Cómo Preparar Un Sermón Expositivo

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El sermón expositivo es ³el rey de los sermones´.
Un sermón expositivo bien hecho es lo máximo a lo que puede aspirar un
preparador de sermones. La generalidad de los predicadores tienen más bien
pocos sermones expositivos en comparación a los textuales y tópicos que han
hecho. La razón es sencilla. No es tan fácil elaborar un sermón expositivo.
Pero aquellos que nos quieren hacer creer que solamente los que tienen un
conocimiento muy profundo de la Biblia y de los idiomas originales están
capacitados para hacer esta clase de sermones, exageran. Si hay alguien que está
obligado a decir que exageran, ése soy yo, porque sin ser nada en este mundo, me
deleito en hacer y predicar sermones expositivos.

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Posiblemente lo que distingue más a un SE es que todo él (o casi todo él),
tema, puntos, subpuntos, etc. se desprende del texto. (Lea en esta misma sección
el artículo "El texto")
Entonces, aunque se le distingue del sermón textual, yo diría que no hay
sermón más textual que el SE. Es por eso que los sermones expositivos tienen
como texto un pasaje más bien largo, tal vez de unos tres, cuatro, cinco o más
versículos. Si usted ha hecho un sermón sobre una parábola del Señor, en que le
ha sacado todo el jugo al pasaje-texto, es casi seguro que usted hizo un sermón
expositivo.
Cualquier pasaje más o menos largo con un tema central importante puede
ser el texto para un SE. Por ejemplo un salmo como el 1 o el 23 (Vea, si gusta, en
la sección de bosquejos un sermón expositivo mío basado en el salmo 1).

  
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Es decir, uno debe entenderlo; debe conocer cada frase, cada palabra.
Debe poder hacer un análisis de él, incluida cada cosa, (aunque en el producto
final no se incluya absolutamente todo). Creo que es por esto que algunos dicen
que solamente ciertos mortales muy conocedores tienen la preparación necesaria
para elaborar un SE.
Ya dije que exageran. Pero es claro que si uno ha de entender y analizar el
texto, debe tener a la mano las herramientas necesarias para lograrlo: Léxicos,
diccionarios, comentarios escritos por estudiosos serios, etc. Me parece que
muchos de los cristianos a quienes va principalmente dirigido este sitio, son
hermanos de recursos limitados a quienes comprendo a la perfección por ser yo
uno de ellos. Pero cuando se tiene pasión por la predicación no es imposible
hacerse de libros-herramienta básicos con la ayuda de Dios (Vea en esta misma
sección el artículo ³Los libros del expositor´).
Bien. Escriba con cuidado un análisis del texto, como si lo hiciera para
explicárselo a alguien. En ese análisis incluya notas de lo que se le ocurra sobre
cualquier cosa interesante, por ejemplo, usos que le daban a cierta palabra griega
los que hablaban ese idioma, otros usos de ella en otros pasajes; y así siga al
mismo tiempo que hace una lista aparte de cosas que a pesar de los léxicos y
diccionarios no entiende bien.    
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Aquí se trata de hacer únicamente su propio trabajo intelectual. ¿Por qué? Porque
las conclusiones ajenas obstaculizarán en mayor o menor grado su propio
razonamiento.
Mientras trabaja en su análisis del texto, en otra hoja vaya haciendo los
primeros esbozos de su bosquejo, sin seguir ningún orden, Por ejemplo
aplicaciones que se le vayan ocurriendo de lo que está aprendiendo durante su
análisis.
Trate de encontrar la frase o una palabra en el texto que contenga la idea
central del mismo. Como sea, muchas veces usted ya la tiene en mente desde que
comenzó a ahondar en el pasaje, pues eso fue precisamente lo que le llamó la
atención y le hizo interesarse en el pasaje como un posible texto para su SE.
Perfecto. Cuando usted sienta que ya no hay más por analizar, o si usted lo
prefiere déjeme decirlo en otra forma, que ya no hay más por examinar con una
lupa, dése por satisfecho. Ya hizo una gran parte del trabajo. Un SE es la
explicación y aplicación de un pasaje más o menos largo, tratado
homiléticamente. Ahora usted conoce su texto y está capacitado para explicarlo.
Es posible que hasta sienta la tentación de detenerse aquí y decidir llevar sus notas
al púlpito. No sucumba a ella. Todavía le falta buen trecho por recorrer.

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1. Redacte una proposición que contenga una palabra clave como he
mostrado en el artículo ³La proposición´ que se encuentra en esta misma sección.
Ahora extiéndase en la elaboración de sus notas. Repito que la diferencia radica
en que todas las partes del sermón serán elaboradas empleando el texto y su
análisis. Si usted sabe cómo elaborar un sermón, sabrá cómo elaborar un SE. La
diferencia radicará en que ²repitiendo otra vez² ninguno de los puntos
principales de su sermón se estará basando en ninguna otra porción de la
Escritura.
2. Revisando cuidadosamente su análisis, vea todo lo que puede incorporar
bajo cada punto principal, que sería lo que algunos llaman los subpuntos. Si
resulta que no sólo los puntos sino los subpuntos han sido extraídos del texto, y
usted ya ha puesto las aplicaciones pertinentes, usted habrá elaborado ¡Un sermón
expositivo perfecto! (al cual solamente le faltan la introducción y la conclusión)
3. La realidad es que lograr un SE perfecto (todo basado en el texto) es
sumamente difícil, principalmente porque el texto casi nunca da para tanto. Por
eso es que todavía hay algo más qué hacer: Aunque ya dije que cada punto
principal,   , está sacado del texto, usted puede verse precisado a
añadir un subpunto o un sub-subpunto basado en otra porción de la Palabra. Esto
es necesario cuando siente que algo debe ampliarse o clarificarse. Pero
generalmente mucho está en el texto y usted así lo ve cuando ha hecho un buen
análisis de él, análisis que usted ya puede notar es de la más grande importancia
en la elaboración del SE.

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Se podría decir que el sermón estará ³salpicado´ de aplicaciones. El
aforismo que reza ³predicación es explicación y aplicación de la Palabra´ es
ineludible en un SE: Aplique en su debido lugar todo lo que el texto tiene para las
vidas de los que ocupan las bancas.
Una de las virtudes del SE es que usted puede decir cosas que atañen a la
conducta de sus oyentes en la forma más natural y aceptable.

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Le sorprenderá que algunas cosas que usted puso, otros también las
pusieron. También será muy satisfactorio ver que cosas que usted incluyó, al
parecer otros no las vieron. Si encuentra en esos trabajos ajenos algo que puede
mejorar este o aquel punto, incorpórelo a su sermón. A veces uno aprende un
detalle interesante sobre una palabra o frase del texto. Otras veces, uno ve una
muy buena aplicación que un autor hizo. Incorpore cualquier cosa que ayude al
sermón.
Podría suceder que comparando lo suyo con lo ajeno, descubra que por
allí usted cometió un errorcillo o equivocación de cualquier índole. Haga la
corrección debida o de plano use el borrador. ¿Recuerda que más arriba, dije que
si algo del texto no entendía bien lo apuntara? Pues el momento de consultar
obras, comentarios, sermones basados en el mismo texto, etc. ha llegado. Casi
siempre encontramos la respuesta a nuestra interrogante.
Si usted nota que ciertos detalles de su análisis no encajan en una forma
natural y fluida en su sermón no trate de forzar nada. Déjelos de lado. Déjeme
decirle que el trabajo intelectual que la preparación de un SE exige es muy
benéfico. Uno se obliga a aprender cosas de gran interés e importancia.
_______________

La introducción y la conclusión del SE básicamente se rigen por los mismos


principios que todas las demás, de manera que no es necesario ahondar aquí en
ellas. No obstante podría ser de mucha utilidad ir a un artículo en esta misma
sección titulado ³La introducción´ (cuando me sea posible escribiré algo sobre la
conclusión del sermón).
Cuando haya terminado de hacer sus notas (su bosquejo), una cosa le
llamará la atención: El bosquejo de ninguna manera será mucho más corto que los
de otros sermones.
Y cuando lo predique, otra cosa lo sorprenderá. A su audiencia, aunque no
sepa nada de sermones expositivos y cosas semejantes, le gustará mucho el
sermón. Pero sobre todo, le beneficiará grandemente.
No por nada al principio le llamé al SE ³el rey de los sermones´.

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