Leonor. Memoria de La Niña-Esposa de Antonio Machado

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LEONOR.

MEMORIA DE LA NIÑA-ESPOSA
Jesús Bozal
16-nov-2017

Es para la Fundación Antonio Machado un honor poder presentar en


este Salón Gerardo Diego, un libro sobre Leonor Izquierdo Cuevas, la
mujer de Don Antonio Machado. Una mujer digna, tal y como la califica
José María Palacio en un artículo publicado el día 5 de agosto de 1912 en
El Porvenir Castellano, tan solo cuatro días después de su muerte:
“Doña Leonor Izquierdo de Machado, tan joven, tan buena, tan
bella, tan digna del hombre en cuyo corazón es todo generosidad y
en cuyo cerebro dominan potentes destellos de inteligencia, ha
muerto, y ¡parece mentira! ¡Pobre Leonor!”1.

1 “Doña Leonor Izquierdo”, José María Palacio, El Porvenir Castellano, 5 de agosto de


1912.
1
Digna, musa, niña, “austera, sencilla, ingenua, tímida”, como la
calificó a su vez José Tudela en 1958, tiene en Miguel Ángel Baamonde,
autor de este libro, a un devoto de su figura, a la que describe, en cada una
de sus más de 350 páginas, con respeto y lealtad intelectual, tanto por lo
que representó para Antonio Machado, como por lo que significa ella
misma.
Una biografía, se lee en la portada, del único amor de Antonio
Machado.
Leonor, en letras mayúsculas, Memoria de la niña-esposa, es un
libro bien escrito, en un tono muy personal, muy familiar, pero
cuidadosamente elaborado, bien documentado, además de muy bien
editado por Ediciones Rilke. Su lectura es fácil y, como todo libro que se
precie, requiere una doble, triple lectura, pausada, tranquila, con el fin de
seguir bien su composición y su contenido, analizarlo, comprenderlo,
juzgarlo, si es necesario. Porque, tratándose de un personaje que no tiene
una biografía propia, todas las aportaciones son siempre muy bien venidas.
El trabajo de este entusiasta machadiano, Miguel Ángel Baamonde,
tiene, por otra parte, una estructura muy medida y un objetivo concreto:
demostrar que Leonor estuvo siempre presente en la vida y en la obra de
Antonio Machado. Incluso antes, como veremos más adelante.
En sus páginas, este libro recoge, en una primera parte, todo o casi
todo lo que se sabe de Leonor Izquierdo –nacimiento, infancia,
adolescencia,…-, contenido en las diferentes obras ya publicadas por otros
autores, añadiendo, por parte del autor, una recreación personal, romántica,
incluso; una escenificación, en otros casos, de algunos momentos
importantes de esta corta relación convivencial entre Machado y Leonor: el
enamoramiento, el noviazgo, las dudas, la reacción de la familia, la petición
de mano, la boda, los gritos a la salida de la iglesia el día de la boda, la vida
en París, etc., etc.,...
A nuestro juicio, esta recreación, que el autor imagina con el objetivo
de aportar su pequeño grano de arena a una biografía no escrita de Leonor,
tiene un indudable interés, ya que, aunque solo sea la descripción de
anécdotas, pequeños contextos del imaginado vivir diario de Leonor, no
deja de ser una manera de acercarnos un poco más a esos aspectos
cuotidianos de la vida de dos personas, en aquellos años de principio de
siglo, en Soria, en España.
Porque, como escribe Julián María en su artículo: “Antonio Machado
y la Experiencia de la vida”, esa relación ocurre aquí, en Soria
“en Castilla, en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, junto a
los álamos del amor. La vida de que Antonio Machado tiene experiencia,

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la de cada cual, circunstancial y única, destino libremente aceptado,
porque “nadie elige su amor”.

Y esa experiencia de la vida es la que Miguel Ángel Baamonde intenta


contarnos en este libro.
Nos habla, por ejemplo, de su bautismo:
“A la niña la bautiza, no el párroco local, sino por delegación del
mismo, el del pueblo más cercano de Cardejón, don Manuel Ibáñez Odona.
¿Amistad? ¿Parentesco con la familia? ¿Ausencia del titular? No se sabe
ya que no consta en el registro pertinente.”
Y nos cuenta también cómo Leonor va creciendo, preguntándose al
mismo tiempo cómo era, qué carácter tenía, etc.:
“A todo esto, Leonor ha ido creciendo tanto en edad como en
encanto físico, por lo que hay que preguntarse, de forma ineludible y dado
que hasta el momento del matrimonio no existe ningún retrato suyo, por su
aspecto. ¿Cómo era realmente Leonor? ¿Qué carácter tenía y de donde le
provenía el encanto aquel que encandiló al poeta?”
Y, al llegar aquí, pues añade una pequeña queja:
“Leonor –escribe en la página 181-, para la mayoría de los
biógrafos, en esa etapa de Antonio Machado (a su llegada a Soria), no
pasa de ser una anécdota, todo lo lírica y hermosa que se quiera, pero sin
más trascendencia aparente que llenar de luz unos pocos años –muy
pocos- del poeta. Y no deja de ser injusta esta actitud, respecto a ella, que
no solo dio amor y calor humano a la soledad de Antonio, sino que
trascendió más allá de su muerte en la obra y en el modo de vivir de
Machado.”
Miguel Ángel Baamonde se pregunta así mismo por los sentimientos
de Leonor.
“¿Cuáles son, por otra parte, los sentimientos que han ido creciendo
en Leonor? Son, desde luego y como ya se ha apuntado en su momento,
bastante difíciles de dilucidar, ya que de ella apenas conocemos con
certeza más datos que esa alegría ya subrayada y el nacimiento de unos
sueños que todavía no han alcanzado su concreción definitiva.”
Y añade pequeñas preguntas que parecen intrascendentes, pero que
sirven para desmistificar de alguna manera una relación normal de una
pareja de enamorados normales:
“¿Grabarían sus nombres, siguiendo la tradición, Antonio y Leonor
en la corteza de un chopo cualquiera?” (117)
“¿Se besaban?”
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Y, ya casados, Miguel Ángel Baamonde sostiene por su cuenta que:
“Leonor es feliz. Tiene que serlo. (…) El siempre atento a las
sugerencias de Leonor, pendiente de sus miradas, de sus gestos.” (147)
Y, ya en París, en 1911, se refiere a un aspecto que parece nimio,
pero que no es por eso menos trascendente:
“La segunda circunstancia negativa es, para ella, el
desconocimiento absoluto del idioma, que unido a un marcado
provincianismo, le supone un aislamiento casi total durante las horas del
día en las que no puede contar con Antonio.”
A nuestro juicio, todas estas recreaciones y preguntas sobre la vida
desconocida de Leonor, pueden interpretarse como pequeños llamamientos
a profundizar más en esta relación amorosa, a la que tienen derecho todos
los amantes, para demostrar que, además de un compromiso de lealtad
entre ambos, existió esa verdadera comunión espiritual, intelectual, incluso,
tan importante para el devenir de la obra y la vida del poeta soriano.
El libro que presentamos hoy en Soria, una de las ciudades literarias
más importantes del mundo, porque Campos de Castilla es uno de los libros
más importantes de la literatura española, y, por lo tanto, universal, está
dividido en tres partes y una de cierre. En la primera, como decíamos,
recoge datos bibliográficos conocidos de Leonor, completados con una
recreación ilustrada, poética, sensible, fácil de compartir, plagada de
pequeños detalles de su relación con Antonio Machado.
En la segunda, que lleva por título Presencia de Leonor en la poesía
de Antonio Machado, Miguel Ángel Baamonde, repasa la presencia de
Leonor en la obra poética de Machado. No es muy extensa, pues no son
muchas, aunque sí significativas, las referencias que se encuentran en ella.
Este hecho refleja, no obstante, una de las virtudes de Antonio Machado: la
discreción y el respeto por la intimidad de Leonor.
Durante su estancia en Soria, Antonio Machado -cuya imagen real, la
de entonces, no tiene nada que ver con la foto clásica de Antonio Machado-
se limitó a preparar sus colaboraciones literarias; a colaborar,
discretamente, en la prensa de la ciudad (Tierra soriana y El Porvenir
Castellano) y a dar sus clases en el Instituto, del que fue Sub-director tres
de los cuatro cursos que estuvo en el Instituto General y Técnico de Soria.
Como ya hemos dicho más de una vez: Machado vivió en Soria en
comunión perfecta con sus habitantes más humildes, que eran, como en
todas las partes de España, la mayoría.
Se dice, a modo de tópico, que Antonio Machado aprobaba a todos
sus alumnos y todas sus alumnas. En efecto, las actas prueban que es cierto.
Pero no se dice que sus compañeros del Instituto hacían lo propio. Hay que
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tener en cuenta que el número de alumnos de bachillerato fue, en el curso
1909/1910, de 74, y 83 de magisterio. Pero, en fin, los tópicos atribuidos a
Antonio Machado darían para otra charla bien apretada.
Esa discreción de la que hablamos es la que le llevó a no escribir de
Leonor hasta su muerte.
Añade también en esta segunda parte pequeños ensayos sobre: a) lo
que el autor titula Anunciación; es decir la premonición, antes de su llegada
a Soria, reflejada en algunos poemas, de que algo importante iba a
acontecerle en esta ciudad, y que Miguel Ángel Baamonde recoge en su
libro. Podríamos decir que, para el autor, Leonor estuvo siempre presente
en su vida:
“Porque, escribe en la página 219, Leonor es siempre –antes, en su
momento, y después más especialmente- el móvil, no único pero sí
consustancial, que conformará su modo de ser y pensar a lo largo del
tiempo”.
b) a este pequeño ensayo, le sigue otro titulado “la permanencia
poética de Leonor”; y otro más: c) “El punto de inflexión. La muerte
física”, en el que el autor reflexiona sobre la visión que tiene Machado de
la muerte. Primero, en su etapa anterior a Soria, la trata como su amada, a
la que se entrega completamente. Y, después, con la aparición de Leonor,
la muerte queda relegada a un plano secundario ante la esperanza de la vida
que simboliza Leonor.
De ahí, quizás, el grito desesperado del poeta contra quien se la
arrebata, arrebatándole con ella la esperanza recobrada:
CXIX de Campos de Castilla:
“Señor, ya me arrancaste lo que más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.”
Como puede verse, el autor de este libro intenta demostrarse, una y
otra vez, hasta a sí mismo, que Leonor no fue la sombra de Machado sino
su luz.
En la tercera parte, Proyección de la figura de Leonor en la
inquietud de Antonio Machado, el autor añade una serie de ensayos sobre la
influencia de Leonor en la llamada filosofía machadiana.
La pretensión del autor al escribir este libro no es, en definitiva,
convencer al lector de que su visión es la mejor, ni la más ajustada a la
realidad histórica, sino pedirle que profundice con él. Porque, leyéndole, es

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posible que surjan nuevas vías de investigación, que conduzcan al fin a una
comprensión total, o, al menos, más verdadera, de esta figura humana y
literaria, que es Leonor Izquierdo.
Y este es, a mi juicio, el valor de este libro: la gran consideración que
el autor tiene hacia el personaje. Leonor, para Miguel Ángel Baamonde, no
es un personaje secundario, no es una musa, como tampoco lo fueron Elsa
Triolet, mujer de Louis Aragon, ni Amparo, mujer de Gabriel Celaya.
Ninguna de las tres fueron sus musas sino sus iguales.
Y tiene razón Miguel Ángel Baamonde, Leonor Izquierdo Cuevas no
fue una niña para Antonio Machado, fue su mujer. Y así queda escrito en
las cartas que Antonio Machado dirige a Rubén Darío, Juan Ramón
Jiménez, Unamuno, Pedro Chico y Rello,…
“Una enfermedad de mi mujer, que me ha tenido muy preocupado
y convertido en enfermero”, escribía a Ruben Darío en julio de 1911.

“Voy camino de Soria en busca de la salud de mi mujer”, escribe al


mismo Ruben Darío, dos meses más tarde.

“Hace dos años me casé y una larga enfermedad de mi mujer a


quien adoro, me tiene muy entristecido.”, escribe a Juan Ramón
Jiménez.

“Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte


cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor está la
piedad.” (Carta a Unamuno, después de mayo de 1913).

“Si la felicidad es algo posible y real – lo que a veces pienso – yo la


identificaría mentalmente con los años de mi vida en Soria y con el
amor de mi mujer - …”(Carta a Pedro Chico y Rello, 1919)
Porque, como persona, como mujer, tuvo siempre un proyecto
personal. Tanto era así que Machado no la integró en su obra poética hasta
su muerte, y seguramente para evitar el olvido total; objetivo que, gracias a
esta presencia en su obra, ha conseguido hasta ahora.
Los pocos poemas en los que aparece Leonor en la obra de Antonio
Machado son pues un homenaje a un personaje real al que Miguel Ángel
Baamonde trata de reconstruirle una biografía respetuosa.
Ese es, a nuestro juicio, otro acierto de esta obra: dar presencia
histórica a una niña, que fue una mujer, y que, además, forma parte, como
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Soria, de los mejores pasajes de la literatura universal. Y esta realidad, se
quiera o no, no tiene remedio, como diría Max Aub refiriéndose a la
inteligencia: “La inteligencia no tiene remedio.”
Antonio Machado no entiende la lírica al margen de la vida, al
margen del “pensar genérico”, contexto histórico de todos y cada uno de
sus personajes.
Pero, además, como terminaba Marina Durañona, profesora de la
Universidad de Buenos Aires, la conferencia que dio en Soria, en 1994, con
motivo del I Centenario de la muerte de Leonor:
“Pero además, si Leonor es ella, Soria es mucho más que el telón de fondo
de los años de una vida compartida; es “el paisaje soñado” desde la
quimera de un todavía jamás cerrado. Es la tierra del misterio que al no
dejar saber “lo que se traga la tierra “abre el vaso comunicante de los
complementos machadianos: yo - tú; presencia - ausencia; esperanza -
desesperanza. Es el piso que dibuja inmortalmente la huella de una pisada
memorable. Como La Mancha dibuja aún la de Quijote o como la lejana
pampa argentina reproduce la de Martín Fierro. Soria soñada es tierra de
milagro siempre vigente; de caminos mágicamente recuperados para quien
se lleve en el daguerrotipo de la retina y de las galerías del alma la
imagen inalterable de las rudas moles de piedra estampadas en palabras
entre las que resuena con eco inacabable el nombre de Leonor.”
Ese es el milagro poético y humano al que contribuyó, con su
presencia real y soñada, Leonor Izquierdo Cuevas. Y éste es el milagro
poético y humano al que contribuye esta vez, con su generosidad y su
escritura clara y concluyente, el autor de este libro, Miguel Ángel
Baamonde y Ediciones Rilke, que le ha ayudado a editarlo. Muchas
gracias.

Más datos de la presentación del libro en


http://elige.soria.es/

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