Los Instrumentos Que Más Utilizaban Los Mayas en Ceremonias y Danzas
Los Instrumentos Que Más Utilizaban Los Mayas en Ceremonias y Danzas
Los Instrumentos Que Más Utilizaban Los Mayas en Ceremonias y Danzas
danzas
Antiguos cronistas refieren que los mayas eran amantes de la música, que
complementada con la danza, eran elementos inseparables del ritual y las
ceremonias ligadas a la visión maya de su mundo mágico-religios.
Refiere Arturo Castiglioni que “La música, los ruidos y la luz son factores amigos
que actúan a distancia para alejar a los enemigos, para ahuyentar a los poderes
adversos, o para pedir ayuda de las fuerzas amistosas.
Los instrumentos musicales que usaban los mayas de la antigüedad eran silbatos
hechos con huesos de venado. También caracoles grandes y flautas de caña,
conchas de tortuga y materiales como piedra, metal y arcilla. Muchos de ellos han
desaparecido pero actualmente todavía es posible ver el tambor llamado Tunjul y
el Teponaxtle. Este instrumento posee una gran trayectoria desde épocas
remotas. Su uso demuestra la importancia del ritmo: cuando éste es vigoroso, no
tiene mayor necesidad de melodía y produce un efecto casi hipnótico. Los mayas
construían el cuerpo de los tambores con maderas de calidad resonante afinando
el sonido por medio del calor, también lo hacían con barro, afinándolos a través
de la tracción. El parche era fabricado con pieles de jaguar, venado o jabalí. El
tipo más corriente era el vertical, de parche sencillo.
También se sabe, que los indígenas construían tambores con la concha de una
tortuga terrestre muy abundante en los lagos y lagunas del Petén. Ciertos autores
hablan de tamborines de agua, aparatos que según parece, tenían un agujero
para aumentar o disminuir la cantidad de líquido que regía la resonancia de los
mismos.
Las trompas o trompetas Para dar mayor volumen al sonido del caracol, se
prolongó su canal interior, y el extremo opuesto a la embocadura, se expandió en
forma de campana. Entre los pueblos mayas, las trompetas alcanzaron longitudes
inusitadas de hasta cinco o seis pies de largo. Esa clase de trompetas produce
una escala de valores armónicos bastante semejantes al cuerno de caza europeo.
Eran fabricadas con madera o con cañas revestidas de estuco, barro y hojas de
cierta clase de palma, se decoraban con cintas , glifos esotéricos o adornos de
plumas coloreadas. Su uso se narra en los Anales de los Cakchiqueles.
La flauta es uno de los instrumentos de viento más antiguos que se conocen. Las
flautas indígenas Xul, se caracterizaron por la poco común longitud de sus
embocaduras y por la buena calidad de su sonido. Generalmente eran de forma
tubular, también había globulares. Las construían con carrizos, barros, nefrita y
huesos, siendo frecuente el uso de huesos humanos. Era corriente el uso de
flautas dobles y aún múltiples, con ellas podían emitir a un mismo tiempo varios
sonidos, de acuerdo con el empleo que ellos hicieran de sus dedos para obstruir o
dejar libre el paso del viento por los agujeros. Parece que las habían en distintos
sistemas armónicos: el europeo, pentafónico.
Sonajas y sonajeros: las emplearon mucho, dándoles un carácter mágico que los
vinculaba con lo sagrado y lo sobrenatural, por ello, pintores y escultores mayas
los representaron como atributos de ciertos dioses, al lado de bolsas para el copal
y los objetos destinados para las ofrendas votivas. Para fabricarlas se empleaba el
barro, madera, cobre, plata y oro, los más corrientes eran construidos con
calabazas y con frutos del árbol de morro pintados de negro y atravesados en su
medio por una varita de madera que sirve para sostenerlos y agitar las semillas o
piedrecillas que producen el sonido.
Pitos y ocarinas: hay una gran variedad de pitos y silbatos hallados. No fueron
usados solamente como instrumentos de música, sino también en la cacería de
aves y pequeños mamíferos. Sus formas y sonidos son muy variados. Los hay que
revisten formas humanos y los hay con figuras zoomórficas; los hay simples,
dobles y triples. Las ocarinas o flautas globulares, así como las tubulares, son
menos comunes.
Esta música pone énfasis en la ornitofonía, pues fueron los pájaros los maestros
del indígena, quien inspira los cantos o directamente los copia o imita.
Los mayas tenían abogados, “ah mahan tsa” en lengua maya, que participaban a
la hora de aplicar justicia. El abogado maya era en realidad una persona
conocedora de las leyes y de las costumbres, que asesoraba al demandante en el
momento de presentar sus pruebas y realizar alegatos. También existía la figura
de los jueces, llamados “batab”, quienes resolvían los juicios en la POPILNA o
POPOLNA, «casa del pueblo», que era el lugar de reunión de los hombres para
discutir negocios, preparar las ceremonias y organizar las danzas y los cantos
rituales.
Las diversas fuentes escritas por y sobre los mayas peninsulares forman un
importante conjunto de información. La riqueza de dichas fuentes permite conocer
y comprender el pasado
de los mayas de la manera más veraz posible.
Los testimonios escritos por y sobre los mayas son múltiples, de índole muy
variada, y pueden clasificarse en dos grandes grupos, de acuerdo con su origen.
Entre los primeros se incluyen tanto los textos generados originalmente en el
entorno cultural de los mayas –durante siglos y siglos de trayectoria histórica–,
escritos por ellos mismos, como las obras que los mayas redactaron en la época
colonial y hasta las que escribieron después de la Independencia. Los segundos
son los testimonios acerca de los mayas escritos desde la perspectiva de la
cultura occidental, a la que han estado expuestos por cinco siglos.
Inscripciones
Los mayas desarrollaron la escritura más avanzada de América, la cual apareció
en la península un poco más tarde que en el resto del área maya. Asimismo, las
inscripciones son menos numerosas en aquélla que en las Tierras Bajas del sur.
Desde el siglo V d. C., los monumentos con escritura ofrecen una verdadera
historiografía, en el sentido de que se grabaron en piedra los hechos considerados
por la comunidad como los más trascendentes, con base en dos aspectos: el
tiempo y el espacio. El tiempo se establecía en distintos tipos de calendarios,
como el de la cuenta larga de serie inicial, el de la serie suplementaria, el haab y
el tzolkín. A cada hecho humano se le daba una ubicación dentro de una
temporalidad medida cuidadosamente, en series que, en conjunto, no tenían
repetición alguna, o sea dentro de un esquema lineal (Berlin, 1977). Asimismo, las
inscripciones contaban sucesos que se desarrollaban en un espacio geográfico, el
cual se representaba por medio de un glifo emblema, que aludía a un territorio.
Todo ello da a las inscripciones un carácter de fuente historiográfica de la cultura
maya.
Las inscripciones mayas corresponden a un concepto peculiar de la historia,
considerada como la vida de los señores más encumbrados, como los actos
rituales asociados al transcurrir de sus vidas, y no como sus decisiones políticas o
como la promoción de su obra material.
En todo el territorio peninsular existen inscripciones, principalmente en estelas
labradas en sus dos caras que se encontraban en las plazas a la vista pública, así
como en elementos arquitectónicos, estructurales y decorativos.
A manera de ejemplo de este acervo documental, ubicado en sus lugares
originales o en museos, están las inscripciones de Oxkintok, enorme sitio
localizado en la orilla noroccidental de la serranía del Puuc, en Yucatán, el cual fue
ocupado en el Preclásico Medio, floreció en el Clásico y tuvo su decadencia
después del año 1000 d. C.
El acervo historiográfico del sitio se
compone de inscripciones en dinteles,
jambas, columnas y capiteles, lajas y losas, así como en estucos, relieves,
esculturas de variada índole, vasijas decoradas y pinturas murales. Destacan en
especial las inscripciones en dos escaleras jeroglíficas, un anillo de juego de
pelota, 27 estelas y 15 altares. Todo ello contiene historias de los gobernantes,
como el que los arqueólogos han llamado Walas. Oxkintok sobresale por el
curioso hecho de tener inscripciones jeroglíficas del Clásico Temprano, periodo al
que siguieron 100 años de silencio histórico (550-650 d. C.), y luego una época de
numerosos textos. Las noticias que contienen estas inscripciones abarcan casi
400 años (475-859 d. C.). Si bien para los mayas las inscripciones en piedra eran
como libros de historia, autentificadores de los gobernantes, y el pueblo entendía
toda la dimensión del mensaje, para nosotros la comprensión está vedada. Es
necesario acudir a la epigrafía para que, con los métodos específicos de la ciencia
del desciframiento de las escrituras sin letras, podamos conocer el contenido de
las inscripciones.
Un epigrafista serio, además de conocer a profundidad la cultura maya, debe
saber de lingüística –principalmente sobre el idioma yucateco y las lenguas
cholanas–, así como de matemáticas, astronomía e iconografía.
Instituto de computación Informática
Selvin
Música
Cuarto Mecánica