El Durazno Morado
El Durazno Morado
El Durazno Morado
Emprendedor plantó 100 árboles del durazno en su campo de Victoria. Tras ocho años sin resultados,
en 2015 cosechó alrededor de 7 mil kilos. En Maule un segundo proyecto también avanza en estudiar
las características de este fruto.
-¿Qué hay de postre?, preguntaba Juan Eduardo Navarro en su casa de campo ubicada en la comuna
de Victoria, y la respuesta casi siempre era la misma: durazno morado, uno que la familia recogía de un
árbol que estaba en su casa prácticamente desde que su bisabuela nació a fines del siglo XIX.
Por fuera es igual que otros duraznos, pero al partirlo aparece un morado intenso que ha llevado a que
en algunas partes lo llamen durazno betarraga, aunque su sabor se asemeja más al blanquillo que al
tradicional. Una variedad que hasta hace algunos años existía en huertos familiares antiguos, casi como
una curiosidad.
"En la casa de campo había un árbol que daba este fruto y lo utilizaban para consumo propio", cuenta
Navarro. Y hasta ahora ha sido así, un desconocido en los viveros y en los mercados.
Sin embargo, en 2006, Navarro decidió ver si se podía ir más allá y comenzó a investigar las
propiedades y el potencial de cultivo de este carozo. Aprovechó sus estudios de agronomía y el impulso
entregado por sus abuelos -dueños del campo en Victoria- para cultivar plantas las que colocaba en
bolsas en el huerto y observaba cómo evolucionaban.
Hasta que en el año 2009 su abuelo le aconsejó plantar los ya varios árboles de durazno morado que
tenía y en uno de los lugares más lindos del campo, cerca del antiguo galpón. Entonces, con la ayuda
del huertero trabajó el suelo y plantó 100 plantas de entre 1 y 2 años. Sin embargo, los siguientes ocho
años fueron difíciles, pero decidió hacerle caso a su abuela, la que cuando lo vio embarcarse en esa
aventura le había dicho que los resultados no serían de inmediato.
Comenzaron a pasar los años, y en los árboles no aparecía ningún fruto, pero se aferró a la idea de que
un agrónomo debe tener paciencia. Tanta paciencia lo convirtió en el blanco de las bromas de los
amigos, hasta que en 2015 ocurrió lo inesperado: sus 100 árboles produjeron alrededor de 7 mil kilos
de durazno morado. Entonces, se le presentó un nuevo problema.
"Empecé a pensar qué hacer con toda esta fruta que no se podía perder, entonces para salir del
consumo familiar hice conservas para regalar a mis amigos y conocidos, y de esta manera tener el
feedback de la fruta", comenta Juan.
Ampliando horizontes
Además del cultivo, Navarro se ha dedicado a investigar sobre el árbol. Así descubrió que en el país se
han encontrado ejemplares entre las regiones de O'Higgins y La Araucanía. Aún así, Navarro decidió
probar en otras regiones y con la ayuda de un amigo plantó tres árboles en un campo en Los Vilos (IV
Región), pero la fruta no logró desarrollarse bien, lo que atribuye al ambiente y salinidad del lugar.
"También probé en Santiago, no sé si será por un tema de las horas de frío, pero eran menos morados
que los del sur, no tengo un respaldo tan científico y la muestra no es tan grande, pero se ve que el
árbol tiene buena adaptabilidad en ciertos lugares del país, lo que sería beneficioso para agrandar la
familia del durazno morado", dice Navarro.
Mientras Navarro avanza con su cultivo, llegó a vivir a Putú, en la Región del Maule, el padre de Lorena
Marchant. Allí encontró un árbol de durazno morado y empezó a plantar sus cuescos, mientras que a
ella se le ocurrió la idea de hacer algo para que esta especie no se perdiera.
Lorena Marchant explica que las líneas de investigación son tres: en primer lugar está el análisis
genético de la población de duraznos, segundo el análisis nutricional de esta variedad para determinar
los beneficios que podría traer para las personas y, finalmente, la recuperación de la especie a través
de injertos.
Llevar a cabo el proyecto no ha sido fácil, en parte porque la mayoría de los árboles son viejos y tienen
poco cuidado, pero especialmente porque en el verano los agricultores se vieron afectados por los
incendios de la zona centro-sur del país.
"Vivimos una situación terrible así que ahora hemos estado trabajando en recuperar algunos de los
árboles perdidos. Tenemos nuevos y recientemente se formó una agrupación de agricultores más
formal en pro de la recuperación del árbol del durazno betarraga", comenta Lorena Marchant.
Si bien el proyecto termina a fines de este año, ella planea postular a un proyecto de continuidad, e
incluso piensa que se podría trabajar con los árboles plantados por Juan Navarro en Victoria
Buscando el mundo
Por ahora, Navarro está en la etapa de darlos a conocer. Para esto convierte la fruta fresca en
conservas y desde este año en deshidratados y los regala a cada persona a la que le habla del tema, ya
que así, una vez que llegue a la última etapa, que es la comercialización el producto será más conocido
en la capital.
"Estamos en una etapa donde me deja tranquilo que estamos sacando y sé cuánto podemos producir,
pero llegó el momento de mirar con ojos mas comerciales este tema, hay que definir el producto y
ojalá la próxima temporada ya estar vendiendo, ya hice la etapa larga yo creo que lo que se viene es
mas fácil", comenta.
En cuanto a la comercialización de la fruta en el país, Lorena Marchant, explica que por sus
propiedades antioxidantes, incluso mayor a la de los arándanos, este producto puede ser interesante
para el consumo nacional.
"Además yo lo he visto en hartas cartas de restaurantes y varios chefs, como, por ejemplo, Matías
Palomo, le han hecho promoción, por lo que yo creo que este durazno es bastante novedoso y tiene
buen potencial como producto gourmet", explica la especialista del FIA.
En tanto, Navarro reconoce que uno de sus sueños sería aprovechar la oportunidad y llegar con el
producto al mercado internacional y convertirlo en una alternativa de exportación para la fruta chilena.
"Creo que Chile va en vías de ser una potencia alimentaria por las condiciones que tenemos, y con
estos productos desconocidos podemos ser novedad en el extranjero. Ojalá se puedan enviar en
fresco, pero también me gustaría exportar los subproductos que podemos generar con este durazno",
dice.
Salen al rescate del durazno "beterraga" para impedir que desaparezca por completo
Salen al rescate del durazno "beterraga" para impedir que desaparezca por
completo
Para algunos puede ser conocido y traerle algunos recuerdos, pero otros simplemente nunca lo han
visto. Se trata del denominado durazno beterraga, que tiene un color morado por dentro y que ha ido
desapareciendo con el tiempo por lo que un proyecto busca que no muera por completo.
La bioquímica, Lorena Marchant, sostuvo que todo surge de los recuerdos de su niñez cuando iba a la
casa de su abuela en Constitución donde había un árbol que se secó y después del 27F no quedó
ningún rastro.
Pero hace unos años su papá se fue a vivir cerca de la comuna y pidió que le regalaran algunos cuescos,
y fue con esto que logró nuevos ejemplares. Por esta razón se motivó y junto al bioquímico, Hernán
Silva, y profesionales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile presentaron una iniciativa
a la Fundación para la Innovación Agraria.
Es una fruta peluda, oscura y jugosa, pero que madura muy rápido. La profesional se encuentra
trabajando con un grupo de pequeños agricultores con los que se ganó 20 millones de pesos.