.


3
Jean-Paul SARTRE, Les mouches, Éditions Gallimard, Paris, 1947, p. 79. La traducción
es mía.
libertad ha hecho explosión en el alma de un hombre, los dioses no pueden
nada contra él»3 . Entre la primera y la última “aventura sartreana”, como
las denomina Rodríguez, está la actividad política de Sartre, su aproxima-
ción al marxismo, al psicoanálisis, a la política comunista, sus diferencias
con Claude Lefort y Maurice Merleau-Ponty, en fin, su discutida concep-
ción de la existencia, expuesta admirablemente en la sentencia: «El hombre
es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere,
y como él se concibe después de la existencia, como él se quiere después de
este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se
hace. Éste es el primer principio del existencialismo»4 .
A partir del capítulo 2, Rodríguez reconstruye el contexto cultural de
Francia hasta los años 30s, como un ambiente enmarañado en el que la
atmósfera de preguerra suspende la interrogación abierta por el presente
histórico, por la disposición del hombre ante las deformaciones de la técni-
ca. «La situación de la filosofía en Francia durante el primer tercio del siglo
XX −escribe− está marcada por las remodelaciones espiritualistas y por el
interés de concertar una nueva philosophia perennis. No es de extrañar que
se mantenga y refuerce la autoridad de Bergson, Alain y Brunschvicg»5 .
Los autores citados pertenecían al que Merleau-Ponty denominó: “paisaje 167
de la filosofía de la existencia”, donde una suerte de situación estática im-
pedía derivar hacia un presente confuso la necesaria reflexión sobre el de-
venir. Este será el sitio de ingreso de J-P. Sartre, interesado en involucrar la
política y la guerra en los términos más próximos de la existencia humana.
Ya en el capítulo 4, consagrado a la renovación del marxismo como una de
las tareas centrales de Sartre, la reflexión se torna inevitablemente proble-
mática porque marxismo no significará más deliberación dialéctica del dis-
curso político, sino práctica revolucionaria, cambio, denuncia de toda for-
ma de totalitarismo, acción política, en fin, mayo de 1968 en París y su
resonancia en el mundo entero. Rodríguez cita, entre otras, estas palabras
de Sartre: «(…) hay que luchar contra estas dos fuerzas: el capitalismo y los
partidos socialista y comunista que sostienen a dicho capitalismo. Ni co-
munistas ni socialistas son representantes de la izquierda»6 . Todo da a en-
tender que mucho de consideración política in stricto senso ha pasado por
la reflexión de Sartre, que su compromiso y su acción no pueden ser en lo
PRAXIS FILOSÓFICA

4
Jean-Paul SARTRE, El existencialismo es un humanismo, Edhasa, Barcelona 2000, p. 31.
Traducción de Victoria Praci de Fernández.
5
J. L. RODRÍGUEZ GARCÍA, Jean-Paul Sartre, la pasión por la libertad, Edicions
Bellaterra, Barcelona, 2004, p. 98.
6
Citado por F. Jeanson, Jean-Paul Sartre en su vida, Barral, Barcelona, 1975, p. 285.
7
Cf. Jean-Paul SARTRE, «Los comunistas y la paz», en Problemas del marxismo I, Situa-
ciones VI, Editorial Losada, S. A., Buenos Aires, 1968.
sucesivo sesgados a los intereses del partido comunista, en fin, que de mu-
cho han valido sus equivocaciones de «Los comunistas y la paz»7 , denun-
ciadas con enfado en su momento por Merleau-Ponty en el profuso ensayo
«Sartre y el ultra-bolchevismo»8 .
Rodríguez prosigue su presentación en el mismo tono: precisando en
cada contexto los intereses de Sartre, distinguiendo la corriente de las fuer-
zas que movilizaban la historia y el pensamiento de posguerra, para final-
mente configurar el balance de un pensamiento que se autointerroga a tra-
vés del retrato de Gustave Flaubert, última elección de un objeto humano
en el cual reconstruir cada uno de los interrogantes a los que se debe res-
ponder una vez se ha distinguido que el problema fundamental continuará
siendo, en palabras de Rodríguez: “la pasión por la libertad”.

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RESEÑA

8
Cf. Maurice MERLEAU-PONTY, «Sartre y el ulta-bolchevismo», en Aventuras de la dia-
léctica, Editorial La Pléyade, Buenos Aires, 1974.

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