Los Constructores de Catedrales

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Los constructores de catedrales


Obra: Apoteosis del gótico europeo
Autor: Marinella Terzi
Tipo de texto: Expositivo
Durante mucho tiempo se creyó que los constructores de catedrales habían sido los
propios religiosos. Hoy, esta hipótesis está totalmente descartada.

La enorme complejidad de estas construcciones no puede superarse únicamente con amor


a Dios. Es preciso tener conocimientos de arquitectura, saber geometría, dominar las distintas
técnicas de construcción.

En la edificación de cada catedral participaron innumerables personas. Es necesario


recordar que cien años es un periodo muy corto en comparación con lo que se tardó en
completar alguna de ellas. En numerosas ocasiones, las obras eran interrumpidas por falta de
dinero, por la muerte del arquitecto o del obispo que había encargado el proyecto, o por alguna
epidemia que causaba estragos entre la mano de obra. Tras un largo paréntesis volvían a ser
retomadas, muchas veces por los hijos y los nietos de los primeros constructores. Se dieron
verdaderas dinastías de arquitectos.

Los arquitectos gozaban de una elevada posición social. El gremio de los albañiles era uno
de los mejor organizados y, por consiguiente, más considerados. Ostentar el cargo de maestro
albañil conllevaba el reconocimiento público.

A finales de la Edad Media, los maestros con categoría de arquitectos recibían una paga
tres o cuatro veces superior a la de los artesanos más especializados del mismo ramo. Los
arquitectos viajaban continuamente para asesorar sobre el diseño más adecuado a cada catedral.
En 1416 se reunieron en Gerona doce arquitectos para decidir los planos de la catedral de la
ciudad. Los planos solían utilizarse como modelos para varias obras. Entonces no existían los
derechos de autor. Así, por ejemplo, los campanarios de piedra calada de la catedral de Burgos
estaban basados en las agujas de la fachada occidental de la catedral de Colonia. No en vano el
arquitecto había sido el mismo.

Por su parte los albañiles grababan su marca en las piedras para demostrar que se hacían
responsables del trabajo realizado. Estas marcas pasaban de padres a hijos.

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